Tema 19

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Tema 19.

Características, referidas a la evolución del


estilo y de la escritura instrumental, del repertorio
guitarrístico desde la segunda mitad del siglo XX hasta
nuestros días. Nuevos recursos compositivos,
formales, interpretativos y de notación.

1.- Introducción:
A continuación, realizaremos una vista general a la composición para guitarra
en la segunda mitad del s. XX a través de las obras más representativas del
periodo. finalmente haremos una descripción de recursos técnicos y
compositivos con ejemplos del repertorio que ofrecen una amplia paleta de
posibilidades sonoras.

2.- Características, referidas a la evolución del estilo y de la escritura


instrumental, del repertorio guitarrístico desde la segunda mitad del siglo
xx hasta nuestros días
En un periodo relativamente corto de dos décadas, desde la mitad de los años
50 a los setenta, aparecieron múltiples obras para guitarra con gran variedad
estilística, algunas como fruto de la consolidación de técnicas maduradas en
los años anteriores y otras como ejemplos de la nueva vanguardia. No todas
ellas son ampliamente conocidas por la comunidad guitarrística. Las más
populares son las que fueron dedicadas al guitarrista Juliam Bream o la obra de
Leo Brouwer. A continuación, pasaremos a enumerar las obras más relevantes
de este periodo dentro de las distintas vertientes estilísticas y geográficas.
2.1.- Dodecafonismo
A inicios del siglo XX la guitarra aparece en obras camerísticas dodecafónicas
de Schönberg y Webern (Serenade de Schönberg para conjunto de cámara o
los Drei lieder op.18 de Webern entre otras obras orquestales). Sin embargo,
será a partir de la década de los cincuenta cuando el repertorio de guitarra
solista se abra finalmente al dodecafonismo. Una de las primeras obras en esta
corriente es El Polifemo de Oro (1956) de Reginald Smith Brindle.
Otras obras importantes de este estilo son la Suite op.164 (1957) de Ernest
Krenek, Sechs Musiken op.25 (publicada en 1963) de Hans Erich Apostel
(alumno de Alban Berg y finalizador de su ópera Lulú), el Codex I de Cristóbal
Halffter (1967) de un serialismo rígido y de gran complejidad y las obras de R.
R. Bennett (1968) Impromptus y Sonata. En estas obras, podemos observar
una nueva concepción de las armonías y una fuerte tendencia al contrapunto
derivada de las técnicas dodecafónicas, además de una experimentación
rítmica no vista en la guitarra hasta entonces.
Ej. 1 Suite de Krenek (en verde las notas que componen la serie dodecafónica)
La obra paradigmática de este estilo es Le Marteau sans se maitre de Pierre
Boulez para mezzosoprano, flauta en sol, viola, guitarra, vibráfono y
xilomarimba que supuso un punto de inflexión en la música de van- guardia de
mitad del siglo XX.
2.2.- El repertorio surgido de la personalidad musical de julian Bream
La Fantasía (1957) de Roberto Gerhard, compositor español exilado en
Inglaterra que recibió clases de Arnold Schoenberg, fue estrenada por Julian
Bream, guitarrista responsable de la segunda revolución en el repertorio de la
guitarra tras el boom de Andrés Segovia. Bream recuperó las expresionistas 4
Pieces Breves de frank Martin, sumidas en el abandono por Segovia desde
1933, e incentivó la creación de un repertorio contemporáneo. Para él fueron
dedicadas muchas obras de compositores británicos como Benjamin Britten
(Nocturnal after John Dowland op. 70), William Walton (5 Bagatelles), Michael
Tippett (la sonata The Blue guitar) y las ya citadas de R.R. Bennet. En este
repertorio encontramos obras de amplio aliento con vocación sinfónica,
aprovechando las capacidades interpretativas y de diversidad tímbrica de
Bream. En muchas de ellas la atonalidad juega con referencias a una tonalidad
ampliada e inclusive con armonías tomadas del jazz.
La primera de las dos sonatas que forman el ciclo Royal Winter Music (1976)
de Hans Werner Henze, fue escrita a petición de Bream. Esta es una magna
obra inspirada en personajes shakespearianos. Con seis movimientos y gran
ambición formal, se concibe con la pretensión de ser para la guitarra lo que la
Sonata Hammer- klavier de Beethoven es al piano. Henze completará con una
segunda sonata su Royal Winter Music. Además de estas obras
importantísimas también escribirá para guitarra los expresivos Drei Tentos,
incluidos en la más extensa Kammermusik.
Hoy Bream está retirado de los escenarios, pero sigue activo a través de su
fundación Julian Bream Trust que realiza desde 2013 encargos de obras para
guitarra sola a compositores como Leo Brouwer, Sir Harrison Birtwistle u Olli
Mustonen.

