Temario General Del Encuentro
Temario General Del Encuentro
Temario General Del Encuentro
Parroquial
Temario General
del
Encuentro
Ciudad de México
2001
PRESENTACIÓN
No basta decidir ponerse en camino, sino que hay que tratar de llevarlo a cabo, porque
lo que se comienza no se deja a la mitad.
También un Encuentro es un camino que tiene varias etapas, hay una experiencia de
amor, un llamado, una invitación, una propuesta, un análisis y una decisión, ponerse en
camino, un redescubrimiento de la propia historia, una opción y un compromiso, y la intención
de ir mar adentro.
Los encuentros juveniles son un retiro de unos días que favorecen el Encuentro con Él
que llama y tienen una pauta para comenzar el camino de entrenamiento y de perseverancia en
la fe.
Entonces en un retiro, donde la preocupación es de ayudar a encontrarse consigo
mismo, con Dios y con los demás las actitudes que se favorecen son la entrega, revisión del
ser, la comunicación, revisión del amar, la oración, revisión del adorar.
Lo que va a continuación son las charlas, los mensajes, las homilías y las reflexiones y
las indicaciones para que los retiros de encuentro tengan continuidad y se conserven en el
tiempo, porque como decían nuestros antepasados: “las palabras vuelan y lo escrito queda”.
Recogimos este material con la intención de prestar un servicio de utilidad para el
Movimiento y para que podamos tomar siempre de la fuente de origen. Servirá de recordatorio
y vademécum para que los jóvenes conserven la memoria indeleble de las ideas y experiencias
que los ha hecho reencontrarse, para ser formadores de apóstoles laicos y auténticos
cristianos. .
ORDEN DE DESARROLLO DEL ENCUENTRO
Actividad Exposición
Segundo día
Tercer día
Cuarto día
Levantarse. Música
Oración de la mañana
Reflexión espiritual Tema: Cristo nuestro héroe
Desayuno
Formación y motivación de los grupos del encuentro
Primer mensaje Tema: Qué es el hombre
Actividad a realizar en grupos
Cuestionario: «Perspectivas sobre la vida en el mundo de hoy»
Al final, puesta en común
Segundo mensaje Tema: El otro yo
Actividad en grupos
Dinámica del disco-foro. Audición
Reuniones y puesta en común
Comida
Juegos y descanso
Cantos y música
Tercer mensaje Tema: El hombre viejo
Actividad en grupos
Diálogo y plenario final
Merienda
Actividad final
Test personal de reflexión: «La penitencia, sacramento de reconciliación»
Celebración de la reconciliación. Homilía: Tema: Parábola de la misericordia del Padre
Celebración del sacramento de la Penitencia, con o sin celebración de la eucaristía
Cena
Tiempo libre
Preparación por algunos del sociodrama
Representación del sociodrama
Plenario con diálogo y puesta en común de experiencias
Oración de la noche
El coordinador hace una visita al Santísimo con los animadores y secretarios de los grupos
Reunión del equipo de servicio para preparar los actividades del tercer día.
SALUDO Y MENSAJE
Estamos en el kilómetro cero del Encuentro. Éste es el primer paso. Al iniciar una
convivencia, lo primero que se impone es saludarnos y conocernos (Tob. 5, 10).
Presentación:
Una vez reunidos para empezar, el coordinador, tras un breve saludo, se presenta él
mismo e invita a hacerlo a todos los demás. En un ambiente cordial y espontáneo, todos van
diciendo quiénes son: cómo se llaman, de dónde son y qué hacen. De manera libre se pueden
dar aquellos datos que faciliten un mutuo conocimiento para la convivencia: qué es lo que nos
ha movido a asistir al Encuentro, qué esperarnos de él. En algunas partes se usan dinámicas
de grupo.
Mensaje de entrada:
La tónica general que seguirán los temas de la noche de entrada será la presentación
de la juventud hoy. Después de la presentación personal de los asistentes al Encuentro, se
hace una breve descripción de lo que es «ser joven», y se presenta el estado actual de la
juventud. Más tarde, antes de la comida de la noche, tendrá lugar una audición de música, en
que la misma juventud de hoy se presentará a través de unas canciones y cd.
El Encuentro quiere ser una respuesta cristiana a una juventud actual y a unas situaciones
concretas. Se inicia con una presentación general y bien objetiva del estado y situación de
la juventud en nuestros días. Cada uno verá cómo se ubica en ella. Partir de una situación,
siempre constituye la mejor forma de introducirse y hablar con los jóvenes.
Además de climatizar el Encuentro, esta visión y presentación panorámica o de
conjunto del estado y ambiente juvenil histórico de hoy, servirá para ir habituando a los jóvenes
asistentes a considerar los temas desde planos y perspectivas objetivas y fundamentales. El
Encuentro partirá siempre de lo fundamental: lo fundamental de la vida son los hechos, y lo
fundamental de las ideas son los criterios.
Esta charla tiene que mostrar el interés creciente que siente la Iglesia hoy por la
juventud y la comprensión de sus problemas. Hay infinidad de hechos y documentos de
Pablo VI y Juan Pablo II que lo demuestran. El coordinador verá la mejor forma como servirse
de ellos. Aquí, por la importancia histórica que tiene, citaremos el documento de Puebla.
INTRODUCCIÓN
1. PRESENTACIÓN DE LA JUVENTUD
1º ¿Qué es la juventud? Decía Rubén Darío: «Juventud, primavera de la vida». Por definición
la juventud es: un estado de transición y preparación a la vida adulta, y un estado de opción
para asumir en el mundo una vocación concreta, que realice plenamente, y con la cual se
disponga a servir la comunidad humana y eclesial. Tratemos de despeinar muy brevemente
estos conceptos.
1º ¿Qué es un encuentro?
Encuentro significa descubrir algo y también hallarse con alguien. Aquí, en estos tres días
vamos a hacer ambas cosas: vamos a encontrarnos con personas y a descubrir valores. Lo
vamos a hacer no de una manera abstracta, en principios, como quien asiste a una clase, sino
vivencialmente y en forma de convivencia. Los encuentros que queremos promover aquí son:
Para jugar un partido conviene que todos los jugadores conozcan bien las reglas del
juego. Ahora vamos a indicar las normas a seguir para que estos tres días obtengan el
resultado que todos esperamos. El buen éxito de estas jornadas depende de una triple
aportación. Serán lo que nosotros queramos que sean.
a) El Encuentro depende primero del equipo promotor. Les aseguramos que aquí no habrá
nada improvisado. Lo venimos preparando desde mucho antes. Saben que todos los
responsables estamos aquí para servirles, a cualquier hora. Queremos ser para ustedes
compañeros y servidores.
b) En segundo lugar, el resultado depende de su aportación individual y colectiva. No van a ser
espectadores, sino actores. Esperamos que sean responsables y colaboren. Aquí una falta de
disciplina se convertirá en una falta de caridad: fastidiaría a los demás. Todo tendrá su
momento. Habrá horas para charlar, reflexionar y horas de silencio; momentos para el juego y
el canto y también para la oración. Se les pide puntualidad en las actividades y respeto por todo
lo de la casa que tan benévolamente se nos prestó. El horario se les anunciará para cada
acción.
c) La eficacia de este Encuentro finalmente depende de la gracia de Dios. «Si el Señor no
edifica, en vano se afanan los que construyen» (Sal 127, l). La gracia es el poder de Dios, y
este poder nos viene como de su fuente por la oración y el sacrificio. A todos nos toca asegurar
que no nos falte en estos días. Sin embargo podemos aseguraros que serán muchas las
personas -jóvenes de otros Encuentros, familias y comunidades- que van a tenernos presentes
en estos tres días en sus oraciones y sacrificios, para que nosotros salgamos aprovechados de
lo que aquí vamos a recibir.
Voy a darles el orden de las actividades de esta noche. Después, en el transcurso de
estos días, antes de cada actividad se les indicará lo que va a seguir. Les digo con franqueza
que esta noche es la más pesada de todo el Encuentro. Hemos llegado tarde y la tenemos que
aprovechar. A partir de mañana ya todo cambiará, como van a comprobar. Hoy todavía no nos
conocemos, nos sentirnos desubicados al llegar; sin embargo vamos a hacer que esto que
podría ser obstáculo se convierta en ayuda, que colabore a mantener- nos en este clima de
interiorización o silencio que se nos pide esta noche estar.
Pasaremos ahora a la capilla para una primera reflexión, seguirá la cena, una audición
en el salón y una segunda reflexión.
ANOTACIONES A LA CHARLA
Motivación introductoria
Todas las empresas importantes antes de confiar un cargo de dirección exigen primero
informes. Hay que cumplimentar unos formularios. La pregunta que nunca deja de figurar en los
cuestionarios es la siguiente: -¿Es una persona realista?
Cuántas solicitudes han sido denegadas, a pesar de tratarse de personas técnicas e
intelectualmente preparadas, por faltarles este requisito: el realismo. También es frecuente el
caso de muchachos y muchachas que decidieron no casarse por descubrir un día que su novio
o novia eran demasiado soñadores y no eran realistas. Para dirigir una empresa, para casarse,
como para todo, es necesario ser realista, en la vida hay que aterrizar y saber pisar el suelo. No
se puede vivir flotando. Los idealistas fracasan.
La realidad es lo primero que se ha tenido en cuenta para nuestro Encuentro. Desde
este momento vamos a partir de la realidad y constatar los hechos. Seremos realistas y les
pedimos que también lo sen ustedes. Para conseguirlo y captar todas las noticias de
información que necesitamos, instalemos sobre el Encuentro dos potentes antenas. Las dos
antenas para captar la realidad son: la observación y la sinceridad.
¿Qué es la realidad? Es todo aquello con lo que topamos necesariamente para existir.
Lo que vemos y vivimos, y lo que nos cuentan los medios de información como la prensa y la
televisión. Pero, ante todo, la realidad somos nosotros mismos. De no existir, ya no hay
realidad para nosotros. Las circunstancias me influyen a mí y yo influyo en las circunstancias.
Una frase de Ortega y Gasset ha pasado a ser en este sentido axiomática. «Yo soy yo y mi
circunstancia». Teniendo esto en cuenta vamos a considerar la realidad desde la perspectiva
personal; la realidad propio yo y de sus circunstancias.
Ser realista, es saber vincularse con la realidad. No es perderse en la observación, es
verse a sí mismo. No es tanto juzgar a los demás como conocerse a sí mismo. Es famosa la
sentencia que nos legó la filosofía antigua: «Conócete a ti mismo», que estaba escrita con
letras de oro en el frontispicio del templo griego de Delfos. Sócrates la consideraba como el
principio y fin de la sabiduría.
Cuando dos amigos se encuentran por la calle después de un tiempo de no haberse
visto suelen saludarse preguntándose: ¿Qué hay de tu vida? ¿Cómo te va? Esta pregunta te la
voy yo también a hacer ahora, como saludo al empezar este Encuentro.
1* El llamado poder técno-estructural (la globalización). El mundo está en manos del filibustero
económico de las grandes corporaciones de negocios. Vivimos en un ambiente de mentalidad
técnica, del hombre robot. Las empresas técnicas determinan la estructura social, y las
relaciones humanas las fija la tecnocracia. Los regímenes y las técnicas transforman al hombre
en dato estadístico.
2* La civilización de muerte. La bomba nuclear. El mundo es presa del miedo bélico. Einstein
había dicho en su testamento: «Los descubrimientos que se están haciendo en la ciencia de
hoy permitirán destruir el mundo». Una guerra nuclear incendiaría la atmósfera. Un ataque total
dañaría mortalmente nuestro único e indivisible sistema aire-tierra-agua, la «biosfera», del que
depende la vida. El terrorismo. La opresión. La carrera armamentista.
3* El ambiente de sexualización. Los contactos sociales superficiales, sin vivencias profundas,
han llevado a una hipersexualización. Hay grandes industrias que viven de la explotación de lo
sexual (Cf. estadísticas de alcoholismo, prostitución, drogas, suicidio). Con los medios
anticonceptivos y el aborto hay un montaje técnico internacional para esterilizar el matrimonio;
los hombres -dicen- no tienen cabida en el mundo.
4* La «civilización urbana». Ha nacido una nueva selva: la de las ciudades. Éstas han creado
un nuevo nómada urbano. Han masifícado la persona humana, colocándola en el anonimato
constante: haciéndola un número, llamándola por su función, no por su nombre; violentando su
libertad por los medios audiovisuales y la propaganda.
Tus circunstancias no son sólo las que anuncia la prensa y la radio. Mucho más íntimo
es el mundo del hogar en que tú vives. Dicen que cada casa es un mundo, y es verdad.
¿Cuáles son las circunstancias de tu familia, las relaciones con tus familiares y compañeros?
¿Cómo se vive en tu hogar? También ésa es una realidad a la que hay que quitarle el velo. Son
muchos los muchachos y muchachas que dicen que en su hogar no son comprendidos, no los
dejan hablar...
Muy posiblemente tú me objetes ahora que sólo te estoy citando situaciones de la
angustia y malestar actuales. Pero yo te digo, ¿todas tus respuestas no son acaso verdad? La
realidad hay que aceptarla, nos guste o no nos guste. Qué ganas con engañarte y poner la
cabeza debajo de la arena como el avestruz. Las circunstancias te determinan (circum-stare). A
unos los arrastran, a otros los estimulan, a todos nos influyen. De una u otra forma somos hijos
de los acontecimientos. Tenemos que reaccionar y realizarnos de acuerdo con ellos.
Si bien todo hombre es él por sus circunstancias, lo es mucho más por su propio yo . Mi
«yo» -la yoidad-, mi conciencia de ser persona, -esta por encima- de las circunstancias y de
todo lo mío. Es la principal realidad a conocer.
El joven busca afanosamente a quien le descubra quién es, lo que los filósofos llaman
también la talidad. (Empleo estos neologismos porque a los jóvenes les gustan las palabras de
vanguardia.) Tú muchas veces te preguntas: ¿yo QUÉ soy?, y buscas quien te lo diga. He aquí
-unas escenas típicas de un muchacho que busca hallar quien le ayude a descubrirse:
Joaquín, un joven de diecisiete años, decide un día resolver la incógnita, saber él qué
es, y visita un famoso psicólogo de la ciudad. Éste le somete a un interrogatorio de confianza, y
le va contando sus angustias y deseos.
Carlos cree que la manera de llegar a conocerse es saber qué piensan los otros de él.
Corno no se atreve a preguntárselo, un día fue sorprendido escuchando a hurtadillas, detrás de
una puerta, una conversación en que se hablaba de él.
Otro joven, Enrique, entre muchas chicas decidió ponerse de novio con María Rosa,
porque ésta le estudiaba, le escuchaba, le preguntaba y opinaba interesada por él.
En cambio, Luis, como muchacho más ignorante que los anteriores, pero con idéntica
inquietud, no conociendo otro camino para conocerse consulta el horóscopo o practica el
sortilegio haciendo sacar una boleta al pájaro de algún adivino (la ciencia oculta).
Un muchacho es todo deseo. Igual que llama la Biblia al profeta Daniel, es «el varón de
deseos». Todo lo enfoca de cara al mañana. Se juzga a sí mismo por lo que desea ser en el
porvenir. El vacío que siente por no ser, lo llena con el deseo de lo que será. Los jóvenes viven
sentados entre dos sillas: pensando a la vez en la despreocupación de antes y las posibilidades
de mañana.
Allí donde se quiere fomentar el turismo, colocan en miradores estratégicos largos
telescopios para observar el paisaje. El telescopio nos acerca lo que todavía está lejos.
Después de haber considerado tu pasado, a través del espejo retrovisor, te invito ahora por
medio del telescopio a atisbar tu futuro. Tú no sólo te conoces por lo que has hecho, sino
también por lo que deseas ser. En tu vida, ¿qué es lo que deseas más conseguir y realizar?
Los jóvenes por el deseo lo viven todo de presente. Desear, es ya empezar a ser.
A. El joven desea afirmarse. ¿No es verdad que por donde pasas deseas que se te note?
Quieres ser algo, quieres ser alguien. Estudias tus poses, tu firma. No eres todavía nada, pero
te sientes con potencia de ser y llegar a mucho. Y te dices: ¡lo seré! Eres un contraste entre
inseguridad y confianza. Buscas, pero ¿qué buscas?
B. El joven desea renovación. Mucho de lo que ves en tu ambiente y en tu casa no te gusta: lo
desearías cambiar. Empiezas a sentir la decepción de personas que hasta ahora considerabas
modelos y perfectas, y que vas descubriendo que no lo son. Caes en la cuenta de que hay
mucha inautenticidad en la sociedad, y aun mucho egoísmo en la amistad. ¿Te sientes
inconforme? ¿Qué quisieras que cambiar en los demás y en ti?
C. El joven desea rumbo. Frente a ti ves un mar inmenso y azul por surcar. En tus manos Dios,
por la libertad, ha puesto un timón. La nave está por lanzarse al mar y deseas saber el puerto
donde arribar. ¿Dónde la vas a dirigir? Te tienes que decidir y optar. Para no tener que
pensarlo no te puedes contentar con lanzarte a flotar como boya en la espuma de la
superficialidad.
No temas ser sincero esta tarde en las respuestas. Estás dialogando contigo mismo y
con Dios. Permíteme que penetre en tu silencio con la última pregunta: ¿Verdad que por lo que
en este momento te sabría peor morir es por no haber tenido tiempo de realizar todo cuanto tú
deseas?
ANOTACIONES A LA REFLEXIÓN
Puntos de presentación
1. MOTIVACICIN INTRODUCTORIA
En el salón acabamos de oír unas de estas llamadas canciones protesta, en las que
hemos escuchado a algunos ídolos juveniles de la actualidad. Fueron unas canciones de
angustia por la falsedad, la injusticia y el desengaño en el amor... (Citar frases que se oyeron
en los cassettes).
De todo lo oído, lo que más me llamó la atención fue la franqueza y decisión con que
ustedes, los jóvenes, son capaces de cantar las penas. Manzanero, el compositor y cantante
mexicano, decía: «Me creo una persona que no puede decir que sufre si no es en una
canción.» Y preguntado un joven recluso de la isla-prisión Gorgona, del Pacífico, por qué pintó
en la guitarra: Cuerdas que lloran, contestó que las cuerdas sirven para alegrarse y reír, pero
los que las tocan saben que son más para llorar.
Lo cierto es que los jóvenes cantan, bailan y ríen al ritmo de las canciones de protesta.
¿Por qué serán así? No cabe duda que lo más grande del alma juvenil es no darse nunca por
vencida. Ustedes siempre dejan la última puerta abierta a la esperanza. Como canta una copla:
Yo todo lo di,
no me queda nada
de cuanto yo tuve,
¡sólo tu esperanza!.
Desde luego, no es que la juventud no sienta las penas y los desengaños, antes bien,
me atrevo a decir que quizá sufren más que los mayores. Pero la savia de la vida en ustedes
es tan fuerte que, más allá de lo inmediato, palpita siempre la promesa de otra realidad
superior. La esperanza en ustedes hay momento en que llega a ser seguridad. Eso, a ratos, los
hace parecer temerarios. Esta potencia interior que intuyen como una llamada imprecisa del
amor de alguien, con la espera o esperanza de un algo sin poder precisar como, no saben
darle un nombre, pero hace que canten y bailen sus penas y y protestas. ¿Quién será ese
alguien indefectible y ese Algo superior, en que, a pesar de todo, siempre esperan? A darle una
respuesta apunta esta reflexión. Esta esperanza es Dios.
A Napoleón le gustaba decir: «La palabra imposible sólo está en el diccionario de los
infelices». Pero más propio sería decir: la palabra imposible sólo está en el diccionario de los
incrédulos. En forma menos baladrona que la de Napoleón y más positiva, afirma Cristo: «Todo
es posible al que cree» (Mc . 9, 23).
Recuerda -joven- las cosas que en la vida desearías conseguir y hacer y no alcanzas.
Cuántas veces te sientes frente a tus límites sin poder pasar, a pesar de que son nobles tus
intenciones. Sin embargo, con todo y encontrarte frente a las paredes del imposible, no dejas
por eso de desearlas. No dejas nunca el deseo por imposible y siempre esperas.
Y pregunto, ¿de dónde te viene este sentimiento tan fuerte de limitación-ilimitación que
experimentas? Parece contradictorio, no tiene lógica humana y, sin embargo, es creador, te
impulsa a vivir y da toda su ilusión a la vida. Es el impulso y el sentimiento del más allá.
Constituye el sentido de Dios. ¡Siempre más allá! Esa voz que se oye desde el impase de tus
limitaciones y aun fracasos, es la misma voz de Dios que se identifica con la esperanza. Es el
poder de los jóvenes (Sal. 62, 6).
En cierta ocasión se expresaba así un muchacho: “Estoy sin empleo, me siento a veces
como congestionado con mis problemas; pero a pesar de todo, experimento una paz y
seguridad interior. No sé cómo, pero tengo seguridad que se me abrirá algún camino, que Dios
no me va a dejar». Y afirmaba otro: «Yo no creo en la Providencia, porque en mi vida la veo».
Otros a esto le llaman “destino”. La palabra con que se llame a Dios no importa.
Cuando uno se encuentra entre la espada y la pared, es decir, frente al muro del imposible,
hace lo que hacen los pájaros cuando no pueden pasar andando: acordarse que tienen alas.
Rezar. La fe y la oración son las alas de la esperanza. «De Dios se obtiene todo lo que se
espera”, repetía con frecuencia Santa Teresita de Lisieux, con san Juan de la Cruz. «Alzo los
ojos a los montes, mi auxilio viene del Señor» (Sal. 121, 1-2).
Una pregunta: ¿Quién manda más en el mundo? En la primera reflexión, al comentar los
acontecimientos y circunstancias en que vive el mundo, todos sentimos temor y desconcierto.
Era más que lógico. Pero cabe preguntar: ¿está el mundo sólo en manos de los poderes de la
economía, de la técnica, de la política y de las armas? ¿Dirige el mundo la O.N.U.? No nos
hablan también los acontecimientos desde fuera de Dios?
Lo que hemos visto que sucede a cada uno, acontece también con la sociedad.
Percibimos una fuerza y un poder superior que gobierna la sociedad y los acontecimientos,
incluso a pesar de lo que quieren los hombres. Existe un plan o providencia sobre el mundo.
Es la presencia del poder de Dios. Fallan los horóscopos políticos, las previsiones de los
economistas y periodistas. Se hace verdad el refrán: “Cada uno mira por sí y Dios por todos”.
Ése es el sentido mesiánico social que anima los pueblos, la esperanza. El mundo sigue en pie,
pero no porque haya un trasiego de técnicos o espías de un lado a otro, sino porque por
encima de todos hay un dedo oculto que lo mueve. El famoso diplomático Kissinguer admite
que el estadista choca a veces con «algo que hace saltar por los aires todos los cálculos».
Preguntaron a un niño por qué no sentía miedo durante un gran temporal, y contestó:
«Cómo voy a temer si mi padre es el capitán que lleva el barco». El convencimiento de que
Dios gobierna la sociedad, y -que no solo- conduce el barco, sino que aún domina las olas,
debe alentar la esperanza. Nos obliga a acudir al Todopoderoso en esta hora crucial.
Visiten los llanos de Colombia y Venezuela o las selvas del Congo, y pregunten a la
vorágine exuberante de la llanura y de la selva salvaje quien le da bravura y la riega. Y a los
volcanes, los terremotos, al fuego y al agua, quién los promueve y controla. El dedo de Dios
está allí invisible.
Fue Rousseau quien dijo: «Comprendo que los habitantes de las ciudades, que no ven
sino paredes, calles y crímenes, tengan poca fe; pero no comprendo cómo los campesinos y
los solitarios pueden carecer de ella» (Confesiones, final). Los que meditan, descubren que es
más admirable una una flor que un salón; el ojo avisor de un mosquito, que el mejor radar de
cualquier avión... Así reacciona Santa Teresa del Niño Jesús frente a la tempestad:
«Un cierto día estábamos en el campo, el hermoso cielo azul se cubrió, y comenzó a
rugir con fuerza la tempestad, acompañada de deslumbradores relámpagos. Yo me volvía a
derecha e izquierda, sin querer perder nada de aquel misterioso espectáculo, y por fin vi caer
un rayo en un prado cercano. Lejos de atemorizarme, me llenó de contento, pareciéndome que
Dios estaba muy cerca» (Historia de un alma, capítulo 2, 11).
Dios se hace presente en los acontecimientos de dos maneras, o por su presencia o por el
vacío que deja su ausencia. La causa principal de las granes calamidades del mundo actual y
sus peligros es el silencio o ausencia que la sociedad hace de Dios. Una vez más se cumple la
sentencia de Salomón: «Si el Señor no construye la casa, en vano se afanan los
constructores». «Si el Señor no guarda la ciudad, en vano vigila la guardia» (Sal 127, 1).
3. ¡PRESENTE, SEÑOR!
1* Respuesta personal
Puesto que Dios está presente, en tu juventud y en el mundo, debes darle una
respuesta. Debes hacerte tú también presente a él.
- Dios te llama desde la vida y del interior de tu conciencia: ¡Presente!
- Dios te habla desde la insaciable sed de felicidad que experimentas, y la inquietante
preocupación por el mañana: ¡Presente!
- Dios, a pesar de tus pecados y cobardías, como a Judas, te da una oportunidad y te
dice: «Amigo».
- Dios, desde la luz, del amor de tus padres, las flores y las máquinas, te señala.
Los griegos creían que era el hombre el que se acercaba a Dios y no es así. Dios te ama
antes de tú que le ames. Dios es amor y el amor te llama desde todas partes desde dentro y
desde fuera. Él es quien te trajo al Encuentro. Tal vez porque tú no le conocías y huías de Él.
Enfréntate en estos días al Dios vivo y auténtico, al Dios joven, con el corazón abierto. Escucha
su mensaje de amor y esperanza. Limpia todo lo que opaca su visión y tu auténtica felicidad.
Como el joven Samuel de la Biblia, al recibir hoy la llamada de Dios, contéstale: “Habla, Señor,
que tu siervo escucha”.
Junto con este eclipse de Dios que sufre hoy una parte de la sociedad, se constata
igualmente un poderoso despertar hacia Dios. Dejemos aquí que nos hablen los hechos. (Se
pueden citar algunas respuestas.)
- La Iglesia convocó en 1962 el Concilio Vaticano II, «para descubrir en un estudio afectuoso
los trazos de su juventud más ardiente y remozarlos hasta revelar su fuerza conquistadora»
(Juan XXIII, discurso y preparatorio). Y así va siendo.
- Svetlana Alliluyeva, hija del dictador ruso Josef Stalin, símbolo del comunismo de una
generación, abandonaba Rusia «porque los principales dogmas del comunismo no tenían
ningún significado para ella, Y declaraba que: «Me di cuenta de que es imposible vivir sin Dios
en el corazón,
- Jean Fourasticr, en un libro que superó en Francia los doscientos mil ejemplares, La Gran
Esperanza del siglo XX, escribe: «El progreso económico no sólo no ha solucionado los
problemas del hombre, sino que ha hecho más profundas sus angustias”. “El progreso
económico ha sido el resultado del espíritu científico experimental, y constatamos ahora que no
es una condición corriente de la naturaleza humana”. “El hombre, pues, tiene que encontrar
una religión”.
- Pompidou, presidente de Francia. durante su visita oficial a los Estados Unidos, analizando
en San Francisco la crisis actual de la juventud, declaraba: “La crisis de la juventud de hoy en
día está caracterizada por una filosofía, de la desesperación, y una especie de fe en la virtud de
la destrucción”. «Se trata de dar un sentido a la acción de los hombres y un sentido que no sea
solamente materialista, Tenemos más necesidad de fe que de razón”. (27 de Febrero de 1970).
- Von Braum, el padre de la cohetería, el verdadero creador de la era atómica y de los vuelos
cósmicos, que ha producido la humanidad, dice que no es posible que un científico dude de la
existencia de un Ser Superior. Cuando en 1970 despegó de la plataforma de Cabo Kennedy la
nave espacial que debía llevar los primeros astronautas a la luna, declaró: “Todo ha sido
previsto y todo está en marcha. Ahora sólo nos queda orar”. Y cuando el 20 de Julio de 1969
alunizaban los astronautas, dejaban entronizada la Biblia en la superficie celénitica co0n el
Salmo 8.
ORACIÓN FINAL
«Danos, oh Señor,
la vista que nos permita ver Tu amor en el mundo,
no obstante el fracaso de los hombres.
Danos fe para confiar en Tu bondad,
no obstante nuestra ignorancia y nuestra debilidad.
Danos el conocimiento,
para que nosotros podamos continuar rezando con corazón consciente.
Y muéstranos lo que cada uno de nosotros puede hacer
para acelerar el día de la paz universal.»
ANOTACIONES A LA REFLEXIÓN
- Esta reflexión sigue al acto de la entronización de la Biblia, en la capilla. Todos los jóvenes, al
llegar, se habían colocado en torno al atril situado cerca del altar. Una vez terminada la lectura
bíblica de la entronización, se sientan todos para escuchar la reflexión.
- Atendiendo a la hora en que se da esta reflexión, es conveniente que no sea larga y dada con
estilo ágil. Se trata de reflexionar a través de hechos, que nos muestran la presencia de Dios y
abren un camino amplio a la esperanza para el joven.
- Naturalmente, lo que aquí se ha expuesto no es para que se desarrolle como está. Para esta
reflexión, como en general para todos los demás temas del libro, recuérdense que, más que
formularios, lo que aquí se ofrece son esquemas. Lo demás son formas para mostrar la
intención que lleva cada mensaje o tema. Lo que sí es fundamental son las motivaciones y la
intención y que promuevan una formación de actitudes y criterios.
ACTIVIDADES Y DINÁMICAS DE GRUPO DE LA TARDE DE ENTRADA
Si es después de la cena, a la salida del comedor estará dispuesto un salón para tener,
a manera de sobremesa, una audición de música. Las piezas a escuchar serán juveniles y
modernas. Será de cuatro o cinco canciones en cd o cassette.
Una vez reunidos, el coordinador motivará esta audición. Una razón es para no perder el clima
de interiorización. A través de las canciones se continuará presentando la juventud hoy. Se
ponen en forma seriada. Se da el nombre de la canción y los cantantes. El tema central es el
amor.
* La primera canción suele ser un canto al amor con un mensaje que aceptaría toda la
juventud.
* La segunda presenta una situación de desengaño en el amor: odio, infidelidad, guerras,
hambre...
* La tercera será una de estas llamadas «canciones protesta» frente al contraste social: todos
hablamos de amor y hay la injusticia social, explotación, desamor.
* La última canción será un canto juvenil de esperanza, con una canción espiritual actual.
5. Sesión de filmología
Grupo de Canto: Cuidar lo referente a canto, tanto del salón como de la capilla; las
guitarras e instrumentos; repartir canciones; componer algún canto alusivo al
Encuentro.
Grupo de servicio: encargado del servicio del comedor y bendición de la mesa. Por
turno de grupos se reparte el servicio en el comedor y la limpieza general del local.
Grupo de liturgia: Es el que prepara los actos en la capilla; busca las lecturas de las
celebraciones, nombra los monitores y lectores de cada celebración.
Grupo de juegos y animación: organiza los juegos y la animación cada día después de
las comidas.
Grupo de secretaría y arte: escribe en el pizarrón o papelógrafo el nombre de los
mensajes; confecciona carteles o decoración; reparte el material, etc. Tampoco es
necesario que cada grupo tenga cometido.
Cada grupo tiene asignado para acompañarle uno de los pilotos. Éstos comparten todo con
el grupo y asisten a sus reuniones. El coordinador no tiene grupo fijo.
A los grupos no se les reconoce por número sino por un nombre. Por ejemplo: Amistad,
Horizontes, Generación Nueva, Verdad y Vida, Fe y Alegría, Buena Nueva, Hombres Nuevos,
En Ruta, Lucha y Contemplación, Nombres marianos...
REFLEXIÓN ESPIRITUAL
Una vez terminada la oración de la mañana, empieza el primer día con la exposición
del tema, Cristo nuestro héroe. Se trata propiamente de una reflexión espiritual, que termina
con un silencio invitando a la oración personal o espontánea.
Los tres días del Encuentro empiezan siempre con una reflexión sobre la persona de
Jesucristo. La de hoy tiene un doble objetivo. Primero viene a ser como una respuesta a los
cuestionamientos de las reflexiones de la noche anterior, y luego constituye la entrada directa a
los mensajes del Encuentro.
¿Por qué se trata el tema, Cristo nuestro héroe? Los jóvenes necesitan héroes. Buscan
siempre personajes a quienes imitar y poder seguir. Cuando no los encuentran se los forjan o
se los imaginan. La juventud es propicia a crearse «ídolos». Unas veces será un deportista
famoso, otras un artista de cine, un conjunto musical o un político. En los personajes
prominentes, los muchachos van siempre en busca de algunos rasgos o cualidades personales
que poder imitar. En su seguimiento se sienten como protegidos; la admiración les hace como
más seguros de sí mismos y les da cierto poder para llegar a ser ellos también alguien en la
vida. En ellos personifican su ideal.
Esto lo tendrá siempre en cuenta el Encuentro. A la juventud no se la mueve por puras
ideas. Reclamada imperiosamente por la vida, no le interesan las ideas hasta verlas
encarnadas en algún personaje real. Pero una vez el muchacho ha descubierto el personaje
deseado, es capaz de todo. Es ésa una de sus mayores cualidades.
Ahora bien, ¿existe el personaje ideal con que sueña el joven? ¿Un héroe prototipo de
perfección, capaz de responder a la imagen total y completa que se forma el joven del hombre
ideal? No cabe duda. Frente a las primeras decepciones y desengaños que ya empieza a
experimentar, hay que presentar a Jesucristo como el Personaje histórico que encarna
perfectamente el ideal de liberación y amistad que entusiasma al joven. «Cristo es el Héroe
verdadero, humilde y sabio, el profeta de la verdad y del amor, el compañero y amigo de los
jóvenes » (Vaticano II, mensaje a los jóvenes). El objetivo de esta meditación es presentar a
Cristo como el Héroe Universal, capaz de responder y llenar todas las exigencias de la mente y
del corazón del joven. Las realidades de Dios colman las mayores exigencias del hombre.
Cristo es el tipo de toda vocación realizada.
Partiendo aquí de los datos históricos que nos ofrece el Evangelio y de la experiencia
de tantos jóvenes que hoy en el mundo están haciendo de Cristo su jefe y modelo, hay que
presentar la figura de Jesús de Nazaret como la imagen atrayente del Libertador de la
humanidad y personal. Además de grande, el joven debe sentirlo próximo; como personaje
actual y presente, que le ofrece una amistad y reclama una adhesión personal. Aceptar a Cristo
no representa sólo una aceptación de su programa, sino, ante todo, una entrega generosa y
confiada a su Persona: «El Maestro está ahí y te llama» (Jn. 11, 28). Ésta es la Buena Nueva
que cambiará al Joven. Éste debe salir de la meditación verdaderamente convencido de que sí,
Cristo vale la pena y puede ser su mejor Amigo; el gran exagerado en el amor que le comunica
su exageración.
Hasta tal punto llega la perfección de Nuestro Héroe, que no puede serlo si a la vez de
hombre no es también Dios. Cristo es el Hombre-Dios, es el Salvador. Aceptar a Cristo
comporta poner el alma de rodillas: reconocerle y adorarle Hijo de Dios. Como el joven rico del
Evangelio, que « arrodillándose ante Él le preguntó, ¿qué he de hacer para tener la vida
eterna?». A lo que Jesús contestó: «Ven y sígueme» (Mc. 10, l7ss). La meditación debe
terminar con el llamamiento personal del joven a seguirle.
Esta reflexión cristologica se relaciona y completa las dos anteriores. Centra en Cristo
toda la evangelización, y a la vez hace en él la síntesis de la vida cristiana, como pedía Pío XII
para la formación de los jóvenes: «Se ofrezca a los jóvenes una visión lo más organizada
posible de la doctrina católica, para que vean en Jesús la solución de la viva necesidad que hay
en ellos de armonía en sus ideas».
La presente reflexión sobre Jesús, tiene una relación directa con las dos de ayer. Con
estos tres temas estamos siguiendo las tres etapas propias tanto de la liberación del pueblo de
Dios, como personal. Las tres etapas tanto de la pedagogía como de la historia de la salvación
son:
Motivación introductoria
Una de las poblaciones más castigadas durante la segunda guerra mundial fue, en
Italia, la ciudad de Trento. Fueron muchas las víctimas y las destrucciones que allí, en 1943,
causó la aviación. Horas enteras pasaban sus habitantes en los refugios. Hubo días que
acudieron hasta once veces a los refugios civiles antiaéreos. Fueron aquellas horas de terror y
protesta, pero llevaron también a la reflexión.
-¿No habrá medio de impedir semejantes atrocidades? ¿No existe alguien que sea
capaz en el mundo de evitar tales guerras e impedir que los hombres nos matemos como
fieras?
Estas y semejantes preguntas se hacían un grupo de muchachas estudiantes durante
los bombardeos. En su afán de encontrar quien pudiera remediar tales situaciones y devolver el
amor y la sensatez al mundo, llevaron los Evangelios al refugio y los leyeron con avidez. No
tardaron en darse cuenta que la idea que predominaba en todo el libro era la paz y el amor, y
que Jesucristo podía ser el personaje y el héroe que ellas tan ansiosamente buscaban. Desde
aquel momento decidieron tomar el Evangelio por ideal y seguir a Cristo como su amigo y
libertador.
Han pasado los años y la semilla sembrada por aquel grupo de juventud se ha
convertido en árbol frondoso. Es el Movimiento Internacional de los Focolares. Veinticinco años
después formó su rama juvenil, llamada movimiento GEN (Generación Nueva), el cual cuenta
con centenares de miles de muchachos adeptos en todos los continentes, que han hecho de
Cristo el personaje héroe buscado.
No es éste el caso único. Es uno de tantos ejemplos de grupos de jóvenes que a través
de dos mil años han tomado a Cristo por ideal y bandera.
Siempre han gozado de especial estima entre los jóvenes las personas que habiendo
nacido en la oscuridad después escalaron las cumbres. En Colombia, en el pueblo de Bello, se
lee la siguiente inscripción en una choza: «Vale más llegar a ser que haber nacido siendo». Allí
nació Marco Fidel Suarez, hijo natural de una lavandera, que por su esfuerzo llegó a ser
Presidente de la República y uno de los primeros literatos de América Latina. Por idéntica razón
se admira a Edison, que empezó siendo vendedor de periódicos, y a Lincoln, que fue leñador y
botero. Pero ¿quién como Cristo tuvo un origen más humilde? Nació en una cueva y, sin
embargo, hoy ha sido el personaje que más ha dado que hablar e influido en la historia.
La señal que el ángel dio a los pastores para descubrir a Cristo fue: «Encontrarán al
niño envuelto en pañales en un pesebre» (Lc. 2, 12). Veinte siglos después, vayan y visiten
aquella cueva; en el suelo encontrarán incrustada una gran estrella de plata con una inscripción
en latín que reza: «Aquí de la virgen María nació Jesucristo.» Todas sus paredes están
revestidas de una gruesa capa de amianto, regalo de un presidente de Francia, que las
protegen del incendio por tantas lámparas que allí constantemente arden. Es aquel, lugar
universal de peregrinaciones. ¿Caben mayores contrastes?
Los evangelistas, al consignar la fecha y lugar del nacimiento de Cristo, tuvieron ya
conciencia que estaban fechando una cita de referencia para toda la historia. Como cuando
Moisés tocó las aguas del mar Rojo y las partió en dos, asimismo Cristo dividió en dos partes la
historia: años antes y años después de Cristo. Es el punto de referencia del calendario. En él
todos fechamos y contamos nuestros años. Quitar a Cristo de la historia produciría el mismo
desconcierto que si de la música quitáramos el pentagrama.
San Lucas, médico e historiador conspicuo, fecha el nacimiento de Jesús con un edicto
del César de Roma y el Gobernador de Siria, Quirino (Lc. 2, 1-7). En forma más solemne
inscribe después la aparición pública en el Jordán: «El año decimoquinto del imperio de Tiberio
César, siendo gobernador de Judea Poncio Pilato, tetrarca de Galilea Herodes y Filipo»... (Lc 3,
1-2). San Mateo, por ser judío, señala el nacimiento por el cumplimiento de profecías seculares:
Así consigna la historia desde un principio la fecha del Nacimiento de Cristo: como la
de un héroe, libertador, caudillo de la humanidad. Su cumpleaños se celebra con solemnidad
única cada año en el mundo. Es la fiesta de navidad. En 1968 los primeros astronautas fueron
a celebrar la nochebuena circunvolando la luna. ¿De quién se puede decir otro tanto?
En un periódico inglés apareció este «anuncio». Lo auspiciaba el Centro de Información
Católica de Londres: «Nacido en la pobreza. Vivió solamente treinta y tres años. Pasó la mayor
parte de su vida en la oscuridad. No escribió nunca un libro. Nunca tuvo una posición en la vida
pública. Fue crucificado entre dos ladrones y, sin embargo, dos mil años después, más de 950
millones de personas lo siguen. Ciertamente debe valer la pena saber más sobre Cristo y sobre
cómo sus enseñanzas pueden ayudarte».
1. Cristo, la Persona que realiza al máximo las cualidades que más admira el joven
A. Su bondad
La bondad es la primera cualidad que atrae de una persona. Las muchedumbres que
trataban a Cristo exclaman: «Todo lo ha hecho bien» (Mc 7, 37). El objeto de sus preferencias
son los niños, los enfermos y atribulados y los pecadores. Cuando se le pide una razón de sí
mismo, da por señas: «Vayan y cuenten lo que han oído y visto: los ciegos ven, los cojos
andan, los leprosos quedan limpios y los sordos oyen, los muertos resucitan y se anuncia la
Buena Nueva a los pobres» (Mt .11, 4-5). «Si no me creen a mi -dice-, crean a las obras que yo
hago» (Jn. 10, 38). Jesús amaba a las aves, los lirios y las flores del campo.
B. Su voluntad enérgica
Cristo es bueno, pero en ningún momento débil. Echa con energía los mercaderes del
Templo (Mt. 21,12), denuncia los abusos de los ricos (Lc. 6, 24), increpa a los fariseos
hipócritas y los llama podridos (Mt. 23, 27). Frente a los jueces afirma la verdad de su
mesianidad, aun sabiendo que al hacerlo está firmando su sentencia de muerte: «Sí, tú lo has
dicho...» (Mt 26, 64). Sin embargo, la virtud humana más difícil de practicar y más admirable de
Cristo es su equilibrio. Hay que ver como en él se armonizan admirablemente la caricia a los
niños y el látigo a los explotadores; la exigencia y a la vez la comprensión; la recriminación al
pecado y el perdón al pecador; en una palabra, la bondad y la energía. Sólo en Cristo se realiza
el equilibrio perfecto, en todos nosotros el equilibrio resta siempre un ideal.
C. Su amistad y simpatía.
Las gentes siguiendo a Cristo se olvidaban hasta de comer (Mt. 14, 15). Posee eso que
hoy llamamos don de gentes. Cultiva la amistad con la familia de Betania, llora a la muerte de
su amigo Lázaro y pensando en el porvenir de su patria, Jerusalén. A los apóstoles que lo
dejaron todo por seguirle, los llama sus amigos. Su personalidad arrastra. Frente a él no caben
los indiferentes, compromete y apasiona: hay que tomar posturas (Lc. 11, 23). Es piedra de
contradicción (Mt. 4,11).
Ustedes, los muchachos, admiran a toda persona que lucha, se sacrifica y muere por
defender una causa. Cristo se sacrifica y muere por predicar y defender el mensaje que
enseña: por salvar a sus amigos y hasta a sus mismos enemigos.
Empezó por hacer y después enseñó (Hechos 1,1). Nunca fue un demagogo. Da
testimonio y practica todo lo que dice. Nada hace para atenuar su doctrina frente a los débiles,
ni se sirve de mañas para atraer a las masas. Fue consecuente. Cristo, en un mundo como el
de hoy en que reina el convencionalismo y la hipocresía, se presenta como el mejor modelo de
autenticidad. «Su lenguaje sea, sí, sí; no, no» (Mt. 5, 37). A la autenticidad añade la tenacidad
para la eficacia. No le importa el qué dirán. Sale al encuentro del hombre, aun cuando sabe que
éste le pone resistencia, que lucha contra Dios y lo ofende. Llama una y otra vez hasta
conseguir que le abran.
No le importa ser el gran incomprendido de su tiempo y que hasta sus discípulos echen
pie atrás. Nunca busca su propio bien. Muere en la cruz abrazando. El poder de Roma y de
Judea se estrellan contra el poder de su Palabra y su voluntad de amar y salvar. Hoy Roma es
más célebre por Cristo que por sus emperadores.
El mayor triunfo de Cristo fue contra la muerte. Es el único líder que la ha vencido. Por
eso dos mil años después puede aún estar entre nosotros. No sólo vive, sino que su amistad
hace vivir a muchos. Es el líder que vendió la injusticia, la mentira, la inautenticidad, el pecado,
con la misma muerte. A las mujeres que iban a embalsamar su cadáver, un ángel les dice: «No
busquen entre los muertos el que está vivo» (Lc. 24, 5).
Cristo no sólo fue un héroe, continúa siéndolo: es un personaje de hoy, actual,
presente. Napoleón murió; Hitler murió; Lenin murió; Cristo vive. Aquellos líderes si tuvieron
enemigos, dejaron ya de inquietar, mientras que Cristo continúa despertando simpatías y
antipatías, amor y odio, permanece viviente.
Porque Cristo continúa vivo estás aquí tú. Fue él quien te trajo al Encuentro sin que tú supieras,
quizá sin tu quererlo. Quiere brindarte su amistad, ser amigo tuyo. Quiere llamarte como llamó
un día a Juan Evangelista, el apóstol joven, a la Magdalena, a Saulo y al joven rico; como llamó
a Juana de Arco, y hoy a Charles de Foucauld en París y a Chiara Lubic, fundadora de los
Focolares en Trento. Su llamada es siempre la misma: «Ven y sígueme» (Me 10, 21).
Cuando murió el Cid Campeador montaron en un caballo su cadáver con la coraza y su
estandarte y lo lanzaron a la batalla. A la vista nuevamente del héroe y su caballo Babieca se
enardecieron las huestes y consiguieron la total victoria. Si un héroe pudo así entusiasmar aun
después de muerto, ¿qué no podemos esperar de Cristo que permanece con nosotros siempre
vivo?
Esta grandeza única de Cristo no puede ser sin un secreto. El secreto de Cristo es que
él es más que hombre, a la vez es Dios. Cristo es tan hombre, tan hombre, que solamente
podía serlo siendo Dios. Un día Jesús preguntó a los apóstoles: «Vosotros, ¿quién decís que
soy yo?» A lo que contestaron, por lo que habían visto y les decía la fe: «Tú eres el Mesías, el
Hijo de Dios vivo» (Mt 16, 13ss). A Cristo no basta admirarle como hombre, hay que adorarle
como Dios.
En una población se veneraba una imagen muy célebre del Crucifijo. En una ocasión
un artista fue a visitarlo para reconocer su belleza artística. Miré y remiré. Nada le llamó la
atención de la imagen, y manifestó al sacristán su decepción. Éste le con- testó que para captar
toda la fuerza de expresión de aquel Cristo, había que mirarlo desde un ángulo determinado, y
le mostró un reclinatorio que estaba frente a la imagen. «El secreto para comprender toda la
grandeza de Cristo -le replicó- es que hay que saber mirarlo de rodillas».
Porque Jesucristo es Dios pudo resucitar después de muerto y estar con nosotros.
