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Brutal Conquest (Lilith Vincent) 1

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Conquista brutal

Corazones Brutales, #2

Lilith Vincent
Contenido
Conquista brutal.................................................. 2 Capítulo 9 ........................................................122
Contenido ............................................................ 3 Capítulo 10 ......................................................146
Argumento .......................................................... 5 Capítulo 11 ......................................................157
Nota de la autora ................................................ 7 Capítulo 12 ......................................................167
Capítulo 1 ............................................................ 9 Capítulo 13 ......................................................183
Capítulo 2 .......................................................... 22 Capítulo 14 ......................................................187
Capítulo 3 .......................................................... 28 Capítulo 15 ......................................................196
Capítulo 4 .......................................................... 42 Epílogo .............................................................211
Capítulo 5 .......................................................... 60 Agradecimientos..............................................218
Capítulo 6 .......................................................... 72 Sobre la autora ................................................219
Capítulo 7 .......................................................... 87 Nosotr@s ..........................................................220
Capítulo 8 ........................................................ 103
Argumento

Me robó mi primogenitura, así que la tomaré por cualquier medio posible.

Fui exiliado de mi familia hace dos años por mi Pakhan, mi hermano, por eso cualquier
mención de los Belyaev me hace arder con una ira al rojo vivo. Ya no soy el heredero de la
fortuna de la familia criminal Belyaev.
Pero ella sí.
Zenya Belyaev, la chica más hermosa que he visto en mi vida. Es el espejo de mi alma. La
segunda mitad de mi corazón traicionero. La clave de mi futuro como el hombre más poderoso
de la ciudad.
Nuestro amor es como un fruto prohibido. Zenya arde por la vergüenza de su deseo por
mí, pero hundiré mis dientes en su corazón y haré que lama el jugo de mis labios. ¿Piensa que
una probada es suficiente para mí después de desearla todos estos años?
Princesa, apenas estoy comenzando.

Nota del autor: Brutal Conquest es un romance independiente MF con temas prohibidos,
una diferencia de edad de dieciocho años, un tío celoso y posesivo (sin relación sanguínea) junto
a una heroína virgen y dulce pero fuerte. La historia es sucia y deliciosa, así que lee bajo tu
propia discreción.
Este libro es para todas las que sintieron débiles las rodillas cuando Daemon Targaryen le
ordenó a su sobrina: “date la vuelta”, y desde ese momento apoyaron alegremente sus
muchos, muchos crímenes.
Playlist
One Woman Army – Porcelain Black

Dirty Thoughts – Chloe Adams

Dark Horse – Katy Perry

Queen – Loren Gray

R.I.P 2 My Youth – The Neighbourhood

People You Know – Selena Gomez

the hills – Aidan Alexander

Walls Could Talk – Halsey

Figure 8 – Ellie Goulding

Fire For You – Cannons

Devil – Two Feet

I Wanna Be Yours – Arctic Monkeys

Are You That Somebody – Aaliyah

Heat Waves – Glass Animals

Love Me Again – John Newman

Into You – Ariana Grande

NFWMB – Hozier

Busca la playlist como “Brutal Conquest by Lilith Vincent” en Spotify o por medio de este link:
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Nota de la autora

E
stimados lectores, esta historia va a sorprender a algunos de ustedes, pero me encanta
escribir alrededor de lo asqueroso y sexy… y quedarme a vivir allí. Si bien Kristian
es el tío de Zenya, él y Zenya no están relacionados de forma sanguínea, Zenya
creció con él mimándola y ella cree que estuvieron relacionados durante mucho tiempo.
Hay algunos temas oscuros, como el control de la natalidad, la crianza, la agresión sexual
de un personaje secundario, el intento de agresión sexual de la heroína (no por el tío
Kristian), la violencia y la manipulación con consentimiento dudoso (por el tío Kristian).
También hay representación del cáncer y tratamientos contra el cáncer.
No hay harenes, cuernos, mujeriegos o cualquier otra relación que no sea MF. El tío
Kristian es un hombre de una sola mujer y se convierte en un monstruo celoso y posesivo
cada vez que otro hombre respira cerca de su dulce sobrina. Compromete su vida y su
corazón a Zenya mucho antes de lo que debería y se vuelve impaciente porque ella crezca
para poder hacerla suya. Mantiene las manos quietas mientras ella es menor de edad, pero
si te enoja que un hombre adulto mire a una chica de quince o dieciséis años y piense “esa
es mi futura esposa”, este no es el libro para ti.
Capítulo 1

—C
orta su cara.
—Arráncale los ojos.
—Métele un cuchillo por el coño.
—Todo eso al mismo tiempo.
Los cuatro hombres avanzan hacia mí, dos con pistolas, otro blandiendo un hacha y el
último con un bate de béisbol apoyado en el hombro. Ya he sentido el feroz golpe del bate. Mi
tobillo está palpitando como si fuera a romperse, y estoy cubierta de sangre y agachada sobre
mi último aliado sobreviviente.
Andrei levanta una mano temblorosa y agarra mi muñeca. Su rostro está pálido bajo su
bronceado, y sus labios temblorosos se están volviendo azules. —Zenya. Corre.
Tengo mis manos presionadas sobre la herida de hacha en el pecho de Andrei, y la sangre
burbujea entre mis dedos. Si corro, morirá. Mis otros dos hombres ya están muertos, hay partes
de sus cuerpos esparcidas por el suelo de este lúgubre almacén, junto con tres cadáveres más.
Maté a un hombre esta noche. Es la primera vez en cuatro años que tomo una vida.
Niego con la cabeza rápidamente. —No te dejaré.
Andrei ha trabajado para mi padre casi desde que nací. Tiene un hijo. Durante los últimos
dos años, ha dado un paso al frente y me ha ayudado mientras papá enfermaba cada vez más.
Andrei es como de la familia ahora, y la familia es todo lo que tengo.
La mano de Andrei se desliza de mi muñeca y cae al suelo. Su rostro se relaja y mira
fijamente al techo.
El dolor me atraviesa y no puedo respirar. Todos los días, siento que mi familia se está
volviendo más y más pequeña. Sigo perdiendo gente. Mamá. Tío Kristian. Papá se está
desvaneciendo hasta convertirse en un esqueleto quebradizo ante mis ojos. Ahora soy
responsable de las muertes de Andrei, Radimir y Stannis, porque les pedí que vinieran conmigo
esta noche
Tomo un respiro tembloroso y levanto mis manos del pecho de Andrei. Se merecía algo
mejor que morir en el frío suelo de cemento de un almacén. Los tres merecían más.
—Aww, ¿va a llorar? —Uno de mis atacantes se burla con una horrible voz de bebé—. ¿La
niñita va a romper a llorar?
Me pongo de pie y miro a los hombres que avanzan, y casi resbalo en la sangre que cubre
el suelo. Hay tanta sangre. Más de la que he visto en mis dieciocho años, y una vez presencié
cómo cuatro hombres eran torturados hasta la muerte.
No tiene sentido gritar pidiendo ayuda. No hay nadie en millas en esta noche húmeda y
solitaria para escucharme. Escaneo el suelo febrilmente en busca de un arma. Mi arma no tiene
balas, la tiro a un lado.
Veo un cuchillo tirado en un charco de sangre a solo unos metros de distancia, y mi
corazón salta. Doy un paso hacia un lado, y mi pie lesionado resbala en los intestinos colgantes
de alguien. El dolor arde a través de mi tobillo y aprieto los dientes en un grito.
—Maldita perra estúpida Belyaev —se burla de mí un hombre de pelo grasiento—. Tu
familia está acabada. Es nuestro momento de gobernar esta ciudad.
—Como el infierno que hemos terminado —gruñí en respuesta—. Los Belyaev no se irán a
ninguna parte mientras mi padre y yo sigamos respirando.
El hombre que sostiene el hacha ensangrentada me la blande con una sonrisa. —Troian
Belyaev es un cadáver andante y vamos a solucionar la otra mitad de ese problema ahora mismo.
Y quieren decir cada palabra. Familias rivales y pandillas han estado dando vueltas por el
territorio de Belyaev como buitres desde que regresó la enfermedad de papá. Si estos hombres
me ponen las manos encima, estoy muerta, no serán rápidos ni misericordiosos.
Quiero desesperadamente ese cuchillo. Si lo consigo, saltarán sobre mí, así que me obligo
a esperar. Me agacho y aprieto mis manos en puños. No es mucho, pero es todo lo que puedo
hacer ahora. Solo mido un metro sesenta, y alguien solía bromear conmigo diciendo que una
fuerte brisa podría llevarme como una semilla de diente de león. Mis entrañas se convulsionan
de dolor e ira como lo hacen cada vez que pienso en el tío Kristian. El hermano de mi padre.
Le encantaba pasar sus dedos por mi cabello sedoso y plateado, y llamarme su diente de león.
Su princesa. Cuando lo exiliaron de la familia hace dos años, me dejó luchando con la cabeza
apenas fuera del agua, justo cuando más lo necesitaba.
Pero no lo necesito ahora. Lo que necesito es un arma y una mente despejada, así que
empujo lejos el recuerdo de mi tío alto y peligroso.
Me estremezco mientras me alejo lentamente de los hombres frente a mí. Está bien, no le
diría que no al músculo, la energía despiadada y la violencia creativa del tío Kristian en este
momento, pero él no está aquí, ¿verdad?
Así que, que se joda el tío.
No me rendiré sin luchar.
Incluso si no sobrevivo, me llevaré a uno o dos de estos idiotas conmigo.
Estudio a los cuatro hombres que tengo delante, buscando el reconocimiento en sus
rostros, tatuajes, joyas, pero nada me parece familiar. Mis hombres y yo vinimos aquí para
recoger un cargamento de productos del mercado negro, pero estos imbéciles llegaron primero
y nos emboscaron.
El hombre más cercano a mí se pasa la lengua por los dientes, sus ojos brillan con malicia,
y veo que tiene un diente enjoyado. —¿La matamos? ¿O la enviamos de vuelta a los Belyaev
sangrando por todos los agujeros?
El del pelo grasiento de la izquierda se ríe. —Hay que mantenerla solo con la vida suficiente
como para poder contarle a Troian Belyaev todo lo que le hicimos a su preciosa niña.
Un tercer hombre me mira con lascivia. —Con la carne de tu papá desapareciendo de su
cuerpo incluso antes de que esté muerto, tu familia está acabada. Solo ríndete, devochka. —
Chica.
No soy una chica. Puede que sea joven, pero ayer cumplí dieciocho años y soy la siguiente
en la línea de mando del clan Belyaev, la familia Bratva más prominente de la ciudad. Con mi
padre tan gravemente enfermo, estoy manejándolo todo actualmente, en todo menos en el
nombre. Yo soy mi familia, y mi familia soy yo.
El hombre que blande el bate de béisbol da un paso hacia mí. —Creo que primero le
romperé las pierna.
Todo mi cuerpo se tensa. Si puedo quitarle ese bate o tomar el cuchillo, podría tener una
oportunidad. Me preparo para esquivar sus golpes y uso todas las habilidades de defensa
personal y lucha cuerpo a cuerpo que he practicado una y otra vez.
—Adelante, imbécil —gruño.
Sobre el golpeteo de la lluvia en el techo de hojalata, un crujido llega a nuestros oídos.
Pesados pasos suenan cada vez más fuertes.
Dos de mis agresores miran por encima de sus hombros a lo largo del almacén a oscuras.
Las sombras se lo han tragado todo, pero los pasos se hacen más fuertes.
Y más fuertes.
Tan fuertes que incluso el hombre que intenta romperme las piernas frunce el ceño y se
da la vuelta.
Mientras están distraídos, me agacho, tomo el cuchillo y lo meto en mi bota.
Las sombras se diluyen a unos diez metros de nosotros. Un hombre se mete en un rayo
de luz de la calle que cae por una ventana sucia y se detiene dónde está.
El extraño es enorme. Mide más de un metro noventa y cinco y usa ropa negra que se
ajusta a su cuerpo musculoso. No puedo ver su rostro. Lleva una especie de cubierta facial
ajustada que le oculta la cabeza y el cuello. Puedo distinguir su mandíbula y su nariz debajo del
material, pero eso es todo.
Parece una amenaza andante.
¿Quién demonios es?
Aparentemente, mis atacantes tampoco saben quién es, ya que uno de ellos dice: —Oye,
Batman, esta es una fiesta privada.
Los demás se ríen en respuesta, pero el extraño no emite ningún sonido. No puedo ver
sus ojos, pero puedo decir por la forma en que gira la cabeza que está mirando a los hombres
uno tras otro. Dimensionándolos a ellos y a sus armas.
No ha mirado en mi dirección ni una sola vez, y me pregunto si me ve. Es posible que
haya venido aquí esta noche para ajustar cuentas con estos cuatro hombres, y quede atrapado
en el fuego cruzado.
Con un poco de suerte, puedo escapar mientras lucha contra estos mudaki. Pendejos.
Pero el extraño sigue sin moverse y la tensión me está matando. Si quiere atacarlos, ¿por
qué anunció su presencia de esta manera? O es engreído, o es estúpido.
Uno de los hombres parece preguntarse lo mismo mientras sacude la cabeza y dice: —Mira
a ese idiota, simplemente parado allí.
El extraño es superado en número y armamento, pero no se mueve. Pasan los segundos.
Un minuto completo.
Los cuatro hombres se miran confundidos. Dos de ellos incluso me lanzan miradas
desconcertadas, pero no sé qué diablos está pasando.
El hombre de pelo grasiento se rasca la mejilla. —¿Eh, amigo? Pareces perdido. ¿Por qué
no te vas a la mierda lejos de aquí?
El hombre silencioso no mueve un músculo. Hay algo majestuoso en la forma en que se
para allí. Tiene la constitución de un guerrero, todo fuerza y control, y tengo la sensación de
que no tiene la costumbre de hacer lo que la gente le dice que haga. Tengo una imagen mental
repentina de mí misma de rodillas ante este hombre desconocido mientras acaricia lentamente
mis labios con el pulgar y murmura: Buena chica.
Sacudo mi cabeza. ¿De dónde diablos salió ese pensamiento? Zenya, concéntrate en
largarte de aquí.
El tipo de cabello grasiento se acerca al extraño. —¿Quieres unirte a nuestro grupo o algo
así? Lo siento, pero no estamos interesados en idiotas silenciosos.
El extraño no responde. Ni un parpadeo de movimiento.
El hombre de pelo grasiento suelta una bocanada de risa burlona, y se estira para agitar
los dedos frente a la cara del hombre.
El extraño de repente agarra su muñeca. Escucho el schhwick de una navaja y el extraño
hunde la hoja entre las costillas del hombre. El hombre de pelo grasiento da un grito gorgoteante
y sus ojos se abren como platos por la conmoción y el dolor.
El extraño saca el cuchillo y la hoja está cubierta de sangre. Más sangre brota de la herida
y las rodillas del herido se doblan. Los otros hombres gritan y levantan sus armas.
El extraño agarra un puñado de la ropa del hombre y lo usa como escudo humano
mientras vuelan las balas. Toma el arma de su víctima y devuelve el fuego, mientras avanza
hacia los otros hombres.
Santa jodida mierda.
Hay algo familiar en los movimientos y el enfoque singular de este hombre. Tal vez es una
actitud que he presenciado antes. No es frío ni tranquilo, pero tampoco frenético ni caótico.
Dos hombres más caen al suelo, gritando, ambos con heridas de bala en las piernas. Uno
de ellos deja caer su hacha. El extraño podría haberlos matado, así que o los quiere vivos o
quiere que sufran. Cada línea de su cuerpo habla de odio. Este hombre está derribando
constantemente a sus enemigos con una furia silenciosa y controlada.
Los hombres en el suelo se han quedado sin balas. El cuarto hombre tiene su arma en alto
pero no dispara mientras retrocede, el blanco alrededor de sus ojos.
Todavía aferrado a su escudo humano muy muerto y acribillado a balazos, el extraño se
acerca más a él. Cuando está a metro y medio de distancia, arroja el cadáver al último hombre
en pie, quien dispara, pero es demasiado tarde. Se cae al suelo bajo el peso de su amigo muerto
y su arma se desliza hacia la oscuridad.
El extraño mira al hombre y lentamente transfiere su peso de un pie al otro como si
estuviera saboreando este momento. No puedo ver su rostro, pero por su actitud exultante, estoy
segura de que hay una sonrisa en sus labios.
Pensé que había presenciado toda la carnicería a la que iba a ir esta noche, pero cuando
el extraño se da la vuelta y se dirige hacia el hacha, me doy cuenta de lo equivocado que estaba.
Todavía ignorándome, recoge el arma y la sostiene con su mano enguantada, probando
su peso y equilibrio. Debe notar que el hombre ileso arroja el cadáver de su amigo, pero no
reacciona hasta que su víctima está casi de pie. Cuando comienza a correr, el extraño da dos
largos pasos mientras levanta el hacha por encima de su cabeza y la baja sobre la espalda del
hombre. Hay un crujido de huesos rompiéndose y el hombre grita. Arranca el hacha y levanta
su enorme brazo una vez más, bajando el arma sobre el cráneo del hombre. Cuando la hoja
penetra el hueso y el cerebro, el grito del hombre se corta y cae al suelo.
El extraño mira sin piedad el cadáver sangrante por un momento, y luego se da la vuelta,
dejando el hacha enterrada en su cráneo.
No tiene prisa ahora. Los hombres heridos se arrastran sobre sus vientres a través de toda
la sangre hacia la puerta, gimiendo y lloriqueando. Estoy avanzando en esa dirección también,
con la esperanza de que de alguna manera no me haya notado o simplemente no le importe
que esté aquí.
El desconocido examina a los dos hombres sangrantes en el suelo, contemplándolos como
si fueran cucarachas a las que quiere aplastar. Parece estar disfrutando de sus patéticos intentos
de escapar. Lleva un machete atado a la espalda y se mete la mano por detrás de la cabeza para
sacarlo.
Una de las piernas agitadas de los hombres se conecta con las botas negras del extraño. El
extraño levanta su pie y lo baja sobre el tobillo del hombre, inmovilizándolo en su lugar. Levanta
el machete y baja la hoja tan rápido como un rayo, cortando la pierna del hombre a la mitad de
la pantorrilla.
El hombre grita, un sonido inhumano de alguien fuera de sí por el dolor y el terror.
El extraño patea el miembro amputado y luego levanta su machete y le corta el otro pie
al hombre. Da un paso largo sobre el cuerpo que se retuerce y le da al otro hombre el mismo
trato. Me estremezco cada vez que la hoja golpea el hueso y el cemento. Mis manos se levantan
para taparme los oídos, pero se ciernen sobre ambos lados de mi cráneo. Quiere seguir cortando
pedacitos a estos hombres mientras mueren lentamente.
No puedo soportar la carnicería y los gritos por más tiempo. —Solo mátalos ya.
El extraño se congela. Los segundos pasan dolorosamente mientras me pregunto si está a
punto de atacarme.
Mueve la hoja en su mano hasta que apunta hacia abajo, y luego la empuja a través de las
cajas torácicas de uno de los hombres y directamente en su corazón, antes de despachar al otro
hombre de la misma manera. Los gritos se detienen.
El hombre levanta su machete y le da un golpe hacia abajo, y la sangre que cubre la hoja
salpica contra el suelo.
El silencio reina en el almacén. Puedo escuchar el golpeteo de la lluvia sobre mi cabeza
una vez más.
Necesito largarme de aquí.
Aunque hace que el dolor me atraviese el tobillo, doy un pequeño paso a mi izquierda…
El extraño se gira y me enfrenta.
Ojalá pudiera ver sus ojos. ¿Se estará preguntando qué hacer conmigo, o ya ha decidido
que va a matarme?
No hay forma de evitar esta máquina de matar hacia la salida, así que si quiero irme,
tendré que persuadirlo para que me deje.
El hedor de todos estos cadáveres es casi abrumador, pero enderezo los hombros, levanto
la barbilla y declaro: —Mi nombre es Zenya Belyaev. Vine aquí esta noche para recoger esa
entrega. —Asiento con la cabeza hacia las paletas que están a un lado—. Sensores para irrumpir
y detectores de radar. Ilegales en este país y con el valor de medio millón en el mercado negro.
Son tuyos si los quieres. Nunca te vi aquí. Me iré y nunca más volverás a saber de mí.
Es un buen trato. Cualquier criminal cuerdo lo aceptaría.
El extraño ni siquiera mira el contenido. En cambio, comienza a caminar lentamente hacia
mí. Pensé que era intimidante ya que estaba matando a cuatro hombres, pero nada se compara
con su avance depredador. Se mueve como una pantera, esa arma ensangrentada y reluciente
blandida en su mano enguantada.
Quiero retroceder. Quiero correr, no importa cuánto me duela, pero en el segundo que
lo haga me romperá como una muñeca.
Me niego a dejarle ver que le tengo miedo.
Soy Zenya Belyaev y me niego a tenerle miedo de nadie.
El extraño se detiene justo en frente de mí, y obligo a levantar mi barbilla para mirar su
cubierta facial, justo donde deben estar sus ojos. Pongo una expresión de orgullosa aversión en
mi rostro, y me complace poder mantenerla allí.
Entonces mi pierna lesionada comienza a temblar. La mirada del extraño cae e inclina la
cabeza hacia un lado mientras contempla mi tobillo tembloroso.
Siento diversión en él. Mofa.
Levanto mi talón media pulgada más para aliviar la presión y mi pierna deja de temblar.
—No te tengo miedo —le digo—. El hedor de la sangre me está enfermando. ¿Qué harás
ahora? Soy una mujer ocupada, así que atácame o márchate.
Esas son las únicas dos opciones. Siento que hay algo más que quiere de mí, pero moriré
antes de dárselo. Puede pelear conmigo y matarme, pero no dejaré que me humille y me
destruya así.
El extraño levanta su machete y mira la hoja como si estuviera considerando sus dos
opciones. Luego lo tira a un lado.
Inhalo fuertemente.
Mierda.
Me gustaba más cuando estaba armado.
No dejaré que...
Se acerca a mí, con los dedos enguantados extendidos, agarra mis muñecas y me arrastra
contra él.
—¡No me toques, carajo! Suéltame. Suéltame, idiota.
Grito y me retuerzo en su agarre. Sus manos están tan apretadas como esposas, y sé que
no tengo ninguna posibilidad contra él, pero me niego a dejar de luchar.
El desconocido pasa un brazo por mi cintura y otro por debajo de mis rodillas,
levantándome en el aire. Un momento después me acomodo contra su amplio pecho y él se da
vuelta y comienza a caminar. Me lleva a través del almacén al estilo nupcial, pasando sobre
partes de cuerpos y charcos de sangre.
Toda la lucha sale de mí, y lo miro sorprendida. De repente, siento que nada amenazante
sale de este hombre. Me sostiene como si fuera preciosa.
—¿A dónde me llevas? ¿Quién eres tú?
El hombre finalmente responde, pero lo hace en un susurro y apenas puedo escucharlo.
—Un amigo.
Parpadeo con sorpresa. —Puedes hablar.
Cero respuesta. El extraño sigue caminando en la oscuridad, llevándome como si no
pesara nada.
Como si yo fuera lo que vino a buscar.
—Si fueras mi amigo, me mostrarías tu cara.
—No puedo hacer eso —responde en un susurro ronco.
Mis ojos se estrechan con sospecha. —¿Por qué estás susurrando? ¿Te conozco?
El extraño se ríe suavemente, y no sé a qué se refiere, por supuesto o por supuesto que
no. Se abre camino a empujones a través de una puerta, moviéndose con cuidado para que mis
pies no golpeen contra el marco de la puerta, y me lleva por unos escalones.
Salimos a lo que debe ser la sala de descanso del almacén. Hay un sofá, me lleva hacia él
y me baja suavemente.
—¿Estás herida? —susurra, y para mi sorpresa, retira mi largo cabello de mi cara y pasa sus
dedos por mis brazos para comprobar si hay cortes y moretones. Luego alcanza mis piernas y
sus dedos rozan mi tobillo lesionado. Me doy cuenta de que está a punto de sentir el cuchillo
en mi bota, y retiro mi pie de un tirón.
—Le pondré hielo más tarde. ¿Me acabas de secuestrar?
Se sienta a mi lado en el sofá y me mira. Me pregunto cuánto puede ver a través de esa
cosa sobre su rostro. —Por ahora.
La habitación está iluminada con la luz de la calle y estudio la forma de su rostro una vez
más. Una mandíbula y una frente fuertes. Una nariz larga y recta.
Suena divertido mientras susurra: —Bueno, ¿me conoces?
Mi espalda está contra el brazo del sofá y mis pies presionan su muslo. Muslos fuertes.
Este es un hombre que nunca se salta el día de piernas. Por su aspecto, nunca se salta nada del
día. El hombre es puro músculo.
—Um, no lo sé —murmuro, agachándome como si fuera a rascarme el tobillo. Mis dedos
se deslizan dentro de mi bota, saco el cuchillo y me lanzo hacia él.
Tenía la intención de sostener la hoja en su garganta y exigirle que se quitara la máscara.
Me agarra la muñeca con una mano, me arranca el cuchillo de los dedos y lo arroja al otro lado
de la habitación.
—Detente. Sé una buena chica.
Buena chica. Esas dos palabras envían escalofríos a través de mí. —Solo quiero ver tu cara.
Tentativamente, alcanzo su máscara, pero él agarra mis muñecas y me arrastra a su regazo.
Todo mi cuerpo se tensa mientras me preparo para luchar contra él de nuevo.
Pero él no hace nada más que acercarme a mí y presionar mis palmas contra su pecho.
Miro mis manos, sintiendo sus músculos tensos debajo de mis dedos. Mis muslos abrazan sus
caderas.
—¿Qué estás haciendo?
—Me gustas cerca de mí —ronronea.
Respiro temblorosamente mientras sus palabras vibran a un nivel muy personal en un área
muy personal. Las mariposas estallan en mi vientre, y no puedo decidir si este hombre es mi
caballero blanco o un dragón negro. —¿Por qué no puedo quitarte la máscara?
El extraño suelta mis muñecas y tira de mis rodillas más arriba de sus caderas y coloca sus
brazos cómodamente a mi alrededor. —No me dejarás abrazarte así si me la quito.
—¿Tienes cicatrices? ¿Te falta un ojo? No es que me importe. Muchos hombres que
conozco tienen cicatrices. Son un riesgo laboral en nuestra línea de trabajo.
Él niega con la cabeza. —Nada como eso.
—¿Me vas a dejar ir?
—Pronto. Pero primero quiero que me pagues por salvarte la vida.
Por fin llegamos a algo. Como Belyaev, entiendo que lo que la gente quiere de nosotros
no siempre se puede apilar en una tarima. Quieren favores, presentaciones, alianzas. —Dime tu
precio y te diré si es algo que estoy dispuesta a darte.
La atención del extraño se mueve de mi cara a mis senos y mis muslos, y toma una
respiración larga y profunda. La energía en la habitación cambia y chasquea. El hombre que me
tiene en sus brazos tiene hambre. Está increíblemente hambriento.
La ira arroja una manta sobre las mariposas en mi vientre. —¿Crees que te voy a follar en
agradecimiento por matar a esos hombres? No soy una puta.
Pero el extraño niega con la cabeza. —No quiero eso.
—Vaya. ¿Entonces qué quieres?
Extiende la mano y pasa un mechón de mi cabello rubio platinado por sus dedos
enguantados. Su voz es una caricia cuando murmura: —Una probada.
Mis cejas se disparan. —¿Un beso?
Se inclina más cerca hasta que creo que va a presionar sus labios enmascarados contra los
míos. —No hablo de un beso. Quiero el verdadero sabor de ti.
—¿Qué es el ver… —El calor arde en mis mejillas cuando me doy cuenta de lo que está
pidiendo. Quiere quitarme la ropa, poner su boca sobre mí y lamerme como un cono de
helado—. ¿Estás loco? De ninguna manera.
—Has visto de lo que soy capaz. Te gustan los hombres que son luchadores, Zenya Belyaev.
Anhelas un hombre al que puedas respetar. Abajo, no podías quitarme los ojos de encima.
—¿Qué más iba a hacer mientras un extraño asesinaba a cuatro hombres frente a mí? ¿
Jugar al Jardín de Lily?
—¿Qué es el Jardín de Lily?
—Guau. ¿Cuántos años tienes?
Suena divertido cuando responde: —Más viejo que tú. Más ocupado que tú también si
tienes tiempo para jugar.
—Estoy ocupada, pero también tengo insomnio algunas noches.
El extraño pasa suavemente un dedo índice enguantado por mi clavícula. Su toque ligero
como una pluma es suficiente para enviar chispas de fuego a través de mí.
—Eres tan hermosa, Zenya —susurra, y hay tanto anhelo en su voz que una punzada
atraviesa mi corazón. Esta podría ser la primera vez que lo veo, pero él me conoce desde hace
mucho tiempo por lo que parece. Tal vez desde la distancia. Tal vez tengo un acosador y no lo
sabía.
No sabía que nadie fuera de mi familia se preocupara tanto por mí.
Tonterías. ¿Estoy encontrando esto romántico? Mi soledad está sondeando nuevas y
sórdidas profundidades.
—Estoy comprometida —miento—. Mi prometido está loco y te matará.
Toma mi mano izquierda y me la muestra. —No veo un anillo.
—Todavía no hemos tenido tiempo de conseguir uno —digo, pero está claro que no me
cree. Supongo que un acosador sabría si estoy comprometida o no. No he estado socialmente
con muchos hombres aparte de mi padre en dos años.
—Quiero probar a la orgullosa y hermosa Zenya Belyaev. Esperé mucho tiempo y esta
noche te salvé la vida. Dale a un hombre hambriento un momento en el cielo, y luego nunca
me volverás a ver. Ni siquiera sabrás quién soy. No verás mi cara. No conocerás mi nombre.
—Tendrás que quitarte la máscara si vas a hacer eso —lo desafío, ardiendo de curiosidad
por ver su rostro.
Mete la mano en el bolsillo y saca una venda para los ojos. —Ya pensé en eso.
Observo la venda que cuelga de sus dedos. Su agarre en mi cintura se aprieta y el calor
de su cuerpo parece quemarme. Puedo sentir su lujuria. Me desea mucho, pero de buena gana.
No corro ningún peligro por parte de este hombre. De hecho, me siento más seguro que en
mucho tiempo.
Esto es una locura.
Es un asesino. Las campanas de alarma suenan distantes en mi cabeza, pero el clamoroso
deseo de dejar que este hombre haga lo que quiera conmigo ahoga todo lo demás.
Aprovecha mi vacilación para girar en el sofá y dejarme caer de espaldas sobre los cojines.
Jadeo en estado de shock cuando se cierne sobre mí, con una mano apoyada en mi cabeza.
La venda de los ojos todavía cuelga de sus dedos. —Póntelo, Zenya.
Miro hacia abajo y mis muslos abrazan su cuerpo.
Mis dedos temblorosos se mueven solos. ¿Estoy realmente tan sola? ¿Estoy desesperada
por placer y cariño?
Aparentemente lo estoy, porque tomo la venda de ojos, la bajo sobre mi cara y la coloco
sobre mis ojos. El mundo está envuelto en una oscuridad aterciopelada.
—Perfecto —respira, apartando el pelo de mi cara. Sus manos desaparecen, pero un
momento después están de regreso. Se sienten diferentes, y me doy cuenta de que es porque se
ha quitado los guantes y me está tocando con la piel desnuda. Gimo mientras acaricia con sus
dedos mis labios y baja por mi garganta.
—Eso es todo. Solo relájate y déjame cuidarte. —Su susurro está cargado de deseo.
Ha pasado mucho tiempo desde que alguien me dijo que me relajara. Por lo general es
“necesitamos esto, Zenya” o “¿Qué sigue, Zenya?” y “Hay otro problema, Zenya”. Una y otra
vez hasta que quiero gritar.
Este extraño no me está haciendo demandas. Él solo quiere acariciarme mientras floto en
la cálida y acogedora oscuridad.
El extraño acaricia con sus manos mi cuerpo hasta el botón de mis jeans, que abre.
Continúa bajando por mis piernas y me desata las botas, deslizándolas con cuidado de mis pies
junto con mis calcetines. Es especialmente cuidadoso con mi pie lesionado y toca un lugar cerca
de donde el bate de béisbol se conectó con mi tobillo.
—Si no estuvieran ya muertos, les haría pagar por esto —gruñe suavemente.
Siento que se abre la cremallera de mis jeans, y luego me baja los pantalones y la ropa
interior por las piernas.
Si voy a detener a este hombre, ahora es mi última oportunidad.
Pero no me muevo.
Y luego toda mi mitad inferior está desnuda debajo de él.
—Eres más hermosa de lo que imaginaba —respira, y presiona un beso en mi tobillo. Está
recién afeitado y noto el leve roce de su barba.
Besa mi pantorrilla. Luego el interior de mi rodilla. Mi muslo interior. Puedo sentirlo
devorándome con sus ojos.
Mis dos manos se levantan para cubrir mi rostro, abrumado por el hecho de que un
hombre está mirando mi cuerpo casi completamente desnudo. Acercando su boca a mis partes
más íntimas.
Se mueve de mi muslo a mi cadera. Siento sus labios contra el hueso de mi cadera mientras
presiona un beso allí. Un momento después, me acaricia con la lengua y se mueve más abajo.
Beso. Lametazo. Beso. Lametazo. Acercándose poco a poco a mi sexo.
Besa la parte superior de mi coño. Jadeo, todo mi cuerpo salta, y se ríe suavemente. —Eres
tan sensible. Maravilloso.
Me vuelve a besar en el mismo lugar, y todo mi cuerpo se inunda de calor.
—Hueles delicioso, Zenya. Siempre quise saber… —Pero lo que sea que iba a decir se pierde
cuando su lengua se desliza entre mis pliegues y acaricia firmemente mi clítoris.
Mis dos manos se apartan de mi cara mientras gruño. Ruidosamente.
El extraño también gime, como si esto le diera tanto placer como a mí. Nunca había
escuchado a un hombre sonar así antes.
No sabía que un hombre podía sonar así.
Su lengua surge contra mi clítoris de nuevo, y arqueo mi cuerpo en su lengua suave y
húmeda.
Mientras me lame, empuja la punta de un dedo en mi centro, y luego otro. Solo un nudillo
profundo, pero es suficiente para volverme loca.
—Tan perfecta y apretada. Qué hermosa eres, Zenya.
Comienzo a jadear con fuerza, y lucho por agarrar algo, cualquier cosa, con mis piernas.
El extraño envuelve mis muslos firmemente alrededor de sus hombros. Se siente increíble
aferrarse a él, y me pregunto cómo sería arrastrarlo hasta mis labios, presionar un beso febril en
su boca y rogarle que se hunda en mí.
Sé que su pene es grande. Lo sé. Sé que es grande.
Una de mis manos agarra su hombro. El otro se aferra al respaldo del sofá por su vida.
Estoy haciendo ruidos que nunca pensé que fueran posibles.
—Eso es, princesa —susurra persuasivamente, devorándome como si fuera fruta—. Córrete
para mí. Lo deseo tanto.
Nadie quiere este orgasmo más que yo. Soy levantada por una ola tan poderosa e
imparable que todo se siente fuera de control. Un fuego al rojo vivo ruge dentro de mí y siento
que voy a estallar.
Subo a la ola.
Y me zambullo por el otro lado con un fuerte grito. Mi cabeza vuela hacia atrás. Mi cuerpo
se arquea contra la boca del extraño. Mis uñas se clavan en su musculoso hombro. La intensidad
sigue y sigue, hasta que finalmente me libera.
El extraño deja de lamerme y besa con avidez mi sexo, cada toque de sus labios envía
chispas residuales a través de mí. No quiero que se acabe. No quiero volver a la tierra. Sólo
quiero ser libre.
Pero el placer se desvanece y vuelvo a la tierra con un golpe. Abro los ojos, y por un
momento, estoy confundido por qué no puedo ver.
Entonces recuerdo la venda de los ojos.
Recuerdo mi nombre.
Y donde estoy.
Oh, mierda. Acabo de dejar que un completo extraño me coma mientras hay cadáveres
abajo. ¿Qué demonios estaba pensando?
¿Quién es él?
Tengo que saberlo. Me quito la venda de los ojos y parpadeo rápidamente. El extraño se
ha puesto la máscara para descubrir su mandíbula y boca y está presionando besos en la parte
interna de mi muslo.
Me congelo mientras lo miro.
Conozco esa mandíbula.
Conozco esa boca.
Sabe que lo estoy mirando y no le importa. Una sonrisa toca sus labios mientras presiona
otro beso contra mi muslo interior.
No.
No puede ser.
Es un truco de la luz.
—Déjame ver tu cara —digo con voz estrangulada.
—Pero quiero seguir besándote, Zenya —responde, y ya no está susurrando. Una voz
profunda familiar se entrelaza a través de mis sentidos.
Con una mano temblorosa, estiro la mano, agarro su máscara y se la quito.
El cabello rubio blanquecino cae alrededor de su rostro. Su hermoso rostro sonriente.
Unos ojos azul pálido se levantan para encontrarse con los míos.
Mi sangre se convierte en hielo en mis venas.
Estoy imaginando cosas.
Esto no está pasando.
Me siento con un chillido. —¿Tío Kristian?
Él me sonríe maliciosamente y le da otro golpe a mi sexo con su cálida lengua. —Hola
princesa. ¿Me extrañaste?
Capítulo 2

E
l tío Kristian fue adoptado por mis abuelos cuando era un bebé, pero no lo sabrías al
mirarlo. Todos tenemos rasgos y cabello similares, aunque el de papá y el mío son más
cenizos que los del tío Kristian. Nadie se molestó en explicarme que el tío Kristian no es
en realidad el hermano biológico de papá. Me enteré cuando tenía once años cuando escuché
a las primas de mi papá discutiéndolo. ¿Mi persona favorita en todo el mundo no era mi
verdadero tío? Me eché a llorar y corrí hacia el jardín. Estaba angustiada. Después de que mamá
murió, me aferré al tío Kristian. Él era mi mayor consuelo. Sabía cómo hacerme sonreír incluso
en mis peores días. Adoraba a mi tío. Me encantaba su sonrisa y la forma en que mi corazón se
iluminaba cada vez que lo veía. Era demasiado joven para saber qué era el carisma o entender
que era guapo. Lo que sí entendía era que él siempre estaba feliz de verme. La energía brillaba
a su alrededor y captaba la atención de todos sin siquiera intentarlo cada vez que entraba en
una habitación.
Me encontró sollozando en el jardín. —Diente de león, ¿qué pasa?
Diente de león, era como solía llamarme cuando era niña. Decía que mi cabello platinado
le recordaba a un sedoso diente de león.
Apenas podía pronunciar las palabras. —¿No eres mi verdadero tío? ¿También me vas a
dejar?
El tío Kristian levantó mi barbilla y me hizo mirarlo, y hasta ese momento, nunca lo había
visto tan enojado en mi vida. —¿Quién ha estado diciendo que no soy tu verdadero tío? ¿Quién
se atreve a escupir tales mentiras a mi sobrina?
Le expliqué que escuché a mis tías hablar de él (en realidad eran mis primas, pero las
llamaba tías porque tienen la edad de papá) y rechinó los dientes.
—Técnicamente, sí. Fui adoptado por esta familia.
—¿Por qué no me lo dijiste?
Se puso de rodillas y me agarró la parte superior de los brazos. —Porque no hace ninguna
diferencia para mí. Soy un Belyaev como tú. No recuerdo ninguna otra familia. Eres mi familia.
Tú y tu padre son mi vida.
Mis sollozos finalmente comenzaron a disminuir, y me sequé los ojos, mirando su rostro
afligido.
—Siento no haberte dicho nada, diente de león. ¿Puedes perdonarme?
—No me dejarás, ¿verdad? —Después de que mamá murió, me aterraba que la gente me
dejara. Ser abandonada por las personas que más amaba en el mundo y abandonada en un
agujero solitario y oscuro. Mamá sufrió un derrame cerebral masivo un día mientras trabajaba
en el jardín y colapsó. El tío Kristian me recogió temprano de la escuela y me llevó al hospital.
Mamá estuvo en coma durante unos días y luego se fue.
—Lo juro —prometió—. No iré a ninguna parte.
Le creí.
Luego, cinco años después, se fue.
Solo para volver a explotar en mi vida de la manera más impactante y perversa posible.
Mi pecho comienza a agitarse. Manchas negras pululan ante mis ojos. Se me cierra la
garganta con tanta fuerza que apenas puedo hablar. —Tú. Tú pusiste tu boca… Me hiciste…
No puedo decirlo.
No puedo recuperar el aliento.
Creo que me voy a desmayar.
El tío Kristian se sienta, sus cejas se juntan con preocupación. —¿Zenya? ¿Estás bien?
Empujo mis dedos en mi cabello y agarro mi cabeza. ¿Cómo puede siquiera preguntar
eso después de lo que acaba de hacer?
—Te voy a hacer una pregunta. —Agarro el suéter del tío Kristian con ambas manos, lo
acerco y grito—: ¿En qué diablos estabas pensando?
Instantáneamente, su expresión se oscurece. —No le levantes la voz a tu tío. ¿De qué estás
hablando, Zenya? Sabías que era yo todo el tiempo. —El tío Kristian mira mis manos como si
no pudiera creer que le estoy faltando al respeto de esta manera. Incluso usa su voz de escucha
aquí jovencita conmigo.
Lo miro boquiabierta. —No sabía que eras tú.
Sus ojos brillan con malicia. —Bien, ahora lo sabes. Hagámoslo de nuevo y podrás
disfrutarlo aún más esta vez.
El tío Kristian desliza sus cálidas manos alrededor de mis muslos y baja su boca hacia mi
sexo.
Hago un ruido de asfixia. Mis piernas todavía están separadas y todo mi todo está al
descubierto para él. Cierro mis piernas de golpe, agarro mi ropa interior y me la subo por las
piernas. Si papá se entera de esto, se pondrá furioso, y mi cara arde al pensarlo. —No puedo
creer que me hayas engañado. Nunca le menciones esto a nadie.
Sus ojos azul pálido destellan, y tengo una fracción de segundo de advertencia antes de
que me agarre, me levante sobre sus muslos, me rodee con ambos brazos y tire de mi sexo con
fuerza contra sus caderas. Estoy atrapada entre sus brazos. Aunque hace más de dos años que
no lo veo, recuerdo bien que el tío Kristian no permite que nadie le hable así, ni siquiera su
sobrina favorita.
—No me digas qué hacer, Zenya. A tu tío no le gusta eso.
Me retuerzo en su agarre. Está duro. Oh, Dios mío, tiene una erección como una barra de
hierro y está justo ahí contra mi ropa interior. Presiono mis manos contra su pecho, tratando de
alejarme de él, pero es demasiado fuerte y no me deja ir. Siento calor por todas partes. Mi carne
está estallando de vergüenza.
—En el momento en que me viste abajo supiste que era yo —murmura con voz ronca—.
Pude verlo en tus hermosos ojos. Me deseabas, así que, ¿qué se suponía que debía hacer? Sabes
que nunca he sido capaz de negarte nada.
Claro, siempre he sido capaz de torcer a mi tío alrededor de mi dedo meñique, pero él
me compra dulces, me deja quedarme despierta hasta tarde y me enseña a conducir su auto
sobrecargado cuando solo tenía trece años. Y no le estaba haciendo ojitos a un extraño de negro.
¿O sí?
No tengo ni puta idea, pero si lo estaba, era porque no sabía que era mi tío.
El tío Kristian planta un lento beso en mi garganta, pero sacudo mi cabeza lejos de él.
—No hagas eso.
Aprieta los dientes con frustración, y puedo decir que está ansioso por regañarme de
nuevo. —Sabes que vivo para mimarte, princesa. Tengo mucho en lo que ponerme al día ahora
que estoy de regreso.
¿De regreso?
—¿Lo estás? —susurro, la esperanza surgiendo a través de mí, y odiando lo necesitada que
estoy por el hombre que me abandonó.
El tío Kristian sonríe. —Si. Te extrañé, diente de león.
Diente de león.
Gimo y dejo caer mi cabeza sobre su hombro. —¿Dónde diablos has estado todo este
tiempo?
Pasa sus dedos por mi cabello y me acerca más a su pecho. —Echándote de menos. Lo
siento mucho. Dejarte era lo último que quería.
El calor cae en cascada a través de mí y una neblina post-orgasmo embota todo mi
razonamiento. Nadie me ha abrazado en tanto tiempo. Papá está demasiado enfermo, y claro,
mis hermanos y hermanas saltan a mi regazo para abrazarlos, pero soy yo quien los abraza.
Crecí siendo mimada en los fuertes brazos del tío Kristian.
Mis brazos se envuelven lentamente alrededor de su cuello. Respira profundamente,
saboreando este momento, como si realmente me hubiera extrañado tanto como yo lo he
extrañado a él. La habitación está en penumbra y en silencio. No hay nadie en millas. Nadie
vivo, de todos modos.
Solo estamos nosotros dos.
Su cuerpo se siente como el cielo, todo carne caliente y músculos fuertes. El rico y familiar
aroma de su colonia característica y el almizcle de su cuerpo llegan a mis fosas nasales,
haciéndome gemir de placer.
Siempre me ha encantado cómo huele el tío Kristian.
Me incorporo lentamente y lo miro a los ojos. Esto se siente como un sueño.
El tío Kristian toma mi barbilla con su mano y pasa su pulgar sobre mi labio inferior. —
Después de extrañarte durante tanto tiempo, ¿cómo podría no querer besarte, Zenya?
Inclina su rostro hacia el mío, invitándome a besarlo. El calor se desliza por mi cuerpo
hasta acumularse entre mis piernas.
—Porque… —me las arreglo en un susurro, y luego lamo mis labios. De repente mi boca
está seca—. Porque…
El hombre más guapo que he visto me está invitando a besarlo, pero es el tío Kristian. No
importa que su cabello esté desordenado y más largo de lo que solía ser, y las sombras juegan
sobre su rostro de manera seductora, es el tío Kristian.
Su pulgar recorre mi barbilla y acaricia mi mandíbula. —Mírate. Siempre me gustó que
estuvieras cubierta de sangre.
Mis dedos se aprietan en su suéter. Las uñas se clavan en sus hombros. La única otra noche
que me vio cubierta de sangre fue la noche en que comencé a sentirme diferente acerca de mí
misma. El día que me convertí en una verdadera Belyaev, y en el que supe que iba a convertirme
en un miembro de pleno derecho de esta familia, no en una hija que sería mimada, malcriada
y viviría en el lujo y la ignorancia antes de irse para casarse con un hombre insípido y rico.
¿Está diciendo que fue entonces cuando empezó a verme diferente también?
El tío Kristian levanta la barbilla para besarme en la boca.
Tomo aire y giro mi rostro hacia otro lado. —No hagas eso.
La ira parpadea en su rostro. ¿Está enojado conmigo? Eso no es justo.
Pero al tío Kristian nunca le ha importado lo que es justo. Lo amo tanto como amo a papá,
pero no estoy ciega a sus fallas. Es arrogante. Hosco. Manipulativo. Peligroso. Violento. Es un
dedo medio errante para absolutamente todos.
Excepto para mí.
Siempre he sido especial.
—No te he visto en dos años y ya estás cruzando líneas.
El tío Kristian inclina la cabeza hacia un lado y me sonríe. —¿No crees que es más divertido
en este lado de la línea?
Respiro hondo y trato de pensar. Necesito distraerlo para que no me mire como si fuera
comida. —¿Cuáles son tus planes? ¿Vas a ver a papá?
—Por supuesto. Tan pronto como te lleve a casa.
—Por favor, no lo molestes. No es lo suficientemente fuerte —imploro.
Una línea de preocupación se forma entre las cejas del tío Kristian. —¿Tiene dolor?
—¿Con el cáncer acribillando sus pulmones? Claro que sí. Lo sabrías si te hubieras
molestado en estar aquí estos últimos dos años.
—Sabes que quería estar aquí —dice el tío Kristian, y hay una tristeza genuina en sus ojos.
Mis manos descansan sobre sus hombros y jugueteo con la tela de su suéter de punto
negro. Mi corazón se partió en dos cuando lo vi irse, y todo el amor que sentía por mi tío se
esfumó. Nunca trató de volver a casa. Lo imaginé viviendo una vida sin preocupaciones mientras
yo me quedaba atrás para vivir con la carga de la enfermedad de papá y las responsabilidades
familiares con solo dieciséis años.
—Entonces, pruébalo. Jura que nunca dirás una palabra de lo que pasó aquí esta noche.
El tío Kristian pasa sus dedos por mi cabello con una sonrisa. —Por supuesto. Guardaré tu
secreto, princesa.
—¿Mi secreto? Tú eres el que hizo esto.
—Por un precio.
—¿Qué precio? —Siento un escalofrío de temor y algo más caliente mientras me pregunto
qué va a pedir—. ¿Un beso? ¿Otra probada de mí?
Él asiente hacia la puerta. —Déjame encargarme de lo que pasó ahí abajo. Tengo hombres
conmigo. Mikhail está aquí, por supuesto. Limpiaremos los cuerpos y llevaremos la mercancía
al Silo. Ya has tenido suficiente por esta noche, y te quiero en casa, en la cama.
El Silo es donde almacenamos todos nuestros productos ilegales para la venta.
—Estoy bien —digo automáticamente. Es lo que he dicho cada vez que alguien me ha
preguntado si podría continuar en los últimos dos años. Con el tío Kristian desaparecido y papá
postrado en cama, he tenido que ponerme fuerte. Soy la hija mayor, y cuando papá fallezca, lo
que no sucederá en mucho, mucho tiempo. No puedo creer lo contrario, me ha nombrado como
su sucesora.
La gente comienza a preguntarse si papá sobrevivirá a este último brote de cáncer.
Probablemente por eso me atacaron esta noche. Parece que nos estamos debilitando, lo que
significa que nuestro territorio y nuestro poder están en juego.
—No estaba preguntando —responde el tío Kristian.
Miro hacia la puerta y niego con la cabeza. —No puedo creer que estén muertos. Andrei.
Radimir. Stannis.
—Eran buenos hombres. Nos aseguraremos de que sus familias sean atendidas.
—Porque eran familia para nosotros —susurro. Por un momento me pican los ojos, pero
lucho por el control y controlo mis emociones.
Me levanto del regazo del tío Kristian y alcanzo mis jeans, pero él llega primero, los levanta
y los sacude para mí. Tan natural como si siempre lo hubiera hecho.
Retiro mis jeans de su agarre, mis mejillas enrojeciendo por lo atrevido que es. —Puedo
vestirme sola.
Lo manejo mayormente, pero es difícil con un pie lesionado. El tío Kristian me sujeta por
la cintura para evitar que me caiga. Me niego a mirarlo mientras me siento y me pongo los
calcetines y los zapatos, pero su presencia es imposible de ignorar. Puedo sentir mis mejillas
arder aún más cuando recuerdo que hace solo unos minutos, tenía la cabeza echada hacia atrás
y las piernas abiertas mientras el tío Kristian lamía con avidez mi clítoris.
Como si siempre hubiera querido hacerlo.
Oh Jesús.
No pienses en eso ahora.
De hecho, no vuelvas a pensar en ello.
Miro hacia la puerta. Todos esos cadáveres. La mercancía. Hay tanto que hacer, y apenas
puedo caminar. Cómo voy a…
Jadeo cuando el tío Kristian me toma en sus brazos y me lleva escaleras abajo. —Te lo dije,
me ocuparé de eso después de llevarte a casa.
Me haré cargo de ello. No puedo recordar la última vez que alguien me dijo eso.
No necesito que nadie me cuide. Puedo hacerme cargo de mí misma.
Como si pudiera sentir mis pensamientos, el tío Kristian pone sus labios contra mi oído y
murmura con voz ronca: —Te encanta cuando te cuido, princesa.
Los dedos de mis pies se enroscan en mis zapatos cuando su doble sentido se dispara
directamente a mi clítoris. Esta noche se siente como un sueño febril del que no puedo despertar.
Hay un Corvette negro dando vueltas al otro lado del estacionamiento. El tío Kristian se
dirige directamente hacia él y se desbloquea automáticamente cuando nos acercamos.
—Ábreme la puerta. Tengo mis brazos ocupados. —Se inclina para que pueda alcanzar el
mango.
Lo miro, y a luego mi coche. No podría conducirlo aunque el tío Kristian me bajara y me
dejara cojear lejos de él, así que abro la puerta.
—¿Qué estás haciendo aquí? —Le pregunto mientras me acomoda en el asiento del
pasajero.
—Ya que estoy de vuelta. Me reuniré con la familia.
Llamas de pánico corren a través de mí. Si vuelve a unirse a la familia, alguien podría
averiguar qué pasó entre nosotros esta noche. Tal vez sea mejor que el tío Kristian se vaya. Papá
probablemente ni siquiera lo dejará volver a casa después de lo que hizo.
Lo inmovilizo con una mirada. —¿Crees que puedes decidir regresar por tu cuenta? Papá
va a tener algo que decir sobre esto.
—Me importa un carajo lo que tu padre tenga que decir. —Ahí está esa ira hirviendo a
fuego lento debajo de la superficie otra vez. Si alguien tiene derecho a estar enojado, es papá
con el tío Kristian.
¿A menos que haya algo que no sepa?
—¿Por qué ahora? ¿Qué ha cambiado? —Pregunto.
El tío Kristian tira del cinturón de seguridad a través de mi cuerpo y me abrocha. Con su
rostro a solo unos centímetros del mío, me da una sonrisa oscura que hace que me sonroje hasta
las raíces de mi cabello.
—Todo. Feliz cumpleaños, princesa.
Capítulo 3
Dos años antes

