Climatologia Alarcon Luis

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ARQ. CARLOS ROMERO FAADU COND.

AMBIENTALES “D” 2021

“CLIMATOLOGIA”
CONDICIONES
AMBIENTALES “D”
ARQ. CARLOS ROMERO
UNIV. LUIS EDUARDH
ALARCON ARANDA
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ARQ. CARLOS ROMERO FAADU COND. AMBIENTALES “D” 2021

¿QUÉ ES LA CLIMATOLOGÍA?

La climatología es la ciencia que estudia los climas de la Tierra y las relaciones


entre ellos. En otras palabras, se puede decir que es una parte de la Física que
estudia los fenómenos que se producen en la atmósfera terrestre. La mayor parte
de nosotros, cuando hablamos de la climatología, nos referimos a ella como “el
tiempo”. Sin embargo, la climatología nos proporciona respuestas de mucho
mayor alcance. No sólo abarca el estudio predictivo del tiempo, sino que trata de
averiguar cuáles son las causas que desencadenan estos fenómenos, tratando
de establecer modelos que permitan predecirlo y prevenir sus posibles
consecuencias adversas para la humanidad.

El clima es algo que nos ha preocupado desde la antigüedad. Del clima dependían
las migraciones de los animales, el crecimiento de los frutos y más tarde, la buena
marcha de las cosechas. Por ello, desde la época de las cavernas el hombre se
ha preocupado por el medio que le rodeaba y los cambios que éste sufría. Sin
embargo, en aquellos primeros tiempos, el conocimiento del medio era más
práctico e instintivo que sistemático. No es hasta la época de Aristóteles (384 –
322 AC) en que encontramos referencias explícitas a algún estudio sobre la
atmósfera y sus fenómenos, un primer paso para comenzar a sistematizar el
estudio del clima del planeta. A partir de entonces, los estudios sobre el clima y
sus fenómenos comienzan a hacerse más regulares: en el año 230 AC ya se
conocía la existencia de los tres estados del agua hielo, líquido y vapor se había
comenzado a establecer una relación entre ellos.

Sin embargo, la atmósfera en su conjunto no se comenzó a estudiar real-


mente hasta el siglo XVII. No fue hasta ese siglo cuando se estableció una
primera clasificación de las nubes, y desde hace relativamente muy poco
tiempo que se puede responder preguntas, como por ejemplo, por qué llueve.
Por lo tanto, la climatología, como la meteorología, es una ciencia
relativamente joven.

El avance de la climatología tiene una estrecha relación con el desarrollo de la


tecnología. La posibilidad de disponer de instrumentos de medida para el clima
facilitó el desarrollo de las investigaciones en este sentido. El primer
“instrumento” desarrollado fue el método experimental, que Galileo Galilei
(1564 – 1642) utilizó como base para los experimentos que sobre el medio
natural estaba realizando. Sin este método científico, prácticamente ninguna
de las ciencias que hoy día conocemos se habría desarrollado hasta este

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punto. En este método científico se basan prácticamente todas las


investigaciones llevadas a cabo desde entonces.

El método científico y la climatología.

En primer lugar, el método científico, se basa en la formulación de hipó- tesis


y en la recopilación de pruebas objetivas que traten de probar la veracidad de
tales hipótesis establecidas previamente. El método científico puede dividirse
a grandes rasgos en varios pasos:

a. Observar el medio natural.


b. Hacerse una pregunta sobre el comportamiento del medio.
c. Formular una hipótesis y derivar de ella predicciones que puedan ser
demostradas.
d. Planear un experimento que pueda verificar esa hipótesis.
e. Analizar los datos obtenidos de ese experimento. Si los datos coinciden con
las derivaciones de la hipótesis, se podrá decir que ésta funciona y es válida
en ese contexto.
f. A partir de esa hipótesis demostrada, elaborar una Teoría.
g. Nuevamente acudir a la Naturaleza para contrastarla.
h. Si la Teoría se cumple y demuestra, a partir de ella se formulará una Ley,
que tratará de describir el fenómeno.

