STC Conversión de Procesos

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EXP. N.

º 05761-2009-PHC/TC
LIMA
CARMEN JULIA EMILI
PISFIL GARCÍA
 
 
SENTENCIA DEL TRIBUNAL CONSTITUCIONAL
 
En Lima, a los 13 días del mes de mayo de 2010, el Tribunal Constitucional en
sesión de Pleno Jurisdiccional, con la asistencia de los magistrados Vergara Gotelli, Mesía
Ramírez, Beaumont Callirgos, Calle Hayen, Eto Cruz y Álvarez Miranda, pronuncia la
siguiente sentencia, con el voto singular del magistrado Vergara Gotelli, que se adjunta.
 
I. ASUNTO
 
Recurso de agravio constitucional interpuesto por don Joseph Gabriel Campos
Torres a favor de Carmen Julia Emili Pisfil García contra la sentencia expedida por la
Segunda Sala Especializada en lo Penal para Procesos con Reos en Cárcel de la Corte
Superior de Justicia de Lima, de fojas 653, su fecha 8 de septiembre de 2009, que declaró
infundada la demanda de autos.
 
II. ANTECEDENTES
 
§. Demanda
 
Con fecha 13 de mayo de 2009, don Alex Rómulo De La Cruz Vigo interpone
demanda de hábeas corpus a favor de doña Carmen Julia Emili Pisfil García contra el Juez
del 37º Juzgado Especializado en lo Penal de la Corte Superior de Justicia de Lima y contra
cualquier Juez que pretenda ejecutar en el Perú o en el extranjero el auto de fecha 29 de
enero de 2009 expedido por el Juzgado Central de Instrucción N.º 5 de la Audiencia
Nacional de Madrid, España, a cargo del Juez español Baltasar Garzón Real, por afectar sus
derechos a la cosa juzgada, a la presunción de inocencia, a la motivación de las
resoluciones judiciales y a la legalidad penal, entre otros.
 
Refiere que el auto judicial español ha incorporado, en indefensión, a la favorecida
y a otros ciudadanos peruanos a un proceso penal español sustentado en hechos ya
investigados en el Perú, y declarando además el ilícito de fraude procesal por Solaris Perú,
a la justicia arbitral con la finalidad de exigir el cumplimiento de determinados convenios
celebrados con la Fundación Privada Inservida con sede en España, esta última, procesada
en el citado proceso penal e intervenida por una administración judicial y que, según el Juez
español, no fue convocada en el referido proceso arbitral.
 
§. Investigación sumaria
 
Admitido el presente proceso constitucional de autos, se tomó el dicho a la
favorecida, la misma que refirió que se le ha declarado el fraude procesal sin habérsele
notificado de proceso judicial alguno y, en todo caso, el Juez español es incompetente para
juzgar hechos ocurridos en el Perú.
Por su parte, la Juez emplazada señala que su despacho ha resuelto devolver la
rogatoria contenida en el auto de 29 de enero de 2009, expedido por el Juzgado Central de
Instrucción N.º 5, de la Audiencia Nacional de Madrid, por lo que la demanda debe
desestimarse.
 
§. Resolución de primera instancia
 
El Cuarto Juzgado Especializado en lo Penal de la Corte Superior de Justicia de
Lima, con fecha 18 de junio de 2009, declaró fundada en parte la demanda por considerar
que el proceso penal iniciado por el Juez español Baltasar Garzón se encuentra sustentado
en hechos ya investigados y archivados en el Perú; no obstante, en cuanto a los demás
estima que los tribunales peruanos no son instancia para cuestionar la validez de las
resoluciones judiciales emanadas por autoridades extrajeras.
 
§. Resolución de segunda instancia
 
La Segunda Sala Penal para Procesos con Reos en Cárcel de la Corte Superior de
Justicia de Lima revocó la apelada y declaró infundada la demanda por considerar que no
existe medida alguna de coerción personal que lesione o amenace la libertad individual de
la favorecida, además que no le compete a la autoridad peruana declarar la nulidad o
ineficacia de una resolución expedida por una autoridad extrajera.
 
III. FUNDAMENTOS
 
§. Delimitación del petitorio
 
1.     La presente demanda tiene como objeto que se declare la inaplicación y
consecuentemente la ineficacia o nulidad del auto de fecha 29 de enero de 2009,
expedido por el Juzgado Central de Instrucción N.º 5 de la Audiencia Nacional de
Madrid, España, a través del cual el Juez Baltasar Garzón declara la existencia de
fraude procesal y la presunta comisión del delito de estafa cometido por la favorecida.
 
§. La finalidad del proceso de hábeas corpus
 
2.     Conforme al mandato constitucional, el proceso de hábeas corpus es el instrumento
procesal cuya excelencia jurídica radica en la protección de la libertad personal y si
bien éste proceso, a nivel práctico antes que teórico, ha sido asumido desde una
perspectiva restrictiva, no es menos cierto que con la entrada en vigencia del Código
Procesal Constitucional “sufrió” un giro en su visión, ampliándose para aquellos
casos vinculados al derecho a la vida en la demanda por los detenidos-desaparecidos;
a la integridad física, psíquica y moral.
 
3.     Sin embargo lo expresado en el considerando precedente, es necesario dejar
establecido que no cualquier reclamo que alegue afectación del derecho a la libertad
individual o derechos conexos puede reputarse efectivamente como tal y merecer
tutela, pues para ello es necesario que el juez constitucional analice de modo previo si
los actos denunciados vulneran el contenido constitucionalmente protegido de los
derechos tutelados por el hábeas corpus.
 
4.     En tal perspectiva, si bien dentro de un proceso constitucional de la libertad como es
el hábeas corpus, este Tribunal puede pronunciarse sobre la eventual vulneración del
derecho al debido proceso; también lo es, que ello ha de ser posible siempre que
exista conexión entre éste o éstos y el derecho fundamental a la libertad individual;
supuesto de hecho que en el caso de autos no se presenta, pues se advierte que los
hechos alegados por el accionante como lesivos a los derechos constitucionales
invocados no tienen incidencia directa sobre su libertad personal, esto es, no
determinan restricción o limitación alguna al derecho a la libertad individual, por lo
que la pretensión resulta manifiestamente incompatible con la naturaleza de este
proceso constitucional de la libertad.
 
§. Tribunal Constitucional y defensa de los derechos fundamentales
 
5.     Si bien es cierto que, con lo expuesto en los considerandos precedentes, ha quedado
más que evidenciado que los hechos denunciados no guardan relación directa con la
libertad individual, no es menos cierto que, del estudio y análisis del expediente, se
advierte que los actos realizados por los demandados evidencian el compromiso de
otros derechos fundamentales, distintos a la libertad individual, que merecen tutela
por parte de este Tribunal.
 
6.     Y es que el Tribunal Constitucional ha de resolver sus causas sin perder de vista los
fines que orientan su actividad, los mismos que hoy por hoy constituyen aquellos
valores supremos que tiene este Colegiado y que en esencia son: la defensa de la
Constitución encaminada a la afirmación de la vigencia de un Estado de Derecho y
velar por la tutela efectiva de los derechos fundamentales, por medio del cual le es
implícita la labor de ejercer una actuación positiva de aquellos.
 
7.     En ese sentido, creemos que este Colegiado no puede sustraerse a emitir un
pronunciamiento sobre el fondo del asunto, pues de no hacer ello estaría dejando en la
orfandad jurídica a la recurrente, renunciando de este modo a la protección de un
derecho fundamental que se encuentra recogido en el inciso 3) del artículo 139º de la
Constitución Política del Perú, por el cual se le garantiza al justiciable, ante su pedido
de tutela, el deber del órgano jurisdiccional de observar un conjunto de garantías
mínimas establecidos como estándares de justicia en los instrumentos internacionales
para la tutela de los derechos fundamentales, además de emitir una resolución fundada
en derecho.
 
8.     Por ello, conciente de la tarea que nos toca cumplir como máximo órgano de justicia
constitucional y observando que en el caso concreto existe la necesidad de tutela
urgente de los derechos fundamentales de la favorecida, es que en el presente caso
debe emitirse un pronunciamiento convirtiendo el proceso de hábeas corpus a uno de
amparo.
 
