Gullco, Hernán V.

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Título: ¿Es necesaria una orden judicial para el registro de automóviles?


Autor: Gullco, Hernán V.
Publicado en: LA LEY1994-E, 129
Cita: TR LALEY AR/DOC/15003/2001
Sumario: SUMARIO: I. Antecedentes del caso. -- II. El fallo de la Cámara de Casación. -- III. Objeto del
presente trabajo. -- IV. Examen de las disposiciones del Código Procesal Penal sobre registros domiciliarios. --
V. Necesidad de un examen de las disposiciones procesales a la luz de la Constitución Nacional. -- VI. La
aplicación al caso del Derecho a la intimidad. -- VII. Posibles objeciones a esta solución. -- VIII. Conclusión.
I. Antecedentes del caso
En el presente caso, el Tribunal Oral en lo Criminal Federal N° 2 de San Martín decretó la nulidad del acta
de requisa, efectuada por funcionarios policiales sin orden judicial del automóvil del procesado, en el cual se
habían encontrado estupefacientes. La incautación de éstos fue la consecuencia de la inspección realizada por
los funcionarios de la prevención en el vehículo del procesado, mientras éste se encontraba detenido por
averiguación de antecedentes (art. 13, ley de la Provincia de Buenos Aires, 9551 --Adla, XL-C, 3109--).
Como consecuencia de tal decisión, y de otras nulidades que decretó, el tribunal oral ordenó la libertad del
procesado.
Para llegar a esa conclusión, el tribunal oral sostuvo que las autoridades de prevención habían actuado sin
orden judicial previa dispuesta por auto fundado del magistrado interviniente como lo establecía el art. 224 del
Cód. Procesal Penal de la Nación y porque no existían razones de urgencia que justificaran tal procedimiento (1).
El fiscal de ese tribunal interpuso recursos de casación que fue concedido y mantenido ante la Cámara
Nacional de Casación Penal por el representante del ministerio público ante dicha cámara.
El recurrente sostuvo que el citado art. 224 del Cód. Procesal no resultaba aplicable a la inspección y
secuestro efectuados en un automóvil. En su opinión, dicha norma sólo resultaba aplicable al domicilio, único
bien que se encontraría amparado por el art. 18 de la Constitución Nacional (2). Para el fiscal, un vehículo
automotor no estaba comprendido dentro del concepto de domicilio entendido en un sentido amplio como
morada familiar y lugar de residencia transitoria. Sostuvo, así, que el código al mencionar en el art. 224 a "un
determinado lugar" se refería al domicilio. Una interpretación contraria, agregó, llevaría a exigir autorización
judicial para ingresar a lugares sometidos al uso y domicilio público o incluso para obtener elementos que se
encontrasen fuera del domicilio y no resguardados por la garantía de la intimidad. Concluyó que para el caso la
autoridad de prevención estaba autorizada a efectuar la requisa del automóvil sin orden judicial conforme lo
establecía el art. 184 del ordenamiento procesal.
II. El fallo de la Cámara de Casación
La Cámara de Casación hizo lugar al recurso y, en consecuencia, declaró la nulidad de la resolución del
tribunal oral y ordenó la inmediata captura del procesado.
El argumento central de la Cámara consistió en que el concepto de "un determinado lugar", empleado por el
art. 224, no se refería "... a cualquier sitio sino obviamente al que se encuentra amparado por nuestra Carta
Magna: el domicilio en un sentido amplio. Así autoriza el registro de 'un lugar habitado o sus dependencias
cerradas', o 'de edificios públicos, oficinas administrativas, establecimientos de reunión o recreo, el local de las
asociaciones y cualquier otro lugar cerrado que no esté destinado a la habitación o residencia particular'
previendo distintas formalidades para cada uno de los supuestos (arts. 225 y 226, Cód. Procesal Penal) ..."(3). El
tribunal agregó que el secuestro del automóvil había sido efectuado en el marco de una actuación prudente de
policía en ejercicio de la labor de prevención del delito pues la detención del procesado y la posterior revisación
de su vehículo se habían fundado en la sospecha de que había estupefacientes en su interior. La cámara rechazó
el planteo del defensor del procesado en el sentido de que correspondía equiparar la pesquisa del automóvil con
la del domicilio con fundamento en la supuesta afectación del derecho a la intimidad del procesado: "... casos
como el presente en que la policía procede a la aprehensión y revisión del automóvil de un individuo en la vía
pública fundados en razones de sospecha se diferencian claramente del registro de una morada, por lo que
resulta inconveniente la aplicación automática de las normas que rigen a esta diligencia ..."(4).