Tenerlo aquí presente, en la eucaristía, como Dios y como Hombre. Hoy la televisión nos ofrece
una parábola perfecta de la eucaristía. ¿Cómo puede Cristo estar presente en el cielo y en
todas las hóstias? Si cualquiera de nosotros, por pura técnica, puede estar, en cierta manera,
presente por televisión en todo el mundo, ¿no podrá el poder de Dios hacer que Cristo esté
plenamente presente en todos los altares? Hoy la ciencia hace más fácil creer. ¿No os parece?
Cada sagrario, cada hóstia es un «televisor», pero viviente de Cristo resucitado.
¿Cuál va a ser en este Encuentro tu respuesta a la llamada de la amistad de Cristo?
Piénsalo. Dependen tantas cosas en tu vida de la respuesta que le vayas a dar...
ANOTACIONES A LA REFLEXIÓN
- Para la oración de la mañana y de la noche, el texto bíblico que se señala en libro de oración
como lectura puede ser cambiado por otro más a propósito para el momento que se vive en el
Encuentro. El asesor, pues, que va a dar esta reflexión, podrá elegir para lectura bíblica de la
oración de la mañana el texto que más quiera él destacar en su exposición sobre Jesucristo.
Previamente, se prepara el lector que va a hacer la lectura, sacándola de la Biblia que fue
entronizada ayer.
- Al terminar la reflexión, prepare y motive a los jóvenes para hacer un rato de oración personal
en silencio. Diga que si alguno quiere podrá hacer alguna petición o consideración durante el
silencio en voz alta. Como es la primera vez que se tiene oración espontánea participada,
podrían ser algunos guías que la iniciaran.
- Antes de pasar al comedor, sería bueno terminar la oración con un canto apropiado.
PRIMER MENSAJE
5. QUE ES EL HOMBRE
Motivación introductoria
Al terminar la segunda guerra mundial, en 1945, con la derrota del III Reich, el gobierno
norteamericano ofreció colaboración económica a Alemania para levantar el país. El canciller
Konrad Adenauer les contestó:
-«Agradecemos su ofrecimiento, pero no necesitamos divisas para construir fábricas,
laboratorios o aviones: dennos, ante todo, ayuda para levantar y formar a los hombres.
Después los alemanes somos capaces de sacar máquinas de las maderas de los bosques.»
Siempre el supremo valor de la creación es el hombre. Él es el único valor universal. La
ley del progreso no está en el valor económico y la cantidad de bienes de producción y de
consumo, sino en la promoción humana. El cardenal Lercaro, de Bolonia, al salir de una visita a
una importante factoría industrial fue preguntado por el ingeniero jefe sobre lo que más le había
impresionado. El cardenal respondió: «Los obreros».
Ser hombre es nuestra primera profesión. Sin embargo, ¿qué es el hombre? «¿Qué
sabemos del hombre, nuestro espectro, bajo su capa de lana y su gran fieltro de extranjero»
(Saint Honhn Perse). El hombre es un interrogante. Cada cultura, período histórico, sistema
filosófico y religión han tenido sus ideas sobre el hombre. Diógenes se paseaba en pleno día
con una linterna por las populosas calles de Atenas buscando en vano quién respondiese a su
idea del hombre.
Las respuestas que se han dado son lo más dispares. Van desde decir que el hombre
es un animal racional, un ser que ríe, un ser para la muerte, un ser emocional, un ente libre...
hasta decir que es bioquímica, o un tubo digestivo con dos pies. El tema, precisamente, de esta
charla es: ¿Qué es el hombre?
Nadie puede decir qué es el hombre sino uno mismo. Siempre que nace un niño, como
en el nacimiento del Bautista, se abre un interrogante sobre su cuna: «¿Qué será este niño?»
(Lc: 1, 66). Muy bien dice Goethe que nadie es capaz de dar el nombre a un niño. Lo dirá el
tiempo. A través de su vida el hombre va despejando este interrogante. Después de su muerte
se podrá escribir su vida. Todos venimos al mundo con una «estrella», es decir, con una
vocación de destino a realizar. En la forma que cada hombre vaya realizando su vocación
conseguirá tener la imagen o definición de sí mismo. La vocación da las razones para vivir.
La vocación es algo que se experimenta y atrae como un imán. Es la savia ilusionada
de la vida que sentimos: ese cúmulo de sorpresas y posibilidades que se nos deparan y por las
que tenemos que decidirnos, el poder de hacer lo que nos venga en gana. También, el sin
número de normas y limitaciones que por doquier, tanto por dentro como por fuera, la
naturaleza y la realidad nos impone. Anteriormente a nosotros, Dios estableció un plan o
programa de existencia del que todos somos hijos. La vocación es poder decir sí o no a la vida,
Dios da el nombre y cada uno se pone el apellido.
¿Qué es el hombre?
Es muy lógico, a la vez que significativo, que el Libro del Génesis nos describa en la
misma relación la creación del hombre y su vocación. Puesto que Dios creó al hombre
inteligente y libre, debía darle necesariamente la meta o destino donde dirigirse en su
desarrollo y realización. No hay viaje sin rumbo y nadie anda sin destino. La libertad es sólo la
forma de conseguirlo. La intención que se puso Dios al crear, la impuso al hombre como
vocación común fundamental, como programa de existencia.
La vocación de todo hombre, según el texto bíblico, tiene una doble dimensión:
temporal y eterna; humana y divina. Pero ambas están, en el plan de Dios, vital y
existencialmente integradas.
VOCACIÓN DIVINA Dios también creó al hombre para «ser su imagen y semejanza».
Como Dios dejó al hombre que completara la creación, mayormente quiso que
perfeccionara su imagen divina (Mt 5, 48). La vocación del hombre es parecerse cada vez más
a Dios. Ésa es la llamada dimensión sobrenatural del hombre, que a la vez es eterna. El
hombre está llamado a alcanzar a Dios y, dice el Vaticano II, «para un destino feliz situado más
allá» (GS 18). Ser hombre es sobreseírse. «Ser hombre es tender a ser Dios» (Sartre). «El
hombre es más que hombre: el hombre supera infinitamente al hombre» (Pascal).
De aquí nace esa insatisfacción radical del hombre. Esa sed o «apetito de divinidad»,
de absoluto y de eternización que le engrandece y le impulsa a la superación; haciéndole sentir
la necesidad y practicar una religión.
Dichoso el joven que en el camino de la vida encuentre esa mano de nieve, la persona
inteligente y amiga, el orientador, capaz de comprenderle y descubrirle todas las maravillas que
una vocación auténtica encierra. Apoyado en el eje de tu vocación, trázate un círculo de metas
realizables, con el fin de que tengas esperanza razonable de éxito en tus esfuerzos.
CONCLUSIONES
1. La vocación y la felicidad
Preguntaron a Miguel Ángel cómo trabajaba sus estatuas para que salieran tan bellas.
Y explicó: “Es muy fácil. En cada bloque de mármol Dios ha puesto una figura muy hermosa,
basta labrar el mármol para que despierte y aparezca”.
Asimismo, el joven es un bloque informe, a veces caótico, de instintos, inquietudes y
anhelos, y duerme en él una imagen ideal que hay que despertar. La vocación es la maqueta
que Dios te entrega para que vayas esculpiendo la figura de tu personalidad, con tu estilo y
sentimiento propios.
En la medida que realices tu vocación y seas tú mismo, serás más feliz. Realizar la
vocación es gustar el gusto sustancial de la vida. La felicidad duerme dentro de ti mismo.
Ortega y Gasset dice que «la felicidad es la vida dedicada a ocupaciones para las cuales cada
hombre tiene singular vocación», y que «el malhumor insistente es un síntoma demasiado claro
de que un hombre vive contra su vocación». El Encuentro de Promoción Juvenil quiere
ayudarte en la búsqueda inquietante de tu vocación y, por ende, a conseguir mejor tu auténtica
felicidad.
A los jóvenes les gusta el mar y, cuando pueden, navegar. Eso es el mundo, un mar; y
eso es la vida, una navegación, una aventura en el mar. El objetivo de este Encuentro es lograr
que se lancen a cabalgar sobre las olas y se decidan a afrontar los peligros desconocidos del
mar, y mirando de frente el puerto del destino, navegar, navegar.
Cristo, nuestro Héroe, mostrando un día la barca, dijo a Simón: « ¡Boga mar adentro! »
(Lc 5, 4). La vida no es para pasarla tumbado en la playa, panza al sol. Frente a ti está abierto
el horizonte, reclamándote el infinito mar azul.
Cristo se ofrece a navegar contigo. A ti te ofrece el timón. El timón es el emblema de la
vocación. No lo sueltes. Puedes llevar el barco donde tú quieras, Tanta es la confianza. Tu vida
y la de los que van contigo están en tus manos. ¡Al timón! ¡Siempre adelante, rumbo al ideal!
Eres un timonel.
ANOTACIONES AL MENSAJE
- Antes de reunirse en el salón para el primer mensaje, los pilotos lo preparan disponiendo las
mesas de acuerdo a los grupos que van a formarse. En cada mesa está el nombre del grupo.
Se colocará también un tablero o papelégrafo para escribir el número y nombre de cada
mensaje.
- A todas las mesas se distribuye el material de papelería para tomar apuntes. Tamb1n se
reparten los cancioneros.
INTRODUCCIÓN
CONCLUSIÓN
La vocación y la felicidad
El emblema del hombre y su vocación
Actividad final de grupos
Encuesta y plenario
SEGUNDO MENSAJE
EL OTRO Y YO
Éste es el segundo mensaje de la mañana del primer día. Viene como llevado de la
mano del mensaje anterior, lo completa. El anterior trató del hombre. Nos dio la primera
dimensión de su vocación fundamental: humana y divina, es decir integral. El presente mensaje
debe hablarnos del hombre en su segunda dimensión vocacional, que es la dimensión
comunitaria y social. Esta convivencia persigue la experiencia de un doble encuentro: del joven
consigo mismo y con los otros. De aquí ahora la pregunta: ¿Quién es el otro para mí?
El mensaje va dirigido a conseguir la extraversión de los muchachos; a que sientan la
necesidad de acoger y de darse de corazón al otro, incluyendo en este otro primeramente a
Cristo. Este concepto integral y total del «otro» es la mayor realidad que vino Jesucristo a
revelar al mundo. El amor en su más auténtico mensaje.
Se trata aquí del otro como individuo, como sujeto -contraponiéndolo a objeto- y como
miembro de la sociedad. Pero no es éste el momento de hablar de la comunidad como grupo
humano diversificado. Esto constituirá el tema propio del mensaje noveno del tercer día, al que
ya desde ahora prepara y le servirá de base.
En un mundo como el actual, en que el signo distintivo de la sociedad es el hombre
masa, indiferenciado, y donde el ocio y la soledad de la juventud, en medio de las grandes
selvas de cemento que son las ciudades, constituyen su principal problema; una catequesis del
amor al otro se hace imprescindible, y es tema primario de promoción. Además, a los
muchachos y muchachas les encanta el tema del compañerismo y la amistad. A nadie como a
ellos les da pánico vivir solos y buscan al otro. Pero ¿quién es el otro? A través del amor es
como hay que descubrir el cristianismo a los jóvenes.
«Dios no creó al hombre en solitario. Por su misma naturaleza es un ser social, y no
puede vivir y desplegar sus cualidades sin relacionarse con los demás.» «No puede encontrar
su propia plenitud si no es en la entrega sincera a los demás» (GS.12).
Introducción
la oscura o manifiesta búsqueda de su lugar. Si los hombres subordinaran todas las demás
apetencias a esta hambre que les devora y nutre, no existiría la envidia que llega hasta el odio
mortal, por un sorbo que mana de agua de una fuente que jamás se agota; más bien todos, en
la vida cotidiana, harían lugar en torno de ella al otro, y todo recién llegado compartiría
fraternalmente el bien común. Pero no es así: la profesión más difícil del hombre es ser
hombre. A menudo la convierte en un oficio y deja de profesar su ser.»
La vida, para gozarla, hay que aceptar la felicidad de manos del otro. No hay que vivirla
individualmente, como quien toma la consumición en una barra de bar; sino como en un
banquete, siguiendo la comparación que hizo Cristo del reino de los cielos con una gran cena.
Agape en griego significa amor fraternal. Pedía un niño en la carta de navidad al niño Jesús:
«Tráigame un automóvil que pueda montar yo y el otro.» Para él ese otro representaba su
hermano, su amigo, su papá...
Es un hecho de constatación que la soledad es un virus del que brotan muchos de los
males que atormentan en lo espiritual al hombre moderno. Paul Fournier, eminente psiquiatra
suizo, la considera «¡a enfermedad que más estragos hace en nuestra época». En un test
hecho en los Estados Unidos, sobre qué angustiaba más a la gente hoy, la respuesta que
obtuvo más afirmaciones fue la soledad.
¿No habrá manera de poder vencer el azote de la soledad? Naturalmente que sí. La
soledad es vencida, y entonces incluso llega a resultar beneficiosa:
1. Cuando revela al joven el propio yo. Tú no puedes abrirte a los demás, ni intentar
una comunión espiritual, ni amarles como personas, si antes no te has abierto a ti mismo como
persona; si no has tomado contacto con tu ser; si no te has abierto y reconocido a ti mismo
como persona. ¿Si no sabes de ti, cómo vas a saber de los otros? ¿Cómo cumplir con ellos si
no cumples contigo? Si te ignoras no podrás conocer, si no te sabes no podrás saber. Los
hombres nos parecemos tanto...
2. Cuando promueve la nostalgia y prepara la comunión con el otro. La soledad es buena
cuando es la espera de un encuentro. Cuando la soledad ha revelado al joven su propio yo, si
sabe sacar provecho de esta experiencia para comunicarse con los demás se convierte para él
en fuente de enriquecimiento. Entonces la soledad es un bien «Oh beata solitudo, oh unica
beatitudo» (S. Bernardo).
2. LA «ALTERIDAD», LEY DE LA EXISTENCIA DEL HOMBRE
Alteridad significa abrirse a los demás y complementar los seres. Con este neologismo
los filósofos designan: el hábito, a la vez intelectual y afectivo, de plantear o juzgar todo acto e
intención concediendo prioridad al altruismo por encima del egoísmo. Es partir del otro para ver
lo que yo puedo hacer y juzgar lo que he dicho.
El abrirse al tú no es cuestión de simples simpatías o caprichos. Obedece a la ley del
ser. De la comunicación con los demás surge una especie de super yo, que me satisface y me
exalta. Habiendo salido de mí mismo para ir al otro, reconocido y amigo, descubro otro yo.
Todo joven debe imponerse un límite fundamental, que es lo que vuelve universal toda su
singularidad. Comunicarse con los demás significa evadirse de la cárcel de la soledad y abrir
una ventana estableciendo corrientes.
Tú al venir a la vida te insertaste en la sociedad, pero como una sociedad de personas
y no un mecanismo; no como un ladrillo entre ladrillos, sino como un espíritu entre espíritus.
Poner por ejemplo de interayuda e interacción social, el proceso que sigue un pan
antes de llegar a nuestra mesa. Desde el momento en que el campesino siembra el trigo en el
surco, hasta que una vez cosechado, molido, cocido... ha llegado a nosotros. Se podrán poner
otros casos de orden cívico, cristiano, cultural, que estén de acuerdo con el grupo de los
asistentes. En los informes que dio la prensa cuando el Apolo 11 llegó a la luna, «Us News and
World Report» informó que, para lograr aquel vuelo tecnológico espacial, fue necesario emplear
casi medio millón de personas de los cincuenta Estados. También fue necesario reunir los
esfuerzos combinados de 20000 empresas comerciales de Norteamérica.
La justicia social exige más que pagar el precio de un servicio o de una mercancía.
Reclama otra prestación social y un reconocimiento. La justicia es el grado mínimo del amor.
3. ¿QUIÉN ES EL OTRO?
Se valora al otro según se valore al hombre. Hay quien lo valora muy bajo. Según
Sartre, «los otros son el infierno». Según una clásica definición de la antigüedad, «el hombre es
el lobo del hombre». Pero bien distintas son las respuestas de la Biblia. Veámoslas:
Fundamentalmente los hombres somos todos iguales. Nacimos de los mismos padres,
tenemos un origen y destino común, nacemos y morimos igual. La naturaleza nos iguala.
Alguien dijo: «Yo soy uno, pero todos somos yo.»
El otro es persona como yo. El otro no es un objeto, sino un sujeto. Yo amo a los
demás cuando me siento espiritualmente unido a ellos como personas. El que se hizo a sí
mismo cosa, utensilio, usará también como cosas a los demás. El materialismo «cosifica» a las
personas.
Cierto día preguntaron los fariseos a Jesús: «Dinos, ¿quién es el otro, el prójimo? » Su
respuesta fue contarles la parábola del buen samaritano. (Re- hagamos la escena leyendo,
Lucas 10, 25-37.) A través de la actitud del sacerdote, el levita y el samaritano, Jesús nos dice
que el «otro», mi prójimo, es todo aquel que sufre, que me necesita. Aquel que me
complementa y a quien complemento.
Cuando Dios creó al hombre dijo: «Hagamos al ser humano a nuestra imagen, como
semejanza nuestra» (Gén. 1, 26). En cada persona está impresa la imagen de Dios. No es
Dios, pero es como Dios. De aquí que afirmara Papa Pablo VI que «para conocer a Dios es
necesario conocer al hombre».
Y concretando más. El otro es presencia viva de Jesús. Vehículo y sacramento suyo.
«Cuanto hicieron a uno de mis hermanos menores, a mi me lo hicieron» (Mt. 25, 41). Y
declaraba san Pablo: «Ustedes son el cuerpo de Cristo y cada uno en parte» (1 Cor. 12, 27). El
amor experimentado en el fondo de toda existencia no es otra cosa que la comunicación de
Cristo, quien corona su obra con la donación de su propia vida.
Esto queda muy bien ejemplarizado en un cuento ruso. Un hombre, mientras oraba, le
anunciaron que Cristo le visitaría un día determinado. Se fue a trabajar como siempre. Era
zapatero. El primer cliente que se le presentó fue una prostituta, el segundo una madre con su
hijo enfermo, y el tercero era un alcohólico. El zapatero procuró mostrarse acogedor con toda
aquella gente. Llegada la noche estaba desilusionado. Ya era hora de cerrar y Cristo no se
había presentado. De pronto oye una voz que te dice: «Te he venido a ver en la persona de
todos aquellos con los cuales te has mostrado acogedor».
Integremos, pues, el amor a Dios con el amor a los hombres. Hagamos vida aquello
que siempre se nos enseñó como la fórmula que resume los mandamientos: «Amarás a Dios
sobre todas las cosas, y al prójimo como a ti mismo.»
Señalemos ahora las distintas maneras y niveles del encuentro con los demás:
actitudes de amor y formas de acogimiento del otro.
a. El sentido de la alteridad
Cada uno es cada uno. Hay que saber escuchar las razones de los demás e inspirar
confianza. Comprender es caer en la cuenta y hacerse cargo de los demás. Comprender, no
significa necesariamente tener que aprobar. Comprender es amar. Un caso de incomprensión:
Un europeo visitó el Asia y preguntó en forma burlona, al ver depositar un plato de arroz sobre
la tumba, a qué hora se levantaban los muertos en el Japón para comerse el arroz. A lo que le
contestaron: «En la mismísima hora que en Europa se levantan los muertos a oler las flores.»
En el fondo todos los hombres son buenos. Hay que saber captar el fon- do. No hay
hombre tan malo que no tenga un rincón de inocencia; ni sistema tan erróneo, que no tenga
algo aprovechable. Es por aquí que hay que amarlos. Es sólo por aquí que podremos ver a
Cristo en ellos. Una leyenda: Jesús y los apóstoles iban por un camino y encontraron un perro
muerto. Todos los apóstoles pasaron, miraron y comentaron con desdén. El Maestro, al pasar,
observó: «¿Se han fijado en los dientes blancos del perro?... » Practiquemos la admiración de
los santos. No pisemos ninguna semilla. ¡Cuántos jóvenes son malos por desánimo!
d) Ganemos amigos
Ya sé que la amistad es de pocos. Pero hay que ir por el camino de la amistad. Hay
matices muy notables entre «ser amigo» y «tener amistad». Pero por ahí se llega. Se puede
tener «amistad» con muchos. El premio de llegar a tener algún amigo, es por haber sido con
todos buen compañero. La amistad es la conversión del yo al tú. Una anécdota: Un enamorado
fue a visitar su enamorada. Llamó a la puerta del jardín. Ella pregunta: -¿Quién llama?
-Soy yo, le contesta el enamorado.
Ella le mira y no le abre la puerta. Y así dos veces. A la tercera, vuelve él a llamar y ella le
pregunta: -¿Quién llama?
-Soy tú, le responde el enamorado. Y entonces le abre la puerta.
Ésta es la historia de toda verdadera amistad. Tanto natural como sobrenatural. La
amistad es siempre conversión en el amor, subordinación consciente y libre de una persona a
otra. Se dice de Santa Teresa que un día dijo al Señor: «Yo soy Teresa de Jesús». Y él le
contestó asimismo: «Yo soy Jesús de Teresa.»
2. Los grados ejemplares de la caridad
- Amar al prójimo como a sí mismo. Llamada regla de oro del Evangelio (Mateo 7, 12).
- Amar al prójimo como se ama a Cristo (Mateo 25, 34-45).
- Amar a los demás como los ha amado Cristo (Juan 15, 13).
- Amarnos nosotros como se aman entre sí las Personas de la Trinidad. Tres, y uno a la vez.
Juan 17, 21.
(Leer las citas poniendo ejemplos.)
CONCLUSIÓN
ANOTACIONES AL MENSAJE
- Este mensaje es bueno para que lo dé un piloto joven del equipo. Antes de empezar los
mensajes dedicar un tiempo a algún canto.
- Al final del mensaje «el otro y yo» sigue una dinámica de grupo. Un disco-foro. Se escuchan
dos discos. El coordinador, después de la audición, hace unas preguntas, los grupos se reúnen
aparte para contestarlas, y se termina con una puesta en común, (Véase Disco-Foro)
ESQUEMA DEL MENSAJE: «EL OTRO Y YO»
Introducción
- El significado de la alteridad
- La alteridad, complemento de realización personal y servicio social
3. ¿QUIÉN ES EL OTRO?
EL HOMBRE VIEJO
Este mensaje es el tercero del segundo día. Se da después del tiempo de juego,
animación y de descanso del mediodía. Reunidos en el salón-foro, antes de empezar, hay unos
cantos.
El tema central de todo este segundo día del Encuentro es la vocación, en cuanto es la
razón de la existencia y da al joven el sentido de la vida. La vida en sí carecería de grandeza y
estímulos si fuera un azar y no un destino. Los mensajes de la mañana mostraron a los
muchachos en qué consiste la vocación e indicaron su dimensión fundamental, que es ser
integral (humano-divina) y comunitaria. El objetivo de los dos mensajes siguientes será enseñar
la forma de realizar esta vocación: siendo hombres cristianos. En el plan de Dios, la única
manera de ser plenamente hombre es siendo hombre cristiano. «La vocación suprema del
hombre es divina» (GS. 22).
¡Cuántos jóvenes se apartaron de Cristo y pecan pensando ser así más hombres, más
alegres y más libres! La finalidad de esta charla es mostrar precisamente todo lo contrario.
Toda la predicación del profeta Isaías se podría resumir en esta experiencia personal: «Tu mal
se te corregirá si reconoces y ves qué amargo es abandonar a Dios.» La virtud proviene de la
necesidad de ser feliz. Nunca la llama de la felicidad puede dejar la ceniza del remordimiento.
Hay que hacer ver, partiendo de las propias experiencias y remordimientos, cómo el
pecado, al ir contra la vocación, cuya expresión son los diez mandamientos y el dictamen
propio de la conciencia, desvía el hombre de su destino temporal y eterno. El pecado atenta
directamente contra la vocación. Es la antivocación. Frustra al hombre y lo hace inauténtico,
triste.
El apóstol, al dar al pecador el nombre de hombre viejo, nos ofreció la imagen más
expresiva de lo que es y hace el pecado. En ella integró toda la síntesis existencial y teológica
del pecado y de esto que él en una ocasión llama el «misterio de iniquidad» (2 Ts. 2, 7). La
presente charla y la que le sigue llevan por intención a dar a los jóvenes los fundamentos
básicos de la iniciación cristiana bautismal, es decir del misterio pascual y la conversión al
reino. A la vez que su propósito es inducir a los jóvenes al sacramento renovador de la
confesión. Es el momento del Encuentro de hablar del infierno que, sin traicionar el dogma, no
se puede silenciar.
En esta charla hay que conjugar hábilmente la imagen bíblica y litúrgica del hombre,
con la misma imagen humana y antropológica que dejan en el pecador las experiencias que va
adquiriendo del pecado. Eso ayuda enorme- mente a que el joven se vaya haciendo una
síntesis integral y vital de la vocación cristiana. Constituye un criterio fundamental del
Encuentro integrar, y no diseccionar en ningún momento lo natural de lo sobrenatural, lo
psicológico de la gracia. El hombre es una unidad coherente e integral. «El orden natural solo
no es más que una hipótesis para el estudio».
El presente tema propicia hacer esta integración. Se parte de aspectos antropológicos,
psicológicos y científicos. El hombre moderno, trabajado por el ateísmo, es más receptivo al
Dios inmanente que al Dios trascendente. La evangelización, pues, ha de mostrarle como la
tarea de construir el hombre nuevo coincide con la realización de su propia vocación humana.
Que las realidades de Dios cumplen las mayores exigencias del hombre. La evangelización,
partiendo de la conciencia de esclavitud y de naufragio, abre expedita al hombre la puerta de la
renovación y de la liberación de Cristo.
Fácilmente los jóvenes identificarán aquí la idea del hombre viejo con la del pecador, y
después la del hombre nuevo con la gracia. La juventud es el valor máximo del joven. Antivalor
es todo lo que le hace perder la juventud. Al joven le aterra pensar que un día pueda llegar a
ser viejo. Es frecuente, jóvenes que a los diecinueve o veinte años ya luchen con la sensación
de perder la juventud. Partiendo de experiencias y hechos de vida, habrá que presentar el
pecado como el enemigo número uno de la juventud: todos tenemos la edad de nuestros
pecados; y a Cristo, a quien el Concilio llama el «Gran Viviente, eternamente joven», como el
«compañero y amigo de los jóvenes» (Mensaje a los jóvenes).
DESARROLLO DEL TEMA DEL MENSAJE
Introducción
Cierto día, en Madrid, el escultor Juan Cristóbal llamó por teléfono a la policía para
comunicar que habían sido robados de su estudio, durante la noche, dos artísticos bronces que
acababa de esculpir. El uno era de una joven dama, el otro de un torero. Indagó la policía y
encontró en el Rastro, entre la chatarra y los trastos viejos de aquel barrio las dos esculturas.
Acudió el escultor inmediatamente a recogerlas, pero después de verlas no quiso aceptarlas.
Los ladrones, para no ser identificados y no conociendo el valor de las obras, las habían
destruido a golpes de martillo y fueron a venderlas a precio de bronce y de chatarra.
La auténtica figura de cada uno de nosotros, según los trazos expuestos esta mañana
en los mensajes, es la vocación. Pero la vocación tiene un enemigo que, a la manera de los
ladrones de los bustos de Juan Cristóbal, está acechando para destruirla. El desorden moral o
pecado es el peor enemigo de nuestra realización personal. El pecado es la antivocación. Es el
martillo que destruye lo que fue o podía ser una maravillosa obra de arte: nuestra persona. El
estado en que quedaron los bustos del escultor nos dan la imagen de cómo el pecado destroza
nuestra juventud. Y eso es lo que vamos a ver ahora.
En la primera charla se dijo que la manera como conocer cada uno y realizar su
vocación era haciendo la voluntad de Dios. Voluntad de Dios = Vocación. Ahora bien: ¿cuáles
son los medios fundamentales más a nuestro alcance para discernir la voluntad de Dios? Éstos
son, principalmente, dos: los diez mandamientos y la conciencia. Aquellos son la antena
emisora del Sinaí para todos, la conciencia es el transistor de recepción interior y personal de
los mandamientos.
Dios esculpió en dos tablas de mármol las diez leyes que rigen la vocación y el
bienestar: los derechos de Dios y los derechos del hombre. Son las vallas que protegen -no
limitan- la vocación. Pecar es infringir la leyes de la circulación del cielo, romper vallas y
estrellarse. Es romper, como Moisés ante el pecado del pueblo, las tablas de piedra; o
deshacer a martillazos la bella silueta de su propia imagen, como hicieron aquellos ladrones
madrileños con los bustos de Juan Cristóbal.
(Enunciar brevemente la lista de los diez mandamientos revirtiéndolos en positivo; para que
caigan en cuenta los muchachos, demasiado acostumbrados a ver sólo lo que prohíben, en los
valores que éstos defienden y promueven. Los mandamientos son la liberación de todo lo que
esclaviza la juventud. Su malicia está tanto en lo que hacen que en lo que deshacen.)
Los diez mandamientos tienen una intimación en la conciencia de cada persona. La voz
de la propia conciencia es una de las pruebas sicológicas de la existencia de Dios. Es el
dictamen práctico e inmediato de obrar, de la vocación.
Pecar es ir contra el dictamen de la conciencia, la fibra más sensible de la gracia. Es
hacer aquello que uno comprende que no debe hacer, aquello que se critica de los demás y
enseñamos que no hagan. «Veo lo mejor y lo apruebo, pero hago lo peor» (Ovidio).
Según la sentencia de Jesús, «el que obra el mal odia la luz» (Jn 3, 20). Cuando
pecamos nos escondemos, buscamos la oscuridad, disimulamos, mentimos; es decir, nos
hacemos hipócritas. «La virtud es una forma de inteligencia, es por la virtud que se es hombre.
El vicio o es tontería o es locura» (Unamuno).
Herodes, rey, dice a Salomé, la bailarina indecente y procaz: Pídeme lo que quieras.
Ésta consulta a su madre, Herodias, y le responde: Quiero la cabeza de¡ Bautista. Y se la traen
en una bandeja. Claro, le estorbaba a ella y al rey (Mc 6, 25)... El pecador dice a la pasión
indómita: Pídeme lo que quieras. Y lo primero que le pide es la cabeza. ¡La razón!
El pecado obra como los cuervos, que cuando se lanzan contra los cadáveres de los
animales tratan primero de devorar los ojos, la cabeza. El pecado ataca a la cabeza, vale decir,
a la visión del hombre, y lo pervierte, lo corrompe, forma como una neblina que no le deja
divisar horizontes altos.
El pecado nos desvía de nuestra vocación y destino. Nos hace inauténticos. Siempre
que dislocas tu vida del programa vital de tu existencia te escindes en dos: el que podias llegar
a ser y el que resultas siendo. Esta dislocación se manifiesta siempre en forma de dolor, de
angustia y de cansancio, de fracaso. El pecado es una frustración. Nos descalifica.
Todo esto San Pablo lo expresa magníficamente diciendo que el pecado es signo de
vejez y el pecador un hombre viejo. No basta decirlo, vamos ahora a demostrarlo.
El hombre completo, cristiano, es tridimensional, consta de: cuerpo + alma + gracia.
San Lucas, que era médico, al describir la edad de Cristo, dice que «crecía en edad, sabiduría
y gracia» (Lc 2, 52). En estas tres edades o dimensiones existenciales envejece el joven
cuando peca. De una vez, digo que al dividir al hombre en tres edades, no quiero diseccionarlo
como si éste tuviera tres vidas, en realidad no tiene más que una; se trata de formas distintas
de vivirla. Dividir, aquí, es mirar más veces.
a) Esclaviza la voluntad
Naturalmente, el pecado esclaviza; lo sabemos por experiencia propia. «El que peca se
hace esclavo del pecado» (Rom. 6, 16). Un santo padre llama a los esclavizados por el vicio
miserum genus, es decir, miserable ganado que sigue, gente gregaria, rebaño.
Horacio retaba a un amigo que se jactaba de ser libre y de hacer lo que le daba la
gana:
- ¿Que eres libre? ¿De veras? Entonces devuelve el dinero que robaste.
- No puedo.
- Deja aquella mujer que no te pertenece.
- No puedo.
- Perdona al enemigo que juraste venganza.
- No puedo.
- ¿No puedes... y dices que eres libre?
- Esclavo eres con la peor de las esclavitudes: el vicio.
Esto lo vio un pagano epicúreo y corrompido, como era Horacio.
No es extraño que las víctimas se vuelvan muelles, inconstantes, abúlicas. Se tornan
autómatas y sólo piensan en gozar. «Su dios es el vientre» (Flp. 3, 19). En consecuencia, no es
raro tropezar con estudiantes que abandonan sus estudios, que fracasan en sus puestos, que
abandonan los ideales que un día se forjaron.
Si el cuerpo anda así tan maltrecho y el alma tan seca, ya nos podemos figurar cómo
andará la vida sobrenatural. Cuando san Pablo habla de¡ hombre viejo se refiere
preferentemente a esta tercera dimensión de la vida, la sobrenatural o estado de gracia. Ésta
vino a injertarse vitalmente en el cuerpo y en el alma el día del bautismo.
Lo que es para el cuerpo el alma, es para el cuerpo y el alma la gracia: les injerta vida
divina. En cada una de sus tres dimensiones, el pecado afecta al hombre; pero, siendo la
gracia la mayor virtualidad existencia¡ y la más determinante -pues es principio de vida eterna-,
es en la vida de gracia donde los efectos demoledores y de vejez que obra el pecado son más
manifiestos y destructores.
La vida de gracia, en definitiva, es la única cuyo estado permanece y trasciende más
allá de la muerte. Nuestro destino eterno será según la muerte nos sorprenda viviendo con o
sin Cristo. Para el hombre nuevo será el cielo eterno; para el hombre viejo, el infierno eterno.
Quince veces habla el Evangelio del infierno. En una ocasión, Cristo dijo que el fuego era el
final donde va a parar todo lo que se secó por viejo: «El que no permanece en mí, es echado
fuera como el sarmiento, y se seca; y los amontonan y los arrojan al fuego para que ardan»
(Jn .15, 6).
Unos días al año, en las ciudades de Estados Unidos, se anuncia la recogida oficial,
por unos camiones, de todos los utensilios y muebles viejos inservibles. Luego son recogidos y
quemados. ¡Que cuando llegue la muerte no nos encuentre a nosotros «amontonados» entre
los objetos viejos inservibles!
- ¿Por qué gimes, desierto? -pregunta el peregrino que oye unos ayes lastimeros.
- Gimo -le contesta-, porque pudiendo ser un jardín florido me veo convertido en desierto
estéril. Soy un fracasado.
Ésta es la misma queja de todos los condenados.
Siendo la raíz del pecado la falta de amor y el egoísmo, constituye siempre -directa o
indirectamente- una ruptura de fraternidad. Afecta y envejece la convivencia.
Cada vez resulta más evidente que en el mundo vivimos intercomunicados. No existe
acto válido a nivel individual. Todo surte un efecto, repercute. Y es en el orden moral donde
esto es más manifiesto.
Todo desorden moral origina situaciones, instituciones y estructuras de pecado. El
pecado de un padre o de un hijo incide en la familia; el de un maestro, en la escuela; el del
político, en el país; el del sacerdote en la iglesia... Cuando asistimos a un espectáculo inmoral o
compramos una revista pornográfica, estamos fomentando en algo una industria de pecado.
Pecando obstaculizamos la comprensión, el amor y una actitud realista o creadora de la vida.
No damos paso a la gracia. ¿Quién puede prever las consecuencias de un escándalo? (Mt. 18,
7).
Dos camioneros altercan en la carretera, se insultan y van a las manos. ¿Qué sucede?
El tráfico se interrumpe, se forma una gran caravana de coches parados. Los conductores
detrás se impacientan, gritan, pitan: y muchos también terminan insultando...
CONCLUSIÓN
Adán, tipo del hombre viejo, pecó; pero después ha quedado abierto
para él y para nosotros el camino de la misericordia y de la esperanza. Tenemos un salvador.
Jesucristo resucitado, eternamente joven, vino a devolvemos la juventud de la gracia. Ha
quedado constituido el nuevo Adán.
De las tres edades -física, psíquica y espiritual- la del espíritu es la superior y la más
humana también. Lo más humano es lo que más depende de nuestra voluntad. Yo no puedo
quitarme o ponerme años, pero sí puedo decidir mi edad espiritual o de gracia. Ser más o
menos bueno, vivir más o menos en gracia.
Cristo ahora, en el Encuentro, nos está invitando a todos a caminar por este nuevo
camino, haciendo suyas aquellas palabras del salmo: «Renovad vuestra juventud como el
águila» (Sal 103, 5).
ANOTACIONES AL MENSAJE
- La exposición de este mensaje corre a cargo de un guía, y con preferencia un guía adulto, por
razón de poder aportar mayores experiencias. Éste es un mensaje muy vivencia¡ y de
testimonio. Los testimonios de conversión son los que más animan al joven a decidir su
renovación y entrega a Cristo.
- Aunque no fuera el mismo guía que dio el mensaje, si dentro del equipo hubiera quien pudiera
presentar experiencias personales o de su ambiente, de lo que en el mensaje se trata, bien
podría al terminar pasar a exponerlas. Hay que mostrar a los jóvenes, con hechos reales y
testimonios de vida, los contrastes y decepciones que comporta una vida de pecado; y las
compensaciones, ya en este mundo, que tiene una vida vivida en gracia. «¡Qué bueno es ser
bueno!», decía un joven. El Evangelio nos habla también del ciento por uno en esta vida (Mc.
10, 30). Exponerlo con realismo, y sin triunfalismos incompatibles con la cruz y la tentación.
INTRODUCCIÓN
La antivocación
A. Pecar es romper las tablas de la ley
B. Pecar es actuar contra el dictado de la conciencia
CONCLUSIÓN
EL HOMBRE NUEVO
El presente es el cuarto mensaje del Encuentro, y el segundo de la tarde del primer día.
Sigue al tema del hombre viejo y prepara la celebración litúrgica de la reconciliación.
El hombre viejo y el hombre nuevo son dos temas correlativos, se complementan.
Ambos forman parte del contenido específico del primer día, la vocación del hombre. El hombre
viejo es la persona inauténtica, que obra en contra de su vocación o la niega, y la quiere
sustituir por ídolos o sus caprichos. El hombre nuevo, del que se va a tratar en la presente
charla, es el que conoce su vocación divina y lucha por realizarla.
Esta charla ofrecerá un esquema básico para una concepción cristiana del hombre -
para un humanismo cristiano- en base a la gracia recibida en el bautismo, ese acontecimiento
radical que nos da un nuevo «ser existencial», ser-en-Cristo. Desde aquí, desde esta nueva
situación existencial de la gracia, hay que partir para elaborar la concepción cristiana del
hombre en sí mismo, en sus relaciones con Dios, los demás y el cosmos. El próximo mensaje
de mañana será la cosmovisión cristiana.
Hay una palabra que sintetiza todas las aspiraciones de la juventud: ¡Renovación! Esta
charla va a que el joven sienta el orgullo de ser cristiano, haciéndole comprender que el
imperativo del Evangelio es un ideal de vanguardia: la renovación. Evangelio significa «Buena
Nueva». Esperamos «un cielo nuevo y una tierra nueva» (Ap 21, l). Pero la verdadera
renovación del mundo tiene que partir del interior. Una de las aclamaciones del Encuentro es:
«Hombres nuevos, para una humanidad nueva.» Hay que hacer comprender al muchacho,
«que el que es de Cristo se ha hecho crea tura nueva, y lo viejo pasó, se ha hecho nuevo, mas
que todo esto viene de Dios» (2 Cor 5, 17-18).
En una misma sublime coincidencia, hay que hacer converger el ideal de renovación que
propugna siempre la juventud, y hoy más que nunca, con lo que es tesis fundamental paulina y
esencia del misterio pascual de la Iglesia por la acción litúrgica: la creación de un hombre
nuevo. «La Iglesia posee lo que hace la fuerza y el encanto de la juventud: la facultad de
alegrarse con lo que comienza, de darse sin recompensa, de renovarse y de partir de nuevo
para nuevas conquistas» (Vaticano II, Mensaje a los jóvenes, número: 6).
Pero es más. El mensaje de promoción del hombre nuevo, no sólo acerca la nueva
generación a la Iglesia, sino aun al mismo marxismo. El marxismo ateo se presenta ante
nosotros como el esfuerzo definitivo para lograr un «humanismo total». La idea de la creación
de un tipo de hombre nuevo aparece en Marx, Engels y Lenin, en el concepto del «individuo
completo». Los marxistas afirman que más allá de la lucha contra la miseria, la injusticia y la
explotación, lo que buscan es la «creación de un hombre nuevo». ¿No es éste, precisamente,
el desiderátum de la concepción paulina? ¿No buscan ellos lo mismo que nosotros?... «mas
todo esto viene de Dios, que por Cristo nos ha reconciliado consigo y nos ha confiado el
misterio de la reconciliación» (2 Cor. 5, 18). Cuando la ideología de la dialéctica materialista del
marxismo, con su espejismo de lo sólo temporal, puede atraer y engañar hoy a tantos jóvenes y
universitarios, se hace de mayor urgencia el adoctrinamiento para presentar la verdadera
imagen del hombre nuevo según Cristo, generadora de un humanismo integral.
Frente a «los cambios profundos y rápidos», «que colocan al género humano ante un
período nuevo de su historia» (GS 4), la Iglesia, que es en si misma una novedad, no podía
dejar de considerar este importante punto de la formación en el decreto de la Educación de los
jóvenes: «Puesto que en virtud de la regeneración, por el agua y el Espíritu Santo, han llegado
a ser creaturas nuevas ( ) aprendan a adorar a Dios en espíritu y en verdad, ante todo en la
acción litúrgica, formándose para vivir según el Hombre Nuevo» (GE 2). «Que se conviertan
verdaderamente en hombres nuevos y creadores de una nueva sociedad con el auxilio de la
divina gracia» (GE 30; AG 21).
El presente tema, junto con el de la fe, que se tratará en la celebración de la palabra
del segundo día, constituyen los llamados «temas de decisión» del Encuentro.
DESARROLLO DEL MENSAJE
Introducción
Vamos a partir de una suposición. Imaginemos que estamos visitando Oriente Medio. A
Turquía Allí el 98 por 100 de la población es musulmana de religión. Paseamos, y se cruza con
nosotros un árabe. Mientras conversamos se entera que somos cristianos, bautizados; y él,
ignorante de lo que es un cristiano, te pregunta:
- Por favor, joven, ¿quiere decirme qué es ser cristiano? Frente a esta pregunta, ¿tú que le
contestarías?
Sin temor a dudas, la mejor respuesta que se le podría dar, para mí, sería decirle que:
- Un cristiano es un hombre nuevo.
Es una buena respuesta para dar a un musulmán, a un marxista, con- vencer a un
ateo, y aun cuestionarse a sí mismo.
Desde luego, después que uno ha dicho que un cristiano es un hombre nuevo, hará
falta dar una explicación y demostrárselo. Hay que aducir hechos de vida. Habrá que presentar
la nueva perspectiva existencial que da el bautismo al cristiano; cómo por él se logra una nueva
visión valorativa de la propia vida y la realidad, y dota de la capacidad para realizar esta visión.
No será difícil aducir hechos. No hay más que recurrir a la propia experiencia cuando
uno vive en cristiano. Siempre, desde que una persona se decide a vivir con autenticidad su
bautismo, se siente verdaderamente creatura nueva. Tenemos para dar el testimonio
ininterrumpido de los millones de convertidos, que en veinte siglos, desde san Pablo y san
Agustín, nos lo vienen confesando. En nuestros días tenemos el testimonio del neoconvertido
francés, André Frossard, que ha escrito un famoso libro sobre la historia de su conversión. La
primera impresión que experimenta uno siempre que tiene un nuevo encuentro con Cristo es
que verdaderamente se siente un hombre nuevo:
«La ceremonia de esta mañana en San Juan de Letrán fue tan solemne por sí misma -y
más solemne para mí- que no la olvidaré jamás. Ahora realmente soy un hombre nuevo»,
escribía Juan XXIII, en su Diario, la noche de su consagración al subdiaconado.
Para cerciorarse de esta realidad bastaría asistir, por ejemplo, a un acto de clausura de
un Cursillo de Cristiandad. Hermógenes Castaño, en Venezuela, publicó una obra sobre los
Cursillos de Cristiandad que intituló: Hombres nuevos. No le supo dar mejor nombre. Oigamos
cómo se expresan algunos de ellos:
«Después que he conocido a Cristo he vuelto a vivir de nuevo. Considero los años
anteriores perdidos. Tengo que recuperarlos. Mi vida, como la Historia, se divide en dos partes:
años antes y años después de Cristo».
« Mi esposa y yo llevamos ocho años de casados -comentan unos esposos-, vivíamos
juntos y no nos conocíamos. Al ponernos en gracia de Dios todo ha cambiado en la casa.
Podemos decir que estamos estrenando matrimonio con los hijos».
Una amante, para no darse a conocer, solía decir al telefonear: «Soy aquella». Al
regresar de un cursillo, volvió a llamarle. Como antes, para identificarse, dijo: «Soy aquella». Y
él le dio por toda respuesta: «Pues yo, ya no soy aquel.» Y colgó el teléfono.
«Nuestro gerente -comentaban un día los empleados de la empresa- es otro. Acude
ahora puntual a la oficina. Nos ha mejorado los sueldos, y nos trata como a amigos. Estamos
felices: nosotros trabajamos más y él está contento porque produce más la empresa.»
Esta definición del cristiano como hombre nuevo, conste, no es invención mía. Es de
aquel gran innovador del lenguaje que es san Pablo: «Vístense del hombre nuevo, creado
según Dios en justicia y santidad verdaderas». «El que es de Cristo se ha hecho creatura
nueva» (Ef. 4, 24; 2 Cor. 5, 17).
Es curioso observar cómo en todos los países existe la misma expresión al empezar el
año. Es el consabido, «Año nuevo, vida nueva», con que todas las personas se felicitan el
primer día del año. El disco del célebre cantante Raphael, Vuelve a empezar, sirvió para que
algunos amigos se lo regalaran aquel día. Nada de esto es casual. Es que en todos aletea vivo
el deseo y la esperanza de poder volver a empezar.
1. La humanidad ansía una renovación vital
¿Quién hay que esté bien satisfecho de la vida que tiene? Nadie. Todos vamos
deseando y en busca de una vida mejor, de una vida nueva. A ratos desearíamos poder volver
a empezar, cambiar lo que hemos hecho. Cuántas veces hemos oído decir, o hemos dicho: «Si
yo tuviera ahora que volverlo a hacer... ». «Si yo pudiera volver a nacer...».
El día que la actriz Lauren Bacall cumplía cuarenta y un años, los periodistas le
preguntaron sobre qué pensaba hacer en los próximos veinte años. Ella contestó con un
divertido mohín: «Trataré de sobrevivir... para empezar.» La humorada es reveladora e iba más
allá de lo que podía ser una simple réplica de humor.
La sentencia paulina anterior: «Vístense del hombre nuevo», me lleva también al caso
recordar lo que relata un libro de costumbres. Existe toda- vía en Sudamérica una tribu india
que tiene por tradición, cuando se celebra el matrimonio, estrenar la novia un vestido blanco. Y
la forma de demostrar la fidelidad al esposo, como entre nosotros es llevar siempre el anillo o
alianza puesto, ellas nunca quitarse el vestido.
Algo parecido nos pasa también a todos nosotros con la inocencia. Al nacer, y sobre
todo al momento de recibir la gracia bautismal en que nos pusieron simbólicamente un velo
blanco, todos fuimos inocentes. Estrenamos vestido nuevo. Pero ha ido pasando el tiempo. El
vestido se fue ensuciando. ¿Quién reconocería ya que fue blanco? Vinieron las
equivocaciones, deslices, experiencias dolorosas. Pecamos... Es cierto, aquello pasó; pero
queda la responsabilidad, el remordimiento, las manchas. ¡Cuántas cosas quisiéramos poder
olvidar!
