La Pareja de Un Oso (HunHan)
La Pareja de Un Oso (HunHan)
La Pareja de Un Oso (HunHan)
Capítulo 1
—Ven y agárrame, antes de que mate a esa perra. —Xiao Luhan salió furioso de
la tienda de ropa, mientras lágrimas enojadas se reunían en sus ojos.
—¿A quién vas a matar? — Preguntó Tao. No parecía sorprendido por sus
palabras.
—Solo ven a buscarme. —Caminó una manzana para poner distancia entre él y su
jefa. Lo habría hecho. Si no hubiese salido, podría haber envuelto sus dedos
alrededor de su garganta, estrangulándola y quitándole el aire de sus pulmones.
—Ni siquiera fumé antes de entrar al trabajo, y tan pronto como entré, ella agitó su
mano delante de su nariz y dijo que no podía tenerme trabajando allí con ese olor
flotando alrededor de los clientes. —Se volvió y observo la tienda. —Dijo que no
podía trabajar hoy, y que tendría que escribirme una nota, y escucha esto. ¡Ella
quería dejar constancia de la reprimenda por escrito!
Eso era la gota que derramo el vaso. Desde que había empezado a trabajar allí,
uno de sus compañeros de trabajo, Seulgi, había ido a por él. Era una mujer
mayor con una opinión negativa sobre todo.
Una vez le había dicho, que se encontraba en un trabajo sin futuro y que
necesitaba hacer algo más con su vida. Pero Seulgi también trabajaba allí.
Entonces, ¿eso no significa que ella también trabajaba en un trabajo sin futuro?
Pero seguía corriendo hacia Irene, quejándose de todo. Dado que Seulgi había
estado en Clothes Posh durante seis años y él había empezado allí hace dos
meses, al parecer su palabra era de oro.
—¿Te hizo salir porque olías a cigarrillos? —Tao finalmente sonó sorprendido. —
Nunca he oído hablar de nadie haciendo eso. Sin embargo, te lo he estado
diciendo desde que empezaste con ese desagradable hábito, que necesitas dejar
de fumar.
—¿En serio? ¿Vas a darme un sermón cuando estoy teniendo una crisis? — Se
dirigió hacia la taberna local, la necesidad de ahogar sus penas le provocaba sed.
—Ese viejo murciélago no debería estar trabajando allí. No puede armar un
atuendo aun si su vida dependiera de ello. Quiero decir, vamos, estamos hablando
de una tienda de segunda mano. Puedo entender que Irene y Seulgi sean
exigente sobre que no fume, en alguna tienda de ropa de gama alta. ¿Pero en una
de segunda mano?
Llegó al bar, justo cuando Tao se detuvo en la acera junto a él. El neumático
delantero del lado del pasajero golpeó el bordillo, rodó sobre el, y luego aterrizó en
el suelo, mientras Tao tocaba la bocina y señalaba el asiento del pasajero. —Trae
tu culo aquí. No te vas a emborrachar. Son las diez de la mañana. —Dijo Tao al
teléfono.
Después de colgar, se metió en el Honda Fit rojo de su mejor amigo. El idiota tenía
valor para comprar las cubiertas de los asientos de un rosado difuso al coche,
pero tenía que admitir, en tiempos fríos, eran cálidos y cómodos.
—Tú puedes decir eso. —Discutió. —Tienes dinero en el banco. No puedo darme
el lujo de estar desempleado.
—Te dije que te prestaría, si alguna vez necesitabas dinero. —Tao tomó la
esquina demasiado rápido, sus neumáticos chirriando. Se agarró del cinturón de
seguridad, estrangulándolo, mientras apretaba los dientes.
Tao era un conductor terrible. Quería conocer a la persona que le había dado la
licencia. El necesitaba examinarse la cabeza. Se detuvo ante las luces rojas, como
si estuviera esperando una carrera, acelerando el motor mientras golpeaba con los
dedos el volante. Hizo una pausa en los letreros de parada y se detuvo tan cerca
detrás del auto frente a ellos, que sus parachoques debían haberse tocado.
Pero como él no era dueño de un auto, lidiaba con las horribles habilidades de
conducir de Tao.
—Deberías mudarte conmigo. —Sugirió Tao por centésima vez, desde que se
había hecho su amigo desde hacía un año.
—Y yo te dije que no iba a estar viviendo de otra persona. Tengo que hacer mi
propio camino en el mundo.
—¿Por qué, debido a que tu papá te llamó vago y dijo que estabas desperdiciando
tú vida? —Tao resoplaba, mientras apenas presionaba el pedal del freno en la
señal de stop y luego continúo. —Eso viene de un alcohólico, que trabaja como
asistente, en una gasolinera.
—No todos nos ganamos la lotería. —Discutió. Los padres de Tao lo habían
hecho, pero habían explotado sus ganancias tan rápido que se habían escondido
de los prestamistas. Lo único bien que había salido de su experiencia, era que su
mamá le compró un coche y le dio diez de los grandes.
Diez grandes. Habían obtenido dos millones. Antes de eso, habían vivido en el
parque de casas rodantes en el lado oeste de Grizzly Ridge. Tao nunca se había
llevado bien con su gente. Su viejo había tratado de arrancarle la vida a golpes,
cuando descubrió que su único hijo era gay. Entonces el tipo se había ido y
regresado borracho, diciéndoles a sus amigos que tenía una hija en lugar de un
hijo.
La madre de Tao había sido la que le había dejado el dinero y le había comprado
el coche, jurándole que lo guardara en secreto. Probablemente eso era lo único
bueno que había hecho por él.
Su propio padre no era mucho mejor. Todavía vivía en ese mismo parque de
casas rodantes, pero al menos tenía un trabajo. Su madre se había ido, cuando
tenía seis meses de edad, y su padre había culpado a su hijo por su partida. Bebía
como un pez, jugaba la mayor parte de sus ingresos y se acostaba con cualquier
zorra que le abriera las piernas.
—Sabes que no fumo esa mierda. —Abrió la puerta y entró. Un tipo que parecía
como si hubiera retrocedido a a los días hippies estaba detrás del mostrador,
tecleando en su tableta. Alguna extraña canción de los años sesenta se
reproducía a través de los altavoces detrás de él, y la tienda olía a naftalina.
Su cinta de pelo tie-dye1 mantuvo su pelo largo y seco en su lugar. Esas gafas al
estilo Henry Lennon, no le hacían ningún favor, y tenía un tatuaje de un signo de la
paz en cada muñeca. —Déjenme saber si necesitan ayuda.
—Fabuloso. —El hippie asintió y volvió a su tableta. Medio esperaba que el tipo
comenzara a lanzarle flores.
Tao se dirigió a la sección de PS4 y escaneó las selecciones, pero él no estaba
sintiendo esto. No después de la mañana que había tenido. No después de la vida
que he tenido.
—Estaré afuera.
Su mejor amigo asintió con la cabeza, pero podía decir que Tao no le estaba
prestando atención. Estaba perdido en su propio cielo personal. Lanzo un signo de
paz al hippie detrás del mostrador y se dirigió afuera. Los últimos días de otoño
estaban frescos, lo que le hizo cerrar su chaqueta mientras se inclinaba contra el
coche de Tao y escaneaba sus cuentas de redes sociales en su teléfono. Cuando
una puerta de coche se cerró de golpe, levantó los ojos y tuvo que mirar dos
veces. ¡Santa mierda! El tipo que había entrado en la gasolinera de al lado, era un
sueño húmedo andante. Él se paró en la bomba, sacando su billetera, y envidio a
la cartera por estar tan cerca de su culo.
Podría haberse detenido y entablar una conversación, pero perdió los nervios y se
apresuró a entrar en la estación. El lugar olía a aceite viejo y parecía como si las
estanterías no hubiesen sido desempolvadas en una década. No había manera de
que el comprara una bolsa de papas fritas o una barra de chocolate.Se decidió por
una botella de agua ya que la nevera parecía limpia.
Mientras pagaba por el agua, echó un vistazo por la puerta de cristal. El tipo
estaba apoyado en su camioneta marrón, con los brazos cruzados, mirando la
bomba. Si no salía y decía algo, perdería la oportunidad de lo que era
positivamente un buen sexo.
—Aquí tienes. —El cajero le entregó su cambio. ¿En serio? Le había dado cinco y
le había dado dos billetes de uno y cincuenta centavos. La vida solo era
demasiado cara. Después de meter el cambio en su bolsillo, abrió la puerta y
destapo su agua. Si iba a hablar con el tipo, no necesitaba ahogarse con su
garganta seca.
Se detuvo a pocos pies del dios del sexo, en el lado opuesto de la bomba, y su
mente se quedó completamente en blanco. Abrió la boca y exclamó.
—¿Tienes hora?
El desconocido finalmente lo miró. Tenía más de seis pies de altura, con los ojos
grises más bonitos que había visto jamás, en realidad, nunca había visto a nadie
con ojos grises antes, y llevaba barba pero no bigote. Eso pudo verse estúpido en
la mayoría de los hombres, pero a este tipo le quedaba bien.
—Gracias. —Se quedó allí, como un completo idiota, buscando algo más que
decir que prolongara su conversación, pero no tenía nada. Irritado consigo mismo,
se dirigió al coche de Tao y encendió un cigarrillo, tratando de sacar al dios del
sexo de su mente.
Puso los ojos en blanco. Como si no hubiera oído eso un millón de veces.
—Entonces, ¿por qué diablos me estás olisqueando? —Se había duchado aquella
mañana y el día no estaba lo suficientemente caliente como para hacerle sudar.
Apretó el teléfono con más fuerza, cuando se dio cuenta de lo oscuro que el gris
de los ojos del hombre se había vuelto, y que tenía dos puntos gruesos metidos
debajo del labio superior, como si sus dientes se hubiesen alargado de algún
modo.
¿Qué mierda?
Avanzó hacia él. En pánico, corrió alrededor del coche para poner cierta distancia
entre ellos. — ¡Quédate lejos de mí!
Su débil grito, no hizo nada para detenerlo. El tipo se movió alrededor del capó,
viniendo directo a por él. Lo esquivó desplazándose hacia atrás, arrojando su
cigarrillo a un lado dijo. —Se karate. —Mintió.
No valía la pena volverse loco por sexo. Corrió una amplia distancia, dirigiéndose
directamente a la puerta de la tienda de juegos, con la esperanza de poder
escapar y llamar a la policía, antes de que este loco le pusiera las manos encima.
Por desgracia, Tao estaba saliendo cuando alcanzó la manija. La puerta lo golpeó
en la cara. Agarró su cabeza y aulló, cuando dio un saltó hacia atrás.
—Amigo, ¿qué demonios estás haciendo? —Tao se quedó allí, con una mirada
perpleja, agarrando su bolsa en su mano. —¿Te has emborrachado mientras
estuve allí?
Gritó y los ojos de Tao se agrandaron, cuando fue tomado por la cintura, y un
dolor explosivo se disparó por encima del hombro y alrededor de su cuello. Luchó
por liberarse, cuando Tao golpeo la bolsa contra el tipo que lo tenía atrapado.
—¿Eres una especie de enfermo mental? —Exclamó. —Será mejor que no tengas
rabia.
Estaba allí temblando como loco, mirando el camino por el que el hombre había
desaparecido, y se preguntó qué demonios había sucedido.
