Leyenda de La Media Luna

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Capítulo 1.

En la época en que los dioses crearon al mundo e hicieron al hombre


del maíz, crearon una casta dedicada a la veneración del dios del sol
Tata Juriata. El dios profetizó a sus sacerdotes que en cada generación
de gobernantes nacería una niña con una marca en forma de media
luna, esta marca cambiaría su forma según las fases lunares, siendo la
luna llena el momento de pagar un sacrificio de sangre que limpiaría
al mundo de sus atrocidades.

Cierta noche, la tranquilidad se ve interrumpida por el llanto de un


recién nacido en el palacio del gobernante, al sur del país nace una
niña que manifiesta la marca lunar con el ciclo correspondiente, la
madre se verá despojada de su precioso bebé pues la partera recibe
las indicaciones para llevar a la niña a las cuevas, donde recibirá una
educación prístina y esencialmente espiritual, ya que los sacerdotes
consideraban que la niña debía ofrecerse inmaculada en sacrificio. La
madre sólo tiene permitido regalarle el nombre que le dará la
identidad adecuada, Yarelhi nace de su corazón.

Pasados quince años, toda la ciudad se moviliza desde la madrugada


es tiempo de que la doncella cumpla su destino. Los sirvientes
acompañados de unos cuántos guerreros desfilan con atavíos y
obsequios en ofrenda. Pero a lo lejos los guerreros adversarios
observan el vaivén de la comitiva y envían el mensaje a su líder sobre
la movilización, piensan que les espera un ataque sorpresa. Reciben la
orden de contraatacar...

Los guerreros masacran a los sirvientes y los pocos guerreros que los
acompañan, siendo Orephani el que más destreza demuestra en la
batalla y el primero en entrar a la cueva donde Yarelhi se encuentra.

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La niña está siendo protegida por otros sirvientes y pronto queda a
merced del guerrero, pero algo mágico sucede...

Ambos quedan congelados en el momento en que sus miradas se


encuentran, sintiendo el choque de la primera impresión. Orephani
decide llevarla con él y hacerla su mujer.

Ambos parten rumbo al lago de Pátzcuaro para irse. Al llegar a las


orillas se encuentran con los sacerdotes a cargo de la profecía quienes
entonan un canto donde recriminan los actos de desobediencia de la
doncella hacia su pueblo, dichos cánticos suben de tono conforme los
rayos del sol asoman sobre el horizonte y para cuando llegan hasta
ellos de las cuevas sale una espesa niebla que los rodea, ambos se
toman fuertemente de las manos pero es inútil, ella se disuelve en la
neblina formando la silueta de sí misma, manifestando su alma ahora
maldita, él es presa de una rigidez que lo clava en la tierra formando
crueles raíces que lo mantendrán en el sitio mientras sus brazos en
ramas de sauce se transforman. Los sacerdotes les dan el terrible
castigo que pesará sobre ellos: "Cada madrugada de luna llena y hasta
el amanecer, se repetirá el castigo, hasta que el pago a esta afrenta
sea pagado por aquella que renuncie a su egoísta amor".

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Capítulo 2.

Sus ojos miran el fértil e imponente valle, era una fresca tarde de
otoño cuando los árboles tiran sus hojas y él llegó hasta ahí sin creer
que todo lo que veía era suyo. A un par de kilómetros se recorta un
tranquilo lago con pequeñas islas, una serpenteante vereda rasga por
la mitad las tierras.

Íñigo de Velázquez es dueño de la mitad del valle, con veinte años de


edad es beneficiado por su abuelo materno del que guarda muy pocos
recuerdos. En una zona apartada del camino, entre rocas y niebla, se
observa un viejo tronco lleno de humedad, sus raíces lo clavan a la
tierra sin piedad mientras sus ramas claman al cielo.

Él mira embelesado aquel tronco mientras imágenes aparecen frente


a su mirada como en un espejismo: un hombre y una joven tomados
de las manos que se miran fijamente.

Pronto la realidad lo sacude y lo aleja de su ensoñación, la gran casa


que ahora será su hogar aparece ante él. Hacía apenas tres semanas
que su abuelo había fallecido, don Francisco dejó un gran vacío en su
de por sí pequeña familia. A pesar de tener tan pocas memorias de él,
le guardaba un gran respeto y cariño. Sin embargo, su madre y su tío
no demoraron tiempo en asediar con interminables visitas al
administrador del difunto, preguntándose por las acaudaladas
propiedades, hasta que el testamento fue leído: a Margarita le dejó
las acciones de los bancos y la mansión en Coyoacán, a Juan le
confiaba el ingenio azucarero y el convenio de la tequilera con su
padrino en Jalisco, así como las propiedades que les corresponden.
Por último, el nieto Íñigo, a él le heredó la hacienda ganadera en
Michoacán, una prometedora propiedad de alrededor de cincuenta
hectáreas. Al finalizar la lectura y una vez yéndose la madre y el tío de
Íñigo, el administrador le pide hablar unos minutos, en donde le

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entrega los libros de cuentas, además de indicaciones y una carta
especial que deberá abrir una vez instalado en la gran casa.

La caravana de carros que llevan sus pertenencias hace su arribo en el


patio del edificio principal, donde un gran número de personas
trabajadoras le esperan para darle el recibimiento y algunos
obsequios al nuevo dueño. Una vez fuera del carruaje, el frío viento
del campo le golpea el rostro, sintiendo la frescura y la humedad tanto
de las nubes próximas como del lago, entonces comienza a recibir
palabras de bienvenida, así como los regalos que iban desde pañuelos
bordados hasta plumas afiladas para su escritura, sombreros y
zapatos, todo confeccionado a mano por las personas que las
portaban.

Hasta que entre la multitud, aparece una muchacha pequeña de


cabello negro y tez color bronce que le entrega una delgada rama
seca, frágil y llena de rastros de humedad, se queda mirando fijamente
la rama, reconociendo que es de sauce y quizás perteneciente al árbol
seco que vio en el camino, cuando de pronto y sin aviso de relámpagos
el cielo descarga la lluvia torrencial más implacable que él viera,
levanta la vista al cielo recibiendo el aguacero con una sonrisa
marcada en su apuesto rostro.

- Sea usted bienvenido, señor.

La voz cantarina y tierna, le hace voltear el rostro rápidamente hacia


la muchacha que se quedó mirándolo, disfrutando las expresiones del
nuevo señor, prontamente ella corre al interior de la casa donde se
movilizan un grupo de mujeres a llevar agua caliente al baño del joven,
uniéndose a ellas.

Don Íñigo permanece bajo la lluvia, sorprendido por aquella vocecita


tan conmovedora, igual de impactante que su mirada, nota entonces

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que sus ropas están completamente mojadas y él empapado, las
demás mujeres comienzan a hacerle súplicas para entrar y tomar su
baño para evitar un resfriado. Todos ahí sabían de antemano lo que
era mojarse de esa manera y las posibles consecuencias, así que
hicieron cuanto pudieron para hacerlo entrar. Cuando el señor se
aproximó llevando consigo la enorme sonrisa que la lluvia le sacó,
todas las mujeres jóvenes no pasaron por alto los hoyuelos que en las
comisuras de su boca se formaban, dándole un aspecto infantil a su
expresión.

Jacinta se apresura con la última cubeta de agua caliente, topándose


a don Íñigo en la entrada de la habitación, sin poder evitar mirarlo a la
luz del pasillo, se da cuenta de que es incluso más atractivo, su alta
figura tan parecida a la del abuelo y sus ojos verdes que no logran
disimular su alma sensible. Ella se queda quieta sin lograr ocultar el
impacto que el hombre le provoca. Don Íñigo se bebe la imagen de la
muchacha, delgada y bajita casi una niña, su piel bronceada parece
iluminarse de formas naturales en su rostro y manos, sus enormes
ojos casi negros y labios pequeños pero llenos.

- Su baño está listo, señor. - De nuevo aquella voz delicada y


suave, le llega hasta hacerle saltar los latidos.

- Gracias, ahora lo tomaré.

Él entra en la habitación seguido por Joaquín su ayudante personal,


quien le ayuda a quitarse la ropa mojada, Jacinta se queda aún más
sorprendida pues la voz del joven señor es aún más masculina de lo
que imaginaba, baja y profunda, le hizo sentir las vibraciones hasta los
huesos.

Dentro de la habitación, una vez en ropa interior don Íñigo entra en el


baño, mira la enorme tina con la humeante agua y se sumerge poco a

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poco en la bañera permitiéndose disfrutar del calor que ahora lo
envuelve.

En la cocina, Jacinta entra para ayudar a cocinar la cena para el nuevo


señor, las mujeres no paran de hablar sobre el aspecto gallardo de él
y de cómo se veía de atractivo cuando sonreía. Jacinta las escucha
divertida por sus comentarios ocurrentes y coquetos, haciendo alarde
de situaciones y conversaciones que probablemente jamás ocurrirían,
pero sin evitar sonrojarse al recordar el timbre de su voz y la
significativa mirada que le dio.

Joaquín entra entonces para avisar que don Íñigo bajaría a cenar en
media hora, las mujeres comienzan a terminar la cena más deprisa y
dejando de lado el cotilleo, cada una solicitando la oportunidad de
llevarle los platillos al joven, ganándose severas frases de prudencia
por parte de la señora Matilde, el ama de llaves, quien ordena que la
cena se le sirva conforme el señor la pida, para no afectar su
estómago. Así pues, la señora Matilde organiza quiénes deberían
servirle y envía a Jacinta con las jarras de vino y agua mientras toma
la cena.

Don Íñigo baja finalmente y toma asiento en el enorme comedor


puesto únicamente para él, siente una gran aprensión sobre el
desperdicio de todo aquel espacio, hace la señal a la señora Matilde y
el primer platillo se pone frente suyo el cual consistía en caldo de pollo
con unas cuantas verduras para recobrar el calor, servido con un par
de tortillas de maíz, él las mira con extrañeza y pide a la señora Matilde
que se explique.

- ¿Esto cómo debo comerlo?

- Es costumbre aquí comer los caldos y las sopas con tortilla de


maíz, señor. El resto de alimentos también los comemos así,
puede usted probarlos y decidir si le agradan. Sólo debe
enrollarlas en sus manos y mojarlas en el caldo.
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- Muy bien.

Desde la otra habitación, las jóvenes mujeres no hacían sino suspirar


al escuchar por fin la voz del joven señor, ninguna había tenido la
oportunidad de hacerlo hasta ese momento. Entonces toca el turno
del segundo plato: filete de pescado del lago asado sin aceite,
condimentado únicamente con ajo y sal, acompañado de arroz y
papas hervidas. Jacinta se acerca a llenar su vaso de agua, don Íñigo
se da cuenta de ella y voltea sorpresivamente a verla regresar a su
sitio.

El señor pide a la señora Matilde que no le sirvan más comida ya que


su apetito quedó satisfecho, le solicita también que los demás se
retiren a descansar, siendo las ocho de la noche la lluvia parecía no
llegar a su fin, él se retira a su habitación.

Comienza a admirar los detalles de la recámara, las paredes de un


color azul marino con detalles en madera oscurecida y la tapicería de
los muebles en tonos burdeos, la enorme cama contaba con sábanas
de varios tonos de azul y beige, las alfombras con detalles en cafés,
rojos y dorados.

Se acerca a una ventana abierta que tenía vista hacia el lago donde
ve cómo algunos de los trabajadores se retiran a sus pequeñas casas
dispersas alrededor de la finca, hasta que nota a una figura pequeña
y delgada que apenas se cubre de la lluvia con un fino rebozo y la ve
entrar a un pequeño cobertizo, poco apropiado para ser una vivienda.

No puede evitar preguntarse si se trataba de la muchacha de enormes


ojos y si era ella tan solitaria como se veía.

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Capítulo 3.

Al despuntar el alba, don Íñigo se sorprende de encontrar a todo el


personal yendo y viniendo en sus respectivas labores, desde mujeres
apuradas en la limpieza de la casa y en la cocina hasta hombres yendo
a revisar las cosechas, el ganado y a pescar al lago. Pregunta a Joaquín
sobre algún deber que necesitara su atención y este le responde que
debe esperar hasta recibir al abogado y al administrador, aún no había
cuentas pendientes, por lo que decide salir a revisar el terreno.

Don Íñigo sale entonces a inspeccionar. Su primera visita es en los


cobertizos de las reses, para aprender sobre los animales que criaban
ahí, el encargado del ganado era don Felipe, un señor robusto de
cincuenta años que le informa cada situación y cada detalle que el
señor solicitaba.

Hacia las diez de la mañana se dirige a los sembradíos donde se


cosechaban los alimentos de la casa, maíz, papas, calabazas, camote
(papa dulce), frijol, cebolla, rábano, entre otras; además de algunos
árboles en las periferias como limón, aguacate y diferentes frutas, en
este caso la señora Macaria era quién le informa los detalles sobre los
sembradíos ya que ella se encontraba al cuidado de los mismos.

Al terminar de examinar con doña Macaria se le aproxima a don Íñigo


una muchachita cargando una canasta con algunos comestibles, lo
encontraron tan ocupado haciendo su revisión que no se le molestó
con ir a la casa a tomar alimentos, sino que se le preparó un almuerzo,
al acercarse la joven a don Íñigo se le acelera el pulso, espera poder
ver nuevamente a aquella niña que le tenía cautivado.

Al acercarse al señor, Jacinta comienza a evocar recuerdos del día


anterior donde escuchaba nuevamente su voz y miraba con detalle
sus ojos verdes. Ella se encontraba tan inmersa en esos recuerdos, que
perdió la oportunidad de darse cuenta de que no era la única afectada,
don Íñigo no hacía sino mirarla sin poder responder a la sugerencia de
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comer el almuerzo, el cual consistía en medio aguacate, queso fresco,
papas hervidas, maíz tierno cocido, dos tortillas de maíz untadas de
frijol guisado, un guaje con agua fresca y otro con café de olla (café de
grano con canela endulzado con piloncillo); detrás de Jacinta iban dos
niños cargando a duras penas una mesita plegable y un banquito para
servir al señor los alimentos enviados desde la casa.

Joaquín lleva a Jacinta y a los niños debajo de unos árboles en flor para
arreglar las provisiones, don Íñigo los mira hacer mudo aún por la
presencia de la muchacha. A la luz del sol los rasgos de Jacinta eran
incluso más impresionantes, la niña tenía el cabello demasiado oscuro
para notar el color caoba de sus mechones que brillaban
descaradamente dándole un aspecto casi mitológico; su piel de un
bronce claro se iluminaba en tonos dorados, sus largas pestañas
hacían a sus enormes ojos verse más grandes, su pequeña boca al
sonreír desveló unos dientes muy blancos, otorgándole una sonrisa
deslumbrante. Varias veces se encontró conteniendo la respiración
mirando fijamente a la muchacha que se esforzaba demasiado
evitando mirar en su dirección.

Una vez puesta la improvisada mesa Jacinta fue a esperar a que el


señor comiera mientras se acercaba a un árbol para descansar, los
niños la siguen y le piden jugar con ellos, Jacinta les hace una señal a
los chiquillos quienes comienzan a correr en todas direcciones
gritando que debe atraparlos, ella comienza a corretear con los niños
riendo y gritando, hasta que uno de ellos casi le hace chocar con el
señor y su abundante desayuno.

Entonces fue inevitable que ambos se miraran a los ojos. Jacinta se


detiene mirando fijamente el rostro de don Íñigo, sus sorprendidos
ojos, sus rosados y delgados labios, su cabello peinado y color marrón
claro. Lo mira levantarse y acercarse a ella con firmeza.

- ¿Estás bien?

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Jacinta sintió que se quedaba sin aire, escuchar de nuevo su voz tan
baja era aún más fascinante que recordarla, su rostro comienza a
sentirse caliente e inevitablemente no pudo mantener la mirada en él.

- Perdóneme señor, casi le tiro su comida.

Joaquín se acerca a los niños para regañarlos, se cansaba de decirles


que era muy peligroso corretear de esa forma. Don Íñigo interviene,
al final eran sólo unos niños jugando y no era grave que tuvieran la
necesidad de correr.

- Joaquín déjalos seguir jugando, son unos niños aún, cuando


crezcan deberán madurar y ser hombres y mujeres, es natural
que quieran juguetear todo el tiempo. Además, he estado
disfrutando de verlos.

Con una mirada más a Jacinta, el señor tomó asiento nuevamente,


esperando ver el juego de los niños un rato más, la brisa del lago y el
sol hacían que el día fuera excelente para permanecer debajo de
aquellos árboles. Él le da un asentimiento de cabeza para que
continuaran los juegos.

La muchacha, entonces, se acerca a los niños y les murmura algo luego


de lo cual todos corren buscando en la tierra, ella les había pedido
buscar piedritas para tomar sus resorteras (tirachinas) y tirarlas para
premiar al que lance más lejos una de ellas.

Don Íñigo, entonces se ve en la necesidad de acercarse a ellos para


saber de qué trataba el concurso, así como para ver cuál era el
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ganador, Jacinta le explica en qué consistía tomar la resortera y
lanzarlas a lo que él pide tirar algunas para probarse a sí mismo con
los niños. Todos ríen al ver que el señor no sabía usar la resortera.

Es entonces, cuando Joaquín se acerca a él y le informa que los


pescadores están a punto de terminar su jornada, por lo que debían
apurarse y alcanzar a don Jorge para que éste le informe sobre sus
actividades, con gran decepción los niños le piden venir después para
jugar de nuevo y él accede, mirando a Jacinta con su enorme sonrisa.

Don Íñigo camina rumbo al lago mirando cómo la muchacha y los


niños rápidamente guardan las sobras del almuerzo y se dirigen a la
casa.

Se aproximan al lago y lo primero que el señor nota es el fuerte olor


del agua, así como la baja temperatura de sus proximidades. Es
recibido por don Jorge, quien le muestra los diferentes pescados que
de ahí se sacaban a la venta: carpa, charal, chegua, pescado blanco,
acúmara, tirípichos y allotocas, todos nativos de ahí lo cual los hacía
muy solicitados. Joaquín pide a don Jorge que prepare un bote para
pasear al señor por las aguas del lago, donde se disfrutan tanto las
vistas del pueblo, las islas, el amplio cielo despejado y la fuerte brisa
fría.

Horas más tarde, el señor entra en la casa, con las mejillas quemadas
tanto por el sol, como por el frío del lago y entrega a la señora Matilde
el pescado que trajo consigo para ser preparado en un caldo y que
después de descansar en su habitación bajaría a comerlo. Mientras
sube las escaleras, le pide a Joaquín que le avisen cuando la comida se
encuentre terminada.

Entra en su habitación y, mientras se cambia la ropa, recuerda los


momentos más memorables de su mañana en el campo, el juego con
los niños, la sorprendente comida sencilla pero deliciosa, el viaje por
el lago y, sobre todo, haber visto a su antojo a la muchacha, no podía
esperar el momento en que pudiera preguntarle su nombre, pero

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temía que la joven se sintiera intimidada. Se recuesta en su enorme
cama a soñar con el cabello de la niña, sin ser consciente del tiempo.
Después de un rato, se despierta sorprendido de haberse quedado
profundamente dormido, alguien llama a la puerta, era Joaquín
informando que la comida que solicitó estaba lista y que le esperaban
en el comedor.

Don Íñigo baja las escaleras y encuentra a todo el personal de la cocina


esperándolo en el comedor. En un rincón un poco alejado de todos,
se encuentra Jacinta mirando con curiosidad igual que los demás,
mientras en la enorme mesa le espera un tazón enorme con el
humeante caldo con el pescado que él mismo había pescado. Toma
asiento y comienza a saborearlo, el fuerte olor de la carpa le llega y le
permite obtener un sabor más explícito del espécimen, las suaves
verduras que lo acompañan y el especiado caldo. Al terminar la
porción, se dirige a la señora Matilde:

- ¿Usted cree que el caldo sobrante alcanza para todos?

Doña Matilde lo mira con completa extrañeza, pero finalmente


responde.

- No señor, alcanza apenas para otras dos personas.


- Entonces quiero que se prepare más, que puedan todos los
que trabajan aquí comer al menos una porción del tamaño
que la mía.

Las mujeres no pudieron evitar dejar salir las diferentes exclamaciones


de sorpresa sabiendo que el caldo había sido de su agrado.

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- Espero encontrar a todos instalados en esta mesa a mi
regreso, pues compartiré con todos ustedes una comida en
este horario cada día. Me gustaría que cada uno me expusiera
los detalles que hace falta mejorar en la casa y cada fin de
semana, los ganaderos, agricultores y pescadores
compartirán conmigo de igual manera. Esperen mi regreso.

El señor sale de la casa y deja a todos anonadados, ellos conocían muy


bien a don Francisco y era querido por todos por sus modales y su
facilidad con todos, pero no esperaban del nieto un comportamiento
similar. Doña Matilde pide a todos los ahí congregados movilizarse con
los ingredientes del caldo sin dejar de mirar la puerta, para prepararlo
a la brevedad posible y no decepcionar al señor.

Jacinta sale de la casa y lo mira caminar por el camino principal,


alejándose y tomando dirección al viejo sauce, con palpitaciones cada
vez más fuertes y agitadas se dirige al camino por detrás de la casa,
para llegar antes y mirar lo que el señor tenía planeado hacer.

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Capítulo 4.

El frío de las piedras tan grandes y llenas de humedad rápidamente le


hacen perder el calor ganado por el caldo que comió y por permanecer
dentro de la casa, don Íñigo camina firmemente entre la grava y la
hierba del campo evitando rocas grandes y desiguales, observa el
paisaje a su alrededor tan lejos como le permite la vista, admira las
nubes, las montañas y cerritos, el abundante lago y sus islas, al mirar
hacia atrás ve que el camino baja en pendiente ligera y larga, dejando
a la hacienda cuesta abajo. Él avanza disfrutando del aire frío que roza
agresivamente sus mejillas, notando la resequedad en su piel, cae en
cuenta de que la vida que se lleva aquí es indómita si se compara con
la vida de la ciudad, llena de finura y modales pero siempre vacía y
competitiva. Es entonces cuando concuerda con su abuelo, este es sin
dudas un paraíso, un lugar que te permite disfrutar el proceso del
fruto del trabajo. Don Íñigo aprendía de su gente que, en el lugar
donde ahora tendrá su hogar, se venera tanto a la vida como a la
muerte, todo el año comparten conversaciones, bromas y lazos
afectivos de diferentes índoles y durante unos días celebran a la
muerte y a sus difuntos, hacen un gran festival que ni siquiera necesita
organización, todos saben qué hacer y cómo llevarlo a cabo. Y al final,
todo transcurre casi perfecto.

Poco a poco, se va acercando al viejo árbol seco, extrae de su abrigo


la ramita que la muchacha le regaló, va hasta el árbol y descubre que
en realidad no está seco, sino que perdió ya todas sus hojas víctima
del otoño ya entrado, nota que la corteza está demasiado húmeda,
como si estuviera más cerca del lago de lo que realmente está,
también se da cuenta de que la ramita está demasiado seca para
haber sido cortada en no menos que seis meses atrás. Comienza a
rodear el árbol inspeccionando la inusual apariencia, por la forma de
las ramas y de la corteza deduce que se trata de un viejísimo sauce,
de al menos tres centenares de edad, agredido por los elementos y el

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tiempo. De pronto se preguntó cómo apareció aquí, cuando no es una
especie nativa de este país. Nota en el suelo que la tierra está
apisonada (que ha sido pisada constantemente), el lugar está
aromatizado de flores de cempasúchil (tagetes erecta, flor utilizada en
el rito de día de muertos en México), también restos de una resina
seca que se usa para quemar y sahumar sitios, ambas de un aroma
particular y fuerte. Se inclina para tomar del piso una pequeña parte
de la resina, conocida como copal, la acerca a su nariz para percibir
mejor su olor.

Cerca del sitio, detrás de una roca particularmente grande, se


encuentra Jacinta, mirando a hurtadillas lo que hace el señor que
realmente parece tener curiosidad por aquel mundo tan lejano para
los ricos, así que decide acercarse, es el momento.

Don Íñigo advierte que la niña se acerca a él, sin duda lo ha seguido,
también sabe que es momento de tener una charla con ella.

Jacinta camina despacio pero con seguridad, es evidente que conoce


el sitio, don Íñigo permanece mirando el tronco, intenta no intimidar
a la chica, sin saber que su sola presencia es suficiente para ponerle
los nervios agitados. Ella llega y toma asiento en el suelo frío y quizás
húmedo.

- No deberías sentarte en ese piso, podrías enfermarte.

- Estaré bien, estoy acostumbrada. Además, estos días la niebla


del frío no se acercará al árbol, es la otra niebla la que vendrá
y esa es calientita.

Don Íñigo tarda un par de momentos en darse cuenta de lo que ella


dijo, así que la observa por primera vez desde que llegó a su lado.

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- ¿A qué te refieres?

- Esta época está llena de lo que usted llama mitología, pero no


de la griega, sino de la de esta tierra.

- ¿Mitología griega? ¿La conoces?

- Claro, su abuelo me enseñó, dijo que quería que alguien


supiera un poco de historia, porque a usted le gustaba.

Don Íñigo siente que de pronto su cara se calentó, sabe que se


enrojeció recuerda muy bien la sensación, pues de niño la gente no
paraba de hacerle halagos. Jacinta sonríe ante su reacción.

- En el pueblo hay un pequeño grupo de personas que


realmente son indígenas, su abuelo me enviaba muy a
menudo con ellos, quería que yo no olvidara mis orígenes,
hasta que supe el porqué. En este país existen muchísimos
mitos, leyendas y cuentos, que los antepasados creían que
eran reales, algunos sí lo son.

Él nota que ella de pronto cambió su tomo, por uno más bien
nostálgico.

- Podrías contarme, realmente me has intrigado.

- Hace muchos años, éste árbol no era un árbol, sino un


hombre, un guerrero que se enamoró de una mujer de quién
no debía. Ella era portadora de una fuerte profecía, la de la
Media Luna.

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- No conozco esa leyenda. Nunca escuché hablar de ella en el
colegio ni en los círculos sociales que frecuentaba. Ni siquiera
en las cartas del abuelo.

- Esa leyenda estaba tan protegida, que sólo unas pocas


personas aquí sabían de ella. Dice que una niña nacerá con
una marca que la señala como elegida, esa marca es tan
extraña, ya que cada semana cambia su forma, siguiendo las
fases de la luna. Su abuelo tuvo que enseñarme un poco de
astronomía, para entender qué tan exacta era.

- ¿Lo era?

- Si, tan exacta, que le voy a pedir que mire en el cielo a la luna,
y le mostraré algo.

Don Íñigo mira entonces al cielo y, como si se tratara de un mandato


divino, un espacio entre las nubes mostró por breves momentos a la
luna, mostrando claramente que se encontraba en cuarto creciente.
De pronto, ante sus ojos, Jacinta muestra su muñeca y un nítido lunar
exactamente igual a la luna en cuarto creciente. Él la mira
completamente impresionado.

- Esto es imposible, ¿Cómo?

- Resulta que a su abuelo le encantaba reunirse con esas


personas, él adoraba platicar con ellos, le llegaron a querer y
a respetar tanto, que le contaron todos los secretos que ellos
poseían, incluyendo la leyenda. Así, cuando llegué a la
hacienda, él supo quién era yo. Me llevó con los ancianos del
pueblo, quienes revisaron mi marca y decidieron que yo era
la niña de la profecía. Él también dedicó muchos años a
enseñarme, él quería que usted y yo nos conociéramos, y que

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usted supiera de la profecía. Por eso lo seguí cuando vi que se
dirigía hacia este lugar.

- Eso lo explica, pero, ¿en qué consiste esa profecía?

Antes de que Jacinta comenzara el relato, mira un momento hacia el


cerrito un poco más adelante, donde ella percibe salir a la niebla de
una pequeña cueva muy escondida. Ella sonríe al saber que los
espíritus desean que ella continúe con lo que debía.

- Antes de que comiences, - dice Íñigo.- Me gustaría saber tu


nombre, pues hasta ahora no lo sé.

- Me llamo Jacinta. Su abuelo así lo decidió.

- Gracias, Jacinta.

- Tengo entendido que la profecía apareció unos años antes de


la conquista Española, hasta ese momento sólo contaban con
los escritos hechos por los primeros sacerdotes, o brujos,
como les llamaban los europeos. La profecía decía que la niña
que naciera con la marca, dada por Tata Juriata, el dios del sol,
debía llevar a cabo un sacrificio de sangre cada mes para lavar
una gran penuria, debido a que en aquella época no habían
presenciado la profecía llevarse a cabo, mal interpretaron la
situación, ellos creían que la joven debía sacrificarse por su
pueblo, para lavar los desastres provocados por ellos mismos.
Al parecer esa profecía estaba destinada a la gran conquista,
pues después se supo que los europeos entraron a puertas
abiertas a través de un engaño, que provocó una gran
matanza, enfermedades, miseria a nuestra gente… Ése error
les costó demasiado. Pues la niña que portaba la marca, creció
siendo preparada para ser sacrificada, no para realizar

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sacrificios de sangre, como sacerdotes fue un grave error de
interpretación, pues ella jamás vio en su vida a un hombre, así
que se enamoró del primero que ella vio, un guerrero que
espiaba los vaivenes de las comitivas en el día del sacrificio,
ellos atacaron y mataron a todos, excepto a la mujer. Ellos
huyeron juntos, hasta este lugar, donde los sacerdotes los
esperaban y los maldijeron…

- Esas personas del pueblo, ¿Tenían toda esa información


guardada?

- Exacto, ¿qué persona ajena a ellos comprendería la gravedad


de algo así? El último sacerdote de su estirpe, aún vive, la
gente dice que es un brujo, pero en realidad él es de una raza
diferente, según ellos los sacerdotes de esta región fueron
especialmente creados por Tata Juriata y fue él quien les
enseñara todo lo que sabían, las artes de hacer magia,
adivinación, curación; como castigo, Tata Juriata les quitó
muchas de sus habilidades, los dejó prácticamente ciegos,
pues no eran para nada comunes, ellos nacían sabiendo
muchísimas cosas. Así que vieron caer a su pueblo por
enfermedades para las que no conocían cura y armas para las
que ningún escudo estaba preparado.

- Entiendo, ¿Saben ahora cómo debía llevarse a cabo la


profecía, entonces?

- Sí. Con la llegada de diferentes culturas provenientes de


Europa, llegaron también otras maneras de hechicería, como
ellos llamaban, se trabajaron los escritos dejados por aquellos
que describieron la profecía y se concluyó que se trataba de
un ritual que la elegida debía hacer, tenía que ver todo con los
ciclos lunares y con el ciclo de las mujeres, no se trataba de un
sacrificio. Ése fue el fatal error, asesinaron la fuente de su
salvación. Ahora, la gente aún no se recupera de ese duro
golpe, tanto a sus creencias como a sus vidas futuras, cada vez
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más gente es miserable por su condición, se vienen tiempos
en los que se vivirán peores situaciones, sólo el grupo del
pueblo son descendientes directos y puros de aquellas
personas, los demás somos todos mestizos.

- Espero que algún día pueda conocerlos, me gustaría saber


algunas cosas.

- Seguro lo hará, ellos lo están esperando, desde que su madre


dejó de traerlo, ellos le esperan para continuar su
aprendizaje…

- ¿Qué aprendizaje? He de decirte que tengo muy pocos


recuerdos de mi abuelo, lo demás está olvidado.

- No se preocupe por eso, ellos saben cómo despertar esos


recuerdos.- Jacinta sonríe cálidamente.

Para ese momento, la niebla ya está demasiado cerca, tanto que le


sorprende que el señor apenas la percibiera, su sorpresa es fácilmente
visible, ella se pone de pie y se acerca a la neblina con suavidad
reverencial, hasta quedar cubierta por ella, es cuando Jacinta cierra
sus ojos y pareciera flotar dentro de una densa nube. Él se incorpora
también y se acerca a ella, nota la suave humedad de la niebla y, tal
como ella decía, no estaba fría, sino cálida, se sentía casi como el calor
de una persona, reconoce un suave olor de agua limpia, no del lago,
sino al agua de los manantiales que nacen de la tierra, él cierra
también sus ojos, y ante él aparecen un hombre y una mujer, ambos
muy jóvenes, ellos le sonríen y hablan en lenguas que él no conoce,
pero intuye las palabras de ánimo y aliento que ellos le dan, sonríe
para ellos y se deja llevar por sus voces, se siente flotar igual que
Jacinta, ya no siente el frío de la intemperie, ni el cansancio de andar,
ni la humedad del suelo adherida a sus pantalones.

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Unas manos suaves le tocan el rostro y él despierta de una dulce
ensoñación, lentamente abre los ojos y mira el delicado rostro de
Jacinta, ella le observa despertarse y le ayuda a ponerse de pie,
notaron que el sol se está ocultando por el horizonte y ambos se
apresuran a ir a la casa, y al delicioso caldo que les espera…

21
Capítulo 5.

Habían pasado meses desde la última vez que departieron así con el
dueño de las tierras, según la mayoría del personal era demasiado
pedir que el nieto fuera igual en gustos y carácter a don Francisco,
pero no era exageración que fuera demasiado agradable poder
presenciarlo: las risas, las pláticas, las memorias que cada quién le iba
contando al joven señor, y las nuevas que él les iba compartiendo
sobre su vida en la ciudad.

- Señor, sin ánimos de ser indiscreta, y a petición de las


muchachas que no paran de preguntar, ¿hay alguna joven
dama a la que usted dedique sus afectos?

La pregunta que fue dirigida a don Íñigo, no hizo sino ruborizar a más
de diez chicas, pues era más que obvio que llamaba la atención, y así
como estaban casi todas escondiendo el rostro en sus rebozos era
notorio que estaban atentas a la respuesta. Más el joven señor frunció
ligeramente la frente, intentando responder sin perjudicar a nadie y
sin obviar que de hecho sí existía dicha dama, pero no era quién ellas
creerían, salvo por el detalle de que sería comprensible para todos y
que mantendría el tema zanjado.

- Sí, la hay. Pero con los cambios que ha dado mi vida y


aspiraciones, dudo mucho que ella acceda a venir a la
hacienda, ella es muy de ciudad, no creo que sea apropiado
hacerle cambiar sus pasatiempos y fijaciones, las damas de la
ciudad capital son en extremo delicadas, tanto de condición

22
física como mental, así que hacerla venir no haría sino
enfermar…

La señora Matilde no esperaba semejante respuesta pero lo


comprendía, la vida en el campo era muy exigente, sobre todo para
las amas de casa, ya que debían trabajar muchísimo ayudando y
aprendiendo, entonces en el caso de la susodicha dama aspirar a un
matrimonio con un hacendado sería de lo más trágico. De pronto se
escucha entrar a Joaquín y sus amigos, todos felices, pues hacía un
rato que salieron prometiendo regresar, don Íñigo lo mira entrar
completamente desencajado y colgando de los hombros de dos de sus
amigos ebrios a más no poder, algunos colocaron en la mesa varias
botellas de tequila, traído de la tequilera que ahora perteneciera al tío
de don Íñigo.

Rápidamente se vuelve todo un caos de gente llevando hombres


ebrios y otros dando órdenes, don Íñigo solamente los mira hacerlo,
sorprendido nuevamente de la capacidad de respuesta que esta gente
poseía, no importaba la situación en que se encontraran, ellos sabían
qué hacer, nadie esperaba una orden. Fue entonces que una serena
señora Matilde le pide retirarse a su habitación a descansar, pues todo
estaba bajo un rígido control.

Él se levanta de la mesa, sin evitar despedirse de todos, les desea las


buenas noches y sube lentamente a su alcoba, en las estancias
superiores, curiosamente no se escuchaban los ruidos del ajetreo en
la planta baja. Apenas habían pasado unos días de haber llegado y
seguía sin saber cómo manejar a estas personas sin que pareciera que
se metía demasiado en sus tareas, pues era obvio que él poco sabía
del campo, apenas podía identificar algunas de las plantas que crecían
afuera, lo que significaba que en el sistema de educación que él tuvo,
incluso, tenía algunas fallas.

23
Don Íñigo se sumerge en un profundo sueño, que le muestra escenas
mezcladas de la ensoñación y la plática con Jacinta y de la velada corta
con el personal después de comer el caldo de pescado. Pronto se vio
acribillado con las preguntas de las mujeres, todas le recriminaban no
ser la depositaria de sus afectos, hasta una Jacinta malhumorada le
reclamaba esa respuesta, él se debatía desesperadamente tratando
de explicarle que eso debía decirles para evitar peleas innecesarias
entre las mujeres, se sentía desesperado hasta que alguien tocando a
su puerta lo saca de esa profundidad.

Entra Joaquín con una notable resaca a informarle que el mensajero


acababa de llegar y que debía prepararse para recibir al administrador
y al abogado. Era el momento para lucir complacido por la gran finca
y los negocios locales, que eligió el traje de casimir azul marino,
combinado con camisa blanca y botas negras hasta las rodillas, por
una razón que aún no entendía, su madre ordenaba siempre la moda
de Londres, si bien la señora Margarita era un poco extravagante,
prefería destacarse de una manera poco favorecedora, pues gastaba
demasiado el dinero. Cada año, le enviaba varios baúles cargados de
ropa y accesorios traídos de Europa, por lo que tenía de más para usar.

Le pide a Joaquín llevarlos al estudio de su abuelo en cuanto éstos


llegasen, listo para pasar varias horas con los dos caballeros y revisar
lo que le había dejado don Francisco.

El joven señor se encontraba ansioso por tener la tan esperada charla,


en donde se le haría entrega oficial de la finca y las tierras para
gestionar y dar por finalizada su instalación, se encamina hacia el
despacho y nota que de allí salen varias mujeres, quienes previamente
habrían hecho la limpieza del lugar, entre ellas Jacinta que, con los
ojos enrojecidos, se apura y deja a las demás detrás de ella. Don Íñigo
la mira con extrañeza, entra en la pieza y toma el asiento principal del
despacho, una enorme silla de madera oscurecida, tan elegante como
su abuelo en la corta memoria suya. Se percata de que no había
entrado ahí y decide explorar un poco, viendo varias pinturas adornar

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la habitación, escenas del lago y las montañas, firmadas por el mismo
don Francisco, mostraban pinceladas llenas de cuidado y esmero, así
como un colorido bastante peculiar donde el autor presumía el amor
dedicado a su hogar.

Un enorme librero engalanado con libros en varios idiomas, tanto de


literatura como de filosofía, de ciencias y de religión, entre ellos había
figurillas de esculturas famosas, jarrones de diferentes partes del
continente asiático, algunos con flores secas y ramos de hierbas que
aún conservaban aromas, velas gastadas y cajitas de madera
adornadas. Llaman en la enorme puerta de madera y Joaquín escolta
al administrador y al abogado, hombres bajos de estatura y
complexión robusta, ambos familiarizados con Joaquín, entraron
riéndose de la apariencia del encargado y de su resaca.

Don Íñigo no puede evitar reír con ellos, pues de verdad era
lamentable el estado de Joaquín, los invita a ponerse cómodos en el
sillón cerca de una gran ventana.

- Íñigo veo con placer que te has acomodado en la finca, -


comenta el abogado Humberto - y que te llevas bien con la
gente. Sin duda todos aquí son personas agradables.

- Sí, en varias ocasiones me he sentido impresionado por su


capacidad de respuesta, ni siquiera tengo que pedirles algo,
cuando lo necesito ya lo tienen listo. En realidad me preocupa
cómo lidiar con eso, creo que nadie aquí necesita un señor
que pida cosas o los mande.

- Cierto Íñigo, - interviene don José, el administrador - estas


personas saben qué hacer, pero eso es debido a que nacieron
y crecieron aquí, los varones ayudan a sus padres desde niños
y las mujeres igual, ayudan a sus madres. La única excepción
que tienes es Jacinta, ella aprendió de don Francisco, porque
ella llegó aquí siendo bebé, sin padres, fue encontrada cerca
25
del lago. Tu abuelo le puso su nombre, pero no la llevó a
registrar, para el gobierno ella no existe.

- Sobre eso, ¿tienen alguna información? ¿Cómo es posible


esto?

- Nosotros tampoco sabemos, - dijo don Humberto. - Tu abuelo


la menciona muy pocas veces en sus cartas, donde pide
extrema discreción, él le regaló un pequeño huerto, dentro de
la hacienda, es lo que rodea su pequeña casa, era su modo de
protegerla, pues la hacienda la guarda. Quizás es mejor que
hablaras con ella, muchos detalles sobre el asunto se los llevó
tu abuelo a la tumba.

Él sabía que en ese caso no tendría más detalles sobre el asunto, así
que decide darlo por terminado, y se levanta a servir tres vasos con el
tequila favorito de don Francisco.

- Está bien, pasemos entonces a lo que nos cita el día de hoy.

Jacinta permanece sentada en el gran patio, esperando


pacientemente a que la reunión termine, ella cree conocer algunas de
las preguntas que el joven señor hará a los invitados. Incapaz de hacer
otra cosa, sino esperar, se queda mirando la gran ventana del
despacho, y por un breve momento aparece don Íñigo sonriendo a las
bromas que le hacen sobre el revuelo que causó el joven al llegar en
las mujeres solteras, don José le jugaba bromas a don Íñigo sobre el
tema, nada sorprendidos de que así fuera, lo que logró que Jacinta
sintiera una pequeña punzada de celos.

Se escuchan salir del despacho, don Íñigo detrás de ellos


despidiéndose de ambos y viéndolos partir por el terroso partido, ella

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nota que el joven señor llevaba un paquete de cartas en las manos y
que luego sube a su alcoba. La señora Matilde la llama para que se
prepare para limpiar la habitación, mientras ella se lleva los vasos
usados durante la visita, Jacinta reúne una franela y un cubo con agua
y se dispone a entrar al despacho.

Don Íñigo mira atentamente el paquete de cartas, se decide y lo abre,


la mayoría contiene indicaciones para futuros problemas y una en
particular tiene su nombre escrito a secas, reconoce la caligrafía de su
abuelo, la toma y la lee.

Hijo mío, sé que no me recuerdas y que tienes muchas preguntas, yo sí


te recuerdo y puedo decirte que no existen las casualidades. Sabiendo
cómo eres y anticipando tus acciones, debo suponer que para el
momento de recibir esta carta, la existencia de Jacinta te ha
conmovido, debo suponer que ella ya te habrá contado sobre la
leyenda de su pueblo, la leyenda es cierta, he comprobado con mis
propios ojos todo lo que ella te habrá contado. En estas tierras aún
persiste una magia muy antigua, ejercida por deidades que ni siquiera
imaginamos, y la vida aquí debe llevar cierto curso para mantener un
equilibrio.

Notarás que nuestra hacienda no cuenta con iglesia ni capilla, ten en


cuenta que somos intrusos aquí y respeta de acuerdo a esto: tú eres
dueño pero sólo de nombre, es una manera de proteger lo que ocurrirá
y tendrás que presenciarlo, quizás debas participar. Nuestra familia se
opuso a todas las atrocidades que se cometieron para llevar a cabo
una conquista. Al saber que aún se hacían injusticias, nuestros
antepasados viajaron a esta tierra de colores y sabores.

Por si aún no lo has aprendido, somos caballeros cuando damos


nuestra palabra más comprometida a un bien mayor, pronto tu
palabra será expresada y será con una noble causa.

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Tendrás días muy duros y no contarás con nadie, más que contigo
mismo. Tu deber será proteger a toda costa a Jacinta, ella es
depositaria de esa antigua magia, con ella caerás en un hechizo del
más hermoso tipo, aférrate a él y aférrate a ella.

Te dejo mi bendición y dejo mi corazón junto al tuyo.

Tu abuelo.

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Capítulo 6.

Jacinta no recordaba haberse sentido más nerviosa en su vida. Se


había encontrado sentada en el patio, viendo partir al abogado y al
administrador, cuando don Íñigo la observa con una mirada
ensoñadora y luego sube a su habitación. Doña Matilde le pide
entonces que se prepare para hacer la limpieza del despacho. Minutos
más tarde, Jacinta pasaba suavemente la tela de franela húmeda por
los muebles, ya que el polvo entraba por las ventanas, ella se distraía
imaginando aquellos ojos verdes contemplativos, que le parecían
mirar en su alma.

Se abochorna al pensar que leyeran sus pensamientos, ciertamente


los que dedicaba al nuevo señor no eran propios de una muchacha. En
un intento por despejar su mente mira alrededor, recordando las
pláticas con don Francisco, los libros que le enseñó a analizar y las
bromas sobre casarse con Joaquín y él con doña Matilde, ambos se
divertían con aquellos escenarios. Se acerca a darle una pasada a la
gran silla, a pesar de que aún le causaban risa sus comentarios, no
pudo evitar extrañarlo, él fue su única familia, ligeras lágrimas le
comienzan a caer por las mejillas, solloza un momento y sigue con la
limpieza.

Don Íñigo baja lentamente hacia el despacho, las líneas de su abuelo


aún rondan sus pensamientos, era obvio que él deseaba que se
acercara a Jacinta en más de un modo. Se detiene en el umbral de la
estancia, pues la puerta estaba abierta, observa adentro a una familiar
muchacha dando pasadas con una tela en los muebles, sin prisa y con
esmero, entra despacio para no asustarla y toma asiento en el sillón
de junto a la ventana. Ella tarareaba una melodía muy triste, tan baja
que era difícil de notar, recuerda que su abuelo la había criado y
comprende su tristeza.

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- No tengo muchos recuerdos de mi abuelo, pero al conocerlos
a todos aquí, puedo imaginar el tipo de persona que era.

Jacinta casi da un traspié, al darse cuenta de su presencia, se voltea


lentamente para mirarlo. Él miraba por la ventana, como si apreciara
una escena.

- Cuando era muy pequeño, discutió con mi madre y nos


fuimos, al parecer el problema era irreconciliable.

- ¿Sabe usted qué problema era?

- No, según mi madre el abuelo quería que ella permaneciera


aquí con él y ella no accedió y jamás volvió a hablarme de eso.

Jacinta tenía que hacer un gran esfuerzo por concentrarse, pues la voz
del señor era baja y calmada, casi susurraba. Ella estaba teniendo que
luchar con las distintas emociones que aquella voz le causaba. Si don
Íñigo supiera lo que le hacía sentir…

- … por lo que nunca lo conocí.

Él sonríe al ver que ella estaba distraída, era la primera vez que la
observaba de esta forma. Ella nota, con su rostro enrojecido, los
pequeños hoyuelos que se le formaban al reír. Su risa era demasiado
divertida y la hace sonreír también, siente que algo revolotea en su
estómago, había olvidado la tristeza que hacía minutos mostraba. Él
la mira sonreír y siente que su corazón se detiene un momento, para
luego latir desbocadamente.

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Pronto, las palabras de la carta se cuelan entre ellos, “ella es portadora
de una magia antigua, deberás protegerla a toda costa”, su rostro
vuelve a la seriedad de siempre y su mirada se clava en sus
asombrosos ojos café.

- Niña…

Jacinta lo mira y siente sus rodillas temblar…

- ¿Podrías leer esto y decirme lo que significa?

Le entrega la hoja, cuidadosamente doblada y al notar la caligrafía de


don Francisco, sus ojos nuevamente se llenan de lágrimas, tomó
asiento en una silla frente a él. Al terminar de leer, su mirada se dirige
a él, quien espera pacientemente a que se exprese, pero al notar sus
lágrimas corre a cerrar la puerta, para que no fueran interrumpidos y
ella se sintiera en confianza. Regresa y observa que lloraba
abundantemente. Él hinca una rodilla ante ella y le toma el rostro
entre sus manos, con su pulgar limpia sus mejillas. Él sin duda
comparte su dolor.

- Él fue como mi padre y se ocupó de mí como tal, a pesar de


no tener padres ni de saber de dónde venía yo. Él tenía
contacto con el brujo del pueblo, así que cuando me trajeron
y vio mi marca, supo que debía llevarme con el brujo, él sabía
quién era yo, me amó cuando los demás me temían, incluso
cuando llegaron a lastimarme. Ahora él se fue y estoy sola...

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Jacinta se sostiene de un brazo de don Íñigo, nota su fuerza y se
permite confiar en ella. Entonces se pone de pie rápidamente y sigue
con el trabajo que debía estar haciendo, sin limpiarse las lágrimas. Don
Íñigo la mira detenidamente, se pone de pie y se acerca a ella.

- Yo estaré para ti, en la forma que desees, no permitiré que


nada te lastime, lloraremos juntos la pérdida de mi abuelo,
reiremos con sus recuerdos, sólo déjame estar cerca de ti, no
soportaría que estés sola con esta carga.

Jacinta lo mira de lado, gira y toma una de sus manos, más grandes
que las de ella, que temblaban un poco.

- Nada me gustaría más, pero temo que se hable a sus espaldas,


suficiente es que se hablen cosas de mí, no soportaría que
usted saliera afectado por eso, señor.

- Por favor, me gustaría que me llames por mi nombre, al


menos cuando compartamos algo en soledad, como ahora.

Él la mira expectante, lo único que desea con esto era escucharla decir
su nombre, al menos una vez.

- Pero, don Íñigo, no podría… - Ella se ruboriza tan suavemente,


que su rostro parecía aún más delicado a la vista del señor.

Don Íñigo sonríe, en otra ocasión será entonces. Él regresa y toma la


olvidada carta de la mesilla, y se retira de la habitación, había más
32
documentos que debía revisar y ella debía cumplir con lo que se le
pidió, pues de lo contrario la señora Matilde descargaría en ella un
fuerte regaño.

En su habitación, se permite ensoñar con la charla con Jacinta. Ella le


hacía poner atención como no lo hizo con ninguna mujer que su
madre le presentaba, buscando acomodarlo en alguna familia
distinguida, pero todas en comparación eran desabridas y sin gracia,
aún con su amplia educación, ellas sólo buscaban casarse. Jacinta
había recibido conocimientos de su abuelo, un reconocido rebelde en
la familia, pues de joven había decidido aprender por su cuenta lo que
cada temporada le provocaba entusiasmo, en lugar de la prometedora
carrera en leyes que sus padres le arreglaron, yéndose entonces a
trabajar con boticarios, contadores, sastres, cocineros y lo que se
encontraba, llevando una vida para nada holgada, luego llegando a un
pequeño pueblo en el estado de Michoacán, llamado Pátzcuaro,
donde aprendió a pescar, a arrear ganado, a atender caballos, a
sembrar cosechas; a menudo recibía de sus padres cartas, donde le
suplicaban volver y donde se lamentaban de lo que costaba
localizarlo, pues se había ido sin decir ni media palabra.

