Corte Internacional de Justicia - Grupo 2

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“Año del Fortalecimiento de la soberanía Nacional”

FACULTAD DE DERECHO

ESCUELA PROFESIONAL DE DERECHO

CURSO: Derecho Internacional Público.

MONOGRAFÍA: “Corte Internacional de Justicia”.

DOCENTE: Espinoza Silva, Urpy Gail del Carmen.

INTEGRANTES:

1. Correa Cordova, Arieet.


2. Dolores Salvador, Geraldine.
3. López Tafur, Jeremy.
4. Osma Celestino, Carla.
5. Rodríguez Vargas, Maicol.
6. Rodríguez Paucar, Jacob.
7. Yanac Gabriel, Miriam.

TURNO: Noche.

SECCIÓN: C1.

HUARAZ – PERÚ

2022
Corte Internacional de Justicia

1. Misión:

Cuando se hace alusión a la misión de algún tipo de entidad, lo que se busca


es dar a conocer cuál es el propósito que se ha planteado al crearla y cuál es
el fin que tiene que cumplir para que sea una entidad u organización que
cuenta con todo lo requerido para velar por el bienestar social.

Dentro de la misión podemos encontrar que la Corte Internacional de Justicia


cumple con dos y son las siguientes:

• El arreglo conforme al derecho internacional de controversias que le sean


sometidas por los Estados, esto quiere decir que busca que a través de
los acuerdos internacionales se puedan resolver las diversas dificultades
y/o altercados que se produzcan entre los diversos Estados que son
partícipes de tal organización.

• La emisión de dictámenes sobre cuestiones jurídicas que le sometan los


órganos u organismos del sistema de Naciones Unidas que tengan
autorización para hacerlo; con esta misión lo que se busca es mejorar la
regulación de todo lo que se encuentra establecido dentro de cada uno de
los Estados que forman parte de la CIJ además de que ésta cuenta con
la total autorización para permitir que se cambien y/o mejoren algunos de
los dictámenes desarrollados dentro de los Estados para que de esta
forma exista una total protección y resguardo de todos los miembros que
se encuentran dentro de cada Estado.

2. Visión

Al hacer referencia a la visión de una empresa, entidad, organización u otro


tipo de agrupación de personas lo que se busca es dar a conocer qué es
aquello que quiere conseguir a futuro o cuáles son sus propósitos dentro de
un lapso un poco más extenso.
Cuando hablamos de la Corte Internacional de Justicia lo que se puede
destacar es que esta tiene como visión brindar una total protección de los
derechos de todas las personas que conforman los Estados de su
organización, del mismo modo evitar que se produzca cualquier tipo de
injusticia ya que tiene como finalidad el cumplir con todo lo que se encuentra
regulado dentro de los diversos ordenamientos con los que cuentan cada una
de las sociedades parte de la CIJ.

Del mismo modo, es indispensable destacar que un propósito de esta


organización es contar con un adecuado y correcto bienestar social dentro de
cada territorio que forma parte, dado que esto trae como consecuencia que
la convivencia entre los diferentes grupos de personas sea algo de lo que no
se deban preocupar.

Y, finalmente, algo que resulta importante mencionar es que pretende


defender a todas aquellas personas que sean vulnerables frente a las
diversas situaciones que se produzcan de manera involuntaria o que sean
provocadas con la correspondiente intención por parte de los miembros de
una sociedad.

3. Aplicación:

La Corte ha tenido períodos de actividad ·intensa y también de relativa


tranquilidad. Desde 1985 ha aumentado el número de casos incoados ante
la Corte, y ahora entiende anualmente de más de una docena de casos (que
inclusive aumentaron abruptamente a 25 en 1999). Quizás esta cifra parezca
modesta, pero hay que tener presente que, como el número de posibles
litigantes es infinitamente menor que ante los tribunales nacionales (sólo
unos 210 Estados y organizaciones internacionales tienen acceso a la Corte),
el número de casos es necesariamente una fracción de los litigios nacionales.
La historia ha demostrado que se recurre más frecuentemente a la justicia en
épocas de distensión que de gran tensión internacional; en consecuencia, es
razonable suponer que se seguirá recurriendo cada vez con mayor frecuencia
a la Corte, especialmente porque quizás los Estados están adquiriendo un
"hábito jurídico” cuantas más controversias se presenten ante la Corte, más
inclinación habrá a hacerlo también en el futuro. Al mismo tiempo, el carácter
universal de la Corte se ha vuelto más marcado, con casos presentados
ahora desde todas las partes del mundo.

