Proyecto de Ley: El Senado y La Cámara de Diputados

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PROYECTO DE LEY

El Senado y la Cámara de Diputados…

DECLARA LUGAR HISTÓRICO NACIONAL AL CIRCUITO DE


NAUFRAGIOS DE LA COSTA DEL TUYÚ QUE VA DESDE LA RÍA DE
AJÓ HASTA EL FARO QUERANDÍ

Artículo 1°.- Declárase Lugar Histórico Nacional, en los términos de la


ley 12.665, al territorio costero marítimo y fluvial comprendido entre la
desembocadura al Río de la Plata de la Ría de Ajó en el Partido de
General Lavalle (36°19´14.7”S 56°54´28.5”E) y el Faro Querandí en el
Partido de Villa Gesell (37°27´52”S 57°6´51”E) en la provincia de
Buenos Aires, por ser el circuito de naufragios de la costa del Tuyú.

Artículo 2°.- La autoridad de Aplicación implementará la señalización


de los lugares establecidos en el artículo 1° d la presente ley.

Artículo 3°.- La Comisión Nacional de Monumentos, Lugares y Bienes


Históricos, dependiente del Poder Ejecutivo Nacional, instrumentará
todo lo ateniente al cumplimiento de la presente ley.

Artículo 4°.- De forma.


Fundamentos

Sr Presidente:

El presente proyecto promueve los valores identitarios de la


Región del Tuyú, en la provincia de Buenos Aires, buscando reconocer
el patrimonio material e inmaterial que aportan los barcos hundidos en
nuestro litoral marítimo.

PECIOS DE LA COSTA PUNTA RASA – VILLA GESELL

Nuestro litoral atlántico es un verdadero yacimiento arqueológico


debido a los numerosos naufragios de todas las épocas que cobija en las
profundidades y costas.

El Partido de la Costa, además de dos faros centenarios (San


Antonio y Punta Médanos), tiene en sus playas una gran cantidad de
pecios. Si bien las noticias periodísticas han publicado muchísimos
siniestros, aunque algunos sin posición exacta, son nueve los que están
expuestos en las playas o en las aguas.

De norte a sur del Cabo San Antonio los naufragios son: el


mercante inglés Her Royal Highness (1883); B/P Brasur (1995); B/P
Esquina (1989); Barco de la Galleta (innominado y sin fecha); mercante
argentino Mar del Sud (1924); mercante alemán Margaretha (1880);
mercante argentino Vencedor (1936); mercante alemán Anna (1891);
mercante alemán Karnak (1878).

El vapor mercante argentino Triunfo, encallado y hundido frente a


Punta Médanos en 1941, no emerge y ofrece peligro a la navegación.
Independientemente del naufragio múltiple que fue la tragedia de Santa
Rosa de 1946, que dejó en estas playas restos de embarcaciones como
Pucará y El Halcón y hasta los cuerpos de algunos pescadores y los
tantos accidentes acaecidos en la zona de Punta Rasa hacia el norte y el
sur.

A esto hay que sumarle los restos hallados al sur de San


Clemente del Tuyú en la sudestada de febrero de 1993 que fue tapado
nuevamente, aunque le han “desguazado” algunas partes; los dos
cascos chicos existentes a la altura de Santa Teresita ya no visibles; y
los restos que emergían frente al castillo Solimar en Aguas Verdes que
luego de un temporal en la década de 1970 desaparecieron para
siempre.

Muchos barcos naufragaron y/o encallaron entre 1825-2013,


algunos de ellos vinculados a nuestra historia nacional o regional, que
comercializaban con los importantes saladeros de don Pedro Luro en
General Lavalle, como la barca Marianna Carlotta, o que hacían viajes
desde Capital Federal hacia los puertos del sur llevando mercaderías y
pasajeros, o como también Paraná y Armonía, por mencionar algunas.

En un minucioso relevamiento de hemeroteca, se pudieron


descubrir muchos siniestros con ubicación hoy imposibles de probar: “a
media milla del Tuyú” y otros que solo se indicaba “naufragando en los
mares del sur”.

No debe olvidarse que, hasta la inauguración del Canal de


Panamá en agosto de 1914, el paso obligado entre los océanos Atlántico
y Pacífico era el estrecho de Magallanes, y por esa razón el tránsito
obligado marítimo en nuestra costa era muy intenso. Además, el valor
histórico en sí mismo de estos pecios, se incrementa inevitablemente
con el intercambio cultural, social y de colaboración y ayuda que se da
entre tripulantes y habitantes de la región, sea que ayudan en las
tareas de rescate, descarga, hospedaje, etc.

Estos pecios son sin dudas monumentos de la historia viva y


como se repite hasta el cansancio, deberían tener señalética referencial
histórica indicando además su posible peligrosidad en el caso de los que
están ocultos en las aguas, cumpliendo así una tarea turística, cultural
y preventiva.

Esta idea, como la de implementar un circuito turístico de los


naufragios, se plantea desde hace muchísimos años a las autoridades
correspondientes del Partido de La Costa sin ser nunca respondida,
como también la necesidad de crear un museo del mar, de faros y
naufragios en alguna de las ciudades costeras que no tenga alternativas
culturales. Esto ayudaría a tener un museo de diferentes temáticas
favoreciendo así la vinculación cultural entre todo el circuito de
naufragios.