Hasta que un día, dejó de recibir cartas, tiempo después se enteró de


que sus padres habían enfermado, luego recibió la visita de un
abogado, que llevaba los documentos oficiales de la herencia de sus
padres, como hijo único debía recibir los bienes que ellos poseían, sin
la intención de mantenerlos ni de venderlos, los alquiló a un precio
bastante accesible y con esas ganancias fue que consiguió lo que
después tendría. Unos meses después, conoció a quién fuera su
esposa, doña Carmen, la hija del dueño de la tequilera, quién también
era hija única. Pero ella había nacido con problemas del corazón y
murió joven. Los padres de ella arreglaron que los hijos nacidos serían
educados con maestros en casa y a la niña, Margarita, una institutriz,
razón por la cual ambos tenían educación para las relaciones sociales
y no deseaban tener nada que ver con la hacienda, don Juan tenía
asegurada la herencia de sus abuelos maternos, pues había sido
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estipulado que al fallecer su padre, esta pasaría a ser de él; y doña
Margarita había crecido con los más altos estándares y desposó a un
acomodado juez de noble cuna. Don Íñigo había nacido en la hacienda,
en fechas en que su madre visitaba a don Francisco, a pesar de que se
le prohibió realizar viajes en su avanzado estado de embarazo, poseía
la terquedad de su padre, pero ahí terminaban las semejanzas.

Don Íñigo comienza entonces a estudiar los libros que sólo él debía
llenar, revisa lo que los diferentes encargados debían llenar y las
diferentes actividades que llevaban a detalle, él deseaba mantener un
seguimiento como el de su abuelo, quien podía sustituir a los
trabajadores en casos de emergencia. Se quita varias ropas de encima
buscando su comodidad, quedando en su pantalón y una camisa
ligera, en ese momento la puerta de su alcoba se abre y recibe a una
sorprendida Jacinta, con la cena en las manos.

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Capítulo 7.

No había tardado demasiado en terminar de limpiar el despacho,


cuando saliendo de la habitación la señora Matilde le pide subir la
cena al señor, quién se encontraba estudiando unos documentos y
nadie se atrevía a subir y molestarlo, así que ella debía atenderlo. A
pesar del resentimiento general hacia Jacinta, todos sabían que ella
era la más cercana al señor, antes incluso que Joaquín. La hacen
esperar por los platillos en el comedor, luego de media hora se
encontraba todo listo para ser llevado a la alcoba de don Íñigo.

Jacinta sube las escaleras lentamente, aún con las últimas palabras
dichas por don Íñigo frescas en la memoria, las rodillas le amenazan
con flaquear conforme va subiendo, de todas las veces que se imaginó
la vida con el nuevo señor cada vez que don Francisco lo mencionaba,
no se acercaba a la realidad. Ella esperaba que de algún modo el
heredero fuera un hombre demasiado exigente, pero de nuevo se
sorprendía de que fuera tan similar en carácter a su abuelo.

Ella se acercaba lentamente a la habitación de don Íñigo, tratando de


pensar en lo que tendría que decirle por la interrupción que tendría
que hacerle, como llevaba una bandeja algo pesada, la apoya en una
mesa decorativa a un lado de la puerta, toca levemente para llamarle
y no ser tan inoportuna, pero no obtiene respuesta, así que tuvo que
suponer que el joven se encontraba en el cuarto de baño, relajando
su cuerpo de las tensiones del día, abre la puerta sin hacer demasiado
ruido y entra.

Sin poder evitarlo, tuvo una vista demasiado íntima del joven señor,
él se encontraba descalzo y con pocas prendas sobre su cuerpo, la
camisa casi transparente con los botones desabrochados, realmente
mostraba gran cantidad de piel y ella, lentamente y enrojecida, se
voltea para salir de la habitación.

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Don Íñigo corre a calzarse unos zapatos de descanso y un enorme
abrigo, para recibir a la muchacha con lo que fuera que llevaba en las
manos. Se acerca a la puerta y la observa con la cabeza baja, en una
esquina más cercana a la escalera que a su puerta, se acerca a ella y le
retira la bandeja de las manos.

- Por favor, entra.

Jacinta lo sigue aún con la cabeza baja, su rostro seguía un poco


ruborizado por la situación que acababa de presenciar. Sin duda ella
no esperaba ni deseaba provocar incomodidades, ya había
demostrado ser una mujer prudente y con buenos principios, así que
no la malinterpretaba.

Ella lo observa cerrar con cuidado la puerta y avanzar hacia ella


lentamente, como pensando el modo de darle una reprimenda. Para
su sorpresa, él toma asiento en su escritorio y comienza a comer la
cena, sin decir nada en absoluto. Jacinta solamente lo observa, sin
saber qué hacer mientras, así que mira por la habitación, recordando
los detalles que don Francisco solía mantener, entre ellos las pinturas
que adornan casi todas las paredes de la casa, pintados por él mismo
en diferentes épocas del año.

- Mencionaste que había personas en el pueblo que conocieron


y apreciaron a mi abuelo, hay algunos detalles sobre todo aquí
que he de suponer que ellos sabrán.

Jacinta lo escucha sin mirarlo y responde confirmando lo que había


dicho. No se da cuenta de que el señor se acerca a ella sin hacer sonido
alguno.

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- Mañana iremos, necesito hablar con ellos.

Ella respinga por la cercanía de don Íñigo, ella únicamente esperaba


que él reaccionara a la interrupción de su descanso. Pero nuevamente
él la sorprende con su carácter amable y demasiado suave, algo casi
en contra de su apariencia, pues si bien sus rasgos eran muy parecidos
a los de su abuelo, tenían ciertas diferencias que lo hacían parecer un
poco rígido en sus modos, como sus labios más delgados y pálidos, su
nariz recta y alargada, pómulos altos y mentón firme, todo rivalizaba
con sus ojos verdes y mirada suave, que le daba un aspecto infantil y
noble.

Él nota que ella se encontraba muy afectada y no deseaba presionarla


demasiado, pero tampoco quería que se fuera aún, le otorgaba una
sensación de tranquilidad que había tomado varios momentos darse
cuenta de lo que había pasado y antes de poder hacer algo ella ya
había salido de la alcoba, sin irse demasiado, pues sabía que llevaba
algo para él.

- Si te sientes muy incómoda conmigo está bien si te quieres ir,


yo bajaré más tarde los platos, no me gusta que te sientas
obligada.

- No lo tome así, no fue oportuno de mi parte, yo llamé a su


puerta y no escuché su respuesta, así que pensé que estaba
en el cuarto de baño y entré a dejarle su cena. Nunca quise
importunarlo.

- En realidad, no quiero que te vayas, menos aún si te sientes


inoportuna, creo que eres en quién más puedo confiar en esta

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casa. Para mi es importante, pues soy un extraño en
kilómetros.

Jacinta lo mira y siente cómo sus párpados bajan un poco, se acerca a


ella un poco más haciendo que ella tuviera que mirarlo inclinando
hacia atrás la cabeza, si él supiera lo que su relajado y desaliñado
aspecto le hacía sentir, el mar de sensaciones que la llenaban, desde
el suave y persistente aleteo en su barriga hasta el revoloteo de su
corazón. Su confianza en ella le hacía lucir tranquilo y sin prisa por
nada, comprendió entonces que para él quizás sentirse desenfadado
era un lujo entre gente que apenas conocía, y decidió soltar esa
preocupación, mirándolo detenidamente se permitió beber de su
aspecto y presencia.

- No se preocupe más, sin importar cuán inquieta me sienta,


estaré relajada, pues usted también me hace sentir tranquila
y con confianza.

Don Íñigo le sonríe y regresa a terminar la comida, él debía terminar


de estudiar los libros y ella debía regresar con los platos a la cocina,
para después ir a dormir.

- Anda, llévate los platos, si lo termino todo no podré


descansar, además creo que las demás mujeres deben estar
impacientes por saber lo que viste aquí, y yo no quiero que
tengas problemas.

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Ella toma la bandeja, igualmente sonriendo ante la perspectiva, él
había visto en varias ocasiones cómo asediaban a la señora Matilde
con preguntas sobre el joven señor, tratando de conseguir una
manera de complacerlo, él suponía que Jacinta sentía la misma
curiosidad por él, pero en su digna manera de dirigirse era algo que
jamás demostraría a las demás mujeres. Además, de ser posible a ella
era a la única en toda la finca a quién él personalmente le respondería
con honestidad y con quien él se permitiría sentir algo trascendental.
Jacinta se acerca para llevarse los platos a la cocina, observa que el
señor acostumbra cenar poco, así que toma nota para pedirle a la
señora Matilde que en adelante le sirvan menos comida. Como era de
esperarse, un pequeño grupo de mujeres la esperaban en la cocina
para interrogarla, todas la asediaron con preguntas dichas de
diferentes maneras, pero que eran lo mismo: ¿El señor estaba
vestido? ¿El señor hizo algo atrevido? ¿El señor mencionó a alguna de
ellas? Y la más insistente, ¿El señor es tan atractivo con cualquier ropa
que vista?

Jacinta no sabía cómo responderlas a todas, pues conocía bastante


bien lo que ellas deseaban saber, y era un secreto que guardaría para
ella por siempre. Ella se limitaba a sonreír y lavar los platos, su
intención no era ser grosera pero tampoco quería que ellas supieran.

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Capítulo 8.

Ciertamente no era la primera vez que soñaba algo similar, las


sensaciones eran las mismas: tener la certeza de ser muy pequeña en
el espacio donde se encontraba y un leve entumecimiento en la
lengua, además de la certeza de que lo que presenciaba era algo
próximo en su vida o algo pasado. Lo que ahora se estaba presentando
ante ella era algo un poco más intenso de lo normal, pues estaba
consciente de que se trataba de un sueño, y aun así no podía
despertar.

Ella se encontraba ante seis hombres que vestían muy


ostentosamente, túnicas muy coloridas, calzados brillantes, ropa que
resaltaba sus posiciones, pero al final de ellos, se encontraba un
séptimo hombre, él destacaba de entre todos, aunque su vestimenta
era notablemente discreta: llevaba una sencilla túnica de tela simple
color hueso con sandalias de cuero rústico, además en sus manos
sostenía unos documentos. Una voz autoritaria le dijo que algún día
estaría en presencia de los seis sabios, pero que debía cuidarse del
séptimo, pues él era quien se encontraba al mando.

Recuerda haber intercambiado palabras con ellos, información de


suma importancia, pero como de costumbre no le fue posible recordar
más. Jacinta comienza a despertar, muy dificultosamente, de nuevo
su cuerpo se tomaba más tiempo del habitual para reaccionar, ella
estaba acostumbrada a este tipo de situaciones, pues le ocurrían muy
seguido.

Se apresura para dirigirse a la casa, donde todas toman un abundante


desayuno antes de que el joven señor baje de su habitación y se le
sirva. Pero ante ella, en el comedor, se encuentran todas las mujeres
de la casa sentadas y a don Íñigo a la cabecera, todos se encontraban
compartiendo el desayuno, al final de la mesa se encontraba un lugar
vacío y la señora Matilde le indica que es su sitio.

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- Hoy nuestro señor nos pidió desayunar aquí, parece que su
sueño fue muy interesante. – La señora Matilde insiste en el
tema sobre saber qué ocurrió anoche exactamente. –
Pareciera que nuestro señor tuvo un escarmiento, pues
cuando llegamos él ya se encontraba aquí, esperándonos.

Don Íñigo responde con una resplandeciente sonrisa, dándole a


entender que sus suposiciones no estaban erradas, Jacinta lo mira
incrédula, sin imaginarse qué clase de juego tramaban los dos, fuera
cual fuese ella debía tener mucho cuidado, un leve error a ella le
podría costar caro.

- Señora Matilde, no debería husmear tan insistentemente en


la privacidad de su señor, independientemente de lo que
sucedió, le digo ahora, no es de su incumbencia.

La señora Matilde y las demás mujeres de pronto voltearon sus


atónitas miradas hacia el señor, pues sus palabras eran más bien una
confirmación de que algo realmente había sucedido. Luego miran a
una Jacinta que no cabía en sí misma de la impresión, el joven señor
era evidente que lo decía para molestarlas y marcar una línea entre
las libertades que se estaban adjudicando en cuanto a su privacidad,
pero lo que él no sabía era que estaba poniendo a las muchachas
solteras en contra de ella, pues si bien eran casi familia todas
competían por convertirse en quien el señor se fijase. Ella se
encontraba en desventaja, en caso de competir con las demás pues
todas tenían familias que respondieran a sus intenciones, pero ella no.

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Sin más, todos terminaron el desayuno en silencio, Jacinta no podía
permitirse ser indiscreta ante ellas, así que evitó mirar hacia don Íñigo,
para evitar ser evidente.

Don Íñigo no podía esperar a estar a solas con Jacinta, si bien lo que
dijo fue para mantener a las demás lejos de ella, parecía que no había
resultado como él esperaba, ella se veía notablemente afectada, así
que en cuanto todos comenzaron a levantarse de la mesa, le pidió a
ella que lo acompañara al estudio, le debía una explicación. Él abre la
enorme puerta de madera y la invita a entrar antes que él.

- Jacinta, lo que dije fue para mostrarles que además de que no


pueden involucrarse en mis asuntos privados, no debían
meterse contigo, es evidente que todos sabían que anoche
fuiste a mi habitación, pero parece que no estás complacida
con el resultado.

- Es cierto señor, no puedo evitar sentirme agraviada, usted no


es consciente de cómo esto me afectará, todas ellas no
esperan más que la mínima oportunidad para acercarse a
usted y convertirse en alguien a quien usted aprecie, cuentan
con los recursos sociales para hacerlo. me refiero a sus
familias. Pero alguien como yo no debería aspirar a nada que
esté relacionado con usted, por mi falta de ese recurso, ellas
tienen ese apoyo, yo no.

- Muchacha, oírte hablar así me entristece aún más. ¿De qué


manera te hago ver que eso no importa? Que tú cuentas con
mi apoyo y es todo lo que necesitas.

Jacinta lo miraba atentamente, desde que había despertado de ese


sueño, la perseguía una sensación apresadora, escucharlo decir
aquello le daba un fuerte golpe de realidad que la dejaba sin poder

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respirar, la habitación comenzó a dar vueltas y ella miraba todo girar,
la aprensión que hasta ahora no había salido a la superficie
amenazaba con tragarla. Ella tuvo que sostenerse de algo para no
caer, y se tumba en la silla más cercana, deseaba con todas sus fuerzas
evitar un bochorno más frente al joven señor.

- Señor, lo que dice no tiene sentido, yo no cuento con nada


que a usted le sea de utilidad. Además casi somos familiares,
su abuelo me crío, no podría permitirme mirarlo a usted como
algo más.

- Pequeña, no eches por tierra mis esfuerzos, aparte de la


voluntad de mi abuelo por cuidarte, se ha convertido en la
mía. ¿Tan difícil es para ti aceptar mis intenciones?

- Por favor, deje de burlarse de mí, yo nunca podría traerle


felicidad, usted está muy por encima de mí, los escasos años
que tengo de vida he sabido muy bien que no puedo aspirar a
alguien como usted, a pesar de que su abuelo eso deseaba,
intenté muchas veces de hacerle entender eso.

- Si es algo que mi abuelo deseaba, ¿Por qué ir en su contra?


Comienzo a creer que te subestimas niña. Yo intento darte mi
apoyo y protección, mi abuelo parece que también lo quiso
así. Se hace tarde, dejemos esta discusión para después,
debemos ir a ver a las personas del pueblo, hay asuntos que
debemos hablar.

Jacinta comprende que su suerte podría cambiar de un momento a


otro, ya sea por la profecía o por su permanencia en la hacienda, las
demás mujeres ahora sabían que había algo entre ella y don Íñigo, y
debido a la intervención del señor ahora ya no podía seguir
negándolo.

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Salieron al patio, donde Joaquín ya tenía listos los caballos, él los
acompañaría hasta el pueblo. El joven señor ayuda a Jacinta a subir a
la pequeña yegua que eligen para ella, un dócil y agraciado animal
color café claro. Los tres salen del patio rumbo al camino que los
llevaría hacia el centro del poblado, donde tomarían otro camino
hacia el lado opuesto. Comienzan a ver desde casitas con muros de
adobe y encalados con techos de tejas, luego aparecen las casitas
hechas aún con carrizos y tablas, igual con techos de tejas. Pronto
llegan a una zona donde las casitas parecen un frágil junco a punto de
ser arrastrado por el viento. Al final del camino, la callecita topa de
frente con una pequeña casa de adobe y carrizos, rodeada de
innumerables plantas aromáticas, flores, arbolitos; la casita parece
sacada de un bello cuento de antaño, antes de la gran conquista.
Afuera de la casita se encontraba sentado un señor de tez morena,
cabello casi blanco y complexión enérgica, el hombre se levanta y les
sonríe mientras bajan de los caballos.

- Lo he estado esperando, me dijeron que hoy vendría.

La gran sonrisa del señor y sus palabras de bienvenida, hacen a don


Íñigo ponerse de inmediato en alerta, todo en ese hombre le hacen
sentir que ya lo había visto antes, pero no sabía que realmente se
conocían.

- Por favor, entren, hablemos dentro.

Joaquín decide esperar afuera, pues la gente como él les temían a los
indígenas, para él toda esa gente practicaba la brujería. Dentro de la
casa, se observan más plantas, muebles pequeños y rudimentarios,

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una mesita con una sola silla, un catre con apenas algo con qué
cobijarse y un pequeño asador dónde cocinar los alimentos. El señor
los esperaba mirándolos entrar, observa a don Íñigo con cierto orgullo
en sus facciones, como mirando aquel niño que nació ahí y luego se
convirtió en hombre.

- Supongo que has leído la carta que dejó tu abuelo. Él dijo que
la escribiría para que supieras de la leyenda, de eso tenemos
que hablar.

Jacinta miraba desde atrás la interacción de ambos, ella deseaba que


don Íñigo fuera aceptado por el sacerdote, pues algunos detalles
sobre el desarrollo de la profecía dependían de él.

- Puedo ver muchos aspectos de Francisco en ti. Pero también


algunos que te hacen diferente, eres más reservado, no te
gusta que alguien mire en tu vida. Eso es respetable. ¿Dime
tus exactas intenciones con Jacinta? Es muy notorio que
quieres algo.

- He descubierto que mi abuelo se esforzó mucho por cuidarla,


quiero respetar sus deseos, pero hay algo en ella que me
inclina y me atrae, desde que llegué he intentado descubrir
qué me sucede, pero siempre llego al mismo punto, siento
que la he estado buscando y ahora que la encontré siento
alivio, la veo en sueños, creo verla cuando no está cerca de
mí. No existe nada que haya deseado más que estar cerca de
ella.

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El sacerdote lo mira y estudia sus palabras, él ve a través de ellas y
sabe que ese tipo de atracción sólo puede significar dos cosas: un
profundo afecto ha sido plantado dentro de él, algo que crecerá y que
implicará un gran sacrificio, y que ese si ese afecto no es
correspondido traerá una gran devastación para él. Don Íñigo observa
con curiosidad la mirada del sacerdote y nota que algunos de sus
movimientos no lo enfocaban a él, sino que parecían ver el espacio
entre ellos dos, otras veces parecían reaccionar a impulsos que él no
veía, es entonces que se da cuenta de que el hombre es ciego.

Notando la reacción de don Íñigo, el sacerdote le sonríe en


complicidad y Jacinta, detrás de él, soltaba el aire que estaba
reteniendo, en señal de alivio, ella avanza y se detiene a su lado, muy
cerca de él.

- Eres buen observador, eso te será de gran ayuda, las fuerzas


que a veces ejercen sobre nosotros, a menudo pasan
desapercibidas, más no siempre son invisibles. Harás bien en
descubrir cuáles de esas fuerzas serás capaz de alterar y
cuáles no.

Don Íñigo inclina la cabeza en señal de respeto y de comprensión. El


hombre nuevamente sonríe y se da la vuelta para buscar en un estante
lleno de frascos y contenedores, hasta que encuentra un pequeño
pocillo de madera, demasiado tosco, que despide un olor intenso a
copal quemado, él revuelve con su dedo índice la sustancia que
contiene, notándose una consistencia aceitosa y pastosa. Se acerca al
joven señor y le dibuja un círculo en la frente, usando el contenido del
pocillo, don Íñigo nota un entumecimiento en el cuerpo, de pronto sus
extremidades dejaron de responderle y sentía sus pensamientos irse,
luego dejó de recordar lo que sucedían a su alrededor.

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- Pequeña, él es quién has estado esperando desde hace
cientos de años, él es quien puede terminar con todo lo que
te aqueja, hazte cargo de él y deja de rechazarlo, existe una
extraña variante en todo esto, pues en esta vida sólo podrás
disfrutar de sus atenciones, en la próxima es cuando se
resolverá todo, él sobrevivirá hasta que tu regreses de nuevo
y se reencuentren. Los sueños que has estado teniendo, no
son los tuyos, sino los de tu yo futuro, en tu siguiente sueño
podrás verte cómo serás entonces. Llévalo a su casa y
permanece a su lado hasta que él despierte, tendrán muchas
cosas qué hablar.

Jacinta escuchaba al anciano, ella aún se sorprendía de lo acertadas


que eran sus palabras, y también comprendía que cuando un
pronóstico del sacerdote no era fortuito, representaba una carga muy
pesada. Ella se asoma a la puerta, para pedirle a Joaquín que le ayude
con el señor a llevarlo de regreso. El retorno resultó más laborioso,
pero más tranquilo, las personas del pueblo que los miraban pasar, se
escondían de inmediato en sus casas, todos sabían que regresaban de
ver al sacerdote.

Al llegar a la finca, Jacinta se acerca a hablar con la señora Matilde, le


indica que nadie deberá molestarlos hasta que el señor despierte, y
que ella deberá quedarse acompañándolo, la señora le pide que la
deje entrar a revisarlo algunas veces y la muchacha accede.

Joaquín, una vez que dejó al señor en su cama, sale y le indica a Jacinta
dónde se encuentran las velas, para mantener la luz en la habitación
al mínimo, ella se apresura y cierra bien la puerta para luego encender
algunas repartidas por la alcoba. Ella toma asiento en un sillón cerca
de don Íñigo, para permanecer alerta, por si él se despierta, habían
pasado apenas dos horas desde que cayó dormido, ella se preguntaba
lo que él estuviera soñando y las cosas que tendría que decirle una vez
que hubiera despertado. Se acerca a él y le posa la mano sobre la
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frente, evitando tocar la pasta que llevaba, aún su piel la absorbía,
notó que su piel estaba cálida y comenzaba a transpirar.

De pronto sus manos se calentaron mucho, haciéndole ver las palmas


enrojecidas, ella sabía que cuando sucedía eso debía liberar lo que
estuviera preocupándola, así que se concentró y diminutas lucecitas
aparecieron ante sus ojos, poco a poco un cansancio insistente le instó
a cerrar los ojos.

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Capítulo 9.

Ella se encontraba vagando dentro de una enorme casa, entraba y


salía de innumerables habitaciones, todas decoradas diferente, tenía
la sensación de que esa casa era de su abuela y que cada habitación le
pertenecía a alguno de sus primos, pero nunca encontró una que la
representara a ella. De pronto se vio caminando por un pasillo
decorado con ternura, los tonos pastel del rosa y el blanco iluminaban
primorosamente las paredes y muebles, al frente había un enorme
espejo ornamental, se iba acercando a ese espejo, hasta que estuvo
cerca de él y pudo verse, no se reconoció pero supo que se trataba de
ella: Cabello castaño claro y rizado, piel blanca y con pecas por su
rostro, cuello, pecho y brazos, llevaba un pantalón de mezclilla
ajustado a sus delgadas piernas, una camisa con dibujos en colores
imposibles sin bordar, unos zapatos extraños, demasiado pequeños y
de tela, sus labios lucían un color rojo irreal demasiado intenso y en
sus ojos había una línea sobre su párpado que los hacía lucir alargados,
su mirada le pareció lo más reconocible, era profunda y fuerte, sus
ojos eran color café ligeramente rojizos.

Podía sentirse a sí misma en esa mujer del reflejo, ella acerca sus
manos a sus mejillas, notando que el sueño era igual de real que los
demás, pero demasiado pronto ella fue arrastrada fuera de su
ensoñación, despertó al lado del joven señor, quién la miraba
intensamente, ella se incorpora para revisar si estaba realmente
despierto.

- He soñado contigo, aunque tenías una apariencia extraña, tu


cabello era corto al hombro y rizado, de color claro y tenías
los labios rojos. Pero tu mirada, era la misma…

- Lo vi también, creo que era parte de lo que el sacerdote dijo


que sucedería, él mencionó que teníamos poco tiempo y que
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yo tendría que volver después de la muerte para terminar con
la profecía. Parece que en esta vida sólo podré fomentar un
lazo con usted para reencontrarnos.

Don Íñigo escuchaba sin entender, ella lo había rechazado


anteriormente, pero tenía la sospecha de que ella finalmente había
accedido a aceptarlo, pero el futuro no parecía ser el que él creía.

- ¿A qué te refieres? Cuéntamelo.

- El sacerdote mencionó que mi destino en esta vida no era


darle fin a la profecía, sino en la siguiente vida, él dijo que tú
de alguna manera sobrevivirás para esperarme y nos
encontraremos. Entonces podremos terminar con todo esto,
yo tampoco entiendo mucho, pero su consejo fue que
debíamos disfrutar el uno del otro.

- Pequeña, lo que dices lejos de alegrarme, me pone más triste.


No quiero que me aceptes por resignación, prefiero que me
sigas rechazando mientras esos sean tus verdaderos
sentimientos.

- Yo estaba rechazando sus intenciones debido a que fuera de


esta casa, contar con usted es más peligroso para mí, las
demás mujeres no lo verán bien, ellas siempre han tenido la
creencia de que están por encima de mí, simplemente por no
tener familia, pero su abuelo en vida me quiso mucho y yo a
él, no podría seguir pretendiendo que no siento nada por
usted.

Don Íñigo se levanta y después de dos pasos llega hasta ella, la


sostiene en sus brazos, aferrándose a su delgado y pequeño cuerpo,

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casi de niña. Él estaba temblando, no sabía si era de felicidad o de
nerviosismo, en aquellos momentos él sólo deseaba sostenerla de esa
forma. Ella notó con extrañeza cómo él temblaba, no lograba
entender cómo un hombre como ése estaría tan afectado por una
muchacha como ella.

En el fondo, ella era quién se menosprecia más, pues a pesar de haber


recibido una buena educación por parte de don Francisco, ella jamás
había interactuado con un hombre de esta forma, ella desconocía lo
que eran las relaciones afectivas entre parejas. Por lo que no sabía qué
esperar y qué hacer.

Don Íñigo sabía que ella tenía dificultades que quizás para él eran
sencillas de afrontar, pero debía tener en cuenta que ella se
encontraba en una situación vulnerable todo el tiempo, así que eso
debía ser lo primero que necesitaba resolver, él deseaba que ella se
encontrase segura y protegida. Él se separa de ella y la mira
intensamente, no se puede imaginar lo que pasaba por la mente de
ella, pero no cometería el error de suponer nada, si ella le compartía
algo él escucharía y le aportaría lo que fuera que ella necesitara.

- Por favor, intenta dormir, no quisiera que el día de mañana te


encuentres cansada y triste, recuéstate y descansa, yo estaré
vigilando que duermas bien y tranquila, la sustancia que el
sacerdote me puso me hizo dormir lo de toda la noche y no
estaré cansado mañana, además tus quehaceres son más que
los míos.

- ¿Aquí, con usted presente? No podría…

Ella comenzaba a sentirse abochornada, él estaría viéndola dormir, en


su cama… Don Íñigo se acerca a ella y levanta su rostro, para que ella
lo pudiera mirar.

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- Aquí, justo ahora, es donde debes estar y no pienso permitir
que te quedes toda la noche despierta, mañana tenemos
cosas importantes qué hacer, pienso mantenerte aquí
conmigo el mayor tiempo posible.

Él le sonríe y ella traga visiblemente. Entonces la levanta en sus brazos


y la lleva hasta la enorme cama, la acomoda en el lado opuesto al que
él ocupó minutos antes y la cubre con las cobijas, ella lo mira alejarse
y tomar asiento en el sillón en el que ella había estado. Él se acomoda
y toma un enorme libro de cuentas que había dejado pendiente de
revisar, ella se cubre hasta el mentón con la colcha y lo mira repasar
las cuentas, se sentía lo suficientemente nerviosa como para no poder
dormir, pero luego de varias páginas el sueño la vence.

Don Íñigo se levanta y se acerca a la pequeña muchacha que ahora


dormía profundamente, se inclina y acaricia su cabello, la mira y
comienza una emocionante apreciación de sus delicados rasgos, las
pequeñas cicatrices de caídas en la niñez, sus labios lisos y llenos, sus
largas pestañas, no puede evitar sentirse conmovido, algo en su pecho
se calienta y se acerca a ella y ligeramente roza sus labios con los
suyos. El fuerte aleteo que se prolonga en su interior, le permite
disfrutar egoístamente que ella no estaba negándose a su petición.
Pero sorpresivamente, los labios de ella se abren y recibe a los suyos
con apremiante necesidad. El sabor de ella se convierte en su favorito,
los demás placeres de la vida dejan de tener sentido, sólo ella queda
marcada a fuego en sus sentidos.

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Capítulo 10.

La reacción de Jacinta le sorprendió y por un momento tuvo la


impresión de que ella no estaba durmiendo, pero al llevar por más
tiempo su beso, se dio cuenta de que ella realmente dormía, así que
la saborea un par de momentos más y se retira, le observa buscar por
más y sonríe, ella sin duda lo quiere, aunque fuera algo difícil de
admitir. Don Íñigo regresa a su sillón y con gran dificultad retoma el
libro de cuentas.

Jacinta estaba teniendo el sueño más conmovedor de su vida, primero


ella se encontró en las orillas del lago, la chica hecha de niebla le
hablaba sobre la importancia de llevar a cabo el sacrificio mensual de
sangre a la luna, pero también le advertía de los peligros de hacerlo
de formas incorrectas, toda esa información Jacinta ya la sabía de
antemano y ya la había comprobado. De pronto ante ella aparece don
Íñigo y le comienza a hablar sobre sus sentimientos por ella, quien lo
escucha aún conmovida por sus palabras, ella responde finalmente
que también lo aprecia cuando él la acerca a su cuerpo y comienza a
besarla.

La muchacha comienza a tener pequeños lapsos en los que aseguraría


que estaba despierta y el beso del joven señor aún se sentía, pero
luego regresaba a su sueño. Todo termina tan pronto como empezó,
haciéndole desear saber qué seguiría después. Cae de nuevo en un
sueño extraño, donde se observa a ella misma en un terreno
pedregoso, con plantas secas a su alrededor, el paisaje era muy
desértico y se sentía la sequedad de la tierra. Junto a ella había un
hombre con una enorme cesta sobre su espalda, ambos iban
recogiendo de la tierra unas enormes rocas color azul, todas
despedían una extraña luz de su interior. Detrás de unos matorrales
aparecen unas personas con flechas, que comienzan a dispararles y
ambos salen corriendo, ella siente cómo una de las flechas le da justo

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en la espalda y mira desde el suelo cómo el hombre sale huyendo y la
deja atrás.

Jacinta despierta de pronto y con gran susto, ella busca alrededor de


la habitación y recuerda poco a poco los acontecimientos de anoche.
Se levanta de la cama y se acerca a una de las ventanas, parecía
apenas amanecer, ella entonces se da la vuelta y mira a don Íñigo
dormir incómodamente en el sillón, con el libro de cuentas sobre sus
piernas. Se acerca a él y lo intenta despertar moviendo un brazo, él
masculle algunos números de varias cifras pero no despierta y
comienza a resbalar del sillón, Jacinta intenta sostenerlo por ambos
brazos pero el peso de él gana por fin y los hace caer. Don Íñigo se
despierta notando que cayó sobre alguien y mira que Jacinta lo
observa debajo con los ojos muy abiertos.

Él se levanta de prisa y la ayuda a ponerse de pie y, antes de que


alguien hable, alguien llama en la puerta, Jacinta va y abre. La señora
Matilde pide permiso para entrar y nota cómo los dos se encuentran
sonrojados, ella mira a la muchacha con las cejas muy levantadas.

- Venía a saber qué le apetece al joven señor de desayuno,


tengo preparado caldo de pollo de anoche…

- Trae dos platos con caldo, señora. Jacinta y yo comeremos


aquí, más tarde también traiga la comida. Estaremos
revisando algunas cosas.

- Eso veo… Los pediré en seguida.

La señora sale, no sin antes enviar a Jacinta una significativa mirada,


insinuando que acababa de ser evidenciada y no podría seguir
negándolo más. La puerta se cierra y ella comienza a reírse, ahora le

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divertía la situación, después de todo era mejor ser descubiertos que
seguir encubriendo lo que estaba pasando.

Don Íñigo se acerca a ella, pues no paraba de reír, la mira y nota que
toda su cara se hallaba enrojecida, al verlo a él Jacinta ríe aún más
fuerte, doblándose por la cintura mientras sostenía su barriga. Él se
preguntaba extrañado qué le sucedía ahora, y al fijarse en el espejo
supo qué le pasaba: él estaba aún más rojo que ella, parecía quemado
por el sol. Don Íñigo comienza entonces a reír con ella, ahora
comprendía las miradas de la señora Matilde y por qué Jacinta estaba
tan fuera de sí.

Ambos comienzan a tranquilizarse, cuando la señora Matilde entra a


la habitación con dos enormes platos de caldo copeteados de
verduras. Ella les anuncia que permanecerá ahí hasta que los dos
platos estuvieran vacíos. La señora, que rondaba por la habitación,
estuvo muy al pendiente de la interacción de los dos mientras comían,
no iba a desperdiciar la oportunidad para enterarse de algún detalle
sobre los nuevos tórtolos. Ya las muchachas de la cocina estaban
enteradas de que entre el señor y Jacinta existía algo más que hasta
ahora habían estado evadiendo y que ahora habían sido descubiertos,
todas y cada una se encontraban decepcionadas y un poco molestas,
pero una sutil amenaza de la señora Matilde y todas acallaron sus
protestas, además de que no tendrían permitido molestar a Jacinta,
que suficiente tenía con los trabajos que llevaría a cabo a partir de ese
día. Entonces la señora comenzó a reestructurar las actividades de
todas, pues no podía permitir que Jacinta siguiera haciendo los
trabajos que acostumbraba, ahora y mientras la relación no se hiciera
formal estaría a cargo de la limpieza en general de las habitaciones
privadas del señor, eso seguiría incluyendo el despacho.

En su ronda por la habitación, la señora se da cuenta de que si bien el


espacio no era muy amplio, fácilmente las pertenencias de Jacinta
podrían ser acomodadas. Cerca del enorme ropero, en un rincón muy

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acogedor, ella comenzaba a proyectar los muebles necesarios para
una mujer.

- Sí, aquí cabe bien un peinador…

- ¿Un qué? – Jacinta alcanzó a escuchar el balbuceo de la


señora y la comenzaba a poner nerviosa lo que escuchaba.

- Un peinador, mi niña. No estarás suponiendo que seguirás


viviendo en el cobertizo de atrás. Es demasiado pequeño y
nada cómodo. Usted señor, haría bien en mandar traer las
cosas de esta muchacha o es capaz de salir corriendo sin que
usted se dé cuenta.

Don Íñigo la mira con una enorme sonrisa, le divertía que Jacinta no
pudiera salir bien librada de esta situación. Así que le sigue el juego a
la señora Matilde.

- Tienes razón, ¿en cuánto tiempo crees que puedas mandar


traer sus cosas? Me parece que la esquina que elegiste es
perfecta para un peinador.

Jacinta lo mira con la boca abierta y le lanza miradas escandalizadas.


Él sonríe radiante ante su reacción.

- En seguida mandaré a los muchachos para que comience la


mudanza, creo que en unas tres horas tendrá sus cosas
acomodadas y ella estará instalada aquí al final del día. – La
señora, que no perdió ningún detalle, sabía que se trataba de

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un ardid de parte del señor para poner a la muchacha en un
aprieto, sin embargo tenía muy presente de que las cosas
debían llevar ese curso.

- Muy adecuado, para dentro de una semana haremos traer


una cama más grande. ¿Podrías revisar en las bodegas si
tenemos un ropero con más espacio?

- Por supuesto, me parece que tenemos uno precioso, hecho


de madera de caoba. El señor Francisco lo mandó a guardar
porque él no podía mantenerlo lleno, sus cosas eran muy
pocas para llenarlo.

Don Íñigo miraba sonriendo aún a Jacinta mientras hablaba con la


señora Matilde, la pobre Jacinta no sabía quién de los dos estaba más
emocionado con la idea, el joven señor o la señora. Entonces decide
dejar de lado su angustia, y comienza a participar en el juego.

- No creo que sea necesario movilizar a tanta gente y muebles


viejos, de todos modos mis posesiones no son tantas como
para llenar ni medio ropero, como el que tiene ahí.

- ¡Tonterías niña! Parece que piensas vivir el resto de tu vida


con tan pocas cosas, es obvio que se te comprarán cosas
nuevas, como señora de la casa no puedes seguir por ahí con
huipil y huaraches. Tendrás lo que desees comprar. Ya me
encargaré yo de eso.

La sonrisa de don Íñigo se hizo cada vez más grande, conforme Jacinta
recibía más y más objeciones por parte de la señora Matilde.

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- Vamos niña, termina de comer, que el día de hoy tengo
muchas cosas qué hacer, y no te preocupes, tendré todo bajo
control una vez comience a dar indicaciones a los demás, tú
no tendrás que hacer nada. Mi señor, ¿Cuándo se hará pública
su relación? Tenemos que planear demasiadas cosas aquí,
¿van a casarse o sólo vivirán como pareja?

- Aún hay cosas qué discutir, Matilde, tómalo con calma.

- ¿Con calma? Definitivamente no señor, tengo el deber de


cuidar la virtud de esta niña, así que son detalles que debe
resolver y pronto, será muy señor aquí pero esta niña debe
ser respetada y tratada conforme a las expectativas del señor
Francisco. Si usted cree que todo lo que dije en esta
habitación era parte de su juego, está equivocado, yo hablaba
muy en serio.

Don Íñigo, entonces se pone de pie y se acerca a la señora Matilde, le


susurra algo al oído y le da una mirada significativa. La señora
lentamente comienza a sonreír, hasta conseguir que se pudieran
notar la mayoría de sus dientes. Le da una inclinación de cabeza y sin
decir nada, se acerca a la mesilla y toma rápidamente los platos, sin
importar que la comida no fue terminada, ella sale de la habitación
tan de prisa que parecía a punto de caer.

Jacinta lo mira seriamente, aún le faltaba una enorme zanahoria


cocida por comerse, y si había una verdura que le gustara realmente
comer, era esa.

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Capítulo 11.

Sus palabras resonaban en su cabeza, ella aún no creía que fueran en


serio, todo debía tratarse de un sueño, y uno muy extraño y
particularmente difícil de hacer realidad. Ella se encontraba en el
estudio, recibiendo diferentes lecciones sobre ser una dama, la señora
Matilde se tomaba muy en serio las palabras intercambiadas con don
Íñigo, pero esto realmente la superaba.

Jacinta debía elegir entre al menos media docena de vestidos, todos


de estilos muy diferentes, algunos llevaban encajes demasiado
llamativos, otros iban con tanta tela encima que podrían pesar más
que ella misma, y los demás iban desde vaporosas sedas
confeccionadas en ligeras batas estilo inglés, hasta unas delicadas
prendas demasiado ligeras al estilo francés. Ella realmente se debatía
en deshacerse de su estilo campirano del México de aquellos años, un
ligero huipil de algodón bordado con numerosas flores en hilos de
llamativos colores, falda hasta media pantorrilla de un sobrio negro
un poco desgastado y regios huaraches que soportaban las numerosas
carreras que debía llevar a lo largo del día, su atuendo no sólo
encajaba con ella, sino con el ambiente campesino, o de rancho, como
lo llamaban todos.

La cansada muchacha suspiraba mientras veía pasar cada prenda de


vestir, tan compleja como difícil de llevar. Acostumbrarse a esto,
simplemente no podría. Ella se pone de pie y abandona todo, yendo a
buscar al joven señor, si era todo en verdad, él debía aceptar que su
estilo simple y humilde era lo que llevaría por siempre.

Don Íñigo se encontraba ayudando a don Felipe a cepillar a los


caballos, actividad que le llenaba de satisfacción. Se hallaba inmerso
en lo que Jacinta debía estar haciendo, y se preguntaba si las prendas
que habían llevado desde la ciudad le habían gustado. De pronto se
escuchan rápidos y suaves pasos, la ve venir hacia él con una triste

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expresión, entonces todo cuanto pasaba por su mente unos
momentos antes, desapareció.

- Pequeña, ¿Cómo va todo con Matilde? ¿Es de tu agrado lo que


trajeron para ti?

- Algunas cosas me gustan mucho, pero los vestidos no van


conmigo, son demasiado elegantes para ser usados por
alguien como yo, aceptaré todo, menos los vestidos. Por
favor, haz que se los lleven.

- ¿Hay algo malo con ellos? Se pueden hacer mejoras para que
sean de tu agrado.

- Los vestidos están perfectos así, sólo no se verán bien en mí,


quiero seguir llevando la ropa a la que estoy acostumbrada.

Don Íñigo suspira, él entiende que el cambio para ella no será fácil.
Asiente ligeramente y la mira, esa niña le llevaba constantemente a
estados emocionales que, francamente, aún se debatía por
comprender, simplemente no podía decirle que no, ella era una
criatura tan delicada en sus modos, que la educación de la clase le
salía sobrando. Le hacía pensar en los gatos de angora que las señoras
francesas llevaban por moda, hermosos y delicados, pero seguían
siendo gatos, no dudarían en sacar las uñas.

- ¿Está ya lista la comida? Muero de hambre. - Él le sonríe, para


hacerle ver que no le molestaba su decisión.

- Me parece que ya estaba lista, la señora Matilde me tuvo


encerrada en el estudio desde que terminamos el desayuno,

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pero por el aroma que había en el comedor, creo que estaba
lista. Vamos a comer.

Él sentía que aquello simplemente era demasiado bueno, escucharla


decir esas simples palabras, esperarlo para comer juntos, su piel era
lo único que le impedía salir flotando por el aire. Sin embargo, no
podía evitar pensar en las objeciones que pondría su madre, quien
siempre quiso emparejarlo con una rica heredera de la ciudad, sin
importar si él sería feliz con el arreglo, y evidentemente no lo sería. Él
sabía que era cuestión de tiempo para que su madre se apersonara en
la finca, con motivo de los rumores de su relación. También tenía que
hacerlo de manera formal, así doña Margarita no tendría mucho qué
decir.

Ambos llegan a la casa grande y se dirigen al comedor, en ese


momento aparece la señora Matilde, reclamando a Jacinta el haberla
dejado esperando por la elección de su ropa. Don Íñigo se acerca a ella
y en voz baja le dice algunas indicaciones. Jacinta de nuevo se queda
con la inquietud de que se sigan susurrando cosas sin ella saber lo que
tramaban. Él la mira significativamente con una deslumbrante y
tranquilizadora sonrisa, ella cae rendida a las expresiones suyas, se
habían convertido en un tónico que adormece sus emociones,
evitando siempre que pudiera enojarse con él.

Toman asiento en la gran mesa, que de pronto ya no parecía tan


grande, Jacinta de algún modo lograba que todo el mundo ya no
pareciera tan inmenso, ahora todo parecía alcanzable y a la vista. Pero
ese sería el primer error.

La señora Matilde los deleita, esta vez, con un frondoso plato hondo
de pozole, un platillo hecho a base de abundante caldo condimentado
y picante, con granos de maíz cocido mediante el método de nixtamal
y diferentes tipos de carne, en este caso de cerdo. Don Íñigo,
entonces, es testigo de una situación fascinante, ya que Jacinta era

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una gran fanática del pozole, no había en toda la finca alguien que
disfrutara más de dicha comida, ella simplemente se transformó en
una niña emocionada con su comida favorita. La estampa que
pintaban sus gestos, los sonidos que hacía al probar y sobre todo, las
dos veces que repitió la ración. Sin duda, Jacinta amaba comer. Don
Íñigo no podía apartar la mirada de ella, todo en ella le tenía pendiente
de los detalles, ahora sabía cómo realizar el movimiento decisivo.

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Capítulo 12.

Los días pasaban en un afanado desfile de gente haciendo mandados


y poniendo adornos que, con el tiempo darían el aspecto avejentado
que se deseaba, frondosos ramos de flor de cempasúchil, carrizos en
forma de arcos en cada entrada, virutas de madera alfombrando el
piso de grava de todo el patio, abundantes sahumerios quemando
copal en cada rincón. Jacinta se sentía en un hermoso festejo que no
paraba de construirse, las fiestas del día de los Muertos eran, por lo
general, menos ostentosas, así que comenzó a sospechar que algo
más sucedía.

Don Íñigo iba regresando de la tequilera de su tío Juan, con el enorme


cargamento de tequila y mezcal, Joaquín a su lado ya se encontraba
imaginando la borrachera que se pondría con sus amigos, esta vez se
logró conseguir un licor de barrica especial y bastante añeja. El joven
señor deseaba que la fiesta en puerta tuviera de lo mejor. Ya se
hallaba ansioso por llegar y ver el rostro que debía tener la pequeña
Jacinta, quien, a pesar de no saber realmente de qué iba tanto
alboroto, era muy inteligente y ya debía estar intentando averiguarlo.
Él sonríe sólo de pensar en ella, el saber que ella lo aceptaba como
pareja, le hacía muy feliz, pero muy dentro de su corazón algo se
agrietaba cada vez que pensaba en ello, y en su estómago algo se
revolvía, anunciándole una posible tragedia.

Desde la salida del pueblo, la gente observaba la llegada de joven


hacendado, los niños corrían alrededor de los carros, esperando que
fueran regalados con alguna chuchería o golosina, él sonreía al verlos
tan vivaces, deseando que esa misma energía permaneciera en sus
cuerpos una vez se hicieran adultos, la iban a necesitar.

En las puertas de la gran casa, la recepción se realiza con menos gente


de lo acostumbrado, pues todos aún iban y venían con mandados y
quehaceres, Joaquín recibe las indicaciones para el almacenado de los

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licores, luego de recibir una seria advertencia de no tocar aún los
preciados brebajes. Don Íñigo sube rápidamente a su habitación,
deseaba darse un relajante baño y descansar un par de horas, antes
de ayudar con los preparativos. Entra cuidadosamente y comienza a
buscar en el enorme ropero un atuendo para descansar, sale luego de
la habitación y se dirige al cuarto de baño, notando al final del pasillo
una pequeña sombra, que lo miraba detenidamente, ésta se aleja de
la ventanilla al final y se acerca suavemente a él.

Su corazón se acelera, ella realmente sabía hacer una buena aparición.


Él nota unas tristes lágrimas en el rostro de la muchacha, de dos pasos
él salva la distancia que los separaba y la toma dramáticamente entre
sus brazos, la joven suelta un suave llanto, mientras se aferra a él son
sus delgados brazos, dejando salir aquello que la afligía.

- Mi pequeña, ¿qué ha pasado? ¿Quién te puso así?

Ella no podía manejar las palabras, así que aumenta la fuerza de su


abrazo. Él la lleva a la habitación y cierra con el cerrojo, la guía al
enorme sillón que queda a los pies de la cama y, sin dejar de abrazarla,
la deja acomodarse en su regazo.

Jacinta, comienza entonces a recordar aquella indicación que en el


sueño le dieron, un pequeño truco para compartir algo que no podía
ponerse en palabras: lleva su dedo pulgar a sus labios,
humedeciéndolo con su saliva, para luego frotarlo suavemente en el
mismo sitio donde la ceniza estuvo en la frente de don Íñigo, activando
una conexión entre los dos, que les permitía ver lo que el otro ha visto,
así ella le muestra lo que había sucedido…

…ella se encontraba correteando con los niños afuera de la hacienda,


muy cerca del viejo sauce, como se le impidió ayudar en los
preparativos, no tuvo más elección que entretener a los inquietos

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chiquillos. De pronto, a lo lejos, ella ve a una delgada mujer que la
miraba, cuando hicieron contacto visual, la mujer le hace señas de
seguirla, Jacinta corre hacia ella, dejando a los niños atrás. Cuando la
alcanza, se encuentra junto al sauce, pero no había nadie, ella se
acomoda en el piso, sentada, para esperar un poco. La mujer sale de
detrás de una enorme piedra, llevaba en sus manos un pequeño
cuenco con agua y se lo entrega, sin decirle nada, sólo sonriéndole,
Jacinta lo recibe y toma un pequeño sorbo, luego el cuenco desaparece
como niebla, entre sus manos. Una pesadez comienza a caer sobre sus
hombros, haciendo que tuviera que echarse de costado, luego
cerrándole los ojos.

Jacinta se mira envuelta en la espesa niebla que cada noche rodeaba


al sauce, luego de girar varias veces sobre sus pies descalzos, ante ella
aparecen un grupo de sacerdotes ataviados con ropas de ceremonia,
todos la miraban con altivez y un poco de desdén, entonces el que
permanece más cerca de ella, comienza a decirle que tenía un deber
con su pueblo y que llevaba una responsabilidad que no le permitía
realizar las acciones reprobables que estaba cometiendo, le recrimina
pretender tener derecho a enamorarse de un hombre mientras ellos
aún sufrían la traición, todos los sacerdotes entonces comienzan a
exigirle que todo debía terminar antes de que acabara el mes, de lo
contrario ella pagaría un alto precio… ante ella aparece el rostro
amable y cariñoso de Íñigo y se comienza a desvanecer, llevándose las
pobres esperanzas de la muchacha.

Antes de despertar, se le da como advertencia, si ella no cumple su


misión, la vida de él estaría acabada…

El ensueño termina y ella aún llora en los brazos de él, ocultaba su


rostro de él, llenándole la camisa con sus lágrimas.

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- Ya veo pequeña, ¿crees que debemos detener todo esto? – Él
habla con la angustia de ella ahora compartida. –
Sinceramente, todo el alboroto en la casa es por ti, yo deseaba
festejar por lo grande que tú me aceptaras como compañero,
y estoy, estaba dispuesto a llevar el tipo de relación que tú
eligieras. Si realmente crees que esto no puede ser, yo lo
entiendo y no dejaré de permanecer a tu lado. Sólo eso pido,
estar cerca de ti.

Jacinta lloró aún más, pues tenía la firme creencia de que cuando ella
lograba vislumbrar un posible futuro, por pequeño que fuera, algo o
alguien lo derrumbaba con sus propias manos, como si de un castillo
de arena se tratase. El término del mes se acercaba, y ella no se sentía
lista para llevar a cabo su misión, después de conocer a don Íñigo no
estaría lista nunca. Las indicaciones dadas por los antiguos eran claras,
ella debía llevar a cabo su sacrificio, sin importar que estuviera
equivocado, pues los antiguos sacerdotes ya tenían el pacto sellado,
era todo o nada.