Capítulo 2
Ahora, su compañero pensaba que era un lunático. No tenía más opción que huir
o arriesgarse a ser arrestado. Después de todo lo que había estado ocurriendo
últimamente, con el sheriff local muerto, junto con un agente del FBI, evitar a los
policías era su mejor opción.
En lugar de dirigirse hacia el camino que conducía a las montañas, esperó en una
calle lateral. No iba a acercarse a su compañero, todavía no. Por ahora sólo
quería saber dónde vivía el hombre. El ser humano estaría pasando por el calor de
apareamiento pronto, y quería estar con él, cuando eso sucediera.
Ahora estaba sentaba allí, tratando de atrapar su mierda. No era así como se
imaginaba su día. Sacó el teléfono del bolsillo y marcó.
—Tal vez los dos. —Si los policías lo atrapaban, definitivamente rescatar. Si ese
tipo con su pareja era su amante, entonces se necesitarían las palas.
La casa era de un solo piso blanco y marrón que parecía haber visto días mejores.
El césped delantero, aunque estaba cubierto de hojas caídas, parecía tener
parches vacíos y el pórtico se hundía.
Mientras Tao montaba el juego, Luhan se acercó a la ventana y miró hacia fuera.
Desde que habían dejado la tienda de juegos, se había sentido como si alguien los
hubiera estado siguiendo. Había revisado el espejo lateral en el camino a la casa
de Tao y había visto la camioneta marrón, pero se había dicho que había muchas
camionetas marrones en Grizzly Ridge. O eso pensaba, pero eso no significaba
que aquel lunático no lo hubiera seguido.
Sehun estaba determinado, el calor comenzó, mientras una lluvia ligera empezaba
a caer, esperando el momento adecuado para entrar y conseguir a su compañero.
No quería que el calor de su pareja entrara en acción, mientras el ser humano
estaba con otra persona. Tendría que matar a ese pequeño hijo de puta si ponía
las manos sobre su compañero.
Aun así, no podía quitarse la sensación de que el loco los había seguido. Pero
cuando miró hacia fuera, la camioneta no estaba a la vista. Había comenzado a
nublarse. El tiempo había pasado de soleado a nublado, y la lluvia había
comenzado a caer. Se estaba convirtiendo en un día aburrido. Por otra parte, eran
finales del otoño. La mayoría de los días eran así.
—Conseguí esta mierda. —Tao entró en la sala de estar, con una pequeña bolsa
en la mano. —¿Quieres fumar un porro?
Negó con la cabeza. —Sabes que no me meto con esa basura. —Tal vez debería
haber ido a casa. No estaba de humor para jugar videojuegos. Tampoco para
hacer nada más que acurrucarse en su sofá, llorar con un contenedor de Häagen
Dazs, y ver viejas películas en blanco y negro. Si Irene decidía despedirlo, se
encontraría en serios problemas. Tenía muy pocos ahorros, los que ni siquiera
serían suficientes para cubrir su renta del próximo mes.
—Bien, agarraré algo que te guste. —Tao entró en la cocina y regresó con una
botella de whisky. —Sé que dije que era demasiado temprano para beber, pero al
diablo con eso.
Tomó la botella y le quitó la tapa, luego tomó un largo trago. Lo lamentó cuando
siseó y empezó a toser, mientras el whisky le quemaba la garganta.
Tao se echó a reír. —Deja de intentar beber como si fueras un campeón. Bebe un
sorbo, imbécil.
Le enseño un dedo y tomó otro trago, antes de caer en el sofá. Tao comenzó a
fumar, y la habitación se llenó con el desagradable olor. Agitó una mano delante
de su cara. —Abre una ventana.
Tao entró en un ataque de tos, cuando se levantó y abrió una ventana detrás del
sofá. —Amigo, es como cuatro grados afuera. Se van a congelar nuestras bolas.
—Ídem. —Le dijo. —Sólo tu humo me da una jaqueca. —Se rieron mientras bebía
de la botella, su preocupación de que el loco los hubiera seguido estaba
desapareciendo. El whisky lo sereno y decidió jugar el juego de zombis con Tao.
Una hora más tarde, luchó para pararse del sofá y se tambaleó por el pasillo hasta
el baño. Su mano golpeó la pared tres veces, antes de lograr encender la luz. El
maldito interruptor había intentado escapar, pero lo había atrapado. Hizo un ruido
como si una multitud lo estuviese animando. La habitación se inclinó, cuando su
cuerpo se calentó. La ventana de la sala había permanecido abierta, la corriente
de aire lo había enfriado. Pero ahora que estaba en el baño, estaba tan caliente
que quería desnudarse.
Se encargó de su negocio, lavó las manos y se las limpió con la camisa, antes de
regresar al pasillo. Se detuvo cuando oyó un ruido en la habitación de Tao. Giró
hacia la izquierda, casi chocando con la pared, mientras entrecerraba los ojos.
Una imagen del extraño apareció en su cabeza. Se pasó la mano por el grueso
contorno de sus vaqueros. Siseó y dio un golpe con sus caderas hacia adelante,
pensando seriamente en masturbarse en el pasillo de Tao. Entonces oyó el ruido
de nuevo. Su mano cayó lejos de su polla, mientras se tambaleaba hacia la
habitación de Tao. Había sonado como si las tablas del piso hubieran chirriado.
¿Había ido Tao a su habitación mientras había estado en el baño?
—¿Qué estás haciendo ahí dentro? —Preguntó, mientras golpeaba la puerta con
una mano, abriéndola.
—¿Con quién estás hablando? —Gritó Tao desde la sala de estar. — Consigue tu
culo borracho de vuelta aquí, para que puedas ayudarme a aniquilar a estos
zombies. Siguen matándome.
Parpadeó unas cuantas veces. Si Tao estaba en la sala de estar, ¿quién estaba
en el dormitorio? Eructó, dio un paso adelante, y empujó sus puños sobre sus
caderas. —Está bien, ladrón, muéstrate—Se rió. Esa estuvo buena.
Tao caminó por el pasillo y se detuvo detrás de él. —¿Con quién diablos estás
hablando?
—Creo que necesito detenerte, si estás escuchando cosas. —Tao agarró su brazo
y luego se apartó. —Amigo, estás ardiendo.
El sudor corría desde su cuero cabelludo, lo que hacía que se le pegara la camisa,
al pecho y la espalda. Se abanicó la cara, apoyado contra el marco de la puerta.
—Hace calor aquí.
—Voy a poner un poco de hielo en una bolsa. —Dijo Tao. —Puedes usarlo en la
nuca.
Una refrescante corriente de aire atrajo, su atención. Agarró el brazo de Tao,
cuando su mejor amigo se alejó. —¿Dejaste abierta la ventana de tu habitación?
Tan pronto como tocó al extraño, su cuerpo pulsó más fuerte. Gimió y se apoyó
en los músculos duros, frotándose contra el extraño como un gato en celo. Y eso
era exactamente como se sentía.
—¿Qué demonios estás haciendo? —Gritó Tao. —Aléjate de él, Luhan.
Pero no pudo alejarse. Especialmente no, cuando el extraño hecho sus brazos
alrededor de él. —Se siente tan bien. —Ronroneó.
—Es un lunático que intentó secuestrarte. —Le recordó Tao. —¿Ahora estás
acurrucado con él? ¿Qué diablos tenía ese whisky?
—¿Cuál es tu nombre?
—Soy Luhan.
Tao saltó, cuando alguien golpeó la puerta principal. Parpadeó un par de veces
hacia su amigo, pero no pudo retirarse para alejar su cuerpo del de Sehun.
Estaba borracho y más excitado de lo que había estado en su vida, pero el sentido
común se abrió paso y se apartó del abrazo de Sehun. Se acercó a la cómoda y
se agarró al borde, mientras sacudía la cabeza, tratando desesperadamente de
recuperar la sobriedad, pero sin éxito. Gritó cuando un hombre alto, que era tan
ancho como Sehun, apareció en la puerta. Tao lanzó el bate al recién llegado,
pero el tipo lo agarró y se lo arranco de la mano.
—Ese era el plan. —Dijo Tao mientras retrocedía, su mirada saltando entre los
dos intrusos. —¿Quién demonios son ustedes?
—Amigo, no son la vigilancia vecinal. —Repuso Tao. —La única vigilancia vecinal
que tenemos por aquí, son los vecinos vigilando una casa para poder robarse
alguna cosa.
En este punto, no le importaba quiénes eran los hombres. Sólo quería que el
fuego lo consumiera hasta desaparecer. Lástima que no estaba nevando afuera.
Se habría desnudado y acostado en la maldita cosa.
Sehun alzó las manos, mientras se acercaba. Lo observó de cerca, todavía
agarrado al borde de la cómoda.
Sehun lo ignoró, mientras se detenía justo a su lado. —Siento haber dejado que
mi oso tomara el control. No era así como habría manejado las cosas, pero tienes
que venir conmigo.
—Espera. —Tao giró la cabeza. —¿Acabas de decir oso? —Aparto los brazos. —
Estás más loco de lo que pensaba.
El calor parecía estar matando su borrachera. Cuanto más tiempo permanecía allí,
más clara se volvía su mente. Y su hablar.
—¿Como un maldito gato? —Las cejas rubias de Tao se alzaron hasta la línea del
cabello. —¿Con que te has drogado?
Sehun miró ferozmente a Tao. —Chanyeol, ¿puedes sacarlo de aquí?
—No voy a ninguna parte. —Discutió Tao. —Esta es mi casa. Los únicos que se
van son ustedes dos. —Se dirigió hacia la puerta del dormitorio. —Voy a llamar a
la policía.
—¿Y cómo explicarás las drogas? —Una de las cejas de Chanyeol se alzó.
Tao frunció el ceño, mientras señalaba con un dedo a Chanyeol. —Y es mejor que
no te sirvas tú mismo.
No peleó cuando Sehun lo atrajo hacia sus fuertes brazos. De hecho, se inclinó
hacia Sehun y gimoteó mientras se aferraba a él.
—Sólo llévalo. —Suplicó. No estaba seguro de qué estaba mal con él, pero no
estaba a punto de ser llevado a Dios sabía dónde estando solo. —Por favor. —De
ninguna manera. —Discutió Chanyeol. —No puede venir.
Sehun se detuvo y se volvió hacia Chanyeol. —Haz que Bocazas te lleve a casa
de mi compañero y recoja sus cosas.
—¿Tú qué?—Tao miró a Sehun con los ojos entrecerrados. —¿Cómo acabas de
llamar a Luhan?
—No estoy seguro de lo que Luhan podría querer. —Dijo Tao, mientras
permanecía en la habitación, girando en un lento círculo.
No había mucho en casa de Luhan. Los muebles eran pocos. No había fotos
colgadas en las paredes, ni tampoco cosas personales esparcidas alrededor.
Mientras Tao permanecía de pie como una cometa, mirando a la mesa de café
como si fuera la cosa más fascinante del mundo, fue al dormitorio.
La habitación parecía como si un ocupante ilegal viviera allí. Había un colchón de
aire en el suelo, una caja que sostenía una lámpara sin pantalla, y las prendas de
Luhan estaban dobladas en unos cuantos pilares en el suelo acorde a pantalones
vaqueros, camisas, ropa interior y calcetines. Un solo par de zapatos de tenis se
posaba al lado de los pequeños montones.
