Conferencia Jesus de Galindez-Vicente Amezaga

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"JESÚS DE GALINDEZ"

Conferencia pronunciada en el Centro Vasco de Caracas el día 12 de Marzo de


1958, por Vicente de Amezaga

Allá por febrero de 1956, es decir, unas semanas antes de su desaparición, escribió Galindez
un artículo, titulado "Dos Gobiernos tuvieron vergüenza" en el cual hacía un examen de la
actuación absurda de los países democráticos en la asamblea de las Naciones Unidas que
se acababa de celebrar. Un refugiado español, que para entonces ya era, como continúa
siéndolo, representante de prensa de un país titulado demócrata, que naturalmente votó a
favor de Franco, calificó de insensato a Galindez a raíz de ese artículo. Nuestro compatriota
le replicó con otro al que pertenecen esos párrafos que podéis leer al pié de ese oleo de
Galindez colgado en el salón principal de esíe CENTRO VASCO. Siguiente el orden de los
varios conceptos en esos párrafos expuestos, desarrollaremos nuestras ideas para hablar
hoy, brevemente, en este acto de homenaja y recuerdo a nuestro desaparecido amigo:
"Mientras mi patria Euzkadi siga ocupada y sojuzgada, seguiré luchando contra el invasor",
he aquí a Galindez, el hombre de la Patria. "Mientras no haya libertad seguiré pidiéndola a
gritos", aquí tenéis a Galindez, el hombre de la Libertad. "Dios me dé fuerzas para seguir
siendo insensato hasta el día de mi muerte", he aquí a Galindez, el hombre del Destino.
Y primeramente una ligera síntesis biográfica de Galindez,
simplemente del hombre Galindez.

SÍNTESIS BIOGRÁFICA

Hay una parte de la región vasca de Álava que se interna como una cuña en tierra de
Vizcaya de la que, sin duda, formó parte en otros tiempos. Es aquella comarca que limitada
por los montes de Altube y la Sierra Salvada, está constituida por una serie de valles chicos y
risueños y es conocida con el nombre de tierra de Ayala. Tierra con personal ideal legenda-
ria; tierra que ha sido regida libreme'nte por sus propios moradores desde tiempo inmemorial.
Dos grandes monumentos atraen inmediatamente nuestro interés en esa pequeña tierra. En
primer lugar, la sede de las Juntas de Ayala, el recinto de Saraobe donde los ayaleses se
reunían para darse democráticamente sus propias leyes que, en lo civil, todavía conservan
su vigencia. Y, muy cerca de ese recinto, el monasterio de Quejana donde duerme su eterno
sueño aquel hombre que tan poco dormido debió de ser en vida, pues, aparte de sus notabi-
lísimas realizaciones literarias, diplomáticas y guerreras, ostenta el extraordinario y
difícilmente igualable record de haber sido consecutivamente consejero de cuarto reyes, dos
de ellos, por cierto, mortalmente enemigos entre si. Tal fue el canciller Don Pedro López de
Ayala.

Pues bien, cerca de esos monumentos, a cien metros del campo de Saraobe, se halla la
quinta de Larraobe, propiedad de los padres de Galindez en la cual vino al mundo nuestro
amigo en el año 1915, el día 12 de octubre; el mismo en que nació América.

La familia de Galindez era antigua en el Valle de Ayala. Su apellido es evidentemente un


patronímico español pero no es menos evidente que su antigüedad bien conocida en la
comarca y el hecho de que todavía la casa en que nació el padre de Jesús de Galindez sea
conocida con ese nombre, testifican su clara oriundez vasca. Probablemente, se trata, caso
nada infrecuente en la región alavesa, de la pérdida del verdadero apellido toponímico
correspondiente.

