La Comunicación en La Civilización Azteca e Inca
La Comunicación en La Civilización Azteca e Inca
La Comunicación en La Civilización Azteca e Inca
Los aztecas, y tal vez ya los teotihuacanos mil años antes, hablaban una lengua llamada náhuatl.
La escritura mezclaba pictogramas, ideogramas y signos fonéticos. En sus escritos queda reflejada
su propia historia, geografía, economía, religión... Algunos códices han llegado hasta nuestros días.
Una de las mejores formas para comunicarse entre los aztecas fue tener mensajeros o correos que
iban de una comunidad a otra tratando de ser lo más rápido posible y llevar las noticias. La forma
de comunicación escrita utilizada en el mundo Azteca era la escritura glífica o en imágenes,
mediante la cual se plasmaban historias, ambientes geográficos y relatos míticos. Una de las
mayores empresas culturales de los antiguos nahuas fue el registro de textos en libros escritos. Se
llamaban "códices", eran fabricados de fina piel de venado o de papel, y doblados en forma de
biombo. En ellos, se encuentra la primera grafía de la lengua náhuatl. Los Tlacuilos o pintores-
escribas dibujaban los signos esenciales que marcaban los elementos fundamentales del relato y la
información complementaria se aprendía de memoria. El sistema de numeración era vigesimal, con
la modalidad de círculos o puntos que tenían cada uno un valor de uno. A pesar de la quema de
libros efectuada por los españoles, todavía se puede apreciar unos cuantos ejemplares de estos
llamados “Codex”, entre los cuales los más famosos son los de Magliabechi, Borbonicus y
Moctezuma.
En cuanto a la lengua, los aztecas o mexicas, hablaban el dialecto náhuatl y al extenderse su
imperio la lengua se difundió considerablemente. En México-Tenochtitlan el grupo dirigente se
preocupaba sobremanera del cultivo de la lengua. Existían escuelas y academias en las cuales,
entre otras actividades culturales, se enseñaba a la juventud a hablar bien, a memorizar, a recitar,
cantar, a "ensartar palabras bellas". En los templos había toda una escuela asalariada de
compositores de poesía y canto en servicio del sacerdocio y la nobleza. En toda comunidad, por
pequeña que fuera, había oradores quienes eran llamados a hablar en las ocasiones solemnes del
ciclo de vida.
El imperio azteca o mexica no disponía del caballo, lo importaron por primera vez los españoles
que llegaron a América, con lo que la sangre humana sería el motor de comunicación de la
América prehispánica.
Una sociedad tan marcada por la religiosidad como la azteca no dejaría escapar la oportunidad de
sacralizar también a los mensajeros, que estaban consagrados al dios Paynal -que algunos
traducen como «corredor»-, de ahí que el nombre genérico de los mensajeros sea el de painani,
aunque esta era la denominación también de uno de los subtipos. Painani viene a significar «correr
rápido», «corredor que corre», «correr ligero» o «corredor liviano».
Aunque los painanis tenían un componente religioso, los tres subtipos eran militares y usaban
instalaciones militares para desarrollar su trabajo. Donde había el equivalente a los cuarteles
militares, allí vivían para servir a la mayor brevedad posible, y si no existían pequeñas edificaciones
denominadas techialoyan que servían como torres de vigilancia, control de movimientos del
enemigo, pero también como puesto avanzado, de relevo y de avituallamiento de los
corredores más veloces. Porque un sistema de correos dentro de un imperio que quiere ser veloz
precisa de relevos y para eso se requiere una infraestructura en condiciones para efectuarlos.
Los mensajeros se educaban en el telpochcalli, lugares que hacían la vez de colegios, seminario y
cuartel -pues era también donde se cumplía el servicio militar-, una formación completa a partir de
los 15 años pues el imperio valoraba la formación de su pueblo en grado sumo. La vida en los
telpochcalli no era sencilla en parte porque una de las técnicas de endurecimiento y aprendizaje se
basaba en el autosacrificio, se les daba a los chicos arduas tareas al límite de su resistencia física,
se les enseñaba el arte de la guerra, se les castigaba con frecuencia, se memorizaban largos
textos de épocas pasadas y se enseñaban cánticos religiosos, todo para formar a los futuros
adultos en los mejores guerreros y ciudadanos que el imperio pudiera tener. Los que destacaban
como corredores podían pasar a un grupo especial de entrenamiento, que posiblemente incluyese
subidas a templos escalonados, carreras de velocidad, entrenamiento de fuerza y saltos. Debían
conocer sendas y veredas -en el imperio no había demasiados caminos anchos dado que no se
utilizaba ganado de tiro ni se empleaban carros o carretas-, saber moverse con velocidad por ellos,
conocer técnicas de vadeo de ríos, aprender los atajos, moverse por la noche y desempeñar la
carrera en condiciones atmosféricas variables. Algunos de ellos serían destinados a misiones de
mensajería, estarían apostados en techialoyanes, y a pesar de la inmunidad de la que gozaban por
ser mensajeros, sabían defenderse.