§. La problemática de la conversión de los procesos constitucionales. 
9.      La figura de la conversión de los procesos constitucionales (conversión procesal), ha
sido y es un tema que ha tenido un tratamiento dispar dentro del desarrollo
jurisprudencial del Tribunal Constitucional, y es que basta con echar un vistazo a
algunos de sus fallos (6453-2007-PHC/TC y 5527-2008-PHC/TC), para poder
advertir tal situación, pues mientras en el primero se resolvió declarar nulo todo lo
actuado y disponer que el Juez Penal que conoció el proceso constitucional de hábeas
corpus en primera instancia, remita al Juez Civil para que este actúe como juez de
primera instancia y entienda el proceso de hábeas corpus como uno de amparo; en el
segundo de ellos, esto es el 5527-2008-PHC/TC, el Tribunal, advirtiendo una
manifiesta afectación de otros derechos distintos a los de la libertad individual, asume
una postura tuitiva de los derechos fundamentales y resuelve el caso como si fuera un
proceso constitucional de amparo. Situación ésta que ha de ser corregida por este
Colegiado a través de un fallo en el que se precisen los principios y límites que han de
orientar una conversión.
 
10.  Las causas de este tipo de tratamiento jurisprudencial que ha venido realizando este
Tribunal pueden ser muy variadas; por ello habremos de referirnos sólo a aquellos que
tengan mayor trascendencia y que hayan llevado al Colegiado Constitucional a
realizar dicha interpretación. Así, conforme al diseño de nuestra jurisdicción
constitucional (dual o paralela[1]), la tramitación de los procesos constitucionales,
cuanto menos los que conforman lo que Mauro Cappelletti denominó jurisdicción
constitucional de la libertad1[2], tienen el carácter de compartidos, esto es, su
tramitación en primera y segunda instancia son competencia de los jueces del Poder
Judicial, llegando a ser de conocimiento del Tribunal Constitucional únicamente para
ser resueltos en última y definitiva instancia.
 
11. Dicho modelo de jurisdicción constitucional se ve reflejado en el Código Procesal
Constitucional en sus artículos 28º y 51º, los que desarrollan el tema de la
competencia jurisdiccional, estableciendo que para el proceso constitucional de
hábeas corpus el juez competente es el Juez Penal, mientras que para los demás
procesos constitucionales de la libertad (amparo, hábeas data y cumplimiento) el juez
competente es el Juez Civil o Mixto. A esta determinación el legislador arriba
teniendo como panorama la falta de especialidad en materia constitucional dentro de
la organización del Poder Judicial, es decir, se encontraba ante la inexistencia de
jueces constitucionales, solucionando el tema del modo más práctico y que tenía
como aval el modo de cómo su antecesora (Ley 23506) había desarrollado el tema.
 
12. Pero ello pasa por efectuar una interpretación literal del desarrollo normativo del
Código Procesal Constitucional, que no se condice con los estándares actuales de
interpretación en materia constitucional. Por lo que en los argumentos que a
continuación se desarrollarán se dejará en claro el actual planteamiento de este
Colegiado.

1[1] GARCÍA BELAUNDE, Domingo: Derecho Procesal Constitucional, Editorial Temis, Bogotá. 2001.
[2] La que está conformada por los procesos constitucionales de: Amparo, hábeas corpus, hábeas data y cumplimiento.
 §. Los fundamentos que permiten la conversión de los procesos
 
a) El rol del Juez Constitucional
 
13.  Que conforme ya se ha señalado en el considerando décimo de la presente resolución,
la competencia jurisdiccional para los procesos constitucionales de la libertad ya ha
sido determinada, por lo que lo allí establecido ha de erigirse como la regla general de
competencia a obedecer. Sin embargo no es menos cierto que, como toda regla, la
misma ha de tener sus excepciones que puedan hacer de estas reglas instrumentos
flexibles y útiles a la concretización de los fines de los procesos constitucionales,
claro está bajo presupuestos específicos que hagan de la justicia constitucional un
instrumento de tutela efectiva y eficaz de los derechos fundamentales.
 
14. Un primer argumento a tener presente es que el juez que conoce de los procesos
constitucionales, más allá del nomen iuris que ostenten dentro de la organización del
Poder Judicial, es un Juez Constitucional, es decir, al Tribunal Constitucional no ha
de importarle la denominación funcional que tengan estos magistrados dentro de la
estructura del Poder Judicial, ya que por encima de ello se erige el rol especial que
ellos han de cumplir cuando conozcan de los procesos constitucionales.
 
15. Dicha postura cobra mayor firmeza si tenemos en cuenta que el propio Tribunal
Constitucional ya ha señalado que “…La consagración constitucional de estos
procesos les otorga un especial carácter, que los hace diferentes de los procesos
ordinarios en cuatro aspectos: 1) Por sus fines, pues a diferencia de los procesos
constitucionales, los ordinarios no tienen por objeto hacer valer el principio de
supremacía constitucional ni siempre persiguen la protección de los derechos
fundamentales; 2) Por el rol del juez, porque el control de la actuación de las partes
procesales por parte del juez es mayor en los procesos constitucionales; 3) Por los
principios orientadores, pues si bien es cierto que estos principios, nominalmente,
son compartidos por ambos tipos de procesos, es indudable que la exigencia del
cumplimiento de principios como los de publicidad, gratuidad, economía procesal,
socialización del proceso, impulso oficioso, elasticidad y de favor processum o pro
actione, es fundamental e ineludible para el cumplimiento de los fines de los procesos
constitucionales; y 4) Por su naturaleza, que es de carácter subjetivo-objetivo, pues
no sólo protegen los derechos fundamentales entendidos como atributos reconocidos
a favor de los individuos, sino también, en cuanto se trata de respetar los valores
materiales del ordenamiento jurídico, referidos en este caso a los fines y objetivos
constitucionales de tutela de urgencia…” (STC 00023-2005-PI/TC, fundamento 10).
 
16. Lo hasta aquí expuesto permite afirmar que la determinación de la competencia,
cuanto menos de las primeras instancias, para los procesos constitucionales de la
libertad, no constituye un límite para que el Colegiado Constitucional pueda y deba
convertir un proceso constitucional en otro de la misma clase.
 
b) La suplencia de la queja deficiente
 
17. En diversos países se ha incorporado dentro de la jurisdicción constitucional el
presente instituto al hilo del influjo mexicano, cuna de creación del juicio de amparo y
forjador de diversas instituciones procesales que lo rodean, entre las que se encuentra
la llamada suplencia de la queja deficiente. Diversos autores han definido a la
suplencia de la queja deficiente, tal es el caso de Burgoa, quien define este principio
de la siguiente forma “… suplir la deficiencia de la queja implica no ceñirse a los
conceptos de violación expuestos en la demanda de amparo, sino que, para conceder
al quejoso la protección federal, el órgano de control puede hacer valer
oficiosamente cualquier aspecto inconstitucional de los actos reclamados…”. Por su
parte, Fix Zamudio, al hablar de la suplencia de la queja, afirma “…que consiste en la
corrección por el juez del amparo, de las omisiones, errores o deficiencias en que
hubiese incurrido el promovente al formular su demanda, protegiendo a la parte
débil en el proceso y evitando la aplicación de leyes inconstitucionales…”[3]. Así,
dentro de la misma línea Santos Ayala precisa que: “…la suplencia de la queja es una
figura procesal del juicio de amparo, con fundamento en la Constitución; que asume
un carácter proteccionista, antiformalista y discrecional; que debe estimarse como
excepcionalmente obligatoria, y que faculta a los tribunales de amparo para integrar
las omisiones totales o parciales de los conceptos de violación o de los agravios y
para subsanar los errores en que incurre el quejoso al expresarlos, así como de
aquellos actos procesales que la ley permite, siempre a favor y nunca en perjuicio del
propio quejoso, en la forma y términos que señala la ley de la materia…”[4].
 
18.  Nuestra legislación no ha quedado al margen de esta corriente doctrinaria y si bien es
cierto que no lo ha comprendido de modo taxativo, no es menos cierto que si está
presente de modo implícito, pues nuestro Código Procesal Constitucional sí ha
previsto en el artículo VIII de su Título Preliminar el principio del iura novit curia,
bajo cuyo manto se encuentra subsumida la tantas veces mencionada suplencia de la
queja deficiente.
 
19.  Pese a ello, dentro de nuestra jurisprudencia constitucional dichos principios han
recibido tratamiento individualizado pues por un lado el Colegiado Constitucional ha
señalado que: “…la suplencia de la queja deficiente… se trata de la facultad que
tienen los jueces constitucionales para adecuar las pretensiones de los quejosos, a fin
de otorgarles la protección que sus derechos fundamentales requieran en el supuesto
que se advierta un error o una omisión en el petitorio de su demanda…”. Y sobre el
principio de iura novit curia ha señalado que: “…dicho aforismo, literalmente
significa “El Tribunal conoce el derecho” y se refiere a la invocación o no
invocación de las normas jurídicas que sirven de fundamento a las pretensiones
esgrimidas por las partes dentro de un proceso…”2[5]
 
20. De igual manera, en cuanto a la aplicación de estos principios, el Tribunal ha puesto
límites cuando ha señalado, sobre la suplencia de la queja deficiente, que el juez “…
únicamente podrá desvincularse de lo planteado en la demanda a fin de otorgar una

2[3] FIX ZAMUDIO, Héctor: El Juicio de Amparo, Editorial Porrua, México, 1963, p. 403.
[4] Cfr. SANTOS AYALA, Gabriel: “La suplencia de la deficiencia de la queja en materia de amparo”, en Anales de
Jurisprudencia, Tomo 141, México, 1970.
[5] STC 0569-2003-AC/TC, caso Nemesio Echevarría Gómez, FJ. 5.
protección eficaz a los derechos constitucionales lesionados, cuando ello devenga de
una voluntad implícita del recurrente a pesar de no haberla planteado correctamente
en la demanda,…”. En tanto que, “…cuando se trate del aforismo iura novit curia, al
aplicar el derecho a las cuestiones debatidas, se buscará no alterar ni sustituir las
pretensiones y hechos fácticos que sustentan la demanda y resulten acreditados en el
proceso…”[6].
 