El abuelo de Galindez era médico veterinario del Valle; su padre médico oculista que, cuando
tuvo la desgracia de perder a su esposa -tenía entonces Jesús sólo ocho años- se fue a vivir
a Madrid. Allí comenzó nuestro amigo el estudio del Bachillerato con los Padres Jesuítas, y
allí continuó estudiando después en la Facultad de Derecho, pero sin dejar
nunca de regresar en vacaciones, los veranos, a aquella tierra que siempre poseyó su
corazón. Una prueba de esto es su primera publicación constituida por una monografía del
Valle de Ayala, escrita a los 18 años. Su vocación de escritor da su segundo fruto al año
siguiente con otra monografía sobre "La Legislación Penal Vizcaína". A los 20 años da su
primera conferencia que pronunciada en el "Hogar Vasco" de Madrid, tiene por tema 'Las
Juntas Vascas". Era ya evidente su gusto y aptitud para Jos temas históricos y jurídicos
entroncados en su raza. Termina sus estudios universitarios graduándose en Derecho en
junio de 1936. Al mes siguiente, estalla la sublevación franquista y con ella comienzan las
actividades políticas de nuestro amigo que ha de actuar en Madrid en el directorio del Partido
Nacionalista, primero, y después como Delegado del Gobierno Vasco y Asesor Jurídico de la
Sección de Presos y Desaparecidos, finalmente.

Se mueve en todas esas actividades que nos describe en esos libros episódicos-biográficos
que se llaman: "Los vascos en el Madrid sitiado" y "Estampas del Ayer". Para después
cambiar su vida, un poco de retaguardia, aunque Madrid siempre siga siendo frente, por la
que llevará en aquella Brigada Vasco Pirenaica del frente de Aragón. Pasa a la sección ju-
rídica en 1938 y poco después, con el desastre definitivo, es la huida a Francia, como tanto
miles y miles de sus compatriotas. Y, como durante su estancia en Madrid sus actividades de
tipo gubernamental le habían hecho establecer contacto frecuente con varias Embajadas, las
amistades que había contraído con la de Santo Domingo le impulsan, allá en Burdeos, a
preparar su viaje para dicha República del Caribe.

Seis años permaneció en Santo Domingo. Cinco de ellos como Delegado del Gobierno
Vasco. Lo vemos también allí como catedrático de Ciencias Jurídicas en el Colegio de De-
recho Diplomático. L0 vemos colaborando en la "Revista dominicana de Jurisprudencia".
Los vemos moviéndose en una serie de actividades casi todas enfocadas hacia los estudios
jurídicos.

En Santo Domingo concibe publicar la mayor parte de sus libros, bien sean estos de carácter
episódico-biográfico, como hemos dicho de "Los vascos en el Madrid sitiado" o "Estampas de
la guerra", bien de índole estrictamente jurídica como "Conflicto de leyes en la America
actual", bien aquellos en que lo jurídico se conjuga con lo patriótico, como en esos tomos que
hacen honor a la colección EKIN y que se llaman "Los Vascos en el Derecho Internacional" y
"El Derecho Vasco". Allí lo vemos también contendiendo en los concursos literarios como
aquel en el que obtiene el primer premio, exaltando la figura de Enriquillo primer héroe de la
independencia dominicana. Allí, finalmente, en plena dictadura trujillana, ve, oye, calla y se
documenta para lo que luego se verá.

La tercera etapa de su vida se desarrolla en los Estados Unidos. Diez anos: de 1946 al 1956.
Lo vemos allí, de inmediato, al servicio de la Delegación de Euzkadi trabajando en cuanta
actividad vasca haga su aparición. Acude a Francia al Congreso de Estudios Vascos de
Biarritz, con brillantes aportaciones. Algo después, el año 1950, ingresa como profesor
auxiliar en la cátedra de Derecho Public» Hispano-Americano e Historia de la Civilización
Ibero Americana. Este año de 1950, precisamente concurre a Caracas a los actos de
inauguración de este CENTRO; poco antes había conseguido un premio, en el concurso que
la revista "Euzkadi" de que aquí había organizado, con un trabajo en el que se estudia la
influencia de la Revolución francesa sobre los vascos.

