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Índice de contenido

FRONTERAS EN TENSIÓN. Argentina y Paraguay frente al desafío de la


integración regional
Agradecimientos
Resumen
Introducción general
0.1. Estudios Fronterizos y la interdisciplina
0.2. Área de Estudio y recorte temporal: Posadas-Encarnación entre 1990 y
2010.
0.3. Aspectos metodológicos
CAPÍTULO 1. Horogénesis de la frontera entre Argentina y Paraguay en el
tramo Posadas-Encarnación
1.1. Introducción
1.2. Construcción de un área estratégica: entre las disputas seculares y el
Estado-Nación
1.3. Posadas después del Tratado de Límites de 1876: la argentinidad en la
frontera (1876-1953)
1.3.1. El encuentro con el "otro": Las mujeres de la frontera
1.3.2. La construcción del "otro" desde el Estado argentino: el progreso y la
civilización
1.4. El Estado en la frontera: Leyes y políticas de frontera en Argentina
desde 1938 hasta 1991
1.4.1. áreas y Zonas de Seguridad de Fronteras: el objetivo de la
"argentinización" para el desarrollo fronterizo (1944-1983)
1.4.2. Del desarrollo fronterizo endógeno a la cooperación fronteriza (1983-
1991)
1.5. Política de frontera de la República del Paraguay
CAPÍTULO 2. Configuración territorial, política, y económica del espacio
fronterizo Posadas-Encarnación
2.1. Introducción
2.2. Desde el espacio fronterizo al espacio transfronterizo: apuntes
conceptuales
2.3. El puente San Roque González de Santa Cruz
2.3.1. La Entidad Binacional Yacyretá: el gran proyecto binacional
2.4. Mercosur: antecedentes y avances en la integración fronteriza
2.4.1. Cooperación fronteriza: Acuerdos bilaterales y Comités de Frontera
2.4.2. La integración fronteriza: fronteras al interior del bloque regional
2.5. Neoliberalismo y reforma del Estado: Las tensiones sobre el puente en
la reestructuración en la frontera
CAPÍTULO 3. Control fronterizo: Instituciones y operatoria en el paso
internacional Posadas-Encarnación
3.1. Introducción
3.2. El control fronterizo
3.2.1. Misión y función de los organismos nacionales en el Centro de
Frontera Posadas-Encarnación
3.2.2. Misión y función de los organismos nacionales en el Centro de
Frontera Puerto Posadas-Puerto Pacú Cuá
3.3. La experiencia vivencial del cruce: Operatividad de los controles
3.3.1. El cruce a principios de la década del noventa
3.3.2. El cruce en lancha
3.3.3. El cruce por el puente
3.4. Ritmos cotidianos de la frontera: tensiones diarias en el cruce
3.5. El "latir" del paso Posadas-Encarnación
CAPÍTULO 4. El puente y los cortes: Tensiones e identidades en el borde
4.1. Introducción
4.2. Sujetos, prácticas y representaciones sociales: la construcción
identitaria en la frontera
4.3. Prácticas sociales de comercio fronterizo entre Posadas y
Encarnación[10]
4.4. Espacios urbanos en disputa: los mercados paraguayos
4.5. Espacio binacional en disputa: los cortes en el puente internacional
4.6. Palabras que hacen noticia. representación de los cortes en la prensa
escrita: nosotros y ellos en el borde
4.7. El puente "símbolo" y las subjetividades fronterizas
CAPÍTULO 5. Vivir en la frontera: Paseras paraguayas en tanto sujeto
social
5.1. Introducción
5.2. El comercio fronterizo de la pasera paraguaya: ámbito laboral
5.2.1. Las paseras "hormiguitas"
5.2.2. Las revendedoras
5.2.3. Las verduleras
5.2.4. Una excepción: las paseras argentinas
5.3. Los circuitos del comercio fronterizo de la pasera paraguaya[12]
5.4. Saber circular, saber pasar
5.5. Identidad transfronteriza: ser pasera entre Posadas y Encarnación
5.5. Seguir cruzando, pese a todo
CAPÍTULO 6. Vivir en la frontera: Representaciones sociales de los
comerciantes posadeños>
6.1. Introducción
6.2. El modelo neoliberal y los comerciantes frente al puente[15]
6.3. La lucha en defensa de la legalidad: piquetes empresariales
6.3.1. El corte en defensa de la legalidad
6.3.2. Los piqueteros son los otros
6.3.3. Visibilizar la clase amenazada: el “piquete” del sector empresario
6.4. Identidad pese a la frontera: ser comerciante en Posadas
6.5. Nosotros y la frontera: el momento del desencuentro
CONCLUSIÓN GENERAL
REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS
I) FUENTES ESCRITAS
A) Fuentes escritas inéditas
B) Fuentes escritas editadas
II) FUENTES ORALES
a) Audiovisuales:
b) Entrevistas grabadas digitalmente
III) BIBLIOGRAFÍA GENERAL
GLOSARIO
ANEXO
CUESTIONARIOS
A) Entrevistas comerciantes de la CCIP
B) Entrevistas paseras:
C) Entrevistas con funcionarios del control fronterizo:
FIGURA 1. Nodo estratégico Posadas-Encarnación
FIGURA 2. Paseras paraguayas en “la placita” cercana al puerto
FIGURA 3. Fotografía aérea del Centro de Frontera Posadas-Encarnación
FIGURA 4. Las ciudades de Posadas y Encarnación antes y después del
embalse
FIGURA 5. Encarnación (Paraguay), 1998
FIGURA 6. Posadas, 2007
FIGURA 7. Argentina: paseras esperando el control migratorio y aduanero
FIGURA 8. Paraguay: Centro de Frontera en Encarnación
FIGURA 9. Argentina: control aduanero de ingreso al país
FIGURA 10. Posadas, Argentina: Mercado Modelo “La Placita”
FIGURA 11. Paseras armando el cruce
FIGURA 12. Pasera, puesto de cigarrillos
FIGURA 13. Puesto de pasera verdulera
FIGURA 14. área céntrica de Posadas y barrio Villa Sarita
FIGURA 15. Dispositivo general del primer corte del puente internacional
de los comerciantes
FIGURA 16. Represión policial frente al palco en el corte del puente
internacional
TABLA 1. Control fronterizo
TABLA 2. Productos permitidos y prohibidos por SENASA
TABLA 3. Cortes del puente internacional
TABLA 4. Paseras
TABLA 5. Clasificación de paseras
FRONTERAS EN TENSIÓN.
Argentina y Paraguay frente al
desafío de la integración regional
María Dolores Linares

Instituto de Estudios Socio-Históricos-UNLPam-CONICET Profesora


de la Facultad de Ciencias Humanas, Universidad Nacional de La
Pampa CONICET

Buenos Aires, 11 de diciembre de 2013

TESIS PARA OPTAR POR EL TÍTULO DE DOCTOR EN


GEOGRAFÍA de l’ ÉCOLE DES HAUTES ÉTUDES EN SCIENCES
SOCIALES Y DOCTOR en CIENCIAS SOCIALES de la
UNIVERSIDAD DE BUENOS AIRES

Miembros del jurado: M. Alain Musset, Director de estudios del


EHESS (directeur). Dra. Susana M. Sassone, Investigadora del
CONICET. (directrice). Dra. Verónica Gímenez Béliveau,
Investigadora del CONICET. Dr. Roberto Abínzano, Profesor de la
Universidad Nacional de Misiones (UNAM). Mme. Anne-Laure
Amilhat-Szary, Profesora de la Université Joseph Fourier de
Grenoble (rapporteur). M. Sébastien Velut, Profesor de la Université
de Paris 3 - Sorbonne Nouvelle (rapporteur).

Impreso en Argentina
© Cumplido con lo que marca la ley 11.723
La reproducción total o parcial de esta publicación, no autorizada por los editores, viola
los derechos reservados. Cualquier utilización debe ser previamente autorizada.
EdUNLPam - Año 2016
Cnel. Gil 353 PB - CP L6300DUG
SANTA ROSA - La Pampa - Argentina

Linares, Maria Dolores

Fronteras en tensión : Argentina y Paraguay frente al desafío de la integración regional /


Maria Dolores LInares. - 1a ed . - Santa Rosa : Universidad Nacional de La Pampa, 2017.
Libro digital, Book "app" for iOS - (Publicación de tesis de grado, maestría, doctorado y
trabajos finales de especialización)

Archivo Digital: descarga


Edición para Universidad Nacional de La Pampa
ISBN 978-950-863-272-2

1. Ciencias Sociales. I. Título.


CDD 301
Agradecimientos
Este libro es el resultado de una tesis para optar por el título de
Doctor en Geografía del École des Hautes Études en Sciences
Sociales y de Doctor en Ciencias Sociales de la Universidad de
Buenos Aires, defendida en el año 2013. Ni este libro ni aquella tesis
hubiesen sido posibles sin la confianza y el apoyo de mis directores,
la Dra. Susana M. Sassone y el Dr. Alain Musset, y de las
instituciones de formación académica que tuve la suerte y el honor
de recorrer: la Universidad Nacional de Rosario (Carrera de Ciencia
Política y Relaciones Internacionales), la Universidad de Buenos
Aires (Doctorado en Ciencias Sociales) y el École des Hautes
Études en Sciences Sociales (Paris). Por otra parte, la investigación
fue posible gracias al financiamiento de la Bourse Aires Culturelles
(EHESS, 2008-2009), la Bourse Co-Tutelle (Ministére d’Éducation
de France, 2008) y de las Becas Internas de Posgrado Tipo I (2009-
2012) y Tipo II (2012-2014) otorgadas por el Consejo Nacional de
Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET).

Agradezco a los colegas del proyecto de investigación plurianual


“Migración internacional en ciudades de la Argentina: Lugares,
territorios e identidades en la era de la globalización” con sede en el
Instituto Multidisciplinario de Historia y Ciencias Humanas del
CONICET, especialmente a Brenda Matossian, Alejandro Rascovan
y Cecilia Melella, por los debates, los intercambios y la solidaridad; a
Silvia Robin, Ricardo Falcón y Eduardo Hourcade de la UNR
porque, gracias a su calidad humana, habilitaron, antes de partir,
innumerables caminos académicos, entre ellos, el mío; a Tania Piris
Da Mota por abrirme las puertas de Posadas, del trabajo de campo
y de su hogar; a Lidia Schiavoni por ayudarme a creer que esta
investigación era posible, por su confianza, su generosidad y ese
primer “cruce” a “cuatro ojos” y a todos los posadeños y
encarnaceños que me permitieron aprender sobre su mundo en la
frontera. A Leandro Minuchin, Kezia Barker, Alejandro Rabinovich,
Ana Maurino y Victoria Roca por sus colaboraciones mediante
lecturas, traducciones, datos y críticas.

No quiero dejar de agradecer a mis amigos/hermanos Carmen,


Natalia, Irene, Laura B., Mariel, Mariangel, Tamara, Beatriz, Laura
M., Noel, Eleonora, Carolina, Juan A., Fran, Gianni, Karlos, Diego,
Daniel, Nicolás, Andrea, Emilia, Hernán, Victor, Berta, Guille, Maia,
Pedro y Keke por saber generar esos espacios de encuentro, aún
con un océano de por medio. A la luz de los bosques de Île-de-
France y a las promesas de mi bosquecito de caldenes. A mis
padres, Ana Maurino y Fernando Linares, por las alas…y por la red.
A Alejandro, mi aliado en este viaje y a nuestros hijos, Eliseo, Emilio
y Vera.

Resumen
Esta tesis se propone contribuir al estudio de la frontera
internacional argentino-paraguaya en el marco del proceso de
integración del Mercosur desde las disciplinas de las Relaciones
Internacionales y la Geografía política y social. El objetivo es
analizar las transformaciones sociogeográficas producidas en el
paso internacional Posadas (Argentina)-Encarnación (Paraguay) a
partir del año 1990 y explicar su influencia en las representaciones
sociales sobre la frontera y sobre la construcción identidad/alteridad
de las sociedades fronterizas. En el contexto integracionista del
Mercosur, las obras de la represa hidroeléctrica Yacyretá y la
construcción del puente internacional San Roque González de
Santa Cruz marcaron profundamente el espacio fronterizo Posadas-
Encarnación: aumentaron las prácticas sociales ligadas al comercio
fronterizo y los controles en el paso internacional se agudizaron.
Esto generó tensiones locales a ambos lados de la frontera que se
manifestaron, desde 1992, mediante los cortes del puente
internacional.

En esta investigación se interpretan, desde un análisis multi-escalar,


las lógicas de movilidad espacial y el nuevo significado geopolítico
de la frontera internacional a partir de los cambios promovidos por
las políticas públicas de integración mercosureana. Por otro lado,
desde un abordaje micro-social y mediante una metodología de
investigación basada en técnicas cualitativas, se analizan las
repercusiones de esas políticas en las representaciones de los
sujetos sociales protagonistas de los cortes del puente: las mujeres
paraguayas llamadas “paseras” y los comerciantes de la Cámara de
Comercio e Industria de Posadas. Se trabaja especialmente sobre
las relaciones de vecindad y el entramado de tensiones identitarias
generadas en la década del noventa que se replican hacia el
presente y se proyectan hacia el futuro.

PALABRAS CLAVE: frontera, espacio fronterizo/transfronterizo,


integración regional, representaciones sociales, identidad, prácticas
sociales fronterizas, Argentina, Paraguay.

Introducción general
El objeto principal de este libro es la frontera. En tanto espacio
social (Bandieri, 2001) la frontera está atravesada por múltiples
territorialidades superpuestas que, en ocasiones, generan
tensiones. Frases como “la frontera es la nación”, “trabajo en/de la
frontera” o “desgraciadamente estamos en la frontera” justifican su
protagonismo para las personas que trabajan en ella, que la viven,
la re-significan, la sufren o simplemente la transitan. Como objeto de
estudio y desde la perspectiva de la Geografía Política, podemos
definir la frontera internacional como el conjunto espacial que
incluye el límite internacional del Estado y la franja de territorio
adyacente a ambos lados (George, 1974). Desde el punto de vista
de la tradición de la Geografía Humana francesa, la frontera es
asimismo un elemento político marcado en el territorio (Bailly y
Béguin, 1982). Como límite no es un signo dado e inalterable sino
que es dinámico, porque es el resultado de una contrucción
humana, una más dentro de las prácticas de territorialización de los
hombres. La frontera es una “marca en el espacio” (Nordman,
1998:30) que deriva de las complejas relaciones de los hombres en
su afán de apropiación territorial para extender su poder político
(Raffestin, 1974) sobre otros grupos, para delimitar su espacio de
soberanía y de control. En palabras de Foucher (1991), las fronteras
son “estructuras espaciales elementales que tienen por función la
discontinuidad geopolítica” y la demarcación del territorio en
unidades jurídicas y soberanas diferenciadas. Ahora bien, una vez
creada, los efectos de las fronteras no operan solamente en el orden
político o jurídico sino también en el ámbito social, especialmente en
la construcción/afirmación/reproducción de prácticas,
identificaciones, representaciones sociales, etcétera. Utilizar la
frontera como unidad de análisis implica tener en cuenta dos
instancias, una línea y un área que la bordea a ambos lados.
Algunos autores conciben la frontera exclusivamente desde su
connotación de separación, como si fuese sinónimo de línea de
delimitación (Emmerich, 2003:11). Esta línea significa un corte en el
territorio, algo que ha quedado trunco, que marca sólo la división, la
diferencia y el límite. Pero también, si resaltamos el área que bordea
la línea como un área de interfaz o de transición, podemos observar
un espacio de contacto, de permeabilidad, de relaciones sociales,
en donde el límite –que puede ser a la vez temido, ignorado,
transgredido– se transforma en el elemento aglutinador de dichas
relaciones, un lugar de encuentro. El espacio fronterizo será, a lo
largo de este libro, el concepto utilizado para dar cuenta del límite,
del área a los dos lados del límite y de los modos de cruce para la
vinculación entre una y otra.

Siguiendo estas líneas conceptuales sobre la frontera, este libro


trata sobre las transformaciones en los espacios fronterizos en
contextos de integración y sus consecuencias en las prácticas y
representaciones sociales de los sujetos sociales de las ciudades
fronterizas. Analizamos el caso de los cambios en los contextos
geográficos, económicos y políticos de la frontera argentino-
paraguaya en el tramo que comprende el paso internacional
Posadas – Encarnación entre 1990 y 2010, y sus consecuencias en
las prácticas del comercio fronterizo y en las representaciones
sociales sobre la identidad/alteridad y sobre la frontera misma de
dos sujetos sociales: las paseras paraguayas y los comerciantes
posadeños de la Cámara de Comercio e Industria de Posadas.

El nodo estratégico de articulación regional conformado por las


ciudades de Posadas (Capital de la Provincia de Misiones,
Argentina) y Encarnación (Capital del Departamento de Itapúa,
Paraguay) se redimensionó a partir de tres acontecimientos que
modificaron la función de la frontera y las relaciones sociales en su
seno entre 1990 y 1991: la inauguración del puente internacional
San Roque González de Santa Cruz, la firma del Tratado de
Asunción que dio inicio al Mercado Común del Sur (en adelante
Mercosur) y la aplicación de la Ley de Convertibilidad. La
inauguración del puente internacional en 1990, que une por vía
terrestre las ciudades de Posadas y Encarnación, significó una
nueva opción de cruce fronterizo que, sumado a la fluvial por medio
de lanchas que cruzan el río Paraná, dinamizó la movilidad de
personas y mercancías entre las dos ciudades. Esta inauguración se
enmarcó en un contexto regional que estaba virando desde las
concepciones de la Doctrina de Seguridad Nacional hacia la de la
Defensa Nacional y la Seguridad Interior. En ese contexto, en 1991
la República Federativa del Brasil, la República Argentina, la
República del Paraguay y la República del Uruguay firmaron, como
miembros plenos, el Tratado de Asunción que dio inicio formal al
Mercosur y que profundizó la integración fronteriza. El Mercosur es
un organismo intergubernamental de integración regional creado en
el contexto de los acuerdos marco de la Asociación Latinoamericana
de Intercambio (en adelante ALADI) que preveía la creación de una
zona de libre comercio cuyo objetivo fue generar los medios y
recursos políticos y económicos que permitiesen ensanchar los
mercados nacionales, condición fundamental para dinamizar el
proceso de expansión económica. Este proceso de integración
representó un cambio de paradigma en las relaciones
interregionales de América del Sur, que abandonaría gradualmente
las viejas lógicas de confrontación regional para optar por una visión
más cooperativista e integracionista. En este sentido, la integración
fronteriza fue uno de los objetivos iniciales para el tratamiento de las
fronteras internas del bloque. Por otra parte, en el marco de la
integración regional y acompañando procesos similares en otros
países de la región sudamericana, se afianzó en la Argentina un
modelo económico neoliberal que profundizaría la apertura al
mercado internacional, la descentralización político-económica y la
reforma monetaria (Ley de Convertibilidad).

Estos cambios estructurales afectaron el espacio fronterizo


dotándolo de una mayor permeabilidad y modificaron ciertas
prácticas sociales locales, sobre todos aquellas relacionadas con el
comercio fronterizo informal, especialmente el denominado
“comercio hormiga” y la magnitud del “consumo fronterizo cotidiano”
(Benedetti, 2011). Las consecuencias locales de estos cambios
fueron desestabilizadoras y originaron momentos de tensión social,
que se manifestaron, desde 1992, mediante los cortes del puente
internacional llevados a cabo por mujeres paraguayas llamadas
“paseras”, por un lado, y por los comerciantes y empresarios de la
Cámara de Comercio e Industria de Posadas (en adelante la CCIP),
por el otro, que constituyen los sujetos sociales de este trabajo.
Las paseras paraguayas son mujeres provenientes de Encarnación
y sus alrededores, que ganan su sustento económico con el “trabajo
de la frontera” (pasera Tamara, 16/08/10), una práctica del comercio
fronterizo informal o “comercio hormiga” que consiste en el cruce de
la frontera, por lo menos una vez al día, para la venta o entrega de
pequeñas cantidades de diversas mercancías. Cruzan el río Paraná
por el puente internacional o por medio del servicio de lanchas
dependiendo de las mercaderías que comercien y las redes de
comercio fronterizo en las que se inserten. Por otro lado, nuestro
otro sujeto social “comerciante” o “empresario” de Posadas son los
comerciantes e industriales argentinos (de Pequeñas y Medianas
Empresas, PyMEs) agrupados en la CCIP que ocuparon cargos
directivos y participaron activamente de los cortes del puente
internacional en los años noventa. Los comerciantes tienen
residencia permanente en la ciudad de Posadas y su actividad
comercial está amparada por la CCIP, cuya finalidad es la de
promover y proteger el comercio posadeño. En general, tienen su
circuito de compra-venta dentro de las fronteras argentinas,
triangulando sus relaciones comerciales entre el puerto de Buenos
Aires mediante los mayoristas porteños o fabricantes y el consumo
posadeño.

La facilidad de cruce por el puente internacional (bajo costo y


rapidez) generó no sólo el aumento de la presencia de las paseras
paraguayas en Posadas sino también la aparición de otras prácticas
de comercio hormiga, como la de los taxistas, mototaxistas,
paseros, paquitos (estudiantes de ciudades vecinas que alquilan sus
“permisos” aduaneros), etcétera. Hay que tener en cuenta que
Encarnación es, desde 1994, la tercera plaza en actividades
comerciales fronterizas –después de Ciudad del Este y Asunción–
de artículos importados (Masi, Penner y Dietze, 2000). Frente a esta
situación que perjudicaba el comercio posadeño, los comerciantes
de Posadas representados por la CCIP reaccionaron presionando a
las autoridades para aumentar los controles aduaneros en el paso
fronterizo y para lograr la supresión de impuestos para el comercio
posadeño. Su objetivo era luchar contra la competencia desleal y las
asimetrías comerciales. Cuando los controles se endurecieron, en
1992, las paseras y taxistas paraguayos realizaron el primer corte
del puente internacional, al cual le siguieron muchos más. También,
en 1995 y 1997, la situación de los comerciantes los llevó a realizar
sus propios cortes del puente. Cada sujeto social realizó reclamos
según sus prácticas sociales y sus necesidades, manifestando en
ellos sus propios modos de sentir y habitar la frontera.

Entonces, mientras se ponía en marcha el Mercosur y la política de


frontera argentina viraba hacia visiones cooperativistas e
integracionistas, los reclamos de los comerciantes generaron
tensión y reivindicaciones identitarias y provocaron la agudización
de los controles fronterizos del lado argentino, lo cual repercutió
negativamente entre los actores del comercio fronterizo paraguayo.
Esta situación nos permite indagar sobre las concepciones políticas
de la frontera argentina en juego en estos momentos –antes y
después de 1990– y contrastarlas con las reacciones sociales y las
tensiones sobre el puente internacional. El análisis deberá constatar,
por un lado, si los cambios en los contextos políticos y geográficos
en la frontera argentino-paraguaya fueron linealmente hacia la
integración fronteriza y, por el otro, la influencia que tuvieron estos
cambios en las representaciones sociales sobre la
identidad/alteridad, el puente y la frontera misma.

El objetivo de esta investigación es analizar las transformaciones en


el contexto político, geográfico y económico producidos en el paso
internacional Posadas (Argentina)-Encarnación (Paraguay) a partir
del año 1990 y hasta el 2010 y explicar la influencia de estas
transformaciones en las representaciones sociales sobre la frontera
y sobre la construcción identidad/alteridad de las sociedades
fronterizas, especialmente, en dos sujetos sociales fronterizos: las
paseras paraguayas y los comerciantes posadeños. Es decir que se
interpretarán las lógicas de movilidad transfronteriza y el nuevo
significado de la frontera internacional a partir de los cambios
promovidos por las políticas públicas de integración territorial y
económica, así como las repercusiones de esas políticas en las
representaciones sociales de las sociedades fronterizas.

Nuestra hipótesis es que los cambios estructurales, tanto físicos


como político-económicos, desarrollados en el espacio fronterizo
Posadas-Encarnación a partir de la inauguración del puente
internacional, del inicio del Mercosur y de las obras de la represa
hidroeléctrica Yacyretá, tuvieron dos consecuencias. Por un lado,
modificaron las prácticas sociales de comercio y los mecanismos de
control fronterizo (aduanero, de seguridad, migratorio, sanitario y
fitosanitario) en los dos Centros de Frontera del paso internacional
Posadas-Encarnación. Por otro lado, estos cambios coadyuvaron en
el desarrollo de un espacio transfronterizo aún en formación, es
decir, habilitaron el paso (en tanto un proceso de transformación
territorial) de un espacio fronterizo a otro transfronterizo, más
funcional a la integración económica del Mercosur y a las prácticas
socio-espaciales de la sociedades fronterizas. Por el momento
definiremos espacio transfronterizo como un espacio fronterizo
donde el movimiento y el intercambio prevalecen sobre lo estático,
donde la frontera es más permeable, donde el cruce, el paso, es
parte cotidiana de la vida de ese lugar (Reitel y Zander, 2004). En el
desarrollo de este trabajo llegaremos a una conceptualización más
completa –y compleja– de este espacio. Creemos que, en el
proceso de esta “mutación” de un tipo de espacio a otro, se
activaron tensiones y demandas sociales por parte de los actores
del comercio fronterizo paraguayos y de los comerciantes argentinos
agrupados en la Cámara de Comercio e Industria de Posadas, que
continúan latentes hasta la actualidad. Estas tensiones, que fueron y
son vivenciadas con resentimiento por sus protagonistas,
reactivaron las identidades construidas a partir de lógicas
“nacionales” de los comerciantes posadeños con el fin de legitimar
sus demandas frente a las autoridades nacionales. Mientras tanto,
las identidades que tradicionalmente se han construido alrededor de
la vida “en la frontera”, como la de las paseras paraguayas,
encontraron en los cambios de los controles fronterizos nuevos
obstáculos a la movilidad internacional aún cuando la vinculación
física del puente aumentó el tránsito vecinal fronterizo. La relación
de las sociedades con la misma frontera se está redefiniendo y el
encuentro (tan cercano y masivo) con el “otro” provoca tensiones y
la aparición de una frontera interna (Laclau, 2005), es decir, de una
ruptura insalvable entre las demandas insatisfechas y el Estado,
sumado a un sentimiento de injusticia espacial por parte de los
protagonistas que hace reaparecer los discursos nacionalistas en
las tensiones sociales de la frontera.

0.1. Estudios Fronterizos y la


interdisciplina
Los análisis sobre las fronteras internacionales se propagaron
ampliamente desde fines del siglo pasado a partir de las
consecuencias desestabilizadoras del proceso de globalización
respecto de los espacios fronterizos. El abordaje sobre la frontera se
realizó desde las más diversas disciplinas dando lugar a un campo
propio denominado estudios fronterizos que creó numerosos centros
de investigación. La interdisciplinariedad del estudio de la frontera
propone el desafío de relacionar diferentes posturas analíticas para
lograr una comprensión integrada de una problemática fronteriza
específica. Aunque coincidimos con Newman cuando establece que
“no existe una teoría única y es inútil buscar un marco explicativo
unívoco” para el estudio de las fronteras internacionales (Newman
2006a: 145), cada capítulo de este libro contará con un apartado
teórico que tratará los diferentes aspectos del estudio de la frontera.
El recorrido teórico propuesto atraviesa e intenta integrar los
campos disciplinares de las Relaciones Internacionales, la
Geografía Política y la Geografía Social, para analizar el caso del
tramo fronterizo Posadas-Encarnación.

La Geografía Política clásica de fines del Siglo XIX hasta la primera


mitad del siglo XX (en sus escuelas alemanas, estadounidenses,
británicas y francesa) fue desprestigiada debido a su vinculación con
los intereses expansionistas de los Estados y el nacionalismo
“patriótico”. Esta disciplina, desde una perspectiva organicista,
entendía al Estado como un ente “vivo”, capaz de nacer,
desarrollarse y morir (Ortega Valcárcel, 2000) que, en el contexto
histórico del auge del imperialismo, justificaba el análisis de las
formas de competencia entre los Estados, de la expansión y las
maneras de vencer las disputas para garantizar su supervivencia
(Taylor y Flint, 2002). Esta perspectiva también fue muy influyente
en los comienzos de la disciplina de las Relaciones Internacionales,
sobre todo en las llamadas teorías realistas de la década de 1930
(Morgenthau, 1986). Dado que el Estado es uno de los sujetos
principales –y casi excluyente– no sólo del estudio de las
Relaciones Internacionales sino también de la política y la economía
mundial (Sassen, 2003:69; 2010:116), la frontera internacional fue
siempre prioritaria para todas las corrientes teóricas de las
Relaciones Internacionales, desde el realismo pasando por el
neorrealismo (Waltz, 1979), la escuela interdependentista (Keohane
y Nye, 1988) hasta la neo marxista (Cox, 1981; Wallerstein, 2005).

Hasta la década del ochenta, se siguió vinculando la Geografía


Política, en especial a rama estratégica de la Geopolítica, con los
regímenes políticos totalitarios en todo el mundo, incluso en el caso
de la Geografía Política argentina, que fue relacionada con los
gobiernos de facto que se sucedieron hasta 1983. Pero a fines de
los años ochenta, la Geografía Política resurgió actualizando y
renovando los fundamentos epistemológicos, los enfoques y los
centros de atención analíticos, provocando un cambio sustancial en
la disciplina. Alimentada por corrientes neopositivistas, marxistas y
conductistas, entre otras, la nueva Geografía Política aparece como
una herramienta para el análisis del poder y las relaciones de poder
en todas las escalas (Taylor y Flint, 2002) o para “el análisis espacial
de los fenómenos políticos” (López Trigal y Benito Del Pozo, 1999:
7). La frontera, uno de los objetos prioritarios de la Geografía
Política clásica, se retoma no ya desde las concepciones de
conflictividad bélica o diplomática sino desde las problemáticas
actuales: movilidad internacional, migración, tráfico de bienes
legales e ilegales, integración regional, etcétera.

Por otro lado, dentro de la Geografía Humana (que concibe al


espacio geográfico como el resultado de la acción social continua),
la Geografía Social nos acerca a un nuevo campo de
interrogaciones en donde se analizan las líneas sutiles que unen a
los hombres con los espacios y sus medios de vida. Por su parte, la
Geografía comportamental se interesa por las representaciones
sociales en tanto imágenes de la realidad. Para estas sub-
disciplinas son los sujetos sociales en su relación con el espacio
(espacio representado o espacio vivido, en términos de Di Meo,
1998) las prioridades de investigación. El recorrido científico de esta
geografía se realiza, por lo tanto, a través de las representaciones
que remiten, según Bailly, a “la experiencia existencial e ilustra
cómo, en cada lugar, se articulan lo real y lo imaginario (Trad.
Propia)” (Bailly, 1982: 29). La geografía comportamental estudia el
espacio vivido (moldeado por el comportamiento y las percepciones
de los hombres) en una temporalidad larga, ya que tiene que
rastrear los tiempos de la evolución de las mentalidades. Es la
subjetividad, entonces, el rasgo predominante en los análisis
científicos desde estas subdisciplinas para centrarse en el estudio
de las ideas y de los spatial feelings que acompañan la experiencia
humana (Ortega Valcárcel, 2000: 302). Como observaremos en el
apartado sobre metodología, poner el acento en las
representaciones espaciales de los sujetos sociales implica develar
una subjetividad, es decir, sólo una pequeña porción de lo “real” que
se hace visible a través del prisma del discurso.

En cuanto a la extensa bibliografía destacable sobre estudios


fronterizos[1], por las características propias de nuestro trabajo, las
investigaciones recientes (a partir del año 2000) que se relevaron
giraron en torno a cuatro grandes temas: 1) la frontera en la
dicotomía entre la separación y el contacto[2], 2) los cambios
producidos en las fronteras en el contexto de procesos de
integración, especialmente el sudamericano[3], 3) el papel de las
fronteras en los procesos identitarios a partir del estudio de las
representaciones sociales[4] y 4) la creación de espacios
transfronterizos (relaciones institucionales micro y macro, flujos
constantes, movilidades), sobre todo desde la experiencia europea y
sudamericana[5].

Esta investigación se basó en trabajos anteriores sobre las fronteras


argentinas, siendo los más destacados los de Susana María
Sassone sobre tráfico vecinal fronterizo y la política de frontera
argentina (Sassone, 1988; 2001; 2005); los de Pablo J Cicolella
sobre las transformaciones de la frontera en los contextos de
integración regional (Cicolella, 1997), los de Verónica Giménez
Béliveau (2010) sobre los discursos políticos sobre el Mercosur en la
frontera argentina y los de Alejandro G. Benedetti (uno de ellos junto
con Salizzi) sobre las fronteras argentinas, especialmente la
argentino-boliviana, que nos acercaron al análisis multiescalar de las
movilidades de personas y bienes, además de proporcionarnos una
base conceptual actualizada sobre prácticas sociales fronterizas
como “comercio hormiga” o “consumos fronterizos cotidianos”
(Benedetti, 2011; Benedetti y Salizzi, 2011). En cuanto a los
estudios fronterizos sobre nuestro caso, Posadas-Encarnación, los
trabajos de Roberto Abínzano (1993a, 1993b, 2004a, 2004b) nos
introdujeron a la noción de región fronteriza en el contexto del
Mercosur al estudiar todo este tramo de frontera (desde Posadas-
Encarnación hasta la “triple frontera” entre Argentina, Brasil y
Paraguay) siempre desde una perspectiva interdisciplinaria que
abarcaba la antropología social, la geografía social y humana. Hay
que remarcar que los estudios de Alejandro Grimson (2002, 2004 y
2005) fueron decisivos para la selección del caso y las muestras. Su
trabajo más relevante –teniendo en cuenta la temática de esta
investigación– trata sobre las imágenes en cuanto a la
identidad/alteridad de los periodistas de la ciudad de Posadas a
partir de la inauguración del puente internacional (Grimson, 2002).
Su enfoque sobre el contexto de cambio (dentro del Mercosur) fue
fundamental para ordenar nuestro razonamiento lógico. Aunque este
destacado trabajo se basó en las voces de los periodistas, apareció
en el relato la figura de las paseras paraguayas como un claro
ejemplo de “otredad” (Grimson, 2002: 136-144), lo que abrió la
puerta a nuevos interrogantes. En ese sentido, otro de los estudios
sobre la frontera en Posadas-Encarnación plantó las bases para
esta obra: el trabajo de Lidia Schiavoni (1993) sobre el Mercado
Modelo “La Placita” y las paseras paraguayas. Este estudio,
producto de su tesis de licenciatura, fue realizado antes de la
inauguración del puente internacional, es por ello que en sus
conclusiones se plantea la posibilidad de cambio a partir de esta
nueva vinculación entre las dos ciudades. En un trabajo más
reciente, Schiavoni (2000) se valió de una metodología cualitativa,
de carácter etnográfico y antropológico, para acercarse a la
actividad cotidiana de las paseras paraguayas. Esta labor nos
permitió creer que sería posible continuar su tarea años después,
aún pese a los cambios producidos en este tiempo, lo que fue
posible gracias al acceso a sus archivos personales, fichas, artículos
de diario, actas municipales, etcétera. También desde la
antropología social, remarcamos los artículos de Débora Betrisey
Nadali (2004 y 2007) sobre identidades estigmatizadas, inmigración
paraguaya y discriminación entre Posadas y Encarnación, por
demostrar la división simbólica existente entre posadeños y
paraguayos (en general, tomando como muestra los discursos de
políticos posadeños y trabajadores paraguayos en Posadas). Otros
análisis del espacio Posadas-Encarnación que podrían catalogarse
como estudios fronterizos fueron los realizados por Alejandra Fantin
(2006 y 2008) y Mariel Millán (2010), la primera desde una
perspectiva demográfica y sanitaria, la segunda desde una
perspectiva urbanística sobre el espacio costero de Posadas luego
de las obras del Plan de Terminación Yacyretá (PTY). Para finalizar,
debemos mencionar que dentro de los estudios relevados en
Posadas hemos encontrado numerosas tesis de licenciatura y
doctorado que, sin pertenecer a los estudios fronterizos, tratan
temas afines a este libro, como por ejemplo la tesis de licenciatura
de Mario Merino (2006) sobre las estigmatizaciones hacia los
extranjeros en las historietas de los diarios posadeños, la tesis de
doctorado de Miguel Barreto (2004) sobre las transformaciones
urbanas de Posadas y la tesis de maestría de Alejandro Oviedo
(2001) sobre el comercio en la frontera. Estimamos que nuestro
análisis contribuye a estas corrientes de pensamiento sobre la
frontera en general y sobre la problemática identitaria-fronteriza
particular del caso Posadas-Encarnación.

0.2. Área de Estudio y recorte temporal:


Posadas-Encarnación entre 1990 y 2010.
El paso internacional Posadas-Encarnación es uno de los nodos
estratégicos más importantes respecto del volumen del movimiento
internacional de personas entre la República Argentina y la
República del Paraguay. El río Paraná es el que establece la
frontera entre Argentina y Paraguay en este tramo. Nuestra área de
estudio comprende la franja de contacto entre Argentina y Paraguay
sobre el río Paraná, extendida en las ciudades de Posadas y
Encarnación (como nodo estratégico) y 50 kilómetros de radio desde
el paso internacional, incluyendo así las vías de conexión entre
ambas ciudades: la fluvial y la terrestre, espacio que coincide con el
reglamentado por el régimen migratorio de Tránsito Vecinal
Fronterizo (TVF) del lado argentino (del lado paraguayo comprende
sólo 30 km). Esto significa que se trata de un territorio atravesado
por una frontera internacional, que conforma la periferia de dos
Estados y que estaría compuesto por el límite internacional y las
áreas adyacentes a ambos lados del mismo (Benedetti, 2011). Se
delimitó este espacio como el territorio de influencia del comercio
fronterizo entre Posadas-Encarnación según los recorridos
reelaborados a partir de las entrevistas a nuestros sujetos sociales
“paseras paraguayas”. A lo largo del libro se va delineando, dentro
de estos márgenes, un mapa cada vez más específico de nuestra
área de estudio, mapa determinado por las relaciones sociales que
atraviesan los territorios de ambos Estados, las circulaciones
fronterizas, los espacios de contacto y barrera, los espacios del
control fronterizo y los lugares creados y apropiados en la
circulación internacional en tanto “espacios vividos” –en tanto el
conjunto de espacios y relaciones que, con un mínimo de
continuidad y regularidad, hacen a la vida cotidiana de los
habitantes del área (Di Meo, 1998:30)– de los sujetos sociales del
espacio fronterizo Posadas-Encarnación, que se articularán
creando, a su vez, espacios de ocio, de espera, de padecimientos,
etcétera.

Figura 1: Nodo estratégico Posadas-Encarnación, áreas céntricas


de ambas ciudades.
Fuente: Fotografía satelital, fecha de imagen 09/06/10. Google
Earth, Google Maps.

Desde la escala nacional e internacional, el paso internacional


Posadas-Encarnación está inserto en el sistema fronterizo
argentino-paraguayo, uno de los más dinámicos del país gracias a
su estructura de vinculación física que permite una gran cantidad de
intercambios comerciales, sociales y culturales. De los 1.699
kilómetros de frontera que comparten la República Argentina con la
República del Paraguay, 330 pertenecen a la Provincia de Misiones
(corresponden a los Departamentos de Itapúa y del Alto Paraná del
Paraguay), en los cuales existen veinte pasos de frontera
habilitados. Dos de ellos se encuentran bajo el régimen de Tránsito
Vecinal Fronterizo: el Paso Internacional de Frontera Posadas-
Encarnación y el de Clorinda-Puerto Falcón (Provincia de Formosa).

Desde la escala regional, el nodo estratégico Posadas-Encarnación


vincula a la Provincia de Misiones con el Departamento de Itapúa.
La Provincia de Misiones tiene una superficie de 29.801 Km² y es
una de las provincias más pequeñas de la República Argentina.
Alberga a alrededor de 1.101.593 de habitantes según el último
Censo Nacional del año 2010, que representa el 2,7% de la
población total del país. Tiene forma de pentágono irregular en
sentido nordeste a sudoeste y su perímetro se calcula en unos 1200
kilómetros, de los cuales 1080 (casi el 90% del perímetro) lo
constituyen fronteras internacionales (Margalot, 1994:14). Misiones
es frontera, todo su territorio lo es. Su posición geográfica de “cuña”
es reivindicada por los habitantes misioneros, entre ellos
intelectuales y periodistas, (Margalot, 1994:15, Weller, 1999:41,
Judyk, s/f). El resto de su perímetro, de unos 110 kilómetros,
constituye su vínculo con el resto del territorio nacional,
específicamente con la vecina Provincia de Corrientes (Judyk, s/f;
Fantin, 2006).

Por otra parte, el Departamento de Itapúa (Paraguay) está situado


en la porción sureste de la región oriental del país. Al norte limita
con los Departamentos Caazapá y Alto Paraná, al oeste con el
Departamento de Misiones y al sur con el río Paraná, que lo separa
de la República Argentina. La superficie del departamento es de
16.525 km2 y su población total asciende a 453.692 habitantes (el
triple de la registrada en 1962) representando el 8,8% del volumen
demográfico del país (Atlas Censal del Paraguay, 2002).
El puente internacional San Roque González de Santa Cruz une las
ciudades de Posadas y Encarnación por vía terrestre. Este puente
es uno de los más importantes de Argentina por su magnitud y por
su movimiento de personas y tráfico de mercancías. La vía fluvial
está comprendida por el Puerto Posadas y el Puerto Pacú Cuá, de
Encarnación, que fueron anegados por la suba de las aguas desde
el mes de octubre del 2009. La suba de las aguas se debió a la
puesta en funcionamiento del Complejo Hidroeléctrico Yacyretá, una
obra de infraestructura binacional argentino-paraguaya destinada a
la generación de energía eléctrica. Para que la represa llegase a su
capacidad total de potencia fue necesario aumentar el nivel de las
aguas hasta los 82 metros sobre el nivel del mar (msnm), con
consecuencias sociales, medioambientales y económicas
considerables en el espacio Posadas-Encarnación. Los puertos
fueron rehabilitados (en otras locaciones) en el año 2013 pero nunca
volvieron a tener la magnitud anterior al 2009 debido, sobre todo, al
costo del pasaje en lancha, dos veces superior al de la vía terrestre.

Desde una escala local, sobre la margen izquierda del río Paraná se
encuentra la ciudad de Posadas, capital de la provincia de Misiones.
El departamento Capital, sumando sus ciudades más importantes –
Posadas y Garupá– tiene 324.756 habitantes según el Censo de
2010, de los cuales 304.114 (Anuario Estadístico 2008, IPEC)
habitan en la ciudad de Posadas que es el centro administrativo,
económico, cultural y político de la provincia.

Por su parte, la ciudad paraguaya de Encarnación, capital del


Departamento de Itapúa, tiene 118.300 habitantes según los datos
del Anuario Estadístico 2011 de la Dirección General de
Estadísticas, Encuestas y Censos de la República del Paraguay
(DGEEC). La ciudad ha sido y es actualmente un polo comercial
nacional y regional debido a su ubicación de nexo entre Asunción, la
provincia de Misiones y el resto de Argentina. Por esta razón la
mayoría de sus habitantes se dedican a actividades comerciales de
bienes y servicios (se destacan los rubros de electrónica
importados, blanquería, cueros, calzado e indumentaria,
restaurantes y supermercados). La llamada tradicionalmente “zona
baja”, conformada por el casco histórico de Encarnación en el barrio
Pacú Cuá, albergaba, hasta octubre del 2009, los comercios más
importantes de la ciudad: por la suba de las aguas el barrio se
inundó y los establecimientos se mudaron al “Nuevo Circuito
Comercial”, ubicado a apenas 200 metros de la cabecera paraguaya
del puente internacional San Roque González de Santa Cruz. A raíz
de las obras de infraestructura realizadas por la Empresa Binacional
Yacyretá (en adelante la EBY) que resultó en la suba de la cota de
las aguas, la ciudad cuenta con una costanera con tres balnearios
públicos que atraen en el verano al turismo interno y el turismo
comercial (“tours de compras”).

Como ya establecimos, el propósito de esta investigación es


comprender un momento de transformación geográfica, política y
económica y sus consecuencias sociales en un espacio fronterizo
determinado: el de Posadas-Encarnación. Si determinamos que la
transformación se produjo a partir de la década del noventa (más
específicamente, a partir de la inauguración del puente internacional
que une ambas ciudades el 2 de abril de 1990) debemos iniciar
nuestra investigación en ese decenio pero, asimismo, describir el
contexto previo así como el posterior a esa fecha con el fin de lograr
la obtención de dos “fotografías” de la frontera. Por esta razón,
desde el punto de vista histórico, geográfico y político, se estudiará
la frontera internacional desde su establecimiento por el tratado de
límites de 1876 hasta el año 2010, los que serán abordados en los
primeros tres capítulos de este libro. Desde la perspectiva social, el
trabajo se basa en las representaciones sobre la frontera y sobre la
identidad/alteridad de los habitantes de este espacio fronterizo. Si
bien fueron utilizados, como fuentes secundarias, artículos
periodísticos de la década del noventa para rastrear las
representaciones sociales sobre el puente y la frontera, nuestras
fuentes primarias son resultantes de las entrevistas realizadas entre
los años 2007 y 2010 a las paseras paraguayas y a los
comerciantes posadeños, o sea veinte años después de inaugurado
el puente internacional. En las entrevistas se apela a recuerdos,
memorias y sentimientos que, inevitablemente, muestran la
distancia temporal entre la década del noventa y el presente. Por
esta razón nuestro recorte temporal se extiende hasta el año 2010,
para dar cuenta de las representaciones sociales sobre la frontera y
la construcción de la identidad/alteridad en la frontera. Entonces, el
recorte temporal de esta investigación abarca desde 1990 (año de
inflexión política, geográfica y económica) hasta el 2010 aunque,
con el fin de demostrar el viraje producido desde la década del
noventa deberemos revisar, en los primeros capítulos, la política de
frontera argentina y las modificaciones territoriales que afectaron
este espacio fronterizo desde 1876.

Vale aclarar que, en tanto un espacio dinámico en constante


cambio, desde el año 2010 al cierre de la redacción de este libro se
han sucedido aún más modificaciones en este tramo de frontera
internacional que continuaron afectando las relaciones sociales y
comerciales transfronterizas. A lo largo del libro iremos marcando
estos cambios para poder dar cuenta del dimanismo fluctuante de la
frontera argentino-paraguaya. Una breve enumeración nos indicará
la magnitud de estas transformaciones: 1) Suspensión de la
República del Parguay del Mercosur –sanción aplicada por el bloque
regional– tras la destitución del presidente constitucional Fernando
Lugo Méndez en 2011; 2) Por dicha suspensión, el Comité de
Frontera Posadas-Encarnación no ha vuelto a funcionar desde
entonces; 3) a partir del año 2012 y 2013 Argentina comenzó a
aplicar medidas macro-economicas restrictivas (suspensión de
importaciones, control sobre la compra de dólares estadounidenses,
aumentos de hasta el 35% en uso de madios de pago electrónicos
en el exterior, etcétera) que inviertieron la balanza del flujo del
comercio fronterizo entre Posadas-Encarnación. Mientras que, entre
1990 y 2010 las compras eran realizadas en Encarnación por los
posadeños, desde 2013 son los paraguayos y brasileros quienes
compran en Posadas por los bajos costos en relación a sus
monedas nacionales y 4) por último, desde agosto del 2015 se está
remodelando, dentro de las transformaciones físicas de la EBY, el
centro de frontera Posadas-Encarnación y uno de los arreglos
principales es la construcción de un muro de 1300 metros de largo y
5 metros de alto que separa la Zona Primaria Aduanera del resto de
la ciudad. Tanto parte de la sociedad posadeña como encarnaceña
están obrando conjuntamente en contra de esta construcción ya en
marcha.

0.3. Aspectos metodológicos


El abordaje metodológico central de nuestra investigación es
cualitativo. Para el diseño de la metodología de la investigación se
avanzó hacia paradigma interpretativista que establece que, más
allá de la existencia de una realidad externa que puede conocerse
(por ejemplo, la existencia de una frontera internacional, en nuestro
caso), el mundo social está construido sobre la base de significados
atribuidos por las personas. Más allá de la concepción política del
Estado, para el conjunto social no existe una realidad objetiva que
quede fuera de la interpretación, de la representación, de la
subjetividad, con lo cual se asume que la frontera internacional
tendrá diferentes atributos (y se sentirá de manera diferente) según
los sujetos sociales que la habitan. La corriente interpretativista
implica que se pone en juego la subjetividad del investigador, que
intentará lograr participar de las experiencias de vida de los
informantes (Cruz, Reyes, y Cornejo, 2012). Aunque se tienen en
cuenta las limitaciones de esta perspectiva (el investigador
interpreta en términos teóricos y no como los informantes que, por
otra parte, modifican su accionar frente al investigador) (Guber,
2004), su puesta en práctica en el trabajo de campo nos permitió
realizar el recorrido desde la Geografía Política y las Relaciones
Internacionales hacia la Geografía Humana, más específicamente la
Geografía Social y Comportamental (basadas en los espacios de las
subjetividades). De esta manera, se diseñó una metodología de
investigación cualitativa que tuvo por objeto relacionar varias
escalas y dimensiones de análisis (histórica, política, geográfica y
social), poniendo en juego las diversas fuentes de información para
cada una y su interrelación con las demás. Este diseño
metodológico comenzó a tomar forma partir de nuestro primer
trabajo exploratorio, la Misión 2007, que realizamos en la ciudad de
Posadas con el fin de revisar la selección del caso, la posibilidad de
recolección de datos, las técnicas para hacerlo y la naturaleza de los
datos. En esa oportunidad pusimos en uso la libreta de investigación
que constaba de una agenda de contactos de investigación, el diario
de viaje, las preguntas más relevantes del proceso y las ideas
principales que iban surgiendo en esa primera observación. Luego
de ese primer trabajo, se delimitó el caso a analizar, los sujetos
sociales de nuestra investigación (se determinó la “muestra” a
cumplir) y el relevamiento del terreno.

El relevamiento del terreno se realizó según las áreas de


observación seleccionadas por su valor testimonial. En reglas
generales, en la margen izquierda del río (Ciudad de Posadas), esta
área abarca la franja costera de la ciudad de Posadas desde la
cabecera argentina del Puente Internacional hasta la intersección de
la nueva Avenida Costanera con la Avenida Roque Pérez, el área
del Mercado Modelo y el barrio Villa Sarita, ubicado al norte del
casco céntrico y delimitado por las avenidas Roca, Roque Pérez y la
Avenida Costanera de Posadas. También se relevó la cabecera
argentina del puente internacional y el Mercado “La Placita del
Puente”, ubicado a doscientos metros del Centro de Frontera. En la
ciudad de Encarnación –margen derecha del río Paraná– el área
está compuesta por el viejo barrio comercial de la “zona baja” antes
y después de su anegación por la subida de la cota del río Paraná y
el nuevo barrio comercial, ubicado a pocos metros del Puente
Internacional San Roque González de Santa Cruz. Se realizaron dos
misiones más de trabajo de campo: la Misión 2009 y la Misión 2010,
ambas de más de dos meses de duración. El objetivo de estas
misiones fue la recolección de datos, la producción de fuentes
primarias, el relevo de fuentes secundarias a nivel local (en
Posadas) y además, en la tercera misión, la constatación de datos.

El relevamiento de datos y la producción de fuentes primarias


(obtención y generación de la información) se realizó, básicamente,
mediante la utilización de dos técnicas (o métodos) de investigación:
la observación participante y la entrevista en profundidad. En el
proceso de la observación participante se reconocieron los
informantes claves y se inició la llamada bola de nieve, una técnica
para ir vinculándose a nuevos informantes a partir de los datos de
los primeros. En esta técnica el investigador/a busca identificar los
puntos de vista de los actores que interactúan en el escenario que
se observa empíricamente. Implica la generación de un vínculo
entre el investigador y el informante clave para lograr dar comienzo
al efecto bola de nieve en dos sentidos, en el conocimiento de más
informantes pero también en el reconocimiento y la
retroalimentación para conseguir más información (Zapata-Barrero y
Sánchez-Montijano, 2011). En nuestro caso, la observación
participante estuvo centrada en la realización de los “cruces” de la
frontera en sus dos vías, la terrestre y la fluvial. Después de haber
realizado más de veinte cruces por cada vía siguiendo los recorridos
y los espacios de las paseras paraguayas tuvimos la oportunidad de
realizar un “cruce” con una de ellas, una pasera verdulera. El efecto
bola de nieve en su primer sentido (el conocimiento de otros
informantes) no fue fructífero con las paseras paraguayas puesto
que como se considera que el trabajo que realizan entre Posadas y
Encarnación es ilegal, se trata de sujetos no muy propensos al
diálogo con desconocidos. Y cuando acceden a hablar, se cuidan de
no involucrar a terceras personas. Cuando se logró establecer un
vínculo de confianza entre investigador e informante, sus datos nos
advirtieron acerca de la peligrosidad del tema. Específicamente, nos
recomendaron no estar solos preguntando “sobre este trabajo a
cualquiera, menos a los hombres, porque hay paseros, taxistas,
mototaxistas que pueden ser peligrosos”. El acercamiento a las
paseras debía hacerse en lugares públicos y abiertos: calles y
plazas, es decir, en sus lugares de trabajo, de descanso o espera,
en Posadas y durante el horario comercial (de 9hs. a 17hs.).

La técnica de la entrevista en profundidad se utilizó tanto con los


informantes claves (representantes de los organismos nacionales de
control fronterizo y funcionarios varios) como con los sujetos
sociales seleccionados: las paseras paraguayas y los comerciantes
de la CCIP. La entrevista consistió siempre en una conversación
entre el investigador y otra persona que tenía como objetivo obtener
información mediante la técnica de pregunta-respuesta. Nuestro
interés estaba en acceder a la perspectiva del sujeto sobre la
frontera y sobre la propia construcción del binomio
identidad/alteridad. Las entrevistas fueron realizadas
individualmente y eran de carácter semi-estructuradas: las
preguntas estuvieron prefijadas, se realizaban en un orden
determinado y eran las mismas para cada grupo de entrevistados
(un cuestionario abierto para las paseras, otro para los funcionarios
y otro para los comerciantes). Sin embargo, eran preguntas abiertas
en las que el entrevistado podía explayarse y se iban sumando otras
en la conversación según fuese necesario o si se buscaban más
informaciones. Esto quiere decir que se iba improvisando sobre una
base prefijada (categorías de análisis) buscando respuestas
emocionales y no tanto racionales. Las preguntas terminaron
puliéndose hasta utilizar el léxico de los entrevistados, se agregaron
algunas y se suprimieron otras según la relevancia, donde el
contenido nunca cambiaba pero sí el orden. Las entrevistas fueron
en su gran mayoría grabadas digitalmente en formato mp3. Este tipo
de registro no permitió, como sí lo permite el video, advertir la
comunicación no verbal, es decir, las posturas, los gestos, el tono de
las voces o las vestimentas. Todas estas impresiones (del
investigador) fueron registradas en las notas de campo y en la
transcripción y edición de cada entrevista, que fue realizada, con
esos fines, durante la estadía del trabajo de campo. De esta
manera, nos permitimos repreguntar a los mismos entrevistados en
busca de confirmar datos. Porque las historias de vida de los sujetos
entrevistados reflejaban también la época que les tocó vivir, las
nomas sociales y morales que fueron sentidas y reproducidas no
sólo discursivamente, sino también emocional y físicamente. En
cuanto a la dimensión espacial de la narrativa de los entrevistados,
se buscó aquello que “se escurre entre las interpretaciones,
sensaciones e impresiones de los lugares por donde se desarrolla la
vida cotidiana y distintos lugares clave de la historia de la persona”
(Sassone, 2004).

La muestra del universo de informantes de la investigación consistió


en treinta (30) paseras paraguayas, seis (6) comerciantes de la
CCIP, trece (13) funcionarios relacionados con la administración de
la frontera argentino-paraguaya en Posadas-Encarnación (la
mayoría en ejercicio, dos jubilados) y algunos habitantes de
Posadas (vecinos de barrios relocalizados por la EBY, vecinos que
ayudaban a las paseras a guardar mercadería, etcétera). El universo
de paseras paraguayas es incierto, estimamos que podrían existir
cientos de ellas (entre 500 y 1200), según un ejercicio de
observación realizada en el paso internacional. La pequeña muestra
de los comerciantes, que sólo constó en seis entrevistados, se debe
a que buscábamos individuos que hubiesen participado activamente
de los cortes del puente internacional, es decir, que hayan estado
asociados a la CCIP en los noventa (independientemente de si lo
estaban en el año 2010). La muestra, si bien no es representativa
por su cantidad numérica, es significativa (Guber, 2004:75) dado el
protagonismo central de los informantes en los cortes del puente y
sus altos cargos directivos en la CCIP durante la década del
noventa. No se trata, pues, de comerciantes posadeños. Se trata de
seis comerciantes y empresarios posadeños que estuvieron
asociados a la CCIP durante los años noventa, que ocuparon cargos
directivos –tesorero, presidente, vicepresidente, primer secretario,
etcétera– y que participaron activamente de las asambleas,
reuniones y deliberaciones sobre la acción de cortar o no el puente
internacional para manifestar sus reclamos. Se aclara que la
identidad de los informantes ha sido respectada en todos los casos.
En los casos de los comerciantes y los funcionarios del control
fronterizo se identificaron con siglas que no necesariamente
respetan sus nombres y apellidos y se se evitó designar el cargo
específico que detentaban, indicando solamente si se trataba de un
funcionario de alto rango o de rango intermedio. En el caso de las
paseras paraguayas se han cambiado sus nombres propios por otro
ficticio y en ningún momento se tuvo conocimiento de sus apellidos.
Incluso, en algunos casos solicitaron mantenerse como “anónimas”,
por lo cual figuran como “Anónima N° 1” hasta “Anónima N° 9”. Por
último, todas las entrevistas se realizaron en idioma español,
aunque las paseras paraguayas son bilingües español-guaraní.
Debemos aclarar, en ese sentido, que las paseras, entre ellas,
hablan sólo en guaraní, pero en las entrevistas hablaban
enteramente en español.

A partir de estas técnicas y muestras, se generaron las siguientes


fuentes primarias:

1- Producción/generación de fuentes primarias: Material


producido durante el trabajo de campo: archivo fotográfico, archivo
fónico, recorridos y grillas de observación, notas e informes de
campo, reconocimiento de los paisajes de la frontera, grabación de
entrevistas. Las entrevistas individuales y semiestructuradas
realizadas mediante la aplicación del método biográfico pueden
dividirse en tres tipos, a partir de los sujetos implicados:

i. entrevistas en profundidad a Informantes clave: Funcionarios de la


Dirección Nacional de Migraciones Delegación Posadas, de la
Oficina Regional Encarnación, de la Dirección General de
Migraciones de la República del Paraguay, de la Gendarmería
Nacional Escuadrón 50, del SENASA (Servicio Nacional de Sanidad
y Calidad Agroalimentaria del Puesto del Centro de Frontera Puente
Internacional San Roque González de Santa Cruz, de la
Coordinación Local Área de Control Integrado (ACI) Posadas-
Encarnación, de la División Aduana de Posadas, de Sanidad
Humana del Centro de Frontera, del Consulado de la República del
Paraguay en Posadas, etcétera.
ii. cuestionarios abiertos y entrevistas en profundidad a treinta
paseras paraguayas en Posadas y

iii. entrevistas en profundidad a seis comerciantes posadeños


pertenecientes a la Cámara de Comercio e Industria de Posadas.

Con respecto a las fuentes secundarias, se relevaron las siguientes:

2-Relevamiento de fuentes secundarias: Dentro de la literatura de


referencia, publicaciones periódicas y la normativa vinculada a la
temática, se utilizaron, como se verá en las referencias bibliográficas
al final del libro: corpus Legal: 1) Leyes y decretos nacionales
relativos a las fronteras, 2) Acuerdos Mercosur, 3) Resoluciones
SENASA, 4) Acuerdos y Disposiciones de la Dirección Nacional de
Migraciones, 5) Normativa legal (leyes, resoluciones, disposiciones)
de la Dirección General de Aduanas, 6) Normativa legal (leyes,
resoluciones, disposiciones) de la Gendarmería Nacional; fuentes
Censales: locales y nacionales, de Argentina y Paraguay; prensa
escrita (117 artículos de la prensa escrita, local y nacional de
Argentina y Paraguay relativas a las tensiones producidas en el
Puente Internacional desde 1978 a 2008). De estos artículos, unos
40 fueron obtenidos en el archivo personal del Dr. Roberto
Abínzano; registros administrativos (Dirección Nacional de
Migraciones-Ministerio del Interior, etcétera); Actas de Comités de
Frontera, actas de la Municipalidad de Posadas, etcétera. Las actas
municipales, desde 1960 hasta 1987, fueron obtenidas gracias al
archivo personal de la Mg. Lidia Schiavoni; otras fuentes
documentales inéditas (documentos de trabajo de Investigadores
sobre el tema).
A partir de estas técnicas se logró la comprobación de los datos
mediante la triangulación metodológica, es decir que se contrastaron
las técnicas o métodos de investigación de manera triangulada,
cruzando las entrevistas a informantes con los resultados de la
observación participante, por ejemplo, con el objeto de verificar la
calidad de la información. Se trató de aplicar esta metodología
buscando asegurar la necesaria objetividad de la información
(atravesada de por sí por la subjetividad del sujeto social) para que
no se desviara la interpretación con la subjetividad del investigador.
Mediante un cuidado uso de las técnicas de recolección de datos,
luego se pasó a la sistematización y clasificación de la diversidad de
evidencias captadas en las entrevistas. Nuestro objetivo fue llegar a
la conceptualización de nociones abstractas para explicar el
fenómeno “frontera” sin alejarnos de las subjetividades de los
informantes.

Esta subjetividad fue interpretada mediante el análisis del discurso,


dado que nuestro interés residía en conocer cómo se contaba la
historia y qué relaciones, identidades o significados comunes se
creaban en torno a la palabra. Coincidimos con Arfuch cuando
establece que el discurso no refiere sólo a la palabra, al territorio de
lo estructurado, sino también a “lo ausente, lo contradictorio, lo que
se dice sin querer decir” (Arfuch, 1987: 48). El análisis del discurso
aquí utilizado focaliza en la palabra y en los silencios, las risas y
muecas de los entrevistados, atravesado por el contexto en el cual
la palabra se dice. En términos de Bourdieu, se trata de captar la
estructura de distribución de un tipo de capital (capital social) entre
agentes que luchan por la dominación dentro de un ámbito
determinado Bourdieu (1990).
Este libro se organiza, con el fin de lograr nuestro objetivo general, a
partir de capítulos que responden a objetivos específicos. En el
primer capítulo trazaremos las líneas fundamentales de la
horogénesis de la frontera argentino-paraguaya en el tramo
fronterizo que abarca las ciudades de Posadas y Encarnación desde
el establecimiento del límite internacional entre Argentina y
Paraguay (1876) hasta el período comprendido entre 1983 y 1991,
en tanto años de inflexión en la política de frontera argentina[6]. En
el segundo capítulo se describe y explica el recorrido político,
económico y social que, partiendo desde una lógica de fronteras
cerradas llevó a una concepción de fronteras abiertas para el
espacio fronterizo Posadas-Encarnación entre los años 1970 y
2010. El tercer capítulo define, especifica y explica el
funcionamiento del control fronterizo desde el territorio argentino en
el contexto de integración en el paso internacional Posadas-
Encarnación, cuáles son sus organismos nacionales responsables
de acción territorial federal y los problemas que surgen en dicho
paso en su doble vía de vinculación. El cuarto capítulo identifica y
caracteriza a los actores del comercio fronterizo y sus prácticas
sociales que, a lo largo de los últimos años, han generado tensiones
y disputas materializadas en los cortes del puente internacional San
Roque González de Santa Cruz. Un quinto capítulo identifica,
describe y expone las representaciones sociales sobre la
identidad/alteridad y sobre la frontera de las paseras paraguayas
basándonos en la práctica de comercio fronterizo que realizan, sus
espacios de vida en la frontera, sus formas de auto-identificación,
sus motivaciones, sus miedos y sus maneras de relacionarse con la
frontera internacional. Por último, en el sexto capítulo
identificaremos las representaciones sociales sobre la
identidad/alteridad y sobre la frontera de los comerciantes
posadeños agrupados en la CCIP que participaron de la “lucha” en
la década del noventa.

NOTAS:

1. Para mayores datos sobre el estado de la cuestión sobre los


estudios fronterizos hasta el año 2013, consultar la tesis que dio
origen a este libro, que se encuentra en la Facultad de Ciencias
Sociales de la Universidad de Buenos Aires.

2. Sobre esta perspectiva revisar, entre otros, Bell Adell, Carmen


(2001); Cairo Carou, Heriberto (2001); Diesbach de Rochefort,
Nicole M. (2000); Douglass, William R. (1994); Michaelsen, Scott;
Johnson, David (Comp.) (2003); Newman, David. (2006a); Newman,
David. (2006b); Reece, Jones. (2009); Tejeda González, José Luis
(2004); Vargas López de Mesa, Gloria María (2003); Wackerman,
Gabriel (2003).

3. Sobre esta perspectiva revisar, entre otros: Castello, I. R. et al


(Orgs.) (1997); Andacht, Fernando (2001), en De Sierra, G. (comp);
Bonetti, E. et al (1991); Durán Martínez, Angélica (2002); Musset,
Alain (2006); Musset, Alain, Soria, Victor (2001); Musset, Alain;
Santiso, Javier; Hervé, Théry; Velut, Sébastien (1999).

4. Revisar, entre otros: Ackleson, Jason (2004); Azevedo, Beatriz


(2003); Cabezas López, José M. (2003); Jerez, Omar (2002);
Cuevas Perus, Marcos (2005); García, Clara I. (Comp.) (2003); Rizo
García, María; Romeu Aldaya, Vivian (2006).

5. Revisar, entre otros: Amilhat-Szary, Anne-Laure; Fourny, Marie-


Cristine (dir). (2006); Poschet el Moudden, Lena (2006); Buursink, J.
(2001); Coletti, Raffaella (2010); Sohn, Christophe (2009);
Pekermann, M. (2003).

6. Para mayores datos sobre el período previo a 1876, consultar la


tesis que dio origen a este libro, que se encuentra en la Facultad de
Ciencias Sociales de la Universidad de Buenos Aires.
CAPÍTULO 1. Horogénesis de la
frontera entre Argentina y
Paraguay en el tramo Posadas-
Encarnación
“…la frontera no es meramente un producto final ni tampoco el término final de una
relación casual (…) debe considerarse como parte integrante de un proceso continuo
del que es al mismo tiempo, efecto y causa.”(MacClancy, 1994:55).

1.1. Introducción
A lo largo de los siglos las ciudades de Posadas y Encarnación
fueron habitadas, abandonadas, convertidas en frentes militares, de
colonización, de ocupación, hasta conformar dos ciudades capitales
de provincia de dos países distintos: la República Argentina y la
República del Paraguay. La ciudad de Posadas fue fundada en el
año 1614 por el padre jesuita San Roque González de Santa Cruz.
Tuvo, en aquel momento, una vida efímera pues fue trasladada a la
orilla de enfrente del río Paraná, al sitio donde hoy se encuentra la
ciudad de Encarnación (fundada en 1615). Según cada período
histórico, Posadas y Encarnación estuvieron gobernadas y
administradas por poderes de diferente naturaleza: imperiales,
coloniales, jesuíticos, revolucionarios, nacionales. Las dos ciudades
fueron en algunos momentos un solo pueblo unido por un puerto
natural y otras veces dos pueblos enfrentados en luchas
independentistas, pero siempre, a lo largo de su historia, han
funcionado como un nodo de circulación estratégico en la
articulación regional entre el Atlántico y el interior de Sudamérica.
Esta configuración territorial ha fomentado una vida en común
nutrida de intercambios cotidianos, interacciones, movilidades,
relaciones de parentesco, sociales, laborales: una verdadera vida de
frontera, donde los habitantes de uno y otro Estado necesitan del
vecino. Una vida en donde el trazado, delimitación, demarcación de
los límites y el control de las fronteras ha jugado un papel
fundamental en la configuración y las dinámicas sociales y
espaciales del presente.

La horogénesis, tema central de este capítulo, es un neologismo


creado por Michel Foucher (1991:136) que remite al proceso de
formación territorial, política, jurídica, social y cultural de una frontera
internacional. El análisis histórico dentro de los estudios fronterizos
permite tener una visión de longue durée de las fronteras
internacionales e implica poner en valor las relaciones de poder intra
e interestatales. En este capítulo, a partir del análisis de documentos
históricos, de relatos de viajeros del siglo XIX, del cuerpo normativo
de la política de frontera argentina y de la bibliografía especializada
en los procesos históricos de la Provincia de Misiones (Argentina) y
el Departamento de Itapúa (Paraguay), nos proponemos analizar la
formación de la frontera argentino-paraguaya en el tramo Posadas-
Encarnación en tanto el resultado de una combinación de decisiones
geopolíticas acordes a las relaciones de poder dominantes en los
diversos contextos históricos y a las vinculaciones sociales a cada
lado.
Entendemos que la frontera internacional determina hasta donde
tiene alcance el poder de cada Estado y hasta donde debe llegar el
respeto de los otros Estados. El incumplimiento de este respeto a la
soberanía autoriza la única acción unilateral de violencia del Estado
según el Derecho Internacional Público: la declaración de guerra en
defensa del territorio nacional (Douglass, 1994:45). Baud, Bougeat y
Bras establecen, en su Dictionnaire de Géographie, que la frontera
“es un límite que separa zonas, dos Estados. Ella representa una
ruptura generalmente franca entre dos modos de organización del
espacio, entre las redes de comunicación, entre sociedades
generalmente diferentes y a veces antagonistas” (Baud et al., 1995).
Según la enciclopedia geográfica Hypergéo, el término frontera
proviene del concepto de frente como término militar hasta que, a
partir del siglo XVII, “la frontera se vuelve progresivamente una línea
definida, límite entre dos Estados” (Reitel y Zander, 2004).

Esta relación entre Estado y frontera es una alianza conceptual que


proviene de una alianza histórica, resultado de un entramado de
relaciones sociales y políticas desarrolladas en el tiempo y en el
espacio a partir de las cuales surge el Estado moderno (Raffestin,
1980:27, Santos, 1990 [1978]). Este mundo, compuesto por Estados
y delimitado por fronteras internacionales, es consecuencia del
orden internacional surgido después del Tratado de Westphalia de
1648 (Badie, 1995:44) que terminó por sacralizar las fronteras
(Douglass, 1994:44), transformándolas en un límite inviolable. Esta
división del espacio terrestre en Estados nacionales estableció una
forma de entramado, o maillage (Raffestin, 1980:136), que es
consecuencia de un devenir histórico específico. Cuando aparece el
Estado, el límite comienza a transformarse en frontera, para
establecer mejor las áreas de cada jurisdicción estatal.

De esta manera, el concepto de frontera aparece, en primer lugar,


vinculado a la idea de “frente”, de límite espacial que hay que
proteger del enemigo; con una clara connotación militar (Nordman,
1998; Rizo García y Romeu Aldaya, 2006). Por esta razón, Mañach
establece que una frontera geográfica no es sino un frente de
avance que se ha estabilizado (Mañach, 1970:32). Según Peter
Sahlins, el concepto frontera data del momento en que una nueva
insistencia sobre el territorio real le otorga al límite una significación
política, militar y fiscal diferente a la de los límites internos (Sahlins,
1989:356).

En el proceso de formación de una frontera internacional


encontramos entonces diferentes formaciones territoriales
fronterizas que se suceden antes y después de establecido el límite
internacional. Teniendo en cuenta, como afirman Gilles Deleuze y
Félix Guattari (1980: 402), que “todo territorio está siempre en vías
de desterritorialización” y de reterritorialización, nosotros
proponemos el término Formaciones Territoriales Fronterizas para
dar cuenta de estas formaciones que se van sucediendo y que
establecen límites en las diferentes configuraciones territoriales de
poder. Siguiendo los aportes de Guy Di Meo y Buléon (Di Meo,
1998; Di Meo, Buléon, 2003) sobre las formaciones socio-espaciales
(Formations Socio-Spatiales o FSS según su sigla en francés), las
formaciones territoriales fronterizas son espacios de tamaño y
duración variable adyacentes al límite territorial. Pueden constituirlo
una frontera, un frente militar, un frente de ocupación, un frente de
colonización o de explotación económica. Su tamaño y duración
dependerá de la capacidad de estabilidad de las relaciones de poder
al interior de cada área adyacente al límite y a los atributos de poder
de cada una. Hugo Trinchero y Juan Leguizamón utilizan como
herramienta metodológica la noción de Formación Social de
Fronteras para analizar el caso chaqueño, haciendo referencia “a las
múltiples formas en que se expresan las relaciones entre las
fronteras políticas, los frentes de expansión agrario y la producción
de sujetos sociales en dichos ámbitos” (Trinchero, y Leguizamón,
2000). En muchos casos y, entre ellos, en el nuestro, la frontera
internacional convive con frentes militares y pioneros. Como el
espacio Posadas-Encarnación ya estaba ocupado por
asentamientos humanos, la frontera internacional allí establecida se
trató de una “frontera superpuesta”, según la categorización de
Hagget (1994:488). Este tipo de frontera refleja modelos sociales y
económicos ya existentes y son características de los Estados
colonizados que heredan una frontera impuesta por el Estado
colonial pero que poco tiene que ver con las divisiones culturales,
económicas, sociales y medioambientales previas a la colonización.
A causa del proceso complejo por el cual los hombres se apropian
del espacio –“hacen” fronteras– existe la superposición de
formaciones territoriales fronterizas. Una vez establecida la frontera,
se instaura entre los pueblos una discontinuidad territorial.
Retomamos el concepto de frontera de Foucher (1991) quien
sostiene que son:

(…) estructuras espaciales elementales, de forma lineal, que tienen por función la
discontinuidad geopolítica y el marcado, de referencia, sobre tres registros de lo real,
de lo simbólico y de lo imaginario. La discontinuidad acciona sobre las soberanías, las
historias, las sociedades, las economías, los Estados, incluso también –pero no
siempre– sobre los idiomas y las naciones”. (Foucher, 1991:38, traducción propia).

Ahora, una vez que esta discontinuidad geográfica se impone, ¿qué


continuidades perduran? ¿Qué cambios en la vida social se
reconocen cuando el Estado llega al borde? ¿Cuál es la influencia
de la política de frontera de Argentina en el siglo XX en el tramo
analizado?

Con el fin de responder a estas preguntas, este capítulo tiene cuatro


apartados para el análisis. Primero se describe resumidamente el
proceso por el cual se llega a la delimitación del territorio nacional.
En segundo lugar, se estudian las implicancias que tuvo la
delimitación del límite internacional entre la República Argentina y la
República del Paraguay a nivel municipal posadeño: la formación y
desarrollo de la ciudad de Posadas, su relación con el gobierno
central del Estado argentino y los intereses reales y simbólicos
sobre la construcción de la frontera, tanto del Estado como de los
ciudadanos. En tercer lugar, se rastrea la política de frontera del
Estado argentino desde 1938 hasta 1991, reconociendo una
configuración de frontera cerrada hasta aproximadamente ese año,
en donde se advierte un viraje de la política argentina de frontera
para pasar del objetivo de desarrollo fronterizo al de integración
fronteriza con los países vecinos. Por último, se describe la política
fronteriza paraguaya.

1.2. Construcción de un área estratégica:


entre las disputas seculares y el Estado-
Nación
La frontera, en esta franja de territorio sobre el río Paraná, tuvo sus
períodos de estabilidad dentro de la oscilación pendular previa al
Tratado de Límites entre la República Argentina y la República del
Paraguay de 1876. Esta estabilidad se dio gracias a las
guarniciones militares que allí se alojaban, definiendo a quién le
pertenecía el territorio en cada momento histórico. Aún antes de que
existieran los Estados de Argentina y Paraguay y, en medio de
disputas incluso al interior de cada división territorial de la Corona
española, las guarniciones militares que se asentaron en el sitio de
la actual ciudad de Posadas ayudaron a ir delineando la frontera.

A partir de la década de 1540 se promovió la formación de


encomiendas desde la ciudad de Asunción, pero las revueltas y
resistencias indígenas no se hicieron esperar debido a los índices
de mortandad y maltrato sufridos (Durán Estragó, 2010:68). Con el
tiempo, la Corona española fomentó la acción de religiosos con el fin
de pacificar el área. A partir de 1580 llegaron los miembros de la
Orden de San Francisco y después de 1588 los miembros de la
Compañía de Jesús o Societas Jesu, y en dicho período se
fundaron las ciudades de Posadas y Encarnación (De Moussy,
1864:546; Durán Estragó, 2010:79). Esta empresa de la Compañía
de Jesús fue raigal, pues se crearon los “treinta pueblos jesuíticos”,
distribuidos en parte de la actual provincia de Misiones, en parte del
sureste del actual territorio del Paraguay y en el sur de Brasil. La
acción de los jesuitas constituyó una pieza fundamental de la
colonización de las tierras de los guaraníes, ya que llevó, junto con
el Catolicismo, nuevas formas de organización social y económica
basadas en la agricultura que fueron obligando a los indígenas al
sedentarismo. Luego de la expulsión de los jesuitas por parte del
Rey Carlos III en 1767, la Corona española creó, en el espacio de
las Misiones Jesuíticas, la “Gobernación de las Misiones Guaraníes”
con el fin de administrar los territorios anteriormente unidos por los
religiosos. Esta Gobernación pasó a formar parte del Virreinato del
Río de la Plata en 1776. Hasta aquel momento las fronteras habían
sido importantes respecto del “otro” portugués, quien amenazaba
con invadir los territorios de la Corona española mediante las
incursiones de los llamados “bandeirantes”. Pero al interior del
Imperio español no existían los problemas de límites; significaba lo
mismo, en términos de jurisdicción, depender de Asunción o de
Buenos Aires.

Esta situación cambió cuando la Junta de Mayo pretendió la


integración progresiva de territorios del Virreinato del Río de la Plata
a la nueva entidad surgida de la proclama independentista de 1810.
El gobernador de Paraguay, Bernardo de Velasco (1806-1811),
rechazó esta proclama, por lo cual Buenos Aires envió una
expedición a cargo de Manuel Belgrano para asegurar y defender el
área, pero fracasó. En 1814 el primer Director Supremo de las
Provincias Unidas del Río de la Plata, Gervasio Posadas (1814-
1815), decretó la unificación de las provincias de Corrientes y
Misiones bajo el gobierno de la capital correntina. A partir de 1815,
apoyado por José Artigas, el comandante Andrés Guacurarí
recuperó temporariamente los territorios de la margen izquierda del
río Paraná. Pero en 1838 se terminó de levantar en el sitio de la
actual Posadas la llamada “Trinchera de los paraguayos o de San
José o de la Rinconada”, un fuerte militar mandado a construir por el
presidente paraguayo Gaspar Rodríguez de Francia (Amable,
Dohmann y Rojas, 1996:103). Posadas perteneció a Paraguay hasta
los comienzos de la Guerra de la Triplie Alianza.

Este conflicto clave para el destino de la región opuso al Paraguay


contra una coalición formada por la República Argentina, la
República de Uruguay y el Imperio del Brasil. Los tres coaligados
habían firmado en 1865 el Tratado de la Triple Alianza que fijaba las
condiciones de rendición que se impondrían al Paraguay. El conflicto
bélico no tuvo precedentes en la región en cuanto al número de
víctimas, a su duración y sus consecuencias sociales. Terminó en
1870 dejando como saldo la adquisición de extensos territorios para
dos de los vencedores (Argentina y Brasil). Paraguay, en la que
llamó su “Guerra Grande”, perdió consecuentemente alrededor de
160.000 km², quedó endeudada con firmas inglesas para poder
pagar las indemnizaciones de guerra y perdió entre el 60 y 70 por
ciento de su población, sobre todo masculina, lo que originó una
serie de problemas económico-sociales que se extendieron por
generaciones (Areces, 2010:193). La República Argentina confirmó
su posesión sobre un territorio hasta entonces litigado, comprendido
entre los ríos Pilcomayo y Bermejo, o Chaco Central (Trinchero,
2000), en la actual provincia de Formosa y recuperó la margen
izquierda del río Paraná en la actual Provincia de Misiones, fijando
así la totalidad de su frontera norte entre la República Argentina y la
República del Paraguay.

