Secretos de Un Matrimonio Feliz

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“LOS SECRETOS DE UN 

MATRIMONIO FELIZ”
LA COMPLEMENTACIÓN DE DOS PERSONAS OPUESTAS
Existen tres decisiones de lo más importantes que podemos tomar en nuestra vida, a saber: 1) conocer a
Dios Padre por medio de Jesús su unigénito hijo como nuestro Señor y Salvador; 2) tener una carrera o
una profesión o empleo duradero y exitoso; y 3) conocer a nuestro futuro cónyuge. No nos olvidemos que
la raza humana comenzó con el matrimonio de Adán y Eva, es el inicio de una familia, de una sociedad y
de la población mundial y que el gran final histórico y espiritual será el matrimonio de Jesús con Su
Esposa.
EL MATRIMONIO es uno de los símbolos más perfectos y claros de nuestra relación con Dios,  ya que
Dios es su creador, e hizo Pacto que debió ser Renovado. Sin embargo, en la vida real, el éxito
matrimonial no es algo normal, sino que es la conjunción de varios factores.
UNO DE ESTOS FACTORES tiene que ver con los pactos. Un matrimonio eficaz y duradero, es un
matrimonio fundado sobre un pacto, como el del Padre con Israel, y el de Jesús con su Iglesia por fe. Este
pacto debe ser hecho entre los cónyuges entre sí, y con Jesucristo.
A la vez, el matrimonio en sí—y esto es mucho más importante aún—debe ser hecho “en los Cielos” y no
sólo en la tierra, humanamente. Idealmente, el matrimonio perfecto sucede cuando es Dios quien junta a
los contrayentes, a cada hombre con su “ayuda mutua”. ¿Por qué dice ayuda idónea? Porque las personas,
aunque parezca extraño, se llevan mejor, mucho mejor, cuando son muy diferentes, con habilidades
diferentes, con carácter diferente, y con ambiciones y deseos diferentes. La clave de esto es la
COMPLEMENTACIÓN: las personas diferentes se complementan entre sí. Lo que uno no sabe hacer, o
no le gusta hacer, lo hace el otro, y viceversa. Es por eso que Dios desde el inicio decidió que fuesen
idóneos, y así es en la vida diaria.
 SI EL PACTO CON JESUCRISTO está bien fundamentado, el matrimonio tendrá éxito, no importan
las circunstancias. Bien fundamentado, significa, para nosotros, fundamentado en la obediencia a Dios y
en cumplimiento de su palabra en cada área de nuestro Ser, y en el respeto y en el temor de Dios. La
persona que tiene temor de Dios, va a manejar su relación conyugal de una manera muy diferente a la que
no tiene a Dios, o lo tiene, pero no le teme, sino que hace su voluntad, pase lo que pase; y el que no tiene a
Dios o no le teme, le va a pasar, porque somos sólo “carne y sangre”, como dice en hebreos. Tarde o
temprano, las cosas se pueden poner mal en el matrimonio, y sin Dios para sustentarlo, y para consolarlo,
todo se deteriora más y más, hasta que llegue el momento irreversible.
LA AMISTAD ENTRE LOS CÓNYUGES
Otro punto importante de un matrimonio exitoso es que, no sólo se lleven bien, sino que lleguen a ser
amigos entre sí, con una verdadera amistad que esté por encima de la relación matrimonial en sí. Hay una
gran diferencia entre estar casados y ser amigos. Se puede estar casados, y ser enemigos entre sí, o, ni
siquiera entenderse entre ambos, o estar casados y complementar esa unión con una verdadera amistad,
sincera y abierta, de ayuda mutua, de mutuo confort y de tratar de ayudar al “amigo” cónyuge en aquello
que necesita, como todo buen amigo/a lo haría. Otro factor en esta amistad matrimonial es ayudar a subir
al cónyuge que está más bajo, en cualquier tema de que se trate. El que sabe hacer mejor algo, le ayuda al
que no sabe a subir de nivel y esto es agradecido por el cónyuge, lo reconozca o no, lo sepa
conscientemente o no, y la amistad se fortalece.
EL DESEO DE TRIUNFAR
Un tercer factor en este matrimonio amistoso es el deseo determinante de triunfar, de lograr tener un
matrimonio exitoso, y no dejarse llevar por los ataques del enemigo y los estados de ánimo, enemigo que
desea vernos divididos y separados, cada uno por su lado, su éxito será convertir el matrimonio en un
encuentro para la pelea, ya sea física o verbal, con nuestra ayuda idónea.
El esposo es la cabeza del hogar, o debería serlo, según 1ª Co. 11:3: “el esposo es la cabeza de la mujer”.
De otro modo, en un hogar donde el esposo está ausente en la práctica, de alguna manera u otra, las cosas
