Discernimiento, Desolación y Consolación

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Discernimiento de Espíritus

P. Ángel Rossi sj

¿Cómo estar atentos y vigilantes, para dejarnos guiar por el Señor?


Hermanos, en cuanto al tiempo y al momento, no es necesario que les escriba. Ustedes saben perfectamente que el Día
del Señor vendrá como un ladrón en plena noche. Cuando la gente afirme que hay paz y seguridad, la destrucción
caerá sobre ellos repentinamente, como los dolores del parto sobre una mujer embarazada, y nadie podrá escapar.
Pero ustedes, hermanos, no viven en las tinieblas para que ese día los sorprenda como un ladrón: todos ustedes son
hijos de la luz, hijos del día. Nosotros no pertenecemos a la noche ni a las tinieblas. No nos durmamos, entonces, como
hacen los otros, permanezcamos despiertos y seamos sobrios. Los que duermen lo hacen de noche, y también los que se
emborrachan. Nosotros, por el contrario, seamos sobrios, ya que pertenecemos al día: revistámonos con la coraza de
la fe y del amor, y cubrámonos con el casco de la esperanza de la salvación. Porque Dios no nos destinó para la ira,
sino para adquirir la salvación por Nuestro Señor Jesucristo, que murió por nosotros, a fin de que, velando o
durmiendo, vivamos unidos a él. Anímense, entonces, y estimúlense mutuamente, como ya lo están haciendo.
1ª Tesalonicenses 5,1-11

Que el Señor nos regale la gracia de poder sentir en estos días que su presencia nos acompaña, nos guía,
nos alienta, nos sostiene, nos invita a la lucha, nos hace sentir en lo profundo ese amor que todo lo transforma
en suyo, esa esperanza suya, la de poder sostenernos pacientes hasta la llegada de las promesas que el
mismo Dios tiene para vernos plenos en la vida. Al mismo tiempo el Señor nos invita a poner la mirada en Él y
creerle que lo que nos ha prometido será una realidad en nosotros, en la fe, en la esperanza, en el amor, en
las virtudes teologales donde Dios pone toda su fortaleza cada día.
Estamos sobre el final de esta Carta del Apóstol Pablo a los Tesalonicenses, veremos como disponer el
corazón para estar atentos, vigilantes, en un espíritu de lucha interior, el Señor nos invita a identificarnos con
lo que Él quiere para nosotros según nos va guiando en el camino y nos enseña a rechazar, a apartarnos y a
defendernos de todo aquello que es un obstáculo, cuando no una agresión, al proyecto de Dios sobre nuestra
vida. Para ser todo de Dios hay que aprender a adherirnos cada vez más a su presencia, a su mensaje, y al
mismo tiempo aprender a apartarnos de todo aquello que no nos deja vivir en paz e interfiere con la presencia
del Señor en nuestra vida.
Este estar despiertos al que invita Pablo para no ser sorprendidos en el día en que viene el Señor, y en todo
caso, para que nos encuentre el Señor en nuestra tarea de seguimiento de Él no implica permanecer con los
ojos abiertos como dos huevos fritos, para poder decir con eso que estamos despierto, poniéndonos unos
palillitos como suele caricaturizarse en los dibujos animados para que no se nos caiga la mirada y se nos
cierren los ojos, este estar despiertos es mucho más que tener los ojos abiertos, es tener el corazón en vela,
tener el corazón despierto, atento.
Un corazón abierto, atento, es un corazón que está en clave de discernimiento, es un corazón que discierne el
paso de Dios y que intenta descubrir de qué se trata este paso de Dios en la propia vida y cómo hacer para
separarnos de aquello que no es de Dios.
¿Quién discierne? Cada uno, para consigo mismo y también para con los demás.
¿Por qué discernimos? En el cielo, ya no habrá necesidad, pero aquí es necesario para poder comunicarnos
con Dios, recibir lo que de él viene y lanzar lo que no viene de él como dice Ignacio.
¿Qué es discernir? Discernimos entre el bueno y el mal espíritu, a veces no es tan fácil discernir, a veces hay
situaciones que son como claroscuros. Como dice un poema de Antonio Machado “Buscamos a Dios entre
la niebla”. Es percibir distinguiendo. Es un don, una gracia dada. La capacidad de quitar obstáculos para
reducir la opacidad. El Beato Fabro, jesuita compañero de San Ignacio de Loyola y muy buen discernidor de
otros, le pide al Señor en oración y con un tono de queja: “Ay Señor, que sé guiar a otros y no sé
guiarme”; esto puede pasarnos, que a veces no tengamos tan clara la mirada sobre nosotros mismos cuanto
podemos tenerla respecto de otros. No siempre tengo la capacidad de discernir para los otros y también para
mí, a veces puedo ver claro lo de los otros y no lo mío o al revés. Aprendo en mi propia experiencia (conquista
de errores).

1 Sobre el Discernimiento – Padre Ángel Rossi sj


Es necesario ubicarse en esa actitud, en la que el Espíritu actúa sobre nosotros como con un don, un carisma,
que puede ser infuso, como gracia dada gratuitamente por Dios. Los monjes del desierto lo llaman a esto
“conocimiento del corazón”, también se puede ir adquiriendo por “industria”, por decirlo de alguna manera, se
va aprendiendo a discernir desde el Evangelio, desde los padres de la iglesia, desde los maestros de la vida
espiritual; esto supone un camino en modo de un estudio, de una sabiduría que uno va adquiriendo con el
paso del tiempo.
Para esto nos movemos en dos planos:

1º) Experiencia (exterior o interior).


Inteligencia 2º) La inteligencia se aplica sobre la experiencia.
3º) La inteligencia formula un juicio ayuda (buen espíritu) lo sigo.
no ayuda (mal espíritu) lo lanzo.
Es aquí donde se da la LUCHA ESPIRITUAL
Voluntad 4º) Decisión ELEGIR

Dos definiciones. Lo que hizo San Ignacio fue tomar toda la tradición que había sobre el tema del
discernimiento y hacerlo práctico, y ponerlo al alcance y a la mano del cristiano.

 Juan Bautista Scarneli, jesuita del siglo XVIII dice: “discernir es juzgar, no de cualquier manera, sino
rectamente, de uno mismo o de otro, para determinar de dónde provienen los movimientos interiores
del alma, si del buen o del mal espíritu” . Esto de vigilar, de estar atentos, esto de mirar con atención la
presencia del Señor que llega, eso es discernir.

 San Casiano hace una descripción del discernimiento: “es una sabiduría viva, dice, que en cada caso
particular proyecta luz del Evangelio sobre una situación concreta, una luz que ilumina las causas de
los estorbos concretos, que indica los caminos a seguir y trae un juicio sobre la oportunidad de con
que valernos para afrontar las circunstancias.”. Es una previsión, intuye el peligro antes de que sucede y
sabe adaptar con flexibilidad el criterio a cada situación distinta. Nunca es rígido y hasta es desconcertante,
porque puede responder distinto a una situación similar en distinto momento.
El discernimiento se hace sobre los espíritus, y hay dos estados básicos que aparecen en el corazón de la
persona que discierne estos espíritus: un estado es el de consolación, otro estado es el de desolación. Existen
como dos experiencias muy fuertes en el alma, la consolación que proviene del buen espíritu y la desolación
que se origina en el mal espíritu.
San Ignacio describe ambas, pero para la consolación es menos lo que dice, solo nos pone dos consejos para
la consolación, dice mucho más para los que están en desolación.

