Desarrollo y Bienestar

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En el año 2021, año del Bicentenario de nuestra Independencia Nacional,

el Perú alcanzará los 33 millones 149 mil habitantes. Peruanos en el


exterior. El mayor porcentaje de peruanos/peruanas retornantes del
exterior procedieron de Chile, Estados Unidos de América y Argentina
(10,5%): de estos tres países retornó el 63.0% de peruanos residentes en el
extranjero. Los jóvenes en el Perú. Constituyen el segmento de población
que cumple un rol importante en el potencial de desarrollo de un país. La
importancia de implementar políticas y programas económicos y sociales
dirigidos a la población de 15 a 29 años radica en que esta etapa
adquieren habilidades y conocimientos que les permiten asumir roles y
responsabilidades en la transición y durante la vida adulta. De la forma
cómo transcurran sus años de formación y de las oportunidades que se les
ofrezcan, dependerán en buena parte sus condiciones de vida futura, sus posibilidades, su
comportamiento, sus posibilidades y su conducta como adultos en los diferentes campos del
quehacer humano. Los jóvenes de 15 a 29 años de edad alcanzaron los 8 millones 283 mil 188
personas al 30 de junio de 2013, que representan el 27,2% de la población total. Este grupo de
población llegó a 7 millones 421 mil 162 habitantes en el año 2000. Se proyecta que esta
población ascenderá a 8 millones 512 mil 764 habitantes en el año 2021. En la población joven
se observa un ligero predominio de la población masculina: sin embargo, se mantiene el
equilibrio entre hombres y mujeres. En el año 2013 los hombres llegan a 4 millones 191 mil 713
y representan el 50,6% de la población joven. Las mujeres, por su parte, alcanzan los 4 millones
91 mil 475 y representan el 49,4% de la población total de este grupo. La distribución de la
población joven en el territorio nacional refleja heterogeneidades que determinan necesidades y
potencialidades por atender como todo fenómeno sociodemográfico. En el año 2013, alrededor
de un tercio de la población joven reside en el departamento de Lima, hecho debido
principalmente a la migración de este grupo que se moviliza a la capital del país en busca de
mejores condiciones y oportunidades de vida. Se estima que para el año 2015, Lima continuará
concentrando al mayor contingente de población joven con 31,6%. Los jóvenes de 15 a 29 años
de edad alcanzaron los 8 millones 283 mil 188 personas al 30 de junio de 2013 Poblaciones
vulnerables. En su trabajo de protección y atención a la población vulnerable, el Ministerio de la
Mujer y Poblaciones Vulnerables trabaja mensualmente con varios miles de niños, niñas y
adolescentes en estado de riesgo social y abandono, a través de sus Centros de Atención
Residencial (CAR), y 640 niños, niñas y adolescentes han sido reinsertados a su medio familiar.
En cuanto a personas en condición de riesgo y/o vulnerabilidad, el Ministerio busca reducir la
mendicidad encubierta en las calles, que en buena parte solo beneficia a mafias que utilizan a
menores para lucrar con ellos. La campaña “Tu dinero los condena a la mendicidad” ha sido
lanzada con este fin y en una primera etapa ha comprometido A las autoridades de nueve
distritos de Lima para que contribuyan con esta causa.
El Programa Nacional Yachay atiende a niñas, niños y adolescentes en situación de calle, siendo
la mayoría de ellos NNA trabajadores. La población en situación de mendicidad no es fácil de
identificar porque se confunde en muchas ocasiones con el trabajo infantil. En cuanto a los
adultos mayores, los servicios de atención dirigidos a los que viven en las calles, a través del
Programa Nacional Vida Digna, llegarán este año a diversas regiones como Arequipa, Ica y
Huancayo. Hasta el momento, el programa atiende a personas en sus Centros de Atención
Residencial y en hospederías a adultos mayores más. Las personas con discapacidad son otro
grupo vulnerable de la población. El Registro Nacional de Personas con Discapacidad –
CONADIS, tiene cerca de 20 mil personas inscritas. Durante el último año se realizó la Primera
Encuesta Nacional Especializada en Discapacidad para tener un diagnóstico real de la situación,
tras lo cual se han puesto en práctica tres programas presupuestales especiales en salud,
educación y empleo.
Todos los analistas coinciden en que “la economía está bien”, pues el Perú tiene  “excelentes
cifras económicas”. Una de ellas es el la evolución del crecimiento económico, definido como
un aumento en el Producto Interno Bruto (PIB).1  Otra, el control de la inflación y de las