D
etesto el olor de los hospitales.
Desinfectante frío y afilado. El olor a lejía industrial de los pisos y las sábanas.
Carritos de comida insulsa y triste en feos platos de plástico que parecen ser para niños
pequeños pero que en realidad son para adultos desesperados y temblorosos.
Mientras camino por un amplio pasillo ligeramente teñido de verde, percibo otro olor.
Miedo.
Este lugar apesta a eso.
El tío Kristian está más adelante, su cuerpo largo y delgado apoyado contra la pared
mientras mira fijamente una habitación de hospital. Mis ojos se fijan en su perfil fuerte y atractivo
para mantenerme firme. Tiene el rostro de un ángel cincelado en mármol frío y pálido, pero no
hay nada angelical en el tío Kristian. Lo he visto hacer cosas que harían que el mismo Satanás
le diera un aplauso.
Mientras me acerco, veo que su camisa negra está abierta en la garganta, revelando el
tatuaje de pistolas cruzadas en su pecho y la cadena de plata que usa. Su fino cabello rubio
platinado cae sobre sus ojos.
Cuando me acerco a su lado, gira la cabeza y sus ojos pálidos e invernales se encuentran
con los míos.
—¿Kak plokho…? —¿Qué tan mal…? Mi voz se atasca en mi garganta mientras hablo en
ruso. Los dos a menudo hablamos en el idioma del Viejo País cuando no queremos que la gente
entienda lo que estamos diciendo. Mantiene las cosas peligrosas, violentas y secretas en privado
de mis siete hermanos menores y miembros aleatorios del público.
Preguntar por papá no es peligroso, violento o secreto, pero en este momento anhelo la
intimidad de nuestro lenguaje privado. Ver al tío Kristian y morderme el interior de la mejilla
son las únicas cosas que me impiden perder el control y gritar.
No puedo perderlo ahora. O alguna vez. Soy un Belyaev, la mayor de los hijos de papá,
y tenemos nervios de acero.
El tío Kristian asiente en silencio hacia la puerta, indicándome que debo entrar y ver por
mí misma.
Hace diez meses, a papá le diagnosticaron cáncer de pulmón. Fumaba mucho cuando era
joven, pero lo dejó hace tanto tiempo que no recuerdo haberlo visto nunca sosteniendo un
cigarrillo.
He visto a papá en tantos hospitales, clínicas y salas de espera desde entonces. Cuatro
meses de quimioterapia solo lo enfermaron más, aunque traté de estar agradecida por los
poderosos medicamentos que se inyectaban en el cuerpo de papá semana tras semana, ya que
con suerte significarían que podría conservar a mi padre. A papá se le cayó el cabello, perdió
una gran cantidad de peso y estaba tan cansado que apenas podía formar oraciones.
Pero ha sobrevivido, hasta ahora. En los seis meses transcurridos desde que terminó la
quimioterapia, papá recuperó mucha fuerza y vitalidad. Su cabello ha vuelto a crecer y hay vida
en sus ojos azules una vez más. El cáncer ha permanecido localizado en sus pulmones, lo que
significa que su tasa de supervivencia a cinco años es del treinta por ciento.
Treinta por ciento.
Un número paralizante, para morderse las uñas y para sudar, aunque el médico sonreía
cuando nos lo contó. Como si el hecho de que hubiera un setenta por ciento de posibilidades
de que mi padre muriera dentro de cinco años fuera una noticia asombrosa para su familia.
Pero hoy no es el cáncer lo que lo ha llevado a una cama de hospital. Hoy es un accidente
de moto.
Una sonrisa se dibuja en el rostro de papá cuando me ve de pie en la puerta. Su pierna
derecha está atada con un yeso temporal y hay un vendaje pegado a su frente. —Ahí está mi
chica favorita.
Está despierto. No hecho pedazos. Me agarro del marco de la puerta para estabilizarme y
lucho por no inclinar la cabeza hacia atrás por el puro alivio. Es mejor fingir que no estaba
preocupada. Que realmente creo que los Belyaev son inquebrantables.
Que somos inquebrantables.
Observo la expresión feliz, casi jubilosa de papá, y luego miro a su oncólogo, el doctor
Webster, que lo mira con el ceño fruncido.
El doctor Webster se aclara la garganta y se acerca a mí. —Zenya, es un placer volver a
verte, pero debo pedirte que le recuerdes a tu padre que debe cuidar mejor de su salud. Parece
que el ya no me escucha.
Presiono la manga de su camisa. —Lo haré. Gracias por venir al hospital en medio de la
noche para ver cómo estaba papá.
—Por supuesto. Espero no volver a ver a ninguno de ustedes por aquí. —El oncólogo lanza
una última mirada molesta a papá y luego sale de la habitación.
Yo también lo espero, de verdad.
Mi madrastra, Chessa, se aferra a la mano de papá. Mis hermanos, que son los más
cercanos a mí en edad, Lana y Arron, están sentados en cada brazo del sillón de vinilo azul.
Me gusta tanto Chessa como a alguien le puede gustar una madrastra que desearía no
tener que tener, y le lanzo una mirada de disculpa por ser llamada la chica favorita de papá.
Chessa me da una sonrisa y un pequeño movimiento de cabeza, diciéndome que no le importa
mientras se aferra a la mano de papá. Chessa sabe que papá la ama y la trata a ella y a sus hijos
de un matrimonio anterior con cuidado y respeto. Han tenido dos hijos propios desde que se
casaron hace cinco años, y papá los quiere mucho.
Pero soy la hija mayor de papá y soy parte de su mundo. A diferencia de mis hermanos y
hermanas, sé que Troian Belyaev es Pakhan de la mafia rusa en esta ciudad, y sé mucho sobre
cómo mi familia gana dinero.
Todavía no lo sé todo porque tengo dieciséis años, y papá no está seguro de cuánto debería
revelarle a un adolescente, a una mujer nada menos. No hay muchas mujeres en su línea de
trabajo, pero no veo que importe. Las balas son tan letales cuando las dispara una mujer de un
metro setenta como si las dispara un hombre de dos metros y medio.
—¿Dónde duele? —le pregunto a papá, acercándome a su cama.
—No tengo ni idea. Tomo suficiente morfina para hacer que un elefante vea elefantes
rosados. Necesito una operación en la pierna, al parecer. La cirujana ortopédica dice que no ha
visto una rotura tan mala como la mía en años. —Hay orgullo en su voz, como si estuviera
emocionado de haber resultado herido haciendo algo peligroso. Papá no ha podido hacer nada
peligroso desde antes de su diagnóstico.
—Vimos la radiografía —me dice mi hermano menor, Arron, con los ojos muy abiertos y
brillantes. Tiene doce años y le fascina todo lo espeluznante—. Los huesos de papá estaban todos
destrozados. Fue tan genial.
Lana, de catorce años, saca la lengua y hace una mueca. —Yo no miré.
Mi boca se tuerce cuando miro de Arron a papá, quienes tienen la misma sonrisa juvenil,
aunque la de papá está un poco mareada por los analgésicos. No he visto a papá sonreír así en
mucho tiempo.
—Troian también tiene una conmoción cerebral. No sé en qué estaba pensando, subirse a
una motocicleta cuando no se ha recuperado por completo de su quimioterapia —dice Chessa,
y lanza una mirada enfadada por la puerta hacia el pasillo.
Papá también mira en esa dirección y luego baja la voz y dice: —Zenya, lleva a Kristian a
casa, ¿quieres? Dice que no tiene dolor, pero sabes lo orgulloso que es.
¿El tío Kristian también está herido? Me doy la vuelta y lo miro a través de la puerta.
Todavía está apoyado contra la pared con un zapato de cuero brillante apoyado y las manos en
los bolsillos, tratando de parecer casual, pero ahora que lo miro más de cerca, puedo ver por el
músculo de su mandíbula y las gotas de sudor en su frente que algo está mal y él está tratando
de no mostrarlo.
Levanto una ceja hacia él. ¿Estás adolorido?
Deja escapar un resoplido breve y desafiante, como si nunca hubiera oído hablar de dolor.
Oh sí. Sé lo orgulloso que es mi tío.
Le doy un beso de buenas noches a papá y le digo a Chessa, Lana y Arron que los veré
en casa. Luego salgo al corredor y me paro frente a mi tío, la diversión hace que mi boca se
crispe.
—¿Una Moto? Papá no tiene moto —digo en ruso—. ¿Era tuya?
Baja los ojos y me mira con su nariz larga y recta. —Net. La tomamos prestada de los
pendejos a los que estábamos golpeando.
Por supuesto que lo hicieron.
—¿Qué pasó esta noche?
Una sonrisa se desliza sobre su hermoso rostro. —Shkola.
Escuela. Ese es el código para dar una paliza a alguien o a un grupo de personas que han
sobrepasado nuestros límites.
El tío Kristian explica en ruso cómo los dos fueron a enfrentarse a unos pandilleros rivales
que estaban invadiendo el territorio de Belyaev. Podrían haber enviado soldados de infantería
en lugar de que ir el mismo Pakhan y su hermano menor personalmente, pero así son mi padre
y el tío Kristian. O solían ser antes del diagnóstico de papá. Si a veces no pueden manejar las
cosas por sí mismos, no merecen liderar.
Aparentemente, enseñar modales a la pandilla iba bien hasta que aparecieron algunos de
los amigos de la pandilla, y papá y el tío Kristian tuvieron que escapar rápidamente. Ahí es
donde entró la motocicleta. Papá conducía y el tío Kristian iba en la parte de atrás, y chocaron
en una calle lateral mojada y resbaladiza.
Cambiando al español, Kristian murmura: —Grítame si quieres. Sé que estás enojada
conmigo por molestar a tu padre.
Lo miro en silencio durante mucho tiempo. Mi tío es delgado, musculoso y rápido. Lo he
visto nadar en nuestra piscina y hacer ejercicio sin su camisa muchas veces como para saber que
su cuerpo es un arma. Escapa de los problemas antes de que tengan la oportunidad de tocarlo.
¿Papá, sin embargo? Papá es duro, fuerte y lidera a nuestra familia, pero su fuerza es
nuestra roca inquebrantable. Supera los problemas y resiste las tormentas, pero a veces sufre
daños en el proceso. Últimamente, ha estado recibiendo mucho daño y me duele el corazón al
verlo. Fue devastador para mí ver a papá en la miseria y el dolor día tras día. También debe
haber sido devastador para el tío Kristian. Los dos siempre han sido inseparables.
Detrás de mí, puedo escuchar a papá bromeando con una enfermera diciendo que está
bien y que salió con peores lesiones cuando era joven. Por primera vez en meses, suena feliz.
Observo a mi tío con una mirada severa, como si él fuera el de dieciséis años y no yo. —
El oncólogo de papá está consternado porque acaba de recuperarse del tratamiento contra el
cáncer y, sin embargo, anda corriendo por la noche chocando motocicletas. ¿Al menos le
mostraste a esos mudaki quién es el jefe aquí?
El fantasma de una sonrisa toca los labios del tío Kristian. —Princesa. Troian y yo los
teníamos de rodillas jurando ser buenos niños hasta que aparecieron sus amigos idiotas.
No me gusta ver a mi papá rodeado de personal médico una vez más, pero al menos esta
vez, es por algo que sé que mejorará. Parece animado por la experiencia, como si correr en una
motocicleta fuera la aventura que necesitaba para volver a sentirse él mismo, lo que
probablemente fue la intención del tío Kristian todo el tiempo.
Si el tío Kristian sabe algo mejor que nadie, es cómo sentirse vivo.
Chessa estará enfadada con él durante una semana seguida, aunque no se atreverá a
decirle nada a la cara. No he olvidado cómo mi tío se hizo cargo de la cabeza de esta familia y
mantuvo el negocio en funcionamiento mientras papá estaba demasiado enfermo para levantarse
de la cama. También me mantuvo funcionando. Tenía que ser fuerte por Chessa y mis hermanos
y hermanas, pero el tío Kristian era fuerte por mí.
Levanto la barbilla y le sonrío a mi tío. —Entonces, ¿por qué tengo que estar enojada
contigo?
Una sonrisa se dibuja en el rostro de mi tío. Se ríe y luego hace una mueca de dolor. —
Oh, mierda.
La camisa negra del tío Kristian está pegada a su pecho con lo que supongo que es sangre.
Su chaqueta de traje negra andrajosa está sobre sus hombros como si no pudiera levantar los
brazos para ponérsela correctamente.
Doy un paso adelante y le quito la chaqueta y la camisa del lado derecho del pecho y veo
sangre semiseca sobre raspaduras desagradables. Las heridas más profundas siguen sangrando.
Debió haberse resbalado por la grava sobre su hombro. —Eso parece doloroso.
—Mi hombro se siente como si estuviera en llamas —murmura, haciendo una mueca
mientras lo levanta con cuidado para probar el daño.
—Vamos, te llevaré de regreso a nuestra casa y te limpiaré. Ya le he dicho buenas noches
a papá.
—¿Qué haría yo sin ti, princesa? —me pregunta mientras me sigue por el pasillo.
La casa está en silencio cuando llegamos porque llevé a mis cuatro hermanos menores a
casa de su tía Eleanor antes de ir al hospital. Llevo al tío Kristian a la cocina y saco el botiquín
de primeros auxilios de un cajón.
Trata de quitármelo. —Puedo hacerlo. Estoy acostumbrado a remendarme.
Sostengo el equipo fuera de su alcance. —¿Con una sola mano? Harás un lío. Siéntate y
déjame hacerlo por ti.
El tío Kristian se sienta en la mesa de la cocina con una expresión de resignación, pero
hay un asomo de sonrisa en sus labios. —Si hubiera estado conduciendo, no nos habríamos
estrellado. Tu padre no ha estado en una motocicleta en décadas.
—Entonces, ¿por qué lo dejaste conducir? —pregunto, abriendo el botiquín sobre la mesa
y sacando antiséptico, pinzas, almohadillas de algodón y vendajes.
El tío Kristian me lanza una mirada oscura por debajo de sus pestañas. —¿En serio? Solo
hay dos personas en este mundo a las que dejo que me den órdenes. Uno de ellos es mi superior
total en todos los sentidos. Vivo por esa persona. Moriría por esa persona. —Toca debajo de mi
barbilla—. El otro es mi hermano.
Después de dieciséis años de ser tan cercana al tío Kristian como lo estoy con mi propio
padre, soy consciente de que no exagera cuando dice que haría casi cualquier cosa por mí. El
tío Kristian me compró mi primera pistola y mi primer par de aretes de diamantes. La pistola
fue lo primero, por supuesto. Las pistolas siempre son lo primero en la familia Belyaev. Mi padre
es confiable con voluntad de hierro, pero el tío Kristian es quien me hace sentir viva y me empuja
a ser mejor, más fuerte, más valiente.
Agito la botella de antiséptico y sonrío. —Puedes adularme todo lo que quieras. Todavía
voy a limpiar cada uno de tus cortes.
Se encoge de hombros para quitarse la chaqueta. —Te deleitas en torturarme, mi dulce
sobrina.
Dejo la botella y ayudo a desabotonar su camisa. El tío Kristian a menudo se involucra en
peleas y accidentes, así que este es un baile que hemos hecho muchas veces antes. Le quito lo
que queda de sus hombros y me estremezco de simpatía por lo que veo. Todo su hombro
derecho está raspado y sangrando, y hay pedazos de grava atorados en los cortes. Aun así, en
comparación con las múltiples fracturas y conmociones cerebrales de papá, salió airoso.
Hay una cadena de plata alrededor de su cuello, la misma que siempre usa, y alcanzo
detrás de su cuello con ambas manos para desabrochar el broche. —¿Sabías que papá ha estado
diciendo que deberías establecerte?
Papá lo ha estado diciendo cada vez más desde su diagnóstico. El tío Kristian es su
heredero y papá cree que un Pakhan debe ser un hombre de familia. Según papá, un líder que
es padre es más reflexivo en sus decisiones porque comprende el valor de los hijos de otras
personas.
El tío Kristian me mira a través del flequillo rubio que le cae sobre los ojos. —¿Qué? ¿Por
qué?
—Para que puedas tener una familia propia. —El tío Kristian tiene treinta y cuatro años y
hay muchas mujeres que matarían por casarse con él y tener sus hijos. En nuestro mundo, los
hombres peligrosos son los mejores maridos porque están dispuestos a cruzar cualquier límite
para proteger a sus familias.
Pasa su mirada por mi rostro y murmura: —Eres mi familia, princesa. Cualquier hija mía
nunca podría ser tan inteligente y adorable como tú.
Tengo problemas con el broche de su collar y mis brazos todavía están alrededor de su
cuello. ¿No quieres una esposa? Ni siquiera te he visto con una novia.
Pone sus manos sobre mis hombros y frota la tensión en mis músculos con sus fuertes
dedos. —No hay espacio en mi corazón para otra mujer. Ya está lleno de ti.
—Halagador —le digo con una sonrisa, y mis ojos se cierran por un momento mientras
disfruto la forma en que encuentra toda la tensión que he estado cargando y la hace desaparecer.
—¿Por qué me preguntas por una esposa? ¿Estás pensando en un marido?
Se siente bien aquí, de pie entre sus rodillas abiertas y disfrutando del calor que emana de
su amplio pecho. La casa está en silencio y oscura a nuestro alrededor. Rara vez tengo al tío
Kristian solo para mí estos días. Va a ser un infierno para él tener que sacar toda esa grava pieza
por pieza, así que tendré que distraerlo.
Abro los ojos y le dedico una sonrisa burlona. —Tengo dieciséis. Claro que si.
El broche de su collar se abre y dejo la cadena sobre la mesa junto a él.
—Mentirosa —responde de inmediato, y luego frunce el ceño—. ¿Quién?
—Alguien guapo —digo lentamente, alcanzando las pinzas. El tío Kristian me está
estudiando con tanta atención que apenas se da cuenta cuando saco un trozo de grava de un
rasguño y lo pongo sobre la mesa—. Fuerte e inteligente, también.
—¿Cómo has conocido a hombres guapos, fuertes e inteligentes a mis espaldas? —exige
saber.
Mi padre y el tío Kristian tienen fuertes opiniones sobre con quién debo salir y el hombre
con el que podría casarme. Ambos están de acuerdo en que cualquier adolescente que me
ponga un dedo encima debería ser puesto contra una pared y fusilado. Todos los posibles
maridos deben ser tratados de la misma manera brutal, según el tío Kristian, y antes de su
diagnóstico, papá habría estado de acuerdo con él. Desde que se enfrentó a su mortalidad, creo
que se está acostumbrando a la idea de que debería casarme lo antes posible para estar protegida
por si algo le sucede. No estoy de acuerdo con él, porque siempre tendré al tío Kristian si algo
le pasa a papá, pero en este momento es una buena distracción para acabar con mi tío
sobreprotector.
Sonrío misteriosamente al tío Kristian y acaricio con mis dedos su hombro desnudo hasta
que llego a otro trozo de grava y lo excavo. Ni siquiera se estremece.
—Es salvaje pero siempre confiable. Llama la atención de cualquier habitación en la que
entra sin siquiera intentarlo.
Arranco otro trozo de grava de su hombro y luego otro. Pronto sus cortes están libres de
escombros, y las piezas yacían rojas y brillantes por la sangre sobre la mesa mientras el hombro
del tío Kristian sangraba más que nunca.
—Oh, pobrecito —murmuro, recogiendo un algodón para absorber las gotas.
Al tío Kristian no parece importarle. De hecho, está sonriendo mientras le limpio los cortes.
—Te estás burlando de mí, ¿verdad? Me habría dado cuenta si un hombre así hubiera
estado husmeando alrededor de mi sobrina. Lo estás inventando de la nada.
Le lancé una mirada debajo de mis pestañas. No lo estoy inventando. Dije la verdad sobre
todo menos el nombre y el color de los ojos y el cabello que describe a mi tío Kristian. Es una
pena que ya sepa exactamente lo que quiero en un futuro esposo, pero el hombre con el que
algún día me casaré nunca estará a la altura.
—Me atrapaste —digo con una sonrisa, y alcanzo la botella de antiséptico. Esto será peor
que sacar la grava, así que tendré que distraerlo aún más—. Tendré que conformarme con
alguien débil o estúpido que no pueda protegerme a mí ni a nuestros hijos.
—Como el infierno lo harás. No te vas a conformar con una mierda, princesa. Ahora deja
de darme cuerda y sigue con ese antiséptico.
Lo miro sorprendida. —¿Sabías lo que estaba haciendo todo el tiempo?
—Siempre sé lo que estás haciendo. Ahora pon eso en mis cortes.
—Odio lastimarte —murmuro, poniendo una almohadilla de algodón sobre la botella y
volteándola hasta que el algodón se empapa.
—No te preocupes. Me gusta cuando eres tú.
Mis ojos se abren. Entiendo las palabras que acaba de decir, pero me falta algo de
significado. La respuesta brilla en sus brillantes ojos azules, pero no puedo decir cuál es.
—¿Qué quieres decir? —Pregunto, y por alguna razón, siento mis mejillas calentarse.
—Lo que digo, princesa —murmura, acariciando mi largo cabello hacia atrás de mi cuello
para que caiga por mi espalda—. Me gusta cuando eres tú.
Aplico la almohadilla suavemente en uno de los cortes del tío Kristian. Sisea entre dientes
y su cuerpo se tensa. Mientras sigo trabajando en los rasguños, se recuesta sobre sus manos y
respira con más fuerza. El subir y bajar de su pecho y los músculos de su estómago apretándose
y flexionándose contra el dolor me distraen tanto que no puedo dejar de mirar su cuerpo.
Trabajo cada vez más lento, pero al tío Kristian no parece importarle ni un poco.
Luce bien. Se ve diferente de alguna manera, y también suena diferente. He visto al tío
Kristian sin su camisa muchas veces, así que ¿por qué debería sentirse inusual hoy?
Hunde los dientes en su labio inferior y gime cuando presiono la almohadilla en el rasguño
más profundo. El sonido se dispara hacia abajo por mi columna y hace que mis rodillas se
debiliten.
¿Qué sonido haría si le clavase las uñas en la espalda?
Rápidamente miro lo que estoy haciendo, preguntándome de dónde diablos vino ese
pensamiento. Puede que no sepa eso de me gusta que me lastimen cuando eres tú, pero he visto
suficientes películas para saber lo que significan las uñas clavadas en la espalda de los hombres,
y no es un pensamiento que nadie deba tener sobre su tío.
El silencio se extiende entre nosotros mientras sigo limpiando sus cortes, y no es uno de
nuestros silencios cómodos. Está lleno de tensión atada tan fuerte que podría lanzar una
andanada de flechas. Por el rabillo del ojo, veo la mirada del tío Kristian fija en mi rostro. Estoy
buscando desesperadamente una manera de continuar la conversación, cuando escuchamos que
la puerta principal se abre y se cierra, y sé que mi madrastra, mi hermano y mi hermana están
en casa.
El tío Kristian frunce el ceño en la dirección de sus voces. —Pensé que tardarían más.
Cuando Chessa entra en la habitación con Lana y Arron detrás de ella, observa al tío
Kristian sentado sin camisa en la mesa de la cocina conmigo de pie entre sus rodillas y frunce
los labios con desaprobación. Ella y el tío Kristian intercambian miradas francamente hostiles.
No es solo por el accidente de motocicleta, pero no entiendo qué causó esta grieta. Los
dos nunca han sido los mejores amigos, pero últimamente parecen odiarse.
Chessa parece estar esperando que se baje de la mesa de la cocina, pero el tío Kristian no
se mueve.
—Hola, Chessa.
En lugar de saludar a su cuñado, Chessa se vuelve hacia mí. —Zenya, date prisa, termina
lo que estás haciendo y vete a la cama. Ya es tarde.
Miro el reloj en la pared mientras Lana abre el refrigerador y saca un poco de jugo. Son
casi las dos de la mañana.
—Mi sobrina está ocupada —le dice el tío Kristian con una voz tan dura como el granito—.
Zenya puede irse a la cama cuando termine de atenderme con tanto amor. —Se estira y coloca
un mechón de cabello detrás de mi oreja, sonriéndome.
Por alguna razón, la molestia brilla aún más en el rostro de Chessa, pero en lugar de decir
nada, camina por la habitación, golpeando los gabinetes de la cocina y limpiando agresivamente
los mostradores.
—Tu madrastra está enojada conmigo —dice el tío Kristian en ruso.
—Pa —respondo, y continúo en ruso—, ella cree que es tu culpa que papá haya resultado
herido.
—Eso también.
Alcanzo las vendas para envolverlas alrededor de su hombro, pero me detengo. —¿Por
qué otra cosa estaría enojada?
—¿Por qué no está enojada esa mujer?
Chessa está sacudiendo una bolsa nueva para forrar la basura. —Kristian, es antisocial e
inapropiado mantener una conversación con Zenya en ruso cuando Lana, Arron y yo no
podemos unirnos.
El músculo de la mandíbula de Kristian se flexiona, señal segura de que está a punto de
perder los estribos. Coloco una mano apaciguadora en su pecho y le doy una mirada
significativa.
Él mira mi mano y luego murmura: —Estaba preguntando si a mi hermosa sobrina le
importaba que la hiciera quedarse despierta hasta tarde atendiendo mis heridas.
Lana deja su vaso de jugo y finge tener arcadas. —Deja de llamarla hermosa, tío Kristian.
Ya está tan llena de sí misma.
Sonrío mientras desenrollo unas vendas. A Lana le gusta molestarme mientras otras
personas pueden escuchar, pero en privado, me ha dicho varias veces que nunca puedo salir de
casa, pase lo que pase, porque todos me necesitan.
Kristian le lanza una mirada. —Zenya es hermosa, y tu hermana no es engreída. Tiene
aplomo y gracia más allá de su edad.
—Aplomo y gracia más allá de su edad —se burla Lana, inclinando la cabeza de un lado a
otro mientras pone los ojos en blanco.
Sonrío un poco ante las payasadas de mi hermana mientras envuelvo el vendaje alrededor
del hombro del tío Kristian.
—¿Ves? —le dice el tío Kristian a Lana, pero sin apartar la mirada de mí—. Te burlas de
Zenya, pero no hay un atisbo de molestia en su hermoso rostro. Tu hermana podrá enfrentarse
a enemigos que la amenazan de muerte, cosas peores que la muerte, y no pestañeará. Nervios
de acero, esta chica.
Chessa murmura algo que suena como Dios, dame fuerzas y luego sale de la cocina.
—Lo que sea —dice Lana, y se aleja dando tumbos en busca de su madrastra.
Cuidadosamente enrollo un vendaje alrededor de su bíceps. —Es solo mi hermana
bromeando conmigo. Difícilmente es una prueba de que tengo nervios de acero.
El tío Kristian me mira con una ceja sardónica. —Y sin embargo, en todos mis años, nadie
me ha enfurecido más que mi propio hermano.
—Los hermanos y hermanas se burlan solo para hacerte reaccionar. Es un cebo, y no
deberías caer en él.
—Pero, ¿cómo voy a dormir por la noche si discuto con Troian y no tengo la última
palabra?
Me río y niego con la cabeza. —Es obvio que eres el hermano menor.
—Y tú una hermana mayor —le responde con una sonrisa.
—Eres un alborotador, y esta parte de ti es la peor. —Toco sus labios con la punta de mis
dedos y él los besa, todavía sonriendo.
—No tienes idea.
Las mariposas revolotean en mi vientre.
Arron bosteza ruidosamente y se dirige a las escaleras.
—¿Cómo estaba tu papá cuando saliste del hospital? —El tío Kristian lo llama.
—Nos estaba contando todo sobre el accidente de motocicleta hasta que Chessa le dijo que
se detuviera. Está enfadada por todo el asunto. Buenas noches, Zenya. Buenas noches, tío
KKristian.
Decimos nuestras buenas noches después de él. Cambiando al ruso, aunque estamos solos,
Kristian dice: —Chessa no entiende lo que significa ser un Belyaev. Solo lo entiendes si naciste
para ello, como tú y Troian. O criado en él como yo.
Siento un tirón en mi pecho, el mismo que siento cada vez que recuerdo que el tío Kristian
y yo no estamos realmente relacionados. No sé por qué. Debo estar decepcionada de que no
sea mi verdadero tío y su poderosa sangre no corra por mis venas. Es de mi familia cuya piel
realmente se siente como mi piel. Cuando su aura dominante roza la mía, se siente como si me
estuviera haciendo más fuerte. Más atrevida. Más valiente. Sus pensamientos son tan legibles
para mí como un libro, al igual que los míos para él. En una habitación llena de gente, muy
separados y sin hablar, cuando nuestros ojos se encuentran, podemos tener conversaciones
completas.
Esa persona es débil.
Deberíamos aprovechar este nuevo desarrollo.
Este lugar es aburrido. Deberíamos irnos.
Es el tipo de conexión que he escuchado sobre el intercambio de gemelos, por lo que el
hecho de que el tío Kristian no esté realmente relacionado conmigo es confuso. Frustrante. Y…
Le doy una pequeña sacudida a mi cabeza. No sé qué más es o incluso cómo poner este
sentimiento inquieto en palabras.
El tío captura mi barbilla brevemente entre el pulgar y el índice. —¿Qué pasa, diente de
león?
Saco un vendaje lentamente entre mis dedos. Lo peor del mundo sería perder a alguien
más. No creo que sea capaz de soportarlo. —Siempre serás mi tío, ¿verdad?
Espero que responda con un inmediato y desafiante, “Por supuesto que lo seré”, pero
cuando permanece en silencio, dejo lo que estoy haciendo y lo miro en estado de shock.
Él considera esto, y está sonriendo. —Sí. O no.
Parpadeo hacia él confundida. —¿Qué?
—Si me saliera con la mía, sería a la vez sí y no.
—¿Que se supone que significa eso?
Sigue mirándome con esa misma mirada especulativa en sus ojos azules helados. Una
expresión que está cerca de lobuna.
Niego con la cabeza y vuelvo a vendarlo. —Normalmente, sé exactamente lo que estás
pensando, pero en este momento, no tengo idea de lo que está pasando en esa mente tuya. —
Excepto que hay una sensación cálida extendiéndose por mi vientre que hace que mi corazón
lata más rápido. Mi cuerpo está captando algo que mi cerebro no puede.
—Eso es probablemente algo bueno por ahora —murmura, pasando sus dedos por mi
cabello.
Siento una familiar oleada de molestia, la misma que cuando papá me dice que me contará
algo cuando sea mayor. Estás empezando a sonar como papá.
El tío Kristian se ríe por lo bajo y la sensación cálida en mi vientre brilla más. —Lo dudo
mucho.
Termino de colocar los vendajes en su lugar y pruebo para asegurarme de que estén
seguros, desconcertada por las palabras del tío Kristian. Siempre les pido a él y a papá que me
enseñen más sobre lo que significa ser un Belyaev. Para dejarme abandonar la escuela y unirme
a ellos a tiempo completo. Ambos dicen que tengo que obtener mi diploma de escuela
secundaria, pero tal vez el tío Kristian está insinuando que está dispuesto a contarme algunos de
sus secretos.
Si algo le pasa a papá, por favor, no dejes que le pase nada a papá, pero ese treinta por
ciento de posibilidades me persigue, y no puedo evitar pensar que si algo sucede, el tío Kristian
se hará cargo de la familia y necesitará un segundo al mando, tal como lo fue después de papá.
Kristian es cercano a otro hombre que trabaja para nosotros llamado Mikhail, pero Mikhail no
es un Belyaev. Si alguien debe tomar su lugar a su lado, debo ser yo.
El tío Kristian siempre me ha dicho que no importa si soy una niña. Es lo que está en mi
corazón lo que importa. Mi fuerza y determinación para proteger a esta familia y ayudarnos a
prosperar.
Cuando termino, envuelvo mis brazos alrededor del cuello del tío Kristian y me acerco a
él, abrazándolo con cuidado donde no está herido, y descanso mi frente contra su sien.
Con los ojos cerrados, susurro en ruso: —No puedes ser imprudente de ahora en adelante,
y no quiero oír hablar de cómo es posible que no seas mi tío algún día. Eso no está permitido.
—Pero si no soy imprudente, ya no seré yo, sea tu tío Kristian o no.
Me alejo un poco para poder mirar sus ojos brillantes y duros. Estamos a escasos
centímetros el uno del otro. —¿No puedes ser un poco más cuidadoso, incluso por mí?
Sus ojos recorren mi rostro. Mis ojos. La punta de mi nariz. Mis labios. —Ni siquiera por
ti. Pero no quieres que me detenga, ¿verdad, princesa?
¿Dejar de ser el tío Kristian? —Bueno, cuando lo pones así…
Papá es mi hogar, pero mi corazón late más rápido por el tío Kristian.
Entonces, no.
No quiero que cambie.
No quiero que deje de ser exactamente quien es.
—No lo creo. —El tío Kristian me acerca más, acariciando mi nuca y abrazándome con más
fuerza en sus fuertes brazos.
—Dije cama, Zenya —llama Chessa desde la habitación de al lado, y me doy cuenta de que
me ha estado llamando durante varios minutos.
El tío Kristian y yo sonreímos mientras nos soltamos el uno del otro y él tira todos los
pedazos de grava ensangrentada a la basura mientras yo empaqueto el botiquín de primeros
auxilios. Le consigo una de las camisas de papá para que se la ponga en casa y pide un coche
para él.
En la puerta de entrada, se vuelve hacia mí y me toca el pelo. —Mañana me reuniré con
nuestros hombres y les contaré lo que Troian y yo vimos cuando fuimos a encargarnos de esa
banda. Cuantos hombres. Las salidas. Sus armas. Todo lo que necesitan saber para terminar el
trabajo por nosotros. ¿Quieres venir conmigo?
Jadeo de placer y agarro su brazo. Vagamente, soy consciente de que una oferta para
escuchar las órdenes de muerte de media docena de hombres no es lo que se supone que debe
excitar a una adolescente, pero después de ver a papá acostado en la cama del hospital y sacando
grava del hombro de mi tío, estoy ardiendo por algo de justicia Belyaev. —Sí, por favor. Amaría
eso.
El tío Kristian sonríe y me da un beso en la mejilla. —Buena noche hermosa. Te recogeré
a las ocho mañana por la noche —susurra en mi oído, antes de salir por la puerta hacia la
oscuridad.
Lo observo irse con una amplia sonrisa y luego cerrar la puerta y subir a la cama.
Me he duchado y puesto mi pijama, y estoy sentada en la cama cepillándome el cabello
cuando Chessa entra en la habitación. Parece cansada y preocupada, pero me sonríe.
—Iré a ver a Troian a las siete y media de la mañana antes de recoger a los niños en casa
de Eleanor. Puedo llevaros a ti, a Lana y a Arron conmigo y después dejaros en la escuela si
quieren.
—Sí, por favor. Me encantaría volver a ver a papá antes de que se opere.
Discutimos la programación y los detalles de su cirugía durante varios minutos. Espero
que Chessa diga buenas noches después de eso, pero duda y luego se sienta en la cama.
Poniendo su mano en mi pierna sobre las mantas, dice: —Zenya, hay algo de lo que quería
hablarte.
Espero, aterrorizada de lo que ella va a decir, la palabra cáncer acechando en mi mente.
Por favor, que los médicos no hayan encontrado tumores en la pierna de papá.
—¿Por qué Kristian cambia al ruso cada vez que entro en la habitación? —pregunta Chessa.
Suspiro de alivio. ¿Eso es todo? Aún así, es un poco molesto que vuelva a mencionar al
ruso. Eso es lo mío con el tío Kristian, y no tiene nada que ver con ella.
—Él no siempre cambia a ruso —digo, evadiendo la pregunta.
Chessa no se da por eludida. —Lo que el tío Kristian haga en su propia casa depende de
él, pero siento que está socavando la autoridad de tu padre y la mía al tener conversaciones
secretas contigo.
Es como si estuviera insinuando que hay algo inapropiado en el hecho de que el tío
Kristian y yo simplemente hablemos en ruso. Estamos haciendo lo que él y papá han hecho
juntos un millón de veces cuando mis hermanos y hermanas están en la habitación.
—Hablamos del negocio de Belyaev. Es importante que los niños no escuchen de lo que
estamos hablando porque podrían asustarse.
Chessa me fija con una expresión de preocupación. —Tú también eres una niña, Zenya.
Tienes dieciséis años y todavía estás en la escuela. Siento que tu tío olvida eso a veces.
Bien.
Quiero que lo olvide.
—Los secretos son importantes para Belyaevs —digo en voz baja, torciendo la esquina de
una hoja con mis dedos. Me incomoda discutir con Chessa porque siempre ha sido amable
conmigo, pero ya debería saber que gran parte de nuestro negocio debe hacerse en secreto
porque es peligroso e ilegal.
—No estoy hablando de negocios familiares. Estoy hablando de ti y de Kristian.
Frunzo el ceño. —¿Qué hay de mí y del tío Kristian?
—Ustedes dos siempre se están susurrando el uno al otro. Tengo que decir tu nombre diez
veces antes de que notes a alguien en la habitación excepto a él. Si fuera por mí, ese hombre
aprendería algunos límites si quisiera seguir poniendo un pie en esta casa.
—¿Qué límites? —pregunto, confundida por la idea de que alguien en nuestra familia
intente decirle al tío Kristian qué hacer cuando hace tanto por todos nosotros.
Chessa se pasa una mano exasperada por la frente. —Un hombre adulto no debería tener
charlas secretas con una chica de dieciséis años, aunque sea su sobrina. No es natural. ¿No tiene
nada mejor que hacer?
Por mucho que ame a Chessa, siento que la ira cobra vida en mi pecho, aunque lucho por
no ceder ante ella y alzar la voz. Me preguntaba si decirle adónde iré con el tío Kristian mañana
por la noche, pero ahora sé que no le daré la información.
—No estoy realmente interesada en lo que es natural. No he tenido una educación muy
natural, ¿recuerdas?
Por supuesto que lo recuerda. Estaba allí, y también debería recordar que el tío Kristian y
yo somos la razón por la que las cosas no empeoraron mucho esa noche. Podría haber sido una
carnicería.
Bueno, lo fue.
Pero no para los Belyaev.
—Y en cuanto a que tiene mejores cosas que hacer, ¿cómo puedes ser tan desagradecida,
Chessa? ¿Quién ha estado cuidando de todos nosotros mientras papá estuvo enfermo?
Chessa respira hondo como si estuviera luchando por mantener su propio temperamento
bajo control. —Solo me preocupo por ti, Zenya. Siento que tu padre y Kristian cometieron un
error al compartir tanto contigo a una edad tan temprana. Catorce años era demasiado joven
para…
—Esa no fue su decisión, ¿verdad? —Está en la punta de mi lengua decir que me alegro de
que haya sucedido, pero eso sería cruel teniendo en cuenta lo que esa noche le hizo a Chessa
ya mis hermanos y hermanas mayores. Todos ellos todavía tienen pesadillas al respecto.
Mi madrastra sacude la cabeza con tristeza. —No, no lo fue.
Me acerco y tomo su mano. —Estoy bien, y estoy contenta con la forma en que están las
cosas. Pero gracias por preocuparte por mí.
Chessa no parece feliz, pero me da un beso de buenas noches y me deja dormir. Me
acosté, tirando de las mantas y acurrucándolas alrededor de mi barbilla.
Con los ojos cerrados, repaso mis planes para el día siguiente. Veré a papá antes de su
cirugía y luego iré a la escuela, que será aburrida, pero no hay nada que pueda hacer al respecto.
Por la tarde, me dirigiré al Silo y haré un inventario, y luego, después de la cena, sonrío en la
oscuridad, haré un verdadero trabajo de Belyaev con el tío Kristian.
El tío Kristian estará dando órdenes y yo estaré a su lado, que es exactamente donde
anhelo estar, siempre.
Capítulo 4

E
n el momento en que pongo un pie en la casa de Troian en la víspera de Año Nuevo,
Chessa me mira con ojos hostiles. Está de pie con su hermana, Eleanor, y ambas
hermanas llevan vestidos de fiesta con lentejuelas y tacones altos. Puedo decir que
Chessa le ha confiado todas las cosas terribles que he hecho últimamente a su amada Eleanor
por la forma en que las hermanas me miran como si yo fuera el gran lobo feroz que ha venido
a derribar la casa.
Pueden darme tantas miradas de perra malhumorada como quieran. Troian es el que está
a cargo en esta casa, y yo soy su amado hermano, así que Chessa puede besarme el trasero.
—Ahí está el sinvergüenza de mi hermano. —La voz de Troian resuena en la sala de estar.
La multitud se separa y lo veo sentado en un sillón reclinable con la pierna enyesada extendida
frente a él—. Kristian siempre está rompiendo las reglas, y ahora también está rompiendo huesos.
¿Has estado causando problemas esta noche, Kristian?
Sonrío mientras los primos y varios miembros de la familia y amigos se ríen de la broma
de Troian, aunque no estoy seguro de que mi sonrisa llegue a mis ojos. Quiero recordarle a
Troian que él fue quien insistió en que condujera, y si me hubiera dejado manejar la motocicleta,
no hubiéramos chocado.
Pero ese no es mi papel en esta pequeña actuación. Él es el confiable y yo soy el jodido.
Estas son las partes en las que hemos sido moldeados durante toda nuestra vida.
—No tantos problemas como me gustaría causar —digo con una amplia sonrisa, y luego
miro alrededor de la habitación en busca de Zenya. Todo el mundo piensa que estoy
bromeando, y la sala estalla en risas de nuevo.
No puedo ver a mi sobrina por ninguna parte, así que doy un paso adelante y abrazo a
mi hermano. —S Novym Godom. —Feliz Año Nuevo—. ¿Cómo estás?
Hace un gesto al elenco con molestia. —No puedo subir las escaleras hasta mi propio
dormitorio y no puedo hacer nada más que se supone que debe hacer un hombre. Supongo
que viviré —termina a regañadientes.
La influencia aventurera de estar en un accidente de motocicleta parece estar
desapareciendo. Si conozco a mi hermano, hará que la vida sea un infierno para mí, Mikhail y
cualquier otro hombre que le responda durante las próximas semanas, descargando su
frustración con nosotros por estar confinados en la casa. Mi hermano es un buen Pakhan cuando
todo va bien, pero cuando está irritado, puede tener tan mal genio como un oso con una espina
en la pata.
—Aparentemente eres imposible de matar —le digo, palmeando su hombro—. ¿No tenemos
suerte?
Camino entre la multitud de invitados a la fiesta en busca de mi sobrina, pero antes de
que pueda adentrarme más en la casa, Chessa cruza la habitación hacia mí, sus tacones altos
golpean las baldosas de mármol y el asesinato brilla en sus ojos.
—Eres increíble, Kristian —sisea. Por encima del hombro, Eleanor me observa como un
halcón, desafiándome incluso a mirar mal a su hermana. Como si ella tuviera algo que decir en
lo que sucede en esta casa.
—Eso he oído. —Deslizo mi pulgar a lo largo de mi mandíbula y sonrío sardónicamente a
Chessa mientras trato de pasar junto a ella.
Chessa se coloca frente a mí. —No quise decir eso como un cumplido. ¿Cómo te atreves
a llevar a Zenya a una reunión en la que estaban discutiendo…? —Ella mira a izquierda y derecha
y susurra—… delitos graves.
—Te contó sobre eso, ¿verdad?
—Solo porque esa chica todavía tiene la decencia suficiente para no mentirle a su propia
madrastra, pero puedo asegurarte que no quería.
Es dulce que Zenya todavía crea que no debes mentirle a las personas que amas. Casi
espero que nunca pierda esa inocencia. La segunda esposa de mi hermano continúa
sermoneándome en susurros enojados sobre lo que hago con mi maldita sobrina. Zenya es una
estudiante sobresaliente, excepcional en el manejo del Silo y un modelo a seguir perfecto para
sus hermanos y hermanas. Además, tiene hambre de cosas nuevas y emocionantes. Si no fuera
por mí, Zenya estaría locamente aburrida y tampoco se divertiría nunca.
Siento un cálido resplandor cuando recuerdo sentarme a jugar al póquer con ella y algunos
de los chicos después de la reunión. Todos fueron engañados por su expresión inocente y
ligeramente confusa mientras jugábamos, pero yo no. A propósito, lanzó tres manos y luego fue
a matar, ganando un bote enorme y llevándose todas las fichas de Mikhail y Andrei.
Que pequeña zorra. No podría estar más orgulloso.
Chessa empieza a hablar sobre el accidente de motocicleta una vez más, y mi cálido brillo
se desvanece. —Termins ya, Chessa. Necesito una bebida.
Chessa se eriza de ira. —Troian está enfermo, ¿recuerdas?
La miro. —No es probable que olvidara que mi hermano tiene cáncer de pulmón.
—Y tú. ¿No crees que te comportas con demasiada imprudencia para un hombre de treinta
y cuatro años?
—En realidad, no —digo, tratando de indicarle al camarero con champán en el otro extremo
de la sala que venga por aquí.
—Si tienes que continuar como un completo id…
La fulmino con la mirada y ella cierra la boca. Puede que sea la esposa de mi hermano y
esté legítimamente enfadada conmigo, pero sabe que no debe empezar a insultarme.
Chessa respira para calmarse y vuelve a intentarlo. —Simplemente deje a mi esposo y a mi
hijastra fuera de sus esquemas de ahora en adelante.
Me río como si estuviera contando un chiste para la gente que pasa junto a nosotros en el
pasillo y la abrazo como si estuviera a punto de desearle un feliz año nuevo. Le digo al oído: —
Vete a la mierda, Chessa. Haré lo que me dé la gana.
Chessa me aparta, su cara blanca de ira mientras me río y me endereza los puños. Vamos,
delatame con Troian.
Te reto.
Pero Chessa no lo hará porque tanto ella como yo sabemos que ya se pasó de la raya esta
noche al meter la nariz en los asuntos familiares. Casarse con Troian no la convierte en una
maldita Belyaev. No en el verdadero significado del nombre.
Observo con diversión mientras se tambalea frente a mí, y luego se da la vuelta y saluda
a uno de sus amigos recién llegados con un chispeante: —¡Muchas gracias por venir! Feliz año
nuevo.
Aprieto los dientes y me abro paso entre los invitados a la fiesta. Si Chessa cayera muerta
mañana, lo celebraría. Me ha estado rompiendo las pelotas desde que se casó con Troian hace
cinco años. No somos contadores ni comerciantes. Estamos en la Bratva, como bien sabe, y eso
conlleva riesgos. Si Troian no está dispuesto a ensuciarse las manos de vez en cuando, perderá
el respeto de nuestros hombres.
El salón está lleno de familia y decenas de niños. Puedo ver al hermano y hermana
menores de Zenya y a los niños pequeños de Troian y Chessa. Varios de mis sobrinos y sobrinas
se apresuran y se aferran a mis piernas, y chillan de risa mientras camino por la habitación
fingiendo que no sé qué están allí. A ellos se unen los hijos de unos primos y pronto tengo cinco
niños pequeños colgando de mí.
Zenya entra en la habitación, luciendo como un ángel con un vestido de gasa blanco como
la nieve, y ese es el final de la diversión del tío Kristian. Dejo de caminar y les digo: —Váyanse.
Todos ustedes. Quiero hablar con Zenya.
Hacen pucheros y lloriquean, pero me sueltan y salen corriendo para continuar el juego
con un primo mío. Me giro hacia Zenya, pero Chessa vuelve a ponerse frente a mí y me agarra
del brazo.
Esta mujer está poniendo a prueba mi puta paciencia.
—¿Por qué no la dejas sola esta noche? Deja que la chica se divierta un poco en lugar de
estar siempre contigo. Hay un joven al que quiero que conozca.
¿Un hombre?
Sobre el cadáver podrido y muerto de Chessa.
—¿Qué quieres decir? Soy el divertido tío Kristian. —Miro a Chessa hasta que quita su
mano de mi brazo.
Nadie me dice lo que puedo y no puedo hacer con mi propia sobrina.
Sigo mirando a mi cuñada hasta que ella se aparta de mí. Luego la agarro del brazo y tiro
de ella hacia mí tan rápido que jadea. Mis dedos se clavan brutalmente en su brazo mientras
susurro con los dientes apretados: —Si Zenya habla con cualquier hombre que no sea yo esta
noche, te haré llorar, y eso es una maldita promesa.
En ese momento, uno de sus hijos pasa corriendo junto a nosotros, un niño de unos siete
años. No sé su nombre. No puedo seguir el ritmo de todos sus hijos. Aportó tres a su matrimonio
con Troian y ha tenido otros dos desde que se casaron.
Dejo que mi mirada lo siga significativamente, y Chessa palidece.
No lastimaría a uno de sus mocosos, pero ella nunca ha estado segura de lo que soy capaz
de hacer desde la invasión de la casa hace dos años. Durante cuatro horas escuchó los gritos y
nunca dijo gracias. ¿Eso es gratitud para ti?
No es que lo hiciera por ella.
Lo hice por Zenya.
Chessa se suelta de mi agarre y se aleja rápidamente de mí, apretando su mano contra su
pecho.
Ni siquiera necesito moverme hacia ella. Zenya me ve a solas y corre a mi lado. Mis
pensamientos oscuros se desvanecen de inmediato y le sonrío. —Hola princesa. ¿Tienes un beso
para tu tío?
Ella me mira con una expresión miserable. —Tuve que decirle a Chessa adónde me llevaste
la semana pasada. No quería, pero exigió que se lo dijera y…
Coloco un dedo sobre sus labios. —No podrías mentirle a Chessa. Está bien, lo entiendo.
No culpo a Zenya. Chessa debería ocuparse de sus malditos asuntos.
Zenya toma mi mano y la sostiene con fuerza. —Lo siento. ¿Estaba enfadada contigo?
—No me di cuenta.
Zenya toca suavemente mi hombro, sus ojos azules de muñeca llenos de preocupación. —
¿Cómo están tus raspaduras?
Por fin, un poco de simpatía en esta casa por mis heridas de guerra.
—No te preocupes por mí. Déjame echarte un vistazo. —Levanto su mano sobre su cabeza,
girándola en un círculo para poder admirarla desde todos los ángulos. Su cabello plateado hasta
la cintura cuelga en rizos largos y sueltos por su espalda. Los aretes de diamantes brillan en sus
oídos, y siento un golpe de placer cuando me doy cuenta de que son los que traje de Rusia para
su cumpleaños.
—Eres hermosa, Zenya —murmuro, absorbiendo cada detalle de ella.
—Supongo que tendré que quedarme en casa la próxima vez que haya algo realmente
interesante que hacer —dice, terminando su turno y luciendo cabizbaja.
Bajo su mano y tiro de ella hacia mis brazos, tomándola ligeramente por la cintura. —No.
Te quiero conmigo.
Ella sonríe y un ligero rubor rosado florece en sus mejillas, haciéndola lucir aún más
bonita. Mi sobrina es mi delicia. Es mi favorita de los hijos de Troian, y yo soy su persona
favorita en el mundo.
—Chessa dice que me estás poniendo en peligro.
—¿Y, qué piensas? —murmuro, colocando un rizo detrás de su oreja. Su cuerpo está pegado
al mío y sus dedos delgados acarician mi camiseta. Sus labios son brillantes y húmedos. Joder,
daría cualquier cosa por besarla aquí mismo, delante de todos, pero eso sería cruzar una línea
demasiado para mi hermano.
—No me dejarías correr ningún peligro —responde.
—Tienes razón, primero moriría.
Al otro lado de la habitación, un chico que no reconozco está mirando a Zenya, y supongo
que este debe ser el joven que Chessa quería que conociera. Tiene alrededor de dieciocho años
y tiene el tipo de apariencia que las adolescentes parecen adular, a juzgar por los cientos de
videos de música pop con los que he sido asaltado durante décadas en esta casa.
Una sensación caliente y punzante apuñala mi carne. Zenya solo puede dedicarse a mí. Si
se casa, su marido va a ser mi envidia constante. No sé cómo voy a mantener mis celos bajo
control. No descarto que su muerte parezca un accidente la noche anterior a la boda.
Si alguna vez se compromete. No he decidido si la dejaré porque Zenya me pertenece.
No debería tener que compartirla con nadie más. La única razón por la que Troian no me pone
nervioso es porque apenas tiene tiempo para su hija. Así que la mayoría de los días ella es toda
mía.
El chico da un paso hacia nosotros. Enlazo mi brazo alrededor de la cintura de Zenya y la
atraigo hacia las puertas dobles. —Vamos afuera. Es casi medianoche.
Se han instalado fuegos artificiales a lo largo del río en el fondo del césped que desciende
desde la mansión. Caminamos juntos por el jardín, mirando las flores a la luz de la luna mientras
la música y las risas de la fiesta se alejan detrás de nosotros.
—¿Crees que papá se ve bien?
La miro fijamente, mi estómago en caída libre porque está a punto de decirme que el
cáncer de Troian ha regresado. Pero no, él mismo me lo habría dicho si ese fuera el caso. Su
pronóstico es terrible, pero no es necesariamente una sentencia de muerte. Solo tenemos que
esperar y desear que no pase lo peor.
Sería terrible perder a mi hermano, pero destruiría a Zenya.
Tengo un destello de memoria del funeral de su madre. Zenya, de diez años, aferrada a
un Troian entumecido y silencioso por un lado y a mí por el otro, llorando lastimosamente
durante todo el servicio. Nunca me había sentido tan impotente en mi vida. Desde entonces,
está ansiosa por proteger a sus hermanos y hermanas pequeños, y tiene momentos de ser
pegajosa con Troian y conmigo.
Joder, me gusta cuando es pegajosa conmigo.
Me gusta mucho.
—Se ve mejor que nunca —le aseguro—. Probablemente lo llevaré a aplastar más cráneos
este fin de semana.
—¿Dónde? ¿Los cráneos de quién?
Le doy una sonrisa de soslayo. —¿No te gustaría saberlo?
—¡Sí! Quiero saber todo.
Me lo estoy inventando por completo, pero mi plan era distraerla de pensar en el cáncer
de Troian y está funcionando. —Ah, apesta ser tú, porque no te lo voy a decir.
—Tío Kristian, dímelo ahora mismo. —Zenya me pincha en las costillas y tira de la camiseta
que llevo debajo de la chaqueta del traje, insistiendo en que le cuente todo. La dejo hacer lo
que quiera conmigo porque es una excusa para tocarla mientras pretendo defenderme. Huele
cálida y dulce en mis brazos, como flores tropicales, y me estoy riendo por primera vez en toda
la semana.
Pone una mano debajo de mi camiseta en mi estómago desnudo cuando comienza la
cuenta regresiva. La gente se ha alineado en la terraza.
Zenya se vuelve y mira por encima del hombro. —¿Deberíamos unirnos a todos los demás?
Observo el contorno de su mano debajo de mi ropa. —Quedémonos aquí.
Un momento después, los fuegos artificiales estallaron en lo alto.
Zenya levanta la vista con una exclamación de alegría y una sonrisa se dibuja en su rostro.
Nada de lo que está sucediendo allí podría desviar mi atención de la chica que está a mi
lado. Mis ojos caen a su boca. Me di una charla antes, que bajo ningún concepto debo besar a
mi sobrina en la boca a la medianoche, no importa si nos encontramos solos o lo linda que se
ve con todas las luces de colores pintando su rostro.
Pero eso no impide que me pregunte si me besará. Me lo he imaginado unas mil veces.
Cómo me reiría como si estuviera sorprendida y fingiera que no se me había ocurrido en un
millón de años que los dos podríamos besarnos alguna vez.
Oh, Zenya, no deberías hacer eso. Soy tu tío, ¿recuerdas?
Luego, mientras se sonroja y se disculpa, la atraigo debajo de un árbol fuera de la vista de
su familia y la beso de nuevo. Más duro. Más profundo.
Y confirmarme como la terrible persona que todos creen que soy.
—Feliz año nuevo, princesa —murmuro, tomándola en mis brazos y besándola en la mejilla.
Lanza sus brazos alrededor de mi cuello y me abraza. —¡Feliz año nuevo!
La giro para mirar los fuegos artificiales y envuelvo mis brazos alrededor de ella por detrás,
un antebrazo alrededor de su cintura y el otro sobre su pecho. Ella se estira y se aferra a mí
mientras mira los colores ardientes sobre su cabeza, y sus dedos delgados se deslizan en los míos.
En realidad no voy a hacer nada con mi sobrina. Eso estaría mal. ¿Abrazarla así?
¿Obsesionarse con cada detalle de ella e inhalar su aroma como un adicto? Está bien. Tengo mi
mierda bloqueada. Zenya es fruta prohibida.
Coloco un mechón de su cabello plateado detrás de su oreja y miro con admiración su
perfil. Esa adorable nariz respingona. Su boca en forma de arco de Cupido brillando con brillo
labial. Troian siempre está tan ocupado con el trabajo, su esposa y sus hijos pequeños, así que
me corresponde a mí asegurarme de que Zenya esté feliz. Ella me ve como su tío y eso es todo
lo que seré para ella. Tratar de hacerle cambiar de opinión acerca de eso sería perverso.
No voy a hacer eso.
Pero si Zenya me besara...
Chessa sale al patio trasero con una bandeja de copas de champán y sonríe mientras las
reparte. Ella me ve con mis brazos alrededor de mi sobrina y nos mira con el ceño fruncido.
Luego capta mi mirada asesina, tropieza y casi deja caer la bandeja.
Le doy una sonrisa dura y sarcástica y la dejo caer antes de apartar la mirada. Vete a la
mierda. Puedo abrazar a mi sobrina si quiero.
Quise decir lo que dije sobre hacerla llorar si ese chico se acerca a mi Zenya. Sería un
placer encontrar una forma de hacer sufrir a Chessa.

Dos días después, estoy felizmente inconsciente cuando mi teléfono que suena me saca del
sueño.
Busco a tientas mi teléfono en la mesita de noche y entrecierro los ojos en la pantalla. Son
poco más de las siete de la mañana, una hora obscena del día, pero tengo que responder si es
Troian, y siempre respondo si es Zenya.
Es Mikhail, mi amigo y el soldado de infantería en el que más confío.
Puede irse a la mierda.
Meto el teléfono debajo de la almohada y vuelvo a dormir.
Pero Mikhail vuelve a llamar. Saco el teléfono y contesto. —Será mejor que esto sea
importante o usaré tus bolas para practicar tiro al blanco.
—Es Chessa. Está muerta.
Parpadeo fuerte, preguntándome si todavía estoy dormido. —¿Qué?
—Me escuchaste.
Me siento lentamente. —¿Cómo?
¿Un accidente de coche? ¿Me emborraché y le di un golpe? Sé que he fantaseado con eso
antes.
—Debe haberse levantado en medio de la noche para comer algo de comida china
sobrante. Una bola de masa se atascó en su garganta. Se atragantó hasta morir. Troian encontró
su cuerpo en el suelo de la cocina esta mañana.
Mi boca se tuerce. —¿Se atragantó? ¿La mujer que nunca ha sido capaz de cerrar la puta
boca se atragantó con una bola de masa?
Me eché a reír.
—Sabía que te reirías —dice Mikhail con un profundo suspiro—. Es por eso que quería
decírtelo antes que tu hermano. Es madre, sabes.
—Lo sé. Pero tienes que admitir que es divertido.
—Eres un hijo de puta oscuro, Kristian —murmura Mikhail en voz baja, y me doy cuenta
de que debe estar llamando desde la casa.
—¿Cómo está Zenya?
—Parece estar bien. Ahora mismo está preparando el desayuno para los niños. No creo
que estuviera muy apegada a su madrastra.
Tú y yo, princesa.
Lo siento por Troian. Lo siento por los hijos de Chessa. Pero no me arrepiento de no tener
que volver a mirar a esa perra irritante nunca más.
—Troian es un desastre —añade Mikhail—. Pero tengo que irme.
Tiro las cobijas y balanceo mis piernas fuera de la cama. —Estoy en camino.
Sintiéndome complacido con el día hasta ahora, tomo una ducha helada para despertarme,
me visto con algo sombrío y me dirijo a casa de Troian para darle mi más sentido pésame.
Encuentro a mi hermano en la sala de estar con varios de sus hijos mayores, junto con la
hermana de Chessa, Eleanor. Está llorando con los niños, pero Troian parece conmocionado.
El yeso de la pierna de Troian está cubierto con marcador de color, cortesía de todos los
niños. Lo abrazo por los hombros y luego me siento a su lado, y vemos a Eleanor en el sofá de
enfrente con los niños.
—Solo tenía veintinueve años —dice Troian con voz ronca—. Pensé que se había desmayado
cuando salí de la habitación de invitados de abajo esta mañana. Entonces vi su rostro.
—Al menos uno de los niños no la encontró —murmuro, pensando en Zenya.
Troian me da una sonrisa cansada en agradecimiento por mi sensibilidad inusual. —
Gracias por estar aquí, Kristian. ¿Vas a ver a Zenya por mí? Su hermano y su hermana no
recuerdan mucho sobre el día en que murió su madre, pero ella sí.
—Por supuesto que lo haré —respondo, poniéndome de pie.
Encuentro a Zenya en la cocina con los niños más pequeños. Su cabello rubio está en una
pila desordenada sobre su cabeza y su hermoso rostro está contraído por la emoción, pero logra
una pequeña sonrisa cuando me ve.
Está haciendo panqueques con chispas de chocolate y sirviendo tazas de jugo, sus manos
revoloteando desde la sartén hasta el cartón de jugo y los utensilios de cocina como si tuviera
miedo de dejar de moverse.
Bajo el fuego de la estufa y la giro suavemente para mirarme. —¿Estás bien, diente de león?
Zenya cierra sus brazos alrededor de mi cintura y entierra su rostro en mi pecho. Se queda
así por un momento, respirando con dificultad, todo su cuerpo rígido.
—Estoy bien. Si. Estoy bien. —Lo susurra una y otra vez como si pudiera obligarse a creerlo.
Zenya siempre ha tenido miedo de ceder ante un momento de debilidad. La mayor parte
del tiempo no le molesta nada. Sangre. Violencia. Tortura. Muerte. Incluso…
Aprieto los dientes con fuerza, porque si bien el recuerdo de ese hombre en mi sobrina
de catorce años no la molesta, me enfurece tanto que podría explotar espontáneamente y acabar
con el vecindario.
Pero otras cosas tienen el poder de destrozar el corazón de Zenya en un segundo, y una
de ellas es el recuerdo de la muerte de su madre. Es por eso que me necesita, porque puedo
saber cuándo necesita apoyo y amor extra, incluso cuando no lo pide.
Un momento después me deja ir y se vuelve hacia la estufa, subiendo el fuego y
continuando con los panqueques. Apartándose un mechón de cabello de la cara, me lanza una
sonrisa temblorosa y susurra: —Estoy bien, de verdad
—Claro, princesa —murmuro. Pero no me voy a ninguna parte.
Me como tres de sus panqueques porque ninguno de los niños tiene mucha hambre y está
preocupada porque los hizo mal, luego la ayudo a limpiar.
Por lo general, es un caos en esta casa por la mañana con tantos niños. Están Zenya y su
hermano y hermana, Lana y Arron; tres hijos del primer matrimonio de Chessa, Felix, Noah y
Micaela; y dos más que tuvo con Troian, Nadia y Danil. Esta mañana hay mayormente silencio,
puntuado por el llanto.
El rostro de Zenya está pálido mientras apila el lavavajillas, pero no importa cuántas veces
le diga que se siente, ella niega con la cabeza.
El hijo menor de Chessa, Danil, tiene solo dieciséis meses y Zenya lo levanta de su silla
alta cuando comienza a inquietarse.
—Lo sé. Quieres a tu mamá. —El rostro de Zenya se arruga y comienza a llorar en silencio.
Siento que mi corazón da un vuelco en mi pecho porque Zenya casi nunca llora. No se lo
permite, y efectivamente, un momento después toma un aliento tembloroso, parpadea fuerte y
aplasta sus sentimientos.
Le acaricio la mejilla con el dedo índice. Esto debe ser un infierno para ella. La hija mayor.
La responsable que tiene que mantenerse cuerda para todos los demás. No me puedo identificar
porque esa persona siempre ha sido mi hermano Troian, pero admiro mucho a Zenya cada vez
que toma la iniciativa por sus hermanos. Es impresionante. Es…
No lo pienses, Kristian.
Es sexy.
Bueno, lo es. No puedo evitar lo que siento. No significa que voy a actuar en consecuencia.
La admiraré en cada oportunidad que tenga y mataré a cualquier hombre que la mire. ¿Qué
está mal con eso?
Deslizo mi mano alrededor de su nuca y suavemente la acerco a mí. —Diente de león.
Hermosa. Tienes permitido llorar.
—Lo haré más tarde —susurra con voz espesa—. Voy a hacer llorar al bebé si lo hago ahora.
Distráeme, ¿por favor?
Sigo acariciando su nuca mientras mece al bebé en sus brazos.
—Serás una madre maravillosa algún día —murmuro, tratando de no sonar demasiado
interesado en la idea. A los treinta y cuatro, ya es hora de que tenga algunos hijos. Lástima que
la mujer que quiero que sea la madre de mis hijos es mi sobrina y solo tiene dieciséis años.
Lástima que en realidad nunca podrá ser mía.
No es que no lo haya pensado. Dios, sería perfecta como madre. Ya es una pequeña tigresa
alrededor de todos estos niños.
Me da una sonrisa cansada. —Eso espero. Siento que ya he tenido toda una vida de
experiencia con bebés.
Paso mi pulgar lentamente a lo largo de la mandíbula de Zenya. —Mientras que no tengo
idea sobre niños.
—No eres tan despistado. A veces me cuidabas.
Mis cejas se levantan con sorpresa. —¿Recuerdas eso?
Troian y Anna ocasionalmente la dejaban en mi casa para que yo la cuidara mientras ellos
salían a la ciudad.
Zenya mece al bebé lentamente en sus brazos mientras habla en voz baja. —Por supuesto
que lo recuerdo. Jugábamos al escondite. Cuando salíamos, me dejabas conducir tu auto
mientras me sentaba en tu regazo. Mi primer recuerdo es de ti. Debo haber tenido tres años, o
incluso menos. Mamá o papá dijeron que estabas en camino, y me paré en el sofá para poder
ver por la ventana delantera, esperando que tu auto se detuviera en el camino de entrada.
Recuerdo que era rojo.
Pienso por un momento, tratando de recordar un auto rojo. Entonces me río porque sí lo
recuerdo. —El Mustang. Te llevé a un restaurante y dibujaste caballos con crayones porque te
gustaba el caballo de mi coche. Solo tuve ese coche durante unos meses porque lo chocaron
por detrás.
Zenya me sonríe. —Lo recuerdas.
—Por supuesto que lo recuerdo.
Cada vez que llegaba a la casa, Zenya chillaba de placer y corría a mis brazos en el
momento en que me veía. Troian me regañaba por tener favoritos con sus hijos, y yo insistía en
que no lo estaba haciendo mientras le daba otro regalo en secreto.
—Me llevaste a un campo de tiro para mi sexto cumpleaños. Mamá y papá estaban furiosos
contigo.
—Probablemente no debería haber hecho eso —digo con pesar, frotándome la mandíbula
con la mano. Está áspero con barba porque no tuve tiempo de afeitarme esta mañana. Recuerdo
a Zenya con una camiseta de Little Miss Messy usando gafas de seguridad y protectores de oídos.
En realidad, no la dejé sostener un arma, pero se sentó en la barrera entre mis brazos mientras
disparaba una Glock 17.
—Me alegro de que lo hayas hecho. Ahora soy una muy buena tiradora. Disparaste mis
instintos competitivos porque siempre fuiste perfecto.
Le doy una sonrisa de suficiencia. —Bueno, yo no diría perfecto. —¿A quién estoy
engañando? Sí, lo haría.
Hablando de perfecto, acaricio la mejilla de Zenya. Cierra los ojos y se inclina hacia mi
toque.
—Algún día serás un padre maravilloso —susurra.
Casi gimo y cubro su boca con la mía. Zenya no debería decir mierda como esa mientras
sostiene a un bebé y, obviamente, disfruta de mi toque. Necesito dejar de pensar en follarme a
mi sobrina de dieciséis años y dejarla embarazada como un maldito psicópata.
Pero no puedo evitarlo. Zenya tiene una boca afelpada hecha para besar. Solo sé que
hunde los dientes en ese labio inferior carnoso mientras se toca. Que no daría por verla en ese
estado. Tetas desnudas. Dedos trabajando su clítoris. Sonrojada y respirando con dificultad, sus
hermosos ojos brillabando de placer.
—¿Un buen padre? Tal vez si —murmuro, colocando un mechón suelto de su cabello
plateado detrás de su oreja.
Quiero seguir aquí con Zenya y hablar con ella mucho más tiempo, pero Troian la llama
y luego su hermano también. Todos siempre necesitan a Zenya para algo. ¿No entienden que
yo estaba aquí primero?
Unas horas más tarde, Zenya lleva a los niños más pequeños arriba a dormir la siesta y me
doy cuenta de que ya no me necesitan aquí. Espero a que vuelva a bajar y luego le pido que me
acompañe hasta mi coche.
Afuera, está nublado y ventoso, y vemos nubes pesadas que se deslizan por el cielo.
Zenya se abraza a sí misma mientras el viento corta su fino vestido. —Ayer papá estaba
hablando de enseñarme más sobre el negocio familiar. Ha visto lo buena que soy coordinando
el Silo.
El Silo es nuestro almacén de bienes ilegales, aunque la ubicación cambia a menudo.
Zenya ha estado rastreando la entrada y salida de mercancías durante el último año utilizando
una serie de hojas de cálculo encriptadas en un servidor oculto. Es tan eficiente en eso que
puede mantenerse al tanto mientras va a la escuela y hace su tarea.
—Finalmente. Me alegra oírlo. —Le he estado diciendo a mi hermano que la involucre más
desde que ella comenzó a pedirle que la incluyera.
—Esperaba que también pudieras enseñarme una o dos cosas. —Me lanza una mirada de
soslayo con una sonrisa en los labios.
—¿Yo, princesa? —Le devuelvo la sonrisa, sabiendo que se refiere a las actividades
delictivas que su padre cree que es demasiado joven para saber.
—¿Quién mejor que mi peligroso tío?
Absolutamente nadie. —Claro, tú y yo podemos hablar de eso tan pronto como las cosas
se calmen aquí. —Miro hacia atrás a la casa—. ¿Quién está organizando el funeral?
—Eleanor va a resolver las cosas con papá. ¿Volverás mañana?
Le acaricio la mejilla con el pulgar. —Por supuesto que lo hare. Hasta entonces, cuídate y
duerme un poco esta noche. No dejes que todos te agoten.
Zenya de repente lanza sus brazos alrededor de mi cuello y me abraza. —Gracias, tío
Kristian. No sé qué haría sin ti.
Aprovecho la forma en que se presiona contra mí para rápidamente plantar un beso en su
esbelta garganta. Mis dientes quieren seguir a mis labios, pero me aseguro de que el impulso
siga siendo solo un impulso. —Por supuesto. ¿Dónde más estaría?
Se aleja lentamente, dejando que sus dedos corran por mis antebrazos y mis palmas, antes
de regresar a la puerta principal. Siento una punzada mientras se va, deseando poder alejarla
del dolor sofocante en esa casa. Pero todos la necesitan demasiado.
Zenya es fuerte, me recuerdo. Estará bien hasta mañana.
Me apoyo en mi coche y observo a Zenya hasta que regresa a salvo a la casa y cierra la
puerta principal. Hay un sentimiento de luz en mi corazón. Las cosas van a estar mejor ahora.
No más Chessa se dará cuenta de mi interés excesivo en Zenya. No más Chessa tratando de
empujar a otros hombres a mi chica.
Sacaré a Zenya pronto, solo nosotros dos. Darle un poco de diversión para variar. Déjarla
respirar. Hacerla sonreír. Y mantener a otros hombres lejos de ella porque son unos idiotas
indignos que no tienen por qué respirar cerca de Zenya, y mucho menos mirarla.
Trabajaremos juntos más, también. Quién sabe qué podría pasar en algún almacén oscuro
a medianoche con olor a sangre en el aire...
Gimo y saco mi teléfono de mi bolsillo y hago una llamada. Ni siquiera lo pienses, Kristian.
Mijaíl responde. —¿Qué pasa? ¿Cómo está la familia?
—No es bueno. Reúne a algunos de los chicos. Vamos a salir.
—¿Si? ¿Por qué?
Me meto en mi auto y enciendo el motor, y una sonrisa se extiende por mi rostro. —¿Por
qué crees? La perra está muerta. Vamos a celebrar.

Me despierto a las diez de la mañana con un fuerte dolor de cabeza, todavía con la ropa de la
noche anterior. Por costumbre, reviso mi teléfono, luego desearía no haberlo hecho. Hay media
docena de mensajes de Troian diciéndome que vaya a la casa inmediatamente.
Gimo y salgo de la cama.
El maldito deber llama.
Tal vez no debería haber celebrado tanto anoche. Me parece recordar haber salido del
club de striptease con los chicos alrededor de las tres. Fuimos a uno de sus apartamentos y
pedimos comida, pero luego alguien abrió una botella de vodka y creo que no comí nada.
Abro la ducha con agua caliente y luego con agua helada, con la esperanza de que me
despeje. Hoy va a ser doloroso.
Todavía me siento un poco borracho por la noche anterior, así que tomo un café de la
tienda de la esquina, trago algunos analgésicos y ordeno un auto que me lleve a la casa de Troian
en lugar de conducir.
Para cuando llego, los analgésicos y la cafeína han hecho efecto y empiezo a sentirme
humano de nuevo. El plan para hoy es apoyar a Troian, asegurarse de que Zenya esté bien y
tratar de no desmayarse.
Llamo a la puerta principal, y un momento después, se abre. Es Zenya al otro lado, y le
sonrío. —Hola princesa. Cómo estás…
Mi sonrisa muere cuando veo lo rojos que están sus ojos.
Las lágrimas se derraman por sus mejillas y pregunta en un susurro ahogado: —¿Cómo
pudiste, tío Kristian?
La miro con asombro.
¿Yo?
¿Qué hice?
—¿Qué ocurre? ¿Qué pasó? —Alcanzo su mano y ella me deja tomarla, pero su agarre es
flojo.
Mi Zenya, ¿no me detiene?
Mientras nos miramos, repaso todas las interacciones que he tenido con mi sobrina y los
pensamientos que he tenido sobre ella recientemente. Mis fantasías han sido depravadas, pero
no he actuado sobre ellas ni siquiera se las he mencionado a nadie. Nunca le he dicho a nadie
que deseo a Zenya. Cuando la dejé ayer, estaba cansada y triste, pero me sonrió.
Lo único que se me ocurre que podría haber molestado a Zenya es que Troian sabe que
amenacé vagamente a Chessa dos días antes de que muriera. ¿Qué cree que hice, me arrastré
por aquí en medio de la noche y le metí una bola de masa en la garganta?
Sé mejor que empezar a ofrecer información voluntaria que podría meterme en una
mierda aún más profunda, así que me hago el tonto. —Vas a tener que ayudarme. No sé qué se
supone que debo haber hecho.
Zenya retrocede con la cabeza gacha, permitiéndome entrar. —Papá está en la sala de estar.
Quiere hablar contigo.
Miro a mi sobrina cuando paso junto a ella. Ni una sola vez en sus dieciséis años no me
ha saludado con un abrazo.
Camino por el pasillo y me dirijo a la sala de estar. Troian está sentado en un sillón en
una habitación vacía, con las muletas apoyadas contra el brazo de la silla.
Mi hermano mayor gira la cabeza lentamente para mirarme. Hay pena en su rostro, pero
algo más que no estaba allí cuando me despedí ayer.
Furia ardiente.
Y está dirigida a mí.
—¿Hay algo que quieras decirme, Kristian?
Nunca le digo nada si no es necesario, así que gano tiempo. —Suenas igual que papá.
Explícate, Kristian. ¿Por qué no puedes ser más como tu hermano, Kristian?
Troian golpea con el puño la mesa auxiliar junto a él. —No te hagas el inteligente conmigo.
Responde a la maldita pregunta.
—Lo haría si dejaras de ser tan malditamente críptico. ¿Qué se supone que hice?
Troian saca su teléfono, lo desbloquea y lo sostiene. Me acerco y veo que me está
mostrando una foto en su pantalla.
Me doy cuenta de que estoy mirando una foto mía en el club de striptease anoche. Estoy
sentado en un sofá de terciopelo rojo con mi equipo a mi alrededor. Hay una chica en mi regazo,
una morena con mucho maquillaje, un tanga con lentejuelas y nada más. A través de sus tetas
desnudas hay una palabra garabateada con lápiz labial rojo. CHESSA.
Mi expresión en la fotografía es desagradable. Vengativo. Mis dos manos están alrededor
de la garganta de la stripper mientras pretendo estrangularla.
Mierda.
Joder.
Me había olvidado de eso.
Estaba en mi quinto o sexto bourbon encima de varias copas de champán, y acababa de
despotricar con Mikhail y algunos de los otros chicos sobre lo mucho que odiaba a la esposa de
mi hermano. Alguien había encontrado un pintalabios entre los cojines del sofá y estaba sobre
la mesa. Por un capricho, lo tomé y escribí CHESSA en las tetas de la stripper y fingí
estrangularla para hacer reír a los chicos. Para hacerme reír.
Ahora que lo pienso, recuerdo estar momentáneamente deslumbrado en ese momento,
pero no conecté la luz con un flash de cámara. Terminó en un segundo y luego me olvidé de
todo. Fue solo un momento de una sesión de bebida de seis horas y estuvo lejos de ser
representativo de toda la noche.
Pero alguien en el club me tomó una puta foto.
¿Cómo arreglo esto? Mi cerebro todavía está lento con demasiado alcohol, pero sé que no
significó nada. Estaba desahogándome después de un largo día de ver a mi chica y a mi hermano
completamente miserables sin poder hacer nada al respecto. Zenya estaba más alterada que la
había visto desde que tenía diez años, y eso me afectó. No quería volver a verla así nunca más,
y en mi mente todo era culpa de Chessa por no ser capaz de masticar una bola de masa como
una maldita persona normal.
Estoy tentado a tomar a la ligera lo que hice o ignorarlo, pero puedo ver en el rostro de
Troian que no será capaz de ignorarlo cuando su dolor por la muerte de Chessa es tan crudo.
Pongo mi mano sobre mi corazón y encuentro su mirada con mi expresión más sincera.
—Mea culpa. Fue terrible lo que hice. No tengo excusa.
—No. No mea culpa. Eso no va a ser suficiente, Kristian. Esta foto —dice furioso,
blandiendo su teléfono hacia mí—, ha sido compartida por cada contacto comercial y asociado
que tengo en esta ciudad y más allá. Todos en la familia lo han visto. Todos nuestros hombres
lo han visto. Mi propio hermano me ha convertido en el hazmerreír. Estoy de duelo, mis hijos
han perdido a su madre, y tú saliste e hiciste la cosa más irrespetuosa que cualquiera podría
pensar. ¿Por qué tienes que darme otro enorme dolor de cabeza?
Oh aquí vamos. Hemos tenido esta conversación muchas veces durante las últimas dos
décadas.
¿Por qué empezaste esa pelea, Kristian?
¿Por qué tienes que cabrear a todo el mundo, Kristian?
¿Por qué le arrancaste las tripas a ese hombre y las esparciste por todo el suelo del sótano,
Kristian? Estaba tratando de cerrar un trato con su padre, Kristian.
Sé que no soy el sabor favorito de nadie en la heladería, pero me importa un bledo la
opinión de nadie excepto la de mi sobrina, y ella piensa que soy jodidamente maravilloso. A los
contactos comerciales de Troian no les importa que sea un capullo. Tener un hermano loco e
impredecible probablemente lo ayude.
—No veo cómo esto importa. Es solo una foto y ya dije que lo siento.
—¡Importa porque le has faltado el respeto a mi familia y a mi maldita esposa muerta! —
grita Troian. Se agarra a los brazos de su silla, frustrado porque no puede levantarse y darme
un puñetazo porque tiene una pierna rota. No me culpó por chocar la motocicleta en ese
momento, pero puedo sentir todas mis fechorías recientes acumulándose en mi contra. Es
tentador ir con todo y decirle por qué debería estar enojado.
¿Crees que eso es malo? Bueno, escucha esto. Quiero follarme a tu hija. Tengo tantas
ganas de follarla algunos días que es todo en lo que puedo pensar. No puedo funcionar sin verla.
Quiero follarla hasta embarazarla y convertirla en mi esposa. He derramado tanto semen
fantaseando con esta chica que podría llenar tres piscinas olímpicas. Esperar a que ella cumpla
una edad razonable mientras yo sueño con hacer mi movimiento se siente como. Morir.
Lentamente.
Eso es algo por lo que podría estar enojado conmigo.
No esta estúpida mierda con Chessa.
—Chessa me sacó de quicio, y sí, fui un imbécil anoche, pero si te recuerdas, vengué a esa
ingrata mujer cuando estaba en una pandilla…
—¡No te atrevas a mencionar su sufrimiento ahora! —Troian ruge—. Ni siquiera puedo
mirarte, Kristian. Te quiero fuera de mi vista y lejos de mis hijos. Te quiero fuera de esta maldita
ciudad.
¿Esta ciudad? ¿Sus hijos? ¿Me impedirá ver a Zenya? —¿Qué estás diciendo?
Troian me mira con furia y dolor en su rostro. Mi hermano, normalmente tranquilo, puede
ser empujado y empujado, pero debería haber recordado que cuando se rompe, pierde todo
sentido de la perspectiva. —Te estoy desheredando.
—¿Tú qué? —Pregunto con una voz fría y mortal.
—Podría morir el próximo año. El próximo mes. ¿Orinarás sobre mi tumba antes de que
yo también tenga frío? Le daré todo a Zenya. Ya ha estado demostrando que es digna de
reemplazarme. Es inteligente y, a diferencia de ti, es responsable. Se convertirá en una mujer
extraordinaria y poderosa.
Por supuesto que lo hará. Yo mismo he estado pensando lo mismo. Disfrutando de la
perspectiva, de hecho, pero conmigo para ayudarla. He imaginado liderar esta familia con ella
a mi lado. No para que ella lidere sola. —Zenya tomará lo que has construido y lo hará mil veces
mejor, pero ella me necesita como tú me necesitas. De lo que se trata realmente es de tu orgullo.
Tu supuesto legado —gruño—. Te enfrentas a tu mortalidad y te preguntas cómo hablarán todos
de ti una vez que te hayas ido.
He humillado a Troian, y sé que debería arrodillarme ante él y prometer hacer lo que sea
necesario para arreglar esto, pero la amenaza de quitarme a Zenya me pone furioso.
—Siempre te preocupaste demasiado por lo que los demás piensan de ti —despotrico—. El
gran y poderoso Pakhan. ¿Sabes quién se queda despierto por la noche preocupándose por lo
que la gente piensa sobre una imagen? Gente débil. Maldita gente estúpida.
—Fuera de mi vista —grita Troian, agarrando los brazos de su silla.
—Oblígame —le respondo, mirando significativamente su pierna rota. Se ha recuperado de
la quimioterapia del año pasado, más o menos, pero sé que es sensible a parecer menos de lo
que era—. Mejor aún, admite que perdiste los estribos y retira lo que acabas de decir.
No puede echarme de esta familia.
En estos días soy esta puta familia.
Yo soy el que se ensucia las manos, protege a todos y hace justicia. Troian puede ser la
figura decorativa, pero yo soy el que hace las cosas.
—He tomado mi decisión. Si no te vas de esta ciudad, mañana a la medianoche daré una
recompensa por tu cabeza. No vivirás para ver el amanecer.
¿Una recompensa por su propio hermano? Nuestros padres estarían revolviéndose en sus
tumbas. Los Belyaev nunca han permitido que las cuestiones de orgullo nos debiliten como un
todo. —¿Estás jodidamente loco? Orgulloso imbécil. ¿Así que voy a ser exiliado después de
treinta y cuatro años? El hermano adoptivo. El hermano desechable.
—Esto no tiene nada que ver con que seas adoptado. Todo esto es porque eres un pedazo
de mierda que no sabe cuándo parar. —Troian busca dentro de su chaqueta y saca un arma,
colocándola en la mesa auxiliar.
El dolor y la ira brillan en sus ojos, y dudo que haya dormido desde que encontró el
cadáver de Chessa. Ha perdido todo sentido de la perspectiva.
—Ahora vete antes de que te mate yo mismo.
Miro el arma. Mi propio hermano me está amenazando con un arma. ¿De verdad cree
que puede dirigir esta familia y el negocio sin mí?
Se arrastrará hacia mí en poco tiempo y me rogará que regrese. Seis meses, como máximo.
Miro por encima del hombro y luego me acerco a mi hermano, me inclino sobre su silla
y bajo la voz para que lo que tengo que decir no viaje más allá de esta habitación. —Se acabó la
lealtad, Troian. Agradece que uno de nosotros todavía crea en lo que representa esta familia, de
lo contrario, no te amenazaría simplemente con matarte como tú acabas de amenazarme. Sé
quién es el principal beneficiario de tu testamento en este momento, y no es Zenya.
Dejé que esa amenaza flotara en el aire durante un minuto.
Luego salgo de la habitación y me encuentro con mi sobrina en el pasillo. Ha estado
escuchando toda nuestra conversación con lágrimas corriendo por su rostro.
Tomo su mano y tiro de ella a través de la casa hacia el jardín trasero para que podamos
tener un poco de privacidad. Debajo de un árbol de jacaranda, la tiro a mis brazos y la abrazo
fuerte.
—No puedo creer que esto esté sucediendo. ¿De verdad te vas? —Zenya levanta su cara
surcada de lágrimas hacia la mía.
Esto no se siente real. Voy a perder a Zenya por una estúpida broma de la que nadie
debería haberse enterado. —Tu padre no hace amenazas ociosas.
Ella agarra mis hombros y me mira implorante. —Puedes arreglar esto. Sólo dile a papá
que lo sientes. No está enojado contigo. Solo tiene miedo de perderlos a todos.
Entonces, ¿su solución es echarme de esta familia? Zenya quiere que entre allí y suplique
de rodillas, pero si vuelvo a mirar a mi hermano con tanta rabia corriendo por mis venas, muy
bien podría matarlo a golpes. —No puedo arreglar esto ahora mismo.
Observo el rostro de Zenya contraerse y, a diferencia de ayer, no tiene fuerzas para
controlar las lágrimas. A medida que fluyen libremente por su rostro, siento que cada una quema
en mi alma.
—Pero, ¿cómo se supone que voy a vivir sin ti?—solloza
Niego con la cabeza desesperadamente. Yo tampoco sé cómo voy a vivir sin ella.
Zenya llora más fuerte. —Esto no está pasando. Esto es una pesadilla.
Ojalá lo fuera. Desearía poder retroceder en el tiempo y lanzar ese tubo de lápiz labial al
otro lado de la habitación. O haber había estado lo suficientemente sobrio para reconocer ese
destello de luz por lo que era y matar a golpes a quienquiera que tomara esa foto. O no haber
sido un pedazo de mierda y salir a celebrar nada.
—¿A dónde vas? —Zenya susurra.
Si Zenya me sigue, hará que Troian se enoje aún más, aunque es tentador simplemente
llevármela. Eso realmente acabaría con los Belyaev. Lo único que me detiene son los constantes
sermones que me he estado dando a mí mismo para ser un buen hombre con Zenya durante el
último año. —Es mejor que no lo sepas por ahora.
Los dedos de Zenya se enredan en mi cabello y me mira desesperadamente. —¿Por qué
siento que nunca te volveré a ver?
Me han llamado sin corazón una docena de veces en mi vida, y desearía que fuera verdad.
Mientras miro el rostro afligido de Zenya, no puedo respirar porque todo me duele mucho.
Todo esto es culpa de Troian, el cabrón orgulloso. No aprecia lo difícil que ha sido para
mí no hacer nada con respecto a mi obsesión con Zenya. Lo destrozaría saber que su propio
hermano quería poner sus sucias manos sobre su inocente hija. He sido un maldito ángel con
ella, pero me está echando de la familia como si fuera basura.
Tomo el rostro de Zenya entre mis manos, respirando con dificultad.
Entonces, ¿por qué me molesto en contenerme?
Me inclino y presiono mis labios contra los de Zenya. Nuestro primer beso, y hay mucho
de ella para saborear, pero todo lo que puedo saborear son sus lágrimas. Apenas es un beso
real, solo una presión de mis labios sobre los suyos suaves. Una promesa para después. Algo
para que lo recuerde y para que ella piense hasta mi regreso. —Te prometo que volveré.
Zenya está tan angustiada que no parece darse cuenta de que la he besado. Mis pulgares
acarician las lágrimas de sus mejillas, pero siguen saliendo.
—La gente sigue dejándome —solloza.
El dolor y el arrepentimiento me atraviesan cuando apoyo mi frente contra la de ella. —
Eres mi persona más querida en todo el mundo, y me mata dejarte. No será por mucho tiempo,
pero tienes que dejarme ir.
Envuelve sus brazos alrededor de mi cintura y sus sollozos alcanzan un punto álgido. —
No, no lo haré.
—Por favor, Zenya.
Al final, tengo que obligarla a que me deje ir, y cada segundo que pelea, quiero
apuñalarme en el corazón por causarle todo este dolor innecesario.
Mientras me alejo de la casa, los gritos de Zenya me atraviesan el alma. Me iré de esta
ciudad, pero no porque le tenga miedo a Troian o a cualquiera que envíe tras de mí. Me iré
porque si no lo hago, mataré a mi hermano y causaré aún más dolor a Zenya.
Pero no me alejaré para siempre, y cuando regrese, haré que Troian pague por esto.
Tomaré lo que más ama y lo haré mío.
Su dinero.
Su poder.
Pero primero, le robaré a su preciosa hija delante de sus narices, y nunca se la devolveré.
Capítulo 5
En el presente

