Wuolah Free Epigrafe 5 6 Temas 5
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Bandos
en conflicto y fases de la guerra.
El recién ascendido al trono Carlos IV (1788-1808) intentó llevar a cabo en el ámbito nacional
una política reformadora como su padre Carlos III y en el ámbito internacional una reedición
de la neutralidad del reinado de su tío Fernando VI, sin embargo el inicio de la revolución
francesa en 1789 llevó a su ministro Floridablanca a intentar evitar cualquier “contagio”
revolucionario procedente de Francia
La ejecución de Luis XVI en enero de 1793 provocó la ruptura de la tradicional alianza con
Francia. España se unió a la Primera coalición y participó en la Guerra de los Pirineos (1793-
1795). Pese al buen comienzo, el resultado fue desastroso y España tuvo que firmar la Paz de
Basilea.
En agosto de 1796 se selló el Primer Tratado de San Ildefonso renovándose así la vieja alianza
de los pactos de familia. La guerra contra Inglaterra estalla y España es derrotada (Trafalgar en
octubre de 1805.)
Napoleón estableció el Bloqueo Continental contra Inglaterra que conseguía aislarla del resto
de Europa. Para completarlo, firmará con Godoy el Tratado de Fontainebleau en octubre 1807.
Por este acuerdo se autorizaba la entrada de tropas francesas en España con el propósito de
invadir Portugal. A esas alturas la figura de Godoy era crecientemente criticada en los medios
influyentes del país. La derrota naval de Trafalgar que había desbaratado el poder marítimo
español y la crisis económica reflejada en el enorme déficit del Estado y en la drástica
disminución del comercio con América avivaron la oposición de la nobleza, y del clero,
asustado ante la tímida propuesta de desamortización de bienes eclesiásticos.
Entre noviembre de 1807 y febrero de 1808 entraron en España cuatro cuerpos de Ejército. El
20 de febrero se puso al frente de las tropas francesas en España a Murat, cuñado del
Emperador. Godoy intentó convencer al rey para huir a Gibraltar e invertir las alianzas, pero en
la noche del 17 al 18 de marzo estalló un motín popular organizado por la parte de la Corte
partidaria de Fernando VII. El Motín de Aranjuez que precipitó la caída de Godoy e hizo que
Carlos IV abdicara en su hijo, Fernando VII.
Con las tropas francesas del general Murat en Madrid, Napoleón convoca a su presencia a
Carlos VI, Godoy y Fernando VII en Bayona. Allí tendrán lugar unas negociaciones vergonzosas,
donde Napoleón pudo comprobar la mediocridad de sus interlocutores que llegaron a
insultarse entre sí. Ante las presiones del Emperador ambos reyes le entregaron la corona .Tan
sólo se incluían dos condiciones: la unidad de los dominios y conservar la exclusividad de la
religión católica.
A cambio Carlos recibía varios castillos en Francia y una pensión considerable, por su parte
Fernando quedaba como huésped de Tayllerand, ministro de Asuntos Exteriores francés.
El levantamiento del 2 de mayo se produce cuando las tropas francesas intentan sacar de
palacio a los últimos Borbones . La sublevación se extendió rápidamente por toda la capital por
parte de vecinos y las clases más populares.
Murat tuvo que recurrir a 30.000 de sus tropas para dominar la situación. Una vez controlada
la villa, las tropas francesas se dedicaron a una feroz represión, los fusilamientos del 3 de mayo
del Cuartel de la Montaña de Príncipe Pío.
A finales del mes de mayo toda España se encuentra en armas ante la invasión francesa. Las
abdicaciones de Bayona y el desprecio ante la figura de José I y su Estatuto de Bayona
significaron una situación de "vacío de poder" que desencadenó la quiebra de la monarquía del
Antiguo Régimen en España. Para hacer frente al invasor, se constituyen Juntas locales y
después provinciales, que asumen la soberanía en nombre del rey ausente y organizan la
guerra. En septiembre 1808, las Juntas Provinciales se coordinaron y se constituyó la Junta
Central Suprema.
Al inicio la relación de fuerzas era dramática para los españoles, pero la guerra tuvo unas
características totalmente propias en España. Por un lado el surgimiento de guerrillas, como
las de El Empecinado, el cura Merino o Espoz y Mina. Una guerra alternativa de pequeñas
partidas de hombres que perturbaban las comunicaciones, suministros y refuerzos franceses.