Más de la mitad de los casos contenciosos se refieren a controversias


territoriales y fronterizas. Un número importante se refiere a controversias
marítimas y cuestiones relativas al derecho del mar. Otro grupo de casos se
relaciona con cuestiones de jurisdicción del Estado y de derecho diplomático
y consular. Algunos casos importantes se han referido a denuncias de uso
indebido de la fuerza. En ocasiones se ha pedido a la Corte que dirima
controversias de naturaleza comercial o relativas a intereses privados de un
Estado contra otro.

Durante siglos, los Estados han tratado de mantener o aumentar su influencia


política y poderío económico; han luchado por tierras, recursos energéticos,
acceso al mar y control sobre ciudades. No es sorprendente entonces que
las controversias que examina la Corte se relacionen con cuestiones
territoriales y marítimas. En particular, la descolonización de África dio lugar
a un gran número de casos planteados ante la Corte, ya que los nuevos
Estados otorgan gran importancia a la estabilidad de sus límites.

La Corte no sólo ha contribuido al desarrollo de una serie de principios


jurídicos que rigen la adquisición y la delimitación del territorio; también ha
resuelto en ese proceso gran número de controversias entre Estados. Por
ejemplo, en 1962 la Corte decidió que el Templo de Preah Vihear, un lugar
de peregrinación y culto Khmer que había estado bajo el control de Tailandia
desde 1954, se encontraba en realidad en territorio de Camboya y que por
ello Tailandia debía retirar sus fuerzas de policía y militares y devolver todos
los objetos retirados de las ruinas. Tailandia cumplió el fallo de la Corte. En
1986, en el caso relativo a la Controversia Jronterizn entre BurkiM Faso y
Malí, ambas partes aceptaron plenamente la demarcación fronteriza
establecida por una Sala Especial formada por la Corte. En 1992, otra Sala
constituida por la Corte puso fin a la Controversia sobre fronteras terrestres,
insulares y marítimas entre El Salvador y Honduras, que tenía 90 años de
duración. En 1969 las tensiones subyacentes vinculadas con la controversia
eran tan fuertes que un partido de fútbol, preliminar de la Copa del Mundo,
entre los dos países dio lugar a la corta pero sangrienta "guerra del fútbol".

Más recientemente, la Corte resolvió una Controversia territoritll entre Libitl y


el Chad, relativa a la llamada franja de Aouzou, una zona de 125.000
kilómetros cuadrados situada en el desierto del Sáhara sobre la cual los dos
Estados habían sostenido durante años un constante conflicto armado. En
1994 la Corte falló en favor del Chad, y pocos meses después todos los
contingentes libios que ocupaban el territorio se retiraron bajo la supervisión
de observadores enviados por el Consejo de Seguridad de las Naciones
Unidas. En diciembre de 1999 la Corte también resolvió una delicada
controversia fronteriza entre Botswana y Namibia respecto a una isla de 3,5
kilómetros cuadrados ubicada en el río Chobe. Decidió que la isla
Kasikili/Sedudu pertenecía a Botswana; Namibia anunció que respetaría el
fallo.

