Discernimiento, Desolación y Consolación
Discernimiento, Desolación y Consolación
Discernimiento, Desolación y Consolación
P. Ángel Rossi sj
Que el Señor nos regale la gracia de poder sentir en estos días que su presencia nos acompaña, nos guía,
nos alienta, nos sostiene, nos invita a la lucha, nos hace sentir en lo profundo ese amor que todo lo transforma
en suyo, esa esperanza suya, la de poder sostenernos pacientes hasta la llegada de las promesas que el
mismo Dios tiene para vernos plenos en la vida. Al mismo tiempo el Señor nos invita a poner la mirada en Él y
creerle que lo que nos ha prometido será una realidad en nosotros, en la fe, en la esperanza, en el amor, en
las virtudes teologales donde Dios pone toda su fortaleza cada día.
Estamos sobre el final de esta Carta del Apóstol Pablo a los Tesalonicenses, veremos como disponer el
corazón para estar atentos, vigilantes, en un espíritu de lucha interior, el Señor nos invita a identificarnos con
lo que Él quiere para nosotros según nos va guiando en el camino y nos enseña a rechazar, a apartarnos y a
defendernos de todo aquello que es un obstáculo, cuando no una agresión, al proyecto de Dios sobre nuestra
vida. Para ser todo de Dios hay que aprender a adherirnos cada vez más a su presencia, a su mensaje, y al
mismo tiempo aprender a apartarnos de todo aquello que no nos deja vivir en paz e interfiere con la presencia
del Señor en nuestra vida.
Este estar despiertos al que invita Pablo para no ser sorprendidos en el día en que viene el Señor, y en todo
caso, para que nos encuentre el Señor en nuestra tarea de seguimiento de Él no implica permanecer con los
ojos abiertos como dos huevos fritos, para poder decir con eso que estamos despierto, poniéndonos unos
palillitos como suele caricaturizarse en los dibujos animados para que no se nos caiga la mirada y se nos
cierren los ojos, este estar despiertos es mucho más que tener los ojos abiertos, es tener el corazón en vela,
tener el corazón despierto, atento.
Un corazón abierto, atento, es un corazón que está en clave de discernimiento, es un corazón que discierne el
paso de Dios y que intenta descubrir de qué se trata este paso de Dios en la propia vida y cómo hacer para
separarnos de aquello que no es de Dios.
¿Quién discierne? Cada uno, para consigo mismo y también para con los demás.
¿Por qué discernimos? En el cielo, ya no habrá necesidad, pero aquí es necesario para poder comunicarnos
con Dios, recibir lo que de él viene y lanzar lo que no viene de él como dice Ignacio.
¿Qué es discernir? Discernimos entre el bueno y el mal espíritu, a veces no es tan fácil discernir, a veces hay
situaciones que son como claroscuros. Como dice un poema de Antonio Machado “Buscamos a Dios entre
la niebla”. Es percibir distinguiendo. Es un don, una gracia dada. La capacidad de quitar obstáculos para
reducir la opacidad. El Beato Fabro, jesuita compañero de San Ignacio de Loyola y muy buen discernidor de
otros, le pide al Señor en oración y con un tono de queja: “Ay Señor, que sé guiar a otros y no sé
guiarme”; esto puede pasarnos, que a veces no tengamos tan clara la mirada sobre nosotros mismos cuanto
podemos tenerla respecto de otros. No siempre tengo la capacidad de discernir para los otros y también para
mí, a veces puedo ver claro lo de los otros y no lo mío o al revés. Aprendo en mi propia experiencia (conquista
de errores).
Dos definiciones. Lo que hizo San Ignacio fue tomar toda la tradición que había sobre el tema del
discernimiento y hacerlo práctico, y ponerlo al alcance y a la mano del cristiano.
Juan Bautista Scarneli, jesuita del siglo XVIII dice: “discernir es juzgar, no de cualquier manera, sino
rectamente, de uno mismo o de otro, para determinar de dónde provienen los movimientos interiores
del alma, si del buen o del mal espíritu” . Esto de vigilar, de estar atentos, esto de mirar con atención la
presencia del Señor que llega, eso es discernir.
San Casiano hace una descripción del discernimiento: “es una sabiduría viva, dice, que en cada caso
particular proyecta luz del Evangelio sobre una situación concreta, una luz que ilumina las causas de
los estorbos concretos, que indica los caminos a seguir y trae un juicio sobre la oportunidad de con
que valernos para afrontar las circunstancias.”. Es una previsión, intuye el peligro antes de que sucede y
sabe adaptar con flexibilidad el criterio a cada situación distinta. Nunca es rígido y hasta es desconcertante,
porque puede responder distinto a una situación similar en distinto momento.
El discernimiento se hace sobre los espíritus, y hay dos estados básicos que aparecen en el corazón de la
persona que discierne estos espíritus: un estado es el de consolación, otro estado es el de desolación. Existen
como dos experiencias muy fuertes en el alma, la consolación que proviene del buen espíritu y la desolación
que se origina en el mal espíritu.
