Clase, Partido y Dirección
Clase, Partido y Dirección
Clase, Partido y Dirección
Se puede juzgar hasta qué punto ha retrocedido el movimiento obrero no sólo a través del
estado de las organizaciones de masas, sino también estudiando los reagrupamientos
ideológicos en curso y las investigaciones teóricas que han emprendido tantos grupos. En
París aparece el periódico Que faire? que, por una u otra razón, se considera marxista pero
que en realidad se sitúa enteramente dentro del marco del imperialismo de los intelectuales
burgueses de izquierda y de esos trabajadores aislados que han cogido todos los vicios de
los intelectuales.Como todos los grupos que no tienen ni base teórica, ni programa, ni
tradición, este pequeño periódico ha intentado agarrarse a los faldones del POUM que
parecía ofrecer a las masas un atajo para la victoria. Sin embargo, el resultado de la
revolución española es, a primera vista, inesperado: este periódico no ha progresado, sino
que ha retrocedido. En realidad esto está en la esencia de las cosas. Las contradicciones
entre la pequeña burguesía y el conservadurismo por una parte y la necesidad de la
revolución proletaria por otra se han tensado al máximo. Nada más natural que los
defensores e intérpretes de la política del POUM hayan sido relegados muy lejos tanto en el
plano político como teórico. Que faire? no tiene en sí mismo y por sí mismo ninguna
importancia. Pero tiene interés en cuanto síntoma. Es por lo que nos parece útil detenernos
en sus apreciaciones sobre las causas de la derrota de la revolución española, en la medida
en que clarifica las características actuales del ala izquierda del pseudomarxismo.
La relatividad de la ‘madurez’
La victoria de Octubre constituye un serio testimonio de la "madurez" del proletariado. Pero
es relativa. Algunos años más tarde, es este mismo proletariado el que ha permitido que la
revolución fuese estrangulada por una burocratización surgida de sus propias filas. La
victoria no es el fruto maduro de la "madurez" del proletariado. La victoria es una tarea
estratégica. Es necesario utilizar las condiciones favorables de una crisis revolucionaria a fin
de movilizar a las masas; tomando como punto de partida el nivel determinado de su
"madurez", es necesario empujarle a ir hacia adelante, enseñarle a darse cuenta que el
enemigo no es omnipotente, que está desgarrado por sus contradicciones, que reina el
pánico detrás de su imponente fachada. Si el partido bolchevique no hubiese conseguido
llevar a buen término ese trabajo, no se podría hablar ni de revolución proletaria. Los
soviets hubiesen sido aplastados por la contrarrevolución y los pequeños sabios de todos los
países habrían escrito artículos o libros cuyo motivo hubiese sido que sólo visionarios
impenitentes podían soñar en Rusia con la dictadura de un proletariado tan débil
numéricamente y tan poco maduro.
El papel auxiliar del campesinado
Igual de abstracta, pedante y falsa es la referencia a la "falta de independencia" del
campesinado. ¿Dónde y cuándo ha visto nuestro sabio en una sociedad capitalista, un
campesinado con un programa revolucionario, independiente o una capacidad
independiente de acción revolucionaria? El campesinado puede desempeñar en la
revolución un papel importantísimo, pero sólo un papel auxiliar.En muchos casos, los
campesinos españoles han actuado con audacia y luchado con valentía. Pero para que toda
la masa campesina se sublevara, habría sido necesario que el proletariado diese el ejemplo
de un levantamiento decisivo contra la burguesía e inspirase a los campesinos confianza en
la posibilidad de la victoria. En cambio la iniciativa del propio proletariado era paralizada a
cada momento por sus propias organizaciones. La "inmadurez" del proletariado, la "falta de
independencia" del campesinado no son factores decisivos ni fundamentales en los
acontecimientos históricos. Lo que sostiene la conciencia de las clases son las propias clases,
su fuerza numérica, su papel en la vida económica. Lo que sostiene a las clases es un sistema
de producción específico que está determinado a su vez por el nivel de desarrollo de las
fuerzas productivas. ¿Entonces por qué no explicar que la derrota del proletariado ha
estado determinada por el bajo nivel de su tecnología?