Antes de Galileo, la mayor parte de los experimentos no seguían este orden de


pensamiento, sino que se basaban en la observación del medio y emisión de
teorías, sin mayor comprobación posterior de éstas. La novedad que trajo consigo
el método científico fue que se trabajaba con hipótesis que debían ser
demostradas. Todo ello supuso un gran avance para la climatología como ciencia,
puesto que se empezó a observar el cielo y a afirmar expresiones, hoy en día tan
comunes como “parece que va a llover”. También se empezaron a realizar, por
ejemplo, entre muchas otras, comprobaciones sistemáticas sobre los tipos de
nubes y su relación con la presión atmosférica.

Diferencias entre tiempo y clima.

Recordemos del capítulo 1 que los conceptos de tiempo y clima, hacen referencia
a escalas temporales diferentes. El tiempo se define como el estado de la
atmósfera en un determinado momento. Se toman en cuenta la humedad, la
temperatura, la presión, precipitación, vientos, etc. en un determinado lugar y
momento. El comportamiento del tiempo atmosférico cambia con el paso de las

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horas y los días, pero tienden a repetirse tipos de tiempo atmosférico similares en
ciclos anuales y en las mismas fechas aproximadamente. A esa repetición anual
de tipos de tiempo es a lo que llamamos clima. El clima es, pues, la sucesión de
tipos de tiempo que tienden a repetirse con regularidad en ciclos anuales.

Cuando una ciudad, campo, ladera, etc., tiene un clima diferenciado del resto del
clima de su zona, decimos que es un topo clima. Además, llamamos microclima
al que se produce en un espacio reducido y determinado, y que no se puede dividir
a su vez en varios tipos menores de climas, como el que hay en una habitación,
debajo de un árbol o en una determinada esquina de una calle.

El clima tiende a ser regular en períodos de tiempo muy largo, incluso


geológico, lo que permite el desarrollo de una determinada vegetación, y un
suelo perfectamente equilibrado nos permite hablar de suelos climáticos. De
ahí que exista una estrecha relación entre el tipo de clima de una zona y el tipo
de vegetación que crece en ella, hasta el punto de que en muchas ocasiones
se utiliza esta vegetación característica como marcador para determinar si una
zona pertenece a uno u otro tipo de clima. Pero, en períodos de tiempo
geológicos, el clima también cambia de forma natural, los tipos de tiempo se
modifican y se pasa de un clima a otro en la misma zona. De ahí que zonas
que en la actualidad aparezcan como desérticas y secas, puedan haber
albergado espesa y frondosa vegetación en anteriores épocas geológicas. Por
ello, y debido a que estos cambios no siempre son excesivamente largos, se
considera que es necesario estudiar una zona durante un tiempo relativamente
largo (un mínimo de 30 años) antes de juzgar qué tipo de clima tiene.

Climogramas.

El tiempo y el clima tienen lugar en la atmósfera del planeta. El estudio de


esta atmósfera es por tanto fundamental como base para definir el clima. Las
observaciones de temperatura, precipitaciones, humedad y tipo de tiempo
atmosférico se recogen en las estaciones meteorológicas. Con estos datos se
elaboran tablas cuyos resultados se representan en gráficos, llamados
climogramas, que tratan de reflejar como esas variables han cambiado a lo
largo del año, o a lo largo de varios años. La figura donde se observa la
variación mensual de t e m p e r a t u r a promedio, en grados Celsius, con la línea
y de precipitación promedio, en milímetros, con las barras verticales.

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La variabilidad del clima tiene su origen, en las especiales condiciones de la Tierra


respecto al Sol. El clima es el resultado de un sistema circulatorio a escala
planetaria: la radiación que llega desde el Sol a la Tierra, produce el calentamiento
de la masa de aire que rodea al planeta. Este calor está intercambiándose
continuamente con el calor de las masas de agua y de tierra, enfriándose y
calentándose en un equilibrio dinámico. Puesto que la radiación del Sol no llega
por igual a toda la superficie del planeta, el calentamiento que estas masas sufren
no es igual en todo el globo. Las masas de aire frío desplazan a las calientes,
y viceversa, creando un continuo flujo de calor y de movimiento en el aire, el agua
y sobre la tierra.