Por otro lado el fenómeno de los asedios, como las ciudades de Zaragoza o Gerona donde las
tropas imperiales malgastaron tiempo, hombres y recursos para el control de las mismas. En
ningún otro lugar de Europa se vieron ciudades rodeadas y dispuestas de defenderse del
invasor hasta sus últimas fuerzas.
Segunda fase: (noviembre 1808-febrero 1809) Napoleón en persona al frente del Grand
Armee volvía a hacerse con el control de prácticamente la totalidad de la península. Al
formarse una nueva coalición antifrancesa en Europa, el emperador abandona
precipitadamente la Península confiando el fin de las operaciones a su hermano José.
Tercera Fase: A partir de aquí comienza el declive francés. En marzo de 1811 tras ser
derrotados, abandonan Portugal. Además hay que contar con el desgaste sufrido ante la
campaña de 1812 en Rusia, que había abandonado el Bloqueo Continental.
El desastre en Rusia obligó al Emperador a retirar parte de las tropas, dejando un escaso
número de soldados franceses frente a las tropas españolas, británicas y portuguesas. En
noviembre de 1813 se firmaba el Tratado de Valencay, por el que Napoleón devolvía el trono a
Fernando VII.
Consecuencias
El final de la guerra dejó un país arrasado. Se calcula que hubo cerca de medio millón de
muertos sobre una población de poco más de diez millones. Además habría que contabilizar
los muertos por epidemias, enfermedades y la gran hambruna que asoló el país en 1812. A
estos hay que sumar los mutilados y heridos de guerra. Debemos indicar que el exilio de cerca
de 15.000 afrancesados supuso la pérdida de una élite difícilmente sustituible.
Las pérdidas materiales también fueron cuantiosas, tras los asedios numerosas ciudades
estaban completamente arrasadas y se habían destruido importantísimos edificios y
monumentos artísticos, además del expolio de numerosas obras de arte.
La guerra además arruinó definitivamente a la Hacienda española, al tener que pagar a dos
administraciones distintas. Mientras los ingresos cayeron en picado los gastos aumentaron a
un ritmo asombroso.
5.2.-Las Cortes de Cádiz y la Constitución de 1812.
El Gobierno de José Bonaparte
José I hizo varios intentos de ganarse a los españoles. Se aprobó el Estatuto de Bayona, una
carta otorgada que hacía de constitución pero apenas pudo ponerse en práctica. Se buscaba la
reforma del sistema absolutista.
José adoptó las siguientes medidas: la exclaustración total de los clérigos regulares, la
expropiación de sus bienes y de parte de los Grandes de España, la reorganización de la
administración (sustitución de las secretarías por Ministros) y la venta de las tierras
expropiadas para amortizar la deuda.
Las abdicaciones de Bayona y el no reconocimiento del nuevo rey crearon un vacío de poder.
Aunque las abdicaciones de Bayona fueron jurídicamente irreprochables, los españoles lo
vieron como una imposición, considerando a su soberano preso de los franceses. No fue
posible recurrir a las instituciones del Antiguo Régimen como el Consejo de Castilla o la Junta
de Gobierno, ya que ambos reconocieron a José I como legítimo rey.
Durante el mes de mayo los españoles crearon sus propias instituciones de Gobierno,
asumiendo la soberanía nacional y rompiendo con el entramado administrativo del Antiguo
Régimen.
En algunos casos fueron las propias autoridades locales las que se hicieron con el poder.
Surgieron así por toda España Juntas Locales que en pocas semanas creaban Juntas
Provinciales que decían gobernar en nombre de Fernando VII. La población eligió para
formarlas a personajes de prestigio, en muchos casos de las clases privilegiadas: aristócratas,
clérigos, intendentes, regidores, generales, pero también, y esta era la novedad, a burgueses e
intelectuales. Destacan personajes como Floridablanca o Jovellanos.
Para ello tomaron el acuerdo de convocar Cortes ya que era la única manera de hacer estos
cambios legales. La Junta Suprema Central, aislada en Cádiz, decidió autodisolverse cediendo
el gobierno a un Consejo de Regencia. Los diputados que lograron llegar a Cádiz asistieron a la
solemne apertura de las Cortes el 24 de septiembre de 1810.