Recogió la ropa en sus brazos. No se molestó con las cosas de higiene personal
de Luhan... si es que tenía alguna. Podía usar las cosas de Sehun.
—Oye, vamos.
Esa era una pregunta ridícula, considerando que los hombres Oh eran osos. —Sí,
tengo aperitivos.
Aunque no estaba dispuesto a dejar que Tao se quedara con él. Tal vez los
padres de Yixing le permitieran quedarse a dormir en su casa. Esto era un
desastre con el que no quería lidiar, pero no tenía elección. Se dirigieron a su
camioneta, mientras la lluvia que había estado cayendo suavemente más
temprano, había retomado y caía a raudales. Saltó dentro y dejo la ropa a un lado.
Frunció las cejas, mientras miraba a Tao. —No quise llamarte así.
Luhan había dormido durante la mayor parte del viaje. O se desmayó. No estaba
muy seguro de cuál era. Pero cuando despertó, ya no estaba borracho. La forma
en que se había calmado tan rápidamente era un misterio, pero la realidad de lo
que había hecho se hundían él, mientras Sehun entraba en un claro y estacionaba
su camioneta junto a otras. Su atención se dirigió al lago, luego a un pozo donde
unos troncos estaban quemándose. Había una cortina de árboles detrás de ello, y
más allá, creyó ver el contorno de una casa.
—Casa. —Sehun apagó la camioneta. —Te llevaré a casa, para que puedas
terminar de dormir.
Ya no estaba cansado. Preocupado, asustado... no, aterrorizado sería la palabra
correcta. Por lo que podía ver desde su asiento, estaba profundamente en el
bosque. —¿Dónde está exactamente casa?
Viendo que el sol desaparecía, supuso que habían conducido durante una buena
hora, tal vez más. Si le había llevado tanto tiempo llegar aquí, entonces, estaba en
serios problemas. Se deslizó de la camioneta, sus eran movimientos lentos y
cuidadosos. También estaba teniendo frio, porque no había vuelto a ponerse la
camisa y no había tomado un abrigo. Nunca antes había bebido así, y ahora
lamentaba drenar la mitad de la botella de whisky.
—No voy a... —Habría ido de cabeza a los arbustos, si Sehun no lo hubiera
agarrado y aferrado a él, mientras vomitaba el whisky.
Una tenía una terraza trasera con una piscina, que estaba cubierta. Otra tenía un
parque infantil en el patio, mientras que otra parecía más una cabaña de troncos.
Una casa incluso tenía un porche alrededor con un columpio y una hamaca.
De los muchos juguetes que vio, supuso que niños también vivían aquí.
—¿No cierras tu casa? —No poseía prácticamente nada, pero nunca había
soñado con salir de mi lugar alquilado, dejándolo sin cerrar. Vivía en la parte más
ruda de Grizzly Ridge, donde los adictos a las drogas eran abundantes y las
invasiones en casa eran más comunes de lo que deberían ser.
—No hay necesidad. —Sehun entró y luego hizo un gesto con la mano para que
se uniera a él.
Se quedó sin habla, cuando entró en la sala de estar. Un sofá de crema estaba
posado diagonalmente en el centro, detrás de una mesa de centro de madera
curvada. Fuego crepitaba en la chimenea, y una pintura multicolor de un oso se
posaba en la repisa. Había dos sillas de cuero marrón con almohadas blancas
peludas, una acogedora ventana con asiento de cajoneras por debajo, e incluso
un techo abovedado. La habitación entera era rica con maderas oscuras y paredes
color crema.
Nunca había estado en un lugar tan agradable. Tenía miedo de moverse. Tal vez
podría romper algo.
—Aquí.
Siguió a Sehun a la cocina y estuvo aún más impresionado. Cinco de sus cocinas
probablemente podrían encajar en la de él. Los pisos y armarios eran de madera
oscura, y la isla en el medio, era lo suficientemente grande para cuatro sillas. El
fregadero estaba en la isla, mientras la estufa se sentaba en el gran mostrador de
granito detrás suyo.
Había luces colgantes sobre la isla, y una planta grande se sentaba a un lado de
la habitación. También había muchas ventanas. Aparentemente, a Sehun le
encantaba ver afuera y dejar entrar la luz. Su boca cayó abierta, cuando vio un
sofá de dos piezas con aspecto cómodo, escondido en uno de los rincones.
Este lugar tenía que haber costado una fortuna. Entonces, ¿por qué en la tierra
Sehun se había vuelto loco por él? Por lo que podía ver, Sehun estaba cargado.
También era guapo como el infierno. ¿Qué en la tierra vio en él?
Sehun hizo un gesto con la mano hacia una puerta de madera oscura. —Está
ahí dentro.
El baño era muy fantástico, con suelos de granito oscuro y un armario de madera
oscura. La ducha, que tenía acceso directo desde afuera, se desnudó en
segundos antes de entrar y dejar que el agua lo limpiara, durante una buena
media hora. Encontró toallas esponjosas en un armario empotrado en la pared,
cuando finalmente salió.
Sehun ya había demostrado ser un chiflado, deseó no haber aceptado venir aquí.
Si hubiera estado sobrio, no lo habría hecho.
Nunca antes había visto a alguien dormir acurrucado en una pelota o moverse y
girar tanto. Dentro de los primeros diez minutos durmiendo, Luhan se había
despertado y había mirado a su alrededor, antes de caer de nuevo dormido. No
salió de la habitación, hasta que oyó un golpe en la puerta principal. Salió del
dormitorio y cerró la puerta detrás de él, antes de ver quién era.
—Recibí una llamada sobre alimentadores cerca de aquí. Sólo estoy revisando a
todo el mundo.
—Los lobos recogieron su olor a una milla de aquí. —JongDae tomó asiento en la
isla. Tanto como le gustaba cuando alguno de sus hermanos lo visitaba, estaba
ansioso por volver a Luhan. Por otra parte, no estaba seguro de cuánto tiempo iba
a dormir el ser humano. Aunque estaba más sobrio, este parecía agotado.
—Otra cosa. —Dijo JongDae con un poco de diversión en sus ojos. —No tendrás
dos compañeros, ¿verdad?
—Bueno, sé que Chanyeol no eligió a otro por el camino. Supongo que el ser
humano está contigo.
Vertió el agua junto a la infusión en las tazas y le pasó una a JongDae, junto con
una cuchara. Su hermano revolvió su bebida, antes de tomar un sorbo.
—Te gusta estar desnudo frente a tus ventanas, exhibicionista. —JongDae abrió la
puerta y entró en el porche. —Lo que me recuerda, deja de darle a Minseok un
maldito show.
JongDae gruñó. —No me hagas cortar tu maldito pene. —Con esas palabras de
despedida, trotó por los escalones y se dirigió a través del patio.
—¿Qué es un alimentador?
Se volvió para ver a Luhan de pie al final del pasillo. Tenía una manta envuelta
alrededor de su cuerpo, y su cabello castaño revuelto. Dios, era un sueño
húmedo. Aquellos ojos azul oscuro, se destacaban en contraste con su pálida piel.
Eso no era una pregunta que quisiera contestar ahora mismo. —¿Dormiste bien?
—¿Evades siempre las preguntas?
Se sentó en la silla de cuero al lado del sofá, después de cerrar la puerta. Hecho
los pies en la mesa de café y se acomodó. —Depende de qué rumores.
Sabía muy bien de qué rumores hablaba Luhan. Aquellos que decían que los
Hombres Oh podían domesticar osos salvajes en las montañas, o eran los osos
salvajes. Puede que haya habido más rumores, pero aquél era el único que
conocía.
En vez de asustarse, Luhan se sentó allí, estudiándolo. Sintió como si los ojos de
su compañero perforaran directamente en su alma. —Creo que necesito un trago.
—Creo que ya has tenido suficiente. —El calor de apareamiento lo golpearía de
nuevo, y de ninguna manera tendría relaciones sexuales con un hombre borracho.
No es que no tendría relaciones sexuales con Luhan si ambos estuvieran hechos
una cuba, pero no en su primera vez, y no cuando este pudiera quedar
embarazado.
—Creo que necesito algo para comer. —Luhan hizo una mueca, mientras se
frotaba el vientre. —Creo que el vomitar me hizo pedazos el estómago.
Quería decirle que el dolor era más que probable que fuera su cuerpo cambiando,
preparándose para llevar a un niño. Hasta ahora Luhan no se había asustado. Tal
vez podría manejar las noticias, pero no quería arriesgarse a que este tuviera un
colapso. Una cosa era descubrir que los osos podían volverse humanos, pero otra
muy distinta era que un hombre se enterara de que quedaría embarazado.
Sin embargo, abrió la boca para explicarle a Luhan lo que estaba pasando con su
cuerpo, pero este se levantó y mantuvo la manta a su alrededor. —Me voy a
vestir. ¿Crees que pueda comer algo, antes de volver a casa?
—Tenemos que salir de aquí. —Caminó hacia las amplias ventanas y miró hacia
el bosque más allá. Tenía que admitir, este lugar era hermoso. Y la casa de Sehun
era increíble. Pero acababa de decir alguna mierda loca que no podía ignorar.
—Tenemos que salir de aquí. Creo que este tipo me está manteniendo como un
rehén.
Tao resopló. —Esta vieja pareja tiene una televisión de cincuenta pulgadas y
todos los bocadillos que podría desear. ¿Me estás tomando el pelo? No quiero
irme nunca. Son como los padres que nunca tuve.
—No me lo recuerdes. Creo que deberíamos darle a este lugar una oportunidad.
¿Dijo lo que quería contigo? No creo que quiera cortarte en pequeños pedazos o
que haya puesto loción en la canasta. Probablemente, sólo quiere tener relaciones
sexuales contigo.
—¡Tao! —No podía creer que acababa de decirle eso. —No tendré ningún tipo de
sexo con él.
—Bueno, ésta bien, no lo hagas. —Dijo Tao. —Sólo ven aquí y terminaremos este
juego de zombies.
Se perdió lo que Tao dijo a continuación. El calor ardió en su cuerpo tan rápido,
tan ferozmente, que dejó caer su teléfono y se agarró el borde de la cómoda. Su
polla estaba tan dura, que temía que explotara. El calor latía dentro de él, mientras
se tambaleaba hacia el baño.
Pero esto se sentía mucho peor. A pesar de que no tenía los otros síntomas como
una secreción nasal, migraña o fatiga, todavía estaba ardiendo mientras sus
dientes castañeaban.
—¿Estás tratando de atrapar un resfriado? —Sehun lo sacó de la ducha y lo
envolvió en una manta. Lo llevó a la cama y lo acostó antes de secarlo. —Esa
agua estaba helada.
Le habló sobre el destino y cómo estaban destinados a estar juntos. Incluso dijo
algo sobre un bebé, pero estaba demasiado excitado y todo lo que realmente oía
era "Blah, blah, blah." Se volvió hacia sus manos y rodillas y se arrastró hacia
Sehun. —Cógeme.