Los factores que influyen en este equilibrio no son sin embargo tan simples:
además de la radiación solar, la propia vida en la Tierra también genera su propio
calor, y muchas otras fuerzas actúan sobre éstas masas de aire, agua y tierra,
que además interactúan entre sí y con los seres vivos, creando un sistema muy
complejo, que la climatología trata de entender y predecir. La climatología es por
tanto una ciencia en la que los resultados nunca serán estables y pueden y deben
variar a lo largo del tiempo. Los mapas climáticos establecidos hace 50 años no
tienen por qué seguir siendo idénticos a los que se elaboran en la actualidad.
Los primeros estudios e instrumentos.

A comienzos del siglo XX, el climatólogo y botánico alemán Wladimir Köppen


(1846 – 1940) le dio una nueva estructura a la ciencia de la climatología,
cuando presentó una clasificación por zonas climáticas del mundo basándose
en los diversos tipos de vegetación que en ellas se encuentran. Esta
descripción empírica del clima ha sido mejorada continuamente y aunque ha
sido fuertemente criticada, sigue siendo hasta hoy uno de los métodos más
conocidos de clasificación del clima.

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Pero el mayor reto con el que se enfrentaron los primeros científicos que
estudiaron el tema de la climatología fue obtener datos de la propia atmósfera,
datos de los principales parámetros climáticos. Gracias al desarrollo de los
globos sonda, esto comenzó a ser posible, aunque tenían el inconveniente de
que no se podía disponer de los datos en tiempo real. Posteriormente, con el
uso de la radiotelegrafía se solucionó ese problema, permitiendo una fineza y
flexibilidad mucho mayor en los experimentos. Además, el desarrollo de la
aviación permitió el registro de datos mucho más precisos y de forma directa.
En la actualidad, el uso de radiosondas y estaciones meteorológicas locales
es fundamental, pero se cuenta también con los satélites y radares
meteorológicos que aportan importantes datos para el estudio de estos
fenómenos.

FACTORES QUE DETERMINAN EL CLIMA.

La existencia de varios climas diferentes en la Tierra es posible debido a una


serie de factores que van a afectar a las condiciones de temperatura,
humedad, presión, viento, precipitación, etc.

Factores geográficos.

La geografía de una zona, su posición respecto al mar o la latitud, va a definir en


parte la existencia de un determinado tipo de clima. Son factores preponderantes
en la zonificación climática la latitud, la altura y la ubicación. Todos ellos son
factores intrínsecos de cada zona, por ejemplo puede variar el tipo de lluvias o
cambiar el grado de humedad, pero no se puede variar la latitud donde está situada
una zona geográfica.
a. Latitud.
Como la radiación solar controla los regímenes térmicos de un lugar, dependiendo
de a que distancia esté una zona geográfica del ecuador por un lado y de los polos
por otro, esto es de la latitud, recibirá mayor o menor radiación del Sol, y esta
radiación variará en mayor o menor medida con el paso de las estaciones del año.

b. Altura.
La altura sobre el nivel del mar es otro de los factores influyentes en el clima. La
altitud va a influir en el menor o mayor calentamiento de las masas de aire. A nivel
del mar, se tienen las temperaturas más altas, y a medida que se asciende en

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altitud en la atmósfera libre, la temperatura va disminuyendo. Pero la variación de


temperatura en las zonas terrestres de altura es diferente a la de la atmósfera libre.

c. Ubicación.
La ubicación geográfica de la zona es también importante, entre estas, la más
significativa es la proximidad o lejanía al mar. Las aguas del mar se enfrían y
calientan más lentamente que las masas de tierra, de forma que el mar contribuye
a mantener estable la temperatura a su alrededor, haciendo que las oscilaciones
térmicas en las zonas costeras sean meno- res que en el interior de los
continentes. Además, dependiendo de los vientos y la geografía de la zona, el
mar puede proporcionar humedad al área que lo rodea.

Factores ambientales.

