1.1. Emprendimiento Turístico

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Formulación y Evaluación de Proyectos Turísticos 1

EMPRENDIMIENTO TURÍSTICO

José Álvarez Román

1.
2 José Álvarez Román

UNIDAD I
EMPRENDIMIENTO TURÍSTICO

1.1. Emprendimiento

Emprendimiento, es la actitud y aptitud que toma un individuo para


iniciar un nuevo proyecto donde exista oportunidades a través de
ideas innovadoras. El emprendimiento es un término muy utilizado
en el ámbito empresarial, en virtud de su relacionamiento con la
creación de empresas, nuevos productos o innovación de los mismos.
Emprendimiento es de origen francés “entrepreneur” que significa
'pionero'. No obstante, en el siglo XX el economista Joseph
Schumpeter ubica al emprendedor como centro del sistema
económico, mencionado que “la ganancia viene del cambio, y este es
producido por el empresario innovador”.
El emprendimiento es esencial en las sociedades, pues permite a las
empresas buscar innovaciones, y transformar conocimientos en
nuevos productos. Inclusive existen cursos de nivel superior que
tienen como objetivos formar individuos calificados para innovar y
modificar las organizaciones, modificando así el escenario
económico.

1.2. Emprendedor
Formulación y Evaluación de Proyectos Turísticos 3

Un emprendedor es aquel que se hace cargo de su propio destino y


construye sus propios negocios. Toma la responsabilidad de poner en
marcha y llevar a término un proyecto. Es una persona orientada
hacia el futuro, capaz de asumir riesgos para involucrarse en la
identificación y el desarrollo de nuevas ideas. Tiene una fuerte
inclinación por el logro, la autoconfianza y la independencia. El
turismo es un ámbito propicio y fructífero para el Emprendedor,
siendo que permite el desarrollo de todas estas competencias.
También es posible estimularlas a partir de la enseñanza y la
capacitación (Rataric, Caviglia, & Villa, 2008).
Emprender es la virtud del inicio, de la misma forma que la
perseverancia es la virtud de la continuidad. Ambos conceptos
constituyen la virtud de la fortaleza, la esencia de la cual es “no dejar
de hacer algo bueno y valioso por el esfuerzo o el riesgo que pueda
comportar” (Marina, 2013). En este sentido, una cosa es ser
emprendedor y otra es ser empresario. No todos los emprendedores
son empresarios, ni todos los empresarios son emprendedores. No es
lo mismo ser el propietario de un pequeño y modesto negocio que ser
un emprendedor que apuesta por la creatividad y la innovación sea
en su propio negocio como dentro de una gran corporación.
Los pioneros en la investigación de la actividad emprendedora son:
Cantillon, Schumpeter, Kirzner, Knight, Hayek, Casson, Gartner,
Shane y Venkataraman. El auge de la investigación académica en el
campo del emprendimiento, ha conocido un gran desarrollo debido al
reconocimiento del hecho que las nuevas empresas emprendedoras
generan una gran parte de la tasa de crecimiento del empleo de los
países, y que son una poderosa fuente de innovación (Amit, Glosten
y Muller, 1993; Díaz, 2002). Para Low y MacMillan (1988) es
evidente que la creación de empresas es una fuerza crítica para el
crecimiento económico de un país ya que supone la creación de
nuevos puestos de trabajo, el aumento para el estado de los ingresos
procedentes de impuestos, el incremento de las exportaciones y, en
definitiva, comporta un aumento de la productividad nacional.
Algunos investigadores (Vesper, 1985) piensan que lo importante es
la creación de nuevas iniciativas empresariales. Otros, en cambio,
creen que innovación y emprendimiento son conceptos íntimamente
asociados y por tanto, cuando se habla de emprendimiento, la
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innovación es una característica esencial en la creación de las nuevas


empresas (Meyer, 2011). Para otros, desde una perspectiva más
global, la innovación es la clave del crecimiento económico, de la
productividad y de la difusión del conocimiento (Baumol, 1990).

1.2.1. Características personales del emprendedor

La decisión de crear una empresa y convertirse en emprendedor ha


sido explicada por la literatura científica por la intervención de tres
categorías de factores. La primera categoría se refiere a las
características personales, sus expectativas, motivaciones,
percepciones, habilidades y conocimiento. La segunda concierne a
las características de las organizaciones en las cuales el emprendedor
ha desarrollado su actividad profesional con anterioridad. La tercera
está relacionada con los factores ambientales o del entorno, como es
el clima social. Lafuente y Salas (1989) demuestran empíricamente a
partir de su estudio que existe una relación entre las expectativas de
trabajo y las tendencias emprendedoras, es decir, con la probabilidad
de que un individuo decida iniciar una carrera emprendedora.
Sexton y Similor (1986) realizan un análisis de los factores que
hacen que un individuo sea emprendedor e identifican tres ejes o
escuelas: el eje personal (genética, educación, entorno familiar), el
eje social (circunstancias étnicas, desplazamiento, entorno geográfico
e industrial) y el reticular (acceso a recursos).
Por su parte y en la misma línea, Cunninghan y Lischeron (1991)
identifican diversas escuelas de pensamiento con visiones muy
distintas sobre la actividad emprendedora y las clasifican de acuerdo
con su interés en estudiar las características personales, las
oportunidades, la gestión o la necesidad de adaptación de una
empresa existente.
Chell, Haworth y Brealey (1991) resumen en tres las características
distintivas de la actividad emprendedora: la motivación o intención
de crear riqueza y acumulación de capital, la habilidad para
reconocer oportunidades para la generación de riqueza y la capacidad
para reconocer las oportunidades que deben perseguirse.
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Veciana (1999) identifica y estudia cuatro factores de éxito de las


nuevas empresas. Uno de ellos está directamente relacionado con las
diferentes capacidades estratégicas y directivas del empresario e
incluye la raza y género, la ocupación de los padres, la formación
como empresarios y la experiencia previa en la creación de
empresas.

