La Pareja de Un Oso (HunHan)

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6.

- La pareja de un oso (HunHan)

Capítulo 1

—Ven y agárrame, antes de que mate a esa perra. —Xiao Luhan salió furioso de
la tienda de ropa, mientras lágrimas enojadas se reunían en sus ojos.

—¿A quién vas a matar? — Preguntó Tao. No parecía sorprendido por sus
palabras.

—Solo ven a buscarme. —Caminó una manzana para poner distancia entre él y su
jefa. Lo habría hecho. Si no hubiese salido, podría haber envuelto sus dedos
alrededor de su garganta, estrangulándola y quitándole el aire de sus pulmones.

—Estoy en camino, pero dime que pasó. —Dijo su mejor amigo.

—Sabes que he estado teniendo problemas con Irene. —Sacó su paquete de


cigarrillos de su bolsillo delantero y encendió uno. Inhaló profundamente,
esperando que la nicotina lo relajara lo suficiente como para no volver a Clothes
Posh y cometer un asesinato.

—¿Qué hizo tu jefa esta vez?

—Ni siquiera fumé antes de entrar al trabajo, y tan pronto como entré, ella agitó su
mano delante de su nariz y dijo que no podía tenerme trabajando allí con ese olor
flotando alrededor de los clientes. —Se volvió y observo la tienda. —Dijo que no
podía trabajar hoy, y que tendría que escribirme una nota, y escucha esto. ¡Ella
quería dejar constancia de la reprimenda por escrito!
Eso era la gota que derramo el vaso. Desde que había empezado a trabajar allí,
uno de sus compañeros de trabajo, Seulgi, había ido a por él. Era una mujer
mayor con una opinión negativa sobre todo.

Una vez le había dicho, que se encontraba en un trabajo sin futuro y que
necesitaba hacer algo más con su vida. Pero Seulgi también trabajaba allí.
Entonces, ¿eso no significa que ella también trabajaba en un trabajo sin futuro?
Pero seguía corriendo hacia Irene, quejándose de todo. Dado que Seulgi había
estado en Clothes Posh durante seis años y él había empezado allí hace dos
meses, al parecer su palabra era de oro.

Todavía no entendía lo que le había hecho. Se aseguraba de siempre estar de


buen humor cuando entraba en el trabajo, incluso cuando tenía ganas de
enseñarle el dedo a todos en su lugar sonreía.

—¿Te hizo salir porque olías a cigarrillos? —Tao finalmente sonó sorprendido. —
Nunca he oído hablar de nadie haciendo eso. Sin embargo, te lo he estado
diciendo desde que empezaste con ese desagradable hábito, que necesitas dejar
de fumar.

—¿En serio? ¿Vas a darme un sermón cuando estoy teniendo una crisis? — Se
dirigió hacia la taberna local, la necesidad de ahogar sus penas le provocaba sed.
—Ese viejo murciélago no debería estar trabajando allí. No puede armar un
atuendo aun si su vida dependiera de ello. Quiero decir, vamos, estamos hablando
de una tienda de segunda mano. Puedo entender que Irene y Seulgi sean
exigente sobre que no fume, en alguna tienda de ropa de gama alta. ¿Pero en una
de segunda mano?

Llegó al bar, justo cuando Tao se detuvo en la acera junto a él. El neumático
delantero del lado del pasajero golpeó el bordillo, rodó sobre el, y luego aterrizó en
el suelo, mientras Tao tocaba la bocina y señalaba el asiento del pasajero. —Trae
tu culo aquí. No te vas a emborrachar. Son las diez de la mañana. —Dijo Tao al
teléfono.

Después de colgar, se metió en el Honda Fit rojo de su mejor amigo. El idiota tenía
valor para comprar las cubiertas de los asientos de un rosado difuso al coche,
pero tenía que admitir, en tiempos fríos, eran cálidos y cómodos.

—Solo renuncia. —Tao se apartó de la acera.

—Tú puedes decir eso. —Discutió. —Tienes dinero en el banco. No puedo darme
el lujo de estar desempleado.

—Te dije que te prestaría, si alguna vez necesitabas dinero. —Tao tomó la
esquina demasiado rápido, sus neumáticos chirriando. Se agarró del cinturón de
seguridad, estrangulándolo, mientras apretaba los dientes.

Tao era un conductor terrible. Quería conocer a la persona que le había dado la
licencia. El necesitaba examinarse la cabeza. Se detuvo ante las luces rojas, como
si estuviera esperando una carrera, acelerando el motor mientras golpeaba con los
dedos el volante. Hizo una pausa en los letreros de parada y se detuvo tan cerca
detrás del auto frente a ellos, que sus parachoques debían haberse tocado.

Pero como él no era dueño de un auto, lidiaba con las horribles habilidades de
conducir de Tao.

—Deberías mudarte conmigo. —Sugirió Tao por centésima vez, desde que se
había hecho su amigo desde hacía un año.

—Y yo te dije que no iba a estar viviendo de otra persona. Tengo que hacer mi
propio camino en el mundo.
—¿Por qué, debido a que tu papá te llamó vago y dijo que estabas desperdiciando
tú vida? —Tao resoplaba, mientras apenas presionaba el pedal del freno en la
señal de stop y luego continúo. —Eso viene de un alcohólico, que trabaja como
asistente, en una gasolinera.

—No todos nos ganamos la lotería. —Discutió. Los padres de Tao lo habían
hecho, pero habían explotado sus ganancias tan rápido que se habían escondido
de los prestamistas. Lo único bien que había salido de su experiencia, era que su
mamá le compró un coche y le dio diez de los grandes.

Diez grandes. Habían obtenido dos millones. Antes de eso, habían vivido en el
parque de casas rodantes en el lado oeste de Grizzly Ridge. Tao nunca se había
llevado bien con su gente. Su viejo había tratado de arrancarle la vida a golpes,
cuando descubrió que su único hijo era gay. Entonces el tipo se había ido y
regresado borracho, diciéndoles a sus amigos que tenía una hija en lugar de un
hijo.

La madre de Tao había sido la que le había dejado el dinero y le había comprado
el coche, jurándole que lo guardara en secreto. Probablemente eso era lo único
bueno que había hecho por él.

Su propio padre no era mucho mejor. Todavía vivía en ese mismo parque de
casas rodantes, pero al menos tenía un trabajo. Su madre se había ido, cuando
tenía seis meses de edad, y su padre había culpado a su hijo por su partida. Bebía
como un pez, jugaba la mayor parte de sus ingresos y se acostaba con cualquier
zorra que le abriera las piernas.

Y siempre estaba tratando de pedirle prestado el poco dinero que él ganaba.


—No me recuerdes a mis padres perdedores. —Gruñó Tao. Se metió en el
estacionamiento de la tienda de videojuegos.

—¿Mi vida se va a la mierda y quieres un nuevo juego? —Suspiró cuando salió y


cerró la puerta del coche. —Juro que odio mi vida.

—¿Qué mejor manera de quitarte de la cabeza el matar a alguien, que pasar


horas matando zombis? —Tao le revolvió el pelo. —Podemos obtener un poco de
tabaco, algunos tentempiés, y drogarnos mientras jugamos. Los zombis se verán
mucho más fríos si estamos elevados.

—Sabes que no fumo esa mierda. —Abrió la puerta y entró. Un tipo que parecía
como si hubiera retrocedido a a los días hippies estaba detrás del mostrador,
tecleando en su tableta. Alguna extraña canción de los años sesenta se
reproducía a través de los altavoces detrás de él, y la tienda olía a naftalina.

El trabajador levantó la vista y sonrió. —Bienvenidos, amigos.

Su cinta de pelo tie-dye1 mantuvo su pelo largo y seco en su lugar. Esas gafas al
estilo Henry Lennon, no le hacían ningún favor, y tenía un tatuaje de un signo de la
paz en cada muñeca. —Déjenme saber si necesitan ayuda.

—Creo que estamos bien. —Dijo Tao, sonriéndole.

—Fabuloso. —El hippie asintió y volvió a su tableta. Medio esperaba que el tipo
comenzara a lanzarle flores.
Tao se dirigió a la sección de PS4 y escaneó las selecciones, pero él no estaba
sintiendo esto. No después de la mañana que había tenido. No después de la vida
que he tenido.

—Estaré afuera.

Su mejor amigo asintió con la cabeza, pero podía decir que Tao no le estaba
prestando atención. Estaba perdido en su propio cielo personal. Lanzo un signo de
paz al hippie detrás del mostrador y se dirigió afuera. Los últimos días de otoño
estaban frescos, lo que le hizo cerrar su chaqueta mientras se inclinaba contra el
coche de Tao y escaneaba sus cuentas de redes sociales en su teléfono. Cuando
una puerta de coche se cerró de golpe, levantó los ojos y tuvo que mirar dos
veces. ¡Santa mierda! El tipo que había entrado en la gasolinera de al lado, era un
sueño húmedo andante. Él se paró en la bomba, sacando su billetera, y envidio a
la cartera por estar tan cerca de su culo.

Sus ojos se dirigieron a la tienda adjunta a la bomba y decidió que necesitaba


algo, cualquier cosa que lo acercara al dios del sexo. No le importaba si toda la
estación tuviera a la venta petróleo. Compraría una maldita caja, si tuviera que
hacerlo.

Colocando su teléfono en el bolsillo trasero, entró en el estacionamiento, pasando


al extraño sexy que ahora estaba cargando su tanque de gasolina. El hombre no
le prestó atención, lo cual fue un poco decepcionante.

Podría haberse detenido y entablar una conversación, pero perdió los nervios y se
apresuró a entrar en la estación. El lugar olía a aceite viejo y parecía como si las
estanterías no hubiesen sido desempolvadas en una década. No había manera de
que el comprara una bolsa de papas fritas o una barra de chocolate.Se decidió por
una botella de agua ya que la nevera parecía limpia.
Mientras pagaba por el agua, echó un vistazo por la puerta de cristal. El tipo
estaba apoyado en su camioneta marrón, con los brazos cruzados, mirando la
bomba. Si no salía y decía algo, perdería la oportunidad de lo que era
positivamente un buen sexo.

—Aquí tienes. —El cajero le entregó su cambio. ¿En serio? Le había dado cinco y
le había dado dos billetes de uno y cincuenta centavos. La vida solo era
demasiado cara. Después de meter el cambio en su bolsillo, abrió la puerta y
destapo su agua. Si iba a hablar con el tipo, no necesitaba ahogarse con su
garganta seca.

Se detuvo a pocos pies del dios del sexo, en el lado opuesto de la bomba, y su
mente se quedó completamente en blanco. Abrió la boca y exclamó.

—¿Tienes hora?

El desconocido finalmente lo miró. Tenía más de seis pies de altura, con los ojos
grises más bonitos que había visto jamás, en realidad, nunca había visto a nadie
con ojos grises antes, y llevaba barba pero no bigote. Eso pudo verse estúpido en
la mayoría de los hombres, pero a este tipo le quedaba bien.

El desconocido metió la mano en el bolsillo y saco su teléfono. —Once en punto.

—Gracias. —Se quedó allí, como un completo idiota, buscando algo más que
decir que prolongara su conversación, pero no tenía nada. Irritado consigo mismo,
se dirigió al coche de Tao y encendió un cigarrillo, tratando de sacar al dios del
sexo de su mente.

Cuando se apoyó de nuevo en el coche, miró al extraño y descubrió que este lo


miraba directamente. Sus gruesas cejas negras se fruncían y no pudo entender
por qué estaba tan confundido. No había hecho nada que lo hiciera mirar tan
atentamente.

Aunque disfrutaba de la atención. Se volvió de lado, apoyando la cadera en la


puerta del conductor, sobresaliendo ligeramente el culo para darle algo que mirar
al chico. Se pasó la mano por su cabello corto, posando como loco y esperando
atraer al tipo.Su corazón corrió cuando el desconocido colgó la manguera, volvió a
colocar la tapa en el tanque de gasolina y se dirigió hacia él. Quería bombear el
brazo y gritar en victoria, pero se obligó a parecer desinteresado, mientras miraba
su teléfono.

Cuando el desconocido llegó a él, el tipo se detuvo y ladeó la cabeza hacia un


lado. Aguardó expectante a que dijera algo. —Si tienes un teléfono, ¿por qué
necesitabas que te dijera la hora?

Atrapado. Sin embargo, nunca había tenido a alguien tan malditamente


maravilloso hablando antes con él, y se volvió loco.

—Yo solo... no estaba seguro... —Dejó de sonar como un completo idiota y se


encogió de hombros. —No lo sé. —Se confundió completamente, cuando el
desconocido se inclinó y lo olfateó. Se echó hacia atrás, preguntándose qué clase
de bicho raro era el tipo. —¿Quieres fumar?

El hombre arrugó la nariz. —El hábito te matará.

Puso los ojos en blanco. Como si no hubiera oído eso un millón de veces.

—Entonces, ¿por qué diablos me estás olisqueando? —Se había duchado aquella
mañana y el día no estaba lo suficientemente caliente como para hacerle sudar.
Apretó el teléfono con más fuerza, cuando se dio cuenta de lo oscuro que el gris
de los ojos del hombre se había vuelto, y que tenía dos puntos gruesos metidos
debajo del labio superior, como si sus dientes se hubiesen alargado de algún
modo.

¿Qué mierda?

Avanzó hacia él. En pánico, corrió alrededor del coche para poner cierta distancia
entre ellos. — ¡Quédate lejos de mí!

Su débil grito, no hizo nada para detenerlo. El tipo se movió alrededor del capó,
viniendo directo a por él. Lo esquivó desplazándose hacia atrás, arrojando su
cigarrillo a un lado dijo. —Se karate. —Mintió.

—Mío. —El monstruo gruñó.

No valía la pena volverse loco por sexo. Corrió una amplia distancia, dirigiéndose
directamente a la puerta de la tienda de juegos, con la esperanza de poder
escapar y llamar a la policía, antes de que este loco le pusiera las manos encima.

Por desgracia, Tao estaba saliendo cuando alcanzó la manija. La puerta lo golpeó
en la cara. Agarró su cabeza y aulló, cuando dio un saltó hacia atrás.

—Amigo, ¿qué demonios estás haciendo? —Tao se quedó allí, con una mirada
perpleja, agarrando su bolsa en su mano. —¿Te has emborrachado mientras
estuve allí?

—No—Palpo su frente buscando un chichón, agradecido cuando no encontró uno.


—¿Quién abre una maldita puerta, como si estuvieran huyendo de la policía?
Con una sonrisa, Tao levantó su bolsa. —Conseguí un juego impresionante.

Gritó y los ojos de Tao se agrandaron, cuando fue tomado por la cintura, y un
dolor explosivo se disparó por encima del hombro y alrededor de su cuello. Luchó
por liberarse, cuando Tao golpeo la bolsa contra el tipo que lo tenía atrapado.

—¡Suéltalo, bastardo loco! —Gritó Tao.

Fue liberado un segundo después. Se tambaleó a un lado, giró, y lanzó el puño al


alto idiota, sólo para fallar en la mandíbula del tipo. —¿Qué diablos, hombre? —
Gritó, mientras se pasaba la mano por la herida. —¿Quién va mordiendo a la
gente?

—Llamaré a la policía. —Tao sacó el teléfono, pero el desconocido se lo quitó de


la mano. El tipo lo agarró por el brazo y lo arrastró hacia su camioneta.

Mientras luchaba por liberarse, Tao le dio una patada y un puñetazo al


desconocido. —¡Déjalo ir!

De repente, estaba libre. No esperaba ser puesto en libertad. Había estado


retrocediendo, tratando de soltar su brazo. El impulso hacia atrás lo hizo caer
sobre su trasero. Tao trató de luchar contra el extraño, mientras él se ponía de pie.

—¿Eres una especie de enfermo mental? —Exclamó. —Será mejor que no tengas
rabia.

Otro coche se detuvo en la estación. Un tipo salió y hecho un vistazo.

—¿Todo está bien?


—No. —Gritó. —Este idiota está intentando secuestrarme.

El desconocido que lo había atacado, se dirigió hacia las bombas. Miró en su


dirección, con los ojos aún oscuros, los dientes aún largos, antes de subir a su
camioneta y despegar, sus neumáticos chirriaban, mientras golpeaba la carretera
principal y se largaba.

—Amigo, ¿qué demonios estabas haciendo aquí, mientras estaba dentro? —


Preguntó Tao, recogiendo su bolsa del suelo. —¿No te he advertido acerca de
tomar dulces de extraños?

Estaba allí temblando como loco, mirando el camino por el que el hombre había
desaparecido, y se preguntó qué demonios había sucedido.
Capítulo 2

Sehun se detuvo al lado de la carretera y golpeó su puño contra el volante,


mientras su corazón latía salvajemente en su pecho. Eso era lo que conseguía al
parar en Grizzly Ridge por gasolina. Pensó que podía entrar y salir sin que nadie
lo notara, pero la había jodido de todas las maneras posibles.

Ahora, su compañero pensaba que era un lunático. No tenía más opción que huir
o arriesgarse a ser arrestado. Después de todo lo que había estado ocurriendo
últimamente, con el sheriff local muerto, junto con un agente del FBI, evitar a los
policías era su mejor opción.

En lugar de dirigirse hacia el camino que conducía a las montañas, esperó en una
calle lateral. No iba a acercarse a su compañero, todavía no. Por ahora sólo
quería saber dónde vivía el hombre. El ser humano estaría pasando por el calor de
apareamiento pronto, y quería estar con él, cuando eso sucediera.

Esto era especialmente importante porque unos cuantos shifters vivían en la


ciudad, y podían oler el calor en el humano. La sola idea de que alguno de ellos
tocara lo que había tomado su oso, le daba deseos de matar.Había molestado a
sus hermanos por no poder controlar a su oso cuando habían descubierto a sus
compañeros, pero no tenía ni idea, ni puta idea, de que su oso básicamente lo
sacaría del camino y tomaría el control.

Ahora estaba sentaba allí, tratando de atrapar su mierda. No era así como se
imaginaba su día. Sacó el teléfono del bolsillo y marcó.

—¿Qué pasa? —Preguntó Chanyeol cuando contestó.


—Podría haberme metido en un lío. —Revisó la calle, buscando a su compañero y
asegurándose de que no hubiera enviado coches de policía.

¿Quién había sido el tipo junto a su compañero? ¿Era su novio, hermano, o


alguien que simplemente estaba tratando de ayudar? Mierda. Sabía cómo meterse
en problemas. Esta no era la primera vez que tenía que esconderse después de
hacer algo completamente estúpido.

—¿Qué clase de problema? —Preguntó Chanyeol. —¿Tengo que ir a rescatarte o


ayudarte a enterrar un cadáver?

—Tal vez los dos. —Si los policías lo atrapaban, definitivamente rescatar. Si ese
tipo con su pareja era su amante, entonces se necesitarían las palas.

Aunque no hubiera secuestrado a su compañero, como algunos de sus hermanos


habían hecho con los suyos, no compartiría. Sólo pensar en el humano tocando a
su compañero, hacia a sus dientes rechinar. Le explicó a Chanyeol lo que
acababa de suceder.

En lugar de que su segundo hermano mayor le diera consejo, en lo cual Chanyeol


era muy bueno, se echó a reír.

—¿Cuánta mierda me dijiste sobre Baekhyun?—Preguntó. —Dios, me encanta


cuando los papeles se invierten.

—Disfrútalo. —Gruñó. Se agachó cuando creyó ver... ¿era un coche de policía?


No, era uno con un estante de equipaje en la parte superior. De sentó de nuevo.
—Estaré en la ciudad, esperando que el calor surta efecto.

Chanyeol se puso serio. —¿Necesitas respaldo?


¿Lo hacía? ¿Y si ese loco hijo de puta con su compañero intentaba atacarlo otra
vez? ¿Realmente quería matarlo? Su oso dio un rotundo sí. Pero había habido
demasiada sangre durante el último año.

Se echó hacia delante cuando el estúpido pequeño coche rojo pasó.

—Tengo que irme—Colgó, luego se apartó de la acera y mantuvo una distancia


segura, mientras lo seguía.

Incluso a esta distancia, oyó la música rap golpeando en el coche. Por un


segundo, pensó que iba a entrar en la estación de policía, pero el coche pasó por
la estación y fue hacía la derecha. El conductor se detuvo con un chirrido en la
señal de stop, el neumático del pasajero delantero rodando sobre la acera.