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Capítulo 13.

Los festejos debían llevarse a cabo de manera normal, sin importar los
gastos hechos para la celebración, don Íñigo decidió que los
habitantes merecían una gran fiesta, así que todo continuaba sin
cambios, sólo que esta vez él no podía hacer más. Él comenzaba a
sentir que la fuerza se le iba del cuerpo, había puesto ya tantas
expectativas que apenas podía creerlo. Sin embargo, su amor por la
muchacha no menguaba, parecía crecer y le robaba el aliento. Había
ocasiones en las que despertaba y, después de estar soñando con ella,
algo le oprimía el pecho, le provocaba una angustia que no podía ni
siquiera describir. Se preguntaba si ella se sentiría igual.

Jacinta se encerró fuertemente en su cobertizo. No recibía a nadie. La


señora Matilde acudía repetidamente y desde la puerta le suplicaba
que pensara bien las cosas, pues si bien era una oportunidad única,
era muy evidente que el joven señor la quería. Ella sólo sufría más.
Pero su decisión estaba tomada, no podía echarse para atrás en esto.
Ella tenía que salvarlo, no podía permitir que ellos atentaran contra la
vida de él, así que tomó aliento llenándose de valor y sale de su
pequeña casa. Ella se dirige hacia la cocina y encuentra a la señora
Matilde, dándole una tremenda regañina a una de las chicas, por cocer
de más las papas, que se habían echado a perder.

- Señora Matilde, yo quisiera… - Apenas la muchacha pronuncia


el nombre de la señora, ésta corre hacia ella y le da un
apretado abrazo, gritándole cosas sin sentido por un
dramático llanto. Jacinta entiende su desilusión, pero quizás a
ella le podría explicar un poco la situación. Así que le pide ir
con ella al despacho del señor para confesarle todo.

Al terminar de hablar, la señora Matilde la mira detenidamente unos


segundos y, al fin, suspira, la toma de las manos, comprendiendo que
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no se trataba de un simple rechazo, sino de algo muy serio, ahora
entendía muchas cosas, entre ellas que el afecto del joven señor era
más profundo por la muchacha que simplemente una atracción. Si él
sabía todo lo que había detrás de Jacinta, era comprensible que
deseara cuidarla. Sin embargo, no conocía a fondo lo que la profecía
implicaba, tendría que acudir al brujo del pueblo para preguntarle. La
muchacha secaba en silencio las lágrimas que alcanzaron a salir luego
de contarle a la señora Matilde, se sentía correcto y ahora el peso en
su pecho era más liviano.

La señora la lleva a la cocina y le pide ayudar con las verduras para la


comida del día, para ayudarla a distraerse, más que por necesitar la
ayuda de la muchacha. Era casi el mediodía y la comida estaba casi
lista, sólo faltaban los últimos toques de sazón. Don Íñigo se había
dispuesto a ir con don Jorge, para ayudarle en la pesca y así distraerse,
era el señor de aquellas tierras, tenía deberes, aunque la distracción
hizo poco, él realmente estaba enamorado de ella, lo comprendía
perfectamente pero no estaba en condición de obligarla, conocía los
riesgos para la profecía y para la muchacha.

Pasadas las dos de la tarde, se decide a ir a la finca a tomar la comida,


se había salido sin siquiera desayunar y don Jorge le había casi
obligado a comer algo, antes de trabajar. Él entra en la casa y todos
los trabajadores lo esperaban sentados en la mesa, menos ella. Toma
el asiento que le pertenecía a Jacinta, para mezclarse con todos y no
dejarse llevar por su nostalgia, dejando a la cabecera de la mesa, tan
fría y alejada como parecía.

Poco a poco, todos comenzaron a servirse de la comida que ese día


fue preparada. A él le encantaba escuchar el barullo que todos hacían
mientras comían y se divertían, eso ayudó en gran medida a calmarlo.
Rato después, sube a su habitación, necesita descansar un rato,
mientras afuera los preparativos continuaban. La enorme alcoba
ahora le parecía tan fría y tan inmensa, deseaba irse de ahí pero

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necesitaba descansar. Así que se tumba en la enorme cama, y se
obliga a dormir un rato.

Poco a poco, él cae en un profundo sueño, en el que nuevamente


aparece la mujer que se parecía en espíritu a Jacinta…

…Él se encontraba mirándola de pie, ella frente a él, la mujer llevaba


una ropa extraña, parecía la ropa que él usaba para ayudar en el
campo, ambos estaban dentro de un cuarto, con una cama y muebles
apenas suficientes, él le decía que ella tenía algo que le pertenecía y
que había ido a por ello, la mujer lo miraba fijamente, barriendo todo
su rostro y cuerpo, él se sentía incómodo con aquella mirada.
Entonces, y de la nada, él se acerca a ella y la besa apasionadamente,
él siente cuán profunda es la emoción que lo lleva a hacerlo, también
siente cómo ella le corresponde y lo envuelve entre sus brazos.

Al igual que un reflejo en el agua, la escena se vuelve turbia y él


despierta de pronto, viéndose en su alcoba y con la emoción de su
cuerpo aún latente. Él se pone de pie de prisa, sin entender lo que
estaba pasando, se siente un poco mareado y se sostiene poniendo su
brazo en la pared junto a la puerta, aquello fue tan vívido que aún
sentía sus labios hormiguear con la sensación de ella. Rápidamente
toma sus cosas y sale al cuarto de baño, necesitaba calmar su cuerpo.

Jacinta despertó del sueño, estaba segura de que se trataba de don


Íñigo, ella podía aún saborear sus labios en su boca, su pecho se apretó
fuertemente, lo tenía tan cerca que haberlo soñado mientras la
besaba de esa forma parecía una burla. Ella sentía una gran necesidad
en su cuerpo, algo tan extraño que jamás le había pasado, se dirige
tambaleante a la cocina, pues se retiró sin haber comido nada y el
señor ya debía de haber subido a su alcoba. Encuentra el comedor
vacío y limpio, se pregunta si el señor ya habría vuelto o si seguía
pescando en el lago, así que entra en la cocina y la señora Matilde la
69
recibe, su expresión de satisfacción le dice que ya todos comieron,
incluyendo al señor. Doña Matilde la sorprende con un enorme plato
de lo que se había comido un rato antes: estofado de res con verduras.
Jacinta sonríe ante el gran tazón y toma asiento en la mesilla de la
cocina, la cual usaban para las preparaciones.

Mientras ella disfrutaba su comida, él apareció bajando las escaleras,


llevaba solamente una bata de baño encima, había decidido pedirles
que subieran agua caliente, pues le apeteció relajarse en la bañera.
Pero jamás imaginó encontrarla sentada en la cocina comiendo
conmovedoramente un tazón de comida, ella sonreía y jugueteaba
con las verduras, era notorio que disfrutaba de un buen guiso. Él se
queda inmóvil mirándola comer, le hace una seña a doña Matilde para
no delatarlo, pues aquello era algo que le encantaba apreciar. Pero
mientras le respondía la seña, Jacinta mira el movimiento de la señora
y voltea en su dirección. Ambos se miran directamente, sin nada en
medio que lo impidiera, ella nota que él estaba mojado y con su bata
encima, entonces recuerda el sueño y, con el rostro enrojecido, se gira
para evitar ser evidenciada. Él nota que ella lo miró y su rubor le dijo
exactamente lo que había estado preguntándose durante el baño con
agua fría que acababa de tener, aquella respuesta, aparte de
confirmar sus dudas, le hace reaccionar nuevamente a las sensaciones
que semejante acto de desenfreno le había provocado. Él les pide el
agua caliente hablando demasiado rápido, entonces se da la vuelta
para subir, cuando la señora Matilde le promete llenar la tina de baño,
pero que Jacinta tendría que hacerlo.

Tanto ella como él miran a la señora, sorprendidos por su decisión,


quién sonreía con la satisfacción de un enorme y gordo gato que se
comió un ratón. Él asiente y sube rápidamente las escaleras, Jacinta
comienza a oponerse a hacerlo, cuando la señora la manda a callar y
le recuerda que durante días se le había consentido y ella había
tomado una decisión, argumentando que ella no podía negarse. La
muchacha, entonces, estuvo de acuerdo a realizar la tarea, la cual
consistía en subir cubetas llenas de agua caliente hasta el baño, un
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total de diez cubetas, afortunadamente en la cocina siempre tenían
un enorme caldero con agua hirviendo, el cuál era llenado
constantemente.

En cuanto Jacinta terminó de comer, se fue a comenzar a llenar la tina


del baño, el joven señor se encontraba sentado en su cama, con la
enorme puerta abierta, para verla pasar con las cubetas, hasta que
terminara. Esperando que ella no terminara nunca para verla subir, se
dispuso a contar las veces que ella subió, llegando a la décima cubeta,
él salió a su encuentro, donde la encerró en el cuarto de baño con él.

71
Capítulo 14.

Ella escuchó el momento en el que la puerta se cerró detrás suyo,


aunque era algo que veía venir, sabiendo que el joven señor no se
daría por vencido con su decisión de romper la relación, ella
realmente deseaba que él lo dejara pasar, muy dentro de ella se
alegraba de que no fuera así, pues aún lo deseaba intensamente. No
hacía falta recordar las veces que ella había disimulado estar ocupada,
sólo para verlo o escuchar su voz. Aún no había pensado en la
categoría en la que se encontraba lo que el hombre le hacía sentir, él
era realmente alguien a quién no se olvidaba sencillamente. Su
estómago se retorció por la expectativa, esperando que él hiciera o
dijera algo, ella se mantuvo de espaldas a la puerta, escuchándolo
respirar pesadamente.

Esta chiquilla sencillamente le provocaría la muerte en algún


momento. Ella debía ser detenida, ya se sentía morir por ella. Si ella
creía que no tenía ninguna influencia en él, estaba equivocada, él ya
había perdido el sueño y el apetito, era hora de que realmente hiciera
algo. Cada fibra de su cuerpo añoraba a aquella mujercita, ya no
pensaba ni en su integridad, ya no podía soportarlo más. Aunque no
podía obligarla, estaba dispuesto a convencerla de que cambiara de
opinión.

- No tengas miedo de mí, no quiero hacerte nada, salvo tratar


de convencerte. Cada día que pasa, siento que una parte de
mí muere. No podré soportar más tiempo estar separado de
ti. Creo que te sientes igual que yo, ambos sabemos las
consecuencias si seguimos por este camino, pero mi
seguridad igual peligra sin ti.

- Señor, por favor, no diga esas cosas, no es fácil para mí


tampoco. Yo jamás tuve buenas expectativas en la vida, salvo
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cumplir mi destino, eso fue suficiente, hasta que usted llegó y
algo dentro de mí se despertó, fue la primera vez que deseé
algo más. Pero temo demasiado que ellos lo lastimen, eso no
lo soportaría.

Don Íñigo avanza y la abraza por detrás, estrechando su delgado


cuerpo contra el suyo, él comprendía perfectamente lo que ella debía
estar pasando, debido a ese mensaje de los antiguos. Por eso no podía
soportar que ella cargara con esa responsabilidad, no deseaba que ella
se culpara jamás por algo que quizás estaba predestinado. Él sabía que
incluso con la amenaza, no podía perderla.

- Entiendo lo que dices, pero pagaré gustosamente el costo,


con tal de pertenecerte al menos una vez, no me niegues eso.
Estoy rogándote.

Jacinta voltea a verlo, sin salir de sus brazos y, sin decir más nada, lo
besa. Él, gratamente sorprendido, la sostiene más fuerte y le
responde. En el rostro de ella, comienzan a caer abundantes lágrimas,
con su corazón roto por sus palabras. Él ciertamente era el caballero
que su abuelo alababa. Se sostuvo de sus hombros, profundizando
aquello que deseaba con toda su alma transmitirle.

Don Íñigo se deshace de su bata, que de pronto le impedía expresarse


con ella. La voltea, quedando él junto a la bañera y acerca aún más su
cuerpo al de él. Ella nota que él realmente no estaba desnudo, sino
que llevaba unos pantalones de pesca, que dejaban ver sus
pantorrillas y sus pies descalzos. Sus miradas se cruzan y los congelan
en ese momento, en el que ella toma la decisión, prefiriendo pasar la
eternidad bajo castigo que perderlo a él. Se comienza a desatar su
falda, soltando los listones que la sujetan en su delgada cintura, luego

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su huipil, quedando solamente en un delgado camisón, él la mira sin
creer que ella accediera. La estrecha nuevamente, permitiendo que
ella explorara su cuerpo. Él se deja caer dentro de la tina, quedando
ella a horcajadas sobre él. Ambos, ahora mojados con el agua caliente,
continúan descubriendo cada parte de ellos. Él observa, lleno de
curiosidad, cómo ella lo admira, tocando sus brazos desnudos, su
pecho y su cabello húmedo. Él sentía cosquilleo por donde ella pasara
sus dedos, sorpresivamente, no eran cosquillas que lo incomodaron,
por el contrario, se sentía estimulado por sus suaves caricias.

Jacinta olvidó su nerviosismo, consideraba este momento como la


decisión más importante de su vida, así que lo recibió como un regalo.
Ella sentía que estaba descubriendo algo de suma importancia y
decidió llevarlo con esmero. Disfrutaba intensamente de las
reacciones de don Íñigo, que ahora cerraba los ojos, dejándose llevar
por ella, quién no paraba de mirarlo cada vez que lo rozaba en alguna
zona nueva de su cuerpo. Cuando llegó al particularmente sensible
cuello, él abrió los ojos repentinamente y la besó con vehemencia.
Sostenía su cabeza con una mano, mientras que la otra acariciaba una
de sus piernas, subiendo poco a poco la enagua de su camisón,
haciendo que ella comenzara a respirar tan pesadamente como él.

Desde detrás de la puerta, una señora Matilde escuchaba, sin dejar de


sonreír satisfactoriamente, se otorgaba el mérito de haberlos juntado
por fin. Ella realmente odiaba ver al joven señor en semejante estado,
él no tenía poder de decisión en el asunto, pero Jacinta sí, y ella sabía
que el joven señor tenía tanto espíritu y pasión como el antiguo señor,
don Francisco, así que tuvo que actuar para llevarlos a donde debían
estar. Ella baja las escaleras, pavoneándose en el proceso, se dirige a
la cocina, ellos tendrían hambre después de haber sucumbido al fin,
lo que la hizo dudar un momento era el tiempo que se tomarían esos
dos en el cuarto de baño, aunque el agua no permanecería caliente
por mucho tiempo.

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A ambos les comenzaron a castañear los dientes cuando decidieron
salir del baño, él la llevaba prácticamente cubierta con la bata, sin
dejarla siquiera ver por dónde iban, hasta que la llevó a su habitación
y la descubrió, se había puesto encima su huipil y llevaba la falda en
sus brazos, pero él consideraba que aun así iba demasiado
descubierta. Ella se acerca al sillón y al sentarse, su estómago inició
una fuerte protesta. Los dos comienzan a reír, don Íñigo se pone una
bata cálida para bajar a la cocina mientras ella entraba en calor
cubriéndose con una de las cobijas.

Al bajar, él nota que en la cocina se encuentra alguien, se acerca y


descubre a la señora Matilde sentada en la mesa, tomando mezcal de
una botella frente a ella. Él se acerca y le sonríe, la señora lo miraba
sin dejar salir la risotada que era evidente que estaba aguantando. Ella
lo sabía todo y él sospecha que lo hizo a propósito.

- Señora, sé que quiere hacerlo, adelante, ría por mí.

La señora, entonces, suelta la risotada de su vida, mientras lo miraba


a él y se mueve en su asiento para dejarle ver las otras tres botellas de
mezcal vacías en el piso. Él la mira sorprendido, no sabía que la señora
también fuera una ebria consumada como Joaquín.

- Joaquín me acompañó un rato, hasta que estaba tan borracho


que se quedó dormido y tuve que mandar a llamar a su
hermano para que se lo llevaran a su casa. Mañana regáñelo
si quiere. Pero, ¿Sabe algo? Llevo esperándolos aquí dos
horas, el agua lleva un rato fría mi señor, no estarán enfermos
los dos, mañana, ¿o sí?

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Don Íñigo la mira, cada vez más sorprendido, el ingenio de esta mujer
no tenía límites. De pronto recordó lo que habían hecho para
mantener el agua caliente y su rostro se enrojeció tanto, que la señora
casi cae al piso de espaldas por la carcajada que soltó. El joven señor,
se dirige, entonces, a la alacena, para buscar algo de comer. La señora
Matilde se levanta, completamente entera a pesar del alcohol, y le
sirve dos enormes platos de sopa de verduras con pollo. Se notaba
que estaba esperando este momento, para retirarse a su casa. Incapaz
de decirle algo más, él le agradece y sube a su alcoba con los dos
platos. La señora lo mira retirarse, aun riendo, pero satisfecha de que
los dos estuvieran juntos por fin, la sonrisa de su rostro era de cariño,
como la de la madre que mira a sus hijos ser felices.

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Capítulo 15.

Ellos pasaron una noche sin sueño, pero acompañados uno por el
otro, parecía un sueño lo que habían compartido. Charlaron sobre
tantas cosas, que ambos se perdieron en las horas que pasaron. Ella
habló de las enseñanzas de don Francisco, su niñez libre en el campo
y las situaciones cómicas de Joaquín, quien parecía haber nacido en
una obra de teatro. Él le contó de la vida en la ciudad, sus maestros,
su madre y de un viejo amigo que era relojero, si bien la niñez de don
Íñigo no fue tan divertida, él comenzaba a ver que realmente no era
tan mala.

Ambos bajan las escaleras, sonriendo aún, cuando notan que el viejo
sacerdote del pueblo se encontraba esperándolos. Él lucía una cálida
sonrisa, pero en su mirada, nublada por la ceguera, se apreciaba un
destello de preocupación.

Don Íñigo lo invita a pasar al despacho, donde pide bebidas calientes,


la mañana que los recibía estaba helada. Los tres tomaron asiento en
la pequeña salita junto a la gran ventana, Jacinta se retorcía los dedos
en nerviosismo, presentía lo que el viejo sabio les diría.

- Muchachos, me ha llegado un mensaje de los antiguos que me


preocupa mucho, lo cual me hace pensar que ambos ahora
han consumado su conexión, y eso realmente me llena de
alegría. Pero también me embarga la tristeza, pues la
amenaza ha comenzado a llevarse a cabo.

La recién hecha pareja lo miraba con preocupación, aunque ambos


sabían por dónde continuaría el camino una vez tomaran esa senda. A
Jacinta le atormentaba que, por causa de ella, él estuviera tan

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dispuesto a recibir el daño, así que antes de que ella pudiera decir
algo, él la interrumpe.

- Señor, ella en un inicio había decidido rechazar cualquier


contacto conmigo, lo hizo cuando recién recibió la amenaza
de los antiguos. Ella actuó sin egoísmo, anoche yo la forcé a
retractarse, debido a que ciertamente no tengo temor de
recibir la condena que le deseen poner a ella. Una vida sin ella,
es peor que el castigo que tengan planeado para mí.

El anciano le sonríe, conociendo de antemano sus intenciones, la


muchacha no quitaba la mirada de su rostro, sorprendiéndose cada
día de su valor y su palabra.

- Conozco a la perfección a tu corazón, don Íñigo, no hace falta


que delante de mí justifiques tus decisiones. He venido a
hacerles un regalo a los dos, luchando contra los de mi estirpe,
he lanzado una contra profecía, para que, sin importar el
resultado de las acciones de los antiguos, ustedes puedan
estar juntos en el futuro, no puedo asegurarles que el castigo
durará poco tiempo, pero cuando mis palabras se conviertan
en actos, ustedes saldrán de su penitencia y se volverán a
encontrar. El castigo, ahora ya no es eludible, pues la sangre
de Jacinta ya no es pura, por lo tanto, ya no podrá llevar a cabo
la limpieza a su gente. Lo siento pequeña, tu razón de existir
ya no podrá ser, ahora solo resta esperar a que el castigo se
lleve a cabo.

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Jacinta sentía poco a poco su nerviosismo desaparecer, una cosa era
segura, los antiguos les tenían preparado un castigo inimaginable. Don
Íñigo parecía estar a punto de ir a la batalla, todo su cuerpo transmitía
su tensión. El anciano estaba levantándose para retirarse, don Íñigo
aún creía que faltaba algo que el anciano debía decirles, pero una
mirada suya lo detuvo antes de formular la pregunta.

- Debo retirarme muchachos, el camino fue muy largo y ya soy


viejo.

- Permítame enviarlo en un carro, al menos un viaje cómodo


podemos darle.

El anciano accede a la demanda, Joaquín recibe las indicaciones de


llevarlo, don Íñigo nota que el joven estaba incómodo aquel día,
entonces recuerda las botellas vacías de mezcal y le sonríe con
complicidad.

Ellos ven partir al anciano en el carro, pero Jacinta no puede evitar


sentirse ansiosa por la escena, algo no pintaba bien. El presentimiento
se incrementaba conforme miraba el carro ser tirado por los caballos.
Don Íñigo la lleva hacia el comedor, ambos aún estaban hambrientos
y deseaban tomar el desayuno. Esta vez, fueron apapachados por la
señora Matilde con un guiso de ternera, verduras y salsa picante
hecha en molcajete (mortero de piedra volcánica). Mientras
disfrutaban la comida, uno de los chicos que acompañaban a Joaquín
entra corriendo al comedor, llamando al joven señor. El chico llevaba
tanta prisa que en el camino tiró algunas sillas, aquello llamó la
atención de todos, pues tenían la regla de tratar todo dentro de la casa
con extremo cuidado.

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- ¿Qué sucede, Joselito? ¿Cuál es la prisa?

- Mi señor, unos viejos están maltratando al anciano, íbamos


pasando la brecha junto al lago, cuando aparecieron de la
nada, lo que puso nerviosos a los caballos y se fueron
desbocados hacia el cerro, el anciano está muy herido.

Apenas terminaron de escuchar, ambos salieron corriendo al patio,


donde siempre tenían listo un caballo ensillado. Don Íñigo ayuda a
Jacinta a subirse, para montarse detrás de ella, el caballo salió al
galope de la finca, a lo lejos en la bajada se alcanzaba a ver el carro
casi hecho trizas junto a las enormes rocas, Joaquín se veía tendido
con varias heridas, parecía haberse desmayado, pero no presentaba
daño grave. Emprenden la búsqueda del anciano, cuando lo
encuentran cerca del sauce, rodeado de seis hombres con túnicas
ceremoniales, parecían llevar a cabo un duelo de opiniones, pues el
anciano les recordaba que él también era un sacerdote como ellos y
también tenía forma y poder para intervenir en el asunto de la
profecía, lo que hacía que su decreto sobre Jacinta estaba hecho y
ellos no podrían hacer nada, sino observar. Los seis sacerdotes
levantan sus manos y, conjurando su magia antigua, lanzan un golpe
devastador al viejo, él se sostiene apenas del sauce mientras cae de
rodillas, alcanza a mirar a la muchacha correr hacia él. Pero el daño
que estaba recibiendo de los antiguos ya estaba hecho, él no viviría
más tiempo. El sabio hombre, envía a la muchacha lo último de magia
que le quedaba, sólo una habilidad mágica en realidad, pero una que
le salvaría a ella y su descendencia de cualquier daño irreversible al
espíritu.

Mientras Jacinta corre hacia el anciano, recibe una extraña ráfaga de


viento que tenía el particular aroma del copal, pero a la vez diferente,
un olor que calmaba su alma. Tan pronto como llegó, se retiró y, al
mirar de nuevo, ya no había rastros del anciano ni de los antiguos

80
sacerdotes. Ella miraba todo a su alrededor y no se encontraban a la
vista.

Jacinta cae sobre sus rodillas, había escuchado lo que el anciano les
había dicho, comprendía ahora que el anciano había hecho una
apuesta arriesgada, usando su propia vida. Su sonrisa antes de
desaparecer, también le transmitió que, para él, la vida era igual de
irrelevante, pues se trataba del último de su estirpe, después de él no
habría nadie más. Ella podía sentir, muy dentro de ella, una pequeña
sombra de algo que aún estaba por definirse, pero que
desesperadamente trataba de manifestarse.

81
Capítulo 16.

Luego de la muerte del anciano, todos en la hacienda respetaron


nueve días de luto, en memoria del último sacerdote de una especie
que no conocía paralelos en la historia, en el pueblo todos lo conocían,
pero repentinamente nadie recordaba su nombre. A los pies del viejo
sauce se puso una lápida con una leyenda, recordando el lugar donde
él había perecido.

“A quien yace en el corazón de la tierra.”

Jacinta pasó varios días sin poder comer nada, sólo las bebidas se
mantenían en su estómago. Ella comentó que estaba pasando por una
etapa de limpieza espiritual. Todos en la hacienda estaban siendo
testigos de que algo extraño le ocurría a la muchacha, pues sus
actividades dejaron de ser las mismas, más por necesidad que por
elección. Los momentos que pasaba al sol eran menos frecuentes
pues después de varios minutos ella enfermaba. También algunos
alimentos no eran tolerados por su cuerpo. La señora Matilde estaba
particularmente preocupada, pues desconocía lo que la muchacha
estaba soportando, ya que a menudo la miraba saliendo de
madrugada caminando sola hacia los cerros. Ella compartía sus
pensamientos con el joven señor, quien se preocupaba de igual
manera.

Don Íñigo solo podía observar cómo Jacinta estaba cambiando su


actitud, además de los sueños recurrentes, donde le pedían realizar
actos extraños en secreto. En una ocasión, él intentó seguirla, pero
después de vagar un rato, la perdió en medio de la espesa niebla que
salía desde el lago. Sin embargo, él veía venir el fin del mes lleno de
aprensión, pues Jacinta actuaba cada día más extraño.

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Alrededor del día veintinueve del mes de noviembre, hacía una
mañana nublada, cuando Jacinta sale de la finca rumbo al sitio del
sauce, ella llevaba una mirada distante, con su piel pálida y labios
resecos y sin color, ella tenía el aspecto que se mencionan en los libros
de literatura clásica sobre los vampiros. Aquello definitivamente era
una señal de alarma para el joven, quien sale detrás de ella, con la
señora Matilde y Joaquín acompañándolo.

Juntos llegan hasta el lugar, donde observan a una Jacinta en medio


de un trance macabro, ella se veía como una muñeca siendo
manipulada, su rostro se contorsionaba de dolor y esfuerzo, pero
parecía no poder detenerse. Al acercarse más, los tres notan cómo ella
estaba sangrando de diferentes heridas que, aparentemente, ella se
había hecho en los dos brazos. Don Íñigo corre hasta ella y la sostiene,
notando la rigidez de su cuerpo, que de por si estaba debilitado por la
pérdida de sangre.

Jacinta lo ve acercarse a ella, sin poder siquiera decirle lo que le


sucedía. Esa mañana, despertó con una suave entonación en flauta,
llevaba varios días en que la escuchaba, esa melodía le producía
náuseas e incomodidad general, todos pensaban que ella estaba
cambiando, pero en realidad algo se apoderaba de su cuerpo y la
ponía en estados que no podía evitar, deteriorando su cuerpo y su
mente. Pero esa mañana, la presencia la llevó a la fuerza hasta ese
lugar, donde con ayuda de una piedra filosa la hizo cortar sus brazos.
Por más que ella se resistió, no pudo luchar contra la entidad que le
hacía aquello, así que sólo pudo mirar cómo se lastimaba.

Estando cerca del umbral de su muerte, algo en su corazón se abre,


mira por primera vez a don Íñigo abatido por la desesperación, aun
sabiendo que en algún momento se encontraran de nuevo, él no podía
ocultar su profunda angustia. Como si se tratara de una fuerte llama
que iluminaba todo lo que ella podía observar, esa luz le mostró lo
impensable: una criatura vestida con una resplandeciente armadura
de un lustroso oro, que reflejaba los rayos de luz con que era bañado,

83
su porte caballerosa y lista para la defensa le recordaba a hombre que
con amor y lamento la lloraba, su mirada color gris la llenaba de
tranquilidad.

Entonces miró a la señora Matilde y a Joaquín, quienes tenían pegados


al cuerpo una sombra desagradable, que le producía incomodidad
solo verla, el caballero dorado nota que ella los miraba, entonces con
su resplandeciente mano la toma del rostro para que lo mirara sólo a
él, su tacto era cálido y reconfortante, él niega suavemente con su
cabeza, para evitarle mirar a otro lado. De pronto, él dirige su mirada
hacia atrás de ella, por arriba de su cabeza y le invita a mirar. Ella se
gira un poco y entonces nota la presencia de una muchachita, de
apariencia menor que ella, quien le sonreía con familiaridad, la figura
de esta jovencita era borrosa y algo en el interior de Jacinta le decía
que esta niña aun no existía, pero que a partir de ese momento le
acompañaría como su guardiana.

Ella comienza a cerrar los ojos, de pronto sintiéndose muy cansada,


don Íñigo nota que ella se estaba rindiendo, y entendía su cansancio,
sin perder más tiempo él posa una rodilla en el suelo ante ella y le
recita un juramento, que los uniría más:

- Te encontraré y nada te lastimara de nuevo.

Jacinta de pronto suelta su último aliento, dejando su pequeño cuerpo


demasiado flojo en sus brazos. Don Íñigo la lleva a la finca, donde pasa
con ella algunas horas en su habitación, decidió vestirla con una
sencilla bata de seda blanca, sin adornos ni encajes, la había pedido
especialmente para una rápida boda, que el anciano oficiaría en
secreto, pensando únicamente en la comodidad de ella. Ahora sería
su atuendo para la eternidad.

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Él sale de la alcoba con la pequeña mujer en sus brazos, la lleva a su
pequeño cobertizo, la multitud de habitantes ya se encontraban en el
lugar, desde los trabajadores de la finca hasta los pobladores del
pequeño pueblo. Una señora Matilde bastante abrumada, le ofrece
una delicada corona tejida con flores del campo, una ofrenda al cariño
que le tenía. Dentro del pequeño cobertizo se había colocado un
petate nuevo y algunas vasijas con copal, así como multitud de flores
cortadas todas en los cerros, don Íñigo la coloca suavemente sobre el
petate, acomodando delicadamente sus cabellos sueltos y sus manos
sobre el regazo. Detrás de él aparece Joaquín con el sacerdote del
pueblo, quien rápidamente ofrece una improvisada bendición a la
fallecida. Eran las once y media de la mañana.

Al quedarse solo poco a poco, don Íñigo comienza a sentir un


cansancio inesperado, tan pesado que cae dormido al lado de Jacinta.
Es entonces que recibe un extrañísimo regalo…

Él se encuentra vagando dentro de una espesa niebla, nada extraño,


desde hacía unos meses era una constante en su vida y en sus sueños.
De pronto se encuentra con el anciano del pueblo, quien lo miraba
más enérgico que nunca y con los ojos despejados, eran de color negro
azulado. El anciano le sonríe con pesar y el joven señor se desploma
sobre sus rodillas, lamentando haber fallado.

El anciano se acerca a él y le coloca una mano sobre la cabeza,


pronuncia unas palabras en una lengua extraña que él no puede
entender, hasta que le dice:

“Levántate hijo, tienes un camino muy largo y tedioso, llevarás la


carga más pesada a partir de aquí, pues la muerte te rondará más no
te podrá ver, estarás solo vagando por el mundo esperando el regreso
de ella. Ambos se volverán a encontrar. Nuestro creador ha tomado
represalias contra los que les hicieron esto a ustedes y a los de antaño,
tú y ella podrán estar juntos y podrán llevar a cabo la profecía sin la

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intervención de nadie más, acepta mi obsequio y espérala en el
mundo.”

Don Íñigo despierta completamente lúcido, sabía que las palabras del
anciano no eran un simple sueño, pues había alcanzado a ver lo que
ese hombre era capaz de hacer.

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Capítulo 17.

El cobertizo fue sellado, nada ni nadie perturbará el descanso de la


muchacha. El tiempo comienza a pasar a una velocidad extraña, don
Íñigo de pronto nota que han pasado diez años y él vive como un
hombre viudo sin ánimos de volver a conocer el amor, todos en la
finca notan que el joven señor, conforme pasan los años, posee cada
vez más energía física, él se había involucrado de lleno en los trabajos
de los obreros, adquiriendo destreza y habilidades que no tenía, así
como una piel más bronceada.

En la hacienda, sólo la señora Matilde y Joaquín conocían el secreto


del joven señor, pues a menudo los tres compartían el rato,
acompañados del alcohol, don Íñigo descubrió con ellos que el alcohol
lo afectaba muy poco, así que no encontró ahí su consuelo. Sin
embargo, los ratos que pasaba con ellos, eran de los más gratos.

Fue entonces que, por todo el país, ocurrió la sublevación de los


campesinos, la revolución estaba a la vuelta de la esquina. Don Íñigo
recordaba muy bien las palabras del abuelo, así que reúne a todos en
el gran patio.

- El tiempo que hemos pasado juntos, así sea poco, para mí ha


sido toda una vida, hemos compartido innumerables
anécdotas que aprecio infinitamente. Ha llegado a mí la
noticia de la sublevación de los campesinos y la tan esperada
revolución. Mi abuelo, don Francisco, quien muchos de
ustedes recordarán, me dejó una carta con instrucciones,
donde afirma que nada de esta tierra realmente me
pertenece, sino que mi nombre fue el escudo que protegería
a todos ustedes del resto que deseara apropiarse de este bello
trozo de mundo, hoy frente a todos ustedes, entrego en su
totalidad esta tierra a quienes verdaderamente pertenece.
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Don Íñigo saca de un bello maletín, las escrituras de la propiedad y
todos sus negocios, los entrega cada uno a los encargados de cada
área.

Todos los ahí reunidos, miraban llenos de asombro cómo el joven


heredero entregaba lo prometido por su abuelo, pero en el fondo de
cada uno de ellos, la gratitud por ambos sería eterna, se encargarían
de que los hijos de sus hijos, y los hijos de éstos, supieran que este
hombre había marcado el nuevo inicio.

Dentro de las mentes de Joaquín y la señora Matilde ya comenzaba a


tomar forma un extravagante plan, ambos se miraban y se enviaban
señales sutiles, se encargarían de que el joven señor no permaneciera
sin un respaldo. Ambos sabían que el joven señor tenía un larguísimo
camino y ellos se asegurarían de que el joven no tuviera que lidiar por
dinero.

Don Íñigo sube a los aposentos principales, toma una petaca y pone la
suficiente ropa para casi llenarla, toma algunos documentos de
identidad, sus más preciados recuerdos como lo son una fotografía de
su madre y otra de su abuelo, y la ranita del Sauce que Jacinta le dio
en su bienvenida, añade algunos utensilios de higiene personal y las
cartas de su abuelo. Se viste con una ropa sencilla y cómoda,
pantalones de mezclilla, camisa de franela y chaqueta de lona, encima
se pone un enorme poncho, para evitar llamar la atención, por último
se calza unas resistentes botas de piel y un sombrero. Él sale de la
alcoba y baja las escaleras, era tiempo de que él se aventurara en el
mundo y permitiera las cosas suceder de diferente manera, nota
entonces que Joaquín y la señora Matilde lo esperan afuera del
estudio, ambos mirándolo muy serios, le piden que entre en el
despacho, pues tenían algo qué decirle.

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- El gesto que ha tenido con nosotros, no pasará sin notarse en
el futuro, mi señor, pero si usted ha de irse, no podemos
permitir que lo haga solo y sin un centavo, entendemos su
necesidad de desaparecer, pues los demás se darían cuenta.
Joaquín ha decidido acompañarlo, hasta dónde sus años le
permitan, luego de eso, por favor regresen aquí, habrá gente
esperándole siempre, ésta siempre será su casa mi señor.
Además, mantendremos protegidas todas sus pertenencias,
nada suyo será tocado, salvo por mí para mantenerlo limpio.
Usted no es un hombre sin respaldo, vuelva cuando no tenga
más con qué continuar, estas son sus pertenencias.

Matilde le hacía el más increíble regalo, por la ventana se observaban


a los campesinos mirando aquella última reunión, todos con sus
sombreros en las manos, señal de respeto, sonreían y asentían.

Luego de tantos años, don Íñigo siente lágrimas asomar por sus ojos,
abraza a la señora con la más grande ternura que podía sentir, aquella
mujer no escatimaba en preocupación por el joven, Joaquín los miraba
sabiendo que quizás era la última vez que ambos se verían. Toma su
saco con pertenencias y un fajo enorme con dinero, mismo que mete
furtivamente en la petaca del señor.

Ambos salen de la finca y descubren a todos los campesinos ahí,


mirándolo irse, todos con rostros llenos de pesar, don Íñigo recuerda
ese mismo cariño del día en que llegó, pero ahora nadie sonreía ni
celebraba. Don Íñigo se despide y promete regresar de vez en cuando
a revisar que todo vaya en orden y respaldarlos en caso necesario.

Joaquín aparece en las puertas con dos caballos listos para llevarlos
en una nueva aventura, ambos se despiden de todos desde la entrada
y parten al galope con el sol detrás de ellos.

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Capítulo 18.

Los años por fin pasaban más lentamente, al menos para don Íñigo,
quien se encontraba inmerso en los bellos paisajes de su país, cada día
se encontraban con un pueblito más pintoresco que el anterior, pero
una cosa era clara: la miseria que vivía el país era mayor conforme
avanzaban, sólo había clase alta y clase baja, la clase media era una
vertiginosa brecha que separaba a las anteriores. También era notorio
que Joaquín estaba cada día más cansado, los años comenzaban a
hacer mella en su cuerpo y su intranquila adicción.

Esa noche en particular, decidieron pasarla a orillas de un lago


enorme, Chapala era el nombre, entre grandes rocas instalaron un
pequeño campamento, la humedad del lugar por poco les hace
retirarse, pues impedía activamente encender un fuego, cuando por
fin logran encenderlo. Joaquín aparece con carpas recién pescadas y
limpias para asar en la lumbre, y con su fiel botella en la otra mano.

- Amigo mío, creo que deberías considerar dejar esa maña, ya


los años te alcanzaron, no vas a durar mucho si sigues así. Por
cierto, ¿cuántos años tienes?

- Tengo los mismos que usted, 45 añitos apenas.

- Pues te ves más viejo, todo acabado por ese vicio.

Las muchachas en la finca decían que yo me veía más joven, nomás


prieto.

Ambos estallan en risas al recordar la forma de cotillear de las mujeres


en la finca, ahora deberían estar preparando la tan esperada fiesta de
los muertos, la comida de la señora Matilde era lo mejor de todo.

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El silencio reina durante las horas siguientes, Joaquín cae dormido, ya
sea por el alcohol o por el cansancio, el hombre nunca se quejaba,
disfrutaba bastante permanecer de esta forma y se notaba que aún
estaba encantado con el viaje, aún después de quince años, Íñigo
consideraba que era tiempo de volver a la finca y refrescarse, así que
la próxima aventura estaba decidida.

Don Íñigo debía planear bastante bien el regreso a la finca, pues él no


había ni siquiera cosechado canas en su cabellera, su aspecto seguía
siendo el de un joven de veinte años, aun permitiendo que le creciera
un poco el vello facial, se notaba demasiado. Pensó largo y tendido
qué hacer para no darse a notar, quizás lo mejor sería un cambio de
imagen completo, desde la ropa y el corte de cabello. El plan ya estaba
tomando forma.

El viaje de regreso tardó tres días en concretarse, llegaron pisando los


talones a la dichosa fiesta, la hacienda se encontraba bastante alejada
del pueblo, por lo cual casi nada había cambiado, sólo que se veían
más niños corriendo por los patios, vieron a lo lejos un grupo de
ancianos, hombres y mujeres, parecían estar apostando pues las risas
y los gritos se oían hasta las puertas. Don Íñigo camina hacia ellos,
atraído por su júbilo, cuando una fornida figura se le planta enfrente
y le impide el paso.

- Quince años y no es capaz de saludar correctamente. Tsk!


¿Acaso nos olvidó?

Aquella voz lo regañaba incluso en sus más cansados sueños, la señora


Matilde, tan entera como aquellos cerros que se veían a lo lejos,
imperturbable y maternal.

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- ¡Señora Matilde! Como usted siga tan fuerte y entera, seré yo
a quien entierre muy pronto. Creo que llegamos justo a
tiempo para la celebración de los muertos.

- Por supuesto, este año un mercante nos trajo incienso, está


muy de moda en Europa, según él. Los veo muy flacos, vamos
a que coman algo.

Pronto fueron llevados a la cocina y se les dio de comer un abundante


plato de algo nuevo: puré de papas y lechoncito asado en rebanadas,
don Íñigo saca de su petaca una botella de vino tinto que trajo desde
Guadalajara, la compró con la idea de festejar con todos en la finca.
Tardaron varias horas en terminar la comida, entre risas, la charla y
conocer a los nuevos, no podían tragar un bocado sin el esfuerzo de
retener la risa, aquello era puro jolgorio. Aparentemente todos en la
hacienda ya tenían conocimiento de la situación del joven, por lo tanto
todo procedía con una naturalidad increíble.

Don Íñigo es enviado a dormir a su antigua habitación, la cual estaba


reluciente pero con todo tal cual dejó, un pequeño altar de muertos
dedicado a Jacinta le daba una inesperada bienvenida.

- Consideré apropiado ponerlo, mi señor, desde el primer día


que usted se fue lo estuve manteniendo, esperando a su
regreso, parece que ella bendice mi intención, pues todos
estamos excelentes de salud, nadie ha muerto, esperando por
usted.

Por primera vez en quince años, el peso que la vida puso sobre él le
hizo añicos, Íñigo cae de rodillas y suelta un fuerte alarido de dolor y
desesperación, no sabía si alguien lo escuchaba y no le importaba,

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necesitaba dejar salir todo su tormento. Con ambas manos se cubre
el rostro y solloza sonoramente, él creía que estaba listo para
enfrentarlo, pero aún no podía, se pone de pie y sale corriendo rumbo
al Sauce, ni siquiera nota el aguacero que cae afuera, él simplemente
necesita llegar a él.

Al acercarse, tropieza y cae justo frente al árbol, se incorpora sobre


sus rodillas y suelta un sonoro grito.

- ¡Jacinta!

93
Capítulo 19.

El pasaje era oscuro. Podía percibir todo a su alrededor, aunque no


tenía ojos para ver. Su cuerpo irradiaba una tierna luz color rosado, lo
cual le permitía percibirlo todo, aunque lo que alcanzaba a rozar su
cuerpo le producía un dolor desgarrador. No podía detener su avance,
aunque quisiera, debía llegar al final…

Un lugar cálido y brillante la recibe, le proporciona tranquilidad.


Pronto comienza a dormir, permitiendo a su cuerpo primordial
evolucionar, creando brazos, piernas, órganos, y detalles más finos
que le darán a su personalidad un toque artístico.

Sin embargo, muy pronto comienza a ser expulsada de ese lugar tan
agradable, algo la empuja para salir, se siente muy apretado y, al final,
logra salir. La luz que ahora la rodea es cegadora y fría, algo la sujeta
y tira de ella, mientras de su pecho algo sale y la hace inhalar algo frío
que la irrita. El ruido estridente que de ella salía, la ponía más molesta.
Las personas que la sostienen repiten una y otra vez, una palabra que
le llena de calma, así que las imita, convirtiendo esa palabra en un
mantra, “¡Mamá!”. Todos en la sala del hospital miraban
impresionados a la cansada madre de aquella extraña niña, que al ser
bañada reveló un cabello rizado, mismo que será la envidia de tías y
primas.

La niña es colocada sobre el pecho de su madre, quien también la


miraba llena de asombro, y de inmediato se tranquiliza, el
alumbramiento se adelantó casi una semana, pues sin dolores de
parto la niña comenzó a nacer. Todos en el hospital hablaban del
incidente, “La niña nació hablando” decían una y otra vez, más no se
repitió la ocasión, ella continuaba sin decir más palabras.

Su madre la llama Noé, un nombre poco común para una niña nada
ordinaria. Ella creció como una espigada chiquilla que, tan amaba
comer que, enfermaba constantemente del estómago, pronto superó
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a su hermano mayor en cuanto a travesuras se tratara. Muy temprano
en su niñez, ella comenzó a tener sueños que la llenaban de miedo, por
no saber de qué se trataban. Pero al despertar, siempre las olvidaba.

Su niñez estuvo marcada por un constante "¡Noé te vas a caer!" y por


un extraño lunar en su hombro izquierdo con forma de media luna.

Cierto día muy caluroso, ella jugaba al sol en un montón de arena para
construcción, cuando unas niñas pasaron frente a su casa con su
madre, fue testigo de algo aterrador: tanto las niñas como la madre
llevaban una criatura negra sobre sus hombros, ésta sobresalía
encima de sus cabezas y les susurraba palabras llenas de envidia
mientras la miraban a ella, entonces entró corriendo a su casa
aterrada, ese día comenzaron las pesadillas, nueve años tenía.

Durante todo ese año, ella jugó más tiempo con su hermana menor,
Flor, quien constantemente le impedía meterse en líos, ella era por
completo contraria a Noé, era coqueta, delicada y femenina, y ése
sería el último año que pasarían juntas.

Días después de la fiesta familiar de navidad, Flor le confiesa a Noé


que podía ver las criaturas negras sobre los hombros de la gente, ella
los confundía con animales pero reconocía que eran malévolos, le
contó que le daban mucho miedo, porque esas criaturas le decían que
pronto se iría lejos y no podría volver. Noé le cuenta que de igual forma
los puede ver, salvo que a ella no le hablaban, solo la miraban. Las
niñas compartían muchas intimidades, eran confidentes.

Al volver de la fiesta familiar de año nuevo, Flor enfermó, su madre


llena de preocupación, la lleva a una clínica de la cruz roja, que era lo
más cercano que tenían, donde le avisan que debía llevarla al hospital,
la niña estaba entrando en coma por una diabetes que nunca había
sido diagnosticada, Noé permanece esperándola. Nadie se imaginaba
que la pequeña no podría volver con su familia. Con infinita pena y
dolor, la madre accede a desconectar de los aparatos y dejarla ir, para
que no sufriera más. La madre, en medio de un choque emocional,

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percibe a unos seres en túnicas que aparecen en la habitación de su
hija, ella sabía que venían a llevarla con ellos, a pesar de intentar
impedirles que se llevarán a la niña, al final su Florecilla es llevada
lejos.

Durante esa noche, Noé es visitada en sueños por Flor, quien le pide
jugar una última vez. Mientras ella se despide de su hermana, le
cuenta que la familia necesitaba de otro guardián y por eso era llevada
tan pronto, Noé no alcanzaba a comprender lo que Flor le decía, pero
si entendía que ella se estaba marchando. Noé mira, entonces, a una
anciana que toma de la mano a Flor, ella le sonríe con familiaridad, la
mujer parecía vieja, pero llena de energía y de espíritu fuerte. Flor le
sonríe y se aleja con la anciana. Noé mira su pequeña espalda, llena
de marcas de quemaduras, parecía haber recibido algún tipo de daño,
años después ella comprendería que esa niña había tomado un daño
dirigido a su familia completa, lo que había mermado su vitalidad.

Noé despierta por la mañana, era el día 5 de enero, la víspera del


festejo de los Santos Reyes Magos, y su hermanita yacía en la sala de
su casa y su familia la observaba, inmóvil y hermosa. Todos hablaban
y lloraban, pero ella no escuchaba nada, parecía estar bajo el agua, no
entendía nada de lo que decían. Su madre, que estaba a puerta
cerrada en su habitación, sólo deseaba que todos se fueran, Noé entra
con ella y se acompañan, ella mira al guardián de su madre, un alto
ángel de alas doradas y túnica blanca. Él la sostenía e impedía al
exterior lograr alterar la poca calma que a duras penas pudo
encontrar. Él invita a la niña a acercarse, mientras le provee la misma
protección que a la joven madre, la niña se sienta a su lado y deja caer
su cuerpo en su regazo, ambas comparten su llanto silencioso y
pesado.

Cuando llega la hora de la misa fúnebre, ellas se toman de las manos


y se consuelan, nadie es capaz de romper aquel lazo que les daba un
poco de fuerzas para permanecer, madre e hija eran observadas desde
la distancia. Noé es enviada a casa, con sus demás hermanos y a partir

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de entonces, ella vivirá en silencio, su mente escapa a un mundo de
fantasía, donde poco a poco sus recuerdos se guardan muy
profundamente y ella comienza a olvidarlos.

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Capítulo 20.

Noé acaba de cumplir los 10 años cuando todo su mundo enmudeció,


ella miraba cómo la vida escapaba lentamente, mientras que para los
demás era un torbellino que se llevaba todo. Pocas cosas llaman
realmente su atención, parecía no darse cuenta de muchas cosas, por
ejemplo la malísima vida que llevaban, más que de pobreza, era de
miseria. Su padre era agresivo y vicioso, a menudo golpeaba a su
madre, siendo capaz incluso de violarla. La señora Ana, madre de Noé
varias veces perdió el bebé que llevaba, consecuencia de esos abusos.

Hasta que, tres años después de la muerte de Flor, Noé y sus


hermanos presencian cómo su padre se abalanzó sobre la mujer,
quien harta del maltrato le gritaba improperios. La hermana mayor
llama rápidamente a la policía, quienes se adentran en la desvencijada
casa y se llevan detenido al enfurecido hombre. La madre de Noé
apenas puede soportar, ella sabe que algo muy importante está a
punto de comenzar.

Esa noche durmieron juntos en la misma cama, todos dando apoyo a


Ana, quien al por fin dormir recibe una hermosa señal: ella se mira
caminando por un cementerio, todo oscuro y lúgubre, va pasando las
lápidas cubiertas de suciedad, parecía un lugar abandonado, reflejo
de su desesperación. Hasta que, por delante de ella, se comienza a ver
una lápida limpísima de color azul, en ella se leía el número 18, no
había nombres, Ana se detiene frente a ésta y la admira
detenidamente. No nota que detrás de ella caminaba su Florecilla,
llorando por su pena y guiándola hacia una salida segura de la vida
que deseaba cambiar.

Por la mañana, aparece el padre, aún enfurecido pero con un ligero


cambio de actitud, se dirige a Ana y le suelta la primera señal:

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- ¿Cuándo me desocupas mi casa?

Ana apenas cabía en sí de semejante ofensa, así que respondió


diciéndole que ese mismo día tendría todo para él. Rápidamente Ana
llama a sus hermanos, quienes se ofrecen en seguida a ayudarla con
sus cosas, también le llama a su amigo de toda la vida para contarle,
él mueve rápidamente sus influencias y le consigue de apoyo familiar
una casa prestada por unos meses, dicha casa se encontraba en el
pueblo vecino, el que a Ana siempre le había gustado por su
tranquilidad.

