Iniciación Mason Muerte
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Introducción
La iniciació n es el rito de paso que una persona debe
efec- tuar para ser admitido en una comunidad; implica una
serie de desafíos que ponen a prueba al iniciando, y en el
caso de la masonería es la adquisició n de un
conocimiento es- pecializado, esotérico. El concepto
etnoló gico de “rito de paso” fue introducido en 1909 por
el antropó logo francés Arnold van Gennep, antes de esa
fecha era conocido como “rito de iniciació n”. Para G.
Balandier, la iniciació n es una muerte simbó lica en la
que se renace en una especie de ple- nitud [Balandier,
1972]. A menudo se concibe como una muerte simbólica
donde el no iniciado debe morir y renacer con una nueva
identidad que permite a los demás iniciados reconocerlo
como un igual. De forma inversa, la iniciació n trae
siempre una muerte seguida de la resurrecció n, ritual-
mente jugados y representados colectivamente.
En la masonería un Rito es el conjunto de reglas o
preceptos con los cuales se practican las ceremonias y se
confieren o se comunican los signos, toques, palabras y
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todas las demás instrucciones secretas de los grados masones. Pero en gene-
ral, la masonería da este nombre no só lo al conjunto de reglas, ceremonias e
instituciones propias de cada uno de los diversos grados pertenecientes a un
mismo sistema, orden o agrupació n particular, sino que también denomina
con el nombre de rito al gobierno masó nico, es decir a los altos cuerpos que
dirigen y administran la masonería en cada país [Frau Abrines, 1995:146].1
La masonería consiste en el perfeccionamiento del individuo, en la direc-
ció n de la humanidad hacia el camino perfecto y el armó nico desenvolvi-
miento [Lennhoff, 1978:21]. De ahí que en cada crecimiento del masó n se
celebren varios rituales hasta alcanzar la perfecció n. É stos rituales no son
idénticos y el nú mero de ascensos en la jerarquía o grados también varía.
Los Ritos son dirigidos y administrados en cada país, con completa indepen-
dencia y separació n unos de otros, por un Cuerpo Superior compuesto por
cierto nú mero de diputados elegidos por todas las logias que profesan. Estos
cuerpos, nombrados Supremos Consejos, Grandes Colegios o Consistorios,
asumen el poder supremo en lo concerniente al dogma y la legislació n. Todo
Rito reconocido es autó nomo e independiente, y la autoridad reconocida
para cada uno es la ú nica que tiene derecho de constituir masones, promul-
gar decretos para el mismo y conferir grados de su jerarquía.
A cada grado o jerarquía que asciende el masó n le corresponde un ritual
que varía segú n el rito. La Gran Logia Unida de Inglaterra, por ejemplo nace
con tres grados básicos: aprendiz, peó n (o compañ ero) y maestro; en
algunos países tienen grados complementarios, como el grado del Arco Real,
grado complementario del maestro o el grado “Mark Maste” que
complementa al de peó n. Otro rito largamente difundido es el Rito
Escocés Antiguo y Acep- tado, dividido en 33 grados. El rito Escocés
Rectificado tiene siete; existe un rito francés mucho más simplificado y
escaso de grados, y ritos má s complejos como los de la masonería egipcia (el
Rito de Memphis tiene 92 grados y el de Misraím 90). Los grados
tradicionales llamados también simbó licos o fun-
1. Para diferenciar estas dos acepciones se usará la palabra rito (con minúscula) cuando se refiera a los
diversos actos ceremoniales de iniciación (como el rito de despojar de metales al iniciado) o de
desarrollo de los trabajos dentro de la Logia, cuyo formalismo está regulado según su finalidad
iniciática. Y Rito (con mayúscula) cuando se refiera al gobierno masónico, como una presentación
particular de la Franc- masonería para distinguirse de los otros. Existen en la masonería: el Rito Escocés
Rectificado, el Rito de Emulación, el Rito de Perfección, el Rito Escocés Antiguo y Aceptado, el Rito de
Misraím, el Rito de York, el Rito Francés, el Rito Sueco, etcétera. Según el Diccionario Universal de la
Francmasonería, de Daniel Ligou reconoce 154 Ritos masónicos.
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espiritual.