Mientras seguía el coche durante varias manzanas, se dio cuenta de que la


persona con su pareja no podía conducir una mierda. Avanzaba a través de las
luces amarillas, algunas luces que se volvían rojas al pasar bajo ellas, apenas
deteniéndose en las señales de stop y conduciendo como si tuviera la ley en la
cola. No respiró tranquilo, hasta que el coche se detuvo en una entrada de coches
y su compañero salió. El cerró la puerta, apunto con un dedo al conductor y dijo
algo con líneas enfurecidas grabadas en su rostro. Probablemente estaba
teniendo un ataque, por la falta de habilidades de conducción.

Estudió a su compañero, y su polla se endureció ante lo hermoso que era el ser


humano. Tenía corto cabello caoba, que estaba rapado en la parte de atrás y más
largo en la parte superior, y unos bonitos ojos azules. Su físico era delgado, pero
maldita sea si no tenía un buen culo. No demasiado grande, pero sólo suficiente
llamativo para que su boca babeara.
Quiso mordisquear ese culo, mientras deslizaba su lengua, respiro
entrecortadamente. Necesitaba dejar de pensar en follar a su compañero, antes
de salir de su camioneta e intentar secuestrarlo de nuevo.

Lo que probablemente iba a hacer de todos modos.

El conductor se bajó, riendo, y los dos se apresuraron a entrar.

La casa era de un solo piso blanco y marrón que parecía haber visto días mejores.
El césped delantero, aunque estaba cubierto de hojas caídas, parecía tener
parches vacíos y el pórtico se hundía.

Mientras Tao montaba el juego, Luhan se acercó a la ventana y miró hacia fuera.
Desde que habían dejado la tienda de juegos, se había sentido como si alguien los
hubiera estado siguiendo. Había revisado el espejo lateral en el camino a la casa
de Tao y había visto la camioneta marrón, pero se había dicho que había muchas
camionetas marrones en Grizzly Ridge. O eso pensaba, pero eso no significaba
que aquel lunático no lo hubiera seguido.

Sehun estaba determinado, el calor comenzó, mientras una lluvia ligera empezaba
a caer, esperando el momento adecuado para entrar y conseguir a su compañero.
No quería que el calor de su pareja entrara en acción, mientras el ser humano
estaba con otra persona. Tendría que matar a ese pequeño hijo de puta si ponía
las manos sobre su compañero.

Aun así, no podía quitarse la sensación de que el loco los había seguido. Pero
cuando miró hacia fuera, la camioneta no estaba a la vista. Había comenzado a
nublarse. El tiempo había pasado de soleado a nublado, y la lluvia había
comenzado a caer. Se estaba convirtiendo en un día aburrido. Por otra parte, eran
finales del otoño. La mayoría de los días eran así.
—Conseguí esta mierda. —Tao entró en la sala de estar, con una pequeña bolsa
en la mano. —¿Quieres fumar un porro?

Negó con la cabeza. —Sabes que no me meto con esa basura. —Tal vez debería
haber ido a casa. No estaba de humor para jugar videojuegos. Tampoco para
hacer nada más que acurrucarse en su sofá, llorar con un contenedor de Häagen
Dazs, y ver viejas películas en blanco y negro. Si Irene decidía despedirlo, se
encontraría en serios problemas. Tenía muy pocos ahorros, los que ni siquiera
serían suficientes para cubrir su renta del próximo mes.

—Bien, agarraré algo que te guste. —Tao entró en la cocina y regresó con una
botella de whisky. —Sé que dije que era demasiado temprano para beber, pero al
diablo con eso.

Tomó la botella y le quitó la tapa, luego tomó un largo trago. Lo lamentó cuando
siseó y empezó a toser, mientras el whisky le quemaba la garganta.

Tao se echó a reír. —Deja de intentar beber como si fueras un campeón. Bebe un
sorbo, imbécil.

Le enseño un dedo y tomó otro trago, antes de caer en el sofá. Tao comenzó a
fumar, y la habitación se llenó con el desagradable olor. Agitó una mano delante
de su cara. —Abre una ventana.

Tao entró en un ataque de tos, cuando se levantó y abrió una ventana detrás del
sofá. —Amigo, es como cuatro grados afuera. Se van a congelar nuestras bolas.

El aire frío entró, demostrando el punto de Tao, pero prefería congelarse


palmeó los bolsillos y encontró lo que estaba buscando. que estar atrapado en una
habitación llena de ese nocivo olor. Agarró la botella,

—Ahora, ese es un hábito desagradable. —Tao señaló su paquete de cigarrillos


mentolados. —El olor me da dolor de cabeza.

—Ídem. —Le dijo. —Sólo tu humo me da una jaqueca. —Se rieron mientras bebía
de la botella, su preocupación de que el loco los hubiera seguido estaba
desapareciendo. El whisky lo sereno y decidió jugar el juego de zombis con Tao.

Una hora más tarde, luchó para pararse del sofá y se tambaleó por el pasillo hasta
el baño. Su mano golpeó la pared tres veces, antes de lograr encender la luz. El
maldito interruptor había intentado escapar, pero lo había atrapado. Hizo un ruido
como si una multitud lo estuviese animando. La habitación se inclinó, cuando su
cuerpo se calentó. La ventana de la sala había permanecido abierta, la corriente
de aire lo había enfriado. Pero ahora que estaba en el baño, estaba tan caliente
que quería desnudarse.

Se encargó de su negocio, lavó las manos y se las limpió con la camisa, antes de
regresar al pasillo. Se detuvo cuando oyó un ruido en la habitación de Tao. Giró
hacia la izquierda, casi chocando con la pared, mientras entrecerraba los ojos.

Su cuerpo pulsaba y su polla se endureció. Se apoyó contra la pared, gimiendo.


¿Por qué estaba tan cachondo? No era por culpa de Tao. Era como un hermano,
no un amante, y era guapo, pero no su tipo. A él le gustaban los hombres fuertes,
fornidos y viriles.

Una imagen del extraño apareció en su cabeza. Se pasó la mano por el grueso
contorno de sus vaqueros. Siseó y dio un golpe con sus caderas hacia adelante,
pensando seriamente en masturbarse en el pasillo de Tao. Entonces oyó el ruido
de nuevo. Su mano cayó lejos de su polla, mientras se tambaleaba hacia la
habitación de Tao. Había sonado como si las tablas del piso hubieran chirriado.
¿Había ido Tao a su habitación mientras había estado en el baño?

—¿Qué estás haciendo ahí dentro? —Preguntó, mientras golpeaba la puerta con
una mano, abriéndola.

—¿Con quién estás hablando? —Gritó Tao desde la sala de estar. — Consigue tu
culo borracho de vuelta aquí, para que puedas ayudarme a aniquilar a estos
zombies. Siguen matándome.

Parpadeó unas cuantas veces. Si Tao estaba en la sala de estar, ¿quién estaba
en el dormitorio? Eructó, dio un paso adelante, y empujó sus puños sobre sus
caderas. —Está bien, ladrón, muéstrate—Se rió. Esa estuvo buena.

Tao caminó por el pasillo y se detuvo detrás de él. —¿Con quién diablos estás
hablando?

—El ladrón—Dijo. —Sigue chirriando el suelo.

—Creo que necesito detenerte, si estás escuchando cosas. —Tao agarró su brazo
y luego se apartó. —Amigo, estás ardiendo.

El sudor corría desde su cuero cabelludo, lo que hacía que se le pegara la camisa,
al pecho y la espalda. Se abanicó la cara, apoyado contra el marco de la puerta.
—Hace calor aquí.

—Voy a poner un poco de hielo en una bolsa. —Dijo Tao. —Puedes usarlo en la
nuca.
Una refrescante corriente de aire atrajo, su atención. Agarró el brazo de Tao,
cuando su mejor amigo se alejó. —¿Dejaste abierta la ventana de tu habitación?

Tao frunció el ceño. —No.

—Bueno, se abrió. —Utilizó el dobladillo de su camisa para secarse la frente. El


aire fresco no hacía nada para aliviar el calor que corría por su cuerpo. Cuando el
sudor se reunió de nuevo, se sacó la camisa por encima de la cabeza, casi
cayendo en el proceso.

Tao entró en la habitación y cerró la ventana. Cuando se volvió, gritó.

—¿Qué demonios estás haciendo? —Preguntó. ¿Por qué Tao arrojaba su


lámpara y sus libros al armario?

—¡Fuera de mi casa, psicópata! —Tao tomo su despertador y lo arrojó a través de


la habitación.

Confundido, tropezó en la habitación y casi se cayó sobre su trasero, cuando vio al


desconocido de la gasolinera. Lo señalo con un dedo en el aire, balanceándose.
—¡Tú!

Se acercó al hombre. Cuando estuvo lo bastante cerca, metió el dedo en el pecho


del chico. —¿Por qué me mordiste?

Tan pronto como tocó al extraño, su cuerpo pulsó más fuerte. Gimió y se apoyó
en los músculos duros, frotándose contra el extraño como un gato en celo. Y eso
era exactamente como se sentía.
—¿Qué demonios estás haciendo? —Gritó Tao. —Aléjate de él, Luhan.

Pero no pudo alejarse. Especialmente no, cuando el extraño hecho sus brazos
alrededor de él. —Se siente tan bien. —Ronroneó.

—Es un lunático que intentó secuestrarte. —Le recordó Tao. —¿Ahora estás
acurrucado con él? ¿Qué diablos tenía ese whisky?

—Retrocede—El forastero le gruñó a Tao.

—Vete a la mierda. —Gruñó este.

—¿Cuál es tu nombre?

El tipo volvió sus ojos grises hacia él. —Sehun.

—Soy Luhan.

Tao saltó, cuando alguien golpeó la puerta principal. Parpadeó un par de veces
hacia su amigo, pero no pudo retirarse para alejar su cuerpo del de Sehun.

—Ve a ver quién eshh.

Tao se quedó boquiabierto ante él. — ¿Hablas malditamente en serio?

El sonido de la madera haciéndose astillas, llenó la habitación. Tao corrió a su


armario y sacó un bate. Le lanzó una mirada furiosa a Sehun.
—Voy a usar esto en ti, tan pronto como golpee a quien acaba de irrumpir en mi
casa.

Estaba borracho y más excitado de lo que había estado en su vida, pero el sentido
común se abrió paso y se apartó del abrazo de Sehun. Se acercó a la cómoda y
se agarró al borde, mientras sacudía la cabeza, tratando desesperadamente de
recuperar la sobriedad, pero sin éxito. Gritó cuando un hombre alto, que era tan
ancho como Sehun, apareció en la puerta. Tao lanzó el bate al recién llegado,
pero el tipo lo agarró y se lo arranco de la mano.

—¿Qué demonios? —Gruñó el hombre. —Podrías haberme roto el cráneo con


esta cosa.

—Ese era el plan. —Dijo Tao mientras retrocedía, su mirada saltando entre los
dos intrusos. —¿Quién demonios son ustedes?

—Vigilancia vecinal. —Respondió Sehun, con una expresión seria.

—¡Pero tú me mordiste! —Estaba cubierto de sudor ahora, rogándole a Dios el


tener un baño de hielo donde sumergirse. —¿Qué vigilancia vecinal hache hecho?

—Amigo, no son la vigilancia vecinal. —Repuso Tao. —La única vigilancia vecinal
que tenemos por aquí, son los vecinos vigilando una casa para poder robarse
alguna cosa.

En este punto, no le importaba quiénes eran los hombres. Sólo quería que el
fuego lo consumiera hasta desaparecer. Lástima que no estaba nevando afuera.
Se habría desnudado y acostado en la maldita cosa.
Sehun alzó las manos, mientras se acercaba. Lo observó de cerca, todavía
agarrado al borde de la cómoda.

—Mantente alejado de él. —Advirtió Tao.

Sehun lo ignoró, mientras se detenía justo a su lado. —Siento haber dejado que
mi oso tomara el control. No era así como habría manejado las cosas, pero tienes
que venir conmigo.

—Espera. —Tao giró la cabeza. —¿Acabas de decir oso? —Aparto los brazos. —
Estás más loco de lo que pensaba.

—¿Por qué no vamos a la sala de estar? —Preguntó el recién llegado.

—¿Por qué no te vas al infierno? —Replicó Tao. —Toma al lunático contigo,


mientras estás en ello.

El tipo resopló. —No va a suceder, enano.

Miró a Sehun. —¿Que me está pasando?

El calor parecía estar matando su borrachera. Cuanto más tiempo permanecía allí,
más clara se volvía su mente. Y su hablar.

—Estás en calor, pequeño. —Dijo Sehun.

—¿Como un maldito gato? —Las cejas rubias de Tao se alzaron hasta la línea del
cabello. —¿Con que te has drogado?
Sehun miró ferozmente a Tao. —Chanyeol, ¿puedes sacarlo de aquí?

—No voy a ninguna parte. —Discutió Tao. —Esta es mi casa. Los únicos que se
van son ustedes dos. —Se dirigió hacia la puerta del dormitorio. —Voy a llamar a
la policía.

—¿Y cómo explicarás las drogas? —Una de las cejas de Chanyeol se alzó.

—Esa es una gran bolsa de hierba la que tienes en tu mesa de café.

Tao frunció el ceño, mientras señalaba con un dedo a Chanyeol. —Y es mejor que
no te sirvas tú mismo.

No peleó cuando Sehun lo atrajo hacia sus fuertes brazos. De hecho, se inclinó
hacia Sehun y gimoteó mientras se aferraba a él.

—Venga, pequeño. Vamos a llevarte a casa.

De alguna manera sabía que Sehun no estaba hablando de llevarle a unas


manzanas de aquí. —Sólo quiero que esto se detenga.

—Lo hará. —Sehun lo levanto de sus pies y lo sacó de la habitación. Chanyeol y


Tao siguiéndolos.

—No lo llevaras a ninguna parte. —Comentó Tao.

—Miranos. —Gruñó Chanyeol.


—Bien, entonces yo voy. —Dijo Tao. —No me dejarás atrás.

—Demonios que lo haremos. —Dijo Sehun por encima del hombro.

—Sólo llévalo. —Suplicó. No estaba seguro de qué estaba mal con él, pero no
estaba a punto de ser llevado a Dios sabía dónde estando solo. —Por favor. —De
ninguna manera. —Discutió Chanyeol. —No puede venir.

Sehun se detuvo y se volvió hacia Chanyeol. —Haz que Bocazas te lleve a casa
de mi compañero y recoja sus cosas.

—¿Tú qué?—Tao miró a Sehun con los ojos entrecerrados. —¿Cómo acabas de
llamar a Luhan?

Chanyeol agarró a Tao por el brazo. —Vamos, mocoso.

—Quítame las manos de encima, antes de que te patee en las bolas.—Tao se


soltó y sacó la bolsa de hierba de la mesita. —Iré, pero sólo porque necesito
asegurarme de que ustedes no le hagan nada a mi mejor amigo.

Sehun se dirigió hacia la puerta, mientras Tao y Chanyeol discutían. No tenía ni


idea de a dónde se lo estaban llevando, o lo que pasaría, pero lo único que quería,
era enfriase.

Y entonces mataría a Sehun por hacerle esto en primer lugar.


Capítulo 3

Después de permitir que Tao reuniera algunas cosas, incluyendo su consola de


videojuegos, Chanyeol llevó al ser humano a la casa de su mejor amigo. Del
porqué, no tenía ni idea. El patio trasero de Luhan estaba junto al patio trasero de
Tao. Podrían haber saltado la maldita cerca y haber entrado por la puerta trasera.

No se molestó en preguntar por qué Tao lo había hecho conducir. Estaba


demasiado ansioso por volver con su compañero y con su hija, como para
preocuparse. Emilia tenía sólo un mes de edad y Baekhyun no sólo había puesto
cinta a todos los enchufes de la casa, sino que había cubierto cada esquina en
todas las superficies disponibles y había cortado los cables para que su hija no
pudiera estrangularse. Se había molestado cuando había tratado de utilizar su
maquinilla de afeitar eléctrica, sólo para encontrar el cable cortado. Había
colocado cojines como parachoques, alrededor de toda la casa.

Su compañero había perdido su maldita cabeza y él tenía miedo de irse


demasiado tiempo. Baekhyun sólo podría envolver de burbujas toda la casa él
mismo.

—No estoy seguro de lo que Luhan podría querer. —Dijo Tao, mientras
permanecía en la habitación, girando en un lento círculo.

No había mucho en casa de Luhan. Los muebles eran pocos. No había fotos
colgadas en las paredes, ni tampoco cosas personales esparcidas alrededor.

Mientras Tao permanecía de pie como una cometa, mirando a la mesa de café
como si fuera la cosa más fascinante del mundo, fue al dormitorio.
La habitación parecía como si un ocupante ilegal viviera allí. Había un colchón de
aire en el suelo, una caja que sostenía una lámpara sin pantalla, y las prendas de
Luhan estaban dobladas en unos cuantos pilares en el suelo acorde a pantalones
vaqueros, camisas, ropa interior y calcetines. Un solo par de zapatos de tenis se
posaba al lado de los pequeños montones.

Recogió la ropa en sus brazos. No se molestó con las cosas de higiene personal
de Luhan... si es que tenía alguna. Podía usar las cosas de Sehun.

—Vamos a salir de aquí. —Dijo, mientras salía de la habitación. Tao ya no estaba


en la sala de estar. Estaba en la cocina, buscando en los armarios, quejándose de
que Luhan no tenía aperitivos. Rodó los ojos.

Si Luhan no hubiera rogado a Sehun que llevara a Tao, lo abandonaría.

—Oye, vamos.

Tao se dirigió hacia la puerta principal. —¿Tienes bocadillos a dónde vamos?

Esa era una pregunta ridícula, considerando que los hombres Oh eran osos. —Sí,
tengo aperitivos.

Aunque no estaba dispuesto a dejar que Tao se quedara con él. Tal vez los
padres de Yixing le permitieran quedarse a dormir en su casa. Esto era un
desastre con el que no quería lidiar, pero no tenía elección. Se dirigieron a su
camioneta, mientras la lluvia que había estado cayendo suavemente más
temprano, había retomado y caía a raudales. Saltó dentro y dejo la ropa a un lado.

—Estoy malditamente mojado. —Tao se quejó, mientras subía.


—No te preocupes. —Dijo, mientras arrancaba su camioneta y salía de la acera.
—La mierda no se derrite.

—Ahora suenas como mi viejo—Tao cruzó sus brazos sobre su pecho.

—Él también piensa que soy un pedazo de mierda.

Frunció las cejas, mientras miraba a Tao. —No quise llamarte así.

Pasaron el resto del viaje en silencio.

Luhan había dormido durante la mayor parte del viaje. O se desmayó. No estaba
muy seguro de cuál era. Pero cuando despertó, ya no estaba borracho. La forma
en que se había calmado tan rápidamente era un misterio, pero la realidad de lo
que había hecho se hundían él, mientras Sehun entraba en un claro y estacionaba
su camioneta junto a otras. Su atención se dirigió al lago, luego a un pozo donde
unos troncos estaban quemándose. Había una cortina de árboles detrás de ello, y
más allá, creyó ver el contorno de una casa.

—¿Dónde estamos? —Se agarró la cabeza. No debería haber bebido con el


estómago vacío. Sentía que vomitaría por todas partes si hacía movimientos
repentinos. Podía estar sobrio, pero no había escapado de las secuelas.

Su cuerpo no estaba ardiendo como lo había estado en el dormitorio de Tao, pero


aunque lo hacían en menor medida, las llamas seguían allí, como si estuvieran a
la espera de ser alimentadas en cualquier segundo.

—Casa. —Sehun apagó la camioneta. —Te llevaré a casa, para que puedas
terminar de dormir.
Ya no estaba cansado. Preocupado, asustado... no, aterrorizado sería la palabra
correcta. Por lo que podía ver desde su asiento, estaba profundamente en el
bosque. —¿Dónde está exactamente casa?

—Estamos en las montañas. —Sehun abrió la puerta y salió. Se sentó y echó un


vistazo a su entorno. Árboles, árboles y más árboles. Él quería saber que tan
profundo estaban en las montañas.

Viendo que el sol desaparecía, supuso que habían conducido durante una buena
hora, tal vez más. Si le había llevado tanto tiempo llegar aquí, entonces, estaba en
serios problemas. Se deslizó de la camioneta, sus eran movimientos lentos y
cuidadosos. También estaba teniendo frio, porque no había vuelto a ponerse la
camisa y no había tomado un abrigo. Nunca antes había bebido así, y ahora
lamentaba drenar la mitad de la botella de whisky.