¿Había sonado realmente tan necesitado? No recordaba que su voz llegara a ser
tan profunda y grave. Tiró de la camisa de Sehun, mordisqueó su barbilla barbuda
e intentó arrastrarse en el regazo del hombre. Nunca había estado tan caliente en
su vida, ni siquiera cuando era un adolescente. No así, como si moriría si Sehun
no lo jodiera en los próximos cinco segundos.
Cuando Sehun estuvo completamente desnudo, rodó hacia su espalda y abrió las
piernas. Se retorció sobre el cobertor, mientras trataba de tocarse, pero no
importaba lo rápido que moviera su mano, su orgasmo estaba fuera de su alcance.
—¡Mierda! —Golpeó la cama con el puño. —¡Haz algo ya! No puedo aguantar
esto.
—Te tengo, pequeño—Sehun se acomodó entre sus piernas. Estaba tan fuera de
sí, por la lujuria que ni siquiera había pensado en un condón y en el lubricante, y
ahora no le habría importado menos. Enganchó sus manos detrás de sus rodillas y
tiró de sus piernas hacia atrás, exponiéndose a Sehun. Este se lamió los labios. —
Maldita sea.
—No sólo mires—Se quejó. Su pene latía como si ya hubiese llegado al clímax,
pero sólo pre-semen había escapado.
Solo no le importaba.
—Dentro de mí, ahora—Se mordió el labio y arqueó la espalda, jadeando cuando
la gruesa circunferencia de Sehun lo llenó, estirándolo de par en par, mientras
empujaba más profundamente. Agarró su saco y tiro de él, quejándose ante el
dolor, gimiendo ante el placer que lo asaltaba.
El fuego lamió su camino a través de él, expandiéndose dentro suyo, hasta que
pensó que se incendiaría. Ya no le importaba que Sehun lo hubiera secuestrado
por sexo. En este punto, sería su esclavo sexual. Haría lo que Sehun le pidiera,
siempre y cuando extinguiera el fuego que ardía a través de él.
Por mucho que le aclaro a Tao que no iba a tener sexo con Sehun. Habría
defendido su opinión, si no hubiera tenido una erección infernal, ni tampoco
hubiera estado tan desesperado por ser jodido.
Pero tenía que ser honesto consigo mismo. Su padre era un pedazo de mierda y
su vida había sido también una. La atención que Sehun le estaba dando, hacía
que se sintiera... especial. Cuánto iba a durar, no tenía ni idea, pero por ahora, tal
vez Tao tenía razón. Tal vez le daría a este lugar, a Sehun, les daría una
oportunidad.
—¡Mierda! —Se hizo añicos. Su semen se disparó entre ellos, moviendo sus
cuerpos, mientras Sehun gruñía contra su hombro, su polla latiéndole en el culo.
Pero... ¡maldita sea! Su pene seguía rígido en su mano, mientras seguía ardiendo
sin control. Lo que fuera, esto lo mataría antes de terminar. Era como si le
hubieran inyectado lujuria líquida.
Sehun extrajo sus dientes, se alejó de él y se deslizó por la cama. Tomó su polla
con su boca y ahueco sus mejillas, creando succión, mientras balanceaba la
cabeza y le palmeaba el saco, tirando de la arrugada carne. Su lengua plana se
deslizó sobre su polla, antes de que le tomara el pene con su garganta.
Si tuviera que pasar por ese calor otra vez, simplemente podría dispararse a sí
mismo, en su lugar.
Había buscado.
Lo prendió e inhaló profundamente, cerrando los ojos, mientras la nicotina llenaba
sus pulmones y le ayudaba a relajarse. Se apoyó contra la casa, oculto por un
matorral de arbustos, y estaba disfrutando de su cigarrillo cuando notó algo
moviéndose por el rabillo del ojo.
Cuando se volvió para mirar, no vio nada más que árboles, árboles, y, oh sí, más
malditos árboles. No había una acera o un camino de entrada en estas montañas,
ninguna tienda de esquina, tienda de licores, o incluso una sirena de mala muerte,
para decirle que la civilización existía.
Sólo soplaba el viento y las ramas de los árboles crujían. Tiró de su chaqueta más
apretada sobre su pecho, afortunadamente Tao lo había agarrado de su casa,
mientras inhalaba su cigarrillo otra vez. Nunca le había gustado la oscuridad, pero
su inquietud aumentó al sentir que no estaba solo fuera. Miró a su alrededor pero
no pudo ver nada, excepto los bosques oscuros y algunas luces de las casas
alrededor de Sehun. Se apartó el cabello y el viento le sopló en la cara, mientras
estudiaba el bosque, tratando de echar un vistazo a lo que se escondía en la
oscuridad. En las rarezas en las que se había metido, la sensación podía ser su
imaginación, pero no creía que lo fuera.
Se alejó de la casa y se acercó más a los bosques. Un pájaro voló de una rama,
dándole un susto de muerte. Podría haber chillado como una chica, pero como
nadie lo había oído, no admitía eso.
Sin embargo, nadie salió de detrás del árbol o aparecía en el aire. No estaba
seguro si alguien podía realmente hacer eso, ya que sabía muy poco sobre el
mundo de Sehun. Tampoco habían pasado mucho tiempo hablando. Con el calor
absorbiéndolo, habían pasado las últimas cuarenta y ocho horas haciendo el
mambo horizontal. Su corazón se aceleró y su cuerpo se tensó, cuando oyó un
sonido silbante bajo. No estaba seguro de qué clase de animales salvajes vivían
en las montañas, y no quería averiguarlo. Ya estaba lo suficientemente lejos de la
casa de Sehun, que si en caso de que un animal salvaje lo atacara, tendría un
tiempo malditamente corto para alejarse.
Retrocediendo por la nieve que caída ligeramente, se dirigió hacia la puerta lateral.
Miró por encima del hombro un par de veces, para asegurarse de que ningún
animal grande lo siguiera.
Pero la sensación de que todos sus movimientos estaban siendo vigilados, seguía
allí. Se detuvo junto a la puerta lateral de la que había salido y decidió terminar su
cigarrillo. Si el problema lo encontraba, podría simplemente entrar corriendo.
Gritó cuando algo le golpeó el hombro. Giró, cayéndose hacia atrás. Habría caído
en los arbustos, si Sehun no hubiera agarrado su brazo.
Sehun fue a tomar el cigarrillo, pero apartó el brazo. —Apaga eso. —Gruñó
Sehun.
—No hable claro. —Dijo Sehun. —Te lo expliqué todo, antes de tener sexo.
—Entra.
—Vete a la mierda. —Intentó esquivarlo, pero Sehun le bloqueó el paso.
Tan pronto como Sehun entró, cerró la puerta con llave y tomó su teléfono celular
de la mesa de centro. Él se volvió y miró por las ventanas. ¿Qué había asustado
tanto a Sehun?
—No, Luhan está a salvo. —Sehun hizo una pausa. —De acuerdo, te encontraré
en la parte de atrás.
—¿Qué ocurre? —Su estómago estaba hecho un nudo, mientras se esforzaba por
ver en el bosque.
Estaba demasiado frío para estar afuera buscando la fuente del mal olor, que
Sehun había olido. Muchas criaturas vivían en las montañas, y por lo que él sabía,
el olor podía haber sido algún animal salvaje muerto. Pero había sentido como si
alguien lo hubiera estado observando, y aún continuaba percibiéndolo. No le
gustaba dejar a Luhan solo en la casa, pero se negaba a pasarse la noche,
preguntándose si el peligro estaba cerca.
JongDae se detuvo y miró hacia el cielo. Él vio que las nubes habían cubierto la
luna.
—Esto es una locura. —Dijo. —Hace muchísimo frío y lo único que habrá aquí,
serán nuestros cadáveres congelados si continuamos. Me regresare.
—Eras tú el que nos arrastró aquí, en primer lugar. —Dijo JongDae. — Además, el
olor vale la pena echarle un vistazo. Kris dijo que algunos alimentadores estaban
cerca.
—Te lo contó hace dos noches. —Comentó. —Y estoy empezando a pensar que
estaba drogado cuando te llamó. Hemos estado buscando por diez minutos y lo
único que he visto, es mi maldita respiración.
Con un gruñido, JongDae se volvió. —La próxima vez que llames a alguien,
porque has olido algo extraño, llama a JongIn . Yo estaba en medio de... —
JongDae sonrió. —Cosas.
No tenía que adivinar en qué consistía "cosas". Olía a sexo. Y tan frío como
estaba, con el viento soplando y la nieve cayendo, todavía olía el calor de Luhan,
como si su compañero estuviera caminando justo a su lado.
Dios, la cosa era horrible. Éste no estaba tan demacrado como el que había
atacado hacía unos meses, pero todavía tenía un aspecto aterrador, le faltaban
dientes y tenía largas garras. Sus ropas desgarradas y sucias colgaban como
velas de un barco fantasma, los harapos ondulantes en el viento invernal.
Se puso de pie y se lanzó contra él, pero el alimentador le dio un bofetón, como si
fuera una mosca molesta. Voló hacia atrás, su cabeza golpeó los ladrillos esta
vez, y maldita sea si no vio estrellas. Mientras yacía allí, tratando de orientarse,
JongDae rugió y la cosa silbó, mientras se enfrentaban.
Después de que hubiera terminado, se iba a limpiar la boca con una esponja. Tal
vez también haría gárgaras con agua hirviendo.
Cuando se volvió hacia la casa, vio a Luhan de pie en una de las ventanas de la
sala, con la mandíbula abierta y los ojos azules muy abiertos.
Capítulo 5
Sehun salió del cuarto de baño, dejándolo solo, para cepillarse los dientes y
enjuagarse. Le había preguntado a Sehun anoche, qué era esa cosa, pero este se
había negado a decírselo. Simplemente había dicho que era una amenaza que
había sido eliminada. Aún estaba tratando de llegar a un acuerdo con el hecho de
que había visto a Sehun convertirse en un oso. Pero tan loco como las cosas
habían estado anoche, y tan asustado como había estado, todo lo que había
notado cuando Sehun cambió de nuevo, era su cuerpo sexy y desnudo.
—Es mediodía. —Gruñó. Debía de estar agotado porque él nunca había dormido
hasta tan tarde. —¿Por qué sigues en la cama?
Dejó el teléfono a un lado y tomó su taza de té. Tomó pequeños sorbos, mientras
observaba el bosque, como si otra de esas cosas pudiese saltar en cualquier
momento. No se quedó sentado mucho tiempo. El olor del tocino y las galletas
recién horneadas, hizo que su estómago retumbara. Dejó su taza y se puso de
pie, todavía un poco inestable por vomitar.
La habitación daba al oeste, por lo que la luz de la mañana no era directa, ya que
se filtraba en la cocina con un brillo suave, que le gustaba. Pero se oscureció,
cuando las nubes aparecieron. Parecía como si una tormenta se acercara.
Mientras se sentaba en la isla, miró a un cuenco con algo blanco y granoso dentro.
—¿Qué es eso?
Sehun miró por encima del hombro. Él estaba de pie ante la estufa, con unas
pinzas para quitar tocino de la sartén. Su culo se veía delicioso en sus pantalones
de pijama. Quería ir a él, arrodillarse y lamer la espalda de Sehun. En su lugar, se
quedó sentado.
No había podido permitirse nada más lujoso que los cereales y, al crecer, tuvo la
suerte de conseguir una comida al día, y normalmente no era el desayuno.