1.2.1.1. Rasgos de personalidad

Según las escuelas que evalúan las cualidades personales de los


emprendedores existen determinados rasgos de personalidad que
definen al emprendedor. El número de estudios en este campo es uno
de los más elevados en la investigación sobre la actividad
emprendedora.
A partir de más de 50 estudios de investigación, Jeffry Timmons
(1985, 1990), resume las características más comunes que identifican
al emprendedor y las capacidades de la mentalidad emprendedora:
 Compromiso total, determinación y perseverancia
 Voluntad de conseguir y crecer
 Iniciativa y responsabilidad personal
 Persistencia en la solución de problemas
 Consciencia de las propias limitaciones y sentido del humor
 Capacidad de buscar consejo y retroalimentación
 Confianza en las propias capacidades
 Capacidad de tolerar la ambigüedad, la tensión y la
incertidumbre
 Saber tomar riesgos calculados y saber compartir el riesgo
 Poca necesidad de estatus y poder
 Integridad y fiabilidad
 Decisión, urgencia y paciencia
 Capacidad de superar los fallos y aprender de ellos
 Capacidad de crear equipos y hacer héroes
Timmons clasifica estas características en seis grupos:
 Confianza y determinación
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 Liderazgo
 Búsqueda de oportunidades
 Tolerancia al riesgo, a la ambigüedad y a la incertidumbre
 Creatividad, autoconfianza y habilidad para la adaptación
 Motivación por la excelencia
Según Chell, Haworth y Brealey (1991), el emprendedor prototipo
tiende a gestionar un negocio en expansión, prospera sobre la base
del cambio, es aventurero, persigue oportunidades, es capaz de
generar nuevas ideas, es proactivo, innovador y tiende a demostrar
un comportamiento inquieto.
Freire (2005) señala las características psicológicas del emprendedor
como: el deseo de emancipación, la moderación en la ambición por
el dinero, la plena dedicación al proyecto, el espíritu de sacrificio, la
capacidad de trabajo, la voluntad permanente de aprender, la
capacidad de compartir el éxito, su determinación, su optimismo e
ilusión, su capacidad de liderazgo y de asumir riesgos y
responsabilidades, y su actitud de superación continua frente a los
obstáculos.
Debido a la naturaleza de la actividad emprendedora, el emprendedor
necesita sintetizar información, integrar diversas entradas de
información a la vez y estar alerta de la visión global. El estilo
cognitivo se define como la vía predominante en una persona en
determinadas circunstancias para captar, procesar y evaluar
información. El procesamiento de la información desde una
aproximación intuitiva ofrece mayores posibilidades de incluir
muchos de los aspectos críticos de la actividad emprendedora que
desde una aproximación racional (Carland et al., 1988). Los
emprendedores se basan en un pensamiento intuitivo. Aunque la
intuición es importante, es más importante para ciertos tipos de
emprendedores o en ciertas fases del proceso emprendedor, por
ejemplo, en la etapa de generación de ideas. Olson (1985) sugiere
que la aproximación más efectiva para el procesamiento de la
información varía según las diferentes fases del proceso
emprendedor. Defiende que en la fase de invención, en la que el
emprendedor está preocupado por la identificación de oportunidades
para nuevas aplicaciones de los descubrimientos técnicos o en
intentar crear un nuevo producto o servicio, el pensamiento tiende a
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ser intuitivo, sintético y holístico. Esto cambia en fases posteriores en


las que el emprendedor pasa a aplicar un enfoque más racional,
analítico y lineal, sobre todo cuando desarrolla planes para financiar
el negocio, para concretar la producción o la distribución.

1.2.1.2. Género

El número de empresas creadas por personas pertenecientes a


minorías ha ido creciendo con el paso del tiempo, lo que refleja un
cambio social considerable. Así mismo, la creación de empresas por
mujeres emprendedoras también se ha ido incrementando de manera
considerable. Sin embargo, los estudios todavía demuestran que es
más probable el éxito empresarial cuando la empresa está creada por
hombres no pertenecientes a minorías (Cooper y Gimeno-Gascón,
1992).
El número de mujeres emprendedoras ha crecido a un ritmo más
elevado en todo el mundo que el de sus homólogos masculinos. El
empleo femenino creció sustancialmente durante el S. XX. Además,
durante las últimas décadas el número de mujeres auto empleadas
creció un 69% mientras que el número de hombres auto empleados
sólo aumentó un 13%. Sin embargo, a pesar de que las mujeres han
hecho avances en campos profesionales dominados por hombres, sus
números son todavía muy discretos. Algunas investigaciones han
explorado la hipótesis de que hombres y mujeres difieren en
dimensiones relacionadas con la actividad emprendedora (Scherer,
Brodzinski y Wiebe, 1990).

1.2.1.3. Formación

La literatura indica que el nivel educativo de los emprendedores


puede ser un elemento distintivo. Collins y Moore (1973) destacan
que los emprendedores se caracterizan por su deseo de
independencia y por evitar estar en una posición subordinada, lo
cual, según los autores, es un indicador del bajo nivel de educación
formal. Sin embargo, desde un punto de vista teórico no puede
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relacionarse el nivel educativo de un individuo con el éxito de sus


iniciativas empresariales. Por un lado, los conocimientos que se
adquieren en la escuela no son suficientes para conseguir el éxito
empresarial. Por otro lado, muchas de las características que se
asocian al emprendedor, como el compromiso, la identificación de
oportunidades, la determinación por seguirlas y la tolerancia a la
ambigüedad, no son el resultado de la educación formal (Timmons,
1990).
Otros estudios como los de Roberts y Wainer (1971), Boswell
(1973), Cooper (1973) y Gudgin, Brunskill y Forthergill (1979), la
mayoría de ellos sobre emprendimiento técnico, llegan a
conclusiones muy distintas. Los individuos con educación
universitaria están asociados con firmas que tienen un elevado índice
de supervivencia, especialmente cuando sus actividades requieren un
conocimiento técnico elevado. La educación es un activo esencial
para estas empresas y por tanto se concluye que el nivel formativo
está directamente relacionado con el rendimiento de la empresa.
No se han podido determinar, de manera general, relaciones claras
entre el nivel de formación y el éxito empresarial (Cooper y Gimeno‐
Gascón, 1992).

1.2.1.4. Experiencia

Los emprendedores aprenden de las experiencias anteriores y tienen


la oportunidad de analizar qué les fue bien y en qué fallaron, de tal
manera que van adquiriendo lo que podría denominarse una
tecnología de creación de empresas.
Los emprendedores que con anterioridad ya han creado una
organización tienen mayor probabilidad de éxito y serán más
eficientes en la creación de su segunda y tercera empresa (Vesper,
1980).
Parte del conocimiento necesario para establecer un nuevo negocio
es conocimiento tácito, que se obtiene generalmente por experiencia
personal. Desde esta perspectiva se puede asumir que los
emprendedores habituales cuentan con cierto conocimiento tácito
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acumulado ya que las habilidades adquiridas en ocasiones anteriores


son transferibles y aplicables a los siguientes procesos de creación de
nuevas empresas.
Lafuente y Salas (1989) detectan en el clúster de emprendedores
“familiares” un fenómeno de experiencia previa en tareas de
supervisión (el 24,7% tenía experiencia previa en la creación de
empresas y el 9% había aprendido a llevar un negocio en pequeñas
empresas). El clúster de “arriesgados” con elevado nivel educativo
muestra menos experiencia previa en la creación de empresas. En
general han aprendido a llevar un negocio en la universidad o
trabajando para grandes empresas. Los “artesanos” y los “gestores”
aprenden principalmente de sus padres.
Según concluye Veciana (1999), es de esperar que altos niveles de
experiencia conduzcan a mayores niveles de éxito ya que se conocen
los problemas con los que el empresario se va a enfrentar. Altos
niveles de experiencia en la gestión harían al empresario más
preparado para enfrentarse con el nuevo negocio. Sin embargo, no es
posible establecer, una relación indiscutible de la experiencia previa
en todos sus aspectos y el éxito empresarial. Tan sólo su componente
de experiencia en el mismo sector tiene una influencia positiva.
Las empresas que arrancan con mayores disponibilidades de recursos
financieros y humanos, tienen, supuestamente, más probabilidades de
supervivencia y crecimiento que aquéllas que lo hacen con menos
recursos. La experiencia previa que el empresario tenga en la
industria o sector donde va a establecerse, le otorga un prestigio que
contribuye al éxito en la atracción de socios, de recursos y en la
consecución de términos favorables de cooperación. Destacan pues,
la importancia de la formación, la experiencia y la reputación como
una ventaja competitiva en la nueva empresa. Las habilidades del
empresario para captar los diferentes tipos de recursos que necesita la
empresa, se manifiestan como uno de los aspectos básicos en este
sentido. De sus capacidades de compra, previsión, negociación,
liderazgo e información, dependerán la consecución de materias
primas en mejores condiciones, buenos equipos productivos,
condiciones de financiación más favorables o la selección de un buen
equipo humano para la empresa.
10 José Álvarez Román