Se le revolvió el estómago y se dio una palmada en la boca, rezando para no


vomitar, pero sabía que su oración era en vano. La saliva en su boca tenía un
sabor metálico y la bilis le subía por la garganta.

Sehun lo condujo rápidamente a un grupo de arbustos. —Vomita aquí.

—No voy a... —Habría ido de cabeza a los arbustos, si Sehun no lo hubiera
agarrado y aferrado a él, mientras vomitaba el whisky.

—Me estoy muriendo. —Gimoteó. —No quiero enfermarme. No quiero.

Su estómago se contrajo, mientras sus piernas temblaban. Mientras seguía


vomitando, se prometió a sí mismo que nunca volvería a tocar una gota de licor, si
los dioses hacían que sus intestinos dejaran de bailar.
—Eres un verdadero desastre. —Sehun lo levantó y lo llevó más allá de la línea de
árboles. Tan fuera de sí como se encontraba, todavía se las arregló para mirar
alrededor de las casas, que estaban lo bastante separadas para dar privacidad a
los ocupantes, pero lo bastante cercanas como para caminar de una a la otra, sin
que tomara mucho tiempo.

Una tenía una terraza trasera con una piscina, que estaba cubierta. Otra tenía un
parque infantil en el patio, mientras que otra parecía más una cabaña de troncos.
Una casa incluso tenía un porche alrededor con un columpio y una hamaca.

De los muchos juguetes que vio, supuso que niños también vivían aquí.

El humo se elevaba de las chimeneas, mientras algunos copos de nieve caían.


Había estado lloviendo cuando dejaron Grizzly Ridge. Tal vez la nevada llego más
pronto aquí que en la ciudad, debido a la gran altitud. Sin ropa en la mitad superior
de su cuerpo, se acurruco en los brazos de Sehun. Se detuvieron en la parte
trasera de una casa de una sola planta con un precioso patio de losa, con un
jardín rodeado de ladrillos. La parte de atrás de la casa no era más que ventanas,
con un conjunto de puertas corredizas de vidrio en el medio.

Sehun lo puso de pie y abrió la puerta.

—¿No cierras tu casa? —No poseía prácticamente nada, pero nunca había
soñado con salir de mi lugar alquilado, dejándolo sin cerrar. Vivía en la parte más
ruda de Grizzly Ridge, donde los adictos a las drogas eran abundantes y las
invasiones en casa eran más comunes de lo que deberían ser.

—No hay necesidad. —Sehun entró y luego hizo un gesto con la mano para que
se uniera a él.
Se quedó sin habla, cuando entró en la sala de estar. Un sofá de crema estaba
posado diagonalmente en el centro, detrás de una mesa de centro de madera
curvada. Fuego crepitaba en la chimenea, y una pintura multicolor de un oso se
posaba en la repisa. Había dos sillas de cuero marrón con almohadas blancas
peludas, una acogedora ventana con asiento de cajoneras por debajo, e incluso
un techo abovedado. La habitación entera era rica con maderas oscuras y paredes
color crema.

Nunca había estado en un lugar tan agradable. Tenía miedo de moverse. Tal vez
podría romper algo.

—Aquí.

Siguió a Sehun a la cocina y estuvo aún más impresionado. Cinco de sus cocinas
probablemente podrían encajar en la de él. Los pisos y armarios eran de madera
oscura, y la isla en el medio, era lo suficientemente grande para cuatro sillas. El
fregadero estaba en la isla, mientras la estufa se sentaba en el gran mostrador de
granito detrás suyo.

Había luces colgantes sobre la isla, y una planta grande se sentaba a un lado de
la habitación. También había muchas ventanas. Aparentemente, a Sehun le
encantaba ver afuera y dejar entrar la luz. Su boca cayó abierta, cuando vio un
sofá de dos piezas con aspecto cómodo, escondido en uno de los rincones.

Este lugar tenía que haber costado una fortuna. Entonces, ¿por qué en la tierra
Sehun se había vuelto loco por él? Por lo que podía ver, Sehun estaba cargado.
También era guapo como el infierno. ¿Qué en la tierra vio en él?

—Siéntete como en tu casa. —Dijo Sehun. —El dormitorio está en el pasillo.


—Si no te importa, creo que necesito una ducha. —Estaba un poco sucio, debido
a que parte de su vomito cayó sobre él. Se sentía como un vagabundo, en la casa
de Sehun cuando este lo condujo por el pasillo.

Entró en un dormitorio que le hizo sentir como si necesitara ducharse, antes de ir a


la ducha. De nuevo había una pared de ventanas, y una chimenea al otro lado de
la cama. Dos sillones acolchados estaban posados en una esquina, y la cama
parecía acogedora y tentadora.

Sehun hizo un gesto con la mano hacia una puerta de madera oscura. —Está
ahí dentro.

El baño era muy fantástico, con suelos de granito oscuro y un armario de madera
oscura. La ducha, que tenía acceso directo desde afuera, se desnudó en
segundos antes de entrar y dejar que el agua lo limpiara, durante una buena
media hora. Encontró toallas esponjosas en un armario empotrado en la pared,
cuando finalmente salió.

Cansado y hambriento, con el estómago todavía un poco acalambrado, se arrastró


hasta la cama y tiró de las mantas sobre él. Esto tenía que ser un sueño. Tenía
que serlo. De ninguna manera un tipo rico enloquecería por alguien como él y lo
traería a casa, a menos que tuviera motivos ocultos.

Sehun ya había demostrado ser un chiflado, deseó no haber aceptado venir aquí.
Si hubiera estado sobrio, no lo habría hecho.

Debería haber llamado a la policía, pero en cambio, se acurrucó bajo la manta y


se durmió.

Sehun se sentó en el asiento de la ventana y observó a su compañero dormir,


agradecido de que Luhan hubiera venido voluntariamente en lugar de que tuviera
que secuestrar al tipo. Y lo habría hecho. No habría dejado que su compañero
permaneciera en la ciudad, mientras estaba en calor. Eso era pedirle a su oso que
se volviera loco.

Nunca antes había visto a alguien dormir acurrucado en una pelota o moverse y
girar tanto. Dentro de los primeros diez minutos durmiendo, Luhan se había
despertado y había mirado a su alrededor, antes de caer de nuevo dormido. No
salió de la habitación, hasta que oyó un golpe en la puerta principal. Salió del
dormitorio y cerró la puerta detrás de él, antes de ver quién era.

JongDae estaba de pie en el porche delantero, con su gruesa chaqueta con


cremallera, y sus manos metidas en los bolsillos. —Oso o no, odio este clima.

Se apartó y dejó entrar a su hermano mayor. Se trasladaron a la cocina antes de


preguntar. —¿Qué estás haciendo aquí?

Luhan estaba en calor de apareamiento, y su oso quería destrozar a JongDae en


pedazos por acercarse demasiado a su compañero. Pero la expresión feroz de
este lo hizo empujar a su bestia. En honor a la verdad, la única cosa que detuvo a
su oso de ir todo salvaje era el hecho de que JongDae estaba apareado y olía
como Minseok.

—Recibí una llamada sobre alimentadores cerca de aquí. Sólo estoy revisando a
todo el mundo.

Puso el hervidor para un poco de chocolate caliente. Los alimentadores eran


criaturas sanguinarias que mataban a sus víctimas. Siempre le había parecido un
mito, escucho historias sobre ellos cuando era más joven, pero había jurado que
su padre estaba lleno de mierda.
Al parecer, por primera vez en su miserable vida, Jaejoong había estado diciendo
la verdad. Desde que descubrieron los alimentadores, ese era el nombre que
todos decidieron darle, eran reales, los shifters de las montañas habían estado
tratando en vano el saber dónde dormía.

Si lo hacían. No estaba seguro, ya que se sabía muy poco acerca de ellos.

—¿Qué tan cerca? —Vació el contenido de los paquetes de chocolate caliente en


dos tazas y se volvió hacia JongDae.

—Los lobos recogieron su olor a una milla de aquí. —JongDae tomó asiento en la
isla. Tanto como le gustaba cuando alguno de sus hermanos lo visitaba, estaba
ansioso por volver a Luhan. Por otra parte, no estaba seguro de cuánto tiempo iba
a dormir el ser humano. Aunque estaba más sobrio, este parecía agotado.

—Otra cosa. —Dijo JongDae con un poco de diversión en sus ojos. —No tendrás
dos compañeros, ¿verdad?

Frunció el ceño. —¿De qué estás hablando?

—Bueno, sé que Chanyeol no eligió a otro por el camino. Supongo que el ser
humano está contigo.

—¿Tao? —Hizo una mueca. —Demonios no. Esa mierda ruidosa no es mi


compañero. Pero Luhan me pidió que trajera a su mejor amigo.

Una de las cejas oscuras de JongDae, se alzó. —Entonces, ¿qué demonios se


supone que debemos hacer con él?
Se encogió de hombros, mientras el hervidor silbaba. —Dáselo de comer a los
lobos.

—A menos que les haya hecho algo, no veo a Kris matándolo.

Vertió el agua junto a la infusión en las tazas y le pasó una a JongDae, junto con
una cuchara. Su hermano revolvió su bebida, antes de tomar un sorbo.

—Estaba pensando en pedirle a los padres de Yixing que lo alojaran, mientras


este por aquí. Ellos construyeron su nuevo lugar, y supongo que a Victoria no le
importaría cuidar de alguien. Eso le dará a Yixing un descanso de su constante
vigilancia.

JongDae se rió entre dientes. —Ella lo vigila.

—Mucho—Dijo. —No veo cómo Junmyeon se ocupa de ello. —Sopló la parte


superior de su taza, antes de tomar de su bebida. —Pero por mucho que me
gustaría sentarme aquí y charlar...

—¿Está durmiendo? —Preguntó JongDae, mientras se ponía de pie y colocaba su


taza en el mostrador. —He oído decir que lo atraparon borracho, cuando entraron
en la casa.

De nuevo con la mirada divertida. Estaba tan contento de que JongDae no


estuviera recibiendo una patada por esto. —Puede que haya tomado unas copas.
—Sí, está bien. —JongDae se dirigió a la puerta. —Te dejaré solo. —Su sonrisa
se deslizó, cuando se volvió hacia él. —Cierra tus puertas y ventanas. El Señor
sabe que tienes suficiente de ellas.
—¿Qué? —Preguntó. —Me gusta mucho el sol y la iluminación ambiental por la
noche.

—Te gusta estar desnudo frente a tus ventanas, exhibicionista. —JongDae abrió la
puerta y entró en el porche. —Lo que me recuerda, deja de darle a Minseok un
maldito show.

Las ventanas de su dormitorio, daban de frente a la casa de JongDae. Por la


noche, cuando todas las luces estaban apagadas en su habitación, podía ver la
sala de estar de JongDae. Era gracioso como el infierno que Baekhyun lo hubiese
estado espiando, pero al parecer JongDae no encontró lo divertido en ello.

Se rió. —Dile a la lindura, que deje de mirarme.

JongDae gruñó. —No me hagas cortar tu maldito pene. —Con esas palabras de
despedida, trotó por los escalones y se dirigió a través del patio.

—¿Qué es un alimentador?

Se volvió para ver a Luhan de pie al final del pasillo. Tenía una manta envuelta
alrededor de su cuerpo, y su cabello castaño revuelto. Dios, era un sueño
húmedo. Aquellos ojos azul oscuro, se destacaban en contraste con su pálida piel.

—¿Cuál era la pregunta? —Por su vida, no podía recordarla.

Luhan entró en la sala de estar y se acurrucó en el sofá, mirando las ventanas. —


¿Qué es un alimentador?

Eso no era una pregunta que quisiera contestar ahora mismo. —¿Dormiste bien?
—¿Evades siempre las preguntas?

Sonrió. —Sólo a lo que no quiero contestar.

—¿Así de malo? —Preguntó Luhan.

—No está bien.

—Entonces volvamos al comienzo—Dijo Luhan. —Dime qué es lo que quieres


decir con oso. —Se volvió y metió los pies debajo de él. —¿Estás hablando de los
rumores que flotan alrededor de Grizzly Ridge?

Se sentó en la silla de cuero al lado del sofá, después de cerrar la puerta. Hecho
los pies en la mesa de café y se acomodó. —Depende de qué rumores.

Sabía muy bien de qué rumores hablaba Luhan. Aquellos que decían que los
Hombres Oh podían domesticar osos salvajes en las montañas, o eran los osos
salvajes. Puede que haya habido más rumores, pero aquél era el único que
conocía.

Luhan pasó la mano por la mordida que él le había propinado, en la tienda de


juegos. —Supongo que puedes convertirte en un oso.

—En realidad. —Dijo, apoyando los dedos entrelazados sobre su estómago.—Es


al revés. Los osos pueden transformarse en seres humanos.

En vez de asustarse, Luhan se sentó allí, estudiándolo. Sintió como si los ojos de
su compañero perforaran directamente en su alma. —Creo que necesito un trago.
—Creo que ya has tenido suficiente. —El calor de apareamiento lo golpearía de
nuevo, y de ninguna manera tendría relaciones sexuales con un hombre borracho.
No es que no tendría relaciones sexuales con Luhan si ambos estuvieran hechos
una cuba, pero no en su primera vez, y no cuando este pudiera quedar
embarazado.

—Creo que necesito algo para comer. —Luhan hizo una mueca, mientras se
frotaba el vientre. —Creo que el vomitar me hizo pedazos el estómago.

Quería decirle que el dolor era más que probable que fuera su cuerpo cambiando,
preparándose para llevar a un niño. Hasta ahora Luhan no se había asustado. Tal
vez podría manejar las noticias, pero no quería arriesgarse a que este tuviera un
colapso. Una cosa era descubrir que los osos podían volverse humanos, pero otra
muy distinta era que un hombre se enterara de que quedaría embarazado.

Sin embargo, abrió la boca para explicarle a Luhan lo que estaba pasando con su
cuerpo, pero este se levantó y mantuvo la manta a su alrededor. —Me voy a
vestir. ¿Crees que pueda comer algo, antes de volver a casa?

Sonrió mientras se levantaba. —Cariño, estás en casa. No vas a dejar estas


montañas.

Se alejó, cuando la mandíbula de Luhan cayó


Capítulo 4

Luhan se apresuró a ir al dormitorio y volvió a ponerse los pantalones, pero tuvo


que pedir prestada una de las camisas de Sehun, la que era demasiado grande
para él, antes de llamar a Tao. Le sorprendió que su teléfono funcionara tan bien,
en lo alto de las montañas.

Tao contestó en el segundo timbre. —Yo, ¿qué pasa, amigo?

—Tenemos que salir de aquí. —Caminó hacia las amplias ventanas y miró hacia
el bosque más allá. Tenía que admitir, este lugar era hermoso. Y la casa de Sehun
era increíble. Pero acababa de decir alguna mierda loca que no podía ignorar.

—¿Quieres salir en mitad de la noche? —Preguntó Tao.

—Tenemos que salir de aquí. Creo que este tipo me está manteniendo como un
rehén.

Tao resopló. —Esta vieja pareja tiene una televisión de cincuenta pulgadas y
todos los bocadillos que podría desear. ¿Me estás tomando el pelo? No quiero
irme nunca. Son como los padres que nunca tuve.

—Creciste con tus padres. —Dijo.

—No me lo recuerdes. Creo que deberíamos darle a este lugar una oportunidad.
¿Dijo lo que quería contigo? No creo que quiera cortarte en pequeños pedazos o
que haya puesto loción en la canasta. Probablemente, sólo quiere tener relaciones
sexuales contigo.
—¡Tao! —No podía creer que acababa de decirle eso. —No tendré ningún tipo de
sexo con él.

—Bueno, ésta bien, no lo hagas. —Dijo Tao. —Sólo ven aquí y terminaremos este
juego de zombies.

—¿Has traído tu consola contigo? —Tao era completamente imposible.

Se perdió lo que Tao dijo a continuación. El calor ardió en su cuerpo tan rápido,
tan ferozmente, que dejó caer su teléfono y se agarró el borde de la cómoda. Su
polla estaba tan dura, que temía que explotara. El calor latía dentro de él, mientras
se tambaleaba hacia el baño.

¿Qué diablos le pasaba? ¿Estaba enfermando? ¿Lo había drogado Sehun?


Cuando miró en el espejo, del cuarto de baño, su piel tenía un rubor profundo.

Se desnudó y corrió a la ducha, donde cambió la temperatura del agua a helada.


Eso no ayudó. Todavía estaba ardiendo y también temblando ahora. Tenía que
ser la gripe o algo así. No podía pensar en otra cosa que lo tuviera frío y caliente
al mismo tiempo.

El invierno pasado, se había resentido de la gripe por dos semanas. Se había


quedado con Tao para ser atendido. Si se podía considerar una caja de pañuelos
y un “No te atrevas a enfermarme.”

Pero esto se sentía mucho peor. A pesar de que no tenía los otros síntomas como
una secreción nasal, migraña o fatiga, todavía estaba ardiendo mientras sus
dientes castañeaban.
—¿Estás tratando de atrapar un resfriado? —Sehun lo sacó de la ducha y lo
envolvió en una manta. Lo llevó a la cama y lo acostó antes de secarlo. —Esa
agua estaba helada.

No había olvidado cómo se había frotado contra Sehun, en la habitación de Tao.


Quería hacerlo de nuevo, solo quería a Sehun desnudo, también. Le agarró los
bíceps, acercándolo a él, apretando los dientes.

—¿Qué me has hecho?

—Fue mi oso. —Sehun retrocedió y se sentó en la cama. —Él se hizo cargo y te


persiguió, cuando descubrí que eras mi compañero.

—¿Tú qué? —Apenas escuchaba, mientras Sehun le explicaba lo que era un


compañero. Estaba demasiado ocupado mirando los gruesos brazos de este, su
amplio pecho, los labios que parecían lo suficientemente buenos para besar, y
Dios, deseaba que Sehun estuviera desnudo para poder ver la polla del hombre.

Le habló sobre el destino y cómo estaban destinados a estar juntos. Incluso dijo
algo sobre un bebé, pero estaba demasiado excitado y todo lo que realmente oía
era "Blah, blah, blah." Se volvió hacia sus manos y rodillas y se arrastró hacia
Sehun. —Cógeme.

¿Había sonado realmente tan necesitado? No recordaba que su voz llegara a ser
tan profunda y grave. Tiró de la camisa de Sehun, mordisqueó su barbilla barbuda
e intentó arrastrarse en el regazo del hombre. Nunca había estado tan caliente en
su vida, ni siquiera cuando era un adolescente. No así, como si moriría si Sehun
no lo jodiera en los próximos cinco segundos.

Hundió la cabeza en el regazo de Sehun y articulo en el contorno de la dura polla


del hombre. —Déjame chuparte.
Sehun estaba fuera de la cama, prácticamente arrancándose la ropa antes de que
se hubiera acomodado a su lado. Se acarició a sí mismo, mientras observaba, y
maldita sea si cada centímetro que Sehun revelara no era magnífico. Los
marcados músculos se flexionaban con cada movimiento. Sus bíceps eran del
tamaño del pomelo y había un sendero sexy de pelo oscuro que corría desde el
ombligo hasta la ingle. Su piel bronceada hacía que su cuerpo pulsara con más
fuerza.

Cuando Sehun estuvo completamente desnudo, rodó hacia su espalda y abrió las
piernas. Se retorció sobre el cobertor, mientras trataba de tocarse, pero no
importaba lo rápido que moviera su mano, su orgasmo estaba fuera de su alcance.

—¡Mierda! —Golpeó la cama con el puño. —¡Haz algo ya! No puedo aguantar
esto.

—Te tengo, pequeño—Sehun se acomodó entre sus piernas. Estaba tan fuera de
sí, por la lujuria que ni siquiera había pensado en un condón y en el lubricante, y
ahora no le habría importado menos. Enganchó sus manos detrás de sus rodillas y
tiró de sus piernas hacia atrás, exponiéndose a Sehun. Este se lamió los labios. —
Maldita sea.

—No sólo mires—Se quejó. Su pene latía como si ya hubiese llegado al clímax,
pero sólo pre-semen había escapado.

Sehun apretó la cabeza de su polla contra su doloroso agujero. Algo mojado


chorreó contra su entrada y sus músculos se relajaron. Si no hubiera estado loco
por la necesidad, podría haberse detenido y preguntado qué diablos era eso, pero
simplemente no le importaba.