Además de los factores que dependen de la geografía de cada zona, existen


los factores ambientales, más variables, que van a contribuir a determinar el
tipo de clima de la zona. Estos factores deben ser medidos cuidadosamente a
lo largo de los años, para determinar cual es la tendencia general del clima,
evitando variaciones puntuales que pudieran hacer que los datos obtenidos
fueran engañosos. Por ello, se recogen a lo largo de no menos de 30 años
en las estaciones meteorológicas, los datos de los diferentes factores
climáticos: temperatura, humedad, presión atmosférica, vientos y
precipitaciones.

a. Temperatura.
Generalmente interesan el promedio y sus oscilaciones, es decir, por un lado
se determina cual es la temperatura media de una zona durante un
margen de tiempo determinado (diario, mensual, estacional, anual, etc.) y por
otro, el margen de temperaturas entre las que oscila, esto es, la diferencia
entre las temperaturas máximas y mínimas, llamada amplitud térmica. Un
promedio de 18 grados Celsius, puede deberse a un clima primaveral eterno,
como en Iquique, o a que la mitad del año estamos a 6 grados y el resto del
año a 30, como en Chillán. De ahí que la oscilación o amplitud de temperaturas
sea casi más importante a la hora de determinar un tipo de clima, que la
temperatura media de la zona.

b. Humedad.
Otro parámetro para determinar un clima es la humedad. Depende, por
supuesto, de la evaporación que a su vez es función de la temperatura (y esta
última dependiente de la radiación solar), de la abundancia y frecuencia de las

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precipitaciones, pero también de los vientos existentes y la dirección de las


masas de aire en movimiento.

c. Presión atmosférica.
Aunque sus variaciones son imperceptibles en superficie, es una variable
fundamental. El aire de la atmósfera no es totalmente homogéneo, existen las
masas de aire, generadas por las distintas condiciones de humedad,
temperatura y vientos. Cada masa de aire tendrá unas condiciones especiales
(masas de aire frío, de aire caliente, con mayor o menor humedad).
Dependiendo de la densidad de esas masas, ejercerán una presión distinta
sobre la atmósfera que las rodea, generando las diferencias de presión.

d. Viento.
Se llama viento al movimiento del aire producido por las variaciones de presión,
es otra variable climática básica. Para fines climáticos interesa
fundamentalmente describir las direcciones predominantes en la región de
estudio, como así también su variabilidad temporal.

e. Precipitaciones.
Otro parámetro que se mide en las estaciones meteorológicas son las
precipitaciones. Cada cuánto llueve, durante cuánto tiempo y con qué intensidad
son aspectos importantes. Que caigan mil litros de agua por metro cuadrado cada
año en una zona no quiere decir necesariamente que esta sea húmeda, si esos
mil litros caen durante unas semanas y el resto del año no cae ni una gota. La
forma en que se distribuyen estas precipitaciones a lo largo del año es también un
parámetro fundamental.

LA CIRCULACIÓN DE LA ATMOSFERA.

Después de haber visto cuales son los factores que influyen en la determinación
de un tipo de clima, vamos a analizar de qué dependen dichos factores. Como
será descrito en el capítulo 8, la circulación general de la atmósfera, producida por
diversos factores, va a condicionar la creación y movimiento de grandes masas de
aire de distinta temperatura, grado de humedad y velocidad. Aquí haremos un
breve resumen de estos factores. La radiación que llega del Sol, junto con la
inclinación del eje terrestre y la rotación de nuestro planeta son la causa principal
de la creación de es- tas masas de aire, pero existen también factores internos.