21. En otras palabras lo que este principio importa es que, “... el juez debe calificar los
hechos expuestos por las partes y la relación sustancial, prescindiendo de la
calificación efectuada por los litigantes. Debe determinar la causa petendi y siempre
que no se aparte de los hechos afirmados ni modifique su objeto, puede otorgar lo
pedido sobre la base de una calificación de la causa distinta a la que hicieron las
partes…”3[7].
 
c) De los principios procesales constitucionales
 
22. El Código Procesal Constitucional ha previsto dentro de su pórtico normativo (Título
Preliminar) un conjunto de directrices que han de orientar la actividad de los jueces
constitucionales, los mismos que en su gran mayoría están contenidos en el artículo
III del ya referido Título Preliminar. De entre ellos habrá de resaltar sólo aquellos que
evidencien una mayor utilidad práctica a la materialización de la conversión de los
procesos constitucionales y por ende a la consecución de sus fines.
 
23. Dentro de esta perspectiva consideramos que el primero de los principios a ser
utilizados es el de elasticidad o adecuación de las formalidades al logro de los fines
de los procesos constitucionales establecido en el cuarto párrafo del ya mencionado
artículo III del Título Preliminar del Código Procesal Constitucional, bajo la siguiente
redacción: “…El Juez y el Tribunal Constitucional deben adecuar la exigencia de las
formalidades previstas en este Código al logro de los fines de los procesos
constitucionales…”. Se trata aquí de que las exigencias que impone el Código no
deben, bajo ningún punto de vista ni criterio interpretativo, trastocar los fines mismos
de los procesos constitucionales.
 
24. Visto así y en perspectiva, este principio constituye un deber que el propio Código le
impone al Juez Constitucional para relativizar las formalidades que no se condicen
con un sistema publicístico. En efecto, en el Código se puede y debe exigir
determinados presupuestos, formalidades, requisitos que orientan a un sistema
privatístico; pero ello no significa que ha de preferirse las normas de tipo privatístico
por encima de la esencia del sistema que inspira este Código, es decir, publicístico y
más aún tratándose de un Código que instrumentaliza sistemáticamente las garantías
de la defensa de la Constitución, el juez deberá relativizar dichas formalidades o
exigencias a fin de concretizar la esencia misma de los procesos constitucionales.
 

3[6] STC 0569-2003-AC/TC, caso Nemesio Echeverría Gómez, FJ. 8


[7] FENOCHIETTO-ARAZI: Código Procesal Civil y Comercial de la Nación, Comentado y Concordado, Tomo I,
Editorial Astrea, Argentina, 1983.
25. Otro de los principios que contribuyen con la postura que asume este Colegiado es el
de economía procesal el mismo que ha de estar presente en todos los procesos
judiciales modernos y se reduce al axioma de que debe de tratarse de obtener el
mayor resultado posible con el mínimo de empleo de actividad procesal y que en el
caso de los procesos constitucionales cobra mayor preponderancia por ser procesos de
tutela urgente de derechos fundamentales. En efecto, si se parte de la premisa, sobre la
cual se sustenta la presente resolución, es decir los fines que informan a los procesos
constitucionales, los mismos no deben estar supeditados por una serie de ritualismos
procesales que, a la postre, los afecten con dilaciones innecesarias.
 
§. Principios y límites para la conversión de los procesos constitucionales
 
26. Siendo la conversión procesal un instituto jurídico de suma utilidad a los
concretización de los fines de los procesos constitucionales, este Tribunal considera
conveniente establecerle aquí un conjunto de principios y límites que sirvan como
parámetro a los jueces constitucionales, sea cual fuere su instancia, a fin de evitar
posibles desbordes en su aplicación.
 
27.  Así para convertir un proceso constitucional de hábeas corpus en uno de amparo,
habrá que tener presente las siguientes reglas:
 
Primero: La conversión no es obligatoria para los jueces constitucionales de
primera instancia, más sí para los de segunda y última instancia, lo
cual no significa que ante la observancia de afectación de un derecho
fundamental distinto a la libertad personal los a quo puedan admitir a
trámite la demanda, entendiéndola como amparo.
 
Segundo: La conversión deberá observar que el plazo de prescripción de la
demanda no haya vencido, pues de lo contrario se estaría alentando
la posibilidad de que una persona que por imprudencia o desidia, se
le haya vencido el plazo para interponer un proceso constitucional de
amparo, se sirva del hábeas corpus para ingresar su pretensión y sea
objeto de tutela.
 
Tercero: La conversión deberá verificar la legitimidad para obrar del
demandante, máxime si se tiene en cuenta que la legitimidad para
obrar en ambos procesos son sustancialmente distintos, pues mientras
en el hábeas corpus la legitimación es flexible, es decir, puede ser
interpuesto, además del afectado, por cualquier persona en su favor
con o sin representación; en el amparo la demanda sólo puede ser
interpuesta por el perjudicado o su representante con poder para
ejercer dicha potestad. Esta regla, por supuesto, puede ser
relativizada en la medida que haya, sido posible la toma de dicho del
propio beneficiario y éste además haya manifestado su conformidad
con la instauración del proceso constitucional.
 
Cuarto: La conversión en ningún caso se podrá variar el petitorio ni la
fundamentación fáctica de la demanda, pues lo contrario supondría
que el juez sustituya a la parte accionante dentro del proceso, lo cual
no se condice con la naturaleza imparcial que han de tener los
juzgadores, asimismo, que de modificar los hechos el juez estaría
“pervirtiendo” la realidad o, si se quiere, creando una realidad ajena a
la planteada por las partes. Del mismo modo, el juez constitucional
no podrá variar el petitum o petitorio, dado que se vulneraría el
principio de congruencia procesal. Pero ello no significa, como lo ha
señalado el Tribunal Constitucional, en la RTC 3509-2009-PHC/TC,
fundamento 4), que se determine, a partir de los hechos incorporados
por el demandante, el derecho que corresponde ser tutelado, (“Da
mihi factum, dado tibi ius” que significa “Dame los hechos que yo te
doy el derecho”).
 
Quinto: Ha de existir riesgo de irreparabilidad del derecho; la conversión
será posible sólo si existe una necesidad apremiante de evitar la
ocurrencia de un daño irreparable en los derechos fundamentales
involucrados.
 
Sexto: La conversión deberá preservar el derecho de defensa del
demandado. El Juez Constitucional habrá de ser muy escrupuloso en
verificar si el demandado ejerció de modo sustancial su derecho de
defensa, pues este Colegiado considera que en ningún caso se puede
habilitar la tutela de un derecho fundamental si es que se está dejando
desprotegido a otro de la misma clase.
 
§. Soberanía y jurisdicción
 
28.  El Estado peruano ha reconocido, dentro del desarrollo normativo de su texto político
fundamental, el principio de soberanía señalando que: “La soberanía emana del
pueblo. Quienes lo ejercen lo hacen con las limitaciones y responsabilidades que la
Constitución y las leyes establecen…”. De este postulado constitucional se deriva que
las potestades ejercidas por los poderes públicos de nuestro Estado se sujetan a lo
establecido por la propia Constitución y, en general, por el ordenamiento jurídico
nacional. De ahí que la soberanía deba ser entendida como la potestad político-
jurídica que permite decidir libremente sobre los asuntos internos y externos de un
Estado.
 
29.  Una de las manifestaciones de la soberanía, es aquella que se denomina soberanía
político – territorial, que consiste en el ejercicio del poder pleno, exclusivo y
excluyente del que dispone un Estado sobre el territorio, pueblo y bienes materiales e
inmateriales que se encuentran dentro de sus fronteras; derivándose de ello que, por
sobre el orden jurídico nacional, no puede existir ni reconocerse voluntad ajena ni
superior al Estado mismo, que interfiera en su propia organización política ni jurídica.
Consecuentemente, el Estado se encuentra en la obligación de cumplir con el deber de
“… defender la soberanía nacional, garantizando la plena vigencia de los derechos
humanos…” (STC 00001-2009-PI/TC, fundamento jurídico 134).
 