Ahora bien: ¿qué hacer cuando queremos quitarnos el vestido sucio, cambiar la vida,
ser otros de los que somos? Aquí está el problema. Como no podemos dejar de ser nosotros
mismos, ni mentirnos negándonos lo que sí hemos hecho, entonces no cabe otra solución que
la de hacer lo mismo que hacen las mujeres de aquella tribu india que no pueden quitarse el
vestido: ponernos encima otro vestido. Dice Ovidio, el poeta pagano: «No se puede hacer
volver el agua que pasó, ni sujetar la hora fugitiva.» Entonces aparentamos ser otros, pero en
el interior cargamos con el peso de la acusación de la conciencia y la angustia. Y si no, que nos
lo digan los psicólogos. Al entrar dentro M recuerdo de nosotros mismos olemos a feo, a
vestido sucio. Somos lo que recordamos.
¿No habrá, pues, solución? Ciertamente que sí. Para el pagano y el que vive de
espaldas a Dios, «lo que hice ya está hecho» (Jn. 19, 22); pero para el cristiano hay la
posibilidad de ser hombre nuevo. Cristo, nuestro Héroe, vino «a librarme de todas mis
transgresiones» (Sal. 39, 8). La Buena Nueva que Pablo llevó precisamente a Roma fue:
«Vivamos una vida nueva» (Rom. 6, 4). Dios que hace la vida es el único que puede re-hacerla.
Y no se trata de una sola renovación de conducta, sino de la adquisición de una nueva vida
superior, de una renovación radical que nos da un nuevo «ser existencial», ser-en-Cristo. De
una «nueva creación» (Ef. 6, 15).
Definitivamente, ¡puedes volver a empezar de nuevo!, renovarte. La vida nueva es vida
eterna, vence al pecado y la muerte (Jn. 4, 14).
El amor hace presente personalmente a Dios en nosotros (Rom. 5, 5). El amor a Dios
es el secreto más íntimo del reino. Es la fuerza y el poder que impregna el centro mismo de la
personalidad del hombre nuevo, que impulsa a los jóvenes a tomar la opción vital vocacional.
La caridad alcanza corno una llamarada de Dios, como una exigencia desde arriba.
El joven que ama a Dios ha encontrado la mejor razón para amar a los hombres, para
amarse a sí mismo y para existir. La mejor razón para vivir y para morir.
La ley del hombre nuevo es la ley de la libertad, que Cristo vino a implantar, frente a la
ley del temor del Antiguo Testamento (Rom, 3). El hombre nuevo obra por amor, que es la ley
de la auténtica libertad. Joven, ama y haz lo que quieras, porque si amas querrás sólo lo que
Dios quiere.
En el momento más solemne de su vida, Cristo proclamó el manda- miento nuevo para
los hombres nuevos. Fue en la última Cena cuando dijo: «Un mandamiento nuevo les doy, que
se amen los unos a los otros como yo los he amado; así también ámense unos a otros» Jn. 13,
14). El amor al prójimo constituye la norma moral del hombre nuevo.
El sermón del monte es el complemento o explanación del sermón de la Cena. Ambos
compendian el sentido de la nueva moral del amor. Constituyen la carta magna del reino, los
sermones cumbre de la Biblia, y trazan la semblanza del personaje nuevo. Decidme: dos mil
años después que fueron predicadas las bienaventuranzas, ¿existe todavía algo más moderno
y novedoso? ¿Se ha predicado un programa social más revolucionario? (Mt . 5, 1-10).
Dichosos:
- los pobres, porque éstos serán los nuevos ricos;
- los mansos, que, a lo largo, son los que gobiernan,
- los que lloran, porque aprenderán a reír;
- los hambrientos, que reclaman las reformas y la justicia;
- los misericordiosos, que conseguirán el perdón,
- los limpios, porque ellos son los que verán claro,
- los pacíficos, que llamarán Padre a Dios;
- los perseguidos, que la muerte los liberará eternamente en el ciclo.
Tal fue el lema por el que se rigió siempre el gran compositor Manuel de Falla. Lo ha
legado a la juventud para los que, como él, quieran llegar a maestros y cristianos: personajes
nuevos. La vida del hombre nuevo está siempre en gestación, en camino. La promoción
humana no termina nunca. La meta que nos señala Cristo en el sermón de¡ monte es de
mucha altura: «Ser perfectos como el Padre Celestial es perfecto» (Mt . 5, 48). Yo no puedo ser
ya más hijo de mi padre, pero sí puedo llegar a ser cada día más hijo de Dios. Para el cristiano
el día de¡ verdadero nacimiento es la muerte: dies natalis.
Desde que soy igual al día anterior, ya empiezo a envejecer. Desde que se deja de
avanzar, ya se deja de ser nuevo. «Por lo cual no desmayamos, sino que mientras nuestro
hombre exterior se corrompe, nuestro hombre interior se renueva de día en día» (2 Cor 4, 16).
Mi Dios es joven, permanentemente joven, sin pasado ni futuro. Juventud es eternidad.
Seremos siempre más jóvenes, más nuevos cuanto más, cada día, nos vayamos uniendo a
Dios.
El cardenal Gracias, de Bombay, preparando al pueblo para el congreso eucarístico
internacional, cuyo lema fue «el hombre nuevo», contó la siguiente noticia:
Un periódico de los Estados Unidos anunció un día la noticia de la muerte de un señor
que no había muerto. Indignado el presunto difunto, se presentó personalmente a la dirección
del periódico, exigiendo que rectificaran la noticia. A lo que contestó la dirección:
- Lo sentimos mucho, pero la noticia ya fue dada. Nuestro periódico para los lectores siempre
tiene razón, no puede desmentirse. Lo que, si quiere, mañana volveremos a anunciar su
nacimiento.
Entonces el cardenal Gracias aprovechaba la anécdota para hablar del hombre nuevo.
En realidad, cada vez que una persona se pone en gracia o la aumenta, cambia tanto su vida
que los periódicos bien podrían anunciar su nacimiento.
ANOTACIONES AL MENSAJE
- Éste es uno de los llamados «temas de decisión ». Este mensaje corresponde darlo uno de
los sacerdotes asesores. Se trata de uno de los puntos más eminentemente bíblicos. Al
prepararlo, el expositor no se contente con las citas, reflexione directamente en las fuentes y su
contexto.
- A diferencia de las charlas anteriores, a ésta no le sigue ninguna dinámica de grupo. Se trata
de un tema personal. Al terminar, el coordinador motiva y entrega a todos un cuestionario sobre
el sacramento de la reconciliación. Su finalidad es introducir y preparar la celebración
comunitaria y litúrgica que seguidamente se tendrá en la capilla, M sacramento de la
penitencia. El cuestionario es individual y no se firma. Se entrega al asesor espiritual que va a
dar la homilía de la celebración, y que le servirá de orientación.
INTRODUCCIÓN
CONCLUSIÓN
- «Vistámonos del hombre nuevo, según la imagen del Creador».
Actividad personal final
CELEBRACIÓN LITÚRGICA
Monición inicial
Compañeros(as): Estamos ya llegando al final del primer día de nuestro
Encuentro. Todos nos conocemos más. Para dialogar, ¡nos hemos integrado en grupos. Vamos
ahora a dar un paso más en nuestra comunicación. Dispongámonos también a dialogar con
Dios. En este acto que empezamos, Dios nos va a hablar a través de su palabra, en la Biblia, y
nosotros trataremos también de darle nuestra respuesta.
Por la mañana, vimos que nuestra vida tiene un gran sentido: realizar una vocación. Ya
esta tarde hemos comprendido lo que hay que hacer para realizarla y ser auténticamente
hombres. Es siendo unos hombres nuevos.
Pero a la vez, hemos comprendido que para ser realmente hombres tenemos un gran
enemigo: el pecado. Pecar es decir «no» a la vocación, al amor a Dios y a los hermanos. Y
¿quién de nosotros no ha pecado? Seamos francos.
En esta celebración, Cristo nos llama para abrirnos un camino a la reconciliación y al
perdón. Nos quiere ofrecer la oportunidad para cambiar, para convertirnos del «hombre viejo»
al «hombre nuevo».
Jesús que es el Redentor del hombre, se entregó a la muerte y resucitó para salvarnos.
Él es el que nos ofrece ahora los méritos de su pasión, para renovarnos y reconciliarnos con
Dios, su Padre, y los otros, nuestros hermanos. A todos nosotros nos dice: «Conviértense, que
el reino de Dios está cerca»; que «yo soy el buen Pastor».
Canto de entrada
Siendo esta misa penitencial, en la que tendrá lugar la celebración del sacramento de
la penitencia, se omite aquí el acto penitencial habitual de la misa, y se reza en seguida la
oración.
1.CELEBRACIÓN DE LA PALABRA
Primera lectura
Monición: Nadie puede ser perdonado, si se niega y no quiere reconocer que ha pecado. Hay
jóvenes que pecan, pero se niegan a reconocerlo. Se excusan acusando a los demás, diciendo
que otros también pecan. Y es verdad que todos pecamos. Pero unos son suficientemente
humildes para reconocerlo, y son perdonados. Mientras que otros se justifican, y se cierran así
al perdón. Los hay también que después de haber pecado se desaniman, y no confían bastante
en el amor y el perdón de Dios.
Lo que ahora nos van a leer tratará de distintas posturas. Hablará de aquellos que «una
vez enseñados por la verdad de Jesús, se despojaron de su vida anterior de hombre viejo, y se
vistieron del hombre nuevo». Y también se referirá «a los que viven con el pensamiento
sumergido en las tinieblas, y se excluyen de la vida de Dios y se entregan al mal».
La lectura que vamos a hacer es de san Pablo, que de hombre viejo que fue, cuando
colaboré a la muerte de san Esteban, se convirtió en hombre nuevo, una vez conocido a Cristo.
Escuchémosle.
Todos: Aleluya.
Segunda Lectura
Monición: Después de haber pecado, Dios hubiera podido dejarnos en la tristeza y soledad del
remordimiento o castigarnos con penas eternas. Sin embargo, Dios, movido de su gran amor,
decidió mandarnos su propio Hijo, Jesucristo, quien fundó la Iglesia para darnos los
sacramentos de la reconciliación.
Por la penitencia y arrepentimiento, tenemos acceso de nuevo a la casa del Padre.
Aprovechemos la gracia de Dios que pasa, y no siempre vuelve. Esta parábola que ahora
vamos a oír es una invitación de la gracia a reconciliarnos con la casa paterna. Es de lo más
conmovedor del Evangelio.
EXAMEN DE CONCIENCIA
(Elegir la forma de examen que se considere más a propósito. La que aquí se da es sobre los
mandamientos, puede ser leído o hablado, en forma letánica o no.)
Examen sobre los mandamientos (Lo hace el que preside y contestan los demás).
1º Mandamiento: «Dijo Dios: Yo soy el Señor, no tendrás otros dioses más que a mí. Me
amarás con todo el corazón».
- ¿Cómo he correspondido y amado hasta ahora a Dios?
- ¿Tengo quizás otros «dioses» o cosas por las que me preocupo y en que confío, más que en
Dios?
- ¿Profeso con vigor y sin vergüenza mi fe? (Pausa)
Después de cada mandamiento, podemos contestar: Perdónanos, Padre.
Todos: Perdónanos, Padre.
EL ACTO PENITENCIAL
3. CELEBRACIÓN DE LA EUCARISTIA
Para la celebración de esta misa penitencial, puede verse el misal, misa del día penitencial.
Para la plegaria eucarística, elegir una de las plegarias «de reconciliación ».
Monición de despedida
Hemos terminado la celebración de la reconciliación. Ha sido un triple encuentro: con Dios, con
los hermanos y con nosotros mismos. Para testimoniar y convencernos aún más que el Padre-
Dios nos ha acogido de nuevo en su casa y que los hermanos hemos hecho las paces, al salir
vamos a compartir ahora los dones de la comunidad y común alegría.
2. HOMILÍA DE LA RECONCILIACIÓN
INTRODUCCIÓN
Han oído hablar de personas auténticas y de personas inauténticas. ¿Quiénes son las
unas y quiénes son las otras? Auténtico se llama al joven que se realiza en su vocación;
inauténtico, el que vive en contra de su vocación. El enemigo número uno de la vocación,
causa de la frustración temporal y eterna -lo acabamos de ver-, es el pecado. Sin embargo,
hemos también dicho, nadie quedó confirmado en el pecado. Puedes rectificar. Joven, debes
enderezar el camino torcido y convertirte de personaje u hombre viejo en nuevo. Tú te habrás
ya preguntado: bien, pero ¿cómo hace uno para cambiar? ¿Cómo renovarse, quitar el pecado y
recibir la gracia? Pues éste es el objetivo de la presente celebración de la Palabra de Dios:
realizar esta conversión, según lo enseñó Cristo a Nicodemo, para entrar en el Reino de Dios.
Lo primero que exige la promoción de un joven es rectificar lo anterior que estaba mal;
como para la promoción de un negocio antes hay que sanear las deudas, para no empezar
quebrados. La primera condición para poder llenar algo es que esté vacío. La penitencia es lo
que vacía el alma de pecado para poderla llenar de gracia, y lo que endereza lo torcido. La
penitencia es como el émbolo del cilindro que saca el aire, y con el vacío que produce atrae el
líquido. La penitencia saca el pecado y atrae la vida de la gracia: realiza la nueva creación.
El tema de esta primera celebración constituyó el primer sermón que predicaron Jesús
(Mt. 4, 17), san Pedro y san Pablo (Hechos 10, 43; 13, 38). Siempre el primer paso a dar es el
de la penitencia -arrepentirse y confesarse- para conseguir esa nueva juventud y renovación
prometidas; como los israelitas, para llegar a poseer la tierra prometida de Canaán, tenemos
que desalojar a los enemigos que la dominen. El pecado se vence con la penitencia y desaloja
con la confesión.
¿Qué es la penitencia? ¿Cómo debe ser la confesión? Dejemos que el mismo Cristo
nos lo explique mediante hechos vivos, sacados de la realidad. La siguiente es una de las más
famosas parábolas del Evangelio. Ha obrado más conversiones que letras contiene. Los
protagonistas son tres: un padre y dos hijos, los pródigos. Es una parábola que resume muchas
historias, quizá la tuya.
- «Dame la herencia».
Que la familia no se meta en lo mío, yo no soy un niño. Altanería. Entonces vienen las
exigencias. Quiere ser libre y se declara enemigo de la obediencia. Quiere una libertad de
derechos sin obligaciones. Sus derechos son: la libertad; su herencia: la juventud y la gracia.
«Partió a una tierra lejana.» Siempre el mismo espejismo de la tierra lejana. Buscar la felicidad
fuera de uno mismo, alienándose. Queremos ganar la felicidad con dinero, no con esfuerzo y
superación. El joven para pecar se va a la ciudad, coge el taxi para no ser visto ni conocido. Se
vive mintiendo en la casa, se trata de que no sepan dónde estamos, ni la hora en que llegamos.
Nos perdemos...
«En realidad de verdad, si le dejó el padre y no le impidí6 el marcharse a tierra extraña, no fue
sino para que aprendiera por experiencia cuán grandes eran los bienes de que gozó en casa.
Así, cuantas veces Dios, cuando no nos ha persuadido con sólo decírnoslo, deja que nos
arrastre la experiencia de los hechos» (S. Juan Crisóstomo).
- «Disipó toda su hacienda.» ¡Qué poco dura la ilusión del pecado! Es fuego de bengala. Se
acabó el dinero y se acabaron los amigos. La ley de Dios tiene sus exigencias. Somos libres de
hacer lo que nos venga en gana, pero de lo que no somos libres es de tener que aceptar las
consecuencias. Las consecuencias son quedarnos con nada. Las manos vacías. El placer
pasa, sólo la virtud permanece.
- «Sobrevino una fuerte hambre en aquella tierra y sintió necesidad.» Definitivamente, el padre
tuvo razón. Los mandamientos de la ley de Dios son las vallas que guardan la felicidad. Lo
previsto sucedió. Quien mal anda, mal acaba. Nadie se burla de Dios y de la naturaleza. En
todo hay que poner el tiempo por testimonio. Bien reirá el que reirá el último..., porque hasta el
fin nadie es dichoso. «Sintió necesidad.»
- «Volviendo en sí mismo, dijo.» Hasta ahora la causa de todos los males del pródigo había
sido no haber pensado. Por eso ése es el gran momento del joven: Pensar. La necesidad
impone la reflexión. Llevado por el hambre y los desengaños, mira en la soledad pasar por el
«espejo retrovisor» toda su vida: compara el amor de su padre y de sus amigos de farra. Hace
examen de conciencia. Sufre una lucha: si cambio, ¿qué dirán? ¿Voy a reconocer que me he
equivocado? No aparece en su proceso que en ningún momento se le ocurriera dudar de si le
perdonaría el padre. Empezó por motivos muy poco altos, de interés, pero siempre confié en el
perdón.
- «Dijo: me levantaré e iré a mi padre.» Confió en el perdón y supo tornar decisiones. Desde
este momento empezó a ser verdaderamente libre. Hecho el examen de conciencia sintió el
dolor de sus pecados y se puso a preparar la confesión. «E iré a mi padre y le diré: Padre, he
pecado contra el cielo y contra ti. Ya no soy digno de ser llamado hijo». Empezó por
sentimientos interesados, de hambre (atrición), y ya siente arrepentimiento por razones
superiores de ofensa contra el cielo y Dios, y contra el padre y la familia (contrición). «No soy
digno de ser llamado hijo».
- «Cuando aún estaba lejos, viole el padre y, compadecido, corrió a él y le cubrió de besos.»
Consideremos todo el realismo de la escena como la describe Jesús. El arrepentimiento
camina, la misericordia vuela. «Hay más alegría en el cielo por un pecador que se convierte
que por cien justos que no necesitan hacer penitencia» (Lc. 15, 7).
- «Pronto, traed la túnica... un anillo... unas sandalias... un becerro.» Hemos visto todo lo que el
muchacho perdió al pecar, veamos todos los bienes que consiguió al volver a su padre. ¡Qué
bueno es ser bueno! Son mejo- res los remiendos de Dios que sus obras maestras. En la
renovación del pecador por la gracia, la «túnica más rica», representa el vestirse de personaje
nuevo; el «anillo en su mano», llenarse otra vez las manos con la filiación divina; las «sandalias
en sus pies», haber rectificado y reencontrado el camino de la vocación; el «becerro bien
cebado» es la comunión de los san- tos y de la eucaristía.
- «Él se enojó y no quería entrar.» Hay dos pródigos en la parábola. El hijo mayor, mal llamado
el hijo fiel, también dejó la casa, no quería entrar. Peca contra el amor el que no sabe perdonar,
que guarda rencor. Así son los hombres, resentidos. La misericordia es el mayor atributo de
Dios. Una mamá un día reprendió a un hijo por una falta antigua. Éste le contestó: Mamá ¿por
qué me recuerda un pecado que ya fue confesado? Entonces ella, poniéndose a llorar, le dijo:
Tienes razón, hijo mío. Dios es más bueno que las madres, porque, después de perdonar,
olvida.
«Hace años te sirvo... y jamás me diste un cabrito para hacer una fiesta».
Es un egoísta. Quiere ser bueno solo. Cree que la medicina -el Evangelio- es para los que -
están sanos. Se olvida que él también es pecador, puesto que está pecando por no perdonar,
no amar, y por egoísmo sirviendo a su padre por interés. Pertenece al grupo de los llamados
«beatos» que quieren hacer de la casa de Dios un coto cerrado y hacen la religión antipática.
¡Cuántas veces los más santos son los que han tenido pasta de diablo!
- «Hijo, tú estás siempre conmigo, y todo lo mío es tuyo.» Qué diferente de sus hijos juzga los
valores de la familia y de la felicidad el padre. Para él el supremo valor de la vida y el capital
mayor de la hacienda es el amor. Y se lo pone de presente ahora al hijo mayor: el premio mejor
a la fidelidad es tenerle a él, y la mejor mesa el cariño del padre. El resto le vendrá como
consecuencia, la herencia le vendrá como prueba del afecto del padre. «Tú estás siempre
conmigo, y todo lo mío es tuyo.»
Consecuencia
Si tú, joven, te has parecido al pródigo alejándote de la casa paterna por el pecado y perdiendo
la gracia, imítale volviendo a Dios por el amor y la confesión, y diciéndole también como él:
«Padre, he pecado contra el cielo y contra ti». 0 si, como el hermano mayor, has sido un
egoísta, has querido monopolizar el bien o has negado el perdón a los demás. También pide
ahora perdón al Padre-Dios.
ANOTACIONES A LA CELEBRACIÓN
- La preparación de esta celebración correrá a cargo del grupo de liturgia y del de canto. Al
grupo de liturgia le corresponde preparar, en la Biblia, las lecturas y nombrar los lectores. Al de
canto, elegir los cantos de acuerdo a cada momento de la celebración, ensayarlos y la música.
- El ensayo de los cantos puede hacerse en los momentos de tiempo libre que hay entre los
mensajes de la tarde, especialmente el último. También, en la misma capilla, inmediatamente
antes de la celebración.
- Es realmente importante saber elegir bien los lectores de las celebraciones. Que preparen y
cuiden las lecturas. No se trata de que se «pase a leer» simplemente la palabra de Dios, sino
de ir a proclamarla.
- Las moniciones parece mejor que las haga un guía del equipo de servicio, el guía que está en
el grupo de liturgia.
Damos a continuación las actividades y dinámicas grupales del primer día. Todas las
actividades y dinámicas del Encuentro constan generalmente de dos tiempos. Primero se
reúnen aparte todos los grupos para dialogar y trabajar un terna, luego sigue un plenario para
compartir los informes de los grupos.
La actividad en grupos facilita la aportación y participación espontánea de todos, y evita
dentro de la convivencia el retraimiento y la masificación y promueve la amistad.
Otro objetivo es que los jóvenes descubran por sí mismos el valor del grupo, y queden
así promovidos para continuar en grupos juveniles a la salida. La promoción de grupos
juveniles cristianos es uno de los principales objetivos del Encuentro.
El último acto del Equipo, al final de la noche de entrada, fue confeccionar la lista de los
grupos que van a formarse durante el Encuentro. Antes de iniciarse el primer mensaje, y ya
reunidos todos en el «foro'», el coordinador procede a leer los nombres de los que van a
constituir cada grupo.
Conforme él nombra los componentes de cada grupo, éstos van colocándose en sus
respectivas mesas. Cada grupo consta de 5 a 6 jóvenes, de entre los cuales se designó a un
animador y un secretario-relator. Para cada grupo se nombró también un guía, que ahora
acompaña y se sienta con su grupo.
Una vez instalados los grupos se les da el nombre con que serán reconocidos,
nombres sugerentes; y se asigna a cada uno una función de servicio durante la convivencia. El
grupo de secretaria ya empieza su actividad, repartiendo a todos el material de papelería y los
cancioneros (Véase lo ya expuesto sobre los grupos).
Al final de todos los mensajes se propone a los grupos una actividad. A este tema le
corresponderá trabajar un cuestionario sobre el hombre o el sentido de la vida.
Este cuestionario hay muchas formas de proponerlo, por ejemplo, mediante la dinámica de
grupo conocida con el nombre de «Philips 6, 6». Se llama así porque el primero en practicarla
fue Donald Philips. Todas las personas de una asamblea se reúnen al final de una exposición y
se acoplan en grupos de unos 6 integrantes: y durante el tiempo de unos 6 minutos contestan
la pregunta que propuso el expositor. Después se tiene una puesta en común de todos los
grupos, y un secretario-relator por grupo da la respuesta. La pregunta a hacer aquí en este
mensaje podría ser: Resumir en una sola frase-lema la idea central de todo lo expuesto.
Presentamos también, como forma de trabajo, tratar de contestar en los grupos el test
de la Universidad de Berkley (California): «Perspectivas sobre la vida en el mundo de hoy»
(Perspectives on live in today world).
Una vez terminado el mensaje, se levanta el coordinador y hace la presentación del
test. A todos se les reparte una hoja con las preguntas, y al secretario dos para que anote las
respuestas que dará su grupo. Primero cada uno escribe su contestación, y la lee después a
todo el grupo. En la puesta en común del final cada secretario informará de la opinión expuesta
por los compañeros.
Cuestionario
2. ¿Cuáles son algunas de las cosas que dan sentido a tu vida? (Enumera alguna de las cosas
que dan sentido a tu vida y qué significado cada una de ellas le da).
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3. ¿Podrías decir cuál piensas tú que es el sentido de la vida? (Contesta con un párrafo corto
y tan conciso como te sea posible. Puedes servirte de un ejemplo si lo deseas.)
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4. ¿Cuáles son algunas cosas que crees podrían dar mayor sentido a tu vida del que ahora
tiene?
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Al terminar el mensaje: «el otro y yo», se propone como actividad para los grupos la
dinámica de grupo conocida por disco-foro.
b) Forma de realización
4) Actividad de los grupos para después del mensaje: «El hombre viejo»
1. A tu modo de ver, ¿qué buscan los jóvenes de tu edad cuando se acercan al sacramento de
la penitencia o confesión?
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2. Ordena, numerándolas, según su importancia, las frases que te parezcan más apropiadas
para expresar la eficacia de la confesión.
"Dios no viene a suplir los esfuerzos del hombre en la confesión. Viene, sobre todo, a
restablecer una alianza".
"El sacramento de la penitencia educa al tener que confesar los peca- dos el sentido de la
responsabilidad colectiva."
"Por el pecado, nuestro poder de destrucción supera a nuestro poder de creación. Al pecar
emprendemos un camino del que no podemos volvernos atrás solos".
"He aquí lo que cambia la confesión: el pecado, muro colocado entre Dios y nosotros, viene a
ser, por el sacramento de la penitencia, una forma de relación entre Dios y el hombre".
"Por el sacramento de la penitencia o confesión, Dios me llama a construir mi unidad personal,
y construir con todas mis fuerzas la unidad de las comunidades humanas en que vivo."
3. Completa con alguna frase tuya las frases anteriores, la que mejor exprese, a tu criterio, la
relación que existe entre la confesión y el paso o conversión del Hombre Viejo al Hombre
Nuevo, según lo expuesto en los dos últimos mensajes.
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Una vez terminadas las actividades del primer día y después de la comida de la noche,
se tiene la representación improvisada de un socio- drama.
El sociodrama sirve para representar situaciones problemáticas, ideas contrapuestas y
conductas, para luego suscitar un diálogo o discusión y profundizar sobre un tema dado. Al final
del primer día servirá para centrar la temática tratada en la jornada y concretarla sobre un
punto fundamental de las opciones juveniles, como es la opción profesional.
a) Técnica de realización
Los que van a representarlo buscan antes escenas de la vida real y experiencias
propias que muestren como los jóvenes se enfrentan con la opción vocacional profesional. Se
puede representar cómo reacciona y actúa cierto joven frente a unas personas o a su familia en
el momento que va a decidir cuál va a ser su profesión. Por ejemplo, escenificar diálogos entre
un hijo y sus padres, con sus amigos y personas de su ambiente...
c) La realización
Uno o dos guías quedaron encargados de preparar el sociodrama. Bus- can unos cinco o seis
voluntarios para la representación. En el descanso de después de la cena este guía se reúne
con ellos, les expone en qué consiste un sociodrama y les dice lo que se propone con esta
escenificación. Ellos mismos entonces piensan un argumento, ven qué personajes van a
intervenir y se reparten los papeles. Se puede simular un escenario.
A la hora convenida se convoca a todos los jóvenes al foro para asistir al sociodrama.
Si se quiere conveniente se puede hacer una introducción. Cuando el coordinador considere
que en la representación ya se presentó clara la situación a discutir, da una señal y se termina.
Para abrir el debate sobre lo representado, hacer unas preguntas, como: ¿Qué opinas tú de lo
que se ha representado? ¿Responde a situaciones de la vida real? ¿Conocen casos
parecidos? ¿Cuáles? ¿Qué opináis de la actitud del joven protagonista, de los demás
personajes...?
Se abre el diálogo, y durante un tiempo prudencial todos opinan, se discute y
comparten experiencias.
TERCER DÍA DEL ENCUENTRO ACTIVIDADES
ORDEN DE ACTOS A CELEBRAR
Levantarse. Música
Oración de la mañana
l Reflexión espiritual, Tema: Jesús tipo del hombre nuevo
Desayuno
Quinto mensaje
Puntos del «Catálogo de problemas»
Tema: El paso por la encrucijada (1 ` parte)
(Cuando se expone el tema optativo, Dios y mundo al encuentro, el I y II se dan en un mismo
mensaje.)
Actividad final:
Confeccionar el «perfil» del Catálogo
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Comida
Juegos, cantos, música y descanso
Séptimo mensaje, Tema: La madurez de la personalidad
Actividad personal: una «hora de desierto», o bien una actividad grupal
Merienda
Octavo mensaje, Tema: El joven líder comunitario
Test de reflexión personal sobre la fe
Celebración de la Eucaristía
Homilía, Tema: La opción fundamental a la fe
Acto de la opción vital y fundamental a la fe
Cena
Confección de carteles por grupos (pintura rápida)
Sesión de póster-foro
Puesta en común...
Oración de la noche
Acostarse
El equipo promotor se reúne para preparar los actos del día siguiente
El tema que centró todos los mensajes del primer día fue la vocación.
La vocación como sentido de vida y programa de existencia. El Tercer día va ya a dar
respuestas concretas a la problemática personal y a mostrar cómo realizar el ideal vocacional
con personalidad.
Para proceder con orden y poder ofrecer a los jóvenes una pauta de desarrollo de los temas
dentro de un conjunto de unidad, nos serviremos de un catálogo y cuestionario de problemas.
Éste se utiliza durante todos los cuatro mensajes del día.
Este cuestionario se llama «Catálogo de problemas personales». Sus autores son
Nooney y Andrés Vela. Lo facilita el Departamento Vocacional del CELAM. Consta de 25
apartados de preguntas, tratados en 8 capítulos.
El cuestionario hay que llevarlo contestado ya para el primer mensaje: «El paso por la
encrucijada». Hay dos formas de entregarlo a los jóvenes para que lo contesten. La primera es
entregarlo la primera noche de entrada, una vez terminados los actos, antes de acostarse. La
otra sería darlo después de la conferencia: «El joven, sus interrogantes y problemas», allí
donde el equipo promotor haya decidido celebrar una semana antes de¡ Encuentro una reunión
de preparación.
En todos los casos, el coordinador antes de entregar el cuestionario lo presenta y
expone la forma de contestarlo. Advierte que es privado y personal, y hace hincapié en la
importancia de contestar las dos últimas cuestiones: «¿Qué añadirías a la lista de temas
propuesta?», y «Haz un resumen de tus problemas con tus propias palabras».
El primer mensaje del segundo día es: «El paso por la encrucijada». Por su extensión e
interés aquí lo presentamos en dos partes (mensajes 5 y 6); pero podría darse en uno solo,
resumiéndolo, y poder así incluir el mensaje opcional: «Dios y mundo al encuentro». En caso
de exponer el mensaje: «Dios y mundo al encuentro», éste sería el numeral 5, y «El paso por la
encrucijada», el numeral 6.
«Dios y mundo» es un tema de cosmovisión cristiana. Desde luego un tema así no será
del mismo interés para todos los jóvenes. Es propio, sobre todo, para grupos universitarios y
aquellos de inquietud intelectual sobre los problemas del evolucionismo y las relaciones entre
fe y ciencia.
Quien tiene que decidir la inclusión o no de este tema es el centro-guías y
concretamente el equipo de cada Encuentro. El «encuentro en extensión» que queremos
promover en nuestro movimiento no es sólo con los otros sino también con la naturaleza y el
cosmos.
REFLEXIÓN ESPIRITUAL
«El ejemplo de los mártires, humildes y grandes, nos confunde y nos sacude. Hoy se intenta
hacer fácil el cristianismo, sin riesgos, sin sacrificios, sin cruz, a la medida de nuestras
comodidades y de nuestras debilidades de pensamiento y de costumbres. El cristianismo,
empero, es para hombres fuertes, para hombres que en la fe buscan y encuentran su luz y
energía».
Santa Teresa solía decir a sus monjas: «Hijas mías, hasta que se traguen la muerte de
una vez no harán nada.» ¿Cómo hacer «tragar» la muerte a unos jóvenes? Por el amor. Sólo
sabe amar quien sabe sufrir. La capacidad de amor de un joven es enorme, por lo tanto
también su capacidad de sacrificio. Se tratará, pues, de hacer enamorar a los jóvenes de Cristo
y por Cristo, para hacerlos valientes para la lucha olímpica del Evangelio. Otro medio de
«tragar la muerte de una vez», es por la esperanza de una resurrección gloriosa. El precio de la
resurrección con Cristo será la muerte con él al pecado. Cristo muerto y resucitado constituye
el modelo y la fuente de realización de la vocación cristiana, y el epicentro del dogma. «Misterio
pascual podría ser el título de la presente meditación.
Ella constituye, a la vez, el complemento de la celebración litúrgica de anoche. La
parábola de los hijos pródigos terminaba con aquellas palabras del padre: «Tu hermano había
muerto y ha resucitado...». El concilio Vaticano II presenta a Cristo como el tipo perfecto de
hombre nuevo:
Motivación introductoria
Dos compañeros compraron con muchos días de anticipación las entradas para asistir
a un partido de campeonato de fútbol. Cuando el día indicado llegaron por la noche al estadio,
estaban cerradas las taquillas y se vendían las entradas en reventa. Los grandes reflectores
estaban prendidos y proyectaban su luz sobre el césped verde del campo. Y aparecieron los
dos equipos. Veinte, sesenta, cien mil espectadores, hombres y mujeres presencian el desfile.
Se lanza el balón y empieza la expectación y el nerviosismo. Hay muchas apuestas hechas
para el vencedor. Los de ambos lados quieren ganar. Gritos, aplausos, silbidos y peleas en el
público, decepciones y éxitos. La televisión y la radio transmiten para millones de personas que
siguen desde fuera. Mañana comentarán el partido todos los periódicos.
Ésta es una escena que vivimos a diario. ¿No es verdad? ¿Por qué todo este fervor y
entusiasmo? -Es que la gente busca divertirse -es la primera respuesta.
Y esto es muy cierto. Todos vamos a un partido para divertirnos. Pero, ¿no les parece
que en esto hay que ver algo más que una simple diversión? De hecho, se trata de ir a ver al
que gana, ir a sentir la emoción de un enfrentamiento de fuerzas y admirar el esfuerzo y
nobleza de la lucha de unos valientes. Esto es lo que hace divertido el partido. Y cuanto más se
lucha y más difícil se hace la victoria crece el interés y es mayor la emoción del partido.
Ninguno de nosotros irá a pagar entrada por un partido de siete a cero. Gusta la dureza del
encuentro. Una conquista fácil no es victoria.
El mundo siempre admira y aplaude a unos jóvenes valientes y que luchan. Desde
luego, una competición deportiva tiene para nosotros repercusiones de poco alcance. En la
vida hay luchas más decisivas. Una de éstas es la conquista del reino de Dios. La conquista de
la copa de la vida eterna. La salvación es un trofeo de mayores alcances para nosotros (1 Cor.
9, 24).
En la meditación de ayer, nuestro héroe, Cristo, nos invitaba a seguirle. El ideal de la
vocación cristiana, que en los mensajes de ayer nos propuso, es sublime. Él mismo se ofreció a
ayudarnos e ir con nosotros. Pero Cristo para seguirle quiere valientes, jóvenes que estén
dispuestos a luchar por, la victoria; y no una victoria incierta como la de un partido de fútbol.
Desde el momento de empezar, Cristo, si estamos dispuestos a luchar, ya nos asegura el
trofeo del éxito final. Digo el éxito final, porque nuestro héroe sólo puede perder en la media
parte. Ésta ha sido siempre su historia.
Seguir a Cristo significa siempre tener que luchar, competir... y vencer. «El reino de los
cielos sufre violencia y los valientes lo conquistan» (Mt. 11, 12). «Si alguno quiere venir en pos
de mí -nos dice-, niéguese a sí mismo, tome su cruz cada día y sígame» (Lc. 9, 23).
Los cristianos, en el gran estadio de la vida, no queremos ser simples espectadores,
público que paga para aplaudir, sino «espectáculo para el mundo, los hombres y los ángeles»
(1 Cor 4, 9). No queremos sólo que nos diviertan, sino divertir. Ésta es la respuesta concreta
que hoy Cristo espera de cada uno de nosotros. Quiere que le digamos si estamos dispuestos
a seguirle luchando, para conseguir en el mundo la gran victoria.
Vimos ayer que ser cristiano es convertirse en hombre nuevo. Ahora cabe
preguntarnos, ¿dónde está la cuna del hombre nuevo? La cuna donde renace el hombre nuevo
es la cruz. Es con la cruz que Jesús se presenta al mundo como el libertador y el tipo del
hombre nuevo. Al morir Cristo en la cruz, dio muerte al hombre viejo, y la convirtió en fuente de
vida nueva.
También nosotros sólo aceptando vitalmente la cruz, es decir, saliendo de la pasividad
y conformismo, y muriendo al hombre viejo de pecado, podremos resucitar a hombres nuevos.
En las cuentas, «más» (+), siempre se escribe con el signo de la cruz...
Desde luego, buscar la cruz por la cruz y el vencimiento por el vencimiento es absurdo
e inhumano. El dolor por el dolor es masoquismo o dororismo. El dolor hay que evitarlo como
un mal. Siempre que Jesús se encuentra con alguien que sufre lo alivia o lo cura. Pero no son
escasos los casos en que Jesús mismo va en busca de] sufrimiento y también lo recomienda.
Es cuando quiere transformarlo o sublimarlo, como medio para conseguir valores nuevos o una
vida superior. Entonces su nombre es: superación, ser- vicio, mérito, renovación. Más
propiamente: pascua y redención.
He aquí las cuatro leyes de vida que Jesús ofrece a los jóvenes y a los cristianos para
convencernos y decidirnos a aceptar vitalmente el sacrificio y a luchar con éxito en la vida.
1) La ley de la naturaleza
«Respondió Jesús: En verdad, en verdad os digo: si el grano de trigo no cae en tierra y muere,
queda él solo; pero si muere, da mucho fruto» (Jn. 12, 24).
La ley biológica que dictó el Creador para que germinara la vida en la naturaleza fue
que la muerte de uno fuera principio de vida para el otro. Corruptio unius generatio alteriu.
Cristo mismo nos puso la parábola del grano de trigo, que para poder permanecer y
multiplicarse en la espiga antes tiene que perderse y pudrirse en el surco. Toda recolección se
paga con algún sacrificio. «Aquellos que siembran con lágrimas cosechan entre gritos de
júbilo» (Sal 126, 5). Hay que dar para recibir. «El que escaso siembra escasamente cosecha»
(2 Cor 9, 6).
Podríamos aducir tantos ejemplos de la naturaleza: la poda remoza las plantas, el
invierno prepara la primavera como la noche al día. Dice un dicho campesino: Quien no
arriesga un huevo no tiene un pollo.
Corno se ve, la ley del sacrificio no es una ley escrita en el aire. Es la ley de la vida. El
Evangelio presenta siempre un riesgo a correr, el de nacer de nuevo.
«Dijo Jesús a sus discípulos: El que quiera salvar su vida, la perderá; y el que pierda su vida
por mí, la encontrará» (Mt. 16, 25).
Por la vida se pierde la vida. Quien quiera ganar, primero debe saber perder. Todo
sacrificio es fuente de méritos. Mérito es el derecho que se adquiere a la recompensa. La
persona que sufre y lucha dignamente es acreedora de admiración y de premio. Es un principio
de la moral.
«Ancha es la puerta y espaciosa la senda que lleva a la perdición... Estrecha es la
puerta y angosta la senda que lleva a la vida» (Mt. 7, 13-14). Ad augusta, per angusta. Veamos
casos concretos:
La mujer, cuando da a luz, está triste, porque le ha llegado la hora; pero cuando el niño
le ha nacido, ya no se acuerda del aprieto por el gozo de que ha nacido un hombre al mundo»
(Jn. 16, 21).
El máximo exponente del amor humano es el de la madre, que es un amor forjado en el
dolor. Una madre ama al hijo por lo mucho que ha arriesgado y sufrido por él, y, a su vez, el
hijo por lo que por él ha sufrido su madre. El sacrificio es la suprema escuela del amor. Amor y
dolor son correlativos. Cuando descubren los adolescentes el amor lo pintan siempre con un
corazón y una flecha. El clásico flechazo de Cupido.
En el sacrificio está la prueba y sublimación del amor. «El que ama no sufre, porque, si
sufre, ama el sufrimiento» (San Agustín). El que no sabe sufrir y sacrificarse por el otro, no es
capaz de amar. Decía un enamorado: «Pido a Dios que algún día ella tenga necesidad de mI
para demostrarle lo que yo soy capaz de hacer por ella».
4) La ley sobrenatural de la redención
«Bienaventurados los que tienen hambre y sed de justicia, porque serán hartos.
Bienaventurados los puros de corazón, porque verán a Dios. Bienaventurados los que sufren
persecución por la justicia, porque suyo es el reino de los cielos» (Mt. 5, 3ss).
El tipo del hombre viejo es Adán. Él pecó y la ley o castigo que le impuso Dios para su
liberación fue el sacrificio: «Ganarás el pan con el sudor de tu frente». El sufrimiento tiene para
la humanidad caída el valor de redención. El hombre perdió la libertad y la gracia por el abuso
del placer y la falta de vencimiento, y tiene que recuperarlas por el sacrificio y el vencimiento.
Existe un pasaje bíblico, en el Génesis, supremamente gráfico, que nos explica la
manera de conceptuar el sacrificio. Es la lucha que libra Jacob en la región del Yabboq con un
ángel signo del dolor enviado de Dios (Gen. 32, 23ss).
Desde la hora sexta la oscuridad cayó sobre toda la tierra hasta la hora nona. Y
alrededor de la hora nona clamó Jesús con fuerte voz: «¡Dios mío, Dios mío!. ¿por qué me has
abandonado?» (Mt. 27, 45-47).
Ninguna de las razones anteriores, sin embargo, es convincente y decisiva para que un
joven se comprometa a luchar, por el reino, como loes el ejemplo sacrificado de Jesús en la
cruz. Cuando él nos invitó a coger la cruz, no solamente dijo: «quienquiera venir en pos de mí
niéguese a sí mismo y tome su cruz», sino que añadió: «y sígame».
Aceptar la cruz, luchar por Cristo es la forma de estar más cerca de él. Jesús se acerca
al que sufre. No sólo está junto a él, sino que le va delante, abriendo camino. La punta de la
espina primero se clavó en sus pies, y a nosotros nos punza menos.
Los invito, jóvenes, ahora, a que subamos al Calvario para asistir a la lucha más
titánica que jamás se ha librado en el mundo. Es decisiva: la de nuestra salvación. Vamos a ver
competir a Jesús de Nazaret, Hijo del hombre e Hijo de Dios, contra sus enemigos para
conseguir la victoria. En la cruz de Jesús, como en un inmenso estadio, luchan el amor y el
odio, la gracia y el pecado, el cielo y el infierno, el bien y el mal, la vida y la muerte.
Es viernes santo. Estamos ya en el Calvario. Al pie de la cruz con la virgen María, Juan
el apóstol joven y la Magdalena, junto a un enorme gentío -unos a favor y otros en contra de
Jesús-. Observemos a Cristo, nuestro libertador:
Después de estar Jesús tres horas sufriendo en silencio, haciendo un gran esfuerzo
para incorporarse en la cruz, quiere hablar. Le cuesta; está desangrándose, le falta aire, morirá
de asfixia. Oigámosle pronunciar su cuarta palabra: «¡Dios mío, Dios mío! ¿Por qué me has
abandonado?»
El «porqué» de la pasión de Jesús es lo más sublime y divino. Hemos dicho, que el
«por qué» se sufre es lo que hace noble y bueno el sufrimiento. Por eso Jesús pregunta a su
Padre, con clamor para que lo oigamos todos: «¿Por qué me has abandonado?» Nuestro
libertador sufre abandono:
«Así que le crucificaron, se dividieron sus vestidos, echándolos a suerte.» No sólo sus
vestidos; sus méritos, su sangre, su persona, fueron divididos y repartidos a todos los hombres,
y quiso enriquecer a la humanidad entera.
Dos amigos estudiantes, al despedirse M colegio, se juraron amistad, y que, si el caso
llegara, el uno daría la vida por el otro. Pasaron los años. El uno fue bueno y llegó a grandes
cargos del Estado; el otro fue malo, llegó a criminal, y fue sentenciado a muerte. Cuando el
amigo bueno se enteré, quiso cumplir lo prometido. Por sus méritos consiguió llegar a la celda
de¡ criminal, y le ofreció cambiar sus vestidos. El amigo malo, con los vestidos del amigo
bueno, se escapó ileso... Pero por el delito de haber dejado escapar al culpable, poco después
poco después en el cadalso.
¿Por qué moría? Por amor. Por cumplir su palabra. Por convertir al amigo malo en
bueno. Este amigo malo somos nosotros. El amigo bueno es Cristo.
Jesús habla nuevamente y dice: «Tengo sed.» Es el cumplimiento de la última profecía
que de él se había escrito. Por esto a continuación puede exclamar: «Todo está cumplido»
Consummatum est. Estas palabras, más que un grito de sufrimiento, son un grito de triunfo. Es
el grito del atleta que se lanza extenuado al llegar y caerse en la meta. Es el parte que después
de una misión difícil da el soldado: «Misión cumplida.» Jesús ha cumplido plena y heroicamente
su vocación de Salvador del mundo. No hay prueba más grande de amor que dar la vida por
sus amigos... «Y habiendo inclinado la cabeza, entrega su espíritu».
¡Jesús ha muerto! El sol, avergonzado del deicidio, se tapa la cara. Las piedras
quiebran con el temblor. Los muertos aparecen. Las personas bajan del Calvario arrepentidas,
dándose golpes al pecho. ¿Y tú vas a que- dar indiferente?... Señor, tu muerte será mi vida.
3. LA VICTORIA DE CRISTO
«Dijo el ángel a las mujeres: No teman, sé que buscáis a Jesús, el crucificado; no está
aquí, ha resucitado, como lo había dicho. Venid, ved el lugar donde estaba. Y ahora id a decir a
sus discípulos: Ha resucitado entre los muertos e irá delante de vosotros» (Mt. 28, 5ss).
La historia de Cristo no termina aquí con su muerte. Empieza una nueva era. A los tres
días de muerto, Cristo resucita hecho hombre nuevo, con sus sufrimientos y, sobre todo, con su
muerte «mereció» la manifestación en su cuerpo de su realidad de Hijo de Dios. La
inmortalidad ha sido el gran triunfo del amor. Jesús sea aparece luego a sus apóstoles y les
muestra las heridas de las manos y el costado para cerciorarles de que no son víctimas de una
ilusión, y como trofeos gloriosos de su victoria.
Visitad la tumba de los grandes héroes y libertadores, de un Cid Campeador, de un
Napoleón, de un Simón Bolívar, de todos ellos sólo se guardan los huesos. Vayan en cambio a
Jerusalén y visiten el Santo Sepulcro y encontrarán que se venera la tumba vacía. Cristo vive
de nuevo, está en cuerpo y alma en el cielo y entre nosotros. El es la cabeza del pueblo de los
salvados, la Iglesia. De su cuerpo glorioso nos alimentamos en al eucaristía. Su resurrección es
fundamento de fe inquebrantable y esperanza de que también nosotros con el y como él
conseguiremos la victoria. Cristo resucitado, eternamente joven, llama a los jóvenes a la gran
fiesta de la renovación.