Desde una óptica local, para el sitio de la actual Posadas, la


pacificación promovió el desarrollo del lugar, que comenzó a crecer
con la llegada de familias correntinas, paraguayas y brasileñas
vinculadas al comercio (Chaihort, Zocayki, 2008: 257), que
abastecían a los soldados del Batallón 24 en el punto de avanzada y
que, junto con los funcionarios, militares y artesanos, habitaban este
frente de ocupación (Largía, 2006:92). En 1870 se creó el municipio
de Posadas. A partir de esa fecha se establece la matriz fundante
del sistema socioeconómico del espacio misionero mediante la
combinación de los resabios de la cultura del trabajo jesuita, los
frentes de explotación de los yerbales y bosques naturales (frente
extractivista) y la incipiente colonización extranjera. Esta matriz
marcó el desarrollo del Territorio Nacional de Misiones, con la
formación de frentes pioneros y de colonización caracterizados por
el modelo de producción extractivista, especialmente de yerba mate
y madera (Abínzano, 2004:1).

Luego de ser un frente militar por tanto tiempo (primero, con Manuel
Belgrano, apenas declarada la Revolución de Mayo, luego con José
Artigas, después con los soldados paraguayos en la Trinchera de
San José o de la Rinconada y, finalmente, con el Batallón 24 de la
Guerra de la Triple Alianza) y mientras se transformaba en un frente
pionero, esto es, un frente de colonización socio-económica
productiva con la promoción de la inmigración extranjera (pasando
de un front a un frontier, el área de Posadas fue separada de su
vecina Encarnación por un límite internacional. El área adyacente al
río Paraná en la franja Posadas-Encarnación se delimitó a partir del
“Tratado de Límites entre la República del Paraguay y la Argentina”,
firmado en Buenos Aires el 3 de febrero de 1876. Este tratado fija la
línea de frontera (delimitación) que establecerá, en lo sucesivo, las
incumbencias políticas, jurídicas, económicas y sociales de cada
Estado. Dicho Tratado estableció, entre otros aspectos:
“Artículo I: La República del Paraguay se divide por la parte del Este y Sud de la
República Argentina por la mitad de la corriente del canal principal del Río Paraná,
desde su confluencia con el Río Paraguay, hasta encontrar por su margen izquierda
los límites del Imperio del Brasil (…)” (Tratado de Límites entre la República del
Paraguay y la Argentina, del 03/02/1876).

A partir de ese momento, con el municipio de la ciudad de


Trincheras de San José (Posadas) creado en 1870 y la delimitación
establecida en 1876, se hizo necesario que la “nación” llegara a esta
área alejada del centro geográfico del país, es decir, de Buenos
Aires. El “progreso”, según los pensadores de la élite argentina,
parecía el modelo ideal para guiar la realización de esta tarea. La
construcción de la frontera y la definición de sus funciones y
alcances fue así orientada por este objetivo de “progreso” y
“modernización” en el tramo Posadas-Encarnación. En este sentido,
queda claro que la horogénesis no acaba con un tratado
internacional de límites, ni con leyes nacionales, ni con la sola
demarcación en el terreno. La construcción de toda frontera abarca,
además de las políticas nacionales de frontera –que continúan
moldeando las funciones de frontera hasta nuestros días–, las leyes,
los símbolos, las ideologías y, sobre todo, la población y sus
interacciones sociales entre los países limítrofes.

1.3. Posadas después del Tratado de


Límites de 1876: la argentinidad en la
frontera (1876-1953)
El frente militar en Posadas fue dando lugar, una vez conseguida la
paz luego de la Guerra de la Triple Alianza (1865-1870), a sucesivos
frentes, internos, espontáneos, de ocupación y explotación de
recursos económicos que se estabilizaron finalmente como frentes
pioneros (Clerk, 2005). Durante la guerra se habían ido agrupando
alrededor de las tropas algunos comerciantes que, con el tiempo,
levantaron puestos de venta más estables, trajeron a sus familias y
terminaron por establecerse en el pueblo de Trincheras de los
Paraguayos. La actividad de la industria yerbatera (en tanto frontier
de avance) le dieron a “Trincheras” un aspecto de pueblo en
formación, instalándose almacenes, fondas, panaderías, etcétera
(Fernández Ramos, 1931:215).

El Acta de Instalación de la Cuidad de Posadas (la creación del


municipio), que data de 1872, denominó a la ciudad como
“Trincheras de San José”. Sin embargo, en 1879 el gobierno de
Corrientes resolvió cambiar dicho nombre por Posadas, en
homenaje al Supremo Director Gervasio Posadas. En las mismas
actas se observa como la ciudad comenzó a formarse, casi desde
sus cimientos, con la impronta del “progreso”: en 1872 se destinó el
sitio para el cementerio, en 1873 se crearon las escuelas, en 1874
se aprobaron los planos de la iglesia y en 1877 se abrieron nuevas
calles hacia el puerto y en el centro (Areco, 1985). Mientras tanto,
del otro lado del río Paraná, se sufrían aún las consecuencias socio-
económicas de la devastación de la Guerra de la Triple Alianza. Por
la falta de población masculina, las mujeres habían quedado a cargo
de los niños y de las economías familiares (Centurión, 1948:409).
No había ni médicos ni boticarios en Encarnación a fines del siglo
XIX y la ciudad era atacada con frecuencia por la fiebre mortal de la
malaria (Peyret, 1881:161) llamada comúnmente “el chucho”
(Hernández, 1887:143). El desarrollo de Posadas, por su parte,
acompañaba la consolidación del Estado argentino y su expansión
económica.

La Generación del Ochenta se encargó de dotar a la Argentina de


las características fundamentales para ser considerada un Estado
moderno: un gobierno central, un pueblo y un territorio, los tres
atributos del “Poder” estatal según la geografía política y el derecho
internacional público (Raffestin, 1974). Sin embargo, la construcción
del Estado-nación coincidente con su territorio era aún un mero
proyecto. Uno de los mayores obstáculos para el desarrollo era la
escasez de población, que ponía en evidencia la necesidad de
promover políticas de inmigración masivas, sumándole beneficios
especiales para los recién llegados. Ya la Constitución de la Nación
Argentina de 1853 otorgaba a los extranjeros “todos los derechos
civiles del ciudadano” y en 1876 se aprobó la Ley N° 817 de
Inmigración y Colonización, más conocida como la Ley Avellaneda,
destinada a promover la inmigración y la colonización (Eurasquín,
2002; Sassone, 1988). De esta manera, se comenzaron a formar las
“colonias” de inmigrantes, en su mayoría provenientes de países
europeos sobre todo en las provincias de la región pampeana
(Buenos Aires, La Pampa, Córdoba, Santa Fe) y en la llamada
región Mesopotamia (integrada por las provincias de Entre Ríos,
Corrientes y Misiones). Para tener una imagen del impacto
inmigratorio que cambió la fisonomía poblacional del país, sólo
basta decir que entre 1882 y 1925 ingresaron 5.000.000 de
extranjeros provenientes de más de 100 países diferentes en 1.600
barcos, al punto que, en 1908, el 45 % de la población argentina era
extranjera (Cozzani de Palmada, 2000).
El territorio de la actual Provincia de Misiones no quedó exento de
este proceso: se promovieron proyectos de colonización extranjera
incitados no sólo por el gobierno sino también por empresas
privadas, que juntas funcionaron como base para el re-poblamiento
y el aprovechamiento de los recursos naturales de la jurisdicción
(Gallero, 2009:32), formando una articulación de numerosos frentes
pioneros. En 1877 se crean las colonias agrícolas Concepción, San
Javier, San José, Corpus, San Ignacio y en 1893 se crea Santa Ana,
luego Candelaria (1894), Cerro Cora (1893), Apóstoles, (1898) y
Azara (1900) (Zusman y Minvielle, 1995). La colonización comenzó
a funcionar como un nuevo “frente pionero” en el área de la frontera
con Paraguay y Brasil, pero ya esta vez no un frente militar, un
frente de avance y de colonización.

Desde el punto de vista jurisdiccional, en 1881 el Presidente de la


Nación Gral. Julio A. Roca remitió al Congreso el Proyecto de
Federalización de Misiones, para separarla de la provincia de
Corrientes pero la negativa de Corrientes de traspasar el territorio a
la jurisdicción de la Nación dio lugar a los intensos debates sobre la
“cuestión Misiones” en el Congreso Nacional (Casadella et al.,
1978:14). Finalmente Misiones pasó a tener categoría de Territorio
Nacional el 22 de diciembre de 1881 por la Ley N° 1.149 y fue
regida por la Ley N° 1.532 sobre la organización de los Territorios
Nacionales. A partir de ese momento, el Territorio Nacional de
Misiones pasó a depender jurídica y políticamente del Gobierno
Nacional. Recién en 1953 Misiones pasó a tener categoría de
Provincia de la República Argentina (Ley N° 14.294 de 1953).
Mientras tanto, en la otra orilla del río Paraná, Villa Encarnación se
convirtió en departamento en 1906, por la primera Ley de División
Territorial de la República del Paraguay y en 1945 el Departamento
recibió el nombre de Itapúa, estableciéndose a Encarnación como
capital. Obtuvo sus actuales límites departamentales en 1973 por el
Decreto Ley Nº 426.

Los diferentes frentes militares (de fuerzas independentistas,


paraguayas y de las de la Triple Alianza), el frente de extracción
yerbatera, el frente pionero de colonización y la frontera estatal
implicaron diferentes formaciones territoriales fronterizas, que fueron
coexistiendo aún después de delimitada la frontera internacional con
Paraguay. El Estado Argentino y la iniciativa privada fueron
gestionando el territorio, uno a través de leyes y decretos y los otros
con la inversión en industrias de explotación de los recursos
naturales, ambos moldeando el espacio fronterizo.

Desde el punto de vista estatal, el Estado Argentino financió,


directamente a través del Ministerio del Interior o indirectamente a
través de las sociedades científicas como la Sociedad Científica
Argentina (creada en 1872), el Instituto Geográfico Argentino
(creada en 1879), la Sociedad Geográfica Argentina (creada en
1881) y el Museo de La Plata (Alcaraz, 2009), numerosas
expediciones de reconocimiento de “territorios alejados de la patria”
(Peyret, 1881; Hernández, 1887) con el objeto de relevar
información sobre la geografía, la población y los recursos naturales
con posibilidades de explotación. Como expresan Zusman y
Minvielle, la construcción territorial del Estado argentino implicó,
además de la apropiación material (mediante frentes militares o de
colonización), “la producción de conocimiento sobre el territorio a
través del cual se constituye una representación que legitimó
socialmente el proyecto territorial en cuestión” (Zusman y Minvielle,
1995: 5).

Gracias a los relatos de estos viajeros podemos observar de qué


manera se fue construyendo una representación de la “nación” y la
“civilización” en la nueva frontera. Los relatos de viaje advertían al
gobierno nacional sobre la importancia económica y estratégica de
esta región, aconsejando cada vez que fuese posible la rápida y
eficiente intervención del gobierno con el fin de “civilizar” aquella
zona “alejada de la patria” (Peyret, 1881). Alejo Peyret realizó su
primer viaje financiado por la Oficina de Tierras y Colonias,
dependiente del Ministerio del Interior de la Nación. La misión se
llevó a cabo durante 1881 y tuvo como finalidad informar al gobierno
sobre las localidades más conveniente para que el Estado
estableciera colonias agrícolas. En la primera de sus Cartas sobre
Misiones de 1881 declaró:

(…) que la iniciativa individual es impotente, cuando no está apoyada por la fuerza
colectiva; en una palabra, que la acción del Estado tiene que hacerse sentir en estas
apartadas regiones, para llevar allí la actividad humana y despertar un mundo de
riquezas. (Peyret, 1881:11).

Apenas un año después, Rafael Hernández, agrimensor enviado por


el gobierno nacional, compartió la misma preocupación que
Peyret:“Se necesita la acción del Gobierno nacional, ya
ejercitándose directamente o fomentando las empresas particulares”
(Hernández, 1887: 29). Ambos, al dar a conocer la historia de esta
región, relataron los saqueos, invasiones e injusticias sufridas por
los pueblos de Misiones entre la expulsión de los jesuitas y la
territorialización en 1881. Se evidencia en el tono de los cronistas un
interés por demostrar al gobierno quiénes han sido y quiénes serán
los “enemigos”, los “bárbaros”, los otros en esa frontera:

De los 15 pueblos florecientes que prosperaban entre Uruguay y Paraná, ninguno


quedó en pié después de tantas devastaciones y las míseras creaturas que los
habitaban fueron esparcidas por los bosques, si no muertas o esclavizadas por los
bárbaros del Portugal –Mamelucos y Paulistas, Alegrete y Chagas– han dejado, con su
ignominia, renombre imperecedero en Misiones (Hernández, 1887:19).

1.3.1. El encuentro con el “otro”: Las mujeres de


la frontera

Los documentos históricos analizados describen el comportamiento


de la sociedad local, en los que se destaca la presencia de las
paseras paraguayas, cuyas prácticas, que permanecen hasta el
presente, generaron inquietud en las autoridades desde sus inicios.
Los agrimensores de la Oficina de Tierras y Colonias advertían
sobre la barbarie que había que combatir en Misiones: por un lado,
el costado bárbaro “peligroso” del Brasil y, por el otro, el “bárbaro”
del otro lado del río Paraná, de donde provendrían la pobreza y el
desorden del espacio fronterizo de Posadas-Encarnación:

Las mujeres van y vienen constantemente de un lado al otro del río, a llevar frutas, a
negociar, a vender, a comprar. En el mercado no hay más que mujeres descalzas,
envueltas en su tipo y, con el cigarro en la boca, con el niño al pecho, agachadas al
lado de sus montoncitos de naranjas, de mandioca, de caña de azúcar y otras
fruslerías. Eso constituye indudablemente un vicio social: es necesario que el Estado
intervenga para hacerlo desaparecer” (Peyret, 1881:164).

Peyret se está refiriendo, de esta manera, a las mujeres paraguayas


dedicadas a un comercio fronterizo de características informales, un
tráfico comercial de productos de sus huertas entre las ciudades de
Posadas y Encarnación. En el presente estas mujeres son
conocidas por el nombre de “villenas” (por provenir de “Villa
Encarnación”) o “paseras” y constituyen uno de los principales
sujetos de nuestra investigación. Sobre estas mujeres paraguayas,
Rafael Hernández decía:

De Villa Encarnación pasan diariamente a este lado más de cuarenta mujeres, con
cargueros de mandioca, naranjas, miel, batatas y raspaduras, mascote [sic] de azúcar
y fariña [sic]; con esto abastecen a esta población, pues los naturales son tan
holgazanes que no trabajan ni cultivan la fecunda tierra en que viven (Hernández,
1887:48).

En la página siguiente se describe el final de la jornada de trabajo


de las paseras paraguayas a fines del siglo XIX: “Por la tarde
regresan las paraguayas con el producto de su comercio, al mismo
tiempo que vienen otras con su invariable porte de vivandera, el lio
en la cabeza, pie descalzo, pollera corta y un blanco manto que las
cubre”(Hernández, 1887:49).

La práctica comercial llevada a cabo por mujeres paraguayas, que


cruzaban el río Paraná para vender sus productos en la ciudad
argentina, aparece registrada (apenas unos años después de la
firma del tratado de límites de 1876 que determinó el nacimiento de
la frontera internacional entre Argentina y Paraguay) en los relatos
de viaje de Alejo Peyret y Rafael Hernández. Podríamos afirmar que
estos son los documentos más antiguos que atestiguan la actividad
comercial fronteriza de las mujeres paraguayas en el paso Posadas-
Encarnación, es decir, la prueba de la existencia de la “pasera”
paraguaya antes del siglo XX. Esta práctica de comercio informal y
precario constituía una parte más del paisaje de la ciudad a fines del
siglo XIX. Aunque en la frontera no existía aún el control de
personas y mercaderías, el trabajo de las mujeres paraguayas en la
frontera no contaba con la aprobación de los dos agrimensores,
pero su preocupación residía no en el comercio informal o
contrabando –dado que no existía el control de aduanas– sino en el
hecho mismo del trabajo femenino. El trabajo femenino era
comprendido, a fines del siglo XIX, a partir de la holgazanería de los
varones y como un vicio que había que suprimir. La mujer, a su vez,
era descripta como una mujer descuidada con sus hijos, fumadora
(lo que en el año 1880 era socialmente inaceptable), sin calzado y
con ropas artesanales. Estas estigmatizaciones continúan hasta la
actualidad, como veremos más adelante. Esta representación
también se encuentra en el relato de Adolfo de Bourgoing quien
describió en 1887 la situación en algunos barrios posadeños:

(…) si damos un paseo por el puerto, notaremos allí un continuo embarque de gentes
de la vecina orilla, mujeres principalmente, cargadas éstas con cestas de mercancías
diversas, (…) Es imposible imaginar gente más alegre y bulliciosa que aquélla. Así
también no se oyen allí sino carcajadas, palmoteos y exclamaciones de todo género
en guaraní. La francachela entre hombres y mujeres, suele en aquel lugar pasar los
límites de lo que sería lícito describir… (De Bourgoing; 1894:374 y 375).

Los artículos que vendían nos hablan también de la búsqueda de un


mercado donde ubicar sus productos de la huerta, de un espacio de
oferta para paliar la falta, tal vez, de producción propia por parte de
los posadeños. En efecto, a principios del siglo XX:

[a Misiones] …Azara, Apóstoles, San José le proporcionan gallinas, huevos, maíz de la


nueva cosecha. Santa Inés, Mártires, Villa Lanas, leche, sandías, zapallos.
Encarnación, verdura, mandioca, naranjas. Todo lo que necesita para la cocina le llega
de sus aledaños. Posadas quiere ser totalmente ciudad: no tiene hortales, no tiene
gallineros, ni tambos. Posee confiterías, cafés, bancos, escuelas; es cierto, talleres,
muchos talleres (Suaiter Martínez, 1936: 59-60).
Estos relatos omiten la causa de un trabajo tan marcadamente
femenino a fines del siglo XIX. Carlos Centurión afirma que a
principios del siglo XX las mujeres paraguayas tuvieron un papel
importante tanto en la guerra como en la reconstrucción del país:

En holocausto del amor a la patria sacrificaron el fruto de sus amores: el hijo; dejaron ir
al padre, al esposo y al hermano; dieron sus joyas y abandonaron sus hogares y se
transformaron en obreras de todos los talleres. (…) Piedra sobre piedra fueron
colocando con solicitud maternal (…) ¡Benditas sean las mujeres que reconstruyeron
la patria! (Centurión, 1948:409-410).

Tal vez hayan sido esas mujeres quienes, por la ausencia de


hombres en edad de trabajar en el hogar, comenzaron a cruzar el río
Paraná hacia Posadas para vender productos de sus huertas a un
mejor precio en la otra orilla del río. Según Schiavoni (1993), el
comercio de las mujeres paraguayas fue en un principio
económicamente rentable porque su negocio no fue reemplazado en
ningún momento por los productores locales. Las frutas y verduras
que llegaban a Posadas desde el sur del país eran muy caras, ya
que se les incluían los costes de transporte, por lo tanto las clases
populares de Posadas encontraban sólo en las paseras a su
proveedor de hortalizas (Figura 2).

Figura 2: Paseras paraguayas en “la placita” cercana al puerto, circa


1905.
Fuente: Archivo Sánchez Bonifato, Fotografía Dorrego, en
Warenycia (2011: 113).

Sin embargo, la relación de dependencia entre Posadas y


Encarnación era evidente en otros rubros más allá del comercio de
frutas y verduras. Hasta la llegada del primer cura párroco en 1875 a
Posadas todos los matrimonios, nacimientos y defunciones
ocurridos en Posadas debían tramitarse en la diócesis de
Encarnación y en caso de realizarse algún oficio en Posadas, era el
cura de Encarnación quien debía cruzar el río (Areco, 1985:11, 23 y
24).. Había un límite internacional que separaba a las dos ciudades,
pero no existía aún una frontera: no había una política de Estado en
el nodo estratégico fronterizo Posadas-Encarnación, no había
controles fronterizos en el puerto que uniera las dos ciudades, no
había una clara diferenciación entre ciudadanos argentinos y
paraguayos. Los cruces se hacían cotidianamente de un lado al otro
del río Paraná, sin una percepción clara de flanquear una frontera
internacional, según lo que “había” y lo que “faltaba” en cada orilla.
La presencia de las paseras en Posadas era cotidiana. El Estado
argentino intentará posteriormente controlar la frontera, alterando
estos vínculos fronterizos tradicionales que hicieron del espacio
fronterizo Posadas-Encarnación, en términos de Bandieri (2001:13),
un espacio social.

1.3.2. La construcción del “otro” desde el Estado


argentino: el progreso y la civilización

Este constante ir y venir de las mujeres paraguayas a fines del siglo


XIX no era lo que los viajeros enviados por la Oficina de Tierras y
Colonias esperaban de Misiones. Así, en sus informes técnicos para
el Gobierno Central (Ministerio del Interior) remarcaban, en cada
oportunidad, cuáles eran las líneas de acción urgentes a llevar a
cabo:

Trabajemos en Misiones, labremos sus tierras, explotemos sus tesoros naturales y en


donde hoy sólo existe (…) una población arisca, ignorante y pobre (…) que cruza la
selva desnuda a pie y desprovista de todo elemento de sociabilidad, veremos elevarse
pronto ciudades florecientes, escucharemos el rechinar de las máquinas en vez del
alarido salvaje del montaraz, el comercio operará sus prodigiosos resultados,
enriqueciendo al que compra y al que vende, al que produce y al que consume y
finalmente la luz de la civilización alumbrará estas oscuras comarcas, permitiéndonos
fraternizar por la comunidad de aspiraciones, de costumbre y de idioma con nuestros
mismos paisanos robusteciendo los vínculos de solidaridad para el engrandecimiento
de la patria (Hernández, 1887:59).

La “civilización” aparece aquí como un objetivo en sí mismo,


sustantivo de significado unívoco que, al ubicarse en las antípodas
de la “barbarie”, resulta indiscutible. La separación entre “civilización
y barbarie”, introducida en 1845 por quien luego fuera presidente
argentino, Domingo F. Sarmiento (1868-1874), explicaba el origen
de los conflictos argentinos en la convivencia de dos formas sociales
excluyentes, según el cual:

En la República Argentina se ven a un tiempo dos civilizaciones distintas en un mismo


suelo: una naciente, que, sin conocimiento de lo que tiene sobre su cabeza, está
remedando los esfuerzos ingenuos y populares de la Edad Media; otra que, sin
cuidarse de lo que tiene a sus pies, intenta realizar los últimos resultados de la
civilización europea. El siglo XIX y el siglo XII viven juntos: el uno, dentro de las
ciudades; el otro, en las campañas (Sarmiento, 2003 [1845]:40).

Misiones respondía, a la luz de los informes analizados, a esta


disputa civilizatoria para la cual era necesaria la intervención
urgente y eficaz del Estado. Los informes recurrentes en las cartas
dirigidas al gobierno del Estado Argentino mostraban que la
intervención estatal en el territorio misionero debía garantizar el
establecimiento de las fronteras no sólo desde el punto de vista de
la frontera real (tratados, leyes, control, desarrollo económico) sino
también, en términos de Foucher (1991), desde el punto de vista
simbólico (fomento de la colonización europea, educación, iglesias,
etcétera) (Alcaraz, 2009). La propuesta de Alejo Peyret era muy
clara al respecto:

Lo que deben hacer los gobiernos, y con ellos todos los hombres progresistas, todos
los amantes de la patria y de la humanidad, es propagar entre esos pueblos
rezagadísimos, el idioma, y con él, las ideas de los pueblos civilizados, a fin de que
desaparezca de una vez la barbarie con todo su séquito de preocupaciones vetustas, y
que el guaraní quede en el museo de los arqueólogos literarios, con el tupi, el
quinchúa [sic], el vascuence y otros idiomas pre-históricos (Peyret, 1881:45).

Llevar la educación significaba no sólo la alfabetización, sino llevar


el español a los pobladores, sobre todo en aquellas tierras de gran
presencia indígena o de colonización extranjera. Era fundamental
construir escuelas donde solamente se enseñara en español –la
gran mayoría de los habitantes de Misiones hablaba en guaraní–,
que inculcaran los símbolos patrios y el respeto a la ley. Hernández
también observaba este problema en Misiones: “Su idioma es una
mezcla de guaraní, paraguayo, correntino y brasilero, siendo lo
menos usado el castellano”(Hernández, 1887:47).

La alternancia entre el mito romántico del “bárbaro”, como símbolo


de naturaleza y libertad y el pensamiento social del atraso se ven
reflejadas en el discurso de los agrimensores enviados al territorio
misionero. La representación de la frontera observada en estas citas
respondía más a la idea de frente pionero de avanzada que a la
línea de separación entre Estados, es decir, que a un límite
internacional. La dicotomía entre civilización y barbarie caló tan
hondo en el discurso del “progreso” que la línea que separaba la
ciudad de Posadas de Encarnación se transformaba en el borde
entre lo humano y lo “natural”. En este contexto simbólico se alude
innumerables veces a los territorios “alejados de la Patria” o al
“desierto” (Peyret, 1881:52, 70, 71, 213 y 220; Hernández,
1887:143), como territorios apartados de la “civilización” –que se
encontraba en la capital del país–, o como territorios que, si bien
estaban poblados, contaban con habitantes que no correspondían a
los cánones de la civilización, es decir, conformaban un territorio
indígena. El desierto como “espacio vacío” remitía a una imagen de
salvajismo, en donde las leyes del Estado no llegaban, pero este
vacío de ley no significaba que el territorio estuviera despoblado: la
metáfora del desierto significaba que era un espacio apto para su
conquista y dominación (Zusman y Minvielle, 1995:3).
En este sentido, el nodo Posadas-Encarnación debía conformar,
además de un lugar “de paso”, un eje civilizatorio, citadino. La
función urbana dominante era, además de ser la capital político-
administrativa, la de vehiculizar, distribuir y direccionar la producción
resultante de las colonias agrarias cercanas, es decir, la de
garantizar la efectividad de la frontera agraria (Reboratti, 1979;
Gallardo, 1988; Schiavoni, 1997). Por eso la intervención del Estado
en este tramo fronterizo a partir de 1880 buscó no sólo garantizar la
seguridad del espacio fronterizo sino también poblar el “desierto”
selvático, porque la “estatidad” (Ozslak, 1978:12) significó, en
Argentina, no sólo poblar, controlar y gobernar el territorio sino,
sobre todo, crear un sentimiento nacional en las zonas fronterizas,
un “ser” nacional. En este espacio fronterizo como en el resto del
territorio nacional, esta construcción identitaria estuvo marcada por
la idea de la civilización, la modernización y el progreso. Mientras
que el “nosotros” se construía sobre esas bases, los “otros” no
podían ser otra cosa que incivilizados y bárbaros.

Existía, asimismo, otro sentido que se le imprimía a la frontera en la


franja Posadas-Encarnación dentro de la dicotomía civilización y
barbarie: mientras, de un lado, había progreso en el otro había
atraso, mientras de un lado había lengua española, en el otro,
lengua indígena. Aquello que el imaginario sarmientino traducía en
dicotomía campo/ciudad, aquí era reemplazado, por un lado, por la
dicotomía selva/ciudad y, por el otro, por la dicotomía
Posadas/Encarnación. La civilización se enfrentaba a la barbarie
pero en un terreno totalmente desconocido, de fronteras difusas,
donde el desierto selvático cobijaba los actos de mala fe de los
brasileros “invasores” y los paraguayos “holgazanes”.
Estimamos que una de las primeras funciones de la frontera
internacional argentina-paraguaya fue entonces, además de la
delimitación del territorio de incumbencia estatal, la separación con
los “otros”. Sin embargo, así como la “civilización” se estaba
conformando en una Argentina enfrentada a una “barbarie”, esta
separación con los otros en la frontera debía argumentarse, no era
“natural”, debía llenarse de significado. La línea arbitraria –como
todas las delimitaciones fronterizas– se debía fijar, esta vez no en el
mapa sino en el imaginario social, como una diferencia notoria entre
lo argentino y lo paraguayo. Como bien sintetiza Alain Musset, “el
Estado (en el continente americano) ha precedido a la nación, por lo
que el nacionalismo ha tomado su fundamento sobre la base de la
defensa de las fronteras, siendo considerado el territorio como el
substrato del sentimiento nacional” (Trad. Propia) (Musset, 2006:45).
Las políticas estatales relativas a la territorialización de Misiones
dieron cuenta de una necesidad y un interés por parte de los
sucesivos gobiernos nacionales por llevar a la frontera el desarrollo
económico y social, las leyes y la población. Pero no debemos
olvidar que la horogénesis argentino-paraguaya fue moldeada
también por intereses locales, por hombres que llevaron a ese
mismo Estado sus preocupaciones y sus necesidades para, en
primer lugar, dar a conocer aquel territorio alejado del poder central
y, en segundo lugar, abogar por la territorialización y
provincialización de Misiones. Encontramos así la historia de
pobladores que conocían este espacio fronterizo y cuya subjetividad
fue generando representaciones, ideas, intereses y propuestas
sobre esta región tan particular.
Si, como expresa Musset y Hobsbawm [7], no fueron los Estados y
las naciones las que construyeron el nacionalismo, sino que fue “al
revés” (Hobsbawm, 1998:18) 1, en Argentina y en particular en
Posadas de fines del siglo XIX era necesario llevar al Estado a la
frontera. Para ello era menester contar con ciudadanos, tarea que
preocupaba a los posadeños de fines del siglo XIX. Debido a la falta
de un cura párroco en Posadas a principios de la década de 1870 se
hacía imposible organizar la nómina de niños nacidos en el territorio
argentino, como ya lo vimos. En la sesión del 24 de octubre de 1874
el primer Consejo Municipal del Municipio de Posadas expresó esta
preocupación por el “ser” nacional:

Atendiendo también a las circunstancias de que nuestro municipio


carece hasta el presente de curato propio y como es consiguiente
carece también del registro parroquial en el cual se deben constar
los nacimientos, matrimonios y defunciones para probar en todo
caso el Estado civil de las personas (…) Atendiendo también la
Corporación Municipal la Constitución del país por la cual son
argentinos todos los que nacen en el territorio de la república o de la
Confederación y queriendo en lo sucesivo cortar el avuso [sic] que
se comete en un lugar limítrofe como éste donde no existe curato y
los bautismos y casamientos que se practican se llevan
generalmente a registrar y archivar en el Extranjero, la Corporación
Municipal de acuerdo con el Señor Juez de Paz del Departamento
guiados por su espíritu de patriotismo, ha acordado también el abrir
el citado libro de rejistros [sic] en el cual deben constar
protocolizados todas las actas de bautismos Casamientos y
Defunciones que hubiese en lo sucesivo (Areco, 1985:23).
Además de registrar y probar la nacionalidad, para construir el
Estado se recurrió, entre otros mecanismos discursivos y
educativos, al relato histórico como discurso legitimador y
demarcador de la identidad nacional y misionera. La tesis de Jaquet
(1998, 2005) demuestra cómo comenzaron a aparecer, a fines del
siglo XIX, textos de historiadores o juristas misioneros que, con el fin
de dar respuesta a la “Cuestión Misiones”, también remarcaron la
separación entre el “nosotros” y los “otros” de la frontera. La
producción intelectual de la región pareciera haber estado marcada,
desde sus inicios a fines del siglo XIX y hasta 1950, por el apoyo
científico a un reclamo de carácter político: la transformación del
Territorio Nacional de Misiones en una Provincia Nacional.
Mardoqueo Navarro (1824-1882) fue el primer historiador que apeló
a la historia de Misiones remarcando, por un lado, la victimización
de Misiones no sólo frente a los países vecinos sino también frente
a la Provincia de Corrientes y, por el otro, la importancia de Misiones
en la conformación del Estado Nacional, reconstituyendo los héroes
nacionales y recalcando las fronteras –y los sucesivos “frentes”– con
los países vecinos. Se iniciaba así, según Jaquet, una
argumentación histórica que presentaba a Misiones como un área
permanentemente “despojada”, “invadida” por la “rapiña” de los
vecinos (haciendo alusión a las expediciones portuguesas o
paraguayas). La idea de una vecindad peligrosa amenazaba a la
civilización ya no con el vicio y la pobreza, sino con la conquista, con
la invasión o con la violación de la soberanía nacional. La
legitimidad que Misiones debía buscar para transformarse en
provincia argentina dependía justamente de su calidad de
“fronteriza”. Ya en esa época la idea de “cuña”, de aquello que se
mete entre dos espacios, dividiendo y controlando, la idea de un
territorio fronterizo acechado era el baluarte legitimador de su
autonomía política como provincia.

La necesidad de los ciudadanos de Posadas de ser escuchados por


el Estado fue gradualmente satisfecha. La ciudad de Posadas entró
al siglo XX con una pujanza excepcional. Ya para principios del
1900, entre inmigrantes extranjeros y aquellos llegados de otras
provincias de la República Argentina, se fue conformando la base
poblacional de la ciudad de Posadas, siempre vinculada a su vecina
Encarnación. Los intercambios continuaron y la ciudad argentina
creció rápidamente: para 1902 ya se había instalado definitivamente
el servicio de luz eléctrica y se pavimentaron calles que
comunicaban el área del puerto con el centro de la ciudad y con el
ferrocarril. En 1912 quedaron construidos definitivamente el puerto y
el muelle para facilitar la carga y descarga de pasajeros y
mercadería en la ciudad. En el primer cincuentenario de la
federalización de Misiones, Raimundo Fernández Ramos hizo un
recuento de la historia y la actualidad de la ciudad de Posadas,
enumerando exhaustivamente la cantidad de comercios, industrias,
cines, entidades gremiales y políticas, centros médicos y sociales y
entidades deportivas de la ciudad. Posadas iba tomando otra forma:
“Desde 1926, la edificación ha cambiado sensiblemente, en estética
y en su forma arquitectónica. Se encuentran hoy en Posadas
hermosos chalets y edificios de 2 y 3 pisos… que han dado un
aspecto moderno a la ciudad” (Fernández Ramos, 1931:223).
Posadas fue, desde sus comienzos un poblado resultante de un
frente de ocupación militar (una trinchera), un pueblo alejado de la
idea del campo y la producción agrícola. Se fue desarrollando como
ciudad de contacto, de cruce, de paso, como proveedora de
servicios, con oficinas de gobierno y de comercio, preparándose
para ser una verdadera ciudad capital de provincia.

El Territorio Nacional de Misiones obtuvo la categoría de Provincia


mediante la Ley Nº 14.294 de Provincialización de Misiones,
promulgada el 22 de diciembre de 1953, pero ello no significó la
desaparición de estas representaciones territoriales ya ancladas en
la construcción identitaria de la sociedad misionera: la cualidad de
argentinos “limítrofes”, “fronterizos”, de habitar una “cuña” que se
interna en los países vecinos, de defender el territorio argentino
ganado a los invasores. Este sentimiento fue acompañado por la
política fronteriza argentina hasta 1983. Porque, además de marcar
el terreno y las diferencias entre el “nosotros” y “ellos” a ambos
lados de la frontera, el Estado nacional garantizó la seguridad de
ésta por medio de leyes y decretos nacionales, como bien lo
establece el Art. 67 inciso 16 de la Constitución de la Nación
Argentina de 1853, en el que figura, entre las atribuciones del
Congreso Nacional, la responsabilidad de “proveer la seguridad de
las fronteras”.

1.4. El Estado en la frontera: Leyes y


políticas de frontera en Argentina desde
1938 hasta 1991
El Estado nacional argentino comenzó a construirse a partir de la
identificación de su territorio y los límites con los países vecinos.
Aún apenas conseguida la Independencia –a partir de la segunda
década del siglo XIX– existieron signos de desconfianza hacia los
países vecinos (De La Reza, 2001), lo que implicaba que las
fronteras debían ser un aspecto prioritario de la consolidación
estatal. La inclusión de una cláusula sobre su seguridad en la
Constitución de la Nación Argentina podría considerarse como
proto-política de frontera, es decir, como el interés inicial de un
Estado en formación por sus fronteras internacionales. Creemos,
con Sassone (2001) que la verdadera política de frontera en
Argentina (más allá del ejercicio de control fronterizo en algunos
pasos internacionales) comenzó con la creación de la Gendarmería
Nacional en 1938. Este organismo fue creado con el fin de velar por
la seguridad de las zonas periféricas, para “contribuir decididamente
a mantener la identidad nacional en áreas limítrofes, a preservar el
territorio nacional y la intangibilidad del límite internacional” (Ley N°
12.367).

1.4.1. áreas y Zonas de Seguridad de Fronteras: el


objetivo de la “argentinización” para el desarrollo
fronterizo (1944-1983)

Poco después de la creación de la Gendarmería Nacional se


conformó una categorización de las fronteras por parte del Estado
en un intento de control del espacio fronterizo, es decir,
respondiendo no sólo a cuestiones de seguridad, sino también
económicas, políticas y legales. De esta manera, se creó en 1944 la
figura jurídica de “Zona de Seguridad” por medio del Decreto Ley N°
15.385/1944, en otras palabras, una franja de territorio de longitud
variable cercana a la línea de demarcación, destinada a
“complementar las previsiones territoriales de la defensa nacional”.
Para ejercer el control sobre estas zonas se creó en el mismo año la
Comisión Nacional de Zonas de Seguridad, dependiente del
Ministerio de Justicia de la Nación. En estas áreas se aplicó un
“ordenamiento jurídico especial que primero tuvo como bien jurídico
tutelado la seguridad y con el devenir del tiempo fue ampliando su
tutela al desarrollo integral”(Sassone, 2005:224). La ciudad de
Posadas quedaba entonces, enteramente, dentro de la Zona de
Seguridad para aquellos años.

En 1970, la política de frontera se definió con la Ley N° 18.575 y sus


lineamientos generales perduran hasta nuestros días (aunque ha
sido complementada y modificada por veintisiete Leyes y Decretos
Nacionales). Esta norma estableció las Zonas y las áreas de
Frontera y su órgano de aplicación fue la Superintendencia Nacional
de Fronteras, que desaparecería en 1996 para ser reemplazada por
la Dirección de Asuntos Técnicos de Fronteras. Esta ley buscaba
beneficiar aquellos territorios con debilidad económica y
demográfica para integrarlos completamente al territorio nacional. La
“Zona de Frontera” es definida como el espacio adyacente al límite
internacional que compone una franja que rodea toda la periferia del
país, mientras que las áreas de Frontera son los espacios que, en el
interior de las Zonas de Frontera, son especialmente críticos en
razón de sus características y situación específicas. Constituyen,
por lo tanto, espacios prioritarios en materia de desarrollo
económico. Las medidas promocionales incluían la instalación de
poblaciones, de infraestructura de transporte y comunicaciones, de
industrias de explotación de recursos naturales, regímenes
especiales de créditos e impuestos, la facilidad de acceso a la tierra,
mejoras del sistema educativo y sanitario, etcétera.

El interés puesto en la defensa de las fronteras se hizo evidente en


la última dictadura militar (1976-1983), con la planificación de las
siguientes normas que complejizaron la política de frontera: a) la Ley
N° 21.900 de 1978 sobre la adjudicación de las tierras fiscales en
las Zonas de frontera; b) un sistema de créditos para industrias
instaladas en las zonas de frontera reglamentado en 1977 por el
Banco Nacional de Desarrollo; c) la inauguración de una central
telefónica automática en Bernardo de Irigoyen en 1979; d) un
programa de becas para estudiantes de las fronteras, otorgado por
la Gendarmería Nacional y el Ministerio de Cultura y Educación; e)
créditos para las municipalidades de Zonas de Frontera, otorgados
por la Caja Nacional de Ahorro y Seguro (Rey Balmaceda,
1979:349).

Además de estas cinco leyes (Ley N° 12.367, Decreto/Ley N°


15.385, Decreto N° 14.587, Ley N° 18.575 y Ley N° 21.900) y
normas complementarias, existieron otras relacionadas con el
accionar del Estado en esas áreas de frontera, que particularmente
fueron sancionadas durante los gobiernos militares de facto en
Argentina, cuando primaron las concepciones políticas
nacionalistas. Así podemos ver que la Ley N° 19.524 de 1972, bajo
el gobierno de facto del general Alejandro Agustín Lanusse (1971-
1973), estableció las bases para el funcionamiento de las escuelas
de frontera. Entre los objetivos que se persiguieron está el de:
“promover ideales que estimulen la adhesión a los principios que
fundamentan la lealtad nacional y la afirmación del sentimiento de
pertenencia a la sociedad argentina”. Por otra parte, al igual que la
prohibición de adquirir bienes muebles e inmuebles por parte de
extranjeros de países limítrofes en las áreas de Frontera, los
maestros tampoco podían ser extranjeros sino argentinos nativos o
por opción.

Se evidencia que las relaciones con los países vecinos estuvieron


marcadas por la desconfianza y la competencia. En algunos casos,
esta desconfianza ponía de relieve acercamientos estratégicos con
unos en detrimento de otros (por ejemplo, con el proyecto de la
Represa de Yacyretá entre la República Argentina y la República del
Paraguay). Esta inquietud, sumada a la preocupación del Estado por
“argentinizar” las Zonas de Frontera, está presente en el articulado
de la Ley N° 19.248, promulgada el 21 de Septiembre de 1971, que
trata sobre las políticas secretas del Estado:

Art. Nº 2: “Estrechar los vínculos de todo orden con Uruguay, Paraguay, Bolivia y Perú,
especialmente mediante las obras de infraestructura física, creando intereses comunes
que aseguren nuestra preeminencia y eviten la expansión brasileña hacia el Oeste.”

Nº 54: “Promover el desarrollo económico, social, cultural y demográfico en las zonas y


áreas de frontera, con el objeto de reafirmar el ejercicio de la soberanía, asegurar la
integridad territorial y proyectar la influencia del país hacia el exterior. Incrementar el
control y vigilancia en las áreas de frontera y en los puntos de fricción.” (Ley N° 19.248
Políticas Nacionales Secretas).

El Estado buscaba, por medio de diferentes políticas económicas,


sociales y culturales, la manera de “argentinizar” las provincias
periféricas. En cada una de las iniciativas estaba presente el
imperativo de poblar las zonas fronterizas y garantizar las
necesidades básicas de estas nuevas formas de colonización, para
lograr la “asimilación de las formas de vida propias de la cultura
argentina” (Ley N° 19.524 Régimen de escuelas de zonas y áreas
de frontera). También existía un rechazo hacia los ciudadanos de
países limítrofes en cuanto a ciertas actividades prohibidas, como
negociar en las áreas “críticas” de frontera o ejercer trabajos
catalogados como estratégicos, como la docencia. En cuanto a los
países vecinos, se establecía una diferenciación en las
percepciones sobre su peligrosidad. No todos los extranjeros de los
países limítrofes representaban lo mismo. Por ejemplo, en 1972,
mientras Uruguay, Paraguay, Bolivia y Perú eran vistos como
posibles “aliados” –cabe preguntarse de qué tipo, dado que el
vínculo debería “asegurar la preeminencia” argentina–, Brasil era
percibido como un “adversario”, un enemigo con ambiciones
expansionistas. Esta visión de la vecindad regional era compartida
por algunos geógrafos, como Rey Balmaceda y Kaul Grünwald. Rey
Balmaceda advertía, en 1979, que la frontera argentina no debía
estar delimitada sólo por los hitos:

(…) la acción argentinizante de la periferia del territorio nacional tiene tres nortes
insoslayables: a) la urgencia de poblar las fronteras –vacías u ocupadas por
extranjeros– con argentinos nativos que se arraiguen y constituyan un verdadero
vallado humano a pretensiones extrañas; b) alcanzar una efectiva cohesión interna con
un adecuado desarrollo de una infraestructura de circulación y de comunicaciones, y c)
implantar un régimen educativo que abroquele a nuestros pobladores contra cualquier
influencia foránea. Es evidente que en gran parte de la periferia nacional la existencia
de un hito no es suficiente elemento de demarcación: sólo la presencia argentina, real
y tangible, es instrumento idóneo de delimitación (Rey Balmaceda, 1979:355).

Por su parte, el Profesor Guillermo Kaul Grünwald, contemporáneo


del Dr. Rey Balmaceda, coincidía con él en que:

(…) la primera medida que consideramos necesaria es la de argentinizar dichas zonas


[de frontera] trasplantando ciudadanos argentinos en centros en que a cada núcleo
familiar se le asigne una parcela de tierra fiscal proporcionada a su capacidad
económica y a su trabajo (Kaul Grünwald, 1982:40).
La desconfianza hacia algunos de los países limítrofes y la acción
de sus ciudadanos en las zonas fronterizas ha prevalecido sobre
todo en los períodos de gobiernos militares en Argentina, en los
cuales primaban las planificaciones de Seguridad y Defensa
Nacional. Las hipótesis de conflicto bélico con los países vecinos
fundamentaban la militarización de los controles fronterizos,
situación que hacía a su vez precaria la paz en la región. Hasta la
década del setenta, el llamado litoral mesopotámico fue una zona
funcional a las hipótesis de conflicto, por lo que las fronteras debían
estar protegidas militarmente y evitarse todo tipo de conexiones con
los países limítrofes (Levinton, 2010:163).Fue recién a partir de
1983, con el proceso de democratización en Argentina, que la
concepción de las fronteras por parte del Estado comienza a girar
en torno a la integración con los países vecinos, aunque esto sin
abandonar el control de los límites y las áreas de frontera.

Hasta 1983, la política argentina de frontera buscaba el desarrollo


fronterizo, es decir, la necesaria incorporación de las fronteras a la
estructura socio-económica del país. Entendemos el desarrollo
fronterizo como una política basada en concepciones competitivas
de las relaciones interestatales y que se realiza mediante iniciativas
nacionales que responden a objetivos y estrategias integrales de
desarrollo, adecuándose a un cuerpo de normas (leyes, planes,
estrategias, programas, proyectos). Este tipo de política de frontera
podía abarcar los campos de la infraestructura social y económica,
la dotación de servicios básicos, la promoción de actividades
productivas y el fortalecimiento de la capacidad de gestión local y
regional.
1.4.2. Del desarrollo fronterizo endógeno a la
cooperación fronteriza (1983-1991)

A partir de 1983 los desafíos económicos mundiales dejaban sin


asidero las propuestas de integración regional selectiva o “en contra
de” (la integración energética con Paraguay para contrarrestar el
posible “peligro” de Brasil) y obligaban a una acción conjunta
regional sudamericana para enfrentar las crisis financieras del
continente. La integración era inminente, los cambios serían
precipitados y se harían ver más rápidamente allí donde las
sociedades de los países involucrados se encuentran diariamente:
en las fronteras. Las fronteras empezarían a tomar otras formas,
otras connotaciones, menos relacionadas con el conflicto y la
desconfianza que con la integración y el contacto.

En este sentido, el retorno de los gobiernos democráticos en el


Cono Sur propició el acercamiento y la concertación política en la
región, generando un cambio de percepción en el interior de cada
país. En Argentina, el decreto 1182 de 1987 diferencia el tratamiento
entre la Zona de Seguridad y la Zona de Frontera para el desarrollo,
sobre la base de nuevas políticas de reorganización territorial. Este
decreto establece que todo el territorio de la Provincia de Misiones
debe ser considerado como Área de Frontera. El Estado, aunque
suavizara el tratamiento de sus fronteras nacionales, reconocía que,
en primera instancia, fue el establecimiento de esas mismas
fronteras el acto constitutivo de la República Argentina. En este
sentido, en 1988 el gobierno decide homenajear a los primeros
gendarmes argentinos que habían trabajado en los puestos de
frontera de los entonces Territorios Nacionales, mediante la Ley N°
23.630, que los declara como “expedicionarios de frontera”. Se
estaba premiando así el “hacer frontera”, la actividad de cuidar,
reconocer y controlar las fronteras nacionales.

En ese mismo año, la Ley N° 23.554 de Defensa Nacional


diferenciaba por primera vez la significación y alcance de la Defensa
Nacional de la Seguridad Interior. Siguiendo a Sassone (2001:121),
podríamos decir que la integración se estaba pensando en ese
momento ya “hacia fuera” y no “hacia adentro” del territorio nacional
como antes de 1983. Según la autora, el cambio más significativo
sobre las políticas de frontera se dio recién en 1996 cuando se
suprimió la Superintendencia Nacional de Frontera, organismo que
controlaba las áreas de Frontera más “sensibles”. Hay un momento
fundamental en la concepción geopolítica argentina a principios de
los años 90: la posibilidad de integración en un bloque de países de
América del Sur (el proceso del Mercado Común del Sur o
Mercosur). Como veremos en el próximo capítulo, la política de
frontera argentina a partir de 1991 va a estar marcada por la
“cooperación fronteriza” y la “integración fronteriza” y no tanto por el
desarrollo fronterizo de los años anteriores. La cooperación
fronteriza implica la colaboración entre dos áreas adyacentes a un
límite internacional (un espacio fronterizo) que, vinculando o no a los
órganos gubernativos (locales, regionales y nacionales) de los
Estados involucrados, buscan la solución de problemas para el
desarrollo conjunto del espacio fronterizo. En general, son los
organismos de gobierno los que promueven este tipo de
cooperación, que funcionan como las bases para la integración
regional y fronteriza a escala binacional y local. En el próximo
capítulo analizaremos la integración fronteriza y sus posibles
implicancias en la conformación de espacios transfronterizos.

1.5. Política de frontera de la República


del Paraguay
Con respecto al tratamiento de la República del Paraguay a sus
fronteras internacionales, debemos indicar en primer lugar que todas
las fronteras del país constituyen fronteras internacionales dado que
Paraguay no tiene acceso al mar (al igual que Bolivia). Limita al sur,
sudeste y sudoeste con Argentina, al este con Brasil y al noreste
con Bolivia.

Una vez logradas las independencias en el continente americano, la


definición de las fronteras paraguayas no fueron precisas, al punto
que terminaron de delimitarse luego de dos guerras: la Guerra de la
Triple Alianza (1865-1870) y la Guerra del Chaco (1932-1935) contra
Bolivia. La centralidad territorial de Asunción y los amplios espacios
vacíos desde el punto de vista demográfico generaban un
desequilibrio territorial que dificultaba la delimitación y control de las
fronteras internacionales (Vázquez, 2010). Durante el período del
dictador Rodríguez de Francia (1814-1840) se intentó controlar el
territorio militarizando puestos fronterizos (como la Trinchera de los
paraguayos, por ejemplo) pero no se logró el poblamiento ni el
desarrollo económico de vas vastas regiones fronterizas, tanto las
orientales como las occidentales.
La colonización de los territorios vírgenes llegó recién en la segunda
mitad del siglo XX, con las políticas tendientes a atraer la
inmigración extranjera, la distribución de tierras fiscales para el
cultivo y la denominada “marcha hacia el Este” para colonizar las
áreas fronterizas con Brasil durante el mandato del dictador
Stroessner (1954-1989) (Vázquez, 2010). La política de frontera
propiamente dicha comenzó en 1953, cuando el Departamento de
Límites, que pertenecía al Instituto Geográfico Militar (creado en
1940), pasa a depender del Ministerio de Relaciones Exteriores y
Culto, con la denominación de Comisión Nacional Demarcadora de
Límites (CNDL). Esta comisión tiene todavía a su cargo (hasta el
año de cierre de esta investigación) el estudio, deslinde,
demarcación, caracterización, registro y control de los límites
internacionales de la República del Paraguay, bajo la dependencia
directa del Ministro de Relaciones Exteriores. Le compete la
inspección y mantenimiento de los hitos ya erigidos, la apertura y
mantenimiento de picadas en la línea de frontera. La CNDL está
representada y dirigida por un Presidente, quien coordina y planifica
las acciones de los Delegados Demarcadores paraguayos que
integran las “Comisiones Binacionales Demarcadoras de Límites”,
que llevan a cabo tareas de Campo y de Gabinete. Los Delegados
Demarcadores son funcionarios técnicos que interpretan y aplican
en el terreno lo estipulado en los Tratados de límites mediante
trabajos topográficos y con el empleo de GPS y otros implementos
electrónicos de alta precisión.

En el año 2005 se sancionó la Ley N° 2.532, que estableció una


Zona de Seguridad Fronteriza de 50 kilómetros en donde se prohíbe
la instalación en territorio paraguayo de personas o empresas de
Brasil, Argentina o Bolivia. En el año 2011 se reglamentó por medio
del Decreto N° 7.525.

Con la presidencia de Fernando Lugo (2008-2012) se creó el Comité


Interinstitucional de Población (CIP) bajo la coordinación del
Ministerio del Interior y sobre el cual recaen las políticas de
Población y Frontera. El objetivo general del CIP es “llevar a cabo
un programa para el efectivo ordenamiento y desarrollo territorial del
país y sus zonas de frontera con base en el fortalecimiento de los
gobiernos locales”. Esta propuesta de ordenamiento territorial
incluye un programa de Fortalecimiento de Ciudades Fronterizas y
persigue las siguientes metas: la presencia del Estado en ciudades
de frontera, el acceso vial y a medios de Comunicación, el
fortalecimiento de centros de salud, la capacitación de mano obra
joven, la cobertura de Registro Civil e identificaciones y la
instalación de puestos de la Dirección Nacional de Migraciones y de
la Dirección Nacional de Aduanas (Rhi Sausi y Oddone, 2010).

Para finalizar, luego de analizar las políticas fronterizas argentinas y


paraguayas, estimamos que, en el análisis histórico, la frontera
adquiere relevancia en sí misma, no sólo por su función de límite,
sino por su influencia en la delimitación de la identidad nacional. La
frontera ha sido parte fundamental de la historia de este espacio que
nos ocupa, e de Posadas-Encarnación: ha definido los
“amigos/enemigos”, los “bárbaros” de los “civilizados”, ha legitimado
las políticas de promoción de población y desarrollo productivo. La
formación de la frontera no culminó con el tratado de límites sino
que se fue delineando en frentes sucesivos, entre los cuales hemos
ubicado las siguientes formaciones territoriales fronterizas, tomando
algunos de los términos de la tradición de estudios fronterizos
anglosajona (Macias, 2003): 1) el frente miliar o front, como la línea/
área donde se apostan y luchan dos o más ejércitos enemigos; 2) el
frente pionero o frontier en términos de Turner, como un frente de
avance en la construcción de la soberanía político-territorial (Le
Dérout, , 2006); 3) el frente extractivista (Abínzano, 2004) y el frente
de colonización, como los frentes económicos de explotación; 4) el
límite o boundary, como la línea que delimita el territorio y, por
último, 5) la frontera internacional o border, como un espacio
geográfico que incluye la línea de frontera así como la zona de
frontera y en donde se realizan los controles que definen la
funcionalidad del límite internacional. Como vimos, estas
formaciones territoriales fronterizas no son excluyentes en el devenir
histórico de un territorio, es decir, no debemos pensarlas como
estadios consecutivos y lineales en la formación de una frontera sino
superpuestas y desacompasadas (Salhins, 1996:36).

Sobre los comportamientos sociales documentados en este tramo,


comprobamos que la práctica de las paseras paraguayas fue
destacada apenas se definió el límite internacional, donde se
advierte una estigmatización no sólo por su práctica comercial –aún
no hay controles aduaneros en el paso fronterizo– sino también por
su condición de mujeres trabajadoras e indígenas guaraníes. La
estigmatización responde a los objetivos del naciente Estado-nación
argentino: “civilización y progreso”. Las relaciones sociales
fronterizas entre las dos orillas, como pudimos observar en este
capítulo, están atravesadas por estas representaciones de
civilización, de barbarie y de vecindad indeseable.
De esta manera, al mismo tiempo que el Estado comenzaba a
preocuparse por gobernar eficientemente su territorio a través de la
definición y defensa de sus fronteras, los misioneros reclamaban su
“status” de provincianos, valiéndose justamente de su calidad de
argentinos y, más específicamente, de argentinos fronterizos.
Tampoco es casual, en esta línea, que los historiadores misioneros
apelaran a eventos que defendían su nacionalidad frente a la figura
de invasores extranjeros. Estas operaciones “desde abajo”
contribuyeron a la construcción de una identidad nacional y local,
contando con una característica fundamental: el “ser” fronterizo.

Por último, sobre la política de frontera argentina comprobamos que


el Estado argentino, a partir de leyes y decretos, promovió la
“argentinización” de las fronteras, el desarrollo fronterizo, la
integración territorial “fronteras adentro” y el recelo con los países
limítrofes hasta 1983, año en que comienza una nueva etapa
democrática luego de numerosos golpes de Estado en Argentina.

Hasta 1983, entonces, las fronteras internacionales fueron


consideradas zonas donde tenía que ser “asimilado” –noción a priori
absolutamente distinta a la de “integración”– el sentimiento nacional.
La escuela debía enseñar este “ser argentino” como si fuera
matemática, a través de la geografía y de la lengua española, allí
donde se hablaran otros idiomas. Las fronteras nacionales fueron
construidas así por el Estado, como barreras políticas y militares,
alimentadas por la construcción identitaria nacional y la
desconfianza hacia el “otro”, ya sea por pobre, por ilegal, por
peligroso o por invasor. Como veremos en el próximo capítulo, este
tipo de concepción fue cambiando paulatinamente en la década del
80 para virar completamente a una política de integración fronteriza
–con sus idas y vueltas– hacia 1991. Sin embargo, el estudio de la
horogénesis en este tramo de Posadas-Encarnación nos lleva a
pensar que la construcción de la frontera es un proceso que no
termina dado que algunos de sus componentes simbólicos –
correspondientes, en este caso, a la “identidad nacional” argentina y
a la “otredad”– siguen moldeando las prácticas y las
representaciones sociales fronterizas hasta nuestros días.

NOTAS:

7. Sobre el concepto de nacionalismo, ver Guibernau, M. (1996);


Birnbaum, P. (1997); Touraine, A. (1997); Wieviorka, M. (1998);
Hobsbawm, E. (1998); Quijada, M. (2000); Bohoslavsky, E. (2006).
CAPÍTULO 2. Configuración
territorial, política, y económica del
espacio fronterizo Posadas-
Encarnación
“Convencidos de que toda innovación en la ciudad influye en el dibujo del cielo, antes
de cada decisión calculan los riesgos y las ventajas para ellos y para el conjunto de la
ciudad y de los mundos”, Ítalo Calvino, Las ciudades invisibles, 2008.

2.1. Introducción
Este capítulo tiene como objeto describir las trasformaciones
territoriales y político-económicas más importantes producidas
desde 1990 hasta el año 2010 en el paso Posadas-Encarnación,
desde las escalas local, binacional y regional sudamericana. Como
anticipamos en la introducción, centraremos nuestro análisis en tres
acontecimientos: la construcción e inauguración del puente
internacional San Roque González de santa Cruz, la integración
regional del Mercosur y la política económica argentina a partir de
1990. Desde la perspectiva local, el puente internacional San Roque
González de Santa Cruz se enmarca en las obras de infraestructura
realizadas en ambas ciudades en el marco de la Empresa
Binacional Yacyretá (EBY) y, juntas, evidencian un cambio en el
espacio fronterizo: por un lado, aumenta el movimiento de personas
y bienes (relaciones sociales que trascienden los límites de los
países) y, por otro, los paisajes y los conflictos sociales en una y
otra orilla se comienzan a asemejar con las obras de una misma
empresa. En la escala bilateral y regional, los acuerdos entre la
República Argentina y la República del Paraguay viabilizaron, desde
la década del setenta, diferentes tipos de cooperación fronteriza que
fueron allanando el camino hacia la integración regional. En este
sentido, las políticas fronterizas regionales, en el ámbito del
Mercosur, abrieron otros paradigmas de vinculación con los países
vecinos. Estas transformaciones pertenecen a la lógica de la
cooperación fronteriza y tienen la cualidad de favorecer la creación
de espacios fronterizos de gran permeabilidad. El camino de la
cooperación abriría, asimismo, las puertas a la integración
fronteriza. Finalmente, las medidas macroeconómicas adoptadas en
Argentina a partir de 1990, en el marco de estos cambios
normativos y espaciales, tendrán consecuencias también en las
relaciones entre Posadas y Encarnación.

Buscaremos entonces explicar el recorrido político que, partiendo


desde una lógica de fronteras cerradas –o aptas solamente para
proyectos de cooperación fronteriza de sesgo geopolítico estratégico
de seguridad– llevó a una concepción de fronteras abiertas y a la
integración fronteriza –y tal vez a la configuración de un espacio
transfronterizo en formación– en Posadas-Encarnación entre los
años 1990 y 2010. Para responder a las preguntas planteadas, este
capítulo se organizará en cuatro apartados desde una lógica local-
regional. En el primer apartado se repasará teóricamente la
vinculación entre los conceptos de ciudades fronterizas e integración
fronteriza para llegar a comprender la configuración territorial
transfronteriza, fundamental para el análisis de la frontera
internacional moderna. El segundo apartado estará destinado a
analizar la construcción del puente internacional, las obras del Plan
de Terminación de Yacyretá y sus consecuencias sociales y físicas
en el nodo Posadas-Encarnación. El viraje de las concepciones
políticas fronterizas se realizará en un tercer apartado mediante el
análisis de los acuerdos bilaterales fronterizos entre Argentina y
Paraguay a partir de la década del setenta y los avances en la
normativa ligada a la cooperación e integración fronteriza en el
ámbito del Mercosur. Por último, el cuarto apartado describirá las
medidas macroeconómicas argentinas que mayor impacto
ocasionaron en el nodo Posadas-Encarnación durante la década de
1990.

2.2. Desde el espacio fronterizo al espacio


transfronterizo: apuntes conceptuales
En este capítulo se analizarán, desde la perspectiva geográfica, las
vías de vinculación física entre Posadas y Encarnación, además de
las obras de infraestructura que han modificado el paisaje entre
estas dos ciudades de frontera. El concepto “ciudades de frontera”
refiere a aglomeraciones urbanas que tienen una relación estrecha
con una frontera internacional. Jan Buursik (2001) propone una
clasificación de ciudades de frontera: 1) ciudades de frontera que
dependen de la existencia de la frontera misma, ejemplo de esto
pueden ser un punto de pasaje y comunicación, cuya economía está
dominada por la presencia de la frontera; 2) la ciudad fronteriza
duplicada, en la que la existencia de una ciudad fronteriza provoca
la creación de otra del otro lado del límite internacional; 3) la ciudad
fronteriza dividida: una misma ciudad dividida por la frontera (como
Berlín durante la separación de las dos Alemanias) y 4) las ciudades
fronterizas conectadas, que no están geográficamente cerca pero
que están muy vinculadas por diferentes infraestructuras de
comunicación y por diferentes medios (por ejemplo entre Malmö y
Copenhague). Esto es posible gracias a redes de técnicas y de
comunicaciones que dibujan nuevas formaciones espaciales, de
ciudades-nodos, por donde transitan las mercaderías y las
informaciones, como por ejemplo Paris o Londres (dentro de la
integración fronteriza de la Unión Europea) a través de sus grandes
infraestructuras de comunicación (aeropuertos, puertos, ferrocarril,
centros logísticos, etcétera). Nuestro caso pertenecería al primer
tipo de par de ciudades de frontera.

Una manera de comprobar la existencia de una ciudad fronteriza


será entonces, no tanto su vinculación territorial directa con la
frontera sino una relación de comunicación socio-económica. Una
ciudad de frontera se caracteriza por aprovechar socio-
económicamente la discontinuidad fronteriza, es decir, las
diferencias existentes entre dos estados (pueden ser diferencias
culturales, educativas, laborales, macro-económicas, sanitarias,
etcétera). La ciudad fronteriza provoca la aparición de una economía
fronteriza, marcada por el dinamismo del comercio –formal e
informal– y por los vínculos generados a partir del mismo. Su
atractivo recae en esta duplicidad, este juego constante entre uno y
otro Estado.

En nuestro caso de estudio, las ciudades de frontera Posadas y


Encarnación estuvieron vinculadas, desde su origen mismo como
ciudades, por medio de la vía fluvial: los puertos en las dos ciudades
garantizaban el intercambio y la movilidad de personas, aunque de
una manera moderada. En el año 1990 se inauguró la vía terrestre
de comunicación: el puente internacional San Roque González de
Santa Cruz. Las vías de vinculación entre las dos ciudades
componen el “lugar de comunicación internacional habilitado” o el
“paso de frontera habilitado” o el “paso internacional” (Ley N°
22.352, Ministerio del Interior y de Transporte,
http://www.mininterior.gov.ar) o el “Punto de frontera” según la
normativa del Mercosur (Mercosur/GMC/RES N° 29/07) Más allá del
nombre que se utilice para su designación, son los dispositivos
físicos de vinculación internacional donde se realiza el control para
el cruce de personas, mercancías y medios de transporte de
personas y cargas.

Ahora bien, el tipo de par de ciudades fronterizas está definido, en


gran medida, por las políticas fronterizas, bilaterales y multilaterales
de los Estados involucrados. Cuando las políticas de Estado se
orientan hacia procesos de integración, resulta fundamental
descubrir esas decisiones políticas y sus implicancias en el espacio
y la sociedad para develar el pasaje, si lo hay, de espacios
fronterizos-barrera hacia espacios fronterizos de integración, que
llamaremos, a manera de hipótesis a corroborar, espacios
transfronterizos.

Definimos la integración fronteriza como un proceso bilateral o


multilateral cuyo objeto es lograr el desarrollo fronterizo, a ambos
lados del límite internacional, mediante la complementación de
potencialidades y recursos y la equiparación de costos y beneficios.
Esta integración se basa en un cuerpo legal pertinente al tipo de
medidas a adoptar (ya sean convenios, acuerdos, resoluciones,
dependiendo de los organismos estatales y no gubernamentales
implicados) que, en general, están orientados a la reglamentación
de los desplazamientos de personas, bienes y medios de transporte;
utilización conjunta o compartida de servicios públicos en el campo
social (educación, salud); complementación de los servicios de
telecomunicaciones y suministro de energía, etcétera.

En la bibliografía reciente se avanza desde la integración fronteriza


hacia la “cooperación transfronteriza”, tomando el modelo de la
Unión Europea, que lo define como “cada proyecto común destinado
a reforzar y a desarrollar las relaciones de vecindad entre colectivos
o autoridades territoriales dependientes de dos o más partes
contrayentes, así como las firmas de acuerdos y pactos útiles para
tal objetivo”(Consejo de Europa 1980). Los proyectos de
cooperación transfronteriza en la UE datan de mediados de 1950
entre los países escandinavos, entre Alemania y Francia y entre
Alemania y Holanda, cuando los representantes de localidades
fronterizas planteaban la superación de las fronteras internacionales
para lograr fines comunes (López Trigal y Benito del Pozo, 1999:
169). La cooperación transfronteriza fue oficializada a nivel
supranacional mediante el Reglamento (CE) nº 2760/98 relativo a la
ejecución de un programa de cooperación transfronteriza en el
marco de los programas Phare e Interreg. Por lo general, la
cooperación transfronteriza se desarrolla en el marco de un proceso
de integración en marcha y en áreas lejanas a las regiones centrales
de los Estados miembros. Los proyectos de cooperación
transfronteriza involucran a actores políticos regionales y locales
(regiones, provincias, municipios, barrios), a organismos no-
gubernamentales locales (ONGs), a gremios, grupos de interés,
etcétera, que se organizan en grupos de trabajo o comisiones
(Coletti, 2010). El objetivo de la cooperación es el de construir
mecanismos de concertación entre las administraciones locales que
les den estabilidad y continuidad en el tiempo a las relaciones
institucionales y también a la gestión de aspectos específicos de las
problemáticas transfronterizas (Perkmann 2003).

En nuestro caso de estudio, cuando nos referimos a espacio


transfronterizo lo hacemos de manera hipotética para hacer
referencia a aquello que trasciende los límites, a lo que cruza, a lo
que circula, conteniendo todas las maneras y las prácticas sociales
de movilidad fronteriza. Significa también situarnos en una corriente
ya recorrida por varios autores (Ainsa, 1992; Cicolella, 1997;
Sassen, 2003, Wackerman, 2003; Abínzano, 2004; Grimson, 2004,
Cortés y Faret, 2009) que reconoce que, frente a los cambios
sufridos a diferentes escalas y en diferentes áreas, los Estados
modernos y sus límites internacionales están perdiendo ciertas
atribuciones y adoptando otras nuevas. Esto no significa que el
Estado ni sus fronteras estén en vías de extinción, y mucho menos
que ya hayan desaparecido. Si bien para los flujos económicos, las
fronteras casi no constituyen una barrera, desde las ciencias
sociales en general estos fenómenos son observados cada vez con
más escepticismo. Las fronteras tienen una importancia crucial tanto
para el sistema internacional como para las relaciones sociales
locales entre poblaciones fronterizas.

Sin embargo, no se pueden desconocer las transformaciones a


escala internacional que inciden en la creación de espacios
transfronterizos, que se pueden resumir retomando parte de la
sistematización realizada por Lena Poschet el Moudden (2006), en
cinco fenómenos: 1) Reconfiguración Geopolítica con el paso del
bipolarismo a un orden conformado por nuevas entidades políticas y
de carácter supranacional o intergubernamental regional, como por
ejemplo la Unión Europea, el Acuerdo de Libre Comercio Norte-
Americano (NAFTA en su sigla en inglés), el Mercado Común del
Sur (MERCOSUR)(Badie, 1995; álvarez, 1997; De Sierra, 2001;
Musset, 2001; Abínzano, 1993; Sassone, 2004); 2) La Globalización
económica, comercial y financiera: permeabilizan las fronteras sin
control del Estado generando, en algunos casos, aquello que Joxe
denomina el “imperio del caos” (Joxe, 2004) y generando “ciudades
globales” (Sassen, 1991) donde se concentran las funciones
estratégicas de la economía mundial; 3) La facilidad en las vías de
comunicación y transportes: mayor nivel de interconexión y
movilidad que modifica la relación entre el hombre, el territorio y el
tiempo. Giddens, 1999; Amilhat-Szary y Fourny, 2006; Cortés y
Faret, 2009); 4) Creación de una sociedad transnacional
conformada por migrantes que, eventualmente, condicionan la
relación entre las sociedades de los diferentes países. En este
contexto, la dimensión local, así como las fronteras internacionales y
las políticas estatales tienen cierta importancia y en algunos
momentos llegan incluso a reaccionar contra las prácticas sociales y
las redes de comunicación transnacionales (álvarez, 1997; Sassen,
2003; Amilhat-Szary y Fourny, 2006; Cortés y Faret, 2009); 4)
Resurgimiento de revindicaciones identitarias a nivel local.

Desde nuestro punto de vista, este último fenómeno es parte


integrante de uno más amplio, que tiene que ver con las tensiones
propias de lo global/local y la superposición de las fuerzas de
integración (fenómenos ligados a la desaparición de barreras que
históricamente dividían a los Estados, como por ejemplo: flujos
económicos, cuestiones de seguridad universal -ONU-, la
tecnología, las ideas, enfermedades como el SIDA, problemas
ecológicos, etcétera) con las fuerzas de fragmentación (que hacen
resurgir ciertas barreras entre los Estados y las poblaciones, como
el nacionalismo, el proteccionismo, las tensiones raciales y
religiosas, etcétera) en el escenario de la globalización (Gaddis,
1991). El resurgimiento de reivindicaciones identitarias es uno de los
temas-problemas de escala local y alcance global, como lo son los
brotes nacionalistas, el narcotráfico, las enfermedades epidémicas,
el terrorismo, las redes mafiosas, los fanatismos étnicos, etcétera
(Ramonet, 2002:15). Estos fenómenos terminan trastocando las
nociones clásicas de temporalidad y escala geográfica, provocando
la ultra-permeabilidad de las fronteras internacionales y creando
nuevas “barreras de acero” (Newman, 2006a).

En este marco, afirmar que el espacio fronterizo Posadas-


Encarnación ha iniciado un proceso de cooperación transfronteriza
significa que se abandona paulatinamente –y de manera fluctuante–
la perspectiva según la cual las fronteras constituyen áreas de
tajante diferenciación, tensión y control cultural, económico y militar
(Ciccolella, 1997:59). El espacio de vida de las fronteras se está
transformando gradualmente en un espacio de transición y de
contacto (Vargas López de Mesa, 2003:36; Azevedo, 2003:95).
Respondiendo aún a la territorialidad de los controles institucionales
fronterizos, este espacio está compuesto, a su vez, por redes y por
relaciones personales, comerciales, profesionales, educativas,
etcétera –que están teniendo cada vez más peso en la toma de
decisiones en diferentes escalas de poder (Held, 1992). Por esta
razón los espacios fronterizos pertenecen al mundo de los territorios
y al mundo de las redes al mismo tiempo (Badie, 1995:135;
Wackerman, 2003:80). Las relaciones sociales en la frontera no
generarán, por sí solas, una hibridación cultural en materia de
identidades nacionales (Newman, 2006a:151) ni construirán una
identidad territorial transfronteriza o transnacional compartida por
todos los habitantes de este espacio (Amilhat-Szary y Fourny,
2006:14; Alvarez, 1997:45), aunque sí por algunos, como lo expresa
Grimson:

Se trata de relaciones transfronterizas porque atraviesan el límite material de la


frontera política, no porque las fronteras simbólicas vinculadas a la nacionalidad no
sean relevantes. Por el contrario, es en los vínculos entre gente de carne y hueso de
ambas ciudades como los sentidos de la nacionalidad son construidos, negociados y
disputados (Grimson, 2003:25).

Algunos autores, en virtud de la profundidad de los vínculos


transfronterizos (Macias, 2003:24), o de la perspectiva estratégica
con la cual se analice el territorio (Sejas, 2003) proponen el término
de “región fronteriza” para hacer referencia a un espacio de
dimensiones también imprecisas pero de características más
homogéneas a ambos lados de la frontera. Roberto Abínzano (2004)
propone este término para el tramo fronterizo Posadas-Encarnación
hasta el punto trifinio de la triple frontera (Argentina, Brasil y
Paraguay) basándose en un análisis histórico de los vínculos
sociales, políticos y culturales entre las dos orillas. En nuestro
trabajo sólo se analiza el espacio que contiene el nodo Posadas-
Encarnación y un territorio adyacente determinado por los circuitos
del comercio fronterizo, por lo cual lo llamamos “espacio fronterizo” y
no región. Por último, la cualidad de “transfronterizo” del espacio
Posadas-Encarnación funciona sobre todo como un punto de partida
del análisis, es decir, como una herramienta de interpretación que
nos será de utilidad para comprender los cambios producidos en la
frontera internacional y sus consecuencias.

Y esto es así porque el espacio fronterizo Posadas-Encarnación


comenzó a experimentar, a partir de la década del 90, cambios que
denotan la permeabilización de la frontera. A lo largo de estos años
se produjo la mutación de la idea de “nación” (Laurelli y Torres,
2004:2) o la generación de una identidad nacional en movimiento
más permeable (Lischetti, 2000:94), la facilitación de los cruces en
los puntos de contacto fronterizo, la generación de vínculos sociales
transfronterizos, la reproducción de prácticas fronterizas, etcétera.
Por otra parte, desde el punto de vista de la política regional,
emerge una visión integracionista que incide en el acercamiento de
los países sudamericanos. Esta visión, si bien tiene larga data en
América Latina, comenzó a desarrollarse con voluntad política a
partir de 1983. En este contexto integracionista se inauguró el
puente internacional que ayudó a generar nuevos vínculos sociales
locales en la frontera de Posadas-Encarnación. Sin embargo, esta
estructura de vinculación física, así como el proyecto de la represa
hidroelétrica Yacyretá fueron concebidos en otro período, previo a
1983, cuando se priorizaba la vinculación regional y continental y no
así la local, como veremos a continuación.

2.3. El puente San Roque González de


Santa Cruz
La relación bilateral entre Argentina y Paraguay se fue intensificando
a partir de la década del 70, cuando comenzaron a materializarse
algunas medidas e iniciativas que hablaban de un estado de
“cooperación fronteriza” binacional. Un ejemplo de proyecto de
cooperación fronteriza argentino-paraguaya fue la construcción del
puente internacional San Roque González de Santa Cruz, que
influyó poderosamente en las relaciones fronterizas del espacio
Posadas-Encarnación. Si bien la construcción del mismo fue
regulada a partir de la Resolución N° 103 de 1981 del Consejo de
Administración de la Entidad Binacional Yacyretá, el acuerdo entre
la República del Paraguay y la República Argentina sobre la
necesidad de una unión entre las ciudades de frontera Posadas y
Encarnación data del 16 de junio de 1971, fecha en la que se firmó
un convenio bilateral (dos años antes de la firma del Tratado de
Yacyretá del 3 de diciembre de 1973). El 5 de abril de 1975 se
suscribe en Posadas el Acta de la Comisión Bilateral Argentino-
Paraguaya mediante la cual se define el emplazamiento del puente
y se establece que la materialización del proyecto y la construcción
de la obra estarán a cargo de la República Argentina (Decreto 1433
del 23 de julio de 1976, bajo gobiernos de facto tanto en Argentina
como en Paraguay).

La proyección del puente internacional se inscribió así en el marco


de un tipo de relación bilateral argentino-paraguaya que priorizaba la
vinculación energética y física estratégica. Pero también se enmarcó
en un nuevo estilo de planificación urbana de la ciudad de Posadas
que se fue desarrollando a partir de mediados del siglo XX, cuando
la ciudad pasó a ser finalmente capital de la Provincia de Misiones.
El primer proyecto de planificación urbana de 1953, el Plan Urbis, de
sesgo netamente desarrollista, fue un valioso intento por modernizar
la ciudad y prepararla para su nuevo rol capitalino. Pero no
contemplaba, entonces, las relaciones con la vecina Encarnación y
mucho menos el rol futuro de la ciudad Posadas como nodo
fronterizo del Mercosur mediante su vinculación física, comercial y
social con Encarnación. Casi dos décadas después se desarrolló el
segundo plan urbano, el Plan Posadas, que data de 1972. En este
Plan se llega a la conclusión de que la ciudad de Posadas, dada su
ubicación en el cuadro regional, “no cumple únicamente una función
como capital de provincia, sino que ha sido y es, nudo de tráfico
entre Paraguay, Brasil y la Argentina” (La Nación [Argentina],
18/10/72). El objetivo de posicionar a Posadas como un centro de
servicios a escala regional constituyó “una verdadera anticipación a
conceptos que algunas décadas más tarde se introducirían de la
mano del Mercosur” (Borio: s/f:3). Más allá de los convenios y
acuerdos, para fines del año 1978 todavía no se había comenzado
con la construcción del puente. Había un tema importante que
decidir: su ubicación. Según el arquitecto Borio, este no era un tema
menor ya que implicaba el tipo de vinculación que se pretendía:
¿qué debía unir el puente? Dos ciudades, dos países o un espacio
transfronterizo?

(…) hubieron cinco localizaciones posibles. El fundador del plan, un arquitecto muy
reconocido en el país, Jorge Vivanco, también de la impronta modernista fanática,
bregó, lucho y ganó. Porque ganó la idea de que el puente materializaba la unión de
dos ciudades que siempre estuvieron unidas. Entonces, no debía ser un vínculo
externo con sistemas de acceso alejados de la ciudad. Básicamente le daba
materialidad a ese vínculo de intercambio que tiene que ver con la historia de las dos
ciudades. Pero que, de hecho, debía unir a las dos ciudades desde sus ombligos,
resolviéndose de qué modo se instalaba en la ciudad para no interferir en la vida
misma de la ciudad. Eso es lo que nunca se hizo, un sistema de acceso y el puente
quedó desconectado (de las vías de acceso a la ciudad de Posadas) y ahí quedo[8].