Poco después obtenía otros, en los Juegos Florales catalanes, estudiando la figura del
Principe de Viana en quien, por un momento, vinieron a converger las vidas de Cataluña y de
Euzkadi. El año 54, mientras continúa infatigablemente con sus actividades literarias,
haciendo un poco de alumno y otro poco de profesor, va preparándose para conseguir su
cátedra. Es entonces cuando publica su libro "Ibero-America" quizá el mejor de los suyos,
aunque no lo conocido que debiera. Y ya en el año 1956, prepara su tesis doctoral que se
titulará "La era de Trujillo" que es en febrero de ese año aprobada por la Universidad de
Columbia. Pero, cuando, el 12 de marzo, sale Galindez de explicar su
clase, y se dirige a una estación del ferrocarril subterráneo de New York, he aquí que
perdemos su presencia física para no saber más de él.

Esta es, esquemáticamente trazada, la vida de Galindez cuyas obras nos revelan al
investigador de raza, al historiador, al jurista, al literato, al profesor y al periodista que, en
esos últimos años, se había convertido en un asiduo colaborador, no solo de todas las
revistas de signo patriótico vasco, sino también de varios de los periódicos y revistas más
leídos a lo largo de toda la América.

EL HOMBRE DE LA PATRIA

En el artículo citado al comienzo de esta disertación, vimos que había escrito Galindez:
"Mientras mi Patria Euzkadi siga sojuzgada, seguiré luchando contra el invasor". Este es Ga-
lindez el hombre de la patria. Es decir, un hombre que constituye en centro de su vida aquella
noble actividad que se pone total e incondicionalmente al servicio del resurgimiento de su
patria. Es un hombre cuya razón de vivir no es otra que un fluir constante del anhelo de dar
vida a la patria cuya muerte el enemigo tiene decretada. Para Galindez se trataba de una
Patria que de niño él no conocía. Su patriotismo hubo de comenzar por un sentimiento que el
mismo no podía explicarse y que nosotros créenlos poder sorprender en sus gérmenes al re-
cordar la fruición que expirimentaha al acompañar, muy niño aún, a su abuelo en sus
recorridos de veterinario por todos los rincones del Valle de Ayala.

Allí sin duda, empieza a sentir con la amorosa contemplación del paisaje, esa sagrada
comunión con la tierra natal, con la tierra que el vivir, el sufrir y el morir de tantos
antepasados nuestros han hecho sagrada. Sabemos por él de esas correrías acompañando
a su abuelo; sabemos también que al volver a la patria, todas las vacaciones, le acuciaba el
ansia de repetir aquellas correrías infantiles y sabemos cómo le gustaba situarse en muda,
contemplación frente a aquel pico de Iturrigorri, roqueña cima que fija allí la frontera entre
Euzkadi y Castilla. Yo imagino por un momentó a Galindez abstraído en esa contemplación,
empapándose en esos invisibles efluvios que surgen de la tierra amada en que se sumerge
el alma del patriota. Lo veo contemplando con acariciadora mirada de enamorado esa tierra
que tantas generaciones de sus antepasados le dejaron como una santa herencia. Lo veo
mirándola con esos ojos con que solamente los verdaderos patriotas son capaces de mirar.
Porque es que cuando el amor se enciende en llamaradas de patriotismo pone en las cosas
más simples y vulgares de nuestra tierra, perfección de líneas que deslumhra, colores que el
iris no conoce y nos hace percibir, en el rumoreo del más humilde de nuestros arroyuelos,
soberanas armonías como solo los magos de la música pueden escuchar en esos momentos
sublimes en que golpea en sus sienes el genio de la inspiración. Yo estoy viendo a Galindez
frente al pico de Iturrigorri: su mirada es soñadora quizá en este momento ve cómo se
ciernen sobre él los buitres, y la alarma asoma a sus ojos, pues ve en ellos el símbolo de las
invasiones castellanas que por allí buscaban su cauce. Pero pronto el sosiego vuelve a él
con sólo fijar su vista en el fluir del Iturrigorri, constante e ininterrumpido, que es también para
él símbolo del perpetuo manar da la raza, que en el Valle de Ayala, como en todo rincón de
nuestra vieja tierra, se hace allí sustancia de eternidad. Así se va formando el embrionario
patriotismo de Galindez; algo que aun es solo calor de sentimiento, pero que pronto llegará a
convertirse en luz de conciencia nacional.