E
l Corvette ronronea por calles conocidas. Calles que he echado de menos en los dos
años que llevo ausente de esta ciudad.
Territorio Belyaev.
Mi territorio.
O lo será una vez que la chica a mi lado, en el asiento del pasajero, lleve mi anillo y a mi
bebé. He desperdiciado dos años cuando podría haber estado haciendo que se enamorara de
mí. Cuando fui al almacén esta noche, pensé que podría convencer a Zenya para que cerrara
los ojos y dejara que el extraño vestido de negro le vendara los ojos y la besara, pero estaba tan
intrigada por mí. Hambrienta de que la devore. Dice que no sabía que era yo debajo de la
máscara, pero creo que sí. Conoce mi olor y la forma de mi cuerpo. Tal vez ella simplemente
no quería saberlo.
Pero ansiaba lo que solo yo puedo darle.
Pondrá algo de resistencia al principio. Vi la sorpresa en sus ojos cuando se dio cuenta de
que era yo entre sus piernas. ¿A menos que pensara que era otra persona? Si es así, perseguiré
a quienquiera que se haya atrevido a poner sus manos sobre mi chica en mi ausencia y aplastaré
su maldito cráneo.
De cualquier manera, Zenya ha estado extrañando a su tío favorito y ahora estoy de
regreso. Una reunión hecha, otra por venir.
Troian.
La ira surge a través de mí mientras agarro el volante.
Jodido Troian.
Antes de que muera, me aseguraré de que mi hermano sepa que me vengué de él
haciendo mío su imperio, pieza por pieza, comenzando con su hija y terminando con cada
centímetro cuadrado de esta ciudad. Hace dos años, si él hubiera retrocedido y me hubiera
dejado regresar, podría haber sido amable al tomar las riendas. Pensé que superaría esa foto con
la stripper y me rogaría que volviera a su lado, pero pasaron semanas y luego meses, y mi
teléfono permaneció en silencio. La terquedad de mi hermano siempre ha sido de clase mundial,
pero esta vez su mezquindad alcanzó un nuevo nivel. Quitarme el control de la familia Belyaev
es un insulto que aún arde, y no me iré nunca más. Esta es mi casa. Estas son mis calles. Mi
ciudad. ¿Y esa chica en el asiento del pasajero a mi lado?
Esa es mi puta esposa.
—Pareces complacido contigo mismo —dice Zenya, mirando al frente a través del
parabrisas con una línea preocupada entre las cejas. Su largo cabello plateado cae en cascada
alrededor de sus hombros y está salpicado de sangre. Aunque su rostro está pálido contra su
ropa negra, hay dos pequeñas manchas de color ardiendo en sus mejillas.
¿Está enfadada conmigo? ¿O está sonrojada con el recuerdo de lo que acabamos de hacer
juntos?
Paso mi lengua por el paladar, recordando cada detalle y sensación de su sexo contra mi
boca. El olor de su excitación. Los gritos que hizo cuando se corrió. No estoy contento de que
me haya dado su coño con un poco de persuasión. Estoy jodidamente encantado.
Después de tres años de anhelo incesante, finalmente la he probado. —Por supuesto que
estoy contento. Sabes que nunca soy más feliz que cuando estoy contigo.
Me estiro para tomar la mano de Zenya, pero ella se aparta y se gira para mirar por la
ventana.
—Podrías haberme engañado —murmura.
Lentamente, retiro mi mano. Eso arde, pero supongo que no puede evitar enojarse
conmigo cuando no sabe la historia completa sobre dónde he estado todo este tiempo y por
qué.
—Me he perdido dos de tus cumpleaños —murmuro, girando a la izquierda por una calle
familiar—. Dos Navidades. Todos tus días felices. Todos tus días tristes. Todos los días que me
necesitabas y algunos días cuando estabas tan enojado conmigo que no podías respirar. Pero
ahora estoy de vuelta, princesa, y voy a pasar cada segundo compensando por haberme ido por
tanto tiempo.
Zenya hace un chasquido enojado y niega con la cabeza. —No es tan simple.
Lo entiendo. Está enojada conmigo por haberme ido y luego haberme alejado, pero no
fue por elección. Siento lo mucho que Zenya quiere gritarme, arañarme, desatar su furia sobre
su tío. Admitiré que he sido un hombre terrible cuando la tengo clavada a un colchón, pero solo
entonces. Ella puede perdonarme más y más fuerte mientras hago que se corra una y otra vez.
Si necesita llorar, puede hacerlo sobre mi pecho desnudo mientras beso sus lágrimas.
Es casi la una de la mañana cuando estaciono en el camino de entrada a la enorme casa
de mi hermano. La fachada tipo mansión está iluminada. Los setos están bellamente cuidados,
y cuando pongo mi bota sobre la grava blanca, no se ve ni una hoja muerta ni una ramita.
Abro la puerta del pasajero y me inclino para recoger a mi sobrina.
—No, no lo hagas, puedo caminar…
Pero ya la he recogido en mis brazos. Su cálido y dulce aroma me inunda mientras la
acerco a mi pecho. Voy a tener mi ración de abrazarla esta noche. He estado sufriendo por esto
por mucho tiempo.
Cuando llegamos a la puerta principal, me inclino para que mi sobrina pueda abrirla y
luego estoy de pie en el vestíbulo de mármol por primera vez en dos años. Me detengo junto a
la puerta y miro a Zenya. Me está mirando, sus hermosos ojos azules llenos de cautela y
confusión.
Puedo saborearnos en el aire que estamos respirando.
Siento que estoy en casa y mis labios se deslizan hacia los suyos.
Zenya aspira una suave bocanada de aire y sus dedos se aprietan sobre mis hombros.
La voz de Troian llama por el pasillo desde el salón. —Zenya, ¿eres tú?
Mi sobrina y yo nos miramos fijamente y espero, con una ceja levantada, a que ella anuncie
que estoy aquí. Cuando no dice nada, murmuro: —Continúa, Zenya. Dile a tu padre dónde has
estado y con quién has estado.
Ella niega con la cabeza lentamente, entrecerrando los ojos. —Si le cuentas lo que pasó
esta noche, nunca te lo perdonaré.
Le sonrío lentamente.
No lo haré.
No esta noche.
No todavía.
Mi plan tiene que desarrollarse paso a paso. Para cuando Troian finalmente descubra que
Zenya está embarazada de mi bebé y me adora con todo su corazón, tendré todo su imperio en
la palma de mi mano.
Zenya inclina la cabeza hacia un lado, considerándome. —Por otra parte, tal vez le diga a
papá ahora mismo. ¿Te echara de esta casa, otra vez? Es decir, si no te dispara por tocarme.
Oh, nos expondría, ¿verdad? Le sonrío maliciosamente. —Adelante, dile cómo te corriste
en la lengua de tu tío…
—¡Zenya! —grita Troian.
—¿Por qué no viene aquí él mismo en lugar de gritar como un imbécil? —Gruño,
acechando por el pasillo con Zenya en mis brazos.
Cuando doy vuelta en la esquina, me detengo en seco.
Incluso doy un segundo vistazo alrededor de la habitación, porque el hombre sentado en
ese sillón no puede ser mi hermano. Lo que queda de su cabello se ha vuelto blanco y sus
mejillas están hundidas y consumidas. Su presencia ha sido disminuida junto con su tamaño.
Manos como garras agarran los brazos de la silla.
Hay un tubo de plástico delgado debajo de su nariz conectado a un tanque de oxígeno
portátil que se encuentra a su lado. La respiración de Troian es dificultosa.
Miro a Zenya, comunicándose con ella en silencio. No sabía de que había recaído.
Sus manos se aprietan en la parte de atrás de mi cuello, hablándome de su miedo, su
preocupación, su angustia.
—Zenya, ¿qué te pasó esta noche? —Troian solo tiene ojos para su hija herida y no se ha
dado cuenta de quién la sostiene.
—Fue un desastre. ¿Puedes bajarme, tío Kristian, por favor?
No me muevo cuando la atención de Troian se centra en mí y la expresión de
preocupación en su rostro gris se transforma en furia. —Tú. ¿Qué demonios estás haciendo aquí?
Siento a Zenya estremecerse en mis brazos. —Llevaré a Zenya arriba y llamaré a un médico
por ella, luego tú y yo podemos hablar.
—No harás tal cosa. Bajarás a mi hija y te largarás de aquí ahora mismo. No eres bienvenido
en mi casa.
—Papá, el tío Kristian me salvó la vida esta noche. —Zenya se muerde el labio como si le
sorprendiera lo rápido que saltó en mi defensa.
La aprieto en mis brazos, abrazándola en un silencioso agradecimiento por defenderme.
Zenya me mira con incertidumbre, pero le doy una sonrisa tranquilizadora. No estoy aquí para
pelear. Estoy aquí por ella.
Sin parecer darse cuenta de que lo está haciendo, Zenya acaricia mi nuca mientras me
mira, su labio inferior se suaviza.
—Te llevaré arriba y te llamaré un médico. Vuelvo en un momento, Troian —digo por
encima del hombro mientras la llevo fuera de la habitación.
—Yo… —Me aprieta más fuerte, la confusión brillando en sus ojos, pero se queda en silencio
mientras subimos las escaleras.
Su dormitorio no ha cambiado desde que me fui. Duerme en la misma cama con dosel
hecha de madera oscura pulida con una colcha azul del mismo tono que sus ojos. La gruesa
moqueta es de color crema, al igual que los visillos.
—¿Nader sigue siendo el médico de familia? —Le pregunto a Zenya, acostándola en la
cama. Mi rodilla se hunde en el colchón mientras me cierno sobre ella. Asiente y paso mi dedo
índice por un mechón de su cabello rubio ceniciento. Es tan hermosa que no puedo apartar los
ojos de ella. Incluso más hermosa que antes.
—Tío Kristian, mi tobillo, y papá te está esperando.
A regañadientes, saco mi teléfono para hacer la llamada. El doctor Nader ha estado
cuidando a esta familia desde que Zenya era una bebé y ha hecho docenas de visitas a domicilio
a lo largo de los años. Suena medio dormido cuando contesta el teléfono, pero promete estar
aquí sin quejarse. No tiene por qué quejarse. Troian lo mantiene con un generoso anticipo.
—Estará aquí pronto —le digo a mi sobrina, y alcanzo el botón de sus jeans.
Zenya agarra mi muñeca. —¿Qué estás haciendo?
Nuestros rostros están muy juntos, y murmuro, —Ayudándote a desvestirte. Ya lo he hecho
una vez esta noche. No demos dos pasos atrás, princesa.
Aparta mis manos, sus mejillas ardiendo. —Te lo dije, vamos a fingir que eso nunca
sucedió. Ve a hablar con papá.
Sonrío y acaricio mi dedo por su mejilla. A ella le importa lo que pase entre Troian y yo
esta noche. Eso significa que quiere que me quede. —Me aseguraré de que todo esté arreglado
en el almacén. Llame a las familias de los hombres. No debes preocuparte más esta noche.
Vendré y te daré un beso de buenas noches después de que se vaya el doctor Nader.
La dejo en su cama, mirándome con aprensión. Me gustaría un “gracias, tío Kristian”, pero
todavía duda en darme su gratitud.
No importa. Muy pronto tendré todo lo que quiero.
Espero junto a la puerta principal hasta que escucho un golpe para dejar entrar al doctor
Nader y señalarle las escaleras, luego regreso a la sala de estar.
Troian se ha puesto de pie y está de pie frente a la chimenea vacía. Es el lugar más
impresionante de la habitación, pero no se me escapa que está agarrado a la repisa de la
chimenea con una mano por si le fallan las piernas.
Estoy de pie en medio de la habitación con las manos en los bolsillos, mirándolo. —¿Qué
tan malo es esta vez?
El cáncer.
Por el aspecto de mi hermano, tiene un pie en la tumba.
—Ha sido duro, pero soy más fuerte de lo que parezco. —Troian me mira—. ¿Por qué estás
de vuelta? Cambié mi testamento hace dos años, y es definitivo. No te dejo nada.
—Soy muy consciente de eso. No volví por tu dinero. He vuelto por mi sobrina.
Una verdad.
Una mentira.
Y mi destino.
La fortuna de Troian no es tan segura como cree si todavía planea darle todo a su hija.
—Zenya está bien sin ti. Esa chica ha estado floreciendo.
—Zenya estaba a segundos de ser hecha pedazos cuando la encontré esta noche, y por lo
que escuché, esos hombres se tomarían su tiempo al respecto. La propia hija del Pakhan. Parece
que la gente ya no tiene miedo de la retribución de Belyaev. Me pregunto por qué podría ser
eso.
Dejé que mi mirada recorriera significativamente el marco demacrado de Troian.
Si es posible, la tez de mi hermano se vuelve aún más cenicienta, y su voz tiembla cuando
dice: —Imposible. ¿Dónde estaban Andrei, Radimir y Stannis?
—Te lo mostraré más tarde si quieres. Volveré por las partes de sus cuerpos cuando Zenya
esté dormida. —Le cuento a mi hermano cómo regresé a la ciudad esta noche y descubrí por
uno de sus hombres dónde podía encontrar a Zenya. Tenía la intención de observarla desde
lejos durante uno o dos días hasta que pudiera hablar con ella a solas, pero me necesitaba antes
de lo que esperaba.
Por la forma en que se lo digo a Troian, yo era su caballero de brillante armadura.
Troian se pasa la mano por la cara y, por una vez, se queda sin palabras. —Yo… gracias
por salvarle la vida, Kristian.
—Fue un honor y un privilegio. Sabes que amo a mi sobrina. Haría cualquier cosa por ella.
—Doy un paso más cerca de mi hermano, la tensión irradia de mi cuerpo—. Puedes amenazarme
con el mismísimo Destripador como mi asesino, pero después de lo que he visto esta noche, no
me iré de su lado. Está en demasiado peligro.
Si los lobos están rondando a los Belyaev con la esperanza de derrocar nuestro poder en
esta ciudad, entonces Zenya saldrá lastimada sin mí. Troian ya no es lo suficientemente fuerte
para protegerla, así que ese hombre tendré que ser yo.
Troian me mira con incertidumbre. Sabe que me necesita, pero el orgullo le impide
admitirlo.
Hago mi expresión sincera y pongo mi mano sobre mi corazón. —Traje una docena de
hombres conmigo. Hombres leales que harán todo lo que les pida, y eso incluye jurar lealtad a
ti. Son tuyos. Son de Zenya. Ustedes dos pueden mandarnos como quieran.
—¿Cómo encontraste una docena de hombres leales?
Escucho el desprecio en la voz de mi hermano. ¿Cree que no puedo inspirar lealtad? Saco
la mano de mi corazón y aprieto la mandíbula, pero me las arreglo para controlar mi
temperamento. —¿Crees que he estado sin hacer nada durante dos años? Soy un Belyaev.
Siempre aterrizo de pie.
Encontré muchas formas de ganar dinero en mi ciudad temporal. Todo lo que tenía que
hacer era encontrar una pandilla con un líder débil, aplastarlo y tomar el control. Me iba tan
bien que muchos hombres en mi posición se habrían quedado allí.
—Si lo estabas haciendo tan bien, ¿por qué volviste? —pregunta Troian.
Por todo.
Aquí está todo para mí.
—Soy un Belyaev, y aquí es donde pertenezco. Anhelo dejar mi huella en el mundo como
tú lo has hecho. Quiero una esposa hermosa e inteligente. Necesito hijos e hijas, y ellos deberían
saber de dónde vienen.
Zenya va a ser esa esposa. Su cuerpo anhela el mío tanto como yo lo anhelo. Seré el
hombre más afortunado del mundo una vez que mi linda sobrina use mi anillo en su dedo.
Troian me mira con el ceño fruncido. —Siempre quise que fueras un hombre de familia,
pero estaba empezando a pensar que te quedarías soltero.
Me encojo de hombros como si no fuera gran cosa. Merezco un Oscar por mi actuación.
—Es algo en lo que he estado pensando durante un tiempo, y he decidido que ahora es el
momento.
Troian niega con la cabeza con incredulidad. —No puedo creer que mi hermanito se vaya
a sentar cabeza por fin. ¿Tienes una mujer en mente?
Froto mi mano sobre mi mandíbula, sonriendo a mi hermano. —No debería decirlo
todavía. Recién comencé a hacer mi movimiento, y ella necesitará algo de persuasión. Pero será
mía al final.
Troian se ríe. —Siempre puedes ser encantador cuando te lo propones.
—Estoy agradecido por tu confianza en mí, hermano —murmuro con una sonrisa. Zenya
no ha presenciado ni una décima parte de mi encanto. La pobre chica no tiene ninguna
posibilidad. Verá a su tío bajo una luz completamente nueva en poco tiempo, pero eso solo si
puedo persuadir a Troian para que me permita quedarme.
Mi momento ha llegado. Doy un paso adelante y pongo mis manos sobre los hombros
huesudos de mi hermano y lo miro profundamente a los ojos. —La gente necesita redescubrir su
miedo a la familia Belyaev. Déjame recordarles quiénes somos para ti, y nadie se atreverá a tocar
un cabello en la cabeza de nuestra dulce niña nunca más.
Hacer esto sobre proteger a Zenya funciona como magia, y la resolución de mi hermano
de odiarme se hace añicos.
Troian mira más allá de mí. —Deberíamos hablar con Zenya sobre esto.
Doy un paso atrás y extiendo mi brazo, permitiéndole liderar el camino. —Sabes que
siempre estoy feliz de hablar con Zenya.
Troian insiste en que puede manejar las escaleras por su cuenta, y laboriosamente coloca
el tanque de oxígeno en un escalón antes de trepar detrás de él. Va lento. Cuando llegamos a
lo alto de la escalera, su rostro se ha vuelto blanco y tiene gotas de sudor en la frente. Está
haciendo todo lo posible para ocultar lo difícil que es esto para él, así que le doy la cortesía de
fingir que no me doy cuenta.
Nos cruzamos con el doctor Nader en el pasillo y nos dice que Zenya tiene un hematoma
grave, pero no tiene nada roto ni torcido, y estará perfectamente bien en unos días.
Cuando Troian y yo entramos en su dormitorio, ella está sentada en su cama con dosel,
vestida con un pijama y una bata acolchada, y tiene una bolsa de hielo en el tobillo. Sus ojos
azules como joyas parpadean del rostro de su padre al mío, ansiosos por saber de qué hemos
estado hablando, pero también preocupados por eso.
Troian se sienta en la cama y palmea el tobillo sano de Zenya. —Tu tío me contó lo que
pasó esta noche. Lo siento mucho, cariño. Todo esto fue mi culpa.
Zenya me mira rápidamente. Estoy de pie junto al hombro de Troian, con las manos en
los bolsillos. Princesa. No mencioné qué más pasó entre nosotros.
Se vuelve hacia su padre. —No puedes culparte por lo que pasó. Yo fui la que fue tomada
por sorpresa y mandé matar a todos.
Troian niega con la cabeza con tristeza. —Tus atacantes deberían haberme tenido
demasiado miedo para tratar de lastimar a mi hija. Se debe haber corrido la voz de que estoy...
—Le da una sonrisa triste y hace un gesto hacia su cuerpo arruinado.
Zenya se inclina hacia adelante y toma su mano. —Vas a estar bien.
Lo dice con tanta fuerza que me pregunto a quién está tratando de convencer. No he oído
nada sobre el pronóstico de mi hermano, y tomo nota mental para averiguarlo más tarde.
—No importa cómo seré en el futuro, importa cómo me veo ahora. Tu tío Kristian desea
volver con nosotros y hacer una demostración de fuerza para nuestros aliados y enemigos, y
creo que es un buen plan. —Le asegura—. Pero sigues siendo mi heredera. Nada cambiará eso.
El rostro de Zenya está en blanco por la sorpresa, y luego balbucea: —¿Quieres que se
quede? ¿Has olvidado cómo se burló de Chessa después de su muerte? ¿Cuántas veces te has
sentido humillado por esa fotografía cuando ha reaparecido una y otra vez en los últimos dos
años?
¿Dónde está la sobrina que sollozaba tan lindamente en mis brazos, rogándome que no la
dejara? Nunca se enojó por la foto en ese momento.
Troian frunce el ceño a su hija. —Me suplicaste durante meses que dejara que Kristian
volviera a casa. Pensé que te alegrarías por esto.
Por encima de su hombro, le disparo una sonrisa maliciosa. ¿Lo hizo? Que agradable
Zenya se sonroja y se inclina hacia adelante para ajustar la bolsa de hielo en su tobillo. —
Sí, bueno, más recientemente, he estado pensando en cómo al tío Kristian parece gustarle fingir
que estrangula a strippers con el nombre de mi madrastra garabateado en el pecho.
Hay un destello de acuerdo en los ojos de Troian, y decido que ahora es el momento de
hablar. —Chessa a veces me ponía de los nervios, pero no la odiaba ni le deseaba daño. No odio
a nadie, y lamento lo que hice. Soy un hombre nuevo desde que me fui.
Ella me da una mirada aguda. —No estoy muy segura. Eres muy irrespetuoso. No parece
que te gusten mucho las mujeres.
Le dedico una sonrisa acalorada, asegurándome de que su padre no la vea. —Me gusta
una mujer.
Troian vuelve a palmear el pie de Zenya. —Aparentemente tu tío quiere casarse. Ya ha
elegido a su novia. —Cuando Zenya lo mira con ojos desorbitados, se ríe y dice—: Sí, yo tampoco
podía creerlo. Tendrás que ser tú quien le saque ese secreto, cariño, porque él no me dirá quién
es.
Las manos de Zenya se aprietan sobre las mantas. Finalmente, le dice a su padre: —¿Puedo
hablar a solas con el tío Kristian?
Troian se levanta y la besa en la mejilla. —Por supuesto. Te diré buenas noches, y podemos
hablar más sobre eso en la mañana. —Se levanta y sale lentamente de la habitación.
—Eres una serpiente —dice Zenya tan pronto como estamos solos.
Estrecho mis ojos hacia ella. —No le hables a tu tío de esa manera.
Sus hermosos ojos azules brillan. —Perdiste el derecho de reprenderme cuando hiciste lo
que hiciste en ese almacén.
Espero que Zenya mire hacia abajo o se disculpe instantáneamente como lo habría hecho
hace dos años si se hubiera atrevido a responderle a su amado tío, pero para mi sorpresa, me
sostiene la mirada.
—¿Por qué soy una serpiente?
—No sé qué le dijiste a papá para que te perdonara después de todo este tiempo, pero sé
que debes haberle mentido y manipulado.
—Le dije la verdad.
—¿Y eso es?
—Me necesitas, Zenya. No te molestes en negarlo después de que maté por ti esta noche.
—Solo pensar en ella a merced de esos cuatro matones idiotas hace que me hierva la sangre.
Se recuesta con un enfadado movimiento de cabeza y se cruza de brazos. Pero no discute
conmigo.
—No hay vergüenza en necesitar mi protección. Eres poderosa e importante, y vivo para
protegerte. —Extiendo la mano para tocar su mejilla, pero se aparta de mí.
—¿Dónde has estado todo este tiempo?
Suspiro y bajo mi mano. —En ningún lugar especial. Estaba construyendo una nueva vida
para mí, ya que Troian no me quería en la suya.
—¿Qué clase de vida? ¿Dónde has estado? ¿Con quién?
¿Es una chispa de celos lo que veo en sus ojos? Me siento en la cama a su lado. —Te
prometo que no he sido feliz. Era una vida vacía porque no tenía a mi persona favorita conmigo.
Esta vez, cuando levanto la mano para pasar mis dedos por su cabello, me deja. Los suaves
hilos plateados fluyen a través de mis dedos como agua, aunque Zenya me observa con cautela.
De repente, jadea y se sienta. —El almacén. Todos esos cadáveres. No puedo dejarlos así.
Tomo sus hombros y coloco su espalda contra las almohadas. —¿Adónde crees que vas
con una lesión? Traje hombres conmigo. Ya dije que me encargaré de todo.
Ella frunce el ceño, estudiándome con sospecha. —¿Por qué has regresado ahora? ¿Por
qué un día después de mi decimoctavo cumpleaños?
Una sonrisa lenta y acalorada se extiende por mi rostro. Ella puede sacar sus propias
conclusiones al respecto. —Solo agradece que apareciera cuando lo hice. No te he oído decir,
gracias por salvarme la vida, tío Kristian.
Zenya aprieta los labios. —Eso es porque todavía recuerdo que dijiste: No será por mucho
tiempo. Te juro que volveré. Dos años. ¿Es esa tu idea de no mucho tiempo?
Me estiro para tomarla en mis brazos, pero ella se acuesta, tirando de las mantas hasta la
barbilla. —No me toques. Estoy tan enojada contigo. Ahora vete porque quiero dormir.
Espero hasta que se acomode boca arriba y luego me inclino sobre ella, apoyando mis
manos a cada lado de su almohada. —Sé que estás enojada, pero yo también estoy enojado. Si
hubiera sido por mí, nunca me habría ido en primer lugar.
El rostro de Zenya se suaviza, pero no dice nada.
—Amas a tu tío Kristian, ¿recuerdas? Voy a trabajar duro para compensarte.
—¿Cómo?
—Tenemos mucho de lo que ponernos al día, tú y yo. —Dejo eso en el aire mientras la
miro a los ojos. Entonces dejo que mi mirada cayera a sus labios. Estoy tan cerca que podría
besarla.
Pero me quedo donde estoy. Solo quiero recordarle que lo hice una vez, hace dos años, y
si es una chica muy, muy buena...
Podría hacerlo de nuevo.
—Buenas noches, princesa —murmuro, una sonrisa curvando mis labios—. Sueña Conmigo.
A mí, a Mikhail y a media docena de hombres más nos lleva hasta el amanecer disponer de los
cuerpos en el almacén, lavar la sangre con una manguera y recoger la mercancía. Una vez que
ha sido entregado al Silo, conduzco el auto de Zenya de regreso a la casa de Troian y lo dejo
en el camino de entrada para ella.
Luego, Mikhail y yo nos reunimos en nuestro bar de buceo favorito para tomar una copa.
Es oscuro y sórdido y no ha cambiado en lo absoluto. La alfombra está pegajosa y el bourbon
es excelente, tal como me gusta.
—Por estar en casa —digo, levantando mi copa a mi amigo.
Mikhail bebe su bebida y me lanza una mirada cansada. —Qué jodida bienvenida a casa.
Vamos a casa, dijo. Será divertido, dijo. Y luego estamos hasta las axilas en sangre y trozos de
cuerpos humanos en la primera noche.
Trago mi bourbon, dando la bienvenida al refrescante ardor en la parte posterior de mi
garganta. —Tampoco disfruto recogiendo entrañas humanas, pero es un medio importante para
mis fines.
—¿Qué termina exactamente en…?
Le doy una mirada misteriosa. —Conseguir todo lo que merezco.
Mikhail le indica al cantinero que pida otro bourbon. —Has sido cauteloso acerca de lo
que estamos haciendo aquí. A los demás no les importa. Simplemente están felices de ser parte
del equipo de Belyaev, pero recuerdo cuando te echaron hace dos años, y me hace preguntarme
qué estás haciendo realmente.
—Oh, ¿no te dije? —pregunto, aunque sé a ciencia cierta que no le dije ni una palabra
sobre mis intenciones a nadie.
—No me dices una mierda —dice Mikhail, pero me sonríe con buen humor.
Niego con la cabeza cuando el cantinero intenta volver a llenar mi vaso porque necesito
tener la cabeza despejada esta mañana. Espero hasta que le sirve uno a Mikhail y se aleja antes
de continuar.
—No volví a ser el lame escupitajo de mi hermano otra vez. Para que él me dé órdenes y
me vuelva a hacer ofertas ingratas. Para ser agradecido con lo poco que me da. Lo quiero todo.
Me sentaré a la cabeza de la familia Belyaev, controlaré nuestra fortuna y nuestro destino.
Mikhail da un silbido bajo. —Ambicioso. ¿Cómo vas a hacer que Troian cambie su
testamento para favorecerte?
Sonrío mientras imagino el cuerpo perfecto de Zenya debajo del mío. Joder, todavía puedo
saborear a esa chica en mi lengua. —No haré que lo cambie.
—¿Entonces cómo?
—Zenya.
—¿Qué pasa con Zenya?
—La quiero conmigo.
Mikhail levanta las cejas. —¿Tú la qué?
Juego con mi vaso, disfrutando de la confusión en el rostro de Mikhail. Se siente bien
finalmente decirlo en voz alta. —Voy a hacer que Zenya se enamore de mí. Me voy a casar con
Zenya. A través de Zenya, puedo tomar todo lo que es precioso de Troian y hacerlo mío, como
siempre debería haber sido.
Mikhail niega con la cabeza, su expresión desconcertada. —¿Por qué diablos querrías
hacerle eso a tu propia carne y sangre? Son hermanos.
La ira me quema al recordar lo que sucedió hace dos años. la humillación El dolor. El
sufrimiento.
Agarro mi vaso vacío y gruño: —Porque mi hermano me quitó todo y nunca, nunca lo
perdonaré.
Mikhail me mira en un silencio desconcertado. —Bien vale. Quieres venganza. Pero Zenya
es tu sobrina. ¿Me estás diciendo en serio que vas a intentar follar a tu sobrina? Si haces un
movimiento sobre ella, Troian te meterá una bala en la cabeza.
—Zenya no hará nada que ponga en peligro a su amado tío. No te preocupes por cómo la
seduciré. Ya estoy a mitad de camino.
Todo lo que necesito hacer es volverme indispensable en la vida de Zenya. Su protector.
Su amante incondicional. El hombre al que siempre ha adorado, el pícaro peligroso que es dulce
solo para ella. Apuesto millones a que Troian ha estado trabajando duro con esa chica sin apenas
una palabra de elogio. Está hambrienta de alguien que la colme de cariño, y ese hombre voy a
ser yo.
—¿A mitad de camino? —pregunta Mikhail—. Mierda. Creció contigo, y no hay forma de
que una chica dulce e inocente como Zenya Belyaev permita que su tío la toque con sus manos.
—Si, lo hará. Esa chica se volverá adicta a mí.
Mikhail niega lentamente con la cabeza. —Estás loco.
—¿Quién me va a detener? ¿Tú?
—Oh, joder no. Prefiero mi cabeza pegada a mi cuerpo. No me interpondré en tu camino.
—Entonces tú y yo estamos bien.
—Todavía estás jodidamente loco, y no estoy lo suficientemente borracho para esta
conversación. —Se bebe su bourbon y pide otro.
—Fui adoptado, ¿recuerdas? Zenya y yo no compartimos sangre.
—¿Y qué? Pareces su tío. Actúas como su tío. Sostuviste su mano en el funeral de su madre.
Piensa en ti como su tío y siempre lo ha hecho. Dudo incluso que sea legal que te cases con ella.
—Lo busqué. Necesitaremos el permiso de un juez, pero eso es un tecnicismo. Mi dinero
puede sobornar a cualquier juez que elija.
—¿No sería más fácil hacer que Troian cambiara su testamento por el tuyo? ¿Menos... en
mal estado?
Niego con la cabeza y me río. —No lo entiendes. Zenya es mi prioridad. Ha sido mi número
uno desde que nació. Mi sobrina favorita, y luego… —Recuerdo a mi linda sobrina cubierta de
sangre—. Somos iguales, ella y yo. Soy el único hombre para ella y ella es la única mujer para
mí.
Abre la boca pero la vuelve a cerrar y niega con la cabeza.
—Continúa. Di lo que estás pensando.
—No, gracias. Me gusta tener todos mis dientes.
Me giro y lo miro con una expresión seria. —Di lo que piensas. No te pondré un dedo
encima.
Mikhail me lanza una mirada oscura. —Estás enfermo. Eso es lo que pienso.
Palmeo su hombro. —No necesito que te guste. Necesito que mantengas la boca cerrada y
me ayudes cuando te necesite.
—Sí, por favor. Me encantaría ayudarte a que te folles a tu sobrina.
—Casarme con mi sobrina —lo corrijo.
—No me jodas. Ni siquiera creo que estés tan interesado en ella. Solo quieres vengarte de
tu hermano, así que te vas a follar a esa chica solo para lastimarlo.
—Sí. Me la voy a follar, y no hay nada que Troian pueda hacer para detenerme. Pero eso
no es todo. Voy a poseerla. La voy a consumir. ¿Y sabes qué?
—¿Qué?
Me pongo de pie y pongo algunos billetes para mi bourbon porque tengo lugares donde
estar esta mañana. No va a pasar ni un segundo de la vida de Zenya sin que me vea, piense en
mí, me anhele.
Enderezo las solapas de mi chaqueta y ajusto los anillos de plata en mis dedos meñiques.
—Me va a amar tanto que seré todo en lo que pueda pensar.
Capítulo 6

M
e despierto con la sensación de presión en mi boca y me senté con un grito ahogado.
No hay nadie en mi dormitorio. Observo la alfombra, las cortinas, la puerta cerrada
y me paso los dedos por los labios.
He tenido ese sueño antes, que un hombre toma mi rostro entre sus manos y me besa,
pero nunca ha sido tan vívido como lo fue ahora. Sentí la presión más breve de sus labios una
vez, y despertó un hambre ardiente en mi cuerpo que se enfurece mientras me siento aquí
tratando de recuperar el aliento.
Hay llaves en mi mesita de noche. Las llaves de mi auto. Nunca las dejo allí, así que por
qué...
Lo recuerdo.
El almacén.
Andrei, Radimir y Stannis siendo asesinados frente a mí.
Un extraño vestido de negro matando a mis atacantes y luego, oh, tan dulcemente,
persuadiéndome para recompensarlo con una muestra de mi cuerpo que rápidamente se salió
de control. Volviendo a la tierra y quitándome la venda de los ojos, solo para ver que era el tío
Kristian entre mis muslos.
Me tapo la cara con las manos y gimo. Los antiguos griegos escribieron tragedias como
esta. Los Belyaev están llenos de arrogancia, y ahora nos están enseñando una dura lección para
que seamos humildes de nuevo.
Tiro las cobijas y balanceo mis pies fuera de la cama. No tengo tiempo para pensar en eso
ahora. Las mañanas son mi momento más ocupado del día.
El doctor Nader me dijo que hoy debería tratar de caminar con el pie, siempre y cuando
no me cause demasiado dolor. Con cuidado, pongo peso sobre mi pie lesionado. Duele, pero
es soportable, y voy cojeando al baño.
Tomo una ducha, me visto con jeans y una camiseta sin mangas, y recojo mi cabello en
una cola de caballo. Abajo, la casa sigue en silencio mientras enciendo la cafetera y abro las
persianas de la cocina. Acaba de salir el sol y me pongo a trabajar preparando los almuerzos
escolares para mi hermano y mi hermana, Arron y Lana; los hijos de Chessa, Felix, Noah y
Micaela; y finalmente, Nadia y Danil, mis medios hermanos. Luego hay que preparar siete
desayunos, y mientras pongo la mesa, escucho a Arron y Lana llamar a los niños más pequeños
para que se levanten de la cama.
Unos minutos más tarde, Lana se retuerce los dedos soñolientamente por su cabello rubio
plateado mientras toma asiento en la mesa y se sirve un poco de cereal. Se da cuenta de que
estoy cojeando y frunce el ceño.
—¿Qué te pasó?
—Me tropecé anoche.
—¿Qué estabas haciendo anoche?
Una visión de un extraño vestido de pies a cabeza de negro irrumpe en mi mente,
cerniéndose sobre mí mientras yacía en el sofá en ese almacén. Todavía puedo sentir los
músculos de su pecho contra mis palmas. Escuchar sus suaves murmullos en mi oído y sentir
sus labios moviéndose contra mi sexo.
Hueles delicioso, Zenya. Siempre he querido saber…
Siempre he querido saber. Definitivamente dijo eso. Siempre he querido saber. ¿Qué
diablos significa eso, tío Kristian? ¿Siempre quisiste saber qué sabor tengo?
Unto mantequilla sobre mi tostada sin mirar a mi hermana, mis mejillas ardiendo. —
Trabajo. Haciendo inventario.
Hasta donde mis hermanos saben oficialmente, no hay nada criminal en nuestra familia.
¿Extraoficialmente? Quién sabe qué escuchan Lana y los otros niños en la escuela. Gracias a mi
tío Kristian, nunca me hice ilusiones sobre cómo gana dinero mi familia. Como la mayor, pensó
que debería saberlo lo antes posible, y después de que mamá murió, papá estuvo de acuerdo
con él de mala gana.
Cuando todos los niños están comiendo en la mesa, saco los medicamentos de papá y
empiezo a contar sus pastillas matutinas. Estos para tratar los tumores. Estos para controlar su
dolor y la exuberancia de efectos secundarios de la quimioterapia. Odio ver a papá tragar todos
estos productos químicos porque le provocan náuseas, confusión y somnolencia, pero me
recuerdo a mí misma que la alternativa es mucho peor. La alternativa es una muerte rápida y
dolorosa. Pero no será para siempre. Papá entrará en remisión pronto y luego comenzará a
recuperar su fuerza y se convertirá en el líder fuerte que esta familia necesita.
Me duele el pie cuando llego a la habitación de papá y entro, pero tengo cuidado de no
mostrar el dolor en mi rostro mientras le paso las pastillas y un vaso de agua.
Papá lentamente y con mucho esfuerzo se sienta en la cama. Me quedo donde estoy
porque odia cuando trato de ayudarlo.
—Buenos días, papá. ¿Cómo has dormido?
Hace un sonido evasivo mientras se apoya contra las almohadas. Le entrego un vaso de
agua con sus medicamentos y comienza a tragarlos. Cuando termina y devuelve el agua,
pregunta: —¿Qué decidieron tú y Kristian anoche?
Un estremecimiento me atraviesa al escuchar su nombre. —¿Yo? ¿Por qué decidiría algo
con el tío Kristian?
Papá me da una sonrisa cansada y triste. —Sabes por qué.
Se me cae el fondo del estómago. Por un momento no siento nada más que pánico y
vergüenza (¿papá sabe lo que hicimos?) y luego la ira me pisa los talones. Por supuesto que no
lo sabe. Papá está siendo fatalista otra vez. —No quiero escuchar ese tipo de conversación de ti.
Tu oncólogo dijo que estás respondiendo bien a la quimioterapia y está funcionando.
—Dijo que ha visto algunos indicios de que algunos de los tumores estaban respondiendo,
pero es demasiado pronto para decirlo con seguridad.
Me ocupo en ordenar su ya ordenada habitación y enderezar las sábanas de la cama. —
Exactamente. Es un buen pronóstico. No he tenido tiempo de pensar en el tío Kristian.
Probablemente deberías volver a hablar con él y decidir si lo quieres cerca.
Pero los ojos de papá se han cerrado y se ha vuelto a dormir. Lo miro con tristeza. Sus
medicamentos siempre lo vuelven a noquear y no está en condiciones de tomar decisiones sobre
nada. Depende de mí y del tío Kristian lo que suceda a continuación.
En el pasillo, fuera del alcance del oído de los niños de abajo y de papá si se despierta,
llamo a la novia de Andrei. Han estado juntos durante seis años y tienen un bebé. Ella ya sabe
lo que le pasó a su pareja en el almacén. El tío Kristian habló con ella anoche, pero eso no hace
que su dolor sea menos crudo, y mis palabras de tristeza y condolencia no la ayudan en nada.
Hay lágrimas en mis ojos cuando cuelgo.
El que le hizo esto a mis hombres lo va a pagar.
Abajo, abro mi computadora portátil en la mesa de la cocina y reviso los correos
electrónicos y las hojas de cálculo mientras los niños se arremolinan a mi alrededor, comen, se
ríen y se pelean. Estoy tan acostumbrada a las travesuras de siete hermanos pequeños ahora que
puedo concentrarme en casi cualquier circunstancia, solo que hoy no puedo concentrarme. Me
siento inquieta y fuera de lugar, y sigo mirando hacia la puerta, esperando ver a un hombre alto
y musculoso con un traje negro a la medida, una cadena de plata alrededor de su cuello y
cabello rubio platinado descuidado que cae sobre sus ojos.
Me froto la cara con ambas manos y gimo por lo bajo. Debería llamarlo y averiguar dónde
está. Lo que está haciendo. Qué pasó en el almacén y dónde está mi mercancía. Tarde o
temprano me lo encontraré, así que es mejor dar el primer paso.
Alcanzo mi teléfono pero lo dejo de nuevo. Es demasiado temprano en la mañana para el
tío Kristian. A ese hombre le encanta dormir hasta tarde.
Excusas, excusas. La verdad es que estoy aterrorizada de cómo reaccionaré cuando
escuche su voz.
Arron cierra el lavavajillas de golpe, haciéndome saltar, y luego todos mis hermanos y
hermanas comienzan a darme un beso de despedida y a tomar sus almuerzos del mostrador de
la cocina.
—¡Adiós, Zenya!
—Que tengas un buen día, Zenya.
Cepillo las migas de sus suéteres y aliso los pasadores del cabello mientras les digo adiós
a todos, les doy besos y sonrisas a los niños y les digo que tengan buenos días en la escuela. Uno
a uno, salen corriendo de la cocina.
Justo cuando sus voces se desvanecen y anticipo el sonido de la puerta principal al cerrarse,
escucho a Félix exclamar: —¡Tío Kristian! ¿Qué estás haciendo aquí? ¿Dónde has estado?
Mi corazón rebota alrededor de mi caja torácica, y casi tiro mi computadora portátil al
suelo. Miro el reloj de la pared como si me hubiera traicionado. ¿El tío Kristian ya está aquí?
Son apenas pasadas las ocho de la mañana.
Agarro mi taza de café mientras escucho su voz profunda saludando a todos sus sobrinos
y sobrinas. Puedo imaginármelos apiñándose alrededor de sus largas piernas, mirando con caras
vueltas hacia arriba este deleite inesperado.
—¿Está tu hermana mayor en la cocina? —pregunta el tío Kristian. Hay algunas respuestas
alegres de “Sí” y luego la puerta principal se cierra y la casa se queda en silencio.
Se escuchan pasos en el pasillo, cada vez más fuertes a medida que se acerca el tío Kristian.
¿Debería ignorarlo? ¿Debería levantarme y saludarlo? Siento un loco y casi irresistible impulso
de correr y esconderme.
Si no me hubiera devastado y abandonado hace dos años, en este momento estaría
poniéndome de pie para saludarlo en el pasillo. Con una gran sonrisa en mi rostro, envolvería
mis brazos alrededor de su cuello y salpicaría su mejilla con besos, disfrutando la sensación de
su piel cálida y la leve caricia de su mejilla recién afeitada debajo de mis labios. Siempre éramos
cariñosos, nos tocábamos siempre que podíamos. Solía deslizar mis manos debajo de sus camisas
y abrazar su cintura desnuda. Me dormía en su regazo cuando veíamos la televisión, mucho
después de que dejara de ser apropiado, aunque nunca se me ocurrió que no lo fuera.
Y el tío Kristian solía dejarme hacer todas estas cosas. Ni una sola vez se alejó de mí, me
dijo que me relajara o hizo algo más para disuadirme de tocarlo. No es de extrañar que hayamos
cruzado una línea terrible anoche. Estuvimos avanzando hacia eso durante años y yo era
demasiado ingenua para darme cuenta.
Todos estos pensamientos rugen en mi cabeza y mis mejillas arden cuando aparece el tío
Kristian. Está de pie en la puerta con una chaqueta de traje sobre una camiseta con cuello en V
que se adhiere a su cuerpo musculoso. El negro le queda bien. Resalta sus ojos azul pálido y su
cabello rubio plateado, y acentúa las líneas largas y musculosas de su cuerpo.
Una sonrisa se extiende por su hermoso rostro. —Buenos días, princesa.
¿Siempre decía princesa en ese ronroneo aterciopelado? No puedo recordarlo. Hace años,
solía ser su diente de león. Si, era especialmente tonto, gruñón o triste, yo era su bocanada de
aire fresco, su diente de león. Desde el año en que cumplí quince comenzó a saludarme con la
cabeza ladeada, una sonrisa ilegible en sus labios mientras murmuraba: —Hola, princesa.
Me hizo sentir especial y madura escucharlo decir eso. Ya no era un diente de león flotante
y plumosa, era especial. Su princesa, y él era mi príncipe.
Ahora me está dando una mirada intensa; hambriento y posesivo conmigo en formas que
un tío definitivamente no debería ser.
Levanta una ceja lentamente. —¿No voy a recibir un hola a cambio?
Mi mirada se detiene en detalles sobre él que nunca había notado antes. Cómo esa boca
suya está inclinada en la esquina como si estuviera teniendo pensamientos malvados. Cómo su
mandíbula capta la luz. La forma en que algunos mechones de cabello caen sobre sus ojos me
dan ganas de apartarlos.
Cambia su peso de un pie al otro y apoya su hombro contra el marco de la puerta, y la
manera arrogante en que su cuerpo se mueve es tan tío Kristian. Lo he visto moverse así mil
veces antes. Lo vi hacer exactamente ese movimiento anoche en el almacén, y no lo reconocí.
—¿Ya ni siquiera recibo un abrazo, Zenya? —murmura, apartándose del marco de la puerta
y dando la vuelta al mostrador para pararse junto a mi silla. Pasa su dedo índice por la parte
inferior de mi cola de caballo y deja que los gruesos mechones se deslicen entre sus dedos—. ¿O
un beso?
Soy Zenya Belyaev, y los hombres no me ponen nerviosa. He sufrido mi parte de acoso,
bromas sucias y manos errantes. Ni una sola vez me he derrumbado ante un hombre, y no voy
a empezar ahora.
—Los tíos malos no reciben nada —le digo, mirándolo por debajo de mis pestañas. Casi
golpeo una mano sobre mi boca cuando me doy cuenta de lo sugerente que sonó, pero en vez
de eso, clavo mis uñas en mis palmas y me obligo a sostener su mirada.
Compórtate.
El tío Kristian me quiere nerviosa delante de él, así que no se lo doy.
Sus labios se contraen mientras me mira. —En mi experiencia, los tíos malos consiguen lo
que quieren. Haré mi propio café, ¿de acuerdo?
Se vuelve hacia la máquina y puedo respirar de nuevo.
Toco algunos números en una hoja de cálculo, fingiendo que no soy muy consciente de
su cuerpo con su amplia espalda hacia mí a solo unos metros de distancia. Este hombre es tan
familiar para mí como mi propio padre, entonces, ¿por qué me obsesiono con él como si fuera
un juguete nuevo y brillante con el que no puedo jugar? Se acerca a la nevera y puedo ver su
fuerte perfil. Tiene la misma nariz orgullosa y recta y los mismos ojos azul claro que yo. La
abuela y el abuelo eligieron un bebé para adoptar que se parecía a ellos a propósito, o es pura
coincidencia que papá y el tío Kristian parezcan hermanos de sangre.
Sin embargo, hay diferencias. Antes de enfermarse, papá siempre era tierno y alegre,
mientras que el tío Kristian es delgado, peligroso y afilado como una espada. Durante uno o dos
años antes de que se fuera, salía con amigos cuyos ojos se abrían mucho al ver a alguien
acercándose a mí por encima del hombro. —Guau, tu papá es locamente atractivo.
Respondería sin siquiera molestarme en darme la vuelta: —Ese no es mi papá. Es mi tío.
La gente se detenía y miraba al tío Kristian, tanto hombres como mujeres. En su mayoría
mujeres. Riendo, siempre señalaba a aquellas que estaban particularmente estupefactas con mi
tío.
—Esa mujer te está mirando boquiabierta con tanta fuerza que casi se mete en el tráfico.
El tío Kristian me sonreía, solo me prestaba atención y respondía: —¿De verdad, princesa?
—Como si a él no le importaran un carajo las demás personas. Sólo le importaba a quién estaba
mirando.
Mientras lo miro disimuladamente, él termina de hacer café y coloca un café con leche
recién hecho junto a mi codo. Sé sin preguntar que tiene un expreso extra y media cucharadita
de azúcar revuelto, tal como me gusta.
Mi tío saca una silla y se sienta a mi lado, sosteniendo su propio café.
—Estos son bonitos —murmura, tomando mi mano. No estoy segura de lo que quiere decir
hasta que pasa el pulgar por mis uñas, que están pintadas de rojo oscuro y limadas en puntas
cónicas. Sus ojos me recorren—. Estás diferente desde la última vez que te vi. Un poco más alta.
Mejillas más finas. Pelo más largo. Eres aún más bonita, Zenya. No pensé que eso fuera posible.
Mi mano se ve tan pequeña en la suya grande, y no sé porque estoy admirando la forma
en que nos vemos juntos, tiro de mis dedos de su agarre. —Tú también eres diferente.
—¿Yo? No he cambiado en absoluto.
Pero si lo ha hecho. El tío Kristian solía tener el poder de hacerme sentir segura con solo
estar cerca de mí. Sentía lo peligroso que era, pero nunca le tuve miedo porque solo era una
amenaza para otras personas.
¿Ahora? Estoy aterrorizada de él.
Anoche lo estaba. Quiero rogarle, por favor dime que fue un terrible error para poder
olvidarlo y estar feliz de verte. Quiero envolver mis brazos alrededor del hombre fuerte y
hermoso que amo y absorberlo como la luz del sol.
El tío Kristian toma su café, pero se mueve demasiado rápido y parte de la espuma se
derrama por el borde. —Maldición. —Frunce el ceño y lame la espuma del borde de su taza, y
veo su lengua. El tiempo se ralentiza mientras lo veo moverse a través de la cerámica en un
golpe firme y deliberado.
El calor se apodera de mí.
Sentí eso.
Trago saliva cuando recuerdo al extraño vestido de negro que me persuadió para que le
permitiera quitarme los jeans y usar esa lengua para llevarme al clímax. Pero no era un extraño
en absoluto.
Está sentado justo frente a mí, oliendo a loción para después del afeitado y luciendo como
un arma cargada.
Cruzo las piernas y siento un resbaladizo revelador en el vértice de mis muslos.
Mierda. Estoy mojada.
Niña enferma, Zenya. Dejaste que un desconocido enmascarado te pusiera la boca encima
y ahora estás hecha un lío porque resultó ser tu tío.
El tío Kristian traga, e incluso la forma en que traga es fascinante, los músculos de su
garganta mueven su nuez de Adán. Me pregunto cómo se mueven esos músculos cuando respira
con dificultad. Cuando inclina la cabeza hacia atrás y gime. Cuando te agarra el pelo con fuerza
y gruñe: —Joder, sí, princesa, solo un poco más profundo.
El tío Kristian nota que lo miro fijamente y sonríe. —¿Un centavo por tus pensamientos?
Tomo aire y vuelvo rápidamente a mi computadora portátil. —No estaba pensando en
nada. —Tan a la defensiva. Tan obviamente nerviosa por el hombre sentado demasiado cerca
de mí.
Se ríe suavemente. —Mentirosa.
Escribo algunas cosas en mi hoja de cálculo y luego mis dedos se mueven sobre las teclas.
—La mercancía en el almacén anoche… —empiezo.
—Está asegurado. Lo llevé al Silo temprano esta mañana. Eso fue lo último que hice antes
de venir aquí, después de ducharme y cambiarme la ropa manchada de sangre.
El Silo es donde almacenamos todos nuestros productos del mercado negro antes de
venderlos. Comerciamos con todo lo que la gente quiere pero no puede tener gracias a las leyes
de los Estados Unidos de América. Licor, cigarros cubanos, bloqueadores y detectores de radar,
esteroides anabólicos y otros medicamentos recetados, tecnología y planos de armas, quesos
franceses sin pasteurizar y escopetas de cañón corto.
La gente en mi mundo quiere las mejores cosas. Las cosas más exclusivas. Lo prohibido.
Mi mirada se detiene en el tío Kristian.
Simplemente amamos lo que no deberíamos tener.
Si la mercancía está segura, eso es algo bueno que puedo decirle a papá. Lanzo a mi tío
una mirada curiosa. Si ha estado limpiando cuerpos y moviendo esos bienes, debe haber estado
despierto toda la noche. —¿No necesitas dormir?
Niega con la cabeza. —Todo lo que necesito es a ti y esta taza de café. Tengo unas mil
preguntas sobre lo que han estado haciendo tú y la familia en mi ausencia.
—Pregunta. —Me complace lo indiferente que sueno. Que profesional. Si quiere estar aquí,
lo mantendré a distancia, como es apropiado para un tío.
—¿Cómo está Troian? Hablé con él anoche, pero ¿cómo está realmente?
Me estremezco un poco. ¿Se está muriendo?, es lo que quiere decir el tío Kristian.
Presionando mis labios juntos, me pregunto qué decir. Frente a papá y los niños, soy firme, casi
entusiasta, de que papá está bien, pero no sé cómo mentirle al tío Kristian. No quiero mentirle
al tío Kristian. Él siempre fue la única persona con la que podía compartir toda la verdad sin
preocuparme de que estuviera decepcionando a todos.
Tomo una respiración profunda. —No está bien. No lo sabemos con certeza, dice el
oncólogo...
Me doy la vuelta y presiono mi mano sobre mi boca.
No llores.
No llores.
El tío Kristian pasa un brazo por mi hombro y me tira contra él. Antes de saber qué está
pasando, estoy en sus brazos y sus labios están contra mi sien.
—Oye —dice en voz baja, y esa sílaba está llena de fuerza y consuelo—. Sabes que no tienes
que endulzarme nada. Dime qué te preocupa y puedo compartir el peso contigo.
—No soy débil —susurro ferozmente. Mis ojos están muy abiertos cuando me mete debajo
de su barbilla, y miro con determinación la cadena de plata alrededor de su cuello que
desaparece dentro de su camiseta. Los cañones de las pistolas cruzadas tatuadas en su pecho.
—Por supuesto que no lo eres. Lo sé mejor que nadie, ¿recuerdas?
Cierro los ojos y aprieto la mano en su camiseta. Es tan cálido y fuerte. Tan sólido, cuando
últimamente todo se siente como gelatina bajo mis pies.
—Pienso en esa noche todos los días —susurra.
El silencio se extiende mientras recuerdo el hedor a sangre y muerte.
—Yo también —confieso finalmente.
Debería haber sabido que era el tío Kristian debajo de esa máscara anoche porque lo vi
asesinar hombres una vez antes, cuando tenía catorce años.
No recuerdo mucho de lo que sucedió ese mismo día. Era un día normal, supongo. Debo
haberme acostado a las nueve o las diez, y me desperté poco después de las dos de la mañana
en mi cama con dosel sin entender por qué.
¿Alguien gritó?
¿Escuché pasos pesados y desconocidos en los pasillos?
Cuando me incorporé, Chessa gritó, un sonido estridente pero sofocado rápidamente. Mis
hermanos y hermanas comenzaron a llorar, y sobre todo eso se oía el sonido de voces masculinas
enojadas.
Quería correr con mi familia, pero el tío Kristian me había enseñado a nunca correr a
ciegas hacia el peligro. Consigue un arma o consigue refuerzos. Cogí mi teléfono de la mesita
de noche y me metí en el armario. Desde que descubrí que mi familia hace su dinero por
métodos menos que legales a la edad de once años, estaba arraigado en mí que no llamamos a
la policía. No se puede confiar en los policías. Los policías no están de nuestro lado.
Así que llamé a alguien mucho mejor que la policía.
El tío Kristian respondió después del primer timbre, su voz borrosa por el sueño. —¿Zenya?
Ahuequé mi mano alrededor de mi teléfono y susurré: —Hay hombres en la casa.
El tío Kristian no hizo preguntas. Ni siquiera respondió. Una fracción de segundo después
estaba escuchando aire muerto, pero no me llenó de desesperación ni de pánico. El tío Kristian
no iba a perder el tiempo hablando cuando necesitaba llegar a mí lo más rápido posible.
Un momento después, la puerta del armario se abrió de un tirón y un hombre enorme me
estiró y me sacó. Grité y me retorcí en su agarre. Mi habitación estaba oscura y no podía ver
bien a mi agresor, pero olía a cerveza agria con una capa espesa de spray corporal barato. Se
estaba riendo mientras me tiraba sobre la cama. Jugó conmigo todo el tiempo, dejándome ir
solo para agarrarme de nuevo y tirarme hacia abajo. Estaba aterrorizada, pero también me estaba
poniendo más y más enojada. Podía escuchar los gritos de Chessa. Podía oír a más hombres
riéndose por el pasillo. Estaban lastimando a mi familia, y era divertido para ellos. No podía
escuchar a papá en absoluto, lo que me aterrorizaba de que estuviera muerto.
Mi atacante me arrancó los pantalones cortos y se desabrochó el cinturón. Sabía lo que se
avecinaba tanto como podría saberlo una chica de catorce años, y casi me vomito del terror.
Entonces recordé algo.
El cuchillo en mi mesita de noche.
El tío Kristian lo puso allí por si acaso hace seis meses y me dijo que no se lo contara a
papá ni a Chessa. Papá tenía ideas anticuadas sobre las niñas y las armas, y a Chessa le
preocupaba cualquier cosa afilada que sus bebés pudieran agarrar accidentalmente.
Saqué mi brazo y abrí el cajón, y busqué el arma entre mi diario, un cargador de teléfono
de repuesto y tubos de brillo de labios medio vacíos. Mis dedos se cerraron contra la
empuñadura y grité de alivio. En un movimiento, tiré mi brazo hacia atrás y lo dirigí
directamente hacia mi atacante.
Y se hundió profundamente en un lado de su garganta.
Sus ojos se agrandaron. Escarbó en la empuñadura. Entonces se dio cuenta de lo que le
había hecho, su rostro se ensombreció de rabia y me rodeó el cuello con las manos.
Cuando empezó a estrangularme, recordé lo que me dijo el tío Kristian sobre apuñalar a
la gente.
Asegúrate de sacar el cuchillo para que sangren.
Levanté la mano y tiré el cuchillo de su cuello, y la sangre brotó por toda la cama. Todo
sobre mí.
Un momento después, el hombre cayó sobre mí.
Lo siguiente que recuerdo es que estaba debajo del hombre, apuñalando y gritando con
furia. Se escuchó el sonido de vidrios rotos y alguien se estrelló contra la ventana de mi
habitación. Trató de agarrar el cuchillo de mí.
—Zenya. Diente de león. Está muerto.
Finalmente me deje llevar. El tío Kristian sacó la hoja de mis dedos, la miró con una
sacudida de reconocimiento, luego una oleada de reivindicación. Arrojó el cuchillo a un lado,
me quitó el cuerpo de encima y me tomó entre sus brazos.
—Estas bien. Te tengo. Te tengo.
Me abrazó con fuerza y me meció adelante y atrás en sus brazos. Quería gritar la casa
abajo. Quería seguir apuñalando. El ruido blanco resonaba en mis oídos.
Sentí que el tío Kristian miraba hacia la puerta y me di cuenta de que cada segundo que
pasaba conmigo era un segundo más que otros hombres estaban lastimando a mi familia. Me
solté de sus brazos y empujé contra su pecho. —Ve a ayudarlos.
El tío Kristian tomó mi cara entre mis manos y me miró desesperadamente. —¿Estás bien?
¿Está segura? ¿Te lastimó? —Al darse cuenta de que estaba medio desnuda, sacó una manta de
mi cama a mi alrededor.
Asentí rápidamente. No quería gritar más.
Quería venganza.
A lo largo de los años, había oído rumores sobre el tipo de cosas de las que era capaz mi
tío, y ahora iba a poder verlo por mí misma. —¿Puedo ayudarte a matarlos?
Me miró sorprendido. Entonces una lenta sonrisa se extendió por su rostro. —Por favor,
diente de león. Ya has reclamado una muerte. Dame la oportunidad de ponerme al día.
Plantó un beso en mi nariz y caminó hacia la puerta. Me volví a poner los pantalones
cortos, miré por el marco de la puerta y lo vi entrar en la habitación donde Chessa estaba
gritando.
Los ruidos cambiaron después de eso. Pronto fueron los hombres los que suplicaban por
sus vidas.
Salí corriendo de mi habitación y reuní a todos mis hermanos y hermanas en la habitación
más lejana, que pertenecía a los hijos de Chessa, Felix y Noah.
Lana se quedó mirando mi pijama empapado de sangre y se echó a llorar. —Está
sangrando. Zenya se está muriendo.
—No es mi sangre. Estoy bien.
Volví a la puerta y observé lo que estaba pasando. Uno por uno, el tío Kristian arrastró a
nuestros atacantes atados fuera del dormitorio principal y bajaron bruscamente las escaleras. Me
vio mirando y me guiñó un ojo.
Cuando el tío Kristian terminó y me dijo que podía entrar, fui al dormitorio principal y
encontré a Chessa desatando a papá. Se había puesto una bata. Su cabello estaba enredado y
estaba temblando. Lágrimas y sangre surcaron su rostro.
Cuando me vio, comenzó a llorar más fuerte. —Niña, ¿también te lastimaron?
Negué con la cabeza y le expliqué que había un hombre muerto en mi habitación y que
todos los niños estaban a salvo en el pasillo de la habitación de Felix y Noah.
Papá sangraba mucho por un corte en el brazo y ayudé a Chessa a limpiarlo y saqué el
botiquín de primeros auxilios. Chessa había sido enfermera y quería darle puntos, pero le
temblaban tanto las manos que no pudo hacerlo. Cada vez que había un grito espeluznante
desde abajo, saltaba. Al final me dijo cómo poner los puntos y cosí el brazo de papá.
—¿Qué está haciendo el tío Kristian? —Pregunté mientras trabajaba.
—Descubrir quiénes son esos hombres —dijo papá con los dientes apretados. Chessa tenía
agujas pero no anestesia.
Escuché el sonido inconfundible de un taladro eléctrico y luego el grito desgarrador de un
hombre.
Papá finalmente logró esbozar una amarga sonrisa. —No debería llevarle demasiado
tiempo.
Pero papá estaba equivocado. Los gritos continuaron durante horas, mucho después de
que terminé con los puntos, y todos fuimos a reunirnos con los niños en la habitación de Félix
y Noah. Chessa repartió tapones para los oídos pero negué con la cabeza. Quería escuchar los
gritos de nuestros atacantes. Cada uno me hizo arder de triunfo y orgullo por el tío Kristian.
Entonces no bastaba con escuchar. Quería ver.
Mientras Chessa y papá estaban distraídos, me escabullí y me senté en las escaleras,
mirando la escena de la carnicería en la sala de estar de abajo.
Cuatro hombres estaban atados a sillas, sus cuerpos desplomados y la sangre brotando de
docenas de heridas. El tío Kristian estaba en medio de ellos, con la cara, el pecho y las manos
enrojecidos por la sangre, y estaba de pie junto a una pila ensangrentada de cuchillos,
implementos de jardinería y herramientas eléctricas. Los revisó, tomó un par de alicates y una
sierra circular, y se volvió hacia el hombre más cercano que estaba consciente.
Los hombres lloraron.
Gritaron y suplicaron.
El tío Kristian estaba decidido a causarles el mayor dolor posible y no dijo ni una palabra.
Todas las persianas estaban cerradas, pero la habitación se iluminó lentamente a medida que
salía el sol. El tío Kristian miró hacia las ventanas y luego desapareció en la cocina.
Regresó un momento después y puso bolsas de plástico sobre la cabeza de cada uno de
los hombres y las ató con cordel.
Luego se paró en medio de la habitación y los vio morir asfixiados.
Bajé las escaleras y me uní a mi tío, pero le tomó varios minutos darse cuenta de que
estaba allí.
Me miró fijamente, con la cara salpicada de sangre, y me observó desde la coronilla hasta
los pies descalzos. —Tienes sangre en ti, diente de león.
—Tú también.
El tío Kristian extendió su mano y la tomé. Nuestros dedos enredados estaban rojos y
pegajosos, y frotó su pulgar sobre mis nudillos.
—¿Descubriste quiénes son estas personas? —Le pregunté.
—Oh, sí. Horas atrás. —Se agachó sobre sus talones hasta que me miró a los ojos y los
buscó durante mucho tiempo—. No hay justicia por lo que pasó aquí esta noche. Sin policías.
Sin declaraciones. Sin salas de audiencias. Los Belyaev no llaman a la policía. Si esperabas que
iba a ser como la televisión y alguien iba a ir a la cárcel por lo que te pasó esta noche, entonces
lo siento, diente de león, te vas a decepcionar. Solo hay esto.
Hizo un gesto alrededor de la habitación hacia los cuatro cadáveres destrozados. Sus
palabras fueron firmes, pero sus ojos estaban llenos de incertidumbre. ¿Había hecho sufrir a
estos hombres lo suficiente por lo que nos hicieron esta noche?
¿Me había dado cada gota de venganza que posiblemente podría?
Extendí la mano y giré su rostro hacia mí y sonreí. —¿Por qué necesitaría algo de eso
cuando te tengo a ti?
El tío Kristian me tomó en sus brazos y me apretó con fuerza, y pude sentir cuánto
necesitaba escuchar eso. Mis palabras lo eran todo para él. —Eres uns+a Belyaev de principio a
fin. Ve a darte una ducha. Tu tío te comprará un vestido nuevo esta semana y nos olvidaremos
de estos mudaki.
Le devolví el abrazo, los dos apestando a sangre. Mi héroe, que me protegería por encima
de todos los demás.
Cuando estaba casi fuera de la habitación, me llamó.
—¿Zenya? —El tío Kristian levantó el taladro empapado de sangre y me sonrió—. Buen
trabajo esta noche. Debes estar orgullosa de ti misma hoy.
Le sonreí desde las escaleras. —Lo estoy.
—Buena chica.
Fue diferente conmigo después de ese día. Me compró ese vestido, pero también me
compró un arma. Pagó por clases de defensa personal y me enseñó más sobre cómo pelear con
un cuchillo, cómo entrar en varios edificios, cuándo defenderme y cuándo correr. Me habló
cada vez más sobre el negocio familiar y la forma en que trabajábamos. Tenía hambre de todo
lo que me decía.
—No tienes que elegir esta vida, Zenya —me recordaba a menudo—. Hay muchas otras
opciones para alguien inteligente y fuerte como tú.
En la mañana de mi decimoquinto cumpleaños, irrumpí en la casa del tío Kristian, de la
que me había jactado que era inviolable, y se despertó y me encontró sentada con las piernas
cruzadas a los pies de su cama comiendo un tazón de cereal.
Se incorporó, con el torso desnudo y frotándose la mano de un lado a otro por su cabello
despeinado. Tenía un corte en el pómulo y parecía más peligroso que nunca. —¿Cómo diablos
entraste aquí?
En el momento en que afirmó que no podía entrar en su casa, supo que tendría éxito o
mi vida me llevaría por un camino muy diferente al suyo.
Perseguí un amuleto de malvavisco alrededor de mi tazón con mi cuchara. —He hecho mi
elección.
No podía cambiar que había matado a un hombre, y no quería hacerlo. ¿Volver a ser una
persona normal después de ver lo que había visto y hacer lo que había hecho?
Imposible. Quería caminar por el lado salvaje con el tío Kristian para siempre.
Él me sonrió. —Si, lo has hecho. Feliz cumpleaños Princesa.
¿Y ahora?
He estado caminando durante dos años sin él.
Levanto la mano y paso un dedo por la cadena de plata que rodea el cuello del tío Kristian.
—¿Dónde has estado todo este tiempo?
El tío Kristian toca mi mejilla. Mi pelo. Desliza sus dedos por mi brazo mientras lo miro.
—Reconstruyendo mi vida.
—Pero tu vida estaba aquí.
—Tengo mi orgullo, Zenya. No iba a sentarme de brazos cruzados y esperar a que el
testarudo bastardo de tu padre me perdonara. He estado haciendo mi propio dinero.
Ganándome la lealtad de mi propia gente. —La ira parpadea en su hermoso rostro. Siguió
viviendo sin mí, pero no estaba contento con eso—. Ahora todo lo que tengo, te lo ofrezco. Tú
eres la que está a cargo de los Belyaev ahora.
—No. Todavía es papá.
Niega con la cabeza. Tú eres la que mantiene unida a esta familia. Todo lo que quiero es
ayudar al líder de los Belyaev, como siempre lo he hecho.
—Papá es... —Empiezo a decir, luego me dejo callar y cierro la boca. No tiene sentido
mentirle al tío Kristian. Espero con todo mi corazón que papá supere esta última ronda de
cáncer, pero mientras tanto, soy yo quien mantiene las cosas funcionando y necesito el apoyo
de alguien que sepa lo que está haciendo.
—¿Qué quieres a cambio de ayudarme?
El tío Kristian me mira largamente a través de sus pestañas. Parece astuto, como un zorro.
—¿Yo? No quiero nada, soy tu familia. Tu musculo. Tu protector. Tú lo dices y yo lo haré. Lo
que quieras, lo que necesites.
—¿No quieres nada de mí?
Alcanza su café con una sonrisa. —Estoy feliz de estar en casa con mi familia. Mi vida ha
sido insoportable sin ti.
Sólo me está diciendo la mitad de la verdad. Puedo sentirlo. Abro su chaqueta y miro la
etiqueta cosida al forro. —Suspirando por nosotros vistiendo Prada. Cómo debes haber estado
sufriendo.
Se ríe sombríamente. —Tengo estándares que mantener. —Luego toma mi mano y su
expresión se vuelve seria—. Te conozco, princesa. Trabajas duro y te aseguras de que todo y
todos estén bien cuidados antes de cuidarte a ti misma. Alguien tiene que cuidarte, y ese es mi
trabajo.
Flexiono las uñas para que se claven en la base carnosa de su pulgar. Se ven bien hurgando
en su carne. A él también parece gustarle verlo.
Levanto mis ojos hacia los suyos. —Para que lo sepas, anoche habría salido viva de ese
almacén, con el pie herido y todo.
—Por supuesto que lo habrías hecho. —Su mirada cae en mi boca. Lentamente, deja caer
su cabeza más cerca de la mía—. Pero tienes que admitir que fue mucho más divertido a mi
manera.
La cocina está en silencio y el aire entre nosotros se vuelve caliente y pesado. El tío Kristian
está tan cerca que un mechón de su cabello me roza la frente.
—Te besé una vez, hace dos años, y creo que ni siquiera te acuerdas —murmura.
No lo hice, al principio. Luego, una semana más tarde, cuando estaba mirando la
jacarandá en el jardín trasero y pensando en el día en que se fue, una sacudida me atravesó.
Besó mis labios. Nunca antes me había besado en los labios.
Repasé ese beso una y otra vez en mi mente en los meses que siguieron, tratando de
comprender lo que significaba. ¿Él había estado angustiado por mi llanto y quería consolarme?
¿Simplemente había fallado y había estado tratando de besarme en la mejilla?
Pero no había sido ninguna de esas cosas. Tenía la intención de besarme, y quería que yo
entendiera por ese beso que me deseaba. Me estaba pidiendo que lo esperara.
Levanto mi mano y toco sus labios con mi dedo. —Estaba llorando y dijiste, te prometo
que volveré.
El tío Kristian gime y toma mi rostro entre sus manos. —Lo recuerdas.
Mi corazón está estallando. Baja la cabeza y roza sus labios suavemente contra los míos.
Una pregunta. Se aleja y me mira a los ojos en busca de la respuesta.
Me siento como si estuviera borracha mientras deslizo mis palmas por los músculos de su
pecho.
El tío Kristian se pone de pie y me agarra por la cintura, sentándome sobre la mesa. Se
mueve entre mis muslos y envuelve mis piernas alrededor de sus caderas.
Captura mi mandíbula en su mano y susurra con urgencia: —Abre la boca para mí.
Agarrando su cintura con ambas manos, lamo mis labios y los separo.
—Joder, princesa —gime, y sus labios se posan sobre los míos una vez más. No es
exactamente un beso. Un dulce tormento que nos hace a los dos respirar cada vez más fuerte—
. Eres deliciosa.
Busco su rostro y siento lo rápido que late su corazón bajo mis manos. —¿Hablas en serio
sobre esto?
—¿Crees que he estado jugando contigo?
Sacudo la cabeza con impotencia. —Esto es tan loco que pensé que tenía que ser un juego
retorcido.
—Déjame decirte un secreto. Cuando se trata de ti, nunca juego.
Agarro sus hombros con fuerza y gimo. No debería desear a este hombre. No puedo
desear a este hombre. Papá está arriba, sufriendo, y yo estoy aquí abajo casi besando a su
hermano. Tiene el doble de mi edad, y somos familia, por el amor de Dios.
—Tío Kristian —susurro. Intento decir no, pero no puedo obligarme a formar la palabra.
Desliza sus manos alrededor de mi trasero y me tira más fuerte contra su cuerpo. Me mira
como si nunca hubiera visto algo tan hermoso en su vida. Con labios ardientes planta besos en
mi garganta, y luego mueve sus labios a mi oído y susurra: —Dime una cosa. Anoche. ¿Disfrutaste
mi lengua?
Cierro los ojos y respiro con dificultad. Le tomó un segundo caliente encontrar mi clítoris
y aplicar la cantidad perfecta de presión y fricción con su lengua húmeda. Había tanto amor y
adoración en la forma en que se movía contra mí. ¿Cómo podría no amar eso? ¿Cómo podría
no querer eso una y otra vez? Incluso ahora que sé quién fue y que soy una puta enferma y
retorcida por amar la sensación de la lengua de mi tío en mi sexo.
—Necesito cuidar de ti en todos los sentidos —murmura, sus labios sobre los míos—. Quiero
que seamos como siempre, pero más unidos que nunca. La familia es lo más importante para
mí.
Mi familia. Mi musculo mi protector. ¿Mi amante?
Hay tanto sobre él que no sé. Lo que ha estado haciendo estos últimos dos años. Dónde
ha estado. Con quién ha estado. ¿Ha habido una mujer? Exuda tanta confianza sexual y, sin
embargo, nunca lo he visto con una mujer. Apenas me he dado cuenta de si mira a alguna
mujer, pero a le deben gustar las mujeres si me está tocando así y ardiendo contra mí.
Aparentemente le gustan las strippers.
Resoplé al recordar esa foto. Cada pocos meses reaparece en una de mis redes sociales y
me llena de rabia volcánica al verlo. Mientras me preguntaba si ese beso significaba algo, he
estado celosa de esa stripper en su regazo. Ese es mi tío sobre el que está sentada. ¿Cómo se
atreve? ¿Cómo se atreve?
¿Ahora se supone que debo olvidar todo eso y darle la bienvenida de regreso?
El tío Kristian se aparta y me mira con el ceño fruncido. —¿Qué estás pensando? Estás
tensa de repente.
Chupo mi labio inferior en mi boca y observo cómo me observa hacerlo. Podría olvidarme
de esa foto y perderme en los besos del tío Kristian. Hará lo que yo quiera. Podría recostarme
en esta mesa y pedirle que use su boca conmigo como lo hizo anoche, y lo haría sin dudarlo.
Me recuesto sobre mis codos, mis muslos arrastrando sus caderas y acercándolo más. El
tío Kristian alcanza el botón de mis jeans con lujuria ardiendo en su mirada, listo para darme la
dicha de su boca.
Pero antes de que pueda desabrochar mis jeans y poner su boca sobre mí, lo detengo con
un apretón de mis muslos y le pregunto: —¿Has estado en buenos clubes de striptease
últimamente, tío?
Capítulo 7