1.2.1.5. Entorno familiar

Un factor importante a considerar en el potencial emprendedor de los


individuos desde un punto de vista social, es la experiencia de los
padres.
Parece razonable pensar que aquellas personas que han vivido su
infancia influenciados por el modelo de sus padres, propietarios de
un negocio, perciben el ser empresario como una posibilidad de
elección. Estas personas habrían desarrollado una considerable
experiencia por el período transcurrido en el negocio familiar.
Observando el comportamiento emprendedor Shapero y Sokol
(1982) manifiestan que la familia, especialmente el padre y la madre,
juegan un poderoso papel en establecer el deseo y la credibilidad
emprendedora de un individuo. Un gran número de estudios sugieren
la importancia de la experiencia de los padres en el comportamiento
e intención emprendedora (Engle, Schlaegeol y Dimitriadi, 2011).
Sin embargo, no ha sido posible extraer conclusiones definitivas
sobre la influencia de esta circunstancia de éxito empresarial (Cooper
y Gimeno-Gascón, 1992).

1.2.1.6. Motivaciones del emprendedor

La necesidad de logro es sin duda uno de los elementos que destaca


por su importancia como dimensión que define la personalidad
empresarial. David McClelland (1961) fue el primero en relacionar la
necesidad de logro o éxito o realización personal (need for
achievement) con el emprendimiento.
La necesidad de logro es el grado en el cual un emprendedor desea
realizar tareas difíciles y desafiantes, de forma que, cuando se
alcanza el éxito siente la satisfacción de haber conseguido un logro
personal. En sus estudios, McClelland demuestra que una elevada
motivación por el éxito está directamente correlacionada con el
emprendimiento. Esta motivación por el logro se manifiesta en
determinados comportamientos como son (1) la responsabilidad
individual mediante la cual los resultados que se consiguen dependen
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de sus propias aptitudes y decisiones, (2) acepta riesgos moderados


en función de sus capacidades (3) desarrolla una actividad
innovadora, fundamentada por el deseo de crear y lograr resultados.
El emprendedor busca conocer el resultado de sus decisiones y
acciones midiendo la eficacia en la consecución de sus objetivos. El
beneficio económico empresarial lo considera como medida del
resultado de sus éxitos. El logro, es pues, un fin en sí mismo
(Veciana, 2005).
McClelland y Burnham (1976) concluyen que la necesidad de logro
es la clave del éxito de los empresarios de pequeños negocios, a los
cuales denomina emprendedores. Este trabajo influye en
investigadores posteriores que estudian la motivación por el logro
como una característica psicológica distintiva de los emprendedores.
Por otro lado, sus trabajos reciben la crítica de otros autores que
sugieren que el núcleo central de la investigación sobre el
emprendimiento debe ser el proceso emprendedor y como éste tiene
lugar en un contexto social multidimensional, y no solo enfocado
hacia el perfil del emprendedor (Gartner, 1985; Gartner, 1988;
Sandberg, 1987).
Entre los autores que siguen la línea de McClelland cabe destacar el
trabajo de Fineman (1977) que identifica 22 parámetros que permiten
medir el motivo de logro en el área del emprendimiento y el trabajo
recopilatorio de Johnson (1990) de los estudios publicados hasta la
fecha y concluyendo que existe una relación positiva entre la
motivación por el logro y el emprendimiento, pero que sin embargo
se hace necesaria su integración en modelos multidimensionales que
incluyan el comportamiento individual, el proceso de creación de
nuevas empresas y las variables del entorno.
Tras cada iniciativa emprendedora subyace una motivación que ha
impulsado su desarrollo. Motivación es aquello que moviliza al
sujeto para ejecutar una actividad.
Una persona está motivada cuando emprende algo con ilusión,
superando el esfuerzo que deba realizar para obtenerlo (Coduras,
2006). Se define motivación como el proceso psicológico por el cual
alguien se plantea un objetivo, emplea los medios adecuados y
mantiene la conducta con el fin de conseguir dicha meta (Maslow,
1954).
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Comprender cuales son las motivaciones del emprendedor en el


momento de crear su nueva empresa y durante el proceso de
crecimiento, es un factor crítico para entender el proceso
emprendedor en su globalidad.
En el entorno de la creación de empresas, la literatura académica
distingue entre dos motivaciones principales: el aprovechamiento de
una oportunidad (teorías de evolución industrial) y la necesidad
(teorías de mercado laboral). En el primer caso, la persona emprende
porque se le presenta o busca una oportunidad de negocio. En el
segundo caso, porque no tiene otras alternativas de trabajo y necesita
desarrollar su propia iniciativa para subsistir (Coduras, 2006; Plehn-
Dujowich, 2010; Engle, Schlaegel y Dimitriadi, 2011). Los estudios
realizados sobre épocas de crisis económicas demuestran que este
tipo de situaciones favorecen la agudización del ingenio, del instinto
de supervivencia y, por consiguiente, la innovación y el
emprendimiento. La gran mayoría de los emprendedores movidos
por la necesidad no habrían creado sus empresas si hubieran
encontrado un buen trabajo en otra empresa.
El GEM recoge datos sobre el emprendimiento por oportunidad
(iniciar un negocio para explotar una oportunidad de negocio
percibida) y el emprendimiento por necesidad (iniciar un negocio
porque se ven empujados a ello). El emprendimiento por oportunidad
refleja la naturaleza voluntaria del emprendedor, mientas que el
emprendimiento por necesidad refleja la percepción del individuo de
que esta acción es la mejor opción disponible para el empleo. Los
resultados obtenidos demuestran que el emprendimiento por
oportunidad difiere del emprendimiento por necesidad en dos
vertientes: el sector industrial y las aspiraciones de crecimiento. Los
emprendedores que se mueven por la oportunidad esperan que sus
empresas crezcan y generen nuevos puestos de trabajo (Acs y
Audretsch, 2008). Además, el emprendimiento por oportunidad
responde mayoritariamente a criterios de innovación y
competitividad, de tal manera que es el reflejo el modelo de
Schumpeter.
Por su parte, los emprendedores que se mueven por necesidad sólo
esperan que sus empresas proporcionen ingresos suficientes para su
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subsistencia, no persiguen el desarrollo tecnológico ni el crecimiento


empresarial ni la creación de empleo.
Al ampliar la búsqueda de motivaciones que impulsan a las personas
a tomar la decisión de emprender, se hallan algunas como las
siguientes:
 Disfrutar de independencia, libertad o autonomía
 Aumentar el nivel de ingresos económicos
 Poner en marcha una idea
 Seguir la tradición familiar
 Realización personal
 Por vocación
¿Qué motiva al emprendedor? Para Nueno, lo que motiva al
emprendedor no es ni homogéneo para todos los emprendedores, ni
es lo mismo a lo largo de las distintas etapas en la carrera del
emprendedor (Nueno, 1994):
 Satisfacción derivada de un trabajo personal resolviendo
problemas difíciles mediante un trabajo en equipo con personas
de alto nivel profesional
 Asociarse para resolver un problema técnico y conseguir el
reconocimiento por ello en forma de una empresa exitosa
 Para dejar un legado a los hijos
 El prestigio de la imagen personal
 La motivación religiosa
 La seguridad que da la riqueza
El objetivo del estudio de Kuratko, Hornsby y Naffziger (1997)
consiste en identificar la existencia de un conjunto de objetivos que
motivan a los emprendedores. Los datos proceden de un total de 234
emprendedores de EUA seleccionados de manera aleatoria. Los
datos se han obtenido a partir de las respuestas a un cuestionario
previamente preparado que incluye 10 cuestiones de tipo
demográfico y 16 cuestiones sobre los objetivos de los
emprendedores.
Los resultados demuestran que desde un punto de vista demográfico
quedan recogidos diversos tipos de emprendedores distribuidos
uniformemente en cuanto a edad actual, edad en el momento de
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creación de la nueva empresa, género, ingresos anuales de las