El primer caso se refería a la pérdida de vidas y a los daños causados por


minas a buques de guerra británicos que pasaban por aguas de Albania en
el Canal de Corfú, en 1946, y se encararon cuestiones relativas al derecho
del mar y a la responsabilidad de los Estados. En su fallo de 1949, la Corte
determinó que las minas no podían haberse tendido sin el conocimiento de
Albania, que Albania era responsable y, en consecuencia, debía pagar una
indemnización. La Corte sostuvo que existe el derecho de pasaje inocente de
buques de guerra por estrechos internacionales en épocas de paz y que, en
consecuencia, el Reino Unido no había violado la soberanía de Albania con
el paso de sus buques. Sin embargo, sí lo había hecho con su posterior
operación de limpiado de minas en el canal, que se realizó sin el
consentimiento de Albania. La controversia no se resolvió definitivamente
hasta 1992, cuando Albania convino en pagar la indemnización al Reino
Unido, al tiempo que este último devolvió a Albania el oro que había
mantenido en las cajas de seguridad del Banco de Inglaterra desde la
segunda guerra mundial.

4. Organización:
La Corte Internacional de Justicia está formada por 15 magistrados que
eligen, por períodos de nueve años, la Asamblea General de las Naciones
Unidas y el Consejo de Seguridad. Estos órganos votan simultáneamente,
pero por separado. Para ser elegido, cada candidato debe obtener la mayoría
absoluta en ambos órganos, lo que conlleva que a veces sean necesarias
varias rondas de votación.

Para asegurar cierta continuidad, cada tres años se somete a elección


únicamente un tercio de la Corte. Los magistrados pueden ser reelegidos. Si
alguno de ellos fallece o renuncia a su cargo durante su judicatura, se celebra
lo antes posible una elección extraordinaria para elegir a un magistrado que
cubra su vacante durante el resto del mandato.

Las elecciones se celebran en Nueva York (Estados Unidos) cada otoño con
ocasión de las sesiones anuales de la Asamblea General. Los magistrados
que se eligen en cada elección trienal comienzan su mandato el 6 de febrero
del año posterior a su nombramiento. A continuación, la Corte procede a
elegir, en votación secreta, a un presidente y un vicepresidente cuyos
mandatos tendrán una duración de tres años.

Todos los Estados parte en el Estatuto de la Corte tienen derecho a proponer


candidatos. La propuesta no la formulan directamente los gobiernos de cada
Estado sino los miembros de los grupos nacionales de la Corte Permanente
de Arbitraje: cuatro juristas que pueden ejercer como miembros de un tribunal
arbitral según lo establecido en las Conferencias de la Haya de 1899 y 1907.
En el caso de los países que no están representados en la Corte Permanente
de Arbitraje, los candidatos se designan por un grupo constituido de la misma
forma. Cada grupo puede proponer hasta cuatro candidatos, de los cuales
solamente dos pueden ser de su propia nacionalidad; los otros pueden
provenir de cualquier país, sin que importe que se trate o no de un Estado
parte del Estatuto ni si haya declarado o no que acepta la jurisdicción de la
CIJ. Los nombres de los candidatos se deben comunicar al secretario general
de las Naciones Unidas en el plazo que la persona que ostenta dicho cargo
estime oportuno.
Los candidatos deben ser personas que gocen de alta consideración moral y
que reúnan las condiciones requeridas para el ejercicio de las más altas
funciones judiciales en sus respectivos países, o que sean jurisconsultos de
reconocida competencia en materia de Derecho internacional.

La Corte no puede estar formada por más de un miembro proveniente de un


mismo Estado. Además, la Corte en su conjunto debe representar a las
principales civilizaciones y a los sistemas jurídicos más importantes del
mundo.

En la práctica, este principio se refleja en la distribución de la Corte, que se


reparte entre las principales regiones del mundo. Actualmente, dicha
distribución es la siguiente: 3 miembros proceden de África; 2 de América
Latina y el Caribe; 3 de Asia; 2 de Europa Oriental y 5 de Europa Occidental
y otros Estados. Dicha distribución se corresponde con la del Consejo de
Seguridad. A pesar de que ningún país tiene más derecho que otro a la
participación, la Corte siempre ha estado formada por magistrados de la
misma nacionalidad que los miembros permanentes del Consejo de
Seguridad.