La comunicación en la civilización Inca
La comunicación inca fue básicamente oral. La lengua oficial fue el quechua aunque en algunos
territorios del imperio se usaban otras lenguas como el aymara, el tallán y más. Las regiones que
adoptaron el quechua como su lengua, transformaron la lengua en una forma diversa.
los Incas Se conoce que los Incas tuvieron un importante y avanzado sistema de comunicación
visto desde diferentes aspectos. Un medio de comunicación muy difundido fue el pututu. Era
ejecutado con una técnica similar a la de una trompeta con una nota larga y profunda que quedaba
flotando en el aire y en el viento, el eco y la resonancia entre las montañas hacían que se escuche
en la lejanía. Fue considerado el instrumento musical sagrado de las comunidades incas y debía
ser manejado solamente por las autoridades. Este instrumento aún persiste en las áreas rurales del
occidente boliviano y se lo ejecuta para anunciar grandes reuniones y asambleas de las
comunidades donde se toman decisiones importantes y por eso es símbolo de rebelión. Además, lo
que se suponía que eran obras artísticas, después de muchos estudios realizados por expertos, se
pudo evidenciar que estos consistían en mensajes gráficos que transmitían alguna información. Las
más conocidas son las pinturas rupestres que tenían un mensaje escrito en signos mostrando un
sistema ideográfico de comunicación visual. Las pictografías o petrogramas eran pinturas en su
mayoría del color rojo, sobre rocas. También estaban los petroglifos o litoglifos (grabaciones sobre
piedras en la intemperie), los geoglifos (materiales amontonados para representar imágenes o
signos en grandes proporciones), las piedras portátiles grabadas (illas o conopas) que se depositan
en las tumbas o se entierran en los campos, y las losas con inscripciones o estelas. Los incas no
tuvieron escritura propiamente dicha. Su manera de escribir era el quipu. Estos eran utilizados para
comunicarse y plasmar alguna información, mediante cuerdas de lana o algodón y nudos de uno o
varios colores, que, según estuvieran más juntos o más separados, tenían significados diferentes
para recordar fechas históricas. Otro medio de vital importancia fue el chasqui. El chasqui era un
mensajero, agente de correo y transportador. El sistema de chasquis permitía a los gobernantes
incas, a los administradores de gobierno, gracias a su velocidad y resistencia, intercambiar
informaciones, así como recibir productos provenientes de los mares costeños.
Los chasquis eran los mensajeros del imperio inca. Su labor consistía en recorrer los ‘qhapac ñan’
(caminos incas) transportando registros oficiales mediante los ‘quipus’ (sistema de comunicación
inca mediante nudos).
Los chasquis atravesaban la Cordillera de los Andes, la selva amazónica y hasta los áridos
desiertos costeños. Mediante un organizado sistema de relevos los mensajes podían recorrer
varios kilómetros sin pausa durante 1 día.
El mensaje partía desde la ciudad del Cusco hasta algún punto del imperio. Por ejemplo, podía
llegar a Quito (Ecuador), a 1250 kilómetros de distancia, en un tiempo menor si se realiza la ruta
con caballo.
Los chasquis partían desde la ciudad del Cusco, la capital del imperio de los incas. Luego de un
tramo de aproximadamente 15 kilómetros arribaban anunciaban su llegada a un ‘tambo’, donde lo
esperaba otro chasqui para relevarlo y recibir el quipu y las instrucciones orales.
Los chasquis también solían trasladar objetos preciosos o alimentos para satisfacer al inca y su
realeza.
Se calcula que en 1 día, unos 25 chasquis podían recorrer una distancia de 240 kilómetros. Los
mensajes podían contener órdenes de muerte, cambios de estrategias en la guerra, destituciones o
nombramiento de funcionarios, etc.
¿Qué eran los ‘qhapac ñan’ y para qué servían?
Los ‘qhapac ñan’ era la red vial de caminos incas, la cual se extendió por miles de kilómetros a lo
largo del imperio incaico. Existieron caminos principales y secundarios. Servían para la
comunicación entre las provincias del vasto imperio.
Estos caminos eran necesarios para mantener el control sobre las provincias del reciente imperio.
Eran importantes para el traslado de alimentos y mensajes. Eran recorridos por ejércitos, comitivas
reales, por el mismo inca pero, sobre todo, por los chasquis.
En ciertos tramos de los ‘qhapac ñan’ existían construcciones sencillas en donde los ‘chasquis’ o
viajeros podían descansar y proveerse de alimentos. Estas edificaciones eran conocidos como los
‘tambos’ y los ‘colcas’ y eran piezas fundamentales para el correcto funcionamiento del sistema de
chasquis.
Los tambos y colcas
Los tambos (también conocidos como ‘tanpu’) eran posadas que el Estado Inca destinaba a las
personas que recorrían los caminos incas o ‘qhapac ñan’. Allí todos podían abastecerse de
alimentos y descanso para continuar con su largo viaje. Uno de sus principales beneficiarios fueron
los chasquis.
Los colcas eran construcciones sencillas, principalmente circulares, donde se almacenaban
alimentos perdurables tales como: el maíz, la papa, la quinua, el chuño, el charqui, etc. Se
construyeron colcas en todas las ciudades y recintos religiosos, pero, sobre todo, en los qhapac
ñan. Los chasquis se abastecían de alimentos allí.