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PROTOCOLOS

Y
CONVENIOS
INTERNACIONALES
AMBIENTALES
Protocolo de Montreal
El Protocolo de Montreal es un protocolo del Convenio de
Viena para la protección de la capa de ozono, diseñado para
proteger la capa de ozono reduciendo la producción y el
consumo de numerosas sustancias que se ha estudiado que
reaccionan con ella y se cree que son responsables del
agotamiento de la misma.
El Protocolo de Montreal es el único tratado de las Naciones
Unidas que ha sido ratificado por todos los países del mundo:
los 197 países miembros de las Naciones Unidas. Representa
todo un hito en la historia de las Naciones Unidas y
evoluciona con el tiempo, en función de los avances
científicos, técnicos y económicos. Actualmente incluye casi
cien sustancias químicas artificiales que dañan la capacidad
de la capa de ozono de proteger al ser humano y a otros
seres vivos de la radiación ultravioleta dañina emitida por el
sol.
Para fortalecer los objetivos del Protocolo de Montreal, se creó un Fondo Multilateral
encargado de brindar los recursos económicos para asistir a los países en vías de
desarrollo a eliminar las SAO. Gracias a éste esfuerzo, la aplicación del Protocolo de
Montreal ha progresado bien, ya que todos los calendarios de eliminación de las SAO
se han respetado en la mayoría de los casos, algunos incluso antes de lo previsto. Es
por ello que la Capa de Ozono se viene recuperando, siendo éste tratado climático el
más exitoso actualmente.
Para el cumplimiento de las obligaciones establecidas en el marco de los acuerdos del
Protocolo de Montreal, el Perú viene ejecutando, entre otras actividades, dos proyectos
con miras a cumplir la eliminación de las Sustancias que Agotan la Capa de Ozono
(SAO). Ambos proyectos son financiados por el Fondo Multilateral para la
implementación del Protocolo de Montreal.
Protocolo de Kioto
El Protocolo de Kioto es un acuerdo internacional de la Convención
Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático que tiene
como objetivo reducir las emisiones de los 6 principales gases de efecto
invernadero (dióxido de carbono (CO2), metano (CH4), óxido nitroso
(N2O), hidrofluorocarbonos (HFC), perfluorocarbonos (PFC) y
hexafluoruro de azufre (SF6)) generados por los miembros firmantes del
acuerdo. Además, busca promover el crecimiento sustentable en países
en vías de desarrollo.
Si bien el Protocolo de Kioto fue aprobado el 11 de diciembre de 1997,
no fue hasta el 16 de febrero de 2005 que entró en vigor, después de
un largo proceso de ratificación de las partes que lo conforman.
El primer periodo del Protocolo de Kioto va de 2008 al 2012, y el
compromiso que asumieron los 180 países adheridos fue de reducir al
menos un 5% las emisiones de gases de efecto invernadero respecto al
año 1990.
Para 1997, 84 países firmaron el acuerdo, y 46 lo ratificaron; de los grandes emisores solo se
adhirieron la Unión Europea y Japón, mientras que China, Australia y Estados Unidos decidieron
quedarse fuera. Para el año 2001, ya eran más de 180 las partes. La ratificación de Rusia
permitió que el Protocolo de Kioto entrara en vigor en el año 2005.
La vigencia del Protocolo de Kioto requería que al menos 55 países lo aceptaran, aprobaran y
ratificaran y, además, que entre estos lograran sumar el 55% de las emisiones de carbono
producidas por los países desarrollados.
Convenio de Estocolmo
El Convenio de Estocolmo sobre contaminantes orgánicos
persistentes (COP) es un acuerdo multilateral que, bajo los
auspicios del Programa de las Naciones Unidas para el Medio
Ambiente (PNUMA), tiene como objetivo adoptar medidas de
control para eliminar la producción, utilización, exportación e
importación de los COP del anexo A, y restringir la producción y
utilización de los productos químicos incluidos en el anexo B (como
por ejemplo el DDT).
Dicho Convenio establece como tipos de COP: los intencionales
(art. 3) y los no intencionales (art. 6). Se aplica a 12 COP
prioritarios (conocidos como la docena sucia) y 9
incorporados, aunque se pueden añadir nuevos COP (art. 8 y
anexos D, E y F).
Los COP, a causa de sus características tóxicas, su gran persistencia
ambiental, su capacidad de bioacumularse en las cadenas
alimentarias y de trasladarse a grandes distancias, se convierten en
un problema mundial para la humanidad por las características
antes mencionadas, lo que afecta en gran medida a los ecosistemas
y a la vida de la fauna y la flora, ya que se introducen en la cadena
alimentaria y por consiguiente en el organismo humano.
El Convenio sobre COP se firmó en Estocolmo, Suecia, el 23 de mayo de 2001 (con la firma de
más de 120 países, entre los que se encuentran todos los Estados miembros de la Unión
Europea) y entró en vigor el 17 de mayo de 2004, después de cumplir la condición necesaria
de ser ratificado, como mínimo, por 50 países. A partir de esa fecha los gobernantes contaban
con 2 años para elaborar un plan nacional de aplicación, con el fin de aplicar todas las medidas
establecidas en el Convenio que, entre otras, son:
•La prohibición de producción, uso, comercialización, exportación e importación de los COP
intencionales establecidos por el Convenio;
•La minimización de las emisiones de COP no intencionales (dioxinas, furanos, PCB, HCB)
utilizando las mejores técnicas disponibles (MTD), las mejores prácticas ambientales (MPA) y
promoviendo productos o procesos alternativos;
•La destrucción o gestión ambiental racional de existencias, productos o residuos de COP;
•El Convenio establece que la cooperación entre todos los actores implicados y la sensibilización
y participación públicas son de vital importancia para su aplicación real y efectiva.
Convenio de Basilea
El Convenio de Basilea sobre el Control de los Movimientos
Transfronterizos de los Desechos Peligrosos y su Eliminación fue
adoptado en respuesta a fuertes protestas públicas en los años 80,
tras el descubrimiento de depósitos de desechos tóxicos en países
en vía de desarrollo provenientes del extranjero. El convenio, en
vigor desde mayo de 1992, busca proteger la salud de las personas
y el medio ambiente frente a los efectos perjudiciales de los
desechos peligrosos. Las disposiciones del Convenio giran en torno a
la disminución de la generación de desechos peligrosos y la
promoción de la gestión ambientalmente racional de los desechos
peligrosos, la restricción de los movimientos transfronterizos de
desechos peligrosos, y la aplicación de un sistema regulatorio para
los movimientos permisibles de desechos peligrosos.
En el marco del Convenio, se entiende por “desecho peligroso” a aquellos que
pertenezcan a cualquiera de las categorías enumeradas en su Anexo I, a menos que no
tengan ninguna de las características descritas en el Anexo III; y a los desechos no
incluidos en los términos del Convenio, pero definidos o considerados peligrosos por la
legislación interna de la Parte que sea Estado de exportación, importación o de tránsito.
Por otro lado, el Anexo II del Convenio de Basilea determina los desechos que
requieren una consideración especial (“otros desechos”).
Convenio Internacional de especies
amenazadas de fauna y flora silvestre
(Cites )
La CITES (Convención sobre el Comercio Internacional de
Especies Amenazadas de Fauna y Flora Silvestres) es un acuerdo
internacional concertado entre los gobiernos. Tiene por finalidad
velar por que el comercio internacional de especímenes de
animales y plantas silvestres no constituye una amenaza para la
supervivencia de las especies.
A mediados del siglo XX, los gobiernos comenzaron a reconocer
que el comercio de algunos animales y plantas silvestres tenía
un impacto devastador en esas especies. Dichas especies
estaban siendo orilladas a la extinción debido a su insostenible
uso para la generación de alimentos, combustible,
medicamentos y otros fines.