Ahora, una vez resucitado, ya no puede volver a sufrir y morir. Pero uno de los
prodigiosos efectos de su resurrección es que, no pudiendo ya experimentar más el dolor en su
persona, sin embargo, puede continuar todavía sufriendo y muriendo en la persona de los
cristianos, en su cuerpo místico. Cada hombre que sufre nos recuerda y nos hace presente a
Jesús abandonado. En cada persona que sufre, pobre, enferma y abandonada, y en nosotros
mismos siempre que hay un esfuerzo para luchar por una buena causa, Jesús está redimiendo,
mereciendo y superándose para conseguir nuevas resurrecciones. Cristo es el tipo del hombre
integral.
Conclusión
Por la cruz a la luz. La cruz es la señal del cristiano. Nosotros no querernos una cruz
sin Cristo, como los marxistas; ni un Cristo sin cruz, como los capitalistas. Cristo en la cruz es
el signo del sacrificio, del amor y de la victoria. El hombre nuevo que inaugura una nueva
creación.
Termino con las palabras que un día pronunció el fundador de la Juventud Obrera
Católica (J.O.C.), cardenal Cardyn, frente a millares de jóvenes trabajadores:
«Qué revolucionarios son aquellos que comprenden el precio de la cruz; ellos cambian el mal
en bien, el sufrimiento en alegría, la muerte en vida y esta revolución no es sólo espiritual y
personal. Qué renovación profesional, social, económica y política, a la par, ella realiza. »
ANOTACIONES A LA REFLEXIÓN
- El asesor puede cambiar la Lectura Bíblica del libro de oraciones para la oración de la
mañana, por otra que él escoja referente a la reflexión que va a darse después. Es una forma
de hacer hincapié sobre un punto bíblico que se quiera destacar.
- Termínese la reflexión invitando a todos a hacer unos minutos de silencio para la oración.
Esta oración puede ser comunitaria y espontánea. Los jóvenes y los guías pueden hacer
alguna consideración o petición en voz alta. Antes de salir es bueno cantar alguna canción
adecuada, motivándola antes con la misma letra de la canción.
MENSAJE QUINTO
11. EL PASO POR LA ENCRUCIJADA
PARTE PRIMERA
El presente tema abarca dos mensajes. La parte primera corresponde al mensaje n.5;
la segunda al mensaje n.6. De aquí que ambos lleven un mismo nombre: «El paso por la
encrucijada».
Cuando el equipo de un Encuentro decide incluir en el elenco de temas el mensaje
opcional llamado «Dios y mundo al encuentro», entonces el tema «El paso por la encrucijada»,
en vez de dividirlo en dos mensajes distintos, se desarrolla en uno solo. «Dios y mundo»
constituye el mensaje n.5, y «El paso por la encrucijada» se resume en uno, como mensaje n.'8
(véase Temas optativos).
La razón de dividir «el paso por la encrucijada» en dos mensajes, puede ser porque el
optativo no es un tema muy apropiado para los jóvenes del Encuentro; o también porque,
debido a la importancia que tiene, se le quiere dar mayor extensión.
El quinto tema inicia los mensajes del segundo día. Es el primero de la mañana. Se
pide que todos lleven el Catálogo de Problemas ya contestado, para irlo consultando durante
los cuatro mensajes del día. En él encontrarán las referencias personales de cada tema.
Todos los puntos del Catálogo están recapitulados en 8 capítulos, que son los que se irán
tratando a lo largo de la jornada incluyendo la celebración de la noche.
Los 8 capítulos corresponden a los temas indicados con números romanos en el
catálogo, y se tratarán en el orden siguiente:
Motivación introductoria
Se ha dicho también que los jóvenes se replanteen las ideas y sólo acepten las
verdades cuando las descubren como valores. (Valor es la respuesta a una necesidad.) Aquí
daremos respuestas tratando las verdades como valores vitales. Desde la vida.
Más que dar normas -que sólo sirven para unos casos determinados- trataremos de
formar criterios. Los criterios son los principios donde se inspiran las normas. Los criterios
forman mentalidad, abren cauce.
Dice el adagio, que mejor que regalar pescado es enseñar a pescar. Cuando un día un
paralítico pidió limosna a san Pedro y san Juan, en la puerta del templo, le contestaron: «No
tenemos ni oro ni plata, lo que tenemos te damos: En nombre de Jesús de Nazaret, camina»
(Hechos 3, 1-12). ¿Cuándo le dieron más, dando la salud para ganar dinero o con una
limosna? Aquí preferiremos más promocionar; dar criterios y estímulos y abrir camino, que
presentar normas o soluciones parciales para un caso.
Los temas serán presentados con un cuestionario, en forma de preguntas, para
concretarlos de una manera más personal y directa. Evidente- mente, las preguntas no van a
afectar a todos. Muchas quedarán sin ninguna cruz. No importa, pero cada pregunta lleva su
intención y abre un camino a la reflexión y al diálogo. Este cuestionario fue elaborado por un
equipo plurivalente de expertos en juventud.
Los problemas están aquí. Es normal tener problemas. Hay que reconocerlos buscando
soluciones. El peor problema sería no tener ningún problema. Según Ortega, pensar es buscar
respuestas. Nuestros problemas, bien encauzados, son fuerza que nos hace caminar por el
camino de nuestra felicidad. Cuando no, estallan. Ningún problema se soluciona por sí solo.
Todos los problemas son una fuerza vital que dentro de nosotros nos obligan a actuar, bien o
mal.
1. LA SALUD Y EL CUERPO
Al iniciar el estudio de cada capítulo, se pide que los jóvenes consulten y constaten
personalmente aquellos puntos que en el Catálogo tienen señalados con una o varias cruces.
Las doscientas preguntas del test están divididas en 8 capítulos. El presente, que trata
del cuerpo y problemas físicos, es el primero.
El cuerpo humano puede ser considerado desde muchos puntos de vista, nosotros
vamos a citar los principales para integrarlos en una única valoración.
1. En orden a la creación
La Biblia nos indica el valor del cuerpo por la forma como Dios intervino en su creación.
Todos los elementos materiales fueron creados por una palabra de Dios. «Dijo Dios y se hizo.»
Cuando se trató de formar el cuerpo del hombre, tomó barro y lo modelé con sus manos: «Dios
formó al hombre con polvo del suelo, e insufló en sus narices aliento de vida y resultó el
hombre un ser viviente» (Gen. 2, 7; Job 10, 8).
En la creación hubo dos actos de Dios: el cuerpo y el alma los creó distintos. Y así
continúa obrando Dios; los padres ponen lo material, y en cada concepción él crea de la nada
un alma inmortal. Pero esto no quiere decir que el cuerpo y el alma deban ser separados,
seccionados. En la Biblia, cuerpo y alma indican toda la persona. Cuerpo indica el hombre total
en su aspecto de fragilidad o de caducidad (Gen. 6, 12). Alma, por su parte, indica el hombre
en su parte vital (Gen. 14, 2 l). El hombre es una unidad integral. Pecar contra el cuerpo es
contra la persona humana en su conjunto (1Cor. 6, 18). El cuerpo no es un conjunto de carne y
huesos, que reduce sólo a la unidad los miembros; es expresión de la persona en sus
situaciones mayores: en el estado de pecado, de gracia y consagración.
2. En el orden físico
En todos los centros docentes donde han estudiado se les ha hablado del valor
fisiológico del cuerpo. En anatomía han visto el número, estructura y relaciones de los órganos
del cuerpo; y en fisiología, las funciones de los órganos y fenómenos de la vida. A buen seguro
que más de una vez se maravilló la contextura del tejido del cuerpo humano y alabaron a Dios.
¿Quién no admira el poder de Dios, por ejemplo, en el iris ocular que regula y funciona de
acuerdo a la intensidad de luz que recibe?
3. En el orden estético
4. En el orden de la redención
Después de lo dicho, sin embargo, lo peor sería absolutizar el cuerpo. Caer, como
tantos, en el culto de la carne. El valor del cuerpo es relativo, está en relación del espíritu, del
alma del hombre. Éste es el sentido completo de la expresión evangélica: «De qué le sirve al
hombre ganar todo el mundo si pierde su alma» (Mt. 16, 26).
El cuerpo tiene, a la vez, sus contravalores, que debemos tener en cuenta para
justipreciarlo. Baste nombrarlos:
1. La fugacidad de la juventud. Los años de mayor esplendor del cuerpo son los de la juventud.
¿Cuántos años comprende a la juventud? Propiamente, de quince o dieciséis, a veintidós o
veintitrés años... Los poetas y los discos cantan la juventud como el florecer de una flor, de una
rosa (Ecl. 12, l).
2. La enfermedad. Lo endeble que son las fuerzas físicas del hombre nos lo demuestran la
facilidad con que se puede contraer una enfermedad y los cuidados que requiere la salud. Una
lesión en el juego puede inutilizar al mejor atleta.
3. El exceso de gustos. Las apetencias del cuerpo pronto se desequilibran por el exceso.
Casos: comer y beber por gula, el alcoholismo, el uso de drogas y alucinógenos. En el aspecto
sexual, están la lascivia y el erotismo. Para defender los valores del cuerpo puso Dios el 5º y el
6º mandamientos.
4. La muerte. La experiencia de la muerte debemos pasarla todos. El cementerio es el lugar
destinado a guardar los restos de los cuerpos muertos. La muerte reduce la grandeza y belleza
del cuerpo otra vez a polvo. «Acuérdate que vienes del polvo y al polvo has de volver.»
Q El destino del cuerpo
Decir que el destino del cuerpo fuera el cementerio sería desesperante. No es así. El
destino del cuerpo es el mismo del alma. La persona humana -ésta es su mayor dignidad- fue
creada para disfrutar de Dios en la eternidad. El cuerpo debe resucitar como Cristo, de quien es
miembro (1Cor. 6, 14). ¡Creo en la resurrección de la carne!
En este mundo no hay justicia. Se da el caso de personas de un cuerpo muy bello y de
alma viciosa. Como también, personas muy feas o poco agraciadas, pero de vida virtuosa y
santa. No así será el día de la resurrección. La belleza de las almas en gracia se
transparentará a través de sus cuerpos gloriosos. Los feos serán los malos, y los santos los
más perfectos en sus cuerpos, según se salven o condenen en el cielo o el infierno.
Cristo transfigurará nuestros cuerpos de miseria para conformarlos a su cuerpo de
gloria» (Flp. 3, 20ss).
2. EL ESTUDIO
También en los estudios hay que distinguir el doble aspecto entre la ciencia y la
sabiduría. Constituyen incluso dos ramas diversas del estudio, pero complementarias; ambas
se reclaman. La ciencia es el conocimiento de las cosas. La sabiduría da la conciencia de las
cosas. La ciencia escudriña las cosas materiales y temporales-, la sabiduría busca conocer la
verdad de las cosas eternas, entre las que está el hombre. Cicerón define la sabiduría como el
arte de saber vivir, ars vivendi.
La ciencia dice: hay que vivir, y busca los medios de prolongar la vida; la sabiduría
dice: hay también que morir, y busca los medios de bien hacer- lo. La primera forma
tecnólogos, la otra hace sabios. Hay que buscar algo más allá de la ciencia. «Sí, sí, lo veo -
escribe Unamuno-: una enorme actividad, una poderosa civilización, mucha ciencia, y luego;
cuando hayamos llenado el mundo de maravillas industriales, fábricas, museos y biblioteca,
caeremos agotados al pie de todo eso, ¿y quedará para quién? ¿Se hizo el hombre para la
ciencia o la ciencia para el hombre?»
La sabiduría es el objeto propio de la religión y también de la filosofía. El cristianismo,
en los estudios, responde a la necesidad de formarse una concepción unitaria y total del
mundo, haciendo de la ciencia el basamento de la sabiduría. El joven estudiante cristiano usa
de la ciencia como de cascote para erguirse sobre ella. «Maldita la ciencia que no termina en
amor», solía decir Ollé Laprune. Cuántos padres, desgraciadamente, sólo valoran las notas que
traen sus hijos de matemáticas y ciencias, y en poco tienen su formación religiosa, la sabiduría.
De las señales que habéis indicado en el Católogo, se desprende que los puntos
principales que son causa de los problemas que experimentáis en vuestros estudios son:
1. Los centros docentes. Hay alumnos que se quejan de sentirse como extraños en el colegio
(universidad). En muchos casos la enseñanza puede convertirse en un negocio; no, ante todo,
en una misión. En los grandes centros de enseñanza el alumno se siente masificado,
convertido en ficha de secretaria. Hay profesores que llaman a sus alumnos no por el nombre,
sino por el número. «La señorita número 32 recite la lección»... El profesor es un señor que
«echa» la lección y no habla ni conoce a sus alumnos. Todo lo mueven los exámenes, con
frecuencia se confunde nota con talento. Y en esto no hay que achacarlo todo a los profesores,
¿corresponden los alumnos con estima y confianza a sus profesores?
3. Tener método de estudio. Hay fracasos en el estudio que no es por falta de capacidad sino
de método. Para todo trabajo se necesita una técnica. Lo primero es sujetarse a un horario y
tener constancia. En las clases y en las lecturas hay que saber sacar los apuntes y ordenarlos.
Ir formando su biblioteca y hemeroteca de temas preferidos. La formación de un fichero re-
porta grandes ventajas: va indicando a cada uno su preferencia, su habilidad para la
especialización: su vocación intelectual. Para muchas asignaturas es bueno estudiar en equipo.
No olvidar la oración al «Padre de las luces» antes de empezar el estudio.
D) Descubrir el cristianismo.
3. LA FAMILIA
Pasemos a tratar ahora el capítulo número tres del Catálogo de problemas, referente a
la familia. Comprobad las señales o cruces que habéis inscrito en este número,- en los
diferentes grupos de preguntas.
El Encuentro es un momento muy propicio para hablaros de la familia. La familia,
cuando más se aprecia es cuando no se tiene, como os sucede ahora a todos los que estáis
aquí.
A) Valores de la familia
Valor es una cosa que satisface una necesidad. La familia es el primer valor social, el
primer núcleo social perfecto. Lógica y realmente la familia es anterior a toda otra sociedad.
Constituye su célula fundamental. La familia contiene los dos elementos constitutivos de una
sociedad:
Y todo bajo un mismo signo, buscando el mismo objetivo y con una aportación común.
El hogar es una sociedad de derecho natural, integrada por dos sociedades elementales: la
sociedad conyugal, constituida por los esposos, y la sociedad paterna, compuesta de padres e
hijos.
La profesión de padre es ser el cabeza de familia. Es el representante del Padre
nuestro que está en los cielos, “del cual deriva toda paternidad”. Le corresponde cuidar, por
eso, de¡ «pan de cada día», la formación intelectual y profesional de los hijos.
La profesión de madre es ser el corazón del hogar. Es el vínculo entre el padre y los
hijos. Ella forma el sentimiento, el gusto y la piedad de los hijos. Se dice de la madre que es un
cielo abreviado. Es el ser más indefinible del mundo.
El hijo debe a sus padres su existencia. Éste es el primer título de afecto. Para la
felicidad de un hogar hay que preguntarse más qué es lo que yo debo hacer por mis padres
que lo que ellos deben hacer por mí, por lo mucho que ya han hecho. «Los hijos son pedazos
de las entrañas de sus padres y así se han de querer o buenos o malos que sean» (Cervantes).
El cuarto mandamiento manda honrar a los padres.
- «Mis padres no me comprenden» Al responder a tus objeciones no vamos a dar en todo razón
a tus padres; pero como el Encuentro es para los hijos y no para los padres, aquí no vamos a
dar las respuestas que corresponden a ellos, como es lógico, sino las vuestras. Es verdad, con
demasiada frecuencia, que los padres no se dan cuenta de que los hijos crecen y continúan
creyendo que son unos niños. No aceptan más criterios que los suyos. Falta diálogo y
expansión, y entonces nace la desconfianza.
La clave es la comprensión mutua. Los padres deben hacerse cargo que los hijos han
cambiado y son otra generación. A su vez los hijos deben darse cuenta que los padres
cambian, se van haciendo mayores, y son de otra generación. En un principio el hijo lo necesita
todo del padre, pero llega un momento que el padre envejece y necesita cada vez más del hijo.
- «Mis padres no me comprenden» Al responder a tus objeciones no vamos a dar en todo razón
a tus padres; pero como el Encuentro es para los hijos y no para los padres, aquí no vamos a
dar las respuestas que corresponden a ellos, como es lógico, sino las vuestras. Es verdad, con
demasiada frecuencia, que los padres no se dan cuenta de que los hijos crecen y continúan
creyendo que son unos niños. No aceptan más criterios que los suyos. Falta diálogo y
expansión, y entonces nace la desconfianza.
La clave es la comprensión mutua. Los padres deben hacerse cargo que los hijos han
cambiado y son otra generación. A su vez los hijos deben darse cuenta que los padres
cambian, se van haciendo mayores, y son de otra generación. En un principio el hijo lo necesita
todo del padre, pero llega un momento que el padre envejece y necesita cada vez más del hijo.
- «Divergencias entre mi padre y mi madre». En estos casos lo mejor es no tomar partido.
Siempre la razón estará a favor de quien ame más. El hijo tiene que ser el lazo de unión entre
los padres. Aprovecha todas las experiencias de tu hogar para que te sirvan para el día que tú
tengas que formar una familia nueva.
- «Desearía tener un ambiente familiar de más distinción». ¿Has pensado que lo que tú tienes o
lo que tú eres se lo debes a su trabajo y desvelos? Un día preguntaron a san Pío X qué
tratamiento y título había que dar a sus hermanas, de origen humilde. Y él contestó:
«Llámenlas simplemente hermanas del Papa.» Jesús, siendo Dios, se eligió una madre esposa
de un carpintero.
- «Deseo más libertad en casa». Procura ante todo merecerla. La libertad no puede
disciplinarse por sí misma. En todos los avisos de tus padres no debes ver sólo un control, sino
también un interés, aun cuando a veces sean exagerados. Así llegarás a convencerlos. Un
joven dijo que la mayor decepción que había recibido de su padre fue el día que éste, como
respuesta a una reacción suya violenta a una advertencia, le contestó: «De ahora en adelante
haz lo que quieras, nunca más volveré a avisarte».
Hay casos en que uno es libre de no obedecer a sus padres, como en el caso de
elección de estado, de novia o de carrera, pero siempre hay que consultarlos y atender
seriamente sus razones.
4. LA VIDA SOCIAL
- «Evitar las relaciones sociales. Tener poca vida social». Debes considerar la sociedad como
un desarrollo de la familia. Hay que alternar y cultivar la vida social. La causa de evitar las
relaciones sociales puede ser la indiferencia o la timidez.
El indiferente no se encuentra con el otro. Pasa a su lado como pasa al lado de las
cosas; lo evita como se evitan las piedras o espinas de un camino. Los otros no tienen nombre
para el joven indiferente, y cuando habla de ellos, dice: «uno» o «esta gente». En cuanto a la
timidez, dice Marañón, que todo hombre normal es un poco tímido, pero hay que luchar contra
ella. No te importe lo que digan los demás. Todos somos lo que somos delante de Dios. Lo
importante es que cuando te critiquen no tengan razón. «En los ánimos encogidos nunca tuvo
lugar la buena dicha», según escribe Cervantes. «La timidez es la desconfianza del amor
propio, que deseando agradar teme no conseguirlo».
- «Ser demasiado influenciable». El ambiente, naturalmente, está aquí, y a todos nos influencia,
como el aire que respiramos y la temperatura. El ambiente es el cuadro geográfico y el medio
social en que se desenvuelve la vida. Pero el joven no debe ser demasiado influenciable al
ambiente: debe servirse de él, superarlo o ganarlo. Cuenta con tu libertad y conquista la in-
dependencia espiritual sobre el ambiente.
He aquí los tres aspectos de la propia educación con respecto al ambiente, o sea, la
educación social que debes ir adquiriendo para ser vencedor y no vencido por la corriente:
- «Deseo conocer chicos (as).» Cuando Dios creó a la mujer dijo: «No es bueno que el hombre
esté solo.» El hombre y la mujer se complementan en sus relaciones. El trato entre chicos y
chicas es el camino normal para llegar al matrimonio y poder elegir novia. Para poder elegir hay
que conocer. La elección de esposo o esposa es una de las opciones fundamentales de la
juventud.
¿Cómo elegir novia? Por sólo mirarle la cara y el tipo no se conoce una persona. Hay
que tratarla, no tener prisa en el compromiso. Y aun después del compromiso de noviazgo,
quedar libre para la retirada cuando convenga. Es algo que hay que encomendar mucho a
Dios. Atendiendo la forma de hablar es como mejor se conocen las personas (Sant 3, 3-7). No
enamorarse con sólo el corazón, ni la cabeza; sino poniendo ambos.
- «No tener un lugar en casa para entretenerme con los (as) amigos (as).» Tenéis razón. El
hogar no debe ser un coto cerrado sólo para la familia. Hay que abrirlo para la convivencia
social, dar acceso a los compañeros. Es bueno poder invitar a los amigos a entretenerse en
casa.
Antiguamente en las casas de campo solían plantar un ciprés a la puerta, como signo de
hospitalidad. Las fiestas familiares son muy buenas para crear relaciones, y suelen ser las más
sanas. Unen las familias con los amigos. Dicen que todo invitado lleva otro invitado. Pero no
sólo la hospitalidad hay que practicarla con quien puedes esperar de él reciprocidad. Al decir de
Bacón: «Quien se comporta cortésmente con los extranjeros, demuestra ser ciudadano del
mundo.»
(Ruptura intermedia para un rato de descanso. Puede servirse un refrigerio).
ANOTACIONES AL MENSAJE
- Por la similitud de exposición que guardan los tenias de esta mañana, parece recomendable
que ambos tengan el mismo expositor. El más indicado sería un sacerdote del equipo. Podría
intervenir algún guía.
- Antes de iniciar el mensaje se pide a todos los jóvenes que lleven el Catálogo de problemas
contestado al foro, para consultarlo.
- Corno los temas de estas charlas son tan directos y de interés para los jóvenes, y siendo el
tiempo demasiado limitado para tanta materia, el expositor tendrá que limitarse y adaptarse al
grupo que asista al Encuentro. El desarrollo que aquí presentamos es sólo una panorámica; el
expositor verá lo que hay que resumir, suprimir o completar.
- Al final de este 5º mensaje se advierte que no habrá actividad grupa¡, y que la que seguirá al
próximo servirá para ambos. Pero advierta el coordinador que a partir de ahora, en los ratos
libres, estarán los asesores espirituales a disposición de todos, para contestar los puntos que
consideren necesitan mayor aclaración o para consultas personales. Los mensajes sólo con-
templan los aspectos generales. Muchas veces la consulta o diálogo con el sacerdote inducen
y preparan una confesión. Para la consulta de ciertos puntos estará siempre en la convivencia
un guía adulto, casado.
ESQUEMA DEL MENSAJE: «EL PASO POR LA ENCRUCIJADA»
(Parte primera)
Motivación introdutoria
1. LA SALUD Y EL CUERPO
2. LA FORMACIóN Y EL ESTUDIO
2. Problemas de familia
- La familia que ahora tengo
- La familia que mañana voy a formar
4. LA VIDA SOCIAL
1. Juventud y relaciones humanas
2. El tiempo libre: prohibido aburrirse
6. EL PASO POR LA ENCRUCIJADA
(PARTE SEGUNDA)
El presente mensaje es continuación del anterior. Aquí se tratan los capítulos VII y VIII
del Catálogo, pero se altera el orden. Primero se ve el tema de la Profesión, dejando para
después el de la Sexualidad.
No se hace ahora la presentación y motivación del mensaje porque son las mismas del
anterior.
Durante mucho tiempo fue famoso en América y en Europa un lema muy difundido
entre los jóvenes, en forma de pósters y pegatinas en los coches, que decía: «Jesús es la
respuesta» (Jesus is the answer).
Esto es justamente lo que nosotros nos hemos propuesto en todos los temas de hoy
demostrar, y partiendo de nuestros propios problemas. «Jesús redentor del hombre», es el
título con que Juan Pablo II intitula su primera encíclica. Y, como él allí claramente explicita: del
hombre concreto, integral; del hombre histórico y social.
Sigamos pues con nuestro Catálogo de problemas. Pasemos ahora a exponer el tema
de la Profesión. Comprobad los puntos que tenéis señalados en el capítulo VIII.
5. LA VOCACIÓN PROFESIONAL
A) El fin predominante
El móvil que promueve toda la vida cristiana es el reino de Dios (Lc. 12, 31). Así lo entendió
aquella joven que, teniendo iguales aptitudes para las matemáticas que para la medicina, eligió
esta última, para poder dedicarse cuatro o cinco años al servicio de sus hermanos más
menesterosos en un dispensario popular. Como aquel muchacho que eligió filosofía y letras
para ser más útil a tantos jóvenes, ayudándolos en la resolución de sus problemas filosóficos y
morales. Como aquel otro joven que eligió la carrera sacerdotal con ánimos de entregarse
totalmente a la predicación del Evangelio.
Naturalmente, que tales decisiones no se improvisan. Son fruto lógico de una larga
maduración para crear en sí mismo la «mentalidad del reino». Sólo así un joven se hace capaz
de portarse como hombre integral en las decisiones fundamentales de su vida.
La profesión estará de acuerdo con las aptitudes físicas de uno. Debes examinar tu resistencia
corporal para ver sus posibilidades. Adivina la incompatibilidad entre ser manco y pianista,
laringitis crónica y enseñanza, deseo de actividad y profesión sedentaria.
Están las aptitudes intelectuales. Haz el cálculo: en tu nivel, a tu edad, con tu
capacidad actual, ¿puedes llegar felizmente al término?
Precisan, además, unas aptitudes morales. Para llegar a profesiones de enseñanza o
medicina hace falta abnegación y psicología natural; para ejercer carreras científicas o de
laboratorio, precisión y seguridad; para carreras literarias y artísticas, imaginación y
sensibilidad. En ningún caso, la conciencia profesional y el sentido social son un lujo.
Para una profesión hay que tener afición y sentir gusto. Es preciso que la profesión escogida
guste y desarrolle la personalidad. Un conflicto entre gustos y aptitudes es penoso. Edward
Durell Stone, uno de los más grandes y polifacéticos arquitectos del siglo, al hablar de su
vocación artística, confesaba con ingenuidad: - Cuando caí en la cuenta de que podía hacer,
precisamente, lo que más me gustaba, a la vez que ganaba fama y hacía fortuna, fue entonces
m¡ mayor sorpresa.
C) La situación actual
6. LA SEXUALIDAD
Desde luego los primeros informadores deben ser los padres. Conforme ellos van
notando en el hijo la curiosidad por saber sobre el origen de la vida, deben ir contestando, una
a una, de manera progresiva, todas sus preguntas. Cuando los padres, de manera
extremadamente prudente pero perfectamente verdadera, responden a las inquietudes
sexuales de sus hijos, éstos se les van abriendo y nunca llegan a perderles la confianza. De
pequeños no hay que entrar en detalles, pero sí abstenerse de darles explicaciones falsas. La
manera más prudente, y relativamente fácil, de iniciar a los pequeños al misterio de la
concepción, es partir de la explicación de la encarnación de Jesús. Al explicar las palabras del
avemaría y del credo; que Jesús fue «el fruto bendito del vientre de María», y que «nació de
María virgen por obra del Espíritu Santo», se van estableciendo comparaciones y diferencias
con la concepción de los propios hijos, y lo sexual adquiere un sentido cristiano. Desde la
adolescencia debe darse una orientación progresiva integral, que incluya información moral con
los suficientes datos, tanto biológicos como fisiológicos y Psicológicos que implica. Esta
enseñanza de- be ser objetiva, franca, a la vez que inspire respeto. Esta aportación de los otros
es mucho más necesaria hoy que vivimos un ambiente erótico, y cuan- do la madurez corporal
precede a la personalidad.
La sexualidad es una dimensión de la persona. Tiene unos valores propios y tiene una
función positiva y constructiva en el desarrollo de la personalidad.
Si la sexualidad pertenece a la persona como una dimensión fundamental, y la persona
es fundamentalmente amor y libertad y vocación a la fraternidad, el desarrollo de la sexualidad
humana debe hacerse desde estas coordenadas M amor, de la libertad, de la responsabilidad,
del diálogo.
Hay tres palabras que a veces se confunden:
- sexualidad o sexuidad
- genitalidad
- erotismo
La sexualidad es una energía interior que se distribuye por toda la dimensión de
nuestra persona o personalidad. Yo soy sexuado desde la cabeza a los pies.
Genitalizado o erotizado, solamente es una dimensión corporal. Sexo no es la
capacidad de satisfacción erótica, sino las dos maneras básicas de ser persona: hombre o
mujer.
Ser persona quiere decir: tener inteligencia para pensar, voluntad para amar, libertad
para determinarse hacia la propia realización, tener una intimidad -una cosa que sólo pertenece
a la persona-, tener sentimiento.
La sexualidad prepara la persona para amar. Para ser plenamente humana, y no un
instinto puramente animal, ha de ser vivida inteligente- mente desde la libertad de la persona.
Educarse sexualmente quiere decir prepararse para poder relacionarse personalmente,
prepararse a amar. Posibilita el hecho de una plena realización personal. Ahora bien, no hace
falta decir que en nuestro ambiente el sexo y abuso de sexo están de moda.
Esta erotización ha llevado a la manipulación y despersonalización de la juventud,
como si la persona sólo fuera genitalidad y erotismo, y manipula la persona en otros aspectos:
intelectual, libertad, necesidades...
«Dios creó al ser humano macho y hembra y los bendijo... y les dijo: Sean fecundos»
(Gen. 1, 27-28). Esta bendición entre el hombre y la mujer es el amor. El amor es lo que
moraliza las relaciones entre sexos; los une y hace complementarios.
¿Quién mejor que el ingeniero que la ingenió conoce la función de una máquina?
¿Quién mejor que el Creador puede decirnos la función y destino de la sexualidad? La
sexualidad es una llamada al amor. Es una forma determinada de la alteridad de que se habló
en “el otro y yo”. En el plan de Dios, debe conducir a la amistad, ser una expresión de amor. De
lo contrario, separar el apetito o pasión sexual del amor, amenaza subyugar al hombre.
El mandamiento es que amemos al prójimo como a nosotros mismos. ¡Qué difícil
resulta! Sin embargo, el Creador quiso facilitar el camino, ayudarlo, mediante el instinto sexual.
¿No es cierto que amar a una esposa o esposo y a los hijos como a sí mismo resulta mucho
menos difícil? La sexualidad conduce al enamoramiento, y del enamoramiento al amor va casi
sólo un paso. Ir de la sexualidad al amor reclama menos sacrificio.
La sexualidad debe ser una expresión del amor. En el plan de Dios todas las pasiones
– apetitos o instintos naturales- juegan en el fondo una intención moral. Están para hacernos
presente alguna necesidad, o favorecer el cumplimiento de algún deber. Esto queda de
manifiesto en la pasión del comer. Comer es una obligación que nos viene del quinto
mandamiento. Pero, ¡qué caro resulta comer! Que lo digan las amas de casa. «Ganarás el pan
con el sudor de la frente». Sin embargo, qué apetitoso y sabroso también resulta comer.
Cuántos gustos puso la naturaleza en la comida para facilitarnos cumplir con esta obligación, y
cómo para conseguirnos la comida el trabajo se nos hace menos duro.
Algo parecido ocurre con la pureza. El sexto y noveno mandamientos imponen la
castidad y regulan la procreación. Para cuando uno se casa y decide tener hijos, Dios ha
puesto en el acto genital un placer mucho más intenso que el de comer. Cuando la sexualidad,
por el matrimonio, es expresión cama¡ del amor, se convierte en compensación; en un placer a
la vez estimulo y premio, por la paz que deja por la aprobación de la conciencia.
El amor ennoblece, moraliza la sexualidad como complementación mutua del hombre y
la mujer. Por eso la masturbación voluntaria no es moral al cerrarse uno consigo mismo.
También es inmoral la prostitución con otra persona, por la ausencia de un amor responsable,
fuera del matrimonio. El matrimonio es la piedra de toque del amor, donde la entrega se hace
total, perfecta y responsable, como vamos a ver.
2) Matrimonio y sexualidad
Hablar de la sexualidad lleva de la mano a tener que tratar del matrimonio. Jesucristo,
que por medio de los sacramentos hizo de los elementos naturales vehículos de la gracia
sobrenatural, de la atracción amorosa del hombre y la mujer toma base para la caridad y la
institución de un sacramento.
El trinomio del matrimonio: Sexualidad + Amor + Sacramento = Matrimonio.
Como jóvenes, estáis en la edad de pensar seriamente en la opción. La mayor parte de
ustedes tienen la vocación del matrimonio. Pero ¿cómo optar conscientemente a un estado si
no se conoce su verdadero sentido? El Encuentro os invita a pensarlo.
La unión de hombre y mujer es santificante y completa en el matrimonio; integrante en
las tres dimensiones de la existencia. Une los cuerpos, une los corazones y une las almas. Sólo
por el sacramento del matrimonio la unión consigue su pleno desarrollo y felicidad. ¿Qué tal
cuando la unión se busca fuera del matrimonio? La respuesta la darán los hijos.
a) La unión de cuerpos. Hablando del matrimonio, dice Jesús. «Serán dos en una carne» (Mc.
10, 8). En la ceremonia del matrimonio, la unión de cuerpos se simboliza al darse las manos.
Pero esta felicidad, siendo muy noble y santa, es la más fugaz. Pronto cansa, la convivencia en
el hogar tiene ausencias, no siempre pueden engendrarse hijos.
b) La unión de los corazones. Dice también el Señor: «Para casarse dejará el hombre a su
padre y a su madre» (Mc 10, 7). Comporta un amor superior. El matrimonio es el sacramento
de la amistad. El marido y la esposa son el primer amigo y la primera amiga. Este amor está
representado en la ceremonia del sacramento en el acto de la entrega de los anillos. Esta unión
es más intensa y duradera que la anterior, y lejos de dormirse con los años crece y se hace
más verdadera. Pero el amor marital, como tal, desaparece con la muerte (1Cor. 7, 39).
c) La unión de las almas. El matrimonio no sólo significa la unión de Cristo con su Iglesia, sino
que la realiza. «Los maridos amad a vuestras mujeres como Cristo amó a la Iglesia» (Ef. 5,
25). Esta unión está representada eficazmente por el «sí» del sacramento. Dos letras que unen
dos vidas. Y también por las dos hostias que se ponen en una sola patena, para comulgar un
mismo Cristo. «Tres para el matrimonio».
(Según el tiempo de que disponga el expositor y lo aconseje la tanda, hágase una brevisima
exposición de lo que es un matrimonio con cristo-en-medio o sin Cristo).
Después, el matrimonio, no sólo hace buenas las relaciones que antes hubieran sido
pecado, sino que las santifica y diviniza por la gracia. La Iglesia no prohíbe las relaciones
sexuales, sino cuando son prematuras e innobles: la Iglesia sólo prohíbe comer la fruta cuando
está verde, porque deja mal sabor y madura podrida.
Cuántos noviazgos no son más que la ocasión de todas las porquerías. La luna de miel
es un derecho que Dios concede a las personas honradas. Un casado aconseja así a un joven
el matrimonio: «Cásate, que casarse es tener una mujer que no cuesta dinero». Aquí no hay
por qué insistir. Para saber lo que son los matrimonios sin Cristo basta asomarse al cine y ver.
Hasta aquí hemos hablado del matrimonio como el cauce natural de la sexualidad.
Posiblemente, alguno haya podido creer que el hablar con tanto encomio del matrimonio
conlleve una menor estima de la virginidad; o sea, del estado de consagración, del sacerdocio
o la vida religiosa. Pues yo creo haber hecho todo lo contrario. «Cada uno permanezca en el
estado en que fue llamado» (1Cor. 7, 20).
Cuanto se diga de la dignidad del sacramento del matrimonio, en última instancia,
vendrá siempre a valorar más la virginidad consagrada; por aquello que dice la Sagrada
Escritura, que ésta es superior al matrimonio: «Quien forma en su corazón, no necesitado, sino
libre y de voluntad, la determinación de guardarse virgen», sin embargo, éste «hace mejor»
(1Cor. 7,37-38).
El voto de virginidad no está en contra de la sexualidad ni del amor del matrimonio.
Está por encima. La sexualidad tiene un sentido y una función social, de relación, de entrega y
amor al otro. Ahora bien: el amor puede estar presente en la sexualidad de dos maneras, en el
matrimonio y en el celibato consagrado. Puede uno casarse por amor al otro y también dejar de
casarse por amor al otro. Jesús nos habla, «de los que guardan virginidad por amor del reino
de los cielos» (Mt. 19, 12). La virginidad consagrada no constituye, de por sí, un rechazo de la
sexualidad, sino su sublimación. Como el amor moraliza la sexualidad, asimismo moraliza el
celibato.
El sacerdote o religioso no es que no ame y admire el estado del matrimonio, incluso
puede hacerlo para mejor servir el sacramento, en el servicio a otros hogares. Es que
sobreestima la libertad que le da el celibato para dedicarse con un mayor servicio al reino y a
los humanos. El voto de castidad es una vivencia del amor universal.
La virginidad consagrada es una vocación especial o carisma. Por eso dice el Señor:
«El que pueda entender que entienda» (Mt. 19, 12). Comporta un carácter apostólico. No
puede ser egoísmo ni es fuga. Es un estado de realización vocacional y de gozo. San Pablo,
que fue llamado a él, lo desea a los demás como un privilegio: «Quisiera yo que todos los
hombres fueran como yo, pero cada uno tiene de Dios su propio don» (1Cor. 7, 7). El
matrimonio es el estado de la mayor parte, pero admiremos la virginidad consagrada como un
estado de mayor elección.
(El expositor en este momento haga una aplicación, con ejemplos y casos concretos, de una
vida realizada en el sacerdocio o la vida religiosa. El Encuentro es una obra vocacional, y como
tal debe abrir caminos a posibles estados de consagración, admirándolos.)
ANOTACIONES AL MENSAJE
- Este mensaje es continuación del anterior. Las anotaciones que allí se pusieron sirven igual-
mente para el presente. También el sacerdote expositor es el mismo, pero si por el tema que
aquí se trata, la profesión y el matrimonio, se considera oportuno, el guía adulto del equipo -con
profesión y casado- podría hacer su aportación sobre algún punto y dar su testimonio.
Al final de la exposición, el coordinador invita a confeccionar el «Perfil» del Catálogo de
problemas a todos los jóvenes; indica la forma de contestarlo, y hace repartir la hoja donde
dibujar en cada capítulo la línea del perfil. Los guías pueden ayudar a los de su grupo a
contestarlo.
ESQUEMA DEL MENSAJE: “EL PASO POR LA ENCRUCIJADA”
(Parte segunda)
5. LA VOCACIÓN PROFESIONAL
La opción profesional
1. Sentido de la profesión
- dimensión personal
- dimensión social
- dimensión eclesial
6. EL SENTIDO DE LA SEXUALIDAD
Actividad personal al final: Terminados los mensajes 5º y 6º, entrega y evaluación del Catálogo
de los problemas.
SÉPTIMO MENSAJE
13. MADUREZ
Este mensaje es el primero de la tarde y tercero del tercer día. Tendrá lugar después
del tiempo de juego, animación y descanso que sigue a la comida.
Al igual que los demás mensajes de este día, tiene por finalidad ir considerando los
distintos temas ofrecidos por el Catálogo de problemas contestado por los jóvenes.
El punto del cuestionario a estudiar ahora es el capítulo sexto, que habla de la
personalidad. La tercera parte del mensaje trata de las relaciones existentes entre la
personalidad y la fe. Constituirá como un puente que nos hará pasar y nos introducirá a la
celebración litúrgica de la noche y al acto de la opción a la fe.
Al tema de la Madurez de la personalidad se le dedica en el estudio del Catálogo todo
un mensaje, primero por su importancia, y en segundo lugar porque la personalidad constituye
un punto clave de la promoción juvenil, tanto a nivel humano como cristiano. En la personalidad
vienen a revertir y concretarse todos los aspectos de la promoción.
El terna de la personalidad tiene una correspondencia directa y viene reclamado por el
primer mensaje del primer día, sobre el hombre y su vocación. Ambos se complementan a la
manera que una edificación necesita la elaboración anterior de un proyecto.
Cierta revista anunciaba un día, a toda página y color, una marca especial de camisa.
Junto a las fotografías de modelo, se leía: “Joven, viste estas camisas y tendrá personalidad”.
Después de leer semejantes expresiones, bien cabe a uno poderse preguntar: ¿Qué será eso
de la personalidad?
La realidad es que el tema de la personalidad es un tema que siempre atrae la
atención. Tiene interés para todo el mundo, pero de un modo especial para la juventud. Y es
natural. Los jóvenes valoran especialmente la personalidad porque están en la edad de
encauzarla, de afirmarla y definirse.
De ella vamos a tratar aquí. La personalidad es un tema básico para la promoción
juvenil, objetivo del Encuentro.
Hasta aquí se ha venido hablando del hombre y de su vocación en general. Ahora nos
toca concretar más, y hablar del «yo», de mí.
La vocación es el hombre, pero la vocación de un hombre concreto es la persona; mejor dicho,
la personalidad. La vocación constituye el programa o proyecto de vida. La personalidad da un
paso adelante en la vocación. La personalidad ya es más que un simple proyecto o ideal de
vida: es lo que estoy realizando de mi vocación, ahora. Es la vocación en marcha, hecha
historia. Constituye la manera personal de ser hombre.
Una parábola o símil. Cuando un sastre o modista se propone confeccionar un vestido,
primero piensa y elige el modelo; después toma las medidas exactas de la persona y corta los
patrones sobre papeles. Entonces, de acuerdo a estas medidas y patrones, confecciona el
traje. Algo parecido sucede con la personalidad. Desde que un joven decide, en serio, formar
auténticamente su personalidad, lo primero es conocerse, trazarse un plan de vida de acuerdo
a su vocación, tomar sus verdaderas medidas, cortar los patrones; y sobre ellos, entonces,
construir su vida.
1. EN BUSCA DE LA PERSONALIDAD
Experiencias
Por experiencias propias y de los demás, todos sabemos que existen momentos -en
unos más persistentes que en otros- que nos sentimos fuertes y capaces de todo, de ser y de
hacer; y decirnos: «yo puedo». Entonces, no se ve obstáculo que no sea superable. Se
experimenta tan fuerte el sentimiento de poder que hasta hace a las personas agresivas, y con
actitudes de autosuficiencia y de imposición.
Aspectos positivos
Experiencias
Por otro lado están las experiencias contrarias de cuando decirnos: yo me siento un
fracasado;... yo no sirvo para nada. En aquel momento tenemos la sensación de tener todas las
puertas cerradas; es como si fuéramos a dar gas al coche y notáramos los frenos puestos, y
decimos: «yo no puedo». Hay momentos en que las personas nos sentirnos en estado de
nulidad, y nos creemos malos e incapaces para todo.
Cuando este sentimiento de no poder personal nos invade, nos depresiona y quita la
confianza en nosotros mismos. Engendra la angustia y el miedo y lleva a una conducta de
retraimiento. Tanto este estado como el anterior se manifiestan en la actitud, las palabras y los
gestos.
Aspectos positivos
Para ser joven auténtico hay que ser realista. Reconócete sinceramente como eres,
con tus cualidades, limitaciones y debilidades; con nuestro esguince interior. No temamos la
verdad: «Conocerán la verdad, y la verdad los hará libres» (Jn. 8, 32).
En realidad, yo no soy el que quisiera ser, o me imagino que soy, sino el que siento y
sé que soy. ¿A qué mentirme? A veces digo: yo soy eso y aquello.... pero después veo y
experimento no ser así. No valgo gran cosa, sin embargo, en ocasiones pienso y me creo mejor
que nadie. Ser realista, claro, exige audacia.
Vivimos en una «sociedad de mutuos halagos». Por falta de sinceridad se ha ido
creando un falso humanismo. Se ha querido montar una promoción juvenil y humana y una
revolución social sin la realidad, ignorando este desgarramiento interior. En una palabra: se ha
negado el pecado original y la inclinación congénita también al mal. En consecuencia, se ha
falseado la personalidad.
Hoy se ha querido vivir la condición humana, no de acuerdo a esa doble capacidad,
sino como una fuerza de producción y creación. Se ha pensado que lo más importante no era
escuchar la realidad, sino fabricarla, se ha pretendido una promoción juvenil sin contar con la
naturaleza, como se monta una máquina o un engranaje social. Se ha crucificado al hombre en
los conceptos y los sistemas. Nada se pierde en reconocer la verdad, que la persona es
limitada y débil. «Se ha conducido al hombre a tener las manos puras, pero ya no tiene manos»
(Péguy).
B) Me realizaré de acuerdo
Mis talentos
Actividades
1) Poder personalizante de la fe
A quien pregunta, ¿por qué ser cristiano?, se le puede contestar: para ser más realmente
persona. Todo joven aspira a ser una persona realizada, pero conseguir esta conducta
conciliatoria es bien difícil. ¿Cómo lograrlo?
Lo primero es proponérselo. Tener una voluntad firme y constante. La voluntad es la
principal facultad del hombre. Sin embargo, los solos medios personales y naturales no bastan.
Precisamos de la fe, y de su fuente que es la gracia. Lo acabamos de reconocer, somos
limitados y débiles. Además, la personalidad, como la vocación, se trasciende a sí misma:
siempre busca ser más y más. El anhelo de la personalidad -y eso no es lo absurdo, sino lo
bueno- no tiene límites. Es infinito.
No pongamos frenos. Donde no llegue sola la voluntad, llegará la fe. La fe es un poder.
«Todo lo puedo en aquel que me conforta» (Flp. 4, 13). La palabra imposible sólo está en el
diccionario de los incrédulos. «Todo es posible al que cree» (Mc 9, 23).
Un ejemplo tipo (paradigma) de personalidad realizada al máximo por la fe, es Myriam de
Nazaret. Esta joven por la decisión de su voluntad y la confianza en la fe consiguió una perfecta
conducta conciliatoria de su «yo puedo», «yo no puedo». A la invitación de Gabriel de ser
madre de Dios, contestó, «yo no puedo». Era pobre, era limitada, era virgen. Sin embargo no
se negó, sino que pregunta por lo imposible: «¿Cómo se hará eso?» Una vez cerciorada por el
ángel de que el Espíritu Santo la podía cubrir con su sombra, actuó la fe, y dijo: “Lo creo, «yo
puedo”. Y lo es. (Lc. 1, 26-28)
La fe primero me sirve para conocer el plan de Dios sobre mí, y luego me ayuda a
realizarlo. «La palabra de Dios puede darte la sabiduría mediante la fe en Jesucristo» (2Tim. 3,
14).
La consecuencia más importante de la fe para la formación de la personalidad es la
integración y el comportamiento conciliatorio consigo mismo. Por la fe la persona sale M
desgarre y desintegración de que hemos habla- do, Se libra de tener que vivir "por partes":
amor, trabajo, motivaciones, ideales, relaciones... En la fe todo encuentra su significado y el
centro conciliatorio. El hombre se siente profundamente libre.
3) Rasgos verdaderos de la fe
Dios tiene un plan de amor con muchos puestos. ¿Has pensado tú cuál puede ser el
tuyo? Él quiere que el mundo sirva a la persona, que tú te realices y te salves. Que dejes una
impronta en la historia y colabores en la transformación de todas las cosas en un mundo mejor,
en reino de Dios.
