Nichols Representación de La Realidad
Nichols Representación de La Realidad
Nichols Representación de La Realidad
La representación
de la realidad
Cuestiones y conceptos
sobre el documental
Título original: Representing rea/itv
Publicado en inglés por Indiana University Press, Bloomington e lndianápolis.
!"edición, 1997
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ISBN: 84-493-0435-0
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Prefacio . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 13
Agradecimientos . .. . . . . . . ... ... . . . . . . .. . . .. .. .... .... .... ....... ... . . . . . ............. .......... ........ 23
PRIMERA PARTE
EJES DE ORIENTACIÓN
SEGUNDA PARTE
EL DOCUMENTAL: UNA FICCIÓN (EN NADA)
SEMEJANTE A CUALQUIER OTRA
S. Fiel a la realidad: la retórica y lo que la excede . ..... . ... ... ...... ... .. ....... 181
Retórica ............................................................................................... 181
Exceso ............................ .................... ................................................. 189
El nexo indicativo . .. .... . . .. . . .. . .. . ... . . . . ... . . . . . . . .... . .. ... ..... ... ..... ... ..... . .... .. .. .. . 198
Subjetividad e identificación .............................................................. 205
Reconocimiento y autenticidad históricos .. .. . ..... .. . . .. . . .. .. .............. .. . ... 21O
TERCERA PARTE
LA REPRESENTACIÓN DOCUMENTAL
Y EL MUNDO HISTÓRICO
sobre narrativa, retórica y realismo, así como sobre ideología, poder y conoci
miento, en lo tocante al cine documental.
Es notable que la última oleada de libros de autor sobre el cine documental
se produjera hace quince años.1 Las películas realizadas a partir de los primeros
años setenta se centran en nuevos temas y adoptan nuevos enfoques formales.
Los estilos de observación de la cinematografía ya no son dominantes. Historias
basadas en entrevistas y los documentales reflexivos, experimentales y perso
nales han demostrado ser subgéneros viables. Nuevos temas y cuestiones como
el movimiento de liberación de la mujer; los derechos de gays y lesbianas; el
medio ambiente; etnicidad, raza, clase y nacionalidad; empresas multinaciona
les; SIDA; la falta de hogares; y los conflictos en América Central, Sudáfrica y
el Oriente Medio son el tema de numerosos documentales e informes especiales
de televisión. La representación documental de estos temas también merece
atención crítica. La ausencia de investigación en forma de libro del cine docu
mental sigue siendo una omisión flagrante en las áreas de estudio sobre perio
dismo, cine, medios de comunicación y cultura.
El estatus del cine documental como prueba del mundo legitima su utiliza
ción como fuente de conocimiento. Las pruebas visibles que ofrece apuntalan
su valía para la defensa social y la transmisión de noticias. Los documentales
nos muestran situaciones y sucesos que son una parte reconocible de una esfera
de experiencia compartida: el mundo histórico tal y como lo conocemos, tal y
como nos lo encontramos o como creemos que otros se lo encuentran. Los do
cumentales provocan o estimulan respuestas, conforman actitudes y suposicio
nes. Cuando el cine documental se muestra en plena forma, una sensación de ur
gencia hace que nuestros intentos de contemplar la forma o analizar la retórica
queden a un lado. Este tipo de películas y sus derivados (noticias y anuncios te
levisivos, mensajes de campañas electorales, propaganda y pornografía) -tienen
un impacto poderoso y omnipresente.
El estatus del documental como discurso sobre el mundo no capta la aten
ción de un modo tan generalizado. Los documentales ofrecen placer y atractivo
mientras que su propia estructura permanece prácticamente invisible, sus pro
pias estrategias retóricas y opciones estílisticas pasan en gran medida desaper
cibidas. «Un buen documental estimula el diálogo acerca de su tema, no de sí
mismo.» Éste podría ser el lema de más de un documentalista, pero pasa por alto
lo cruciales que son la retórica y la forma a la hora de alcanzar este objetivo. A
pesar de un lema semejante, los documentales plantean una amplia gama de
cuestiones historiográficas, legales, filosóficas, éticas, políticas y estéticas. Los
patrones y las preocupaciones que rodean estas cuestiones son las que constitu
yen el objeto de estudio de La representación de la realidad.
Las cuestiones de estructura y estilo se alteran y evolucionan, se transfor
man y se adaptan a las condiciones sociales cambiantes, a la historia cuasiau
tónoma del género del cine documental, así como a las contingencias inmedia-
PREFACIO 15
tas que s e plantean durante e l acto de la filmación en sí. Las opciones disponi
bles para la representación de cualquier situación o acontecimiento -las op
ciones que implican comentarios y entrevistas, observación y montaje, la con
textualización y yuxtaposición de escenas- son las que plantean cuestiones
historiográficas, éticas y estéticas en formas características del documental.
¿Qué relación entre conocimiento y placer que difiere de la ficción narrativa
propone el documental? ¿Cómo se deben utilizar las historias orales o el testi
monio de los expertos? ¿Qué criterios deben regir la objetividad, la selección y
ordenación de hechos, las voces de autentificación y el procedimiento interpre
tativo? ¿Cuáles son las responsabilidades del realizador para con su público y
sus temas? ¿Cómo debe éste justificar su presencia y efecto, no sólo detrás de la
cámara sino también delante de otra gente, en tanto que alimenta confianzas que
posteriormente puede traicionar?
La ausencia de un volumen de investigación sobre estos temas sigue pare
ciéndome notable. A pesar de que desde finales de los años sesenta se observa
un grado considerable de compromiso con el cine de militancia política y trans
formación social tanto entre realizadores como entre críticos, el género cinema
tográfico más explícitamente político, el documental, ha sido objeto de un nivel
de atención ínfimo en comparación con la enorme producción de trabajo sobre
la ficción narrativa. El auge de los estudios cinematográficos académicos den
tro del contexto de la literatura y las humanidades en vez del de la sociología y
las ciencias sociales tiene un peso importante, pero también lo tiene la tenden
cia popular a asociar el término películas con los largometrajes de ficción y a
asociar el largometraje de ficción con cuestiones de arte, espectáculo y sus efec
tos. (En un momento del largometraje de Robert Aldrich La leyenda de Lylah
Ciare [The Legend of Lylah Ciare, 1968] en que el productor interpretado por
Emest Borgnine despotrica contra una referencia a los «filmes» que ha realizado
se pone de manifiesto a la perfección esta tendencia: «¡Filmes ! ¡Filmes ! ¿Qué ha
pasado con las películas? ( ... ) ¡ Recuérdelo; yo hago películas, no filmes ! ».)
Esto hace que el estudio del cine documental contemporáneo sea una especie
de terra incognita en la crítica cinematográfica, en especial en términos concep
tuales o teóricos. (Algunos, entre los que están Julianne Burton, Stuart Cunning
ham, E. Ann Kaplan, Julia Lesage, Eileen McGarry, David MacDougall, Peter
Morris, Joyce Nelson, Michael Renov, Alan Rosenthal, Jay Ruby, Vivían Sob
chack, Tom Waugh y Brian Winston,2 han empezado a explorar este terreno en
artículos y antologías recientes.) Con una excesiva frecuencia damos por su
puesto que el documental es sencillamente una ficción disfrazada, una forma de
narrativa, como las historias escritas, que reivindica su autoridad de un modo
especial minimizando sus aspectos ficticios. En muchas ocasiones, se da por
sentado que las categorías y criterios adoptados para el análisis del cine narrati
vo pueden transferirse sin problema al documental, con, quizá, algunos cambios
de menor importancia. Es posible que las patologías de la escopofilia (voyeu-
16 LA REPRESENTACIÓN D E L A REALIDAD
modo en que cada una de estas modalidades de representación establece una se
rie diferente de retos y limitaciones éticos. La representación de los actores so
ciales implica el uso de gente (en vez de actores profesionales) cuyas vidas pue
den quedar permanentemente alteradas a causa de este proceso. La presencia
--o ausencia fingida- del director tiene implicaciones significativas. La orga
nización del espacio cinematográfico (la ubicación del realizador, la proximi
dad de la cámara a los sujetos, la exclusión o inclusión de información contex
tua!) se convierte en el principal medio a través del que las cuestiones éticas se
manifiestan de forma concreta en la realización documental. El lugar histórico
se convierte en espacio ético. Películas específicas como Model, Streetwise,
Hotel Terminus: The Ltfe and Times of Klaus Barbie, Shoah, First Contact y
Numéro Deux* se utilizan como material primario para el estudio de la política
y la ética de la realización documental.
La segunda parte, «El documental: una ficción (en nada) semejante a cual
quier otra», estudia las diferencias entre representar un mundo imaginario y el
mundo histórico, entre contar una historia y hacer una argumentación, entre es
tablecer una iderti íficación subjetiva con los personajes y establecer una impre
sión de objetividad o responsabilidad con respecto a un sujeto histórico. La am
plitud de la segunda parte se debe en gran medida a las relaciones ambivalentes
y estrechamente entrelazadas entre documental y ficción, narrativa y exposición
y a la carencia de estudios previos sobre las mismas. Las estrategias formales se
solapan pero su contexto e implicaciones suelen diferir de un modo considerable.
La tercera parte, «La representación documental y el mundo histórico», lleva
este estudio a los ámbitos de investigación más afectivos y proposicionalmente
complejos. ¿Puede seguir funcionando el documental bajo el estandarte del hu
manismo liberal, particularmente en sus manifestaciones etnográficas? ¿Cómo
responde la representación documental del cuerpo a la cuestión fundamental de
«qué hacer con la gente»? Éstas son las dos preguntas esenciales de la última sec
ción. El capítulo 7, «Pornografía, etnografía y los discursos del poder» (basado en
un artículo escrito en colaboración, como refleja la sección de agradecimientos)
plantea la cuestión de cómo las representaciones de lo extraño y exótico sostienen
formas específicas de deseo, placer y conocimiento. La función de la distancia (la
organización del espacio como indicio de poder) y la mirada clínica (la visión de
la cámara como suplente de una esfera institucional) son máximos exponentes del
paralelismo entre estas dos prácticas sociales, la pornografía y la etnografía. Este
capítulo resume temas recurrentes relativos a ética, política, estilo, retórica, repre
sentación y el cuerpo tal y como figuran en el discurso occidental contemporáneo,
volviendo a examinar las modalidades imperantes de representación documental
a la luz de desafíos y alternativas a la tradición occidental que ponen de manifies
to películas como De grands événements et des gens ordinaires, de Raúl Ruiz,
* Para cualquier dato sobre las películas citadas, acúdase a la filmografía final. (N. del e.)
PREFACIO 21
tions of Magnitude» en John Comer (comp.), The Documentary and Mass Me
dia (Londres, Edward Amold Publishers, 1986) y como <<History, Myth and
Narrative in Documentary», Film Quarterly, 4 1 , n. 1 (otoño de 1987). El capí
tulo 7 tuvo su origen en un trabajo semestral de Catherine Needham y Christian
Hansen en mi seminario de otoño de cine etnográfico en la Queen's University.
El paralelismo entre pornografía y etnografía me pareció una nueva perspectiva
fundamental con implicaciones más significativas que el paralelismo entre por
nografía y cine narrativo, sobre todo el musical tal y como se describe en <<Let
ter to John>>, de Paul Willemen, Screen, 21, n. 2 (verano de 1980), págs. 53-65.
24 LA REPRESENTACIÓN DE LA REALIDAD
lin Leys del Political Studies Department, de la Queen' s University, por incluir
me en un curso sobre ideología organizado por una licenciada de su departa
mento con dotes excepcionales, Radika Desai. El trabajo llevado a cabo en este
contexto fue esencial para mis ideas sobre ideología y documental.
E. Ann Kaplan, Michael Renov, Vivían Sobchack y Tom Waugh me han
ofrecido la ayuda y los ánimos que tanto necesitaba durante el proceso de pla
nificación de la estructura de este libro y búsqueda de apoyo financiero para su
conclusión. Sus propias investigaciones y escritos acerca del documental han
establecido un estándar al que espero haber hecho justicia.
Durante la preparación de este libro, he aprendido a respetar en mucho ma
yor grado los extraordinarios conocimientos y aptitudes de las personas que
programan los festivales que a menudo ofrecen al público nuevos documenta
les. La amplitud y vigencia del conocimiento que poseen estos individuos supe
ran en gran medida a las de la mayoría de los que impartimos clases sobre este
tema, y su capacidad para ayudar a transformar nuestra forma de exposición a
los textos con encuentros directos entre realizadores y espectadores suele abrir
nos el camino hacia nuevas perspectivas a las que no podríamos haber llegado
de ningún otro modo. Tengo una deuda de gratitud particular con el trabajo de
Laura Thielen y Peter Scarlett del San Francisco Intemational Film Festival y
con Brian Gordon, por su trabajo administrativo en la constitución del jurado
del Golden Gate Award en el San Francisco Festival; él me ha ofrecido la opor
tunidad de estudiar un conjunto de obras contemporáneas que de otro modo no
habría visto. También quiero mostrar mi inmenso aprecio por el excepcional
trabajo de Helga Stephenson, Piers Handling y Kay Armatage del Toronto's
Fe stival of Festivals. He considerado como un secreto bastante bien guardado,
hasta años recientes, que dirigen lo que probablemente es el mejor festival de
cine del mundo. Desde luego me han brindado incontables oportunidades de ver
películas y conocer a realizadores que han pasado a formar parte de este libro.
Connie Fitzsimmons, del Long Beach Museum of Art, y Geoffrey Gilmore, di
rector de programación del UCLA Film and Television Archive, también me
han permitido ver obras de gran valor a las que no resulta nada fácil acceder.
Bob Rosen, director del U CLA Film and Television Archive, también ha re
sultado ser un colega y amigo indispensable. Me he beneficiado de innumera
bles conversaciones compartidas con él sobre documental y ficción cuando
nuestros caminos se han cruzado en lugares que van desde Pekín hasta La Ha
bana y desde Los Ángeles hasta Moscú. Su escepticismo hacia la tendencia de
los académicos a contemplar el mundo aislados del mismo me ha resultado de
lo más saludable.
Durante el periodo de redacción, entre 1987 y 1990, me he beneficiado en
más sentidos de los que podría agradecer del apoyo, las nuevas perspectivas, los
ánimos y la crítica de Julianne Burton. Su considerable revisión de mi prime
ra tentativa de distinguir entre los tratamientos directo e indirecto en el docu-
AGRADECIMIENTOS 27
A la sombra de Platón
Baudrillard ya no percibe una realidad que está ahí sino sólo imágenes que
s 1 mulan algo que ya no es accesible excepto a través de estas simulaciones. Es
� omo si la entrada a la cueva de Platón estuviera cerrada y todo lo que pudiéra
::--,os ver a nuestras espaldas, proyectando sombras sobre la pared, fueran las fi
� t:ras sobre el parapeto. Estas figuras, no obstante, no son el mundo de la reali-
2.id histórica. Están ahí con objeto de proyectar sombras; ésa es su función y
:.-;:..tli dad. Nada existe detrás ni más allá de ellas; lo único que hay aparte de ellas
< c>n l as sombras que constituyen una implosión circular de imagen y realidad,
, , �nos y aquello a lo que hacen referencia. La realidad se ha constituido por y
36 EJES DE ORIENTACIÓN
para el juego de sombras que pone en práctica. Ya no podemos decir que hay al
guna estructura o concepto del que las figuras sobre el parapeto son una imita
ción y las imágenes sobre la pared no son sino copias de esta copia. Todas las
metáforas de profundidad y abstracción, de niveles de significado y realidad
«más elevados» o «más profundos» se derrumbran sobre la superficie infinita
de simulaciones y simulaciones de simulaciones.
Por seductoras que sean estas afirmaciones. yo no las acepto. Este l ibro está
dedicado a otra serie de proposiciones; unas proposiciones en las que la separa
ción entre la imagen y aquello a lo que hace referencia sigue siendo una diferen
cia importante. Es posible que nuestro acceso a la realidad histórica no tenga
lugar únicamente a través de representaciones, y en ocasiones estas representa
ciones pueden parecer más dispuestas a morderse su propia cola que capaces de
garantizar la autenticidad de aquello a lo que hacen referencia. Ninguna de es
tas condiciones, sin embargo, excluye la persistencia de la historia como una rea
lidad con la que tenemos que vémoslas. B audrillard, como Platón, lleva las co
sas hasta el límite; en su caso se trata de un límite de nihilismo más que de
idealismo. Es posible, no obstante. aceptar la verdad que hay en el argumento
de Baudrillard acerca de la inmortalidad de las imágenes sin metemos junto a é l
e n e l cajón de arena del nihilismo. Se siguen perdiendo vidas e n sucesos como
la invasión de Granada aunque una «guerra» semejante se comunique y perciba
más como la simulación de una guerra que como una guerra tal cual. De hecho,
la realidad del dolor y la pérdida que no forma parte de simulación alguna es lo
que consituye la diferencia entre la representación y la realidad histórica de im
portancia crucial. Hacer que esta diferencia sea accesible para su consideración
no está más allá del poder del documental .
Hay otro pequeño problema con la crítica que hace Platón de la imagen,
cuando no con la de Baudrillard: no estamos ni un ápice más cerca de la socie
dad que imaginara Platón de lo que los Estados socialistas han estado de la or
ganización comunitaria que imaginara Marx. El idealismo que impregna la re
pública utópica de Platón se extiende más allá de la noción de que las imágenes
no son sino copias de las que debemos, por mucho que nos cueste, liberamos.
Su concepción del conocimiento y del filósofo como gobernante no está conta
minada por la escoria de las distracciones mundanas ni por la ideología y el deseo.
«El auténtico filósofo». nos recuerda Platón, «no tiene tiempo para fijarse
en las cuestiones de los hombres, ni para tomar parte en sus rencillas con toda
la envidia y amargura que conllevan. Sus ojos están dirigidos a la contempla
ción de realidades fijas e inmutables, un reino en el que no hay injusticia infli
gida ni sufrida, sino en el que todo es razón y orden, y que es el modelo que él
imita y al que se acerca tanto como le es posible.»5 Y, continúa Platón, los guar
dianes y gobernantes «deben saber que no tienen necesidad de oro y plata mor
tales y m ateriales, porque tienen en sus corazones el oro y la plata celestes que
les han dado los dioses como posesión permanente y sería indigno manchar e l
EL DOMINIO DEL DOCUMENTAL 37
oro celeste que poseen mezclándolo con el terreno, ya que el suyo no tiene má
cula, mientras que el que intercambian los hombres es una fuente común de
maldad. Sólo ellos, por tanto, de entre todos los ciudadanos tienen prohibido to
car o tratar con plata u oro... De esto depende su seguridad y la del Estado».6
Platón elimina no sólo la avaricia sino también la envidia y la tiranía, ya que
el deseo en todas sus formas es una manifestación de lo contrario a la razón, lo
irracional. La familia y todas sus neurosis y perversiones se disuelven al con
vertirse el sexo en un ejercicio de genética en vez de una catexis libidinosa:
«Nuestros hombres y mujeres guardianes deben tener prohibido por la ley vivir
'
juntos en casas independientes, y todas las mujeres deben ser comunes para to
dos los hombres: del mismo modo, los niños deben criarse en común, y ningún
padre debe conocer a su hijo, ni ningún hijo a su padre».7
La búsqueda de una vida razonada pasa factura, pero, más concretamente,
los usos de la razón son mucho más diversos, están estratificados con mayor
complejidad y son potencialmente más nefarios de lo que toleraría Platón. La
impureza de las imágenes no es el impedimento definitivo para la verdad sino
parte esencial de una cultura en la que la República de Platón sigue siendo un
ideal (imposible). Nuestros guardianes y sus «ayudantes» (la clase dirigente
profesional) están cómodamente sentados a la mesa de los deseos «irraciona
les». Palpan libremente las frutas prohibidas de la recompensa monetaria y la
acumulación del capital y, al igual que nosotros, surgen -suscitándolas a su
vez- de esa sucesión de cuestiones familiares que Freud no hizo sino empezar
a desentrañar. En resumen, la razón está al servicio de la sociedad que la des
precia, aunque no desinteresadamente. Está dentro del ámbito de la ideología
considerar cuándo hablamos con razón y justicia. La ideología, que Platón de
bía haber entendido como opinión y creencia, si es que llegó a entenderla, re
sulta mucho más difícil de borrar de las páginas de la historia que de una utopía.
Imagen e ideología
tán en el núcleo de nuestra construcción como sujetos y quizá por esta causa las
imágenes también se impugnan como cosas imprecisas, poco científicas e in
manejables que requieren subordinación y control.
Y sin embargo las imágenes no son tan inmanejables como puede parecer.
Pueden unirse con palabras y con otras imágenes en sistemas de signos y, como
consecuencia, de significado. Pueden enmarcarse y organizarse en un texto. La
semiología aborda este amplio dominio de la significación, y uno de los objetos
preferidos del escrutinio semiótico de los años setenta fue el cine, en especial ese
cine dominante pero marginal del filme narrativo que proscribe el resto del cine
con el socorrido término de «no narrativo». La semiótica y, después de ésta, el
psicoanálisis, dirigen su atención hacia las películas de ficción donde analizan la
función del inconsciente y sus afinidades con la ideología. El filme de ficción pre
senta un gran abanico de síntomas de enfermedades sociales masculinas; de con
tradicciones reales que se resuelven por arte de magia o ni siquiera se resuelven;
de proyecciones que sirven para representar a las mujeres como una figura imagi
naria, la mujer, en sus diversas formas (estereotípicas); de deseos que brotan y cir
culan como parte de una economía cuyo objetivo --con cierto riesgo para sí mis
ma, sin duda alguna- consiste en manipular la contradicción y proponer ideales
utópicos inmunes a las mismas ideologías que suscribieran su construcción.
Si el documental se mantuvo al margen de todo esto fue porque no era lo
bastante marginal. No parecía traicionar con la misma intensidad, una vez des
codificado o detectadas sus lagunas y fisuras internas, estas mismas contradic
ciones centrales de género, raza, clase o nacionalidad. Podría perfectamente
abordar estas cuestiones y ser susceptible a análisis que revelasen puntos cie
gos, asunciones ocultas y conclusiones erróneas, pero la estructura profunda del
inconsciente se escaparía, pasando inadvertida y esquivando la confrontación.
La ideología seguiría fuera de control.
Este supuesto de la complicidad del documental con los discursos domi
nantes de sobriedad y, situado de este modo, de su carencia de un acceso pre
ferente al subconsciente y a la parte más vulnerable de la sociedad lo relegó a
un estatus subordinado de la teoría crítica, una posición que reflejaba su subor
dinación a los discursos principales de los que el documental era supuestamen
te un lacayo: geografía cultural para la película sobre la naturaleza; historia para
el documental histórico; sociología y ciencias políticas para la película de cues
tiones sociales; interacción simbólica para el cinéma vérité norteamericano (un
referente más disimulado que algunos otros); antropología y etnografía escrita
para la película etnográfica; ciencia «real» para la película «científica» o edu
cativa»; el partido de vanguardia, la izquierda radical, o las alianzas conser
v adoras y la derecha reaccionaría para los filmes de contienda política. El dis
curso antinuclear de la doctora Helen Caldicott puede ser una experiencia
comovedora para un cierto público, pero, ¿por qué se habría de ver o estudiar
una película del mismo (lj You Lave This Planet) cuando hay por examinar una
EL DOMINIO DEL DOCUMENTAL 39
gran abundancia de información impresa avalada por expertos? ¿,Por qué hacer
hincapié en películas que son meras imitaciones de conceptos e imágenes gene
radas en otra parte cuando el propio discurso está disponible para su estudio?
Esto, sin embargo, equivale a negar hasta qué punto están fundamen
talmente unidas imagen, ideología y utopía. Las imágenes ayudan a constituir
las ideologías que determinan nuestra propia subjetividad; las imágenes encar
nan esas subjetividades y patrones de relación social alternativos que nos pro
porcionan ideales culturales o visiones utópicas. La crítica de la imagen adqui
ría un sentido eminente dentro del marco del pensamiento liberal del siglo XIX,
en el que la palabra ejercía un reinado supremo. Ahora la palabra tiene proble
mas propios. El lenguaje puede parecer una cárcel que nos confina a un abani
co de posibilidades predeterminadas y nos impide cualquier acceso más directo
a lo real más allá de sus límites. En el sentido de que el lenguaje nos habla en
\ ez de hablarlo nosotros, nos encontramos con que la crítica de la copia ahora
y las primeras dos partes desvelan el entramado narrativo con que se h a conta
do esta «historia». ¿Qué hace falta para que un ev�nto histórico tenga acceso al
sistema de circulación de las noticias en hora de máxima audiencia, en especial
si no hay publicistas que lo respalden? ¿En qué punto el asunto «habitual» de
una muerte individual y la desgracia ocasional del hambre alcanzan una magni
tud que requiere ser objeto de comentario? ¿Qué pruebas deben aportarse, oral
o visualmente, antes de que el suceso pueda semos presentado como una «tra
Bajo esta luz el documental puede considerarse una práctica institucional con
un discurso propio. Llevados por una preocupación fundamental por la repre
sentación del mundo histórico, surgirán y se verán enfrentados diversos princi
pios organizativos, patrones de distribución y exhibición, estilos, estructuras,
técnicas y modalidades. Como señala Jean-Franr;ois Lyotard, este proceso es si
milar a la conversación común aunque con limitaciones añadidas:
discursos sobre la locura sería la interacción de las reglas que definen las trans
formaciones de estos objetos diversos, su no identidad a través del tiempo, la fi
sura producida en ellos, la discontinuidad interna que suspende su permanencia.
Paradójicamente, definir un grupo de afirmaciones según su individualidad sería
definir la dispersión de estos objetos, aprehender todos los intersticios que los se
paran, medir las distancias que se extienden entre ellos; en otras palabras, formu
lar su ley de división. 14
entrevista sin mostrar al realizador, ni tan siquiera incluir su voz. Los individuos
se sumarán a estas limitaciones y las modularán a través de su práctica cinema
tográfica, garantizando que las películas que llamamos documentales conserven
una autonomía relativa con respecto a cualquier definición definitiva o determi
nante que de ellos se pueda hacer.
Un corpus de textos
incluso a la contaminación que los ecosistemas que están a menor altitud. La ca
lidad del agua potable en una buena parte del oeste de los Estados Unidos y la
supervivencia del entorno de las Montañas Rocosas están en peligro. La pelícu
la termina regresando a individuos que han aparecido anteriormente, ofreciendo
testimonios acerca de la magnitud del problema. Ahora les oímos hablar de or
ganizaciones y comités, actividades ecológicas y cabildeos gubernamentales,
esfuerzos individuales y reformas legislativas que, en conjunto, indican cómo
se puede enfocar el problema para, a la larga, resolverlo.
Esta estructura se observa en un gran número de documentales, aunque al
gunos de los más interesantes abordan este patrón paradigmático con cierta ma
licia (por ejemplo, Poto and Cabengo, Demon Lover Diary, British Sounds y
Sans soleil desbaratan nuestras expectativas de encontrar un problema bien de
finido y una solución al alcance de la mano). Los documentales que son princi
palmente de observación exhiben estructuras más próximas a las de la ficción
narrativa: una economía de conflicto, complicaciones y resolución basados en
personajes sustituye a la de la lógica documental de problema/solución. Aun
así, la estructura de problema/solución ejerce un influjo considerable y condi
ciona la organización de escenas así como de películas enteras. Una escena tí
pica en la ficción narrativa establece tiempo y lugar; presenta personajes que
avanzan en sus tentativas de abordar el conflicto, carencia o desequilibrio, y
acaba con sugerencias de otras acciones o respuestas necesarias en otro tiempo
y lugar (una nueva escena). En el documental, una escena típica establece el
tiempo y el lugar, así como un nexo lógico con escenas anteriores; presenta la
naturaleza probatoria de alguna porción de una argumentación más amplia
1 como una ilustración, ejemplo, entrevista con testigo o experto, metáfora vi
sual o contrapunto sonido/imagen) y acaba con sugerencias sobre cómo la bús
queda de una solución puede llevar a otra escena, en otro tiempo o lugar.
A menudo describir una escena típica es ofrecer generalizaciones. Muchas
escenas negarán este bosquejo dando la impresión de que acaban ya sea en la
banda sonora, ya en la visual, pero siguen en la otra (en Downwind, Downstre
am, por ejemplo, saltamos visualmente de una explotación minera a otra, pero el
pesado no tendría por qué violar la lógica de la escena: puede implicar que el
agua de esas piscinas ya no es tan segura como creemos. El salto visual geográ
fico va unido por una lógica de implicación. En otras palabras, aunque un do
cumental representa el mundo histórico familiar, puede albergar muchos más
huecos, fisuras, grietas y saltos en la apariencia de su mundo. La gente y las per
sonas pueden aparecer de un modo que en la ficción causaría inquietud por su
50 EJES DE ORIENTACIÓN
tados como tales, en vez de como elementos de una trama. Esto, a su vez, da
prioridad a los elementos de estructuración de un argumento que tienen que ver
con algo externo al texto, en vez de a los elementos de estructuración de una his
toria interna en el mismo. Aunque la fabricación de una trama y la elaboración
de una argumentación pueden implicar formas y estrategias similares, también
son diferentes. Las historias tienen lugar en un universo imaginario por muy
fielmente basadas que estén en acontecimientos o personajes reales. Las argu
mentaciones ocupan un espacio imaginario (son abastractas), pero, en el docu
mental, abordan o representan temas que surgen en el mundo histórico en el que
se desarrolla la vida. Las historias dependen característicamente de la trama; las
argumentaciones, de la retórica. Las historias deben ser verosímiles; las argu
mentaciones deben, además, ser convincentes. Si entendemos la argumenta
ción, debemos estar preparados para explicarla; si comprendemos una historia,
debemos ser capaces de interpretarla.
La centralidad del argumento da a la banda sonora una importancia particu
lar en el documental. Ello está de acuerdo con la relación entre el documental y
los discursos sociales de sobriedad que circulan a través de la palabra. Las ar
gumentaciones requieren una lógica que las palabras son capaces de sostener
con mucha más facilidad que las imágenes. Como ejemplo destacado, las imá
genes no nos permiten la negación. Un cuadro de una pipa es una imagen de una
pipa. (La condition humaine de Magritte, con su inscripción «Ceci n 'est pas
une pipe», hace que esta cualidad pase a un primer plano.) Las imágenes son
concretas. Siempre pertenecen a un tiempo y un lugar concretos. Las palabras
nos permiten abstracciones como «amor» y designaciones como «paraguas»
que señalan claramente la clase de objetos conocidos como paraguas sin nece
sidad de hacer referencia a un miembro de esa clase. Las combinaciones de imá
genes -a través del montaje o las secuencias de montaje, los intertítulos y la
)UXtaposición de imágenes y sonidos- pueden superar algunos de estos obs
táculos, pero la mayoría de los documentales siguen recurriendo a la banda so
nora para que lleve una buena parte del significado general de su argumentación
abstracta.
El documental se basa considerablemente en la palabra hablada. El comen
tario a través de la voz en off de narradores, periodistas, entrevistados y otros
actores sociales ocupa un lugar destacado en la mayoría de los documentales.
Aunque somos perfectamente capaces de deducir la historia de muchas pelícu
las de ficción viendo únicamente la sucesión de imágenes (viendo una película
en un avión sin auriculares se puede verificar este punto), nos veríamos en apu
ros a la hora de inferir el argumento de un documental si no tuviéramos acceso
a la banda sonora. En este contexto, la narración de una situación o suceso por
parte de un personaje o comentarista del documental suelen tener un halo de
autenticidad. Los documentales suelen invitamos a aceptar como verdadero lo
que los sujetos narran acerca de algo que ha ocurrido, aunque también veamos
52 EJES DE ORIENTACIÓN
que es posible más de una perspectiva. (Cada narración transmite una verdad si
tuada, similar a los distintos puntos de vista de los personajes con respecto al
mismo suceso en la ficción.) La ficción, sin embargo, nos suele invitar a sospe
char de lo que nos dicen los personajes, a circunscribirlo y restringirlo más es
trictamente al conocimiento y la perspectiva de un personaje; también hay que
incorporar otra información. (Esto es especialmente obvio en las películas de
detectives.) En el documental, la narración de un suceso es la reivindicación de
la historia. La restricción y la subjetividad rara vez se inmiscuyen como facto
res de complicación.
Por el contrario, los documentales arriesgan en cierta medida su credibili
dad cuando reconstruyen un suceso: se produce una ruptura en el nexo indicati
vo entre imagen y referente histórico. En una reconstrucción, el nexo sigue es
tando entre la imagen y algo que ocurrió frente a la cámara, pero lo que ocurrió
ocurrió para la cámara. Tiene el estatus de un suceso imaginario, por muy fir
memente basado que esté en un hecho histórico. Las ficciones, por otra parte,
suelen otorgar mayor credibilidad a las reconstrucciones que a las narraciones.
Podemos ver y oír lo que se supone que ocurrió; la reconstrucción se presenta
como una confirmación (ficcional) de lo que meramente se había supuesto.
Después de oír varios relatos verbales de una violación en Acusados (The Ac
cused, 1988), se nos pide que creamos la única narración (realizada por un tes
tigo) que se presenta como una reconstrucción. Y en Ciudadano Kane (Citizen
Kane, 1 94 1 ) se nos pide que creamos en la validez de cada uno de los flash
backs/reconstrucciones a pesar de que la película propone que la historia del se
ñor Kane está por encima de todos ellos. (Curiosamente, los libros basados en
hechos reales como Indecent Exposure, Final Cut y Todos los hombres del pre
sidente han adquirido la costumbre de añadir diálogos reales a relatos de suce
sos pasados. Al no tener el problema de necesitar un actor real que se parezca al
personaje histórico sin ser él, este tipo de diálogos aportan una credibilidad a los
relatos escritos de la que siguen careciendo las reconstrucciones visuales. El
diálogo escrito potencia la sensación de autenticidad; el diálogo hablado la sen
sación de que se trata de una ficción.)
La estructura del texto documental también presenta paralelismos con otros
textos. Estos paralelismos se pueden dar en varios niveles distintos. Pueden per
tenecer a un movimiento, periodo, cine nacional, estilo o modalidad. Como el
concepto de género, todos éstos son modos de caracterizar las películas por sus
similitudes en vez de por sus diferencias. Si se considera el documental como
un género (así como una institución), las subdivisiones dentro del documental
pueden tener otras denominaciones. Un movimiento es un grupo de películas
realizadas por individuos que comparten una visión u objetivo común. El neo
rrealismo es un ejemplo destacado en la ficción y el cinéma vérité norteameri
cano lo es en el documental. Un periodo es una unidad histórica de tiempo en la
que las similitudes y diferencias entre películas adquieren especial importancia
EL DOMINIO DEL DOCUMENTAL 53
con respecto a su época. El periodo de la década de los treinta, por ejemplo, vio
a la mayor parte de los trabajos documentales adoptar una cualidad de noticia
rio cinematográfico como parte de una sensibilidad de la era de la Depresión y
una perspectiva política que hacía hincapié en la acción social y económica. En
ocasiones la categoría de cine nacional es útil para identificar características
comunes a la obra de un país determinado, por lo general también durante un
periodo específico. El trabajo de la Unidad B en el National Film Board of Ca
nada durante los últimos años cincuenta y la década de los sesenta, con su énfa
sis en grupos marginales y prácticas inusuales enfocadas desde una perspectiva
irónica o distanciada pero no sensacionalista, constituye un claro ejemplo (en
películas como The Back-Breaking Leaf, Lonely Boy, Quebec, USA, Rouli-rou
lant, Blood and Pire, 1 Was a Ninety Pound Weakling y The Universe).
El estilo hace referencia al modo característico que tiene un realizador indi
vidual de hacer una exposición, pero también al modo cómun de hacer una ex
posición compartido por un colectivo. En esta segunda acepción el estilo se
asemeja a un discurso institucional, con reglas y limitaciones que rigen sus ope
raciones, reglas que en sí mismas están sujetas al cambio. El estilo apoya el des
pliegue de una trama para constituir una historia y el de pruebas para elaborar
una argumentación. Si hay un estilo que haya caracterizado el documental con
mayor energía es el realismo. El realismo ha sido una influencia tan difundida y
generalizada que no ofrece un apoyo particularmente adecuado para el análisis
documental. Debido a su omnipresencia en nuestra cultura, este propio concep
to debe clarificarse y delimitarse. Hay que establecer las subcategorías de va
riación nacional e histórica asociadas con diferentes formas de tecnología y ar
ticulaciones de intención características. Las similitudes y diferencias entre el
realismo en las películas de ficción y en los documentales (diferenciados de
nuevo en subcategorías afines como el Free Cinema de la Inglaterra de los años
cincuenta y el realismo de «vicio y corrupción» de las películas británicas de
acción de aquella época, o el documental de observación o cinéma vérité nor
teamericano y el cine neorrealista italiano) también deben estudiarse en mayor
profundidad. Se trata de retos que bien merece la pena tener en cuenta y se han
postergado al capítulo 6 con objeto de introducir aquí otras subcategorías de la
producción documental.
Las modalidades de producción documental, por ejemplo, identifican las
principales divisiones históricas y formales dentro de la base institucional y dis
cursiva de forma que complementan los estudios de estilo pero basándolos al
mismo tiempo en prácticas materiales. En el capítulo 2 se estudian cuatro moda
lidades de práctica documental: expositiva (la modalidad de documental «clási
co»), de observación, interactiva y reflexiva. Cada modalidad establece una je
rarquía de convenciones o normas específicas que sigue siendo lo bastante
flexible como para incorporar un alto grado de variación estilística, nacional e
individual sin perder la fuerza de un principio organizativo. (En los documenta-
54 EJES DE ORIENTACIÓN
mientos que difícilmente podrá desbaratar texto alguno. Con el tiempo, sin em
bargo, las inferencias que realizamos y las hipótesis que ponemos a prueba pue
den cambiar considerablemente según la acumulación de experiencia y la trans
formación de estilo, estructura y modalidad en los textos que nos encontremos.
La diferencia más fundamental entre las expectativas creadas por la ficción
narrativa y el documental reside en el estatus del texto en relación con el mun
do histórico. Esto presenta dos niveles. Indicios dentro del texto y supuestos se
gún la experiencia anterior nos llevan a inferir que las imágenes que vemos (y
muchos de los sonidos que oímos) tuvieron su origen en el mundo histórico.
Técnicamente, esto significa que la secuencia de imágenes proyectada, lo que
ocurrió frente a la cámara (el suceso profílmico) y el referente histórico se con
sideran congruentes el uno con respecto al otro. La imagen es el referente pro
yectado sobre una pantalla. En el documental a menudo empezamos dando por
sentado que la etapa intermedia -la que se produjo frente a la cámara- sigue
siendo idéntica al hecho real que podríamos haber presenciado nosotros mismos
en el mundo histórico (Hitler habla en Nuremberg en Triumph des Willens, pes
cadores realizan su trabajo en Drifters, se descubren supervivientes y víctimas
de campos de concentración en Nuit et brouillard, los mineros van a la huelga
en Harlan County, U.S.A.).
Es posible que en muchos documentales modifiquemos esta asunción para
dar razón del modo en que la presencia de la cámara y el realizador influyen en
los sucesos que aparecen registrados. A este respecto sólo cabe especular ya que
no se puede tener la seguridad de qué habría ocurrido si la cámara no hubiera es
tado allí. Aunque cuestionable, la propia dinámica de abordar semejante conje
tura distingue una modalidad documental de compromiso por parte del especta
dor. En una ficción narrativa damos por supuesto que el suceso profílmico se
construyó con el propósito de narrar una historia, que su relación con cualquier
suceso histórico es metafórica, que la gente que vemos, aunque «se interpreten
a sí mismos» o no sean profesionales, no por ello dejan de estar preparados o de
haber ensayado y que los lugares, aunque posiblemente sean auténticos, podrían
ser perfectamente réplicas e imitaciones sin que ello pusiera en peligro el esta
tus de la narrativa.
En un segundo nivel más global establecemos un patrón de inferencias que
nos ayuda a determinar qué clase de argumentación está realizando el texto
acerca del mundo histórico en sí, o al menos de alguna pequeña parte del mis
mo. En vez de utilizar esquemas de procedimiento para formular una historia,
los utilizamos para seguir o elaborar una argumentación. Al igual que otros dis
cursos de lo real, la argumentación documental pertenece al mundo histórico en
sí en vez de a un mundo imaginario más o menos similar al que habitamos físi
camente. Incluso si las imágenes pierden su reivindicación de congruencia, in
cluso si el documental construye lo que ocurre frente a la cámara como una re
presentación de lo que ocurre en el mundo, como lo hacen las películas Night
EL DOMINIO DEL DOCUMENTAL 57
Mail, Louisiana Story, Nanuk el esquimal, Letter from Siberia y The Thin Blue
Line, persistiremos, mientras demos por sentado que lo que estamos viendo es
un documental, en inferir un argumento acerca del mundo. El espectador docu
mental emplea «procedimientos de compromiso retórico» en vez de los «proce
dimientos de compromiso de ficción» que orientan el visionado del largometra
je narrativo clásico.
Nuestros procedimientos de visionado de documentales incluirán modos de
asignar motivación a lo que vemos. Como término formal la motivación hace
referencia al modo en que la presencia de un objeto está justificada en relación
con el texto.1 7 En el documental una motivación primordial es el realismo: el
objeto está presente en el texto debido a su función en el mundo histórico. Las
colinas y los campos del Valle de Liri se presentan en The Battle of San Pietro
porque fueron el lugar histórico en el que tuvieron lugar luchas cruentas duran
te la Segunda Guerra Mundial. Definieron el devenir de la batalla; bajo su as
pecto visible hay un territorio histórico.
Otra forma de motivación es la funcional: el propio argumento justifica o
hace necesaria la presencia de un objeto. Los comentarios de presentación del
general Mark Clark en The Battle of San Pietro, por ejemplo, tienen una justifi
cación funcional: presentan el argumento oficial en lo que respecta a la impor
tancia de la batalla y la admisibilidad de su coste. De forma similar, los prime
ros planos de soldados enemigos muertos pueden estar motivados de modo
realista (éstos son algunos de los hombres que murieron en las colinas cerca de
San Pietro) y de modo funcional (estos rostros de hombres muertos ilustran el
terrible precio de la guerra, proposición que forma parte de la argumentación
global de la película).
La motivación intertextual también entra en juego. En este caso la justifica
ción de la presencia de algo en la película surge de su presencia esperada o an
ticipada en películas de un cierto tipo. En The Battle of San Pietro esto incluiría
las secuencias de montaje de cortinas de fuego de artillería en las que las armas
disparan en sucesión estrepitosa y rítmica, planos de aldeanos italianos cele
brando la llegada de las tropas norteamericanas y planos de soldados de infan
tería avanzando a través del terreno en disputa, bajo el fuego. Este tipo de pla
nos son lugares comunes del documental de guerra, del mismo modo que las
entrevistas con testigos implicados se han convertido en parte esencial del do
cumental histórico. Tienen la fuerza de las convenciones y ayudan a definir un
género, subgénero o modalidad de producción documental.