M
iro hacia arriba confundido. —¿Qué yo qué?
La ira parpadea en esos ojos azul joya suyos, y clava sus uñas afiladas en mis
hombros. El dolor es celestial. Espero que me deje diez pinchazos en la piel.
—Nunca te había visto con una mujer antes, pero supongo que las morenas son tu tipo.
—Las morenas no son mi tipo.
—Esa stripper era morena —señala.
—Para que conste, mi único tipo es… —Paso mis dedos por su cabello, admirando los
mechones sedosos, y luego levanto un mechón a mis labios y lo beso—… tú.
Zenya me da una mirada enojada como si pensara que estoy lleno de mierda. Nunca solía
creerme cuando le decía que era hermosa, exquisita, fascinante, y ahora lo encuentra
francamente insultante. Como si me estuviera burlando de ella.
Me empuja y se sienta. —No sé qué crees que vas a ganar volviendo aquí, pero si quieres
que convenza a papá de que cambie su testamento para que vuelvas a ser su heredero, entonces
te llevarás una mala sorpresa. Crecí mientras no estabas. Yo, de dieciséis años, habría hecho
cualquier cosa que su querido tío Kristian le pidiera, pero he aprendido a valerme por mis
propios medios en los últimos dos años.
Recorro con mis ojos su hermoso rostro, que actualmente está ardiendo de ira y más
hermoso que nunca. Puedo verlo por mí mismo. Miro el botón de sus jeans. Debería estar
descendiendo sobre ella ahora mismo y hundiendo un dedo con cuidado en su coño virgen.
Quiero explorar todas las formas de hacerla gemir, pero aparentemente no quiere correrse.
Quiere pelear.
Bien. Disfruto de los juegos previos tanto como el próximo hombre.
Agarro la mesa por un lado de su cuerpo y me acerco. —Ya te lo dije. Quiero ser tu
protector. ¿Crees que volví aquí por dinero y poder? Claro, quiero dinero y poder, pero si eso
fuera todo lo que anhelara, me habría quedado donde estaba. Estaba en camino de convertirme
en Pakhan de esa última ciudad. La gente allí era débil. Patético.
Entrecierra sus ojos hacia mí. —¿Y cómo vas a conseguir dinero y poder aquí?
Sonrío y me acerco a su boca para besarla.
Zenya levanta su pierna ilesa y planta su pie contra mi pecho, reteniéndome. —Este juego
al que estás jugando. Es enfermo y retorcido, y no jugaré contigo.
Agarro su tobillo y lo masajeo. —¿Qué tal si hablamos de lo que quieres? Cuido tu espalda,
y solo tu espalda. No la de Troian. La tuya. ¿Me dices que mate a golpes a ese hombre? Lo
hago. ¿Quieres que les diga a todos en esta ciudad que Zenya Belyaev gobierna las calles y
rompa los dedos de cualquiera que no esté de acuerdo? Cuenta con ello. Cualquier cosa que
necesites. El cielo es el límite.
Lo piensa por un momento. —Quiero que admitas que lo que pasó hace dos años es todo
culpa tuya. Nos lastimaste a papá y a mí, y que lo lamentas.
Si fuera otra persona, le diría que se joda y le señalaría que se necesitaron dos personas
para que me echaran de esta familia. Aparentemente, Zenya necesita creer que nada de esto es
culpa de Troian. Su precioso padre está a las puertas de la muerte. Los suyos son zapatos grandes
que llenar, y anhela admirarlo y ser la persona que él quiere que sea.
Así que me trago mi orgullo y mi ira y le digo lo que necesita escuchar.
Tomando su rostro entre mis manos, la miro profundamente a los ojos. —Todo fue mi
culpa, princesa. Asumo toda la responsabilidad por lo que sucedió hace dos años y lamento
mucho el dolor que te causé.
—Guau —susurra en estado de shock.
Su pie se desliza por mi pecho. Tomo su pierna detrás de la rodilla y la sostengo en mi
cadera, acercándome a ella. Estoy tan cerca de un beso real que puedo saborear sus labios.
—Has cambiado estos últimos dos años —dice—. El viejo tú nunca admitiría falla alguna.
¿También le dirás esto a papá?
Niego con la cabeza. —Él no es el que necesita escucharlo. No te preocupes por mí y tu
padre. Resolveremos nuestros problemas entre los dos.
—Prométeme que no dirás nada que moleste a papá —dice con ansiedad.
—De acuerdo. —Probablemente. Todavía no he decidido si quiero compartir todo lo que
pasó entre Troian y yo hace dos años con Zenya.
—Jura que no lo harás. Júralo sobre la tumba de mi madre.
Mi mandíbula se aprieta. Si hago eso, mis labios realmente serán sellados. Nunca rompería
un juramento como ese. ¿Es esto lo que se necesita para convencer a Zenya de que soy un
hombre mejor y aceptarme como parte de esta familia nuevamente?
Miro sus grandes ojos azules. Aparentemente sí.
—Juro por la tumba de tu madre que no diré nada que moleste a tu padre. Es más, juro
por su memoria que nunca quise alejarme tanto tiempo. Cada día que me fui me dolía como el
infierno, y nunca dejé de pensar en ti.
Zenya respira con dificultad y el dolor llena sus ojos. —Será mejor que no estés mintiendo
mientras juras por la memoria de mi madre o nunca te lo perdonaré, tío Kristian.
Tomo su mano y la coloco sobre mi corazón. —Es la verdad. Solo quiero estar aquí para
ti.
—¿Te refieres a mí específicamente o a la familia?
Una sonrisa engancha la comisura de mi boca. ¿Mi princesa necesita sentirse especial en
este momento? Entonces la haré sentir tan adorada como sé porque vivo para consentirla. —La
familia Belyaev es importante para mí, pero ¿la que más necesito? Esa eres tú, princesa. En… —
¿Cómo le digo esto sin asustarla?—… varios años, no he tocado a otra mujer. No he besado a
otra mujer. Ni siquiera he mirado a otra mujer.
Sus mejillas se sonrojan y tartamudea: —No estaba preguntando por nada de eso. —Luego
piensa por un momento y me frunce el ceño—. ¿Qué pasa con las strippers?
Niego con la cabeza. —A los chicos les encantan las strippers, así que siempre solíamos
beber en lugares así, pero los chicos y yo bebemos en bares en estos días. Si quieren strippers,
se van sin mí.
Zenya me estudia durante mucho tiempo, con una expresión confusa en su rostro. —Pero,
¿por qué te mantendrías alejado de otras mujeres?
Deslizo mi mano alrededor de su nuca y mis labios le susurran al oído: —Porque solo te
quería a ti. Para mí, solo has sido tú durante mucho tiempo.
Zenya permanece en silencio durante mucho tiempo, agarrando el borde de la mesa con
ambas manos. —No entiendo.
Me alejo y descanso mi frente contra la de ella, acariciando su mejilla con mi pulgar. —
Desde el momento en que me di cuenta de que eres la única para mí, no he querido a nadie
más. Así que te he estado esperando.
No comenzó como una decisión consciente. Nunca me ha faltado la atención femenina, y
dormir con una o dos mujeres diferentes cada semana fue normal para mí durante mucho
tiempo. A menudo, las mujeres volvían por segundas y terceras veces, si no se ofendían porque
no recordaba sus nombres. Pero luego me encontré apartándome de las sonrisas coquetas y las
manos que se demoraban en mi brazo. Primero estaba demasiado ocupado para el sexo, y luego,
cuando me di cuenta de que había pasado un mes sin disfrutar de uno de mis pasatiempos
favoritos, ninguno de los rostros y cuerpos que se ofrecían me atraían.
No es que no estuviera ferozmente caliente. Seguía buscando a una rubia esbelta con una
boca bonita y afelpada y ojos azules que bailaban con picardía, y estaba tan frustrado cuando
no pude encontrarla.
Hasta que en mi grueso cráneo comprendí a quién estaba buscando.
La chica que estaba justo debajo de mis narices. Acurrucándose a mí en el sofá. Rogando
conducir mi coche. Haciendo su tarea en la mesa de mi cocina. Enseñando a sus hermanos
menores a leer. Trabajando en el Silo. Pidiéndome que practique defensa personal con ella.
Una noche empapada de sangre lo cambió todo y no había vuelta atrás.
—¿De qué momento estás hablando? ¿Te refieres al día que te fuiste?
Niego con la cabeza lentamente, preguntándome cuánto decirle en este momento. —No
ese día. Ha pasado mucho tiempo desde que me viste con otra mujer, ¿recuerdas?
—Sí, pero supuse que había otras mujeres con las que estabas, ya sabes. —Un adorable
rubor tiñe sus mejillas.
—Hace años, sí. Pero luego comencé a sentirme muy, muy serio acerca de alguien, y la
agonía de esperarla se volvió extrañamente… —Sonrío y rozo la punta de mi nariz contra la de
ella—. Agradable.
Zenya tiene sus manos en mi pecho, inclinándose más cerca, hambrienta de mis secretos.
—¿Agradable cómo?
—¿Recuerdas una noche hace años cuando me quitaste grava del hombro y limpiaste todos
mis cortes?
—Por supuesto que sí —susurra, mirando mi boca como si tuviera miedo de que la incline
sobre la suya y aterrorizada de que no lo haga.
—Me gusta el dolor cuando eres tú. Soportaré cualquier cosa por ti.
—¿Cuánto tiempo hace que no estás con… —Se interrumpe y hunde sus dientes en su labio
inferior, mirándome con incertidumbre. Se muere por preguntarle a su tío sobre su vida sexual,
pero aún se muestra tímida al respecto—. ¿Cuál fue el momento del que estás hablando?
¿No está simplemente atormentada por la curiosidad? Sus manos están sobre mis hombros
ahora, y se estira aún más para entrelazar sus brazos alrededor de mi cuello. Sus pechos se
presionan contra mi pecho y sus dedos acarician los pelos cortos de mi nuca. Su toque se siente
posesivo. Demandante. Hambriento por saber cuánto tiempo he estado esperándola.
Y la he estado esperando. Soy devoto a Zenya, y solo a Zenya.
Pero este ha sido mi secreto durante mucho tiempo y no estoy dispuesto a renunciar a él.
Además, estar en ascuas y pensar en mí todo el día es justo lo que quiero.
La agarro por la cintura, la ayudo a bajar de la mesa y la pongo suavemente sobre sus
pies. —Tú y yo tenemos trabajo que hacer y la mañana habrá pasado antes de que nos demos
cuenta. Dime cuáles son nuestros planes esta mañana. Estoy a tu lado, siempre.
Zenya parece decepcionada cuando doy un paso atrás y la dejo ir, y podría ronronear,
estoy tan jodidamente complacido.
Me mira dudosa. —¿Queres venir conmigo?
Meto ambas manos en mis bolsillos y le doy mi mirada más sincera, subiendo el amuleto
a doce y mirándola profundamente a los ojos. —Mañana, quiero abrir la puerta principal y verte
sonreír con esa gran y hermosa sonrisa que significa que estás feliz de verme. Quiero eso más
que nada en el mundo, diente de león. Así que dime qué necesitas para que eso suceda.
Zenya mira alrededor de la cocina, sumida en sus pensamientos. Finalmente, me mira con
una expresión determinada.
—Quiero ver los cuerpos.
Los relojes, cadenas, anillos y carteras se encuentran en una pila manchada de sangre sobre la
mesa.
No puedo mostrarle a Zenya los cadáveres de los hombres que matamos anoche porque
hace mucho que se fueron al fondo de un lago en lo profundo del bosque, pero puedo mostrarle
las cosas que podrían identificar a sus atacantes, que es lo que realmente quiere. Quiere saber
quiénes eran.
Estudio su hermoso rostro mientras repasa cada uno de los artículos, hablándome pero
sobre todo consigo misma. —Estos hombres eran Bratva. Algunos de ellos son de Rusia, o
pasaron un tiempo allí. —Mira las marcas de sus relojes—. Caro, también. Están bien pagados.
Probablemente no necesitaban robar mi mercancía.
Siento un escalofrío de orgullo cuando dice mi mercancía. Siempre decía nuestra
mercancía porque le pertenecía solo porque era parte de la familia. Un día ella será la familia.
Zenya se está acostumbrando a la idea de liderar, y un sentimiento cálido y delicioso me recorre.
Verla a cargo es caliente como la mierda.
Zenya levanta la vista y se encuentra con mi mirada. —¿Por qué estás sonriendo?
Sonrío más y mi admiración debe mostrarse en mi rostro porque se pone un poco rosada.
—Mikhail y yo pensamos lo mismo sobre tus atacantes. Gilipollas de Bratva.
Estamos en una habitación sobre el almacén que actualmente funciona como silo. Troian
autorizó a sus hombres a dejarnos entrar a mí, a Mikhail y a mis muchachos anoche cuando
estábamos dejando la mercancía.
—Pero todavía no tengo idea de por qué fui atacada. —Zenya deja caer el anillo que sostenía
sobre la mesa y se sacude los dedos antes de volverse hacia Mikhail—. Gracias por tu ayuda
anoche. Lo aprecio.
El hombre de cabello oscuro parado a mi lado asiente respetuosamente hacia ella.
Zenya mira a la media docena de hombres detrás de nosotros. —Y gracias a todos ustedes
también. El tío Kristian me dice que están ansiosos por trabajar para la familia Belyaev y estamos
muy contentos de darles la bienvenida. Me aseguraré de que conozcan a mi padre a tiempo,
pero por ahora, avísenme si hay algo que necesiten.
Finalmente se vuelve hacia mí. —Tengo una reunión ahora. ¿Te veré más tarde?
—Te acompaño. —Comienzo a moverme hacia la puerta, pero Zenya me detiene.
—No tienes que hacerlo. Estoy segura de que tienes otras cosas que hacer.
Me estiro y toco su mejilla. —Casi te matan anoche. ¿Crees que tu protector tiene algo
mejor que hacer que asegurarse de que nada le suceda a su princesa?
Zenya aparta mi mano de su mejilla y mira a los otros hombres. La mayoría de ellos están
hablando entre ellos. Solo Mikhail nos está prestando atención, pero su expresión es
cuidadosamente suave, como si nunca hubiera tenido una opinión sobre nada.
—Estoy acostumbrada a hacer las cosas sola —me recuerda—. Y no me llames princesa
mientras estamos trabajando.
Finjo no escuchar eso. —¿Así que no llevarías a Radimir o Stannis o a cualquiera de los
otros hombres contigo hoy si hubieran sobrevivido?
Se vuelve hacia los otros hombres. —Bueno, lo hacía, pero puedo llevar a alguien…
La agarro por el codo y la atraigo hacia mí. —¿Qué es lo que realmente te molesta? ¿Te
preocupa que tome el control de la reunión y no te deje hablar?
—Espero que no —dice indignada.
—¿Entonces qué?
Zenya me inmoviliza con una mirada. —No estoy segura de cuánto tiempo puedo confiar
en ti antes de que me abandones de nuevo.
—No me iré a ninguna parte, lo juro. Tú lideras y yo te sigo. —Extiendo mis manos y me
miro a mí mismo y luego vuelvo a mirarla con una sonrisa—. Soy todo tuyo.
Zenya mira mi pecho. Mis manos. Mis hombros. Su mirada se desenfoca un poco, y sé
que está recordando cómo se sintió estar debajo de mí en ese sofá anoche. Tocándome. Verse
a sí misma envuelta a mi alrededor en los momentos antes de que le pusiera esa venda en los
ojos. Mientras se sentaba en mi regazo con las réplicas de su orgasmo atravesándola, sintió por
sí misma mi innegable reacción hacia ella.
Soy todo lo que necesita.
Su músculo.
Su protección.
Su hombre, en todos los sentidos.
Y ella está muy necesitada de mí.
Saco las llaves de mi bolsillo y asiento hacia la puerta. —Entonces, ¿nos vamos?
Zenya asiente pero no se mueve.
Sonrío más y la observo mirarme jugar con las llaves en mis dedos, deslizar mi dedo medio
en el anillo de metal y girar la llave sobre mis nudillos. —Te sigo, ángel. Tú eres la jefa.
—Correcto. —Zenya camina rápidamente hacia la puerta y yo la sigo con una sonrisa. Es
tan delicioso poner nerviosa a mi sobrina.
La reunión de Zenya es al otro lado de la ciudad en un club privado que pertenece a uno
de los socios más antiguos de la familia Belyaev, Bohdan Adamovich.
A esa hora del día, la barra principal del club tiene sólo un puñado de bebedores, unos
con tazas de espresso, otros con vasos de whisky, que probablemente no se han acostado desde
el día anterior. Las horas de trabajo son poco convencionales en Bratva.
Aquí sólo hay hombres. Siempre son solo hombres en lugares como estos, a menos que
una mujer esté sirviendo las bebidas. Nuestro estilo de vida no da la bienvenida a las mujeres a
cargo ni es amable con ellas. Como la hija de Troian, Zenya camina en un halo de protección
en casi todos los lugares a los que va, o se supone que debe hacerlo, de todos modos.
Protección e interés. La irritación me sube por la columna cuando me doy cuenta de que
todos los hombres de la habitación miran fijamente a mi sobrina.
La pequeña y dulce Zenya Belyaev finalmente tiene dieciocho años. Suficientemente
mayor para casarse.
Me quedo atrás por un momento para poder medir sus reacciones hacia ella, y nada de
lo que veo me hace feliz. Doy un paso detrás de ella y lanzo una mirada furiosa alrededor de la
habitación. Reconozco a muchos de los hombres y sus ojos se agrandan cuando me ven.
Así es, cabrones. Kristian Belyaev ha vuelto a la ciudad y Zenya Belyaev no está buscando
marido. Estar con la hija de Troian significa que todos sabrán que estoy de vuelta en las buenas
gracias de Pakhan. La noticia se extenderá por todas partes esta noche.
El hombre de Adamovich estaba esperando a Zenya, pero cuando se acerca a nosotros,
nos mira confundido por un momento y luego me habla y me anuncia que Adamovich me está
esperando.
—Quieres decir que está esperando a mi sobrina —le digo, y lo digo lo suficientemente alto
como para que mi voz se escuche por toda la habitación. Se intercambian miradas y se levantan
algunas cejas.
Zenya Belyaev tiene edad suficiente para casarse, y también tiene edad suficiente para
liderar en ausencia de su padre.
Espero a que Zenya pase primero, enviando el mensaje a todos los que miran, y todos
miran, que estoy aquí con Zenya y no al revés.
Zenya podría haber vacilado en la privacidad del Silo, pero aquí su expresión es una
máscara fría y relajada, y su cabeza está en alto mientras sube las escaleras hacia la oficina de
Adamovich.
Antes de seguirla, me doy la vuelta y lanzo una mirada dura alrededor de la habitación.
¿Cuál de ustedes, capullos absolutos, trató de lastimar a mi sobrina anoche? Cuando me entere,
deseará haber dejado sus intestinos en el piso del almacén junto con los matones que contrató.
En la oficina de Adamovich, me paro junto a la silla de Zenya y estoy frente a su escritorio.
Adamovich es un hombre bajo y robusto de unos sesenta años con el pelo teñido de negro
peinado hacia un lado. Él mira de mí a mi sobrina, con una expresión de confusión.
—La mercancía que solicitaste está disponible. Obtuvimos los modelos exactos que solicitó,
pero puedo proporcionarle alternativas. —Zenya le explica los detalles técnicos de los
bloqueadores de radar y los detectores y le explica por qué en realidad son mejores que los que
esperaba Adamovich.
Cuando ella termina, se vuelve hacia mí. —Estoy decepcionado de que no hayas podido
cumplir con mi pedido al pie de la letra, Kristian.
No he dicho una palabra desde que entré en la habitación. Miro a Zenya y veo un destello
de irritación en sus ojos.
Ella le sonríe dulcemente. —Como expliqué, los radares y escáneres que obtuvimos son
más nuevos y mejores que los que solicitó, pero espero que podamos llegar a un acuerdo que
compense su decepción.
Luego dice un precio por la mercancía que es más alto que el precio que me dijo anoche
cuando pensó que yo era un extraño que podría ser sobornado para dejarla vivir, y tengo que
ocultar una sonrisa.
Adamovich chasquea la lengua y niega con la cabeza. A mí me dice: —Te pago
cuatrocientos cincuenta mil.
Miro al hombre sin decir nada, y Zenya también. Finalmente, cuando el silencio se vuelve
incómodo, pregunto: —¿Por qué le faltas al respeto a mi sobrina de esta manera?
El hombre me mira boquiabierto. —¿Qué? Supuse…
—Zenya Belyaev es con quien te ibas a encontrar —gruñí—. Dale la cortesía de dirigirte a
ella.
Él frunce el ceño de ella a mí. —Preferiría llevar a cabo mi negocio con alguien más
experimentado.
Zenya se pone de pie. —Entonces dejaré de hacerte perder el tiempo.
Buena chica. Termina esta reunión y demuéstrale a Adamovich quién está al mando. Me
doy la vuelta y le abro la puerta, pero justo cuando estamos a punto de salir, Adamovich nos
llama.
—Espera. Por favor, Zenya. —Hace un gesto hacia su silla—. Puedes sentarte.
Se queda donde está y examina sus uñas afiladas. Están pintados de un rojo sangre
brillante que es tan oscuro que es casi negro. —¿Puedo? Pero el precio subió un diez por ciento.
—Le lanza una mirada oscura—. Mi precio. No el tuyo.
El rostro de Adamovich se sonroja de ira. —Ese es el tipo de comportamiento mezquino
que espero de una adolescente.
—Maldito irrespetuoso… —Mi temperamento estalla y doy un paso hacia él, pero Zenya me
detiene con una mano en mi pecho.
—Está bien, tío Kristian —murmura, y la expresión fría en sus ojos me dice que puede
manejar esto.
Zenya pestañea lentamente hacia Adamovich. —¿Le parecería mezquino que se haya
aprovechado de la enfermedad de mi padre hace dos años para pagarnos un precio mucho más
bajo por un envío de lo que se acordó previamente? Estaba demasiado enfermo y confuso para
discutir contigo, pero sé con certeza que lo engañaste. Yo llamaría a eso mezquino. De hecho,
lo llamaría francamente despreciable.
Adamovich la mira boquiabierto. —¿Cómo te atreves a acusarme de tal cosa? ¿Cómo
podrías siquiera saber primero sobre mis tratos con tu padre?
Zenya le da una sonrisa fría. —Esta pequeña niña pequeña ha estado administrando los
movimientos de acciones y registros financieros de su familia desde que tenía quince años. Mi
padre me cuenta todo sobre sus tratos, y en ese momento me di cuenta de cómo engañaste a un
hombre enfermo. No tenemos registros de correo electrónico y formularios de pedido en esta
línea de trabajo. Sólo tenemos nuestra palabra y nuestro honor. No estuve en esas reuniones,
pero ahora estoy aquí antes que ti, y estaré en todas las reuniones en el futuro. Si quieres hacer
tratos con la familia Belyaev, tendrás que hacerme feliz de trabajar contigo.
Adamovich fanfarronea durante unos minutos sobre cómo nunca engañó a nadie, y si
hubo algún error fue honesto.
—Por supuesto que lo fue. Nos olvidaremos del pasado siempre y cuando aceptes mis
términos hoy —le dice Zenya.
Su mano todavía está en mi pecho y está jugando con uno de los botones de mi camisa.
La miro con una sonrisa.
Adamovich acepta sus términos.
Mi sobrina es tan jodidamente ruda.
Cuando salimos de su oficina y nos dirigimos por el pasillo, Zenya me dice: —Pensé que
era demasiado bueno para ser verdad que no aplastarías mi autoridad allá atrás. Te debo una
disculpa.
—No necesitas disculparte. Ver a mi sobrina derribar a ese idiota es lo mejor que he visto
en dos años.
Sonríe y niega con la cabeza. —Kristian Belyaev, icono feminista. ¿Quién lo hubiera
pensado?
—¿Yo? Eres tú. Estuviste absolutamente magnífica. —Me acerco, disfrutando de tenerla
totalmente sola aquí—. Espero que estés orgullosa de ti misma.
Levanta la barbilla y se encuentra con mi mirada audazmente. —Claro que sí. Soy una
Belyaev.
Esa mirada atrevida en sus ojos hace que la sangre se me suba a la polla. Miro de un lado
a otro del corredor y tomo su mandíbula en mi mano, jugando con mi pulgar sobre sus labios
carnosos. —Si necesitas más de lo que te di anoche, todo lo que tienes que hacer es pedirlo.
Siento su cálido aliento contra mi piel. Acaricio sus labios de nuevo y su lengua se mueve
contra la yema de mi pulgar. Gimo y presiono mi frente contra la de ella. Su espalda está contra
la pared, pero no es ella la que está atrapada.
Soy yo.
Ni caballos salvajes podrían separarme de mi sobrina.
Inclino mi cabeza hasta que mis labios están tan cerca de los suyos que casi la estoy
besando, y su mirada se dirige a mis labios. —Sé que debes mantenerte casta para tu esposo...
Para mí. Soy tu maldito esposo.
Me las arreglo para no decírselo a ella ni a todos en un radio de cincuenta kilómetros,
pero mi resolución pende de un hilo.
—Hay tantas cosas con las que puedo volverte loca justo antes de renunciar a tu inocencia.
Y si no te importa un carajo tu inocencia, felizmente también te liberaré de eso. Te mereces
todo lo bueno de esta vida, Zenya. Y quiero dártelo.
—Tío Kristian, no podemos hacer eso —susurra. Sus manos se deslizan por mis antebrazos
para aferrarse a mis muñecas. Ambos jadeamos contra la boca del otro.
—Si podemos. Mi lengua fue hecha para tu coño y lo sabes.
Zenya está pegada a la pared, respira aceleradamente y tiene los ojos dilatados.
Sé que su coño está mojado.
Solo lo sé.
No han pasado veinticuatro horas desde mi regreso y nos estamos moviendo a la velocidad
del rayo el uno hacia el otro, lanzándonos tan rápido que nuestra colisión va a ser explosiva.
Mis dedos caen al dobladillo de su vestido porque tengo que estar seguro.
Zenya niega con la cabeza desesperadamente.
—Déjame sentirlo, princesa —murmuro—. Si no estás mojada, nunca te volveré a tocar.
—No lo estoy —insiste, pero no me detiene mientras deslizo una mano entre sus cálidos
muslos internos. Casi gimo por lo suave como la seda que es.
Envuelvo un brazo alrededor de su cintura y la tiro con fuerza contra mi cuerpo, y sus
manos aterrizan en mi pecho. Con mi nariz enterrada en la nuca de su cuello, la respiro. Vivo
para saborear a esta chica. Cada segundo sin ella se sentía como eternidades encadenándose,
una y otra vez. Con mi otra mano, acaricio sus bragas sobre su sexo. Están hechos de encaje
fino y están empapados.
—Mierda, no estás mojada —susurro.
—¿No? —responde, y sonrío contra su garganta cuando escucho su sorpresa y solo una
pizca de decepción.
Muevo su clítoris suavemente con mi dedo medio y Zenya jadea y se aferra aún más a mí.
—Estás empapada.
Levanto mi dedo y se lo muestro. Tiene tiempo suficiente para mirarlo, y luego me lo
meto en la boca y lo chupo. Con un gemido, saco mi dedo y susurro: —Sabes jodidamente
delicioso, princesa. He estado hambriento por ti.
El shock y el deseo la tienen completamente a mi merced. Tomándome mi tiempo ahora,
bajo mi mano una vez más y meto mis dedos dentro de sus bragas, concentrándome en su
clítoris y frotándola en círculos firmes.
Zenya agarra mis solapas con ambas manos y abre los pies y arquea la espalda. Sus labios
están tan húmedos como su coño, y cada jadeo que hace es un pequeño beso contra mi propia
boca. Podría hacerle tantas cosas mientras está en este estado.
Levanto mi dedo a sus labios. —Ahora chupa.
Abre la boca y deslizo mi dedo por sus labios, hasta mi segundo nudillo.
—Buena chica —murmuro con voz ronca, fascinado por la vista de sus labios envueltos
alrededor de mí. La sensación de su lengua suave y la succión de su boca. Sus pestañas
revolotean mientras la alabo—. Eres tan hermosa cuando estás cachonda. Me encanta ver este
lado de ti.
Le estoy enseñando que estar mojada y jadear por mí es algo bueno.
Sin vergüenza.
Solo placer.
—Eres la mujer que necesito. Hermosa. Fuerte. Inteligente. Derritiéndose a mi tacto.
Podemos tener lo que queramos, Zenya.
Un sonido en el otro extremo del pasillo la hace saltar, sale de su trance y se da cuenta de
que está chupando mi dedo que está cubierto de su humedad.
Zenya tira de mi dedo de sus labios y empuja contra mí. —Por favor… déjame ir.
—No quiero nada a cambio. Solo déjame ver tu hermoso rostro mientras te corres.
—Tío Kristian, por favor. —La confusión está llenando sus ojos azules.
A regañadientes, aflojo mi agarre y retrocede tan rápido que tropieza.
Nos miramos el uno al otro en silencio, ella jadeando por la sorpresa y yo con los hombros
apoyados contra la pared, las manos en los bolsillos y el ceño fruncido en la cara.
—¿Por qué hiciste eso? —Zenya tira del dobladillo de su vestido como si pudiera hacer que
cubriera más de sus muslos celestiales. Saber que está tan mojada e hinchada para mí con solo
un trozo de encaje en el camino me está volviendo loco.
—¿Por qué no lo haría?
Parece estar luchando por encontrar una razón mientras su mandíbula trabaja. —Soy tu
sobrina. Eso es todo lo que alguna vez seré. Si crees que puedo ser algo más para ti, estás loco.
Lanzo una mirada desafiante. —¿Hacia quién quieres caminar por el pasillo el día de tu
boda? ¿Alguien que solo te quiere por tu dinero y poder, o un hombre que siempre te ha
amado?
Ella me mira en estado de shock.
Sí, siempre la amé, de una forma u otra.
Zenya se da vuelta y baja corriendo las escaleras, desapareciendo de mi vista.
Gimo y golpeo mi cabeza contra la pared, mirando al techo. No puedo renunciar a Zenya.
no lo haré
Verla con otro hombre me hará cometer un asesinato. Si alguna vez veo a un hombre
tocándola, le arrancaré las tripas del vientre con mis propias manos.
Después de un momento, respiro y calmo mi frustración, y la sigo. Esto es un maratón,
me recuerdo a mí mismo, no una carrera de velocidad. No puedo deshacer dieciséis años de
Zenya adorándome como su tío y dos años de dolor y soledad en un solo día. Le he mostrado
cuánto responde su cuerpo a mi toque, así que dejaré que lo piense durante uno o dos días y
luego renovaré mi búsqueda.
Cuando salgo al club de abajo, lo primero que veo es a Zenya.
En los brazos de otro hombre.
El mundo se vuelve rojo fundido. Un pedazo de mierda que no reconozco tiene sus brazos
alrededor de Zenya y baja su boca hacia la de ella.
Estoy a su lado una fracción de segundo después. —Si la besas, eres hombre muerto.
El hombre levanta la cabeza y me frunce el ceño, y no suelta a mi sobrina. —¿Quién
diablos eres?
Miro a Zenya y tiene una expresión de disgusto, tan diferente al deseo que vi en su rostro
cuando estaba en mis brazos.
—Grigor es nuevo —explica Zenya—. Solo ha estado trabajando en la ciudad alrededor de
un año. Su padre es Gedeon Kalchik.
No me importa si su padre es el Rey del Olimpo. —Quítale las manos de encima —digo
entre dientes.
—Tu nuevo guardaespaldas piensa que es una mierda caliente, bebé. —El hombre me
sonríe, arrastrando su mirada por mi cuerpo con una mirada insolente en sus ojos—. Vete, idiota.
Soy el prometido de Zenya.
Me giro hacia ella y levanto una ceja. Anoche dijo que estaba comprometida, pero pensé
que era algo que dijo para deshacerse del extraño hombre que la estaba haciendo sentir cosas
que nunca antes había sentido. Sus hombros están encorvados contra el toque de este hombre
y sus ojos siguen apartándose de él. Quienquiera que sea, no está contenta de verlo.
Soy vagamente consciente de que todos en la habitación han dejado de hablar y nos miran
a los tres. Nadie acude en ayuda de Grigor. Todos saben quién soy y les gusta la sangre que
corre por sus venas.
Le doy una sonrisa amenazadora. —Quítale las manos de encima a mi sobrina.
El joven abre mucho los ojos y me rastrilla de arriba abajo. —¿Kristian Belyaev? Pensé que
estabas muerto o lo que sea.
—Bueno, lo que sea.
—¿Grigor? —Zenya dice, mirándome con ojos preocupados, adivinando correctamente que
estoy a punto de provocar un derramamiento de sangre.
—¿Sí, cariño?
—Quítame las manos de encima.
Con una expresión malhumorada, Grigor le quita el brazo de los hombros y da un paso
atrás.
—Grigor no es mi prometido —me explica, acomodando su ropa en su lugar.
—Solo por un tecnicismo —interviene y le lanza a Zenya una sonrisa de complicidad—.
Zenya simplemente no ha dicho que sí.
Formo mis manos en puños. Zenya pone una mano tranquilizadora en mi brazo como si
me estuviera diciendo que no me preocupara por eso.
—Te llamare. Me debes una segunda cita. —Grigor se aleja con aire confiado, como si fuera
solo cuestión de tiempo antes de que la haga suya.
Zenya tiene sus brazos envueltos alrededor de su cuerpo y su expresión es abatida.
Conozco esa mirada. Mi dulce diente de león lucía así en los peores días de su vida. Cuando su
mamá murió. Cuando los hijos de Chessa lloraban por su madre muerta. El día que la dejé. No
quería volver a verla así nunca más.
—Déjame adivinar. Ese imbécil te ha estado acosando durante semanas. Meses. Sigues
diciendo que no, pero como no hay ningún hombre alrededor para decirle que se vaya a la
mierda, ha estado tratando de desgastarte.
Ella aprieta los labios y asiente.
Envuelvo un brazo alrededor de su cintura y beso su frente. —Tu tío se encargará de esto
por ti, princesa.
Cuando me vuelvo hacia Grigor, Zenya dice rápidamente: —No, tío Kristian, no...
—Oye. Tú. —Escucho el suspiro exasperado de Zenya detrás de mí mientras sigo a Grigor.
¿De verdad cree que voy a representar a un completo don nadie haciéndola sentir como si fuera
una presa?—. ¿Qué le acabas de decir?
Grigor se vuelve hacia mí con el ceño fruncido. —¿Eh?
Otra oleada de ira me atraviesa. —No es “¿Eh?” Es “sí, señor”. Necesitas aprender algunos
modales. Te pregunté qué le dijiste a mi sobrina.
Mira entre Zenya y yo con una expresión confundida. —Le dije adiós. ¿Por qué me estás
jodiendo?
—¿Te debe otra cita?
Una sonrisa estúpida se extiende por su rostro. —La llevé a cenar y me prometió otra cita,
pero no ha respondido a mis…
—¿Zenya Belyaev te debe algo?
—Bueno, sí, dijo…
Lo agarro por el pelo y tiro de él hacia Zenya.
Agarra mi muñeca e intenta escapar de mi agarre, pero no tiene más remedio que tropezar
con sus propios pies mientras lo arrastro por la alfombra. —¡Ay! ¡Qué carajo! Suéltame, maldito
psicópata.
Hago que se enderece y le gruñe al oído: —Te lo dije. No es “eres un maldito psicópata”.
Es “señor”. —Hago que la mire, y no soy gentil al respecto—. ¿Qué te debe mi sobrina favorita?
—¿De qué estás hablando? ¡Suéltame!
—Zenya Belyaev, la primera y más preciada hija de mi hermano, la mujer más hermosa
de esta ciudad y heredera de la mayor parte de la fortuna de Belyaev, ¿le debe algo a un perro
llorón como tú?
Grigor finalmente se da cuenta y jadea: —Está bien. No. No me debe nada.
Lo sacudo para que le castañeteen los dientes. —¿Te debe una cita?
—No.
—¿Te rechazó?
—Bueno, sí, pero…
—¿Entonces no escuchas a una dama cuando te rechaza? —gruño.
—Pero…
Lo sacudo con tanta fuerza que sus dientes chasquean. —No eres más que una pequeña
mancha de mierda, ¿no? Dilo.
—¿Qué? En serio, vete a la mierda, hombre.
Se retuerce de un lado a otro en mi agarre mientras yo estoy de pie allí con una mano en
mi bolsillo. Todo el mundo a nuestro alrededor está mirando. Veo a alguien que conozco al
otro lado de la habitación y lo saludo en silencio con un movimiento de barbilla. Responde con
una sonrisa divertida y brinda por mí con su taza de café. Han aparecido los guardaespaldas de
Adamovich, pero no se meterán en esto mientras siga la disputa entre este idiota y yo.
Me vuelvo hacia Grigor que lucha contra mi agarre. —Conozco a tu padre. Conozco a tus
tíos. Son buenos amigos míos. ¿Qué tal si te tiro en la parte trasera de mi auto, te llevo hasta
ellos y les digo cómo le faltaste al respeto a mi sobrina?
Puede que Grigor no comprenda lo peligroso que es enfurecer al clan Belyaev, pero su
familia sí lo hará, y sé que el padre de Grigor tiene un temperamento violento.
—Eres una pequeña mancha de mierda. Dilo. Vamos.
Grigor se pone rojo y murmura: —Soy una pequeña mancha de mierda.
Lo tiro lejos de mí por el pelo. —Si te vuelvo a atrapar a menos de treinta metros de Zenya,
te destriparé como a un puto pez. Ahora sal de mi vista.
Grigor tropieza, se endereza y me lanza una mirada asesina antes de alejarse rápidamente.
Zenya desliza su mano en la mía y pone su mano en mi bíceps, susurrándome: —No
necesitabas hacer eso.
Miro su mano sosteniendo la mía y la comisura de mi boca se levanta. Sospecho que se
está aferrando a mí, así que no voy tras Grigor y lo golpeo hasta matarlo, pero todavía estoy
disfrutando esto. —Sí, lo hice. ¿Desde cuándo se les permite babear por ti y exigir cosas de un
Belyaev?
Hace una expresión de tristeza y puedo adivinar la respuesta. Desde que me fui y Troian
se enfermó demasiado para recordarles a todos que estamos en lo más alto de la cadena
alimenticia en esta ciudad.
Aliso su cabello hacia atrás y miro su hermoso rostro. —Todo está volviendo a ser como
antes. De hecho, va a ser aún mejor porque todos estos cabrones insolentes aprenderán a
presentarte sus respetos.
Zenya me mira. —Papá cree que debería casarme con Grigor. O casarse con alguien, al
menos. Ya viste cómo era Adamovich. Los hombres en esta línea de trabajo no toman muy en
serio a las mujeres solteras. O las mujeres en general. Pero con un hombre fuerte a mi lado… —
Su nariz se arruga con molestia.
Desafortunadamente eso es cierto, pero es por eso que me tiene a mí. Para estar por
encima de cualquier imbécil que no le da a mi sobrina el respeto que se merece. —Si alguien
más se toma libertades contigo, tu tío les enseñará modales hasta que lloren por sus madres.
Zenya me da una mirada divertida. —Tendrás las manos ocupadas si ese es el caso.
La ira se propaga a través de mí mientras miro alrededor de la habitación. La mayoría de
la gente ha perdido interés en nosotros ahora que la pelea ha terminado, pero los pocos que
seguían mirándonos miran hacia otro lado rápidamente. —¿Quién te ha estado acosando? Los
mataré.
Se encoge de hombros. —Sobre todo quieren casarse conmigo.
—¿Cuantos?
—He perdido la cuenta. —Mientras me mira, una sonrisa se dibuja en las comisuras de su
boca.
Deslizo mi mano alrededor de su nuca y la acerco más, murmurando: —Princesa, ¿estás
tratando de ponerme celoso?
Me mira desde debajo de sus pestañas, una mirada coqueta y atrevida. Es la naturaleza de
Belyaev estar a la altura de cualquier desafío. —Por la mirada en tus ojos, no tengo que tratar de
ponerte celoso.
—Así es. Cada vez que pienso en un hombre tocándote de la forma en que yo te toco... —
gruño, acercando aún más mi cara a la de ella y respirando su dulce aroma—. Casi me vuelvo
loco de celos. Uno de estos días, te besaré abiertamente y me aseguraré de que todos en esta
ciudad sepan que eres mía.
Bebo la expresión nebulosa y necesitada en sus ojos.
¿Ves lo diferente que se siente cuando soy yo quien te abraza, princesa?
Ese día, usará mi anillo y mi bebé estará en su vientre, las campanas de la iglesia sonarán
para que todos las escuchen en kilómetros a la redonda.
Ella toma mi muñeca y arrastra mi mano lejos de su nuca. —Debería haber sido yo quien
hiciera gemir a Grigor y suplicar clemencia. Soy la siguiente en la línea para liderar esta familia,
no tú.
—Joder, sí. Lo eres —respiro—. Pero es un placer hacer ese tipo de cosas por ti. No me lo
quites.
—No pertenezco a ningún hombre, tío. Soy Zenya Belyaev, y todos en esta ciudad se
arrodillarán ante mí.
Me da un empujón, caigo en un sofá y la miro sorprendido, mi cabello cae sobre mis ojos.
Zenya me sonríe y se cruza de brazos. —Empezando por ti.
Eso no es parte de mi plan, que me arrodille ante ella. Se supone que debe ser al revés.
Se suponía que Zenya Belyaev se enamoraría de mí y entregaría dulcemente todo su poder a su
querido tío.
Pero ha cambiado en los años desde que me fui. Me mira por debajo de su linda nariz
con orgullo ardiendo en sus ojos.
—¿Quieres que me arrodille por ti? —Pregunto lentamente, sintiendo la sangre subir a mi
pene.
—¿Te atreves, tío, delante de todos estos hombres?
Juntos miramos a izquierda y derecha y vemos que toda la habitación nos está mirando
de nuevo.
Yo, Kristian Belyaev, nunca me he arrodillado ante nadie en mi vida. Ni siquiera mi propio
hermano. Troian siempre ha tenido mi devoción total, pero le habría dicho que se fuera a la
mierda si me pidiera que me arrodillara.
Pero cuando miro a mi sobrina, me doy cuenta de que es todo lo que quiero hacer. Todos
los hombres de esta ciudad deberían arrodillarse en el momento en que ella entra en una
habitación.
Y lo harán.
Zenya hará que todos la adoren, y no puedo esperar a verla hacerlo.
Me deslizo hasta mis rodillas ante Zenya y sus ojos brillan con sorpresa. Me estiro para
tomar su mano y rozo mis labios sobre el interior de su palma mientras la miro a los ojos.
—Cualquier cosa por ti, princesa.
Capítulo 8

E
s un tipo especial de locura querer hundir tu lengua en la boca de tu sobrina justo en
frente de tu hermano, pero en como Zenya se hace cargo de la reunión, es todo en lo
que puedo pensar.
Todos los ojos están puestos en ella, y se ve deslumbrante con su cabello rubio como la
luz de la luna girando sobre sus hombros y un minivestido negro pegado a su cuerpo. Lleva una
gargantilla de cinta de terciopelo negro alrededor del cuello, y de vez en cuando la toca con sus
uñas afiladas de color rojo oscuro. Estoy obsesionado con cada pequeño detalle sobre ella. Sus
pestañas. Los mechones de cabello sedoso junto a su oreja. Esa gargantilla, que debería ser mi
puta mano mientras la beso bruscamente.
Meto mis manos más profundamente en los bolsillos de mis pantalones y me aclaro la
garganta para distraerme. He estado semi-duro tendiendo a estar duro como una roca desde que
me dijo que me arrodillara ante ella. El poder de esta chica sobre mi corazón y mi cuerpo es
una locura.
Troian está aquí, por supuesto, y también Mikhail. Estamos teniendo esta reunión en la
habitación de Troian porque estaba demasiado exhausto por la quimioterapia para llegar al Silo.
Un deseo ardiente e inquieto ha estado agitándome toda la semana, y ahora está
alcanzando un punto álgido. Necesito sentir los labios de Zenya contra los míos. Anhelo
aplastarla contra mi cuerpo, meterme dentro de ella y llenarla. Soy un hombre hambriento, y
he estado hambriento durante años. Ponerme de rodillas y darle un beso en la palma de la mano
el otro día me ha causado un cortocircuito en el cerebro incluso más de lo que lo hizo cuando
la chupé. Una criatura primitiva dentro de mí ha despertado y no se calmará hasta que la haya
reclamado.
Le juré lealtad.
Esa chica es mía.
Incluso su propio padre y Mikhail mirándola hacen que el monstruo dentro de mí ruga
de celos.
—¿Adamovich va a pagar, Kristian?
—¿Hm? —Aparto la mirada de mi sobrina y me vuelvo hacia Troian—. Oh, por supuesto
que lo hará. Zenya le abrió el culo a ese hombre y él era tan obediente como un cachorro
cuando terminó con él. Zenya puede manejar a cualquiera.
Mi sobrina se coloca un mechón de cabello detrás de la oreja y no dice nada, pero noto
una pequeña sonrisa en sus labios. Eso es cierto bebe. Los Adamoviches y los Grigors de este
mundo merecen ser reducidos a polvo bajo tus tacones altos.
—Las habilidades de Zenya son impresionantes —dice Troian con una sonrisa—. Pero,
¿puede manejar a su tío salvaje?
La miro a los ojos y le doy una sonrisa diabólica, y sus mejillas se ponen rosadas. —Es la
única que puede.
—Adelante —dice Zenya rápidamente, volviéndose hacia su padre—. Los Belyaev necesitan
hacer una demostración de fuerza. Dar a conocer nuestra presencia en el mundo. Nos hemos
retirado de muchos eventos sociales en los últimos dos años y eso ha erosionado la confianza
que la gente tiene en nosotros.
Asiento con la cabeza. —Tienes razón, Zenya. Hagamos un chapoteo, tú y yo. Muéstrale a
esta ciudad que los Belyaev son más fuertes y están más unidos que nunca. Te llevaré a la
ciudad.
Zenya piensa en esto y luego dice: —Tal vez podríamos hacer eso, pero tengo otra idea.
Es la fiesta de cumpleaños número sesenta de Yuri Golubev dentro de tres días. Papá no es lo
suficientemente fuerte para asistir, pero debería ir y representarnos a todos.
Yuri Golubev es el jefe de la segunda familia Bratva más importante de la ciudad. Todos
los que son importantes en nuestro círculo estarán presentes. Asiento con aprobación. —Buen
plan. Iré contigo.
Troian me mira sorprendido y luego se ríe. —¿No vas a argumentar que tu idea es mejor?
¿Quién eres y qué has hecho con mi hermano?
Hace dos años, hubiera hablado por encima de todos. Argumentando mi punto
agresivamente, incluso si el plan de otra persona era tan bueno como el mío.
Pero ahora no es importante ganar. Zenya es lo importante. Lo cual es un pensamiento
extraño, considerando que volví aquí con el expreso propósito de ganar todo lo que quiero a
través de ella.
Muevo mi mirada hacia ella, preguntándome si me estoy jodiendo al ceder demasiado
terreno a ella.
No, solo se enamorará más de mí sí sabe que siempre la cubro. —Zenya tuvo una mejor
idea.
Zenya, Troian y Mikhail me miran estupefactos.
Troian se ríe de nuevo. El sonido es mucho más débil de lo que solía ser, y parece agotarlo,
pero se las arregla para decir: —Esta mujer misteriosa ha domesticado a mi hermano. Nunca
pensé que viviría para ver el día. Debes decirme quién es ella porque quiero conocerla.
Mikhail se pasa una mano por la cara como si estuviera pidiendo fuerza en silencio. De
repente, Zenya está muy interesada en sus uñas. Recuerdo mi juramento, que no diré nada que
moleste a Troian, así que Zenya tendrá que ser quien le cuente a su padre sobre nosotros.
—Se revelará cuando esté lista.
—Nunca te imaginé con una chica tímida, Kristian —dice Mikhail sin expresión.
—Lo es a veces, por momentos. En otros, es tan valiente como una tigresa. Saldrá de su
escondite cuando esté lista.
Me doy cuenta de que Zenya lleva pendientes de diamantes en las orejas, los que le regalé
por su decimosexto cumpleaños. Ha tenido una actitud distante conmigo durante días y, sin
embargo, se vistió esta mañana pensando en mí. Apuesto a que incluso esperaba que los notara.
—¿Qué te parece, diente de león?
Ella mira hacia arriba, sobresaltada. —¿Yo? No tengo ningún interés en tu vida amorosa.
Una sonrisa se extiende por mi rostro. —Estoy hablando de la fiesta. Tú y yo podemos
hablar de mi vida amorosa más tarde. Sé que en secreto te mueres por saber más al respecto.
Bonitos pendientes, por cierto.
Zenya toca uno de los lóbulos de su oreja brevemente. —Eres bienvenido a venir como mi
acompañante. Si te irrita estar a mi sombra, es mejor que te quedes en casa.
—Sería un honor estar a tu lado. Zenya Belyaev es el futuro líder de esta familia y todos
deben saberlo.
Me da una larga mirada como si estuviera buscando dobles sentidos o trampas. Finalmente
dice: —Está bien. Te llevaré conmigo si realmente puedes aceptar que soy la heredera de papá
y no tú.
—Zenya Belyaev tiene mi mayor devoción y lealtad —murmuro con una sonrisa
encantadora.
Cuando termina la reunión, Zenya y Mikhail se van, pero yo me quedo atrás para hablar
con mi hermano.
Me acerco a su cama y le pregunto: —¿Sabías que los hombres han estado acosando a
Zenya a tus espaldas? La dejé sola en el club de Adamovich durante tres segundos y un pedazo
de mierda sin valor estaba tratando de robarle un beso. Tuve que enseñarle modales.
Troian se pasa una mano cansada por la cara y su expresión es agonizante. —No sabía eso.
Esperaba inspirar suficiente miedo en esta ciudad para que los hombres la dejaran en paz. Estoy
tan agradecido de que hayas vuelto. Protégela, Kristian. No dejes que nadie la lastime.
—Oh, lo haré —digo con los dientes apretados. Nadie acercará lo suficiente como para
lastimar a mi chica.
Troian está agradecido conmigo, seguro. ¿Pero está arrepentido?
Espero en silencio, preguntándome si va a sacar el tema de lo que pasó hace dos años.
Tiene que ser él quien se lo diga porque yo no puedo. Hará llover un infierno sobre la cabeza
de su padre si hablo, y eso entra en la categoría de molestar a Troian, algo que juré que no
haría. Zenya necesita entender que soy un hombre de palabra.
Pero Troian puede decirle algo. De hecho, Troian debería ser el que se sincere con o sin
que haga un juramento. Es una mierda que no le haya dicho la verdad después de todo este
tiempo.
Las palabras brotan de mis labios a pesar de que me decía a mí mismo que debería
callarme. —¿Cuándo le vas a decir a tu hija la verdadera razón por la que me alejé durante dos
años? Cree que me preocupaba que enviaras a un asesino a por mí.
Troian me mira con el ceño fruncido. —¿Eso hiere tu orgullo varonil?
Sí, por supuesto que lo hace. Soy un hombre orgulloso, pero eso es solo una pequeña
parte. Mi labio se curva en una mueca. —Zenya debería saber la verdad.
Él suspira con cansancio. —Entonces dile si te importa tanto.
—¿Así que voy a ser el villano otra vez? ¿Por qué siempre debo ser yo y nunca tú?
Aparta la mirada de mí y mira por la ventana. —Estaba protegiendo a mi familia de ti. Ella
era mi único medio para mantenerte alejado de nosotros.
—Pero ahora que es conveniente para ti, me quieres cerca.
—Si no te gusta, puedes irte. Contrataré guardaespaldas para que Zenya la mantenga a
salvo.
—A la mierda con eso —gruño. Como si los guardaespaldas pudieran darle a Zenya la
protección y devoción que yo puedo darle.
Espero un minuto completo, pero Troian no se disculpa por nada. Bien. La verdad saldrá
a la luz eventualmente porque la obligaré a salir. Tendrá que confesar lo que hizo cuando mi
bebé comience a notarse en su vientre y sea demasiado tarde para más secretos.
Me dirijo a la puerta, pero Troian dice mi nombre con voz temblorosa y me vuelvo hacia
él.
Me suplica con los ojos llorosos. —Por favor, Kristian. Asegúrate de que esté a salvo. Si
alguien la lastima, no lo haré... no puedo... —Su garganta se cierra con el devastador pensamiento
de que podría perderla.
Nadie está lastimando a Zenya, pero aun así voy a tomarla y hacerla toda mía, y no hay
nada que mi hermano pueda hacer para detenerme.
Hago crujir los nudillos de mi mano derecha. —No tienes que preguntar. Nadie se acercará
a mi chica mientras estoy cerca, o lo pagarán con sus vidas.