Hasta la fecha de habilitación del puente, el tráfico y tránsito


fronterizo entre Posadas y Encarnación se realizaba a través del río
Paraná mediante servicios de balsas, ferrys y lanchas, que unían el
puerto de Posadas con el de Encarnación. Las lanchas tenían una
frecuencia diaria de 32 viajes y llegaron a transportar anualmente a
más de 600.000 pasajeros (El Territorio, 03/04/90). La gran
magnitud de la planificación de la obra del viaducto internacional
respondía a estos requerimientos socio-económicos del área. Se
pretendía construir una de las vías comerciales más importantes de
la región. El puente internacional se trató de un puente mixto
carretero-ferroviario, de hormigón pretensado, con sus tramos
principales sustentados por obenques. La obra, en su totalidad,
tiene una longitud de 2,5 kilómetros (Figura 3).

Figura 3: Fotografía aérea del Centro de Frontera Posadas-


Encarnación, en la cabecera argentina del puente internacional.
Fuente: Fotografía registrada en el año 2000 perteneciente al
archivo, obtenida por gentileza de la Empresa Binacional Yacyretá,
en el año 2010.

En cuanto al nombre, fue el obispo emérito de Posadas, Jorge


Kémerer, quien tuvo la iniciativa, a principios de los años 80 (todavía
bajo el gobierno militar) de nombrar San Roque González de Santa
Cruz al puente internacional que une Posadas y Encarnación. El
largo tiempo transcurrido (veinte años) entre los primeros acuerdos
y la última habilitación del puente discurrió con interferencias a
causa de problemas de financiamiento de la obra, desencuentros
entre los organismos controladores, aumentos de presupuesto,
etcétera. En los primeros convenios, leyes y decretos el Estado
argentino se comprometía a financiar la totalidad de la obra,
exceptuando la construcción del Centro de Frontera del lado
paraguayo. Luego, fue la Entidad Binacional Yacyretá la encargada
de costear el financiamiento del puente junto con el Estado
argentino.

Con estos antecedentes, el 2 de abril de 1990, Carlos Menem


(presidente argentino 1989-1999) y Andrés Rodríguez (presidente
paraguayo 1989-1993) inauguraron el puente internacional San
Roque González de Santa Cruz. Este acto estuvo marcado por la
idea de la posible alianza estratégica de Paraguay y Argentina en un
proceso de integración regional. En un clima político de retorno
democrático (los dos presidentes habían sido elegidos por sufragio
universal), los actos inaugurales fueron muy esperados en la región,
se instaló un palco presidencial en medio del puente internacional
en donde los presidentes dieron sendos discursos y luego se
celebró una cumbre presidencial en Encarnación. La obra del
puente estaba terminada a medias pues faltaban muchas obras
complementarias, como por ejemplo el techado del Centro de
Frontera del lado argentino, que comenzó a construirse en 1993.

En el discurso inaugural, el presidente Menem sostuvo que el


pueblo paraguayo “puede estar seguro de que la amistad de los
argentinos encontrará en lo sucesivo, en este puente, un nuevo y
privilegiado camino para la cooperación recíproca en beneficio de
una región cuyo desarrollo deberá ser proyectado en común y sin
fronteras ni distingos.” Mientras tanto, el presidente de Paraguay
Andrés Rodríguez aclaró que: “por fin estamos comprendiendo, sin
demagógico verbalismo, que nos asiste el derecho y el compromiso
de volver simbólicos los límites de nuestros Estados para convertir
nuestras naciones en una sola patria” (El Territorio, 03/04/90). Los
discursos hacían referencia a la integración y a la unión física y
socio-económica de la región, volviendo el límite meramente
“simbólico”. De hecho, el mismo día de la inauguración se “abrió” el
paso a todos aquellos que lo desearan, a pie (que al día siguiente
estaría prohibido) o en vehículos. Ese día, todos cruzaron sin
necesidad de documentos ni controles fronterizos. Ese día no hubo
frontera alguna.

La transformación producida entre Posadas y Encarnación a partir


de la unión mediante el puente internacional comenzaría a propiciar,
como lo expresó en el año 2001 el cónsul argentino en Encarnación
Miguel Borzi Romero, la creación de “un centro urbano limítrofe,
asentado sobre dos países y separados por un río internacional”(El
Territorio, 03/06/01 en una nota que se titula: “La obra que cambió la
historia”). Esta idea sería cada vez más evidente (la de un centro
urbano con un “límite”) a medida que avanzaran las obras del Plan
de Terminación de Yacyretá en ambas orillas.

2.3.1. La Entidad Binacional Yacyretá: el gran


proyecto binacional

El proyecto de la represa Yacyretá estaba en la agenda política de la


República Argentina y de la República del Paraguay desde 1958,
cuando se suscribió un convenio entre estos dos países para
analizar la posible obtención de energía de los Saltos de Apipé. En
1964 –cuando se presentó el informe técnico y financiero del
anteproyecto de Yacyretá (Levinton, 2008:107)– se firmó el acuerdo
de la represa de Itaipú entre Brasil y Paraguay. Según algunos
autores, el presidente de facto General Juan Carlos Onganía (1966-
1970) consideró preocupante la construcción de Itaipú, por lo que
impulsó convenientemente el proyecto de Yaciretá y en 1967
acordó, junto con el presidente de facto paraguayo Alfredo
Stroessner (1954-1989), un compromiso para efectivizar su
construcción (Lins Ribeiro, 1999). Con el retorno de Perón (1973-
1974) al poder, las relaciones entre Argentina y Paraguay mejoraron
y el 3 de diciembre de 1973 se firmó el Tratado de Yacyretá y se
estableció la formación de la Entidad Binacional Yacyretá (EBY). Los
dos países se comprometieron a la construcción de la represa
hidroeléctrica, al mejoramiento de la navegabilidad del río Paraná y
a la regulación de su caudal para evitar efectos negativos de la suba
de las aguas.

La represa Yacyretá fue emplazada sobre el río Paraná, entre los


Estados de Argentina y Paraguay. Sobre los márgenes fluviales se
encuentran las ciudades de Ituzaingó, provincia de Corrientes
(Argentina) y Ayolas, departamento de Misiones (Paraguay),
respectivamente, a unos 100 kilómetros de las ciudades de Posadas
y Encarnación aproximadamente. El proyecto original preveía la
inundación de forma permanente por la suba de las aguas del río
Paraná de 80.000 hectáreas en Paraguay y 30.000 hectáreas en
Argentina (Simoe, 2003:2).

Pero durante las décadas del setenta y ochenta, los avances en la


construcción de la represa fueron magros y, como consecuencia, los
cambios físicos esperados a causa de la suba de las aguas no se
hicieron sentir en las sociedades de Posadas y Encarnación. Las
demoras en la construcción de la represa se debieron a diversos
motivos. Hasta 1978 diversas tareas para la terminación de la Fase
III no estaban concluidas debido a las demoras en la contratación de
los trabajos topográficos, por ejemplo. Pero también, en el largo
tiempo transcurrido, los países sufrieron crisis políticas (golpes de
estado), conflictos bélicos (como la Guerra de Malvinas entre la
República Argentina y Gran Bretaña en 1982), crisis económicas
(como la hiperinflación en Argentina), etcétera, que dilataron las
negociaciones y las posibilidades de financiación de la obra.

En el año 1992 la EBY, en un acuerdo con el Banco Mundial,


elaboró proyectos de obras basados en su Informe de Evaluación
Ambiental para mitigar y compensar el impacto socio-ecológico de la
represa, que ya estaba generando grandes debates en
agrupaciones ecologistas y preocupación en organizaciones
sociales. En el año 2001, en virtud de las numerosas
manifestaciones y movilizaciones de las poblaciones afectadas y
ONGs ambientalistas, se lanza el programa PISMA (Plan de
Infraestructura Social y Medio Ambiental), que finalmente no obtuvo
el financiamiento necesario de los bancos para llevarse a cabo. Las
prioridades de la obra pasaron a focalizarse en los diversos planes
de obras públicas que buscaban reparar el daño ambiental y sobre
todo social –por las más de 4000 familias a relocalizar tanto en
Paraguay como en Argentina según los planes– resultante de la
suba del nivel de las aguas del río Paraná.

En el mes de mayo del 2004 se aprueba el Plan de Terminación de


Yacyretá (PTY) por Resolución del Comité Ejecutivo (N° 5752) y del
Consejo de Administración (N° 1530). El PTY se incorporó al Plan
Energético Nacional (2004-2008) de la República Argentina,
asumiendo el gobierno argentino (presidente Néstor Kirchner, 2003-
2007) –por medio del Decreto 1189/2004– el compromiso de
financiación de 560 millones de dólares que se complementa con 90
millones de dólares de financiación del Banco Interamericano de
Desarrollo (BID). El PTY es en sí mismo un plan de obras de
infraestructura (obra pública por financiamiento) que tiene por objeto
la realización de diversas reformas y acciones tanto del lado
paraguayo como argentino para culminar el proyecto de la Central
Hidroeléctrica de Yacyretá. La central requiere, para funcionar en
forma plena y eficientemente, una cota de embalse de 83 metros
sobre el nivel del mar (msnm), por lo que la prioridad del PTY era
finalizar las obras necesarias para poder elevar la cota a ese nivel
en el nodo Encarnación-Posadas. Los objetivos del plan fueron: 1)
liberar las áreas a ser inundadas y aquellas necesarias para la
construcción de las defensas costeras y obras anexas, 2) realizar
obras y acciones necesarias para garantizar la calidad de vida
ambiental, 3) reponer las obras de infraestructura que serían
afectadas y 4) recomponer la trama urbana de Encarnación y
Posadas.

En abril de 2006 se produjo la elevación de dos metros en la cota,


pasándose del nivel 76 a 78 msnm en el nodo Encarnación-
Posadas. Recién en marzo de 2011 se llegó a la cota definitiva de
83 msnm, inundando grandes áreas (Figura 4) y permitiendo la
producción de energía en la capacidad total instalada de la represa.
Figura 4: Las ciudades de Posadas y Encarnación antes y después
del embalse (alcanzada la cota de 83 msnm).

Fuente: Elaboración propia sobre la base de figura perteneciente al


archivo, obtenida por gentileza de la Empresa Binacional Yacyretá,
en el año 2010.

De los objetivos del PTY, aquellos que más importan para este
trabajo por su incidencia en los espacios de vida urbanos de
posadeños y encarnaceños son los últimos dos: el tendiente a
reponer las obras de infraestructura afectadas por la inundación
(rutas, puentes, puertos, vías férreas, etcétera) y el que busca
“recomponer la trama urbana de Encarnación y Posadas”. Este
último objetivo se llevó a cabo con planes posteriores, como por
ejemplo el Proyecto Ejecutivo del Tratamiento Costero (PTC) para la
planificación, dirección y construcción de las obras complementarias
y defensa costera para la ciudad de Posadas dentro del PTY (Millán,
2010). Estas obras de intervención urbana incluyen: inundación
(incluido los puertos de pasajeros de ambas ciudades), planificación
urbana de las áreas costeras de Posadas y Encarnación –mediante
convenios con la Corporación Puerto Madero (Carísimo, 2011)–,
construcción de avenidas costaneras en Posadas y Encarnación y
construcción de nuevas zonas comerciales en Encarnación,
etcétera.

En pocos años, la fisonomía de la costa posadeña fue transformada:


los antiguos habitantes del área costera –tradicionalmente un área
de pescadores, lavanderos, portuarios– fueron relocalizados y en
lugar de las casas humildes se construyó la Avenida Costanera.
Este nuevo espacio público fue destinado al esparcimiento y se
habilitó para la construcción de restaurantes, hoteles, edificios y
casas de lujo, transformando el antiguo barrio popular portuario en
un espacio público “moderno” y de consumo destinado a la clase
media alta de Posadas (Barreto, 2004). Dentro de este cambio, el
puerto de Posadas fue inundado e inutilizado a mediados del año
2009 y las vías de comunicación con el centro y los mercados
“paraguayos” dejaron de ser transitadas por el constante ir y venir
desde el puerto al mercado. El Mercado Modelo, centro de compra-
venta que estaba vinculado a Encarnación por dos vías de
comunicación, el puente internacional y el puerto, quedó así semi-
aislado y enfrentando un futuro incierto, ya que el PTY aspiraba a su
relocalización, que sería en parte lograda a fines del año 2012.

Por otra parte, en Encarnación la inundación hizo desaparecer en su


totalidad el casco histórico de la ciudad y, junto con él, el puerto de
Encarnación y el barrio comercial de la “zona baja” (Figura 5), según
las Actas del Comité Ejecutivo de la EBY N° 667 del 27 de enero del
2005. Con un margen recuperado por la defensa costera, se
construyó una avenida costanera de 12 kilómetros que cuenta con
espacios de recreación e incluso un balneario. La actividad
comercial que se desarrollaba en la zona baja de la ciudad fue
trasladada casi en su totalidad a un predio construido
exclusivamente para tal fin a unos 200 metros de la cabecera
paraguaya del Puente Internacional llamado “Nuevo Circuito
Comercial” y el recorrido del ómnibus internacional cambió para
llevar a los turistas directamente a esa la zona de compras.

Figura 5: Encarnación (Paraguay), 1998: “zona baja” en plena


actividad y en 2010, inundada.

Fuente: imagen extraída de realización documental “Un paso con


historia” de Ana Zanotti (1998) y Fotografía de María Dolores
Linares, 2010.
La justificación de obras a ambos lados del río Paraná se sostuvo a
partir de un hecho inexorable: el aumento del nivel de las aguas
hasta la cota de 83 msnm, hecho que ayuda a “naturalizar” las
intervenciones urbanas realizadas. Sin embargo, los cambios
realizados en Posadas responden, tanto a la lógica del “progreso” y
“desarrollo” económico consecuente con la Central Hidroeléctrica y
la nueva función ocupada por la ciudad a nivel regional que
observamos en los apartados anteriores, como a la lógica de
instalación de un dispositivo de segregación urbana de los sectores
pobres de la ciudad (Barreto, 2004). De esta manera, la opción por
“dar la cara al río” o el interés de proyectar el centro de Posadas
sobre el eje costero ya no responde a las actividades productivas
presentes en el planeamiento urbano del Plan Posadas de 1972
(Jaume, 1991), sino a “aumentar el valor del suelo, construir nuevos
edificios en altura y habilitar el uso del suelo para las actividades
comerciales y de servicio” (Millán, 2010:256), sin tener en cuenta el
entramado socio-espacial anterior a las reformas.

Por lo anterior, a partir del año 2002 han surgido conflictos sociales
(Figura 6) desencadenados a ambos lados del río Paraná a partir de
las “relocalizaciones” que no sólo alcanzaron a más de 7000 familias
sujetas a desalojos en las zonas inundables en Posadas y las más
de 7000 de Encarnación sino también a una serie de actividades
productivas ligadas al río, como pescadores, lavanderas, oleros
(ladrilleros), etcétera, comerciantes, afectando finalmente a más de
30000 personas.
Figura 6: Posadas, 2007: “El progreso es muy lindo pero no a costa
de nuestras vidas y sufrimiento”, manifestaron en la plaza 9 de Julio.

Fuente: Fotografía de María Dolores Linares, año 2007.

Los conflictos sociales acontecieron tanto en Posadas como en


Encarnación y dejan en evidencia que, a partir de las obras del PTY,
la relación física, social y económica entre las dos ciudades se
profundizó notablemente. Después de la construcción del puente
internacional, las obras de acceso a Posadas desde el interior y por
el puente (Acceso Sur, Garupá, Ruta 12) vehiculizan aún más el
acercamiento socio-económico entre las dos riberas del río Paraná.
En Posadas se busca la apertura de la fachada hacia el río,
privilegiando la imagen y la recreación para algunos sectores de la
sociedad posadeña. De esta manera, de las estructuras de
accesibilidad que estaban presentes en el sector de la Avenida
Costanera, el puerto quedó bajo el agua y la vieja Estación del
Ferrocarril fue reconstruida para transformarse en Centro Cultural o
Museo, significando que no llegarán más embarcaciones ni vagones
a esa parte de la ciudad. El mismo proceso está viviendo la vecina
ciudad de Encarnación, del otro lado del río, ambas orillas tenían el
color rojizo de la tierra “en obras” cuando las visitamos en el año
2010. Es evidente que los paisajes urbanos de estas dos ciudades
se están armonizando: ambas márgenes del río están sujetas a
numerosas obras públicas que tienen motivaciones y objetivos
comunes. El paisaje urbano (en este caso de las dos
urbanizaciones) puede considerarse como una estructura
significante que encierra, además de la morfología (en tanto
sustancia física), “una fuerte carga de simbolismo en relación con
las intenciones de los “productores” de la ciudad y con el contexto
social de su construcción” (Zárate Martín, 2003:73).

2.4. Mercosur: antecedentes y avances en


la integración fronteriza
El Mercosur fue creado en el Tratado de Asunción del 26 de marzo
de 1991, como un organismo intergubernamental de integración
económica de la región sud-americana integrado por cuatro
Estados: la República Federativa del Brasil, la República Argentina,
la República del Uruguay y la República del Paraguay, los llamados
“Estados miembros o parte” desde 1991. Su antecedente más
cercano fue el “Acta para la integración Argentino-Brasileña”,
firmado el 29 de julio de 1986 por los Presidentes Sarney (Brasil) y
Alfonsín (Argentina), cuyo resultado fue el Programa de Integración
y Cooperación Económica entre la Argentina y Brasil (PICAB). Unos
meses después se avanzó con el “Acta de Amistad Argentino-
Brasileña Democracia, Paz y Desarrollo de 1986”. Posteriormente
se firmó el Tratado de Integración, Cooperación y Desarrollo entre la
República Argentina y la República Federativa del Brasil, el 29 de
noviembre de 1988, antecedente directo del Mercosur. Sin embargo,
podríamos incluir como antecedentes a la integración fronteriza que
influyeron en el tramo Posadas-Encarnación, además de las obras
descritas en el apartado anterior, a los intentos de cooperación
fronteriza de la década de 1980, entre los que fuguran los acuerdos
bilaterales entre Argentina y Paraguay y los Comités de Frontera.

2.4.1. Cooperación fronteriza: Acuerdos


bilaterales y Comités de Frontera

La planificación del proyecto energético de la represa de Yacyretá y


del puente internacional respondió a un objetivo geopolítico regional
que tenía que ver con el desarrollo fronterizo “hacia adentro” y no
con la cooperación económica, política y social a escala regional.
Recién con la democratización en Argentina a partir de 1983
permitieron otros tipos de cooperación fronteriza entre Argentina y
Paraguay. En 1986 se celebró un Acuerdo de Seguridad Sanitaria
entre los dos países, ratificado en Argentina por la Ley 23.435. Este
acuerdo estaba destinado a coordinar conjuntamente las acciones
tendientes al tratamiento de los problemas sanitarios comunes –
específicamente el paludismo, el mal de chagas, la fiebre amarilla,
cólera, lepra, entre otras– en las zonas limítrofes entre ambos
países. Al año siguiente se firmó el Convenio de Cooperación
Recíproca e Interconexión Eléctrica entre la Secretaría de Energía
de la República Argentina y la Administración Nacional de
Electricidad (ANDE) de la República del Paraguay, aprobado según
el Decreto N° 247 del 24 de febrero de 1987 de la Argentina. Se
buscaba superar el déficit eléctrico del área mesopotámica por
medio de interconexiones que se realizaron a través del río Paraná,
conectando las localidades de Encarnación y Posadas, por un lado,
y las de Carlos A. López y Eldorado, por el otro (Sejas, 2003:4).
Luego de la firma del Tratado de Asunción que da inicio al Mercosur
en 1991, los acuerdos bilaterales se multiplicarían al amparo del
nuevo y prometedor proceso de integración.

En 1992 se firma el Protocolo sobre Tránsito de Automotores


afectados a las labores de la Comisión Mixta Argentino-Paraguaya
del Río Paraná, ratificado por Argentina mediante la Ley Nº 24.085,
para agilizar el tránsito de autos, camiones y demás vehículos
vinculados a esa comisión binacional. En 1997 se firma el Convenio
en Materia de Salud Fronteriza ratificado en Argentina por la Ley
24.836, que especifica las medidas a adoptar para garantizar la
seguridad sanitaria en los pasos fronterizos habilitados. En el marco
de una mayor cooperación fronteriza, se firma en 1998 el Acuerdo
para la Cooperación entre la Gendarmería Nacional Argentina y la
Policía Nacional del Paraguay que estipula la labor conjunta en
materia de seguridad para el control de la criminalidad en las zonas
limítrofes, ratificado por Argentina mediante la Ley N° 24.969. Por
último, en el año 2000, hubo un Acuerdo bilateral sobre apertura y
cierre de pasos fronterizos que acordaba equiparar las modalidades
de función de los pasos fronterizos habilitados, tema del próximo
capítulo.

La República Argentina iba pasando gradualmente de una política


de desarrollo fronterizo “hacia adentro” a una política de
cooperación binacional con la República del Paraguay. El paso de
una concepción de frontera “cerrada” a otra de frontera “abierta” fue
moldeándose, asimismo, con el paso de un concepto de Estado
territorialista a la posibilidad de otra formación política, económica y
territorial basada en la cooperación, por ejemplo una formación
regional intergubernamental. Pero aún antes de la puesta en marcha
del Mercosur, los Estados de América del Sur avanzaron en la
realización de un proyecto de cooperación fronteriza: la creación de
los Comités de Frontera, los que constituyeron un mecanismo
internacional cuya función principal era resolver o “encauzar para su
decisión” a otros niveles de toma de decisiones (nacionales,
provinciales) los asuntos de diversos contenidos referidos a la
relación fronteriza en sus distintas manifestaciones: movimiento de
personas, bienes y vehículos, comunicaciones, manifestaciones
sociales y culturales, etcétera. (Valenciano, 1990; Recondo, 1997).

La primera experiencia respecto de los Comités de Fronteras tuvo


lugar entre Argentina y Paraguay creándose, entre 1985 y 1986,
cinco comités de frontera entre estos países, siendo el primero de
ellos el de Posadas- Encarnación (febrero de 1985) y constituyeron
un primer eslabón en el camino de la integración regional. Según la
consulta realizada en el año 2012, Argentina tiene veinticinco (25)
Comités de Frontera habilitados con sus países limítrofes. Estos
fueron creados siempre por medio de instrumentos bilaterales
suscriptos por los organismos nacionales responsables en cada
caso. Por dicha razón, no es casual que participen ciudades que
cuentan con Oficinas Consulares de los países vecinos. Los
acuerdos diplomáticos necesarios para la creación de un Comité de
Frontera deben ser suscriptos por los presidentes de cada Estado o
por sus ministros de Relaciones Exteriores.

Los Comités de Frontera se definen como encuentros binacionales


que se realizan entre las regiones fronterizas de dos países para el
tratamiento de temas de interés mutuo y que comprenden diferentes
aspectos con respecto a la problemática local. En general, los
comités poseen un reglamento que organiza sus funciones, su
composición, sus ámbitos de actuación y sus competencias.
Algunos comités tienen una sede edilicia fija, lo cual ayuda a la
estabilidad de las reuniones, las que se llevan a cabo una o dos
veces por año. Las reuniones son presididas por los funcionarios de
las áreas de Relaciones Exteriores locales que representen a cada
país y se pueden invitar a agrupaciones sociales, gremios, clubes,
es decir, los representantes de la actividad social del espacio
fronterizo como miembros “no oficiales”.

Una característica muy importante de los Comités de Frontera es


que las decisiones emanadas de este órgano no tienen carácter
vinculante, es decir, no son obligatorias. Los resultados de estas
reuniones son transmitidas a la autoridad competente que tenga
poder de decisión (sea una agencia local, provincial o nacional) en
forma de recomendaciones y propuestas. En ese caso los comités
asesoran a las autoridades sobre los modos de resolución de los
conflictos fronterizos tratados en dichas reuniones, en tanto que las
conclusiones emanadas de allí se organizan y sistematizan en
actas. Cabe aclarar que, si bien al cierre de esta investigación
(2010) el Comité de Frontera Posadas-Encarnación seguía
funcionando, éste no se volvió a reunir luego de la suspensión de
Paraguay por parte de los Estados miembros del Mercosur en el año
2011.

2.4.2. La integración fronteriza: fronteras al


interior del bloque regional

La existencia de los Comités de Frontera facilitó la solución de


problemas en espacios fronterizos y promovio el intercambio de
perspectivas entre las sociedades locales. A este instrumento de
cooperación se le sumaron las normas y procedimientos de
integración fronteriza a partir del Mercosur que configuraron un
espacio fronterizo cada vez más interconectado. Definimos
integración fronteriza como un proceso bilateral o multilateral que
tiene como objeto lograr el desarrollo fronterizo mediante la
complementación de potencialidades y recursos y la equiparación
de costos y beneficios. Esta integración se basa en un cuerpo legal
pertinente al tipo de medidas a adoptar (ya sean convenios,
acuerdos, resoluciones, dependiendo de los organismos estatales y
no gubernamentales implicados) que le otorgue forma a un régimen
de integración fronteriza. Un régimen de estas características se
conformará por un conjunto de normativas orientadas a la
reglamentación de los desplazamientos de personas, bienes y
medios de transporte; utilización conjunta o compartida de servicios
públicos en el campo social (educación, salud); complementación de
los servicios de telecomunicaciones y suministro de energía,
etcétera.

El objetivo principal del Mercosur en 1991 fue ampliar las


dimensiones de los mercados nacionales y conformar un mercado
común que, además de compartir un arancel externo común,
permitiese la libre circulación de bienes, servicios y factores de la
producción –entendidos en ellos las personas y el capital– a través
de las fronteras al interior del bloque de países. Los objetivos
prioritarios respondieron al orden económico y comercial, aunque el
Mercosur no puede desatender aspectos relacionados con el
desarrollo social, la integración cultural y la cooperación en materia
tecnológica, militar y territorial. En 1994 se firmó el Protocolo de
Ouro Preto, en el cual se define la estructura organizativa
institucional y se dota de personería jurídica internacional al
Mercosur. A lo largo de sus 22 años de existencia, se fueron
sumando al Mercosur otros países miembros (la República
Bolivariana de Venezuela y la República Plurinacional de Bolivia
como miembros plenos y la República de Chile, la República del
Perú, la República de Colombia y la República del Ecuador como
asociados).

El Mercosur fue pensado, negociado y puesto en marcha a partir de


las decisiones de las altas cúpulas políticas y comerciales de los
Estados miembros y devino en política de Estado prioritaria para
algunos de ellos en cuanto a sus relaciones internacionales. Esto es
así no sólo por la evidente ganancia económica que significó, en un
primer momento, la unión comercial (Terra y Vaillant, 2001:392;
Freaza, 1999), sino porque también les permitió a los Estados
miembros mostrarse como un bloque de concertación política, es
decir, como más que un mercado. La opción política residía,
asimismo, en el hecho de abandonar los viejos criterios estratégico-
fronterizos y la lógica del conflicto regional entre los países del Cono
Sur basada en la Doctrina de Seguridad Nacional, con el fin de
encauzar conjuntamente las negociaciones internacionales que los
harían salir de la crisis económica y política de los años ochenta. El
Mercosur supuso, por lo tanto, un giro geopolítico en la región que
cambia la forma de relacionarse de los países involucrados a partir
de fuertes compromisos políticos, económicos y sociales.

Sin embargo, luego de las crisis cambiarias y financieras sufridas


por Brasil (1999), Argentina (2001) y Uruguay (2002) se originó un
proceso llamado “relanzamiento” del Mercosur a partir del 2003
(Quijano, 2005). Este relanzamiento constó, principalmente, en
reforzar vínculos y renovar debates inconclusos al interior del
bloque, entre ellos: la debilidad institucional, la adhesión de nuevos
países como miembros plenos, las asimetrías comerciales y la
armonización de las políticas aduaneras.

El Mercosur adoptó un nuevo modelo de integración,


conceptualizado desde las teorías de la integración regional como
“regionalismo estratégico” (Briceño Ruiz, 2006), que consiste en un
sistema económico cerrado regionalmente en el que el comercio se
liberaliza al interior del mercado protegido, formado por los países
socios, reforzado administrativamente por una jerarquía centralizada
de la autoridad-poder y un régimen jurídico común basado en
fuertes estructuras institucionales con objetivos socio-políticos y
económicos (Stuhldreher, 2012). En este contexto se creó un
arancel externo común –aunque aún persisten entre 80 y 100
excepciones para todos los países miembros– y se comenzaron a
discutir temas postergados como la generación de fondos
estructurales, la articulación o integración productiva y algunos
pertenecientes a la nueva agenda social y económica como el
apoyo a las pequeñas y medianas empresas, la integración del
mundo rural y la soberanía alimentaria. Otra cuestión que se retomó
fue la vinculación del Mercosur con otros ámbitos regionales y en
particular la referida a una instancia regional sudamericana
(Bizzozero Revelez, 2011). En este sentido, la participación de todos
los países del Mercosur en la nueva organización
intergubernamental de Sudamérica a partir de año 2008, la Unión de
Naciones Sudamericanas (UNASUR), significa también un intento
por darle un nuevo impulso a la integración de la región, sobre todo
en materia de energía, educación, salud, ambiente, infraestructura,
seguridad y democracia.

La pretensión de integración que ha perseguido el Mercosur ha


cambiado, asimismo, a lo largo de sus más de veinte años de
existencia. Desde la perspectiva económica, la integración puede
ser comprendida como

(…) la sumatoria o unificación de iniciativas que afectarán positivamente o


negativamente diferentes circuitos productivos regionales fronterizos o dos o varias
economías nacionales, o bien como el incremento o intensificación de las relaciones
productivas y comerciales preexistentes” (Ciccolella, 1997:62).
Pero en los primeros años del Mercosur primaba la idea del
regionalismo abierto, que buscaba la eliminación de las
discriminaciones aduaneras para facilitar los intercambios
económicos. El ideal era el “libre comercio”, que se consideraba
factible y capaz de maximizar el bienestar general de toda la
población del Mercosur.

Dentro de esta perspectiva se necesitaba justificar este tipo de


integración, basada prioritariamente en el ámbito comercial. Como
política de Estado para algunos de sus miembros fue apareciendo
entonces un discurso desde las cúpulas políticas del Mercosur que
apelaba continuamente a los beneficios de la integración, al “origen
cultural común” y hermandad de los pueblos (Recondo, 1997: 77;
Giménez Béliveau, 2010: 49), reafirmando una unidad histórica pero
sin olvidar las características específicas de cada pueblo. La
referencia al “admirable patrimonio cultural común”, a la “herencia
cultural común” o al “origen cultural común” está presente en
numerosos documentos oficiales del Mercosur [9].

Desde el mundo académico, por otra parte, el discurso integrador


hizo eco en distintos investigadores que analizaron la “integración”
como un factor netamente positivo, “natural” e intrínseco a la unión
regional, apelando a justificaciones de origen histórico-culturales
(Ferrer, 1996; Recondo, 1997; Boldori, 2002). Mientras tanto, otros
investigadores (Grimson, 2002; Jelin, 2001 y 2003; De Sierra, 2001)
han centrado su atención en las situaciones conflictivas o en el
grado de participación – o ausencia de la misma– de diferentes
actores sociales en las decisiones del Mercosur.
Con el relanzamiento del Mercosur se puso el acento, sin descuidar
el aspecto económico y comercial, en solucionar problemas
estructurales que dificultaron la integración regional. Aparecieron
otros tipos de “integración” (económica, rural, fronteriza, comercial,
cultural, social, etcétera) y la pregunta sobre si eran deseables para
todos. Según los diferentes actores sociales involucrados podemos
notar diversos discursos sobre el tipo de “integración” buscada en el
Mercosur. En la letra de los acuerdos del Mercosur, el concepto de
“integración” legitima por sí misma cualquier iniciativa que incluya a
dos o más partes. Sin embargo, el significado de “integración”
dentro del Mercosur no es aún claro. El sentido de la “integración”
dentro del Mercosur opera generalmente como un “significante
vacío” (Laclau, 2000: 69), es decir, como un significado que, por un
problema en la misma estructura de sentido, no puede tener un
sentido en sí mismo y que aún así es parte constitutiva del sistema
de significación compartida por una gran mayoría.

En esta asignación de significados a la integración juega un papel


fundamental el Estado, como actor principal del proceso de
integración. Si el Mercosur se transforma en política de Estado lo
hace gracias a la voluntad política de los gobiernos sucesivos que
determinan que la integración es un bien deseable. Esta voluntad
política depende de la claridad en los objetivos estratégicos del
gobierno y en su capacidad para llevarlos a cabo. En este sentido, la
integración constituye un medio para alcanzar los objetivos del
Estado. El “regionalismo estratégico” apela a esta visión: existe una
economía a integrar pero deben participar gobiernos con sus
objetivos estratégicos para que luego se transformen en política de
Estado. Pero, en algunos casos se confunde la política de Estado
con la política de gobierno que, en ocasiones, no van
necesariamente de la mano.

Tanto en la integración económica como en la jurídico-institucional,


en la social y en la cultural, intervienen intereses de diferentes
actores con capacidades de poder asimétricas. Esto es importante
destacarlo en la medida en que muchas de las resoluciones y
decisiones emanadas del Mercosur encuentran en los gobiernos
locales, provinciales (estaduales o departamentales en el caso de
Brasil y Paraguay) y en las sociedades organizadas (en gremios,
cooperativas, etcétera) interlocutores con quienes negociar el mismo
sentido de integración. En las diferentes escalas gubernativas (local,
provincial, nacional) las políticas y discursos sobre la integración
adquieren significados y alcances diferentes (Giménez Béliveau,
2010). Por estas razones comprendemos al Mercosur como un
proceso de “integración” (siempre entre comillas) abierto y en
formación, donde intervienen numerosos actores con relaciones de
poder asimétricos, diferentes recursos y discursos en pugna por el
significado de la integración. Dentro de estos significados, aquel que
interesa a este caso de estudio, desde una visión interdisciplinaria y
multiescalar, es el de la integración fronteriza.

Desde el punto de vista del proceso de integración regional, dentro


del Mercosur se crea en 1991 un Sub Grupo de Trabajo Nº 2,
denominado de Asuntos Aduaneros, que acuerda rápidamente
recomendar el control integrado de los “puntos” fronterizos por parte
de los estados miembros del bloque. La normativa del Mercosur
utiliza el término “puntos de frontera” para referirse a los pasos
internacionales de frontera según los denomina la legislación
argentina, es decir, los sitios localizados en el límite internacional
destinados a la comunicación física (terrestre o fluvial) y control para
el paso de bienes, transportes y personas entre dos o más países.
Por otra parte, por controles fronterizos integrados debemos
entender la actividad de control realizada en uno o más lugares,
reglamentada en su operatoria por los gobiernos de los países
vinculados. El Control Integrado de Fronteras utiliza procedimientos
administrativos y operativos compatibles aplicados por los
funcionarios de los distintos órganos que intervienen en los
controles fronterizos. Esto proporciona ventajas a aquellas personas
que viajen de un lado al otro de la frontera, ya que con hacer los
trámites necesarios en sólo uno de los Centros de Frontera del paso
fronterizo (generalmente el de salida) simplifican el control de
ingreso al país vecino y acortan los tiempo de cruce.

Esta primera medida con respecto a la política fronteriza del bloque


permitió aventurar un futuro de alta movilidad transfronteriza
habilitada y promovida por el Mercosur. El establecimiento de
controles integrados en muchos de ellos significó una clara medida
de integración fronteriza. En ese sentido se aprueba la Resolución
Nº 02/91 del Grupo del Mercado Común que establece el Control
Integrado de Fronteras en algunos “puntos” de frontera, según “el
programa propuesto por el Subgrupo de Trabajo Nº 2 –Asuntos
Aduaneros–-, definido en función de los flujos de cargas, de
personas y de las posibilidades de infraestructura”. Se pretendía que
la implementación de un control de dichas características agilice y
facilite el tránsito de personas y mercaderías reduciendo el costo y
el tiempo para los trámites pertinentes.
Respecto de la nómina de los puntos fronterizos habilitados para el
Control Integrado de Fronteras en el marco del proceso de
integración, la reglamentación del Mercosur comprende acuerdos
bilaterales entre países miembros, que funcionaron como acuerdos
base para la futura cooperación entre ellos. Pero esos acuerdos en
ocasiones ampliaban los márgenes de cooperación preexistentes,
situación que obligaba a modificar los acuerdos multilaterales del
Mercosur. A modo de ejemplo, citamos la Resolución Nº 8/94 en la
que se ajusta la nómina de los puntos de frontera de control
integrado, dado que la Argentina había realizado acuerdos
bilaterales con Brasil y Paraguay sobre el funcionamiento y control
de sus pasos de frontera. Por otra parte, la Resolución Nº 43/97 fue
resultado exclusivo de un acuerdo anterior entre la Argentina y
Paraguay sobre el paso de Posadas–Encarnación. Es decir, algunas
de las resoluciones del Mercosur debieron ser cambiadas en virtud
de los cambios de status negociados para los pasos fronterizos en
el marco de acuerdos bilaterales entre Paraguay y Argentina, como
en el caso de la Resolución del Grupo del mercado Común (GMC)
Nº 8/97 (modificada por la Resolución N° 43/97). En los inicios del
año dos mil, los acuerdos sobre pasos fronterizos y control integrado
de frontera ni siquiera podían solucionar el problema de la
denominación de los pasos internacionales, con lo cual en cada país
se los nombraba de manera diferente. Hasta el año 2009, los pasos
internacionales tenían diferentes denominaciones según cada país.
En virtud de la Resolución N° 29 del Grupo del Mercado Común
sobre la nómina de los puntos de frontera, el Ministerio del Interior
de la República Argentina ratificó la resolución del Mercosur por
medio de la Resolución 0497 del año 2009, unificando de esta
manera la denominación de todos los pasos internacionales con los
Estados parte del Mercosur.

Con el Acuerdo de Recife del año 2000 se establecen finalmente las


medidas técnicas y operativas para regular los Controles Integrados
de Frontera entre los Estados miembros del Mercosur, iniciando un
camino comparable con lo sucedido en la Unión Europea después
del acuerdo de Schengen de 1985. Dicho acuerdo define el control
fronterizo como

(…) la verificación, por parte de las autoridades competentes, del cumplimiento de


todas las disposiciones legales, reglamentarias y administrativas referentes a la
entrada y salida de personas, mercaderías y medios de transporte de personas y
cargas por los puntos de frontera.

Para otorgarle operatividad a los controles integrados, en cada


“punto” de frontera se establece un País Sede en cuyo territorio se
encuentra el área de Control Integrado (ACI) y un País Limítrofe que
está vinculado al País Sede por medio del punto de frontera. El ACI
es la parte del territorio del País Sede, incluida las instalaciones e
infraestructura fronteriza, en donde se realiza el control integrado.

El Control Integrado de Frontera prevé, por un lado, la supervisión


del movimiento de cargas mediante ferrocarril o transporte
automotor y, por otro lado, el movimiento de personas mediante el
régimen del Tránsito Vecinal Fronterizo (TVF) y el de Turista. Las
leyes argentinas sobre el TFV se remontan a fines de la década del
50 y principios de los 60 (Sassone, 1988), cuando aún el país no
participaba de proyecto de integración alguno. El Tránsito Vecinal
Fronterizo es una categoría migratoria de ingreso y egreso para los
habitantes fronterizos que buscan permanecer por breves lapsos en
el territorio de los países vecinos, en el ámbito propio de la frontera.
Desde el inicio mismo del proceso de integración existieron otras
normas denominadas Declaraciones del Consejo del Mercado
Común (CMC) sobre la instalación del sistema de Tránsito Vecinal
Fronterizo, el cual agiliza, organiza y convalida la movilidad de
personas en el espacio fronterizo, como analizaremos en el próximo
capítulo. En el ámbito regional mercosureano, uno de los acuerdos
más importantes en este sentido fue la Declaración
MERCOSUR/CMC/DEC. N° 18/99, que aconseja la instalación de la
credencial para poner en práctica el TVF, que en nuestro caso de
estudio recién se instrumentó gracias a un acuerdo bilateral de las
direcciones de migraciones de Argentina y Paraguay a partir de julio
del 2010.

A partir del año 2002, el Mercosur comenzó a comprender la


importancia de la inclusión de los representantes locales y
regionales (provinciales, departamentales) de las ciudades y
regiones fronterizas para el logro de los objetivos de la integración
fronteriza, siguiendo el ejemplo de la Unión Europea de
“cooperación transfronteriza” (Marteles Moreno, 2010) en el marco
de los programas Phare e Interreg. En ese sentido, se creó en el
Consejo Mercado Común (CMC), el Grupo de Trabajo Ad Hoc (DEC.
CMC N° 05/02) sobre integración fronteriza (GAHIF), que entendía
que uno de los aspectos más relevantes y emblemáticos del
proceso de integración era “la fluidez y armonía del relacionamiento
de las comunidades fronterizas de los Estados Partes del
MERCOSUR en sus más variadas dimensiones”. Desde su creación
hasta el año 2012, el GAHIF se reunió muy pocas veces y con
escasos logros (Dachary y Arnaiz, 2012). Una de las dificultades
principales era la ausencia de representantes oficiales (de la
República del Paraguay, por ejemplo, según las Actas del año 2005)
y de los representantes locales de las ciudades o poblaciones
fronterizas. Estas ausencias impidieron la creación de uno de sus
objetivos prioritarios: la elaboración de un “Estatuto de las fronteras
del Mercosur”.

Otro paso en la integración fronteriza fue la creación, también en el


marco del CMC (DEC. CMC N°41/04), del Foro Consultivo de
Ciudades y Regiones del Mercosur (FCCR), con el objetivo de dar
participación a los gobiernos locales en los temas y problemas de
frontera. El objetivo principal del FCCR es la promoción del diálogo y
la cooperación entre los distintos actores sub-nacionales
(municipales, provinciales, estaduales y departamentales) de los
Estados Parte. En la IV Reunión de los Coordinadores Nacionales
del FCCR –desarrollada en Montevideo, en agosto de 2007– se
conformó un equipo ad hoc impulsor de la constitución de un grupo
de trabajo y de la construcción de una agenda sobre integración
fronteriza, que terminó por crear el Grupo de Trabajo de Integración
Fronteriza (GTIF) en la VII reunión del FCCR-CN en el año 2008
(Rótulo y Damiani, 2010).

Desde la escala local del análisis, entre las ciudades de frontera


Posadas y Encarnación forman parte de la Red de Municipios
MERCOCIUDADES que, según su estatuto de 1995, tiene como
finalidad favorecer la participación de los municipios en el proceso
de integración regional del Mercosur promoviendo la creación de un
ámbito institucional para las ciudades y desarrollando el intercambio
y la cooperación horizontal entre las municipalidades de la región.
Por otra parte, ambas ciudades crearon, también en 1995, el
FIMPER (Foro Interparlamentario Municipal Permanente) que es
una asociación de los organismos legislativos municipales
(Consejales) de las ciudades de Encarnación y Posadas.

Sin embargo, pese a estas iniciativas, no existe una estructura


organizativa de concertación política que trate los problemas del
espacio fronterizo involucrando específicamente a los gobiernos
(poder ejecutivo, legislativo y judicial) y a los representantes sociales
locales (asociaciones, gremios, cámaras, clubes, etcétera). En caso
de existir un problema que pueda ser tratado conjuntamente (con
respecto a la seguridad, los controles fronterizos o el medio
ambiente, por ejemplo) se tratan en reuniones especiales
organizadas ah hoc en donde participan los organismos interesados
(fuerzas de seguridad, organismos nacionales de control, etcétera).
Como ejemplos de estas reuniones podemos nombrar las llevadas a
cabo en el año 2009 a nivel provincial de la cual resultó el Convenio
Marco de la Colaboración y Cooperación entre la Gobernación del
Departamento de Itapúa y la Provincia de Misiones. En el año 2011
los intendentes de Posadas (Orlando Franco) y Encarnación (Juan
Alberto Schmalko) se reunieron para conversar en el marco de dicho
convenio sobre el transporte y las comunicaciones entre las dos
ciudades, realizaron convenios sobre atención sanitaria y en el 2012
se reunieron nuevamente para la planificación de un evento
comercial.

Los proyectos de integración fronteriza en el ámbito del Mercosur


encuentran sus limitaciones en las particularidades de cada paso
fronterizo, las ciudades fronterizas, los gobiernos y representantes
locales y los grupos sociales fronterizos. La normativa aquí revisada
no atañe exclusivamente a la frontera argentino-paraguaya en este
tramo Posadas-Encarnación, sino que da cuenta de un
acercamiento entre los países que en los setenta fue movilizado por
intereses de aprovechamiento energético y hasta geopolítico y luego
fue virando hacia concepciones más ligadas a la cooperación y a la
integración. En el contexto del Mercosur, el tratado y demás
acuerdos, disposiciones, etcétera, demuestran la existencia de una
voluntad política integracionista, pero en los espacios fronterizos la
integración necesita más que acuerdos firmados, dado que implica
la vida cotidiana de las sociedades. El caso de los conflictos
surgidos en torno al puente internacional San Roque González de
Santa Cruz, poco después de su inauguración, es un ejemplo de las
limitaciones locales y micro-sociales ante el avance integracionista
mercosureano en el área.

2.5. Neoliberalismo y reforma del Estado:


Las tensiones sobre el puente en la
reestructuración en la frontera
Por último, debemos analizar los cambios macroeconómicos que
estaban siendo aplicados en Argentina a la par de estas
tranformaciones espaciales y normativas. Los años noventa
significaron para la Argentina la puesta en marcha definitiva de un
proyecto económico que había empezado a fines de los años
setenta, reemplazando el desarrollo productivo imperante basado en
el sistema de industrialización para la sustitución de importaciones
por uno fundado en la apertura extrema al comercio y a la
competencia internacional, es decir, por el imperio del
neoliberalismo. La etapa que se abría estaría signada por la
apertura internacional, las privatizaciones de empresas nacionales,
la desindustrialización en el sistema económico argentino, la
descentralización política y económica, la tercerización y las
reformas políticas del Estado.

Con la Reforma del Estado durante el gobierno menemista, se


terminó con la idea del Estado Benefactor para pasar al Estado
Regulador, es decir, que no estaba implicado en la esfera de la
producción económica y en la vida social (Bonifacio et al.,
2003:172). Esta reforma incluyó, entre otras cuestiones,

“la desregulación del mercado, el predominio del capital financiero, la recomposición


de la tasa de ganancia de los grupos económicos nacionales, extranjeros y los bancos;
siendo el ajuste y el proceso de privatización de las empresas estatales, sus aspectos
más conocidos” (Favaro y Iourno, 2006: 72).

El objetivo económico de la apertura externa estuvo acompañado


por la privatización de empresas públicas, la promoción de las
inversiones extranjeras directas (IEDs), el endeudamiento público y
la reforma monetaria. Se promovió el aumento de las exportaciones,
beneficiando a los grandes grupos empresarios, que no siempre
eran grupos nacionales. Por otra parte, “reducir el tamaño del
Estado” significaba asimismo el corrimiento de muchas de las
funciones públicas más importantes, que fueron privatizadas (como
por ejemplo el sistema jubilatorio) o pasadas a la jurisdicción de las
provincias y municipios (como sucedió con el sistema de salud
pública y de educación pública básica).
De los grandes cambios político-económicos fueron dos lo que
mayor incidencia tuvieron en la vida de los habitantes fronterizos: la
firma del tratado que dio inicio al Mercosur y la Ley de
Convertibilidad (paridad cambiaria del peso en relación con el dólar
estadounidense). Por un lado, el Mercosur tuvo un efecto favorable
en las exportaciones provinciales misioneras, permitiéndoles a las
empresas obtener insumos y maquinarias a menores precios que
los de la etapa de la economía semi-cerrada. Pero, por otro lado, los
censos provinciales comenzaron a mostrar rápidamente la
disminución de establecimientos productivos y comerciales. La
paridad peso-dólar provocó una situación en la cual

se verificó un “retraso cambiario” que se reflejó en la caída del tipo


de cambio real (TCR) del peso con respecto a nuestros socios del
MERCOSUR, en especial con Brasil y Paraguay. Esta situación lleva
a una diferencia de precios notable –de casi el 100% en los años
1992/93– la cual surge al efectuar los cálculos de la Paridad del
Poder de Compra (PPC) para las ciudades de Posadas, Ijuí (Brasil)
y Encarnación (Paraguay) (Freaza, 1999:73).

Las llamadas “asimetrías” comerciales siempre existieron en los


espacios fronterizos, ya que dependen de la dotación de los factores
de producción. Sin embargo, las condiciones macroeconómicas
generales, la entrada en vigencia del Mercosur, la inauguración del
puente internacional y, sobre todo, la posición geográfica fronteriza
de Misiones hicieron que la desventaja competitiva con Paraguay y
Brasil se profundizara y prolongara en el tiempo por un largo
período, disminuyendo en un 56% el número de establecimientos
productivos y comerciales (Freaza et al., 2007:9).
Esta situación llevó a la protesta y presiones por mayores controles
fronterizos de los comerciantes e industriales posadeños agrupados
en la Cámara de Comercio e Industria de Posadas (CCIP). Como
respuesta a estos reclamos, y reconociendo las asimetrías como
una problemática fronteriza a tratar, el gobierno nacional retomó la
legislación sobre las fronteras en un intento por adecuar las nuevas
funciones de las mismas a las necesidades de las sociedades
fronterizas, por ejemplo a partir del Decreto Nº 1608/96 de 1996,
que buscaba establecer un régimen especial de subsidios que se
entregarían a la población con residencia permanente en las
ciudades fronterizas argentinas para ser utilizados como medio de
pago en la adquisición de bienes de consumo al comercio minorista.
Por otra parte, las diferencias con Paraguay fueron compensadas en
parte con una decisión del gobierno nacional de fines de 1996 por
medio del Decreto 1.562: la disminución del Impuesto a la
Transferencia de Combustible (ITC), “lo cual equilibró sus precios a
ambos lados de la frontera, reduciendo el cruce de vehículos y de
personas en aproximadamente un 40%” (Freaza, 1999:76). Al ser
suprimido para la ciudad de Posadas, los expendedores pudieron
bajar el precio y así competir con los de Encarnación en condiciones
más favorables.

La política de frontera argentina comenzó, entonces, a retomar


concepciones más nacionalistas, pese al camino de integración
regional en marcha. Con respecto a las exportaciones, se firmó el
Decreto Nº 855 de 1997 que establecía un régimen simplificado
opcional para aquellas exportaciones realizadas por las aduanas de
Clorinda, La Quiaca y Posadas. Según los considerandos de este
decreto, el objetivo era simplificar los trámites aduaneros en estas
ciudades y beneficiar el asentamiento de pobladores nacionales.
Observamos que retorna la preocupación por la población fronteriza,
una vez que las reformas económicas llevadas adelante por más de
siete años provocaran una emigración desde las provincias hacia la
Capital Federal, la Ciudad de Buenos Aires. Existen otras leyes
posteriores que denotan un retorno a las concepciones
nacionalistas. Por ejemplo, la Ley 25.173 de 1999 denominada
“Emblema Nacional”, establece que es obligación la instalación de
“la enseña patria nacional en todos los puestos de acceso y egreso
del Estado argentino”, que incluyen los puertos, los puentes
internacionales, los aeropuertos y los pasos fronterizos. Por otra
parte, en 2001 se promulga una la Ley de “Compre nacional”.
Siguiendo la lógica de los reclamos de los comerciantes posadeños,
que condenan las “asimetrías comerciales” de una “competencia
desleal” con el Paraguay y a los posadeños que “dejan su dinero” en
los negocios de Encarnación, el “Compre nacional” pareció ser un
reclamo de los privados a los consumidores medios que deciden
comprar en el país o no. Como sucedió en otros períodos en los que
imperaba el proteccionismo económico, en 2001, la Ley N° 25.551
de “Compre nacional” establecía que:

La administración pública nacional, sus dependencias, reparticiones y entidades


autárquicas y descentralizadas, las empresas del Estado y las sociedades privadas
prestadoras, licenciatarias, concesionarias y permisionarias de obras y de servicios
públicos, en la contratación de provisiones y obras y servicios públicos y los
respectivos subcontratantes directos otorgarán preferencia a la adquisición o locación
de bienes de origen nacional, en los términos de lo dispuesto por esta ley.

A partir de esta ley, se diseñó un logo que luego tuvo distribución


nacional en forma de calcomanías y afiches, para promocionar el
“Compre nacional”.
Desde el punto de vista del comercio exterior, el Departamento de
Itapúa y la Provincia de Misiones no han profundizado la
complementación económica de ningún tipo. Si bien Itapúa vende
energía eléctrica y balanceados a Misiones y Misiones exporta
yerba mate, té, madera, tabaco y papel a Itapúa, tienen economías
en competencia en productos importantes como frutas, tung, yerba
mate y mandioca (Masi, Penner y Dietze, 2000). El intercambio más
fluido es el comercial, especialmente el de servicios, como el
turismo de compra, los estudios superiores, restaurantes,
peluquerías, hotelería etcétera. A partir de 1994 Encarnación se ha
convertido –después de Ciudad del Este y Asunción– en la tercera
plaza en actividades comerciales fronterizas, a pesar de su escasa
importancia como puerto de entrada del comercio exterior
paraguayo (Masi, Penner y Dietze, 2000).

Consecuentemente, los cambios económicos de los años noventa


tuvieron en Argentina una repercusión conflictiva para parte de la
sociedad posadeña, especialmente la afectada por la caída del
comercio y la industria misionera. Las reformas monetarias –en
especial la convertibilidad del peso al dólar– generaban una
diferenciación tal, que gran parte de las población fronteriza prefería
“cruzar la frontera” para hacer sus compras de consumo básico,
como manera de “estirar el sueldo”, ya que su poder adquisitivo
había disminuido abruptamente. Las asimetrías entre los márgenes
constituyeron un factor de atracción de nuevas actividades,
dependientes, entre otras cosas, de los factores de las tasas de
cambio, las diferencias de precios, las políticas de promoción y de la
puesta en marcha de legislaciones restrictivas (Schweitzer, 2001).
Como adelantamos en la introducción, estas asimetrías son
fluctuantes, dado que dependen de políticas monetarias, cambiarias
y de comercio exterior de cada país. Por esto debemos aclarar que
esta configuración asimétrica se comenzó a revertir gradualmente a
partir del 2011 para quedar totalmente invertida en el año 2013. Al
cierre de la redacción de este libro los cruces comerciales tenían
una direccionalidad Encarnación-Posadas, es decir que
encarnaceños, paraguayos de otras localidades y brasileños iban a
comprar a Posadas en busca de mejores precios por las diferencias
cambiarias. Las medidas que originaron esta reversión fueron, en
primer lugar, las trabas a las importaciones que empezaron a regir
en Argentina en 2011 por la Resolución 45/2011, que fijaba trabas a
los artículos electrónicos, tejidos y metalúrgicos, además de otros
bienes que corresponden a los sectores de artículos para el hogar.
En Posadas-Encarnación comenzaron a evidenciar un pequeño
desfasaje entre los valores de las monedas peso argentino, dólar
americano y guaraní paraguayo. Muchos ciudadanos (tanto
argentinos como paraguayos) compraban dólares con pesos en las
casas de cambio argentinas y luego los cambiaban por guaraníes
para obtener una diferencia significativa. Pero en el año 2012 se
implementaron otras medidas que terminarían por girar la balanza
hacia Posadas: la restricción o bloqueo a la compra- venta de
dólares informada y pre-autorizada por AFIP; y el recargo tributario
del 35% para las compras con tarjetas de crédito y débito a los que
viajan al exterior. Realizar las compras en Encarnación, con un
recargo del 35%, se tornó imposible y la diferencia cambiaria
comenzó a ser bbeneficiosa para los comercios posadeños
llevándolos a una situación similar a la de la década del 80.
Para finalizar este capítulo, consideramos que las transformaciones
políticas, económicas y territoriales analizadas dan cuenta de la
profundización de la integración física de Argentina y Paraguay en el
nodo estratégico Posadas-Encarnación. Este espacio fronterizo fue
afectado, entre 1991 y 2010, por la inauguración del puente, las
obras del Plan de Terminación Yacyretá, las políticas de cooperación
e integración fronteriza y las medidas macro-económicas
nacionales. Por un lado, el puente internacional, pensado desde las
capitales estatales en un contexto regional confrontacionista, reforzó
la interconexión y la integración entre ambas ciudades; por otro
lado, el PTY afectó la trama urbana de ambas ciudades con una
misma lógica unificadora desde la perspectiva de la planificación y,
por último, los Comités de Frontera, el Control Integrado de Frontera
y el Tránsito vecinal Fronterizo inauguraron una política de puertas
abiertas en Argentina que, junto con las medidas económicas
neoliberales, alterarían el nodo Posadas-Encarnación.

Comprobamos un momento de ruptura en la política fronteriza


argentina en la región sudamericana que benefició la creación y
consolidación de acciones para lograr la cooperación fronteriza. Las
concepciones vinculadas a la Doctrina de la Seguridad Nacional
dejaron de ser prioritarias a mediados de la década del ochenta y la
línea de política exterior de los tratados y acuerdos suscriptos por la
República Argentina (de carácter cooperacionista) dejaron entrever
un viraje en la concepción de las fronteras internacionales a partir
del regreso del régimen democrático en 1983. Luego, la concepción
de política exterior de inserción argentina a través de la integración
en un bloque de países de la región se fue transformando en política
de Estado hacia fines de los años 90. Los acuerdos bilaterales entre
Argentina y Paraguay, la creación de los Comités de Frontera y los
acuerdos fronterizos en el contexto del Mercosur, trabajados en este
capítulo, demuestran la intención política de un cambio de era hacia
la integración fronteriza desde el plano político.

Estos cambios espaciales, políticos y económicos sentaron las


bases, a partir de la construcción de la integración fronteriza, que
podrían preanunciar la conformación de un espacio transfronterizo
alimentado por lazos sociales que trascienden los límites. Se han
detectado, en nuestro caso de estudio, estudiantes posadeños que
estudian en institutos encarnaceños y viceversa, empleadas
domésticas paraguayas que trabajan en Posadas, comerciantes
posadeños en Encarnación, matrimonios mixtos, mudanzas de
familias por motivos económicos, etcétera. Estos lazos son
contemplados en el marco del Mercosur en la nueva concepción de
integración fronteriza. Desde esta perspectiva, el componente nuevo
de este tipo de integración es su aspecto humano y social. Por eso
los grupos de trabajo sobre la integración fronteriza buscan
estrechar los vínculos entre los pueblos vecinos porque, en caso de
perdurar en el tiempo, estos vínculos irán marcando una nueva
geografía fronteriza y tal vez un espacio transfronterizo.

NOTAS:

8. Arq. Carlos Borio, entrevista realizada en Posadas, 25 de abril de


2009.
9. Ver, entre otros: “Protocolo de Intenciones en Materia de
Educación (1991)”, “Protocolo de Integración Cultural del
MERCOSUR (1992)” y Comunicado de los Presidentes de los
Estados Partes del Mercosur sobre los Diez Años del Tratado de
Asunción, en la XX Cumbre de Presidentes del Mercosur. Asunción,
22 de Junio de 2001.
CAPÍTULO 3. Control fronterizo:
Instituciones y operatoria en el
paso internacional Posadas-
Encarnación
La frontera es la nación

Porque esto no se da ahora, esto viene desde la conquista, esto es una región.
Nosotros los dividimos con fronteras, pero acá todos saben que esto no es una
frontera, es una región. En la zona de Alba Pose, por ejemplo, se dice que “la frontera
es Nación”. Porque es distinto el criterio que se tiene viviendo acá en la frontera que el
que se tiene en Buenos Aires o en otras ciudades. Esta ciudad ha crecido y se ha
formado al lado del río, y del otro lado estaban los parientes que cruzaron para ver
cómo era y se quedaron y siguieron teniendo nexos, vínculos afectivos muy grandes.”

“B”, funcionario de la Delegación Posadas de la Dirección Nacional de Migraciones,


Ministerio del Interior y de Transporte, julio 2010.

3.1. Introducción
En el capítulo anterior observamos la manera en la que las
concepciones políticas sobre la frontera fueron transformándose
pasando de las “fronteras cerradas”, excepto para proyectos
energéticos geoestratégicos, hacia las fronteras abiertas mediante
proyectos de cooperación e integración fronteriza, según tres
etapas: desarrollo fronterizo, cooperación fronteriza e integración
fronteriza y sus instrumentos de aplicación como leyes,
reglamentos, los comités de frontera, etcétera. Esta transformación
también se tradujo en modificaciones en el control fronterizo que, en
el paso internacional Posadas-Encarnación, se realiza en las dos
vías de cruce: la terrestre (puente internacional San Roque
González de Santa Cruz) y la fluvial (Puerto Posadas-Puerto Pacú
Cuá).

El control fronterizo, parte del accionar político desplegado por el


Estado, es el mecanismo mediante el cual se operacionalizan las
normas de cada país en tanto ejercicio de su soberanía territorial.
Nuestra hipótesis es que, en la aplicación de estos controles en el
paso internacional Posadas-Encarnación, la frontera se manifiesta
claramente como una barrera pese a las políticas de integración
fronteriza de los últimos años y la facilidad para transitar al interior
del bloque de los ciudadanos del Mercosur. El control fronterizo, sus
procedimientos y las condiciones del cruce internacional marcan una
separación tajante en la frontera que se manifiesta no tanto en la
letra de la ley o reglamentación sino en la práctica cotidiana del
“cruce”. Nuestro objetivo en este capítulo es describir y explicar los
mecanismos del control fronterizo desde el territorio argentino en el
contexto de integración en el paso internacional Posadas-
Encarnación, cuáles son sus organismos nacionales responsables
de acción territorial federal y los problemas que surgen en dicho
paso en su doble vía de vinculación. Este capítulo está organizado
en cuatro apartados. El primero describe los tipos de control
fronterizo, dónde se realizan y según qué normas, así como se
describen los organismos responsables del control fronterizo en el
Centro de Frontera Posadas-Encarnación y en el Centro de Frontera
Puerto Posadas-Puerto Pacú Cuá. En un segundo apartado se
acerca a la experiencia vivencial del cruce fronterizo, para
aproximarnos paulatinamente a la dimensión simbólica de la frontera
internacional, y se revisa cómo fueron realizados los controles en la
década del noventa y cuáles son las categorías migratorias y los
regímenes aduaneros habilitados en este paso de frontera. El tercer
apartado se concentra en los problemas que se suceden
cotidianamente en el paso fronterizo y las actitudes de los
representantes de los organismos de control fronterizo frente a ellos.
Finalmente, el cuarto y último apartado retoma los ejes más
importantes del capítulo con el fin de describir el “latir” del paso
Posadas.Encarnación.

La metodología empleada en este capítulo se basa en una serie de


técnicas y estrategias cualitativas desplegadas en los trabajos de
campo de los años 2007, 2009 y 2010. Por un lado, se realizaron
entrevistas en profundidad a funcionarios de alto rango e
intermedios (cuestionario en Anexo N° 1) de los organismos
nacionales responsables del control fronterizo. Por otra parte, para
captar la experiencia de los “cruces” se realizaron quince (15) viajes
mediante el servicio de lancha y aproximadamente veinte (20)
“cruces” por el puente internacional aplicando la técnica de la
observación participante, documentada principalmente por notas de
campo en forma de narrativas o relatos y fotografías. La mayoría de
los resultados de la observación participante fueron constatados
posteriormente por entrevistas en profundidad realizadas a los
funcionarios del control fronterizo y a personas que realizan el
“cruce” de forma cotidiana, especialmente a las llamadas “paseras”
paraguayas. Por último, se utilizó información brindada por las
páginas de internet de los organismos nacionales para completar la
información resultante de las entrevistas.
3.2. El control fronterizo
Con el fin de explicar el tipo de límite que implica el “cruce” entre
Posadas-Encarnación es importante recordar, como lo afirma Cairo
Carou (2001:35), que las fronteras marcan, en sus discontinuidades,
cuatro tipos de límites: 1) límite de la soberanía jurídica del Estado,
orden jurídico, conjunto de leyes y las medidas coactivas para su
cumplimiento; 2) límite de la comunidad política y ciudadana; 3)
límite de las economías nacionales, esfera de influencia de
mercados, límite fiscal y aduanero y 4) el límite simbólico, referido
exclusivamente a la identidad, o sea, la determinación del “nosotros”
y los “otros”. La gestión de estos límites determinará la propiedad de
la frontera y los efectos que genera en su entorno, es decir, las
funciones fronterizas.

Todo Estado tiene la prerrogativa de delinear, mediante su política


de frontera y acuerdos internacionales, las funciones que tendrán
sus fronteras. Estos lineamientos configurarán diversos tipos de
frontera, como las abiertas (por ejemplo las fronteras nacionales al
interior de la Unión Europea, o el paso fronterizo de Santana do
Livramento-Rivera, entre Brasil y Uruguay), entreabiertas (las
fronteras nacionales al interior del Mercosur, por ejemplo) o cerradas
(México-Estados Unidos, Corea del Norte y Corea el Sur,
Cisjordania-Israel) (Bottino Bernardi, 2009). Christophe Sohn (2010)
simplifica las funciones de las fronteras en cuatro: separación
(barrera), relacional (interfaz), diferenciación y afirmación.

Desde una interpretación funcionalista, la función de separación en


la frontera se operacionaliza a través del control fronterizo –control
fiscal, migratorio, sanitario, vehicular (Sassone, 1988)– que aplica y
administra las normas que rigen las políticas migratorias, aduaneras
y sanitarias del Estado y los acuerdos internacionales a los que
adhiere. Entendemos por control fronterizo la verificación, por parte
de las autoridades competentes, del cumplimiento de todas las
disposiciones legales, reglamentarias y administrativas referentes a
la entrada y salida de personas, mercaderías y medios de transporte
de personas y cargas por los pasos de frontera. Es una atribución
del Estado para el ejercicio de vigilancia, inspección, observación y
registro en los pasos de frontera habilitados a través de organismos
nacionales especializados. Se lleva a cabo mediante representantes
de los Organismos nacionales, que son los agentes del Estado
apostados en el paso de frontera.

La dimensión política y el aparato legal-institucional sobre la


frontera, en todas las escalas de análisis (regional mercosureana,
nacional y local), moldea de manera estructurante las otras
funciones fronterizas, dado que imprime consecuencias muy
visibles, condicionando generalmente la cantidad y evolución de los
flujos de intercambio y el conjunto de las prácticas fronterizas.
Influye, asimismo, en la construcción/afirmación/reproducción de
prácticas, identificaciones y representaciones sociales. Porque hay
que recordar, sobre todo, que lo que se pone en contacto en la
frontera, cuando hablamos de dinámicas, prácticas, relaciones,
movilidades, son las sociedades, las personas de “carne y hueso” y
no la abstracción normativa.

En la República Argentina, el control fronterizo es realizado en los


“pasos de frontera habilitados” o “pasos internacionales” o “Puntos
de frontera” según la normativa del Mercosur. Los pasos de frontera
se disponen a lo largo del límite internacional y pueden ser de
carácter terrestre, aéreo o fluvial, entre dos o tres países. Desde el
punto de vista de su aplicación, el control fronterizo se lleva a cabo
mediante representantes de los organismos nacionales, que son los
agentes del Estado Nacional apostados en el paso de frontera, cuya
función es aplicar la reglamentación de la política de frontera del
Estado en lugares físicos edilicios destinados para ese fin. En la
legislación argentina (la Ley N° 22.352 de 1980 y su decreto
reglamentario, Decreto Nº 1012/1981), estos lugares se denominan
Centros de Frontera, donde cada organismo nacional posee sus
puestos de frontera, es decir, un espacio físico –oficina, ventanilla,
etcétera– que garantiza el buen desempeño de su actividad de
control fronterizo y administra el tránsito de personas y el tráfico de
mercancías en los pasos internacionales. En nuestro caso de
estudio, el paso de frontera Posadas-Encarnación cuenta con dos
tipos de vinculación para el ingreso y egreso de personas,
mercancías y transportes: una fluvial y otra terrestre.

Dentro de la reestructuración de la política de frontera a partir del


año 2005 –recordemos que, en 1996 se disolvió la Superintendencia
Nacional de Fronteras atribuyéndole sus funciones a la Secretaría
de Seguridad Interior por medio del Decreto N° 1409/96– la
Resolución N° 2034/2005 del Ministerio del Interior reformó su
organigrama creando la Dirección de Asuntos Técnicos de Fronteras
que tiene como responsabilidad, entre otras, administrar 245
Centros de frontera de los cuales cuarenta (40) se ubican en la
frontera con Paraguay, según los datos de la página oficial de la
Dirección Nacional de Migraciones. Dos de estos centros se
encuentran en la ciudad de Posadas: el Posadas-Encarnación y el
Puerto Posadas-Puerto Pacú Cuá, el primero en la cabecera
argentina del puente internacional San Roque González de Santa
Cruz y el segundo está compuesto por los puertos de Posadas y de
Encarnación. El Centro Posadas –Encarnación está construido
sobre una superficie de terreno próxima a los 15.000 m2 y tiene un
espacio para los Puestos de Frontera de cada organismo nacional,
estaciones de control para vehículos particulares, espacio de control
para ómnibus internacionales, sanitarios, cocinas, oficina para el
Coordinador Local del área de Control Integrado (ACI), etcétera.
Desde el punto de vista estructural edilicio, el Centro de Frontera
cuenta con tres cuerpos: 1) uno ubicado a la derecha, que alberga el
puesto de frontera de la Dirección Nacional de Migraciones para el
control de la salida del país; 2) un segundo cuerpo ubicado al
centro, el más amplioque alberga la oficina del Coordinador Local,
los puestos de frontera del Servicio Nacional de Sanidad y Calidad
Agroalimentaria (SENASA), Sanidad Humana, la División Aduana de
Posadas, la Dirección Nacional de Vialidad y de Gendarmería
Nacional Argentina, sanitarios, cocina y enfermería y 3) un tercer
cuerpo a la izquierda, que alberga la Dirección Nacional de
Migraciones y la División Aduana de Posadas para el control de
personal que ingresan al país.

El Centro de Frontera Puerto Posadas- Puerto Pacú Cuá,


correspondiente al cruce fluvial, estuvo en actividad hasta el mes de
octubre del año 2009. En Posadas existía, adyacente al muelle del
puerto, una estructura edilicia que albergaba a los tres organismos
encargados del control fronterizo: Dirección Nacional de
Migraciones, División Aduana de Posadas y Prefectura Naval
Argentina. El control del ingreso y egreso de personas y bienes
entre Posadas y Encarnación por vía fluvial continuó cerrado hasta
el año 2013, cuando se habilitó el nuevo puerto Pacú Cuá, en
Encarnación, pero la afluencia de personas nunca recuperó el
dinamismo de antes del 2009.

El Centro de Frontera Posadas-Encarnación forma parte de la


Nómina de pasos internacionales donde rige el área de Control
Integrado de Frontera según la normativa del Mercosur, es decir,
que la actividad de control se realiza en ambas cabeceras, utilizando
procedimientos administrativos y operativos compatibles y similares
en forma secuencial y simultánea, por los funcionarios de los
distintos organismos que intervienen allí. En el control integrado
debe existir coordinación entre los organismos nacionales de cada
país para efectuar los controles conjuntamente según la división
determinada: si el control migratorio se realiza en un Centro de
Frontera, los organismos nacionales de ambos países deben
trabajar en el mismo puesto de frontera. De esta manera, el control
de cargas en el Centro de Frontera Posadas-Encarnación se realiza
en la cabecera paraguaya del puente internacional, mientras que la
cabecera argentina el Centro de Frontera Posadas-Encarnación
cuenta con la estructura edilicia para realizar un control integral
migratorio, aduanero, vehicular, sanitario y bromatológico. Según la
normativa del ACI, los organismos de control fronterizo migratorio y
aduanero paraguayos deberían situarse en la cabecera argentina,
pero hasta la fecha de cierre de esta investigación aún no
funcionaba correctamente. Por esta razón, en la cabecera
paraguaya se encuentran todos los organismos de control de la
república del Paraguay: la Dirección Nacional de Transporte, La
Dirección General de Migraciones, la Dirección Nacional de
Aduanas y la Policía Nacional.

En las páginas siguientes se busca mostrar de qué manera cada


organismo nacional ejerce un control fronterizo que operacionaliza la
función de la frontera en este paso internacional, tanto la legal, la
fiscal, la de control (seguridad) y la simbólica (ver Tabla 1). Con
respecto a esta última, observamos más adelante que depende de
todo el dispositivo de control fronterizo, es decir, no sólo de la
cantidad de organismos de control sino que también de la gente que
cruza y cómo cruzan, de la estructura edilicia del Centro de Frontera
y del trato personal en los controles, de la facilidad o dificultad de
transitar por el Centro de Frontera, etcétera.

Tabla 1: Control Fronterizo en los Centros de Frontera Posadas-


Encarnación y Puerto Posadas-Puerto Pacú Cuá: organismos
nacionales.

Presente en
Organismos Año de creación
Tipo de control Misión Centro de
nacionales y normativa
Frontera

Contribuir
decididamente a
mantener la
Gendarmería 1938
Seguridad identidad Puente
Nacional
(terrestre) Nº 19.349 nacional y la internacional
Argentina
intangibilidad del
límite
internacional
Seguridad Prefectura 1896 como Garantizar la Puerto Posadas
(fluvial) Nacional Prefectura seguridad de la
Argentina Nacional vida humana en
Marítima el mar,
inspeccionar
Ley General buques,
18.398 y la Ley mantener el
de la Registro
Navegación Nacional de
20.094 Buques y
habilitar al
personal
navegante,
prevenir la
contaminación
de las aguas,
reflotar buques,
asistir a las
comunidades
costeras,
etcétera

Valorar,
clasificar,
1877 como
verificar y
Dirección
controlar la
General de
entrada y salida
Rentas
de mercaderías
Dirección Código y los medios en Puente
Fiscal General de Aduanero de que son internacional y
Aduana (DGA) 1981 (Ley transportadas, puerto Posadas
22.415) y su asegurando que
Decreto se cumplan las
Reglamentario normativas y
1.001/82 disposiciones
aduaneras
vigentes

Personas Dirección 1898 Aplicar la ley Puente


Nacional de 25.871. internacional y
Migraciones Ley de Registrar los puerto Posadas
Migraciones N° ingresos y
25.871 del 2004 egresos de
personas al país;
ejercer el poder
de policía
migratorio, y
decidir sobre la
admisión de
personas al
territorio
nacional

1904 como Mantener,


Dirección de mejorar y
Vías de ampliar la red
Dirección
Infraestructura y Comunicación nacional de Puente
Nacional de
accesibilidad caminos, que es internacional
Vialidad
Ley N° 16.920 y una parte de la
Decreto Ley 505 red vial
de 1958 argentina

Sanidad animal Servicio 1996 Planificar, Puente


Nacional de normar, ejecutar, internacional
Sanidad y Ley Nº 19.852 fiscalizar y
Calidad certificar
Decreto 660 de
Agroalimentaria procesos y
1996
acciones en el
marco de
programas de
sanidad animal,
vegetal e
inocuidad,
higiene y calidad
de los alimentos,
productos e
insumos, dando
respuesta a las
demandas y
exigencias
nacionales e
internacionales a
los temas
emergentes y a
las tendencias
de nuevos
escenarios

Coordinar las
acciones
necesarias a los
efectos de
asegurar el
acatamiento de
las normas
sanitarias
2007 reglamentarias,
Sanidad de referidas al Puente
Salud
frontera Decreto ingreso y/o internacional
1343/2007 egreso del país
de personas,
cosas y
productos y/o
material
biológico con
fines de
diagnóstico e
investigación

Fuente: Elaboración de María Dolores Linares, 2012.

3.2.1. Misión y función de los organismos


nacionales en el Centro de Frontera Posadas-
Encarnación

a) Coordinador Local del área de Control Integrado

Los Coordinadores Locales de las áreas de Control Integrado han


sido designados por cada organismo competente de los Estados
parte, que en nuestro caso son la Dirección de Asuntos Técnicos de
Fronteras por la República Argentina y la Dirección Nacional de
Aduanas por la República del Paraguay. Los Coordinadores Locales
responden, en el caso argentino, en primera instancia, al
Coordinador Zonal Intersectorial, que a su vez responderán a la
Dirección de Asuntos Técnicos de Frontera, dependiente del
Ministerio del Interior y de Transporte. La Resolución del Grupo del
Mercado Común del Mercosur N°20/09 “Nómina y reglamento
administrativo de los organismos coordinadores en el área de
Control Integrado (ACI)” detalla las actividades que deben cumplir
los coordinadores locales, cuya tarea principal es coordinar –lo cual
no significa ni control ni dirección, tal como se aclara en la
Resolución– las actividades desarrolladas por los organismos
nacionales del Estado en sus actividades operacionales y
administrativas para lograr un control eficaz y funcional en el ACI.
Según la Resolución del Secretario de Interior N° 1280/09 y la
Resolución 0057/10 del Ministerio del Interior, los Coordinadores
Locales argentinos tienen la responsabilidad de: 1) mantener toda
cartelería o señalética en el ACI; 2) proponer a la Dirección de
Asuntos Técnicos de Fronteras la habilitación, mantenimiento o
desafección de los servicios complementarios (casas de cambio,
kioscos, restaurantes, comercios, etcétera) en el ACI; 3) recepcionar
y enviar a la Dirección todas las solicitudes de modificación de
estructura edilicia, construcción de nuevas instalaciones o cualquier
obra o instalación que modifique la “infraestructura o estética de los
Pasos internacionales”; 4) velar por el buen funcionamiento de los
servicios públicos del ACI (electricidad, gas, teléfono, etcétera) y 5)
informar sobre la normativa vigente a los demás organismos
nacionales sobre la operatoria fronteriza.

En virtud de la Resolución 361/99 de la Comisión Nacional de Zonas


de Seguridad, los pasos internacionales fluviales misioneros de
Puerto Posadas, Puerto Maní, Puerto Oasis, Puerto San Ignacio,
Puerto Candelaria, Puerto Santa Ana dependen del Oficial en Jefe
de la Prefectura Naval Argentina de Posadas como Coordinador
Zonal Intersectorial, responsabilidad que se mantiene hasta hoy
según la Resolución 796/09 del Ministerio del Interior. El paso
terrestre del puente Internacional San Roque González de Santa
Cruz depende de un Oficial Jefe de Gendarmería Nacional como
Coordinador Zonal Intersectorial por la Resolución 362/99 de la
Comisión Nacional de Zonas de Seguridad. En Posadas, la oficina
del Coordinador Local del ACI se encuentra en el cuerpo principal
de la estructura edilicia del Centro de Frontera Posadas-
Encarnación.

b) Dirección Nacional de Migraciones

La Dirección Nacional de Migraciones (en adelante Migraciones) es


el organismo nacional dependiente del Ministerio del Interior y de
Transporte encargado de aplicar la política migratoria de la
República Argentina. Tiene una estructura organizativa territorial
para atender las demandas y los requerimientos de cada región del
país (Sassone, 2004), por lo cual se divide en 29 Delegaciones, seis
Oficinas Migratorias y un Centro de Documentación rápida, según
datos de la página oficial de la Dirección Nacional de Migraciones
consultada en el año 2013. La función, misión, visión y prioridades
de la Dirección Nacional de Migraciones están reglamentadas por la
Ley N° 25.871 del año 2004 y su Decreto Reglamentario 616 del
año 2010. Esta ley es muy avanzada en materia de política
migratoria en la región sudamericana ya que además de reconocer
el derecho humano a migrar, amplía la cantidad de derechos de los
migrantes en territorio argentino, como el derecho a la salud,
educación, a la participación en la vida política del país, a la
reunificación familiar y a la asistencia jurídica en caso de necesidad
(Novick, 2006:8). Entre las funciones principales referidas al
movimiento de personas en los Centros de Frontera de la Dirección
Nacional de Migraciones en este nuevo contexto se encuentran: 1)
Controlar el ingreso/egreso de personas al territorio en fronteras,
aeropuertos y puertos; 2) Registrar, archivar y procesar el flujo de
entrada/salida de todo el país; 3) Evaluar y otorgar los distintos tipos
de residencia de extranjeros y cambios de categorías y 4) Promover
la regularización documentaria de los inmigrantes y controlar su
permanencia. El control migratorio nacional se realiza en 236
puntos, en forma directa o lo delega a la policía auxiliar migratoria,
que pueden ser miembros de la Gendarmería Nacional, la
Prefectura Naval Argentina y la Policía de Seguridad Aeroportuaria,
según la necesidad de cada Delegación.