Solo no le importaba.
—Dentro de mí, ahora—Se mordió el labio y arqueó la espalda, jadeando cuando
la gruesa circunferencia de Sehun lo llenó, estirándolo de par en par, mientras
empujaba más profundamente. Agarró su saco y tiro de él, quejándose ante el
dolor, gimiendo ante el placer que lo asaltaba.

El fuego lamió su camino a través de él, expandiéndose dentro suyo, hasta que
pensó que se incendiaría. Ya no le importaba que Sehun lo hubiera secuestrado
por sexo. En este punto, sería su esclavo sexual. Haría lo que Sehun le pidiera,
siempre y cuando extinguiera el fuego que ardía a través de él.

Por mucho que le aclaro a Tao que no iba a tener sexo con Sehun. Habría
defendido su opinión, si no hubiera tenido una erección infernal, ni tampoco
hubiera estado tan desesperado por ser jodido.

Pero tenía que ser honesto consigo mismo. Su padre era un pedazo de mierda y
su vida había sido también una. La atención que Sehun le estaba dando, hacía
que se sintiera... especial. Cuánto iba a durar, no tenía ni idea, pero por ahora, tal
vez Tao tenía razón. Tal vez le daría a este lugar, a Sehun, les daría una
oportunidad.

Realmente has perdido la cabeza debido a la lujuria.

Esos pensamientos huyeron, cuando Sehun se metió en su culo, haciéndolo gritar.


Soltó sus piernas y las enrolló alrededor de la cintura de Sehun, agarrando el
bíceps del hombre para acercarlo más. Sus caras estaban a unas pulgadas de
distancia, mientras levantaba su trasero, ayudando a Sehun a penetrar más
profundamente en su interior. Los ojos grises de Sehun se oscurecieron, como las
nubes en tormenta. Aquellos dientes puntiagudos que había visto en la tienda de
videos aparecieron. No había pensado que los rumores eran ciertos, pero ¿cómo
podía negarlos ahora? Nadie podía hacer que sus dientes se alargaran o fueran
más gruesos.
De hecho, estoy teniendo relaciones sexuales con alguien que no es humano. El
pensamiento lo habría aterrorizado. En su lugar, sus lenguas se enredaron,
batallando por el dominio, mientras se retorcía debajo de él. No podía tener
suficiente del gusto de Sehun, de la forma apasionada en que trataba de beber de
él. Por mucho que le encantaba besar a Sehun, tuvo que retirarse finalmente
cuando sus pulmones ardieron por aire.

Inclinó la cabeza hacia un lado, gimiendo, mientras Sehun arrastraba besos a lo


largo de su cuello y hombro, lamiendo su piel, mientras se pasaba la mano por la
polla dolorida, acariciándose con desesperación.

Entonces Sehun hundió esos afilados dientes en su piel.

—¡Mierda! —Se hizo añicos. Su semen se disparó entre ellos, moviendo sus
cuerpos, mientras Sehun gruñía contra su hombro, su polla latiéndole en el culo.

Pero... ¡maldita sea! Su pene seguía rígido en su mano, mientras seguía ardiendo
sin control. Lo que fuera, esto lo mataría antes de terminar. Era como si le
hubieran inyectado lujuria líquida.

Sehun extrajo sus dientes, se alejó de él y se deslizó por la cama. Tomó su polla
con su boca y ahueco sus mejillas, creando succión, mientras balanceaba la
cabeza y le palmeaba el saco, tirando de la arrugada carne. Su lengua plana se
deslizó sobre su polla, antes de que le tomara el pene con su garganta.

Se sacudió y se retorció, enrollando sus dedos en la ropa de cama, mientras


trataba de empujar su pene más profundamente. Y Sehun tomó cada pulgada
como un profesional, su barba le raspaba la piel, añadiendo sensaciones
excitantes que lo hicieron gritar. Otro orgasmo lo desgarró. Yacía jadeante,
agradeciendo a quien sea que lo escucho para que su polla se hubiese finalmente
ablandado. Aun así, los fuegos sólo habían retrocedido a un calor lento, en lugar
de desaparecer por completo. Gruñó, mientras permanecía allí sin huesos,
demasiado cansado para pensar en nada más que en dormir.

Sehun se acurrucó alrededor de él, acercándolo, casi doblándolo bajo el cuerpo


del hombre. —Descansa, pequeño. El calor podría volver. Y si lo hace, necesitarás
tú energía.

Esas palabras no fueron tranquilizadoras. No quería que el calor volviera. No


quería sentirse como si hubiera entrado en un horno de mil grados. Su piel se
erizo y su corazón galopeó, cuando jadeó por respirar. Su trasero estaba tan
adolorido, que se estremeció cuando se movió.

Si tuviera que pasar por ese calor otra vez, simplemente podría dispararse a sí
mismo, en su lugar.

Luhan no podía soportarlo más. Simplemente no podía. Su cuerpo se sentía como


si hubiera sido arrastrado sobre las brasas, y ni los suficientes baños fríos en el
mundo ayudarían con el calor. Decidió que ir fuera le ayudaría a refrescarse.

Eso, y estaba teniendo un ataque de nicotina.

Dos noches después de llegar, se escapó fuera y sacó un cigarrillo de su mochila.


Ahora también mataría por un trago. Pero la casa de Sehun no tenía ni una gota
de alcohol en ninguna parte.

Había buscado.
Lo prendió e inhaló profundamente, cerrando los ojos, mientras la nicotina llenaba
sus pulmones y le ayudaba a relajarse. Se apoyó contra la casa, oculto por un
matorral de arbustos, y estaba disfrutando de su cigarrillo cuando notó algo
moviéndose por el rabillo del ojo.

Cuando se volvió para mirar, no vio nada más que árboles, árboles, y, oh sí, más
malditos árboles. No había una acera o un camino de entrada en estas montañas,
ninguna tienda de esquina, tienda de licores, o incluso una sirena de mala muerte,
para decirle que la civilización existía.

Sólo soplaba el viento y las ramas de los árboles crujían. Tiró de su chaqueta más
apretada sobre su pecho, afortunadamente Tao lo había agarrado de su casa,
mientras inhalaba su cigarrillo otra vez. Nunca le había gustado la oscuridad, pero
su inquietud aumentó al sentir que no estaba solo fuera. Miró a su alrededor pero
no pudo ver nada, excepto los bosques oscuros y algunas luces de las casas
alrededor de Sehun. Se apartó el cabello y el viento le sopló en la cara, mientras
estudiaba el bosque, tratando de echar un vistazo a lo que se escondía en la
oscuridad. En las rarezas en las que se había metido, la sensación podía ser su
imaginación, pero no creía que lo fuera.

Se alejó de la casa y se acercó más a los bosques. Un pájaro voló de una rama,
dándole un susto de muerte. Podría haber chillado como una chica, pero como
nadie lo había oído, no admitía eso.

Sin embargo, nadie salió de detrás del árbol o aparecía en el aire. No estaba
seguro si alguien podía realmente hacer eso, ya que sabía muy poco sobre el
mundo de Sehun. Tampoco habían pasado mucho tiempo hablando. Con el calor
absorbiéndolo, habían pasado las últimas cuarenta y ocho horas haciendo el
mambo horizontal. Su corazón se aceleró y su cuerpo se tensó, cuando oyó un
sonido silbante bajo. No estaba seguro de qué clase de animales salvajes vivían
en las montañas, y no quería averiguarlo. Ya estaba lo suficientemente lejos de la
casa de Sehun, que si en caso de que un animal salvaje lo atacara, tendría un
tiempo malditamente corto para alejarse.
Retrocediendo por la nieve que caída ligeramente, se dirigió hacia la puerta lateral.
Miró por encima del hombro un par de veces, para asegurarse de que ningún
animal grande lo siguiera.

Necesitas relajarte. Estás demasiado asustado sin ninguna razón.

Pero la sensación de que todos sus movimientos estaban siendo vigilados, seguía
allí. Se detuvo junto a la puerta lateral de la que había salido y decidió terminar su
cigarrillo. Si el problema lo encontraba, podría simplemente entrar corriendo.

Gritó cuando algo le golpeó el hombro. Giró, cayéndose hacia atrás. Habría caído
en los arbustos, si Sehun no hubiera agarrado su brazo.

La mirada entrecerrada de Sehun fue directamente al cigarrillo en su mano. —


¿Qué crees que estás haciendo?

Alzo sus defensas. —¿Qué diablos parece que estoy haciendo?

Sehun fue a tomar el cigarrillo, pero apartó el brazo. —Apaga eso. —Gruñó
Sehun.

—¿Qué eres, mi padre? —Exclamó. —Tengo veintitrés años. Si quiero fumar,


nadie puede detenerme.

Sehun le tiro de la mano. —Es un hábito repugnante que estás abandonando.

No quiero que fumes, mientras llevas a mi hijo.


Sehun podría haberle golpeado y habría estado menos atónito. Su mandíbula
cayó abierta, mientras retrocedía hacia la puerta. —¿Que acabas de decir?

Tenía que haber escuchado mal a Sehun.

—No hable claro. —Dijo Sehun. —Te lo expliqué todo, antes de tener sexo.

El mundo se inclinó sobre su eje, mientras presionaba su mano en la puerta para


mantener el equilibrio. El calor. Los calambres. El hecho de Sehun siendo un oso
que podía convertirse en un hombre. Su mano instintivamente se dirigió a su
estómago, mientras miraba a Sehun.

Luego entrecerró los ojos. —¡Eres un bastardo! ¡Deberías haberme hecho


escuchar antes de que me cogieras en todas las superficies planas de la casa!
Sabías que estaba demasiado caliente para escuchar lo que decías.

—¿Cómo diablos iba a saber que no estabas escuchando? —Preguntó Sehun.

—Porque todavía quería que me follaras—Respondió. —¡Eso debería haberte


hecho saber que no te estaba escuchando!

La mirada de Sehun destello hacia el bosque. Sus cejas se fruncieron mientras


olfateaba el aire. Él también se quedó boquiabierto por la noticia de que...
maldición, ni siquiera podía pensar en las palabras. La posibilidad era demasiado
inimaginable.

—Entra.
—Vete a la mierda. —Intentó esquivarlo, pero Sehun le bloqueó el paso.

—Ve. Adentro. Ahora. —La seriedad de su voz, hizo que obedeciera a


regañadientes.

Tan pronto como Sehun entró, cerró la puerta con llave y tomó su teléfono celular
de la mesa de centro. Él se volvió y miró por las ventanas. ¿Qué había asustado
tanto a Sehun?

—JongDae, hay algo en el bosque.

Así que tenía razón.

—No, Luhan está a salvo. —Sehun hizo una pausa. —De acuerdo, te encontraré
en la parte de atrás.

Cuando este puso su teléfono en la repisa de la chimenea, lo miró. — Permanece


en el interior.

—¿Qué ocurre? —Su estómago estaba hecho un nudo, mientras se esforzaba por
ver en el bosque.

—No estoy seguro, pero no es nada bueno. —Sehun se dirigió a la puerta y se


marchó antes de que pudiera preguntarle algo más.

Se frotó las manos arriba y abajo de sus brazos, asustado, confundido, y no le


gustaba tanto el mundo de Sehun. Estaba empezando a reconsiderar su decisión
de que, una aventura con un tipo rico, podría ser divertida.
Esto no era divertido y sólo quería ir a casa. Lo primero que haría, era hacer entrar
en razón Tao y los dos se irían muy rápidamente de estas montañas.

Estaba demasiado frío para estar afuera buscando la fuente del mal olor, que
Sehun había olido. Muchas criaturas vivían en las montañas, y por lo que él sabía,
el olor podía haber sido algún animal salvaje muerto. Pero había sentido como si
alguien lo hubiera estado observando, y aún continuaba percibiéndolo. No le
gustaba dejar a Luhan solo en la casa, pero se negaba a pasarse la noche,
preguntándose si el peligro estaba cerca.

—¿Soy yo o se está poniendo más oscuro aquí?

JongDae se detuvo y miró hacia el cielo. Él vio que las nubes habían cubierto la
luna.

—Esto es una locura. —Dijo. —Hace muchísimo frío y lo único que habrá aquí,
serán nuestros cadáveres congelados si continuamos. Me regresare.

—Eras tú el que nos arrastró aquí, en primer lugar. —Dijo JongDae. — Además, el
olor vale la pena echarle un vistazo. Kris dijo que algunos alimentadores estaban
cerca.

—Te lo contó hace dos noches. —Comentó. —Y estoy empezando a pensar que
estaba drogado cuando te llamó. Hemos estado buscando por diez minutos y lo
único que he visto, es mi maldita respiración.

Con un gruñido, JongDae se volvió. —La próxima vez que llames a alguien,
porque has olido algo extraño, llama a JongIn . Yo estaba en medio de... —
JongDae sonrió. —Cosas.
No tenía que adivinar en qué consistía "cosas". Olía a sexo. Y tan frío como
estaba, con el viento soplando y la nieve cayendo, todavía olía el calor de Luhan,
como si su compañero estuviera caminando justo a su lado.

No se sorprendería si todos sus hermanos estuvieran teniendo sexo, debido al olor


de Luhan. El calor de este lo tenía duro y estaba listo para regresar a la casa, para
poder azotar la mierda fuera de Luhan por fumar, luego follarlo hasta que no
pudiera caminar durante una semana. Acababan de regresar a su casa, cuando
algo pesado choco contra su espalda. Gritó, mientras volaba hacia delante,
golpeando el frío y duro suelo. Sus palmas rasparon los ladrillos que cubrían su
patio.

JongDae gruñó, mientras cambiaba en su forma de oso y se empujaba a sus


patas traseras, gruñendo una advertencia a lo que lo había sacado volando. Sus
ojos se abrieron, cuando el alimentador rodeó a JongDae.

Dios, la cosa era horrible. Éste no estaba tan demacrado como el que había
atacado hacía unos meses, pero todavía tenía un aspecto aterrador, le faltaban
dientes y tenía largas garras. Sus ropas desgarradas y sucias colgaban como
velas de un barco fantasma, los harapos ondulantes en el viento invernal.

Se puso de pie y se lanzó contra él, pero el alimentador le dio un bofetón, como si
fuera una mosca molesta. Voló hacia atrás, su cabeza golpeó los ladrillos esta
vez, y maldita sea si no vio estrellas. Mientras yacía allí, tratando de orientarse,
JongDae rugió y la cosa silbó, mientras se enfrentaban.

Cuando volvió a ponerse de pie, el oso de JongDae tenía el alimentador clavado


en el suelo. Había sido rápido, y el cuarto trasero de JongDae estaba
ensangrentado. El oso jadeó, la mandíbula cerrada alrededor de la garganta de la
cosa.
Él también cambio, y se metió en la pelea, mientras el alimentador luchaba debajo
JongDae, arañando su rostro, mientras emitía chirriantes ruidos.

JongDae y él lo despedazaron. No había mucha sangre, pero Jesús, temía que


nunca sacaría el nocivo sabor de su boca. Era como morder carne descompuesta,
que se había dejado al caliente sol del verano. Cambio y miró al cuerpo
destrozado. —Me pondré algo de ropa y me desharé de él.

Después de que hubiera terminado, se iba a limpiar la boca con una esponja. Tal
vez también haría gárgaras con agua hirviendo.

Cuando se volvió hacia la casa, vio a Luhan de pie en una de las ventanas de la
sala, con la mandíbula abierta y los ojos azules muy abiertos.
Capítulo 5

El plan de Luhan para marcharse, fue dejado en segundo plano a la mañana


siguiente. Saltó de la cama y corrió al baño, tan pronto como sus ojos se abrieron.

—Te traje un poco de té y galletas. —Dijo Sehun, mientras entraba en el cuarto de


baño, después de que hubiera terminado de vomitar. —La bandeja está en el
dormitorio. ¿Necesitas algo?

—Salir de estas montañas. —Dijo, mientras tiraba del inodoro y se empujaba


sobre sus tambaleantes piernas. No había suficiente alcohol en el mundo, para
ayudarlo a olvidar lo que había visto anoche.

Sehun salió del cuarto de baño, dejándolo solo, para cepillarse los dientes y
enjuagarse. Le había preguntado a Sehun anoche, qué era esa cosa, pero este se
había negado a decírselo. Simplemente había dicho que era una amenaza que
había sido eliminada. Aún estaba tratando de llegar a un acuerdo con el hecho de
que había visto a Sehun convertirse en un oso. Pero tan loco como las cosas
habían estado anoche, y tan asustado como había estado, todo lo que había
notado cuando Sehun cambió de nuevo, era su cuerpo sexy y desnudo.

La gran altitud estaba cortando los circuitos de su cerebro.

Moviéndose lentamente hacia el dormitorio, su estómago todavía revuelto, miró


por una de las ventanas. Vio la nieve perturbado, pero el cuerpo se había ido, y ni
siquiera había sangre para demostrarle que lo que había visto había sido real.
¿Cómo podría una persona, si hubiera sido una, y todavía era discutible, ser
despedazada sin litros de sangre pintando la nieve?
Cavó a través de la ropa que Chanyeol había traído de su casa y se vistió con un
par de pantalones vaqueros y una camiseta Henley verde. Decidió no ponerse los
zapatos, por ahora. En cambio, se encogió en uno de los sillones en el dormitorio
y mordisqueó las galletas, mientras llamaba a Tao.

—Es demasiado temprano. —Gimió Tao.

—Es mediodía. —Gruñó. Debía de estar agotado porque él nunca había dormido
hasta tan tarde. —¿Por qué sigues en la cama?

—Abe y yo nos quedamos hasta las dos de la mañana, jugando mi juego de


zombies. Te llamaré cuando esté despierto. —Colgó.

Dejó el teléfono a un lado y tomó su taza de té. Tomó pequeños sorbos, mientras
observaba el bosque, como si otra de esas cosas pudiese saltar en cualquier
momento. No se quedó sentado mucho tiempo. El olor del tocino y las galletas
recién horneadas, hizo que su estómago retumbara. Dejó su taza y se puso de
pie, todavía un poco inestable por vomitar.

La habitación daba al oeste, por lo que la luz de la mañana no era directa, ya que
se filtraba en la cocina con un brillo suave, que le gustaba. Pero se oscureció,
cuando las nubes aparecieron. Parecía como si una tormenta se acercara.

Demasiado para salir y trabajar mi camino por las montañas.

Mientras se sentaba en la isla, miró a un cuenco con algo blanco y granoso dentro.
—¿Qué es eso?

Sehun miró por encima del hombro. Él estaba de pie ante la estufa, con unas
pinzas para quitar tocino de la sartén. Su culo se veía delicioso en sus pantalones
de pijama. Quería ir a él, arrodillarse y lamer la espalda de Sehun. En su lugar, se
quedó sentado.

—¿Nunca has oído hablar de la sémola? —Preguntó Sehun.

No había podido permitirse nada más lujoso que los cereales y, al crecer, tuvo la
suerte de conseguir una comida al día, y normalmente no era el desayuno.

—He oído hablar de ella. —Admitió. —Pero nunca la había visto antes.

Sin embargo, no estaba seguro de querer probarla. Parecía... extraña. Un bote


amarillo con mantequilla, también estaba posado en el centro.

No es que fuera un gran fanático de la salud, porque la comida sana costaba


mucho y le gustaba mucho su comida chatarra, pero incluso, él sabía que la
mantequilla no era saludable. Pero su apetito rugió a la vida. Como sabiendo lo
hambriento que estaba, Sehun colocó un plato delante de él, con gofres, tocino y
huevos. Añadió un poco de sémola a un tazón más pequeño, lo removió con una
cucharada de azúcar y lo puso al lado de su plato.

—¿Por qué la comida que es mala para ti, tiene que saber tan bien?— Introdujo
un tenedor con waffles en su boca. Tenían que ser los mejores que había
probado. El tocino se había cocinado a la perfección, no demasiado crujiente. Sus
huevos estaban a término medio, las yemas todavía estaban blandas, pero el
blanco bien cocinado.

Como le gustaban. Incluso la sémola era increíble.

—No lo sé, pequeño—Sehun se sentó a su lado. Se sentía como un enano junto


al tipo, pero secretamente admitía que le gustaba lo cerca que estaba Sehun de
él. —No me preocupa el colesterol ni la diabetes. Mi cuerpo se cura cuando estoy
en mi forma de oso.

