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Las personas que padecen este tipo de trastorno sienten un verdadero miedo a
hablar, no hablan a pesar de que pueden hacerlo y son selectivos en cuanto al
ámbito social en el que se encuentran confortables para comunicarse de forma
verbal.
Los diferentes estudios que tratan e investigan el origen del mutismo selectivo,
revelan el carácter multicausal del trastorno, considerando que éste es producto
de la interacción entre un conjunto de variables evolutivas propias del niño
(vulnerabilidad, historia de aprendizaje, déficits en la emisión del lenguaje
oral…) y de variables ambientales relacionadas con el contexto familiar, escolar
y social del mismo (estilo educativo familiar y escolar, modelado de conductas
de relación interpersonales, sociabilidad o aislamiento familiar…).
La incapacidad del menor para hablar genera una serie de consecuencias que
dificultan el desarrollo normalizado de su vida y su adaptación al entorno, pues
afecta a diversos ámbitos, destacando el personal (el mutismo selectivo puede
tener un serio impacto en la autoestima del menor), el social y el educativo.
El menor que sufre este trastorno presenta una elevada predisposición genética
a la ansiedad, heredada ésta por los algunos miembros de su familia. Dicha
ansiedad les crea una enorme inseguridad y produce el bloqueo de la persona
debido al miedo o a la vergüenza de sufrir algún tipo de humillación en
situaciones sociales.
- Timidez excesiva.
- Aislamiento social.
- Negativismo.
- Rasgos compulsivos.
Intervención y tratamiento
Los estudios indican que cuanto más pronto se trate a una persona del Mutismo
Selectivo, más rápida será la respuesta al tratamiento y mejor será el pronóstico
general. El tratamiento del mutismo selectivo involucra cambios de
comportamiento y es primordial la participación de la familia y la escuela del
niño en tal proceso.