compañías, número de empleados, sector industrial y nivel
educativo.
Los resultados del estudio permiten concluir que:
 Los objetivos extrínsecos como la adquisición de riqueza
personal, el incremento de ingresos personales y el
incremento de oportunidades de otros ingresos han sido
identificados como objetivos importantes.
 Los objetivos intrínsecos como el reconocimiento, la
superación de un reto, la excitación, el crecimiento y el éxito
también han sido identificados como objetivos importantes.
 Los emprendedores consideran que la autonomía conseguida
y la seguridad para sus familias también son objetivos
relevantes.
 Aunque el éxito económico y financiero supone un objetivo
de gran relevancia, la autonomía y la seguridad conseguidas
para sí mismos y para sus familias, suponen objetivos tan
valiosos como el aspecto económico.
El estudio de Kuratko, Hornsby y Naffziger (1997) sobre las
motivaciones implícitas en la creación de nuevas empresas
demuestra que algunos objetivos son comunes para muchos
emprendedores. Por ejemplo, Boyd y Gumpert (1983) concluyen que
los emprendedores buscan obtener beneficios de tipo económico y
personal. Entre las recompensas de tipo personal destacan la libertad
y la independencia. En la misma línea Bird (1989) pone de
manifiesto el deseo de ganar libertad convirtiendo al emprendedor en
su propio jefe. Añade también la autonomía en poder decidir y
controlar su propio futuro, la satisfacción de haber superado el reto
de creación de su propio negocio y define el emprendimiento como
un estilo de vida. Para Bird, el emprendedor dirige sus actuaciones
de acuerdo con sus objetivos y motivaciones.
También Burch (1986) identifica a los emprendedores como
individuos que buscan la independencia, la riqueza y el
aprovechamiento de una oportunidad.
Filley y Aldag (1978) y Cooper y Dunkelberg (1984) distinguen
entre dos tipos de motivaciones o expectativas laborales y por tanto,
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de emprendedores. El primer grupo denominado “artesanos” se


caracteriza por la urgencia del individuo en decidir por si mismo el
tipo de trabajo que quiere realizar y en el deseo de hacer su trabajo
de manera independiente. El segundo grupo denominado “gestor”
busca el beneficio y desea gestionar y ejercer poder. Las dos
categorías de individuos consideran diferentes dimensiones de
oportunidades de trabajo y por tanto su actividad emprendedora
también difiere.
Sobre la base anterior, Lafuente y Salas (1989) realizan un estudio
sobre una muestra de 360 emprendedores españoles en 1984 e
identifican cuatro tipos de emprendedores según sus expectativas. El
grupo de los denominados “artesanos” está integrado por
emprendedores cuyas expectativas se fundamentan en la propia
naturaleza de su trabajo y en un segundo término tienen en cuenta el
rendimiento de su empresa. El grupo de los denominados
“familiares” centran sus expectativas en las consecuencias de su
trabajo en el bienestar familiar y en segundo término en las
expectativas relacionadas con los retos y las incertidumbres. El grupo
de los denominados “gestores” se fundamenta en las expectativas de
gestión y en un segundo término en las aspiraciones relacionadas con
el bienestar familiar. El grupo de los “arriesgados” está directamente
relacionado con su vinculación con el riesgo y los retos, siendo
irrelevantes las expectativas relacionadas con el bienestar familiar.
Investigadores como Cooper (1973) y Shapero (1975) encuentran
que la frustración en el trabajo empuja a los individuos al
emprendimiento. A partir de esta afirmación, el análisis de Lafuente
y Salas (1989) distinguen tres categorías de motivación reportadas
por los emprendedores. El despido o las situaciones de
obstaculización del desarrollo personal dentro de las organizaciones
son la primera categoría. La segunda responde a situaciones
personales en las que el individuo necesita dar un giro a su vida o en
las que el individuo se siente moralmente empujado a tomar una
decisión fundamental. El tercer grupo está asociado con encontrar
una buena oportunidad de crear un negocio, como el hecho de llenar
un vacío del mercado o cuando se dispone de los recursos necesarios
para crear una firma. Los resultados empíricos obtenidos por los
autores revelan que la primera categoría es una de las más frecuentes
entre los emprendedores (62,8%). En términos relativos puede
16 José Álvarez Román

establecerse que los emprendedores “artesanos” y “familiares”


responden más a menudo a situaciones personales cruciales y que el
tipo “gestor” actúa sobre una oportunidad. En consecuencia, no
parece haber una única categoría de motivos que guía a los
individuos a crear su propia iniciativa emprendedora.
Cooper y Dunkelberg (1984) proponen un orden decreciente de las
tendencias emprendedoras de acuerdo con las trayectorias para
conseguir un negocio. En la parte superior sitúan a los que crean
empresas, en segundo lugar, a los que las compran y en tercer lugar a
los que las heredan o participan en un proyecto iniciado por otros.
Los “gestores” se convierten en emprendedores principalmente por
herencias y en segundo lugar por fundación de una empresa. Los
“artesanos” principalmente fundan empresas y en segundo lugar las
compran. Los “arriesgados” son por compra o fundación. Los
“familiares” fundan empresas.
El estudio de Lafuente y Salas (1989) sugieren que los “gestores” y
los “arriesgados” crean empresas de comportamiento flexible capaz
de adaptarse a diversas situaciones.
Los “familiares” tienden a ser propietarios de empresas más rígidas.
Los “artesanos” responden por igual a las dos tipologías. Se concluye
que existe una relación entre el tipo de emprendedor y el tipo de
empresa. La naturaleza de esta relación sugiere que las firmas cuyos
propietarios son “gestores” o “arriesgados” muestran
comportamientos adaptativos a los cambios del entorno, mientas que
las firmas “familiares” demuestran ser más conservadoras y tienden a
modelos más rígidos.
Pueden considerarse dos tipos de rendimiento empresarial: los
estrictamente relacionados con los objetivos de la empresa y los
relevantes en términos sociales, por ejemplo, en creación de empleo.
Hoad y Rosko (1964) y Gudgin, Brunskill y Fothergill (1979)
sugieren que el rendimiento de las nuevas empresas está
directamente relacionado con el nivel de formación o educación de
sus fundadores. Existen más firmas “altamente rentables” entre las
asociadas a los “gestores” y a los “arriesgados” que entre los
“artesanos” y los “familiares”. Cabe destacar que los “gestores” y los
“arriesgados” tienen un comportamiento adaptativo. Además, las
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“arriesgadas” tienen un elevado nivel de formación y han aprendido


a gestionar empresas en grandes firmas. Los mejores resultados en
términos de crecimiento se dan en los “arriesgados”.
En términos de generación de empleo, el estudio de Lafuente y Salas
(1989) concluye que los “arriesgados” son los que presentan mejores
resultados en rentabilidad y crecimiento, pero no en generación de
empleo. Por otro lado, las que presentan una mayor tasa de
generación de empleo son las empresas de los “artesanos”.

