Reglas Acciones y Transgresiones

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LORENA RAMÍREZ-LUDEÑA

JOSEP M. VILAJOSANA
(eds.)

ÍNDICE
REGLAS CONSTITUTIVAS
Y DERECHO Pág.

PRESENTACIÓN .............................................................................................. 13

CAPÍTULO I. REGLAS, ACCIONES Y TRANSGRESIONES, por Se-


Revisión de bastián Agüero-SanJuan y Sebastián Figueroa Rubio ................................... 19
Elena Prats 1. INTRODUCCIÓN .................................................................................. 19
2. DOS CRITERIOS PARA DISTINGUIR ENTRE REGLAS REGULA-
TIVAS Y REGLAS CONSTITUTIVAS ................................................. 20
Edición de
2.1. Prioridad entre reglas y acciones................................................... 21
Julieta Rábanos 2.2. Transgresión de reglas ................................................................... 23
3. REVISIÓN CRÍTICA DE LOS CRITERIOS ......................................... 25
3.1. El criterio de prioridad y la relación entre reglas regulativas y
acciones ......................................................................................... 26
3.2. Transgresiones y la variedad de reglas constitutivas en juegos .... 32
4. CONSIDERACIONES FINALES .......................................................... 39

BIBLIOGRAFÍA............................................................................................ 40

CAPÍTULO II. REGLAS CONSTITUTIVAS: DEL PARADIGMA LÓ-


GICO-LINGÜÍSTICO AL PARADIGMA COGNITIVO, por Marco
Brigaglia y Bruno Celano .............................................................................. 45

1. EL CONTEXTO...................................................................................... 45
Marcial Pons 2. UNA ASUNCIÓN REDUCCIONISTA .................................................. 46
3. EL PUNTO CIEGO DEL ANÁLISIS LÓGICO-LINGÜÍSTICO: LA
MADRID | BARCELONA | BUENOS AIRES | SÃO PAULO SIMBOLIZACIÓN ................................................................................. 49
2022 4. JUEGOS .................................................................................................. 51
CAPÍTULO I
REGLAS, ACCIONES Y TRANSGRESIONES *
Sebastián Agüero-SAnJuAn
Sebastián FigueroA rubio

1. INTRODUCCIÓN

Al revisar los trabajos que versan sobre reglas constitutivas es posible iden-
tificar ciertos rasgos compartidos. En primer lugar, los autores conceptualizan
las reglas constitutivas en contraposición con las reglas regulativas y en dicha
presentación se suelen obviar las múltiples críticas que se han realizado a la
distinción. Por otra parte, comúnmente no se advierte la existencia de diversos
subtipos de reglas dentro de la distinción. Por último, la mayoría de los trabajos
centrados en el estudio de las reglas constitutivas no entrega una cronología de
la discusión, presentándose una literatura parcialmente atomizada 1.
Como señalamos, de la literatura relevante se puede sacar en limpio que
la comprensión de las reglas constitutivas se ha conformado a partir de su di-
ferenciación de las reglas regulativas. Además, al menos en el contexto de la
tradición filosófica anglosajona 2, existe un claro acuerdo en reconocer como

*
Agradecemos los comentarios realizados por Riccardo Guastini, Giovanni Battista Ratti, Juan
Ormeño Karzulovic y Lorena Ramírez Ludeña a versiones previas de este trabajo.
Este trabajo es un producto del Proyecto Fondecyt Iniciación núm. 11180421 cuyo investigador
responsable es Sebastián Figueroa Rubio.
1
Excepciones a esto son los trabajos de Midgley, 1958-1959; Quinn, 1975, y guAStini, 2014, que
sugieren distintos tipos de reglas constitutivas y, en relación con la cronología, las propuestas de Quinn,
1975: 76; SchAuer, 1991: 6, y PAgin, 2014.
2
Por su parte, la tradición iusfilosófica continental, las obras de Gaetano Carcaterra y Amedeo
Conte constituyen hitos relevantes. Un diálogo entre ambas tradiciones puede encontrarse en el trabajo

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cruciales para la conceptualización de las reglas constitutivas los trabajos de


John rAwlS, Two concepts of rules y de John Searle Speech acts: An essays
in the philosophy of lenguage publicados en 1955 y 1969, respectivamente 3.
La influencia de estos trabajos es tal que todavía las discusiones en torno a las
reglas constitutivas están sustentadas sobre los criterios propuestos por estos
autores para su caracterización 4. Podría afirmarse que lo planteado por dichos
autores es constitutivo de la distinción y sigue regulando las discusiones al
respecto. Por ello, en este trabajo pretendemos reflexionar en torno a algunos
de los principales criterios desarrollados por ellos y que marcan la compren-
sión que se tiene sobre la distinción.
Si bien desde sus primeros años hasta la fecha los criterios sobre los cuales
se sustenta la distinción han sido objeto de debate desde perspectivas diversas,
en el presente trabajo nos proponemos reflexionar acerca de dos criterios de
diferenciación a los que llamaremos de prioridad y transgresión. Para hacer
esto, este trabajo se divide en tres partes. En la primera, presentaremos la for-
ma en que los autores han construido la distinción, en la segunda, reflexiona-
remos sobre la plausibilidad de los criterios, para luego terminar con algunas
consideraciones finales en torno al ejercicio realizado.

2. DOS CRITERIOS PARA DISTINGUIR ENTRE REGLAS


REGULATIVAS Y REGLAS CONSTITUTIVAS

En esta sección nos proponemos reconstruir las propuestas de distinción


sugeridas por John Rawls y John Searle, a partir de dos criterios presentados
por los autores. En relación con el primer criterio, la diferencia entre los tipos
de reglas se sostiene en una relación de prioridad que habría entre las reglas y
las acciones reguladas por ellas. Así, bajo la visión de las reglas sumarias o re-
gulativas las acciones tienen prioridad frente a las reglas; mientras que la prio-
ridad es a la inversa respecto de las reglas de la práctica o reglas constitutivas,
a este lo denominaremos criterio de prioridad. Respecto del segundo criterio
(de transgresión), los autores sustentan (o refuerzan) la distinción entre reglas
regulativas y constitutivas con base en cómo se deben entender los casos de
transgresión o infracción de las reglas. Para estos autores, por un lado, desde
la visión de las reglas sumarias o regulativas resultaría claro identificar sus

de Corrado roverSi, 2007: cap. 1, y Riccardo guAStini, 1984. Así como en varios capítulos de este
volumen. En este trabajo nos centraremos solo en las fuentes anglosajonas de la discusión.
3
Los autores de este texto están en contra de las prácticas y acciones por las cuales John Searle
ha sido considerado culpable. De todas formas, dada la importancia de su trabajo en el ámbito de la
discusión que nos convoca creemos que no es pertinente obviar la existencia de su obra.
4
Por ejemplo, textos publicados en igual periodo, pero que tuvieron menor éxito en la configu-
ración de la distinción son las propuestas de Midgley, 1958-1959; blAck, [1958] 1962, y roSS, 1968.
Asimismo, entre los textos que esbozan la distinción sin desarrollarla y raramente son citados se en-
cuentran hArt, [1953/54], 1983a; [1968], 1983b, y MAndelbAuM, 1955.

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casos de transgresión y, consecuentemente, aplicar la sanción que usualmente


va asociada a estas; y, por otro lado, resultaría borroso determinar los casos
de transgresión de las reglas de la práctica o constitutivas y, por consiguiente,
en muchos casos a ello no se vincula una sanción. A continuación, profundi-
zaremos en cómo ambos autores presentan ambos criterios y sus efectos en la
caracterización de ambos tipos de reglas.

2.1. Prioridad entre reglas y acciones

Respecto del criterio de prioridad, para Rawls las reglas constitutivas se


entienden como reglas de prácticas, las cuales se distinguen de lo que denomi-
na reglas propias de una visión sumaria o resúmenes (en adelante, reglas su-
marias). Una regla sumaria se crea como producto de una recurrencia de casos
similares que permiten elaborar una generalización que adquiere un carácter
normativo (rAwlS, 1955: 22-23) 5, esto hace que los casos particulares tengan
una prioridad lógica frente a las reglas que los regulan. De esto se derivan, al
menos, tres consecuencias: (i) la acción o acciones que conforman un caso
particular regulado puede existir haya o no una regla que las regule; (ii) es
posible describir un caso particular como tal (y, por ende, las acciones que lo
conforman) con independencia de la existencia de una regla que lo regule; y
(iii) la realización de la acción referida por la regla no requiere del escenario
o contexto de la práctica a la cual la regla pertenece.
En cambio, si las reglas de una práctica constituyen una definición de ella 6,
estas tienen prioridad frente a los casos que regulan y, por ende, a las acciones
correspondientes. Esta prioridad se manifiesta en, al menos, tres cuestiones
(rAwlS, 1955: 25-26): (i) una acción solo puede ser descrita como un tipo de
acción determinada si existe una práctica que contiene una regla en la cual es
subsumible; (ii) la conducta de alguien no cuenta como una forma de acción
dentro una práctica cuando no se ajusta a las reglas que la definen, pero aún
es posible describirla de otra manera; (iii) finalmente, cualquier ejemplifica-
ción de una forma de acción especificada en la práctica presupone la práctica
(constituida precisamente por las reglas en cuestión).
El texto de Rawls expresamente señala que la distinción se sustenta en la
noción de prioridad lógica, pero esta noción tiene un alcance diverso según
el tipo de norma del cual se está hablando. En relación con las reglas suma-
rias explícitamente señala: «La realización de la acción que la regla refiere

5
John SeArle (1995: 47-49) en su propuesta de ontología social considera la variable temporal
y la idea de generalización para ver cómo la asignación de funciones a objetos puede devenir en la
creación de una norma constitutiva.
6
Si bien no consideramos concluyente la idea de que las prácticas están conformadas por reglas,
para simplicidad de los argumentos que desarrollaremos aquí, no se problematizará este supuesto de
la discusión.