Tres días después, estoy parado en el umbral de la mansión Belyaev, tocando el timbre vestido
con un traje negro nuevo y mocasines brillantes, listo para la fiesta de cumpleaños de Yuri
Golubev. Llevaba una camisa negra, no me molesté con una corbata. Odio las corbatas. No me
embarqué en una vida delictiva solo para poder vestirme como un tonto de Wall Street.
Me peiné el cabello hacia atrás, pero como de costumbre, los mechones delanteros siguen
cayendo sobre mi frente. Con un poco de suerte, atraerá a Zenya a empujarlos hacia atrás como
siempre solía hacer, inclinando sus labios hacia los míos como si estuviera rogando por un beso.
Todavía no he recibido un beso real de ella, un pensamiento que hace que mi talón
golpetee inquieto en el escalón mientras espero. Esa breve presión de mis labios contra los suyos
hace dos años no contó. La semana pasada en su cocina no estuvo ni cerca de lo que anhelo.
Espero que esté usando lápiz labial rojo esta noche porque quiero que me lo manche por toda
la boca para la medianoche.
Cuando se abre la puerta principal, me estoy ajustando los anillos plateados en mis dedos
meñiques y mi talón deja de golpear mientras la miro. Silbo por lo bajo mientras subo con la
mirada el cuerpo de Zenya, desde los tacones de aguja rojos en sus pies hasta sus piernas
desnudas y suaves, la camisola roja corta con plumas alrededor del dobladillo y, finalmente, su
hermoso rostro y su largo y holgado vestido.
—Te ves jodidamente impresionante —respiro.
—Hola a ti también —dice con frialdad, y se da la vuelta y va al espejo del pasillo donde
toma un lápiz labial y lo vuelve a aplicar.
Pintalabios rojo. Justo como esperaba.
Mientras acomoda los rizos en su lugar, me acerco por detrás, recojo el collar que está
sobre la mesa del vestíbulo y se lo paso por el cuello. Su mirada parpadea entre nosotros
mientras sujeto el broche.
—Nos vemos bien juntos, ¿no? —murmuro, apoyando mis manos en sus hombros. Nos
vemos poderosos. Nos vemos Belyaevs.
Zenya no dice nada, pero sus ojos hambrientos devoran mi rostro.
—¿Estabas deseando que llegue esta noche?—le pregunto
Zenya se vuelve hacia mí y pone una mano en mi pecho. —Si, pero… —Mira hacia las
escaleras y luego hacia mí—. En circunstancias normales, iría con papá o él vendría con nosotros.
Paso mis pulgares a lo largo de su clavícula y asiento. Tan enojado como estoy con Troian,
entiendo lo extraña que se siente.
La angustia llena sus ojos. —Es un tipo especial de dolor estar poniéndose en los zapatos
de papá mientras todavía está vivo y respirando. Me siento como un parásito. Un buitre.
—Te prometo que cuando tu padre te mira, no siente nada más que orgullo.
Zenya me acaricia el pecho y susurra: —Está tan feliz de que hayas vuelto.
¿Lo está? No estoy tan seguro de eso, pero dejó de importarme lo que mi hermano piense
de mí cuando me echó de esta familia hace dos años. —¿Cómo te sientes?
Me mira a través de sus pestañas. —No estoy segura de cómo sentirme. No eres el mismo
hombre que eras hace dos años.
Tomo su barbilla con el pulgar y el índice. —Soy el mismo hombre que siempre fui. Solo
estoy eligiendo mostrarte diferentes partes de mí ahora. Eras tan joven en ese entonces. Ahora,
eres… —Sonrío y dejo que mi mirada caiga de sus ojos a sus labios y a su vestido.
Jodidamente deliciosoa.
Zenya me mira con ojos azules pensativos. —Eras tan salvaje e impredecible en ese
entonces. Sigues siendo tan peligroso como siempre, pero ahora pareces más concentrado. Yo...
creo que me gusta eso de ti.
—Mi objetivo es complacer, princesa —murmuro, todavía sosteniendo su mandíbula. Tal
vez ni siquiera necesito esperar a la medianoche. Estamos solos en el pasillo, y bajo mi boca
hacia la de ella.
Zenya coloca un dedo en mis labios. —No. Estoy tratando de hablar contigo. Sigo
pensando que estás loco, pero me gusta este nuevo tú. El viejo Kristian nunca habría entrado en
una fiesta detrás de una mujer.
Le doy una mirada desconcertada. —¿Desde cuándo soy un pendejo misógino que no
puede tratar a una mujer como a una igual?
—Eras el heredero de papá, y te aseguraste de que todos lo supieran, especialmente
después de que se enfermó, y se hizo posible que tuvieras que dar un paso al frente más
temprano que tarde. Me sorprende que me hayas aceptado tan fácilmente. Sorprendida, pero
contenta.
La culpa se retuerce en mi vientre. Me toma un momento darme cuenta de cuál es la
sensación porque nunca antes me había atormentado mucho la emoción.
—Te ves bien esta noche —susurra, acariciando con sus dedos mi mandíbula—. Pero
siempre te ves bien.
Gimo y descanso mi frente contra la de ella. —Princesa, si sigues haciéndome cumplidos y
no me dejas besarte, voy a estallar en llamas.
—No puedo perderte de nuevo —dice, envolviendo sus brazos alrededor de mi cuello y
rogándome con los ojos—. ¿No lo entiendes? Un paso en falso entre nosotros y será como Chessa
y esa foto otra vez. Papá es muy protector conmigo y no aceptará que seas otra cosa que mi tío.
No pudo salvar a mamá. No pudo salvar a Chessa. Soy todo lo que le queda, y derramará sangre
para asegurarse de que esté a salvo, incluso si él mismo no puede empuñar la espada.
Sé que está recordando a los asesinos que Troian amenazó con enviar tras de mí. Como
si estuviera preocupado por algunos pequeños cazarrecompensas carroñeros. ¿No podemos ser
amantes porque molestaría a Troian? Troian podría no estar presente por mucho más tiempo.
Me inclino más cerca y presiono un beso en su garganta, murmurando: —Entonces, en
otras circunstancias, si tuviera que deslizar un anillo de diamantes en tu dedo y pedirte que seas
mi esposa, dirías que sí. ¿Es eso lo que me estás diciendo?
Ella respira profundamente, sus pechos presionan con fuerza contra mi pecho. —No, eso
es imposible.
—Todo lo que dices es que no podemos. —Beso su garganta—. No deberíamos. —Beso su
mandíbula—. Pero nunca escucho, no quiero. —Mis labios están cerca de los suyos pero no se
tocan, esperando que cierre la brecha—. Si quieres que deje de perseguirte, vas a tener que
matarme, porque mientras me mires con tanto deseo en tus ojos, nunca te dejaré ir.
Los labios afelpados de Zenya se asemejan a pétalos de rosa suaves y empolvados. Mira
mi boca como si estuviera recordando lo que puede hacerle. Esta chica necesita correrse tanto
que se está quemando en mis brazos.
Bajo la cabeza y le susurro al oído: —Vamos a esta fiesta y mostrémosles a todos quién es
la jefa de esta ciudad, y después, te daré unas dulces buenas noches. Incluso encontraré esa
venda para ti. Si todavía la necesitas.
Zenya se suelta de mis brazos, alcanza su bolso con un suspiro tembloroso y se toma un
momento para recuperar la compostura.
Me meto las manos en los bolsillos y la miro con una sonrisa en los labios. Esta noche va
a ser maravillosa.
Pasando la borla de su bolso entre sus dedos, dice: —Mi futuro esposo tendrá casi tanto
poder en esta ciudad como yo después de que papá se haya ido. ¿Has pensado en eso?
—Se me ha pasado por la cabeza —admito, observándola con los ojos entrecerrados y
preguntándome a qué se refiere.
Levanta la mirada y hay una expresión desafiante en sus ojos. —Los deseos de papá
significan todo para mí, y espero que te des cuenta de que mis ambiciones arden con tanta
intensidad y fuerza como las tuyas, tío Kristian. En este momento, no confío en ningún hombre
que diga que quiere casarse conmigo.
Le ofrezco mi brazo. —Mi única ambición es verte en el lugar que te corresponde, princesa.
Si hay algo que pueda hacer para ayudar a mi sobrina favorita, todo lo que tienes que hacer es
preguntar.
Zenya me mira por un momento y luego desliza su brazo a través del mío. —Bueno.
Mientras estemos claros.
Un automóvil nos espera afuera y nos sentamos juntos en el asiento trasero. Me pica la
nuca. Mi sobrina como mi esposa, vengarme de mi hermano y gobernar esta familia. Esas son
mis tres ambiciones secretas, pero parece que Zenya está empezando a descubrirlo por sí misma.
Zenya deja su mano en el asiento del auto y la alcanzo al mismo tiempo que ella se aleja
y agarra con fuerza su embrague. Finge que no me vio alcanzar su mano, pero sé que lo hizo.
Aprieto los dientes. Perseguir a esta mujer es más difícil que cometer un asesinato a sangre
fría. En realidad, el asesinato es un paseo por el parque en comparación con reclamar un solo
beso de la única mujer que he querido. Si Zenya no se casa conmigo, entonces perderé mi
oportunidad de tener todo el poder en esta ciudad y nunca me vengaré de mi hermano.
Pero no es la idea de perderlos lo que hace que se abra un agujero negro en mi pecho.
Observo el hermoso perfil de Zenya con los rascacielos y las luces de la ciudad deslizándose
detrás de ella. Dos años estuve desterrado, ¿y qué es lo que más extrañé? Ni esta ciudad ni
cabrear a mi hermano, eso seguro.
Cuando llegamos a la mansión de Yuri Golubev, camino hacia el lado del auto de Zenya
y le tiendo la mano. Pone sus delgados dedos en los míos y la ayudo a salir. Una sonrisa orgullosa
toca mis labios mientras bebo al verla, la cabeza en alto, el glorioso cabello rubio plateado
cayendo en cascada por su espalda, el vestido de cóctel corto mostrando sus piernas celestiales.
Todo el mundo se vuelve para mirarnos mientras la conduzco a través de la puerta
principal y dentro de la casa.
O mejor dicho, todos se vuelven para mirarla.
Kristian Belyaev ha regresado inesperadamente, pero la mayoría de los cien invitados a la
fiesta están intrigados por la hermosa hija de Troian Belyaev en mi brazo. Hago contacto visual
con tantos hombres como sea posible, advirtiéndoles en silencio que esta chica está bajo mi
protección y que no deben hacerse ideas.
Zenya da un paso adelante primero para saludar a Yuri Golubev. —Feliz cumpleaños, Yuri.
Gracias por invitarnos a su casa. Mi padre envía sus saludos y desea poder estar aquí esta noche
también.
Ocupo el segundo lugar, como corresponde a un hombre que ya no es el heredero de
Troian. Si no me caso con Zenya, siempre estaré en segundo lugar. ¿Y si la convenzo de que se
case conmigo y luego la hago a un lado?
Le romperé el corazón.
O me matará.
Espero que te des cuenta de que mis ambiciones son tan intensas y brillantes como las
tuyas, tío Kristian.
—Te acuerdas de mi tío, por supuesto —dice Zenya, mirándome mientras le sonríe a
nuestro anfitrión.
—Hola, Yuri —digo, y él inclina la cabeza a modo de saludo.
Golubev sostiene la mano de Zenya en la suya y le sonríe con un brillo calculador en sus
ojos grises. Extiende la mano y atrae a un hombre a su lado, uno que se parece a una versión
más joven de sí mismo.
—¿Recuerdas a mi hijo, Zenya?
Instantáneamente, mis ojos se estrechan.
Zenya retira la mano del padre y se la presenta al hijo con una sonrisa cortés. —Por
supuesto. Hola Jozef, es bueno verte de nuevo. ¿Conoces a mi tío, Kristian Belyaev?
Saludo a Jozef sin una sonrisa y aprieto la mano que me ofrece hasta que se estremece.
Me presta una fracción de segundo de atención antes de volverse hacia Zenya con una sonrisa
y decirle lo hermosa que se ve.
Creo que acabo de conocer al segundo de Dios sabe cuántos hombres que se mueren por
casarse con mi sobrina. Ver a Jozef Golubev adularla, sonreírle y tocarle el brazo me da ganas
de hundirle la cara con el puño. ¿Cómo se atreve a pensar en hacer suya a Zenya? ¿Cómo se
atreve siquiera a mirarla? Fantaseo con arrancarle los ojos de las órbitas y tirarlos al suelo.
La expresión de Golubev se vuelve seria mientras mira a Zenya, pero le falta sinceridad.
—Me llenó de tristeza saber que estabas herida, cariño. Qué cosa tan terrible cuando incluso la
mejor familia de la ciudad es objeto de tal falta de respeto.
El rostro de Jozef se llena de preocupación mientras mira a Zenya y apoya la mano en su
hombro.
Su mano está sobre su jodido hombro desnudo.
Doy un paso adelante, envuelvo mi brazo alrededor de la cintura de Zenya y la alejo de
Jozef y la regreso a mi lado. —Es bueno que su tío estuviera cerca para salvarla.
Golubev me observa de cerca y, por un momento, el odio brilla en sus ojos.
Luego vuelve a sonreír. —Te vas a quedar en la ciudad, ¿verdad, Kristian?
Le devuelvo su sonrisa falsa. —Por supuesto. Proteger a la heredera de mi hermano es mi
prioridad número uno. —Miro a Zenya y siento que mi sonrisa se vuelve más cálida—. ¿No es
así, princesa?
Los labios de Zenya se contraen con diversión, y se estira para quitarme el pelo de los
ojos. —No he hablado con un hombre sin que estés respirando en su cuello desde tu regreso, si
eso es lo que quieres decir.
Sus dedos rozan mi oreja y rozan mi nuca. Antes de que deje caer su mano a su costado,
la tomo y le doy un beso en la palma. —No, no lo has hecho.
Sostengo su mirada porque me encanta mirarla y porque quiero que Golubev, su hijo y
todos los que estén mirando sean testigos de que a Kristian Belyaev le importa un bledo cualquier
persona en esta sala excepto Zenya.
Me dirijo a nuestro anfitrión. —Disfruta de tu fiesta, Yuri. Hay personas que Zenya debería
conocer.
Mientras nos alejamos, capto el destello de ira en los ojos de Golubev y me río para mis
adentros. Le encantaría casar a su hijo con Zenya y poner sus codiciosas manos en aún más
poder y dinero. Probablemente pensó que solo tenía que lidiar con Troian, pero solo hay una
cosa peor que un padre sobreprotector.
Un tío celoso.
Llevo a Zenya más adentro de los invitados a la fiesta, y hay personas con las que
deberíamos detenernos y hablar, pero mantengo mi brazo sellado alrededor de la cintura de
Zenya y la alejo de cualquiera que parezca estar a punto de acercarse a nosotros. A pesar de lo
que dije, no estoy dispuesto a compartirla con nadie esta noche, y la mayoría de las personas
que se vuelven hacia ella son hombres. Se ve peligrosamente hermosa esta noche, y todos ellos,
casados y solteros, están fascinados por su belleza.
Un hombre se cruza en nuestro camino y me obliga a detener a Zenya. Miro al hombre.
Sergei Lenkov, traficante de armas. Es tan alto como yo, con el pelo largo y oscuro y una
espesa barba. Por su aspecto, Sergei ha estado usando mucho nuestros esteroides ilegales.
—Señorita Belyaev, qué maravilloso verla de nuevo —dice Lenkov con una sonrisa aguda,
ignorándome por completo.
Miro a mi sobrina y veo que le está dando la sonrisa más pequeña posible. —Hola, Señor
Lenkov.
—Te ves hermosa esta noche —murmura, sus ojos recorriendo todo su cuerpo—. Sería
maravilloso que nos reuniéramos para que podamos discutir cómo puedo apoyar mejor el
trabajo de su familia.
Lenkov consigue buenas armas, pero nada que no pueda conseguir en otro lado,
especialmente si eso significa mantenerlo alejado de Zenya. Nunca me ha gustado Lenkov
porque tiene la costumbre de provocar problemas entre las familias Bratva. Beneficia sus ventas
de armas cuando todos estamos en la garganta del otro.
Me río sin sentido del humor y le doy una palmadita en el hombro, con fuerza. —Sergei,
es una fiesta. No queremos hablar de trabajo.
Antes de que pueda decir otra palabra, conduzco a Zenya a su alrededor y hacia la
multitud.
—Idiota —murmuro por lo bajo.
Zenya me da una sonrisa divertida. —Ese idiota le pidió mi mano a papá.
Me giro y lo miro. ¿Ese don nadie? Increíble.
Tres hombres miran boquiabiertos a mi sobrina cuando pasamos, así que la acerco más a
mí y acaricio un rizo rubio plateado de su rostro, murmurando en su oído: —No pensé que
necesitaba traer un arma conmigo a una fiesta de cumpleaños. Ahora me arrepiento de no
haberlo hecho.
—No deberías tocarme tanto —dice Zenya, colocando su mano contra mi estómago, pero
no me aparta—. La gente va a pensar que algo extraño está pasando entre nosotros.
Sonrío y paso la punta de mi nariz por su mejilla, respirando su delicado aroma. —¿Si?
¿Cómo qué?
Separa esos exuberantes labios rojos. —No necesitamos más rumores sobre los Belyaev en
este momento.
Me muerdo el labio inferior y me lo tiro entre los dientes mientras la miro. Ojalá fuera su
labio. Es tan jodidamente deliciosa. —A nadie le importa un carajo lo que te estoy haciendo. Si
la gente está mirando, es porque eres la mujer más hermosa que jamás hayan visto. Pero si te
sientes tan tímida, puedo arreglar eso.
La conduzco de la mano por un pasillo hasta una habitación lateral con el pretexto de
mostrarle la renombrada colección de arte de Golubev, y la charla de los invitados a la fiesta
desaparece detrás de nosotros.
—Jozef es guapo, ¿no crees? —Zenya pregunta conversacionalmente, pero hay una sonrisa
flotando alrededor de sus labios mientras mira una pintura abstracta en morados y azules.
Instantáneamente mi irritación aumenta, y la miro fijamente. —A él no le importará si eres
feliz o no. Casarse con él está fuera de discusión porque solo está interesado en tu dinero y
poder.
—Ah, ¿sí? Es bueno tener a mi tío cerca, él solo se preocupa por mí —dice, pero su tono
es irónico.
—Tengo tus mejores intereses en el corazón —gruño, apretando su cintura. Lo que estoy
haciendo es por los dos, y Zenya me necesita para protegerla de los lobos que hay por ahí. No
tiene idea de cómo son realmente los hombres.
Se encoge de hombros ligeramente. —Tal vez. Pero tus intereses son aún más queridos
para tu corazón.
Zenya se separa de mí y camina alrededor de un jarrón que está sobre un pedestal en el
medio de la habitación, admirándolo desde todos los ángulos. —Esto no es una gran fiesta. Nadie
está jugando ningún juego de fiesta.
—¿Qué te gustaría jugar? —pregunto, siguiéndola, pero da vueltas alrededor del pedestal,
manteniéndose fuera de mi alcance. La energía en la habitación de repente crepita. Ella también
lo siente, cuando sus ojos comienzan a brillar.
Zenya se toca la barbilla y finge pensar por un momento mientras nos damos vueltas
lentamente. —Verdad o reto.
—Está bien. Yo iré primero. ¿Cuántos hombres quieren casarse contigo?
Se ríe. —Así no es cómo funciona el juego. Uno de nosotros pregunta verdad o reto y el
otro elige. ¿Y qué pasó con primero las damas?
Doy un paso rápido hacia ella, pero huye juguetonamente fuera de mi alcance. De repente
mi corazón está tronando en mi pecho. No debería coquetear conmigo como si fuera una presa,
o no tendré más remedio que cazarla. —Entonces pregúntame.
—Está bien. ¿Verdad o reto? —Zenya desliza las yemas de los dedos por el zócalo mientras
lo rodeamos juntos.
Quiero elegir reto, pero puedo decir por sus ojos brillantes que mi chica tiene hambre de
secretos. —Verdad.
Zenya mira hacia la puerta para comprobar que realmente estamos solos y luego susurra:
—¿Cuánto tiempo me has deseado?
Sonrío como el diablo. Ah, ¿ese secreto? ¿Quiere saber ese secreto?
La miro con la cabeza inclinada hacia un lado, preguntándome si debería contarle todo
porque es complicado y desordenado, al igual que mis sentimientos por ella. Tengo una docena
de sobrinas y sobrinos, pero nunca los he amado como amo a Zenya. Ella siempre ha sido
especial. La amo más que a mi hermano. La amo incluso más que a mí mismo.
Dejé de admirar la belleza de Zenya como un tío orgulloso y comencé a considerarla
como una fuerza a tener en cuenta después del allanamiento de morada. Nunca he estado más
orgulloso de ella que cuando mi hermosa niña mató a un hombre con el cuchillo que le había
dado. Sabía que estaba en camino y que podía manejar a su atacante por ella, pero no quería
esperar. Quería matarlo ella misma.
Luego bajó las escaleras para estar de pie entre los cadáveres de los hombres a los que
había estado torturando, con su pijama blanca y su cabello plateado tieso por la sangre, y me di
cuenta de que me había estado observando torturarlos.
Sangre, dolor y asesinato, y ansiaba mirar.
No quise llamarla diente de león después de eso. Quería llamarla princesa.
Quería llamarla mía.
¿Mi chica? Me pregunté, intrigado durante semanas y meses por esta extraña sensación
zumbando en mi pecho cada vez que la miraba.
Unos meses antes de que cumpliera los dieciséis, estábamos en la piscina en un caluroso
día de verano, salpicándonos mientras ella chillaba. Siguió saltando sobre mi espalda y
enroscando ambos brazos alrededor de mi cuello mientras yo me sumergía profundamente,
nadando poderosamente a través del agua.
Saldríamos a la superficie y nos separaríamos, volviendo a salpicar. Luego se lanzó hacia
mi frente en lugar de mi espalda, envolviendo sus esbeltas piernas alrededor de mi torso y
trepando por mi cuerpo como un árbol.
Me deslumbró el sol sobre el agua. Con sus brazos alrededor de mi cuello y sus labios
sonrientes a solo unos centímetros de los míos, sentí un impulso repentino y casi incontrolable
de empujarla contra las baldosas, cubrir su boca con la mía y meter mi lengua profundamente
en su boca.
La miré en estado de shock.
Oh, mierda.
¿Eso es lo que ha sido este sentimiento todo este tiempo?
¿Deseo a mi sobrina?
Envolví ambos brazos fuertemente alrededor de ella y apreté. Zenya se sentía como el
cielo en su bikini con sus pechos empujados contra mi pecho y su piel fresca y húmeda bajo mis
manos. Puse mis labios contra su oído y susurré: —Eres mi tipo favorito de problemas, princesa.
Sus ojos se abrieron. Antes de que pudiera responder, nos sumergí a ambos en el agua y
salí de la piscina.
No para ir a ver a un sacerdote o a un terapeuta o para darme una buena charla sobre los
pensamientos inapropiados que tenía de mi sobrina. Conduje hasta casa y me masturbé,
pensando en Zenya, en su boca perfecta y sus adorables tetas, diciéndome a mí mismo que era
un bastardo retorcido por pensar en ella de esa manera, pero con el pleno conocimiento de que
era jodidamente demasiado tarde y que no iba a detenerme. Para cuando se puso el sol, había
imaginado una docena de escenarios diferentes en los que empujaba mi polla profundamente
dentro de ella y hacía un desastre sangriento de su virginidad y mis bolas estaban vacías.
No había tocado a otra mujer desde el allanamiento de morada. Ni siquiera había deseado
a otra mujer. Pensé que no lo hacía con nadie porque Zenya casi había sido violada y me dolía
el corazón hasta el punto de la desolación. Los hombres pueden ser unos jodidos animales tan
crueles. Vi a Chessa después de lo que le había sucedido y me revolvió el estómago. Dios sabe
que nunca tuve ningún amor por esa mujer, pero su sufrimiento fue brutal.
Y, sin embargo, tenía hambre de... algo. O mejor dicho, alguien.
El día en la piscina, me di cuenta de lo que era.
Mi sobrina.
Mi puta sobrina.
Pensé que crecer juntos como familia significaba que eras inmune a cosas como esa. La
había abrazado cuando era un bebé, por el amor de Dios. Pero en mi corazón, estaba Zenya
como siempre la había conocido, y luego estaba Zenya, la intrigante y poderosa chica que había
matado a un hombre y quería ayudarme a matar a más. Tenía los mismos instintos que yo.
Proteger a su familia sin importar qué, y si el asesinato era el camino, entonces adelante.
Los últimos años han sido una agonía, pero la agonía no ha sido negarme otras mujeres.
La agonía ha sido negarme a mí mismo a Zenya. Antes de que me desterraran, siempre estuve
a su lado, y era jodidamente deliciosa. Siempre sonriéndome. Siempre tocándome. Podría
haberla persuadido para que se convirtiera en mi amante cuando tenía quince o dieciséis años.
Podría haber sido francamente maquiavélico al respecto y obligarla a meterse en mi cama, pero
¿entonces qué? Eventualmente, habría odiado a su amado tío por ser un depredador y abusar
de su confianza de esa manera.
Pero ahora tiene dieciocho años.
Suficientemente mayor para todo tipo de problemas.
Extiendo la mano y engancho un dedo en el escote de su vestido y la acerco a mí. Cuando
está de pie frente a mí, mirándome con esos grandes ojos azules suyos, murmuro: —Eres mi clase
favorita de problemas, princesa.
Sus ojos se abren con sorpresa, y sé que está recordando estar en la piscina conmigo. Es
la única vez que le he dicho esas palabras, y siempre me he preguntado si sintió que algo cambió
entre nosotros ese día. Si escuchó algo diferente en mi voz o sintió la forma hambrienta en que
la estaba abrazando.
—Hace cuatro años que no toco a otra mujer. Esperaré cuatro más si eso significa que
puedo tenerte. Voy a esperar por siempre.
¿Ella y yo? Estamos juntos siempre.
Zenya traga, mirando mi boca. —¿Desde el allanamiento de morada?
Asiento lentamente. Solo se me antoja mi sobrina. Mi corazón es verdadero.
¿Pero lo es, Kristian?
¿Qué tan sincero puede ser un corazón cuando anhela venganza?
—Siete —susurra, mirándome.
Arrugo la frente. —¿Siete qué?
—Hay siete hombres que quieren casarse conmigo. ¿Te agrego a la lista de espera?
Mi mano se desliza en su cabello y agarro los sedosos mechones en mi puño. No lo
suficientemente fuerte como para lastimarla, pero lo suficiente como para hacer que su boca se
abriera para respirar jadeante.
—No hay una lista. Solo estoy yo. Ahora dame esos labios.
Sin esperar su respuesta, incliné mi boca sobre la de ella en un poderoso beso. Gime de
sorpresa y agarra mis hombros con sus pequeñas manos. Envuelvo mi otro brazo alrededor de
su esbelta cintura, tirando de ella contra mi cuerpo. Su boca se abre, ya sea en estado de shock
o de invitación, y no espero a saber cuál mientras saqueo su boca con mi lengua.
El deseo de mirarla a la cara me abruma, y me alejo durante medio segundo para poder
verla. Luego agarro su cabello aún más fuerte, levantando su barbilla para poder encontrar sus
labios con otro beso abrasador.
Cuando finalmente nos separamos, presiono mi frente contra la de ella, jadeando de
victoria y deseo. Me desea. Puedo saborearlo en su beso. Su boca fue hecha para ser mía, al
igual que el resto de ella. Siempre estuvimos hechos el uno para el otro, y me importa un carajo
lo que piense la gente, lo que piense esta ciudad, lo que piense mi hermano.
Zenya Belyaev es mi mujer y de nadie más.
Arrastra su labio inferior entre sus dientes mientras mira mi boca, sus pupilas enormes y
líquidas. —Nunca me habían besado así antes.
Debería jodidamente esperar que no.
—¿Besar cómo? —Murmuro, presionando mis labios contra el sedoso cabello de bebé junto
a su oreja. Estoy sosteniendo a Zenya y ella me está saboreando en sus labios. Apenas puedo
creerlo.
—Cómo siempre me he imaginado que un hombre besa a una mujer. —Toma una
respiración temblorosa, y siento su aliento en mis brazos—. Es aterrador.
—¿Oh? —He aterrorizado a muchas personas antes, pero nunca besándolas.
—No entiendo estos sentimientos. Si me besas, o yo te beso, se supone que no debemos
sentir nada. Se supone que debemos sentirnos asqueados.
Me río suavemente. Asqueados. Es tan linda. —¿Quién dice?
—Es la ley de la naturaleza. De crecer llamándote tío. Nadie en el mundo quiere esto para
nosotros. Se supone que nuestra familia es lo primero. Mi padre, mis hermanos y todos nuestros
primos se horrorizarán al saber lo que acabamos de hacer.
A juzgar por la mirada de borracho en los ojos de Zenya, su conferencia ni siquiera está
funcionando en ella. —No puedes evitar lo que sientes y no es un crimen quererme. ¿Estás
mojada?
Ella jadea y sus manos se aprietan sobre mis hombros mientras prácticamente suplica: —
Tío Kristian, por favor.
Deslizo mi mano más profundamente en su cabello. Basta de fingir que no me desea. Mi
paciencia se acabó. —Aprieta tus bonitos muslos y dime lo resbaladiza que te sientes.
Con mi otra mano en su trasero, siento que sus músculos se tensan mientras hace lo que
le ordeno, y gime cuando se da cuenta de que está empapada.
Miro rápidamente alrededor de la habitación y noto una puerta corrediza a otra
habitación. Lo tiro hacia atrás y veo un pequeño espacio de oficina y empujo a Zenya dentro.
La habitación está oscura y lejos de estar insonorizada, pero servirá para lo que tengo en mente.
—Date la vuelta —le digo.
—¿Por qué? —pregunta mientras hace lo que le digo y me mira por encima del hombro.
Sus ojos son enormes.
Aparto su cabello a un lado para poder besar su nuca y deslizar mis manos por sus muslos.
Luego empiezo a subirle el vestido por los muslos.
—Tío Kristian…
—Shh. Cierra tus ojos. Pretende que soy otra persona si quieres. El extraño de negro que
solo quiere hacerte sentir bien. Te gustaba mucho.
—Era tan sencillo. Lo deseaba —dice con un gemido.
—Él también te desea a ti. —Hago su ropa interior a un lado y me deslizo hacia abajo hasta
que estoy arrodillado a sus pies, su trasero color melocotón en mi cara. Planto un beso en ella y
luego hundo mis dientes en su cálida carne.
Marcándola.
Mia.
Las caderas de Zenya se retuercen en mi agarre. —¿Qué estás… oh Dios.
Le separo los pies y los muslos con las manos y la lamo desde el centro hasta el culo. Sabe
jodidamente deliciosa. Paso mi lengua sobre ella otra vez, y luego concentro los suaves latigazos
de mi lengua en su apretado anillo de músculos.
—En serio, ¿qué estás haciendo? —susurra-chilla, jadeando mientras sus dedos se doblan
contra la pared.
No me molesto en responder porque es bastante obvio lo que estoy haciendo. Estoy seguro
de que se siente extraño para ella, pero por la forma en que respira y jadea, sé que le gusta.
Mientras está distraída, le bajo la ropa interior por las piernas, la ayudo a quitársela y la meto
en mi bolsillo.
Es la segunda vez que me arrodillo para ella, y me gusta estar aquí. De hecho, me encanta.
Mi princesa sabe maravilloso desde aquí abajo.
Cuando está tan excitada, sus piernas tiemblan en mi agarre, y me pongo de pie
lentamente, viendo bien la quemadura rosada en sus mejillas y la forma en que sus labios están
separados mientras respira con dificultad. Hay un dolor feroz en mi pecho cuando la veo
experimentar algo por primera vez y amarlo.
De pie detrás de ella, me acerco a su clítoris y lo masajeo con las yemas de los dedos,
viendo sus pestañas revolotear mientras el placer la recorre.
Con la otra mano, acaricio su sexo por detrás y recojo la humedad en mi dedo medio. Lo
levanto y acaricio el fruncido de su trasero. Y luego presiono ligeramente en él.
Los ojos de Zenya se abren de par en par. Todavía no estoy dentro de su culo, pero acaba
de darse cuenta de que es lo que pretendo hacer.
—Se siente bien, princesa —le susurro al oído—. Lo prometo. ¿Quieres probarlo?
El color de sus mejillas arde más que nunca. Se lame los labios, pensando. Su dulce
vacilación hace que la sangre fluya hacia mi pene, y no espero. Empujo la punta de mi dedo
dentro de ella y gimo por la fuerte compresión.
Zenya jadea y agarra la muñeca de mi mano que actualmente estoy usando para acariciar
su clítoris. —Qué… ahh.
—¿Cómo se siente? —Respiro en su oído.
Se lame los labios, respira y susurra: —Extraño.
Mis dedos se deslizan desde su clítoris hasta sus labios internos, acumulando más
humedad. Mucha humedad. La extrañeza de mi dedo en su culo es superada por el placer que
siente cuando bombeo mi dedo medio dentro y fuera de ella en embestidas superficiales. Zenya
gime y arquea la espalda, presionando la mejilla y los senos contra la pared.
—No tienes idea de cuántas veces he fantaseado con tu carne agarrándome —murmuro,
mirándome a mí mismo follarle el culo con los dedos—. Eres mía. Cada parte de ti me pertenece.
Incluyendo… —Empujo mi dedo más profundo y gime—… aquí. Estoy obsesionado con estar
dentro de ti, princesa. Mi lengua. Mis dedos. Mi polla. Mi semen. Quiero llenarte en cada lugar
a la vez. Ojalá hubiera cuatro de mí para poder follarte todos a la vez.
Sus cejas se juntan y gime de placer.
Joder, Dios mío, necesito hacer que se corra así. Está tan húmeda y ardiente contra mis
dedos, y su clítoris está hinchado al tacto. Ella gime más fuerte cuando lo muevo. Los ruidos de
la fiesta apenas nos llegan, lo que significa que alguien podría oírnos.
—Calla, princesa. Solo yo puedo escucharte así.
Saboreo la sensación de hacer rodar su clítoris bajo las yemas de mis dedos y empujar
dentro de su culo. Zenya gime mientras la lleno de placer. Está ardiendo en mis brazos.
Pongo mis labios contra su oreja y susurro tan suavemente que es apenas más fuerte que
un suspiro. —Tal vez quieras fingir que no soy yo quien te toca ahora, pero tengo que decirte
esto. Has sido mi tormento desde que tenías quince años. Nunca iba a mostrarlo. Hubiera
preferido que los animales salvajes me arrancaran las entrañas del cuerpo antes que arruinar
esos años para ti. Pero ser expulsado de la familia lo cambió todo. La noche en el almacén lo
cambió todo. Te deseo. Te necesito. Si tengo que hacer que te corras cien veces antes de que
me ruegues que te folle, lo haré, y no hay nada que puedas hacer para detenerme. Voy a hacer
que me desees tanto como yo te deseo a ti, y eso es una promesa.
La mano de Zenya está agarrando mi muñeca. Jadea más y más fuerte. El sonido de mi
voz y el placer que la atraviesa la ha puesto en celo.
—Vas a casarte conmigo y tener mis hijos, y no me preocupa qué suceda primero. Te
follaré hasta poner mi bebé aquí y ahora si me das la oportunidad.
Grita y gime: —Nunca te había oído hablar así. Ya ni siquiera sé quién eres.
Sonrío maliciosamente en la oscuridad porque eso es exactamente lo que quiero escuchar,
que está viendo a su tío Kristian con nuevos ojos.
En ese momento escuchamos pasos y voces acercándose.
—Hay alguien… —comienza.
—Silencio —susurro agudamente, pero no dejo de hacer lo que estoy haciendo con su
clítoris o su trasero. Parece que quiere discutir conmigo, así que empujo mi dedo más
profundamente en ella.
Veo el placer pasar por su rostro y esos hermosos labios hinchados forman las palabras,
Oh, fóllame.
Ya llegaremos allí, princesa.
Los ojos de Zenya se cierran y se arquea en mi agarre. Mantengo un oído atento a lo que
sucede al otro lado de la puerta mientras la miro.
—…el lío que ese maldito tío está haciendo con nuestros planes. ¿Viste cómo está pegado
a su costado? Siguiendo las órdenes de su hermano, sin duda. Al menos sabemos que ella sigue
siendo la heredera de Troian, o Kristian ya la estaría obligando a estar bajo su sombra.
Reconozco al orador como Yuri Golubev, aunque su tono es tan diferente como podría
ser de su aceitosa adulación a mi sobrina. Su voz es baja, pero puedo escucharlo claramente.
—Todavía puedo convencerla de que se case conmigo —responde otro hombre. Jozef
Golubev por su sonido.
Sigo sonriendo en la oscuridad y planto lentos besos en la garganta de Zenya. Está perdida
en el placer una vez más, su mejilla presionada contra la pared mientras se rinde a mi toque.
Golubev y su hijo pueden planear y tramar todo lo que quieran. Soy yo quien está haciendo
que Zenya se convierta en un desastre fundido, y lo haré una y otra vez hasta que esta chica
admita que me pertenece.
—No importa lo que quiera esa niña estúpida, importa lo que quiera su padre. Ya rechazó
mi propuesta de casarnos porque dice que ella es demasiado joven. Debería estar asustada
después de lo que pasó en el almacén. Debería haber arreglado todo.
Ambos levantamos la cabeza y miramos hacia la puerta. Mi dedo medio vacila en el clítoris
de Zenya pero no me detengo del todo.
¿Arreglado?
¿Qué diablos quieren decir con arreglado?
¿Ese ataque en el almacén fue obra de los Golubev?
—Ahora Kristian es un perro guardián a su lado y Troian debe estar encantada de que esté
tan bien protegida una vez más.
—¿Que hacemos ahora? ¿Matar a Kristian Belyaev? —pregunta Jozef.
Hay un breve silencio y luego Golubev dice: —Sabes, no es una mala idea. Con él fuera
del camino, podemos maniobrarte en su lugar como su protector.
Enseño los dientes en la oscuridad. Pueden intentarlo.
Los dos siguen hablando pero se alejan de la puerta, y pronto sus voces se desvanecen en
el silencio.
Zenya se vuelve a medias hacia mí. —¿Oiste? Ellos…
Pero sus palabras se pierden en un grito ahogado mientras redoblo mis esfuerzos con su
clítoris y le follo el culo con los dedos. Golubev y su hijo no me van a arruinar el momento que
he esperado durante años. Preferiría cortarme las manos antes que dejar salir a Zenya de esta
habitación sin obligarla a correrse.
—Necesitamos discutir de qué estaban hablando —dice desesperadamente, tratando de
alejarse de la pared.
—No ahora.
—Pero…
—Dije que ahora no. No luches contra mí —le gruño al oído—. Voy a hacer que te corras.
Tenemos todo el tiempo del mundo para planear nuestra venganza contra Golubev y su
hijo, pero me tomó toda la semana llevar a mi sobrina tan cerca del cielo, y no me rendiré ahora.
Zenya me mira con furia, pero comienza a cerrar los ojos por intervalos cada vez más
largos. Su respiración se hace cada vez más dificultosa.
Sonrío cuando siento que el placer suaviza su resistencia. —Eso es, princesa, dame lo que
quiero. Buena puta chica. Eres tan bonita cuando jadeas por mí.
—Tío Kristian, tú... esto es... oh Dios. —Da un grito estrangulado y se pone de puntillas al
mismo tiempo que su cabeza vuela hacia atrás contra mi hombro. Su cuerpo se retuerce en mis
brazos y sus ojos se aprietan con fuerza mientras se corre. Su culo se aprieta en mi dedo al ritmo
de las olas de su orgasmo. Gimo y presiono mi cara contra su cuello porque es lo más increíble
que he sentido.
El sudor brota de mi frente y mi pecho está agitado como si yo fuera el que está volando
alto en un orgasmo. Quiero más. Necesito mucho más. Mis dedos no dejan de trabajar en su
clítoris o empujar su trasero. —Oh, joder que sí, princesa. Dame otro. Tengo tanta hambre de ti.
Zenya trata de liberarse de mí, sus movimientos son frenéticos mientras sobreestimulo su
clítoris. Es tan sensible después de su orgasmo y está corcoveando como una cosa salvaje en mis
brazos. —Es demasiado —solloza.
Pongo mis labios contra su oreja y gruño: —No. Otra vez.
Su tacón alto se conecta con mi espinilla y gruño de dolor pero no la suelto. La quiero
hecha un desastre jadeando y exhausta antes de terminar con ella. ¿Quién sabe cuándo volveré
a tener esta oportunidad?
Gruñe con enojo desde el fondo de su garganta, pero el sonido se convierte en un gemido
cuando finalmente se rinde a lo que le estoy haciendo y la intensidad se convierte en aún más
placer. Esta vez su clímax sigue y sigue, más duro y más fuerte que el anterior. Mi pene se siente
a punto de estallar mientras la miro, jadeando con fuerza. Casi podría correrme por la expresión
de puro placer y rendición en el rostro de mi mujer. Nunca he visto algo tan hermoso en mi
vida.
Zenya finalmente se relaja en mis brazos. Los dos respiramos con dificultad en el pequeño
espacio mientras lentamente saco mi dedo de su trasero, aunque no quiero. Sacarlo se siente
como un dolor físico.
De repente, Zenya se vuelve hacia mí y agarra las solapas de mi chaqueta. —¿Escuchaste
lo que dijeron? Mataron a Andrei, Radimir y Stannis. Están tratando de forzarme a casarme.
Los ojos de Zenya están más salvajes que nunca antes, y su rostro está iluminado por la
furia. —¿Cómo se atreven a manipular a los Belyaev de esta manera? Los mataré.
Capítulo 9

N
o puedo dormir
El calor, la ira, la confusión y el placer siguen azotándome como olas tormentosas
rompiendo en la orilla. Me acosté hace dos horas y he estado dando vueltas desde
entonces.
Mi corazón está ardiendo.
Me duele mi centro.
Los Golubev van a intentar matar al tío Kristian para asustar a papá y que me case con
Jozef.
El tío Kristian me hizo correrme dos veces, duro, y las dos veces me apretaba
poderosamente alrededor de nada. Eso es lo que me queda, una sensación de vacío donde
debería estar él.
Gimo y presiono mi cara contra la almohada. Ni siquiera debería pensar eso. Dejé que
me hiciera esas cosas en un momento de debilidad. Me burlé de él en la fiesta, coqueteé con él,
lo incité como una ramera solo para ver qué haría, y luego, cuando se abalanzó, no me alejé de
él. Me convertí en un desastre jadeante y cachonda contra todos sus dedos. Todos sus dedos.
En todas partes.
Y yo no veía a hombres para que... pusieran sus lenguas... allí.
Mis mejillas arden ante el recuerdo y me estoy sobrecalentando tanto que tengo que tirar
las cobijas. ¿Cómo se atreve algo tan extraño a sentirse increíble?
Apenas podía concentrarme en las revelaciones que escuchamos, luego, cuando terminó,
el tío Kristian me sacó de allí tan rápido que mi cabeza todavía daba vueltas por los orgasmos y
las palabras que escuchamos. Antes de que pudiera recuperar el aliento, me llevó de la mano a
través de una puerta lateral y hacia el auto que esperaba.
Tan pronto como se detuvo en mi camino de entrada, tomó mi mano y dijo mi nombre,
pero su toque me inundó de vergüenza y pánico. Quería arrojarme a sus brazos y, sin embargo,
papá podría haber estado mirando por la ventana en ese momento.
Así que me escapé y me encerré en mi dormitorio. Mi primera noche como mujer adulta
y heredera de la fortuna y el poder de Belyaev, ¿y así fue como me comporté? ¿Poniéndome
caliente y mojada con mi tío en una fiesta?
Vergonzoso.
Resoplo y me doy la vuelta sobre mi espalda, pateando las mantas de mis piernas y
mirando al techo. Perdí completamente la cabeza. El tío Kristian fue muy dulce conmigo.
Besando mi palma delante de todos. Manteniéndome fuera del alcance de todos los hombres y
cerca de él. La posesividad del tío Kristian me derritió el cerebro.
Y entonces me besó.
Gimo ante el recuerdo.
Ese beso.
Estaba viendo estrellas, era un beso tan decadente, y luego...
Cierra tus ojos. Finge que soy otra persona.
Solo que ni siquiera traté de fingir. Sabía que era el tío Kristian con sus dedos entre mis
piernas. Quería que fuera el tío Kristian. estoy enferma. Es el único hombre que ha querido
tocarme así, y una vez me sentó entre sus fuertes brazos en un campo de tiro cuando yo tenía
seis años. ¿Quieres verme dar en el blanco, diente de león?
Recuerdo ese día vívidamente. Las gafas de seguridad eran demasiado grandes para mi
cara. Los silenciadores eran demasiado grandes para mis oídos. Sus ojos eran oscuros y
enfocados como un depredador. El arma pateó en su mano cuando apretó el gatillo, y siempre
dio en el centro del objetivo.
Pensé que era mágico.
Todos esos cumpleaños. Todas esas Navidades. Todos esos veranos. Siempre estuvo ahí,
haciéndome reír, tomándome la mano, secándome las lágrimas. Había demasiadas lágrimas.
Siempre he odiado llorar porque me hace sentir débil y como si estuviera pidiendo atención.
Huía del tío Kristian si sentía que iba a llorar, pero él siempre, siempre me encontraba.
Ese día en la piscina cuando tenía quince años. El tío Kristian y yo jugábamos juntos, nos
salpicábamos y nos reíamos. Nuestra piscina es ancha y profunda y se sumergiría hasta el fondo
conmigo en su espalda, con mis brazos envueltos alrededor de sus hombros mientras nadaba
sin esfuerzo por el agua. Sus músculos eran tan fuertes, lo recuerdo claramente, y sostenerlo así
y beber de su poder era intoxicante. Me sentí borracha de él. Lo amaba.
Salté sobre él de nuevo, envolviendo mis brazos alrededor de su cuello. Recuerdo mi
mejilla presionada con fuerza contra el tatuaje de pistolas cruzadas en su pecho. Me tomó cerca
y susurró: Eres mi clase de problemas favoritos, princesa.
Y luego me dejó ir. Salió de la piscina y se fue sin mirar atrás.
Me sentí triste y un poco confundida, pero no era la primera vez que él y papá tenían que
dejarme sin previo aviso. Supuse que acababa de recordar que tenía un lugar donde tenía que
estar.
¿Y la próxima vez que lo vi? No recuerdo Probablemente fue menos de un día después,
pero debe haber sido tan rutinario para mí que se perdió en el borrón de todos los días
maravillosos que pasé con el tío Kristian.
Lo que significa que realmente me ocultó que me deseaba.
Siempre me lo ocultó hasta la noche en el almacén.
Frunzo el ceño, pensando cuidadosamente. ¿O lo hizo? ¿No hubo algo inusual en la noche
en que él y papá tuvieron el accidente de motocicleta? Tenía dieciséis años y la gente comenzaba
a tratarme de manera diferente. No como una niña que necesitaba ser protegida y custodiada,
sino como una mujer que tenía pensamientos e ideas valiosas. Los extraños también me trataban
diferente. Los fines de semana, si salía sola, los hombres adultos me sonreían. Hombres guapos
con sonrisas ardientes que deben haberme confundido con una mujer adulta, o simplemente no
les importó que tuviera dieciséis años.
Estaba limpiando las heridas del tío Kristian, algo que había hecho docenas de veces antes,
pero esta vez su carne estaba tan caliente y cautivadora bajo mi toque, que no podía apartar los
ojos de él.
Lo estaba viendo como un hombre por primera vez, y no solo como mi tío. Tenía tanta
hambre de mí que el dolor punzante del desinfectante en sus cortes era placentero porque era
algo. Ahora que me duele el interior por él, entiendo cómo se sentía. Él agarrando mi cabello y
tirando de él con fuerza en su puño sería un placer en este momento, no un dolor.
La puerta de mi dormitorio se abre con un crujido y se cierra suavemente de nuevo. Miro
al techo, resignada al hecho de que un hermanito o hermanita mía está entrando sigilosamente
en mi habitación en busca de un abrazo. Tal vez eso es lo que necesito para dejar de pensar en
mi tío.
Una voz profunda habla suavemente en la oscuridad.
—¿No puedes dormir? —Mi colchón se hunde, y una enorme figura balancea su pierna
sobre mi cuerpo hasta que se sienta a horcajadas sobre mis caderas—. Yo tampoco, princesa.
Jadeo y me estiro en la oscuridad, y mis manos tocan un estómago musculoso debajo de
una camiseta suave y bien lavada. El tío Kristian, vestido con jeans y con su cabello rubio
cayendo sobre sus hermosos ojos. Ha estado en casa y probablemente en la cama. Y ahora está
aquí a las tres de la mañana.
Nos miramos el uno al otro en la oscuridad. El espacio entre nosotros es eléctrico y está
lleno del olor del aire nocturno y el delicado aroma de las flores. Hay una enredadera de jazmín
en el jardín de abajo.
—¿Has estado parado debajo de la ventana de mi dormitorio? —Susurro.
—Todas las malditas noches —dice, alcanzando detrás de su cabeza para agarrar su
camiseta y quitársela con un movimiento suave.
Me trago un gemido al ver su torso desnudo. Sus anchos hombros y los músculos de su
estómago captan la penumbra plateada de la habitación, y se me hace la boca agua. El hombre
que está tan obsesionado conmigo es dolorosamente hermoso. Bebo la tinta en su pecho, y las
cicatrices largas y brillantes que la grava dejó en su hombro. Su hermoso rostro. Hay líneas finas
en su frente. Por sus ojos. Luce cada uno de sus treinta y seis años. Demasiado viejo para mí,
pero no me importa. simplemente no me importa Antes de que me dé cuenta de lo que estoy
haciendo, estoy acercándome a él, y hay una expresión hambrienta y peligrosa en sus ojos
mientras acaricio su carne caliente.
Engancho mi dedo en la cadena de plata alrededor de su cuello y lo arrastro hacia mí. Se
mueve lentamente, apoyándose en un codo y luego en el otro, dejándome sentir su peso sobre
mi cuerpo.
La ira y el deseo fluyen a través de mí. —Lo hiciste. Me has engañado para que te desee,
y ahora estoy tan jodida como tú. Nunca te hubiera dejado tocarme así en el almacén si me
hubieras mostrado tu cara.
Se ríe suavemente. —Sí, lo hubieras hecho. Tarde o temprano.
—Bastardo arrogante —gruño, aunque sé que tiene razón.
Cubre mi boca con la suya en un beso duro y hambriento, separando mis labios con su
lengua y empujando profundamente. Gimo contra él y arqueo la espalda.
Esto es una locura.
Esto esta muy mal.
Papá y mis hermanos y hermanas están durmiendo al final del pasillo y a cada lado de mi
dormitorio, y yo estoy aquí con el tío Kristian. La conmoción y el disgusto en sus rostros si uno
de ellos entrara aquí y nos atrapara me convertiría en un montón de cenizas de vergüenza.
El tío Kristian agarra mi mandíbula con su mano y me obliga a mirarlo. —Ya te he probado.
Tu cuerpo me entregó sus secretos porque tú también me quieres. Sé cómo suenas cuando te
corres, cómo te sientes tan dulcemente apretando mi dedo, y nunca lo olvidaré.
Ambos miramos sus dedos cepillar mi largo cabello sobre las almohadas, el anillo de plata
en su dedo meñique brillando a la luz de la luna.
Su mano se desliza por mi cuerpo, se desliza sobre mi vientre y se curva alrededor de mi
sexo. Dos de sus dedos me frotan firmemente sobre mi ropa, y la sensación rebota en mi clítoris
y rebota alrededor de mi cuerpo.
—Te mereces algo bueno —murmura—. Algo solo para ti. Es por eso que estoy aquí. Solo
para ti, princesa.
El dolor emocional me atraviesa con tanta rapidez que inhalo con fuerza. Odio cuando
me recuerda que soy tan infeliz.
—Cuidaré de ti de ahora en adelante —murmura, rozando sus labios suavemente sobre los
míos—. Te daré todo lo que necesites, y haré que sea tan, tan bueno para ti. —Presiona un beso
en mi garganta.
Empuja su mano por el interior de mis pantalones y gime cuando sus dedos tocan la
humedad. El sonido más decadente que he escuchado. Estoy sorprendentemente resbaladiza
contra sus dedos y la vergüenza me quema las mejillas.
—Dime lo que necesitas, princesa.
—Tú —sollozo, aferrándome a sus hombros.
La victoria destella a través de sus ojos. —Dime más. Necesito que mi chica diga qué la
hace jadear con tanta fuerza y mojarse tanto porque he estado soñando contigo durante años, y
tengo que saber que no soy solo yo quien se vuelve loco cada vez que estamos cerca del otro.
No sé cómo hablar sobre sexo, obsesión y el lado más oscuro del amor, pero el tío Kristian
me da ganas de intentarlo. —No puedo pensar en nada más que en ti cuando estás cerca de mí,
e incluso cuando no lo estás. Mi mundo se siente diez veces más loco contigo en él, como si
estuviera entrando en la guarida de un león y rogándole que me coma vivo.
—¿Pero? —insiste, dando vueltas lentamente alrededor de mi clítoris.
—Pero… —Cierro los ojos con fuerza por un segundo, sintiéndome como si estuviera parado
en un precipicio—. Todavía te dese. Te deseo mucho.
El tío Kristian vuelve a gemir e inclina su boca sobre la mía en un beso devorador. Su
lengua separa mis labios y se hunde dentro de mi boca. Me abro más y le doy la bienvenida
mientras envuelvo mis brazos alrededor de su cuello y mis muslos alrededor de una de sus
piernas y aprieto. Sus dedos ruedan firmemente contra mi clítoris y una cascada de chispas al
rojo vivo me atraviesa.
Este hombre.
Es el único hombre para mí.
Sacando su mano de mis pantalones cortos, agarra el dobladillo de la parte superior de mi
pijama suelta y lo empuja hacia arriba lentamente. Agonizantemente lento. Mirando de mi rostro
a mi carne poco a poco revelada. Sin pensarlo dos veces flexiono mi espalda para que le sea
más fácil moverla, y entonces mis senos quedan completamente expuestos.
Sumerge la cabeza para succionar uno de mis pezones con su boca, y luego el otro, y el
calor desciende hasta mi centro. Mojados ahora, se arrugan y él pasa su lengua por mi piel
sensibilizada.
—He soñado contigo noche tras noche —murmura, apretándome con ambas manos—. Me
he vuelto loco por ti. Necesito todo, princesa.
Me desviste lentamente, tirando de la parte superior del pijama por encima de mi cabeza
y luego bajando mis pantalones cortos por mis piernas. Mientras los deja a un lado, pasa un
dedo por mi coño y ambos sentimos por lo mojada que estoy.
Su labio inferior está suavizado por la lujuria, y está respirando con dificultad mientras
desliza su dedo en su boca y chupa. Cubro mi rostro al verlo porque es demasiado. Estoy
atormentada por la timidez. Por el. Es aterrador, hermoso y maravilloso a la vez.
El tío Kristian toma suavemente mis muñecas y aparta mis manos. —No hagas eso. Quiero
mirarte.
Me atrae a sus brazos, sosteniéndome cerca mientras envuelvo mis brazos alrededor de su
cuello. Mis ojos están muy abiertos ahora y bebiendo en su rostro mientras presiono mi cuerpo
desnudo contra su torso. Me besa con los labios entreabiertos y nuestras lenguas se mueven una
contra la otra. Sus jeans se sienten ásperos contra mi sexo, y presiona la gruesa vara de su
erección contra mí. Su piel está febrilmente caliente, y sé que está impaciente, desesperado por
mí, pero se está obligando a ir lentamente. Por mí. A pesar de que ha esperado años y años.
Este hombre es mío, me doy cuenta. Completamente mío y de nadie más.
Es mi toque lo que anhela. Soy la única mujer en el mundo que puede llenarlo de placer
o infligir tormento en su corazón. Él se ha puesto al descubierto para mí.
Paso mis manos por su pecho, y aunque su cuerpo me resulta familiar, la forma en que se
mueve y suena no lo es. Mientras trazo sus músculos y la tinta en su pecho, susurra mi nombre
y prodiga mis labios con besos y mordiscos. Enrollo mis dedos en la cinturilla de sus jeans y lo
acerco más, deleitándome con la expresión de felicidad en su rostro.
Desliza una mano entre mis piernas y frota mi dolorido clítoris con sus dedos, moviéndose
de un lado a otro a través de mi carne resbaladiza. Han pasado solo unas horas desde que me
tocó así, pero mi cuerpo arde en respuesta a su toque, y quiero más.
—Eres el único que puede ponerme de rodillas —susurra—. También me deseas. Dilo.
Necesito escucharlo de tus labios.
—Te deseo —jadeo, clavando mis uñas puntiagudas en sus hombros y aspirando su cálido
aliento hasta mis pulmones. Necesito más que su aliento dentro de mí. Necesito todo de él.
Comienza a besar su camino por mi cuerpo, hambriento de saborearme una vez más. Su
mano busca a tientas el botón de sus jeans. —¿Te guardaste para mí, princesa? ¿Eres la niña
inocente que eras cuando me fui?
Abro la boca.
Y luego la cierro de nuevo.
Cuando se fue. Escucharlo decir eso hace que la ira de repente hierva a través de mí. Me
dejó sola con una madrastra muerta, siete hijos afligidos y un padre gravemente enfermo.
—No. No lo soy —digo con gusto.
Su cabeza se levanta y sus cejas se juntan con fuerza. —¿Qué?
—No soy virgen —le digo con una sonrisa de satisfacción propia—. ¿Mi himen?
Desaparecido. Roto. Había sangre. Incluso tuve un orgasmo.
Kristian me mira fijamente con sus manos agarrando la cama a ambos lados de mis
caderas, cada músculo de sus brazos y torso abultado. —No me mientas.
—No miento.
—No te creo —dice furioso.
Me encojo de hombros, deleitándome con la ira que brilla en sus ojos. —Entonces no lo
hagas. Es un país libre. Pero no cambiará los hechos.
Ambas cejas se disparan. —¿Quién? ¿Quién te llevó a la cama?
—¿Por qué quieres saber?
Los celos rugen en su rostro. —¡Para que pueda matarlo!
Me siento y pongo mi mano sobre su boca. —Mantén tu voz baja. Hay otras ocho personas
durmiendo en esta casa.
El tío Kristian tira de mi mano y gruñe en un susurro: —¿Por qué me torturas así? ¿Estás
enojada conmigo?
En realidad estoy confundida, como si fuera imposible que pudiera sentir algo más que
amor y adoración por él. Me incorporo, disfrutando de mi furia. Odio ser una niña abandonada
temblorosa ante él, pero la ira me hace valiente por estar completamente desnuda con él. —¿La
pequeña yo, enojada con el gran y malo Kristian Belyaev? No soñaría con eso.
El tío Kristian respira con dificultad por la nariz. —¿Quién se atrevió a tocar a mi chica
mientras yo no estaba?
—¿Tu chica? ¿Tu chica? —susurro, empujándolo, mi cabello volando a mi alrededor—.
Tienes una forma encantadora de tratar a tu chica, abandonándola durante dos años.
—Te fui fiel —gruñe—. Dame su nombre. Lo voy a borrar de la faz de esta tierra.
Su nombre es Métete en tus propios asuntos, tío Kristian.
Me agarra de los hombros y me empuja sobre mi espalda, y luego separa mis piernas y
acomoda mis muslos a su alrededor. —Es mi puto asunto. Será mejor que no me digas mentiras.
Desliza su dedo medio a través de mi sexo, y agarro su fuerte muñeca con un grito
ahogado. —¿Qué estás haciendo?
—Descubrirlo por mí mismo. —Los ojos del tío Kristian se posan en mi cara, y luego empuja
su grueso dedo lentamente dentro de mí. Su expresión es intensa y palpa cuidadosamente mi
estrecho canal antes de empujar más profundo.
La boca del tío Kristian se abre. Saca su dedo y luego empuja su dedo anular para unirlo,
enviando el placer ardiendo a través de mi núcleo.
Oh Jesús. Me estiro detrás de mí y presiono mis manos contra la cabecera, necesitando la
estabilidad para no volar al vacío. Incluso furioso conmigo, aunque no está tratando de darme
placer sino de comprobar si me mantengo intacta para él, la intrusión de sus dedos se siente
increíble.
—¿Qué carajo? —gruñe entre dientes, mirando sus dedos enterrados hasta el tercer nudillo
dentro de mí. Luego los saca y los mira brillando húmedos en la oscuridad, volteando su mano
para revisar ambos lados.
—¿Qué estás buscando? —Sé lo que está buscando. Solo quiero que siga buscando algo
que no está allí.
—Por… —Se calla, presiona una mano en el hueso de mi cadera y empuja sus dedos dentro
de mí otra vez, más rápido y más fuerte esta vez, luego los saca y los mira.
Mi espalda se arquea y grito. Jadeando, le suplico: —Por favor, no te detengas.
—¿No te detengas? —gruñe—. No te detengas? ¿Estás disfrutando esto mientras todo mi
maldito mundo se desmorona? No hay sangre en mis dedos, Zenya. —Se inclina sobre mí con
ambas manos apoyadas a cada lado de mi cabeza. Si fuera un dragón, estaría lanzando fuego—
. ¿Quién era él?
Sus cejas están juntas en el puente de su nariz. Sus ojos brillan. Su mandíbula se flexiona.
Dios, es sexy cuando está enojado.
Y celoso.
Y desquiciado.
Me lamo los labios y arqueo la espalda. —¿Estás seguro de que no estoy sangrando? Tal
vez deberías intentarlo de nuevo. Más duro. Más adentro.
El tío Kristian gruñe de frustración y se pasa las manos por el pelo. —Lo mataré. Joder, lo
mataré. ¿Cuántos años tenías? ¿Dieciséis? ¿Diecisiete? Esperé cuando podría haberte hecho mía
hace años. Esperé y un pedazo de mierda te atrapó a mis espaldas.
Envuelvo mis piernas alrededor de sus caderas, tomo sus hombros en mis manos y lo
arrastro hacia mí. —No deberías haberme dejado entonces —susurro con furia.
La venganza es tan, tan dulce.
Sus ojos se estrechan. —No puedo creer que estés disfrutando esto.
¿Por qué iba a disfrutar que el tío Kristian fuera hecho pedazos por algo que sucedió
porque me abandonó?
Es un misterio.
—Dímelo. ¿Quién? —gruñe.
—No. —Lamo sus labios con la punta de mi lengua, incitándolo, hambrienta por lo que
podría hacer a continuación.
Con su cabello plateado cayéndole sobre los ojos, se mueve en la cama, empuja mis muslos
para separarlos y vuelve a clavarme los dedos. Grito ante su enérgica intrusión y me aferro a sus
bíceps mientras empuja con su brazo, encontrando un lugar dentro de mí que se siente como
una puerta de entrada al cielo y lo trabaja sin piedad.
—Dame su nombre.
—Nunca te lo diré —me las arreglo entre jadeos desesperados.
Me golpea con sus dedos, embistiéndolos profundamente y arrastrándolos de un lado a
otro sobre el lugar detrás de mi clítoris. Todo se sale de control, y luego baja la cabeza y azota
su lengua sobre mi clítoris.
—Dime quién fue. No me detendré hasta que me des su nombre. Si pensabas que dos
orgasmos eran demasiados en la fiesta, estoy a punto de destrozarte.
La presión se siente intensa.
La presión se siente peligrosa.
Mi orgasmo me abruma y me elevo a través de él, solo para descubrir que todavía se está
construyendo hacia una conclusión alarmante. Oh Jesús. Oh, no. Siento que voy a…
De repente, chorreo sobre sus dedos.
No. No… Me siento y agarro su muñeca, pero es demasiado tarde. Juntos miramos su
mano mojada y las sábanas rociadas en estado de shock.
El tío Kristian gime de placer. Toda la ira se ha ido de su rostro y parece extasiado. —
Joder, tu coño es magnífico. ¿Ha pasado eso alguna vez antes?
Niego con la cabeza, mirando con horror la mancha oscura en la cama. —¿Que demonios
fue eso?
—Te corriste, princesa. Encontré el buen lugar. —Desliza su mano alrededor de mi nuca y
me besa profundamente. Todavía estoy tan confundida, pero pase lo que pase, parecía gustarle.
—Pero qué es… Nunca he oído hablar de… Parece que… —Me siento ahogada y no puedo
pronunciar las palabras. Mi cara estalla con calor. Oh, Dios, incluso hay salpicaduras en sus
jeans. Quiero morirme.
Me besa de nuevo, sonriendo tranquilizadoramente y acariciando mi cabello hacia atrás.
—Es algo bueno. Una cosa jodidamente hermosa.
Lo miro confundida. ¿Cómo puede decir eso cuando acabo de perder el control de mí
misma?
—Si te hace sentir bien y no lastima a nadie más, no hay nada de qué avergonzarse —
murmura.
Se sentía bien, pero... Dile eso a la sensación de malestar en mi vientre.
Me acerca y besa la parte superior de mi cabeza. —Tienes que dejar de preocuparte tanto
por lo que todos piensen de ti. ¿Dónde está la chica intrépida que siempre he conocido y amado?
No creo que esté hablando de lo que sea que acabo de hacer en su mano nunca más.
—Pero, ¿y si decepciono a la gente? —Susurro—. ¿Qué pasa si resulta que no soy la persona
que necesitan que sea y sienten que ya no pueden confiar en mí?
¿Qué pasa si me abandonan y caigo en ese agujero negro que me aterrorizó después de
la muerte de mamá?
No es un lugar real. Tal vez no sea un miedo racional, pero me parece real. Ese agujero
negro podría aparecer en cualquier lugar, como en los ojos de las personas que amo, y podría
ser lo último que vea antes de que se aparten de mí para siempre.
—Entonces tendrán que lidiar con eso porque su decepción no es tu problema si solo estás
tratando de vivir tu vida de una manera que te haga feliz y realizada. —El tío Kristian me levanta
sobre sus muslos con mis rodillas abrazando sus caderas, acunando mi cuerpo desnudo contra
el suyo.
—Míranos —susurra.
Giro la cabeza y apoyo la mejilla en su hombro, mirando nuestros reflejos en el espejo del
tocador. Sus fuertes brazos me rodean y mi cabello cae en cascada por mi espalda. La expresión
de sus ojos es oscura y posesiva.
—Nunca pensé que llegaría a abrazarte así, princesa. No puedo soltarte porque me mataría.
Hundo mis dientes en mi labio inferior, deseando desesperadamente que no se viera tan
atractivo estar cerca de los brazos de mi tío en medio de la noche.
Pero nos vemos maravillosos juntos. Perfectos, en realidad. ¿Cómo algo tan perfecto puede
estar mal?
El tío Kristian encuentra mi oído con sus labios y murmura amorosamente como si
estuviera recitando un soneto: —Estoy así de cerca de destripar al próximo hombre que te mire.
Si te gustó quien te atrapó antes que yo, lo siento, pero es hombre muerto. No necesito que me
digas quién es. Lo averiguaré por mí mismo.
Mis uñas se clavan en sus hombros y respiro profundamente. —Tío Kristian…
En ese momento, un grito atraviesa la noche.
Levanto la cabeza con un jadeo. Eso sonaba como Nadia. Los recuerdos de esa noche
terrible cuando nuestra casa fue invadida por hombres desconocidos y mis hermanos gritaban
se precipitan a través de mí.
El tío Kristian se levanta y sale de la cama antes de que Nadia vuelva a gritar. Lo escucho
correr por el pasillo y abrir la puerta del dormitorio de Nadia. —¡Nadia!
Estoy atando una bata alrededor de mi cuerpo desnudo y corriendo detrás de él cuando
entra en el pasillo con mi hermana pequeña en sus brazos. La segunda hija de Chessa y papá,
una niña de solo cuatro años con rizos dorados.
—Todo está bien. Acaba de tener un mal sueño —murmura, la simpatía y el alivio grabados
en su rostro. La niña que llora me alcanza con ambos brazos y él la pasa por encima.
Beso la mejilla de Nadia y la abrazo, acariciando su espalda y asegurándole que estoy
aquí. —¿De qué se trataba el sueño?
—Era un monstruo persiguiéndome —se lamenta—. Estaba hecho de una sustancia pegajosa
púrpura y tenía tres cabezas.
—Pobre gatito. No fue real. Ya se terminó.
El tío Kristian me mira fijamente con una expresión intensa en su rostro. Feroz y lleno de
anhelo mientras nos mira, como si verme abrazar a Nadia fuera algo doloroso. Se pasa los dedos
por el pelo plateado y flexiona la mandíbula con frustración.
Un momento después me toca la mejilla y me da un beso en la sien. —Voy a verificar dos
veces que todo esté bien cerrado.
—Gracias —susurro, observándolo alejarse por el pasillo. Respiraré un poco más tranquilo
sabiendo que está seguro de que estamos a salvo. Los recuerdos de esa noche se aferran a mí.
Todos los niños fueron despertados por el grito de Nadia. Las puertas de sus dormitorios
se han abierto y están saliendo somnolientos, frotándose los ojos.
—¿Qué ocurre? —Lana pregunta, su cara arrugada y su flequillo pegado hacia arriba.
—Nadia tuvo un mal sueño, eso es todo.
Un momento después, el tío Kristian regresa por el pasillo y se detiene a mi lado. —Todo
está cerrado y la alarma está encendida.
—Gracias.
Lana nos mira con el ceño fruncido, fijándose en mi bata atada a toda prisa y el pelo de
la cama y el pecho desnudo y los pantalones vaqueros del tío Kristian. —Tío Kristian, ¿qué haces
aquí en medio de la noche? ¿Dónde está tu ropa?
Se mira a sí mismo. —Me derramé un trago encima. Zenya y yo estábamos hablando.
Lana mira detrás de nosotros a mi puerta abierta. —¿En su habitación?
Parece más confundida que sospechosa, pero mi cara todavía arde. —Tuvimos un
problema en la fiesta de cumpleaños a la que fuimos esta noche. Estábamos hablando de eso.
—U nas s toboy vse yeshche bol'shaya problem, potomu chto ty ne otvechayesh'na moy
vopros —dice el tío Kristian entre dientes. Tú y yo todavía tenemos un gran problema porque
no respondes a mi pregunta.
Lana gira para mirarlo. —¿Qué dijiste?
—Dijo buenas noches.
—No, no lo hizo. Eso es spokoynoy nochi. Dijo algo sobre un problema.
Lo miro, advirtiéndole que no diga una palabra más. —El tío Kristian solo está preocupado
por el trabajo, pero ahora se va a casa. Todos, regresen a la cama o despertarán a papá. Necesita
su descanso.
Uno por uno, los niños regresan adormilados a sus camas. Puedo sentir al tío Kristian
detrás de mí mientras llevo a Nadia de regreso a su cama, la arropo entre las sábanas y la beso
en la mejilla. Después de unos minutos de acariciarle la frente y hablarle en voz baja, cierra los
ojos y se queda dormida.
Cuando me pongo de pie y me doy la vuelta, el tío Kristian está justo ahí, con los brazos
cruzados sobre su pecho desnudo y mirándome con el ceño fruncido.
—Ten más cuidado con lo que dices a partir de ahora —susurro—. Ya no son todos bebés,
y Lana ha estado aprendiendo ruso.
—Zenya, dime…
—No. Te has divertido y ahora se acabó. Vete a casa. Me voy a dormir.
Me sigue de regreso a la puerta de mi habitación y toma mi mano. —Entonces déjame
dormir aquí contigo.
—Dije que te fueras a casa. —Cierro la puerta en su cara. Está demasiado nervioso para
dormir, y ya no soporto más de “Pero, ¿quién te quitó la virginidad, Zenya?” con él.
Su gruñido de frustración recorre la madera. —Dame mi camiseta
La recojo del suelo junto a mi cama. Mientras miro el algodón amontonado en mis manos,
una punzada de anhelo me atraviesa. No quiero nada más que arrastrar a ese hombre a mi cama
y abrazarlo hasta la mañana, pero ¿cuál es el punto cuando no puedo mantenerlo? Solo me
apegaré, y luego estaré devastada cuando tenga que renunciar a él. Papá se llevaría el susto de
su vida si se enterara de cómo nos hemos comportado. Mis hermanos y hermanas estarían
confundidos y molestos. Todo el mundo ha pasado por suficiente estos últimos años. No puedo
ser egoísta cuando debería estar pensando en ellos.
Presiono mi cara contra su camiseta y respiro profundamente. Cómo adoro el olor de este
hombre. Su colonia llena mi nariz, pero hay mucho más de lo que puedes comprar en una
botella. Lo que me pone débil en las rodillas es el rico y poderoso aroma del tío Kristian. Su
camiseta está empapada de lujuria por mí.
Me ha estado esperando durante cuatro años. No ha querido a otra mujer todo este tiempo.
Miro la puerta con anhelo. Si la abro, probablemente lo haré entrar y le rogaré que me
folle. Un deseo espeso y caliente me recorre mientras me imagino sobre mis manos y rodillas
mientras él me empuja fuerte y profundamente desde atrás. Mis dedos se aprietan en su camiseta
y gimo con necesidad.
Desesperadamente, me vuelvo hacia la ventana de mi dormitorio, la abro y tiro la camiseta
afuera. —Está en el jardín delantero si la quieres.
El tío Kristian resopla de ira y escucho sus pies resonar por el pasillo. Me quedo donde
estoy y, un momento después, sale al césped, se agarra la camiseta y se la pone furiosamente
por la cabeza.
Luego da la vuelta a la casa y me mira.
Lo miro con ambas manos apoyadas en el alféizar de la ventana, la brisa fresca de la noche
alborota mi cabello.
Todavía frunciéndome el ceño, besa la punta de sus dedos. Él debe ser capaz de
saborearme en ellos.
Un momento después, da media vuelta y avanza por la entrada, en dirección a su Corvette
negro, con la furia y los celos grabados en cada línea de su cuerpo.
Conozco a mi tío mejor que nadie, y no descansará hasta saber quién me quitó la
virginidad.
Y lo matará.
Ningún hombre en esta ciudad está a salvo a partir de esta noche.

—Pareces cansada, cariño. —Papá se acerca y pasa su pulgar por mi mejilla, dándome una mirada
preocupada. Está sentado en una fea silla azul con tubos en el brazo mientras recibe la infusión
de quimioterapia. Cada cita toma algunas horas, y siempre lo llevo y me siento con él en todo
momento.
—Estoy bien —le digo con una sonrisa pálida, y luego me echo hacia atrás en mi silla
cuando llega una enfermera para revisar los signos vitales de papá y la máquina que está
administrando su medicamento.
La verdad es que estoy agotada. No dormí nada anoche después de que el tío Kristian se
fue a casa. Quiero centrarme en el tratamiento de papá y tratar de pensar en lo que vamos a
hacer con Yuri y Jozef Golubev, pero los momentos calientes y pesados de anoche me tienen
en un estrangulamiento.
Dos palabras siguen resonando en mi cabeza en la voz del tío Kristian.
Squirt.
Saco mi teléfono y busco subrepticiamente ¿Qué es squirting? Mi cara arde mientras me
desplazo por los resultados, haciendo clic aquí y allá y leyendo.
Aparentemente, no te estás orinando, ¿pero es orina? ¿O no es pis pero sale por el mismo
agujero? Nadie parece tener la respuesta. No es poco común, pero todavía me desconcierta, y
se siente impactante y transgresor.
Y lo hice con el tío Kristian.
Meto mi teléfono en mi bolso y cruzo las piernas y los brazos con fuerza, tratando de
pensar en otra cosa que no sea el momento en que el tío Kristian me estaba metiendo los dedos
con enojo y yo, mis mejillas se sonrojaron de nuevo, tuve un squirt por toda su mano, mis
muslos, y la cama Cuando lo miré, el tío Kristian tenía una expresión en su rostro como si fuera
la cosa más maravillosa que jamás había visto. Aparentemente, él tampoco se lo esperaba. Pero
le encantó que sucediera.
Un dolor de hormigueo comienza entre mis piernas. Recordar ese momento con él me
pone cachonda porque, por supuesto que lo hace. Clavo mis uñas con enojo en mis palmas.
Todo lo que tiene que ver con el tío Kristian me pone caliente desde que regresó.
La enfermera se aleja y papá se vuelve hacia mí. —¿Qué haría yo sin ti? ¿Hablaste con
Yuri Golubev anoche y le diste mis saludos?
—Um, sí. —Decido omitir la parte en la que su querido viejo amigo está matando a nuestros
hombres, tiene la intención de asesinar al tío Kristian y está tratando de obligarme a casarme
con su hijo por miedo.
—¿Y has enviado dinero a las familias de Andrei, Radimir y Stannis?
—Sí.
Trago un suspiro cuando papá recita una lista de preguntas. Todas las cosas que debería
estar haciendo por el negocio, la familia, el Silo, mis hermanos y hermanas. El peso de todas sus
expectativas se acumula sobre mis hombros, y quiero gritarle que se detenga porque no tengo
tiempo para respirar, y mucho menos para pensar, pero veo su rostro gris y arrugado y me
obligo a responder.
Finalmente, papá se acomoda con una sonrisa cansada. —Eres un maravilloso modelo a
seguir para tus hermanos y hermanas. La familia está en buenas manos contigo mientras me
estoy recuperando. Lamento haberlos dejado solos con esto.
Pero, no estoy sólo. Tengo al tío Kristian, aunque ese ha sido un tipo especial de desafío.
—Kristian me ha estado diciendo lo bien que ha ido todo. No estaba seguro de si era una
buena idea que los dos trabajaran juntos, pero pareces capaz de manejarlo. Estoy empezando a
pensar que no hay nada que no puedas manejar.
Ja ja. Oh Dios. ¿Yo, manejar al tío Kristian? Ese hombre es indomable.
Y, sin embargo, una sonrisa tira de mis labios porque, a pesar de su presencia que distrae
peligrosamente, he disfrutado trabajar con él. Cuando estamos con los hombres o en el Silo,
Kristian siempre está a mi lado, fuerte y solidario. Ha hecho ciertas cosas más fáciles y me ha
dado más confianza. Siempre quise decirle a Adamovich que sabía que jodió a papá hace tres
años. La injusticia de esto quemó.
¿Y cuando estamos solos, o en esa fiesta de anoche?
Vas a casarte conmigo y tener mis hijos, y no me preocupa qué sucederá primero. Te
follaré hasta poner bebé aquí y ahora si me das la oportunidad.
Aprieto mis muslos juntos. Las palabras que susurra en mis oídos me hacen ver estrellas.
Las cosas que me hace son desquiciadas. Me imagino al tío Kristian de rodillas y besando mi
palma, jurando que hará cualquier cosa por mí. Una deliciosa combinación de lealtad y locura.
Si me casara con el tío Kristian...
Si fuera mi esposo, mi protector, el padre de mis hijos…
Recuerdo cómo saltó de la cama y corrió por el pasillo en el momento en que Nadia gritó.
Cómo salió del dormitorio con ella en sus brazos, el alivio pintado claramente en su rostro. El
hombre es un villano y un pícaro, pero su devoción por las personas que le importan es
impresionante.
Miro a papá, mi lengua juega con la comisura de mis labios mientras pienso
cuidadosamente. Desheredó a Kristian y ha dejado claro que no quiere que dirija esta familia.
¿Estaría enojado con la idea de que su hija y su hermano dirigieran juntos a la familia Belyaev
si algo le sucediera? Si papá quiere que me case, ¿no sería el tío Kristian una mejor opción como
esposo que un extraño al que solo le importa el dinero y el poder? ¿No sería perfecto como el
padre ferozmente protector de nuestros hijos?
Una sensación caliente se sumerge en un cisne por mi cuerpo y se extiende a través de mi
centro. El bebé del tío Kristian. Mi corazón late más rápido ante la idea.
Miro a papá, mordiéndose el labio inferior. Cualquiera que elija, quiero la bendición de
mi padre.
—Papá. Yo y el tío Kristian… —empiezo, pero me detengo y enrosco mis uñas en mi palma.
No puedo decidir si mencionarle esto a papá en este momento es una buena decisión o no.
Papá frunce el ceño. —¿Kristian está causando problemas? Si te está molestando o no
escucha tus órdenes, lo enviaré lejos. Mi hermano necesita entender que ya no es mi heredero.
Tu lo eres.
El pánico se apodera de mí cuando papá amenaza con desterrar al tío Kristian de nuevo.
¿Qué estoy pensando? Si abro mi bocota, el tío Kristian será expulsado de esta ciudad de nuevo.
Niego con la cabeza rápidamente. —No nada de eso. El tío Kristian no ha hecho más que
ayudarme. Está trabajando incansablemente a mi lado y sus hombres han estado ansiosos por
ayudar. Pensé que deberías saberlo. Eso es todo.
Papá se relaja de nuevo. —Me alegra oírlo. —Hay un momento de silencio, y luego pregunta
suavemente—: Extrañaste a Kristian, ¿no es así?
Agarro los brazos de mi silla. Mis sentimientos son un enredo de emociones complejas.
Saber que me ha querido durante años es extraño.
¿Saber que él me quería y aun así se fue?
Devastador.
Papá suspira mientras lucho por responder. —A veces pienso que exageré cuando envié
lejos a Kristian hace dos años. Mi culpa por Chessa era tan cruda que me pregunto si lo traté
con demasiada dureza.
Miro hacia arriba confundida. —¿Tu culpa? Pero fue un accidente que Chessa muriera.
No podrías haber hecho nada para ayudarla.
Papá me da una mirada triste. —Cariño, eso no. La forma en que murió Chessa fue terrible,
pero estoy hablando del allanamiento de morada. Nunca he dejado de sentirme mal por esa
noche.
La noche en que cinco imbéciles irrumpieron y cuatro de ellos violaron en grupo a Chessa
en venganza porque papá mató a su jefe. Niego con la cabeza. —Pero eso tampoco fue culpa
tuya.
Me da una mirada triste. —¿No fue así? Nunca le hubiera pasado a ella si no se hubiera
casado conmigo. Chessa era una joven hermosa y despreocupada cuando me enamoré de ella,
pero a mi lado, solo conocía el sufrimiento.
—Eso no es cierto. Chesa te amaba. Los dos eran felices juntos y vi cómo la hacías reír y
la hacías sentir querida.
—Pienso en ella todo el tiempo en estos días. Debido a esto. —Él mismo mira a su alrededor,
a la máquina—. Pienso en tu madre. En Kristian. En ti. Hay tanta culpa, cariño.
Cierra los ojos por el dolor de todo, y lo estudio de cerca. No entiendo por qué está siendo
tan duro consigo mismo. Papá nunca ha sido el tipo de hombre que se regodea en la
autocompasión.
Extiendo la mano y cubro su mano con la mía. —Chessa nunca te culpó por lo que pasó
esa noche, y le entristecería saber que te estás lastimando por eso ahora.
Papá respira tembloroso y abre los ojos. —Espero haber hecho todo lo posible por ti
después de esa noche, pero siento que también te fallé.
Intento recordar cuándo me falló papá alguna vez. A decir verdad, no puedo recordar
nada específico que papá haya hecho en los meses posteriores a la invasión de la casa, y eso está
bien, porque tenía que estar allí para Chessa y los otros niños. Todos mis recuerdos son del tío
Kristian. Ayudándome a volverme feroz. Mostrándome cómo dar sentido a este mundo cruel y
mi lugar en él.
—Nunca me fallaste —le digo, pero mis palabras suenan huecas.
—Tu tío Kristian creía que si querías ser parte de nuestro mundo, deberíamos abrirlo para
ti. A los catorce años, pensé que eras demasiado joven para todo lo que debe asumir un Belyaev
completamente desarrollado. ¿No deberías permanecer inocente? —Se ríe sin humor—. Qué
hombre tan estúpido fui, creyendo que cualquiera que tuviera que matar para salvarse necesitaba
refugio en lugar de apoyo. Kristian tuvo la idea correcta todo el tiempo, ¿no?
El tío Kristian fue quien me habló, me animó a defenderme, usar armas y aprender todo
tipo de habilidades importantes y mortales. Ahora que lo pienso, debe haber hecho mucho de
eso a espaldas de papá. Mi corazón arde de gratitud porque era lo que necesitaba. Necesitaba
sentirme fuerte, no impotente. Necesitaba ser cualquier cosa menos esa niña perdida de pie junto
a la tumba abierta de su madre, sollozando con el corazón. No iba a permitir que esos hombres
me hicieran sentir débil y pequeña, y Kristian estaba allí para ayudarme a superarlo.
—Esta es una vida dura, Zenya, y ni siquiera te pregunté si la querías. Si prefieres alejarte
del negocio familiar después de que me haya ido, tienes mi bendición.
Mis ojos se abren y exclamo: —¿Estás bromeando? ¿Después de todo lo que he aprendido
estos últimos años? He estado trabajando tan duro porque quiero que se sientan orgullosos de
mí, pero también porque no hay nada más que quiera hacer. Moriré antes de rendirme.
Papá sonríe con tristeza. —Suenas como Kristian.
Se me ocurre un pensamiento terrible. Está hablando tanto del tío Kristian que me hace
preguntarme si está teniendo dudas. —¿Estás pensando en cambiar tu testamento? ¿Quieres que
él dirija a la familia Belyaev en su lugar? Pero puedo hacer esto. Te juro que puedo.
Él niega con la cabeza. —No, cariño. No creas que hablo así porque estoy pensando en
cambiar algo. Nunca te desheredaría. Es la decisión correcta para ti liderar esta familia después
de que me haya ido. Eres firme y reflexiva. Kristian es poco confiable e irresponsable, y siempre
lo será.
Me estremezco porque eso se siente innecesariamente duro. —En realidad, papá, ha sido
todo lo que necesito que sea.
Mientras se quede. Estamos viviendo en un polvorín y las cosas podrían explotarnos en la
cara uno de estos días. Tomo un hilo suelto de mis jeans. ¿Qué pasa si le abro mi corazón y
luego simplemente… se ha ido? Incluso la sola idea me llena de un pánico sofocante. ¿Por qué
no luchó más para permanecer a mi lado? Si me amaba tanto, ¿por qué me dejó sola hace dos
años?
Me quito una lágrima de enfado de las pestañas. Lo hecho, hecho está. Me rompió el
corazón, y ahora debería estar protegiéndolo de él a toda costa. —No hablemos de él. Tienes
que concentrarte en mejorar.
Papá me da una mirada larga y preocupada. —Estás enojada con Kristian, ¿verdad?
Niego con la cabeza. —¿Quién está enojada? No quiero hablar de él ahora. Desde que
regresó, todo lo que hablamos es del tío Kristian.
Papá se pasa una mano por la cara y suspira, su expresión es más miserable que nunca.
Una enfermera camina rápidamente hacia nosotros. Traje un café para llevar conmigo y
lo tomo a sorbos mientras ella revisa la medicación de papá y le hace preguntas sobre cómo se
siente.
Papá se desplomó tan cansado en su silla después de que la enfermera se fue que me
pregunto si se habrá quedado dormido.
Unos minutos más tarde, abre los ojos y alcanza mi mano. —Te amo más que a nada,
Zenya. Tú y tus hermanos y hermanas lo son todo para mí. Cuidarás de ellos, ¿verdad?
Asiento rápidamente y alcanzo la taza de agua de papá. Estaré de acuerdo con cualquier
cosa mientras deje de hablar de morir. —Toma un poco de agua, ¿de acuerdo?
Roza su pulgar sobre mis nudillos y sonríe con tristeza. —Esa noche te cambió. No quería
admitirlo, pero después, había algo nuevo en tus ojos. —Levanta los hombros y los deja caer, y
luego cambia a ruso—. ¿Cómo no estarlo? Habías quitado una vida, a una edad tan joven. Más
joven que yo. Más joven que Kristian.
Tiene razón en que esa noche me cambió, pero me cambió para mejor. Me volví más
fuerte. Mas centrada. Más decidida. Si papá siente alguna infelicidad en mi corazón, no es por
esa noche. Es por lo que sucedió hace dos años cuando alguien a quien amaba mucho se alejó
y se olvidó de mí.
Dos horas más tarde, llevo a papá a casa y lo ayudo a acostarse. Siempre está exhausto
después de la infusión de quimioterapia y se va derecho a dormir.
No es hasta que estoy cerrando la puerta de su habitación y caminando por el pasillo que
saco mi teléfono de mi bolso y miro la pantalla. Doce llamadas perdidas. Tantos mensajes de
texto. Todo del tío Kristian.