Veamos de preguntamos si es así nuestra fe. ¿Considero y acepto al Dios único y
verdadero, valor personal y exclusivo, que lo abarca y somete todo y a todos? Una actitud de fe
comprometida y realizada es la de Maña: «Hágase en mí según tu palabra.»
A la manera que Dios nos ama, con amor infinito y personal, Él también espera de cada
uno de nosotros una respuesta personal. Responder y aceptar esta llamada de la fe es el
punto más grave y decisivo de un Decir sí a Cristo, y construir en torno a él mi personalidad y
mi existencia, eso es concretamente el ideal de la fe.
Como al final de cada mensaje habrá una actividad a la que participará Aquí el carácter
personal del tema parece aconsejar tener un rato de reflexión individual en silencio, corno sería
una «hora de desierto». Si se considera más oportuno puede también cambiar por una
actividad grupal.
INTRODUCCIÓN
- Un toma de promoción juvenil
- Qué se entiende por personalidad
- La vocación y la personalidad se reclaman
1. EN BUSCA DE LA PERSONALIDAD
2. LA MADUREZ DE LA PERSONALIDAD
1. El «comportamiento conciliatorio»
2. El encuentro conciliatorio como camino de la madurez de la personalidad
3. Signos de la madurez de la personalidad:
1) Reconocer la propia realidad: cualidades, capacidades, debilidades y limitaciones
2) Aceptar y potenciar -dinamizar- lo que se es ir del «hombre dado» al «hombre posible».
3. EL VALOR PERSONIFICANTE DE LA FE
Introducción
Si han visitado algún mercado de granos, en seguida cayeron en la cuenta que existen
dos cualidades distintas de grano, diferentes también en el costo de venta: el grano de
consumo y el grano de siembra. En el caso del trigo, el mejor se guarda para semilla, el otro se
lleva al molino. Pasado el tiempo, el trigo de siembra se multiplica en espiga; el otro lo
convirtieron en harina.
Asimismo se pueden clasificar los muchachos y muchachas. Los hay que generan
energía, con fuerza para influir en los otros. Son jóvenes que podíamos llamar trigo de
cosecha. Y también los hay de pasivos, cuya vocación no influye, del montón, masificados. A
éstos bien los podríamos llamar trigo de molino. A los primeros debemos aspirar todos. Los
jóvenes-maquina son los que hacen en sus ambientes naturales que las cosas ocurran; los
jóvenes-vagones, en cambio, son los que se contentan con ir a ver lo que ocurre.
Un joven con personalidad una vez decía a sus compañeros: «Si nos mantenemos
firmes, los que tienen miedo estarán con nosotros.»
En la charla anterior acabamos de hablar de la madurez de la personalidad; pero
dejamos para tratar aquí, aparte, de una de sus principales características, que es la madurez
social. Un fruto es maduro cuando está sazonado y puede servirse a los demás. La vida
cuando es poseída con más plenitud tiende a comunicarse.
La madurez cristiana de la personalidad tiene su nombre: es el apostolado. La actitud
propia del inmaduro, del niño, es siempre la de pedir. La madurez, en cambio, de la
personalidad se manifiesta por las ganas de servir, no de servirse de los demás. «La vocación
cristiana es, por su misma naturaleza, vocación al apostolado» (Vaticano II, AA 2).
Se hizo famosa la expresión de] presidente Kennedy, de los Estados Unidos: «No
preguntes qué puede hacer el Estado por ti; sino más bien, qué es lo que tú puedes hacer por
el Estado». Tampoco preguntes qué pueden hacer la Iglesia y los demás por ti. Todos los
bautizados somos en parte responsables de la Iglesia y de la salvación del mundo. Como a
Caín, a todos Dios nos preguntará: «¿Qué has hecho de tu hermano?». Unos tenernos que
responder de los otros.
Tres son las principales razones por las cuales todos los cristianos estamos obligados
al apostolado o propagación del Evangelio: la razón de Cristo, la razón nuestra y la razón de los
jóvenes. Veamos una por una.
La primera razón, que las justifica todas, siempre es la de hacer la voluntad de Dios. Y
la voluntad de Dios es que todos se salven (2 Pe 3, 9). Cristo quiso compartirlo todo con la
Iglesia, que es su cuerpo, hasta la redención del mundo. El grano de mostaza que él sembró y
regó con su propia sangre, a la Iglesia toca «hacerla crecer y convertirla en un árbol para que
las aves del cielo aniden en sus ramas» (Lc. 13, 19).
A la hora de despedirse Jesús reunió a los suyos y les dijo: «Como el Padre me envió,
Yo también os envío a vosotros» (Jn. 20, 21). El sentido de la misma palabra apóstol y
apostolado es la de ser un enviado. De aquí que el Concilio advirtiera que: «Cristo, enviado del
Padre, es la fuente y origen de todo apostolado» (AA 4).
El apostolado es congénito al cristiano. El Evangelio constituye una invitación
permanente de Cristo al apostolado. Recordemos algunas de sus palabras: «Es semejante el
reino de los cielos al fermento en la masa» (Mt 13, 33). «Ustedes son la sal de la tierra.
Ustedes son la luz del mundo». «Lo que les digo en la oscuridad, díganlo ustedes a la luz; y lo
que oyen al oído, proclámenlo desde los terrados» (Mt 10, 27).
Las últimas palabras de Cristo antes de subir al cielo fueron: «Vayan por todo el mundo
y prediquen el Evangelio a toda criatura» (Mc 16, 15). Y no crean que esto lo dijo sólo a los
apóstoles, o para el Papa, los obispos y los sacerdotes. Lo dijo a toda la Iglesia. Y esto por dos
razones: porque era imposible que aquellos pudieran llegar solos «a toda criatura», y porque la
Iglesia la formamos todos. La Iglesia entera es responsable de la salvación del mundo. Iglesia
eres tú. Iglesia soy yo. Iglesia somos todos los que estamos unidos por el amor y el bautismo.
El mundo no hay que salvarlo.- El mundo ya lo salvó Cristo. Y sin embargo, hay
inmensos sectores sociales donde no ha llegado la liberación de Cristo. La gran tragedia del
mundo es que en éste, estando salvado, haya tantas personas que se condenen y tantas cosas
que anden mal, porque nosotros no hemos hecho suficientemente efectiva esta redención. A
veces los periódicos nos informan de que mendigos han sido encontrados muertos de hambre
llevando buenas cantidades de dinero. Por voluntad de Dios, la Iglesia es la depositaria de la
gracia de la salvación, y a los cristianos toca por el apostolado distribuir los inmensos caudales
de la palabra de Dios y los sacramentos que ha puesto en nuestras manos. No seamos ricos
epulones de la gracia (Lc. 16). Digamos a todo el mundo: Dios te ama. « ¡Ay de mí si no
evangelizare», se decía a si mismo san Pablo (1Cor. 9, 16).
Nuestra misión es continuar la de Jesús. Él es la cabeza de su cuerpo místico, nosotros
las manos. «Cómo mi Padre me envió, así los envío yo a ustedes» (Jn. 20, 21).
La revolución destruyó en una población una imagen muy venerada de Cristo. Los fieles
recogieron después pedazos y buscaron un escultor que lo reconstruyera. Corno se perdieran
las m anos, éste propuso modelar otras iguales, pero no pudiendo ser las mismas el pueblo se
negó, y pusieron el Cristo a la veneración a los visitantes sin manos. Como aquello chocaba a
los visitantes, el párroco resolvió colocar al pie de la imagen esta leyenda: «Las manos de
Cristo las tienen ustedes».
1.2 La razón nuestra para el apostolado
Hay una razón propia de los jóvenes para el apostolado. Esta razón es que el joven y la
joven, como tales, son extravertidos y expansivos. Lo que sienten y viven lo tienen que
compartir y comunicar. La juventud es mate- rial útil para todas las revoluciones. Con jóvenes
se hacen todas las guerras.
Pero a esta razón de la juventud y su entusiasmo propio de todas las épocas viene
ahora a sumarse una razón propia actual. Uno de los signos de los tiempos actuales es la
inconformidad y revuelta juvenil. Razones de insatisfacción y rechazo de la herencia que nos
han legado generaciones anteriores no faltan. Una de ellas es el sinsentido de la vida. Decía
una de las pancartas de la revolución de Mayo: «No queremos un mundo donde la garantía de
no morir de hambre se compensa por la garantía de morir de aburrimiento.» Sin embargo, la
nueva sociedad que propugna la juventud necesita líderes y conductores honrados y capaces.
«Si un ciego guía a otro ciego, ambos caerán en el hoyo» (Lc. 6, 39). Y esto es lo que pasa.
Desgraciadamente, de cuántos falsos dirigentes juveniles es víctima la juventud en
nuestros días. El abuso de los puestos directivos por parte de algunos ha hecho posible la
extensión de la corrupción, de la inmoralidad y de la subversión en escala sin precedentes. El
único temor de tales dirigentes juveniles es que despierten los jóvenes honrados y se decidan
éstos a mirar por sus propios ideales. Corno ves, su temor es nuestra esperanza,
He aquí la primera cosa que puedes hacer para mejorar las cosas en este particular:
reconocer su necesidad.
Hay algo más que llevarte las manos a la cabeza desesperado en presencia de tantos
y tan turbios manejos. Precisamente una parte importante de tu misión en la vida, como
seguidor de Cristo, ha de consistir en enderezar lo que está mal, en vez de limitarte a
condenarlo.
Reconoce por encima de todo que el hecho de que los buenos no se hayan
consagrado a tomar el mando ha hecho posible ese vacío que los malos dirigentes se han
apresurado jubilosamente a llenar. En casi todos los campos hay urgencia de personas que
acepten responsabilidad. El más urgente es el juvenil, universitario y laboral. La actitud de «que
lo haga el vecino» ha abierto a menudo el camino al desastre.
Cabe preguntarse: ¿por qué vosotros habéis recibido tanto, se os ha hablado tanto de Dios, y
en cambio nos dedicamos menos a otros? ¿Por qué muchos muchachos nunca tendrán la
oportunidad de asistir, por ejemplo, a un Encuentro de promoción? No hay derecho. Solución:
que ustedes lo comuniquen a los demás. Éste fue el caso de Cristo, que se dedicó a doce
apóstoles, pero para que éstos llegaran al mundo.
2. EL JOVEN LIDER CRISTIANO
Que nadie se asuste por haber dicho que tiene que ser un líder. Quizá alguno diga:
¿Yo líder? Pues, sí. Todo depende, claro, por lo que se entienda por líder. Líder no es sólo
aquel que mueve las masas; éste es el líder de autoridad y de mando. Pero básicamente no es
eso. Líder es una palabra que viene del inglés -leader-, y, según el diccionario, significa guía,
conductor, el que señala el camino. Líder, participa en algo del concepto de dirigente.
Así entendido, podemos definir al joven líder cristiano como: Un detector, orientador,
armonizador de las necesidades y de las personas en la comunidad. Es detector, porque capta
las necesidades, aspiraciones y soluciones para sus grupos y ambientes. Es orientador, porque
indica a cada uno el camino y lo hace superar como persona. Es armonizador, en cuanto
aglutina y pone en orden las diferencias y antagonismos de sus compañeros.
Joven líder no es, pues, precisamente el que manda más, sino el que tiene más
capacidad de servicio. El líder se hace, es el producto del esfuerzo personal por educarse y
superarse; sintonizando con el ambiente y la comunidad en que vive, sirviendo a sus
necesidades. Es aquel que realiza más funciones sociales de servicio. En este sentido la
Iglesia se llama a sí misma «servidora del mundo» y el Papa «servidor de los servidores de
Dios».
Tanto Andrés Vela como José Marins, expertos en dinámica de grupo, afirman que «se puede
ampliar el concepto estricto de líder (aquel que conduce) para decir que todos pueden ser
líderes en aquello que saben hacer, en aquello que se comprometen. Si el cristianismo es vida
de unión y comunicación de dones y de servicios mutuos, cualquier persona puede
comprometerse y asumir liderazgo, ser líder. Líder es todo aquel que influye.
Desde luego, una vez tú hayas comprendido que puedes ser líder juvenil cristiano, lo
primero que vas a preguntar es en qué vas a serlo. Vamos a concretar la respuesta. Las metas
hacia donde vamos a apuntar la acción apostólica concreta, en líneas generales, son las
siguientes:
C) Actuaremos en el propio campo juvenil Comienza por donde estás, Por los amigos,
familiares, por los grupos a que perteneces. Por las personas que necesitan tu ayuda. La
juventud será esencialmente evangelizada por la misma juventud. Como joven eres compañero
y responsable de otros jóvenes. Lo declaró expresamente el Concilio: « Los jóvenes deben
convertirse en los primeros e inmediatamente apóstoles de los jóvenes, ejerciendo el
apostolado personal entre sus propios compañeros, habida cuenta de¡ medio social en que
viven» (AA 12).
El movimiento de la acción apostólica del joven líder cristiano se mueve al ritmo del
doble balanceo de las cualidades naturales y sobrenaturales.
B - Simpatía y empatía. Simpatía es sinónimo de amabilidad. Dice un adagio chino que quien
no sea simpático que no abra una tienda. La simpatía es la sonrisa del amor.
Empatía es la capacidad de penetrar en los sentimientos de los demás. Es la
capacidad de ponerse verdaderamente en lugar del otro, de ver el mundo como él lo ve para
comprenderlo.
C - Entrega. El que no se da se queda solo. Para saber ganar hay que saber perder. «Mejor es
dar que recibir» (Hechos 20, 35). Para llegar hay que salir.
A- Fe contagiosa. Que el testimonio de nuestra fe convenza. A Dios más que demostrarlo, hay
que mostrarlo. Los jóvenes más que de predicadores, necesitan testigos. Debemos ser testigos
por nuestra alegría de la resurrección de Cristo.
B - Esperanza confiada. Hay que saber pegar el salto a lo desconocido; saber nadar sin
guardar la ropa..., porque la guarda el Señor. Todo fracaso es una experiencia y éxito a largo
plazo. La cruz es necesaria. Nuestra mayor fuerza está en la oración. Rezar, rezar, rezar.
C – Amor ardiente. El amor abre todas las puertas. El que más influye es el que más ama. Vale
más un gramo de caridad que toneladas de razón. Se ha dicho que el mundo será del que lo
ame más y se lo demuestre mejor.
Dice el Concilio Vaticano II, que «a los laicos corresponde, por propia vocación, tratar y
ordenar los asuntos temporales a los que están estrechamente vinculados, de tal manera que
se realicen conforme al espíritu de Jesucristo» (GS. 31).
Ser seglar representa:
CONCLUSIÓN
ANOTACIONES AL MENSAJE
- Este mensaje es propio que lo dé un guía joven. Debe constituir una llamada de joven a joven,
y a la acción. Evitar que se quede a una simple exposición de ideas y conceptos... «porque el
amor de Cristo nos apremia» (2Cor. 5, 14). Toca al expositor hacerlo vivencial y directo;
aportando testimonios y experiencia propias y de otros jóvenes; haciendo contagiosa su
convicción.
- Por razón del tiempo o del grupo de jóvenes del Encuentro, se podrá suprimir la parte tercera
del mensaje. De suprimirse, no omitir nunca la parte de conclusión sobre «El reino de Dios
programa del líder».
- La plegaria final puede ser un canto o himno de respuesta, o sobre la Iglesia; también la
oración de la paz de san Francisco.
- Al final no hay dinámica grupal. Se entrega el cuestionario sobre la fe. No se firma. Las
respuestas se entregan al asesor que predicará la homilía de la celebración que sigue.
INTRODUCCIÓN
El apostolado signo de la madurez social de la personalidad
CONCLUSIÓN
Pauta de celebración
Ésta constituye la segunda celebración litúrgica del Encuentro. En este segundo día,
como en el segundo, se celebra al final de la tarde.
Esta celebración sobre la fe vino ya preparada por todos los temas de la tarde. El
mensaje de la Madurez de la personalidad, en su última parte, presentó la fe como núcleo y
medio integrante de la personalidad. El mensaje del Joven líder puso la fe entre las principales
cualidades del líder cristiano. Anteriormente, hubo la llamada «hora de desierto» y el test sobre
conceptos y experiencias de fe.
El tercer día está destinado a contestar los ocho principales puntos del «Catálogo de
problemas», cuestionario que fue entregado a todos los jóvenes al principio del Encuentro, si
no pudo hacerse antes. El séptimo punto de este catálogo es el que trata de la fe. Por su
importancia se dejó para ahora.
A esta celebración se le da el nombre de la Opción a la fe, primero porque la fe
constituye el tema de toda la liturgia de la Palabra; y luego porque antes del ofertorio se invita,
a los que libremente deseen, a acercarse uno a uno al altar y, con las manos puestas sobre la
Sagrada Escritura, hacer un acto público y comunitario de profesión de fe. Se termina con la
renovación de las promesas del bautismo, siguiendo más o menos el ritual del misal del sábado
santo.
Los grupos de canto y de liturgia serán también los encargados de preparar la
celebración.
1. CELEBRACIÓN DE LA EUCARISTIA
Y ACTO DE OPCIÓN A LA FE
ACTO DE ENTRADA
Monición inicial
Amigos y amigas: De nuevo nos hemos reunido para celebrar una reunión de comunidad
juvenil cristiana. El momento que vivimos en el Encuentro lo reclama. Hasta ahora hemos
estado tratando los puntos de nuestro Catálogo de problemas personales. Faltaba responder al
capítulo de la fe. Es el que vamos a considerar ahora.
El Encuentro está muy avanzado. Tenemos ideas más claras. El acto que vamos a
tener esta tarde es determinante dentro del Encuentro, y puede llegar a serlo para el resto de
nuestra vida.
Jesucristo se nos ha presentado como nuestro héroe, hermano y amigo. Estamos en
condiciones de optar definitivamente por él, y decirle como Simón-Pedro: «Sólo tú tienes
palabras de vida eterna.» «Tú eres el Hijo de Dios vivo.»
Como jóvenes, nos ha llegado el momento de tener que hacer las opciones
fundamentales de nuestra vida. Entre ellas está la opción vocacional y la opción de Dios. Todos
aspiramos a tener una personalidad madura. La prueba mayor que adquirimos madurez de
personalidad está en saber optar y tomar decisiones.
Optar por Dios, para un joven cristiano, es reaceptar con decisión su bautismo, y
aplicar los criterios de la fe a los cuestionamientos de la vida, Nos dice san Pablo que «el justo
vive de la fe», y que «en la fe está nuestra victoria». Entremos a esta celebración con la alegría
de un canto.
Dios de misericordia infinita, que reanimas la fe de tu pueblo, acrecienta en nosotros los dones
de tu gracia, para que comprendamos mejor la inestimable riqueza del bautismo que nos ha
purificado, del espíritu que nos ha hecho renacer y de la sangre que nos ha redimido. Por
Jesucristo nuestro Señor.
1. LITURGIA DE LA PALABRA
1ª lectura
Monición
Uno de los personajes más importantes de la historia es el patriarca Abraham. Los judíos lo
consideran el Padre de su patria; para nosotros es el protofundador de la Iglesia. Sus pruebas
fueron atroces. Su vocación le llevó a abandonar su país, y su familia andaba dividida. Su
esposa era estéril y con todo tuvo que creer que tendría un hijo. Se le pidió sacrificarlo, y
continuar creyendo que este hijo llegaría a ser el heredero del pueblo elegido.
Escuchemos seguidamente la lectura de este relato, según está escrito en el libro del Génesis.
SALMO RESPONSORIAL
2ª' lectura
Monición
El verdadero encuentro con Dios se tiene mediante la fe. Por la fe conocemos la verdad,
descubrimos la presencia permanente de Jesucristo, y nos unimos a su Persona. Creer es
escuchar y contestar a Dios. Creer es confiar y entregarse a Él, y salvarse* por la fuerza de su
palabra.
La fe, además de una verdad y un poder, es una virtud y una vida. En la segunda lectura que
vamos a hacer, veremos como, a través de la historia, la fe ha formado y sostenido la recia
personalidad de los grandes personajes de Israel, del Pueblo de Dios. Escuchemos la lectura
del compañero (a).
Monición
Apreciados jóvenes: cuando erais niños se os bautizó y se os hizo cristianos. Vuestros padres,
llevados por el amor que os tienen, pidieron por vosotros la fe e ingresar en la comunidad de fe,
que es la Iglesia. Vosotros erais inconscientes. Ellos, acompañados de vuestros padrinos,
hicieron por vosotros la profesión de la fe.
Pero ahora, ya jóvenes, no debe bastarnos aquella aceptación de la fe de nuestros
mayores. Es preciso una libre y personal reaceptación de la fe. Como jóvenes responsables, y
como una expresión de vuestra propia personalidad, es preciso hacer la llamada opción de
Dios, mediante una libre y consciente aceptación de la fe. Estáis, precisamente, en la edad de
tener que tomar las grandes decisiones, las que, en uno u otro sentido, van a decidir en gran
parte todo el futuro de vuestra vida.
Este Encuentro que estamos celebrando ahora, puede constituir una excelente
oportunidad, para los que libremente quieran, de hacer una pública y personal reaceptación de
la fe de nuestros padres, recibida en el bautismo.
Sobre el altar, vamos a poner abiertas las Sagradas Escrituras que con- tienen la
palabra revelada de Dios. Los cirios que están prendidos junto a la Biblia, nos van a recordar el
cirio que prendieron en nuestras manos al bautizarnos, como símbolo de la luz de la fe; y
también el cirio pascual que a la vez representa a Cristo resucitado y al hombre nuevo.
Los que libremente deseéis, podréis acercaros ahora, uno a uno, al altar y abrir
vuestras manos sobre la Biblia como un signo de vuestra opción fundamental a la fe y
reaceptación de vuestro bautismo. Háganlo con el entusiasmo con que los jóvenes sabéis
tomar vuestras decisiones.
Se les hará la misma pregunta que Jesús hizo al padre del joven hidrópico, cuando en
el evangelio que acabamos de leer le pedía la curación de su hijo. Le preguntó Jesús: «¿Tienes
fe?» Y él le contestó: «Creo, Señor, pero aumenta mi fe». También nosotros podemos
responder con estas palabras, o en la forma que más guste a cada uno expresarse.
(Dejar un momento de silencio para preparar el acto de la opción a la fe).
Renovemos, hermanos queridos de Dios, las promesas del santo Bautismo con las cuales
renunciamos un día a Satanás y a sus obras, y al mundo enemigo de Dios, y prometimos servir
fielmente al Señor en la santa Iglesia católica. Así pues:
Interrogatorio
Sacerdote: ¿Renuncian a todas las seducciones del mal, para que no domine en vosotros el
pecado?
Todos: Sí, renuncio.
Profesión de fe
Sacerdote: ¿Creen en Jesucristo, su único Hijo, nuestro Señor, que nació de santa María
virgen, murió, fue sepultado, resucitó de entre los muertos y está sentado a la derecha del
Padre?
Todos: Sí, creo.
Y concluye el sacerdote:
Ustedes son hijos de la luz. Vivan, por tanto, como hijos de la luz. Por el estado de gracia, son
templos del Espíritu Santo, que el Padre les ha regalado.
El sacerdote puede hacer la aspersión con el agua.
3. LITURGIA DE LA EUCARISTIA
(Conviene que el pan y el vino sean llevados por los jóvenes).
Monición de despedida
Al terminar, recordemos la virgen María. Ella ha sido la persona que ha vivido con más fidelidad
la fe. Saludémosla con un canto.
Canto mariano
2. HOMILÍA DE LA CELEBRACIÓN DE LA FE
Tema: «Todo es posible al que cree» Referencia: Marcos 9, 14-27
1. LA VERDAD Y LA FE
1. La propia experiencia y estudio. Mirando, tocando, observando y viviendo las cosas las
conocemos. Es la evidencia. Otras las descubrimos por deducciones de nuestra propia intuición
o estudio. Éste es el primer campo del conocimiento. Pero qué duda cabe que sus
posibilidades son muy limitadas. Si no pudiese el hombre saber más de lo que alcanzara saber
por sí mismo el hombre estaría todavía viviendo la edad de piedra, y sería un troglodita,
viviendo en cavernas.
3. El testimonio mismo de Dios. Pero cuando uno más aprende es haciéndose discípulo de la
misma palabra de Dios. Justamente comenta san Juan: «Si aceptamos el testimonio de los
hombres, cuánto más el testimonio de Dios» (Un 5, 9). Aceptar este testimonio es tener fe
divina. El contenido total del magisterio directo de Dios es la revelaci6n. Dios nos habla en la
Biblia y a través del magisterio infalible de la Iglesia, que oficialmente la interpreta. ¡Palabra de
Dios!
Primer elemento
LA RAZÓN: - Tenemos razones para creer
Segundo elemento
LA VOLUNTAD: - La fe exige libertad de opción
Tercer elemento
LA GRACIA: - La fe es un regalo de Dios.
Podríamos, pues, proponerlo así en forma de ecuación: Razón + Voluntad + Gracia = FE.
A continuación, vamos a ver elemento por elemento.
3. LA RAZÓN "Y LA FE
La razón y la fe, lejos de ser incompatibles, van de común acuerdo y se prestan mutua
ayuda. La razón exige la fe, y la fe exige la razón. La fe está por encima de la razón, pero no
en contra. Entre ambas no puede haber oposición. San Pablo llama a la fe: «obsequio
racional». Hay una revista española cuyo nombre es «Razón y Fe».
La fe no es creer a ojos cerrados, sino a ojos abiertos. No es exacta la representación
de la fe como una gran dama con los ojos vendados. La fe no es no ver: es ver demasiado; no
es estar ciego: es estar cegado, la luz reverbera. El gran enemigo de la fe es la ignorancia.
Muchos no creen en Cristo porque no lo conocen, o lo conocen a medias. Como aquel que
empezaba el credo por la mitad: «Poncio Pilato fue crucificado, muerto y sepultado ... » Con las
ideas extravagantes que muchos tienen del cristianismo lo más lógico y honrado es no creer.
Mucha ciencia acerca a Dios, poca aparta. Von Braurn, el verdadero creador de la era atómica
y de los vuelos cósmicos, que llevó los primeros hombres a la luna, es un gran creyente.
(Si el expositor lo cree oportuno puede aquí citar nombres de grandes personajes de la
historia y actuales, que fueron y son creyentes).
Se puede y se debe saber por qué se cree. Para creer y poder defender la fe, el joven
líder comunitario necesita tener unos criterios y motivos racionales de credibilidad. Criterio, es
un elemento para distinguir lo verdadero de lo falso. Su estudio corresponde a una ciencia que
se llama teología fundamental o apologética. Rápidamente, a vuelo de pájaro, voy a citar sólo
sus principales capítulos.
Unos soldados discutían sobre la fe. Uno dijo: «Yo no creo en Dios, porque a Dios
nadie lo ha visto”. Otro le contestó: «Es bien curioso, yo precisamente creo en Dios por todo lo
contrario de lo tuyo. Yo creo en Dios precisamente porque se le ha visto y se le ha tocado y se
ha tocado y ha hablado con Él: porque Jesucristo es Dios”. Exacto. El testimonio de la santidad
personal y la sublimidad de su doctrina son pruebas de que es un legado divino. La condición
excepcional de su persona y la verdad contundente de su predicación, le colocan al abrigo de
toda sospecha de mentira o falsedad y aseguran su veracidad.
¿Habrá quien se atreva a poner en duda, en nombre de la ciencia, la verdad de esta
ecuación? Obrar como hombre es ser hombre; obrar como Dios es ser Dios. Esta misma
cuestión la planteó Él al apelar al testimonio de sus obras (Jn. 10, 25). El argumento
incontestable de su divinidad lo dio Jesús:
Por los grandes y numerosos milagros, tanto de orden físico como moral, que durante
su vida obró. El milagro es siempre un signo.
Por las profecías que el hizo: conocimiento del interior, (cardiognosía); ccnocimiento a
distancia (telepatía); predicción, de futuros libres.
Por los vaticinios del Antiguo Testamento cumplidos en Jesús. De Cristo es del único
del que se escribió su vida siglos antes de nacer.
Por la resurrección. De todas las prueba, de la fe, la mayor es el hecho de la
resurrección de Cristo, que estando muerto w resucitó a sí mismo. Esta sola bastaría
para probar la Legación divina de Cristo. La señal de Jonás fue la prueba judicial que
El dejó como prenda de su palabra (Mt. 12, 40).
Los millones de mártires que han derramado su sangre por profesar la fe, dan
testimonio de la veracidad de la doctrina cristiana. Mártir, etimológicamente, significa testigo. La
acerbidad de los tormentos, la libertad con que se afrontan, la serenidad heroica y perdón con
que van a la muerte, no pueden explicarse por causas naturales, y constituyen un auténtico
milagro moral.
Como demostración de la virtualidad divina de la fe está también el hecho histórico de
la transformación de la sociedad por la Iglesia. Estudie- ¡nos cómo estaba la sociedad antes del
cristianismo, tanto en el aspecto individual, familiar como la sociedad civil; y después
comparémosla con su estado después del cristianismo. La transformación de la sociedad y los
frutos extraordinarios de la doctrina cristiana no tienen explicación sin una ayuda divina
sobrenatural.
4. LA VOLUNTAD Y LA FE
Hemos dicho que la fe es una virtud. Como acto de virtud, requiere la aceptación de la
voluntad. Nadie cree sino por propia voluntad. La fe es libre. A la fuerza a nadie se puede
obligar a creer. Sólo así es meritoria. La fe es la respuesta libre del hombre a la palabra de
Dios, a su vocación sobrenatural.
El acto de fe, por tanto, como acto de aceptación voluntaria de la llamada de Dios,
requiere ciertas condiciones de generosidad y correspondencia. Cristo –el Peregrino de la
historia- está llamado a las puertas de todos los corazones: «Yo estoy a la puerta y llamo» (Ap.
3, 20). La puerta de la cabeza y del corazón se abre por dentro... El que no quiera creer, que
cierre los oídos de la conciencia a las llamadas de la gracia, a las lecciones de la vida, y cierre
los ojos a la luz, nunca creerá. Nos lo advierte el mismo Evangelio:
Existe una relación directa entre el pensar y el obrar. Es una simple cuestión de lógica.
Un joven no puede estar viviendo mucho tiempo contra lo que piensa, porque, o bien tendrá
que cambiar de ideas, o bien de conducta. Cuando el hombre no obra como piensa termina por
pensar como obra, Muchos dicen no creer o haber perdido la fe por no cambiar de conducta. A
Dios sólo lo niega aquel a quien estorba.
Un niño estaba en los brazos de su madre cuando llega una visita a la casa. E
pequeñín, al ver aquella persona se asusta, y se pone a llorar, como él no puede echarla, se
tapa los ojos con sus manos y deja de llorar. Como no la ve, ya cree que no está. Es la
conducta de muchos jóvenes con Dios.
Una madre se daba cuenta de la conducta desviada que iba llevando su hijo de
dieciocho años, pero no sabía cómo hablarle. Él no se dejaba. Pero un día, cuando fue a
llamarle como de costumbre para que fuera a misa, el muchacho le contestó:
- Mamá, no me llame más, porque no quiero más ir a misa. Sorprendida, ella le pregunta la
causa.
- Es que he perdido la fe -fue su respuesta.
Entonces comprendió la madre que aquélla era la oportunidad de hablar claro a su hijo,
y con mucha mayor decisión le replicó:
- No, hijo mío, tú no has perdido la fe, lo que has perdido es otra cosa, la moral, y esto te da
más pena decírmelo.
Y fue contándole todo lo que ella había venido sabiendo y observando desde hacia
tiempo. Y terminó diciéndole:
- Levántate, pues, y ve a misa.
Corno aquel joven tuvo una madre preparada y con decisión, salvé la crisis de fe de su
juventud. Y se lo agradeció más tarde.
La fe, como planta delicada, reclama ciertas condiciones de honradez y «buena fe»,
para existir. Cuando los cristales están empañados o los postigos cerrados no entra la luz. Y la
fe es una luz: lumen fidei. Lo advirtió el Señor: «Bienaventurados los limpios de corazón,
porque éstos verán a Dios» (Mt. 5, 8). El desenfreno de la sensualidad, de manera especial,
embota la fe y el mismo sentido natural de Dios. En expresión de León XIII: «La raíz de los
errores religiosos está más aún en las pasiones M corazón que en las aberraciones del
pensamiento.»
La luz está aquí, con las imágenes vivas de Dios. Para que entre la luz hay que abrir
los postigos. Estas imágenes no pueden proyectarse claras en nuestro interior si tenemos sucia
la pantalla del alma. El camino que lleva directo a la fe es la conversión del corazón.
«Conviértense y crean en el Evangelio» (Mc. 1, 15). La fe es una virtud infusa en el alma de
cada cristiano por el bautismo, es un germen vocacional que pugna siempre por salir. El
sacramento que abalea a la fe cuando estaba dormida, lava la pantalla sucia y abre los
postigos cerrados, es la confesión, la penitencia.
Un intelectual parisino, que decía haber perdido la fe, fue un día a Ars a visitar a san
Juan Vianney. Al encontrarle, le saludó y le dijo:
-Padre, vengo a discutir con usted. A ver si me convence a mí, o yo le convenzo a usted.
El cura de Ars le recibió con su sencillez acostumbrada, y le invitó a ir a la iglesia para
confesarse. Su sorpresa fue grande y se lo manifestó:
-¿Cómo puede ocurrírsele que me confiese si acabo de decirle que no tengo fe? -¿Hace
muchos años que usted no se confesó?, le insistió el santo.
Le contestó el tiempo que llevaba sin confesar. Desviaron la conversación y habla- ron
amigablemente mucho rato. Al final, nuevamente el cura de Ars vuelve a invitar al intelectual a
confesarse. Y él, con las mismas razones volvió a negarse. Sin embargo, el santo le hace caer
en la cuenta de que ya se ha confesado: que le ha dicho el tiempo que no se ha confesado y
que le ha contado, conversando, toda su vida. Aquél quedó sorprendido de la confianza que le
había inspirado, y de cómo le había ido abriendo su alma, con sus angustias y secretos.
Entonces -le contestó san Juan Vianney- arrodíllese, de lo bueno de su vida dé gracias a Dios y
de lo mato arrepiéntase.
Después de haberlo hecho, se levanto y le abrazó. Y quiso que le acompañase a la casa para
seguir discutiendo de sus problemas de fe. No obstante, el intelectual francés le dijo que ya no
había de qué, que ya creía. Mirándole con una sonrisa de bondad, el santo le observó: - Ah,
entonces, usted no tenía necesidad de discutir, sino simplemente de confesarse.
Éste es el caso de otro intelectual, Paut Claudel, y de tantos otros, cuyas dudas de fe están,
más que en la cabeza, en el corazón. ¡Las razones deL corazón!
5. LA GRACIA Y LA FE
CONCLUSIÓN
ANOTACIONES A LA CELEBRACIÓN
Las mismas anotaciones de la celebración del segundo día sirven para la presente.
- El desarrollo que aquí se presenta para la homilía abarca diferentes aspectos, que pueden
servir de motivación y preparación a la celebración que le sigue, de la opción a la fe.
- Desde luego hay tema más que sobrado para el tiempo que ofrece una homilía. Toca al que la
exponga ver los puntos que considere más a propósito para los jóvenes asistentes al
Encuentro. Lo importante siempre es el esquema.
- Las lecturas de la celebración de la Palabra se sacan de la misma Biblia que está entronizada
Después se coloca la Biblia sobre el altar, para que los jóvenes que libremente pasarán al altar
para realizar la celebración de la opción a la fe, pongan al hacerla las manos sobre el libro.
- Para dar a la ceremonia un signo de la unidad de los creyentes, se pueden colocar todos en
torno al altar. Esta celebración además de tener un sentido personal de opción, al hacerlo en
comunidad dentro de la misa, adquiere una dimensión comunitaria. Al hacerlo junto con los
amigos, se hacen testigos unos a otros. Además se toma conciencia que la Biblia nos hermana,
corno libro de la historia y de la fe universal.
- Los grupos de canto y liturgia son los encargados de preparar la celebración. Eligen los
cantos adecuados al tema de la celebración y al momento en que se cantan. Nada como el
canto ayuda a poder expresar los sentimientos de una comunidad. Un canto sugiere siempre
nuevas interpretaciones a los distintos momentos de la oración.
ACTIVIDADES Y DINÁMICAS DE GRUPO DEL TERCER DÍA
Nombres y Apellidos___________________________________________________________
Edad_____ Calle______________________________ Colonia__________________________
Ciudad _____________________ Fecha de aplicación del Catálogo______________________
1. Lea primero toda lista de problemas para tener una idea de conjunto.
2. Marque una cruz a la izquierda del número de frases que sienta que son realmente
problema para Usted.
Ejemplo: +189 - Poca vida social. (Puso una cruz a la izquierda del 189, porque la poca
vida social que lleva está siendo un problema para Usted).
3. Recorra los problemas marcados con una cruz y ponga una segunda cruz en aquellos
problemas que siente que lo preocupan de una manera especial.
Ejemplo: ++ 197 - Pierdo fácilmente mis amigos. (Puso una segunda cruz a la izquierda
del 197, porque perder fácilmente sus amigos no sólo es para Usted un problema, sino
que le preocupa de una manera especial).
4. Recorra los problemas marcados con dos cruces y ponga una tercera en aquellos
problemas que sienta que lo preocupan de una manera especialísima.
Ejemplo: +++ 198 - No tener nadie a quien confiar mis problemas. (Puso una tercera cruz
a la izquierda del 198, porque el no tener a quien confiar sus problemas no sólo es un
problema para Usted, y problema que le preocupa de una manera especial, sino que es
uno de los principales problemas de su vida, y por eso preocupa de una manera
especialísima).
NOTA. La razón, pues, de por qué marca una frase es porque aquello que la frase dice es
para Usted un problema.
¿Qué es un problema?
1. Aquello que le preocupa.
2. Aquello que, aunque no le preocupe, está en realidad causando un trastorno en su vida.
3. Aquello a lo cual no está sabiendo dar una solución acertada.
4. Aquello que es de solución difícil para usted, aunque sepa cuál es la solución acertada.
5. Un gran deseo que usted tenga.
5. No hay tiempo marcado para responder. Tómese todo el tiempo que necesite. Es preferible
hacerlo de una manera pausada y pensándolo bien.
6. Esta lista le ayudará extraordinariamente a tomar conciencia de sus problemas y a
resolverlos por medio de la entrevista, pero sólo si es absolutamente sincero al marcarlos. Es
usted libre para hacer la lista o no; pero si se decide a hacerlo debe marcar sus problemas con
sinceridad.
7. Repase la lista varias veces:
1. Poniendo las cruces;
2. Poniendo las segundas cruces;
3. poniendo las terceras cruces.
PROBLEMATICA JUVENIL
I 9. No dormir lo suficiente.
II 10. No entender al Maestro / Profesor.
III 11. No vivir con mis padres.
IV 12. Mi gran ideal sería dedicar toda mi vida a la educación de la juventud conforme a los principios cristianos.
V 13. Poco tiempo para jugar, hacer deporte y divertirme.
VI 14. Ser tímido / a.
VII 15. Falta de fuerza de voluntad para guardar los mandamientos.
VIII 16. Dudar sobre la carrera que voy a seguir.
I 161. Fumar
II 162. No saber estudiar bien.
III 163. Divergencias de opinión entre mi padre y yo.
IV 164. Dudar sobre mi vocación sacerdotal o religiosa.
V 165. Amar a alguien que ignora mi afecto.
VI 166. Ser demasiado envidioso / a o celoso / a.
VII 167. Conocimiento poco profundo de mi religión.
VIII 168. Lo que más me atrae a una carrera es el desarrollo técnico y la posibilidad de ejercer mis cualidades
intelectuales.
PREGUNTAS
1a. ¿Cree que los aspectos señalados por Usted en la lista dan una visión general de sus
problemas? SI___ NO___
¿Qué otros aspectos añadirías Usted a la lista?_________________________________
________________________________________________________________________
3a. ¿Le gustaría poder hablar sobre estos problemas con alguna persona que le pudiese
ayudar? SI___ NO___
1º Son ocho los capítulos de problemática que se encuentran en el catálogo, como lo hemos
explicado en la «Explicaci6n del Contenido».
2º Los problemas se repiten de ocho en ocho y cada conjunto de ocho problemas se
encuentra separado por una finca en blanco para facilitar la corrección. Por tantc
Se van juntando después los diversos puntos del gráfico en los diferentes capítulos:
salud, estudios, familia. Así tendremos el diagrama completo.
PERFIL DEL CATÁLOGO DE PROBLEMAS PERSONALES
0 10 20 30 40 50 60 70 80 90 100
I SALUD
II ESTUDIOS
III FAMILIA
IV VOCACIÓN
V VIDA SOCIAL
VI PERSONALIDAD
VII MORAL
RELIGIÓN
VIII VOCACI ÓN
PROFESIONAL
Después del mensaje se deja un buen rato de silencio -una hora- para que los jóvenes
queden libres para orar y reflexionar, en el campo, en la capilla o habitación, individualmente.
En este tiempo también, los que lo deseen, pueden hablar con los sacerdotes para consultas o
reconciliarse.
A este rato lo llamamos «hora de desierto». En la Biblia, el desierto no es sólo un lugar
geográfico, sino también un estado y situación profundamente humanos y religiosos de
aislamiento y recogimiento. El desierto fue el lugar de las grandes comunicaciones de Dios con
su pueblo, y donde Jesús se preparó a la vida pública. Es el lugar donde el hombre siente la
soledad y busca abrir su propio camino. Las dificultades del desierto llaman a la oración y son
forja de la fe.
Para el caso en que el equipo decida hacer una actividad grupal, se pro ponen los
siguientes cuestionarios, de los que se eligen una o más preguntas Al final se tiene una puesta
en común, en la que el secretario-relator de cada grupo informa.
*La aceptación de uno mismo exige reconocer tanto los propios límites como las posibilidades:
- Señala lo que consideras tus límites y tus posibilidades o capacidades.
* Tus límites no deben ser barrera en tu esfuerzo constante de superación:
- Dar tres razones por las cuales debes aceptarte a ti mismo.
* La aceptación de sí mismo es fuente potenciadora a de convivencia libre:
- ¿Por qué hay jóvenes que se revelan contra sí mismos?
* La fe es una fuerza personalizante:
- ¿De qué forma la fe ayuda a solucionar los principales obstáculos que se interponen en la
vida para conseguirla madurez de la personalidad?
4. Cuestionario sobre la fe para después de¡ mensaje: «El joven líder comunitario».
LA FE
2. Si un día te dicen lo que una mujer dijo a Pedro, en Jerusalén, la noche de la pasión, cuando
prendieron a Jesús: «Eres tú uno de sus amigos», ¿cuál sería tu respuesta?
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3. Hay quienes se lamentan de no haber tenido opción a la fe, y haber encontrado la fe desde
la cuna. Les parece que sólo es válida una fe conseguida al precio de una opción contrastada y
dolorosa. Para ellos, parece ser, no se les ha presentado nunca esta opción. Están tentados de
pensar que la fe o la incredulidad no son más que el resultado del azar. De ahí a considerarla
como una herencia familiar, como un recuerdo de la infancia o como una buena costumbre... no
hay más que un paso, que rápidamente se da.
En la juventud, muchos experimentan ese malestar interior descrito. Tratan de liberarse
de lo que ellos llaman una `supervivencia inútil". ¿Qué piensas de ello? ¿Crees que ahí está la
solución; o en la reaceptación, cuando joven, de la fe?
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Evangelio ____________________________________________________________________
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Cielo _______________________________________________________________________
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Pascua _____________________________________________________________________
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Cristiano ____________________________________________________________________
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Caridad _____________________________________________________________________
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Iglesia ______________________________________________________________________
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9. ¿Conoces en tu ambiente a algún cristiano o cristiana que trate de vivir su fe? ¿Podrías
hacer su retrato, esto es, describir en unos trazos cómo se comporta normalmente en su vida
de cada día o en sus relaciones con los demás?
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10. ¿Para ti, Jesucristo, ¿es alguien vivo? Explica un poco tu respuesta.
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LA FOGATA
Si se decidiera celebrar por la noche del segundo día una fogata, a manera de fuego de
campamento o de celebración litúrgica del lucernario, entonces se acorta el póster-foro
suprimiendo la parte de presentación de pósters impresos que presentan los guías.
La fogata, que se celebraría seguidamente de las oraciones de la noche, constituiría
como un descubrimiento del llamado «misterio de la noche». Una oportunidad grande de
alabanza del Creador y la «querna» de nuestro hombre viejo.
En torno al fuego se hermanan los muchachos, cuidan de mantener la llama del fuego y
con sus cantos y juegos promueven la amistad.
En esta tarde, que tuvo lugar el acto de la Opción a la fe, la fogata es un signo
pascua¡ de la luz y la resurrección. Se puede bendecir la fogata con las formas que la Iglesia, el
sábado santo, bendice el fuego nuevo y celebra con las candelas la fiesta de la luz.
CUARTO DÍA DEL ENCUENTRO
ACTIVIDADES
Orden de actos a celebrar
Música
Oración de la mañana
Entrega de los Evangelios
Reflexión espiritual: Tema: Jesús portador de la «Buena Nueva»
Desayuno
Noveno mensaje: Tema: Los grupos juveniles cristianos
Actividad grupal: Explanación y entrega la hoja de reunión de grupo E.C.O.
Reuniones de grupo con esquema E.C.O
Décimo mensaje: Tema: Vida nueva en el Espíritu
Actividad grupal: Preparación por grupos del acto mariano
El acto mariano: Ofrenda de los grupos
Onceavo mensaje : Tema: La acción evangelizadora de los grupos juveniles
Dinámica de grupo dentro del mismo mensaje
Comida
Descanso y sobremesa
Charla de despedida: Tema: Alborada de un mundo nuevo
Marcha procesional de entrada a la misa
Celebración de la eucaristía Homilía: «Levántense. Vámonos de aquí»
Sermón de Jesús en la Cena: Juan 14, 18-31
Acto comunitario de despedida: «Reunión de lanzamiento»
Saludo a los visitantes y motivación del acto
Testimonios de los jóvenes y visitantes
Palabras del equipo promotor
Lectura y cierre de la Biblia
Canto de despedida
REFLEXIÓN ESPIRITUAL
16. JESÚS, PORTADOR DÉ LA «BUENA NUEVA»
La reflexión de la mañana del cuarto día, como las dos anteriores, versa sobre
Jesucristo, el héroe de la juventud. Identifica a Jesús con su palabra; mensaje y mensajero.
El segundo día, al presentar a Cristo como héroe de la juventud, se definió a un héroe
«como la persona que levanta y lucha por la bandera de un ideal, y que lleva cabo sus
empresas a base de acciones heroicas». Ayer, en la reflexión, vimos cómo se realiza en Cristo
esta condición de llevar a cabo su ideal -el reino de Dios- y sus empresas a base de acciones
heroicas. Hoy nos toca considerar cuáles son los colores de su bandera y los puntos o
programa de su ideal.
¿Cuál es el ideal que presenta Cristo, por el que vivió, murió... y resucitó? ¿Por qué
motivos se entrega un joven a seguirle? Responder a estas preguntas constituye el tema de la
presente reflexión. Lo podemos sintetizar con la palabra «Buena Nueva».
Anoche tuvimos el acto de la opción fundamental a la fe. Optar por la fe
fundamentalmente es optar por Jesucristo. Antes que su doctrina, está su Persona. Nuestra fe ,
además de confiada, debe ser ilustrada. Hay que saber a quién se cree, pero también qué es lo
que se cree: conocer el contenido profundo de las verdades de la revelación y de la predicación
de Jesús.
Ayer pusimos las manos en la Biblia, ahora pondremos la Biblia en las manos, para llevárnosla
y vivirla. La entrega de los Evangelios, hecha por el asesor espiritual en el altar, deberá tener
además un sentido de llamada de la Iglesia al apostolado, y ser un «signo de misión» para
cada joven que se acerque a recibirlos.