La composición de las Cortes resulta difícil de precisar, ya que no se han conservado listas
precisas de los diputados. En la primera sesión (septiembre de 2010) sólo había 104 personas,
en marzo de 1812 había 184 y en septiembre de 1813 ya había 223. A muchos de ellos se les
hizo imposible poder llegar a Cádiz, y se adoptó la solución de que fueran sustituidos aquellos
que no pudieron atravesar las líneas francesas. En total hubo unos cincuenta suplentes, que
fueron escogidos entre los refugiados de las provincias de los diputados ausentes.
La mayoría de los diputados procedían de las clases medias urbanas: funcionarios, abogados,
comerciantes y profesionales. También un centenar de eclesiásticos y unos cincuenta
miembros de la aristocracia. En general las opiniones liberales eran claramente mayoritarias.
En cada debate, los diputados se alineaban con una u otra postura, en función de sus propios
criterios y sin formar grupos o partidos definidos, pero las tendencias reformistas fueron
siempre mayoritarias. Además casi todos los suplentes eran de tendencia liberal. El ambiente
revolucionario y patriótico de Cádiz, la ciudad más cosmopolita del país y símbolo de la
resistencia, permitió que el ideario liberal pudiera concretarse en la Constitución de 1812. Los
liberales creían en la felicidad, el progreso material y la libertad individual. Defendían la
aspiración a la riqueza y la propiedad privada, individual y libre. Los liberales postulan un
régimen político libre, parlamentario, que se opone al absolutismo monárquico. Los liberales
defendían el derecho de los más ricos a intervenir en la vida política.
La Constitución de 1812
Fue aprobada el 19 de marzo de 1812 y recibió el apelativo de “la Pepa”. Sus principales
aspectos son los siguientes:
- El poder legislativo reside en “las Cortes con el Rey”. El Rey puede promulgar, sancionar y
vetar las leyes, esto último a través del veto suspensivo por dos veces como máximo en un
periodo de tres años.
- El poder ejecutivo reside en el Rey que nombra libremente a sus Secretarios, quienes
responden en teoría ante las Cortes, pero no pueden ser cesados por estas. No hay control
parlamentario del gobierno. Sin embargo, la Constitución incluía un largo artículo, en el que se
recogían hasta doce limitaciones a la autoridad real. Entre ellas, la de no poder suspender o
disolver las Cortes, abdicar o abandonar el país sin permiso de ellas, llevar una política exterior
no supervisada por la Cámara, contraer matrimonio sin su permiso o imponer tributos.
5. La representación nacional reside en las Cortes, que son unicamerales y elegidas por
sufragio censitario de los varones mayores de 25 años. Los diputados deberán ser españoles y
podrán votar quienes tributen a la Hacienda una determinada cantidad (depende de su poder
económico).
La Constitución tuvo tres periodos de vigencia: marzo de 1812-marzo 1814, enero 1820-
noviembre 1823 y agosto 1836-junio 1837.
Obra legislativa
3. La eliminación del mayorazgo (institución según la cual el hijo mayor heredaba todos los
títulos y propiedades sin poder dividirlos o venderlos), al declararse la propiedad libre y sólo
atribuible a particulares.
4. La supresión de los gremios (asociaciones de trabajadores de un mismo oficio). Se decretó
el derecho a disponer del propio trabajo. Se estableció la libertad de producción, de
contratación y de comercio.
6. La legislación religiosa fue bastante abundante. Entre las principales medidas adoptadas
destacan: la apropiación de bienes de obras pías y órdenes militares, la supresión de la Santa
Inquisición y la incautación de monasterios.
5.3 El reinado de Fernando VII: Absolutismo y liberalismo. La
emancipación de la América española.
El Sexenio Absolutista (1814-1820)
Fernando VII dictó en Valencia un Real Decreto por el que suprimía las Cortes, declaraba nula
toda su actuación y abolía la Constitución y toda la legislación realizada por la Cámara.
Paralelamente se tomó la sede de las Cortes y se procedió a detener a regentes, ministros y
diputados. El 10 de mayo de 1814 entraba el rey en Madrid entre el clamor popular. Se trató
de un auténtico golpe de Estado.
Las primeras medidas del Rey se encaminaron a satisfacer las reclamaciones de quienes
apoyaron el golpe. El decreto eliminó la soberanía nacional. También quedaron derogadas la
Constitución de Cádiz y la legislación ordinaria (medidas desamortizadoras, los inicios de
reforma fiscal o la libertad de imprenta). Se restituyeron los privilegios de la nobleza y de la
Iglesia. Se restablecía el Tribunal de la Santa Inquisición y la Mesta, y se permitía incluso el
retorno de la Compañía de Jesús.