Para llegar a esa conclusión, la Cámara también se fundó en la jurisprudencia de la Corte Suprema de la
Nación y de la Corte estadounidense que, en su opinión, habrían convalidado requisas efectuadas en
automóviles sin órdenes judiciales(5).
III. Objeto del presente trabajo
La finalidad del presente trabajo es examinar si es correcta la afirmación de la Cámara de Casación en el

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sentido de que el Código Procesal Penal de la Nación no exige, a diferencia de lo que ocurre con la requisa
domiciliara, una orden judicial para el supuesto del registro de un vehículo automotor en razón de que el
automóvil no sería "el determinado lugar" a que hace mención el art. 224 del Cód. Procesal.
IV. Examen de las disposiciones del Código Procesal Penal sobre registros domiciliarios
No es posible descartar de plano la interpretación dada por la Cámara a las disposiciones aplicables al caso
(6).En efecto, no sería irrazonable sostener que los "lugares" a que se refiere el art. 224 son exclusivamente
aquellos a que se refieren los arts. 225 y 226, entre los cuales no se encontrarían incluidos los vehículos
automotores: el art. 224 sería la norma genérica y los arts. 225 y 226 serían las disposiciones específicas que
precisarían el alcance del art. 224.
Sin embargo, ésta no es la única interpretación posible que se puede hacer de las citadas disposiciones dado
el carácter ambiguo que éstas presentan: así, tampoco sería irrazonable sostener que el art. 224 es una norma
autónoma respecto de los arts. 225 y 226, cuya finalidad es la de describir aquellos "lugares" distintos a los
mencionados en estas últimas disposiciones y que, conforme al texto expreso del art. 224, gozarían de la misma
protección contra inspecciones arbitrarias; es decir, sería necesaria una orden judicial previa para proceder a su
requisa. Si ello fuera así, correspondería, entonces, determinar si sería posible incluir al automóvil entre los
"lugares" que gozarían de la tutela de la intervención previa de un magistrado judicial(7).
La doctrina procesal, al comentar las normas en cuestión, no aclara la cuestión de si los "lugares" a que se
refiere el art. 224 pueden ser distintos de los mencionados en los arts. 225 y 226. El siguiente párrafo es
característico en ese sentido "... El calificativo 'domiciliario' da la idea de un lugar que no significa propiamente
el domicilio en su sentido jurídico, sino más bien en su valor de hecho que puede o no comprender el jurídico;
se refiere a todo lugar delimitado de alguna manera dentro del cual un particular o una autoridad dispone con
poder de señorío en la dirección y con exclusión de cualquier otra persona. En este concepto, no están
comprendidos, por ejemplo, un camino, una plaza, ni los lugares donde la autoridad tiene acceso en forma
general, sin necesidad de autorización de nadie. En cambio, están comprendidos, además de la morada habitada
o no, los locales de asociaciones, centros, sociedades, oficinas públicas de la administración del Estado o
privadas de establecimientos o sociedades de cualquier tipo y de particulares ..."(8).
V. Necesidad de un examen de las disposiciones procesales a la luz de la Constitución Nacional
El examen que se acaba de realizar de las normas procesales sobre este tema indica que no es posible llegar
a una solución concluyente sobre la cuestión con fundamento exclusivo en el análisis del texto legal. Ante tal
situación de incertidumbre, parece imprescindible recurrir --tal como lo ha hecho la jurisprudencia de la Corte
en innumerables ocasiones-- a la Constitución Nacional; es decir, corresponde preguntarse cuál solución es la
que mejor se compadece con los principios de la Ley Fundamental (9).
La repuesta dada a este punto por la Cámara de Casación no es satisfactoria pues la cuestión no puede
limitarse a resolver, tal como lo hizo dicho tribunal, que el automóvil no es "domicilio" en los términos del art.
