Codigo Iberoamericano Etica Judicial.2
Codigo Iberoamericano Etica Judicial.2
Codigo Iberoamericano Etica Judicial.2
Iberoamericano
de ética Judicial
Código Iberoamericano de ética Judicial
1ra. edición: abril de 2018
Los artículos contenidos en esta publicación son de libre reproducción en todo o en parte,
citando la fuente.
La práctica del derecho no solo tiene como meta la justicia, sino que ade-
más, ella misma, como práctica profesional, debe ser ejercida con justicia.
El producto y el proceso en el caso del sistema judicial deben trabajar en
forma armónica. Una sentencia justa decidida injustamente pierde grados
de validez y quien la enuncia pierde legitimidad. En casos de tragedia en
los cuales cualquier decisión que se tome tiene consecuencias indeseadas
lo único que queda es apostar a la calidad del proceso, a la sabiduría del
decisor y a su capacidad para persuadir a todos de que esa es la mejor
decisión disponible.
Para lograr semejante resultado quien toma una decisión así debe construir
su autoridad no solo siendo, sino también pareciendo ante los demás una voz
independiente de otras, imparcial frente a las partes, empática, formada en
el derecho, informada, prudente, diligente, respetuosa. De no ser así, la cons-
trucción de los procesos judiciales (y aun de la práctica jurídica en general
que depende en gran parte de las decisiones de los jueces) se desmorona.
Las partes no confían en la justicia y resuelven los conflictos desdeñando el
derecho, los abogados no se esfuerzan por brindar los mejores argumentos,
los tiempos se dilatan, las decisiones se desobedecen.
Para que eso no suceda se han venido desarrollando códigos de ética judi-
cial, como el que aquí publicamos. En él se explicitan y desarrollan los prin-
cipios y virtudes que deben regir el actuar de los jueces. Tener un Código
Modelo como el iberoamericano nos ahorra mucho trabajo. De la excelente
pluma de los profesores Vigo y Atienza surgió un texto que mejoraría la
eficacia y aumentaría la legitimidad del sistema judicial en la medida en que
logremos extender su uso, multiplicar las instancias de conversación sobre
su aplicación y desarrollar cursos de capacitación para extender su cum-
plimiento. La presente iniciativa vale como parte de este esfuerzo en el que
todos estamos comprometidos.
Como se ve la tarea es, como dijimos, ímproba. Pero a lo largo de los siglos
se han desarrollado algunos acuerdos que hacen la vida más fácil a quienes
deben ejercer la magistratura. Ahora contamos con el Código Iberoamericano
de Ética Judicial para explicitarlos.
Los jueces no están solos en esta tarea; ellos son auxiliados por los abogados
de las partes que, a su vez, tienen su propio código de ética. En él los profe-
sionales deben llevar los mejores argumentos a los jueces desde el interés de
su cliente. Ellos también cargan con una tensión esencial a su oficio: defender
el interés particular de su cliente y ser un auxiliar de la justicia. El Código de
Ética les ayuda en esta tarea, obligándolos a ejercer las virtudes de la profe-
sión: la independencia (respecto de los poderes públicos pero también de
su cliente: no todo interés es defendible en la medida en que no todo interés
privado es traducible al lenguaje del derecho de la democracia constitucio-
nal), el desinterés, el decoro, la dignidad, la buena fe, la veracidad, la lealtad.
Así, los códigos de ética de los operadores del derecho son los presupuestos
del cumplimiento de los códigos procesales. Sin los primeros los segundos
no funcionan. Y sin procesos justos y legítimos no se realizan los acuerdos
plasmados en la ley y si no hay ley, no hay constitución.
Hace demasiado tiempo que venimos trabajando sin prestar atención a la ética
profesional. No la enseñamos en las facultades, no la controlamos en las profe-
siones, ni nos ocupamos de que sea de público conocimiento la mala conducta
de quienes la violan. Es tiempo de profundizar esa tarea. De ella depende, en
parte, la legitimidad y la justicia de nuestra democracia constitucional.
Esta creación intelectual es algo bien distinto. Manuel Atienza y Rodofo Vigo,
sus autores, han condensado, con una rara habilidad, un conjunto sistemá-
tico de preceptos que configuran un programa de acción acerca de cómo
ejercer la función judicial con miras a servir de modo óptimo a las personas
que acuden a la justicia y, por esa vía, a la sociedad, que la tiene como factor
ordenador, aun en los supuestos en que no opera directamente, en tanto es
previsible y aceptada como justa.
(*) Secretario Ejecutivo de la Comisión Iberoamericana de Ética Judicial y Juez del Tribunal Superior de
Justicia de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.
El Código hace también que el juez, que por hipótesis trabaja solo, se vea
como parte de un cuerpo al que suma prestigio con sus acciones, así como
que ese prestigio institucional influye decisivamente en la aceptación de los
pronunciamientos, especialmente en los casos que más dividen a la sociedad
(corrupción, familia, discriminación, garantías penales, etc.), es decir, agrega
eficacia a la justicia.
