Tema 11
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U.D. 11
Los primeros auxilios son todas aquellas medidas o actuaciones que realiza el auxiliador, en el
mismo lugar donde ha ocurrido el accidente y con material prácticamente improvisado, hasta la llegada
de personal especializado. Los primeros auxilios no son tratamientos médicos. Son acciones de
emergencia para reducir los efectos de las lesiones y estabilizar el estado del accidentado, siendo
siempre la prioridad el mantenimiento de la vida. Y esto último es lo que le concede la importancia a los
primeros auxilios, de esta primera actuación va a depender en gran medida el estado general y posterior
evolución del herido. Así mismo, son una obligación moral y legal.
El socorrismo es el arte de proporcionar los cuidados necesarios a un accidentado en ausencia
del médico, de la manera en que éstos sean dados depende la vida, la muerte o una larga
hospitalización. En todos los casos, la administración de correctos y eficaces cuidados disminuirá el
sufrimiento y facilitará el trabajo del médico. De ahí que el papel del socorrista sea de un valor capital.
En una urgencia, pueden tener que aplicarse uno de estos dos tipos de primeros auxilios:
• Primeros auxilios emergentes o emergencias: en los que existe peligro vital para la vida del
accidentado, estas son: una parada cardio-respiratoria, la asfixia, el shock, las hemorragias importantes
y los envenenamientos graves.
• Primeros auxilios no emergentes: en los que no existe dicho peligro, por ejemplo: una fractura en un
brazo, dolor abdominal, etc.
Por tanto, una emergencia es una urgencia en la que existe una situación de muerte potencial
para el individuo si no se actúa de forma inmediata y adecuada.
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Activación del sistema de emergencia (P.A.S.)
Todo socorrista en sus actuaciones debe conocer y aplicar siempre en este orden los siguientes
principios básicos:
1º. PROTEGER: en primer lugar, a él mismo a las demás personas presentes y después a la víctima.
Antes de llevar a cabo cualquier acción hay que hacer una valoración cuidadosa del entorno, a
fin de detectar posibles riesgos que puedan afectar a las personas que precisan nuestra ayuda y a
nosotros mismos. Hay que tomar las medidas de autoprotección adecuadas siempre que sea posible:
utilizar guantes, mascarillas, protectores faciales, etc.
Evitar la visión de túnel, que consiste en limitar el campo visual a un túnel donde se encuentra
únicamente el paciente, sin evaluar el resto de la escena, compromete la seguridad del primer
respondiente, ya que le impide identificar los riesgos potenciales para su persona.
La evaluación de la escena se debe llevar a cabo con una vista panorámica total del lugar,
observando qué puede haber tirado, colgado, si hay líquidos con los que se pueda resbalar, cables,
vidrios, animales, etc. Oír el paso de vehículos, voces de alarma, detonaciones, etc. oler si hay gas,
gasolina, u otras sustancias potencialmente peligrosas. En general aplicar todos los sentidos en
búsqueda de peligros potenciales para el rescatador. ¿QUÉ PASÓ?, ¿CÓMO PASÓ?, ¿QUÉ PUEDE PASAR?
Actuaremos sobre el foco causante si lo hubiera: cerrar el paso de gas en caso de escapes,
desconectar la electricidad antes de atender a una persona que permanece en situación de contacto
eléctrico, etc... En accidentes de tráfico estacionar nuestro vehículo en el arcén o bien, por delante del
accidente para proteger la zona, al salir del vehículo utilizar el chaleco reflectante, debiendo señalizar el
lugar del accidente a la distancia correcta.
2º. AVISAR O ALERTAR: es decir dar el S.O.S., indicando: el número y estado aparente de los heridos, si
existen factores que pueden agravar el accidente (caídas de postes eléctricos) y el lugar exacto dónde se
ha producido el accidente. Saber que de la información que nosotros demos, va a depender tanto la
cantidad como la calidad de medios humanos y materiales, que allí nos lleguen. Siempre que sea posible
daremos aviso a los servicios sanitarios de la empresa o exteriores y por el método más rápido, de la
existencia del accidente, activando así el “Sistema de Emergencia”, para inmediatamente empezar a
socorrer en espera de ayuda.