18 de la Constitución (10). Es necesario examinar, además, si el automóvil, con independencia de que sea
equiparable al domicilio, resulta o no un ámbito protegido por alguna cláusula constitucional distinta al art. 18;
si la respuesta fuese positiva, no sería problemático concluir que aquél se encuentra incluido entre los "lugares"
a que se refiere el Código Procesal.
Tal examen será el objeto del presente trabajo.
VI. La aplicación al caso del Derecho a la intimidad
Si se parte del principio de que el domicilio goza de tan amplia protección constitucional en razón de estar
vinculado "...directamente con el ámbito de intimidad y de reserva que posee todo individuo frente a la
injerencia estatal..."(11), cabe preguntarse si existen otros ámbitos físicos, distintos al domicilio, tutelados por el
derecho a la intimidad o privacidad reconocido en el art. 19 de la Constitución (12), del cual el domicilio
constituiría sólo un caso específico.
Respecto del art. 19, la Corte Suprema ha dicho que esta disposición protege jurídicamente un ámbito de
autonomía individual constituida por los sentimientos, hábitos y costumbres, etc., y que dicho derecho
comprende no sólo la esfera doméstica, el círculo familiar y de amistad sino también "...a otros aspectos de la
personalidad espiritual o física de las personas tales como la integridad corporal o la imagen y nadie puede
inmiscuirse en la vida privada de una persona ni violar áreas de su actividad no destinadas a ser difundidas, sin
su consentimiento o el de sus familiares autorizados para ello y sólo por ley podrá justificarse la intromisión,
siempre que medie un interés superior en resguardo de la libertad de los otros, la defensa de la sociedad, las
buenas costumbres o la persecución del crimen..."(13).
A partir de tan amplísima definición del derecho a la intimidad, parece evidente que la Corte Suprema ha
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querido otorgar tutela constitucional a ámbitos físicos que no pueden ser identificados con el domicilio.
Resulta, entonces, necesario preguntarse ahora si el automóvil podría estar incluido en la definición
jurisprudencial reseñada y, en caso afirmativo, cuál sería su grado de protección.
Para responder esta pregunta, resulta útil plantearse el siguiente caso hipotético: tendría derecho un
particular a abrir sin el permiso de su titular un vehículo automotor de un tercero y revisar los efectos personales
que allí se encuentran? Aun cuando el vehículo no fuese equiparable al domicilio y tampoco existiese normal
legal alguna que reprimiese expresamente dicha conducta, parece evidente que la conducta del particular sería
ilegítima porque habría invadido el ámbito de autonomía individual, al que se refirió la Corte Suprema en
"Ponzetti de Balbín", respecto del cual nadie tiene derecho a transgredir sin la autorización de su titular. La
respuesta parece obvia en razón de que cuando un individuo coloca bajo llave efectos en el interior de su
automóvil está haciendo conocer al resto de la comunidad su intención de que nadie puede penetrar en el
interior de aquél para revisar e incautar dichos efectos y, por tal razón, posee una "razonable expectativa de
intimidad" respecto de dicho vehículo. Y si tal principio es aplicable a los particulares, con mayor razón lo será
respecto a los poderes públicos si se advierte que las declaraciones de derecho y garantías deben ser entendidas,
fundamentalmente, como limitaciones o barreras al Poder del Estado (14).
Por cierto que tal declaración de autonomía por parte del titular del automóvil no tiene preeminencia
absoluta. Tal como lo hemos visto, la propia Corte Suprema se encargó en "Ponzetti de Balbín" de señalar que
la ley podría justificar una intromisión en el derecho a la intimidad en resguardo, entre otras razones, de
objetivos tales como, por ejemplo, la persecución del crimen. La mención que se hace de la ley es fundamental
pues, conforme al art. 19 de la Constitución (15), las restricciones a los derechos consagrados por la Constitución
sólo pueden fundarse en una ley sancionada por el Congreso (16).
Todo lo dicho nos permite arribar a una conclusión provisoria: el art. 19 de la Constitución protege, entre
otros ámbitos físicos, al automóvil; ello significa que, también por aplicación del citado art. 19, sólo mediante
una ley en sentido formal se podría autorizar la intromisión en dicho ámbito de privacidad protegido
constitucionalmente; y, así, una interpretación conforme a la Constitución del art. 224 del Cód. Procesal Penal
(17) llevaría a incluir a los automóviles dentro de los "lugares determinados" mencionados por aquella norma,
cuyo registro sólo puede ordenarse por medio de un "auto fundado de un juez"(18).