—He oído hablar de ella. —Admitió. —Pero nunca la había visto antes.
—¿Por qué la comida que es mala para ti, tiene que saber tan bien?— Introdujo
un tenedor con waffles en su boca. Tenían que ser los mejores que había
probado. El tocino se había cocinado a la perfección, no demasiado crujiente. Sus
huevos estaban a término medio, las yemas todavía estaban blandas, pero el
blanco bien cocinado.
—No debes tomar cafeína cuando estás embarazado. No es bueno para el bebé.
embarazado. —Su protesta había salido en un susurro suplicante. No llamaría a
Su tenedor hizo un estruendo, cuando cayó de su mano. —No estoy
Cuando miró hacia abajo, sus cejas se alzaron. Una débil línea corría desde su
ombligo hasta debajo de la cintura de sus pantalones. No había estado allí antes.
Lo habría notado.
—¿Entonces quieres decirme por qué no me permitieron venir aquí por dos días?
— Tao se dejó caer en el sofá de Sehun una hora después de que Luhan
terminara de desayunar. Quería reírse por lo absurdo, y llorar porque su estómago
le decía que estaba realmente embarazado. —Si mi exilio duraba más, habría
venido aquí y te hubiese rescatado. —Tao miró a su alrededor antes de susurrar.
—¿No te ha, digamos, atado en su sótano o algo así, verdad?
—Si lo hubiera hecho, hubieras llegado dos días tarde para rescatarme. —Lo
fulmino con la mirada. —Vaya mejor amigo que eres.
Los ojos avellana de Tao brillaban. Estaba obviamente drogado. No había nada
nuevo en eso, aunque dudaba de que la vieja pareja con la que se estaba
alojando, lo dejara fumar en casa.
Tao cayó de nuevo sobre los cojines del sofá. —Hombre, me perdí toda la
emoción.
—Sí, sí. No vayas al bosque. Ya te he oído—Se sentó. —Por otro lado, de todas
maneras, Abe y yo conseguimos un juego para después del almuerzo.
Tao volvió a mirar a su alrededor y bajó la voz. —Creo que Abe quiere fumar,
discretamente, un cigarro de marihuana pero tiene miedo de que su señora se
entere.
Tao se encogió de hombros. —¿Quién soy yo para impedir que alguien abra su
mente?
El tipo no tenía esperanzas. Se preguntó si debería decirle a Tao que lo habían
embarazado, pero algo lo detuvo, aparte de lo loco que sonaba. Sehun estaba en
la cocina con algunos de sus hermanos, por lo que no podía oírle, aun así, se
guardó la noticia.
Tao se levantó y se dirigió a las ventanas. —No puedo creer que esté nevando
aquí. No tengo la ropa adecuada para esta mierda. —Se volvió hacia él. —
¿Cuánto tiempo vamos a estar aquí?
—Bueno, este lugar es genial. Quiero decir, mira esta casa. —Tao agitó las
manos. —¿Qué tan afortunado eres de tener a un hombre rico queriendo cogerte?
Gracias por insistir en que venga. Victoria y Abe son impresionantes. Ella sigue
alimentándome con pasteles y tartas. Creo que gané una libra, en los últimos dos
días.
Había comido todo lo que Sehun le había servido, pero todavía tenía hambre. No
quería ir a la cocina con todos esos hombres, pero allí donde estaba la comida. —
¿Tienes buena comida por aquí?
—Ustedes pueden tener la sala de estar. —Dijo Tao, mientras le soltaba la mano.
—Vamos a cocinar algunas mierdas.
—Solo un poco.
Se sentía como si estuviera en una habitación con mariscales de campo. Los tres
hermanos eran enormes, guapos como el infierno, y se sintió intimidado cuando
los observo.
Una de las veces que habían tenido relaciones sexuales, Sehun lo había atado a
la cama. Eso lo habría asustado al principio, pero ahora Sehun había dado vuelta
su mundo. Como si supiera lo que pasaba por su mente, Sehun le guiñó un ojo.
Su rostro se sonrojó cuando apartó los ojos. Sehun se rió entre dientes y quiso
fundirse en el suelo.
—Los dejaremos con su comida—Sehun miró a Tao. —Limpia cualquier lío que
hagas, y no fumes esa mierda en mi casa. Hueles como si te hubieses
bañado en ella.
Con un rodamiento de ojos, Tao volvió a atacar la nevera. Su rubor se hizo más
profundo, cuando Sehun le dio un apasionado beso antes de que los tres hombres
se dirigieran a la sala de estar. Se quedó allí jadeando, lamiendo sus labios,
mientras miraba el trasero de Sehun.
—Necesito a un tipo así. —Apenas había entendido lo que Tao le había dicho,
dado el pedazo de carne que estaba almorzando, en su boca. Después de tragar,
Tao preguntó. —¿Tiene hermanos solteros?
Se sentó en la isla y observó a Tao comiendo chips con galletas. Cuanto más
tiempo se sentaba allí, más pensaba en su situación con Sehun. Su mano fue a su
estómago, y ya no pudo continuar con el secreto.
—Estoy embarazado.
Tao estaba en medio de beber una lata de Coca-Cola y se ahogó ante su
confesión. Saltó y lo golpeó en la espalda.
Una de las rubias cejas de Tao, se alzó. —¿Qué tipo de juego raro estás jugando
conmigo?
—No lo hago—Se mordió el labio. —Es la verdad. —Le mostró a Tao la línea de
concepción en su estómago. —Pensé que Sehun estaba loco cuando me lo dijo,
pero hay muchas cosas que no sabes.
—No creo que ningún tipo, mienta sobre algo así. —Le levantó de nuevo la camisa
y estudió su estómago. —Entonces, ¿cómo exactamente se supone que das a
luz? —Él dejó caer el material y se estremeció. —No estoy seguro de querer
saberlo.
—Tenemos que salir de aquí. —Tao miró hacia la sala de estar. — ¿Cómo sabes
que no te esperan otras sorpresas? No los conocemos. Podrían ser brujas o
satanistas. Tal vez Sehun te haya puesto una especie de maleficio.
Dudaba mucho de eso, pero Tao tenía un buen punto. ¿Y si hubiera más cosas
que averiguar, cosas por las que no quisiese quedarse?
—Vamos a salir de aquí, entonces vamos a averiguar qué hacer con ese bollo en
tu horno.
Asintió con la cabeza. Pero no planeaba simplemente escabullirse. Necesitaba
dejar que Sehun supiera cómo se sentía, lo equivocado que era todo esto.
Necesitaba un cierre antes de irse y nunca mirar hacia atrás.
Capítulo 6
Dowon cambio y miró a su alrededor, mientras frotaba sus manos por sus brazos.
—Estamos en el territorio de JongDae. Deberías llamarlo y entregar esta cacería a
los osos.
Cambió a su forma humana. Dios, hacía frío como la mierda. Su polla intento
arrastrarse dentro de él, cuando el viento soplo sobre su cuerpo desnudo.
Gracias a la muerte del sheriff de Grizzly Ridge y de un agente del FBI en las
montañas, la gente en los pueblos de los alrededores estaba inquieta. No tenía
problemas con Howling Cavern como los Oh tenían en Grizzly Ridge, y quería
mantenerlo de esa manera.
Mientras que los osos hicieron todo lo posible para mantenerse alejados de la
civilización, a él le encantaba Howling Cavern, amaba ir a cenar, ver una película,
ir de compras. Muchos de los residentes eran shifters y él trabajaba con la ley
local, aunque el Sheriff Mark no tenía ni idea de que la mayor parte de la ciudad
fuera sobrenatural. Este nunca se quejó cuando él y sus hombres ayudaban.
Habían ido a almorzar en varias ocasiones sólo disipar la mierda y relajarse.
Sabía cómo se sentía Dowon. La nieve había comenzado a caer más temprano
ese día y aún tenía que detenerse. El invierno parecía llegar temprano a las
montañas, y él preferiría estar en casa, en su cálida cama.
Y él defendía a su familia.
Luhan había estado bien cuando Sehun lo dejó en la cocina con Tao. Sin
embargo, olfateó la inquietud de su compañero mientras caminaba por el pasillo.
Cuando todos se fueron, Luhan había ido a su dormitorio y no había salido desde
entonces.
Entró en la habitación para encontrar a Luhan junto a las ventanas, mirando hacia
la oscuridad.
Luhan se volvió para mirarlo, su expresión era solemne. —Imagina que te dejen
caer en un mundo donde nada tiene sentido y las cosas que pensabas... no,
porque ni siquiera pensé en animales transformándose en hombres, en hombres
quedándose embarazados o en cosas que se esconden en los oscuros bosques,
listos para destrozar a una persona. Nada de eso se me pasó por la cabeza. Pero
ahora no sólo estoy unido a un animal, estoy llevando a su bebé. ¿Cómo te
sentirías, Sehun? ¿Honestamente?
Cuando las lágrimas de Luhan comenzaron a fluir, su oso gruñó, listo para ir con
su compañero. Pero no se atrevía a moverse, ni siquiera a respirar. Su instinto le
decía que era un punto crucial en su relación, un momento de todo o nada, y no
sabía qué encrucijada tomar, cuál arruinaría y cuál salvaría la vida que él quería
tan mal con Luhan.
—Todo el mundo aquí, actúa como si esto estuviera bien, que lo que hiciste es
normal. No lo es. ¡No es normal morder a alguien y embarazarlo!
—No te voy a dejarte ir. —Murmuró. —No puedo. —Luhan estaba llevando a su
hijo, y preferiría morir antes que dejarlo ir, llevándose a su niño con él, llevándose
al único hombre que el destino había escogido para él. Si Luhan se iba, se llevaría
su alma con él.
—¿Dónde vas?
Nunca se había sentido tan indefenso en toda su vida. No sabía qué decir o hacer
para rectificar la situación. Las cosas eran diferentes para los de su tipo. Los
shifters tenían un corazón animal, y su animal los gobernaba. No pudo evitar
morder a Luhan más de lo que él podría haber impedido que su propio corazón
latiera. Pero este no quería oír eso.
No lo detuvo esta vez, cuando Luhan se dirigió a la puerta del dormitorio. Tal vez
se calmara y podían resolver las cosas. Él no sería el primer compañero que se
asustaba por estar embarazado. Y al igual que los otros compañeros, Luhan se
acostumbraría a su nueva vida y los dos serían felices.
—Sí, ahora. —Necesitaba que su hermano le dijera que todo estaría bien, que su
mundo no estaba realmente cayéndose a pedazos, y que Luhan no lo odiaba de
verdad.
Había rastreado el olor por kilómetros, el olor cada vez más fuerte a medida que
avanzaban hacia el sur en territorio oso. Hasta ahora, aún no se los había
encontrado cara a cara, pero sabía lo que estaba siguiendo. Kris y JongDae le
habían descrito el olor de los alimentadores, y sus instintos le decían que había
más de uno. Tenía que haberlo. El hedor era demasiado fuerte para pertenecer a
una sola criatura. Desaceleró cuando otro olor flotó hacia él.
Lobo.
Aunque los diferentes shifters en las montañas eran reservados y no tuvieran las
mejores relaciones los uno con los otros, los osos tenían compañeros y cachorros,
y cualquier shifter sabía lo precioso que eso era. Además, esta pelea pertenecía a
todos ellos. Los alimentadores amenazaban su estilo de vida, y él moriría para
defender no sólo su territorio, sino su existencia.