andan mal, aunque tome tiempo darse cuenta. La mujer es el cuello del cuerpo matrimonial, lo más
cercano a la cabeza. Ella debe apoyar y ayudar a su esposo. Éste debe aprobarla y elogiarla en todo lo que
hace, especialmente en lo que realmente hace muy bien. Cuando se actúa así, se actúa con el deseo de
triunfar, y Dios nos va a ayudar a lograrlo, porque Él inició ese matrimonio, (si en verdad fue Él).
Una de las obligaciones más fuertes del esposo es brindarle SEGURIDAD EMOCIONAL, religiosa,
social y económica a la esposa. El esposo es el encargado de PROVEER para la familia, incluido los hijos,
presentes o futuros. La seguridad emocional, religiosa, social y financiera en la esposa, es la señal de que
el esposo está cumpliendo a cabalidad su función dentro del matrimonio, y que todo está yendo como
debería ir. Cuando uno de estos factores faltan, el matrimonio tiene posibilidades de comenzar a resbalarse
y se debe hacer un esfuerzo en reforzar lo que no está bien, antes que sea demasiado tarde.
“CONOCIÓ” VERSUS “DURMIÓ”
 Dice Gen.4:1: “Y conoció Adán a su esposa, Eva, y dio a luz a Caín.” “Conocer” tiene una connotación
más completa en hebreo que en cualquier otro idioma. Cuando alguien no ama, ni está casado con una
mujer, pero tuvo relaciones con ella, dice en hebreo “durmió” con ella, lo cual representa una gran
distancia a “conocer”-- dentro del matrimonio aprobado por Dios y guiado por Él.
Por eso, las relaciones van mejor, mucho mejor, cuando todo se hace dentro del marco legal del
matrimonio, y del MATRIMONIO O UNIÓN hecho por Dios, cuando nos casamos con la pareja que Dios
preparó para nosotros, que es lo ideal para todo matrimonio, aun hoy en día, que estamos en una época
“moderna”. LA CEREMONIA SE REALIZA EN UN ACTA DE MATRIMONIO, que sella el pacto entre
el prometido y la prometida, es una garantía de bendición de Dios, ya que está dentro de Su Voluntad que
nos casemos, y no que tengamos relaciones íntimas solamente, sin hacerlo. Lo primero es santo y
bendecido; lo segundo es “fornicación” y “adulterio”, y trae maldición de Dios.
El “conocerse” no es meramente una relación física, sino un compenetrarse el uno con el otro,
involucrando todas las áreas de nuestro Ser y de la vida: la emocional, la social (a los ojos de los demás),
la física, la intelectual, y especialmente la espiritual, a los ojos de Dios Padre. Es una apertura de una
personalidad con la otra y mutuamente en unidad.
El conocerse también implica conocerse a uno mismo, hasta el punto de entender quiénes somos, cuál es
nuestro destino marcado Dios y hacia dónde debemos dirigirnos, según Su Voluntad. Al saber esto,
sabremos qué nos falta, qué necesitamos, dónde obtenerlo, y con quién. El matrimonio está hecho para
completar aquello que a cada uno le falta para ser un todo.
ENFOCARSE A DAR O A RECIBIR
Por último, uno de los factores importantes en un matrimonio, es el DECIDIR enfocarse en dar, en vez de
en recibir. Dios es bondad pura, y para exteriorizar esa bondad, Él creó el Universo, para poder mostrar y
ejercitar esa bondad de dar. Dios no necesita nada de nadie. Sólo quiso tener alguien a quien darle Su
Bondad.
EN EL MATRIMONIO ESTA ES OTRA CLAVE: debemos enfocarnos en dar a nuestro cónyuge, y no
sólo esperar recibir. Y cuanto más recibimos del cónyuge, más debemos comprometernos con nosotros
mismos y con Dios, en dar a nuestro cónyuge, para elevar más nuestro matrimonio, hasta niveles más y
más altos, haciendo como Dios y pareciéndonos a Él, cada mes, cada año más. Cada vez que damos,
estamos imitando a Dios. Tenemos que aprender a ver el dar como un fin en sí mismo, sin esperar nada a
cambio, sino el saber que estamos imitando a Dios en ésto, y que redundará en beneficio de la felicidad de
nuestro matrimonio.
EL AMOR ES UN RESULTADO DEL DAR. Cuanto más uno se dedica a dar, más es uno capaz de
amar. Esto se siente, no es necesario estudiarlo mucho, porque es auto-evidente en cuanto se pone en
práctica. Para concluir, debemos estudiar y analizar estos factores que hacen de un matrimonio un símbolo
de nuestro matrimonio con Dios, para poder llegar a ser cada año más y más parecido a nuestro modelo,
mode y ejemplo, el Señor Jesucristo.

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