30.  Este poder soberano autoriza a los Estados a decidir de manera autónoma las leyes
que serán aplicadas en el ámbito espacial de su territorio; potestad que no encuentra
mayor límite que las establecidas en las normas de derecho público interno y las
normas de derecho público externo. Ello significa que en virtud a este principio, cada
uno de los Estados debe hacer prevalecer su soberanía respetando la de los demás
países, evitando la imposición de leyes extranjeras en el territorio nacional.
 
31.  Así, cuando el artículo 138º de la Constitución Política del Perú establece que la
potestad de impartir justicia emana del pueblo y se ejerce por el Poder Judicial a
través de sus órganos jerárquicos con arreglo a la Constitución y a las leyes, ello tiene
como consecuencia inmediata que ningún órgano, organismo o entidad que represente
o que sea parte de algún poder estatal distinto al peruano y que, por ende, sea ajeno a
la estructura jerarquizada de órganos jurisdiccionales que conforman el Poder Judicial
peruano, pueda interferir en el ejercicio de sus funciones, o vincular o condicionar la
actuación de estos. La única excepción a dicho principio se encuentra establecida en
el artículo 205º de nuestra Constitución que faculta, a quien se considere lesionado en
los derechos que la Constitución misma reconoce, a recurrir a los tribunales u
organismos internacionales constituidos según Tratados o Convenios de los que el
Perú es parte.
 
32.  Al respecto, el Tribunal Constitucional ha tenido oportunidad de señalar que: “…
conforme a los principios de soberanía del pueblo (artículo 45.° de la Constitución) y
de forma republicana de gobierno, al carácter social y democrático de nuestro
Estado (artículo 43.° de la Constitución), y al principio de jerarquía normativa
(artículo 51.° de la Constitución), el respeto al sistema de fuentes de nuestro
ordenamiento jurídico, donde se incluyen las decisiones de este Tribunal
Constitucional, constituye uno de los valores preeminentes de todo sistema
democrático por donde los poderes públicos y los ciudadanos deben guiar su
conducta por el derecho…” (STC 0168-2005-PC/TC). De modo consecuente con lo
hasta aquí expuesto, cabe afirmar que este Colegiado se encuentra obligado no sólo a
ser el guardián de la Constitución, sino a su vez a resguardar la eficacia del
ordenamiento jurídico peruano en su conjunto.
 
33.  Siendo ello así y conforme al mandato contenido en el artículo 38º de la Constitución,
es obligación del Tribunal Constitucional respetar, defender y hacer cumplir el
ordenamiento jurídico nacional, su organización jurisdiccional, y las normas que
establecen o delimitan la competencia establecida por ley para conocer procesos en
las diferentes materias del derecho.
 
§. Tratado de asistencia judicial
 
34.  Esta realidad se ve influenciada por la existencia de un Tratado de Asistencia Judicial
en materia Penal celebrado entre el Estado peruano y el español, el 8 de noviembre de
2000, el mismo que tiene como finalidad la asistencia judicial y la cooperación en la
tramitación de procesos judiciales seguidos en el extranjero y en los que tenga
incidencia un nacional o extranjero ubicado en territorio nacional o sobre bienes
ubicados en territorio nacional. En dicho documento se precisa de modo claro el
procedimiento aplicable para los casos en que se solicite asistencia judicial entre
ambos países.
 
35.  Dentro de las disposiciones normativas contenidas en dicho Tratado se puede apreciar
que los Estados partes no claudican a su soberanía, pues tanto el artículo II, inciso 1)
del documento ya referido hace mención a que: “… Las peticiones de asistencia
deberán ejecutarse oportunamente de conformidad con la ley del Estado
requerido…”; así como dentro de esta misma línea el artículo III inciso 1) referido a
los motivos para denegar o diferir la asistencia judicial, señala que: “... La asistencia
judicial podrá ser denegada… Si el Estado requerido estima que la ejecución de la
petición pudiera atentar contra la soberanía… de su país…”. Ello nos permite
afirmar que todo acto o petición de asistencia que contravenga la normativa nacional
no deberá ser ejecutado por el imperio del principio de soberanía.
 
36.  Pero ello no significa que en todos los supuestos nuestro Estado ha de rechazar las
peticiones de asistencia judicial efectuadas por España, sino sólo en aquellos casos en
los que la ilegitimidad sea manifiestamente clara.
 
§. El derecho fundamental a ser juzgado por un juez natural
 
37.  No cabe duda que el ser juzgado por un Juez natural constituye, hoy por hoy, uno de
los principales derechos fundamentales que tiene una persona dentro de un proceso y
que encuentra su desarrollo normativo en el segundo párrafo del artículo 139º, inciso
3) de la Constitución Política del Perú, en e4l que se señala que: “… el derecho a no
ser desviado por la jurisdicción determinada por ley…”. El contenido de este derecho
ha sido precisado por el Tribunal Constitucional bajo el siguiente tenor:“…exige, en
primer lugar, que quien juzgue sea un juez o un órgano que tenga potestad
jurisdiccional. Se garantiza, así, la interdicción de ser enjuiciado por un juez
excepcional, o por una comisión especial creada ex profesamente para desarrolla
funciones jurisdiccionales, o que dicho juzgamiento pueda realizarse por comisión o
delegación… En segundo lugar, exige que la jurisdicción y competencia del juez sean
predeterminadas por la ley. Ello, por un lado, comporta la predeterminación (y no
sólo la determinación) del órgano judicial y también la de su competencia. Desde
esta última prespectiva, la asignación de competencia judicial necesariamente debe
haberse establecido con anterioridad al inicio del proceso, garantizándose así que
nadie pueda ser juzgado por un juez ex post facto o por un juez ad hoc. Y por otro,
que tales reglas de competencia, objetiva y funcional, sean previstas en una ley
orgánica, conforme se desprende de la interpretación sistemática de los artículos
139°, inciso 3), y 106° de la Constitución…” (STC 1937-2006-HC/TC).

§. Análisis del caso concreto


38.  Como se puede apreciar, uno de los elementos que dota de contenido al derecho
fundamental del Juez natural es la competencia del órgano jurisdiccional encargado
del juzgamiento, lo cual se resalta en el presente caso porque es justamente lo que en
esencia se cuestiona, pues se atribuye como lesivo de los derechos constitucionales
invocados el que una autoridad judicial extranjera (juez penal español) que ha
calificado como delitos, bajo la legislación de su país de origen (Reino de España),
hechos ocurridos en territorio peruano, como es el inicio de un proceso arbitral en
virtud de un Convenio Arbitral celebrado en el Perú entre un organismo privado de
cooperación internacional (Fundación Privada Intervida) y otro de la misma
característica (Asociación Solaris Perú). Siendo este el panorama fáctico, corresponde
a este Tribunal verificar si, de conformidad con el ordenamiento jurídico nacional, el
órgano judicial español tiene competencia para cuestionar actos o comportamientos
efectuados en el Perú.
 
39.  Así, en primer término, ha de señalarse que el legislador peruano ha determinado que
la: “Ley Penal peruana se aplica a todo el que comete un hecho punible en el
territorio de la República…”. Esta norma, que desarrolla el principio de territorialidad
en la aplicación de la ley penal peruana, es correlato directo del principio de soberanía
en su manifestación jurídica.
 
40.  Por su parte el Código Penal Español no hace referencia alguna al principio de
territorialidad; sin embargo su doctrina se ha encargado de precisar que: “…La
cuestión del ámbito espacial de la aplicación de la ley penal es, pues, una cuestión
que los Estados deciden autónomamente… Ahora bien, la territorialidad proclamada
encuentra importantes excepciones, unas de derecho público interno, otras generadas
por la naturaleza del acto y, finalmente, el resto fundadas en normas de derecho
público externo o internacional. En ese sentido, las normas jurídico penales no
poseen un valor absoluto de eternidad o de vigencia ultraterrenal, sino que por el
contrario, en el ejercicio del ius puniendo un Estado constitucionalmente definido
como democrático y de derecho, está sometido a condicionamientos políticos y
límites jurídicos que contribuyen especialmente a decantar la realidad normativa de
significación típica. Es decir, en la determinación del ámbito de aplicación del poder
punitivo estatal deben respetarse ciertas reglas, evitando la atribución de un poder
arbitrario o exorbitante…”4[8].
 