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La radiación solar no llega a los polos tan intensamente como al ecuador, creando
una gran diferencia de temperaturas entre zonas polares y ecuatoriales.
Una descripción cualitativa simple de la circulación general de la atmósfera,
se puede ilustrar con el esquema de la figura 2.2, donde se distinguen tres
celdas verticales de circulación meridional. La celda de Hadley se ubica en
latitudes bajas, donde el aire cálido asciende cerca del ecuador, creando un
vacío en superficie que es rellenado por el aire frío que proviene desde los
polos. El aire frío polar que tiende a moverse hacia el ecuador, produce un
viento que es desviado por la rotación de la Tierra. El aire caliente del ecuador,
que asciende en la atmósfera, se va expandiendo al llegar a las capas más
altas y menos densas de esta, desplazándose hacia las latitudes altas en
dirección a los polos. Sin embargo, en el proceso de expansión, va
disminuyendo su temperatura, y al enfriarse comienza a descender, al mismo
tiempo que al llegar esa masa de aire a capas más bajas y densas de la
atmósfera, se comprime. Esto suele ocurrir alrededor de 30º de latitud. La
compresión de la masa de aire hace que vuelva a aumentar su temperatura,
generando los anticiclones subtropicales en superficie. La masa de aire,
cuando llega a la superficie terrestre se expande creando vientos alisios hacia
el ecuador y vientos hacia los polos. Cuando los alisios de ambos hemisferios
se encuentran cerca del ecuador en un región llamada zona de convergencia
intertropical (ZCIT), contribuyen a la elevación de las masas de aire caliente.
En latitudes medias, los vientos de superficie que se dirigen a los polos, se
encuentran con las masas de aire frío que provienen desde estos. El aire polar
frío, más denso, interactúa por debajo con el aire subtropical cálido, y obliga a
estas masas calientes a ascender cerca de los 60º de latitud, generándose la
celda de circulación de Ferrel. Este ascenso produce las bajas presiones
subpolares, originando el frente polar en latitudes medias altas. Por otra parte,
el aire frío de niveles superiores en las zonas polares, genera subsidencia
sobre los polos, produciendo por compresión altas presiones en superficie, que
origina un flujo de aire en superficie desde los polos hacia latitudes subpolares.
Aunque el aire cerca de los 60º es frío y seco respecto al ecuatorial, las masas
de aire son suficientemente cálidas y húmedas para experimentar convección,
y cuando han llegado a la troposfera superior, limitada verticalmente por la
tropopausa a unos 8 km, este aire se mueve hacia el polo y desciende,
cerrándose otra celda de circulación, que se llama celda Polar.

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Corregir alisios

Figura 2.2. Esquema de la circulación general de la atmósfera.

Las masas de aire que ascienden, al llegar a las capas más altas y menos densa
de la atmósfera, se expanden, creando nuevos vientos. La dirección de los vientos
es siempre de las altas a las bajas presiones, por lo que se crean vientos en dos
direcciones: hacia los polos y hacia latitudes más bajas. Los que se dirigen hacia
los polos ayudan al descenso de las masas de aire polar, y al ser aire caliente,
templan el aire frío de los polos. Los vientos que se dirigen hacia latitudes bajas
son los que se encontrarán con las masas de aire de altura que provienen del
ecuador, permitiendo el descenso de esas masas y favoreciendo que se formen
los anticiclones subtropicales. Además en altura, las grandes diferencias de
temperatura producen diferencias de presión, que junto con la rotación terrestre,
generan las corrientes en chorro, un fuerte viento de altura con dirección neta
hacia el oeste. La trayectoria que sigue esta corriente son las que determinan la
dirección de los temporales, como los que arriban desde el Pacífico sur a la zona
central de Chile durante el invierno.

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Podemos comprobar entonces, que existen una serie de zonas estables en el


planeta donde se forman altas y bajas presiones. Cuando una masa de aire
se enfría, desciende, haciendo que la presión atmosférica aumente. Cuando
una masa de aire se calienta, asciende en la atmósfera, haciendo bajar las
presiones en ella. Así quedan definidas la circulación meridional del viento
(figura 2.2) y la circulación y vientos en superficie, como se describe en detalle
en el capítulo 8.

CENTROS DE ACCIÓN.