El papel de las personalidades
Nuestro autor sustituye el condicionamiento dialéctico del proceso histórico por un
determinismo mecánico. De ahí esas burlas fáciles sobre el papel de los individuos buenos o
malos. La historia es un proceso de lucha de clases. Pero las clases no miden su peso, ni
automática ni simultáneamente. En el proceso de la lucha las clases crean órganos
diferentes que juegan un papel importante e independiente y están sujetas a
deformaciones. Es esto lo que nos permite, igualmente, comprender el papel de las
personalidades en la historia. Por supuesto, existen grandes causas objetivas que han
engendrado el régimen autocrático hitleriano, pero sólo pedantes y obtusos profesores del
"determinismo" podrían hoy negar el papel histórico que ha desempeñado el propio Hitler.
La llegada de Lenin a Petrogrado, el 3 de abril de 1917, ha hecho girar a tiempo al partido
bolchevique y le ha permitido llevar la revolución a la victoria. Nuestros sabios podrían
decir, que si Lenin hubiese muerto en el extranjero a principios de 1917, la revolución de
Octubre hubiese ocurrido "de la misma forma". Pero no es cierto. Lenin constituía uno de
los elementos vivos del proceso histórico. Encarnaba la experiencia y la perspicacia de la
parte más activa del proletariado. Su aparición en el momento preciso en el terreno de la
revolución era necesario a fin de movilizar a la vanguardia y de ofrecerle la posibilidad de
conquistar a la clase obrera y a las masas campesinas. En los momentos cruciales de los
giros históricos, la dirección política puede convertirse en un factor tan decisivo como el de
un comandante en jefe en los momentos críticos de la guerra. La historia no es un proceso
automático. Si no ¿para qué los dirigentes? ¿para qué los partidos? ¿para qué los
programas? ¿para qué las luchas teóricas?
El estalinismo en España"
¿Pero por qué diablos", hemos oído preguntar a nuestro autor, "las masas revolucionarias
que han roto con sus antiguos dirigentes, se han agrupado bajo la bandera del PC?" La
cuestión está mal planteada. Es falso decir que las masas habían roto con sus antiguos
dirigentes. Los obreros que habían estado antes ligados a unas determinadas organizaciones
han seguido agarrados a ellas, siempre observando y controlando. En general, los obreros
no rompen fácilmente con los partidos que les han despertado a la vida consciente. Y mucho
menos cuando han sido engañados con el sistema de protección mutua que existía en el
interior del Frente Popular: si todo el mundo estaba de acuerdo, es que todo iba bien. Las
nuevas masas, recientemente despertadas, se volvían naturalmente hacia la Komintern, el
partido que había hecho la única revolución proletaria victoriosa y que, se suponía era capaz
de suministrar armas a España. Y además, la Komintern era el más celoso defensor del
Frente Popular, y esto inspiraba confianza a las capas de obreros sin experiencia. En el seno
del Frente Popular, la Komintern era el más celoso defensor del carácter burgués de la
revolución: esto inspiraba confianza a la pequeña burguesía y a una parte de la media. Por
eso las masas "se alinearon bajo la bandera del PC".Nuestro autor trata esta cuestión como
si el proletariado se encontrase en una tienda bien surtida para escoger un par de botas
nuevas. Pero ya se sabe que incluso una operación tan sencilla como ésa no se liquida
siempre con éxito. Cuando se trata de una nueva dirección, la elección es muy limitada. Sólo
poco a poco y sólo sobre la base de su propia experiencia a través de las distintas etapas, las
capas más amplias de las masas acaban por convencerse de que la nueva dirección es más
firme, más segura, más leal que la antigua. Es cierto que en el curso de una revolución, es
decir, cuando los acontecimientos se suceden a un ritmo acelerado, un partido débil puede
convertirse en un partido poderoso, con la única condición de que comprenda con lucidez el
curso de la revolución y de que posea cuadros probados que no se dejen exaltar por las
palabras o aterrorizar por la represión. Pero es necesario que un partido de estas
condiciones exista desde mucho antes de la revolución en la medida en que el proceso de
formación de cuadros exige plazos considerables y que la revolución no deja tiempo para
ello.