Flores para Algernon

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FLORES PARA ALGERNON

La mezcla del título del libro, el recuerdo de llevar flores y limpiar la lápida de la señora Eliza (mamá
de mi mamá) y el párrafo de la dualidad de los destellos e incandescencias de Platón, ya presagiaba
que alguien iba a morir y que en algún punto todo iba a estar oscuro para alguien, al menos para el
que se llamara Algernon. Ese mismo pensamiento me ayudaba a controlar la expectativa de una
historia feliz que empezaba a surgir en mí en la medida que el texto se iba haciendo más legible,
característica interesante de la forma de la forma del texto que también me hizo pensar en la
dificultad de la traducción, entendiendo esta mejora en la escritura como una mejora progresiva
que en algún momento iba a parar. Después me di cuenta que se podía establecer una analogía de
la historia de Charlie con la historia de un niño lanzándose de un resbaladero (así le llamo a esa
atracción de niños que aquí llaman tobogán o internacionalmente resbaladilla)

Para explicar la idea del resbaladero desde abajo, tengo que hablar del Charlie del pasado. Las
motivaciones de Charlie pre-operación giraron en torno a agradarle a su madre, todos, sobre todo
Miss Kinnian le abonaban el deseo de subirse a ese tobogán a pesar que fuera la misma necesidad
de congraciarse con su madre ahora proyectada en miss Kinnian, proyecciones de una madre
inconforme, inestable manipuladora, maltratadora que le transmitió todos sus miedos (y
supersticiones) a un niño que quería volver “normal” a toda costa y apunta de oraciones, ante los
ojos de un padre incapaz de dar la mejor luz a la situación por sus propios problemas de realización
personal. La relación con su familia le hizo formarse una idea de la amistad bastante desigual: el
deseo de cariño de los otros sin importar los gritos para combatir la soledad. No quiero
concentrarme en el entorno de Charlie de la panadería y el trato manipulador de sus compañeros
que representa esa sociedad de afanes que nunca tiene tiempo de nada solo cuando es para
burlarse sin escrúpulos de la gente con capacidades retantes, sociedad que sabe que vivimos en un
mundo que no está construido para personas como el Charlie pre-operación, eso sí, haciendo la
excepción al señor Donner que más adelante incluso lo motiva a enfrentar sus propios miedos al
sugerirle que la panadería no es para él, que él está para más, representando esas personas que no
te complacen sino que te marcan caminos. Tampoco quiero profundizar mucho en el entorno de
Charlie del laboratorio que representa la sociedad científica, su insensibilidad y egolatría, es larga la
lista de experimentos sociales y psicológicos antiéticos llevados a cabo con el fin de “entendernos”.
Me quiero concentrar aquí en el Charlie que mira al resbaladero con ganas de subirse en él, con sed
de asombro, un Charlie carismático pero supersticioso, que a pesar de tener su imaginación
bloqueada por el maltrato, no tenía miedo de aprender y tenía la expectativa intacta: “¿qué será lo
que piensa la gente lista?” a lo que el autor, a través de Charlie mismo responde con mucha ironía:
“cosas sorprendentes supongo”. Ese es el Charlie que mira el resbaladero sin poder subirse aun.

Luego llega la operación y es cuando Charlie empieza a subir de a poco las escaleras del resbaladero,
con el mismo afán que lo hacen los niños cuando tienen a alguien antes de ellos, pero su afán era
por ver los resultados: los cambios en uno que son importantes casi nunca se ven. Luego llegan los
libros (apunté aquí el gran gatsby por 2 vez) y el aparatico que le habla dormido, las luchas del
subconsciente y el consciente y con ello los primeros signos de “inteligencia”, o las primeras
escaleras alcanzadas: la suspicacia y la rebeldía, acompañados también de un poco de malgenio, las
críticas al cine que veía con miss Kinnian, empezó a preguntarse por Dios. Creo que llego al máximo
punto de la escalera cuando dijo “el mayor aprendizaje es que nada es como parece ser”, se dio
cuenta que se estaba instruyendo en la duda. Ahora aquí Charlie es capaz de recordar su historia,
como decía Haku en el viaje de Chihiro “nada se olvida aunque no se pueda recordar”. Charlie ahora
es capaz de asociar libremente las ideas y al tiempo que llegan los juicios de moral se da cuenta que
necesita amar a alguien. Es un Charlie que empieza a interconectar los sucesos consigo mismo y se
va reconociendo en sus recuerdos dándose cuenta que no “soy solo un ser, sino una manera de ser”.
Sin embargo, es ahí mismo donde empieza a juzgar al Charlie del pasado y a desconectarse de él, y
ve al Charlie del pasado como un “ser con debilidad de espíritu”, “ciego y adormecido”, llegando a
decir que la humildad y la discreción degrada a las personas. Ese es el Charlie subido en la parte más
alta del resbaladero, que subió tan rápido que ya no le gusta tener discusiones elementales ni
siquiera con miss Kinnian.

Antes de empezar a bajar por el resbaladero, me parece bueno hacer anotaciones sobre su relación
con miss Kinnian. Charlie ve en ella al principio una persona que le da siempre una respuesta, ahí
empieza su fijación, sin embargo no es sino hasta cuando el autor explica los cuadros de la casa de
miss Kinnian que caigo en la cuenta el tipo de relación tan peculiar (y no paculi… jajaja) que se
configura entre ellos. Uno de los cuadros representa ese instinto maternal de miss kinnian que lo ve
como su mejor alumno, como su mejor producto, como su esfuerzo hecho realidad. El otro cuadro
representa una necesidad de protección que Charlie transpone a su necesidad misma de protección
con miss Kinnian cuando imagina que es la chica la que defiende al caballero portando la espada.
Miss Kinnian con ese instinto maternal por Charlie sabe que va a sufrir, como dicen los Eclesiastés
en la biblia: “entre más se sabe más se sufre” y al tiempo ella misma sufrirá más adelante en su
declive, por el sentimiento que la une a él. Sin embargo esa intuición la permite mantenerse al
margen y saber en qué punto hacer a un lado el corazón y volver a asumir el papel de profesora
protectora de alumno preferido, amor que había confundido con amor de pareja.