Tío Kristian: Zenya.

Tío Kristian: Es tu tío aquí.

Pongo los ojos en blanco. Como si no supiera que es él. Puedo sentir su tensión y sus
dientes apretados irradiando desde la pantalla de mi teléfono.

Tío Kristian: No necesito que hagas nada.

Tío Kristian: No hay nada de lo que tengas que preocuparte.

Tío Kristian: Sólo dame su nombre.

Tío Kristian: Zenya. Respóndeme.

Tío Kristian: ¿Por qué no contestas?

Siguen una docena de mensajes más, y niego con la cabeza mientras me desplazo hacia
abajo y los leo. Si alguien se va durante dos años sin ninguna señal de que va a volver, no se
enoja por lo que sucede en su ausencia.

Zenya: ¿Podrías relajarte por medio segundo? Te vas a reventar una válvula del corazón.

Al instante, aparecen los tres puntos.

Tío Kristian: ¿QUIÉN FUE ZENYA?


Zenya: Respira hondo. Eres una gota de agua de lluvia que cae en un mar en calma.

Tío Kristian: ¿Tengo que matar a todos los hombres de esta ciudad?

Tío Kristian: PORQUE LO HARÉ SI NO ME DAS UN NOMBRE.

Lanzo mi teléfono en mi bolso con un movimiento de cabeza y bajo las escaleras. Mi


estómago está rugiendo y necesito comer antes de poder lidiar con él.
Después de un sándwich de pavo sobre pan de centeno ligero con mayonesa, pepino y
mucha sal y pimienta, me siento mejor equipada para enfrentar el ataque de celos de mi tío.
Espero que me haya enviado otra docena de mensajes, pero solo hay uno de hace dos minutos,
y es muy siniestro.

Tío Kristian: No me has dejado opción.

Zenya: A qué te refieres ¿Dónde estás?

Zenya: ¿Tío Kristian?

Tío Kristian: Estoy ocupado, princesa. Hablaré contigo más tarde.

Zenya: ¿Ocupada haciendo qué?

Tío Kristian: No puedo escribir. Demasiada sangre.

Zenya: Por favor, dime que estás bromeando.

Zenya: Dios mío, espero que estés bromeando.

Zenya: TÍO KRISTIAN POR FAVOR NO MATES A NADIE CUANDO NI SIQUIERA


TE HE DADO UN NOMBRE.

Espero una respuesta, pero no llega ninguna. ¿Habla en serio o se está metiendo conmigo?
¿Qué planea hacer, conducir a todos los clubes clandestinos y a las casas de nuestros socios y
matar a todos los hombres que ve?
¿O está detrás de un hombre en particular?
Se me cae el estómago cuando me doy cuenta de quién podría ser ese hombre. El único
hombre con el que he tenido una cita y el primero en llevar sus celos a toda marcha.
Grigor Kalchik, el hombre que intentó besarme en el club de Bohdan Adamovich.
Él no... ¿o sí? Fue una cita. ¿El tío Kristian no puede creer en serio que me acosté con ese
irritante y sórdido hombre después de una cita?
Ningún hombre racional podría pensar eso.
Puse mi plato sucio en el lavavajillas, mi mente acelerada. El tío Kristian no está pensando
racionalmente. Está pensando como un amante celoso.
Busco entre los contactos de mi teléfono y presiono marcar.
Un momento después, Grigor responde. —Bueno, hola, nena. Es bueno saber de ti.
Mi piel se eriza ante el sonido de su engreída y aceitosa voz. Por lo que parece, no está en
peligro de muerte. Aún. —Hola, Grigor, quería preguntar dónde…
—Lo sé —me interrumpe, y puedo escuchar su sonrisa—. Te mueres por esa segunda cita.
El sábado por la noche acaba de liberarse, pero solo porque eres tú. Eres una mujer afortunada,
Zenya.
Agarro mi teléfono con fuerza, en silencio deseando fuerza. El tío Kristian continúa como
si fuera un regalo de Dios para las mujeres, pero al menos tiene el derecho considerando su
apariencia, encanto, sentido del vestir y aura embriagadora. ¿Qué tiene Grigor? Apariencia
promedio y una personalidad por debajo del promedio.
—Escúchame, Grigor. Creo que estás en peligro.
Grigor adopta un tono dramático y sin aliento. —¿Estamos haciendo un juego de roles?
Caliente. ¿Cuál es el juego, espías sexys?
Para un hombre en Bratva, Grigor es sumamente estúpido. O su familia no le ha inculcado
lo peligrosa que es esta vida, o nunca ha aprendido a tomar en serio a una mujer. La idea de
casarme con un hombre como él, y mucho menos dormir con él, me da náuseas.
—Si ves a mi tío Kristian, corre en la otra dirección. De hecho, súbete a tu auto y sal de la
ciudad ahora mismo.
—Cariño, no estoy en la ciudad, pero tan pronto como regrese de Las Vegas voy a…
¿Él no está en la ciudad? Entonces no tiene sentido que siga con esta tediosa conversación
y cuelgo sin despedirme.
Dejo mi teléfono boca abajo sobre el mostrador y suspiro de frustración. Los hombres
Bratva son tan frustrantes. No es solo Grigor tratándome como si fuera una tonta, Adamovich
llamándome adolescente insignificante, o Yuri y su hijo conspirando para aterrorizarme y
casarme. Cada hombre con el que entro en contacto piensa que es más inteligente, más fuerte y
más capaz que yo. Incluso los cuatro hombres que me atacaron en el almacén me llamaron niña.
Estoy tan cansada de que los hombres no me tomen en serio o me vean como una oportunidad
para tener más poder. Es mi poder. Soy la heredera de papá. Voy a luchar para mantener lo
que tengo pase lo que pase.
Necesito una ducha caliente. El recuerdo del hospital todavía se aferra a mí, y quiero
quemarlo de mi piel.
Me doy la vuelta y veo a un hombre parado en la puerta, bloqueando mi camino.
Salto y respiro sobresaltado.
Es él. Mi extraño de negro.
Suéter negro, pantalones negros, guantes negros y una máscara negra ajustada que cubre
toda su cabeza.
Apesta a sangre, tal como lo hizo esa noche.
Lentamente, se quita un guante de cuero y luego el otro, y veo el destello plateado en sus
dedos meñiques. Se estira y se quita la máscara. El cabello rubio plateado cae y él lo sacude
hacia atrás, mirándome con sus ojos fríos y brillantes. Hay sangre manchando sus dedos y
garganta. Más sangre manchó su cuello.
—¿Qué hiciste? —Susurro.
—Hice lo que necesitabas que hiciera —dice el tío Kristian con voz oscura, caminando hacia
mí.
Doy un paso involuntario hacia atrás, mi corazón late salvajemente. Él no me quiere hacer
daño, lo sé, pero hay tanta malicia emanando de él que me deja sin aliento.
Extiende la mano con los dedos ensangrentados y captura un mechón de mi cabello,
frotándolo suavemente entre las yemas de sus dedos. Su expresión se suaviza mientras me mira.
—Lo maté por ti, princesa.
—¿A quién?
—Yuri Golubas. El hombre que pensó que podía asesinarme y asustar a mi amada para
que se casara con su hijo.
—¿Él fue quien ordenó a esos hombres que me atacaran en el almacén? ¿El que mató a
Andrei, Radimir y Stannis?
El tío Kristian da un breve suspiro enojado. —No. Desafortunadamente, no lo fue. Solo se
enteró de la situación y pensó que podría beneficiarse de ella, pero tenía la intención de
matarme. El bastardo de dos caras no merecía vivir. —El tío Kristian sonríe con frialdad—. Así
que le corté la cara y se la di de comer a sus perros.
—Si no fue por orden de Yuri que fui atacada, ¿entonces de quién? ¿Estás seguro de que
está muerto? Eso suena doloroso, pero ¿pone en peligro la vida?
—Hay más vasos sanguíneos en la cara de lo que la gente cree. Se desangró, gritando todo
el tiempo. Le até una bolsa de plástico en la cabeza cuando se desmayó, solo para estar seguro.
Un movimiento característico del tío Kristian.
Habla casualmente, pero hay una sonrisa en sus labios. Disfrutó yendo a la mansión
Golubev y descargando su ira celosa con Yuri.
—¿Y Jozef?
Sus ojos brillan con malicia. —No me gustó la forma en que te estaba mirando.
Un escalofrío me recorre la columna vertebral. —¿Qué le hiciste?
—¿Por qué? —pregunta bruscamente el tío Kristian, acercándose más—. ¿Te preocupas por
él? ¿Le importa su patética e inútil existencia a Zenya Belyaev?
Miro fijamente al tío Kristian. No me acobardaré ante él ni caeré sobre mis palabras
apresurándome a explicarme. Le hice una pregunta, y como alguien que me responde, o se
supone que debe responderme, me debe una respuesta.
Al darse cuenta de que no voy a dar más detalles, el tío Kristian mete la mano en el
bolsillo. —Le hice ver morir a su padre, y luego me aseguré de que fuera lo último que viera.
Arroja algo blanco y brillante a mis pies. Esos dos algo que son redondos con tallos
ensangrentados y marcas grises.
Marcas grises que me devuelven la mirada.
Globos oculares.
Los ojos de Jozef Golubev.
Los observo por un momento, luego levanto mi mirada hacia el tío Kristian, quien me
observa de cerca. ¿Espera que me derrumbe o vomite? ¿Está tratando de sorprenderme y
socavarme o probar que soy demasiado débil para liderar?
No, me doy cuenta, mientras bebo en su mirada hambrienta. Espera que no me moleste
en lo más mínimo. Quiere saber que me complace su oferta brutal y que Jozef Golubev no
significa nada para mí.
Extiendo la mano y empujo uno de los globos oculares con el pie y se tambalea sobre las
baldosas. —Buen trabajo. Se lo merecían.
El tío Kristian sonríe más, encantado de que esté complacida.
—Pero la próxima vez, pregúntame antes de cometer asesinatos y atrocidades en mi
nombre.
—Por supuesto, princesa. Todo lo que tu digas. —Se agacha y recoge los globos oculares,
y luego los arroja al triturador de basura. La máquina muele ruidosamente mientras los mastica.
El tío Kristian se vuelve hacia mí con una mirada entrecerrada y enfadada. —¿Fue él?
¿Fue él qué… oh? Me cruzo de brazos. De nuevo con lo de la virginidad.
—Si fue él, regresaré por una parte más íntima de él y la asaré sobre un maldito fuego.
La ira hierve a través de mí. —¿Te importa tanto? ¿Soy inmunda, estoy despojada, y
arruinada a tus ojos? ¿Es esto lo que se necesita para que te alejes de mí con disgusto, el hecho
de que una pequeña membrana entre mis piernas ya no esté allí?
El tío Kristian niega con la cabeza mientras se lava la sangre de las manos. —Hiciste lo que
tenías que hacer estos últimos dos años. Nunca serás otra cosa que preciosa para mí, Zenya.
Se sacude las manos, las seca con un paño y se vuelve hacia mí con los ojos brillantes.
—Lo que no aceptaré, lo que nunca aceptaré, es que haya un hombre caminando por ahí
con fotos tuyas desnudas en la cabeza. Recuerdos de cómo te ves cuando… —Cierra su mano en
un puño y lo presiona contra el mostrador como si luchara por mantener la compostura ante el
mero pensamiento de otro hombre teniendo sexo conmigo—. No permitiré que posea lo que
por derecho me pertenece. Necesita morir.
—Estás loco —le digo.
Da una risa sin alegría. —Te prometo que dado cómo me siento, estoy actuando muy
jodidamente normal en este momento.
Dice el hombre que me acaba de lanzar ojos a los pies y le dio de comer cara de hombre
a su perro.
El tío Kristian toma mi mano y me acerca más, su voz cada vez más ronca. —Te deseo,
Zenya. Cásate conmigo y siempre te amaré y protegeré. Amaré y protegeré a nuestros hijos. Tú
y nuestros bebés serán los únicos en el mundo que me importan. Siempre me esforzaré por
hacer lo que me pida el líder de los Belyaev, sin importar quién sea él o ella, pero respondo
primero a nadie más que a mi esposa. Tu.
—¿Y si el líder de los Belyaev es tu esposa?
—Entonces estoy a sus órdenes.
Quiero creerle. Lo quiero desesperadamente, pero el dolor de su ausencia es tan crudo y
todavía sangra. —No te creo. ¿Cómo podría?
—Porque lo estoy diciendo —gruñe—. ¿Mi palabra de hombre y tu amante no significa nada
para ti?
Mi amante. Mi estómago se precipita con felicidad y alarma, y tiro mi mano de la suya.
Todo se está moviendo tan rápido. —Deberías haber pensado en eso antes de abandonarme
para vivir en el otro lado del país.
—Sabes que no tuve otra opción al respecto.
—Si lo hiciste.
—Yo... —comienza, pero luego se detiene. Sus fosas nasales se dilatan mientras trata de
controlar su temperamento—. Te juré que volvería y lo hice. ¿Qué más debo hacer para
probarme a ti?
Todo el dolor, toda la rabia de los últimos dos años estalla.
—¡No podrías haber hecho lo que hiciste en primer lugar! —le grito—. Tú con esa stripper
en tu regazo y tus manos alrededor de su garganta está grabado en mi mente. Nunca olvidaré
eso. Nunca. ¿Y sabes qué más nunca olvidaré? A mi, rogándote que te quedes y tú alejándote
de mí.
Me agarra la parte superior de los brazos. —¡No quería hacer eso! Me mató alejarme de ti.
Te amaba. Te habría hecho mi esposa hace años si hubiera podido.
—¿Entonces por qué te fuiste? ¿Y por qué te mantuviste alejado?
Gruñe de frustración y mira hacia la puerta.
Agarro los lados de mi cabeza, clavando mis dedos en mi cuero cabelludo de pura
frustración. Quiero gritar. —Si tienes algo que decir, simplemente dilo.
—Maldita sea todo al infierno —dice entre dientes.
Y eso es todo lo que dice.
Ni una palabra más.
Le empujo el hombro con la palma de la mano y retrocede medio paso. —Ojalá me
hubiera follado a diez hombres mientras no estabas. —Empujo su otro hombro y veo el dolor
llenar sus ojos—. Ojalá me hubiera follado cien. —Pongo ambas manos en su pecho y empujo
con todas mis fuerzas—. Desearía que nunca volvieras.
Giro sobre mis talones y salgo de la habitación, cegada por las lágrimas. No quiero decir
esas palabras. Ninguna de ellas, pero estoy demasiado enojada para retirarlas. Quiero lastimarlo.
Quiero que sangre como yo estoy sangrando.
Mientras me apresuro hacia mi habitación, él sube las escaleras detrás de mí, tomándolas
de dos en dos. —Oye .
En el momento en que llego a la puerta de mi habitación y trato de cerrarla, me la arrebata
y empuja para entrar.
Me agarra y me hace retroceder contra la pared hasta que mi espalda la golpea y me
quedo mirándolo. —¿Desearías que nunca hubiera vuelto? Sé que no lo dices en serio.
—Lo digo en serio —le espeto. Mis manos agarran sus hombros mientras inclina su cuerpo
contra el mío. Odio lo bien que se siente presionado contra mí.
—Estás sufriendo. Es culpa mía. Déjame hacerte sentir mejor, cariño. —Inclina la cabeza y
roza sus labios con los míos—. Quítate la ropa y déjame tomar tu bonito coño con mi lengua.
Puedes clavar tus uñas en mis hombros y decirme que soy un hombre malo, el peor hombre,
que me odias, pero tienes que hacerlo mientras te hago ver las estrellas. Si quieres, puedo
encontrar ese punto muy dentro de ti con mis dedos y puedes reventar por toda mi cara. Beberé
cada gota.
Me estremezco contra él, mis pestañas revolotean mientras me susurra palabras dulces,
sucias y calientes.
—O puedes tener mi polla —respira, su lengua chasqueando mis labios—. Déjame
reclamarte de la manera que he soñado durante años, ángel. ¿Anhelas profundo, llenándote
centímetro a centímetro?
¿Cómo se atreve a tentarme con eso cuando estoy tratando de seguir enojada con él?
—No necesito que me hagas correrme. Puedo hacerlo yo sola.
Se ríe sombríamente. —¿Has estado tocando tu lindo clítoris y haciendo que te corras? Me
muero por verte jugar contigo misma, pero, princesa, ¿solo tus dedos? ¿Eso es todo? Eso es una
cucharada de placer comparado con lo que puedo hacer por ti. Puedo darte un festín completo.
Bastardo arrogante. Ya le mostraré —Me he dado a mí misma algo mejor que eso. ¿De
verdad quieres saber quién me folló antes que tú?
Kristian frunce el ceño, pero retrocede cuando lo empujo lejos de mí, demasiado curioso
por las respuestas para pelear conmigo. Me acerco a mi cama, busco en mi mesita de noche y
saco un objeto de color rosa pálido que está junto al cuchillo que usé para matar a un hombre
hace cuatro años.
Él frunce el ceño al objeto en mi mano, sin entender. Luego, de repente, me lo arrebata y
lo estudia con creciente ira. Él blande el consolador vibrante hacia mí. —Espera. ¿Esta... cosa
robó lo que era legítimamente mío?
—¿Pensé que no te importaba si era virgen o no? —Me burlo de él—. Pensé que lo
importante era si había un hombre que recordara cómo me veo desnuda.
El tío Kristian mira alrededor de mi habitación, buscando algo. Se acerca a mi escritorio
y toma un marcador permanente negro de una taza llena de bolígrafos. Con la furia brillando
en sus ojos, tira de la tapa del marcador con los dientes y garabatea algo a lo largo del juguete
sexual. Luego tira el bolígrafo a un lado y me devuelve el consolador rosa.
Lo tomo y leo lo que ha garabateado a lo largo.
Tío Kristian.
Mis mejillas arden y mis labios tiemblan. Este hombre es indignante.
—Continúa —dice con dureza.
Lo miro con incertidumbre. —¿Qué?
—Fóllate con eso. Quiero ver todo lo que me perdí.
Capítulo 10

Z
enya se ríe, pero yo no me uno, y la sonrisa muere en sus labios.
Me acerco a ella lentamente, tomando sus hombros en mis manos y llevándola a su
cama. —Lo digo en serio. No me voy a perder ni una pequeña cosa sobre ti. Si tu primera
vez fue así, entonces quiero verla.
Su boca se abre y se deja caer sobre el colchón con un plop. Los pensamientos corren
detrás de sus ojos mientras estoy frente a ella. El impulso de decirme que me vaya es fuerte,
pero también lo es el impulso de atormentarme y presumir: la pequeña zorra.
Zenya mira el vibrador en su mano, sonríe y lame lentamente su longitud.
Justo encima de mi nombre.
Gruño desde el fondo de mi garganta y la alcanzo, pero ella pone una mano en mi pecho
y abre mucho los ojos.
—¿Qué crees que estás haciendo?
Estoy a unos tres segundos de arrebatarle ese consolador y follármela yo mismo. —Estoy
ayudando.
—No gracias. Quédate donde estás.
Observo cómo se quita la ropa lentamente, se quita la blusa por la cabeza, se quita los
vaqueros y los tira a un lado. Su sostén está hecho de encaje transparente blanco y puedo ver
sus pezones oscuros a través de la tela. Sus bragas son las mismas, y hay una mancha ligeramente
más oscura sobre su coño.
Se me hace agua la boca al verlo. Mojada. Joder, soy adicto a esta chica.
Se quita la ropa interior y la deja caer por el borde de la cama. Sus bragas arrugadas
aterrizan en mi zapato negro brillante.
Cuando Zenya se acomoda y se pone cómoda, cierra los ojos. No me ha mirado ni una
vez desde que se quitó la ropa.
Ha decidido fingir que no estoy aquí. Atorméntame. Mira pero no toques, tío Kristian.
Me quedo donde estoy por ahora, de pie al lado de su cama y mirándola con mi polla
cada vez más dura en mis pantalones.
Zenya enciende el vibrador, abre las rodillas con las plantas de los pies juntas y arrastra la
cabeza del consolador arriba y abajo de su sexo. Con la yema del dedo medio, acaricia
lentamente su clítoris. Así debe ser como se toca, noche tras noche. Hermosos ojos cerrados.
Jadeando suavemente. Cuando el juguete sexual rosa está completamente mojado, lo empuja
dentro de ella.
Me trago un gemido cuando se hunde en su coño. Ese debería ser yo. Quiero sacar el
juguete sexual y tirarlo al otro lado de la habitación. Debería ser yo Estoy furioso de celos por
un objeto inanimado.
Espero hasta que se pierde en el placer y luego me subo a la cama con ella.
Zenya abre los ojos y me mira, placer, desesperación y hambre en sus profundidades
azules. Cubro sus dedos en el vibrador y aprieto hasta que lo suelta. Me hago cargo de ella,
empujándolo profundamente en su coño y orientándolo hacia arriba para que lata contra su
punto G.
Zenya deja escapar un grito y lo ahoga rápidamente, recordando que no estamos solos en
la casa.
—¿Por qué te enseñaste a correrte así? —Miro hacia abajo a su cuerpo perfecto. Sus
adorables tetas subiendo y bajando. Su lindo sexo tragando el consolador y haciéndolo brillante
y húmedo.
Zenya se lame los labios. —No iba a tener miedo de ningún hombre la primera vez.
Pensé que podría ser eso. Zenya odia temblar delante de cualquiera y detesta sentirse fuera
de sí.
La follo lentamente con el vibrador mientras sus dedos trabajan frenéticamente sobre su
clítoris.
—Rompí mi propia virginidad y me jodí con esta cosa tantas veces que no tendría miedo.
—¿Soy tan aterrador, Zenya? —Digo, separando sus pies para poder arrodillarme entre sus
muslos.
—Yo… —comienza y se interrumpe con un grito ahogado. Ella está cada vez más cerca de
correrse—. No sabía que serías tú.
—Yo si. —Fantaseé largo y tendido sobre su primera vez conmigo. Dónde sucedería. Cómo
seduciría a mi sobrina.
—Pero nunca pensé en ti de esa manera —susurra.
—¿Nunca, Zenya?
Zenya agarra un puñado de mi suéter y me arrastra más cerca de su cara. —Eras mi tío
sexy, peligroso y guapo. Cada vez que me atraía tocarte o me sentía nerviosa por tu cuerpo o la
forma en que me mirabas, me sentía extraña e inquieta. No sabía lo que me estaba pasando.
Me paso el labio inferior entre los dientes y gimo. Estabas en camino de desearme. Joder,
es una tortura saberlo.
—¿Qué hubiera pasado si te hubieras quedado?
Rozo mi boca con la de ella, inhalando su embriagador deseo por mí. —Tenía las mejores
intenciones, princesa. Pensé en tocarte y besarte sin parar, pero juré que no intentaría besarte
antes de los dieciocho años. Fantaseaba con estrangular la vida de cada chico que intentara salir
contigo. Matar a cualquier prometido que intentara casarse contigo la noche antes de tu boda.
Zenya lame mis labios con su lengua y pregunta en un pesado susurro. —¿Con qué más
fantaseabas?
¿Quiere las cosas sucias? Puede tener las cosas sucias.
—Con todo. Chupando tus bonitos pezones. Azotándote fuerte cuando eras descarada para
hacerte llorar por mí. Partiéndote sobre mi polla y viéndola manchada con tu sangre. Follando
lenta y decadentemente tu pequeño y apretado culo porque soy dueño de cada puto centímetro
de ti.
Giro el consolador mientras lo empujo más profundo, haciéndola gemir.
—¿Cómo me habrías seducido? —pregunta, apretando y soltando sus uñas en mi hombro
y mirando entre sus piernas mientras la follo con el juguete.
—Oh, tan dulcemente, princesa. Tocándote. Alabándote. Dándote todas las razones para
amar y adorar a tu tío Kristian hasta que fueras tú quien diera el primer paso hacia mí. Si huias
de mí avergonzada y confusa, te habría perseguido, te habría arrebatado contra mí y te habría
mostrado cuánto te ansiaba.
—Siempre sabías dónde encontrarme cuando corría —gime.
—Mi fantasía favorita era estar a solas contigo en la oscuridad de la noche en un almacén
empapado de sangre. Protegiéndote. Matar por ti. Ser el hombre que admiras y deseas y que te
entregues a mí. Susurrándome que me deseas. Dejándome saborearte. Siendo mi dueña. Esa
noche y todas las noches posteriores.
Bajo por su cuerpo, empujo su mano a un lado y prodigo su clítoris con mi lengua.
—Así que lo hice realidad.
Sigo retorciendo el vibrador y trabajándola con mi boca. —Tu bonito coño es mi vida. Tu
deseo por mí me vuelve loco.
Zenya agarra las sábanas, mis hombros, enreda sus dedos en mi cabello. Sus gemidos
alcanzan un punto álgido, y luego echa la cabeza hacia atrás y empuja su dulce coño contra mi
cara mientras llega al clímax. Sigo empujando con el vibrador y trabajándola con mi lengua
hasta que se desploma sobre la cama.
Saco el vibrador, lo apago y sonrío al ver mi nombre escrito a lo largo.
Mejor.
Pero no sentiré que la he reclamado correctamente hasta que la haya follado hasta llenarla
de mi semen. —¿Cómo se sintió?
—Asombroso. —Zenya se sienta, se pasa los dedos por el cabello mientras se ahueca los
largos mechones y sonríe con satisfacción propia—. Lo siento si esperabas que fuera todo, Oh
no, el hombre aterrador y su cosa son demasiado grandes. No me intimidas.
Blandí el consolador hacia ella. Mide quince centímetros de largo y es apenas más ancho
que una moneda de cincuenta centavos. —Es lindo que creas que así de grande soy.
La sonrisa desaparece de sus labios. —¿Qué?
—Oh, Zenya. ¿De verdad crees que esto te prepararía para mí? Deberías haber practicado
con un consolador más grande.
Sus ojos se abren. —¿Estás bromeando? Pensé que los más grandes eran tamaños de
novedad. Bromas o algo. —Luego se ríe aliviada y me da un empujón en el hombro—. Estás
bromeando. Me tuviste en marcha por un segundo allí.
La miro sin sonreír y espero a que termine de reírse.
—… ¿No es así? ¿Por qué no dices nada, tío Kristian?
Gimo y tiro el consolador a un lado. Joder, me encanta cuando está desnuda y me llama
tío Kristian. Es tan sexy y desordenado y lindo. Será mejor que me llame así cuando esté
enterrado hasta el límite dentro de ella.
—Soy más grande que tu juguete. —La empujo sobre su espalda una vez más y tiro mi
suéter negro sobre mi cabeza, revelando rayas de sangre en mi pecho. Me desabrocho los
pantalones y los empujo hacia abajo, junto con mi ropa interior, y arrastro mi polla, apretándome
en mi puño. Siempre he estado orgulloso de mi polla. Grueso, venoso y largo.
Me trago un gemido de alivio porque ya no estoy siendo estrangulado por mi propia ropa.
Mis bolas están doliendo por liberarse.
Ella me mira con los ojos muy abiertos y susurra: —Mierda. —Luego comienza a sacudir la
cabeza y se recuesta en la cama—. Uh-uh. De ninguna manera. Mantén esa cosa lejos de mí. Eres
un monstruo.
Me río sombríamente. —No te preocupes, princesa. ¿La forma en que te mojas? Encajaré.
Me acaricio de arriba abajo con una sonrisa maliciosa en mi rostro mientras me acerco a
ella. Agarrando su mano, envuelvo sus dedos alrededor de mi circunferencia. Sus dedos
delgados y bonitos en mi miembro grueso y venoso. Nunca había visto algo tan delicioso.
Con mejillas rosadas y ojos muy abiertos, Zenya pasa sus dedos tentativamente arriba y
abajo de mi longitud. —Eres tan caliente y sedoso. Te sentí esa noche en el almacén, pero no
me di cuenta de que eras… —Ella traga saliva—. Grande.
Paso mis dedos por su cabello mientras el placer corre a través de mí. —Te necesito,
princesa. Tengo que hacerte mía. He esperado tanto tiempo y me estoy volviendo loco
deseándote.
Zenya me mira, la conmoción se refleja en su rostro. —Oh, Dios, realmente vamos a hacer
esto. ¿Qué pasa si arruinamos lo que tenemos junto con el sexo?
—Hacerte mía no va a cambiar nada excepto volverme aún más loco por ti.
El deseo se arremolina en su mirada, pero también el miedo. —Si algo le pasa a papá, no
puedo perderte a ti también.
—Juro por mi vida que nunca te dejaré.
Ella niega con la cabeza y las palabras de pánico comienzan a salir. —No puedes saber
eso. Podrías ser arrebatado de mí. Puedo encontrar otro amante u otro marido. Nunca tendré
otro tío Kristian.
Abajo, la puerta principal se cierra, y las voces de mis otros sobrinos y sobrinas se pueden
escuchar en el pasillo.
Zenya salta y jadea, cubriendo su desnudez con sus brazos como si alguien ya nos hubiera
sorprendido. —No hay cerradura en mi puerta.
Tenemos que hacer algo al respecto, pero no ahora. Miro el baño. —¿Hay una cerradura
en esa puerta?
—Um, yo… —Los pensamientos detrás de sus ojos corren a mil millas por minuto.
Me acerco a su boca y susurro. —Necesito lavar toda esta sangre. Me estoy volviendo loco
por ti, pero no te voy a follar hasta que estés lista para mí. Todo lo que anhelo es estar contigo,
siempre, así que ven y ayúdame a ducharme si confías en que estaré a solas contigo.
Zenya se muerde el labio inferior y asiente.
Me levanto de la cama, la ayudo a levantarse y la llevo al baño, cerrando la puerta detrás
de nosotros. Nuestro santuario privado lejos del resto de la casa y la familia durante el tiempo
que lo necesitemos. Si alguien entra y ve nuestra ropa arrugada y enredada, nos descubrirán,
pero no me importará una mierda cuando finalmente tenga a mi chica. Al diablo con las
consecuencias. Ella es todo lo que me importa.
Tomo a Zenya en mis brazos y la beso, deleitándome con la sensación de su cuerpo
desnudo contra el mío. Es estimulante abrazarla así por fin, y el placer estalla a través de mí
mientras la llevo a la ducha y abro el agua caliente.
Coge la esponja vegetal y el gel de ducha y empieza a lavarme, y el agua sale roja. La
sangre de sus enemigos siendo lavada por sus propias manos. Así debe sentirse un guerrero
cuando regresa de la batalla para encontrarse con su reina, y estoy lleno de orgullo y lujuria.
Zenya se pone de puntillas y me besa. —Si fuéramos a tener sexo, ¿qué harías a
continuación?
Giro a Zenya y me meto entre sus muslos, mi cabeza se vuelve resbaladiza en su entrada
mientras mi dedo trabaja en su clítoris. No puedo dejar de besar detrás de su oreja, su garganta,
su clavícula. Cada parte de ella es exquisita.
Zenya se estira y pasa sus uñas por la parte de atrás de mi cuello, su respiración es inestable.
—Me has hecho correrme tantas veces y no has…
—Esperaré hasta que estés lista para mí, princesa —murmuro, y ella aprieta sus muslos
alrededor de mi longitud.
—¿Podría tener un poco más, por favor? —pregunta.
Puede tener lo que quiera. —¿Quieres sentir mi cabeza dentro de ti? Sólo un par de
centímetros de profundidad. No iré más lejos.
Tentativamente, asiente. Agarro sus manos y las pongo en la pared de vidrio y las cubro
con las mías. Con su espalda arqueada así, solo se necesita un ligero movimiento de mis caderas
para que la punta afelpada de mi polla se deslice dentro de ella.
Envuelvo mi brazo alrededor de su cintura y dejo caer mi cabeza contra su hombro,
apretando lentamente contra ella pero con cuidado de no empujar más profundo. El fuerte
agarre de su carne es una tortura celestial.
—Dime qué tan profundo me deseas, bebé. Puedo quedarme aquí. O puedo darte más.
Zenya jadea al ritmo de mis embestidas superficiales.
—Todos —finalmente llora—. Quiero todo de ti.
Santo maldito infierno.
Si.
Golpeo el grifo con el puño y el agua se cierra, dejándonos en silencio mientras salgo.
Zenya se vuelve hacia mí confundida, el dolor parpadeando en sus ojos. —¿No me deseas?
—Aquí no. Allí afuera. —La saco de la ducha y la llevo al tocador—. Pon tus manos sobre
el mármol.
Admiro su hermoso cuerpo mientras hace lo que le dicen. Su cabello de seda de diente
de león está mojado y fluye por su espalda con gotas de agua. Lamo un poco de su hombro con
mi lengua.
—Quiero mirarnos. —Deslizo mi mano a través de la condensación en el espejo, revelando
nuestros cuerpos desnudos. Zenya mira fijamente nuestros reflejos con ojos enormes.
Sus ojos se hacen aún más grandes cuando tomo mi polla en mi mano y arrastro la cabeza
hinchada a través de su sexo y encuentro su entrada apretada.
—Por favor, sé gentil —gime—. No sé, eres tan...
—No tengo prisa —murmuro—. Haremos lo mismo que hicimos allí.
Me adelanto un poco y me detengo, empujando con cuidado. Sin el agua corriendo,
puedo escuchar cada uno de sus pequeños jadeos y yo moviéndome contra su carne mojada.
Envuelvo mi brazo alrededor de su cintura y murmuro: —¿Es demasiado?
Zenya se relaja un poco y niega con la cabeza.
—No seas tan valiente por mí —susurro, elogiándola mientras me deslizo un poco más
profundo. Odiaba la idea de mostrar cualquier pequeña debilidad frente a mí, pero la amo así.
Su mano se aferra con fuerza a la mía, toda su atención en mí. Bombeo lentamente dentro de
ella, moviéndome hacia adelante y hacia atrás solo un poco pero trabajando más y más
profundo.
El placer comienza a inundar mi cuerpo, y mis siguientes palabras son un gemido. —
Princesa, tu coño se siente como el cielo. Eres tan caliente y apretada a mi alrededor.
Deslizo mi mano por su vientre y descubro que su clítoris está tan hinchado al tacto, y ella
grita cuando lo rozo con mis dedos.
—¿Qué tan profundo estás? —susurra, con los ojos cerrados.
—Medio camino.
—¿Sólo la mitad? —gime—. Te sientes enorme. No creo que pueda soportar más.
Me acerco entre nosotros al lugar donde estamos unidos y paso mis dedos alrededor de
mi cintura, juntando la humedad, y luego llevándola a sus labios.
—¿Ves lo mojada que te estás poniendo para mí?—Pregunto mientras me chupa los dedos—
. Tu cuerpo sabe que hay más de mí. Tu bonito coño quiere todo de mí.
Mientras chupa, bombeo más profundo dentro de ella y gime alrededor de mis dedos.
—¿Ves lo bien que me tomas? Una chica tan buena.
Un rubor rosado tiñe sus mejillas, haciéndome sonreír. Cómo tiene hambre de ser alabada.
Afuera, ella tiene todas las responsabilidades sobre sus hombros, pero aquí conmigo, puede
dejar de lado todas sus preocupaciones y saber que me está complaciendo simplemente
dejándome consentirla.
Me muevo un poco hacia atrás y agarro sus caderas con ambas manos, observándome
follarla con cuidado, metiendo otra fracción de pulgada solo cuando siento que está lista para
ello.
Cada vez que la miro, la atrapo mirándome a la cara en el espejo, pero tan pronto como
la miro a los ojos, baja la mirada como si la hubiera atrapado con las manos en la masa. —Puedes
mirarme, princesa. Me gusta cuando me miras.
—La expresión de tu cara. Es demasiado.
—¿Demasiado cómo?
—Me miras así. Sin aliento, feroz y tierno.
Suelto sus caderas y envuelvo ambos brazos alrededor de ella, envolviéndola con mi
cuerpo y apretando fuerte y empujando hacia arriba al mismo tiempo.
—¿Sabes qué más es demasiado? —Le susurro al oído, mirándola a los ojos.
—¿Qué? —pregunta, entrelazando sus dedos con los míos como lo hizo mientras veíamos
los fuegos artificiales en la víspera de Año Nuevo hace dos años.
—No mi polla, aparentemente. Estoy completamente dentro de ti.
Sus ojos se abren. —¿Si?
—Si. ¿Cómo se siente
—Muy bien —gime, inclinando la cabeza hacia atrás y flexionando la columna para
permitirme entrar más profundo.
—Te dije que encajaría —gruño, y hundo mis dientes en la carne de su hombro. El agarre
de su coño en mi polla es una locura—. ¿Te gusta la polla gruesa de tu tío dentro de ti, princesa?
Zenya jadea horrorizada y vuelve a bajar los ojos.
Tomo su barbilla en mi mano y la obligo a mirar hacia arriba. —Si vamos a follar, me vas
a mirar, mi dulce sobrinita. ¿La polla de quién está follando tu apretado coño?
—No me hagas decirlo, por favor —gime.
Le sonrío maliciosamente, moviendo una mano a su cintura y la otra agarrando su hombro
mientras la penetro con un ritmo que enciende mi alma. Finalmente estoy follando a mi chica
como si estuviera hecha para ser follada. —Si quieres correrte, lo harás. Te va a encantar correrte
sobre mi polla, princesa. ¿De quién es la polla que folla a este bonito coño tuyo?
—Tuya.
—¿Y quién soy yo?
Zenya susurra tan bajo que no puedo oírla.
Levanto mi mano y la dejo caer con fuerza sobre su trasero, haciéndola gritar. —No.
¿Quién soy?
—Tío Kristian —gime.
—No lo olvides. No soy un pedazo de basura indigna olfateando tus pies. Soy Kristian
maldito Belyaev, segundo a ningún hombre. Tú y yo fuimos hechos el uno para el otro. Nos
pertenecemos el uno al otro, y nunca te dejaré ir. —Tomo su barbilla en mi mano y la obligo a
mirarse en el espejo—. Ahora mira mientras te dejo embarazada.
Su rostro se afloja en estado de shock. —¿Qué estás… ahh?
Vuelvo a encontrar su clítoris y lo froto vigorosamente. Me escuchó. Dije lo que
jodidamente dije.
Los ojos de Zenya se cierran por más y más tiempo mientras mis dedos alternan entre
frotarla rápido y lento y mi pene empujando con fuerza llevándola más y más cerca del borde.
No puedo quitarle los ojos de encima, sonrojada de placer y totalmente perdida en todo menos
en lo que le estoy haciendo.
Un espasmo se propaga a lo largo de mi longitud y luego me aprieta con tanta fuerza que
veo estrellas. Se viene con un gemido largo y fuerte que está en peligro de hacer eco en toda la
maldita casa, pero no me importa. No estoy ocultando nada. Espero que Troian se despierte y
escuche.
Mi mujer.
Mía.
De nadie más.
Zenya aplana una de sus manos contra el espejo para estabilizarse mientras bombeo más
rápido dentro de ella. La cubro con la mía y la aprieto con fuerza mientras mi propio clímax se
dispara a través de mí. La follo aún más profundamente cuando siento que mi semen se dispara
en mi polla y se derrama dentro de ella. Donde tiene que estar por fin.
Gimo y dejo caer mi cabeza entre sus omóplatos, susurrando su nombre y escuchando mi
corazón retumbando en mis oídos. Sigo empujando perezosamente, ansioso por empujar mi
semen tan profundo como pueda dentro de ella.
Con cuidado, con mucho cuidado, salgo de ella y me enderezo, aferrándome a la cintura
de Zenya.
—¿Cómo se compara eso con tu pequeño juguete de plástico? —pregunto con un sardónico
levantamiento de mi frente.
Zenya se ríe débilmente, todavía sin aliento, y se pasa la mano por el cabello húmedo. —
Eres mucho. En todos los sentidos. —Ella mueve su mirada hacia la mía, más atrevida ahora—.
Me gustó.
Diablos, sí lo hizo. Mi chica fue hecha para ser follada así. Rápido, profundo y crudo.
Paso mi pulgar por su hendidura y la abro. Mi semen brota dentro de ella y un poco gotea
por su muslo. Respiro hondo y me guardo esta vista en la memoria.
Jodidamente ya era hora.
Zenya Belyaev, un desastre húmedo y caliente y goteando con mi semen.
—Oh, joder, sí, a tu tío le encanta verte así, princesa —respiro, arrastrando dos dedos por
su muslo para recoger mi semilla y empujarla dentro de ella. Lo hago una segunda y luego una
tercera vez, asegurándome de no desperdiciar ni una gota, una sensación caliente y pesada se
acumula dentro de mí mientras la imagino quedando embarazada en este mismo segundo. Seré
padre cuando tenga treinta y siete años, y hay mucho tiempo para que tengamos más bebés
porque mi dulce niña solo tiene dieciocho.
Se verá tan jodidamente hermosa cuando comience a mostrarse. Sosteniendo su bulto con
una mano mientras me hundo en su boca, su coño, su culo.
Mi polla se contrae y siento que me pongo duro de nuevo. Me pregunto cuándo puedo
intentar embarazarla de nuevo. La segunda vez podría ser la vencida si no funciona de
inmediato.
Zenya intenta enderezarse y mi semen brota alrededor de su entrada nuevamente. La
detengo con una mano en el medio de su espalda.
—No —digo bruscamente—. Quédate donde estás durante cinco minutos.
Zenya frunce el ceño ante mi reflejo. —¿Por qué?
Le sonrío en el espejo, mis dientes brillan pero no digo nada.
Mi niña es tan desobediente que se escapa de mi agarre y se pone de pie. Con un gruñido,
envuelvo un brazo alrededor de su torso y otro detrás de sus rodillas y la levanto contra mi
pecho.
—¡Qué… tío Kristian!
La llevo al dormitorio y la dejo caer sobre la cama. —Te dije que te quedaras quieta. Unos
minutos más y luego puedes hacer lo que quieras. —Sus muslos están pegajosos con mi semen,
y miro fijamente a la vista. Mejor que no sea todo.
Me subo a la cama con ella y planto mis manos a cada lado de su cabeza, atrapándola en
su lugar.
—Ahí fuera —asiento con la cabeza hacia la puerta—. Sigo tus órdenes. Aquí y en mi cama,
o donde sea que te vaya de follar, tu sigues las mías.
Zenya levanta ambas cejas hacia mí con sorpresa. —¿No eres mandón de repente?
Ella piensa que estoy jugando algún tipo de juego sexual con ella, pero esto es un asunto
serio de la familia Belyaev. Ella podría estar embarazada del próximo heredero de la fortuna de
Belyaev muy pronto. Mi hijo o hija.
Me estudia, comprendiendo lentamente amaneciendo en su rostro. —Esperar. No tienes
una mirada cachonda en tus ojos. Estás tramando algo. ¿Qué estás…? —Ella jadea en estado de
shock y agarra mis hombros—. Estás tratando de dejarme embarazada. No usamos condón. No
lo pensé. Ni siquiera he tocado un condón.
Y nunca lo hará. —He tenido bolas azules durante cuatro años y mientras tanto me hacía
chequeos. No te pondría en riesgo.
—¿Te has hecho una vasectomía?
Retrocedo indignado. —¿Estas loca? Quiero hijos. Ya te dije que te voy a follar hasta poner
mi bebé en ti. ¿Utilizas control de natalidad?
Zenya me mira con la boca abierta. —Sí —dice ella rápidamente.
Muy rápido.
Una sonrisa se extiende por mi rostro. No, no lo usa. Acabamos de follar totalmente
crudos, y quiero celebrar agitando una botella de champán y rociándonos por todos lados. —
Vas a tener a mi bebé, princesa. Un pequeño Belyaev para que lo adoremos juntos y para que
toda la familia lo ame. —La beso fuerte—. Vas a lucir increíblemente sexy cuando comience a
mostrarse. Así les diremos a todos que nos vamos a casar. Un empujón y una reserva para la
fecha.
Alcanzo su vientre pero ella aparta mi mano y se sienta.
—¡Ni siquiera bromees sobre eso! ¿Te imaginas las caras de todos si se enteran de lo que
acabamos de hacer, y mucho menos si tuve a tu bebé? ¿Qué pensaría papá?
Me siento sobre mis talones y froto mi mano sobre mi mandíbula con una sonrisa. Mi
semen está goteando por sus muslos otra vez, pero ya ha pasado suficiente tiempo. Mis hijos
habrán estado ansiosos como la mierda por meterse en su matriz. —¿Troian? Siempre pensó que
debería establecerme con una esposa y darle a mis bebés
—Sí, pero no con tu sobrina.
Tomo la nuca de su cuello y la acerco a mí, murmurando con voz ronca: —¿Por qué no
debería tener un bebé con mi sobrina? Eres la mujer que más amo en el mundo. Ya quiero
protegerte y tenerte cerca de mí para siempre. ¿Crees que me quedaré de brazos cruzados y
veré cómo otro hombre pone sus malditas manos sucias sobre mi niña más preciada?
Ella lucha con esto. —Pero, ¿y si esto destroza a la familia? ¿No sería mejor si me casara
con otra persona? Tengo suficientes opciones.
Estrecho mis ojos hacia ella. —No estoy bromeando, Zenya. Mataré a cualquier hombre
que te toque.
—No te pertenezco —me dice, agarrando su teléfono, poniéndose la bata y saliendo de la
habitación.
—Oh, sí. Lo haces —hiervo por lo bajo.
¿Adónde diablos cree que va? Me pongo la ropa y camino en silencio por el pasillo
alfombrado hasta que la oigo hablar en una de las habitaciones de sus hermanos.
—¿Puedo hacer una cita con el doctor Nader? Cuanto antes mejor. Puedo ir a su oficina.
No necesita venir a la casa.
Me doy cuenta de lo que quiere hacer en un torrente de ira. Alcanzo la manija de la puerta
y casi la abro, pero me detengo y escucho atentamente.
—¿Cinco en punto? Perfecto. Gracias.
Sonrío sombríamente para mí mismo.
No, gracias, princesa.
Miro mi reloj mientras me voy sin despedirme. Las cinco son menos de dos horas, y sé
exactamente por qué Zenya tiene tanta prisa por ver al médico de cabecera.
No impediré que le pida al doctor Nader anticonceptivos y el Plan B.
Pero evitaré que se lo dé. Los reales, de todos modos.
Camino por el camino de entrada a mi coche, decidido a quitar todos los obstáculos de
mi camino hasta que Zenya sea finalmente mía.
Es hora de que haga una visita al fiel médico de familia.
Capítulo 11

—¿E
stá todo bien, doctor Nader?
El hombre de cabello oscuro y anteojos está temblando levemente
mientras busca a tientas el manguito de presión arterial de mi brazo.
Normalmente es cálido y acogedor cada vez que me ve, el epítome de la
calma y la serenidad en su bata blanca, pero hoy tiene gotas de sudor en la frente y no puede
mirarme a los ojos.
—Tu presión arterial es normal, Zenya. No hay nada de qué preocuparse.
No estoy preocupada por mi presión arterial. Estoy preocupada por la suya, pero ¿qué sé
yo? No soy doctora.
—Querías discutir tus opciones para el control de la natalidad. Para alguien de tu edad y
en tu situación, recomendaría la inyección anticonceptiva ya que dura tres meses.
Parpadeo. Ni siquiera sabía que había una inyección anticonceptiva. —Estaba pensando
en tomar la píldora.
—La inyección sería mejor para ti. —Analiza los factores de riesgo, los pros y los contras
tan rápido que no puedo seguirlo. Mi cerebro ha estado hecho papilla desde que se fue el tío
Kristian. No puedo dejar de pensar en la forma en que me engatusó tan dulcemente para que
lo dejara follarme duro sobre el tocador de mi propio baño. Mi primera vez con un hombre y
fue...
Salvaje.
Y peligrosamente adictivo. Sin dolor, solo el estiramiento y el ardor de su polla
monstruosamente gruesa y el placer explosivo de él empujando más y más dentro de mí. No
me importa qué tipo de control de la natalidad use mientras esté protegida en caso de que vuelva
a cometer un desliz. El tío Kristian me está persiguiendo con fuerza, y me hace sentir tan increíble
que no me sorprendería si estuviera de espaldas con él sumergiendo cada centímetro de sí mismo
dentro de mí de nuevo dentro de veinticuatro horas. Empujando fuerte. Arrastrando su grosor
de un lado a otro contra mis paredes internas. Sujetándome a la cama mientras folla su semen
más profundamente dentro de mí, empeñado en dejarme embarazada.
Quiero abofetear mi cara por gemir como una niña buena mientras estaba enterrado
completamente dentro de mí.
Y a él, darle una bofetada, bésalo fuerte y pídele que lo haga de nuevo.
Aprieto mis manos entre mis rodillas, mis mejillas ardiendo. —Bien. Vamos por la
inyección. ¿Y puedo tomar una pastilla del día después como Plan B? Lo sé, debería haber sido
más cuidadosa. No es necesario que me sermonees sobre el sexo seguro porque no volveré a
hacer nada arriesgado.
Pero el doctor Nader parece demasiado distraído para darme un sermón. Más gotas de
sudor brotan de su frente mientras vacila ante mi pedido.
Un momento después, alcanza un cajón y su voz es inusualmente alta cuando dice: —En
realidad, guardo existencias de la pastilla Plan B en mi oficina. Cada dos días tengo una mujer
que me lo pide, y cuanto antes se tome, mejor.
El doctor Nader deja caer una caja blanca en blanco en mi mano con una sonrisa nerviosa.
¿Quizás no hay nombre en la caja porque es genérico? No sé cómo funcionan las compañías
farmacéuticas, pero estoy segura de que está bien. Guardo la pastilla Plan B en mi bolso por
ahora porque no tengo agua encima. —Muchas gracias, me has ahorrado un viaje.
—No hay ningún problema en absoluto. Ahora te conseguiré la inyección.
Se pone de pie y se mueve al otro lado de la habitación, tomando lo que necesita, supongo.
Estoy preocupada por mis propios pensamientos cuando vuelve a mí con una aguja.
—Súbete la manga. El inyección es en la parte superior de tu brazo.
Miro la aguja. Si me mete eso, no podré concebir en tres meses.
El doctor Nader frunce el ceño cuando no me muevo. —¿Pasa algo, Zenya?
Pero, ¿y si quiero un bebé? Un pequeño bebé que se parece al tío Kristian y tiene sus ojos
azules cristalinos y su cabello rubio blanquecino. Un bebé que sostendría en sus fuertes brazos
con una dulce sonrisa en su hermoso rostro. Mis entrañas se derriten cuando lo imagino
poniendo su dedo índice en la pequeña mano del bebé y agarrándolo con todas sus fuerzas.
Cuando llora, sus gritos serían fuertes y exigentes, porque cualquier bebé suyo sería fuerte y
enérgico.
Me duele el corazón mientras lo imagino.
¿Qué demonios es lo que me pasa? Tal vez me parezco más al tío Kristian de lo que
pensaba, y anhelo comportarme de manera vergonzosa y deleitarme con la indignación de todos.
O tal vez tengo una racha autodestructiva que me empuja a tomar decisiones cada vez más
complicadas.
¿O quiero tener los bebés del tío Kristian porque estoy enamorada de él?
Me muerdo el labio inferior, tratando de decidir qué es lo correcto. No voy que tener una
segunda oportunidad si cambio de opinión más tarde, pero no tener la oportunidad hoy y tirar
el Plan B sería totalmente irracional.
Me subo la manga, vuelvo la cara y le ofrezco el brazo al doctor Nader. —Nada está mal.
Sigamos con esto.
Cuando paso por la puerta principal, el sonido de las voces animadas de mis hermanos y
hermanas saluda mis oídos. Todo el mundo parece estar en la parte trasera de la casa en la
cocina.
—¿Eres tú, Zenya? —la voz de una mujer llama en medio del sonido de platos rechinando
y algo chisporroteando. No puedo ver quién es, pero reconozco su voz. Tía Eleanor, hermana
de Chessa. Viene una vez a la semana para preparar la cena para todos nosotros. Había olvidado
que esta noche era su noche, y estoy agradecida porque estoy tan distraída en este momento
que podría poner un filete de pollo en la tostadora.
—Si, soy yo. Estaré allí en un minuto —le devuelvo la llamada.
Alguien sale del salón, me arrebata el bolso del hombro y me lo quita del brazo. Me doy
vuelta y veo al tío Kristian rebuscando entre los contenidos. Debe haber estado en casa y haber
regresado porque se ha quitado su disfraz de asesino ensangrentado y luce impecable con una
camisa y pantalones negros.
—¿Qué crees que estás haciendo? —Le pregunto, tratando de recuperar mi bolso, pero se
pone fuera de su alcance, todavía buscando entre mis lápices labiales, pañuelos, recibos y llaves.
Un momento después, sostiene un blister vacío, con una expresión de dolor y acusación en su
rostro. Lo arrebato y lo meto en mi bolso.
No llega a sentirse herido.
Y, sin embargo, una punzada de conciencia me golpea.
El tío Kristian me mira. —Ya me lo imaginaba. Corriste directamente al doctor Nader.
Lo miro con mis emociones en caída libre. Hice lo correcto, ¿no? Tiene el doble de mi
edad y es mi tío. El hecho de que esté locamente atraída por él no significa que deba perder mi
sentido de la realidad.
El tío Kristian se acerca y acerca su boca a mi oído. Hay una sonrisa secreta en sus labios
como si supiera algo que yo no. Debo parecer devastada mientras se apresura a tranquilizarme.
—No te preocupes, lo entiendo. Entraste en pánico. Entonces, la próxima vez, princesa.
Un escalofrío me atraviesa, y él lo siente. Mirando a izquierda y derecha, me lleva a la
siguiente habitación y detrás de la puerta. Estamos ocultos a la vista, pero la puerta sigue abierta.
Mis hermanos, hermanas y tía están a solo unos metros de distancia.
Pero él aun así me besa.
Un beso codicioso y agresivo con una mano agarrando mi cintura y la otra ahuecando mi
nuca. Doblándome a su cuerpo. Su deseo. Su voluntad. Mete la lengua en mi boca con un
hambre como si hubiera estado muriendo de hambre por mí durante años, no una cuestión de
horas.
El tío Kristian apoya su frente contra la mía y susurra con fiereza: —Nunca te dejaré ir.
Nunca. Siempre has sido mía y siempre serás mía. —Me da un último beso contundente y
desaparece.
Me quedo donde estoy durante varios minutos, tratando de calmar mi corazón que late
desenfrenadamente. Escucho el sonido de la puerta principal cerrándose, lo que significa que se
está yendo, pero no lo escucho.
Oh, genial. Ahora tengo que tratar de ser normal sentada frente a él durante toda la cena.
Con un suspiro, pongo una expresión normal en mi rostro y subo las escaleras para ver si
papá está despierto. Lo está, guardo mi bolso y lo ayudo a bajar.
Cuando entro en la cocina, soy muy consciente de que el tío Kristian le da platos y
cubiertos a mi hermanastro de nueve años, Noah, para que pueda poner la mesa con ellos.
Mientras pasa sobre un puñado de tenedores, Lana dice: —Avtobus povorachivayet naleva.
¿El autobús gira a la izquierda? ¿Qué?
—Nalevo —la corrige el tío Kristian, y Lana repite la frase sin equivocarse. —Así es —dice
el tío Kristian, y sonrío cuando me doy cuenta de que la está ayudando con su ruso. Me pregunto
si Lana está pensando en unirse al negocio familiar después de la secundaria o si simplemente
está aprendiendo sobre su herencia.
—Disculpa, Zenya —dice Eleanor detrás de mí, y me hago a un lado cuando veo a mi tía
detrás de mí con un plato lleno de vegetales asados sostenido con guantes para horno.
Lana me sonríe. —Ligustro, Zenya. ¿Ty golodnaya? —Hola, tienes hambre?
—Ona vyglyadit golodnoy —murmura el tío Kristian, con un brillo oscuro en sus ojos.
Parece hambrienta.
Su tono y la expresión de su rostro captan la atención de Eleanor y mira del tío Kristian a
mí. Recuerdo lo mucho que molestaba a Chessa cuando habláramos en ruso frente a ella. El tío
Kristian capta la mirada de desaprobación de Eleanor y le sostiene la mirada hasta que aprieta
la boca y se aleja. Le irritaba que Chessa le dijera qué hacer en esta casa, y no va a tolerarlo de
parte de Eleanor.
Me ocupo, sirviendo vasos de refresco para todos al otro lado de la cocina, pero no puedo
evitar escuchar la voz de mi tío sobre la de todos los demás, riendo y hablando con mis hermanos
y hermanas como siempre solía hacerlo. Me trae buenos recuerdos y me hace sonreír. Nos
sentimos como una familia otra vez.
Cuando nos sentamos a cenar, papá se sienta en la cabecera de la mesa y el tío Kristian
toma el lugar frente al mío. Es tan bueno fingiendo que hoy no hay nada fuera de lo común,
mientras yo me siento como si estuviera en una montaña rusa. Arriba, en esta misma casa, no
hace mucho, tuve sexo con un hombre por primera vez.
Miro a papá, que está hablando con Félix sobre un partido de fútbol reciente y picotea su
comida más que comérsela, tiene manchas oscuras debajo de los ojos. Todavía no estoy segura
de cómo se siente acerca del regreso del tío Kristian. Me pregunto si le habría permitido regresar
si papá no hubiera creído que yo necesitaba un fuerte apoyo familiar que él no podía brindarme.
Mi lealtad a papá debería hacerme sostener al tío Kristian con el brazo extendido, pero en
cambio, estoy...
Muevo mi mirada al apuesto hombre frente a mí, solo para descubrir que él también me
está mirando.
…adorándolo.
—¿Podemos cenar todos juntos de nuevo el cuatro? —Lana pregunta esperanzada, mirando
de papá a mí, al tío Kristian y a Eleanor.
Pienso por un momento, preguntándome qué tiene de significativo el cuarto. Por supuesto,
es el decimosexto de Lana en solo dos semanas. ¿Cómo pude haberlo olvidado?
—¿Una cena? ¿Por qué querrías una cena cuando he estado planeando una fiesta para ti?
—le pregunto No lo he hecho, he estado lamentablemente distraída, pero todavía tengo tiempo
suficiente para organizarlo todo. Sola.
La cara de Lana se ilumina. —¿En serio?
El tío Kristian se vuelve hacia ella. —Por supuesto que lo ha hecho. He estado ayudando
a tu hermana a hacer los arreglos. ¿Recuerdas su dulce decimosexto cumpleaños?
—Por supuesto que sí. La fiesta de Zenya fue hermosa.
Fue hermosa. La casa estaba engalanada con adornos plateados y globos blancos y rosas.
Tuve una noche maravillosa, pero la mejor parte de mi cumpleaños fue en realidad la noche
siguiente cuando el tío Kristian me llevó en secreto a un combate clandestino de peleas en jaulas.
No había asientos, los espectadores estaban todos amontonados, y él se paró detrás de mí con
sus brazos alrededor de mí para protegerme de ser derribada. Nos gritamos hasta dejarnos
roncos durante la pelea. Me dejó elegir a quién apostar cien dólares y ganó mi luchador. Los
policías allanaron el lugar justo cuando la pelea estaba terminando. El tío Kristian me tomó de
la mano y me condujo a través de la multitud aterrorizada hasta una entrada lateral. No me soltó
hasta que llegamos a su coche. Fue una de las mejores noches de mi vida.
Después de la cena, el tío Kristian me pide que lo acompañe hasta su auto. Sospecho que
quiere un beso de buenas noches, pero tengo otras ideas.
Mientras me atrae hacia las sombras debajo de un árbol y baja la cabeza para besarme, le
digo: —Tenemos un problema.
—Sí, lo hacemos —murmura—. No te voy a besar en este momento.
—Un verdadero problema. Si Yuri y Jozef no enviaron a esos hombres a atacarme en el
almacén, alguien más lo hizo. Tenemos que averiguar quién fue antes de que intenten hacerlo
de nuevo.
Las manos del tío Kristian se aprietan asesinamente en mi cintura. —Lo averiguaré y luego
les arrancaré todos los órganos del cuerpo y se los meteré por la garganta. Mientras tanto, no te
preocupes por tu seguridad, princesa. Nadie se atreverá a atacarte conmigo a tu lado.
Intenta besarme de nuevo, pero esquivo sus avances y me escapo de su agarre. —Buenas
noches, tío.
Sus ojos brillan con determinación mientras me observa caminar de regreso a la casa, y
me pregunto cuánto tiempo pasará hasta que me tenga atrapada contra la pared nuevamente.
En los días siguientes, soy Zenya profesional y distante, superando los desafíos del trabajo
y planeando un dulce decimosexto cumpleaños. Eleanor me ayuda enviando invitaciones por
correo electrónico a toda la familia, y le pido a la mejor amiga de Lana en la escuela que se
asegure de que todos sus amigos estén invitados.
El tío Kristian siempre está ahí, ayudándome, llevándome a las reuniones, apoyándome
cuando lo necesito. Desde la fiesta de cumpleaños de Yuri, los hombres en Bratva son cada vez
menos propensos a comenzar a hablar automáticamente con mi tío e ignorarme. No asisto a las
reuniones con el tío Kristian. Él viene conmigo.
Oficialmente, nadie sabe quién asesinó a Yuri y cegó a Jozef, pero corre el rumor de que
Yuri le dijo a Jozef que me atacara para convertirme en el hazmerreír de la ciudad, y el tío
Kristian los frustró violentamente. Estoy bastante segura de que sé quién inició ese rumor, y ha
tenido la ventaja de que menos hombres me miran como si fuera carne.
Lo estoy haciendo muy bien con respecto a no desear a mi tío también, hasta que una
semana después de que tuvimos sexo, me resbalé.
Y el tío Kristian está ahí para atraparme.
Estamos en el Silo a altas horas de la noche revisando un cargamento de billetes de veinte
dólares falsos que ha estado escondido entre bolsas de comida para mascotas. El tío Kristian
abre una caja y se llena de polvo y fragmentos de cartón.
—Ah, joder —murmura, sacudiendo el polvo de su camisa negra de diseñador y atrayendo
mi atención hacia su cuerpo. No a propósito, lo admito. No hay nada sexy en llenarse de polvo,
pero mi cuerpo aparentemente no está de acuerdo porque de repente me muerdo el labio
inferior y bebo cada uno de sus movimientos. Las líneas largas y musculosas de su cuerpo. Su
mano en su pecho donde deseo que mis manos estuvieran en ese momento.
El tío Kristian elige ese momento para mirar hacia arriba y atraparme mirándolo. Sus ojos
se agudizan y sus fosas nasales se ensanchan. Se limpia las manos en la parte trasera de sus
pantalones y merodea hacia mí, concentrado en mis labios.
—Probablemente deberíamos… —comienzo, retrocediendo porque la expresión
hambrienta en sus ojos está haciendo que mi estómago se revuelva. Ha pasado de cero a mil en
una fracción de segundo.
Me agarra y golpea su boca sobre la mía, separando mis labios con su lengua y llevándola
a mi boca. Gimo mientras sigue devorándome, envolviendo un brazo alrededor de mi cintura y
tirando de mis caderas contra él. Puedo sentir su polla endureciéndose rápidamente contra mi
estómago y mi centro se ilumina con deseo. El tío Kristian quiere follarte. Deja que el tío Kristian
haga lo que quiera porque será muy, muy bueno.
—Te necesito ahora o voy a perder la maldita cabeza —gruñe, deslizando su mano por mi
trasero y empujándola entre mis muslos para frotar mi sexo.
Me derrito en su agarre, ya no tengo el control de mi propio cuerpo. En su lugar, estoy
envolviendo mis brazos alrededor de él mientras me levanta sobre una caja y tira mi ropa interior
a un lado. Un golpe de sus dedos a través de mi sexo le muestra lo mojada que estoy.
He estado empapada durante horas y negándome todo el tiempo.
Todo comienza a moverse tan rápido, y me dejo llevar por la sensación eléctrica que tengo
cada vez que me toca. Está el sonido metálico de su cinturón y el sonido de su cremallera. Siento
que la gruesa cabeza de su polla choca contra mí y luego me empuja, rápida y profundamente.
Grito y agarro sus hombros. La expresión feroz del tío Kristian está a solo unos centímetros de
la mía mientras trabaja más profundo con cada golpe, haciendo que mi estrecho canal se rinda
ante él. Me está besando todo el tiempo, hambrientos besos con la boca abierta, su lengua
empujando dentro de mí al mismo ritmo que su polla.
Cuando estoy gimiendo su nombre, disminuye la velocidad lo suficiente como para poner
sus dedos entre nosotros y en mi clítoris, frotándome para que el placer me atraviese, y me corro
más fuerte que nunca en mi vida.
El tío Kristian sale de mí, me da la vuelta bruscamente para que quede inclinado sobre las
cajas con las piernas abiertas y me empuja de nuevo.
Luego me está taladrando con su polla con determinación resuelta. —Aquí es donde
pertenezco. Aquí mismo. Profundamente en tu interior. Mi polla. Mi semen.
Para probar su punto, llega al clímax con un gruñido y empuja su polla aún más profundo
mientras respira entrecortadamente para recuperar el aliento.
Cuando trato de ponerme de pie, agarra mi cabello con su puño y me mantiene en su
lugar. —Quédate donde estás.
—Déjame levantarme.
—No todavía.
Lo está haciendo de nuevo. Tratando de dejarme embarazada. Me paso la lengua por el
labio superior mientras una punzada de calor me atraviesa.
El tío Kristian se ríe suavemente cuando siente que me aprieto a su alrededor. —Eres una
pequeña zorra que le encanta el que tarte de embarazarte. Que buena chica.
Me mantiene en el lugar durante varios minutos, empujando de vez en cuando, antes de
finalmente salir de mí y dar un paso atrás.
Me empujo hacia arriba y coloco mi ropa interior y cabello en su lugar, todavía
sintiéndome aturdida por lo que acaba de pasar.
—Toma tus vitaminas. Come algunos cereales integrales —me dice, metiéndose de nuevo
en sus pantalones.
¿Qué diablos está haciendo este hombre? ¿Darme consejos antes del embarazo?
Me besa una vez más y acaricia mi mejilla. —Y sigue siendo mi angelito cachondo.
Luego vuelve al trabajo como si nada hubiera pasado.
Lo miro y niego con la cabeza. Increíble.
Unos días antes de la fiesta de Lana, él me lleva a casa después de una reunión cerca de
las nueve de la noche, y la tensión en el auto es espesa a nuestro alrededor. Me ha estado
tocando todo el día. Su mano en la parte baja de mi espalda mientras me abre las puertas.
Metiendo mi cabello detrás de mi oreja mientras hablamos. Entregándome mi café con sus
dedos rozando los míos. Cada simple toque hace que mi interior se ilumine con deseo.
Cuando llegamos a la mansión Belyaev, me doy la vuelta para salir, pero el tío Kristian
me agarra de la muñeca. —¿A dónde crees que vas?
—Voy a entrar. Aquí es donde vivo.
Mira a la casa y luego a mí. —Ven a casa conmigo. Pasar la noche.
Trago saliva mientras miro fijamente su boca. Cada vez que nos besamos o hacemos algo
más que eso, me embosca para conseguir lo que quiere.
—Podrías simplemente ir conmigo —digo, medio esperando que lo haga.
—Podría —responde, pero no se mueve. Me está pidiendo que decida.
Finalmente, mis mejillas ardiendo, asiento. —Llévame a casa, por favor. A tu casa.
Sin una palabra, el tío Kristian arranca su auto y nos alejamos corriendo.
Ha pasado mucho tiempo desde que estuve en su casa, pero es tal como lo recuerdo.
Pulcro. Elegante. Tal como él.
Cuando llegamos a la sala de estar, me giro hacia él con timidez. —¿Puedes enseñarme
cómo, um...
Él sonríe y de repente parece un lobo. —¿Enseñarte a qué? ¿Desmantelar una bomba?
¿Disparar desde un edificio alto?
Podría asesinarlo por burlarse de mí de esta manera. —Darte... una mamada.
Él gime y lame mis labios con su lengua. —Las monjas de la escuela no sabían de qué
estaban hablando. Sabía que ser un hombre terrible toda mi vida me iba a dar exactamente lo
que quería.
—No menciones a las monjas cuando estoy hablando de…
Pero no puedo responder porque me besa con avidez. —Acuéstate en la otomana, princesa.
De espaldas. Muévete para que tu cabeza cuelgue un poco del borde.
Estoy confundida en cuanto a por qué estoy haciendo esto, pero me acuesto y me
posiciono como él dice.
El tío Kristian agarra mi garganta, apretando los costados y sujetándome con firmeza. —
Ahora abre la boca.
Hago lo que me dice, y empuja sus dedos medio y anular más allá de mis dientes.
—Ahora chupa. Eso es todo —murmura amorosamente mientras cierro mis labios alrededor
de él, y desliza sus dedos más profundamente—. ¿Ves cómo no te atragantas cuando golpeo la
parte posterior de tu garganta de esa manera?
Entonces su mano está fuera de mi garganta y sus dedos están fuera de mi boca.
—Siéntate —ordena.
Sintiéndome nerviosa y un poco sin aliento, me levanto hasta que estoy sentada frente a
él. El tío Kristian todavía está vestido y su erección está justo en mi cara. Espera, con una sonrisa
en su hermoso rostro, para ver qué haré a continuación.
Este hombre no me está liberando del apuro por ser arrogante. Esta noche, todo está
sucediendo porque quiero que suceda. Maldita sea.
Alcanzo sus pantalones y los desabrocho, mi lengua moviéndose contra el paladar. He
estado pensando en esto todo el día. Toda la semana. La sensación de su lengua en mi coño es
intensamente maravillosa, y seguramente debe ser lo mismo para él sentir que lo lamo. Chuparlo.
De vez en cuando a chupado suavemente mi clítoris y me ha hecho ver estrellas.
Mientras le desabrocho los pantalones y tiro hacia abajo de la cinturilla de su ropa interior,
se quita la camisa y la tira en el sofá. Nunca antes había visto su polla tan de cerca, y acaricio
con mis dedos su longitud hinchada y venosa.
El tío Kristian gime suavemente por lo bajo.
El calor y el placer me recorren. Lo hice sonar así, y soy la razón por la que sus ojos se
cierran y su cabeza se inclina hacia atrás. Me encanta la forma en que se flexionan los músculos
de su garganta y se destaca su manzana de Adán.
Mi boca se abre por sí sola y lo lamo, disfrutando la sensación de la cresta de su polla
contra mi lengua. El tío Kristian toma aire, y en mi visión periférica veo que levanta la cabeza y
me mira con un enfoque láser. Lo abro más y lo tomo en mi boca, chupándolo lentamente hacia
arriba y hacia abajo.
—Eso es perfecto, princesa —murmura con los dientes apretados—. Así.
El tío Kristian empuja más profundo, entro en pánico y agarro sus caderas cuando me
siento a punto de vomitar. Se detiene y retrocede un poco.
—Toma tu tiempo. Recuerda cómo se sentía cuando estabas de espalda —murmura,
recogiendo mi cabello en una cola de caballo con la mano.
Levanto un poco la barbilla para que toque el mismo lugar que sus dedos, y es mucho
más fácil. Después de unos cuantos movimientos cuidadosos, comienza a empujar más profundo,
haciéndose cargo de lo que sucede.
—Eres tan jodidamente hermosa con tus labios alrededor de mi polla —susurra, y sus
palabras de elogio me atraviesan.
Estoy obsesionada con todos los pequeños sonidos que está haciendo, y mi núcleo
comienza a doler de envidia por lo que le está haciendo a mi boca. Su respiración se vuelve más
pesada, y lo siento hincharse contra mis labios.
—Necesito parar, joder. No quiero parar —gime.
¿Por qué querría parar? Parece que está teniendo el mejor momento de su vida.
—Sácate tus bragas. Rápido.
Estoy confundida, pero hago lo que me pide, manteniéndolo en mi boca mientras meto la
mano debajo de mi vestido y me bajo la ropa interior por las piernas.
—No tragues —gruñe—. Ni una gota. No te atrevas, joder.
No tengo idea de por qué esto es tan importante para él, pero tengo curiosidad por ver
qué hace a continuación. Mis manos están extendidas sobre su vientre y puedo sentir sus
músculos apretándose más y más fuerte. Al mismo tiempo, su agarre en mi cola de caballo se
vuelve feroz mientras me folla la boca constantemente. Mis ojos están cerrados. Amo mucho
esto. La sensación de él llenando mi boca. Tomando su placer.
Un momento después, jadea y su ritmo tartamudea. Líquido cálido que sabe cómo el
aroma del tío Kristian inunda mi boca y mis ojos se abren con sorpresa. Hay más de lo que
pensé que habría, y casi trago automáticamente antes de que él saque su polla de mi boca, se
agache sobre sus talones delante de mí y me agarre la garganta.
—Dámelo. En mi boca —gruñe, con los ojos ardiendo, antes de besarme con fuerza.
¿Quiere su semen de vuelta? Separo mis labios y dejo que fluya hacia su boca. Lo recoge
con la lengua, barriendo su semilla de cada rincón de su boca. Con los labios bien cerrados,
agarra mi cintura, me empuja hacia atrás en el sofá y me abre las piernas.
Empuja ambos dedos índices en mi sexo y me abre tanto como puede, escupiendo su
semen en un largo chorro directamente dentro de mí.
—¿Tío Kristian? —Digo, agarrando el sofá con las manos y mirándolo en estado de shock.
Recoge su saliva y semen en su lengua y escupe por segunda vez, y lo siento aterrizar en
mis labios internos. Sacando sus dedos, empuja con cuidado el líquido caliente dentro de mí,
tan decidido a recoger cada gota perdida en mi coño, y no mira hacia arriba. —¿Si, princesa?
—¿Qué estás haciendo?
Sonríe un poco, su cabello rubio blanquecino cae sobre sus ojos. —¿Yo? No te preocupes
por mí. Solo te acuestas allí como una buena chica.
Sé lo que está haciendo. Quería correrse en mi boca, pero no quería perder la oportunidad
de llenarme. Una punzada rápida y caliente me atraviesa al pensarlo. —Estás obsesionado.
Él sonríe más ampliamente, sosteniéndome en el lugar con sus manos en mis muslos. No
tiene sentido siquiera tratar de levantarme durante los próximos minutos porque no me deja.
—¿Hambriento? Estoy hambriento. Pidamos comida para llevar. —Saca su teléfono de su
bolsillo y comienza a desplazarse por una aplicación, con una mano todavía agarrando mi muslo
y manteniéndome boca arriba. Mantiene su peso sobre mí de una manera que dice: No te atrevas
a intentar levantarte hasta que yo lo diga.
Dejo que mi cabeza caiga hacia atrás en el sofá con un suspiro de exasperación cuando
me pregunta si prefiero albóndigas o ramen.
—¿Es esto lo que la gente llama distorsión, o en serio estás tratando de dejarme
embarazada? ¿O son ambos?
Levanta una ceja hacia mí, y la mirada en sus ojos es diabólica. Lo que sea que esté
pasando en su mente malvada, no me lo va a decir. Todavía me duele el núcleo, lo que
aparentemente es ser llenada con su semen, lo tengo.
—Quiero albóndigas —le digo—. Y luego me debes un orgasmo.
—Cualquier cosa por mi princesa —murmura, tocando su teléfono con el pulgar.
Capítulo 12