Esa tarde todos llegaron a la casa prestada, Ana apenas lo puede creer,
la fachada era color azul y tenía el número 18 junto a la puerta. La casa
era enorme, tenía tres pisos construidos, con habitaciones enormes y
frescas, la ventilación y la falta de ruido la hacían parecer de un
cuento, detrás de ésta había un enorme patio con pasto y árboles
frutales, Noé y sus hermanos corrían y explotaban la casa, mientras
Ana los miraba llorando de alegría, junto a sus hermanos y a Víctor, su
amigo.

Esa noche, tomaron una cena muy particular, les consiguieron maíz de
palomitas y vieron películas de animación hasta muy entrada la noche.
Ana, sin embargo, salió a caminar por el enorme patio y corral de la
casa, sentía una ligera aprensión por la tranquilidad y el silencio que
se sentían, el aire fresco le llenaba en su totalidad los pulmones y le
permitía llevarse tantos años de carencias y maltratos. Ella regresa y
mira a sus hijos dormir, se veían tan tranquilos y contentos, Noé había
reído y gritado de emoción, como hacía años no lo había hecho. Su
pequeño con autismo también había salido corriendo con ellos, riendo
y mirándolo todo, absorbiendo la tranquilidad del lugar. En silencio,
Ana dio gracias a Dios por esta bendición.

Por la mañana, Ana despertó con el amanecer, aún no era capaz de


creer dónde estaban, ella salió al mercado y se sorprendió aún más de

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ver que la gente del pueblo en general era cálida y amable, compró
algunas cosas para el desayuno y, cuando volvía, las lágrimas no
pudieron esperar para salir nuevamente, ella pasaba por el atrio de
una iglesia, cuando una mujer la miró que iba llorando, se apresuró a
alcanzarla y la saludó.

- Buenos días señora, disculpe que me entrometa, pero, ¿por


qué llora, se siente mal?

Ana la miraba sin poder pronunciar nada, comenzó a sollozar más


fuerte y la mujer la invitó a su casa, que estaba a unas cuadras de ahí.
Le ofreció un vaso con agua, al que puso unas gotitas de un pequeño
frasco, el agua olía a flores de azahar, Ana notó que al beberla se
comenzaba a tranquilizar.

- Son flores de Bach, una medicina alternativa, ¿se siente


mejor? Puede contarme si gusta. Me llamo Magda, y soy
psicóloga, desahóguese si desea.

Ana le contó todo lo que había pasado, sin dejar ningún detalle,
descubriendo que se sentía bien hablar sobre el tema, quizás por las
flores o por la presencia de Magda, aún no lo sabía. Magda le ofrece
ir continuamente a su casa para hablar del tema, ella notaba que había
mucho daño que reparar, le habló de un programa que llevaba con un
grupo de mujeres, en el que podía incluso hacer amigas. Ana le
promete acudir a las reuniones, también prometió llevar a sus niños,
ella sabía que el cambio sería laborioso, pero ya comenzaba a dar los
primeros pasos.

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Al llegar a la casa, Ana se sorprende de ver a los niños aún dormidos,
pero los dos mayores Luz y Luis, ya estaban levantados, ambos
sentados llorando aún por los días anteriores. Ana los abraza y les
promete que todo mejoraría en adelante, los envía a que se
refresquen en el corral, para tranquilizarse, cuando ella comienza a
preparar el desayuno, enciende una pequeña radio mientras tanto y
suaves pasitos se acercan a ella por detrás, era el pequeño Miguel, el
niño con autismo, la mira hacer cuando ella voltea a verlo y se acerca.

- Mamá si pude. - exclama con los ojos muy abiertos.

- ¿Si pudiste qué chaparrito?

- Dormir mamá, si pude dormir.

Ana cae de rodillas y lo abraza mientras solloza de nuevo, ella ni


siquiera sabía que su pequeño tenía problemas para dormir, hasta
ahora.

- Yo también mi niño, yo también pude dormir, ¿soñaste


bonito?

- Si, soñé cuando llegamos y corrimos con Noé y Pina por todo
el patio, me pareció un momento muy feliz.

Ana lo sostiene nuevamente y luego le pide ir a despertar a los demás


y a lavarse las manos para desayunar, ella mira al cielo a través de la
ventanita y agradece nuevamente por estos momentos.

Noé es despertada por su hermanito, quien le dice que debe bajar a


desayunar, ella se había apropiado una de las habitaciones en el

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segundo piso, una habitación enorme y fresca, recuerda haberse
subido a dormir luego de ver a su madre caminar fuera de la casa. Ella
percibe el olor de las chuletas ahumadas asándose, su estómago
protesta y ella baja rápidamente, como de costumbre con el cabello
rizado hecho una gran maraña.

102
Capítulo 21.

Noé comienza a prestar atención a esos sueños que la perseguían


desde muy pequeña, ella creía que eran pesadillas por llenarla de
emociones que no comprendía. También comenzaba a ver la grandeza
del mundo, ya no reparaba en límites tan estrechos, se vio ahora más
pequeña que nunca.

Ella aún soñaba con esa escena donde flotaba en forma de esfera color
rosa, aún era capaz de sentir el ardor en la piel cuando algo la tocaba,
sin embargo Ana sí sabía a qué se debía ése sueño, ella recordaba una
muy similar, estaba segura de que eran sus recuerdos al fecundarse y
comenzar la gestación, pero, ¿cómo podría explicarlo?

En años venideros, en lugar de desvanecerse ese recuerdo, éste se


hacía más nítido, conforme Noé comprendía ese proceso, hacía un par
de meses que se mudaron a otra casa, menos grande, pero ya no era
de apoyo a mujeres, sino una que Ana pagaba en renta y no podía ser
más feliz, todo en la casa era de acuerdo a su gusto y necesidad.

Ése año, Noé hizo nuevos amigos en la escuela en que fue inscrita, su
madre decidió enviarla como oyente en el último año de primaria,
para comenzar sin problemas la secundaria. Si bien Noé no era una
niña muy estudiosa, se las arreglaba para sacar buenas notas.

Muy pronto comenzó a llamar la atención de los chicos, aun le faltaba


comprender muchas cosas sobre las relaciones, Ana a veces sólo
deseaba olvidar su realidad así que muy poco se hablaba del tema,
pues tenía tanto miedo de que sus hijas vivieran algo similar a lo suyo
que les protegió lo más que pudo sobre el tema. Pero su madre notaba
cómo Noé no pasaba muy desapercibida, sobre todo porque ella se
esforzaba tanto en ocultar su atractivo vistiendo ropa holgada y
luciendo un ceño eternamente molesto, sin embargo era notada por
la mayoría, pese a sus intentos.

103
Ana se sorprendió cuando un día sin nada en particular, Noé se acerca
para pedirle consejo sobre algo que comenzó a escribir. Durante
algunos años, Ana se ganó algunos billetes escribiendo poesía y
ensayos para un periódico local religioso, así que sabía mucho sobre
este tema, así que toma lo que Noé escribió y lo lee:

- "Sus ojos miran el fértil e imponente valle, era una mañana


fresca de otoño, cuando los árboles tiran sus hojas, y él llegó
hasta ahí sin creer que todo lo que alcanzaba a ver era suyo.
A un par de kilómetros se recorta un tranquilo lago con
pequeñas islas, una serpenteante vereda rasga por la mitad
las tierras desde lo alto de un cerro hasta las aguas del lago,
donde se prepara el pescado recién sacado." Es una
descripción muy detallada, ¿de qué lugar hablas? Me suena a
Pátzcuaro, allá hace frío y los cerros enmarcan el lago de esta
forma. ¿Lo soñaste?

- No mamá, me subí a la barda de nuevo, estaba viendo la parte


de atrás en la casa azul, cuando me quedé como dormida y
estaba viendo a un hombre, estaba muy guapo, tenía ojos
verdes y el pelo rubio.

Ana la escuchaba sin saber qué decirle, Noé comenzaba a despertar


dones, aquellos dones que su madre le contaba que tenía una
bisabuela, curiosamente la niña se parecía demasiado a aquella mujer,
en carácter y el maneras, ahora estaba un poco más claro que aquellas
habilidades habían permanecido en la familia.

- Te voy a conseguir algunos libros y escritos, juntas vamos a


descubrir lo que significan, ¿estás de acuerdo?

104
- ¡Claro má! Al principio me asusté, porque pensé que me pude
haber caído de la barda, creo que ya no volveré a subirme.

- Muy bien, no lo hagas, estaba pensando, ¿por qué no lo


vuelves un cuento? Creo que te quedaría bonito. Yo busco la
forma de que se publique.

- No lo sé, tengo la sensación de que no fue mi imaginación,


sino que se trataba de un recuerdo, pero no conozco a ese
muchacho.

- Lo sé, también creo que es eso, pero mientras descubrimos


quién es y si tenemos que ayudarlo, yo te recomiendo que lo
escribas, quizás hay algún mensaje para ti. Cuando traiga esos
libros que quiero que estudiemos, te explicaré lo que sucede,
¿vale?

Noé sonríe brillantemente y sale corriendo con su libreta y se sube de


nuevo a la barda, Ana la mira sonriendo pero un poco preocupada, se
suponía que tenían que pasar unos años más para que esos dones
despertarán. Sin embargo, la niña no volvió a mencionar a las criaturas
que veía más pequeña, esas criaturas que Flor alguna vez dibujó y cuya
libretita Ana guarda celosamente.

105
Capítulo 22.

No hizo realmente falta que Ana le trajera esos libros a Noé, pues
durante sueños y pequeños lapsos en los que la niña caía en ese
extrañísimo trance, una anciana se le presentaba y le hablaba sobre lo
que le estaba sucediendo, cuando Noé le dio una breve descripción
física de la mujer, Ana supo de quién se trataba: era la bisabuela
María.

Hacía alrededor de 40 años que la mujer había fallecido, aún entera y


trabajando su huerto de verduras en casa, la mujer finalmente había
muerto luego de dejar su casa reluciente y haber cocinado para toda
la familia, simplemente se recostó a dormir y más no volvió a
despertar.

Noé que parecía haber nacido con una energía inagotable a la tarde
caía rendida por el agotamiento, pero a partir de que esos dones
despertaron parecía estar más cansada de lo habitual. Ana lo adjudica
a los recientes cambios en la vida de todos, sin embargo Noé los
resintió de diferente forma, mientras que sus hermanos prosperaban
cada uno en lo que le gustaba más, ella simplemente dormía más. Ella
buscó en diferentes aspectos mejorar el ánimo de la niña, sin mucho
éxito. Hasta que acudió con Magda por su consejo.

- Dices que sus hábitos son básicamente los mismos, salvo por
las horas de sueño y apatía.

- Sí Magda, ella siempre ha sido de buen apetito, pero a veces


come menos, a veces come más, pero el tiempo que pasa
dormida cada vez es más largo. Incluso me cuesta hablarle
varias veces para despertarla.

- ¿Ella te cuenta lo que sueña?

106
- Si, la animé a que lo escribiera, todo comenzó con un trance
que tuvo hace como un mes, donde vio a un muchacho de ojos
verdes. Ella lo escribió y me lo enseñó, parece que se trata de
ese hombre que ve, y de una bisabuela mía que se le aparece
en sueños y le habla de cosas que yo no entiendo.

- Entiendo, tráela la próxima vez y veremos qué sucede, quizás


pueda hipnotizarla.

Y Ana así lo hizo. Unos días más tarde, llevó a Noé con Magda, quien
le pidió dibujar algo y la observó todo el tiempo, hasta que le entregó
su creación. Era un lago, con dos pequeñas islas y cerros lejanos que
lo bordeaban, pero entre aquellos cerros se alzaba una construcción,
parecía una hacienda, con una caravana de carruajes yendo hacia la
finca.

- Noé, cuéntame, ¿qué lugar es éste?

- Es la hacienda que él heredó de su abuelo. Mi mamá dijo que


te contó de él, me trajo para saber qué me ocurre.

- Es cierto Noé, estamos preocupadas, porque no sólo te afecta


en sueños, sino que cada vez tu mami te ve más cansada, y
queremos saber de qué forma podemos ayudarte.

- Yo sé que me pasa, la señora me lo dijo, se debe a la leyenda


de mi lunar, debo ir a ese lago a ofrecer un poco de sangre
para que todo mejore. El hombre me espera ahí, pero quizás
aún no pueda verlo, lleva muchos años esperándome.

- Me gustaría hablar con esa señora, ¿Sabes cómo puedo hablar


con ella?

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- Ella me dijo que hicieras lo que planeabas, hipnotizarme y ella
hablará contigo.

- Bien Noé, déjame hablar unos momentos con tu mami,


siéntate afuera en la salita.

Noé sale y las espera, mientras escucha el pasar de la gente por la


calle, ella mira a una mujer con su niña, ambas muy bajitas de
estatura, reconoce a la niña, ella estudia con Noé en la secundaria.
Ambas se saludan y se sonríen, aquella niña, Yess, era su única amiga
ya que los demás chicos la consideraban rara, por las largas miradas
que les daba, la mayoría se asustaba. Pero Yess no, ella se acercó y fue
su amiga casi el primer día.

Notó entonces al ave que tenían en una jaulita colgada de un muro, el


ave trinaba sin descanso mirando a todos lados, la niña se acerca para
mirarla mejor, pero la jaulita se hallaba fuera de su alcance, el ave
trinó más desesperadamente cuando Noé se acercó, llamando la
atención de Ana y de Magda, quienes vinieron hacia ella a observar lo
que sucedía.

- Pero no te alcanzo, además me pueden regañar si te libero, ya


me sucedió una vez. - Noé le dijo al ave, con un pequeño
mohín.

- ¿El ave quiere salir de ahí? - Magda la miraba intensamente.

- Sí, dice que no es feliz, porque no puede volar, pero también


le da miedo no saber dónde encontrar comida.

108
Magda se giró a Ana y le dio una significativa mirada, la madre de Noé
no estaba tan segura de llevar a cabo el procedimiento en la niña, pero
ahora parecía ser lo correcto por hacer.

- Noé, ¿qué te parece si hacemos algo? Yo abro la jaula y lo


libero, y tú le dices que cada día aquí podrá venir a conseguir
comida.

- Está bien.

Mientras la niña parloteaba con el ave, las mujeres la miraban, el ave


se quedó por un momento quieta mientras Noé le indicaba que le
abriera la jaula, la cual salió y revoloteo cerca de las tres y luego voló
lejos y alto, Magda suspiró con resignación mientras sacaba el platitos
con semillas y lo ponía sobre una gran maceta con un frondoso
helecho.

- Aquí le estaré poniendo las semillas, ¿te parece bonito?


Vamos adentro, comenzaremos con el tratamiento. Voy a
necesitar que estés relajada y tranquila, ¿de acuerdo?

- Sí, la mujer me dijo lo que debía hacer, necesito que me den


algo para pincharme el dedo pulgar y ceniza de copal.

- Muy bien, iré a conseguirlo.

Magda deja a solas a Noé con su madre, quien la miraba con


preocupación, Ana siempre fue una gran devota de su religión y no
sabía cómo procesar lo que estaba sucediendo.

109
Magda volvió con lo que la niña solicitó, mientras se acercan ambas y
la miran hacer. Noé tomó la aguja y se pinchó fuertemente el dedo,
logrando sacar suficiente sangre para cubrir un pequeño hueco en la
palma de su mano, donde vacío las cenizas y las mezcló bien, luego
descubrió su hombro y lo cubrió con la pasta que se formó, después
puso el sobrante en su frente, entre sus cejas y anunció que estaba
lista. Magda procedió a realizar la hipnosis.

Noé quedó profundamente dormida casi enseguida, lo cual era algo


bueno, cuando miraron la pasta hecha por ella encenderse en brasas
y arder, el humo saliente tenía un particular aroma mientras ambas
escuchaba un suave susurro en lengua Purépecha, luego Noé abrió los
ojos y las miró a las dos, observó la estancia y les sonrió cálidamente.

- Hola Ana, soy tu bisabuela.

Ana no pudo responder, aquella voz realmente sonaba con ella,


comenzó a llorar angustiosamente.

- Oh deja de preocuparte niña, todo está bien y ocurre como


debería ser, tu retoño es más fuerte de lo que parece, se
recupera muy pronto, todo esto del cansancio son pequeñas
pruebas que la preparan para lo que viene. Aunque lamento
decirte que su futuro no es tan tranquilo, quizás sufra un
poco, pero al final ella será mejor de lo que yo fui. Siéntense
las dos, les contaré la historia detrás de todo esto…

Y así, la bisabuela María comenzó el relato de la leyenda,


mostrándoles un panorama que no se imaginaron nunca y
contándoles los más profundos secretos que yacían detrás.

110
Capítulo 23.

Ana y Magda tenían ahora una misión importante, cada una estaría
pendiente de cada aspecto del crecimiento y maduración de Noé,
mientras que la bisabuela, educaba a la niña en su aprendizaje, le
hablaba de las criaturas que era capaz de ver, así como se otros que
aún no conocía, les llamaba parásitos, pues se alimentaban de las
emociones más enfermizas que una persona podía sentir, como la ira
y la envidia. Noé comprendía ahora las palabras que esas criaturas le
lanzaban a su hermana, pues la consideraban una amenaza, aunque
al final la pequeña ofreció su fuerza y su voluntad para allanar el
camino que Noé ahora recorría.

Justo cuando llegó el primer ciclo lunar de Noé, tuvo otro significativo
trance, ella miraba a una pareja con ropas antiquísimas que le
hablaban sobre algo, demasiado importante dado el tono de sus
voces, pero que por su diferente dialecto la niña no entendía.
Entonces, de la nada, apareció un enorme espejo hecho con las
pequeñas gotitas de agua que componían la niebla que los rodeaba,
en él se reflejaba Noé, pero con la apariencia de una muchachita de
piel morena y cabello negro y largo, la joven le traducía sus palabras.

- Hola Noé, mi nombre es Jacinta, soy tu en una vida pasada, he


renacido siendo tú, pero a la vez existo aparte de ti. Los
antiguos eran personas orgullosas y obstinadas, dieron su
propia interpretación de la profecía, creando una alternativa
que nos atrapó y nos maldijo, esa alternativa puede romperse
y dejar fluir la profecía original como debería ser, pero sufrirás
un poco en el proceso, aparecerán en tu vida algunos
hombres que te ayudarán a conocer lo que es realmente el
amor, desde uno perezoso hasta uno enfermizo, debes estar
atenta a todo lo que experimentes, excepto a entregarles tu

111
cuerpo, eso acabaría por darles un poder sobre ti que no
existe, que es ilusorio, pero lo sostendrán y podrán lastimarte
con él. El hombre que viste está buscándote, él también sueña
contigo, te ha visto desde hace mucho tiempo, él es mi pareja,
pero es tú compañero, él nunca me perteneció, yo fui el
camino que lo guía hacia ti, el último antiguo ofreció su vida
para darle a él la oportunidad de llegar hasta ti, pero aún no
puede encontrarte, primero debes aprender y entender las
consecuencias de esa falsa alternativa, de lo contrario
terminarás como nosotros, atrapada. Siempre que necesites
un consejo, sabes cómo acudir a nosotros.

El trance se desvaneció y, para cuando Noé despertó, sus sábanas


estaban manchadas con su flujo. Su primer ciclo había llegado.

Ése día, Noé comenzó a llevar consigo una pequeña bolsita de cuero
con las cenizas de copal y un pequeño alfiler, sabía que la pasta hecha
con sangre y ceniza era la manera de volver a convocarlos.

La niña rápidamente crecía, y con ella crecían también las miradas que
los hombres, jóvenes y adultos, le dedicaban, ya no intentaba pasar
desapercibida, sino que lucía sus encantos de forma natural. Pronto
cumplió 16 años, fue cuando conoció al primero, muy a pesar de que
Ana encontraba que este chico, de 20 años, muy desagradable, no
podía evitarlo, ella sabía que debía permitir que el curso fluyera.

El joven aprovechaba cada oportunidad, para enviarle regalos a la


muchacha, mismos que ella recibía sonriendo, Noé se permitió
disfrutar de aquellas atenciones, aun sabiendo el trasfondo de esto.
Pasaron algunos meses, cuando las objeciones de Ana no pudieron ser
mantenidas por más tiempo, ella se preocupaba profundamente por
el daño que Noé podía recibir, ella sabía que él no era capaz de
sacrificar una pequeña parte de sí mismo, para buscar el bienestar de
su hija, al grado que el muchacho al fin resentido por los comentarios

112
de la madre, convenció a la joven de visitarlo en su casa, él
argumentaba que se lo pedía para tener espacio y privacidad.

En definitiva, la familia de él adoraba a Noé, y les permitían todo el


espacio y tiempo que desearan, hasta que cierto día él intentó tener
intimidad con ella y la trató de forzar, Noé sabía que él no era el
indicado y le había permitido acercarse, más nunca avanzar más, hasta
este día que él la encerró en su habitación. Hasta entonces, él no había
mostrado ninguna criatura en su hombro, ni ningún guardián detrás
de él hasta que lo vio, pequeño y escurridizo, detrás de su oreja.

La criatura disfrutaba de describir las formas en las que podía tomarla,


ese día no había nadie más en casa. Noé sintió náuseas y comenzó a
temblar, dando pequeños pasos hacia atrás, hasta llegar a una pared,
donde él la arrinconó y sujetó sus manos. Un olor extraño desprendía
de él, demasiado desagradable, tanto que los ojos le picaban, escuchó
un suave murmullo que le pedía mantenerse alerta y reaccionar a la
señal, ella abrió mucho los ojos, intentando mirar de dónde venía el
susurro, pero no pudo encontrarlo.

El joven olisqueaba el cuello de Noé, anticipándose al momento de


tomarla, los temblores de ella se hacían cada vez más violentos, pero
aun así permaneció alerta y, cuando él intentó abrir sus rodillas con
una pierna, algo en su mente le rugió "¡ahora!" y Noé elevó
violentamente su rodilla, conectando con él, quien se tiró en el piso
aullando de dolor, Noé rápidamente toma sus cosas y sale corriendo
de la habitación y de la casa.

Sobra decir que la familia de aquel joven jamás la volvió a mirar con
simpatía, pues su mimado hijo había sido rechazado y lastimado, Noé
también les retiró su agrado, pues entendía que ellos lo consentían
demasiado, al grado de no importarles lo que él estuvo a punto de
hacerle. Ella aún era menor de edad, y si las consecuencias de agraviar
la vida de una joven de esta manera no les importaban, entonces no
sabía qué clase de futuro tendría la mujer que acepte compartir su

113
vida con él. Éste chico le mostró a Noé un amor perezoso, que no
deseaba esforzarse en nada, un amor lamentable.

Ella llega a su casa, aún abatida por la experiencia, Ana la mira llegar
desde el pequeño patio y la espera para juntas hablar lo sucedido,
minutos después, Magda aparece en su puerta y las tres desenrollan
la dramática experiencia, dándole a Noé una base más firme sobre lo
que debía buscar en una pareja. Noé entonces mira como llega Víctor,
el amigo de su madre y juntos le anuncian que, meses después del
divorcio de sus padres, ellos se reunieron y reavivaron una vieja
relación que tenían, la muchacha sonríe contenta, pues su madre se
veía feliz, Magda los ayuda a llevar esta nueva experiencia de una
forma sana, pues los niños pequeños eran muy delicados, sobre todo
Miguel, quien necesitaba un sentido de seguridad muy específico.

Meses pasan, antes de que Noé se tope con el siguiente chico que le
abrirá los ojos sobre los hombres y las relaciones en sí, ellos se
conocen en una presentación en vivo de la banda de rock que Luis
forma, junto a él y otros amigos. Ella disfrutaba particularmente de
esa música, pues le ayudaba a liberar preocupaciones y el estrés de
estos últimos años.

114
Capítulo 24.

Noé constantemente soñaba con aquel hombre de ojos verdes, lo cual


le creaba expectativas un poco altas, comenzaba a preguntarse
detalles que sólo sabría al conocerlo, deseaba particularmente saber
cómo era su temperamento. Deseaba escuchar el timbre de su voz.

En sus sueños, le mostraban pequeños detalles sobre él, lo miraba


sonreír y a veces hacer trabajos del campo, por lo que la llegada del
otro chico fue más bien inesperada y decepcionante. Pero aun así, ella
lo intentó.

Él tenía la delicadeza de presentarse en su casa a verla, no le llevaba


detalles como el anterior, ya que ambos eran estudiantes y
disfrutaban la vida de diferente manera, siempre con lo que podían
conseguir en el momento. Noé se permitió, nuevamente, una ligera
ilusión, misma que fue rota cuando, luego de un peligroso accidente
de trabajo, él no pudo proporcionarle el apoyo emocional que ella
necesitaba, ella había estado peligrosamente cerca de morir o de
lesionarse de por vida. Este chico definitivamente no esperaba llevar
una relación ni un poco sería con Noé, por lo que terminaron sólo unos
pocos meses después, él le pidió verla en un parque y simplemente le
dijo:

- Siento que no te amo más de lo que tú a mí.

Y eso fue todo, mientras tanto, ella continuaba aprendiendo lo


necesario para defenderse de los futuros desafíos. Pues el primero se
hallaba casi a la vuelta de la esquina.

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Noé despertó una noche con la suave melodía de una flauta lejana,
parecía llamarla, suave e insistente, ella miraba sin ver y Ana supo que
era el tiempo de ir al lago. Así que lo dispuso todo y a los demás les
dijo que irían de paseo, sabiendo que Noé se apartaría un rato, pues
era de suma importancia lo que debía llevar a cabo.

El viaje duraba varias horas, en las cuales rieron y cantaron canciones


rancheras, pero gracias a la camioneta de Víctor, todos iban bastante
cómodos. Lo que desconocían era la ubicación aproximada de la
hacienda, pues no había registros de una similar a la descripción,
parecía haber sido destruida hacía demasiados años. Así que vagaron
un rato, hasta que Noé señaló un buen sitio donde podían montar el
día de campo, tenían árboles y arbustos alrededor y un espacio grande
para dejar la camioneta, así que se instalaron.

Había poca maleza, pues los árboles y las enormes rocas no lo


permitían demasiado, pero las pocas que sobrevivían daban un
acolchado y cómodo suelo, los pequeños permanecieron cerca y a
salvo sobre el improvisado colchón, temerosos de los insectos.

La comida consistió en sándwiches de atún, una ensalada similar al


paté que Ana solía prepararles mucho, misma que se comía fría así
que no hubo quejas con el menú.

En cuanto terminó la comida, Noé se levantó argumentando que se


iría a caminar, quizás para buscar piedras o ranitas. Ella debía iniciar
una rápida ruta desde el Sauce seco hasta el lago, sumergiendo sólo
los pies en el agua, aquello no era del todo desagradable, pues desde
niña amaba mojarse.

Lentamente llegó al viejísimo Sauce, lo inspeccionó y bebió de su


singular belleza, el primer paso para ella era familiarizarse con él,
lograr sentir el vínculo que les unía, tan frágil y antiguo, que apenas
era perceptible. Muy distante comenzó de nuevo el clamor de la suave
flauta, indicando el camino. Después ella tomó la ruta marcada en las
indicaciones, caminando lentamente mientras entona a un suave

116
susurro, imitando las notas de la melodía de flauta, cantando sobre la
travesía marcada por el dios del sol. Era la misma melodía que los
sacerdotes de antaño cantaban a viva voz durante el sacrificio de
Yarelhi.

Noé llega a las orillas del agua y se descalza completamente los pies,
entrando suavemente en el vaivén del lago helado. Tomando la
extraña navaja ceremonial que se le indicó improvisar, se hizo un
ligero corte en el nacimiento de su dedo pulgar izquierdo, dando una
lenta vuelta sobre sí, dejando caer robustas gotas de su sangre. Ella
finaliza la canción cuando la niebla apareció desde la cueva, siendo
partícipe de su ritual, cubriéndose de forma espesa e íntima.

Al disiparse la neblina y terminar su sagrado rito, Noé mira en las


orillas a no más de un metro de ella, mirándola fijamente aquel
hombre de ojos verdes y mirada triste, él contemplaba por fin lo que
significaba aquella profecía que le arrebató a su primer amor. Él la
miraba a ella como quien mira el agua después de meses de sed,
respiraba de forma difícil y pesada, parecía haber corrido un buen
trecho. Noé sentía sus rodillas flojas, él era incluso más atractivo de lo
que esperaba. Pensó un momento dirigirse hasta él, pero muy dentro
de su mente recordaba que faltaba un hombre en su vida, así que
reunió toda su fuerza y se plantó en su sitio. Sólo se permitió
observarlo.

117
Capítulo 25.

Sus pies rozaban levemente el agua, permitiendo únicamente


acercarse hasta ahí, a sólo unos metros de distancia aquella niña lo
miraba, te conozco, parecía decirle.

Se bebió de su imagen, pequeña y delgada, sólo unos centímetros más


alta que Jacinta, pero más esbelta, parecía frágil, de no ser por sus
mejillas sonrosadas y su mirada brillante, innumerables pecas cubrían
su rostro, cuello, pecho y brazos, llenándolo caprichosamente y
haciéndola verse aún más pálida. Pudo notar también los incontables
lunares que la adornaban, dándole un aspecto infantil a la vez que
maduro.

Ella giró sobre sus talones para verlo de frente, el viento mecía
perezosamente sus cabellos, rizados y esponjosos por la humedad del
lago, llegando hasta media espalda. Ella le sonríe, en una invitación a
presentarse, a pesar de conservar entre ellos cierta intimidad.

- Soy Íñigo, he estado esperando por ti, cientos de años.

- Soy Noé, he venido hasta ti, sabiendo que me esperas.

Su voz era suave, la de una muchacha de 17 años, y un poco rasposa,


lo que indicaba que el frío del agua se había colado en su cuerpo. Él
consume los pasos que los separaban y la levanta en vilo, para llevarla
cerca del Sauce, donde aparecieron sus zapatos y calcetas,
extrañamente.

Íñigo la lleva hasta una enorme roca y la deposita suavemente, luego


saca de una mochila una pequeña toalla y con ella secó sus pies con
esmero, luego le calza las calcetas y su tenis casuales tipo botín. Noé

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lo miraba hacerlo sin interrupciones y sin titubear a la hora de tocarla,
imaginaba cierta resistencia de parte de él hacia el contacto físico.

Él se veía exactamente como lo soñaba, joven como un hombre en sus


veinte, pero sabio como un hombre en la plenitud de su vejez, los años
que pasó él sólo, le llovieron como piedras, al notar que parecían no
haber pasado en absoluto. Sus movimientos eran seguros y firmes,
como si hubiera practicado miles de veces la misma operación,
aunque ella sabía que él también estaba preparado para este
encuentro. Lo que no se explicaba era que nadie le dijera que sería en
este día y de esta forma.

Cuando él ha terminado, se incorpora sobre sus talones a mirarla, de


cerca la niña le quitaba el aliento, era igual de joven que Jacinta y sin
embargo parecía más atrevida, él había sabido que ella estaría aquí y,
aunque su encuentro no estaba destinado hasta en dos años más, no
pudo esperar más tiempo, se apresuró a encontrarla, necesitaba verla,
hablar con ella. Quizás debiera responder ante el antiguo cuando lo
visitara, pero ahora juraba que el regaño valdría la pena.

Él le sonríe abiertamente, mostrándole aquellos hoyuelos que ponían


a suspirar a las mujeres de la finca, y ahora le hacían sentir mariposas
en el estómago. Noé ahora podía apreciar de cerca aquella mirada
verde y segura, le parecía mirar en el pasado de aquel hombre, como
si le mostrase esa parte de su vida que no pudo ver en sus sueños y
que las guías no le podían explicar, que sólo él le compartiría. Minutos
parecían pasar, como una escoba que barría el tiempo y se lo llevaba
antes de poder sostenerlo, Noé debía volver con su familia y él, él
debía volver de donde había aparecido, sin embargo ninguno parecía
poder moverse.

Íñigo sabía que era muy pronto y, aunque aceptaba las consecuencias,
debía mantener la calma y cosechar paciencia, mucha paciencia. Él
levanta su mano, queriendo sostener su rostro, pero algo le decía que
el próximo toque entre ellos debía esperar, así que bajó su brazo,
incluso Noé parecía decepcionarse, él se pone de pie, le da una
119
reverencia y comienza a caminar lejos. Cada paso era más tortuoso
que el anterior, sus extremidades parecían gritar de dolor, pero él no
se detuvo.

Al verlo desaparecer en un recodo creado por enormes rocas, Noé


comenzaba a sentir un tirón en su cuerpo, cada parte de sí misma
parecía gritarle que fuera detrás de él, que no lo dejara escapar. Pero
ella permaneció un momento, dos, y después partió a donde la
esperaban, llegando justo a tiempo para devorar un inesperado flan
envinado, el cual más tardó en mirar que en terminar.

Los días pasaron, ella no podía parar de pensar en aquel hombre, le


producía sensaciones más allá de su aún inmadura comprensión, pero
pronto ella conocería a quien le dejará destrozada y con tan poca
esperanza, que aquel hombre misterioso pasaría a convertirse en algo
poco más que una ilusión.

Nuevamente se encontraba en una presentación en vivo de la banda


de su hermano, cuando un chico bastante extrovertido la invita a
bailar, ella que sabía que debía reconocer las señales, acepta y baila
con él, ambos se atraen de una forma un poco intensa, lo cual
terminará por acarrearles un futuro desastroso.

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Capítulo 26.

Noé poco a poco parecía estar siendo envuelta por la tramposa labia
de Mauricio, constantemente la engañaba con promesas de grandeza
y de importancias que sólo hacían elevar su ego, haciendo que ella se
alejara poco a poco de su camino. Pero ella sabía que lo necesitaba
para su propia conveniencia, con todo y esos defectos que sólo hacían
a su imagen más y más falsa.

Así, unos meses después, ella abandona la seguridad de su familia y se


muda con él, marcando el comienzo de una racha desventurada y
desgraciada.

A pesar de las circunstancias, Ana sufría silenciosamente este cambio,


pues sabía que no podía detener su avance, Noé debía aprender
lecciones específicas y ni siquiera ella podía intervenir, le rompía el
corazón y el alma verla partir con ese hombre, que no hacía más que
pavonearse en sus altos sueños, sin más bases que sus palabras y la
seguridad con que las decía. Las visitas con Magda se hicieron más
frecuentes, ambas se consolaban en qué el futuro de Noé era más
grande y glorioso, y que las pruebas que debía superar eran muestra
de ello, Magda sabía en el fondo de su alma que Noé sabía lo que
estaba haciendo.

Mientras tanto, Noé lo pasaba medianamente divertido, pues a pesar


de todo él la divertía en gran medida, lo cual no era tan malo pero
dejaba las cosas demasiado superficiales y nada firme.

Él, sin embargo, tenía una extraña fijación por permanecer en el


pueblo de Noé, a veces sin comer, él parecía querer llevar una vida
bohemia, lo cual contrastaba agresivamente con todo lo que le
prometía a Noé. Hasta que ella decide llevarlo casi obligado a la
capital, llamada entonces distraído federal.

121
Ella prácticamente hizo todo el movimiento, desde conseguir el dinero
hasta hacer las maletas, él parecía un auténtico inútil en esas cosas.

No obstante, el recibimiento que tuvo por parte de sus padres no fue


cálido ni mucho menos, la veían como a una niña que no sabría hacer
nada. Fue lo primero.

Un par de meses después, ella entra a trabajar a un restaurante de


comida rápida, donde puso a prueba sus aptitudes y experimentó con
sus capacidades. Él fue a trabajar a una empresa de publicidad, y con
ambos con sueldo, rentaron un agradable departamento, ni muy
grande ni muy pequeño, era acogedor, los parientes cercanos de él les
ayudaron a amueblar, lo cual fue demasiado tranquilizador. Noé
llevaba unos días trabajando y aún deseaba no ser observada por los
demás, le parecía demasiado.

Aunque continuaba llamando la atención de cuantos las miraban, ella


permanecía sin mirar y deseando pasar desapercibida.

Es cuando conoce a Fausto, un chico de carácter afable. Desde que


comenzó su relación con Mauricio, había dejado de ver a los parásitos
y los guardianes, como llamaba a las criaturas que eran agradables,
sus habilidades parecían haber iniciado un proceso de hibernación,
pues no aparecían ni aunque ella se forzara. Mismas habilidades que
reaparecieron al conocer a Fausto, en él se apreciaba un hombre
enorme, con porte heroico y gesto digno, se podía sentir la disciplina
saliendo en ondas de ese guardián, el poder.

Ellos constantemente interactúan y conviven, lo que les hizo


eventualmente acercarse y comenzar a conocerse.

Fausto podía sentir un tirón de algo muy especial y particular en ella,


por lo cual consultó con uno de sus maestros la mejor forma de
averiguarlo, él le muestra la manera de leer en las miradas aquello que
desea saber, y por momentos, mientras hablaba con ella, leía aquello
que Noé parecía querer ocultar, perdiéndose en la mirada de ella,
donde aprecia un pasado antiguo y cargado de importancia, sólo que
122
permanecía velado por una ligera e ilusoria capa de egoísmo, ella
parecía no darse cuenta de ese engaño a sí misma, de momento ella
se encontraba atada de manos y vendada de ojos, con sus propios
recursos.

Luego de obtener una ligera pista sobre lo que puede haber arrojado
al lado de su vida, él regresa con su maestro y le da los detalles que
averiguó.

- Percibí la sombra de una antigua profecía, una que exige un


sacrificio constante, para limpiar el mal en la humanidad, así
como una presencia de alguien tan antiguo como el alma de
ella, alguien que la espera, son compañeros y se pertenecen.

- Ya veo, ¿sabes si acaso ella tiene una marca con cierta forma
específica?

- ¿Qué forma?

- Específicamente, un lunar en forma de media luna.

- Uhm, no lo he notado, pero quizás si la persuado de alguna


forma, me lo podría decir o mostrar.

- Algo me dice que es imperante que ella abandone la vida que


está llevando, tendré que consultarlo para descartar o
confirmar mis sospechas. Necesito que me digas sobre la
marca.

- Por supuesto, lo averiguaré y te confirmaré.

Algunos días después, Fausto comienza una plática con Noé sobre
eventos paranormales y misterios, donde ella expresa sus profundos
conocimientos, pero al darse cuenta ella recuerda que su actual vida
es una gran farsa, lo cual comienza a destruir lentamente sus
123
esfuerzos por mantenerse de esta forma, ella muy dentro de sí misma
sabía y tenía en cuenta que el golpe que debía recibir de su relación
con Mauricio, tendría que ser de enorme magnitud, ella se expuso a sí
misma sabiendo que podría recibir un daño más grande del que puede
que sea capaz de resistir.

124
Capítulo 27.

Noé comienza a sentirse más cómoda con Fausto que con Mauricio,
una situación peligrosa, pues sabe que Mauricio es un hombre infantil
y dependiente, comienza a dejarse llevar por lo que sucede alrededor
de Fausto, lo que evoca en un acto trágico.

Mientras, Fausto recibe de su maestro una noticia impactante para él,


pues conectará de forma definitiva su alma con la de Noé.

- He escuchado algo alarmante Fausto, ella camina un trecho


peligroso en su vida, parece que incluso puede perderla si no
va con cuidado, necesitamos que alguno de nosotros conecte
su karma con ella, para que el riesgo se comparta. Se dice que
ella es de quien el dios sol de los Purépechas profetizó,
¿pudiste confirmar la marca?

- Hace unos días, ella compartió conmigo el secreto y, como


usted sospecha, ella tiene la marca de media luna.

- Esto significa que ella se desvió de su labor por razones que


no conocemos, me temo que tendrás que lograr esa conexión,
lo más pronto, ella realmente corre peligro en esa tarea
autoimpuesta de experimentación y maduración. No intentes
controlarla, te será imposible, simplemente ayúdale a
absorber el daño.

- ¿Cómo debo hacerlo? Existen diversas maneras… - Fausto es


interrumpido.

- Por medio del ritual sexual, por supuesto. Ella se entregó a un


hombre que no correspondía, desde ahí radica el daño.

- Entiendo, me prepararé.

125
- Buena suerte Fausto, sé que no es una tarea sencilla, pues te
arriesgas a ti.

- No tengo inconveniente con eso, ella me comienza a


importar, siento que soy una de sus almas gemelas, es tan
fuerte que casi puedo tocarlo.

- Entonces no tendrás mucho problema con la conexión,


simplemente ponla y protégela.

- Así lo haré.

Lo primero que Fausto intentó, fue probar su reacción a ser besada,


ella lo permitió, derritiéndose con él, fue la mejor sensación que tuvo
con ella, hasta ése momento. El resto se fue dando casi por inercia,
ella poseía una energía tal, que parecía vivir insatisfecha, podía sentir
cómo el deseo de ella crecía.

Los días transcurrían de forma tormentosa para Noé, sabía que esto
podría lastimar irreparablemente a Mauricio, dada su dependencia,
pero cuando permanecía con Fausto no había más que pudiera, o
quisiera, hacer para frenarlo, era como lanzar pirotecnia.

Incluso les llamaron la atención en el restaurante, pues no


desaprovechan ninguna oportunidad para convertirse en un remolino
de brazos y labios unidos. Hasta que, ella lo invitó a su casa, estaba
cansada de imaginarlo, cansada de perderse en su mirada gris e
imaginar cómo sería perderse en la vastedad que él representaba.

Fausto acudió sin dudarlo, pues aparte de necesitarlo tanto como ella,
tenía una misión y no le fallaría a ella, reconocía la tarea de Noé y
debía hacer algo para hacerle terminar por fin esta pérdida de energía.

Cuando él acudió, ambos permanecieron en un silencio cómodo,


como era su costumbre, aprendieron que entre ellos podrían sobrar
las palabras. Fausto le canta una canción, tomando su guitarra

126
acústica, las notas volaban por sus dedos y la letra fluía con su pasión
expresando sus más profundas emociones. Al terminar, nuevamente
se pierden en el silencio y en sus miradas.

Luego, Noé olvidó por completo el tiempo y el espacio, sentía no


pertenecer a nada, hasta que él la besó lentamente y ella se
desprende de todo lo existente que le impide salir volando lejos de
esa vida y esa relación. Unen sus mentes y cuerpos, y bailan al ritmo
de sus latidos, agitados y acompasados.

Noé jamás se había sentido tan complementada por nadie antes, sabía
que se trataba del hombre que la miraba, sosteniéndose de sus
brazos, y admirando lo que ella era, se sentía correcto por primera
vez, se sentía sin fugas de sí misma.

Algo en lo profundo de su alma quedó anclado en él, podía sentirlo


con cada respiración, esto la alarmó un poco, pues ella no había
sentido eso con Mauricio. De pronto recordó el rostro de él y se
imaginó la devastación que podría producir con esto, a pesar de
sentirse plena y completa. Ella le pide a Fausto detenerse y se cubre
el cuerpo, no soportando mirarse. Él entiende lo que ella siente y
piensa, y no puede impedir la punzada de pena y tristeza, pero la
conexión estaba hecha, no importaba más, él no la dejaría caer sola.

Se despiden y los días comienzan a pasar, algo cambió


significativamente, ella comienza a verse opaca y pálida, Fausto
sospecha que ha sido descubierta de alguna forma, hasta que ella no
aparece por el restaurante durante una semana entera, luego se
presenta con el rostro completamente demacrado y, a pesar del
maquillaje, él nota los hematomas y un ligera hinchazón, ella hablaba
con él gerente, aparentemente pidiendo volver a trabajar. Él no puede
esperar el momento de hacerse cargo de la situación, pues por las
miradas que le lanzaba, ella estaba aterrorizada, y él creía saber el por
qué.

127
Capítulo 28.

Noé pasaba los días aterrorizada, había aprendido que Mauricio


explotaba ante la mención de cualquier hombre en boca de ella, él si
bien no sabía a ciencia cierta, sospechaba que algo ocurría, lo cual lo
llevó a revisar el móvil de ella, encontrando las conversaciones con sus
amigos, eso fue suficiente para arremeter contra ella. Llegando
incluso a burlarse de su pobre capacidad para protegerse de sus
puños, descubrió que le agradaba hacerlo, después la forzó a tener
relaciones, completando la humillación.

Fausto no tenía un modo de saberlo, a menos que ella lo confesara, o


eso creía Noé. Contrariamente, a Fausto sólo le bastó mirarla y
profundizar en la mirada de ella para averiguarlo. Aquello que vio, no
contaba para nada en el destino de ella, así que planeó un encuentro
con Mauricio, simplemente tener un pequeño contacto físico bastaría
para sembrar una semilla de ansiedad tal, que podría compensar su
mal trato con ella.

Se apareció en su casa, sabiendo que ella estaría en el restaurante, lo


vio y supo que sin ella incluso a su lado, era insignificante. Su presencia
era débil y su energía pobre, ella lo hacía importante y lo sostenía a
nivel energético. Ella no merecía permanecer con él.

Se aseguró de tener su mano, presentándose como un volantero de


una lavandería, Mauricio le sonreía con tanto cinismo que sintió
náuseas. ¿Cómo podía existir una persona tan falsa? Peor aún, ¿cómo
terminó ella al lado de alguien así? Se sentía enferma, ¿acaso ella no
comprendía la importancia de su existencia?

Sabía que estaba involucrándose de más, pero estaba dispuesto a ir


hacia adelante en lo que fuera, por ella. Así que sostuvo esa mano y
resistió esa sonrisa de serpiente, devolviendo una igual.

128
- Abrimos nuestra lavandería mi madre y yo hace unos días, le
regalo un volante, sirve como cupón con el 15% de descuento
en su primer servicio, le será válido un mes a partir de hoy.

Él sólo agradece y recibe el cupón, había dejado la puerta lo


suficientemente abierta, para poder mirar dentro, lo que vio fue
desalentador, él había empacado y una mujer lo esperaba.
Rápidamente él tuvo que disimular haber visto, pues la expresión de
Mauricio había cambiado a una de obstinación, le sonríe y se despide.

A cada paso que daba, la ira crecía pensando en cuánto se esforzaba


Noé por él. Definitivamente él no la merecía, se aseguraría de
destruirlo alejándola de él.

Él decide entonces que el hechizo que debía lanzarle era de otra


naturaleza, uno incluso peor.

Noé regresaba a casa, completamente agotada, estuvo haciendo las


más actividades que pudo para olvidar lo que le esperaba en casa.
Pero al llegar, descubre el departamento solo, había una pequeña
nota en la mesita, donde Mauricio le anunciaba que se iría con sus
padres unos días, porque no soportaba permanecer a su lado. Noé
arruga la nota, con gruesas lágrimas cayendo.

Se acerca a la sala y enciende el televisor inteligente y busca su serie


favorita, aquella que ella siempre considera que la pone de buen
humor, se dirige a la cocina donde busca en su escondite una botella
de vino tinto que guardaba. Saca del refrigerador un enorme queso
gouda que siempre compra para ella y regresa al enorme sofá donde
se recuesta y entre lágrimas, su entrenamiento le recuerda que en
medio de la tragedia siempre puede haber algo de risas.

Mientras tanto, Mauricio lo pasaba en grande con la chica con quien


escapaba cada vez que podía, ocultando a todos que tenía una
aventura con una mujer desde hacía años.

129
Fausto tenía el hechizo completo y justo al activarlo pudo sentir la
presencia de Noé cubierta por un velo de tranquilidad, así supo que él
ahora estaba con la mujer con quien lo vio, no pudiendo retener la
furia que aquello le hacía sentir. Muy pronto ella sería liberada de él.

Mauricio esta noche comenzó a tener terroríficos sueños, donde se


encontraba frente a seis ancianos, todos lo miraban con desdén y
desprecio, pero convierto brillo de complacencia, excepto un séptimo,
que siempre permanecía al final y casi oculto, él parecía de rango
inferior, pues mientras los otros vestían como reyes, él lucía prendas
simples y desgastadas. Antes de que cualquiera hablara, el séptimo se
adelantaba y murmuraba palabras que no comprendía, pero que le
anunciaban su completo rechazo, para despertar agitado y lleno de
sudor.

Noé esos días permaneció sola en casa, yendo a trabajar como


acostumbraba, ahora teniendo el tiempo suficiente para cocinarse la
comida que consumía en el restaurante, pues el olor de los alimentos
rápidos le producían náuseas, quizás por el tiempo expuesta a ellos,
lo cual le impedía comer cómodamente.

El día que recibe el mensaje de Mauricio anunciando que regresaba al


departamento, se comenzó a sentir cansada y ya ni la comida que traía
desde casa se quedaba en su estómago por mucho tiempo,
debilitándose cada vez más. Ella creía que era debido al asco y la
noticia de Mauricio que se sentía tan débil, hasta que una de sus
compañeras la notó y le recomendó hacerse una prueba de embarazo,
ella siguió el consejo y de camino a casa compró una en la farmacia,
solo para llegar y encontrarse con que él le ordenaba lavar su ropa y
poner el resto de sus cosas en orden, un perfecto cabrón, pues ella
regresaba cansada del trabajo. Pero aun así lo hizo y aprovechó el
acercarse al baño para realizar la prueba.

Unos minutos después, la revisa y descubre que el resultado es


positivo.

130
Aquello le dio una fuerza tal, que solo pudo sonreír durante las horas
que pasaban, hasta que él la nota y al enterarse le informa que
mañana buscará clínicas de aborto en la ciudad.

131
Capítulo 29.

Noé apenas podía creer lo que sucedía, él le había dicho eso y dejó de
respirar por un momento. Aquello era peor de lo que creía, lo
comenzaba a ver como alguien diferente, implacable y cobarde. De
una forma muy seca ella le dice que lo pensará, pues sabía que si de
algo no era capaz era precisamente de abortar. Ella continuó yendo a
trabajar, incluso contándole al gerente de su estado, quien no tardó
en asignarle tareas menos pesadas.

Todos hablaban del tema, incluso cuando Fausto se enteró no pudo


evitar pensar que podría ser suyo, hasta que recordó que él no podía,
habría sabido desde el momento en que sucediera, esto se debía a los
abusos de Mauricio, quien no tenía en cuenta para nada a Noé. Más
pronto de lo que pensaba ella estaría a salvo de él.

Él insistía cada día en abortar el hijo que ahora crecía dentro de ella,
como ella no cedía en darle la razón y en hacer lo que él deseaba él
constantemente le decía que ese bebé no era suyo. Como si el hijo
que esperaba su amante fuera también de alguien más. Noé sabía que
no podía dejarle salirse con la suya en esto, no más.

Noé solo debía esperar unos meses, en los que ya no pudiera seguir
trabajando y podría irse con su familia, aunque primero debía hablar
con su madre, la forma en que salió no fue muy buena, Ana estaba
incluso radiante cuando le dio la noticia, así que hablar de su regreso
quizás sería lo mejor.