Las regiones de la Tierra donde se encuentran de forma estable áreas de


bajas y altas presiones, se denominan centros de acción, y definen el tipo de
tiempo que hará en una determinada zona climática. Estos centros de acción
son: las bajas presiones ecuatoriales; las altas presiones subtropicales, que
toman el nombre de las regiones donde se forman, como los anticiclones del
Pacífico Sur y Norte, del Atlántico Sur y Norte, de las Azores, de Hawai, Índico;
las bajas presiones subpolares del frente polar; y las altas presiones polares,
que también tienen nombre, como los anti- ciclones antártico, ártico,
canadiense o siberiano. En la figura 2.3 se muestra la presión media en
superficie, en hPa, donde se pueden identificar los centros de acción
meteorológicos. Los centros de acción no son estacionarios, sino que poseen
alguna movilidad. En verano y en invierno, se desplazan del norte hacia el sur,
siguiendo el movimiento aparente del Sol. Modifican continuamente su
extensión y su posición, e incluso pueden llegar a desaparecer, como ocurre
en el caso de los anticiclones térmicos. Y por descontado, pueden aparecer
de nuevo de tamaño pequeño aumentando a medida que se desarrollan. Los
centros de acción de las bajas presiones suelen ser más variables en el
tiempo, aparecen y se extinguen con cierta frecuencia, salvo algunas
excepciones que dan origen a huracanes, o algunos permanentes, como los
que producen los temporales de Islandia.

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Figura 2.3. Presión en superficie y centros de acción meteorológicos.

Existen también centros de acción secundarios, más localizados que afectan a


lugares muy concretos y sólo en determinadas épocas del año. En Chile por
ejemplo, se produce la baja térmica o vaguada costera, analizada en el capítulo
8. Los centros de acción son las regiones de las que brotan las masas de aire,
considerando una masa de aire a aquella que tiene condiciones de humedad y
temperatura homogéneas. El aire frío y el cálido tienden a no mezclarse, debido
a las diferencias de densidad que existen entre ellos. Cuando se encuentran dos
masas a diferente temperatura, se forman los sistemas frontales.

RELACIÓN SOL - TIERRA.

Las variaciones en la distancia de la Tierra al Sol no son la única causa de


las variaciones de temperatura a lo largo del año. La cantidad de energía solar
que llega a un lugar dado de la Tierra determina la estación del año, y a largo
plazo ejerce influencia en el clima. Las distintas zonas latitudinales de la Tierra,
desplazándonos desde el ecuador hacia los polos, reciban diferente cantidad
de energía solar. La traslación de la Tierra y la inclinación del eje terrestre
varían la zona del globo que se inclina hacia el Sol, haciendo que la cantidad
de energía solar sea diferente en todo el planeta, originándose las estaciones.

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El gradual pero significativo cambio en la duración del día, es una de las


diferencias que se observan entre el verano y el invierno. También la al- tura
del Sol al mediodía cambia notablemente: en verano el Sol a las 12 horas se
ve más alto sobre el horizonte y lo vemos inclinarse cada vez más a medida
que llega el invierno. Además la salida del Sol es más temprano, y la puesta
del Sol más tarde en verano que en invierno, por lo tanto los días más largos,
es decir se recibe mayor cantidad de energía solar en verano que en invierno.
La variación estacional en la altura del Sol sobre el horizonte, afecta la
cantidad de energía recibida en la superficie de la Tierra en dos formas:

a) Cuando el Sol está directamente en la vertical, el rayo solar es más


concentrado sobre la superficie. Para un ángulo menor el rayo está más
disperso y la radiación solar es menos intensa en la superficie incidente. Por
lo tanto llega mayor cantidad de radiación solar a las zonas tropicales, donde
los rayos solares caen más perpendicular y disminuye hacia las zonas polares,
donde los rayos caen mas inclinados sobre la superficie terrestre. Esta
situación se ilustra en la figura 2.4 para un día determinado en diferentes zonas
sobre la Tierra, donde u representa la energía solar sobre una unidad de área
(en forma similar se puede ver cuando se enfoca con una linterna sobre una
superficie).
El mismo esquema se produce con las variaciones diarias y estacionales de la
posición del Sol en un lugar dado.