Por último, la motivación formal se produce cuando justificamos la presen
cia de una imagen según su contribución a un patrón formal o estilístico intrín
seco al texto. Éste es el tipo de motivación que menos se le atribuye al docu
mental pero puede ser un factor importante. Los rostros de soldados muertos,
por ejemplo, pueden recibir su motivación principal de un modo realista (éstos
son algunos de los muertos auténticos), funcional (como parte de una argumen-
58 EJES D E ORIENTACIÓN
tación acerca del terrible precio de la guerra) o incluso intertextual (como una
imagen que esperamos encontrar en los documentales sobre la guerra) pero tam
bién operan de un modo formal: los planos de estos rostros establecen un plano
formal de composición y ritmo en el que la serie de soldados norteamericanos
muertos contrasta con otra serie que representa al enemigo muerto según el cual
el trasfondo emotivo de la batalla y las convenciones de registro requieren dife
rentes representaciones de los norteamericanos y los enemigos muertos (vemos
los rostros de los enemigos muertos pero no los de los norteamericanos muer
tos).18
Del mismo modo, las imágenes de la iglesia y su coro adquieren múltiples
motivaciones que nosotros procesamos como espectadores. Desde un punto de
vista realista, las vemos como imágenes auténticas de la iglesia de San Pietro;
desde un punto de vista funcional, la ima&en sirve para confirmar el argumento
de que la guerra ha infligido un severo golpe a la vida habitual del pueblo (la
iglesia ha sido bombardeada). Desde un punto de vista intertextual, estas imá
genes entran en la categoría general de ejemplos de la devastación de la guerra,
en especial de los daños causados a objetivos no militares o civiles. (También
están motivadas, irónicamente, por una referencia intertextual a los documenta
les que catalogan y muestran obras de arte destacables.) Desde un punto de vis
ta formal, las cualidades de composición y claroscuro de las imágenes hacen de
la iglesia un objeto de belleza intrínseca. La yuxtaposición de estos elementos
visuales con el comentario en voice-over al estilo de las visitas a monumentos
(«Obsérvese el interesante tratamiento del coro») añade otro tipo de motivación
formal: el «interesante tratamiento» es el resultado del bombardeo, no del ta
lento artístico, pero la ironía de esta yuxtaposición requiere que reconozcamos
lo poco apropiado de la afirmación. Esto a su vez requiere que entendamos
cómo la organización formal del texto produce una serie característica de con
venciones (las del discurso de aprecio del arte) en clave de ironía --es decir, no
de un modo erróneo sino conscientemente-. (Otro ejemplo similar de la moti
vación formal es la tendencia a utilizar planos más cortos de los profesores que
de los alumnos en High School, de Fred Wiseman. La presencia de estos prime
ros planos no está tan justificada en términos realistas, funcionales o intertex
tuales como en términos formales: establecen un patrón afectivo y poético de
representación social que aprehendemos por medios estéticos.)
Una de las expectativas fundamentales del documental es que los sonidos y
las imágenes tienen una relación indicativa con el mundo histórico. Como es
pectadores confiamos en que lo que ocurrió frente a la cámara ha sufrido esca
sa o nula modificación para ser registrado en celuloide o cinta magnética. Se nos
pide que demos por supuesto que lo que vemos habría ocurrido prácticamente
del mismo modo si la cámara y la grabadora no hubieran estado allí. Se trata de
un supuesto diferente del de la mínima intervención que rige la película de ob
servación. Este supuesto no lleva consigo una expectativa necesaria de que el
EL DOMINIO DEL DOCUMENTAL 59
¿Quiénes somos los que podemos saber algo? ¿De qué consta el conocimiento?
Lo que sabemos y el modo en que utilizamos el conocimiento que tenemos son
cuestiones de importancia social e ideológica. Estos temas son una parte central
del estudio que lleva a cabo este libro sobre la representación de la realidad en
el documental.
2. Modalidades documentales de representación
Modalidades
Las situaciones y los eventos, las acciones y los asunt."'S pueden represen
tarse de diferentes formas. Surgen estrategias, toman forma convenciones, en
tran en juego restricciones; estos factores funcionan con el fin de establecer las
características comunes entre textos diferentes, de situarlos dentro de la misma
formación discursiva en un momento histórico determinado. Las modalidades
de representación son formas básicas de organizar textos en relación con ciertos
rasgos o convenciones recurrentes. En el documental, destacan cuatro modali
dades de representación como patrones organizativos dominantes en tomo a los
que se estructuran la mayoría de los textos: expositiva, de observación, interac
tiva y reflexiva.*
Estas categorías son en parte el trabajo del analista o crítico y en parte el
* Las cuatro modalidades aquí tratadas empezaron como una distinción entre el tratamiento
directo e indirecto en mi trabajo ldeology and the lmage. Julianne Burton revisó y pulió esta dis
tinción convirtiéndola en una tipología de cuatro partes extremadamente útil y mucho más matiza
da en «Toward a History of Social Documentary in Latin America>>, en su antología The Social
Documentary in Latín America (Pittsburgh, University of Pittsburgh Press, 1990), págs. 3-6. Este
capítulo es una reelaboración de la tipología de Burton.
66 EJES DE ORIENTACIÓN
La modalidad expositiva
La modalidad de observación
del espacio (el modo en que zonas específicas de un dormitorio, una cocina, una
caja registradora o un horno de pizzas pueden asociarse con personajes especí
ficos y con su propio sentido de situación e identidad, un sentido del propio ser
a menudo puesto a prueba o comprometido a través de sus interacciones con
otros). Aunque las películas de observación están enraizadas en el presente,
también abarcan un cierto tiempo, y este tipo de recurrencias aumentan la im
presión de desarrollo narrativo, de transformación con el paso del tiempo, en
oposición a la impresión alternativa de una porción atemporal de escenas esco
gidas de un único momento en el tiempo.
La modalidad de observación ha sido utilizada con una frecuencia conside
rable como herramienta etnográfica, permitiendo a los realizadores observar las
actividades de otros sin recurrir a técnicas de exposición que convierten los so
nidos y las imágenes de otros en cómplices de una argumentación ajena. La rea
lización de observación, los enfoques por parte de las ciencias sociales de la et
nometodología y el interaccionismo simbólico tienen una serie de principios en
común. 5 Los tres hacen hincapié en una modalidad de observación empática,
acrítica y participativa que atenúa la postura autoritaria de la exposición tradi
cional. El cine de observación ofrece al espectador una oportunidad de echar un
vistazo y oír casi por casualidad un retazo de la experiencia vivida de otras per
sonas, de encontrar sentido a los ritmos característicos de la vida cotidiana, de
ver los colores, las formas y las relaciones espaciales entre las personas y sus
posesiones, de escuchar la entonación, la inflexión y los acentos que dan al len
guaje hablado su «textura» y que distinguen a un hablante nativo de otro. Si se
puede obtener algo de una forma efectiva de aprendizaje, el cine de observación
ofrece un foro vital para una experiencia semejante. Aunque siguen siendo pro
blemáticas en otros sentidos, aquí hay cualidades que no imita ninguna otra
modalidad de representación.
Para el espectador, los documentales de observación establecen un marco
de referencia muy afín al del cine de ficción. (En los capítulos siguientes se es
tudian en detalle las diferencias.) Observamos y oímos durante un instante a ac
tores sociales. Este término significa «individuos» o «personas». Aquellos a
quienes observamos rara vez presentan un comportamiento preparado o coac
cionado. Yo utilizo el término «actor social» para hacer hincapié en el grado en
que los individuos se representan a sí mismos frente a otros; esto se puede to
mar por una interpretación. Este término también debe recordamos que los ac
tores sociales, las personas, conservan la capacidad de actuar dentro del con
texto histórico en el que se desenvuelven. Ya no prevalece la sensación de
distanciamiento estético entre un mundo imaginario en el que los actores reali
zan su interpretación y el mundo histórico en el que vive la gente. La interpre
tación de los actores sociales , no obstante, es similar a la de los personajes de
ficción en muchos aspectos. Los individuos presentan una psicología más o me
nos compleja y dirigimos nuestra atención hacia su desarrollo o destino. Identi-
MODALIDADES DOCUMENTALES DE REPRESENTACIÓN 77
La modalidad interactiva
centro de una controversia con Chronique d'un été de Jean Rouch y Edgar Mo
rin, que sus autores denominaron obra de cinéma vérité, y con el éxito de Pri
mary de Drew Associates en Estados Unidos.7
Al empezar a aparecer, a finales de los años cincuenta, equipos de registro so
noro sincronizado muy ligeros la interacción empezó a resultar más factible de
lo que lo había sido hasta aquel momento. Ya no hacía falta reservar el discur
so para la posproducción en un estudio, completamente alejado de las vidas de
aquellos cuyas imágenes embellecían la película. El realizador ya no tenía por
qué limitarse a ser un ojo de registro cinematográfico. Podía aproximarse más
plenamente al sistema sensorial humano: mirando, oyendo y hablando a medi
da que percibía los acontecimientos y permitiendo que se ofreciera una res
puesta. La voz del realizador podía oírse tanto como la de cualquier otro, no a
posteriori, en un comentario organizado en voice-over, sino en el lugar de los
hechos, en un encuentro cara a cara con otros. Las posibilidades de actuar como
mentor, participante, acusador o provocador en relación con los actores sociales
reclutados para la película son mucho mayores de lo que podría indicar el modo
de observación.
El documental interactivo hace hincapié en las imágenes de testimonio o in
tercambio verbal y en las imágenes de demostración (imágenes que demuestran
la validez, o quizá lo discutible, de lo que afirman los testigos). La autoridad
textual se desplaza hacia los actores sociales reclutados: sus comentarios y res
puestas ofrecen una parte esencial de la argumentación de la película. Predomi
nan varias formas de monólogo y diálogo (real o aparente). Esta modalidad in
troduce una sensación de parcialidad, de presencia situada y de conocimiento
local que se deriva del encuentro real entre el realizador y otro. Surgen cuestio
nes de comprensión e interpretación como una función del encuentro físico:
¿cómo responden mutuamente el realizador y el ente social; reaccionan a los
matices o implicaciones que pueda haber en el discurso del otro; son conscien
tes de cómo fluye entre ellos el poder y el deseo? (Esta última pregunta consti
tuye la parte central de Sherman' s March, de Ross McElwee, en la que el reali
zador viaja a través del sur de los Estados Unidos, registrando su interacción
con una serie de mujeres por las que se siente atraído.)
El montaje tiene la función de mantener una continuidad lógica entre los
puntos de vista individuales, por regla general sin la ventaja de un comentario
global, cuya lógica pasa a la relación entre las afirmaciones más fragmentarias
de los sujetos de las entrevistas o al intercambio conversacional entre el reali
zador y los agentes sociales. (En tanto que la película puede tratar de la propia
interacción, como en Sherman' s March u Hotel Terminus, la lógica del texto no
conduce tanto a un argumento acerca del mundo como a una declaración acer
ca de las propias interacciones y lo que revelan tanto sobre el realizador como
sobre los actores sociales.) Las relaciones espaciales pueden no ser contiguas o
incluso resultar desproporcionadas (como los saltos espaciales de una entrevis-
80 EJES DE ORIENTACIÓN
taba, a pesar de todo, pero en otros casos los resultados no son siempre tan feli
ces. (The Things 1 Cannot Change, uno de los primeros documentales de «Cha
llenge for Change» del National Film Board of Canada, por ejemplo, es una
buena película pero tuvo una influencia negativa sobre la familia indigente en la
que se centra.) Los métodos de «Nightline» de ABC ejemplifican el modo en
que los intereses de elaboración de un buen programa pueden funcionar en de
trimento de los sujetos que aparecen en el mismo privándoles del control sobre
cómo son representados. Este programa presenta a individuos destacados con
los que interactúa el presentador Ted Koppel, pero se les coloca en un estudio
distinto (incluso cuando están en el mismo edificio de Washington, D.C.), no se
les ofrece un monitor en el que ver a Koppel o a sí mismos en pleno diálogo y
sólo tienen unos auriculares con los que oír las preguntas y comentarios de su
interlocutor. 9
Estas tácticas no resultan perceptibles al espectador y pueden parecer sua
ves en comparación con las arengas tendenciosas e incendiarias de Morton
Downey. «The Morton Downey Show» incita a la representación del exceso. La
ilusión de ecuanimidad parece quedar completamente abandonada en medio de
discursos inflamatorios en los que la cualidad progresista o conservadora de las
ideas expresadas importa menos que la intensidad emocional y la insensibilidad
al diálogo razonado. Este programa sobrepasa las fronteras del diálogo normal
con tal descaro que podría perfectamente presagiar el fin del discurso del servi
cio público, por muy libremente construido que esté, o señalar su transforma
ción en espectáculo participativo. (Este programa no consiguió unos índices de
audiencia adecuados después de empezar a emitirse en los Estados Unidos a es
cala nacional; ya no está en antena.)
La proximidad del señor Downey a la ética del circo romano plantea otras
cuestiones afines: ¿hasta dónde puede llegar la provocación? Cuando Geraldo
Rivera incita a los partidarios de la supremacía blanca a la violencia física, ¿qué
responsabilidad tiene de las consecuencias de este acto (un tema en cierto modo
acallado al ser su nariz, y no la de algún otro de sus invitados, la que acaba
rota)? Cuando, en Shoah, Claude Lanzman incita --cuando no exige- a sus
testigos a hablar del trauma que sufrieron como víctimas de un campo de con
centración, ¿podemos dar por sentado que los resultados son tan terapéuticos
como parece creer el señor Lanzman? Cuando el actor-científico de la película
de Stanley Milgram, Obedience (esta película presenta los experimentos clási
cos de Milgram sobre obediencia a la autoridad), pide a sujetos que no están al
tanto de la situación que administren lo que serían descargas letales a personas
que cometen fallos de aprendizaje, ¿qué responsabilidad tiene el realizador de
las secuelas emocionales de esta experiencia, no sólo en el momento inmediato
sino en años venideros? En estos últimos casos los realizadores se representan a
sí mismos con una honradez particular que nos permite ver el proceso de nego
ciación que conduce al resultado que buscan. Podemos hacer nuestra propia
82 EJES DE ORIENTACIÓN
tores sociales hacia el encuentro directo con el realizador. Cuando se oye, la voz
del realizador se dirige a los actores sociales que aparecen en pantalla en vez de
al espectador. Algunos trabajos, como la obra seminal de Rouch Chronique
d' un été, o películas posteriores como Hard Metal' s Disease de Jon Alpert, Por
primera vez y Hablando del punto cubano de Octavio Cortázar, Poto and Ca
bengo de Jean-Pierre Gorin, Sad Song of Yellow Skin de Michael Rubbo o Not
a Love Story: A Film about Pornography de Bonnie Klein (así como Sherman' s
March de Ross McElwee) están enraizados en el preciso momento de la inte
racción. La cualidad de tiempo presente es intensa y la sensación de contingen
cia clara. Los acontecimientos que van a tener lugar pueden tomar caminos al
ternativos según el proceso de interacción de que somos testigos. En un trabajo
etnográfico posterior, Tourou et Bitti, por ejemplo, Rouch hace confidencias al
espectador en voz en off mientras camina hacia una aldea dejando claro que su
intención es utilizar la cámara que lleva consigo (y que graba el prolongado tra
velling que vemos) para provocar un estado de trance tal y como otros han in
tentado sin éxito en varias ocasiones recientes. El resto de la película registra el
evento limitándose más o menos a la observación, pero el comentario inicial de
Rouch deja claro el poder de interacción de la cámara mientras la ceremonia del
trance se desarrolla hasta acabar con éxito.
Otras películas, como el trabajo pionero de Emile de Antonio In the Year of
the Pig o filmes posteriores como With Babies and Banners: The Story of the
Women' s Emergency Brigade, The Wobblies, Seeing Red, Rosie the Riveter,
Shoah, Solovetsky vlast u Hotel Terminus, se vuelven hacia el pasado o, más
concretamente, hacia la relación entre pasado y presente. Algunas, como Shoah,
hacen hincapié en la influencia del pasado en el presente convirtiendo el proce
so de entrevistas en parte central de la película. Otras, como Are We Winning
the Cold War, Mommy? y Rosie the Riveter, se centran en el proceso continuo a
través del que el pasado se reconstruye en el presente yendo más allá de las en
trevistas hasta una interpretación visual a partir de metraje de archivo. In The
Year ofthe Pig, por ejemplo, se erige en tomo a una serie de entrevistas con di
ferentes observadores o participantes en la implicación norteamericana en la
guerra de Vietnam. Este filme ayudó a basar el género de la reconstrucción his
tórica en la historia oral o el testimonio de testigos y metraje de archivo en vez
de en un comentario en voice-over. La presencia de De Antonio es relativamen
te oblicua pero está constantemente implícita ya sea a través del comentario edi
torial (como las estatuas de soldados de la Guerra Civil con que se abre la pelí
cula, sugiriendo la naturaleza, interna y básicamente vietnamita, en vez de
externa y de enfrentamiento entre el mundo libre y el mundo oprimido, del con
flicto) y del formato de entrevistas. Sólo oímos a De Antonio en una ocasión (en
una entrevista con el senador Thurston Morton en la que se toma un gran traba
jo por subrayar el hecho de la entrevista como tal) y nunca lo vemos frente a la
cámara, pero el penetrante relato histórico de los orígenes de la guerra, que a to-
84 EJES DE ORIENTACIÓN
das luces está en desacuerdo con la versión del gobierno de los Estados Unidos,
apunta de forma indirecta hacia la presencia organizativa de De Antonio. La ar
gumentación es suya pero surge de la selección y organización de las pruebas
voice-over. (No hay comen
ofrecidas por los testigos y no de un comentario en
tario en voice-over en absoluto.)
With Babies and Banners, Union Maids y Seeing Red, por el contrario, dan
la impresión de que la argumentación es la de los testigos y de que el realizador
meramente la presenta e ilustra. (Sigue sin haber comentario en voice -over y la
presencia en calidad de estructurador del realizador es asimismo menos eviden
te.) La diferencia es muy importante, pero el punto trascendental es el cambio
que se hace del énfasis en una voz centrada en el autor a una voz de testimonio
centrada en el testigo. 1 2 Cuando las entrevistas contribuyen a una modalidad ex
positiva de representación, por lo general sirven como prueba de la argumenta
ción del realizador, o del texto. Cuando las entrevistas contribuyen a una moda
lidad interactiva de representación, suelen hacer las veces de prueba de una
argumentación presentada como el producto de la interacción de realizador y
sujeto.
Otros realizadores interactúan de forma abierta y se les ve y oye de forma
rutinaria. Así ocurre con el propio Jean Rouch, con Barbara Kopple en Harlan
County, U.S.A., John Alpert en Hard Metal' s Disease, Bonnie Klein en Not a
Love Story, Marilu Mallet en Journal inacheve, Claude Lanzman en Shoah,
Tony Bubba en Lightning over Braddock y Marcel Ophuls en Hotel Terminus.
La presencia percibida del realizador como centro de atención para los actores
sociales, así como para el espectador, deriva en un énfasis en el acto de recogida
de información o construcción de conocimiento, el proceso de interpretación
social e histórica y el efecto del encuentro entre personas y realizadores cuando
esta experiencia puede alterar la vida de todos los que se vean implicados en
ella. Este encuentro puede formalizarse a través de entrevistas como en Shoah o
ser menos estructurado y más espontáneo como en Lightning over Braddock
pero la sensación de precariedad del momento presente, mientras la dirección
de la película está en juego con cada intercambio, distingue con una nitidez con
siderable la modalidad de representación interactiva o participativa de la de ob
servación.
El grado en el que los actores sociales pueden implicarse en el proceso de
presentación varía considerablemente, desde la máxima autonomía que permite
el cine de observación hasta las limitaciones sumamente restrictivas de las en
trevistas formales como las que utiliza Ted Koppel en «Nightline» o las de
«Meet the Press» de la CBS. Cuando la interacción se produce fuera de una de las
estructuras de entrevista formales, el realizador y los actores sociales se comu
nican como iguales, adoptando posiciones en el terreno común del encuentro
social, presentándose a sí mismos como actores sociales que deben negociar los
términos y condiciones de su propia interacción. (Estas posiciones, claro está,
MODALIDADES DOCUMENTALES DE REPRESENTACIÓN 85
vez de discutirlo con Heim, Sil ver pregunta a los trabajadores, en español, si pue
de quedarse. La cámara hace una panorámica alejándose de Heim para mostrar
nos a docenas de trabajadores en huelga que gritan: « ¡ Sí!». La escena se con
vierte en una animada confrontación entre estos trabajadores y su supuesto líder
sindical. Silver sigue este patrón de compromiso interactivo a través de toda la
película, principalmente por medio de entrevistas que dejan claro de qué lado
está y lo sitúan no como observador sino como metaparticipante, alguien impli
cado de forma activa con otros participantes pero también implicado en la ela
boración de una argumentación y una perspectiva sobre su lucha.
La entrevista es una estructura determinada en más de un sentido. Surge en
relación con algo más que la historia oral y tiene más de una función. En su sen
tido más básico, la entrevista atestigua una relación de poder en la que la jerar
quía y la relación institucionales pertenecen al discurso en sí. Como tal, la en
trevista figura en la mayoría de los discursos de sobriedad fundamentales, tal y
como yo los he denominado, y en la mayoría de las instituciones dominantes de
nuestra cultura. Michel Foucault habla en profundidad de la entrevista pacien
te-cliente en el área de la ayuda social, en especial en la terapia sexual, que tie
ne su origen en la práctica religiosa de la confesión.14 La función regulativa de
este tipo de intercambios, que parecen emancipar la sexualidad de una carga de
silencio sólo para situarla dentro de los procedimientos disciplinarios de un
régimen institucional, centra la mayor parte del interés de Foucault, pero la en
trevista se extiende mucho más allá de su uso religioso-psicoterapéutico. En
medicina, se conoce con el nombre de «historial», en el que las narraciones de
síntomas generadas por el paciente y su posible causa son reescritos en el dis
curso de la ciencia médica. En antropología, la entrevista es el testimonio de los
informantes nativos que describen el funcionamiento de su cultura a una perso
na que reescribirá su narración en un discurso de investigación antropológica.
En televisión ha dado lugar a un género conocido como talk show o programa
de entrevistas informales. En el periodismo, se trata de la conferencia de prensa
y de la entrevista como tal, y en el trabajo policial, del interrogatorio. (La dife
rencia es una cuestión de grado.) En el derecho nos encontramos con confesio
nes, audiencias, testimonios y contrainterrogatorios. En la educación, el diálogo
socrático, así como la lectura, con un periodo de preguntas y respuestas, repre
sentan diferentes versiones de esta estructura básica.
En cada caso, se mantiene y se sirve a la jerarquía mientras que la informa
ción pasa de un agente social a otro. En contraste con lo que Teresa de Lauretis
ha llamado, siguiendo los pasos de Foucault, las «tecnologías del género», que
tienen la función, a través del discurso, de implantar una subjetividad sexual
con un género definido en todo individuo, podemos utilizar el término «tecno
logías del conocimiento» para aquellas actividades cuya función es la de im
plantar una subjetividad social con género determinado que en ningún caso tras
toma (por lo menos no en mayor medida que la sexualidad) la unión entre
MODALIDADES DOCUMENTALES DE REPRESENTACIÓN 87
sa vie, 1 963), de Godard --en la que la cámara viene y va de uno de los perso
najes principales al otro, ambos sentados, intentando encuadrarlos y verles la
cara pero aparentemente sin autoridad para hacer que se den la vuelta para enca
rarse al instrumento intruso-- y a diferencia de las tácticas reflexivas de Surna
me Viet Given Name Nam que permiten a los sujetos salirse del encuadre, sub
virtiendo la formalidad de la propia entrevista, la entrevista común normalmente
requiere a los sujetos que ofrezcan una visión frontal de sí mismos y controlen
sus cuerpos en términos generales para ceñirse' a los requisitos de la cámara en lo
que respecta a profundidad de campo y campo de visión. La identidad individual,
los antecedentes autobiográficos o las cualidades idiosincrásicas de las personas
entrevistadas resultan secundarias frente a un referente externo: cierto aspecto
del mundo histórico al que pueden contribuir conocimientos privilegiados. (Los
rasgos personales no son irrelevantes; aportan «grano» o textura, al conocimien
to y pueden ser cruciales para la credibilidad retórica de lo que se dice. Esto re
sulta especialmente evidente en películas como Word ls Out, Befare Stonewall o
Un hombre cuando es un hombre de Valeria Sarmiento, ya que las cualidades de
personalidad son en sí mismas aspectos del sujeto en ..:uestión.)
In the Year of the Pig está elaborado en su totalidad en torno a entrevistas
comunes, como también lo está en su mayor parte Who Killed Vincent Chin?
La argumentación de cada uno de estos filmes surge indirectamente, a partir
de la selección y organización de los testigos, en vez de directamente, del co
mentario en voice-over de un narrador. Aunque este tipo de películas sigue ha
ciendo una declaración acerca del mundo histórico, tal y como la podría hacer
un documental histórico, la hace de un modo característico. Captan nuestra
atención tanto los modos y medios que tienen los individuos para contar su
parte de una historia como las tácticas del realizador para combinar cada na
rración en un marco más amplio. Nos desplazamos entre estos dos puntos de
autoridad, autoría y persuasión retórica. La película comparte lo que presenta.
Not a Lave Story, por ejemplo, basa una gran parte de su declaración contra la
industria de la pornografía en torno a entrevistas entre la realizadora, Bonnie
Klein, o su compañera, la ex bailarina de striptease Linda Lee Tracy, y diver
sas personas implicadas en el negocio de la pornografía. Cada entrevista tiene
un lugar dentro de un sistema textual que hace hincapié en el viaje espiritual
de las dos entrevistadoras hacia este rincón oscuro del alma humana y su pos
terior redención. Cada entrevista ofrece tanto información factual como una
oportunidad para que las entrevistadoras anoten otra estación en su travesía
personal. El desarrollo narrativo rodea la obtención de conocimiento acerca de
la pornografía y, algo más bien atípico en relación con la mayoría de las pelí
culas interactivas, el crecimiento moral de las entrevistadoras como actores
sociales.
En Not a Lave Story, sin duda debido al hincapié tan poco habitual que se
hace en las experiencias de las entrevistadoras, los intercambios sitúan a la rea-
90 EJES DE ORIENTACIÓN
jetos que están dentro del encuadre, los entrevistados, en vez de al espectador o,
como en Sherman' s March y Demon Lover Diary, la voz del realizador se diri
ge a nosotros en tono personal, de diario, añadiendo otro punto de vista indivi
dual a lo que hemos visto y oído.
A menudo la calidad de la grabación sonora sugiere que el realizador ocu
pa un espacio contiguo, justo fuera del encuadre, pero también tiene la posibi
lidad de registrar las preguntas a las que contestan los entrevistados después
de los hechos, en un espacio completamente distinto. En este caso, la discon
tinuidad espacial establece también una discontinuidad existencial: el realiza
dor, o el mecanismo de investigación, opera apartado del mundo histórico del
actor social y de la contingencia del encuentro directo. El entrevistado se mue
ve «detrás del cristal», encuadrado, contenido en el espacio de una imagen de
la que el entrevistador no sólo está ausente sino que sobre la cual tiene autori
dad el realizador. El espacio que ocupa la voz del entrevistador es de una clase
lógica más elevada: define y contiene los mensajes que emanan del mundo his
tórico. Toma el aspecto de una autoridad más plena y completa. Pero del mismo
modo en que la imagen señala inevitablemente hacia una ausencia (del referen
te al que hace referencia, del agente que representa la autoridad detrás de la cá
mara y el aparato enunciativo en su totalidad), la voz incorpórea de indagación
señala hacia otra ausencia paradójica (la ausencia del entrevistador del ruedo
del presente histórico, la situación de la voz en un campo trascendental y ahis
tórico que sólo puede ser una ficción del texto).
Esta discontinuidad puede convertirse en centro de atención de un modo
más evidente cuando el realizador desplaza la voz hablada con la palabra es
crita. Los intertítulos, en vez una voz en off, pueden aportar la otra mitad del
«diálogo». Comic Book Confidential, de Ron Mann, una historia del cómic
norteamericano, imita los propios cómics uniendo entrevistas con breves ínter
títulos que sugieren la línea narrativa de la película (por ejemplo, «Mientras
tanto los superhéroes luchaban entre sí» o «Y entonces llegaron los años cin
cuenta», etcétera). Wedding Camels, de David y Judith MacDougall, contiene
una escena en la que entrevistan a la novia por medio de una serie de pregun
tas representadas en intertítulos (en inglés; las respuestas son en turkana, con
subtítulos, otra mediación gráfica). Una pregunta es: «Le preguntamos a Akai
[la novia] si una mujer turkana escoge a su marido o si sus padres escogen por
ella». Aunque esta táctica sitúa al realizador «en la pantalla», en el espacio bi
dimensional de los intertítulos, permanece una sensación de ausencia. Este es
pacio es discontinuo del espacio tridimensional de la entrevista; representa o
suple al realizador sin encarnarlo. El hecho de que la diferencia entre los sig
nificantes gráfico e indicativo (realista), entre la palabra escrita y la imagen del
cuerpo que habla, puede desempeñar la función de reconocer la diferencia je
rárquica entre entrevistado y entrevistador, supone una ventaja. El giro hacia la
palabra escrita sirve como indicio de un encuentro que se produjo y reconoce
92 EJES DE ORIENTACIÓN
la autoridad del realizador para encuadrar y controlar a sus sujetos sin requerir
la incorporeidad de la voz ni la transferencia paradójica de su textura, su es
pecificidad histórica, al terreno de un lagos aparentemente atemporal. Los in
tertítulos gráficos pueden lograr el efecto de una yuxtaposición inesperada o
extraña, potenciando nuestra conciencia de la estructura jerárquica de interac
ción. Como tales tienen el potencial para llevamos hacia la modalidad reflexi
va de representación documental sin que, por ellos mismos, sean suficientes
para hacerlo.
Las expectativas del espectador son muy diferentes para las películas inte
ractivas y para las de observación. Las películas expositivas y de observación, a
diferencia de las interactivas o reflexivas, tienden a ocultar el trabajo de pro
ducción, los efectos del aparato cinematogTáfico en sí y el proceso tangible de
enunciación, la verbalización de algo distinto de lo que se dice. Cuando la pelí
cula interactiva adopta la forma de historias orales encadenadas para reconstruir
un suceso o acontecimiento histórico, la reconstrucción es a todas luces el re
sultado de la ensambladura de estos testimonios independientes. Este proceso
está más enraizado en las perspectivas individuales o en los recuerdos perso
nales que el comentario incorpóreo de una voz omnisciente y un montaje pro
batorio. La sensación de que otros que han sido históricamente situados o
implantados nos hablan directamente a nosotros, o a nuestro suplente, el reali
zador/entrevistador, lleva este texto más cerca del discurso que de la historia.
(La conciencia de la persona que habla, tan clara en la conversación cotidiana,
no se evapora en el encanto evasivo de una narrativa que no parece surgir de
ningún lugar concreto, que simplemente anuncia, a través de alguien anónimo,
« Érase una vez ... ».)
El espectador del texto interactivo tiene la esperanza de ser testigo del mun
do histórico a través de la representación de una persona que habita en él y que
hace de ese proceso de habitación una dimensión característica del texto. El tex
to aborda, además de aquello sobre lo que versa, la ética o la política del en
cuentro. Se trata del encuentro entre una persona que blande una cámara cine
matográfica y otra que no lo hace. La sensación de presencia corporal, en vez de
ausencia, sitúa al realizador en la escena y lo ancla en ella, incluso cuando está
oculto por ciertas estrategias de entrevista o representación de un encuentro.
Los espectadores esperan encontrar información condicional y conocimiento si
tuado o local. La ampliación de encuentros particulares a encuentros más gene
ralizados sigue siendo perfectamente posible, pero esta posibilidad sigue sien
do, al menos en parte, una posibilidad que los espectadores deben establecer a
través de su propia relación con el texto en sí.
MODALIDADES DOCUMENTALES DE REPRESENTACIÓN 93
no resuelva todas las cuestiones éticas que un texto semejante aborda y al mis
mo tiempo provoca. 19
De hecho, una de las singularidades del documental reflexivo es que rara
vez tiene la meditación sobre cuestiones éticas como interés principal, a no ser
que lo haga con el susurro de un relativismo distanciado más dispuesto a criti
car las opciones de otros que a examinar las propias. Las preferencias por las in
terpretaciones profesionales y la aparición del realizador rara vez tienen la fun
ción de señalar cuestiones éticas directamente. Los actores ayudan a evitar
dificultades que podrían surgir con individuos que no fueran profesionales, ya
que su trabajo gira en torno a la adopción voluntaria de una personalidad y la
disposición a convertirse en un significante en el discurso de otro. La utilización
de actores exime al realizador de utilizar personas para probar una cuestión
acerca de la naturaleza de la representación y no de la naturaleza de sus propias
vidas, pero el uso de actores no resuelve el problema de cómo combinar estas
dos cuestiones. El deseo de abordar la política o la estética de la representación
exige prestar mayor atención y organizar en mayor grado lo que ocurre delante
de la cámara, así como la yuxtaposición de planos y escenas individuales. Los
actores facilitan este proceso. Su utilización no significa que la película vaya a
abordar necesariamente cuestiones referentes a las responsabilidades éticas del
realizador, ya sea con los sujetos de la película o con los espectadores. Hacerlo
sería poner en entredicho no sólo las convenciones sino también las prerrogati
vas de las que depende la forma documental. Las exploraciones de las dificulta
des o las consecuencias de la representación son más habituales que las revisio
nes del derecho a la representación.
Una clara excepción la constituye No Lies, que trata explícitamente sobre la
ética de la interacción realizador/sujeto y, por extensión, de la relación texto/es
pectador. Utilizando actores para que representen una situación en la que un rea
lizador de cinéma vérité entrevista implacablemente a su amiga acerca de su re
ciente violación dejando que el espectador crea que la película es el documental de
este encuentro, No Líes no sólo cuestiona el voyeurísmo latente en la realización in
teractiva o de observación, el poder de la cámara para extraer confesiones y la indi
ferencia ante las consecuencias personales y emotivas que puede provocar una fil
mación semejante, sino que coloca al espectador en situación de ser manipulado y
traicionado, de un modo muy similar a la amiga. Sólo nos enteramos después, gra
cias a los títulos de crédito, de que los dos personajes son actores. Algunos se sien
ten engañados con esta revelación. Han dado crédito a la realidad de una represen
tación que deberían haber tratado como una ficción, pero este abuso de confianza
es precisamente lo que se busca. No Líes potencia de forma reflexiva nuestra apre
hensión de la dinámica de confianza que provocan los documentales y de las trai
ciones -de sujetos y de espectadores- que hace posible esta confianza.
MODALIDADES DOCUMENTALES DE REPRESENTACIÓN 97
como la presencia física del agente que la firma (Gorin), a la vez que intenta po
ner en tela de juicio la responsabilidad de la gente (padres, realizadores) con au
toridad lingüística con respecto a aquellos que están a su alrededor? (Al parecer
la respuesta de Gorin a la ética de la representación y a su responsabilidad con
respecto a esta familia en concreto implica dedicar más tiempo que los científi
cos y la prensa. Una vez que la historia ha perdido interés para ellos, Gorin con
tinúa allí para «seguir» y narrar la situación de la familia después de que sus
sueños cinematográficos se vengan abajo y el padre pierda su trabajo. Como in
dica An American Family, con sus doce horas recogidas a partir de trescientas
de metraje, la duración tiene un carácter indeterminado propio que en vez de re
solver cuestiones éticas puede posponerlas o ampliarlas.)
Las expectativas del espectador en los documentales reflexivos difieren de
sus expectativas en otras modalidades: en vez de la representación de un tema o
cuestión, con atención al papel interactivo del realizador o sin ella, el especta
dor llega a esperar lo inesperado, cuya función no es tanto una tentativa surrea
lista de impresionar y soprender como una forma de devolver a la película sis
temáticamente a cuestiones de su propio estatus y del documental en general.
Los estribillos, si los hubiera, ya no subrayan preocupaciones temáticas ni au
tentifican la presencia de la cámara y el realizador en el mundo histórico, sino
que hacen referencia a la construcción del propio texto. (La discusión que se
prolonga entre Jill Godmilow y Mark Magill, su compañero, acerca de la efica
cia de las estrategias de ésta en Far from Poland es un ejemplo; los planos rei
terados que encuadran la imagen del documental en un monitor de vídeo y los
rodean de oscuridad en Numéro Deux constituyen otro.) Los términos y condi
ciones de visionado que normalmente se dan por sentados pueden ponerse en
tela de juicio, sobre todo debido a que pertenecen a la película que se está vien
do en ese momento. La fenomenología de la experiencia fílmica, la metafísica
del realismo y la imagen fotográfica, la epistemología, el empirismo, la cons
trucción del sujeto individual, las tecnologías del conocimiento, la retórica y lo
visible: la conciencia del espectador se fija tanto en todo lo que sostiene y apo
ya la tradición documental como en el mundo que está más allá. Funciona una
sensación de la textualidad de la experiencia de visionado más espesa y densa.
La sensación de transporte indirecto al mundo histórico vuelve sobre sus pasos
siguiendo el rastro de la propia representación.
Más que la sensación de la presencia del realizador en el mundo histórico
observada en el modo interactivo, el espectador experimenta una sensación de
presencia del texto en su campo interpretativo. La situación que se va a experi
mentar y examinar ya no está situada en otra parte, delimitada y remitida por el
texto documental; es la propia situación de visionado. Esta maniobra reflexiva,
que ya es una tradición asentada en la ficción, donde sátira, parodia e ironía go
zan de una posición destacada, es relativamente nueva en el documental. Este
cuestionamiento de su propio estatus, convenciones, efectos y valores puede
1 00 EJES DE ORIENTACIÓN
Una película tras otra muestran a una mujer contando su historia ante la cá
mara. Por lo general se trata de una mujer que lucha por llegar a un acuerdo con
el mundo público ... Sin embargo las historias que nos cuentan las mujeres filma
das no son sólo «retazos de experiencia». Estas historias tienen una función es
tética en la reorganización de las expectativas de la mujer espectadora derivadas
de las narrativas patriarcales y en el inicio de una crítica de estas narrativas ... La
banda sonora del documental feminista suele estar constituida casi en su totalidad
por la discusión intelectual, intensificada e introspectiva sobre rol y política se
xual. La película pone voz a lo que el patriarcado había dicho en los medios de
comunicación en nombre de las mujeres. Las nociones aceptadas acerca de las
mujeres dejan paso a una efusión de deseos, contradicciones, decisiones y análi
sis sociales auténticos.24
La reflexividad, por tanto, no tiene por qué ser puramente formal; también
puede ser acusadamente política.
En este caso las yuxtaposiciones inesperadas tienen lugar entre convenciones
internas, iconografía y, en especial, el discurso de estas películas y la ideología
dominante (masculinista o patriarcal) que funciona en el conjunto de la sociedad.
En vez de dirigir la atención del espectador hacia los medios de representación,
el proceso de construcción del significado, estos trabajos feministas ponen en tela
de juicio nociones inamovibles de sexualidad y género, ofreciendo a las mujeres
la oportunidad de dar un nombre político compartido (opresión, explotación, ma
nipulación, autodepreciación, desvalorización...) a experiencias que previamente
parecían ser personales o no tener trascendencia. (Una excepción es la película
Rape, de JoAnn Elam, que sí dirige la atención del espectador hacia el aparato ci
nematográfico y el proceso de construcción del significado al mismo tiempo que,
asimismo, aborda la experiencia intensamente personal y acusadamente política
de la violación a través del mismo principio de estructuración de la toma de
conciencia que utilizan los demás documentales.)
1 02 EJES DE ORIENTACIÓN
Para Brecht, c laro está, la cuestión del efecto Verfremdung no era la ruptura
de la implicación y la empatía del espectador sólo con objeto de dirigir su aten
ción hacia el artificio del arte, un modelo centrado en el arte, sino también con ob
jeto de demostrar el funcionamiento de la sociedad, una realidad oscurecida por
normas habituales de percepción, por modos habituales de identificación con
«problemas humanos» . . . La realización puede ser un proyecto de significado con
horizontes más allá de sí misma, en el ruedo general de la ideología. Al mismo
tiempo puede evitar los escollos del ilusionismo, de ser meramente un sustituto
de un mundo, parasitario de la ideología, que reproduce como realidad. Lo ima
ginario debe ser des-aprendido; el material debe ser semiotizado. Empezamos a
ver que el problema del materialismo es'inseparable del problema de la significa
ción, que empieza con el problema del material en la significación y el material
de la significación, del modo en que este material desempeña el papel dual de sus
trato y significante.26
brimos que éste no es sino Bugs Bunny. Como arguye Polan, aunque este bucle
reflexivo va más allá de una conciencia intensificada de la técnica de animación
y del tipo de introspección habitual en las formas cómicas, se mantiene nota
blemente distanciado de las condiciones materiales que se enfrentan al especta
dor como actor social: «Esta película abre un espacio formal y no un espacio po
lítico en la conciencia del espectador. Duck Amuck se cierra sobre sí mismo, la
ficción lleva hacia la ficción y surge de ésta, el texto se convierte en un bucle
que se zafa del análisis social. Se trata del proyecto de todo arte no político, rea
lista o autorreflexivo».28
Lo que le falta a Duck Amuck es precisamente lo que ofrecía Brecht: una po
sición política, no sólo en la obra, sino para el espectador. Polan afirma:
Para Brecht la toma de postura del sujeto espectador surge de una toma de
postura en la obra -la obra de arte política representa una diferencia entre cómo
son las cosas y cómo podrían ser-. . . Para evitar el nuevo mundo de posibilidad
que aparece únicamente como ruido, la obra de arte también debe hacer uso del
viejo mundo en calidad de estándar. El significado, y su corporeización en la ac
ción, proviene de las diferencias entre las dos visiones del mundo. El arte políti
co se distancia del mundo. Pero lo hace contraponiendo nuestras conexiones con
dicho mundo.29
una mujer de clase obrera que no puede incluirse dentro de las estrategias de
condescendencia, caridad o victimología.32 Las formas familiares de represen
tación se toman extrañas, de un modo que no es estrictamente formalista aun
que sí igualmente reflexivo.
En un momento dado Kaplan, a diferencia de la sugerencia de Polan de que
las visiones alternativas tienen que contraponerse a las dominantes, aboga por
el abandono de los «codigos realistas vigentes ... para desafiar las expectativas
y suposiciones del público acerca de la vida».33 Pero a medida que se desarrolla
su argumentación, esta autora se acerca a una posición más dialéctica en la que
hay que mostrar reservas ante cualquier asunción demasiado amplia acerca de
generalidades como el realismo o el aparato cinematográfico. Kaplan sugiere,
como demuestra su comparación de estos dos documentales, que «las mismas
prácticas de significación realista se pueden utilizar con fines diferentes ... El rea
lismo, tomado sencillamente como un estilo cinematográfico que se puede usar
en géneros diferentes (es decir, documental o ficción), no insiste en ninguna re
lación especial con la formación social».34
Lo que constituye la prueba de fuego para la reflexividad política es la for
ma específica de la representación, la medida en que no refuerza categorías de
conciencia, estructuras de sentimiento, formas de visión ya existentes; el grado
en que rechaza una sensación narrativa de clausura y totalidad. Todas las repre
sentaciones distancian la realidad y la sitúan dentro de un marco que, utilizando
el término de Metz, «irrealiza» lo real (está en un marco, en un tiempo y espa
cio diferentes de lo que se representa).35 Algunas, sin embargo, intentan susti
tuir la realidad por ellas mismas, dar una impresión absoluta de realidad. Otras
quieren mantener su distancia, para recordamos no sólo su estatus de texto, dis
curso, narrativa o arte, sino también la necesidad de ir más allá del texto si tam
bién nosotros tenemos intención de comprometemos con el mundo que un tex
to sólo puede representar.
Estrategias reflexivas
diferencia y algunas de las clases de operación formal se pueden resumir del si
guiente modo:
tria del automóvil (de los cuales conocemos a muy po�:os), ahora redundantes,
como del inaccesible Roger Smith.