SOBRE LA DESOLACIÓN…

¿Cómo define Ignacio la desolación? Es una definición por descripción (en las reglas) que se la describe como:
“oscuridad en el alma, turbación, atracción por las cosas bajas, mundanas, inquietud por abundantes
y variadas agitaciones, tentaciones que mueven a la desconfianza, a desesperación, a frialdad”, el
verlo todo como oscuro, feo. Cuando estamos así “estamos como todos flojos, como tibios, (y lo más
doloroso) nos sentimos como que estamos separados de Dios”.
Desolado quiere decir eso, justamente, alejado de Dios.
Y en carta a una religiosa, dirigida suya: sor Teresa Rejadell, que le había escrito manifestándole su aflicción
profunda por estar viviendo un tiempo muy fuerte de desolación y crisis, San Ignacio le recuerda que: “…
nuestro enemigo nos pone todos los inconvenientes posibles para desviarnos de lo que hemos
comenzado, y trata de tirarnos abajo… poniéndonos muchas veces tristeza sin saber nosotros por qué
estamos tristes, ni podemos rezar con devoción… ni aún hablar ni oír cosas de Dios Nuestro Señor con
gusto interior… Además nos hace sentir como si del todo fuésemos olvidados de DIOS, y venimos a
pensar que en todo estamos apartados del Señor nuestro; y que todo lo que hemos hecho y cuanto
queríamos hacer, nada tiene sentido. De este modo procura traernos a desconfiar de todo…”

2 Sobre el Discernimiento – Padre Ángel Rossi sj


ALGUNOS SÍNTOMAS QUE APARECEN EN EL ESTADO DE DESOLACIÓN (a modo práctico)
 tendencia al encierro en nosotros mismos,
 nos cuesta amar,
 la caridad se le torna a uno como casi un suplicio,
 los demás pierden importancia, desaparecen de nuestro corazón,
 uno gira en torno a si mismo,
 aparecen en el corazón como broncas viejas, rencores, cuando no sino fracasos o tendencia a desvalorizarnos o desvalorizar a
otros,
 no sentimos amor por Dios ni tampoco por los hermanos,
 todo nos molesta y
 se tiene la sensación de olvido, de abandono de parte de Dios.

Se expresa así el corazón cuando está desolado, cuando está tomado por el mal espíritu que lo entristece, lo
apaga, lo encierra, y aparecen expresiones como: “dejo todo, tiro todo, esto es inútil, nadie me ayuda,
todo está perdido, para que hablar si nadie me entiende, no me conocen, no me quieren, y un montón
de otras historias que nos hunden en un abismo de sinsentido, con cierta imposibilidad para seguir
luchando contra todo, yo hago todo mal, hago la mía, no valgo nada, no sirvo para nada, ahora que se
las arregle solo, yo también tengo derecho, nadie confía en mí”, y todas esas peroratas, todo ese discurso
que es destructivo busca ganarnos el corazón. Cada uno debería aprender qué expresiones o actitudes utiliza
cuando se encuentra desolado, para darse cuenta.
El mal espíritu es megalómano, está todo perdido, (son todos guachos), no hay salida…

ALGUNAS MANIFESTACIONES QUE HACE EL MAL ESPÍRITU EN NOSOTROS


Podríamos clasificar en tres grandes grupos: duda y aflicción, como manejamos el tiempo y caricaturización
de la memoria.
EL MAL ESPÍRITU DE DUDA Y AFLICCIÓN pone falta de paz en el corazón, tristeza, desánimo,
debilitamiento de la fe, de la esperanza, de la caridad y soledad. Es más, a partir de tristezas naturales el mal
espíritu puede utilizar y profundizar la tristeza.
EL MAL ESPÍRITU DEL MANEJO DEL TIEMPO lleva hacia el pasado, tentando con lo que he dejado o intento
dejar o por la seducción con los pecados de otro tiempo, haciéndonos creer que no se va a poder vivir sin
ellos, que siguen incidiendo en la vida presente y hacia el futuro nos pone de cara al mismo con desesperanza
y miedo. Una forma de manejar el pasado es con los escrúpulos que torturan desde un pasado desordenado,
escrúpulos es ver pecado donde no lo hay, o ver gravedad cuando hay levedad de materia.
El convertido a veces es atacado por esta realidad, los escrúpulos, pensamos que la noche oscura para San
Ignacio fueron sus escrúpulos, no los tuvo al final de su vida, sino al inicio, como le sucedió también a San
Pablo.
Hacia el futuro el mal espíritu pretende manejarnos con lo que podríamos llamar futuribles, con lo que podría
sucedernos, pero que, de hecho, no aconteció, es como un fantasma de la posibilidad, y siempre con
tentaciones bajo formas hipotéticas o condicionales, “si aconteciera tal cosa, yo no podría, y si tal otra, que
haría yo, y si me pasara esto o aquello”… es proyectarnos negativamente sobre lo que vendrá. Esto que
llamamos futuribles que genera en nosotros básicamente temor y miedo, por lo tanto parálisis, y nos
quedamos sin la posibilidad de seguir el camino, no podemos resolver lo que nos pasa. ¿Qué genera esto?:
mucha angustia, nos deja anclados en el presente de una manera negativa respecto de lo que vendrá.
Veíamos como el mal espíritu tienta hacia el pasado o hacia el futuro, con respecto al presente, el mal espíritu
siempre va a tender como a desviarnos de él, de aquel presente que es el tiempo de Dios, así lo dice la
Escritura, “hoy es el tiempo propicio, hoy es el día de la salvación”, el mal espíritu ataca sacándonos del presente y nos
quita las fuerzas para vivir de cara a Dios todo lo que nos toca vivir.
EL MAL ESPÍRITU CARICATURIZA LA MEMORIA, haciendo que las cosas aparezcan como enfatizando lo
negativo, o minimizando lo bueno. Para esto se vale de la verdad de la mentira, haciendo perder la memoria
del corazón.

3 Sobre el Discernimiento – Padre Ángel Rossi sj


Es como si nos oscureciera las gracias que hemos recibido en el pasado, y por lo tanto quedamos como a la
deriva de la tentación, hace olvidar los afectos, la alegría, la paz que nos trae la presencia de Dios. Cuando
esto se combina con la duda, es el momento más grave, donde ataca con toda su furia la acción del mal, es el
peor caso, no queda nada de que agarrarse, no solamente instala la negatividad sino que también todo lo pone
bajo un manto de duda.
Por eso, en medio de las crisis, hay que buscar en la memoria si existió esa experiencia de gracia, por eso es
recomendable, cuando hagamos los ejercicios de Ignacio, llevar nuestro cuaderno y anotar las gracias que
vamos recibiendo, porque cuando nos olvidamos, volver sobre ellas es como cuando se nos apaga el fuego y
al hacerle un poquito de viento y comienza a arder de nuevo, vuelve a recuperar el alma su fuerza.
Basta una experiencia fundante y fuerte de Dios para perseverar frente a estas circunstancias, donde ya no
puede haber más dudas. Santa Teresa decía: “no se me olvidarán aunque quieran, las gracias que de
Dios he recibido, tan fuertes han sido, que aunque quisieran que me las olvide los demonios que me
acechan, no se me olvidarán”. Por eso en los momentos de crisis hay que buscar en la memoria si existió
ese momento de gracia de Dios y volver a ese punto como un hito, como un lugar desde donde podemos
afianzarnos en él. Por eso Santa Teresa llega a decir: “Dios no se muda, Dios no se pasa, Dios queda,
Dios permanece”.
En otro contexto, y claro que con otro espíritu, Ernesto Sábato, escritor argentino, dice: “el hombre sin
memoria es una hoja de otoño a la deriva del viento”.
El mal espíritu enfatiza lo malo, minimiza lo bueno, confunde interiormente y genera por dentro la duda
instalada en el corazón por la ausencia en la memoria de las gracias recibidas.