Todo está aquí. Esta meditación, de sentido tan amplio, supone tres cosas. Que los
muchachos que van a recibirla ya son bautizados, y que, por tanto, tienen una capacidad que
les da el carácter bautismal para entender vitalmente estas supremas verdades. Además, que
los muchachos y muchachas asistentes son bachilleres, universitarios o tienen una base de
formación, poseen un conocimiento más o menos fundamental de ciertos conceptos y
argumentos que aquí damos por sabidos, y de los principales pasajes evangélicos a que se va
a hacer alusión. Finalmente, el estilo ágil, cortado y trotado de esta meditación, parte también
del supuesto de que se habla a una juventud nueva; que, distinta a la de antes, está más
capacitada para temas de psicosíntesis como es el presente, por el hábito del corte psicológico
tan usado hoy en el cine y la televisión.
DESARROLLO DE REFLEXIÓN
Motivación introductoria
Dios existe. Esto es fácil de descubrir, pero ¿quién es Dios? Éste es el gran misterio. Si
el hombre, como hemos visto, es un misterio para si mismo, cómo va a poder definir a Dios. Un
día Moisés, en el Sinaí, pudo hablar directamente con Dios y preguntarle quién era. La
respuesta fue: «Yo soy el que soy» (Ex 3, 14). Es decir: Yo soy la existencia suprema y
necesaria. Yo soy la plenitud eterna y la fuente de todo ser. Sin embargo, nada se supo de la
intimidad de Dios.
Jesucristo vino a la tierra precisamente a eso, a revelarnos quién es Dios. Es falso
decir que del otro mundo no ha venido nadie a contarnos de Dios. Y lo que Jesús nos reveló de
Dios es lo más sublime que podíamos esperar. Nos dijo que Dios es amor.
Dios no es un eminente Solitario, sino que comparte su vida divina con otras Personas:
Dios es Padre, es Hijo y es Espíritu Santo. Es con ese ser de amor que Dios existe. No puede
haber amor donde no hay más que una persona. El amor exige unidad y pluralidad, identidad y
alteridad. Ésta es la gran revelación de Cristo al mundo, que Dios es Padre; que Dios está
eternamente amándose en un hijo, el Verbo; y que este Padre y este hijo se aman entre sí, y
que este amor personal es el Espíritu Santo.
Porque el amor es Dios, por eso en todas partes, entre los hombres, donde haya amor
verdadero hay algo de Dios. Dios está allí presente. Hay algo de manifestación de Dios. Dios
es la «onda infinita de amor» (Ricardo de San Víctor).
¿Qué quiere decir que Dios es trino y uno?, ¿Qué es Padre, es Hijo y es Espíritu
Santo? Dios, como espíritu e inteligencia infinita, piensa; y este Pensamiento que tiene, que es
la expresión total y perfecta de sí mismo, es la segunda Persona de la Santísima Trinidad: el
Verbo, su Hijo. Decir que Dios es Padre y Dios es Hijo, equivale a decir que Dios es una
INTELI- GENCIA eterna o sabiduría infinita, que engendra eternamente un PENSAMIEÑTO o
PALABRA infinita, en la que expresa todo lo que es; y tanto es así, que se identifican. El Hijo es
la palabra interior del Padre. El espejo en que se conoce y reconoce.
El padre ama al Hijo como total expresión de sí mismo, y el Hijo ama al Padre de quien
procede, y del amor mutuo que ambos se tienen procede la Tercera Persona de la Santísima
Trinidad: el Espíritu Santo. El Espíritu Santo es el beso y abrazo del Padre y del Hijo. «Lo
propio del Espíritu Santo es ser la comunidad de las otras dos Personas» (san Agustín). Él es
el que confiere al amor divino su absoluta pureza, puesto que hay imposibilidad absoluta de
replegamiento posesivo sobre sí mismas.
Me doy perfecta cuenta que están todos pensando que esto es muy difícil y demasiado
alto para captar. Lo mismo pienso yo. Pero ¿creen que Dios es un tema para tratar con niños?
Lo propio de Dios es precisamente ser grande. Ni a vosotros ni a mí nos interesa un Dios de
bolsillo, un Dios sin misterios. De todo lo más interesante es saber que Dios es Padre, que
«Dios es amor» (1Jn. 4, 8). Pero el amor no se entiende con la cabeza, se intuye, se presiente
y se siente.
¡Qué sublime, qué sabroso, cuando miramos los astros y las flores, poder rezar
diciendo: «Creemos que el Todopoderoso, creador del cielo y la tierra, es Dios-Padre»! Toda la
creación fue hecha y está alentada por esa palabra (pensamiento, logos) de Dios, que es su
Hijo. Por eso el universo entero -cosas y personas- está cruzado por la «onda infinita de amor»
que debemos estar siempre atentos en captar:
No digan que esto es muy difícil. Digan más bien que es grande. No rebajemos
«aguando» como whisky el cristianismo. Entonces experimentaremos el orgullo de ser
cristianos. Por lo menos ahora, en el tiempo de nuestra juventud, descubramos, una vez por
todas, que la fe es algo profundo, maravilloso. Y que vale la pena dedicarle toda una vida.
Nuestra decisión de ser cristianos es fruto de una elección. Creernos porque creer es lo mejor
de lo mejor.
Dios no sólo no vive su vida solitariamente, sino que su amor de Padre le lleva a
comunicarla también a los hombres. Dios mandó a su Hijo al mundo para participar su vida
trinitaria a la humanidad: para que los que aceptaron el testimonio que él dio del Padre llegaran
también a ser hijos de Dios. Lo dice claramente desde el principio del Evangelio San Juan:
«A cuantos lo recibieron
les dio poder de llegar a ser hijos de Dios,
a aquellos que creen en su nombre.
De su plenitud recibimos todos
gracia sobre gracia» (Jn. 1, 12.16).
Ésta es la buena nueva que Cristo anunció al mundo: la vida nueva de la gracia, que
nos convierte en hermanos de Cristo e hijos adoptivos de Dios. En frase audaz afirma san
Atanasio de Alejandría: “Dios se hace hombre para que el hombre pueda devenir Dios”. Y
¿cómo será? Por la gracia di Cristo, que se convierte en Cabeza de toda la humanidad (Col 1,
13ss).
¡Cabe al hombre mayor dignidad que la de poder ser de nombre y en toda verdad h1p
de Dios! Se cuenta de cierta princesa francesa que un día reprendida por su institutriz; y que
ella, altanera, se soliviantó diciéndole: «¿Se olvida, señorita institutriz, de que soy la hija del rey
de Francia?» A lo que ella le replicó: «Y usted, señorita princesa, ¿se olvida de que yo soy la
hija de Dios? » Sería éste un testimonio de cómo llegar a sentir la dignidad de ser hijo de Dios.
Por algo, cuando nos bautizan y confirman nos consagran en la frente, para que aprendamos a
andar con la cabeza bien alta. Ni cuando a veces tengamos que bajar los ojos, bajemos la
frente.
En Cristo, el joven puede realizar plenamente la dimensión sobrenatural de la vocación
humana que, como recordáis del primer día, es llegar a ser «imagen y semejanza de Dios».
Desde Adán, todas las tentativas que ha hecho el hombre solo –y que está haciendo ahora con
la técnica- han fracasado siempre. Pero Cristo vino a darnos la manera de conseguirlo. Por la
gracia que nos confieren el bautismo y los sacramentos que él instituyó, conseguimos la
divinización, mejor dicho aún: la trinización, al ser hechos hijos de Dios.
En realidad, Cristo es el único Hijo del Eterno Padre; nosotros pasamos a ser hijos de
Dios en tanto cuanto, incorporados a él, formamos un solo cuerpo: el cuerpo místico de Cristo.
«Porque a los que de antes conoció, a ésos Dios los predestinó a ser conformes con la imagen
de su Hijo, para que ¿éste sea el primogénito entre muchos hermanos» (Rom 8, 29). En la gran
familia de los hijos de Dios, Cristo es nuestro hermano mayor. Qué gran cosa es poder decir, al
rezar, y mirando las estrellas: «Padre nuestro que estás en el cielo.» Si según el refrán catalán,
quien dice padre gran boca abre, ¡qué será poder llamar Padre a Dios! En América Latina
llaman a Dios: el Papá-Dios. Se lee en la autobiograrla de santa Teresa de Jesús, que un
confesor le impuso de penitencia rezar un padrenuestro. Al cabo de una semana volvió a
confesar y se acusó de no haber cumplido la penitencia... Es que no había podido pasar de
meditar la palabra Padre.
«Y si hijos, también herederos, herederos de Dios, coherederos de Cristo» (Rom. 8,
17). La unión de Dios es hoy por medio de la gracia. Pero será eternamente gloria, es decir,
visión y gozo. Fe y visión son dos aspectos de la vida eterna. La primera es para la segunda lo
que el capullo es para la flor, el alba al día.
La última gran verdad de la fe es que Cristo se encarnó para formar con todos los hijos
de Dios una gran familia, la familia de los hijos de Dios, en la que todos viviéramos unidos y
nos amáramos como hermanos. El fruto de la palabra de Cristo, exponente de la santidad, es la
unidad. No es una unión cualquiera, no es esa unidad relativa y extrínseca que se encuentra en
las sociedades humanas, sino la unidad a la imagen y en el corazón de la trinidad.
En la siguiente oración de la última Cena, Cristo resumió toda su enseñanza. Es su
testamento.
«Padre Santo, guarda en tu nombre a éstos que me has dado,
para que sean uno como nosotros...
Yo les he dado la gloria que tú me diste,
a fin de que sean uno como nosotros somos uno.
Yo en ellos y tú en mí,
para que sean consumados en la unidad
y conozca el mundo que tú me enviaste
y amaste a éstos como me amaste a mi» (Jn .17,11ss).
Los que confiesan por Padre a Dios y por Hermano Mayor a Cristo, éstos son a la vez
entre sí hermanos. Hermanos fue la denominación que desde el principio se dieron los
primeros cristianos (Hechos 11, 29; 21, 17; 28, 14). Así nos llamamos en la Iglesia. Los
comunistas se llaman camaradas; nosotros, hermanos.
La gran familia que forman todos los que creen en Jesucristo, el Hijo de Dios, es
propiamente la Iglesia. La Iglesia, esa sociedad humano-divina que formamos los hijos de Dios,
es la obra máxima de Cristo: su reino, su esposa, su cuerpo. Es el sacramento de la unidad.
Así define Ives Congar la Iglesia: «La unión de los hombres con Dios, y de unos con otros en
Cristo.» Es unión de los hombres con Dios por la gracia, y de unos con otros por la fraternidad.
Como el alma une y cohesiona todos los miembros de¡ cuerpo, así la Iglesia, por el
Espíritu Santo, que es el Espíritu de Cristo, realiza en el mundo y la historia la unidad. La
Iglesia es la ONU de la gracia. «Ustedes -dijo Pablo VI en la ONU- son un puente y una red
entre los pueblos; así, la Iglesia quiere ser en el orden espiritual: única y universal.»
La Iglesia une a los hombres en Cristo Jesús, cualquiera sea la altura o el espesor de
las barreras y fronteras que los separen y los intereses que los opongan y testimonia aquí
abajo el reino del más allá:
«Todos, pues, sois hijos de Dios por la fe en Cristo Jesús... No hay ya judío o griego,
no hay siervo o libre, no hay hombre o mujer, porque todos sois uno en Cristo Jesús» (Gál. 3,
26-28).
El amor es la virtud con que vino a unir a todos los hombres. El amor coordina en la
igualdad a los hombres y promueve todas las virtudes. Perfecciona la unidad. No es una virtud
entre las virtudes, sino la animadora el punto de mira implícito de todas las virtudes.
Jesús es el Hijo de Dios y el Hijo del Hombre. Como Hijo de Dios está constantemente
evocando la presencia de su Padre, en él y en su obra. Como Hijo del Hombre vinculó también
a su madre, María, a su vida y apostolado. Desde Belén hasta el Calvario, la resurrección y
pentecostés, María está presente.
Esta vinculación de María a Jesús quiso él que fuera también con la Iglesia. Desde el
momento que María aceptó ser madre de Jesús quedaba constituida madre de la Iglesia. La
Iglesia es la prolongación del cuerpo de Jesús (Rom. 12, S). Jesús y la Iglesia forman un solo
cuerpo: él es la cabeza y nosotros los miembros. María es madre del cuerpo total de Cristo.
Madre de Jesús y madre nuestra.
Esta doble maternidad la proclamó Cristo solemnemente desde la cruz, cuando dijo a
san Juan: «Hijo, aquí tienes a tu madre.» Y al decir a María: «Mujer, he aquí a tu hijo.» Y
después añade el evangelista: «Desde aquella hora el discípulo la recibió en su casa» (Jn. 19,
26-27).
¿No fue natural que Juan lo hiciera así? ¿Y no lo será también que nosotros, a ejemplo
de Juan, lo hagamos? Desde que tomamos conciencia de la maternidad espiritual de María
sobre nosotros ¿no es natural que nos hagamos hijos solícitos y amantes de ella? Juan era el
apóstol más joven. Los jóvenes tenemos razones especiales para sentirnos devotos suyos.
Por María a Jesús y por Jesús a María. Ésta fue la reacción más espontánea de la mujer que
después de oír a Jesús hablar, inmediatamente pensé en su madre: «Dichoso el vientre que te
llevó y los pechos que te amamantaron» (Lc. 11, 2). Por habernos dado a Jesús, María es
también la portadora de la Buena Nueva.
Cuenta el padre Luis Coloma, en su novela histórica Jeromín, que en el pequeño
pueblo de Leganés vivía un muchacho llamado Jerónimo, tenido por hijo de Francisco Massy y
Ana de Medina. En su hogar, con una escasa formación, como hijo de un matrimonio de
campesinos, pasó los años de su infancia. Un día, cuando ya mayor- cito, llegó al pueblo una
carroza imperial. Un cortesano, en nombre del mayordomo del invicto césar Carlos V, Luis
Méndez Quesada, fue a buscarle para llevarle a la mansión de los Quesada, donde se le
educaría y recibiría esmerada formación. Después, de la boda del mismo rey Felipe II, viene a
saber que él es hijo del emperador Carlos V. El emperador en su testamento hizo constar que
Jerónimo, el presunto hijo de los campesinos de Leganés, era hijo natural suyo y de una mujer
soltera de Alemania. El 28 de septiembre de 1559, en el Palacio de Valladolid, frente a toda la
corte, Felipe II le reconoce públicamente como hermano propio, comenzándole a abrazar y
besar luego su hermana y su hijo Carlos. Y le dio el apellido de la familia, la categoría
de Infante, y trocó su nombre de Jerónimo en el de Juan, con el que ha pasado a la posteridad
entre los esplendores del genio y de la gloria: Don Juan de Austria, el vencedor de Lepanto.
Jerónimo es tipo del hombre nuevo cristiano. Cuando él tomó conciencia de que era
hijo del emperador Carlos V y hermano del rey Felipe II, todo cambió en su vida, quiso estar a
la altura de su nueva dignidad, fue el gran defensor de la Iglesia frente a las tropas de la
cristiandad en Lepanto. Tomemos nosotros conciencia que nuestra dignidad de cristianos, por
la gracia, es mucho mayor. Mucho más que ser Infante de la Casa de los Austria, es ser hijo de
Dios y hermano de Cristo, tener por madre a Maria.
Dice San Gregorio Magno: ¡Cristiano, aprende a ser santamente orgulloso!
Antes de empezar las oraciones de la mañana, uno de los guías habrá colocado sobre
el altar de la capilla un número suficiente de ejemplares de los Evangelios, para el acto de la
entrega que se hará de ellos a los que lo deseen antes de la reflexión espiritual.
Ya terminadas las oraciones de la mañana, el asesor que va a hacer la reflexión pasará
a motivar el acto que va a tener lugar seguidamente, de entrega del libro de los Evangelios,
Tratará de relacionarlo con el acto de Opción a la fe de anoche. En el primitivo catecumenado
existía una ceremonia para la entrega de los Evangelios.
Debe invitarse, a los que voluntariamente quieran, a subir al altar para recibirlos. Sería
bueno que el libro que se entregue tuviera todo el Nuevo Testamento. Se les entregará abierto
y si quieren pueden besarlo. Al entregarlo el sacerdote dirá: «Recibe la palabra de Dios, vívela
y comunícala a los demás», o algo parecido.
Teniendo los jóvenes el libro en la mano, esto permitirá que el que predique la reflexión
cito algunas de las referencias bíblicas que considere más importantes, y ellos puedan leerlas
directamente del texto.
El título que también podría ponerse a esta reflexión es: «Síntesis vital trascendental de la fe».
Desde luego, un tema así presenta dificultades de exposición. No puede ser muy detallado ni
insistido. Hay que evitar que sea demasiado conceptual o se convierta en una lección. Debe
darse con ilusión, como quien anuncia la “Buena Nueva”, para que los jóvenes sientan
admiración por los grandes contenidos de la fe y vean las posibilidades de vivirlos y
transmitirlos.
- No todo lo que aquí se propone es para ser expuesto. Pero sí conviene que los jóvenes vean
panorámicas vitales nuevas y las verdades con mayor profundidad e ilación. Dicen que admirar
es también una forma de entender.
- Al terminar la exposición dejar un tiempo de silencio para la oración personal, y también para
la plegaria compartida en voz alta para los que espontáneamente deseen hacerla. Se acaba
con un canto adecuado, que ahora podría ser el del padrenuestro.
MENSAJE NOVENO
17. LOS GRUPOS JUVENILES CRISTIANOS
El presente es el primer mensaje del tercer día por la mañana. Desde anoche los jóvenes ya
empezaron a escribirse frases y firmas en las páginas para autógrafos de Timonel. Quieren
recordarse. El clima de este último día va siendo de partida. La temática de esta jornada va
enfocada principal- mente al Pos-encuentro.
¡El sentido de nuestro tiempo! El Encuentro de Promoción Juvenil quiere hacer
presente la Iglesia en el tiempo y lugar que la juventud vive. Está en búsqueda para interpretar
y ayudar a vivir a los jóvenes los signos de los tiempos.
Los dos signos más acentuados del mundo actual son sin duda la pro- moción humana y la
promoción comunitaria. Hasta el momento el Encuentro ha venido tratando directamente de la
promoción humana. A partir del presente mensaje el tema preferencial del Encuentro será la
promoción comunitaria.
Ahora bien: la comunidad ofrece unos matices muy específicos para la convivencia
juvenil, La comunidad básica de los muchachos son los grupos juveniles, Vamos a hablar aquí
del grupo juvenil -además de la familia- como el núcleo básico de convivencia y realización
social, y principio de comunidad, No sería propio hablar de comunidad juvenil, sino de grupos
juveniles.
«La comunidad de base debe ser permanente. Una respuesta para toda la vida. De
esta forma se distingue la comunidad M grupo. El grupo, como la comunidad de base, tiene
relaciones primarias, pero es transitorio. Se forman grupos, no comunidades de jóvenes,
porque uno no es joven toda la vida. El grupo pasa, la comunidad permanece. El grupo,
generalmente, es específico; la comunidad es algo más general. Un grupo de estudiantes
busca estudiar, ahí no entran los obreros. La comunidad es general por sí misma: comprende
hombres, mujeres, niños, adolescentes, jóvenes, obreros, universitarios. Como la comunidad
es más global, pueden existir diversos grupos a una comunidad» (José Marins, Curso de
Comunidades Eclesiales de Base).
Esta charla vendrá a completar la del primer día -«el otro y yo»-, que hizo ver al otro
como un complemento del yo, y la relación interpersonal como manera de realizar nuestra
vocación colectiva. Aquí debemos dar un paso más, y hacer ver a los muchachos cómo esta
interrelación e interayuda social, la forma normal y más eficiente de llevarla a cabo es de
manera comunitaria. La inserción social o promoción del joven a la sociedad, tanto eclesial
como civil, no se opera de una manera individual, ni sólo familiar, sino a través de los grupos y
comunidades. El tema anterior sobre la alteridad se completa con este de la comunidad; pero,
por tratarse de jóvenes, será partiendo del grupo juvenil como principio y fundamento de la
comunidad.
Además, esta charla viene introducida por la última de ayer sobre «el joven líder
comunitario». El líder -se dijo- es producto del afán de servicio a la comunidad y nace de las
necesidades sentidas por el grupo. El líder nace del grupo y el líder forma los grupos.
No se pueden lanzar aviones sin conocer las pistas de aterrizaje. E grupo juvenil cristiano será
el campo de aterrizaje del Encuentro. El grupo juvenil es el pequeño mundo que acogerá al
joven. Donde se sentirá él apoyado y estimulado por otros jóvenes, y encontrará un clima para
transmitir sus ideales y la fuerza para superar los ambientes contrarios.
No sería suficiente que nos contentáramos ahora con hablar de las razones y principios
que motivan la formación de los grupos juveniles. Lo que realmente importa es que los jóvenes
salgan decididos a integrarse a grupos juveniles, y concretamente cristianos, y a realizar una
acción grupal Si algunos de ellos ya forman parte de un grupo juvenil cristiano, hay que
estimularlos a que al salir se reintegren en ellos más motivados y con una actitud nueva. Para
los que no pertenecen a ningún grupo, ver que los formen y considerar con quienes y cómo van
a ser.
Es algo que vemos a diario. Cuando vamos por la calle encontramos cantidad de jóvenes,
muchachos y muchachas, que están reunidos en una esquina o una plaza charlando
animadamente y formando grupos.
Es algo que nos gusta, especialmente a los jóvenes, pasear juntos, formar corros, hacer farra,
organizar peñas... Y esto no sólo para pasar el tiempo, jugar o divertirnos, sino para compartir
experiencias, convivir, estudiar juntos, hacernos amigos. Quizá uno de los valores más
auténticamente juveniles sea éste, el de los grupos.
Motivación introductoria
Esta charla, precisamente, es para hablar de los grupos juveniles. La última de ayer fue
para tratar del «joven líder comunitario». El área directa de la acción comunitaria del joven son
sus grupos naturales. La maduración de la personalidad y el liderazgo del joven se operan a
través de sus grupos de convivencia. El grupo le da personalidad y ocasión de servicio.
Este mismo Encuentro de Promoción Juvenil, organizado a base de grupos, ha venido
a demostrarnos prácticamente el valor y la eficacia que en sí tienen, por ejemplo, los grupos
juveniles cristianos. Esta experiencia del Encuentro no debe quedarse aquí, debemos
aprovecharla y continuar después viviéndola terminado el Encuentro en nuestros ambientes, y
aun fomentarla entre compañeros. La promoción de grupos juveniles cristianos constituye el
objetivo principal de esta charla, y no sólo de la presente charla, sino de todo el Encuentro. Son
muchos los grupos de amistad, de servicio y de apostolado, que a raíz de estos Encuentros
Juveniles se han ido formando, y más todavía, estoy seguro, los que vamos a formar a partir de
éste.
a) ¿Qué es un grupo?
Todos tenemos experiencias de lo que son los grupos. Grupo es la familia, grupo los vecinos
de casa con que frecuentemente convivimos. Grupo la peña de amigos o compañeros de
diversión, trabajo o estudio. Pero es bueno que ahora vayamos a un perito en grupos, y esto es
un psicólogo, para que nos lo describa según los principios.
Se entiende por grupo «la unión de varias personas que se intercomunican en una
relación de amistad, e interactúan en una acción de conjunto, en vistas a conseguir un objetivo
común».
La constitución de un grupo está toda ella centrada alrededor de la vivencia y de la
mutua ayuda, para la consecución efectiva y afecta de unos fines. Radica en el hecho de
«compartir», y tiene alma.
De ello se desprende que la mera unión física no hace grupo. Viajar en un autobús no
forma grupo. Varias personas pueden encontrarse unidas, por ejemplo, porque asisten a una
reunión; están en la misma clase o viven juntas, pero todas estas variantes son externas al
individuo. Para la formación de un grupo la unión de los individuos debe partir M interior.
b) La dinámica de grupo
La unión hace la fuerza. Un hilo hace fuerza, dos y tres hilos hacen fuerza; pero estos
hilos unidos y trenzados crean una cuarta fuerza nueva. la fuerza de la unión. La fuerza
psicológica nueva que genera la unión de las personas en el grupo, se llama «dinámica de
grupo»; es liberadora de energías dentro y fuera del grupo.
La dinámica de grupo la suelen definir como «el producto de todas las dinámicas
particulares, unificadas por la fuerza de un objetivo común y por el valor emocional de las
relaciones inter-personales, y la liberación en grupo de los mecanismos de defensa a favor de
una acción positiva.»
Pongamos un ejemplo de liberación: Cuando varias personas se reúnen, existe un
mutuo recelo que crea distancias o desconfianza de no ser acepta. dos. Cuesta abrirse, saber
escuchar, comunicarse. El primer mecanismo de defensa, que es el retraimiento, se afloja
hasta desaparecer en el grupo. Caen las defensas del «yo» y nos tratamos en el nivel, no de
«personajes», sino de «personas».
c) Necesidad de convivir en grupos
El hombre es una unidad abierta al diálogo con los demás. El segundo día vimos que la
vocación del hombre es colectiva. Esta dimensión colectiva de la vocación, donde encuentra su
clima más propicio, es en el grupo vocacional de homogeneidad. Todos los grupos suelen tener
un influjo y una relación directa con la vocación y oficios de cada uno. Se necesita también el
grupo para la maduración de la personalidad.
Por eso de que el hombre es un animal social, necesita también el grupo para amar y
ser amado, conocer y ser conocido, reconocer y ser reconocido. Los grupos tienen un gran
valor afectivo. Allí las personas nos conocemos por el nombre, nos estimamos y apreciamos,
estableciendo contactos frecuentes que nos unen. Allí, cuando no estamos, dejamos un vacío.
El grupo es necesario como nivelador social. Nos defiende tanto de la masificación
como del individualismo. Para el individualismo, lo único que cuenta es el «yo»; para el
sociologismo, lo único que importa es la sociedad, el «nosotros». El grupo, a la vez que nos
ayuda a vencer el egoísmo en vistas al bien de los demás, nos protege del anonimato. En el
grupo, cada uno es considerado no como individuo, sino como persona, y por el grupo nos
introducimos en la sociedad.
Hay muchas formas y categorías de grupos. Nosotros nos vamos a fijar sólo en dos. Es
una división de grupos que en cierta manera las comprende todas. Según sea el nivel y
carácter de relaciones humanas que motiven a un grupo, será un grupo primario o secundario.
Las personas, no sólo necesitan los afectos de los familiares, sino también los afectos
favorables y sentimientos de quienes compartimos los otros aspectos de la vida: trabajo,
diversión, los intereses comunes, las afinidades... Necesitamos los sentimientos y la compañía
de otros para compartir los mejores momentos, para hacerles partícipes de las cuitas, de los
pequeños o de los grandes éxitos.
A estos pequeños círculos de personas que les tenemos más confianza, llamamos
grupos primarios. Son las reuniones que mantienen relaciones humanas primarias a base de
contactos frecuentes y de carácter afectivo. Son las personas que se agrupan por una afinidad,
un gusto o un interés común; que se sienten unidas entre sí por un vínculo y a la vez son
conscientes que forman un grupo.
Grupos primarios son los grupos de fuerte comunicación afectiva. Relaciones cara a
cara y estructura de grado general, que genera espontánea- mente en actos amistosos. Son
grupos primarios la familia y los grupos de amigos. Al grupo primario se le llama también
psicogrupo.
Grupos secundarios son los que están basados en relaciones secundarias; donde las
personas se unen por un vínculo concreto específico, pero no se interesan por más, sino en
eso. Ejemplo de grupo secundario, el que se forma por el deporte, por el trabajo, por el estudio,
un interés particular o un servicio a prestar. Éstos son grupos de dimensión más amplia, pues
la persona interesa en tanto que cumple la función que se le señaló dentro del grupo; todo lo
demás se «respeta».
Son secundarios los grupos de prevalente convergencia de intereses. Lo que une,
pues, no es el lazo afectivo, sino motivos utilitarios: contratos, reglamentos. Se llama también
sociogrupo.
En cuanto crecen las finalidades específicas, se multiplica la participación de uno a los
grupos. En la vida urbana, el grupo de relaciones afectivas es más reducido que en la rural. En
cambio, por lo mismo, crecen los grupos de relaciones específicas, secundarias.
El grupo entre cristianos tiene las mismas características del grupo natural humano,
pero éste entonces viene a enriquecerse con un factor sobrenatural: el amor de Cristo.
a) ¿Qué es el grupo cristiano?
La dinámica que aportan al grupo los cristianos es la de la caridad. Al como los polos
de luz eléctrica contienen la corriente, pero producen la luz solamente cuando se ponen en
contacto, la caridad recíproca, uniendo nuestras almas, aporta una fuerza superior, una nueva
experiencia de Dios. El amor hace a Dios presente en el alma, pero mayormente en el grupo.
Donde hay caridad y amor, allí está Dios.
Desde el punto de vista cristiano, apunta una nueva realidad en el grupo que escapa a
toda posibilidad de examen psicológico: el Cristo comunitario. Bien lo indican aquellas palabras:
«Donde dos o tres estuvieren reunidos en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos» (Mt. 18,
20). Y ésta es una fuerza trascendente que supera todas las energías individuales de los
miembros del grupo. «Yo en medio de ellos» no significa simplemente una persona más,
aunque ésta sea la de Cristo, sino una fuerza divina «central» que irradia hacia todo el grupo, lo
levanta y lo potencia de una forma nueva, humano-divina. El grupo es una verdadera
encarnación comunitaria de Cristo.
El grupo de cristianos-hombres nuevos- infunde también una nueva modalidad al
grupo; la que el movimiento de los Focolares ha venido llamando: la dinámica de «Cristo en
medio de nosotros». Tengámoslo presente si queremos ser jóvenes «dinámicos», fuertes.
Todo lo dicho hasta aquí era para venir a hablar ahora de los grupos juveniles
cristianos. El sector juvenil, y sus consiguientes grupos, constituyen hoy una de las fuerzas más
poderosas y determinantes de la sociedad y de la Iglesia. Aumenta progresivamente el
agrupamiento e intercomunicación de la población joven. Surgen las grandes agrupaciones
juveniles: colegios, universidades, escuelas técnicas, fábricas, clubs... En todas partes
proliferan, en una u otra forma, los grupos juveniles: ambientales, de medio o profesión,
geográficos o de barrio, de amistad o elección...
Al agruparse en núcleos compactos y numerosos, una nueva fuerza aparece prometedora, en
la Iglesia, la fuerza socializante de la juventud. -Ésta es un poderoso parlante capaz de hace oír
su voz en todas las manifestaciones de la vida: costumbres, arte, diversiones, política. Los
grupos juveniles cristianos deben constituir el fermento de renovación evangélica del mundo
nuevo que está apuntando en la Historia.
Ustedes, jóvenes, ahora al salir iréis a nuclear nuevos grupos juveniles cristianos y poner a
Cristo en medio de sus agrupaciones. Serán, a través de sus grupos, el fermento evangelizador
de esta sociedad juvenil que, sin saberlo quizá, necesita y espera a Cristo.
Un grupo que sólo fuera para pasar el tiempo, sin objetivos, no seda grupo, sería un
corro de muchachos. El objetivo es el alma de un grupo. Nuestros grupos quieren actuar en el
campo de la vocación cristiana en toda su maravillosa profundidad, exigiendo de los
muchachos que la realicen en su situación actual de jóvenes y estudiantes. Colocan a los
muchachos en plena disponibilidad para encontrar el camino que están «tentando» descubrir, y
en toda su dimensión, profesional, laical, sacerdotal...
Aunque parezca contradictorio, el grupo ayuda más a uno a ser uno mismo. Es un
ambiente en que uno es, ante todo, uno mismo gracias a los demás. Puesto que los demás
esperan algo de mí, porque creen en mí, por- que esperan en mí, yo me atrevo a mostrarme
tan bueno, tan cariñoso, tan humilde, tan sencillo, tan servicial, tan generoso como ellos me
han animado a ser.
Los grupos, además de ayudar a realizar y descubrir la vocación, suelen irse formando
incluso por homogeneidad de vocaciones.
El grupo estará abierto a todos los intereses, problemas y situaciones en que viven los
jóvenes, de manera que sea una respuesta adecuada y satisfactoria. Debe partir de las
situaciones concretas y preocupaciones cotidianas que ellos y ellas viven individual y
socialmente.
El muchacho o la muchacha no están divididos en compartimientos estancos: religioso,
deportivo, familiar, social... Son una unidad de relación y de problemas. El grupo tiene que
estar abierto a toda esta problemática. El grupo quiere ser este punto de solución central que
ofrezca al muchacho la oportunidad de encontrar el ambiente de amistad que necesita, la
oportunidad de comprender y ser comprendido y esa solución unitaria y funda- mental de su
problemática.
El ideal será formar un grupo que tenga las características del grupo natural, una
«peña» de amigos. Un grupo que parta de los mismos jóvenes, propiedad de ellos y con
responsabilidades compartidas. El adulto debe ser un asesor, aceptado por ellos.
El grupo, para poder dar solución a sus problemas, necesita una línea de orientación.
El grupo juvenil debe ser de formación. Es educacional, cuando pretende mejorar a sus
miembros a base de ciertos elementos «educacionales», que se admiten como principios; en
nuestro caso, los principios cristianos. Se consigue, convirtiendo los objetivos en ideales, y
mediante una interiorización lograr una mística.
La formación tiene que ir acompañada de la acción. El joven siempre tiene que aterrizar
en lo concreto y en lo práctico. El mejor método es el de la formación en la acción. El grupo
tendrá mayor interés en formarse desde que vea que lo que va a aprender irá a servirle para
realizar un plan de acción determinado.
La acción mantiene cohesionado e interesante el grupo. Desde que deja de actuar
empieza a morir. Los grupos de jóvenes son esencialmente de «formación» para asumir en la
vida una opción vocacional concreta, pero siempre dentro de la mística de la acción.
No es posible de un momento para otro conseguir el grupo ideal. El grupo, como la vida
de] hombre, tiene sus edades de crecimiento. No hay que esperar que esté «formado» para
actuar. La formación irá viniendo también por la misma acción. Lo importante es embarcar y
comprometerse. Los equipos juveniles de la J.O.C. tienen por principio: «Haga y se hará todo.»
El apostolado es una aventura y un riesgo, y esto precisamente encanta a los muchachos.
Pero concretemos todavía más. De hecho todos tenemos unos grupos formados. Los
necesitamos. Cada cual tiene los suyos. Lo importante ahora es que los reconozcamos; que
veamos los que tenemos y los que deberíamos, como jóvenes cristianos, tener; que nos
reconozcamos en ellos y veamos la forma como hemos estado hasta aquí integrados en cada
uno y cuál va a ser nuestra actuación al salir del Encuentro. ¿Cómo vamos, concreta- mente, a
evangelizar a nuestros grupos para hacer de ellos núcleos vitales cristianos, acontecimientos
de Iglesia?
Al pensarlo, nos encontraremos con nuestros grupos primarios; es decir, aquellos en
que somos comprendidos y comprendemos, que constituyen auténticas «peñas» de amigos.
Recordaremos que formamos parte de otra cantidad más numerosa de grupos secundarios,
donde cumplimos alguna función y recibimos algún servicio y de relación más que de amistad
de compañerismo.
No cabe duda que con los grupos que más podremos realizar -y me atrevo a decir los
únicos- todo el ideal del grupo juvenil cristiano, vocacional y apostólico, serán aquellos con los
que consigamos mantener relaciones directas de amistad, primarias. Éstos tenemos que
formarlos como los más fundamentales. Pero también existe el peligro de cerrarnos en ellos.
No podemos olvidar que los grupos secundarios, más amplios, nos son asimismo necesarios.
Constituyen niveles diferentes de la convivencia cristiana y apostólica. Son irizaciones de la
misma caridad. Los compañeros de clase, universidad, taller, deporte o vecindad, son un
campo maravilloso de realización, apostolado y servicio.
. La familia del muchacho es el único grupo natural estable. Los grupos juveniles son siempre
grupos en formación, están en un continuo ir haciéndose. Es el momento de pensar en
nuestros futuros grupos, si es que no estamos en alguno. ¿Cuáles van a ser nuestros posibles
compañeros de grupo? Se dice que un amigo es un hermano que se elige. Los grupos que
propugnamos son grupos libres, primarios; grupos de amistad y de vida.
Este mensaje ha sido una puerta abierta a los grupos. Afirma Juan Pablo 11: «Los
grupos juveniles se multiplican y florecen como una prima- vera muy reconfortante para la
Iglesia de hoy » (Exhortación Apostólica Gaudete. n. 47). La promoción juvenil es una
promoción en grupo.
ANOTACIONES AL MENSAJE
- Un grupo es susceptible de tener muchas formas de realizar las reuniones. Sin embargo, para
iniciarlas, nosotros presentamos una: la reunión de grupo E.C.O. Ésta se tiene en base a los
tres encuentros: -Conmigo – Con los otros – Con Cristo.
- Este mensaje es propio que lo dé un guía joven. Un guía que lleve un tiempo de experiencias
de grupo y tenga su propio grupo, para dar testimonio de lo
- También es esencial que el mensaje vaya avalado del testimonio que haya dado durante toda
la convivencia el mismo equipo promotor de los guías. Los jóvenes durante el Encuentro tienen
que haber descubierto por sí mismos, en la forma de convivir grupo juvenil cristiano. Al formar
el equipo para ir a un Encuentro no tenga y haga habitualmente reunión de grupo, para no ser
un anti-testimonio.
- En este mensaje sólo se trata de dar las líneas fundamentales del grupo juvenil cristiano.
Todo otro calificativo sobra. Nosotros tratamos la línea de base que es común a todos los
juveniles. No se trata de llevar a nadie a un grupo o asociación concretos.
- Tampoco se trata en este mensaje de llevar a los muchachos a una acción de grupo. Este
será el objetivo del último mensaje de la mañana: “La acción evangelizadora de los grupos”.
MOTIVACIÓN INTRODUCTORIA
Los grupos de característica juvenil
CONCLUSIÓN: Palabras de Juan Pablo II sobre los grupos juveniles en la Iglesia hoy
Este mensaje es el segundo de la mañana del Cuarto día. Sigue al mensaje: «Los
grupos juveniles», y empieza al terminar el tiempo libre de después de las reuniones E.C.O.
Existe una correlación de mensajes a tener en cuenta. El mensaje: «La madurez de la
personalidad» es eco y complementación del mensaje: «Qué es el hombre». El anterior: «Los
grupos juveniles», lo fue del mensaje: «El otro y yo». Asimismo el presente lo va a ser del
mensaje anterior: «El hombre nuevo». Una vez expuesto lo que es el hombre nuevo, se trata
ahora de ver cómo será después: cómo vive, cómo crece y sigue «de día en día» re-
novándose.
Éste, como todos los demás temas de este día, va directamente encauzado hacia el
Pos-encuentro. Hay que mostrar aquí a los jóvenes en que consiste fundamentalmente la vida
cristiana; cómo poder vivirla de una manera coherente y comunicante en el propio campo
juvenil, familiar y sus ambientes.
Siendo el tema central de la exposición la vida en el Espíritu, evítese que sea
demasiado etéreo, conceptual. Hay que encarnarlo en la propia realidad juvenil. Su finalidad es
sobre manera práctica, existencial: conducir al joven a que vaya elaborando un plan concreto
de vida, a la vez muy cristiano v muy humano, hoy. No hay nada sin plan. Hay
que poner a Cristo entre las citas en la agenda de bolsillo.
Introducción:
1) El viento M Espíritu
En el lenguaje bíblico, cuando se nos habla de creación nueva o vida nueva siempre se
atribuye a la acción directa del Espíritu Santo, el cual actúa en nosotros a manera de aliento o
de viento (ejemplo tipo: Ezequiel, 37). Su acción y presencia se nos manifiestan a la manera
como sentimos e aire y una corriente al abrirse una puerta o ventana, y sopla el viento.
Así fue como lo expuso Jesús un día a Nicodemo, al hablarle del nuevo nacimiento y
de la vida nueva: «El viento sopla a donde quiere -no sabes de dónde viene ni adónde va- pero
tú oyes su ruido. Eso mismo sucede a todo el que nace del Espíritu» (Jn. 3, 8).
La acción del Espíritu Santo cuando obra en nosotros -a través de sus llamadas, dones
y carismas- constituye una auténtica experiencia de Dios.
2) El Espíritu impulsa
Leemos en el Génesis que cuando el Creador formó el cuerpo del hombre «con polvo
del suelo», después «sopló aliento de vida en sus narices, y resultó el hombre un ser viviente».
De esta forma describe la infusión de la vida completa en el hombre, tanto de la vida natural
como sobrenatural o de gracia, constituyéndole en «imagen y semejanza de Dios» (Gén 1, 27).
Una vez hubo Adán perdido la gracia o vida divina y se introdujo el pecado en el
mundo, prometió Dios la venida de un Redentor. Cuando Jesús, después de su muerte por
expiar los pecados, instituyó el sacramento de la penitencia, en el momento de darles poder de
perdonar los pecados, dice el Evangelio que «sopló sobre ellos y les dijo: "Reciban el Espíritu
Santo, a quienes perdonen los pecados les serán perdonados"»
Cincuenta días después, por pentecostés, descendía nuevamente el Espíritu Santo en
el cenáculo sobre María y los apóstoles, quedando instituida la Iglesia, como «germen y
principio de¡ reino». «De repente vino del cielo un ruido, como de ráfaga de viento impetuoso
que llenó toda la casa donde se encontraban y quedaron todos llenos del Espíritu Santo».
Como vino el alma sobre el cuerpo del hombre, así vino el Espíritu Santo al cuerpo de la
Iglesia, como un soplo, para que fuera también su alma y su aliento.
Según acabamos de ver, Jesús afirmó a Nicodemo que, sobre «todo el que nace del
Espíritu». Él soplará a manera de viento. Sobre cada uno de nosotros descendió el Espíritu
Santo, como en Pentecostés, el día del bautismo, infundiéndonos el estado de gracia y
quedándose en nosotros. ¿Eso es algo que hayamos tenido muy presente hasta ahora, que
todo bautizado es hecho templo vivo del Espíritu Santo? A cuántos cristianos se podría hoy
repetir lo que se preguntó a los corintios: «¿No saben acaso que son templos de Dios y que el
Espíritu de Dios habita en ustedes? » (1 Cor. 3, 16).
La acción del Espíritu no va sólo hasta el hombre. Va más allá. A través de la persona
se proyecta su acción sobre toda la creación. Lo vemos particularmente en los sacramentos. Él
es el más ser de todas las cosas. Así invoca al Espíritu Santo la Iglesia con el salmista (Sal
104, 30):
- Envía, Señor, tu aliento, y se hará una nueva creación.
- Y se renovará la faz de la tierra.
Existe el gran peligro de que, por lo espiritual, descuides lo material. Integrémoslo todo. Ni
ángeles ni bestias, hombres. También nuestra vocación es «procrear, dominar y desarrollar la
tierra».
El científico Sam Gary inventó una máquina energizadora de semillas. Con ella
transforma la energía solar en microondas (ultravioleta). Mediante cierto movimiento de una
banda rotatoria, la aplica a las semillas y las activa, y consigue los siguientes resultados:
- fertiliza las semillas para que produzcan plantas de mayor rendimiento que su promedio,
- hace que sigan un ciclo de maduración más corto. - aumenta la productividad.
Si nosotros dejáramos que los rayos luminosos del Espíritu de Cristo irradiaran
profundamente en nosotros, además de conseguir que quedaran iluminadas y «explicadas»
nuestras vidas, potenciaríamos y energizaríamos toda nuestra existencia y actividades. Lo
personal y social, el presente y la historia, lo familiar, profesional, político, la ciencia y la
cultura...
La acción del Espíritu en nosotros es la de infundir un poder y vigor nuevo a nuestras
capacidades naturales, llamadas también, por el Concilio Vaticano II, «gérmenes
vocacionales».
«Luchay contemplación» (Concilio de los jóvenes)
Ahora, al salir, llega para nosotros la hora de la acción. Empecemos a pensar y planear
nuestras próximas actividades.
Nada une tanto como lo espiritual; pensar igual, sentir igual, amar lo mismo. El Espíritu
Santo es el lazo de identificación entre el Padre y el Hijo, y el que tiene que serlo entre todos
nosotros. «Que todos sean uno corno á y yo, Padre, somos uno» (Jn. 17, 21). El Espíritu Santo
es el lazo de unión más vital y más universal.
A partir de aquí, el tipo de unión y relación social que si nos propone es el que existe
entre los miembros del cuerpo humano. «Del mismo modo que el cuerpo es uno, aunque tiene
muchos miembros, y todos los miembros del cuerpo, no obstante su pluralidad, no forman más
que un solo cuerpo, as¡ también Cristo. Porque en un solo Espíritu hemos sido todos
bautizados, para no formar más que un cuerpo, judíos y griegos, esclavos y libres: Y todos
hemos bebido de un solo Espíritu» (1 Cor. 12, 12-13). El Espíritu Santo es el alma de la Iglesia.
Manifestaciones de esta unión espiritual de los cristianos, nos las ofrecen a diario las
peregrinaciones a Lourdes y a Roma; las audiencias en torno del Papa y sus visitas a los
continentes. Unámonos, jóvenes, para que la juventud crea (Jn. 17, 21).
Vida de oración
a) Practicar la oración
Hemos dicho lo fundamental de lo que es la vida de oración. Ahora bien, al lado de eso,
y para conseguirlo, precisa que dediques. algunos momentos exclusivos cada día a la oración.
Es lo que se conoce por plegaria y prácticas de oración. Desde luego, lo importante del fuego
es la llama, pero ¿qué tal si nunca le echáramos leña? 0, ¿cómo carburaría un motor sin
gasolina? En forma de llamas de fuego apareció también en el cenáculo el Espíritu Santo.
A pesar de su constante comunicación con el Padre, vemos a Jesús dedicar cierto tiempo a
practicar la oración, por ejemplo en la noche. Nos dejó dicho: «Tú cuando vayas a orar, entra
en tu aposento y, después de cerrar la puerta, ora a tu Padre que está allí, en lo secreto, y te lo
recompensará» (Mt. 6, 5).
Al orar es mucho más importante lo que Dios nos tiene que decir que lo que nosotros
podamos decirle. ¿Qué hay en nosotros que no sepa? Más que hablar, escuchémosle.
Dejemos que el Espíritu ore en nosotros. «Nosotros no sabemos cómo pedir para orar como
conviene; mas el Espíritu mismo intercede por nosotros con gemidos inefables, y el que escruta
los corazones conoce cuál es la aspiración del Espíritu" (Rom. 8, 26-28).
Orar es tratar con Dios. La oración tiene tantas formas como las tiene el diálogo. Se
puede orar con palabras, con gestos, con signos, con cantos y silencio. Puede ser también:
oración bucal, corporal o mental, individual o comunitaria, privada o litúrgica.
Pero entre todas las formas de comunicarse con Dios están los Sacramentos, porque
son instituidos por el mismo cristo, Conviene que destaquemos la eucaristía y la penitencia.
Entre ambos hay una relación directa. «En la eucaristía se contiene todo el bien espiritual de la
Iglesia, o sea, Cristo» (Vaticano II). Comulguemos... Era frase de Napoleón que, con un ejercito
de hambrientos no se pueden ganar batallas. Cristo viene en la comunión, y nos deja su
Espíritu.
(Siendo la misa uno de los puntos en que más tropieza hoy la práctica religiosa de los
jóvenes, traten de ella brevemente, según sea el grupo de jóvenes que asisten al Encuentro).