Tomo su cuchillo de mantequilla. —¿Así que puedo apuñalarte y tu simplemente


cambias a tu oso y te curas?

Sehun frunció el ceño. —Sí, aunque me molestaría que me apuñalaras.

—Amigo, es un cuchillo de mantequilla. Ni siquiera romperá la piel. —El dejo el


cuchillo. —¿Y si te disparo?

—¿Y si desayunas en silencio? —Sehun bebió un sorbo de café y él miró su vaso


de jugo.

—¿Dónde está mi café?

—No debes tomar cafeína cuando estás embarazado. No es bueno para el bebé.
embarazado. —Su protesta había salido en un susurro suplicante. No llamaría a
Su tenedor hizo un estruendo, cuando cayó de su mano. —No estoy

Sehun un mentiroso sobre todo el asunto del embarazo masculino, ya que su


mundo era demasiado malditamente loco para empezar, pero... no, no quería
pensar que Sehun estaba diciendo la verdad, a pesar de que habían discutido
acerca de la noche anterior y él había enloquecido.

Simplemente no quería creer que fuera posible.

—Ya no estás sobrenaturalmente caliente, y la línea de concepción ha aparecido.


Sehun se volvió de lado y le levantó el dobladillo de la camiseta.
—¿Ves?

Cuando miró hacia abajo, sus cejas se alzaron. Una débil línea corría desde su
ombligo hasta debajo de la cintura de sus pantalones. No había estado allí antes.
Lo habría notado.

Empezó a apartar su plato, pero su apetito no había disminuido. Su estómago


retumbó como si no hubiera comido en años. Recogió su tenedor y decidió negar
la verdad era preferible a tener un colapso. Así que metió la cabeza
proverbialmente en la arena y terminó su desayuno.

—¿Entonces quieres decirme por qué no me permitieron venir aquí por dos días?
— Tao se dejó caer en el sofá de Sehun una hora después de que Luhan
terminara de desayunar. Quería reírse por lo absurdo, y llorar porque su estómago
le decía que estaba realmente embarazado. —Si mi exilio duraba más, habría
venido aquí y te hubiese rescatado. —Tao miró a su alrededor antes de susurrar.
—¿No te ha, digamos, atado en su sótano o algo así, verdad?

—Si lo hubiera hecho, hubieras llegado dos días tarde para rescatarme. —Lo
fulmino con la mirada. —Vaya mejor amigo que eres.

Los ojos avellana de Tao brillaban. Estaba obviamente drogado. No había nada
nuevo en eso, aunque dudaba de que la vieja pareja con la que se estaba
alojando, lo dejara fumar en casa.

—Pero estás bien—Dijo Tao. —No te enojes conmigo, Bebe Lu.


Odiaba cuando Tao lo llamaba así. —No deberías ir a escondidas a fumar a los
bosques. —Le contó a su mejor amigo lo de anoche, y lo que creyó ver, junto con
el hecho de que JongDae y Sehun se habían convertido en osos gigantescos.

Tao cayó de nuevo sobre los cojines del sofá. —Hombre, me perdí toda la
emoción.

—¿Me has oído?

Tao lo miró. —Creo que has estado empinando el codo.

Era lo que él deseaba.

—No estaba bebiendo anoche. —Dijo. —¿Entendiste mi advertencia, idiota?

—Sí, sí. No vayas al bosque. Ya te he oído—Se sentó. —Por otro lado, de todas
maneras, Abe y yo conseguimos un juego para después del almuerzo.

Tao volvió a mirar a su alrededor y bajó la voz. —Creo que Abe quiere fumar,
discretamente, un cigarro de marihuana pero tiene miedo de que su señora se
entere.

Puso los ojos en blanco. —Deja de corromper al viejo.

Tao se encogió de hombros. —¿Quién soy yo para impedir que alguien abra su
mente?
El tipo no tenía esperanzas. Se preguntó si debería decirle a Tao que lo habían
embarazado, pero algo lo detuvo, aparte de lo loco que sonaba. Sehun estaba en
la cocina con algunos de sus hermanos, por lo que no podía oírle, aun así, se
guardó la noticia.

Tao se levantó y se dirigió a las ventanas. —No puedo creer que esté nevando
aquí. No tengo la ropa adecuada para esta mierda. —Se volvió hacia él. —
¿Cuánto tiempo vamos a estar aquí?

Las ominosas palabras de Sehun resonaron en su cerebro. "Cariño, estás en


casa. No vas a abandonar estas montañas”. —No estoy muy seguro. —Sehun le
había dado esa amenaza. No estaba seguro si Tao era libre de irse. Pero si lo era,
él no quería quedarse aquí solo.

—Bueno, este lugar es genial. Quiero decir, mira esta casa. —Tao agitó las
manos. —¿Qué tan afortunado eres de tener a un hombre rico queriendo cogerte?
Gracias por insistir en que venga. Victoria y Abe son impresionantes. Ella sigue
alimentándome con pasteles y tartas. Creo que gané una libra, en los últimos dos
días.

Había comido todo lo que Sehun le había servido, pero todavía tenía hambre. No
quería ir a la cocina con todos esos hombres, pero allí donde estaba la comida. —
¿Tienes buena comida por aquí?

Sonrió. —Grandes mentes piensan igual.

—Entonces, vamos a ir a la alacena. —Tao le agarró la mano y lo llevó a la


cocina. Él hubiera ido de buena gana, pero dejó que su amigo lo arrastrara.

Cuando entraron, Sehun, JongIn y Junmyeon, él sabía quiénes eran porque


Sehun los había presentado cuando habían entrado, miraron en su dirección. Tuvo
el impulso de caminar hasta Sehun y acurrucarse en sus brazos, pero no era del
tipo de mostrar afecto en una sala llena de gente. Por otra parte, no había tenido
demasiadas oportunidades para mostrar afecto en privado. Grizzly Ridge no era
una ciudad grande, y la mayoría de los hombres gay no eran tan atractivos.

—Ustedes pueden tener la sala de estar. —Dijo Tao, mientras le soltaba la mano.
—Vamos a cocinar algunas mierdas.

Sehun dirigió sus ojos grises hacía él. —¿Hambriento?

Se sintió hambriento de nuevo, pero simplemente se encogió de hombros.

—Solo un poco.

Se sentía como si estuviera en una habitación con mariscales de campo. Los tres
hermanos eran enormes, guapos como el infierno, y se sintió intimidado cuando
los observo.

—Sírvete cualquier cosa que quieras. —Dijo Sehun.

—Mis palabras favoritas—Tao se dirigió a la nevera y rebuscó, mientras él


simplemente permanecía allí, atascado estúpidamente. No podía dejar de mirar a
Sehun, o quererlo. Aunque ya no se sentía consumido por el calor, recordó todas
las cosas traviesas que Sehun le había hecho, y él quería una repetición.

Una de las veces que habían tenido relaciones sexuales, Sehun lo había atado a
la cama. Eso lo habría asustado al principio, pero ahora Sehun había dado vuelta
su mundo. Como si supiera lo que pasaba por su mente, Sehun le guiñó un ojo.
Su rostro se sonrojó cuando apartó los ojos. Sehun se rió entre dientes y quiso
fundirse en el suelo.
—Los dejaremos con su comida—Sehun miró a Tao. —Limpia cualquier lío que
hagas, y no fumes esa mierda en mi casa. Hueles como si te hubieses

bañado en ella.

Tao se olisqueó. —No, no lo hace.

Sehun se tocó la nariz. —Tengo un excelente olfato y hueles como un zorrillo.

Con un rodamiento de ojos, Tao volvió a atacar la nevera. Su rubor se hizo más
profundo, cuando Sehun le dio un apasionado beso antes de que los tres hombres
se dirigieran a la sala de estar. Se quedó allí jadeando, lamiendo sus labios,
mientras miraba el trasero de Sehun.

—Necesito a un tipo así. —Apenas había entendido lo que Tao le había dicho,
dado el pedazo de carne que estaba almorzando, en su boca. Después de tragar,
Tao preguntó. —¿Tiene hermanos solteros?

Buscó en los armarios. —No lo sé.

—Voy a interrogar a Abe más tarde.

Se sentó en la isla y observó a Tao comiendo chips con galletas. Cuanto más
tiempo se sentaba allí, más pensaba en su situación con Sehun. Su mano fue a su
estómago, y ya no pudo continuar con el secreto.

—Estoy embarazado.
Tao estaba en medio de beber una lata de Coca-Cola y se ahogó ante su
confesión. Saltó y lo golpeó en la espalda.

—¡Amigo! —Tao respiró profundamente y levantó la mano. —Estoy bien, deja de


golpearme. —Apartó su lata y se limpió la boca. —¿Que acabas de decir? ¿Dijiste
que estabas embarazado?

Se llevó un dedo a los labios. —No tan fuerte.

Una de las rubias cejas de Tao, se alzó. —¿Qué tipo de juego raro estás jugando
conmigo?

—No lo hago—Se mordió el labio. —Es la verdad. —Le mostró a Tao la línea de
concepción en su estómago. —Pensé que Sehun estaba loco cuando me lo dijo,
pero hay muchas cosas que no sabes.

Le explicó acerca de la mordedura que Sehun le había dado, el calor, los


compañeros, y sobre cómo su cuerpo había pasado por algún tipo de cambio.

—Esto es tan malo.

—No creo que ningún tipo, mienta sobre algo así. —Le levantó de nuevo la camisa
y estudió su estómago. —Entonces, ¿cómo exactamente se supone que das a
luz? —Él dejó caer el material y se estremeció. —No estoy seguro de querer
saberlo.

—¿Me crees? —Preguntó.


Tampoco él. Estaba empezando a enamorarse de Sehun, pero cuanto más
pensaba en su situación, más aterrado se sentía. —¿Qué se supone que debo
hacer? —Esto estaba sucediendo tan rápido, demasiado rápido. Había estado allí
por tres días. Tres días. Ahora estaba acoplado y tenía un bollo en el horno.
Podría estar enamorándose de Sehun y hasta podría querer al hombre
sexualmente, pero se sentía como si estuviera en un tren bala y no pudiera
bajarse. Sólo quería que las cosas se ralentizaran, descendieran. No estaba listo
para ser padre. Nunca pensó que eso sería posible, ya que era gay, pero ahora
que lo estaba, quería impedir que el mundo siguiera moviéndose para poder
respirar profundamente.

—Mi subidón se ha ido oficialmente. —Dijo Tao. —Así es mi apetito. Amigo, si


fuera yo, estaría molesto como el infierno. ¿Y no te contó nada de esto?

Se encogió de hombros. —Trató de hacerlo, pero estaba tan distraído por la


lujuria, que mi mente no estaba captando sus palabras.

—Tenemos que salir de aquí. —Tao miró hacia la sala de estar. — ¿Cómo sabes
que no te esperan otras sorpresas? No los conocemos. Podrían ser brujas o
satanistas. Tal vez Sehun te haya puesto una especie de maleficio.

Dudaba mucho de eso, pero Tao tenía un buen punto. ¿Y si hubiera más cosas
que averiguar, cosas por las que no quisiese quedarse?

—Espera a que Sehun se vaya a la cama, y luego escaparemos—Dijo Tao.

—Vamos a salir de aquí, entonces vamos a averiguar qué hacer con ese bollo en
tu horno.
Asintió con la cabeza. Pero no planeaba simplemente escabullirse. Necesitaba
dejar que Sehun supiera cómo se sentía, lo equivocado que era todo esto.
Necesitaba un cierre antes de irse y nunca mirar hacia atrás.
Capítulo 6

Kris Wu había pasado la mayor parte de la noche buscando un alimentador. La


cosa era astuta y rápida, manteniéndose un paso por delante. Pero cuanto más
seguía el olor nocivo, más se daba cuenta de que el olor fuerte podría pertenecer
a más de uno.

Dowon y Donghae lo flanqueaban, olfateando el suelo, mientras se acercaban


cada vez más a su territorio. Había recibido una llamada la noche anterior de
JongDae, diciéndole que él y uno de sus hermanos habían matado a una de esas
criaturas. No le gustaba que los alimentadores estuvieran tan cerca de su propio
territorio, y estaba enojado porque nadie había encontrado dónde descansaban
esas cosas durante el día. Si pudieran encontrar ese lugar, podrían eliminar el
problema por completo.

Dowon cambio y miró a su alrededor, mientras frotaba sus manos por sus brazos.
—Estamos en el territorio de JongDae. Deberías llamarlo y entregar esta cacería a
los osos.

Cambió a su forma humana. Dios, hacía frío como la mierda. Su polla intento
arrastrarse dentro de él, cuando el viento soplo sobre su cuerpo desnudo.

—Este es un problema para todos—Dijo. —Taeyang me llamó antes. Encontró a


otro excursionista con la garganta arrancada. Ya ha habido suficiente atención en
estas montañas. No necesitamos que los policías vengan aquí y sigan dando
vueltas.

Gracias a la muerte del sheriff de Grizzly Ridge y de un agente del FBI en las
montañas, la gente en los pueblos de los alrededores estaba inquieta. No tenía
problemas con Howling Cavern como los Oh tenían en Grizzly Ridge, y quería
mantenerlo de esa manera.

Mientras que los osos hicieron todo lo posible para mantenerse alejados de la
civilización, a él le encantaba Howling Cavern, amaba ir a cenar, ver una película,
ir de compras. Muchos de los residentes eran shifters y él trabajaba con la ley
local, aunque el Sheriff Mark no tenía ni idea de que la mayor parte de la ciudad
fuera sobrenatural. Este nunca se quejó cuando él y sus hombres ayudaban.
Habían ido a almorzar en varias ocasiones sólo disipar la mierda y relajarse.

Mantenía buenas relaciones con la mayoría de la gente, y estaría condenado si


dejaba que los alimentadores lo quitaran eso. Pero si esas criaturas seguían
matando a los humanos, se formaría una pandilla, y el último grupo de humanos
que había entrado en las montañas, aún le continuaba un mal sabor en la boca.

—Seguiremos hasta encontrar a estas cosas—Dijo. Además, su primo, KyungSoo,


estaba apareado con uno de los osos. Es posible que ya no tuviese la
responsabilidad de cuidarlo, pero todavía quería proteger no sólo a KyungSoo,
sino también a su hijo, TaeOh. KyungSoo había dado a luz no mucho tiempo
después de Baekhyun, y se había enamorado de su sobrino a primera vista. Lo
amaba ferozmente y mataría a cualquiera que pensara en hacerle daño.

—Entonces, espero que encontremos a uno—Dijo Dowon. —Quiero arrancarle la


garganta, sólo por hacerme congelar mis nueces. —Cambio a su lobo y trotó lejos.

Sabía cómo se sentía Dowon. La nieve había comenzado a caer más temprano
ese día y aún tenía que detenerse. El invierno parecía llegar temprano a las
montañas, y él preferiría estar en casa, en su cálida cama.

Pero era el alfa de la manada de lobos, y tenía el deber de defender no sólo su


territorio, sino también los habitantes de Howling Cavern. Cambio y se unió a
Dowon y Donghae, deseando tener su teléfono celular para poder llamar a
JongDae y advertirle que estaban siguiendo el olor, en el lado del bosque de los
osos.

Normalmente, uno necesitaba pedir permiso antes de entrar en el dominio de otro


shifter, pero éstas no eran circunstancias normales, y el tiempo estaba en contra
de ellas. Si sus hombres y él no rastreaban a esos alimentadores, los osos
podrían sufrir otro ataque. Aunque no era muy amigos de los tipos, admitía a
regañadientes que eran familiares por defecto, porque KyungSoo se había
apareado a uno de ellos.

Y él defendía a su familia.

Luhan había estado bien cuando Sehun lo dejó en la cocina con Tao. Sin
embargo, olfateó la inquietud de su compañero mientras caminaba por el pasillo.
Cuando todos se fueron, Luhan había ido a su dormitorio y no había salido desde
entonces.

Entró en la habitación para encontrar a Luhan junto a las ventanas, mirando hacia
la oscuridad.

—¿Cómo te sientes? —Preguntó.

Luhan se volvió para mirarlo, su expresión era solemne. —Imagina que te dejen
caer en un mundo donde nada tiene sentido y las cosas que pensabas... no,
porque ni siquiera pensé en animales transformándose en hombres, en hombres
quedándose embarazados o en cosas que se esconden en los oscuros bosques,
listos para destrozar a una persona. Nada de eso se me pasó por la cabeza. Pero
ahora no sólo estoy unido a un animal, estoy llevando a su bebé. ¿Cómo te
sentirías, Sehun? ¿Honestamente?

—Mira. —Dio un paso hacia Luhan. —Yo sé…


Luhan negó con la cabeza. —No te atrevas a quedarte allí y decirme que sabes
que esto es mucho para asimilar. Es más que eso. Mucho que asimilar, es
descubrir que un miembro de la familia murió o que tiene cáncer. Esto…— Luhan
movió la mano alrededor. —Está más allá de superar algo que te ha pasado. Me
mordiste, preparando mi cuerpo para la concepción, sin que yo ni siquiera supiera
lo que estabas haciendo. Sí, me has dicho que tu oso se hizo cargo, pero... Tengo
un maldito bebé dentro de mí. Tengo el derecho a asustarme como la mierda, de
cuestionar la vida, de estar tan asustado que quiera salir corriendo y gritando de
este lugar.

Cuando las lágrimas de Luhan comenzaron a fluir, su oso gruñó, listo para ir con
su compañero. Pero no se atrevía a moverse, ni siquiera a respirar. Su instinto le
decía que era un punto crucial en su relación, un momento de todo o nada, y no
sabía qué encrucijada tomar, cuál arruinaría y cuál salvaría la vida que él quería
tan mal con Luhan.

—Todo el mundo aquí, actúa como si esto estuviera bien, que lo que hiciste es
normal. No lo es. ¡No es normal morder a alguien y embarazarlo!

Cerró la distancia y trató de tirar de Luhan a sus brazos, pero su compañero lo


apartó. —¡No me toques!

Retrocedió, sintiendo como si su corazón estuviera siendo arrancado. Su


compañero no quería tener nada que ver con él, y no tenía ni idea de cómo
arreglar esto. Por lo que había visto, la forma en que Luhan había actuado, había
pensado... pero había pensado mal. Luhan era humano y no entendía nada sobre
su mundo.

—No te voy a dejarte ir. —Murmuró. —No puedo. —Luhan estaba llevando a su
hijo, y preferiría morir antes que dejarlo ir, llevándose a su niño con él, llevándose
al único hombre que el destino había escogido para él. Si Luhan se iba, se llevaría
su alma con él.

Luhan pasó junto a él.

—¿Dónde vas?

—A dormir en el dormitorio de invitados. —Dijo Luhan. —Tengo mucho que


pensar en este momento, y necesito hacerlo solo.

Nunca se había sentido tan indefenso en toda su vida. No sabía qué decir o hacer
para rectificar la situación. Las cosas eran diferentes para los de su tipo. Los
shifters tenían un corazón animal, y su animal los gobernaba. No pudo evitar
morder a Luhan más de lo que él podría haber impedido que su propio corazón
latiera. Pero este no quería oír eso.

—Puedo ayudarte con esto—Agarró el brazo de su compañero, impidiéndole salir


de la habitación. —Podemos superar esto. Me tienes a mí, mi familia y...

—No necesito una familia. La familia te fastidia. —Luhan tiro de su brazo.

No lo detuvo esta vez, cuando Luhan se dirigió a la puerta del dormitorio. Tal vez
se calmara y podían resolver las cosas. Él no sería el primer compañero que se
asustaba por estar embarazado. Y al igual que los otros compañeros, Luhan se
acostumbraría a su nueva vida y los dos serían felices.

Lo esperaba. Maldijo entre dientes, mientras se dirigía a la sala de estar y llamaba


a JongIn . —¿Puedes venir?
—¿Ahora?

—Sí, ahora. —Necesitaba que su hermano le dijera que todo estaría bien, que su
mundo no estaba realmente cayéndose a pedazos, y que Luhan no lo odiaba de
verdad.

—Estoy en camino. —Dijo JongIn antes de colgar.

Se dejó caer en el sofá y esperó a que llegara.

Kim MyungSoo se movió sigilosamente por el bosque, SungYeol, Woohyun y Ren


a sus costados, mientras seguía el olor de la muerte.