FENOMENOLOGÍA DE LA PERSONA TENTADA.


¿Cuáles son los gestos propios de cuando estamos tentados?
Para después meternos en esto que Pablo insiste en 1ª de Tesalonicenses, el espíritu de lucha que debe
haber cuando estamos en estado de desolación.
Analizar estas cosas quizás nos haga pensar, esto yo lo tengo…, aquello también…, y esto otro también yo lo
tengo… y a mí me pasa esto… y a mí me pasa esto otro… Sí, es una realidad la desolación y la acción del
tentador que ruge alrededor nuestro con violencia, como un león, dice la Palabra, en 1ª de Pedro: “está
buscando de acechar contra nuestra vida para aniquilarnos”.
El mal espíritu actúa de esa manera, él busca terminar con nosotros, con nuestra vida, con nuestra vida de
gozo, de alegría, de paz, de sosiego, por eso estamos haciendo como una fenomenología del tentado y del
tentador, para que descubriéndolo y poniéndolo al descubierto, desenmascarándolo, encontremos nosotros la
gracia de poder liberarnos y recorrer los caminos con atención y discernimiento al espíritu de lucha, estando
atentos, vigilando, dice Pablo en 1ª de Tesalonicenses, haciéndonos fuertes en la lucha contra él.
HAY EN LA PERSONA TENTADA COMO UNA BÚSQUEDA ANSIOSA DE ALGUIEN, O DE ALGO, que lo
salve, son como manotazos de ahogado que tiramos, es como el manotón de un loco, como una angustia por
querer salir de la situación, de la tentación. En realidad ninguna cosa termina por ayudarlo, todo le viene como
si se volviese en contra, como si todo fuera enemistad. Además en esa desesperación o angustia
manoteamos cualquier cosa!!!
LOS PRIMEROS GESTOS QUE APARECEN EN EL TENTADO SON: el mutismo, el sentir que nada ni nadie lo
ayuda, el no poder pedir ayuda, el mal espíritu busca pasar por encubierto, que la persona no cuente ni hable
sobre lo que le está pasando, dice San Ignacio: “es como un vano enamorado, busca no decir el secreto,
no contar”, y con el solo hecho de contar y decir la tentación, o con el consejo bueno de una persona que
discierne basta para desarmar y desvanecer la tentación.
Las crisis, muchas veces profundas, se solucionan si la persona cuenta, si la persona habla y se deja ayudar,
en otras basta una pequeña crisis, pero cerrada y enmudecida, sin abrir el corazón, para que sea causa y
ocasión para que el mal espíritu se instale y haga estragos, hay que denunciarlo, hay que desenmascararlo.
Es lo que hace Dios con la primera experiencia de tentación cuando el mal se ha instalado en los primeros
padres, pregunta: ¿dónde estaban?, ¿por qué se escondían?; desenmascara el escondite en el que el mal
espíritu busca hacer su guarida, para desde ese lugar, oprimiendo, tratar de llevarse consigo el proyecto de
4 Sobre el Discernimiento – Padre Ángel Rossi sj
Dios, por lo cual el mal espíritu actúa odiando todo lo que de Dios es. Dice la Palabra: “como con Él no puede, se
lanza sobre nosotros y la obra de Dios y la vida de Dios en nosotros”.

LA TENTACIÓN SUELE SER PROGRESIVA EN SU DETERIORO Y HOMICIDA EN SU INTENCIÓN. El mal


espíritu no termina con nosotros de golpe, sino que va como minando de a poquito, va atentando contra
nosotros progresivamente, para terminar con nosotros. La tentación es progresiva en su deterioro y homicida
en su intención, siempre termina como en la muerte del Espíritu y de la vida espiritual en nosotros. Dice
Ignacio que cuando está tentado, el segundo PENSAMIENTO es peor que el primero y el tercero, peor que el
segundo. Sacamos conclusiones falsas a partir de premisas falsas. Al final SIEMPRE HAY DECISIÓN, Y EN
LA DECISIÓN ESTÁ LA PARTE MÁS DIABÓLICA (que es donde normalmente metemos la pata). Y como es
alternativista, al final hay una solución que se presenta mágicamente.
SI UNO NO ENFRENTA A LA TENTACIÓN Y AL TENTADOR, PONIÉNDOLE ROSTRO, dice San Ignacio, se
hace esta como una bola de nieve. Se vence a la tentación enfrentándola desde el principio, desde el inicio.
Los monjes medievales tenían una expresión: “a los enemigos es mejor matarlos recién nacidos, antes de
que crezcan”, enemigos son las tentaciones, los malos pensamientos. Las personas crecen en la vida
espiritual si conocen sus tentaciones y las van venciendo apenas aparecen, apenas nacen, muchas veces a
partir de una falsa razón inicial, como una primera y sutil trampa, se llega a una conclusión falsa que todo lo
debilita, arrancamos mal, terminamos peor.
EL MAL ESPÍRITU ES HOMICIDA, busca terminar con los proyectos de Dios en nuestra vida, un buen ejemplo
es el argumento iniciado por una razón pequeña pero que termina aniquilando las elecciones de estado de
vida, claro, porque ¿adónde busca el MAL espíritu instalarse?, en aquellos lugares donde sabe que nosotros,
por la opción en el estado de vida al que hemos adherido está escondido, o está en germen, lo que Dios tiene
como proyecto de felicidad para nosotros, entonces atenta sobre ese lugar.
Un mal espíritu es como “Casa tomada”, el cuento de Julio Cortázar, ya que tiende a ir ganando espacio y
termina avasallándonos, si el tentado no “le muestra rostro”, como dice San Ignacio, como a la mujer cuando
el varón duda, si le muestra rostro se retira, y busca una mejor ocasión.
EL PUNTO DE PARTIDA DEL MAL ESPÍRITU ES EL ENGAÑO, QUE A LA TENTACIÓN NO SE LA PODRÁ
VENCER. Es todo lo contrario, porque enfrentándola se desvanece antes de lo que la persona supone. Lo
hace Jesús con la mujer adúltera: “¿dónde están tus acusadores?, ¿alguien te ha condenado?”, y rápidamente, aquella
que se encuentra como agobiada, acurrucada, bajo los efectos del mal, como toda chamuscada, dice: “a mí
nadie me condena”, “yo tampoco te condeno”, le responde Jesús.

TODA TENTACIÓN GOLPEA Y LESIONA LA UNIDAD, porque deja en soledad a la persona, buscando
cortarle el vínculo y los puentes, golpea la memoria haciéndole olvidar las gracias que ha recibido.
Para que los puentes no se corten, habrá que determinar con quién, con qué persona decido hablar y buscar
su consejo y ayuda cuando esté tentado. Esta decisión se toma cuando la persona está consolada, cuando
está en paz, las decisiones se toman siempre en período de consolación.
EL MAL ESPÍRITU TIENDE A CRECER SI NO SE LO ENFRENTA, si así se hace se desvanece antes que uno
piense, de lo contrario crece, se justifica y busca cómplices, es como que el tentado tiene un olfato especial,
una gran capacidad para encontrar un cómplice tan tentado como él.