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2. Está habitación es conocida con los nombres de “Cámara de Preparación” o “Cámara de Retiro”.
3. Planta herbácea que crece junto a las aguas estancadas.
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pero sí está aislado de los ruidos de la calle, de las entradas y pó rticos para
que el candidato pueda reflexionar sin interferencias.
Desde el punto de vista iniciático, el símbolo de la caverna es complemen-
tario con respecto al de la montañ a y se relaciona estrechamente con el co-
razó n. Esta relació n, entre el corazó n y la caverna, explica el papel desempe-
ñ ado por ésta ú ltima como representació n de un centro espiritual [Guénon,
1997]. En efecto, el corazó n es esencialmente un símbolo del centro, ya sea
que se trate como centro del ser, desde el punto de vista “microcó smico”
o como centro del mundo “macrocó smico”, es decir la caverna.
La “caverna-corazó n” es una conocida expresió n tradicional. La palabra
Guha (Ghu, cubrir, esconder), en sánscrito, generalmente significa caverna,
pero también se aplica a la cavidad interna del corazó n.
La “caverna-corazó n” se refiere al centro como el punto más interno y, por
lo mismo, más escondido, al mismo tiempo también se atribuye al secreto
ini- ciá tico, ya sea en sí mismo o simbolizado por la disposició n del lugar
donde se cumple la iniciació n que es un sitio escondido o cubierto
inaccesible a los profanos, ya que el acceso está defendido por una
estructura “laberíntica” o de otro modo como los templos sin puertas. En la
caverna se encuentran elementos que hacen referencia a la agricultura y a
los oficios que se apoyan y enraíza en ella como la transformació n de
elementos telú ricos bajo diversas formas como la minería, la metalurgia, la
forja y la alquimia.
Existe una estrecha relació n entre la montañ a y la caverna, ambas son
consi- deradas símbolos de los centros espirituales como lo son también, por
razones evidentes, todos los símbolos axiales o polares. Recordemos que la
caverna debe situarse bajo la montañ a o en su interior, de modo que se
encuentren igualmente sobre el eje, lo que refuerza el vínculo entre ambos
símbolos (complementarios entre sí). La montañ a es visible mientras que la
caverna es un lugar oculto y cerra- do. De ahí que la caverna sea apropiada para
los santuarios iniciáticos.
El símbolo del corazó n es un triángulo con el vértice hacia abajo y es el
mis- mo esquema que se aplica a la caverna, mientras que el de la montañ a y
el de la pirámide es un triángulo con el vértice hacia arriba. Esto demuestra
que se trata de una relació n inversa y también, en cierto sentido,
complementaria; es también la copa que representa al Santo Grial y que, a su
vez, representa el principio pasivo o femenino de la manifestación universal.
El corazó n, aquí al igual que en todas las doctrinas tradicionales, se considera
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vital del ser y por ende, en el sentido más completo concebible, pues no se
trata ú nicamente del ó rgano corporal y de su papel fisioló gico, sino del
dominio del ser humano. De ahí que también se hable del “éter del corazó n”
lo que significa que en el corazó n está el “alma viviente” [Durá n, 1969: 129-
134].
En la muerte iniciá tica se reitera el retorno al caos, de manera que sea
posi- ble la repetició n de la cosmogonía y así preparar el nuevo nacimiento
mediante la muerte de lo mundano y nacimiento del alma, es decir, salir
del corazó n físico para entrar al corazó n del cosmos [Eliade, 1965:166]. Los
símbolos de la muerte y el renacimiento en el espacio del recinto sagrado
nos hablan de una doble desnudez: el neó fito abandona sus vestiduras y sus
pensamientos.
4. Visita Interiora Terrea. Rectificando que Ingenies Ocultan Lapiden (“Visita el interior de la tierra
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pidas en las que aparece un reloj de arena adornado con dos alas. Simboliza
el tiempo que se va, a pesar de que el reloj de arena ya lo simboliza de por sí”
[1999:42]. En este caso, las alas simbolizan el tiempo espiritual y el reloj de
arena el símbolo permanente de los estados espirituales.