1.3. Factores del entorno y emprendimiento

El concepto de emprendimiento depende de la integración de


diversos factores como son el aspecto económico, el entorno cultural,
el contexto social y los condicionantes ambientales (Steyaert y Katz,
2004).

1.3.1. El contexto macroeconómico

El contexto económico explica el desarrollo empresarial a través de


variables como la riqueza, el crecimiento económico, la estabilidad
económica, la inflación y el entorno fiscal. La creación empresarial
depende, además, de la dimensión de los mercados de bienes y de los
factores de producción.
Porter (1990) define la competitividad de un territorio de acuerdo
con el desarrollo económico, distinguiendo tres estados específicos
(factor-driven stage, efficencydriven stage e innovation-driven
stage).
Los países que se encuentran en la fase “factor-driven stage”
compiten por las eficiencias de los bajos costes de producción de
bienes y por los productos de bajo valor añadido. Este primer estado
está marcado por las elevadas tasas de autoempleo, pequeñas
empresas productoras y de servicios. Estos países no crean
conocimiento para la innovación.
18 José Álvarez Román

Algunos valores de referencia de la tasa de actividad emprendedora


(TEA) obtenidos del proyecto GEM 2011 para este tipo de países
son: 34,9% en Nigeria; 19,3% en Guatemala; 12,8% en Bangladesh.
Para pasar al segundo estado “efficiency driven stage”, los países
deben incrementar su eficiencia productiva explotando las economías
de escala. Las industrias en este estado son manufactureras o proveen
servicios básicos. Disminuye la tasa de autoempleo y el tamaño
medio de las empresas crece en función de la riqueza económica. A
medida que la economía se desarrolla, disminuye el número de
personas que persiguen la puesta en marcha de nuevas actividades
empresariales.
Algunos valores de referencia de la tasa de actividad emprendedora
(TEA) obtenidos del proyecto GEM 2011 para este tipo de países
son: 24,0% en China; 23,7% en Chile; 14,9% en Brasil; 9,6% en
México; 9,0% en Polonia.
El estado “innovation-driven stage” está marcado por un incremento
en la actividad emprendedora junto con un elevado carácter
innovador. La distribución del tamaño de las empresas empieza a
cambiar desde las grandes corporaciones hacia la actividad
emprendedora e innovadora. Esta fase está marcada por la
disminución de la aportación relativa de las empresas del sector
manufacturero y el cambio tecnológico se desvía hacia industrias en
las que la actividad innovadora es importante.
Algunos valores de referencia de la tasa de actividad emprendedora
(TEA) obtenidos del proyecto GEM 2011 son: 12,3% en EUA; 7,3%
en el Reino Unido; 5,8% en Suecia; 5,7% en Francia; 5,6% en
Alemania; 5,2% en Japón.
Cuando las economías mundiales se derrumban y las empresas se
reducen y desaparecen, la gente busca alternativas. Para algunos, esto
es una crisis, mientras que para los emprendedores es una
oportunidad. Deben aprovecharse estas oportunidades, entre otros
motivos por ser a menudo una de las principales claves para salir de
las situaciones de desequilibrio económico. Si no se aprovechan las
ventajas de las crisis económicas, se está perdiendo una de las más
grandes oportunidades. Una gran crisis no debe desperdiciarse
(Draper, 2009). Como ejemplos, grandes compañías como GE, IBM,
Formulación y Evaluación de Proyectos Turísticos 19

Microsoft, Shell Oil, Merck, Johnson & Johnson, Sun Microsystems,


Skype, Kodak, Polaroid, HP y Adobe empezaron durante épocas de
recesión económica.
¿Por qué durante las recesiones nacen algunas de las empresas más
grandes, longevas, potentes y mejor gestionadas del mundo?
En primer lugar, porque cuando las circunstancias son duras los
gestores piensan con mayor creatividad. En épocas de recesión, las
fórmulas antiguas dejan de funcionar y los gestores cuestionan viejas
suposiciones y razonamientos. Se explora en nuevas direcciones.
Cualquier cosa es posible y ninguna propuesta es demasiado
descabellada.
En segundo lugar, porque las compañías que surgen en épocas de
recesión se construyen con mayor sobriedad. La gente está dispuesta
a trabajar por menos y los gestores son conscientes de los gastos. Y
esta sobriedad permanece para siempre como cultura de empresa.
En tercer lugar, porque los gestores de muchas compañías ya
establecidas reducen su visión en el tiempo. Los objetivos se
plantean con una visión a corto plazo: desarrollo de producto,
proyectos de investigación y hojas de ruta. Olvidan que la crisis no
durará siempre. Recortan gastos hoy que podrían serles útiles en el
futuro. Cuando llega el futuro se dan cuenta de que no están
preparadas, mientras que otras empresas les han tomado ventaja.
En cuarto lugar, porque durante las recesiones los emprendedores no
están sujetos a lo que se conoce como “empresa fratricida”. Todas
compiten por una cuota de mercado y para combatir este “fratricidio”
las nuevas empresas se especializan (O’Shea et al., 2007; Draper,
2009).
El potencial para la innovación crece a un ritmo exponencial y
globalmente. Las innovaciones y los cambios que han tenido lugar en
los últimos 10 o 15 años han cambiado la vida de las personas tanto
como lo hicieron las innovaciones ocurridas durante los anteriores 50
o 100 años. Las grandes ideas surgen cuando científicos, ingenieros y
emprendedores persiguen grandes problemas.
20 José Álvarez Román

Emprendedores y tecnólogos conseguirán que la economía salga de


la recesión, tal como el crecimiento del negocio de la web lo
consiguió a mediados de los 1990s.
Incluso si las empresas son solo razonablemente exitosas o incluso si
algunas de ellas fallan, hacen avanzar la tecnología y crean empleo.
Hacen que las cosas funcionen y engendran otras ideas.
El futuro descansa sobre las espaldas de los emprendedores: crean
trabajo, aportan valor, mejoran la vida y reconstruyen la economía.
Los emprendedores con intensa dedicación buscan cambiar el
mundo.