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no requiere del trasfondo de una práctica de la cual la regla forma parte. Esto
significa decir que, en la concepción sumaria, los casos tienen prioridad lógica
frente a las reglas» (rAwlS, 1955: 22-23) 7. Sin embargo, es posible constatar
a lo largo del texto alusiones tanto a las nociones de existencia como a la de
descripción de una acción con independencia de las reglas sumarias.
A su vez, en relación con las reglas de la práctica, la prioridad lógica es
entendida como una relación de preponderancia de la práctica frente a las
acciones a través de las reglas que la integran e indirectamente como una
relación entre reglas y acciones. Esta se presenta, por un lado, en términos de
descripción: «[Lo] que significa decir que la práctica es lógicamente priorita-
ria frente a los casos particulares es que: dada cualquier regla que especifica
una forma de acción (un movimiento), una acción particular que se tomaría
como dentro de esta regla dado que existe la práctica, no podría ser descrita
como ese tipo de acción a menos que haya una práctica» (rAwlS, 1955: 25).
Y, por otro lado, en términos de entregar significado a las especificaciones de
acciones dentro de la práctica: «La práctica es lógicamente prioritaria a los
casos particulares, a menos que exista la práctica, los términos que refieren a
acciones especificadas por esta carecen de sentido» (rAwlS, 1955: 25).
Por su parte, de forma análoga, John SeArle (1969: 33-35) comprende
que las reglas regulativas regulan formas de comportamiento que existen con
anterioridad o con independencia de la regulación. De este modo, las acciones
reguladas por estas reglas tienen una existencia lógicamente independiente
de las reglas. Consecuencia de esto, el comportamiento que está de acuerdo
con la regla puede recibir la misma descripción o especificación, exista o no
la regla, es decir, sin necesidad de hacer referencia explícita a la regla. Así,
las acciones reguladas por las reglas pueden darse y ser descritas sin perder
información haya o no regla.
En relación con las reglas constitutivas, el mismo autor entiende que ellas
no simplemente regulan conductas, sino que crean o definen nuevas formas
de comportamiento, así como la posibilidad misma de realizar ciertas accio-
nes. Una regla constitutiva o un conjunto de ellas no solo regula, sino que
constituye acciones o actividades cuya existencia es, por ende, lógicamente
dependiente de las reglas. Las acciones que están de acuerdo con estas reglas
no podrían recibir una descripción o especificación si la regla no existiese
(SeArle, 1969: 33-35).
En términos de SeArle ([1969] 1994: 43[34]), la noción de prioridad
adquiere la etiqueta de independencia 8, la cual es expresada de la siguiente
manera: «Las reglas regulativas regulan una actividad preexistente, una acti-

7
Del texto de Rawls, tanto esta cita textual como las siguientes son de traducción propia.
8
Cabe señalar que, en su propuesta de ontología social, el autor señala que hay una prioridad
general de los hechos brutos sobre los hechos institucionales (SeArle, 1995: 55-56) y que estos últimos,
a su vez, son creados por reglas constitutivas (1995: 46).

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vidad cuya existencia es lógicamente independiente de las reglas. Las reglas


constitutivas constituyen (y también regulan) una actividad cuya existencia
es lógicamente dependiente de las reglas» 9. A su vez, la noción de indepen-
dencia también se vincula con la posibilidad de describir y explicar hechos
institucionales, los cuales deben su existencia a reglas constitutivas, cuestión
que se explicita al desarrollar un ejemplo sobre la descripción de un partido de
fútbol americano en término de hechos brutos, a saber: «Las otras descripcio-
nes, las descripciones de los hechos brutos, pueden explicarse en términos de
hechos institucionales. Pero los hechos institucionales pueden explicarse so-
lamente en términos de las reglas constitutivas subyacentes» (SeArle, [1969]
1994: 61[52]). De este modo, los hechos institucionales adquieren indepen-
dencia explicativa a partir de su conformación por reglas constitutivas.
En definitiva, es un lugar común desde los comienzos de la discusión alu-
dir a la prioridad de las reglas constitutivas sobre los casos regulados por ellas
como un criterio para diferenciarlas de las reglas regulativas. Sin embargo,
dada la diversidad de maneras en que la idea de prioridad se presenta o puede
ser entendida 10, resulta aconsejable explorar sus alcances, ya que las definicio-
nes y manifestaciones aludidas por los autores de referencia se presentan en
distintos planos, considerando cuestiones relativas a la existencia, descripción
e individuación de acciones. En esto nos centraremos en la apartado 3.1. Antes
de ello, revisaremos con mayor profundidad el criterio de transgresión.

2.2. Transgresión de reglas

De acuerdo con Rawls, en el contexto de una práctica siempre es posible


preguntar si la aplicación de las reglas sumarias es adecuada o no a un caso
determinado en función del principio o valor que pretenden preservar. Cada
persona tiene derecho a considerar la justificación de la regla, es decir, la cues-
tión de si es o no adecuado seguirla en un caso particular. Por lo mismo, estas
se entienden como indicaciones generales o guías de conducta que toman la
forma de reglas generales, instando a su adopción, debido a la mayor proba-
bilidad de acierto que entrega el seguirlas. En consecuencia, no seguir la regla
puede ser justificado a través de alcanzar de mejor manera el valor que se

9
Esta cita textual y las siguientes están tomadas de la traducción al español del texto de SeArle,
1994, y nos referimos al texto en inglés entre corchetes.
10
Por ejemplo, en sentido estricto, un enunciado A tiene prioridad lógica sobre B si A es lógica-
mente más simple que B, en el sentido de que podemos asumir A sin B, pero no podemos asumir B
sin A (ruSSell, 1903: 137-138). Asimismo, A es explicativa o analíticamente anterior a B cuando no es
posible explicar B sin hacer referencia a A, pero es posible explicar A sin hacer referencia a B; mientras
que A es ontológicamente prioritario con respecto a B cuando A puede existir sin B, aunque B no pueda
existir sin A (gArcíA, 1987: 452). También, siguiendo a AnScoMbe (1958), es posible sostener que la
prioridad se presenta en ciertas descripciones, las cuales obtienen su carácter del contexto o trasfondo
institucional que presuponen, aunque este último esté implícito en la descripción.

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pretende preservar, en consecuencia, un caso particular puede constituir una


excepción a la regla (1955: 23-24).
En cambio, en el caso de las reglas que definen una práctica, solamente
es posible observarlas para participar en ella, sin una instancia de reflexión
acerca de si ella es o no la mejor opción para un caso concreto. Solamente al-
guien está involucrado en la práctica cuando sigue las reglas que la definen, de
manera que, solo siguiendo estas reglas se puede realizar un comportamiento
especificado en la práctica. Esta es la única manera de participar en ella. Las
reglas no son guías o indicaciones en el mismo sentido que las otras, ya que
una acción solo puede ser descrita como tal cuando es reconducida al trasfon-
do de la práctica y las reglas que la constituyen (rAwlS, 1955: 24-27).
A su vez, SeArle (1969: 36) sostiene que siempre se puede evaluar los
comportamientos con base en las reglas, sean estas regulativas o constitu-
tivas. Sin reglas no es posible calificar los comportamientos que se des-
vían del estándar, en términos de considerarlos como incorrectos, erróneos
o defectuosos.
Por ejemplo, al explicar qué significa que las reglas constitutivas estén
incluidas en el lenguaje, realiza un paralelo entre pescar y hacer promesas.
Por un lado, afirma que se diferencian en que la pesca está constituida por
hechos naturales y estrategias, técnicas o procedimientos regulados por reglas
regulativas; en cambio, en la promesa, la relación medios a fin está constituida
por una convención. Y, por otro lado, ambas, al ser instancias de conductas
dirigidas hacia un objetivo, admiten la posibilidad de error, es decir, que los
comportamientos no ajustados a las reglas (procedimentales, técnicas o cons-
titutivas) son considerados realizaciones incorrectas (SeArle, 1969: 37).
La formulación estándar de una norma regulativa tiene la forma «Haz X»
o «Si X haz Y» y en el caso de una norma constitutiva la forma abreviada
«X cuenta como Y». No obstante, es posible formular una norma regulativa
bajo la forma «X cuenta como Y» únicamente si Y sirve para evaluar una con-
ducta y no constituye una descripción o especificación de esta, como ocurre
cuando se está frente a una norma constitutiva. De este modo, la diferencia
entre reglas regulativas y constitutivas se presenta al intentar especificar o
describir los comportamientos no ajustados a las reglas y no en su evaluación.
Así, en ausencia de una regla constitutiva no es posible describir o especificar
el comportamiento como tal; mientras que, en el caso de una regla regulativa
aún esto es posible (SeArle, 1969: 34-36 y 42).
Por ejemplo, si las instituciones humanas son sistemas de reglas consti-
tutivas, los hechos institucionales solo pueden ser explicados en términos de
reglas constitutivas y nadie puede ofrecer una descripción de ellos en térmi-
nos de hechos brutos. Las especificaciones de comportamientos en términos
de hechos brutos no son la especificación de un hecho institucional (SeArle,
1969: 51-53).