Llega un día en que, según nos dice, ponen en sus manos una banderita diciéndole: "Toma,
es una banderita vasco. Pero guárdala bien, que si te ven te pegarán". Y tan bien la guardó,
nos cuenta, que no la pudo encontrar más.

Pero pasan unos años más y viene la revelación definitiva. Es cuando cae en sus manos ese
libro que yo quisiera jóvenes que me escucháis, ver en las vuestras: "Bizkaya por su
independencia" ese libro vigoroso y revelador del maestro Sabino de Arana Goiri en el que
sobriamente nos cuenta las gestas de los vizcainos, ya cuando allá en Arrigorríaga al ejercito
leonés y aquella varonil mujer vizcaína .corta la cabeza de su jefe Ordoño; ya en aquellas
frustradas invasiones como la que se resuelve en la batalla de Munguia en la que Oñacinos y
Gamboinos, Muxica y Avendaño, patrióticamente unidos, derrotan a las tropas de Enrique IV
el Impotente revalidándole el apodo, ya en los intentos de Pedro el Cruel derrotados, primero
en el valle de Gordejuela, y luego en las alturas de Ochandiano en aquella batalla de la que
al regresar los vizcainos vencedores a contar el suceso a uno de sus jefes que por su
ancianidad no había podido concurrir y cuyos hijos habían perecido todos en la contienda,
escuchan aquella respuesta que parece arrancada de las hojas de una crónica espartana:
"Amandarro'k ez dauko semerik, baiña Bizkaya'k ez dauko buztarrik" ("Amandarro ya no tiene
hijos, pero Bizkaya no tiene yugo"). Este y otros recios episodios revestidos de la clara prosa
sabianiana y palpitantes en su emoción fueron haciéndose carne en el alma de Galindez que
desde entonces fue ya para siempre, sin treguas ni titubeos, un hombre de la Patria.

Fue hombre de la Patria, hambre de la patria nuestra. Esa patria de la que se nos dice que
es muy pequeñita; ese patriotismo del que se nos dice que es estrecho, porque se opone al
internacionalismo, porque no sirve a lo universal. Pequeña es, si, nuestra patria, pequeña
como un nido caliente como un corazón que, sin parar miras en su tamaño, ha latido siempre
ejemplarmente por la libertad. Pequeña nuestra patria. Para los que asi nos motejan, las
patrias ideales han de ser el Sahara con sus arenales, la Siberia con sus estepas o la
Antártida con la inmensidad de sus hielos y no son, por lo visto, patria ni son países dignos
de su propia soberanía esos modelos de colectividades humanas que se llaman, por ejem-
plo, Suiza en Europa y Uruguay en América. Como si el valor de una persona, de una patria,
de un organismo se determinase en función de su tamaño y no de la perfección de su.
estructura y concertada acción entre sus partes; como si nosotros en nuestra pequeña patria
vasca no tuviéramos una unidad perfecta, ao ya solo de raza, lengua, cultura, etc, etc, sino
incluso

económica, en que las regiones industriales de Bizkaya y Gipuzkoa conjugan con las
agrícolas de Alaba y Nabarra, con la pastoril de Zuberoa e incluso con la turística de Laburdi.

Que no somos universales! Seguramente que Galindez sabia muy bien aquello que escribió
un día nuestro desarraigado Unamuno: "Que si el "Quijote" es universal es porque se
compuso en un rincón de la Mancha". Y es que, para ser del universo, hay que empezar por
ser de la casa propia; es que para ser internacional, con el noble sentido que este vocablo
debe tener, es preciso ser primero de la nación propia. Porque no puede llegarse a ningún
universalismo ni internacionalismo que valga la pena si comenzamos por aniquilar las
unidades naturales, las naciones, que son su base. La existencia indudable de las naciones
se opone y se opondrá siempre a la uniformidad, pero la unidad puede alcanzarse siempre
que se parta de los hechos diferenciales que la naturaleza nos ofrece y se avance hasta
armonizarlos en una organización superior que a todos comprenda, respetándolos a todos.