En Roses in December, Ana Carringan conserva el papel de una investigado
ra casi siempre invisible. Su reflexividad estilística se centra más intensamente
en torno a la representación de otras personas que no sean la realizadora/repor
tera. Roses in December emplea muchas estrategias narrativas, que van desde
reconstrucciones imaginarias a iluminación cálida en ciertas entrevistas (lo que
evidentemente no es el resultado de la luz disponible sino de la iluminación para
conseguir este efecto), pero evita el riesgo de la manipulación minimizando la
función narrativa de la realizadora como personaje. Este texto hace hincapié en
la investigación biográfica, aunque en un registro más plenamente subjetivo, de
su sujeto histórico, Jean Donovan. La investigadora se desvanece ante las im
presiones que descubre el proceso. No hace falta que los individuos desempe
ñen funciones narrativas en relación a un realizador como protagonista central.
Cuando se exige a los actores sociales que adopten funciones narrativas
como la de donante o ayudante, el resultado tiene su mayor efecto reflexivo
cuando prevalecen las dimensiones subjetivas. Es decir, los individuos revelan
cualidades significativas acerca de sí mismos mientras que sirven ostensible
mente de ayudantes al papel central del realizador (lo que suele implicar una
búsqueda de conocimiento o el enderezamiento de un entuerto). Ni en Hotel
Terminus de Marcel Ophuls ni en Shoah de Claude Lanzman queda restringida
la complejidad de las vidas individuales al verse limitadas a papeles narrativos.
Los personajes, al dar testimonio, lo hacen respecto de su propia complejidad y
subjetividad multidimensional. Los objetivos más limitados de Michael Moore
o Ross McElwee en Sherman 's March (salvar a la comunidad, encontrar una
compañera -roles clásicos de los héroes de ficción-) mitigan esta sensación
de complejidad. La resolución estructural de estas clásicas narrativas de bús
queda requiere un grado de subordinación, y reducción, en la representación de
otros relacionados con el héroe que la clásica búsqueda de conocimiento del do
cumental no requiere necesariamente. Daughter Rite, al igual que No Líes, re
curre a una reconstrucción completamente ficticia, pero estructura las interac
ciones entre las dos hijas que se reflejan en su relación con la madre de acuerdo
con las convenciones del documental. Esto ofrece otro modo de evitar los ries
gos de representación errónea, o abuso, que corren las estrategias poética y na
rrativa. Daughter Rite recupera asimismo lo que pierde en autenticidad histórica
en la atención reflexiva que dirige hacia las propias convenciones documenta
les de autentificación.
B . Reflexividad desconstructiva. En este caso el objetivo consiste en alte
rar o rebatir los códigos o convenciones dominantes en la representación docu
mental, dirigiendo la atención del espectador de este modo a su convenciona
lismo. No se hace tanto hincapié en los efectos del estilo como en los de la
estructura, y aunque pueden intervenir estrategias estilísticas, el efecto principal
MODALIDADES DOCUMENTALES DE REPRESENTACIÓN 111
pués del romance, la tragedia y la comedia; las lleva al límite; mina su solidez
y sobriedad.41
La ironía plantea una cuestión incisiva acerca de la propia actitud del autor
con respecto a su tema. Sigue siendo un fenómeno relativamente poco común
en el documental, una de las pocas formaciones discursivas o prácticas institu
cionales de nuestra cultura que han esquivado una buena parte del ímpetu del
modernismo, la reflexividad y la ironía en general. Sin embargo, se deja ver en
The Thin Blue Line, De grands événements et des gens ordinaries, Roger and
Me, Le joli mai, Les maftres fous, Les racquetteurs y Lonely Boy, entre otros,
pero rara vez como una operación prolongada y radicalmente reflexiva. A me
nudo, como en Lonely Boy o The Thin Blue Line, este potencial irónico parece
estar alineado más específicamente con una tendencia del todo localizada hacia
la objetividad o el escepticismo, cuando el realizador quiere indicar distancia
miento de personajes específicos pero no necesariamente de los procedimientos
de representación del documental.
De grands événements et des gens ordinaires de Raúl Ruiz representa un
punto de vista irónico tan minucioso como el que más en su cuestionamiento de
la forma documental. Ruiz, sin embargo, no se contenta con un relativismo dis
tanciado. Por el contrario su ironía deriva de su propio estatus de exiliado chi
leno que trabaja en París, donde el Tercer Mundo funciona como una ausencia
de estructuración en relación con el tema inmediato de las elecciones naciona
les francesas.42
Ruiz sugiere que las categorías de percepción irónicas requieren un distan
ciamiento de una escena local o un marco de referencia restringido. Para que sea
políticamente reflexiva esta ironía debe reacoplarse a una perspectiva más am
plia. En relación con una escena más amplia o un marco más general la ironía
reaparece como una conciencia reflexiva del precio y los inconvenientes de la
distancia (como también podemos ver en la película de ficción de Solás, Lucía
[Lucía, 1 968]).43 Como explica el comentario en voice-over de Ruiz cerca del
final de la película, mientras vemos unas imágenes genéricas, con mucho grano
y un alto contraste, de gente del Tercer Mundo:
El documental del futuro debe mostrar la pobreza en países que aún conocen
la felicidad y la libertad. Debemos mostrar la tristeza de aquellos países con ri
queza y libertad para que podamos sentimos felices o tristes. Debe mostrar los
ataques a la libertad en países que están emergiendo de la pobreza pagando in
cluso el precio de la inocencia y la felicidad. De este modo el documental del fu
turo repetirá interminablemente estas tres verdades:
Mientras haya pobreza, todavía podremos ser ricos.
Mientras haya tristeza, todavía podremos ser felices.
Mientras haya cárceles, todavía podremos ser libres.44
MODALIDADES DOCUMENTALES DE REPRESENTACIÓN 1 13
del placer narrativo sin poner en entredicho necesariamente ninguno de los dos.
La reflexividad política impulsa la parodia y la sátira más allá del pastiche con
su nostalgia tranquilizadora o su cómoda iconoclastia. Lleva estas formas a un
ruedo en el que, sujetas a la recepción de un público, hacen algo más que ridi
culizar o perturbar una convención aceptada. La concienciación va más allá de
la experiencia inmediata del texto llegando hasta la praxis social, que resulta
más concebible gracias a su representación documental.
3. Axiografia: el espacio ético en el documental
Erótica/ética
Laura Mulvey defiende que un enfoque del cine desde la perspectiva de las
ciencias sociales -ya sea un análisis estadístico de planos, entrevistas con
miembros del público, estudios económicos de la industria o psicología cogni
tiva- no puede desentrañar las dimensiones afectivas de la narrativa. La psico
dinámica de la mirada elude esta clase de categorías y conceptos. Tanto el pla
cer escopofílico de ver un objeto de deseo como el placer identificativo de ver
a otro que sirve como modelo para uno mismo requieren una forma de análisis
diferente: «Ambos tienen objetivos ajenos a la realidad perceptiva, creando el
concepto metaforizado y erotizado del mundo que forma la percepción del su
jeto y se mofa de la objetividad empírica». 1
La preocupación de Mulvey por la erotización de la mirada y la jerarquía de
géneros que impone la narrativa clásica (de Hollywood) no puede traducirse di
rectamente a los términos y condiciones de la producción documental. (Aunque
difícilmente es aje.�a a los mismos.) El discurso institucional del documental no
la apoya, la estructura de los textos documentales no la recompensa y las ex
pectativas del público no giran en torno a ella. Voyeurismo, fetichismo y narci
sismo están presentes pero rara vez ocupan el lugar central de que disfrutan en
la narrativa clásica.
1 16 EJES DE ORIENTACIÓN
los y los gráficos constituye una ética, y una política, de importancia considera
ble para el espectador. La axiografía se extiende a esos temas clásicos de deba
te ético -la naturaleza del consentimiento; los derechos de propiedad de las
imágenes grabadas; el derecho a saber frente al derecho a la intimidad; las res
ponsabilidades del realizador con respecto a su tema y su público, o su jefe; los
códigos de conducta y las complejidades del recurso legal- para incluir las im
plicaciones éticas que transmite la propia representación de tiempo y espacio.
La subjetividad del espectador del documental cambia según predomine
una política de la representación sexual o de la representación espacial. La in
dulgencia de la fantasía queda bloqueada en cierto grado no sólo por la invoca
ción de un ansia de conocimiento, sino por una conciencia de que las opciones
ofrecidas tienen su origen en el encuentro entre actores sociales a ambos lados
de la lente. La relación del espectador con respecto a la imagen, por tanto, está
invadida por una conciencia de la política y la ética de la mirada. Existe un nexo
indicativo entre la imagen y la ética que la produce. La imagen no sólo ofrece
pruebas en beneficio de una argumentación sino que ofrece testimonio de la po
lítica y la ética de su creador. El sel16 de la visión de una persona sobre la faz
del mundo requiere una hermenéútica de la interpretación ética tanto o más que
una hermenéutica de la interpretación erótica.
La axiografía, por tanto, es una tentativa de explorar la implantación de va
lores en la configuración del espacio, en la constitución de una mirada y en la
relación entre el observador y el observado. Es análoga, en cierto modo como
un movimiento de resistencia, al discurso institucional, más pragmático, centra
do en la cámara y el acto de filmación como momento-crucial en la práctica glo
bal de la realización documental (a pesar de los argumentos acerca de la falta de
control sobre lo que pasa frente a la cámara). La axiografía nos pide que exami
nemos cómo la mirada de la cámara documental adquiere cualidades caracterís
ticas y plantea cuestiones concretas sobre política, ética e ideología en términos
de espacio.
Puesto que el documental no aborda el espacio ficticio de la narrativa clási
ca sino un espacio historiográfico, prevalece la premisa y asunción de que lo
que ocurrió frente a la cámara no se representó en su totalidad pensando en la
cámara. Habría existido, los acontecimientos se habrían desarrollado, las acto
res sociales habrían vivido y se habrían representado a sí mismos en la vida co
tidiana con independencia de la presencia de la cámara.
Aunque esta afirmación esté sujeta a frecuentes modificaciones y subver
siones, sirve como premisa básica, como un punto de partida que el espectador
documental dará por sentado hasta que se pruebe lo contrario. Para los científi
cos, lo que se denomina «metraje en bruto» o simple celuloide puede ser de gran
valor. Aunque no está montado ni organizado en una forma de sistema textual
más elaborada, sigue comunicando información significativa acerca del mundo,
como las interacciones proxémicas en las que se centra Microcultural lncidents
1 18 EJES DE ORIENTACIÓN
in Ten Zoos. En la ficción, sin embargo, las primeras pruebas tienen escaso va
lor en comparación. Las tomas descartadas suelen acabar en el suelo de la sala
de montaje. Sólo adquieren importancia intrínseca si hay un error significativo
(una toma falsa que resulte cómica) o tiene lugar un proceso revelador. En este
caso, la porción de celuloide pasa de ser una significante flotando en el limbo
discursivo a convertirse en un documento histórico de lo que ocurrió frente a la
cámara sin que se hiciera necesariamente para la cámara. Algunos ejemplos in
cluirían el metraje similar a las tomas falsas televisivas, que se ha convertido en
un artículo de consumo de primer orden; trozos de películas desechados que
ofrecen otra visión, en ocasiones irónica, del aura de las estrellas de Hollywo
od; y las secuencias de planos a través de los que podemos ver cómo una ficción
se construye a sí misma cada vez con mayor complejidad. Este último ejemplo
es particularmente claro en el documental The Unknown Chaplin, elaborado en
torno a tomas desechadas de varias de sus películas que sirvieron prácticamen
te como cuadernos de apuntes; con cada toma podemos vet�-cómo su desarrollo
de un gag se va haciendo cada vez más complicado.
Esta diferencia en la dimensión documental del plano introduce una distin
ción inmediata en lo que respecta a la presencia física del realizador. Puesto que
el espacio ficticio es imaginario, esperamos que el realizador se acerque a él
desde el exterior. El ángulo de la cámara, el acompañamiento musical, los in
tertítulos, etcétera -todo el repertorio de recursos estilísticos que pueden seña
lar la presencia del autor o la evidencia narrativa- afectan a un mundo de fic
ción que parece conservar su propia coherencia y consistencia a pesar de ellos.
(Cuando hay una ausencia de estas señales de autoría o narración nos da la im
presión de disfrutar de un acceso transparente a la ficción, a menudo a través de
puntos de vista que parecen ser los de un observador ideal, alguien que no es
responsable de la escena pero está ahí para verla y retransmitírnosla.)
Puesto que el espacio documental es histórico, confiamos en que el realiza
dor opere desde el interior, como una parte del mundo histórico en vez de como
creador o autor de un mundo imaginario. Los directores documentales no crean
un mundo como el que ellos mismos ocupan. Su presencia o ausencia en el en
cuadre sirve como índice de su propia relación (su respeto o desprecio, su hu
mildad o arrogancia, su desinterés o su tendenciosidad, su orgullo o sus prejui
cios) con la gente y los problemas, las situaciones y los eventos que filma.
No hacen falta recursos estilísticos que nos recuerden que si lo que ha ocu
rrido frente a la cámara no se representó totalmente para la cámara, entonces es
tos espacios historiográficos delante y detrás de la lente tienen exactamente la
misma urdimbre y textura, son continuos y tienen la misma extensión. No hay
una división ontológica marcada por la fabricación de un mundo imaginario.
(Es posible que el mundo histórico se transmita en forma de narrativa, pero el
nexo indicativo entre imagen y referente histórico sigue en su lugar. Sitúa tanto
al realizador como a su tema.) Temas que habrían sido una cuestión de estilo se
AXIOGRAFÍA: EL ESPACIO ÉTICO EN EL DOCUMENTAL 1 19
La mirada en el documental
Somos testigos de lo que está más allá de nuestra vista o nuestra compren
sión. La cámara mira. Nos presenta pruebas para inquietamos. Estas pruebas
exigen una argumentación, un marco interpretativo dentro del que podamos
comprenderlas. Esta necesidad no se siente de un modo tan acuciante en ningún
sitio como en una película que se niega a ofrecer ningún comentario explicati
vo (aunque tenga perspectiva y estilo): The Act of Seeing With One' s Own Eyes
de S tan Brakhage. La obra de Brakhage suele encuadrarse en el área del cine ex
perimental en la que el trabajo del artista sobre la imagen y la acusada sensación
de forma logran un alto grado de distanciamiento del mundo histórico y de cual
quier reivindicación de referencialidad que pueda presentar la imagen fotográ
fica. Aunque es experimental, The Act of Seeing With One' s Own Eyes se afianza
inexorablemente en el mundo histórico. Presenta, casi con la sumisión clásica
de la etnografía, imágenes de autopsias en el depósito de cadáveres de Pitts-
AXIOGRAFÍA: EL ESPACIO ÉTICO EN EL DOCUMENTAL 121
burgh. Las distorsiones que podríamos esperar que formasen l a base estructural
de la película -planos con zoom, primerísimos planos, movimientos de cáma
ra, montaje rápido, positivado ópticcr-- son mínimas. En la mayoría de los ca
sos se nos pide que miremos el proceso deliberado de la disección corporal, en
ningún lugar tan inquietante como cuando este acto se centra en la cabeza. En
más de una ocasión, la cámara se queda en un plano medio, mirando cómo el
médico forense realiza un corte separando la piel de la parte posterior de la ca
beza y después la desprende hacia adelante en sentido descendente, enrollando
el cuero cabelludo como si de una alfombra se tratara y tirando después de él ha
cia abajo hasta dejarlo sobre la parte superior de la nariz-, todo ello para acce
der al cerebro, el órgano, se nos recuerda ahora gráficamente, que protege este
dosel de piel, cabello y hueso.
Se podría seguir hablando de esta extraordinaria película y del efecto que
produce, en especial en lo que respecta a su nexo indicativo con los objetos que
representa, pero por ahora debemos centrar nuestra atención en la dimensión
ética de este acto de ver, o de mirar. En El día de los muertos, de George Ro
mero, por ejemplo, uno de los seres humanos supervivientes atrapados en un re
fugio subterráneo que está siendo asediado por necrófagos es un científico que
está llevando a cabo experimentos con los cerebros de estas criaturas con la es
peranza de aprender a controlarlas. Algunas escenas presentan imágenes de es
tos cerebros palpitantes totalmente expuestos y unidos como una especie de flor
roja y glutinosa al tallo de un cuerpo todavía intacto, de un modo que nos re
cuerda intensamente The Act of Seeing... Pero el efecto es radicalmente distinto.
En un caso sabemos que se trata del facsímil mimético de un cerebro humano
diseccionado (en realidad no se sacrificó a ningún ser humano para conseguir
este efecto); en el otro nos enfrentamos a una representación indicativa de lo au
téntico (detrás de cada fotograma hay muestras de dolor humano). El día de los
muertos puede plantear cuestiones éticas propias, pero son muy diferentes de
las de The Act of Seeing With One' s Own Eyes.
Como un sencillo ejemplo, sopesemos el efecto que puede tener la película
de Brakhage en el pariente de una de las personas fallecidas. Esta cuestión no
surge en la película de Romero. La muerte se imita; se presenta como una reali
dad pero no lo es. (Los parientes de los actores tienen la seguridad de que sus
familiares sobrevivieron para interpretar otros papeles.) Con la película de
Brakhage el grado de perturbación podría ser catastrófico para un pariente o una
persona cercana. Ésta no es sino una de las muchas cuestiones que se plantean
con una urgencia ausente en la mayoría de las películas de ficción.
El nexo entre estilo y ética puede resultar más claro si tenemos en cuenta el
modo en que la impresión de una forma particular de subjetividad que va unida
a la cámara o el realizador lleva con ella un código ético implícito. Por una par
te el espectador registra una tonalidad emocional, una subjetividad del autor, a
partir de aspectos específicos de la selección y organización del sonido y la ima-
1 22 EJES DE ORIENTACIÓN
través de una ética de la solidaridad. Este código permite que continúe la filma
ción junto con una sensación intensificada de la parálisis que mantiene al reali
zador y a su tema distanciados.
-La mirada en peligro: el metraje muestra al realizador o al cámara co
rriendo un riesgo personal. Este tipo de riesgo es habitual en el metraje docu
mental bélico. El ejemplo más claro en los primeros días del ataque contra lrak,
que comenzó el 1 6 de enero de 1 99 1 , lo constituyeron los reportajes enviados
desde Bagdad, en particular los que realizó el equipo de la CNN (Cable News
Network). Su coraje y decisión frente al enorme peligro se convirtió en una par
te clave del modo en que los propios presentadores de la CNN describían y con
textualizaban sus reportajes. S obchack arguye que esta forma de mirada tiene la
función de absolver al realizador «de buscar y mirar la muerte de otros» (pág.
296) corriendo un peligro personal evidente. (La negativa de una patología a
través de la demostración de riesgo personal podría, en sí misma, ser objeto de
análisis, pero en la mayoría de los casos tengo la sospecha de que Sobchack tie
ne razón.)
El peligro, en el documental, es auténtico. Abundan las contingencias. Exis
te, por tanto, la posibilidad de que el riesgo tenga consecuencias reales: el cá
mara en peligro puede incluso registrar los últimos moméntos de un cámara que
se ha arriesgado fatalmente. Uno de los ejemplos más convincentes de esta mi
rada, si es que podemos seguir llamándola mirada en vez de ojeada o línea de
visión, se produce en La batalla de Chile cuando el cámara entra en una calle
sólo para ser abatido por disparos de rifle. Vemos al asesino y somos testigos
del momento en que se disparan las balas, cuyo impacto queda inscrito en cada
espasmo y sacudida del hombre y la cámara, que caen antes de que el aparato
deje de funcionar y la imagen se tome negra.
La exposición al peligro se revela en los significantes de peligrosidad que
pueden entrar en el encuadre: ramas, agujeros y zanjas, muros, coches, umbra
les o alféizares que ofrecen escasa protección; y en el nexo indicativo que hay
entre la evidencia de riesgos fatales que vemos y la própia cámara: vibraciones
sincronizadas con explosiones, inestabilidad que se corresponde con una carre
ra para buscar refugio, movimientos repentinos que se emparejan con el sonido
del fuego artillero enemigo. Está en juego la supervivencia y el registro de la cá
mara atestigua el delicado equilibrio que hay entre conservar la vida del cáma
ra y registrar los riesgos que corren otras personas cuya suerte está fuera del ám
bito de la intervención fílmica.
Lo que legitima seguir filmando a pesar del peligro es una ética del valor.
Una prioridad superior a la seguridad personal autoriza al cámara a correr ries
gos. El riesgo se corre por una causa más elevada. Esta causa más elevada pue
de ir desde poner a prueba el temple de uno mismo frente a la muerte hasta re
gistrar desinteresadamente información que se considera vital, incluyendo el
coraje y heroísmo de otros. Las ganas de aventuras, la profesionalidad y el com-
AXIOGRAFÍA: EL ESPACIO ÉTICO EN EL DOCUMENTAL 1 25
promiso con una causa determinada pueden motivar esta ética del valor. Al
igual que la curiosidad y la solidaridad, el valor funciona como una ética que
pone énfasis en nuestra relación con el cámara y el realizador. Estos códigos éti
cos intensifican nuestra conciencia de la mirada de la cámara que surge de una
situación con una carga emocional propia.
-La mirada de intervención: la cámara abandona la condición previa de la
distancia, transformando el distanciamiento de una mirada en la illlplicación de
una visión. La intervención suele realizarse en favor de alguien o algo que co
rre un peligro más inmediato que el propio cámara. Esto, afirma Sobchack, es
una visión de confrontación que escoge colocar el propio cuerpo del realizador
en el mismo plano de contingencia histórica que sus sujetos en vez de mantener
la distancia, y la seguridad relativa, que permite la mirada. La cámara se con
vierte en algo más que un símbolo antropomórfico y un lugar geométrico. Se
convierte en la encarnación física del ser humano que hay detrás de ella. Cuan
do se pone potencialmente a tiro, es el cuerpo del realizador el que lo ha hecho
y se le transmite al espectador una sensación acuciante de riesgo físico. Hay
ejemplos de este tipo en Amor, mujeres y flores, Harlan County, U.S.A. y en la
película de ficción Medium Cool, cuando los realizadores aceptan ponerse en
peligro para mantener su posición junto a aquellos a los que les une algún lazo.
En Harlan County y Medium Cool, el momento también queda señalado en la
banda sonora por voces que anuncian el peligro desde fuera de la pantalla. En
Medium Cool, por ejemplo, uno de los miembros del equipo advierte al direc
tor/cámara, «Cuidado, Haskell [Wexler] ; esas balas son de verdad». En Amor,
mujeres y flores el peligro procede de las enormes cantidades de pesticida y her
bicida utilizadas para el cultivo de flores de exportación.
La mirada de intervención también está alineada -en su creación de un es
pacio axiográfico compartido por actores sociales que establecen un diálogo a
través del eje de la línea de visión de la cámara- con la modalidad interactiva
de realización documental. La amenaza de la muerte establece interacción o afi
nidad, compromiso y solidaridad con las personas filmadas según una carga
emocional. Estas ocasiones son poco comunes, pero indican qué riesgos hay
cuando el realizador elige actuar en la historia junto a las personas filmadas en
vez de operar desde la posición paradójicamente «segura» del agente autora!,
una posición que nunca puede ser del todo segura en el documental.
Una responsabilidad ética legitima continuar filmando en pleno proceso de
intervención. El centro de atención pasa del realizador en una posición distan
ciada de otros que están más directamente comprometidos a una relación entre
realizador, sujeto y peligro. El paso a través de este espacio está en el punto cen
tral de una ética que hace hincapié en una responsabilidad cuyo objetivo más
elevado es la respuesta directa y personal a la amenaza contra la vida humana en
sí. Aunque es posible que la intervención requiera valor, se trata de un valor su
bordinado, un apoyo necesario a las acciones requeridas para enfrentarse a la
1 26 EJES DE ORIENTACIÓN
fluye hacia afuera, hacia los muertos o los moribundos, en vez de hacia adentro,
hacia la indefensión del cámara. El nexo entre cámara y sujeto tiene prioridad
sobre la subjetividad de la mirada de la cámara en sí misma.
Entre los indicios de la mirada compasiva se incluyen la ausencia de sig
nificantes de indefensión o intervención activa junto con la presencia de signi
ficantes de respuesta afectiva, como un énfasis en la prolongación de la proxi
midad entre la cámara y el sujeto a pesar de la intrusión de la muerte y el
reconocimiento directo de una relación humana entre realizador y sujeto a tra
vés del diálogo o el comentario. En películas como Roses in December, en la
que el sujeto ya había muerto antes de la filmación, la mirada compasiva inten
ta recobrar a partir de los restos de una vida extinta (las pertenencias que dejó
tras de sí, cartas, reminiscencias y fotografías) los lazos afectivos que debieron
unir a la persona difunta con su comunidad. En películas como One Man' s Fight
for Lije, en las que la muerte se prolonga, la mirada compasiva equivale al esta
blecimiento de un intercambio de impresiones entre cámara y sujeto que va más
allá de los términos de la responsabilidad profesional para obtener un registro
de valor para otros. Esta película, por ejemplo, incluye varios intercambios en
tre realizador y sujeto en los que el enfermo de cáncer moribundo, Saif Ullah,
confiesa una desesperación que normalmente tiene bien disimulada. Estas con
fesiones demuestran una humanidad con respecto al encuentro que sitúa a la cá
mara y al sujeto en el mismo plano experimental de la realidad vivida.
Una ética de la responsabilidad, encauzada principalmente a través de la
empatía en vez de la intervención, legitima el proceso de filmación continuada.
Al igual que la mirada de intervención, la mirada compasiva da la impresión ca
tegórica de que la filmación continuada no es tan importante comú la respuesta
personal. El que ambas se produzcan al mismo tiempo es lo que infunde al tex
to una intensa carga emocional.
-La mirada clínica o profesional: la película se sitúa dentro del espacio
ambivalente entre el registro distanciado y la respuesta compasiva. El comenta
rio de A. J. Liebling de que los reporteros no siempre recuerdan que lo que para
ellos es una historia magnífica es simultáneamente un desastre para otra perso
na que identifica el origen de esta ambivalencia. Sí la mirada impotente invier
te una respuesta de empatía con respecto a la muerte o el acto de morir en una
incapacidad para interceder, la mirada clínica se aleja, asimismo, de la empatía
pero también de la impotencia. Las miradas accidental e impotente son tan aje
nas a la mirada clínica como la de intervención o la compasiva. La mirada clí
nica opera de acuerdo con un código ético profesional que educa a sus seguido
res en el arte del distanciamiento personal con respecto a aquellos con los que
trabajan. El profesional busca aquello con lo que otros se encuentran por casua
lidad pero opta por no mostrar impotencia ni empatía. Su objetivo no es la in
tervención ni una respuesta compasiva sino una respuesta disciplinada inocula
da contra las manifestaciones de implicación personaJ.?
1 28 EJES DE ORIENTACIÓN
Esta colección de miradas y de los códigos éticos que las respaldan estable
cen una sugestiva alineación de lo ético, lo político y lo ideológico. Dirigen
nuestra atención hacia una ética de la responsabilidad, ya que cada mirada indi
ca una respuesta alternativa frente a la muerte; hacia una política de la repre
sentación y la autoridad, ya que cada mirada representa lo que ve el realizador,
cómo responde y la transmisión de estas respuestas al espectador; y hacia la ideo
logía de la objetividad y la epistemología, ya que cada mirada refuerza el valor
de lo visual como evidencia y fuente de conocimiento. (Cada mirada depende
del distanciamiento y la física de la óptica de la cámara para transmitir tonali
dades subjetivas. En este sentido cada mirada apoya una epistemología basada
en principios científicos de reproducción mecánica aunque también apoyen
otras formas de conocimiento más intuitivas, afectivas o gnósticas.)
La ética que conlleva «estar allí», en el lugar de los hechos, queda sustitui
da por la ética de la objetividad y el buen periodismo o es desplazada hacia la
ética de la retórica y la argumentación, de lo que se puede decir a distancia, des
de otro lugar. El montaje descarta esa «otra escena» desde la que se ve lo que
representa la cámara. Se abre una laguna, en el preciso momento en que el mon
taje vuelve a suturarla, en el espacio historiográfico. Se nos deja una ventana ha
cia el mundo en el que hubo una presencia. Esa v.entana sustituye a la presencia,
representándola como una presencia in absentia.
Las cuestiones axiográficas de espacio ético vuelven a traer a escena esa
presencia que está ausente pero tiene una función de estructuración con objeto
de indagar en su ideología, política o ética. Sopesemos la representación del de
sastre. Suele resultar aparente una tensión entre el código de conducta profesio
nal que pone al realizador al servicio de un discurso institucional y un código
ético de responsabilidad humana con respecto a lo que nos rodea de forma in
mediata. Esta responsabilidad situada queda desplazada hacia una responsabili
dad profesional incorpórea e imparcial. La presencia del reportero (este efec�
es más acusado en el reportaje informativo) garantiza la autenticidad de la re
presentación pero es una autentificación construida sobre la falsedad de la pro
pia presencia del reportero. Es decir, el reportero como actor social histórico en
el lugar donde se ha producido un desastre de dimensiones humanas debe su
primir cualquier respuesta prolongada y totalmente absorbente ante el desastre
para mantener la distancia necesaria para la retransmisión del desastre a las per
sonas que no están presentes de forma física. Esto permite al espectador articu
lar una respuesta emocional aparentemente sin mediación ante las imágenes del
desastre, a pesar de que se trata de una respuesta que depende del acto social del
distanciamiento.
La cobertura informativa de la hambruna en Etiopía es un ejemplo. Entre
vistas posteriores con los reporteros que «cubrieron» la situación por vez pri
mera (el uso de la palabra «cobertura» se introduce en la reflexión del espacio
aquí presentada) revelaron lo difícil que había sido convencer a la primera ca
dena de televisión importante (la BBC) para que diera la noticia. Las entrevis
tas no revelan lo difícil que les había sido a los reporteros vivir frente a la muer
te y responder tomando imágenes de ella. Sería «poco profesional» por parte de
un periodista plantearle una cuestión semejante a un colega en un discurso pú
blico, ya que pondría en cuestión los cimientos de la ética informativa. Es posi
ble que se hubiera producido una respuesta humana; es posible que incluso hu
biera predominado, pero, en lo que respecta a las noticias, no tiene, literalmente,
lugar alguno. Como profesionales, la presencia de los reporteros sólo adquiere
credibilidad en tanto que señala el lugar de la ausencia ética, de la distancia y la
no intervención en representación de un discurso institucional. La exclusión
editorial del realizador o reportero de la escena y el anclaje visual del reportero
en la escena logran el mismo fin: en ambos casos la presencia corporal del re-
132 EJES D E ORIENTACIÓN
de Dallas sin negarlo como punto de vista, algo inaccesible para la' propia Da-
lias, que está cautiva en la imagen de la otra». 1 3
A menudo el documental de observación se describe como una modalidad
vulnerable a layredisposición de su público. Puesto que no hay ningún comen
tario orientativo y no se ve (ni se oye) al realizador por ningún lado, el público
evaluará lo que ve de acuerdo con los supuestos sociales y modos de ver habi
tuales, incluyendo los prejuicios, que aplique a la película. Aunque no deja de
tener mérito, esta descripción también niega el grado en que las estrategias de
organización textual pueden en sí mismas determinar las lecturas que hace
mos. 1 4 Las operaciones retóricas minuciosamente controladas de una película
de ficción como La diligencia pueden asimismo hacer acto de presencia en
aquellas películas de observación que más fielmente se les asemejan.
Pongamos por caso el documental Streetwise, predominantemente de ob
servación. Rodado en las calles de Seattle a lo largo de un prolongado periodo,
la película depende de la confianza mutua que se entabló entre el realizador y el
sujeto, en especial los niños que se convirtieron en protagonistas, Tiny, Rat y
Duwayne. El uso reiterado de primeros planos con gran angular y la presencia
de la cámara durante conversaciones íntimas entre los personajes aportan prue
bas axiográficas de una buena relación entre el realizador y el sujeto (a diferen
cia de los primeros planos con teleobjetivo, los planos con gran angular indican
la proximidad física entre el realizador/cámara y el sujeto). El comentario en
voice-over en forma de observaciones con tono de diario personal o de confe
sión realizadas por los protagonistas (no oímos la voz del realizador) reafirman
la sensación de intimidad. Funciona una aceptación tácita, mutua. Quedan otras
cuestiones -si, por ejemplo, se podía explicar a los sujetos qué era la autoriza
ción con conocimiento de causa y si ellos la podían dar, la posible acusación de
que el sujeto queda representado como víctima y que, a pesar de que la presen
cia y responsabilidad morales del realizador se pueden ver en la naturaleza es
pecífica de la imagen, se trata de una presencia incompleta y en el mejor de los
casos de una responsabilidad parcial- pero la cuestión inmediata de en qué
modo afecta a la respuesta del espectador un cambio en las convenciones espa
ciales debe estudiarse en mayor profundidad.
Un año después de que se filmase esta película, Duwayne se colgó en la cel
da de un centro de educación y rehabilitación para menores. Los realizadores
decidieron volver a Seattle para filmar el funeral y planificar secuencias adicio
nales sobre este giro dramático de los acontecimientos. A lo largo de toda la pe
lícula hasta este momento, las entrevistas grabadas con los chicos de la calle han
amplificado las tonalidades de las escenas que vemos, algo así como la técnica
de la «entrevista encubierta» que prepara una situación, pide que se hable de un
cierto tema y después registra la conversación resultante con técnicas de ob
servación. 1 5 Los monólogos en voice-over ofrecen un punto de entrada y orien
tación emocional al espectador sin recurrir a la puesta en escena o a la interac-
AXIOGRAFÍA: EL ESPACIO ÉTICO EN EL DOCUMENTAL 1 35
unos exteriores de Nueva York y otra que observa la filmación de otra escena
en un plató con un director diferente- son partes del mismo anuncio. El es
pacio, en la observación que lleva a cabo Wiseman de este proceso, queda acu
sadamente segmentado para producir lo que en otros textos he denominado
efecto mosaico.18 Al no guiamos a través de la secuencia de imágenes y aconte
cimientos, y ofreciéndonos únicamente sonido sincronizado grabado en directo
(sin música ni comentario), Wiseman consigue una diferencia considerable con
respecto al anuncio: su estilo requiere una mirada retrospectiva si queremos en
tenderlo en su totalidad. Pero el contraste entre el estilo de observación de Wi
seman y el estilo expositivo retórico del anuncio va mucho más allá:
tarse como algo deseable y la atención fetichista que se le presta a las piernas de
la mujer como una confidencia compartida entre mujeres (o entre la narrativa
retórica y la espectadora): estas medias son el verdadero origen del atractivo.
-La representación que hace Wiseman del espacio social no gira tanto en
tomo a la atracción sexual como al trabajo. Los indicios de orientación sexual
que existen no son partes de una única «heterosexualidad obligatoria». Vemos
individuos desaliñados, amas de casa que parecen indiferentes a las cuestiones
de atractivo visual, una pareja de homosexuales que presencian la escena con
aparente indiferencia ante el atractivo y glamour de las modelos. El cuerpo re
presentado por Wiseman queda deserotizado y convertido en una herramienta o
instrumento. Aunque terriblemente difícil de filmar siguiendo una planifica
ción, el cuerpo está inexorablemente disciplinado para producir una impresión
de naturalidad y espontaneidad. El director se dirige reiteradamente a la ac
triz/modelo principal tratándola de «muñeca» y «cariño», por lo general en tono
de enérgica tolerancia con sus fallos y errores gestuales. Las tomas repetidas
obligan a los actores a borrar ct>alquier indicio de autonomía: sus movimientos
deben estar totalmente sincronizados con el deseo del director que, a su vez,
debe contentar al representante de Evan Picone que observa la actividad. En el
mundo histórico que observa Wiseman, ni los hombres ni las mujeres controlan
los sucesos ni la orquestación de sus propios movimientos y miradas; los repre
sentantes colectivos de cada sexo hacen valer ese poder.
-En contraste con la sugerencia que hace Wiseman de limitación sistémi
ca, psicología instrumental y determinación. el anuncio transmite una causali
dad lineal centrada en los personajes, pero su temporalidad queda invertida. En
un primer momento el anuncio presenta una cierta cualidad de la vida (el atrac
tivo femenino) que después se expone como el efecto de una causa que se reve
la más adelante (las medias). Así es como serás si compras esto. A este anuncio,
al igual que a algunas películas como El juego de la guerra, de Peter Watkins,
se le podría aplicar un tiempo condicional. El efecto, aunque aparece en primer
lugar y se presenta a modo de estilo de vida contemporáneo fácilmente accesi
ble, se sitúa retroactivamente en el futuro. Es un efecto a la espera. Puede for
mar parte de tu futuro si ahora lo provocas comprando el artículo especificado.
El espacio y el tiempo acaban por implosionar hacia el momento de su génesis:
la imagen final de la representación icónica y bidimensional del envoltorio de
las medias Evan Picone. Tiene el estatus ontológico de algo que está en primer
lugar a pesar de que llega al final: no lo ha producido nada; no es un artículo
sino un talismán primordial. Tú también puedes jugar a ser Dios con tu propia
creación. Compra esto y el espacio axiográfico del deseo masculino y un futuro
personal de atractivo y éxito serán tuyos. Un teleología que parece tenue o in
determinada en la representación de Wiseman del mundo histórico se toma ab
solutamente clara: el futuro que quieres (el futuro que queremos que quieras) es
tuyo y ésta es exactamente la clave para conseguirlo.
1 40 EJES DE ORIENTACIÓN
ellos, n o ofrecen una sensación d e uso erróneo sino d e cita? Ofreciendo u n con
texto suficiente para las citas (como podemos ver en In the Year of the Pig de
Emile de Antonio o en The Color of Honor de Loni Ding) se le permite al es
pectador que juzgue a los testigos por lo que son y no sencillamente por cómo
se usa lo que dicen.
Por último, los documentales reflexivos que ponen en tela de juicio las nor
mas y convenciones de la práctica documental pueden cuestionar al realizador
presente pero ausente con tanta facilidad como cualquier otra cosa. De grands
événements et des gens ordinaires de Raúl Ruiz representa al realizador como
actor social en el proceso de elaboración de un documental sobre las impresio
nes que la gente de su entorno tiene acerca de unas elecciones a escala na
cional. Ruiz aparece en pantalla intentando concertar una entrevista con el al
calde (a quien no vemos en ningún momento) y sus comentarios en voice-over
reflexionan sobre la naturaleza del documental y su propio estatus de exiliado
chileno afincado en París, al que la ley prohibe participar en los asuntos políti
cos franceses, incluyendo las elecciones. Su metacomentario sobre el docu
mental contrasta con su propio desplazamiento como presencia en el exilio que
no puede participar en aquello que comenta. Ruiz plantea, de forma oblicua,
pero como resultado directo de su propia presencia reconocida, la cuestión de
la autoridad documental: ¿quién está autorizado para representar a quién y con
la autoridad de qué régimen discursivo específico (qué serie de convenciones
documentales) lo hará?
Sin aparecer en la pantalla ni dejar ver las incertidumbres morales que pue
de tener, Errol Morris también establece una posición reflexiva con respecto a
la presencia del realizador en The Thin Blue Line. Esta película indaga en los re
latos contradictorios de dos hombres que estaban presentes cuando mataron de
un disparo a un policía de Dalias. Uno de los individuos, Randall Adams, fue
declarado culpable, en parte como resultado del testimonio del otro, David Ha
rris, pero Adams sostiene que es inocente. Morris, sin embargo, no aparece
como el defensor incondicional de un hombre inocente sino como un observa
dor irónico del modo en que los hechos se tergiversan a través de narrativas dis
pares y contradictorias (las de Adams y Harris, la policía, el fiscal y la defensa,
los testigos y los amigos). No amasa pruebas con una convicción de que eso le
llevará directamente hasta la verdad. De hecho nos deja, al final de la película,
con la inquietante sensación de que aunque Randall Adams era casi sin duda al
guna inocente, la justicia depende de la determinación de verdades que se zafan
de las indagaciones y no pueden garantizarse.
En la mayoría de los documentales que incluyen reconstrucciones, la re
construcción deriva de pruebas históricas y objetivas, como en Night Mail y El
juego de la guerra. La premisa de que la evidencia histórica las respalda tam-
1 42 EJES DE ORIENTACIÓN
cibimos una indicación clara de que David Harris, y sólo Harris, cometiera el
crimen. En vez de ofrecer pruebas visuales para apoyar la explicación más pro
bable, las reconstrucciones ilustran las narraciones más improbables y contra
dictorias que han ofrecido abogados, agentes de policía y supuestos testigos.
Aunque esta película tiene una conclusión, la «confesión» grabada no es
exactamente concluyente. Volvemos a estar donde empezamos, con la palabra
de una persona frente a la de otra, la situación en que, de hecho, se encuentra
toda exposición y narrativa. La reticencia de Morris a basarse en la cualidad in
dicativa de la imagen para implicar una autenticidad que no puede garantizar
imagen alguna abre un espacio ético ambivalente para el realizador: por una
parte, haciendo caso omiso de las normas a través de las que se suele transmitir
la verdad habitualmente, puede estar mofándose o jugando con las afirmaciones
de un hombre cuya vida está en juego; por otra parte, «dejando al descubierto el
recurso» y haciendo más evidente el proceso a través del que se construye la
verdad, mostrando cómo múltiples verdades basadas en diferentes suposiciones
y motivaciones se contradicen, puede estar invitándonos a sacar nuestras pro
pias conclusiones según hechos e historias que no admiten una resolución ine
quívoca como una única verdad. Es posible que Randall Adams sea en efecto
inocente, pero la película nos invita a experimentar la incertidumbre que permi
te sopesar narrativas de explicación divergentes a cualquier persona que no ten
ga un conocimiento directo del suceso original. Morris evita utilizar el poder de
la imagen fotográfica para dar la impresión de que certifica (a través de recons
trucciones «auténticas») un grado de certeza inalcanzable en otro lugar que no
sea el cine.
Teniendo en cuenta las convenciones de la defensa documental en la que el
realizador socialmente responsable intenta demostrar la validez de una interpre
tación frente a otras, no queda claro si la negativa de Morris a hacerlo deriva del
deseo de utilizar este hecho en concreto para elaborar un filme más complejo en
tono narrativo o del deseo de desafiar nuestras expectativas en lo que respecta a
la convención documental. En el primer caso, la película se habría hecho a ex
pensas de lo que «realmente ocurrió» y del poder del documental para conven
cemos de su naturaleza. En el segundo, la película busca intensificar nuestra
experiencia subjetiva de la ambigüedad del conocimiento factual basado en
representaciones individuales sin dejar de indicar que algunas representaciones
son mucho más verosímiles que otras. En mi opinión la tendencia que prevale
ce es esta última, pero está recubierta por una tendencia opuesta a mostrar un in
genio irónico que es un elemento esencial no tanto de esta desconstrucción de
las expectativas como de las preferencias estilísticas y la confusa imparcialidad
del propio Morris. Como la ironía de Terciopelo azul (Blue Velvet, 1 986), de
David Lynch, se trata de un estilo que potencia la controversia a través del fo
mento deliberado de la ambivalencia.
1 44 EJES D E ORIENTACIÓN
Como jugada final en este estudio del espacio axiográfico, es importante si
tuar lo étic0 de un modo más rotundo en relación con lo político y lo ideológi
co. Considero que la ética va a la par de la política (y la ideología) ya que estos
términos representan la misma problemática dentro de marcos conceptuales di
ferentes. La conducta ética, en otro nivel, puede considerarse como una conduc
ta de motivación política y viceversa; tanto la ética como la política se pueden
ver como ejemplos de discurso ideológico dirigido a la constitución de formas
apropiadas de subjetividad para un modo determinado de organización social.