Luego de estar en la cima del resbaladero, Charlie empieza a deslizarse, marcando así el inicio de la
involución desde que se desliga del Charlie del pasado al punto de decirle “mira bastardo” mientras
tiene sexo con Fay. Es como si al estar en la cima, el Charlie del pasado le pareciera inferior, porque
ahora solo desea medirse en conocimientos y aprender muchos idiomas, tan ensimismado que
requiere salir a dar una vuelta para poder reflexionar. Es intolerante desde la cima y así como el niño
que siente el afán al sentir detrás otro niño que se quiere lanzar también resbaladero: Charlie
empieza a sentir ese afán al ver el comportamiento de Algernon. Es ese afán el que lo lleva a resolver
sus dudas del pasado, y se reencuentra con toda la familia y con la ironía de encontrarse ahora con
su mamá en un estado senil y de su hermana demandado protección y ayuda y se da cuenta que ni
siquiera sabia para qué quería ir a verlos. Quizás lo único provechoso de su visita, son los recuerdos
finales que se le presentan, donde puede sentir compasión por el Charlie del pasado y con cariño le
quisiera decir que no es culpa de él “que no está a su alcance el comportamiento de su madre”,
mientras el Charlie del pasado “intenta taladrar en las tinieblas”. Estos chispazos de entendimiento
sumados con la relación con Fay, sus alegrías momentáneas, la extraña revelación de la escena del
consultorio en la que se siente un pez que sale del agua que vuelve hacer tirado hacia abajo por el
Charlie del pasado, esa necesidad de sentir el cuerpo de las otras personas en su salidas nocturnas,
su descubrimiento del baile (fox trot, me persigue de nuevo este baile desde el lobo estepario) y su
aprendizaje del piano en medio del inicio de su involución lo relaciono con esa sensación de
adrenalina que uno siente cuando uno inicia el descenso en el resbaladero y así como uno de niño
frena con los pies con los extremos del resbaladero para alargar el efecto o disminuir la velocidad
Charlie intenta encontrar la clave trabajando mucho en el laboratorio “debo aumentar los medios
para aumentar la inteligencia humana” y así se olvida de aprovechar su presente y se da cuenta el
retraso en el crecimiento emocional. También se da cuenta que a pesar de toda su inteligencia esta
no le sirve para resolver sus problemas emocionales y menos puede resolverlos al no descansar,
perdiendo la lucidez al pensar que el trabajo es lo más maravilloso de la vida y se convierte así en
un “bastardo arrogante”. Uno de los mejores mensajes del libro lo llega a aceptar en la fiesta cuando
al parecer está un poco tomado (ese efecto del alcohol de facilitar la labia y a veces la sinceridad),
cuando dice: “ la inteligencia y educación que no ha sido templada en el afecto no valen nada, la
inteligencia sin la capacidad de dar afecto no sirve de nada” una de las frases más importantes y que
van a tocar las fibras de todos los que lleguemos por x o y razón a leer este libro, o viceversa a los
que este libro escoja para ser leídos por él. De pronto, en medio de mucha vigilia (forma en la que
“aprovecha” el tiempo que le queda) en medio del miedo por no quedarse sin nada y recurriendo a
la superstición de los ruegos a Dios de que no olvide saber leer y escribir Charlie llega Charlie a la
solución del problema cuando dice que “la inteligencia incrementada artificialmente se deteriora en
el tiempo a un ritmo directamente proporcional a la amplitud del incremento”, aplicando nuestra
analogía del resbaladero seria: el guarapazo en el resbaladero es proporcional a la altura del
resbaladero.

Últimamente que he trabajado con temas de optimización de dos variables, me hubiera gustado
que Charlie hubiera podido optimizar un poco y encontrar su punto óptimo y un balance, para no
reprocharse nada y sentir que había valido la pena la operación, las funciones objetivo duales serian:

Atención en el pasado vs atención en el presente.


Amor a través de otros (amistades) vs ensimismamiento (soledad)
Consciente vs subconsciente.
Inteligencia emocional vs todo el resto e inteligencias
Lógica vs pensamiento libre.
El otro vs el yo.
Ingenuidad vs genialidad
Humildad vs arrogancia
Corazón vs mente
Razonamientos vs emociones

Finalmente creo que el libro nos invita a reflexionar sobre la pirámide de necesidades (definida por
Maslow), creo que invita a saber reconocer cada una de nuestras necesidades en cada etapa de
nuestra vida, aceptarlas y tratar de entenderlas un poco para sentir paz pero seguir adelante y no
quedarse varado en el porqué de ellas, de tal forma que tengamos claro los escalones quedábamos
alcanzar para llegar a esa anhelada autorrealización y quedarnos en ese eslabón final de la pirámide
hasta el final de nuestros días y que no nos pase como Charlie que apenas toco la cima y se vino
abajo y ya sin tiempo ni cómo frenar la caída se empezó a dar cuenta tarde de qué era lo
verdaderamente importante.

DACS

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