L
a fiesta de dulces dieciséis cumpleaños de Lana es en casa un viernes por la noche. La
casa está llena de familiares, amigos y los niños corren por todas partes. Mi corazón
estalla de felicidad porque me recuerda a las fiestas que solíamos hacer antes de que
Chessa muriera y el tío Kristian fuera desterrado. Antes de que la casa se volviera fría y silenciosa,
y se llenara de enfermedades y lágrimas.
Me tomó todo el día decorar la casa, dar la bienvenida a los encargados del catering y
ayudarlos a preparar la comida y las bebidas, y prepararme. Eleanor también ha estado aquí
todo el día ayudando, solo condujo a casa brevemente para ponerse una blusa y una falda y
maquillarse.
Estoy muy agradecida por su presencia aquí, especialmente considerando que Lana no es
la hija de Chessa, pero Eleanor siempre trató a todos los hijos de Troian con amor. Me sorprende
que no tenga familia ni novio propio. Tiene poco más de treinta años y su aspecto es
sorprendente. Usa colores llamativos y mucho delineador de ojos negro, lo cual es muy diferente
de la apariencia suave y romántica de Chessa. Me pregunto si Eleanor se está revelando contra
su familia tradicional y en secreto es un poco salvaje. Nunca la he visto traer a un hombre a una
fiesta, y no sé cuál es su tipo, pero tal vez le guste un chico malo.
Cuando termina de poner los vasos de ponche en la mesa de bebidas, noto una marca
roja en su hombro, justo al lado de su cuello.
—¿Eso es un chupetón? Espera, eso es una mordida —exclamo, pero no lo suficientemente
alto como para que mi voz se escuche porque no quiero avergonzar a Eleanor.
Se lleva la mano al cuello, sus ojos se abren como platos y luego sonríe. —¿No es tonto?
Me siento como un adolescente. —Sus mejillas se sonrojan y se va corriendo, subiéndose el
escote de la blusa.
Me sonrío a mí misma mientras la veo irse. Entonces Eleanor tiene un amante, y uno
travieso por lo que parece. Me pregunto cuándo podré conocerlo. Tendré que dar pistas para
llevarlo a una de nuestras cenas familiares.
Estoy repartiendo tazas de ponche a mis hermanos, hermanas y primos segundos menores
cuando Lana salta a través de la habitación hacia mí, con un vestido azul real brillante que hace
que sus ojos se vean aún más azules.
—¿Qué opinas? ¿Es esta la fiesta que esperabas?
Lana lanza sus brazos alrededor de mi cuello y me abraza fuerte. —Es todo lo que quería.
Gracias.
Me relajo un poco ante las palabras de mi hermana. Quería que todo fuera perfecto para
ella, pero también hay otra razón. Este podría ser el último cumpleaños que celebra con papá,
un pensamiento que ha estado haciendo que mi garganta arda con lágrimas contenidas durante
toda la semana.
Papá y yo fuimos a ver al Doctor Webster hace unos días para obtener los resultados de
sus últimos escaneos. Los tumores no han respondido a la quimioterapia esta vez y, lo que es
peor, se han extendido a su hígado y glándulas suprarrenales. Fue una noticia desgarradora.
Peor fue la expresión en el rostro del doctor Webster cuando exigí saber cuáles eran nuestras
opciones.
Fue un silencio corto, pero resonó en mis oídos hasta que me quedé sorda. Apenas podía
escuchar sus siguientes palabras. Solo fragmentos de frases de mis peores pesadillas. El manejo
del dolor. Cuidados paliativos. Expectativas de calidad de vida.
Mi cerebro se congeló hasta que me di cuenta de lo que el doctor Webster trataba de
decirme suavemente. Papá se va a morir de cáncer, y será pronto.
Papá no quiere decirles a los niños todavía, ya que todavía está luchando por encontrar
las palabras para darles una noticia tan terrible. Puedo entender eso porque recordar la
conversación con el Doctor Webster me hace sudar frío y querer gritar hasta desmayarme. Ni
siquiera he logrado decírselo al tío Kristian, y hemos estado solos varias veces desde que
hablamos con el médico.
Como si pensar en él lo hubiera invocado a la existencia, la puerta principal se abre y el
tío Kristian está aquí. Mi corazón da un vuelco en mi pecho, y antes de que sepa lo que estoy
haciendo, estoy caminando por el pasillo hacia él, cada vez más rápido. No lo cuestiono.
Solo sé que quiero estar con él ahora mismo.
Necesito sus brazos a mi alrededor.
Lo necesito.
Sus ojos se agrandan cuando lo alcanzo y envuelvo mis brazos alrededor de su cuello y
presiono mi mejilla contra su mandíbula. Él me aprieta fuerte a cambio, meciéndome un poco
de lado a lado y luego alejándome de él con una arruga de preocupación en su frente.
—No es que no me guste cuando te arrojas a mis brazos, pero algo anda mal, ¿no?
Asiento, sintiendo mi garganta arder de nuevo. —No hablemos de eso ahora. Solo quiero
fingir que todo está bien esta noche.
El tío Kristian mira más allá de nosotros hacia la sala de estar donde papá está sentado en
el sofá luciendo pálido y cansado. Los labios de mi tío se afinan y la preocupación llena sus ojos,
pero planta un beso en mi frente. —Por supuesto, princesa. Disfrutemos de la fiesta. El lugar se
ve increíble.
Toma mi mano y camina conmigo, admirando las decoraciones y halagando todo. Le dice
a Lana lo hermosa que se ve y le da un regalo de cumpleaños, que es un brazalete de amatistas.
—Me diste diamantes para mi decimosexto —murmuro mientras Lana se apresura a
mostrarle su regalo a Eleanor. Y en mi decimocuarto y decimoquinto.
—Ah, bueno, eres especial, princesa —me dice con una sonrisa astuta—. Solo mi mejor
chica recibe diamantes.
Los dos terminamos en la cocina, que siempre es mi lugar favorito en una fiesta de todos
modos. Podemos escuchar a todos hablando y riendo en las habitaciones más allá y la música
sonando. De vez en cuando, un niño pasa corriendo o alguien entra por botellas de limonada o
para atender una llamada telefónica.
La prima de mi papá, Helena, carga a su hija de cuatro meses, Celeste, mientras su hijo
de tres años llora que quiere que lo empujen en los columpios afuera.
—No mientras tu hermana esté alborotada. Si la pongo en su portabebés, gritará por todo
el lugar.
—Yo la llevaré —ofrezco ansiosamente, extendiendo mis manos para el bebé. No he tenido
una buena dosis de abrazos de bebé en tanto tiempo.
Helena me da las gracias con una sonrisa cansada y la pasa, dejando que la tiren hacia el
patio trasero. Está oscuro pero todas las luces están encendidas en el jardín y media docena de
niños juegan en los columpios y con una pelota de playa.
—¿Estás molesta? ¿Eres una bebé quisquillosa? —le susurro a Celeste, plantando besos en
la parte superior de su cabello ralo.
Miro hacia arriba y veo al tío Kristian mirándome con el mismo anhelo desnudo que
estaba en su rostro cuando sostenía a Nadia.
Toma mi mandíbula en su mano e inclina su rostro hacia el mío como si fuera a besarme.
—No lo hagas —susurro, consciente de que la gente entra y sale de la cocina.
—Pero te necesito, ángel —murmura—. Quiero follarte tanto que duele. Quiero tu barriga
llena de mí ahora mismo.
Mi boca se abre y tapo la oreja del bebé. —Deja de ponerte cachondo en medio de una
fiesta. Y delante del bebé.
—Estoy cachondo por toda tu puta alma —respira—. Quiero hacer mi vida contigo. Tu bebé
y el mío, ¿te imaginas? Tres bebés. Cinco bebés. Quiero una gran familia contigo. Mi polla es
dura y mi corazón es suave. Me estás matando, princesa.
Mis labios se contraen y niego con la cabeza. Ni siquiera puedo fingir que me sorprende
que esté hablando así. —Contrólate. Te conviertes en un desastre cada vez que sostengo a un
niño pequeño.
—Siempre lo he hecho, siempre lo haré —está de acuerdo con una sonrisa triste, mirando
a Celeste, y recuerdo el día que sostuve a Danil, de pie aquí con él el día que Chessa murió.
—Pensaste en eso cuando tenía dieciséis años —lo acuso.
—Sí, jodidamente lo hice —dice sin disculparse, colocando un mechón de mi cabello detrás
de mi oreja—. Me he vuelto loco por que tengas a mi bebé durante años. Tal vez no sería tan
malo si no fuera adoptado. No sé.
Eso es nuevo. Nunca lo había oído decir algo así antes. —¿Qué quieres decir con si no
fuiste adoptado?
Se estira detrás de mí y apoya su mano en el mostrador para que su brazo esté casi a mi
alrededor, y cuando Celeste y yo estamos cerca de su pecho, me habla en voz baja al oído. —
Miras a tu papá ya tus hermanos y hermanas y te ves a ti mismo, ¿no? Reconoces tus propios
rasgos.
Creo que veo a dónde va con esto, y señalo: —Te pareces mucho a nosotros.
—Superficialmente, seguro. Mismo cabello. Ojos del mismo color. Pero mi complexión es
diferente a la de tu papá. Mi cara es diferente a la tuya. Nunca me he sentido como un Belyaev,
incluso cuando fui desterrado, pero siempre ha estado en el fondo de mi mente cuando miro
alrededor de una habitación llena de Belyaevs que no veo mi nariz. Mi barbilla. Nadie dice, Oh,
así era Kristian cuando era un bebé o eso lo heredaste de tu tío Kristian. —Me mira con anhelo
desnudo en sus ojos—. Me muero de hambre, princesa. Cuando mire a mis hijos, quiero verme
en ellos y quiero verte a ti también. Tu hermosa cara. Tu encantadora sonrisa. Tu espíritu. Tu
fuerza.
Sus palabras hacen que mi corazón se sienta como si fuera a estallar en mi pecho. Toco
su mandíbula, deseando poder presionar un beso en sus labios. —No sabía que te sentías así.
—Bueno, ahora lo haces. No podía decirlo cuando tenías dieciséis años, pero puedo decirlo
ahora. —Inclina su cabeza hacia la mía, murmurando—: Esa mirada en tu rostro me hace pensar
que realmente quieres a mi bebé. Dime que lo haces. Dilo.
El calor corre por mi cuerpo.
—Yo… —Quiero a tu bebé, tío Kristian—. Yo…
El hambre brilla en sus ojos.
Hay una sensación molesta en la parte baja de mi vientre.
Un niño pequeño cruza corriendo la habitación hacia nosotros y se envuelve alrededor de
la pierna del tío Kristian, riendo alegremente.
Helena viene hacia nosotros con una sonrisa y me quita a Celeste. —Gracias por sostenerla
por mí, Zenya. Vamos, Antonio. Vamos a buscar un poco de pastel.
Nos quedamos solos y el tío Kristian no ha apartado la mirada de mi cara. La persistente
sensación en la parte baja de mi vientre no se disipa y me doy cuenta de que no son nervios.
Es algo completamente diferente, y mi corazón cae.
Lo miro con un alarido de consternación y mi mano en mi estómago. —Tío Kristian, yo…
Mira de mi mano a mi cara, la preocupación floreciendo en sus ojos. —¿Qué ocurre?
Debería estar aliviada, ¿no? O no debería sentir nada en particular, como cada dos meses
que esto sucede. La culpa y la tristeza me atraviesan mientras miro sus ojos azules. —Creo que
me está viniendo la regla.
Su rostro cae. Un momento después, borra la expresión, pero todavía puedo ver la
decepción en sus ojos. A pesar de que estar embarazada sería un desastre, siento la extraña
necesidad de echar mis brazos alrededor de su cuello y decirle que lo siento. Necesito decirle al
tío Kristian que fui al doctor Nader. ¿Vuelvo a él con un trago? ¿Dejo todo en manos del destino?
Tomar una decisión sobre esto me está partiendo en dos.
—¿Está segura? —pregunta.
—No sé. Tendré que comprobar.
—Vamos —dice, tomando mi mano y llevándome fuera de la cocina.
—¿Qué? No…
Me conduce a través de los invitados a la fiesta y sube las escaleras, apretando mi mano
con firmeza. —Demasiado tarde. Ya soy parte de esto.
Cuando estamos solos en el baño de mi habitación, cierra y bloquea la puerta detrás de
nosotros y cada sonido de la fiesta se desvanece. Toma mi rostro entre sus manos y me besa,
saboreándome a fondo, masajeando su lengua contra la mía. En el momento en que se aleja,
estoy sin aliento.
—He estado queriendo hacer esto toda la noche. —Sella sus labios sobre los míos de nuevo,
me apoya contra el tocador y tira de mi vestido. Su dedo se desliza a lo largo de la costura de
mi sexo sobre mi ropa interior. Mi núcleo está hormigueando por sus besos, y puedo sentirme
resbaladiza contra sus dedos. ¿Estoy mojada? ¿Es sangre?
¿Qué pasa si tengo mi período?
¿Qué pasa si no?
El tío Kristian desliza sus dedos debajo de la tela y lentamente hunde su dedo en mí,
acariciando amorosamente mis paredes internas. Jadeo contra sus labios porque siempre se
siente bien dentro de mí, sin importar la razón.
Quita su dedo y lo saca con cuidado de debajo de mi vestido. Dejamos de besarnos y lo
miramos juntos. La punta está roja de sangre.
Hay una expresión triste en sus ojos azules, pero me sonríe y me besa suavemente. —
Hubiera sido una locura si estuvieras embarazada tan pronto. No te preocupes, princesa.
Seguiremos intentándolo.
—Pero nosotros… —Iba a decir, No lo estamos intentando oficialmente, pero el deseo brilla
en los ojos del tío Kristian. Agarra mi garganta y me sostiene con fuerza mientras inclina su boca
sobre la mía mientras enjuaga sus dedos en el lavabo.
Cuando habla, no hay rastro de decepción en su voz ronca. —Y me encanta intentarlo
contigo. También me encanta el sexo menstrual. Una follada lenta y profunda, un orgasmo o
dos, una ducha caliente, y haré que te sientas mucho mejor. ¿Como suena eso?
Suena increíble, pero hay ochenta personas en esta casa. —No podemos hacer algo así. La
fiesta de Lana…
—Terminará pronto. Esperaremos hasta que todos se hayan ido a casa y luego te llevaré
de vuelta a la mía.
Sexo menstrual. ¿No es eso un poco desastroso? ¿No se sentirá raro al respecto? El nivel
de intimidad en el que acabamos de sumergirnos está fuera de serie.
Roza sus labios con los míos y sonríe. —He estado fantaseando con cuidarte así.
Lo miro, desconcertada y complacida al mismo tiempo. —¿Si?
—Oh sí. Dije que quiero todo de ti. Déjame cuidarte ahora para que sepas que seré el tipo
de hombre que sale a las tres de la mañana a comprar helado, masa para galletas y encurtidos
cuando estás embarazada.
Entierro mi cara en su pecho y mis hombros tiemblan con una risa cansada. ¿Cómo
llegamos aquí? ¿Por qué no estoy cerrando su charla loca? No he pensado en el futuro en mucho
tiempo, pero eso es todo lo que el tío Kristian quiere hacer.
—¿Dónde están tus tampones o lo que sea que uses? —dice, abriendo y cerrando cajones
en el tocador.
—Puedo encargarme de eso. Ve abajo. —Empujo sus hombros pero él no se mueve.
—Por favor, siempre he querido hacer esto. Te dije que estoy caliente para toda tu alma.
Toda tu vida. —Mira a través del gabinete y sale con una caja morada de tampones y una sonrisa
victoriosa.
Me voy a morir de vergüenza mientras lo veo sacar un tampón y estudiar el folleto.
—Tío Kristian, realmente no tienes que…
—Tranquila. Estoy leyendo.
—Las relaciones saludables tienen límites —me quejo.
—No quiero una relación sana. Estar loco por ti es mi lenguaje de amor.
Mira el tampón y abre el envoltorio. Sus ojos se abren con sorpresa cuando gira el
aplicador, examinándolo desde todos los ángulos. —Mierda. Eso es tan genial.
Con el aplicador en una mano empuja mi muslo hacia arriba. Me tapo la cara con las
manos, medio riendo, medio mortificada. —No puedo creer que estés haciendo esto.
—Eres tan linda. ¿De verdad crees que un poco de tu sangre menstrual me hace aprensivo
cuando le he arrancado los ojos a un hombre vivo?
Lentamente alejo mis manos de mi cara para encontrarlo sonriéndome. Con cuidado,
empuja el aplicador dentro de mí, presiona el émbolo y lo extrae con cuidado.
—Buena chica —murmura con una sonrisa maliciosa y tira el aplicador a la basura—. Más
tarde, voy a sacar eso y te voy a follar.
Mis entrañas se derriten y mis mejillas se calientan cuando él desaparece en mi habitación
y regresa con un par de ropa interior limpia para mí.
Cuando bajamos, estoy convencida de que todos en la familia verán mi expresión tímida
y sonrojada y sabrán que he estado haciendo locuras con mi tío en un baño de arriba. Todo el
mundo se está divirtiendo demasiado como para darse cuenta de lo cerca que estamos parados
o de cómo él siempre me está tocando, o de que me aferro a su dedo meñique y anular porque
soy demasiado tímida para sostener su mano, pero quiero aferrarme a él.
Eventualmente, los encargados del catering empacan sus bandejas y limpian la cocina. Los
invitados empiezan a irse a casa y yo ayudo a papá a acostarse arriba.
—¿Lo disfrutaste? —le pregunto mientras meto las mantas a su alrededor.
Papá me da una sonrisa cansada pero feliz. —Por supuesto. Lana se lo pasó genial. Estoy
tan feliz de haber podido ver eso. —Se estira y toca mi mejilla—. Eres como tu madre, cariño.
Estaría tan orgullosa de ti.
Me pregunto qué pensaría mamá de todo lo que he estado haciendo últimamente. Espero
que esté orgullosa de todo lo que estoy aprendiendo sobre cómo ser un Belyaev, aunque no
apruebe algunas de mis decisiones recientes.
Pero sí recuerdo algo. Siempre le agradó el tío Kristian. La hacía reír mucho y ella solo lo
regañaba un poco cuando hacía locuras como llevarme a un campo de tiro a los seis años. Tal
vez no le sorprendería saber cuánto he llegado a depender de él últimamente. Cómo mis
sentimientos por él han cambiado de amarlo como un tío a algo más.
Me enfrento al mismo agujero negro al que siempre he temido, pero es un poco menos
aterrador con él a mi lado.
—Tenemos que decírselo a todos pronto —le susurro a papá. Que se está muriendo. Que
no hay nada más que nadie pueda hacer.
Él asiente y cierra los ojos. —Lo haremos. Sólo dame un poco más de tiempo con ellos
mientras todos están sonriendo. Eso es todo lo que pido.
Parpadeo para quitar las lágrimas y asiento. Puedo entender eso. Esta noche quiero vivir
en mi secreto y posponer el mañana también.
En mi habitación, rápidamente guardo un cepillo de dientes, algunos tampones y una
muda de ropa en mi bolso más grande. Abajo, el tío Kristian me está esperando en el pasillo
silencioso, toma mi mano y me lleva a su auto.
Respiro profundamente el aire de la noche mientras conducimos. Amo mi hogar, pero
esta noche estoy felizmente feliz de ser libre.
Cuando estamos dentro de su casa, el tío Kristian se vuelve hacia mí con una expresión
de preocupación. —¿Cómo están tus calambres? ¿Necesitas algunos analgésicos?
—Solo necesito… —Me detengo y me pongo de puntillas para besarlo.
A él.
Solo él.
Nos duchamos juntos y me lavo el maquillaje. El tío Kristian cumple su promesa y me
quita el tampón, lo que me hace arder de vergüenza de nuevo, pero esta vez me estoy riendo.
Mi risa se convierte en un gemido cuando empuja dos dedos dentro de mí.
En la cama, o donde sea que follemos, normalmente es feroz, pero esta noche es lento y
cuidadoso mientras me introduce su gruesa longitud. Todos los sentidos se intensifican a medida
que empuja más y más profundo, elogiándome entre besos y diciéndome lo hermosa que soy,
lo sexy, cómo no puede evitar pensar en nosotros así cada vez que estamos juntos. Mi sangre
está por toda su polla. Por todos sus dedos mientras los arrastra a través de mis labios internos
y alrededor de mi clítoris, y deja marcas de sangre en mis senos y la sábana junto a mi cabeza.
Se siente... liberador. Todo lo que ha hecho por mí me hace sentir libre y no quiero que
se detenga nunca.
Después de que me hace correrme cuatro veces y soy un desastre jadeante, llega al clímax
con fuerza dentro de mí, sus dientes en mi hombro y una mano agarrando mi nuca.
Con sus fuertes brazos a mi alrededor, su polla aún enterrada profundamente dentro de
mí, me susurra que me vaya a dormir y que se va a quedar aquí. —Quiero quedarme dentro de
ti todo el tiempo que pueda.
Cierro los ojos y me derrito en sus brazos, mi cuerpo pesado y mi mente agotada. No creo
que pueda quedarme dormida con él todavía dentro de mí y llena de sangre y semen, pero solo
pasan unos minutos mientras escucho su respiración antes de quedarme dormida.

Por la mañana me despierto sola en su cama y descubro que estoy usando ropa interior limpia.
Mis muslos están limpios y tengo un tampón puesto nuevamente. Sonrío cuando recuerdo
vagamente las cuidadosas caricias de una toallita tibia en la oscuridad y el susurro de una bata,
y sus murmullos para que me vuelva a dormir.
Me pongo su camisa negra de la noche anterior y bajo.
El tío Kristian viste un chándal gris y nada más mientras está de pie frente a la máquina
de café. Su cabello rubio pálido le cae sobre los ojos y hay una línea de concentración entre sus
cejas mientras apisona las moliendas en el soporte de plata. Kristian tiene una máquina de café
expreso que es como una que podrías ver en una cafetería, solo que un poco más pequeña.
Recuerdo estar parada aquí hace solo unos años y verlo preparar café, vestido con una
camisa negra con las mangas arremangadas más allá de los codos. Estaba fascinada por la vista
de los músculos de sus antebrazos agrupados y flexionados y la luz del sol atrapando el vello de
sus brazos antes de que entendiera lo que realmente significaba esa fascinación. Admirar a
alguien hasta el más mínimo detalle habla de un amor mucho más devoto que el de un tío y
una sobrina.
Hay moretones en sus nudillos. Heridas frescas de un desagradable color morado oscuro
y rojo e hinchadas en los bordes. Di un paso adelante y tomé su mano. —Has estado peleando
de nuevo.
Entrelazó sus dedos con los míos y me dio una sonrisa peligrosa. —Deberías ver a los otros
chicos.
—¿Quiénes eran?
Dudó por un momento, y esperaba que me dijera algo vago, pero luego apretó mis dedos
y dijo: —Toma asiento, diente de león. Te lo contaré todo.
Y lo hizo. Puso un café con leche con medio azúcar frente a mí y se sentó enfrente con su
doble macchiato y me contó todos los detalles sobre por qué él y Mikhail habían ido tras tres
hermanos por orden de papá. Cómo se prepararon. Que armas se llevaron. Cómo se deshicieron
de los cuerpos. Me habló como si yo fuera lo suficientemente inteligente y lo suficientemente
fuerte como para hacer frente a las realidades de la vida familiar de Belyaev.
Como si yo fuera su igual.
Fue solo unas pocas semanas después del allanamiento de morada, y estaría mintiendo si
dijera que esa noche no me había causado ningún efecto negativo. Vi cómo Chessa todavía
sufría mental y físicamente. Casi todas las noches me despertaba uno de mis hermanos o
hermanas que tenía una pesadilla. Mi atacante había estado bebiendo, y si olía alcohol en el
aliento de alguien, mi corazón comenzaba a acelerarse. Pero no por miedo.
De ira.
Ardía en busca de una manera de sentirme segura en mi hogar nuevamente, pero la
seguridad venía del poder, y no tenía ninguno. Era una niña de catorce años. Un bebé a los ojos
de papá que necesitaba ser protegida aún más agresivamente que antes.
Pero el tío Kristian entendió. Esta única conversación fue suficiente para hacerme sentir
más en control de lo que me sucedió en esa terrible noche. Sí, la gente les hizo cosas terribles a
los Belyaev, tomamos represalias, diez veces más fuertes.
Mientras miraba a mi tío, guapo, brutal y magullado, nunca había visto un espectáculo
más hermoso e inspirador.
Mirándolo ahora con los recuerdos del acto sexual de anoche pegados a mi cuerpo, siento
lo mismo que cuando tenía catorce años. Que es la persona más maravillosa que he conocido y
que jamás conoceré.
Kristian nota movimiento en su visión periférica y me mira. Hay tanta calidez que llena
sus ojos azul pálido mientras me mira, y estoy empapada de felicidad.
Las comisuras de su boca se levantan y dice en voz baja: —Ahí está esa sonrisa que estaba
esperando.
Parpadeo y recuerdo lo que me dijo la mañana después de encontrarme en el almacén.
Mañana, quiero abrir la puerta principal y verte sonreír con esa gran y hermosa sonrisa
que significa que estás feliz de verme. Quiero eso más que nada en el mundo, diente de león.
Lo bebo con mis ojos. Desde su cabello revuelto por la cama hasta toda su cálida y
musculosa carne, la tinta en su pecho y los grises pantalones de sudor colgando bajos y apretados
alrededor de sus caderas.
Estoy tan feliz de verlo que mi corazón está cantando.
Se mueve hacia mí como si lo obligara a hacerlo una fuerza invisible, me toma en sus
brazos y me besa. Su boca es lujosa y urgente contra la mía, separando mis labios para poder
acariciarme con su lengua, saboreándome a fondo.
—Quiero contarles a todos sobre nosotros —murmura entre besos—. Te he mantenido en
secreto en mi corazón durante tanto tiempo y quiero que toda la ciudad sepa que eres mi mujer.
No sé cómo responder. Me estoy acostumbrando a la idea de que los dos seamos más
cercanos que tío y sobrina.
—Kristian, yo…
Sus ojos se abren. —Esa es la primera vez que me llamas simplemente Kristian.
Así es. Simplemente se me escapó, pero se siente natural. —Creo que lo prefiero. Llamarte
tío se está volviendo raro, considerando todo lo que hemos estado haciendo.
Toma mi cara entre sus manos y me besa. —También lo prefiero. —Kristian me mira por
un momento—. Voy a decir algo, y por favor no creas que es porque soy insensible. Solo lo digo
porque siempre he creído que eres fuerte, y no necesito endulzarte las cosas. Quiero ser honesto
contigo, princesa. No necesitas los cuentos de hadas que les contamos a tus hermanos y
hermanas.
Acaricio su rostro. —Todo está bien. Puedes decir lo que tienes en mente.
—Troian… —dice, y duda, y puedo ver su renuencia a causarme dolor incluso si cree que
soy lo suficientemente fuerte para ello—. Hay dos maneras en que podríamos hacer esto. Si
quieres esperar hasta que tu padre se haya ido antes de que podamos estar juntos abiertamente,
lo entiendo. Esperaré por siempre si tengo que hacerlo, mientras pueda tenerte así cuando
estemos solos. Mientras tanto, estaré a tu lado siempre. Tu protector y en secreto tu amante.
Me maravillo de que mi orgulloso tío consintiera en ser lo que equivale a un
guardaespaldas y un pequeño secreto sucio cuando una vez fue heredero de la fortuna de
Belyaev. —¿Harías eso por mí?
Sus ojos son despejados y sinceros. —Lo haré si es lo que quieres. Si es lo que te hace feliz.
Suavemente rasco mis uñas puntiagudas a través de los músculos de sus hombros,
pensando. —¿Cuál es el otro camino?
Acaricia su pulgar sobre mi mejilla. —No tenemos que mantenerlo en secreto. Troian se
alegrará de saber en sus últimos días que eres amada total y ferozmente por un hombre que
siempre te protegerá.
Mordisqueo mi labio inferior, considerando esto. ¿Papá estará feliz o le disgustará la idea
de que me acuesto con su hermano y se preocupará de que Kristian esté tratando de posicionarse
como cabeza de familia?
Kristian besa mi frente. —Algo sobre lo que pensar. Haz lo que tengas que hacer y yo haré
lo que tenga que hacer.
Todavía estoy imaginando la reacción de papá si le dijera la verdad, y me toma un
momento darme cuenta de lo que dijo. —Espera, ¿qué significa “Haré lo que tengo que hacer”?
¿Vas a causar problemas y molestar a papá?
Niega con la cabeza. —Lo prometí, ¿no? No lo he olvidado En realidad, últimamente he
llegado a la conclusión de que quiero hacer lo contrario.
—¿Qué significa eso?
Pero él me da una sonrisa misteriosa y vuelve a hacer café.
Las palabras de Kristian en su cocina resuenan en mi mente todos los días. A veces cada hora.
Que papá estaría feliz de saber que Kristian quiere estar conmigo. Vacilé mucho en esto, a veces
me imagino a papá sonriendo si le decimos que estamos juntos, y a veces imagino que tiene un
ataque cardíaco instantáneo o un aneurisma al escuchar la noticia.
¿Y mis sentimientos? ¿Creo que sería amada, apreciada y protegida como el amante de
Kristian? ¿Quizás incluso su esposa? ¿Me sentiría respetada además de feliz? Papá me dice que
Kristian siempre estaba desafiando los límites que él le impuso y me atormenta.
El viejo Kristian era así.
¿Es el nuevo Kristian diferente?
Kristian.
Adoro llamarlo Kristian.
Al principio era solo en privado, pero me encontré llamándolo Kristian en casa y frente a
nuestros hombres. Mikhail y los demás no parpadearon, suena más profesional si lo llamo
Kristian, pero mis hermanos y hermanas me han estado mirando de forma extraña.
Lana le preguntó si debería empezar a llamarlo simplemente Kristian también.
—Absolutamente no —respondió.
—¿Por qué no? Zenya lo hace.
—Zenya es especial —dijo, y me dio una sonrisa que hizo que mis entrañas se sintieran
como sirope caliente y mantequilla derretida.
Cada vez que me toma en sus brazos y me besa, pura felicidad recorre mi cuerpo. Sería
tan fácil continuar tal como somos, trabajando juntos, siendo amantes en secreto, pero la
respuesta a una pregunta tiene el potencial de quitarme esa decisión de las manos.
¿Tener su bebé?
¿No tener su bebé?
No lo sé, pero por una vez solo quiero vivir el momento, y eso significa deleitarme con la
sensación de Kristian llenándome con su semen tan a menudo como pueda.
Y lo hace. Todos los días encuentra espacio en mi agenda para llevarme a su casa y
follarme duro. A veces rápido, a veces lento. Si no tenemos mucho tiempo, estamos frenéticos
al respecto, sin molestarnos en desvestirnos antes de que él me empuje hacia abajo sobre el
brazo de su sofá y me empuje. Siempre se hace cargo cuando tenemos sexo, incluso si yo estoy
encima.
Si tenemos una hora o más, me lleva a su dormitorio y me la folla profusamente,
haciéndome correrme sobre sus dedos y contra su lengua. Le encanta verme encima de él, a
horcajadas al estilo vaquera inversa con una mano en mi cintura y la otra agarrando mi cola de
caballo. El lugar donde golpea su polla en esta posición me hace ver estrellas, ángeles,
supernovas, y tan pronto como termino de correrme, se sienta y me empuja boca abajo en la
cama y me folla duro y profundo hasta que llega al clímax.
Lo que más le gusta hacer es permanecer alojado profundamente dentro de mí y luego
empujar perezosamente hasta que su semen comience a brotar alrededor de su longitud. Luego
lo saca y lo recoge con sus dedos antes de empujarlo todo dentro de mí, murmurando con voz
ronca: —Esa es mi buena chica.
Que me digan que soy una buena chica por quedarme quieta con su semen dentro de mí
me vuelve a convertir en un charco. Soy un desastre suave y pegajoso que no quiere nada más
que ser abrazado y mimado por el resto del día y la noche, pero tengo que salir de eso porque
tengo reuniones con hombres de Bratva y órdenes para dar a nuestros hombres. Trabajo con
mis muslos pegajosos con el semen de Kristian, y el hombre con el que estoy obsesionada mira
por encima del hombro a cualquier hombre que se atreva a acercarse a mí. No funciona de otra
manera.
Han pasado semanas y papá todavía no les ha dicho a los niños sobre el empeoramiento
de su condición y pronóstico. Es su decisión y mantengo la boca cerrada, pero una semana se
convierte en dos, que se convierte en cuatro. Mantengo una estrecha vigilancia sobre cuánto
dolor siente. Tendrá que ir a un hospicio en algún momento, y me duele el corazón pensar que
está sufriendo solo para poder quedarse con nosotros.
Tuve la sensación de que Lana se dio cuenta de lo que estaba pasando cuando la encontré
llorando detrás de la puerta de la lavandería una mañana. Fingió estar molesta por una mala
nota, pero dos minutos antes había estado en la habitación de papá. Se ve más delgado que
nunca últimamente. Nuestro apuesto padre, convirtiéndose en un esqueleto ante nuestros ojos.
Lana se merece un tiempo de hermana sin preocupaciones, y el sábado siguiente la llevo
de compras a todos sus lugares favoritos. Hablamos de la escuela, de los chicos, de los
enamorados de sus amigas. De quién está enamorada.
Finalmente, cuando estamos caminando por el estacionamiento subterráneo de regreso a
mi auto con bolsas de compras y frappés de fresa, su sonrisa muere y dice en voz baja: —Papá
se está muriendo, ¿no? Como, realmente muriendo esta vez.
Se me cierra la garganta y no sé qué decir. Simplemente me ha sorprendido con la verdad
de la que esperaba protegerla.
Cuando se da cuenta de que no puedo negar lo que ha dicho, se le arruga la cara y
empieza a llorar. —Es verdad. No quería creer que sea verdad.
Rápidamente pongo nuestras bolsas de compras en la cajuela de mi auto y la ayudo a
sentarse en el asiento del pasajero. Cuando estoy detrás del volante, pongo nuestras bebidas en
los portavasos y simplemente la abrazo.
Un momento después, ella está sacudiendo su cabeza y empujándome lejos. —Estoy bien.
Estoy bien. Soy fuerte como tú.
Mi corazón se desmorona un poco más al verla luchar por recuperar la compostura. ¿Es
esto lo que papá sintió todas las veces que trató de consolarme cuando estaba llorando? ¿Tío
Kristian también? Siempre les dije que estaba bien y me tragué las lágrimas, y me di cuenta de
lo doloroso que es ver a alguien hacer eso.
—No soy fuerte todo el tiempo. A menudo, solo estoy fingiendo —le digo, apretando su
hombro.
—¿Cuánto tiempo tiene papá?
—Tiene unos meses más con nosotros —le digo a Lana y observo cómo se clava las uñas
en las palmas de las manos—. Va a ser aterrador y triste, pero estoy aquí para ti. Siempre estaré
aquí para ti, y sé que estás aquí para mí. Eso hace que mi corazón sea un poco más ligero.
—Realmente seremos huérfanos esta vez —dice ella.
Ya hemos perdido a dos madres y ahora también estamos perdiendo a nuestro padre. Nos
sentamos con ese pensamiento juntas y no hay tópicos que decir. Nada que me quite ese dolor.
—Cuando papá se haya ido, ¿quién va a liderar esta familia? ¿Tú o el tío Kristian?
Tomo una respiración profunda y la dejo salir lentamente. —Bueno, esa es una buena
pregunta. Primero se suponía que era Kristian, y ahora se supone que soy yo. Me pregunto si
Kristian preferiría que él estuviera a la cabeza de la familia o si realmente sería feliz
llamándome… jefa o lo que sea. —No puede llamarme Pakhan porque es masculino. Ni siquiera
puedo pensar cuál sería la forma femenina.
—Creo que quiere que estés a cargo.
La miro sorprendida. —¿Qué te hace decir eso?
—El otro día le pregunté si podía aprender el negocio familiar, y solo respondió si decías
que sí.
Le sonrío. A pesar de la miseria en este coche por papá, no puedo evitarlo. —¿Lo hizo?
—Ni siquiera lo pensó dos veces. ¿No has notado que siempre te pregunta qué piensas y
realmente escucha lo que dices?
—¿Como sabes eso? ¿Tu ruso ya es tan bueno?
—Conozco esa frase. Chto vy dumayete? ¿Qué piensas? No sé lo que estás diciendo en
respuesta porque hablas demasiado rápido, pero él siempre te está escuchando. Es tan diferente
de cómo él y papá hablan frente a nosotros. No podía entender una palabra, pero discutían y
discutían. Le gustas más, o te respeta más.
Una cálida sensación recorre mi cuerpo. Dice eso, ¿no? Y él escucha.
Miro a mi hermana, mi lengua juega sobre el interior de mi mejilla. Mantengo a Kristian
en secreto como si me avergonzara, pero estoy cansada de encerrarlo con tantas emociones
negativas. Lo que siento por él no es normal, pero no somos una familia normal.
Tal vez sea hora de que alguien sepa de nosotros. Haría feliz a Kristian saber que le he
confiado a Lana, y tendría a alguien que compartiría mi secreto.
—Lana —digo lentamente—. Desde que Kristian regresó, él y yo hemos pasado mucho
tiempo juntos.
—En serio.
—Mis sentimientos por él son complicados y también lo son sus sentimientos por mí. —
Dudo, preguntándome cuál es la mejor forma de expresar mi confesión.
Lana me mira con ojos enormes, respira hondo y me agarra del brazo.
—Oh, Dios mío, te ha besado y me lo cuentas todo.
—¿Qué?
—Lo sabía —grita—. Bueno, no lo sabía, pero los vi a los dos hablando en la cocina en mi
cumpleaños el mes pasado. —Ella mira mi estómago y luego vuelve a mirarme—. ¿Vas a tener
un bebé? Estabas cargando a Celeste y el tío Kristian parecía tan anhelante, y luego te vi tocarte
el estómago.
Miro a mi hermana. ¿Vio eso?
—Por favor, por favor, por favor dime que vas a tener un bebé. Haría muy feliz a papá.
Oh, podrías casarte. Papá podría acompañarte por el pasillo. Aún hay tiempo.
—Vaya, más despacio. Estoy tratando de decirte que estoy involucrada con nuestro tío. No
un novio cualquiera. Este es el tío Kristian. ¿No tienes sentimientos complicados sobre eso?
Lana se desploma en su asiento y niega con la cabeza como si fuera un idiota. —¿Por qué
habría? No estamos relacionados con él. El tío Kristian te hace feliz. Eras miserable cuando él
fue desterrado, y ahora él está de regreso y te adora más que nunca. Es tan obvio cada vez que
te mira. —Se acerca y toma mi mano—. Papá se está muriendo, Zenya. ¿De qué estás tan
asustada? Lo peor ya está pasando.
—Podría perderlos a todos ustedes —susurro, sintiéndome ahogada, pero también sabiendo
que tiene razón. Lo peor ya está pasando. Lo importante ahora es que todos estamos aquí el uno
para el otro, y mi familia siempre lo ha estado.
Mi miedo es mi peor enemigo, pero todo está en mi cabeza.
¿Mi carne y mi sangre? Siempre me han apoyado.
—Queremos ver feliz a nuestra hermana mayor —me dice Lana con una sonrisa—. Arron y
yo hablamos a menudo sobre cómo nos protegiste toda la noche del allanamiento de morada.
¿Cuántas otras hermanas mayores podrían haber hecho eso? Quiero ser tú cuando sea grande,
lo sabes. Siempre puedes hacer las cosas geniales y vanguardistas. El asesinato y los crímenes a
medianoche y todos siempre contándote secretos. Ahora tienes el novio más rudo de la ciudad.
Cada familia que conocemos va a estar chismeando con sus corazones envidiosos. Si fuéramos
estrellas del pop y no criminales, serías tendencia en línea literalmente durante años por esto.
La miro con una ceja levantada. —Se supone que no debes saber sobre el asesinato y los
crímenes a medianoche. Esas cosas tampoco molan. Es trabajo, y en realidad tratamos de evitar
el derramamiento de sangre.
Lana suspira. —Bien, pero eso no cambia el hecho de que siempre eres tan fuerte y
concentrada frente al peligro. Me oriné tres veces la noche del allanamiento de morada.
—Esa es una respuesta normal. Embotello todo y no es saludable.
Lana sonríe. —Así que tienes fallas. ¿Qué vas a hacer al respecto?
Envuelvo mis brazos alrededor de ella y le doy un apretón. —Le voy a contar a mi hermosa
hermanita que siento cosas complicadas por Kristian.
Me devuelve el abrazo y nos abrazamos en silencio durante varios minutos hasta que
pregunta: —Bueno, ¿puedes?
—¿Puedo qué?
—Enséñame sobre todo lo que haces. Podría ser tu compañera.
Me río y cepillo su cabello hacia atrás antes de girar hacia el volante y encender el motor.
—Esta vida es dura, y deberías ir a la universidad antes de decidir algo.
Lana hace pucheros. —Pero no quiero ir a la universidad. Quiero ser ruda como tú.
Mientras salgo del estacionamiento, digo pensativamente: —Kristian me dio un regalo hace
unas semanas.
La expresión de Lana es repentinamente de puro deleite. —¿Eran diamantes? ¿Un viaje a
París?
—Fueron globos oculares.
Chilla y se tapa la boca. —Estás bromeando. ¿Se suponía que eso era romántico?
—Pensó que sí. Los hombres de Bratva están todos desquiciados. Entonces, ¿qué tal la
universidad y luego hablaremos sobre si todavía quieres ser parte de la familia criminal Belyaev?
Lana se estremece y alcanza su frappé. —Está bien, tal vez la universidad primero. Menos
globos oculares. —Me apunta con su pajilla—. Pero podría querer entrar más adelante en la pista,
solo para que lo sepas.
Si se gradúa y quiere trabajar para la familia, no tendré problema con eso. Lo importante
es que tenga una opción. Si no hubiera matado a un hombre la noche del allanamiento de
morada, ¿estaría dónde estoy hoy, manteniendo a mis hermanos y dirigiendo el Silo?
Todas las mañanas me levanto y no veo la hora de llegar al trabajo. Organizar entregas
de mercancías robadas y prohibidas en la noche. Abastecimiento de bienes ilegales para
personas en todos los rincones del país. Me da una emoción. La mismo que siento cada vez que
Kristian me besa.
Sonrío al camino por delante. Supongo que siempre me ha gustado el sabor del peligro.
Arriba, en mi baño, miro el tocador y mi reflejo en el espejo y recuerdo cómo Kristian
tomó mi virginidad, mi virginidad real, aquí mismo. Ese hombre es puro peligro destilado, pero
le encanta mostrarme su lado dulce. Sonrío cuando veo la caja de tampones casi vacía en un
cajón. Tendré que comprar más porque tengo vencimiento pronto.
Frunzo el ceño mientras miro la caja y me doy cuenta de que han pasado bastantes
semanas desde que tuve mi período. Lo compré la noche del cumpleaños de Lana, que era el
cuarto. Ahora es el diez del próximo mes, lo que significa que tengo ocho días de retraso.
Ocho es mucho. Nunca ha llegado tan tarde.
La parte de atrás de mi cuello hormiguea mientras reviso dentro de mi ropa interior.
Todavía no hay señales de mi período.
Probablemente solo llega tarde.
Trato de distraerme quitando las etiquetas de los suéteres y la falda que acabo de comprar,
pero mi mente no cambia de rumbo. ¿Embarazada? Me sigue clamando.
¿Estoy embarazada?
Miro fijamente por la ventana, pasándome una manga de cachemir por los dedos,
imaginándome abrazando a un bebé propio como he sostenido a tantos de mis hermanos y
hermanas, pero este es diferente porque es mío. No pude tomar una decisión en la oficina del
Doctor Nader. Tuve que dejarlo en manos del destino, y ahora tengo mi respuesta. Mis
emociones son inequívocas.
Decepcionada cuando tuve mi período.
Eufórico ahora podría haber perdido uno.
Finalmente, no puedo soportarlo más y tomo mi bolso y las llaves del auto. Diez minutos
después, estoy de regreso en mi baño con una prueba de embarazo y estoy orinando en un palo.
Recorro el pequeño espacio de un lado a otro mientras espero los minutos que tarda en
desarrollarse la prueba. Si estoy embarazada, mi vida va a cambiar. Tendré que sacrificar mucho
tiempo y sueño para cuidar a un bebé, pero nada es un sacrificio cuando se hace por amor. Me
toco el estómago y pienso, Si estás ahí, ya te amo.
Recuerdo lo que dijo Kristian en el cumpleaños de Lana, sobre el deseo de mirar un
Belyaev y ver algunas de sus propias características, sus propios gestos y personalidad.
Kristian ya te quiere también.
Pero hay cosas a las que simplemente no estoy dispuesta a renunciar. Mi lugar en esta
familia, por ejemplo. Mi trabajo. Estoy destinada a representar a mi padre entre los miembros
de Bratva en la ciudad. Ya luchan por tomar en serio a una mujer, y me pregunto cómo tratarán
a una mujer embarazada.
Con Kristian a mi lado protegiéndome ferozmente y demostrando que soy más que capaz
de dirigir el negocio familiar, las familias Bratva de esta ciudad no se atreverán a burlarse de mí.
¿Lo harán?
Kristian me apoyará, ¿no?
¿O simplemente se hará cargo y esperará que me quede en casa?
¿Estará furioso cuando escuche cómo sucedió esto?
¿Y cómo se va a tomar papá la noticia?
Hay tantas preguntas sin respuesta, pero hay una que puedo responder en este momento.
Le doy la vuelta a la prueba.
Las lágrimas llenan mis ojos. Una sonrisa se dibuja en mi rostro y siento una gran oleada
de felicidad. Durante unos minutos, monto una ola de pura felicidad.
Se atenúa a medida que todas mis responsabilidades regresan. Tomo una respiración
profunda y miro mi reflejo en el espejo. Voy a tener que confesarle a papá todo lo que he hecho.
Tendré que confesarle a Kristian también.
Y no estoy segura de quién va a estar más enojado.
Capítulo 13

P
ijama arrugado. Manos y codos magullados por agujas hipodérmicas. Un tanque de
oxígeno desgastado. Píldoras interminables para tragar. Las trampas de una muerte lenta
son banales y feas.
Ojalá hubiera salido en un estallido de gloria, algo violento y espectacular que tiñera de
asombro a los hombres de Bratva. Un tiroteo con los federales. Una persecución de autos a alta
velocidad que termina en una bola de fuego.
Pero nunca fui el glamoroso. Ese siempre fue mi hermano Kristian.
Es media tarde y hay ruidos al final del pasillo. Zenya estaba en el Silo, pero tal vez haya
llegado temprano a casa.
Deslizo mis piernas atrofiadas fuera de la cama, agarro el asa de mi tanque de oxígeno y
me levanto del colchón. Saludaré a mi hija con mis propios pies mientras pueda, aún no estoy
muerto.
Hay una sonrisa en mi rostro mientras me arrastro junto con mi tanque de oxígeno. Hacer
a Zenya mi heredera hace dos años fue lo correcto. Tiene una naturaleza fuerte y estable como
yo, y entiende el deber, a diferencia de alguien que podría mencionar en esta familia. Ni una
sola vez Zenya se ha quejado de nada o discutido conmigo simplemente para escuchar el sonido
de su propia voz. Es una chica buena y confiable, y se está convirtiendo en una mujer joven y
fuerte. Estoy orgulloso de ella, y debería decírselo más a menudo. Se lo diré ahora mismo, solo
porque puedo. Ya no tengo tiempo que perder.
Pero cuando llego a la puerta abierta de su dormitorio, descubro que no está Zenya
adentro. Es Kristian.
Está revisando sus cosas y aún no se ha fijado en mí. Está abriendo cajones, revisando su
ropa, mirando en los joyeros. Es exasperante que esté invadiendo su privacidad de esta manera,
pero la emoción prominente que inunda mis venas es la envidia cuando lo veo de pie, alto y
fuerte en su costoso traje. Tiene el resto de su vida por delante, mientras yo estoy apoyado en
un tanque de oxígeno en ruinas.
No es jodidamente justo.
—¿Que estás haciendo aquí? —Gruño.
Kristian mira por encima del hombro y me ve, pero no hay un destello de culpa en sus
ojos por haber sido atrapado revisando las cosas de mi hija. —Oh hola.
—Dije, ¿qué estás haciendo aquí?
—No es asunto tuyo. —Kristian me da la espalda una vez más, sin dejar de tocar las cosas
de Zenya como si fuera su dueño. Su tono aburrido e insolente me enfurece el corazón. Kristian
no volvió a esta familia porque pensó que lo necesitaban. Regresó por sus propias razones
egoístas.
—Tratas a mi hija como si fuera tu propiedad y siempre lo has hecho.
Kristian levanta la cabeza y mira fijamente a la pared, pero no se da la vuelta.
—¿No vas a negarlo? —Pregunto.
Cuando habla, su voz es fría y tranquila. —No sabes nada sobre lo que siento por Zenya.
Toda la ira, toda la envidia que he sentido hacia mi hermano desde que éramos
adolescentes se acumula en mi pecho. Kristian el alborotador. Kristian el encantador.
Kristian el favorito.
Exasperaba a nuestros padres, pero aún lo adoraban. Las mujeres siempre se han
enamorado de su atención a pesar de que las trata como basura. Nunca ha amado sinceramente
a otra persona que no sea él mismo. Siempre sospeché que de los dos, Zenya lo ama más. Ahora,
al final, lo creo, y me duele.
—Sé mucho. Has tratado a Zenya como si fuera una extensión de tu propio ego desde que
tenía catorce años. Todo lo que amabas, ella también tenía que amarlo, sin considerar nunca lo
que esa niña necesitaba o lo que era apropiado para su edad. Perdió a su madre. Su madrastra.
Su inocencia…
—Su tío —gruñe Kristian. Toma algo de su tocador y se lo mete en el bolsillo. Se da la
vuelta, se cruza de brazos y me mira—. Gracias a ti.
Hay tanta ira irradiando de sus ojos que casi me quema. Cada vez que ha estado en la
misma habitación conmigo desde su regreso, mira a través de mí o está mirando a Zenya. Sus
sonrisas son para Zenya. Me trata como si ya estuviera muerto.
—Sin ti, esa chica tenía espacio para respirar. Siempre fuiste una terrible influencia para mi
hija.
Llevándola a un campo de tiro cuando tenía seis años. Seis. Contándole más de lo que
necesitaba saber sobre la verdadera línea de trabajo de la familia cuando solo tenía doce años.
Dándole armas y enseñándole a usarlas. Dejándola verlo torturar y matar. Desafiándola a
intentar entrar en su casa. Zenya siempre idolatró a Kristian, y él la manipuló para que se volviera
como él.
—Sin mí, se volvió sobrecargada de trabajo, estresada y miserable —gruñe Kristian—.
¿Cuándo fue la última vez que la hiciste sonreír? ¿Cuándo fue la última vez que abriste la boca
y no fue para exigirle algo a tu hija? La hago reír. Yo la hago feliz.
Mis puños se aprietan con tanta fuerza que tiemblan. —Me estoy asegurando de que mi
heredera tenga todo lo que necesita para ponerse en mi lugar cuando llegue el momento.
—Tonterías —dice, su voz llena de condenación mordaz—. Tú la usas. No aprende nada de
ti. Es tu herramienta. Le doy a Zenya lo que necesita para sobrevivir en esta vida y protegerse.
Conmigo, ella florece.
—Le das demasiado. Mató a un hombre a los catorce años por tu culpa.
—¡Y si no lo hubiera hecho, habría sido violada como Chessa! —Kristian grita a todo
pulmón. De repente respira con dificultad y muestra los dientes—. ¿Crees que habría estado
mejor de esa manera? Vete a la mierda, Troian. Vete a la mierda.
El dolor me atraviesa. Por supuesto que no pienso eso. Es mi hija. Mi pequeña niña. No
quería eso para Zenya más de lo que lo quería para Chessa, pero desde esa noche, sentí que mi
hija se alejaba de mí y se acercaba a Kristian, y no es justo. Debería haber sido yo quien le diera
ese cuchillo para salvarse, pero sé con certeza que no lo habría hecho incluso si ella lo hubiera
pedido porque no es así como pienso que deberías criar a una hija.
Después de que ella mató a un hombre, todavía no sabía qué decir o hacer a su alrededor.
Le fallé a Zenya. Le fallé tanto y ahora no puedo evitar odiar al hombre que me frota la nariz
en todos mis fracasos con su mera presencia.
Kristian camina hacia mí, con los puños apretados a los costados. —¿Qué encuentro
cuando vuelvo aquí? Zenya está completamente desprotegida. Los hombres de esta ciudad la
rodean como lobos hambrientos y no has hecho nada para detenerlos.
—Bueno, ¿qué puedo hacer? —grito con voz ronca—. Estoy atrapado en esta ruina de
cuerpo. Te dejé volver a casa, ¿no? Estás destinado a protegerla. En cambio, regresas a tus viejas
costumbres, mimándola y manipulándola para que sea lo que quieras que sea.
—Me puse de rodillas por esa chica. Tal vez quería... hubo un tiempo en que la venganza...
—Se interrumpe mientras lucha por encontrar las palabras—. Si todavía piensas que estoy aquí
por mi propio bien en lugar de por el de ella, eres ciego y patético.
—No estoy tan ciego como crees que soy —le digo con frialdad.
Veo cómo la mira.
Lo veo.
Mi hija.
Su sobrina.
Últimamente he empezado a preguntarme si hay algo en su expresión cuando lo mira, y
hace que mi pecho se apriete tanto que no puedo respirar. No voy a creer que Zenya quiere a
Kristian de la forma en que una mujer quiere a un hombre. Me niego a considerar siquiera la
idea. Si algo retorcido está pasando, todo está del lado de Kristian, y tengo que ponerle fin.
—¿Qué acabas de tomar de su tocador? —Solicito.
Kristian no dice nada.
Quiero que pelee conmigo. Me insulte o intente golpearme para que pueda hecharlo, pero
él no hace nada más que mirarme con lástima en sus ojos azules.
Su piedad quema como el ácido.
Me levanto lo más alto que puedo. —Robándole a Zenya ahora, ¿verdad? Solo regresaste
por mi dinero y poder y crees que puedes tenerlo en tus manos a través de mi hija. Si le estás
robando a ella, me estás robando a mí también. Puedes salir de mi casa. Ya no eres bienvenido
aquí. Puedes irte de esta ciudad y nunca volver.
El asesinato está ardiendo en los ojos de Kristian. Mi corazón se acelera en mi pecho,
seguro de que estoy a punto de morir a manos de mi hermano. Pero luego barre a mi alrededor
sin una palabra, y un momento después, lo escucho bajar las escaleras a un ritmo rápido.
Cuando la puerta principal se cierra de golpe, me tambaleo y agarro el marco de la puerta.
Me imagino la expresión desconsolada de Zenya y escucho su voz, pero no me pregunta cómo
Kristian pudo abandonarla. Me está rogando saber cómo podría desterrarlo. Por qué ahuyenté
a mi hermano una vez más con mi orgullo egoísta y celos cuando él es a quien ella necesita, no
a mí.
La casa está en silencio, y siento la soledad del fracaso filtrándose en mi cadáver andante.
Capítulo 14