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A partir de lo anterior, SeArle ([1969] 1994: 43 y 50 [34 y 41]) destaca tres


cuestiones al momento de explicar los comportamientos que no se ajustan a
las reglas constitutivas. (i) Las reglas constitutivas se caracterizan por presen-
tar casos en los cuales no es claro determinar su infracción o transgresión («En
efecto, ni siquiera es fácil ver cómo podría violarse la regla de lo que consti-
tuye el jaque mate en ajedrez, o el touchdown en el fútbol americano»). (ii) Si
bien es posible vincular una sanción para el caso de transgresión de una regla
constitutiva, como en el caso de las regulativas, dada la indeterminación de
la transgresión, pierde sentido vincular sanciones para los casos de infracción
(«No todas las reglas constitutivas tienen sanciones; después de todo, ¿qué
sanción tiene la regla de que el béisbol se juega con nueve hombres en cada
equipo?»). (iii) No obstante la indeterminación, si la actividad de participar en
un juego está constituida por el actuar de acuerdo con las reglas apropiadas,
y estas reglas no solo son las que permiten realizar los movimientos dentro
del juego, sino también las reglas que clarifican su propósito, es igualmente
posible transgredir cualquiera de ellas, aunque sean de distinto tipo 11.
En resumen, ambos autores no solo admiten dificultades, sino la imposi-
bilidad de determinar casos de transgresión de reglas constitutivas precisa-
mente como algo que las diferencia de las reglas regulativas. Sin embargo,
dado que las reglas, cualquieras sean estas, están dirigidas a que los sujetos
ajusten su comportamiento a ellas, debería existir la posibilidad, al menos teó-
rica, de su transgresión. Por lo mismo, resulta, en principio, extraño sostener
al mismo tiempo que hay reglas pero que no es posible transgredirlas 12. Por
ende, consideramos aconsejable explorar los alcances de este criterio, ya que
la posición de los autores analizados presenta diversos aspectos para tener en
cuenta: los comportamientos no ajustados a las reglas, las especificaciones de
comportamientos reglados y el trasfondo de la práctica. En esto nos centrare-
mos en el apartado 3.2 con el fin de intentar contribuir a explorar más sobre
esta cuestión.

3. REVISIÓN CRÍTICA DE LOS CRITERIOS

En las siguientes páginas pondremos en cuestión la plausibilidad de am-


bos criterios, particularmente teniendo en cuenta lo que supone la existencia

11
Es importante no confundir la idea de sanción frente a un caso de transgresión con la consecuen-
cia normativa, porque esta última es más amplia. Por ejemplo, en su formulación estándar el término Y
no es solo una etiqueta para un estado de cosas, sino que establece consecuencias adicionales dentro de
la práctica que constituye, véase SeArle, 1969: 36.
12
Es plausible asumir que una regla siempre tiene como contenido una acción contingente (que
puede ser o no realizada) como opuesta a una acción imposible o necesaria, ya que debe existir la
posibilidad de verificar una divergencia entre el estándar que se articula con la norma y lo realmente
realizado por una persona. Detrás de esto se encuentra el célebre principio debe implica puede. Sobre
esto véase bobbio, 1994: 308, y von wright, 1963: 108-107.

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26 SEBASTIÁN AGÜERO SANJUAN - SEBASTIÁN FIGUEROA RUBIO

de normas y su relación con las funciones que cumplen al guiar el compor-


tamiento. En concreto, en el apartado 3.1 discutiremos la idea de prioridad
viendo cómo esta supone una concepción de la acción poco plausible cuando
se la relaciona con el funcionamiento de reglas regulativas y en el apartado 3.2
mostraremos las dificultades del criterio de transgresión para dar cuenta de
cómo efectivamente funcionan las actividades constituidas por reglas, en es-
pecial en el contexto de juegos o deportes considerados como casos paradig-
máticos por los autores.
Sin embargo, antes de comenzar la exposición es necesario realizar una
precisión en torno a la noción de «regla». Por un lado, rAwlS (1955: 29) sos-
tiene que diferenciará entre dos maneras de concebir las reglas; mientras que
SeArle (1969: 33) señala que desea clarificar una distinción entre dos tipos de
reglas. Esta alusión a una distinción entre dos elementos de una misma cla-
se nos permite asumir que, si bien el término «regla» (como «norma») tiene
una multiplicidad de significaciones sustentadas en diversos criterios, ambos
autores asumen la idea de diferenciar dos especies de una misma categoría.
Sin entrar en la profundidad que esta cuestión ameritaría, para efectos de este
trabajo, asumimos que la categoría aludida refiere a la forma en que se regulan
comportamientos humanos dentro de grupos sociales. Más específicamente
tendremos en mente aquellas en que es posible identificar una autoridad nor-
mativa (von wright, 1963: 75-77). La autoridad normativa al dictar una nor-
ma (i) manifiesta una preferencia, (ii) sustrae un determinado comportamiento
de la indiferencia y (ii) espera que los destinatarios de la regulación ajusten
su comportamiento en conformidad 13. De este modo, se captura el carácter
normativo de toda regulación y se diferencia de descripciones, constataciones
o meras definiciones de comportamientos, sea que para ello se utilicen reglas
regulativas y/o constitutivas 14.

3.1. El criterio de prioridad y la relación


entre reglas regulativas y acciones

Como vimos supra, según este criterio de distinción, en el caso de las


reglas regulativas lo normado está constituido antes de que la regla se aplique
a ello, mientras que en el caso de las reglas constitutivas son las reglas las
que generan lo normado. En palabras de Searle: «Las reglas constitutivas no
regulan meramente: crean o definen nuevas formas de conducta», en contraste

13
Esto no supone negar que en situaciones donde no es posible identificar a la autoridad normati-
va se generen normas constitutivas y regulativas, por ejemplo, como ocurre con las normas consuetudi-
narias. Cuestión a la cual no nos avocaremos en este trabajo.
14
Véase bAyón, 1991: 243, 313 y 319. En sentido similar roSS (1968: 42, 66 y 70) señala que el
discurso directivo agrupa distintas manifestaciones del fenómeno normativo cuyo elemento compartido
es el uso del lenguaje, con el propósito de motivar o influir en el comportamiento de otros a través de
mandatos, peticiones, consejo, exhortaciones, reglas de un juego o jurídicas.

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REGLAS, ACCIONES Y TRANSGRESIONES 27

«las reglas regulativas regulan una actividad preexistente, una actividad cuya
existencia es lógicamente independiente de las reglas. Las reglas constitutivas
constituyen (y también regulan) una actividad cuya existencia es lógicamente
dependiente de las reglas» ([1969] 1994: 43[34]). Más específicamente las
reglas regulativas enfrentan lo que Searle denomina hechos brutos, mientras
que las reglas constitutivas permiten conformar lo que denomina hechos insti-
tucionales. De este modo, las acciones reguladas por reglas regulativas deben
ser entendidas como hechos brutos. Ante esto urge preguntarse qué quiere
decir que una acción sea un hecho bruto.
Para dilucidar esto, vale la pena considerar que, para el autor, los hechos
brutos son parte de una concepción cientificista del mundo, siendo el mode-
lo de conocimiento sobre ellos el de las ciencias naturales. Esto lo explica
señalando que «las bases para todo tipo de conocimiento de este género [de
hechos] se supone que son simples observaciones empíricas que registran ex-
periencias sensoriales» (SeArle, [1969] 1994: 59[50]).
Teniendo en cuenta lo anterior, y siguiendo una influyente tradición en
filosofía de la acción, las acciones pueden entenderse como hechos brutos asu-
miendo que una acción es primeramente un movimiento corporal que puede
ser descrito de diversas formas. Así, por ejemplo, cuando una persona mata a
otra disparándole, su acción es el movimiento de los dedos con los que aprieta
el gatillo 15. Esta idea ha sido defendida por autores como Donald dAvidSon
(1963, 1971) y Jennifer hornSby (1980: caps. I y II), para quienes las acciones
se identifican primeramente con movimientos corporales, los cuales al darse
en el mundo empírico son identificables espacio temporalmente como even-
tos. A su vez, como se indicó, dichos eventos pueden ser descritos de muchas
formas, siendo aquellas descripciones que los muestran como intencionales
las correctas para dar cuenta de la agencia 16. Lo central, para nuestros fines, es
que las acciones se presentan como hechos brutos (i.e. movimientos corpora-
les) que al ser descritos considerando ciertos elementos, se identifican como
acciones.
Pero si reflexionamos con mayor detención, los movimientos corporales
de los individuos por sí mismos no parecen ser constitutivos de toda acción e
incluso puede ser erróneo tomarlos como punto de partida para hablar de ellas.
Esto se puede ver teniendo en cuenta la heterogeneidad de comportamientos
que consideramos acciones y los criterios que tenemos en cuenta para identi-
ficarlas como tales.