¿Es que la naturaleza no nos dio el ejemplo al poner en cada flor un aroma, en cada pájaro
un canto y en cada nación un idioma de lo que resulta ese coro de la universal armonía en
que encuentran sus delicias los espíritus superiores?

HOMBRE DE LA LIBERTAD

Todas esas cosas las sentía en lo hondo nuestro Galindez porque era un verdadero hombre
de la patria. Pero por serlo, era también algo más: un hombre de la Libertad. "Mientras no
haya libertad, seguiré pidiéndola a gritos", decía, porque él sentía dentro de sí que, como
hombre integral, había nacido para la libertad; porque era por naturaleza un hombre libre. Un
hombre libre! Que natural parece esto y que difícil, sin embargo. Para mi siempre ha sido
algo de lo más grandioso que he leído en las Escrituras aquel pasaje que dice: "Creó Dios al
hombre, y lo dejó en manos de su consejo", (Eclesiástico, 15.)
Es decir, que el mismo Dios que creó a millones esos resplandecientes astros y los lanzó a
los espacios infinitos, les fijó una órbita, un camino del que con todo el poder de su enorme
mole nunca podrían apartarse; el mismo Dios que quiso separar a los continentes por ese
mar inmenso, puso a sus arrebatadas iras un dique de arena del que nunca podrían pasar.

Pero al hombre, desde que le constituyó en la suprema dignidad de Rey del universo, ni le
puso camino fijo, ni le señaló barreras infranqueables. El hombre puede caminar todos los
caminos, el hombre puede saltar todas las barreras; él es el único arbitro de su propio
destino; destino que será llegar un día a la participación del soberano bien, alabando
bienaventurado al Creador; su destino que será el de abatirse para siempre en el abismo
donde la desesperación presta su ronca voz a la blasfemia. En sus manos está la tremenda
elección porque al crearlo Dios lo constituyó en libertad y esto es lo que hace la grandeza al
hombre y su nobleza. Por esto, precisamente, las dictaduras son la esencia del anticristia-
nismo y no entendemos, ni podremos nunca entender los que, ante todo, somos hombres de
Cristo, la posición de la Jerarquía española que apoya y da fuerza y vida a un régimen que
es la negación misma de la libertad; de todas las libertades.

Galindez, como hombre de la Mbertad, empezaba por ser un hombre de la libertad vasca.
Sabia bien que los vascos no podemos enorgullecemos de haber dejado a la humanidad un
legado como las Pirámides de los egipcios, los marmoles de Grecia o las vías y monumentos
de los romanos. Pero sabia bien que ostentamos una herencia de libertad como difícilmente
pueblo alguno de la tierra puede mostrar. Un pasado en el que en medio de una Europa
feudal, edificada sobre la esclavitud y la desigualdad de los hombres, nuestro pueblo
constituido por una raza limpia y pura, dueño de un idioma no emparentado con ninguno de
los conocidos, establece como su dogma político fundamental la nobleza de todos sus hijos y
la igualdad ante la república de todos ellos. Son esos siglos de libertad y pureza democrática
de nuestra patria los que más de una vez nos han hecho saludarla con aquellas palabras del
Cantar de los Cantares: "Eres toda hermosa, amada mia y en ti no hay mancha".

Galindez amaba así la libertad vasca. Pero, fijaos que en el párrafo que citamos solo habla
de libertad sin especificación alguna. Es que en rigor, no la necesita. Porque el que de ver-
dad es hombre de la Libertad, lo es de la Libertad propia y de la libertad ajena; lo es de la de
su patria y de las patrias todas. Porque no es hombre libre el que se contenta con ser el sólo
libre y no sufre, como en propia carne, cuando se viola la libertad de los demás; porque no es
pueblo libre el que vive satisfecho viendo a su alrededor otros pueblos sumidos en la
opresión; porque la libertad constituye entre los hombres como un cuerpo al que no se puede
herir en ninguna de sus partes sin que los demás miembros se sientan vulnerados; porque la
libertad es un patrimonio común a la humanidad; ella ennoblece al hombre, pero también
marca a fuego al que elude participar en su defensa,