41.  Siendo este el aspecto normativo y doctrinal que rodea el tema objeto de análisis, este
Colegiado considera pertinente señalar y resaltar que la defensa de la soberanía
nacional es también su competencia, conforme al mandato constitucional establecido
en el artículo 44º de la Constitución Política del Perú, por cuyo imperio sería
inadmisible que la potestad de impartir justicia, por hechos acontecidos en el Perú, sea
asumida por autoridades extrajeras ajenas a la estructura orgánica del Poder Judicial.
 
42.  Por ello este Colegiado considerada oportuno subrayar, dentro del rol tuitivo de la
soberanía jurídica de nuestro país, que el hecho de que un Juez foráneo se haya

4[8]
SANZ HERMIDA, Agata: “Extraterritorialidad de la ley penal y jurisdicción”; publicado en DIEGO DÍAZ-
SANTOS: Derecho Penal: Implicaciones internacionales, Madrid, Colex, 1999, pp. 125-140.
investido de jurisdicción para conocer de unos hechos que han sucedido en el Perú,
sin que estos sucesos fácticos tengan la característica de ser perseguibles a través de la
jurisdicción universal, resulta lesivo a la soberanía jurídica de nuestro país, pues ello
supondría el sometimiento de nuestro Estado a la regulación normativa del país que se
arroga competencia a través del funcionario correspondiente, con lo cual se cerniría
en nuestro sistema jurídico un clima de inseguridad que no resulta tolerable.
 
43.  Por ello es que este Colegiado es enfático en señalar a través del presente fallo que
situaciones como estas deben ser rechazadas, pues el Tribunal considera que el Perú,
dentro del ejercicio de su soberanía, ha establecido, incluso desde el eslabón más alto
de su normativa interna, que la jurisdicción para estos casos será asumida por nuestro
Poder Judicial, al cual lo ha dotado de la autoridad suficiente para ser el ente que
materialice el legítimo interés sancionador del Estado ante conductas consideradas
como delictivas.
 
44.  Dentro de esta misma línea y a mayor abundamiento afirmamos, es menester precisar
además, teniendo como basamento lo señalado en el artículo II, inciso 1) del Tratado
de Asistencia Judicial, que hace mención a que “… Las peticiones de asistencia
deberán ejecutarse oportunamente de conformidad con la ley del Estado
requerido…”, que un requerimiento como el efectuado por el Juez Baltasar Garzón,
esto es incorporar dentro de un proceso penal, en calidad de inculpado, a una persona
por el sólo hecho de haber ejercitado su derecho de acción al iniciar un proceso
arbitral dentro de nuestra jurisdicción, resulta incompatible no sólo con la Ley de
Arbitraje5[9], sino que además con nuestra Constitución que reconoce que al arbitraje
un status constitucional, y donde le es igualmente exigible el respeto escrupuloso de
todas y cada una de las garantías del debido proceso. Máxime si, como ya se ha
dejado evidenciado, el que se considerase perjudicado con lo resuelto en el proceso
arbitral tenía expedito el camino de impugnarlo en la vía civil o constitucional,
conforme a las reglas establecidas en una anterior sentencia de este Tribunal[10].
 
45.  Pero dicha determinación no puede generar que este Colegiado se pronuncie por la
continuación o no de un proceso penal como el llevado a cabo por el Juez Baltasar
Garzón, porque ello sería irrumpir dentro del ámbito de autonomía jurisdiccional del
país de España y por ende en su soberanía jurídica, la que estamos rechazando a
través del excurso argumentativo de la presente sentencia. Pero dentro de esta misma
línea de razonamiento, este Colegiado no puede aceptar el cumplimiento de
disposiciones que en nuestro país devienen en inconstitucionales, por afectar derechos
y valores que la Constitución consagra, ya que, ha quedado evidenciado, ha sido
iniciado por un Juez que es incompetente para conocer de los hechos sucedidos en
nuestro país.
 
46.  Siendo esto así, en aplicación de lo previsto en el cuarto párrafo del inciso III y
artículo VIII del Título Preliminar del Código Procesal Constitucional, además de lo
establecido a contrario sensu en el artículo 2º del mismo cuerpo normativo, es que el
5[9] En el sentido de que en esta se establece el procedimiento que ha de seguirse para alcanzar tutela de una pretensión
arbitral, que a la luz de los hechos no habría sido contravenida por la recurrente.
[10] STC 6167-2005-PHC/TC.
Colegiado considera que la presente demanda debe ser estimada, debiéndo entenderse
como un proceso constitucional de amparo.
 
Por estos fundamentos, el Tribunal Constitucional, con la autoridad que le confiere la
Constitución Política del Perú
HA RESUELTO
 
1.           Declarar FUNDADA la demanda por haberse acreditado la violación del principio de
soberanía (jurídica) y de derecho fundamental al Juez natural, debiéndose entender la
demanda como un proceso constitucional de amparo.
 
2.           Declarar INEFICAZ en la jurisdicción nacional el Auto de fecha 29 de enero de
2009, emitido por el Juzgado Central de Instrucción N.º Cinco de la Audiencia
Nacional de Madrid – España y todo acto procesal derivado de dicho proceso y que
sea consecuencia inmediata de la iniciación del proceso penal en contra de la
favorecida.
 
3. ORDENAR al Juez del Trigésimo Sétimo (37º) Juzgado Especializado en lo Penal
de la Corte Superior de Justicia de Lima, DEVOLVER Y ABSTENERSE de
tramitar cualquier otra carta rogatoria remitida por el Juzgado Central de Instrucción
N.º Cinco de la Audiencia Nacional de Madrid – España.

Publíquese y notifíquese.
 
 
SS.
 
MESÍA RAMÍREZ
BEAUMONT CALLIRGOS
CALLE HAYEN
ETO CRUZ
ÁLVAREZ MIRANDA

EXP. N.º 05761-2009-PHC/TC


LIMA
CARMEN JULIA EMILI
PISFIL GARCÍA
 
 
VOTO SINGULAR DEL MAGISTRADO VERGARA GOTELLI
 
Emito el presente voto singular por los fundamentos siguientes:
 
De los hechos de la demanda
 
1.      Con fecha 13 de mayo de 2009 el señor Alex Rómulo de la Cruz Vigo interpone
demanda de hábeas corpus a favor de doña Julia Emili Pisfil García, Hipólito Guillermo
Mejía Valenzuela y doña Clara Fabiola Ojeda Fernández, con el objeto de que se
declare a) la nulidad del Auto de fecha 29 de enero de 2009, emitido por el Juzgado
Central de Instrucción Número Cinco, Audiencia Nacional Madrid, a cargo del
magistrado español Baltasar Garzón en el extremo que incorpora al proceso penal a los
favorecidos, e b) ineficaz cualquier acto en el Perú o extranjero derivado de dicho
pronunciamiento judicial, toda vez viola los principios del juez natural, territorialidad y
soberanía del Estado peruano ya que se investiga en otro Estado el supuesto delito que
se habría cometido en el Perú y por peruanos cuando el competente son los tribunales
nacionales.
 

Refiere que la cuestionada resolución española declara el fraude procesal producido


por los favorecidios por solo hecho de haber iniciado procesos arbitrales en el Perú,
también se les imputa el presunto delito de estafa y otros sin que fueran convocados
para que se reciba su versión, por lo que los actos procesales por el Juzgado español se
realizaron en indefensión.

Se afirma que el Juez español no es competente ya que los supuestos hechos que
constituye la iniciación de los procesos de arbitraje se han realizado por peruanos y en
el Perú, por consiguiente la ejecución del cuestionado Auto por parte del Trigésimo
Sétimo Juzgado Penal de Lima –que asumió jurisdicción al amparo del Instrumento que
regula la cooperación judicial en materia penal entre el Perú y el Reino de España–
resulta arbitrario, inconstitucional y violatorio de los derechos al juez natural y otros en
conexidad con el derecho a la libertad individual de los favorecidos.
 

Señala que es inaceptable que un Juez español procure ante jueces y autoridades
nacionales que se confirme, acate y ejecute [su Auto], lo que viola el principio de
independencia judicial.
 

Agrega que ordenar que se investigue a los favorecidos por la presunta comisión del
delito de estafa y otros, dentro del proceso seguido en España, viola los principios
alegados además de la garantía de la cosa juzgada y del principio ne bis in ídem ya que
en el Perú existió una investigación sobre mismos hechos en el que la fiscalía resolvió
su archivo definitivo.