Hay sin duda alguna una política de la ética como hay una ética de la política:
ambas son discursos ideológicos no sólo en el sentido de que buscan afectar a la
conducta individual por medio de la retórica, sino en el sentido más básico de
que establecen y mantienen un «entramado de relaciones sociales» específico
que forma el tejido y la textura de una economía cultural determinada.
Aquello que consideramos ética en un sistema puede ser política en otro. La
utilidad de identificar las implicaciones de la representación espacial como una
cuestión de ética reside, en principio, en que esto ayuda a hacer hincapié en la
confrotación experimental con cuestiones y valores que experimenta el especta
dor, como también los experimentó el realizador. El peligro está en no reco
nocer que los valores éticos implican una ontología, una visión del mundo o
sistema de valores independiente, que se zafa de las tentativas de situarlo
históricamente. Parece ser, por tanto, que las acciones éticas están impulsadas
por valores éticos en vez de derivar del código por el que los que ostentan el po
der se conducen a sí mismos y a otros al optar por regulaciones de conciencia y
responsabilidad social como alternativa a la coacción.20 Un sistema como el
cristianismo o el periodismo, por ejemplo, se convierte en el límite o marco que
aporta el repertorio de valores y los medios para aplicarlos a una situación de
terminada. Nos da la impresión de que ya no necesitamos buscar más, ya que los
partidarios del marco ético pueden aplicarlo a todas las situaciones posibles. In
troduzco la política para sugerir que mientras que los valores pueden circular
dentro de sistemas independientes, también se infiltran y apoyan los modos de
poder y jerarquía, hegemonía y control que estructuran dichos sistemas. Una au
téntica ética de la representación espacial es también y simultáneamente una po
lítica de la representación espacial. La primera hace mayor hincapié en el en
cuentro fenomenológico inmediato del espectador con el realizador, la segunda
en los patrones y las relaciones ideológicos que tienden a apuntalar o producir
este encuentro.
El debate ético puede convertirse en una última morada definitiva cuando
tiene lugar dentro de un marco que se presenta como universal. (No hay ningu
na otra posibilidad de conducta correcta.) Se diferencia lo bueno de lo malo,
prevalece la armonía. Y sin embargo esta sensación de certeza, una vez hemos
AXIOGRAFÍA: EL ESPACIO ÉTICO EN EL DOCUMENTAL 1 45
El mundo en el documental
Representación documental
tal no hay tanto una historia y su mundo imaginario como un argumento acerca
del mundo histórico. (En ldeology and the lmage utilicé «diégesis» y «ficción
retórica» para hacer esta distinción entre el mundo imaginario de la ficción y el
mundo proposicional del documental. Prefiero «argumentación» como palabra
más familiar, pero no quiero dar a entender con ello que todos los documenta
les sean argumentativos, sino que sus representaciones o proposiciones, tácitas
o explícitas, apuntan al mundo histórico directamente.) El documental repre
senta el mundo, y es posible que convenga recordar algunos de los múltiples
significados de la palabra «representar» ya que todos ellos son simultáneamen
te aplicables en este contexto. El uso más generalizado en la crítica cinemato
gráfica ha sido el de similitud, modelo o representación en sí. (La idea de un
modelo que era, simultáneamente, su objeto, compartiendo su ser ontológico
gracias al proceso fotográfico, era la forma de representación que tanto fascina
ba a André Bazin.)
Según el Oxford English Dictionary (OED), representación también signi
fica representar políticamente a un grupo o clase sustituyéndolo o actuando en
su nombre con el derecho o la autoridad para actuar de su parte. La Cámara de
Representantes del Congreso de los Estados Unidos lleva este nombre debido a
su responsabilidad de representar a la población en una proporción justa y equi
tativa entre los Estados. En tomo a la función de los políticos electos en general
se ha elaborado todo un discurso sobre su función de representantes, pero tam
bién se producen otras formas de representación política más informales.
Asimismo, representación significa «la acción de exponer un hecho, etcé
tera, ante otro u otros a través del discurso; una declaración o narración, en es
pecial una declaración o narración que intenta transmitir una idea o impresión
concretas acerca de una cuestión con objeto de influir en la acción o en la opi
nión» (Oxford English Dictionary). En este caso la representación se lleva a
cabo o se presenta; la representación equivale a defender una postura de un
modo convincente. La representación tienen más que ver con la retórica, la per
suasión y la argumentación que con la similitud o la reproducción.
En resumen, el documental nos ofrece representaciones o similitudes foto
gráficas y auditivas del mundo. El documental representa los puntos de vista de
individuos, grupos o entes que van desde un realizador solitario como Flaherty
hasta el gobierno de un Estado pasando por la cadena CBS. El documental
también expone una representación, o una defensa, o una argumentación, acer
ca del mundo explícita o implícitamente. Al ofrecer nuestra propia representa
ción del documental en este libro, al ofrecer un relato adecuado de sus propie
dades y tradiciones, formas y efectos, habremos de tener en cuenta estas tres
acepciones.
L\ NARRACIÓN DE HISTORIAS CON PRUEBAS Y ARGUMENTACIONES 1 55
La ventana documental
El zapato de Kruschev
suele tener gran cuidado con la autenticidad de los elementos accesorios como
la ropa, los muebles, las armas, el escenario, la arquitectura, etcétera, mientras
que pueden tomarse libertades con 1 ) los diálogos y la lengua -personajes his
tóricos de cualquier nacionalidad hablan inglés-; 2) la motivación -la nece
sidad de unidad y clausura narrativas rigen la motivación-; 3) el personaje
-los papeles principales siempre los interpretan estrellas reconocidas- y 4) la
secuencia -los acontecimientos se reorganizan en una forma narrativa lineal-.)
Aunque las películas de ficción emplean elementos del realismo poniéndolos al
servicio de su historia, la relación global del filme con respecto al mundo es me
tafórica. La ficción presenta el aspecto de sucesos, motivos, apariciones, causa
lidad y significado reales. La ficción puede perfectamente constituir una expli
cación o interpretación de mucho peso, pero el camino de vuelta al mundo
siempre se hace por medio de este desvío a través de la forma narrativa. Hay una
fuerza centrífuga que aleja los elementos de autenticidad de su referente histó
rico llevándolos hacia su importancia con respecto a la trama y la historia.
El documental, por otra parte, establece y utiliza una relación indicativa
con el mundo histórico. Se basa en pruebas que no pueden presenciarse en el
momento en que ocurren, al menos de un modo directo, más de una vez. Estoy
pensando en esas reivindicaciones probatorias que dependen de la autentici
dad fotográfica o auditiva de una película como documento. Para ver no cómo
podían haber sido Hitler, Kennedy, los supervivientes del Holocausto o las
víctimas de la guerra de Vietnam, sino cuál era su aspecto auténtico, recurri
mos al documental. Como señala Jerry Kuehl, «en la esencia del documental
hay una reivindicación de autenticidad y esta reivindicación está basada en ar
gumentos y pruebas. ¿Llegó Kruschev a perder los estribos en público? Es po
sible que la filmación de este personaje golpeando la mesa con su zapato en la
ONU no convenza a todo el mundo; la filmación de Telly Savalas luciendo la
Orden de Lenin y golpeando una mesa en un plató de Universal City no con
vence a nadie». 8
En este sentido las pruebas documentales son características, no tanto porque
pertenezcan a un orden completamente diferente al de pruebas históricas simila
res utilizadas en el cine de ficción (armas de fuego, chalecos y ornamentos autén
ticos en una película de época, por ejemplo) sino porque estas pruebas ya no
están al servicio de las necesidades de la narrativa como tal. (Se trata de una
cuestión de grado, pero de un grado que muy a menudo queda registrado.) La
prueba documental no es un toque de realidad histórica utilizado para embellecer
un mundo. No es un elemento desplegado y motivado de acuerdo con los requisi
tos de una coherencia narrativa. En vez de eso, la prueba documental nos remite
al mundo y respalda argumentaciones hechas acerca de ese mundo directamente.
(Sigue siendo una representación pero no una representación ficticia.)
En resumen, tanto en el filme documental como en el de ficción pueden
aparecer pruebas sobre el mundo histórico o pruebas provenientes de éste que
1 60 EL DOCUMENTAL: UNA FICCIÓN (EN NADA) SEMEJANTE A CUALQUIER OTRA
pueden tener el mismo nexo existencial con el mundÓ en ambos casos. En uno
sostiene una narrativa; en el otro sostiene una argumentación. El efecto de un
realismo potenciado puede ser muy similar en ambos casos --obtener nuestra
aprobación de que «Esto es así»-- pero el proceso a través del que se consigue
es diferente en la ficción y en el documental, si no en lo que respecta a clase al
menos en lo referente a grado. Aunque las pruebas tienen una base histórica, la
argumentación o representación que se hace con ellas no la tienen. Las repre
sentaciones son construcciones del texto: «reivindicaciones de autenticidad» no
sencillamente de lo que existe en el mundo sino, en un sentido acuciante, del
significado, explicación o interpretación que deben asignarse a lo que existe en
el mundo. Aquí se combinan elementos de narrativa, retórica, estilo y represen
tación.
Las convenciones y limitaciones, los códigos y las expectativas pueden fun
cionar de un modo diferente, pero tanto la ficción como el documental se pro
ponen hacer una inferencia de las pruebas históricas que incorporan. Esta dife
rencia radica en cuestiones de discurso institucional, estructura textual y
expectativas del espectador. No se trata de juzgar si vemos a Telly Savalas in
terpretando a Nikita Kruschev golpeando la mesa con un zapato o al propio
Kruschev (aunque pueda tener su importancia) sino qué tipo de argumentación
o historia sostiene esta acción. Aunque sea auténtica de principio a fin, de modo
que la «reivindicación de autenticidad» «Esto ocurrió, es historia» sea total
mente válida, esta acción sólo adquiere significación como algo más que un in
cidente aislado cuando se coloca dentro de un marco narrativo o expositivo. (La
acción de golpear la mesa con el zapato puede ser «ruido», un detalle incidental
que alienta una sensación de verosimilitud o realismo pero no tiene un signifi
cado propio. Para darle un mayor significado hace falta un marco conceptual o
un esquema explicativo. Esto nos aleja de la precisión factual llevándonos a un
nivel totalmente distinto de compromiso.)
La documentación factual sirve como prueba, pero qué es lo que prueba se
convierte en una cuestión fundamental. El documental responde a esta pregun
ta con convenciones tomadas directamente del mundo histórico, tal y como se
vio y oyó que ocurriera, en vez de con una similitud metafórica. (Si no recono
cemos la autenticidad de la prueba, podríamos tomar la película por una ficción.
La imagen de Kruschev golpeando la mesa con un zapato podría parecerle un
mal telefilme a alguien que no sepa qué aspecto tenía Kruschev.) Sin embargo,
en la mayoría de los casos el documental tiene la preocupación de responder a
la pregunta «¿Qué es lo que prueba?».
Una vez que emprendemos la presentación de una argumentación, vamos más
allá de las pruebas y lo factual para llegar a la construcción de significado. Es aquí
donde un metraje como la prueba histórica que contienen los planos de Kruschev
golpeando la mesa con su zapato o la filmación del asesinato de Kennedy se con
vierten en algo más que hechos aislados. Se convierten en pruebas que demues-
LA NARRACIÓN DE HISTORIAS CON PRUEBAS Y ARGUMENTACIONES 161
neral individuos que transmiten una cierta sensación de magnitud interna, una
personalidad compleja, sin indicar que dicha personalidad es un papel total
mente diferente de la personalidad que presentarían en una situación normal.
Nanuk, el personaje central del documental clásico de Flaherty, constituye un
ejemplo de primer orden. Frank: A Vietnam Veteranm, depende por completo del
poder de narración confesional de su único sujeto, Frank, un veterano de la gue
rra de Vietnam cuya apagada normalidad contradice el comportamiento extre
mo que describe, del mismo modo que Portrait of Jasan se basa por completo
en las dramáticas revelaciones de Jason, un gigoló negro con distintas aspira
ciones, todas ellas improbables. (No hace falta que sea una personalidad «au
téntica» o «privada» la que presentan los actores sociales; «normal» puede signi
ficar la presentación de uno mismo en el espacio público tal y como la vemos en
Primary, por ejemplo, sobre la campaña de las elecciones primarias de 1 960 en
Wisconsin entre John F. Kennedy y Hubert Humphrey. Ambos actúan conti
nuamente, pero la personalidad que presentan en la película se asemeja mucho
a la personalidad que presentan en las apariciones en público en general.)
Esta tendencia a buscar actores sociales con capacidad expresiva se con
vierte en una de las principales vías de entrada de la subjetividad en el docu
mental. Aunque la película pueda adoptar un estilo de filmación objetivo y abs
tenerse de utilizar recursos cinematográficos que indican interioridad como los
planos subjetivos o losflashbacks , los individuos expresivos aumentan la posi
bilidad de que se dé una identificación e implicación empáticas por parte del es
pectador. Los actores sociales que carecen de este tipo de capacidad expresiva
rara vez se convierten en el centro del documental por muy similar que sea su
actuación durante la filmación a como lo es antes o después de la misma. David
MacDougall ha hablado y escrito con gran acierto sobre su tendencia a gravitar
hacia individuos cuyo comportamiento cotidiano parece indicar complejidad y
densidad. Lorang, el protagonista de la trilogía «Turkana Conversations» (Lo
rang' s Way, A Wife among Wives, Wedding Camels), exhibe sin duda alguna
esta capacidad con su experiencia urbana que contrasta con su preferencia por
el modo de vida tradicional de las tribus, su habilidad en el regateo y una predi
lección por las meditaciones filosóficas que acerca más estas películas a las pri
meras de Eric Rohmer (La rodilla de Clara [La genou de Claire, 1 970], Mi no
che con Maud [Ma nuit chez Maud, 1969] , etcétera) que a otras películas
etnográficas. Como contraste, la última experiencia de MacDougall con aborí
genes que se mostraban muy reticentes a hablar de su cultura le llevó a experi
mentar con estrategias de «comentario interior» que pudieran compensar la au
sencia de interpretación expresiva. i l
La naturaleza paradójica de esta tendencia es el deseo de una interpretación
que no es una interpretación, de una forma de presentación del sujeto que se
aproxima a la presentación que una persona hace normalmente de sí misma.
Uno de los indicios convencionales de que alguien es un gran intérprete es su
1 66 EL DOCUMENTAL: UNA FICCIÓN (EN NADA) SEMEJANTE A CUALQUIER OTRA
capacidad para representar una amplia gama de personajes; una de las expecta
tivas que se suelen tener con respecto a los actores sociales es que su personaje
permanezca estable, mostrando continuidad y coherencia. En el documental
queremos una interpretación sin la preparación, los ensayos y la dirección que
normalmente la acompañan. Esto es aplicable prácticamente a toda la gama de
formas y modalidades documentales. (Las excepciones son principalmente pe
lículas que se centran en procesos, objetos y conceptos en vez de en gente, pe
lículas como De Brug, Rain, Drifters, Industrial Britain, Song ofCeylon, Naked
Spaces, Kudzu, Consuming Hunger o Time Is o Powers ofTen, e incluso aquí l a
«interpretación» puede volver e n forma de rostros y tipos de cuerpos prototípi
cos, iconos que evocan suposiciones y atribuciones preexistentes que están pre
sentes entre el público. Los prolongados pasajes rapsódicos del pueblo alemán
en Triumph des Willens de Leni Riefenstahl ofrecen todo un panteón de imáge
nes volk a pesar de que no se les da dimensionalidad alguna.)
La sensación paradójica de una interpretación, una capacidad expresiva en
la que los conceptos de actuación e interpretación se atraen y se rechazan si
multáneamente, puede transmitirse utilizando el término «interpretación vir
tuah>. Virtual: «Que lo es en esencia, o efecto, aunque no formal o realmente;
admitiendo ser así denominado en lo que respecta a efecto o resultado» (OED).
La interpretación virtual tiene el poder y el efecto de la interpretación real sin
serlo. Tiene esta característica gracias a su representación de la lógica, o estruc
tura profunda, de la interpretación sin sus manifestaciones históricas, institucio
nales o profesionales, todas las cuales pueden considerarse como estructura de
superficie. (La informática define «Virtual» de un modo similar: a diferencia de
una biblioteca o archivo, la memoria virtual de un ordenador almacena unida
des de información al margen de su localización física. Cada artículo se locali
za por medio de un algoritmo que correlaciona el espacio físico con las relacio
nes lógicas, permitiendo recuperar la información fácilmente al margen de su
situación espacial.)
La interpretación virtual presenta la lógica de la interpretación real sin indi
cios de alerta consciente de que esta presentación es una actuación. (Los térmi
nos «consciente de sí mismo» y «consciente de la cámara» hacen referencia a
esta alerta.) La interpretación virtual, o presentación cotidiana de uno mismo,
deriva de un sistema culturalmente específico de significados que rodea las ex
presiones faciales, los cambios de tono o matiz vocal, los cambios de postura
corporal, los gestos, etcétera --esos mismos elementos que los actores se pre
paran para controlar a voluntad-. Cuando en Soldier Girls el sargento Abding,
el duro instructor militar que hace pasar todo tipo de penalidades a las reclutas,
se viene abajo y confiesa que la experiencia de Vietnam le ha dejado destroza
do interiormente, somos testigos de una interpretación virtual de gran intensi
dad. Tiene todos los efectos sobre el espectador que tendría una interpretación
real (y además otro: la sensación de autenticidad histórica y acceso privilegia-
LA NARRACIÓN DE HISTORIAS CON PRUEBAS Y ARGUMENTACIONES 1 67
La argumentación en el documental
como In the Year ofthe Pig, L a chagrin et la pitié y Shoah, también pueden re
presentar su argumentación principalmente como una perspectiva, aunque tan
to el realizador como los entrevistados pueden introducir comentarios en sus
descripciones y relatos. (En los tres ejemplos anteriores, queda perfectamente
claro según la perspectiva argumentativa del realizador cuál es su posición con
respecto a las cuestiones principales, incluso si no hay comentarios adiciona
les.) El comentario es la visión del mundo que expresa el realizador o los acto
res sociales reclutados para la película. (Este tipo de «expresiones» no tienen
por qué ser verbales; también pueden ser visuales o auditivas en un sentido más
general, como veremos al hablar del montaje intelectual en el documental.)
El comentario sirve para provocar una sensación de distanciamiento con
propósitos orientativos, de evaluación, juicio, reflexión, reconsideración, per
suasión o cualificación entre el texto como conjunto y las pruebas que presenta.
El comentario permite la aplicación al mundo de un cobertura moral/política re
conocible, a menudo utilizando las mismas técnicas o recursos estilísticos que
contribuyen a establecer la representación del mundo que hace el texto en pri
mer lugar (montaje, discurso, ángulo de la cámara, composición, etcétera). Esta
duplicación es lo que da al texto su voz o punto de vista social.
La distinción entre comentario y perspectiva también se puede hacer por
contraste entre una posición del espectador que es relativamente activa en lo
que respecta a la determinación del tema político o moral del texto y una posi
ción del espectador en la que éste adopta un papel más pasivo. La primera, es
pecialmente pronunciada en las películas de observación, tendría un efecto que
se podría describir como «Véalo usted mismo», frente a la segunda que sería
<<Véalo a mi manera». Una perspectiva del tipo «Véalo usted mismo» está más
próxima a la experiencia de la mayoría de las obras de ficción. Debido a su
oblicuidad, puede parecer manipuladora en lo que respecta a las expectativas
que tiene el espectador ante al documental. Hay quien ve así High School de
Wiseman, mientras que un texto satírico y sumamente enfático como Sixteen
in Webster Graves parece más sincero. Las películas de Emile de Antonio (In
the Year of the Pig, Point of Order, Millhouse, Underground, entre otras) son
ejemplos particularmente claros de argumentación a través de la perspectiva
(«Véalo usted mismo») en comparación con muchos otros filmes basados en en
trevistas que no nos dejan otra opción que aceptar la perspectiva, y el comenta
rio, de sus entrevistados («V éalo de este modo»). Otras películas nos recuerdan
que las alternativas no tienen por qué ser tan drásticas: puede haber múltiples
comentarios que se contradigan sin llegar a una resolución; distintas voces
pueden competir por captar la atención del espectador; puede prevalecer una
heteroglosia que diga, en efecto, «siempre hay más de un modo de ver las co
sas» y puede decir que cada «modo» acarrea implicaciones ideológicas/mo
rales/estéticas. (Naked Spaces, con sus tres comentarios sin jerarquizar que
representan los dichos de los indígenas africanos, el pensamiento de los inte-
1 72 EL DOCUMENTAL: UNA FICCIÓN ( EN NADA) SEMEJANTE A CUALQUIER OTRA
Ideológicamente, por último, este juego tiene la ventaja de dar al texto clásico
una cierta inocencia: de estos dos sistemas, el denotativo y el connotativo, uno de
ellos se vuelve hacia sí mismo e indica su propia existencia: el sistema de denota
ción; la denotación no es el primer significado, pero pretende serlo; bajo esta ilu
sión, no es en definitiva más que la última de las connotaciones (la que parece esta
blecer y al mismo tiempo cerrar la lectura), el mito superior a través del que el texto
pretende regresar a la naturaleza del lenguaje, al lenguaje como naturaleza. 14
sino del propio agente expositivo de autoría: así es el mundo según Barbara
Walters, Robín Leach, Oprah Winfrey, Arsenio Hall o Ted Koppel y las institu
ciones a las que representan.
Este énfasis en el agente de la argumentación expositiva queda perfecta
mente demostrado en la publicidad televisiva. Si se puede decir que estos textos
intensifican la conciencia, esto se debe principalmente a la sensación de que se
están dirigiendo a uno personalmente. El mundo representado en el anuncio, ya
esté anclado en lo real desde el punto de vista histórico o esté fabricado por
completo, adquiere un aura de verosimilitud al ofrecer un medio ambiente ade
cuado para su fundamento denotativo: el producto. La «lógica documental», en
este caso afirmaciones retóricas acerca del producto, respalda un mundo creíble
-pero sólo en la medida en que este mundo justifica las afirmaciones hechas en
nombre de un producto, afirmaciones que a menudo expanden nuestra defini
ción de sentido común-. No nos sentimos tanto en presencia de un mundo o
del mundo como de una argumentación, frecuentemente de una argumentación
basada en un espejismo o una hipérbole. (En los anuncios de un estilo de vida
que hacen pocas afirmaciones abiertas, o ninguna, la argumentación puede de
sarrollarse a través de una perspectiva que asocia una forma particular de sensi
bilidad y experiencia con el uso de un producto.) Lo que David Bordwell ha
afirmado con respecto al innovador cine soviético de los años veinte también se
puede decir de la publicidad televisiva (aunque el propósito político da un giro
radical): «Este cine va más allá de esos apartes narrativos que encontrábamos en
el cine de arte y ensayo; estas películas no ofrecen una realidad [una mezcla de
representaciones objetivas y subjetivas] modulada por un "comentario" ocasio
nal interpolado; estas películas tienen un firmante y un destinatario concretos;
su mundo diegético está construido por completo de acuerdo con necesidades
retóricas». 1 9
La construcción de un mundo a la medida de la retórica en los inicios del
cine soviético era especialmente cierta en el uso del montaje intelectual, la com
binación de imágenes, o sonido e imágenes, con el objetivo explícito de co
mentar algún aspecto de la historia. En ocasiones la imagen escogida para el co
mentario no tenía fundamento en el mundo de la ficción (se importó un pavo
real para hacer un comentario sobre el personaje de Kerensky en Octubre [Ok
tiabar, 1 927], por ejemplo). En ocasiones se extraía una imagen del mundo de la
propia historia, constituyendo una especie de estribillo (expresiones reiteradas
de conmoción en los rostros de los ciudadanos cuando las tropas les atacan en
las escaleras de Odessa en El acorazado Potemkin [Bronenosez Potemkin,
1 925], o el montaje paralelo entre el matadero y la matanza de los trabajadores
en La huelga [Stacka, 1 924]) . Estas alternativas se denominan en ocasiones in
sertos o yuxtaposiciones extradiegéticos y diegéticos. En el documental, la in
trusión de una imagen que no pertenece al mundo representado es casi una im
posibilidad en tanto que las imágenes documentales reivindican un nexo con el
LA NARRACIÓN DE HISTORIAS CON PRUEBAS Y ARGUMENTACIONES 1 77
Si se trata de primeros planos de las cosas que nos rodean, centrándose en de
talles ocultos de objetos familiares, explorando contextos comunes bajo la inge
niosa orientación de la cámara, la película, por una parte, amplía nuestra com-
178 E L DOCUMENTAL: U N A FICCIÓN (EN NADA) SEMEJANTE A CUALQUIER OTRA
prensión de las necesidades que rigen nuestras vidas; por otra parte, se las arregla
para garantizamos un inmenso e inesperado campo de acción. Daba la impresión
de que nuestras tabernas y nuestras calles metropolitanas, nuestras oficinas y ha
bitaciones amuebladas, nuestras estaciones de ferrocarril y nuestras fábricas nos
habían encerrado definitivamente. Entonces llegó el cine y echó abajo esa prisión
con la dinamita de una décima de segundo, de modo que ahora, entre sus ruinas y
escombros dispersos, podemos viajar con tranquilidad y espíritu aventurero.20
Retórica
La retórica nos aleja del estilo, llevándonos hasta el otro extremo del eje en
tre autor y espectador. Si el estilo transmite una cierta sensación del punto de
vista moral sobre el mundo y de su posición ética dentro del mismo, la retórica
es un medio a través del que el autor intenta transmitir su punto de vista al es
pectador de un modo persuasivo. La pragmática es la parte de la teoría de la co
municación que se ocupa del efecto de los mensajes en aquellos que los reciben
y la retórica es el ruedio a través del que se consiguen efectos. 1 La retórica, asi
mismo, puede basarse en técnicas cinematográficas (así como en otras que no
son específicas del cine como los silogismos o la apelación al sentido común),
pero no hace tanto énfasis en el significado como en el efecto. La retórica, por
tanto, no es independiente del estilo sino, más bien, un modo diferente de verlo.
El estilo como visión personal tiene que ver con el autor, el estilo como retóri
ca tiene que ver con el público.
La retórica aristotélica establece los modos en que cualquier argumento
puede adquirir una base persuasiva. Un modo de conseguirlo es a través de las
pruebas: material factual recogido para apoyar la argumentación (testigos, confe
siones, documentos, objetos: aquellas representaciones materiales extraídas del
1 82 EL DOCUMENTAL: UNA FICCIÓN ( EN NADA ) SEMEJANTE A CUALQUIER OTRA
mundo para que las oigamos y veamos). Otra es la «prueba artística», las estrate
gias persuasivas que el narrador o autor utiliza en beneficio propio. Las pruebas en
el documental suelen depender del nexo indicativo entre la imagen fílmica y aque
llo que representa. Las pruebas artísticas, sin embargo, dependen de la calidad de
construcción del texto, de la persuasión de sus representaciones o reivindicaciones
de autenticidad. Aristóteles divide estas pruebas artísticas en tres categorías:
La retórica corteja al espectador del mismo modo en que el estilo revela al au
tor. Pero retórica no es sinónimo de comentario abierto; incluye los aspectos ar
gumentativos de cualquier texto. Un texto puede ser convincente sin necesidad
de serlo abiertamente a través del recurso de hablar desde un perspectiva tácita
o implícita. El realizador puede optar por no dirigirse al espectador directamen
te sin rechazar la retórica como tal. Decir lo contrario equivaldría a asignar la re
tórica a casos de apelación evidente como los que vemos en la publicidad, la
propaganda y la primera época del cine soviético, abriendo camino a un domi
nio neutral y no retórico de distanciamiento estético.
Aunque esta clasificación no deja de ser habitual y parece reafirmar algunas
de las representaciones de objetividad en el periodismo y las ciencias sociales,
lo cierto es que su asunción de que la persuasión y la ideología son fenómenos
localizados que se pueden activar o eliminar de un texto determinado, no es sos
tenible. El científico, al igual que el periodista, debe ser convincente, en espe
cial si informa de algo inesperado o inusual. La retórica entra en juego incluso
si sus tácticas están limitadas por reglas que rigen el informe científico o el re
portaje periodístico. A quienes están dentro de la comunidad discursiva, las es
tratagemas retóricas aceptadas les pueden parecer normales y neutrales (como
las afirmaciones de que el informador hace su trabajo de forma desinteresada
incluso si hay ayudas económicas, posiciones y carreras en juego). En vez de
demostrar la ausencia de retórica, esto demuestra su efectividad: un mensaje ad
quiere su poder de persuasión dando la impresión de que es independiente de las
presuposiciones, inclinaciones o intereses creados del narrador. El que la per
suasión opere de forma evidente o tácita es una cuestión de medios y no de
modalidades de discurso con diferencias fundamentales.
La retórica también puede contradecirse con el estilo, no en función de una
oposición entre «propaganda» y «arte puro» sino en términos de mensajes
mezclados. La definición de ideología aquí aplicada --como el modo en que la
subjetividad se alinea con nociones lógicas de realidad y elaboradas doctrinas
FIEL A LA REALIDAD: LA RETÓRICA Y LO QUE LA EXCEDE 1 85
Exceso
concepción del texto más fluida y plural. 1 0 Un ejemplo ilustrativo de este tipo de
enfoque es el ensayo de Richard Dyer «Entertainment and Utopía», en el que
este autor investiga el género del cine musical centrándose en la sensibilidad en
vez de en la lógica. Hace referencia a cualidades de «color, textura, movimien
to, ritmo, melodía, movimientos de cámara» con objeto de demostrar cómo ayu
dan a establecer la sensación del mundo utópico de energía, abundancia, inten
sidad, sinceridad y comunidad que debía haber en el musical clásico de
Hollywood. 1 1 Este tipo de consideraciones nos alejan de la referencialidad en su
forma más inmediata para llevamos hacia cuestiones de estilo -en especial de
realism(}- pero también ilustran cómo el exceso de un sistema puede conver
tirse fácilmente en significado en otro sistema.
El exceso puede rezumar un atractivo romántico. Puede concebirse como
aquello que existe fuera de la ley (la ley de la narrativa, o del deseo edípico en
tanto que las narrativas son historias del deseo masculino y su búsqueda de un
objeto adecuado). De este modo, el exceso se convierte no tanto en un sistema
compensatorio de organización, no tanto en un reto al dominio de la ley que re
afirma su lugar destacado, como en un testimonio del centralismo de dicha ley.
Decir que algo es un «exceso» equivale a reconocer su subordinación a otra
cosa. Al igual que el concepto de marginación, el exceso hace que se pierda
el derecho a cualquier reivindicación de autonomía. Sin un sistema dominante
el exceso no existiría. A este respecto, el exceso y la marginación son afines
a la teoría marxista de clase en la que la clase obrera sólo existe como clase de
bido al dominio de una clase dirigente y en relación con el mismo. Sin la una no
existiría la otra. Y aunque la clase obrera puede tomarse por un objeto románti
co, quizá sea más adecuado verla en un lugar de resistencia, modificación, con
tienda y revuelta contra el sistema dominante a partir del que adquiere su iden
tidad. El exceso, asimismo, puede considerarse no sólo como las cosas que el
teórico opta por no examinar, como las fuerzas que están fuera de la lev o aún
no están formadas, como un emblema romántico de la inaprensibilidad y la di
ferencia, :>ino también como el principio de oposición dentro de un sistema dia
léctico. (En el ensayo de Richard Dyer, esta noción se desarrolla en gran detalle
a través de las cualidades contradictorias del mundo cotidiano y trivial y del
mundo exuberante que recrean la música y el baile. En el documental, esta no
ción de una dialéctica puede ser aplicable a la contingencia, la incertidumbre y
las vicisitudes de la vida que ponen de manifiesto un patrón aunque sólo ante los
hechos consumados.)
Si el exceso tiende a ser lo que está más allá de la narrativa en las películas
de ficción, en el documental es lo que está más allá del alcance tanto de la na
rrativa como de la exposición. La narrativa es como un agujero negro, que ab
sorbe hacia su interior todo lo que entra en su ámbito, que lo organiza todo, des
de el decorado y el vestuario hasta el diálogo y la acción, al servicio de una
historia. La narrativa tiene un lugar en el documental, pero por lo general un lu-
FIEL A LA REALIDAD: LA RETÓRICA Y LO QUE LA EXCEDE 191
gar menos dominante. S i hay un agujero negro comparable, algo que intente
ofrecer una autoridad organizativa, lo constituyen los principios combinados de
la narrativa y la argumentación expositiva. (No todos los documentales son ex
positivos, y algunos evitan la forma narrativa de la mayoría de los documenta
les de observación. Estas modalidades alternativas del documental plantean
cuestiones en cierto modo distintas sobre el exceso.) El exceso es lo que escapa
al control de la narrativa y la exposición. Está fuera de la red de significado lan
zada para capturarlo.
¿Tiene nombre este exceso? Yo diría que tiene un nombre sencillo y fami
liar: historia. Como referente del documental, la historia es lo que siempre está
fuera del texto. (Otras cualidades pueden quedar fuera de un análisis determi
nado, como el color, la textura o la interpretación. Son excesos de un orden di
ferente.) El exceso es un proscrito contra el dominio del propio sistema del tex
to. La historia, como exceso, a la que siempre se alude pero nunca se da caza,
censura las leyes establecidas para contenerla; las rechaza, las modifica, se re
siste a ellas y las niega. Y al igual que el concepto de exceso que defiende Char
les Altman, la historia como exceso es un sistema propio. Es algo más que una
simple cuestión de exclusiones o de diferencias, algo más que una confrontación
entre ilegales y legítimos. Como explica Altman, «son mucho más penetrantes
aquellos casos en los que el sistema legal dominante se enfrenta a leyes de otro
tipo. La causa ha seguido su curso a través del sistema legal, pero el asesino aún
no ha sido ejecutado. Todos conocen la ley, pero se niegan a salir del comedor
del Greensboro. La ley dicta un curso para la acción, una narrativa bien motiva
da, pero otras leyes escapan del patrón prescrito». 1 2
Fredric Jameson lo explica a su modo cuando intenta diferenciar el concep
to de historia de Louis Althusser de la mayoría de conceptos postestructurales
que rechazan la existencia de referencialidad alguna fuera del lenguaje y el dis
curso: «Por tanto propondríamos la siguiente formulación revisada: que la his
toria no es un texto, ni una narrativa, dominante o de cualquier otra clase, sino
que, como causa ausente, nos es inaccesible excepto en forma textual, y que
nuestro enfoque de ella y de lo real pasa necesariamente por su previa textuali
zación, su narrativización en el inconsciente político». 1 3 Y Hayden White, des
de un punto de vista formalista, también establece una clara diferencia entre la
historia escrita (con la de que el documental tiene un nexo referencial común) y la
existencia histórica como tal: «Consideraré la obra histórica como lo que es de
un modo más manifiesto: es decir, una estructura verbal en forma de discurso
narrativo en prosa que se propone como modelo, o icono, de estructuras y pro
cesos anteriores con objeto de explicar lo que eran a través de su representa
ción». 14
La imposibilidad de una congruencia perfecta entre texto e historia parte de
la división entre discurso y referente, entre la significación de las cosas y las co
sas significadas. La representación nos sirve para reducir esta división, por muy
1 92 EL DOCUMENTAL: UNA FICCIÓN (EN NADA) SEMEJANTE A CUALQUIER OTRA
previsión con que nos contrariamos unos a otros» (y a nosotros mismos, se po
dría añadir). 1 7
Lo sacramental es un término utilizado aquí para describir las prácticas o su
cesos que no son lo que parecen. Operan en el nivel que Roland Barthes consi
deró como el nivel de la connotación y el mito: son un sistema de segundo orden
que toma un signo cuyo significado ya está establecido en un contexto social de
terminado y lo utiliza como significante para un nuevo significado más intensa
mente connotativo. Un vehículo, en especial si es de pasajeros, que lleva sus pro
pios mecanismos de propulsión y generación de energía para el transporte en
carreteras comunes, denota un coche. Pero ahora este signo puede convertirse en
un significante para otro significado complementario: poder, libertad y aventura,
pongamos por caso, o seguridad, economía y durabilidad. El significado com
plementario se suma al significado primario o denotativo pero no es tan eviden
te; la pertenencia a una sociedad o al menos una subcultura o «comunidad inter
pretativa» que comparte una serie de acuerdos comunes acerca de la naturaleza
de las cosas en el nivel connotativo se convierte en un requisito previo para la
comprensión. En algunos círculos de la cultura contemporánea, por ejemplo, el
ofrecimiento de un trago connota licor o cóctel y no agua, refresco, leche o cual
quiera de las otras bebidas que podrían considerarse «Un trago».
Otro ejemplo sería el sacramento cristiano de la comunión o eucaristía. A
alguien que no esté familiarizado con esta práctica, el consumo de alimentos
puede parecerle de importancia primordial mientras que los elementos rituales
del evento le pueden parecer extraños, singularmente excesivos en comparación
con otras prácticas de alimentación o, sencillamente, «ruido». Las cantidades
representativas de nutriente consumidas son un indicio importante de que el
evento no está dedicado a aplacar el hambre o satisfacer los requisitos dietéti
cos, sino que hay un salto considerable de la evidencia visible a la comprensión
absoluta del propio sacramento.
Las cuestiones de este tipo no dejan de ser comunes en el documental. Un
ejemplo destacado es el subgénero de las películas etnográficas que se ocupan
del trance, una actividad en la que lo que vemos no es nunca exactamente lo
que parece, ya que el evento está impregnado de un estado mental alterado que
no es visible. Películas como Dance and Trance in Bali, Nlum Tchai, Les mal
tres fous, Torou et Bitti, The Divine Horsemen y Magical Death se ven obli
gadas a ofrecer comentarios para explicar los sucesos que vemos como un sis
tema alternativo de significado. En otras OCl\Siones las películas permanecen
en silencio, dejándonos que experimentemos lo que no pueden explicar. Pues
to que precisamente la combinación de estas dos perspectivas es lo que cons
tituye los acuerdos compartidos dentro de la comunidad en la que se realiza el
sacramento, estas películas, así como otras representaciones más esporádicas
de lo sacramental, atestiguan invariablemente un exceso que no pueden con
tener.
196 EL DOCUMENTAL: UNA FICCIÓN ( EN NADA) SEMEJANTE A CUALQUIER OTRA
El nexo indicativo
Sólo una lente fotográfica nos puede dar el tipo de imagen del objeto que es
capaz de satisfacer la profunda necesidad que tiene el hombre de sustituirlo por
algo más que una mera aproximación, una especie de calco o transferencia. La
imagen fotográfica es el objeto en sí, el objeto liberado de las condiciones de
tiempo y espacio que lo rigen. Por muy borrosa, distorsionada o descolorida que
esté la imagen, por mucho que carezca de valor documental, comparte, a través
del mismo proceso de convertirse en ello, el ser del modelo del cual es la repro
ducción; es el modelo.20
André Bazin dejó las cosas bien claras: la «sustancia pegajosa» que también
comparó con el ámbar que conserva a la perfección lo que atrapa, no hace dis
criminaciones con respecto al estatus ontológico o histórico de su sujeto: es la
imagen fotográfica la que comparte el ser del modelo. La imagen adquiere au
tenticidad histórica al margen del estatus histórico de lo que representa. « Voila,
así era», o, con una sucesión de imágenes y movimiento aparente, «Así es, ésta
es la duración en sí y el objeto atrapado dentro de la misma». La imagen apare
ce en calidad de prueba, reproduce lo que sólo podría ocurrir una vez y sin em
bargo no es el modelo, ni la cosa en sí, ni tampoco una prueba cuyo estatus on
tológico es inexpugnable.
«¿Es la auténtica Ella Fitzgerald o es Memorex?»: una pregunta planteada
a unos espectadores/oyentes que por necesidad deben responder según una re
presentación indicativa (la banda sonora grabada del anuncio de televisión) o la
voz de Fitzgerald. Este dilema, o paradoja existencial, en el que se espera de no
sotros que hagamos una distinción que conlleva su propia imposibilidad lógica,
no es diferente de la paradoja de la imagen indicativa. 2 1 Es una prueba, pero no
una prueba irrefutable. Es el modelo pero no es el modelo. La cualidad indica
tiva de la imagen proclama su autenticidad pero se trata también de una reivin
¡Jicación de autojustificación semejante a la protesta del cretense de que está
diciendo la verdad cuando nos asegura que los cretenses siempre mienten.
FIEL A LA REALIDAD: LA RETÓRICA Y LO QUE LA EXCEDE 201
ontológico privilegiado que a veces se hacen en favor del documental, pero hay
más. No sólo la autenticidad histórica de la imagen está sujeta a la duda; está
también sujeto a la interpretación el significado que lleva como prueba, incluso
si es auténtico. Este tipo de sistemas son múltiples y en algunos casos contra
dictorios. El nexo entre prueba y sistema es tenue. Los hechos y conceptos que
empleamos para captarlos pueden describirse como «etiquetas para puntos de
vista que el investigador adopta voluntariamente».23 A menudo las mismas
pruebas, o hechos, se pueden situar convincentemente dentro de más de un sis
tema de significado, o se les puede dar más de una interpretación. Los juicios
ante un tribunal a menudo se basan precisamente en este hecho e implican no
sólo cuestiones sobre pruebas circunstanciales sino también sobre el significa
do de la prueba documental en sí. Por esta razón, el estatus de la imagen foto
gráfica en las causas legales está muy lejos de ser rutinario y nos vendría muy
bien recordar las precauciones que se tienen en este contexto.
Dos ejemplos recientes pueden ser suficientes para zanjar esta cuestión. En
el juicio de la rehén del Symbionese Liberation Army, Patty Hearst, se presenta
ron como prueba grabaciones de una cámara de vídeo. Estas grabaciones mos
traban a la señorita Hearst como participante en un robo a un banco. Estaba ar
mada y apuntaba con su arma en dirección a algunas de las personas retenidas
en el banco. (No había banda sonora para determinar lo que decía.) La acusa
ción arguyó que la cinta demostraba que la señorita Hearst era sin duda alguna
un miembro activo y voluntario del Ejército y merecía el mismo tratamiento que
los demás. La defensa admitió que las imágenes eran auténticas, que había es
tado en el banco durante el robo y había apuntado a la gente con su arma, pero
que las imágenes no revelaban su estado mental ni su motivación. La defensa
arguyó que había participado en contra de su voluntad y sólo como resultado de
un proceso de amenazas, coacción y lavado de cerebro que no le habían dejado
alternativa viable. El segundo ejemplo fue el juicio de John DeLorean por cons
piración para el tráfico de drogas. El señor DeLorean cayó en la trampa de unos
agentes federales que grabaron en vídeo las transacciones que provocaron su
detención. También se grabaron las conversaciones. La acusación afirmó que
los comentarios y las acciones del señor DeLorean no dejaban lugar a dudas. La
defensa arguyó, una vez más, que la cinta no era lo que parecía, que era casi una
grabación sacramental en el sentido aquí descrito. El señor DeLorean sólo esta
ba fingiendo seguir el juego para ver hasta dónde llegaban estos hombres, e in
cluso si cerró la transacción había tenido en todo momento la intención de de
nunciar los hechos y utilizar el trato para dar a la policía la prueba que
necesitaría para distinguir su denuncia de los rumores o las especulaciones gra
tuitas acerca de los motivos de alguien. (Se puso en práctica una defensa seme
jante durante el juicio por consumo de drogas del alcalde de Washington D.C.
Marion Barry: hizo lo que muestran las imágenes pero su motivación no era la
que exponía la acusación.)