Sin embargo, pese a que algunos de los gobiernos podían


controlar lo que sucedía dentro de sus fronteras, no tenían una
manera de hacer frente a los impactos del comercio
internacional de estas especies. En 1973, 21 países abordaron
este tema mediante la firma del acuerdo CITES.
Impactos en la conservación
CITES continúa siendo una de las piedras angulares de la conservación internacional. Actualmente hay 184
Partes miembros y el comercio está regulado para más de 38,000 especies. Los representantes de las
naciones que conforman CITES se reúnen cada dos o tres años en una Conferencia de las Partes (CoP) para
revisar los avances y actualizar las listas de especies protegidas, las cuales se agrupan en tres categorías con
diferentes niveles de protección:

Apéndice I: Incluye las plantas y animales más amenazados del mundo, como tigres y gorilas. El comercio
internacional de estas especies, o incluso partes de ellas, está completamente prohibido, excepto en casos
excepcionales como aquellos relacionados con la investigación científica.
Apéndice II: Contiene especies como los corales que aún no están en peligro de extinción pero que podrían
verse amenazados si se permitiera el comercio ilimitado. También se incluyen especies “similares” que se
parecen mucho a las que ya están en la lista por razones de conservación. Las plantas y los animales de esta
categoría pueden comercializarse internacionalmente pero existen normas estrictas.
Apéndice III: Las especies cuyo comercio solo está regulado dentro de un país específico se pueden colocar en
el Apéndice III, si ese país requiere la cooperación de otras naciones para ayudar a prevenir la explotación.
CITES también reúne a los agentes y autoridades de agencias de vida silvestre, parques nacionales, aduanas y
agencias de policía para colaborar en los esfuerzos para combatir los delitos contra la vida silvestre cuyo
blanco son animales como elefantes y rinocerontes.

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