Volvieron a sus verdaderas formas y se movieron uno al lado del otro, corriendo
para llegar donde los osos, antes de que fuera demasiado tarde.
Capítulo 7
Tan pronto como los pies de Luhan golpearon el suelo fuera de la ventana del
dormitorio, la duda lo agarró. Tan enojado como había estado, no quería dejar a
Sehun.
Pensó en cómo Sehun lo había mirado durante el sexo, como si fuera su mundo
entero. Sehun no había sido nada más que dulce con él, y aunque le había gritado
a este, y había dicho algunas cosas bastante duras, Sehun había permanecido
allí, en silencio, mientras se sacaba todo eso del pecho. Nunca había atacado ni
dicho nada para herir sus sentimientos.
Apretó la mano contra el estómago y se mordió el labio inferior. Tao había dicho
que se encargarían del problema creciendo en su vientre, pero uno, no
consideraba que su hijo por nacer fuera un problema. Y dos, probablemente
terminaría en un laboratorio en algún lugar, si algún humano descubría que estaba
embarazado.
Tao dejó escapar un suspiro. —Maldición, gracias. Para ser honesto, realmente no
quería irme. Les he tomado cariño a los Zhang.
Ansiaba a Sehun con cada aliento que tomaba. Sólo quería acurrucarse en los
brazos del hombre y sentirse a salvo del mundo que lo rodeaba. Se agacharon
cuando oyeron pasos que se aproximaban. Echó un vistazo, a la vuelta de la
esquina, para ver a uno de los hermanos que se dirigía hacia las puertas de la
sala. Si recordaba correctamente, el tipo era JongIn .
—Tú eras el que parecía que ibas a tener un ataque de nervios—Replicó Tao. —
Yo sólo estaba tratando darte apoyo. Sabes que tomo las peores decisiones en mi
vida. ¿Por qué demonios me escucharías?
—Podrías haberme dado un abrazo y decirme que todo iba a estar bien.
Tao puso los ojos en blanco. —En primer lugar, no soy realmente de los tipos que
abrazan. Tú lo sabes. En segundo lugar, pensé que te estaba diciendo lo que
querías oír.
Levantó la mano, cuando un olor nocivo flotó hacia él. —¿Hueles eso?
Tao se cubrió la nariz con la mano. —¿Qué diablos es eso? Es como la carne
podrida y repollo hervido. —Hizo un ruido de arcadas. —Huele a la cocina de mi
madre.
JongDae y Sehun habían hecho pedazos. ¿Podría haber más de uno? Dios, no
quería pensar así, pero él sentía el mismo ambiente espeluznante que había la
noche cuando esa cosa apareció. Corrió hacia la ventana e intentó abrirla, pero
estaba atascada. Tembló cuando oyó ramas secas rompiéndose y el olor fétido se
hizo más fuerte.
—¡Ayuda! —Gritó, cuando vio algo precipitándose hacia él. Se había movido tan
rápido que no había sido capaz de ver lo que era.
Los aullidos estallaron. Sintió como si se meara, cuando tres lobos salieron del
claro, dirigiéndose hacia ellos. Eran bastante grandes, y sospechaba que eran
shifters, en vez de animales salvajes.
—Tienes que estar bromeando conmigo—Gritó Tao. —¿Lobos? ¿Son realmente
lobos?
Entonces, ¿qué tipo de gatos eran esos? Entornó los ojos, parecían ser leopardos
corriendo a su lado y pasando por delante de los lobos. Sus abrigos de pieles eran
blancos con puntos negros, y sus ojos eran de un vibrante azul, casi brillante.
—Oh, Dios mío—Dijo Tao, como si estuviera más enojado que asustado.—Vamos
a morir y ni siquiera estoy elevado.
Sehun y su hermano irrumpieron desde el salón, la puerta golpeo tan fuerte detrás
de ellos, que se salió de sus bisagras y quedo colgando allí, mientras ellos
cambiaban a osos. Más osos corrieron por el patio.
Agarró la mano de Tao y lo empujó hacia la casa. —Tenemos que entrar. Esta es
una pelea que no quiero ver.
—Es como Clash of the Titans versus World War Z. —Dijo Tao, mientras corría
junto a Luhan. —Solo que con animales y... dime que esos no son realmente
zombis.
Antes de que pudieran llegar a salvo adentro, una de las criaturas cargo contra él,
enviándolo a chocar contra las ventanas de doble cristal. Golpeó el suelo, todo su
lado derecho estallo de dolor.
—¡Tao! —Corrió por el patio, pero un oso se le acercó y bloqueó su camino. Trató
de esquivarlo, pero el oso golpeó su cabeza, persuadiéndolo de ir hacia la casa.
—Kris lo tiene—Dijo Sehun. —No permitirá que ningún alimentador le haga daño.
¿Era así como se les llamaba? ¿Alimentadores? Sentía que se pondría enfermo.
Sehun lo empujó para que se parara, y sus ojos grises se llenaron de ira.
—Mi única preocupación eres tú. Tengo que sacarte de aquí. Tao será atendido.
Sehun cambio y utilizó su peso para golpear al alimentador apartarlo de él. ¡Esto
era una completa pesadilla!
Se puso en pie y miró a su alrededor. Vio a Tao, que seguía atrapado bajo el lobo.
Entonces, miró a Sehun y a la criatura luchando.
Cayó a cuatro patas y vomitó, cuando Sehun destrozo a la cosa. Los huesos
crujían y la carne volaba, mientras Sehun aniquilaba a la cosa.
No, no, no. No podía hacer esto. Simplemente no podía. Este mundo era
demasiado insano para quedarse. Miró alrededor del patio y vio que la lucha
estaba menguando, que la mayoría de las criaturas huían, o que había fragmentos
de ellos alrededor. Los lobos y los leopardos les dieron caza. Todos excepto el
lobo, que todavía se paraba sobre Tao.
Se secó la boca, mientras sollozaba. Tan mal como quería alejarse de esta
locura, no podía dejar a Sehun. Lo había intentado y fallado. Su corazón no lo
dejaba marcharse. Sehun lo levantó y lo envolvió con sus brazos. Ignoró el hecho
de que Sehun oliera como esas cosas sucias y que acababa de verlo despedazar
una de ellas. Se hundió en el hombre, llorando, mientras Sehun lo tranquilizaba.
Se volvió, para ver a Tao de pie, alejándose del lobo. Entonces el lobo se
transformó en un hombre. Un hombre muy desnudo y guapo, de cabello oscuro y
penetrantes ojos azules.
—No te atrevas a huir de mí—Gruñó el hombre. ¿No había Sehun llamado a este
tipo Kris?
Tao levantó los puños y fulminó a Kris. —Trata de morderme de nuevo y patearé
tus nueces, perrito.
—Si Kris está tratando de morder a tu amigo, entonces los dos deben ser… —
No—Dijo. —¿Tao es el compañero de Kris?
—Parece que es así—Dijo Sehun. —Eso o Tao molesto al alfa.
Tao Se fue a través del patio, con Kris dándole caza. Trató de alejarse de Sehun,
para poder ayudar a su mejor amigo, pero este se negó a dejarlo ir.
Sehun lo agarró del brazo, antes de que pudiera correr tras ellos.
—¿Crees que hay opciones? Kris podría estar en forma humana, pero su lobo
está en control ahora mismo. Es la naturaleza, nuestra naturaleza. Un compañero,
es nuestra única oportunidad de tener hijos, nuestra única oportunidad de
felicidad. Siento que te enojes porque no tuviste opciones, peroesto es lo que
somos, cómo hemos vivido desde el principio de los tiempos, y si dejaras de
pelear contra esto, verías lo feliz que podría hacerte.
No sabía que Sehun había estado escuchando. ¿Los había oído tramar su plan
para escapar? Si lo hacía, ¿por qué no había intentado detenerlo?
—¿Sólo parte de la conversación?
El dolor en los ojos grises de Sehun, fue como un puñetazo para su intestino.
—¿Cómo diablos iba a saber que esas cosas estaban aquí? —Discutió. —¿Y qué
soy, un prisionero? ¿Me estás diciendo que no puedo salir afuera, que estoy
atrapado en la casa para siempre?
—No estas atrapado. —Sehun negó con la cabeza. —Pero si quieres salir, sería
prudente hacerlo a la luz del día y tener siempre a alguien contigo.
Miró hacia la casa de Victoria y Kyuhyun. No podía verla desde donde estaba, y se
preguntó si Kris ya había mordido a Tao. Se sentía como un canalla por dejarlo
con Kris, cuando se volvió y se dirigió al interior.
—Puede que estés acostumbrado a estar solo, haciendo las cosas a tu manera,
pero tienes algo más que considerar ahora. —Guió la cabeza de Luhan bajo el
rocío, lavando el champú. —¿Y si te hubiera pasado algo o al cachorro? Pensé
que mi corazón se detendría, cuando golpeaste las ventanas o cuando ese
alimentador intento arrancarte la garganta.
Cerró los ojos, haciendo todo lo que podía para librarse de esas imágenes. Nunca
en su vida había estado más aterrorizado. Si vivía hasta los cien años, nunca
olvidaría el temor paralizante que lo había atravesado.
—¿Por qué? —Quería oír las palabras, necesitaba oírlas. Se sentía como si
estuviera balanceándose en el borde, listo para caer en cualquier momento. Luhan
era su única oportunidad a la felicidad, y estaba desesperado por hacer lo que
fuera necesario para hacer que su compañero viera la razón.
Había crecido con un padre abusivo, que se complacía con el dolor de sus hijos.
Todo lo que había soñado durante años, era encontrar a su pareja, encontrar la
paz, un pedacito de cielo que pudiese reclamar como suyo.
Tomó los labios de Luhan en un suave, lento, ardiente beso. —Sólo habla
conmigo. —Dijo cuándo se apartó. —Dime qué está pasando por tu cabeza. No
quiero perderte, Luhan. Quiero años de felicidad, cachorros, y alguien que me
ame, más allá de la luna y las estrellas. No creo eso sea tan malo desear.
—No lo es—Luhan cerró la ducha y salió. —Pero no puedes esperar que salte
dentro y acepte este nuevo mundo sin... No lo sé, volverme loco primero.
—Vuélvete loco todo lo que quieras. —Tomó dos toallas del armario y se las
entregó a su compañero. —Pero hazlo en la seguridad de nuestro hogar.
—¿Nuestro hogar? —Luhan dejó de secarse, mientras lo miraba.
—Sí, nuestro hogar. Eres mío, Luhan, y nunca te dejaré. Lucha contra mí todo, lo
que quieras, pero no vuelvas a escapar.
Una pequeña sonrisa se dibujó en los labios de Luhan. —Nunca he tenido a nadie
que me quisiera tanto.
La familia Oh tenía muchos buenos momentos, mucha risa, amor y lealtad. Estaba
seguro de que Luhan podría ser feliz aquí, si sólo su pareja lo intentaba.
Pero por ahora, quería mostrarle a Luhan lo mucho que el ser humano significaba
para él, para darle a su pareja una razón para querer quedarse. En vez de poner a
Luhan en la cama, se movió más allá y se dirigió hacia el asiento de la ventana.