Figura 2.4 Inclinación de los rayos solares en diferentes latitudes.

b) El ángulo de los rayos del Sol sobre el horizonte determina el espesor de


atmósfera que el rayo puede penetrar, como se ve en la figura 2.5. Cuando el Sol
de mediodía está justo en la vertical cruza un espesor de una atmósfera. Pero si
el rayo solar llega al tope de la atmósfera inclinado en un ángulo de 30º respecto

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a la tangente a la atmósfera, cruza un espesor de dos atmósferas, y si llega a 5º,


cruza un espesor de aproximadamente once atmósferas. Si la trayectoria del rayo
solar es más larga, mayor es el cambio por absorción, reflexión y dispersión de
la atmósfera, lo que reduce la intensidad de la radiación. La forma esférica de la
tierra hace que sólo en días dados y lugares determina- dos el Sol se encuentre
al mediodía en la vertical, recibiendo la mayor cantidad de energía solar.

Las variaciones en el ángulo de incidencia de los rayos del Sol y en la longitud


del día, se deben a que la orientación del eje terrestre respecto al Sol cambia
continuamente en el transcurso de un año. El eje de rotación terrestre no es
perpendicular al plano de su órbita en torno al Sol, sino que está inclinado en
23. 5º respecto al plano, como se indica en la figura 2.5. Si el eje no estuviera
inclinado, no habría cambios estacionales durante el año. El eje terrestre apunta
siempre en la misma dirección (o mejor dicho casi siempre) en la actualidad hacia
la Estrella del Norte, por lo que la orientación del eje de la Tierra en su traslación
en torno al Sol, siempre está cambiando respecto a los rayos solares.

Figura 2.5 Espesor de atmósfera que cruzan los rayos solares.

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LAS ESTACIONES.

Las estaciones son los períodos del año en los que las condiciones climáticas
imperantes se mantienen, en una determinada región, dentro de un cierto
rango. Según la migración anual del Sol sobre la superficie terrestre, se
producen cuatro fechas astronómicas de importancia en el ciclo del tiempo, que
marcan el inicio de las cuatro estaciones, cuyo esquema de formación se
muestra en la figura 2.6. Cuando la Tierra está en una posición en la cual su
eje de rotación no apunta ni acercándose ni alejándose del Sol, existe una
fecha en la cual los rayos solares llegan perpendiculares sobre el ecuador,
llamada equinoccio (que significa igual noche), porque el día y la noche tienen
la misma duración de 12 horas. Se produce entre el 20 y 21 de marzo, esta
fecha marca el inicio de la estación de otoño en el hemisferio sur (de primavera
en el hemisferio norte). Las zonas cercanas al Polo Sur dejan de recibir luz
del Sol las 24 horas del día y comienza la noche polar, que en el Polo Sur dura
seis meses; lo contrario sucede en el Polo Norte, donde se produce el día
polar.

Figura 2.6 Las estaciones astronómicas.

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Desde esa fecha, a medida que la Tierra se mueve en su órbita, el Polo Norte
comienza a apuntar hacia el Sol. El 21 ó 22 de junio la Tierra está en una posición
tal que su eje de rotación está inclinado con el Polo Norte apuntando hacia el Sol,
en esta fecha los rayos llegan perpendiculares a la latitud mas al norte posible en
23.5º N, que se define como el Trópico de Cáncer; los rayos solares nunca llegan
perpendicular en latitudes mayores que esta. En esa misma fecha, los rayos
solares pasan tangente a la superficie terrestre por la latitud 66.5º S, que se define
como el Círculo Polar Antártico. Llega menos radiación solar al hemisferio sur, por
lo que las temperaturas son más bajas y los días más cortos. Esta fecha que se
llama el solsticio (que significa sol quieto), indica el comienzo de la estación de
invierno en el hemisferio sur y de verano en el hemisferio norte.

Como la Tierra continúa girando, el Polo Norte empieza de nuevo a orientarse


en sentido opuesto. El 22 ó 23 de septiembre los rayos solares otra vez llegan
perpendicular a la línea del ecuador, se produce el equinoccio de primavera
en el hemisferio sur y comienzan a aumentar las horas de Sol. Las zonas al
sur del círculo polar Antártico, reciben la luz del Sol las 24 horas del día,
comienza el día polar, que en el Polo Sur dura seis meses, lo contrario sucede
en el hemisferio norte.

