Importancia de La Bioetica en La Actualidad
Importancia de La Bioetica en La Actualidad
Importancia de La Bioetica en La Actualidad
Carlos Sáenz
Herrera
Print version ISSN 1017-8546
La Bioética
Una necesidad en el mundo actual
Introducción
Las investigaciones en la medicina se iniciaron desde el tiempo en que los chamanes y los brujos
comenzaron a preocuparse por descubrir plantas y remedios caseros.
En aquellos tiempos, cuando lo único que estaba a su disposición era la naturaleza, los encargados de la
salud de los pueblos debieron haber hecho múltiples ensayos con vegetales y pociones. Muchas de esas
pruebas habrán sido exitosas, sin daño para sus contemporáneos y otras probablemente le causaron
algún tipo de problema a los seres humanos involucrados.
Descubrir la fisiología del sistema nervioso, la anatomía de los vasos sanguíneos y del corazón, la forma
en que trabaja el aparato digestivo, conocer la manera en que podían hacerse cirugías, y realizar
autopsias para saber de qué murieron los enfermos, no fueron tareas fáciles.
Sólo el hombre dedicado, y sobre todo aquel capaz de anotar todas las observaciones para obtener de
ellas diversos beneficios, consiguió éxito en la carrera del avance científico.
Sin embargo, el hombre ha pasado por épocas oscuras, donde el abuso a sus semejantes -en aras de la
investigación médica- traspasó los límites permitidos para experimentar con la humanidad. Recordemos
algunos ejemplos recientes.
En 1915, los alemanes utilizaron por primera vez en la historia las armas químicas, primero fue el gas de
cloro y luego el de mostaza con efectos devastadores para los hombres que los aspiraron.
En 1932 se inició un estudio clínico en los Estados Unidos, conocido como el experimento de Tuskegee,
en el que participaron 600 sifilíticos del Condado de Macon en Alabama, donde la sífilis era endémica.
Todos los reclutados eran de raza negra y de condiciones sociales y culturales muy deplorables. Unos se
usaron como controles, y el mayor número como grupo experimental. Lo único que se les ofreció para
enrolarlos fue un tratamiento para su sangre enferma, transporte gratis hacia el hospital, una comida
caliente y la promesa de darles cincuenta dólares a los sobrevivientes. Durante cuarenta años no se les
suministró nada efectivo contra su enfermedad, a pesar de que -desde 1946- la penicilina había
comenzado a usarse con éxito en los sifilíticos.
En la segunda guerra mundial se llevaron a cabo experimentos médicos sin el consentimiento de los
pacientes y como si fueran animales de laboratorio, los nazis realizaron en los prisioneros de los campos
de concentración, unos procedimientos en contra de toda lógica y ética. Aunque al frente de esos
ensayos estaban médicos de buen nivel, se hicieron abusos y violaciones a los derechos humanos, que
iban más allá de los beneficios que la ciencia podría obtener de tales experimentos.
A mitad del siglo XX nacieron en Europa, Canadá y América Latina, gran cantidad de niños con
malformaciones severas (Dismelia: carencia de brazos y piernas), como consecuencia de que sus
madres habían ingerido Talidomida, un medicamento salido al mercado farmacéutico sin los controles
necesarios.
Estos ejemplos nos hacen ver que el ser humano ha actuado a veces de forma irracional, a pesar de
haber obtenido una adecuada formación científica y moral.
A la par de todas esas atrocidades, el género humano ha tenido en el último siglo grandes logros en el
campo de la medicina, algunos de los cuales se citan a continuación:
Historia de la Bioética
La bioética nació hace 34 años, y hasta hace poco, sólo algunas personas conocían el significado de
este neologismo.
La palabra bioética podría parecer un término ambiguo, dado que está formada por dos raíces que no
especifican si la vida estará sobre la ética o viceversa. Pero precisamente esa supuesta ambigüedad, es
la que la hace grande y muy actual. Lo importante de Potter y del nacimiento de la bioética, es haber
propuesto un puente entre la cultura científica (relacionada a la vida y al medio ambiente) con la cultura
humanista (enfocada principalmente a la ética clásica). Todo esto fue propuesto con el fin de orientar la
investigación científica al servicio de la humanidad.
Al hablar sobre los orígenes de la bioética, es necesario tener presente los momentos cruciales de la
vida de los hombres: desde la concepción hasta la muerte, y también darse cuenta de que en el mundo
actual, debido al crecimiento gigantesco de la población, los servicios médicos han ido haciéndose cada
vez más costosos y deshumanizantes, y la relación médico-paciente, tan antigua como la propia
medicina, ha perdido la dimensión real entre los seres humanos, porque desde siempre, el código
hipocrático llevó a beneficiar al paciente y a no causarle daños. Sin embargo, las nuevas tecnologías han
hecho que aparezcan serias dudas sobre lo que resulta o no beneficioso para los pacientes.