VII. Posibles objeciones a esta solución
Resta por examinar los argumentos que se podrían formular en contra de la solución reseñada. Ambos han
sido mencionados por la Cámara de Casación.
En primer lugar, están los precedentes de la Corte Suprema en los casos "Fabro" y "Aguirre"(19). En ambas
ocasiones, el tribunal, al haberse impugnado la validez de requisas efectuadas en vehículos automotores,
desestimó los recursos extraordinarios interpuestos por los abogados defensores de los acusados en razón de que
aquéllos "no habían demostrado que el automóvil se encontraba comprendido en el concepto de domicilio del
art. 18 de la Constitución"(20). Como se advierte, la Corte no se pronunció sobre el fondo de dichas cuestiones:
se limitó a rechazar los planteos constitucionales basada en razones formales. Por otra parte, aun cuando se
sostuviera que la Corte, en dichos casos, no estuvo dispuesta a equiparar el automóvil con el domicilio, ello en
nada afectaría la tesis sostenida en este trabajo respecto de la inclusión del automóvil en la garantía del art. 19
de la Constitución.
El restante argumento empleado por la Cámara de Casación se funda en la jurisprudencia de la Corte
Suprema estadounidense que habría resuelto que los vehículos automotores, a diferencia de las casas. tendrían
"menor expectativa de privacidad"(21). Esta es una descripción correcta aunque incompleta de la jurisprudencia
estadounidense sobre el punto. La Corte Suprema de dicho país ha resuelto que existen excepciones a la
obligación, impuesta por la Cuarta Enmienda de la Constitución Estadounidense (22), de obtener una orden
judicial de registro. Una de ellas es la "excepción del automóvil": ésta se funda, además de la menor expectativa
de privacidad que tendrían estos vehículos, en la circunstancia de que aquéllos pueden ser trasladados
rápidamente fuera del lugar en que la policía debe obtener la correspondiente orden judicial, frustrando así el
intento de registro (23).
Sin embargo, esta jurisprudencia no constituye un argumento decisivo en contra de la tesis expuesta en este
trabajo. En primer lugar, es cuestionable que el carácter "móvil" del automotor haga imposible, en todos los
casos, obtener una orden judicial de registro. En realidad, en muchos supuestos, sería posible detener el vehículo
y obtener una orden judicial para proceder a su revisación (24). Por otra parte, el argumento de la "menor
expectativa de privacidad" tampoco puede ser aceptado sin reservas. Es cierto que en algunos supuestos, por
ejemplo, en el caso de un objeto dejado en el asiento del automóvil a la vista de los transeúntes, se podría
sostener que existe una "menor expectativa de privacidad" por parte del titular pues éste habría renunciado
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voluntariamente a ella al dejar el objeto a la vista del público. Ello serviría, quizá, para considerar legítimo el
tomar fotografías del objeto en cuestión(25). En cambio, la misma situación no parece justificar un registro sin
orden judicial. Así, el hecho de que la policía haya advertido, al mirar a través de las ventanas abiertas de un
domicilio, que sus moradores realizan actividades delictivas no parece autorizar a los funcionarios a allanar el
domicilio sin orden judicial con el solo argumento de que los titulares de aquél tenían una "menor expectativa
de privacidad" al haber dejado abierta las ventanas del lugar.
Por otra parte, existe otra razón importante por la cual la jurisprudencia de la Corte estadounidense sobre
este punto no resulta directamente relevante a la situación de nuestro país: debe recordarse que, al carecer la
Constitución estadounidense de una cláusula como el art. 19 de la Ley Fundamental argentina, toda solución
que intente extender la garantía de la 4ª Enmienda a situaciones no previstas expresamente en el texto de aquélla
choca con la objeción basada en una interpretación "originalista" de la disposición constitucional (26). Esta
objeción no sería relevante respecto del art. 19 pues es posible afirmar que esta norma, debido a su gran
amplitud, ha establecido un derecho genérico a la libertad que puede aplicarse a un número indefinido de
circunstancias, muchas de ellas no previstas por el constituyente (27).