¿CÓMO Y DE QUÉ MANERA SE VIVE EN ESPÍRITU DE LUCHA FRENTE A LA ACCIÓN DEL QUE VIENE A SACARNOS DEL CAMINO DE DIOS?,
¿CÓMO PODEMOS VENCER LA ACCIÓN DE LA DESOLACIÓN EN NUESTRO INTERIOR Y LA PRESENCIA DEL TENTADOR Y DE LA
TENTACIÓN EN NOSOTROS?
PRIMERO LA HUMILDAD, ES LA PRIMER ARMA, y el primer signo de manifestación de la humildad es la
oración, el que no reza en el fondo es un autosuficiente, y está en camino a transformarse en un soberbio, es
como que está diciendo: “yo no necesito de nadie”, el que ora está en actitud de permanente necesidad de
ayuda. El pedir ayuda en la oración y a los hermanos es la clave para ir buscando la salida, hombres o
mujeres espirituales, sabios de Dios, que tiene el don del discernimiento, nos pueden ayudar en cuanto a
encontrar caminos donde para nosotros todo se hace difícil y oscuro.

5 Sobre el Discernimiento – Padre Ángel Rossi sj


Ofrecer gestos y actos de humildad, trabajos, obras de sacrificio. La humildad es la tierra desconocida del
demonio, que es el padre de la soberbia y de la autosuficiencia, hay que llevarlo al campo de la humildad, allí
se pierde, allí se desconcierta y huye.
FIRMEZA, CONSTANCIA EN LOS PROPÓSITOS, como dice San Ignacio: “en tiempos de desolación nunca
hacer mudanza”. El demonio por homicida pretende el aniquilamiento de las opciones que hemos hecho.
También San Ignacio dice algo que parece contradictorio a lo de recién: “mudarse contra toda desolación”,
hacer exactamente diametralmente lo opuesto, lo contrario, de lo que me está sugiriendo el mal espíritu, que
son los pensamientos que vienen de afuera, si Dios quiere que me mude con propósitos grandes, me lo hará
saber y me lo hará ver en el tiempo de consolación, mientras tanto no se trata de hacer un cambio en la mitad
del camino, cuando estamos cruzando el río.
PUEDE AYUDAR EL DISCERNIMIENTO INDIRECTO. Cuando uno descubre en qué está tentado, podemos
saber qué quiere Dios, que es lo contrario. Por ejemplo: si estás tentado con la soberbia, Dios te está pidiendo
humildad…
OTRO MODO DE ENFRENTAR EN LA LUCHA LA ACCIÓN DE LA TENTACIÓN, DEL TENTADOR, la
presencia del mal espíritu que desuela y entristece al alma es resistir con la oración a las varias agitaciones,
alargando en el tiempo la oración, penitencias, sacrificios, para resistir, para vencer al mal espíritu hay que
retrucarle con el mismo tono y fuerza con el que se presenta, no hay que achicársele al tentador, hay que ir en
contra del burlador, podríamos decir, y pasar de ser burlador a burlado.
CUANDO LA TENTACIÓN PASA A SER MATERIA DE ORACIÓN es cuando comienza el tentador a
debilitarse. Jesús lo hace así, cuando la mujer samaritana quiere distraer su atención, Jesús la lleva al centro
de su vida: “ve y llama a tu marido y vuelve aquí”, la pone de cara a su debilidad.
Cuando oramos desde nuestra debilidad, cuando oramos con nuestros fracasos, nuestros desencuentros,
nuestros pecados capitales, nuestros errores, nuestras duras maneras de caer una y otra vez sobre el mismo
lugar, estamos dándole pie a Dios para que venza allí donde nosotros por nuestra propia fuerza no podemos
vencer.
LA MEMORIA DE LAS GRACIAS, LAS DE LA IGLESIA, LA EXPERIENCIA DE JESÚS TENTADO, LA DE LOS
SANTOS Y SANTAS DESOLADOS, generan un sentido de cuerpo que ataca a la soledad en la que busca
instalarse el mal espíritu, ayuda mucho ver como salieron otros de la desolación para animarnos nosotros
también a salir de las nuestras, hacer memoria de uno mismo frente al fatalismo que nos sugiere el mal
espíritu, tan fatalista que abate la esperanza, de aquí no se sale, de acá no salís, estás encerrado, te tengo
entre mis manos, en el fondo este es su discurso, es terrible, es fatal, es sin esperanza, aquello que me ayudó
una vez, sea una persona, una oración o un gesto, seguro volverá a ayudarme ahora, seguro que puedo
seguir contando con eso en el presente para salir del paso.
ES BUENO TAMBIÉN EN LA LUCHA CONTRA LA ACCIÓN DEL MAL CONOCERSE A SÍ MISMO, SABER
CÓMO, CON QUE GESTOS O PALABRAS SE GENERA MI DESOLACIÓN PERSONAL, uno sabe cómo inicia y
en que termina, por lo tanto, no esperar a que concluya la acción del mal espíritu, cortarla antes, apenas
quiere arrancar, porque el mal es repetitivo en su forma y en su estilo.
LA CLARIDAD DE CONCIENCIA Y LA OBEDIENCIA, a alguien que te conozca y que te quiera. Como estás
ciego, le pedís prestado a otro los ojos…

SOBRE LA CONSOLACIÓN…

Decíamos, que Ignacio, no da tantos consejos al que está consolado. No los necesita… “Consolación es
todo lo contrario a la desolación”.

ALGUNAS CARACTERÍSTICAS
 El alma se inflama de amor.

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 Lágrimas por amor (esto viene de la experiencia personal de Ignacio).
 Todo aumento de fe, esperanza y caridad. Ojo… aumento y no plenitud, aunque sigo luchando. La desolación se puede vencer
sólo cuando aprovechamos las consolaciones!!! El Sahara se cruza si no desaprovechamos los oasis (parar en los oasis). Los
desiertos se valoran después que se han cruzado…
 Alegría y gozo (el gozo hay que pedirlo y es opuesto a la tristeza y turbación del mal espíritu).
 Consolación espiritual. Dijo el Papa Francisco “El estado habitual del cristiano debería ser de consolación y si no lo es… ¡que
sea! Buscarlo”. En momentos de mucho dolor, dicen los monjes, “la alegría toma la forma de paciencia”. Yo no puedo ofrecer
la tristeza eterna, sí puedo ofrecer salir de la tristeza. Y a veces aceptar que la tristeza se nos instale. Las tristezas vienen
unidas muchas veces a las pérdidas (personas, lugar, de inocencia…). A veces hemos perdido el sentido del gozo, y hemos
predicado que uno es más fiel sufriendo que gozando (¡mentira diabólica!!!). A veces estamos bien o gozosos y nos sentimos
raros, y uno se pregunta ¿De qué no me estaré dando cuenta que estoy contento? O ¿Qué se vendrá? Es no soportar la
alegría o peor, nos volvemos contra Dios ¿Qué me estará por pedir Dios? (De terror!!!!) ¿Y qué hacemos? Empezamos a
adelantar la tristeza. “Perseverar en la alegría es más difícil que permanecer en el dolor”. Hay gente que aborta la consolación
porque le tiene miedo…. Es una tentación bajo forma de bien.
 Atracción a las cosas de Dios. Rezar, escuchar de las cosas de Dios, hablar de las cosas de Dios.
 Quietud y paz. Se desvanece la tormenta y se disipa la turbación. Se ven las cosas de otro modo (la naturaleza, uno mismo…
una reconciliación).
 Amplía el entendimiento, agranda las fronteras, veo, entiendo, pesco lo que Dios me va diciendo. “Dios descubre los secretos
del alma” (frase antigua). Veo lo que antes no (porque estaba en la noche).
 Todo trabajo es placer y toda fatiga es descanso, toda carga es ligera, todo parece poco.
 Muestra y abre el camino de lo que debemos seguir.
 Las cosas de Dios penetran el alma dulce y suavemente, y pone una imagen: “como agua en esponja”, en cambio las cosas que
no son de Dios tocan el alma con estridencia “como gota en piedra”.
 Dura en el tiempo. Nace de Dios, de alguna experiencia espiritual, pero se prolonga en el tiempo iluminando otras
actividades. Una alegría que tiene una inercia más allá de la oración o la experiencia puntual: invaden las actividades
cotidianas (aunque no siempre, también puede durar horas o días).
 Son confirmaciones y ayudas persistentes. Confirman y siempre. Ignacio comenta sobre sí: “En aquel tiempo (de consolación)
comencé a ser consolado por Dios como por un maestro de escuela, enseñándole a un niño”.
 Hace desaparecer la experiencia de desencanto, fracaso, frustraciones. No vienen a la memoria.
 Es gozar y ver lo que Dios hace a través mío, es parte de la consolación.
 Lleva a comunicar la experiencia vivida. Todo encuentro verdadero se transforma en anuncio (lo clandestino, escondido, no
viene de Dios). Ganas de contar la experiencia (signo de resurrección). Dios es claridad, el demonio es padre de las tinieblas.