Una vez elegidos, los miembros de la Corte no pueden representar al


gobierno de sus países de origen ni al de cualquier otro Estado. A diferencia
de lo que ocurre en la mayoría de las organizaciones internacionales, quienes
conforman la Corte no son delegados de los gobiernos. Los miembros de la
Corte son magistrados independientes cuya primera obligación, que deben
cumplir antes de asumir sus puestos, es declarar solemnemente en una
audiencia pública que ejercerán sus poderes con imparcialidad y conciencia.

Para garantizar la independencia, ningún miembro de la Corte podrá ser


separado de su cargo salvo que, a juicio unánime de los demás miembros,
haya dejado de satisfacer las condiciones requeridas. Esta situación nunca
se ha dado.

Ningún miembro de la Corte puede comprometerse con cualquier otra


ocupación profesional durante su mandato. Se prohíbe a todos los miembros
que ejerzan funciones políticas o administrativas, así como que actúen como
agentes, asesores jurídicos o abogados en caso alguno. La propia Corte será
la encargada de aclarar cualquier duda que pueda surgir a este respecto.

Una vez se han comprometido con la Corte, los miembros gozan de


privilegios e inmunidades equiparables a aquellas de los jefes de misiones
diplomáticas. En La Haya, el presidente tiene precedencia sobre el decano
del cuerpo diplomático, tras el cual la precedencia se alterna entre los
magistrados y los diplomáticos. Cada miembro de la Corte percibe un salario
anual que consta de un sueldo básico y de ajustes por lugar de destino; el
presidente percibe, además, un estipendio especial de 15.000 dólares de
Estados Unidos al año. El coeficiente de ajuste varía cada mes y está sujeto
a la tasa de cambio de la ONU entre el dólar de los Estados Unidos y el euro.
Al abandonar sus funciones en la Corte, los Miembros reciben una pensión
anual, que asciende al 50 por ciento del sueldo básico anual si han cumplido
el mandato de nueve años.

Aunque la Corte debe estar permanentemente activa, tan solo el presidente


tiene la obligación de residir en La Haya. Sin embargo, se exige al resto de
Miembros de la Corte que estén a disposición del tribunal en todo momento,
excepto en las vacaciones jurídicas, en los períodos de licencia o en
situaciones en las que por enfermedad o razones graves no puedan asistir.
En la práctica, casi todos los Miembros de la Corte residen en La Haya y
pasan la mayor parte del año allí.

5. Competencia:

Si bien la Corte Internacional de Justicia no tiene como competencia propia y


determinante la protección internacional de los derechos humanos, es
indudable que, para la vía de su competencia contenciosa o de las opiniones
consultivas, puede llegar a decidir casas o a emitir pareceres en que la
cuestión de los derechos humanos debe ser encarada.

Si la función de la Corte es "decidir conforme al derecho internacional las


controversias que le sean sometidas'' (Art. 38.1° del Estatuto), es evidente
que pueden existir controversias entre Estados (Art. 34° del Estatuto), que
versen o que se refieran a la violación de las obligaciones en cuanto a los
derechos humanos que resultan de convenciones internacionales, de la
costumbre internacional o de los principios generales de derecho, para usar
la terminología de la enumeración de algunas de las fuentes enunciadas en
el ya citado artículo 38° del Estatuto. Par lo demás si la Corte puede ''emitir
opiniones consultivas respecto de cualquier cuestión jurídica'', es obvio que
entre las cuestiones jurídicas sabre las que se le pueden pedir opiniones,
para los órganos u organismos especializados a que se refiere el artículo 96°
de la Carta, se encuentran los temas jurídicos que se incluyen en el Derecho
Internacional de los Derechos Humanos.