Su madre no dudó ni un segundo en que lo mejor era volver y aunque


era tema decidido, ella sabía que el tema no podía hablarlo con
Mauricio a solas, así que pidió hacer una pequeña cena de navidad,
donde ella daría la noticia a la familia de él, y les anunciaría que
llevaría a término el embarazo en el pueblo con su madre.

132
Para esa reunión ella cocinaría una cena típica de su ciudad natal,
comida que la familia disfrutaba en forma especial, excepto por lavar
los platos y limpiar la cocina, así que casi todos repitieron porción,
incluso él. Para el momento del anuncio, ella les agradece haber
asistido a su casa y haber aprobado su comida, luego les fue pasando
a cada uno la pequeña fotografía del ultrasonido donde se aprecia el
nuevo miembro de la familia. Todos en orden se acercaron y los
felicitaron dándoles abrazos y bendiciones, fue un momento
conmovedor, hasta que noto la expresión en él. Incluso su madre lo
vio y tanto ella como el padre lo llevaron aparte para darle algunos
consejos, parecían notar que él no deseaba tener el hijo. Así que
permitió que ellos lo tranquilizaran, el resto de la velada pasó muy
gratamente, compartieron consejos y peticiones sobre el futuro bebé.

Cuando se comenzaron a despedir, Noé comenzó a sentir un poco de


temor, pues él no aprobaba lo que había hecho, pero si de algo estaba
él seguro era de que de alguna manera se enterarían de que algo
pasaba con Noé, así que al final decidió que no era tan grave que la
familia lo supiera y lo festejara, ahora el problema era que él no quería
ser padre y sobre todo no de un bebé con Noé, menos sabiendo que
Karla también esperaba un hijo suyo.

Comenzaron a correr los meses y él la dejó en paz, nuevamente tomó


algunas cosas y pasó tiempo fuera con sus padres, o al menos eso le
decía, ella sospechaba que él tenía a alguien más pero no le importaba
siquiera decirle que no la deseaba. Curiosamente un día, ella se acerca
a Fausto para comer con él, se sentía inquieta, como si tuviera una
deuda con él, así que le contó los detalles del último tiempo en que
no tuvieron cercanía. Él simplemente la miraba, sin decir nada, pero
sin inmutarse ante sus declaraciones, hasta que llegó al embarazo y
que quizás él tenía a alguien más.

Fausto tuvo una reacción extraña, incómoda, como si lo supiera, como


si supiera la respuesta, Noé no le quiso preguntar, la verdad se hallaba
grabada en cada detalle de su expresión. Estaba decidida, le dijo

133
secamente que serían sus últimos días trabajando, mientras
preparaba todo para irse, él pensaba que incluso podrían ser los
últimos días en que la vería, pero ella le solicitó un par de favores.
Primero, necesitaba que le ayudara con sus pertenencias, no deseaba
poner en aviso a Mauricio llevándose todo en un solo día, así que le
pidió ayudarla a sacar un poco de cosas cada semana, en sus días de
descanso, a lo que él aceptó, lo segundo era ver el modo de llevar todo
a la dirección de su madre, ya que era mucho el equipaje de ella, a
esto tampoco se negó, pues él sabía mejor que nadie que el lugar de
ella no estaba ahí.

El plan tomaba forma mientras más hablaban, hasta que el gerente se


les acerca y se entera de todo, él le informa a Noé que conocía a una
persona que podía llevar sus cosas en un camión, pero Fausto insistió
en llevarlas personalmente, así se aseguraba de entregarlas él mismo,
aprovecharía la oportunidad para hablar con la madre de Noé y
aclararía algunas dudas.

Todo marchaba bien, incluso sus pertenencias se encontraban en


camino cuando, ella comenzó a sentirse muy mal, tenía dolores muy
fuertes justo en las costillas, fue donde el médico que la atendía y le
informó que debía trasladarse a una clínica con un especialista que la
atendiera, porque su situación pintaba grave. Noé, sin más remedio,
llama por teléfono a Mauricio, quien de por sí atiende de forma
irritada, le informa que investigaría donde la podían atender. Pasa un
día entero y él aún no resolvía nada, así que ella se pone en contacto
con la madre de Mauricio, quien se moviliza y la lleva a una pequeña
clínica privada, donde rápidamente la revisan y les piden unos
minutos para analizar los resultados, toda la familia de él permanece
en espera en una espaciosa sala con una nerviosa Noé que no paraba
de preguntarse qué estaba pasando, pues no lograba percibir nada.

El director de la clínica les pide entrar a una oficina y les da la noticia.

134
- El bebé falleció, deben tomar una decisión ahora mismo o la
vida de Noé corre peligro mientras más tiempo pase.

El mundo entero, nuevamente, se quedó en silencio...

135
Capítulo 30.

Él se encontraba revisando la legalidad de las propiedades que había


ido “heredando”, realmente nunca dejaron de estar en su poder, solo
que debía cambiarles el nombre del propietario, todas las posesiones
de su madre habían pasado a ser suyas cuando ella murió sin dejar
más herederos, ahora poseía una enorme mansión y un edificio de
treinta pisos en la Ciudad de México. Estaba terminando de firmar
unos documentos, cuando la sintió, fue como recibir un puñetazo en
el estómago, ella corría peligro y podía sentirla muy cerca, se levantó
rápidamente y corrió al sanitario, tirando unas sillas en su camino,
todos en la oficina lo miraban preguntándose qué le pasaba. Él cerró
con seguro y se permitió navegar hacia ella, tomó asiento en el piso y
meditó profundamente, hasta que la pudo ver:

Ella yacía en una cama de hospital, con máquinas conectadas a su


cuerpo, su protuberante vientre estaba siendo preparado para
operar, su expresión era distante, a pesar de estar bajo los efectos de
la inyección epidural, incluso sabiendo que ella estuvo con alguien
antes de él y de que seguramente ya no querría ir a su lado, su aspecto
seguía siendo etéreo, ella seguía siendo impresionante. Él es testigo
de ver como de su vientre extraen a una pequeña niña, casi idéntica a
ella, pero que no reaccionaba, no lloraba ni se movía. Las enfermeras
la llevan a otra mesa, donde la revisan y la limpian, pero no pasaba
nada más, entonces comienzan a limpiarla y a cerrar su herida.

Algo iba mal, muy mal. De pronto la miraba ahí, pálida y con una
expresión de despojo, también la tenue sombra de tristeza y de
impotencia. Cuando se la llevan, él permanece en la sala y se acerca a
observar mejor a la niña, tenía los labios delgados y azules, todo en la
pequeña era igual a Noé, pero él mirarla ahí sin haber llegado a existir,
le decía que las cosas no salieron como ella quizás había planeado. El
tiempo de más que se ausentó y que se alejó de su deber, le había sido
cobrado con un costo demasiado alto…
136
Él regresa a su cuerpo y su realidad, tenía una sensación desagradable,
el anciano le había hablado de la intervención de un joven, llamado
Fausto, que aparentemente la ayudaba, tendría que buscarlo para
saber todo lo que él pudiera decirle. Rápidamente hace una breve
descripción del joven y regresa con el abogado, para mostrarle la
descripción y el nombre, esperaba que él pudiera ayudarle a
encontrarlo.

Luego de un par de horas, el abogado le entrega una dirección, era un


restaurante de comida rápida que había visto alguna vez, hacía unos
meses, algo de ese lugar le llamaba la atención, pero no lo había
pensado demasiado. Le agradece y toma el papel, sin más temas que
abordar en esa oficina, Íñigo, que ahora se hacía llamar David, sube a
su auto tomando rumbo a ese restaurante, esperaba poder
encontrarlo para poder hablar largamente.

Treinta minutos después, el auto se detiene frente al restaurante,


parecía tener poca clientela, lo cual era perfecto para su plan. Él se
acerca al mostrador y pide hablar con el gerente, ante él aparece un
hombre de estatura baja y tez morena, le sonreía amablemente y lo
invita a sentarse en alguna mesa.

- En esta mesa, si usted gusta, ¿le puedo ofrecer una bebida?


Tenemos café frío y caliente o soda.

- Café americano estaría bien, gracias.

- Perfecto, permítame dos minutos y lo traigo.

David lo mira desaparecer tras la barra de bebidas, preparando el café


americano en la enorme máquina, cuando detrás de las parrillas lo
pudo ver, ahí estaba Fausto y lo miraba fijamente de regreso. Él
asiente en señal de saludo, después de todo era por él que estaba ahí.

137
El gerente regresa y le entrega una taza con la bebida humeante, le da
un corto sorbo y descubre que no era tan malo como aparentaba, así
que decide ir al grano.

- Estoy buscando a una joven llamada Noé, pero no he podido


dar con ella, me dijeron que un empleado suyo me puede
decir dónde encontrarla.

- Si, Fausto sabe dónde está ella, al igual que yo, pero
desafortunadamente yo no puedo ausentarme de mi trabajo,
él sí puede, pero antes debe decirme el motivo por el que la
busca.

- Pierda cuidado, la busco porque tengo algo muy importante


que ofrecerle, ella y yo nos conocemos casi desde siempre,
pero hace unos años desapareció y no supe más de ella, por
la poca información que conseguí recientemente tengo
bastantes razones para suponer que puede estar en peligro,
pero más detalles no tengo, estoy dispuesto a cooperar con
quien sea para encontrarla.

El gerente lo miraba y escuchaba sus palabras, parecían ser honestas.


Le hace más seña a Fausto y él se acerca a la mesa donde hablan ellos,
el gerente le da un breve resumen de lo que David le ha dicho y, sin
dudarlo, acepta llevarlo a donde se encuentra ella. Solo debía esperar
a que él se cambiara de ropa para ser guiado al lugar donde Noé
permanecía hospitalizada. El camino no fue muy largo, al cabo de unos
veinte minutos llegaron a una clínica privada que más bien parecía una
casa, David mira cada detalle de la propiedad analizando la clase de
sitio a que la trajeron, sin duda él no la habría traído aquí jamás.

Al acercarse, un leve zumbido le ensordece, tirando de él hacia la


ubicación de ella, sube unas escaleras y su paso se vuelve apresurado,

138
afuera de su habitación él ve a un grupo de gente, eran algunas veinte
personas. Fausto lo seguía de cerca, sintiendo también el tirón de la
presencia de ella, entonces lo vio dentro del cuarto, que tenía la
puerta entreabierta. Parecía mirarla con cierto miedo, ella dormía y se
veía notablemente enferma. Las personas de afuera murmuraban tan
bajo, que creían que no se escuchaba su plática, pero para ambos era
una conversación clara. Hablaban de la gravedad del estado de Noé,
no tenían esperanzas de que ella saliera de ahí pronto, también
mencionan que de no mejorar los medicamentos se terminarían.
David miraba fijamente hacia ella, ignorando al resto de los ahí
presentes, inclusive ignorando la mirada tosca que Mauricio le
lanzaba.

Él entra en la habitación, dentro todo era silencioso, el olor era


peligrosamente el de alguien que podría morir pronto, en el cuello de
ella se podían ver las gruesas venas yugulares hinchadas y de color
púrpura, parecía que su presión arterial era el problema.

David va directamente a ella y acerca su rostro al suyo, intentando


llegar hasta ella a través de su respiración, notando la nube oscura que
cubría su mente, sintiendo el tormento que ella soportaba.

139
Capítulo 31.

Noé se encontraba dentro de un pequeño cuarto, parecía llegar de


regreso de un día de trabajo, estaba acostada viendo su red social
favorita en el teléfono, cuando el aire dentro de la habitación se vuelve
pesado y caliente, ella baja lentamente el teléfono y pone sus sentidos
alerta, entonces nota una presencia entre las sombras que la observa,
Noé se incorpora y lo mira de frente. Era él. El hombre con el que
soñaba de niña, lo había olvidado incluso viendo lo atractivo que era,
su mente era tan traviesa que desde niña le hacía creer haber visto
cosas increíbles.

Él respiraba pesadamente, como si hubiera estado corriendo. Se


acerca hasta donde ella se encuentra, notablemente luchaba por
evitar ir más allá.

- Tú tienes algo para mí. - Su agitación era evidente, lo cual le


hacía saltar varios latidos.

- ¿Qué es eso?

Él suelta un bufido muy bajo y se lanza hasta ella, tomando su cabeza


entre sus dos sudorosas manos, las cuales temblaban ligeramente, y
planta sus labios llenos de ansiedad. Ambos responden
frenéticamente al impulso, logrando una febril reacción en sus
cuerpos, luchaban por una bocanada de respiro con cada arremetida
de sus labios.

David nota que ella reaccionaba levemente a lo que fuera que


estuviera viendo en su inconsciencia, pues sus mejillas se tiñeron de
un rojo demasiado evidente dentro de su palidez, algo dentro de su
imaginación recuerda el encuentro que hace cientos de años él soñó

140
con ella, era probable que se tratara del mismo caso, aunque se sentía
decepcionado, debido a que esperaba que fuera un encuentro real.

Desde la puerta, tanto Fausto como Mauricio, miraban de cerca todo


lo que ocurría con David, sintiendo el último un pinchazo de molestia
por verlo acercarse con tanta familiaridad, teniendo el irrefrenable
impulso de alejarlo y sacarlo de la habitación. Fausto, a pesar de
observar la interacción de David, mantenía su atención en las
reacciones de Mauricio, pues conocía bien que habría fuertes
consecuencias de intentar intervenir entre Noé y David, se encontraba
listo para detenerlo.

David permaneció yendo y viniendo de la clínica a su casa en


Coyoacán, sintiéndose inquieto de dejarla a merced del hombre con
quien se encontraba. Había intentado hablar con los médicos que la
cuidaban, pero se negaron a reconocerlo como un responsable, ya que
la familia completa de Mauricio se encontraba ahí, eso incrementó su
molestia. Él consideraba que hacían muy poco esfuerzo por ayudarla,
parecían querer mantenerla en esa clínica el más tiempo posible.

Noé despertó tres días después de la operación, pero fue aún más
grande su sorpresa al volver en sí y notar ahí tanto a Fausto con
Mauricio y al misterioso hombre con quien soñaba, aquel hombre tan
atractivo que creyó haber inventado por su necesidad de niña para
sobrellevar su soledad. Pero se encontraba al pie de la cama,
mirándola fijamente.

Al notar que Noé había despertado, Mauricio intentó acercarse para


hablar con ella, pero Fausto lo detuvo y les cerró la puerta, estando
afuera todos se dirigieron para entrar, pero él los encaró y les anunció
que el hombre dentro del cuarto era un familiar de ella, quien había
venido para cuidarla y que ellos podrían descansar.

- Pero nosotros hemos pagado el servicio de la clínica, además


es nuestra nuera.
141
- Ella no es su nuera, Mauricio puede aclarar el punto, en el
departamento no queda nada de las cosas de ella, él dinero
que han pagado ya les ha sido devuelto a sus cuentas, no les
falta ni un centavo. - Fausto lucía una sonrisa complacida
conforme hablaba y las diferentes expresiones se hacían
diferentes.

Todos miraban toscamente a Mauricio, pues era evidente que no les


mencionó algo o que él no lo sabía, en cualquiera de los casos, él
resultaba ser un irresponsable, prometieron volver por la tarde para
ver cómo se encontraba ella.

Dentro de la habitación, ellos se miraban intensamente, Noé apenas


podía creer que nada de aquello lo había soñado, luego muy
lentamente recordó aquel encuentro en el lago, donde él llegó hasta
ella y le ayudó con sus zapatos, la realidad difícilmente fue algo más
increíble para ella como aquel momento.

David sentía unas intensas ganas de abrazarla y no apartarse de ella


jamás, la miraba más frágil que aquella vez en el lago, ahora su espíritu
se notaba apagado y ella sin vida, apenas con la suficiente para
permanecer ahí.

- Quiero que sepas que a partir de este momento, jamás


volveré a dejarte sola, no me importa lo que los ancianos me
hagan a mí, no te dejaré de nuevo para volver a encontrarte
en un estado ni por asomo similar a este. Vendrás conmigo a
mi casa, en el momento en que pueda llevarte.

Noé comenzó a derramar lágrimas, sintiéndose incapaz de creer en


sus palabras, no se había percatado de cuánto necesitaba la presencia

142
de este hombre. Él toma asiento junto a ella en el borde de la pequeña
cama, pasa su brazo por su espalda y la estrecha contra él, Noé se
aferra a él y deja su llanto salir libremente. Lamentando lo que perdió
para darse cuenta.

A media semana, los doctores le indican que podría irse a casa, el


estado general de ella había mejorado al grado de solo necesitar una
dosis pequeña del medicamento para mantener estable la presión
arterial y un leve antibiótico. David entonces contrata a un médico que
la atendiera desde casa, el doctor en cuestión resultó ser al final un
viejo amigo suyo, quien no se imaginaba que el hombre frente a él era
el mismo que conoció, quien ahora se hacía pasar por el nieto. Un
dolor de cabeza si se daba a la tarea de explicarlo.

Decir que la llevó a su casa era más una forma de decirlo, pues se
encontraba en una hacienda virreinal en el corazón de la delegación
Coyoacán, había árboles, plantas florales y arbustos bien podados por
donde mirara, así como bancas de piedra, fuentes y pequeñas
Terrazas, aquello parecía un sueño. Noé miraba embelesada la vista,
siendo llevada en una ligera y cómoda silla de ruedas, alcanza a ver a
lo lejos, preparando comida con su prisa y alegría de costumbre, a su
madre y sus hermanos.

143
Capítulo 32.

Noé pasaba varias horas al día en un enorme jardín detrás de la


enorme casa, había pasado una semana desde que llegó y aunque
compartía la habitación con su madre, habían tenido tiempo de sobra
para hablar sobre todo lo ocurrido. Desde el comienzo de esta última
relación, Ana había sabido las intenciones de su hija, quien a pesar de
todo, pensaba en su deber tan a fondo, que se permitió olvidarlo y
sufrir el mayor daño posible, pues mientras más grande era éste más
profunda sería la enseñanza.

Aún con todo, Noé le prometió varias veces que jamás haría algo igual
o similar, entonces se acompañaban en tranquilos paseos por el
enorme jardín, Ana desde siempre amaba las plantas, para ella esto
era como un tranquilo y relajante parque de diversiones, David le
había hecho la promesa de que siempre podrían quedarse a vivir ahí,
prácticamente le estaba obsequiado la finca, y ella se sentía en un
sueño.

Con el paso de los días, Noé por fin podía dar sus paseos sin la silla de
ruedas, aunque eran más cortos, ella comenzaba a presentar mejoras
en su debilidad. David la acompañaba, siempre a su lado, ofreciendo
tanto su presencia como su honestidad, sabía que ella tardaría algún
tiempo para confiar en él, así que se revestida de paciencia, virtud que
ella no poseía, y le daba cuánto espacio podía para volver a confiar.

Cierto día, ella paseaba sola, cuando a lo lejos en la entrada, presenció


un alboroto, intentó acercarse, cuando su hermano Luis, quien la
había visto comenzar a caminar hacia allá, la llevó lejos, hacia la parte
trasera, donde los hermanos menores descansaban comiendo fruta
picada.

- Quédate aquí, nos haremos cargo de ese infeliz.

144
- Pero, ¿quién es?

Su hermano no le respondió, porque ya caminaba, casi corriendo,


hasta la entrada, se quedó mirándolo sin una respuesta.

Mauricio estaba intentando entrar a la casa, asegurando que venía


para llevarse a Noé, tanto Ana como David no podían convencerlo de
lo contrario, hasta que apareció Luis.

- Sólo te diré esto una vez, te acercas de nuevo aquí e intentas


llegar a ella, y no habrá médico ni enfermero que pueda
reconstruir tu cara cuando termine contigo. Ni siquiera
pienses que tienes algún derecho. Ya todos sabemos lo que le
hiciste y yo no te daré la más mínima muestra de cortesía ni
de lástima. Así que vete y no nos causes más problemas.

Mauricio lo miraba con una mezcla de terror y coraje, pero ni así se


atrevió a tomar el reto, él sabía que el hermano de Noé, desde hace
muchos años practicaba artes marciales, además de tener fama de ser
un poco violento cuando estaba enojado, así que con una expresión
de perro regañado, él volvió sobre sus pasos. Aunque parecía no
querer terminar el asunto aún.

Todos volvieron dentro, caminando y hablando sobre el tema,


llegaron a la parte trasera donde estaba Noé y los demás, el césped
era tan suave que ninguno se dio cuenta de ellos, hasta que llegaron
y tomaron asiento en el suave manto verde.

Noé los miraba expectante, ella supo, al ver sus expresiones, de quién
se trataba, pero no hizo preguntas, lo conocía bastante bien, esto aún
no terminaba.

145
David le solicitaba a Ana un permiso especial para llevar a Noé a un
sitio, no era fueran de la ciudad, así que no tardarían en volver, al
acceder a dejarlos salir a pasear, su madre la lleva a la habitación para
ayudarla a vestirse con algo más casual y menos cómodo, aún
necesitaba llevar una faja que le ayudaba con su cicatrización, el resto
era unos cómodos jeans rojo oscuro y suéter gris claro, con sus nuevas
y favoritas botas de piel. No había día que Noé no recibiera algún
detalle, Ana finalizó el atuendo con un pequeño y elegante dije de
plata en forma de corazón.

David las espera junto al auto deportivo, que era color azul eléctrico,
él también había cambiado su ropa, usando unos jeans lo
suficientemente ajustados para marcar sus piernas, un suéter negro
de cuello de tortuga y un abrigo ligero café claro. Le abre la puerta del
copiloto y le ayuda a ajustar el cinturón. Ella nota la elegante fragancia
masculina que usa y siente un vuelco en el estómago.

La lleva por diferentes rutas, ella siempre se perdía entre la maraña


de las calles y autopistas de la ciudad, hasta llegar al centro histórico,
ellos toman un casi oculto estacionamiento, donde él presentó una
tarjeta y le indicaron el sitio exacto, que aparentaba ser el suyo.

Se trataba de un edificio recién remodelado, por dentro era muy


moderno en la instalación que tenía, mientras que por fuera parecía
un elegante palacio de piedra blanca.

Tenía tres pisos, pero al final vieron un espacioso departamento en el


techo, aún estaba todo vacío, parecían haber terminado apenas las
remodelaciones, ella disfrutaba de las vistas, cuando él se le acerca.

- Este edificio fue de mi madre, ha sufrido varios cambios, este


último fue especial para ti, sé que en el futuro querrás
dedicarte a algo, así que me encantaría que lo usaras para eso,
aquí arriba podrías vivir tú con quien desees, ya sea tu familia
o sola o…
146
Él no termina bien lo que decía, la miraba intensamente, sin atreverse
a dar un paso más, por temor a que ella saliera perjudicada de alguna
forma, Noé estaba segura, para este momento, que él realmente
cumpliría su palabra, no tenía que ponerle ninguna prueba para ello,
así que dio los pocos pasos que los separaban y, lanzando sus brazos
a su cuello, lo comienza a besar. Primero tímidamente, aquello solo
había pasado en sus sueños, luego, conforme pasó la impresión para
él y su cuerpo se relajó, fueron más avariciosos, él la apretaba contra
su cuerpo, sosteniéndose como había deseado hacer. Algo dentro de
ellos encajó en su sitio, se sintió como tener una pieza suelta y
perdida, y que de pronto aparece y es puesta en su lugar, haciendo
que el resto funcionara como debía.

147
Capítulo 33.

Noé podía sentir la resistencia de David, él se contenía para evitar


forzarla demasiado, lo último que deseaba era lastimarla, pues en
estos momentos algo así causaría consecuencias difíciles de cambiar.
Ella se convertía poco a poco en una masa en brazos de David,
completamente derretida en su forma de tomar sus labios.

David era incapaz de terminar el beso, sentía como un gran incendio


corriendo dentro de él no lograba tener demasiado de ella. Muy
contra su voluntad e instintos, él se separa de ella, apoyando su frente
en la suya, apretaba los ojos, las respiraciones de ambos eran pesadas
y agitadas, él temblaba un poco pues luchaba contra su necesidad de
tenerla.

Él acunó su cabeza y la sujeta fuerte y firme contra su pecho, aspiraba


el olor de su cabello suave y fresco, deseaba haber estado cerca para
evitarle todo lo pasado, para evitar que ella tomara esa fatídica
decisión.

- No sé cómo comenzar a agradecerte lo que haces por mí, me


parece que es demasiado, he intentado evitar ser una carga
para los demás, no sé de qué forma podré devolver lo que me
has dado. - Noé comienza a temblar ligeramente en sus
brazos.

- Necesito que sepas que todo cuanto soy y poseo es para y por
ti, entiende que he esperado casi trescientos años a que
llegaras y sin importar lo que haya pasado no te perderé de
nuevo. Desde ese encuentro en el lago, el tiempo para mí
terminó su pausa, ahora avanzamos juntos y nos iremos
juntos.

148
Noé se aleja para mirarlo, había cierto pesar en su mirada, su
expresión era tormentosa, no podía ni siquiera imaginar cómo fue
haber pasado tanto tiempo, simplemente esperando a que ella
llegara, a que ella existiera. No, ya no podía seguir rechazando lo que
él le ofrecía, podía ver lo mucho que él la necesitaba, en su misma
necesidad de él. Así que, por primera vez en un tiempo, ella le sonríe,
logrando lucir una iluminada expresión que calentaba su corazón, que
lograba hacerle olvidar todo ese tiempo vagando.

Él podía apenas imaginar lo que ella pensaba, lo que ella estaba


sintiendo en esos momentos, todo en el mundo desapareció cuando
ella le sonrió, se había quedado completamente pasmado ante ella,
su simple sonrisa le robaba todo lo malo y el cansancio. El destello de
Jacinta liberando notas de luz desde sus manos, brilló ante él, miraba
embelesado cómo esta mujer ni siquiera lo hacía intencionalmente,
su sola presencia era un bálsamo para su espíritu cansado. Ella le
devolvía la energía y la vida que años de soledad le habían intentado
arrebatar.

David la levanta entre sus fuertes brazos y la lleva de regreso al auto,


no la bajó ni siquiera para abrir la puerta, había un destello predador
en sus ojos, que le hicieron temblar ligeramente en anticipación. El
camino de regreso fue notablemente más lento, él necesitaba calmar
su agitación, pues aún se recuperaba de la operación.

Pero los planes de Noé eran diferentes. Al llegar a la hermosa


hacienda, ella le pide acompañarla a su habitación, necesitaba estar
cerca de él, aunque no fuera completamente.

- Una de las cosas que más me gustaron en el hospital, creerás


que estoy un poco zafada de algún tornillo, - ella comenzó a
decir, haciendo círculos con su dedo cerca de su cabeza, - fue
que permaneciste cerca de mí, antes de la operación y
149
mientras me preparaban, yo deseaba como una niña ser
abrazada mientras todo pasaba, mi corazón era muy feliz
cuando te sentabas cerca mío y me reconfortabas. No sabes
lo que eso provocaba en mi pobre mente, me sentía protegida
y amada, algo que en el último año no pasaba con él.

- Shhh, olvida todo ese tiempo, tengo la firme intención de


hacerte olvidar toda esa etapa oscura, hay tantas cosas que
quiero que hagamos juntos, quizás muchas no podamos
hacerlas, pero planeo permanecer cerca de ti el mayor tiempo
que se me permita.

Noé le pide sentarse en su cama, al lado de ella, él se acerca lento y


silencioso, la enorme ventana que daba a la parte posterior de la casa
dejaba entrar una cantidad enorme de luz y aire, el frescor de las
plantas y los árboles llenaban cada rincón, el suave sonido de aves
charlando les daba una tranquilidad casi ilusoria. Noé se acerca más a
él y nuevamente toma la iniciativa, primero siendo muy suave, le
permite apoderarse de sus labios, tan necesitados de él como de ella.

150
Capítulo 34.

David se sentía al borde de sus propios límites, Noé parecía no


entender que si se forzaba demasiado podría lastimarse, él estaba
más que dispuesto a esperar si con eso conseguía mantenerla a salvo,
incluso de sí mismo. Ella avanzaba demasiado al tentarlo así, sabía que
su resistencia pendía de un delgado hilo, así que varias veces intentó
alejarse de ella, pero no se lo permitía. Ella ansiaba tanto por él que
no dudaba en demostrarlo y él no podría resistir por mucho tiempo,
así que lanzó una tormentosa plegaria a los dioses que lo escucharan
para que alguien viniera a interrumpir. Nadie vino.

Noé llevaba varios días sintiendo una inmensa necesidad de él, ya no


podía ocultarlo más, sus palabras en el bello edificio colonial le
hicieron arrojar las pocas dudas que tenía por el borde del abismo,
tenía la imperiosa necesidad de sentirlo, de permitirse ser parte de
algo más que de ella misma, de ser parte de él. Ella entendía muy bien
su estado físico, pero la herida de cesárea había cerrado y estaba
cicatrizada, no tenía dudas al respecto, su estado le permitía disfrutar
de él, pero tenía que demostrarlo, las palabras no serían suficientes.

Ella lo empujaba suavemente para recostarse, pero él se resistía


demasiado, tendría que optar por el plan b: subirse a su regazo. Por
más que ella fuera o no recatada, aquello representaba algo
demasiado provocativo para David, simplemente tenerla cerca era
suficiente para querer echar por la borda sus modales y su modestia,
pero tenerla de pronto sentada encima, fue su perdición.

Con la respiración atascada en la garganta, él se levanta y la lleva a


estar recostada debajo suyo, en un movimiento rápido y ágil el mundo
dio un giro y ella se encontraba atrapada entre el colchón y su cuerpo.
Suficiente de mantenerse alejados, él de pronto estaba sin el suéter,
no recordaba habérselo quitado ni recordaba haberla mordido, pero
incluso viendo la prenda lejos en el piso y observando la oscura marca

151
en el cuello de ella, fueron suficientes para aplacar su fiebre, la
deseaba más de lo que podía resistir.

Noé admiraba su pálida piel y bien esculpidos músculos en medio de


un embeleso, deseaba sentirlo firme y profundamente, se elevó sobre
sus codos le comenzó un reguero de besos húmedos desde el cuello,
hasta el medio del torso, David temblaba incontrolablemente al
estímulo. Él descendió y tomó fuertemente su boca, liberándola de su
ropa, se detuvo a admirar su suave piel impregnada de pecas y
lunares, era tan femenina y sensual y él no se pudo detener más.

Esa primera experiencia con David le demostraron que realmente


existía un compañero ideal, no sólo por haber dejado su cuerpo y su
necesidad satisfechas, sino por haber llenado esos vacíos que la
dejaban siempre despierta pensando en si realmente había algo como
el alma gemela, David simplemente callaba sus voces internas y le
daba su existencia una luz, un suave rayo que iluminaba el oscuro
camino que debía llevar.

Ella lo miraba dormir, se había quedado mirándola sin decir palabra


en los minutos posteriores, trazando perezosos círculos en sus
costillas, aquello debía de darle las cosquillas suficientes para tenerla
retorciendo de risa, pero le daban una sensación de tranquilidad que
casi se queda dormida, afortunadamente él cayó en el sueño antes y
pudo mirarlo. Incluso tratando, no podía imaginar cómo había
sobrevivido tanto tiempo solo y sin nadie, aunque quizás no estuvo
solo todo este tiempo, sin duda había demasiado que conocer uno del
otro.

Aún no había anochecido cuando él despertó y observó a Noé


completamente relajada a su lado, aún entraba la luz de la tarde por
la enorme ventana, él toma su ropa y se viste, para acercarse a la
ventana y cerrar las rejillas y las cortinas, minutos después él salió y
fue a encontrarse con Ana, quien se encontraba en la cómoda sala
mirando películas infantiles con sus hijos pequeños.

152
- Espero que disfruten mucho su estancia aquí, saben que
pueden quedarse cuánto quieran, Noé al parecer aceptó el
pent-house del centro, esta casa es tuya si lo deseas Ana, nada
es más importante para mí que ustedes.

- Estamos muy agradecidos con tu oferta, pero nuestra vida es


de provincia, no de ciudad, estaremos aquí hasta que sea
necesario, pero deberemos volver, vendremos cuando sea
necesario y me encantaría que ustedes nos visitaran.

David se sonrojó tanto que Ana comenzó a reír un poco, ella sabía lo
que había sucedido y él se sentía avergonzado, aún estaba convencido
que lo mejor era haber esperado más tiempo, se sentía pillado en una
ofensa.

- David no te sientas mal por lo que haya sucedido, sé que


consideras demasiado a mi hija en su salud, pero ella también
necesitaba estar contigo, no solo físicamente, sino
emocionalmente.

- Lo sé y puedo entenderlo, pero me odiaría demasiado a mí


mismo si la lastimo, eso jamás me lo perdonaría.

- Está bien David, ambos necesitaban liberarse y acercarse, solo


te pido que no te arrepientas de lo que pasó, disfrútalo, tú
también lo mereces.

Ana le sonreía de una forma tan maternal, que él simplemente inclinó


su cabeza y aceptó lo que ella le pedía, él también lo necesitaba y lo
merecía. Simplemente sería imperdonable para él usar a Noé como

153
una manera de subsanar su propio pasado, ella no había llegado a él
para cumplir ese destino, ella había nacido para un motivo mucho más
grande que las necesidades de él, incluso las de ella.

154
Capítulo 35.

Noé se encontraba nadando en un cuerpo de agua inmenso, ella se


esforzaba demasiado por salir a la superficie, lentamente comenzaba
a subir, podía ver más allá del agua que la esperaban, conforme se
acercaba podía distinguir los rasgos de la persona que miraba en su
dirección, hasta que saliendo y tomando una gran bocanada de aire,
lo vio y su corazón se rompió. Era Mauricio quien la esperaba, con una
sonrisa arrogante y triunfal, mientras sostenía por la cintura a otra
mujer.

Noé despierta entre su pesada respiración y el sudor que la cubría,


tenía una suave frazada cubriéndola, la cual ahora estaba enredada
entre sus piernas, dejando descubierto su cuerpo aún desnudo. Ella
miró la hora en su teléfono, pasaban las siete de la tarde y aún entraba
luz por las ventanas, que ahora se encontraban cerradas. Ella camina
hasta su ropero y saca un pantalón deportivo suave y cálido y una
camisa a juego, de calza unas pantuflas y baja a la cocina, donde
encuentra a todos tomando la cena, la cual consistía en la famosa
birria casera de su madre, el olor de las especias flotaba por la cocina
y la sala haciéndole el estómago gruñir de hambre.

- Ven, siéntate a cenar, acabamos de comenzar, ¿te gustaría un


té antes de comer tu birria?

- No mamá, tengo mucho calor, mejor tomaré un vaso de


refresco.

- No hay refrescos, pero hay té de hierbabuena en el


refrigerador.

- Mucho mejor, algo fresco me caería bien.

155
Noé toma su vaso con el té frío y camina hacia la mesa, donde su
madre le señala el asiento vacío junto a David. Luis la mira acercarse
con un gesto serio y molesto, no aceptaba que su hermana
compartiera con otro hombre, no era una postura personal, se
trataban de sus celos de hermano los que lo hacían reaccionar de ese
modo, David lo entendía ya que habían hablado largo sobre el tema,
y aunque lo aceptaba, era un instinto difícil de ocultar.

Todos cenaron y charlaron alegremente, Noé les contó sobre el


hermoso edificio colonial del centro y lo que podría fundar en él, era
enorme así que las posibilidades no se limitaban a una sola, una parte
podría rentarse y el resto ser usado en algo propio. Ana siempre había
fantaseado con tener en su casa suficientes plantas y flores, que
aquello pareciera más un huerto que una casa, a menudo hablaba
sobre las propiedades medicinales de la mayoría de ellas, por lo que
Noé pensó en hacer algo acorde al tema, pues en el pent-house había
espacio suficiente para cultivar una gran cantidad de ellas. Lo tendría
que pensar en detalle, aún había cosas que debía aprender.

Mientras terminaban la cena y Noé se perdía en sus pensamientos,


suaves truenos de tormenta se comenzaron a escuchar, haciendo
retumbar las paredes de la casa, ella se levanta y se acerca al pórtico
trasero, abrazándose mientras miraba las nubes tomar posición y de
pronto soltando una suave y constante lluvia, llenando de una
humedad fría el exterior.

- Siempre me ha gustado ver llover, me trae recuerdos de un


tiempo lejano en cierto pueblito, así como también relaja mi
agitación, dejándome perder en mis pensamientos. Ana me
contó que desde niña siempre te ha gustado mojarte en la
lluvia, a pesar de las fiebres y los resfriados.

156
- Siempre he sido un poco impulsiva, cuando algo se mete en
mi mente, no para de darme lata hasta que lo hago, razón por
la que tengo muy pocas cosas de las cuales me arrepiento.

Noé sonríe ante la posibilidad, sabe que probablemente la cargue


sobre su hombro antes de que ella ponga un pie en el césped mojado.
Lo mira tentativamente y él sólo arquea una ceja, un reto silencioso,
ambos comienzan a reír ante la travesura y antes de pensarlo dos
veces, salen corriendo hacia la lluvia. Antes de poder tropezar con las
pantuflas, ella las deja atrás en su carrera, cuando descubre que ese
pequeño latido de tiempo le dio a él la ventaja. David ya estaba
saltando en el agua fría cuando Noé se detuvo para dejar atrás su
calzado, él sonríe por su mirada de protesta y le estira una mano para
que se apresure a su altura, juntos comienzan a corretear tomados de
la mano, aquello era un festival para admirar.

Ana los veía divertirse, sabía que entrarían completamente mojados y


helados, así que pide a Luz su ayuda para prepararles la enorme tina
de baño con agua caliente y una aromática infusión de romero para
calentarlos.

157
Capítulo 36.

Ambos entraron riendo y completamente helados, Ana los esperaba


con una taza de té de canela a cada uno, los dos temblaban de frío
pero se veían tan felices que decidió dejar el regaño para mañana.

- Deben subir al baño compartido y meterse en la tina, ya la


tengo preparada, asegúrense de permanecer ahí hasta
recuperar el calor o mañana estarán muy enfermos.

Ambos se miraron un poco sorprendidos, Ana les permitía


permanecer solos e íntimamente, Noé era la más sorprendida, su
madre aceptaba demasiado rápido a David, independientemente de
las circunstancias. Sin embargo, ninguno podía negar que la
oportunidad era tentadora.

David la toma de la mano libre y la lleva escaleras arriba por el lado


izquierdo. La casa estaba construida en dos lados simétricamente
opuestos, ambos permanecían en las habitaciones principales en el
lado izquierdo, el cual daba hacia la parte trasera de la casa, con vistas
a la enorme huerta aromática, mientras que las habitaciones de
huéspedes se encontraban en el lado derecho, el cual daba al jardín
frontal y la entrada de la propiedad.

En su lado tendrían el tiempo y espacio que quisieran, lo cual era la


intención de Ana, los vio subir lentamente, como esperando que
cambiara de parecer y les impidiera subir solos, pero ella sabía mejor
que nadie lo que una conexión con tu compañero de vida significaba,
los dones de su hija debían despertar de nuevo, aunque fuera para su
propia supervivencia.

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David abre lentamente la puerta del enorme baño, dentro Ana había
colocado una gran cantidad de velas aromáticas, las cuales hacían que
el lugar estuviera cálido y con un agradable olor a vainilla. En el
tocador a su derecha se hallaban dos batas de salida de baño a juego,
una de él y la otra de ella. A su izquierda se hallaba la enorme tina de
baño color blanco con humeante agua ligeramente colorada por la
infusión de romero, que se mezclan armoniosamente con el aroma de
las velas y producía una suave sensación calmante.

Él se queda mirando fijamente la tina, sin saber cómo proceder en


esos momentos, dudaba sobre reaccionar de forma apresurada, de
nuevo. Para cuando él se armó de valor y decidió, ella avanzó hacia la
tina, sin ropa y con un ligero sudor que le cubría el cuerpo. Él la miraba
caminar hacia la tina, con el suave vapor cubriendo el espacio ella se
veía como una figura de niebla, la misma que vio hacía tantos años.

David se apresura y, mientras ella le da la espalda, se quita la ropa aún


empapada, batallaba un poco ya que esta se encontraba adherida a
su piel. Lentamente él se acerca y se sumerge, primero sintiéndola
demasiado caliente, para luego aclimatar su helado cuerpo.

Ambos se miraban sin saber realmente qué hacer, Noé mira en un lado
una botella que contenía una fórmula para hacer espuma, lee
rápidamente las instrucciones y vierte una gran cantidad de ella en el
agua, para luego encender la función de la tina y está comenzó a hacer
una gruesa espuma.

Ella sonreía abiertamente, jamás había estado en un jacuzzi y esta


experiencia ciertamente había relajado mucho la situación, ambos se
estaban relajando conforme jugueteaban con las burbujas.

David la miraba divertirse bastante, era una de las pocas veces que la
había visto sonreír de forma tan abierta. Antes de pensarlo siquiera,
él ya estaba tan cerca de ella que podía ver claramente las pecas que
adornaban su cuello y rostro, se hallaba prendado de las reacciones
de Noé, eran tan infantiles e inocentes, que nuevamente se

159
sorprendió cuando ella se apoderó de su cuello y comenzó a besarle.
Aquello era tan exquisito, él simplemente se dejaba llevar, era obvio
que ella no necesitaba que él fuera tan modesto. Él uso sus manos
para llevar las piernas de ella alrededor suyo, era momento de hacerla
suya en lugar de sólo dejarse tomar.

Noé estaba tan sorprendida que aún no pensaba cómo era que ya lo
deseaba de nuevo, David había tomado el control de la situación,
dejándola más que satisfecha, la dejó exhausta. Pero el desenfreno
inicial apenas le permitía examinar lo que sucedía, nuevamente sintió
hacer clic a “eso” que por fin encajaba, la habitación se sentía tan
correcta, como un cómplice de aquello, y aún no habían salido de la
tina, el agua aún estaba cálida y reconfortante.

Se habían quedado en silencio, dejando perezosas caricias en sus


brazos, todo aquello parecía un sueño, se sentía irreal, de no ser por
su respiración haciéndole cosquillas en el cuello.

Ante ellos, de pronto, el vapor comenzó a tomar la forma de un


anciano encorvado, él los miraba y sonreía con aquel cariño que desde
hacía tanto tiempo les tenía. Era el último sacerdote quien se les
aparecía. David parecía no poder verlo, pues no había hecho ningún
movimiento, pero al mirar atrás, hacía su rostro, lo encontró mirando
la figura de vapor, él tenía una suave sonrisa mientras era observado.

- Noé pequeña, es tiempo de apreciarlo todo de nuevo.

Su voz se sentía distante, como dentro de un larguísimo túnel, era


lejana y reverberante.

Noé de pronto vio todo el mundo dar vueltas y oscurecerse.

160
Una hoja larga de maíz le rozó el brazo, haciendo una larga y profunda
herida, su sangre rápidamente coloreó de rojo la planta, como
tiñéndose desde adentro. Ella notó un extraño brillo saliendo de la vara
seca. Escuchó lejanos murmullos melódicos, parecían cantar una
lamentable historia llena de tristeza, ira y traición.

Un suave viento mece lentamente el resto de las milpas secas, dándole


la ligera sensación de estar flotando. Repentinamente todas las ramas
secas comenzaron a brillar como la primera y liberaron al aire diurno
pequeñas luces, iguales a luciérnagas que flotaban un momento para
después condensarse en una gran masa frente a ella.

Cuando comenzaba a tener forma, ella vio cómo un alto hombre en


cuclillas aparecía, llevaba un vistoso atuendo prehispánico. Aquél
hombre despertó por fin y la miró desde su posición, ella permanecía
sin moverse, mientras apretaba su herida, que ahora dolía, él nota
esto y se pone de pie, quedando casi cincuenta centímetro más alto
que ella, miraba su brazo escurrir un poco de su sangre, él iba con el
musculoso torso desnudo y ella hacía un notable esfuerzo por no
mirarlo.

Él toma suavemente su mano y la estira para ver mejor su herida, la


analiza y, soltando un suave aliento sobre ella, esta comienza a sanar,
cerrando y deteniendo el sangrado.

De pronto el enorme hombre posa una rodilla en el suelo y la mira


intensamente.

- Me has despertado de la maldición puesta en mí, cuando


llegue el tiempo pelearé por ti de quien quiera hacerte daño.

Noé despierta poco a poco, estaba en la enorme cama de la habitación


que no era la suya, esta tenía la vista hacia el jardín trasero, pero

161
dentro era diferente, todo era de tonos oscuros y elegantes, mientras
que la de ella era en tonos claros y suaves. Se incorpora rápidamente
y nota que no llevaba ropa, solo la bata de salida de baño, pero no se
veía a David por ningún lado. Noé se levanta y camina un poco,
acercándose a la enorme ventana, era noche cerrada y suaves luces
iluminaban el jardín, resaltando el gran tamaño de los árboles que
circundan el límite de la propiedad. Pero a lo lejos, en una zona
apartada donde ella no había estado aún, se encontraba un tosco
tronco seco, a los pies de ese viejo árbol, se encontraba David, parecía
estar simplemente sentado ahí, mirando la retorcida corteza, se veía
tranquilo, hasta que miró en su dirección y la miró de pie en la
ventana. Él se puso de pie rápidamente y caminó hacia la casa, lo
escuchó acercarse y entrar suavemente en la habitación.

- Te dejé dormir un rato, parecía importante lo que sucedía en


tu mente, así que salí solo unos minutos, sólo me bastaba
cerrar los ojos para ver lo mismo que tú veías.

- Sé lo que debo hacer, pero, ¿no te molesta que me sucedan


estas cosas?

- Aprendí hace muchos años que, quizás el protagonismo de mi


vida sea ser un soporte y alguien que te ofrezca descanso, no
puedo permitirme ser celoso y perderte en consecuencia.

- Entiendo, un poco, pero también entendería que te sientas


diferente, créeme si puedo esforzarme un poco más por ti, lo
haré. Yo tampoco puedo darme el lujo de perderte por esto,
no existe nadie más en el mundo que lo entienda como tú.

- Estoy seguro de que eso no importaría, un hombre que no


sienta deseos protectores contigo, difícilmente puede
llamarse hombre, y el hecho de que alguien te pierda por esa
pequeñez lo hace aún más patético.

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Noé sabía de quién hablaba, aún le parecía difícil tocar ese tema,
sobre todo con él. Se había enterado, escuchando detrás de las
puertas de cómo su hermano había hecho una amenaza abierta a
Mauricio, quien había estado yendo a la casa para intentar negociar
con ella, pero jamás lo había visto, así que sin importar el resto había
dejado de preocuparse por él, su hermano a final de cuentas la estaba
protegiendo.

David había estado presente cuando se lanzó ese ultimátum y


entendía que respaldara la decisión de Luis, él también tenía esos
sentimientos hacia Mauricio.

Noé miraba cómo él intentaba por todos sus medios solventar parte
de su carga, incluso si eso lo dejaba en un lugar muy detrás de sus
responsabilidades.

Esa noche durmieron en la misma cama, demasiadas cosas ocurrían


tan rápido, que fue muy fácil aceptar el cambio, varias veces por la
noche ella despertaba sintiéndose sola y afligida, así que a partir de
esa noche ya no habría más soledad aplastante.

Por la mañana, parecía que el día auguraba un esplendor que hacía


años no veía, recordó con gran calidez cuando despertaba junto a Flor
y juntas iban al corral de su casa y comenzaban a jugar, aquellos años
ahora se sentían como un hermoso sueño donde se encontraba con
ella frecuentemente. Lanzó una cálida plegaria por su hermana y por
su niña.

Noé caminaba hacia su habitación para ponerse ropa más cómoda, se


sentía llena de energía y deseaba comenzar a planear lo que haría en
el futuro. Se detiene en la puerta y mira sorprendida a Ana sacando
sus cosas y colocándolas sobre la cama, se escuchaba en algún lugar
de la alcoba cómo su móvil sonaba con su música favorita, la cantante
Paloma San Basilio cantaba mientras ella le hacía coros. Nota lo alegre

163
que se encontraba su madre, su corazón ya conmovido se volvió cálido
al mirarla.

Hubo un tiempo en que Ana no sonreía ni para las fotos, cuando vivían
con su padre y constantemente era agraviada de alguna forma ruin y
humillante. Noé recordaba muy bien cómo era sentirse así.

Camina lentamente hacia su madre, quien le daba la espalda y la


abraza fuertemente por detrás, apretando fuerte su cintura. Ana se
sorprende demasiado y da un ligero salto, para verse atrapada en los
brazos delgados y frágiles de su hija, nota como esta comienza a llorar,
quizás se había despertado un poco triste, ella aún lo hacía,
extrañando a su pequeña niña.

- ¿Hoy te sientes triste Noé?

- No es eso mamá, te escuché cantar y recordé cuando ni


siquiera reías, nuestra vida entonces era muy miserable.
Siento que te quedaste con ganas de muchas cosas.

- Ay mi niña, verlos ahora felices hace que todo haya valido la


pena, solo me apena no haber sido yo quien les diera la alegría
que tienen ahora.

- No má, nosotros ahora debemos ocuparnos de la tuya, tú nos


sacaste de ahí y nos diste una vida tranquila con amor,
mientras que durante años no tuviste ni siquiera un poco de
apoyo. Víctor ha estado contigo, pero apenas pudo acercarse
a ti. Yo sólo deseo que tu relación con él sea lo que necesitas.

- Lo es mi niña, por eso le permito a David la libertad de hacer


lo que hace por ti, sé que es un enorme gesto el suyo y que
notas lo que hace por todos. Si no te molesta, estoy
preparando tus cosas, hoy se mudan al centro de la ciudad,
nosotros regresamos a Michoacán.

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Noé se quedó en blanco, se irían pronto, ¿qué pasaría entonces con
ellos? Se quedarían solos, ya nadie podrá intervenir para bien o para
mal. Será mejor no continuar por ese camino, apenas se había
enterado y ya su mente se aceleraba con miles de cosas, debía
aprender a tener paciencia y permitir que todo fluyera como debía.
Definitivamente las cosas cambiaron demasiado rápido.

Ana nota en la expresión de Noé cómo ya todo estaba por salirse de


sus manos, ella conocía lo suficiente a su hija para saber de su
obsesión por tenerlo todo controlado.

- Noé debes calmarte, sí, las cosas avanzan demasiado rápido


para tu ritmo, pero ten en cuenta de que David no es para
nada como Mauricio, este es un buen momento para
comenzar a olvidarlo. Toma lo que debas aprender de él y
luego supera esa etapa, ya no mires hacia atrás. Observa todo
tu potencial y hazlo lo mejor que puedas. Estoy segura de que
crearás un gran nombre y estaré ahí para verlo.

No recordaba haberse sentido tan alentada en su vida, siempre había


tenido temor de cometer errores, a pesar de que sabía muy en el
fondo que errar te vuelve más acertado, te permite aprender y a
corregir, pero no ella, Noé siempre tuvo miedo de cometerlos pues
afectan a los demás de formas más profundas que a ella. Era el
momento para permitirse cometer errores y aprender a solucionarlos.