1.4. El acceso a fuentes de financiación

Una cuestión importante para los emprendedores en su etapa inicial


es la obtención de recursos externos cuando el valor activo de su
empresa es intangible y se basa en el conocimiento. Las diversas
alternativas para la obtención de los recursos iniciales incluyen la
obtención de ayudas públicas y las aportaciones de inversores
privados.
La disponibilidad de instrumentos financieros para llevar a cabo
proyectos empresariales es una de las prioridades de los gobiernos de
muchos países. Las actuaciones gubernamentales para promover el
mercado financiero se engloban en tres tipologías:
 Subvenciones a fondo perdido
 Préstamos y créditos
 Capital riesgo y otros fondos de capital
Las dificultades para acceder a los diversos tipos de fuentes de
financiación es uno de los principales obstáculos para el desarrollo
de las iniciativas empresariales. Los problemas más graves están
relacionados con la excesiva dependencia de los préstamos
bancarios, la imposibilidad de obtener préstamos a tasas de interés
razonable, la excesiva dependencia de la deuda sobre el patrimonio y
las dificultades en general para la obtención de capital. Como
consecuencia del déficit de capital, especialmente en Europa, se
produce una inhibición del número de empresas que se crean,
Formulación y Evaluación de Proyectos Turísticos 21

especialmente de aquellas de base tecnológica, y para las que lo


consiguen, su potencial de crecimiento se ve mermado por las
circunstancias. Además, el capital riesgo está poco desarrollado en
muchos países europeos en comparación con EUA, en particular en
lo que se refiere al capital semilla y en las etapas tempranas
(European Commission, 1998).
Todo emprendedor debe dedicar un capítulo de su business plan a
analizar la posibilidad de conseguir algún tipo de ayuda pública.
Conseguir este tipo de ayudas, y en especial cuando se trata de
subvenciones es muy costoso en tiempo de interacción con la entidad
administrativa que la concede. En ocasiones es recomendable
recurrir a intermediarios gestores de subvenciones (Nueno, 1994).
Convencer a inversores capitalistas para que inviertan en una idea de
negocio es también un reto para los emprendedores, especialmente
para los que no cuentan con una reputación previa. La literatura
describe dos líneas de investigación para conseguir superar esta
situación. Una corriente de investigación se concentra en diseñar
estructuras institucionales que permitan financiar nuevas empresas
en etapas muy iniciales. Esta aproximación basada en el seguimiento
aspira a resolver potenciales problemas entre los inversores y los
emprendedores. La segunda corriente de investigación sugiere que
cuando la calidad de una nueva empresa no puede observarse
directamente, actores externos confían en la calidad de las empresas
afiliadas como una señal de la propia calidad de la empresa. Esta
aproximación que se basa en la certificación puede ayudar a
legitimar la nueva empresa y el emprendedor sin un seguimiento
previo. Mientras que la primera corriente enfatiza el problema del
capitalista inversor (diseñando los mecanismos apropiados) la
segunda destaca el problema del emprendedor (afiliado con socios de
alta reputación).
El capital riesgo (venture capital) consiste en aportar capital a una
nueva empresa para facilitar su nacimiento y despegue (sin pago de
intereses), con el objetivo de que un tiempo más tarde ese capital se
haya revalorizado extraordinariamente (Nueno, 1994).
El objetivo del inversor es vender las acciones que consiguió con su
inversión inicial obteniendo una sustanciosa plusvalía. El venture
capital debe servir para permitir llevar un business plan a la realidad
22 José Álvarez Román

financiando la primera etapa de la vida de una nueva empresa.


Dependiendo de la etapa de la vida de la nueva empresa en que
invierte, el venture capital puede adoptar nombres distintos:
 Seed capital o capital semilla: se aporta en la etapa prenatal
con el objetivo de facilitar un estudio preliminar o de
viabilidad.
 Development capital o capital de desarrollo: se aporta para
facilitar el crecimiento sano de empresas que al poco de
nacer demuestran ya su gran potencial de crecimiento y
tienen fuertes necesidades financieras.
En EUA las primeras compañías de venture capital nacieron en los
años sesenta y se especializaron por sectores, por volúmenes de
inversión, por etapas en las que se encuentra la empresa a financiar y
por área geográfica. En Europa el desarrollo del venture capital es un
fenómeno de los años ochenta con mayor complejidad que el sistema
americano. La aportación de capital, las condiciones, la salida a
bolsa, entre otros, son aspectos muy importantes. Los venture
capitalists aportan consejo además de dinero. El inversor suele estar
especializado en un subsector y tiene en él contactos y experiencia
que puede ser de gran utilidad al emprendedor.
Según Bygrave and Timmons (1992): “Desde la perspectiva del
emprendedor, es más importante de quien se recibe el dinero que la
cantidad de dinero recibida o el coste que esto puede representar”.
Según Sahlman (1997): “De quien consigues levantar capital es a
menudo más importante que las condiciones”.
Hsu explora dos cuestiones relacionadas con la asociación con
inversores capitalistas. ¿Existe un mercado de socios capitalistas de
reconocido prestigio? ¿Cuál es el precio de esta afiliación? (Hsu,
2004). Debido al gran incremento en la demanda de capital riesgo a
partir de la segunda mitad de los 1990s, surgió un mercado para la
afiliación basado en una amplia oferta de precios por cada capitalista
inversor en función de la reputación de cada empresa.
Los autores de este trabajo consiguen recopilar un total de 148
ofertas financieras reales obtenidas por un total de 51 empresas en
sus fases iniciales. Los resultados empíricos demuestran que los
emprendedores prefieren afiliarse con inversores capitalistas de
Formulación y Evaluación de Proyectos Turísticos 23

reconocido prestigio. Estos resultados son consistentes con la idea de


que un inversor capitalista actúa no solo desde una perspectiva
financiera, sino que aporta además un conjunto de servicios de
soporte como son las redes de contactos y el valor de su certificación
que en muchos casos representan un valor más elevado que el del
propio capital invertido.
Los inversores capitalistas se diferencian entre sí por la calidad de
los servicios empresariales que ofrecen y por el capital que entregan
a sus empresas. Esta reputación suele también ir ligada al sector de
actividad. Cuanta más experiencia tiene un inversor en un sector
industrial particular, mayor será su prestigio en ese ámbito. El
inversor actúa como agente de información y puede aconsejar sobre
el desarrollo de la empresa en cada una de sus etapas, además puede
contar con la colaboración de otros ejecutivos con una sólida
experiencia. En las últimas etapas de la creación de la empresa y de
su desarrollo inicial, el inversor puede conseguir fondos adicionales
o conseguir liquidez, mediante préstamos bancarios o localizando
socios para fusiones o adquisiciones.
Las conclusiones del estudio demuestran que las ofertas propuestas
por inversores capitalistas de prestigio tienen mayor probabilidad de
ser aceptadas y que el precio que los emprendedores pagan en el
mercado para la afiliación está inversamente asociado con la
reputación del inversor capitalista. Los emprendedores están
dispuestos a aceptar una disminución del valor de su empresa a
cambio de acceder al capital de los inversores con mejor reputación.
Este resultado es consistente con la visión de que el prestigio de un
inversor capitalista (que depende de su experiencia, redes de
información y contactos, y asistencia directa) puede ser más
importante que su capital financiero. Así pues, mientras que el
capital financiero no es en sí un bien diferenciador, la reputación de
un inversor capitalista si puede ser un hecho diferencial entre las
organizaciones de capital riesgo (Hsu, 2004).