Ahora bien, es importante tener en cuenta que la Corte Internacional de


Justicia no es un órgano judicial cuya competencia este dirigido
específicamente a la protección Internacional de los Derechos Humanos. Y
esto debido a que esta jurisdicción no existe hoy a nivel universal, pese a que
hay un sistema de las Naciones Unidas en la materia, pero que no incluye un
órgano de carácter estrictamente judicial, pero si a nivel regional europeo y
americano.

Pero si bien la Corte Internacional de Justicia no tiene una competencia


referida directa y particularmente a la materia relative a los derechos
humanos, sus competencias contenciosa y consultive pueden, como
acabamos de decir, llegar a referirse a esta materia y, por ende, sus
pronunciamientos al respecto, así como las consideraciones sobre el tema
de los derechos humanos, pueden poseer una importancia y una
trascendencia que no es posible desconocer.

Entonces según lo refiere el autor Gros (s.f), es que la Corte ha dicho al


respecto, y lo que puede razonablemente esperarse que diga en el futuro-
constituye un aporte de gran importancia al progreso y desarrollo del Derecho
de Gentes, que no puede concebirse hoy si no se le integra con el Derecho
Internacional de los Derechos Humanos.

6. Jurisdicción:

Si bien la corte internacional de justicia no tiene como competencia propia y


determinante la protección internacional de los derechos humanos es
indudable que, por vía de su competencia contenciosa o de las opiniones
consultivas, si puede llegar a decidir casos o a emitir pareceres en que la
cuestión de los derechos humanos debe ser encarada, la corte internacional
de justicia no es un órgano judicial cuya competencia está dirigida
específicamente a la protección de los derechos humanos.

Por ello respecto a su jurisdicción no existe hoy a nivel universal pese a que
hay un sistema de las naciones unidas en la materia, pero no incluye un
órgano de carácter estrictamente judicial, hoy la corte está integrada por
algunos grandes juristas, que por su vida y trabajo se han distinguido
especialmente en el campo de los derechos humanos. Un estado que haya
aceptado la jurisdicción de la corte puede considerar cuando otro estado lo
cite a comparecerse ante ella.

Si una parte objeta la jurisdicción de la corte respecto de una controversia o


su admisibilidad la corte decide el asunto en un fallo preliminar.

7. Funciones:

– Solución de las controversias de orden jurídico entre los Estados por


procedimiento contencioso.

– Emisión de dictámenes consultivos sobre cuestiones jurídicas que le


sometan los organismos de las Naciones Unidas por procedimiento
consultivo.

Tiene una función consultiva sobre cualquier controversia que fuera


presentada.

Pueden recurrir a la Corte todos los Estados Parte en su Estatuto, incluyendo


a todos los Miembros de las Naciones Unidas. Estados como Suiza, que no
son Miembros de las Naciones Unidas, también pueden llegar a ser parte del
Estatuto y por lo tanto recurrir a la Corte. Los particulares no pueden recurrir
a la misma.

La Asamblea General y el Consejo de Seguridad pueden solicitar opiniones


consultivas de la Corte sobre cualquier cuestión jurídica. También los demás
órganos de las Naciones Unidas y los organismos especializados pueden
solicitar, con autorización de la Asamblea, opiniones consultivas sobre
cuestiones jurídicas relativas al ámbito de sus actividades.
La Corte tiene jurisdicción en todas las cuestiones que los Estados le
sometan con relación a todos los asuntos previstos en la Carta de las
Naciones Unidas o en tratados y convenciones vigentes. Los Estados pueden
comprometerse por anticipado a aceptar la jurisdicción de la Corte, por medio
de tratados o convenios que suscriban o bien declaraciones especiales que
excluyan cierto tipo de casos. La Corte decide la resolución de controversias
en base a:

• Las convenciones internacionales que establecen reglas reconocidas por


los Estados litigantes;

• La costumbre internacional o jurisprudencia como prueba de práctica


general aceptada por la ley;

• Los principios jurídicos generales reconocidos por las naciones;

• Las decisiones judiciales y las enseñanzas de los estudiosos más


calificados de distintos países.

