Unidad 1 - Dimensiones Del Ser Humano

Descargar como docx, pdf o txt
Descargar como docx, pdf o txt
Está en la página 1de 5

17/01/2023

Campus Santo Domingo Oeste

Tema:
UNIDAD I: DIMENSIONES DEL SER HUMANO
Asignatura:
Teología y Formación Humana
Sustentante:
Jaime de Jesús Escalante Montero
Matricula
SD-2023-04866
Maestro:
Edixon J. Castro Herrera
La dimensión religiosa del ser humano

Nuestra vida en la tierra se enriquece con diversas dimensiones, que nos


hacen alcanzar campos de conocimiento y de acción cada vez mayores.
Dimensión, cultural, social, política, artística, etc…
Entre ellas está también la dimensión religiosa, que nos relaciona con verdades
y realidades que superan lo puramente material.
Hablo de todas estas dimensiones y mucho me entristezco. Desde varios y
diversos ángulos son como bombardeadas hasta su destrucción; El
neoliberalismo, la pobreza, el afán de lucro tienen su propia dimensión opuesta
y destructiva de aquellas dimensiones enriquecedoras. Con muchos matices y
distinciones, pero se están formando como dos especies de seres humanos. El
humano y el consumista-digital-competitivo.
La dimensión religiosa “religa” al hombre con Dios, el único dador de sentido
global último a la vida y da respuesta convincente a la propia existencia, al
curso de la historia y al conjunto de la realidad.
La dimensión religiosa jamás rechaza de cuanto humano hay en la realidad y
en el hombre mismo, armoniza la fe y la razón con una alianza no exenta de
conflictos pero que las convierte en dos alas en favor de la libertad y de la
verdad, da razones para vivir en medio de una cultura cada vez más cambiante
y más fugaz, remite nuestra existencia más allá de ella misma dando soporte al
ansia de felicidad y de eternidad que tenemos todos los humanos.
La religión, se ha encargado de formar al ser humano en la libertad y la
autonomía, en el ejercicio mismo de su conciencia. Es así, como cada persona
en su proceso de desarrollo y en la medida que es más autónomo y consciente,
se encarga de formarse en la recta intención y en los valores mismos. Esto ha
permitido a las personas entablar relaciones sociales enmarcadas en el buen
trato y la aceptación. En definitiva, la familia nos da los valores religiosos que
nos permiten vivir como personas de bien en la sociedad; ellos nos orientan en
las decisiones que tomamos día a día para que con ellas podamos construir
una sociedad justa y compasiva. Por su importancia, la familia es patrimonio de
la humanidad. Por eso es fundamental cuidar a las familias practicando con sus
integrantes los valores de unidad, amor, perdón y reconciliación cada vez que
haga falta, pero sobre todo, vivir la fe en familia. Quien crece en una familia con
amor, se desarrolla en un ambiente sano y es feliz.
Debemos comprender, que el ser humano se realiza en la medida que entra en
relación con su entorno, esto es, consigo mismo, con la naturaleza, con los
demás y con Dios. Desde el inicio de la creación, Dios llama al ser humano a la
vida y esa vida implica entrar en relación con otros, generar vínculos y
afectarse por la realidad y la dinámica misma del ser humano.
Entender al ser en sus complejidades es una tarea ardua en la que todos
estamos envueltos, pues ser seres sociales es entrar en sintonía con las luces
y las sombras de cada individuo.
¿Cómo se vive la propia identidad en medio de una sociedad? El ser humano
vive su propia identidad en la medida que reconoce y comprende la identidad
del otro. Esto implica entablar relaciones sanas que animen la convivencia en
compañía de otros. Muy frecuentemente encontramos en nuestra sociedad
hombres y mujeres apáticos a los sistemas sociales y políticos y esto genera
un rompimiento con lo que le hace crecer en su autenticidad. Cuando el ser
humano se aísla totalmente de su realidad rompe la comunicación y el
encuentro con el otro.
Por otro lado, la dinámica del desarrollo tecnológico en las comunicaciones ha
llevado al ser humano a establecer nuevos estilos de relación, caracterizados,
entre otros, por la inmediatez y el uso de un lenguaje sintético que poco
encarna la vivencia del encuentro personal. En muchos casos la falta de ética
en el uso de los medios de comunicación ha fragmentado las relaciones y son
causa de repetidas situaciones de desencuentro.

Fenomenología de la religión
La fenomenología de la religión ha sido uno de los instrumentos más
importantes para el estudio racional de las religiones, y constituye en la
actualidad una referencia ineludible en cualquier reflexión filosófica sobre ellas.
Podríamos decir que la fenomenología de la religión se inserta justamente allí
donde Durkheim nos había situado cuando entendió lo religioso a partir de la
distinción entre lo sagrado y lo profano. Ahora bien, esta distinción exige una
aclaración de qué sea lo sagrado. Durkheim responde a esta cuestión decisiva
con una teoría, destinada a explicar la religión: lo sagrado sería lo social. Sin
embargo, antes de hacer una teoría sobre lo sagrado, que nos lo explique a
partir de otra realidad (como la realidad social), la fenomenología de la religión
entiende que es necesario un paso previo, que es justamente la descripción
exacta y cuidadosa del fenómeno que se quiere explicar.