FIEL A LA REALIDAD: LA RETÓRICA Y LO QUE LA EXCEDE 203
los niños de corta edad atribuyen cualidades a una imagen principalmente según
conocimientos previos. Una fotografía de un médico que pasa de largo ante un
accidente puede seguir provocando la atribución de «buen médico» a pesar de
la evidencia de lo contrario, mientras que los niños de mayor edad, y los adul
tos, suelen inferir significados a partir de la estructura y el contexto específicos
de la imagen. Las técnicas de calificación en el documental proponen atributos
que pueden desviar nuestro proceso de formación de inferencias hacia esos sig
nificados favorecidos por el texto. Algunos textos pueden perfectamente verse
perseguidos por un exceso de significados o implicaciones posibles o incluso
evidentes que la calificación ha pasado por alto o ha suprimido.
El comentario de Obedience, por ejemplo, describe el modo en que se hace
creer a los sujetos de la prueba que están infligiendo descargas eléctricas a «es
tudiantes» cada vez que uno de dichos estudiantes comete un error. Puesto que
el grado de la descarga administrada recorre una escala que acaba en «Peligro»
y puesto que el «estudiante» es un cómplice del investigador, preparado para
lanzar gritos y después quedarse en silencio tras una descarga a los voltajes más
elevados, el sujeto de la prueba se enfrenta a una profunda crisis: la administra
ción de descargas provoca indicios de angustia acuciante pero el impulso de de
tenerse se opone a las órdenes enfáticas de un científico para que continúe. Los
experimentos son una cuestión de registro histórico, pero esta representación
documental de los mismos podría ser una fabricación con la misma facilidad
con que podría ser cierta. El único individuo que no interpreta en el sentido ha
bitual de la palabra es el sujeto de la prueba; estos individuos podrían sustituir
se por actores que interpretarían el papel de sujetos con remordimientos de
conciencia.
Pero el comentario nos asegura que se trata de un registro de experimentos
reales, que los sujetos de la prueba no saben que las descargas que emiten no le
llegan al estudiante, que los resultados que vemos son los que en realidad se
produjeron. Esta garantía de que lo que ocurrió fue un suceso dentro del mundo
histórico en sí y no una simulación del mismo transporta al espectador a una po
sición moral sumamente característica. Vemos a otros seres humanos enfren
tándose con la posibilidad de haber causado daño físico a unos congéneres, po
siblemente hasta matarlos. Las dudas, las muestras de preocupación, el deseo de
que se les exonere de toda responsabilidad, los gestos de miedo y ansiedad (la
mano en la frente, el movimiento repentino y espasmódico utilizado para enviar
la descarga eléctrica en vez de una presión firme sobre el interruptor, las mira
das nerviosas y culpables a los científicos), todo ello conlleva una autenticidad
pasmosa y penosa que puede incomodar inmensamente al espectador.
FIEL A LA REALIDAD: LA RETÓRICA Y LO QUE LA EXCEDE 205
Subjetividad e identificación
su indicatividad. No puede flotar libremente como una similitud exacta pero sin
especificar, liberada de la contingencia histórica entre el éter del parecido gene
ral. Esta fijación de la densidad histórica se produce en tres etapas: 1 ) el reco
nocimiento del cuerpo como tal (un elemento importante en Roses in December
y The Act of Seeing With One' s Own Eyes); 2) el reconocimiento de un conjunto
de características que sitúan el cuerpo y la persona dentro de un tiempo y un lu
gar (el soldado de la Segunda Guerra Mundial, Vietnam o México en 1 920; el
«hombre de la calle» de 1 929 o 1 988; el vestido de miriñaque que identifica el
periodo de posguerra o la minifalda de los años sesenta y los atuendos punk de
los primeros años ochenta); y 3) el reconocimiento de una persona específica,
única con respecto a toda la historia, por muy típica o indicativa que también
pueda ser. (Este anclaje puede, claro está, imitarse de modo que demos crédito
a la autenticidad histórica de gente e imágenes cuando no deberíamos haberlo
hecho: ficciones disfrazadas de documentales como Culloden, El juego de la
guerra, No Líes, David Holzman' s Diary y Daughter Rite pueden decepcionar
nos y enfurecemos a causa del carácter engañoso con que representan el mundo
histórico. Películas como Espartaco (Spartacus, 1 960), La puerta del cielo (Hea
ven's Gate, 1 980), Cenizas y diamantes (Popol i diament, 1 958) o Lucía ( 1 968)
pueden fascinamos, en parte, por la disposición de detalles históricos que ofre
cen junto con historias de ficción.
Aunque nuestras propias suposiciones acerca de la solidez y realidad del
mundo histórico puedan llevamos a pensar de otra manera, estas formas de
anclaje indicativo son sumamente variables. Lo que para una persona es una
prueba, para otra es algo ficticio. La ficción y el documental comparten los
dos primeros niveles de anclaje documental y por tanto no ofrecen garantías.
El último nivel, en el que reconocemos una figura como la de un personaje
histórico específico, no sólo deja en suspenso cuestiones acerca de cómo han
sido reclutados para un texto y han quedado sujetos a representaciones pecu
liares del mismo: también carece de universalidad. Figuras claramente identi
ficables como personajes históricos conocidos en un contexto de visionado
pueden no pasar de ser actores como cualesquiera otros en un contexto dife
rente.
Es posible que un público norteamericano típico que vea Action, de Robín
Spry, sobre la crisis de octubre de 1 970 en Quebec, cuando el gobierno fede
ral declaró la ley marcial, no experimente ningún «clic» de reconocimiento
cuando se le presenten imágenes auténticas de figuras históricas como Pierre
Trudeau, René Levesque, Rupert Cook o Robert Bourassa. Este mismo públi
co podría tomar Patriamada de Tisuka Tamasaki por pura ficción, aunque la
película sitúe a su trío ficticio de personajes centrales entre figuras y aconte
cimientos reales, como la manifestación de un millón de brasileños en la Pla
za Candelaria el 10 de abril de 1 9 84, la presencia de Sonia Braga en una en
trevista espontánea en esta plaza y el metraje documental del gobernador
FIEL A LA REALIDAD: LA RETÓRICA Y LO QUE LA EXCEDE 213
En cada caso se hace una afirmación de que «Esto es así, ¿verdad?». Esta
afirmación se basa en la cualidad indicativa de la imagen y en un estilo realista
de representación. Pero el realismo en la ficción está relacionado principalmen
te con la sensibilidad y el tono: es una cuestión de estética. El realismo en el do
cumental, presentado en apoyo de una argumentación, está relacionado princi
palmente con una economía de la lógica. El realismo se apoya en el racionalismo
más que en la estética. Sostiene una visión lógica del mundo, una visión en la
que una perspectiva razonada parece subordinar y movilizar la pasión con ob
jetivos propios en vez de orquestar los sentimientos para abordar o resolver con
tradicciones que siguen siendo espinosas para la razón o que se siguen de pa
trones de organización social (jeraquía, dominio, control, represión, rebelión,
etcétera). En cualquier caso hay implicaciones ideológicas, pero el punto de
partida y el énfasis difieren. El realismo documental no es sólo un estilo sino
también un código profesional, una ética y un ritual.
Neorrealismo y documental
El realismo documental como sostén del racionalismo comienza con los ini
cios del cine en los reportajes de viajes y noticias de los cámaras Lumiere y
otros y se convierte en un plan de actuación estético y político con Dziga Ver
tov, Flaherty y la escuela británica del documental bajo el mando de John Grier
son. La dimensión estética seguía estando infradesarrollada y se hablaba de ella
menos incluso que en Hollywood. El documental tenía que realizar una misión
social. Se apartó del espectáculo y el clamor de la ficción, como ya hemos vis
to. Pero con el movimiento neorrealista en la Italia de la posguerra, el realismo
documental obtuvo un aliado en el terreno de la ficción a su llamada ética como
forma de representación histórica responsable, cuando no comprometida. El neo
rrealismo también tenía fe en la realidad, pero buscaba una estética más que una
lógica que pudiera estar al servicio de dicha fe. El neorrealismo, como movi
miento de cine de ficción, aceptó el reto del documental de organizar su estéti
ca en torno a la representación de la vida cotidiana no sólo en lo tocante a temas
y tipos de personajes sino también en la propia organización de la imagen, la es
cena y la historia. Sus éxitos y limitaciones ayudan a aclarar la diferencia entre
ficción y documental.
Las intensas conexiones causales del cine de Hollywood que motivaban
cada frase de diálogo, cada mirada fuera del encuadre, cada movimiento de cá
mara y corte se vinieron abajo, dejando contingencia y azar. El tiempo y el es-
esquema es una visión general del documental; queda desglosado. en cierto modo, al examinar
cada una de las cuatro modalidades de representación documental en detalle.
220 EL DOCUMENTAL: UNA FICCIÓN (EN NADA) SEMEJANTE A CUALQUIER OTRA
trellas reconocidas y familiares en papeles más familares incluso. Era una tradición
cinematográfica que no pedía del espectador sino su aprobación y su disposición a
dejarse atraer por repeticiones simples de temas básicos, una tradición que situaba
al espectador en fantasías que tenían el realismo de la convención.4
da, convincentemente «real», la trama de «rebote» sigue siendo una técnica des
tinada a atraer al público en un plano intersubjetiva. Una estructura semejante,
aunque intensa desde el punto de vista estético, no aporta la «lógica» que re
quiere el documental. De hecho, se desplaza en la dirección opuesta, hacia una
congruencia asintomática con lo real que el documental, en el fondo, debe evi
tar si ha de constituir una representación o argumentación acerca de lo real.
La presencia controladora de la forma narrativa se percibe de forma más di
recta en la estructura global de las películas neorrealistas. El neorrealismo no
sólo aporta un repertorio de técnicas para ofrecer el efecto formal de represen
tación de una realidad que se zafa del control del director -un repertorio del
que los realizadores de observación hacen uso imaginativo en filmes en los que
la argumentación es tácita o está implícita en la perspectiva-, también vuelve
en el nivel general a las mismas convenciones que evita en el nivel local. El neo
rrealismo reafirma sólidamente la tradición documental de la víctima que des
cribe Brian Winston: «La mezcla de la contribución de Flaherty a la noción del
documental (el individuo como sujeto y el estilo romántico) con la de Grierson
(preocupación social y propaganda) nos lleva directamente a dar prioridad a las
"víctimas" como tema».9 La propia objetividad del estilo, su tendencia a atrapar
al primer vistazo los momentos dramáticos de las vidas comunes, hace hincapié
simultáneamente en la pasividad y el aguante de la clase obrera y humilde. El
destino y -para Bazin o Flaherty- la fe, tienen gran importancia. El asombro
y un estado de veneración infantil llevan, cuando las cosas van mal, al desenga
ño y la resignación o a vagas intuiciones de conspiración. Se nos reclama com
pasión en los márgenes prácticamente de cada escena y esto da lugar a un pate
tismo cuya intensidad es similar a la del melodrama. 10
El neorrealismo sigue poniendo más énfasis en la historia que en la argu
mentación, en la representación ficticia que en la histórica, en los personajes
imaginarios que en los actores sociales. Rompe con algunas de las convencio
nes que parecen separar la ficción del documental con mayor claridad: la cuali
dad compositiva de la imagen; el alejamiento del mundo de la imagen con res
pecto al dominio de la historia; la dependencia del montaje en continuidad; la
tendencia a motivar, en el sentido informal de ofrecer una justificación verosí
mil para la presencia de objetos, personajes, acciones y contexto en la medida
de lo posible.
Al igual que el documental de observación, el neorrealismo se abstiene del
comentario directo como perspectiva o visión pero también evita muchas de las
cuestiones éticas que implica tomar una perspectiva para el comentarista. Aun
que pueda dar otra impresión, las vidas de los personajes que seguimos, tanto si
están interpretados por profesionales como si no, acaban en los márgenes del
encuadre y al final de la película. El realizador no es responsable de lo que les
ocurra después, en la historia, incluso si la fuerza estética de la película indica
que nosotros, como espectadores, deberíamos serlo. El neorrealismo conserva
LA REALIDAD DEL REALISMO Y LA FICCIÓN DE LA OBJETIVIDAD 223
Tipos de realismo
nolds) como algo genuino. Se supone que debemos identificarnos con un senti
miento romántico, no con su fabricación.
Los seguidores de Dalias pueden decir cosas como «¿Sabes por qué me
gusta ver la serie? Creo que es porque esos problemas e intrigas, los placeres y
las preocupaciones grandes y pequeños, también se producen en nuestras pro
pias vidas. Lo que pasa es que no nos damos cuenta y que no somos tan ricos
como ellos». 1 5 Se observa una exageración, pero en vez de servir para exponer
las fabricaciones de la narrativa, sólo hace hincapié en el hecho de las diferen
cias sociales a través de las que se desplazan fácilmente problemas comunes. De
un modo similar, un espectador elogioso de Lonely Boy podría decir que este
documental le permite saber qué se siente al ser un joven que hace un pacto con
Mefistófeles para adoptar la imagen de joven solitario que hara de él una estre
lla, aunque veamos y oigamos que esta imagen está minuciosamente construi
da. Es posible que la imagen sea efectista y que el texto exponga todas sus es
tratagemas así como las de sus sujetos, pero sigue produciéndose una sensación
de realismo: realmente es así; se trata de Paul Anka, tal y como es; es humano,
como yo, aunque sólo sea lo que intenta aparentar que es.
Don' t Look Back está impregnado de un realismo enigmático similar, ya que
el «auténtico» Bob Dylan sigue apareciendo como una figura esquiva. Nos que
da la sensación de que se trata de un retrato psicológicamente realista del carac
ter esquivo del protagonista y de que los intérpretes tienen una gran habilidad
para confundimos acerca de su nivel de interpretación tanto en el escenario
como fuera del mismo. Se establece un nexo de identificación en relación con
este complejo juego de presentación de uno mismo. Pero un complejo juego de
niveles de conocimiento y búsquedas de un yo «auténtico» no tiene por qué for
mar parte del realismo documental. Documentales como la serie «Middletown»,
los estudios de Fred Wiseman sobre instituciones, la mayoría de las biografías
cinematográficas como Antonia: retrato de una mujer, The King of Colma, The
Most, The Day after Trinity y biografías sociales como Rojos (Reds, 1 98 1 ), Ro
sie the Riveter y With Babies and Banners presentan un realismo más franco
que promete un acceso considerablemente directo a los estados emocionales y a
la constitución psicológica de individuos específicos. Tanto si es enigmático y
consciente de sí mismo como si es claro y directo, el realismo psicológico colo
ca una transparencia entre representación y compromiso emocional, entre lo
que vemos y lo que hay.
Aunque el realismo psicológico pueda desviarse de una imitación de la per
cepción normal para transmitir estados o sentimientos inusuales, suele asociar
se en la mayoría de los casos con un estilo de «grado cero» que minimiza su pro
pio estatus como parte de una realidad socialmente construida para maximizar
la impresión de acceso directo e inmediato a la realidad emocional que repre
senta (en el documental) o fabrica (en la ficción). Este estilo deriva principal
mente del cine clásico de Hollywood y de los principios de montaje en con-
LA REALIDAD DEL REALISMO Y LA FICCIÓN DE LA OBJETIVIDAD 227
su entorno espacial, y el comentario, que tiene permiso para vagar sin cuerpo, to
mando imágenes de distintos tiempos y lugares para respaldar sus afirmaciones.
Debido a esta licencia, la continuidad del documental puede ser menos coheren
te en lo tocante a coherencia geográfica, contigüidad espacial u orientación des
de el punto de vista de un personaje individual. La continuidad deriva, por el
contrario, de la lógica del documental que ilustra, niega o extiende metafórica
mente las imágenes. 1 6 Saltos en el tiempo y el espacio que constituirían una dis
tracción en el cine de ficción a menos que estuvieran motivados a través de un
personaje (por medio de recuerdos, fantasía o anticipación), pueden, en docu
mentales que se basan en el montaje probatorio; asimilarse sin problema alguno.
Raúl Ruiz, de hecho, dedica parte de su obra reflexiva De grands événements
et des gens ordinaires precisamente a esta propiedad de «discontinuidad lógi
ca» cuando oímos un comentario en voice-over que describe el modo en que la
película construirá el espacio con planos/contraplanos de dos personas en la ca
lle. Vemos dos series entremezcladas de imágenes de una calle parisiense con
un actor social sin individualizar en primer plano, sin que las series tengan otra
función que la de construir una relación espacial. En otro caso, Ruiz, hablando en
voice-over, anuncia: «Uno de los temas de la película es la peculiar dispersión
del documental a través de una serie de objetos heterogéneos», después de ha
ber presentado una serie de imágenes de naturalezas muertas cuya única conti
nuidad, en este caso, es su evocación del género clásico de la pintura al óleo.
El comentario de la película de Ruiz demuestra de forma reflexiva cómo se
logra la continuidad al mismo tiempo que muestra la construcción de dicha con
tinuidad. A diferencia de las formas de elaboración confesa que se observan en
Cantando bajo la lluvia o Lonely Boy, que aún nos permiten establecer un com
promiso subjetivo con un mundo imaginario o histórico, esta construcción lla
ma la atención. Los «objetos heterogéneos» no ilustran una representación del
mundo sino su propio principio de representación. No se hace ninguna argu
mentación aparte de la que versa sobre las estrategias del documental en sí. No
se permite que siga adelante un proceso de identificación; se produce una obs
trucción. La lógica de la discontinuidad, la lógica del montaje probatorio y la
construcción de una representación se exponen de tal modo que nos vemos obli
gados a prestar atención a la exposición en vez de al referente.
tución e industria. «El aparato cinematográfico», por utilizar una expresión con
cierta popularidad, enseñó a los espectadores a ocupar posiciones pasivas y de
tendencias masculinas en relación con historias en las que se presentaban hom
bres activos y mujeres deseables. La narrativa vigilaba el flujo de sonidos e imá
genes manteniéndolos «en su sitio» y garantizando que su sucesión temporal es
tuviera motivada por las necesidades de la historia. El realismo aportó el eje para
esta operación, dirigiendo nuestra atención más allá del aparato y la maquinación,
más allá de la enunciación y su ideología de contención, más allá de la escena y
su autonomía imaginaria similar a la vida misma. El documental, que a menudo
parecía confirmar el realismo y sus efectos sin ejercer crítica alguna, se hizo acree
dor de escasa atención ya que, fuera cual fuese el tema que abordara, seguía atra
pado en la ideología del estilo y el sistema utilizados para abordar dicho tema.17
Otros escritores se han opuesto a este punto de vista y, lo que es más im
portante, han empezado a sugerir alternativas viables que ponen en tela de jui
cio que este tipo de efecto unitario se consiga con sistemas estéticos completos
o «aparatos» específicos. Las mejores críticas postestructurales del realismo no
llegaron a afirmar que fuese monolítico, y asimismo alejaron nuestra atención
del texto específico como fuente de problemas interpretativos singulares con
objeto de hacer hincapié en su valor como ejemplo o síntoma de un mecanismo
de más envergadura. Las críticas opuestas a esta tendencia postestructural han
ofrecido una visión más acertada de lo que puede suponer la diversidad de es
tructura, estrategia y respuesta. Esto se ha conseguido a través de la introduc
ción de diferentes metodologías como la fenomenología y el neoformalismo, así
como prestando atención a aspectos previamente rechazados o excesivamente
generalizados del realismo, como la dinámica social de la respuesta del especta
dor, el proceso cognitivo que se requiere para entender las películas de ficción
y conceptos como exceso y enmascaramiento.
Una evaluación provisional, contingente y situada del realismo puede ser de
gran utilidad. Las críticas postestructurales no llegaron a ofrecer un apoyo de
masiado satisfactorio para la crítica de obras específicas: puesto que los efectos
se podían generalizar, la obra específica se convirtió en una demostración del
modo en que tácticas específicas lograban los mismos resultados generales una
y otra vez. La posibilidad de que tácticas específicas pudieran arrojar resultados
considerablemente distintos aunque su efecto se siguiera basando en el realismo
no se estudió de forma sistemática, como tampoco se estudió la posibilidad de
que distintos espectadores pudieran hacer lecturas muy distintas en sentidos que
iban mucho más allá de demostrar la idiosincrasia entre los espectadores. Lo
ving with a Vengeance de Tania Modleski, Watching Dallas de len Ang y The
«Nationwide» Audience de David Morley indican cómo clase, género, naciona
lidad e historia pueden aportar diferencias significativas a la hora de compren
der textos incluso si éstos tienen un estilo fundamentalmente realista.
El mejor modo de enfocar, y utilizar, la crítica postestructuralista del realismo
230 EL DOCUMENTAL: UNA FICCIÓN ( EN NADA) SEMEJANTE A CUALQUIER OTRA
puede ser como un manifiesto extraviado de la vanguardia. Esta crítica casi siem
pre pide de forma implícita lo que Laura Mulvey dice explícitamente: «El primer
golpe contra la acumulación monolítica de las convenciones cinematográficas
tradicionales (algo en lo que ya se han empleado realizadores radicales) es libe
rar la mirada de la cámara de su materialidad en el tiempo y el espacio del públi
co consiguiendo un distanciamiento apasionado y dialéctico». 1 8 Basándose la
mayor parte de las veces en las teorías de Bertolt Brecht acerca de darles una
orientación decididamente formalista valonzando el desbaratamiento de la forma
clásica de ilusionismo e identificación psicológica con los personajes, este tipo de
reivindicaciones tienden a tachar el cine comercial y el realismo de retrógrados.
Al hacerlo, se salen del ruedo de la cultura popular y su debate y entran en el ám
bito del arte experimental y la política de vanguardia. Estas críticas revisten gran
interés en lo que respecta a sus denuncias y proposiciones, su capacidad para des
cubrir ideologías de sexismo, racismo y clases en los niveles de forma y aparato
más incluso que de contenido y provocar la reflexión acerca de sistemas y formas
alternativas. Pero si queremos aplicar nuestra teoría y crítica a obras que siguen
dentro de la corriente principal, como es el caso de la mayoría de los documenta
les, sin ponerlos a todos en el mismo rincón ideológico, tendremos que aceptar
una concepción más abierta del realismo y sus posibles efectos.
La crítica más convincente del realismo implica la posición subordinada de
la mujer, no sólo en lo tocante a papeles sino también en lo que respecta a la es
tructura narrativa. Aunque puedan rechazarse y calificarse, los argumentos de la
omnipresencia de las relaciones fetichistas y voyeuristas entre un espectador
masculino y una imagen femenina como objeto de placer visual tienen un gran
poder de persuasión. 1 9 Este tipo de dinámica también se observa en el docu
mental, aunque puesto que nos encontramos con este tipo de personajes con me
nos frecuencia y vemos que ni el tiempo ni el espacio están tan estrictamente or
ganizados en torno a ellos, no es tan habitual que textos completos estén
organizados en torno a una dinámica semejante (las películas de von Sternberg
y Hitchcock constituyen dos ejemplos inmediatos de obra ficcional que sí lo está).
Al seguir la tendencia del documental a aunar pruebas y argumentación, lo
históricamente concreto y la generalización conceptual, la cuestión de género
puede girar de un modo más abstracto en torno al cuerpo. ¿Cómo se representa
rá? ¿Qué subjetividad se le puede dar cuando ni siquiera es una construcción
imaginaria (un personaje ficticio) sino un miembro del mundo histórico (un ac
tor social)? ¿Qué elementos de sexismo sigue habiendo no sólo en los papeles y
subjetividades que se ofrecen a las mujeres del mundo sino en las representa
ciones del cuerpo como imagen y Otro (hombre o mujer)? ¿Y qué responsabili
dades tiene el realizador cuando las personas, más conocidas al haber aparecido
en una película, retoman sus vidas tras el filme, posiblemente sujetos a insultos 1
o agravios como resultado del mismo?
Este tipo de preguntas son la excepción en la ficción. Hace falta que el ac-
LA REALIDAD DEL REALISMO Y LA FICCIÓN DE LA OBJETIVIDAD 231
Epistefilia
tética de que la claridad estilística evoca o imita cualidades del mundo repre
sentado. En el cine de ficción, el cine se alinea con la escopofilia, el placer de
mirar, que a menudo establece una posición masculina para el espectador en la
que el placer de ver personajes masculinos procede del reconocimiento y la
identificación con ideales potenciales de uno mismo y el placer de ver persona
jes femeninos procede de la activación del deseo sexual, voyeurista o fetichista.
El realismo histórico o documental puede muy bien conservar algunas de estas
características pero rara vez son tan dominantes como en la ficción, donde una
mayor atención a la subjetividad pone en un primer plano relaciones libidinosas
y centradas en el ego. El realismo probablemente reafirma -además de la iden
tificación, el voyeurismo y el fetichismo-- una modalidad ilusionista de recep
ción en la que el estilo vivifica la textura física y la complej idad social del pro
pio mundo.
El realismo documental se alinea con una epistefilia, por así decirlo, un pla
cer del conocimiento, que indica una forma de compromiso social. Este com
promiso deriva de la fuerza retórica de una argumentación acerca del mundo en
el que habitamos. Se nos lleva a enfrentamos a un tema, cuestión, situación o
evento que lleva la marca de lo real desde el punto de vista histórico. Al pren
der nuestro interés, un documental tiene un efecto menos incendiario sobre
nuestras fantasías eróticas y nuestro sentido de identidad sexual pero un efecto
más intenso sobre nuestra imaginación social y nuestro sentido de la identidad
cultural. El documental exige la elaboración de una epistemología y axiología
más que de una erótica.
La dinámica subjetiva del compromiso social en el documental gira en tor
no a nuestra confrontación con una representación del mundo histórico. Lo que
vemos y oímos va claramente más allá del marco que también nosotros ocupa
mos. La subjetividad que John Grierson exhortaba que debían defender los docu
mentalistas era una subjetividad de ciudadanía informada: un compromiso activo
y bien informado con unas cuestiones acuciantes tales que los gobiernos pudie
ran lograr un cambio progresivo y responsable. También son posibles otras
subjetividades -desde la curiosidad y la sugestión hasta la piedad y la caridad,
desde la apreciación poética hasta la cólera y la ira, desde el escrutinio científi
co hasta la histeria inflamada- pero todas funcionan como modos de compro
miso con representaciones del mundo histórico que pueden perfectamente ir
más allá del momento del visionado para adentrarse en la propia praxis social.
El credo de que un buen documental es aquel que dirige nuestra atención
hacia un tema y no hacia sí mismo deriva de los cimientos epistefílicos del do
cumental. Se tiende más hacia el compromiso que hacia el placer. Pero tanto el
compromiso como el placer presuponen un objeto exterior, un objetivo para la
catexis o la preocupación. Y ninguno de los dos llega a eliminar la fisura entre
sujeto y objeto, espectador y representación, uno mismo y Otro. Ambos, de
hecho, dependen de una estética basada en la preservación de la distancia (cuan-
LA REALIDAD DEL REALISMO Y LA FICCIÓN DE LA OBJETIVIDAD 233
con parte de la banda de Grandi; en el coche que lleva la bomba hay un hombre
y una mujer, Linnekar y Zita; ambas parejas se cruzan en la frontera pero nadie
hace caso a Zita cuando se queja de que le parece oír un «tictac»; poco después
explota el coche, interrumpiendo el beso entre Mike y S usan. No volverán a be
sarse hasta una hora y media después, al final de la película.
Esta apertura nos hace entrar en un mundo imaginario con una rapidez im
presionante. Prevalece un equilibrio sumamente inestable, lleno de oscuridad,
límites inciertos, comunicaciones ambiguas o erradas. Explota una bomba pro
vocando más confusión si cabe y creando la experiencia de pérdida y carencia
que lleva hacia adelante el resto de la narrativa (la pérdida de la vida y la caren
cia de intimidad romántica). Los exteriores tienen el aire de auntenticidad que
esperamos de la ficción. Las ciudades fronterizas tienen este aspecto: el peligro
y la intriga nos rodean a cada paso, la noche está llena de misterio, la gente se
aventura a cruzar líneas tras las que no deberían adentrarse, uno arriesga su
identidad y se arriesga él mismo. El poder metafórico de la ficción funciona a
toda máquina. Aunque esta escena se rodó en Venice, en California, a cientos
de millas de la frontera mexicana, Welles captó la similitud de una ciudad fron
teriza que tomamos por auténtica (probablemente basándonos más en el aspec
to que tienen este tipo de lugares en otras ficciones que en nuestra propia expe
riencia).
Flaherty, por el contrario, capta el original: Petit Anse Bayou al sur de Loui
siana (o al menos un representación vívidamente indicativa del mismo). Como
en Sed de mal, de Welles, en la película de Flaherty también se observa una cá
mara fluida y poética y un acusado sentido del movimiento rítmico a medida
que entramos en el mundo de los pantanos, reparando al principio en rasgos ca
racterísticos como hojas de loto y pájaros exóticos antes de tomar el camino del
joven, Alexander Napoleon Ulysses Latour (interpretado por un actor no profe
sional de los pan�.�mos). A diferencia de los movimientos de cámara omniscien
tes de Sed de mal que coreografían el despiadado destino de numerosos perso
najes, Louisiana Story nos alinea con el punto de vista del chico. Vemos los
pantanos tal y como los ve él y compartimos su placer al descubrir una cría de
mapache y su emoción en la caza posterior.
Hay más encanto y misterio aquí que en la amenza y el peligro. Un trave
lling prolongado y grácil atraviesa el pantano con sus racimos de argentina, al
canzando al chico al fondo mientras sortea los árboles en su bote. El brillo de
los grises (más plateados que mates) contrasta con el negro intenso de la foto
grafía de Welles. Es posible que el agua esté por todas partes y sea oscura pero
sirve de sostén a un mundo de fulgor y encanto. Los planos de un cocodrilo ha
cen que la banda sonora de Virgil Thompson opte por notas más profundas y
ominosas, pero cuando Napoleon sonríe abiertamente a la cría de mapache, la
música pasa a un tono más liviano y alegre: la convención genérica nos garan
tiza que será una historia feliz.
LA REALIDAD DEL REALISMO Y LA FICCIÓN DE LA OBJETIVIDAD 237
«Historia» es, sin duda alguna, una palabra apta ya que la película de Fla
herty apenas se puede distinguir, desde un punto de vista estructural, de la fic
ción barroca de Welles. Flaherty, asimismo, recurre a actores; él, asimismo,
construye su apertura para presentar los valores tonales básicos que quiere esta
blecer e introducir una interrupción, carencia, amenaza o desequilibrio. La ex
plosión del coche en Sed de mal es equiparable a la explosión de los pantanos
en sí. Los estallidos de tierra y vegetación interrumpen bruscamente la cacería
de Napoleon y achican el poder de su pequeño rifle. Del mismo modo en que el
descanso romántico que buscan Mike y S usan queda desbaratado, también queda
desbaratada la relación de Napoleon con sus amados pantanos, en este caso de
bido a una torre de perforación petrolífera.
La principal diferencia no estriba en la fabricación de una ficción frente a la
cualidad de mundo hallado que tiene la representación de Flaherty sino en el
método con que se realiza la construcción. Welles trabajó a partir de un guión,
el equivalente a una composición o partitura; Flaherty trabajó sin guión, com
poniendo sus escenas ex post Jacto en el proceso de montaje.
Su montadora, Helen van Dongen, describe la naturaleza de este proceso
con acierto al escribir: «El uso de estas escenas [para la apertura] y su continui
dad no se decidió a priori».22 La selección y organización dependían del conte
nido, el movimiento espacial, el valor tonal (los matices de blanco y negro) y el
contenido emocional, una cualidad no muy bien definida, análoga a la que he
mos identificado como objetivo del realismo psicológico. Este realismo se tor
na más poderoso para van Dongen, a medida que se asocian unos planos con
otros. Tras describir con cierto detalle cómo sus criterios llevaron a la yuxtapo
sición de los primeros dos planos de la película, van Dongen concluye:
del estilo del plano secuencia. De hecho, Louisiana Story es más una pieza ho
móloga a Sed de mal que su antagonista, a pesar de que se presenta como un do
cumental. Podemos afiliar a Flaherty a un realismo poético en vez de al cine ne
gro, pero los elementos de ficción de la película no quedan en ningún momento
disimulados.
Lo que restaura el equilibrio documental -aparte de la propia reivindica
ción de la película de su especificidad histórica como «un relato de ciertas aven
turas de un chico cajún que vive en los pantanos de Petit Anse Bayou en Loui
siana»- es la representación de fidelidad indicativa. Las imágenes (mucho más
que el sonido con su banda sonora musical y su falta de sonido grabado en di
recto) atestiguan la autenticidad histórica de los pantanos. Los pantanos no se han
fabricado ni recreado. Flaherty estuvo allí. Ha traído consigo imágenes -imá
genes poéticas, maravillosas- que rinden homenaje a esa tierra y constatan que
la gente puede vivir en armonía con ella incluso en medio del cambio tecnoló
gico y la explotación comercial. Esta fotografía en los exteriores auténticos
escapa de la influencia relativamente débil de una «narrativa tenue»24 para al
canzar una autonomía relativa. Se nos invita a observar lo que vernos no sim
plemente como un mundo imaginario de misterio y encanto sino como una ar
gumentación acerca del modo en que se puede descubir encanto y misterio en el
propio mundo histórico.
Como prueba forjada indicativamente, la fotografía en los exteriores autén
ticos atestigua la naturaleza del mundo y la presencia activa de Robert Flaherty
dentro del mismo. Estuvo aquí, en el reino de los cocodrilos y el musgo, las pi
raguas y los mapaches, y ahora nos presenta estas imágenes como testimonio no
sólo de una visión personal, ni siquiera sencillamente como una perspectiva so
bre el mundo histórico, sino como un testimonio de la existencia de dicho mun
do. Lo que el musical de Hollywood siempre había destacado que era una cues
tión de voluntad -haz una mueca de felicidad, sonríe y el mundo sonreirá
contigo- Flaherty arguye que es un aspecto de la propia realidad: el mundo es
un lugar de esperanza y optimismo, de encanto juvenil y alegría infantil. No ne
cesitamos voluntad sino capacidad para verlo. El realismo documental nos ayu
dará a ver lo que quizá no hayamos visto aún, a pesar de que está ahí, en el mun
do, esperando nuestro descubrimiento.
El realismo documental, por tanto, atestigua una presencia. El director estu
vo allí, las pruebas lo confirman. En vez de llevarnos a una relación exenta de
problemas con un mundo imaginario, nos ofrece un asidero en el mundo histó
rico. Nos permite ver lo que habríamos visto si hubiéramos estado allí, ver lo
que habría ocurrido aunque la cámara no lo hubiera registrado: estas impresio
nes de realidad nos anclan al mundo tal y como es. En vez de transportarnos sin
esfuerzo a las lejanas regiones de la fantasía, el realismo documental nos lleva
al mundo histórico del presente a través de la maniobra de la presencia del rea
lizador. (En las noticias de televisión, los reporteros hacen las veces de entes de
LA REALIDAD DEL REALISMO Y LA FICCIÓN DE LA OBJETIVIDAD 239
Francisco, una película sobre adolescentes fugitivos en San Francisco que, tras
haber escapado de los abusos que les infligían sus padres, forman una amplia fa
milia en un instituto abandonado. May Petersen, la realizadora, ha utilizado la
película como medida de presión contra las autoridades de la ciudad. Su objeti
vo: fundar en San Francisco un refugio para jóvenes que han huido de casa en
el que no se hagan preguntas.27
Estos casos son poco comunes, ya que es más probable que quienes están
comprometidos con una cuestión en particular soliciten la ayuda de realizadores
profesionales en vez de emprender esa tarea ellos mismos. Quizás el ejemplo
más notable de una combinación semejante de compromisos en las últimas dé
cadas fuera Newsreel en sus primeros años. La mayoría de los que participaban
en este colectivo tenían como compromiso principal las cuestiones políticas y el
movimiento izquierdista de los años sesenta. Con el tiempo, a medida que la ne
cesidad de aptitudes cinematográficas se hizo más evidente y los dilemas de di
visión de lealtades más acuciantes, Newsreel sufrió la misma división por la que
atravesó la New York Film and Photo League en la década de los treinta: quie
nes estaban más comprometidos con el cine se quedaron, con la esperanza de
hacer películas más ambiciosas, y otros, que tenían compromisos más urgentes
con los problemas del momento, se sumaron a grupos o partidos políticos espe
cíficos.
de George Creel en la propaganda de la posguerra: los hechos son poco más que
huesos desnudos; el mundo moderno está repleto de ellos. Lo que necesita el
ciudadano medio no es un flujo continuo de hechos, retransmitidos por organi
zaciones que temen arriesgarse, sino interpretación, que en otro tipo de argu
mentaciones se puede llamar edítorialización, persuasión, orientación, ideolo
gía, propaganda o, como en este caso, representación.
La mayoría de los documentalistas independientes se han adentrado en este
ruedo interpretativo. La objetividad pasa a tener un equilibrio más sencillo al
menos con algunos elementos de la subjetividad. La expresión personal resulta
posible junto con el testimonio de la presencia de uno mismo en el mundo. El
compromiso subjetivo del espectador se convierte en una cuestión de preocupa
ción retórica para el realizador (como indica el comentario de Helen van Don
gen sobre la escena inicial de Louisiana Story) y la elaboración de una argu
mentación se toma primordial.
La interpretación se basa en hechos, empero. Sus formas y cánones de vali
dación dependen de la referencialidad, una base probatoria y la lógica documen
tal. La retórica argumentativa debe ceñirse al menos a ciertas constricciones en
lo que respecta a una postura objetiva incluso si entran en juego elementos sub
jetivos, interpretativos o emocionales. Al igual que Walter Lippmann, Curtís
MacDougall, autor del libro de texto de uso generalizado Reportingfor Beggin
ners (más adelante retitulado Interpretative Reporting), quería que los reporte
ros orientasen a sus lectores hacia el significado de los acontecimientos inter
pretándolos: «Los periodistas más famosos del futuro serán aquellos con ... la
capacidad de evitar el sentimentalismo y conservar estilos descriptivos y obje
tivos, el poder de observación y, sobre todo, la capacidad para comprender el
significado de los eventos inmediatos en relación con tendencias sociales, eco
nómicas y políticas a mayor escala».28
Las pruebas éticas se han basado reiteradamente en la evitación del senti
mentalismo como prueba de buena voluntad, junto con el asombro, la incredu
lidad, el miedo, el terror, el regocijo, etcétera, como prueba de una respuesta hu
mana «natural» o lógica a acontecimientos que piden una reacción semejante.
(Este sentimentalismo, claro está, era precisamente de lo que careció la descrip
ción inicial de la explosión de la lanzadera espacial Challenger y en lo que
abundó la narración radiofónica de un testigo ocular del desastre del Hinden
berg.) Estrellas y personajes famosos como Sally Field, Mary Ann Hartley, Lily
Tomlin y Kenny Rogers, que mostraron su apoyo a las víctimas de la hambruna
etíope, lo hicieron con indudable compasión. Su estatus reconocido junto con su
respuesta sincera dieron respaldo ético y legitimidad a un tipo específico de ca
ridad: evitación de retórica o acción política; indiferencia ante los factores cau
sales en favor de los efectos dramáticos de la hambruna; énfasis en la urgencia
y la ayuda inmediata (aunque pasajera); apelación al testimonio individual de
forma simbólica (dar dinero para la redistribución de la comida sin tocar las ins-
246 EL DOCUMENTAL: UNA FICCIÓN (EN NADA) SEMEJANTE A CUALQUIER OTRA
peta que atrae a los practicantes hacia su interior y los mantiene en su lugar. Se
trata a todas luces de un lugar aislado, separado por la lealtad a un código, una
ética y un ritual que giran en tomo a la práctica social de representación del
mundo histórico.
Si toda actividad social implica procesos de comunicación e intercambio
que se producen dentro de códigos, marcos o contextos determinados o modu
lados culturalmente, la idea de mantenerse apartado para representar e interpre
tar lo que ocurre en otro lugar no es una actividad radicalmente distinta ni
peculiar. La asignación de esta tarea de mantenerse apartado a expertos de
diversos tipos -historiadores, críticos, sociólogos, periodistas, documenta
listas, etcétera- con las cuestiones concomitantes de jerarquía, autoridad, po
der y legitimidad tiene mucha mayor prominencia en las sociedades oligárqui
cas que en las democráticas, en las que surgen instituciones o formaciones
discursivas que son responsables de la comunicación, la representación social y
la intepretación y tienen poder para llevarlas a cabo. (Instituciones como la
prensa y las comunidades de historiadores o documentalistas tienen algo así
como un «estatus de observador» pero también adquieren un poder propio.) Las
condiciones sociales e históricas que derivan de una serie de élites interpretati
vas potencialmente rivales merecen un estudio aparte. Tener grupos de obser
vadores e intérpretes es algo que está muy lejos de ser natural y obvio, aunque
a veces lo parezca. Las cuestiones de interpretación, por tanto, nos ponen cara a
cara con la política de representación.
La representación que implica argumentaciones (o interpretaciones) del
mundo histórico nos introduce directamente en el ámbito de la ley: en esos
patrones de regulación y control que dan coherencia a un sistema social. Las
representaciones moralizan sobre esta ley: a favor o en contra, conservadoras o
liberales, reaccionarias o radicales. Lo que dice Hayden White acerca del
historiador también es aplicable al documentalista: «Cuanto más consciente de
sí mismo desde un punto de vista histórico es el autor de cualquier tipo de his
toriografía, más lo será la cuestión del sistema social y la ley que lo sustenta, la
autoridad de esta ley y su justificación, y la amenaza a la ley de ocupar [sic] su
atención».29 Sin cuestiones de ley, legitimidad y autoridad, no existiría la
conciencia de sí mismo o sensación de distanciamiento que quiere representar
el mundo histórico como una argumentación o interpretación retórica. Cabe
destacar que la evaluación que hace White de Richerus de Reims también es
aplicable a los documentalistas: «Podemos suponer legítimamente que su im
pulso de escribir una narrativa de este conflicto [un conflicto en el que estaba di
rectamente implicado] estaba en cierto modo conectada con un deseo por su
parte de representar (tanto en el sentido de escribir sobre algo como en el senti
do de actuar como agente de algo) una autoridad cuya legitimidad se basara en
establecer "hechos" que pertenecían a un orden específicamente histórico».30
Los derechos de representación y autoridad se convierten en cuestiones de im-
248 EL DOCUMENTAL: UNA FICCIÓN (EN NADA) SEMEJANTE A CUALQUIER OTRA
portancia vital en este «lugar apartado» del que brota la tradición documental.
Estas cuestiones también se le plantean al crítico o teórico. Yo también hago ar
gumentaciones a favor o en contra. Yo también tengo un objetivo social, un an
sia de abordar cuestiones y conceptos en el documental como participante his
tórico en un proceso de cambio. Si la reflexividad identifica el lugar apartado en
el que se origina la erudición, no es para cerrar el círculo de la reflexividad for
mal sino para abrir el proceso de la reflexividad política ubicando este lugar
apartado dentro del ámbito de la propia historia.
John Grierson fue el primero en poner esta cuestión en términos cívicos.
Este realizador demostró su propia responsabilidad cívica ayudando a otros a
orientarse con respecto a las cuestiones de actualidad. Puede ocurrir, como en el
caso de Smoke Menace, que la argumentación presentada coincida con los inte
reses de un ente que actúa como patrocinador (en este caso la industria británi
ca del gas, que quería que los hornos y chimeneas de carbón pasasen a funcio
nar con gas). Grierson consideró que se trataba de un matrimonio armonioso
entre el interés público y el interés propio. Según este director el objetivo de pe
lículas como Smoke Menace, Housing Problems e Industrial Britain era de
mostrar la beneficencia del gobierno y la industria «de modo que la gente acep
tase su ser industrial, para que no se revolviese contra su ser industrial» 3 1 o,
en lo referente a la tarea de la unidad de filmación en la Empire Marketing Board,
«SU efecto [publicidad, educación y propaganda de la E.M.B.] en seis años
(1928-1933) fue el de cambiar la connotación de la palabra «Imperio». Lo que
antaño fuera dominio sobre gentes se estaba convirtiendo lentamente en un es
fuerzo operativo en la labranza de la tierra, la recogida de cosechas y la organi
zación de una economía mundial».32 Al igual que Richerus de Reims, Grierson
intenta establecer «hechos de un orden específicamente histórico, unos hechos
que promueven los objetivos de la industria y el gobierno».