Se procedió a la detención y juicio tanto de los afrancesados como de los liberales, acusados
de traición y conspiración contra el Rey. Como los tribunales no pudieron concretar las
acusaciones, no establecidas como delito en la legislación del Antiguo Régimen, fue el propio
Fernando II el que tuvo que dictar sentencia, normalmente de destierro y confiscación de
propiedades para los que habían colaborado con la administración de José I. Y prisión o
destierro y confiscación de bienes, para 51 diputados, ministros o regentes liberales de los
cerca de 100 que habían sido procesados. Otros muchos habían conseguido huir.
Mientras que en 1818 Fernando VII atenuó las medidas contra los afrancesados y restituyó sus
propiedades a los familiares, la persecución contra los liberales se mantuvo hasta 1820.
Fernando VII gobernó mediante sucesivos ministerios, en permanente inestabilidad política
ante la falta de coherencia de sus acciones y la incapacidad de los consejeros del Rey para
gobernar. El auténtico gobierno en la sombra lo constituía la camarilla, formada por los
hombres de confianza del Rey que se repartían puestos y privilegios.
El resultado fueron seis años caóticos de Gobierno, crisis económica y desastres coloniales.
Una serie de graves problemas que acabaron con el régimen absolutista.
En primer lugar se produjo una caída de los precios gracias a una racha de buenas cosechas. El
país estaba arruinado tras cinco años de guerra, con un mercado nacional que seguía siendo
inexistente y un comercio colapsado por el hundimiento de la producción industrial y la
pérdida del mercado colonial.
Esta situación coincidió con una serie de factores que agravaron la situación en el campo,
como la restitución de los bienes a la nobleza y a la Iglesia o la vuelta de la Mesta, además del
restablecimiento de los derechos jurisdiccionales.
Todo esto explica por qué los campesinos apoyaron el pronunciamiento de 1820. El
descontento no se limitó al campo y se extendió también entre los grupos sociales urbanos a
causa de la represión política, el hundimiento económico, la pérdida del comercio, pero sobre
todo debido al aumento del paro. Pero el principal problema de los débiles Gobiernos
fernandinos fue la quiebra financiera del Estado.
Este periodo se caracterizó por la inestabilidad gubernamental provocada por un lado por la
propia división de los liberales, por un lado los doceañistas, partidarios de un Gobierno fuerte ,
un sistema de doble cámara, una libertad de prensa limitada, sufragio censitario y la defensa
de la propiedad y el orden social. Eran los más moderados y representaban a la burguesía y a
los diputados provenientes del exilio. Por otro lado los exaltados, jóvenes y radicales
partidarios de llevar al límite el desarrollo de la Constitución: cámara única, sufragio universal,
completa libertad de opinión y marcadamente anticlericales. Estos se hicieron con el poder en
1822.
Por otro lado, esta inestabilidad fue causada por la actitud reaccionaria del Rey. Nombrando
ministros absolutistas, haciendo amplio uso del derecho de veto y sobre todo a la traición de
pedir secretamente ayuda a la Santa Alianza.
En el campo:
La reforma educativa se abordó a través del Reglamento General de Instrucción Pública, que
establecía la separación de la enseñanza y la religión como principio, la centralización del
sistema educativo, su ordenación en tres niveles (primaria, secundaria y universitaria), y la
regulación de la enseñanza privada. Prohibía los castigos corporales y la educación mixta.
El fracaso del Trienio se precipitó por la acción del movimiento contrarrevolucionario que
actuó en torno a la figura del Rey. En 1822 se produjo un intento de golpe militar por parte de
la Guardia Real, que fue sofocado por el Ejército y la Milicia Nacional. Fue entonces cuando los
exaltados se hicieron con el Gobierno.
El golpe definitivo se produjo tras el Congreso de Verona de 1822, donde Fernando II pidió
ayuda a las potencias de la Santa Alianza y estas acordaron intervenir en la Península. Un
ejército francés, los Cien Mil Hijos de San Luis entraron en España, devolviéndole a Fernando
VII su poder absoluto.
La llamada por los liberales década ominosa está marcada por el retorno del absolutismo, la
represión y el terror frente a los liberales, la inoperancia económica y las presiones de los
ultrarreaccionarios.
Fernando VII, declaró nula toda la legislación del Trienio, en cuanto a la Inquisición, fue
sustituida por Juntas de Fe, que se encargaron de vigilar todas las publicaciones y opiniones
para evitar cualquier propaganda liberal.