Orígenes de la fenomenología de la religión

Es importante observar que la fenomenología de la religión no nace en el


ámbito de la corriente filosófica del siglo XX que deriva de la filosofía de
Edmund Husserl. No fue un filósofo, sino un historiador de las religiones, Pierre
Daniël Chantepie de la Saussaye (1848-1920), quien utilizó por primera vez
este término.
Lo que pretendía, como historiador, era “ordenar los grupos principales de las
manifestaciones (Erscheinungen) religiosas sin explicarlas (erklären) de forma
doctrinaria, de manera que se mostraran los aspectos y perspectivas más
importantes a partir de los materiales mismos”.
Es interesante observar que ya en esta obra inicial aparece la distinción entre
las manifestaciones o fenómenos, objeto de una descripción, y las
explicaciones ulteriores. En la descripción, uno se dirigiría al objeto mismo,
antes de pasar a explicarlo. Esta descripción tendría el objeto de determinar
cuáles son las características generales de los fenómenos religiosos, para a
continuación pasar a una exposición histórica de los mismos.
De hecho, el científico que se acerca a las religiones, tiene que tener una cierta
pre-comprensión de aquello que quiere estudiar. Cuando el físico estudia la
caída de los graves prescinde, por ejemplo, de que el cuerpo que está cayendo
sea un cuerpo biológico, animal o humano. No le interesa si la caída se
produce por accidente, o por un suicidio. Lo que le interesan son sus
características físicas, abstrayendo de sus aspectos biológicos o psicológicos.
Esto se debe a que, como físico, tiene ya una pre-comprensión de cuáles son
esos caracteres físicos que le compete estudiar. Lo mismo le sucede al biólogo
o al psicólogo que estudian la caída del mismo cuerpo. Y también el estudio
científico de la religión requiere una cierta idea previa sobre las características
del objeto que se quiere estudiar. Por eso no es extraño que entre los
historiadores de las religiones se haya formulado en ocasiones la necesidad de
una “fenomenología de la religión”, y se haya utilizado este término.
Otra corriente, más antigua, que confluye en el estudio de las religiones es la
hermenéutica. En el siglo XIX, la teología liberal protestante había tendido a
reducir el cristianismo a “los límites de la pura razón”. Para Kant, los
imperativos morales con los que se encuentra la razón práctica postularían
tanto la existencia de Dios como la inmortalidad del alma. Todas las demás
afirmaciones del cristianismo, y de las demás religiones, serían perfectamente
secundarias y, a la larga, prescindibles.
Algunos teólogos, como Schleiermacher, protestaron contra esta reducción
delcristianismo a moral. Y, en este contexto, Schleiermacher desarrolló su
propia filosofía de la religión. En algunos textos iniciales, bajo la influencia del
romanticismo, Schleiermacher pensó la religión como un sentimiento de unidad
con el todo. Más adelante hablaría, más concretamente, de la religión como un
“sentimiento de dependencia absoluta”.
En cualquier caso, la religión no se definiría ni por la creencia en Dios, ni por
los imperativos éticos, ni por la esperanza en la inmortalidad. La religión
pertenecería, no al ámbito de la razón, sino al ámbito de los sentimientos.
Con esto se subrayaba la autonomía de lo religioso, frente a los intentos, muy
frecuentes, de reducir la religión a moral. Por supuesto, en determinadas
religiones, la relación entre lo religioso y lo ético puede ser muy estrecha.
Hacia una visión integradora de la persona

La verdadera visión o teoría integral del ser humano debería incluir el cuerpo, la
mente, el alma y el espíritu tal y como se nos presentan en su despliegue a
través del yo, la cultura y la naturaleza. Debería tratarse de una visión
comprehensiva, equilibrada e inclusiva, una visión que abrazase la ciencia, el
arte y la ética, una visión que englobase todas las disciplinas (desde la física
hasta la espiritualidad, la biología, la estética, la sociología y la oración
contemplativa) y se expresase a través de una política integral, una medicina
integral, una educación integral y una espiritualidad integral.
El término integral significa reunir, unir, relacionar,
abrazar, pero no en el sentido de uniformar o
eliminar las fecundas diferencias, matices y
tonalidades que colorean nuestra plural
humanidad, sino para llegar a reconocer la
unidad-en-la-diversidad y tener así en cuenta
tanto los factores comunes que compartimos
como las diferencias que nos enriquecen. Y lo di-
cho no sólo es aplicable exclusivamente a la
humanidad, sino al Cosmos en general, ya que debemos encontrar una visión
más comprehensiva en la que quepan tanto el arte como la ética, la ciencia y la
religión y no pretenda reducirlo todo a un fragmento favorito del gran pastel
cósmico.
Sin embargo, la propuesta de la psicología moderna es que para poder hacer
un adecuado diagnóstico y explicación del ser humano, es necesario
considerarlo como un ser compuesto por las misma estructuras mentales,
biológicas y conductuales, que son interdependientes y mutuamente influyentes
pero consideradas como parte de una unidad. Esto implica que todas las
enfermedades físicas y todas las desadaptaciones psíquicas son al mismo
tiempo psíquicas y somáticas.
Las consecuencias prácticas de esta concepción en su aplicación al ser
humano son múltiples. Si queremos realmente entender al ser humano para
poderlo desarrollar y estimular o para revertirle algunos problemas, éstas tienen
que estar basadas concepciones integrativas que consideren al mismo tiempo
los aspectos psíquicos y biológicos del ser humano.
El encuentro entre el cristianismo y la cultura helenista tuvo un doble efecto.
Por un lado. La visión unitaria bíblica fue siendo sustituida por una perspectiva
eminentemente dualista: el cuerpo y el alma son las dos substancias que
componen al hombre; por otro, se acentuará la superioridad del alma humana.
Pero los Padres rechazarán la concepción del alma como parte o emanación
de la divinidad y la de la unión alma-cuerpo como resultado de una especie de
castigo: para ellos, todo el hombre, alma y cuerpo, está destinado a vivir la
gloria futura.

También podría gustarte