Desde su establecimiento en 1946, la Corte ha tratado 119 casos que los


Estados le han sometido, y las organizaciones le han solicitado 23 opiniones
consultivas. Los casos han tratado disputas internacionales relacionadas con
derechos económicos, derechos de paso, la proscripción del uso de la fuerza,
relaciones diplomáticas, toma de rehenes, derecho de asilo y nacionalidad.

8. Procedimientos:

Procedimiento contencioso

Solo los Estados pueden ser partes en el procedimiento contencioso (los


Estados Miembros de las Naciones Unidas y otros Estados que sean partes
en el Estatuto de la Corte o que hayan aceptado su jurisdicción bajo ciertas
condiciones).

La Corte solo tendrá competencia para conocer de un asunto si los Estados


implicados han aceptado su jurisdicción de alguna de las siguientes maneras:

- En virtud de un acuerdo especial concluido entre los Estados con el


propósito de someter su controversia a la Corte;
- En virtud de una cláusula jurisdiccional. Este es el caso en que los
Estados son partes de un tratado en el que una de sus cláusulas prevé
que, en caso de que surja en el futuro una controversia acerca de la
interpretación o la aplicación de dicho tratado, uno de ellos la someta a la
Corte;
- Por el efecto recíproco de declaraciones hechas por ellos bajo los
términos del Estatuto, mediante las cuales cada uno de ellos ha aceptado
la jurisdicción de la Corte como obligatoria en caso de controversia con
cualquier otro Estado que acepte la misma obligación. Cierto número de
estas declaraciones, que deben depositarse en poder del secretario
general de las Naciones Unidas, contienen reservas que excluyen
determinadas categorías de controversias.

Los Estados no tendrán representantes permanentes acreditados ante la


Corte. Dirigirán sus comunicaciones al secretario a través del ministro de
Asuntos Exteriores o el embajador correspondiente en los Países Bajos.
Cuando sean partes de un caso ante la Corte, contarán con la representación
de un agente. Los agentes desempeñan la misma labor y tienen los mismos
derechos y deberes que un abogado en un tribunal nacional. Sin embargo,
dado que en este caso se trata de relaciones internacionales, el agente
también actuará como si estuviera al frente de una misión diplomática
especial y tendrá poderes para comprometer a un Estado soberano. Recibirá
comunicaciones del secretario respecto al caso y le enviará a su vez toda la
correspondencia y los alegatos debidamente firmados o certificados. En las
audiencias públicas, el agente presenta los alegatos en nombre del gobierno
al que representa. En general, el agente se encarga de todos los actos
formales que tiene que realizar el gobierno al que representa. A veces recibe
la asistencia de coagentes, vice agentes o subagentes, y siempre dispone de
consejeros o abogados, cuyo trabajo coordina para que le ayuden en la
preparación de los alegatos y de la exposición de los mismos. Dado que no
existe ninguna autorización especial para que los abogados participen en los
procesos ante la Corte Internacional de Justicia, los consejeros o abogados
no tienen que cumplir ninguna condición para hacerlo, excepto ser
nombrados a tal fin por un gobierno.
Los procedimientos podrán ser incoados de dos maneras

- Mediante la notificación de un acuerdo especial: este documento, de


naturaleza bilateral, podrá presentarlo a la Corte cualquiera de los
Estados parte del procedimiento o todos. El acuerdo especial indicará el
objeto preciso de la controversia y la identidad de las partes. Dado que no
habrá Estado «demandante», ni Estado «demandado», sus nombres
aparecerán al final del título oficial del caso separados por una barra en
los documentos de la Corte, por ejemplo: Benín/Níger;
- Mediante una solicitud: la solicitud, que es de naturaleza unilateral, la
presentará el Estado demandante contra el Estado demandado. Está
prevista para notificar a este último. Además, el Reglamento de la Corte
contiene unos requisitos más estrictos respecto a su contenido. Además
del nombre de la parte contra la que se presenta el alegato y el objeto de
la controversia, el Estado demandante deberá, en la medida de lo posible,
indicar brevemente cuáles son los parámetros por los que dicho
procedimiento atañe a la jurisdicción de la Corte (un tratado o una
declaración en la que se acepta la jurisdicción obligatoria), así como, más
sucintamente, los hechos y los motivos en los que basa sus alegatos.