Del auto judicial español cuya nulidad e ineficacia se pretende


 
2.      Del aludido Auto español de fecha 29 de enero de 2009 (fojas 13) se aprecia el
siguiente argumento: la “Asociación Solaris Perú” (cuyo representantes son los
beneficiarios del hábeas corpus) es una entidad ejecutora de la “Fundación Privada
Intervida España” (la fundación), sin embargo no garantiza la efectiva consecución de
los objetivos de cooperación internacional que la fundación matriz toda vez que no
rinde cuentas al 100%, por lo que se amplía el ámbito de competencia de la
administración judicial para que la organización Intervida pueda desplegar su actividad
en España y fuera de dicho país alcanzando a la Asociación Solaris Perú,
designándoseles administradores judiciales.
Se refiere a dos laudos arbitrales de fechas 31 de enero y 9 de mayo de 2008 en virtud a
demandas arbitrales presentadas por la Asociación Solaris Perú contra la Fundación
Privada Intervida y otro, sin que conste que las actuaciones se hayan realizado con los
representantes de las demandadas.
 

Asimismo, se señala:
 

“Resultando el fraude procesal producido por los representantes de la Asociación


Soilaris Perú, Sres. Hipólito Guillermo Mejía Valenzuela, Carmen Julia Emili Pisfil
García y doña Clara Fabiola Ojeda Fernández (los favorecidos del presente proceso de
hábeas corpus), imputados en esta causa, al presentar una demanda de arbitraje contra la
Fundación Privada Intervida, sin contar ni convocar a la única representación legal de
estas entidades que es la administración judicial decidida por la autoridad judicial
española que entiende de estos hechos. Por tanto podrían haber incurrido en el delito de
estafa, de los artículos 248, 249 y 250.2 del Código Penal [español]”.
 

“La jurisdicción penal es preferente en todos los efectos y en particular para deducir las
responsabilidades criminales en las que pudieran haber incurrido la representación de
Solaris Perú que con conocimiento de la situación procesal en España tomaron las
iniciativas claramente dirigidas a poner fuera de la autoridad el patrimonio de Solaris,
acción de relevancia penal y que invalida cualquier decisión que se haya basado en la
misma”, por lo que el aludido Juez español dispone:
 

“Reiterar la comisión rogatoria acordada con fecha 11 de julio de 2007 en sentido que
se proceda a la intervención judicial de (...) [la] “Asociación Solaris Perú”, entre otras
entidades en el Perú, Guatemala y Bolivia. Asimismo, dispone poner bajo la
responsabilidad de los administradores judiciales la totalidad del personal, bienes o
local que pudieran estar bajo disposición de la Asociación Solaris Perú, así como el
efectivo, los saldos y las cuentas bancarias de todo tipo y condición (para lo cual se
describe más de 50 cuentas bancarias de la aludida asociación).
 

“Declarar en fraude procesal a los Sres. Hipólito Guillermo Mejía Valenzuela, Carmen
Julia Pisfil García y Clara Fabiola Ojeda Fernández en el planteamiento de las
demandas de arbitraje mencionadas con anterioridad e imputarles por un presunto delito
de estafa además de otras responsabilidades penales en las que pudieran haber
participado conforme a lo acordado en el auto de fecha 10 de enero de 2008”.

De los laudos arbitrales que sustentan la resolución española cuya nulidad se pretende
3.      Se aprecia de fojas 429 la copia del Laudo Arbitral de fecha 31 de enero de 2008 en el
que se hace alusión a la demanda arbitral (de los favorecidos) de fecha 14 de noviembre
de 2007 y que los demandados no interpusieron pretensiones en el proceso arbitral y
que fueron declarados rebeldes mediante Resolución de fecha 26 de noviembre de 2007,
resolviéndose, por sus fundamentos, estimar todas la pretensiones postuladas por la
parte demandante y en consecuencia se declara que la Fundación Privada Intervida
debe i) transferir a favor de la Asociación Solaris Perú todos los fondos recaudados para
ella de manera mensual y permanente, de conformidad a los convenios institucionales
celebrados entre éstas, ii) cumpla con transferir 24´990,555.94 dólares americanos,
menos el importe deducible, por concepto del programa de apadrinamiento
correspondiente al año 2007, entre otras pretensiones.
 

Asimismo, se aprecia de fojas 398 la copia del Laudo Arbitral de fecha 15 de mayo de
2008 en donde se señala que la materia es de declaración de derecho conforme al
convenio arbitral contenido en la cláusula sétima de tres convenios interinstitucionales
celebrados en los meses de enero de 2004 y noviembre de 2007, en el que la Asociación
Solaris Perú solicita: que se declare que la “Fundación Privada Intervida” y la
“Asociación para Ayuda al tercer Mundo INTERVIDA” (los demandados en el proceso
arbitral) no son asociados de la demandante y por tanto no tienen derecho a intervenir
en la asamblea general, concejo directivo o cualquier órgano de administración, pueden
participar; que las decisiones y prerrogativas de la asamblea general de Solaris deben
ser ejercidas por sus únicos socios (los favorecidos del hábeas corpus); que se ordene a
Solaris que su concejo directivo debe ser ejercido por los aludidos favorecidos; se
declare que de conformidad al convenio interinstitucional se transfirió a favor de Solaris
todo el patrimonio, proyectos, programas que la asociación para Ayuda al Tercer
Mundo INTERVIDA tenía hasta diciembre de 2003, por lo que Solaris es el titular y
debe percibir todos los fondos que ha venido recibiendo de la fundación a través de la
Asociación para la Ayuda para el Tercer Mundo INTERVIDA; que se declare que
Solaris Perú es titular de todos los fondos que ha venido remitiendo la Fundación
Privada Intervida, lo que han sido destinados para los fines sociales de esta asociación,
para el desarrollo de proyectos y programas, entre otras pretensiones. Luego se señala
que los demandados no interpusieron pretensiones en el proceso arbitral y que fueron
declarados rebeldes mediante Resolución de fecha 8 de febrero de 2008, para
consecuentemente narrar los argumentos por los cuales el Tribunal Arbitral concluye
por estimar todas las pretensiones como lo es la declaratoria de que Solaris Perú es
titular de todos los fondos remitido por la Fundación Privada Intervida, los que han sido
destinados a fines sociales.
 
Quiere decir todo esto que los medios probatorios realizados en este proceso
constitucional consignan que las pretensiones llevadas al arbitraje han sido consideradas
por los árbitros correspondientes a declarar fundadas las demandas arbítrales en todos
sus extremos en base a lo dicho por los accionantes (Asociación Solaris Porú) y en
atención a la declaración de rebeldía de los demandados.
 
Aparece también de los actuados que se ha discutido en el proceso español la falsedad
(fraude procesal) de los emplazamientos a los demandados, pues se afirma que los
demandantes sabían perfectamente que había una nueva administración judicial de la
Fundación Privada Intervida caso contra la que debió haberse dirigido las demandas
arbitrales. Que en cuanto al contenido de dichas demandas es posible también advertir
no solo la vaguedad de los hechos que sustentan las pretensiones sino de los pedidos
expresos para que se impida a los demandados el pleno ejercicio de su derecho de
acción, amén que resulta implicante la posición constitucional de quienes acuden en
demanda de hábeas corpus para pretender conseguir disposiciones del Juez peruano
para que invalide lo hecho por el Juez español, no obstante que el argumento central
para negar la competencia de dicho Juez es la misma que esgrimen para la invalidación
de lo actuado por el Juez español en cuanto a la actuación en el Perú de lo dictado por
dicha judicatura extranjera.
 
Que en cuanto al derecho de acción podríamos considerar que la normativa procesal
tiene y tuvo como finalidad desde sus inicios arreglar conductas humanas, estableciendo
así qué conductas quedaban proscritas por generar pedidos irrazonables de los
demandantes con alteración de la paz social. Alfredo J. Di Iorio expresa que “En tanto
el orden jurídico es un orden coactivo, en el cual la observación de determinadas
conductas se logra mediante la amenaza de sanciones, su sustento reside en la
posibilidad de efectivizar esa coacción, que se obtiene mediante el uso de la fuerza,
tarea que se ha reservado en forma monopólica al Estado.” Surge así el instituto
procesal denominado “acción” que señala que para que el Estado ponga en
funcionamiento el aparato judicial se necesita que alguien reclame el cumplimiento por
otro de lo que considera ser acreedor, quedando para el juez la potestad de decidir el
conflicto en la forma y oportunidad establecidas. De esta manera comienzan a
esbozarse los primeros conceptos de la institución procesal referida, expresando
Couture, según cita de Di Iorio, que “(…) el poder jurídico de acudir ante la autoridad
no puede ser quitado a nadie; prohibida la justicia por mano propia, es evidente que
debe darse a todo sujeto de derecho la facultad de obtenerla por mano de la autoridad;
privarle de una y de otra, sería negarle la justicia misma.” Montero Aroca expresa que
el derecho de acción es el “derecho de acudir a los órganos jurisdiccionales del Estado
para interponer pretensiones o para oponerse a ellas”. Para Carnelutti la acción no es
más que el ejercicio privado de una función pública. En conclusión el avance de esta
institución procesal no solo permite el reclamo respecto a una situación concreta ante
los órganos judiciales, exigiendo el actor la resolución de un conflicto que ha alterado la
paz social, sino que dicha institución se amplía concibiéndose como el derecho que
permite reclamar en proceso –judicialmente- la protección de nuestros derechos, por lo
que podemos solicitar, con cualquier fundamento, lo pretendido en nuestra demanda,
recurriéndose para ello al órgano jurisdiccional en requerimiento de tutela jurídica. Es
así que encontramos a Omar Cairo Roldán diciendo que “...El derecho de acción es la
atribución de todo sujeto de derecho para pedir al Estado que resuelva un conflicto
de intereses o una incertidumbre, ambas con relevancia jurídica. El Estado, en
consecuencia, tiene el deber de brindar tutela jurisdiccional a todo sujeto que ejerza el
derecho de acción mediante el acto procesal llamado demanda. Sin embargo, esta
tutela solo podrá consistir en un fallo válido sobre el fondo cuando en la demanda esté
presente, además de otros elementos, la legitimidad para obrar...”.
 
