Reporte Equipo 2

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INTRODUCCIÓN

El tema referente a la prescripción de los créditos laborales - o de la acción judicial


destinada a cobrarlos- parece plantear una suerte de contradicción estructural
cuando es analizado en confrontación con los principios fundamentales que hacen
a la esencia del derecho del trabajo.

Realmente, nadie duda que en el ámbito de la legislación del trabajo la


irrenunciabilidad de los derechos atribuidos por las leyes al trabajador funciona
como un auténtico mecanismo de control o de equilibrio en una relación contractual
que es genéticamente desequilibrada a favor del empleador, en la medida en que
éste tiene el poder económico y de dirección de la empresa, mientras que el
empleado dispone únicamente de su fuerza de labor.

Ahora bien, el instituto de la prescripción no es más que una suerte de renuncia


tácita a una ventaja establecida por el ordenamiento positivo en favor de alguien
que, por cuenta de su supuesto desinterés en la persecución del derecho que le
corresponda, perderá los respectivos mecanismos legales de cobro, sin perjuicio de
que el presunto deudor luego cumpla espontáneamente la obligación (hipótesis que
la teoría permite pero la práctica desconoce).

En esos términos, y considerando que muchas veces el trabajador no posee una


garantía de permanencia o estabilidad en su empleo, no es difícil intuir que no se
arriesgará a perder su fuente de sustento personal y familiar para demandar a su
empleador mientras la relación laboral siga en curso. Podrá ocurrir entonces -y con
muchísima frecuencia, definitivamente ocurre- que múltiples incumplimientos de la
legislación laboral acaben consolidados por el solo transcurso del tiempo.
No es por acaso, pues, que los demandantes que a menudo se encuentran en los
juzgados del trabajo no sean propiamente empleados sino ex empleados. Así, en
España, Carmen Sáez Lara registra que, como regla, "el trabajador es el
demandante y el empresario el demandado";3 en Uruguay, Juan Raso Delgue
esclarece que el actor "en la práctica procesal es siempre la parte trabajadora"; en
Perú y en Venezuela la misma impresión nos es transmitida por, respectivamente,
Luis Vinatea Recoba y Eric Lorenzo Pérez Sarmiento.
2. LA PREESCRIPCIÓN
Debe entenderse por prescripción de las faltas laborales como la extinción de un
derecho subjetivo por su falta de ejercicio en el transcurso de un periodo de tiempo
determinado. Es decir, el patrón no puede ejercer acción punitiva sobre el trabajador
una vez pasado el periodo especificado por la Ley Federal del Trabajo vigente que
es de un mes el cual empieza a correr desde el momento en el que el patrón tenga
conocimiento de éstas.
Sin embargo, en ningún lugar de este título habla de la prescripción de la falta en
sí, es decir, sólo regula la prescripción de las acciones punitivas del patrón desde
que éste conoce de la falta y no de la prescripción de los motivos que fundan éstas.
Ejemplifiquemos, si un trabajador comete una falta y el patrón lo descubre 2 años
después, de acuerdo a la ley vigente, el patrón tiene un mes después de enterarse
para ejercer acciones; esto puede ocasionar el castigo o el despido del trabajador
por una falta antigua que ya debería haber precluido porque el tiempo anula el
interés represivo, apaga la alarma social y dificulta la adquisición de pruebas
respecto a la realización del delito. Sin la prescripción legal, por la esencia misma
del ordenamiento punitivo, operaría coactivamente sobre el trabajador.
Por tal razón es importante que la ley especifique que, si el patrón no ejerce acción
por ausencia de interés o de incumplimiento de su responsabilidad sobre la falta
cometida por el trabajador, ésta debe tener una vigencia y caducidad para que el
patrón tenga derecho a ejercer la acción correspondiente.
Artículo 516
Las acciones de trabajo prescriben en un año, contado a partir del día siguiente a la
fecha en que la obligación sea exigible, con las excepciones que se consignan en
los artículos siguientes.
Artículo 517
Prescriben en un mes:
I. Las acciones de los patrones para despedir a los trabajadores, para disciplinar
sus faltas y para efectuar descuentos en sus salarios; y
II. Las acciones de los trabajadores para separarse del trabajo.
En los casos de la fracción I, la prescripción corre a partir, respectivamente, del día
siguiente a la fecha en que se tenga conocimiento de la causa de la separación o
de la falta, desde el momento en que se comprueben los errores cometidos, o las
pérdidas o averías imputables al trabajador, o desde la fecha en que la deuda sea
exigible. En los casos de la fracción II, la prescripción corre a partir de la fecha en
que se tenga conocimiento de la causa de separación .
INTERRUPCIÓN DE LA PRESCRIPCIÓN.
Si se presenta la demanda o cualquier escrito ante la JCA correspondiente, la
prescripción se interrumpe, independientemente de la fecha de notificación, incluso
cuando ésta es incompetente para conocer del conflicto, o bien, si la persona
beneficiada con esta figura reconoce el derecho que se preten de hacer exigible de
ella. Lo anterior funciona como un medio de salvaguarda de la acción, que la
mantiene viva a pesar de que el titular del derecho ha dejado de ejercitarlo dentro