LA CONSOLACIÓN TIENE COMO DOS VETAS:


UNA VETA GOZOSA, EL DISFRUTE. Disfrutar la consolación. Es la primera gran experiencia. La alegría es
para disfrutarla y para darla. La alegría es un don, significa que la das, y al darla crece, curiosamente. Tiene la
misma dinámica del amor. Pero el primer desafío de la alegría es el disfrute. El cristiano tiene que ser un gran
disfrutador de la fe. Santa Teresa lo decía bien clarito al modo de ella: “Cuando perdices, perdices. Cuando
penitencia, penitencia”. Hay gente que cuando hay perdices dicen: “Voy a hacer penitencia” y cuando llega
el momento de la penitencia dicen: “Che. ¿No habrá quedado algo de perdices?”. Van a contramano. Cuando
es consuelo se ponen a sufrir y cuando es sufrir se ponen a buscar el consuelito!!!
¿QUÉ COSAS TE SOSTIENEN EN TIEMPOS DE PRUEBA? La memoria del consuelo. Eso es fundamental, ser tan fiel en anotar
las consolaciones como las desolaciones, anotarlas con la misma fidelidad, porque el día de mañana, si no
anotás las consolaciones, dentro de 5 o 10 años, cuando estés requete desconsolado por algún motivo,
agarrás tu cuaderno y parece que nunca hubo consolaciones. Y no, no las anotaste!!! Cuando una está
desolado, el mal espíritu te hace olvidar, no amnésicamente, te hace olvidar las gracias. Entonces siempre
anotar las gracias, las consolaciones. Recordar es “volver a pasar por el corazón”.
LA SEGUNDA VETA ES PEDAGÓGICA, por eso decía Ignacio “me trataba Dios como un niñito de escuela,
porque le estaba enseñando”. La consolación te enseña la voluntad de Dios, es confirmatoria. Por eso,
cuando “elige algo”, cuando uno da un paso, un estado de vida o dentro de un estado de vida toma una
decisión, hay que pedir y buscar el consuelo que confirme la decisión tomada. Normalmente el consuelo y el
gozo te confirma el paso dado o el perdón recibido o el deseo que tenés de hacer algo.
Ignacio discierne con esto, no discierne con pensamientos, DISCIERNE CON SENTIMIENTOS, AFECTOS. Que para su
época era novedoso y hasta escandaloso. Hoy los afectos están pasados de rosca.
7 Sobre el Discernimiento – Padre Ángel Rossi sj
El gozo es pedagógico. “La consolación, tanto debe ser deseada, cuanto deseemos aprovechar de ella.
El que quiera hacer mucho, pida mucho consuelo” dice Ignacio. Pedirla, aunque creamos no merecerla,
porque la alegría no es para nosotros. Pídala, aunque más no sea, por la urgencia del mensaje evangélico.
Porque la alegría es parte esencial del mensaje evangélico, no es plus, porque evangelio significa Buena
Noticia. Una Buena Noticia anunciada desde la tristeza es un antitestimonio. Y la alegría es lo que hace
creíble el mensaje. El gozo del anunciador es parte esencial de lo que está anunciando y hace creíble al
anunciador.
¿Qué es lo más cristiano del cristianismo? La alegría, aunque tampoco negamos el dolor. Pero lo más propio
del cristiano es la alegría, no seguimos a un fracasado. Es la clave de la resurrección!
En el consuelo, podemos reconocer HITOS que quedan para siempre. Esas situaciones a las que podemos
volver en el tiempo, aunque no sientas lo mismo, pero que te hacen acordar de lo que en aquel momento
sentiste (aunque ahora estés ya lejos).
Dice Ignacio “aquella experiencia, me consoló entonces y siempre”. Cada vez que volvió a aquella
experiencia, el recuerdo lo confirmaba nuevamente.
¡OJO A QUIENES ACOMPAÑAN GENTE!!! Cuando viene (un cura, seminarista, un esposo) y te dice que tiene dudas…
muchas veces le decimos: “Pedile a Dios una prueba, una señal”, le acabás de dar la llave para que se vaya
(le has enjabonado el tobogán). ¿Por qué? Porque seguro la prueba va en favor de su tentación. CUANDO HAY
CRISIS, NO MIRAR NUNCA PARA ADELANTE, HAY QUE VER PARA ATRÁS, TENÉS QUE BUSCAR EN TU HISTORIA LOS HITOS, LAS EXPERIENCIAS
FUNDANTES, DE CRISTIANO Y DE TU VOCACIÓN ESPECÍFICA. Y SI LA ENCONTRÁS, “Dios no se muda” dice Santa Teresa.
¿CUÁNTOS HITOS HACEN FALTA? UNO EN SERIO, BASTARÍA Y SOBRARÍA. Si hay dos o tres, ¡Bendito sea Dios! Lo mismo a los
matrimonios cuando están en crisis, vamos para atrás!!! Cuáles fueron los momentos lindos, después vemos
qué pasó que se perdió ese momento lindo. ¡Qué importante, porque normalmente aquí es donde metemos la
pata!!! Pararse en el camino y ver para atrás no es retroceder!!!
Así como Ignacio en desolación llena de consejos, para la CONSOLACIÓN da sólo dos:
 “PENSAR CÓMO ESTARÉ CUANDO VENGA LA DESOLACIÓN” (apela a la prudencia). No para adelantar la
desolación, en el sentido de un futurible, sino de TOMAR FUERZA PIDIENDO LA MEMORIA DE ESTA GRACIA QUE HOY ESTOY
VIVIENDO.