Aspectos de gran trascendencia en la historia de la humanidad, que también deben ser tomados en
cuenta cuando se habla del nacimiento de la bioética, son la disminución de la mortalidad infantil y la
prolongación de la vida del hombre, a expensas de controlar las infecciones y desarrollar una medicina
preventiva. También el final de la vida ha cambiado, y las técnicas de soporte vital ahora quieren
mantener vivos a pacientes en estados vegetativos, lo que crea conflictos entre los padres, los religiosos
y los médicos. A la par de todo esto, el hábitat mundial se deterioró y empezó una erosión de enormes
proporciones en el planeta, así como la contaminación de la tierra, de la atmósfera, del aire y del agua.
Ante este panorama, y ante los hechos de un materialismo indiscriminado, que ha venido involucrando a
muchos participantes en investigaciones médicas poco éticas, así como a diversos grupos de científicos,
legisladores, religiosos, filósofos, eticistas y personas preocupadas por el bien de la sociedad,
comenzaron a formarse instituciones donde pudiera enseñarse la disciplina de la bioética.
Importancia de la bioética.
Sin lugar a dudas, la bioética debe popularizarse en el mundo, debido a que los medios masivos de
difusión presentan a diario los nuevos avances de la ciencia. Esto ha hecho que el ciudadano común
esté relativamente bien informado sobre la biotecnología, la ingeniería genética, la viabilidad de los
embriones guardados a bajas temperaturas, el aborto, las nuevas formas de fertilización humana, la
utilidad de las células madres, el uso generalizado de trasplantes de órganos, la clonación de seres
vivos, y los últimos adelantos del genoma humano que es patrimonio de la humanidad.
Como ya hemos visto, también el ciudadano común está al tanto de la violencia y de la tortura practicada
a diversos grupos humanos, así como del daño producido contra el medio ambiente, que está poniendo
en peligro la supervivencia de nuestro planeta.
Durante algunos años, la ciencia y la tecnología se divorciaron de la ética, y ésta misma se ha visto
relegada a las elucubraciones de los filósofos, que a veces estuvieron alejados de la realidad del
desarrollo científico.
En la segunda mitad del siglo XX, con la aparición de varias declaraciones universales y de códigos de
moral médica, donde se tomaron en cuenta los derechos de las personas que iban a ser sometidas a
investigaciones, la humanidad empezó una nueva etapa de reflexión mundial con el fin de evitar abusos.
La bioética inició entonces un diálogo interdisciplinario entre los diferentes grupos ocupados por
desarrollar la ciencia y la tecnología, permitiendo reflexionar a la vez sobre aspectos que son claves en la
vida del hombre, tales como la ética, las buenas costumbres, la religión y la ciencia.
Debemos tener presente que los que vivimos buena parte del siglo XX, nos dimos cuenta de que esa
centuria fue proclive en asesinatos en masa, y que el desplazamiento de las poblaciones fue enorme,
llevando a miles de personas a refugiarse en países vecinos y en lugares donde la xenofobia empezó a
incrementar el odio entre los diferentes grupos raciales.
Desde los juicios de Nüremberg en 1947, se vio la necesidad de que los sujetos que van a ser
estudiados estén de acuerdo en formar parte voluntariamente de la investigación. Posteriormente, la
Asociación Médica Mundial redactó en 1964 la trascendental Declaración de Helsinki, la cual ha
presentado varias actualizaciones, y cuyas recomendaciones siguen utilizándose para guiar la
investigación en seres humanos. Posteriormente, la "National Commission for the protection of human
subjects of biological and behavioral research", presentó en 1978 el llamado Reporte Belmont, un código
de normas que debe regir la investigación en seres humanos, tomando en cuenta principalmente el
respeto por la autonomía (poder decidir si una persona participa o no en un ensayo clínico), la
beneficencia (presumir siempre el bien o el bienestar de los pacientes) y la justicia (que cada individuo
reciba en todo momento un trato justo y equitativo).
Estos reportes, así como muchos otros, han tratado de encausar adecuadamente la investigación en
seres humanos, y llevaron a la creación de los Comités Ético-Científicos, a los cuales se deben presentar
todos los protocolos de trabajo en que se vayan a involucrar seres humanos.