El puesto de frontera de la Dirección Nacional de Migraciones en el


Centro de Frontera Posadas-Encarnación depende de la Delegación
Posadas de dicha Dirección, que tiene jurisdicción en la Provincia de
Misiones, desde su límite con la provincia de Corrientes hasta
Puerto Iguazú. En su puesto de frontera –según los datos obtenidos
en el trabajo de campo mediante la técnica de la observación
participante– Migraciones cuenta con ventanillas para el control del
egreso e ingreso al país, que son habilitadas a medida que sean
necesarias, llegando a ser seis de cada lado en los horarios pico de
“cruce”. Las ventanillas se encuentran en la parte derecha del
edificio para el control de los egresos y en la parte izquierda para el
control de los ingresos al país. Se trata de la primera parada de
control y consiste en presentar la documentación requerida por las
autoridades, es decir, un documento de identidad válido y en
vigencia. La información de cada individuo se registra en el sistema
de registro informatizado llamado SICAM, puesto en funcionamiento
en el año 2012. Los ciudadanos de los países miembros del
Mercosur deben presentar el documento de identidad mientras que
a los ciudadanos extra-Mercosur se les exige pasaporte en regla y
visas (en caso de necesidad).

c) Dirección General de Aduanas (DGA)

La Dirección General de Aduanas (en adelante Aduana) es un


órgano dependiente de la Administración Federal de Ingresos
Públicos (en adelante AFIP) de la República Argentina, que tiene a
su cargo la aplicación de la legislación relativa a la importación y
exportación de mercaderías, como así también el control del tráfico
de los bienes que ingresan o egresan del territorio aduanero, según
lo dispone el Código Aduanero de 1981 (Ley 22.415) y su Decreto
Reglamentario 1.001/82. El territorio aduanero abarca parte del
ámbito terrestre, acuático y aéreo, sometidos a la soberanía de la
Nación Argentina en los que se aplica un mismo sistema arancelario
y de prohibiciones de carácter económico a las importaciones y a las
exportaciones. La función principal de este organismo es la de
valorar, clasificar, verificar y controlar la entrada y salida de
mercaderías y los medios en que son transportadas, asegurando
que se cumplan las normativas y disposiciones aduaneras vigentes.
Los objetivos del organismo se centran en: procurar el cumplimiento
de la normativa aduanera y evitar delitos de tráfico ilegal, supervisar
el cumplimiento de las obligaciones aduaneras de operadores y/o
responsables aduaneros de todo el país y controlar el ingreso y
egreso de transportes, personas y mercancías. Es menester
destacar que la Aduana se rige, en líneas generales, y sumado a las
disposiciones particulares y modificatorias, por el Código Aduanero
de 1981 (Ley 22.415) y el Decreto Reglamentario 1.001/82: Código
Aduanero. En virtud de esta normativa existen mercaderías de
ingreso prohibido, a saber: 1) explosivos, inflamables y
estupefacientes; 2) municiones, armas de fuego o sus partes; 3)
repuestos de automotores y otros; 4) respecto de la introducción de
productos alimenticios, se encuentra prohibido importar por este
régimen las mercaderías de origen animal y vegetal que se
encuentren sujetas a la intervención sanitaria y/o fitosanitaria
(SENASA); 5) mercadería prohibida por razones de seguridad
pública, defensa nacional, salud pública, sanidad animal o vegetal,
protección al patrimonio artístico, histórico, arqueológico,
paleontológico, científico o conservación de las especies animales o
vegetales y 6) mercadería destinada a fines comerciales o
industriales.

En el Centro de Frontera Posadas-Encarnación, la Aduana cuenta


con un puesto de frontera en el área central de la estructura edilicia
que cuenta con varias oficinas y otro puesto, más precario
(pequeño, con pocos escritorios y una gran mesa de madera a
modo de barra de control), a la izquierda del edificio, es decir, en el
área de control de ingreso al país. El control de vehículos se realiza
en la vía central del edificio, a pocos metros del puesto de frontera
de la Aduana. Para el control de los pasajeros del ómnibus
internacional que hace el recorrido desde el centro de Posadas al
centro de Encarnación ida y vuelta, los funcionarios de la Aduana
cuentan con una máquina de escáner fijo de bultos o equipaje,
instalada en un pasillo y luego una mesa amplia, al aire libre, para la
revisación manual. En caso de descubrir mercadería prohibida o un
exceso del régimen de equipaje permitido, remiten a la persona al
puesto de frontera de Aduana en la zona central del edificio.

Por las condiciones particulares de este paso fronterizo, el espacio


destinado a las actividades aduaneras es evidentemente más
amplio que el de los demás organismos. Este paso internacional
constituye una Zona Primaria Aduanera, que según el Código
Aduanero es aquella parte del territorio aduanero habilitada para la
ejecución de operaciones aduaneras o afectada al control de las
mismas, en la que rigen normas espaciales para la circulación de
personas y el movimiento y disposición de la mercadería.

De los regímenes aduaneros existentes, observaremos más


adelante que son dos los más utilizados en este paso: uno que es el
Tráfico Vecinal Fronterizo, que implica que los que habitan a 50
kilómetros a la redonda de Posadas y Encarnación cuentan con una
franquicia de 50 dólares en cada cruce (solamente uno por día) y el
Régimen de Equipaje, que implica el libre paso sin pago de
impuestos aduaneros a todo equipaje con artículos de uso personal
(ropa, libros, objetos de uso personal), con una franquicia hasta el
límite de U$S 150 o su equivalente en otra moneda.
d) Dirección Nacional de Vialidad (DNV)

La Dirección Nacional de Vialidad (en adelante Vialidad Nacional)


forma parte de la Secretaría de Obras Públicas del Ministerio de
Planificación Federal, Inversión Pública y Servicios de la República
Argentina. Fue creada en 1958 por medio del Decreto Ley N° 505 de
1958 y de la Ley N° 16.920 y su misión es la de mantener, mejorar y
ampliar la red nacional de caminos.

En el Centro de Frontera Posadas-Encarnación, la Dirección


Nacional de Vialidad tiene un puesto de frontera (una oficina) debido
a su función y responsabilidad con respecto a la obra de
infraestructura del puente internacional. La función de Vialidad
Nacional aquí es proteger y controlar la obra de infraestructura, por
eso está atenta a la circulación, los factores de desgaste de los
materiales de la construcción, posibles accidentes o problemas
varios sobre el puente internacional, etcétera. Cualquier problema o
falla en el puente internacional es responsabilidad de Vialidad
Nacional y se encarga, asimismo, de la puesta en práctica de los
dispositivos de seguridad, cortes del puente internacional, etcétera.
Por otra parte, en caso de que otras autoridades de control, como el
caso de la Dirección General de Aduanas, procedan al control
vehicular y comprueben un faltante en la documentación solicitada
(permiso de conducir, título del automotor, seguro, patente paga),
puede solicitar la intervención de Vialidad Nacional para brindar
información sobre los requerimientos para circular en las rutas
nacionales.
e) Servicio Nacional de Sanidad y Calidad Agroalimentaria
(SENASA)

El Servicio Nacional de Sanidad y Calidad Agroalimentaria (en


adelante SENASA) es el organismo del Ministerio de Agricultura,
Ganadería y Pesca, encargado de ejecutar las políticas nacionales
en materia de sanidad, calidad animal y vegetal, y verificar el
cumplimiento de la normativa vigente en la materia. El Decreto 660
de 1996 fusionó el Servicio Nacional de Sanidad Animal (SENASA),
creado por la Ley Nº 19.852 de 1972 y el Instituto Argentino de
Sanidad y Calidad Vegetal (IASCAV), constituyendo el Servicio
Nacional de Sanidad y Calidad Agroalimentaria (SENASA). Dentro
de sus principales funciones (www.senasa.gov.ar) encontramos,
entre otras, la de establecer zonas y fronteras epidemiológicas
cuando lo requiera la salvaguarda del patrimonio sanitario animal o
vegetal, aplicando las medidas necesarias. Es el organismo
encargado de impedir el ingreso de enfermedades animales y
plagas vegetales que afecten futuras exportaciones y cierre de
mercados. En este sentido, el SENASA actúa como la primera
barrera sanitaria, previniendo que ingresen al país enfermedades
animales y plagas vegetales que existan en otros territorios y que
son vehiculizadas por pasajeros o sus equipajes, tanto en medios de
transporte aéreos, marítimos, fluviales o terrestres. Las tareas de
control sanitario son responsabilidad de un órgano específico dentro
del SENASA: la Coordinación de Fronteras y Tráfico Federal.

La instrumentación del control fronterizo responde prioritariamente a


la necesidad de preservar el estatus zoo-fitosanitario nacional y se
sostiene en una serie de normas que regulan las actividades de
revisión de las personas y sus equipajes en los principales puntos
de ingreso al Territorio Nacional y que rigen en todos los Centros de
Frontera del país, entre ellos el de Posadas. De estas normas, las
más importantes son dos: 1) la Resolución SENASA Nº 295/99 que
enumera una nómina de productos denominados “positivos” de
origen animal o vegetal que, portados por un viajero en pequeñas
cantidades para un uso personal y debidamente rotulados en el país
de origen, pueden ser introducidos al país y 2) Resolución SENASA
Nº 299/99 que aprueba el Manual de Procedimiento que todo
inspector debe respetar ante la detección de algún producto no
autorizado para su ingreso. En la Tabla 2 se resume la lista de los
productos permitidos y prohibidos según la Res. N° 295/99. Ante la
detección de alguno de estos productos prohibidos, los funcionarios
se basan en la Resolución SENASA 299/99 para realizar el
procedimiento de decomiso y destrucción del material peligroso.

Tabla 2: Productos permitidos y prohibidos por SENASA según la


Resolución 295/99 (lista no exhaustiva).

Productos permitidos Productos prohibidos

-productos de la pesca: pescados salados, -productos de origen animal: jamones,


desecados, ahumados, conservas y embutidos, carnes rojas y blancas, miel,
semiconservas cera, productos lácteos, material
reproductivo, productos biológicos o
-productos porcinos y aviares: conservas veterinarios

-productos lácteos: leche condensada, leche -alimentos para animales


en polvo, quesos que se identifiquen como
hechos con leche pasteurizadas -alimentos sin rotular o artesanales
-productos de origen vegetal: solamente -productos vegetales: frutas y hortalizas
confitado, tostado, sulfitado, fermentado, frescas, flores, plantas, bulbos, rizomas,
parbolizado, etcétera tubérculos, yemas, semillas, raíces, tierra

Ejemplo de productos prohibidos:

-aceites de origen vegetal (cosméticos,


comestibles, medicinas, etcétera), sólidos o
líquidos

-esencias vegetales (colorantes,


aromatizantes, etcétera)

-chocolates.

-yerba mate elaborada y envasada.

-polvo para helados y postres, envasados.

-féculas envasadas.

-manteca y pasta de cacao.

-artesanías o manufacturas pequeñas de


fibras vegetales (esterillas-alfombras-
sombreros-cestos-bisuteria de madera,
etcétera).

-café soluble.

-café torrado y molido.

-glucosa y azúcar refinada y envasada.

-cigarrillos y cigarros.

Fuente: Elaboración propia sobre la base de los datos de la


Resolución SENASA N° 295/99.

f) Sanidad Humana del Centro de Frontera


El Departamento de Sanidad de Fronteras y Terminales de
Transporte de la Dirección Nacional de Registro, Fiscalización y
Sanidad de Fronteras es un área dentro del Ministerio de Salud de
la República Argentina, que se encarga de brindar la información
sanitaria a las personas que ingresas o egresan del país. Esta área
tiene fuerte presencia en los puertos y aeropuertos nacionales
debido al alto tránsito y al riesgo sanitario que implican ciertos
buques de carga. En los Centros de Frontera con los países
limítrofes el control no es una de sus funciones principales. Por una
lado, la prioridad de control fronterizo se realiza en los puertos
según índices de peligrosidad, dependiendo de las epidemias
mundiales: paludismo (barcos procedentes de áfrica), gripe aviar (de
procedencia asiática), etcétera. Por otro lado, la República Argentina
ha firmado numerosos tratados sanitarios con sus países limítrofes
en los que se han acordado una serie de medidas sanitarias
comunes a todos los países para enfrentar epidemias regionales
como el cólera, el mal de chagas, etcétera. Por esta razón, la
función del Departamento de Sanidad de Fronteras y Terminales de
Transporte en los Centros de Frontera con los países limítrofes es,
salvo en casos excepcionales, la información sanitaria.

Este es el caso del Centro de Frontera de Posadas, en donde el


puesto de frontera del Departamento de Sanidad de Fronteras se
encuentra en el edificio principal pero estratégicamente alejado del
flujo de vehículos y personas. La información obtenida sobre este
puesto es resultante de una entrevista realizada en el año 2010 a la
médica responsable del puesto de Sanidad de Fronteras. En este
puesto trabajan dos funcionarios –una médica y una funcionaria
administrativa– cuya tarea principal es brindar información a las
personas que así lo deseen, sin controlar a los pasantes. Sin
embargo, en caso de presentarse una epidemia en el país vecino,
Paraguay, Sanidad de Fronteras tiene la responsabilidad de velar
por la salud de todos y tomar las medidas dispuestas por el
Ministerio de Salud de la República Argentina. Aunque no pueden
impedir la entrada de personas medianamente enfermas (la
enfermedad no es un delito) ni derivar a nadie a un hospital,
Sanidad de Frontera en este Centro puede recomendar, informar y
formar (brindar educación) sobre los centros de salud gratuitos que
pueden encontrar en Posadas. En caso de existir un peligro
inminente –como fiebre amarilla o dengue en la última década–
Sanidad de Frontera aconseja a los organismos de salud
provinciales y municipales y también propicia reuniones y
adecuaciones de medidas preventivas con los órganos de salud de
Paraguay, o directamente con el municipio de la Ciudad de
Encarnación.

g) Gendarmería Nacional Argentina

La Gendarmería Nacional Argentina (en adelante Gendarmería) fue


creada el 28 de julio del año 1938 y nació como un cuerpo con
organización, formación y disciplina militar con la misión de
“contribuir decididamente a mantener la identidad nacional y la
intangibilidad del límite internacional” según la Ley Nº 12.367 de ese
año. La institución pertenece al Ministerio de Seguridad y se
encuentra enmarcada dentro de la Ley N° 19.349 de 1971 que
modifica y complementa a la Ley 12.367 y que regula su
organización, misión, funciones, jurisdicción y competencias, así
como el régimen legal de su personal. Los problemas estructurales
a los que se enfrenta Gendarmería Nacional están relacionados con
el control fronterizo: narcotráfico, inmigraciones clandestinas y
contrabando.

El Centro de Frontera de Posadas cuenta con una sub-unidad


dependiente del Escuadrón 50 de Gendarmería Nacional
(Perteneciente a la Agrupación IV Misiones, de la Región II). La
jurisdicción territorial de este Escuadrón comprende por el oeste el
límite interprovincial con Corrientes (control del Arco, en Ruta
Nacional N° 12), hacia el sur hasta el Cruce San José, en la entrada
de la ciudad de San José (rotonda en la intersección de las rutas
nacional N° 14 y N° 105) y hacia el noreste hasta el peaje de Santa
Ana y el río Paraná sobre la Ruta Nacional N° 12. La Jurisdicción de
Gendarmería en el puente internacional abarca la llamada “Zona
Primaria Aduanera”, desde la mitad del puente hasta las vías de
ferrocarril próximas a la Placita del Puente. Dado que toda la
provincia de Misiones pertenece a la zona de seguridad de frontera,
la jurisdicción de Gendarmería Nacional en la provincia es total. Por
esta razón, en el control de personas en las rutas misioneras se
puede hacer control migratorio, aduanero y del narcotráfico según la
Ley N° 23.737 de 1989 sobre tráfico de estupefacientes, ya que
figura entre sus funciones delegadas. En algunos casos de intenso
tránsito, o para algunas fechas especiales como las navidades, la
Gendarmería Nacional ejerce estas funciones en distintos puntos de
la provincia, para reforzar el control fronterizo.

La Gendarmería Nacional no ejerce funciones delegadas en el


Centro de Frontera de Posadas. Esto quiere decir que solamente
ejercen su función y no la aduanera ni la migratoria, como en otros
pasos internacionales de menor tránsito. En este Centro de
Frontera, la función de Gendarmería Nacional es resguardar la
seguridad, por un lado, del puente internacional mismo (en tanto
objetivo de seguridad nacional) y, por otro lado, brindar seguridad a
los funcionarios que allí trabajan. Gendarmería Nacional es el único
organismo nacional en el Centro de Frontera Posadas-Encarnación
que cuenta con poder de policía (en tanto cumple la función de
seguridad), es decir, capacidad para detener a una persona envuelta
en un delito aduanero o migratorio.

3.2.2. Misión y función de los organismos


nacionales en el Centro de Frontera Puerto
Posadas-Puerto Pacú Cuá

En el Centro de Frontera Puerto Posadas-Puerto Pacú Cuá


(Encarnación) se encuentran los puestos de frontera de la Dirección
Nacional de Migraciones y de la Dirección General de Aduana.
Estos organismos cumplen, en este Centro de Frontera, con las
mismas funciones, atribuciones y deberes que en el Centro de
Frontera Posadas-Encarnación. El Puerto de Posadas y el de Pacú
Cuá continuaron sus actividades hasta el mes de octubre de 2009,
cuando el nivel de las aguas del río Paraná anegó ambas márgenes
del río por la suba de la cota de Yacyretá así como a los edificios
portuarios. Aunque el período comprendido en este trabajo finaliza
en 2010, es importante remarcar que en el año 2012 se inauguró el
nuevo Puerto de Posadas pero recién en 2013 se rehabilitó el cruce
fluvial, cuando se relocalizó e inauguró el Puerto Pacú Cuá. De los
tres organismos nacionales apostados en el Centro de Frontera
Puerto Posadas-Puerto Pacú Cuá, el único que no se encuentra en
el Centro de Frontera Posadas-Encarnación es la Prefectura Naval
Argentina, que describiremos a continuación.

a) Prefectura Naval Argentina

La Prefectura Naval Argentina (en adelante Prefectura) es una


fuerza de seguridad, según la Ley General 18.398 de 1969 y la Ley
de la Navegación 20.094 de 1973, que ejerce la policía de seguridad
de la navegación y de la seguridad y el orden público en las aguas
de jurisdicción nacional (seguridad marítima, fluvial y lacustre) y en
los puertos. Es un organismo nacional dependiente del Ministerio de
Seguridad y tiene como función principal la aplicación de los
convenios internacionales relativos a la seguridad de la vida humana
en el mar y la prevención y la lucha contra la contaminación. Su
misión se sintetiza en: garantizar la seguridad de la vida humana en
el mar, inspeccionar buques, mantener el Registro Nacional de
Buques y habilitar al personal navegante, prevenir la contaminación
de las aguas, reflotar buques, asistir a las comunidades costeras,
etcétera.

Para materializar estos objetivos la Prefectura cuenta con un


despliegue administrativo y operativo en el territorio organizado en
10 Prefecturas de Zona y dependencias subordinadas. La
encargada del Centro de Frontera Puerto Posadas- Puerto Pacú
Cuá es la Prefectura de Posadas, dependiente de la Prefectura de
Zona Alto Paraná. La extensión de su jurisdicción (frontera fluvial
con Brasil y Paraguay), la exuberante vegetación y angostura del
río, sumado a los tipos de ilícitos cometidos (contrabando, tráficos
de drogas, inmigración ilegal, etcétera) constituyen un escenario
muy particular dentro del ámbito de acción de la institución. La
Prefectura Naval Argentina de Posadas tiene jurisdicción desde el
kilómetro 1.623, en el Arroyo Yabebiry, hasta el kilómetro 1.528 en la
zona de Ombú y tiene dependencias subordinadas, como la
Dependencia Santa Ana o la Dependencia Candelaria. En el Puerto
Posadas, hasta octubre del 2009, la Prefectura Naval Argentina
cumplía funciones de seguridad. De igual manera que sucede con
Gendarmería Nacional, la Prefectura Naval Argentina no cumplía
funciones delegadas en el Puerto de Posadas porque las funciones
de control en materia aduanera y migratoria la cumplían los
organismos nacionales específicos. Por dicha razón, las funciones
de la Prefectura eran, hasta el año 2009 y, según la entrevista
realizada al Ayudante Mayor “A”, Encargado General de la
Prefectura Delegación Posadas, garantizar la seguridad del puerto,
el buen amarre de las embarcaciones, seguridad de la navegación,
el control de la habilitación de las embarcaciones, la seguridad en el
desembarco y embarco de los pasajeros y la seguridad en la
materialidad del puerto (oficinas, pasarelas, etcétera).

3.3. La experiencia vivencial del cruce:


Operatividad de los controles
Todos los organismos nacionales anteriormente descriptos cumplen
con sus funciones en el Centro de Frontera de Posadas siguiendo
una serie de reglamentos, normas y procedimientos que hacen al
control fronterizo. Toda persona que quiera realizar el cruce deberá
someterse a dicho control que, basado en una serie de requisitos y
mecanismos, forma una secuencia de controles a la manera de
“postas”. Esta secuencia implica un recorrido o un itinerario –de un
punto a otro, de un país a otro– con diferentes “marcas” que
conducen a las personas por un canal en el cual intervienen los
funcionarios de los organismos nacionales. En este apartado nos
interesa realizar un seguimiento del “cruce” focalizando en cómo se
aplican los controles fronterizos a aquellos que “cruzan”, qué
mecanismos y procedimientos se ponen en juego y que espacios se
construyen en el “paso”. La técnica de observación participante
aplicada en los trabajos de campo de los años 2007, 2009 y 2010
implicó la realización de cruces fluviales y terrestres, en ambos
sentidos, en diferentes momentos del día, fines de semana y meses
del año. Observaremos que la figura de la pasera paraguaya va
adquiriendo un lugar prioritario. Esto es producto de un hecho que
se evidenció en la realización de cada cruce: un gran porcentaje de
las personas que cruzan son paseras o están vinculados a alguna
rama del comercio fronterizo o, más específicamente, al comercio
hormiga (Benedetti, 2011). Y en cada cruce se despliegan controles
específicamente destinados al control de estas personas y a las
mercancías que transportan.

3.3.1. El cruce a principios de la década del


noventa

El Centro de Frontera Posadas-Encarnación fue inaugurado junto


con el puente internacional, en abril de 1990 y fue evolucionando
tanto físicamente –aunque con una velocidad menor a la
pretendida– como administrativamente. Por ejemplo, en el año
1990, apenas inaugurado el puente, estaba el puesto de Vialidad
Nacional y la Aduana pero era la Gendarmería Nacional quien
cumplía, además de la función de seguridad, las funciones
migratorias delegadas. Tampoco existía el Servicio Nacional de
Sanidad y Calidad Agroalimentaria (SENASA) ni Sanidad de
Fronteras. A principios de los años 90 el control fronterizo no era tan
organizado ni estricto y, por otra parte, no existía la figura del
Coordinador Local del Centro de Frontera que organizara la
circulación y el control en el paso. El mismo Centro de Frontera era
muy diferente: no estaba instalado aún el vallado que separa el
edificio del resto de la ciudad y no estaba construida la Avenida
Costanera con lo cual bajo el Centro de Frontera existía un
cañaveral salvaje en la barranca. En una entrevista al gendarme
retirado “R”, que fue un funcionario de alto rango del Escuadrón 50
hasta 1995, se puede observar un cambio en los objetivos estatales
de control:

Yo lo he visto en discursos dados en la Cámara de Diputados de la Nación, que era


ese el modelo (de la integración regional) y que tenía que ser así, que no había que
controlar nada. Acá, a mi tocaron los últimos tiempos de la bonanza donde se pasaba
de todo, valía todo, todos felices, los autos llenos de cosas… (…) Se cuenta con más
medios ahora y eso es importante. Medios en todo sentido: vehículos, instalaciones,
personal y todo eso facilita las tareas de control (“R”, gendarme retirado, 10 de agosto
de 2010).

A medida que el tránsito de personas aumentaba, aumentaban


también los controles y los organismos nacionales de control
fronterizo. “M”, ex funcionario de alto rango de la oficina local del
SENASA desde la inauguración de este paso fronterizo, relata el
momento cuando el SENASA abre el puesto de frontera en la
cabecera del puente, cuando aún no tenía las funciones de control
que cumple actualmente sino que sólo controlaba el ingreso de
cárnicos y animales:

A partir del año 94, cuando se decide en el año 93 hacer un ensayo de sanidad animal
(…) se arman lo que se llaman barreras internas sanitarias. (…) Entonces, a partir del
año 94 a este puente concurrieron cuatro profesionales y seis técnicos para armar lo
que se llamó la barrera sanitaria. (…) En un comienzo estaban separados: los
organismos vegetales a cargo del Instituto Argentino de Sanidad y Calidad Vegetal
(IASCAV) y el SENASA. En un determinado momento se ensamblan en un solo
organismo. (Nuestra función) era controlar productos cárnicos que pudieran vehiculizar
el virus de la fiebre aftosa. Nada más que eso: no había problema. Pero al unirnos con
el IASCAV se nos suman otras cosas que no había antes: ¡no había ningún control al
ingreso de plagas fitosanitarias! (“M”, ex SENASA, 23 de julio de 2010).

A principios de los años 90 el puente aún tenía dimensiones acordes


a la cantidad de personas que circulaban de un lado a otro de la
frontera, unas 5000 por día. En el año 2010, la desactualización
entre la estructura física de vinculación y la cantidad de movilidad
transfronteriza es un problema cotidiano. Un funcionario de alto
rango de la Dirección Nacional de Migraciones de Posadas, “B”,
establece que en el año 2010:

Tenemos un promedio de 20.000 personas por día que transponen la frontera, de ida y
vuelta. Se intensifica en los feriados largos, en la época de vacaciones. (…) El
colectivo internacional, sumando entrada y salida, son 200 veces por día que cruza
(…) Ha quedado muy chico el puente, para la gran cantidad de personas que
cruzan…; (“B”, DNM, 14 de julio de 2010).

El puente, que fue diseñado para el paso de 5000 personas diarias,


se presenta como una estructura obsoleta. Desde su inauguración
hasta 1999 cruzaban entre 5.000 y 13.000 personas por día entre el
puerto y el puente (El Territorio, 03/04/2000). Entre el 2000 y el 2008
cruzaban aproximadamente 13.000 y 20.000 personas por día en
ambas vías de cruce (El Territorio, 03/09/2008), cifras que se
mantuvieron en los años 2009 y 2010, aún con la clausura del
puerto de Posadas. Durante esos años (2008, 2009 y 2010)
ingresaron y egresaron entre 250.000 y 320.000 personas por mes,
según los datos otorgados por la Delegación Posadas de la
Dirección Nacional de Migraciones.

El tránsito de personas se rige en un 90% bajo el régimen de


Tránsito Vecinal Fronterizo, lo cual quiere decir que de esas 20.000
personas que cruzan por día, unas 18.000 lo harán en los dos
sentidos: de ida y de vuelta a su país. Desde el punto de vista
comercial mercosureano, el paso de Posadas-Encarnación no es
prioritario, como sí lo son los pasos internacionales terrestres de
Paso de los Libres e Iguazú. En primer lugar, porque el tránsito de
camiones comerciales es mucho menor (entre 50 y 100 por día
según datos proporcionados en la Delegación Aduana de Posadas)
y, en segundo lugar, porque el control de dichos camiones es
responsabilidad de la autoridad aduanera de Paraguay según los
convenios del área de Control Integrado (ACI). Por lo anterior,
aquello que importa y sobrepasa las capacidades edilicias de control
no es el tráfico comercial sino el tránsito de personas.

Ahora bien, este tránsito de personas permite el comercio fronterizo


local o comercio hormiga, como observaremos en el capítulo 4, y se
enmarca, generalmente, en las categorías migratorias y en las
operativas aduaneras existentes. ¿Cómo pasan? ¿Qué régimen los
contempla? ¿Dentro de qué categoría migratoria se inscriben?

Todas las personas que ingresan o egresan se tienen que ajustar a


las pautas establecidas por la Dirección Nacional de Migraciones
según las categorías de ingreso y egreso permitidas en cada paso
internacional. En el Centro de Frontera Posadas-Encarnación, todas
las categorías migratorias están habilitadas, ellas son: residentes
permanentes, temporarios, transitorios y precarios, pasajeros en
tránsito, turista y Tránsito Vecinal Fronterizo (sitio de la Dirección
Nacional de Migraciones: www.migraciones.gov.ar). Estas
categorías están normadas por la Ley 25.871 sobre la Política
Migratoria Argentina.

En particular, nos interesa el Tránsito Vecinal Fronterizo porque el


90% del movimiento de personas entre Posadas y Encarnación lo
hace bajo esta categoría, entre ellas las paseras paraguayas. El
Tránsito Vecinal Fronterizo (TVF) es, como se explicó en el capítulo
anterior, una categoría migratoria sujeta a acuerdos de previa
conformidad entre los países limítrofes destinada a agilizar y
simplificar los trámites de control fronterizo cuando hay localidades
enfrentadas. Sus beneficiarios son, generalmente, los habitantes
residentes a menos de 50 km del paso internacional y el permiso de
TVF es válido por 72 horas y en el radio de 50 km a la redonda del
paso internacional (Sassone, 1988). Si se excenden, ya sea
aumentando el tiempo de su permanencia o ingesandó más allá de
los 50 km permitidos, están sujetos al pago de una multa.

Con respecto a los regímenes aduaneros, en el paso internacional


Posadas-Encarnación están habilitadas todas las operaciones
aduaneras y regímenes, tanto los ordinarios como los especiales.
Estos regímenes son: 1) para empresas o particulares: operatorias
de importación y exportación y 2) para viajeros: Régimen de
Equipaje, Franquicia Diplomática y Régimen Especial de Tráfico
Vecinal Fronterizo. Ello se debe a que en este paso internacional el
90% del movimiento de personas lo hace bajo la categoría
migratoria del TVF y bajo el régimen del Tráfico Vecinal Fronterizo,
que está regido por compromisos internacionales asumidos y
permite el intercambio de mercancías destinadas al uso o consumo
doméstico entre las poblaciones fronterizas, libre de formalidades y
del pago de impuestos aduaneros. Sus beneficiaros sólo pueden ser
pobladores de los países limítrofes residentes en zonas inmediatas
a la frontera y están autorizados a trasladar fuera del territorio
nacional, mercadería adquirida para uso personal (artículos de vestir
y aseo, y demás bienes que revistan carácter personal), del hogar y
consumo propio familiar. Los bienes deben ser de consumo personal
y no estar destinadas a su comercialización y deben tener
procedencia del país de origen. Para este tipo de bienes existe una
franquicia de cincuenta (50) dólares estadounidenses (U$S) a
utilizar sólo una vez por mes.

El Régimen de Equipaje también es utilizado en este paso, no sólo


por turistas sino también por personas que residen allende los 50
km del paso internacional, como veremos en el capítulo siguiente.
Las franquicias para estos bienes dependen del paso internacional
de llegada al país. Si fuese marítima o aérea será de trescientos
(300) dólares estadounidenses (U$S), si fuese fluvial o terrestre de
ciento cincuenta (159) dólares estadounidenses (U$S). En caso de
existir un exceso en la franquicia permitida, siempre que los objetos
se encuadren dentro del concepto de equipaje, el viajante estará
sujeto al pago de un tributo del 50% sobre dicho excedente. Esta
franquicia es individual y no acumulable.

3.3.2. El cruce en lancha


Aquella persona que quiera realizar el cruce entre Posadas-
Encarnación, conociendo estas categorías migratorias y aduaneras,
deberá primero decidir por qué vía y medio de transporte optará: si
la fluvial en lancha o el puente en el ómnibus internacional, taxi o
automóvil particular. Evidentemente, si quiere cruzar por la vía fluvial
deberá utilizar el servicio público de lanchas y los puertos de
Posadas y Encarnación, que estuviern deshabilitados entre los años
2009 y 2013. Antes de 2009, si deseaba hacer el cruce desde
Posadas, llegaba al puerto donde debía caminar por un pasillo hasta
llegar a una pasarela con acceso a la zona de embarque. En esa
pasarela había tres ventanillas para el control migratorio y luego se
embarcaba directamente a las lanchas. La cantidad de pasajeros
dependía de la hora del día pero, de todos modos, la lancha
esperaba un tiempo para ir casi llena. En otras ocasiones, se
llenaba y dejaba pasajeros para que esperaran el próximo servicio.
Una vez llegados a Encarnación, los extranjeros debían pasar
nuevamente por una ventanilla destinada al control migratorio,
donde, luego de solicitar el documento de identidad, hacían entrega
de una certificación de ingreso que consistía en un papel escrito a
mano y firmado. En caso de extraviar esa certificación antes de salir
del país, se debía pagar una multa que rondaba los 50 pesos
argentinos en el año 2009. Luego, sin control aduanero alguno, se
salía del puerto y uno se encontraba directamente en la “zona baja”
de Encarnación, el área histórica y comercial por excelencia. La
“zona baja” contaba con 524 inmuebles que albergaban 1.016
establecimientos dedicados a actividades comerciales, industria y
servicios. Había paradas de taxis y del colectivo internacional y
varios “carro-bares”, es decir, puestos de comidas rápidas callejeros
(conocidos en argentina como “carritos”). Más del 50% de los
establecimientos comerciales –denominados localmente
“mesiteros”– eran informales y se encontraban emplazados en el
espacio público, ocupando casi íntegramente las veredas.

La situación era distinta cuando el viaje era en el sentido inverso:


desde Encarnación hacia Posadas. El puerto de Encarnación se
llenaba de bultos: bolsos, bolsos negros “de residuos”, cajas,
etcétera. Los pasajeros eran en su mayoría paseras paraguayas. En
el Puerto Pacú Cuá ellas preparaban sus bolsos metiendo un último
termo, una última toalla con el fin de venderlos en la ciudad de
Posadas. Eran mujeres de todas las edades, listas para hacer el
cruce. Si uno era extranjero, que era nuestro caso, se debía realizar
el control de egreso en la oficina migratoria y presentar la
certificación de ingreso a Paraguay. En caso de ser paraguayo, no
existía control alguno. El cruce tomaba unos veinte minutos, en los
que se aprovechaba para tomar la brisa fresca del río por las
ventanas de la lancha. Entrevistado en el año 2010, “A”, alto
funcionario de la Prefectura Delegación Posadas, explicaba:

(…) las personas que se dedican a este tipo de venta ilegal de artículos van desde el
electrodoméstico y productos electrónicos… o, no hay concretamente un tipo de
mercadería que se dedican… es más la oferta y la demanda. Y lo que se puede pasar
y vender… hay que estar atento a todo, porque es un perjuicio fiscal en definitiva y hay
que tratar de contrarrestar.

Figura 7: Argentina: paseras esperando el control migratorio y


aduanero en el Puerto de Posadas.
Fuente: Fotografía de María Dolores Linares, Posadas, año 2007.

La llegada a Posadas no era igual a la llegada a Encarnación. Ya en


el puerto de Posadas, todos los pasajeros se aprontaban para hacer
una fila frente a las ventanillas para el control migratorio, aún en la
pasarela principal, como lo muestra la Figura 7. Luego de este
control, hacían otra fila en un pasillo que iba paralelo al pasillo “de
ida” (separado por una reja) y que terminaba en una puerta
semiabierta. Las caras de los pasajeros iban demostrando
cansancio y nerviosismo: se trataba del control aduanero. Es allí
donde todos los bolsos se abrirían y se decidiría la suerte del día, si
realizarían “el cruce” o no. Desde adentro de la puerta entreabierta
iban llamando: “-¡el siguiente!” Todos los pasajeros pasaban de a
uno o de a dos, dado que eran dos funcionarios de la Aduana
quienes realizaban el control en un salón grande. Al entrar, el primer
funcionario se encontraba frente a una mesa grande de madera
donde pedía que fueran depositados los bolsos y allí, luego de
preguntar si la persona llevaba mercadería “prohibida”, se disponía
a abrir y revisar el bolso. En caso de encontrar mercadería prohibida
o mercadería que superase las franquicias permitidas por el
Régimen de Equipaje o el Régimen de Tránsito Vecinal Fronterizo,
delegaba el pasajero a su colega. Su colega estaba sentado en un
escritorio y era el encargado de aplicar la multa correspondiente.
Una vez finalizado el control aduanero, se salía del salón y el
pasajero ya se encontraba directamente fuera del edificio del puerto,
al aire libre, en la Avenida Costanera de la ciudad de Posadas.

3.3.3. El cruce por el puente

Si una persona quería cruzar, hasta el año 2015, la frontera


argentino-paraguaya por el puente internacional San Roque
González de Santa Cruz, debería saber que, salvo la Prefectura
Naval Argentina, podría tener contacto con todos los demás
organismos de control fronterizo nacionales. Además, la libre
circulación por el Centro de Frontera está prohibida, así como sacar
fotografías a las instalaciones físicas de éste por razones de
“Seguridad nacional”. Esto dificultó en alguna medida la técnica de
la observación participante, aunque también le dio a la frontera una
dimensión que, como veremos a continuación, responde
enteramente a un área “restringida”. Por ejemplo, este puente
internacional no es como el puente Dr. Horacio Guzmán que une La
Quiaca (Argentina) con Villazón (Bolivia) que puede ser “cruzado” a
pie (Benedetti y Salizzi, 2011) sino que sólo puede ser atravesado
en vehículos, ya sea particulares o públicos. El puente puede ser así
una opción de cruce “rápida” o puede ser una experiencia lenta y
engorrosa dependiendo no sólo del vehículo a utilizar sino también
de los horarios en los que se decida cruzar y la época del año:
vacaciones, fiestas de fin de año, etcétera.

El cruce por medio de un vehículo particular difiere bastante con el


realizado por medio del ómnibus internacional. Si una persona llega
al Centro de Frontera con un vehículo particular, yendo desde
Posadas a Encarnación, detiene su automóvil en medio de la vía
principal donde un funcionario de Migraciones tiene una cabina con
una ventanilla donde realiza la verificación de los documentos
requeridos. Es inusual que la persona deba descender del vehículo.
Al regresar, ese mismo vehículo volverá a detenerse en la vía
principal, donde será atendido por un funcionario de Aduana que
realizará el control del baúl del vehículo, escoltado por personal de
Gendarmería Nacional. Mientras tanto, todos los tripulantes del
automóvil tendrán que descender para realizar el control migratorio
de entrada al país.

Por otro lado, el ómnibus internacional, una vez que llega al Centro
de Frontera, se detiene del lado extremo izquierdo, donde todas las
personas deben descender y lo hacen de modo apresurado porque
desean realizar rápidamente los controles migratorios para continuar
su viaje en el mismo ómnibus. Teniendo en cuenta que el ómnibus
siempre llega al puente con su capacidad máxima de pasajeros,
estos corren hacia una puerta donde rápidamente se forma una fila
de unas 40 personas. Esta puerta está franqueada por un vallado
metálico amarillo que literalmente encauza a los pasantes hacia el
control, es imposible evitarlo. La puerta comunica a una sala de
forma rectangular donde están dispuestas, desde el año 2007
inclusive, cinco ventanillas de control migratorio. El control es rápido
e informatizado y, una vez finalizado, los pasajeros salen por una
puerta trasera. Allá ya no está el ómnibus internacional en el cual
vinieron, sino que tienen que esperar unos minutos hasta que llegue
el siguiente, que también está completo, los hace descender y luego
hace ascender a aquellos que ya realizaron el control.

Una vez en la cabecera paraguaya del puente internacional (Figura


8) todos los pasajeros vuelven a descender del ómnibus para
realizar un control migratorio en Paraguay que, en la práctica,
funciona como un doble control migratorio con fines de recaudación.
Esto significa que, en vez de realizar el control migratorio en la
cabecera argentina del puente internacional según lo estipula el ACI,
la Dirección General de Migraciones de la República del Paraguay
controla los documentos de identidad de los extranjeros –que en
este caso son en su gran mayoría argentinos– en la cabecera
paraguaya del puente internacional. Una vez presentados los
documentos, los extranjeros reciben una certificación de ingreso que
consiste sólo en un papel escrito a mano que deben conservar hasta
la salida del país donde, en caso de que se lo soliciten, deben
presentarlo bajo pena de una multa de 150 pesos argentinos hasta
el año 2010.

Si los pasajeros desean continuar el viaje en el ómnibus


internacional pueden esperar el siguiente con el mismo boleto.
También pueden continuar su viaje a pie, dado que el Nuevo Circuito
Comercial de Encarnación comienza apenas a unos 200 metros de
la cabecera del puente internacional, como observamos en el
capítulo anterior.

Figura 8: Paraguay: Centro de Frontera en Encarnación. Ingreso al


país.

Fuente: Fotografía de María Dolores Linares, Encarnación, agosto


de 2010.

Para ir desde Encarnación hacia Posadas el ómnibus internacional


generalmente no se detiene en la cabecera paraguaya del puente,
salvo escasas excepciones donde sube un funcionario de control
migratorio para solicitar a los extranjeros la certificación de ingreso
al país. Cuando llega a la cabecera argentina del puente comienza
otro tipo de control. El ómnibus se detiene en la extrema derecha del
edificio, en un espacio donde a unos 20 metros se encuentra una
puerta. Este espacio está vallado, por lo cual se transforma en el
único camino posible. Esta vez los pasajeros no se apresuran:
saben que este control tomará mucho tiempo y, en algunos casos,
algunos no podrán ingresar a la Argentina. Frente a la puerta se
forma una fila de personas con grandes bolsos y caras de fastidio.
La puerta comunica a otra sala de forma rectangular, casi un pasillo,
con unas cinco ventanillas de control migratorio. Detrás de estas
ventanillas se encuentra el escáner de bolsos de la Aduana y, al
fondo del pasillo, un mostrador con un funcionario de la Aduana. Se
percibe un angostamiento del flujo de personas, como en un
“embudo”: se advierte de esta manera la fineza y especificidad del
control fronterizo. Si el pasajero llega con un gran bolso o valija, le
solicitan que lo deposite en el escáner y luego pasa a un mostrador
ubicado al interior de la sala. En caso de llevar un bolso pequeño le
piden que salga por una puerta ubicada al fondo y a la izquierda de
la sala rectangular. Allí, en ángulo con otro vallado, está dispuesta
una mesa larga de madera con dos funcionarios de la Aduana y uno
del SENASA que revisan los bolsos pequeños manualmente (Figura
9). Observamos, en cada cruce, un dispositivo material que acentúa
las barreras restrictivas y prohibitivas, que se perciben con tensión y
ansiedad por aquellos para quienes el territorio les es ajeno, que en
este caso son en su gran mayoría ciudadanos paraguayos.

Figura 9: Argentina: control aduanero de ingreso al país.


Fuente: Fotografía de María Dolores Linares, agosto de 2010

Luego de esta revisación, el pasajero debe dirigirse a la “parada” del


ómnibus internacional, a 25 metros de la oficina de control en un
sitio separado de la ciudad de Posadas por un vallado metálico
donde, desde el año 2015, se comenzó a construir un muro de
concreto de 5 metros de alto que se extiende por 1300 metros. La
mayoría de los pasajeros esperan el próximo ómnibus internacional
que los llevará a distintos puntos de la ciudad, especialmente al
Mercado Modelo, al Mercado del Puente y al centro de Posadas.
3.4. Ritmos cotidianos de la frontera:
tensiones diarias en el cruce
La frontera argentina es claramente observable en la práctica de
realizar el “cruce” en el paso internacional Posadas-Encarnación.
Las personas que desean traspasar la frontera en este punto deben
cumplir una serie de requisitos –documentos personales y
vehiculares en regla, no transportar mercaderías prohibidas,
transportar cantidades permitidas de mercadería, etcétera– y seguir
un procedimiento determinado y controlado por autoridades
nacionales en el Centro de Frontera de Posadas. Pero al tratarse de
un paso internacional donde el flujo de personas que cruza
pertenecen en un 90% al Tránsito Vecinal Fronterizo, estos
requisitos y procedimientos se van transformando en parte de la
vida cotidiana de quienes cruzan desde Posadas a Encarnación y
viceversa.

Esto significa que, salvo contadas excepciones, los encargados de


realizar el control fronterizo tratan con personas que habitan en
Posadas o en Encarnación que necesitan o desean atravesar la
frontera por alguna razón, ya sea familiar, de salud, laboral, de
estudio, comercial, etcétera. Algunas de estas personas, como por
ejemplo las paseras paraguayas, realizan el cruce incluso varias
veces por día, repitiendo todo el proceso de control cada vez. Esto
implica que tanto los ciudadanos posadeños como los encarnaceños
tienen conocimiento de “cómo” realizar el cruce: saben de las
franquicias, de los documentos solicitados y de los alimentos que no
se pueden llevar de un lado a otro, en fin, los códigos del cruce. Y,
sin embargo, cotidianamente existen conflictos en el Centro de
Frontera de Posadas, generalmente originados entre una persona
que desea cruzar la frontera y un representante de algún organismo
nacional con poder para anular ese deseo –Migraciones, Aduana o
SENASA– que le impide realizarlo. En ocasiones llega a actuar la
Gendarmería Nacional para proteger la tranquilidad del paso y la
integridad física de las personas en conflicto.

En casi todas las entrevistas realizadas a los representantes de los


organismos nacionales de control fronterizo en Posadas se observa
un problema cotidiano compartido por todos en el Puente
internacional: los conflictos que pueden ocurrir con las paseras
paraguayas que cruzan la frontera para vender mercaderías en
Posadas. Una funcionaria de alto rango del SENASA en el Centro
de Frontera de Posadas, “L.”, lo explica de esta manera:

Lo más cotidiano es el tema de lo que acá se llama “pasera”, que es la persona que
ingresa al país con mercadería que se llama, popularmente, contrabando.
Generalmente traen escondida la mercadería, hay que revisarlas, a veces se ponen
nerviosas, se enojan, pero es algo muy cotidiano que acá lo viven todos los
organismos, no sólo nosotros (“L”, SENASA, 21 de julio 2010).

La funcionaria del SENASA relata que, aunque en otros momentos


las paseras intentaban cruzar con animales vivos, como “loritos o
cotorras para la venta”, en realidad aquello que intentan pasar
cotidianamente son legumbres (porotos, arvejas), maíz, fruta y
verdura. En caso de encontrar estas mercaderías en el control y
revisación, el SENASA le da a la pasera dos opciones: o regresar
con sus mercaderías a Encarnación o dejarla ingresar al país pero
decomisando y desnaturalizando sus mercaderías. En ambos casos
la pasera no podrá comercializar esos productos en la ciudad de
Posadas. Pero las paseras no “pasan” sólo fruta y verdura, sino que
son objeto de control para la Aduana argentina dado que pasan
mercaderías que no son provenientes del Paraguay sino que son
importadas o exceden las franquicias permitidas.

Un funcionario de alto rango de la Aduana de Posadas, “P.”,


reconoce el problema con las paseras paraguayas en el paso
internacional y realiza un análisis que, por su profundidad y claridad,
merece ser reproducido en su totalidad:

El de las paseras es un tema social, es un tema de cultura de los pueblos: esto


siempre se dio. Ellas ya nos conocen, ya conocen la metodología de los controles. Y
eso para ellas es, entre comillas, un “trabajo”. Entonces, aparece esa tensión porque
los Gobiernos no le dan trabajo y ellas se las arreglan trabajando de paseras, llevando,
trayendo, de acuerdo al tipo de cambio, van y vienen. Y la relación es la relación
misma que conlleva el paso de todos los días: complicado. Es complicado porque a
veces están al filo de lo que es, entre lo que es entre comillas “trabajo” y el exceso de
equipaje o prácticamente una infracción al régimen. Con lo cual siempre lleva a una
discusión o a roces, porque bueno, ellas van todos los días, pero bueno, el trabajo de
la Aduana es éste y para eso están los funcionarios. (…) Es una práctica que no sé
desde hace cuantos años que puede estar, desde que está el Paraguay seguro!!! Por
eso, hace muchos años, hay padres, abuelos, que se han criado con esta
metodología… y es difícil de un día para otro establecer que no va más (“P”, Aduana, 3
de agosto 2010).

Salvo el personal de Migraciones, todos los representantes de los


organismos de control pueden tener conflicto con las paseras. Es
importante aclarar que el control migratorio sólo requiere los
documentos personales en regla y las paseras se cuidan de no
tener problemas legales con respecto a sus documentos de
identificación. Pero el control aduanero y sanitario es inevitable y es
la instancia en la que pueden surgir problemas que, en caso de
agravarse, requerirán la intervención de la Gendarmería Nacional. El
funcionario de rango intermedio entrevistado de esta fuerza, “C.”,
establece:

La provincia de Misiones es una cuña que está insertada entre Brasil y Paraguay, y
con Paraguay, debido a la diferencia cambiaria todavía hay un comercio desigual,
entonces entra mucha mercadería del Paraguay. Y acá, en el puente
fundamentalmente, se da mucho lo que es el contrabando hormiga, como se lo
denomina en la zona. Las paseras son gente que trae poca cantidad de mercadería y
la pone acá en Posadas e intenta venderla. Es más un comercio transfronterizo que
una infracción. Pero la Aduana en su Código autoriza determinados montos y
determinadas frecuencias con las que pueden venir esa gente acá: no pueden traer
mercadería que sea de otros países, ni pueden realizar la venta acá en Posadas… (…)
Lo hacen desde que está la frontera misma. Es permanente. El tránsito de frontera
tiene realidades distintas de lo que uno puede contemplar en la letra fría de la ley. (…)
nosotros las conocemos a todas! (“C”, Gendarmería, 15 de julio 2010)

Para el Coordinador Local del ACI, “A.”, el cruce de las paseras


paraguayas también es un eje de conflicto característico y cotidiano
de este paso fronterizo:

El problema es que nosotros nos enfrentamos a una comunidad, la de Encarnación, de


bajos recursos económicos y que han hecho de este modo de llevar y traer cosas, su
estilo de vida y su fuente de trabajo. Y por eso van todos los días y vuelven trayendo
cosas, dentro del régimen de franquicias del Tránsito Vecinal Fronterizo (TVF), sin
vulnerar la norma, no? O sea, pueden llevar hasta determinada cantidad de monto por
persona pero tendría que hacerlo por un día, una sola vez, y a veces pasan 4 o 5
veces por día (“A”, ACI, 29 de julio 2010).

Para los representantes de los organismos de control, el de las


paseras parece ser un problema constante y cotidiano, que dificulta
el control fronterizo y puede ser causal de conflictos en el ACI. Es
cierto que, todos los días, las paseras ingresan a Posadas para
vender fruta y verdura, mercaderías de origen importado, cigarrillos,
bebidas alcohólicas y demás productos, pese a la rigurosidad de los
controles fronterizos. Pero no se trata de sólo una, dos o diez
paseras sino de cientos por día. Esto querría decir que: 1) los
controles no son tan estrictos, 2) que existe flexibilidad en el control
o bien que 3) de miles de paseras que intentan ingresar al país sólo
lo consiguen unas centenas de ellas. La tercera opción es
improbable dado que las paseras impedidas de “cruzar” no
soportarían ese sistema por más de una semana y luego
empezarían los conflictos de índole personal y socio-político: peleas,
cortes del puente internacional, etcétera. Sabemos, por otra parte y
por la experiencia de la observación participante, que los controles
son estrictos: todos los organismos nacionales cuentan con la
capacidad, el conocimiento y la tecnología necesaria para realizar el
control de manera eficiente y eficaz. Son capaces de encontrar, con
el tiempo necesario, cualquier mercadería que se intente ingresar
ilegalmente. Ahora bien, surgen como hipótesis explicativa de la
presencia de paseras trabajando en Posadas, dos factores: la falta
de tiempo para los controles o la flexibilidad intencional de los
mismos.

El único funcionario de control que confirmó que puede existir


flexibilidad con respecto a las paseras paraguayas fue el funcionario
de Gendarmería “C.”, quien admitió que: “ahí existe cierta
flexibilidad, y sí, porque son… si bien la ley no las ampara, pero
todos los que están en el puente saben que es una realidad y que
son trabajadoras: van con su bolsito, van y vienen… “. Claro que,
dada la misión de Gendarmería Nacional, ellos intervienen sólo
cuando haya un problema entre un funcionario y una pasera, pero
no tienen injerencia en el control de la pasera en sí. Es decir que, si
ellos mismos descubriesen que una pasera ingresa al país con fruta
y verdura paraguaya, por ejemplo, no le pueden impedir el ingreso al
país. Tal vez esto les permita cierta ligereza al tratar el tema de las
paseras, ligereza que no demuestra el funcionario de alto rango de
la Aduana cuando establece que: “la Aduana está para aplicar las
normas no para hacer las normas o para flexibilizar a criterio”. La
funcionaria de alto rango del SENASA es más categórica cuando
afirma que: nosotros no podemos tener flexibilidad! Porque es la
parte sanitaria, no se puede ser flexible”.

La falta de tiempo para los controles se debe a la gran afluencia de


personas en el paso internacional y la necesidad de agilizar el
tránsito. Las largas filas de autos, colectivos, motos, taxis y
camiones esperando realizar el cruce entorpece incluso el tránsito
vehicular de la misma ciudad de Posadas, dado que el ingreso a la
cabecera del puente se encuentra en la zona céntrica de la ciudad.
Tampoco es razonable tomarse muchos minutos en el control de
cada persona dado que pasan aproximadamente 20.000 por día, ida
y vuelta. Frente a esta situación cotidiana de colapso del puente y
de paseras intentando ingresar al país, los representantes de los
organismos nacionales entrevistados no encuentran una solución
simple.

3.5. El “latir” del paso Posadas-Encarnación

Las entrevistas realizadas arrojan sobre este tema un resultado


evidente: todos los entrevistados conocen el “latir” de este paso
internacional: los horarios y días anuales de mayor afluencia de
personas, los intereses de aquellos que cruzan (si es TVF o turismo,
en primer lugar), las maneras de hacer los controles de cada
organismo, los problemas cotidianos con las paseras paraguayas y
las razones de los conflictos más comunes. La mayoría de los
entrevistados, pese a conocer perfectamente el tema, dicen no
encontrar una “solución” al problema de las paseras en el paso
internacional. No existe flexibilidad para ellas en el paso,
aparentemente. Y frente al interrogante sobre la posibilidad de
modificar algo en la legislación fronteriza para darles un
reconocimiento, en general responden que sería imposible por los
intereses económicos en juego y por la propia idiosincrasia de las
paseras. El Coordinador Local del ACI establece al respecto que, si
bien hubo intentos de conversar estos temas en los Comités de
Frontera, nunca se llega a una solución y que, por otra parte, “lograr
un régimen especial para ellas (las paseras paraguayas) va a ser
bastante difícil, porque siempre va a haber el aprovechamiento de
estas situaciones. Si yo le digo que pase un equipo de radio,
mañana va a estar pasando cinco” (“A”, ACI, 29 de julio 2010).

Además del conocimiento concreto sobre el paso internacional


Posadas-Encarnación, los entrevistados, y sobre todo aquellos en
cargos directivos y políticos, demostraban una línea de pensamiento
más cercana a la integración con el Paraguay y los países del
Mercosur. Esta orientación política no era tan clara a mediados de
los años 90 y los factores locales tenían mayor incidencia en las
políticas de control fronterizo. En una entrevista audio-video
realizada por la profesora Tania Piris Da Mota en 1997, el jefe de
Aduana de aquel entonces Ramón Francisco Barrios aclaraba, con
respecto a la firmeza o flexibilidad en los controles:

No está dentro del léxico aduanero la flexibilización en cuanto a las normas, son frías y
estrictas. (…) Los controles dependen del estado sintomático de la Cámara de
Comercio local, que es la que más se siente perjudicada por el ingreso de
mercaderías. (…) el intercambio comercial tradicional de las paseras no iba en
desmedro de la economía regional, pero ahora con el puente eso ha cambiado y la
Aduana se encuentra en una lucha constante para impedir ese ingreso de
mercaderías.
En la entrevista realizada en 2010, el funcionario de alto rango de la
Aduana, indagado acerca de los problemas en la economía
posadeña por el contrabando, mostró su opinión sincera sobre la
magnitud de estos conflictos:

Yo tengo una visión distinta. A lo mejor me tocó ahora un paso fronterizo de


movimiento de personas, yo vengo de otra aduana, de Paso de los Libres, donde
pasan mil camiones por día, estuve en Santo Tomé donde pasan 500 por día, y para
mí la visión de la aduana es otra. Acá no pasan tantos camiones, pasan 50 por día,
acá no existen las cargas propiamente dichas, donde realmente se ve cuando atentan
o no contra la economía, y no hablo de los comerciantes sino de la economía de un
país, acá no hay ese movimiento de mercaderías, acá hay un gran movimiento de
personas (P”, Aduana, 3 de agosto 2010).

El conocimiento de los funcionarios en altos cargos es producto de


una experiencia fronteriza: han trabajado por muchos años y
distinguen los giros políticos que han acontecido a lo largo de los
años con respecto a la integración fronteriza.

A modo de conclusión, en este capítulo pudimos observar los tipos


de control que ejerce el Estado argentino en sus fronteras, el
migratorio, aduanero, sanitario, de seguridad y fitosanitario. éstos
pueden observarse en este paso internacional con una fuerza
peculiar dado que se trata de una frontera viva, donde el cruce de
personas y el comercio fronterizo son dominantes. La función
simbólica del control fronterizo, sin embargo, es de más difícil
caracterización. Esta función remite a la separación identitaria, que
será uno de los ejes de los capítulos que siguen en este trabajo. No
obstante, a partir del análisis de los tipos de control fronterizo (de
seguridad, fiscal y de las personas), pero sobre todo mediante el
conocimiento de cómo se materializan estos controles en el Centro
de Frontera, podemos acercarnos a la idea de la función simbólica
de la frontera.

Quisimos saber cómo “se sentía” la frontera en el paso


internacional, a través de las percepciones de la frontera en el
cruce. Comprobamos que, en ambas vías, el control es estricto y
está organizado de tal manera que ninguna persona que pase por el
Centro de Frontera pueda evadirlo aunque lo intente. Esto sucede
en virtud de la disposición física del Centro de Frontera vallas de
contención, mesas que forman barreras, senderos únicos y
obligatorios, prohibición de circular dentro del Centro de Frontera,
etcétera–, de la tecnología utilizada en los controles –sistema
informático migratorio, escáner de equipajes, etcétera– y de la
eficiencia de los funcionarios de control. El cruce se podría
transformar así en una serie finita de pasos a seguir, de
instrucciones, de permisos y prohibiciones que hacen de la frontera
un espacio especial, restringido, controlado y que actúa sobre las
representaciones, sentimientos y sensaciones de las personas que
cruzan. Especialmente nos preguntamos por las paseras
paraguayas dado que, según las entrevistas a los funcionarios del
control fronerizo, ellas son el motivo de tensión cotidiana en el paso
internacional Posadas-Encarnación. No existe flexibilidad para ellas
en los controles pero, todos los días, cientos de paseras caminan
las calles de la ciudad de Posadas realizando su trabajo. Están
sujetas al control fronterizo, como todas las demás personas, pero a
ellas se las conoce por nombre y apellido. Hay una familiaridad,
pero no es una familiaridad feliz. Todos se conocen e intentan
eludirse para evitar así los posibles problemas que día a día se
suceden en el Centro de Frontera.
Por eso creemos que nuestra idea inicial no sólo fue comprobada
sino que nos impulsa a continuar en el análisis de aquello “que
pasa” sobre el puente San Roque González de Santa Cruz. Porque
pese a las normas más permisivas, pese al área de Control
Integrado (ACI), a los Comités de Frontera, al régimen del TFV, a la
nueva Ley de Migraciones N° 25.871 y a la supuesta libre
circulación de los factores de producción dentro del Mercosur
anunciada por el Tratado de Asunción, cruzar la frontera en
Posadas-Encarnación puede ser una experiencia estresante,
desgastante e incluso humillante para algunos. Los numerosos
pasos a seguir, las diferentes instancias de control (migratorio,
sanitario y aduanero), la sensación de direccionamiento de los
vallados y el trato personal con los funcionarios hacen de “la
frontera” un espacio dual: por un lado, la ley permite el cruce pero,
por otro lado, el sistema lo desalienta. Las leyes no prohíben el
cruce, no lo restringen a pocas personas, no lo censuran. Pero,
mediante mecanismos que complican, lentifican y dificultan el
ingreso al país se crea una frontera simbólica que logra desanimar a
muchos a realizar el cruce, a menos que sea estrictamente
necesario, pues persisten los “cruces por la subsistencia”. En los
próximos capítulos sobre las prácticas fronterizas comprobaremos si
para las paseras paraguayas el cruce es estrictamente necesario
para su supervivencia y cómo se enfrentan a esta frontera simbólica
apostada, como veremos, no solamente en el paso internacional
sino también en la ciudad de Posadas.
CAPÍTULO 4. El puente y los
cortes: Tensiones e identidades en
el borde
“El puente se tiende ‘ligero y fuerte’ por encima de la corriente. No junta sólo dos orillas
ya existentes. Es pasando por el puente como aparecen las orillas en tanto que orillas.
El puente es propiamente lo que deja que una yazga frente a la otra. Es por el puente
por el que el otro lado se opone al primero. (…) El puente deja a la corriente su curso y
al mismo tiempo garantiza a los mortales su camino, para que vayan de un país a otro,
a pie, en tren o en coche” Heidegger, M. (1994:130).

4.1. Introducción
La operatoria administrativa en los pasos internacionales argentinos
se ha modificado de acuerdo con las transformaciones en la
normativa. En el paso Posadas-Encarnación, la inauguración de un
puente internacional como vía terrestre de conexión y las obras del
Plan de Terminación de la Represa Yacyretá cambiaron y unificaron
no sólo la organización territorial de este espacio fronterizo sino
también las tensiones sociales a ambos lados del límite
internacional. Ahora bien: ¿Cuál ha sido la consecuencia de los
cambios en los controles fronterizos respecto de las relaciones
sociales entre las ciudades de Posadas y Encarnación? ¿Cómo se
han manifestado las tensiones en el área desde 1990? ¿Quiénes
han sido los actores de dichas tensiones? En este capítulo
pretendemos explicar las prácticas del comercio fronterizo más
relevantes del nodo estratégico Posadas-Encarnación y sus
consecuencias en el plano del comportamiento de los actores y su
circulación fronteriza. Específicamente, buscamos identificar y
caracterizar los actores del comercio fronterizo y sus prácticas
sociales y espaciales, las que, a lo largo de los últimos años han
generado tensiones y disputas materializadas en los cortes del
puente internacional San Roque González de Santa Cruz.

Se utilizará la información brindada en las entrevistas en


profundidad por los protagonistas de los cortes, aporte valioso en
tanto pertenece a una historia de vida, de trabajo en la frontera y de
lucha. Sin embargo, si buscamos un discurso sobre los cortes del
puente que date del mismo momento en el que estos se produjeron,
las entrevistas no son la fuente idónea: la distancia entre estas y los
primeros cortes del puente es de más de diez años. Dicha distancia
implica un corrimiento a nivel discursivo porque se evocan
recuerdos, memorias, hechos ya procesados, olvidados o
aceptados. Con el fin de recuperar una lectura sobre los primeros
cortes del puente internacional en el mismo momento en la que se
realizaron –cortes que significaron, por otra parte, los primeros
bloqueos de rutas del país– recurrimos a la prensa escrita, tanto
local como nacional, de ambos países.

Se utilizan así herramientas proporcionadas por el análisis del


discurso y la elaboración de bases de datos para sistematizar y
examinar una selección de 220 artículos que datan del período
comprendido entre el año 1990 y el 2010, publicados en cuatro
diarios diferentes: Clarín (de Buenos Aires, República Argentina,
tirada nacional), El Territorio (de Posadas, tirada regional), Primera
Edición (de Posadas, tirada regional) y La Nación (de Asunción del
Paraguay, República de Paraguay, tirada nacional). Hemos
rastreado las representaciones sociales reproducidas en los
artículos periodísticos sobre los bloqueos al puente y sus
protagonistas. La interpretación resultante del análisis de la prensa
escrita comporta obvias limitaciones: no se trata de una sola voz
porque, aunque puedan existir autores de las notas, en la edición de
un diario existen correctores, editores y la línea “editorial” de ese
diario en particular, que influyen en la publicación final de la noticia.
Sin embargo, la noticia, una vez publicada, sí genera opinión en la
sociedad y marca una agenda de discusión social que puede influir
en las representaciones sociales, sobre todo cuando se trata de
diarios de gran alcance, como los seleccionados. Porque, si bien el
papel de los medios de comunicación en la creación, modificación e
influencia en la opinión de una sociedad es discutido, consideramos
que los medios de comunicación no pueden cambiar o modificar el
pensamiento del individuo inmediatamente pero sí gradualmente, a
través de la penetración en el círculo social (Castells, 1999; Raiter,
2002; Van Dijk, 1990; Gutiérrez Vidrio, 2010, Jodelet, 1986, 1989).
Siguiendo a Denise Jodelet para analizar las representaciones
sociales hay que “referirse a las condiciones y a los contextos en los
que surgen las representaciones sociales, a las comunicaciones
mediante las que circulan y a las funciones que sirven dentro de la
interacción con el mundo y los demás” (Jodelet, 1986: 475). Los
mass-media reproducen representaciones sociales ya ancladas en
la sociedad, las hacen circular y proponen los temas y las agendas
de discusión en el día a día, en el ámbito familiar, laboral y personal
de un individuo. En nuestro caso, abordamos los artículos
periodísticos en tanto “termómetro” de la realidad social y como un
posible re-generador de opiniones que sostienen representaciones
sociales estigmatizantes.

La noticia representa un discurso periodístico que refleja las


palabras de los actores sociales involucrados en las tensiones
fronterizas. Es una construcción realizada por numerosos actores
(líneas editoriales propias y de los competidores, las presiones
políticas y las representaciones de los periodistas sobre los hechos)
destinada a llegar a la mayor cantidad de lectores posibles y está
moldeada, a su vez, por los intereses de estos lectores. El público
elige un diario que reproduce la representación social sobre los
problemas de la sociedad que él comparte y por esta razón la noticia
es un “producto” en la búsqueda de consumidores. Por otra parte,
hay hechos que pueden significar una noticia para algún diario
mientras que para otro no. Cuándo, qué y cómo la noticia “logra
existencia” también es relevante a la hora de intentar formar una
opinión en los lectores. Por lo anterior, se describen los cortes del
puente de la década del noventa a partir del análisis de la manera
en la que se construye el relato sobre los hechos, las palabras que
se utilizan y el tono del texto.

Para ordenar la argumentación, este capítulo se divide en seis


apartados. El primero de ellos revisa los fundamentos teóricos en
los que basamos el análisis de las prácticas fronterizas, los sujetos
sociales de la frontera, las representaciones sociales y la
construcción identitaria en espacios fronterizos. En el segundo
apartado se describen las prácticas del comercio fronterizo entre
Posadas y Encarnación, sus actores y sus estrategias. El tercer
apartado describe los espacios urbanos en disputa en la ciudad de
Posadas, como aquellos lugares en donde se identifican y
estigmatizan los “otros”, los que no forman parte del nosotros
“nacional”. El cuarto apartado describe y analiza el espacio
internacional en disputa, es decir, los eventos que llevaron a la
realización de cortes en el puente internacional como modo de
acción colectiva y de protesta social. El quinto apartado analiza las
representaciones sociales sobre los cortes del puente y sus
protagonistas (definiendo, nuevamentre, la identidad y la alteridad
en la frontera) presentes en la prensa escrita de Argentina y
Paraguay. Por último, a modo de conclusión y como vínculo con los
próximos capítulos, se analiza la subjetividad de las paseras
paraguayas y los comerciantes de la CCIP frente al puente
internacional y a los cortes de la década del 90.

4.2. Sujetos, prácticas y representaciones


sociales: la construcción identitaria en la
frontera
Si analizamos la frontera desde su dimensión social, como lo
haremos a partir de este capítulo, debemos incluir las prácticas
fronterizas recurrentes de cruce de personas y mercancías, el
comercio formal e informal, los circuitos comerciales fronterizos
(comercio hormiga, contrabando hormiga), los lugares del
movimiento internacional y los espacios de uso y apropiación y las
representaciones sociales de los sujetos sociales elegidos como
distintivos de nuestra área de investigación: las paseras paraguayas
y los comerciantes de Posadas agrupados en la Cámara de
Comercio e Industria de Posadas (CCIP).

Cuando nos referimos a sujetos sociales queremos hacer referencia


a la subjetivación propia de los actores en el acto de reflexionar
sobre sí mismos, en donde aparecerán, además de su ámbito
laboral (su ubicación en la estructura económica-social), las facetas
socio-culturales y territoriales de su construcción identitaria. La
tradición estructuralista ubicó al individuo –en su calidad de actor–
en un lugar subordinado a las relaciones de trabajo y poder que
regulan la estructura social imperante (Ortner, 2005). Desde esta
perspectiva, como señala Alain Touraine (1984), la figura del actor
había quedado casi anulada por la impronta de las estructuras
sociales, entre las cuales se va a destacar la estructura económica.
Pero si focalizamos nuestro análisis en el cambio social y en las
relaciones sociales, los actores se mostrarán como mucho más que
engranajes en un sistema económico-social. Desde nuestro punto
de vista, los actores sociales –individuos o grupos– se definen por
su posición en la estructura social (o “espacio social”) y participan de
las normas, reglas y funciones de los procesos sociales pero
también tienen un papel fundamental en la producción y dirección de
la sociedad a través de sus posibilidades de acción. Además, el
actor cuenta con recursos muy diversos como riquezas, una
profesión, determinado potencial socio-cultural, poder político y
socioeconómico, relaciones interpersonales, etcétera, que
conforman, según Bourdieu (1980), el “capital social” –en tanto “el
conjunto de los recursos actuales o potenciales que están ligados a
la posesión de una red duradera de relaciones más o menos
institucionalizadas de inter-conocimiento e inter-reconocimiento”
(Bourdieu, 1980:1) – que desempeña un papel considerable en la
dinámica social. El actor, poniendo en juego su subjetividad y su
conciencia del lugar que ocupa en la estructura, se constituye como
sujeto social. Como establece Judith Butler, la estructura no deja de
ser importante, pero el sujeto social transciende al individuo en sí:
“…cuando hablamos de un “sujeto” (…) estamos hablando de un
modelo de praxis e inteligibilidad basado a menudo en nociones de
poder soberano” (Butler, 2004:73). Se hace referencia a la
subjetividad de sujeto que, si bien está provocada y modelada por
una formación cultural, remite a una conciencia histórica y cultural
específica. La subjetividad se refiere, así, a la conciencia del sujeto,
que Ortner califica en tanto “knowing subjects”, es decir, que tienen
un cierto grado de reflexión sobre sí mismos y sobre sus intereses,
deseos, ansiedades, sentimientos, etcétera (Ortner, 2005:34). Los
sujetos característicos de esa época, los sujetos posmodernos,
flexibilizados, globalizados, fragmentados en sus instancias
laborales y, en nuestro caso, territoriales, mostrarán subjetividades
atravesadas por incertidumbres, angustias y miedos.

Los sujetos sociales de nuestro caso de estudio, a partir de su


propia construcción como sujetos, conformarán representaciones
sobre la frontera y sobre el lugar que ocupa en ella. Pero: ¿Cuál es
la relación entre el sujeto social y las representaciones sociales? y,
más específicamente: ¿Cuál es el aporte de las representaciones
sociales, desde la geografía social y comportamental, para
comprender una frontera en términos de identidades y alteridades?
“Representar” significa permitir que un objeto se haga presente en
una idea cuando no lo puede hacer físicamente, pero también
expresa la acción de volver sensible un signo, un símbolo o un
discurso, observables a través de las narrativas de los sujetos (Di
Meo, 1998:30). Por su parte, Hall (1997:19) concibe a la
representación como la producción de significado a través del
lenguaje (entendiendo al lenguaje no solamente como oral y escrito,
sino también las imágenes, los símbolos, etcétera) en términos
constructivistas, es decir, la representación como el proceso que liga
la relación entre las cosas, los conceptos y los signos.

Para que exista representación será necesario un objeto a


representar y un lenguaje transmisor de esa representación, pero
sobre todo será fundamental un sujeto “representador”, que estará
acompañado por una serie de esquemas de pensamiento,
ideologías, deseos. Desde el punto de vista individual, toda la
realidad observada por un hombre cognoscente es una
representación parcial de la realidad (Schopenhauer, 2003:25), pero
la representación social, en tanto abstracción y proceso compartido,
tampoco podrá ser ni homogénea ni total, es decir, no puede existir
una representación social de la realidad toda. La representación
social designa una forma de pensamiento social (Jodelet, 1986,
1989) y constituye una creación de esquemas similares y parciales
de lo real. La representación social depende de las prácticas,
ideología y mentalidad de la sociedad que las produce, reproduce y
comparte. Si las representaciones son una manera de hacer
sensibles las cosas, será siempre “una de las maneras”, es decir,
desde un punto de vista determinado.

Teniendo en cuenta el espacio fronterizo que nos ocupa, a partir de


este capítulo indagaremos, gracias a las narrativas logradas
mediante las entrevistas realizadas, sobre la representación social
de la frontera y sobre el espacio de vida fronterizo. La frontera
representada no coincidirá siempre con la frontera territorial, política,
sino que estará marcada por condiciones culturales, educativas,
laborales, de las personas que la habitan. Las representaciones de
la frontera se conformarán a partir de los espacios de vida
fronterizos que, a su vez, están compuestos por espacios y
relaciones que remiten a los saberes y experiencias de los hombres.
Dentro de estas experiencias, encontramos las prácticas sociales en
la frontera. Una práctica fronteriza es cada acción social que se
desarrolla en el espacio fronterizo y que alimenta, poco a poco, la
generación y reproducción de vínculos sociales de toda índole. A
mayor cantidad de prácticas fronterizas, mayor dinamismo y
permeabilidad del paso fronterizo.

A partir del análisis de estas prácticas conoceremos los saberes de


nuestros sujetos sociales, sus estrategias de cruce y su “saber
circular”, en términos de Tarrius (1992). Siguiendo a Benedetti
(2011), interpretamos que las movilidades espaciales son relaciones
sociales que producen y reproducen las continuidades en los
espacios fronterizos e implican el manejo de distintas localizaciones,
personas y bienes que abarcan los transportes, los flujos, las
migraciones, las remesas, las circulaciones con un abanico de
motivaciones en juego. Las prácticas de la circulación, por otra
parte,

llaman a tener en cuenta el carácter pluri-local de las estrategias de utilización de los


espacios y de las construcciones territoriales, inminentemente ligadas a sistemas de
desplazamientos bipolares e incluso multipolares, variables en el tiempo, e indicando
un crecimiento de los espacios de vida (Cortés y Faret, 2009:13).
En este recorrido, buscaremos identificar los lugares de la frontera
de los sujetos entrevistados. Entendemos por lugar, desde la
geografía humana y social, un punto, un nombre o una localización
que, además, tiene un sentido, una identidad, una personalidad, un
valor, porque es producto de la interacción humana (como por
ejemplo los “haut lieu” de Bédard, 2002; Musset, 2008, entre otros).
Según la definición de Pascal Clerk en la enciclopedia de geografía
Hypergéo:

(…) el lugar y el hombre se funden mutuamente; el lugar participa de la identidad del


que está en él –cada uno se define, y define su entorno, especialmente según su
pertenencia espacial– y los individuos dan una identidad, e incluso fundamentalmente
una existencia, al lugar. Esta relación estrecha permite la metáfora del arraigo y
supone una dimensión temporal. El lugar se inscribe en la duración; es memoria y
tiempo cristalizados (Clerk, 2005).

En este trabajo, las representaciones sociales sobre la frontera de


los sujetos sociales están cruzadas con la temporalidad de la vida
cotidiana en la frontera, lo cual nos lleva a repensar, asimismo, la
propia construcción identitaria de estos sujetos frente al espacio
fronterizo.

La pregunta epistemológica sobre la dupla identidad/alteridad en la


frontera es, desde hace unas décadas, una constante en los
estudios fronterizos (Barth, 1969; Douglass, 1994) y es parte de este
trabajo a causa del recurso a la auto-identificación y categorización
(Brubaker, 2001) de los sujetos sociales entrevistados. En la
literatura desde hace más de veinte años se ha abandonado la
postura totalizadora y esencialista de la identidad (Arfuch, 2005:14),
olvidando esos atributos dados, innatos, preexistentes, para dar
paso a concepciones más “suaves” y más contingentes que toman a
la identidad como relacional. El auto-conocimiento siempre es una
construcción y nunca un descubrimiento, aunque a veces se crea lo
contrario (Calhoun, 1994). Esta operatoria argumentativa, sin
embargo, vuelve el término casi obsoleto, ya que la misma palabra
“identidad” hace referencia a “lo que siempre es”, lo que ha sido así
siempre, igual a sí mismo. Por esto, para dar cuenta de lo
contingente, de la fluidez, muchos autores han dotado al término
identidad de diferentes adjetivos: híbridas, líquidas, fuertes,
fragmentadas, construidas, débiles, móviles, performativas,
económicas, etcétera (Brubaker, 2001; Balbuena Bello, 2001; Butler,
2004; Gatti, 2007). ¿Cómo abordar, desde esta pluralidad de
perspectivas, las manifestaciones de auto-
comprensión/identificación y separación de los sujetos sociales de la
frontera?

Una primera afirmación es que identidad y alteridad son


inseparables en su conceptualización, porque cuando establecemos
un principio de identidad –cualquiera fuera– estamos estableciendo,
inmediatamente, un principio de diferencia. El sujeto que auto-
construye un sentido de identidad lo hace en función de alternativas,
de la existencia de un “otro” (Bohoslavsky, 2006; Lischetti, 2000). La
lógica de la identidad se transforma bajo ciertas condiciones en una
lógica de la diferencia (Laclau, 2000): la diferenciación se convierte
en la fuente de sentido y de experiencia del hombre que se
reconoce a sí mismo a partir de aquello que no “es”, de la
construcción constante oponiéndose al “otro”.

En segundo lugar, coincidimos con Arfuch cuando establece que:


“No hay identidad por fuera de la representación, es decir, de la
narrativización –necesariamente ficcional– del sí mismo, individual o
colectivo” (Arfuch, 2002:24). La identidad se manifiesta dentro del
discurso porque no es una entidad en sí misma y no tiene
consistencia propia. Su consistencia está determinada por una auto-
percepción –del yo que instantáneamente percibe y determina a los
otros– que formará una trama narrativa, que es lo que generalmente
llamamos “identidad” (Andacht, 2001:310).