Si no perdemos de vista este concepto que para los hombres dignos resplandece en la
libertad como herencia recibida en mancomún, podremos responder muy bien que, cuando
se dice, como alguna vez hemos escuchado, que Galindez no murió por la libertad
vasca, se está diciendo una cosa que no es cierta. Galindez, como patriota vasco, trabajó
y sufrió mucho, específicamente, por la libertad vasca, pero podemos decir que
murió también por ella al ofrecerse en holocausto por la libertad de los pueblos
oprimidos de América. Hay en el mundo hoy día, dos frentes bien definidos: el de
libertad y el de la anti-Iibertad, Quedaron ya superadas aquellas divisiones de derechas
e izquierdas por este más hondo signo. En todos los países que hemos recorrido nos ha
tocado ver hombres y partidos que por educación, por sentimiento o por interés se arriman
instintivamente al lado de los dictadores, como hemos visto otros hombres dignos y otros
partidos que con este o aquel nombre, estén donde estén, se hallan siempre al lado de la
libertad. En este frente estuvo siempre Galindez, entendiendo noblemente que donde quiera
que defendía la libertad de un pueblo cualquiera estaba defendiendo la de su propia patria.
Sentía esa comunidad en la libertad que nos hace amarla en todas partes, como ahora la
amamos en Venezuela, porque, en definitiva algo nos dice en lo más hondo que al llegar
aquí, la libertad se está acercando a nuestra tierra no importa los miles de kilómetros que de
ella nos separan.

EL HOMBRE DEL DESTINO

Galindez era, finalmente, el hombre del destino "Dios me dé fuerzas para seguir siendo
insensato hasta el día de mi muerte" había escrito y pocas semanas después, un 12 de
Marzo, hoy hace exactamente dos años, desaparecía, misteriosamente, sin que nada
pudiera saberse de su paradero.

Pero se sabía que antes de su desaparición habia recibido determinadas amenazas; se le


habían hecho proposiciones de soborno; habia sido llamado telefónicamente por seductores
voces femeninas; había visto cómo se le seguía constantemente por la calle; en una ocasión
pudo darse cuenta de cómo era arrojado a su coche un paquete al que no quiso tocar;
denunció el hecho a la Policía que comprobó que el paquete en cuestión contenía cocaína;
sin duda, se pensaba denunciarle como traficante de esa droga. De todas las anteriores
cosas habia dado cuenta a la Policía Federal Norteamericana, pero esto de nada le sirvió.
Cuando después de su desaparición se revisó su apartamento se encontraron dos
documentos fundamentales. Uno dirigido a la Policía en el que dice: "Si algo me ocurre,
busquen a mis enemigos en la República Dominicana". No queremos hacer comentarios
sobre esto. El segundo documento es su testamento que contiene estas tres declaraciones
fundamentales: 1.- "Me declaro cristiano y vasco. 2.-"Quiero que me entierren en el campo
de Larraabe, allá en la quinta que tiene mi padre, en la parte alta". Le perseguía hasta el
último momento la nostalgia de los paisajes patrios y 3.- "Gora Euzkadi azkatuta! Que
Jaungoikoa me reciba en su seno", Una ratificación solemne de su adhesión a los ideales de
su vida: Dios y Patria vasca.

Pero esta declaración nada importaba a los que después del crimen, preparaban la calumnia,
Y se empezó a decir que Galindez era comunista, cosa que ciertamente era para hacer reír a
todos los que conocemos la limpia trayectoria cristiana de nuestro amigo. Se dijo después
que era un asesino de obispos, fundándose para esto en las actividades que en un tiempo
desarrolló en el Ministerio de Justicia, sin darse cuenta de que para cuando Galindez ingresó
en esas actividades ya esos asesinatos habian sido perpetradas. Y siguieron otras especies
con las que se daba actualidad a aquello que el gran escritor francés y premio Nobel
Frahcois Mauriac pudo escribir después deí bombardeo de Gernika: "Los vascos, como
Jesucristo, están siendo calumniados en la misma cruz en que se les tortura".