Política y representación van aquí claramente unidas. Críticas recientes del
plan de actuación político de Grierson han llegado a poner en duda el sentido de
misión ennoblecedora y cívica en que intentó amparar el documental británico.
Peter Morris, en su ensayo minuciosamente documentado «Re-Thinking Grier
son: The Ideology of John Grierson», ubica el pensamiento de Grierson direc
tamente en el neoconservadurismo del cambio de siglo que restó énfasis al in
dividualismo romántico y al capitalismo internacional (por deferencia hacia el
Estado-nación), hizo hincapié en la necesidad de una coordinación y control
centrales a través de una élite tecnocrática y dirigente (organizada por el Estado)
y desconfió del razonamiento con las masas, que carecían de la capacidad para
actuar de acuerdo con sus propios intereses.33 Grierson tiene la visión de un mo
vimiento cinematográfico documental semejante a esta élite dirigente, diseñado
para ofrecer la orientación que las masas no pueden obtener por sí mismas. En
vez del movimiento progresivo y socialmente concienciado que él imaginaba
representar, la devoción hegeliana de Grierson por un estado que garantizase un
LA REALIDAD DEL REALISMO Y LA FICCIÓN DE LA OBJETIVIDAD 249
orden que el hombre medio no podría mantener y mucho menos crear en reali
dad apuntalaba un movimiento cinematográfico documental que quedaría me
jor definido como «autoritario con tendencias totalitarias». En cualquier caso, la
interpretación plantea simultáneamente cuestiones de poder y autoridad.
Esto representa una perspectiva diferente de la que considera que los cáno
nes de objetividad y lo informativo son una extraña forma de alienación, priva
ción de los derechos civiles o parálisis social. Georg Lukacs escribió en cierta
ocasión: «La "falta de convicciones" de los periodistas, la prostitución de sus
experiencias y creencias sólo es comprensible como apogeo de la cosificación
capitalista».34 Lukacs también argüía que cuando disminuye la posibilidad per
cibida de acción se produce una preferencia por la descripción en detrimento de
la narración. Zola sólo describe la carrera de caballos de Nana como algo vero
símil, mientras que Tolstoi narra la carrera de caballos de Ana Karenina como
una parte integral de las vidas de sus personajes. 35
El compromiso en estos niveles subjetivos e identificativos siempre ha sido
el objetivo de la ficción realista, y lo que dice Georg Lukacs acerca de la dife
rencia entre Zola y Tolstoi también es válido para la diferencia entre un repor
taje informativo y un documental:
Lo elusivo de la objetividad
ma connotación».42 Tiene un poder y un efecto que son reales aunque sus rei
vindicaciones de ocupar un estatus privilegiado no lo sean. La objetividad -como
el documental que no se ubica en relación con el mundo histórico y presenta una
argumentación que parece caída del cielo, desde algún lugar apartado del pro
ceso histórico de construcción y comunicación social del que inevitablemente
forma parte- tiene el aspecto de una paradoja existencial. Parece certificar que
las descripciones, interpretaciones, explicaciones y argumentaciones siguen por
encima de la refriega. La objetividad se distingue del sistema de comunicación
e intercambio del que forma parte. No adopta las coloraciones subjetivas, ex
presivas e ideológicas que aparecen en la red discursiva de relaciones sociales
de la que forma parte.
La impresión de desinterés es una poderosa garantía y una táctica atractiva.
Lo que no nos puede decir la objetividad es al servicio de qué propósito está, ya
que esto socavaría su propia efectividad (a menos que dicho propósito adopte la
mortaja de la objetividad en sí como propósito final: buscar la verdad, ir en pos
del conocimiento, realizar un servicio por el bien común). Y sin embargo debe
mos saber que por encima de toda esta compleja y sumamente persuasiva forma
de discurso se encuentra el propósito al que está subordinada. Cuando la tiem
firme que parece formar su base se resquebraja, cuando lo verificable desde un
punto de vista empírico no responde a las preguntas más fundamentalt-s de su
puestos y objetivos, volvemos una vez más al terreno más inestable, pero tam
bién más reconfortante, en el que prevalecen las subjetividades humanas y el
propósito lo es todo.
TERCERA PARTE
LA REPRESENTACIÓN DOCUMENTAL
Y EL MUNDO HISTÓRICO
7. Pornografía, etnografía y los discursos del poder
Christian Hansen, Catherine Needham y Bill Nichols*
guesa mítica de la lucha de clases, y que no podría existir en una sociedad sin clases.3
* El autor hace hincapié en que la expresión good breeding tiene, en inglés, tanto el sentido de
<<buena crianza>> como de <<reproducción adecuada». (N. de los t.)
PORNOGRAFÍA, ETNOGRAFÍA Y LOS DISCURSOS DEL PODER 259
El placer que se sigue de ejercer un poder que cuestiona, orienta, mira, espía,
busca, palpa, saca a la luz; y por otra parte, el placer que brota al tener que esca
par de dicho poder, librarse de él, engañarlo o travestirlo. El poder que se deja in
vadir por el placer que persigue; y al contrario, el poder que se reafirma en el pla-
260 LA REPRESENTACIÓN DOCUMENTAL Y EL MUNDO HISTÓRICO
den la dinámica de uno mismo y del otro que funciona en la narrativa, las dife
rencias establecen los términos y las condiciones de la variación sobre un tema,
no de su abolición.
La historia de la alteridad
que tan eficazmente expone Hawks son tan escasas como las excepciones al tra
tamiento del desnudo en la pintura al óleo occidental que describe John Berger
en su Ways of Seeing.6 Rara vez se representa al Otro de forma que aparezca
algo de su singularidad y diferencia en vez de lo estereotipado y proyectado.
(Algunas excepciones pueden ser Brother from Another Planet, Born in Fla
mes, Chan Is Missing, The Kitchen Toto, Stand and Deliver, Mi hermosa la
vandería [My Beautiful Laundrette, 1 985] , Killer of Sheep y Nunca te acuestes
enfadado [To Sleep with Anger, 1989] , pero la mayoría de estas películas están
en los márgenes de la corriente principal del cine comercial, a pesar de que su
construcción narrativa sea bastante convencional.)
Una vez que empezamos con un protagonista que en gran medida «nos» re
presenta, el lugar del Otro estará subordinado a esta figura. Las acciones y cua
lidades del Otro como malvado y donante servirán para dar más detalles acerca
del personaje del héroe. La muerte de cualquiera representado como Otro, por
ejemplo, no tiene en ningún caso una importancia inherente. Su importancia
deriva de lo que permite revelar a la narrativa acerca del protagonista. La vida
del Otro, y su muerte, ya no pertenecen al mundo histórico de su propia cultura;
son reclutadas para el mundo imaginario de la ficción. En El don del coraje
264 LA REPRESENTACIÓN DOCUMENTAL Y EL MUNDO HISTÓRICO
(The Great Santini, 1982), por ejemplo, el asesinato de Tooma, el amigo negro
del hijo de Santini, es crucial para el proceso de maduración del hijo pero su im
pacto sobre la madre de Tooma, una mujer que depende totalmente de éste, no
se estudia en profundidad sino que apenas se bosqueja.
En tercer lugar, el propio concepto de la narrativa ha de ponerse en tela de
juicio. Quizá no es sólo un problema de un donante o malvado subordinado al
destino del protagonista y al objetivo de la narrativa, sino que esta trayectoria es
en sí misma una manifestación de una teleología propia. La crítica postestructural
del pensamiento humanista occidental -incluyendo sus antítesis tradicionales
de Marx, Freud y Nietzsche- relega todos estos discursos a la categoría de na
rrativa dominante: narraciones que subsumen todo lo que contemplan en una lí
nea narrativa controladora, dejando un espacio escaso o nulo para la anomalía,
la diferencia, la alteridad. Aunque su relación incurre en la misma generaliza
ción excesiva y rechazo de las diferencias particulares que se observan en las teo
rías de la ideología y las críticas del «aparato cinematográfico» de los años se
tenta, Craig Owens expone su causa contra el proyecto narrativo de explicación
global, proyección teleológica y clausura narrativa de un modo convincente:
vey da por sentado que los espectadores compartirán la subjetividad de los per
sonajes masculinos y las espectadoras la de los personajes femeninos.) También
señala que el cine narrativo clásico niega a la mujer el placer de la identificación
(identificarse con los personajes masculinos es inadecuado y hacerlo con los
personajes femeninos es masoquista) o el deseo (los héroes masculinos son más
los sujetos que los objetos del deseo; y el deseo en el caso de las heroínas fe
meninas simplemente no se tiene en cuenta).
Aunque sus asignaciones de identificación y deseo para el espectador no
tienen por qué estar tan plenamente determinadas por la anatomía, la principal
afirmación de que la mirada de la cámara está sujeta a una política sexual (así
como a políticas racial y de clase) sigue siendo convincente. 10 (En esta lectura
revisada hay un acuerdo fundamental en el que prevalece una alianza entre cá
mara, sonido y subjetividad blanca, masculina y dominante que relega a las
otras subjetividades a una alteridad subordinada en vez de percibirlas en fun
ción de una diferencia relativista.) El grado de complicidad que encuentra Mul
vey entre la estructura formal en la narrativa clásica y la representación de las
mujeres como principia! Otro del deseo masculino se pone de manifiesto en su
arenga final a la destrucción de «la satisfacción, el placer y el privilegio» de este
cine con objeto de preparar el camino para otro cine feminista.
ñen a sus propias normas internas de ritmo y duración en vez de a las de la na
rrativa circundante.
El proceso de conocimiento a través de la posesión que prevalece en la por
nografía heterosexual clásica pone la narrativa al servicio de la documentación.
El conocimiento y los objetos no se pueden simplemente adquirir o tomar; el
acto o proceso de conocer/poseer debe describirse y documentarse con mucho
mayor detalle de lo que requiere cualquier trama. Este detalle es indispensable
en la convención pornográfica. La evidencia de relación sexual inunda el desa
rrollo de una historia aunque permanezca por completo al servicio de una sub
jetividad particular y una ideología basada en el género.
Esta desviación de las necesidades de la progresión narrativa hacia el ámbi
to de la demostración sexual no se asemeja sólo a la estructura de los musicales,
con sus canciones y bailes aparentemente perjudiciales para la unidad de la his
toria, sino también a una tendencia de la primera época del cine que daba prio
ridad a la exhibición de vistas notables. Como dice Tom Gunning, este «cine de
atracciones»
Bonnie y Clyde [Bonnie and Clyde, 1 967] y La jungla de cristal [Die Hard,
1 987] ilustran esta tendencia.) En la pornografía, sin embargo, la aventura es se
xual y la historia de amor camal. La pornografía ofrece pruebas visibles de
práctica sexual más que de rituales de cortejo, que a menudo brillan por su au
sencia. Una vez más, como Linda Williams demuestra sin lugar a dudas en
Hard Core, la pornografía suele adoptar el paralelismo argumental con los mu
sicales. La historia y los interludios musicales (o encuentros sexuales) ocupan
espacios diferenciados pero compatibles. Con frecuencia, lo que ocurre en una
canción, o en un encuentro sexual, es una respuesta a sucesos previos de la his
toria que interrumpe momentáneamente el desarrollo lineal de la trama. La can
ción o acto sexual, sin embargo, nos prepara para otros avances de la trama. Un
claro ejemplo de este proceso es Sexo prohibido, en la que el personaje princi
pal, la madre, descubre a través de una serie de encuentros sexuales, por lo ge
neral poco satisfactorios, que las mejores relaciones sexuales son las que están
sujetas a una mayor represión: el incesto con su hijo. (Los actos sexuales tam
bién trivializan o hacen descarrilar la narrativa a través de su preponderancia,
duración y grado mínimo de desarrollo del personaje; esto hace que pornogra
fía y narrativa establezcan una relación precaria. El patrón de «llamada y res
puesta» está siempre desequilibrado.)
En la pornografía abunda una iconografía del deseo sexual, que representa
el modo físico en el que nosotros (los hombres) nos relacionamos con un Otro.
La pornografía presenta iconos de deseo (cuerpos jóvenes y atléticos; ropa in
formal pero a la moda; espacios domésticos cómodos; naturaleza rústica). Pre
senta un comportamiento en pos del placer tanto por parte de los sujetos mas
culinos como de los femeninos. El sexo «placentero», medido en función de la
gratificación personal y el deseo de más sexo, constituye un objetivo primario,
que queda ilustrado por imágenes de arrobamiento orgásmico a menudo acom
pañadas por gritos extáticos y crescendos musicales.
La pornografía y la etnografía se recrean en el cuerpo como lugar social
mente significativo. Extraen, respectivamente, placer y conocimiento de dicho
lugar, mientras que al mismo tiempo lo desmitifican y lo hacen familiar. A tra
vés del cuerpo, se produce una domesticación del Otro. En las películas pomo
gráficas, el cuerpo es un instrumento de rendimiento sexual. Gracias al aisla
miento en los primeros planos, da la impresión de que los órganos sexuales
funcionan independientemente del personaje o la personalidad. La iconografía
de las películas pornográficas incluye «clases de anatomía», primeros planos
clínicos de genitales en pleno acto sexual. Las interpretaciones corporales ofre
cen labios, pechos, piernas, brazos, vulvas, clítoris y penes a modo de instru
mentos y objetos de deseo.
Aunque sin duda algua es parte del discurso occidental sobre la sexualidad
y el cuerpo, esta anatomización no comparte la tradición de idealización corpo
ral de la pintura al óleo, ni su celebración cinematográfica en la obra de Kule-
274 LA REPRESENTACIÓN DOCUMENTAL Y EL MUNDO HISTÓRICO
para dar a entender las acciones de muchos, dando por sentado que yanomam6,
nuer y !kung son todos de una misma clase aunque el mejor modo de represen
tarlas es a través de esas mujeres que poseen una peculiar mezcla de representa
tividad lukacsiana y madera de estrella en ciernes, algún tipo de resonancia
percibida de nuestras propias concepciones de personalidad y carisma antes
mencionadas en términos de «interpretación virtual». En Dead Birds, de Robert
Gardner, se nos dice que los dani, como raza, disfrutan con la guerra; después
se nos enseña a los dani en un ritual bélico. Del mismo modo que los actores de
una película pornográfica se utilizan para ofrecer pruebas de placer, los dani se
utilizan, como objetos, en la argumentación de otra persona (acerca de la natu
raleza bélica del hombre).
En Magical Death, Napoleon Chagnon describe el método de trance del lí
der yanomam6 Dedeheiwa como algo análogo a la forma de actuar personal y
campechana de un médico rural preocupado por el bienestar de sus pacientes
como congéneres. La función tanto de las grandes generalizaciones antropoló
gicas como de las descripciones pormenorizadas (la naturaleza del trance, las
luchas cuerpo a cuerpo con los espíritus malignos) es similar a lo que analiza
Roland Barthes en la exposición fotográfica «The Great Family of Man».23 A
través de disparidades geográficas, raciales y culturales prevalecen modalida
des comunes de función social y subjetividad. El hombre circula de unas cultu
ras a otras como término universal de esfuerzo y valía. Las diferencias indivi
duales están circunscritas a una esencialidad genérica y no puedén aparecer
como diferencias desproporcionadas.
La película etnográfica clásica pertenece a la tradición humanista de los
hombres que conmemoran los logros del «hombre». La etnografía no está tan
centrada en la narrativa como la pornografía, pero a menudo da una prioridad
considerable al desarrollo de los personajes (principalmente masculinos) y a la
organización de una cadena causal de acciones. El paralelismo entre el avance
de la historia y los momentos «no narrativos» como las canciones o los actos se
xuales es menos común. No obstante, es algo habitual en películas de trance
como Trance and Dance in Bali, Magical Death y Les maftres fous. El desarro
llo del personaje, la identificación del espectador con representantes individua
lizados de otra cultura, la obtención de conocimiento y la exposición lineal son
más esenciales que en la pornografía.
En las acciones expositivas se puede ver al etnógrafo (por lo general hom
bre) que investiga, así como la expresividad del comportamiento de los actores
sociales (predominantemente hombres). Es habitual la estructura expositiva clá
sica de un problema y su solución, o de un suceso y su explicación. Se puede
considerar que esto es equiparable a la clausura narrativa clásica basada en la
eliminación de una interrupción en una situación ya existente (la eliminación de
algún tipo de carencia) o que es una subcategoría de la misma (en la que lo que
se observa que falta es, en la mayoría de los casos, conocimiento).
278 LA REPRESENTACIÓN DOCUMENTAL Y EL MUNDO HISTÓRICO
reveladores e interesantes que los fragmentos del cuerpo».25 Este aforismo, que
rara vez se sigue con rigor en la pornografía, da pie a una tendencia hacia el
«mero celuloide» o el dato cinematográfico en vez de hacia el texto. (La distin
ción que se hace es más de grado que de tipo.) Los estilos de plano secuencia,
gran angular y plano general ofrecen un medio de autentificar e individualizar
simultáneamente, pero sigue habiendo una tensión interna: sigue habiendo idea
lización en el deseo de transformar la práctica individual en práctica típica.
Aunque en ocasiones se le asigne un nombre o incluso personalidad, el valor de
la acción de un individuo reside en su generalización, su representatividad den
tro de la cultura en cuestión.
El propio cuerpo aparece como la «estrella» de la pornografía y la etnogra
fía. La asignación de cualidad de estrella a los cuerpos de algunas personas (Na
nuk, N ! ai, Marilyn Chambers, John Holmes) es la condensación de un princi
pio mucho más general que hace del cuerpo, y de sus partes, centro de interés
de la convención iconográfica.
En la etnografía nos encontramos con una serie de elementos genéricos: es
trellas semiindividualizadas, ausencia de malvados, y mujeres en posiciones de
subordinación. (Los malvados introducirían una moralidad prescriptiva, una
historia de bien y mal, en un mundo que los antropólogos suelen constituir
como un «objeto bueno» en su totalidad. El mal suele venir de fuera, si es que
aparece, en forma de colonización, intervenciones poscoloniales y problemas
de aculturación.) De las dos modalidades de compromiso por parte del especta
dor en que se hace hincapié -acciones narrativas y presentación descriptiva
la última tiene prioridad etnográfica. La descripción de acontecimientos tipifica
la cultura en cuestión para el observador ideal. Los principios de estructura na
rrativa unen sucesos descriptivos, a menudo de formas no examinadas o infra
teorizadas, pero la narrativa corre un riesgo menos fundamental que en la por
nografía. Esto se debe en gran parte a que los sucesos concretos no invitan a la
contemplación erótica (no lo olvidemos, es de mal gusto) sino a la comprensión
y ubicación de sucesos en el tiempo histórico, que se corresponde plenamente
con la representación narrativa.
La débil estructura narrativa en la que caen los sucesos justifica, tautológi
camente, la voz del comentario, que aporta conocimiento conceptual de dife
rencia y novedad. La odisea o búsqueda de The Hunters, The Lion Hunters o
Nanuk el esquimal, las acciones simbólicas rituales de Les maftresfous y Ma
gical Death, estos holgados marcos narrativos no sólo aportan la clausura;
configuran los eventos en forma de explicación (un principio seguido por un fi
nal donde el desarrollo da razón de la diferencia entre ambos) que después pue
de certificar el comentario. Quedar atrapado por completo en la contemplación
de cuestiones específicas --en su ritmo y gestos, tonos y texturas- plantea el
riesgo de perder la imparcialidad.
Pero la imparcialidad no sólo es pa>te de la experiencia ficticia (la concien-
280 LA REPRESENTACIÓN DOCUMENTAL Y EL MUNDO HISTÓRICO
cía de haber optado por anular la incredulidad) sino un requisito previo para el
conocimiento etnográfico. Los pasajes de contemplación potencial rara vez
ofrecen un grado de alejamiento de la narrativa similar al de los actos sexuales
en la pornografía. Están más estrictamente regulados (frecuentemente represen
tados como ilustración o ejemplo) para ceñirse a los requisitos de un conoci
miento que debe conocer/poseer a cierta distancia, a través del espacio de exac
titud descriptiva y objetividad científica. Los momentos de contemplación rara
vez parecen estar más allá de la ley. Permanecen afianzados en la perspectiva
moral que proporciona una estructura narrativa (explicativa) aunque puedan
ejercer una fascinación de riesgo y magnitud considerables.
El cine etnográfico ofrece una impresión de autenticidad por medio de la es
cena de llegada. Dicha escena representa una forma irónica de llegada a la pre
sencia del Otro que certifica la diferencia (la diferencia entre el visitante etno
gráfico y su sujeto) e imposibilita la unidad.26 El etnógrafo entra en escena
haciéndonos confidentes de sus esfuerzos y penalidades. La escena de llegada
ofrece una señal expansiva y manifiesta de un estado interno subjetivo de ob
servación participativa. La ironía estriba en que la representación de la subjeti
vidad necesaria reduce la realidad material del propio encuentro. Problemas de
interpretación, negociaciones con respecto al espacio, suministros, ayuda física,
el derecho a filmar o fotografiar y los numerosos rituales cotidianos de comuni
cación e intercambio entre sujetos humanos quedan ocultos. Es más importante
la impresión de que el etnógrafo estuvo allí y que, por tanto, su representación
es de confianza.
La omisión de aspectos problemáticos de comunicación e intercambio es
particularmente chocante en loe Leahy' s Neighbors, una continuación de
First Contact de Bob Connelly y Robín Anderson. Como se describió en el
capítulo 2, esta película se centra por completo en la negociación espacial
-de tierra tribal arrendada (o vendida) a Joe y que algunos quieren ahora re
cuperar mientras otros desean hacer negocios similares con su propia tierra
pero la presencia del propio realizador sólo se reconoce fugazmente, en apar
tes cómicos, sin ser en ningún caso tema de una negocación seria. Se nos deja
con un desplazamiento simbólico de las formas de compromiso que se habrían
producido si las necesidades de observación no hubieran tenido prioridad. La
película desplaza el diálogo sobre el espacio del realizador para dialogar so
bre el de los sujetos.
Algunas películas presentan una escena de llegada literal. The Ax Fight, por
ejemplo, gira en tomo a un encarnizado conflicto que surge justo cuando Ti
mothy Asch y Napoleon Chagnon empiezan a filmar entre los yanomamo en el
pueblo de Mishimishimabowei-teri; estos realizadores organizaron sabiamente
su película en tomo a sus esfuerzos por entender aquello con lo que se encon
traron inesperadamente al llegar. Más a menudo, la función de la escena de lle
gada se realiza metafóricamente, a través del acto de la filmación. El proceso
PORNOGRAFÍA, ETNOGRAFÍA Y LOS DISCURSOS DEL PODER 28 1
son las grandes teorías de la unificación en física). Pero mientras que el realismo
narrativo tiene más que ver con lo que llamaríamos la mirada no autorizada, una
mirada que se abre a ficciones y fantasías, quizá relacionada con la escena pri
migenia de Freud, el realismo expositivo de la ciencia opera como portador le
gítimo de la mirada, aprobada bajo la mirada atenta de la ley y abriéndose hacia
la verdad y el conocimiento.
sonajes dentro de su propio placer. Esto puede incluir la ausencia del plano de la
eyaculación (puede producirse fuera de nuestra vista, no como un espectáculo
sino como un placer personal, indiferente a nuestra mirada). Esta absorción tam
bién puede incluir la pérdida de los intérpretes para el espectador ideal cuando ya
no se disponen tácitamente como si siguieran las órdenes de una presencia invisi
ble que se encargase de su orquestación. Las cintas de vídeo que en la actualidad
circulan a través de redes de intercambio informales entre participantes-producto
res (parejas que registran sus propios actos sexuales con objeto de intercambiar
sus cintas de vídeo con otros) sugieren en cierto modo esta posibilidad. Operan
dentro de una economía característica pero al mismo tiempo distópica.
En la etnografía una amenaza constante es la de «tomarse nativo». La dis
ciplina institucional mantiene a raya esta amenaza. En este caso la «disciplina»
desacredita la pérdida de objetividad o la pérdida de una metodología apropia
da implícita en la absorción total en otra cultura. Las narraciones no autorizadas
llevadas a cabo por aquellos que carecen de legitimidad suelen provocar repre
salias sintomáticas de esta amenaza a la disciplina. (Las obras de Carlos Casta
necia y Shanbono: A True Adventure in the Remate and Magical Heart of the
South American Jungle, de Florinda Donner, lo ejemplifican.)
Los estados alterados, a menudo recuperados a través del comentario en
voice-over de explicación y alegoría, son otra amenaza potencial similar a la
amenaza de los personajes absorbidos en su propio placer. Estados alterados
significa una «pérdida» del informante o sujeto para el etnógrafo y provoca la
necesidad de recuperación. El etnógrafo se siente obligado a ayudamos a ver lo
que está ocurriendo cuando ya no es evidente. (Tourou et Bitti, con la determi
nación de Rouch de provocar y registrar un trance que no se llega a explicar por
completo en ningún momento, constituye una excepción. Trance and Dance in
Bali y Magical Death se ciñen más a la norma.)
Alternativas
cine, como reconoció André B azin en la última frase de su famoso ensayo «On
tología de la imagen fotográfica», «es también un lenguaje».
texto ubica en la persona de sus sujetos, como si dijéramos, las tensiones, con
flictos, contradicciones y paradojas de un momento histórico, haciéndolas reales,
como si fuera por vez primera, porque se transmiten con una especificidad que
nunca habían tenido. El documental no tiene por qué tener temor alguno al efecto
que Jameson observa en una buena parte de la literatura escrita, en la que esta im
presión de realidad es reconocida únicamente a través del texto, en la que persis
te una ilusión de que «la propia situación no existía antes [de que el texto la crea
se], de que no hay sino un texto, de que no hubo en ningún momento una realidad
adicional o contextua! antes de que el propio texto la generara». 13 El ejemplo re
presentado existía sin duda alguna antes de la cámara. Lo que quizá no existiese
antes de la representación es el significado, el valor y la experiencia afectiva de
esta situación o evento en la imaginación de otros. La historia nos espera fuera del
texto, pero pueden descubrirse aspectos de su magnitud dentro del mismo.
Al ver, en Shoah, al peluquero israelí que demora y desvía repetidamente el
interrogatorio de Claude Lanzman de la realidad claramente recordada de ser un
barbero en un campo de exterminio nazi, afeitando las cabezas de quienes iban
a morir, o cómo le resulta imposible al ex diplomático mantener su serenidad
ante la cámara cuando se le pide que relate su experiencia de entrar en el gueto
de Varsovia para hacer un informe de primera mano de las condiciones en que
se encontraban los líderes aliados (se viene abajo e insiste en que se retire la cá
mara), se nos coloca frente a representaciones que atestiguan una realidad his
tórica que asume órdenes de magnitud experimentados como si fuera por vez
primera, en este momento concreto, en relación con estas personas específicas
y su despligue corporal de un trauma que el tiempo no puede curar. En el docu
mental de PBS Arab and Jew: Wounded Spirits in a Promised Land, los traba
jadores palestinos describen cómo no tienen ningún problema para atravesar los
controles fronterizos por las mañanas, cuando su llegada a las fábricas israelíes
es necesaria por razones económicas pero al mismo tiempo podrían introducir
se armas y suministros en Israel. Por las tardes, sin embargo, se les hostiga, se
les hace esperar y se les detiene en su viaje de regreso a los territorios ocupados.
La puntualidad ya no tiene importancia y la lección del poder puede impartirse
para disfrute de los poderosos. La representación de este patrón nos transmite,
como si fuera por vez primera, una sensación de la magnitud de las contradic
ciones que se manifiestan en los cuerpos tensos, frustrados y aun así sumisos de
quienes no deben resistirse demasiado abiertamente al control del discurso y el
movimiento ejercido sobre ellos.
La mortalidad del cuerpo supone un reto constante para el documental. Elu
de toda estrategia de representación. Es, en el momento crucial en que tiene
lugar, irrepresentable. Las constantes o signos vitales, representaciones, nos ofre
cen una frontera que la vida puede atravesar subrepticiamente, pero son indife
rentes a la suerte de los valores que le asignamos o a los sentimientos que uni
mos a ella. La muerte es la conclusión o cese de algo interior, invisible.
298 LA REPRESENTACIÓN DOCUMENTAL Y EL MUNDO HISTÓRICO
En el cine percibimos esta ruptura entre una historia y su presentación, cada vez
que aparecen vacíos en los acontecimientos o surgen reveses en las convenciones
estándar del género... En suma, todo lo que dirige nuestra atención hacia la labor del
estilo retarda el flujo sin mediación de la ilusión y eleva lo imaginario al reino
del intercambio simbólico, a la experiencia cinematográfica de las obsesiones.18
La narrativa en el documental
Los personajes son agentes a través de los que la estructura narrativa ad
quiere coherencia y plenitud, y los personajes secundarios son una función de
los movimientos estratégicos que requiere el personaje central o protagonista.
Las identificaciones míticas y las referencias históricas se suman a una cadena
en movimiento de situaciones y sucesos, acciones y enigmas que avanzan (o de-
306 LA REPRESENTACIÓN DOCUMENTAL Y EL MUNDO HISTÓRICO
permite contrastar esta mirada profesional o clínica con una mirada voyeurista.
La mirada profesional es el equivalente documental de la mirada voyeurista, pero
difiere de ella en que se basa en una visión «objetiva» de la escena en vez de en
una visión subjetiva. Tanto la mirada profesional como la voyeurista violan los
nexos entre poder/deseo/conocimiento que requieren distancia, control y un
cuerpo disciplinado, una preferencia por la economía de posesión en detrimen
to de la de eliminación. Estas formas de disciplina son las que Roses in Decem
ber, y otras películas, intentan exceder utilizando recursos narrativos para
abordar magnitudes interiores atribuibles a la persona histórica en vez de al per
sonaje narrativo.
El documental ha adoptado tradicionalmente una posición ambivalente con
respecto a los estados mentales interiores, en particular en su modalidad de ci
néma vérité, en la que la superficie exterior del cuerpo, incluyendo las palabras,
LA REPRESENTACIÓN DEL CUERPO: CUESTIONES DE SIGNIFICADO Y MAGNITUD 307
con una fotografía en blanco y negro virada a tonos azules y en cámara lenta, con
el comentario en voice-over de una de las madres de los desaparecidos.
A excepción de Les ordres, que tiene una estructura más cercana a la tradi
ción del docudrama basada en acontecimientos tópicos, estas películas intentan
evitar las interpretaciones prolongadas de actores. En Roses in December, una
interpretación como tal sería muy problemática, ya que presentaría el problema
de cuatro cuerpos de más. La interpretación ficticia se desvía del pacto indicati
vo en que se basa la recepción del documental. (Como algo que está basado en
la cultura y es específico desde un punto de vista histórico en vez de ontológi
co, la cualidad indicativa de la «no interpretación» es en mayor medida una im
presión que una realidad.) Estos actores casi completamente invisibles en la es
cena reconstruida de la violación y el asesinato son poco más que aquello que
Stephen Heath ha denominado «entidades animadas>>, señalando que una ca
rencia de individualización física puede ser una característica legítima del agen
te narrativo/actor como tal. Esta secuencia ofrece una visión subjetiva del modo
en que individuos históricos específicos se enfrentaron al momento de su propia
muerte, ya que lleva el cuerpo de Jean Donovan al lugar en el que empieza la
película y al que hay que asignar significado.
Esta secuencia ofrece un contraste aleccionador con una secuencia paralela
de Salvador (Salvador, 1 985), la narración dramática de Oliver Stone de la his
toria salvadoreña reciente tal y como la presenciara un periodista norteamerica
no interpretado por James Woods. El personaje de Woods, como el de Thomp
son en Ciudadano Kane, permite una recreación de sucesos históricos como si
el espectador estuviera en el lugar de los hechos. El asesinato del arzobispo Ro
mero, por ejemplo, tiene lugar justo después de que Woods y su novia salvado
reña hayan comulgado. Este periodista se convierte en testigo ocular de la vio
lencia que se desata cuando las tropas del gobierno atacan a los asistentes al
funeral de Romero, y es Woods quien nos presenta al embajador norteamerica
no, liberal pero de voluntad débil, que, en el momento decisivo, cede ante sus
LA REPRESENTACIÓN DEL CUERPO: CUESTIONES DE SIGNIFICADO Y MAGNITUD 309
a mostrar cómo le arrancan la blusa a una de las mujeres bajo un rayo de luz
convenientemente colocado. La visión de su pecho expuesto nos conmueve y
distrae. Nos recuerda con qué facilidad el cine de ficción pone el voyeurismo
escopofílico en el lugar de la objetividad «profesional». El tratamiento especí
fico de la escena de la violación, y este primer plano en particular, lleva la con
moción moral que sentimos en Roses in December al ver la exhumación de los
cuatro cadáveres a un registro voyeurista y sádico, y hace que la película sea
merecedora de las críticas de haber convertido a sus personajes narrativos fe
meninos en «entidades para ser miradas».
Esta secuencia de Salvador también «autentifica» la narrativa uniéndola a
(una recreación de) un acontecimiento histórico. En Roses ... la muerte de Jean
Donovan funciona principalmente como estímulo para que la película nos diga
algo acerca de esta persona, en particular acerca de su tipo de vida y de las ra
zones para su asesinato. Lo más importante es lo que la película puede decirnos
acerca de su vida, no lo que una vida puede decirnos acerca de la película. En
3 10 LA REPRESENTACIÓN DOCUMENTAL Y EL MUNDO HISTÓRICO
viduos determinados con objeto de dar mayor coherencia al personaje que cons
truyen.
Una película como Roses , por tanto, incorpora dos elementos que suelen
...
La historia en el documental
Los textos documentales reclutan personas pero éstas siguen siendo figu
ras históricas que funcionan como miembros de la colectividad social. El do
minio histórico, sin límites fijos y contingente, se opone a la clausura de la na
rrativa. La indicatividad y las representaciones de autenticidad rompen el
sello hermético de la narrativa. Nos ponen ante situaciones y sucesos suma
mente localizados. La identificación mítica y la caracterización narrativa pue-
312 LA REPRESENTACIÓN DOCUMENTAL Y E L MUNDO HISTÓRICO
como individuo, una sensibilidad con la pobreza que no puede abordar desde su
papel como modelo (cosa que Moore sabe perfectamente), pero él le obliga a
convertirse en ejemplo de esta disyuntiva a través de su interrogatorio. Irónica
mente, Moore muestra más aprecio por el agente Fred Ross, que desaloja inqui
linos que no pagan su alquiler con una demostración simultánea de compasión
al margen de las consecuencias.
Surname Viet Given Name Nam, de Trinh Minh-ha, adopta una estrategia
más compleja que implica entrevistas preparadas con actores no profesionales
(mujeres vietnamitas residentes en los Estados Unidos que representan a muje
res vietnamitas en el Vietnam de la posguerra). Estas reconstrucciones se basan
en la transcripción de entrevistas realizadas a mujeres residentes en Vietnam
que se publicaron en francés y después fueron compiladas por la directora en su
versión inglesa en formato de guión. Este testimonio reconstruido se presenta a
través de un intenso filtro estilístico que requiere una presentación falta de ex
presión y monótona, que unas veces ofrece subtítulos y otras no, que desplaza a
los personajes dentro y fuera del centro del encuadre o les hace damos la espal
da, y después trunca una historia personal en el momento más dramático (cuan
do una mujer está a punto de decir si volvió a ver a su marido después de que
agentes del gobierno los separaran a la fuerza).
Estos recursos logran sin duda alguna un efecto reflexivo -nos damos cuen
ta de que la información factual, a pesar de su carga emotiva, es secundaria con
respecto a los problemas que se plantean en tomo al lenguaje y la representación,
en especial en tomo a cuestiones de traducción- pero también atenúan la natura
leza de la referencia histórica hasta el punto de que los testigos dan una impresión
opuesta a los de, pongamos por caso, With Rabies and Banners: en vez de tener la
última palabra sobre lo que ocurrió, estas mujeres se convierten en instrumentos
de una narrativa histórica, o mito, que pertenece principalmente al realizador. El
elemento mítico parece alcanzar su máxima expresión en los factores estilísticos
que presentan imágenes aparentemente más liberadas de mujeres vietnamitas que
viven en los Estados Unidos en vez de bajo las condiciones opresivas del comu
nismo y el patriarcado vietnamita. Esto se compensa al oír cómo las mujeres con
tinúan defendiendo la misma ideología opresiva de subordinación y al oír la enu
meración del realizador en voice-over de las cuatro virtudes y tres sumisiones que
defmen la subjetividad femenina en la cultura vietnamita. Comparando esta des
cripción con imágenes de mujeres más «liberadas», se crea una resaca de duda
acerca del beneficio que cosechan al haber venido a Norteamérica.
Surname Viet hace referencia a las entrevistas como una convención do
...
tema también plantea cuestiones propias que quedan sin resolución. ¿Por qué,
por ejemplo, hacer tanto hincapié en los fracasos del gobierno comunista cuan
do ni éste ni la democracia norteamericana ofrecen un contexto en el que se pue
da superar la opresión patricarcal? ¿Está en otra parte la raíz de este problema:
en la estructura familiar vietnamita, en los roles y subjetividades del género, o
en un confucianismo al que sólo se alude indirectamente? No podemos estar se
guros según lo que vemos ni podemos ver lo que el director propone como di
rección progresiva u objetivo apropiado para la lucha. En lo que respecta a la re
presentación histórica, las cuestiones de magnitud histórica parecen quedar en
un segundo plano a causa de las escasas explicaciones que ofrecen las entrevis
tadas o el propio comentario de la película acerca de la persistencia de la opre
sión de las mujeres en la cultura vietnamita.
El mito en el documental
El sacrificio y el cuerpo
que ofrecen objetivos ahistóricos para la acción histórica, pero l a unión del sa
crificio con lo mítico en sí puede parecer paradójica. Por una parte el icono mí
tico o figura ejemplar tiene la apariencia de algo permanente y sólido; el sacri
ficio, sin embargo, implica cesión, la pérdida de la permanencia. La resolución
de esta paradoja se produce a través de un proceso en el que el deseo de la in
mortalidad personal se intercambia por una inmortalidad socialmente definida y
míticamente conmemorada. El individuo vive en los recuerdos compartidos de
otros, a través de formas icónicas en las que estos recuerdos pueden venerarse:
soldado, misionero, profesor, revolucionario, padre, magnate, héroe nacional,
etcétera. El sacrificio trascendental constituye una manera magnífica de librar
se del cuerpo de un modo valorado socialmente. Permite una enorme inversión
en la materialidad de la presencia corporal compensando al mismo tiempo las
vicisitudes y vulnerabilidades de la carne. En un caso ideal (en lo que respecta
a prácticas hegemónicas), el sacrificio funciona de un modo trascendental,
como una práctica valorada internamente y llevada a cabo por voluntad propia.
Pero, en lo tocante a jerarquía y dominio, el sacrificio también puede imponér
sele a otros unilateralmente, en un sentido tanto ritual como estereotípico. Quie
nes tienen el poder y la necesidad de hacerlo sacrifican la individualidad, y las
vidas, para el mantenimiento de ideales culturales.
Espacio negativo
Contranarrativa
m a de ironía que cuestiona la originalidad del discurso y expone hasta qué gra
do lo que decimos ya ha sido dicho en algún otro lugar, en nuestra cultura y sus
proposiciones ideológicas. Es una cualidad pronunciada en la obra de Godard.
Aparece en todas las películas de Trinh Minh-ha en las que comentarios multi
vocales se basan en textos preexistentes sin ponerlos en relación jerárquica en
tre ellos. Es una cuestión central en Thriller, en la que los presupuestos básicos
inscritos en el libreto de La Boheme se convierten en objeto de un intenso es
crutinio (¿por qué muere Camille?). También es crucial en A Song of Air, que
refunde las imágenes y significados de las películas domésticas de un padre en
una metacrítica tanto de las películas domésticas como de la vida familiar.
(Este filme está realizado por una hija a la que vemos en dichas películas do
mésticas.)
Desavenencia: «provocación, intento de desagradar y por tanto cambiar al
espectador».34 Puede tratarse de un objetivo deliberado en algunos casos y al
gunos pueden considerarlo de valor específico, como quienes asocian errónea
mente los efectos de alienación de Brecht con los discursos de sobriedad y el
equivalente artístico de la ética del trabajo protestante. En otros casos, puede ser
un resultado de echar por tierra expectativas y socavar convenciones que no ad
quiere valor a menos que se canalicen hacia un modo de descubrimiento, per
cepción y transformación específico. La desavenencia, en otras palabras, puede
tomar al espectador curioso en un espectador aburrido, o convertir al espectador
de pago en un espectador resentido. Las frustraciones narrativas incluidas en
Surname Viet Given Name Nam, por ejemplo, no buscan la ofensa por la ofen
sa, como parece ser el caso de Vent d' est ( 1 969) o Numéro Deux de Godard. Por
el contrario, orientan al espectador hacia otro nivel de lectura y problemática
que de otro modo habría quedado relegado a un segundo plano. La dependencia
de estrategias de ficción en El juego de la guerra, de Peter Watkins, para cons
truir un tiempo verbal condicional de lo que ocurriría si se desatase una guerra
nuclear, no da pie a una desavenencia como objetivo temático sino que, en vez
de eso, al depender de una estructura condicional, transfiere al espectador la ne
cesidad de construir una alternativa futura a través de la propia praxis social.
Wollen también aborda la tendencia a contrastar la ficción con la realidad
como una séptima característica del «contracine».35 (En el documental se pro
duce el contraste inverso: una reintroducción de elementos subjetivos y narrati
vos en un dominio anteriormente gobernado por un canon de objetividad.)
Antimito
alimentar con toda facilidad una teoría de la historia de los «grandes hombres»
[sic], en la que una tipificación al estilo de Lukacs cedería al estereotipo ejem
plar.) Entra en juego una noción del individuo más radicalmente descentrada
que no puede reintroducirse en el molde prefabricado del icono o héroe. Esta di
ferencia puede verse con mayor claridad comparando Abortion Stories: North
and South, que investiga en qué sentido se ven afectadas las vidas de las muje
res según su acceso a procedimientos para abortar en diferentes países, con Speak
Body, que transmite cómo es la experiencia personal de abortar. Abortion Sto
ries tiene un valor de cambio considerable como documental. Su organización
de testigos identifica cuestiones políticas clave y las sitúa en un contexto femi
nista. Nadie que esté en favor del derecho al aborto podría quejarse con dema
siada insistencia de que esta película no llegue a subvertir ni socavar la dimen
sión mítica de la representación corporal. Abortion Stories representa a sus
testigos en términos míticos positivos, como modelos y ejemplos. Se trata de un
aspecto importante de la lucha política tal y como tiene lugar hoy en día, al mar
gen de lo que tengamos que decir acerca de sus problemas y limitaciones en un
marco teórico más amplio. Como en Roses in December, sin embargo, la ten
dencia a la mitologización se mantiene a raya; sigue enraizada en el contexto
histórico en el que se manifiesta la valentía y la lucha. Las testigos no se repre
sentan como vehículos para una verdad atemporal o un mandato divino. Esto da
como resultado un equilibrio juicioso de las posibilidades de representación
dentro de los dominios positivos de la historia, el mito y la narrativa.