Para cuando cayó la tarde, un gran desfile de personas tenía casi todos
los muebles de la casa en un enorme camión, mientras que otro resto
era acomodado en otro del mismo tamaño, algunas comodidades
fueron puestas en un práctico remolque habitable, se trataba del
transporte que llevaría a los hermanos y la mamá de Noé a salvo hasta

165
su casa en el pueblo, ella ni siquiera sabía que existían esos remolques
en México, lo miraba completamente divertida, era idéntico a los que
aparecían en las películas estadounidenses.

Parte de la comitiva viajaría con su familia, para ayudarlos con la


pequeña mudanza que David les había obsequiado, mientras que el
resto llevaría el resto al edificio de la ciudad para amueblar el pent-
house. Mientras eso sucedía, Noé era llevada a la tienda
departamental más lujosa y exclusiva de la ciudad, ni siquiera sabía
que eso existía, nuevamente, en México. Salieron algunas horas
después, cargados de bolsas y cajas de compras, desde zapatos y ropa,
hasta muebles y utensilios.

El edificio de cuatro pisos lucía unas cálidas luces en el último piso y


en el pent-house, dándoles una bienvenida acogedora, mientras las
cosas eran llevadas hasta el último piso, él le mostraba más del
edificio, ya estaba siendo contratado en algunos pisos, dejándole el
último para ella.

David la llevó por las escaleras, para cuando llegaron al cuarto piso,
ella resoplaba fuerte y con dificultad, hizo la nota mental de comprar
una caminadora.

Todo el piso era enorme, y estaba ocupado en su mayoría con muebles


y mostradores, mesitas y libreros, lámparas y cuadros. Una elegante
tienda comenzaba a tomar forma en su mente.

Ya podía imaginar el lugar, los clientes vendrían de cada estado para


probar sus productos y para solicitar cantidades de mayoreo para
venderlos. Satisfaciendo desde las más simples a las más estrictas
necesidades: fórmulas cosméticas y herbolarias.

David notaba cómo Noé contemplaba el lugar, con una luz de ilusión
que llenaba su mirada. Le permitió absorber todo lo que pudiera para
trazar mejor sus planes, luego la tomó de la mano y la llevó al
elevador, el único acceso al pent-house, él oprimió varios botones en
código y el ascensor comenzó a elevarse, Noé no recordaba haberle
166
visto hacerlo cuando la trajo el día anterior, él notó lo que pasaba por
su mente y rápidamente explicó.

- El código fue programado hoy, mientras se acomodaban los


muebles, era necesario ya que hay cosas de gran valor aquí a
partir de hoy, aparte de los muebles antiguos.

Le guiñó un ojo al decir lo último, haciendo que ella se sonrojara,


aquella reacción le produjo a David una sensación cálida y alegre, el
saber que ella tuviera un lado tímido le gustaba. Tendría diferentes
formas de medir esa timidez.

Al abrirse de nuevo las puertas a Noé se le escapó un jadeo de


sorpresa, el lugar era incluso más hermoso con luces y muebles
adornándolo.

Había mesitas y sillas a manera de terraza, sillones cómodos y


sombrillas cubriéndolos, macetas con enormes plantas y arbolitos,
todo siendo iluminado con luces en serie, parecía la suite de un
elegante hotel en el caribe. Los jazmines emitían un fresco e íntimo
aroma a todo el lugar.

Noé caminaba lentamente, mirándolo todo sin prisa y sin perder


ningún detalle.

Dentro todo estaba casi igual a la casa de Coyoacán, se dio cuenta que
eran los mismos muebles de allá, los que ahora llenaban el lugar.

El espacio era abierto, sin paredes que estropearan la vista a casi todas
las habitaciones, excepto la recámara y el baño, todo estaba rodeado
de ventanales enormes con cortinas vaporosas de muselina,
decoradas con espumosos listones de bolillo, sencillo pero cálido.
Tenía incluso una especie de chimenea, que más parecía un horno de
piedra cubierto por una gruesa capa de barro. Dentro había pequeñas

167
y lujosas plantas que llenaban de frescura y un ligero olor a tierra
mojada.

Noé mira entonces a la mesa, pequeña e íntima, donde les esperaba


la cena, la carne más jugosa que ella había visto, el corte era grueso,
de una pulgada y cocinada en término medio, con una ramita de
romero y un ajo al lado dándole un olor increíble, en el centro había
un plato pequeño y alargado con unas pequeñas bolitas que parecían
haber sido fritas, junto con un cuenco lleno de verduras al vapor. Junto
a la mesa se erguía una orgullosa botella de vino, por la etiqueta difícil
de entender parecía europeo.

Noé, quien no estaba acostumbrada a llevar faldas ni vestidos, había


elegido para vestir ese día un sencillo jeans de mezclilla y una camisa
con manga larga, fue llevada a la silla más cercana a ella, David tomó
la silla frente a ella y le pidió comenzar a comer, mientras él mismo le
servía del vino en una exuberante copa. Ella jamás había comido nada
de lo que veía, excepto las verduras al vapor. No sabía ni cómo
comenzar.

- Por ahora disfruta de la comida, ya tendremos tiempo de


sobra para aprender a lucirnos frente a gente que come esto
a diario, hoy solo yo te estaré mirando.

Noé lo mira seria y un poco impresionada, pero usó el poco sentido


común que le quedaba después de varios días de sorpresas, tomó el
tenedor y el cuchillo y comenzó a cortar la carne lo más firme y limpio
que pudo. Invariablemente hizo un desastre, pues la carne estaba tan
tierna que no hacía ni falta el cuchillo, así que aquello terminó como
puré.

David la miraba hacer y no pudo evitar sonreír cálidamente por su


intento, su corazón se sentía lleno de gozo simplemente por estar

168
cerca de ella. Había pasado los años desde que Noé nació imaginando
este tipo de escenas, definitivamente vivirlas era mejor de lo que
había imaginado.

Ella terminó un poco ebria por el vino, no acostumbraba a beber


alcohol ni siquiera una vez al mes, mirarla mareada y hablando
pausado fue sin duda más conmovedor que divertido, incluso cuando
intentó ganarle en un reto de hacer cara seria y permaneció sonriendo
todo el tiempo.

Noé cayó dormida media hora después. David la llevó a la enorme


cama que compartirían en adelante, le puso un bonito camisón que
ella eligió, y la arropó para dormir, él volvió y puso orden para dormir,
no sin antes dejar un par de aspirinas con una botella de suero
hidratante en la mesita de su lado de la cama, se calzó un pijama de
dos piezas y apagó las luces, fue a recostarse a su lado, una tenue luz
iluminaba débilmente y la pudo observar dormir, hizo una nota
mental de usar algún filtro en los vidrios para evitar esa entrada de
luz. Luego de eso, también se quedó dormido.

La mañana era sin duda muy soleada, no sabía si su dolor de cabeza


se debía a la luz del sol o a su resaca, miró a su alrededor y los
recuerdos del día anterior volvieron uno a uno, desfilando por su
cabeza empeorando su malestar.

Miró en la mesita de noche y se encontró con dos pastillas y un suero


hidratante, bebió toda la botella luego de tomarse las pastillas.
Mirarse el camisón puesto fue lo único que no recordaba de haber
hecho, su mente se queda en blanco a partir de haberse quedado los
dos mirando al cielo estrellado en uno de los sillones. Seguramente
David lo había hecho, por cierto, ¿dónde estaba él?

Justo en esos momentos, el ascensor se abre y aparece él con unos


rollos de color grisáceo, los llevaba en una especie de carrito, como
los que se usan en los hoteles para transportar las maletas. Se veía
increíble, llevaba puesta una camisa deportiva un poco ajustada en

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color gris Oxford y un par de jeans de mezclilla, también un poco
ajustados, ella bebió de la apariencia de él, parecía haber nacido con
todos los atributos que se le podían ocurrir en esos momentos, el
color de la playera sólo hacía resaltar el verde vivo de su mirada, así
como hacia su piel más clara y su cabello brillaba con vida propia.

Noé saltó de la cama y fue corriendo hasta donde él se detuvo con su


material.

- ¿A dónde saliste? Justo desperté y no estabas.

- Salí a recibir esto que compré, anoche me di cuenta de que


entraba demasiada luz, son vinilos de reflejo espejo,
aparentemente harán que de día nadie vea hacia el interior y
de noche no entrará luz de fuera, así que no tendremos
mirones de día ni de noche.

- Ahh, ¿Cuándo compraste eso? Dices que saliste a recibirlo.

- Justamente anoche, desperté varias veces por las molestas


luces que entraban, entonces tomé mi teléfono y las compré
en línea. ¿Qué te parecen?

- Creo que son ideales, ¿cómo se ponen? Necesitas ayuda.

- Por supuesto, solo necesitamos un atomizador con agua, este


plástico se adhiere al vidrio.

Noé entró rápidamente y se puso una camisa azul rey y un jeans


negro, se calzó un par de tenis azul y salió a ayudarle, llevando consigo
el atomizador. La tarea fue sencilla, el único inconveniente era que al
quitar el papel protector el plástico este emitía estática y varias veces
sentían descargas al tocarse. Sin embargo, el resultado fue mejor de
lo que imaginaron, para el medio día todas las ventanas tenían el

170
plástico en su lugar, ahora podrían disfrutar de su privacidad. Para
comer pidieron comida a domicilio, pues aparte de lo que cenaron, no
había nada comestible en la casa.

Pidieron pizza, al momento de recibirla ambos morían de hambre,


Noé se había olvidado por completo de su malestar. Sólo que al mirar
al repartidor sintió el mundo moverse bajo sus pies, el joven llevaba
una criatura oscura en el hombro, la cual miraba con odio en dirección
de ella.

La expresión pálida de Noé alertó a David, quien despidió


rápidamente al repartidor, aún no le mostraba sus habilidades, como
en su momento Jacinta lo hizo, por lo que él intuyó que se trataba de
alguno de ellos. Aún sin conocer la naturaleza de lo que fuera que ella
percibió, él sabía que se trataba de algo impresionante o de algo muy
malo.

- Ven pequeña, vamos a comer. ¿Quieres una bebida primero?

- Si, una bebida azucarada, siento que mi presión bajó de


pronto.

David se apresura y le entrega la bebida, ella rápidamente da un trago,


casi ahogándose con el áspero paso del gas en la garganta.

- Dime, ¿qué te puso así? Pude notar que algo te sacó de


balance, dime qué fue.

- Durante mucho tiempo me pregunté a qué se debía que


tuviera ciertas habilidades, pues desde niña las tuve y algunas
eran aterradoras, mi hermanita fallecida también las tuvo, así
que pensaba que era algo hasta cierto punto normal, pero

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luego descubrí que había tan pocas personas en el mundo con
habilidades, que eran perseguidas por presuntamente haber
hecho pactos demoníacos, una de las mías me permite ver a
los guardianes que protegen y dan guía a las personas de
buenos sentimientos, mientras que a los que albergan
emociones oscuras las parasitan unas criaturas que me
provocan un malestar sólo de verlas. Desde que estuve con
Mauricio había dejado de ver a los guardianes y a esas
criaturas, pero hoy, pude ver que ese joven llevaba uno
particularmente peligroso, me miraba con odio, el último que
vi con esa particularidad, fue a los ocho años. Había olvidado
lo desagradable que era.

- Noé, mírame, no quiero que te sigas sintiendo mal, así que


mírame y dime…

Noé lo mira y entonces lo ve: el guardián más increíble que había visto,
se asemejaba a un noble caballero celestial, portaba una firme
armadura dorada, no llevaba armas, sus puños debían ser
impresionantes, pero su mirada, había tal gloria y poder en su mirada,
su presencia la hacía sentirse bajo la protección de un implacable dios
de la guerra. Éste le sostiene la mirada inmutable y le regala un leve
asentimiento, reconociendo a la guardiana de ella y ofreciendo su
respeto a quien ahora lo observaba.

Noé retira la vista de semejante impresión y mira a David, su expresión


había cambiado y, aunque sintió una punzada de celos, una oleada de
alivio barrió con su preocupación.

Comieron en silencio, cuando él no pudo soportarlo más y le preguntó.

- ¿Cómo es?

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- ¿Cómo es qué?

- Lo qué viste detrás de mí, yo jamás lo he visto, sé que es del


género masculino, porque me aconseja más en temas de
honor y lealtad que del corazón, ahí me las arreglé como
pude, pero tengo curiosidad por saber cómo es él.

Noé lo piensa por un momento, parecía escuchar al suyo propio


decirle algo, ella escuchaba la voz de su guardiana, pero esta sonaba
diferente. Le dijo la manera de ayudarle a verlo, tenía que hacer el
ritual de la ceniza de copal y su sangre. Noé se levanta y rápidamente
busca el viejo relicario donde guardaba las cenizas de copal, había
olvidado incluso aquel pequeño saquito de piel. Ella regresa y le
explica lo que hará.

- Existe una forma de ayudarte a verlo, pero no sólo veras al


tuyo, verás al mío y quizás a esas criaturas a partir de hoy. Si
no tienes objeción, lo haré ahora. Sólo debo mezclar mi
sangre con las cenizas que tengo aquí y lo pondré en tu frente,
quizás el anciano que conociste te hizo algo similar, sólo que
él usó una planta extinta.

- Si, ya lo recuerdo, tenía un olor muy particular, estoy listo, si


tú debes enfrentarlo, yo lo haré también, quiero comprender
a fondo todo lo que te sea difícil de expresar.

Noé toma un pequeño alfiler que atravesaba el saquito y se pincha


profundamente un dedo, luego lo vacía cuidadosamente un poco de
ceniza en su mano libre, lo mezcla con la sangre y se acerca a David,
ella murmuraba algo incomprensible mientras lo hacía.

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David sintió un ligero mareo, muy diferente de esa experiencia con el
anciano, y lo siguiente que supo fue que estaba viendo detrás de Noé
a una muchacha idéntica a ella, sonriéndole.

174
Capítulo 37.

La visión de aquella niña, demasiado pequeña para ser considerada un


guardián, fue sin duda lo más impresionante que había visto, sus
rasgos en general eran tan similares a los de Noé que parecía una
copia casi perfecta de ella, de no ser por una suave chispa de un
temperamento más bien alegre, que las hacía diferentes.

- Yo sé de quién se trata, puedo sentirla y escucho su voz


diferente, sólo que no me está permitido verla, me parece que
sería una impresión muy fuerte para mí, aunque sé que llegará
el día en que pueda mirarla sin sentir que la he perdido.

- Solo puedo decirte que es preciosa, igual que tú, sólo hay un
detalle que la hace diferente a ti, pero el resto es idéntico,
incluso los lunares y pecas.

- Lo sé, él me envió una foto hace unos días, supongo que lo


hizo cuando intentó llegar a mí, quizás pensaba que así yo
accedería a acercarme a él.

- Supusimos que haría algo, pero al final simplemente dejó de


ir a buscarte.

Ambos permanecieron unas horas tomando la fresca sombra en un


amplio sillón, Noé comenzó a hacer una rápida búsqueda en su
teléfono sobre los primeros pasos que debía tomar para montar la
tienda que deseaba, cuando un mensaje de Fausto la sorprende y la
hace replantearse varias cosas.

175
“Noé necesito que hablemos, sé todo sobre la profecía, un mentor mío
me habló de ella y me ayudó a reconocerte, permíteme ayudar, quizás
el clímax de todo esto ocurra pronto y debes estar preparada.”

Noé le muestra el mensaje a David, quizás era momento de terminar


con todo, salvo que aún no sabía de qué forma tendría que hacerlo,
rápidamente le responde a Fausto, citándolo en el edificio y
enviándole la dirección, mientras más pronto terminaran con todo,
mejor sería para todos.

Fausto recibió el mensaje de Noé, pidiéndole encontrarla en unos


días, él conocía la dirección que le envió, curiosamente se trataba de
un edificio señalado por su hermandad como el sitio donde un
artefacto pre colonial había sido escondido, quizás pudiera
escabullirse para intentar encontrarlo.

David miraba intensamente el antiguo ornamento que resguardaba


los restos que fueron ocultados ahí, él mismo había llevado a cabo
toda la operación, primero llevando consigo los restos de Jacinta y
luego creando el extraño artefacto que el antiguo anciano le pidió
diseñar, cabe señalar que a pesar de sentirse profundamente
afectado, cada paso que seguía le hacía sentir una extraña conexión
con el mundo, él estaba formando parte de aquello que aliviaría en
gran medida los desastres que aguardaban.

Sabía que Fausto podría saber algo al respecto, así que tomó un
martillo para romper el concreto y comenzó a destruir el pedestal.

Noé miraba trabajar a David, él le dio una rápida explicación sobre lo


que haría, pues al parecer era un objeto que ella necesitaría, aún había
detalles que desconocía pero que de alguna forma eran parte de lo
que David debía aportar, por lo tanto lo dejó trabajar y ella subió al
pent-house, necesitaba conectar con el anciano para recibir nuevas
instrucciones, faltaban algunas horas para que Fausto apareciera.

Ella toma el saquito con la ceniza y se pincha el dedo, mezcla bien


nuevamente y se prepara para provocar un trance.
176
El anciano aparece ante ella, llevaba sus ropas sencillas y descoloridas
de siempre, la miraba con aquella ternura que le fluía en presencia de
Jacinta.

- Pequeña habíamos estado tan preocupados por ti, no


sabíamos hasta dónde llevarías a cabo tu plan para templar tu
corazón, lamento mucho el resultado de todo, sólo espero
que esa situación no haya reducido tu espíritu, pues las cosas
que vienen serán difíciles para ti, verás cosas que quizás
terminen de romper tu corazón.

- Es por eso que necesito de su enseñanza nuevamente, he


intentado forzar mi avance y en el ínter casi me pierdo a mí
misma, sé que todos depositan demasiadas esperanzas en mí
y defraudar esa fe será el último de mis problemas si fallo.

- Cariño, a pesar de tus errores, nunca nos vas a fallar, deberías


ser libre para cometer esos errores y enmendarlos, hemos
sido nosotros quienes pusimos demasiadas responsabilidades
en ti, nosotros te hemos fallado a ti.

Ambos permanecieron charlando lo que pareció toda una tarde, él le


habló largo y tendido sobre las dudas que ella tenía, así como
repasaron lo que ya sabía, necesitaba refrescar toda esa información.
Para cuando Fausto llegó al edificio, habían pasado apenas tres horas.
Lo recibió David en la entrada principal, ambos se saludaron y
subieron al ascensor y, al llegar al último piso, vieron a Noé sentada
cómodamente y con una suave marca a punto de desvanecerse en su
frente, ambos sabían lo que hacía, así que la dejaron sola y decidieron
esperarla dentro del departamento.

David compartió con Fausto una antigua botella de coñac, la que tenía
guardada desde hacía ciento cincuenta años, y de la que bebía una

177
pequeña porción cada tiempo, tenía alrededor de veinte años sin
abrirla, el olor era tan fuerte que rápidamente se impregnó la
habitación.

Casi a punto de ofrecerle una segunda ronda, David nota a Noé


caminando hacia ellos, ambos se despabilan y la observan de cerca,
ella poseía ahora una expresión solemne y ceremoniosa, su mirada
era profunda y antigua, rápidamente ambos cambiaron su postura,
ahora se encontraban frente a una personalidad que se sabía grande
e importante.

Noé los miró a ambos y, de forma lenta y fluida, comenzó a relatarles


lo que necesitaba de cada uno, a pesar de tener partes diferentes en
el plan del anciano, ambos compartirían el sacrificio de sangre con
ella, sólo hacía falta un elemento que debían buscar, una cuarta
persona que cerraría el círculo.

- ¿Sabes de quién se trata?

- El anciano me mostró un rostro y un lugar aproximado para


buscarla, es apenas una niña, vive en la zona llamada Sierra
madre occidental, específicamente la porción que queda
dentro del estado de Michoacán, al parecer los padres de la
primera, Yarelhi, tuvieron más hijos, ella es descendiente de
ellos, por lo tanto una pariente viva de ella, parece que
debemos buscarla y hacerle saber su glorioso destino.

Noé se expresaba llena de pesar, pues ahora debía convencer a una


jovencita, demasiada niña, de realizar un ritual que quizás la
traumatice. David se levanta y entra en la habitación, regresando
rápidamente y llevando consigo la reliquia que había recuperado. Se
trataba de un osario hecho con los restos de Jacinta y unos pocos
restos recolectados en la cabaña del anciano. Hecho en una forma

178
geométrica extraña, similar a un hexágono que sellaba en su interior
cabellos y uñas, así como una botellita muy pequeña con agua
recolectada de la niebla que habita la cueva.

Noé lo observa y le parece escuchar un suave grupo de susurros


provenientes del osario, parecían darle suaves indicaciones apenas
audibles y poco entendibles, en el momento en que David lo deposita
cuidadosamente en la mesa, frente a ella, las voces se vuelven
ensordecedoras. Ella comienza a sentir cómo su cuerpo cae
lentamente, llevándola a un estado nuevo de trance.

- ¡Noé despierta! ¡Debes abrir los ojos!

Ella se sentía girar con el resto del mundo, aquello parecía un


torbellino que la sacudía por cada rincón del espacio, su cuerpo no era
más que una ligera pluma a la deriva.

Se dio cuenta de que no estaba respirando, intentaba tomar aire pero


algo se lo impedía, entonces nota que estaba siendo arrastrada por
una corriente de agua.

Unas suaves manos la sujetan y la llevan hacia arriba, sacándola del


agua, ella tose y respira por fin, expulsando el líquido extraño, se dio
cuenta de que no se trataba de agua, sino de algo demasiado ligero y
que tenía un sabor a humo.

Noé mira a su alrededor y observa a dos figuras viéndola, eran dos


mujeres pequeñas y delgadas, ambas le sonreían y la ayudaban a
ponerse de pie.

Se trataba de Jacinta y Yarelhi.

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Casi cae hacia atrás de la impresión, a punto de sumergirse de nuevo
en aquel líquido.

- Te estuvimos llamando, pero diste un extraño brinco y caíste


al agua, no creo que algo bueno te suceda, nosotros tenemos
prohibido acercarnos ahí.

La voz de Jacinta era suave y cantarina, delicada. Ella le sonreía de


manera familiar, entonces recuerda haber soñado muchas veces con
ella, mientras hablaba o compartía con David. Sintió una punzada de
celos.

- Oh no importa, ella no pertenece a este lugar, no me parece


que obtenga consecuencias, además yo la veo muy bien.

La pícara sonrisa que Yarelhi le dirigía le hacía querer reír con ellas,
ambas parecían haber llegado al mundo desde otro planeta, sus
extrañas maneras contrastaban con lo que se había imaginado. Sin
duda los años que habían pasado aquí juntas las habían vuelto muy
cercanas.

Las dos mujeres la llevaron casi a rastras hacia una extraña cueva, se
encontraba dentro de una enorme caverna, le recordaba a las fotos
que alguna vez vio de los cenotes mayas, pero esto era por mucho más
profundo.

Dentro palpitaban extrañas luces de color azul de no sabía dónde. En


la cueva donde ellas la llevaban estaban acomodados en fila siete
tronos, todos adornados de forma diferente, uno tenía detalles de oro
y joyas, otro estaba labrado en una oscura piedra similar a la

180
obsidiana, otro era una maraña de troncos y raíces que más bien
tenían la forma de una silla con respaldo, el cuarto era una increíble
silla hecha de hierro fundido, el quinto se parecía a los tronos de los
reyes forrado con terciopelo rojo, el sexto era un banco sin respaldo
hecho de piedra lunar que parecía brillar con luz propia y el séptimo
era una simple silla de madera corriente atada con lazos de mecate.

Las tres permanecían de pie, esperando a que los dueños de esos


tronos aparecieran. De pronto se escuchan suaves pisadas
provenientes de un pasillo a su izquierda, conforme se acercaban se
notaban cada vez que un par de pisadas se unían al inicial. Hasta que
aparecieron, los siete señores en orden específico y cada uno se
sentaron en su respectiva silla. Cada uno correspondiente al aspecto
de su trono, hasta que al final, lo miraba sonreírle cariñosamente
mientras tomaba asiento en su pequeña silla, se trataba de los
antiguos ancianos.

Noé recordó alguna vez recibir la advertencia de que algún día estaría
de pie ante ellos, pero de quien debía cuidarse era del séptimo, quizás
significaba que era él quien podría ayudarla en algún momento de
necesidad, pues los demás la miraban con cierto desdén.

- Ella ha llegado, la que pondrá fin al eterno ciclo que el dios


anunció. – Dijeron al unísono Jacinta y Yarelhi.

Los ancianos permanecían en silencio, solo mirándolas, ambas


parecían tan llenas de voluntad y firmeza, algo contrario a minutos
antes, cuando parecían unas niñas divirtiéndose con una nueva amiga.
El séptimo anciano asentía de forma solemne ante las palabras de las
dos, mientras que el resto agriaron el gesto, parecían oponerse a las
palabras de ellas.

181
- ¿Qué les hace pensar que así de fácil terminarán con todo?

- Las tres aquí hemos recibido las instrucciones del mismo dios,
jamás debíamos haber llevado a cabo el sacrificio por nuestra
cuenta, debíamos hacerlo en conjunto con los demás elegidos.
Una de nosotras debía entonces desangrarse hasta morir para
hacerlo, pero eso sólo retrasaría el sacrificio final, haciendo
que nuestra habilidad fuera diluyéndose con el tiempo.
Nuestra primera misión en ese caso era asegurar la
descendencia que continuaría con los rituales, pero al
realizarlo en conjunto se podía terminar en uno solo. Cosa que
ustedes ignoraron y nos condenaron. Si el dios hubiera querido
esto desde el principio, nos habría enviado a nacer sin la
habilidad de amar a nadie. – Les espetó Yarelhi.

- ¿Cómo te atreves irrespetuosa chiquilla? Nosotros nacimos al


mismo tiempo que esa profecía. Fuimos creados con ella. –
Atacó el anciano del trono de oro.

- Eso no los exime de su culpa e intervención en la misma.


Ustedes se sentaban en un trono y mandaban sobre nosotros
como los dioses que se creían. Por eso fracasaron y el dios les
arrebató todo su poder. – Jacinta les respondió.

- ¡Suficiente! Estamos aquí para entregarle a esta mujer el


poder que nos resta para que todo esto termine, sólo les falta
encontrar a la cuarta elegida, si todos ustedes van a seguir
actuando por egoísmo, al menos cooperen para retirarnos
todos, yo tampoco deseo pasar más tiempo atrapado aquí. –
los reprendió el séptimo anciano, quien se puso de pie y se
paseó frente a los otros seis.

Todos, incluyendo a las dos a cada lado suyo, la miraron intensamente,


Noé solo pensaba en escabullirse, pero se mantuvo firme y erguida
frente a todos, esta parte se le había escapado al anciano de
182
comentarle en su última charla, a menos que llegaran a esta
conclusión recientemente.

Los siete se levantaron lentamente, mirándola ahora de forma más


abierta, Noé seguía sin decir nada, no sabría cómo hacerlo, uno a uno
en el mismo orden en el que entraron se acercaron a ella, todos
llevaban en sus manos una extraña pluma, cada una acorde a la
apariencia de su portador, y le iban dibujando en su brazo derecho una
extraña marca, parecía un símbolo en un idioma que nadie jamás
podría haber visto, al terminar los siete, las dos mujeres hacen lo
mismo, se dio cuenta de que no era un idioma, sino una especie de
firma, algo que invocara la magia de su dueño, ella desconocía para
qué debería utilizarlos.

Estaban a punto de irse, cuando un hombre enorme vestido con atavío


de guerra se aparece, caminaba con su porte altiva y peligrosa, todos
hincaron su rodilla al piso, haciendo una profunda reverencia. Noé
reconoce al guerrero, era el que había aparecido en su sueño y que
habló sobre ser liberado de una maldición. Él llega hasta donde ella lo
observaba y le entrega suavemente su propia firma, él toma una
pluma de su orgulloso penacho y dibuja en el dorso de su mano
derecha un deslumbrante sol, la tinta con que él pintaba le ardía en la
piel, era como sentir un hierro al rojo vivo, sólo debido a la imponencia
del hombre Noé no se atrevió a hacer sonido alguno, por las posturas
de todos sabía que se trataba de alguien completamente importante.

Al terminar, el hombre libera la pluma y esta desaparece,


convirtiéndose en incandescentes brazas que vuelan hasta
desaparecer. Él se acerca a su rostro y le da una frase en extraño
lenguaje, finalizando con su nombre. Luego de eso se levanta y
desaparece en el túnel por el que salió.

Todos miran entonces a Noé, ahora había una expresión de


admiración en sus rostros, ella era de quien todos ahí hablaban.

183
- Noé, ¿cuándo te encontraste con él?

- Hace unos días, yo caí dormida y soñé que mi sangre liberaba


a ese guerrero, se encontraba encerrado en una milpa seca, él
me juró que pelearía por mí, pero siendo sincera no sé quién
es.

- Pequeña, él es el dios del sol, estuvo perdido por milenios, sin


duda eres la indicada para terminar con la batalla que se
avecina, ahora que cuentas con su bendición, el enemigo no
podrá salirse con la suya. – El séptimo anciano explicó a Noé,
su tono estaba lleno de admiración.

- Lamento no haberlo reconocido, nunca imagine siquiera qué


apariencia tendría.

- Mi niña, no debes sentirte así, ni siquiera nosotros sabíamos


cómo era él, pues la maldición de la que lo liberaste le fue
puesta al poco tiempo de haber creado la profecía.

Los otros ancianos ahora le echaban miradas más contemplativas, sin


embargo el del trono de obsidiana hizo una señal hacia todos.

- Él tiempo se agota, ella debe regresar, los poderes que te


hemos dado puedes y debes únicamente usarlos en
situaciones de extremo peligro, a partir de ahora estarás bajo
el ataque constante de los esbirros del enemigo. La forma de
invocarnos será convocando nuestra presencia, simplemente
piensa en alguno de nosotros y nuestra magia te protegerá.
Por favor, llévenla. Te deseamos éxito Noé, nosotros te
bendecimos.

184
Así como fue llevada a la cueva, Noé fue regresada a rastras hasta
donde se encontraba el estanque de líquido extraño, las dos mujeres
la sostuvieron muy cerca de aquella agua, luego la miraron
intensamente, ambas besaron cada una sus mejillas y luego la
arrojaron.

Nuevamente se sentía ser arrastrada por una inmensa corriente,


dando giros y vueltas, hasta que nuevamente no pudo respirar…

Noé abre los ojos repentinamente, mira alrededor suyo con gran
agitación, Fausto y David la miran un poco asustados, ambos parecían
estar como hacía unas horas, David apenas estaba tomando asiento.
Mientras para ella pasaron horas, para ellos no fue ni un segundo.

Noé mira el osario y los murmullos ya no se escuchaban, se mira el


brazo derecho y apenas es perceptible, las marcas comenzaban a
aparecer, la tinta había cambiado, ahora era apenas ligeramente más
oscura que su piel.

Ambos notan lo que ella miraba, es entonces que ven las marcas,
segundos antes no estaban ahí. Se acercan a ella y comienzan a
inspeccionarlas, ni Fausto ni David habían visto algo parecido.

- ¿Cómo apareció eso ahí? – David estaba a punto de tomarla y


meterla en una caja de seguridad.

- Es obvio que acaban de aparecer, pero ¿qué significan? Hace


segundos no estaban ahí.

- Todo tiene una explicación.

Noé comienza a relatarles lo que le sucedió, ambos escuchaban sin


dejar de mirar los dibujos, al finalizar ambos la miraban sin reaccionar.
185
Hasta que Fausto dio un salto y comenzó a caminar en círculos.

- Esto tiene sentido, hace días hubo una gran agitación en la


hermandad, nadie parecía entender lo que pasaba, mi mentor
incluso estaba confundido. Era la presencia del dios lo que
movió las energías y las conciencias. Noé lo que sucedió no
tiene precedentes, nosotros desconocemos la fecha exacta en
la que el dios desapareció, se dice que nadie sabe cómo era
él, incluso se sugirió que ni siquiera existía. Permíteme hacer
una llamada, esto deben saberlo ya.

Fausto sale a grandes pasos a la terraza, manoteaba en el aire y hacía


gestos al hablar, sin duda le explicaba a su mentor. David simplemente
la miraba, apenas creía que un encuentro accidental con el dios, y en
un sueño, desembocara en el regreso del dios, él sentía sus afectos
crecer en gran medida, si ella podía lograr esto sin intención, no podía
imaginar lo que su voluntad podría hacer. Ella sin duda se había
convertido en una persona tan importante, y el mundo continuaba sin
siquiera imaginar lo que tras bambalinas sucedía.

Fausto regresa un poco agitado, parecía que la noticia conmocionó a


todos, pues habían estado pidiendo citarse con ella para hacerle
preguntas de todo tipo. Noé se comenzaba a sentir un poco sofocada,
pasando de toda una vida de intentar no ser notada de pronto había
gente queriendo conocerla, las emociones que experimentaba
estaban un poco revueltas, pasó de simplemente llevar una
responsabilidad nada común y ser ignorada a ser demasiado
solicitada, incluso para ser una hermandad quienes la pedían conocer.

Fausto miraba atentamente sus reacciones, él sabía que ella deseaba


no ser molestada y comprendía cuando David parecía querer llevarla
lejos donde no pudieran encontrarla.

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- Noé, ¿sabes cuánto tiempo tenemos para encontrar a la
cuarta y llevar a cabo el gran ritual?

- No lo mencionaron, pero supongo que tendremos una señal


de algún tipo para saberlo, por lo que vi creo que tendremos
ayuda suficiente. Por otro lado, me gustaría saber quién es ese
enemigo del dios, no hay mención de alguien así en las
antiguas escrituras. Fausto, ¿tú sabes algo?

- Honestamente no lo sé, pero investigaré a fondo, agotaré los


recursos de la hermandad para averiguarlo. Es una sorpresa
inmensa saber que contamos con el apoyo de ellos y de él, la
tarea que tenemos no es sencilla. Si me disculpan, hay cosas
que debería discutir con la hermandad ahora, estaré
avisándoles los avances que vayamos teniendo.

David acompaña a Fausto a la entrada principal y lo despide, él había


enviado algunos mensajes desde su teléfono, por lo que en la entrada
estaba un lujoso auto esperándolo, ahora parte de ese futuro
dependía de Fausto, por lo que parte de su protección se concentró
en él.

Cuando vuelve nota a Noé muy concentrada escribiendo cosas en su


libreta, él se acerca y la mira dibujando, se trataba de la apariencia
física del dios, o al menos la que ella conocía.

Mira sobre su hombro al dibujo, sintió una punzada de celos sólo de


verlo, rápidamente se reprendió por su reacción exagerada, estaba
sintiendo eso del dios del sol, nada menos. Mientras ella intentaba
hacerlo tan detallado como pudiera, pues no había nada que lo
representara y diera una pauta sobre él, era tiempo de terminar con
la falsa fama de ser un sangriento que se deleitaba en la muerte de las

187
personas, cuando él mismo lanzó una cura para los horrores que vivían
algunos.

Evidentemente siempre habría quienes vieran esto como una solución


que no les preocupaba ni les correspondía, el tipo de personas que no
reaccionarían ante alguien siendo abusado, el tipo de personas que
creen que la mayoría busca su propia desgracia. Afortunadamente
también existía gente que estaba dispuesta a darlo todo por su
prójimo, eran aquellos que sin importar sus condiciones siempre
buscan un bien común.

Noé pasó los siguientes cinco días con un pincel de acuarela en la


mano, había llenado una pared con dibujos y pinturas del dios, cada
pincelada que daba le hacía imaginar un nuevo boceto, todos titulados
“él”. Tenía una extraña sensación de llenar un vacío, que poco a poco
se consolaba conforme hacia un nuevo dibujo, pero se convirtió en
una tarea sin fin. David le hacía una compañía silenciosa, temiendo
intervenir demasiado.

Hasta que, en el quinto día, ella tuvo un sangrado nasal y apenas lo


notó, aquello la hizo entrar directamente en trance y verse cara a cara
con el dios.

Ella pasó de estar mirando el papel y dar una fina pincelada a notar la
sangre en su regazo y luego mirarlo.

Él estaba estudiando su rostro demasiado atento, intentando saber


qué pasaba por su mente.

- No te enviamos de vuelta para que te volvieras loca


pintándome, te enviamos para que comiences a buscar el final
del desastre en el que estamos metidos, créeme pequeña esto
no solo afecta a los humanos, nosotros estamos

188
desapareciendo. No creas que mis intenciones son puramente
desinteresadas. Esto me puso fuera del juego por varios miles
de años y puede volver a hacerlo, por eso necesitamos vencer
de una vez.

- Lo lamento mucho, esto se metió debajo de mi piel, no puedo


saciarlo, no sé cómo hacerlo.

- Yo te ayudaré, sé lo que necesitas. Acércate.

Noé lo obedece y permanece sin moverse, hasta que él levanta su


rostro para bloquear su mirada, en sus ojos Noé pudo ver reproducirse
una y otra vez lo que él vivió dentro de esa maldición, estuvo atrapado
en un pequeño espacio donde constantemente era atacado por
criaturas como las que veía sobre el hombro de las personas, esos
pequeños y desagradables parásitos se burlaban y lo molestaban, él
estuvo ahí encerrado y sin su magia para protegerse.

A ella siempre le habían producido repugnancia esas criaturas pero


ahora veía que de cerca eran más peligrosas, podía sentir las heridas
que le hacían solo de verlos lastimarlo, estaba desesperada al ver su
impotencia de no poder defenderse.

Noé es sacada de la ilusión, ahora sentía la determinación apoderarse


de su voluntad, dejaría de jugar con pinturas y comenzaría la
búsqueda, comprendía que si bien no tenía fechas para apurarse,
debía llevarlo a cabo lo más pronto posible.

Él nota el cambio en su mirada y actitud y la libera de su agarre,


alentando su cambio con una tranquilizadora sonrisa. Mientras
lentamente regresaba, pensaba en que quizás nadie jamás habría
visto esa sonrisa en su rostro.

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Noé despierta de un salto, notando cómo la sangre de su nariz
continuaba saliendo, goteando en su ropa, tomó el paño más limpio
que encontró y lo sostuvo en su nariz, saliendo rápidamente yendo al
baño, pasa frente a David, quien la mira y nota la sangre en su parte
frontal, él salta detrás de ella, totalmente alarmado y a punto de
llamar pidiendo una ambulancia, hasta que la observa lavando la
sangre de su nariz.

- ¿Puedes decirme que demonios ocurrió? Te dejé no hace ni


dos minutos, acababa de sentarme después de ir a verte, y
ahora vienes corriendo con una hemorragia.

- Lo lamento David, tuve un trance, el dios me convocó y me


dio información valiosa sobre la maldición que lo tuvo
atrapado. Por años pensé que se trataba de simples parásitos,
resulta que se alimentaban y se fortalecían de esas emociones
negativas, aunque no me dijo quién era su enemigo, esas
criaturas lo pueden lastimar. Me dijo que los dioses están
desapareciendo, dejó bastante en claro que esto no nos
afecta solo a los humanos. Me mostró lo que esas criaturas le
hacían en dónde estuvo atrapado, fue espantoso, pude sentir
sus heridas y su impotencia. Entendí que estoy perdiendo el
tiempo. Necesitamos ponernos rápidamente a buscar a la
cuarta, esto debe terminar pronto.

- Está bien pequeña, debes tranquilizarte, estas demasiado


acelerada, eso no ayudará a tu hemorragia ni a llevar las cosas
a cabo, déjame llamarle a Fausto y ponerlo al tanto, supongo
que él también ya debe tener algo de información.

Apenas había terminado de decirlo él miró el ascensor abrirse y Fausto


entró en la estancia con demasiada prisa, en cuanto los vio corrió
hacia ellos mientras gritaba:
190
- ¡La he encontrado!

191
Capítulo 38.

Aparentemente sólo ella sentía que había estado perdiendo el


tiempo, Fausto llegaba con mejores noticias de las que ella tenía, lo
cual era demasiado bueno.

- Ella vive actualmente cerca, aquí en la ciudad, parece que los


antiguos le perdieron la pista hace algunos años. Lo cual nos
favorece demasiado.

Fausto habló demasiado rápido sin notar que dentro había una
atmósfera extraña y cargada. Los miró con curiosidad, parecían haber
peleado o a punto de hacerlo.

- ¿Qué sucede? Parecen muy tensos.

- Noé tuvo otro trance, esta vez fue convocada por el dios. Le
mostró cosas, parece que algo de suma importancia.

- Cuéntame Noé, quizás sea demasiado importante.

Noé le cuenta con todo tipo de detalles, sin dejar información para
ella. Para cuando terminó, Fausto sólo pudo mirarla intensamente. Le
pidió mostrarle los dibujos que había hecho, ella lo llevó a la pequeña
habitación improvisada en el piso bajo ellos, le permitió mirar cada
dibujo y pintura. Él apenas lo creía, se asemejaba demasiado a un
“miembro nuevo” de la hermandad, aquel joven se era demasiado
misterioso, tanto como para ponerle alerta en más de un modo, pues
su mera presencia los ponía a todos nerviosos. Fausto no podría

192
delatar la identidad del nuevo, algo debía necesitar hacer ahí como
para ir personalmente. Les habló de él, pero si mucho detalle, pues
apenas lo había visto algunas veces. Las cuales eran suficientes para
no olvidar su apariencia y mucho menos su presencia.

Noé lo escuchaba hablar, sentía un tirón dentro que le pedía ir a él,


pero sabía que tenía cosas más importantes que hacer que ir a
perseguirlo como una fanática. Les pidió entonces ir a donde se
encontraba la chica para por fin trazar un verdadero plan.

Los tres salen del edificio y toman el auto que les esperaba, otro de
los choferes que trabajan para David y que Noé ni sabía el nombre.
Los llevó a la dirección que Fausto le entregó. Se trataba de una vieja
casa, un poco descuidada, la pintura había desaparecido si no es que
jamás la tuvo, bastante descuidada pero limpia.

Ellos miraron apenas unos segundos, cuando la puerta de pronto se


abre y en el umbral aparece una joven, casi una niña, de
aproximadamente quince años, demasiado pequeña y delgada, que
parecía poder romperse muy fácilmente. Pero cuando los tres miraron
bien su rostro, quedaron pasmados por la fuerte mirada que tenía,
similar a un adulto cableado a punto de estallar su furia contra quien
se haya propasado con su más valioso objeto.

- Sé quiénes son ustedes, por favor pasen.

Ella se da la vuelta y los deja estupefactos mirando hacia adentro. Noé


comienza a caminar y entra en la vieja casa, parecía más bien un hueco
en un almacén enorme. David y Fausto la siguen de cerca, ellos
recordaron de pronto que debían cuidarla y no dejarla sin protección.

Dentro todo era tan diferente que miraban los tres sorprendidos por
la diferencia. Parecían haber ingresado en una enorme casa de alguien

193
acaudalado, la primera estancia era una espaciosa sala con enormes y
cómodos sillones, mesillas ornamentales decoraban las esquinas y
estaban puestas entre los espacios, las paredes estaban adornadas
con papel tapiz demasiado viejo pero en tal estado que parecía no
tener más de unos pocos años. Fueron guiados por la muchacha hasta
la sala, donde ella tomó asiento y les hizo una seña de hacer lo mismo.

Noé toma asiento cerca de ella, en su lado izquierdo, mientras que los
otros dos tomaron el sillón frente a ellas. En medio había una pequeña
mesa con mantel de encaje, en ella había un enorme plato con unas
extrañas galletas en forma de flor, Noé recordaba haberlos visto en su
teléfono, eran pasteles lunares, un popular postre de China.

- Esta mañana creí que sería un día como los demás, pero de
pronto se me apareció una enorme señor con taparrabo y un
penacho, creía que moriría de la impresión, pero entonces me
dijo la cosa más extraña, que unas personas vendrían a verme
y me mostró una foto de ustedes, bueno, no era una foto
común, era como un dibujo en un bloque de piedra muy
brillosa. Me dijo que especialmente confiara en la mujer, -
señaló a Noé – Me dijo que serías como mi hermana, yo vivo
aquí sola desde hace muchos años, un día mis padres me
regalaron con una señora muy gorda y ella me trajo aquí, me
dejó y cerró la puerta.

- Entonces, ¿has estado aquí sola todo este tiempo?

- ¡No! Todos los días viene alguien que me trae comida y una
bebida que no sé qué sea, con esa bebida he cumplido apenas
cinco años desde que llegué.

- Tengo una duda, ¿en qué año te trajeron?

- Me trajeron en el año dos mil.

194
- ¿Cómo? Estamos en el año dos mil diez.

- Eso es extraño, pero con esa bebida cada vez que la tomaba
me quedaba dormida, cuando despierto creo qué pasaba
entonces un año, porque he estado despierta unos diez días.
Hasta que hoy desperté y ese señor me dijo que dejara de
tomar el brebaje, ni siquiera sé cuándo vendrán por mí.

- Nosotros hemos venido por ti, te llevaré a otra casa donde no


estarás durmiendo ni encerrada. ¿Estas lista?

- ¡Claro! Ni siquiera usó otra ropa, vayámonos antes de que se


den cuenta.

Todos salen casi en estampida, pero en cuando los cuatro cruzan la


puerta, todo dentro se agita como un reflejo en agua y se desvaneció,
haciendo que todo dentro y fuera desapareciera y volviera a ser el
edificio en pésimo estado que era en un principio. Todos suben
rápidamente al auto y este arranca tan de prisa que tanto Noé como
la niña se marearon en el acto.

El trayecto de regreso duró alrededor de treinta minutos, los tres


observan cómo miraba hacia afuera por las ventanas riendo y
sorprendiéndose de todo.

- Hagamos las presentaciones, nadie aquí sabe mucho de ti,


¿cómo te llamas?

- Me llamo Sofía, ¿y ustedes?

- Yo soy Noé.

- Yo me llamo David.

- Y yo Fausto.

195
Los cuatro se continúan mirando, parecían haber descubierto algo
más, hasta que ella les dice de pronto.

- Tú te llamas Íñigo, naciste en mil setecientos cincuenta, ella


es tu compañera y lo sabes desde hace muchos años. Tú, tú
eres un caballero templario, moriste en batalla y de forma
honorable, lo hiciste defendiendo a tu compañero herido,
pero en tus últimos momentos supiste la gran verdad que las
religiones ocultan. Que dios no es único, sino el conjunto de
todos los que hemos representado a lo largo y ancho del
mundo. Y Noé, tú eres un alma nueva, apenas existes y lo
cierto es que morirás quemada en la hoguera, como todas
aquellas acusadas de brujería, descubiertas cuando salvan la
vida de alguien.

Ninguno supo qué decir en esos momentos, era información que


nadie más sabía y que nadie les había dicho. Noé la miraba de forma
extraña, parecía apenas notar que una niña había hablado.

- ¿Por qué tú no tienes guardián?

- Creí que te darías cuenta, soy un guardián, nadie más que


ustedes podrá verme. No pienses que te he mentido, nací de
una humana, pero no lo soy, es debido a eso que me
mantuvieron ahí encerrada.

- Sigo sin entender, pero no importa lo que yo piense o crea, lo


importante es que tenemos una misión y ahora que estamos
juntos podremos hacer avances reales. Llegando a casa

196
veremos qué sigue. Mientras tanto estarás con nosotros y no
más sola ni dormida.

Llegaron al edificio y subieron hasta el pent-house, Sofía miraba todo


alrededor y correteo cerca de los árboles, se veía como una niña de su
edad, aquello calentó el ánimo de todos, pero también les dejaba un
mal sabor, pues aún no sabían cómo debían proceder y qué ritual
exactamente harían.

Noé entró a la sala y de inmediato el osario comenzó a emitir


murmullos y ella notó el ligero sangrado de nariz. Luego todo se
oscureció.

Ella caminaba en círculos por una enorme casa, todo era blanco y
estaba muy limpio. En el centro había una sala circular que tenía una
escalera de caracol que circundaba toda la sala y subía por lo que
parecían varios pisos, ella subió y entró en cada habitación que
encontró, notando que en cada una había memorias y objetos
pertenecientes a una persona diferente, se trataba de sus primos por
el lado materno.

Para cuando llegó al último cuarto, el que tenía detalles y memorias


de su prima mayor, se dio cuenta de que no había ninguno de ella ni
de sus hermanos. Salvo por un detalle, en esa última habitación había
una enorme cama, donde su prima dormía. Beatriz se removió un
poco, sintiendo su presencia, hasta que por fin despierta y al verla
simplemente le sonríe y dice “Mimí, qué bueno que viniste”.

Noé recibe una sacudida y todo se vuelve caótico, mientras


nuevamente es llevada por esa extraña corriente del líquido que
parecía agua. Al despertar y respirar nuevamente, se da cuenta de que

197
los demás están ahí, David, Fausto y Sofía. Todos la miraban despertar,
parecía que ellos llegaron antes y ella se había desviado hacia esa
extraña casa.

Noé miró a su alrededor y notó que los siete ancianos la esperaban,


los miraban con un poco de impaciencia. Ella lentamente se puso de
pie, ayudada por David, quien era el único que no los miraba
asombrado, él parecía ya haber tenido un encuentro con ellos.

- Acérquense los cuatro – Demandó el del trono de oro. Parecía


haber algún tipo de trato por parte de todos para que siempre
fuera él el primero en dirigirse a los demás.

- Las primeras deberían participar en esto, ¿dónde están? – Les


interrumpe el anciano del trono de obsidiana.

- Estamos aquí.

Noé mira en dirección de la voz y las ve ingresar, tan alegres y joviales


como las recordaba. David deja salir una expresión de tormento
cuando reconoce a Jacinta, quien entraba alegremente bromeando
con Yarelhi, parecía no haberlo notado aún. Hasta que de pronto, ella
mira en su dirección y lo sorprende mirándola, él le dedicó una suave
sonrisa, llena de pena y disculpa. Ella le corresponde con una
deslumbrante, quizás después de esta ocasión jamás se vuelvan a ver.

- Muy bien, ya que se encuentran todos, les diremos cómo


llevarán a cabo el rito final. Antes de comenzar, ¿alguien
quiere decir algo? Una vez que comience no haré más pausas.
– Soltó una advertencia el séptimo anciano.

198
Nadie respondió, por lo que se puso de pie y se acercó a los cuatro,
con Jacinta y Yarelhi a ambos lados. Su mirada estaba fija en Noé,
aquella expresión paternal había desaparecido, mostrando ahora una
firmeza que no aceptaba objeciones. Noé se encontraba ligeramente
nerviosa, aquello era algo que esperaba pero que también le ocasiona
cierto temor, por lo que fueron a pedirle que hiciera.