E
l sonido de la cerradura de la puerta de entrada haciendo clic en su lugar es como un
disparo que suena en la oscuridad de la noche. La casa está en silencio y yo me apoyo
contra la puerta principal.
Solo han pasado un puñado de horas desde que descubrí que estoy embarazada. Salí a
caminar para poder pensar en la mejor manera de manejar esto. Tengo que decirle a Kristian.
Tengo que decirle a alguien. La presión está aumentando más y más dentro de mí.
—Zenya, ¿eres tú? —Papá está arrastrando los pies por el rellano, y yo subo corriendo las
escaleras y lo ayudo a descender, llevando su tanque de oxígeno para él.
—Tenemos que ponerte en un dormitorio en la planta baja —le digo, pero niega con la
cabeza.
—Me gusta mi propia habitación. No quiero moverme. —Estudia mi rostro con
preocupación en sus ojos descoloridos—. ¿Hay algo que te preocupa, Zenya?
Lo ayudo a sentarse en el sofá de la sala de estar, mi mente está acelerada. Necesito
decírselo a papá, pero la primera persona en saberlo debería ser el padre.
—Déjame hablar con Kristian. —Saco mi teléfono y lo llamo. Casi siempre responde al
segundo timbre, pero esta vez va al correo de voz, dos veces. Frunzo el ceño y pongo mi teléfono
en la mesa de café—. No está respondiendo.
Cuando miro hacia arriba, papá tiene una expresión extraña en su rostro. Cuidadosamente
en blanco, como si estuviera protegiendo algunas emociones fuertes, y la aprensión se desliza
por mi columna vertebral.
—¿Sabes dónde está Kristian?
—No tengo ni idea. —Pero no lo dice como si estuviera desconcertado. Lo dice con
satisfacción.
—¿Qué sucedió? ¿Tuvieron una pelea con Kristian?
—¿Por qué es Kristian de repente? Siempre lo llamaste tío Kristian.
Papá se está desviando y siento que mi presión arterial aumenta. —Papá. ¿Qué ha pasado
entre tú y Kristian?
La expresión de papá se vuelve testaruda. —Estuvo aquí hace unas horas. Lo envié lejos,
de nuevo.
—¿Por qué, porque yo no estaba aquí? —Pregunto con el ceño fruncido desconcertada.
—No. Le pedí que no volviera.
El pánico me invade y grito: —¿Qué? ¿Por qué?
—La misma razón que la última vez. Pisotea a toda esta familia y no se preocupa por nadie
más que por sí mismo.
—¡Eso no es cierto! Si Kristian ha hecho algo malo, debería responder por ello, pero no
puedes desterrarlo sin motivo.
—Regresó a casa en busca de poder y venganza. Casi me lo admitió —dice papá furioso,
su respiración cada vez más dificultosa.
Recuerdo a Kristian en el almacén la noche que regresó. En los días posteriores. La ira
ardiendo en sus ojos, especialmente cuando miraba a papá. Sentí su hambre de poder, y yo
mismo le dije que no iba a dejar que me quitara nada.
Pero en las semanas que siguieron, vi que la ira se desvanecía de sus ojos. Trabajó
incansablemente a mi lado; conmigo, no contra mí. Habría sentido si todavía planeaba
seducirme de mi posición como heredero de papá.
—Si volvió con ira, se quedó por amor. Me ha demostrado estos últimos meses que no le
importa ser tu heredero o gobernar esta familia. Se preocupa por nosotros.
Pero papá no me mira y está sacudiendo la cabeza. Esta brecha entre ellos es más grande
que la causada por el momento insensible de Kristian con una stripper y un tubo de lápiz labial.
Es como si papá echara toda la culpa de perder a sus esposas y morir de cáncer a los pies de su
hermano.
Me acerco a papá y me arrodillo ante él, tomando sus manos entre las mías. —No hagas
esto, por favor. Necesito que ustedes dos sean amigos ahora más que nunca.
—Kristian y yo nunca podremos volver a ser amigos, y tampoco podemos ser hermanos.
—¿Pero por qué? —Lloro, mi voz se quiebra.
Papá se clava un dedo en el pecho. —Porque yo soy el que siempre sale lastimado, y nunca
él. Mi esposa. Mi pierna. Mi otra esposa. Cáncer. —Toma mis manos y las aprieta entre las
suyas—. Eres todo lo que me queda y él también quiere alejarte de mí.
Lo miro en un silencio vergonzoso. ¿Papá sabe que Kristian y yo somos amantes?
Papá me suelta y se pasa una mano temblorosa por la cara. —Tengo razón, ¿no? Chessa
me lo dijo hace años, pero no quería creerlo. Kristian no te quiere como a un tío, y no lo ha
hecho durante mucho tiempo.
Me muevo hacia atrás y me siento lentamente en el sofá, mi corazón retumba en mi pecho.
¿Todo este tiempo papá lo sabía? ¿Lo supo antes que yo? ¿Chessa lo sabía?
Recuerdo cómo los modales de Chessa se volvían fríos cada vez que Kristian entraba en
la habitación, y ella lo regañó por hablarme en ruso. Pensé que no confiaba en él porque era
salvaje e impredecible. No tenía idea de que pensaba que tenía que protegerme de mi tío.
—Estaba tan enojado después de la muerte de Chessa —dice papá—. Nunca he estado tan
enojado con alguien como lo estaba con Kristian, y quería que él sufriera tanto como yo sufría.
La única persona que le importaba a Kristian eras tú, y pensé que si los separaba a los dos, él
probaría lo que es sufrir.
—Pero eso es tan cruel —susurro.
Papá desvía la mirada, pero no lo niega. Todo lo que dice es: —El dolor es cruel.
—¿Se supone que eso es una excusa para una pequeña venganza?
Hay algo que todavía no entiendo. Si Kristian me amara, si me amara de verdad, no me
habría abandonado, sin importar lo enojado que estuviera. Solo puede haber una razón por la
que se mantuvo alejado.
No quería.
Tuvo que hacerlo.
Mis ojos saltan a mi padre. —¿Cómo convenciste a Kristian de que se mantuviera alejado
durante dos años completos? Nunca trató de verme. Ni siquiera llamó.
Toda la rabia y el dolor se disipan de sus ojos cuando se recuesta en su silla. —Le dije a
Kristian que puse algo en tu teléfono. Un rastreador que monitorea todas tus llamadas y tu
ubicación. No era cierto, pero él no lo sabía.
La admisión de que papá incluso consideró espiarme me revuelve el estómago. —Pero un
software no me iba a alejar de Kristian. Debe haber una razón por la que no lo vi durante dos
años.
Papá se mira las manos en el regazo. —Eras menor de edad. Legalmente, tenías que hacer
lo que te decía. Le dije a Kristian que si regresaba o incluso hablaba contigo por teléfono, te
enviaría a un internado en el extranjero para terminar la escuela secundaria.
El horror se apodera de mí. —¿Me habrías enviado lejos? Pero entonces no habría visto a
mis hermanos y hermanas. No te habría visto a ti ni a nadie que me importara. Lo hubiera
perdido todo.
Separarme de mi familia ha sido mi peor temor desde que mamá murió. Papá lo sabía.
Kristian lo sabía. Me hubiera destruido que me enviaran lejos de las personas que amo, por lo
que no tuvo más remedio que obedecer las órdenes de papá.
Kristian no se alejó por crueldad o indiferencia.
Se mantuvo alejado porque me ama.
Papá se frota los ojos miserablemente. —Kristian vino a mí y me rogó que le permitiera
volver a casa. Dijo que haría cualquier cosa, pero era el funeral de Chessa y no estaba pensando
con claridad. El único pensamiento en mi cabeza era ser lo más cruel posible con él. La
conmoción en su rostro... Estoy avergonzado de mí mismo, Zenya. Te usé para castigarlo.
El funeral de Chessa fue solo unos días después de que Kristian fuera desterrado. Dudo
que haya dejado la ciudad antes de regresar con papá, con la esperanza de haberse calmado lo
suficiente como para repensar sus amenazas.
Solo para que papá lo amenazara con destruir la poca felicidad que tenía.
—Lo amo, papá —susurro, levantándome y hundiéndome en el sofá junto a él—. Me
sorprendió cuando me habló de sus sentimientos por mí, pero en estos últimos meses me he
dado cuenta de que siento lo mismo. Es mi otra mitad. Siempre lo será.
Kristian es peligroso, caótico y brutal, pero en la vida que he elegido para mí y para los
niños que tendré, necesito eso en un hombre.
Papá hace una mueca, pero ya no puedo ocultar mis sentimientos para complacerlo.
—Amo a Kristian y… solo lo amo. Lo que hay entre nosotros, nunca he sentido nada igual,
y sé que nunca lo volveré a sentir.
Papá se tapa los ojos y suspira profundamente. Se queda en silencio durante mucho tiempo
antes de murmurar: —Es lo mismo para Kristian. Nunca lo he visto mirar a una mujer de la
forma en que te mira a ti.
Por mucho que mi corazón se eleve al escuchar esas palabras, también me duele. —Odias
esto, ¿no?
Papá me mira con una expresión desesperada. —¿De verdad lo amas? ¿Lo elegiste por tu
propia voluntad? Todo lo que es ese hombre. Todo lo que ha hecho.
Le doy una sonrisa de lástima. —¿Realmente necesito responder esa pregunta? ¿Alguna
vez me has visto tomar una decisión imprudente con la que no luché durante meses y meses?
Paso mi mano por mi vientre, frotándolo suavemente. Incluso esto no fue imprudente.
Quería a su bebé con todo mi corazón, simplemente no podía admitirlo.
—Kristian solo me ha amado a mí. Solo me ha visto por lo que realmente soy. Está lejos
de ser perfecto, pero es perfecto para mí.
Papá aprieta los labios en una línea blanca y triste. —Entonces supongo que es hora de que
me quite de tu camino. He estado parado en él el tiempo suficiente.
Se queda mirando su regazo durante mucho tiempo, procesando lo que le acabo de decir.
Espero, conteniendo la respiración, esperando saber si nos aceptará o me desterrará junto con
mi tío.
—Kristian nunca haría nada para lastimarte —dice papá finalmente—. Preferiría clavar una
daga en su corazón que romper el tuyo. Les he hecho mucho daño a ambos en los últimos años
y sé que deben estar enojados conmigo, pero por favor denme la oportunidad de hacer las cosas
bien.
La esperanza se enciende en mi pecho. —¿Cómo?
—Dándote mi bendición, si eso tiene algún valor para ti. Si es a Kristian a quien amas,
entonces lo aceptaré. No interferiré si te pide que te cases con él.
Me pongo de pie, con el corazón atascado en la garganta. ¿Puede ser realmente tan fácil?
¿Estoy al alcance de la mano de todo lo que quiero?
—¿Lo dices en serio?
Papá asiente. —Se siente extraño decirlo, pero si realmente te ama y tú lo amas, entonces
deberías estar con él. Aunque es difícil confiar en Kristian, confío en que te ama.
Caigo de rodillas ante papá y envuelvo mis brazos alrededor de sus hombros. Que
entienda por qué estamos juntos aunque no lo haga feliz es más de lo que esperaba.
Quizás papá aprenda a estar feliz por nosotros con el tiempo una vez que nos vea
abiertamente enamorados, si a papá le queda suficiente tiempo.
Sólo, ¿dónde está Kristian?
Busco a tientas mi teléfono y lo llamo de nuevo, pero vuelve a sonar.
—Prueba con Mikhail —sugiere papá.
—Esa es una buena idea —respondo, marcando el número de Mikhail. Él recoge de
inmediato—. Mikhail, ¿has visto a Kristian? No contesta su teléfono.
—Sí, me encontré con él en el Silo hace unos treinta minutos. Dijo que se dirigía a Harcross.
¿Todo está bien? Parecía enojado.
Harcross es una región de la ciudad al noreste. No puedo pensar por qué iría allí, pero al
menos no se irá de la ciudad. —Si. Gracias, Mikhail. Adiós.
Le doy a papá un beso en la mejilla. —Voy a buscar a Kristian. Si llama, dile que voy en
camino.
Sin darle a papá la oportunidad de responder, salgo corriendo por la puerta principal y
me dirijo a mi auto. Cuando entro en la carretera que se dirige hacia el noreste, de repente
recuerdo quién vive en Harcross.
Sergei Lenkov, el traficante de armas.
El pánico cae a través de mí. ¿Kristian está enojado y está comprando más potencia de
fuego?
Aprieto el acelerador y el coche sale disparado. Tengo que llegar allí lo antes posible. No
sé cuáles son sus intenciones, pero la furia y las armas no son una buena combinación. En el
mejor de los casos, ha ido a asesinar a Sergei Lenkov por atreverse a coquetear conmigo en la
fiesta de cumpleaños de Yuri. En el peor de los casos, quiere una nueva arma para matar a su
propio hermano.
En lo alto, el cielo está cargado de nubes grises que han estado amenazando con un
aguacero durante días. Llevamos semanas sin lluvia y el aire está seco y polvoriento. Los cielos
se burlan de nosotros, y el cielo está más plomizo que nunca, pero aún no cae ni una gota.
Cuando llego a Harcross, conduzco arriba y abajo por las calles, buscando el Corvette
negro de Kristian y tratando de recordar dónde vive Sergei Lenkov. Es un área de lujo con
muchos autos caros, y sigo pensando que lo encontré, solo para darme cuenta de que es un
Porsche o una marca similar.
Entonces lo detecto. El coche de Kristian, aparcado en la calle sin él dentro. Me detengo
detrás del auto, salgo y giro en el lugar, estudiando los edificios a mi alrededor. Un spa. Una
floristería. Una joyería. Varias mansiones.
Una mansión en particular parece familiar. Creo que es la mansión de Lenkov, pero no
puedo estar segura. ¿O es la que está al final de la calle? Hay otro automóvil familiar estacionado
afuera, un Lexus blanco con una luna dorada y estrellas colgando del visor. El coche de Leonor.
Ella debe estar de compras en esta parte de la ciudad hoy.
Vuelvo a mirar las mansiones, preguntándome cuál pertenece a Lenkov. Solo he estado
aquí una vez antes. Kristian me trajo cuando tenía quince años porque estaba comprando
algunos rifles para un amigo.
Supongo que solo hay una manera de averiguarlo. Tomo una respiración profunda y doy
un paso adelante para presionar el botón en las puertas.
—¿Comprando un lanzagranadas, princesa?
Me doy la vuelta y veo a Kristian de pie detrás de mí, su expresión es ilegible. Como de
costumbre, verlo con su traje negro y su cabello rubio blanquecino derramándose sobre su frente
me deja sin aliento.
—Te estoy buscando, en realidad. ¿Estás aquí para ver a Lenkov?
Asiente con la cabeza hacia la casa unas pocas casas más abajo. —Lenkov vive en esa.
Lo cual no responde a mi pregunta. Sus hombros están tensos y también su mandíbula,
pero no puedo discernir qué emoción está haciendo que sus ojos azules sean tan tormentosos
como el cielo.
—Por favor, no vayas —susurro, mi labio inferior tiembla—. Papá me contó todo. Cómo te
obligó a mantenerte alejado amenazándome con castigarme. Ahora sé que deben haber sido los
peores dos años de tu vida. También lo fue para mí.
Kristian me mira en silencio, absorbiendo mi desesperación. Las lágrimas se aferran a mis
pestañas. —He llegado a mis sentidos, diente de león. Nunca vas a ser mía.
Doy un paso hacia él con un grito y agarro sus hombros. —¡No digas eso!
—No es lo que quiero, pero es verdad. Nunca podrás ser mía. —Sus ojos se clavaron en los
míos mientras me infligía esas palabras. Entonces su rostro se funde en una sonrisa—. Pero pensé
que podrías hacerme el honor de permitirme ser tuyo.
Mete la mano en su bolsillo y está sosteniendo algo entre nosotros. Algo que brilla en sus
dedos.
Un anillo de compromiso.
Mis manos casi vuelan a mi boca. Quiero jadear en estado de shock, pero hay una sonrisa
tirando de la comisura de sus labios, y se está divirtiendo demasiado.
—No estaba visitando al traficante de armas. Estaba en la joyería. —Asiente por encima del
hombro.
Paso de la desesperación a la sorpresa y al alivio tan rápidamente que me siento mareada
y luego llego a la adoración enloquecida y exasperada.
Por supuesto que querría arrancarme la alfombra debajo de mí con su propuesta. El
hombre no puede hacer nada sin causar un montón de drama.
Pongo mi mano en mi cadera y le doy una mirada atrevida. —¿Diamantes? Que ordinario.
Pensé que te propondrías con un arma.
Él sonríe y me acompaña a su auto. Abriendo la puerta del pasajero, mete la mano en su
guantera y saca una caja de madera pulida. Lo abro y encuentro un elegante revólver plateado
envuelto en terciopelo rojo con una palabra grabada a lo largo del cañón.
Pakhanovna.
No es una palabra rusa real, pero sé al instante lo que significa. Pakhan es como todos
llaman a mi padre. Es un término de respeto que significa jefe. En Rusia, una mujer toma una
forma femenina del nombre de su padre como su segundo nombre. Si hubiéramos seguido esa
tradición aquí, mi segundo nombre sería Troianovna.
Trazo el grabado con mis dedos. Kristian dice que soy la hija de mi padre. El verdadero
heredero de Troian y el futuro Pakhan.
El futuro jefe de Kristian.
Me quita la caja y la deja en el asiento del coche. El anillo de diamantes brilla en la punta
de su dedo índice mientras toma mi rostro entre sus manos. —¿Qué quieres primero, princesa?
¿Que me comprometa contigo como mi futuro jefe, o que me arrodille y te pregunte si me
aceptas como tu esposo? La elección de Pakhanovna.
—¿No para que yo sea tu esposa?
Sacude la cabeza con una sonrisa. —Soy tuyo. Siempre he sido tuyo. Si alguna vez olvido
quién lidera esta familia, quiero que tomes ese arma y me la dispares directamente al corazón.
El trueno retumba en lo alto. Las nubes se mueven tan rápido que parecen estar hirviendo
en el cielo. Una gota gorda cae sobre mi mejilla. El cielo parece anhelar que caigamos en los
brazos del otro para besarnos, pero hay algunas cosas que debemos aclarar primero.
—Me mentiste —digo, otra gota de lluvia deslizándose por mi rostro.
Él asiente, sus ojos llenos de arrepentimiento. —Lo hice. Lo siento. No regresé aquí para
apoyarte cuando te pusiste en los zapatos de tu padre. Te quería a ti, a la ciudad, al dinero, a
todo. Quería venganza.
Me río y niego con la cabeza. —No, idiota. ¿Qué pasó con no confesar nada hasta que
sabes de qué te acusan? —Él me enseñó esa estrategia hace mucho tiempo en caso de que un
asociado me secuestrara o me interrogara demasiado de cerca—. No dejes que tu propia boca te
meta en problemas.
Sus cejas se juntan. —¿Qué?
—No estoy hablando de por qué regresaste o con qué propósito. Como estaba diciendo,
me mentiste.
Se frota la frente. —Bien, bien. No debí haber amenazado al doctor Nadar para que te
diera una inyección de fertilidad y pretender que no sabía que la píldora del día después era
falsa, pero…
Me río y pongo mi dedo en sus labios. —¿Estas loco? ¿Vas a seguir confesando todos tus
crímenes cuando ni siquiera sabes de qué te estoy acusando? ¡Cálmate! Eres Kristian maldito
Belyaev.
Me agarra la parte superior de los brazos. —Déjame sacarlo todo de mi pecho, princesa.
Estoy tratando de ser un mejor hombre para ti.
—Al diablo con ser un mejor hombre. Puedes hacerlo cuando quieras porque ahora mismo
soy yo quien hace las preguntas y quiero saber por qué mentiste sobre la piscina. Hablemos de
eso.
Me mira como si no entendiera de lo que estoy hablando. —¿La piscina? Hace años que
no nos metemos en la piscina.
—Exactamente. De eso estoy hablando, de lo que pasó en la piscina hace tres años. Dijiste
que ese día en la piscina cambió todo para ti, pero no te creo. Ese no fue un día especial. Ese
fue un día de nada. Entonces, ¿cuándo fue realmente?
Tal vez me veía un poco más adulta ese día y nos tocábamos muchísimo. Pero la risa, la
piel y el sol no bastan para que el tío Kristian se enamore de nadie. Se habría enamorado cien
veces de cien mujeres si eso fuera todo lo que necesitaba. Su corazón está lleno de oscuridad y
peligro. Debe haber sido algo oscuro y peligroso lo que hizo que se enamorara de mí.
Él lame una gota de lluvia de sus labios, y de repente quiero usar nuestras bocas para
cualquier cosa menos hablar, pero espero porque quiero escucharlo decirlo.
—Sabes qué día era, princesa. O mejor dicho, la noche.
—El allanamiento de morada —respondo.
Asiente. —Cuando atravesé esa ventana y vi toda la sangre y la devastación en esa
habitación, nunca tuve tanto miedo en mi vida. Pensé que iba a encontrar a mi chica rota y
sangrando, pero en vez de eso, ahí estabas tú con mi cuchillo en tu mano, y el monstruo que
trató de romperte estaba sangrando. —La esquina de su boca se convierte en una sonrisa—. Mi
princesa no necesita ser rescatada. Ella es una puta reina.
Kristian se acerca a mí y toma mi rostro entre sus manos.
—Siempre lo ha sido.
Quiero fundirme con él, darle mis labios y todo mi corazón en este mismo segundo, pero
hay más que quiero decir.
—Papá sabía lo que sentías por mí —susurro—. Chessa le dijo. Esa es una de las razones por
las que te envió lejos.
Kristian gime y se pasa las manos por el pelo que se humedece rápidamente. —Sabía que
lo sabía. Estaba jodidamente enojado con ella por interponerse en mi camino, por eso celebré
cuando murió. Me preguntaba si le había contado a Troian, pero nunca pensé que Troian le
hubiera creído.
—Papá no quería, pero sabía la verdad en su corazón.
—No te enojes con él, princesa. Tenías dieciséis. En su lugar, yo también me habría
desterrado.
Toco su mejilla, mi corazón se hincha al doble de su tamaño. —Regresaste por mí hace
dos años. ¿Por qué no me dijiste? Estuviste allí el día del funeral de Chessa, pero no te vi.
Presiona su frente contra la mía. —Pensé en decírtelo estas últimas semanas, pero entonces
habrías confrontado a Troian al respecto. Juré sobre la tumba de tu madre que no haría nada
para molestarlo.
A pesar de que hubiera sido mejor para él dejar escapar esa información. —Eres un villano,
Kristian. Pero eres un villano con corazón.
—Solo para ti, princesa —murmura y baja su boca hacia la mía.
Pongo un dedo sobre sus labios, deteniéndolo. —Ahora es mi turno. Tengo algo que
confesarte.
Capítulo 15

G
imo cuando me impide cubrir sus labios con los míos. Estoy deseando este beso, y
siento que nunca lo voy a conseguir. —Dímelo rápido porque tengo otras cosas que
hacer con mi boca además de hablar. —Como quitarle la ropa y prodigar a mi hermosa
prometida con mi lengua.
—Fui a ver al doctor Nader después de que tuvimos sexo por primera vez.
Asiento con impaciencia. —Sí, y llegué primero y amenacé con cortarle las bolas si te daba
alguna hierba seca que evitaría que quedaras embarazada.
—Sí, eso dijiste —responde con una mirada furiosa—. ¿Por qué hiciste eso?
—Me hiciste jurar que no le diría nada a tu padre que pudiera molestarlo. Pensé en dejar
que la naturaleza siguiera su curso. —Le sonrío—. Una hija embarazada transmitiría el mensaje
alto y claro.
Me empuja en el estómago. —Eso es un vacío legal y lo sabes.
Tomo su rostro entre mis manos. —Siempre has querido ser madre. He estado deseando
tener a mi bebé dentro de ti durante tanto tiempo. Cuando ambos queremos algo tanto, ¿por
qué esperar?
Zenya respira hondo. —No eres el único que puede jugar pequeños juegos secretos. El
doctor Nadar me ofreció esa inyección anticonceptiva falsa, pero la rechacé. No quería ser infértil
durante tres meses. Me llevé el Plan B, pero tan pronto como abrí el paquete, tiré la pastilla por
la ventana mientras conducía. No te lo dije porque no sabía qué decir.
La miro en estado de shock. —Y pensé que yo era el astuto.
Zenya me mira preocupada. —¿Estás enojado conmigo?
Una sonrisa encantada se dibuja en mi rostro, y siento que toda la sangre corre hacia mi
polla. —¿Sabías que te he estado follando crudo y tratando de embarazarte todo este tiempo y
no hiciste nada para detenerme? Joder, eso me pone duro solo de pensarlo. Realmente quieres
a mi bebé.
Eso lo resuelve todo. Necesito estar comprometido con esta chica. Va a ser mi esposa y la
madre de mis hijos.
Nuestras cabezas están muy juntas, y sostengo el anillo entre nosotros. —Estoy preparado
para un largo compromiso. No tienes que ponerlo en tu dedo si prefieres mantenernos en
secreto. Te compraré una cadena para ponértelo.
La mano izquierda de Zenya se eleva, su dedo anular ligeramente levantado. —Por favor
—susurra—. Quiero que todos sepan que soy tuya.
Mi corazón se enciende con la victoria mientras deslizo el anillo en su dedo. Es el ajuste
perfecto. Debería serlo, teniendo en cuenta que robé uno de sus otros anillos de su habitación
para poder dárselo al joyero para que lo midiera.
—¿Te casarás conmigo, diente de león?
Zenya levanta los ojos del anillo a mi cara. Hay una sonrisa en sus labios perfectos y sus
ojos brillan. —Me casare contigo.
Gimo y envuelvo mis brazos alrededor de ella y la sostengo fuerte contra mi pecho. Ella
encaja perfectamente debajo de mi barbilla, mi pequeño diente de león. Justo donde he querido
que esté durante años y años. —No creo que pueda estar más feliz de lo que estoy en este
momento.
Zenya suelta una risita traviesa. —¿Quieres una apuesta?
No entiendo lo que quiere decir hasta que se aparta, toma mi mano y la coloca sobre su
vientre.
Entonces solo me mira, todavía sonriendo.
Mi boca se abre. —¿Estas embarazada? ¿Ya?
Sus labios se contraen. —Te has estado esforzando tanto, y sabes que no estoy usando
ningún método anticonceptivo. Esto no es una sorpresa.
Grito de risa y la abrazo de nuevo, con una mano en su estómago. Mi preciosa chica lleva
una parte de mí. —Pero si lo es. He anhelado este momento desde siempre y sentía que nunca
llegaría.
Inclino mi cabeza hacia la de ella para finalmente besarla.
—Tengo otra confesión —dice.
Gruño de frustración. —No me importa si retrocediste en el tiempo y asesinaste a un
presidente, necesito besarte o voy a explotar.
—Te amo.
Presiono mi frente contra la de ella, una sonrisa se extiende por mi rostro mientras mi ira
se disipa de inmediato. —Yo también te amo, princesa.
—Pareces un demonio con la sonrisa de un ángel —susurra, apartándome el pelo de la
cara—. Con razón me enamoré de ti.
—Sabía que yo era para ti y tú eras para mí hace mucho, mucho tiempo, diente de león.
Solo tenía que esperar a que crecieras y te dieras cuenta por ti misma, y no puedes negar que
he sido un hombre paciente.
Envuelve sus brazos alrededor de mi cuello, sonriéndome. —Dime otra vez lo paciente que
has sido. Creo que esta va a ser mi nueva historia favorita.
Rozo mis labios sobre los de ella. Cualquier cosa por ella. —Desde la noche que mataste
a un hombre y me viste torturar a cuatro más hasta la muerte sin pestañear. Desde que saltaste
sobre mí en la piscina y fue todo lo que pude hacer para no besarte. Desde que sacaste grava
de mi hombro y me comiste con tus ojos. ¿Pero en serio? Te he estado esperando toda mi vida.
Desde siempre, todos los días, por los siglos de los siglos. Incluso antes de conocerte. Mi reina.
Siempre te querré y siempre te amaré.
—Yo también te amo, Kristian. —Pasa un dedo por mi cuello, su sonrisa se atenúa—. Ahora
todo lo que tenemos que hacer es decírselo a todos los demás. Deberíamos reunir a todos porque
papá también tiene noticias que se han retrasado mucho.
Puedo adivinar por su expresión que las noticias no son buenas. Tomo su mano y le doy
un apretón. —Pase lo que pase después, estaré allí contigo, princesa.

Las lágrimas caen y siguen cayendo en la sala de estar de la mansión Belyaev. Todos los hijos
de Troian están reunidos en los sofás, junto con Eleanor y yo, mientras escuchamos a mi
hermano revelar que esto es todo. Está muriendo.
Por mucho que hayamos peleado a lo largo de los años y a pesar de todas las
mezquindades de él al desterrarme, todavía amo a mi hermano. Tuve dos años para aceptar lo
que hizo, y aunque todavía me enoja, Zenya me ama y eso es lo que importa. Troian es el único
hermano que tendré. Un hermano a pesar de que no compartimos sangre, y con todas las
pruebas que conlleva tener un hermano que es un rival, un socio comercial y un Pakhan.
—Papi, no queremos que te vayas —gime Nadia, con lágrimas cayendo por su rostro.
Él la alcanza, y Eleanor se levanta y coloca a la niña en su regazo. La abraza cerca, sus
ojos llenos de dolor. —Yo tampoco quiero irme, pero siempre estaré contigo. Todos ustedes
llevan una pequeña parte de mí dentro de ustedes, y cuando se sientan tristes y quieran darme
su amor, pueden dárselo a uno de sus hermanos y hermanas. Dondequiera que esté, lo sentiré.
—Sonríe a los hijos de Chessa, los que adoptó—. Estoy muy orgulloso de todos y cada uno de
ustedes.
Me arde la garganta, y recuerdo mi acusación hace años de que a Troian le resultó fácil
descartarme porque soy adoptado. Eran palabras pronunciadas con ira. Troian nunca amó
menos a nadie solo porque no compartían su sangre.
Zenya está sentada a mi lado, tomo su mano y la sostengo con fuerza. Sus ojos están
brillantes por las lágrimas, aunque no están cayendo. Sospecho que ha hecho todo su llanto en
la privacidad de su dormitorio.
Troian mira durante mucho tiempo nuestras manos unidas. Entonces sus ojos se
encuentran con los míos y todo mi cuerpo se tensa. Esta es su hija, y solo puedo imaginar lo
ferozmente protector que seré con mis propias hijas. Si un hombre como yo se acerca a una
milla de mis hijas, probablemente lo destriparé.
—Lamento lo que les hice a ustedes dos —dice Troian con voz temblorosa—. Espero que
puedas perdonarme algún día por mantenerlos a los dos separados. El dolor me dio una especie
de locura, y sé que a todos en esta sala les irá mejor que a mí.
Los niños y Eleanor miran entre nosotros y Troian, frunciendo el ceño confundidos.
Troian se aclara la garganta. —Kristian y Zenya tienen algunas noticias para compartir con
todos ustedes. Algunas noticias felices, y espero que todos podamos estar felices por ellas.
Zenya y yo nos miramos. ¿Qué diablos vamos a decir?
En lugar de palabras, Zenya se sonroja y tímidamente levanta nuestras manos unidas. No
sé lo que está haciendo hasta que me doy cuenta de que les está mostrando a todos el brillante
anillo de compromiso en su dedo.
Hay un silencio confuso en la habitación.
Entonces Lana grita. Salta y lanza sus brazos alrededor de su hermana, gritando a todo
pulmón: —¿Te vas a casar con el tío Kristian? ¡Estoy tan feliz! ¿Puedo ser la dama de honor?
¿Puedo ser la dama de honor?
El resto de mis sobrinas y sobrinos se dan cuenta uno a uno y se amontonan a nuestro
alrededor haciéndonos decenas de preguntas. Troian está sonriendo. La expresión de Eleanor
es una de shock en blanco. Se necesitan unos minutos para que el zumbido en la habitación se
apague.
Para mi sorpresa, todas mis sobrinas y sobrinos parecen felices por nosotros, y nadie está
especialmente confundido por el hecho de que el tío Kristian se case con su hermana mayor. El
amor tiene sentido para los niños, pero estoy seguro de que tendrán muchas preguntas para
Zenya en las próximas semanas. Muchas preguntas para mí también.
—¿Cuándo es el gran día? —Lana pregunta ansiosamente.
—Lo planearemos rápidamente —dice Zenya, mirando a papá—. Comenzaré a llamar a los
lugares mañana y veré qué fechas están disponibles.
—No hay necesidad de armar algo tan rápido que odies el resultado —responde Troian—.
El doctor Webster dice que tengo al menos seis meses, tal vez más.
Zenya le da a su padre una sonrisa llorosa. —Quiero pedirte que me acompañes por el
pasillo si puedes. O te acompaño. No me importa mientras estés conmigo. Y… también tenemos
más noticias. —Me mira—. Tú diles.
Le sonrío a mi prometida, imaginando cómo se verá el día de nuestra boda con su barriga
a la vista. —Zenya está embarazada.
Lana vuelve a gritar y una vez más nos llenan de abrazos y preguntas.
El rostro de Troian está flácido por la sorpresa y está tratando de ponerse de pie. Zenya
se levanta, corre y abraza a su padre.
—No te levantes. Estás feliz, ¿verdad, papá?
—Claro que sí. Gracias por compartir tu felicidad con todos nosotros —dice Troian con voz
ronca, mirándola—. Nos ha dado a todos un poco de dulzura para que podamos tragar la
amargura de mis noticias. Tengo tantas razones para quedarme con todos ustedes el mayor
tiempo posible, y la más importante es conocer a mi primer nieto.
—¿Quién es también tu sobrino o sobrina, papá? —dice Lana, dándole a Zenya una sonrisa
burlona.
Lanzo una mirada sombría a Lana, la pequeña alborotadora, pero como de costumbre,
mi chica se muestra serena ante las burlas. Estaría resoplando como un toro enojado si Lana
fuera mi hermana.
—Sean quienes sean, ciertamente no serán más traviesos que mi hermana —dice Zenya, y
todos se ríen.
Todos menos Leonor. Sus ojos son enormes mientras mira fijamente la mesa de café.
—¿Eleanor? —pregunto, preguntándome si la noticia de la muerte de Troian la ha alterado
más de lo que esperaba.
Su mirada se fija en la mía y me mira como si no supiera quién soy. Luego mira a Zenya,
antes de volverse hacia mí y murmurar: —Felicitaciones, Kristian. Me alegra que podamos
consolar nuestros corazones con sus noticias.
Finalmente, mira a Troian y su expresión es de dolor. Tal vez el hecho de que perderá el
último vínculo con su hermana le ha recordado su dolor por Chessa. Todavía tiene a los hijos
de Chessa, algo que parece recordar cuando coloca a Nadia en su regazo y la abraza.
Más tarde esa noche, después de que todos cenáramos juntos y Lana exigiera saber cada
detalle sobre cómo nos enamoramos, y le dimos una versión abreviada a los ansiosos oídos
jóvenes, sigo a Zenya escaleras arriba a la cama.
—¿Puedo pasar la noche con la heredera de la fortuna de Belyaev, Pakhanovna? —
murmuro mientras beso la nuca de su cuello en las escaleras.
Ella se ríe del nombre. —Puedes. Sin embargo, tendremos que estar callados.
Le estoy acariciando el cabello cuando me clava las uñas en el dorso de la mano y dice:
—Buenas noches, Eleanor, hasta pronto.
Miro por encima del hombro y veo que Eleanor se ha detenido con su bolso sobre el
hombro de camino a la puerta principal. Hay una expresión en sus ojos muy parecida a la que
su hermana Chessa solía ponerme cada vez que me veía cerca de Zenya.
Supéralo, perra con caraamargada.
Me casaré con ella.
Gané.
Zenya se sonroja y se apresura a seguir adelante. Le sonrío a la hermana de Chessa, y tal
vez sea mezquino, pero siento una emoción de victoria cuando Eleanor endurece su boca y
camina hacia la puerta principal. Luego sigo a mi prometida embarazada a su dormitorio.
Tan pronto como estamos solos, gimo y tiro de la ropa de Zenya, desesperado por tener
mi boca en todo su cuerpo.
—Shh —dice, haciéndome callar y riéndose al mismo tiempo—. Todavía tenemos que estar
callados a pesar de que ya no salimos a escondidas.
Dejo lo que estoy haciendo el tiempo suficiente para meter la silla de su escritorio debajo
de la manija de la puerta, luego la subo a la cama con mi cara entre sus muslos y bajo sobre ella
como si fuera la primera vez. Nunca dejaré de ser adicto a su sabor. Los suaves gritos que hace
cuando golpeo exactamente el lugar correcto. La forma en que arquea la espalda, cuan más
excitada se pone.
Me siento con mi polla en mi mano, listo para conducirme dentro de ella. Su vientre es
plano y suave, pero sé que mi bebé está ahí. Nuestro bebe. Todo nuestro futuro está aquí dentro
de ella. Totalmente vulnerable. El pensamiento me congela.
Zenya tiene sus manos presionadas contra mi pecho y está jadeando, colgando de un hilo
mientras anticipa que la follo.
—¿Kristian? ¿Porque paraste?
De repente se siente demasiado fácil el tener todo lo que siempre quise. ¿Y si tener sexo
con ella ahora es lo que deshace todo? Si soy demasiado rudo con ella, Zenya podría perder al
bebé y nunca más podría volver a mirarme.
Siento la mano de Zenya en mi mejilla y atrae mi mirada hacia la suya. —Parece que te
estás perdido en tu propia cabeza. Esto no es propio de ti.
No lo es. Rara vez pienso en las consecuencias de algo, pero nunca antes había tenido
tanto que perder. —¿Qué pasa si lastimo al bebé?
Sus cejas se levantan con sorpresa. —¿Por nosotros teniendo sexo? No creo que funcione
así.
No, probablemente no, pero hay una sensación siniestra en mis entrañas y me está
paralizando. —¿No crees que lo hemos tenido demasiado fácil y que algo nos va a estallar en la
cara?
La boca de Zenya se abre y luego me lanza una mirada severa. —Kristian Belyaev, pasamos
los últimos dos años separados y miserables cada segundo, ¿y crees que lo hemos tenido fácil?
¿Estás loco?
Me río y niego con la cabeza. Ella tiene un punto allí. —Estoy tan estúpidamente feliz en
este momento, y no sé si me lo merezco.
Zenya envuelve sus brazos alrededor de mi cuello y me atrae para besarme. —Creo que
lo haces. Creo que te mereces toda la felicidad que este bebé y yo podemos darte y más. ¿Te
importa la opinión de alguien más?
No, jodidamente no.
Empujo sus muslos hacia su pecho, me alineo en su entrada y me hundo en ella. Ella jadea
y su cabeza se inclina hacia atrás, y bebo en la línea larga y encantadora de su garganta, y no
puedo dejar de sonreír todo el tiempo que la follo porque ahora es mía. Mía, y no tenemos que
escondernos más. Mi anillo está en su dedo y mi bebé en su vientre y pronto todo el mundo
sabrá que Zenya Belyaev me pertenece.
Le tapo la boca con la mano mientras ambos llegamos al clímax, porque de repente es
ella la que se ha olvidado de que tenemos que callarnos y tengo que recordárselo.
Durante las siguientes semanas, me volví adicto a tocar a Zenya. Ya disfrutaba poner mis manos
sobre mi mujer, pero ahora no pasa un minuto en su compañía que no esté acariciando su
mejilla, su espalda baja, su estómago.
Todas las mañanas cuando me despierto con Zenya o la recojo en mi auto, lo primero que
hago es poner mis labios en su boca y mis manos en su vientre. Juro que cuando tiene seis
semanas de embarazo, puedo sentir el más diminuto bulto.
Zenya está viviendo en su casa en la mansión Belyaev, y brevemente consideré la idea de
que ella se mudaría conmigo, pero rápidamente la descarté. Zenya necesita estar con su familia,
ahora y después de la muerte de Troian, así que hemos decidido que después de casarnos, me
mudaré con todos ellos.
Con el permiso de Troian, le preguntamos a sus hermanos y hermanas si podemos
convertirnos en sus tutores legales en el futuro, y todos estuvieron de acuerdo. Creo que a
Eleanor le resultó difícil aceptarlo, ya que está muy unida a los hijos de Chessa, pero les dolería
mucho estar separados unos de otros. Legalmente, todos son hijos de Troian, lo que los convierte
en responsabilidad mía y de Zenya después de que él se haya ido, ya que somos sus parientes
más cercanos.
Eleanor no dice nada, pero Zenya sintió su dolor y su desgana y se apresuró a asegurarle
a Eleanor que puede ser parte de la vida de los niños tanto como siempre lo ha sido.
Para la décima semana de embarazo de Zenya, hemos hecho todos los planes de boda.
Nos vamos a casar dentro de dos semanas, justo después de su ecografía de doce semanas.
La salud de Troian no se ha deteriorado más, y espero por su bien y el de Zenya que
pueda llevarla al altar como estaba planeado. Hemos trasladado su dormitorio al estudio de la
planta baja porque ya no puede subir las escaleras, pero todavía puede caminar sin quedarse
sin aliento.
Dejo a Zenya en el Silo una mañana, y Mikhail me mira desde la puerta antes de seguirme
hasta mi auto.
—Mírate, señor padre de familia —dice con una sonrisa burlona en los labios—. ¿Qué pasó
con el Kristian que me dijo, todo esto será mío, la ciudad, la hija, el poder?
Me pongo las gafas de sol sobre los ojos y le sonrío. —Es todo mío. Todo lo que quería.
Acabo de reordenar un poco mis prioridades.
—Nadie te está llamando Pakhan —señala—. ¿Vas a estar bien con eso por el resto de tu
vida?
—Zenya ha dejado al tío y simplemente me llama Kristian. Pronto me llamarán papi. Eso
es más que suficiente para seguir adelante. ¿Ver a los imbéciles de esta ciudad doblar la rodilla
ante mi mujer? Eso es algo que el dinero no puede comprar.
Mikhail me mira en estado de shock. —Joder, realmente la amas.
—Realmente lo hago. —Le doy palmaditas en la mejilla y luego me doy la vuelta y me meto
en mi coche.
Hay una sonrisa en mi rostro mientras me dirijo a mi propia casa. La ambición ha sido
una gran fuerza impulsora en mi vida, pero no necesito liderar a los Belyaev para sentirme como
un hombre. Zenya me hace sentir como un hombre todos los días cuando me permite amarla y
protegerla.
Nada, al parecer, puede romper mi burbuja feliz. Aparco en la entrada de mi casa, salgo
del coche y estiro los brazos por encima de la cabeza.
Siento movimiento detrás de mí y veo un parpadeo por el rabillo del ojo.
El dolor estalla en el lado derecho de mi cráneo. He sido golpeado con algo duro y pesado.
Zenya. Si me desmayo, ¿qué pasa si alguien lastima a Zenya?
Me tambaleo sobre una rodilla y lucho por mantener la conciencia. Si me pasa algo, Zenya
y el bebé estarán en problemas.
Lucho tanto como puedo, pero me golpean por segunda vez.
Mis rodillas se doblan. Golpeo el suelo, y el mundo se vuelve negro.

Me despierto con la cabeza palpitante y me cuesta respirar.


No puedo ver.
¿Estoy ciego?
Parpadeo varias veces y me doy cuenta de que tengo los ojos pegados. Debe ser sangre
coagulada que me pega los ojos cerrados, ladeo la cabeza y arrastro la cara sobre mi hombro.
Eso me despega los párpados y finalmente puedo echar un vistazo alrededor. Estoy atado
a una silla, las cuerdas brutalmente apretadas sobre mi pecho. La habitación está débilmente
iluminada, pero a medida que mis ojos se adaptan, puedo distinguir el suelo. El techo.
Un hombre frente a mí sentado en una mesa.
Un hombre grande con cabello rojizo y enredado y tatuajes en sus bíceps. Sus brazos están
cruzados holgadamente mientras me sonríe como si estuviera saludando calurosamente a un
viejo amigo. —Kristian. Han pasado siglos desde que hablamos.
—¿Lenkov? —digo, y el sonido de mi propia voz envía astillas de dolor a través de mi
cráneo. Sergei Lenkov, el traficante de armas. La última vez que lo vi, le estaba dando una
mirada asesina a la fiesta de Yuri por sonreírle a Zenya.
¿De eso se trata esto?
Lo inmovilizo con una mirada, la furia corre a través de mi cuerpo. —No puedes tenerla.
Es mía.
Sergei inclina la cabeza hacia atrás y se ríe. —¿Zenya? ¿Tu pequeña sobrina puta
embarazada? No podrías pagarme para casarme con esa zorra. —Enuncia cada palabra con
deleite.
Mis ojos se estrechan y mi mandíbula se aprieta. Pagará por esos insultos. Tal vez soy yo
el que está atado a una silla en este momento, pero él es el que morirá gritando. Rápidamente
miro alrededor de la habitación. No hay ventanas, así que espero que estemos en un sótano.
Probablemente el sótano de la propia casa de Lenkov.
—Además, tengo a alguien más —dice con picardía.
—Felicitaciones —digo furioso, tirando de mis ataduras para probar qué tan apretadas están.
No me voy a soltar pronto, resoplo con ira y lo fulmino con la mirada—. ¿Bien? ¿Qué quieres?
¿Dinero? Sigue con tus amenazas y demandas, tengo cosas que hacer.
—¿Yo? —Sergei pregunta con una sonrisa, señalando su pecho—. Yo no. Ella.
Alguien sale de las sombras detrás de Lenkov. Una mujer con cabello rubio miel, mejillas
pellizcadas y delineador de ojos oscuro corrido como si se hubiera frotado la cara. Sus puños
están apretados a sus costados como si estuviera a punto de romperse, y agarra un cuchillo, que
tiembla en su agarre.
Frunzo el ceño cuando la reconozco. Leonor?
¿Qué diablos hace la hermana de Chessa aquí?
Miro de su cara pálida y furiosa a la sonriente de Lenkov. No podría elegir a dos personas
con menos probabilidades de trabajar juntas en toda la ciudad. Es menos probable que incluso
se conozcan. Una viciosa traficante de armas y la hermana de Chessa empleada legalmente y
totalmente corriente.
—¿Que está pasando aqui? —pregunto, entrecerrando los ojos hacia Eleanor.
—No deberías haber vuelto —dice Eleanor furiosa—. No habría tenido que hacer nada si
no hubieras regresado.
Mantengo la boca cerrada pero mis pensamientos están acelerados. He estropeado los
planes de Eleanor al reunirme con la familia Belyaev, aparentemente, pero no puedo imaginar
qué planes puede tener Eleanor que me involucren. Sus prioridades siempre han sido sus
sobrinos y sobrinas y ver que tengan a alguien que mantenga viva la memoria de Chessa. Eso
es lo que ella quiere, y no la detendré.
—Pero no —continúa Eleanor—. Vuelve Kristian con sus sonrisas y sus amenazas y su caos,
solo que esta vez no se apaga y arruina todo por sí mismo. Hace felices a Zenya y Troian.
—¿No quieres que haga felices a Zenya y Troian? —Pregunto lentamente, comenzando a
tener una idea de a dónde va esto y no me gusta ni un poco.
Eleanor comienza a golpear la hoja del cuchillo contra su muslo, está tan agitada. Si no
tiene cuidado, se va a cortar. —Esas personas merecen sufrir el infierno en la tierra por lo que le
hicieron a mi hermana, y llegarán allí pronto. Ese es un asunto para otro día, pero lo que quiero
de ti aquí y ahora antes de matarte es que admitas que asesinaste a Chessa.
La acusación me tomó tan por sorpresa que me eché a reír, pero mi humor es efímero ya
que la ira toma su lugar. —Chessa se atragantó con una jodida bola de masa. Sí, lo celebré, pero
porque estaba feliz de deshacerme de esa mujer que me pisaba el cuello, no porque la matara.
—No me mientas —grita—. Sergei me envió esa foto tuya en el club de striptease asfixiando
a la stripper con el nombre de Chessa escrito en ella. Troian no vio eso por lo que era, pero yo
sí. Una confesión.
Miro a Lenkov y él inclina la cabeza en una reverencia irónica. Así que fue él quien tomó
esa jodida foto y arruinó mi jodida vida, casi para siempre. Debe haber estado en el club al
mismo tiempo que yo y mi equipo, y no me di cuenta porque estaba muy borracho.
Giro mi atención de nuevo a Eleanor. —¿Por qué diablos Sergei Lenkov tenía tu número?
Lenkov me sonríe. —Una mujer hermosa como Eleanor, ¿por qué no la estaría cortejando?
Eleanor le sonríe. Estúpida mujer de mierda. Lenkov no dijo ni una sola palabra sincera.
Solo hay una cosa que le importa a Lenkov, y lo sé porque yo solía ser como él. Anhela el poder,
y tener a alguien a quien pueda influir dentro del círculo familiar de Belyaev debe haber sido
demasiado bueno para dejarlo pasar. No es de extrañar que Eleanor nunca haya llevado a un
hombre a una fiesta familiar. Se ha estado acostando con Lenkov durante años y él debe haber
insistido en que lo mantuviera en secreto.
Me relajo en mi silla como si me estuviera divirtiendo y le sonrío a Eleanor. —¿Follar a
esta perra fría a cambio de chismes? Pobre hombre. Espero que al menos haya llegado con los
bienes de vez en cuando.
Lenkov se ríe. —El verdadero placer es interrumpir el poder de tu familia en esta ciudad.
Es bueno para los negocios que todos se apuñalen por la espalda. La noticia de que Zenya
Belyaev fue violada en grupo en un almacén y que su familia no pudo protegerla iba a ser el
punto de inflexión que sumió a esta ciudad en el caos. —La sonrisa desaparece de su rostro—.
Pero lo arruinaste todo.
La rabia hierve a través de mí. Todavía puedo imaginarme a esos cuatro mudaki
avanzando hacia mi sobrina, riéndose de ella. Con la intención de lastimarla de la peor manera
posible, y todo por culpa de estas dos personas frente a mí. Me tiro las muñecas a la espalda,
pero las cuerdas no ceden ni una fracción de pulgada.
—Kristian Belyaev regresa y asume el cargo de Pakhan no es parte de mis grandes planes.
No gano tanto dinero cuando los Belyaev mantienen a todos a raya.
—No voy a ser Pakhan —le gruño a Lenkov—. Zenya es la que está a cargo.
—Oh, no te preocupes. Ella también morirá. Finalmente.
—¡No digas nada sobre Zenya! ¿Qué pasa con mi hermana? —Eleanor chilla y blande el
cuchillo hacia mí.
Eleanor no me intimida. He sido golpeado y apuñalado muchas veces en mi vida, e hice
las paces con el dolor y la muerte hace mucho tiempo. Lo único con lo que podrían amenazarme
es con lastimar a Zenya y a mi bebé, y Zenya no está aquí.
Pero les puedo permitir que me maten y vayan tras ella.
Miro entre los dos, sintiéndome enfermo mientras me pregunto cómo jugar esto. Entonces,
esto es lo que sucede cuando una retorcida necesidad de venganza se encuentra con un psicópata
manipulador. Deben haberse estado reuniendo y conspirando a nuestras espaldas durante años
y no teníamos ni idea.
Le doy a Eleanor una mirada inexpresiva mientras mi cabeza golpea con lo que
probablemente sea una conmoción cerebral. Incluso desde más allá de la tumba, Chessa me
está dando dolor de cabeza.
—Escucha, idiota —me enfurecí—. No me agradaba Chessa, y yo no le agradaba a ella, pero
no la quería muerta. Solo quería que me dejara en paz.
—¿Y por qué estaba tan preocupada contigo, Kristian? —pregunta Eleanor, acercándose
aún más con el cuchillo—. Porque Chessa sabía que te estabas tirando a tu sobrina menor de
edad. La manipulaste, la coaccionaste y la forzaste en contra de su voluntad, y así la mataste por
interponerse en tu camino.
—Por el amor de Dios. Soy un asesino, ¿así que también debo ser un violador? Supongo
que piensas que torturo a pequeñas criaturas esponjosas para divertirme en mi tiempo libre.
¿Alguna vez se te ha ocurrido, estúpida mujer de mierda, que soy un idiota violento con todos
excepto con mi familia, porque esas son las personas que realmente amo?
La miro con disgusto mientras lucha por comprender esto.
—Amenazaste a Chessa y a sus hijos —señala—. Me contó todo y me mostró los moretones
que le dejaste en el brazo.
Si Zenya habla con cualquier hombre que no sea yo esta noche, te haré llorar, y eso es
una maldita promesa.
¿Estoy realmente atado a una silla por algo que dije en una fiesta de Año Nuevo hace dos
años? —Por el amor de Dios, Eleanor…
—Ya he oído suficiente de ti —grita, enloquecida por el dolor. Enloquecida por su ansia de
venganza. Y pensé que Troian y yo éramos los vengativos de la familia.
—Amordazalo —le dice bruscamente a Lenkov, quien la mira fijamente hasta que agrega
en un tono halagador—: por favor, amordazalo. No quiero escuchar su voz ni un segundo más.
Lenkov se pone de pie a regañadientes, me mete un trapo en la boca y me ata otro para
que no pueda escupirlo.
Eleanor da un paso hacia mí, blandiendo ese cuchillo malévolo y puntiagudo. —Es todo
tu culpa que tenga que hacer esto. Podrías haberte mantenido alejado y yo no habría tenido que
matar a Zenya porque el universo ya la estaba haciendo sufrir. Ningún tío amado. Troian
muriendo una muerte lenta y dolorosa. Fue maravilloso verlos obtener lo que se merecían. Solo
quería una cosa más, que esa perra fuera violada en grupo como lo fue mi hermana, pero no,
tenías que volver y salvarla, y luego hacerla feliz.
Dice eso como si hubiera cometido un crimen repugnante.
—Los Belyaev no merece nada más que sufrir por lo que todos le hicieron a mi hermana.
Violada por criminales. Asesinada en el suelo de su propia cocina. Me das asco. Voy a matarte
y ver sufrir a tu preciosa Zenya durante los próximos meses preguntándose dónde está su
hombre. Antes de que tenga la oportunidad de dar a luz a tu mocoso, Sergei se asegurará de
que la atropelle un coche o se ahogue en la piscina. Será fácil —dice, arrastrando la punta del
cuchillo por mi pecho, lo suficientemente fuerte como para romper la piel—. Después de todo,
puedo entrar a esa casa cuando quiera. Incluso podría enfermarla si quisiera. No lo suficiente
como para matarla, pero podría envenenarla por diversión y verla sufrir. Podría hacerlo la
próxima semana. Mañana. Ponerle algo en su café y hacer que tema por el bebé mientras vomita.
El dolor me atraviesa cuando imagino a Zenya, sorprendida por mi repentina desaparición,
aceptando una bebida caliente de Eleanor. Su expresión es compasiva pero sus ojos están
iluminados con un deleite vil y vengativo.
Tiro de nuevo de las cuerdas y Eleanor se ríe como si nunca se hubiera divertido tanto en
su vida. Quiere que pierda la cabeza y grite inútilmente con esta mordaza en la boca. No puedo
salir de estas ataduras.
No tengo un arma.
Apenas puedo pensar con toda la rabia nadando en mi cráneo.
Eleanor retrocede y se vuelve hacia Lenkov. —Hiérelo. Quiero verlo sangrar.
Lenkov da un paso adelante con una mirada furiosa hacia ella y le da órdenes de nuevo,
pero no puede resistir un poco de violencia. Agarra un puñado de mi camisa y levanta el puño.
Lo miro y me imagino la sangre saliendo de su garganta y la vida saliendo de sus ojos.
Él hizo esto. Eleanor puede estar trastornada por el dolor, pero Lenkov ha sido quien ha
movido los hilos de su títere y ha alimentado su miseria para sus propios fines.
Lenkov retira el puño.
Una voz habla desde la oscuridad al otro lado del sótano. —Toca un cabello de su cabeza
y te arrancaré las bolas y haré que te las comas.
Zenya sale de las sombras, con un arma en la mano apuntando directamente a Lenkov.
Su vestido color crema corto se pega a su pequeño bulto, y verla, armada y embarazada,
me llena de orgullo, amor y miedo. Ella no debería estar aquí. Ella está en peligro por mi culpa.
Vino por mi.
Mi corazón se convulsiona en mi pecho y mi garganta arde. Iba a luchar con todo lo que
tenía, pero por un momento me sentí tan jodidamente solo.
Zenya tiene su atención en Lenkov pero todavía está Eleanor con ese cuchillo. Se recupera
de su conmoción y comienza a acercarse a Zenya, hambrienta de lastimarla. Demasiado
impaciente para esperar.
Zenya se da cuenta y le da una mirada fulminante. —Perra, por favor. Retrocede.
Como si fuera una señal, Mikhail y varios de nuestros hombres más salen de las sombras
detrás de Zenya, y respiro temblorosamente por la nariz. Trajo refuerzos, gracias a la mierda,
pero todavía estoy atado a una silla mientras Zenya está en la misma habitación que estos
imbéciles.
Lenkov retrocede con las manos levantadas, su expresión resignada. —Me voy, Eleanor.
Todo esto es un dolor de cabeza y tu coño no vale la pena. Me estaba divirtiendo, pero la hora
de jugar se acabó. Cierra la puerta al salir.
Se vuelve hacia la puerta para dejar a los Belyaev con lo que ha decidido que es nuestra
disputa familiar.
Zenya le apunta con el arma. —Da un paso más y estás muerto. No he terminado contigo.
—Yo no te hice nada, perra estúpida. Solo me estaba divirtiendo —dice furioso Lenkov.
—¿Ponerme cuatro hombres para matar a mi gente y violarme? Sí, muy divertido. Mikhail,
¿podrías desarmar a Eleanor y desatar a mi prometido?
Sí.
Joder, desátame.
La rabia está hirviendo a través de mí y hay algo que necesito hacer.
—Da, Pakhanovna —responde Mikhail. Algunos de los hombres se han dado cuenta de mi
honorífico para Zenya y comenzaron a usarlo. Retuerce el cuchillo de las manos de Eleanor y
lo usa para cortarme la mordaza y desatarme.
Escupo el trapo de mi boca, arranco el cuchillo de las manos de Mikhail y camino hacia
Lenkov. La rabia crece dentro de mí con cada paso. Llamó a Zenya una puta. Intentó que la
atacaran de la manera más brutal posible. Se atrevió a conspirar a espaldas de los Belyaev y
socavar nuestra autoridad en esta ciudad para su propio beneficio.
Solo hay una forma en que esto puede terminar para él, y va a ser a mi manera.
Los ojos de Lenkov se abren como platos, pero no tiene tiempo de hacer ni decir nada
para defenderse. Con un grito de rabia, hundo el cuchillo directamente en su garganta. Me
agarra y caemos juntos al suelo. Sigo apuñalándolo una y otra vez en el cuello y el pecho, la
sangre me salpica hasta que sé que no sobrevivirá.
Me siento sobre mis talones y arrojo el cuchillo ensangrentado a la esquina, mi pecho
agitado. Eleanor es una víbora, pero no habría podido hacer nada de esto sin Lenkov. Con mis
dientes al descubierto en un gruñido, lo observo desangrarse y la luz abandona sus ojos.
Hay un breve silencio en el que el único sonido es mi respiración entrecortada.
Y luego Eleanor gime y se agarra la cabeza. —Está muerto, está muerto. Tú lo mataste.
—Esto no es una jodida pérdida —digo, poniéndome de pie.
Zenya la mira con una mezcla de horror y lástima. —¿Cómo pudiste hacernos esto? Chessa
no culpó a nuestra familia por lo que le sucedió la noche del allanamiento de morada, así que
¿por qué deberías hacerlo tú?
—¡Porque nunca le hubiera pasado si no se hubiera casado con uno de ustedes! —Eleanor
chilla, enloquecida por el dolor y el olor a sangre y pólvora—. Estás enferma y retorcida, pagarás
por tus crímenes en el infierno.
Eleanor grita y se abalanza sobre mí, con el rostro retorcido por el odio y las uñas
levantadas para arañar mi rostro.
Un disparo explota y el sonido rebota en las paredes de concreto.
Mientras Eleanor se tambalea y cae al suelo, veo a Zenya parada allí con humo saliendo
del cañón de su arma.
—Buen tiro, princesa.
Ella levanta su arma con una sonrisa. —Aprendí del mejor. —Su sonrisa se desvanece
cuando mira a Eleanor, y sé que está deseando no tener que matar a su tía, pero si no lo hubiera
hecho, yo lo habría hecho. No puedo vivir en el mismo planeta que alguien que fantaseaba tanto
con lastimar a mi mujer y mi bebé.
Me limpio la sangre de la cara con la manga, mirando de un cadáver a otro. Joder, eso
estuvo cerca. Eso podría haber sido mucho peor.
—Iremos arriba y comprobaremos que no hay nadie más en la mansión —dice Mikhail, y
lleva a los otros hombres escaleras arriba, sobre todo para darnos un poco de privacidad,
supongo.
—¿Cómo me encontraste? —Digo entrecortadamente, tomando el arma de Zenya y
llevándola a mis brazos y sosteniéndola fuerte. Estoy cubierto de sangre y está empapando su
ropa, pero sé que no le importa.
Zenya pasa sus dedos por mi cabello, mirándome con una expresión desesperada,
asegurándose de que estoy bien. —No respondías a mis llamadas. Nadie sabía dónde estabas, y
Mikhail encontró manchas de sangre en tu entrada. Entré en pánico, pero luego recordé algunas
cosas extrañas que he notado últimamente. Desde que anunciamos que estábamos
comprometidos, Eleanor nos ha estado mirando de una manera que me hizo preguntarme qué
estaba pasando por su cabeza. Un chupetón en su garganta en la fiesta de cumpleaños de Lana,
y vi su auto estacionado afuera de esta casa el día que nos comprometimos. Eleanor no tiene
una buena razón para andar con Lenkov a menos que lo esté usando para hacerte daño, así que
me arriesgué a que estuvieras aquí.
—Joder, gracias que lo hiciste —suspiro, descansando mi frente contra la de ella y
abrazándola con fuerza.
—Culpó a los Belyaev por el sufrimiento y la muerte de Chessa, ¿no? —pregunta con
tristeza.
—Si. Aparentemente, ha estado disfrutando vernos desgarrarnos y sufrir estos últimos años,
y no le gustó vernos recomponernos.
—Nunca dejemos que algo así vuelva a suceder —dice Zenya, agarrando mis hombros y
mirándome a los ojos—. Quiero que seamos fuertes juntos a partir de ahora.
—Siempre —susurro.
Zenya le da al cuerpo de Eleanor una mirada triste. —Me agradaba Chessa. También me
agradaba Leonor. Mis hermanos ya han perdido mucho y ahora han perdido a su tía. Debería
haber pensado en ellos mientras construía su horrible plan.
Miro el hermoso rostro de Zenya y recuerdo lo cerca que estuve de elegir la venganza
sobre el amor. Estoy ferozmente contento de que la mujer en mis brazos haya sido capaz de
sacarme del borde al recordarme todas las razones por las que la amo. La venganza no me
habría hecho feliz. La venganza es veneno.
Le acaricio la mejilla con los nudillos, murmurando: —Me salvaste la vida, Pakhanovna.
Se supone que soy yo quien te protege, ¿recuerdas?
Ella gira su rostro hacia el mío con una hermosa sonrisa en sus labios. —Quería devolverte
el favor, mi apuesto extraño de negro. ¿Te he dicho últimamente que te amo?
—Dime otra vez —exijo, hambriento por ella.
—Te a…
Inclino mi boca sobre la de ella en un beso exigente y respiro profundamente mientras
abre sus labios para mi lengua. Ella sabe como todo lo que anhelo.
Sangre y peligro.
Acero y balas.
De eso está hecho nuestro amor, y nunca dejaré ir a esta chica mientras viva.
Epílogo

L
a noche que Kristian y yo hicimos el amor por primera vez después de que le dije que
estaba embarazada, pensé que era tonto por congelarse y preocuparse de que lastimaría
al bebé. Mientras camino por el pasillo del brazo de mi padre en la iglesia abovedada,
entiendo lo que realmente le preocupaba. Que no merecíamos nuestro final feliz. No habíamos
sangrado lo suficiente ni peleado lo suficiente ni derrotado a nuestros enemigos.
Y tenía razón. En ese momento, todavía había enemigos rodeándonos en las sombras,
hambrientos de destrozar nuestra felicidad, pero ahora los hemos derrotado. Él y yo luchábamos
por estar juntos, y mientras luchábamos, nos enamoramos.
Le sonrío a Kristian mientras camino lentamente al lado de mi padre, mi largo vestido
blanco roza el suelo, y él me devuelve la sonrisa con ojos brillantes. Viste un traje gris y una
camisa negra, pero sin corbata. Cuando vislumbró un atisbo de encaje en mi vestido de novia
después de una prueba, tuvo una crisis por su propio atuendo y dijo que usaría corbata, después
de todo, porque no quería defraudarme.
—Nunca podrías defraudarme —le dije, besándolo y sonriendo—. Además, la novia
tampoco se verá tradicional. Estaré tan malditamente embarazada con ese vestido.
—Incluso mejor —dijo con una sonrisa diabólica, y me besó más fuerte—. Está bien. Un
chichón para ti y ninguna corbata para mí. Lo haremos a nuestra manera.
Papá me agarra del brazo con fuerza y se apoya en su tanque de oxígeno, pero sonríe
mientras suena la música. Hay tantos rostros felices y sonrientes a nuestro alrededor, y bebo
cada sonido y vista. Es el día de la boda con el que he estado soñando, y tengo lágrimas en las
pestañas cuando beso la mejilla de mi padre, lo ayudo a sentarse al frente, le paso mis flores a
Lana y me uno a Kristian en el altar.
A Kristian no le importa que el sacerdote esté esperando o que aún no sea el momento
de besarme. Toma mi cara entre sus manos, toca mis rizos, mi cuello y hombros, mi cintura y
finalmente mi barriga.
—Te amo —respira, absorbiéndome, y presiona un suave beso en mis labios.
Y ese es el momento más importante de todo el día de nuestra boda. Ni nuestros votos, ni
la fiesta. Ese momento de tranquilidad con Kristian en el altar cuando les muestra a todos los
que nos importan que yo soy suya y él es mío. Para siempre.
Demyan Troian Belyaev nace cinco meses y medio después de nuestra boda a las dos de la
mañana, y llena la sala de partos del hospital con sus gritos fuertes e indignados. Kristian es el
primero en abrazarlo, y mira a su hijo con la sonrisa más hermosa que he visto en sus labios.
Pone al bebé en mis brazos y presiona un beso en mi frente sudorosa. —Eres increíble,
diente de león. Mira lo que hiciste.
—Lo hicimos —susurro, maravillándome de la pequeña y hermosa cara de nuestro hijo.
Nunca he visto algo tan maravilloso en toda mi vida. Mi cabeza y la de Kristian están inclinadas
sobre el bebé mientras lo miramos juntos.
Insisto en que me den el alta lo antes posible porque Demyan tiene que reunirse con
alguien. Ocho horas después de haber dado a luz, salgo del hospital con mi bebé en brazos y
Kristian nos lleva al hospicio para ver a papá porque ya no podíamos cuidarlo y controlar su
dolor en casa.
Duele tanto ver a papá tan debilitado en su cama. Con todas las emociones y hormonas
de bebé circulando por mi cuerpo, no sollozo mientras me siento junto a su cama, pero las
lágrimas corren por mis mejillas mientras sonrío a través de ellas.
—Tiene tus ojos, Kristian —dice papá, levantando la cama para poder sentarse con Demyan
en sus delgados brazos.
Kristian traga saliva y aprieta mi mano. Un momento después, su voz es ronca cuando
pregunta: —¿De verdad piensas eso?
Papá sonríe y acaricia la mejilla del bebé con un dedo. —Y creo que tiene mi nariz.
Miro a Demyan y me doy cuenta de que papá tiene razón. Demyan es una combinación
perfecta de las características mías y de papá y también de Kristian.
Kristian parpadea con fuerza y su mandíbula está apretada. Su felicidad por escuchar
finalmente algo que siempre quiso escuchar es agridulce.
Papá fallece solo dos semanas después. Tenía solo cuarenta y dos años, y aunque sabía
que se acercaba, lloré mucho. Mis hermanos y hermanas también, y por una vez no me escapé
y lloré sola porque creía que debía que ser fuerte por ellos. Estoy con ellos, y cuando ha pasado
esa primera tormenta de lágrimas los tengo a todos entre mis brazos para aliviar el dolor.
Kristian está ahí para abrazarme también, y para que yo lo abrace, y el dolor está marcado
en su rostro. Por mucho que pelearan, él y papá se amaban.
Me aferro a él con fuerza y susurro: —Estoy feliz de que estuviéramos todos juntos al final.
No creo que hubiera podido hacer esto sin ti. Nuestra familia no estaba destinada a estar hecha
pedazos.
—Nunca más —dice Kristian y me retiene tan fuerte como puede, y puedo sentir lo decidido
que está a mantenernos a todos juntos, ahora y siempre.
Capto el olor a sangre en el aire antes de verlo. Fuertes brazos me envuelven por detrás y Kristian
entierra su rostro en mi cuello y me inhala como si hubiera estado fuera durante semanas en
lugar de una cuestión de horas.
—Mm. Te extrañé, diente de león.
Bajo la mirada hacia sus manos, que están salpicadas de rojo. —¿De qué estás cubierto?
Se ríe sombríamente. —La sangre de tus enemigos.
Me levanto de mi computadora portátil y camino hacia los brazos abiertos de Kristian,
sonriéndole. Sus ojos están iluminados con fuego azul y hay una mancha de sangre en su
mandíbula. Este hombre guapo todavía puede dejarme sin aliento después de un año y medio
de matrimonio.
Mientras paso mis brazos alrededor de su cuello, ronroneo, —¿Los encontraste, mi amor?
—Por supuesto lo hice. Cualquiera que le falte el respeto a mi Pakhanovna merece morir.
La ira parpadea a través de mí ante el recuerdo. Mikhail y dos de mis hombres se vieron
obligados a salir de la carretera y casi mueren el mes pasado. Fue solo gracias a la experiencia
de Mikhail con un arma que logró defenderse de sus atacantes y escapar herido pero con vida.
Él y Kristian descubrieron quién era el responsable y los persiguieron sin piedad. De vez
en cuando, a la gente se le ocurre poner a prueba mi autoridad en esta ciudad y atacar a mi
gente, pero siempre mueren gritando.
Rozo mis labios sobre los de Kristian. —Gracias, mi amor. También te echamos de menos
mientras no estabas.
Mi esposo me besa con fuerza y luego se vuelve hacia donde Demyan está jugando con
bloques en el piso de la sala. Levanta a nuestro hijo de catorce meses en sus brazos con una
sonrisa.
—¿Extrañaste a papá? Él también te extrañó.
Demyan está encantado de ver a su padre y yo admiro a mi peligroso marido sosteniendo
a nuestro bebé. Luego compruebo la hora. —Tienes el tiempo justo para lavarte antes de la cena
y podemos arropar a los niños juntos antes de salir.
—Perfecto. —Kristian me besa antes de entregarme al bebé y dirigirse hacia las escaleras.
Abro la boca para llamarlo, pero dudo, preguntándome si decirle mis noticias ahora o
más tarde cuando estemos solos.
Luego. Lo quiero todo para mí cuando hablemos.
Me dirijo a la cocina para revisar la cena. Arron ha terminado su tarea y está poniendo la
mesa, y Felix toma a Demyan por mí mientras saco la cacerola del horno. Lana está en la
universidad, pero todos los demás viven en casa y me encanta tener a mi familia a mi alrededor.
Kristian y yo hemos podido equilibrar nuestra vida laboral y hogareña de una manera que nos
sentimos felices y satisfechos. Contamos con la ayuda de una niñera en casa para los niños más
pequeños, por lo que ambos tenemos el mismo tiempo para dedicarlo al trabajo.
Mi parte favorita del negocio siempre han sido las cifras y los tratos, mientras que Kristian
es mi ejecutor. Le importan un carajo las hojas de cálculo, pero es excelente leyendo a la gente
y protegiéndome.
Con nueve personas alrededor de nuestra mesa, diez si Lana está en casa, las cenas son
siempre asuntos escandalosos y mi momento favorito del día. Los hermanos mayores discuten
con buen humor sobre deportes o música, y los pequeños hablan sobre la escuela. A menudo
hay algunas disputas, pero Kristian es excelente para mediar en ellas, distraer a todos con
historias o simplemente empujar a quien está haciendo una rabieta por encima del hombro y
caminar con ellos hasta que se ríen y olvidan por qué están molestos.
La familia lo es todo para nosotros. Nuestra mesa grande, ruidosa y desordenada es lo que
espero con ansias de volver a casa, y con la forma en que Kristian ha estado decidido a dejarme
embarazada de nuevo últimamente, vamos a necesitar una mesa más grande.
Después de comer, los hermanos mayores ordenan la cocina con Kristian y Giselle, nuestra
niñera, lleva a los niños más pequeños arriba para bañarlos.
Regreso a mi computadora portátil para terminar la hoja de cálculo en la que estaba
trabajando y, treinta minutos después, estoy lista para ir al Silo. Primero doy una vuelta por los
dormitorios y les doy las buenas noches a Micaela, Nadia, Danil y Demyan, y les recuerdo a
Arron, Felix y Noah que los videojuegos deben apagarse a las diez y luego es hora de acostarse.
Los tres niños mayores son todos adictos a un juego de carreras de autos y juegan juntos todas
las noches.
Kristian se encuentra conmigo abajo y toma mi mano mientras me lleva a su auto. Estoy
tarareando suavemente la radio mientras conducimos, con una de mis manos holgazaneando en
su regazo. Me encantan sus muslos. Me encanta todo su cuerpo, en realidad. Sus mañanas las
pasa en el gimnasio con sus hombres, donde hacen ejercicio y entrenan, y me uno a ellos tres
veces por semana para mantenerme fuerte también.
Trabajamos durante una hora y media en el Silo, revisando la mercancía y discutiendo
nuestros contactos comerciales. Estoy sonriendo por dentro todo el tiempo, preguntándome
cuándo decirle mis noticias. ¿Ahora, o cuando estemos en casa?
Cuando terminamos, engancho mi dedo en el escote de su camisa y lo atraigo hacia mí
para besarlo. —¿Vamos a casa? No me importaría llevar a mi marido a la cama.
Kristian mira a su alrededor con una sonrisa en los labios. Estamos totalmente solos. —
Sabes que siempre me ha gustado un almacén a altas horas de la noche.
Me levanta con un brazo debajo de mis rodillas y me lleva arriba a la oficina donde hay
un sofá y me acuesta en él. Su boca cubre la mía en un beso insistente y le desabrocho la camisa
mientras me quita los jeans y la ropa interior. Hay una luz en sus ojos, y sé que está anticipando
el momento en que pueda follarme hasta llenarme de semen.
Por mucho que me guste eso también, tengo algunas noticias para él.
Cuando me quita la camisa y el sostén y estoy desnuda debajo de él, susurro: —Tengo
algunas noticias.
—¿Que eres adorable y sexy y todo lo que puedo pensar? —pregunta, chupando mi pezón.
—Me hice una prueba antes.
Se congela y se aleja de mí. —¿Estás…?
Asiento, sonriéndole. —Vas a ser papá otra vez.
Los ojos de Kristian se agrandan. —Oh, joder, sí, oh, diablos, sí. ¿En serio? —Me besa sin
aliento una y otra vez mientras me río y tiro de su cinturón y pantalones. Está duro como una
roca cuando lo atraigo hacia fuera, y paso mis uñas con amor por sus testículos y la parte inferior
de su polla.
—Sí, en serio.
—Esto es maravilloso. ¿Te acabas de enterar? Otro bebé. No puedo esperar hasta que
vuelvas a aparecer —murmura, besando mi cuerpo hasta mi estómago.
Kristian ama mi cuerpo cuando estoy embarazada, se maravilla de cada cambio por el
que estoy pasando y se jacta de que es gracias a él.
Me mira con una sonrisa diabólica. —Eso significa que puedo hacer lo que quiera.
—Siempre haces lo que quieres —señalo. Es que cuando no estoy embarazada, está
obsesionado con terminar dentro de mí.
Kristian baja por mi cuerpo y azota mi clítoris con su lengua. Con el silencio del almacén
a nuestro alrededor, recuerdo esa primera noche con mi extraño de negro. Mi reacción hacia él
es tan eléctrica como lo fue entonces.
—¿Quiero que me tragues como una buena chica? —murmura mientras continúa
lamiendo—. ¿O debería marcar tus bonitas tetas con mi semen? No lo se.
Me pone de rodillas, me abre y me escupe en el culo. —¿Quién es mi dulce y pequeña
zorra que ama una polla en su culo?
El calor inunda mi cuerpo. Esa soy yo.
Kristian me lame desde mi clítoris hasta ese apretado anillo de músculo, manchando mi
humedad y luego usando sus dedos para hacer lo mismo.
Con un rápido empujón, se entierra en mi coño, haciéndome jadear. Empuja con cuidado
un dedo en mi culo mientras me folla, y luego otro, y siento que mi mejilla se derrite en el sofá,
gimiendo ante las sensaciones gemelas.
—Tú eres mi Pakhanovna allá afuera, pero eres mi pequeña perra sucia aquí, ¿no es así?
—Sí, lo soy —gimo contra los cojines del sofá.
Estoy tan cerca de correrme y Kristian siempre está ansioso por empujarme al límite, pero
cuando me folla por el culo, prefiere atormentarme y hacerme esperar por él.
Saca su polla de mí y sus dedos de mi culo, me escupe de una manera que hace que mi
estómago se agite, y luego siento la cabeza ancha y afelpada de su polla empujando contra mi
culo. Él gime mientras se hunde en mí y comienza a follarme lentamente.
—Princesa, eres tan jodidamente perfecta y apretada. Dios, te he deseado así. Totalmente
a mi merced.
Mis dedos rozan mi clítoris pero él agarra mi mano y la sujeta detrás de mí.
—¿Qué crees que estás haciendo? No te vas a correr hasta que yo lo diga.
Estoy tan cerca que unos cuantos toques podrían enviarme al límite. Kristian me folla más
profundo, sosteniéndome en el filo de un cuchillo entre el placer y la liberación. No es hasta
que está gimiendo mi nombre que suelta mi mano y usa sus propios dedos sobre mí para
llevarme al clímax a su alrededor. Aprovecho que estoy sola para tener la oportunidad de gritar
tan fuerte como me plazca. Luego me está follando rápidamente, persiguiendo su propio
orgasmo y finalmente sintiéndolo surgir a través de su cuerpo.
Se queda donde está por un momento antes de salir de mí lenta y cuidadosamente y darme
una nalgada de agradecimiento, lo que me hace jadear y reír. —Esa es mi buena maldita chica.
Kristian se mete dentro de sus pantalones y se abrocha el cinturón mientras yo me pongo
la ropa interior, y luego se sienta en el sofá y alcanza mi mano. Voy a el. Siempre voy con mi
hermoso hombre, y bebo en su hermoso rostro, las réplicas de mi orgasmo me recorren.
En la oscuridad del almacén, me sube a su regazo para que esté a horcajadas sobre él. Me
abraza cerca, besando mi cuello y alisando mi cabello. Y no puede dejar de sonreír.
—Diente de león, ¿eres feliz? ¿Tienes todo lo que quieres?
Presiono mi frente contra la suya y lo rodeo con mis brazos, pensando en la vida que
estamos construyendo juntos y en nuestra creciente familia.
Todo susurro.
Por ahí, soy su Pakhanovna. Él es leal solo a mí y protege ferozmente todo lo que es mío.
Aquí, él es mi mundo y yo soy el suyo.
¡Gracias por leer Conquista Brutal! Si disfrutaste de este libro,
considera dejar una reseña en Amazon y Goodreads.
Agradecimientos
M
uchas gracias por leer Conquista Brutal. Siempre me divierto escribiendo mis libros
y este no fue la excepción, pero disfruté particularmente explorando el tema de
esperar impacientemente a que crezca porque es uno de mis favoritos. ¡Los
antihéroes que suspiran y sufren por su chica son tan deliciosos para mí!
Me inspiré para escribir una pareja tío/sobrina de Daemon y Rhaenyra de House of the
Dragon. Inmediatamente me enamoré de Daemon Targaryen con sus trenzas de guerrero, su
temperamento incendiario y sus vibraciones indulgentes de tío cachondo. Adoro a ese mugriento
pedazo de bastardo. Rhaenyra Targaryen es mi tipo de heroína favorita. Dulce, inteligente,
dispuesta a hacer lo que sea necesario para seguir su propio corazón, y capaz de poner de
rodillas al hombre más intimidante y caótico de su vida.
También me inspiré en esa pareja clásica de tío y sobrina, Hades y Perséfone. Ellos
también tienen un comienzo rocoso marcado por tira y afloja, manipulación y rendición, antes
de convertirse en una perra jefa que gobierna el inframundo, con uno al lado del otro.
Gracias a Evva por entrar en mis mensajes directos y sugerirme un libro sobrina/tío cuando
estaba quejándome de #daemyra. Una vez que vi el aspecto elegante y peligroso de la alfombra
roja de Matt Smith, no pude quitarme de la cabeza la idea de un universo mafioso alternativo.
Gracias a Darlene por la escena de los globos oculares. ¡Tienes todas las buenas ideas,
preciosa! Siempre estoy emocionada de escuchar su opinión y excelentes pensamientos.
Gracias a Jesi, lectora beta y diseñadora de las magníficas portadas de edición especial de
esta serie. Son absolutamente impresionantes.
Gracias a Arabella, mi lectora beta y maravillosa colega autora.
Gracias a Crystal, Daniela y Nouha por ser un último par de ojos cuando los necesitaba.
Gracias a Xenia por revisar mi ruso y ser una persona increíble todos estos años, por la
ayuda de Katie y a Iana por sugerir —Pakhanovna.
Gracias a Heather, mi editora. Eres mi mayor animadora y la mejor editora que he tenido.
Gracias a Rumi, mi corrector de pruebas, por atrapar todos mis errores y hacerme reír.
Sobre la autora
¡L
ilith Vincent es una apasionante autora romántica que cree en vivir en el lado salvaje!
Ya sea un harén inverso o un romance M/F, los mafiosos y los chicos malos con
tatuajes son su debilidad y las heroínas que los ponen de rodillas.
Sigue a Lilith Vincent para conocer noticias, avances y obsequios:

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