Las horas de luz en el hemisferio sur continúan aumentando hasta el 21 ó 22


de diciembre, cuando la Tierra está en una posición tal que su Polo Sur se
inclina apuntando hacia el Sol y los rayos solares llegan perpendiculares a la
línea de latitud 23.5º S, que define el Trópico de Capricornio, la latitud mas al
sur donde los rayos solares pueden llegar en forma perpendicular. En el
hemisferio norte, los rayos solares pasan tangente a la superficie terrestre por
la latitud 66.5º N, que se define como el Círculo Polar Ártico. Es el solsticio de
verano del hemisferio sur y de invierno en el hemisferio norte.

Estas son las fechas del primer día oficial de cada estación del año, se llaman
las estaciones astronómicas. Notar que los rayos solares nunca llegan
perpendiculares a la superficie terrestre en latitudes mayores a las de los
trópicos. Un poco diferentes, en meteorología se prefiere, para fines de análisis
estadísticos, definir las estaciones climatológicas, que tienen un periodo de
tres meses según la temperatura. En el hemisferio sur se considera verano en
los meses de diciembre, enero y febrero, otoño en marzo, abril y mayo, invierno
en junio, julio y agosto y primavera en septiembre, octubre y noviembre. En el
hemisferio norte las estaciones son opuestas.

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GRANDES ZONAS CLIMÁTICAS.

Las principales líneas imaginarias del globo terrestre son el Ecuador, los trópicos
de Capricornio y de Cáncer, los Círculos Polar Antártico y Ártico y el meridiano de
Greenwich. De acuerdo a la formación de las estaciones, se puede subdividir el
planeta en distintas partes que definen las grandes zonas climáticas de la tierra,
que se muestran en la figura 2.7.

Zonas tropicales o de latitudes bajas o ecuatoriales.

Comprendida entre los trópicos de Capricornio y de Cáncer, con clima cálido o


tropical. Entre los trópicos la duración del día y la cantidad de radiación solar
tienen una pequeña variación a lo largo del año, por lo que se pueden distinguir
sólo dos estaciones: una húmeda en la zona donde el Sol esta sobre la vertical,
se produce alta evaporación, se calienta el aire y se eleva, en su ascenso se enfría
y la evaporación se condensa, produciendo abundante precipitación, y otra seca
en la región donde los rayos llegan mas inclinados.

Zonas subtropicales o de latitudes medias.

Comprendida entre el trópico de Capricornio y el Círculo Polar Antártico en el


Hemisferio Sur y entre el trópico de Cáncer y el Círculo Polar Ártico en el
Hemisferio Norte, con clima templado o subtropical. El clima es muy variable a lo
largo del año, con marcados períodos secos y lluviosos y grandes variaciones de
temperaturas.

Figura 2.7 Principales zonas


climáticas de la Tierra.

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Zonas polares o de latitudes altas.

Comprendida dentro del Círculo Polar Antártico en el Hemisferio Sur y dentro


del Círculo Polar Ártico en el Hemisferio Norte, con clima frío o polar. Tanto el
otoño como la primavera son estaciones cortas en las regiones polares, y
quedan mejor descritas por expresiones como “estación de luz” y “estación
obscura”, debido a la enorme variación en la duración de la luz del día.
Debido a que la órbita de traslación de la Tierra no es circular, los dos
equinoccios no dividen el año exactamente en la mitad. De marzo a
septiembre dura 186 días y de septiembre a marzo 179 días. Esto significa
que el verano del hemisferio sur es ligeramente más corto que el del hemisferio
norte. Por otra parte, la longitud de los días y noches está determinada por la
posición de la Tierra en su órbita, situación que se muestra en la figura 2.8,
para el hemisferio sur. En verano los días son más largos que las noches en
todo el hemisferio respectivo.
Cambiar verano invierno

Figura 2.9 Duración de los días en diferentes latitudes y épocas.

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