Había rastreado el olor por kilómetros, el olor cada vez más fuerte a medida que
avanzaban hacia el sur en territorio oso. Hasta ahora, aún no se los había
encontrado cara a cara, pero sabía lo que estaba siguiendo. Kris y JongDae le
habían descrito el olor de los alimentadores, y sus instintos le decían que había
más de uno. Tenía que haberlo. El hedor era demasiado fuerte para pertenecer a
una sola criatura. Desaceleró cuando otro olor flotó hacia él.

Lobo.

Cambió a su forma humana, cuando entró en un sendero. Segundos después, Kris


y dos de sus lobos aparecieron en el bosque.

—¿Cuántos crees que hay? —Preguntó.


Kris cambio, pero sus lobos, junto a sus leopardos, permanecieron en sus
verdaderas formas. —Más de uno—Con la mandíbula apretada, Kris miró a su
alrededor. —Cuanto más nos acercamos al territorio Oh, más quiero vomitar. Esas
malditas cosas apestan.

—Y nadie ha localizado su nido todavía. —Dijo.

—Estamos hablando de más de 500.000 acres—Dijo Kris. —Eso es un montón de


terreno para cubrir.

No necesitaba el recordatorio. Junto con su ejército, habían peinado centenares


de cuevas, pero seguían volviendo con las manos vacías. Y no se podía decir
cuántos alimentadores había o si sólo había un nido.

—Estamos perdiendo el tiempo de pie aquí—Dijo Kris.

Aunque los diferentes shifters en las montañas eran reservados y no tuvieran las
mejores relaciones los uno con los otros, los osos tenían compañeros y cachorros,
y cualquier shifter sabía lo precioso que eso era. Además, esta pelea pertenecía a
todos ellos. Los alimentadores amenazaban su estilo de vida, y él moriría para
defender no sólo su territorio, sino su existencia.

—Entonces, nos juntamos y cazamos a estas cosas. —Habían unido fuerzas


durante los últimos meses, trabajando en conjunto para localizar a esas cosas.
Todavía no podía creer que las historias acerca de ellos fueran verdad, todavía le
costaba envolver en su cabeza el hecho, pero como realmente existían, se
aseguraría de que cada una de ellas fuera erradicada.

Volvieron a sus verdaderas formas y se movieron uno al lado del otro, corriendo
para llegar donde los osos, antes de que fuera demasiado tarde.
Capítulo 7

Tan pronto como los pies de Luhan golpearon el suelo fuera de la ventana del
dormitorio, la duda lo agarró. Tan enojado como había estado, no quería dejar a
Sehun.

—Conozco esa mirada—Susurró Tao mientras deslizaba la ventana cerrándola. —


Estás teniendo dudas.

—No, no lo estoy. —Mintió.

—Amigo, si quieres quedarte, entonces quédate. Lo que quieras hacer, te


apoyare. Tú lo sabes. Pero toma una decisión, porque se están congelando mis
bolas.

Pensó en cómo Sehun lo había mirado durante el sexo, como si fuera su mundo
entero. Sehun no había sido nada más que dulce con él, y aunque le había gritado
a este, y había dicho algunas cosas bastante duras, Sehun había permanecido
allí, en silencio, mientras se sacaba todo eso del pecho. Nunca había atacado ni
dicho nada para herir sus sentimientos.

Apretó la mano contra el estómago y se mordió el labio inferior. Tao había dicho
que se encargarían del problema creciendo en su vientre, pero uno, no
consideraba que su hijo por nacer fuera un problema. Y dos, probablemente
terminaría en un laboratorio en algún lugar, si algún humano descubría que estaba
embarazado.

Las lágrimas brotaron, mientras sacudía la cabeza.


—No puedo dejarlo, Tao—Se limpió los ojos. —Tan confuso cómo es esto,
simplemente no puedo...

Tao dejó escapar un suspiro. —Maldición, gracias. Para ser honesto, realmente no
quería irme. Les he tomado cariño a los Zhang.

Ansiaba a Sehun con cada aliento que tomaba. Sólo quería acurrucarse en los
brazos del hombre y sentirse a salvo del mundo que lo rodeaba. Se agacharon
cuando oyeron pasos que se aproximaban. Echó un vistazo, a la vuelta de la
esquina, para ver a uno de los hermanos que se dirigía hacia las puertas de la
sala. Si recordaba correctamente, el tipo era JongIn .

—Tengo que volver a entrar—Susurró. Le dio a Tao un rápido abrazo.

— Gracias por estar ahí para mí.

—Siempre te cubriré la espalda—Dijo Tao. —Incluso cuando tomas decisiones


estúpidas.

Frunció el ceño. —Fuiste tú el que dijo que necesitábamos salir de aquí.

—Tú eras el que parecía que ibas a tener un ataque de nervios—Replicó Tao. —
Yo sólo estaba tratando darte apoyo. Sabes que tomo las peores decisiones en mi
vida. ¿Por qué demonios me escucharías?

—Podrías haberme dado un abrazo y decirme que todo iba a estar bien.
Tao puso los ojos en blanco. —En primer lugar, no soy realmente de los tipos que
abrazan. Tú lo sabes. En segundo lugar, pensé que te estaba diciendo lo que
querías oír.

Levantó la mano, cuando un olor nocivo flotó hacia él. —¿Hueles eso?

Tao se cubrió la nariz con la mano. —¿Qué diablos es eso? Es como la carne
podrida y repollo hervido. —Hizo un ruido de arcadas. —Huele a la cocina de mi
madre.

JongDae y Sehun habían hecho pedazos. ¿Podría haber más de uno? Dios, no

Un nudo de miedo obstruyó su garganta, mientras pensaba en la criatura que

quería pensar así, pero él sentía el mismo ambiente espeluznante que había la
noche cuando esa cosa apareció. Corrió hacia la ventana e intentó abrirla, pero
estaba atascada. Tembló cuando oyó ramas secas rompiéndose y el olor fétido se
hizo más fuerte.

—Vamos. —Tao le agarró la mano y se apresuró a ir a un lado de la casa.

—¡Ayuda! —Gritó, cuando vio algo precipitándose hacia él. Se había movido tan
rápido que no había sido capaz de ver lo que era.

Los aullidos estallaron. Sintió como si se meara, cuando tres lobos salieron del
claro, dirigiéndose hacia ellos. Eran bastante grandes, y sospechaba que eran
shifters, en vez de animales salvajes.
—Tienes que estar bromeando conmigo—Gritó Tao. —¿Lobos? ¿Son realmente
lobos?

Entonces, ¿qué tipo de gatos eran esos? Entornó los ojos, parecían ser leopardos
corriendo a su lado y pasando por delante de los lobos. Sus abrigos de pieles eran
blancos con puntos negros, y sus ojos eran de un vibrante azul, casi brillante.

—Este es un maldito zoológico. —Gritó.

—Oh, Dios mío—Dijo Tao, como si estuviera más enojado que asustado.—Vamos
a morir y ni siquiera estoy elevado.

Deseaba poder estar borracho, mientras lo destrozaban. Lástima que no pudiera


tener un último cigarrillo. Mejor aún, lástima que aún no estuviera en la casa. Esto
era una increíble pesadilla. Se giró, cuando uno de los leopardos pasó
apresuradamente a su lado y se lanzó a algo detrás. Ni siquiera había visto a las
criaturas acercarse, pero había más de una. Parecían estar saliendo del bosque,
con sus ropas hechas jirones, sus cuerpos eran tan delgados, que parecían
esqueletos de pie.

Los ojos de Tao se agrandaron. —¡Mierda! ¡Zombies en vivo! ¡Que alguien me dé


un arma!

Sehun y su hermano irrumpieron desde el salón, la puerta golpeo tan fuerte detrás
de ellos, que se salió de sus bisagras y quedo colgando allí, mientras ellos
cambiaban a osos. Más osos corrieron por el patio.

Agarró la mano de Tao y lo empujó hacia la casa. —Tenemos que entrar. Esta es
una pelea que no quiero ver.
—Es como Clash of the Titans versus World War Z. —Dijo Tao, mientras corría
junto a Luhan. —Solo que con animales y... dime que esos no son realmente
zombis.

—Lo dudo seriamente, pero no me detendré lo suficiente como para preguntar. —


Dijo.

Antes de que pudieran llegar a salvo adentro, una de las criaturas cargo contra él,
enviándolo a chocar contra las ventanas de doble cristal. Golpeó el suelo, todo su
lado derecho estallo de dolor.

Tao gritó. Sacudió la cabeza e intentó levantarse, pero el dolor lo obligó a


retroceder. Intentó otra vez y logró pararse sobre sus inestables pies.

Buscó a Tao, pero no lo vio en ninguna parte. El patio se había convertido en un


gran campo de batalla. Él ni siquiera sabía qué oso era Sehun. Sus instintos le
dijeron que entrara en la casa, pero no iba a ir a ninguna, parte hasta encontrar a
Tao.

Entonces lo vio. Tao estaba en el suelo, acostado sobre su estómago, mientras un


lobo estaba parado sobre él. El lobo gruñó, cuando una de esas cosas lo rodeó.

—¡Tao! —Corrió por el patio, pero un oso se le acercó y bloqueó su camino. Trató
de esquivarlo, pero el oso golpeó su cabeza, persuadiéndolo de ir hacia la casa.

—No, tengo que ir con Tao. —Exclamó. Corrió a la izquierda, moviéndose


alrededor del oso y se marchó. Fue entonces cuando vio la sangre en la camisa
de Tao. Había sido herido. —¡Tao!
Este miró en su dirección, y vio el terror crudo en los ojos avellana de su amigo,
mientras intentaba escabullirse de debajo del lobo, pero este se movía cada vez
que Tao lo hacía, manteniéndolo inmovilizado.

—¡Sácame de este puto lugar! —Gritó Tao.

El oso lo atrapó y lo derribo, poniéndole debajo de quinientas libras de piel. Luchó


por liberarse, pero el oso no se movía. Sólo podía adivinar que se trataba de
Sehun.

—Tengo que ayudarlo—Le suplicó. —Tienes que dejarme ayudar a Tao.

Pero el oso no se movía. Entonces Sehun cambio y lo sacó del suelo.

—Kris lo tiene—Dijo Sehun. —No permitirá que ningún alimentador le haga daño.

¿Era así como se les llamaba? ¿Alimentadores? Sentía que se pondría enfermo.

—Pero está sangrando—Gritó. Golpeó la mano de Sehun, tratando de liberarse.


—¡Déjame ir!

Sehun lo empujó para que se parara, y sus ojos grises se llenaron de ira.

—Mi única preocupación eres tú. Tengo que sacarte de aquí. Tao será atendido.

Trató de darle un puñetazo, pero Sehun esquivó su puño en el aire, su agarre en


el brazo, nunca disminuyo. —¡Déjame ir!
Sehun permaneció allí, mirándolo por un segundo, y el siguiente voló hacia atrás,
llevándoselo con él. Se cayeron unos sobre otros, cuando un alimentador saltó
sobre su pecho, con sus mandíbulas cerca de la garganta.

—¡No!—Gritó Sehun, mientras él empujaba su mano contra la huesuda mandíbula


de la criatura, haciendo todo lo posible para evitar que esos afilados dientes, se
hundieran en su carne.

Sehun cambio y utilizó su peso para golpear al alimentador apartarlo de él. ¡Esto
era una completa pesadilla!

Se puso en pie y miró a su alrededor. Vio a Tao, que seguía atrapado bajo el lobo.
Entonces, miró a Sehun y a la criatura luchando.

Estaba dividido. No podía derrotar a una de esas poderosas criaturas, y el enorme


oso estaba ganando de todos modos. No quería correr por el patio, de nuevo,
porque una de esas cosas podría llegar a él, y con Sehun ocupado, no tendría
ninguna oportunidad.

Cayó a cuatro patas y vomitó, cuando Sehun destrozo a la cosa. Los huesos
crujían y la carne volaba, mientras Sehun aniquilaba a la cosa.

No, no, no. No podía hacer esto. Simplemente no podía. Este mundo era
demasiado insano para quedarse. Miró alrededor del patio y vio que la lucha
estaba menguando, que la mayoría de las criaturas huían, o que había fragmentos
de ellos alrededor. Los lobos y los leopardos les dieron caza. Todos excepto el
lobo, que todavía se paraba sobre Tao.

Se secó la boca, mientras sollozaba. Tan mal como quería alejarse de esta
locura, no podía dejar a Sehun. Lo había intentado y fallado. Su corazón no lo
dejaba marcharse. Sehun lo levantó y lo envolvió con sus brazos. Ignoró el hecho
de que Sehun oliera como esas cosas sucias y que acababa de verlo despedazar
una de ellas. Se hundió en el hombre, llorando, mientras Sehun lo tranquilizaba.

—Te tengo, Luhan. Está bien. Está bien, pequeño.

Pero no parecía que lo estuviera. Su universo se había volteado al revés, y estaba


luchando por aferrarse con ambas manos.

—Aléjate de mí, maldito enfermo.

Se volvió, para ver a Tao de pie, alejándose del lobo. Entonces el lobo se
transformó en un hombre. Un hombre muy desnudo y guapo, de cabello oscuro y
penetrantes ojos azules.

—No te atrevas a huir de mí—Gruñó el hombre. ¿No había Sehun llamado a este
tipo Kris?

Tao levantó los puños y fulminó a Kris. —Trata de morderme de nuevo y patearé
tus nueces, perrito.

—¿Qué diablos? —Susurró. Miró a Sehun. —¿Qué está pasando?

Sehun tenía los ojos muy abiertos, mientras miraba a la pareja.

—Si Kris está tratando de morder a tu amigo, entonces los dos deben ser… —
No—Dijo. —¿Tao es el compañero de Kris?
—Parece que es así—Dijo Sehun. —Eso o Tao molesto al alfa.

—¿Alfa? —Tragó saliva. Eso no era bueno.

Tao Se fue a través del patio, con Kris dándole caza. Trató de alejarse de Sehun,
para poder ayudar a su mejor amigo, pero este se negó a dejarlo ir.

—Deja que solucionen esto.

—No—Empujó el pecho de Sehun. —Sé lo que pasará si Kris lo muerde, y Tao


merece una opción.

Sehun lo agarró del brazo, antes de que pudiera correr tras ellos.

—¿Crees que hay opciones? Kris podría estar en forma humana, pero su lobo
está en control ahora mismo. Es la naturaleza, nuestra naturaleza. Un compañero,
es nuestra única oportunidad de tener hijos, nuestra única oportunidad de
felicidad. Siento que te enojes porque no tuviste opciones, peroesto es lo que
somos, cómo hemos vivido desde el principio de los tiempos, y si dejaras de
pelear contra esto, verías lo feliz que podría hacerte.

—Pero Tao merece saber en qué se está metiendo.

—Estoy bastante seguro de que le explicaste todo. —Dijo Sehun. — Oí parte de tu


conversación en la cocina. Le dijiste que estabas embarazado. Él sabe sobre el
calor de apareamiento, sobre qué sucede cuando un compañero es mordido.

No sabía que Sehun había estado escuchando. ¿Los había oído tramar su plan
para escapar? Si lo hacía, ¿por qué no había intentado detenerlo?
—¿Sólo parte de la conversación?

—Estaba tratando de darte privacidad. Pero no debería haberlo hecho— Replicó


Sehun. —Debería haber seguido escuchando. Así, me habría dado cuenta de que
planeabas huir.

El dolor en los ojos grises de Sehun, fue como un puñetazo para su intestino.

—Pero cambié de opinión.

—Y te pusiste a ti mismo en peligro.

—¿Cómo diablos iba a saber que esas cosas estaban aquí? —Discutió. —¿Y qué
soy, un prisionero? ¿Me estás diciendo que no puedo salir afuera, que estoy
atrapado en la casa para siempre?

—No estas atrapado. —Sehun negó con la cabeza. —Pero si quieres salir, sería
prudente hacerlo a la luz del día y tener siempre a alguien contigo.

Miró hacia la casa de Victoria y Kyuhyun. No podía verla desde donde estaba, y se
preguntó si Kris ya había mordido a Tao. Se sentía como un canalla por dejarlo
con Kris, cuando se volvió y se dirigió al interior.

Sehun estaba de pie bajo el rocío de la ducha, lavando el pelo de su compañero,


mientras intentaba retroceder su ira.

—¿Todavía estás enojado conmigo? —Preguntó Luhan.


—No es el hecho de que entraras en pánico, o que incluso trataras de irte. Me

mentiste, Luhan. Sabías exactamente lo que planeabas, cuando entraste en el


dormitorio de invitados.

Sip, todavía estaba enojado. Sentía como si pudieran solucionar cualquier


problema que tuvieran, pero el dibujaba la línea en la mentira. Quería un vínculo
inquebrantable de confianza con Luhan, pero su humano no parecía sentir lo
mismo.

—Puede que estés acostumbrado a estar solo, haciendo las cosas a tu manera,
pero tienes algo más que considerar ahora. —Guió la cabeza de Luhan bajo el
rocío, lavando el champú. —¿Y si te hubiera pasado algo o al cachorro? Pensé
que mi corazón se detendría, cuando golpeaste las ventanas o cuando ese
alimentador intento arrancarte la garganta.

Cerró los ojos, haciendo todo lo que podía para librarse de esas imágenes. Nunca
en su vida había estado más aterrorizado. Si vivía hasta los cien años, nunca
olvidaría el temor paralizante que lo había atravesado.

—Lo siento—Murmuró Luhan. Se volvió y lo miro, y se perdió en esos ojitos


azules. Luhan era su mundo entero, y casi había perdido su mundo, esta noche.
Cuanto más tocaba a su compañero, mientras lo lavaba, más su ira se escapaba.
Estaba más herido que cualquier otra cosa, porque Luhan le hubiera mentido,
pero... maldita sea. No podía quedarse enojado.

Giró a su compañero para enfrentarlo y le tomó la mandíbula. —Dime que estar


conmigo es tan horrible, que arriesgaste tu vida para escapar.
Luhan le miró el pecho. —No puedo.

—¿Por qué? —Quería oír las palabras, necesitaba oírlas. Se sentía como si
estuviera balanceándose en el borde, listo para caer en cualquier momento. Luhan
era su única oportunidad a la felicidad, y estaba desesperado por hacer lo que
fuera necesario para hacer que su compañero viera la razón.

Había crecido con un padre abusivo, que se complacía con el dolor de sus hijos.
Todo lo que había soñado durante años, era encontrar a su pareja, encontrar la
paz, un pedacito de cielo que pudiese reclamar como suyo.

Todos sus hermanos lo habían encontrado, y él quería lo que tenían, alguien a


quien amar y que lo amara, cachorros corriendo bajo sus pies, risas, intimidad y un
lazo tan profundo, que nadie pudiera romper.

—¿Por qué no puedo decirte eso? —Preguntó Luhan. —Porque cuando me


escapé, todo en mí quería regresar al interior, encontrarte y acurrucarme en tus
brazos. Tan enojado y confundido como estaba, no quería dejarte. Sentí como si
mi corazón estuviera siendo arrancado.

Tomó los labios de Luhan en un suave, lento, ardiente beso. —Sólo habla
conmigo. —Dijo cuándo se apartó. —Dime qué está pasando por tu cabeza. No
quiero perderte, Luhan. Quiero años de felicidad, cachorros, y alguien que me
ame, más allá de la luna y las estrellas. No creo eso sea tan malo desear.

—No lo es—Luhan cerró la ducha y salió. —Pero no puedes esperar que salte
dentro y acepte este nuevo mundo sin... No lo sé, volverme loco primero.

—Vuélvete loco todo lo que quieras. —Tomó dos toallas del armario y se las
entregó a su compañero. —Pero hazlo en la seguridad de nuestro hogar.
—¿Nuestro hogar? —Luhan dejó de secarse, mientras lo miraba.

—Sí, nuestro hogar. Eres mío, Luhan, y nunca te dejaré. Lucha contra mí todo, lo
que quieras, pero no vuelvas a escapar.

Una pequeña sonrisa se dibujó en los labios de Luhan. —Nunca he tenido a nadie
que me quisiera tanto.

—Acostúmbrate—Tiró la toalla a un lado y agarró la mano de Luhan. — Ahora


déjame mostrarte, lo mucho que significas para mí.
Capítulo 8

Sehun caminó hacia atrás, mientras conducía a su compañero a la cama. El olor


de Luhan le decía que estaba inseguro, incluso asustado. Era por este loco mundo
en el que él vivía. Tenía que serlo, y estaba decidido a mostrarle que las montañas
no eran el lugar duro y violento, que su compañero pensaba que era.