VIII. Conclusión
Los argumentos que se han desarrollado en este trabajo llevan a las siguientes conclusiones:
1. Con independencia de que el automóvil pueda ser considerado o no como el "domicilio" del art. 18 de la
Constitución, existen fuertes argumentos para sostener que el vehículo se encuentra incluido dentro del derecho
de intimidad del art. 19 de la Constitución.
2. Esto significa que, conforme lo dispone el principio de legalidad o de reserva --también previsto en el art.
19-- sólo por medio de una ley sancionada por el órgano legislativo competente(28) se podría llevar a cabo un
registro de un vehículo automotor.
3. Dicha ley parece ser, para los procedimientos nacionales, el art. 224 del Cód. Procesal Penal de la Nación,
que exige, para llevar a cabo registros, una orden judicial fundada. De tal forma contrariamente a lo resuelto por
la Cámara de Casación, cabe concluir que resulta necesaria dicha orden para efectuar el registro de un automóvil
(29).

Especial para La Ley. Derechos reservados (ley 11.723).


(1)El art. 224 dice así en la parte que interesa: "Si hubieren motivos para presumir que en determinado lugar
existen cosas pertinentes al delito, o que allí puede efectuarse la detención del imputado o de alguna persona
evadida o sospechada de criminalidad, el juez ordenará, por auto fundado, el registro de ese lugar...".
(2)El que, en su parte pertinente, establece: "... El domicilio es inviolable, como así también la
correspondencia epistolar y los papeles privados, y una ley determinará en qué casos y con qué justificativos
podrá procederse a su allanamiento y ocupación....".
(3)Consid. 3° del fallo de Cámara.
(4)Consid. 3°.
(5)La Cámara mencionó los fallos de la Corte argentina dictados en los casos "Fabro", del 26/2/93, y
"Aguirre", del 23/6/92. Para la jurisprudencia estadounidense, citó la obra de CORWIN, "La Constitución de los
Estados Unidos y su significado actual", ps. 448/51 y 454/55, Buenos Aires, 1987.
(6)Además del art. 224, que se encuentra transcripto "supra" nota 1, las otras normas mencionadas por la
Cámara fueron los arts. 225 y 226. El primero establece: "Cuando el registro deba efectuarse en un lugar
habitado o en sus dependencias cerradas, la diligencia sólo podrá realizarse desde que salga hasta que se ponga
el sol...". Por su parte, el segundo dispone: "Lo establecido en el primer párrafo del artículo anterior no regirá
para los edificios públicos y oficinas administrativas, los establecimientos de reunión o de recreo, el local de las
asociaciones y cualquier otro lugar cerrado que no esté destinado a habitación o residencia particular...".
(7)Si esta interpretación del Código Procesal fuese aceptable --lo cual será discutido más adelante-- es
evidente que el número de "lugares" protegidos por el art. 224 podría ser muy extenso (confr. CARRIO,
Alejandro, "Derecho constitucional a la privacidad: zonas claras de protección y zonas de penumbra", LA LEY,
1993-C, 752, Sec. doctrina y, del mismo autor, "Derecho constitucional a la intimidad más allá del domicilio y
los papeles privados", JA, 1991-III-10).
(8)"Códigos Procesales Penales Argentinos, Concordados y Comentados", t. IV, La Plata, 1978; director
Ricardo Levene (h.), p. 12, en el que se cita la opinión de Clariá Olmedo. Por su parte, Manzini tampoco resulta
del todo claro en dicho punto: este autor incluye a la revisación de vehículos dentro de la categoría de
registración personal respecto de la cual, normalmente, se exige orden judicial; sin embargo, al discutir este
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punto, cita una ley italiana que no parece requerir dicho requisito (conf. "Tratado de Derecho Procesal Penal", t.