La guadañ a además de ser una herramienta agrícola, describe un
semicírcu- lo por encima de la tierra segú n un plano horizontal, símbolo de
una espiral en movimiento como cuando corta el trigo. La guadañ a y el reloj
de arena, entre- cruzados, además de recordar la muerte y el tiempo, nos
remiten a condiciones temporales como la cruz y las escuadras. El cruce de
los dos símbolos es una forma de indicar su influencia mutua, en este caso la
guadañ a devora al tiempo [Roberts, 1974]. Por otra parte, Michelle Vovelle
encontró ambos símbolos en la tumba de un caballero de Malta en la que un
esqueleto armado con una guadañ a sostenía un reloj roto en su parte
central [Vovelle, 1993]; W. Kirk McNulty considera que el reloj de arena es
un emblema del paso del tiempo y del estado mortal del hombre [McNulty,
1998]. En lo que coinciden los auto- res mencionados es en que existe una
ruptura con el tiempo y el espacio.
Durante esta fase el postulante empieza a recibir las primeras enseñ anzas
iniciá ticas. En la iniciació n, muerte y nacimiento son dos fases de un mismo
cambio de estado y el paso de un estado a otro se considera siempre el paso
de la oscuridad a la luz. En este sentido, la caverna (la tierra o vientre mater-
no) sería el lugar de ese tránsito, pero esto, aú n siendo estrictamente verda-
dero, no se refiere a un sino a uno de los aspectos de su complejo
simbolismo. Terminada la prueba del “descenso a los infiernos”. El candidato
masó n co- noció sus estados más densos e inferiores de los que ha de
purificarse para poder ascender posteriormente hacia sus estados sutiles y
superiores.
Después de salir del Gabinete de Reflexió n, el candidato queda abandona-
do de sí mismo, físicamente desnudo o casi desnudo, y simbó licamente aban-
donado; es decir, despojado de todos los objetos metálicos que simbolizan
aquello que desprende un brillo engañ oso.
5. Estas pruebas se realizan para el Rito Escocés Antiguo y Aceptado y el Rito Escocés Rectificado;
para el Rito Francés, las pruebas de los elementos son dos: el agua y el fuego y ninguna para el Rito de
Emulación ni para el Rito de York.
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6. En la actualidad la antorcha fue sustituida por un radiador eléctrico.
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escrú pulo, todavía sois libre para retirarlos”. Es pertinente definir los con-
ceptos anteriores. Juramento (del latín, iuramentun, de iurare, que significa
afirmar o negar una cosa, poniendo a Dios como testigo) se define como un
acto por el cual se pone a Dios por testigo de la verdad de una
afirmació n, de la sinceridad de un compromiso, de una promesa. La palabra
obligació n (del latín obligare, de ligare vincular) es el compromiso que
impone ciertos debe- res y compromiso es una promesa de obligació n por la
cual uno está ligado o comprometido. Vemos que las palabras que se
emplean en los diversos Ritos forman parte de un campo de pensamiento en
el que todos los conceptos se remiten unos a otros. Pero debemos subrayar
que la palabra juramento es en sí una promesa sincera y sagrada.
Para que el juramento de un masó n sea pronunciado con eficacia y con el
fin de que la iniciació n masó nica tenga posibilidades de realizarse, es impor-
tante que el candidato tenga la oportunidad de actuar con toda libertad. Una
de las exigencias que deben cumplir es el artículo tercero de la Constitució n
de Anderson: “Las personas admitidas como miembros de una Logia deben
ser hombres buenos y leales, nacidos libres, en edad de madurez de espíritu
y de prudencia, no ser siervos, ni mujeres, ni hombres inmorales o
escandalosos, sino de buena reputació n”.
El candidato tendrá que hacer determinados gestos, pronunciar determi-
nadas palabras o fó rmulas y mantener ciertas actitudes. Se trata de “gestos
eficaces”, de gestos rituales o litú rgicos que deben ser realizados con todo el
rigor y precisión necesarios. La organización iniciática deberá asegurarse de que
el candidato es sincero y nada puede romper la armonía de la Logia, de ahí que
el candidato tuviera que ser aceptado por unanimidad. En el Rito Escocés
Anti- guo y Aceptado el venerable Maestro preguntará: “Si alguien se opone a
la ini- ciació n”, esto demuestra que uno de los miembros presentes puede
hacerlo.
El iniciado pronuncia el juramento:
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