La vuelta al absolutismo no fue, sin embargo, idéntica a la de 1814. Se emprendió una fuerte
restricción de gastos y se introdujo un presupuesto formal. Se mantuvo la abolición de la
Inquisición, y Fernando VII intentó mantenerse alejado de los absolutistas más radicales,
contando incluso con algunos ministros como C. Bermúdez o Ballesteros.
La crisis económica continuó agravándose por la caída de los precios, la vuelta de la Mesta, la
presión fiscal y la falta de mercados. Sólo la industria textil catalana tiene un ligero
crecimiento. En cuanto al comercio, el hundimiento del mercado colonial supuso un auténtico
mazazo.
El final del reinado se vio marcado por la cuestión sucesoria. Fernando VII tuvo una hija,
Isabel. En 1830 aprobó la Pragmática Sanción que eliminaba la Ley Sálica, lo que significaba
que las mujeres podrían reinar. Protestada por los carlistas como un atentado contra los
derechos del infante don Carlos, se convirtió en un conflicto de primera magnitud.
Finalmente Fernando VII muere en 1833 provocando una Guerra Civil que no terminará hasta
1840.
La emancipación de la América española.
El proceso de independencia de las colonias españolas en América tiene lugar gracias al vacío
de poder producido en 1808, la debilidad económica de España tras la guerra, el precedente
de EEUU, el monopolio comercial y el descontento de los criollos marginados del poder
político.
Las campañas de José de San Martín posibilitan la independencia de Argentina y Chile. Las
campañas de Simón Bolívar en el norte permitieron la independencia de Ecuador, Venezuela y
Colombia. La emancipación del virreinato del Perú fue la última en consumarse. Finalmente
Sucre, derrotaba al último ejército español, logrando la independencia de Perú y Bolivia.
La corona española, sólo mantuvo Cuba y Puerto Rico y, en el Pacífico, las Filipinas, las
Marianas y otros archipiélagos.
La independencia de las colonias no solo cerró tres siglos de unión política entre España y
América, sino que originó profundas transformaciones. España se quedó convertida en una
potencia de segundo orden y económicamente destrozada por perder los recursos que venían
de las Indias, así como sus ricos mercados. América se disgregó políticamente dividiéndose en
multitud de países y se debilitó económicamente al no estar respaldada por una gran potencia.
6.1 El reinado de Isabel II (1833-1868): la primera guerra
carlista. Evolución política, partidos y conflictos. El estatuto real
de 1834 y las Constituciones de 1837 y 1845.
Desarrollo bélico:
Primera fase (1833-1835): triunfan los carlistas. Su suerte se acaba cuando muere el coronel
carlista Zumalacárregui.
Segunda fase (1835-1837): ocurren grandes expediciones carlistas y el asentamiento del
carlismo. En 1837 se lleva a cabo una “expedición real”, pero se regresó al sitio de partida
debido a la acción de Espartero (isabelino).
Tercera fase (1837-1839): Los carlistas están agotados y buscan la paz. En 1839 se firma el
convenio de Vergara por el general carlista Maroto con Espartero, poniendo fin a la guerra. Los
carlistas reconocen la derrota, pero conservan sus grados militares en el ejército. A Don Carlos
no le gusta y cruza a Francia.
Consecuencias: se consiguió una monarquía de carácter liberal los militares protagonizan
pronunciamientos y los gastos dan lugar a la desamortización de tierras de la Iglesia.
Por otro lado, Isabel II, debido a que Francia e Inglaterra limitaron los candidatos al ámbito
familiar a favor de sus intereses, se casó con su primo Francisco de Asís (1846), siendo el otro
candidato rechazado Carlos VI
Como los carlistas confiaban en que se casara con Carlos VI, estalló la segunda guerra carlista
(1846-1849) con centro en Cataluña.
Esta etapa fue de alternancia entre moderados y liberales. O’Donnell, tras suprimir la Milicia
Nacional, disolver las Cortes y restablecer la Constitución de 1845 con un Acta adicional que
añadía más libertades, fue sustituido el moderado Narváez.
En su gobierno se rechazó el Acta adicional y se aprobó la ley de Instrucción Pública (1857),
que regulaba el sistema educativo en tres etapas.
Narváez dimite y, tras dos breves gobiernos, O’Donnell, con la Unión Liberal, forma un largo
gobierno (1858-1863) de crecimiento económico gracias a la red ferroviaria, la mecanización
de la industria textil catalana y el incremento de tierras por la desamortización civil.