III, ps, 702/703 y nota 3 y, p. 706, Buenos Aires, 1952). El examen de los antecedentes del Código Procesal
Penal de la Nación y del de la Provincia de Córdoba --que sirvió de fuente para aquel ordenamiento-- no arrojan
luz alguna sobre el punto (confr. "Antecedentes y Exposición de Motivos del Código de Procedimiento Penal de
la Provincia de Córdoba", Ed. Pereyra Córdoba, 1939 y "Exposición de Motivos del Código Procesal Penal de
la Nación", Ed. Abeledo-Perrot, Buenos Aires, 1992).
(9)Así, al interpretarse el Código Procesal Penal en el tema de la inviolabilidad del domicilio, se ha dicho
que "...La elección de posibilidades interpretativas de la mencionada ley procesal debe orientarse a la luz de los
valores que animan las palabras de la Constitución..." (Corte Suprema de la Nación, caso "Fiorentino", Fallos:
306:1752-1984, voto del juez Petracchi, consid. 8° --La Ley, 1985-A, 160--). En sentido similar, ver caso
"Navarro Viola", Fallos: 312:2467 (1989), consid. 9° y su cita.
(10)Respecto de este punto, otros tribunales han llegado a soluciones opuestas a la de la Cámara de
Casación. Así, la Corte Constitucional italiana resolvió que el automóvil era equiparable al domicilio
mencionado en la Constitución de ese país y que, por tal razón, era inconstitucional la ley que autorizaba a la
policía, sin orden judicial, a exigir la apertura de los baúles de los automotores (sentencia n° 88 del 25/3/87,
"Raccolta Ufficiale", Vol. LXXV, 1987, ps. 677 y sigtes.). En sentido coincidente, la Cámara Criminal de la
Capital --sala 4-- ha decidido que el cofre, asignado al acusado por su empleadora para guardar efectos
personales, era equiparable al domicilio y que, en consecuencia, era ilegítima su apertura por la policía sin orden
judicial (caso "Ayala", sentencia del 11/9/90, JA, 1991-III-6).
(11)Cámara Criminal y Correccional Federal de la Capital, sala I, caso "Monticelli de Prozillo", LA LEY,
1984-D, 373.
(12)Este artículo dice así en su parte relevante: "Las acciones privadas de los hombres que de ningún modo
ofendan al orden y a la moral pública, ni perjudiquen a un tercero, están sólo reservadas a Dios y exentas de la
autoridad de los Magistrados...".
(13)Caso "Ponzetti de Balbín". Fallos: 306:1892 --1984-- consid. 8° (La Ley, 1985-B, 120); la bastardilla
ha sido agregada. En este caso, la Corte Suprema resolvió que una revista, que había publicado la foto de un
conocido político en estado de agonía, no estaba amparada por la garantía constitucional de la libertad de prensa
en razón de que había afectado el derecho a la privacidad de los deudos del político. Algunos autores han
criticado la forma indistinta con que la Corte Suprema utiliza los términos "privacidad" e "intimidad" pues
consideran que en "Ponzetti de Balbín" sólo tendría sentido hablar del derecho a la intimidad; por "privacidad",
en cambio, entienden a las acciones voluntarias de los individuos que no afectan a terceros (ver, en tal sentido, a
NINO, Carlos S., "Fundamentos de Derecho Constitucional", ps. 304 y sigtes., Buenos Aires, 1992).
(14)Conf. Carrió, art. LA LEY, cit. "supra" nota 7.
(15)Que dice así en la parte que interesa: "...Ningún habitante de la Nación será obligado a hacer lo que no
manda la ley ni privado de lo que ella no prohíbe".
(16)Así, la Corte Suprema ha señalado que"...Toda nuestra organización política y civil reposa en la ley.
Los derechos y obligaciones de los habitantes así como las penas de cualquier clase que sean, sólo existen en
virtud de sanciones legislativas y el Poder Ejecutivo no puede crearlas ni el Poder Judicial aplicarlas si falta la
ley que las establezca..." (caso "Cimadamore", Fallos: 191:248).
(17)Conf. "supra" nota 9.
(18)Una interpretación aún más garantista del principio de legalidad podría llevar a concluir que el art. 224
del Cód. Procesal Penal no constituye una base legal suficiente para proceder a la inspección del automóvil pues
no menciona a éste expresamente.
(19)Sentencias del 26/2/91 (LA LEY, 1991-E, 351) y 23/6/92 (LA LEY, 1994-B, 335), respectivamente.