3º. SOCORRER. Esta es la finalidad principal de los primeros auxilios, pero para hacerlo correctamente
previamente hace falta realizar la evaluación del herido. Una vez descartados peligros potenciales,
procede la aproximación al lesionado. Ésta se realiza acercándose de frente al campo visual de
lesionado, primeramente buscando respuesta verbal a través de llamar su atención hablándole o
haciendo ruido. De no encontrarse respuesta, se debe procurar un acercamiento mayor, para evaluar
más datos de inconsciencia.
Para acercarse a la persona existe lo que se llama la posición de seguridad ésta consiste en
colocarse cerca de la persona, apoyándose en 2 puntos, nos ubicamos a la altura del tronco de nuestro
paciente, hincados con una pierna a altura de la cadera, la cual debe ir con la rodilla apoyada al piso, y la
otra pierna, a la altura de las costillas, debe colocarse en flexión de cadera y rodilla, haciendo así un
ángulo de 90° sin apoyarla en el piso .Ésta posición tanto nos protege y nos mantiene alertas para huir
en caso necesario, permite además una aproximación a la persona que necesite de nuestra ayuda.
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Principios generales
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mantener la temperatura interna del cuerpo. Evitar, no obstante, un calor excesivo, protegiéndolo del
sol. Si hace frío, todo el cuerpo debe ser calentado; para ello lo mejor será envolverlo en una manta.
Décimo: No medicar.
-Signos y síntomas
SÍNTOMA: Manifestación de una alteración orgánica o funcional apreciable solamente por el paciente.
(P.ej., el dolor).
SIGNO: Manifestación de una alteración orgánica o funcional apreciable tanto por el paciente como por
un observador. (P.ej., convulsiones, deformación de un miembro).
Esto es, los síntomas son subjetivos, mientras los signos son objetivos. Ambos nos van a
proporcionar información sobre el estado del herido. Para conocer los síntomas es necesario recurrir al
interrogatorio, mientras que para los signos usaremos la exploración, esto es, inspección y palpación. La
inspección permite apreciar mediante la observación el estado general del herido, el color de su rostro,
la deformidad de un miembro fracturado, la importancia de una quemadura, etc. Por la palpación
podemos apreciar la frecuencia y regularidad del pulso, el dolor localizado en una contusión, etc.
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Finalmente, ciertos datos de exploración solamente podremos obtenerlos mediante el empleo
de aparatos auxiliares, tales como el termómetro, para medir la temperatura, o el esfigmomanómetro,
para la presión arterial.
-Respiración
La frecuencia respiratoria normal es de 12 a 16 R.P.M. (se cuenta como una respiración la suma
de inspiración y espiración). El aumento de dicha frecuencia, o taquipnea se produce de manera
fisiológica tras el ejercicio o la excitación; igualmente, la permanencia en alturas considerables o en
grandes profundidades acelera el ritmo respiratorio. La bradipnea, o disminución de la frecuencia
respiratoria, se presenta fisiológicamente durante el sueño. Patológicamente lo hace en intoxicaciones
por opio, barbitúricos, alcohol, ácido cianhídrico; el estado de shock, etc.
La disnea es la dificultad para respirar. Desde el momento en el que la respiración deja de ser
un reflejo inconsciente para convertirse en un acto consciente empieza la disnea.
Dado que la respiración normal depende de muchos factores, son muchas también las posibles
causas de disnea: la falta de oxígeno en el aire, la falta o escasez de hemoglobina en la sangre, la
obstrucción de las vías respiratorias, etc.
-Pulso
El pulso es la trasmisión a todas las arterias del organismo del impulso cardíaco sistólico, esto
es, durante la contracción del corazón. Por ello, puede ser apreciado en cualquier parte del cuerpo en
que exista una arteria cerca de la superficie de la piel y, mejor aún, si descansa sobre el plano duro de
un hueso.
La arteria más utilizada para valorar el pulso es la radial, localizada en la parte externa de la
cara anterior de la muñeca. También puede explorarse en la carótida, que se encuentra a ambos lados
de la garganta. Otros puntos utilizados para valorar el pulso son las arterias temporales, sobre las sienes;
la femoral, sobre las ingles y la poplítea, en el hueco de la cara posterior de la rodilla.