La fecha de incoación de los procedimientos, que será la de recepción, por


parte del secretario, del acuerdo especial o la solicitud, indica la apertura de
dichos procedimientos ante la Corte. Los procedimientos contenciosos tienen
una fase escrita, en la que las partes presentan e intercambian los alegatos,
que contienen una exposición detallada de los hechos y fundamentos de
Derecho en los que se basa cada parte, y una fase oral, que consiste en
audiencias públicas en las que los agentes y los consejeros se dirigen a la
Corte. Como la Corte tiene dos idiomas oficiales (inglés y francés), todo lo
escrito o dicho en una de dichas lenguas se traduce a la otra. Los alegatos
escritos no se pondrán a disposición de la prensa, ni se harán públicos, hasta
la apertura de la fase oral y, entonces, solo se hará si las partes no se oponen
a ello.

Después de la fase oral, la Corte se reúne a puerta cerrada para deliberar y


posteriormente pronuncia la sentencia en audiencia pública. La sentencia es
definitiva, vinculante para las partes e inapelable. Como mucho, podría ser
objeto de interpretación o revisión. Si algún juez desea hacerlo, deberá
adjuntar una opinión al fallo.

Al firmar la Carta, los Estados Miembros de las Naciones Unidas se


comprometen a cumplir con cualquier decisión de la Corte en los casos de
los que sean partes. Además, dado que un procedimiento solo competerá a
la Corte y esta solo tendrá poder de decisión sobre el mismo si las partes han
aceptado su jurisdicción, es poco frecuente que no se apliquen sus
decisiones. Si un Estado defiende que la otra parte no ha cumplido con las
obligaciones derivadas de un fallo de la Corte, podrá presentar el asunto ante
el Consejo de Seguridad, que tiene poder para hacer recomendaciones o
decidir qué medidas deben adoptarse para que la sentencia tenga efecto.

Lo que se ha descrito anteriormente es el procedimiento normal. Sin


embargo, algunas cuestiones pueden afectar a los procedimientos. Lo más
habitual es que se presenten excepciones preliminares para evitar que la
Corte falle sobre el asunto (el Estado demandado puede alegar, por ejemplo,
que la Corte no tiene jurisdicción sobre el asunto o que la solicitud es
inaceptable). En estos casos, es la Corte la que decide. También existen
medidas provisionales, que el Estado demandante puede solicitar si
considera que los derechos que constituyen el objeto de su solicitud están en
peligro inmediato. También puede ocurrir que un tercer Estado desee
intervenir en una controversia entre otros dos, porque considere que la
decisión que vaya a adoptarse respecto a la controversia entre dichos
Estados puede afectar alguno de sus intereses de índole jurídica. El Estatuto
también prevé casos en los que el Estado demandado no comparece ante la
Corte, ya sea porque rechaza por completo la jurisdicción de la misma o por
cualquier otro motivo. Por lo tanto, el hecho de que una de las partes no
comparezca no evita que los procedimientos sigan su curso. Sin embargo, en
estos casos la Corte deberá cerciorarse de que tiene jurisdicción sobre el
asunto en cuestión. Por último, si la Corte considera que las partes de
procedimientos distintos presentan los mismos alegatos contra un mismo
Estado respecto al mismo asunto, podrá ordenar la unión de dichos
procedimientos.
La Corte desempeñará sus funciones en pleno, pero, si las partes lo solicitan,
también podrá establecer salas ad hoc para estudiar casos concretos. La
Corte elegirá cada año una Sala de Procedimiento Sumario de conformidad
con su Estatuto.

