1878 Jan Łukasiewicz

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JAN ŁUKASIEWICZ (1878) Ucrania

Elementos creativos en la ciencia* Tanto los científicos como los profanos piensan muchas veces
que lo que la ciencia persigue es la verdad, y entienden la verdad como el acuerdo entre el
pensamiento y lo que existe. De ahí que consideren que la tarea del científico consiste en
reproducir hechos mediante juicios verdaderos, de igual modo que una placa fotográfica
reproduce luces y sombras y un fonógrafo reproduce sonidos. El poeta, el pintor y el compositor
trabajan creativamente; el científico no crea nada: simplemente, descubre la verdad.
Este nudo de ideas, a la vez que suscita en el científico un sentimiento de injustificada arrogancia,
lleva al artista a tomarse la ciencia a la ligera. Tales puntos de vista han abierto un vacío entre
ciencia y arte, y en ese vacío ha desaparecido la comprensión de esa inapreciable cualidad que
es el elemento creativo en la ciencia. Cortemos este nudo de ideas con la espada del espíritu
crítico lógico. 1. No todos los juicios verdaderos son verdades científicas. Hay verdades que son
demasiado fútiles como para formar parte de la ciencia. La mente humana, cuando está
produciendo ciencia, no persigue la omnisciencia. Si así fuera, tendríamos que ocuparnos hasta
de las verdades más fútiles. 2. Puesto que no es cierto que todos los juicios verdaderos formen
parte de la ciencia, algún otro valor habrá, además de su verdad, que confiere a determinados
juicios el rango de verdades científicas. Esos hechos quedan reflejados en juicios generales, y
sólo tales juicios forman parte de la ciencia. Sin embargo, la generalidad no es ni una
característica necesaria ni una característica suficiente de las verdades científicas. No es
necesaria: porque podemos no eliminar de la ciencia los juicios singulares. Sin juicios singulares,
la historia dejaría de existir como ciencia, y la ciencia natural se vería reducida a retazos de teoría.
La generalidad no es una característica suficiente de las verdades científicas. 3. Hoy en día, los
científicos se sienten más inclinados a ver en la generalidad un valor práctico. Los juicios
generales, al definir las condiciones bajo las cuales tienen lugar los fenómenos, hacen posible
pronosticar el futuro, provocar fenómenos útiles y evitar que se produzcan los dañinos. De aquí
procede la concepción según la cual las verdades científicas son juicios valiosos para la práctica,
reglas de la acción eficaz7. Pero el valor práctico no es, tampoco, ni una propiedad suficiente ni
una propiedad necesaria de las verdades científicas. Los que quieren convertir a la ciencia en una
sierva de las necesidades cotidianas tienen una baja opinión de la ciencia. 4. El asombro es un
estado psicológico de naturaleza a la vez intelectual y emocional. Hay otros estados semejantes a
él, como pueden ser la curiosidad, el temor a lo desconocido, la incredulidad, la incertidumbre.
Hasta ahora no han sido estudiados de una manera completa, pero basta con un análisis sumario
para percatarse de que todos ellos conllevan, junto a factores emocionales, un elemento
intelectual que no es sino un deseo de conocimiento. Este deseo se refiere a hechos que son
importantes para algunos individuos o para todos los hombres. La ciencia no tiene que ver con los
deseos de ciertos individuos; investiga aquello que puede despertar deseo de conocimiento en
todo hombre. Si lo que acabamos de decir es cierto, entonces el valor adicional, además de la
verdad, que todo juicio debe poseer para pertenecer a la ciencia puede definirse como la
capacidad de despertar, o de satisfacer, directa o indirectamente, necesidades intelectuales
comunes a toda la humanidad, es decir, necesidades que todo hombre con un cierto grado de
desarrollo intelectual puede sentir. 5. Mientras que el arte partió de un anhelo de belleza, la
ciencia se formó en una búsqueda del conocimiento. Pretender encontrar los objetivos de la
ciencia fuera de la esfera del intelecto es un error tan grosero como restringir el arte mediante
consideraciones de utilidad. Las consignas «la ciencia por la ciencia» y «el arte por el arte» son
igualmente legítimas. 6. Toda necesidad intelectual que no puede satisfacerse inmediatamente de
una manera empírica da lugar al razonamiento. La explicación, la inferencia, la demostración y la
verificación son tipos de razonamiento12. 7. Toda síntesis de juicios incluye como factor necesario
la relación formal de consecuencia. El silogismo «Si todo S es M, y todo M es P, entonces todo S
es P», es el ejemplo más corriente, aunque no el único, de juicios conectados por medio de esa
relación lógica. La transición de la razón a la consecuencia determina la dirección de la relación de
consecuencia. El razonamiento que parte de razones y busca consecuencias recibe el nombre de
deducción; el que parte de consecuencias y busca razone recibe el nombre de reducción. En el
caso de la deducción la dirección del razonamiento está de acuerdo con la de la relación de
consecuencia; en la reducción, ambas direcciones son contrarias. El razonamiento deductivo
puede ser o bien una inferencia o bien una verificación, y el razonamiento reductivo puede
presentarse como una explicación o como una demostración. Si a partir de juicios fidedignos