Finalmente el Procesalista Jorge Peyrano finaliza la discusión expresando que por el
derecho de acción cualquiera puede demandar a cualquiera, por cualquier cosa y
con cualquier grado de razón, , lo que significa que no existe un tipo determinado de
pretensión o de fundamentación para el ejercicio de este derecho, teniendo el actor
libertad para proponer la pretensión que quiera.
 
Del pronunciamiento fiscal peruano con el que el accionar del Juez español constituiría la
trasgresión del principio ne bis in ídem
 
4.      Mediante Dictamen de fecha 28 de enero de 2005, emitida por la Primera Fiscalía
Superior de Lima, se declara infundada la Queja de derecho interpuesta contra la
resolución fiscal que declaró no haber mérito para formalizar denuncia penal contra
Hipólito Guillermo Mejía Valenzuela y otros por los delitos de a) apropiación ilícita, b)
estafa, c) fraude en la administración de las personas jurídicas, d) falsificación de
documentos y falsedad genérica en agravio de Fundación Privada INTERVIDA (la
fundación), disponiéndose el archivo definitivo de los actuados fiscales; por los
siguientes hechos: i) haber utilizado indebidamente fondos proveniente de aportaciones
que recaudaban mensualmente en España a través de la fundación, más concretamente
el desvío de fondos de las donaciones a otros fines para burlar el control de la
normatividad peruana, ii) que con dichos fondos formaron empresas a través de las
cuales reciben recursos económicos de la fundación sin figurar como dependientes, iii)
haber llevado una doble contabilidad con lo cual los excedentes eran asumidos como
gastos e inversiones, iv) haber simulado préstamo de dinero por 6´188,602 dólares
americanos a fin de adquirir dos inmuebles.
 
Del Tratado de Asistencia Judicial en Materia Penal entre la República del Perú y el Reino
de España y su connotación en el presente caso
 
5.      El Tratado de Asistencia Judicial entró en vigencia el 12 de diciembre de 2001,
instrumento internacional que fue ratificado a través del Decreto Supremo N.° 025-
2001-RE –su publicación el 21 de marzo de 2001– y en cuyo marco normativo el Juez
español emite el auto cuestionado. El aludido tratado en su artículo I establece que las
partes, de conformidad con lo establecido en el Tratado, deben brindarse mutuamente la
más amplia asistencia judicial en materia penal, entendiéndose por aquella toda ayuda
concedida por el Estado requerido con respecto a las investigaciones o procedimientos
en materia penal (delito comprendido en la ley penal) que se lleven a cabo en el Estado
requirente, como lo son las “medidas cautelares sobre bienes” y “la toma de medidas
para localizar, inmovilizar y confiscar las ganancias del delito” (previstos en el
artículo I numeral 5.g y 5.h). Así, en su artículo II numeral 1) se precisa que “[l]as
peticiones de asistencia deberán ejecutarse oportunamente de conformidad con la ley
del Estado requerido, y en tanto no esté prohibido por dicha ley, en la manera
especificada por el Estado requirente”, sin embargo la asistencia judicial podrá ser
denegada “si en Estado requerido estima que la ejecución de la petición pudiera atentar
contra la soberanía, la seguridad, el orden público u otros intereses funamentales de su
país”, previsión contenida en el artículo III numeral 1) (resaltado agregado).
 
Por ello es que no se trata de una indebida atribución del Juez español Baltasar Garzón
pues conforme a su carta rogatoria no está ordenando a ninguna autoridad peruana que
haga o deje de hacer lo que los accionantes expresan en la demanda constitucional, pues
una carta rogatoria de un Juez extranjero, en este caso para que ejecute el Juez peruano
una medida cautelar, no tiene más sentido que un pedido para tal efecto, pudiendo el
Juez requerido desacatar el contenido de dicha carta en aplicación del aludido tratado
explicando la imposibilidad del cumplimiento de dicha carta rogatoria por las razones
que motivadamente tendría que decir el Juez del Perú que en este caso no lo ha hecho.

De la reconducción de un proceso de hábeas corpus en uno de amparo


 
6.      Al respecto ya he tenido oportunidad de pronunciarme en los expedientes N.os 04291-
2008-PHC/TC y 05090-2008-PHC/TC en los que he sostenido que la denuncia
constitucional de una violación manifiesta al derecho a la motivación de las
resoluciones judiciales, sin incidencia directa en la libertad personal, es perfectamente
susceptible de tutela por el proceso de amparo reparador y no mediante proceso de
hábeas corpus. Entonces, examinados los fundamentos fácticos que sustentan la
demanda, la particularidad del procedimiento que se desarrolló por el hábeas corpus, la
existencia de las instrumentales necesarias en el expediente para el análisis de fondo y
atendiendo a: i) los fines esenciales de los procesos constitucionales; ii) los principios
constitucionales dentro de los que encontramos el apotegma iura novit curia y el
finalismo procesal que enuncia que el “Juez y el Tribunal Constitucional deben adecuar
la exigencia de las formalidades previstas en este Código al logro de los fines de los
procesos constitucionales”; y iii) los principios de celeridad y economía procesal en la
solución de controversias, se puede llevar a cabo por excepción una conversión de un
proceso de hábeas corpus en uno de amparo, siempre que se evidencie que la parte
demandante acudió erróneamente al proceso de hábeas corpus ya que de los
actuados se acredita que la demanda interpuesta se encontraba dentro del plazo
para interponer el amparo, pues se debe manifestar la exigencia de una tutela urgente
que de no amparase en sede del Tribunal Constitucional daría lugar a la irreparabilidad
de la vulneración de un derecho fundamental de la persona humana.
 
Al respecto he sostenido en mi Fundamento de Voto recaído en el Expediente N.°
01874-2008-PHC/TC que el juez constitucional eventualmente podrá trascender lo
taxativamente planteado en la demanda siempre que su finalidad sea la de otorgar una
mejor o adecuada protección a los derechos constitucionales (cuya vulneración se
denuncia) siempre que esta necesidad dimane del propósito implícito contenido en su
texto, aun cuando no haya sido expuesto correctamente. Es por ello que la facultad de
suplir la queja deficiente no implica que el juez constitucional aplicando este principio
se encuentre autorizado a crear ex novo un agravio que no haya sido cuestionado en los
hechos de la demanda o variar los hechos expuestos con un propósito distinto al
perseguido por el demandante al formular su pretensión.

Del presupuesto de procedibilidad de la demanda de autos


 
7.      La Constitución establece expresamente en su artículo 200º, inciso 1, que el hábeas
corpus procede cuando se vulnera o amenaza la libertad individual o los derechos
constitucionales conexos a ella. No obstante, no cualquier reclamo que alegue la
presunta afectación del derecho a la libertad individual o sus derechos conexos puede
dar lugar al análisis del fondo de la materia cuestionada mediante el hábeas corpus, pues
para ello debe examinarse previamente si los hechos cuya inconstitucionalidad se
denuncia revisten relevancia constitucional y, luego, si aquellos agravian el contenido
constitucionalmente protegido del derecho fundamental a la libertad personal. Tal es la
previsión contenida en el inciso 1 del artículo 5° del Código Procesal Constitucional
cuando establece que “No proceden los procesos constitucionales cuando: 1. Los
hechos y el petitorio de la demanda no están referidos en forma directa al contenido
constitucionalmente protegido del derecho invocado”.
 