2.3.- Las obras relacionadas con la jeune France


En francia en la década de los 60 e 70, tras la aparición de obras cortas del
grupo de los seis y otros compositores afines como fueron la Segoviana
(c.1953) de Darius Milhaud o la Sarabanda de Poulenc, encontramos un
repertorio de gran interés con la obra de Maurice Ohana (Tiento (1957), Si le
jour parait...(1963), Cadran Lunaire (1982)) y André Jolivet (Deux Études de
Concert de 1963). Estilísticamente se relacionan con el movimiento de la Jeune
France, del que Jolivet fue miembro junto a Messiaen (Lanza 1986).
Fundamentadas en un misticismo que intenta invocar fuerzas naturales, su
música busca los contrastes rítmicos y las repeticiones, haciendo uso de la
politonalidad y el cromatismo libre. Aunque Ohana no perteneció a ese grupo,
su interés por la tradición musical y la fuerza casi primitiva de su música lo
coloca más cerca de aquellos que de la vanguardia postweberniana. Ohana
formará el Groupe Zodiaque, que promulga una libertad de expresión frente a
la
«tiranía del dodecafonismo». Además, la obra de estos compositores incluye
referencias a un pasado arcaizante medieval e incluso reinvenciones de la suite
barroca.
En el plano instrumental, la relación de Ohana con el guitarrista Narciso Yepes
y su guitarra de diez cuerdas, que ampliaban el registro grave del instrumento,
será aprovechado por el compositor para crear resonancias graves, clusters y
nuevas texturas sorprendentes.

2.4.- Leo Brouwer como ejemplo de nuevo guitarrista-compositor


En la época reciente vamos a confirmar el hecho que ya estaba ocurriendo en
los años anteriores: la composición se va a diversificar en múltiples estilos y se
multiplicará la escritura de piezas para guitarra, una gran cantidad de ellas
todavía casi desconocidas. También surgirán piezas de grandes compositores
ligadas siempre a un intérprete determinado (Elliot Fisk, Bream, Magnus
Anderson, etc.). Además, encontramos una gran cantidad de nuevos
guitarristas-compositores con una gran formación compositiva entre los que
destaca Leo Brouwer. Otros guitarristas compositores de relevancia de los
últimos treinta años son Roland Dyens, Dusan Bogdanovic, Nikita Koshkin,
Gilbert Biberian, Nuccio D’angelo o Arthur Campella.
La personalidad de Brouwer no sólo ha sido importante por su contribución
como guitarrista-compositor, sino también por la difusión de la vanguardista
musical de los años ‘70, época en la cual su estilo se encontraba cercano a
esta. El díptico Canticum (1968) y las piezas La Espiral Eterna (1971) Parábola
(1973) y Tarantos (publicada en 1977) pertenecen a su «período intermedio» y
combinan sonoridades y texturas de la vanguardia (puntillismo, continuo
sonoro), así como también aleatoriedad en el plano formal (Tarantos) como en
la elección de notas de ciertos pasajes (como en La espiral Eterna).

Ej. 2 primeros dos enunciados de Tarantos de Brouwer.


Posteriormente, Brouwer regresará a lo que el compositor llama «Nueva
simplicidad», donde vuelve a los elementos eclécticos de la música clásica,
popular y la vanguardia un busca de tensión y relajación. A menudo cercanas a
la corriente minimalista, las obras de este período (Elogio de la danza,
Decamerón Negro, Sonatas), están basadas en pequeños motivos que
cristalizan y vertebran obras amplias, son más amables con el público y son
mundialmente conocidas e interpretadas. El autor busca una sonoridad de
«guitarra-arpa» pensando en ella como una orquesta resonante (Betancourt
1998).

2.5.- El repertorio nuevo surgido en Italia


Los compositores italianos han mantenido siempre una fuerte relación con la
guitarra y la cuerda pulsada y, gracias a ello, conservamos ejemplos musicales
maravillosos para estos instrumentos desde el Renacimiento a la actualidad
(Da Milano, Foscarini, Corbetta, Giuliani, Carulli, Legnani, Respighi o
Castelnuovo-Tedesco). La nueva vanguardia de posguerra también dará sus
frutos, pero apartándose de la italianidad que había carac- terizado el repertorio
nacional con su elocuencia, consonancia y vocalidad lírica (Dibelius 2004). Por
ejemplo, las obras de Petrassi Suoni Notturni (1959) y Nunc (1971) se
muestran distantes con esa tradición, utilizando sonidos áridos, formas
cortadas y contrastes abruptos. Más tarde, franco Donatoni hará alarde de su
visión crítica y profunda en Algo, due pezzi per chitarra (1977), con recursos
instrumentales y gestuales creativos y variados.
Ej. 3 inicio de la primera pieza de Algo de Donatoni.
Por su parte, Luciano Berio, quien había hecho una serie de Sequenzas para
varios instrumentos solistas desde los años ‘70, compondrá una, la Sequenza
XI, para guitarra en 1988 (dedicada a Eliot Fisk). Esta obra demanda
técnicamente movimientos rápidos, cambios de posición, estiramientos
extremos de la mano izquierda, etc. También explora el registro completo de
las posibilidades tímbricas, sin dejar de ser idiomática al instrumento. En la
Sequenza XI se alterna entre dos caracteres: uno más clásico, elegante y dulce
con otro de carácter más improvisatorio, cercano al flamenco con pasajes de
gran violencia.

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