1.5. La conducta emprendedora

La conducta emprendedora está asociada al impulso que las


24 José Álvarez Román

personas dan a las actitudes y capacidades empresariales que


poseen, es decir al espíritu empresarial; luego; luego, la conducta
emprendedora es una actitud general que puede resultar útil en
todas las actividades laboral y en la vida cotidiana. Según Quesada
(2003), cuando una persona, o un grupo de personas, emprenden por
primera vez un proyecto productivo, es usual que conozcan los
aspectos técnicos relacionados con su campo de especialidad. Estas
personas tienen una idea general del proyecto y del negocio y
dirigen sus esfuerzos, su motivación y sus impulsos hacia la
consecución de los objetivos planteados. La unificación de recursos
y conocimiento puede llevar su idea a buen puerto, sin embargo,
la ruta hacia ese puerto puede ser más o menos difícil
dependiendo del grado de organización, planificación y
administración de los recursos con que se cuente.
También es usual que, a falta de conciencia o experiencia, a uno
de los recursos, considerado como estratégico hoy día, no se le
dé la importancia que tiene dentro del proceso de desarrollo de una
nueva idea de negocio, me refiero concretamente al recurso
información.
Conceptualizar en qué consiste la conducta emprendedora es tener
en claro que esta está relacionado íntimamente con el
denominado espíritu empresarial; cuya conceptualización no
es cuestión sencilla, ya que existen muchas características que
tienen unas personas y otras no, pero que de cualquier manera los
hace exitosos; en la actualidad el espíritu emprendedor es sinónimo
de innovación, cambio, fundación de una compañía, o toma de
riesgos. Con respecto a lo acabado de señalar (Quesada, 2003)
sostiene que todas las personas de manera inconsciente andan
por el mundo maquinando nuevas formas de productos y
servicios que faciliten el diario vivir, sin embargo solo aquellas
personas que son emprendedoras, diligentes y osadas son las que
hoy son dueñas de importantes negocios que empezaron en una
casa, un garaje, una finca, o en algún otro lugar pequeño, no
durmieron pensando en la mejor manera de llevarlo a cabo, se
apropiaron de ese sueño, lo estudiaron, le echaron ganas y su idea
de negocio se convirtió en realidad.
El espíritu empresarial es importante para todos los individuos, pero
Formulación y Evaluación de Proyectos Turísticos 25

es más relevante cuando se posee estudios que te brinden las


herramientas básicas para pensar en la formación de un propio
negocio, y es que, no necesariamente se debe laborar para otras
personas, también hay que aprovechar tantos años dedicados a
los estudios, para que al concluir o durante el transcurso de la
carrera, se comience a desarrollar la capacidad de ser críticos de
todo lo que se ve, para reconocer las cosas que se pueden mejorar, o
las cosas nuevas que se pueden crear, y que la sociedad la
necesite, de esta manera no sólo se estará pensando en el bienestar
propio, sino en la posibilidad de dar a las personas trabajo,
lograr el reconocimiento nacional e internacional y como
consecuencia de ello, contribuir a la mejora de la economía local,
regional y nacional.
De acuerdo con Fandiño y Bolívar (2008), una persona
emprendedora es flexible, dinámica, capaz de asumir riesgos,
innovadora, creativa y orientada al crecimiento. En otras palabras, el
emprendimiento es una actitud propia de cada persona que le da la
capacidad y la motivación para emprender nuevos proyectos que le
permitan generar beneficios, tanto personales como sociales. Esta
actitud se convierte en un motor que permite avanzar, con mucha
perseverancia y sacrificio personal, hacia el cumplimiento de las
metas y hacia terrenos de innovación alcanzando mayores logros.
“Una manera de pensar y actuar orientada hacia la creación de
riqueza. Es una forma de pensar, razonar y actuar centrada en las
oportunidades, planteada con visión global y llevada a cabo
mediante un liderazgo equilibrado y la gestión de un riesgo
calculado, su resultado es la creación de valor que beneficia a la
empresa, la economía y la sociedad.
Para lograr el cambio de mentalidad en las personas, estas
deben ser ambiciosas y estar insatisfechas con la estabilidad que le
pueda generar un trabajo como asalariado; luego, es importante
reconocer el espíritu empresarial, ya que la confianza en uno mismo,
es el primer peldaño del éxito del emprendedor; pero, el reconocer
nuestro espíritu emprendedor no es suficiente para
emprender, sino más bien, este es el primer paso que se debe dar
en un proceso orientado a la constitución, establecimiento o mejora
de una empresa. Cuando se tiene conciencia del espíritu
emprendedor, se crea un cambio de paradigma para el desarrollo de
26 José Álvarez Román

habilidades y hábitos conducentes a la realización personal y


profesional, naciendo un nuevo patrón mental que propende a
condicionar la mente de tal manera que esta sea capaz de formularse
iniciativas, logrando con ello, el desarrollo de una conducta
emprendedora.

1.6. Evaluación del emprendimiento

El emprendimiento ha cobrado una gran importancia debido a los


constantes problemas económicos presentes en la realidad
económica de las sociedades. Como respuesta a los altos índices de
desempleo en los diferentes países, las personas están optando por
buscar independencia y estabilidad económica a través de proyectos
propios.
Todo se basa en un cambio de mentalidad que busca pasar de
empleado a empleador por medio de llevar a cabo ideas de negocio
competitivas en el mercado. Para lograr este cambio de mentalidad
la persona debe ser ambiciosas y estar insatisfechas con la
estabilidad que le pueda generar un trabajo como asalariado. Es
importante entender que, en países en vía de desarrollo, en los
cuales los estados no tienen la capacidad de subsidiar el desempleo,
la mejor alternativa para garantizar el acceso a los recursos que
satisfagan las necesidades básicas de una persona y la realización de
esta, es tratar de convertir al asalariado en empresario.
Para crecer económicamente y mejorar la calidad de vida de las
personas, es necesario crear una cultura de emprendimiento que
motive a las personas a vencer las resistencias establecidas por el
comportamiento económico; en ese contexto, los países deberían
contar con políticas e instituciones públicas y privadas que
promuevan y apoyen el emprendimiento empresarial.

1.6.1. Instrumentos de Evaluación

Los instrumentos de evaluación del emprendimiento empresarial por


lo general están conformados por cuestionarios estructurados en
Formulación y Evaluación de Proyectos Turísticos 27

función a los parámetros (variables) e indicadores con la finalidad


de recoger información de interés relacionado con el
emprendimiento empresarial. Los instrumentos de evaluación
puntúan en escalas, por ejemplo, del 1 al 5, y de la manera más
objetiva posible, los aspectos relacionados con las actitudes hacia el
emprendimiento empresarial; la valoración del cuestionario ofrece
líneas de acción de acuerdo a la puntuación obtenida, así se tiene:
 Si la puntuación supera un determinado valor referente
comprendido entre el máximo valor posible y un valor
relativamente alto, se puede tener una buena situación de
partida para la creación de una empresa.
 Si la puntuación está dentro de un rango intermedio,
puede ser que, aunque este representa un buen punto de partida,
es necesario reforzar algunos aspectos con otros factores.
 Si la puntuación es menor de la cota inferior intermedia, esto
puede significar que quizá la creación de una empresa no sea la
mejor opción.
Los instrumentos de medición y evaluación del emprendimiento
recogen información relacionada con diversos aspectos del
emprendedurismo; luego, estos aspectos son sistematizados de tal
manera que puedan evaluar el emprendimiento desde una
perspectiva más general. Algunos aspectos relacionados con el
emprendimiento empresarial son la autoeficacia emprendedora, la
personalidad proactiva, la propensión al riesgo y las intenciones
emprendedoras.

1.6.2.1. Autoeficacia emprendedora.

En el Cuestionario de Orientación Emprendedora (C.O.E.) se recoge


ítems referidos a este constructo y que según su autor son una
adaptación de la escala de De Noble, Jung y Ehrlich (1999) que mide
la creencia de la persona en sus propias habilidades para desempeñar
las tareas requeridas para la creación de una empresa. Se compone
de 23 ítems y los encuestados expresan si se sienten o no capaces de
28 José Álvarez Román

realizar lo que se les indica en cada ítem. Las puntuaciones van de 1


a 10, cuya equivalencia oscila desde “completamente incapaz” a
“perfectamente capaz”. Los ítems que se utilizan se pueden agrupar
en torno a distintos temas: a) desarrollo de nuevos productos y
oportunidades en el mercado, b) construir un entorno innovador, c)
iniciar relaciones con los inversores, d) definición del objetivo
central, e) afrontar los cambios inesperados, y f) desarrollo de los
recursos humanos críticos.