La arteria radial se encuentra dentro de la muñeca cerca del lado donde está el dedo pulgar. Usted
necesita un reloj que tenga segundero para contar las pulsaciones que se producen en un minuto. Los
siguientes pasos pueden ayudarle a tomar su pulso radial.
Doble el codo dejando el brazo a su lado. La palma de su mano debe quedar hacia arriba.
Usando sus dedos corazón e índice, toque suavemente la arteria radial que está dentro de su
muñeca. Al encontrarla, usted sentirá las palpitaciones del pulso radial (Figuras 11.1 y 11.2). No
use su dedo pulgar para tomar el pulso porque él tiene sus propias pulsaciones.
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Por la facilidad de su localización y por su importancia, al informarnos sobre la irrigación
sanguínea cerebral, el pulso carotideo es el que debemos valorar en una situación de primeros auxilios.
Éste se debe buscar a la altura de las arterias carótidas situadas superficialmente a ambos lados de la
línea media del cuello (Figuras 11.3 y 11.4). El auxiliador procederá de la siguiente forma:
1- Se colocará al lado de la víctima;
2- Situará los dedos índice y medio en la línea media del cuello (a la altura de la laringe), deslizándolos
unos dos centímetros a uno de los lados.
3- Presionará con los dedos suavemente, intentando localizar el pulso.
Conviene señalar que no se deben palpar ambas carótidas a la vez, puesto que si se interrumpe o
dificulta el paso de sangre al cerebro, puede ponerse en peligro al herido. No use su dedo pulgar para
tomar el pulso porque él tiene sus propias pulsaciones.
Aunque tres son las características del pulso, a saber, frecuencia, ritmo y amplitud; a nosotros
nos interesa fundamentalmente la primera. La FRECUENCIA normal del pulso es muy variable en un
adulto sano. En reposo suele ser de 60 a 80 pulsaciones por minuto, con variedades de hasta 44 en
individuos robustos y entrenados (atletas), y de 90 a 100 en sujetos más débiles o nerviosos, así como
en los niños.
El aumento de frecuencia se denomina taquicardia: de manera fisiológica se presenta tras el
ejercicio, la excitación nerviosa o las comidas abundantes. De forma patológica la fiebre, shock
traumático, hemorragias, infarto de miocardio, entre otras causas desencadenan la taquicardia.
El pulso lento se denomina bradicardia, fisiológico durante el sueño y en atletas en reposo. Si es
muy lento (inferior a 40 ppm) debe hacernos pensar en una lesión cardiaca (sobre todo si el individuo
sufre desvanecimiento o disnea) o cerebral (en los traumatismos craneoencefálicos).
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-Presión arterial
La presión arterial, también conocida como tensión arterial, es la presión que ejerce la sangre
contra las paredes de las arterias. Depende de la energía de la actividad del corazón, la elasticidad de las
paredes arteriales y el volumen y viscosidad de la sangre.
La presión máxima se produce cerca del final del latido de expulsión del ventrículo izquierdo del
corazón, y se llama máxima o sistólica. Esta refleja el volumen de sangre circulante. Su descenso puede
deberse a una pérdida de sangre masiva, caso del shock. La presión mínima se produce en la parte final
de la diástole ventricular, y se llama presión mínima o diastólica. Va a reflejar el diámetro de las arterias,
su descenso se debería a la dilatación de las mismas y viceversa.
A la hora de aplicar unos primeros auxilios no nos va a ser posible medir la presión arterial
debido a que se requieren medios materiales de los que se van a carecer. En estas situaciones nos
interesará conocer aquellos signos y síntomas que nos van a indicar su alteración en determinadas
circunstancias.
SÍNTOMAS
SIGNOS
Nauseas
Mareo
Palidez
Somnolencia
Vómitos
Calambres musculares
HIPOTENSIÓN Taquicardia
Visión borrosa
Dificultad para hablar
Sensación de "un vacío en el
Sudoración fría estómago"