 UN LLAMADO A LA HUMILDAD Y AL ABAJAMIENTO, SIN PERDER EL GOZO, “PENSANDO QUÉ POCO


SOY CUANDO ESTOY DESOLADO”. Cuando estamos consolados me llevo el mundo por delante, hace bien
la hilacha que somos o éramos cuando estábamos mal. ¿Para qué? Para dar gracias, para convencerse que
no está en nosotros traer la consolación, que es un regalo de Dios. Yo puedo “disponerme” a la consolación,
pero no traerla.
Dios puede visitarte cuando estás rezando, pero también cuando estás caminando, comiendo, leyendo… Hay
gracias que capaz en la oración no se dan y que capaz la recibimos cuando estoy tomando la sopa o
caminando. Lo que vos trabajás en la oración, Dios te lo concede no necesariamente en la oración, por eso
hay que estar atento y no distraerse, porque Dios puede hablar, y muchas veces lo hace, fuera del espacio
que vos suponés que sería más lógico.
Son los dos únicos consejos que Ignacio da, un llamado a la prudencia, y un llamado a la humildad y al
abajamiento, en el caso de la consolación. Incluso hay muchos días de turbación y días de mucho consuelo.
Ignacio no le tiene miedo a la variedad, es más, sólo en la variedad uno puede discernir. Más, al que da los
Ejercicios Ignacio le dice: “si ves que el otro viene demasiado contento y no tiene NADA DE LUCHA INTERIOR, que se
revise si está haciendo bien los Ejercicios” y por las dudas para ver cómo es la cosa si está MUY CONTENTO Y MUY
FELIZ, PROPONELE UN “MAGIS”, (algo mayor en exigencia, y seguro que empieza el movimiento). No es maldad
ignaciana, sino es probar y poner variedad!!! Ahí te das cuenta si esa paz era paz de consolación o paz de
cementerio. “Porque tanto puede consolar el bueno, como el mal espíritu”, pero con distinto fin.
El mal espíritu, cuando uno está consolado, hace que hagamos propósitos de más. Y San Juan de la Cruz
dice que el mal espíritu “Conoce la voz de Dios y se la imita”. No es raro que al final de los pensamientos,
el mal espíritu agregue un propósito indiscreto, que Dios no te está pidiendo, pero como el alma está caliente
y generosa, hace propósitos de más.

8 Sobre el Discernimiento – Padre Ángel Rossi sj


Salió un libro sobre la Madre Teresa de Calcuta donde se narraba “su noche oscura” y donde expresaba que
gran parte de su vida y durante muchos años los pasó en desolación, lo cual es posible que sea cierto, pero
no es cierto QUE SUS DECISIONES MÁS IMPORTANTES FUERAN EN DESOLACIÓN. LAS GRANDES DECISIONES FUERON SIEMPRE EN
CONSOLACIÓN.
La consolación es el ámbito de una ELECCIÓN BIEN HECHA. Muchas veces en sus escritos aparece la variedad…
En algún momento, en tiempo de desolación, escribe: “Apareció en noviembre una terrible desolación de
cinco días. La idea de la obra (Fundación de las Hnas. de la Caridad) me pareció ser una estupidez y
una traición al Instituto (de Loreto, donde pertenecía originalmente) y a mis superioras. Mucho miedo,
pasando por muchas tentaciones. Felizmente la tentación me dejó, de nuevo todo es luz, alegría,
confianza, certeza de estar en el camino adecuado” (típico del Buen espíritu que describe Ignacio). Antes,
el mal espíritu le hacía sentir que era una estupidez, esto de “la Obra”. En el momento de consolación, la
Madre Teresa no tiene ninguna duda de lo que tiene que hacer. En cambio en la desolación duda de todo, ella
misma dice “con gran miedo”.
Buscando una casa donde ir a vivir ella y alguna más que se quisiera ir con ella para fundar la obra que Jesús
le pedía por los más pobres, ella recuerdo un caso particular, porque ella, perteneciendo a las Hnas. de Loreto
(era una Congregación inglesa que estaban en la India, se dedicaban a los colegios donde iban los hijos de
los embajadores, que no tiene nada de malo, pero evidentemente no era lo que Dios quería para ella).
“Buscando la casa, tuve un inmenso cansancio, entonces la tentación se me hizo fuerte. Los edificios
lujosos de Loreto (donde vivía) vinieron a mi mente, todas las cosas bonitas y las comodidades, la
gente con la que yo me había relacionado… Y sentía del tentador esta frase: BASTA QUE DIGAS UNA
PALABRA Y TODO SERÁ TUYO NUEVAMENTE… POR MI LIBRE ELECCIÓN Y POR MI AMOR A TI,
DESEO PERMANECER Y HACER TU VOLUNTAD, INCLUSO SI DEBO SUFRIR TODAVÍA MÁS”. Esta es
la noche oscura del nacimiento de la Congregación. La pobreza de los pobres se estaba convirtiendo en suya,
y Dios le proporcionaba el valor necesario para perseverar.
Y después vuelven otros momentos de desolación. A un año de su salida de Loreto: “Aunque ha habido
muchos sufrimientos y muchas lágrimas, NO HA HABIDO NI UN MOMENTO DE ARREPENTIMIENTO,
SOY FELIZ DE HACER LA VOLUNTAD DE DIOS”.
En otro momento de desolación: “No soy querida por Dios, soy rechazada, estoy vacía, no tengo fe, no
tengo amor, no tengo fervor. Las almas no me atraen, el cielo no significa nada, parece un lugar
vacío… Esto, JUNTO CON UN DESEO PROFUNDO DE DIOS”. Sentir los únicos pilares de su vida (fe,
esperanza y la caridad) habían desaparecido y con ello, la invasión de una tremenda angustia. El celo por las
almas, desvanecido. Al mismo tiempo se agarraba con toda su fuerza a la fe que profesaba y sin ningún
consuelo, trabajó de todo corazón su servicio diario a los pobres.
Estando en esta lucha por la fundación dice: “Pedí una prueba, de que Dios está contento con la
Congregación. En ese momento en la Misa, desaparecieron las largas tinieblas, desapareció el dolor
de pérdida y de soledad, desapareció ese extraño sufrimiento de varios años. Hoy mi alma está llena
de amor, con una alegría invencible, con una unión de amor inquebrantable e intacta”.
LOS MOMENTOS DE DECISIÓN FUERTE SON EN CONSOLACIÓN. Se dice que pasó toda la vida en desolación, y no es cierto.
“Como un oasis en el desierto, fue la confirmación de que Dios estaba contento”.
Está clara la variedad: mucho consuelo y mucha desolación. Las decisiones son en consolación, por eso San
Ignacio, cuando estamos desolados pone LA REGLITA DE ORO: “EN TIEMPOS DE DESOLACIÓN, EN TIEMPOS DE CRISIS, NUNCA HACER
MUDANZA”. Y es raro que Ignacio ponga la palabra NUNCA. Si pone “nunca”, es nunca, sino hubiera usado otro
adjetivo de tiempo como: “sería mejor que…”, que Ignacio usaba mucho para dejar un cierto espacio si era
necesario. Aquí es contundente: “nunca”.
Y esto pasa porque el mal espíritu seduce y pasa DE SEDUCTOR A ACUSADOR en un segundo (esto pasa más con el
pecado). Seduce, te ofrece la salida mágica, te ofrece la solución y una vez que das el paso, deja de seducir y
se convierte en acusador inmediatamente. Cambia el rol.
POR ESO, LAS MEMORIAS DE LAS CONSOLACIONES TE SOSTIENEN EN LA PRUEBA. El consuelo es lo que te va a sostener después
en el dolor o en la prueba. HAY QUE PEDIR LA GRACIA DE LA MEMORIA.