En política exterior, se apostó por aventuras militares que dieron prestigio al gobierno. El
ejército español se impuso en varias batallas, como la “guerra de Cochinchina” y “la guerra
contra Marruecos”, bajo la dirección de O’Donnell.
En la crisis final contribuyó la corona, empeñada en contar con solo gobiernos moderados.
Frente a esto, el gobierno actuaba con dureza ante cualquier acontecimiento que alterara el
curso de la vida política: el catedrático Emilio Castelar, con Narváez presidiendo, fue
expedientado tras criticar a la reina. Esto dio lugar a los sucesos de la “noche de San Daniel”
(1865), donde estudiantes se manifestaron. La fuerte represión por parte de Narváez hizo que
se formará un nuevo gobierno dirigido por O’Donnell.
A los progresistas, solo les quedaba pronunciarse: los sargentos de artillería del cuartel de San
Gil (1866) se amotinaron para controlar dicho cuartel; acabaron enfrentándose a sus oficiales,
generando una cacería. O’Donnell respondió fusilando a los sublevados, por lo que la reina
creó otro gobierno con Narváez.
En el exilio, progresistas y demócratas, uniéndose más tarde los unionistas de Serrano tras
morir O’Donnell, firmaban el pacto de Ostende (1866) para destronar juntos a Isabel II y
convocar Cortes para elegir, mediante sufragio universal, el tipo de gobierno que debía tener
el país. Muere Narváez y le sucede González Bravo. Pero estalla “la Gloriosa”, una sublevación
que acaba con Isabel II, que huye a París, y abre puertas a la democracia.
6.2.- El reinado de Isabel II (1833-1868): las desamortizaciones
de Mendizábal y Madoz. De la sociedad estamental a la
sociedad de clases.
Las desamortizaciones consistieron en la expropiación, por parte del Estado, de las tierras
eclesiásticas y municipales para su posterior venta a particulares en subasta pública. En
compensación por el patrimonio confiscado a la Iglesia, el Estado se hacía cargo de los gastos
del culto y clero. Aunque se dieron algunos intentos a finales del siglo XVIII, el verdadero
proceso de desamortización se desarrolló a partir de 1837 en dos fases, a cada una de las
cuales se las conoce por el nombre del ministro que la puso en marcha: la desamortización de
Mendizábal y la de Madoz.
Algunos historiadores han criticado que primaran los intereses políticos y económicos sobre la
reforma social, y se desaprovechara la oportunidad de repartir las tierras entre los campesinos
que las habían venido trabajando.
En 1845, durante la Década Moderada, el Gobierno intentó restablecer las relaciones con la
Iglesia, lo que lleva a la firma del Concordato de 1851.
Por ello, además de reducir la deuda pública, se pretendía destinar parte de los ingresos
obtenidos a financiar la construcción de las infraestructuras necesarias para modernizar la
economía, en especial la red de ferrocarriles.
Fue ésta la desamortización que alcanzó un mayor volumen de ventas y tuvo una importancia
superior a todas las anteriores. El estado ingresó casi el doble de lo obtenido con la
desamortización de Mendizábal. Sin embargo, la de Mendizábal tiene una gran importancia
por su duración, el gran volumen de bienes movilizados y las grandes repercusiones que tuvo
en la sociedad española.
El clero fue el grupo social más perjudicado por el régimen liberal. La eliminación de sus
privilegios, especialmente en el campo económico. Con las desamortizaciones privaron a la
Iglesia de sus propiedades agrarias y la extinción del diezmo cerró otra fuente de financiación.
A partir de 1840 el clero dependía de un presupuesto muchas veces insuficiente lo que hizo
disminuir de forma notable al clero regular, no así tanto al clero secular. El bajo clero defendió
el carlismo, especialmente de 1833 a 1840, y se opuso a cualquier avance hacia la tolerancia
religiosa, a la libertad de cultos y a la separación entre Iglesia y Estado. Aun así, en las
poblaciones pequeñas el clero mantenía un protagonismo del que carecía en las grandes
ciudades.
El término burguesía englobaba desde empresarios a abogados, periodistas, etc. Pero
fundamentalmente hace referencia en este periodo a hombres de negocios. Los burgueses
obtuvieron beneficios diversificando sus actividades, banqueros que prestaban dinero al
Estado o administraban servicios urbanos y suministros al ejército. Banqueros y
administradores tuvieron en Madrid su centro de actividad. En Barcelona y Bilbao, las fortunas
se debieron a las inversiones en actividades industriales y comerciales.