- Lamento mucho haberlos puesto a todos en esta situación,


pero sabemos que él no los dejará hacer esto solos, él ya está
participando de forma activa, abriendo el camino para que
ustedes no tengan que padecer demasiado. Él está acabando
con los parásitos, los está aniquilando.

Un suave jadeo sale de Noé, ella recordaba demasiado bien la


sensación de él siendo atacado por esos seres, dejaban una fuerte
sensación de náuseas conforme le asestaron los arañazos. Tuvo que
sostener su estómago, con David tomándola por los brazos y evitar
que ella se desplome. Los demás notaban lo afectada que se sentía.
Sin duda había una especie de conexión especial entre Noé y el dios,
de alguna forma era tan cercana a él que podía compartir sus
malestares.

- ¿Qué debemos hacer nosotros? No me siento tranquila


dejándolo hacer esto él solo.

- No debes presionarte con esto, él estuvo atrapado en un lugar


donde no podía acceder a su poder, ahora los posee todos y
esas criaturas no representan ningún peligro para él. Deberán
prepararse, el gran rito se llevará a cabo en la fecha marcada
como el fin del calendario, eso es en dos años, tienen
demasiado tiempo para hacerlo. Su tarea principal es acceder

199
a todo su potencial, esto es meditando y buscando dentro de
sí mismos aquello que los contiene y liberarlos. Mientras
tanto, habrán otros seres que les darán caza a ustedes, no es
necesario que permanezcan juntos, cada cual es capaz de
eliminar a los que vendrán, si bien no son muy fuertes son
muchos. Solo les pedimos que sean puntuales, en la fecha
designada los estaremos esperando junto al sauce en el lago,
hasta entonces no podrán contactar más con nosotros, que
también estaremos preparándonos.

- Pero, creí que solo con sangre se hacía el ritual. ¿Por qué
debemos cultivar poderes?

- Porque su sangre estará cargada de magia y de la intención


fortalecida, recuerda que se trata de un solo sacrificio, por lo
tanto debe ser mucho más poderoso.

Se les dio una serie de tareas a realizar, desde meditaciones hasta


ejercicios cerca de cuerpos de agua, pero no cualquier tipo, se trataba
de lagunas, ríos, cenotes y playa abierta, mientras más naturales
mejor.

Juntos emprenderían una serie de viajes, Noé ya podía ver el plan


tomar forma en la mente de David, ella estaba formando el suyo
también. La despedida en esta ocasión fue demasiado emotiva,
pasarían mucho tiempo sin verse de nuevo, pero todos en el fondo
sabían que era necesario y que en algún punto de su historia igual
dejarán de verse.

Noé de nuevo cae en un extraño sueño, donde tiene sensaciones más


vividas que en los anteriores, sentía que algo venía tras ella, la seguía
y la buscaba. Sentía asfixiarse, estaba corriendo ahora. Detrás se
escuchaban pasos y voces, decían palabras que no lograba entender,
necesitaba salir de ahí.

200
Cuando Noé despertó, los tres la miraban de cerca, había
preocupación en sus rostros.

- ¿Qué sucede?

- Noé, tardaste media hora en despertar, tu cuerpo se agitaba,


parecías correr, ¿estás bien?

La agitación en la voz de David le dio a entender que se esforzaron


mucho para despertarla. Decidió entonces contarle lo que vio.

- No estoy segura, creo que quede atrapada en un estado de


sueño profundo, sentía que me perseguían y yo corría,
aunque no pude ver nada ni a nadie.

- No es la primera vez que pasa, cada vez que eres convocada


te has quedado así, excepto cuando traje el osario.

- En esta ocasión, - interrumpió Fausto, – podría tratarse de tu


subconsciente, ha sido demasiada información en poco
tiempo, deberían tomar un descanso, David, ¿Por qué no
toman unas vacaciones? Noé necesita reponerse, llévala a
algún sitio para descansar y distraerse.

David parecía estar de acuerdo con el plan, por lo que rápidamente


saca su teléfono y se aleja haciendo una llamada, Noé mira entonces
a Fausto a punto de reclamarle, no creía que fuera momento para
alejarse. David regresa sonriendo ampliamente y les anuncia que
acababa de reservar habitaciones para los cuatro en la Riviera Maya,
un sitio excelente para llevar a cabo sus meditaciones a la vez que
descansaban. Estarían viajando al día siguiente, por lo que les pide
201
preparar sus cosas y pasar la noche en el edificio. Tanto Fausto como
Sofía estaban preocupados, Sofía no tenía pertenencias y Fausto vivía
en las afueras de la ciudad, por lo tanto les era imposible de cumplir.
Noé los mira y comienza a sonreír, les anuncia finalmente que
deberían ir de compras.

Los tres la miran sorprendidos, no sabían que le agradara tanto ir de


tienda en tienda. David le entrega entonces una tarjeta de color negro
y le pide que se hiciera cargo de las necesidades de Sofía mientras él
lo haría con Fausto.

Horas más tarde, los cuatro entran en el pent-house, exhaustos por la


hazaña de ir de compras, David entra con una enorme caja, la cual
apenas podía cargar y la deja caer en plena sala, la comienza a abrir y
saca de ella dos enormes colchonetas, comienza a mover los sillones
y las acomoda en el medio. Les anuncia que esa noche, él y Fausto
dormirían en ellos, mientras que en la alcoba dormirían Noé y Sofía,
por la mañana, a las ocho exactamente, deberían estar abordando un
avión, nada privado solo uno comercial, yendo a las vacaciones que
durarían una semana. Los tres se quedaron atónitos, pues Fausto era
el único que había tomado un vuelo entre ellos.

Noé estaba a punto de entrar en pánico, ya que quizás la experiencia


fuera demasiado, pero aun así, no les mencionó nada. Todos tomaron
bebidas refrescantes mientras platicaban lo sucedido y compartían su
punto de vista. Las dos mujeres rápidamente cayeron dormidas,
siendo llevadas a la enorme cama por ellos, al volver, los dos
permanecen despiertos haciendo planes para hacer más liviano el
descanso de las dos.

Una escandalosa alarma comienza a sonar. Noé despierta y ve afuera


aún oscuro, eran las seis de la mañana y afuera de la habitación los
dos hombres ya estaban preparando las cosas, Noé mira a Sofía
dormir, era tan joven y estaba llena de vida, aquello definitivamente
sería lo mejor para todos. Se levanta silenciosamente y sale a la sala,
donde los encuentra ya llevando las enormes maletas al ascensor. Noé
202
se apresura a la cocina y prepara un rápido desayuno, lo mete en una
gran lonchería y les pide llevarlo al auto. Regresa a la habitación y
observa a Sofía sentada en el borde de la cama, mirando al vacío.

- ¿Aún tienes sueño? No te preocupes, en el avión podrás


dormir tanto como puedas.

La niña la mira lentamente y hace un intento de sonrisa, pero sale en


su lugar un enorme bostezo. Noé toma un cepillo del peinador y
comienza a cepillarla, trenzando al final su cabello largo y lacio, juntas
salen de la habitación y se encaminan al ascensor, los demás deberían
esperarlas en el lobby.

Suben al lujoso auto negro y salen rumbo al aeropuerto, nadie se


sorprendió cuando al salir notaron la gran actividad que ya movilizaba
la ciudad. Afortunadamente les tomó solo media hora llegar hasta la
puerta de salida, abordando sin problemas el avión. David había
elegido asientos de primera clase, casi era una cabina privada en
donde los acomodaron, los asientos eran enormes y se encontraban
cada uno junto a una ventana casi tan grande como la bandeja de
comida que les ofrecieron, Noé no estaba lista para comer nada,
incluso el desayuno regresó a casa casi intacto, entonces David le
solicita a la azafata una bebida alcohólica. La cual logró relajar en gran
medida su nerviosismo. Minutos más tarde, el avión comenzó a
despegar.

La bebida que Noé ingirió fue lo suficiente fuerte para hacerla dormir
las dos horas que duró el viaje. Al despertar estaban aterrizando, ella
miró a David con una expresión hosca, pues se había perdido de las
vistas desde su ventana.

El descenso fue rápido y ordenado, fueron llevados a un taxi que les


llevó a un elegante y enorme hotel, Noé miraba el edificio que se

203
elevaba en interminables pisos llenos de enormes ventanas, parecía
que la fachada estaba cubierta por un enorme cristal polarizado que
reflejaba el cielo y no perdía los detalles de las nubes. Frente al edificio
se extendía el mar y el cielo, alejando su vista hasta perderse. En la
parte trasera del hotel se encontraba el área de piscinas que, debido
a la baja temporada, estaban casi desiertas. El momento de ir era el
mejor de todos.

Juntos suben a las habitaciones, David había pagado servicio para dos
enormes habitaciones dobles, pues creyó necesario que
permanecieran al menos en parejas, Noé y Sofía nuevamente
compartirán, mientras Fausto y él también lo harían. Se encontraban
una seguida de la otra con un enorme balcón/terraza que se
conectaba. Las mujeres estaban muy emocionadas, así que
rápidamente se metieron al cuarto y salieron con un bonito bañador
combinado de una pieza en color azul turquesa. Juntas bajaron casi
corriendo a las albercas, estaban ansiosas por mojarse, parecían tener
en común una casi adicción por el agua. Los hombres bajaron en ropa
ligera, sólo un pantalón de lino blanco y sandalias. Noé bebía de la
imagen que David daba, no paraba de notar las miradas que otras
pocas mujeres le daban, incluso los acompañantes de estas notaban
al hombre rubio con ojos verdes. Fausto resaltaba por su blanquísima
piel y cabello casi transparente. Ambos se sentaron en enormes
sillones a la sombra mientras bebían de una costosa botella de whisky.
Ambos reían ante los juegos de las dos en el agua, hasta que las
notaron completamente rojas por las quemaduras del sol, David
llevaba una pomada para quemaduras que rápidamente les
comenzaron a aplicar a las dos. La noche fue demasiado para ellas,
que no podían ni usar ropa por el ardor.

Cualquiera pensaría que aprendieron la lección, pero para el tercer


día, que su piel ya estaba más refrescada, lo volvieron a hacer, solo
que esta vez ellos no las dejaron bajar hasta que les pusieron una capa
exageradamente gruesa de bloqueador. Los días pasaban y ellos se
sentían por fin relajados y listos para comenzar.
204
Para el sexto día, las dos mujeres les rogaban permanecer más tiempo
ahí, pues se habían dedicado a saltar de la cama apenas amanecía e ir
directamente a las piscinas. Por lo que David extendió una semana
más el viaje.

Esa noche la pasarían fuera del hotel, llevaban una enorme bolsa con
comida y bocadillos así como una colchoneta para recibir el amanecer
en la playa. Juntos comieron y rieron, hasta que llegó un momento en
que no hubo más ruidos a su alrededor y se dedicaron a mirar la
enorme luna que se apreciaba cerca del horizonte. Fausto comenzó a
tararear un mantra tibetano para meditar y los cuatro comenzaron a
entrar en estado de meditación. Noé miraba fijamente la luna, sentía
dentro de ella una pulsación que le pedía salir casi a gritos, podía
sentir esa palpitación en su marca del hombro, nunca había hecho
eso, lo cual la ayudó a fijar su atención en ello. Lentamente sintió que
su cuerpo bajaba, llevándola al lugar donde sin duda se encontraba
parte de su poder obstruido.

Se sintió despertar y de nuevo se encontraba en aquella casa maternal,


parecía haberse quedado afuera del último cuarto que visitó, pues
podía ver hacia atrás la escalera con puertas a lo largo, ella miró de
nuevo hacia adelante y subió el último tramo de escaleras, al final
había una vieja puerta de madera, esta rechinó al ser abierta. Dentro
había una pequeñísima habitación con suelo de tierra, sólo tenía una
pequeña mesa de madera y, sobre esa mesa, había un canasto con
enormes piedras redondas que emitían una luz azul, ella se acercó al
canasto.

Miraba de cerca las piedras y todas emitían la extraña luz, al sostener


una de esas rocas se comenzó a romper, agrietando su capa exterior y
liberando una cegadora luz, tuvo que cubrir sus ojos, luego todo quedó
a oscuras y en su mano había nada más y nada menos que nada.

205
Pero al pasar los segundos algo dentro de ella se sentía más fuerte e
iluminado. Noé sonrió y comenzó a tomar las demás rocas, una a una…

David supo el momento en que Noé cayó dormida, aunque no la


estaba mirando, pudo sentirla ir a cierto lugar donde encontraría su
poder latente. Él estaba mirando el vaivén de las olas, comenzaba a
marearse, cuando sintió sus ojos cerrarse.

Él despertó en un campo de batalla, miraba a su alrededor la carnicería


que se llevaba a cabo, soldados peleaban y eran masacrados, él mismo
estaba lleno de sangre y la filosa espada que sostenía estaba de un
reluciente rojo. El olor que flotaba y lo invadía era pesado y vicioso, el
acero gemía y rechinaba con las estocadas aquí y allá, y el sonido de
la carne siendo cortada le daba arcadas.

- ¡Vamos hijo! ¡Debes continuar, por la gloria de todos y la


salvación de otros!

Alguien gritaba en su dirección, al encontrar la fuente de aquella voz,


vio a su abuelo luchando contra dos enemigos, los miró bien y estos
dejaron de ser hombres, se convirtieron en criaturas oscuras, como las
que comenzó a ver cuándo Noé le dio su sangre con ceniza, ellos se
reían y se burlaban de su abuelo, quien asestaba golpes y cortaba
brazos, mientras estos se regeneran rápidamente. Miró horrorizado
como los esfuerzos eran inútiles.

Se lanzó contra ellos y comenzó a destrozarlos con su espada. Un grito


de furia salió de su garganta, liberando un estruendo y una ola
invisible arrasó con todos, dejando de pie solo a los soldados que
peleaban junto a ellos.

206
Miró como una enorme nube carmesí quedaba al destruir a aquellas
criaturas, dejando a sus soldados libres y vitoreando.

Su abuelo lo miraba, el orgullo en su mirada no se disfrazaba con nada.


Había liberado su primer poder. Pero a lo lejos, una suave vibración les
anunciaba que se acercaban más esbirros, su abuelo le sonríe y le
asiente, comenzando a trotar en esa dirección. David comienza a
correr, tomando la delantera, extrañamente dejando a todos muy por
detrás suyo, se movía increíblemente rápido y comenzaba a sentirse
lleno de un vigor y ansias por luchar, hasta que pudo ver en el
horizonte una línea oscura que crecía a sus lados hasta ser
interminable. Él sonreía ante la batalla que se avecinaba, lentamente
comenzó a cosechar ese poder contenido y con un salvaje grito lo
liberó limpiando el campo y avanzando en una enorme masa oscura
que no parecía tener fin…

Fausto estaba mirando fijamente una extraña estrella que comenzó a


brillar de pronto, intentaba recordar dónde la había visto antes, pues
tenía un brillo verdoso que recordaba de algo. Pero no podía, era una
sensación escurridiza que venía y lo tentaba, para luego irse flotando
y dejándolo con un vacío aire detrás. Hasta que el brillo de aquella
estrella de pronto se hizo cegador y luego…

Abrió los ojos con cuidado, temiendo quedar ciego. Pero recibió el
suave brillo de una fogata en medio de un frondoso bosque, él estaba
sentado frente a una mujer con ropas y aspecto chamánicos. Ella
sostenía una sonrisa tranquila y familiar.

- Comencemos de nuevo.

207
Ella levantó suavemente sus manos, dejando una ventana entre sus
dedos índice y pulgar conectados, mostrando sus palmas hacia él,
primero lentamente, luego muy rápido, dentro de ellos apareció una
especie de vórtice que soltaba luces, estas iban dirigidas a él, en su
mano izquierda de pronto deslumbró una extraña marca, se trataba
de dos flechas cruzadas en X con símbolos lunares entre cada espacio,
de su mano salió una especie de barrera luminosa, era de color rojizo
la cual comenzó a absorber los rayos que eran lanzados contra él,
volviendo el escudo de luz destellar en colores variados y volver al rojo
cristalino de antes. Hasta que de pronto, algo dentro de él hizo un
sonido crocante y ese escudo lo envolvió completamente en un capullo
sellado y firme.

Ella sonrió más ampliamente y los rayos salieron disparados incluso


dándole por la espalda, el escudo hacía un excelente trabajo de
defensa.

Pero en su mano derecha apareció una afilada hacha, hecha del


mismo material brillante y claro del escudo, ella le indicó con un
asentimiento que diera golpes en los rayos, él observó detenidamente
la frecuencia de estos y comenzó a golpearlos. Dando preciso y
eficiente en cada uno. Su velocidad aumentaba, hasta que sus
movimientos fueron casi invisibles. Llegado a un punto álgido de
batalla, el escudo desapareció, dejándolo solo con el hacha para
protegerse. Aquello era un espectáculo para la vista y para Fausto era
un festival de magia puro…

Sofía miraba el suave horizonte, podía distinguir entre la línea que


dividía el cielo del agua. Había una demasiado sutil diferencia de color
entre ellos, y permaneció mirándolo. Hasta que comenzó a dibujarse
una figura que se acercaba avanzando sobre el agua. Lentamente
venía hasta que fue claro a su limitada vista. Era un enorme hombre,

208
debía medir casi tres metros de alto, llevaba ropa hecha con plumas
de vistosos colores, su torso iba descubierto y se notaban sus densos
músculos, sobre los cuales había símbolos estrechamente dibujados.
Sobre su cabeza había un exuberante penacho con las mismas plumas.
Él le tendió una mano para levantarla y ella la tomó. Era tan pequeña
a su lado que se sintió demasiado frágil.

Él la llevó a través del agua, caminaban tranquilamente y solo por la


tranquilidad con que él se movía ella permanecía serena. Llegaron a
una pequeña isla llena de sólo arena. Ágilmente él toma asiento y le
indica hacer lo mismo al frente.

- Quisiera saber algo, ¿por qué los demás se durmieron y yo no?

- Porque tú eres un guardián, tus habilidades despertarán de


forma diferente. Necesitas estar despierta.

Hubo silencio, pues de pronto la información que necesitaba saber, le


comenzó a llegar mentalmente, ella miraba fijamente los ojos de él y,
entonces lo supo, supo quién estaba frente a ella.

209
Capítulo 39.

Hubo un suave trueno dentro de ella, se sintió como destapar un


frasco, un inmenso poder la recorrió, sus manos brillaban y
hormigueaban, sus ojos distinguían toda la magia que fluía por el
mundo, fluía y se materializaba, sin embargo, el poder que lo rodeaba
a él era inmenso y sólido, palpitaba con suaves estallidos.

- ¿Estás lista para tomar tu forma?

Sin previo aviso él desató una ráfaga de algo muy cálido que comenzó
a derretir su cuerpo, se sorprendió al no sentir dolor, aquello era como
quitarse una gruesa capa de lodo que ocultaba su verdadera piel. Ella
creció exponencialmente casi a la estatura de él, su piel brillaba en
colores iridiscentes, como los destellos de un ópalo.

El dios aumentó el poder y ella se comenzó a sentir liviana y poderosa.


Su participación en el ritual lograría que todas las criaturas divinas
fueran alcanzadas con el fin de la maldición. Al cabo de horas de
experimentar la libertad y de haber sido expuesta en formas
inimaginables, ella cubrió su cuerpo de nuevo con carne y huesos,
creando un caparazón humano que contenía todo su ser, pero que ya
no yacía latente y oculto, sino a la espera de salir.

- Esto es sólo una porción inicial de tu poder, naciste como la


más increíble y fuerte guardián, es debido a eso que te
enviaron a ese sitio a permanecer dormida. Esas personas
actuaban por petición de los ancianos.

210
Ella comenzaba a unir las piezas, esas personas la alimentaban muy
poco y siempre le daban el brebaje para dormirla, quizás era como él
decía, debía permanecer así. Sofía notaba cómo solo de pensarlo, su
magia vibraba debajo de su piel, pidiendo, rogando por salir.

Horas después, Sofía caminaba sobre el agua, llevando detrás la salida


del sol conforme se acercaba a la playa. Los rayos matutinos los
hicieron despertar a los tres, que yacían aún sobre la arena, la miraban
y podían sentirlo, parecía ronronear bajo la voluntad de Sofía.
Lentamente se pusieron de pie, sopesando la clase de magia que debía
ostentar ahora. Ellos sabían que ella era un guardián, por lo que
habían estado preparados para lo que fuera que ella tuviera.

En cambio, cada uno tenía una mirada atónita, acababan de percibir


su propia magia fluir libre en sus venas.

Tuvieron que forzar una relajación, pues esa magia, ese poder
comenzaba a escuchar su llamada de nerviosismo. Su primera lección.

Como si se tratara de humo, en la mano de Fausto apareció un hacha


brillante, cristalina y roja, como cristal de fuego, él la miró largo rato,
intentando averiguar dónde la había visto antes. David experimentaba
un fuerte impulso, su expresión era de dolor, sus manos fueron
rápidas hacia su cabeza, se la sujetaba con fuerza. Noé lo observaba,
poco a poco iba aumentando su temor, pues nada parecía detener lo
que fuera que atormentaba a David, cuando de sus manos apareció
una burbuja de color azul, esa esfera volaba en dirección de David y
se infló hasta engullirlo y mantenerlo dentro. Suaves explosiones se
escucharon desde dentro, David parecía aliviarse conforme se
expandía ese poder.

Cuando todo había terminado, David aparentemente se encontraba


agotado, ese poder debió haberse desgastado. Mientras que Fausto
pensaba intensamente si era debido al hacha que la magia de David
se activó.

211
- Noé, necesito verificar algo, envía una de esas burbujas a
David.

Noé hace lo solicitado y pone una de esas esferas en David. Fausto


hace aparecer el hacha y, tal como sospechaba, David comienza de
nuevo a experimentar ese desborde. Los estallidos comienzan de
nuevo.

- Me parece que el poder de David se activa ante una amenaza,


debemos tener mucho cuidado con ellos, lo principal que
debemos hacer es controlarlos, mantenerlos a raya. De lo
contrario podríamos causar una desgracia.

- Estoy de acuerdo, pero, ¿cómo logramos hacer eso?

Sofía avanza hacia los tres y les ofrece una solución.

- Como guardián, me mostraron una manera de lograrlo. Todos


sentémonos en círculo, para mirarnos y entre todos
protegernos y controlarnos. Noé, por favor haz una burbuja y
cúbrenos a todos.

Noé se tuvo que esforzar aún más, pues debía mantenerlos a todos
dentro. Pero al final, pudo hacerlo y los cuatro fueron atrapados,
luego Sofía convocó una pequeña esfera plateada, dentro de esa
esfera un extraño humo parecía arremolinarse, hacía ondas y mareas.
En un segundo esa marea se detuvo y de pronto comenzó a moverse
agitadamente y, al siguiente momento todos se encontraban en el

212
claro de un denso bosque, ahí no parecía existir la vida más allá de los
centenarios árboles.

- Muy bien, aquí podemos practicar, necesitaremos


enfrentarnos unos a otros, para probarnos. Seamos cordiales,
pues la idea de esto no es lastimarnos. Sino conocer nuestro
nuevo potencial.

Sofía había dejado de ser una niña de quince años, ahora hablaba la
guardiana, que si bien no tenía edad ni era manipulada por ella,
demostraba su naturaleza.

- Los primeros serán los chicos, David y Fausto. Muéstrenme


por favor sus habilidades.

Ante la voz y la solicitud de Sofía, en ambos apareció una especie de


armadura, si bien era distinta en cada uno. David llevaba lo que se
catalogaba estrictamente una armadura, las piezas metálicas doradas
lo cubrían casi en su totalidad, resaltando una enorme y peligrosa
espada del mismo dorado lustroso. Él manipulaba su arma como si
ésta no pesara más de unos pocos gramos. Su increíble poder le salía
en ondas a través del cuerpo, su mirada estaba tan concentrada que
por un momento Noé perdió el color verdoso de ellos, ahora eran
grises completamente, aquello la dejó sin aliento, su atractivo de por
si era de infarto, ahora no podía dejar de mirarlo, cada músculo lo
obedecía con un increíble control.

Fausto notó los mismos detalles, salvo que su armadura no era sino
una ligera protección del mismo cristal rojo del que era el hacha, las
luces del día rebotaban en su pulida superficie, la mirada gris de

213
Fausto se tornó amarilla, igual de concentrada que la de su oponente.
En la otra mano de Fausto se apareció un curioso capullo ovalado, que
le cubría solamente el antebrazo. Sus pies iban descalzos, expuestos
ante la batalla.

Un suave viento los acarició, anunciando el inicio de la lucha. Luego...

El movimiento fue tan rápido que parecían haber desaparecido los


dos. David asestó un fuerte golpe en el pequeño escudo de Fausto, si
éste hubiera sido de otro material, se habría hecho añicos. Los dos se
movían con maestría y destreza, se lanzaban golpes y estocadas,
mismas que cada uno esquivó exitosamente. Ambos estaban a la
misma altura. Sólo que Fausto demostró una pequeña debilidad, tan
pequeña que a Noé y Sofía les pasó inadvertida: David llevaba vivo
cientos de años y había participado antes en diferentes peleas. Eso lo
hacía un mejor estratega.

Su movimiento fue rápido y seguro, un momento estaba frente a él y


al otro se posicionó detrás de él asestando con el pomo de su espada
en su cuello. Fausto cayó sobre su rodilla, la pelea terminó.

- David en definitiva eres un guerrero, lograste vencer sus


guardias y pasaste exitosamente su seguridad. Fausto,
trabajaremos mucho por mantener todos un mismo ritmo y
nivel, no podemos permitir que, por un descuido, por
pequeño que sea, nos rebasen, ese pequeño descuido podría
significar la vida de alguno de nosotros. Excelente trabajo los
dos, ahora muéstrenme su magia.

David alejó su armadura, regresando a sus ropas originales, se


concentró en la imagen de aquella batalla donde su abuelo peleaba
junto a él, trató de fijar en su mente a las criaturas contra las que
luchaban. De pronto un enorme grupo de esos esbirros apareció

214
rodeándolos, se perdían entre el bosque, sus alaridos sonaban alto y
ensordecedores. Él se posicionó nuevamente, tomando un frente.
Caminó lentamente y, quedando a un palmo de distancia del más
cercano, un gruñido salió de su garganta y aquel poder avasallador
salió despedido, eliminando a todos y cada uno de los monstruos que
los rodeaban. Los tres miraban impresionados el gran potencial
destructor de aquello. Al mirar detrás suyo, hacia los demás, David de
pronto cae sobre su rodilla, luchando por mantenerse despierto, Por
lo visto usarlo lo dejaba agotado.

Fausto lo llevó cerca de uno de los enormes árboles y lo acomodó


contra una roca ligeramente plana, segundos pasaron apenas, cuando
David dio un salto y se incorporó, completamente despierto. Aquello
también debían tenerlo en cuenta. Conforme usen sus poderes se
recuperarán rápidamente. Fausto mostró entonces que, al momento
de la explosión de David, el cristalino escudo de su brazo se extendió
y los cubrió a los tres que miraban. Todos sabían de antemano que el
poder de cada uno no sería capaz de lastimarlos, pero el instinto de
Fausto activó su propia protección.

Era el turno de las dos mujeres. Noé sabía dentro que quizás su magia
no serviría mucho para luchar, sino para inhabilitar a un oponente más
fuerte que ella. Por el momento sólo había aprendido a liberar las
burbujas, pero una vez que Sofía comenzó a lanzarle ataques, Noé se
convirtió en una estatua viviente de un material azul y brillante, todos
miraban como de su cuerpo se emitía una luz azul. Sus pies no tocaban
el piso, su cuerpo estaba elevado por encima del suelo algunos
centímetros y, no obstante, podía deslizarse en el aire, esquivando los
ataques enviados por Sofía.

Ésta última sonrió con diversión, pues estaba esperando algún


aliciente para aumentar sus ataques. Entonces se liberó de su piel, el
extraño cuerpo de la niña cayó al piso hecho un charco blando y
gelatinoso, en su lugar estaba la real forma de ella, una figura alta y
femenina que emitía la misma coloración y densidad que las piedras

215
de ópalo. Ella también comenzó a flotar en el espacio, yendo tras de
Noé.

Juntas se elevaban y caían en torbellinos creados mientras se


atacaban, de sus manos salían disparos de luz y fuego, pero que a sus
pieles no les lograban hacer nada. Notaron que sus poderes no las
afectaban entre ellas, parecían estar hechos para protegerse en lugar
de lastimarse. Noé la encerró dentro de una de sus burbujas, Sofía
entonces comenzó a atacar a la esfera, intentando liberarse, pero ésta
parecía obedecer otro tipo de naturaleza, mientras que parecía
contenerla, también servía para protegerla de ataques ajenos. Noé la
intentó disolver, pero su burbuja no la obedeció, entonces le envió
ataques de la misma magia que usó con Sofía y tampoco hacía ninguna
reacción. Ambas parecían no entender cómo iban a deshacerla.

Entonces, David les gritó desde abajo:

- ¡Noé, debes llamarla de nuevo hacia ti! ¡Sólo así te va a


obedecer!

Noé visualizó entonces que la esfera regresaba a su mano, la cual hizo


un extraño movimiento chicloso y regresó a ella, introduciéndose en
la palma de su mano. Sofía la miraba extrañada, para tratarse de un
guardián nada debería poder contenerla, salvo ella. Pensó que quizás
se tratara de que Noé era la elegida y debido a eso ella podría
someterla. Ambas bajaron hasta ellos, David miraba intensamente a
Noé, aquella apariencia parecía atraerle de la misma manera que la
de él a ella.

La ilusión creada por Sofía desapareció lentamente, dejándolos de


nuevo en la playa, habían pasado algunas horas y de pronto todos se
encontraban hambrientos.

216
Corrieron hacia las habitaciones y, mientras se daban rápidas duchas,
llamaron al servicio del hotel. Cada uno devoró su respectiva bandeja.
Luego las mujeres salieron disparadas con sus bañadores hacia las
piscinas. El resto de la tarde la pasó disfrutando nuevamente de
aquellas vacaciones.

Por la mañana, todos despertaron con un fuerte dolor corporal,


asumían que se debía a la batalla del día anterior, pues no habían
hecho más nada, aparte de disfrutar y descansar. Los hombres
comenzaron una divertida apuesta para ver quién de los dos podía
soportar más bebidas alcohólicas. David ganó cada ronda. Siendo el
castigo del perdedor poner una canción determinada por las chicas y
hacer el intento de cantarla, siendo ellos su única audiencia, Fausto
no se encontraba particularmente avergonzado. De hecho, Noé sabía
que él era un excelente cantante.

Pasaron los siguientes días alternando entre continuar entrenando de


la misma forma y disfrutando todo el día siguiente en las albercas y la
playa. Noé sólo intentó entrar al mar una vez, siendo una arrastrada
por las olas su límite por ser maltratada por la naturaleza, el resto del
tiempo caminaba por la orilla recogiendo caracolitos y cristales
marinos, incluso ayudó a regresar al agua a una pequeña raya que
había quedado varada.

En la última noche, todos acudieron a una cena especial, cortesía de


David, en un lujoso restaurante en Cancún, todos fueron llevados por
una enorme limusina hasta el lugar, aquello parecía un sueño, pero un
sueño apocalíptico, no había clientes ahí, sólo el personal de servicio
y los chefs. El hombre no paraba de sorprenderlos, aquello había sido
reservado para ellos solos. Comieron lo que quisieron y hasta que
terminaron tan llenos que parecía que tendrían que rodar hasta la
entrada y ser remolcados al auto.

Pero justo antes de irse, David pide un plato especial, aquel plato no
se encontraba en el menú, pues por el nombre, lo habrían reconocido.
El mesero volvió con una enorme fuente con fruta picada, parecía una
217
extraña figura de arte. Todos miraban asombrados la altura de la
fuente, debían ser casi un metro de altura, en la cima de la misma
estaba altiva y de ensueño una enorme manzana roja, era tan
brillante, que los tres pensaban en la manera más lenta de comerla,
sin saber que estaba hueca, sin corazón, pero con una gran sorpresa
esperando. David les indicó que podían comer la fruta que desearan y
la cantidad que quisieran, pero cuando los tres fueron a tomar la
manzana de la cima, él simplemente la alcanzó antes y se la quedó sin
probar. Todos hicieron reclamos sobre la acción, pero él simplemente
les dijo que ésa era suya, el resto podía compartirlo.

Con caras largas y decepcionadas, cada quién tomó un pequeño plato


y se sirvieron de jugoso cóctel y comenzaron a comerlo.

David hizo una sutil seña y un trío musical apareció de la nada,


cantando un romántico bolero. Él se incorporó y comenzó el más bello
discurso que jamás alguien le dijo:

- Noé, estos meses han sido por mucho lo mejor que me ha


pasado en la vida, y vaya que fue larga, esperé por ti
incontables noches, mirando en soledad a las estrellas y
preguntando a los cielos cuándo llegarías por fin. Mi súplica
se respondió cuando una noche me azotó el sueño más
maravilloso, eras tú en tu forma primordial, yo también pude
verte en esa forma redondita y rosada. Durante días lloré de
felicidad. Y cuando por fin te conocí en el lago, ahí mi corazón
dejó de latir tanto tiempo que creí haber muerto. Estabas ahí,
por fin frente a mí, pero aún no podía reclamarte, debía
esperar más. Eso casi me volvió loco. El tiempo que
desapareciste fue una total locura, nadie sabía nada de ti, y
tampoco podía llegar con tu madre a soltar de pronto todo,
ahora sé que ella siempre lo supo y me reprendo cada día por
no haberlo hecho, lo que sufriste sola con ese hombre...
Simplemente no puedo ponerlo en palabras. Ahora que estás
218
conmigo, nada ni nadie podrá poner siquiera una mala mirada
en ti. Noé, por favor, ¿te casarías conmigo?

219
Capítulo 40.

David toma la voluptuosa manzana y la abre, la parte superior parecía


una tapa, dentro podía verse que estaba hecha de madera, con un
borde a medida para que encaja en el cuerpo. Dentro la manzana
tenía un espacio donde cabía perfectamente una pequeña cajita color
viridian, se veía hecha de forma artística y femenina, con relieves a
manera de encaje y pequeños cristales rojos que contrastan
armoniosamente con ella.

David toma la pequeña cajita y se la ofrece abierta. Se trataba del


anillo más increíble que ella viera jamás, una enorme piedra de
granate cortada en óvalo y de casi un centímetro, tenía a ambos lados
diamantes pequeños finamente cortados con forma de triángulo,
estos enmarcan la gran piedra protagonista de semejante gusto.

Noé apenas podía respirar, aquello era exquisito. Debido a sus


experiencias con los otros hombres, jamás se atrevió a soñar con un
momento así, quizás se tratara de los dioses haciéndole un regalo por
tanto sacrificio a su causa. Ella lo miraba completamente pasmada y
sin poder reaccionar, sólo podía pensar que no era merecedora de
tanto.

David se incorpora y toma su mano, floja contra su regazo, y le coloca


cuidadosamente el anillo, Noé apenas lo vio tomó una gran bocanada
de aire y, derramando gruesas y abundantes lágrimas, se lanzó a sus
brazos.

Fausto y Sofía, apenas reaccionaron al detalle, se encaminaron


despacio y en silencio hacia el hotel. Noé temblaba y sollozaba contra
el firme pecho de David, aún no lo podía creer. Pero este sería el
primero de toda una vida de sorpresas al lado de este hombre.

Ellos pasaron varias horas en la playa, caminaron y charlaron sobre un


montón de cosas, desde sus vidas separadas, hasta cómo se

220
imaginaban el futuro juntos. Llegaron a una zona muy particular que
no conocían, dentro del mar estaba lleno de enormes rocas porosas,
y contra ellas se formaba una perezosa espuma de las olas contra su
rugosa superficie. Ambos las suben y permanecen ahí sentados
bastante rato.

El aire frío de la noche los mantuvo despiertos, disfrutaban tanto de


su compañía, que hubo largos momentos de silencio en los que
contemplaban el cielo y el mar, y otros donde simplemente se
miraban a ellos mismos. David agradece por todo lo que ocurría.

Tiempo antes del amanecer, habían llegado a dónde estuvieron


practicando la meditación, cerca había unas sillas largas para tomar el
sol, ahí se instalaron juntos, abrazados para recibir los primeros rayos.

Ambos percibieron el momento exacto en que Sofía los miró desde la


habitación del hotel, así como notaron cuando ella los encerró en un
capullo de ilusión para conservar la privacidad que necesitaban.
Soltaron irónicas risas, no era la primera vez que les preparaban una
escapada íntima. David la miraba con esa hambre masculina que
precede a un momento de desenfreno, Noé estaba preparada. Pero
de nuevo, él no tomó la iniciativa, sino que esperaba a que ella iniciara
todo.

Noé se levantó y se sentó a horcajadas sobre él, aquello de por sí inició


una fuerte hoguera en la sangre y cuerpo de David, ella también lo
miraba llena de deseo y expectativa.

Comenzó a besarlo lentamente, como si tuvieran todo el tiempo del


mundo, deseaba poder transmitirle todo lo que le hacía sentir. Fue un
paso demasiado osado, pues la conexión que crearon hace unos
meses estaba intacta, por lo que David sintió todo lo que ella sentía y
ella también. Eso avivó las llamas que poco a poco los consumían.

Para cuando comenzaba a romper el amanecer, el capullo de ilusión


desapareció, dejándolos expuestos. Pero a su lado apareció una

221
frazada gruesa y una nota que decía “La mañana es fría, no vayan a
resfriarse”, sin dudas Sofía era una buena cuidadora.

Ambos recibieron juntos el amanecer en cuerpo y alma. Aquel era el


momento más feliz de sus vidas.

El término de la segunda semana había llegado, empacaron sus cosas


y salieron del hotel, la limosina que los llevaría al aeropuerto estaba
esperándolos y en silencio, cada uno a su modo, se despidieron de
aquel bello lugar.

El vuelo de regreso fue rápido, está vez Noé pudo disfrutar de las
maravillas que ofrecen el mareo y los nervios de experimentar un viaje
en avión, para cuando aterrizaron se sentía tan enferma que no podría
comer nada el resto del día.

Acordaron pasar el día en el edificio con Noé y David, ella les prometió
cocinarles algo delicioso, aunque ella aún se moría del malestar. Sin
embargo lo que encontraron dentro les cambiaría sus planes.

En la sala, acomodado cómodamente, se encontraba Mauricio. Él los


miraba con cierto desdén, como si el hecho de permanecer ahí le
produjera enfermedad.

- ¿Cómo entraste en mi casa? – La voz de David retumbó en


toda la habitación, su recién estrenado poder comenzaba a
reverberar en sus venas. Provocando que Mauricio solo riera
burlonamente.

- Encontré la puerta abierta, así que decidí entrar.

David observó alrededor de la sala, buscando pistas sobre su


presencia ahí. En el suelo, junto al sillón donde había estado sentado

222
se encontraba un maletín que no era suyo. Asumió que ahí se
encontraba la llave que lo dejó entrar.

- ¿Qué es lo que quieres? ¿No fue suficiente con la amenaza de


mi hermano? ¿Ahora debes ingresar de forma criminal en
cada lugar donde yo esté?

- Qué curioso que menciones eso, no llamas a este lugar tu


casa, como él hizo.

- No intentes tergiversar mis palabras, sales de aquí en este


momento o pasarás un buen tiempo en la cárcel. Estoy
cansada de tu presencia.

- Me iré de aquí, pero tú vienes conmigo, eres mi mujer y he


decidido que tu jueguito terminó.

Fausto y David dieron juntos un amenazador paso hacia él, no se


atrevieron a hacer más, debido a que habría consecuencias graves si
usaban sus poderes contra él. Pero justo como el tipejo que era, él
sonrió con la clara creencia de que no harían nada en contra suyo.

- Por favor, déjenme a solas con él. Nada bueno puede salir si
ustedes dos pierden el control ahora, justo cuando acabamos
de comenzar. Salgan un momento.

Ambos salen y los dejan a solas, pero también sabía que los tres
tendrían un oído en la conversación.

223
- Muy bien, dime lo que deseas, pero algo te voy a dejar en
claro, no iré contigo a ningún lado, lo que sea que quieras,
dímelo ahora.

Él mantenía su arrogante sonrisa aún pintada en el rostro, se levantó


y comenzó a caminar hacia ella, quien se deslizó hacia atrás,
manteniendo la distancia entre ellos.

- Te dije que este juego terminó, vámonos a casa.

- Te equivocas, no estoy jugando y ésta es mi casa. Tú eres


quien se debe ir lo antes posible.

Él sonreía más ampliamente con las palabras de Noé. Sin poder


evitarlo una parte mental de ella se conectó con la de él, viendo a
través de sus ojos y escuchando sus pensamientos.

“Sin duda él no la dejará ir, si consigo que ella venga conmigo puedo
cambiarla por una buena cantidad de dinero, el embarazo de Claudia
no está yendo nada bien y si lo que escuché de mi compañera es cierto,
esta semana estaré sin trabajo. Ojalá ella no se hubiera embarazado.”

Noé comenzó a sonreír ante lo que acababa de saber. Él la comenzó a


mirarla desconcertado, lo cual borró su sonrisa.

- Así que de eso se trata, tu amante se embarazó y estás


desesperado. ¿Cómo no te importa humillarte e incluso
delinquir por ella, pero a mi estabas tan dispuesto a dejarme
224
morir? Que sepas Mauricio que sobre mí no vuelves a tener
ningún poder y tampoco creas que puedes manipular a un
hombre como David, no tienes ni idea de con quién te metes.
Hablo de mí, no de él. Vas a dejar aquí ese maletín y
simplemente te irás. Te asegurarás de que yo no sepa más de
ti en tu vida. ¿Entendiste?

- ¿Cómo supiste lo de Claudia? Nadie en el mundo sabe de ella.


Te volviste una bruja, un demonio.

- Eso es algo que a ti no te importa, ahora lárgate de mi casa


antes de que cambie de opinión y les permita hacerte lo que
sea que se están imaginando.

Mauricio se pone blanco de cólera y sale corriendo de la casa. Todos


lo observan tomar el elevador y oprimir ansiosamente el botón del
lobby.

Los tres entran y observan detenidamente a Noé, parece que había


descubierto una nueva habilidad, una más peligrosa y útil. Ella les
cuenta lo que vio y escuchó en la retorcida mente de ese pobre diablo.
Todos miran expectantes a Noé, quien se pone cada vez más nerviosa
con sus expresiones.

- Bueno, ¿qué tanto me miran?

- Queremos saber si puedes ver lo que estamos pensando justo


ahora.

- Olvídenlo, ya no pienso cocinar ni intentar hacer nada, lo que


quiero es darme un largo baño y dormir como si no existiera
el mañana. Si me disculpan.

225
Noé se levanta y entra a la habitación, cerrando tras de sí la puerta,
dejándolos solos.

- ¡Bien! La han hecho enojar, supongo que la sorpresa de ese


indeseable fue peor para ella, pero no en un sentido
emocional, sino de propiedad. Es obvio, incluso para ella, que
el tipo es un perdedor, ni siquiera nos dejó decirle nada.

- Te equivocas Fausto, en la vida de Noé él puede representar


muchas más cosas. Tampoco estoy diciendo que lo considere
algo más, sino simplemente que con él se convirtió en la mujer
que es hoy, entiendo su punto y la apoyo. ¿Acaso crees que el
tipo sigue vivo sólo por suerte? Ella me odiaría si le pongo
siquiera una mala mirada encima. Eso, aunque el desgraciado
se lo merezca.

- Tienes razón, quizás no es simple suerte lo que lo ha


mantenido vivo.

Sofía y Fausto salen de la casa, ella decidió de pronto que no podría


vivir con ellos, así que le pidió a Fausto llevarla a algún lugar. David
entra en la alcoba y la escucha en el baño, había colocado su teléfono
reproduciendo su música favorita, mientras ella se tomaba su tiempo
en la tina de baño, no era tan grande como la de la casa en Coyoacán,
pero era bastante cómoda.

- ¿Quieres hablar? ¿O hacemos algo infinitamente más


entretenido?

- Eso segundo suena genial, pero muero de cansancio, no he


podido ni levantarme de aquí, siento que mi cuerpo se hizo de
gelatina.

226
- Déjame ayudarte a salir, creo que el cansancio del vuelo de
pronto te llegó, sujétate de mí y vayamos a la cama.

David la llevó al cuarto luego de ayudarla a secarse, en aquellos


momentos deberían estar disfrutando uno del otro, pero ella de
pronto estaba tan cansada y agotada, parecía haber recibido todo de
golpe que, apenas tocó la cama, se quedó dormida. David aprovechó
para revisar lo que sea que hubiera en el maletín que dejó Mauricio,
al abrirlo observó atónito que se trataba de un artefacto para grabar
conversaciones de forma remota, sin duda él estaba recolectando
información.

Rápidamente le llama a uno de sus trabajadores y le pide rastrear y


desconectar lo que sea que guardase lo que el aparato grababa. El
trabajador sale con el artefacto y realiza la tarea que le pidió. Minutos
más tarde regresa con la información y le entrega un papel doblado
con la dirección. Se trataba de la casa donde había vivido con Noé. El
tipo ni siquiera era capaz de tener un poco de respeto por él ni por
nadie.

David le solicitó que al día siguiente preparara a un grupo de hombres


y les hiciera una breve visita, era necesario dejarle otro ultimátum o
de lo contrario los estaría molestando mucho tiempo.

Él regresó a la cama y notó a Noé aún dormida, parecía que el síntoma


más común sería un gran cansancio luego de descubrir un poder
nuevo, él ya lo había padecido. Tomó una libreta y comenzó a anotar
esos detalles. Quizás era importante mantener una bitácora sobre el
tema. Al terminar, se acomodó a su lado y se durmió.

Por la mañana y durante el desayuno, David le anunció que estaría


fuera unas horas, pero que regresaría lo antes que pudiera. Noé
comenzó a planear qué haría durante ese tiempo, así que decidió que
decorar una enorme pared en su piso del edificio sería mejor que

227
simplemente esperar. Ella tomó una mochila y salió a recorrer las
calles.

El día estaba soleado, así que antes de salir se bañó casi


completamente de bloqueador solar. Las calles estaban atestadas de
gente yendo y viniendo, algunos simplemente paseaban mientras que
otros hacían compras o atendían los innumerables negocios.

Noé entra en una enorme tienda de material para hacer distintas


manualidades y en un pequeño canasto coloca varias botellas de
pintura, así como pinceles y láminas para crear diseños florales. Pagó
todo lo que llevaba y salió de regreso a su casa.

Ella caminaba por una calle particularmente tranquila para la hora que
era, algunos negocios estaban cerrados, lo cual daba una extraña
sensación de soledad. Estaba dando vuelta en una esquina, cuando
unas fuertes manos la sujetaron y la arrastraron hacia atrás,
haciéndola entrar en una camioneta.

El motor arrancó y varios hombres la sujetaban mientras la ataban


fuertemente, ella forcejeaba contra ellos intentando no herirlos,
suponía que hacían el trabajo que alguien les había mandado, la
pequeña van daba giros y acelerones que comenzaba a marearse,
hasta que por fin se detuvo. Todos bajaron y la llevaron consigo, ella
notó que se trataba de un estacionamiento enorme.

Ellos la estaban llevando hacia lo que parecía una bodega escondida,


no había luces encendidas, por lo que comenzó a imaginarse lo que
podrían hacerle ahí dentro. Se escuchaban muchísimas voces
hablando y susurrando, ella no las podía diferenciar de los hombres y
de las criaturas negras sobre sus hombros. Ahora el miedo se hacía
más y más real, reconocía que esos seres eran peligrosos.

Las náuseas se instalaron en su garganta cuando vio un enorme


colchón a lo lejos y los hombres la llevaban directamente hacia él.
Comenzó a luchar de nuevo, forcejeaba con todas sus inútiles fuerzas,
pues ellos simplemente la sujetaron más fuerte.
228
Noé es arrojada como un saco sobre el colchón, mientras esos tipos
se reunían en círculo a su alrededor, pero no intentaron hacer nada
más. Unos suaves pasos se comenzaron a escuchar, con el andar que
conocía demasiado bien, para su infortunio, conforme se acercaban
una risa triunfal reverberaba en toda la habitación. Hasta que se
detiene frente a ella y los hombres abren un espacio para dejarlo ver.
Era Mauricio.

Noé rodó los ojos, esto ya era demasiado.

- ¿Qué diablos quieres?

Su voz sonó en toda la habitación, los hombres se pusieron muy


nerviosos, pues se aseguraron de amordazarla bien, sin embargo
todos pudieron escucharla.

- Sigues haciendo tus trucos, bastante entretenido, tú y tus


amigos creyeron que habían logrado algo ayer, pues lograron
que me esforzara más. Aunque solo tuve que hacer una
llamada y toda esta gente se movilizó. Hoy y aquí vas a tomar
una elección, es él o yo.

- Creí que eso había quedado claro ayer, permíteme refrescar


tu memoria…

Acto seguido todas las ataduras de Noé desaparecieron en fino polvo,


ella se puso de pie y sus ojos comenzaron a brillar en aquel color azul
que precedía su gran poder, los hombres comenzaron a gritar y a
correr, todos y cada uno, lo dejaron ahí solo mirándola con terror.

229
Noé lo sujetó con una burbuja salida de su mano, él no pudo hacer
más nada. Ella se acercó a él, caminando lentamente a su alrededor,
sonriendo como un gato, el sudor pronto le empapó la espalda.
Definitivamente su plan no iba como él había planeado.

- Ayer te dije que no sabías con quién te metías y hablaba de


mí, no de mis amigos, ahora te demostraré que no tienes la
más mínima oportunidad de someterme. Jamás la tuviste.
Quiero que entiendas una cosa, yo estuve contigo porque
necesitaba aprender algo, ya lo hice y tú aprovechaste hasta
el hartazgo esa oportunidad. Eso te hace una mala persona,
¿lo sabías?

- ¡Sácame de aquí!

- Lo siento, pero no he terminado contigo, ahora tú necesitas


aprender algo, y yo te lo voy a mostrar.

Noé dio un paso a través de su esfera, quedando dentro al igual que


él. El rostro de Mauricio se distorsionó en una mueca de terror, no
paraba de temblar y de su nariz salía un estridente silbido horrorizado.
Noé se dio cuenta de que, ya nada de él conmovía a su corazón. Ella
dejó que el resto de su poder se materializara en su cuerpo, logrando
así el mismo aspecto azul destellante de la primera vez, de igual forma
sus pies se elevaron sobre el piso, haciéndola flotar unos centímetros.

Se acercó más a él y, ya sea por instinto o por el mismo miedo, él


intentó salir estrellándose contra la burbuja, rompiéndose la nariz en
el proceso.