En tercer lugar, la identidad es construida por una auto-percepción


elaborada a partir de atributos que nos diferencian de los otros. Los
hombres se apropian de atributos que le dan sentido a su identidad
y que, por más que parezcan innatos –como nacer en determinado
territorio, nacer hombre o mujer– también son manipulados,
elegidos, habitados, según su conveniencia (Castells, 1999:17).
Esta elección no es racional, porque aquí entra en juego la
subjetividad del sujeto y las opciones posibles: las elecciones
racionales y emocionales se realizan en el contexto de una
estructura socio-económica, política, etcétera. Gerardo Halpern
advierte sobre las limitaciones a la elección y manipulación de los
atributos identitarios (Halpern, 2009: 205), mientras que Amartya
Sen (2006) establece que hay limitaciones que no se pueden
ignorar, como por ejemplo pertenecer a una raza oprimida o
perseguida. Y también es fundamental el “otro”, no sólo como
condición intrínseca de mi propia identidad como sujeto (no hay un
“yo” sin un “tu”), sino esta vez como alguien a quien tengo que
convencer, con el cual tengo que negociar y luchar por el mismo
sentido de mi identidad.

Nuestra argumentación nos lleva entonces a concebir identidades


“no innatas”, “construidas”, presentes sólo en una “trama narrativa”,
“representadas” y “negociadas” frente a otros. Con el fin de
simplificar el término retomamos la clasificación realizada por
Brubaker (2001) y llamaremos “identificación” al proceso por el cual
los sujetos sociales construyen su sentido identitario y de alteridad,
cargado de condicionamientos internos y externos y a merced de las
propias subjetividades. La identificación, según Brubaker (2001):

(…) nos invita a especificar los agentes que llevan a cabo la acción de identificar. Y no
presupone que tal acción de identificar (aún realizada por agentes poderosos, como el
Estado) deberá necesariamente resultar en la igualdad interna, la distintividad, el
sentido de igualdad grupal que pueden intentar alcanzar los emprendedores políticos.
La identificación –de uno mismo y de los otros– es intrínseca a la vida social,
“identidad” en el sentido fuerte no lo es (Brubaker, 2001:75).

Por otra parte, la auto-identificación comprenderá la subjetividad


situada de los sujetos, es decir, el propio sentido de quién es uno,
de su situación social y de su capacidad de acción. Finalmente, para
hacer referencia a los “otros” poderosos (como el Estado o la prensa
escrita), utilizaremos el término “categorización”, que en nuestro
caso implica un proceso igual al de la identificación pero con
mecanismos institucionalizados y fines específicos, que no están
libres de estigmatizaciones y exclusiones sociales, como veremos
en el desarrollo de este trabajo.

El concepto “identidad” será utilizado solamente para hacer


referencia a la identidad en sentido “fuerte”, “duro” o “esencialista”,
que en nuestro caso de estudio aparece bajo el título de “identidad
nacional”, es decir, una identidad anclada al territorio y vinculada al
Estado-nación moderno. Sin embargo, esta “identidad” con
mayúsculas no escapa a las líneas con las cuales comprendemos la
identidad, ya que es también una construcción continua y en
constante movimiento que responde a los modelos cívicos o
culturales de la nacionalidad (Quijada, 2000). Este tipo de
identificación es reconocible porque, además de buscar una
diferenciación específica que la separe de otras comunidades,
reagrupa atributos basados en una historia compartida, un territorio
y un destino común (identidad “fuerte” en términos de Gatti, 2007).
Por lo general, este tipo de identificaciones son sostenidas y
oficializadas a través de mecanismos institucionales estatales y
tienen la fuerza para definir el “nosotros” y los “otros” en términos
duros, como ciudadano/extranjero, amigo/enemigo, etcétera. El
desarrollo de este trabajo nos mostrará hasta qué punto las
identificaciones, auto-identificaciones y categorizaciones se ponen
en juego en un espacio fronterizo y cómo los sujetos sociales se
ubican alternativamente en un lado y el otro del abanico identitario.

4.3. Prácticas sociales de comercio


fronterizo entre Posadas y
Encarnación[10]
Los cortes del puente San Roque González de Santa Cruz a
principios de la década del 90 tuvieron como protagonistas a
aquellos grupos sociales que se sintieron directamente perjudicados
por la política fronteriza en la región una vez inaugurado el puente
internacional. Las prácticas fronterizas que lograron mayor
visibilidad en ese contexto fueron las relacionadas con el comercio
fronterizo, aunque también se registró un aumento en la cantidad de
casamientos mixtos, la utilización de servicios públicos del país
vecino y las migraciones permanentes o temporales (Betrisey
Nadali, 2007).

En los primeros años de la década del noventa los motivos que


impulsaban los cortes del vínculo fronterizo terrestre entre las dos
ciudades giraban exclusivamente en torno a la política de control
fronterizo de la Argentina y su relación con la tradición del comercio
a través de la frontera. Como vimos, la situación macroeconómica
que atravesaba Posadas en aquellos años era desfavorable
comparativamente con respecto a Encarnación y la permeabilidad
del paso internacional, debido a las políticas de integración
fronteriza mercosureana, abría las puertas a los bienes provenientes
del vecino país. Sin embargo, creemos que el comercio en la
frontera responde tanto a elementos sociales y culturales como a
coyunturas económicas y políticas: las asimetrías comerciales entre
una orilla y otra fluctúan según las políticas económicas y
cambiarias de cada país. Se trata de un área de fronteras vivas, con
poblaciones antecedentes a la existencia de la frontera. Por esta
razón, existen prácticas fronterizas que ya son tradicionales y que
trascienden en el tiempo a pesar de los vaivenes económicos de la
región, además de aquellas que aparecieron con el puente
internacional y que describiremos a continuación.

El conjunto de las prácticas comerciales a través de la frontera


internacional podría comprenderse como “comercio fronterizo”
según la terminología de Oviedo (2001), o un comercio internacional
local. El comercio fronterizo, según Oviedo (2001) hace referencia a
un tráfico comercial fronterizo que se basa en el aprovechamiento
de las diferencias cambiarias monetarias y en la comercialización de
bienes y servicios “no comercializables” desde el punto de vista del
comercio exterior. Es decir que, en un espacio fronterizo, productos
como materiales de construcción o servicios como peluquería son
aptos para el comercio a través de la frontera. Además, entre
Posadas-Encarnación se comercializan aquellos bienes que
implican un alto coste en transporte en caso de provenir de las
ciudades capitales de cada país, como por ejemplo juguetes,
blanquería, calzado, etcétera. Por otro lado aumentó el “consumo
fronterizo cotidiano” de ciudadanos argentinos (Benedetti, 2011) no
sólo de bienes sino también de servicios que anteriormente
consumían en Posadas, como por ejemplo peluquería, cambio de
aceite y filtro del automóvil, cosmética en general y hasta
restaurantes. También el puente permitió la circulación de nuevas y
mayores cantidades de mercaderías: con los automóviles se hizo
más fácil “cruzar” desde electrodomésticos y electrónica hasta
alfombras, muebles de gran porte y materiales de construcción.

El conjunto del comercio fronterizo, tanto en Posadas-Encarnación


como en otro espacio fronterizo, incluye al comercio formal, es decir,
un comercio desarrollado según las normas y requerimientos del
país (requisitos fiscales, impuestos internos y las tasas de
exportación-importación). Los productos que comercializan tienen
costos más elevados porque se traspasa parte de los impuestos al
valor de venta. Otro tipo de comercio incluido en el comercio
fronterizo es el informal (perteneciente al mercado laboral informal),
que es aquél que no se rige por las normativas y leyes relativas a
las transacciones de bienes y/o servicios del país en donde se
ejerce. En la mayoría de los casos, el comercio es “informal” cuando
elude el pago de impuestos a los productos que comercializa, no
cumple con los controles de calidad establecidos o la venta se
realiza en locales no habilitados o por medio de la venta ambulante.
Es un tipo de comercio que beneficia a las personas de bajos
recursos que optan por él como salida laboral pero implica una
asimetría fiscal con respecto a los comerciantes del comercio
formal.

Dentro del comercio informal internacional encontramos el


contrabando. Se denomina de este modo al delito aduanero del acto
u omisión que impide o dificulta, mediante ardid o engaño, el control
sobre las importaciones y las exportaciones que debe ejercer el
Servicio Aduanero. Dentro de la figura de contrabando, se encuentra
la del “contrabando menor”, que es una infracción aduanera que
resulta cuando la mercadería objeto de contrabando o de su
tentativa, posee un valor en plaza menor al que establece la
reglamentación para que no se lo tipifique como contrabando. Existe
una modalidad en el lenguaje coloquial de los funcionarios de
Aduana que se refiere al ingreso de mercancía sin declarar en
escasas cantidades para no pagar tributo: el contrabando hormiga.
En algunos casos, estas prácticas están amparadas por regímenes
especiales, como el de Tránsito y Tráfico Vecinal Fronterizo.
Benedetti (2011) tiene en cuenta estos amparos legales y, por lo
tanto, denomina esta práctica como “comercio hormiga”, que es la
actividad realizada por

personas (llamados comúnmente paseros) que se ocupan de pasar bienes a través del
límite interestatal, entre sitios próximos claramente establecidos. Los paseros hacen
un trabajo por cuenta de terceros a cambio de muy bajas remuneraciones (Benedetti,
2011: 46).
Este tipo de contrabando o comercio hormiga es característico de
los espacios fronterizos y también del nodo Posadas-Encarnación y
es realizado por algunos de los actores del comercio fronterizo.

Uno de los actores del comercio fronterizo es el consumidor, quien


aprovecha las ventajas comparativas trasladándose de un país a
otro en busca de mejores precios o variedad de oferta. Otro actor
que de alguna manera tiene un rol importante dentro del comercio
fronterizo son los representantes de los organismos nacionales de
control fronterizo cuya función consiste, como vimos, en controlar el
ingreso de personas y mercaderías. También se comercia en la
frontera por medio de actores fronterizos indirectos, que acercan los
bienes desde el comerciante en una orilla hasta el consumidor en la
otra. Todos los actores del comercio fronterizo tienen la posibilidad
de amparar su práctica legalmente mediante los diferentes
regímenes aduaneros y migratorios ya descriptos. Por esta razón,
es compleja la categorización de esta actividad comercial como
contrabando, aún como contrabando hormiga, ya que diariamente
los regímenes de Tránsito y Tráfico Vecinal Fronterizo o el Régimen
de Equipaje habilitan el paso de bienes en manos de diferentes
actores del comercio fronterizo de manera informal. La práctica de
las paseras paraguayas es el ejemplo más evidente de este tipo de
comercio a través de la frontera.

a) Las “paseras”

El trabajo de las paseras (llamadas también “villenas” porque la


mayoría proviene de Villa Encarnación) consiste en “pasar” a través
de la frontera pequeñas cantidades de mercaderías para su venta,
re-venta o entrega, desde Encarnación a Posadas. Pueden ser tanto
paraguayas como argentinas, aunque en su mayoría provienen de la
ciudad de Encarnación y sus alrededores, siendo paraguayas en un
95% por nacimiento. Su práctica comercial implica el cruce de la
frontera argentino-paraguaya, por lo menos una vez al día, en sus
dos modalidades: por el puente internacional o por el puerto, por
medio del servicio de lanchas (hasta 2009), según los productos que
“crucen” y los controles en cada puesto de control fronterizo. Una
vez en la ciudad de Posadas, existen diferentes modalidades de
trabajo: “re-venta” de los productos directamente en un puesto
callejero, venta ambulante (sobre todo aquellas paseras que
comercian frutas y verduras) o entrega de la mercadería a un
comerciante argentino. Los productos que cruzan son: blanquería
(frazadas, sábanas, toallas), termos, paraguas, calzado y ropa
infantil, juguetes, cigarrillos, bebidas importadas, frutas y verduras,
“yuyos” medicinales, cosmética, accesorios para el cabello, etcétera.
Como se verá en el capítulo siguiente, la variedad de productos
implican el uso cotidiano del espacio público que va moldeando los
ritmos de la ciudad y generando espacios de vida en la frontera.

Desde el punto de vista de la normativa migratoria, las paseras


pueden ingresar y egresar hacia y desde la Argentina
repetitivamente cuantas veces quieran gracias a la modalidad del
Tránsito Vecinal Fronterizo. Sin embargo, desde la perspectiva
aduanera y fiscal las paseras incurren en actos ilícitos aunque
difíciles de comprobar. Ingresan al país con un fin lucrativo, es decir,
que ya sea por cuenta propia o en relación de dependencia,
intentarán obtener una ganancia de cada cruce. Sin embargo,
tampoco se pueden amparar a la normativa de Tráfico Vecinal
Fronterizo (Resolución General 262/98 AFIP Aduanas y
complementarios) porque, por un lado, no todas las mercancías que
ingresan al país son originarias del Paraguay (venden artículos de
cosmética chinos, termos alemanes, por ejemplo) y, por otro lado,
porque algunas ingresan al país mercancías prohibidas según el
Código Aduanero, como cigarrillos o bebidas alcohólicas
importadas. Cuando las paseras quieren ampararse legalmente en
otro régimen aduanero, el Régimen de Equipaje, también es
conflictivo: este régimen permite una franquicia de cruce de 150
dólares estadounidenses por mes, en una sola vez, para las
personas que no vivan en Encarnación o Posadas (donde rige el
Tráfico Vecinal Fronterizo) en artículos de consumo no durables. Las
paseras viven en Posadas o en Encarnación y cruzan diariamente el
paso internacional, no una vez por mes. Si bien la vigencia del
Mercosur fomenta, en su letra, la libre circulación de los factores de
producción, estas mujeres paraguayas que trabajan en Argentina no
encuentran un marco legal en el cual pueda encuadrarse su trabajo.
Nuestro interés está lejos de definir la realidad únicamente mediante
nociones jurídico-normativas: buscamos contextualizar,
simplemente, las prácticas comerciales fronterizas con el análisis de
las normas descriptas en los capítulos precedentes. Por eso nuestro
objetivo y desafío a lo largo de esta investigación reside en la
descripción de una forma de vida en la frontera en la que el marco
normativo del Estado no ayuda a explicar la complejidad de las
dinámicas sociales formadas en su seno. En este sentido, la
práctica de las paseras paraguayas se replica en el comportamiento
de otros actores afines a la actividad: taxistas, mototaxistas,
estudiantes “paquitos”, paseros, puesteros de los mercados
“paraguayos”, etcétera, que participan en la dinámica comercial
como actores de importancia, sobre todo aquellos organizados,
como los taxistas paraguayos, por ejemplo.

b) Los taxistas y mototaxistas paraguayos

Los taxistas y mototaxistas paraguayos prestan un servicio dentro


de un mercado informal que ha comenzado recién con la
inauguración del puente internacional y han sido, junto con las
paseras paraguayas, los más activos en la lucha contra el aumento
de los controles fronterizos. Teniendo en cuenta el valor del pasaje
en el ómnibus internacional y la capacidad de carga de mercancías
de cada pasera, comenzó a ser redituable la utilización de taxis para
compartir entre varias personas y agilizar el cruce. Amparados en el
régimen de equipaje a principios de los años noventa, cada taxi
podía transportar hasta 500 dólares en mercaderías por cruce y a
cuatro personas. Para evitar este tráfico, las autoridades de control
fronterizo argentino, en especial Aduanas y Gendarmería Nacional,
comenzaron a pedir la documentación de habilitación del vehículo
para su utilización como taxi, que en Argentina es obligatoria para la
circulación. Al no poseer ningún tipo de permiso por ser paraguayos,
les impedían el cruce del lado argentino y lo mismo sucedía con las
motocicletas-taxi (La Nación, 28/12/2003), directamente inexistentes
en Argentina.

c) Los paseros paraguayos

Los paseros (diferenciados de las paseras por su denominación en


masculino) son intermediarios entre los comercios encarnaceños y
los consumidores argentinos. Pueden ser familiares de las paseras
(maridos, hijos, sobrinos) que han aprendido la labor y se
“independizan” de la mujer. Es decir, mientras originariamente
hacían el cruce juntos y pasaban los mismos productos, el pasero
decide trabajar con otro tipo de mercadería de manera autónoma.
Existen, en líneas generales, dos tipos de paseros. Por un lado, se
encuentran aquellos cuentapropistas que compran en Encarnación y
luego cruzan, generalmente en vehículos particulares, para vender
su mercadería en Posadas (en general, a comerciantes de los
Mercados La Placita del Puente y La Placita o Mercado Modelo).
Por otro, los comercios de Encarnación ofrecen a los consumidores
argentinos el despacho de lo comprado en su domicilio particular
con un costo de entre 50 y 100 pesos, al menos hasta el año 2010.
Los consumidores argentinos, para evitar los problemas en los
controles o porque están excedidos en la franquicia del régimen
aduanero (Tráfico Vecinal Fronterizo o Régimen de Equipaje), optan
por este servicio realizado por un tercero, un pasero, que
generalmente utiliza su vehículo particular. Ambos tipos de paseros
se especializan en el cruce de artículos electrónicos (notebooks,
televisores, cámaras fotográficas y filmadoras, etcétera) o
electrodomésticos (ventiladores, procesadoras, acondicionadores de
aire, etcétera), mercancías que significan un mayor rédito
económico en el mercado que las trabajadas por las paseras
paraguayas.

d) Los “paquitos” argentinos

Los “paquitos” son jóvenes argentinos, en su mayoría estudiantes


terciarios o universitarios, oriundos del interior de la provincia de
Misiones. Tienen residencia temporaria en Posadas por motivos de
estudio y, por esta razón, pueden hacer uso de su franquicia de 150
dólares una vez por mes para el cruce de mercaderías desde
Encarnación hacia Posadas según el Régimen de Equipaje.
Mientras los posadeños y encarnaceños se deben ajustar al régimen
aduanero del Tráfico Vecinal Fronterizo, los “paquitos” aprovechan
su lugar de residencia según el Documento Nacional de Identidad
(DNI) y “alquilan” su permiso de franquicia. Las paseras y paseros
pagan un alquiler para utilizar, una vez por mes, la franquicia de
algún “paquito”, por un monto que costaba entre 40 o 50 pesos en el
año 2009 (según entrevista a Romina, informante clave de la
Universidad Nacional de Misiones, mayo 2009). Como el alquiler les
sirve sólo para un día al mes, los paseros y paseras deben contar
con una amplia red de “paquitos” y turnarse en los cruces, para
poder aprovechar al máximo cada franquicia. Por último, los
“paquitos” deben realizar el cruce con los paseros o paseras para
mostrar los documentos y declarar que los artículos que “pasa” son
para su uso personal.

e) Los Comerciantes argentinos de la Cámara de Comercio e


Industria de Posadas (CCIP)

Parte del comercio formal de la ciudad de Posadas está


representada por la Cámara de Comercio e Industria de Posadas
(en adelante la CCIP), que es una institución que representa los
intereses del comercio y el empresariado de la ciudad de Posadas.
Fue creada en 1943 y es sucesora de la Cámara de Comercio de
Misiones creada en el año 1929. Su misión es aumentar la
competitividad de las empresas y comercios y defender los intereses
del sector. Para lograr este objetivo ofrece servicios gratuitos a las
empresas que pueden utilizarlos de manera individual
(asesoramiento jurídico y contable, boletines informativos, balances,
etcétera) además de gestionar acciones de interés general para
favorecer la actividad económica y empresarial de la ciudad de
Posadas.

Los cambios en materia de política económica y fronteriza al inicio


de la década del noventa repercutieron negativamente en las ventas
de comercios posadeños que, eventualmente, tuvieron que despedir
empleados e incluso cerrar sus puertas. Estos vaivenes pendulares
son de larga data en otros espacios fronterizos como el paso
internacional La Quiaca-Villazón (Benedetti y Salizzi, 2011), por
ejemplo. Los comerciantes de la CCIP se caracterizaban por
negociar con sus pares encarnaceños y su papel en el comercio
fronterizo era prácticamente nulo. Pero frente a la amenaza de
cierre de sus establecimientos comenzaron a reunirse asiduamente
en la CCIP para buscar una solución y mejorar la situación del
sector, según sus maneras tradicionales de presión y gestión política
y económica. De esta forma, como veremos a continuación, la
experiencia de lucha de los años noventa de la Cámara de
Comercio e Industria de Posadas contó con un abanico de
movilizaciones sociales, con diferentes maneras de hacer escuchar
sus reclamos. El organismo tenía relaciones con autoridades
locales, provinciales y nacionales, a quienes iban dirigidas sus
demandas, por eso la práctica de la “negociación” fue la utilizada en
los primeros años del conflicto. Luego, los comerciantes
entrevistados coinciden en que hubo una “combatividad” en
aumento, en la medida en que sus reclamos eran desatendidos
sistemáticamente por las autoridades.
El actor “comerciante” de la CCIP, aún en aquellos momentos de
lucha y movilizaciones, se ubicaba en un sector social de clase
media y alta de la ciudad y representaba el comercio formal (por eso
en sus manifestaciones siempre está presente el lema: “en defensa
de la legalidad”). Los comerciantes de Posadas movilizados no eran
desocupados, no pertenecían a las clases menos adineradas y su
capital socio-económico no estaba en extinción. Eran personas que
contaban con recursos de todo tipo, que estaban siendo afectados
por las políticas económicas nacionales y cuyos tradicionales modos
de presión política no estaban funcionando, no “los escuchaban”, no
los tenían en cuenta. Por esta razón, recurrieron a la modalidad de
corte de puente como medida de protesta social.

f) Los “puesteros” argentinos y “mesiteros” paraguayos

Por último, en esta lista no exhaustiva de actores del comercio


fronterizo encontramos a los “puesteros” de los mercados
“paraguayos” en Posadas, lo que, también enmarcados en el
comercio formal, son un elemento fundamental de la dinámica
comercial entre Posadas y Encarnación. Sin embargo, estos
comerciantes que participan del comercio formal, tanto en Posadas
como en Encarnación, pueden ser parte del comercio fronterizo
informal. En especial, los comerciantes encarnaceños contratan
paseros y paseras para llevar la mercadería desde su negocio a los
consumidores en Argentina. Que realicen este “servicio” no significa,
sin embargo, que sean parte del comercio informal paraguayo, ya
que pagan los impuestos correspondientes y tienen los permisos al
día en su país.
Se les llama “mesiteros” a aquellas personas que tienen puestos de
venta en Encarnación, ya sea en los mercados o en la calle. La
mayoría de ellos no cuentan con autorización municipal para
trabajar en la calle. Aquellos que tienen los permisos de
autorización, cuyos requisitos son similares a los de los puestos de
los mercados paraguayos de Posadas, deben mantenerlos al día
(pagos).

Los “puesteros” argentinos, es decir, aquellos comerciantes que


tienen puestos en los mercados paraguayos deben cumplir con
ciertos requisitos: ser argentino o naturalizado y contar con garantía
de propiedad, es decir, los requerimientos básicos para tener un
negocio según la Municipalidad de Posadas. Para mantener el
puesto, tanto en Posadas como en Encarnación, se deben pagar el
alquiler y los impuestos correspondientes al municipio. No es fácil
conseguir un puesto en Posadas, algunos que ya cuentan con la
titularidad de un puesto pueden alquilarlo y así vivir de las rentas. En
general, todos los puesteros tienen algún tipo de relación con las
paseras y paseros paraguayos: tienen entre tres y cuatro paseras
que trabajan pasándole las mercaderías desde Encarnación,
mecanismo comprobado en nuestro trabajo de campo en los años
2009 y 2010 y en el trabajo de inestigación de Schiavoni (1993) de
fines de 1980. Un grupo de estas paseras son sus “paseras fijas”,
luego pueden trabajar con otras para productos específicos o por
encargo (Schiavoni, 1993). También existen algunos puesteros que
les “guardan” mercadería a la pasera en su comercio para que ella
no tenga que cruzar con grandes cantidades para la venta
ambulante, por ejemplo. De esta manera, directa o indirectamente,
los puesteros de los mercados paraguayos trabajan gracias a las
paseras, generando una “zona gris” entre el comercio formal e
informal. Este hecho es consecuencia de la propia conformación de
los mercados paraguayos, creados originariamente como los
espacios urbanos en Posadas destinados a las paseras paraguayas.

4.4. Espacios urbanos en disputa: los


mercados paraguayos
Existían en Posadas, a la fecha de cierre de esta investigación
(2010), dos mercados “paraguayos”: el Mercado Modelo “La Placita”
y el nuevo Mercado “La Placita del Puente”. En el año 2012 el
mercado “La Placita del Puente” fue trasladado a otro predio
construido por la Entidad Binacional Yacyretá. Se les llama
“paraguayos” debido a la procedencia de los productos que se
encuentran en los puestos del mercado y porque, históricamente,
fueron originados gracias al comercio con Paraguay. Si bien tienen
nombres diferentes, a ambos se los nombra como “La Placita”: “La
Placita del Puerto” o “La Placita del Puente”. “La Placita” es el
nombre que remite a los orígenes de los mercados paraguayos y
que ha quedado en la costumbre y voz de posadeños y
encarnaceños (Dei Castelli, 1998). En sus comienzos, a fines del
siglo XIX, las paseras provenientes de Encarnación llegaban al
puerto de Posadas e improvisaban un mercado en el espacio verde
central de la Avenida Roque Saénz Peña (la “placita”) en donde
ofrecían sus productos: frutas y verduras, yuyos medicinales, carnes
de vaca o pollo, telas, harinas, legumbres, chipá o sopa paraguaya
(El Territorio, 31/08/03), etcétera. Armaban sus puestos con mantas
en el piso y ocupaban un territorio del área costera de la ciudad que
se comenzó a denominar “la Placita” o “nañemó”, que quiere decir
“comerciar” en lengua guaraní. En 1934, la Municipalidad de
Posadas hizo construir la Feria del Norte, ubicada en la Avenida
Roque Pérez entre las calles Buenos Aires y Félix de Azara, con el
fin de ejercer algún tipo de control sobre los productos ofrecidos y la
higiene del mercado. Schiavoni (1993) remarcaba que el ex
intendente posadeño Balbino Brañas (1962-1965) señalaba la
preocupación municipal en ese entonces:

En mayo de 1934… (se) hizo construir la Feria o Mercado del Norte, para reemplazar
la famosa “Placita del Puerto”, cuyos sórdidos puestos al aire libre, atendidos en su
mayoría por “villenas” (paseras) constituían un verdadero atentado a las buenas
costumbres, el orden y la higiene… (Brañas, 1975:87, en Schiavoni, 1993:34).

En el sector norte de la Feria se comenzaron a elaborar comidas “al


paso”, lo que trajo como consecuencia problemas de higiene, motivo
por el cual en 1955, por órdenes del interventor de la Comuna
Cayetano Castelli se clausuró el mercado (Dei Castelli, 1998).

El Plan urbanístico para la ciudad de Posadas “Urbis” diseñó los


planos de un nuevo mercado municipal en la década del cincuenta
que fue una de las únicas estructuras edilicias del Plan que llegaron
a edificarse. En 1961 se inauguró el Mercado Modelo (Figura 10)
que aún funciona como mercado paraguayo a unos 400 metros del
puerto de Posadas. Se trata de una construcción arquitectónica
desarrollista (Basila, 1996, Borio, 2009) de 3.500 m2 que tiene 296
puestos de ventas. Contaba con dos patios de luz y un bar-
restaurante, que funcionaron hasta mediados de la década del 80 y
luego fueron ocupados por más locales de venta.
Figura 10: Posadas, Argentina: Mercado Modelo “La Placita”. Año
2010.

Fuente: Fotografía de María Dolores Linares, año 2010.

Aunque el mercado garantizaba un mínimo de orden controlado por


la Municipalidad de Posadas, el vínculo entre los puestos del
Mercado Modelo y las paseras paraguayas era un elemento
perturbador para las autoridades. En las ordenanzas municipales, se
utilizaba un discurso que apelaba a la “sanidad de los puestos de
venta”, el “orden”, la “limpieza” de las paseras, etcétera, para limitar
su accionar en el mercado. Es remarcable un documento oficial de
1980, donde se aconsejaba:

(…) impedir el asentamiento en el mercado de aquellos feriantes extranjeros (villenas,


paseras), que por poseer hábitos culturales distintos a las costumbres de nuestro país,
no se adaptan a las reglamentaciones en vigencia (…) es evidente que el tráfico que
realizan las paseras es ilegal (Nota N° 60 de la Dirección General de Bromatología,
Veterinaria y Zoonosis a la Secretaría de Salud Pública de la Municipalidad de
Posadas, Posadas, 5 de marzo de 1980. Fuente: Archivo personal de Lidia Schiavoni,
consultado en Julio de 2010).

Fue con este tipo de argumentos que, desde un punto de vista de la


historia reciente, el original mercado “La Placita” se trasladó cada
vez más lejos del puerto, exigiendo una mayor adaptabilidad entre
las paseras para realizar su trabajo, pero a la vez alejándolas del
centro de la ciudad. Según Schiavoni (1993), las autoridades
querían ocultar que la actividad de las paseras cubría la falta de
abastecimiento de la ciudad en determinados rubros como así
también ofrecía precios más accesibles que los de los comercios
formales de Posadas (Schiavoni, 1993:33). Por estos precios y por
ese abastecimiento a parte de la población posadeña, la
municipalidad podía limitar y circunscribir a las paseras a ciertos
circuitos, pero no podía prescindir de ellas, no podían prohibirlas, no
podían “eliminar” la actividad. Pero sobre todo, no podían, ni
pueden, desarmar el Mercado Modelo, o el nuevo mercado “La
Placita del puente”, ya que ellos son los que protegerían a Posadas
de la dispersión de las paseras por la ciudad. En ese sentido, el
mismo documento oficial de circulación interna de la Municipalidad
de Posadas clarificaba esta noción:

Se hace necesario este tipo de acción conjunta (Aduana, Municipalidad), porque se


corre el riesgo de que al no permitir el ingreso al mercado de las personas con las
características señaladas (paseras), las mismas invadan el casco urbano, trasladando
el problema a toda la ciudad (…).

El Mercado Modelo en este momento actúa como dique de contención de estas


personas, las que por poseer hábitos culturales diferentes a los que generalmente
rigen en nuestro país, no se adaptan a las reglamentaciones higiénico-sanitarias. De
producirse el cierre del mercado, se puede trasladar el problema citado a toda la
ciudad, en forma de vendedores ambulantes, siempre que se siga permitiendo ese
ingreso ilegal de mercancías.

En este sentido, la municipalidad creó, en el año 2003, el Mercado


“La Placita del Puente” con la finalidad de encauzar la venta y los
productos de los nuevos paseros y paseras que se iniciaron en ese
trabajo recién con la inauguración del puente internacional, en 1990.
El Mercado “La Placita del Puente” tiene la capacidad de albergar
unos 120 puestos de venta y se ubica a 150 metros de la cabecera
argentina del puente internacional. A sus alrededores, al igual que
sucede en el Mercado Modelo, las paseras improvisan puestos de
venta de cigarrillos o bebidas y hay un movimiento constante
debido, por un lado, a la última parada del ómnibus internacional
antes de cruzar a Encarnación y, por el otro, a la gran cantidad de
negocios destinados a los paraguayos: venta de harina y aceite al
por mayor, kioscos de bebidas, etcétera. En el próximo capítulo se
presenta un mapa con la ubicación de los dos mercados paraguayos
y los puntos de venta (o “paradas”, según Schiavoni [2000]) de las
paseras paraguayas.

Tanto el Mercado Modelo “La Placita” como el Mercado “La Placita


del Puente” estaban sujetos, en el año 2010, a ser relocalizados –en
una larga tradición municipal a la relocalización de los mercados
paraguayos (Basila, 1996)– debido a los planes de obras del Plan
de Terminación Yacyretá (PTY). La Placita del Puente quedó en un
pozo, debido a las obras del PTY de la Franja de Transporte Norte
(al noreste de la cabecera del puente internacional), por lo cual la
EBY construyó un nuevo mercado paraguayo sobre la Avenida
Marconi con 75 puestos en el cual, en el año 2012, se trasladaron
los locales del Mercado “enterrado”.

La existencia de los mercados paraguayos en Posadas es la cara


visible y legal de una parte del comercio fronterizo, aunque la
legalidad se construye sobre la base de relaciones personales
transfronterizas de comercio que no siempre respetan las
reglamentaciones vigentes. Esta “zona gris” de la legalidad es la que
genera descontento en los comerciantes de la CCIP. Los puestos de
los mercados “La Placita” se abastecen, en su gran mayoría, gracias
a los servicios de taxistas, paseras, paseros, paquitos y otros
actores del comercio fronterizo. Los comerciantes de Posadas,
asociados a la CCIP, entienden que sus precios no pueden competir
con aquellos de los mercados y saben que se debe al costado ilegal
del comercio. En una entrevista con A.T., varias veces presidente de
la CCIP, expresaba el problema de la venta en los mercados
paraguayos:

La Placita es una tolerancia política inadmisible, por parte de los distintos gobiernos.
Toleran que esa gente esté vendiendo, lo mismo que La Salada (de Buenos Aires), es
inadmisible. (…) Es un grado de ineficiencia por parte del Estado, que no se entiende.
Pero es así (…) porque se sabe que esa gente no paga leyes sociales, no paga
impuestos, venden mercadería robada y los toleran. ¿Por qué? Porque no saben qué
hacer con esa gente. (…) Una vez vino un ministro de economía a Posadas y nos dijo
que hiciéramos un trato: - Nosotros mañana cerramos la Placita, vamos con la Policía
y (…) la demolemos con topadoras. Pero ustedes se comprometen a tomarlos a todos
ellos de empleados, que se quedan en la calle. Nosotros le dijimos: - En primer lugar
no podemos tomarlos porque son paraguayos, ilegales. Segundo, cuando vayan con la
topadora le van a largar 4400 gurisitos que viven en el Barrio, porque yo vivo ahí –en
el lugar lindo, sobre la barranca, los conozco a todos. Todos viven del contrabando
(A.T., mayo 2009).
Los mercados paraguayos fueron, como observamos, uno de los
primeros espacios urbanos en disputa con el “otro”, el que vive en la
otra orilla del río Paraná. Los mercados y sus alrededores, sus
calles aledañas, sus esquinas, las plazas o plazoletas adyacentes,
todos estos espacios se van transformando en emblemáticos para el
comercio fronterizo y, especialmente, para las paseras paraguayas.
Entre el paso internacional, ya sea la vía fluvial o la terrestre, y los
mercados paraguayos se va dibujando un mapa de la circulación de
las paseras que, como veremos en el próximo capítulo, hace al
trabajo y la vida cotidiana de la frontera. El ómnibus internacional
recorre gran parte de estos espacios, otros son caminados, otros
son destinados al descanso, a las comidas, a los encuentros
sociales, etcétera. Todos son, de alguna manera, territorios en
disputa entre el comercio formal posadeño y el comercio informal
proveniente de Paraguay. Disputa que se ha manifestado, en varias
oportunidades, sobre el puente internacional.

4.5. Espacio binacional en disputa: los


cortes en el puente internacional
Los primeros cortes en el puente internacional fueron realizados por
los taxistas y paseras de Encarnación en el año 1992. Desde abril
de 1990 el puente y la laxitud de los controles fronterizos
desencadenaron una gran permeabilidad del paso internacional
Posadas-Encarnación. En 1992 los comerciantes agrupados en la
CCIP iniciaron gestiones ante las autoridades provinciales para que
el gobierno nacional dispusiera un mayor control aduanero
fronterizo. En principio, el problema de los comerciantes residía en
la cantidad de posadeños que compraban en Encarnación y los
encarnaceños que llegaban a Posadas a vender diferentes tipos de
mercaderías, lo cual constituía un “comercio desleal”. En 1992,
cruzaban el puente aproximadamente 4.000 vehículos particulares
por día y unas 15.000 personas en el ómnibus internacional (Torres,
1992:46).

Como respuesta, en 1992 se “reflotó” una disposición aduanera de


tráfico fronterizo que no se estaba aplicando: la Resolución ANA
2604/86 y el Decreto 2292/76. Esta resolución permitía a los
habitantes de Posadas y alrededores traer, desde Encarnación –o
viceversa–, una vez por día, comestibles y artículos de consumo
durables en cantidades que no presuman fines comerciales y sólo
de procedencia paraguaya. Los aduaneros responsables de los
controles fronterizos en el paso internacional comenzaron a
endurecer las revisaciones de equipajes y automóviles para
garantizar la aplicación de la resolución mencionada, lo que generó
largas esperas en la cabecera argentina del puente (recordemos
que sólo estaban apostados allí dos organismos nacionales: Aduana
y Gendarmería Nacional). Este endurecimiento de los controles fue
el detonante para el primer corte del puente internacional, el 27 de
marzo de 1992, que tuvo a los taxistas paraguayos ilegales como
protagonistas. Meses más tarde, los taxistas legales también
“amenazaban” (El Territorio, 12/12/1992) con cortar el puente. Los
reclamos de los taxistas en general iban dirigidos, en primer lugar, a
las autoridades de Encarnación para que los habilitaran como
transporte internacional y, en segundo lugar, a las autoridades
argentinas por el intenso control fronterizo que dificultaba su trabajo.
En el mes de agosto de 1992 se realizaron tres cortes al puente. Los
días 7, 9 y 20 de agosto grupos de paseras y taxistas paraguayos se
juntaron para cortar el viaducto por algunas horas en reclamo por
los estrictos controles y malos tratos por parte de las autoridades
argentinas, reclamo que sería repetido en todos los cortes
realizados. Hacia 1996, los cortes de las paseras y taxistas tuvieron
su mayor logro, que constituyó un antecedente inédito en cuanto a
las relaciones internacionales entre Paraguay y Argentina. Sus
reclamos por los rígidos controles en la Aduana argentina y por
malos tratos tuvieron un objetivo claro: la destitución del jefe de la
Aduana argentina Rolando Mac Lean, quien imponía “mano dura” en
los controles aduaneros. En el diario El Territorio de Posadas del
28/05/2007 se explica que en aquel momento se obligaba a los
paraguayos a desvestirse para realizar un control aduanero
exhaustivo. En esa oportunidad, el Jefe del Sindicato de Taxistas de
Encarnación amenazó, en caso de que no se destituyera a Mac
Lean, con “cerrar el puente con piedras y cemento, en forma
definitiva” (Clarín, 09/06/1996a). Finalmente, el propio presidente de
Paraguay, por entonces Juan Carlos Wasmosy (1993-1998), solicitó
a su par de Argentina, Carlos Menem (1989-1999), el relevo del
funcionario de la Aduana. Después de varias negociaciones, en
1996 el gobierno argentino decidió transferir a Mac Lean a un
puesto en la Patagonia. Esta fue la primera vez que la movilización
de parte de la población del Paraguay influenció en la toma de
decisiones de política interna de la Argentina.

Además de los cortes realizados por paseras y taxistas paraguayos,


en 1995 fueron los gremios de comerciantes posadeños,
organizados alrededor de la CCIP, quienes decidieron cortar el
puente durante tres horas reclamando mayores controles aduaneros
y oportunidades comerciales, para terminar con la “competencia
desleal”. Su lema fue: “En defensa de la legalidad” y su mayor logro
fue la disminución del Impuesto a la Transferencia de Combustible
(ITC), lo cual equilibró el precio del combustible a ambos lados de la
frontera. Sin la necesidad de “llenar el tanque” en Encarnación,
muchos posadeños dejaron de cruzar y, como era habitual, de
consumir en la ciudad vecina, lo cual mejoró notablemente las
ventas en Posadas. En 1997 la CCIP realizó otro corte en reclamo
por la apertura de un gran supermercado de cadena nacional, pero
el corte no fue masivo y no tuvo el resultado esperado.

Por otra parte, a partir del año 2000 las personas afectadas por las
obras de la Empresa Binacional Yacyretá –lavanderas, pescadores,
residentes de las áreas a relocalizar, trabajadores a quienes se les
adeudan sueldos, etcétera– comenzaron a utilizar la modalidad de
bloqueo del Puente Internacional San Roque González de Santa
Cruz.

Lo cortes tuvieron –y aún tienen– protagonistas varios y diferentes


motivaciones, pero en la mayoría de los casos tienen relación con
las dinámicas de comercio fronterizo. También hay una gran
variedad de modalidades: corte prolongado con apertura cada una
hora o cortes impenetrables pero menos prolongados. Su duración
puede variar según los tipos de reclamos y, sobre todo, según la
autoridad competente para solucionar y destrabar el conflicto. En
muchos casos, los Comités de Frontera han trabajado sobre los
problemas de este paso fronterizo en particular, pero no tienen una
operacionalidad que les permita solucionar los casos puntuales de
bloqueo del puente internacional. En otros casos, son las fuerzas de
seguridad de cada país o los jueces los que interceden para
destrabar el conflicto. Otras veces, las mismas autoridades
municipales se hicieron presentes en las cabeceras del puente
internacional para prometer gestionar, junto con su par en la otra
orilla, una solución para todas las partes involucradas. Con el fin de
simplificar la descripción, hemos realizado una tabla (Tabla 3) con
cada corte de ruta registrado por los medios locales El Territorio y
Primera Edición, detallando la fecha de realización, sus
organizadores, su duración y sus motivos.

Tabla 3: Cortes del puente internacional San Roque González de


Santa Cruz en el período de investigación (1990-2010).

Fecha Organizadores Duración Motivo

Reclamo de legalización para


27/03/92 Taxistas paraguayos 2 horas
trabajar en el puente internacional

Paseras y taxistas Quejas por estrictos controles en


07/08/92 2 horas
paraguayos Aduana y malos tratos

Quejas por malos tratos y


09/08/92 Paseras paraguayas 1 hora
decomiso de mercaderías

Quejas por rigurosos controles


20/08/92 Paseras paraguayas 45 minutos
aduaneros y malos tratos

19/11/93 Paseras, mesiteros y 5 horas Reclamos hacia el Intendente


vendedores ambulantes encarnaceño por permisos de
venta

Quejas por asimetrías


Comerciantes posadeños
20/11/95 3 horas comerciales, comercio desleal,
agrupados por la CCIP
cargas impositivas

Quejas por estrictos controles en


Paseras y paseros
17/05/98 45 minutos Aduana, malos tratos y
paraguayos
discriminación

Quejas por estrictos controles en


Taxistas y paseras
07/09/98 2 horas Aduana, malos tratos y
paraguayas
discriminación

Pescadores y lavanderas
Quejas por falta de respuesta de la
25/04/01 argentinos perjudicados 7 horas
EBY por sus trabajos afectados
por la EBY

Paseras y taxistas Protesta por las medidas


28/11/01 5 horas
paraguayos restrictivas aduaneras

Paseras y taxistas Quejas por maltratos por parte de


08/07/03 1 día
paraguayos los gendarmes

Perjudicados por la EBY Reclamos por pago de


10/12/03 1 día
argentinos indemnizaciones por relocalización

4 días con
Perjudicados por la EBY apertura Reclamos por pago de
22/12/03
argentinos cada una indemnizaciones por relocalización
hora

Paseras y Taxistas Quejas por maltratos por parte de


04/02/04 2 horas
paraguayos los gendarmes

25/03/04 Perjudicados por la EBY Esporádicos Reclamos por pago de


argentinos y indemnizaciones por relocalización
sorpresivos

Queja por la violación de la


Paseras y Taxistas
28/03/04 1 día soberanía de los gendarmes
paraguayos
argentinos

Plenaria Popular
Realización de Asamblea de la
22/10/04 Departamental de 3 horas
totalidad de afectados por la EBY
Paraguay

Reclamo por los rigurosos


Paseras y Taxistas
25/11/05 5 horas controles en la cabecera del
paraguayos
Puente

Reclamo por los rigurosos


Paseras y Taxistas
28/11/05 5 horas controles en la cabecera del
paraguayos
Puente

Perjudicados por la EBY Reclamos por pago de


15/05/06 36 horas
argentinos indemnizaciones por relocalización

Perjudicados por la EBY Reclamos por pago de


05/09/06 9 días
argentinos indemnizaciones por relocalización

Quejas por malos tratos y


01/06/07 Paseras paraguayas 1 hora
decomiso de mercadería

Paseras y Taxistas Protesta por la actuación de la


07/06/07 2 horas
paraguayos Dirección General de Aduanas

Quejas por traslado de puesto de


21/07/09 Taxistas posadeños 3 horas taxis en el área de Control
Integrado
Fuente: Elaboración propia sobre la base de la información relevada
en la prensa escrita de Posadas.

4.6. Palabras que hacen noticia.


representación de los cortes en la prensa
escrita: nosotros y ellos en el borde
Los bloqueos del puente internacional San Roque González de
Santa Cruz han sido, desde 1992, un motivo de noticia para los
diarios posadeños como El Territorio y Primera Edición, como así
también para La Nación (de Asunción del Paraguay). El diario Clarín
(de Buenos Aires), sin embargo, parece ignorar la mayoría de los
cortes del puente, salvo cuando son realizados por parte de la
sociedad argentina o cuando tienen una duración de más de 14
horas. El tratamiento periodístico de los cortes y sus protagonistas
varía notablemente de un diario a otro.

Después de los primeros cortes por parte de paseras y taxistas


paraguayos en 1992, no se hicieron esperar los comentarios
discriminatorios en la prensa escrita de la ciudad de Posadas.
Aquellos que cortaban el puente eran calificados como “revoltosos”
que “secuestraban a los ciudadanos argentinos”, dado que no
permitían la salida del país de residentes argentinos (El Territorio,
20/11/93). Otro diario posadeño trata a los manifestantes de
“clandestinos” o “truchos”, especialmente en el caso de los taxistas
paraguayos (Primera Edición, 28/03/92). En otra oportunidad, se
enfatiza la lucha de los actores del comercio fronterizo paraguayo
(generalizado bajo el nombre de “paseros”) al decir que “otra vez los
paseros están en pie de guerra, amenazantes para otra ocasión en
la que estarían más organizados” (El Territorio, 27/05/98).

Resulta interesante remarcar que, en 1992, la forma de protesta


“corte de ruta” era todavía algo novedoso y original, sobre todo
tratándose de una ruta que también es un vínculo terrestre
internacional. En ese sentido, el Diario Primera Edición remarcaba
que “la curiosa –y molesta– medida de protesta habría sido
dispuesta ante el supuesto perjuicio que provocarían a los
involucrados las medidas de control migratorio ejecutadas por las
autoridades argentinas” (Primera Edición, 08/08/92). Los periódicos
de esa época no utilizaban todavía la palabra “piquete”[11], término
que sería utilizado tiempo después para definir las protestas
sociales que se realizaran mediante un corte de ruta por los
recientes desocupados en Argentina. Los artículos periodísticos de
principios de los años noventa abundaban en adjetivos y adverbios
para describir esta forma novedosa de corte: “un grupo de paseras
(villenas) cortaron intempestivamente el puente internacional”, “esta
nueva protesta inconsulta”, “cortar una ruta (…) es una actitud
descabellada” (Primera Edición, 21/08/92). Aún en el año 1996, el
diario de tirada nacional Clarín no lo calificaba como piquete –cosa
que haría a partir del año 2000 (por ejemplo, Clarín, 14/09/06)– sino
que se refería a los cortes como “toma del puente”, “cierre y bloqueo
del puente” (Clarín, 09/06/96b). Es decir, hasta el año 2000, ni los
cortes de ruta/puente eran “piquetes” ni los protagonistas de los
mismos eran “piqueteros”, sino más bien “revoltosos” o
“secuestradores” que mantenían posiciones amenazantes.
Pero estas formas negativas de calificar la medida de protesta de
paseras, paseros y taxistas paraguayos no se hizo presente en los
medios locales cuando fue la Cámara de Comercio e Industria de
Posadas (CCIP) la que decidió, en 1995, utilizar el mismo accionar
durante 3 horas reclamando mayores controles aduaneros y
oportunidades comerciales para terminar con la “competencia
desleal”. La modalidad “ilegal” es ahora caracterizada como una
“marcha que terminará en la cabecera argentina del puente
internacional” (Primera Edición, 15/11/95), o como la “interrupción
del paso por el puente internacional” (El Territorio, 21/11/95),
trasformando el corte en una herramienta propicia para llamar la
atención de las autoridades, tanto locales como nacionales.

Años después, cuando los manifestantes que cortaban el puente


eran los “afectados por la Empresa Binacional Yacyretá (EBY)” el
tratamiento del corte por parte de los diarios argentinos evitó
nuevamente el término “corte” o “bloqueo” para minimizar los
efectos negativos de la manifestación. En septiembre de 2006, por
ejemplo, trabajadores de la EBY llegaron a mantener el puente
cortado por más de diez días, por lo cual todos los diarios, tanto
locales como nacionales, trataron el conflicto. El diario Clarín, por
ejemplo, reprodujo los dichos del abogado de los trabajadores,
quien afirmó que “ésta es la única forma que toda esta gente tiene
de hacerse escuchar ante las autoridades” (Clarín, 12/09/06). El
diario local posadeño El Territorio tampoco se refirió al corte sino a
que “los manifestantes limitaron el paso fronterizo en el acceso a la
cabecera del puente internacional” (El Territorio, 06/09/06). Mientras
los diarios argentinos minimizaban el conflicto, el diario La Nación
(de Asunción del Paraguay) declaraba que “el corte repercute
directamente en la economía de la ciudad de Encarnación teniendo
en cuenta que esta ciudad depende del comercio fronterizo” (La
Nación, 09/09/06).

En el caso en que los manifestantes sean argentinos, el diario


paraguayo La Nación no pondrá en valor los reclamos realizados
sino las molestias que la manifestación significa para los
paraguayos. Pero en el caso en que las paseras han sido las
protagonistas de los cortes, este diario ha sabido describir las
sensaciones de estas mujeres paraguayas frente a su labor en el
puente, declarando que las autoridades deben hacer “lo posible para
solucionar el problema, caso contrario van a cerrar el puente porque
no les sirve (a las paseras)” (La Nación, 09/09/06). Aparece,
nuevamente, la idea de cerrar el puente, de terminar con la unión
entre los dos países y, sobre todo, entre las dos ciudades. Esta idea
sigue la coherencia del diario en general, ya que, en casi todos los
casos, menciona al puente “como la causa de los maltratos y los
permanentes decomisos de sus mercaderías (de las paseras) en el
lado argentino” (La Nación, 15/03/03 y 12/11/2003). Aunque muchas
veces los diarios plantearon los cortes del puente internacional
como “un conflicto entre argentinos y paraguayos” (Primera Edición,
10/08/1992), estos fueron realizados sólo por algunos actores de
ambas sociedades –trabajadores del comercio fronterizo, gobiernos
locales, comerciantes, etcétera– que ponen en juego una red de
intereses y poderes que terminan manifestándose en y sobre el
puente. Mientras que para los actores posadeños el puente es “un
calvario”, una vía de escape de las riquezas de la ciudad, para los
paraguayos es una vía de unión que “no les sirve”, que no los
beneficia en su trabajo y que debería “cerrarse” para terminar con
los malos tratos. El pedido de “cierre del puente” no se realiza
analizando los beneficios económicos que implica en la propia
actividad de trabajadores fronterizos sino focalizando el malestar
que les generan los controles fronterizos en la cabecera argentina
del puente. Responde, entonces, a un discurso que proviene de la
sensibilidad del actor fronterizo. Y es a esta sensibilidad a la que
apelan los diarios para crear opinión respecto de los cortes y de sus
manifestantes: en cuanto existe oportunidad de marcar las
diferencias con el país vecino se realiza, generalmente, de un modo
despectivo. Cuando son paraguayos los que cortan el puente los
diarios argentinos los describen como “cortes” o “bloqueos” que
“secuestran” a ciudadanos argentinos, mientras que si los cortes son
realizados por argentinos el diario paraguayo los critica porque
perjudican a la ciudad de Encarnación por su dependencia
comercial con Argentina. Las visiones nunca son compartidas. Lo
que todos comparten, indudablemente, es el puente, como hecho
material y también simbólico de contacto y tensión. Por él pasan las
manifestaciones, o sobre él se hacen los reclamos y a su alrededor
se fueron constituyendo luchas que visibilizaron a los sujetos
sociales de la frontera.

Sobre la construcción de representaciones sociales “categorizantes”


del nosotros y de los “otros”, en los estudios de caso de creación de
opinión a través de los medios de comunicación (Balsas, 2013)
aparece claramente la utilización de recursos discursivos –elección
de adjetivos, utilización de conceptos suavizantes o agravantes,
etcétera– que otorgan a “la noticia” un tono determinado. En nuestro
caso, la prensa escrita de la ciudad de Posadas muestra sutiles
ambigüedades al categorizar (Brubaker, 2001) a las paseras
paraguayas, dependiendo de la actitud de las mismas y
diferenciándolas del accionar de los comerciantes de Posadas
agrupados en la CCIP.

Con el fin de ejemplificar, el diario El Territorio trata de “exaltadas


mujeres”, “huelguistas” (El Territorio, 21/08/92) y “revoltosas” (El
Territorio, 20/11/93) a las paseras que se manifiestan cortando el
puente internacional, mientras declara que “se quejan por los
rigurosos controles para evitar el contrabando” (El Territorio,
08/08/92). En 1992 la postura editorial del diario era clara: Argentina
implementa controles para evitar el contrabando y las paseras “se
quejan”. Años más tarde, el mismo diario declaraba, ante un nuevo
corte del puente por parte de las paseras, que

(…) cortaron el paso (…) profiriendo varios improperios, en castellano y en guaraní


(…) el administrador (de la Dirección General de Aduana) no calificó a las personas
que cortaron el puente, sólo sugirió no ser ingenuos y pensar qué clase de personas
tomaría tal decisión para cometer un delito (El Territorio, 27/05/98).

Los reclamos de las paseras serán puestos en duda por este diario
(“La protesta era la misma de siempre: los paseros cansados, según
ellos, de la discriminación del lado argentino”) (El Territorio,
27/05/98) o suavizadas. Por ejemplo, en un bloque del puente,
mientras el diario paraguayo La Nación aclaraba que “la
Gendarmería (Argentina), aparte de decomisar las mercaderías, les
maltratan física y sicológicamente, y luego les envían de vuelta a
Encarnación (a las paseras)” (La Nación, 25/03/04), el diario de
Posadas titulaba, sobre el mismo corte y el mismo reclamo, “Queja
por trato en el puente San Roque” (El Territorio, 26/03/04),
atemperando el reclamo de estas mujeres paraguayas.
Para este diario, mientras las paseras se manifiesten cortando el
puente internacional serán categorizadas como exaltadas, mal
educadas e indígenas (por insultar “en guaraní”) que cometen
delitos. También los adjetivos para calificar la forma de
manifestación empleada otorgaban a “la noticia” un tono negativo y
condenatorio. La protesta en sí, el corte del puente, es un hecho
criticado por la prensa posadeña. En 1992, año en que comenzaron
los cortes, un artículo del diario El Territorio planteó la posibilidad,
como casi imposible, de que sean los comerciantes posadeños los
que, para hacer escuchar su reclamo, corten el puente:

Si la razón es la fuerza, los comerciantes posadeños también podrían apelar a cortar


abruptamente con sus vehículos el cruce a Encarnación como parte de una
competencia por las asimetrías de costos y una lucha por lograr –desde nuestro país–
una solución digna (El Territorio, 08/08/92).

Aún estaba lejos la posibilidad de que esto sucediese pero, en 1995,


cuando finalmente los comerciantes decidieron el bloqueo del
puente, el diario El Territorio catalogó como “pacífica” “la jornada de
reclamos por las asimetrías existentes con los países limítrofes” y
remarcó que incluso fue calificada por el gobernador Ramón Puerta
como “ampliamente justificada” (El Territorio, 21/11/95). En este
caso no se refirieron a las consecuencias negativas del corte ni
utilizaron conceptos tan fuertes como “cautividad” ni “secuestro”
para dar cuenta de las demoras vividas por los encarnaceños que
quisieron volver a su ciudad, como sí lo hicieron en 1993 con los
argentinos “cautivos” y “secuestrados” por las paseras que
bloqueaban el puente (El Territorio, 20/11/93).

A comienzos del año 2007 se construyó un vallado de metal en la


cabecera argentina del puente para fortalecer el control fronterizo y,
específicamente, de las paseras paraguayas. Sobre este tema, el
diario El Territorio tituló “Para evitar la fuga de paseras cercan la
cabecera del puente”, explicando en su interior que “la Aduana
nacional tomó una decisión extrema para evitar el escape de las
paseras que son expulsadas del país”. Efectivamente, según el
diario, el vallado fue construido “para terminar con la constante fuga
de paseras que al no poder entrar a Posadas tras ser detectadas
con mercancías ilegales, se escurrían entre los pasillos internos de
la aduana”. Podemos observar en este diario de Posadas
nuevamente la utilización de términos que dan cuenta de una
connotación claramente “delictiva” para referirse a las paseras
–“fuga”, “escape”, por ejemplo– que denotan una categorización
estigmatizante. El otro diario posadeño analizado, el diario Primera
Edición, no utiliza tantos adjetivos negativos para describir a las
paseras paraguayas y, cuando los artículos no tratan un corte del
puente, las mismas son descriptas como actores fronterizos
tradicionales y siempre presentes en la vida cotidiana de la ciudad
de Posadas (Primera Edición, 26/01/96 y 09/03/08). Pero en líneas
generales, en la mayoría de los artículos que describen a las
paseras y su accionar observamos una estigmatización
determinada. Según el estudio de Betrisey Nadali (2004, 2007) en
Misiones todos los paraguayos son estigmatizados en tanto
pertenecen a un país “sin reglas, inseguro debido a los actos
delictivos y por las asimetrías comerciales y el contrabando (que)
usurpan e invaden nuestro espacio” (Betrisey Nadali, 2007:156).
Específicamente, la categorización de las paseras por parte del
diario El Territorio coincide con la observada en el primer capítulo de
este trabajo por parte de los agrimensores y viajeros enviados a
Misiones por el Estado nacional y por la Municipalidad de Posadas
hasta 1980: mujeres indígenas –ajenas a los códigos culturales de
la “nación”– que realizan una actividad ilegal en condiciones
dudosas. Mientras la identificación con un “nosotros” –los
comerciantes que son de “nuestro país”– se realiza sobre una base
de victimización y vulnerabilidad, la categorización de los “otros” es
edificada sobre la sospecha de ilegalidad y de una conducta
reprobable. Aquellos que se han manifestado sobre el puente no
han recibido, por parte de la prensa escrita de Posadas, un
tratamiento equitativo: mientras unos son “personas” que realizan un
reclamo justificado, los “otros” son “mujeres exaltadas” que se
quejan porque no les permiten realizar una labor ilegal. Pero el
hecho es el mismo, todos se manifiestan de la misma manera: con
el corte del puente internacional.

4.7. El puente “símbolo” y las


subjetividades fronterizas
Los artículos de diarios, tanto los de alcance local como nacional,
ayudan a construir representaciones sobre distintas problemáticas
sociales, muchas veces a partir de un interés particular del cronista
o de la línea editorial de cada diario y, otras veces, a través de las
voces de los interesados en instalar “una” versión de la historia
(protagonistas, autoridades, abogados y jueces, etcétera). En
ocasiones estas versiones son operadas por los mismos diarios con
el fin de “vender” mejor una noticia. Por esta razón las voces de los
protagonistas resultan, para los fines de esta investigación,
fundamentales para comprender de qué manera se vive en la
frontera y cómo se relacionan con el puente. Los sujetos sociales
principales de nuestra investigación, los comerciantes agrupados en
la CCIP y las paseras paraguayas, hacen uso del puente
internacional, como la mayoría de los habitantes de Posadas y
Encarnación, pero de distinta manera o con distintos fines. Ambos
sujetos han tomado más de una vez la determinación de cortar
dicho puente para manifestar su descontento como grupo social,
demostrando su capacidad para generar tensión social en la
frontera.

Con respecto a esa decisión de lucha, ninguna de las paseras


entrevistadas manifestó su participación en ningún tipo de corte de
puente. Ninguna declaró conocer ni siquiera de qué se trataba un
corte del puente, ni en el trabajo de campo de 2009, ni en el 2010 y
ni siquiera en las 10 entrevistas realizadas por la Prof. Tania Piris Da
Mota en el año 1997, un año que fue particularmente intenso en
cuanto a los cortes del puente internacional. En dichas entrevistas
de 1997, las paseras declaraban: “corte del puente… no, yo no entro
en eso. Los que hacen pasar la mercadería, ellas son paseras, que
hacen pasar a otras personas. Yo no soy pasera, soy revendedora,
yo compro y vendo. No entro en eso…” (C.L., 1997, entrevista
realizada por la profesora Tania Piris Da Mota, material inédito de su
archivo personal). Otras de las paseras entrevistadas en 1997
buscaban ausentarse de la escena: “Cuando eso (el corte) yo
estuve en Buenos Aires”, o directamente “yo no estaba por estos
lados, lo vi por la televisión” (anónimas, 1997).

En los años 2009 y 2010, ninguna de las paseras entrevistadas


había participado, ni visto, ni siquiera conocido a alguien que
hubiese participado en un corte del puente internacional. Si bien en
esos años no hubo grandes cortes del puente protagonizados por
las paseras paraguayas, la mayoría de las entrevistadas habían
trabajado como paseras entre 5 y 40 años, por lo cual hubiese sido
probable que hayan escuchado hablar de los “cortes”. Su negativa a
responder sobre este tema o su pretendida “neutralidad” sobre este
conflicto responde, en gran medida, a la reticencia de estas mujeres
para hablar de su trabajo. La mayoría de ellas se sienten
perseguidas por las autoridades argentinas (todos los
representantes de los organismos de control fronterizo excepto
aquellos de Migraciones, los funcionarios de la Municipalidad,
etcétera), como veremos en profundidad en el próximo capítulo. Su
actividad misma es perseguida en Posadas, en la calle, en los
mercados paraguayos y en el “paso”, es decir, en el puesto de
control fronterizo. Por esta razón, no desean hablar de los
momentos de manifestación social que vivenciaron o que
conocieron. Para la mayoría de las entrevistadas los cortes son
realizados por “otros”, unos otros indefinibles o confusamente
identificados, por ejemplo, como “paseras”. El “nosotros” de las
paseras entrevistadas no tiene nada que ver con esos “otros” que,
aunque no lo digan con palabras, se parecen más a los “otros”
descriptos en los artículos de los diarios de Posadas, es decir, que
por el hecho de manifestarse están cometiendo un delito, un delito
“más”.

Contrariamente a lo que sucede con las paseras paraguayas, los


comerciantes agrupados en la CCIP que participaron de los cortes
del puente internacional no reniegan y, más aún, se enorgullecen de
sus momentos de lucha. La CCIP tenía, antes de 1990, un poder
relativamente importante en la política local y provincial. Como bien
explica un entrevistado:

Al comienzo la Cámara de Comercio era una lugar donde se


catapultaba a los futuros políticos empresarios, que terminaban
siendo ministros de economía, presidentes del Banco Provincia,
etcétera. La cámara de comercio empezó a tener una relevancia
impresionante, casi teníamos como un poder político” (P. S., julio de
2010).

La CCIP contaba, en esos años, con un consejo directivo muy activo


que comprendió, en poco tiempo, que el puente había cambiado las
costumbres de los consumidores locales y había permitido,
asimismo, el aumento del comercio fronterizo por medio de
diferentes y cada vez más variados actores. Como defensores de
los intereses del comercio local, debían contrarrestar las
consecuencias negativas de estos cambios físicos y económicos
que estaban transformando la ciudad de Posadas. Habituados a
llegar a los más altos mandos locales y provinciales realizaron, en el
marco de esta lucha, convenciones contra el narcotráfico, reuniones
con diputados y senadores por Misiones, hasta llegar al gobierno
nacional: A.T., un comerciante que fue varias veces presidente de la
CCIP, sintetiza:

(…) hicimos una campaña sumamente agresiva, sacamos avisos en los diarios, en la
televisión, en la radio, hicimos el corte y todo. Planteamos que se suspenda el ITC
(Impuesto a la Transferencia de Combustible), que a los diputados misioneros los
íbamos nosotros a calificar de héroes si votaban a favor y de traidores si votaban en
contra (A.T., mayo del 2009).
La decisión de cortar el puente fue, como veremos en profundidad
más adelante, un “último” recurso para hacerse escuchar. Sus
tradicionales maneras de ejercer presión política no estaban dando
los frutos esperados y decidieron optar por una nueva modalidad de
protesta y de acción colectiva: el corte del puente internacional que
fue, para algunos de los comerciantes entrevistados, “una patriada”
(T.B., abril 2009).

Con respecto al sentir de los comerciantes sobre el puente en sí


mismo, la mayoría de los entrevistados declaró que “no lo usa”, es
decir, que no “cruzan” a Encarnación. Cada uno de los comerciantes
remarcó, con una clara voluntad de dejar sentada una posición, que
no ha cruzado a Encarnación en muchos años. El cruce a la ciudad
vecina significa, para ellos, algo cercano a la traición. La lucha de
los comerciantes se basó en menguar la cantidad de posadeños que
realizaban sus compras en Encarnación, con lo cual cualquier cruce
en esa dirección es vista como el “éxodo” de las riquezas de
Posadas. Uno de los entrevistados lo expresa de esta manera: “Y el
puente fue el vehículo, la autopista para drenar totalmente la
provincia, pero no solo Misiones sino también Jujuy, Corrientes,
Chaco, todos nos fundimos. Te digo que hasta hoy estamos
sufriendo las consecuencias porque jamás nos vamos a poder
recuperar” (S.P., mayo de 2009). Todos comparten la idea de que:
“El puente lo que hizo fue facilitar la ida de los posadeños a comprar
a Encarnación, Yo no estoy en contra del puente como una unidad
física, no? El problema son los controles, es así” (J.B., agosto 2010).
Para los comerciantes el puente es una estructura física que no
garantiza ningún provecho y que, además, facilita el consumo de
posadeños en Encarnación y el “contrabando hormiga”.
Por su parte, las paseras tienen una relación ambivalente con el
puente internacional. Por una lado, es sabido que la inauguración
del puente significó un aumento del comercio fronterizo en todas sus
formas: aumentaron la cantidad de actores, se crearon nuevos
(taxistas, mototaxistas) y aumentó la variedad de productos o
mercaderías a comerciar. Esto significó que muchas mujeres se
iniciaran en el trabajo de pasera frente a la imposibilidad de
encontrar un mejor trabajo en Encarnación. Una de las paseras
entrevistadas explica: “(sobre cómo cambió el trabajo con la
inauguración del puente) Y, se trabaja, por lo menos… hay muchas
mujeres, y hombres también, que trabajan. No sólo en el paso, hay
muchas empleadas domésticas, para las mujeres, los hombres
albañiles…” (pasera anónima, Posadas, 12 de agosto de 2010). Por
otro lado, el mismo aumento de cantidad de paseras, paseros,
taxistas y la posibilidad de los posadeños de ir directamente a
Encarnación como consumidores significó una merma de trabajo
para algunas paseras. Como establece Marcia, una de las paseras
entrevistadas:

Y… para nosotros allá (en Paraguay) hay menos trabajo, porque antes nosotros
traíamos la mercadería para vender y vendíamos mucho porque la gente no se iba,
pero con el puente la mayoría ya se van todos y compran allí (en Paraguay), entonces
nosotros no traemos nada para vender, le traemos a la dueña y ella nos paga el paso
nomás (Marcia, pasera, 4 de mayo de 2009).

El aumento de competencia se hizo evidente:

Y, ahora hay mucha gente, yo antes trabajaba mejor, traía y dejaba y ganaba más,
ahora es muy difícil porque hay demasiada mucha gente que viene, porque es más
fácil venir ahora, algunos vienen en auto, hay más competencia (Emilia, pasera
“vendedora”, 6 de agosto de 2010).
Aumentan las posibilidades laborales y eso genera, a su vez, un
aumento de la competencia entre las paseras. Claro que ese cambio
lo viven solamente las paseras con más de veinte años en la labor
del cruce. Para las más jóvenes, el puente ha significado una salida
laboral más, una alternativa siempre presente. Sin embargo, la
posibilidad de trabajar “por” el puente está teñida de malestar para
las paseras paraguayas: su trabajo, como veremos mejor en el
próximo capítulo, implica pasar por los controles fronterizos. Cada
día, varias veces por día, existe para ellas un momento de tensión
que deben superar para obtener su sustento: el control. Todas las
entrevistadas coinciden en que en el control no pasan un buen
momento: “En los controles nos hacen lío con todo, todo lo que
pasemos. Hoy estaba feo y esta semana va a estar feo todo el
tiempo. Porque el señor se fue de vacaciones, el señor que es
bueno y nos deja pasar. Esta semana va a ser bravo con nosotras”
(Augusta, pasera, 19 de julio de 2010). El puente significó, entonces,
mayores controles y mayor contacto con los funcionarios del control
fronterizo, que no siempre se realiza en buenos términos.

El puente es un vínculo físico insoslayable que simbólicamente


significa diferentes cosas, según el uso y las prácticas que se le
adjudiquen. Ambos sujetos sociales dicen que “los controles” son el
problema, pero unos lo dicen por su supuesta flexibilidad y otros por
su supuesta rigidez. Cada uno tiene una relación distinta con el
puente, dependiendo de las formas de utilización del mismo. Lo
mismo observamos en las representaciones de la prensa escrita: los
cortes del puente significaron, para la prensa escrita argentina, una
novedosa y reprobable manera de manifestación social, siempre y
cuando fueran realizados por paraguayos. Cuando los cortes fueron
protagonizados por los comerciantes de la ciudad de Posadas, los
medios locales aplaudieron la iniciativa, avalando de esta manera no
sólo el reclamo sino también la forma. Cuando fueron las paseras
paraguayas quienes realizaron el corte, sólo el diario paraguayo La
Nación avaló los reclamos y profundizó en el malestar de las
trabajadoras, mientras los diarios posadeños ponían en duda y
hasta criminalizaban su actividad cotidiana. Los actores de los
cortes fueron tratados de manera desigual por los diarios que
focalizaban en identificar al “otro” como causante de los males de un
“nosotros” victimizado (binomios aduaneros-paseras/ comerciantes-
paraguayos, etcétera).

Para finalizar este capítulo, podemos afirmar que la inauguración del


puente internacional provocó el aumento de los flujos y del comercio
fronterizo, generando redes informales y activas que se sustentan
en mecanismos de acuerdos tácitos y en conocimientos del “saber
circular”. Esta circulación implica el intercambio de mercaderías y
servicios a ambos lados de la frontera, en ocasiones dentro del
llamado “comercio formal” o del “comercio informal”. Este último
aumentó sensiblemente debido a la multiplicación de actores
fronterizos dedicados a este tipo de trabajo o trabajos afines
(paseras, paseros, paquitos, taxistas, puesteros, mesiteros,
etcétera). Al correrse estas dinámicas al interior de la ciudad de
Posadas se originó, simbólicamente, un corrimiento de la frontera y
la creación de espacios urbanos y binacionales en disputa: además
del puente internacional, se creó un nuevo mercado paraguayo, se
hicieron presentes más puestos precarios en el centro de Posadas y
la presencia de las paseras aumentó en bares y plazas. Esto originó
tensiones sociales que terminaron en los cortes del puente
internacional.

En las voces de los actores que cortaron el puente también aparece


un discurso victimizador/victimario que refleja las maneras de
posicionarse con respecto a su vida en la frontera. Las paseras
callan su participación porque temen ser expuestas e identificadas
como los mismos diarios posadeños lo hicieron: revoltosas,
secuestradoras o ilegales. En su callar está presente una resiliencia,
una manera pasiva de perdurar y adaptarse, que observaremos con
detenimiento en el próximo capítulo. En los comerciantes, el corte
del puente significó un recurso legítimo dentro de una larga lucha.
Para las primeras, el puente significa posibilidades y desafíos, un
espacio de posibilidad y tensión que les deja un sabor agridulce en
su trabajo cotidiano, mientras que para los segundos, sólo
representa un problema insalvable, el símbolo de todo lo negativo
que sucede en la frontera.

Funcionando como el vaso comunicante entre ambos países, el


puente se transformó él mismo en actor en tanto epicentro de todas
las protestas sociales relacionadas con la administración del paso
internacional fronterizo. Cuando los controles se endurecen, el
puente se “achica” (“no sirve” o “sirve sólo para algunos”) y se
originan las tensiones sobre él: se organizan los cortes o hay más
peleas en los controles. Cuando los controles son más flexibles, el
puente “se agranda” dejando pasar más personas dedicadas al
comercio fronterizo. Los diferentes actores del comercio fronterizo
se disputan los espacios urbanos y también los espacios
comerciales, específicamente los clientes. Las disputas se darán así
en varios niveles comerciales y espaciales, respondiendo a
diferentes estilos y decisiones de vida que hacen el “habitar la
frontera”. Por eso siempre queda, en los habitantes del espacio
fronterizo Posadas-Encarnación, la fantasía del cierre, de volver
atrás y cancelar el vínculo, de que el puente nunca hubiera existido,
fantasía alimentada sobre todo cuando surgen las tensiones, tanto
individuales como grupales, en el mismo puente internacional.

NOTAS:

10. Parte de esta sección fue publicada, con modificaciones, en


Linares, M. Dolores, 2013.

11. Sobre el “piquete” como forma de acción colectiva, ver: Auyero


(2002), Farinetti (2002), Giarraca (2002), Bonifacio Mases y Taranda
(2003), Svampa y Pereyra (2004), Iglesias (2007), Scribano (2009),
entre otros.
CAPÍTULO 5. Vivir en la frontera:
Paseras paraguayas en tanto sujeto
social
“…la red proporcionó los elementos necesarios para la reproducción social,
construyendo puentes y abriendo caminos por los que circula el dinero, la información,
el cuidado y todos los demás recursos necesarios para la vida” (Marín Díaz, 2008).

5.1. Introducción
Las transformaciones en los contextos geográficos y políticos en el
paso internacional Posadas-Encarnación modificaron las prácticas
de comercio fronterizo entre las dos ciudades. Además de la
aparición de nuevos actores (taxistas y moto-taxistas, fleteros,
paquitos, etcétera), la tradicional práctica comercial de las paseras
paraguayas experimentó un considerable aumento con la
inauguración del puente internacional. Esta práctica cuenta, desde
hace muchos años, con espacios de referencia en las dos ciudades
(áreas comerciales, mercados, plazas y espacio público en general),
con una red de relaciones donde se ponen en juego saberes y
estrategias del “cruce” fronterizo. Mientras que en capítulos
anteriores se indicó una categorización -una identificación realizada
por los “otros” poderosos, en términos de Brubaker (2001) como el
Estado y la prensa escrita- de la figura de la pasera en Posadas y
de su labor comercial, este capítulo trata sobre auto-identificación de
la pasera en tanto sujeto social de la frontera. Nos interesa poder
describir su trabajo, las formas de cruce fronterizo, sus espacios de
referencia y cómo afectan su práctica comercial los cambios
espaciales y económicos antes descriptos.

El objetivo de este capítulo es entonces identificar, describir y


explicar las representaciones sociales de las paseras paraguayas
sobre la identidad/alteridad y sobre la frontera. La práctica de
comercio fronterizo que realizan, sus espacios de vida en la frontera,
sus formas de auto-identificarse, sus motivaciones, sus miedos y
sus maneras de relacionarse con la frontera internacional, nos
brindan evidencias para recuperar las representaciones de la pasera
como sujeto social, pues interesan, además de sus acciones en
tanto actor social –que actúa y que participa de la sociedad– sus
reflexiones sobre sí misma, sobre sus acciones y percepciones. La
pasera como actor social participa de las normas, reglas y funciones
de los procesos sociales y tiene un papel en la producción de la
sociedad a través de sus posibilidades de acción. En este accionar,
la pasera cuenta con recursos diversos que hacen a su capital social
(Bourdieu, 1980), que se despliegan en su acción cotidiana entre
Posadas y Encarnación para lograr una economía de subsistencia.
Ahora bien, en las entrevistas realizadas a las paseras paraguayas,
ellas manifestaban sus subjetividades como actor y se constituían,
de esta manera, en sujetos sociales. El sujeto social pasera,
teniendo en cuenta sus necesidades laborales y de circulación,
reflexiona sobre sus intereses y deseos, siempre atravesados por
instancias de ansiedad, resistencia, incertidumbre y miedo, como
describiremos más adelante.

Con respecto a la construcción identitaria, creemos e intentaremos


demostrar en este capítulo que, en los espacios fronterizos, la
interacción social es un modo de vida y conforma en algunos casos
nuevas identificaciones menos rígidas, que demuestran
construcciones socio-espaciales cambiantes, cuya característica
principal es, según nuestro pensamiento, la resiliencia, en tanto
capacidad de un grupo social de asumir situaciones complejas e
incluso límites y sobreponerse a ellas.

El capítulo se divide en cinco apartados. El primero describe el


trabajo cotidiano de las paseras, intentando realizar una tipología
según los artículos que se comercian y los circuitos comerciales
desplegados entre Posadas y Encarnación. El segundo apartado
analiza los espacios de vida (de trabajo, de ocio, de cruce) en la
frontera., mientras que el tercero describe las estrategias de las
paseras paraguayas para realizar su labor cotidianamente en un
espacio de numerosas restricciones, poniendo el énfasis en los
saberes –individuales y grupales– aprendidos y reproducidos en la
frontera. La subjetividad de las paseras paraguayas sobre la
identidad/alteridad fronteriza y la frontera misma -y las quejas por el
derecho al trabajo y por un tratamiento justo en los controles
fronterizos- se analizarán en el cuarto apartado. Por último, en el
quinto apartado, antes de los párrafos conclusivos,
comprenderemos cómo ellas han enfrentado los cambios
espaciales, normativos y ecónomicos y porqué desean continuar
realizando este trabajo pese a ello.

5.2. El comercio fronterizo de la pasera


paraguaya: ámbito laboral
Posadas amanece, aún en invierno, húmeda y templada, augurando
el calor del mediodía. En el río Paraná ya hay lanchas calentando
los motores. Temprano, apenas poco después del amanecer, la
primera lancha cruza desde Encarnación a Posadas y en ella van,
preparadas para la jornada laboral, entre 15 y 20 paseras
paraguayas. En el puente internacional comienza, también muy
temprano, el servicio del ómnibus internacional, cerca de las 6 de la
mañana. Centenares paseras irán llegando a la ciudad a lo largo de
la mañana o a la tarde, dependiendo de las mercaderías que
vendan. La práctica cotidiana de las paseras paraguayas y su
sustento económico depende de vivir la frontera, del paso
internacional, de las diferencias cambiarias entre uno y otro lado, de
la cercanía de Posadas y Encarnación. Su vida transcurre en los
bordes, literal y simbólicamente: en el confín de dos países y en el
límite entre la economía formal e informal.

Como se ha explicado, la práctica comercial fronteriza de la pasera


paraguaya consiste en el aprovisionamiento de bienes a bajo costo
en Encarnación, el cruce de estos bienes por el paso internacional y
la venta o entrega de los mismos en la ciudad de Posadas. Esta
práctica ha persistido, con diferentes variables, a lo largo de más de
un siglo de historia entre estas dos ciudades y participa en la
producción y reproducción de medios sociales de existencia. Las
treinta paseras entrevistadas nos permitieron conocer diferentes
variables dentro de su práctica comercial y diferentes situaciones
laborales y familiares, según la edad de cada pasera, su
procedencia, el tiempo en la profesión, etcétera. En la Tabla 4 se
puede apreciar las similitudes y diferencias en este grupo de
paseras.
Tabla 4: Paseras: composición por nacionalidad, edad, residencia,
estado civil, cantidad de hijos, ocupación y antigüedad laboral.