Las clases medias estaban integradas fundamentalmente por una serie de profesionales
liberales como médicos, arquitectos o profesores, sobre todo de universidad. Los funcionarios
eran uno de los grupos más inestables debido al constante cambio de Gobierno.
En una sociedad agraria como la española del siglo XIX, el núcleo más amplio de la población
estaba formado por campesinos. Los jornaleros representaban un amplio colectivo, con tasa
de analfabetismo del 80%. En las áreas urbanas predominaba aun la artesanía por lo que había
un déficit de actividad industrial. Otros grupos de las clases populares eran los criados y
dependientes, ya que las familias de clase alta disponían de un elevado número de servidores
domésticos.
6.3 El Sexenio democrático (1868-1874): Intentos
democratizadores. La revolución, el reinado de Amadeo I y la
Primera República.
1. La Revolución Gloriosa.
Las causas de la revolución de 1868 que puso fin al reinado de Isabel II, se remontan a los cinco
años anteriores y son:
La situación política también fue deteriorándose. Tras la Noche de San Daniel (1864) y los
sucesos del cuartel de San Gil (1866) se sucedían las muertes de O´Donnell (1867) y Narváez
(1868). Así en 1868 salvo una reducida camarilla nadie apoyaba a la Reina. Los grupos de
oposición firmaban el Pacto de Ostende que tenía como objetivos la abdicación de la reina y la
convocatoria de unas Cortes constituyentes, además de reivindicaciones populares como el
sufragio universal, la supresión de las quintas y la abolición del impuesto de consumos.
Formaron parte de él demócratas, progresistas (Prim) y unionistas (Serrano).
Las primeras medidas del Gobierno provisional, formado el 8 de octubre por Serrano
(Hacienda), Ruiz-Zorrilla, Sagasta (Gobernación), Prim (Guerra) y Topete (Marina), consistieron
en disolver los Voluntarios y las Juntas, nombrar nuevos ayuntamientos y diputaciones y exigir
a los gobernadores civiles que garantizasen el orden. En enero de 1869 se convocan elecciones
a Cortes constituyentes mediante sufragio universal de los varones mayores de 25 años.
2. La Constitución de 1869
La principal polémica se centró en la forma del Estado. Los firmantes del manifiesto de los
Cimbrios, como Manuel Becerra, abogaban por una monarquía democrática, mientras que
otros se inclinaban por la república. Las elecciones fueron bastante limpias, pero muy
condicionadas por el alto número de analfabetos que permitieron a las autoridades locales
orientar el voto.
En junio de 1869 se aprobaba la nueva constitución con 11 títulos y 112 artículos, era la
primera constitución democrática de España y una de las primeras de Europa. Sus
características principales eran:
Pese a los esfuerzos de Prim, la unidad de los partidos fue imposible, los republicanos se
oponían por haber permitido la monarquía y Prim formó un Gobierno de mayoría progresista e
unionista, Topete, y dos demócratas, Rivero y Manuel Becerra. Entre 1869 y 1870 se fueron
publicando una serie de leyes reformadoras, Ley de Orden público, Ley electoral, nuevo Código
penal, Ley Orgánica del poder judicial, Ley de enjuiciamiento criminal, Ley municipal y
provincial y Ley sobre el matrimonio civil.
En el terreno económico el ministro de Hacienda Figuerola aprobó varias medidas muy
importantes. Por un lado la Ley de aranceles, que rebajaría las aduanas hasta un 15% del valor
de 1868, esta medida enfrentó al Gobierno con los industriales. Por otro lado racionalizó el
sistema monetario, otorgaba en exclusiva la función de emitir moneda al Banco de España y
establecía la peseta como nueva unidad monetaria.
La búsqueda de nuevo rey también resultó complicada. A algunos candidatos, como el duque
de Montpensier, los vetaban casas que declinaban la oferta como las escandinavas o la
Portuguesa. Finalmente y tras provocar una guerra entre Francia y Prusia, el príncipe italiano
Amadeo de Saboya accedió a aceptar la Corona. El 16 de noviembre de 1870 se produjo la
votación con un resultado de 191 a favor y 91 en contra. Amadeo I llegó a Cartagena el 30 de
diciembre y allí mismo recibió la noticia del asesinato de Prim tres días antes.