Speak Body adopta una táctica diferente. Kay Armatage presenta voces de
mujeres fuera de campo mientras vemos fragmentos de cuerpos femeninos y oí
mos comentarios personales a modo de diario íntimo sobre la experiencia de
abortar. Los planos no se adhieren a imágenes de mujeres concretas pero tam
poco funcionan como esos fragmentos de labios, manos, pechos, cabello y pier
nas que aparecen incesantemente en la publicidad. Por el contrario, estos planos
funcionan como una forma de contraidealización. La cámara vaga a través de
porciones de piel sin prestar atención al ángulo más agradable desde un punto
de vista estético ni a la composición más sugerente. La iluminación es notable
mente áspera, casi clínica. Se hace hincapié en lo físico, la realidad imperfecta
de la carne, el cuerpo como un objeto cotidiano cuya capacidad para reproducir
vida da urgencia a su representación. Los riesgos y temores que acompañan el
aborto, la sensación de pérdida, la impresión de un desgarramiento literal de la
vida se reconocen en un contexto que sopesa estas realidades frente a otras con
sideraciones que pueden definir el aborto como una decisión que debe tomarse.
Esta película no adopta una posición de defensa ni individualiza figuras ejem
plares que puedan aportar testimonio personal a la intensidad de los dilemas.
Desmitologiza el cuerpo femenino, evitando los peligros de la fetichización, el
esencialismo y la construcción de héroes sin salirse del riesgo de la lucha histó
rica en sí.
LA REPRESENTACIÓN DEL CUERPO: CUESTIONES DE SIGNIFICADO Y MAGNITUD 323
Se puede hacer una distinción similar entre N!ai, de John Marshall, y otras
dos obras: Before We Knew Nothing, de Diane Kitchen, y Uaka, de Paula Gai
tan. La película de John Marshall tiene muchas cualidades fascinantes, entre las
que no es la menos importante la incorporación de metraje de muchas de sus pe
lículas anteriores realizadas entre los !kung. La urdimbre de metraje nuevo y an
tiguo ofrece una visión longitudinal de N ! ai como niña, joven, esposa y madre.
Entrevistas y secuencias de observación describen la condición actual de los
!kung, y de N!ai, incluyendo su relación con la ayuda exterior de misioneros, las
peticiones de los encargados del reclutamiento para el ejército sudafricano, y su
valor «exótico» tanto para los turistas como para los equipos cinematográficos
profesionales. (Marshall incluye una extensa secuencia de observación de otro
equipo de rodaje haciendo ensayos con los !kung comportándose de forma «na
tural» para una película de ficción, que resulta ser parte de la escena final de Los
dioses deben estar locos.)
N!ai permite que surja una vívida sensación de la persona histórica que
disfruta de todos los beneficios de la ilusión cinematográfica (un minucioso
proceso de individualización con una psicología plena y compleja que está cla
ramente situada en el espacio volumétrico). Como en Abortion Stories, la re
presentación mítica de N ! ai la convierte en una representante icónica de lo típi
co (no como «término medio» sino como una representación de las tensiones y
contradicciones fundamentales dentro de la cultura !kung contemporánea).
Before We Knew Nothing, por el contrario, es una narración más personal de la
estancia del realizador entre los indios ashaninka de la selva tropical amazóni
ca. Se resiste a individualizar a los personajes y a asignarles una psicología per
sonal. Las personas con las que convive Kitchen no quedan reducidas todas
ellas sin excepción a nativos . Presentan indicios de idiosincrasia que los dife
rencian entre ellos, pero la película no hace hincapié en esta forma de anclaje
psicológico en los personajes. Emerge una sensación más intensa de la colecti
vidad social como fuerza palpable, una fuerza que dirige la atención de Kitchen
y rige sutilmente la naturaleza de la comunicación y el intercambio. Invisible y
esquiva, funciona sin embargo como el referente histórico más pertinente, en
parte porque los actores sociales no ocupan el lugar privilegiado de iconos o
personajes. Entra en juego un algo dialéctico como el que describe Althusser
con respecto a El Nost Milan, en el que lo que no ocurre adquiere mayor im
portancia que lo que ocurre.
De un modo similar, Uaka se niega a individualizar a la gente. Al igual que
The Nuer, se mueve libremente entre individuos, sin invocar mecanismos de
identificación ni ofrecer información personal. Sin embargo, Uaka utiliza una
estructura narrativa más rigurosa que The Nuer, desplazándose hacia una críti
ca alegórica de la «civilización» metropolitana a través de una representación
no secuencial de los xingo actuando fuera de su mito de creación. La ubicación
histórica de gente y personas específicas sigue siendo esquiva, bordeando un
324 LA REPRESENTACIÓN DOCUMENTAL Y EL MUNDO HISTÓRICO
Autorreferencialidad
mito
(sinécdoque)
(iconos míticos)
antinarrativa x narrativa
�-------7f---JI� (metáfora)
(agentes
narrativos/
personajes)
z figuras
de dispersión
polos ""------__..
y reflexividad
de i ronia
Crisis y magnitud
tud con los que empezáramos: de víctima y caridad, simpatía y sacrificio, in
cluso si la tensión de mantenerlos también se pone de manifiesto. La represen
tación de Jean Donovan como individuo ejemplar implica un foco de exclusión
que presenta a la gente salvadoreña con la que trabaja como, una vez más, prin
cipalmente Otros, como figuras que no son muy diferentes en su representación
subordinada de la figura de «Cathy»/Jean Donovan en Salvador o de los nativos
que llenan el espacio negativo de La misión como telón de fondo para la lucha
moral entre Robert De Niro y Jeremy Irons. Los salvadoreños funcionan en la
estructura narrativa de esta película como donantes. Se trata de términos de en
cuentro con los que estamos muy familiarizados, tanto en la vida como en los
textos de representación, desde Lawrence de Arabia (Lawrence of Arabia,
1 962) hasta La selva esmeralda (The Emerald Forest, 1985) y desde Su exce
lencia el embajador (The Ugly American, 1 962) hasta La costa de los mosqui
tos (The Mosquito Coast, 1986). Roses logra con éxito evitar la hagiografía
.. .
pero finalmente acepta una forma de ayuda caritativa cuyos términos y condi
ciones son más una manifestación de testimonio personal que de negociación
colectiva entre uno mismo y otro.
En la representación documental del cuerpo no está en juego únicamente el
valor de ser, sino también el valor de no ser, de no ser representado estricta
mente en función de esos valores potencialmente plenos y positivos que discu
rren por los ejes de la historia, el mito y la narrativa. El concepto de verdad
siempre en relación con el de falsedad --en todo momento un algo de aproxi
mación indefinida cuyo carácter esquivo ha provocado más de un suspiro co
lectivo--- nos hace pensar en una magnitud que más de una película preferiría
evitar. Las estrategias reflexivas con un fin político evocan esta relación, obli
cuamente, en unos términos experimentales que resulta imposible eludir, o, si se
entienden, no creer.
El cuerpo representado en Speak Body u Our Marilyn se aproxima a esta
condición: Marilyn Bell, inmersa en las aguas del lago Ontario, enfocada y de
senfocada, a la vista e invisible, subiendo y bajando dentro del encuadre, con
mucho grano y escasamente definida, en un estado cercano a la alucinación pro
ducido por el frío, el agotamiento, la falta de sueño y la desorientación espacial,
avanzando hacia los límites de cualquier sentido de reafirmación del ego en el
330 LA REPRESENTACIÓN DOCUMENTAL Y EL MUNDO HISTÓRICO
Prefacio
l . Platón, The Republic, trad. Desmond Lee, Penguin Books, 1 955, pág. 308 (trad.
cast.: La república, Madrid, Alianza Editorial, 1 993).
2. Las técnicas de sampleado digital, en el cual la imagen está constituida por unida
des digitales sujetas a una infmita modificación, dejan obsoleta esta argumentación sobre
la naturaleza única y secuencial de la imagen fotográfica. La imagen se convierte en una
serie de unidades, un patrón de opciones sí/no registradas dentro de la memoria de un or
denador. Una imagen modificada de un patrón no será en ningún sentido derivativa del
«original»: se convierten, por el contrario, en un nuevo original. Cualquier imagen que
pueda generarse a partir de estas unidades de información ocupará exactamente el mismo
estatus. No hay una imagen negativa original como en la fotografía con respecto a la que
se puedan comparar la precisión y autenticidad de las copias. Es posible que ni siquiera
haya un referente externo. Las gráficas por ordenador pueden generar reproducciones su-
NOTAS 333
6. Ibid., 1 84.
7. lbid., 237.
8. El desarrollo de una cultura posmodema de la simulación se estudia en Arthur
Kroker y David Cook, The Postmodern Scene: Excrementa/ Culture and Hyper-Aesthe
tics, Montreal, New World Perspectives, 1986; Jean Baudrillard, L' exchange symboli
que et la mort, París, Éditions Gallimard, 1 976; Baudrillard, Simulations, Nueva York,
Semiotext(e), 1 983 (trad. cast.: Cultura y simulacro, Barcelona, Kairós, 1 993); Hal Pos
ter (comp.), The Anti-Aesthetic, Port Townsend, Bay Press. 1 983; Fredric Jameson,
«Postmodemism, or the Cultural Logic of Late Capitalism», New Left Review, n. 146
Uulio-agosto de 1 984), págs. 13-92 (trad. cast.: El posmoderrnismo o la lógica cultural
del capitalismo avanzado, Barcelona, Paidós, 1 993); y mi obra «The Work of Culture in
the Age of Cybemetic Systems», Screen 29, n. 2, invierno de 1 988, págs. 22-46. Sería
un grave error pensar en la simulación como en una copia, reflejo o ilusión. Es posible
que se reciban las guerras en el salón de casa, pero se siguen perdiendo vidas. Quizá
Granada se vea en todo el país como una reposición de Arenas sangrientas (Sands oflwo
Jima, 1 949) pero no podemos levantamos de nuestros sillones y decir «Es sólo una pe
lícula». La autenticidad puede medirse según su congruencia con representaciones pre
vias de una «realidad» ahora sujeta a un regreso aparentemente infinito, pero las cues
tiones de poder y deseo, autoridad y finalidad (muerte) permanecen firmes en su lugar.
9. Walter Benjamin, «The Work of Art in the Age of Mechanical Reproduction», en
Illuminations, trad. Harry Zohn, Nueva York, Schocken Books, 1 969, pág. 236.
10. Robert C. Allen y Douglas Gomery, Film History: Theory and Practice, Nueva
York, Alfred Knopf, 1 984, págs. 21 5-239 (trad. cast. : Teoría y práctica de la historia del
cine, Barcelona, Paidós, 1 995). La utilidad de esta definición para los autores resulta
bastante obvia cuando vemos que sólo se ocupan de una pequeña muestra del cinéma vé
rité norteamericano, principalmente la obra de Donald Pennebaker, Richard Leacock y
Robert Drew en ABC Television. Su informe de esta pequeña fracción de la cinemato
grafía documental es sumamente esquemático; se utiliza para demostrar la validez de
una metodología de investigación en vez de para examinar el cinéma veríté o el cine de
observación en mayor profundidad. La metodología resulta más sugerente que el ejem
plo concluyente.
1 1 . David Bordwell y Kristin Thompson, Film Art: An Introduction, 3ª ed., Nueva
York, MacGraw-Hill, 1 990, pág. 23 (trad. cast.: El arte cinematográfico: una introduc
ción, Barcelona, Paidós, 1 995). En una sección posterior, cuyo objetivo es ilustrar los
principios de la crítica cinematográfica, hacen hincapié en el modo en que Fred Wise
man ejerce control sobre aspectos clave de la estructura de la película, pero siguen de
fendiendo la postura de que este documental, como muchos otros, «cedía el control a lo
que ocurre delante de la cámara» (pág. 237).
12. Leacock articula sus propios principios de rodaje con claridad. En cierta ocasión
comentó: «Quiero descubrir algo sobre la gente. Cuando entrevistas a alguien siempre te
dicen lo que quieren que sepas de ellos. Esto puede resultar interesante y es lo que algunos
quieren registrar. Lo que yo quiero ver es qué ocurre cuando no están haciendo esto». Ci
tado en Louis Marcorelles, Living Cinema, Nueva York, Praeger, 1 973, pág. 55.
13. Jean-Fran�ois Lyotard, The Postmodern Condition: A Report on Knowledge,
trad. Geoff Bennington y Brian Massumi, Minneapolis, University of Minnesota Press,
1 984, pág. 17 (trad. cast.: La condición postmoderna, Madrid, Cátedra, 1 995).
NOTAS 335
Bazin, un estilo realista que nos atrae de un modo similar a como lo hace el mundo, se
opone a los efectos de comentario didáctico, reconstrucción y montaje.
and Littlefield, 1 979) se puede ver una excelente introducción a muchos de los princi
pios metodológicos que adoptaron, consciente o inconscientemente, los realizadores de
observación. Rock señala que el interaccionismo simbólico es el segmento de la socio
logía «que se ha dedicado al estudio etnográfico detallado de pequeños mundos socia
les» (pág. 92). Compárese el comentario de Rock sobre participante-observación con el
objetivo de Richard Leacock, por ejemplo, de observar lo que hacen las personas cuan
do no se les entrevista ni se les aborda directamente con la cámara: «El negocio de la
etnografía se presenta como algo comparativamente hostil al ensayo. Una buena parte
del mismo se describe como si estuviera unido a la proyección del sociólogo exenta ésta
de artificio en el contexto natural. Esta naturalidad es tanto un requisito previo como una
consecuencia inevitable de la comunión efectiva... El trabajo de campo interactivo está
diseñado para captar y favorecer la experiencia prepredicativa. Es axiomático a la meto
dología que dicha experiencia no pueda llegar a describirse como es debido con pala
bras: ocupa ámbitos que son sui generis. La comprensión plena sólo puede alcanzarse
tomando lugar en la experiencia» (págs. 1 97- 198).
6. El encuentro cara a cara también tiene sus fines no prácticos como indica la co
municación fática. (La comunicación fática implica el uso de interjecciones para hacer
saber a otra persona que le estamos haciendo caso, como «Um», «Ah» o «Vaya».) Por
tanto, todas las expresiones y textos, no sólo en el arte, tienen una dimensión no prácti
ca, mientras que el arte, o la ficción, como parte de un sistema ideológico, tienen efec
tos claramente prácticos sobre la subjetividad y en ocasiones sobre opiniones, convic
ciones, actitudes o formas de comportamiento específicas.
7. Los estudios tradicionales del documental de los años de la posguerra hacen re
ferencia al desarollo de cámaras portátiles y ligeras y de equipos magnéticos de gra
bación de sonido que permitían la grabación sincrónica sobre el terreno como un paso
adelante vital en la transformación del cine documental de una modalidad expositiva
(incluyendo sus variantes poéticas) al cine directo y el cinéma vérité, que yo he decidi
do llamar modalidades de representación de observación e interactiva. Al parecer estos
avances han tenido lugar más o menos simultánea e independientemente en Canadá en
el NFB y en los Estados Unidos principalmente a través de los esfuerzos de Drew-Leakoc,
y en Francia con Jean Rouch. Hay dos cuestiones que a menudo reciben escasa atención
o se pasan por alto.
En primer lugar el NFB de Canadá fue una organización pionera en la mayor parte de
la innovación tecnológica, introduciendo la grabación de sonido sincrónico en exteriores
en obras como Les racquetteurs, The Days Befare Christmas, Blood and Fire y Back
Breaking Leaf, con independencia y previamente a los avances estadounidenses que se
centraron en tomo a Richard Leacock, Donald Pennebaker y Robert Drew (Drew Asso
ciates). Les racquetteurs, realizada por Groulx y Brault en Quebec, suele considerarse
como la primera obra de cinéma vérité canadiense. Los orígenes y las «primeras obras»
son cuestiones complejas y a menudo poco agradecidas de investigar, ya que lo que vie
ne en primer lugar cronológicamente puede pertenecer al ámbito de un discurso institu
cional y a una serie de expectativas diferentes, quedando limitado de este modo su im
pacto en otros contextos. La práctica también tiende a localizar y restringir la causación
a un fenómeno lineal provocado por una serie de sucesos independientes: «Primero esto,
luego aquello», etcétera. Aun así, hay que señalar que en Canadá se fomentaron nota
blemente las posibilidades de la realización interactiva. Había implicada más gente que
338 LA REPRESENTACIÓN DE LA REALIDAD
ferencia que no tienen relación alguna se derrumben unos sobre otros a expensas del su
jeto, en especial en la esquizofrenia, pero también, quizá de un modo menos patológico,
en relación con los efectos del realismo (donde el significante se toma equivocadamen
te por referente, la imagen por realidad, o el actor por el personaje). Véase también Steps
to an Ecology of Mind, Nueva York, Ballantine Books, 1 972.
9. Marshall Blonsky, «Ted Koppel's Edge», New York Times Magazine, 14 de agos
to de 1 988.
1 0. Véase Rosenthal (comp.), New Challengesfor Documentary, en especial la ter
cera parte, «Documentary Ethics».
1 1 . Tanto Cinema and History (Detroit, Wayne State University Press, 1988) de
Marc Ferro (trad. cast.: Historia contemporánea y cine, Ariel, Barcelona, 1 995) como el
artículo de Kathleen Hulser «Clio Rides the Airwaves: History on Television», The
Independent 1 2, n. 2 (marzo de 1 989), págs. 1 8-24, dan ejemplos de metraje de archivo
que ofrece pruebas históricas que se han pasado por alto o rechazado, a menudo porque
se han utilizado como una ilustración generalizada, de la revolución bolchevique o la
ciudad moderna, por ejemplo, en vez de haber sido examinadas minuciosamente para
hallar detalles sobre el proceso de cambio en la participación de las clases sociales du
rante los días previos a la revolución (como pone de manifiesto, por ejemplo, la ropa) o
la dinámica social de los vecindarios que se revela a través de relaciones espaciales y
clases específicas de construcción residencial y comercial.
1 2. En mi artículo «The Voice of Documentary», Film Quarterly 36, n. 3 (primave
ra de 1983) se puede ver un amplio estudio de esta diferencia como una cuestión de
«VOZ» textual o autoridad (el lugar del que se deriva una sensación de conocimiento au
toritativo o de duda epistemológica). Resulta de especial interés la distribución relativa
de esta autoridad entre realizador y actores sociales.
1 3. En Seventeen, de Demott y Kreines, resulta evidente una sensación similar de
nexo participativo. Este documental se realizó para la serie «Middleton» pero fue prohi
bido por la PBS, según se adujo debido al lenguaje obsceno aunque es más probable que
fuera por la historia de amor interracial entre un adolescente negro y una chita blanca.
A diferencia del estilo principalmente de observación que se aprecia en Faniiiy Business
o Community of Praise, Seventeen presenta un alto gradó de interacción espontánea en
tre realizadores y sujetos. Es posible que diera la impresión de que esto también estaba
fuera de un canon de objetividad para el periodismo televisivo al que las películas de ob
servación pueden ceñirse con mayor facilidad, al menos en lo que respecta a su rechazo
o supresión de las subjetividades del realizador en el momento de la filmación.
14. Michel Foucault, The History ofSexuality, vol. 1 , Nueva York, Random House,
1 980, págs. 58-73 (trad. cast.: Historia de la sexualidad, Madrid, Siglo XXI, 1 978).
15. Teresa de Lauretis, Technologies of Gender, Bloomington, Indiana University
Press, 1 987, en especial el capítulo 1 , «The Technology of Gender».
1 6. El concepto de «entrevista encubierta» se investiga en mayor profundidad en
Ideology and the Image, págs. 28 1 -283 en concreto.
17. «Sutura» tiene un significado técnico-psicoanalítico que deriva de Jacques La
can y llegó a la teoría cinematográfica a través de ensayos como «Suture», de Jacques
Alain Miller; «Cinema and Suture», de Jean-Pierre Oudart; «Notes on Suture», de Ste
phen Heath (todos ellos en Screen 1 8 , n. 4 [ 1 977/1978]); «The Tutor-Code of Classical
Cinema», de Daniel Dayan, en Bill Nichols (comp.), Movies and Methods, vol. 1 , Ber-
340 LA REPRESENTACIÓN DE LA REALIDAD
keley, University of California Press, 1 976, y The Subject of Semiotics, de Kaja Silver
man, Nueva York, Oxford University Press, 1 983, entre otros. Implica un proceso a
través del que las películas se establecen como discurso, como algo más que sonido e
imagen en brutó, y el espectador adopta una posición como sujeto al que se dirige la pe
lícula. En la formulación de Oudart esto implica aprehender la obra como un agente
ausente para el que la película constituye un sustituto en forma de ausente, el Otro, fue
ra de pantalla, en el espacio que está detrás de la cámara. que es el agente que origina el
plano, el encuadre y el punto de vista. (Esta abstracción antropomórfica se corresponde
con lo que en otra parte he descrito como «VOZ».) El ausente autoriza una lectura de la
imagen como discurso, como una forma de tratamiento temática y afectivamente signi
ficante. La imagen ya no parece un objeto en bruto sino el residuo de una intención ex
presiva; esta ausencia sigue acechándola.
Esta extraña sensación de que hay una ausencia acechante puede interpretarse como
una condición necesaria del discurso simbólico, en el que siempre nos representa aque
llo que no somos (yo no soy «yo», el significante que me sustituye) o puede verse como
una operación ideológica que constituye el sujeto de la ideología burguesa por medio
de una especie de ventriloquia. Esto se puede utilizar, según Dayan, para considerar que
prácticamente todo el cine es burgués ya que depende del montaje en continuidad, en es
pecial el montaje plano/contraplano para disimular el auténtico aparato de producción
que está tras la aparente autoría de personajes que comparten con nosotros lo que ven
ellos mismos a través de una serie de planos. (El comentarista en voice-over desempeña
un papel similar en el documental, complementando el proceso de montaje probatorio.) En
una versión feminista de esta lectura, el proceso feminista intenta rechazar la ausencia,
o carencia, de un modo característicamente masculinista en el que se proyecta una preo
cupación por el miedo a la ausencia, la pérdida, la deficiencia y la carencia sobre la ima
gen de la mujer. (La tendencia general a alinear el comentario incorpóreo en voice-over
con el hombre y la autoridad se puede tomar como un indicio del modo en que las cues
tiones de género se adentran en cuestiones de sujeto-tratamiento en el documental.)
1 8. En las entrevistas de Who Killed Vincent Chin ? funciona una conciencia similar
de los intereses creados pero esta película transmite la sensación de que estas diferencias
no se pueden retransmitir desde el mundo histórico sin que queden distorsionadas, mien
tras que Morris también dirige la atención del espectador hacia las meditaciones sobre
entrevistas y reconstrucciones en el proceso del comprensión de lo que ocurrió en el
mundo que realiza el espectador.
19. La ficción «documenta» los primeros encuentros del niño con la sexualidad de
sus padres de forma gráfica. Ya sean interpretadas u observadas, reconocidas o no, estas
representaciones continúan planteando la cuestión del uso de personas en sistemas sig
nificantes que no son de su propia creación. La indiferencia de Godard por la ética de la
representación con respecto al uso de un niño actor también puede recalcar el relativis
mo que acomoda fácilmente una posición reflexiva: la conciencia de sí mismo que
muestra Godard como un director que aborda cuestiones de representación sexual pro
pone un plan de acción crucial que obras posteriores, realizadas por mujeres, abordan de
modos considerablemente distintos. En Numéro Deux se tiene la sensación de que la crí
tica reflexiva que hace Godard de la representación de la diferencia sexual es, aunque
profeminista, radicalmente distinta de la que podría proponer una realizadora feminista.
Su perspectiva sigue siendo casi por completo masculina: controladora, cerebral, pro-
NOTAS 341
blematizando como una cuestión representativa l o que, para otros, también e s u n pro
blema de experiencia vivida. Lo que resulta destacable es que Godard produjo esta obra
en 1 975, mucho antes que la mayoría de las obras feministas que abordan temas seme
jantes, como Riddles ofthe Sphinx, Born in Flames y Thriller, y mucho antes de la adop
ción generalizada del vídeo como un medio digno de tenerse en cuenta. (Esta película
existe como copia de 35 mm, pero la mayor parte de la vida «familiar» se filmó en ví
deo y después se paso a celuloide, a menudo miniaturizada dentro del encuadre como si
siguiera confinada a los límites de una pantalla de televisión.)
20. Hayden White, Metahistory: The Historical Imagination in Nineteenth-Century
Europe, Baltimore, The Johns Hopkins University Press, 1973, págs. 37-38. Los co
mentarios de White sobre la sátira como una forma de ficción son equiparables a sus
comentarios sobre la ironía. Tanto los unos como los otros figuran en su elaborada ta
xonomía de las posibles modalidades de narrativa historiográfica. Su descripción ha
sido un gran estímulo para mi estudio de las modalidades documentales de representa
ción en general, aunque sus categorías específicas no parezcan resultar de tanta utilidad
para el documental como lo son para la historiografía del siglo XIX.
2 1 . Julia Lesage, «The Political Aesthetics of the Feminist Documentary Film»,
Quarterly Review ofFilm Studies 3, n. 4, otoño de 1 978, págs. 507-523.
22. Lesage, «Political Aesthetics», pág. 508.
23. Lesage, «Political Aesthetics», pág. 509.
24. Lesage, «Political Aesthetics», págs. 5 1 5-5 1 9.
25. Peter Wollen, «"Ontology" and "Materialism" in Film», Screen 17, n. 1 , prima
vera de 1 976, págs. 7-23. Reeditado en Peter Wollen, Readings and Writings, Londres,
Verso, 1 982.
26. Wollen, Readings and Writings, págs. 201 , 206.
27. Dana Polan, «A Brechtian Cinema? Towards a Politics of Self-Reflexive Film»,
en Bill Nichols (comp.), Movies and Methods, vol. 2, Berkeley, University of California
Press, 1 985.
28. Polan, «Brechtian Cinema», pág. 668.
29. Polan, «Brechtian Cinema», págs. 669-670. En Louis Althusser, «The "Piccolo
Teatro": Bertolazzi and Brecht» (en For Marx, Nueva York, Vintage Books, 1 970) se
puede ver una declaración similar y muy convincente del modo en que una obra de tea
tro políticamente reflexiva (El Nost Milan) opone las convenciones de la forma melo
dramática al «tiempo real» de sus personajes de clase obrera.
30. Se puede consultar un estudio más completo de esta postura crítica bipolar en
The Political Unconscious de Fredric Jameson (lthaca, Comell University Press, 1 98 1 ),
en especial en el capítulo 6, «Conclusion: The Dialects of Utopía and Ideology».
3 1 . E. Ann Kaplan, Wamen and Film: Both Sides of the Camera, Nueva York, Met-
huen, 1 983, págs. 1 27-128.
32. Kaplan, Women and Film, pág. 1 30.
33. Kaplan, Women and Film, pág. 1 3 1 .
34. Kaplan, Women and Film, pág. 1 34.
35. Véase Christian Metz, Film Language, Nueva York, Oxford University Press,
1 974, págs. 2 1 -22 (trad. cast.: Lenguaje y cine, Barcelona, Planeta, 1 972).
36. Jay Ruby, en «The lmage Mirrored: Reflexivity and the Documentary Film»,
Journal of the University Film Association 29, n. 1 , otoño de 1 977; reeditado en
342 LA REPRESENTACIÓN DE LA REALIDAD
De pronto un niño de corta edad cayó a tierra junto a mí. Me di cuenta de que
la policía no estaba haciendo disparos de advertencia. Estaban disparando hacia
la multitud. Cayeron más niños ... Empecé a sacar fotos del niño que estaba mu
riendo a mi lado. Le salía sangre de la boca y algunos niños se arrodillaron a su
lado e intentaron detener la hemorragia. Entonces algunos niños empezaron a gri
tar que iban a matarme... Les rogué que me dejaran en paz. Dije que era periodis
ta y que estaba allí para tomar imágenes de lo que ocurriera. Una niña me tiró una
piedra a la cabeza. Me quedé aturdido pero no perdí el equilibrio. Después se die
ron cuenta de lo que pasaba y algunos me ayudaron a salir de allí. Había helicóp
teros volando por encima de nosotros y ruido de diparos. Fue como un sueño. Un
sueño que no olvidaré nunca.
l . Estoy en deuda con Narration in the Fiction Film de David Bordwell (trad. cit.)
por sugerir que el cine de arte y ensayo supera una posible tensión entre una visión ob
jetiva de un mundo imaginario (una visión que no pertenece a ningún personaje) y la vi
sión personal, incluso idiosincrásica, de un autor evidente haciendo hincapié en la am
bigüedad. Aunque esta perspectiva no hace justicia a las formas de ambigüedad que se
observan en filmes semejantes --que van desde un relativismo moral absoluto a un mo
dernismo marxista que desconfía de las apariencias- plantea un claro contraste con el
documental en el que la evidencia autoral coexiste abiertamente con puntos de vista ob
jetivos (que no se transmiten a través de un personaje) pero en el que la ambigüedad es
un resultado muy poco común (los documentales reflexivos pueden constituir la princi
pal excepción).
2. André B azin, What ls Cinema?, vol. 2, Berkeley, University of California Press,
1 97 1 , pág. 35 (trad. cit.).
3. Roland Barthes, S/Z, pág. 2 1 7 (trad. cit.).
4. Robert Kolker, The Altering Eye, Nueva York, Oxford University Press, 1 983,
págs. 25-26.
5. Una paráfrasis de André B azin, «An Aesthetic of Reality: Neorealism», en What
Js Cinema?, vol. 2, pág. 2 1 (trad. cit.).
6. Kolker, Altering Eye, pág. 53.
7. Citado en Kolker, Altering Eye, pág. 54.
8. Bazin, «An Aesthetic of Reality», pág. 36 (trad. cit.).
9. Brian Winston, «The Tradition of the Victim in Griersonian Documentary» , en
New Challenges for Documentary, Berkeley, University of California Press, 1 988,
pág. 272.
1 0. Véase también Kolker, Altering Eye, págs. 66-68, sobre una evaluación similar.
1 1 . Michael Schudson, Discovering the News, Nueva York, Basic Books, 1 978,
págs. 5-7.
1 2. len Ang, Watching Dallas, Nueva York, Methuen, 1 985.
1 3. Las relaciones entre visible y empírico y observación, descripción y explicación
se estudian en mi libro ldeology and the lmage, págs. 262-267.
14. Parte de la nueva canción decía:
Un portavoz de Live-Aid describe las razones para omitir los factores causales de la
hambruna del siguiente modo:
No abordarnos algunas de las causas del hambre porque hay tantas causas di
ferentes que habría que entrar en un debate ideológico con la gente. Lo que in
tentarnos hacer con los segmentos editoriales fue presentar un punto de vista que
NOTAS 353
era indiscutible en términos de «El hambre toca a su fin». De modo que nunca lo
vimos como un acontecimiento auténticamente político ... Creemos que si hay una
voluntad popular, la política empezará a ir en esa dirección. Cuando la gente dice
«Vamos a enviar dinero y ayuda a África», los políticos escuchan, la gente que
hace las leyes escucha ... Consideramos que la política seguiría la corriente [a par
tir de un nivel de conciencia popular]. (Comentarios tomados de la banda sonora
de Consuming Hunger, segunda parte.)
15. Citado de una carta de un seguidor de la serie al autor en Ang, Watching Dalias,
pág. 43. Otras muchas cartas reafirman la mezcla de reconocimiento y exageración que
atrae al espectador.
1 6. Véase mi libro ldeology and the Image, págs. 196-205, acerca de un estudio más
pormenorizado de las diferencias entre continuidad en la ficción y continuidad docu
mental.
17. Algunas de las críticas más importantes en forma de libro sobre la narrativa, el
realismo y, por implicación, sobre el documental, incluyen: Christian Metz, The Imagi
nary Signifíer, Bloomington, Indiana University Press, 1 982; Stephen Heath, Questions
ofCinema, Bloomington, Indiana University Press, 1 98 1 ; Kaja Silverman, The Subject of
Semíotícs, Nueva York, Oxford University Press, 1 983; Teresa de Lauretis, A lice Doesn' t:
Feminism, Semiotics, Cinema, B loomington, Indiana University Press, 1 984 (trad. cast.:
Alicia ya no:feminismo, semiótica, cine, Madrid, Cátedra, 1 992).
Entre las obras que han sugerido una visión más compleja, abierta o ambivalente
acerca del realismo, la narrativa y el documental se incluyen: Tania Modleski, Loving
with a Vengeance, Nueva York, Methuen, 1982; Ang, Watching Dalias; E. Ann Kaplan,
Women and Film: From Both Sides of the Camera, Nueva York, Methuen, 1 983; Terry
Lovell, Pictures of Reality, Londres, British Film Institute, 1 980; Christopher Williams
(comp.), Realism and the Cinema, Londres, Routledge and Kegan Paul, 1 980; Julianne
Burton (comp.), The Social Documentary in Latín America, Pittsburgh, University of
Pittsburgh Press, 1 990.
1 8. Laura Mulvey, «Visual Pleasure and Narrative Cinema», en Nichols (comp.),
Movies and Methods, vol. 2, pág. 315.
1 9 . Entre estas reservas está la importante distinción entre varón y masculino. Las
estructuras voyeuristas como el montaje de punto de vista que se centra en la mujer
como «algo a lo que mirar» propician una posición de visionado masculinista que tanto
hombres como mujeres pueden adoptar o rechazar. Freud, que no llegó a escapar por
completo del sexismo de su época, se esforzó por distinguir entre los roles sexuales, o
subjetividades, masculino y femenino que toda persona posee en mayor o menor grado,
y los sexos varón y hembra a uno de los cuales toda persona debe pertenecer necesaria
mente. La confusión sobre esta distinción en ensayos como «Visual Pleasure and Narra
tive Cinema» de Laura Mulvey ha contribuido a una polarización innecesaria y falsa.
20. La idea de la subjetividad social tiene relación con la reivindicación que hace
Terry Lovell al final de su libro Pictures of Reality. Esta autora arguye que el raciona
lismo cognitivo es un modelo poco apropiado para una perspectiva marxista sobre el
arte y la cultura. La dependencia del racionalismo conduce a una dependencia excesiva
del realismo, o, en el postestructuralismo, del convencionalismo, de los argumentos ra
cionales contra el atractivo del acceso directo a lo real o incluso de la existencia autóno-
354 LA REPRESENTACIÓN DE LA REALIDAD
ma de lo real en sí. Lovell reivindica una nueva investigación del placer como categoría
política, no sólo de los placeres que circulan en torno a los individuos y todas las cues
tiones de escopofilia que son tan cruciales en una política sexual del cine, sino también
de los placeres sociales, las formas de placer que pueden derivarse de una experiencia
compartida como ir al cine y ver una película en compañía de otros. Aunque este punto
no lleva mucho más lejos, es un asunto crucial y corresponde a la construcción de una
subjetividad social que socava, aunque sea en escasa medida, la organización del espa
cio de representación en torno al destino de personajes o actores sociales sumamente in
dividualizados.
2 1 . En el metraje de los noticiarios televisivos sobre la hambruna en Etiopía surgió
una forma de subjetividad social opuesta y reveladora. Las víctimas del hambre miran
frecuentemente a la cámara, que sustituye a un público impertérrito. La cámara retrans
mite impávida su mirada al espectador, «profesionalmente». El grito de ayuda inscrito
en los rostros anónimos de estas víctimas ejemplares invoca una subjetividad social para
el espectador no alineado con la posición participativa. El espectador puede interesarse,
mostrar su preocupación, sentir el tirón del patetismo o la caridad pero no en unos tér
minos que lo ubique dentro del mismo campo histórico y espacial o en el mismo plano
moral y emocional que las víctimas a las que presta atención.
La cobertura del terremoto de Loma Prieta el 1 7 de octubre de 1 989 en California
confirma esta perspectiva en su vertiente doméstica. Las noticias ubican a las víctimas
del terremoto «ahí», alejadas de quienes miran las noticias. Quienes sufrieron daños fí
sicos o pérdidas económicas en el suceso no pueden reconocerse en las noticias porque
se les ha convertido en víctimas, se les niega su estatus de sujetos, se les niegan su dig
nidad y su identidad. Las noticias versan sobre ellos, pero no van dirigidas a ellos. La in
formación que podría serie útil a una víctima del desastre -----cómo purificar el agua
cuando no hay modo de hervirla, por ejemplo-- se deja que la diseminen la Cruz Roja u
otras organizaciones. Es más importante qué camino pueden tomar para ir a trabajar las
personas que tienen que rodear la zona afectada, como si se tratara de un cuerpo extra
ño que se hubiera estrellado. Se trata de una subjetividad social muy diferente de su re
presentación en la obra de Humphrey Jennings. En vez de juntar espectador y represen
tación en una colectividad compartida, la cobertura informativa insiste en la separación
radical entre ellos y nosotros, cuyo máximo exponente quizá representen presentadores
como Dan Rather que llegan al lugar del desastre en limusinas y vestidos con gabardi
nas para marcharse antes de que empiece el prolongado proceso de recuperación.
22. Citado en Christopher Williams (comp.), Realism and the Cinema, Londres,
Routledge and Kegan Paul, 1 980, pág. 97.
23. lbid., pág. 99.
24. Paul Rotha acuñó este término para describir la dependencia de Flaherty de una
estructura narrativa que mantenía a sus personajes y las acciones de éstos en equilibrio
con un énfasis en la fotografía en exteriores auténticos, la documentación de la vida con
tidiana y el ritual establecido, y el énfasis epistefílico en informar al espectador tanto so
bre los detalles relevantes desde un punto de vista histórico como sobre las subjetivida
des pertinentes desde un punto de vista piscológico.
25. El «documental» de Michael Snow sobre la montañas Lauréntides cerca de
Montreal, La région centra/e, demuestra la presencia física de una cámara que puede gi
rar hacia cualquier dirección sin revelar presencia humana alguna. Realizada en su tota-
NOTAS 355
lidad por control remoto, esta película exorciza la entidad humana de la impresión de
presencia física: allí no había ningún ser humano; lo que vemos es lo que registró un ojo
mecánico. Ofrece una impresión de objetividad con respecto a la cámara como máquina
cuando está liberada de cualquier carga antropomórfica (representando el punto de vis
ta, por ejemplo, de personajes).
26. Este asunto se observa en una buena parte del cine político de izquierdas en los
Estados Unidos. Tanto la Film and Photo League como Newsreel, unos treinta años des
pués, se dividieron en tomo a la cuestión de si sus miembros se debían principalmente a
las causas políticas que filmaban o al acto de filmar causas políticas. Esta última postu
ra se tildó de oportunismo y la primera de izquierdismo aficionado. Algunos individuos
llegaron a la conclusión de que un partido político podía aportar el ímpetu y la dirección
para la tarea cinematográfica mientras que otros arguyeron que las cuestiones formales
y estéticas vitales para el éxito político sólo podían proceder de un compromiso perma
nente y profesional con la realización cinematográfica. En el frente más amplio de una
política de representación progresista, la aparición de la crítica postestructural del rea
lismo en la década de los setenta decantó la balanza en favor de la innovación estética y
formal, pero este debate sigue abierto como una de las cuestiones más problemáticas en
la práctica del cine documental. Véase mi 1ibro Newsreel: Política/ Filmmaking and the
American Left (Nueva York, Amo Press, 1980) acerca de un estudio de esta cuestión en
relación con Newsreel.
27. Cuando se le preguntó después de una proyección si iba a presentar la película
para las nominaciones al óscar, contestó: «No, quizá la próxima vez, pero esta película
se ha hecho con un objetivo más inmediato: ayudar a los chicos, no a mí».
28. Citado en Michael Schudson, Discovering the News, Nueva York, Basic Books,
1 978, pág. 1 47.
29. Hayden White, «The Value of Narrativity in the Representation of Reality», en
W. J. T. Mitchell (comp.), On Narrative, Chicago, University of Chicago Press, 1 980,
pág. 13.
30. White, «The Value of Narrativity», pág. 1 8.
3 1 . Citado en Bamouw, Documentary, pág. 9 1 (trad. cit.).
32. Forsyth Hardy (comp.), Grierson on Grierson, Nueva York, Praeger, 1966,
pág. 1 65 .
3 3 . Peter Morris, «Re-Thinking Grierson: The Ideology o f John Grierson», Dialo
gue: Canadian and Quebec Cinema 3, 1 987, págs. 2 1 -56.
34. Georg Lukacs, History and Class Consciusness, Cambrigde, MIT Press, 1 968,
pág. 100 (trad. cast.: Historia y conciencia de clase, Barcelona, Orbis, 1 985).
35. Véase «Narrate or Describe?», en Writer and Critic, Nueva York, Grosset and
Dunlap, 1970.
36. Lukacs, Writer and Critic, pág. 1 16.
37. Sobre un estudio de los elementos narrativos y míticos de las noticias, véase mi
ldeology and the Image, págs. 1 74- 1 79, y Robert Stam, «Television News and lts Spec
tator», en E. Ann Kaplan (comp.), Regarding Television, Frederick, Md., University Pu
blications, 1983, págs. 23-43.
38. Véase Teresa de Lauretis, Alice Doesn't, págs. 1 58- 186 (trad. cit.) sobre una ex
celente relación de cómo la experiencia puede constituir la base del conocimiento como
conciencia política.
356 LA REPRESENTACIÓN DE LA REALIDAD
formarlo en un capítulo de este libro, llegué a coincidir con el argumento que Linda
Williams expone en Hard Core de que una pornotopía puede ser representada por mu
jeres, para mujeres, incluso si esta representación está muy lejos de ser una crítica fe
minista de la jerarquía o la opresión sexuales. Marilyn Chambers, en Furor insaciable
descubre que su apetito sexual exige más y más sexo, pero se trata de sexo gratifican
te. Como en el musical, esta imagen de gratificación utópica hace que desaparezca por
arte de magia la contradicción en vez de socavar su base material. Aquí puede haber
identificación y placer tanto para los hombres como para las mujeres, según las pautas
que sugiere la lectura de Dalias realizada por len Ang (en Watching Dalias): la frus
tración y los deseos representados son reales, su resolución, por muy fantástica y poco
práctica que pueda ser, ofrece placer, por muy limitado que resulte según .ciertos cri
terios.
En mi opinión las protagonistas femeninas de Furor insaciable, 1-IV, o Debbie Does
Dalias son principalmente pretextos o sustitutos de una perspectiva masculinista que
sigue siendo dominante. Su descubrimiento de la plenitud sexual gira en tomo a un ero
tismo generalizado (encuentros con personas del mismo sexo, orgías, masturbación, fe
lación, cunnilingus, etcétera) pero también tiende a poner en primer término en este pan
teón sexual al falo. Aun así, esta lectura puede ser una lectura privilegiada, la que el
propio texto parece respaldar con mayor fuerza. Es importante reconocer que se pueden
dar simultáneamente entre los espectadores lecturas igualmente efectivas, y legítimas
que aprueben o rebatan este falocentrismo.
23. Roland Barthes, Mythologies, St. Albans, Paladín, 1 973, págs. 100- 1 02 (trad.
cast.: Mitologías, Madrid, Siglo XXI, 1 980).
24. Véase Stephan Mamber, Cinema Vérité in America, Cambridge, MIT Press,
1 974, en especial págs. 1 1 5- 140.
25. Karl Heider, Ethnographic Film, Austin, University of Texas Press, 1 976,
pág. 1 25.
26. Tanto Mary Louise Pratt, en «Fieldwork in Common Places», como James Clif
ford, en «Ün Ethonographic Allegory» (en James Clifford y George E. Marcus
[comps.], Writing Culture, Berkeley, University of California Press, 1 986) hacen re
ferencia a la función de las escenas de llegada y otros recursos literarios para invocar la
autoridad de la ciencia y el distanciamiento de un observador.
27. James Clifford señala que la escena de llegada entra dentro de la metodología
del trabajo de campo moderno como una certificación basada en la premisa de «Tú es
tás ahí porque yo estuve allí». «Ün Ethnographic Authority», Representations 1 , n. 2,
1 983, pág. 1 1 8.