La familia Oh tenía muchos buenos momentos, mucha risa, amor y lealtad. Estaba
seguro de que Luhan podría ser feliz aquí, si sólo su pareja lo intentaba.

Pero por ahora, quería mostrarle a Luhan lo mucho que el ser humano significaba
para él, para darle a su pareja una razón para querer quedarse. En vez de poner a
Luhan en la cama, se movió más allá y se dirigió hacia el asiento de la ventana.
Se sentó primero, luego a Luhan entre sus piernas. Desde este ángulo de la casa,
no se veían cadáveres ni piezas de criaturas, sólo la nieve, los bosques y la
brillante pálida luna.

—No puedo esperar hasta la primavera—Dijo.—Las montañas parecen cobrar


vida, con vibrantes colores, y el olor... es increíble. Nadamos en el lago, hacemos
barbacoa, y hogueras. Es como un mundo totalmente diferente, cuando la nieve
se derrite y la cálida brisa regresa.

—Suena maravilloso—Dijo Luhan. —Pero todavía hay muchas amenazas.

—También hay en el mundo humano—Señaló. —Robos de coches, tiroteos,


allanamientos de casas. Tu mundo es igual de peligroso, Luhan. Pero al menos
aquí, conmigo, estarás protegido.
Pasó la mano por el brazo de Luhan, y este se volvió, presionando su cara contra
su pecho. Continuo acariciándolo, necesitaba tocar a su compañero, oler su aroma
y tomar consuelo de su ligero peso contra él.

—Pensé que podría manejar esto—Dijo Luhan. —Me dije que una aventura con
un tipo rico, no sería tan malo.

Una de sus cejas se alzó. —¿En serio?

Luhan se rió entre dientes. —Sólo estoy siendo honesto.

—¿Y ahora? —Movió su mano del brazo de Luhan a su cadera, deslizando sus
dedos sobre la suave piel de su compañero. Mientras su mano viajaba, la polla de
Luhan se endureció.

—Un alimentador puede arrancarte la garganta.

—Una bala también puede acabar contigo—Dijo. —Lo único que te pido, es que
nos des una oportunidad. Nuestro hijo o hija, está creciendo dentro de ti, y sé que
eso no sólo es aterrador, sino alucinante—Apoyó su mejilla, en el cabello de
Luhan. —Pero tengo la sensación, de que serás un padre increíble.

—No como mi padre. —Dijo Luhan y oyó el tono de tristeza en su voz.

—Tampoco como el mío. —Se sentó allí y le dijo a Luhan sobre la crueldad de
Jaejoong, su locura, y su muerte. Cuando terminó de hablar, Luhan lo miraba con
horror en sus ojos.

—Mi papá es un verdadero idiota, pero nunca me golpeó.


— ¿Y tu madre? —Preguntó.

—Mi mamá se fue, cuando tenía seis meses. Mi padre me culpó. Creo que es por
eso que se convirtió en un alcohólico, porque no podía superar su partida, o el
hecho de que estaba atrapado criándome. Juega como loco y folla todo lo que no
está clavado al suelo, y siempre me miraba con odio en los ojos.

—Maldición, eso es realmente un fastidio—Dijo. —Quiero decir, ¿cómo demonios


culpas a un niño, por una decisión tomada por un adulto? No fue tu culpa que tu
mamá se fuera. Esa era mierda entre tus padres, y tu padre no debería haber
puesto esa culpa en ti.

Luhan resopló. —¿Ambos tenemos padres jodidos y crees que lo podremos hacer
mejor?

—Sé que lo haremos—Lo levantó y ayudó a Luhan a montarse en su regazo.


Pasó las manos por la espalda de este y las apoyó justo encima del culo de su
compañero. —No nos enfoquemos en de dónde venimos, sino a dónde vamos,
¿de acuerdo? Este será un nuevo comienzo para los dos.

Luhan se secó las lágrimas, con las palmas de las manos. —Está bien.

—Dios, pequeño. No llores. Rompe mi maldito corazón, ver esas lágrimas— Besó
cada párpado, luego los labios de Luhan. Eran suaves y calientes mientras
deslizaba su lengua sobre ellos. Cuando Luhan entreabrió sus labios, hundió su
lengua profundamente.

Luhan gimió, y el sonido lo volvió loco. Tiró a Luhan levemente y presionó la


cabeza de su polla contra la entrada de su compañero, permitiendo que su
lubricante natural, relajara sus músculos.
Luego gimió, cuando Luhan bajó lentamente, empalándole el culo en su polla. El
calor y la opresión hicieron que se obligara a no ir rápido, a saborear el cuerpo de
Luhan, a mostrarle que este mundo, era el adecuado para él.

Mientras Luhan tomaba su placer, le agarró las caderas de su compañero,


observando sus magníficos ojos azules y viendo su futuro en ellos. No había forma
de que lo dejara ir. Haría lo que fuera necesario, para hacer feliz a su compañero.

Lo que sea necesario.

Movió sus manos de las caderas de Luhan para tomar el rostro de su compañero,
atándolo para otro profundo beso. Los dedos de Luhan se envolvieron en sus
hombros, cuando empezó a revotar. Los pequeños ruidos sexuales que hacía, lo
condujeron a la locura. Sus caninos descendieron, pero Luhan no dejó de besarlo.
Él deslizó su lengua sobre los dos puntos, mientras se movía más rápido,
gimiendo y retorciéndose, sus dedos clavándose en su pecho.

—Eso es, bebé—Dijo, echándose hacia atrás. —Toma lo que necesites de mí. —
Estoy cerca—Luhan gimoteó. Sus piernas se clavaron en sus costados, mientras
el sudor se acumulaba en su piel. Acurrucó la mano alrededor de la erección de su
compañero, acariciando la caliente carne.

Luhan echó la cabeza hacia atrás y gritó, su semen chorreando entre ellos. Gruñó,
antes de hundir sus caninos en el hombro de Luhan, profundizando su vínculo,
mientras su pene palpitaba profundamente en el culo de Luhan.

Este se desplomó contra él, acurrucándose contra su pecho, mientras jadeaba.


Envolvió sus brazos alrededor de su compañero, manteniendo a Luhan cerca,
mientras miraba a la luna y a los árboles, disfrutando de la tranquilidad que había
caído sobre la zona. El ataque había terminado, por ahora. Pero quién sabía
cuándo regresarían esas cosas. Se aferró a su compañero, rezando para que los
shifters terminaran con la vida de los alimentadores, que la paz se restaurara y
pudieran volver a sus usuales discusiones, con los otros shifters.

Aunque fuera la última cosa que hiciera, encontraría su escondite y destruiría a


cada alimentador. Se aseguraría de que las montañas fueran un lugar seguro para
que Luhan y él, criaran a sus hijos, incluso si eso lo mataba.

Una semana después del ataque, JongDae salió furioso, bajo sus escaleras,
mientras se dirigía a la casa de Victoria.

—No puedes acampar aquí—Le gruñó al lobo, acurrucado en el porche delantero


de los Zhang. —Estás asustando a los conejos.

Kris cambió a su forma humana y lo miró. —No me voy sin mi compañero, así que
acostúmbrate a que duerma en el porche, hasta que Tao salga.

Estaba más helado que la mierda y Kris tenía que estar congelándose, pero ese
no era su problema. Tener al alfa de la manada de lobos, significaba que sus
hombres se quedaban cerca. Y eso significaba hostilidad. Dos veces, hasta ahora,
las cosas casi habían llegado a los golpes entre los osos y los lobos.

Se movió más allá de Kris y se dirigió dentro de la casa de los Zhang. Cerró la
puerta y la cerró con llave, antes de que Kris pudiera seguirlo. Por qué no estaba
cerrado en primer lugar era un misterio, pero tendría que tener una charla con
Abe, sobre mantener las puertas y ventanas aseguradas.

—¿Se ha ido?—Preguntó Victoria, mientras salía de la cocina. Recordó cuando la


vio por primera vez. Ella había llegado a las montañas para proteger a su hijo,
Yixing. Los osos habían querido comerse a los shifters conejo, y Victoria tenía un
carácter que los desafiaba a intentarlo.
Todavía estaba contento de no haberlo intentado. Venía viéndola como una figura
maternal, y simplemente la adoraba. —No—Meneó la cabeza. — Sabes tan bien
como yo, que no se va a ir sin Tao.

—Entonces dispárale—Dijo Tao, mientras se acercaba por el pasillo y entraba en


la sala de estar. —No voy a ir a ninguna parte con él, y ya sé lo que pasará, si lo
hago. No hay ningún tipo poniendo un bollo en mi horno. De ninguna manera. De
ningún modo. Se puede ir a la mierda—Tao arqueó las cejas, al mirar a Victoria.
—Lo siento, por mi boca sucia.

—Estás perdonado—Le dirigió una severa mirada, que le advirtió que no lo hiciera
de nuevo.

—Además—Dijo Tao. —Me gusta vivir aquí, y mi mejor amigo me va a necesitar,


cuando salga ese bebé de dondequiera que los bebés salgan de los chicos—
Lanzó un pulgar hacia Victoria. —Ella se niega a decirme, y para ser honesto, yo
no quiero saber.

—Entonces, deja de preguntarme—Victoria se giró y se dirigió hacia la cocina. —


Tengo galletas, que necesito sacar del horno.

Miró a Tao. Algo estaba definitivamente mal con el ser humano. En dos ocasiones,
lo había atrapado deslizándose furtivamente hacia el bosque, para fumar hierba, y
dos veces, lo había regañado por tener drogas en sus tierras y los peligros de
entrar en el bosque.

Aunque Tao ignoró sus amenazas, el extraño tipo empezaba a gustarle. Era
hablador, pero divertido. —Tienes que hacer algo acerca de Kris.
—Lo único que tengo que hacer, es que espere afuera. —Dijo Tao, mientras se
sentaba en el sofá y tomaba el control remoto, de la mesa de café.

—Quiero decir, ¿cuánto tiempo puede estar afuera, antes de convertirse en una
paleta?

Gimió. —Por lo menos, habla con él.

—¿Para que pueda morderme? —Tao negó con la cabeza. —Vi lo rápido que
Sehun fue, cuando mordió a Luhan. El maldito fue rápido. No me arriesgare.

Era como hablar a una pared. Nada de lo que dijo, llego a Tao. Tal vez, necesitaba
que Luhan hablara con su mejor amigo.

Valía la pena intentarlo.

Salió por la puerta trasera, para no tener que lidiar con Kris, pero algo tenía que
cambiar, y pronto, antes de que perdiera la paciencia y despellejara a los lobos.
Capítulo 9

Después de la enorme batalla la vida se calmó, pero Luhan no se dejó llevar por la
falsa sensación de seguridad. Seguía esperando que esas cosas volvieran a
atacar. Era un manojo de nervios, mientras Sehun actuaba como si no hubiera una
amenaza en el bosque.

—Creo que necesitas un poco de aire fresco—Dijo Sehun, mientras entraba en el


dormitorio. Estaba acurrucado en una de las tumbonas, mirando la televisión, con
un tazón de palomitas en su regazo.

Las palabras de Sehun deberían haberlo animado, pero no quería ir a ninguna


parte, cerca del bosque. —Creo que estoy bien.

Sehun balanceo un juego de llaves.

—Estaba hablando de ir a la ciudad. Tenemos poca comida gracias a ti y a Tao,


y...

asiento.

—Estoy dentro. No me importa si vamos porque necesitas recoger

No le dio la oportunidad de terminar. Dejó el cuenco a un lado y saltó de su

cadáveres. Sólo dame la oportunidad de hacer algo.


Todo lo que llevaba puesto era una camiseta y boxers. Nunca se había vestido tan
rápido en su vida. Se puso los calcetines, los vaqueros y un suéter, antes de meter
los pies en sus zapatillas de tenis.

—Creo que tenemos que ir de compras, algo de ropa de invierno para ti— Dijo
Sehun, mientras lo veía vestirse. —Necesitarás un abrigo más grueso, unas botas
y unos pantalones que se expandan junto con tu estómago.

Eso atrajo su atención. —¿Qué, como pantalones de maternidad?—Se encogió


ante la idea de usar pantalones de mujer, con una cinturilla elástica.

Sehun se encogió de hombros. —Algunos de los otros compañeros los llevaban.

—Creo que me quedaré con los pantalones de deporte. —Dijo. De ninguna


manera llevaría ropa de maternidad. Podría estar embarazado, pero todavía era
un hombre.

Sehun se echó a reír. —Sólo estaba bromeando. Ningún compañero llevaba eso.
Todos usaban pantalones de deporte, o algo similar.

Entrecerró los ojos, pero por dentro, sonrió al sentido del humor de Sehun. Había
transcurrido una semana desde que Tao se había encerrado en casa de los
Zhangs, y él estaba ansioso y deprimido. Echaba de menos a Tao, pero su amigo
se negaba a salir, mientras Kris estuviera cerca. Y el alfa no se había ido
demasiado lejos del porche delantero, de Victoria.

Lo sabía, porque había ido dos veces a hablar con Tao, pero este había dicho,
que cualquiera que tratara de convencerlo de que se fuera con Kris era mierda de
perro y no quería hablar con ellos. Tal vez, lo intentaría de nuevo cuando
regresaran. Sin embargo, no intentaría que Tao se fuera con Kris. Sólo quería
pasar el rato. Antes de que llegaran a las montañas, habían sido inseparables, y
no verlo todos los días, lo estaba matando.

—Hey. —Sehun se acercó y le tomó la mejilla. —Acabas de ponerte triste. Dime


qué está pasando en tu cabeza.

No estaba demasiado entusiasmado, con el hecho de que Sehun pudiera percibir


sus emociones. —Simplemente, extraño a Tao. Sehun lo envolvió en sus brazos.
Le encantaba cuando el hombre hacía eso.

Sus fuertes brazos siempre hacían que se sintiera seguro, querido, y también

caliente. ¿Qué tipo gay en su sano juicio, no querría una tonelada de músculos
envueltos alrededor de él? Pero si no se alejaba, no saldrían de la casa.

Sehun le deslizó la mano por la espalda, luego le tomó el culo. Lo miró, con puro
calor en los ojos.

—Nop. —Se alejó de sus brazos. —No me estés discutiendo. Vamos a dar un
paseo, incluso si tengo que golpear tu cabeza y lanzar tu cuerpo inconsciente a la
parte de atrás de tu camioneta.

Sehun lo guiñó un ojo. —Podría hacer que valga la pena.

Estaba bastante seguro de que podría hacerlo, pero necesitaba una dosis de
civilización. Tal vez podría hablar con Sehun en ir a la tienda de videojuegos y
conseguirle a Tao un juego nuevo. Eso podría levantar el ánimo de su mejor
amigo. También quería una gran, gorda, grasienta hamburguesa y patatas fritas y
un batido engordante. Su estómago rugió ante la idea.
—Bien, vayamos, entonces—Cuando Sehun salió de la casa, lo siguió. Tan pronto
como salieron, quiso correr dentro. La temperatura había descendido y, con su
delgada chaqueta, estaba seguro de que se le iban a congelar sus nueces, antes
de llegar al camión de Sehun.

La nieve también cubría el suelo. Sus pies se pusieron fríos, luego de dar unos
pocos pasos, y no ayudó el que caminara más lento que Sehun. Siguió mirando a
su alrededor, por los alimentadores, su corazón golpeando violentamente contra
su caja torácica.

Afortunadamente llegaron al claro, sin ser atacados. Se deslizó en el asiento del


pasajero y se estremeció, mientras esperaba que la camioneta se calentara.

—Cinturón de seguridad—Dijo Sehun, después de encender la camioneta.

Se sentó, tan emocionado que ya no se preocupaba por lo frío que estaba. Había
estado tan aburrido, que estaba seguro de que dar un paseo por el lago le habría
gustado, aunque el viento helado hubiera matado rápidamente esa emoción.

Mientras Sehun se alejaba, miró alrededor e intentó imaginar cómo sería este
lugar en la primavera, pero con los árboles estériles y la nieve en el suelo, no
estaba teniendo mucho éxito. El viaje por los sinuosos caminos tenía su estómago
en nudos, especialmente cuando Sehun condujo a lo largo del acantilado. Un
movimiento erróneo y caerían a sus muertes. No es de extrañar que la gente no se
acercara a las casas de los Oh. Cualquiera estaría loco por tratar de conducir.
Luhan no respiro tranquilo, hasta que estuvieron casi en la parte inferior, a una
milla de Grizzly Ridge. Los caminos eran como espaguetis, retorcidos y girando en
diferentes direcciones, pero tan pronto como Sehun fue más allá de la cortina de
árboles, vio la ciudad.

—Tenemos que parar primero por gasolina. —Dijo Sehun.


No se dio cuenta de que no estaban dirigiéndose a la gasolinera al lado de la
tienda de videos, hasta que Sehun entró del lado este de la ciudad.

Hizo una mueca. Grizzly Ridge tenía dos gasolineras, y éste era en el que su
padre trabajaba. Lo último que quería, era encontrarse con su viejo. Henry
Bradford miraría a Sehun y vería el signo dólar. Lo rondaría y trataría de
convencerlo de que le pidiera un préstamo a su "rico" novio.

—¿Vienes?—Preguntó Sehun, cuando se detuvo al lado de una de las bombas y


apago el motor.

—Creo que me sentaré aquí—Dijo. Waverly Station tenía muchas más opciones
que solo la estación de gasolina, con la tienda de videojuegos, y a no le
importaría un chocolate caliente, pero no valía la pena encontrarse con su padre
por esa bebida.

Sehun salió, puso la manguera en su camioneta, y luego se dirigió al interior. Se


sorprendió de que Sehun confiara en él lo suficiente como para dejarlo solo, pero
en realidad, ¿a dónde iría? ¿De vuelta a su patética casa alquilada? Había
perdido varios turnos de trabajo, y estaba bastante seguro de que ya lo habían
despedido.

Tan loco como el mundo de Sehun era, no podía imaginarse vivir en ninguna parte
sin él. En menos de dos semanas, se había acostumbrado a estar cerca de
Sehun. Le encantaba su sonrisa, el sonido de su risa, la manera masculina en que
olía, y el sexo fuera de serie.

Estaría loco por querer dejar todo eso, para volver a esa lúgubre vida.

Se sobresaltó, cuando alguien llamó a su ventana. Cuando volvió la cabeza, gimió.


Los ojos azules de su padre estaban inyectados de sangre, y parecía que no se
había bañado en un mes. Su barba se había vuelto ridículamente larga, y su pelo
castaño rojizo, estaba casi hasta los hombros.

Parecía un vagabundo.

Cerró los ojos y se volvió, rezando para que su padre se fuera, pero Henry

volvió a golpear la ventana. —No actúes como si no me vieras.

—Has actuado como si no me hubieras visto, toda mi vida. —Gruñó en voz baja.
Se volvió hacia su padre e hizo una mueca. —¿Qué quieres?

—Baja la ventana.

A regañadientes, obedeció. El frío viento azotó el interior de la camioneta,


haciéndole temblar, mientras miraba fijamente a un hombre que debía haberlo
amado y criado, en lugar de hacerle sentir como si su nacimiento hubiera sido el
error más grande en la vida de sus padres.

—¿Qué quieres, Henry? —Su padre lo había educado, para que lo llamara por su
nombre en lugar de por su título.

—Simplemente hablar. —Su aliento olía a alcohol, haciendo que los pelos de su
nariz se rizaran.

—¿Desde cuándo quieres hablar conmigo? —Se obligó a no gritar. Ya debería


mostrarse indiferente con su padre a estas alturas, pero no lo hacía, y al igual que
cualquier otra vez que vio a su padre, los años de dolor y cólera afloraron. —La
última vez que te vi, dijiste que yo era un vagabundo y desperdicio de vida.
La triste verdad, era que esas palabras no habían sido las más duras que Henry le
había dicho a lo largo de los años. Su padre nunca había asistido a ninguno de
sus eventos escolares y ni a su graduación superior, nunca le había comprado un
regalo de cumpleaños o de Navidad, y no le había dicho ni una sola vez que lo
amaba.

El odio con el que siempre lo miraba, se reflejó en sus ojos durante un breve
instante, antes de apartar la mirada. —Sólo quería saber, si tenías unos cuantos
dólares para tu viejo.

Fue entonces, cuando notó que su padre no llevaba su uniforme de trabajo. Tenía
una camisa de franela manchada de aceite y un par de andrajoso vaqueros. Ni
siquiera llevaba abrigo. —¿No acabas de recibir tu pago?