Nombre y Antigüedad
Nacionalidad y Lugar de Tipo de
fecha Estado civil en el
edad residencia pasera
entrevista trabajo

María Paraguaya, Colonia Cuatro Jefa de hogar, no


Paula Potreros (zona especifica verdulera tres años
22/04/09 37 años rural) cantidad de hijos

Anónima Paraguaya, Jefa de hogar, no


Colonia Cuatro
Nº 1 especifica verdulera dos meses
Potreros
24/04/09 44 años cantidad de hijos

No
Eliana Encarnación Casada, marido
Paraguaya, 47 especifica
(barrio San ocupado, seis verdulera
27/04/09 años Isidro) hijos
cantidad
de años

María Paraguaya, no Casada, marido


Pasera
responde Encarnación ocupado, tres diez años
intermediaria
27/04/09 (aprox. 30) hijos

Casado, marido
Paraguaya, no
Marcela ocupado, hijos (no Pasera
responde Encarnación diez años
27/04/09 especifica intermediaria
(aprox.30)
cantidad)

Paraguaya, no
Jacinta Coronel Bogado Pasera
responde Viuda, 15 hijos 40 años.
27/04/09 (zona rural) intermediaria
(aprox.60)

Laureana Paraguaya, 52 Encarnación Jefa de hogar, 12 verdulera 37 años


30/04/09 años (barrio Moicaé, hijos
cerca de Santa
Rosa)

Charo Paraguaya, no Viuda, no


Colonia Cuatro
responde especifica Verdulera 15 años
Potreros.
30/04/09 (aprox 40) cantidad de hijos

Paraguaya, no Encarnación
Amanda
responde (barrio San Juan Viuda, 5 hijos vendedora 20 años
01/05/09
(aprox. 75) San Miguel)

Encarnación
Jazmín Paraguaya, 54 Casada, marido
(barrio vendedora 20 años
01/05/09 años ocupado, 3 hijos
Carmelita)

Argentina, no
Anónima Casada, marido
responde Paso de los
N° 2 desocupado, 3 vendedora 20 años
(aprox. 50 Libres
04/05/09 hijos
años)

Casada (no
Paraguaya, no Encarnación
Marcia especifica Pasera No
responde (barrio San
04/05/09 ocupación del inermediaria responde
(aprox. 60) Pedro)
marido), 10 hijos

Anónima Casada, marido


Argentina, 32 Paso de los
N° 3 desocupado, 4 vendedora 15 años
años Libres.
04/05/09 hijos

Marina Jefa de hogar, no


Paraguaya, 38 Pasera
Encarnación especifica 26 años
años intermediaria
04/05/09 cantidad de hijos

Mara Paraguaya, No
Casada, marido
responde Cuatro Potreros verdulera 4 años
ocupado, 3 hijos
07/05/09 (aprox. 30)
Anónima Paraguaya, 50 Encarnación Casada, marido vendedora 15 años
N° 4 años ocupado, 4 hijos, (cigarrillos)
08/05/09 uno fallecido

Anónima
Paraguaya, 29 Soltera, jefa de vendedora
N° 5 Encarnación. 15 años
años hogar, 4 hijos (cigarrillos)
15/05/09

Anónima
Paraguaya, 32 Soltera, jefa de Pasera
N° 6 Encarnación 17 años
años hogar, 4 hijos intermediaria
15/05/09

Augusta Paraguaya, 50 Colonia San Casada, marido Pasera Más de 20


19/07/10 años Antonio ocupado, 7 hijos intermediaria años

Lina Paraguaya, 36 Colonia Cuatro Casada, marido Verdulera y


18 años
años Potreros ocupado, 6 hijos yuyera
19/07/10

Melisa Paraguaya, 38 Casada, marido pasera


Encarnación seis meses
años ocupado, sin hijos intermediaria
21/07/10

Mini Argentina, no
Soltera, jefa de Pasera menos de
responde(aprox Posadas.
hogar, 2 hijos intermediaria un año
26/07/10 35)

Micaela Paraguaya, 35 Soltera, jefa de Pasera


Encarnación un año
26/07/10 años hogar, 3 hojis intermediaria

Violeta Paraguaya, 27 Casada, marido


Encarnación vendedora 10 años
02/08/10 años ocupado, 2 hijos

Paraguaya, no
Tamara Soltera, jefa de
responde, Encarnación vendedora 27 años
06/08/10 hogar, 7 hijos
(aprox. 55)
Emilia Paraguaya, 53 San Miguel Casada, no vendedoras 42 años
06/08/10 (distrito de especifica
Camburetá) ocupación del
marido, 6 hijos

Posadas (nacida Soltera, jefa de


Florencia Paraguaya, 63 en Encarnación, hogar, no
verdulera 40 años
10/08/10 años barrio Santa especifica
María) cantidad de hijos

Anónima
Paraguaya, 30 Soltera, jefa de Pasera
N° 7 Encarnación 12 años
años hogar, 2 hijos. intermediaria
12/08/10

Casada, no
Anónima especifica
Paraguaya, 40 Pasera
N° 8 Encarnación ocupación del 20 años
años intermediaria
12/08/10 marido, 5 hijos, 2
nietos

Anónima
Paraguaya, 45 Casada, marido Pasera
N° 9 Encarnación 20 años
años ocupado, 4 hijos intermediaria
12/08/10

Fuente: Elaboración propia en base a las entrevistas realizadas.

Según nuestra observación, la práctica de las paseras puede


analizarse desde dos ámbitos: el laboral y el espacial. El ámbito
laboral incluye sus estrategias comerciales, la mercadería que
“cruzan”, sus modos de venta, sus clientes, sus ganancias y su
aprovisionamiento. El ámbito espacial hace referencia a los lugares
por los cuales estas actividades comerciales se desarrollan y la
capacidad de apropiación de espacios fronterizos de las paseras
paraguayas. La combinación de estos ámbitos nos permite ir
dibujando, a lo largo de todo el capítulo, un mapa del espacio
fronterizo que comienza a partir de la primera decisión de cada
pasera: el tipo de mercancías que “trabaja”. Luego, de acuerdo a
dichas mercaderías, es determinante la vía de cruce que utiliza: si
elige las lanchas o el ómnibus internacional. Esa decisión se realiza
en función del tipo de control que recibirán en cada caso según las
mercaderías que lleven consigo. Luego, ya en la Argentina, cada
pasera realiza diferentes circuitos dentro de la ciudad de Posadas
hasta quedar libre de mercaderías: va a los mercados paraguayos,
arma puestos en el centro o en los barrios, vende casa por casa o
busca en el mercado central de frutas y verduras mercadería para
vender. Al terminar su jornada –que depende no de un horario fijo
sino de la venta de toda su mercadería, en general– realiza alguna
compra y regresa a Encarnación usando el ómnibus internacional.
Entre el cruce de “ida” y el de “vuelta”, las paseras ganan su
sustento, conversan con clientes, se encuentran con amigas y
familiares, descansan, almuerzan, viven su cotidianeidad en la
ciudad de Posadas. Según nuestros trabajos de campo en los años
2007, 2009 y 2010, hemos realizado una clasificación –no
exhaustiva– de los tipos de paseras a partir de estos dos ámbitos,
según los cuales hemos realizado un mapa que presenta la
circulación de las paseras (y la ubicación de los mercados y los
puestos de venta, Figura 14) y hemos encontrando tres tipos
diferenciados de paseras, que describiremos a continuación.

5.2.1. Las paseras “hormiguitas”


Las “paseras” propiamente dichas “pasan” la mercadería de un lado
a otro, es decir, son contratadas por una persona para que realice el
cruce con la mercadería y le pagan contra entrega. No compran ni
venden nada, ni en Encarnación ni en Posadas, aseguran no traer
mercadería prohibida, pasan solamente “cosas”. Cuando se refieren
a “cosas” o a “cosas lindas” (Charo, 30/04/09) aclaran que no
“pasan” mercadería prohibida como cigarrillos, bebidas alcohólicas o
elementos de electrónica. Las “cosas” serían así mercadería
“permitida”, que consisten en artículos textiles (manteles, toallas,
sábanas, acolchados, repasadores), artículos de vestir (comercio
realizado por las paseras llamadas “bagalleras” según Schiavoni,
2000), termos, paraguas, zapatillas de segundas marcas, maquillaje,
medicamentos caseros (jarabes de miel y propóleos) y artículos
para el cabello (hebillas, peines, etcétera).

Las paseras intermediarias comienzan su día en un negocio en


Encarnación donde hay mercadería para ellas, que “el señor o la
señora del mercado” (por el mercado Modelo o el Mercado La
Placita del Puente de Posadas) ya ha seleccionado y “arreglado” –
pagado– con el comerciante encarnaceño. Jacinta explica “-Vengo
todos los días, solamente paso cosas para la señora del mercado”
(27/04/09), mientras Marcia, a su lado, establece las diferencias: “-
Yo paso cosas, nada más. Nosotras somos las hormiguitas. No
traemos nada para vender, le traemos a la dueña y ella nos paga el
paso nomás. Hay gente que viene al mercado y gente que vende
casa por casa. Yo hago pasar nomás, no vendo nada.” (27/04/09).

Su opción de cruce es el puente internacional porque el control de


aduana es igual en ambas vías (el puente y el puerto) y el colectivo
es “más rápido y cómodo” para ellas. No necesariamente van a
primera hora de la mañana, sino cuando les conviene según cómo
“esté el paso”. Arman grandes bolsos con mercadería y, a veces,
deben esperar varias horas hasta poder cruzar. Dado que ninguna
pasera podría cruzar la Aduana argentina con un bolso con diez
termos, o con un bolso con diez pares de zapatillas –no podrían
argumentar que es para “para uso personal”, como lo permite la ley
aduanera y las resoluciones del TVF–, deben, entre varias,
“preparar el cruce”. Esto significa el armado de bolsos en plazas de
Encarnación, o directamente en la calle, o en espacios desocupados
en el nuevo barrio comercial de Encarnación (Figura 11). Existe una
solidaridad entre las paseras, quienes se ayudan para que cada una
realice un cruce exitoso. Así, cada una toma un termo, un paraguas,
un par de zapatillas. De esta manera, con un bolso tan variado,
podrán alegar en la Aduana que esa mercadería no es para la
venta. Explican que “en el puente” las conocen y que en general las
dejan pasar. Ya en Posadas, el ómnibus internacional tiene parada
en el Mercado Modelo y en el Mercado La Placita del Puente, donde
algunas descienden para hacer la entrega. Se quedan en una
esquina y sólo esperan que el “puestero” del Mercado llegue a
buscar lo que le pertenece. Mientras tanto, se vuelven a ordenar y
repartir la mercadería de sus bolsos, conversan, se encuentran con
los vecinos conocidos del barrio, compran algo que necesitan e
incluso almuerzan en grupo. Ellas no se encargan de la venta de las
mercaderías en Posadas, ni arman puestos de venta, ni van casa
por casa. Todas regresan a Encarnación una vez que han entregado
las mercaderías a los “puesteros” (definidos en el capítulo 4)
argentinos que las han comprado. En general es sólo un trabajo de
ida. El establecimiento comercial de Encarnación les pagará su
parte de ganancias, siempre fijas. Una pasera nos cuenta su
trayectoria laboral en busca de mejor paga: “-Yo paso las cosas y
vendo también. Antes traía de todo, cigarrillos pero también traía
verdura. Pero después cambié mi mercadería porque con la verdura
se gana poco” (Anónima N° 9, 12/08/10). Son las verdaderas
hormiguitas.

Figura 11: paseras armando el cruce. Encarnación, año 2010.


Fuente: Fotografía de María Dolores Linares, Encarnación, año
2010.

5.2.2. Las revendedoras


Además de sólo “pasar las cosas”, encontramos en la ciudad de
Posadas mujeres paraguayas que improvisan puestos de venta en
la calle, en el centro o en las inmediaciones del Mercado Modelo. La
mayoría de ellas “pasa” mercadería desde Encarnación para su
venta en Posadas, es decir, no le “llevan” la mercadería a nadie.
Llevan pequeños bolsos con poca cantidad de mercadería, en
general artículos de cosmética, textiles, accesorios o pilas. Emilia
relata: “-Yo, nosotras somos vendedoras porque compramos allá
[por Encarnación], traemos y vendemos acá. Porque hay algunas
que son paseras, que le compran otra persona y ellas hacen pasar
nomás. Nosotras traemos y vendemos” (06/08/10). Otras se
“especializan” en la venta de cigarrillos y sólo se dedican a ese
rubro. En la ciudad de Posadas, algunas tienen la posibilidad de que
alguien les “cuide” su stock en su casa, como es el caso de Jazmín,
entre otras: “-La señora acá es buena y me guarda para armar el
puesto. Yo vengo a la tarde, por los controles de la municipalidad,
porque hay que tener los papeles, pero piden muchas cosas así que
no los hice. Todos me conocen y yo vendo acá, pero no le vendo a
nadie del Mercado, no le traigo a nadie” (01/05/09).

De esta manera, cuando ellas llegan desde Encarnación, sólo traen


las mercancías que “reponen” de la venta del día anterior. Estas
mujeres no encuentran muchos problemas al cruzar la frontera,
pues lo hacen con poca mercadería, argumentando que es para
“uso personal”, aunque su trabajo en la calle es perseguido por los
inspectores de la Municipalidad de Posadas. Las ordenanzas
municipales vigentes al cierre de esta investigación por las cuales se
pretende sancionar la actividad de las paseras en la ciudad son,
entre otras: la Ordenanza Nº 148/96 y el Decreto N° 561/2002
(venta en la vía pública) y la Ordenanza Nº 2964/11 (Código Fiscal
Municipal). Sin embargo, como explica Schiavoni (2000), el control
municipal sólo alcanza para “molestar” a la pasera, porque no se la
puede multar debido, justamente, a su condición de extranjeras.
Para lograr una sanción, la Municipalidad debe realizar un trámite a
través del Consulado de la República del Paraguay en Posadas, que
es el organismo que interviene en estos casos. Según las
entrevistas realizadas en ese organismo, se reciben
aproximadamente veinte o treinta quejas anuales de ciudadanos
paraguayos por los tratos de las autoridades argentinas, de los
cuales ninguno logra judicializarse (Lic. Miño, 2009). Por estas
razones, las estrategias de estas mujeres tienen más que ver con el
propio trabajo en la ciudad que con el cruce: evitar los funcionarios
municipales en la ciudad. Casi todas cruzan por el puente
internacional, en ómnibus, y en general no tienen problemas en la
Aduana, salvo aquellas que cruzan cigarrillos y superan el límite
permitido (Figura 12). En ese caso cruzan muchas veces por día
con pequeñas cantidades, como nos cuenta una pasera: “-Vengo
con mi mercadería, vendo y me vuelvo a buscar más” (Anónima N°
6, 15/05/09). Pero, en general, los problemas los encuentran en la
ciudad de Posadas, donde realizan las ventas. Mientras algunas
mujeres tienen la suerte de guardar su mercadería en un lugar fijo
de la ciudad, Amanda (01/05/09) nos dice que “pasa poquito” y arma
su puestito en las calles del centro, cada día en un lugar distinto. Su
puesto es modesto y tiene sólo algunas hierbas medicinales,
maquillaje, pilas, accesorios para damas. Se ubica en las esquinas
más céntricas de la ciudad. El trabajo de este segundo tipo de
“paseras” –porque en efecto “pasan” mercadería, pero no se
autodenominan paseras ellas mismas –sería el de “re-venta”, es
decir, alguien que compra al precio de mayorista y revende a precio
minorista. Se jactan de no trabajar para nadie, de ser
independientes, de diferenciarse del primer tipo de paseras porque
tienen clientes particulares que se acercan a su puesto porque las
conocen y confían en ellas y en su mercadería. Según las
entrevistadas, la ilegalidad de su actividad, por la cual son
perseguidas, reside según ellas en no tener autorización para el
armado del puesto en la calle. Sus estrategias de trabajo van a
consistir, en general, en intentar sortear los obstáculos legales para
armar sus puestos: algunas tienen puestos móviles, otras van a
Posadas en horarios “seguros”, etcétera.

Figura 12: Pasera, puesto de cigarrillos. Posadas, año 2010.


Fuente: Fotografía de María Dolores Linares, Posadas, año 2010.

5.2.3. Las verduleras

Para finalizar, existe un tercer tipo de trabajo para las mujeres


paraguayas vendiendo en las calles de Posadas, que no implica
necesariamente “pasar” mercadería a través de la frontera. Es un
ramo de actividad económica que sólo comprende frutas y verduras.
Representan así a las antiguas paseras de las cuales nos hablan los
geógrafos de fines del siglo XIX. Estas paseras cruzaban casi
exclusivamente por la lancha porque en ese puesto fronterizo no
existe control fito-sanitario y bromatológico (SENASA). Aquéllas que
cruzan directamente sin pasar mercadería optan por el puente,
porque es más rápido y, como no traen mercadería, no tienen
problemas con los controles en el cruce. Las que intentan “pasar”
algo por la frontera, se aventuran con unas bolsitas de maíz o
porotos, harina de mandioca, maní o unos pequeños ananás,
siempre por medio de la lancha para evitar los controles.

Se levantan muy temprano, como nos relata Lina: “-Soy frutera y


vendo remedios Nos levantamos a las cuatro de la mañana para
salir a la parada del colectivo, porque quedamos lejos, en el otro
lado, en el fondo, la ruta queda del otro lado de la casa. Nosotras
venimos todas juntas. Me enseño mi mamá, pero ella no viene más
y ahora yo vengo sola, porque ella está con mi abuelita, que ya es
viejita, por eso yo vengo sola, con mis amigas nomás.” (19/07/10).
Una vez llegadas a Posadas recorren la ciudad por medio del
transporte público hasta el Mercado Central de Frutas y Verduras, a
unos 6 kilómetros del centro por la ruta nacional 12. Allí se
abastecen de aquello que van a vender: tomates, lechuga, naranjas,
manzanas, entre lo más frecuente, según el gusto de sus clientes. Y
a eso le agregan, generalmente, las bolsas de maní o porotos
traídos de Encarnación. Una vez abastecidas, tienen dos maneras
de trabajar. Unas logran armar un puesto en las inmediaciones del
Mercado Modelo o de los supermercados tradicionales de Posadas
(Figura 13), puesto que tienen hace muchos años, donde todos las
conocen y tienen sus clientes fijos entre los vecinos. Este es el caso
de la pasera Eliana (27/04/09), cuyo puesto es tan grande que
compite con una verdulería “tradicional”. Ella se ubica en una
esquina y deja la mercancía, las cajas, las bolsas, los anotadores en
la casa de una vecina y nos dice: “-Yo no traigo nada (a Posadas),
no me controlan con los papeles… ni me bajo [del bus internacional
que cruza por el puente] (Eliana, 27/04/09). Es el mismo caso de la
pasera Florencia (10/08/10), quien guarda su mercadería en un
comercio de plantas decorativas, justo a 50 metros de donde arma
su puesto todos los días. Por su parte, la pasera Laureana no tiene
tanta suerte y arma un puestito modesto con la fruta y verdura que
trae de Encarnación, sumado a aquello que compre en el Mercado
Central. L. también sufre los controles de la Municipalidad por sus
mercaderías y nos explica sus preferencias de cruce: “-Prefiero la
lancha porque en colectivo (por el puente) nada ni un poroto no
pasamos. Allá en la lancha pasamos bien. Todos me conocen ya
acá. Siempre me pongo acá con mi puestito, o más allá.(…) Antes
venía la Municipalidad y me sacaron todo. De acá de Posadas. Me
sacaron cajas de bananas, maní, porotos…” (30/04/09).

La otra forma de venta de frutas y verduras es la venta casa por


casa. Luego de comprar en el Mercado Central, se dirigen a
diversos barrios de la ciudad en grupos de a cuatro o cinco mujeres,
en general parientas o vecinas. En el Barrio Villa Sarita, por ejemplo,
las paseras María Paula (22/04/09), Charo (24/04/09) y una pasera
anónima (24/04/09) pasan todos los días, por la mañana, con sus
canastas de frutas y verduras. Todas son de Cuatro Potreros, una
zona rural al oeste de Encarnación. Todas tienen maridos que
trabajan en las chacras, donde producen aquello que venderán.
Todas se despiertan a las 4 de la mañana, arman sus bolsitas de
maíz y mandioca y salen juntas a tomar un ómnibus que las lleva
hasta el puerto de Encarnación. Cruzan por medio de la lancha a las
7 de la mañana y llegan a Posadas para dirigirse directamente al
Mercado Central y luego al Barrio Villa Sarita. Conocen a sus
clientes y les llevan “pedidos” espaciales de un día a otro: paltas,
ananás, guayabas (productos escasos o de poca “salida”). María
Paula nos cuenta: “-Voy casa por casa. Este es el barrio que
nosotros caminamos, siempre en Villa Sarita, siempre. Todos los
días. (…)Y trabajo hasta que vendemos todo. Puede ser a las dos,
las tres (de la tarde)…” (22/04/09). Caminan juntas y se quedan en
Posadas hasta que logran vender todas sus mercaderías. Hay un
trabajo individual que se hace en la venta casa por casa, pero se
vive de manera grupal (“trabajo hasta que vendemos todo”). Y en
Villa Sarita todos los vecinos las conocen. Al volver a Paraguay,
aprovechan para llevar algún kilo de harina o litro de aceite. Vuelven
por la noche a Cuatro Potreros y todo vuelve a empezar…

Figura 13: Puesto de pasera verdulera. Posadas, año 2010.


Fuente: fotografía de María Dolores Linares. Posadas, año 2010.

Esta clasificación fue realizada en base a las entrevistas con


paseras paraguayas y los trabajos de observación participante. Y
aunque sirve para diferenciar al menos tres tipos de trabajos en
Posadas de las mujeres paraguayas, no constituyen más que
tipologías que, en la realidad, pueden aparecer de manera
combinada. Una pasera afirmaba: “-Soy pasera. De todo traigo,
cigarrillos, zapatillas, bolsos, de todo un poco”. Pero al preguntarle
cuál es la diferencia con las demás mujeres, planteaba otra
posibilidad de categorización: “-Las que vender verdura por la calle
son villenas (por vivir en Villa Encarnación)” (Anónima N° 9,
12/08/10). Nosotros sabemos, sin embargo, que muchas de las
paseras verduleras viven en zona de chacras, lejos de la ciudad de
Encarnación, donde tienen sus huertas (en Cuatro Potreros, Coronel
Bogado, Colonia San Antonio, San Miguel o en barrios alejados de
Encarnación como Moicaé, San Isidro, Carmelita, San Pedro,
etcétera). No son “villenas”, sino “campañeras”, es decir, de la
campiña (Schiavoni, 2003). Otra pasera se define como vendedora
pero realiza un trabajo de “pasera”: “-Yo soy vendedora, no soy
pasera. Traemos de allá y vendemos acá, a los comerciantes de acá
de Posadas. No vendemos acá en la calle, venimos, entregamos la
mercadería a los que tienen negocio acá, en los puestos del
mercado” (Tamara, 06/08/10). Por último, Florencia (10/08/10)
explica la gran diferencia entre su trabajo (ella es “verdulera”) y el de
las paseras:
-No, yo no soy pasera. Sabés cuál es la pasera? La que vende cigarrillos, los que
pasan mercadería electrónica y muchas cosas, en cantidad. Esa es la diferencia. Yo no
soy pasera (…) no, la pasera es otra cosa: la pasera anda caté (elegante), porque
gana plata. Pero yo no te puedo decir qué traen, porque traen muchas cosas
importantes. Le traen a un comercio, o compran allá y traen. O le traen a un comercio
de Encarnación, de a poco. De eso yo no sé, del tema ese. Lo que yo sé es que es así
la pasera. Yo solamente paso fruta, voy a Encarnación en colectivo, vengo en
colectivo, por ahí paso con poquito nomás (frutas y verduras) (Florencia, 10/08/10).

De esta última entrevista se infiere un dato que luego se confirmó en


otras entrevistas y en la observación: tanto las paseras como las
revendedoras, tienen más ganancia económica que las verduleras.
Aunque el trabajo como verdulera es el más tradicional, parece
haber un movimiento ascendente, un “ascenso”, cuando logran dejar
de “pasar” verdura y comienzan a diversificar sus mercaderías. Esto
tiene que ver con la inversión inicial realizada para comenzar el
trabajo con cada tipo de mercadería: como explica Schiavoni (2003)
la inversión inicial de la pasera verdulera es baja, mientras que para
pasar ropa o, incluso, algún electrodoméstico, es más alta, lo cual
requiere sacrificios extras como vender bienes familiares para
comenzar el trabajo. Esta inversión es significativa en aquellas
paseras que trabajen por cuenta propia (el segundo y tercer tipo)
pero no para las hormiguitas que sólo son intermediarias.

5.2.4. Una excepción: las paseras argentinas

Como lo demuestra la tabla 4, de las treinta paseras entrevistadas


en Posadas, tres de ellas eran de nacionalidad argentina. Este dato
es remarcable porque siempre nos referimos a las “paseras” sin otra
distinción más que su nacionalidad de “paraguayas” aunque algunas
de ellas puedan ser argentinas. En efecto, la situación económica
argentina entre los años 1991 y 2001 llevó a algunas mujeres
argentinas a comenzar en este rubro del mercado laboral informal
como alternativa a la desocupación (Schiavoni, 2000), por lo cual
existen paseras argentinas, aunque en una proporción muy inferior a
las paraguayas.

De las tres paseras entrevistadas, una era una mujer joven nacida
en Posadas que trabajó como empleada doméstica hasta
septiembre del 2009. Cuando la entrevistamos en el mes de julio del
2010 ya se había iniciado como pasera para tener un ingreso.
Necesitaba mantener a sus dos hijos y era jefa de hogar. Estaba
buscando otro trabajo de mejor paga y mejores condiciones
laborales, pero debía realizar algunos cruces semanales para
sobrevivir. Ella nos cuenta:

-Me trajo una amiga porque estaba sin trabajo y no sabía qué hacer, yo ya tenía una
nena y empecé. Trabajé unos cinco años, después dejé otros cinco años y después
ahora volví. Yo estaba trabajando de doméstica y no me cubría. Tengo una nena de 16
años que va a segundo año, y con esto saco más que como empleada. Esto no es
para siempre, a veces te pasan cosas malas como hoy, que perdí una bolsita de cosas
ajenas en el colectivo, y tuve que pagar 40 pesos, a la señora que estaba al lado mío
le tuve que pagar. Hoy no fue un buen día” (Mini, 26/07/10).

Las otras dos paseras eran madre e hija, ambas residían en Paso
de los Libres (Provincia de Corrientes, a más de 300 kilómetros de
Posadas) y realizaban el cruce por Posadas-Encarnación una vez
cada dos meses o en épocas de las fiestas de fin de año (“Navidad,
fiesta de año nuevo y de los reyes magos”). Ambas eran casadas y
jefas de hogar, dado que sus maridos eran desocupados. Su caso
es interesante porque relataban que, además de realizar los
controles fronterizos en el paso Posadas-Encarnación, en el
ómnibus de larga distancia que las lleva a Paso de los Libres
siempre estaba la posibilidad de ser revisadas en los controles de
ruta de la Gendarmería Nacional Argentina, es decir, podían ser
sometidas a un doble control: “-Te quitan la mercadería en la ruta
hacia Paso de los Libres, viene la gendarmería a controlar y a veces
perdés todo. Y en la terminal también hay control a veces” (Anónima
N° 3, 04/05/09).

Estos dos casos (el de la pasera misionera y el de las paseras


correntinas) ofrecen una problemática para ahondar en el futuro,
sobre todo el de Paso de los Libres, ya que también se trata de una
localidad fronteriza, limítrofe con Brasil. De todos modos, pareciera
que la labor de la pasera puede constituir una salida de emergencia
para algunas mujeres argentinas para lograr sostener
económicamente a sus familias. Ellas vivencian algunas diferencias
con las paraguayas a la hora de realizar el “cruce”: “-Acá nosotras,
como argentinas, pagamos siempre más. Los paraguayos pagan
menos (yo pagué 80 pesos por las dos y ellas –señalando a las
paraguayas– pagaron 10 pesos cada una). Y tengo la boleta de lo
que pagué, pero para los controles de gendarmería de adentro eso
no sirve de nada” (Anónima N° 3, 04/05/09).

5.3. Los circuitos del comercio fronterizo


de la pasera paraguaya[12]
Las paseras paraguayas han trabajado atravesando este tramo
fronterizo aún antes que la frontera sea establecida por los tratados
internacionales y siguieron cruzando, horadando el camino como
verdaderas hormiguitas, ignorando generalmente que en su caminar
cambian de territorio nacional, de sistema jurídico-político y de
soberanía. Los tres tipos de actividad comercial que pudimos
distinguir cuentan con un denominador común: todas las mujeres
cruzan la frontera de Posadas-Encarnación diariamente. Sin
embargo, no todas responden a este cruce con estrategias
similares. Mientras que las “paseras propiamente dichas” y las
“revendedoras” cuentan con saberes específicos (como el armado
de bolsos) de cómo cruzar la frontera por la características de las
mercancías que llevan, las “verduleras” se limitan a evitar el Puente
Internacional donde la oficina del SENASA impide el ingreso sus
alimentos perecederos. El cruce se realizaba, hasta el año 2010
(año de clausura del puerto de Posadas), por el puente o el puerto,
esa es una primera decisión y se actuaba en consecuencia. Luego,
en Posadas, las estrategias variaban según las mercaderías que
hacen “pasar”, según se armen o no puestos en la calle, según las
relaciones sociales con vecinos amables, según se venda casa por
casa o se trabaje simplemente de intermediaria. Los espacios
urbanos que frecuentan estos tres tipos de paseras dependen de las
mercancías transportadas y los circuitos de comercialización, como
se muestra en la Tabla 5.

Tabla 5: Clasificación de paseras, ámbito laboral y espacial.

Tipo de ámbito laboral: estrategias de


ámbito espacial: Circulación hacia y
Paseras trabajo según tipo y cantidad de
en Posadas
paraguayas mercancías

Paseras Cruce por el puente Armado de bolsos para el “cruce”


“intermediarias”
Se agrupan en las inmediaciones de Mercancías en gran cantidad:
los Mercados: plazas, esquinas. cigarrillos, artículos de cosmética,
pilas, paraguas, termos, ropa y
Vuelven a Encarnación por el calzado
Puente
Conocimiento del personal de
control en el puente (cuándo se
puede “pasar” y cuándo no)

Relaciones con los “puesteros” del


Mercado.

“Espera” y rearmado de bolsos en


las inmediaciones del mercado

Armado de bolsos para el “cruce”

Mercancías en poca cantidad:


cigarrillos, artículos de cosmética,
pilas, paraguas, termos

Conocimiento del personal de


Cruce por el Puente
control en el puente (cuándo se
Armado de puestos de venta en: puede “pasar” y cuándo no)
Paseras inmediaciones del Mercado o en
Puestos móviles en las calles
“revendedoras” calles céntricas
céntricas para evitar los controles
Vuelven a Encarnación por el de la Municipalidad de Posadas
Puente
Mercaderías “guardadas” por
vecinos argentinos para armar sus
puestos fijos

Horarios “seguros” para evitar los


controles de la Municipalidad de
Posadas (después de las 16 hs)

Paseras Cruzan por las lanchas, por el puerto Mercancías en poca o gran
“verduleras” cantidad: frutas y verduras, maní,
Arman puestos en las inmediaciones maíz, harina de maíz, porotos
del Mercado o realizan venta
ambulante casa por casa Cruce por la lancha para evitar los
controles del SENASA
Vuelven por el Puente, en ómnibus,
sin mercadería
Conocimiento de medios de
transporte de ida y vuelta hacia el
Mercado Central de Posadas (a 6
km del centro)

Clientes fijos en los barrios para


venta casa por casa, conocimiento
de sus preferencias de compra.

Mercaderías “guardadas” por


vecinos argentinos para armar sus
puestos fijos

Fuente: Elaboración propia sobre la base de las entrevistas


realizadas.

A partir de las observaciones realizadas, se comprobó que los


espacios recorridos por las paseras paraguayas se relacionan con
1) lugares de preparación del cruce (compra de mercadería en
Encarnación en comercios y armado de bolsos de manera grupal en
plazas públicas); 2) lugares del control fronterizo (el cruce
propiamente dicho); 3) lugares de venta o entrega de mercadería
(puestos de venta y de entrega de mercadería a los comerciantes en
Posadas) y 4) lugares del confort (ocio, espera, descanso y
alimentación). Encontramos lugares que, desde un sentido
geográfico y también antropológico, tienen un nombre o una
localización y, además, tienen un sentido, una personalidad, un
valor, porque es producto de la interacción de las paseras en la
ciudad. El concepto de lugar hace referencia a la relación del
espacio con las personas que le otorgan identidad, estableciendo
una relación espacio-temporal con el medio. La articulación de esos
lugares genera espacios de ocio, de descanso y de alimentación
(que coinciden en ocasiones con los espacios de espera, espacios
importantes del circuito comercial).

La preparación del cruce comienza con el abastecimiento de


mercaderías en Encarnación, que se realiza en los centros
comerciales de la ciudad. Cuando la zona baja estaba en plena
actividad, las paseras compraban allí sus productos, armaban los
bultos para el cruce y tomaban el medio de transporte que las
cruzaría: la lancha o el ómnibus internacional, todo en la zona baja.
Allí también existían plazas arboladas con puestos de comidas (los
“carro-bares”) en donde descansaban o esperaban bajo la sombra
para poder cruzar. Los comercios y puestos de mesiteros en la zona
baja estaban dispuestos de manera desordenada y confusa, las
veredas de las calles cubiertas en su totalidad por puestos con
improvisados techos. La zona baja, con sus negocios, sus puestos
de comidas al paso, sus “terrenos baldíos” ocupados por puestos de
venta, era un ambiente en donde las paseras se sentían a gusto. Al
levantar la cota del río Paraná por las obras del PTY, la zona baja se
inundó y la actividad de las paseras se trasladó al nuevo centro
comercial de Encarnación, ubicado a sólo unos doscientos metros
de la cabecera paraguaya del puente internacional. Este barrio,
cuidadosamente planificado y controlado, cuenta con gran cantidad
de comercios (más de 800), todos iguales, que albergan a los viejos
propietarios de puestos y negocios de la zona baja. Al cierre de esta
investigación (2010) aún no estaban ocupados todos los locales
porque a los comerciantes y mesiteros desalojados de la zona baja
inundada les tomó tiempo ser relocalizados. Luego de ese año todos
consiguieron su puesto en el “Nuevo Circuito Comercial”: a los
mesiteros se les concedieron la propiedad de sus locales pero al
poco tiempo ellos prefirieron utilizarlos como depósitos e instalar sus
tradicionales mesas callejeras para la venta, reproduciendo así su
forma típica de comerciar. Aún en el año 2010 no existían plazas
públicas en esta nueva zona, aunque sobran los “terrenos baldíos”
en donde las paseras arman sus bolsos antes del cruce y donde se
han improvisado los mismos puestos de comidas al paso que antes
se ubicaban en las plazas de la zona baja. Los lugares de armados
de bolsos son, como se expresó, vitales para lograr un cruce
exitoso. Como se trata de una actividad grupal y que se realiza una
vez adquirida la mercadería, se realiza en lugares amplios y
públicos, en general plazas o terrenos desocupados o incluso en las
veredas de los comercios. Las paseras se suelen sentar en bancos
o en los cordones de las veredas y allí van organizando el cruce
mientras conversan entre ellas.

Los lugares del cruce (o el territorio del control) están compuestos


por los medios de transporte utilizados –la lancha o el ómnibus– y
los centros de frontera en donde se realiza el control fronterizo,
espacios que ya fueron analizados en el capítulo 3 de este libro. La
identidad de estos lugares está delineada por la normativa de
control fronterizo y su aplicación por medio de los funcionarios que
los ejercen. Operativizado mediante requisitos, procedimientos y
recorridos impuestos por la normativa argentina de control
fronterizo, este territorio constituye, finalmente, un espacio
restringido y un territorio de la espera. La “espera” se manifiesta en
muchos sentidos para las paseras. A veces es una estrategia: “Cada
una hora se cambia la guardia, a veces está la cola y cuando llegás
se cambia la guardia y ahí no podés cruzar. Hay gente con la que se
puede cruzar. Si no se puede esperamos horas, del lado paraguayo,
todos juntos” (Anónima N° 9, 12/08/10). También la espera es
“paciencia”, “esperanza” y “tiempos de inacción”, todo conjugado en
el mismo lugar de cruce:

“Hay días que la Aduana no te deja pasar, nos vamos, volvemos hasta que después
hay un lugarcito en que podemos, pero son días…en todos los trabajos hay días
malos. Pero nosotras sobrellevamos todo, una vez que pasamos para acá ya es otro
ambiente, otro clima… a veces no nos dejan pasar, y nos tenemos que volver…pero
eso es normal. Cuando no nos dejan pasar, volvemos a Paraguay, con nuestras cosas,
y tenemos que esperar. Por ahí hay un cambio de guardia y pasamos…Y por ahí, si no
hay cambio de guardia, bueno, buscamos…buscamos la vuelta, con maña…hacemos
bolsos más chiquitos y todo eso…y pasamos de a poco, si a veces no podemos pasar
con uno así (me muestra un bolso grande) hacemos uno chiquitito, y así vamos y
volvemos, con paciencia…Pero es así…” (Tamara, 06/08/10).

Como propuesta analítica, el enfoque de los “territorios en espera”


prioriza los espacios de tiempos lentos dentro de las movilidades
internacionales, espacios que, bajo la impresión de la inactividad,
son fundamentales para la circulación internacional (Vidal, L,
Musset, A. y Vidal, D. 2013). En este lugar, la espera es crucial: se
espera haciendo filas para llegar al funcionario de control, se espera
mientras ellos controlan los documentos y los bolsos y se espera
que den el permiso de paso para llegar a Posadas. En esta espera
se combinan sus dos acepciones en el idioma español: la esperanza
de que suceda algo favorable y la inacción hasta que suceda algo.
En este lugar del control, la “espera” más relevante para las paseras
es aquella relacionada con la esperanza, con la posibilidad de poder
realizar el cruce sin que los funcionarios lo impidan. Por esa razón
las paseras “esperan” en silencio (en una aparente inacción), su
turno en la fila de control, su turno en la revisación y su turno de
salida. La espera consiste entonces en momentos de tensión, de
silencios, de angustias y de miedo. Este territorio de la espera es un
territorio del padecimiento.
Los lugares de venta y entrega de mercadería se encuentran en
Posadas. Una vez que realizan el cruce, los circuitos de comercio
urbanos de la ciudad de Posadas dependen, para la mayoría de las
paseras, de los dos mercados paraguayos, el Mercado Modelo y “La
Placita” del Puente. El ómnibus internacional hace su primera
parada en el Mercado La Placita del Puente y la segunda en el
Mercado Modelo. Cuando los dos puertos estaban en
funcionamiento, las paseras se iban caminando directamente hacia
el Mercado Modelo o hasta una parada de ómnibus urbano, para ir a
otro barrio de la ciudad. En los alrededores del Mercado Modelo hay
una plaza en donde se sientan las paseras a esperar la entrega de
su mercadería. También en las calles laterales del mercado
encontramos sus puestos de venta de verduras, yuyos y productos
medicinales. La Placita del Puente no tiene una plazoleta cercana,
pero las paseras se ubican en las esquinas o en los terrenos baldíos
para vender sus cigarrillos. Cuando arman sus puestos en otros
barrios alejados del centro de Posadas, utilizan algún medio de
transporte público para llegar. Las paseras que trabajan del
comercio ambulante, es decir, que ofrecen sus productos “casa por
casa”, suelen caminar cargadas de mercadería un barrio o dos.
Nuestra experiencia, en el Barrio Villa Sarita, nos indicó que se
reparten el barrio entre diez y veinte paseras, que se mueven en
grupos de tres o cuatro, ya sea por días (unas van a Posadas solo
dos veces por semana) o por calles. Las paseras que arman
puestos de venta en el centro lo hacen de manera provisoria,
cambiando de lugar todos los días para evitar controles, con lo cual
es difícil su identificación como espacios de venta. Suelen tender
una manta en la vereda y vender sus productos hasta que, si ven a
algún inspector, “levantan” todo y cambian de lugar.

Finalmente, los lugares del confort están definidos por dos acciones
cotidianas realizadas por las paseras en Posadas: la alimentación y
la compra. Cerca de los mercados paraguayos existen restaurantes
de comidas rápidas o “minutas” –hamburguesas, empanadas,
milanesas, etcétera– en donde las paseras almuerzan, cerca de las
14 horas. Es común ver también grupos de paseras almorzando “al
paso” en las veredas de las calles laterales del Mercado Modelo o
en una plaza. Se las escucha hablando en guaraní, conversando y
riendo. Antes de regresar a Encarnación, las paseras realizan sus
compras del hogar para aprovechar la diferencia de precios en
artículos específicos como: harinas y aceites.

La articulación de estos lugares da forma al territorio de las paseras


en Posadas, es decir, a la apropiación del espacio transitado y
utilizado en su vida cotidiana y en los ritmos cotidianos del trabajo
entre los dos países. Algunos de estos lugares son sólo transitados
(como los lugares de venta ambulante, por ejemplo) mientras otros
son apropiados, como los lugares de ocio y de “espera” para la
entrega de mercadería. Estos dos lugares pueden coincidir porque
en ocasiones almuerzan mientras esperan en forma grupal (aunque
cada una espere a un comerciante distinto para recibir su paga). Los
territorios de la espera son espacios fundamentales de la vida
cotidiana de la pasera, en donde, ya relajadas por haber realizado el
cruce exitosamente, se distienden, conversan, rearman sus bolsos
con total tranquilidad. El caso opuesto a estos lugares son, como ya
se indicó, los territorios del control, transitados diariamente por las
paseras pero que implica un padecimiento, un momento de angustia
cotidiana.

Figura 14: área céntrica de Posadas y barrio Villa Sarita. Circuito de


paseras paraguayas.
Fuente: Elaboración propia sobre mapa base “Plano áreas
Posadas”, gentileza de la Secretaría de Planificación Estratégica y
Territorial, Municipalidad de Posadas, Abril, 2009.
Desde el ámbito espacial, los lugares de referencia (Figura 14) nos
aceran a la geografía de las paseras –y tal vez a una geografía del
espacio transfronterizo– trazada con cuidado a partir de una doble
función: por un lado, encontramos la función coercitiva de los
requisitos para cruzar la frontera y trabajar en cada zona de
Posadas y, por otro lado, la función del poder relacional asimétrico
en la frontera (Di Meo, 1995:250). La coerción en el cruce habilita a
las paseras a generar recursos para no acatar pasivamente las
órdenes sino accionar para lograr sus objetivos. Esta estrategia,
caracterizada por mezclar la resistencia con la obediencia, la
resignación con la acción de poder, se puede denominar, junto con
Betrisey Nadali, como una “estrategia del aguante” (Betrisey Nadali,
2004:88). En esta estrategia se conjugan el conocimiento de los
recursos de las ciudades (medios de transporte, mercados,
servicios, precios) y la apropiación de espacios urbanos para sus
actividades de armado de bolsos, venta de mercaderías y descanso.
Pero también está alimentada por los aprendizajes y las
experiencias de cruce, que demuestran un saber, un conocimiento
aprendido que indica los “cómo” y los “dónde” de su labor.

5.4. Saber circular, saber pasar


La circulación de las paseras paraguayas entre Posadas y
Encarnación fue documentada a fines del siglo XIX, unos años
después de instaurada la frontera internacional entre Argentina y
Paraguay, como se observó en el capítulo 1. Por más de cien años,
las mujeres paraguayas han encontrado en la actividad de “pasera”
una salida laboral, un recurso frente a la pobreza y una manera de
mantener a sus familias. Parecen que fueran las mismas, siempre,
que cruzan y cruzan y no se detienen desde hace un siglo, como si
el tiempo y el espacio se conjugaran circularmente para la frontera.
Parecen ser siempre las mismas las que se enfrentan a los cambios,
las que se adaptan, las que aprenden y enseñan su oficio de
tradición. Parecen las mismas, pero son generaciones de mujeres
que han armado sus vidas alrededor de la frontera internacional. La
mayoría de las paseras entrevistadas, independientemente de las
preguntas que se les realicen, gustan relatar cómo fueron iniciadas
en el “trabajo de la frontera” (Tamara, 06/08/10): hay una tradición,
una marca, un aprendizaje que viene de lejos y que casi todas
reivindican como un tesoro oculto. El tiempo parece, en su discurso,
como una continuación de las vidas de sus madres, vecinas, las
antiguas paseras que han enseñado la labor: mientras algunas
“maestras” se retiran, otras siguen en la actividad siendo muy
mayores y ya se ven las jóvenes, de 16 o 18 años, empezando a
cruzar solas. Marcia fue aprendiz de su madre: “Hace mucho, yo
tenía 12 años y ahora tengo 38. Me enseño mi mama, ella sigue
trabajando” (Marcia, 04/05/09). Augusta, por otra parte, aprendió
con la mamá de una amiga: “Hace veintipico de años, hice crecer a
todos mis hijos acá. A mí me enseñó la hermana de ella, de esa
señora, es la que me trajo, y de ahí no paré” (Augusta, 19/07/10).

El discurso de la tradición convive también con la descripción de las


características particulares de la jornada laboral: los horarios y los
días de trabajo, los clientes a visitar y su relación con los
comerciantes de los mercados paraguayos. Las paseras buscan una
división de los tiempos de trabajo en el hogar y el trabajo “en la
frontera” que les permita cuidar a sus hijos y, a la vez, lograr un
excedente económico en cada cruce. Muchas realizan el cruce
todos los días una vez por día, otras lo hacen sólo unos días a la
semana, otras solo una vez por semana, según sus necesidades y
las mercaderías a cruzar, como lo ejemplifica Marcia “-Hay semanas
que todos los días. A veces menos, según los encargos” (04/05/09).
A veces se quedan un período fijo de tiempo en Posadas
atendiendo sus puestos, otras se quedan hasta que venden todo y
otras hacen una entrega y se vuelven a Encarnación. Violeta relata:
“-Siempre armamos el puesto acá, siempre acá. Mi mamá a veces
va casa por casa, los sábados, recorre el barrio Yaciretá. Pero sólo
los sábados, ella tiene sus amigas, sus clientas, les lleva cosas”
(Violeta, 02/08/10). La mayoría tiene algún cliente mayorista en los
mercados paraguayos, salvo la mayoría de las paseras verduleras.
Ellas organizan sus tiempos laborales según sus necesidades y
posibilidades de venta y ganancia, como explica Lina:

“-(Vengo) Todos los días, a veces menos, a veces me quedo y trabajo en la huerta. Yo
llego con mi mercadería y voy a los clientes del mercado, yo no me quedo todo el
tiempo acá. Vengo a esperar que me paguen o que busquen su mercadería, también
traigo para vender casa por casa, a algunos clientes conocidos, pero sólo a la mañana.
Después ya vengo al mercado y espero. Recorro cerca del supermercado, dos o tres
cuadras nomás, no voy lejos. Hago una vueltita nomás y ya vengo” (Lina, 19/07/10).

La cantidad de días y el horario de trabajo de las paseras no


dependen, sin embargo, únicamente de sus preferencias y sus
clientes. Dependen de las maneras de realizar el cruce, de las
estrategias de cada mujer para pasar su mercadería y lograr llegar
al punto de venta o entrega. Estas estrategias suponen un conjunto
de conocimientos esenciales para el trabajo en la frontera. En primer
lugar, todas las paseras manejan perfectamente los diferentes tipos
de cambio, el paraguayo y el argentino, con respecto a sus
mercaderías y los costos de transporte. Saben, por lo tanto, no sólo
la ganancia que pueden obtener de sus ventas sino también cuál es
el medio de trasporte más conveniente para cruzar en función de
sus costos, de los horarios, de la rapidez, de la cantidad de
personas que puede transportar y de la seguridad para realizar el
cruce, como lo explica el ejemplo de Amanda: “-La lancha sale
cuatro pesos, el internacional (por el colectivo internacional) tres
pesos. La lancha me gusta porque es más tranquilo, más seguro”
(01/05/09).

En segundo lugar, tienen un manejo espacial de la ciudad de


Posadas que les permite movilizarse de un punto a otro sin
inconvenientes, como en el caso de Eliana “-Yo me levanto a las 5
de la mañana. Cruzo y en calle Junín tomo el colectivo que me deja
en el Mercado Central y después vengo con el flete y dejamos todo
acá en el puesto (cerca del Mercado Modelo)” (27/04/09).

En tercer lugar, uno de los más importantes conocimientos es la


capacidad de construir una red de contactos entre trabajadores de la
frontera que, bien dispuestos, pueden garantizar un cruce exitoso
(taxistas, fleteros, informantes varios, etcétera). Marcia nos cuenta
que “-Si hay alguien medio malo si, ahí esperamos todos, nos
vamos avisando. Y si viene alguien bueno sí, tenemos que pagar
para venir. Una vez me volvieron de vuelta, y vine otra vez, porque
la gente se avisa todo y sabemos. Y venimos porque tenemos que
entregar” (04/05/09).

Por último, conocen los mecanismos operacionales de control


fronterizo de cada organismo nacional de control y sus funciones,
responsabilidades y límites. Y, aún más, conocen personalmente a
los funcionaros “más permisivos” y “más estrictos”, sus horarios de
guardia y hasta cuándo se toman descansos de sus puestos de
control. “-Cada una hora se cambia la guardia, a veces está la cola y
cuando llegás se cambia la guardia y ahí no podés cruzas. Hay
gente con la que se puede cruzar. Si no se puede esperamos horas,
del lado paraguayo, todos juntos” (Anónima N° 9, 12/08/10).

El sistema creado por las paseras para lograr realizar, cada día, un
cruce exitoso implica la coordinación de un grupo de saberes
propios y compartidos:

“-Y cuando tenemos problemas nos mandan de vuelta, con todita la mercadería,
volvemos a Paraguay, bajamos todito y esperamos un rato y después volvemos otra
vez. Algunas veces tenemos suerte y la señora se fue al baño entonces ahí sí
pasamos. Así podemos escapar. Los gendarmes no tienen ningún derecho para
hacernos nada. Sólo si escapamos nos agarran los gendarmes, pero solamente eso.
Algunas veces escapamos, nos mandan de vuelta y escapamos caminando. Una vez
yo escapé a pie. Y algunas veces pasamos y algunas veces nos agarran otra vez la
aduana. Si el gendarme es buenito te deja pasar, sino te manda de vuelta (…)
Nosotras pasamos hasta el mediodía, porque ella (la funcionaria del SENASA) llega
después del mediodía, con el SENASA pasamos hasta el mediodía.” (Lina, 19/07/10).

Existen un conjunto de estrategias vinculadas entre sí: 1)


seleccionar el medio de transporte más apropiado para realizar el
cruce, 2) tomar medios de transporte urbanos en Posadas para ir de
un lugar a otro sin cargar la mercadería, 3) elegir los días de trabajo
según la dureza de los controles, 4) esperar cambios de guardia en
los controles para pasar y 5) avisarse, entre ellas y su red de
actores fronterizos, sobre la rigidez o flexibilidad de los controles a
cada momento. Estas diferentes estrategias suponen un saber, un
conocimiento del territorio comprendido entre Posadas y
Encarnación que de una manera implícita se deja ver en el discurso
de las paseras paraguayas. El saber cruzar la frontera, por qué
medio de transporte, en qué horarios, quiénes están en los controles
de aduana, cómo armar sus bolsos, dónde ubicar sus puestos en la
calle, cómo volver a Encarnación, son todos ejemplos de un “savoir-
circuler” (saber circular) según el concepto de Tarrius (1992). El
saber circular tiene que ver con la circulación, ese ir y venir
constante donde lo importante son los flujos y no las estabilidades
de los lugares de partida o de los lugares de destino, flujos que
comienzan a darle forma al espacio transfronterizo.

5.5. Identidad transfronteriza: ser pasera


entre Posadas y Encarnación
Para acercarnos al sujeto social “pasera”, comprendemos que el
relato sobre la identidad es un relato fragmentado. Uno es aquello
“que hace”, aquello “que quiere”, aquello que “no es”, incluso aquello
que “fueron los que son como uno mismo”. Frente a estas
preguntas, las mujeres paraguayas se auto-definen como paseras,
hormiguitas, revendedoras, verduleras. Pareciera que se trata de
una heterogeneidad de labores (que se desarrollan dentro de la
actividad comercial), que además pueden ser realizados por
mujeres de todas las edades, dado que las mujeres entrevistadas
tenían entre 18 y 70 años. Entonces, si el nombre de “pasera” no
reúne a todas las mujeres paraguayas que cruzan diariamente la
frontera comprando y vendiendo mercadería, es la condición de
mujeres trabajadoras del comercio fronterizo y, sobre todo, su
condición de “madres” la que las identifica. Esta condición nos
acerca a la perspectiva teórica de los estudios de género, que
trataremos al final de este apartado. En este sentido, todas las
mujeres entrevistadas reivindican su papel de proveedoras dentro
de la familia, ya sean jefas de hogar o no. “Parar el puchero”, “llevar
algo a la casa”, “darle de comer a los hijos” es la gratificación
personal de su trabajo, lo que las moviliza a trabajar.

Esto no significa que sean todas jefas de hogar. Aproximadamente


un 45% de las mujeres entrevistadas eran jefas de hogar, algunas
por viudez y otras por definirse como “madres solteras” Jacinta es
una mujer mayor que nos cuenta: “-Crié 15 hijos. Mi marido
trabajaba la chacra y yo trabajaba acá. El trabajaba en la chacra y el
vendía, algodón y eso. Y yo siempre pasaba cositas, y pasaba todos
los días. Ya soy viuda” (Jacinta, 27/04/09). Laureana es madre
soltera: “-Yo tengo 12 hijos. Y yo les crié a todos, cuando tenía 15
años ya venía acá (a Posadas). El papá de mis hijos es de acá.
Cuando tenía 15 años ya tenía un hijo. Yo los crié a todos, soy
mamá y papá” (Laureana, 30/04/09).

El 50% de las paseras tenían maridos o concubinos que trabajaban


en Encarnación, en general en el gremio de la construcción, como el
caso de María: “-Tengo tres hijos y mi marido trabaja en
Encarnación. Yo ayudo un poco al puchero” (María, 27/04/09). Ellas
trabajaban para ayudar en la economía familiar, como cuenta entre
bromas una pasera: “-Tengo dos chicos y dos nietos. Tengo marido,
tengo, si me ayuda no sé (risas). él trabaja (…) pero allá muy poco
ganan los maridos, realmente de los que ellos ganas vamos a
comer, pero vamos a comer torta frita, chipacitos, todo el día todos
los días (risas)” (Anónima N° 8, 12/08/10). El 5% restante tenían
maridos o concubinos pero éstos no tenían trabajo en el momento
de las entrevistas, con lo cual las mujeres estaban en la situación de
jefas de hogar: “-Tengo cuatro hijos y mi marido, el jefe de familia no
tiene trabajo” (Anónima N° 2, 04/05/09).

Todas excepto una tenían hijos. La que menos hijos tenía con dos,
mientras que la que mayor número de hijos contaba con dieciocho, y
todas se jactaban de darles de comer, incluso algunas de educarlos,
con su trabajo diario, como Tamara: Tengo siete hijos. Seis varones
y una nena. Y gracias a Dios ya soy abuela. Pero sigo trabajando
porque me gusta! Yo no tengo marido, soy madre soltera. Y gracias
a Dios crié a los siete, con el trabajo de la frontera” (06/08/10). Los
miedos y las angustias a las que se exponen diariamente con su
actividad estaban, según ellas, justificadas por la gratificación de
mantener a sus hijos.

De esta manera, las “paseras”, las que niegan llamarse paseras, las
revendedoras y las verduleras, no se identifican con un nombre sino
con la misma condición de ser mujeres trabajadoras que cruzan la
frontera todos los días para alimentar a sus hijos. Sus ansiedades y
miedos descansan en esta necesidad de llevar algo de comer a sus
hogares, a sus numerosos hijos. Y cuando nos explican cómo
sortean todos los días los obstáculos de los controles aduaneros,
cómo soportan los maltratos, cuáles son sus tácticas para “pasar”
más mercaderías, dejan ver en sus palabras las temporalidades
circulares de su trabajo y, también, de su resignación: deben
superarlo para poder trabajar: “-Prefiero cruzar por el puente porque
es más rápido. Problemas hay siempre, es de siempre. En el puente
y en la lancha hay problemas. A veces venimos y no nos dejan
pasar, pero venimos igual porque ahí está nuestro puchero, tenemos
que venir igual.” (Jacinta, 27/04/09). Laurena nos cuenta,
angustiada: “-No hay trabajo en el Paraguay… y a donde vamos a ir
a parar si cuando no hay trabajo, adonde, decime? Tiene que ir al
país ajeno, a rebuscarse, si no hay trabajo (…) Nosotras tenemos
que callar, a dónde vamos a ir llorar? no hay a donde ir a llorar. A mí
nunca me maltrataron, porque cuando me retan me callo”
(Laureana, 30/04/09).

A nivel discursivo, frente a su nacionalidad encontramos en las


entrevistas una resistencia al estigma de su nacionalidad de origen
“paraguayas”. Aunque dicen que viven en Encarnación o en el
campo, pocas dicen ser paraguayas, excepto cuando relatan los
malos tratos en los controles en donde establecen que “por ser
paraguayas” las controlan más. Aunque todas hablen el idioma
guaraní, oficial en Paraguay desde 1992, ninguna de las paseras
entrevistadas dio indicios de pertenecer o conocer la cultura
indígena guaraní: no hubo referencias a comunidades, ni a ritos ni
conocimientos específicos que hicieran pensar en que “la cuestión
indígena” gravitara sobre el sujeto social paseras. La mayoría de
ellas, por el contrario, eran practicantes de alguna religión
monoteísta de origen cristiano, al referirse a Dios, a la Virgen, a un
Santo o Santa, o a la Iglesia, por ejemplo.

Volviendo sobre la pertenencia nacional, en líneas generales las


paseras dicen que, de tanto tiempo trabajando en la ciudad de
Posadas, se sienten tan argentinas como paraguayas, como en el
caso de Violeta: “-Yo me siento mucho más de Posadas que de
Encarnación, la mayoría del tiempo estoy más acá que allá. Si…
Antes, cuando trabajaba cama adentro [empleada doméstica], me
iba así nomás un cachito a Encarnación y después venía otra vez.
Pero siempre me gustó más Posadas que Encarnación”
(02/08/10).Otras sostienen que tienen familia en Argentina o que su
marido es argentino, con un interés en “justificar” su presencia en
Posadas, como Melisa, que dice: “-Tengo familia en el Paraguay y
en Argentina. Yo soy paraguaya y mi marido es argentino” (Melisa,
21/07/10).

En este sentido, se cumple en nuestro caso aquello que Betrisey


Nadali (2004) afirmó sobre los ciudadanos paraguayos que trabajan,
estudian o residen en Posadas: ellos poseen una manera discursiva
de resistencia a la estigmatización. En el discurso de las paseras, el
sentirse “como” argentinas funciona como una legalidad de facto,
como una justificación válida para realizar su trabajo en Posadas,
como parte esencial de su auto-identificación. Esto no significa que
las paseras se naturalicen legalmente como argentinas, ni que
realicen los trámites de residencia alegando domicilio en Posadas
(trámites que, por otra parte, son en extremo rigurosos y
burocráticos). Sin embargo, cada día, durante un lapso de tiempo
igual a su trabajo, las mujeres paraguayas –paseras o
revendedoras– dicen sentirse como “argentinas”, esperando así
generar la invisibilidad que les permita trabajar. Eliana nos dice que:
“-Yo me hallo más en Argentina, mire usted” (27/04/09).No son
argentinas, lo saben y quieren mantener su nacionalidad paraguaya,
pero trabajan en Argentina, deben “hacer como si”. Florencia nos
relató sobre los trámites que realizó para radicarse en Argentina:

“-Ahora vivo acá [por Posadas], yo estoy radicada acá. (…) No, yo no tengo qué decir
muchas cosas de la gente de Posadas porque para la mi la gente de acá es como si
fuera…tengo menos allá en el Paraguay, tengo más gente acá en Posadas. Con la
gente de Argentina, yo no tengo nada malo que hablar, no puedo decir nada, porque
de maravilla se porta la gente conmigo (…) y por eso me radiqué acá, porque era
como si yo nacía acá. Hice todos los trámites para radicarme, por todos lados. Donde
me dicen: andate allá, ahí me voy. Los hice yo solita!” (Florencia, 10/08/10)

La auto-identificación de las paseras paraguayas podría llevarnos a


pensar en una identidad débil/souple en términos de Gatti (2007), no
por la “debilidad” sino por la souplesse, o sea, maleabilidad. Se trata
de una auto-identificación cuyo nombre es discutido y cuyo territorio
fue siempre un territorio de transición. Ahora bien, ¿no será esa
cualidad de identidad “débil/souple” de las paseras, esa identidad
flexible, maleable y permeable, esa imposibilidad de tener un
territorio con nombre e historia tan bien delimitado, la que las
transforme en el sujeto transfronterizo por excelencia?

La auto-identificación de la pasera se puede elaborar a partir del


trabajo que realizan en la frontera y de las motivaciones que las
impulsan (ayudar económicamente al sostén familiar). Pero hay un
dato insoslayable: se trata de mujeres (mujeres madres, hijas, tías,
vecinas), es decir, de un trabajo tradicionalmente femenino. En el
capítulo 1 indicamos que esta labor femenina podría haberse
iniciado luego de la Guerra de la Triple Alianza como una alternativa
de subsistencia, dado que la guerra había provocado la disminución
de la población masculina (Brezzo, 2010:200; Potthast, 2010:324)).
Hubo, entonces, un paso de la mujer paraguaya desde la esfera
privada doméstica hacia la esfera pública del mercado laboral.

La división sexual del trabajo en el mercado internacional se puede


explicar desde la perspectiva de la geografía de género –gender
geography– y las migraciones femeninas[13]. Debemos aclarar que
situar nuestro análisis desde una perspectiva de género no significa
tomar al género ni al sexo como una variable más dentro de las
numerosas variables de investigación (de clase, étnicas, etcétera)
sino que nos invita a retomar las experiencias femeninas desde una
mirada crítica y política (Bartra, 1998). Pero esta experiencia, por un
lado, no es total, dado que el universo de mujeres es múltiple y
existe en su interior diferencias de todo tipo. Por otro lado, la
experiencia de las mujeres no está aislada de la de los hombres
(Harding, 1998). El género en tanto construcción social –en
contraposición al sexo como dato biológico ligado a los aparatos
reproductivos de la especie– nos acerca a una dimensión específica
de la desigualdad social basada en sistemas culturales fuertemente
arraigados. La perspectiva de género, a través de las experiencias
de las mujeres, nos invita a analizar las relaciones entre géneros y
las formas de dominación que de ellas emanan (Goldsmith Connelly,
1998). Este tipo de acercamiento nos indica qué roles les asigna
determinada sociedad a cada uno de los sexos. En las instituciones
sociales –escuela, familia, economía, Estado, etcétera– estos roles
diferenciados nos indican lo que la sociedad espera del “género”
masculino y femenino (Guimaraes Peres y Baeninger, 2014).

Estos abordajes implican, por un lado, tener en cuenta el mercado


de trabajo nacional paraguayo y el internacional, las leyes de oferta
y demanda y el rol de la mujer paraguaya en tanto individuo racional
y como parte de una clase social. Por el otro lado, deberemos
abordar otros elementos constitutivos de la actividad de la pasera,
de índole cultural, emocional, ideológico, etcétera. Los espacios de
las paseras son los espacios de la mujer trabajadora y, en tanto
tales, conllevan dicotomías más amplias, como la de campo/ciudad,
espacio doméstico/espacio público, familia/trabajo, etcétera. En el
caso de las paseras, nos preguntamos: ¿Por qué el cruce ha sido –y
lo es aún hoy– una práctica mayoritariamente femenina? ¿Cuáles
son las características que este trabajo que hacen que la
segmentación sexual sea tan evidente?

Sobre las causas del alto índice de feminidad de esta práctica,


existen varias hipótesis que han ido prevaleciendo a lo largo de
nuestra investigación. La primera respuesta apuesta a una
explicación histórica y explica que esta labor femenina podría
haberse iniciado luego de la Guerra de la Triple Alianza como una
alternativa de subsistencia, dado que la guerra había provocado la
disminución de la población masculina (Brezzo, 2010:200; Potthast,
2010:324). Otra respuesta apunta a rasgos culturales que
establecen una división del trabajo basado en el género. Como lo
relata uno de nuestros informantes claves:

el hombre paraguayo no está muy acostumbrado a este comercio, a


la exposición al público de la venta de un producto. Más bien está la
mujer la que debe realizar ese tipo de trabajo. él puede hasta traerle
el bolsón de la mercadería pero la que se encarga del ofrecimiento y
la venta posterior es la mujer. Porque la mujer es la que administra
luego todo lo del hogar… (Lic. Miño, abril 2009).

Esto nos lleva a indagar sobre la composición familiar de las


paseras y las relaciones de género al interior de sus hogares. Desde
el punto de vista familiar, por ejemplo, la inserción de la mujer
paraguaya en el mercado de trabajo no tendrá el mismo peso para
aquella que tenga marido o concubino como para aquella que no lo
tenga (Galeano, 1982). Evidentemente, las jefas de hogar cargan
con la responsabilidad completa de mantener las unidades
familiares junto con, en algunos casos, los hijos mayores u otros
miembros como abuelos, tíos, sobrinos. Pero, por otro lado, las
paseras entrevistadas que tenían marido o concubino alegaban que
ellos, en su mayoría, tenían trabajo: un gran número de ellos en la
construcción y en menor medida en la chacra o en “changas”. En
esos casos, remarcaban que a ellas trabajaban porque “les gusta
vender”, mientras que sus maridos prefieren el trabajo en la chacra
o ayudan llevando los bolsos pesados.

Según esta explicación y los resultados de las entrevistas


realizadas, la mujer no sólo ayuda a proveer a la economía familiar
sino que, además, administra en el espacio doméstico y se “expone”
en el espacio público. Hubo, entonces, un paso de la mujer
paraguaya desde la esfera privada doméstica hacia la esfera pública
del mercado laboral. Ahora bien, ¿por qué hablamos de la
exposición de la mujer/pasera en este espacio público en particular?
Es importante tener en cuenta que, desde este punto de vista
laboral, la pasera se inscribe en el sector informal del mercado,
realiza un trabajo de baja capacitación, con un alto grado de
precariedad laboral y de baja productividad (Schiavoni, 2000).
Además, no precisa título habilitante (los niveles de formación, de
hecho, son muy bajos), su margen de ganancia es mínimo y las
condiciones de trabajo a las cuales se “expone” son malas. La
jornada laboral es flexible porque todas tienen la responsabilidad de
criar a sus hijos, es decir, compatibilizar el trabajo doméstico con el
trabajo productivo, lo cual aumenta la precariedad laboral (Crespo y
González, 2007). No poseen salario y su ganancia no depende sólo
de sus capacidades sino de condiciones arbitrarias: tener un “buen
día” o un “mal día” depende de la severidad o no de los controles
fronterizos y no de ellas. Trabajar en la calle conlleva, además,
incomodidades y peligros a los cuales se exponen diariamente
(Schiavoni, 2000). Tanto Lidia Schiavoni (2000) como Elena
Krautstofl (2014) advierten sobre la relación de la pasera con su
cuerpo/mercadería, en el sentido de llevar el mercado en el cuerpo,
las mercaderías adosadas, el grado de vulnerabilidad de sus
cuerpos al ser revisados. Se trata de una dimensión antropológica
que no podemos profundizar en esta oportunidad, pero que es
relevante a la hora de analizar la relación hombre/mujer con
respecto a lo físico o material (el cuerpo, el bolso, la mercadería). El
alto grado de precariedad en la actividad comercial de las paseras
es reconocida por los estudios de la Secretaría de la Mujer de la
Presidencia de la República del Paraguay (Corvalán y Elías, 1999) y
las hace partícipes de la lógica del comercio internacional de
género, que se caracteriza por percibir menores salarios que los
hombres y someterse a condiciones más precarias (CEPAL, 2013).

La gran visibilidad de la pasera paraguaya en el ámbito público


denota un espacio femenino “ganado”. Sin embargo, aunque
trabajar por cuenta propia implique cierto grado de autonomía de la
mujer (“ser mi propia jefa”, “tener mi platita”) aún desconocemos si
esta independencia significa un empoderamiento femenino en el
ámbito privado. El concepto de empoderamiento hace referencia a
un proceso de desarrollo de las capacidades de negociación a nivel
familiar y colectivo que resultaría en una distribución más equitativa
de poder (Hainard y Verschuur, 2004). Para que este proceso sea
efectivo, las mujeres deben tomar conciencia, individual y
colectivamente, sobre de qué manera las relaciones de poder
influyen en su vida y cómo revertir las desigualdades de género
(Oxaal y Baden, 1997). Algunos autores consideran positivo que la
mujer obtenga un trabajo remunerado ya que la dependencia
económica es un factor fundamental en la estructuración de las
desigualdades entre mujeres y hombres en el seno familiar. Otros
autores advierten que esto es un riesgo porque se puede exponer a
las mujeres a condiciones de explotación laboral que aumentarían la
sumisión femenina. Sin embargo, argumentan que, aún en
condiciones de explotación, el empleo ofrece a las mujeres
oportunidades: salir de la casa, retrasar la edad de matrimonio o
maternidad, mejorar su movilidad, ganar independencia personal y
ampliar sus posibilidades de ingreso y consumo (Kabeer, 2005). En
el caso de la pasera paraguaya, cabe preguntarse si su camino
desde el espacio privado (doméstico) hacia el espacio público
implica una toma de conciencia transformadora o si simplemente se
continúa con un status quo en las relaciones de género que se
mantiene desde hace más de un siglo. Estimamos que el hecho de
tener que traspasar una frontera internacional diariamente para
realizar su trabajo ubica a la pasera en una situación ambigua.
Técnicamente no son migrantes porque no pueden explicarse según
las categorías migratorias tradicionales: no son ni permanentes ni
temporarios (según el elemento temporal), ni forzadas ni voluntarias
(según su carácter) ni puramente económicas o políticas (según sus
motivaciones). Se trata de un fenómeno relativo a la movilidad
espacial internacional que se podría describir como circulación
fronteriza. Las trayectorias de vida de las paseras comprenden una
movilidad desde el espacio doméstico hacia el espacio público en
donde tienen relaciones que trascienden su círculo familiar: hay un
empoderamiento al ejercer un rol visible públicamente como
abastecedoras del al hogar, aunque para lograrlo sufran los malos
tratos en los controles fronterizos.

En este sentido, creemos que, además de mujeres trabajadoras, la


condición sine qua non de la identificación de las paseras reside en
su capacidad de moverse en el espacio transfronterizo, de circular.
La maleabilidad identitaria de estas mujeres paraguayas,
aumentada por la informalidad y la precariedad laboral, podría
resignificarse como su verdadera fortaleza para habitar este espacio
de la manera más provechosa para su supervivencia. Coincidimos
con Gregorio Gil (1997) que, para analizar la circulación desde la
perspectiva de género debemos tener en cuenta el grupo doméstico
en el cual la pasera (como grupo que asegura su mantenimiento y
dispone de un ingreso colectivo) así como la red migratoria, que en
este caso se trata de una red de comercio fronterizo compuesta por
varios actores.

La pertenencia a esta red habilita a las paseras a adaptarse a


diferentes territorios y normas, constituyendo un ejemplo de aquello
que R. Abínzano llama la subcultura de la frontera. Para este autor
existe una red de relaciones interpersonales, comerciales,
familiares, oficiales que mantienen en vigencia una “subcultura de la
frontera, aquella que permite a sus habitantes adaptarse a
condiciones tan singulares y articularse con más de una nación
simultáneamente” (Abínzano, 1993:76). Esta subcultura será la que
permita la actividad de aquellos que Gabriela Schiavoni denomina
los “buscavidas” de las fronteras, personas que “utilizan el sistema
para su propio beneficio, no siendo nunca una “víctima de las
circunstancias”,(…) poseen una capacidad sutil, audaz y sobre todo,
inteligente de manipular todas las leyes, reglas y códigos en su
propio beneficio” (Schiavoni, 1997:271). Y es esa misma capacidad
sutil, audaz e inteligente la que define el trabajo de las paseras, así
como su manera de construir o habitar su identidad entre el “acá y
allá”, obligadas, en palabras de Mezzadra (2005), a vivir en un doble
espacio cultural y político como consecuencia de habitar un territorio
de transición, o un espacio transfronterizo.

5.5. Seguir cruzando, pese a todo


La vida en la frontera implica, para las paseras paraguayas,
moverse en un espacio en el que aún perduran las representaciones
duras de la frontera que marcan las separaciones y
estigmatizaciones que bien podrían remontarse a fines del siglo XIX
mientras, por otra parte, los avances de la integración permiten una
posibilidad mayor de intercambio y oportunidades laborales para
ellas. Pero es en el cruce en sí mismo –en el momento del control
fronterizo del lado argentino– en donde las paseras vivencian un
trato que califican como “injusto”, arbitrario y desigual. Esta vivencia,
este sentir, se percibe como una desigualdad social que puede ser
espacializada, por lo que presenta una pista de análisis en tanto es
generadora de injusticias socio-espaciales (Harvey, 1973, 1992;
Young, 1990; Hay, 1995; Fraser, 1996, 2008 y Musset, 2010)[14].

En un trabajo como el de las paseras es previsible que el control


fronterizo sea el momento más estresante de su jornada laboral.
Para Micaela, el peor momento del día lo viven por “los controles, el
maltrato en la aduana, cuando nos manda de vuelta o nos saca la
mercadería…” (26/07/10). En el capítulo 3 describimos los tipos de
control fronterizo y el circuito procedimental del cruce en este paso
internacional. Observamos cómo la frontera se hace sentir en cada
control, frente a cada funcionario y aún antes: ingresando al Centro
de Frontera o en el ómnibus internacional a medida que se acerca a
la cabecera argentina del puente. La frontera se siente en el aire, en
las miradas de los paraguayos sentados en el ómnibus, en la
manera de apresurarse para tomar sus bolsos y bajar. Nos relataron
cómo “me maltratan los gendarmes, te piden plata…los
aduaneros…” (Anónima N° 6, 15/05/09). Se preparan, ahora lo
sabemos, para pasar el peor momento de su jornada y en sus
miradas se desliza ese dejo de ímpetu y resignación. Algunos
pasarán sin problemas, a algunos los revisarán con más intensidad
y algunos serán víctimas de un mal trato o serán directamente
discriminados por su origen nacional, por ser paraguayos. En este
sentido, un relato merece ser destacado:

-Y para mi es eso lo que está mal, porque si es una zona de


frontera…acá no podés traer nada, no solo revisan tu bolso, sino
que discriminan. Te preguntan: vos sos paraguaya? Y si vos le decís
que sí, te mandan de vuelta. Entonces yo pregunto:- ¿por qué?¿ No
puedo traer nada? Y me dicen: -no, los paraguayos no pueden traer
nada. Eso me lo dijo el jefe de la Aduana. Una vez que me sacó
todo, yo le pregunté: -¿cómo usted señor puede sacarme si eso yo
estoy llevando para ganar el pan de cada día para mis hijos? Me
dice que no porque yo soy paraguaya y punto. Le dije: -Entonces,
¿el puente se hizo sólo para los argentinos? (…) Yo lloré por la
impotencia y me dijo:-¡Paraguaya de mierda!¿ Para qué viene a
rebuscarse acá? Así me dijo: -¡Andá a tu Paraguay!, me dijo.(…)
Ahora hay una aduanera nueva que hace una pasantía que usa
guantes. Y de goma los guantes, no porque tiene frío. Yo digo los
guantes que usan los médicos para traer a los hijos, para operar. Y
nosotras nos preguntábamos para qué tendrá esos guantes. Yo
decía que tenía una herida. Hasta que un día me animé y le
pregunté. Nos dijo que era porque le daba asco, que las paraguayas
le daban asco, para tocar nuestros bolsos y nuestras cosas. Me dijo
que le daba asco y que para revisarme tenía que ponerse guantes
(Anónima N° 8, 12/08/10).

Hasta el año 2010, las paseras tenían la opción de cruzar por el


puente internacional o por el río, a través de lanchas. Pero a
principios de ese año los puertos de pasajeros de Posadas y de
Encarnación quedaron bajo el agua, con lo cual las paseras
“verduleras” ya no podían ir a Posadas diariamente. Al no existir
más el puerto estaban obligadas a cruzar por el puente
internacional, donde los funcionarios del SENASA imposibilitaban el
ingreso de productos perecederos de sus huertas y chacras.
Algunas de ellas, como María Paula, se aventuraban aún unos dos
o tres días por semana con sus verduras. Entre la primera entrevista
a María Paula en abril del 2009 y la segunda en julio del 2010, su
mundo había cambiado y, según ella, nuestra investigación también:
“Lo que Usted hace ya es historia, ahora no hay más puerto, no hay
más trabajo, es parte del pasado” (María Paula, 07/07/10). Las
paseras, además de los malos tratos en los controles, tuvieron que
afrontar una pérdida de lugares de referencia, ya que además de los
puertos, la zona baja de Encarnación dejó de existir y, con ella, sus
plazas, sus negocios, es decir, el espacio de vida de algunas
paseras fue desarticulado. Lina dice: “Ahora en la zona de
Encarnación en la zona baja no hay nada para hacer, es un
desastre” (Lina, 19/07/10).

Otras paseras siguen trabajando en su puesto de verduras en


Posadas pero han sufrido las relocalizaciones de la EBY en
Encarnación: Laureana (15/08/10) “pasa” de a poco sus
mercaderías y aún sobrevive, pero la han re-localizado por las obras
de la zona baja y no le han asignado una casa para ella y sus doce
hijos, por lo que vive con la familia de su hermana en condiciones de
hacinamiento. Un problema similar sufre Melisa (21/07/10), que
tenía un puesto como “mesitera” en la zona baja. Como no fue
censada en el año 2007 porque, por problemas de salud, estaba en
su casa, no le adjudicaron un espacio en la nueva zona comercial.
Se quedó sin su espacio y debe “trabajar” como pasera, esto es,
cruzar el puente, para sobrevivir. Ella explica: “Yo si consigo que me
den mi puesto…dejo este trabajo (de pasera). Porque este trabajo
no es bueno, vos viniendo en el colectivo sabés el riesgo de lo que
estás haciendo, a veces llegan a quitarte toda la mercadería. (…)
Cada día para comer, hacer ese riesgo…si si si. Hay mucha gente
que trabaja siempre de esto, yo porque no conseguí mi puesto de
trabajo (de mesitera). No puedo quedarme a esperar, y no quiero
trabajar otra vez de empleada doméstica, ya no quiero” (Melisa,
21/07/10).

Las paseras entrevistadas dicen comprender para qué sirven las


grandes obras, pero comparten la idea de que tanto las obras de
caminos, los nuevos barrios así como el Mercosur fueron realizados
solamente para beneficiar a las clases altas. “-Yo no sé lo que es el
Mercosur. No lo entiendo. El Mercosur es para los que tienen plata,
para nosotros no hay Mercosur. Nosotros que trabajamos así,
hormiguitas, no podemos pasar. El Mercosur es para los grandes y
eso es lo que a nosotros nos hace problemas” (Anónima N° 9,
12/08/10). El desarrollo económico de las ciudades, la creación de
nuevos barrios y áreas comerciales, la creación de oportunidades
comerciales dentro del ámbito del Mercosur es, para ellas, una
ficción. “-Eso (la integración) nunca existió, es un chiste” (Anónima
N° 2, 04/05/09). Ellas sienten que han quedado fuera, que no
pertenecen al proceso de integración y que, peor aún, solo fueron
perjudicadas por el mismo. “-Las cosas están peor que antes, digo
yo. Eso (por las obras, el puente, el Mercosur) fundió nuestro país…
a los pobres los fundió. Y nosotros somos pobres. Fundió a
nosotros” (Laureana, 15/08/10).