Pero los crímenes no se borran con calumnias. Y cuando tras unos meses de silencio sobre
el caso, apareció asesinado el aviador norteamericano. Murphy, tomó el asunto nueva ac-
tualidad. Y ésta aumentó cuando, tras, ese nuevo asesinato, apareció "suicidado" el oficial
dominicano Octavio de la Maza, presunto matador de Murphy. Y sigue creciendo esta serie
de muertes violentas o extrañas que hoy en día forman una procesión de ocho cadáveres
que están reclamando justicia.

Sabemos que esa justicia se hará y nosotros estamos y estaremos siempre en píe para
reclamarla. Estamos aqui para decir que no pedimos venganza porque eso no entra en nues-
tro estilo; que no acusamos a nadie porque ese no es nuestro oficio, Pero sí exigimos y
lograremos que el caso se aclare y la justicia se baga, caiga quien caiga y responda quien
deba responder. Nos ayudan en esta empresa el aliento de aquellos 6.158 alumnos de la
Universidad de Columbia ante quienes en Junio de 1956 fue declarado "in absentia" Doctor
en Filosofía, Jesús de Galindez. Nos ayudan en el mismo Estados Unidos, hombres como el
integro parlamentario Charles O. Porter; nos ayudan pueblos como el ejemplar Uruguay que
ha decidido presentar el caso al Consejo de las Naciones Unidas; nos ayuda el espíritu
insobornable de todos los hombres del mundo a quienes la iniquidad subleva porque sus
corazones sólo saben latir por la causa de la dignidad del hombre, la justicia y la libertad. En
este momento está ya funcionando en los E.E.U.U. el Gran Jurado que, no importa la lentitud
conque que opere, ha de llegar al esclarecimiento del caso porque este crimen no puede
quedar impune sin que quede empañado el honor de América y burlada la conciencia
mundial. Porque no hay conveniencias políticas posibles, ni oscuras fuerzas que puedan
impedir que, una vez más, salga verdadero aquello que escribió un gran norteamericano: "
En este bajo mundo sólo hay una cosa fuerte: la que es justa".

Por eso seguimos esperando que la justicia llegue. Mientras tanta, no podemos hacer hoy
otra cosa que traer ante nosotros, tina vez más, el recuerdo de Galindez para decirle: "Tu
sacrificio no será en vano. Porque con él has tentado la voluntad de los patriotas vascos que
sienten que ya el dia decisivo se aproxima. Nos lo anuncian las sucesivas caídas de esas
dictaduras contra las que tú luchaste, nacidas a imagen y semejanza de la que a nuestra
patria aherroja. Necesitaremos de todo el espíritu que siempre animó tu vivir porque la
empresa es muy dura. No se trata para nosotros hoy de elegir entre este o aquel régimen:
nuestro tremendo problema es el de ser o no ser. Porque la invasión en masa que nuestra
patria sufre y con la cual quieren aniquilarla en su propia sustancia, no admite esperas ni
soluciones a medias.

"Insensato" Galindez! es preciso que nos comuniques tu locura. Parque ella es de la estirpe
santa de la que anunciaba el Apóstol que había de triunfar sobre la sabiduría del mundo. Ella
es de la raza noble de la que inflamó en rebeldía los pechos de los estudiantes de Caracas y
los lanzó a la calle en marcha abierta contra la tiranía, cuando todos callábamos aqui ante la
omnipotencia del dictador. Ella es de la casta heroica de la que armó de piedras y botellas
las manos duras de los hombres de la Charneca. A ella nos convida el poeta antiguo con sus
recios versos:
"Libertad, libertad! La quieres, Roma? "¡Pues eso no se pide, eso se toma!"

Nacimiento: 12 de octubre de 1915, Madrid, España


Fallecimiento: 12 de marzo de 1956, República Dominicana

Vicente Amezaga Aresti -

Compilacion Edicion y Publicacion


Xabier Iñaki Amezaga Iribarren

Editorial Xamezaga
Catalogo de Obras 1.050
La Memoria de los Vascos en Venezuela
La mas extensa en referencia a la Diapsora Vasca America
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