Su padre se encogió de hombros. —Podría haber perdido mi trabajo.

—Porque no pudiste permanecer sobrio el tiempo suficiente, para mantenerlo—


Exclamó. Había estado avergonzado casi toda su vida, porque todo el mundo en
Grizzly Ridge llamaba a su padre el Borracho Henry. No podía contar las veces,
en que su padre se había presentado en su escuela bebiendo alcohol y tratando
de golpear a cada mujer que trabajaba en la oficina.

—No me señales con el dedo—Dijo Henry bruscamente. —He oído que perdiste tu
trabajo.

Abrió mucho los ojos. —Entonces, ¿por qué me pides dinero?

—Porque—Henry hizo señas con la mano, hacia la camioneta de Sehun, —


parece que tienes un papá rico. Debería pagarme por follar a mi hijo.
Rechinó los dientes, mientras sus músculos temblaban. Empezó a cerrar la
ventana, pero su padre metió la mano en el camión y lo agarró por el frente de su
chaqueta. —¡No te atrevas a actuar como si fueras mejor que yo!

—¡Suéltame! —Empujó a su padre, pero el agarre de Henry era demasiado fuerte.


Retorció la tela y lo tiró, acercándolo.

—Deberías haber sido una mancha de esperma en las sábanas, muchacho— Él


tiró con más fuerza, como si tratara de arrastrarlo a través de la ventana.

—Eres la razón por la que mi esposa me dejó. ¡Te odiaré hasta el día de tu
muerte!

Gritó, mientras golpeaba la mano de Henry, tratando de desenrollar sus dedos.


Oyó un gruñido bajo y amenazador. Miró más allá de su padre, para ver a Sehun
parado allí, con las puntas de sus caninos expuestos. Sehun agarró a Henry por la
parte de atrás de su franela y lo arrancó de la camioneta. Había tirado tan fuerte,
que Henry voló hacia atrás y cayó al suelo.

— ¡Voy a demandarte! —Gritó Henry, mientras se ponía de pie.

Salió de la camioneta y cerró la puerta. —¡Entonces voy a demandarte por


ponerme las manos encima!

Sehun se dirigió hacia Henry, pero lo agarró por el brazo y lo hizo retroceder. No
necesitaba que Sehun fuera a la cárcel por matar a su padre. —No lo hagas.

Sehun volvió su mirada hacia él. Cuando habló, fue en un susurro áspero.
—Él tocó a mi compañero embarazado. Es una sentencia de muerte.

Corrió delante de Sehun y presionó ambas palmas contra su pecho, impidiéndole


seguir adelante. Un coche policía entró en la estación, las luces parpadeando.

Mierda, mierda y doble mierda. —Cálmate. Los policías están aquí. Guarda esos
dientes, antes de que alguien los vea.

Por un momento, no pensó que Sehun lo escucharía. Él frunció los labios contra
Henry, con las manos cerradas en puños. Le presiono su pecho en las palmas,
como si realmente quisiera asesinarlo.

— ¿Hay algún problema aquí? —Preguntó el policía.

Sehun retrocedió, las puntas de sus caninos desaparecieron. —Este tipo atacó a
mi novio.

Notó la etiqueta de nombre. Sheriff Hansol. Mierda. Todavía era bastante nuevo
en estos lugares, tras haber tomado el cargo después de la muerte del sheriff
Hansol, pero había oído cómo Hansol no soportaba ninguna tontería. Sin
embargo, era un hombre decente y justo. A diferencia del sheriff Hansol.

—Es mi padre—Dijo rápidamente. —No quiero presentar cargos. Sólo quiero irme.

Sehun lo miró. — ¿Qué?

Bajó la voz para que sólo Sehun lo oyera. —Si presento cargos, tendré que volver
a la ciudad. No quiero volver nunca más aquí.
—Todavía voy a matarlo. —Susurró Sehun.

—La bebida hará eso por ti. Es un borracho miserable, Sehun. Recibirá su
merecido. —Se estremeció. —Me estoy congelando.

Durante la semana pasada, había estado deseando un trago mientras estaba en la


casa de Sehun, pero al mirar a su padre, supo que tenía que romper el ciclo.
Había estado caminando por un camino peligroso antes de que Sehun hubiera
entrado en su vida. Vio su futuro de pie delante de él, si no dejaba ir ese hábito.
Sehun le dijo al sheriff lo que había sucedido, y Hansol accedió a llevar a Henry a
la estación, para que pasara la borrachera. Sehun sacudió la mano del sheriff,
antes de colgar la manguera y mantener la puerta abierta para que él entrara.

—Lo siento, pequeño—Dijo Sehun. —Lamento que te haya tratado así.

—Curiosamente, no estoy herido por esto. Estoy aliviado de que nunca tenga que
volver a verlo. —Se puso el cinturón, antes de que Sehun se apartara de la
gasolinera.

—¿Estás seguro?

—Estoy seguro. —Deslizó su mano sobre el asiento y la envolvió con la de Sehun.


—Supongo que tenías razón.

— ¿Sobre qué? —Sehun salió a la calle y se dirigió hacia la autopista.

—Que si yo nos diera una oportunidad, sería feliz. —Se aseguraría de ser un
padre malditamente mejor, de lo que el suyo había sido. Dado que las habilidades
de crianza de Henry estaban por el suelo, no sería difícil. Pero se negaba a
centrarse en lo que su padre había dicho y hecho. En cambio, pensó en una vida
con Sehun, y la imagen le hizo sonreír.

—Entonces nos dirigiremos a la ciudad, pequeño. Hay un centro comercial donde


podemos conseguirte algo de ropa. —Sehun le apretó la mano.

Prácticamente rebotó en su asiento. —¿Vas a malcriarme?

—En cada oportunidad que pueda. —Sehun sonrió y su corazón se derritió. La


locura podía llover sobre él en esas montañas, pero no había ninguna posibilidad
en el infierno, de que alguna vez intentara apartarse del lado de Sehun.
Capítulo 10

Sehun tuvo que admitir que los últimos dos meses y medio, desde que Luhan
había llegado a las montañas, habían sido los mejores de su vida. Tal vez no al
principio. Luhan no había sido el único lleno de dudas, pero las cosas habían
cambiado, y para mejor. O eso había pensado, hasta que Tao entró en la casa a
través de la sala de estar, dejando nieve por todos lados. El rebotaba entre las
casas, haciendo todo lo posible para mantenerse alejado del radar de Kris.

Y a este no le gustaba eso, pero a él no le importaba. Sólo quería que Tao


aprendiera a limpiar sus malditos pies.

—Sehun te va a matar—Dijo Luhan desde el sofá, aunque estaba a menos de


cinco pies de él. —Eres un cerdo, Tao.

Tao puso los ojos en blanco y se sentó en el sofá. —Conocías todos mis malos
hábitos, antes de venir aquí. No empieces a quejarte ahora.

—Necesito un mejor sistema de alarma—Gruñó. —Una que mantenga las

plagas afuera.

Se levantó y se dirigió a la cocina. Luhan se acercó caminando como un pato, con


las manos apretadas contra la parte baja de la espalda. —¿Por qué te fuiste?

No le importaba cuántas veces veía el vientre hinchado de su compañero. Todavía


le asombraba de que su cachorro creciera dentro de Luhan. Se dirigió hacia su
compañero y colocó su mano sobre el estómago de este. No sólo se había
acercado más a él, sino que no podía imaginar su vida sin él.

—Creo que es hora de dar el siguiente paso.

Luhan parecía confundido. —¿Qué siguiente paso?

Dejó escapar un suspiro y sonrió. —He estado deseando decirte esto durante un
tiempo, pero no estaba seguro de si te asustaría. —Le dio un beso rápido en los
labios. —Te amo.

Las cejas castañas de Luhan se alzaron. —Realmente espero que lo hagas.


Vamos a tener un bebé juntos.

—Dile que lo amas ya—Gritó Tao desde el salón. —Eres un maldito idiota. Gruñó.
Luhan se rió entre dientes. —Lo siento. Sé que esto no es gracioso, pero ya ves,
ya le he dicho a Tao lo que siento por ti. Supongo que necesito decirte lo que
sigue.

A pesar de que se habían llevado bien durante dos meses y medio, habían
compartido momentos íntimos juntos, y estaban conectados en niveles que nunca
había soñado, él todavía estaba un poco nervioso mientras esperaba a que Luhan
continuara.

—Verás, Sehun—Luhan le pasó las manos por los brazos. —Desde la noche que
salí por la ventana, he sabido lo profundo que eran mis sentimientos por ti. Estaba
demasiado asustado para admitirlo. —Se inclinó y le dio un beso en la barba. —Si
no te amara, confía en mí, no me habría quedado alrededor después de toda esa
locura.
—Dios, apestas expresándote. —Gritó Tao.

—¡Cállate! —Devolvió el gritó Luhan. —Quédate en el maldito salón y deja de


entrometerte, imbécil.

Ahuecó la mejilla de Luhan. —Di las dos palabras, pequeño.

La sonrisa de Luhan tembló. —Te amo.

Sintió como si su corazón fuera a estallar, mientras deslizaba sus brazos

alrededor de Luhan y lo abrazaba. —Me has hecho el hombre más feliz del
planeta.

El fuego se encendió en los ojitos azules de Luhan. Conocía esa mirada. Anhelaba
esa mirada. —Vete, Tao.

—Ustedes dos, tienen que dejar de joder como conejos—Dijo Tao, desde la sala
de estar. —Así es como te metiste en este aprieto, en primer lugar. — ¿Por qué no
vas a ver lo que está haciendo Kris? —Gritó.

Silencio.

Esperó hasta oír el portazo, antes de arrastrar a Luhan por el pasillo, su


compañero riendo detrás de él.

—Sabes que eso fue malo.


—Lo sacó de aquí—Dijo. —Además, lo siento por Kris. Ha sido más que paciente,
esperando que Tao recuperara sus sentidos. No estoy seguro de cuánto tiempo
más va a esperar.

—¿Por qué estamos hablando de ellos? —Luhan deslizó la camisa por su cabeza
y la tiró a un lado. Él estaba allí, hipnotizado por la vista ante él. Luhan era nada
menos que impresionante.

Sus ojos se deslizaron desde el rostro de Luhan, por su cuello de cisne, luego
hasta su estómago hinchado y... Sus ojos se abrieron.Justo delante de sus ojos, la
oscura línea de concepción se puso roja.

Luhan le sonreía con el calor en los ojos un segundo, al siguiente sus manos se
dirigieron a su estómago, sus ojos rodando. Él comenzó a caer de rodillas,
mientras aullaba de dolor, pero lo atrapó y ayudó a Luhan a subir a la cama.

—Está bien, no entres en pánico.

—¿No entres en pánico? —Gritó Luhan. —¡Se siente como si me estuvieran


golpeando en el intestino con un martillo!

Lo ayudó a quitarse la ropa, antes de deslizar la manta sobre su mitad inferior.


Arrancó el teléfono de su bolsillo y llamó a JongDae. Tan pronto como contestó,
gritó —¡Luhan está a punto de tener el bébe! JongDae se echó a reír. —Tengo
que ver eso.

Se dio cuenta de lo que había dicho y gruñó —Sabes a qué me refiero. Trae tu
culo aquí. Llama a los demás, mientras estás en ello.
Dejó el teléfono a un lado y se sentó al borde de la cama. Se sintió indefenso,
mientras Luhan hacía una mueca, sus dientes apretados, mientras agarraba su
estómago. —¡Haz que se detenga!

—Solo tenemos que respirar profundo, pequeño.

—¿Tenemos?—Luhan lo miró como si hubiera perdido la cabeza. —Yo soy el que


está a punto de tener un bebé. No hay un tenemos.

Saltó y corrió al baño, casi chocando con la puerta cerrada. Se detuvo, respiró
hondo, luego giró la perilla antes de entrar. Se frotó las manos y los brazos, luego
tomó una toalla del armario y la mojó, antes de regresar rápidamente con Luhan.

El sudor ya se había reunido en la frente de Luhan. Le limpió la cara de su


compañero. —¿Cómo te sientes?

—Adolorido—Gimoteó Luhan. —Mierda, esto duele tanto.

Acomodó las almohadas. No sabía qué más hacer. Su compañero estaba en


agonía y no podía hacer una maldita cosa al respecto. Su mirada seguía
rebotando entre el rostro de Luhan y su estómago. La línea de parto se abría
lentamente.

Había estado emocionado por este momento, durante meses. Ahora que había
llegado la hora, y se sentía mareado. ¿Y si algo salía mal? ¿Y si no podía sacar a
su cachorro? ¿Qué tal si realmente apestaba siendo padre? Tantas dudas corrían
por su mente, que un dolor de cabeza comenzó a golpear en la parte posterior de
su cráneo.
Luhan agarró su mano, apretándola. —Lo puedo ver en tus ojos. No te atrevas a
volverte loco conmigo. Necesito que seas el sensato aquí.

Asintió, tragando a través de su garganta seca. —Lo tengo.

Victoria fue la primera en entrar en el dormitorio. Echó un vistazo al estómago de


Luhan y sonrió. —Estaré aquí, si me necesitas.

Nunca había estado tan agradecido, de que tuvieran una enfermera viviendo entre
ellos. Ojalá no estropeara esto, pero si lo hacía, por lo menos un profesional
estaba aquí de pie.

Uno a uno sus hermanos, sus compañeros y sus hijos se reunieron en su


dormitorio. Sabiendo que tenía allí a su familia, sus hermanos que siempre habían
estado allí para él, ayudaron a aliviar su ansiedad.

JongIn y Junmyeon podían haber sido los hijos favoritos de su padre para abusar,
pero él era el más joven, y aunque había hecho todo lo posible para evitar la mano
abusiva de Jaejoong, no se había escapado de ella. Pero cada uno de sus
hermanos lo había protegido, y ahora estaban allí, para presenciar el nacimiento
de su hijo.

Sintió un amor y un orgullo tan abrumador en la habitación, cuando se volvió hacia


Luhan. —Vamos a tener a este cachorro, pequeño.

Luhan asintió con la cabeza. Olio el miedo de su compañero, mientras seguía


apretándole la mano.

—¡Oh, Dios mío! —Tao entró en la habitación, con sus ojos color avellana bien
abiertos.
—Tranquilo—JongDae gruñó.

—Estoy demasiado sobrio para esto. —Tao parecía a punto de vomitar, mientras
miraba el estómago de Luhan.

Sabía a ciencia cierta, que Tao había dejado de fumar esa mierda desde hace
unos dos meses. Por un lado, se había quedado sin su suministro, y nadie había
estado dispuesto a llevarlo a Grizzly Ridge para obtener más.

Dos, Kris había amenazado con romper la puerta de Victoria y arrastrar a Tao
pateando y gritando de la casa, si tocaba esas cosas de nuevo. No estaba seguro
de si la amenaza fue la responsable, o el hecho de que Tao no pudiera poner sus
manos en más de esas cosas, pero había estado viviendo limpio durante ocho
semanas.

El grito de Luhan lo sacó de sus pensamientos. Miró el estómago de su


compañero, mientras su corazón golpeaba sus costillas. La línea se había abierto
aún más.

—Es el momento—Dijo Victoria, mientras le apoyaba una mano en el hombro. —


Agarra a tu cachorro.

Soltando un largo suspiro, asintió. Deslizó sus manos dentro del estómago de
Luhan y sintió la cabeza de su hijo o hija. Tao golpeo una mano contra su boca y
corrió al baño. Lo ignoró, mientras movía una mano bajo el trasero de su cachorro,
el otro detrás de su cabeza, luego empezó a sacarlo.
Cuando Luhan empezó a gritar y temblar, JongDae lo mantuvo inmóvil desde sus
hombros. Yixing se movió hasta el final de la cama y agarró los tobillos de Luhan.
KyungSoo se movió al lado de la cama y agarró la mano de Luhan.

—Solo respira—Dijo KyungSoo. —Pronto terminará.

Estabilizó su respiración, moviéndose tan lentamente que los segundos parecían


horas. No quería cometer ningún error.

—Lo estás haciendo muy bien—Dijo Victoria, con voz tranquilizadora.

—Lento y constante, Sehun. Eso es todo.

Luhan no era el único que sudaba. El latido de su corazón, todavía no había vuelto
a la normalidad. Las lágrimas se juntaron en sus ojos, cuando la cabeza del
cachorro emergió. Una vez que los hombros estuvieron despejados, la extracción
del cachorro fue bastante rápida.

—Déjalo en la cama—Dijo Victoria, con un firme tono.

No tenía ni idea, de por qué sonaba tan urgente. Luego se dio cuenta de lo azul
que estaba el cachorro. El miedo lo congeló. Tenía a su hijo en sus manos, y el
cachorro no se movía.

—Acuéstalo—Dijo Victoria, en un tono más firme.

Dejó al bebé en las sábanas y Victoria lo apartó del camino. Ella masajeó el
diminuto pecho, volvió al cachorro y dio unas palmaditas en la pequeña espalda.
No respiró en todo ese tiempo. Se quedó allí, con el corazón en la garganta.
—¿Qué pasa?—Preguntó Luhan. Trató de sentarse, pero JongDae todavía
sostenía sus hombros y lo obligó a permanecer en su posición boca arriba.

— ¿Qué pasa? —Gritó Luhan.

Tao salió del cuarto de baño, corriendo al lado de la cama.

—Nada está mal—Le pasó una mano por el cabello de Luhan. —Lo prometo.
Apartó a Tao del camino y tiró a Luhan entre sus brazos. No estaba seguro de lo
que pasaría, pero si las cosas se volvían malas, quería darle todo el apoyo que
necesitaba. Aunque sentía como si todo su mundo se desmoronaría, si su
cachorro no empezara a respirar pronto.

Entonces, el llanto del recién nacido llenó la habitación. Las lágrimas cayeron de
sus ojos, mientras abrazaba a Luhan con fuerza. —Ves, nada está mal, pequeño.

Había estado tan aterrorizado, que no había mirado para ver si tenía un hijo o una
hija. Se volvió y recogió el cachorro de las sábanas, mientras Victoria retrocedía, y
le presentó al recién nacido a Luhan.

Sonrió, mientras las lágrimas seguían fluyendo.

—Tenemos una hija, pequeño.

No era el único que lloraba. Gruesas lágrimas rodaban por el rostro de Luhan,
mientras extendía sus brazos. Los aplausos sonaron, y más de un hermano, le dio
palmadas en la espalda.
—Nunca tuve la menor duda—Dijo Junmyeon.

—Es hermosa—Dijo JongIn .

—Lo hiciste bien. —JongDae le dio un rápido abrazo. —Pero el susto, no va a


salvarte de que te pateemos el culo esta noche.

—¡Fiesta esta noche! —Minho se rió entre dientes.

—Ella es guapa, hermano pequeño. —Chanyeol le apretó los hombros.

Se sentó en la cama y pasó su mano por el cabello de Luhan. —Nosotros lo


hicimos muy bien, pequeño. —Presionó un beso a la cabeza de Luhan. —Te amo.

Mientras este arropaba a su hija en sus brazos, le sonrió con cansancio en sus
ojos. —Yo también te amo.

—Eso no fue tan malo. —Dijo Tao detrás suyo. —Me había imaginado tu
estómago estallando y tripas por toda la pared.

Se giró e hizo una mueca. —Realmente, necesitas dejar de jugar esos juegos de
zombis.

—¿Cómo se llama? —Preguntó Tao, ignorando su comentario.

Luhan y él se miraron. No habían dicho nada acerca de nombres, porque querían


que fuera una sorpresa, en este caso el cachorro resultó ser una niña.
Con una sonrisa llena de orgullo, dijo —HaNeul.

Había sido el nombre de su madre.

La habitación se quedó en silencio. Sus hermanos miraron hacia él. JongDae


sonrió cálidamente y asintió. —A mamá le habría gustado eso.

Luhan y él pasaron el resto del día conociendo a su hija, prodigándola con todo el
amor que tenían.

Más tarde, esa noche, los hombres Oh se aferraron a su tradición y construyeron


una hoguera. La música rock sonó, y cada uno tomó un turno tratando de
superarlo en una pelea.

La vida en las montañas no era fácil, pero valía la pena. Todos los Hombres Oh
finalmente habían encontrado sus propios pequeños trozos de cielo, y la vida no
podía ser más perfecta que eso.

Fin

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