28. Investigo la posible interpretación de The Nuer, incluyendo su validez como do
cumento etnográfico, en ldeology and the lmage, págs. 250-260.
29. Este estudio trata la autoridad pornográfica y etnográfica en función de sus rei
vindicaciones probatorias acerca de la autenticidad o validez de lo que vemos y oímos.
Las reivindicaciones argumentativas son una cuestión aparte. Para la pornografía, la ar
gumentación es una cuestión de moral o lección narrativa, que por lo general implica las
virtudes de una sexualidad liberada. Para la etnografía, la argumentación es una cuestión
de lo que importa como interpretación autorizada dentro de la comunidad antropológica
(y sólo rara vez dentro de la sociedad representada). (Lo que importa cambia con el
tiempo y el lugar de manera similar a los cambios que se dan en las modalidades docu-
360 LA REPRESENTACIÓN DE LA REALIDAD
Nos es imposible encontrar valor alguno a este enfoque [de Bazin o Eisenstein].
Este tipo de teorías mantendrían el cine en un estado infantil, dependiente de un or
den anterior a sí mismo, un orden con el que no puede establecer una relación sig
nificativa debido a su dependencia. Ya no podemos relacionar una pintura de Pi
casso con los objetos que utilizara como modelos, ni tan sólo un cuadro de
Constable con respecto a su paisaje original. ¿Por qué es diferente el arte del cine?
(Brian Henderson, A Critique ofFilm Theory, Nueva York, Dutton, 1 980, pág. 3 1 ).
lores, sus actitudes y suposiciones los que se convierten en sujeto de nuestro escrutinio.
Una variación fascinante de este enfoque es Dear America: Letters Homefrom Vietnam,
en la que vemos brevemente fotografías de los soldados que escribieron las cartas mien
tras las leen actores profesionales sobre un noticiario de la guerra. Los individuos que
escriben las cartas se ven esencialmente desplazados por sus cartas, las lecturas profe
sionales y el metraje que las acompaña. La perspectiva del realizador sobre los autores
de las cartas y la guerra se convierte en el punto focal de la película, del mismo modo
que ocurre con las percepciones y valores del entrevistado en otras películas aquí cita
das. Roger and Me pertenece a esta categoría en relación con el esquivo Roger Smith,
director ejecutivo de General Motors, pero esta película también se puede excluir de di
cha categoría si consideramos que trata sobre Flint, Michigan o la respuesta de indivi
duos dispares al cierre de una fábrica de automóviles. Este último enfoque es el que a mi
parecer resulta más productivo a la hora de evaluar esta película.
7. Al hablar de la praxis informada por un texto, quiero hacer una distinción entre
esta noción y la enérgica crítica de la literatura orientalista realizada por Edward Said
que sirve como guía de conducta. Said habla de dos casos en los que se reafirma una
«actitud textual»: la confrontación con lo desconocido y la impresión de que funciona.
Si un ritual parece tener el efecto deseado, es muy probable que se repita. (Véase Ed
ward Said, Orientalism, Nueva York, Vintage Books, 1 979, págs. 93- 100.) El concepto
de magnitud deja el texto atrás como una entidad experimentada y profundamente ina
decuada y sin embargo aleccionadora, agradable e instigadora. Una actitud textual nun
ca deja el texto atrás sino que se aferra a él como escape formulaico del enfrentamiento
y el riesgo. El hecho de que una guía textual funciona puede decir menos acerca de la
naturaleza de la realidad (oriental) que de las relaciones de poder. El «orientalismo» (la
suma de dichos textos) dio a occidentales como Napoleón y Mathieu de Lesseps su éxi
to, «al menos desde su punto de vista, que no tenía nada que ver con el del oriental. El
éxito, en otras palabras, tenía todo el auténtico intercambio humano entre oriental y oc
cidental del "Me dije a mí mismo, me dije" del juez de Tria/ by Jury» (pág. 95). La ac
ción informada por un texto es contingente: el texto no puede ser en ningún caso una
guía ni aislarse como una experiencia discreta y disponible a modo de artículo de con
sumo. Las cuestiones de magnitud nos empujan hacia el diálogo. Son la antítesis de la
actitud textual.
8. Vivian Sobchack, en «lnscribing Ethical Space: Ten Propositions on Death, Re
presentation and Documentary», Quarterly Review ofFilm Studies (otoño de 1 984), des
cribe seis formas visuales diferentes en las que se puede registrar el encuentro entre el
realizador y la muerte o el acto de morir. La «mirada profesional» es una de ellas. Estas
miradas se estudian en mayor profundidad en el capítulo 3.
9. Anthony Wilden define la paradoja existencial como «la intencionalización cons
ciente o inconsciente llevada a cabo por un sujeto de algo acerca de la vida que niega las
categorías habitualmente aceptadas de verdad y falsedad acerca de la "realidad": algo
"inexplicable". La paradoja existencial difiere de la paradoja puramente lógica en que
implica sujetos y depende principalmente de la comunicación» (System and Structure:
Essays in Communication and Exchange, 2ª ed., Londres, Tavistock, 1 980, pág. 1 03;
trad. cast. : Sistema y estructura, Madrid, Alianza, 1 979). La afirmación «Miento», por
ejemplo, es una paradoja lógica pero no una paradoja existencial, ya que tiempo y con
texto, hablante y receptor pueden buscar y negociar la validación de lo que sigue siendo
NOTAS 363
una paradoja en el ámbito más abstracto de la lógica pura. Lo que aparece como una pa
radoja existencial son las órdenes que no pueden obedecerse ni desobedecerse. «No
haga caso de este texto», es un ejemplo. En el presente contexto, las cuestiones de mag
nitud engendran una paradoja similar a «No haga caso de este texto», que no podemos
obedecer ni desobedecer de un modo absoluto.
Esta paradoja nos lleva más allá del texto como un sistema cerrado y más allá de las
críticas de la ficción clásica que consideran la distancia y la separación como un acce
sorio necesario a una sensación imaginaria de unidad y control. (Véase, por ejemplo,
Stephen Heath, «Lessons from Brecht», Screen 15, n. 4, 1 970.) Como explica Kaja Sil
verman en su libro The Acoustic Mirror, «al igual que el niño que ve los genitales fe
meninos por vez primera y rechaza la ausencia del pene, este espectador [al que Metz se
refiere como "un espectador cualquiera"] se niega a reconocer lo que sabe a la perfec
ción: que el cine se funda en la carencia del objeto» (The Acoustic Mirror, pág. 4). Este
rechazo es precisamente lo que le está vedado al espectador documental enfrentado a
magnitudes que exceden el texto. La ficción clásica puede colocamos en una posición
de rechazo, una posición desde la que una subjetividad masculina niega su propia de
ficiencia y carencia, proyectándola en las mujeres, pero el documental identifica esta ca
rencia, esta ausencia de lo real, de la historia, a la que estamos obligados a prestar aten
ción. Los placeres del espectador basados en el género que surgen del rechazo y la
fantasía de la coherencia y el control imaginarios son mucho menos operativos en el do
cumental que en la ficción. Los discursos de sobriedad adquieren su nombre en parte por
esta razón. La diferencia, sin embargo, no es absoluta, sino una cuestión de grado.
10. Roland Barthes, Image-Music-Text, trad. de Stephen Heath, Nueva York, Hill
and Wang, 1977, págs. 52-68.
1 1 . Véase Walter Benjamin, «The Work of Art in the Age of Mechanical Repro
duction» (trad. cit.). Benjamin mantiene una actitud ambivalente frente a esta pérdida
del aura: aunque todo está a disposición de cualquiera, el riesgo de que aquellos con po
der lo utilicen de forma hegemónica constituye una grave limitación. La diferencia en
tre el poder liberador del cine («entre sus ruinas y escombros dispersos, podemos viajar
con tranquilidad y espíritu aventurero», pág. 236) y de los espectáculos producidos en
realidad constituye una justificación de la ambivalencia de Benjamin.
12. Fredric Jameson, «Symbolic Inference: or, Kenneth Burke and Ideological
Analysis», The Ideologies ofTheory, vol. 1 , Minneapolis, University of Minnesota Press,
1 988, pág. 14 1 . Jameson aborda esta cuestión en su libro The Political Unconscious
(págs. 8 1 -82) y utiliza las mismas palabras para describirla, esta vez dentro de un marco
de referencia en cierto modo más amplio pero con una desconfianza similar con respec
to al texto debido a su potencial para hacemos creer que esta realidad que crea no exis
te si no es en su identidad textual, una desconfianza que parece alimentada por el propio
subtexto de Jameson, en desacuerdo con las lecturas de textos formalistas y psicoanalí
ticas, así como con algunas lecturas postestructurales.
1 3. Jameson, «Symbolic Inference», pág. 1 4 1 .
14. Un excelente estudio d e las cuestiones implicadas en las representaciones ficti
cia y documental del Holocausto se puede ver en Ilan Avisar, Screening the Holocaust:
Cinema' s Images of the Unimaginable, Bloomington, Indiana University Press, 1 988.
Avisar detalla los problemas inherentes a la representación narrativa e indica cómo cier
tos realizadores y filmes los han abordado con éxito. Este autor resulta particularmente
364 LA REPRESENTACIÓN DE LA REALIDAD
Considero que hay que dar una efusiva bienvenida a la infusión de esta subjetividad
en el documental, pero tengo que señalar que esta «experimentación» de los aconteci
mientos a través de la implicación de los personajes fue objeto de severos ataques en la
teoría y la crítica cinematográficas durante los años setenta bajo los estandartes de la se
miología, el psicoanálisis, el postestructuralismo y el feminismo. El aparato cinemato
gráfico produjo la impresión de experiencia, ocultando su propio trabajo, constituyendo
un tema trascendental (que era masculino y patriarcal) y perpetuando relaciones de pro
ducción burguesas. Aunque persuasiva como caracterización de la tendencia dominante
o hegemónica en el cine, muchos críticos han puesto en tela de juicio la infalibilidad de
sus efectos y la generalización de su dominio. Ahora estamos más próximos a un punto
en la teoría cinematográfica en el que el valor de esta crítica ideológica del aparato pue
de perderse en el ansia de recuperar una sensación más precisa de las especificidades de
la estructura, la lectura y la respuesta. Su aplicabilidad al documental no se ha investi
gado ni demostrado plenamente en ningún caso.
26. Vivian Sobchack hace una distinción similar en su propia descripción de la re
presentación de la muerte en el cine: «De este modo, cuando se representa la muerte
como algo ficticio en vez de real, cuando sus signos se estructuran y se enfatizan con ob
jeto de que funcionen icónica y simbólicamente, se sobreentiende que sólo se está vio
lando el simulacro de un tabú visual. Sin embargo, cuando se representa la muerte como
real, cuando sus signos se estructuran y modulan para que funcionen de forma indicati
va, se viola un tabú visual y la representación debe encontrar maneras de justificar la
violación» («Inscribing Ethical Space», pág. 291). Ésta es precisamente la estrategia de
muchas películas que versan sobre el Holocausto, torturas y asesinatos perpetrados por
agentes del gobierno en Latinoamérica en general, y la estrategia de Roses en particu
...
lar: ofrecer una justificación significativa para la presentación de imágenes de los restos
de quienes una vez estuvieron vivos.
27. Barry King, «Articulating Stardom», Screen 26, n. 5, septiembre-octubre de
1 985, págs. 27-50.
28. Véase André Bazin, «The Stalin Myth in Soviet Cinema», en Nichols (comp.),
Movies and Methods, vol. 2, págs. 29-40.
29. Walter Benjamin, «The Work of Art in the Age of Mechanical Reproduction»,
pág. 247 (trad. cit.).
366 LA REPRESENTACIÓN DE LA REALIDAD
30. Peter Wollen, «Godard and Counter Cinema: Vent J' est», en Nichols (comp.),
Movies and Methods, vol. 2, págs. 500-509.
3 1 . Wollen, «Counter Cinema», pág. 502.
32. Wollen, «Counter Cinema», pág. 503.
33. Wollen, «Counter Cinema», pág. 505.
34. Wollen, «Counter Cinema», pág. 506.
35. Wollen, «Counter Cinema», págs. 507-508.
36. Frank Lentricchia, Criticism and Social Change, Chicago y Londres, University
of Chicago Press, 1983, pág. 1 04.
37. Jameson, The Political Unconscious, págs. 82-83.
38. Como ya he señalado, estas estrategias contrastan radicalmente con la respues
ta a la explosión de la lanzadera espacial Challenger. Parte de la histeria provocada por
el desastre del Challenger derivó de la vaporización aparentemente total de los cuerpos
de los astronautas. Esta desaparición repentina y total de héroes ya mitologizados exigió
actos prodigiosos de conmemoración. Una vez llevados a cabo, el cuerpo físico podía
ponerse nuevamente en camino de su idealización ahistórica. Los mitos tienen muy poca
necesidad de carne y sangre limitadas por el tiempo y el lugar, el personaje y la subjeti
vidad. Prefieren aportar el cadáver y proponer la subjetividad que convenga a sus fines.
Mientras que el regreso del cuerpo histórico de Jesús de Nazaret fue lo que indicó su es
tatus de Hijo de Dios, el Cristo de la leyenda, la recuperación de estos cuerpos indicó sus
estatus como carne excesivamente humana, limitada por las vicisitudes del tiempo en
vez de trascendente a las mismas. (En comparación con los titulares del desastre en sí,
por ejemplo, el envío de los cuerpos recuperados a la base de las fuerzas aéreas de Do
ver, en Delaware, para «SU tratamiento final de acuerdo con los deseos de las familias»
se convirtió en una breve nota en las páginas interiores del New York Times del 25 de
abril de 1 986.)
39. Con respecto al individuo como mónada, el momento de crisis parece abordar el
problema de la representación corporal que resume Fredric Jameson: «La retórica del
cuerpo [en la teoría de la acción simbólica de Kenneth Burke], sin embargo, sigue sien
do ambigua: puede inaugurar la celebración de una especie de materialismo privado,
desde Bataille y el "deseo" hasta ciertas lecturas de Bakhtin; o puede llevamos dialécti
camente más allá de estos límites individualizadores y orgánicos para llegar a una apre
hensión más apropiadamente colectiva del espacio y la espacialidad en sí». Véase «The
Symbolic lnference: or, Kenneth Burke and ldeological Analysis», en The Ideologies of
Theory, vol. 1 , Minneapolis, University of Minnesota Press, 1 988, pág. 148.
La cuestión del materialismo histórico, el individuo como mónada, y el feminismo
en una era posmodemista de cibernética y simulaciones es objeto de un tratamiento
ejemplar en Donna Harraway, «A Manifesto for Cyborgs», Socialist Review, n. 80,
1 985, págs. 65-1 07. Esta autora hace especial hincapié en una política de afinidad que
reconceptualiza las categorías clásicas de sexo, raza y nacionalidad y las diversas no
ciones de unidad y síntesis dialéctica que se derivan de ellas. Defendiendo esta idea de
una utopía imperfecta con elocuencia e imaginación considerables, la principal cuestión
que queda pendiente, y debe plantearse irónicamente, es si una política basada en afini
dades sería más imperfecta que utópica, posponiendo la resolución de la contradicción
hasta ese famoso «último caso» cuya llegada sigue siendo tan incierta como aproxima
da es la verdad.
Filmografía
La filmografía enumera todos los documentales citados en este libro y cualquier otra
película de la que se hable con cierto detenimiento; enumera las películas por su título
en castellano, en caso de que hayan sido estrenadas en salas cinematográficas en Espa
ña, seguido de su título en el idioma original. La agencia que ha producido el documen
tal se cita cuando es una fuerza creativa o institucional significativa por derecho propio.
Se especifica el país de origen si no se trata de los Estados Unidos. En el caso de pelícu
las ubicadas en un país por realizadores que no son de dicho país, el país o región en el
que se centra el documental se da en primer lugar, seguido por la nacionalidad del rea
lizador. Las fechas de estreno se han comprobado siempre que ha sido posible, pero a
menudo las fuentes de información son incongruentes o poco fidedignas. Hay que tener
presente que se trata de información aproximada.
Abortion Stories: North and South, Gail Singer, National Film Board of Canada: Irlan
da, Japón, Tailandia, Perú, Colombia/Canadá, 55 min., 1 984.
The Act of Seeing With One' s Own Eyes, Stan Brakhage, 32 min., 197 1 .
Action: The October Crisis of 1 970, Robin Spry, National Film Board of Canada, 87
min., 1 974.
Al/ My Babies, George Stoney, 55 min., 1 952.
Amor, mujeres y flores, Jorge Silva y Marta Rodríguez, Colombia, 54 min., 1 988.
An American Family, Craig Gilbert, NET, 12 episodios de una hora, 1 972.
368 LA REPRESENTACIÓN DE L A REALIDAD
Antonia: retrato de una mujer (Antonia: A Portrait of a Woman), Judy Collins y Jill
Godmilow, 5 8 min., 1 97 3 .
Are We Winning the Cold War, Mommy ? America and the Cold War, B arbara Margo
lus, 85 min., 1 986.
The Atomic Cafe, Kevin Rafferty , Jayne Loader y Pierce Rafferty, 92 min., 1 982.
A ustralia: The lsland Continent, de la serie <<Nature», Public Broadcasting System,
1 988.
The Ax Fight, Timothy Asch y Napo1eon Chagnon, de la serie <<Yanomamo», 30 min.,
Venezuela/Estados U nidos, 1 97 1 .
The Back-Breaking Leaj; Terence Macartney-Filgate, National Film B oard af Canada,
28 min., 1 959.
La batalla de Chile, Patricio Guzmán, Chile, 4 horas 30 min. en 3 partes, 1 974, 1 977,
1 979.
The Battle of China, Frank Capra y Anatole Litvak, de la serie <<Why We Fight>>, 67
min., 1 944.
The Battle of San Pietro, John Huston, 33 min., 1 945.
Before Stonewall, Greta Shiller, 87 min., 1 984.
Befare We Knew Nothing, Diane Kitchen, Perú 1 Estados Unidos, 62 min., 1 988.
Berlin: die Sinfonie der Grosstadt, Walter Ruttman, Alemania, 53 min., 1 927.
Bitter Melons, John Marshall, de la serie «Bushman>>, Kalahari Desert (Namibia) 1 Esta
dos Unidos, 30 min., 1 968.
Black Panther, San Francisco Newsreel, 1 2 min., 1 968, conocida originalmente como
Off the Pig.
Blood and Fire, Terence Macartney-Filgate, National Film Board of Canada, 27 min.,
1 958.
De brug, Joris lvens, Países Bajos, 1 2 min., 1 928.
British Sounds, Jean-Luc Godard y Jean-Pierre Gorin, Francia/Gran Bretaña, 5 2 min.,
1 967, también conocida como See You at Mao.
Cabra marcado para morer: Vinte años depois, Eduardo Coutinho, Brasi l , 1 20 min.,
1 985.
Cane Toads: An Unnatural History, Mark Lewis, Australia, 46 min., 1 987.
Cannibal Tours, Dennis O ' Rourke, Papúa-Nueva Guinea 1 Australia, 70 min., 1 988.
Carved in Silence, Felicia Lowe, 45 min., 1 987.
Celoveks Kinoapparatom, El hombre de la cámara, Dziga Vertov, URSS., 1 03 min, 1 929.
La chagrin et la pitié, Maree] Ophuls, Francia, 260 min., 1 970.
<<Character Formation in Different Cultures>>, serie, Margaret Mead y Gregory B ateson,
Nueva Guinea, B ah/Estados Unidos, filmada en 1 936- 1 938, hecha pública en 1 952.
Incluye Balinese Family, Bathing Babies in Three Cultures, Childhood Rivalry in
Bali and New Guinea, First Days in the Lije of a New Guinea Baby, Karba 's First
Years y Trance and Dance in Bali.
Childhood Rivalry in Bali and New Guinea, Gregory B ateson y Margaret Mead, de l a
serie <<Character Formation in Different Cultures>>, Bali, Nueva Guinea/Estados
Unidos, 20 min., 1 952.
China Strikes Back, Harry Dunham, Frontier Films, China/ Estados Unidos, 30 min., 1 937.
Chris and Bemie, Deborah Shaffer y Bonnie Friedman, 25 min., 1 975.
Chronique d 'un été, Jean Rouch y Edgar Morin, Francia, 90 min., 1 960.
FILMOGRAFÍA 369
El juego de la guerra (The War Game), Peter Watkins, Gran Bretaña, 4 5 min., 1 966.
Juki jukite shingun, Hara Kauzo, Japón, 1 23 min., 1987.
Kenya Boran, partes 1 y 2, David MacDougall y James Blue, de la serie «Faces of Chan-
ge», 33 min. cada,una, 1974.
The King of Colma, Barry Brann, 26 min., 1988.
En Kluver Warld, Ame Sucksdorff, Suecia, 10 min., 1948.
Kudzu, Marjie Short, 16 min., 1 976.
Let There Be Light, John Huston, 58 min., 1946.
Lettre de Sibérie, Chris Marker, URSS./Francia, 60 min., 1957.
The Life and Times of Rosie the Riveter, Connie Field, 60 min., 1980.
Lightning over Braddock: A Rust Bowl Fantasy, Tony Bubba, 80 min., 1988.
Like a Rose, Sally Barrett-Page, 23 min., 1975.
The Lion Hunters, Jean Rouch, Nigeria y Mali/Francia, 68 min., 1967.
Listen to Britain, Humphrey Jennings, Gran Bretaña, 21 min., 1942.
Lodz Ghetto, Kathryn Tavema y AJan Adelson, Polonia/Estados Unidos, 1 03 min.,
1988.
I,.onely Boy, Roman Kroitir y Wolf Koenig, National Film Board of Canada, 27 min., 1 962.
Lorang 's Way, de «The Turkana Conversations Trilogy», David y Judith MacDougall,
Kenia/Australia, 70 min., 1980.
Louisiana Story (Louisiana Story), Robert Flaherty, 77 min., 1 948.
Las madres de la Plaza de Mayo, Susana Muñoz y Lourdes Portillo, Argentina/Estados
Unidos, 64 min., 1 985.
Magical Death, de la serie «Yanomamo», Napoleon Chagnon y Timothy Asch, Vene-
zuela/Estados Unidos, 28 min., 1 974.
Les maítresfous, Jean Rouch, Ghana (Costa Dorada)/Francia, 35 min., 1957.
The Making of a Legend: Gone with the Wind, David Hinten, 1 24 min., 1 988.
Margaret Mead 's New Guinea Joumal, Craig Gilbert, NET, 90 min., 1 969.
Marjoe, Howard Smith y Sarah Kemochan, 88 min., 1972.
A Married Couple, Allan King, Canadá, 90 min., 1 970.
Memorandum, Donald Brittain y John Spotton, National Film Board of Canada, Cana-
dá, 58 min., 1966.
Memorias del subdesarrollo, Tomás Gutiérrez Alea, ICAIC, Cuba, 97 min., 1973.
A Messagefrom Our Sponsor, Al Razutis, Canadá, 9 min., 1979.
Microcultural Incidents in Ten Zoos, Raymond Birdwhistle y J. D. Van Vlack, 34 min.,
1 97 1 .
Millhouse: A White Comedy, Emile de Antonio, 9 3 min., 1 97 1 .
Model, Frederick Wiseman, 1 29 min., 1980.
Monterey Pop, D. A. Pennebaker, 88 min., 1968.
The Most, Gordon Sheppard, Estados Unidos/Canadá, 28 min., 1 963.
A Movie, Broce Conner, 12 min., 1958,
The Museum and the Fury, Leo Hurwitz, Polonia/Estados Unidos, 60 min., 1956.
Le mystere Koumiko, Chris Marker, Japón/Francia, 47 min., 1 965.
N!ai: Story of a !Kung Woman, John Marshall, de la serie «Üdyssey>> de PBS, desierto
de Kalahari (Namibi a, Ango1a)/Estados Unidos), 58 min., 1980.
Naked Spaces: Living is Round, Trinh T. Minh-ha, África Occidental/Estados Unidos,
135 min., 1985.
372 LA REPRESENTACIÓN DE LA REALIDAD
Thy Kingdom Come, Anthony Thomas, Estados Unidos/Gran Bretaña, 107 min., 1987.
Time /s, Don Levy, 30 min., 1 964.
The Times ofHarvey Milk, Robert Epstein y Richard Schmiechen, 87 min., 1 984.
Titicut Follies, Frederick Wiseman, 89 min., 1 967.
Tongues Untied, Marlon Riggs, 45 min., 1989.
T,O,U,C,H,I,N,G, Paul Sharits, 12 min., 1968.
Tourou et Bitti, Jean Rouch, Nigeria/Francia, 8 min., 197 1.
Trance and Dance in Bali, Gregory Bateson y Margaret Mead, de la serie «Character
Formation in Different Cultures», Bali/Estados Unidos, 20 min., 1 952.
A Trialfor Rape, Maria Belmonti, Anna Carini, Rony Daupou, Paola DeMartiis, Auna
bella Misc'i.iglio y Loredana Ratundo, R.A.I., Italia, 60 min., 1 979.
Triumph des Willens, Leni Riefenstahl, Alemania, 1 07 min., 1 934.
Trobriand Cricket: An Ingenious Response to Colonialism, Jerry Leach, Islas Trobriand/
Australia, 54 min., 1 976.
«The Turkana Conversations Trilogy». Véase Lorang' s Way, A Wife Among Wives y
The Wedding Camels.
28 Up, Michael Apted, Gran Bretaña, 133 min., 1 984.
Uaka, Paula Gaitan, Brasil, 90 min., 1 989.
Underground, Emile de Antonio, 88 min., 1 976.
Union Maids, Jim Klein, Miles Mogulescu y Julia Reichert, 51 min., 1 976.
The Universe, Roman Kroitor y Colin Low, National Film Board of Canada, 26 min.,
1 960.
The Unknown Chaplin, partes 1-3, Kevin Bronlow y David Gill, Estados Unidos/Gran
Bretaña, 60 min. cada uno, 1 983.
Variations on a Cellophane Wrapper, David Rimmer, Canadá, 12 min., 1 97 1 .
Vent d' est, Jean-Luc Godard, Francia, 95 min., 1 970.
La ventana indiscreta (Rear Window), Alfred Hitchcock, 1 1 2 min., 1 954.
Victory at Sea, Henry Salomon e Isaac Kleinerman, NBC Television, 26 episodios de 30
minutos, 1 952-1953.
Waitting for Fidel, Michael Rubbo, National Film Board of Canada, Cuba/Canadá, 50
min., 1 974.
Watsonville on Strike, Ion Silver, 70 min., 1989.
Ways of Seeing, partes 1 -4, con John Berger, 4 episodios de 30 minutos, 1974.
The Wedding Camels, David y Judith MacDougall, de la trilogía «The Turkana Conver-
sations», Kenia/Australia, 1 08 min., 1 980.
Welfare, Frederick Wiseman, 1 67 min., 1975.
We' re Alive, Joint Productions, 50 min., 1975.
Wet Earth, Warm People, Michael Rubbo, National Film Board of Canada, Indonesia/
Canadá, 59 min., 1 97 1 .
Where the Heart Roams, George Csicery, 5 0 min., 1 989.
Who Killed Vincent Chin?, Renee Tajima y Christine Choy, 87 min., 1 988.
Why Vietman, Departamento de Defensa de EE.UU., Vietman/Estados Unidos, 32 min.,
1 965.
«Why We Fight», serie, Frank Capra y Anatole Litvak, Departamento de Guerra de
EE.UU., 7 películas de distintos metrajes, 1 942- 1 945. Véase Battle of China y Pre
lude to War.
FILMOGRAFÍA 375
A Wife Among Wives, David y Judith MacDougall, de «The Turkana Conversations Tri-
logy», Kenia/Australia, 70 min., 1 982.
Window Water Baby Moving, Stan Brakhage, 1 2 min., 1 959.
Wise Guys!, David Hartwell, 25 min., 1 984.
With Babies and Banners: The Story of the Women' s Emergency Brigade, Lorraine
Gray, producido con Anne Bohlen y Lynn Goldfard, 45 min., 1 977.
Witness to War, Deborah Shaffer, El Salvador/Estados Unidos, 29 min., 1 984.
The Wobblies, Deborah Shaffer y Stuart Bird, 89 min., 1 979.
The Woman' s Film, The Women' s Caucus, San Francisco Newsree1, 40 min., 1 97 1 .
Woman to Woman, Donna Deitch, 4 8 min., 1 975.
The Women's Olamal: The Organization of a Massai Fertility Ceremony, Melissa Lle
welyn-Davies, Kenia/Gran Bretaña, BBC, 1 1 0 min., 1 985.
Word is Out, Peter Adair, Nancy Adair, Adrew Brown, Robert Epstein, Lucy Massie
Phenix y Veronica Silver (Mariposa Collective), 1 30 min., 1 977.
Writíng in Water, Stephen Rozell, 24 min., 1 984.
«Yanomamo», serie. Véase Magical Death, Ocamo is my Town y The Ax Fight.
Distribuidoras
California Newsreel, 149 Ninth Street, San Francisco, CA 94 103 (415) 62 1-6169.
Tiene en existencias algunos títulos clásicos de Newsreel como Black Panther y
muchas otras películas recientes sobre África, y tanto ficción como documentales,
como James Baldwin y Price of a Ticket.
Cambrigde Documentary, Box 385, Cambrigde, MA 021 39.
Esta distribuidora se especializa en el documental de tema social y tiene en existen
cia títulos como Killing Us Softly, Rape Culture y Pink Triangles.
Canadian Film Distribution Center, Canadian Studies Resources Specialist, Feinberg
Library, SUNY en Plattsburgh, Plattsburgh, NY 1 2901 -2697 (5 18) 564-2396.
Este centro distribuye muchos de los títulos del Nation Film Board of Canada pero
también otras películas canadienses como Acid Rain: Requiem or Recovery.
378 LA REPRESENTACIÓN DE LA REALIDAD
Canyon Cinema, 2325 Third Street, Suite 388, San Francisco, CA 94107 (415) 626-
2255.
Canyon Cinema empezó como una cooperativa de realizadores para la distribución del
trabajo de directores experimentales de la costa oeste de los Estados Unidos. Sigue
siendo la mejor fuente para este tipo de obras pero también representa a realizadores
de todo el mundo. Se centra en el cine experimental pero muchas de estas películas
tienen carácter documental. El catálogo de Canyon Cinema incluye desde las obras
completas de Kenneth Anger hasta antiguos títulos de Newsreel como OffThe Pig y
People' s Park, así como obras más recientes de realizadores independientes.
Churchill Films, 1 22 1 0 Nebraska Avenue, Los Ángeles, CA 90025-98 1 6 (21 3) 207-
6602.
Churchill es una distribuidora perfectamente asentada con una sólida biblioteca do
cumental. Entre sus títulos, muchos de ellos dirigidos al mercado de la enseñanza, se
incluyen Why Vietnam, AIDS y películas de Jacques Cousteau.
Cinema Guild, 1 697 Broadway, Suite 802, Nueva York, NY 1 0019 (212) 246-5522.
Tiene en existencias una amplia gama de documentales, en particular películas de
cambio social como Finally Got the News, The History Book, Miss . . . or Myth y Wit
ness to the Holocaust. Su colección incluye muchos títulos latinoamericanos como
Por primera vez, Hablando del punto cubano, Now, Seventy-nine Springtimes, El
Salvador: The People Will Win y Brickmakers.
CineWest, 655 Fourth Avenue, San Diego, CA 92 101 (61 9) 238-0066.
CineWest tiene una lista modesta pero muy importante de documentales acerca de
cuestiones especiales que versan sobre las Américas como In the Name of the Pea
pie y Grenada: Portrait of a Revolution.
DEC Films, 394 Euclid Avenue, Toronto, Ontario, Canadá M6G 2S9 (416) 925-9338.
DEC es una importante distribuidora de cortometrajes y películas en vídeo cana
dienses que hace especial hincapié en las películas de cuestiones sociales como Speak
Body y Our Marilyn.
Documentary Educational Resources (DER), 101 Morse Street, Watertown, MA 02 1 72
(617) 926-0491 .
DER se especializa en filmes etnográficos. Están representadas las series «Yano
mamo» y «Bushman» al igual que obras como First Contact, loe Leahy' s Neighbors
y la serie «Pittsburgh Police».
Downtown Community Television Center (DCTV), 87 Lafayette Street, Nueva York,
NY 1 00 1 3 (21 2) 966-45 10.
DCTV distribuye Hard Metal' s Disease, Housing in America e Invisible Citizens:
Japanese-Americans, así como otros documentales sobre cuestiones sociales.
Drift Distribution, 83 Warren Street #5, Nueva York, NY 1 0007-1057 (21 2) 766-37 13.
Drift comercializa títulos independientes en cine y en vídeo como Counterterror,
The Amazing Voyage ofGustave Flaubert and Raymond Roussel y Selectionsfor the
Lesbian and Gay Experimental Film Festival.
Em Gee, 6924 Canby Avenue, Suite 103, Reseda, CA 9 1 335 (8 1 8) 98 1 -5506.
Se especializa en cine antiguo e incluye algunos títulos de interés como Rescued by
Rover y La jetée.
Facets Video, 1 5 17 W. Fullerton Avenue, Chicago, IL 60614 (800) 3 3 1 -6 1 92.
Facets tiene un catálogo especialmente amplio de películas de calidad en vídeo que
DISTRIBUIDORAS 379
«Why We Fight», producciones tanto de la Film and Photo League como de Fron
tier Films y la serie «Navajo Film Themselves».
National AudioVisual Center, 8700 Edgeworth DF, Capitol Heights, MD 20743 (301 )
763-1 896.
Este centro es un almacén de material audiovisual federal, que incluye películas rea
lizadas bajo los auspicios de agencias gubernamentales, desde The Plow That Broke
the Plains y la serie «Why We Fight» hasta Red Nightmare y Why Vietnam.
National Film Board of Canada (NFB), 3 155 Cote de Liesse, Montreal, Quebec, Cana
dá H4N 2N4 (5 14) 283-9000 . En los Estados Unidos: National Film Board of Cana
da, Karol Media, 350 N. Pennsylvania Avenue, Box 7600, Wilkes-Barre, PA 1 8773
(7 1 7) 822-8899.
Tiene en existencias la mayor parte de los títulos de renombre del NBF como City of
Gold, Lonely Boy y Sad Song ofYellow Skin.
New Day Films, 853 Broadway, Suite 1 2 10, Nueva York, NY 10003 (21 2) 477-4604.
New Day es una cooperativa de documentalistas con una amplia gama de títulos so
bre cuestiones sociales como Family Gathering, Growing Up Female, The Last
Pullman Car, Men' s Lives, Small Happiness: Women of a Chinese Village, Seeing
Red, Quilts in Women' s Lives, Union Maids, With Rabies and Banners y Style Wars.
New Dimensions Media, 85895 Lorane Highway, Eugene, OR 97405 (503) 484-7 125.
Tiene en existencias Radio Bikini y AIDS, entre otros.
New Time Films, Center for Documentary Media, PO Box 3 1 5, Franklin Lakes, NJ
0741 7 (21 2) 206-8607.
Esta empresa distribuye las películas de Saul Landau y otros títulos como Hard Ti
mes in the Country, El Salvador: Revolution or Death y Portrait ofNelson Mande/a.
New Yorker Films, 1 6 West 6 1 st Street, Nueva York, NY 1 0023 (212) 247-61 10.
New Yorker distribuye una serie de películas extranjeras importantes al igual que
documentales como Poto and Cabengo, When the Mountains Tremble, Nicaragua:
no pasarán y Point of Order.
Paper Tiger Television, 339 Lafayette Street, Nueva York, NY 1 00 1 2 (2 12) 420-9045.
Paper Tiger es una cadena independiente de transmisión por satélite, que programa
material para que puedan recibirlo canales comunitarios e instituciones educativas.
Estos programas también están disponibles en vídeo e incluyen la serie «Read» (Herb
Schiller Reads The New York Times, Varda Burstyn Reads Playboy, etcétera) y loan
Does Dynasty.
PBS Video, 1 320 Braddock Place, Alexadria, VA 223 14-1 698 (800) 424-7963.
PBS tiene en existencias material producido para el Public Broadcasting System como
Eyes on the Prize, partes 1 -2, Bill Moyer' s World ofldeas y la serie «Frontline».
Third World Newsreel, 335 West 38th Street, Nueva York, NY 1 00 1 8 (212) 947-9277.
Tiene en existencias muchos de los títulos clásicos de Newsreel como People' s War,
Columbia Strike, etcétera, así como obras más recientes sobre cuestiones relaciona
das con la gente de color en los Estados Unidos como From Spikes to Spindles y
Mississippi Delta. También cuenta con obras de Black-British.
University of California Extension Media Center, 2 176 Shattuck Avenue, Berkeley, CA
94704.
Este centro, como la mayor parte de los centros universitarios, se especializa en pe
lículas que se puedan utilizar como apoyo a cursos de todo tipo. Al igual que en otros
DISTRIBUIDORAS 38 1
centros, hay una amplia colección de obras de valor específico en cursos cinemato
gráficos y muchos títulos destinados a otros cursos de especial interés para el docu
mentalista. Entre estos títulos se incluye la «Turkana Conversations Trylogy», Ken
ya Boran (partes 1 y 2), You Are on Indian Land (National Film Board of Canada),
Who Are the De Bolts, Downwind, Downstream: Threats to the Mountains and Wa
ters of the American West y Before We Knew Nothing.
Video Out, Satellite Video Exchange Society, 1 1 02 Homer Street, Vancouver, British
Columbia, Canadá V6B 2X6 (604) 688-4336.
Video Out distribuye vídeos independientes de todo el mundo con una amplia gama
de títulos documentales como Binge, Cuba, The People; The Jungle Boy y White
Dawn.
Víewfinders, Box 1 665, Evanston, IL 60204.
Viewfinders vende vídeos por correo, incluyendo una serie de clásicos documenta
les como Victory at Sea, La chagrin et la pifié y Shoah.
Women Make Movies, 225 Lafayette Street, Nueva York, NY 1 00 1 2 (21 2) 925-0606.
Distribuye obras de realizadoras incluyendo muchos documentales importantes
como Un hombre cuando es un hombre, Journal inachéve, Surname Viet Given
Name Nam, Far from Poland, A Song ofCeylon y A Kiss on the Mouth.
Zipporah Fílms, One Richdale Avenue, Unit #4, Cambrigde, MA 02140 (6 1 7) 576-
3 103.
Zipporah es la distribuidora de todas las películas de Frederick Wiseman.
En el Reino Unido:
British Film Institute, 21 Stephen Street, Londres, Inglaterra W1P 1PL.
The Other Cinema, 79 Wardour Street, Londres, Inglaterra W 1 V 3TH.
En Australia:
Ronin Films, P.O. Box 1005 Civíc Square, Canberra, A.C.T. 2608, (06) 248-085 1 .
Australian Film Commissíon, GPO Box 3984, Sydney 200 1 , (02) 925733.
AIATSIS Film Unit, Australian lnstitute of Aboriginal and Torres Straits Islander Stu
dies, GPO Box 553, Canberra A.C.T. 2601 , (06) 246- 1 1 1 1 .
Para más información acerca de distribuidoras en Gran Bretaña y otros países, véase Pe
ter Cowie (comp.), The Variety lnternational Film Guide, 34-35 Newman Street,
Londres, Inglaterra, W1P 3PD o Kemp's lnternational Film and Television Yearbook,
1-5 Bath Street, Londres, Inglaterra EC1 V 90A.
Índice analítico y de nombres
Imaginario, el, 37, 259, 28 1 , 292 Lonely Boy, 208, 226, 228
- social, 300 Lorang 's Way, 1 65, 1 93, 3 1 2
In the Year ofthe Pig, 80, 83, 89, 90, 102, Los dioses deben estar locos, 1 6 1 , 323
1 4 1 , 1 7 1 , 239 Louisiana Story, 235-238, 3 1 2
Insatiable, 275 Lukacs, Georg, 249-250, 307, 322
Interaccionismo simbólico, 76, 336-337 n.5 Lyotard, Jean-Fran�ois, 45
Interpretación, 1 65-167, 192-1 94, 308-3 1 1 .
Véase también Interpretación virtual Magical Death, 277, 279, 282-283, 286
Interpretación virtual, 1 66, 277 Mamber, Stephen, 72
Ironía, 97, 1 12, 321 Maryknoll World Video, 40
Medium Cool, 1 25
Jameson, Fredric, 1 1 3, 1 9 1 , 296, 326 Memorias del subdesarrollo, 107
Janie 's Jane, 105, 107 Metacomentario, 93, 94
Jennings, Humphrey, 33, 233-234 Metaobservación, 85
loe Leahy 's Neighbours, 78, 1 35 , 280 Microcultural Incidents in Ten Zoos, 203,
Joven Lincoln, El, 3 1 4 278
Joyce at Thirty-four, 1 05 Milgram, Stanley, 8 1
Juki jukite shingun, 1 63 Millhouse, 80
Mirada, la, 1 1 5-1 1 6, 1 17, 1 85 - 1 86, 264-
Kaplan, E. Ann, 1 05-106 265, 350 n.6
Kenya Boran, 87 - accidental, 122- 1 23
Kino-pravda, 78 - clínica, 1 28 - 1 29, 205, 294, 306, 354
Klein, Bonnie, 89 n. 2 1
Kolker, Robert, 220 - de intervención, 1 25 - 1 26
Kreines, Jeff, 85 - en peligro, 1 24
Kruschev, Nikita, 1 5 8- 1 6 1 - humana, 1 26- 1 27
Kuhn, Thomas, 253, 335 n . 1 5 - impotente, 1 23- 1 24
Mirada profesional, véase Mirada clínica
La batalla de Chile, 1 24 Mito, 305
La chagrín et la pitié, 1 7 . , 240 Modalidad de observación, 60, 66, 72-78,
La ventana indiscreta, 1 07 1 32-135, 1 56, 278, 3 12, 336-337 n.5,
Lacan, Jacques, 285 337-338 n.7, 344 n.9
Las Hurdes!Tierra sin pan, 68, 1 02, 1 1 1 , Modalidad interactiva, 66, 78-92, 140-
1 57, 1 79 1 4 1 , 336 n. 1 , 337 n.7
Las Madres de la Plaza de Mayo, 208, Modalidad reflexiva, 66, 93-1 06, 1 4 1 - 143,
308, 327 316
Le Joli Mai, 80 Modalidades de representación, 54, 1 69-
Le sang des bétes, 68, 102, 1 08, 1 79, 298 1 70, 250
Lentricchia, Frank, 326 Model, 74, 1 36- 140
Les maftresfous, 277, 279, 282 Modernismo, 206-207, 3 19
Les Racquetteurs, 88 Montaje intelectual, 1 76-1 79
Lesage, Julia, 100-1 02 Montaje probatorio, 47, 50, 58, 138, 1 77
Listen to Britain, 69, 233 Morris, Errol, 80, 1 4 1 - 143
Lodz Ghetto, 3 14 Morris, Peter, 248
Lógica documental, 48-52, 55, 68, 79, Motivación, 57, 262-263
1 6 1 - 1 69, 1 77, 2 1 9, 228, 245, 272 Muerte, 1 20- 1 29, 153, 192, 297, 298, 3 1 3-
ÍNDICE ANALÍTICO Y DE NOMBRES 387
Van Dongen, Helen, 237, 245 Yuxtaposiciones extrañas, 75, 80, 1 78-
Vertov, Dziga, 33, 40, 43, 66, 78, 1 50, 274 1 79, 338 n.8
Victory at Sea, 1 64, 210
Vivificación, 295, 302, 304, 327 Zelig, 2 1 3
Vorkapich, Slavko, 178 Zo1a, Emi1e, 249