La sensación que prima entre las paseras frente a su cotidianeidad


en la frontera es la del “recorte”, que les han quitado sus recursos:
pueden continuar haciendo su trabajo, pero ya no por la zona baja
de Encarnación, ya no por la lancha, ya no sin estrictos controles del
puente, ya no por la costanera hasta llegar al Mercado Modelo, ya
no sin malos tratos. El territorio de su circulación laboral ha sido
recortado, “limpiando” espacios de la ciudad de la presencia de las
paseras. Estos cambios son vivenciados con un gran sentimiento de
“ajenidad”, angustia y desconcierto. Algunas paseras, sin saber leer
ni escribir, declaran que les resulta muy difícil ir a preguntar a la
sede de la Empresa Binacional Yacyretá por la situación de su
expediente, por lo cual dicen desconocer si habrá y cuándo un
nuevo servicio de lanchas, si les darán las casas prometidas, si
podrán acabar con el hacinamiento y la precariedad. Aparece una
situación de expulsión soslayada, un repertorio de espacios
negados que podrían conformar un territorio prohibido.

Finalmente, pese a la huella que dejan los controles en la


subjetividad de la pasera, no deberíamos victimizar de las paseras
como sujeto social. En este sentido, es remarcable la capacidad de
las paseras para salir de “invisibilidad” cuando deciden cortar el
puente internacional reclamando mejores tratos o posibilidad de
trabajar y de resistir. Porque, pese a todo, las paseras siguen
pasando, siguen trabajando y resistiendo los malos tratos y los
estrictos controles. Tienen sus motivos para seguir adelante:
muchas, como María, valoran aportar para la manutención de sus
familias: “-Llevamos a casa para el puchero. Siempre salvamos
alguito para la casa, para tener nuestra platita”, (María, 27/04/09).
Otras explican que desean trabajar porque la ganancia es buena,
porque les gusta el trabajo de venta porque “nadie te manda” (Mini,
26/07/10) o, como nos cuenta Lina, porque tiene una cultura de
trabajo: “-Me gusta trabajar. Si yo no vengo en Posadas me quedo
en casa, limpiamos mi huerta…” (Lina, 19/07/10). Tamara valora el
ambiente laboral cuando dice: “-Me gusta trabajar, venimos acá y
charlamos con las compañeras, con las otras compañeras, con los
clientes…todo ese clima, ese ambiente que hay…que viene a ser
como de amistad ya, por todos los años…ya no es un trabajo…pero
tiene también su sacrificio, verdad? hay días y hay días…” (Tamara,
06/08/10). Finalmente, Florencia siente que no tiene otra alternativa:

-“Acá lo que más me gusta de mi trabajo es la venta, porque yo no tengo cultura, yo no


tengo cultura para trabajar en otra cosa…”

-“¿qué quiere decir con cultura?”


-“Que no tengo estudios. Me gusta el trabajo este porque yo tengo amigos de años
acá, muchísimos, donde preguntes todos me conocen. Y ninguno te va a decir: esa
señora me roba, ni que me vende cosas feas ni nada (…) Este es mi trabajo y si no lo
hago me voy a enfermar, yo digo. Porque me gusta y la costumbre, hace muchos años
que hago esto, conozco gente, todos me conocen…” (Florencia, 10/08/10).

Ellas, pese a todo, siguen siendo las hormiguitas…

Para concluir, nos gustaría retomar las ideas centrales del capítulo.
En primer lugar comprobamos que en la práctica comercial de la
pasera entre Posadas y Encarnación existen diferentes roles que
implican una heterogeneidad de labores en su trabajo cotidiano
(característico en los sujetos sociales postmodernos). Pese a tener
distintas modalidades, el trabajo de la pasera conlleva un uso,
apropiación y generación de lugares de circulación, de venta, de
compra, de descanso, de espera, de encuentros. Estos lugares van
moldeando la creación de un espacio transfronterizo en los
intersticios que quedan entre la prohibición y el permiso. También
observamos que las prácticas y los lugares se alimentan del “saber
circular”, un saber que es aprendido en la práctica misma y ha sido
enseñado por generaciones.

La representación sobre la frontera de las paseras paraguayas


responde a su “espacio vivido”, la frontera, que es su espacio de
trabajo y en donde pasan su tiempo social. La frontera le ofrece las
oportunidades de subsistencia. El espacio construido y representado
por la dinámica de las paseras paraguayas también está compuesto
por sus estrategias de trabajo cotidianas: sus saberes, el manejo de
información sobre la “temperatura del puente o del puerto”, sus
técnicas de cruce de los bultos, que funcionan como un contrapeso
a este desequilibrio relacional con las normativas vigentes en
Posadas y con el control del estado argentino. Porque la frontera es
también, para ellas, el espacio de los malos tratos y de las
injusticias.

En este sentido, la frontera internacional es un territorio donde el


mapa de poder (Butler et al., 1992) es especialmente complejo,
dado que se trata de un doble espacio en sí misma: límite y unión,
transición y freno, todo se puede detener en las fronteras, en ese
cambio de soberanía y sistema de poder. Y el atractivo de este tipo
de límites reside en “la posibilidad de cambiar de soberanía, según
las actividades” (Claval, 1982:210). El hecho de poder sacar el
mejor partido de cada espacio y de mantener relaciones ambiguas
con los poderes estatales son entonces rasgos característicos del
sujeto transfronterizo “pasera”.

La pasera se auto-identifica por lo que hace en la frontera, es decir,


por su experiencia laboral, vivida de manera colectiva y familiar, ella
“es” en tanto pueda cruzar la frontera y entonces debe “ser” a pesar
de los impedimentos: los controles, los malos tratos, las normas
restrictivas y los cambios territoriales. Frente a los impedimentos, las
paseras deben “aguantar” y “callar”. Por eso sostenemos que la
auto-identificación de las paseras paraguayas tiene como
característica principal la resiliencia (como la capacidad de soportar
situación límites y sobreponerse). Esta resiliencia no es una
estrategia sino una condición que se observa en el binomio
resistencia y aguante pero también en las estrategias subjetivas de
manipulación de características identitarias (la dualidad, la
flexibilidad identitaria en el “sentirse” argentinas, por ejemplo) o en el
recurso constante al “rebusque” frente a los cambios y los
obstáculos en el cruce. Es una auto-identificación fronteriza porque
encuentra un cierto “límite” para insertarse enteramente dentro de
una identidad abarcadora (que podría ser la identidad nacional) pero
que, a la vez, utiliza ese “límite” como eje habilitador de
particularidades específicas, es decir, permitiendo una manipulación
más concreta de los atributos constitutivos que hacen a la
diferenciación con el otro en la frontera. ¿Quién es el “otro”, en este
caso? El argentino, el funcionario del control fronterizo o el
comerciante posadeño que, desde un lugar relegado, presiona para
limitar el acceso de las paseras a la ciudad de Posadas. En el
próximo capítulo serán los propios comerciantes, agrupados en la
CCIP, quiénes establecerán una identificación del “nosotros” y de los
“otros” en la misma frontera.

NOTAS:

12. Parte de esta sección fue publicada, con modificaciones, en


Linares, M. Dolores, 2015.

13. Ver: Gregorio Gil (1997), Martín Díaz (2008) y Camacho Z.


(2010).

14. Una síntesis de los aportes teóricos de estos autores se


encuentra en Linares (2010).
CAPÍTULO 6. Vivir en la frontera:
Representaciones sociales de los
comerciantes posadeños
“…en este Estado, que define tanto una dimensión jurídica como una disposición de la
vida, hay una tensión producida entre modos de ser o estados de ánimo,
constelaciones de conciencia temporarias o provisorias de distinta clase, y complejos
jurídicos y militares que gobiernan cómo y dónde podemos movernos, asociarnos,
trabajar y hablar. Si el Estado es lo que vincula, también es claramente lo que puede
desvincular” (Butler y Gayatri Chakravorty, 2009: 45).

6.1. Introducción
El puente internacional fue objeto de bloqueo en los años noventa
no sólo por las paseras paraguayas sino también por ciudadanos
argentinos que también fueron afectados por los cambios en los
contextos geográficos y políticos del paso Posadas-Encarnación.
Este capítulo trata sobre la construcción de las representaciones
sociales sobre la frontera y la identidad/alteridad fronteriza del otro
sujeto social del comercio fronterizo que ha organizado y realizado
dos cortes en el puente San Roque González de Santa Cruz: los
comerciantes posadeños agrupados en la Cámara de Comercio e
Industria de Posadas (CCIP). Nuestro objetivo en esta oportunidad
es identificar, describir y explicar las representaciones sociales
sobre la identidad/alteridad y sobre la frontera de los comerciantes
posadeños agrupados en la CCIP que participaron de la “lucha” de
la década del noventa. Este capítulo se divide en cuatro apartados.
El primero trata sobre la situación de los comerciantes de la CCIP
previa a la década del noventa y cómo éstos comenzaron a percibir
el inicio de las tensiones: los comerciantes de Posadas tenían, antes
de la inauguración del puente internacional y de la creación del
Mercosur, una situación económica y social privilegiada, lo cual los
hacía pertenecer a una clase media-alta o alta posadeña. A partir de
1990 varios factores coadyuvaron a que esta situación cambiara en
detrimento del sector comercial de Posadas. En el segundo
apartado se describen los momentos de lucha –según el término
utilizado por los mismos protagonistas– o protesta y movilización de
los comerciantes posadeños agrupados en la Cámara de Comercio
e Industria de Posadas en la década del 90 y se analizan en función
de las discusiones actuales sobre las protestas y los movimientos
sociales en Argentina, sobre todo poniendo el acento en el piquete
como forma de protesta social. En el tercer apartado se analiza la
construcción identitaria (que marca, asimismo, una noción de
alteridad) que aparece en la auto-identificación de los comerciantes.
Finalmente, el cuatro apartado explica las representaciones sociales
sobre la frontera profundizando el análisis sobre cómo se insertan
estas representaciones en la dimensión simbólica de la frontera. En
los últimos párrafos se remarcarán las conclusiones principales del
capítulo.

Como estrategia metodológica, se ha elegido el camino cualitativo y


la técnica de relevamiento de datos ha sido la realización de
entrevistas en profundidad a los protagonistas de los cortes de
puente en 1995 y 1997. El procedimiento constó de dos momentos
de las entrevistas, las primeras realizadas en el año 2009 y luego re-
trabajadas con los mismos entrevistados en el año 2010 en busca
de la confirmabilidad y validación de nuestras explicaciones.
6.2. El modelo neoliberal y los
comerciantes frente al puente[15]
La situación económica de los comerciantes de la ciudad de
Posadas agrupados en la CCIP antes de la inauguración del puente
internacional San Roque González de Santa Cruz, del Plan de
Convertibilidad y del inicio del Mercosur era privilegiada.
Pertenecían a la clase media-alta o alta y disfrutaban de un status
reconocido por otros, como lo define nuestro entrevistado P. S.,
dueño de un comercio y vicepresidente de la CCIP en varias
oportunidades:

(…) nosotros íbamos a Buenos Aires y nos decían: -mirá, vienen los ricos. Todos
éramos ricos, teníamos departamentos en Buenos Aires, coches, Punta del Este. Ese
era un determinante de que todos los comerciantes misioneros…eran muy pocos los
comerciantes que no anduvieran bien (P. S., abril de 2009).

El sector del comercio posadeño vendía, antes de 1990, a Paraguay


y a Brasil beneficiándose por la diferencia cambiaria: incluso los
períodos de inflación e hiperinflación, que se traducían en una crisis
económica para todo el país, significaban mayores y mejores
oportunidades de venta para ellos. Por otra parte, salvo el comercio
cotidiano de las paseras (que aún en la década del ochenta eran en
su mayoría “verduleras”), Posadas no era tan permeable a los
productos y servicios encarnaceños antes de la construcción del
puente internacional. Realizar las compras en la otra orilla no era
cómodo para nadie, no valía la pena ni para los posadeños ni para
los encarnaceños, excepto para aquéllos que comerciaban con el
Mercado Modelo La Placita. Claro que los clientes del Mercado
Modelo no eran los mismos que les compraban a los comerciantes
posadeños sino que eran personas con recursos bajos que
buscaban artículos económicos sin importar su garantía de calidad
y, por eso, el comercio posadeño, asociado a la CCIP, no tenía
competencia porque su clientela seguía prefiriéndolos. En 1990 la
inauguración del puente comienza a cambiar el estado de esa
situación.

La facilidad del cruce terrestre a partir del puente internacional


transformó, de un día a otro, la realidad del comercio posadeño.
Como lo establece T. A., dueño de una fábrica y varias veces
presidente de la CCIP:

allí (con el puente) se origina el conflicto y se agudiza cada vez más. Con el puente…
se llega a la hecatombe, vos agarrás el auto, comprar en frente lo que te da la gana y
volvés, es más cómodo. Uno iba en el auto, ya era un estrato social más alto, clase
media y alta la que empezó a ir a comprar lo que se te ocurra (T. A., Mayo de 2009).

El puente empezó a atraer a sus clientes: las clases medias y altas


de Posadas cruzaban en automóvil a conocer y, de paso, a comprar
algunas cosas. Al año siguiente de la inauguración del puente, el
gobierno del presidente Carlos Menem lanza el Plan de
Convertibilidad, que anclaba el precio del peso con respecto al dólar,
con lo cual la diferencia cambiaria con Paraguay comenzó a
significar grandes pérdidas para el comercio posadeño. Como
explicaba T. A., ya no eran personas de bajos recursos quiénes
cruzaban a Encarnación sino la población posadeña de clase media
y alta que, en auto y con toda comodidad, realizaba masivamente
sus compras de alimentos, blanquería, cambiaba las ruedas de sus
automóviles y llenaba el tanque de nafta, además de ir a la
peluquería o a la manicura.
El dólar estaba tan bajo que la afluencia de gente que compraba en
Paraguay era impresionante, la cola que se formaba en el puente
demoraba horas, porque la Aduana sólo abría y cerraba el baúl de
los autos, pero eran miles de autos. La inflación en pesos, las cosas
eran muy caras, eran momentos espantosos (…) la industria se fue
en picada (T. A., mayo de 2009).

Además de este consumo fronterizo cotidiano (los posadeños que


gastaban sus sueldos en Encarnación), comenzaron a llegar a
Posadas infinidad de productos importados (de China,
especialmente) a través de los actores del comercio fronterizo, como
las paseras, los paseros, los paquitos, taxistas, etcétera. Como
expresa B. T., varias veces secretario y presidente de la CCIP: “Todo
eso se multiplicó. Los pequeños contrabandistas, o el contrabando
hormiga, lo que antes le llamaban las villenas (…) Yo no sé por qué
le dicen contrabando hormiga, por la forma únicamente, porque los
volúmenes de cosas que se cruzan son enormes” (B. T., mayo de
2009). B. J., también presidente de la CCIP en varias oportunidades,
lo simplifica de esta manera:

El uno a uno fue arrasador! Por eso mismo nuestra lucha fue, en
esa época, la más destacada de la Cámara de Comercio. ¿Por qué?
Porque nosotros estábamos en una crisis terminal, el comercio
estaba realmente muy mal (…) cruzaban 300.000 personas por mes
(a realizar compras a Encarnación). ¡Era, en ese momento, la
población entera de Posadas que cruzaba cada mes. Entonces…
sumado a todo lo que se contrabandeaba! (B. J., julio de 2010).
Otro de los cambios que perjudicaron la realidad del sector
comercial e industrial de Posadas fue el inicio del Mercosur, sobre
todo aquello que tiene que ver con los cambios en el control
fronterizo, como ya describimos. La flexibilidad en los controles, la
falta de personal y las políticas laxas de integración fronteriza en los
inicios de la década del noventa alertaron a los comerciantes sobre
las consecuencias negativas del Mercosur. Antes de la firma del
Tratado de Asunción 1n 1991, la CCIP y algunos comerciantes
individualmente se pusieron en contacto con grupos de
comerciantes y empresarios encarnaceños para realizar negocios
de manera conjunta, pero las tratativas no prosperaron. Según los
comerciantes de la CCIP, los encarnaceños estaban interesados
solamente en garantizar la flexibilidad de los controles fronterizos.
“Imposible. Imposible, estuvimos tres años reunidos acá y allá y
nosotros intentábamos la manera de hacer negocios con ellos y
ellos lo único que querían era que se flexibilicen los controles en el
puente” (T. A., mayo de 2009).

Estas iniciativas no prosperaron, el Mercosur no significó las


mejoras que esperaban los comerciantes y las políticas cambiarias,
tributarias y fronterizas argentinas terminaron con muchos de los
comercios de la ciudad. El problema estaba tomando ribetes de
tensión, sobre todo cuando iba pasando el tiempo y se realizaban
los cortes de los actores del comercio fronterizo paraguayos. Ya no
se trataba simplemente una asimetría comercial o una situación de
competencia desleal, el problema de los comerciantes se iba
reproduciendo en los medios de comunicación (Grimson, 2002) y las
tensiones iban en aumento en otros ámbitos sociales. Se difundía la
idea que, como expresa T. A.: “el tema de Encarnación siempre fue
un problema, pero el problema es mucho más profundo que “una
relación” Posadas-Encarnación” (T. A., mayo de 2009).

Sumado a las cuestiones meramente económicas, los comerciantes


plantean otras cuestiones de índole social: “hasta se atienden en
nuestros hospitales a la gente de allá (de Encarnación). A mí no me
gusta hacer discriminación; es más, tengo un espíritu anti
[antidiscriminación]… hay que integrarse y demás, pero que cada
Estado se haga cargo, no es cierto?” (B. T., abril de 2009). Estas
cuestiones, que poco tienen que ver con la competencia desleal,
eran tratadas regularmente en los medios de Posadas como
problemas “que trajo el puente”, cuyo “caballo de batalla” fue,
justamente, la atención de paraguayos en el hospital público
posadeño[16]. Pero además de ubicar estos temas en la agenda a
través de artículos, editoriales y columnas de opinión, los diarios El
Territorio y Primera Edición mencionaban estos temas en la sección
“Humor” por medio de viñetas que satirizaban acerca de la
presencia de paraguayos en la ciudad de Posadas (Merino, 2006).

Estos tres cambios estructurales (inauguración del puente, Plan de


Convertibilidad y el proceso de integración del Mercosur con la
consecuente modificación de la operatoria de control fronterizo)
desencadenaron en el sector comercial de Posadas una sensación
de desesperación, de angustia y desamparo nunca antes vivida. Lo
que califican como “momentos espantosos”, “hecatombe” o la
“década de sufrimiento” (P. S., abril de 2009) formaba parte de una
política de Estado que originaba grandes diferencias cambiarias y
tributarias entre una orilla y otra y, además, no cortaba el
movimiento de personas cargadas de mercancías desde
Encarnación hacia Posadas. Esto fue sentido por los comerciantes
como el causal de su perjuicio económico, de su ruina, de haber
tenido que despedir empleados, todas cuestiones que marcaron
subjetivamente el carácter de los entrevistados. Para contrarrestar
estos efectos negativos, los comerciantes agrupados en la CCIP
comenzaron a realizar gestiones que tuvieron, a grandes rasgos,
dos objetivos diferentes: el abaratamiento de los costos de la nafta
en Posadas y la modificación de los regímenes aduaneros aplicados
en el control fronterizo.

El primer objetivo fue solicitar la supresión de Impuesto a la


Transferencia de Combustible (ITC) para la ciudad de Posadas –
aunque en un momento lo pidieron para toda la provincia. Esto
abarataría el precio de la nafta en la ciudad y los posadeños no
tendrían necesidad de ir a cargar combustible a Encarnación, donde
estaba casi a la mitad de precio. Este reclamo era estratégico
porque, desde el punto de vista cuantitativo, no había muchos
comerciantes de expendedores de combustibles, pero la caída del
precio beneficiaría a todos los comerciantes, porque los posadeños
que cruzaban a cargar nafta terminaban consumiendo bienes y
servicios varios en Encarnación, consumo que, de no cruzar,
realizarían en Posadas. Finalmente el gobierno nacional suprimió el
ITC para Posadas por medio del Decreto N° 1.562 de 1996. El otro
pilar de los reclamos de los comerciantes tuvo que ver con la
modificación del monto del régimen de Tráfico Vecinal Fronterizo,
que permitía un beneficio de ingresar (entre Posadas y Encarnación
en ambas direcciones), una vez al año, bienes de consumo por un
monto de 500 pesos/dólares, con el cual se justificaba el paso de
heladeras, ladrillos, muebles, etcétera. Además, estos permisos se
falsificaban y generaban muchos trastornos en el control fronterizo.
Finalmente, se bajó el monto de este beneficio a 150 pesos/dólar.

Cabe destacar que los reclamos se realizaban ante los políticos


locales, provinciales y hasta nacionales como los funcionarios de
control fronterizo, sobre todo los de Aduana y Gendarmería
Nacional. Pero, en casi todas las instancias, la respuesta obtenida
era la imposibilidad de cambio estructural: tanto Aduana como
Gendarmería son organismos que se encargan de garantizar el
cumplimiento de leyes, no de legislar. A lo sumo, en ocasiones
especiales, pueden realizar recomendaciones. Claramente, por
estas razones, la mayoría de los reclamos debían llegarle al
gobierno central, al Poder Ejecutivo y Legislativo, habilitados para
tener injerencia sobre el cuerpo legal nacional. Para llegar al Poder
Ejecutivo, los comerciantes entablaron acciones de protesta y
planes de lucha.

6.3. La lucha en defensa de la legalidad:


piquetes empresariales
La lucha que los comerciantes posadeños entablaron en la década
del noventa terminó con la organización de dos cortes en el puente
internacional como su momento “más combativo”, siendo el primero
y más importante en el año 1995 y el segundo en 1997. Este
momento significó, en primer lugar, un punto de inflexión en las
formas tradicionales de negociación de la CCIP y, en segundo lugar,
una contradicción producida entre la manera de protesta social
elegida y el reclamo por la “defensa de la legalidad”. Aunque el corte
de ruta del puente internacional en 1995 no era catalogado en ese
momento por la prensa como piquete (lo sería recién a partir de
1997), en el discurso de los comerciantes es recordado como un
piquete empresarial, como un “cortón” de ruta. De hecho, la
metodología del corte tuvo todos los “requisitos” de un piquete: los
comerciantes cortaron el puente utilizando camiones, cadenas y
hasta quemaron gomas de automóviles. A la luz de los hechos, del
discurso de los entrevistados y de los autores que analizan al
piquete como forma de acción colectiva (Auyero, 2002; Giarraca,
2002; Bonifacio., Mases, E. y Taranda, D., 2003; Farinetti, 2003;
Svampa y Pereyra, 2004; Iglesias, 2007; Scribano, 2009, entre
otros), se nos presentan las siguientes preguntas: en general
¿cuáles son las características de un piquete? Y en particular: ¿En
qué circunstancias la clase media/alta de una ciudad intermedia
utiliza el piquete como forma de protesta?

La experiencia de lucha de los años noventa de la Cámara de


Comercio e Industria de Posadas contó con un abanico de distintas
maneras de reclamar por sus derechos, que nos hablan de diversas
formas de relación entre la institución y las autoridades locales,
provinciales y nacionales, a quiénes iban dirigidas sus demandas.
Teniendo en cuenta que no sólo la CCIP en forma colectiva sino que
algunos de los comerciantes en forma individual tenían contactos
con políticos locales y provinciales, el acceso a los espacios de
decisión política era una opción factible para hacer escuchar sus
reclamos. Por esta razón, fue la práctica de la negociación la más
utilizada en los primeros años del conflicto: los comerciantes se
reunían con diputados, con el Intendente de Posadas y con
ministros provinciales para hacer llegar sus demandas a los
diferentes poderes ejecutivos.

Los comerciantes entrevistados coinciden en que la “combatividad”


fue en aumento en la medida en que sus reclamos eran
desatendidos sistemáticamente por las autoridades. Después de un
momento de negociación se lograba algún cambio pero no de
manera sustancial, ya que en general consistía en el endurecimiento
de los controles fronterizos que se mantenía sólo por un período de
tiempo determinado: cuando la tensión cedía, todo volvía atrás. Los
comerciantes comenzaron a pensar nuevas formas de acción para
lograr defender los intereses de su sector: la presión directa. Según
las entrevistas, la presión, combinada con la negociación, contó con
numerosas aristas de acción: “(hicimos) idas a Buenos Aires,
venidas, reuniones con ministros, hasta presiones al presidente
Menem que estuvo acá” (T. A., mayo de 2009). Como parte de una
“campaña sumamente agresiva” (T. A., mayo del 2009) los
comerciantes llevaban sus reclamos a los medios de comunicación,
realizaban foros internacionales contra el contrabando, tomaban
medidas de “compre misionero” y gestionaban reuniones con
políticos, al punto de ejercer presión sobre el gobernador:

al Gobernador Puerta, que estaba en contra nuestro, lo acompañamos al avión (hacia


Capital Federal, para negociar con el Ministro Cavallo), le hicimos una guardia desde
el centro hasta el aeroparque, le pusimos un camión al lado del otro hasta que se
subiera al avión. Era para que no se haga el piola, suavemente íbamos a apretarlo (P.
S., julio de 2010).

De la presión se llegó al corte del puente internacional (Figura 15)


sin que la opción de protesta decidida se transformara en un quiebre
para la CCIP. Llegar a la toma de esa decisión no fue sencillo
porque se trataba de una medida sumamente criticada cuando era
realizada por los paraguayos en tanto actores del comercio
fronterizo. Pero el corte del puente fue una decisión tomada como
un “último recurso” dentro de su variado plan de acción, aunque muy
consensuada, debatida y votada democráticamente dentro de la
CCIP. Uno de los entrevistados lo manifiesta de esta manera: “era el
último recurso [el corte], porque nos hicieron llegar al límite, porque
reclamamos hasta el cansancio por todo, a la aduana, a
gendarmería, al gobierno provincial…las discusiones que hemos
tenido!” (B. J., julio de 2010). El relato sobre las decisiones internas
de la Cámara en ese momento es puntualizado por otro de los
entrevistados:

(…) se preparó una movilización muy importante, la Cámara hacía convocatorias con
apertura al resto del comercio. Cada reunión parecía una asamblea y así,
democráticamente, se iban informando sobre gestiones que se iban haciendo y se iban
pidiendo propuestas. Y de esa asamblea previa surgió de hacer un corte del puente
como una forma de llamar la atención en el espacio internacional. Y como no nos
escuchaban nos íbamos a hacer escuchar. Y se decidió hacer un acto, pero
justamente en la entrada del puente, de manera que el acto de hecho produjera el
corte (B. T., abril del 2009).

Figura 15: Dispositivo general del primer corte del puente


internacional de los comerciantes, 1995.
Fuente: Fotografía del archivo personal, gentileza de P.S., otorgada
en el año 2010.

Los comerciantes de Posadas no eran trabajadores fronterizos, no


llegaron a la decisión del corte del puente por trabajar en él sino
porque consideraban que era la única manera de protesta que
llamaría la atención de las autoridades, no sólo locales y
provinciales sino también nacionales. Los comerciantes, que
estaban siendo afectados por las políticas económicas nacionales,
comprobaron que sus tradicionales modos de presión política no
estaban funcionando, no “los escuchaban”, no los tenían en cuenta.
Realizaron, en el marco de esta lucha, convenciones y reuniones
con políticos, con funcionarios de la Aduana y de Gendarmería. Se
reunieron incluso con los intendentes de Posadas (Eduardo
Fragueiro 1991-1994, Antonio Barón Viana 1994-1995, Carlos
Eduardo Rovira 1995-1999), pero necesitaban llegar al gobierno
nacional. Necesitaban accionar sobre el “espacio internacional”. El
corte del puente internacional logró llamar la atención de todos. En
el primer corte del puente en 1995, elaboraron una pancarta contra
el Ministro del Interior (Carlos Corach 1995-1999) que decía:
“Corach: ciudadano ilustre paraguayo. PERSONA NO GRATA en
POSADAS” (Fuente: Fotografía del archivo personal, gentileza de P.
S., otorgada en el año 2010.

6.3.1. El corte en defensa de la legalidad

La CCIP reclamaba a las autoridades que actuara para terminar con


las asimetrías comerciales y con la competencia desleal. Como
intentó explicar T. A.:

(…) el IVA en Paraguay es del 10 %, el impuesto a las ganancias en el Paraguay es


del 10%, los aportes jubilatorios, leyes sociales, ART, prácticamente no existen, porque
es tan grande la oferta laboral que hay que el pobre tipo que consigue un trabajo no
puede decir ni “mu” para que no lo echen, entonces, si le pagan en negro a él no le
importa, él agradece al cielo porque tiene ese trabajo. Frente a eso nosotros
competimos” (T. A., abril de 2009).

El problema de la competencia desleal provenía, entonces, de la


diferencia tributaria y fiscal entre Paraguay y Argentina que, en
Posadas, se transformó en un problema “local” por la llegada de los
productos paraguayos y de otros países. La solución, para los
comerciantes, era “defender la legalidad”. No debemos olvidar que,
ya a principios de la década del noventa la permeabilidad fronteriza
iba en aumento y se fundamentaba en el proceso de integración del
Mercosur. Uno de los comerciantes entrevistados analiza la
situación en virtud de este proceso: “acá hay dos problemas
fundamentales (…) primero, las asimetrías fiscales y, luego, cuando
se agudiza el retraso cambiario en la Argentina como consecuencia
del 1 a 1 y la convertibilidad, se suma al problema de asimetría fiscal
el problema cambiario” (B. T., Mayo de 2009).

Por estas razones, los reclamos que llevaron los comerciantes al


corte del puente internacional apuntaban a la fiscalización, a los
controles y al recorte en algunos impuestos estratégicos, como el
ITC de las naftas. El “slogan” era concreto: “defendamos la
legalidad” significaba, entre otras cosas, que se debían controlar los
impuestos de las mercaderías que cruzaban el puente con mayores
y mejores controles fronterizos. Esto es: control e igualdad
impositiva. Pero también significaba que los posadeños que
compraban en Encarnación o los trabajadores de la frontera
realizaban actividades ilegales y que ellos, los comerciantes,
realizaban actividades legales que eran, justamente, las que había
que defender. Por esta razón, la protesta de los comerciantes no
contaba con la simpatía de algunos sectores de la población
posadeña que decidían “estirar el sueldo” realizando sus compras
en Encarnación.

La mayoría de los entrevistados remarcaron la masividad de la


participación en el corte del puente, con una clara voluntad de
demostrar la legitimidad de sus demandas. La razón final es que,
como establece R. H., la sociedad posadeña no estaba
completamente a favor de los comerciantes de la Cámara: “Y… los
comentarios siempre eran encontrados, o sea en la gente, en el café
o en la plaza o lo que sea. Algunos decían que estaba bien y otros
que estaba mal, que los comerciantes siempre piensan en ellos
mismos” (R. H., agosto de 2010). Es por esta misma causa que las
autoridades provinciales no acompañaban eficientemente los
reclamos de la CCIP, dado que la reforma monetaria realizada (la
convertibilidad peso-dólar) les convenía a amplios sectores de la
población. La Ley de Convertibilidad beneficiaba, en el corto plazo, a
aquéllos que podían acceder a bienes y servicios otrora prohibitivos,
créditos y viajes. La CCIP no podía reclamar contra ese plan que
aseguraba al gobierno del Presidente Carlos Menem el apoyo en las
próximas elecciones. Un entrevistado lo ejemplifica de esta manera:

Porque que quede claro: este tema del 1 a 1, de la convertibilidad, daba muchos votos.
Entonces la Cámara iba en contra de los votos, quería industria, quería desarrollo (…)
Y la gente común disfrutaba del 1 al 1. La gente accedió a un bienestar que no les
correspondía, no por su situación como seres humanos, sino por su situación
económica (P. S., abril de 2009).

Pero además de la política económica, los reclamos en cuanto a la


aduana y al tráfico vecinal fronterizo iba en contra de los tratados
firmados por los Estados en el contexto del proceso de integración
del Mercosur, como expresa L. F.: “la modificación del régimen (del
Tráfico Vecinal Fronterizo) siempre fue muy rechazada por las
autoridades, diciendo que eran acuerdos internacionales, con una
historia del intercambio, del Mercosur” (L. F., agosto de 2010).

Con la mayor parte del gobierno provincial en contra, con parte de


las sociedades encarnaceñas y posadeñas en contra y con un
pronóstico de lucha de fuerzas desigual, los comerciantes
decidieron realizar el primer corte del puente internacional en 1995 y
lograron, finalmente, la disminución del ITC. Esta disminución ubicó
el precio de las naftas en Posadas en un nivel similar al
encarnaceño, por lo cual no ameritaba realizar el cruce para “llenar
el tranque”. Y con este cese de cruce, cesaron también las compras
en el país vecino en un 30%. Este logro no significó grandes réditos
económicos para los comerciantes (salvo para los expendedores de
combustibles, claro está) pero significó una victoria sin precedentes
para la CCIP, sobre todo por el tipo de lucha y las modalidades de
protesta utilizadas en la misma.

6.3.2. Los piqueteros son los otros

En lo que respecta a la metodología del “corte de ruta”, “bloqueo del


puente internacional” o “piquete”, los entrevistados establecen una
clara diferencia entre las formas de protesta que utilizaron ellos y las
utilizadas por las paseras y taxistas paraguayos. P. S. dice que

el hecho llamado corte fue lo mismo: se cortó la circulación. Pero en el hecho fáctico,
el hecho real, el hecho concreto, ellos (paseras y taxistas) hacían cortecitos y nosotros
hicimos un “cortón”, que llamó al Ministro de Interior, Corach, vino el gobernador, vino
el juez, no le dimos bola al juez, se armó un despelote, hubo piñas con los policías…o
sea: estuvo bravo (P. S., julio 2010).

La duración del corte de los comerciantes –unas tres horas– fue


similar a la de los cortes de paseras y taxistas paraguayos aunque
es cierto que la “puesta en escena fue diferente”. Los comerciantes
armaron un improvisado “palco” (observable en Figura 16) con
camiones desde el cual se hicieron un par de discursos con
micrófonos y parlantes. También se cortó el puente con camiones
comerciales, que en el caso de las paseras era impensable. Pero
por otro lado, existe una diferencia más: la de clase social, que fue
remarcada en otra entrevista:

Ellos (paseras y taxistas paraguayos) son como los piqueteros. Ellos cortan y no pasa
nada, ahora cuando cortamos nosotros hubo de todo. Nosotros éramos conscientes
que iba a ser algo muy importante, tan es así que cuando las columnas se acercaban
para la movilización, intentaron frenarnos con la policía…no se reprimió, pero tuvimos
que hablarles y explicarles que nosotros íbamos a seguir, y se ve que la policía tenía
instrucciones…era el sector empresario, no íbamos a hacer ningún desmán, pero
estábamos firmes e íbamos a lograr nuestro objetivo (B. T., abril del 2009).

No hay dudas entonces que, pese a las diferencias de modalidad, la


metodología de protesta social era la misma, pero en el caso de los
comerciantes, ya sea por su actividad asociativa anterior, por su
forma de llegada y negociación con el gobierno o simplemente por
su pertenencia de clase, esta metodología no estuvo asociada al
“piquete” en su discurso. En el primer corte internacional de los
comerciantes posadeños se vivieron momentos de tensión por la
represión policial sufrida por algunos de los manifestantes (Figura
16).

Figura 16: Represión policial frente al palco en el corte del puente


internacional, 1995.
Fuente: Fotografía del archivo personal, gentileza de S.P., otorgada
en el año 2010.

Debemos remarcar que esta lucha significó, para los comerciantes


entrevistados, un momento muy importante de sus vidas laborales y
también personales, emocionales. Aún después de tanto tiempo –
las entrevistas fueron realizadas 13 años después de las
movilizaciones– P. S. intenta revivirlas:

La distancia en el tiempo te hace achicar las experiencias, pero se vivían diariamente


de todo, luchas, y el corte del puente fue el detonante (…) hicimos una camaradería
con los dirigentes, increíble, conocí gente fantástica, valiosa (…). La lucha para mí fue
muy, muy positiva…¡fueron años, no sé, muchos años! (P. S., julio del 2010).

B. J. siente que, a pesar de no haber logrado demasiados beneficios


para la actividad comercial posadeña, él hizo su parte:
Yo traté de hacer algo, conseguimos muy poco pero hice todo lo que pude, por lo
menos participé de eso. En uno de los cortes nos encadenamos. En otro me acuerdo
que nos peleamos con la policía. Mi hijo también estuvo porque le pinchamos gomas a
la policía, porque fueron con los caballos a pasarnos por encima, ya pasamos más a
los hechos (B. J., julio del 2010).

El corte y la movilización de esa época es recordada con emoción


por B. T.:

El corte fue una patriada, que uno la recuerda con cierto cariño. No éramos tan
jóvenes, yo ahora tengo 60 años (…) Otras directivas de la cámara fueron más
complacientes o menos contestatarios. Yo tengo el agrado de decir que como grupo
humano fuimos más combativos (…) yo conduje un poco esa primera movilización, yo
tuve un rol protagónico (B. T., abril del 2009).

La lucha fue un momento duro para los comerciantes, en donde


sentían que estaba en juego su supervivencia en el sector o la
supervivencia del sector en general. Pero es también una época que
recuerdan con sentido cariño hacia los compañeros, hacia las
discusiones y hasta las formas extremas de protesta:

-Unos eran más combativos que otros y de allí la gran fantasía de nuestro amigo T. A.,
que él siempre quiso agarrar y venir con un camión y …era un hombre muy combativo
al frente…

D: -¿quería traer un camión y qué?

P: -y tirar ahí piedras y lo hicimos! Y lo hicimos! Tiramos un camión de piedras molidas


ahí en la cabecera del puente! (P. S., Julio 2010).

6.3.3. Visibilizar la clase amenazada: el “piquete”


del sector empresario

El piquete como forma de protesta es un corte de una vía de


circulación (calle, ruta, puente, camino rural, etcétera) con el fin de
manifestar un reclamo hacia una autoridad responsable. Se
caracteriza por el corte de las “vías de la riqueza”, es decir, cortar el
lugar físico por el cual “se van” o “se escurren” las riquezas del
sistema. Pero lo novedoso del piquete no fue el acto en sí sino su
incidencia en la formación de un sujeto social: el “piquetero”. Los
protagonistas de los cortes de ruta de los años 90 eran antiguos
trabajadores que habían quedado desempleados, o comenzaron
siendo una cosa para pasar a ser otra (de trabajadores a
desocupados, de incluidos a excluidos). Lo que resulta llamativo,
como advierten Svampa y Pereyra (2004), es que el nombre
“piqueteros” representó una alternativa para todos aquellos para los
cuales una definición, como la de “desocupados”, les resultaba
intolerable. Lo cierto es que el término “piquetero” fue más allá del
término “desocupado”, ya que se vinculó de manera identitaria con
la práctica misma de la protesta, de la lucha (Iglesias, 2007:187).
Ahora bien, ¿cómo comprender que, en 1995, en Posadas haya
sido la clase media/alta la que realice el corte de un puente
internacional?

El corte de ruta/puente internacional llevado a cabo por los


comerciantes y empresarios posadeños no puede ser analizado
prescindiendo del contexto económico, político y social en el cual se
produce. Existieron en este caso factores económicos estructurales
propios del neo-liberalismo de la década menemista que modificaron
las condiciones de existencia de esta clase social. Estas
condiciones no quieren decir que hayan quedado desocupados,
porque desde la base no partieron de ser los que conocemos como
clase “trabajadora”. Eran empresarios y comerciantes, dueños de
grandes, medianas y pequeñas empresas, no tenían un sueldo sino
que pagaban sueldos a sus trabajadores. Y veían sus negocios y
sus ganancias amenazados, es decir que sus necesidades residían
en preservar los pequeños patrimonios familiares amenazados por
las deudas, como expresa Giarraca (2002:2). Pero, además de la
amenaza de cierre de establecimientos comerciales, dentro de esta
estructura económica-política, el cambio más revelador fue el
corrimiento del rol del Estado (el llamado Estado benefactor) como
mediador de la relación capital-trabajo hacia otro rol, el de partícipe
y protagonista del ímpetu privatizador, el Estado regulador, lo que
significó la desaparición de uno de los interlocutores “clásicos” de
las negociaciones previas de la CCIP.

En este sentido, es menester comprender que este corte de ruta no


fue parte de un estallido social, aunque sus protagonistas recuerden
haberlo vivido como una situación “crítica”. Si bien existía una
percepción de crisis y de gran incertidumbre debemos reconocer
que, por un lado, el corte del puente fue fruto de un proceso de
discusión y decisión (Farinetti, 2002:72) que siguió las reglas
internas de la CCIP (reuniones, asambleas, etcétera). En otro
contexto económico-político, la CCIP hubiese negociado y ejercido
presión por las vías políticas que habían habilitado tiempo atrás, ya
que tenían acceso a los más altos funcionarios de las estructuras de
poder nacionales, provinciales y locales. Pero esta vez, los Estados
nacional o provincial no existían como interlocutores válidos o, si
existían, poco podían y querían hacer para interferir con el modelo
económico con el cual se habían comprometido. Dentro de su
antiguo juego de negociaciones, los comerciantes se habían
quedado “hablando solos”. Pero pronto se darían cuenta que, como
expresa Scribano (2009), el neo-liberalismo es una máquina de
dejar solos a los sujetos, con lo cual era menester volver a “hacerse
visibles” no sólo para la sociedad –esa sociedad responsable de sus
fracasos económicos cuando decidía hacer sus compras en
Encarnación– sino sobre todo para las autoridades locales,
provinciales y nacionales.

El problema de la visibilidad nos ayuda a comprender la forma


misma que adquirió la protesta de los empresarios y comerciantes:
el corte del puente internacional o piquete. Porque, como dice
Auyero (2002: 153), el desempleo (o la amenaza de quiebra en este
caso) o las necesidades económicas no conducen necesariamente
al corte de ruta. La forma de la protesta tiene que ver con la relación
entre los grupos y el Estado, con los recursos y las formas de
organización de los grupos y con las experiencias previas de lucha
en términos de logros y fracasos. Teniendo en cuenta esto,
evidentemente en 1995 los comerciantes no contaban con los
recursos políticos de antaño pero sabían perfectamente que había
una modalidad de protesta social que llamaría intensamente la
atención: el corte del puente internacional. Si bien en las grandes
ciudades aún no se había masificado, el corte de ruta se estaba
transformando en una modalidad de protesta que iba ganando
espacios en las “periferias” del país, “sobre todo en aquellas
regiones donde “el modelo” se sintió con mayor rigurosidad”
(Giarraca, 2002:5). En un capítulo anterior mostramos que para los
diarios posadeños de 1992, el corte del puente internacional era una
forma novedosa –y reprochable, irracional, etcétera– de protesta
cuando era llevada a cabo por los manifestantes paraguayos. Los
comerciantes posadeños se diferenciaron de ellos diciendo que, si
bien el hecho del corte de ruta es el mismo –es decir, la modalidad
de protesta es compartida– los paraguayos son “piqueteros” y ellos
son “el sector empresario”. Ahora bien, cuando –en términos de
Bonifacio; J.L., Mases, E. y Taranda, D., (2003:181– “los efectos del
vendaval neoliberal (…) puso en duda la reproducción social de una
parte de la sociedad” este sector empresario decidió hacer el
“cortón” de ruta/puente internacional. Y lo decidieron para hacerse
visibles, para “hacerse escuchar” se apropiaron de una metodología
que no les era propia pero que ya había probado tener ciertos
atisbos de éxitos en el caso de los paraguayos, se preocuparon en
la masividad del corte, en su difusión en los medios de
comunicación, en llevar a todos los empleados de comercio y en
hacer una campaña “agresiva”. Decidieron hacer un piquete “en el
espacio internacional”, para que todo el país los vea. La necesidad
de visibilidad frente a un nuevo modelo de negociación “en el aire”,
en soledad, era lo prioritario para este grupo.

6.4. Identidad pese a la frontera: ser


comerciante en Posadas
La visibilidad puesta en escena en el corte internacional mostró un
actor social poderoso, con recursos económicos y sociales y con
una voz que deseaba ser escuchada. Diríamos, utilizando la noción
de Bourdieu (1980), un actor con un gran capital social. En el
reclamo de los comerciantes había una verdad que querían
transmitir. Pero, si bien el corte del puente y la lucha de los noventa
definió a los entrevistados como sujetos sociales (en tanto fueron
conscientes de su acción pública y de sus condiciones de
existencia), en la auto-identificación del comerciante agrupado en la
CCIP tiene más relevancia su pertenencia al sector empresario que
a aquello que tenga que ver con la frontera, el puente y el país
vecino, Paraguay. La construcción identitaria en el caso de las
paseras paraguayas, analizado en el capítulo anterior, nos demostró
que, además de su condición de madres y trabajadoras, era el
trabajo “de/en la frontera” lo que tejía las bases de su auto-
identificación. Esto conllevaba, para ellas, moverse, en sentido
identitario, entre dos países y, por lo tanto, resignificar diariamente
su “afiliación” a cada uno de estos países según sus necesidades.
Su identificación, en suma, estaba estrechamente ligada al territorio
fronterizo.

Los comerciantes de Posadas pertenecientes la CCIP, por el


contrario, realizan sus prácticas comerciales sin recurrir a la
frontera. Reivindican que su actividad comercial es enteramente
legal y que nada tiene que ver con la otra orilla del río, como si esa
orilla fuera, per se, “ilegal”. La mayoría de los entrevistados tienen
negocios de compra-venta y sólo dos de ellos tiene una pequeña
industria. Como participantes y artífices del comercio formal del
país, pagan impuestos municipales, provinciales y nacionales y
tienen su circuito de compra-venta dentro de las fronteras
argentinas. Es decir, sus relaciones comerciales están trianguladas
entre el puerto de Buenos Aires mediante los mayoristas porteños y
el consumo posadeño, todo esto atravesado por los costes de
transporte, un problema recurrente en la comunicación de la
Provincia de Misiones con el resto del país.

La desconexión con la otra orilla, con Encarnación y con Paraguay


en general es recurrente en el discurso de los comerciantes
entrevistados. Para ellos, la República del Paraguay y todo lo que
de allí provenga no es confiable. “Realmente Paraguay es una
nación en donde las leyes no están hechas y si están hechas las
pasan por arriba” (R. H., julio de 2010) relataba uno de los
entrevistados, aunque la idea de que en Paraguay no hay ley es
compartida por todos: “Y Paraguay es el centro mundial de la
informalidad. Paraguay siempre fue un antro de contrabandistas,
falsificadores y siguen siéndolo a escala mundial (…) ¿Cómo
competimos nosotros con eso?” (L. F., agosto 2010).

De esta manera, en las entrevistas realizadas aparece, antes que la


auto-identificación, sobre todo la alteridad, eso que ellos no son,
aquello que los diferencia con los “otros”: “todos (los paraguayos)
viven del contrabando. Como venden en negro no pagan impuestos”
(T. A., mayo de 2009). El “otro” aparece en el discurso de los
comerciantes como el ilegal, no solamente cuando trabajan en
Posadas, sino de manera general. Si el “otro” es de esa manera, el
“nosotros” que se construye será respetuoso de la ley, cumplidores,
pagadores de impuestos, confiables: por eso su lema de lucha
durante los 90 fue “defender la legalidad”.

Cada vez que aparece en el discurso de los entrevistados un


“nosotros” remarcable, es decir, un rasgo de auto-identificación, se
enfatiza en dos sentidos: uno laboral (o de clase) y otro de
pertenencia territorial, ya sea nacional o local. Por un lado, en el
relato de su lucha en los años noventa, el “nosotros” que aparece es
el que representa como “el sector empresario”, es decir, los
comerciantes e industriales agrupados en la CCIP. Ese es un
nosotros que se manifiesta victimizado por la competencia desleal,
la situación económica adversa a sus intereses y por las políticas
estatales que no los representan ni tienen en cuenta sus problemas.
El “nosotros” comerciante era, en el relato sobre la situación anterior
a la década del noventa, un sector realmente privilegiado, eran “los
ricos” (P. S., abril de 2009), que deja siempre en claro una
disponibilidad y una utilización de recursos –económicos, sociales,
políticos– que los ubican, en el pasado y en presente, como un actor
de presión en la agenda misionera. Esta situación de “riqueza” es la
que declina con la década del noventa.

La otra forma que adopta el “nosotros” de los comerciantes


entrevistados es la de pertenencia anclada al territorio, ya sea
nacional, provincial o local. Se apela así a una nacionalidad, la
argentina, pero también a una provincia o a una ciudad, en caso que
sea necesario para oponerse a otra conformación identitaria
(nacional versus provincial o provincial versos municipal, por
ejemplo). Como explica Sahlins (1989), la identidad territorial
permite un juego de escalas según las necesidades y los intereses
de los sujetos. Pero también depende de en dónde se ubique el
“otro” al que se deba enfrentar: puede ser “otro” extranjero pero
también puede ser el representante del poder central, que se
encuentra lejos de las preocupaciones locales. En este caso,
cuando los comerciantes hablan de la situación económica de los
años noventa y su vecindad con Paraguay, el nosotros que aparece
es el nacional, el “argentino”: “más allá del intercambio, que quizás
puede ser visto positivamente en la integración de dos países,
nosotros estamos en la frontera con un país de una economía muy
informal como es Paraguay” (B. T., abril de 2009). Es una constante
la reivindicación de su nacionalidad como un rasgo distintivo para
demostrar que, en tanto argentinos, sufren las consecuencias de
vivir en “la frontera”. Pero cuando se refieren al resto del país o,
sobre todo, al gobierno nacional, reivindican su identidad de
misioneros: “Y así con todo, la pintura, las gomas, todo se negocia
en Buenos Aires. La hegemonía de Buenos Aires es espantosa. ¿Y
qué hacemos nosotros?” (T. A., mayo de 2009). Incluso uno de los
entrevistados, misionero por adopción, se explaya sobre su
sentimiento de pertenencia a la Provincia de Misiones:

Yo soy de Capital Federal, pero hace 30 años que estoy acá y no me arrepiento, al
contrario, yo me siento más misionero que porteño, porque aprendí a quererlo y me
siento mejor acá, porque vivo mejor y porque yo creo que esta provincia donde gracias
a Dios se llenó de inmigrantes con vocación de trabajo (…) me pregunto que hubiesen
podido hacer en esta provincia esos inmigrantes laboriosos, los polacos, los alemanes,
con buenos gobiernos, con gobiernos pujantes, con gobiernos que no dependieran del
poder central. ¡Nosotros pagamos la luz más cara del país, el gas más caro del país!…
(B. J., julio de 2010).

Aquello que se evidencia en el discurso de los comerciantes con


respecto a su auto-identificación es, en resumen, una identidad de
clase a la cual pertenecen desde hace muchos años, que está
anclada territorialmente –con las variables de escalas esperables:
locales y nacionales– y que se debe diferenciar del “otro”, del
paraguayo “evasor”, “falsificador” o “contrabandista”. Dentro de su
identidad de clase es comprensible la manipulación de los recursos
sociales, económicos, políticos y simbólicos, todos atributos que
tienen a su alcance gracias a su participación en la CCIP, como lo
demostraron en los años de lucha de la década del noventa. Se
trataba, en términos de acción social, no de una manera de
aguantar y sobrellevar los cambios (como lo hiciera la resiliencia de
las paseras paraguayas) sino una manera de forzar los cambios
para resistir como clase y como actor de peso en las decisiones de
la ciudad de Posadas. Su disponibilidad de capital social y
económico fue fundamental para resistir como “sector empresario”,
es decir, para mantener sus comercios, sus fuentes de ingresos y su
pertenencia de clase y nacionalidad.

Este tipo de auto-identificación fue el que se vio amenazado en la


década de los noventa: su rol como sector empresario estaba
definitivamente en vías de flexibilización: “cerrar el negocio para
ponerme un kiosco” o “terminar como taxista” eran posibilidades
palpables, cercanas, que a veces parecían inevitables. Pero
además, la construcción identitaria del comerciante agrupado en la
CCIP estaba amenazada no sólo en términos de clase sino en
términos de pertenencia nacional, porque estaba amenazado su
círculo de reproducción social y el mismo sentido de la nacionalidad.
Existía entre los comerciantes la sensación de que el nuevo proceso
de integración del Mercosur no les era conveniente y, pese a sus
presiones, no era posible evitarlo. Por eso la lucha de la década del
noventa simbolizó la resistencia de una identidad “fuerte”, una
“identidad nacional”, construida sobre ficciones del Estado-nación
que se modificaron y perdieron su efectividad. La lucha fue, según
ellos, una “patriada”, haciendo referencia a una práctica nacional en
la frontera, el “hacer patria”, que representa la política del Estado
argentino antes de la década del noventa. Pero, a partir de 1990, la
política de Estado dejó de ser confrontacionista ni percibía a los
países vecinos como potenciales competidores o, peor aún, como
enemigos. Era el momento de la integración y esta identidad
nacional, otrora “fuerte” y legítima, perdió vigor cuando sus pilares
comenzaron a corroerse, lo que dejó a la vista la “debilidad” de los
reclamos de la CCIP frente a la nueva situación regional.
6.5. Nosotros y la frontera: el momento del
desencuentro
La sensación de los comerciantes frente a la frontera está marcada
por las instancias de crisis económica y lucha descripta en los
apartados anteriores. En otros momentos, cuando el Estado
nacional intervenía activamente para promover el desarrollo de las
Zonas y Áreas de Frontera o las Zonas de Seguridad de Frontera,
los comerciantes posadeños se sentían amparados por las políticas
de frontera cerrada. El “mirar hacia adentro” del Estado (Sassone,
2001 y 2005) coincidía con el mirar de los comerciantes, que sólo se
relacionaban con los países vecinos si les convenía el cambio, para
venderles pero no para que sus productos ingresen a Argentina. Los
comerciantes reivindican que “Misiones es una cuña que está
metida entre dos países” (R. H., agosto 2010) y aprovecharon esa
situación durante décadas. De repente, 1991 significó la apertura en
muchos niveles diferentes y su visión ya no coincidía la de la política
nacional: Argentina miraba “hacia afuera” definitivamente –con
fluctuaciones, sí, pero sin marcha atrás– y ellos quedaron
desamparados, según su punto de vista. Esta sensación es la que
marca su relación con la frontera.

Cuando se les pregunta sobre la frontera, aparece en el discurso de


los comerciantes el proceso de integración del Mercosur (como si no
hubiese habido “frontera” antes de 1991), acompañada de un
sentimiento de angustia y defraudación. Uno de nuestros
entrevistados elabora una teoría que luego tendría otros adeptos
entre sus colegas:
Misiones fue el precio que pagó el país para que el Paraguay entrara al Mercosur. El
gobierno nacional entregó, entre comillas, a Misiones como parte de pago para que
Paraguay forme parte del Mercosur y no haya lío (…) (siento) con respecto a la
frontera, bueno, un gran fracaso todo, siento que no se puede luchar contra el poder
central, si somos moneda de cambio de nación con nación (P. S., julio de 2010).

Para los entrevistados, la frontera no es una oportunidad, no lo fue


en la década del noventa y no lo era en el año 2010. La frontera no
es un factor positivo a aprovechar sino un problema estratégico. Su
vida no se realiza “en la frontera” sino más específicamente “pese a
la frontera”, mientras siguen reclamando la atención del gobierno
central para frenar la integración fronteriza, empresa casi imposible
pero único camino que conciben como garantizador de su
supervivencia como sector empresario. Para B. T., la permeabilidad
de la frontera es un problema de “permisibilidad”, es decir, de la
voluntad de una autoridad competente que permite el paso. Y frente
a ese problema, dice: “la permisividad uno sabe cuándo empieza
pero no cómo termina…y es el problema de esta frontera” (B. T.,
mayo de 2009).

Esta sensación frente a la frontera se refleja también en los usos


que los comerciantes hacen de ella, es decir, como viven
cotidianamente el espacio fronterizo. En ese sentido, como
mostramos en el capítulo 4, el circuito comercial de su actividad no
tiene en cuenta para nada a la frontera sino que se mueve al interior
del país, con lo cual la frontera no interfiere para nada en su vida
“laboral”. Pero como posadeños, como parte de una sociedad que
vive en un espacio fronterizo, los comerciantes tampoco utilizan la
frontera, ni ellos ni sus familias. Se jactan, en general, de no cruzar
a Encarnación “jamás” o “casi nunca”, salvo uno de ellos que lo hizo
“solamente” para conocer una cancha de golf (B. J., agosto 2010).
Más allá de eso, no existen para los comerciantes entrevistados ni
vínculos familiares, ni sociales ni laborales que los vinculen a la otra
orilla.

La frontera representa para los comerciantes posadeños, en


realidad, el origen de su ruina y el espacio de donde provienen sus
competidores. La frontera es el lugar de los “otros”, de aquellos que
ingresan los artículos prohibidos a Posadas o aquellos que les
venden a los posadeños en Encarnación. Es el espacio por el cual
ellos “sufren”, como lo plantea claramente P. S.:

Los empleados públicos…no quiero identificar con nombre y apellido, ni siquiera con
las instituciones, pero los empleados públicos, los sábados: allá vamos (por
Encarnación)! Y son los que de lunes a viernes nos hacían las inspecciones para
cobrarnos impuestos. ¿Querés algo más gráfico e insultante a la inteligencia que eso?
¿A ver cuánto te puedo sacar para ir a gastar a donde vos sufrís?…era tenebroso (P.
S., julio de 2010).

Todo lo que tenga que ver con la otra orilla tiene para ellos el sabor
amargo de la crisis económica. El hecho mismo de cruzar sin
incluso comprar nada en la otra orilla significa para ellos una
traición, una traición no sólo a su entidad como sector empresario
sino como los artífices de una resistencia, la “patriada” que
sostuvieron durante su “década de sufrimiento”. La frontera es una
situación desventajosa, no grata, un espacio que les ha traído
situaciones desagradables. El único espacio fronterizo que han
utilizado fue el puente internacional pero no para cruzarlo sino sólo
para cortarlo, para marcar que ni la frontera ni el puente les sirve.

Del discurso de los comerciantes se desprende, después de tanta


lucha y tanto sufrimiento durante la década del noventa, que se ha
cometido una injusticia contra el sector empresario a partir de los
cambios en el contexto geográfico y político de la frontera
internacional. Como ya hemos planteado en más de una ocasión, la
representación que prima entre los comerciantes de la CCIP es que
la política de Estado está orientada, desde 1990, hacia un objetivo:
la integración en un bloque de países sudamericano. Este objetivo
no va en contra de sus intereses de clase per se, pero las maneras
en las cuales se realiza la integración repercuten negativamente en
la actividad comercial posadeña porque permite una mayor
integración fronteriza con Paraguay, un país con una carga tributaria
menor que la Argentina. Esto representa, para los comerciantes, el
primer signo de injusticia. Y esto es culpa, según ellos, de un
sistema de por sí injusto, el sistema normativo que hace a los
controles aduaneros fronterizos: “Las veces que hemos tenido
reuniones con la gente de la Aduana donde les hemos planteado la
inequidad del sistema, lo único que hemos logrado es que ellos
dilaten las resoluciones” (L. F., agosto de 2010). Por esta razón,
aunque no existen condiciones económicas y sociales que
determinen que el sector empresario sufre situaciones de injusticia
espacial, es la misma frontera la que crea esta representación en los
comerciantes de Posadas. Los comerciantes sienten, al igual que
las paseras, una injusticia que se traduce en el espacio, en términos
de Musset (2010).

No es casual que aparezcan, en el discurso de los entrevistados,


palabras fuertes que califican la experiencia de haber vivido en la
frontera durante los últimos veinte años: “tenebroso”, “arrasador”,
“década del sufrimiento” y “momentos espantosos”. Son muestras
de una sensación, no de ausencia de poder, como lo establece
Young (1990), sino un de pérdida de poder, del corrimiento del
sector empresario hacia un lugar de menor gravitación política. Es
decir, nadie les impedía utilizar sus maneras de presión y de acción
colectiva, presentes en su capital social, pero ya sus acciones no
tenían tanta importancia ni trascendencia frente a una situación
macroeconómica y regional estratégicas. Y frente a esa situación no
tenían opciones, no podían hacer nada para revertirla.

A partir del año 2002 el Plan de Convertibilidad se derogó y la


situación del comercio de Posadas mejoró sustantivamente. Pero el
puente sigue allí, uniendo a Posadas y Encarnación desde sus
centros urbanos, facilitando el intercambio de todo tipo,
especialmente el comercial mediante los trabajadores fronterizos. El
puente sigue allí y también sigue la política de integración fronteriza
del Mercosur que, aún con sus altibajos y sus fluctuaciones, se irá
institucionalizando y aumentando su instrumentalización a medida
que el Mercosur avance. Los controles fronterizos, si bien son
estrictos –como lo observamos en el capítulo 3–, también tienen una
cuota de flexibilidad o permisividad que se demuestra en el paso
incesante de consumidores posadeños y de actores del comercio
fronterizo paraguayos. Estos factores moldean una situación que,
menos “tenebrosa” que antaño, aún preocupa a los comerciantes. P.
S. expresa, sobre su presente comercial y la sensación que deja la
vida en la frontera:

Ahora empezó a haber grande movimiento de gente que va a comprar enfrente


(Encarnación) y nosotros estamos entrando en zona naranja ya. Ya está pasando
mucha gente y lo más grave es que la política nacional, la política del Mercosur tiende
a lo contrario, tiende a integrarse. Pero viejo, ¡integrémonos pero adecuémonos todos
a la misma política! A la misma política impositiva, comercial, fiscal, jurídica,
legislativa….porque allá no pagan nada, allá no tienen impuesto de nada! Porque,
entonces, ¡es una injusticia abrir la puerta! Entonces, cerremos Misiones, esa es una
de las propuestas que en su momento se dijo: cerremos Posadas (P. S., julio de 2010).
La sensación de injusticia se debe, en los comerciantes, a un caso
de privación del sector empresario y de resistencia. En este punto,
las privaciones de clase sentidas por el sector empresario (cierre de
comercios, despido de empleados, pérdidas económicas y su
consecuente pérdida de status social, etcétera) puede haber sido
percibido como una injusticia, aunque desde el punto de vista
cuantitativo no significó un empobrecimiento sustancial de la ciudad
de Posadas sino sólo de una minoría. Con respecto a la sensación
de injusticia debida a las desigualdades espaciales podemos
argumentar que todos los espacios son diversos, pero el problema
con las desigualdades espaciales reside en si tienen la potencialidad
de transformarse, para un grupo, en una injusticia espacial (Musset,
2010). La respuesta en este caso la podamos encontrar tal vez en la
noción del “derecho a la ciudad” (Lefébvre, 1978, Brazao Teixeira y
de Morais, 2010). Es interesante recordar que los comerciantes
agrupados en la CCIP hacen un uso restrictivo del espacio fronterizo
voluntariamente. Es decir, no existe ningún factor externo que limite
su derecho a la ciudad. Y aquí decimos “ciudad” porque lo que
existe en el paso Posadas-Encarnación es, desde 1990, un sistema
urbano casi unificado por el puente internacional. Se comprende que
no se trata conceptualmente de una “ciudad” en términos de
jurisdicción política y jurídica, claro está. El nodo Posadas-
Encarnación es, entonces, una aglomeración urbana extendida en
vías de formación, de extrema fragilidad y cuyas tensiones que
surgen en su seno desestabilizan hasta el punto de generar
conflictos sociales. Este sistema frágil tal vez es el comienzo de la
creación de un espacio transfronterizo, con las estructuras débiles y
volátiles que lo sostienen (instituciones, dinámicas sociales
comerciales, familiares, de estudio, asociaciones binacionales) y con
las resistencias sociales que nacen como respuesta. Porque este
espacio, en su creación, implica un reacomodamiento estructural y
también funcional que debe ser realizado gradualmente con el fin de
incluir a la mayor cantidad de grupos sociales posibles. En el
camino, los comerciantes, habituados a “mirar hacia adentro” y a
contar con amplias cuotas de poder dentro de su capital social, han
perdido sus ejes y se sienten abandonados por las políticas del
gobierno central. Pero lo cierto es que la política de integración
regional y fronteriza no depende del color político del gobierno
porque se ha transformado, en Argentina, en una política de Estado.
Como respuesta, los comerciantes dejan de acceder a la ciudad
voluntariamente y se auto-segregan, dándole la espalda a la
frontera. Pero ya no pueden “cerrar Posadas”. Pareciera que lo que
los comerciantes desean, para volver a una situación justa, es
denegar el derecho a la ciudad de Posadas a los encarnaceños. Por
eso notamos una actitud de resistencia, de impedirles a “los otros” el
derecho a utilizar “nuestra” ciudad. Una resistencia, una patriada,
que los ha llevado, en sus palabras, al “fracaso”. Por eso la
sensación de injusticia de los comerciantes de Posadas proviene de
la evidencia de que la integración fronteriza ha iniciado un proceso
de transformación espacial que, hasta que se ajusten las variables
fiscales y tributarias en general, les será inconveniente
económicamente. Un proceso que, además, no tiene marcha atrás
pese a todos los intentos que realicen.
Para finalizar este último capítulo, estimamos que los cambios en el
contexto político y económico de la década del noventa no sólo
afectaron profundamente la base económica del sector
representado por la CCIP, poniendo en jaque sus condiciones
materiales de supervivencia, sino que amenazó su propia
construcción identitaria. Cuando vieron amenazados sus negocios,
la CCIP decidió actuar, posicionando a los comerciantes como
sujetos sociales fronterizos de relevancia: sus actividades, sus
acciones colectivas y sus representaciones tuvieron incidencia en
los cambios ocurridos después de la inauguración del puente
internacional (aumento de controles, supresión de impuestos, por
ejemplo). El capital social de los comerciantes fue suficiente para
lograr ciertos objetivos específicos pero no logró el aumento de los
controles fronterizos durante un tiempo prolongado (su deseo fue,
por momentos, el de “cerrar Misiones o Posadas”). Aún así, estos
logros significaron un momento de satisfacción en una lucha que
entablaron para, en última instancia, resistir como clase social.

Con respecto a la construcción identitaria de los comerciantes


posadeños, comprendimos estaba construida sobre dos bases
fuertes: la pertenencia a una clase social –y el acceso, por lo tanto,
a ciertos beneficios que traía aparejados– y la pertenencia a una
comunidad nacional, la argentina. Cuando el primer atributo fue
puesto en jaque –con políticas económicas que hacían peligrar sus
empresas– acudieron a reivindicar el segundo atributo para lograr
que el gobierno central escuchara sus reclamos de clase. El
segundo atributo, la “argentinidad” fue discursivamente construida a
partir de la alteridad, es decir, de mostrar quiénes eran los “otros”,
un “otro paraguayo” asociado a características negativas:
falsificadores, contrabandistas, ilegales, evasores. Aunque
reclamaran en nombre de su nacionalidad a las autoridades locales,
provinciales y nacionales, el camino de la integración económica y
fronteriza del Mercosur ya estaba en marcha. Los “otros”, los
falsificadores y contrabandistas, eran ahora parte de un nosotros
más amplio, de carácter regional mercosureano, con el cual habría
que convivir. Esta nueva situación de convivencia en cooperación es
la que marca la representación social sobre la frontera de los
comerciantes posadeños. En sus prácticas cotidianas la frontera
aparece como un dato ignorado, aunque es temido y combatido por
el peligro que representa para su subsistencia. Los comerciantes
viven a pesar de la frontera, no la utilizan, no la habitan,
simplemente la padecen, como quien padece una enfermedad
incurable. El sólo uso del espacio fronterizo por parte de los
posadeños es visto como una traición.

Por lo anterior, creemos que la acción colectiva de los comerciantes


en la década del noventa y sus intentos de reivindicaciones
identitarias apelando a la “argentinidad” representaron la ausencia,
la soledad, el desamparo en el que se vio la clase económicamente
dominante de Posadas. Representaron los miedos, las
incertidumbres, hasta los terrores de clase frente a la posibilidad de
su desaparición y de la pérdida de poder. Representaron, en
términos de Scribano (2009), los mismos mecanismos de
soportabilidad social del sistema (por su sus prácticas “hechas
cuerpo”, regular las percepciones que “implica la tensión entre
sentidos, percepción y sentimientos, que organiza las especiales
maneras de “apreciarse-en-el-mundo” que las clases y los sujetos
poseen”, Scribano, 2009:94) de los comerciantes frente a los
cambios producidos en el nodo Posadas-Encarnación. La lucha y
estas reivindicaciones, que evidencian asimismo su relación con el
otro y con la frontera, fueron un “último recurso” frente a lo que
estaban percibiendo como injusticias. Pero éstas no eran injusticias
cometidas hacia un grupo social, sino que eran percibidas a raíz de
la transformación del espacio fronterizo en un espacio
transfronterizo. Es decir, la representación de los comerciantes
apela a un territorio en vías de modificación: la frontera cerrada, la
nacionalidad, el otro como un peligro, etcétera. Y su lucha fue tal
vez sólo la resistencia de esta representación, el intento de volver al
statu quo del cual habían partido, de volver hacia atrás el camino de
la integración regional. Su lucha representó por lo tanto, en términos
de la dimensión simbólica de la frontera, la sensación de injusticia
de un grupo que no puede –o no tiene en este momento ni los
medios ni la ayuda necesaria para hacerlo– adaptarse al nuevo
espacio transfronterizo en formación entre Posadas y Encarnación.

NOTAS:

15. Parte de esta sección fue publicada, con modificaciones, en


Linares, M. Dolores, 2013.

16. Ver, a modo de ejemplo: El Territorio: La frontera y la atención


médica, 11 de junio de 1992; El Territorio, El puente Roque
González es el más inseguro para el control migratorio, 10 de
noviembre de 2003; El Territorio: Altos costos demanda la atención
de paraguayos en el Madariaga, 8 de febrero de 2005; El Territorio:
Hospitales del Norte asisten cada vez más a extranjeros, 5 de junio
de 2010; Primera Edición, Denuncian discriminación y maltratos en
el hospital de Alem, 24 de marzo de 2008; Primera Edición,
Misiones gasta cerca de 100 millones por año en derivaciones, 27
de enero de 2009.
CONCLUSIÓN GENERAL
Este libro partió del supuesto según el cual las transformaciones
estructurales, tanto físicas como político-económicas, desarrolladas
en el espacio fronterizo Posadas-Encarnación a partir de 1990,
tuvieron dos consecuencias: en primer lugar, la modificación de las
prácticas sociales del comercio y los mecanismos de control
fronterizo (aduanero, de seguridad, migratorio, sanitario y
fitosanitario) y, en segundo lugar, la creación de condiciones para la
conformación de un espacio transfronterizo. Estos cambios
generaron tensiones sociales que tuvieron como protagonistas a los
actores paraguayos del comercio fronterizo y a los comerciantes
argentinos agrupados en la Cámara de Comercio e Industria de
Posadas (CCIP). En estas tensiones se expresaron sentimientos de
recelo, humillación, discriminación y abandono. En nuestro análisis
fue central el discurso de las paseras paraguayas, en el que la
tensión es vivida como injusticia a causa de los obstáculos y malos
tratos que encuentran en su trabajo cotidiano, a los que responden
con resignación. Por otra parte, los comerciantes asociados a la
CCIP se enfrentan a los cambios mediante la reactivación de
construcciones identitarias basadas en lógicas “nacionales” con el
fin de legitimar sus demandas frente a las autoridades centrales.

Aunque entrevistamos a otros actores del espacio fronterizo como


los representantes de los organismos nacionales de control, los
funcionarios del estado provincial especializados en ordenamiento
territorial, los funcionarios del Consulado de la República del
Paraguay en Posadas y el personal de la Universidad Nacional de
Misiones, estimamos que los sujetos representativos de este
momento de cambio entre Posadas y Encarnación lo constituyen las
paseras y los comerciantes posadeños. Nuestra elección se debió a
la forma de abordar la investigación y el trabajo de campo de corte
etnográfico. Pero comprendemos que no son las únicas voces
autorizadas para hablar sobre la frontera: en ese sentido, otras
voces posibles podrían ser los paseros, taxistas, los dueños de los
medios de transporte fronterizo (ómnibus y lanchas), la sociedad
local posadeña y encarnaceña, los políticos con cargos legislativos
que conocen sobre la política de frontera, etcétera.

Con respecto a los hallazgos registrados en nuestra investigación,


en el primer capítulo constatamos que la construcción identitaria
“nacional” y la discriminación del “otro” no nacional, tienen sus
raíces históricas en la misma formación de la frontera. En la
delimitación de la frontera en este tramo, el Estado operó “desde
arriba” para asegurar el territorio nacional y para crear un
sentimiento nacional en su interior. El componente simbólico de la
frontera –correspondiente, en este caso, a la “identidad nacional”
argentina y a la “otredad”– se hizo notar apenas definida la línea de
separación entre Argentina y Paraguay. En ese sentido, también la
población de Posadas “desde abajo” se preocupó por identificar y
categorizar a los “otros”: la “identidad nacional” no fue impuesta sino
que se construyó en un proceso dialéctico, de identificación de los
posibles “otros”, desde la periferia hacia el centro y del centro a la
periferia. Allí encontramos los relatos de fines del siglo XIX que
estigmatizaban a las mujeres paraguayas cuyo trabajo consistía en
vender productos de sus huertas en Posadas, esto es, a las
“villenas” o “paseras”. Esta estigmatización estuvo –y está–
atravesada por representaciones de civilización, de barbarie y de
vecindad indeseable que marcaron la construcción fronteriza.

Como señala M. Svampa, la dupla literaria “civilización y barbarie”


del Facundo de Domingo F. Sarmiento devino, en ocasiones, en una
dicotomía política que se tradujo en “civilización o barbarie”
(Svampa, 1994:54). A esta dicotomía, Trinchero (2000) la encuentra
en la formación de las fronteras internas de la Argentina, esto es, en
el proceso de conquista y control territorial del Estado frente a los
diversos grupos étnicos originarios. En el caso de la frontera
internacional con Paraguay, estimamos que la formula “civilización o
barbarie” también encuentra un lugar central. La alternancia entre el
mito romántico del “bárbaro” –como símbolo de naturaleza y
libertad– y el pensamiento social del atraso se ven reflejadas en el
discurso de los agrimensores enviados por el Estado a Misiones en
la década de 1880. Esta dicotomía cala tan hondo en el discurso del
“orden y progreso” que la línea que separa la ciudad de Posadas de
Encarnación se transforma en el borde entre lo humano y lo
“natural”. Como expresa De Marco, en otros tiempos.

la frontera fue precisamente el borde, el confín entre el espacio claro y el bosque, (…)
la frontera estaba allí donde se interrumpían las condiciones apropiadas para la
subsistencia. Ha sido la frontera, desde sus orígenes, una franja de transfiguración, de
mutación del paisaje donde existe un cambio, una transformación (De Marco,
1987:122).

Pudimos establecer cuatro etapas de conformación del espacio


fronterizo Posadas-Encarnación. En primer lugar, existió una etapa
ex-ante frontera, es decir, previa a la delimitación de la frontera
internacional. En este proceso la frontera se fue dibujando mediante
la sucesión de diferentes formaciones territoriales fronterizas:
frentes militares, de ocupación, de colonización, extractivos,
pioneros, hasta llegar a la frontera internacional que conocemos en
la actualidad.

En segundo lugar, con la frontera internacional estabilizada,


comenzó otra etapa marcada por la aplicación de una política de
desarrollo fronterizo endógeno por parte del Estado argentino, que
analizamos en el segundo capítulo. Este desarrollo se basó en la
promoción del poblamiento y el crecimiento económico y social, en
desmedro de los vínculos con el exterior. Durante esta etapa
primaban las concepciones de conflicto regional y la necesidad de
“argentinizar” las fronteras. Sin embargo, dentro de estas
concepciones geo-políticas encontramos que existió algún tipo de
vinculación fronteriza entre Argentina y Paraguay que respondió,
desde el punto de vista argentino, principalmente a objetivos de
Seguridad Nacional relacionados con la política energética
estratégica (la construcción de la Represa Hidroeléctrica Yacyretá,
por ejemplo). En este período también se planificó la realización del
puente internacional: El Plan Posadas diseñó la ciudad como un
engranaje fundamental del nodo de comunicación regional
sudamericano y, en ese esquema, decidió que el puente uniera a
Posadas y Encarnación “desde sus ombligos” (desde sus centros
comerciales y administrativos) vinculando, de esa manera, no sólo
dos ciudades sino también dos economías, dos pueblos, dos
culturas.

La política argentina de desarrollo fronterizo continuó hasta


principios de 1980, cuando finalizó el largo período –con momentos
de excepción– del “mirar hacia adentro”. La idea de “cuña”, que
había prevalecido como un rasgo identitario misionero, se empieza a
poner en discusión. El significado de “cuña” hace referencia a
aquello que se mete para separar y para dividir. La idea de territorio
“cuña” entre Brasil y Paraguay fue el elemento legitimador de la
identidad territorial misionera, que fue sostenido y defendido
históricamente (Margalot, 1994, Weller, 1999; Schiavoni, 2000;
Judyk s/f). Sin embargo, a partir de 1983 el elemento divisor, la
“cuña”, sufrió modificaciones territoriales y políticas que impidieron
que continuase cumpliendo la misma función. Cuando el foco se
puso en la unión y no en la separación, la representación de “cuña”
dejó de explicar la posición geográfica misionera y posadeña.

En tercer lugar, a mediados de la década del ochenta, se dejó atrás


la concepción de conflicto regional, comenzándose a recorrer, entre
los dos países, el camino hacia la cooperación fronteriza. Esta etapa
estuvo signada por los numerosos acuerdos bilaterales entre
Argentina y Paraguay tendientes, en general, a armonizar las
relaciones en torno a la construcción del puente internacional y de la
Represa Hidroeléctrica Yacyretá mediante la actuación de la
Empresa Binacional Yacyretá.

Por último, la etapa de la integración fronteriza comenzó con la


puesta en marcha del Mercosur –primero con el Tratado de
Asunción en 1991 y luego con el Protocolo de Ouro Preto en 1994–
que reforzó, desde una escala regional sudamericana, la concepción
de integración y colaboración para el desarrollo de los espacios
fronterizos de manera conjunta. En ese sentido, el puente
internacional fue una herramienta útil para fomentar las relaciones
sociales entre las dos ciudades mientras que las obras del Plan de
Terminación de Yacyretá fueron homogeneizando tanto los paisajes
en ambas orillas del río Paraná como los problemas sociales y
alterando los circuitos de quienes atraviesan la frontera.

El paso fronterizo Posadas-Encarnación debió ajustarse así al


nuevo contexto integracionista que buscaba la concreción de la
política de fronteras abiertas. La inauguración de una vía terrestre
de comunicación entre las dos ciudades implicó la organización y
operacionalización de los controles fronterizos. En el tercer capítulo
hallamos que este paso internacional se “especializó” en el tránsito
de personas, con lo cual las movilidades espaciales fueron y son
aún determinantes en la cotidianeidad de los dos Centros de
Frontera. En estos lugares de control, el control fronterizo se realiza
de manera estricta y, gracias a la disposición física del Centro de
Frontera Posadas-Encarnación, ninguna persona puede evadirlo.
Existen vallas de contención, rejas, mesas que funcionan como
barreras, senderos de circulación controlada y sistemas
informatizados, que en su conjunto forman un dispositivo eficiente
de vigilancia y control.

Advertimos que, aunque la normativa vigente a partir de mediados


de la década del noventa invita progresivamente a la integración
fronteriza, realizar el “cruce” en Posadas-Encarnación puede ser
una experiencia estresante, angustiosa e incluso conflictiva. La
cadena de procedimientos a seguir, las instancias de control, la
sensación de direccionamiento y el trato personal con los
funcionarios muestran una dualidad en el paso: por un lado, la ley
permite el cruce pero, por otro lado, el sistema lo desalienta. Desde
el punto de vista normativo el cruce no se prohíbe ni se restringe de
manera particular pero, mediante los mecanismos que dificultan y
lentifican el ingreso al país se crea una frontera simbólica y fáctica
que actúa sobre las representaciones, sentimientos y sensaciones
desalentando el paso de la frontera. Los que persisten, pese a todo,
son los cruces realizados por motivos de trabajo, los cruces de la
subsistencia. Por eso, el problema cotidiano en este paso (que no
es un punto sensible en materia de seguridad internacional
vinculada al terrorismo, narcotráfico o tráfico de armas), según los
funcionarios entrevistados, lo representa la actividad de las paseras
paraguayas en su pequeño comercio hormiga.