En cuanto a los actos concretos de piedad que ahora a la salida vamos a practicar lo
mejor es trazarse un plan, y, en cada caso, irlo adaptando. No ir siempre improvisando y a la
que salta. De no tenerlo, seria fácil que un día nos quedáramos sin nada. Un plan o guión de
piedad nos dará siempre tema para el examen, e incluso para una revisión en la reunión de
grupo.
Contaba John Kennedy que, cuando adolescente, en las salidas al campo al encontrarse con
sus compañeros frente a un obstáculo, tiraban allí su sombrero y para tener que ir a buscarlo,
se lanzaban.
Para aquellos momentos en que nos sentimos con menos ánimos o desanimados es
preciso tener un plan, y para cumplirlo, crearse unas exigencias. Planes, pocos, pero
concretos; adaptables como un guante de goma a la mano.
Un plan al día. «Hoy es el día.» De una manera general, éste podría ser el plan de cada día:
ACTO MARIANO
Una vez terminado el mensaje, el coordinador propone la celebración dentro del
encuentro juvenil de un acto en honor de María, Madre de los jóvenes.
Invita a que cada grupo prepare una ofrenda significativa para ofrecer a la Virgen. Algo
corto y espontáneo, como un canto, una ofrenda floral...
El acto puede celebrarse en la capilla o el jardín, donde haya alguna imagen de María.
En razón del tiempo es breve.
Como buenos y arriesgados timoneles, entremos mar adentro, Cara al viento del
Espíritu.
El barco está dispuesto. Es un patín a vela. Es el barco más juvenil, porque es interacción
entre persona y viento. ¡Adelante, joven! Aquí, en el patín, a la vez serás timón y timonel. Sólo
tú y la vela.
ANOTACIONES AL MENSAJE
- Este mensaje es propio que lo dé uno de los asesores espirituales del Encuentro. Desde
luego, el tema tal como aquí se expone es muy extenso. El expositor verá la forma de adaptarlo
en cada tanda y al tiempo determinado de que disponga.
- Es aconsejable que, al principio o al final, se rece o cante alguna invocación al Espíritu Santo,
siendo el tema central la «vida nueva en el Espíritu». También se puede sustituir por una
audición, en cassette, de alguna canción actual, de ritmo juvenil, adecuada.
- Las referencias bíblicas son abundantes. Si bien todas estas citas no son puestas para ser
dadas, pero sí que constituyen la mayor fuerza del mensaje. Conviene que el expositor, al
preparar el mensaje, las lea y reflexione directamente sobre ellas y su contexto.
- A este mensaje no le sigue por su carácter tan personal ninguna actividad especial. Sería este
el momento a propósito para celebrar el acto mariano del Encuentro.
INTRODUCCIÓN
- Vivir una vida nueva
- Navegar cara al viento del Espíritu
CONCLUSIÓN
-El patín a vela
«Anden en el Espíritu»
Actividad de grupos: el acto mariano
MENSAJE ONCEAVO
19. LA ACCIÓN EVANGELIZADORA DE LOS GRUPOS JUVENILES
Estamos en la tarde del tercer día, y éste es el penúltimo mensaje del Encuentro. Tiene
lugar al finalizar el tiempo de sobremesa y descanso que se tuvo después de la comida.
Lógicamente en esta tarde hay psicosis de salida. Lo que ahora esperan los jóvenes es
acción. ¿Cuál acción?, es lo que ellos concretamente preguntan. Una acción personal, de
grupos y entre grupos. Éste es el proceso de la comunidad.
La acción propia de los grupos juveniles cristianos es la evangelización. La exhortación
apostólica-A nuncio del Evangelio -llamada carta magna de la evangelización-, habla de
«grupos evangelizados y evangelizadores». Éstos serán los nuestros.
La acción evangelizadora de los grupos juveniles viene ahora a hacerse eco y a
complementar el mensaje de esta mañana de los grupos juveniles cristianos. Tanto el tema que
es de acción como el momento en que se da, marcan el estilo que debe tener esta charla. Es
un mensaje diferente de todos. El expositor introduce los puntos, lo demás es en diálogo. Él
suscita las intervenciones y las va concretando y centrando con intervención del coordinador.
Un tema de acción social no podía faltar en el Encuentro. Lo social y comunitario son
signos de nuestro tiempo. El joven se siente hoy valiente- mente comprometido con la sociedad
y mundo en que le tocó vivir. Desea equiparse para actuar con eficacia. Esta preparación la
reclama el Vaticano II:
«Hay que preparar a los jóvenes para participar a la vida social; de modo que, bien
instruidos con los medios necesarios y oportunos, puedan adscribirse efectivamente a los
diversos grupos de la sociedad humana, estén dispuestos para el diálogo con los demás y
presten su colaboración de buen grado al logro del bien común» (GE. 1).
Jesús confió a la Iglesia una acción concreta a realizar en el mundo. La misma que él
había recibido del Padre: «Como mi Padre me envió así los envío yo a ustedes» (Jn. 20, 21). Y
es la misma que asumimos nosotros y los grupos juveniles, como Iglesia que somos, ahora al
salir del Encuentro.
La misión de Cristo fue evangelizar (Evangelio, en griego, significa buena nueva; y
evangelizar, comunicar la buena nueva). Nos dice san Mateo: «Jesús recorría Galilea
proclamando la Buena Nueva del reino, y curando toda enfermedad y toda dolencia en el
pueblo» (4, 23).
Esta misma misión la transfirió Jesús a la Iglesia y a todos los bautizados: «Vayan por
todo el mundo y proclamen la Buena Nueva a toda la creación. Expulsen los demonios, hablen
lenguas, curando toda enfermedad y dolencia en el pueblo» (Mc. 16, 15-18).
A cada uno de nosotros y a los grupos que vamos a formar, oigo que Jesús repite lo
que dijo a uno que le quería seguir: «Tú vete a anunciar el reino de Dios» (Le 9, 60).
Esto es evangelizar: «anunciar la Buena Nueva del Reino, curando toda enfermedad y
dolencia en el pueblo.» Reino de Dios es sinónimo de mundo nuevo y mejor. Reino de Dios es
aquel mundo nuevo que inició Jesús por Navidad, que predicó con las bienaventuranzas, que
describió en las parábolas y el sermón de la Cena... Reino de Dios es el mundo que los últimos
papas promueven con el nombre de «civilización del amor».
Según la exhortación apostólica Anuncio del Evangelio (n. 18): «Evangelizar es
anunciar la Buena Nueva a todos los ambientes, y, con su influjo, transformar desde dentro y
renovar toda la humanidad».
1. Vuelo de reconocimiento
- el hambre de pan
- el hambre de cultura
- el hambre de Dios.
La panorámica de evangelización que hemos descubierto para los grupos es inmensa. ¿Qué
pensar de un grupo que se deshizo porque decían no encontrar actividades? Pero tampoco
podemos caer en el desánimo por imposibilidad. Confiemos, hay un Salvador. La Iglesia tiene
en ella el poder renovador de] Espíritu Santo.
Todos somos Iglesia. Cada grupo es una parcela de la Iglesia y tiene confiado su
«metro cuadrado» de acción. La Iglesia, como el mundo, es un inmenso mosaico de colores,
donde cada uno aporta su matiz y su color.
1. El carisma de los grupos juveniles
El expositor invita a todos a exponer sus ideas en cuanto a los grupos que se podrían
formar a la salida. Que den las experiencias que tengan de grupos juveniles cristianos. Cada
cual da su opinión, a manera de la dinámica «lluvia de ideas». Lo mismo podría ser formar
nuevos grupos con los que asisten al Encuentro, como con los compañeros o el grupo que los
traje- ron. Si antes M Encuentro ya tenían su grupo, continuar en él.
El expositor puede completar la lista de grupos y agrupaciones cristianas existentes en
las poblaciones o ambientes propios. El Encuentro debe dar una visión pluralista de actividades
y de grupos para el post-encuentro, que abarque todo el campo cristiano juvenil, sin cerrarse en
ninguno.
El expositor, ayudado por el coordinador, va tomando nota de las intervenciones. Al
final expone también los llamados «grupos de encuentro» que forman muchos de los
muchachos y muchachas cuando salen del Encuentro, grupos primarios, de amistad y de vida,
compatibles por ser grupos naturales con cualquier agrupación juvenil o movimiento. Los
grupos primarios de encuentro suelen tener, como esquema básico de reunión, la revisión de
los tres encuentros: consigo, con los demás y el mundo, y con Cristo. Este esquema es el que
he seguido en la reunión E.C.O. de la mañana.
ANOTACIONES AL MENSAJE
- Como formas o dinámicas para fomentar y dirigir el diálogo, tan propio para este tema, aquí
se presentan dos. El equipo puede tener otras. Lo que importa es que los jóvenes adquieran
conciencia de la situación religiosa y social de sus ambientes -y aun familia- para que busquen
grupos y formas de evangelización. No presentar aspectos universales y generales donde no
pueda llegar el servicio y acción de los grupos juveniles. Se trata de tener una visión de praxis
evangelizadora juvenil.
- Constituye un verdadero problema el poco tiempo que se dispone para este tema. Pero
tampoco se trata de decirlo todo en el Encuentro. Éste abre ventanas, despierta inquietudes,
pero después viene el pos-encuentro... En este momento es cuando lo sienten necesario.
Mucho de lo dicho aquí es para que lo reconsidere y estudie el Equipo de Pilotos. El estudio de
los mensajes no es sólo para que los expositores desarrollen un tema. Va mucho más allá.
- Por causa U tiempo de la salida, entre este mensaje y «Alborada de un mundo nuevo» se
puede suprimir el rato de descanso, sustituyéndolo por unos cantos intermedios, pero sin salir
del salón.
INTRODUCCIÓN
La hora de la acción
Éste es el último tema del Encuentro, el primero de la tarde del cuarto día. Propiamente
no es un mensaje sino una charla, como lo fue la inicial. Se trata de echar una mirada general
al Encuentro que termina. No presenta puntos de reflexión nuevos; es mayormente fruto de una
intuición vital, global, de los tres días.
Se dijo, en la noche de entrada, que el Encuentro quería llevar in nuevo a la vida del
joven. Del joven y del mundo. Una de las aclamaciones de después del mensaje: «El hombre
nuevo» fue: «Hombres nuevos, para un mundo nuevo.»
El núcleo vital de esta charla, donde se quiere centrar todo el Encuentro es lo que
expresa, en forma de monición, la liturgia de entrada del do comunitario del bautismo: «Cristo
con su muerte y su resurrección ha iniciado un mundo nuevo. Todas ii cosas han sido bañadas
de nuevo resplandor. Lo viejo, las sombras, el pecado y k muerte deben dejar paso a la luz, a la
gracia y a la vida, que es Cristo.»
Del Encuentro, más que con un bagaje de normas e ideas, se sale con una actitud
nueva frente a la vida. Promoción human no sólo es ascensión y renovación personal, sino a la
vez social. Así lo expresa el Concilio Vaticano II: «Seamos verdaderamente hombres nuevos,
creadores de una nueva humanidad» (GS 36b). Éste es el programa que ahora ofreceremos a
los jóvenes para vivirlo a la salida.
«Todo el esfuerzo de la actualización, con toda la renovación interior de la Iglesia. sería vano si
no le permitiera partir con fresco vigor y con renovada juventud por ka caminos del mundo para
anunciar en ellos la Buena Nueva,»
En estas palabras de Pablo VI tiene el expositor la pauta a seguir en esta última charla.
Debe ser una arenga de lanzamiento apostólico. No es la hora de argumentar, sino de
decidirse a vivir de manera creciente la palabra de Dios recibida y del compromiso apostólico. A
Encuentro que se cierra, camino nuevo que se abre. No vamos a decirnos: ¡adiós!, sino sólo:
¡hasta luego! Volveremos a encontrarnos en la acción. Este mensaje debe hacer más hincapié
en la nueva etapa que empieza para cada muchacho, que no en el final del Encuentro. De aquí
que el nombre puesto al mensaje haya sido «Alborada».
Alborada tiene un doble sentido. Se refiere, primero, al pos-encuentro que va a
empezar esta noche para los jóvenes al llegar a su casa. A la nueva etapa de su juventud que
deben iniciar como consecuencia del triple compromiso opcional hecho en el Encuentro; es
decir, a la vocación fundamental (día primero), a la fe (día segundo), a la comunidad (día
tercero). Alborada se refiere también a las circunstancias históricas que les toca vivir. La
juventud actual abre una nueva era en la historia, le toca ser constructora de un mundo nuevo.
El cambio es una de las características más notorias de nuestra época.
Este mensaje es de prospectiva histórica hacia el futuro. El muchacho, al salir, deberá
vivir el cristianismo de acuerdo a un mundo en trance también de renovación y que -en frase de
Malraux- se encuentra en una «crisis de espíritu» y falto de sentido». El Encuentro acaba de
mostrar vivencialmente que la actual mutación profunda del mundo ofrece a los grupos
juveniles oportunidades nuevas y ventajosas para el cristianismo. El muchacho debe conocer y
amar el momento histórico que le tocará vivir, sus signos positivos.
La charla vendrá también a soslayar dos peligros que tendrá que vencer el muchacho a
la salida. El primer peligro es el encumbramiento personal, de creerse ya perfecto por haber
asistido a un Encuentro, y el del triunfalismo apostólico, de pensar que todo va a ser fácil y no
contar con las pruebas y obstáculos. El otro peligro a advertir es el del desánimo.
Sobrevendrán caídas, decepciones y fracasos. Sin quitar nada del entusiasmo natural y
necesario que debe haber en un acto de clausura, en todos los enfoques hay que ser realista.
La gracia no quita problemas: da soluciones. El joven busca riesgos y aventura... pero aquí,
con Cristo, la victoria es segura.
DESARROLLO DEL MENSAJE
Motivación introductoria
Al clausurar Pablo VI, en 1975, el último año santo, que nos iba a introducir en el año
2000, lanzó enfáticamente esta consigna para toda la Iglesia: «Deseamos abrir al mundo
caminos de mejor bienestar y de civilización. ¿Qué sucedería si nuestro destino fuese erigirnos
en constructores de la civilización del amor? Una civilización está en crisis. Vamos a promover
la civilización del amor».
Juan Pablo II, desde su llegada al pontificado, se hizo solidario de esta llamada
cuando dijo: «Esta nueva civilización fue la preocupación constante de mi antecesor. La historia
debe ser transformada mediante la civilización del amor.»
Cuando todos los obispos de América Latina se reunieron en Puebla, hicieron de la
civilización del amor el tema principal de su programa y mensaje de renovación dirigidos a
todos los pueblos.
Por eso el movimiento, tiene como lema: «Unidos construiremos la civilización del amor». Es
cierto que hoy la civilización está en crisis, que hasta la misma vida está amenazada y que el
futuro aparece sin objetivos y sentido. Hay amenazas de destrucción nuclear. Sin embargo
Jesucristo está aquí como el Salvador. Y los jóvenes de la nueva generación nos levantamos
para gritar al mundo con renovado entusiasmo: «Donde abundó el pecado, sobreabundó la
gracia» (Rom. 5, 20).
Ésta es nuestra aclamación a la salida: «Porque creemos, esperamos que triunfará el
amor». Nuestra fe nos mueve a mirar el mundo con confianza; a luchar con una actitud
prospectiva positiva, para cimentar las bases de lo que será el mañana y construir la nueva
civilización.
Realmente la empresa no es fácil, pero la llamada nos viene de la Iglesia. Y la Iglesia
es fuerza en el Espíritu, es perspectiva de salvación y visión en la historia. Leernos en la carta
del concilio de los jóvenes, reunido en Barcelona en 1980: «En medio de una civilización que
exalta el éxito, y el consumo, librando el ser humano al aislamiento y a la resignación, por todos
lados se van haciendo visibles signos de una civilización diferente. El soplo de Dios atraviesa
hasta tal punto el mundo de hoy, que muchos comienzan a salir de la pasividad para entrar en
una creación común».
2) La Iglesia expone su programa en la ONU
Un día Pablo VI, durante la celebración del Concilio Vaticano II, salió de la asamblea de
los obispos del mundo para asistir a una invitación de la ONU. Allí, frente a 152 delegados de la
Asamblea de las Naciones Unidas, lanzó su famoso programa sobre la Renovación, y sentó las
bases de la nueva civilización. «Debemos habituarnos a pensar:
En estos tres puntos y niveles (personal, comunitario o social e histórico) cifra la Iglesia
todo el programa de renovación. Tratemos también de compendiar ahora el mensaje total del
Encuentro en la perspectiva de estos tres puntos, y descubramos en ellos las rutas a seguir
para el pos-encuentro.
El mundo empieza por cada uno de nosotros. Cuando tú llegaste al mundo, aquel día el mundo
empezó para ti. Tú, y yo y el de más allá somos el mundo: si tú, yo y el de más allá somos
mejores, tendremos un Mundo Mejor. El lema del movimiento de los Cristóferos es: «Tú puedes
cambiar el mundo.»
¿No han alguna vez deseado descubrir un mundo nuevo, más rico, más fraternal? Este
mundo existe y está al alcance de todos. En esta época de aventuras audaces el
descubrimiento más exaltante de todos continúa siendo aún... el de uno mismo. El Encuentro
llama a los jóvenes a la exploración de sí mismos: a descubrir toda la fuerza dinámica interna
del germen divino de su propia vocación. Cuando decimos que todos los muchachos son
buenos en el fondo, nos referimos a la semilla vocacional. Ante todo, «renuévanse en su
espíritu» (Ef 4, 23). Las principales rutas de exigencias de la renovación personal son:
Tener carácter es ser uno mismo. Evitar la masificación. Es tener fisonomía propia, y
ser reconocido, por la conducta, cristiano entre los demás, Es mostrar su vocación en una línea
coherente de conducta, entre lo que uno debe ser y lo que uno es. A cada uno Dios habla su
palabra y le tiene señalado un camino, por el que le ha dado gracias, valores y carismas
particulares y únicos. Tu éxito, tanto temporal como eterno, está en realizarlos. «Sólo hay una
esperanza: la de vuestra vocación» (Ef .4, 4).
Para ser uno mismo cumpliendo la voluntad de Dios hay que ir muriendo, día a día, al
hombre viejo y nacer al hombre nuevo de la gracia. Su carácter y fisonomía sobrenatural, al
joven cristiano se lo da vivir, en forma ilusionada y creciente, su unión a Cristo por el estado de
gracia. Por cada grado de gracia que consigues, una nueva ola de vitalidad rejuvenece la
Iglesia. Cada día recomienza de nuevo. Vive el momento presente como si éste fuera único.
(El expositor cite experiencias propias sobre la constancia y ejemplos de jóvenes que
se han superado gracias a un esfuerzo tenaz y perseverante.)
El ingeniero francés Clemente Ader (1841-1925) fue uno de los primeros invento- res
de la aviación. Construyó un aparato provisto de un pequeño motor de vapor. Las primeras
autoridades parisienses fueron invitadas a presenciar cerca de Versalles las primeras pruebas.
El aparato consiguió elevarse 300 metros, pero luego se estrelló en el suelo. A pesar de este
fracaso, y otros más, Ader no se desanimé, siguió investigando y probando. Y hoy todos somos
testigos de lo que representa en el mundo de la aviación y la altura que consigue. Seamos
constantes, aun cuando nuestros primeros vuelos no consigan gran altura.
Para conseguir sus objetivos el joven cristiano cuenta con un poder superior: la fuerza
sobrenatural de la fe. Creer es poder. Dijo santa Isabel a María: «Feliz la que ha creído que se
cumplirán las cosas que le fueron dichas de parte del Señor» (Lc. 1,45). Recuerda el
compromiso que hiciste con el Señor al optar ayer a la fe. Confía, que Cristo nunca te fallará. Él
es la victoria. No dudes nunca. Aunque pierdas en la media parte del partido, al final siempre el
marcador estará a favor tuyo. La victoria final es la de Cristo: está escrito que «las puertas del
infierno» no podrán contra la fe de. Simón Pedro.
Nuestra fe debe ser realista. Los pies en el suelo y en el cielo la ambición. Hay que
encarnar la fe en la vida práctica de cada día. El entusiasmo de ahora, al terminar el Encuentro,
no será siempre el mismo. Ahora estamos en la espuma de champaña que acabamos de verter
en la copa, c quedará en su nivel exacto el licor. Con sólo entusiasmo tampoco
convenceríamos a nadie. Más que hablar del Encuentro, demostrad con su vida nueva y a
Cristo. Necesitamos ahora táctica y técnica apostólicas. La audacia que nos da la fe debe ser
astuta. La fórmula que nos da el Evangelio es la de ser: «Sencillos como palomas, pero
prudentes serpientes» (Mt. 10, 16).
La fe se alimenta de la oración, y particularmente de la comunión cuerpo del Señor. Un
joven decía que sin tanquear frecuentemente en la comunión era un coche que no caminaba.
En la confesión encontraremos el taller de reparaciones para las averías del motor y la bomba
del aire para las ruedas. El aire que necesitamos para andar es el gozo y paz del alma. La
piedad es útil para todas las cosas. ¡Al timón!
1. La libertad, desde luego, fue la primera ilusión de la revolución aquí empiezan también los
primeros reclamos de un joven. A eso enfocó el pueblo todas las baterías. La defensa de la
libertad fue la guillotina han estudiado cómo acontecieron los hechos en la historia, y influyó
sobre ellos Le contract social de Rousseau. La libertad es los primeros valores humanos. Todo
hubiera salido bien si los enciclopedistas franceses no hubieran sido racionalistas y no
hubieran querido suprimir la fe y a Dios. Fruto del liberalismo ateo de aquella revolución fue la
libre y legal explotación del hombre por el hombre, que engendró el capitalismo. Siglo XVIII.
3. La fraternidad es el último postulado del trilema de la revolución que queda por implantar.
Enfrentados los dos imperialismos, el capitalismo y el marxismo, ambos igualmente ateos, el
mundo nuevo suspira por el tercer lema: la fraternidad. Éste es el que hará posible la
realización de los dos anteriores. La iniciación de la nueva era coincide con estas experiencias
históricas: reclamando la gran y definitiva revolución del amor. Pero ésta para realizarse no
puede ser atea. 0 será cristiana o nunca se efectuará. La razón es muy obvia.
No se puede siquiera hablar de fraternidad sin antes reconocer un padre. Sin la fe en
Dios, la familia humana sería una familia sin padre; sin la vida interior de la gracia y el amor,
nos dividirán los intereses nuevamente. Esta revolución también tiene su ideólogo y su
promotor. Es el Concilio Vaticano II. Su programa es la formación de pequeñas comunidades,
fraternidades, para integrarlas en la unidad de la gran comunidad, fraternidad universal, de la
familia trinitaria de Dios.
En esta revolución del amor, los jóvenes tenéis una palabra que decir. Los obispos de
Latinoamérica llaman a la juventud actual: «fuerza de decisión». Y esta fuerza está en los
grupos juveniles. En su acción entusiasta, coordinada y planificada; con un trabajo de
mentalización, ambientación y elevación social y comunitaria. Y esto es, precisamente, lo que
nos ha venido a decir el Encuentro de Promoción Juvenil. Salgamos de aquí viendo en Cristo
nuestro hermano mayor, y dispuestos a formar grupos que sean pequeñas fraternidades
poniendo a él en medio.
Cuidado con empequeñecer nuestro ideal. Nuestra ambición va más allá de los pocos
años de nuestra corta existencia. Se trata de obrar una renovación que abarque la humanidad y
la historia. La renovación camina hacia los mismos límites y destinos de la historia. El faro
hacia donde miran nuestros ojos es la renovación de la misma creación:
«Vi un nuevo cielo y una nueva tierra, porque el primer cielo y la primera tierra habían
desaparecido. Y vi la Ciudad Santa (la nueva creación) que descendía del cielo... Y oí una voz
fuerte que decía: «Ésta es la morada de Dios con los hombres. Pondrá su morada entre ellos y
ellos serán su pueblo y el, Dios-con-ellos. Y enjugará toda lágrima, y no habrá ni llanto, ni
muerte, ni fatigas, porque el mundo viejo ha pasado» (Ap. 21, 1-4).
Lo mismo que cada persona tiene una vocación de destino, la humanidad corno tal,
junto con el mundo y el cosmos, tienen una vocación a cumplir. La vocación del universo está
vinculada y condicionada a la misma vocación y destino de los hombres: abarca el proceso de
la historia.
A la manera que lo hizo Pablo, echemos una mirada de águila sobre el mundo y su
historia (Gál, 4). La historia de la salvación se divide en dos grandes etapas: el Antiguo y el
Nuevo Testamento. El mundo y la humanidad nacieron pequeños como el hombre, tuvieron su
adolescencia. Vino luego Jesucristo, y la humanidad empezó su crecimiento definitívo hacia la
plenitud de su edad. El mundo con la Iglesia corre hacia la consumación de la historia, la
parusía o el día del Señor. Es el «punto omega».
Estamos en un adviento, esperando la segunda venida gloriosa de Jesús al mundo.
Será la gran renovación del mundo en la justicia y el amor. Lo escribió san Pedro: «Nosotros
esperamos, según la promesa del Señor, un cielo nuevo y una tierra nueva, en los que habitará
la justicia» (2 Pe 3, 13).
La salvación es un proyecto divino que se desarrolla dinámicamente. Este proyecto
quedaría simbolizado por una serie de círculos en espiral, que crecen continuamente en un
movimiento ascendente que se va ensanchando a través de su desarrollo histórico.' El primer
círculo es la creación, el último, la escatología, día que Cristo volverá al mundo para
incorporarlo a su cuerpo glorioso. Lo que llamamos fin del mundo será la gran fiesta cósmica,
en que la humanidad salvada colocará «Cristo en medio», con todos los resucitados, para
disfrutar, con el Padre-Dios, del gran festín eterno de la fraternidad universal.
Ésta es la esperanza máxima de los cristianos. Ésta es la aclamación que hacemos
cada día en la misa, y el grito con que termina la Biblia: ¡Ven, Señor Jesús! ¿Podría también
terminar de otra manera el Encuentro?
ANOTACIONES A LA CHARLA
- Tanto la charla inicial como la final corresponde darlas al coordinador. Ambas deben ser
expuestas de acuerdo con el momento que se vive en el Encuentro. Más que nunca exigen
iniciativa y adaptación.
- Los puntos que se acaban de dar de la charla son para el expositor, no todos para ser
desarrollados. Según el tiempo de que se disponga y la condición del grupo, convendrá
enfatizar unos puntos, suprimirlos o resumirlos. El trilema, por ejemplo, de la revolución
francesa, cuando los jóvenes no son universitarios o son de poca preocupación social, bien
podrá suprimirse. Lo mismo las etapas que se anuncian de la historia de la salvación, pero sí
hablar dele parusía.
- Cuando en la última tarde se va escaso de tiempo, entre el mensaje anterior y esta charla no
poner demasiado descanso. Sin salir del salón, se cantan algunas canciones y sigue la charla.
- Al final, si la capilla no está muy separada, desde el mismo salón se sale procesionalmente
cantando para la misa de despedida.
1) Preguntas para las reuniones de grupo después del mensaje: «Los grupos juveniles»
A. Entrega
B. Comunicación
C. Oración
Amigos (as): El Encuentro toca a su fin. Hemos hecho un alto en el camino. Nos toca ahora
volver a nuestros hogares y ambientes. Pero distintos. Somos de la generación nueva. Con la
marcha que iniciamos a la capilla vamos a significar la nueva etapa que emprendemos en
nuestra vida. A Encuentro que se cierra, vida nueva que se abre.
La antorcha del fuego nuevo del amor y de la fe arde y está puesta en nuestras manos.
En una carrera de relevos, pasaremos esta antorcha que hemos recibido a otra generación, y
ésta a otra para que recorra hasta el final de la historia.
Vamos a celebrar la eucaristía de despedida. Con esta misa vamos a sellar nuestra
amistad. Pediremos a Jesús, que es nuestro héroe y nuestra pascua, que nos conceda
constancia y fortaleza para seguir unidos con toda la juventud creyente del mundo. Pediremos
que nos dé audacia para correr el riesgo de ganar para él todos los jóvenes que no le siguen o
conocen.
Emprendamos la marcha ahora con la alegría de un canto. Caminemos cantando.
A través de la primera lectura bíblica de san Pablo que ahora vamos a escuchar,
haremos como el apóstol, nos uniremos a él para dar gracias a Dios por haber sido liberados
de la oscuridad; y por haber sido admitidos al reino de la luz y de la paz.
Aleluya. Aleluya.
A uno dijo Jesús: “Tú ve a anunciar el Reino de Dios”.
Y a otro: “Nadie que pone la mano en el arado
y mira hacia atrás es apto para e Dios.
Aleluya.
Monición al Evangelio
En la última Cena, cuando Jesús se despidió de sus apóstoles, fue cuando instituyó la
eucaristía. A la manera de Jesús nos despedimos también nosotros. En el Evangelio que se
nos va a leer, escucharemos ahora las mismas palabras que pronunció Jesús en aquel
momento. Las escuchare- os estando de pie que es actitud de partida.
Los jóvenes pueden acercarse al altar, para ofrecer cada uno una hostia, que colocan en la
patena mientras en voz alta hacen su petición
P. Recibe, Dios, el Gran Viviente, las ofrendas de esta asamblea juvenil, y da cumplimiento a
nuestras peticiones. Por Cristo nuestro Señor.
Monición final
. Al terminar no vamos a decirnos simplemente «adiós», sino «hasta luego». Nos volveremos a
ver. Nuestra separación será sólo física, espiritual- mente permaneceremos unidos. Por esto
nos decimos: «Hasta... siempre». Porque siempre nos hará presentes la oración.
Llevémonos de aquí el recuerdo de unos días de gracia y amistad, que sea un estímulo
a seguir «adelante y arriba». Llevémonos de esta misa el compromiso de seguir luchando por
el reino de Dios. Que nuestra juventud sea testimonio de que Cristo vive y es pascua.
Orden de la reunión
Unos pilotos diferentes de los que asistieron al Encuentro son los encargados de
preparar la reunión y recibir a los que llegan.
El coordinador es el que preside la reunión e invita a participar. Más o menos el orden a
seguir puede ser el siguiente:
Se empieza con unos cantos y la invocación al Espíritu Santo y a Maria. El coordinador
saluda y agradece la presencia en el acto de los visitantes. Se leen unas breves palabras
dirigidas por el Papa a la juventud, en algunas de sus alocuciones a la juventud.
Entonces se invita a los representantes de cada grupo del Encuentro a dar su
testimonio y su experiencia de la convivencia. Seguidamente pueden darlo todos los jóvenes
que lo deseen. Aquí, como siempre que se practica alguna dinámica, se repite: A todos se
invita, a nadie se obliga.
Se invita después a participar a alguno de los muchachos y muchachas de Encuentros
anteriores, para dar sus testimonios del Pos-encuentro y de los grupos. También se invita a
participar a algunos de los padres presentes o a los llamados «padrinos» que mandaron
jóvenes. ¿Cómo ven ellos la aportación de la obra de Encuentros a los hijos y la familia,
ambientes...?
Por último algunos pilotos del equipo y asesores intervienen y se despiden. Durante la
reunión hay algunos momentos para cantos. A veces dentro del Encuentro se componen
canciones, o los grupos que vienen a recibirlos les dedican algún canto.
El cierre de la Biblia
La noche de entrada se entronizó la Biblia, que permaneció abierta los tres días, y se
les dijo que se cerraría al final al despedirse. Éste es el momento de hacerlo. Antes de cerrarla
se levantan todos y el coordinador hace la última lectura.
Algunos textos que podrían leerse, por ejemplo, serían: Final de los evangelios de
Mateo y Marcos, Mt. 28, 16-20; Mc. 16,15-20; Ts. 5, 14-24; Ef. 6, 10-18; FIp 1, 27-29 y 2, 1-5.
PARTE SEGUNDA
Los tres temas que añaden forman parte del temario total del Encuentro. Pero son
optativos. Se presentan aparte porque toca al equipo dirigente considerar si se incluyen o no en
un Encuentro determinado.
Tanto se pueden incluir algunos de ellos como los tres.
Cada Encuentro tiene características diferentes, tanto por la manera de ser del grupo
de jóvenes que asisten como por su problemática y lugar. Hay que saber adaptarlo y hablar a
cada uno su lenguaje.
DESARROLLO DE LA CONFERENCIA
INTRODUCCIÓN
No sé si alguno de vosotros habrá leído el famoso libro del humanista francés Alexis
Carrel, intitulado La incógnita del hombre. Pero lo conozcáis o no, estoy cierto de que todos
estaréis de acuerdo con el título de la obra, que el hombre es una incógnita.
El hombre, y particularmente la persona joven, constituye una gran interrogación frente
a la vida, ¿Quién soy, quién voy a ser? La vida es una incógnita. Se oye mucho decir: La vida
es un problema. La vida es el valor máximo. Merece vivirse. Pero la forma de vivirla dependerá
de la manera como cada uno responderá a su interrogación. Digo cada uno porque en definitiva
muchos podrán ayudarnos, pero la última palabra será siempre la nuestra.
De manera especial, el hombre joven, que está en el paso por la encrucijada de la vida
y en la edad de la opción, es un conjunto de interrogantes y problemas para el futuro. En él casi
todo está por hacer. ¿Resolverá adecuadamente sus problemas?
Ahora bien, ¿a qué llamamos problemas? Problema es aquello que me preocupa. Ésta
es la explicación psicológica o subjetiva de problema. Con todo no abarca la totalidad de
nuestros problemas, porque pueden existir muchas cosas que no nos preocupan y constituyen
para nosotros verdaderos problemas. Todo problema presenta dos caras: la psicológica, la que
yo siento y me preocupa; y la objetiva, la que, aunque no me preocupe, está en realidad
causando un trastorno en mi vida.
Objetivamente, tomaríamos la definición de problemas de las matemáticas. Existe
problema:
- sé que tengo que salvarme y tengo en mis manos los medios de salvación, pero la salvación
final es incierta;
- sé que tengo que ser honrado y casto, sé también teóricamente cómo serlo, pero en la
práctica no lo consigo ser en muchísimas ocasiones.
En la categoría de problemas hay también que incluir -¿por qué no?- aquello que
constituye para cada uno un gran deseo. Toda problemática, sea de orden psicológico u
objetivo, no resuelta, produce desequilibrio, reclama una atención y debe ser justipreciada,
porque, en definitiva, podría llevarnos al fracaso final.
Tener problemas es algo muy natural y humano. Tener muchos problemas, en casos,
puede ser señal hasta de mucha personalidad. Alguien ha dicho que el mayor problema de una
persona es no tener problemas. Lo que importa es afrontarlos, estudiarlos, hallar y aplicar las
soluciones.
Nuestros problemas pueden tener enfrentamientos distintos. A continuación señalamos
las cuatro posiciones que podríamos llamar clásicas de cómo enfrentarse en la vida con los
problemas y darles solución:
- La postura del niño es la inconsciencia. Tiene problemas, pero ni siquiera cae en la cuenta de
que los tiene, ni de su importancia.
- La postura del loco, que los soluciona sin consideración, es decir, «a la loca». Escribe
Scutenaire: «El humor es una manera de salir de un lío sin salir del problema».
- La postura de viejo es la de encogerse de hombros. Hay jóvenes con actitudes de viejo:
«¿Qué le vamos a hacer?» «No hay remedio, mejor dejarlo como está». A lo más, se
lamentan...
- La postura del joven, que da valientemente la cara. Que mira serenamente los obstáculos y
los salta. Ésta es la que queremos adoptar nosotros.
Tomemos de éstas la posición que tomemos frente a nuestros problemas, ellos siguen
su curso. 0 los solucionamos bien o ellos terminan por estallar como una caldera de
locomotora. Cuando son bien encauzados, son una fuerza que nos hace caminar por el camino
de nuestra felicidad; sí no lo son, acaban haciendo estallar como caldera cerrada nuestra vida.
Ningún problema se soluciona por sí solo. Pero todos los problemas son una fuerza vital que
dentro de nosotros nos obliga a actuar, bien o mal. Buscando las soluciones, vamos a descubrir
dónde están los auténticos valores. Valor, para los psicólogos, es aquello que constituye una
respuesta a una necesidad.
Los campos de nuestros problemas que nos exigen una solución son muchísimos. Pero
hay algunos que reclaman de nosotros una mayor atención. Enumeraremos los principales.
a) Problemática fundamental
La salvación final y nuestro encuentro definitivo con Dios es el primer problema al que
el hombre tiene que atender en este mundo. Consecuentemente hay en el hombre dos
problemáticas íntimamente unidas a aquella:
b) Problemática de personalidad
Qué duda cabe que todos queréis ser jóvenes de personalidad. Nuestra personalidad
consiste en las relaciones de nuestro ser íntimo con el medio que nos rodea. Tenemos, como
en la alimentación y desenvolvimiento corporal, que asimilarlo y convertirlo en nosotros
mismos.
Consecuentemente, en lo que respecta nuestra problemática de personalidad, hay tres
desviaciones que el joven debe tener en cuenta:
- Cerrarse totalmente en sí mismo. No ser capaz de entrar en relaciones normales, por timidez
o por lo que sea, con el medio ambiente de la familia, escolar, social...
- Abrirse demasiado, de tal manera que no se defienda la personalidad. No tener ninguna
defensa. Admitirlo todo sin asimilarlo y convertirlo en propio.
- Asimilar mal el medio ambiente, desenfocándolo todo sin objetividad.
a. Familia. Son las relaciones familiares, emotividad sana y satisfecha o no, influencias
del padre, madre, hermanos...
b. Sociedad. Son las relaciones de los amigos, rechazo o adaptación, buenos o malos.
Los profesores, capacidad de dejarse educar. Los adultos, relaciones con el mundo de
los adultos.
c. Trabajo. Los problemas de estudio. El mundo de la profesión.
d. Sexo. El problema de] amor, de las relaciones normales con el otro sexo, de la
castidad.
1. Ante todo, identificar el problema. Hay que empezar siendo realistas y enfrentarse con
sinceridad y sin disimulo con sus propios problemas. No empeñarse en tapar las heridas en
presencia M médico. En tal caso, seríamos nosotros los engañados.
2. No basta atajar el problema, hay que combatir las causas, buscar el núcleo de] problema.
Una vez reconocido el problema, hay que estudiar sus manifestaciones. Quitar las raíces para
que no rebrote. ¿Basta sacar la telaraña, si no matamos la araña?
3. Contar con el poder de Dios para las soluciones. «Que la excelencia del poder sea de Dios»
(2Co. 4, 7). Rezar para ver claro, y sacrificarse para colaborar con la gracia que cuando se reza
nunca falta. «Dios, primero».
4. Buscar consejo. Comunicación es solución. Pensar en resolver tus problemas sólo es una
necedad. La juventud cree que en la vida no hay mañana. El que pasa por los años medios
sabe que hay mañana y pasado mañana. Es tentación del joven querer, abrir con dinamita la
caja fuerte que encierra los tesoros de la existencia sin buscar la llave. El mayor ha descubierto
la combinación para abrirla. Examina cada posibilidad para dar con la mejor.
Al joven le falta la ciencia y la perspectiva de tiempo suficientes para resolver sólo los
serios problemas psicológicos, morales, religiosos, de fe, profesionales y sociales que tiene.
Baste recordar la sentencia bíblica: «Ay del que va solo» (Ecl. 4, 10). Por más que un médico
sepa medicina, cuando él está enfermo llama en consulta a otro médico. Nadie es buen juez,
dicen, en propia causa. Fácilmente desfasamos nuestros problemas y perdernos perspectiva,
«engañándonos a nosotros mismos» (Santiago 1, 22).
Ahora bien: ¿a quién vamos a ir a consultar? ¿Al mal amigo? ¿A un elemento
irresponsable, inexperto? ¿Al que fomente mi egoísmo o sensualidad? No; sino a una persona
prudente y sabía, que conozca bien la psicología juvenil, y se interese por mi. Tus consejos
serán tus padres, el sacerdote o persona buena, inteligente y amiga. En nuestro caso, una
magnífica ocasión de orientación será el Encuentro de Promoción Juvenil. «Aceptar buen
consejo no es sino aumentar la propia habilidad» (Goethe).
5. Nuestra vida no es un azar. Tiene un destino. El joven encontrará la clave principal a sus
problemas en la medida que descubra el designio que tiene Dios sobre él. No hay dos jóvenes
iguales. Hay que buscar la propia identidad en la vocación y resolver nuestro problema
vocacional para hacer la opción vital. Promover al joven para la opción vital es haber
encauzado la totalidad de su vida.
6. Después de haberlo pensado bien, que hayamos consultado y pedido la ayuda a Dios, ya
sólo hace falta una cosa, ¡decidirse! Aplicar las soluciones, atacar directamente los problemas
para andar por la vida pisando duro y con personalidad. Von Braun, el padre de los vuelos
espaciales, que mandó el hombre a la luna, empezó, de niño, construyendo aviones de papel.
Saldrán problemas. No hay que desanimarse por los primeros fracasos. A los fracasos llámalos
experiencias. Podemos perder una o varias batallas; pero donde veamos que es nuestro
puesto, allí tenemos que permanecer. Con decisión, constancia y confianza en Dios ganarás
finalmente la guerra.
Los problemas con fe son sólo soluciones con disfraz. En realidad, son oportunidades.
(Este mensaje es apropiado para darse en los Encuentros en que asisten grupos
universitarios; jóvenes de inquietud intelectual, interesados por tomas sobre ciencia y fe o con
problemas sobre el evolucionismo.
Cuando se incluye este mensaje, corresponde al numeral 5. Entonces el tema: «El
paso por la encrucijada», que se presentó antes para exponerlo en dos mensajes, el 5.' y el V,
se resumen en uno solo).
Motivación introductoria
Esta división la sugiere un texto del famoso científico Pierre Teilhard de Chardin, geólogo
francés: «El gran acontecimiento de mi vida habrá sido la gradual identificación, en el cielo de
mi alma, de dos astros: el uno es el centro cósmico postulado por una evolución de tipo
convergente; el otro se encuentra en el Jesús de la fe cristiana.»
La feliz constatación de Teilhard era el resultado del confrontamiento de lo que conocía por
la ciencia y de lo que sabía por la fe.
Los invito, compañeros, a subir conmigo a una nave espacial para hacer una visita
imaginaria por el cosmos. Subamos a una astronave, demos una vuelta a la Tierra, y
circunvolemos la luna. A la velocidad de la luz -300.000 kilómetros por segundo- acerquémonos
al sol; veamos de contar la inmensidad de estrellas y galaxias... Bajemos después y entremos a
un laboratorio de investigación nuclear. Oigamos a los científicos, matemáticos, físicos y físicos
termonucleares, para que nos describan la vida interior oculta de la materia.
Pero este mundo universo no sólo es grande y hermoso. Es también potente, no es una
fuerza ciega. Es la fuerza de aquel caballo blanco del Apocalipsis (19, 14), que el hombre tiene
que montar; dominarlo con las riendas de la técnica, guiar y azuzar el trote con su inteligencia y
el estudio y espolearlo a metas superiores por la gracia, para que él también realice a plenitud
su vocación y renovación.
Ahora bien: ¿cuál es esta fuerza que encierra dentro de sí el mundo?¿Hacia dónde va
y hay que dirigir su evolución? Éstas son preguntas que se plantean hoy la ciencia y la religión.
Vamos a ver sus respuestas.
Para la exposición partiremos del «fenómeno» de la realidad en sí, para luego ver la
gama de sus potencialidades de perfección y desarrollo. (El terminus a quo y el terminus ad
quem.) A las etapas del desarrollo cósmico les daremos el nombre de potencialidades.
En la filosofía moderna se llama «fenómeno» aquello que se nos muestra de las cosas
y de la vida, lo que constatamos como la realidad. Constituye la fuerza de la realidad en bruto.
Los fenómenos de la realidad material de las cosas aprisionan dentro de una
membrana espacio-tiempo una inconmensurable potencialidad latente que hay que descubrir y
desarrollar. Acabamos de hacer un viaje espacial por el macrocosmos y el microcosmos
nuclear. Hemos sólo observado fenómenos. Por ello hemos descubierto el poder de Dios.
¿Qué fenomenal es Dios!
Esto era la membrana del mundo. Su superficie y superficialidad. El fenómeno es la
absurdidad de la realidad cósmica, el velo o prisión que a la larga llega a cansarnos, una
«monstruosidad» que hasta nos aplasta. Hay que hacer más que constatar y observar; como
científicos y cristianos, hay que acercar el oído al mundo oculto que encierra para sentir toda su
vida y la intención que Dios puso en esa pavorosa máquina cósmica. Ver el valor que encierran
las cosas en sí mismas. Momento de emoción es el de la madre al sentir por vez primera al hijo
vivir en sus entrañas.
Hay que encontrar «salida» a la materia. Hallarle el corazón. Hacer la llamada evasión
en profundidad, para llegar al «éxtasis» espiritual de la creación total. En una palabra: hay que
romper esa membrana fenomenológica para que nazca el niño (el niño Jesús) que lleva dentro.
A este Cristo cósmico se refiere San Pablo cuando escribe a los Romanos:
«El continuo anhelar de las criaturas ansía la manifestación de los hijos de Dios, pues
las criaturas están sujetas a la vanidad, no de grado, sino por razón de quien las sujeta, con la
esperanza de que también ellas serán libertadas de la servidumbre de la corrupción para
participar en la libertad de la gloria de los hijos de Dios, Pues sabemos que la creación entera
hasta ahora gime y siente dolores de parto, y no sólo ella, sino también nosotros, que tenemos
las primicias del espíritu, gemimos dentro de nosotros mismos, suspirando por la adopción, por
la redención de nuestros cuerpos» (Rom. 8, 19-23).
Todo en la creación se mueve a partir de un germen. Dios puso un germen de vida en todas las
cosas, que constituye su dinamismo propio, les impulsa a su desarrollo orgánico y mantiene su
unidad. Pero, además M fin específico propio de cada ser, todas las criaturas se completan
entre sí, y unas con otras buscan formar una síntesis total cósmica superior. «Todo lo que
asciende, converge» (Teilhard).
Preguntemos: ¿cuál será este objetivo convergente superior, hacia el que, por ley
interna germinal, «gime y siente dolores de parto» toda la creación? Aquí el materialismo no
tiene respuesta. Unos dicen que es el absurdo. Otros sostienen que es la nada.
La experiencia científica demuestra que el proceso de desarrollo tiende a la
simplificación de los seres, y que la perfección de la simplicidad y la unidad converge en lo
espiritual.
Luego, todo el proceso de evolución material del universo entero está en marcha hacia
el espíritu.
Pero ¿cómo la materia podrá liberarse a sí misma y hacer el salto a lo espiritual sin
negarse a sí misma, puesto que si llegara a ser espiritual ya no sería materia? ¿Cómo llegar a
ser plenamente ella misma, sin dejar de ser? Aquí está la gran incógnita. Acabamos de
plantear la más interesante y angustiosa cuestión que polariza la preocupación científica y
religiosa del mundo de hoy. Sigamos nuestra exposición. Ya hemos despertado el interés.
El uso, trabajo y acción técnica e intelectual del hombre dan una nueva y augusta
potencialidad a la anterior potencialidad germinal del cosmos.
Trabajar la madera, los metales o la piedra, fabricar muebles, construir un auto, edificar
una casa, es juntar los elementos dispersos de la materia y vencer su resistencia. Forzar su
inercia armonizándola en un plan racional y, por lo mismo, cooperar a su redención.
El esfuerzo que hacemos para apoderarnos de la materia y sacar de ella cada día un
mayor poder y rendimiento, quiere, además, implícitamente decir que buscamos una
«espiritualización» que la eleve y la libere.