Entre Mar de Ajó y Mar del Plata hay muchos siniestros, entre los
cuales uno de los más difundidos fue el torpedero Corrientes de la
Armada Argentina, el 3 de octubre de 1941 (Latitud 37°34´7”S,
Longitud 56°44´0”W). El siniestro se produjo en el ejercicio de
maniobras y provocó la muerte de varios tripulantes.

En esta zona, la mayoría de los accidentes ocurridos entre 1950 y


2015 son embarcaciones de pesca marplatenses: Mariluz (1995), San
Jorge I (2015), Santo Stéfano (1976), San Gabriel (1950), entre otros, y
por esa razón, teniendo en cuenta la necesidad de reconocimiento a los
hombres de mar, esos pecios deberían ser considerados como
patrimonio cultural marítimo.

En cuanto a los faros en la zona de referencia, San Antonio en


Punta Rasa (puesto al servicio de los navegantes el 1° de enero de
1892); Punta Médanos (erigido a seis millas al norte de la punta
homónima el 9 de julio de 1893); y Querandí (emplazado a treinta y
ocho kilómetros al sur de Villa Gesell el 27 de octubre de 1922), no solo
son referentes de los navegantes, sino de los pueblos que los circundan.
Estos tres faros han sido declarados como Monumentos Históricos
Nacionales.

La titánica tarea del traslado de las partes y ensamble de las


mismas, a fines del siglo XIX, supone un esfuerzo magnífico digno de
ser destacado. Han marcado soberanía en lugares alejados de Buenos
Aires y por esa razón bueno sería rendir homenaje a los torreros, civiles
primeros y luego militares que custodiaron desde mediados del siglo
XIX nuestros mares del sur.
Además, no solo es válido el encuadre marítimo, sino que toda la
región territorial entre Punta Rasa y Villa Gesell, parte del gran
territorio del Monsalvo que en 1839 dividiría Juan Manuel de Rosas a
instancias de la Revolución de los Libres del Sud, es también digna de
ser reconocida como lugar de patrimonio histórico por la cantidad de
acontecimientos de nuestra historia que allí se han desarrollado:
revoluciones, guerras, combates, malones y excursiones jesuitas, que
otorgan a la región un incalculable valor.

Pero también, en épocas más actuales, a inicios del siglo XX,


cuando se intentó mitigar los estragos de las inundaciones en la
provincia de Buenos Aires, hicieron historia los ingenieros Karl
Nyströmer, Pílades Cappagli y Leonardo, Onofre y W. Cooper, dotando a
los campos bonaerenses de una red impresionante de canales, desagües
y hermosos puentes de hierro que, como verdaderas obras de arte,
merecen ser declarados como bienes históricos. Estos reconocidos
ingenieros mencionados, además dejaron en nuestro país importantes
obras como el palacio de Obras Sanitarias, la torre de toma de agua en
la costanera y la Asociación Dante Alighieri, todos en la ciudad de
Buenos Aires, por citar solo algunos legados.

Los naufragios del Tuyú han impreso una significancia cultural a


la región, y su población ha generado una importantísima producción
social de sentidos. Los barcos hundidos están presentes de diversas
maneras en la comunidad actual. No se puede pasar por alto que la
actual localidad de Mar de Ajó era conocida antes de su fundación
formal como paraje La Margarita, nombre que los lugareños la habían
dado en referencia al buque alemán Margaretha, hundido en la bajada
al mar de avenida Libertador. Muchas de las primeras mujeres nacidas
en esas playas durante los tiempos iniciales han sido bautizadas con
ese nombre en referencia y honor del barco y del lugar.

Locales comerciales de diversos rubros y muchas residencias


particulares han sido bautizadas con los nombres de los barcos
hundidos, como un apropiamiento de los pobladores hacia esos
monumentos que marcan la historia regional, aunque en la mayoría de
los casos no están visibles. Los barcos viven en el sentir de las
comunidades del Tuyú, viven en los cuentos de los pobladores y en
realidad cotidiana.

Penosamente, no están contenidos en las currículas de historia


regional de las escuelas públicas, y en ocasiones someras, son
abordados como material de estudio en algunas escuelas privadas que
los incorpora desde un enfoque turístico cuando se dicta la materia
como asignatura optativa.

Quien ha realizado un trabajo esclarecedor al respecto es la


historiadora de naufragios Adriana Pisani, quien lleva más de 30 años
estudiando estos siniestros y ha recopilado información y noticias, las
cuales conjugó con entrevistas y documentación oficial para
transformarlo en un libro llamado La Fantasía del Naufragio, el cual
lleva ya siete ediciones.

La licenciada Pisani, quien ha colaborado activamente en la


confección de este proyecto, fue reconocida por la Honorable Cámara de
Diputados de la Nación por su trayectoria profesional como historiadora
y por sus trabajos de investigación de la Región del Tuyú y la cuenca
del Salado mediante la resolución OD 618-2014.

Por todo lo expuesto, solicito a las señoras diputadas y a los


señores diputados que me acompañen en la aprobación del presente
proyecto de ley.

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