15
Cabe señalar que, para algunos autores de esta tradición, los movimientos relevantes serían los
estados internos que causan dicho movimiento corporal. Estas versiones traen aparejados otros proble-
mas que no revisaremos aquí (véase hyMAn, 2015: cap. 1).
16
Hornsby presenta su teoría como una mejora de la propuesta de Davidson y reconoce que la
identificación de acciones con movimientos corporales es una regla general que admite excepciones,
también propone una noción diferente sobre los eventos. Sobre la idea de evento utilizada por estos
autores véase lowe, 2010: 3-7.

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28 SEBASTIÁN AGÜERO SANJUAN - SEBASTIÁN FIGUEROA RUBIO

Para ilustrar esto, podemos ver que dentro del conjunto de lo que entende-
mos como acciones encontramos diversas clases, considerando diferentes cri-
terios que utilizamos para identificarlas como tales. De este modo, entre otras
clases, tenemos aquellas que se identifican por su intención (v.gr. hacer trampa
o mentir), otras por sus movimientos corporales (v.gr. levantar el brazo o guiñar
un ojo), otras por sus consecuencias o efectos (v.gr. quebrar algo o asustar a
alguien) y otras por su significación en contextos normativos (v.gr. votar o hacer
una promesa). El punto para nuestra discusión es que lo que se considera rele-
vante para que se atribuya a alguien haber realizado dichas acciones no siempre
se define a partir de movimientos corporales. Así, por una parte, existen accio-
nes que no requieren movimientos corporales para su realización. Por ejemplo,
una persona puede asustar a otra (i.e. realizar la acción de asustar) sin mover
su cuerpo, haciéndole creer que ha muerto y, con ello, generar la consecuencia
definitoria de la acción. Por otra parte, hay acciones cuyos movimientos corpo-
rales son irrelevantes para su identificación como tales, como sucede con hacer
trampa o mentir, pues, aunque haya movimientos corporales involucrados, estos
no definen a dicha acción como tal. Esto último también se aplica a acciones que
se definen por sus consecuencias, como puede verse en el caso de asustar, acción
que se realiza una vez que se ha producido una consecuencia sobre otra persona
y no al realizar un movimiento corporal 17. En estos casos, puede decirse que las
reglas que conforman los conceptos de los diversos tipos de acciones son los
que deben respetar las descripciones para ser correctas, con independencia de si
nos encontramos ante una serie de movimientos corporales.
Para evitar estos problemas, una alternativa es negar que las acciones se
identifiquen con eventos, entendidos como movimientos corporales, lo que
nos aleja de la idea de que las acciones pueden ser entendidas como hechos
brutos. Esta línea de pensamiento fue desarrollada por Georg von wright
(1963: cap. 3) y ha sido actualizada recientemente por John hyMAn (2015:
caps. 2 y 3) y Constantine SAndiS (2012: caps. 1-3). Más aún, como alter-
nativa se puede señalar que las acciones se identifican a partir de las reglas
comunes con que leemos el comportamiento nuestro y el de otras personas
y que forman los conceptos de los diversos tipos de acciones que podemos
identificar 18. De esta forma, antes que eventos o movimientos corporales, una
acción se comprendería como aquello que alguien hizo. Tener en cuenta estas
reglas comunes que conforman los conceptos de los diversos tipos de accio-
nes no supone negar la existencia de eventos relacionados con acciones (y,
por ejemplo, pensar que hay un mundo distinto al que estas pertenecen), por
el contrario, con estas normas se establecen relaciones lógicas entre ciertos

17
En cuanto a esta última clase de acciones, si no se logra la consecuencia (v.gr. que el otro se
asuste o que el otro muera) se puede hablar de un intento y, en ocasiones, esos intentos pueden estar
vinculados a movimientos corporales (pueden no estarlo también, cómo vimos en el ejemplo de quien
busca asustar a alguien sin moverse). Lo interesante aquí es que sigue siendo el efecto lo que define a
la acción.
18
Sobre la relación entre reglas y conceptos, véase ginSborg, 2018, con referencias ulteriores.

Reglas constitutivas y derecho.indb 28 10/2/22 17:33


REGLAS, ACCIONES Y TRANSGRESIONES 29

eventos y la comprensión de estos como acciones, por una parte, y en ciertas


ocasiones permiten atribuir dichos eventos a agentes, por otra 19.
Para clarificar lo señalado al final del párrafo anterior es útil acudir a la
distinción propuesta por von wright (1963: 39-41) entre resultados y conse-
cuencias de una acción. La relación entre una acción y su resultado es intrínseca
o lógica, mientras que con sus consecuencias es fáctica, producto de la causa-
lidad o necesidad natural. En este sentido, en acciones que se identifican por
sus movimientos corporales (v.gr. mover el brazo), dichos movimientos son su
resultado 20, pero en el caso de acciones que se identifican por sus consecuencias,
son estas su resultado (v.gr. que alguien se asuste en el caso de asustar o que algo
se quiebre en el caso de quebrar). Esto permite identificar los eventos que son
relevantes para individuar acciones, aplicando lo que Joel Feinberg denominó
el efecto acordeón, en virtud del cual «generalmente podemos reemplazar cual-
quier atribución de responsabilidad causal a una persona por una atribución que
atribuya la calidad de agente o autor. Si lo deseamos podemos inflar la descrip-
ción de una acción para que esta incluya su efecto y las más de las veces nuestro
lenguaje nos obliga a ello al disponer de las palabras justas para acciones relati-
vamente complejas» (Feinberg, 1965: 155). Como propone Feinberg, siguiendo
a J. L. Austin, en estos casos poner atención a la gramática de los verbos es un
importante punto de partida, pues nos permiten identificar las reglas que rigen
nuestra identificación de tipos de acciones y, con ello, identificar resultados 21.
Por otra parte, la atribución de la acción se hace a alguien y, con ello, en mu-
chas ocasiones lo que permite identificar lo que ese alguien hizo es atribuirle in-
tenciones específicas, para ello se utilizan diversos tipos de criterios que presentan
las reglas que rigen la atribución de ese tipo de acciones, y en muchas ocasiones
para estos son irrelevantes la realización de movimientos corporales o la conse-
cución de ciertos efectos en el mundo (v.gr. hacer trampa o mentir). Por último,
como señalan quienes defienden el rol que pueden jugar las reglas constitutivas en
nuestra vida social, estas reglas permiten generar nuevas interpretaciones de las
acciones, resignificándolas, como ocurre en el caso del voto o de hacer un gol 22.

19
Siguiendo a von wright (1963: 27-34, 42-49) podemos afirmar que los eventos no requieren
que se realicen cambios en el mundo, puede bastar para identificar uno que un estado de cosas se man-
tenga en el tiempo. Que esto sea así, puede ser debido a la acción de un agente.
20
Una alternativa plausible consiste en señalar que el movimiento del brazo no es el resultado,
sino la acción misma (véase SAndiS, 2012: 8-9, 25-26). No se profundizará sobre esta posibilidad en este
trabajo, pues consideramos que el argumento que estamos desarrollando se puede construir utilizando
ambas alternativas.
21
Una lectura distinta del efecto acordeón en dAvidSon, 1971. El contraste entre ambas lecturas
puede verse en brAtMAn, 2006. La lectura de Davidson está sujeta al problema que surge con la pre-
gunta: ¿Cuándo una persona mata a la otra? Que busca mostrar las implicancias de su teoría cuando
individuamos las acciones espacio temporalmente, no se profundizará sobre este tema en este trabajo
(véase, por todos, PolS, 2013. Con referencias ulteriores).
22
Esta relación entre reglas constitutivas y normas puede entenderse también por medio de la no-
ción de generación de niveles defendida por Alvin Goldman. Esto se vincula, a su vez, con la atribución
de ciertas consecuencias normativas. Sobre este punto véase goldMAn, 1970: cap. 2; gonzález lAgier,
2013: 134-136; redondo, 1996: 38-44. Volveremos sobre estos temas en el apartado 3.2.