Las fuentes de derecho que puede aplicar la Corte son: los tratados y las
convenciones internacionales en vigor; el derecho consuetudinario
internacional; los principios generales del Derecho; así como las decisiones
judiciales y la doctrina de los publicistas de mayor competencia. Además, si
las partes están de acuerdo, la Corte podrá decidir un asunto ex aequo et
bono, por ejemplo, sin limitarse a los reglamentos de derecho internacional
existentes.

Un procedimiento podrá concluirse en cualquier fase del mismo mediante un


acuerdo entre las partes o por desistimiento. En este último caso, el Estado
demandante podrá informar a la Corte en cualquier momento de que no
desea continuar con el procedimiento, o bien las dos partes pueden declarar
que han decidido retirar el caso. En ese caso, la Corte lo eliminará de la lista.

Procedimiento consultivo

El procedimiento consultivo de la Corte está abierto exclusivamente a los


cinco órganos y los dieciséis organismos del sistema de las Naciones Unidas.

La Asamblea General y el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas


podrán solicitar dictámenes consultivos sobre cualquier cuestión jurídica.
Otros órganos u organismos de las Naciones Unidas que hayan recibido
autorización para solicitar dictámenes consultivos solo podrán hacerlo
respecto a las cuestiones de derecho que se planteen dentro del ámbito de
sus actividades.

Cuando recibe una solicitud de dictamen consultivo y para que este se base
en el pleno conocimiento de los hechos, la Corte podrá llevar a cabo
procedimientos escritos y orales, que se asemejan en algunos aspectos a los
procedimientos contenciosos. En teoría, la Corte puede no servirse de dichos
procedimientos, pero nunca ha prescindido de ellos por completo.
Algunos días después de que se presente la solicitud, la Corte elaborará una
lista de los Estados y organizaciones internacionales que puedan aportar
información sobre el asunto. Dichos Estados no se encuentran en la misma
situación que las partes de los procedimientos contenciosos: sus
representantes ante la Corte no se denominan agentes y su participación en
el procedimiento consultivo, en caso de darse, no hace que el dictamen de la
Corte sea vinculante para ellos. En general, los Estados que aparecen en la
lista suelen ser Estados Miembros de la organización que solicita el dictamen.
Los Estados podrán solicitar su participación en caso de que la Corte no les
consulte.

Sin embargo, no es frecuente que la CIJ permita que las organizaciones


internacionales que no han solicitado el dictamen participen en los
procedimientos consultivos. En lo que respecta a las organizaciones no
gubernamentales internacionales, la única a la que la CIJ autorizó para
proporcionar información decidió no hacerlo (Situación jurídica internacional
del África Sudoccidental). La Corte ha rechazado todas las solicitudes de este
tipo por parte de entidades privadas.

Los procedimientos escritos son de menor duración, pero igual de flexibles


que en los procedimientos contenciosos entre Estados. Los participantes
pueden presentar declaraciones escritas, que a veces reciben comentarios
escritos por parte de otros participantes. Dichos comentarios y declaraciones
tienen carácter confidencial, aunque suelen hacerse públicos cuando
comienzan los procedimientos orales. Entonces, suele invitarse a los Estados
a presentar declaraciones orales en las audiencias públicas.

Un procedimiento consultivo concluye con la exposición del dictamen


correspondiente en una audiencia pública.

Estos dictámenes son consultivos por naturaleza. Es decir, que, a diferencia


de los fallos de la Corte, no son vinculantes. El órgano, organismo u
organización solicitante tendrá libertad para hacer efectivo o no el dictamen
mediante cualquier vía para ello. Sin embargo, algunos instrumentos o
reglamentos pueden informar de antemano de que un dictamen consultivo de
la Corte puede ser vinculante (por ejemplo, las convenciones sobre las
prerrogativas e inmunidades de las Naciones Unidas).

Sin embargo, la autoridad y el prestigio de la Corte van unidos a sus


dictámenes consultivos y, si el órgano u organismo interesado acepta dicho
dictamen, la decisión tendrá el mismo efecto que si hubiese sido aprobada
por el Derecho internacional.

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