Tarea Trabajo Social Juridico

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¿Por qué es importante que el trabajador social conozca los fundamentos jurídicos

de su trabajo?

Como es bien sabido, el mundo moderno atraviesa por diversos cambios sociales,
políticos, normativos e institucionales que inciden en las perspectivas y formas en
que se adecúa el trabajo social a los nuevos problemas.

Quienes aplican las normas en los contextos jurídicos requieren de articular saberes
científicos y disciplinares; esto produce tensión entre la contradicción y la
complementariedad que experimentan los especialistas que intervienen en dichos
contextos y que, a la vez, suman sus conocimientos para construir una nueva
cuestión sociojurídica que dé soporte y aprendizaje a quienes se forman en ella, por
ejemplo, a los y las trabajadoras sociales. La necesidad de interacción de las
disciplinas surge a partir de las complejas situaciones individuales, familiares y
sociales para cuya comprensión y posterior formulación de estrategias de
intervención son necesarios los aportes de diversas disciplinas y de esta forma
llevar a cabo el trabajo colaborativo e interdisciplinar, evitando caer en la
jerarquización de las disciplinas (Alday, M., N. Ramljak y G. Nicolini, 2012).

Por otra parte, M. J. Mateos y L. Ponce señalan que el acceso a la justicia es un


derecho fundamental en sí mismo y también un requisito indispensable para
proteger y promover todos los demás derechos humanos. En este sentido, los y las
profesionales del trabajo social tienen el deber de contribuir a la toma de decisiones
jurídicas, haciendo una conexión con la realidad de las personas quienes en algún
momento de sus vidas precisan de una intervención judicial que garantice sus
derechos o el ejercicio de sus obligaciones en beneficio de otros aspectos (Mateos,
M. y L. Ponce, 2016).

Las nociones de derecho, justicia y equidad deben ser el eje de la actuación


profesional del trabajo social. Para ello, se requiere de privilegiar “lo social” a fin de
conocer a profundidad las circunstancias subjetivas y contextuales de los sujetos,
incorporando el concepto de ciudadanía y dignidad de las personas con las que
interviene, aportando sus conocimientos a las instancias jurídicas de las que forma
parte, de tal manera que se constituya en un profesional que contribuye a la justicia
y no solo haciendo funciones de control y vigilancia. Esto implica ampliar el
repertorio conceptual y metodológico en el contexto de las exigencias
constitucionales y legislativas de cada país, modificando la visión moralista y
vigilante con que en etapas anteriores se posicionaba al trabajador social.

En este sentido, el trabajo social sociojurídico en la actualidad se presenta como


una especialidad del trabajo social en permanente evolución, en un esfuerzo por
responder a la necesidad de instaurar el respeto a los derechos humanos y el
empoderamiento de la ciudadanía como nuevos escenarios en los cuales aquél
debe desenvolverse (Alvarado, S. y E. Alvarado, 2018). La inclusión de los
trabajadores sociales en este ámbito tiene como objetivo colaborar para brindar una
administración de justicia que dé respuesta eficaz a los diferentes problemas que
presentan las familias y los individuos. La construcción del espacio profesional es
posible con un accionar comprometido y responsable que se basa en los propios
saberes de la disciplina (Torres, T. y C. Pérez, 2013), por lo que la perspectiva
sociojurídica debe surgir de un diálogo entre las esferas de la intervención social del
trabajo social basado en las perspectivas teóricas provenientes de la teoría social y
de la teoría jurídica (Aguayo, C., 2007; Ponce de León, A., 2014).
Según puede verse hasta aquí, la disciplina de trabajo social como promotora del
cambio y la justicia social, así como mediadora en la resolución de problemas de
las relaciones humanas y del bienestar comunitario, requiere, entre otros
conocimientos, poseer un referente sociojurídico que le permita una intervención
más eficiente. La búsqueda del bien común y del bienestar social convergen en el
derecho y en el trabajo social (Mendoza, H. y M. Cabello, 2016). Queda claro que
no se debe formar al trabajador(a) social para litigar asuntos en los tribunales,
pero sí en el conocimiento profundo de la ciencia y el arte del derecho y su
relación con el quehacer del trabajador social, y donde ambos convergen en la
defensa de la dignidad humana. Se requiere además fijar una posición respecto de
las nociones de justicia y derecho con que los trabajadores sociales desempeñan
su quehacer, pues al fijar una posición implica considerar al sujeto de la
intervención en este ámbito como un ciudadano con derechos.

Corresponde también al trabajo social profundizar en la judicialización de la vida


cotidiana, en la búsqueda de los mecanismos alternos que permitan aportar un
apoyo más eficiente a los excluidos del ‘todo social’, lo cual remite a la construcción
de posibles respuestas ante los conflictos apelando a instancias jurídicas,
ofreciendo instalar en este escenario la comprensión acerca de las posibilidades
que la profesión brinda para una lectura integradora de los conflictos.