Durante su reinado se sucedieron seis Gobiernos y tres elecciones generales. Los progresistas
se habían dividido en constitucionales, Sagasta, y radicales, Ruiz-Zorrilla. Además se sucedieron
los escándalos, las mociones de censura y el amaño de las elecciones, sobre todo en 1872. Ese
año la sublevación en Cuba seguía en aumento además de las revoluciones republicanas y
carlistas. Si sumamos el estallido de la comuna en Paris, la presencia de la AIT en España y los
enfrentamientos constantes en las Cortes tenemos una idea del deseo del Rey de abandonar el
trono cuanto antes, por ello el rey presentaba su abdicación el 11 de febrero de 1873. Esa
misma noche se proclamaba la república.
5. La Iª República
La declaración era anti constitucional, pero apenas había otra alternativa. Ningún otro tenía
apoyos suficientes, así que los diputados, en su mayoría radicales, eligieron jefe del poder
Ejecutivo a Figueras, que sería así el primer presidente de la República. Este nombró un
Gobierno de republicanos y radicales, destacando Pi i Margall. El nuevo sistema político llegaba
en un momento caótico por la crisis agraria y la quiebra financiera, además este no era
apoyado socialmente y solo Suiza y EEUU reconocieron al nuevo Gobierno.
Ningún otro grupo político participó en la política y los mismos republicanos se encontraban
divididos en varias tendencias. Se produjeron sublevaciones campesinas en Andalucía,
surgieron los primeros focos federalistas y Juntas revolucionarias, a duras penas disueltas por
Pi i Margall, además el partido radical intentó un golpe de Estado dos veces, especialmente
grave fue el segundo liderado por Topete y Pavía. En las elecciones de mayo se impusieron de
forma aplastante los republicanos. Se proclamaba la República federal y el 9 de junio era
nombrado presidente Pi i Margall.
Se aprobó una nueva constitución en 1873, aunque nunca llegó a entrar en vigor, establecía la
república confederal compuesta de 17 estados y varios territorios de ultramar, los municipios
tendrían su propia constitución local y su división de poderes sería: Alcaldía (Ejecutivo),
Ayuntamiento (Legislativo) y Tribunales locales (Judicial). La misma estructura se repetía en el
Estado, con el legislativo formado por dos cámaras de elección directa y un Senado formado
por cuatro representantes de más de 40 años de cada Estado y un poder judicial presidido por
el Tribunal Supremo formado por tres magistrados por cada Estado. Una amplia declaración de
derechos como en 1869, con especial mención al derecho de asociación, y un Estado laico.
La Constitución no entró en vigor porque estalló antes una revolución, el cantonalismo, que
acabó con la propia República. El 7 de julio se proclamó una huelga general en Alcoy
convocada por la AIT y reprimida por el Ejército. El 12 se sublevaban grupos federales en
Cartagena haciéndose con el control de la flota y el arsenal. La revolución se extendió
creándose Juntas revolucionarias. De forma paralela los carlistas ampliaban los territorios bajo
su dominio. El 18 de julio accedía a la presidencia Nicolás Salmerón.
Este otorgó amplios poderes a los capitanes generales y envió a Pavía a Andalucía y a Martínez
Campos a Levante, además aumentó los efectivos de la Guardia Civil y restableció la pena
capital, pero al tener que firmar las primeras condenas dimitió el 5 de septiembre, el nuevo
presidente era Emilio Castelar, el cuarto en siete meses. Partidario de un Estado fuerte y
centralizado afirmo que “lo que necesitamos es orden, autoridad y gobierno”. Obtuvo poderes
extraordinarios, suspendió las Cortes hasta enero, restableció las quintas y las ordenanzas
militares, suspendió varios derechos constitucionales y obtuvo un crédito del extranjero de
500 millones para acabar con la guerra. A finales de diciembre pudo detener el avance carlista.
En la sesión de Cortes del 2 de enero de 1874 perdió el gobierno por 191 a 100, cuando se
estaba votando un nuevo Gobierno el general Pavía hacía entrar a las tropas en el lugar y
disolvía las Cortes, se nombraba al general Serrano como nuevo jefe de Gobierno. Con esto
comenzaba la república ducal que duraría hasta el 29 de diciembre de ese mismo año cuando
Martínez Campos se pronunciaba a favor de la restauración de los Borbones para gran disgusto
de Cánovas del Castillo, que había planeado una restauración pacífica y legal de la monarquía.