Reglas constitutivas y derecho.indb 29 10/2/22 17:33


30 SEBASTIÁN AGÜERO SANJUAN - SEBASTIÁN FIGUEROA RUBIO

Una cuestión que se sigue de lo dicho hasta aquí es que una acción no es
necesariamente un hecho bruto y que, por ende, una teoría de las reglas que
las vea primeramente como tal no es del todo satisfactoria. De hecho, es me-
jor tener en cuenta cierta primacía de las reglas que conforman los conceptos
con que distinguimos tipos de acciones, regulando descripciones, que sobre la
identificación de hechos brutos, al momento de identificar acciones.
Lo que quisiéramos recalcar es que la identificación de acciones no
se limita a la identificación e interpretación de movimientos corporales
sino que, por una parte, pueden identificarse sin movimientos corporales
y, por otra, los movimientos corporales relevantes muchas veces solo se
identifican al aplicar las reglas que conforman conceptualmente lo que
define al tipo de acción en conjunto con aquellas que regulan la atribución
al agente, ya sea que nos permita identificar una acción con ciertas conse-
cuencias, con una intención o su significación en un contexto normativo.
Podemos generalizar esta dependencia de las acciones en las referidas re-
glas, teniendo presente una reciente publicación de Michael Pawlik. Según
este autor el significado de una acción «se sujeta al esquema de valoración
al que se haya recurrido en cada caso, un acontecer opaco solamente se
puede describir como acción en términos relativos a cada esquema. Por
consiguiente, la aparición de las acciones en un determinado campo de
sentido también es el principio ontológico de individuación de aquellas
—su sentido—» (PAwlik, 2019: 30).
Como ha señalado de forma célebre hArt (1949), lo anterior supone no
solamente describir hechos, sino adscribir acciones, pues lo que da unidad
a todas esas normas es que su aplicación conlleva como resultado la atri-
bución a alguien de haber hecho algo (i.e. asustado a otro, matar, mentir,
votar, etc.) 23. En este sentido, lo que hacen dichos criterios es algo distinto
a la mera generación de nuevas descripciones de hechos brutos. Esto quiere
decir, a su vez, que los movimientos corporales tienen sentido como accio-
nes en cuanto expresión de una subjetividad y, que, además, dicha expresión
de subjetividad tiene una significación dada socialmente, por lo que la exis-
tencia de criterios socialmente desarrollados tiene prioridad sobre la mera
percepción de hechos brutos (e.g., movimientos corporales) al momento de
identificar acciones.
Se puede dar un paso más en la argumentación, el cual es especialmente
relevante en el contexto jurídico, y notar que muchas veces las reglas que
proveen los criterios con que identificamos una acción como de cierto tipo
son precisamente lo que los autores que hemos revisado en el apartado 2 com-
prenden como reglas regulativas o sumarias. De esta forma, estas reglas ju-

23
Cabe señalar que dentro del positivismo jurídico Kelsen desarrolló una idea similar a partir de
la noción de imputación central (véase kelSen, [1911] 1970; FigueroA rubio, 2017: 399-402), aunque
con otro marco filosófico y sin estar concretamente preocupado de la discusión que aquí nos ocupa.

Reglas constitutivas y derecho.indb 30 10/2/22 17:33


REGLAS, ACCIONES Y TRANSGRESIONES 31

garían un rol constitutivo, ya sea porque generan nuevas descripciones y/o


adscripciones, ya sea porque generan acciones que no existirían sin ellas en
un sentido relevante 24.
Considerando que John SeArle (1995: 50) señala a las reglas del derecho
penal como caso paradigmático de reglas regulativas, la forma en que se con-
figura el asesinato puede ilustrar nuestro punto 25. En muchas legislaciones se
distingue entre homicidio (i.e. matar una persona) y asesinato (matar a una
persona, por ejemplo, con premeditación). En este caso, puede decirse que la
muerte es simplemente un hecho bruto que es regulado, pero la norma hace
más que eso. Por un lado, la norma establece una nueva forma de hablar de un
grupo de eventos, posibilitando adscribirlos como homicidios, pero también
como asesinatos. Por otro lado, lo que une la premeditación (véase la realiza-
ción de un plan previo) con la muerte para configurar una acción específica
(véase el asesinato) es la existencia de la regla regulativa. Puede decirse que
planificar y realizar la muerte de una persona se puede hacer sin que se regule,
pero entender que ambas cosas se conforman como una sola, que, además,
puede ser atribuida como una acción, solo se da cuando la regla regulativa
es dictada. En este punto, la regla permite identificar varios elementos de la
agencia (planificación, generación de cambios en el mundo, etc.) para confi-
gurar una acción específica 26.
Esto último nos lleva a ver algo más profundo aún, vinculado a qué significa
comúnmente en contextos como el jurídico y el moral que una regla regulativa
permita evaluar la conducta de personas. Una regla regulativa al prohibir o exi-
gir un comportamiento funciona como parámetro de evaluación de dicho com-
portamiento y su correcta aplicación nos habla sobre la agencia de una persona.
La evaluación de una acción no solo requiere que se realice un movimiento
corporal, sino que la persona cuente con ciertas habilidades tales como capaci-
dad de abstracción, conocimiento de lo que se hace, e intención de hacerlo 27, y
que dichas habilidades se ejerzan en el momento específico en que se pueda en-
tender como realizando un incumplimiento de lo exigido, así, por ejemplo, por
regla general no transgrede la regla quien no puede realizar la acción relevante
por no contar con capacidades básicas que le permitan ser identificado como

24
Este punto ha sido expuesto por Joseph rAz (1990: 108-110) e ideas similares se pueden encon-
trar en glüer y wikForSS (2015) y gArcíA (1987). En este texto seguiremos un camino argumentativo
distinto. Para un análisis de la crítica de rAz, véase gonzález lAgier, 1993.
25
Siguiendo su formulación, podemos decir que en este contexto estamos centrados en lo que se
denominan reglas de conducta dentro del ámbito penal, no en los otros tipos de reglas que se pueden
considerar como constitutivas de forma más o menos clara. Vale la pena tener en consideración esto
pues, como se verá en el siguiente apartado, muchas veces en ciertos contextos los elementos relevantes
para identificar una acción como de un tipo que se utilizan al articular reglas regulativas, provienen de
reglas constitutivas.
26
Además, en el caso del asesinato revisado, esta unidad se constituye con eventos ocurridos
antes y después de que el agente realice los movimientos corporales que tienen como efecto la muerte
de una persona.
27
Véase PAwlik, 2019: 13-32.

Reglas constitutivas y derecho.indb 31 10/2/22 17:33


32 SEBASTIÁN AGÜERO SANJUAN - SEBASTIÁN FIGUEROA RUBIO

un agente, pero tampoco quien actúa bajo fuerza o error 28. La importancia de
esto es clave, pues el significado de un comportamiento como transgresor de la
norma se constituye por el contenido no siempre explícito en la articulación del
estándar representativo de una regla regulativa específica.
Sumando lo hasta ahora dicho, hay algo interesante que surge de la reflexión
acerca del uso de las reglas regulativas al referir a acciones: que muchas de estas
se identifican y, con ello, adquieren su significado por la existencia de estas re-
glas 29. Como señalamos anteriormente, Hart y Feinberg han apuntado que cuan-
do se utilizan reglas para evaluar acciones, no solamente se describen acciones,
sino que se adscriben. Esto supone asignar un significado al comportamiento del
agente como algo expresado por aquel 30. En este sentido, un asesinato no es solo
el acaecimiento de la pérdida de funciones vitales por una persona causada por
otra, sino que la manifestación de una decisión, una deliberación u otros rasgos
de la agencia de una persona. Así, cuando una persona asesina a otra, se con-
vierte en una asesina y su acción es entendida como una contravención a la regla
regulativa que prohíbe el asesinato. Quien actúa de cierta manera (v.gr. matando
a otra), manifiesta su agencia entre posibles cursos de acción y los demás com-
prenden dicho comportamiento como expresivo de dicha determinación.
Este tipo de relaciones trasciende la existencia de hechos brutos, pero es
parte de la relación que tienen las acciones con las reglas regulativas, sin las
cuales carecerían de sentido en contextos como el jurídico. En resumen, una
acción que es regulada por una regla regulativa no es una actividad huma-
na «lógicamente independiente de las reglas», sino que las reglas regulativas
también tienen prioridad sobre las acciones en un sentido, al menos, similar al
que tienen reglas constitutivas. Pero esto no equivale a tratarlas como hechos
institucionales, como se verá más adelante, pues tampoco toda acción tendría
el carácter de hecho institucional. Por el momento, como conclusión de esta
sección podemos decir que, en cuanto al criterio de prioridad, la distinción
entre los tipos de reglas no es tan fuerte como parece a simple vista.