De acuerdo a los anteriores planteamientos, la disciplina se orienta a la defensa de


derechos ciudadanos ampliando la visión del área jurídica que por su naturaleza
misma se fundamenta en un derecho positivo basado en la evidencia, lineal e
impositivo. Entonces es labor del trabajo social ofrecer miradas socioculturales que
permitan abrir los márgenes de la impartición de justicia, promoviendo la ampliación
de las visiones, muchas veces complejas, que pretende instalar la ley, acentuando
así una administración de justicia más equitativa. Pues muchas veces el saber
burocrático que imprime un criterio de verdad, la jerarquía de saberes,
sistematicidad y rigidez procedimental que no coinciden con la dinámica social,
sumado a la coexistencia de normas jurídicas contradictorias, hacen que la
administración de justicia se torne en un proceso complejo.

Ante este panorama, el trabajo social debe incitar a la utilización de mecanismos


alternativos que hagan el acceso a la justicia un proceso más profundo, ágil y
equitativo. Es así que Immamoto (2008, citado en Torres, M. y C. Pérez, 2013)
señala que en el ámbito judicial se debe deconstruir, construir y reconstruir la
situación que llevó a la intervención en dicho ámbito desde un proceso sociocultural
que permita el intercambio con otros agentes encargados de impartir la justicia.
Desde esta perspectiva, las estrategias metodológicas remiten al empleo de un
paradigma sociocrítico dentro del cual se utilizan técnicas como la observación
participante, las entrevistas a profundidad, los relatos de vida, las autobiografías y
demás técnicas que permitan la elaboración de discursos descriptivos de la
situación de los sujetos, lo cual aporta una visión integral en el ámbito jurídico, desde
su deconstrucción de la situación y su propuesta de reconstrucción, que permita el
reconocimiento y defensa de los derechos cuando son quebrantados.

Ante este panorama, las intervenciones profesionales de trabajo social en


escenarios vinculados al derecho son amplias y diversas. Los y las trabajadoras
sociales en el contexto sociojurídico inciden en ámbitos como la protección infantil,
juicios de incapacidad, juicios familiares, internamientos de menores, la adopción,
la tu-tela de menores, la delincuencia juvenil, problemas legales con el uso de
sustancias, violencia intrafamiliar, de pareja y abuso de menores, divorcio y
protección de bienes y propiedad en la vejez, entre otros temas de importancia
sociojurídica, los cuales han estado ligados principalmente al derecho familiar y la
gestión de recursos. No obstante, las condiciones sociales que imperan en el mundo
de hoy conllevan importantes retos disciplinares que de ser asumidos responsable
y éticamente lograrán que se supere la visión del trabajador (a) social como policía
del orden público.
Los nuevos escenarios de intervención para los y las trabajadoras sociales
demandan su intervención en el terreno de lo sociofamiliar, en los servicios de
atención y protección de víctimas y testigos protegidos, atención de personas en
situación de riesgo, análisis de reparación de daños causados por los delitos,
peritaje forense y análisis de capacidades jurídicas de personas; además de
intervenciones dirigidas a la sociogénesis de las problemáticas de la víctima y del
sujeto actor del delito, representando aún un campo poco explorado por los
profesionales.

Estas nuevas reformas de los sistemas jurídicos amplían la perspectiva para el


trabajo social, ya que se fundamentan en principios como la participación, la
transparencia y el respeto a los derechos fundamentales de las personas
involucradas en algún conflicto y la no discriminación motivada por origen étnico o
nacional, género, edad, discapacidad, condición social o de salud, religión, opinión,
preferencia sexual, estado civil o cualquier otra que atente contra la dignidad
humana y tenga por objeto anular o menoscabar los derechos y las libertades de
las personas igualdad ante la ley e igualdad de trato. Es así que este nuevo sistema
encuentra en el trabajo social un coadyuvante jurídico que le ayude a hacer más
dinámicos, garantes y trasparentes los procedimientos de impartición de justicia.

Para finalizar,, es necesario que el trabajador social cuente con un repertorio


conceptual y metodológico en el contexto de las exigencias constitucionales y
legislativas de cada país y del continente para responder a los requerimientos en
términos de peritaje social, estudio sociofamiliar, mediación y conciliación familiar,
acogimiento familiar, custodia compartida, movilidad social, entre otros temas de
índole sociojurídica. En este sentido, es relevante que los profesionales insertos en
este campo com¬prendan la función social del derecho y se encuentren capacitados
en el arbitraje, en la valoración social fundada y en una intervención restitutiva ante
daños como promotora de derechos. Importante para que, mínimamente, sea
también un orientador efectivo en la búsqueda de soluciones ante los conflictos.

Bibliografía

Alday, M., N. Ramljak y G. Nicolini, 2012.

Mateos, M. y L. Ponce, 2016.

Alvarado, S. y E. Alvarado, 2018.

Torres, T. y C. Pérez, 2013.

Aguayo, C., 2007; Ponce de León, A., 2014).

Mendoza, H. y M. Cabello, 2016

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