9 Sobre el Discernimiento – Padre Ángel Rossi sj


NOTA: A continuación agrego como ANEXO un cuadro, tomado de Ejercicios Espirituales
Ignacianos - www.apuntesespirituales.com.ar - [email protected] que puede ser muy
útil al momento de ponerle nombre al sentimientos (son sólo algunos), deberíamos registrar
también pensamientos y actitudes…

10 Sobre el Discernimiento – Padre Ángel Rossi sj


11 Sobre el Discernimiento – Padre Ángel Rossi sj
¡Señor!, ¿no te importa que nos hundamos? (Ángel Rossi sj)
“Anoche soñé que oía
a Dios gritándome: ¡Alerta!
Luego era Dios quien dormía,
y yo gritaba: ¡ Despierta!”

Antonio Machado

“Ese día, al atardecer, les dice: ‘Pasemos a la otra orilla’. Despiden a la


gente y le llevan en la barca, como estaba; e iban otras barcas con él. En
esto, se desató un fuerte vendaval, y las olas entraban en la barca, que se
iba llenando de agua. Jesús estaba en popa, durmiendo sobre un cabe-
zal. Lo despiertan y le dicen” ‘Maestro, ¿no te importa que nos hunda-
mos? ‘Él, habiéndose despertado increpó al viento y dijo al mar: ‘¿Silen-
cio’ ¡Cállate!’ El viento se calmó y sobrevino una gran calma. Después
les dijo.’ ‘¿Por qué tienen miedo? ¿Cómo no tienen fe?’ Ellos se llena-
ron de gran temor y se decían unos a otros: ‘¿Quién es éste que hasta el
viento y el mar le obedecen?”. (Marcos 4, 35-41).

Pedagogía del desconcierto


El día había sido pesado para el Señor y los discípulos. Un día de predicación con una multitud que se fue
sumando y lo fue acorralando contra “la orilla del lago, de tal manera “que tuvo que subir a una barca” (Mc 4,1) Y
hablarles desde allí. Les explicó la parábola del Sembrador, de las distintas actitudes de pescar la Palabra,
simbolizada en la tierra y en la semilla (Mc 4,1-9). Cuando se fue toda la multitud, tuvo su catequesis con los
discípulos explicándoles más profundamente el sentido de la parábola, y les habló también de la lámpara que
debe ser puesta sobre el candelero, de la medida para medir las cosas y las gentes, de la semilla que crece por sí
sola, del grano de mostaza (Mc 4, 13-32).
En fin, un día lleno de enseñanzas, de rostros, de gente. Un día hermoso, pero cansador. Así como deberían ser
todos nuestros días de trabajo. Y “al atardecer”, cuando suponían el reposo merecido, el Señor los sorprende
una vez más con este inesperado’. “Pasemos a la otra orilla”.
El seguimiento del Señor conlleva esta dimensión de desconcierto, de inestabilidad, de derrumbe de
seguridades, de orillas que aparentan ser definitivas, y el tiempo o circunstancias muy precisas nos demuestran
que no eran el puerto sospechado, sino solo una escala en este viaje misterioso hacia la orilla definitiva. No es
un recurso sádico de Dios, sino una pedagogía de despojo, misterioso por cierto, y por lo tanto requiere fe, y por
momentos la pone muy a prueba, pero también, paradójicamente, fascinante porque da libertad y grandeza de
alma y nos ayuda a “poner en El sólo la esperanza”.
Este cruce a nuevas orillas lo vive concretamente el matrimonio mayor que esperaba comenzar a descansar y a
dedicarse a lo que quizá postergaron generosamente mientras los chicos crecían, y de pronto tienen, por el
motivo que sea, que hacer el cargo de la crianza de los nietos. Lo vive la pareja que quizá suponía a esta altura
para su familia una cierta estabilidad económica buscada y por la cual se luchó arduamente durante años, y un
despido o una quiebra hace que tenga que salir a buscar trabajo como el primer día de casados o de recibidos,
con la diferencia que ahora hay 20 años más sobre los hombros y una ristra de tres, cinco o siete hijos que
mantener. Lo vive el joven que apostó a estudiar una carrera pero tiene que dejarla porque es necesario
mantener su casa o ayudar a su familia. Lo vive quien organizó su vida -y es lógico que así sea- suponiéndose

12 Sobre el Discernimiento – Padre Ángel Rossi sj


siempre sano, y de pronto lo visita una enfermedad que lo postra, que le destruye sus planes, que le exige un
replanteo radical de todas sus cosas.
Lo vive el chico o la chica que soñó con un matrimonio y los hijos, y de repente o no, el Señor se cruza en su
camino invitándolos a “vender todo lo que se tiene, y seguirlo”. Lo vive la pareja de novios que decide cruzar
de la orilla de la soltería a la del matrimonio y la familia.
Toda nuestra vida está signada por estos cruces de orillas, y viéndolo más ampliamente, en definitiva ella es
justamente esto: un cruce de orilla, en este lago encrespado que es el mundo, a bordo de este barquito endeble
de nuestra humanidad y al acecho de toda clase de vientos y tormentas: “Partimos cuando nacemos,
andamos mientras vivimos y llegamos al tiempo que fenecemos” , decía Manrique.

Brochero y vuelta al relato


Valga a modo de ejemplo de lo que estamos diciendo este hermosísimo y conmovedor párrafo del cura
Brochero, ya leproso y casi ciego, en donde le expresa en carta al obispo de Santiago del Estero y amigo suyo,
su experiencia de cambio de orilla en su vida, en un momento y de un modo insospechado:
“Mi querido: recordarás que yo sabía decir de mí mismo, que iba a ser tan enérgico siempre como el
caballo chasqui que se murió galopando; pero jamás tuve presente que Dios Nuestro Señor es y era
quien vivifica y mortifica, y quien da las energías físicas y morales y quien las quita: pues bien, aquí
estoy ciego casi al remate, apenas distingo la luz del día, y no puedo verme ni mis manos, además
estoy casi sin tacto desde los codos hasta la punta de los dedos y de las rodillas hasta los pies, y así
otra persona me tiene que vestir o prenderme la ropa; la misa la digo de memoria (…), me cuesta
mucho hincarme y muchísimo más levantarme, a pesar de tomarme de la mesa del altar. Ya ves el
estado a que ha quedado reducido el chasqui, el enérgico, el brioso. Pero es un grandísimo favor que
me ha hecho Dios Nuestro Señor en desocuparme por completo de la vida activa, y dejarme con la
vida pasiva; quiero decir que Dios me da la ocupación de buscar mi último fin y de orar por los
hombres pasados, por los presentes y por los que han de venir hasta el fin del mundo…“.
De un modo o de otro, cristiano es el que está siempre disponible a este seguimiento sin condiciones, a tirarse
aguas adentro en fragilidad y sin grandes seguridades, y a veces sin ninguna. El Evangelio dice que al Señor lo
subieron a la barca “así como estaba”. Linda expresión: hay pasos en la vida que hay que darlos así como
estamos, sin que podamos prepararnos, sin aprovisionarnos previamente de lo que creemos sería necesario para
el viaje. Sin poder tomar recaudos. En términos nuestros: hay galopadas en la vida que las tenemos que hacer en
pelo, porque no tuvimos ni el tiempo ni la posibilidad de ensillar.
Pero, volviendo al relato evangélico, la cosa no termina con el desafío de dejar la orilla, sino que en el medio
del viaje cuando todavía no se ha llegado cuando ya no hay posibilidad de pegar la vuelta se desencadena un
“fuerte vendaval”, y para colmo el los metió en este baile “duerme en la popa”.
Tres elementos que simbolizan lo que es esta situación espiritual y existencial vivida por los discípulos en aquel
momento y por nosotros, y que llamamos desolación: la inseguridad de no pisar tierra firme, la desproporción
tremenda entre la tormenta y la fragilidad de la barca, y la sensación de soledad y desamparo más absoluta: el
que debería cuidarnos simplemente se distrajo de nuestro drama, se durmió.