1.6.2.2. Personalidad proactiva

En el COE se recoge la versión de 10 ítems de la Escala de


Personalidad Proactiva, desarrollada por Seibert et al. (1999, 2001)
a partir de la selección de los ítems más significativos de la versión
previa de 17 ítems de Bateman y Crant (Bateman y Crant, 1993;
Crant, 1995; Crant y Bateman, 2000), empleada para la medición de
la propensión individual hacia la conducta proactiva. Con estos
ítems, los sujetos valoran en qué medida (a través de una escala tipo
Likert de 0 a 5 puntos) emprenden acciones significativas para
influir en el ambiente en que se desenvuelven.

1.6.2.3. Propensión al riesgo

Para evaluar la propensión al riesgo, se suele utilizar la versión


reducida, facilitada por Rohrmann (1997), del Cuestionario de
Orientación al Riesgo (ROQ), que evalúa la tendencia general de los
sujetos a asumir riesgos a partir de una serie de ítems sobre la
propensión y evitación de situaciones arriesgadas. Los sujetos
respondieron a un total de 8 ítems referentes al afrontamiento
del riesgo y actitudes hacia las decisiones de riesgo. Las respuestas
de los sujetos se categorizaron en una escala tipo Likert de 0 a 5, en
función del grado de acuerdo con las proposiciones presentadas.

1.6.2.4. Intenciones emprendedoras


Formulación y Evaluación de Proyectos Turísticos 29

Se mide y evalúa, pidiendo a los sujetos que indiquen en una


escala tipo Likert de 0 a 5, la probabilidad de crear su propia
empresa en los próximos cinco años.
Un instrumento de evaluación de las actitudes hacia el
emprendimiento empresarial es el Cuestionario de Orientación
Emprendedora (C.O.E.) diseñado por Sánchez (2005); por lo
general, este y otros modelos de cuestionario permiten evaluar
diferentes aspectos relacionados con la actitud emprendedora, entre
las cuales se tiene los señalados por Factoría de Emprendedores
(s/f):
 Creatividad / Innovación: debido a la gran competencia del
mundo empresarial, es necesario que, ante distintas
circunstancias, se aporten soluciones y planteamientos
creativos, y que la innovación no esté presente solamente en el
inicio de la idea, sino durante toda la gestión futura de la
empresa.
 Capacidad de adaptación a situaciones nuevas: durante l a
actividad empresarial surgirán numerosas situaciones que
obligarán a tomar decisiones para adaptarse a ellas.
 Capacidad de asumir riesgos y afrontarlos: ser empresario
implica asumir riesgos constantemente, pero esos riesgos deben
ser calculados y analizados teniendo claros los posibles
resultados de cada operación y la manera de afrontar un posible
error.
 Capacidad para establecer prioridades: estar al frente de un
negocio supone sacrificar una gran parte de la vida privada, ya
que implica una enorme dedicación que obligará a veces a
establecer una escala de prioridades.
 Visión de un “problema” como un “reto”: un empresario no
puede amilanarse ante una adversidad, sino que debe verla
como un reto a superar.
 Confianza en uno mismo, ideas claras: las decisiones de la
empresa dependen del empresario, lo que requiere confianza,
no tener miedo a tomar decisiones. No todas serán
acertadas, pero hay que saber asumir los errores.
 Sociabilidad: una empresa no es un núcleo aislado ya que
el empresario tiene que tratar con un gran número de personas
30 José Álvarez Román

(clientes, proveedores, competidores, instituciones, entidades


financieras, etc.) y su supervivencia depende de estas
relaciones, por lo que el emprendedor debe analizar su
capacidad de comunicación y de crear y mantener relaciones de
colaboración.
 Capacidad organizativa: la gestión de todos los recursos exige
del futuro empresario que la puntuación en este factor sea alta.
 Afición al trabajo: ya que una empresa obliga a pasar
muchas horas “al pie del cañón”.
 Visión de futuro: los constantes cambios obligan al empresario
a intentar mirar “más allá”, de forma que estos cambios no le
pillen desprevenido.
 Optimismo: es fundamental contar con una buena dosis de
optimismo, además de saber transmitirlo a los demás.
 Persistencia: mucha gente fracasa en sus objetivos, pero no
todos están dispuestos a intentarlo de nuevo. Un
empresario debe decir: “estoy dispuesto a intentarlo de otra
manera”.
 Perfeccionismo: en un mundo tan competitivo, a veces no vale
ser bueno, hace falta ser mejor que los demás.
 Integridad: este valor se debe transmitir a proveedores,
clientes, empleados y colaboradores, y debe prevalecer en la
forma de dirigir el negocio.
 Capacidad de aprendizaje: nadie termina nunca de aprender,
el día a día enseña siempre cosas nuevas.

1.6.2.5. Autoevaluación del emprendedor


Muy Medio
Bajo Medio Alto
FACTORES Y VARIABLES bajo Alto
1 2 3 4 5
Factores socio-demográficas
Estabilidad familiar
Educación regular (primaria, secundaria, superior)
Capacitación para emprendimientos
Experiencia con familiares en emprendimientos
Experiencia en la actividad que desea emprender
Formulación y Evaluación de Proyectos Turísticos 31

Capacidad económica del emprendedor


Perfil psicológico
Perseverancia y compromiso
Liderazgo
Tolerancia a cambios
Necesidad y reconocimiento de logro
Capacidad de análisis del ambiente / reflexión
Responsabilidad personal
Motivación
Toma de iniciativa
Percepción de beneficio económico
Autoconfianza
Experiencia en administrar recursos humanos y
Capacidad de conseguir recursos financieros
financieros
Capacidad de relacionarse con los clientes
Innovación y creatividad
Creatividad
Innovación
Energía e iniciativa personal
Trabajo duro
Energía
Toma de iniciativa
Estabilidad y autocontrol
Nuevos retos
Capacidad de análisis
Capacidad de aprovechar oportunidades
Planificar con límites de tiempo
Exige eficiencia y calidad
Capacidad de influencia
Redes de contacto local, nacional e internacional
Relaciones entre emprendedores
Propensión al riesgo
Acepta riesgos moderados
Locus de control interno/ Autoconfianza
Capacidad de solucionar problemas
TOTAL
Cuadro 1. Variables que influyen en el emprendizaje.
Fuente. (Alvarez-Román, 2017)

Se realiza una aproximación descriptiva de los factores y variables


determinantes para el desarrollo de emprendimientos. Para recoger la
información de las personas que tienen la intención de desarrollar
emprendimientos, se utiliza una escala de medida es la de Likert (1 =
Muy bajo, 2 = bajo, 3 = medio, 4 = medio alto, 5 = alto).

Al efectuar la suma para todos los grupos de variables, se obtiene la


calificación en base a los siguientes criterios:
32 José Álvarez Román

Puntuación total Ubicación


0 - 33 Descartable
34 - 66 Malo
67 - 99 Regular
100 - 132 Bueno
133 - 165 Excelente
Cuadro 2. Calificación de la autoevaluación

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