de ciertos plazos, y obliga a repensar el significado de prescripción, ya que a partir
de aquí, ya no será suficiente considerarla como un modo de extinguir derechos por
el transcurso de cierto tiempo. Por lo que de acuerdo con Alas, De Buen y Ramos
se considera que la prescripción de la acción, es la extinción de una exigencia a
consecuencia de no haber ejercitado durante cierto tiempo ninguno de los actos
considerados por la ley como causas de interrupción.
LA PRESCRIPCIÓN DE LAS ACCIONES DERIVADAS DEL CONTRATO
LABORAL COMO UN MEDIO DE DEFENSA PARA EL TRABAJADOR
En el derecho del trabajo la prescripción, es un medio de defensa que el trabajador
puede emplear para sustentar un despido injustificado, no obstante, que este haya
incurrido en cualquiera de las casuales de recisión de su contrato laboral sin
responsabilidad para el patrón, cuando se le avisa por escrito que su contrato ha
sido rescindido por alguna de las causales que marca el Artículo 47 de la LFT,
después de transcurridos treinta días, del siguiente día en que ocurrió la causa de
recisión. En este supuesto el patrón estará ejerciendo una acción prescrita, que le
acarreará como consecuencia el responder por el despido del trabajador, teniendo
en algunos casos que reinstalarlo o indemnizarlo y en otros solamente indemnizarlo
pero de manera especial. También, la prescripción opera a favor del trabajador
cuando el patrón le ha impuesto medidas disciplinarias y descuentos a su salario
después de los treinta días que la ley le concede para hacerlo. Si el patrón realiza
esos actos en prejuicio del trabajador, se pone dentro del supuesto del
incumplimiento y le da al su trabajador la causal para solicitar la recisión del contrato
de trabajo y con esto, estará obligado a indemnizarlo conforme al Artículo 50 de la
LFT.
LA PRESCRIPCIÓN DE LAS ACCIONES DERIVADAS DEL CONTRATO
LABORAL COMO UN MEDIO DE DEFENSA PARA EL PATRÓN
La prescripción, también opera como un medio de defensa para el patrón, la puede
emplear para negarse a efectuar el pago de determinados derechos laborales
cuando una vez transcurrido el tiempo fijado legalmen te para que sean ejercidos
por el trabajador sin que lo haya hecho; el empleador puede negarse a efectuar el
pago de esos derechos, en virtud de que la acción de cobro de los mismos ya
prescribió.
A continuación se relaciones los casos en que el patrón pu ede utilizar a la
prescripción de las acciones derivadas del contrato de trabajo como medio de
defensa.
Cuando el patrón incumple con lo pactado en el contrato de trabajo, el trabajador
tiene 30 días contados a partir del día siguiente en que tiene conocimiento del
incumplimiento para solicitar la recisión del contrato de trabajo, si lo rescinde
después de esas fechas, su acción estará prescrita y se podrá fincar sobre el patrón
la obligación de indemnizarlo conforme lo manda la LFT.
Cuando es demandado por despido injustificado después de transcurridos dos
meses del día siguiente del despido. En este caso el trabajador podría demandar la
reinstalación o la indemnización, a lo que el patrón no está obligado pues el hecho
de que el trabajador no haya ejercido su derecho dentro de lapso de tiempo que
para ello le concede la LFT, lo ha liberado de la obligación.
Cuando el trabajador por causas de un riesgo de trabajo sufre una incapacidad o
bien fallece, el patrón estará obligado a pagar una indemnización, al trabajador o a
sus beneficiarios. Pero si el trabajador o sus beneficiarios no demandan el pago de
esta prestación en un lapso de tiempo de dos años, contados a partir de la fecha en
que la incapacidad sea decretada o de que ocurra el deceso del trabajador, según
sea el caso. El patrón no estará obligado a pagar dicha indemnización.
Cuando mediante un laudo, el patrón haya sido condenado al pago de algunas
prestaciones y durante los dos años siguientes a la fecha en que se dictó dicha
resolución, el trabajador no solicito ante la JCA, su cumplimiento, sino que lo hizo
posteriormente. En este caso, el patrón puede oponer a la prescripción como una
excepción, para evitar el pago de las prestaciones a que fue condenado.
En el mismo sentido del párrafo, anterior el patrón puede defenderse, cuando es
demandado por no cumplir con lo pactado en convenios celebrados ante la JCA.

CONCLUSIÓN
Es muy importante conocer los plazos de prescripción de las acciones que pueden
tomar los empleados, patrones o beneficiarios, con el fin de evitar que los plazos
expiren y se extingan nuestros derechos.
Se considera que la Prescripción de las acciones derivadas del contrato de trabajo,
produce inequidad procesal, ya que con esta institución jurídica el trabajar no tiene
las mismas oportunidades que el patrón, por lo tanto se deben implementar
reformas legales que vayan encaminadas a subsanar lo anterior, especialmente en
cuanto los significados que la LFT le da al vocablo término, pues como se comentó
con anterioridad, la redacción legal erróneamente y contraviniendo lo que los juristas
al respecto plasman en sus obras, equipara el término al plazo, produciéndose con
esto, confusiones y perjuicios para las partes, en el sentido de no entender con
claridad el momento en que puede operar la prescripción de sus derechos.

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