Se sentó primero, luego a Luhan entre sus piernas. Desde este ángulo de la casa,
no se veían cadáveres ni piezas de criaturas, sólo la nieve, los bosques y la
brillante pálida luna.
—Pensé que podría manejar esto—Dijo Luhan. —Me dije que una aventura con
un tipo rico, no sería tan malo.
—¿Y ahora? —Movió su mano del brazo de Luhan a su cadera, deslizando sus
dedos sobre la suave piel de su compañero. Mientras su mano viajaba, la polla de
Luhan se endureció.
—Una bala también puede acabar contigo—Dijo. —Lo único que te pido, es que
nos des una oportunidad. Nuestro hijo o hija, está creciendo dentro de ti, y sé que
eso no sólo es aterrador, sino alucinante—Apoyó su mejilla, en el cabello de
Luhan. —Pero tengo la sensación, de que serás un padre increíble.
—Tampoco como el mío. —Se sentó allí y le dijo a Luhan sobre la crueldad de
Jaejoong, su locura, y su muerte. Cuando terminó de hablar, Luhan lo miraba con
horror en sus ojos.
—Mi mamá se fue, cuando tenía seis meses. Mi padre me culpó. Creo que es por
eso que se convirtió en un alcohólico, porque no podía superar su partida, o el
hecho de que estaba atrapado criándome. Juega como loco y folla todo lo que no
está clavado al suelo, y siempre me miraba con odio en los ojos.
Luhan resopló. —¿Ambos tenemos padres jodidos y crees que lo podremos hacer
mejor?
Luhan se secó las lágrimas, con las palmas de las manos. —Está bien.
—Dios, pequeño. No llores. Rompe mi maldito corazón, ver esas lágrimas— Besó
cada párpado, luego los labios de Luhan. Eran suaves y calientes mientras
deslizaba su lengua sobre ellos. Cuando Luhan entreabrió sus labios, hundió su
lengua profundamente.
Movió sus manos de las caderas de Luhan para tomar el rostro de su compañero,
atándolo para otro profundo beso. Los dedos de Luhan se envolvieron en sus
hombros, cuando empezó a revotar. Los pequeños ruidos sexuales que hacía, lo
condujeron a la locura. Sus caninos descendieron, pero Luhan no dejó de besarlo.
Él deslizó su lengua sobre los dos puntos, mientras se movía más rápido,
gimiendo y retorciéndose, sus dedos clavándose en su pecho.
—Eso es, bebé—Dijo, echándose hacia atrás. —Toma lo que necesites de mí. —
Estoy cerca—Luhan gimoteó. Sus piernas se clavaron en sus costados, mientras
el sudor se acumulaba en su piel. Acurrucó la mano alrededor de la erección de su
compañero, acariciando la caliente carne.
Luhan echó la cabeza hacia atrás y gritó, su semen chorreando entre ellos. Gruñó,
antes de hundir sus caninos en el hombro de Luhan, profundizando su vínculo,
mientras su pene palpitaba profundamente en el culo de Luhan.
Una semana después del ataque, JongDae salió furioso, bajo sus escaleras,
mientras se dirigía a la casa de Victoria.
Kris cambió a su forma humana y lo miró. —No me voy sin mi compañero, así que
acostúmbrate a que duerma en el porche, hasta que Tao salga.
Estaba más helado que la mierda y Kris tenía que estar congelándose, pero ese
no era su problema. Tener al alfa de la manada de lobos, significaba que sus
hombres se quedaban cerca. Y eso significaba hostilidad. Dos veces, hasta ahora,
las cosas casi habían llegado a los golpes entre los osos y los lobos.
Se movió más allá de Kris y se dirigió dentro de la casa de los Zhang. Cerró la
puerta y la cerró con llave, antes de que Kris pudiera seguirlo. Por qué no estaba
cerrado en primer lugar era un misterio, pero tendría que tener una charla con
Abe, sobre mantener las puertas y ventanas aseguradas.
—Estás perdonado—Le dirigió una severa mirada, que le advirtió que no lo hiciera
de nuevo.
Miró a Tao. Algo estaba definitivamente mal con el ser humano. En dos ocasiones,
lo había atrapado deslizándose furtivamente hacia el bosque, para fumar hierba, y
dos veces, lo había regañado por tener drogas en sus tierras y los peligros de
entrar en el bosque.
Aunque Tao ignoró sus amenazas, el extraño tipo empezaba a gustarle. Era
hablador, pero divertido. —Tienes que hacer algo acerca de Kris.
—Lo único que tengo que hacer, es que espere afuera. —Dijo Tao, mientras se
sentaba en el sofá y tomaba el control remoto, de la mesa de café.
—Quiero decir, ¿cuánto tiempo puede estar afuera, antes de convertirse en una
paleta?
—¿Para que pueda morderme? —Tao negó con la cabeza. —Vi lo rápido que
Sehun fue, cuando mordió a Luhan. El maldito fue rápido. No me arriesgare.
Era como hablar a una pared. Nada de lo que dijo, llego a Tao. Tal vez, necesitaba
que Luhan hablara con su mejor amigo.
Salió por la puerta trasera, para no tener que lidiar con Kris, pero algo tenía que
cambiar, y pronto, antes de que perdiera la paciencia y despellejara a los lobos.
Capítulo 9
Después de la enorme batalla la vida se calmó, pero Luhan no se dejó llevar por la
falsa sensación de seguridad. Seguía esperando que esas cosas volvieran a
atacar. Era un manojo de nervios, mientras Sehun actuaba como si no hubiera una
amenaza en el bosque.
asiento.
—Creo que tenemos que ir de compras, algo de ropa de invierno para ti— Dijo
Sehun, mientras lo veía vestirse. —Necesitarás un abrigo más grueso, unas botas
y unos pantalones que se expandan junto con tu estómago.
Sehun se echó a reír. —Sólo estaba bromeando. Ningún compañero llevaba eso.
Todos usaban pantalones de deporte, o algo similar.
Entrecerró los ojos, pero por dentro, sonrió al sentido del humor de Sehun. Había
transcurrido una semana desde que Tao se había encerrado en casa de los
Zhangs, y él estaba ansioso y deprimido. Echaba de menos a Tao, pero su amigo
se negaba a salir, mientras Kris estuviera cerca. Y el alfa no se había ido
demasiado lejos del porche delantero, de Victoria.
Lo sabía, porque había ido dos veces a hablar con Tao, pero este había dicho,
que cualquiera que tratara de convencerlo de que se fuera con Kris era mierda de
perro y no quería hablar con ellos. Tal vez, lo intentaría de nuevo cuando
regresaran. Sin embargo, no intentaría que Tao se fuera con Kris. Sólo quería
pasar el rato. Antes de que llegaran a las montañas, habían sido inseparables, y
no verlo todos los días, lo estaba matando.
Sus fuertes brazos siempre hacían que se sintiera seguro, querido, y también
caliente. ¿Qué tipo gay en su sano juicio, no querría una tonelada de músculos
envueltos alrededor de él? Pero si no se alejaba, no saldrían de la casa.
Sehun le deslizó la mano por la espalda, luego le tomó el culo. Lo miró, con puro
calor en los ojos.
—Nop. —Se alejó de sus brazos. —No me estés discutiendo. Vamos a dar un
paseo, incluso si tengo que golpear tu cabeza y lanzar tu cuerpo inconsciente a la
parte de atrás de tu camioneta.
Estaba bastante seguro de que podría hacerlo, pero necesitaba una dosis de
civilización. Tal vez podría hablar con Sehun en ir a la tienda de videojuegos y
conseguirle a Tao un juego nuevo. Eso podría levantar el ánimo de su mejor
amigo. También quería una gran, gorda, grasienta hamburguesa y patatas fritas y
un batido engordante. Su estómago rugió ante la idea.
—Bien, vayamos, entonces—Cuando Sehun salió de la casa, lo siguió. Tan pronto
como salieron, quiso correr dentro. La temperatura había descendido y, con su
delgada chaqueta, estaba seguro de que se le iban a congelar sus nueces, antes
de llegar al camión de Sehun.
La nieve también cubría el suelo. Sus pies se pusieron fríos, luego de dar unos
pocos pasos, y no ayudó el que caminara más lento que Sehun. Siguió mirando a
su alrededor, por los alimentadores, su corazón golpeando violentamente contra
su caja torácica.
Se sentó, tan emocionado que ya no se preocupaba por lo frío que estaba. Había
estado tan aburrido, que estaba seguro de que dar un paseo por el lago le habría
gustado, aunque el viento helado hubiera matado rápidamente esa emoción.
Mientras Sehun se alejaba, miró alrededor e intentó imaginar cómo sería este
lugar en la primavera, pero con los árboles estériles y la nieve en el suelo, no
estaba teniendo mucho éxito. El viaje por los sinuosos caminos tenía su estómago
en nudos, especialmente cuando Sehun condujo a lo largo del acantilado. Un
movimiento erróneo y caerían a sus muertes. No es de extrañar que la gente no se
acercara a las casas de los Oh. Cualquiera estaría loco por tratar de conducir.
Luhan no respiro tranquilo, hasta que estuvieron casi en la parte inferior, a una
milla de Grizzly Ridge. Los caminos eran como espaguetis, retorcidos y girando en
diferentes direcciones, pero tan pronto como Sehun fue más allá de la cortina de
árboles, vio la ciudad.
Hizo una mueca. Grizzly Ridge tenía dos gasolineras, y éste era en el que su
padre trabajaba. Lo último que quería, era encontrarse con su viejo. Henry
Bradford miraría a Sehun y vería el signo dólar. Lo rondaría y trataría de
convencerlo de que le pidiera un préstamo a su "rico" novio.
—Creo que me sentaré aquí—Dijo. Waverly Station tenía muchas más opciones
que solo la estación de gasolina, con la tienda de videojuegos, y a no le
importaría un chocolate caliente, pero no valía la pena encontrarse con su padre
por esa bebida.
Tan loco como el mundo de Sehun era, no podía imaginarse vivir en ninguna parte
sin él. En menos de dos semanas, se había acostumbrado a estar cerca de
Sehun. Le encantaba su sonrisa, el sonido de su risa, la manera masculina en que
olía, y el sexo fuera de serie.
Estaría loco por querer dejar todo eso, para volver a esa lúgubre vida.
Parecía un vagabundo.
Cerró los ojos y se volvió, rezando para que su padre se fuera, pero Henry
—Has actuado como si no me hubieras visto, toda mi vida. —Gruñó en voz baja.
Se volvió hacia su padre e hizo una mueca. —¿Qué quieres?
—Baja la ventana.
—¿Qué quieres, Henry? —Su padre lo había educado, para que lo llamara por su
nombre en lugar de por su título.
—Simplemente hablar. —Su aliento olía a alcohol, haciendo que los pelos de su
nariz se rizaran.
El odio con el que siempre lo miraba, se reflejó en sus ojos durante un breve
instante, antes de apartar la mirada. —Sólo quería saber, si tenías unos cuantos
dólares para tu viejo.
Fue entonces, cuando notó que su padre no llevaba su uniforme de trabajo. Tenía
una camisa de franela manchada de aceite y un par de andrajoso vaqueros. Ni
siquiera llevaba abrigo. —¿No acabas de recibir tu pago?