Todos estos contenidos tienen en común, entre otros atributos, el de ser fruto
de una cultura compartida en Iberoamérica. El Código no forma parte de un
orden jurídico imperativo sino que ha sido aprobado por la Asamblea Ple-
naria de la Cumbre Judicial Iberoamericana como un conjunto sistemático
de preceptos que no definen lo que es legítimo y lo que no lo es, sino que
guían en la elección de la conducta más próxima a las metas deseables. Esta
mayor soltura hace que pueda ser adoptado con más facilidad. Constituye
una convicción compartida aquella según la cual la posición del juez debe ser
rodeada de exigencias, pero, al mismo tiempo, el juez debe ser protegido de
presiones excesivas. Las reglas éticas vienen a satisfacer ambas exigencias de
un modo armónico. Guían hacia la consecución de lo mejor, sin poner al juez
frente a límites rígidos o, cuando lo hacen, se trata de límites universalmente
compartidos.
Todo ello es de máxima importancia en una época en que los poderes judi-
ciales participan de la integración en regiones y los líderes del mundo los co-
locan como pilar esencial del estado de derecho en el punto 16 de la Agenda
2030 para el desarrollo sostenible de ONU.
Art. 8°.- El juez debe ejercer con moderación y prudencia el poder que
acompaña al ejercicio de la función jurisdiccional.
Art. 10.- El juez imparcial es aquel que persigue con objetividad y con
fundamento en la prueba la verdad de los hechos, manteniendo a lo
largo de todo el proceso una equivalente distancia con las partes y
con sus abogados, y evita todo tipo de comportamiento que pueda
reflejar favoritismo, predisposición o prejuicio.
Art. 12.- El juez debe procurar evitar las situaciones que directa o indi-
rectamente justifiquen apartarse de la causa.
Art. 14.- Al juez y a los otros miembros de la oficina judicial les está
prohibido recibir regalos o beneficios de toda índole que resulten in-
justificados desde la perspectiva de un observador razonable.
Art. 15.- El juez debe procurar no mantener reuniones con una de las
partes o sus abogados (en su despacho o, con mayor razón, fuera del
mismo) que las contrapartes y sus abogados puedan razonablemente
considerar injustificadas.
Art. 16.- El juez debe respetar el derecho de las partes a afirmar y con-
tradecir, en el marco del debido proceso.
Art. 20.- Una decisión carente de motivación es, en principio, una de-
cisión arbitraria, solo tolerable en la medida en que una expresa dispo-
sición jurídica justificada lo permita.
Art. 22.- El juez debe motivar sus decisiones tanto en materia de he-
chos como de derecho.
Art. 23.- En materia de hechos, el juez debe proceder con rigor analíti-
co en el tratamiento del cuadro probatorio. Debe mostrar en concreto
lo que aporta cada medio de prueba, para luego efectuar una aprecia-
ción en su conjunto.
Art. 34.- El juez debe esforzarse por contribuir, con sus conocimientos
teóricos y prácticos, al mejor desarrollo del derecho y de la adminis-
tración de justicia.
Art. 40.- El juez debe sentirse vinculado no solo por el texto de las
normas jurídicas vigentes, sino también por las razones en las que
ellas se fundamentan.
Art. 45.- El juez debe denunciar ante quien corresponda los incumpli-
mientos graves en los que puedan incurrir sus colegas.
Art. 52.- El juez debe mostrar una actitud tolerante y respetuosa hacia
las críticas dirigidas a sus decisiones y comportamientos.
Art. 53.- La integridad de la conducta del juez fuera del ámbito estricto
de la actividad jurisdiccional contribuye a una fundada confianza de
los ciudadanos en la judicatura.
Art. 59.- El juez debe comportarse, en relación con los medios de co-
municación social, de manera equitativa y prudente, y cuidar espe-
cialmente de que no resulten perjudicados los derechos e intereses
legítimos de las partes y de los abogados.
Art. 64.- Los jueces habrán de servirse tan solo de los medios legíti-
mos que el ordenamiento pone a su alcance en la persecución de la
verdad de los hechos en los actos de que conozcan.
Art. 65.- El juez debe procurar que los funcionarios, auxiliares o em-
pleados de la oficina judicial cumplan con el secreto profesional en
torno a la información vinculada con las causas bajo su jurisdicción.
Art. 70.- El juez debe mantener una actitud abierta y paciente para
escuchar o reconocer nuevos argumentos o críticas en orden a confir-
mar o rectificar criterios o puntos de vista asumidos.
Art. 71.- Al adoptar una decisión, el juez debe analizar las distintas
alternativas que ofrece el Derecho y valorar las diferentes consecuen-
cias que traerán aparejadas cada una de ellas.
Art. 74.- El juez debe procurar que los procesos a su cargo se resuel-
van en un plazo razonable.
Art. 75.- El juez debe evitar o, en todo caso, sancionar las actividades
dilatorias o de otro modo contrarias a la buena fe procesal de las partes.
Art. 76.- El juez debe procurar que los actos procesales se celebren
con la máxima puntualidad.
Art. 78.- El juez debe tener una actitud positiva hacia los sistemas de
evaluación de su desempeño.
Art. 80.- El juez tiene prohibido recibir beneficios al margen de los que
por Derecho le correspondan y utilizar abusivamente o apropiarse de
los medios que se le confíen para el cumplimiento de su función.
Art. 82.- El juez debe adoptar las medidas necesarias para evitar que
pueda surgir cualquier duda razonable sobre la legitimidad de sus in-
gresos y de su situación patrimonial.
Art. 93.- Una vez recibida una solicitud o petición, la Secretaría Ejecu-
tiva, en el plazo de 72 horas, deberá ponerla en conocimiento de los
integrantes de la Comisión Iberoamericana de Ética Judicial.