(20)Caso "Fabro", consid. 8° y caso "Aguirre", consid. 4°.
(21)Confr. la obra citada por la Cámara de Casación nota 5, cit. "supra".
(22)Que está redactada en los siguientes términos: "El derecho de la población a la seguridad en sus
personas, sus casas, documentos y efectos, contra incautaciones y cateos arbitrarios no deberá ser violado. y no
habrán de expedirse las órdenes correspondientes si no existe causa probable, apoyada por juramento o
declaración solemne, que describa en particular el lugar que habrá de ser inspeccionado y las personas o cosas
que serán objeto de detención o decomiso" (transcripto en MILLER-CAYUSO y GELLI, "Constitución y
Derechos Humanos", t. 2, p. 1727, Buenos Aires, 1991.
(23)Ver, en tal sentido, el fallo de la Corte estadounidense en el caso "California v. Carney", 471 U.S. 386

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--1985-- en el que se reseña la evolución de la jurisprudencia sobre el punto.


(24)Tal como ha sido señalado en los votos disidentes emitidos por jueces de la Corte estadounidense en
casos de requisas de automóviles (ver la reseña de esta jurisprudencia en "Modern Criminal Procedure", de
Kamisar y otros, 6ª edición, ps. 335 y sigtes.). En el mismo sentido, Carrió, art. JA cit. "supra" nota 7.
(25)Como no lo fue, en cambio, la toma de fotografías en el caso "Ponzetti de Balbín", cit. "supra" nota 13,
en razón de que el lugar en que se encontraba la persona fotografiada --sala de terapia intensiva de una clínica--
y su situación de agonía permiten sostener que dicha persona y sus deudos poseían una "razonable expectativa
de privacidad".
(26)Tal fue, precisamente, el argumento empleado en el voto en disidencia del Juez de la Corte
estadounidense Black en el caso "Katz v. United States", 389 U.S. 347 (1967). En dicha oportunidad, la mayoría
del tribunal resolvió que constituía una violación a la 4ª Enmienda la intervención electrónica, sin orden
judicial, de la conversación que el acusado había realizado desde un teléfono público. Black, en cambio,
consideró que la cláusula constitucional no alcanzaba a las intervenciones telefónicas por las siguientes razones:
1) Si bien las intervenciones telefónicas eran, por cierto, desconocidas por los redactores de la 4ª Enmienda al
momento de su aprobación (1791), no lo era, en cambio, el escuchar en forma subrepticia las conversaciones
ajenas; 2) A pesar de ese conocimiento y de que tal práctica era considerada ilegal para el "common law" de la
época, los redactores de la 4ª Enmienda no la prohibieron; 3) Así, Black concluyó que tal omisión significaba
que los constituyentes no quisieron incluir en la norma constitucional la prohibición de las escuchas
clandestinas y de su equivalente moderno, las intervenciones telefónicas. Este caso es mencionado por Carrió en
el art. de JA, cit. "supra" nota 7.
(27)Así, el Consejo Constitucional francés declaró la inconstitucionalidad de una ley que autorizaba a la
policía, sin autorización judicial, a revisar automóviles estacionados en la vía pública con el argumento de que
la libertad individual constituía "...uno de los principios fundamentales garantizados por las leyes de la
República y proclamados por el Preámbulo de la Constitución de 1946, confirmado por el Preámbulo de la
Constitución de 1958..." (sentencia del 12/1/77; transcripta y comentada en "Les grandes décisions du Conseil
Constitutionel", por FAVOREU, Luis LOÏC, Phillip, p. 341 y sigtes., 5ª ed., Sirey, 1989). Cabe agregar que la
Declaración de Derechos del Hombre y del Ciudadano de 1789, al que se remiten parcialmente las citadas
constituciones, reconoce, en sus arts, 4 y 5, derechos equivalentes a los del art, 19 de la Constitución Nacional.
(28)Es decir, el Congreso en la Capital Federal y en los procedimientos llevados ante los tribunales
federales y, en las provincias, las legislaturas locales.
(29)En este trabajo no tratamos la cuestión de si sería constitucional una ley que autorizara expresamente el
registro sin orden judicial de los "lugares" previstos en el art. 224 del Cód. Procesal Penal.

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