Análisis del caso materia de controversia constitucional
 
8.     De los fundamentos fácticos que sustentan la demanda así como de las demás
instrumentales que corren en los autos se advierte que no se manifiesta un agravio
concreto y directo en el derecho de la libertad individual de los favorecidos toda vez
que la resolución judicial emitida por el Juez español no limita ni impone medida
restrictiva del derecho a la libertad personal, así como tampoco se aprecia de los
actuados que como consecuencia de dicho pronunciamiento judicial se haya coartado la
libertad individual de los beneficiarios. Por consiguiente corresponde que la demanda
sea rechazada en aplicación de la causal de improcedencia contenida en el inciso 1 del
artículo 5° del Código Procesal Constitucional toda vez que la demanda (hechos y
petitorio) no están referidos en forma directa al contenido constitucionalmente
protegido del derecho a la libertad personal, máxime si ya hemos dicho que no se trata
de un mandato de un Juez extranjero sino de una carta rogatoria a través de la cual
simplemente se solicita al Juez de la localidad a afecto de ejecutar una medida cautelar.
 
9.     Sin perjuicio de lo anteriormente expuesto debo señalar que resulta evidente que la
verdadera finalidad de la demanda es tutelar los intereses patrimoniales de la
Asociación Solaris Perú, en tanto es una entidad ejecutora los fondos transferidos por la
“Fundación Privada Intervida España” y por cuanto los favorecidos de la presente
demanda son los representantes de la aludida asociación, para lo cual se pretende
impedir todo acto judicial del Juzgado Central de Instrucción Número Cinco -
Audiencia Nacional Madrid que –vía la asistencia judicial normada en el Tratado
celebrado entre la República del Perú y el Reino de España– reclame la intervención
judicial (medida cautelar patrimonial) de la citada asociación, o lo que es lo mismo, que
se abstenga el Poder Judicial peruano de tramitar toda carta rogatoria de intervención
judicial procedente del citado juzgado español, esto con el propósito de que se preserve
lo resuelto en los laudos arbitrales que unilateralmente les dio la razón.
 

Entonces, tampoco cabe la conversión del proceso de hábeas corpus al de amparo en


medida que a) no se manifiesta la exigencia de una tutela urgente que de no amparase
en sede del Tribunal Constitucional daría lugar a la irreparabilidad de la vulneración de
un derecho fundamental de la persona humana, sino lo que se tiene es la pretensa
defensa de los intereses patrimoniales de la aludida asociación; y b) no se evidencia que
la parte demandante acudió erróneamente al proceso de hábeas corpus (condición
sustancial para la conversión) ya que de los actuados se advierte que la demanda no se
encontraba dentro del plazo para interponer el amparo, pues la resolución judicial cuya
nulidad e ineficacia se pretende es de fecha 29 de enero de 2009 mientras que demanda
constitucional contra resolución judicial fue postulada con fecha el 13 de febrero de
2009, habiendo transcurrido en exceso el plazo legalmente establecido por los artículos
5.10 y 44° del Código Procesal Constitucional.
 
Titularidad de derechos fundamentales de las personas jurídicas
 

Al respecto he expresado mi posición reiteradas oportunidades al señalar la falta de


legitimidad de éstas para interponer demanda de amparo en atención a que si bien su
finalidad no está dirigida a incrementar sus ganancias por tratarse de un organismo sin
fines de lucro, también es menester considerar que no siendo el objetivo sancionado en
la ley mercantil la realidad nos indica que se trata de empresas (asociaciones) privadas
que necesariamente apuntan a dicho objetivo, desnaturalizando así la finalidad
constitucional enmarcada en la Carta Fundamental de la Nación. Es por ello que
uniformemente he señalado que cuando la Constitución habla de los derechos
fundamentales, lo hace pensando en la persona humana, esto es en el ser humano física
y moralmente individualizado. Hacia él se encuentran canalizados los diversos
atributos, facultades y libertades, siendo solo él quien puede invocar su respeto y
protección a título subjetivo y en sede constitucional. Por ello es que nuestra legislación
expresamente señala que la defensa de los derechos fundamentales es para la “persona
humana”, por lo que le brinda todas las facilidades para que pueda reclamar la
vulneración de sus derechos fundamentales vía proceso constitucional de amparo,
exonerándosele incluso de cualquier pago que pudiera requerirse.
En tal sentido no puede permitirse que una persona jurídica, que ve en el proceso
constitucional de amparo la forma mas rápida y económica de conseguir sus objetivos,
haga uso de este proceso excepcional, urgente y gratuito, puesto que ello significaría la
desnaturalización total de dicho proceso. No obstante ello considero que existen casos
excepcionales en los que el Tribunal puede ingresar al fondo de la controversia, que sin
embargo no se evidencia del caso de autos y por tanto implica el rechazo de la presente
demanda.
 
A mayor abundamiento
 

En cuanto a la temática del arbitraje se aprecia que los citados laudos arbitrales materia
de sustento de la resolución judicial cuestionada fueron emitidos cuando estaba vigente
la Ley General de Arbitraje, N.º 26572 que establecía en su artículo 9° que el convenio
arbitral es el acuerdo por el cual las partes deciden someter a arbitraje las controversias
que hayan surgido o puedan surgir entre ellas respecto de una determinada relación
jurídica contractual o no contractual, sean o no materia de un proceso judicial. De lo
que se desprende la naturaleza contractual del convenio, que obliga a las partes a la
realización de cuantos actos sean necesarios para que el arbitraje se desarrolle y para el
posterior cumplimiento del laudo arbitral.
La noción de contrato en el marco del Estado constitucional de Derecho se remite al
principio de autonomía de la voluntad, previsto en el artículo 2°, inciso 24, literal a de la
Constitución que no debe ser entendido de manera absoluta, sino dentro de los valores y
principios constitucionales [Cfr. STC 6167-2005-PHC/TC], resultando que en el caso
de autos mediante la resolución judicial cuestionada se sostiene que los procesos
arbitrales promovidos por la asociación de los beneficiarios se llevó a cabo de manera
favorable para ellos pero sin que conste que los únicos representantes de la fundación
demandada hayan participado ¿acaso ello constituye una ilegalidad? y ¿ello puede ser
convalidado en sede constitucional?.
 
De otro lado, del Dictamen Superior de fecha 28 de enero de 2005, con cuya existencia
los favorecidos alegan la vulneración del principio ne bis in ídem, se aprecia que la
declaratoria fiscal de no haber mérito para formalizar denuncia penal y la disposición
del archivo definitivo se circunscribe a favor de don Hipólito Guillermo Mejía
Valenzuela (uno de los beneficiarios de la presente demanda), en los que los hechos son
distintos al crimen que constituiría los procesos arbitrales realizados en el Perú, que son
el sustento de la resolución judicial española que se cuestiona. Por tanto no se
configuraría la vulneración del principio ne bis in ídem. En cuanto a esto último se debe
agregar que el doble pronunciamiento fiscal de “no ha lugar a formalizar denuncia
penal” genera un status de inamovible (y no de cosa juzgada en tanto en sede fiscal no
hay juzgamiento) respecto a los hechos investigados que por lo actuado no constituye
delito, sin embargo dicho status decae cuando i) aparecen nuevos elementos probatorios
no conocido con anterioridad por el Ministerio Público, o ii) se acredite de manera
manifiesta irregularidad en la investigación fiscal primigenia. No obstante, si de la
demanda se acusa la configuración de la vulneración al principio ne bis in ídem con una
denuncia fiscal o la mera imputación de un ilícito penal en sede judicial (esto último
porque así lo considera el demandante), entonces tal denuncia ha desbordado el ámbito
de tutela del hábeas corpus toda vez que las actuaciones fiscales ni la mera imputación
de un ilícito penal (auto de apertura de instrucción) no inciden de manera negativa y
directa en el derecho a la libertad individual, que si bien pueden ser tutelados a través de
la vía excepcional del amparo reparador, en presente caso no se cumple los
presupuestos para su procedibilidad.
 
Finalmente, de fojas 513 se advierte la existencia de un proceso de amparo, tramitado
ante Décimo Sexto Juzgado Constitucional Sub Especialidad Previsional de Lima, en el
que a través de la Resolución de fecha 2 de marzo de 2009 se concede la medida
cautelar de no innovar a fin de que no ejecute ningún acto o mandato dictado por
autoridad peruana o extranjera, en especial del Trigésimo Sétimo Juzgado Penal de
Lima, de intervención de la Asociación Solaris Perú. En consecuencia de ello el
Trigésimo Sétimo Juzgado Penal de Lima Juzgado Penal de Lima, por Resolución de
fecha 18 de mayo de 2009, devolvió la rogatoria contenida en la resolución judicial que
es materia de la presente demanda (fojas 519). ¿Acaso ello constituye el uso de una vía
paralela o, en su caso, la sustracción de la materia?
 
10.  En consecuencia, conforme a lo señalado en el Fundamento 8 y las razones expuestas
en el Fundamento 9 supra, mi voto es porque se declare IMPROCEDENTE la
demanda de hábeas corpus de autos.

 
SR.  
VERGARA GOTELLI

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