finanzas públicas (aquí existe un superávit fiscal, es decir, el gobierno ha ahorrado en el primer
semestre).
Sin embargo, lo que nos preguntamos es ¿por qué no se reflejan en una
mejora en el bienestar? ¿Cómo puede coexistir semejante evolución
económica con huelgas, reclamos y conflictos sociales? Más aún, de
acuerdo con información oficial, la pobreza fue 27.8% en 2011 y en el
discurso del 28 de julio, el Presidente del Perú puso la meta de 15% en
2016.2
Lo que sucede es que los resultados económicos no son un fin en sí
mismo, sino un medio, que puede servir para aumentar el bienestar. Y
digo “puede” porque hay muchas economías con buenos resultados
económicos y mediocres resultados sociales. En términos más formales,
“lo económico” es una condición necesaria pero no suficiente para elevar
el bienestar. Una economía puede atravesar por una fase de crecimiento,
medido por los aumentos en el PBI, pero no desarrollar, es decir,
aumentar la calidad de vida de la población. El crecimiento tiene una
connotación material (producir más), mientras que el desarrollo está
vinculado con  el bienestar.
En paralelo debemos tener presente que gran parte del crecimiento
económico de los últimos diez años se ha debido a condiciones externas
favorables, reflejadas en altos precios de las materias primas. Sin
embargo, la historia muestra que los precios de las materias primas
están sujetos a ciclos, es decir, períodos de alza y caída. De ahí que
no se pueda sostener el crecimiento sobre la base de un factor que
depende de la economía mundial y que por ende no se controla dentro del
país.  Aun así, el ciclo de  precios altos de las materias primas, que
comenzó en 2002 ha permitido una tasa de crecimiento promedio anual de
5.8%, entre 2002 y 2011, la mayor en más de tres décadas.  Otro factor
que ha contribuido con el crecimiento es el auge crediticio iniciado en
2005, que también tiene un límite dado por la capacidad de endeudamiento
de las familias
¿Y qué efectos tiene el crecimiento? Por un lado, si las empresas
producen más, el gobierno recauda más y por lo tanto, aumenta la
capacidad de gasto del Estado; por otro y dependiendo de los sectores
que lideren el crecimiento, genera empleo, aunque aquí cabe la siguiente
pregunta: dado el nivel educativo del Perú, ¿ existe una fuerza de
trabajo “empleable” a sueldos y salarios crecientes?
Entonces, ¿qué ocurre?; en primer lugar, el hecho que el Estado tenga
dinero como consecuencia del crecimiento, no significa que sepa cómo
gastarlo; una de las grandes reformas ausentes en los primeros doce años
del siglo es la del Estado; en segundo lugar, los efectos de las
políticas sociales no se ven en el corto plazo sino en el mediano y
largo plazo, suponiendo que hayan estado bien diseñadas e implementadas y
no alteradas por los nuevos gobiernos; en tercer lugar, existe un alto
nivel de desigualdad, no solo de ingresos sino también de oportunidades y
regional; este último problema es una característica histórica de
América Latina. En cuarto lugar, el Estado no está garantizando un
acceso a servicios básicos de calidad; educación y salud de baja calidad
son centrales para sostener el crecimiento y cruciales para elevar el
bienestar. En quinto lugar, la infraestructura es deficiente, en
especial en la conexión entre sectores rurales y los mercados. En sexto
lugar, la corrupción en instituciones básicas, como el poder judicial.
No pretendo ser más extenso en la lista, pero ¿usted cree que así es
posible desarrollar? Naturalmente que no; lo que complica más el asunto
es que aún si se comenzaran a atacar los problemas mencionados, los
resultados no se verían de manera inmediata. Como consecuencia, los
gobiernos cuando ven cómo se reducen sus niveles de aprobación, optan
por programas asistencialistas para “calmar” a la población y también
por “ceder” ante las presiones de grupos organizados; quien más presiona
a través de huelgas, obstrucción de carreteras y similares, tiene
mayores probabilidades de ser escuchado. Democracia no es igual a
desorden, pero ¿hasta cuándo serán tolerables los problemas descritos
líneas atrás? Pienso que debemos entender que lo que requerimos es una
estrategia de desarrollo y no solo de crecimiento. Y en ese aspecto la
búsqueda de la combinación de Estado/mercado es clave. Sin un Estado que
funcione, es decir, que cumpla con sus tareas básicas, no es posible
extender los beneficios del mercado.  El mercado
necesita del Estado.

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