3.2. Transgresiones y la variedad de reglas constitutivas en juegos

Antes de iniciar el análisis de las transgresiones es aconsejable realizar,


al menos, dos precisiones. En primer lugar, resulta inadecuado determinar la

28
Esto no quiere decir que toda transgresión por la cual podemos ser responsables supone realizar
acciones, tampoco requiere utilizar un concepto muy denso de agencia (véase FigueroA rubio, 2019:
cap. IV), ni asumir que toda acción suponga el ejercicio de todas las capacidades en cuestión (véase
FigueroA rubio, 2016).
29
Cabe tener presente que en este contexto solo es necesario referir a las reglas de conducta, no
a las reglas de sanción que definen las posibles consecuencias normativas (por ejemplo, aquellas que
castigan como más grave el asesinato que el homicidio) cuyo contenido es contingente.
30
Sobre una concepción expresiva de la acción, véase tAylor, 1979; PAwlik, 2019: 29-31, y
FigueroA rubio, 2020.

Reglas constitutivas y derecho.indb 32 10/2/22 17:33


REGLAS, ACCIONES Y TRANSGRESIONES 33

transgresión de reglas constitutivas en términos de cumplimiento u observan-


cia, si con estos se alude a la realización de aquello que se ordena o la omisión
de aquello que se prohíbe. Por tanto, si no se desea tratar al género «trans-
gresión de reglas» por una de sus especies, el «incumplimiento» o «inobser-
vancia», hay un ámbito para pensar la transgresión de reglas constitutivas no
reducible a su incumplimiento o inobservancia 31. En segundo lugar, cabe cla-
rificar que exploraremos la transgresión de las reglas constitutivas a partir de
los propios ejemplos entregados por Rawls y Searle. Nuestra argumentación
los utiliza en tres sentidos: (i) como un dechado de lo sostenido por los auto-
res; (ii) como una manera de clarificar o precisar el sentido de lo afirmando;
y (iii) como elementos que integran sistemas de reglas (reglamentos) de sus
respectivos juegos y/o deportes.
Así, a partir de su formulación estándar «X cuenta como Y en el contex-
to C», en estas páginas veremos distintas maneras de concebir la transgresión
de reglas constitutivas y, a diferencia del análisis de la sección anterior, las
conductas utilizadas en esta sección hacen referencia a la participación en
juegos y deportes, ya que son de este tipo los ejemplos entregados por los
autores 32.
En relación con la primera variable de la formulación, cherry (1973: 303-
304) destacó que la propuesta searleana es imprecisa al momento de explicar
qué se debe entender por X. En algunos casos X especifica un hecho bruto
(XHB), como una secuencia de movimientos físicos, y, en otros, X es un hecho
institucional (XHI), como una especificación de ellos. En el primer caso las
reglas constitutivas transmutan hechos brutos (movimientos físicos) en he-
chos institucionales (actuación institucional). En cambio, en el segundo caso,
las reglas constitutivas tendrían el aludido carácter casi tautológico, es decir,
se presupone(n) otra(s) regla(s) que transmutan un hecho bruto en un hecho
institucional, el cual pasa a ser el XHI de otra regla constitutiva.
Un ejemplo del primer caso (XHB como Y) se presenta cuando Searle in-
tenta explicar un partido de fútbol americano en términos de hechos brutos y
señala que, solo gracias a las reglas constitutivas, es posible que «organismos

31
En este sentido, hArt, [1968] 1983: 325-327.
32
Rawls ejemplifica las reglas de la práctica aludiendo a las reglas del béisbol sobre striking out
y stealling a base; mientras que Searle refiere a la regla del jaque mate del ajedrez y el touchdown y el
huddle del fútbol americano. Para facilitar al lector el acceso a las reglas, transcribimos su versión ofi-
cial en español: (i) «Ponches (strikeouts). El ponche es una estadística acreditada al lanzador y cargada
al bateador, cuando el árbitro le canta tres strikes a un bateador, según se dispone en esta Regla 10.15»;
y (ii) «Base robada y atrapado robando. El anotador oficial acreditará a un corredor con una base robada
cuando el corredor adelante una base sin la ayuda de un incogible, de un out, de un error, de un out
forzado, de una jugada de selección (fielder’s choice), de un lanzamiento que se le escapa al receptor
(passed ball), de un lanzamiento salvaje (wild pitch) o de un balk, sujeto a lo siguiente» (MLB, 2019),
en el caso de Rawls. Y, en el caso de Searle: (i) «Jaque mate. Cuando se ataca al rey y no se puede im-
pedir la amenaza.» (FEDA, 2018); y (ii) «Touchdown. Es un touchdown si cualquier parte del balón está
sobre, por encima o detrás de la línea de gol del oponente mientras eeste esté legalmente en posesión de
un jugador dentro del campo, y siempre y cuando no sea un touchback» (NFL, 2019).

Reglas constitutivas y derecho.indb 33 10/2/22 17:33


34 SEBASTIÁN AGÜERO SANJUAN - SEBASTIÁN FIGUEROA RUBIO

con camisetas de colores similares se agrupan de manera aproximadamente


circular» sean entendidos como una reunión o huddle 33. En cambio, se ejem-
plifica el segundo tipo (XHI como Y) cuando alude al jaque mate y al tou-
chdown, porque ambas reglas aluden a nociones institucionales, como rey y
ataque, en el primer caso, y línea de gol, oponente y touchback, en el segundo,
para señalar que X cuenta como Y.
Esta precisión sobre la variable X parece suficiente para sostener la exis-
tencia de dos tipos de reglas constitutivas y, consecuentemente, la necesidad
de dos explicaciones acerca de cómo ellas pueden ser transgredidas. Cuando
X especifica un hecho bruto (XHB), además de lo dicho en la sección anterior,
hay que tener en cuenta dos cuestiones. En primer lugar, no todos los hechos
brutos relevantes se vinculan con acciones (v.gr. reglas que hacen referencia
a eventos como la muerte de alguien o ciertos fenómenos climáticos) y, en
segundo lugar, es la ocurrencia de estos hechos o acciones lo que posibilita
identificar divergencias con lo establecido en las reglas. En cambio, cuando X
es un hecho institucional (XHI), como son los ejemplos entregados por Rawls
y Searle, resulta más difícil determinar la divergencia entre lo ocurrido y la
regla por la relación de necesidad vinculada con el carácter casi tautológico
de reglas constitutivas respecto de los hechos institucionales. Por lo mismo,
resulta necesario revisar los otros elementos de la formulación estándar.
En relación con la variable Y, ambos autores la vinculan con aquello que
solo puede ser especificado o descrito en una práctica al observar las reglas
que la definen. A partir de este aspecto, Miller (1981: 186) ha propuesto en-
tender la variable Y como un término (intra)institucional, que alude a algo
que solo existe en virtud de las reglas, y clasificar las reglas con base en este
aspecto.
Considerando esta sugerencia, creemos que es posible hacer una clasifica-
ción de las reglas constitutivas a partir de los distintos roles o funciones intra-
institucionales que puede desempeñar la variable Y. Así, a trazos generales, en
este contexto sugerimos identificar al menos tres tipos de reglas constitutivas:
(i) reglas del tipo «X cuenta como YE», donde la variable (YE) desempeña la
función de configurar el escenario o los elementos que componen el escenario
en donde se desarrolla la actividad [v.gr., las reglas que determinan la duración
de un encuentro (sesenta minutos fútbol americano) y las que determinan las
piezas del juego (treinta y dos figuras en el caso del ajedrez)]. (ii) Reglas del
tipo «X cuenta como YA» en donde la segunda variable (YA) desempeña la
función de puntualizar las acciones posibles en ese escenario, por ejemplo,
el ataque en el ajedrez y las zancadillas en el fútbol americano. (iii) Aquellas
que se pueden formular como «X cuenta como YC», en donde la variable (YC)

33
En este caso tomamos distancia de la traducción al español del libro de Searle, por confundir
inexplicablemente, el rugby con el fútbol americano y, en concreto, considerar al scrum o melé como
el huddle o reunión.