San Ignacio describe ambas, pero para la consolación es menos lo que dice, solo nos pone dos consejos para
la consolación, dice mucho más para los que están en desolación.
SOBRE LA DESOLACIÓN…
¿Cómo define Ignacio la desolación? Es una definición por descripción (en las reglas) que se la describe como:
“oscuridad en el alma, turbación, atracción por las cosas bajas, mundanas, inquietud por abundantes
y variadas agitaciones, tentaciones que mueven a la desconfianza, a desesperación, a frialdad”, el
verlo todo como oscuro, feo. Cuando estamos así “estamos como todos flojos, como tibios, (y lo más
doloroso) nos sentimos como que estamos separados de Dios”.
Desolado quiere decir eso, justamente, alejado de Dios.
Y en carta a una religiosa, dirigida suya: sor Teresa Rejadell, que le había escrito manifestándole su aflicción
profunda por estar viviendo un tiempo muy fuerte de desolación y crisis, San Ignacio le recuerda que: “…
nuestro enemigo nos pone todos los inconvenientes posibles para desviarnos de lo que hemos
comenzado, y trata de tirarnos abajo… poniéndonos muchas veces tristeza sin saber nosotros por qué
estamos tristes, ni podemos rezar con devoción… ni aún hablar ni oír cosas de Dios Nuestro Señor con
gusto interior… Además nos hace sentir como si del todo fuésemos olvidados de DIOS, y venimos a
pensar que en todo estamos apartados del Señor nuestro; y que todo lo que hemos hecho y cuanto
queríamos hacer, nada tiene sentido. De este modo procura traernos a desconfiar de todo…”
Se expresa así el corazón cuando está desolado, cuando está tomado por el mal espíritu que lo entristece, lo
apaga, lo encierra, y aparecen expresiones como: “dejo todo, tiro todo, esto es inútil, nadie me ayuda,
todo está perdido, para que hablar si nadie me entiende, no me conocen, no me quieren, y un montón
de otras historias que nos hunden en un abismo de sinsentido, con cierta imposibilidad para seguir
luchando contra todo, yo hago todo mal, hago la mía, no valgo nada, no sirvo para nada, ahora que se
las arregle solo, yo también tengo derecho, nadie confía en mí”, y todas esas peroratas, todo ese discurso
que es destructivo busca ganarnos el corazón. Cada uno debería aprender qué expresiones o actitudes utiliza
cuando se encuentra desolado, para darse cuenta.
El mal espíritu es megalómano, está todo perdido, (son todos guachos), no hay salida…
TODA TENTACIÓN GOLPEA Y LESIONA LA UNIDAD, porque deja en soledad a la persona, buscando
cortarle el vínculo y los puentes, golpea la memoria haciéndole olvidar las gracias que ha recibido.
Para que los puentes no se corten, habrá que determinar con quién, con qué persona decido hablar y buscar
su consejo y ayuda cuando esté tentado. Esta decisión se toma cuando la persona está consolada, cuando
está en paz, las decisiones se toman siempre en período de consolación.
EL MAL ESPÍRITU TIENDE A CRECER SI NO SE LO ENFRENTA, si así se hace se desvanece antes que uno
piense, de lo contrario crece, se justifica y busca cómplices, es como que el tentado tiene un olfato especial,
una gran capacidad para encontrar un cómplice tan tentado como él.
¿CÓMO Y DE QUÉ MANERA SE VIVE EN ESPÍRITU DE LUCHA FRENTE A LA ACCIÓN DEL QUE VIENE A SACARNOS DEL CAMINO DE DIOS?,
¿CÓMO PODEMOS VENCER LA ACCIÓN DE LA DESOLACIÓN EN NUESTRO INTERIOR Y LA PRESENCIA DEL TENTADOR Y DE LA
TENTACIÓN EN NOSOTROS?
PRIMERO LA HUMILDAD, ES LA PRIMER ARMA, y el primer signo de manifestación de la humildad es la
oración, el que no reza en el fondo es un autosuficiente, y está en camino a transformarse en un soberbio, es
como que está diciendo: “yo no necesito de nadie”, el que ora está en actitud de permanente necesidad de
ayuda. El pedir ayuda en la oración y a los hermanos es la clave para ir buscando la salida, hombres o
mujeres espirituales, sabios de Dios, que tiene el don del discernimiento, nos pueden ayudar en cuanto a
encontrar caminos donde para nosotros todo se hace difícil y oscuro.
SOBRE LA CONSOLACIÓN…
Decíamos, que Ignacio, no da tantos consejos al que está consolado. No los necesita… “Consolación es
todo lo contrario a la desolación”.
ALGUNAS CARACTERÍSTICAS
El alma se inflama de amor.
Antonio Machado