Estos comités son ético-independientes y deben ser multidisciplinarios, y fueron creados para
salvaguardar los derechos, la seguridad y el bienestar de las personas que van a participar en ensayos
clínicos, preocupándose en todo momento por que se preserve la integridad de los participantes, y sobre
todo, enterándolos de lo que se les va a hacer, por medio de un Consentimiento Informado sencillo y
escrito en forma clara, el cual deberá ser firmado por ellos y mantenido bajo custodia de los
investigadores.
En nuestro país, al Hospital Nacional de Niños le cabe el orgullo de haber creado, en 1975, el primer
comité de esta índole, el cual ha trabajado sin interrupción desde esa fecha, velando siempre para que
los proyectos en que intervienen niños sean realizados éticamente. Desde su inicio, este comité fue
conformado por personas de alta calidad moral, de diferente sexo, y por lo menos, con uno de los
miembros de un área no científica, preferiblemente un abogado.
La bioética ha llevado a estos comités a tomar decisiones en conjunto después de discutir los problemas
ampliamente, y por consiguiente, aunque el hombre siempre puede errar, las posibilidades de cometer
errores se disminuyen sobremanera al tener en esos grupos a personas de alta categoría moral y con
perspectivas muy diferentes.
El futuro de la bioética.
Estos hechos, heredados al siglo XXI, presentan en la actualidad una crisis de la razón y un aumento de
la heterogeneidad cultural y religiosa. De un sistema bastante homogéneo en épocas anteriores, se pasó
a un sistema donde la tolerancia y el respeto a la pluralidad
han tomado el primer plano, y tanto en la vida moral, política y creencial, hemos pasado a múltiples
códigos, que nos sirven para resolver sin problema cualquier tipo de cuestionamiento, porque siempre
habrá una puerta que nos dé la razón. El relativismo es la norma. Sin embargo, saber si se está en un
error o en lo correcto, ya no es tan fácil como en el pasado. Por lo tanto, se hace necesario establecer
diálogos y discusiones entre grupos bien preparados, que logren orientar el futuro de la raza humana.
Por otra parte, tan complicado como hacer un diagnóstico clínico, comunicar una decisión trascendental
a un paciente, aplicar o no un nuevo tipo de tratamiento o influenciar para que los padres acepten una
medicación para sus hijos, es tomar una decisión ética sobre diversos aspectos de la vida de los seres
humanos. En cualquiera de estos casos, los actores principales deben prepararse adecuadamente para
poder tomar la decisión correcta.
Al hablar del futuro de la bioética, debemos tomar en cuenta que en el mundo moderno cada día es más
evidente la democracia participativa, en la que existen sectores muy contradictorios, y que muchas
veces, algunos de esos sectores son los que crean las leyes de los diferentes países. Por consiguiente,
la forma de ver los problemas no es igual en todas las sociedades.
Ante este panorama, a la bioética le corresponde crear cátedras universitarias, hacer foros de discusión y
velar porque se establezcan permanentemente grupos bien preparados e interdisciplinarios, donde se
discutan los puntos clave del desarrollo humano. Igual de importante será hablar de los nuevos tipos de
fecundación, como de los problemas de la tala de árboles, de la contaminación del planeta, de la
ingeniería genética, de los animales de experimentación, y de la seguridad del uso de los alimentos
transgénicos.
La única forma que el hombre tendrá de llegar a conclusiones valederas que lo hagan avanzar por un
camino seguro (porque con las perspectivas actuales el progreso humano no está garantizado), serán las
discusiones bioéticas y pluralistas que se lleven a cabo entre científicos, abogados, ecologistas,
genetistas y representantes de otras ramas del conocimiento, respetando en todo momento los credos
personales, la cultura y la sicología de los diferentes grupos raciales, así como la legislación interna de
cada país.
Es muy fácil escabullir las preguntas difíciles y no pensar ni siquiera en ellas, pero los bioeticistas no
deberán rehuir los grandes desafíos del momento, y no les quedará otra alternativa que asumir el reto y
discutir los problemas de la humanidad presente y futura. En la mayoría de los casos, la bioética no
tendrá la solución final a los múltiples problemas complejos, pero sí será la brújula que indicará el camino
a seguir dentro de un bosque complicado de argumentos válidos.
Bibliografía
1. Llano Escobar A. ¿Qué es Bioética? Primera edición. 3R Editores, Santa Fe de Bogotá, Colombia,
2000. [ Links ]
3. Murillo Salas R. Algunas cuestiones sobre Bioética como nueva ciencia, legislación civil y magisterio
católico. Ediciones Sanabria S.A., Alajuela, Costa Rica, 2001. [ Links ]
5. Gracia D. Bioética clínica. 1ra edición. Editorial El Búho, Santa Fe de Bogotá, Colombia,
1998. [ Links ]