deducimos una consecuencia, estamos infi‐riendo; si buscamos razones para determinados juicios
fidedignos estamos explicando.
Si buscamos juicios fidedignos que sean consecuencias de determinados juicios no fidedignos,
estamos verificando; si buscamos juicios fidedignos de los que determinados juicios no fidedignos
sean consecuencias estamos demostrando. 8. Hay un elemento creativo en todo razonamiento;
donde se manifiesta con más fuerza es en la explicación. 9. Tal es el papel de la experiencia en
toda teoría de la ciencia natural: servir de estímulo a ideas creativas y proporcionar materiales
para su verificación. 10. Otro tipo de explicación consiste en la formulación de hipótesis.
Formular una hipótesis significa asumir la existencia de un hecho, no confirmado empíricamente,
con vistas a deducir de un juicio acerca de ese hecho que aparece como su razón parcial un juicio
fidedigno dado como consecuencia. 11. La realidad excluye la posibilidad. La posibilidad está
presente también en las formas de los juicios. Esta ciencia es un ámbito de pura actividad mental.
12. La lógica da lugar a las matemáticas. 13. Sólo un enunciado singular acerca de un hecho que
está directamente dado en la experiencia, puede ser un juicio puramente reproductivo.
14. En la ciencia hay que distinguir dos tipos de juicios: de algunos se supone que reproducen
hechos dados en la experiencia; los otros están producidos por la mente humana. Los juicios del
primer tipo son verdaderos, porque la verdad consiste en el acuerdo entre el pensamiento y lo que
existe. ¿Son también verdaderos los juicios del segundo tipo? No podemos afirmar
categóricamente que sean falsos. Lo que la mente humana ha producido no tiene por qué ser
necesariamente una fantasía. Pero tampoco estamos autorizados a considerarlos como
verdaderos, porque normalmente no sabemos si tienen su correspondencia en lo que realmente
existe. Estamos viviendo un período de afanosa recolección de hechos. Fundamos museos de
ciencia natural y hacemos herbolarios. Confeccionamos listas de las estrellas y trazamos mapas
de la Luna. Medimos, computamos y recolectamos datos estadísticos. Acumulamos artefactos
procedentes de civilizaciones prehistóricas y especímenes de arte popular. Exploramos tumbas
antiguas en busca de nuevos papiros. Publicamos fuentes históricas y damos listas bibliográficas.
Nos gustaría preservar de la destrucción todo fragmento de papel impreso. Todo esto es un
trabajo valioso y necesario. Pero una colección de hechos no es todavía ciencia. Un verdadero
científico es el que sabe cómo trabar los hechos para formar síntesis. Para hacer esto no basta
con adquirir el conocimiento de los hechos; es también necesario aportar pensamiento creativo.
En esta lección de despedida quiero ofrecer una síntesis de mí trabajo investigador, basada en
confesiones autobiográficas. Quiero describir el fondo emocional sobre el que se han ido
desarrollando mis puntos de vista. Todos los hechos formulados en palabras están, por primitivos
que sean, interpretados por el hombre. Un «hecho crudo», intocado por la mente humana, se
antoja un concepto limite. En cualquier caso, tenemos la sensación de que la capacidad creativa
de la mente humana no es ilimitada. Un problema lógico se convierte aquí en una cuestión
ontológica relativa a la estructura del universo. ¿Está todo lo que sucede en el universo
determinado por siglos, o hay ciertos hechos futuros que hoy no están todavía determinados?
¿Existe en el universo una esfera de contingencia, o está todo inevitablemente gobernado por la
necesidad? Y, en el caso de que esta esfera de contingencia exista, ¿ha de buscarse sólo en el
futuro, o se puede encontrar también en el pasado? Estas son cuestiones a las que resulta muy
difícil contestar. El único punto sería verificar los supuestos ontológicos que subyacen a la lógica,
y pienso que actúo de acuerdo con los métodos universalmente adoptados en la ciencia natural al
intentar verificar las consecuencias de estos supuestos a la luz de los hechos. Al concluir estas
observaciones, me gustaría esbozar una imagen que está conectada con las intuiciones más
profundas que siempre experimento ante la logística. Esa imagen arrojará quizá mayor luz sobre
el auténtico trasfondo de esa disciplina, al menos en mi caso, que cualquier descripción
discursiva. Hela aquí: cada vez que me ocupo de un problema logístico, por insignificante que sea
—por ejemplo, cuando busco el axioma más corto del cálculo proposicional implicacional— tengo
siempre la impresión de que estoy frente a una estructura poderosa, dotada de la máxima
coherencia y resistencia. Siento esa estructura como si fuera un objeto concreto, tangible, hecho
del más duro metal, cien veces más fuerte que el acero y que el hormigón. Nada puedo cambiar
en ello; no estoy creando nada por mi voluntad, sino que mediante un trabajo tenaz descubro
constantemente en ello nuevos detalles y llego a verdades inconmovibles y eternas.
¿Dónde está y qué es esa estructura ideal? ¿Dónde está y qué es esa estructura ideal?
La historia es un inmenso tejido de hipótesis que, por medio de juicios generales, extraídos, en la
mayoría de los casos, de la experiencia, explican empíricamente determinados datos, tales como
monumentos históricos, documentos, instituciones y costumbres que existen ahora.

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