En el cuarto capítulo notamos que, además de la práctica de las


paseras paraguayas, existe una red de comercio fronterizo integrado
por distintos tipos de actores: paseros, taxistas y mototaxistas,
puesteros y mesiteros. La práctica fronteriza de cada uno de estos
actores, en su mayoría dentro del comercio fronterizo informal, se
conecta de alguna manera con los otros constituyendo una red
activa que se sustenta en mecanismos de acuerdos tácitos y en el
conocimiento del “saber circular” entre Posadas y Encarnación.
Estas prácticas tienen un correlato espacial: establecen recorridos,
áreas de “entrega” y “venta” en lugares públicos, puestos de venta
de comidas, bares, etcétera. Es importante remarcar que estas
prácticas, que pertenecen a una economía situada en la zona gris
de la ilegalidad, anteriormente eran escasas o inexistentes y
surgieron gracias a las facilidades y posibilidades habilitadas por el
puente internacional.
La inauguración del puente internacional fue un punto de inflexión
en el espacio fronterizo: provocó el aumento de los flujos del
comercio (que responden a un nuevo modo de territorialización) que
generaron reacciones en parte de la sociedad posadeña. El Estado
argentino intervino tibiamente mediante una legislación que operó
como una disrupción en el discurso integracionista, pero no llegó a
apaciguar las tensiones sociales en la frontera. Porque el puente fue
generando, desde lo simbólico, un corrimiento de la frontera y la
creación de espacios urbanos en disputa. Observamos, mediante
los artículos de la prensa escrita de Posadas, que la existencia del
puente ayudó a visibilizar al “otro”, al que no pertenece al “nosotros
nacional” y se convirtió en escenario sobre el cual observar la
“temperatura” de la frontera: toda medida de gestión y control
fronterizo puesta en práctica allí desata una serie de protestas y
reclamos que terminan manifestándose, justamente, en la cabecera
argentina y/o paraguaya del puente internacional. Para algunos
sujetos sociales, la irrupción del puente en su vida cotidiana significó
posibilidades y desafíos, mientras que para otros sólo representó un
problema insalvable. El puente, como habilitador de nuevos
espacios en disputa se transformó él mismo en actor en tanto
epicentro de todas las protestas sociales relacionadas con la
administración del paso internacional. En tanto estructura física, ha
significado la unión de dos países justo cuando se daba inicio a un
proceso de integración regional. Pero también representa, desde el
plano simbólico, una pluralidad de sentires y significados
encontrados, según los habitantes de la frontera y los usos que
estos realicen de él.
Desde el punto de vista de las representaciones sociales, en los dos
últimos capítulos ahondamos en la representación del objeto
“frontera” y “puente internacional” para interpretar la relación
identidad/alteridad, es decir, la subjetivación de la posición del
“nosotros” y de los “otros” en la frontera. Nuestros sujetos sociales
(y “representadores”), en este caso, fueron las paseras paraguayas,
los comerciantes posadeños y las líneas editoriales de los diarios
locales y nacionales. Por medio de las entrevistas, profundizamos
en el punto de vista individual de cada pasera paraguaya y cada
comerciante posadeño, en su “pequeña” realidad observada y
sentida, que conforma, cada una, una representación. Esto quiere
decir que no se trata de una representación homogénea ni total.
Ahora bien, en las entrevistas descubrimos esquemas similares de
lo real que, como toda construcción social, dependían de las
prácticas y percepciones del grupo social que las produce,
reproduce y comparte.

Cuando las paseras piensan la frontera hablan de espacios de


trabajo, de relaciones sociales y laborales, de lugares que articulan
espacios de espera, de descanso, de control y de tensión, en fin,
hablan de un espacio vivido, “tejido” por el incesante trajinar de su
circulación cotidiana. Salvo un “momento” de tensión y freno (el
control fronterizo), el tiempo vivido en la frontera por las paseras
paraguayas es continuo (y cotidiano). Su vida se compone de los
“momentos buenos” y los “momentos malos”, de los tiempos lentos y
rápidos, de la relación espacio-tiempo de la frontera. Observamos
así que el territorio representado, o la frontera representada, no
coincide siempre con la frontera territorial, política, con el límite
geográfico, sino que está marcada, en cada caso analizado, por
condiciones culturales, educativas y laborales. El espacio vivido de
las paseras paraguayas está compuesto por todos los lugares
frecuentados en el recorrido fronterizo (en Paraguay, en “el paso” y
en Argentina), por las interrelaciones sociales con paraguayos y
argentinos y por las connotaciones de oportunidad y sufrimiento,
que son los valores percibidos y proyectados sobre el espacio de la
frontera. Es un “espacio-trayectoria”, una sucesión de lugares
recorridos y apropiados, actividades, relaciones, hechos, decisiones,
aprendizajes que marcan un camino transfronterizo.

Mientras tanto, cuando el comerciante piensa en el espacio


fronterizo que habita, habla del límite, de la línea que separa y
refuerza la idea del puente como camino que une algo que está
escindido. La frontera, para el comerciante posadeño se ubica en el
puente y en el lugar “ganado” por los “otros”, por su competencia:
los mercados paraguayos. Y después de eso, más allá de la línea
que separa Argentina del Paraguay, no hay nada, hay un área gris
donde se sabe de cosas que suceden pero no se ven, no se camina
por allí, no existe para la vivencia. Es el lugar de lo desconocido,
que remite a la frontera en su acepción antigua: la línea que separa
el claro del bosque. El espacio vivido de los comerciantes
posadeños está compuesto por los espacios “intra-muros” (dentro
de Argentina), por las relaciones sociales entre “nosotros” y por las
connotaciones de peligro y sufrimiento (en tanto valores y
sentimientos proyectados sobre el espacio).

Por otra parte, gracias a la comprensión del uso social de la frontera


hemos podido descubrir la existencia de momentos en los que la
frontera no existe y momentos en los cuales se multiplica. Este
juego de fluctuación entre muchas/ninguna frontera tiene que ver
con el uso que se hace de ella y, sobre todo, con la temporalidad,
que es fundamental para comprender cómo funciona la frontera en
el largo pero también en el corto plazo. Y es el corto plazo el que se
puede apreciar a través de las entrevistas, dado que en la jornada
laboral de una pasera, ella encuentra momentos en los cuales la
frontera está “linda” o “fea” con la llegada de un nuevo funcionario,
el endurecimiento temporario de los controles, la intervención de
nuevos organismos como la Municipalidad de Posadas, todos estos
factores pueden variar la percepción del tipo de frontera a cruzar en
distintas ocasiones. También observamos, en la circulación cotidiana
de las paseras, que existe una frontera en el control fronterizo así
como en el ómnibus, en algunas calles céntricas de Posadas por los
controles municipales o en los mercados paraguayos. Estas
fronteras múltiples conviven con la sensación de las paseras de que
el territorio es uno solo, que el “acá” y el “allá” sólo están separados
por el río Paraná, que no hay un cambio de jurisdicción política en el
medio. Por su parte, para los comerciantes posadeños la frontera
está en cada lugar donde los ciudadanos paraguayos estén
realizando actividades que signifiquen una competencia comercial,
esto es: en el paso propiamente dicho, en los dos mercados
paraguayos y en cada puesto de venta ambulante en la ciudad. Allí
está el “otro”, el que es diferente al “nosotros” argentino, el ilegal,
falsificador y contrabandista.

Luego, comprendimos que la dimensión simbólica de la frontera se


nutre de estas representaciones sobre el espacio y sus usos pero
también del posicionamiento de los “unos y los otros” en la frontera,
es decir, cómo se representan los atributos de la identidad y la
alteridad. La frontera es un espacio de negociación de identidades.
En los procesos de construcción identitaria presentes en los
discursos de los sujetos entrevistados existen –o persisten, en este
caso– auto-identificaciones “fuertes” con carácter de “nacionales”‐
que, al edificarse en el seno de un espacio fronterizo en vías de
transformación terminan siendo poco aptas al cambio y, si no
débiles, sí por lo menos vulnerables.

Este es el ejemplo de los comerciantes posadeños que,


amparándose en una “identidad nacional” argentina y de clase
(empresarios), intentan resistir sin éxito el giro hacia el espacio
transfronterizo. Aquello que apela a lo “nacional” pierde vigor
cuando el Estado se inserta en una institución intergubernamental
regional que tiene como uno de sus objetivos la integración y
cooperación fronteriza. Esto no significa que la “identidad nacional”
no exista o esté en desuso, como bien lo demuestra el discurso de
los comerciantes o de la prensa escrita de Posadas, sino que esta
construcción identitaria no tiene la legitimidad de antaño. Por esta
razón, la auto-identificación del comerciante de Posadas lo deja en
una posición de auto-aislamiento y segregación: se escudan en un
“nosotros” nacional que le da la espalda a la frontera y a todo
aquello que de allí provenga.

Por el contrario, la auto-identificación de la pasera se construye en


medio de dos territorios nacionales y se nutre, justamente, del
trabajo que en y entre ellos realizan. Frente a la fuerte
categorización cercana al estigma que pesa sobre ellas, la pasera
paraguaya construye su identidad sobre la experiencia laboral y de
tradición de vida “en la frontera” (compuestas por los controles, los
funcionarios, los espacios de circulación, los clientes, los amigos, las
ventas, los contactos, los malos tratos, los cruces, etcétera), es
decir, una identidad marcada espacialmente y de carácter
transfronterizo. Son fundamentales también los valores de la
maternidad y el trabajo de subsistencia. Se trata de un trabajo que
se basa en la reproducción social de género en tanto se traspasa de
madres a hijas, de tías a sobrinas, de amiga a amiga. Esta
reproducción simula un devenir continuo, pese a todos los cambios
ocurridos, de la presencia de la pasera en la frontera, revelando
como resultado una identificación “souple”, maleable, resiliente. La
resiliencia es, como ya explicamos, el atributo identitario que ubica a
la pasera en un lugar privilegiado con respecto a los cambios
territoriales, económicos y políticos en el nodo Posadas-
Encarnación. Esto no quiere decir que no sufran las consecuencias
(y quizás sean ellas quienes más las sufren por las pérdidas de
referencias espaciales) sino que tienen los recursos, dentro de su
capital social, para superarlas, reponerse y continuar con su trabajo.

En las fronteras del Estado-nación, la identidad nacional puede


reforzarse o diluirse en otro tipo de identidad o identificación,
también territorialmente anclada: la identidad fronteriza. La
identificación fronteriza da cuenta de un cierto “límite” u obstáculo
para insertarse enteramente dentro de una identidad más
abarcadora (que podría ser la identidad nacional) y a la vez utiliza
ese “límite” como habilitador de singularidades especiales. Como
bien lo expresan Rizo García y Romeu Aldaya: “las identidades
fronterizas se insertan en estructuras sociales dinámicas, que sin
embargo, no excluyen la existencia de anclajes objetivos e
intersubjetivos que hagan que se desplacen más o menos en
función de su pertenencia al campo de lo simbólico” (Rizo García y
Romeu Aldaya, 2006:38). La identidad fronteriza será tal vez una
identidad flexible, de alta movilidad y adaptabilidad a los cambios.

La constante en la auto-identificación de ambos sujetos fronterizos


es, justamente, la frontera. En unos como el origen de su ruina, en
otros como el espacio de la oportunidad, ambos se ubican en algún
punto con respecto a la frontera. Unos bien lejos, lo más posible,
otros bien cerca, los dos sujetos se posicionan –y posicionan a los
otros– según en qué lugar “sientan” la frontera. El comerciante
posadeño, perteneciente a una “identidad nacional” otrora fuerte
pero ahora vulnerable, ubica al “otro” en la otra orilla pero también
en los funcionarios y los políticos que no escuchan sus demandas,
dibujando una “frontera interna” en términos de Laclau (2005) entre
la sociedad civil, sus reclamos y las autoridades. El conflicto
material, la tensión en el puente es para llamar la atención de ese
Estado que ya no responde. Por eso pararece la frontera interna
para los comerciantes posadeños, evidenciando una ruptura
insalvable entre sus demandas insatisfechas y el Estado. La tensión
con “el otro”, con el diferente, con el que está más allá de la frontera
es para ellos meramente simbólica. Mientras tanto, el “otro” de las
paseras son los funcionarios de los controles fronterizos que las
maltratan pero también son los funcionarios de la Municipalidad de
Posadas que las persiguen e incluso algunos compatriotas
paraguayos que compiten por el mismo mercado de manera más
ventajosa (en automóviles, por ejemplo). Observamos, de esta
manera, hasta qué punto lo “fuerte” y lo “débil” se pone en juego en
los bordes y cómo los sujetos sociales se ubican alternativamente
en uno y otro lado del abanico identitario, siempre “cercados” por la
frontera. Comprendimos que esto sucede porque la relación de las
sociedades con la misma frontera se está redefiniendo y, el
encuentro (tan cercano y masivo) con el “otro” provoca tensiones y
un sentimiento de injusticia por parte de los protagonistas.

Por todo lo anterior, creemos que el análisis del espacio fronterizo –


en este y en otros casos– no puede perder de vista la perspectiva
de las movilidades espaciales en la frontera. Este enfoque permite
tener en cuenta, más allá de la normativa y la operacionalización de
las funciones de la frontera, las relaciones sociales que conjugan
distintas localizaciones, personas y bienes. Dentro de las
movilidades espaciales encontramos las prácticas del comercio
fronterizo que establecen patrones de circulación fronteriza: se
ponen en juego la construcción de territorios, los medios de
transporte, los bienes transportados, las relaciones sociales que
mantienen las redes de contactos, etcétera. De esta manera, las
prácticas fronterizas de las paseras paraguayas, por ejemplo, se
relacionan con otras llevadas a cabo por otros actores del comercio
fronterizo, con los medios de transporte, los funcionarios de control,
los clientes a uno y otro lado del río, etcétera. Cuando las prácticas
fronterizas adquieren una cualidad de circulación recurrente,
constante y de larga data se pueden transformar en dinámicas
transfronterizas. Estas deben ser llevadas a cabo siempre por los
mismos sujetos sociales y alimentarán, poco a poco, la generación y
reproducción de vínculos (y redes sociales) y espacios
transfronterizas a través de estrategias de producción social
compartidas (Ainsa, 1992; Grimson, 2002; Amilhat-Szary y Fourny,
2006; Cortés y Faret, 2009). La formación de redes, la
perdurabilidad en el tiempo y la posibilidad de crear nuevas
territorialidades es fundamental para caracterizar una dinámica
fronteriza.

Por otra parte, con respecto al trabajo “en la frontera” de las paseras
paraguayas, registramos una división sexual del trabajo. En los
trabajos de las migraciones internacionales desde la perspectiva de
género, la mujer ha ocupado una posición en el ámbito doméstico
familiar –en tanto mujer del hombre “migrante”– o desde el ámbito
laboral informal de baja calificación, como empleadas domésticas,
niñeras, lavanderas, cocineras, costureras, vendedoras ambulantes,
etcétera. En estos casos, la mujer queda circunscripta al ámbito
doméstico, ya sea en tanto madre o esposa, o como trabajadora
contratada para labores domésticas. Pero el caso de la pasera
paraguaya reviste cierta ambigüedad: aunque reconocemos que la
pasera no es un sujeto “migrante” (ni permanente, ni temporario)
sino un sujeto en circulación transfronteriza constante, su relación
de género con el ámbito laboral merece un análisis más amplio. En
este aspecto creemos que es menester una profundización desde la
perspectiva de la geografía de género, en futuras investigaciones,
que den cuenta del elemento cultural y espacial del trabajo de la
pasera paraguaya, analizando su relación con los hombres del
hogar (ya sean hijos o maridos), su motivaciones laborales, su
independencia económica y su espacio de poder en la vida
doméstica. Porque interpretamos que el trabajo de la pasera
paraguaya implica, en primer lugar, un empoderamiento de la mujer
en tanto trabajadora y proveedora del hogar, pese a las condiciones
laborales de informalidad y precariedad en las que se encuentra. Y,
en segundo lugar, la pasera paraguaya, mediante su trabajo, sale
del mundo de lo doméstico hacia el espacio público –tanto como
pueden ser las calles, las plazas y las esquinas de dos ciudades– en
donde ocupa un lugar reconocido dentro del mercado de trabajo.

Por otra parte, es posible afirmar que las transformaciones


territoriales, políticas, y económicas analizadas, tomadas en
conjunto y en todas sus escalas, crearon las condiciones necesarias
para transformar el espacio fronterizo en uno transfronterizo. En
este trabajo describimos un momento especial de un espacio
fronterizo en particular: el momento de ruptura que lleva de un
espacio barrera a un espacio de movilidades y flujos. El décalage
resultante generó tensiones y reacomodamientos a manera de
reacción defensiva. Resultó fundamental descubrir qué
características tuvieron los cambios en el paso Posadas-
Encarnación y sus implicancias en el espacio y la sociedad para
develar el pasaje del espacio fronterizo-barrera hacia un espacio
fronterizo de integración, que llamamos, como postulamos, espacio
transfronterizo.

A la luz de los resultados de esta investigación, definimos el espacio


transfronterizo como un espacio fronterizo donde el movimiento y el
intercambio prevalecen sobre lo estático. Éstos pueden o no ser
promovidos por los Estados que lo componen. Estos espacios
comprenden ciudades, zonas rurales y semi rurales, etcétera,
atravesados por un límite internacional con una vinculación física,
social, institucional y política, definida por prácticas sociales que
hacen a una vida en común más allá de las decisiones del poder
central de cada Estado. Estas prácticas y tipos de vinculaciones
deben mantenerse en el tiempo aún después de cambios en las
coyunturas económicas e institucionales que afecten el espacio
transfronterizo (Reitel y Zander, 2004). Además de ser necesario un
vínculo social, económico y cultural manifestado en flujos constantes
de movilidad trasfronteriza, es indispensable la existencia de
instancias de cooperación intergubernamentales a nivel local que
tengan como fin el desarrollo del espacio transfronterizo en su
totalidad. Los ejemplos europeos de cooperación transfronteriza en
Basilea, Ginebra y Luxemburgo analizados por Sohn (2010) están
regulados por numerosos vínculos de índole política que refuerzan
los proyectos de desarrollo económico y social. Este no es aún el
caso de Posadas y Encarnación en donde, más allá del Comité de
Frontera y reuniones extraordinarias entre las autoridades de ambas
ciudades, no existe un organismo estable capaz de tomar
decisiones que afecten a cada lado de la frontera. Consideramos
que el paso de un tipo de formación territorial fronteriza a otra
transfronteriza es siempre resultado de un proceso gradual, con
avances y retrocesos, en el que intervienen numerosos actores.
Cuando el proceso se completa, se da lugar a un nuevo territorio. En
algunos casos, la construcción lleva décadas –y hasta varias
generaciones– y no está libre de grandes fluctuaciones. Creemos
que el caso de Posadas-Encarnación es un ejemplo de este proceso
de cambio: desde 1990 vive en una fluctuación constante entre la
movilidad y la fijeza, entre los espacios de continuidad sociales y la
discontinuidad geopolítica.

Podría considerarse, con Benedetti (2011) que en los espacios


fronterizos se genera tensión entre las discontinuidades espaciales
establecidas por la frontera y las continuidades generadas por
espacialidades transversales, que ya existían previamente (las
movilidades espaciales). Y si bien la tensión aparece claramente en
el punto de inflexión, es decir, a partir de la existencia del puente
internacional, en ella se conjugan elementos simbólicos que remiten
a la misma formación de la frontera internacional. En la tensión
social aparecen las categorizaciones, las discriminaciones, el apego
a la identidad nacional que hicieron a la horogénesis de la frontera
argentino-paraguaya. Y aparecen en el discurso de los comerciantes
argentinos nuevamente las estigmatizaciones presentes en las
crónicas de los agrimensores del siglo XIX y que luego perduraron
en los documentos municipales posadeños y en la prensa. Mientras
tanto, las políticas en el contexto del Mercosur facilitan la integración
fronteriza, lo cual implica otro décalage o desajuste fronterizo:
además del décalage entre un espacio y otro, se produce un
desajuste fronterizo entre la frontera real y la simbólica, retomando a
Foucher (1991). Esto quiere decir que la frontera en su aspecto
material y normativo (las leyes que la rigen, los organismos que la
controlan, la operacionalización de los controles, los dispositivos
físicos que la articulan, etcétera) ya no se corresponde con la
frontera simbólica en tanto representación social que hace a la
identificación del “nosotros” y el “otro” en el espacio. Creemos que
ese desajuste es producto y consecuencia lógica del paso de un tipo
de formación territorial fronteriza a otro y que es característico de
ese período de fluctuación y oscilación del intermezzo. En Posadas-
Encarnación, esa fluctuación ha puesto en evidencia la precariedad
de los equilibrios fronterizos preexistentes.

Podría hipotetizarse que, en este caso, donde había un precario


equilibrio entre el poder asimétrico de una minoría no-nacional
discriminada o estigmatizada (las paseras paraguayas), los
intereses de una minoría “nacional” poderosa –localmente– (los
comerciantes agrupados en la CCIP) y los mecanismos de control
del Estado argentino, las consecuencias de la implementación de
una política territorial y económica de integración ocasionaron la
pérdida de ese equilibrio. En ese momento de cambio y ajuste, la
situación puede tornarse injusta, sobre todo para la minoría
desprovista de medios de presión, y puede surgir la tensión. Pero la
tensión no se manifiesta en “un sujeto social contra otro”: los
comerciantes no se “enfrentan” a las paseras ni viceversa. La
tensión es entre los sujetos –con sus propias maneras de
representar la frontera– y las autoridades encargadas de gestionar
las funciones fronterizas.

Ante esta coyuntura, creemos que es menester retomar, en


investigaciones posteriores, los enfoques de la geografía de género,
de la justicia espacial y de la integración fronteriza para ahondar en
el análisis de las movilidades espaciales de los espacios fronterizos
intra Mercosur. Nosotros percibimos un vacío en las políticas de
ordenamiento territorial para la frontera en vías de integración: la
construcción de un puente que tenía como objetivo la mejor
comunicación económica de un territorio en proceso de integración
tuvo consecuencias negativas para un grupo minoritario oprimido,
marcando aún más las desigualdades entre lo que sucede en una
orilla y en otra. La integración regional y fronteriza debe tener en
cuenta no sólo los pequeños equilibrios de poder local e
intrarregional, sino también las desigualdades espaciales pre-
existentes, las economías informales que se tejen en su seno y sus
falencias, con el fin de evitar que las desigualdades territoriales
generen tensiones o conflictos sociales a ambos lados de la
frontera.
REFERENCIAS
BIBLIOGRÁFICAS
I) FUENTES ESCRITAS
A) Fuentes escritas inéditas

Barreto, Miguel A. (2004). Transformaciones de la vida urbana de


Posadas y Resistencia a fines de los años ‘90. Un estudio sobre
la dimensión simbólico-ideológica del espacio urbano político.
Tesis para optar por el título de Doctor en Antropología.
Posadas: Universidad Nacional de Misiones.

Borio, Carlos. (Sin fecha), ¿Quo vadis posadas? Reseña sobre la


evolución urbanística de la ciudad de Posadas, Cátedra de
Urbanismo, Facultad de Arquitectura, Universidad Nacional de
Misiones, Posadas.

Judyk, María del Carmen. (Sin fecha) La Provincia de Misiones y


su ocupación. Documento de trabajo del Departamento en
Geografía, Instituto Superior “Antonio Ruiz de Montoya”.
Posadas.

Macias, Marie-Carmen (2003). Étude géographique des mutacions


du commerce de détail au Mexique. Le cas de la Frontière Nord
et de la Ville de Tijuana : exception ou Modèle précurseur ?,
Tesis para optar por el título de Doctor en Geografía, Université
de Paris III- Sorbonne Nouvelle.

Merino, Mario Alberto (2006). Crisis de Estado y Zona de Frontera:


Posadas y los Paraguayos, Tesis de licenciatura en
Comunicación Social, Universidad Nacional de Misiones
(inédito).

Oviedo, Alejandro Daniel (2001). Comercio en las fronteras:


conflictos y articulaciones en el contexto de la integración
regional. Tesis para optar por el título de Magister en
Antropología, Universidad Nacional de Misiones, Posadas.

Poschet el Moudden, Lena (2006). Villes à la frontière et


transformation de l’espace: le cas de Haïti et la République
Dominicaine, Tesis para optar por el título de Doctor en
Geografía, École Polytechnique Fédérale de Lausanne).

Schiavoni, Lidia (2003). Las actividades económicas de las


“Paseras”. Documento inédito. Proyecto 16/H140. Secretaría de
Investigación y Postgrado de la Facultad de Humanidades y
Ciencias sociales, Universidad Nacional de Misiones. Posadas.

República Argentina, Ministerio del Interior, Dirección Nacional de


Migraciones, Delegación Posadas, Documento oficial:
Distribución Geo-política y estadística movimiento migratorio
todas las categorías, enero 2008- julio 2010. Otorgado por la
Delegación Podadas en Agosto 2010.
Municipalidad de Posadas, Ministerio de Salud, Secretaría de
Salud Pública. Nota N° 60 de la Dirección General de
Bromatología, Veterinaria y Zoonosis a la Secretaría de Salud
Pública de la Municipalidad de Posadas, Posadas, 5 de marzo
de 1980. Fuente: Archivo personal de Lidia Schiavoni,
consultado en Julio de 2010.

Municipalidad de Posadas, Secretaría de Salud Pública. Nota s/n°


de la Dirección General de Bromatología, Veterinaria y Zoonosis
a la Secretaría de Salud Pública de la Municipalidad de
Posadas, Posadas, 11 de noviembre de 1980. Fuente: Archivo
personal de Lidia Schiavoni, consultado en Julio de 2010.

Manuscritos: fichas del archivo personal de Lidia Schiavoni,


consultado en Julio de 2010, Posadas.

B) Fuentes escritas editadas

1) Censos

Argentina, Censo Nacional de Población, Hogares y Viviendas.


2001, INDEC, Dirección Nacional de Estadísticas Sociales y de
Población. Dirección de Estadísticas Sectoriales.

Argentina, Anuario Estadístico del Instituto Provincial de


Estadísticas y Censos (IPEC), 2008.

Paraguay, EIH, 2000/2001, Dirección General de Estadísticas y


Censos de la República del Paraguay (DGEC).
2) Artículos de Diarios locales y nacionales analizados

Fecha, Diario, Título

18/10/1972, La Nación, Plan Posadas

25/08/1978, El Territorio, Propuestas del Plan Posadas que


cuentan con aprobación final para su ejecución

17/10/1986, El Territorio, Proyectan comité consultivo de políticas


fronterizas

26/10/1986, El Territorio, Enero del ‘87 será un mes clave para el


Puente Posadas-Encarnación

03/04/1990, El Territorio, Inauguración apurada por la lluvia

04/04/1990, El Territorio, Un problema transitorio

04/04/1990, El Territorio, Despertar con el puente

05/04/1990, Clarin, Un puente de unión

25/05/1990, El Territorio, Esperan mucho movimiento vehicular en


el puente

19/02/1992, Primera Edición, Suscriben Acta de intención para el


traspaso de puertos

28/03/1992, Primera Edición, Graves inconvenientes causó corte


del puente por taxistas “truchos”

11/06/1992, El Territorio, La frontera y la atención médica


08/08/1992, Primera Edición, Graves incidentes por corte de
tránsito en el puente

10/08/1992, Primera Edición, Nuevo conflicto en el puente por


“doble control aduanero”

22/08/1992, El Territorio, Tratarán de corregir asimetrías


impositivas

31/08/1992, Primera Edición, Paseras paraguayas cortaron el


puente Posadas-Encarnación. Incidentes con la prensa
argentina en la frontera

01/10/1992, Revista Formosa S XXI, Vaivenes del comercio


fronterizo. Dos ciudades, un puente Autor: José maría Torres,
pp 46-47

12/12/1992, El Territorio, Taxistas amenazan bloquear el puente


“San Roque González”

23/12/1992, El Territorio, Recepción definitiva del puente Posadas-


Encarnación

19/02/1993, El Territorio, Obras de techado en la cabecera del


Puente Posadas-Encarnación

20/11/1993, El Territorio, Revoltosos bloquean otra vez el puente.


Hubo “secuestro” de argentinos

19/06/1995, El Territorio, Facilitar el paso en la frontera

16/07/1995, El Territorio, Sin acuerdo en control integrado


16/07/1995, El Territorio, No volvemos, si allá continúan los Mac
Lean

16/07/1995, Primera Edición, El tráfico fronterizo debe ser fraterno


y fluido

28/10/1995, El Territorio, Denuncian maniobras contra turistas

15/11/1995, Primera Edición, El lunes próximo, marcha de


comerciantes. El puente, un agujero negro

21/11/1995, El Territorio, En Posadas e Iguazú cerraron comercios


y puentes

24/11/1995, El Territorio, Nuevo cierre del puente

25/11/1995, El Territorio, Puente “atrapado y sin salida”

26/01/1996, Primera Edición, Estricto control de tráfico fronterizo en


Posadas

02/06/1996, El Territorio, Pobreza por bajos ingresos

02/06/1996, El Territorio, Por mar y tierra

09/06/1996, Clarin, Sigue la presión para echar al jefe de la aduana


de Posadas

09/06/1996, Clarin, Los embates contra MacLean

21/03/1998, El Territorio, El puente internacional


27/05/1998, El Territorio, Otra ves los paseros cortaron el puente y
amenazaron con volver

15/09/1998, Primera Edición, Persiste la amenaza de cerrar el


puente Posadas-Encarnación

12/10/1998, Clarin, Fuertes pérdidas comerciales por las compras


en Paraguay

03/09/1999, El Territorio, Tregua al vehículo de transporte en el


puente internacional

20/02/2000, Clarin, La frontera dibujada. Vivir del contrabando

03/04/2000, El Territorio, Cada vez son más los argentinos que


cruzan a la otra orilla

06/04/2000, Primera Edición, Secuestraron un gran cargamento de


chipá y empanadas paraguayas

20/09/2000, Primera Edición, Detectaron problemas en el puente


internacional San Roque González

02/12/2000, El Territorio, El Intendente de Encarnación dice que


Argentina debe mantener el Puente

04/12/2000, El Territorio, Con un peaje de 10 centavos se puede


mantener el puente Posadas-Encarnación

15/03/2001, El Territorio, Doce millones de personas al año


transitan por la frontera misionera
26/04/2001, Primera Edición, Después de casi siete horas, una
nueva promesa destrabó el corte del puente

27/04/2001, El Territorio, El cruce a Encarnación

28/04/2001, El Territorio, Manifestantes cortaron el puente durante


seis horas

17/05/2001, El Territorio, Migraciones quiere el retorno del control


unificado en el puente

31/05/2001, El Territorio, Se desprendió un tensor en el puente y


hay órdenes de restringir el tránsito

01/06/2001, Primera Edición, Los tensores del puente no se


soltaron, pero hacen falta tareas de mantenimiento

01/06/2001, Primera Edición, Y la gente se alarmó / Imágenes del


desastre

03/06/2001, El Territorio, Trámites de frontera

03/07/2001, El Territorio, Una obra que cambió la historia

15/03/2003, La Nación (Paraguay), Los gendarmes ya no dejan


trabajar a las paseras sureñas

22/10/2003, El Territorio, El puente Posadas-Encarnación estuvo


obstaculizado ayer

12/11/2003, La Nación (Paraguay), Paseras sureñas denuncian


arbitrariedades de argentinos
10/12/2003, El Territorio, El Puente Posadas - Encarnación lleva
más de ocho horas cerrado

11/12/2003, El Territorio, Afectados por Yacyretá cortaron el puente


Posadas-Encarnación

23/12/2003, El Territorio, Tensa situación por el corte en el puente

24/12/2003, El Territorio, Relocalizados levantaron el corte del


Puente

26/12/2003, El Territorio, Los afectados levantaron el corte del


puente San Roque

28/12/2003, La Nación (Paraguay), Mototaxistas hacen su “agosto”


en frontera sureña

02/02/2004, El Territorio, Cónsul paraguayo dijo que “el Puente


debe servir de unión”

03/02/2004, El Territorio, Denuncian gendarme por supuesta


amenaza con arma a encarnacenos

04/02/2004, El Territorio, Encarnacenos amenazan con cerrar el


Puente Posadas-Encarnación

04/02/2004, El Territorio, Ayer hubo quejas en el puente San Roque


por demoras en los controles

25/03/2004, La Nación (Paraguay), Paseras prefieren usar lanchas


para ir a Posadas
26/03/2004, El Territorio, Quejas por trato en el puente San Roque

27/03/2004, La Nación (Paraguay), Las paseras encarnacenas se


quejan en acto de homenaje

24/04/2004, El Territorio, Aseguran que las relaciones entre


posadeños y encarnacenos es óptima

11/09/2004, El Territorio, Problemas fronterizos en la agenda entre


Posadas y Encarnación

20/09/2004, El Territorio, No levantarán la cota sin las obras


complementarias en Encarnación

22/10/2004, La Nación (Paraguay), Insólita asamblea bloqueó ayer


el puente San Roque

21/11/2004, El Territorio, Sociedad Rural Misiones apoya control


bromatológico en puente San Roque González

23/11/2005, El Territorio, El cruce fronterizo de paseras en lancha,


casi en extinción

25/11/2005, El Territorio, Paseras bloquearon el puente


internacional por cinco horas

25/11/2005, La Nación (Paraguay), Bloqueo en protesta por


controles argentinos

28/11/2005, El Territorio, levantaron corte de tránsito del puente


San Roque González
29/11/2005, El Territorio, Desbloquean el puente tras anuncio de
estrictos controles a argentinos

29/11/2005, La Nación (Paraguay), Endurecerán controles contra


los argentinos en Encarnación

10/12/2005, La Nación (Paraguay), Intendente de Posadas anunció


que cobrará peaje en el puente

13/12/2005, El Territorio, Comerciantes y empresarios apoyan


controles en el puente

16/12/2005, El Territorio, Comercio pidió apoyo al Ministerio del


Interior

17/12/2005, El Territorio, Vendedores de La Placita apoyan los


controles bromatológicos

24/01/2006, El Territorio, Paseras atacaron a cuchillazos a una


pareja

26/03/2006, El Territorio, Puentes y caminos como objetivos de


gobierno

15/05/2006, El Territorio, Cortan el puente internacional San Roque


González

15/05/2006, El Territorio, Continúa el corte del puente Posadas-


Encarnación

17/05/2006, El Territorio, Se levantó el bloqueo en el puente


05/09/2006, El Territorio, En Posadas levantaron bloqueo del
puente San Roque

06/09/2006, El Territorio, Afectados por la EBY también limitaron el


paso front4erizo

07/09/2006, La Nación (Paraguay), Bloqueo del puente afecta al


comercio encarnaceno

09/09/2006, El Territorio, Afectados cumplieron el cuarto día de


corte

09/09/2006, La Nación (Paraguay), Afectados de Yacyretá siguen


cerrando rutas

12/09/2006, Clarin, Bloquean en Misiones el puente que lleva a


Paraguay

14/09/2006, El Territorio, Desalojaron el bloqueo al Puente


Posadas-Encarnación

14/09/2006, La Nación (Paraguay), Orden de despeje del puente


no se cumplió en Posadas

14/09/2006, Clarin, Piquete en el puente Posadas-Encarnación.


Levantan el corte de un paso al Paraguay

17/09/2006, El Territorio, Afectados se reunirán el 30

06/12/2006, El Territorio, Estatales bloquean el acceso al puente


San Roque en Posadas
11/12/2006, El Territorio, Cortaron el puente contra las pasteras en
Uruguay

28/05/2007, El Territorio, Para evitar la fuga de paseras cercan la


cabecera del puente

07/06/2007, El Territorio, Bloquean sorpresivamente el puente San


Roque González

14/06/2007, El Territorio, Encarnacenos en alerta podrían cortar el


puente San Roque

22/06/2007, El Territorio, Los colonos cortaron el puente San


Roque para nacionalizar el reclamo

24/06/2007, La Nación (Paraguay), Control en Posadas enjaula a


los paseros paraguayos

03/01/2008, El Territorio, Empleados del Concejo Deliberante


posadeño amenazan con cortan el puente San Roque González

02/03/2008, Primera Edición, Convocan a regularizar la


documentación

09/03/2008, Primera Edición, La vida entre dos mundos

08/07/2008, El Territorio, Cada vez más paraguayas viven del


contrabando hormiga de cigarrillos

03/09/2008, El Territorio, Según registros, en 2007 cruzaba un


promedio de 3.000 personas por día; ahora lo hacen unas
2.200. El tránsito fronterizo en lancha cayó un 50 porciento
26/11/2009, Primera Edición, Juguetes y medicamentos truchos, en
la lupa de Aduanas del Mercosur

20/07/2010, Primera Edición, La CCIP insiste en que se compense


las asimetrías con el Paraguay

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República Argentina, Decreto/Ley N° 15.385/1944, Consejo de


Defensa Nacional. Creación de Zonas de Seguridad, publicado
en el Boletín oficial el 25/04/1945. Esta norma se ratifica
mediante la Ley N° 12.913 de 1946, que “Da fuerza de ley a los
decretos dictados por el Ministerio de Guerra desde el 4-6-1943
al 3-6-1946”, publicada en el Boletín Oficial el 03/06/47.

República Argentina, Decreto Nº 32.530/1948. Establece normas


en la aplicación del art. 4º del Decreto-Ley N° 15.385/1944.

República Argentina, Ley N° 14.027 de 1951. Impone diversas


restricciones y obligaciones a los propietarios y ocupantes
limítrofes a la frontera, publicada en el Boletín Oficial el
06/06/1951.

República Argentina, Ley N° 14.294/1953, Declara provincia al


Territorio Nacional de Misiones. Declárese provincia de acuerdo
con lo dispuesto en los artículos 13 y 68, inciso 14 de la
Constitución Nacional, publicada en el Boletín Oficial el
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República Argentina, Decreto Nº 9.329/1963. Reglamenta el


funcionamiento de la CNZS.

República Argentina, Ley N° 18.575/1970, Establécense las


previsiones tendientes a promover el crecimiento sostenido del
espacio adyacente al límite internacional de la República que a
estos efectos se considerará Zona de Frontera para el
desarrollo, promulgada el 30 de enero de 1970, publicada en el
Boletín Oficial el 03/02/1970.

República Argentina, Ley N° 16.970, Poder Ejecutivo nacional


(P.E.N.), Defensa Nacional, publicada en el Boletín Oficial el 10
de octubre de 1966
República Argentina, Ley N° 19.248/1971, Apruébanse las Políticas
Nacionales Secretas que como Anexo integran la presente ley,
promulgada el 21 de septiembre de 1971, publicada en el
Boletín Oficial el 21/09/2006.

República Argentina, Ley N° 19.307/1971, Aprueba el Convenio


para estudio del aprovechamiento de los recursos del Río
Paraná, firmado con la República del Paraguay el 16/06/71,
publicada en el Boletín Oficial el 03/11/71.

República Argentina, Ley N° 19.372/1971, Aprueba el Convenio


para la construcción de un puente carretero y ferroviario sobre
el Río Paraná, firmado con la República del Paraguay el 3 de
diciembre de 1971, publicada en el Boletín Oficial el 28/01/72.

República Argentina, Ley N° 19.524/1972, Establece el régimen de


escuelas, en zonas y áreas de frontera, derogando al efecto las
Leyes N° 17.591 y 18.978, promulgada el 14 de marzo de 1972,
publicada en el Boletín Oficial el 22/03/1972.

República Argentina, Ley N° 20.318, Poder Ejecutivo nacional


(P.E.N.), Defensa Nacional, Servicio Civil de Defensa, publicada
en el Boletín Oficial el 9 de mayo de 1973

República Argentina, Decreto N° 1.433/1976, Apruébese el Acta


suscripta en Posadas, capital de la provincia de Misiones el 5/
de abril de 1975 por los miembros de la Comisión Bilateral
Argentino-Paraguaya, constituida en virtud del artículo IV del
convenio celebrado entre la República Argentina y la República
del Paraguay para la construcción de un Puente Internacional
sobre el Río Paraná, publicada en el Boletín Oficial el
11/08/1976.

República Argentina, Decreto 2.292/76, Poder Ejecutivo Nacional,


Ilícitos de Importación y Exportación, Tráfico fronterizo, 29 de
septiembre de 1976.

República Argentina, Decreto Nº 3.026/1976. Facultades


conferidas al Ministro de Defensa para establecer normas
operativas y excepciones al régimen establecido en los arts. 4º
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República Argentina, Decreto 2.086/1977, Poder Ejecutivo


Nacional (P.E.N.), Publicada en el Boletín Oficial el 21 de julio
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República Argentina, Ley N° 21.900/1978, Normas que regulan la


delimitación, registro, adjudicación, uso y cesión de las tierras
fiscales en Zona de Frontera, publicada en el Boletín Oficial el
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República Argentina, Ley Nº 22.352/1980. Centros de Frontera.


Promulgada el 5 de diciembre de 1980.

República Argentina, Decreto Nº 1.012/1981, Reglamentación de la


Ley N° 22.352 sobre Régimen Jurídico de Administración de los
Centros de Frontera, publicado en el Boletín Oficial el
21/08/1981.

República Argentina, Ley N° 22.415/1981, Código Aduanero,


publicado en el Boletín Oficial el 2 de marzo de 1981
República Argentina, Decreto Reglamentario 1.001/1982, Poder
Ejecutivo Nacional (P.E.N.), Reglamentación de la Ley 22.415,
Publicado en el Boletín Oficial el 21 de mayo de 1982.

República Argentina, Ley N° 23.435/1986, Convenio sanitario entre


el Gobierno de la República Argentina y el Gobierno de la
República del Paraguay, promulgada el 14 de noviembre de
1986.

República Argentina, Decreto N° 247/1987. Convenio de


cooperación recíproca para la interconexión eléctrica y notas
técnicas secretaria de energía - EMSA – ANDE, Buenos Aires.

República Argentina, Decreto N° 1182/1987, Zonas y Áreas de


Frontera. Determínase una nueva Zona de Frontera para el
desarrollo integrada por los territorios de las provincias con
frontera y el Territorio Nacional de la Tierra del Fuego, Antártida
e Islas del Atlántico Sur. Jurisdicciones territoriales para el
régimen de Areas de Frontera, publicado en el Boletín Oficial el
28/09/1987.

República Argentina, Ley N° 23.554/1988 Defensa nacional.


Principios básicos. Finalidad y estructura del sistema.
Organización de las Fuerzas Armadas. Servicio de Defensa
Nacional. Organización Territorial y Movilización. Disposiciones
generales y transitorias, publicada en el Boletín Oficial el
05/05/1988.

República Argentina, Ley N° 23.630/1988, Fuerzas de Seguridad.


Autorízase la utilización de la expresión “expedicionario a la
frontera”, a personal superior y subalterno de Gendarmería
Nacional, publicada en el Boletín Oficial el 04/11/1988.

República Argentina, Ley N° 23.737, Tenencia y tráfico de


estupefacientes, Buenos Aires, publicada en el Boletín Oficial el
11 de octubre de 1989.

República Argentina, Ley N° 24.059, Seguridad Interior, publicada


en el Boletín Oficial el 17 de enero de 1992.

República Argentina, Ley N° 24.085/1992, Protocolo sobre Tránsito


de Automotores afectados a las labores de la Comisión Mixta
Argentino-Paraguaya del Río Paraná, promulgada el 10 de junio
de 1992.

República Argentina, Decreto Nº 887/1994. Establece el límite de


Zonas de Seguridad de Fronteras.

República Argentina, Ley N° 24.385/1994, Acuerdo de Transporte


Fluvial por la Hidrovía Paraguay-Paraná (Puerto de Cáceres-
Puerto de Nueva Palmira) suscripto con las Repúblicas de
Bolivia, Federativa del Brasil, Paraguay y Oriental del Uruguay,
promulgada de hecho el 19 de octubre de 1994.

República Argentina, Decreto N° 660/1996, Poder Ejecutivo


Nacional (P.E.N.), Administración Nacional, Reforma del
Estado, publicada en el Boletín Oficial el 27 de junio de 1996.

República Argentina, Decreto N°1.409/1996 de disolución de la


Superintendencia Nacional de Fronteras y de transferencia de
sus atribuciones a la Secretaría de Seguridad Interior del
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República Argentina, Decreto N° 1.562/1996, Poder Ejecutivo


Nacional (P.E.N.), Impuesto diferencial, Nafta, Misiones,
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República Argentina, Decreto N° 1.608/1996, Aportes del Tesoro.


Establécese un régimen especial de subsidios con instrumentos
valorizados en pesos que se entregarán a la población con
residencia permanente en las ciudades argentinas fronteriza
para ser utilizados como medio de pago en la adquisición de
bienes de consumo al comercio minorista, publicado en el
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(P.E.N.), Administración Federal de Ingresos Públicos, Régimen
General de Actuación, publicada en el Boletín oficial el 14 de
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República Argentina, Ley N° 24.836/1997, Convenio en Materia de


Salud Fronteriza y su Protocolo Adicional suscriptos con la
República del Paraguay, promulgada el 11 de junio de 1997.

República Argentina, Decreto N° 855/1997, Establécese un


régimen simplificado opcional de exportaciones que se realicen
por las aduanas de Clorinda, La Quiaca y Posadas.
Condiciones. Facultades a la Administración Federal de
Ingresos Públicos, publicado en el Boletín Oficial el 010de
septiembre de 1997.
República Argentina, Decreto 1.184/1997, Poder Ejecutivo
Nacional (P.E.N.), Sedes diplomáticas y consulares, Seguridad
de sedes en el exterior, publicada en el Boletín oficial el 14
noviembre de 1997.

República Argentina, Ley N° 24.969, Acuerdo suscripto con la


República del Paraguay para la Cooperación entre la
Gendarmería Nacional Argentina y la Policía Nacional del
Paraguay, sancionada el 20 de mayo de 1998.

República Argentina, Resolución 362/1999, Comisión Nacional


Zonas de Seguridad, Buenos Aires, 9 de marzo de 1999,
publicado en el Boletín Oficial el 22 de marzo de 1999.

República Argentina, Resolución 361/1999, Comisión Nacional


Zonas de Seguridad, Buenos Aires, 9 de marzo de 1999,
publicado en el Boletín Oficial el 22 de marzo de 1999.

República Argentina, Ley N° 25.173/1999, Institúyese la obligación


de instalar la enseña patria nacional en todos los puestos de
acceso y egreso del Estado argentino, publicada en el Boletín
Oficial el 08/10/1999.

República Argentina, Ley N° 25.551/2001, Compre trabajo


argentino, Régimen de compras del Estado Nacional, publicada
en el Boletín Oficial del 31/12/2001.

República Argentina, Decreto N° 1.189/2004, Ratifícanse en todos


sus términos el Acta Acuerdo del 29 de diciembre de 2003 y el
Acta Acuerdo del 31 de agosto de 2004, mediante las cuales se
aprobara el Plan de Terminación Yacyretá, suscriptas por el
Ministro de Planificación Federal, Inversión Pública y Servicios
de la República Argentina y el Ministro de Obras Públicas de la
República del Paraguay, publicado en el Boletín Oficial el
16/09/2004.

República Argentina, Ley 25.871/2004, Ley de migraciones,


Política migratoria argentina, publicada en el Boletín Oficial el
21 de enero de 2004.

República Argentina, Resolución Nº 2.034/2005, Ministerio del


Interior, Buenos Aires, 17 de noviembre de 2005.

República Argentina, Decreto Nº 648/2007. Modifica el Anexo I del


Decreto Nº 887/1994. República Argentina, Resolución 0497,
Ministerio del Interior, Buenos Aires, 11 de mayo de 2009.

República Argentina, Ley N°26.338/2007 que declara la


competencia del Ministerio del Interior para entender en la
aplicación del Decreto N°15385/1944 y de la Ley N°1291,
publicada en el Boletín Oficial el 07/12/2007.

República Argentina, Resolución N° 1.280/2009, Secretaria de


Interior, Dersignaciones, publicada en el Boletín Oficial el 20 de
noviembre de 2009.

República Argentina, Resolución 796/2009, Ministerio del Interior,


Buenos Aires, 14 de julio de 2009.

República Argentina, Resolución del Ministerio de Interior N°


0057/2010, Reglamento Operativo Interno para Coordinadores
Locales (A.C.I.) y Zonales Intersectoriales de Pasos de
Fronteras, Buenos Aires, 1° de febrero de 2010.

República Argentina, Decreto 616/2010, Migraciones,


Reglamentación de la Ley de Migraciones Nº 25.871 y sus
modificatorias, Buenos Aires, 3 de mayo de 2010.

3.1. Normas argentinas referidas al Servicio Nacional de Sanidad y


Calidad Agroalimentaria (SENASA)

República Argentina, Resolución N° 295/99, SENASA, Cuarentena


- ingreso - equipaje - listado positivo - riesgo zoofitosanitario,
Buenos Aires, 25 de marzo de 1999.

República Argentina, Resolución N° 290/99, SENASA, Manual de


procedimientos en control de personas, equipajes y vehículos
de transporte en puestos de frontera. Servicio Nacional de
Sanidad y Calidad Agroalimentaria, Dirección Nacional de
Fiscalización Agroalimentaria.

3.2. Normas argentinas referidas a la Dirección Nacional de


Migraciones

República Argentina, Dirección Nacional de Migraciones, Acuerdo


de Cooperación Turística entre el Gobierno de la República
Argentina y el Gobierno de la Republica del Paraguay, 12 de
agosto de 1991, aprobado por Ley 24.357.

República Argentina, Dirección Nacional de Migraciones, Convenio


sobre Habilitación de Pasos Fronterizos entre el Gobierno De
La República del Paraguay y el Gobierno de la República
Argentina, 30 de octubre de 1992.

República Argentina, Dirección Nacional de Migraciones, Acuerdo


entre el Gobierno de la República Argentina y el Gobierno de la
República del Paraguay sobre Coordinación de apertura y cierre
de Pasos Fronterizos, 15 de mayo de 2000.

República Argentina, Dirección Nacional de Migraciones,


Procedimiento para la verificación de la documentación de
egreso e ingreso de menores entre la República Argentina y la
República del Paraguay, 18 de julio de 2006.

República Argentina, Dirección Nacional de Migraciones,


Disposición 26.263/2006, Considéranse comprendidos en la
Disposición Nº 26.147/2006, los egresos que se efectúen por
los pasos fronterizos Puente Internacional Tancredo Neves y
Puente San Roque González de Santa Cruz, Publicada en el
Boletín Oficial del 11-07-2006.

República Argentina, Dirección Nacional de Migraciones, Acuerdo


contra el Tráfico Ilícito de migrantes entre el Gobierno de la
República Argentina y el Gobierno de la República del
Paraguay, Asunción, 13 de marzo de 2007.

República Argentina, Dirección Nacional de Migraciones, Acuerdo


operativo sobre Tránsito Vecinal Fronterizo entre la República
Argentina y la República de Paraguay, 1 de julio de 2010.
República Argentina, Dirección Nacional de Migraciones,
DISPOSICION DNM Nº 637, Incorporación de la Firma Digital
en los procesos sustantivos del Organismo, Buenos Aires, 4 de
mayo de 2010.

República Argentina, Dirección Nacional de Migraciones,


DISPOSICION DNM Nº 644, Créase el Registro Único de
Pasos Fronterizos, Buenos Aires, 5 de mayo de 2010.

3.3. Normas argentinas referidas a la Dirección General de


Aduanas

República Argentina, Ley N° 22.415 - Código Aduanero, publicado


en el Boletín Oficial el 2 de marzo de 1981.

República Argentina, Resolución 2604/86, Administración Nacional


de Aduanas, Tráfico Vecinal Fronterizo de Exportación, 16 de
octubre de 1986.

República Argentina, Decreto 618/1996, la Administración Nacional


de Aduana (ANA) se transforma en la Dirección General de
Aduanas, organismo integrante de la Administración Federal de
Ingresos Públicos (AFIP).

República Argentina, Resolución 2604/86, Administración Nacional


de Aduanas, Tráfico Vecinal Fronterizo de Exportación, 16 de
octubre de 1986.

República Argentina, Resolución General 262 de 1998,


Administración Federal de Ingresos Públicos, Aduanas,
Régimen de Tráfico Fronterizo, publicado en el Boletín Oficial el
19 de noviembre de 1998.

3.4. Normas argentinas referidas a la Gendarmería Nacional

República Argentina, Ley N° 12.367, Gendarmería Nacional,


Creación y organización, Buenos Aires, publicada en el boletín
oficial el 11 de agosto de 1938.

República Argentina, Ley 19.349, Ley de Gendarmería Nacional,


Buenos Aires, publicada en el Boletín Oficial el 25 de noviembre
de 1971.

República Argentina, Ley 24.969, Aprobación de un Acuerdo para


cooperación entre Gendarmería Nacional Y Policía Nacional del
Paraguay, Buenos Aires, 20 de Mayo de 1998.

3.5. Normas argentinas referidas a la Prefectura Naval Argentina:

República Argentina, Ley N° 18.398, Ley General de la Prefectura


Naval Argentina, Buenos Aires, publicada en el Boletín Oficial,
el 28 de octubre de 1969.

República Argentina, Ley N° 20.094, Navegación, Régimen,


Buenos Aires, publicada en el Boletín Oficial el 02 de marzo de
1973.

3.6. Normas argentinas referidas a la Dirección Nacional de


Vialidad:
República Argentina, Decreto Ley N° 505 de 1958. Creación de la
Dirección Nacional de Vialidad, publicada en el Boletín Oficial el
22 de enero de 1958, ratificado por la Ley 14.467.

República Argentina, Ley N° 16.920, Gobierno y administración de


la Dirección Nacional de Vialidad, publicado en el Boletín Oficial
el 18 de agosto de 1966.

3.7. Normas argentinas referidas a la Dirección Nacional de


Registro, Fiscalización y Sanidad de Fronteras.

República Argentina, Decreto 1343/2007, Administración Pública


Nacional, Modificación del Decreto Nº 357/2002 y sus
modificatorios, a fin reordenar las responsabilidades de algunas
unidades organizativas y conformar otras nuevas en el ámbito
del Ministerio de Salud, —Organigrama de Aplicación y
Objetivos—. Apruébase la estructura organizativa del primer
nivel operativo del mencionado Ministerio., publicado en el
Boletín Oficial el 4 de octubre de 2007.

4) Acuerdos Bilaterales entre la República del Paraguay y la


República Argentina

Tratado de Límites entre la República del Paraguay y la Argentina,


del 03 de febrero de 1876, firmado por el Ministro de Relaciones
Exteriores de la República Argentina, doctor don Bernardo de
Irigoyen y el Enviado Extraordinario y Ministro Plenipotenciario
en Misión Especial, don Facundo Machain, aprobado por el
Congreso Nacional por Ley N° 770 del 7 de julio de 1876
Tratado de Yacyretá, firmado por la República Argentina y la
República del Paraguay el 3 de diciembre de 1973, Aprobado
por Ley N° 20.646 de la República Argentina y por Ley N° 433
del 20 de diciembre de 1973 de la República del Paraguay.

Acuerdo entre el Gobierno de la República Argentina y el Gobierno


de la República del Paraguay sobre coordinación de apertura y
cierre de pasos fronterizos, Asunción, 13 de Mayo de 2000.

Acuerdo por Notas Reversales, 2 de julio de 1981, Se aprueba la


financiación por Yacyretá de las obras del Puente Encarnación-
Posadas y vías de acceso.

Convenio sobre habilitación de pasos fronterizos entre el Gobierno


de la República del Paraguay y el Gobierno de la República
Argentina, firmado el 30 de octubre de 1992.

Acuerdo Operativo sobre Tránsito Vecinal Fronterizo entre la


República Argentina y la República de Paraguay, 01 de julio de
2010, firmado, por la República Argentina, por el Dr. Adolfo
Naldini, Dirección Nacional de Migraciones, Ministerio del
Interior y, por la República del Paraguay, por el Lic. Julio Benitez
Albavi, Dirección General de Migraciones, Ministerio del Interior.

5) Acuerdos Mercosur

MERCOSUR, Tratado de Asunción, Asunción, 26 de marzo de


1991.

MERCOSUR/GMC/RES Nº 02/91, Control integrado de frontera,


Brasilia, 17 de diciembre de 1991.
MERCOSUR/CMC/DEC Nº 12/91, Facilitación para los ciudadanos
del MERCOSUR, Brasilia, 17 de diciembre de 1991.

MERCOSUR\GMC\RES N° 8/94, Puntos de frontera.

MERCOSUR/GMC/RES. Nº 8/97, Nómina de puntos de frontera de


controles integrados entre los estados partes, Asunción, 15 de
abril de 1997.

MERCOSUR/GMC/RES. Nº43/97, Nómina de puntos de frontera


de controles integrados entre los estados partes del
MERCOSUR, Montevideo, 13 de diciembre de 1997.

MERCOSUR/CMC/DEC. N° 18/99, Tránsito Vecinal Fronterizo


entre los Estados partes del Mercosur.

MERCOSUR/CMC/DEC. Nº 04/00, Acuerdo de Recife.

MERCOSUR/CMC/DEC. Nº 14/00, Reglamentación del Régimen


de Tránsito Vecinal Fronterizo Entre Los Estados Partes Del
Mercosur, Buenos Aires, 29 de junio de 2000.

MERCOSUR/CMC/DEC. Nº 05/02 - Grupo Ad Hoc Sobre


Integración Fronteriza.

XXX Reunión Extraordinaria del Grupo Mercado Común, Acta 2/05,


Anexo VIII,

MERCOSUR/GAHIF/Informe N° 01/05, Informe sobre la IX Reunión


del Grupo Ad-Hoc sobre Integración Fronteriza, Montevideo, 05
y 06 de Diciembre de 2005.
MERCOSUR/GMC/RES N° 29/07, Nómina de puntos de frontera
de controles integrados entre los Estados partes,

MERCOSUR/GMC/RES. N°20/09: Resolución del Grupo del


Mercado Común del Mercosur N°20/09 “Nómina y reglamento
administrativo de los organismos coordinadores en el área de
control integrado”

6) Otros Documentos oficiales:

Entidad Binacional Yacyretá, Resolución N° 103 de 1981, Consejo


de Administración, disponible en
http://www.yacyreta.org.ar/docum/2006/tratadodeyacyreta.pdf.

Entidad Binacional Yacyretá, Resolución N° 5752, Comité


Ejecutivo, disponible en
http://www.yacyreta.org.ar/docum/2006/tratadodeyacyreta.pdf.

Entidad Binacional Yacyretá, Resolución N° 1530, Consejo de


Administración, disponible en
http://www.yacyreta.org.ar/docum/2006/tratadodeyacyreta.pdf.

Entidad Binacional Yacyretá, Actas N° 667 del 27 de enero de


2005, Comité Ejecutivo, disponible en
http://www.yacyreta.org.ar/docum/2006/tratadodeyacyreta.pdf.

República del Paraguay, Ley N° 426/1973, Se establece la División


Política del Territorio de la República, promulgada el 7 de
diciembre de 1973.
Municipalidad de Posadas, Boletín Oficial, N° 199, 2 de diciembre
de 1996, Ordenanza Nº 148/96:“Establécese el régimen para
los Vendedores en la Vía Pública”.

Municipalidad de Posadas, Boletín Oficial, N° 504, 29 de


Noviembre de 2011, Ordenanza Nº 2964/1: “Apruébase en
todas sus partes el Código Fiscal Municipal, la Ordenanza
Tributaria, y Habilitación e Inscripción de Estructuras Soportes y
Antenas”.

Municipalidad de Posadas, Boletín Oficial, N° 280, 31 de Octubre


de 2002, Decreto N° 561, “Apruébase en todas sus partes el
Reglamento de la Ordenanza N° 148/96- Decreto N° 1064/96,
referente a los Vendedores en la Vía Pública

República del Paraguay, Contraloría General de la República,


Resolución CGR Nº 179/2005, Auditoría de gestión, Área de
Control Integrado.

7) Internet

www.eby.org.ar

http://www.mercosurabc.com.ar

http://www.gendarmeria.gov.ar/

http://www.afip.gob.ar/aduanaDefault.asp

http://www.migraciones.gov.ar/accesible/

http://www.prefecturanaval.gov.ar/web/es/html/portada.php
http://www.senasa.gov.ar/

http://www.mininterior.gov.ar/

http://www.msal.gov.ar/

http://www.vialidad.gov.ar/

II) FUENTES ORALES


a) Audiovisuales:

1998-2002, “Escenas de la Vida en el Borde”, Serie documental de


la realizadora Ana Zanotti. Historia: “Un paso con Historia”
(1998), 28 minutos, Betacam. Dirección, guión y Edición: Ana
Zanotti; Fotografía y Cámara: Daniel Rodas; Sonido: Hugo
Dartois; Actriz: Mami Araujo; Música: Chango Spasiuk, Julio
Lohrman, Ignacio Noguera y Chacho Bernal.

1997, Inédito, Video de entrevistas en “crudo” realizadas por la


Prof. Tania Piris Da Motta. Versión editada en la Facultad de
Ciencias Humanas de la Universidad Nacional de Misiones.
Duración: 20 minutos.

b) Entrevistas grabadas digitalmente

Entrevista al Arquitecto Carlos Borio, Profesor de la Cátedra de


Urbanismo en la Facultad de Arquitectura de la Universidad
Nacional de Misiones, Director del Colegio de Arquitectos de
Posadas y Director de Planificación Urbana de la Subsecretaría
de Planificación Territorial de la Provincia de Misiones, realizada
en Posadas el 25 de abril de 2009.

Funcionario de rango intermedio de la Gendarmería Nacional


Argentina, “C”, del Escuadrón 50 (Posadas) de Gendarmería
Nacional Argentina, entrevista realizada en el Escuadrón 50,
Posadas, 15 de julio de 2010.

Gendarme Retirado, Comandante “R”, funcionario de alto rango en


el puente internacional San Roque González de Santa Cruz
entre 1990 y 1995, entrevista realizada en su domicilio,
Posadas, 10 de agosto de 2010.

Lic. “A”, Ex Comandante Mayor de la GNA, Actual Coordinador


Local Area de Control Integrado Posadas (Arg) -Encarnación,
Centro de Frontera Puente Internacional San Roque González
de Santa Cruz, entrevista realizada en el Centro de Frontera, 29
de julio de 2010.

Dra. “B”, funcionaria de alto rango de la Delegación Posadas de la


Dirección Nacional de Migraciones de la República Argentina,
entrevista realizada en su oficina el 14 de julio de 2010.

Ing. “P”, funcionario de alto rango de la División Aduana de


Posadas, entrevista realizada en su oficina el 3 de agosto de
2010.

Dra. “L”, funcionaria de alto rango del SENASA del Puesto de


Centro de Frontera Puente Internacional San Roque González
de Santa Cruz, entrevista realizada en el Centro de Frontera el
21 de julio de 2010.

Dr. “M”, ex miembro del SENASA como funcionario de alto rango


del Centro de Frontera Puente Internacional San Roque
González de Santa Cruz desde 1993 hasta 1997, entrevista
realizada en el Centro de Frontera el 23 de julio de 2010.

Dra. “S”, funcionaria de alto rango de Sanidad de Fronteras del


Ministerio de Salud Pública de la Nación, República Argentina,
entrevista realizada en el Centro de Frontera el 19 de julio de
2010.

Ayudante Mayor “A”, funcionario de alto rango de la Prefectura


Delegación Posadas, entrevista realizada en el Puerto de
Posadas semi inundado, 15 de Julio de 2010.

T. R., comerciante de Posadas que ocupó cargos directivos en la


Cámara de Comercio e Industria de Posadas en los años
noventa. Entrevista realizada en Posadas en mayo de 2009.

P. S., comerciante de Posadas que ocupó cargos directivos en la


Cámara de Comercio e Industria de Posadas en los años
noventa. Entrevistas realizada en Posadas en mayo de 2009 y
julio de 2010.

B. J., comerciante de Posadas que ocupó cargos directivos en la


Cámara de Comercio e Industria de Posadas en los años
noventa. Entrevista realizada en Posadas en agosto de 2010.
B. T., comerciante de Posadas que ocupó cargos directivos en la
Cámara de Comercio e Industria de Posadas en los años
noventa. Entrevista realizada en Posadas en agosto de 2010.

R. H., comerciante de Posadas que ocupa un cargo administrativo


jerárquico en la Cámara de Comercio e Industria de Posadas en
la actualidad (entre los años 2007 y 2010). Entrevista realizada
en Posadas en agosto de 2010.

L. F., comerciante de Posadas que ocupó un cargo directivo en la


Cámara de Comercio e Industria de Posadas. Entrevista
realizada en Posadas en agosto de 2010.

María Paula., pasera “verdulera”, entrevistada en Posadas el


22/04/09 y el 07/07/10.

Anónima N° 1, pasera “verdulera”, entrevistada en Posadas el


24/04/09.

Eliana, pasera “verdulera”, entrevistada en Posadas el 27/04/09.

Jacinta, pasera, entrevistada en Posadas el 27/04/09.

María, pasera entrevistada en Posadas el 27/04/09.

Marcela, pasera entrevistada en Posadas el 27/04/09.

Laureana, pasera “verdulera”, entrevistada en Posadas el 30/04/09


y el 15/08/10.

Charo, pasera “verdulera”, entrevistada en Posadas el 30/04/09.


Amanda, pasera “vendedora”, entrevistada en Posadas el
01/05/09.

Jazmín, pasera “vendedora”, entrevistada en Posadas el 01/05/09

Anónima N° 2, pasera entrevistada en Posadas el 04/05/09.

Anónima N° 3, pasera entrevistada en Posadas el 04/05/09.

Marcia, pasera entrevistada en Posadas el 04/05/09.

Marina, pasera entrevistada en Posadas el 04/05/09.

Anónima N° 4, pasera entrevistada en Posadas el 08/05/09.

Mara, pasera “verdulera” entrevistada en Posadas el 07/05/09.

Anónima N° 5, pasera entrevistada en Posadas el 15/05/09.

Anónima N° 6, pasera entrevistada en Posadas el 15/05/09.

Lina, pasera “verdulera”, entrevistada en Posadas el 19/07/10.

Augusta, pasera entrevistada en Posadas el 19/07/10.

Melisa, pasera entrevistada en Posadas el 21/07/10.

Mini, pasera entrevistada en Posadas el 26/07/10.

Micaela, pasera entrevistada en Posadas el 26/07/10.

Violeta, pasera “vendedora”, entrevistada en Posadas el 02/08/10.

Tamara, pasera “vendedora”, entrevistada en Posadas el 06/08/10.


Emilia, pasera “vendedora”, entrevistada en Posadas el 06/08/10.

Florencia, pasera “verdulera”, entrevistada en Posadas el 10/08/10.

Anónima N° 7, pasera y “vendedora”, entrevistada en Posadas el


12/08/10.

Anónima N° 8, pasera y “vendedora”, entrevistada en Posadas el


12/08/10.

Anónima N° 9, pasera y “vendedora”, entrevistada en Posadas el


12/08/10.

Rocío, trabajadora no docente de la Facultad de Humanidades,


Universidad Nacional de Misiones, entrevista realizada en mayo
de 2009.

III) BIBLIOGRAFÍA GENERAL


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GLOSARIO
Área de Control Integrado: la parte del territorio del País Sede,
incluidas las instalaciones donde se realiza el Control Integrado por
parte de los funcionarios de dos países.

Área de frontera: categoría jurídica de la política de frontera


argentina (Decreto 15.385 de 1944, Art. 3) que se refiere a sectores
particularmente críticos de las zonas de frontera que merecen una
prioridad absoluta en atención de las autoridades.

Bandeirantes: hombres oriundos de São Paulo que a partir del siglo


XV, agrupados según sus “bandeiras” distintivas, penetraban en los
territorios interiores del continente americano reclamados por la
Corona española.

Centro de Frontera: complejo que reúne en un área delimitada y


próxima a un Paso Internacional habilitado, a los Organismos
Nacionales cuya misión en el control fronterizo, como asimismo de
todos los servicios auxiliares, playas de carga y descarga, y de
estacionamiento de transportes

Control fronterizo: la verificación, por parte de las autoridades


competentes, del cumplimiento de todas las disposiciones legales,
reglamentarias y administrativas referentes a la entrada y salida de
personas, mercaderías y medios de transporte de personas y cargas
por los pasos de frontera, El control es una atribución del Estado
para el ejercicio de vigilancia, inspección, observación y registro de
personas, transportes y mercaderías en los pasos de frontera
habilitados a través de organismos nacionales especializados. El
control puede ser migratorio, aduanero, sanitario, fitosanitario, de
seguridad, etc.

Control integrado: la actividad realizada en uno o más lugares,


utilizando procedimientos administrativos y operativos compatibles y
similares en forma secuencial y, siempre que sea posible,
simultánea, por los funcionarios de los distintos organismos que
intervienen en el control.

Delimitación: definición precisa del límite internacional en el mapa,


mediante acuerdo o arbitraje, convención, etc.

Demarcación: fijación en el terreno de símbolos que representan


los puntos por los cuales para el límite (mediante hitos, mojones,
etc.), es decir, trasladar la información del mapa al territorio.

Dinámicas fronterizas: son aquellas prácticas fronterizas que


forman redes y tienen una cualidad de circulación recurrente,
constante, que sean llevadas a cabo siempre por los mismos sujetos
sociales, que construyan lazos transfronterizos de larga data y que
generen estrategias de producción social compartidas.

Emplazamiento: es el espacio concreto y material sobre el que la


ciudad u obra de infraestructura se asienta; es el conjunto de
hechos físicos (geología, relieve, clima, hidrología, suelos y
vegetación) que constituyen el marco y soporte de la ciudad.
Espacio fronterizo: territorio atravesado por una frontera
internacional que conforma la periferia de dos Estados. La unión de
dos fronteras: el límite internacional y las áreas adyacentes a ambos
lados del mismo (Benedetti, 2011).

Espacio transfronterizo: es un espacio fronterizo donde el tránsito


prevalece sobre lo estático, donde la frontera es más permeable,
donde e cruce, el paso, es parte cotidiana de la vida de ese lugar.
Estos espacios son lugares –ciudades, zonas rurales y semi rurales,
etcétera– atravesados por una frontera internacional pero que, dado
la vinculación física como social, institucional, política y las prácticas
sociales desarrolladas tradicionalmente en la frontera, tienen una
vida en común más allá de las decisiones del poder central de cada
Estado involucrado. Es decir que, situados en la periferia del Estado,
alejados de las capitales centrales de cada país, las ciudades
fronterizas desarrollan una actividad socio-política propia capaz de
prescindir de la tutela de los Estados.

Flete: Precio estipulado por el alquiler de una nave o de una parte


de ella. En Argentina se le llama también al vehículo que, por
alquiler, transporta bultos o mercancías.

Formaciones territoriales fronterizas: Siguiendo los aportes de


Guy Di Meo sobre las formaciones socio espaciales (FSS en su
sigla en francés), las formaciones territoriales fronterizas son
espacios de tamaño y duración variable adyacentes al límite
territorial (que puede constituirlo una frontera, un frente militar, un
frente de ocupación, un frente de colonización o de explotación
económica, etc.). Su tamaño y duración dependerá de la capacidad
de estabilidad de las relaciones de poder al interior de cada área
adyacente al límite y a los atributos de poder de cada una.

Frontera: estructuras espaciales elementales que tienen por función


la discontinuidad geopolítica y la demarcación del territorio en
unidades jurídicas y soberanas diferenciadas. Es un espacio
geográfico que se constituye por el límite internacional del Estado y
la franja de territorio adyacente a ambos lados del mismo. Es una
construcción humana, social y política, manifestada en el territorio,
con un componente histórico y, por lo tanto, dinámico y cambiante.

Límite internacional o línea de frontera: línea divisoria de


espacios entre dos jurisdicciones y soberanías estatales, resultados
de los instrumentos jurídicos de los Estados (tratados,
convenciones, acuerdos, laudos, etc.) y marcado a partir de hitos en
el territorio (Diez De Velasco, 1975; Pastor Ridruejo, 1992 (4° ed.))

Oleros: en Paraguay, son los trabajadores que fabrican ladrillos


artesanalmente, extrayendo la arcilla de la tierra en forma manual.

Organismos nacionales: son los representantes del Estado


Nacional apostados en el Centro de Frontera o Paso de frontera
cuya función es aplicar la reglamentación de la política de frontera
de la nación mediante el control fronterizo.

País limítrofe: País vinculado por un punto de frontera con el País


Sede.

País sede: País en cuyo territorio se encuentra el Área de Control


Integrado.
Paseras: mujeres que trabajan transportando mercaderías en pocas
cantidades a través de un paso internacional.

Paso Internacional o paso de frontera (o “Puntos” de frontera


según normativa del Mercosur): dispositivos físicos de vinculación
internacional habilitado para la entrada y salida de personas,
mercaderías y medios de transporte de personas y cargas.

Póliza: documento justificativo de un contrato. En el uso coloquial


de las paseras paraguayas, significa “coima”, es decir, la
gratificación con que se soborna a un funcionario público (cohecho).

Práctica fronteriza: aquello que sucede en el paso de frontera y en


el área transfronteriza y que alimenta, poco a poco, la generación y
reproducción de vínculos transfronterizos de toda índole (sociales,
económicos, religiosos, culturales, familiares, etc.). El contacto en el
área transfronteriza no significa ausencia de conflicto, ni hibridación
cultural, sino sólo contacto: un campo abierto de posibilidades,
interrelaciones, idas y vueltas.

Prensa: Conjunto de las publicaciones periódicas, y especialmente


las diarias.

Puente internacional: un puente es una estructura destinada a


salvar obstáculos naturales (ríos, valles, lagos o brazos de mar)
artificiales (vías férreas o carreteras) con el fin de unir caminos de
viajeros, animales y mercancías. Para designar su función se dirá:
puente para carretera, puente para ferrocarril, puente móvil. Cuando
los territorios unidos por el puente pertenecen a dos Estados
diferentes se los denomina puentes internacionales.
Puerto: Lugar natural o construido en la costa o en las orillas de un
río, dispuesto para que se detengan las embarcaciones y para
realizar las operaciones de carga y descarga de mercancías,
embarque y desembarco de pasajeros, etcétera.

Terrenos baldíos: terreno en el que no se ha edificado ni se cultiva


ni da frutos.

Territorios nacionales: subdivisión política administrativa regional


de la República Argentina que dependían del gobierno central. La
mayoría de los Territorios Nacionales del país (excepto el Territorio
Nacional de los Andes) se transformaron en provincias desde 1950
hasta 1990, año en que se provincializó el último Territorio Nacional,
el de Tierra del Fuego.

Yerba mate: Hoja de la planta con el mismo nombre con la que,


seca y molida, se prepara el mate.

Yuca: nombre vulgar otorgado a la mandioca, que es un arbusto


americano de la familia de las euforbiáceas de cuya raíz se extrae la
tapioca, una fécula muy usada en alimentación.

Zona de Frontera: categoría jurídica de la política de frontera


argentina (Ley 18.575 de 1970) que se refiere una franja territorial,
de ancho variable, que circunda toda la periferia del país, excepto
en Mendoza, Buenos Aire y Entre Ríos. El fin de su creación es, en
primer lugar, promover la seguridad y, en segundo, el desarrollo
integral de estas zonas. Mediante el Decreto 887 de 1994 se
unifican las superficies de la Zona de Frontera para el Desarrollo
establecido por la Ley 18.575 y de la Zona de Seguridad de
Fronteras creada por el Decreto – Ley 15.385/44 – Ley 12.913

Zona de Seguridad de Fronteras: categoría jurídica de la política


de frontera argentina (Decreto 15.385 de 1944- Ley 12.913) que se
refiere a fajas territoriales, de ancho variable, contiguas al límite
internacional y sujetas a periódicos ajustes según. El objetivo de
esta delimitación era proveer la seguridad en estas zonas.
ANEXO
CUESTIONARIOS
A) Entrevistas comerciantes de la CCIP

1. ¿Cómo era el contexto económico antes del Puente y qué fue lo


que cambió?

2. ¿Cuáles eran los reclamos de la Cámara de Comerciantes de


Posadas y que vías de negociación o manifestación se
utilizaban?

3. ¿Qué respuestas obtenían?

4. ¿Cómo fueron los antecedentes del corte del puente? ¿Cómo


se organizaron, cuál fue la repercusión social del corte?

5. Resultado del corte: ¿qué se logró?

6. ¿Cómo es la situación actual?

7. ¿Cómo se siente con respecto a la lucha de esa época?

8. ¿Qué siente cuando piensa en la frontera?

B) Entrevistas paseras:

1. ¿Cuál es su nombre?
2. ¿Qué edad tiene?

3. ¿En qué lugar vive? ¿En qué parte? Y antes, ¿donde vivía?

4. ¿Tiene familia? ¿Cómo se compone? ¿Quién es el jefe de


familia?

5. ¿De qué trabaja? ¿Qué hace? ¿Cómo es su día?

6. ¿Hace cuánto tiempo que trabaja? ¿cómo aprendió a trabajar?

7. ¿Cuáles son las cosas buenas de su trabajo? (re-preguntar por


condiciones, objetivos, posibilidades, tiempos).

8. Y hay cosas malas? ( re-preguntar por limitaciones,


inconvenientes, problemas en los controles)

9. ¿Cuánto se gana? ¿Le alcanza para vivir?

10. ¿Participa de algún grupo relacionado con el trabajo (sindicato,


gremio, asociación)? ¿Y algún otro grupo (iglesia, club, etc.)?

11. ¿Cómo cruza el río para ir de Encarnación a Posadas o


viceversa? ¿Que medio de trasporte usa? ¿A qué horas cruza?

12. ¿Porqué prefiere cruzar por la lancha/el puente? (dependiendo


de la respuesta 10).

13. ¿Cuántas veces cruza por semana? ¿Y por día?

14. ¿Cuáles son los lugares más importantes para Ud. En


Posadas? ¿Cuáles son sus lugares de referencia en la ciudad?
(re-preguntar por los lugares por donde pasa o camina, por sus
lugares de espera, las paradas y el armado de puestos)

15. ¿Tiene relación con el Mercado Modelo o con el nuevo Mercado


La Placita del Puente?

16. ¿Tiene clientes fijos a los cuales visita en la ciudad? ¿Qué les
lleva? ¿Les hacen pedidos?

17. ¿Y qué piensa de la relación entre la ciudad de Posadas y


Encarnación? ¿Cuáles son las cosas buenas y las cosas
malas?

18. ¿Alguna vez tuvo algún problema con la gente de la Aduana?


¿Con quién? ¿Sabe de gente que haya tenido problemas?

19. ¿Usted piensa que puente cambió en algo las relaciones entre
las ciudades? ¿Para bien o para mal?

20. ¿Y qué me dice del MERCOSUR? ¿Piensa que ayuda o no a


Posadas y Encarnación?

Preguntas agregadas en el año 2010, a causa de la inundación


del Puerto de Posadas y del Puerto Pacú Cuá.

21. ¿Y ahora cómo hacen para cruzar sin el puerto?

22. ¿Hay más problemas en el paso?

23. ¿Tiene alguna relación con la Empresa Binacional Yacyretá?


(re-preguntar por relocalizaciones)
24. Ahora que se inundó la zona baja: ¿le gusta trabajar en el
nuevo centro comercial?

C) Entrevistas con funcionarios del control


fronterizo:

1. ¿Cuál es su nombre y cuál es su función dentro de este


organismo?

2. ¿Cuál es la función principal de este organismo?

3. ¿Cuáles son sus objetivos prioritarios?

4. ¿Cuál es la especificidad de este paso internacional Posadas-


Encarnación?

5. ¿Cuáles son los problemas cotidianos en este paso


internacional con respecto a las funciones de este organismo?

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