Un automóvil, un avión o astronave, que han cubierto récords de velocidad, pueden ser
algo inútil para el público, no sirven quizá más que una sola vez. Y sin embargo, son el
resultado de un esfuerzo en que el hombre se ha superado, venciendo toda resistencia y
desorden. El pensamiento ha penetrado en el universo. ¡Qué no es poca cosa! No. No es poca
cosa hacer penetrar el pensamiento en la naturaleza, hacer brillar en ella los primeros
destellos que emana el rostro de Dios. ¿Tienen los marxistas un ideal mejor para ofrecernos?
Dios dio al hombre una vocación temporal que cumplir: «henchir y dominar la tierra.» El
hombre, además de dominar la naturaleza por el trabajo y actividad técnica, le da su sentido, le
pone conciencia, se espiritualiza a sí mismo.
La salida del mundo está en función del progreso del hombre. En la capacidad de crear
las condiciones necesarias y favorables al crecimiento y expansión de sus posibilidades físicas
y espirituales.
Todo demuestra que el universo entero está sometido a un movimiento, con una sola y
potente evolución hacia adelante y arriba, hacia lo espiritual. El punto culminante de esta
evolución cósmica es el hombre. En el hombre, el universo encuentra su síntesis, su
culminación y escape espiritual.
Pocas frases son tan exactas como decir que el hombre es un microcosmos. Así es,
porque en él se encuentran todas las potencialidades fundamentales del cosmos, se reducen a
la unidad por el poder superior del espíritu que las asume dándoles su afecto, un sentido y
finalidad. El hombre es la conciencia y floración de la materia.
El hombre es un ser de categoría única. Es materia y espíritu, cuerpo y alma, tiempo y
eternidad. La materia y el espíritu ya no son dos fuerzas distintas, separadas. Forman una
única integración personal. Son dos y uno a la vez: cada uno continúa siendo plenamente él
mismo, pero nunca la mate- ría llega a ser espíritu, ni el espíritu materia.
Aquí es donde se perdió la evolución del naturalista Darwin. Aquí, en la potencia
espiritual y trascendente del alma, está su célebre «eslabón desconocido».
Pero todavía hay más. Cuando la gracia llega al cosmos por el hombre nuevo que ha
regenerado la gracia, en virtud de la unión del cuerpo y el alma, se puede hablar de una
«ultrafísica». No os asuste tampoco la palabra. Incluso de una divinización de la materia, se
puede hablar con propiedad.
La materia, el cosmos, por la naturaleza espiritual del hombre, salta las vallas de su
limitación y se espiritualiza; pero, cuando este hombre espiritual vive en gracia, no sólo se pone
en gracia su alma, sino también su cuerpo. Por y en el cristiano se espiritualiza y aún diviniza la
materia.
El hombre es aquel punto misterioso, en el tiempo y el espacio, donde se encuentran y
unen lo físico y lo biológico de una parte; y por otra, lo espiritual y lo divino. Por el hombre que
vive, obra y trabaja unido a Dios por la gracia, y por este proceso de pleromización humana, se
puede ya decir que «la tierra nueva y el cielo nuevo» han comenzado de una manera
misteriosa.
Así como el pecado atrajo una maldición sobre la creación, el trabajo y la vida del
hombre nuevo cristiano levantan la condenación que pesaba sobre ella, le devuelven su
fecundidad, el orden y una mayor belleza. Entonces el proceso y desarrollo materiales dejan ya
de ser una amenaza de guerra para convertirse en vehículos de paz, liberación, armonía e
ilusión. El porvenir de la tierra está en nuestras manos. ¿Qué vamos a decidir?...
Cuanto existe en el cosmos empezó siendo un proyecto. No varios, sino uno. Basta
abrir los ojos para darse cuenta que al mundo lo preside una intención y un plan de unidad
perfectos. Dios es Uno y Trino. La unidad del pensamiento de Dios se refleja en todas las
cosas, hasta en el ojo de un mosquito.
¿Cuál es el pensamiento único de Dios, con el cual piensa en la unidad todas las
cosas? Pues, sencillamente, su Hijo, el Verbo, la segunda Persona de la Trinidad. En su Hijo,
hecho hombre, y en función de él, pensé Dios el mundo. Esto explica su unidad.
«En el principio era el Verbo. Todas las cosas fueron hechas por él, y sin él no se hizo
nada de cuanto ha sido hecho» (Jn 1, 1 y 3).
Jesús, el Hijo de Dios, «es la imagen de Dios invisible, primogénito de toda criatura;
porque en él fueron creadas todas las cosas... Todo fue creado por él y para él. Él es
antes que todo, y todo subsiste en él... Para que tenga la primacía sobre todas las
cosas» (Col 1, 13-20) (Lumen Genflum 3).
El profeta Isaías designa al Mesías como «el fruto de la tierra» (4, 2). Recordemos
navidad. «El Verbo se hizo carne», se hizo materia, se hizo cosmos. El pesebre navideño, que
inventó san Francisco de Asís, es la. forma plástica más admirable encontrada para expresar
este inefable misterio de la presencia de Dios en el mundo. Lo entienden hasta los niños.
La forma de que Dios se sirvió para integrar el Verbo, su Hijo, a la creación y así
«liberar las criaturas para participar de la libertad de los hijos de Dios», fue mediante el proceso
de pieromización cósmica que ya hemos visto. Jesucristo, al encarnarse en María, no sólo
hominizó el cosmos, es decir, unió en sí espíritu y materia, sino que sobrenaturalizó el cosmos,
infundiendo a la carne que él asumió su plenitud de gracia. Jesucristo, al encarnarse hizo
infinitamente más; como Dios que es, a ese cuerpo que asumió de forma hipostática y
personal, al darle la plenitud de toda su divinidad, lo convirtió. por medio de su alma humana,
en Dios.
¿Podía la creación, el universo, esperar algo mejor? Por la encarnación y sobre todo
por la resurrección y la ascensión, el cosmos fue entronizado en el mismo corazón de Dios. La
devoción al Sagrado Corazón debía aparecer en la Iglesia en los umbrales de la era nuclear y
cósmica para ser comprendida con toda su amplitud.
No extraña nada que Teilhard fuera tan devoto del misterio de la transfiguración de Cristo. Al
ver allí transfigurados el cuerpo y la materia de Cristo, ¡en Dios!, con su alma contemplativa,
reconocía «las extrañas pro- piedades, que sus ideas y sus experiencias humanas le habían
hecho concebir del universo como semejante a una carne», hechas ahora carne y cuerpo de
Cristo. Cristo transfigurado, con «cara de sol y vestidos de luz» (la luz es la fuerza mayor de la
naturaleza), era la mejor manifestación de cómo él transformaba en Cristo la materia hasta
convertirla en medio muy apto para recibir las energías de la presencia de Dios; hasta dejar
transparentar al mismo Dios a través de ella, por un nuevo modo de existir indestructible que él,
por la encarnación, le comunicaba. ¡Eso es inaudito!
Adán y Cristo han sido las dos únicas personas que han tenido un influjo personal y
decisivo sobre toda la humanidad. Adán desbarató el reloj de la creación, pecando; Cristo lo
reconstruyó y perfeccionó, redimiendo. «Como por la transgresión de uno solo, llegó la
condenación a todos, así también por la justicia de uno solo, llega a todos la justificación de la
vida» (Rom 5, 18).
La humanidad de Cristo fue elegida, desde toda eternidad, por el Padre, para que fuera
el instrumento providencia] de la unificación total y formara el haz de todas las fibras del
universo. En la Escritura aparece siempre Cristo como investido del poder de dar al mundo su
forma definitiva (1Cor. 15, 22ss). El Vaticano II nos explica cómo el Verbo se encarna para
perfeccionar y completar la creación (GS 22 y 33-39).
Cristo es cabeza de la humanidad y del cosmos. El Hijo de Dios, al hacerse hombre, en
virtud de su divinidad, su encarnación tuvo una repercusión sobre todo el universo y la
humanidad. Él es el «primogénito de toda criatura» y el «hombre universal». Al asumir un
cuerpo y un alma humana se hizo, por propia voluntad y por ley atávica natural, solidario de la
suerte del mundo y asumió su destino.
Como existe un cuerpo místico de Cristo, formado entre él y los hombres, se da
asimismo un cuerpo cósmico de Cristo, formado por los íntimos lazos comunes que tiene por
su cuerpo físico con la creación. Su cuerpo y su sangre fueron instrumentos de la redención.
Cristo es el Salvador del mundo. «El Cristo cósmico» es una frase y una realidad muy caras a
la teología y a la juventud de hoy.
Cristo no desapareció del mundo, dijo: «Me voy pero vuelvo». Continúa encarnándose y
actuando en el mundo en y por la Iglesia. La Iglesia es presencia y encarnación de Cristo en el
mundo. Aquel primer encuentro de Dios y el mundo que se realizó plenamente al nacer en su
persona, ha querido dejar a su Iglesia como misión continuarlo y realizarlo progresivamente.
Entonces viene la segunda pregunta: ¿Cómo obra la Iglesia la conjunción de estos dos
polos? ¿Cómo realiza la conexión de estos dos hilos de corriente distinta que son Dios y el
mundo? Respuesta: por la gracia y el poder de «sacramentalización» que le dio Cristo.
Sacramentalizar es convertir las cosas materiales en signos de la gracia sobrenatural;
en instrumentos aptos para la edificación del cuerpo de Cristo. Podemos decir que, en cierta
manera, sacramentalizar es hallar el amor divino a las cosas y acontecimientos.
Existen en la Iglesia dos formas distintas pero complementarias, de
sacramentalización. Hay los sacramentos propiamente tales, con mayúscula: los que son
gestos de Cristo, signos sensibles y eficaces de la Gracia. Hay los sacramentos con minúscula,
impropiamente tales, que pueden ser todas las criaturas cuando son usadas por el hombre
nuevo, en estado de gracia, buscadas en sí mismas, en la intención que les puso Dios y por
amor. Los siete sacramentos son los que nos introducen directamente por el camino de este
optimismo cósmico fundamental.
Por vía de ejemplo (pues tengo que acortar para respetar el horario), citaré sólo un
caso de sacramentalización total de un elemento material: el agua. El sacramento del agua,
bien sabéis es el bautismo. En el agua, la Iglesia ve representadas todas las virtualidades de
este elemento. El agua del bautismo nos purifica el alma de todo pecado, nos hace hijos de
Dios, templos del Espíritu Santo y herederos del cielo. La mayor potencialidad que Dios ha
dado al agua es incorporarnos al cuerpo de Cristo. Y todo esto sin perder ninguna de las
potencialidades anteriores... sin dejar de ser agua. La gracia no destruye, sublima la materia.
A partir del bautismo aprendemos a valorar y servimos mejor y siempre más del agua.
Allí Francisco de Asís aprendió a llamarla «hermana agua», «la cual es útil, humilde, preciosa y
casta». La gracia del bautismo nos lleva después a descubrir mejor a Dios en la inmensidad del
mar, saber disfrutar mejor el paño en la piscina; a valorar la pesca como signo del apostolado y
la navegación como profesión y excelente medio de relación comercial y social.
Los sacramentos, como la máquina pulidora que convierte el cristal de roca en material
traslúcido que nos manifiesta los detalles y acerca las distancias, también nos aclaran la vista
para ver el mundo sin opacacidades y ver al Cristo oculto en el paisaje del universo.
En la década de 1920, Teilhard de Chardin, en uno de sus viajes científicos por China,
como sacerdote eminentemente fervoroso, echaba de me- nos la misa los días que no podía
celebrar. Entonces fue cuando se imaginó la forma cómo poder seguir celebrando la misa sin
hostia. De esta época es su famosa obra La Misa sobre el mundo.
Acostumbrado como geólogo a estudiar y admirar las propiedades de la tierra,
consideró que toda la tierra era como una inmensa hostia en la que Cristo quería venir a
encarnar, y el mundo universo como si fuera un inmenso altar. Él también pensó que, como
sacerdote, bien podría celebrar con esta hostia una misa cósmica agradable a Dios. Y lo hizo.
Dejemos que nos hable él mismo: «En un sentido segundo y generalizado -pero en un
sentido real-, las especies sacramentales están formadas por la totalidad del mundo, y la
duración de la creación es el tiempo requerido para su consagración.» «El pan y el vino se
pueden considerar como los prototipos de la Naturaleza y de la cultura, y la comida como el
prototipo de la comunidad humana.»
Asimismo, en un sentido derivado se puede hablar de un ofertorio, de una
consagración y comunión cósmicas. «Mi cáliz y mi patena -continúa Teilhard- son las
profundidades de un alma ampliamente abierta a todas las fuerzas que van a elevarse (en este
día) de todos los puntos del globo y converger en el Espíritu.»
Así hacía espiritualmente su «consagración»: «Oh Verbo rutilante, poder ardiente, Tú que
amasas lo múltiple para infundirle tu vida, baja, hacia nosotros, tus manos poderosas... »
«Sobre toda la vida que va a germinar, crecer, florecer y madurar en este día, vuelva a repetir:
«Esto es mi cuerpo». Y, sobre toda muerte que se disponga a carcomer, marchitar y romper,
ordena (misterio de fe por excelencia): «Esto es mi sangre. »
La «consagración del mundo» fue lo que el Vaticano II promovió y la tarea específica
que encargó a los laicos (LG. 34).
ANOTACIONES AL MENSAJE
Por la escasez de tiempo de que dispone para exponer este mensaje, es aconsejable
aquí practicar la dinámica de grupo Philips 6-6. Se reúnen por grupos y cada uno trata de
resumir en una sola frase, a manera de lema, el mensaje. Debe ser una frase breve y sugestiva
que centre todo lo expuesto.
Después del tiempo indicado se reúnen todos los grupos para la puesta en común, en
que el secretario de cada grupo lee la respuesta. Entonces el guía que dio el mensaje elige una
frase, la que, según él, es más expresiva o lograda. Con ella se puede confeccionar un dibujo o
póster que se fija en el foro.
Introducción
Cuando uno viaja o visita un centro turístico, le es fácil reconocer por ciertos rasgos de
conducta y de su fisionomía la nacionalidad u origen de las personas. Hay un rasgo por el cual
se tienen que hacer reconocibles los cristianos en el mundo: el amor. La forma de amar es la
señal que dejó Cristo a sus discípulos: «En esto conocerán todos que son mis discípulos, que
se amen unos a otros» (Jn. 13, 35). El amor da la fisionomía propia a los jóvenes cristianos y
su simpatía.
Al asistir a un Encuentro no se nos ha dado una insignia diferente para lucir en la
solapa a la salida que la que nos dejó Cristo. La señal con que van a descubrir que hemos
practicado un Encuentro será la manera nueva como vamos a amar a los demás, al
«encontrarnos», viendo un Cristo en la cara de cada hermano.
El Encuentro ha venido a recordarnos el mandamiento nuevo y a urgirlo como un
compromiso vocacional cristiano. A sellar un pacto de amor con Dios y los hermanos. Esto
representó y exige de nosotros el compromiso de fe que hicimos allí con la mano sobre la
Biblia. Fue primero un acto de adhesión a Cristo: «Nosotros creemos en el amor» (1Jn. 4, 16);
y luego de aceptación, en y por Cristo, de los hermanos: «El que ama a su hermano, éste está
en la luz» (1Jn. 2, 10).
Pero el amor está, más que en los sentimientos y las palabras, en las obras. Las obras
son amor... Razones para amar a los otros ya las tenemos, los mensajes del Encuentro nos las
ha puesto de presente. Ahora se trata de que le sigan las obras. Debemos plasmar las obras
en un plan concreto de vida. Antes de empezar a actuar hay que estructurar un plan. Todos
ustedes, desde que terminó el Encuentro, están pidiendo planes de vida y acción. He aquí uno
concreto:
En el año 1967 nació, mejor estalló, vigoroso, en Italia y otros países, el movimiento
juvenil cristiano llamado GEN, sigla de Generación Nueva. El objetivo de esta obra es realizar
en el mundo la revolución del amor, a través de los grupos juveniles que se van integrando en
unidades superiores, hasta llegar a la unidad universal de la gran familia de Dios. Su lema es:
«El amor que lleva a la unidad». Es una protesta positiva de los jóvenes inconformes de hoy.
Basta amar. El amor es luz que irradia. Como la luz se refracta en distintos colores, que
forman los colores básicos del arco iris, asimismo es el amor. El amor es uno, pero se
manifiesta en formas distintas. Como hay un arco iris material que nos alegra después de una
tempestad, anunciando la bonanza, también existe el arco iris del amor que puede anunciar
una renovación en el mundo insatisfecho de hoy.
El amor se manifiesta de muchas maneras, porque uno hace deporte, estudia, sirve a
Dios, cuida su salud y mil cosas más. Y nosotros hemos visto que en todos estos aspectos de
la vida normal tenía que manifestarse esta luz, que es el amor, y todo tenía que pasar a través
de este prisma. Por tanto, cuando estudiamos o trabajamos ¿o lo hacemos por el interés de
una nota o un dinero, sino buscando la voluntad de Dios. Y lo mismo con los demás aspectos.
Entonces se ha hecho coincidir los siete colores del arco iris, que unidos forman la luz blanca,
con cada uno de los aspectos de la vida normal, que si se viven sólo por amor forman una luz
blanca, el amor hecho vida.
El «arco iris de la generación nueva» presenta los siete puntos o aspectos
fundamentales del amor en la vida del joven, acomodándolos a los siete colores del arco iris.
Uno por uno vamos a describir los colores del arco iris espiritual del amor de la
generación nueva, que queremos a partir de ahora mostrar lucir sobre nuestras vidas.
Donde hay un cristiano nace alrededor una familia -que supera los límites de su familia
natural- donde todo debe circular, pues es inconcebible que algo quede en un rincón, sin
aprovechar, mientras en otros lugares alguien espera la ayuda, sea de un poco de pan, de
ropa, de consejo...
El amor hace circular los bienes. Es encontrarse con los demás, ...acompañarse.
Participar la vida. Los niños, cuando juegan, todos van en manada detrás del balón, a ver quien
primero lo atrapa, los jóvenes, en cambio, se lo pasan. Así se juega. No se trata de dar algo,
quizá alguna limosna dominical para tranquilizar nuestra conciencia. Se trata de dar todo:
dinero, tiempo, inteligencia, experiencia, talentos..., en un acto libre y generoso. Saberse
administrador de todo aquello que se posee. Uno usará de lo que necesita y pondrá a
disposición lo que, siendo para él superfluo, es necesario para algún otro. Lo superfluo mío es
la riqueza del otro. Para nosotros no es nada y, sin embargo, para otras personas es lo
necesario.
A nosotros no nos gusta el capitalismo, donde el dinero lo tienen unos pocos, ni nos
gusta el comunismo de occidente, donde todo lo posee el Estado. Nos gusta el cristianismo,
nos gusta vivir lo que dice la Encíclica “Populorum Progressio”, ser los primeros en vivir esta
realidad entre nosotros. Es una revolución radical que nace en nuestros corazones corno
consecuencia de la victoria del amor sobre el egoísmo y la avaricia. En nosotros y en nuestro
alrededor, formando comunidad en pequeños grupos para formar la unidad. Los primeros
cristianos se amaban. Eran un alma sola y un solo corazón. Por eso ponen en común todos sus
bienes espirituales y materiales.
Poner en común la vida, ¿qué representa? Poner en común los valores de cada uno:
- Los bienes espirituales. Todo lo que llevamos dentro. Una alegría compartida se aumenta, un
dolor participado disminuye.
- Los bienes materiales. Dinero, hospitalidad, el tiempo superfluo mío.
- Los intelectuales. Mis conocimientos, mis revistas, mis apuntes de estudio.
- Las experiencias de vida. Poner en común noticias, vivencias. Relación epistolar, telefónica.
Buscamos una economía integral nueva. El nombre que damos a esta economía de la
generación nueva es el de «capital de Dios», que se forma con la aportación de todos en los
grupos y la comunidad. El “banco de Dios” es allí donde revierte lo superfluo de todos, y lo
reparte equitativamente el amor.
El amor que impulsa a salvar al otro e implantar el reino de Dios en el mundo, éste es el
color naranja
Alguien ha dicho que la pasión de Dios es amar; y que Dios se escribe con D, porque lo
propio de Dios es dar y darse. Así es el joven «endiosado», el joven cristiano que ha hecho su
ideal vivir en gracia: es un joven que arde por dentro, y este fuego le empuja a conquistar otras
almas por Cristo, a inflamar a otros y extender su reino en el mundo. *«el amor de Cristo nos
empuja» (2Cor 5, 14).
Salimos de aquí con el compromiso explicitado de nuestro bautismo y confirmación de
ser apóstoles y líderes comunitarios en nuestros hogares, entre nuestros compañeros y en
nuestros ambientes para teñirlos de Cristo.
«Ustedes son la luz del mundo. No puede ocultarse ciudad asentada sobre un monte,
ni se enciende una lámpara y se la pone bajo el celemín, sino sobre el candelero, para que
ilumine a cuantos hay en la casa. Así ha de lucir su luz ante los hombres, para que viendo sus
obras buenas glorifiquen a su Padre, que está en los cielos» (Mt. 5, 14-16).
¿Cuál va a ser nuestro apostolado? No confundáis la propaganda con el apostolado.
No se trata de salir a hacer propaganda de¡ Encuentro a que habéis asistido, como quien
vende Coca-Cola. Cristo dice que alumbremos a los demás por «nuestras obras buenas», es
decir, por el testimonio de vida y de presencia.
Hacer apostolado es evangelizar. Ir a anunciar la «Buena Nueva». Ir a renovar el
mundo con la vivencia del Evangelio. Evangelizar es «anunciar la salvación», la benevolencia
de Dios entre los hombres; pero la evangelización se da más en las vivencias que en la parte
intelectual. Salvación es sinónimo de solución. Vamos a demostrar que creer no es aceptar una
teoría especulativa de verdades, sino una palabra de vida capaz de dar respuesta y solución
práctica a todos los problemas de la existencia.
La evangelización de la juventud será primero, y esencialmente, por la misma juventud.
Si el testimonio es la gran fuerza evangelizadora, la juventud debe ser evangelizada
especialmente por vosotros los jóvenes. Y en segundo lugar, será a través de una acción
apostólica grupal. Tendremos siempre en cuenta este punto de vista fundamental: que en la
edad juvenil predomina sobre el joven la influencia de sus propios grupos.
Por Noruega, circula una célebre fábula para indicar que nos salvamos en racimo,
llevando con nosotros los hermanos. Cuenta ésta que los bienaventurados se quejaron un día
ante Dios de que hubiese sido sentenciado al infierno un alma que por sus buenas obras
merecía estar salva. Dios accedió a rescatarla, si es que esto era cierto. Entonces ordenó a un
ángel que bajara a recogerla. Descendió el ángel al infierno y tomó por la cintura el alma.
Comprendiendo los condenados de que se trataba de un rescate, los más próximos se
agarraron fuertemente al alma favorecida, y luego los unos a los otros, de forma que, cuando el
ángel emprendió el vuelo, todos los condena- dos iban subiendo también. Pero el alma que los
bienaventurados creían santa ¡leyó muy a mal esto y procuraba con saña desasirse de los que
la seguían. Poco a poco fue desprendiéndose de casi todos, hasta que, al llegar al brocal
de¡ cielo, sólo quedaba ya un réprobo que, con grandes esfuerzos, continuaba sin soltar los
pies del alma afortunada; entonces ésta, con un movimiento más brusco, logró desasirse de él,
que rodó al abismo. Mas he aquí que, en este momento, el Señor tomó en su mano el alma que
acababa de ser liberada y la arrojó a los infiernos, diciendo: «Un juicio sin misericordia para
quienes no tienen misericordia. Nadie puede salvarse pensando sólo en sí mismo.»
El amor que nos una siempre más a Dios, éste es el color amarillo
El amor lleva a unirse siempre más a Dios, a sentirse siempre más cerca de Jesús y
hacer experiencias cada vez más profundas de su presencia. Esta búsqueda y vivencia de
amor y unión creciente con Dios por la vida del estado de gracia constituye la piedad. Según el
diccionario, piedad es un amor filial.
Lo esencial en la piedad es la vida de gracia consciente, creciente y comunicante. Pero
la piedad, como toda vida hay que alimentarla; y no porque lo más importante es la salud
vamos a desestimar los alimentos. Los alimentos de la piedad son las prácticas de piedad.
Vamos a indicar aquí, dentro del color amarillo, algunas de las principales:
El amor que nos haga estar sanos en el cuerpo místico de Cristo, éste es el color verde
1) El amor hace notar las enfermedades de la sociedad: unos no saludan a otros, unos odian a
los otros, uno es pobre, el otro rico, hay diferencias raciales... El amor puede sanar el cuerpo
místico con las obras de misericordia. Viene al caso recordar la parábola del buen samaritano
(Lc. 10, 30).
El color verde da una respuesta de amor al dolor. Va a dar un sentido cristiano y
valoración sobrenatural al sufrimiento. Sólo sabe amar quien sabe sufrir. El amor integra el
sufrimiento al misterio pascual: lo libera y lo convierte en redentor. En el sufrimiento se siente y
se ama al Cristo abandonado de la cruz. Acerquémonos a cuantos sufren en el cuerpo:
atendamos enfermos, visitemos hospitales, amemos los ancianos.
2) Procurar la sanidad del cuerpo místico representa asimismo valorar la salud corporal y
desarrollo físico. Las obras de misericordia son espirituales y corporales. El amor integral
comprende los cuerpos.
El color verde es el del deporte, que forma parte de la formación integral de la juventud.
El deporte es alegría, higiene física y mental. Es una competición noble que estimula. Forma
equipos y congrega multitudes. Hermana naciones, internacionaliza.
El amor que nos haga Iglesia, es decir, asamblea y comunidad, éste es el color azul
Dice el adagio, que quien cara ve cara honra. El amor hace venir un deseo grandísimo
de encontrarse. Empuja precisamente a reunirse, a organizar fiestas. Cuando faltan contactos
se enfría la amistad. Hay que fomentar encuentros.
Es cierto que la eficacia de los grupos cristianos juveniles comienza con la acción,
cuando la reunión está acabada. Pero la reunión es necesaria para la vida de los grupos. Antes
de ser cristiano al aire libre, en plena calle, en el estudio o taller, en la universidad u oficina, en
las diversiones o en el barrio, es preciso consentir en sentarse alrededor de una mesa a
discutir, para reflexionar o intentar pensar en cristiano.
Esquema para reuniones de grupo y asamblea de grupos juveniles
Cada joven se relaciona directamente con su grupo, y los grupos se relacionan entre sí
en la asamblea general de los grupos. Esta asamblea, por ser de intercomunicación de los
diferentes grupos, la llamamos INTERCOM.
Como las reuniones de los grupos son semanales, el Intercom es mensual. Los hay de
ordinarios y de extraordinarios, como es el de navidad.
El encargado de promover los grupos e Intercoms es el centro de los guías. El Intercom
es local, por parroquias, sectores, ciudades... Cuando la ciudad es muy grande se hace por
vicarías. Si alguna vez se convoca una asamblea entre varios Intercoms, se llama Maxi-
Intercom.
En muchos casos -y éste sería el ideal- aunque sea el Movimiento que organiza el
Intercom, se invita y participan en él los demás grupos juveniles cristianos de la localidad,
parroquia o sector. Se prepara entre todos.
Los encargados de invitar y dirigir el Intercom son una pareja, un joven y una joven,
junto con el asesor espiritual. Hay que confeccionar previa- mente un programa. El esquema a
seguir para una asamblea no puede ser el mismo de una reunión de grupo. Hay que incluir
fórmulas y elementos que fomenten la participación de los grupos y una mayor convivencia.
Dinámicas de grupo, comunicación de experiencias, montajes de diapositivas, tests, pósters,
cantos, celebraciones bíblicas y eucarísticas... Cuando se puede es bueno compartir un
refrigerio.
Así como para las reuniones de grupo ofrecemos el esquema de Reunión E.C.O., también para
la asamblea Intercom ofrecernos el esquema P.A.T. Ésta es la sigla de: Piensa-Actúa-Televisa.
En la primera parte, del piensa, se trata de dedicar un tiempo a la exposición de algún tema de
formación, bíblica o doctrinal. La segunda parte, del actúa, es para notificar las actividades de
los grupos y de conjunto, las campañas en curso, noticias, presentación de visitantes, planes...
Y la última parte del Intercom sería la del televisa, o sea la dedicada a la plegaria participada;
generalmente la eucaristía, al estilo de las llamadas misas de juventud. A esta parte se la ha
venido llamando «televisa», en sentido figurado, porque televisar es hacer presente y acercar lo
que estaba lejos.
El amor que hace sintonizar con las demás personas y grupos en la unidad, e ir a una
con la época, éste es el color morado.
Aggiornamento significa actualización. Es una palabra italiana que usó Juan XXIII para
indicar la renovación de la Iglesia y puesta en contacto con todas las corrientes y grupos
humanos para evangelizarlos. Es hoy una palabra internacionalizada.
El amor busca la unidad. Unidad primero con los otros grupos más próximos y afines y luego
con todos los demás. Los grupos juveniles cristianos deben formarse siempre con una apertura
hacia su integración en las comunidades eclesiales de base (CEB).
El timonel navega siempre consultando el radar; detectando y correspondiendo todos los
signos y llamadas de unidad con que se cruza, vengan éstos de donde vengan, y con la antena
muy alta para captar los signos de los tiempos. Todo lo que es bueno es cristiano. También los
medios de evangelización juvenil responderán al estilo e idiosincrasia juveniles; a través de la
canción, de los medios actuales de comunicación, de las iniciativas y responsabilidad de los
mismos muchachos.
Otra palabra italiana hoy en boga, que, en sentido negativo, afecta también al color
verde, es ghetto. Ghetto se dice de toda entidad cerrada sobre sí y aislada del exterior. El
grupo apostólico juvenil no es un ghetto aislado del mundo exterior y de los otros. Vivimos en
medio de hombres, y todos son libres. No comparemos hombres y grupos, ¡integremos!
Un chiste que explica lo que es un ghetto. Dos borrachos quedaron solos de noche en
un bar. Hablaban de lo mal que anda hoy la sociedad. Y el uno dijo al otro: «En realidad, en el
mundo no quedan más ya que dos hombres honrados. Uno eres tú. Dime ahora, francamente,
¿quién será el otro?...».
Otro aspecto del color morado, o de la unidad, que tampoco hay que olvidar: todas las
realidades del exterior. La Iglesia debe extenderse a todos y penetrar toda la vida. El joven
apóstol para ser sal de la tierra tiene que estar en contacto con la realidad. Para salar hay que
tocar la carne, influir. Los grupos juveniles apostólicos deben estar presentes en todos los
medios, en todas las instituciones juveniles, incluso profanas.
En la nueva cristiandad activa por construir, la juventud tiene una influencia decisiva
que ejercer. Vosotros, los jóvenes, «constituís hoy no sólo el grupo más numeroso de la
sociedad, sino también una gran fuerza nueva de presión» (Documentos de Medellín). La
generación nueva que va a venir queremos que sea la de la revolución del Arco iris del amor.
¿Cómo van, ustedes, a responder a su llamamiento?
ANOTACIONES AL MENSAJE
- La exposición del mensaje corresponde a uno de los asesores espirituales que estuvieron en
el Encuentro. Podría también intervenir en la explanación de algún «color» algún guía o el
coordinador del equipo.
- Conviene acompañar los puntos con casos vividos y experiencias del pos-encuentro, que
sitúen a los jóvenes en la realidad concreta que ahora les toca vivir y evangelizar.
- Podría ayudar a la explicación de los siete colores tener un póster con la pintura de los siete
colores del arco iris; inscribiendo dentro de cada color el significado que se le atribuye. Esto
facilitaría más tener una visión de conjunto.
I. El Preencuentro
II. El Encuentro
III. El Pos-encuentro
EL PREENCUENTRO
Los Encuentros van dirigidos a cualquier joven con inquietud de búsqueda y deseos de
superación personal. Son para muchachos y muchachas que quieran asumir, desde una
perspectiva de fe, una mayor concientización de su vocación y personalidad, y de las
responsabilidades colectivas de sus grupos y ambientes de vida.
El Encuentro no es elitista. Unidos por la juventud e inquietud, lo mismo asisten
trabajadores que universitarios. En el fondo los problemas vitales revisten en todos caracteres
similares. La convivencia de un Encuentro de unos y otros es altamente enriquecedora para
todos.
A los Encuentros van jóvenes bautizados, de cualquier nivel social, con la sola
limitación de edades, de 17 a 24 años-
El hecho de que la asistencia es libre, supone por parte de los que invitan una
motivación; unas razones que decidan a la asistencia. El Encuentro, en cierta manera, hay que
desearlo. Al caballo -dice el adagio- no hay que arrastrarlo a la fuente, sino despertarle la sed
para que la busque.
Uno de los principios fundamentales de¡ Encuentro es que promoción es motivación. La
promoción juvenil debería empezar desde la misma motivación por asistir a la convivencia.
No motivar al joven a ir al Encuentro por el mismo Encuentro, anticipando noticias, y mucho
menos con argucias y engaño. Debe considerar que es por interés propio. Que no vea el
Encuentro como un problema, sino como una solución a sus problemas. ¡Cuántos jóvenes
consideran la fe como un problema más en su vida, y no como la solución o respuesta a sus
problemas! Esto es lo que quiere evitar el Encuentro.
Por experiencia sabemos que obtienen mayores resultados los jóvenes. líderes por
naturaleza, pues encuentran el sentido y orientación cristiana de su liderazgo. También es para
quienes están insertos en grupos y comunidades cristianas, o para quienes echan a faltar el
grupo cristiano. Una buena motivación es asimismo la experiencia o testimonio de muchos de
los que asistieron a un Encuentro.
Más aún, podemos «motivar» un joven para el Encuentro aunque éste no vaya a asistir.
El Encuentro es la ocasión de hablarle de Cristo y hacerlo noticia. Puede ser una
«oportunidad» para hablarle de su opción vital fundamental de acuerdo a su vocación, lo que
constituye el mensaje primordial del Encuentro.
Los «padrinos»
Actitud interior
a la «buena intención». Nuestra pastoral, como la de la Iglesia, a la vez debe ser carismática y
científica. Ser buen dispensador de la palabra de Dios supone también buscar y aceptar
racionalmente un método. Es decir, ponderar la asistencia y acción del Espíritu Santo y también
seguir un método y presentar una estructura de doctrina; contar con la libertad y creatividad
personal y reconocer las características vocacionales de cada uno. Una vez nosotros hemos
hecho los posibles, podemos esperar entonces de Dios los imposibles.
Unidad de método tampoco significa uniformidad o unicidad, sino armonía en la diversidad. En
todo método y escuela hay que saber distinguir, para tratar cada uno de sus aspectos
convenientemente, lo que en él es esencial, importante y simplemente accidental o accesorio.
En una obra de evangelización juvenil, sobre todo en una época como es la nuestra, pararse y
darse por satisfecho sería esterilizarse. Lo que no crece se ha hecho viejo, No obstaculicemos
la libertad de escuchar lo que dice el Espíritu Santo. La Iglesia de los jóvenes camina siempre
en lo provisional.
EL ENCUENTRO
C. El tercer día del Encuentro es el de la promoción comunitaria. La opción por Cristo supone
también una opción por la Iglesia, comunidad de amor y de fe. No hay Dios sin Cristo, ni Cristo
sin Iglesia. La Iglesia la nuclean las comunidades y los grupos. ¡Hagamos Iglesia! Desde los
grupos y núcleos más pequeños hasta llegar a sus mayores exigencias y dimensiones.
El Encuentro empieza una tarde y termina tres días después, en la noche. Se celebra a través
de una convivencia de amistad y en régimen de internado. En esto no caben excepciones, no
se aceptan espectadores ni visitas ajenas a la convivencia. Todo joven o guía que no pueda
permanecer los tres días no se acepta. Un expositor, por ejemplo, que vaya a dar un mensaje y
luego desaparezca no es apto. Lo principal es el testimonio y la vivencia.
Es sumamente importante que el lugar donde se celebra sea adecuado. Dice el
arquitecto Massó, que «el hombre hace la casa, y la casa hace al hombre». Debe ser una
residencia suficientemente amplia; con salón para reuniones, donde se puedan ubicar las
mesas por grupos; con capilla para las celebraciones; con habitaciones para unos pocos o
individuales; con salidas al jardín y campo para el deporte.
Cambiar de ambiente. Procurar que el Encuentro no se celebre en el lugar que es el
habitual de los jóvenes. También las paredes se graban en los recuerdos. Un ambiente nuevo
ayuda a hablar de¡ «personaje nuevo». Lo deseable sería conseguir una residencia en el
campo. La ida y vuelta en autobús siempre ilusiona a los jóvenes y fomenta el compañerismo.
El equipo promotor llegará siempre antes que los jóvenes al lugar de convocatoria para
recibirlos. Nadie invita sin estar antes que los invitados... Conforme llegan se les saluda
personalmente e inscribe.
Sería de desear que al llegar el equipo de servicio tuvieran una pequeña reunión previa
con el coordinador y asesor. Sería para recalcar y cobrar conciencia del servicio apostólico que
se va a realizar, puntualizar las actividades y cometidos de cada guía la tarde de entrada:
recibimiento, cuidar del equipaje, atender a los que los acompañan, instalación, servicio de la
mesa aquella noche, arreglo del salón para la audición de música y cine-foro, material a
repartir... Al terminar pueden hacer una breve visita al Santísimo o si es posible celebrar la
eucaristía. Así se hace en algunas partes.
Durante la convivencia de los tres días, los guías convivirán todos los actos con los
jóvenes, integrándose totalmente con los compañeros del grupo que se asigna especialmente a
cada uno. El equipo no formará «grupo» aparte. Las reuniones del Equipo serán por la noche,
para evaluar la jornada y preparar los actos del día siguiente.
Después de las oraciones del primer día, en la capilla, el coordinador pide que se
queden los animadores y secretarios de los grupos, y los demás pueden retirarse a sus
habitaciones. Entonces les invita a acercarse al pie del sagrario para hacer una plegaria
comunitaria espontánea y pedir por los propios grupos, en que todos pueden intervenir.
Luego, como hicieron la noche de entrada, se reúne el equipo aparte para la evaluación
de la jornada, ver la marcha de los grupos y recordar la labor de cada guía para el día
siguiente. Si los asesores se quedaron atendiendo a algún joven, no asisten a la reunión. Se
termina con una breve visita al Señor.
La palabra de Dios y la eucaristía son las bases en que descansa la vida cristiana: la
doble mesa de que se alimenta el Encuentro.
A la Biblia la llamamos el «libro de texto» del Encuentro. Éste se inicia con la
entronización de la Biblia, que se mantiene abierta los tres días junto al altar, y se cierra al
despedirse en el acto de «lanzamiento». Para la entronización, se lee una parte del
protoevangelio de Juan (1), y para el cierre se elige otro texto a propósito. Todas las lecturas de
la misa y de la capilla se sacan de la Biblia entronizada. La opción a la fe se hace sobre la
Biblia, y el último día se entrega a todos los evangelios.
La eucaristía constituye el acto central de cada una de las tres jornadas al final de la
tarde. Esta celebración viene a ser la síntesis y la respuesta a todo lo tratado en el día:
respuesta personal y a la vez comunitaria. Estas misas son motivadas con mucha participación,
al estilo de las misas juveniles. Durante el Encuentro se invita a hacer visitas personales y en
grupo al Santísimo. Se nombra un grupo para la liturgia y canto.
Para celebrar la reconciliación, tiene lugar la liturgia del sacramento de la penitencia.
7) El lenguaje total
8) El acto mariano
La virgen María es invocada como la «Madre de los Encuentros«. En una u otra forma
la tenemos siempre presente. Una de nuestras aclamaciones es: «Santa María de las almas
grandes, estamos en ruta. Santa María de la nueva juventud, en ruta hacia Dios». María es
punto importante de la promoción juvenil.
Dentro de la convivencia se tiene un momento -llamado «acto maríano»- especialmente
dedicado a honrar a la Virgen. Antes de la comida del tercer día, y como actividad grupal
después del mensaje «Vida nueva en el Espíritu», se reúnen los grupos para pensar un acto de
homenaje espontáneo a María. Luego, frente a una imagen de la Virgen pasan todos los
grupos, en la capilla o jardín, a hacerle su ofrecimiento: un canto, una lectura bíblica mariana,
una ofrenda floral o algo simbólico.
EL POSTENCUENTRO
1) Reuniones de «acoplamiento» de después del encuentro
El Encuentro termina con los tres días de convivencia, pero deja la oportunidad de
volvernos a ver en otras reuniones posteriores.
Una vez en casa, es bueno no dejar por rota nuestra relación con todos. Escribe R.
Bach: «No te aflijas por las despedidas, son indispensables para el reencuentro.» Antes de
terminar el Encuentro, el coordinador propone una fecha para volvernos a ver unos días
después. Para saludarnos una vez en nuestras casas y compartir las primeras experiencias de
llegada, y dar algún testimonio del anuncio de la Buena Nueva en nuestros ambientes.
Como el tema de que más se va a tratar será de cómo es nuestro acopla- miento a
nuestra vida habitual y ambiente, por eso a estas reuniones de salida se las suele llamar
«reuniones de acoplarniento». No son muchas, máximo dos o tres. El lugar habitual de reunirse
en el Pos-encuentro será la reunión semanal de grupo de cada uno.
La primera reunión de acoplamiento es ante todo de contacto y saludo. Para contar las
primeras experiencias, despertar iniciativas; facilitar y formar cada cual su grupo; prevenir los
desánimos, incomprensiones y desorientaciones propias de los primeros días... En la reunión
se puede compartir amigablemente un refrigerio.
La segunda reunión es ya más formal. Se presenta en ella un tema que sea puente
entre el Encuentro y el Pos-encuentro, que establezca relación entre verdad y vida; que sea
una síntesis de praxis para el Pos-encuentro. Un mensaje propio para este momento es el que
aquí se pone como mensaje optativo, «El arco iris de la nueva generación».
Estas reuniones son para contestar a las preguntas del joven a la salida: ¿Y ahora qué
viene, qué hacer, con quién y dónde hacer? Es el momento de exponer las metas del
Movimiento, el Intercom. Noches de oración, U.C.I.
Éstos son los cuatro puntos básicos del Pos-encuentro. Tenemos experiencia de más
de doce años en varios países y sus testimonios.
La primera realidad sobre la cual todas las demás se proyectan como pantalla es la
propia. El punto de partida es la evangelización personal: evangelizar la propia vida, el yo y sus
circunstancias. Así lo testifica san Pablo: «Yo lo hago todo por el Evangelio para ser partícipe
de él.» A la vez que evangelizadores se trata de ser evangelizados. Evangelizar es transformar
la vida desde dentro, y desde dentro transformar el mundo. La causa principal por la que los
jóvenes fallan después del Encuentro es por la falta de vida interior y de gracia. Por falta de
aceite se apagaron las lámparas de las «vírgenes fatuas».
Toda vocación es a la vez misión. Jesús nos muestra con varias parábolas que
evangelizar es crecer en la propia vocación. Nadie da lo que no tiene. (Parábola del fermento,
del grano de mostaza, de los talentos, del sembrador.)
En este punto lo importante es que cada joven forme. su programa o «plan de vida»,
para podérselo exigir. En todo hay que seguir un plan, un orden. En la vida hay que concretar,
evitar la dispersión y la improvisación. Ir «a la que salta» lleva al cansancio y nos hace víctimas
del humor.
Llevar el plan de vida conlleva una exigencia, poderlo compartir y revisar en la reunión
de grupo, facilita la dirección al director espiritual.
2.2 El grupo juvenil cristiano de encuentro o amistad
Del yo, pasar al tú; a lo comunitario. Ningún cristiano sólo es cristiano. El primer paso a
lo comunitario es el grupo primario o natural. Por el grupo de amistad yo entro, soy reconocido
y me mantengo en la comunidad. El grupo nuclea la comunidad, la Iglesia. El grupo es la
pequeña Iglesia.
El grupo primario más que ningún otro necesita para subsistir de la reunión. La
ausencia dicen que es pariente de la muerte. Quien cara ve, cara honra. Las reuniones deben
ser periódicas, en nuestro caso, semanales. Nuestros grupos de después M Encuentro, los
llamados «grupos de encuentro», porque sus reuniones son «convocadas y planeadas». A una
reunión de grupo primario o de amistad, planeada y convocada, Carl Rogers la llama «reunión
de encuentro».
¿Cómo serán nuestras reuniones? Una vez entendido lo que es un grupo juvenil
cristiano de encuentro, el cómo viene solo. ¡Hay tantas formas! Lo importante es revisar el
encuentro consigo mismo; el encuentro con los demás, el mundo y las circunstancias; y el
encuentro con Cristo. Lo demás es cuestión de creatividad y entrega.
El Encuentro dedica dos mensajes a los grupos y a la acción evangelizadora de los
grupos. Ofrece también un esquema básico para realizar las reuniones de grupo, llamado
E.C.O.
Los grupos primarios que promueve el Encuentro, por su misma naturaleza son grupos
libres y espontáneos. Ahora bien, como libres y espontáneos tienen el peligro de inestabilidad y
atomización. Por eso, además de autónomos tienen que ser federados.
De aquí que el movimiento de Encuentros tiene por objetivo no sólo promover grupos
cristianos primarios sino también coordinarlos en la base, en aquello que todos tienen de
común.
Los grupos reclaman colaboración y complementariedad; que se les ofrezcan
oportunidades de identificarse con los demás. Para esto están las asambleas o encuentros de
grupos. En las reuniones generales cada grupo se identifica consigo mismo; es reconocido y
considerado por los otros grupos; adquiere conciencia de los propios valores y diferencias, de
lo que tiene y de lo que le falta; es integrado en la comunidad.
Esta relación e intercomunicación entre los grupos de encuentro está contemplada por
el movimiento. A la federación de los grupos se la llama Intercom. Es el nombre que se da
también a las asambleas generales de grupos que se celebran mensualmente.
El Intercom (intercomunicaci6n) constituye la «reunión de las reuniones de grupo». La
base de relación es primaria como los mismos grupos. Busca lo que nos une. Quiere crear la
unidad complementándose en las diferencias. Es una federación en el sentido más amplio.
El Intercom es abierto a todos los grupos, incluso a aquellos que no se formaron en un
Encuentro, a todas las agrupaciones de una parroquia, ciudad o vicaría...
Las partes del Intercom son básicamente: la Formación, la Acción y la Oración (F.A.O.).
Para la comunicación cualquier forma del «lenguaje total» es buena. El estilo es juvenil.
Los Encuentros tienen sus propios objetivos metas. En función de sus metas los
Encuentros se definen como movimiento de Iglesia, que promociona al joven a su ser auténtico,
a ser hombre nuevo según la imagen de Cristo; a la creación y promoción de grupos
evangeliza- dores y evangelizados, bajo la fuerza del Espíritu Santo, hacia la implantación del
reino en la juventud.
A la luz de la exhortación apostólica Evangeli Nuntiandi de su santidad Pablo VI, que
ha servido de base doctrina] de estudio en este segundo Encuentro Internacional, y partiendo
de las metas del Movimiento y de las experiencias tenidas en los distintos países, hemos
llegado a la expresión de los elementos de nuestro carisma en los términos siguientes:
Promover al joven para que:
- Descubra su vocación
- La acepte como expresión de fe
- La potencie al máximo
- y la realice con todos sus valores
- como expresión gozosa de la voluntad y Plan salvífico de Dios sobre el mismo, y al servicio
comprometido de los demás; especialmente de la juventud, desde el marco de grupos o
comunidades juveniles cristianos, de encuentros y evangelización.
Todos estos elementos que creemos integran el carisma fundacional del Movimiento,
no los ofrecemos con valor absoluto, sino como punto de partida para futuras reflexiones que
logren profundizar en esta base en la que todos estamos de acuerdo.