Reglas constitutivas y derecho.indb 34 10/2/22 17:33


REGLAS, ACCIONES Y TRANSGRESIONES 35

desempeña la función de enmarcar ciertas circunstancias dentro del juego, las


cuales constituyen hitos en su desarrollo, a saber: el comienzo del juego en
el béisbol y el periodo de juego denominado oportunidad (down) en el fútbol
americano 34.
Los tres tipos de reglas hacen posible la creación y aplicación de reglas re-
gulativas, pero de un modo diverso. Las reglas del primer tipo entregan tanto a
las reglas de conducta como a las reglas constitutivas el escenario o elementos
del mismo para el desarrollo de lo reglado en ellas, v.gr., en el fútbol america-
no, la regla de duración del juego se utiliza para establecer obligaciones para
el operador del reloj de juego y el árbitro, junto con servir para determinar las
pausas, el intermedio y el tiempo extra. Las reglas del segundo tipo entregan
a las reglas regulativas una especificación de la acción regulada, por ejemplo,
la puntualización de zancadilla posibilita establecer la prohibición de esta ac-
ción, dando los criterios para identificar ese tipo de comportamiento. En cam-
bio, frente a las reglas del tercer tipo, las reglas regulativas establecen obliga-
ciones y permisos para que se presente lo establecido en ellas, v.gr, para que
comience un partido de béisbol, los jugadores del equipo local deben tomar
posiciones defensivas y el primer bateador del equipo visitante debe tomar su
posición en la caja del bateador 35.
Aunque se podría sostener que no es posible transgredir una regla que fija
las circunstancias, acciones y escenarios, sino únicamente las reglas que con
base en ella regulan el comportamiento de los participantes en una actividad,
creemos que en el caso de las reglas constitutivas es posible decir algo más.
Por un lado, están las reglas de la forma «X cuenta como Y en C» y,
por otro lado, las afirmaciones sustentadas en dichas reglas formuladas bajo
la misma forma. En estas últimas es posible constatar divergencias entre lo
establecido en la reglas y ciertos hechos del mundo cuando se clasifican o
subsumen como Y cosas que no lo son (v.gr., si un árbitro considera cumpli-
da la duración de un encuentro cuando aún esto no había ocurrido). Así, de
acuerdo con gArcíA (1987: 254-260), en el contexto de los juegos o deportes,
las reglas constitutivas pueden entenderse como requerimientos, exigencias u
órdenes dirigidas a sus árbitros, jueces de contar X como Y solo cuando X es
un Y, porque sus afirmaciones son oficiales en el contexto de la práctica, es
decir, una vez afirman que «X es un Y», de ahí en adelante, con independencia
de su correspondencia con lo sucedido, todos los participantes sustentan su
actuar en lo decidido. Por ejemplo, cuando un árbitro decide que ha ocurrido
una zancadilla, con independencia de si lo indicado es o no una zancadilla, el

34
Estos ejemplos se toman basándose en NFL, 2019, FIDE, 2019 y MLB, 2019.
35
Véase NFL (2019) y MLB (2019). Estas relaciones entre funciones institucionales de la varia-
ble Y y las reglas regulativas, no obstan a que, con base en la reglamentación de los deportes o juegos,
sea posible establecer relaciones entre las reglas constitutivas, o bien derivar relaciones diversas entre
dichas funciones y reglas regulativas.

Reglas constitutivas y derecho.indb 35 10/2/22 17:33


36 SEBASTIÁN AGÜERO SANJUAN - SEBASTIÁN FIGUEROA RUBIO

desarrollo del juego acepta tal decisión como tal. De este modo, al afirmar que
«este es un Y» se asume la responsabilidad de evitar decir o creer prima facie
(falsamente) que un «(no) X es un Y», circunstancia que da fuerza a la forma
en que debe entenderse la relación entre las reglas y la agencia especificada en
la sección anterior. Por medio de reglas constitutivas las acciones también se
presentan como expresión de la agencia de la persona cuyo comportamiento
es evaluado, mostrando la similitud que hay entre ambos tipos de reglas.
Por consiguiente, con base en lo anterior, es posible sostener que frente a
los tres tipos de reglas constitutivas es posible constatar divergencias entre lo
establecido en ellas y determinados hechos del mundo. Sin embargo, también
se puede explorar la posibilidad de transgredirlas a través de las reglas regula-
tivas vinculadas a ellas, para lo cual resulta necesario pasar al tercer elemento
de la formulación estándar, la variable «C».
rAnSdell (1971: 388-389) sugiere diferenciar entre las características
que debe tener una cosa para justificar la aplicación de un término del juego
(connotación) y los efectos de la aplicación (importancia). Mientras el pri-
mer elemento alude a las características que deben presentarse para predicar
un concepto de un objeto, acción o estado de cosas, el segundo involucra
aquello que es o no posible realizar con tal objeto o mediante dicha acción o
en dicho estado de cosas. Así, las reglas de permisión y/o prohibición com-
ponen el primer orden de reglas y determinan los efectos de la aplicación de
los términos del juego; mientras que, el segundo orden está integrado por
reglas constitutivas. Considerando la formulación estándar de estas últimas,
a través de la expresión «cuenta como», se alude a la satisfacción de un
conjunto de condiciones sobre la aplicabilidad de un conjunto de reglas de
primer orden. Además, las reglas constitutivas hacen posible ciertas pres-
cripciones y, en esta línea, también hacen posible ciertas acciones (rAnS-
dell, 1971: 390-392).

Por consiguiente, junto con las relaciones señaladas previamente entre re-
glas regulativas y constitutivas, a partir de la sugerencia de Ransdell, es posi-
ble considerar dos relaciones adicionales. (i) Las reglas regulativas se insertan
en la expresión «cuenta como», la cual sirve como el filtro que debe pasar X
para lograr ser considerado Y, como ocurre en el reglamento del fútbol ame-
ricano cuando prohíbe realizar el huddle o reunión con doce o más jugadores
y permite su realización cerca de la zona de su banca, después de un cambio
de posesión. (ii) Considerar las reglas regulativas como constituyentes de los
límites de lo que se puede o debe realizar con aquello que está establecido a
través de las reglas constitutivas, v.gr., cuando la ofensiva no se puede utilizar
el huddle para enviar sustituciones que luego volverán a la línea lateral sin
completar la sustitución 36.

36
NFL (2019).

Reglas constitutivas y derecho.indb 36 10/2/22 17:33


REGLAS, ACCIONES Y TRANSGRESIONES 37

En la primera relación, al quedar incorporadas reglas regulativas en la for-


mulación de las reglas constitutivas es posible determinar la transgresión de
estas últimas a través de la constatación de infracciones a alguna de las reglas
regulativas que son incorporadas en ella. Caso en el cual las afirmaciones de
incumplimiento recobran sentido y serían del tipo: «el huddle se ha formado
con más de 12 jugadores» y «el huddle se realizó cerca de la zona de banca y
no era después de un cambio de posesión» 37.
A su vez, en relación con la segunda relación, resulta pertinente recor-
dar el principio de obligatoriedad. Este sugiere que también es obligatoria
toda acción que es lógicamente necesaria para la realización de aquello que es
obligatorio o prohibido en conformidad con las órdenes promulgadas por una
autoridad 38. Por ende, para satisfacer las reglas regulativas de un juego, se de-
ben realizar aquellas acciones que se presentan como una condición necesaria
para las acciones ordenadas, y como algunas de estas condiciones necesarias
están especificadas en las reglas constitutivas, su realización pasa a ser igual-
mente obligatoria, es decir, las acciones creadas por normas constitutivas son
obligatorias por derivación lógica. Por lo mismo, las afirmaciones de incum-
plimiento también recobran su utilidad y logra mostrarse la relevancia de las
relaciones entre las reglas que integran el sistema normativo de una práctica,
institución o juego, lo cual nos pasa al cuarto y último elemento de la formu-
lación estándar: «contexto C».
La noción de «práctica» para rAwlS (1955: 3) y de «institución» y «jue-
go» para SeArle (1969: 34 y 51) está centrada en la realización de una activi-
dad de acuerdo con un sistema de las reglas que la especifican y proporcionan
su estructura. Si bien dentro del sistema puede haber diversos tipos de reglas,
las constitutivas desempeñan un rol preponderante 39. Por ende, en gran medi-
da, el sistema de reglas proporciona el contexto dentro del cual se desarrolla la
práctica o el juego y contribuye a explicar, al menos, dos aspectos vinculados
con practicarlo o jugarlo.

37
Además, en los casos que en que la variable X alude a hechos institucionales XHI, como son los
ejemplos entregados por Rawls y Searle, se debe considerar que X debió previamente haber satisfecho
la misma fórmula «X cuenta como Y en el contexto C», para que este Y sea luego la variable XHI de otra
regla constitutiva del tipo «XHI cuenta como Y en el contexto C».
38
Alchourrón y bulygin, 1991: 157-159. Asimismo, siguiendo a estos autores, se puede defender
la idea de que un sistema normativo no está integrado únicamente por las reglas expresamente formula-
das por la autoridad, sino también por todas las reglas que se deriven lógicamente de ellas, dentro de las
cuales pueden identificarse reglas regulativas con base en la relación de deducibilidad.
39
Es importante recordar que esta noción de práctica y jugar ha sido criticada por su carácter
reduccionista. Probablemente, el primero en hacerlo fue Schwyze (1969), quien, a partir del trabajo
de Rawls y algunas publicaciones preliminares de SeArle (1962; 1964; 1965), critica el modo en que
ambas propuestas construyen el papel desempeñado por las reglas en las prácticas y las instituciones.
Y el más expresivo en su crítica es gArcíA (1987: 262) cuando señala que la existencia de un juego no
depende únicamente de la dictación de reglas. Si resulta extraño sostener que alguien ha elaborado una
nueva comida cuando únicamente ha creado una receta, porque no es correcto decir que las comidas son
las recetas, de manera similar, si las comidas son comidas y las recetas no, los juegos son jugados y las
reglas no, en un sentido relevante, ellas no son parte del juego.