—No me señales con el dedo—Dijo Henry bruscamente. —He oído que perdiste tu
trabajo.
—Eres la razón por la que mi esposa me dejó. ¡Te odiaré hasta el día de tu
muerte!
Sehun se dirigió hacia Henry, pero lo agarró por el brazo y lo hizo retroceder. No
necesitaba que Sehun fuera a la cárcel por matar a su padre. —No lo hagas.
Sehun volvió su mirada hacia él. Cuando habló, fue en un susurro áspero.
—Él tocó a mi compañero embarazado. Es una sentencia de muerte.
Mierda, mierda y doble mierda. —Cálmate. Los policías están aquí. Guarda esos
dientes, antes de que alguien los vea.
Por un momento, no pensó que Sehun lo escucharía. Él frunció los labios contra
Henry, con las manos cerradas en puños. Le presiono su pecho en las palmas,
como si realmente quisiera asesinarlo.
Sehun retrocedió, las puntas de sus caninos desaparecieron. —Este tipo atacó a
mi novio.
Notó la etiqueta de nombre. Sheriff Hansol. Mierda. Todavía era bastante nuevo
en estos lugares, tras haber tomado el cargo después de la muerte del sheriff
Hansol, pero había oído cómo Hansol no soportaba ninguna tontería. Sin
embargo, era un hombre decente y justo. A diferencia del sheriff Hansol.
—Es mi padre—Dijo rápidamente. —No quiero presentar cargos. Sólo quiero irme.
Bajó la voz para que sólo Sehun lo oyera. —Si presento cargos, tendré que volver
a la ciudad. No quiero volver nunca más aquí.
—Todavía voy a matarlo. —Susurró Sehun.
—La bebida hará eso por ti. Es un borracho miserable, Sehun. Recibirá su
merecido. —Se estremeció. —Me estoy congelando.
—Curiosamente, no estoy herido por esto. Estoy aliviado de que nunca tenga que
volver a verlo. —Se puso el cinturón, antes de que Sehun se apartara de la
gasolinera.
—¿Estás seguro?
—Que si yo nos diera una oportunidad, sería feliz. —Se aseguraría de ser un
padre malditamente mejor, de lo que el suyo había sido. Dado que las habilidades
de crianza de Henry estaban por el suelo, no sería difícil. Pero se negaba a
centrarse en lo que su padre había dicho y hecho. En cambio, pensó en una vida
con Sehun, y la imagen le hizo sonreír.
Sehun tuvo que admitir que los últimos dos meses y medio, desde que Luhan
había llegado a las montañas, habían sido los mejores de su vida. Tal vez no al
principio. Luhan no había sido el único lleno de dudas, pero las cosas habían
cambiado, y para mejor. O eso había pensado, hasta que Tao entró en la casa a
través de la sala de estar, dejando nieve por todos lados. El rebotaba entre las
casas, haciendo todo lo posible para mantenerse alejado del radar de Kris.
Tao puso los ojos en blanco y se sentó en el sofá. —Conocías todos mis malos
hábitos, antes de venir aquí. No empieces a quejarte ahora.
plagas afuera.
Dejó escapar un suspiro y sonrió. —He estado deseando decirte esto durante un
tiempo, pero no estaba seguro de si te asustaría. —Le dio un beso rápido en los
labios. —Te amo.
—Dile que lo amas ya—Gritó Tao desde el salón. —Eres un maldito idiota. Gruñó.
Luhan se rió entre dientes. —Lo siento. Sé que esto no es gracioso, pero ya ves,
ya le he dicho a Tao lo que siento por ti. Supongo que necesito decirte lo que
sigue.
A pesar de que se habían llevado bien durante dos meses y medio, habían
compartido momentos íntimos juntos, y estaban conectados en niveles que nunca
había soñado, él todavía estaba un poco nervioso mientras esperaba a que Luhan
continuara.
—Verás, Sehun—Luhan le pasó las manos por los brazos. —Desde la noche que
salí por la ventana, he sabido lo profundo que eran mis sentimientos por ti. Estaba
demasiado asustado para admitirlo. —Se inclinó y le dio un beso en la barba. —Si
no te amara, confía en mí, no me habría quedado alrededor después de toda esa
locura.
—Dios, apestas expresándote. —Gritó Tao.
alrededor de Luhan y lo abrazaba. —Me has hecho el hombre más feliz del
planeta.
El fuego se encendió en los ojitos azules de Luhan. Conocía esa mirada. Anhelaba
esa mirada. —Vete, Tao.
—Ustedes dos, tienen que dejar de joder como conejos—Dijo Tao, desde la sala
de estar. —Así es como te metiste en este aprieto, en primer lugar. — ¿Por qué no
vas a ver lo que está haciendo Kris? —Gritó.
Silencio.
—¿Por qué estamos hablando de ellos? —Luhan deslizó la camisa por su cabeza
y la tiró a un lado. Él estaba allí, hipnotizado por la vista ante él. Luhan era nada
menos que impresionante.
Sus ojos se deslizaron desde el rostro de Luhan, por su cuello de cisne, luego
hasta su estómago hinchado y... Sus ojos se abrieron.Justo delante de sus ojos, la
oscura línea de concepción se puso roja.
Luhan le sonreía con el calor en los ojos un segundo, al siguiente sus manos se
dirigieron a su estómago, sus ojos rodando. Él comenzó a caer de rodillas,
mientras aullaba de dolor, pero lo atrapó y ayudó a Luhan a subir a la cama.
Se dio cuenta de lo que había dicho y gruñó —Sabes a qué me refiero. Trae tu
culo aquí. Llama a los demás, mientras estás en ello.
Dejó el teléfono a un lado y se sentó al borde de la cama. Se sintió indefenso,
mientras Luhan hacía una mueca, sus dientes apretados, mientras agarraba su
estómago. —¡Haz que se detenga!
Saltó y corrió al baño, casi chocando con la puerta cerrada. Se detuvo, respiró
hondo, luego giró la perilla antes de entrar. Se frotó las manos y los brazos, luego
tomó una toalla del armario y la mojó, antes de regresar rápidamente con Luhan.
Había estado emocionado por este momento, durante meses. Ahora que había
llegado la hora, y se sentía mareado. ¿Y si algo salía mal? ¿Y si no podía sacar a
su cachorro? ¿Qué tal si realmente apestaba siendo padre? Tantas dudas corrían
por su mente, que un dolor de cabeza comenzó a golpear en la parte posterior de
su cráneo.
Luhan agarró su mano, apretándola. —Lo puedo ver en tus ojos. No te atrevas a
volverte loco conmigo. Necesito que seas el sensato aquí.
Nunca había estado tan agradecido, de que tuvieran una enfermera viviendo entre
ellos. Ojalá no estropeara esto, pero si lo hacía, por lo menos un profesional
estaba aquí de pie.
JongIn y Junmyeon podían haber sido los hijos favoritos de su padre para abusar,
pero él era el más joven, y aunque había hecho todo lo posible para evitar la mano
abusiva de Jaejoong, no se había escapado de ella. Pero cada uno de sus
hermanos lo había protegido, y ahora estaban allí, para presenciar el nacimiento
de su hijo.
—¡Oh, Dios mío! —Tao entró en la habitación, con sus ojos color avellana bien
abiertos.
—Tranquilo—JongDae gruñó.
—Estoy demasiado sobrio para esto. —Tao parecía a punto de vomitar, mientras
miraba el estómago de Luhan.
Sabía a ciencia cierta, que Tao había dejado de fumar esa mierda desde hace
unos dos meses. Por un lado, se había quedado sin su suministro, y nadie había
estado dispuesto a llevarlo a Grizzly Ridge para obtener más.
Dos, Kris había amenazado con romper la puerta de Victoria y arrastrar a Tao
pateando y gritando de la casa, si tocaba esas cosas de nuevo. No estaba seguro
de si la amenaza fue la responsable, o el hecho de que Tao no pudiera poner sus
manos en más de esas cosas, pero había estado viviendo limpio durante ocho
semanas.
Soltando un largo suspiro, asintió. Deslizó sus manos dentro del estómago de
Luhan y sintió la cabeza de su hijo o hija. Tao golpeo una mano contra su boca y
corrió al baño. Lo ignoró, mientras movía una mano bajo el trasero de su cachorro,
el otro detrás de su cabeza, luego empezó a sacarlo.
Cuando Luhan empezó a gritar y temblar, JongDae lo mantuvo inmóvil desde sus
hombros. Yixing se movió hasta el final de la cama y agarró los tobillos de Luhan.
KyungSoo se movió al lado de la cama y agarró la mano de Luhan.
Luhan no era el único que sudaba. El latido de su corazón, todavía no había vuelto
a la normalidad. Las lágrimas se juntaron en sus ojos, cuando la cabeza del
cachorro emergió. Una vez que los hombros estuvieron despejados, la extracción
del cachorro fue bastante rápida.
No tenía ni idea, de por qué sonaba tan urgente. Luego se dio cuenta de lo azul
que estaba el cachorro. El miedo lo congeló. Tenía a su hijo en sus manos, y el
cachorro no se movía.
Dejó al bebé en las sábanas y Victoria lo apartó del camino. Ella masajeó el
diminuto pecho, volvió al cachorro y dio unas palmaditas en la pequeña espalda.
No respiró en todo ese tiempo. Se quedó allí, con el corazón en la garganta.
—¿Qué pasa?—Preguntó Luhan. Trató de sentarse, pero JongDae todavía
sostenía sus hombros y lo obligó a permanecer en su posición boca arriba.
—Nada está mal—Le pasó una mano por el cabello de Luhan. —Lo prometo.
Apartó a Tao del camino y tiró a Luhan entre sus brazos. No estaba seguro de lo
que pasaría, pero si las cosas se volvían malas, quería darle todo el apoyo que
necesitaba. Aunque sentía como si todo su mundo se desmoronaría, si su
cachorro no empezara a respirar pronto.
Entonces, el llanto del recién nacido llenó la habitación. Las lágrimas cayeron de
sus ojos, mientras abrazaba a Luhan con fuerza. —Ves, nada está mal, pequeño.
Había estado tan aterrorizado, que no había mirado para ver si tenía un hijo o una
hija. Se volvió y recogió el cachorro de las sábanas, mientras Victoria retrocedía, y
le presentó al recién nacido a Luhan.
No era el único que lloraba. Gruesas lágrimas rodaban por el rostro de Luhan,
mientras extendía sus brazos. Los aplausos sonaron, y más de un hermano, le dio
palmadas en la espalda.
—Nunca tuve la menor duda—Dijo Junmyeon.
Mientras este arropaba a su hija en sus brazos, le sonrió con cansancio en sus
ojos. —Yo también te amo.
—Eso no fue tan malo. —Dijo Tao detrás suyo. —Me había imaginado tu
estómago estallando y tripas por toda la pared.
Se giró e hizo una mueca. —Realmente, necesitas dejar de jugar esos juegos de
zombis.
Luhan y él pasaron el resto del día conociendo a su hija, prodigándola con todo el
amor que tenían.
La vida en las montañas no era fácil, pero valía la pena. Todos los Hombres Oh
finalmente habían encontrado sus propios pequeños trozos de cielo, y la vida no
podía ser más perfecta que eso.
Fin