Estar solo o sentirse sólo


En definitiva estar desolado es estar solos, o mejor dicho, creer o sentir que lo estamos. En términos espirituales
San Ignacio, en los Ejercicios Espirituales, define así este estado del alma: “Llamo desolación a todo lo
contrario de la consolación; es decir, la oscuridad en el alma, turbación en ella, atracción hacia las
cosas bajas y mundanas, inquietud producida por abundantes y variadas agitaciones y tentaciones que
mueven a desconfianza, desesperación, frialdad. Así el alma se encuentra toda floja, tibia, y como
separada de su Creador y Señor...” [Ejercicios Espirituales nº 317]. Y en carta a una religiosa, dirigida

13 Sobre el Discernimiento – Padre Ángel Rossi sj


suya: sor Teresa Rejadell, que le había escrito manifestándole su aflicción profunda por estar viviendo un
tiempo muy fuerte de desolación y crisis, San Ignacio le recuerda que: “…nuestro enemigo nos pone todos
los inconvenientes posibles para desviarnos de lo que hemos comenzado, y trata de tirarnos abajo…
poniéndonos muchas veces tristeza sin saber nosotros por qué estamos tristes, ni podemos rezar con
devoción… ni aún hablar ni oír cosas de Dios Nuestro Señor con gusto interior… Además nos hace
sentir como si del todo fuésemos olvidados de DIOS, y venimos a pensar que en todo estamos
apartados del Señor nuestro; y que todo lo que hemos hecho y cuanto queríamos hacer, nada tiene
sentido. De este modo procura traernos a desconfiar de todo…“
En términos poéticos, la describe así Osvaldo Pol, poeta y jesuita cordobés:
“Tu silencio, Señor, sabe a tormento sin consuelo ni alimento.
que prolonga los bordes de la herida. Las manos torpes pierden lo ya asido.
Hay una noche-noche renegrida La memoria no atisba en el pasado
donde todo es ausencia y descontento. y hacia adelante todo es sin sentido.
Vaga sin rumbo el alma y su lamento ¿Hasta cuándo, Señor, seré humillado
ciega los pasos hacia la salida. en esta oscuridad donde resido?
La sed es honda y honda la dolida vaciedad Soy hermano de Job, crucificado”.

Nuestra opción: un grito


En aquella situación de zozobra, ¿qué opciones tenían los discípulos? Una, la más cómoda, y la más cobarde:
viendo tan tremenda tormenta frente a tanta debilidad, bajar los brazos, y dejar que el vendaval los destruya y
que se los trague el lago. Otra: suponer que van a poder darse maña solos, casi jactándose de no haber
necesitado de la ayuda del Señor. Y la tercera, que es la opción tomada por ellos, la de pegar el grito, la de pedir
auxilio: “¡Señor! ¿No te importa que nos hundamos?” Y nosotros, en nuestras situaciones concretas de zozobra,
cuando aparentemente ya no hay nada que hacer, cuando se acabaron nuestras fuerzas, o la dificultad superó
nuestro aguante, o sentimos el desamparo -incluso de Dios- frente a tanta lucha. ¿Qué opción solemos tomar: el
pesimismo cobarde de entregarnos, la presunción de arreglárnoslas solos, sin pedir ayuda ni a Dios ni a mis
hermanos, o la humildad de buscar refugio y auxilio en Alguien más grande que nuestras pobres fuerzas y más
poderoso que nuestras tormentas, aun cuando parezca que duerme?
Con esa fuerza con que le es habitual expresarse a Alejandro Pronzato en sus escritos, nos dice:
“Cuando te sientes atenazar por la desesperación, la vida se vuelve un peso insoportable, sientes que
te falla la tierra bajo los pies, las dificultades son insuperables, las seguridades han caído, no puedes
contar con nadie, incluso tus amigos se han ido, uno a uno, nadie te da una mano.
Cuando te lamentas: no puedo luchar más, esto es demasiado, todo es inútil, todo es absurdo, qué asco
de mundo, no entiendo nada y masticas tu desilusión, te dejas envenenar por el desánimo y paralizar
por la desconfianza. Y te encuentras vacío, solo, cansado, inútil. Cuando has llegado hasta el fondo…
entonces te queda una sola posibilidad: gritar.
Quizá no sabrás expresarte bien. Tendrás una confusión increíble. No importa. En la otra parte hay
alguien que ve claro incluso en la maraña de las situaciones más embrolladas.
Grita, no tengas miedo a escandalizar, o molestar, o ser maleducado. Pon en tu grito toda la violencia
de tu protesta, la amargura de tu abatimiento, el vértigo de tu desesperación, la vergüenza de tu
fracaso, la angustia de tu infelicidad, la aspereza de tu disgusto.
Puede ser que tu grito sea desagradable para todos. Menos para uno. Te repito, no has perdido nada
mientras puedas gritar. Alguien siempre está dispuesto a escucharte. Si aún tienes dudas te ayudaré
yo. ¿Me permites que me una a ti? Ánimo, gritemos!”

14 Sobre el Discernimiento – Padre Ángel Rossi sj


Hay tantos gritos en el corazón que si nos atreviésemos a soltarlos nos haría bien, nos oxigenaría el alma, y nos
abriría a un diálogo con Dios seguramente muy fecundo. El cardenal Martini dice en uno de sus libros que el
desafío es justamente hacer que estas quejas que invaden nuestro corazón, y que por estar cerradas en sí
mismas, no sólo no resuelven el problema, sino que además se nos instalan, volviéndonos resentidos,
amargados, se abran a Dios, para que se conviertan en lamentaciones; Y la lamentación es un modo de orar,
como lo es la adoración, la acción de gracias, o la contemplación.
Cuántas veces en nuestras familias, o en los matrimonios, los diálogos más fecundos necesitaron quizá que en
algún momento uno de los miembros explotara; disculpando la palabra, vomitara todo lo que se venía
guardando y que lo estaba envenenando a él y haciendo daño al resto de los suyos con ese modo cruel de
agredir que es la mudez.
A partir de este exabrupto, quizás indiscreto, desproporcionado, muy imperfecto en su modo pero sincero, y
sobre todo necesario, pasado el shock de la explosión, se comenzó a replantear, serenamente, y en forma de
diálogo, lo que quemaba por dentro.
Lo mismo que nos sucede con los nuestros, nos pasa con Dios: si en vez de manejar, sea por pudor o por
resentimiento, solos y mal nuestras quejas, se las dirigimos al Señor, nos daríamos cuenta de que las cosas
serían más fáciles, o menos difíciles, que lo que importa no es que el Señor vaya despierto o dormido, sino que
vaya en la barca. y le daríamos la oportunidad de que se ponga de pie y transforme la tormenta en suave brisa, el
lago encrespado en aguas serenas y nuestros miedos y ensimismamientos estériles en fragilidades que se
confían y se dejan cuidar por quien siempre lo hará mejor que nosotros.

15 Sobre el Discernimiento – Padre Ángel Rossi sj

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