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38 SEBASTIÁN AGÜERO SANJUAN - SEBASTIÁN FIGUEROA RUBIO

En primer lugar, frente a un juego o deporte, la forma de ver el sistema de


reglas que lo conforman es distinta entre una persona que, sin estar jugando,
las explica a un tercero y quien está inserto en una partida del mismo. En
el contexto de los juegos, esto fue destacado por roSS ([1953] 2005: 37) y
von wright (1963: 6). De acuerdo con el primero, las reglas de los juegos
son vividas como obligatorias socialmente para sus participantes, porque ellas
pretenden motivar a los jugadores indicando cómo se ha de jugar el juego, por
lo mismo, su transgresión acarrea alguna reacción. En cambio, von Wright
sugiere que, para quien está jugando, las reglas que determinan los movi-
mientos correctos establecen los movimientos permitidos, los movimientos
incorrectos son los prohibidos y es obligatorio aquel movimiento que se pre-
senta cuando solo existe un movimiento correcto en una ocasión determinada
dentro del juego 40. Las reglas constitutivas, desde la perspectiva de quien se
encuentra dentro de la práctica y las utiliza para guiar su conducta, son vistas
y funcionan como reglas regulativas.
En línea con lo anterior, en segundo lugar, es comúnmente sostenido que
una persona sigue una regla cuando actúa en concordancia con lo que esta
establece y, además, es guiado por ella. Una regla guía a un sujeto cuando es
«tomada en cuenta» por este, es decir, cuando considera a la regla como una
pieza de su razonamiento práctico con anterioridad a la realización de una
acción relevante. Así, con base en la noción de «tomar en cuenta» y el sistema
de reglas que conforma la práctica es posible explicar el seguimiento de las
reglas de un juego o deporte sin excluir los casos de transgresión (de cual-
quiera de sus reglas) 41. El comportamiento del jugador tramposo constituye el
ejemplo paradigmático de quien transgrede las reglas de los juegos o deportes
sin salir de ellos, sino más bien jugando sucio.
Cuando un jugador hace trampa, él sigue jugando el encuentro o partido,
porque transgrede solo algunas de las reglas que integran el sistema de reglas
del juego que está jugando y no todas ellas, v.gr., si cada vez que alguien inter-
viene en un juego no toma en cuenta sus reglas, claramente dejaría de jugarlo
o nunca lo habría jugado. El comportamiento del jugar tramposo puede ser
interpretado como parte del juego porque toma en cuenta, al menos, algunas
de las reglas que regulan la actividad, es decir, las trampas realizadas por un
jugador solo se entienden, describen y explican en el trasfondo de las reglas
del juego o deporte (el sistema de reglas) que se está practicando. En conse-
cuencia, a diferencia de lo sugerido por Rawls, seguir todas las reglas de una
práctica o juego no es una condición necesaria para jugarlo o practicarlo y,
a su vez, transgredir algunas de sus reglas tampoco trae como consecuencia
no practicarlo. En ambos casos, es el sistema de reglas (en su conjunto) del
juego o práctica el que entrega el trasfondo o contexto necesario para descri-

40
En sentido similar, SchAuer, 1991: 3-6.
41
Véase Quinn, 1975: 78.

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REGLAS, ACCIONES Y TRANSGRESIONES 39

bir el comportamiento de sus participantes cuando lo juegan o practican. De


todas formas, esos comportamientos no contemplados en el sistema de reglas
dependen de este trasfondo normativo para ser interpretados dentro del juego
como juego sucio, transgresiones u otra cosa (no parte del juego) 42.
En definitiva, en el análisis de cada uno de los elementos que integran la
formulación estándar de las reglas constitutivas hemos explicitado la posibili-
dad de transgredir las reglas constitutivas a través de mostrar sus similitudes
con las reglas regulativas, presentar las relaciones que presentan entre sí y
esbozar las bases de una explicación de las transgresiones a partir del contexto
de su realización. Por ende, la forma en que se presenta el criterio de trans-
gresión no es del todo convincente y, si bien nadie diría que es obligatorio
jugar un juego o realizar un deporte, una vez se está en su práctica se atenúa
la distinción entre reglas regulativas y constitutivas y, consecuentemente, se
posibilita la transgresión de ambos tipos de reglas.

4. CONSIDERACIONES FINALES

En estas páginas nos hemos propuesto revisar críticamente lo que significan


dos de los principales criterios utilizados en la literatura para distinguir reglas
regulativas de reglas constitutivas. Si bien el tratamiento de los temas no ha sido
exhaustivo, en estas páginas hemos explorado las relaciones que se dan entre
los elementos de la agencia con las reglas, las relaciones entre diversos tipos de
reglas en contextos normativos y cómo estas cuestiones muestran el entramado
entre acciones, prácticas y reglas en los cuales usualmente nos vemos envueltos.
Creemos que esta exploración puede abrir la puerta a pensar con más cuidado la
forma en que entendemos la distinción entre tipos de reglas.
Más específicamente, respecto del criterio de la prioridad, hemos cues-
tionado que las acciones reguladas por reglas regulativas sean prioritarias y
hemos dado argumentos para mostrar, por una parte, que entender las accio-
nes a partir de la noción de hecho bruto es insatisfactoria y, por otra, que una
comprensión completa de las reglas regulativas también incluye mostrar su
aspecto constitutivo. También hemos hecho referencia a que muchas veces
una correcta comprensión de las reglas constitutivas supone asumir que los
comportamientos relevantes para transgredirlas adquieren cierta independen-
cia de estas y que su funcionamiento se comprende en relación con sus di-
versas relaciones con reglas regulativas en el contexto de sistemas de reglas,
como los reglamentos de juegos y/o deportes.
Si bien la identificación del comportamiento de un agente como una ac-
ción requiere muchas veces que se identifiquen y atribuyan eventos entendidos

42
Estas ideas en MccloSkey, 1972: 344; Quinn, 1975: 80, y Agüero-SAnJuAn, 2015: 161.

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40 SEBASTIÁN AGÜERO SANJUAN - SEBASTIÁN FIGUEROA RUBIO

como hechos brutos, estos pueden ser irrelevantes para identificar y atribuir
acciones, ya sea porque es otro el criterio que permite identificarlas y atribuir-
las, ya sea porque se pueden identificar y atribuir en casos en que no hay mo-
vimientos corporales. Esto nos ha llevado a utilizar una filosofía de la acción
que, a su vez, permite mostrar cierta complejidad que hay en las relaciones
que se dan entre los diversos aspectos de la agencia y las reglas, relaciones
que son comunes a los diversos tipos de reglas y en los cuales profundizamos
al revisar el criterio de transgresión.
Respecto de este último, hemos cuestionado la fuerza que tiene explorando
las diversas formas en que se puede entender que una regla constitutiva puede
ser transgredida, tomando como escenario el contexto de juegos o deportes,
ejemplos paradigmáticos trabajados por los autores. En este camino, centrado
en una desambiguación de la formulación estándar de las reglas constitutivas,
se ha mostrado que es posible identificar varias formas de transgresión depen-
diendo de los roles que cumplan estas reglas.
También hemos señalado que las reglas constitutivas suelen tener múlti-
ples relaciones con reglas regulativas, lo cual es central para entender cómo
ambas pueden ser transgredidas. Así, podemos constatar que muchas veces las
reglas constitutivas se presentan como condición de reglas regulativas, pero
también muchas veces son estas últimas las que permiten dar vida a los juegos
estructurados por las primeras.
Por último, al ver cómo estos entramados de reglas generan un contexto en
los cuales los jugadores llevan a cabo sus acciones significativas, hemos visto
que los límites que parecen claros al establecer la distinción empiezan a difu-
minarse, lo cual queda especialmente claro cuando volvemos la mirada hacia el
agente destinatario de las reglas, que juega los juegos y que no los ve solo como
una lista de reglas. En este punto, a veces las reglas regulativas se ven como
reglas prescriptivas y, a su vez, surge la posibilidad de realizar acciones como
la trampa, que parecen estar tanto dentro como fuera del juego.
En consecuencia, si bien no se puede negar la utilidad para explicar ciertos
fenómenos de la distinción entre reglas sumarias o regulativas, por un lado, y
de la práctica o constitutivas, por el otro, sospechamos que muchas veces los
criterios utilizados para hacerla pueden llevarnos a simplificar de forma inade-
cuada las similitudes que hay entre ellas, similitudes que, a su vez, permiten
entender lo normativo. Este ejercicio exploratorio se ha propuesto mostrar
razones a favor de dicha sospecha.

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