- No lo entiendo, ¿a dónde fueron tus agallas? Esa impertinente


arrogancia que cargaba ayer y hoy. Mírate ahora, aún no te

230
hago nada y ya estás orinado de miedo. Siempre creí que eras
patético, pero esto raya en lo absurdo. No puedo imaginarme
lo que deseas lograr al intentar tanto atraparme, en definitiva
perdiste algo más que tu tiempo. Ni siquiera yo tendré que
hacerte nada, mis amigos han estado viendo lo mismo que yo
desde el principio, por lo que no tardan en llegar aquí y esta
vez no voy a intervenir con ellos.

En esos momentos se escucha un fuerte estruendo y la puerta de


entrada a la bodega explota y sale disparada, hasta incrustarse en la
pared posterior. Noé desvanece la burbuja y da unos pasos hacia
atrás. Fausto y David entraron hechos una furia, andando
directamente hacia él.

Noé se da media vuelta y camina hacia afuera, desapareciendo su


aspecto azulado y dejándole ver a la mujer que intentó destruir, con
fines tan oscuros como su patético corazón.

Justo antes de atravesar la barrera creada por Sofía, se comienzan a


escuchar los alaridos de horror de Mauricio. Una vez que hubo
atravesado esa muralla, Noé se deshizo de cualquier remordimiento
que pudiera generarle, él había intentado dañarla sin importar su
desventaja, ahora sabía que él siempre fue quien estuvo en esa
posición, sólo que no lo sabía.

Afuera del estacionamiento encontraron abandonada la camioneta


donde la trajeron, entró asomando medio cuerpo y encontró su
mochila, afortunadamente su material no estaba dañado, la tomó y
juntas fueron caminando hasta el edificio.

Él camino fue silencioso, hasta que Noé sorprendió a Sofía mirándola


de forma preocupada, por tercera ocasión.

231
- Sé lo que estás pensando, pero debes dejar de preocuparte,
estoy muy bien, en verdad me siento genial, di un largo paso
en esa sanación que necesitaba y comprendí que no debo
mirar hacia atrás, también entendí que nunca le importé ni un
poquito.

- Cuáles quiera que fueran sus intenciones, ahora dudo mucho


que siquiera diga tu nombre en voz alta, lamento mucho que
hayas pasado por esto sola, y en nombre de los tres te
agradezco que nos hicieras saber desde que comenzó todo,
de lo contrario tendrías que haberte hecho cargo tú y,
conociéndote un poco, sé que habría sido demasiado difícil
para ti.

Ambas sonreían de forma íntima, caminaron tranquilas y animadas, se


detuvieron a comprar helado de yogur y continuaron su camino.
Cuando llegaron al edificio, los dos ya estaban ahí, sentados y con cara
de satisfacción.

- Vaya si no parecerán un par de gatos gordos tomando el sol.

Los cuatro rieron ante la idea, siendo un argumento tan atinado


permanecieron ahí, mientras compartían el resto del helado.

Pasaron el resto del día charlando y conviviendo en el pent-house,


recordaban los detalles del viaje y compartían los que no sabían.

Cuando cayó la noche, Fausto y Sofía partieron al lugar donde estaban


viviendo ahora.

David y Noé se quedaron solos y por fin pudieron tratar el tema del
día.

232
- Lo tenías todo planeado y no me lo dijiste.

- Lo sé, lo lamento mucho, no te lo dije porque esperaba que


no sucediera lo que pensaba, también en cuanto esas manos
me sujetaron les hice saber a todos lo que sucedía.

- Lo sé pequeña, pero la rabia que sentí en el momento de


saberlo casi me hace perder el control, nunca en la vida sentí
tal temor, no me perdonaría nunca si algo te sucede y yo no
hago nada.

- Eso no pasará, recuerda que no soy precisamente una mujer


indefensa.

Ambos permanecieron sin salir, sin embargo la casa les pareció


pequeña para hacer el amor en cada rincón.

Por la mañana estaban exhaustos y satisfechos, pasaron gran parte de


la mañana durmiendo, comiendo y haciendo el amor de nuevo. Por la
tarde la rutina fue similar, alternando entre dormir y meterse en la
tina de baño.

Noé no recordaba haber pasado mejor día, parecía que por fin sus
vidas correrían entre el desenfreno de sus cuerpos y la maravillosa
sensación de sus compañías.

Al día siguiente, Noé recibió la noticia de que un montón de nuevos


muebles llegaban para llenar el espacio vacío en su piso. Más mesitas,
sillas, sillones y mesas de trabajo estaban siendo llevados, así como
alfombras enormes y de buen gusto eran acomodadas, cuadros
colgados y lámparas eran conectados, mostradores para los productos
puestos de forma estratégica para llamar la atención. El lugar se veía
tal y como ella lo había imaginado, el enorme espacio iluminado y
lleno.

233
Noé comienza a tomar nota de los productos que tendría que
aprender a realizar, cuando David la lleva a un enorme escritorio y le
muestra los documentos de un gran taller laboratorio que ofrecía sus
fórmulas para la venta exclusiva bajo su marca. Así como el respectivo
permiso y registro de la marca para ella, un bellísimo y elegante logo
estaba impreso en varios diseños, listo para su aprobación.

- Al parecer sólo seré la dueña. – Noé añade de forma irónica.

- No esperaba que lo tomaras así, obviamente si quieres


aprender del negocio tendrás que prepararte muy bien, y para
ello pasarás demasiadas horas metida en ese laboratorio,
aprendiendo de ellos y observando el proceso, solo quise
hacerlo todo formalmente, así te colocas entre los mejores en
el mercado.

Con todo y el cambio, Noé estaba muy emocionada por comenzar lo


más pronto posible, así que firmó todos los documentos y preparó un
montón de agendas y cuadernos, pues necesitaría tomar muchísimas
notas. Luego le demostró a David cuán agradecida estaba en una de
las más mullidas alfombras que trajeron.

Aquello representaba un gran inicio para ella y para su futuro.

Aunque de forma furtiva David le preparaba la más grande sorpresa


de todas.

Algunos días más tarde, Noé recibe la visita inesperada de su madre y


sus hermanas, quienes prácticamente la secuestraron y la llevaron a
cada tienda de novias que encontraron, haciéndola probarse tantos
vestidos que terminó mareada y con dolor de costillas. Pero con una
gran satisfacción, a pesar de que le parecía demasiado pronto para
comenzar los planes.

234
Lo que ella no sospechaba era que aquello era solo una trampa para
hacer todo por ella, sin que supiera nada.

Su madre y sus hermanas pasaban cada hora del día con ella riendo y
bromeando, yendo de compras y comiendo en sitios fuera.

En varias ocasiones Sofía se les unía, las demás veces que no acudía
ella argumentaba que tenía cosas pendientes qué realizar, aunque por
el tenue brillo en sus ojos, Noé sospechaba que esos pendientes
tenían nombre y complexión masculina.

- Flaquita, ¿has pensado cómo quieres tu vestido? Yo sé que


falta mucho, pero debes comenzar a ver cómo lo quieres, por
si se tiene que pedir hacer desde cero o comprarlo y hacerle
ajustes.

- No sé qué están planeando, no quiero averiguarlo, me


centraré en disfrutar de todo mientras dure. He pensado en
uno suelto al piso, sin ajustarse al cuerpo o uno con falda corte
A, ayer mi mamá me hizo probarme cada vestido en corte
sirena que encontró, pero siento que tengo mucho trasero
para ese vestido, me siento como una enorme pera con
vestido. Lo que quiero es uno que disimule esta frondosidad.

Todas rieron ante la perspectiva, pero muy en el fondo sus dos


hermanas tomaban nota de lo que ella quería. David deseaba hacer
ese día lo más especial para ella, así que estaban dispuestas a
cualquier cosa con tal de cumplir su parte.

Ese día salieron del lugar donde desayunaba y fueron a un elegante


salón de belleza en Polanco, se les arreglaron las manos y los pies, las
depilaron y les aplicaron tratamientos faciales y capilares. Salieron de
ahí sintiéndose como una gallina siendo preparada para el caldo.

235
Fueron los días más maravillosos con su familia, por la tarde llegaron
Víctor con Luis y Miguel, ellos habían pasado los días anteriores
arreglando la gran casa de Coyoacán, donde se había amueblado de
nuevo, con todo recién adquirido, además de acondicionar todo el
perímetro con detalles para una gran sorpresa.

Este fin de semana comenzaría el gran plan, mientras tanto Noé fingía
no haberse dado cuenta. David deseaba hacer ese día lo más especial
para ella, así que estaban dispuestas a cualquier cosa con tal de
cumplir su parte.

Ese día salieron del lugar donde desayunaba y fueron a un elegante


salón de belleza en Polanco, se les arreglaron las manos y los pies, las
depilaron y les aplicaron tratamientos faciales y capilares. Salieron de
ahí sintiéndose como una gallina siendo preparada para el caldo.

Fueron los días más maravillosos con su familia, por la tarde llegaron
Víctor con Luis y Miguel, ellos habían pasado los días anteriores
arreglando la gran casa de Coyoacán, donde se había amueblado de
nuevo, con todo recién adquirido, además de acondicionar todo el
perímetro con detalles para una gran sorpresa.

Este fin de semana comenzaría el gran plan, mientras tanto Noé fingía
no haberse dado cuenta. Ella notó cuánto se esforzaban todos en
mantener la sorpresa en secreto, así que hizo como que no sabía
cuándo los escuchaba susurrar los detalles de todo, ya tenían listo el
sacerdote que oficiará, el lugar con todos los adornos, el banquete
contratado y el gran pastel en estilo nude con frutas que ella había
elogiado en una película.

Ana había encargado a una emprendedora unos detalles en porcelana


fría con las figuras de ella y de David para regalar en la ceremonia, así
como la parejita que adornaría la cima del pastel.

Noé, por su parte, había adoptado en secreto a un pequeño gato gris


con ojos amarillos, en el refugio le dijeron que fue hallado vagando en
la calle y casi muerto de hambre, estaba tan pequeño que a ella
236
simplemente se le rompió el corazón y se lo llevó a casa, de camino le
compró todo un paraíso para los gatos, un enorme costal de comida,
un amplio arenero con domo, juguetes para hartarse y un pequeño
suéter de crochet que simplemente se le veía divino, aclaró que sólo
lo usaría hasta la época de fríos, pues por el momento aún hacía
demasiado calor para ello. El vendedor insistió en que en ese caso
llevase unas tallas más grandes.

Todos la miran entrar cargada de cosas, así como el pobre chófer


cargando el costal de comida y el de arena. Ella se aseguró de que
subieran todo, pues odiaba dar varios viajes de cosas, el ascensor
estaba aún con varias de sus compras. Sus hermanos jugaron
muchísimo con el pequeño integrante, que nada más inspeccionó un
poco su nueva casa, comenzó a corretear mordiendo y arañando
muebles.

Cuando sintió hambre, el pequeño no paró de maullar alto y chillón,


yendo detrás de Noé a dónde quiera que fuera, hasta que le mostró
dónde estaría su comida y agua. Sólo para después caer dormido
encima de la mesa del centro.

Noé lo tomó dormido y le sacó varias fotos, el pequeño era tan


adorable, que no se pudo resistir, ese día era el primero en la vida de
los habitantes ahí, pues la casa jamás volvería a permanecer en
silencio, el pequeño añadía un matiz nuevo de color y ruido. Noé sintió
su corazón estrujar se nuevamente. A su lado y detrás de ella, pudo
sentir cómo su nueva guardián le sostenía firmemente, ofreciéndole
el consuelo que sólo saber que su pequeña la cuidaba, podía darle.

Sintió la injusticia de la situación llenar sus ojos de lágrimas, debería


ser ella quien cuidara de su niña, no al revés.

237
Capítulo 41.

David observaba la interacción entre Noé y el pequeño gato, sabía que


el vacío que existía en ella sería difícil de llenar, sobre todo sería
demasiado para el gatito solo.

Por fin llegó el sábado. Desde la noche anterior, Ana envió a David a
dormir con Luis y Fausto, mientras el resto se quedaba en la casa con
Noé, pusieron películas de época y se hicieron tratamientos faciales.

Por la mañana, le llenaron el cuarto a Noé con arreglos de rosas rojas,


se aseguraron de que no los escuchara, así cuando despertó y vio todo
lleno, se llevaría una gran sorpresa.

Justo en ese momento, alguien llamó el ascensor y Ana recibió una


enorme caja, misma que tuvieron que entrar Luz y ella a la habitación,
se trataba de un vestido a medida de la diseñadora Rosa Clará en corte
recto al estilo de los vestidos de época que le gustaban, junto con
todos sus accesorios y zapatos.

Entre todas la metieron en el vestido y le arreglaron el cabello y el


maquillaje. Cuando terminaron la miraban orgullosas y conmovidas,
Pina sacó un collar con adorno de corbata roja, que le puso al gatito.

Todas se vistieron y se arreglaron mientras Noé comía una ligera


ensalada. Todas bebían de unas hermosas copas con mimosas,
cortesía de último momento de David.

Al bajar, todo el lobby estaba lleno de amigos y familiares, todos


aullando y aplaudiendo. Noé fue llevada a una enorme limusina con
adornos nupciales de flores y listones, detrás había una enorme
caravana donde viajaría el resto de la gente.

Fueron llevados por tranquilas calles de adoquines, el ruido de las


llantas al pasar era relajante. Detrás de ella toda su familia emitía
melodía de celebración con sus cláxones.

238
Después de un largo trayecto, en el que tuvieron que atravesar casi
toda la ciudad, llegaron a la gran casa de Coyoacán, al bajar de los
autos, se escuchaba una orquesta con violines y violonchelos suaves e
íntimos.

Noé es llevada a la gran habitación principal en el lado izquierdo, ella


veía desde la gran ventana la enorme aglomeración de invitados que
charlaban mientras se organizaba la ceremonia.

Ana aparece en la puerta, llevando del brazo a don Aurelio, abuelo


materno de Noé. El hombre entra, alto y orgulloso, llevando un
elegante traje gris oscuro.

- ¿Podemos pasar?

- ¡Claro que sí! Qué agradable sorpresa.

- Vine a darte mi bendición en tu unión, así como tu mamá me


lo solicitó. No tuvimos tiempo para tener pláticas contigo ni
con tu futuro esposo. Sólo me permito desearles un buen y
largo matrimonio, recuerden siempre que el amor es lo que
les ayudará a tomar las mejores decisiones, así como el cariño
mutuo les dará los mejores consejos para resolver los
problemas que entre ustedes surjan.

Don Aurelio le ofrece entonces una bendición, besando al final su


frente y abrazando a su nieta.

Ana los miraba con un gran nudo en la garganta. Ella también había
dado a Noé su bendición anoche, antes de quedarse dormida
abrazándola.

239
Por fin dieron las tres de la tarde y los invitados estaban siendo
acomodados en sus lugares para comenzar la ceremonia, el sacerdote
había llegado y clamaba a todos para tomar asiento.

El gran momento había llegado.

Cuando todos tomaron asiento y los principales participantes fueron


a tomar su lugar, Noé bajó a la sala de estar, nadie aún la había visto,
salvo su abuelo.

La música nupcial comenzó a sonar y le hicieron una señal para


aproximarse al altar.

El camino era apenas de unos metros, pero se sintió como una travesía
de años interminables, hasta que llegó a la altura de David, él se veía
gallardo y elegante en el frac que eligió.

Ella salió de la casa con un precioso bouquet de rosas claritas y


blancas, el vestido que Ana eligió le quedaba increíble y su expresión
era una poesía.

Verla caminar hacia él fue la experiencia más extraña del mundo,


parecía que los años que había esperado por ella se esfumaba con
cada paso que daba.

El brillo en la mirada de Noé le hacía sentir que cada segundo


esperándola había valido enteramente la pena. Cuando estuvo a su
altura pudo ver con tanta claridad la luminosa expresión, que incluso
sus pecas llenas de coquetería, sus hermanas se habían asegurado de
que cada peca y lunar resaltara con un suave brillo que reflejaba las
luces en pequeños destellos.

El sacerdote miraba lleno de satisfacción la forma en que ambos se


miraban, tenía la firme convicción de que la vida de ellos dos sería tan
hermosa como su interacción silenciosa.

La ceremonia fue tan hermosa como se imaginó, toda su familia y


amigos participaron y fueron testigos de su incondicional actuación.

240
Al término, Noé es arrastrada nuevamente dentro de la casa, donde
Ana y sus hermanas le quitan el costoso vestido y la enfunda en uno
más corto y cómodo, con una falda en corte princesa con corsé, le
recordaban a los vestidos de quinceañera.

Todos los invitados se encontraban sentados en enormes mesas con


grandes arreglos florales, cada quien disfrutaba de su jugoso corte de
carne cocinado y elegido según el gusto de cada uno.

Noé tomó asiento en la mesa principal, David la miraba con una


expresión de ternura y cariño, que todos pudieron mirar, las primas
de Noé no paraban de hacerles bromas al respecto.

Un muy bien vestido mesero se acerca y le pide a Noé lo que deseaba


comer. Ella elige un corte New York en término medio con ensalada
de kale y aderezo de miel y mostaza.

En menos de media hora tuvo su platillo en la mesa.

Cada cuatro personas habían puesto una elegante y costosa botella de


vino tinto francés, Noé tomó un sorbo de su copa y la devolvió
rápidamente. Deseaba disfrutar más de la celebración antes de caer
dormida a causa del vino.

David la miraba comer y reír a las bromas de sus primas, aquello era
su más grande dicha en esos momentos.

Por fin llegó el momento del baile de los novios, iniciaron con una muy
común canción melosa, para luego cambiarla por la elegida por David,
Autumn leaves de Erick Clapton.

Ambos pasaron a la pista de baile e iniciaron un suave vals, lento e


íntimo, todos los miraban con sus teléfonos tomando video, luego se
fueron formando, en orden de edad, todos los tíos y tías detrás del
abuelo don Aurelio, estaban ansiosos y emocionados por bailar unos
segundos con los novios.

241
La banda musical de cuerdas comenzó a tocar una melodía alegre y
lenta para el baile con los familiares.

Las fotos que tomaba el fotógrafo, definitivamente estarían preciosas.

El baile terminó y todos los tíos cargaron al novio y lo llevaban


saltando por todo el lugar y luego lo llevaron a la casa, pasaron unos
minutos y salieron todos regando las prendas de ropa que David
llevaba, a Noé la hicieron pasar mesa por mesa recolectando cada
prenda. Luego ella tuvo que subir a la habitación principal, donde se
encontraba él. Completamente desnudo. Noé lo miraba
completamente avergonzada, había olvidado esa tradición familiar,
por lo que él no estaba preparado para algo semejante.

Cuando ellos volvieron, sonaron fanfarrias y la fiesta comenzó para los


invitados, todos disfrutaban y bailaban festejando la feliz unión.

En un momento álgido de la fiesta, en la parte más alejada


comenzaron a arrojar pirotecnia y unas enormes iniciales de sus
nombres iluminaron el espacio oscuro. Todos vitoreaban y brindaban
con sus copas.

Eran casi las cinco de la mañana cuando un lujoso auto deportivo los
llevó al aeropuerto, mientras la familia tenía la apertura para
permanecer en la casa el tiempo que deseara.

Ambos partieron rumbo a un largo viaje por las ciudades que ella
deseara.

La primera ciudad al que David la llevó sin avisarle fue Madrid, él


recordaba muy bien que el abuelo le contó sobre la familia que aún
vivía en la ciudad, sin embargo no se ilusionó con siquiera intentar
buscarlos, era lógico que nadie los recordara y mucho menos que
supieran quién era él. Así que se mantuvieron dos días visitando los
lugares de interés más famosos, enviando fotos de los diferentes sitios
en los que estuvieron. Así como del elegante y refinado hotel en el
que se hospedaron.

242
De ahí comenzaron una especie de peregrinación, fueron de ciudad
en ciudad viajando en tren, las vistas que recorrieron eran increíbles.

Lo que más conmovió a Noé fue cuando tomaron un barco y fueron a


la isla de Gran Bretaña, rentaron un auto y viajaron por casi toda la
isla, les tomó casi un mes a pesar de no detenerse en todas las
ciudades o pueblos. El mapa que consiguieron les dio las mejores rutas
para visitar casi todos los castillos en el norte.

Atravesaron nuevamente el continente viejo y llegaron a los países


europeos del Este.

Noé estaba fascinada con cada travesía, a pesar de no hablar ni


entender la mayoría de los idiomas, David se encargó de contratar a
un intérprete.

No podía decidir cuál era la mejor ciudad, sin embargo tendría


anécdotas para muchos años. Las puestas de sol en Italia fueron sus
favoritas.

Repentinamente, tuvieron que volver, pues Noé comenzó a ponerse


mal de salud, pasaba demasiadas horas dormida y tenía malestar
general, quizás era mejor ser revisada por un médico, así que
simplemente volvieron.

Pasaron casi veinte horas en el vuelo de regreso, mismo tiempo que


Noé estuvo notablemente más incómoda. Llegaron a la ciudad de
México y rápidamente abordaron su auto, fueron a una clínica médica
en la colonia Condesa y solicitaron la consulta, mientras era momento
del turno le pidieron hacerse unos análisis de sangre.

Un par de horas más tarde entraron al consultorio con los resultados


listos.

El doctor los revisó rápidamente y anunció formalmente.

243
- Felicidades, la señora está embarazada, al parecer tiene un
mes de gestación.

Noé se quedó congelada en la silla, sólo podía mirar la expresión


alegre del doctor, mientras que David comenzaba a sonreír de forma
boba.

Todo en el consultorio comenzó a darle vueltas, sujetó fuerte su


cabeza y, antes de que su cuerpo impactara contra el suelo, David la
sostuvo y la depositó en la camilla. De todas las sorpresas que le
esperaban, esta era la más improbable.

Se les pidió mantener la calma y reposar lo más posible, así como un


montón de vitaminas para ella y el nuevo integrante.

Ambos partieron hacia la casa y al llegar, Noé fue directamente a la


cama, donde cayó dormida casi apenas la vio.

Al día siguiente ella continuaba completamente perdida en el sueño.

No fue sino hasta el tercer día que ella despertó y fue a comer algo, o
mejor dicho a intentarlo, ya que rápidamente experimentó la primer
náusea.

Apenas había logrado poner el primer bocado en su lengua, fuertes


arcadas la atacaron.

Ella no tuvo más remedio que mantenerse a duras penas ingiriendo


las vitaminas.

David notaba que le costaba demasiado comer, y que comenzaba a


perder peso, por lo que la alentó a permanecer dormida el mayor
tiempo posible, así mientras ella dormía él averiguaba con los médicos
la mejor forma de ayudarla. Parecía no haber otra opción.

David tuvo que resignarse a verla incómoda e irritable debido a su


estado, pero una vez pasadas varias semanas, por fin superó las
244
náuseas y ahora comía desesperadamente. Cosa que fue tan increíble
como liberadora para David.

El día más memorable para él, fue cuando despertó y suspiraba por
comer mangos, se encontraban fuera de temporada así que no pudo
conseguirlos, ella pasó todo el día sin poder comer nada más, pues
todo le causaba asco. Él recordará para siempre el día que por fin pudo
conseguirle la fruta, ella devoró toda la bolsa, eran tres kilos de
mangos, cerca de quince piezas.

David le anunció finalmente a la familia de Noé sobre su embarazo,


todos estaban jubilosos y celebraron la noticia, Ana no se hizo esperar,
cuando llegó a la casa de ellos, rápida y alarmada, sin embargo
contenta.

Le preocupaba sobre todo el estado de su salud, pues está vez su hija


tendría todos los cuidados que necesitara. Eso significaba que ella no
la dejaría fuera de sus cuidados. Mientras Noé pudiera aún realizar
ciertas tareas Ana la supervisaba, pero conforme su barriga se
agradaba, mandó a llamar a las otras hijas para ayudarla y atenderla.

Para cuando Noé tuvo seis meses, el laboratorio comenzó a enviar el


material al edificio, estaban casi listos para inaugurar por fin la tienda,
toda la documentación estaba en regla y lista, mientras un pequeño
ejército de empleados acomodaba toda la mercancía en los diferentes
mostradores y escaparates. Lo único que tenían que hacer era bajar
un piso y supervisar todo el movimiento.

Noé se veía encantadora en su estado, todos la miraban y no podían


evitar conmoverse con su redondo vientre.

Le parecía extraño que Fausto y Sofía no hubieran ido a visitarlos aún,


comenzaba a preguntarse si estarían bien, cuando aparecieron con
una enorme caja de cartón que apenas podían levantar.

Ella los miraba con curiosidad, lo que fuera que llevarán ahí, debía ser
en gran cantidad, considerando el tamaño de ésta.

245
Al abrirla notaron que estaba llena a rebosar de pequeños peluches
de unos treinta centímetros, todos animales bebé diferentes.

- ¿Qué es esto? No creo que sea necesario traer tanto juguete,


aún no ha nacido.

No son para el bebé, son para obsequiar a quienes vengan a darle la


bienvenida y a conocerlo. Los hicimos a mano.

- ¿En serio? ¿Cómo lo hicieron?

- Tutoriales en Internet, es increíble la cantidad de cosas que


puedes aprender a hacer hoy en día. Esperamos que te
agraden, lo hicimos con todo nuestro amor por ustedes.

A Noé comenzaban a saltarle algunas lágrimas, aquello era tan


hermoso y tierno. Realmente no esperaba causar esta reacción en sus
allegados, pero ciertamente la sorpresa le llegó muy profundamente.

Esa misma tarde, David llega a la casa cagado con compras que llevaba
realizando desde hacía varios días, también se notaba que estaba
haciendo una revisión en el pent-house para una remodelación,
aunque también consideraba la posibilidad de mudarse a la gran casa,
lo mejor que les fuera recomendado, eso haría, sin importar cuáles
fueran.

Ella estaba entrando al séptimo mes, cuando comenzaba a sentirse


incómoda de nuevo, con pequeños dolores y molestias. Él la tomó y
rápidamente la llevó a donde el médico para hacerle una revisión, ése
día les confirmaron que no tenían un bebé en camino, sino dos.

246
David salió del consultorio casi echando gritos, las molestias se debían
a que quizás el espacio comenzaba a ser un poco reducido. Sólo le
mandaron hacerse masajes con una manteca corporal, para darle
elasticidad a la piel.

Al llegar a la casa y lanzarles la noticia todos celebraron por lo alto.

Definitivamente mudarse a la casa grande era la mejor opción. En dos


días estuvieron listos para irse, habían montado en un enorme camión
lo que necesitarían y partieron, nuevamente, a habitar la gran casa en
Coyoacán.

El trayecto duró casi tres horas, pues David insistió en que debían
conducir despacio, para evitar los movimientos bruscos y el estrés. Él
realmente era encantador con sus cuidados, aunque un poco
sobreprotector, pero encantador. Noé se sentía como la persona más
frágil del mundo, aquello no le desagradaba demasiado, al final no
subestimaba su propio potencial, sino que lo mantenía más a la mano
de lo común. Ella también defendería a sus hijos con todo lo que tenía.

Cuando por fin llegaron, ya estaba un gran número de personas


esperándolos, David abre dramáticamente las enormes puertas y
todos entran en caravana. El gran patio albergó los autos y el camión.
Noé fue llevada por Ana a una enorme banca de hierro, cerca de
enormes plantas con flores, mientras los demás descargaban y
acomodaban las cosas que trajeron.

Ambas charlaban animadamente mientras Ana tejía ropita con tiernos


hilos en ambas tonalidades, ella anunciaba hasta el cansancio que
serían niño y niña, y a Noé no le cabía la menor duda. Ana se
pavoneaba al saber que sería su única abuela, pero a la vez lamentaba
mucho eso por la postura que tuviera David.

Ana iba y venía con enormes platos llenos de fruta picada, les
recomendaron consumir alimentos saludables y ella se lo tomaba muy
en serio. Ella sabía qué tipo de alimentos serían mejores para ella.

247
Para cuando terminaron, Ana les ofreció cocinarles algo, incluso a los
trabajadores que se contrataron para realizar el viaje, David tomó el
relevo para atender a Noé y cuidarla. Llevaba consigo otro enorme
plato, esta vez con verdura cocida al vapor con su aderezo favorito:
miel y mostaza.

En cuanto Noé lo vio una fuerte arcada la atacó, si bien era su favorito,
desde las náuseas ya no podía tolerar el olor. Él sonrió y se llevó el
aderezo lejos, dejando sólo la verdura. Ambos hicieron bromas al
respecto, mientras Ana se robaba el protagonismo con los
trabajadores. Era una señora encantadora y demasiado simpática,
Víctor la miraba de lejos con un gesto serio, quizás celoso. Eso los hizo
sonreír.

Esa tarde la pasaron viendo películas en la enorme pantalla de


televisión que adquirieron, transformaron la sala en una enorme cama
de piso con cojines, cobijas y colchonetas. La cartelera fueron todas
las películas que veían de pequeños, luego pasaron a las nuevas de
moda. Para cuando terminó la última, Noé estaba completamente
dormida. En silencio y con cuidado, David la lleva hacia la habitación
principal, hasta la enorme cama que ahora se veía convenientemente
en perfecto tamaño.

Él la acomoda cuidadosamente sobre ella. Se quedó mirándola un


rato, era tan hermosa que le daban ganas de llorar, aquella mujer que
apenas hacía unos meses que estaba con él. Deseaba poder poner al
mundo entero dentro de una cajita y regalársela, sólo para ver su
expresión. Cada parte de ella, pequeña o grande, le llenaba como
nada jamás lo hizo. Le hacía sentirse vivo y despierto en tantos modos.
Su cumpleaños se acercaba, tan inusual como todo lo que ella era.
Estaba seguro que no querría celebrarlo, pues los festejos no habían
parado desde que él llegó a su vida. Pero sin importar eso, él haría algo
especial para ella.

Él se quedó despierto esa noche, algo le anunciaba la llegada de algo,


pero no podía decidir si era algo bueno o malo. Sólo sabía que no
248
podría permanecer tranquilo mientras que Noé tuviera la más mínima
amenaza de peligro, estaría dispuesto a cualquier cosa con tal de que
ella y sus hijos estuvieran a salvo, aprovecharía al máximo el poder
que le habían sido otorgados.

El día comenzaba a despertar, con él vinieron los sonidos de aves en


sus nidos ocultos, todos alrededor de la casa y en los árboles. Él miraba
a través de la enorme ventana cómo la luz poco a poco se tragaba la
oscuridad de la noche, Noé yacía sobre sus piernas, tan tranquila
como cuando la trajo. La suave bruna que se creaba al amanecer,
comenzó a salpicar el vidrio de pequeñas gotitas de rocío, mientras se
desvanecía entre las plantas y los árboles.

Aún podía recordar aquellos años en los que una extraña niebla lo
abrazaba y le mostraba cosas de su mundo que aún le costaba por
entender. Ahora había avanzado, por fin, a su final feliz, a pesar de
que les quedaba un gran paso por delante, ya sólo faltaba un año y
medio para ese desenlace.

Noé se removió en su lugar, llamando su atención. Incluso dormida


despertaba en él ese desenfreno que experimentó la primera vez que
estuvieron juntos, fue tan liberador y correcto, que todavía no podía
creerlo. Sus bebés en formación le demostraban que su unión sería
tan duradera que temía a cualquier peligro. Él sostiene su delgada
mano, miraba la perfección que eran sus dos anillos en ella, para haber
sido hechos especialmente para ella, le sorprendía la facilidad con que
sus ideas encajaban con todo lo que Noé representaba y aparentaba.

Ella abre lentamente los ojos, primero mirando a través de la ventana,


luego a su rostro, parecían más grandes debido a la luz blanca y las
horas de sueño. Su mirada era clara y conmovedora. Él sonríe.

- Buenos días pequeña. ¿Dormiste bien?

- Buenos días, creo que sí, ¿no te di mucha lata?

249
- No, estuve pensando muchas cosas, así que no dormí nada.
Pero descuida, tú dormiste como un tronco, te traje y ni
siquiera te moviste. Incluso tuve que revisar si respirabas.

Ambos ríen suavemente ante la escena, pues ella siempre tuvo el


sueño demasiado ligero como para despertar con bastante facilidad.
El estómago de ambos comienza a protestar, era el momento perfecto
para ir a la cocina e intentar rapiñar lo que encontraran.

Bajaron a la cocina y Ana ya estaba preparando comida. Esa mujer no


se cansaba de nada, y parecía que atender a su hija embarazada era
un nuevo pasatiempo.

- Buenos días muchachos. ¿Durmieron bien? - Ana saludó


alegremente.

- Buenos días mamá, yo dormí bien, David parecía pensar en el


futuro. - Ambas sonríen.

- Ahh, de seguro fue porque roncaste. ¡Pobre muchacho!

- ¡Mamá! Yo no ronco.

Ver aquella interacción tan divertida de mañana, era un bálsamo para


el cansancio. Le agradaba demasiado tener la casa llena de gente,
habían pasado algunos cientos de años antes de que sucediera de
nuevo.

- Por cierto, ¿qué cocinas? Morimos de hambre.

- Puse a cocer caldo de pollo y estoy por preparar arroz para


acompañarlo.
250
- Suena delicioso, ¿con qué te ayudo?

- Con nada, ya está todo casi listo, nada más esperar a que
termine.

Permanecieron esperando a que estuviera todo listo, David mientras


subió a tomar un rápido baño en la ducha. Ellas continuaron charlando
y bromeando. Media hora después, el desayuno estuvo listo y,
minutos después, ya estaban devorando los primeros dos platos
servidos. Ana disfrutaba tanto de verlos comer, que simplemente
sonreía mientras ellos disfrutaban su comida.

Ambos tomaron un abrigo ligero y salieron al jardín a pasear


lentamente, Ana permaneció en la cocina, esperando a que los demás
bajaran a desayunar.

David y Noé disfrutaban tanto de su compañía, que podía verse a


kilómetros su satisfacción. Caminaban sintiendo la frescura y
humedad del pasto bajo sus pantuflas, el cabello de David comenzaba
a secarse y parecía más rubio conforme los rayos del sol se colocaban
sobre sus mechones. Mientras que el cabello de Noé se veía
enrojecido a la luz del sol. Eso a David le encantaba, sumado a las
pequeñas pecas que aparecían luego de pasar un rato al sol del
mediodía, él a menudo pensaba que ella era como un sistema métrico
para la intensidad solar, debido a que una vez que se desvanecía el
enrojecimiento por asolearse, esos pequeños puntos comenzaban a
aparecer.

Ésta mañana, con la luz aún recién salida y el frío aire entre árboles y
plantas, hacían que su piel se viera tan blanca y pálida, que esas pecas
parecían verdaderos lunares. David no podía quitar su mirada de ella,
la veía disfrutar de cada detalle con tanta pasión, que la energía se le
iba. Se comenzaba a preguntar cómo había llegado a merecer este
presente.

251
Entraron a la casa después de permanecer varias horas a la
intemperie, Noé ya se lograba cansar cada vez más pronto, así que
decidieron regresar para descansar, sin embargo ella subió a la
habitación y volvió a dormir sobre la cama. David ajustó las cortinas y
se acurrucó junto a ella para dormir también.

Ana responde la llamada que ahora sonaba en el teléfono fijo, se


trataba del doctor de Noé, anunciando que la fecha para su parto por
cesárea ya estaba programado y le dio la fecha confirmar en cuanto
se pudiera. Todos estaban demasiado emocionados con la noticia, la
fecha para conocer a los pequeños estaba cada vez más cercana. Sería
en dos meses, el hospital donde sería atendida la recibiría cualquier
día en ese lapso de tiempo.

Era casi medio día cuando los dos se fueron a dormir, y era media
tarde cuando nuevamente bajaron con el mismo ritual: comer algo y
salir al jardín. A su regreso les dieron la noticia de la llamada del
médico, ambos estaban contentos y David rápidamente fue a llamar
al doctor para confirmar la decisión.

Los días transcurrían tan rápidamente, que antes de darse cuenta ya


había pasado un mes entero, Ana los consentía con comida y
ocurrencias, mientras los hermanos de Noé pasaban el rato
jugándoles bromas. Todos por igual celebraban cada vez que veían el
vientre de Noé agitarse con el movimiento de los bebés. Llegaron
incluso a tomarle vídeo.

Pero quien verdaderamente la pasaba genial, era el pequeño gato que


Noé había adoptado, Ana se había asegurado de llevarlo a que se le
aplicaran todas las vacunas existentes para asegurar el bienestar de
Noé, el minino pasaba sus días dormido en el regazo de su dueña. Pero
cuando todos llegaban en estampida a celebrar el movimiento de los
bebés, él saltaba y se escondía a continuar durmiendo.

252
A medio mes del octavo mes de gestación Noé comenzó a
experimentar dolores más recurrentes. En ese momento comenzaron
las apuestas por la fecha de nacimiento de los bebés.

Era el día primero de noviembre cuando llevaron a Noé al hospital, la


mañana había transcurrido como normalmente lo hacía, ella comenzó
a tener dolores más fuertes después del anochecer, a pesar de haber
recibido indicaciones de reposo y dieta, era demasiado evidente que
no podrían permanecer más tiempo. Rápidamente fue llevada en el
auto deportivo, para evitar le incomodidades del trayecto, los demás
fueron llevados en el elegante Lincoln.

Noé fue recibida por el personal de enfermería y llevada rápidamente


a una habitación, donde se le tomaron signos y se le administraron los
medicamentos para la operación. Eran cerca de las diez de la noche.

David no paraba de dar vueltas caminando y de contar los minutos.


Los medicamentos tardarían casi una hora en hacerle efecto
completamente.

A las once de la noche aparecieron las enfermeras y comenzaron a


prepararla, primero la extraña bata de papel lavable que usaban,
luego le ajustaron el suelo intravenoso, al que pusieron un
medicamento, luego peinaron su cabello y le colocaron un gorrito del
mismo material y, finamente se la llevaron.

El médico que realizaría la operación se acercó a David, le pidió en voz


baja que lo acompañará, entraron a un cuarto de limpieza muy
pequeño donde le pidió lavarse las manos y brazos con agua caliente
y un cepillo.

Luego lo ayudó poniéndole un par de guantes de látex, una bata como


la que él usaba, un pantalón y protector en los zapatos. Luego le puso
una mascarilla y un gorrito, él se sentía como alguien a punto de entrar
a una zona infectada de algún virus o bacteria.

253
Fue llevado a la sala de quirófano, donde Noé estaba siendo
preparada para la operación, ya habían inyectado la epidural en su
columna, ahora solo bastaba terminar de limpiar su vientre.

David se acercó a ella y acarició su rostro, ella estaba completamente


dormida, se aseguró de que no sintiera ningún dolor.

El doctor apareció, junto a los especialistas que asistirán en casi de


emergencia. Eran las doce de la noche del día dos de noviembre
cuando comenzaron.

Afuera de la sala, estaban todos sentados y dando vueltas, esperando


a que se anunciara el nacimiento, Ana había decidido ir a la capilla del
hospital, junto a Víctor y Miguel, se encontraban muy nerviosos y
acudieron a ofrecer una oración por la salud y buena recuperación de
todos los que estaban siendo atendidos. Ana consideraba demasiado
egoísta hacer esa petición solamente por su hija. Los tres oraban en
silencio.

Ambos regresaban a la habitación de Noé, cuando una enfermera les


anunció que en breves minutos la traerían por fin, Ana corrió por el
pasillo y entró en el cuarto, los tres que se quedaron le anunciaron
que ya había nacido los bebés, aparentemente gemelos y,
efectivamente como ella predijo, era niño y niña.

La llevaron al cuarto alrededor de las tres de la mañana, la habían


dejado un momento para estabilizarse, luego la trajeron.

Noé permanecía dormida, mientras David la acompañaba al lado de la


camilla. Algunos minutos después, una camilla especial para bebés fue
llevada y colocada dentro de la habitación, ahí se encontraban los
gemelos dormidos y calentitos, esperando a que su madre despertara.

Todos los miraban en silencio y presas de un sentimiento de amor y


felicidad que difícilmente podrían explicar. David no paraba de
acariciar el rostro de Noé, él no permanecería tranquilo sino hasta que
ella despertara.

254
Desafortunadamente para él, Noé se despertó hasta la mañana, casi
al medio día.

Verla abrir nuevamente sus ojos fue la experiencia más liberadora que
había experimentado, él la acunó entre sus brazos y la mecía en su
abrazo.

Luego Ana le pidió un espacio mientras ella acomodaba a la niña en su


brazo izquierdo y Luz acomodaba al niño en su brazo derecho.

Noé lloraba al ver por fin los rostros de sus niños, tenían demasiado
pelo, justo como ella, pero viendo detenidamente eran rubios como
él.

Ambos bebés demostraron ser demasiado buenos comiendo, pero


mientras Noé estuviera eliminando anestesias, no podría
alimentarlos.

Pasaron tres días hasta que pudo darles alimento y, a pesar de ser una
experiencia extraña, sentía como si una pequeña porción de ella
viajara y se asentara en sus pequeños.

David estuvo ocupado haciendo los trámites y el papeleo acompañado


de Ana, mientras los demás prácticamente flotaban viendo y adulando
a los recién nacidos. A la tarde del tercer día fueron llevados de
regreso a la casa.

Vaya sorpresa se llevaron todos cuando al entrar notaron a Fausto y


Sofía adornando aún con globos y decoraciones. Al parecer se
retrasaron y apenas estaban con ellos.

255
Capítulo 42.

La casa estaba a punto de parecer un enorme mercado, de no haber


sido por la necesidad de silencio y tranquilidad que se necesitaba para
los recién llegados. Noé los miraba festejar en el mayor silencio que
sus emociones les permitían. Luego de un rato, ella es llevada a la
habitación principal para descansar y seguir durmiendo a los gemelos.

David la llevaba en sus brazos, mientras Luis y Luz llevaban cada uno
a un bebé. Dentro de la habitación ya estaba instalada una enorme
cuna mecedora, ella estaba segura de que su intentaba meterse ahí
bien podría caber sin esfuerzo. Ahí dentro el ruido de los festejos era
mínimo, si no inexistente.

Los bebés fueron colocados cuidadosamente en su enorme cuna,


mientras Noé era acomodada en la cama, ya a punto de caer dormida.
Los hermanos de ella salen silenciosamente, dejando a los recién
estrenados padres a solas.

Había pasado un tiempo desde que permanecían completamente


aislados, por lo que se mantuvieron abrazados, sosteniéndose firme y
cariñosamente.

Un par de horas más tarde, aparece David por las escaleras, Fausto y
Sofía hacía rato se habían despedido, dejando unas cajitas adornadas
tiernamente con obsequios para los bebés. Ana los toma y sube a la
habitación, observa que los pequeños se remueven, estaban a punto
de despertar y pedir más alimento.

Deja los regalos en silencio sobre un mueble y se acerca para mover a


Noé con sumo cuidado, se acerca a la cuna y lleva primero a uno luego
al otro, para acomodarlos en los brazos de Noé y supervisar la
alimentación de los dos. Para después regresarlos a su lugar inicial.

256
Ana regresa a la sala, asegurándose de encender bien el monitor de
los bebés y llevando consigo la pantalla para observarlos dormir. Le
entrega el monitor a David y se retira a descansar, sin duda apenas
habían llegado y ella ya se comenzaba a cansar, sin embargo su
emoción la mantenía activa y alerta. Ahora sólo necesitaba descansar.

Estaban viendo una serie policíaca de comedia, David sin embargo


fingía verla, en realidad observaba a sus tres tesoros dormir. Tan solo
tardó un momento en mirar la pantalla de televisión para entender un
chiste particularmente gracioso, y al volver la mirada al monitor siente
que su corazón dejó de latir.

Se levantó tan rápido que a punto estuvo de caerse de cara al piso,


llevaba tanta prisa que resbalaba con sus propias piernas.

Justo sobre la cuna, mirando fijamente a los bebés, se encontraban


tres criaturas negras. Los hermanos de Noé miraron la pantalla y no
pudieron verlos, algo debió asustarlo. Así que fueron tras él.

Al llegar a la habitación, David ya llevaba su espada en la mano, aún


era extraño convocar la de donde quiera que estuviera y que de
pronto apareciera entre sus dedos. Avanzó amenazante hacia los
esbirros, que no hacían más que mirar a los críos, uno de ellos alargó
un huesudo brazo, intentando tocarlos.

Aquello le hizo merecedor de perderlo de tajo. Los tres bichos saltaron


hacia atrás, mostrando sus pequeños dientes, le lanzaron un sonido
serpentino y huyeron a través de la ventana. David se acercó a la cuna,
para verificar que todo estuviera en orden.

Luego miró a Noé, quien comenzaba a despertarse. Los hermanos


apenas llegaban a la puerta y observaban detenidamente la escena.
No se veía nada extraño, pero David miraba por la ventana.

- ¿Qué ocurrió? Nos sacaste un buen susto.

257
- Nada al parecer, creí haber visto algo en los vidrios, pero no
había nada, regresen a la sala, veré que todo siga tranquilo,
quizás me quede aquí.

Noé de inmediato se despertó, completamente alerta ante las


palabras de su esposo. Se incorporó y espero a que él le dijera lo que
sucedía.

- Estaba mirando el monitor y de pronto habían tres esbirros


negros mirando a los niños. Vine tan pronto como mis piernas
me lo permitieron.

Noé salta de la cama y se acerca a la cuna, una extraña sensación la


invadió, le llamaba a realizar un ligero cambio en su vista, al
entenderlo su visión cambió, podía ver cómo delgados hilos de magia
brotaban, se mezclaban y fluían entre los dos pequeños. Habían sido
creados con poderes, pero una ligera mancha negra parecía robar esa
interacción de magia. Noé lo toma, entre sus dedos se sentía como
algodón de azúcar, suave y pegajoso.

Ella lo estruja en su mano y éste se disuelve en el aire, tendría que


ingeniárselas para mantener un escudo protector en los pequeños, de
lo contrario esos indeseables estarían acechándolos.

- David, necesito que me des parte de tu poder, haré una


protección para los niños, me aseguraré de que ese escudo se
active y los repele. Nadie les hará daño.

258
David accede y Noé saca de su escondite la pequeña bolsita de cuero
con ceniza y el alfiler.

Sé acerca a David y le pide pincharse el dedo, David coloca una gran


cantidad de sangre en la palma de su mano, Noé hace lo mismo, luego
se dirige a la cuna donde yacían sus pequeños descansando, inocentes
y frágiles.

Ella convoca su burbuja desde la mano que contiene la sangre de


ambos. Esta vez, en lugar de aparecer en su color azul, apareció de
color rojo. La burbuja palpitaba con su mortal poder, sólo bastaba
esperar que su plan funcionara y por sí sólo evitará y repelerá a esas
criaturas indeseables.

Noé durmió muy poco después de ese encuentro, David intentó de


muchas formas hacerla descansar, ella miraba fijamente hacia la cuna,
llena de miedo e ira.

Pero, apenas despuntó el día, ella cayó dormida profundamente. Ana


no hizo preguntas, simplemente acomodaba a su hija de manera que
los bebés pudieran comer y estuvo a su lado el día completo.

En la sala todo era un caos, había empaques y cajas de comida que


pidieron durante sólo un día apenas. La regañina que Ana les dio a
todos fue legendaria.

Eso bastó para que todos comenzaran a limpiar y a dejar ordenado


todo. Algunos protestaron, pues David argumentó que contrataría
personal de limpieza. A lo que Ana respondió.

- Debes dejar de gastar dinero en cosas innecesarias, después


de todo si eres capaz de tirar una envoltura al piso también
eres capaz de levantar la y llevarla al bote.

259
Se acabaron los argumentos. Desde ese día todos procuraban dejar
todo tan limpio como estaba en un inicio, pues si bien la presencia de
Ana se debía a que Noé la necesitaba durante la cuarentena de su
operación, Ana los aguijoneaba constantemente sobre pasarla viendo
televisión y comiendo, a veces parecía una madre implacable, pero a
David le constaba que era la madre más amorosa que conocía. Sin
duda sería la mejor abuela del siglo.

Para cuando pasó una semana, Noé ya podía bajar andando sola a la
sala, se había comprado una tierna cuna portátil donde poner a los
gemelos mientras todos permanecían en la sala. Con cada día
transcurrido los dos pequeños pasaban más tiempo despiertos. Lo
cual todos agradecieron, pues disfrutaban particularmente
demasiado cuando podían hacerlos reír.

La casa se llenaba de las risas de dos pequeños, seguidas de las de sus


orgullosos tíos, quienes no pararon de divertirse hasta que
nuevamente cayeron dormidos. Noé moría de ternura cada vez que
sus hermanas protestaban por la hora de su comida, así que tuvieron
que idear horarios para alimentarlos por separado, sin embargo no
funcionó el plan, ya que ambos estallaron en llanto por hambre al
mismo tiempo.

Esa fue suficiente coalición para dejar de protestar.

Los días pasaban como un rápido borrón de eventos para recordar, así
como una gran fila de fotografías que en conjunto acordaron imprimir.

Ambos padres vivían completamente dedicados al cuidado de los


pequeños. David se daba cuenta muy vagamente que de que había
algo enterrado muy profundamente en su mente que debía planear,
luego al escuchar las bromas de sus hermanos al respecto lo recordó
y le cayó como un gran balde de agua fría.

El cumpleaños de Noé.

260
Ella parecía haberlo olvidado y vivía cómodamente con ello. Entonces,
y sin decirle nada a nadie, él comenzó a planificar una gran fiesta.

Noé notó una particular coraza en la mente de David, podía darse


cuenta de que intentaba desesperadamente ocultarle algo, incluso
cuando él salía de casa y pasaba algunas horas sin volver, ella comenzó
a imaginar situaciones que no deseaba.

Comenzó a mantenerse alejada de la sala cuando él llegaba, sentir


nuevamente que todo en su relación cambiaría, la dejaba herida y
vulnerable. Con sus emociones tan revueltas como sus hormonas,
sentía que la base donde la que se apoyaba se sentía hundirse como
arena movediza.

David notaba su molestia, sabía cómo debía estarse sintiendo, sin


embargo se preguntaba cómo había ignorado por completo sus actos
fuera, cuando anteriormente sólo le bastaba intentar saberlo y se
enteraba de todo. Hasta que un día, en compañía de Fausto estaban
intentando contactar con una banda muy famosa, él lo miraba
extrañado.

- ¿Cómo hiciste para mantener ese escudo en tu cabeza?

- ¿Qué escudo?

- El que tienes rodeando tu cabeza de papa.

David no lograba entender a lo que se refería. Hasta que Fausto le


mostró lo que veía con la cámara de su teléfono. Entonces lo vio,
parecía un extraño artefacto alrededor de su cabeza que giraba y
brillaba. También se dio cuenta de la causa de que Noé estuviera tan
mal anímicamente.

261
- Así que de esto se trata. ¿Qué es? ¿Otra habilidad que de
pronto aparece? Esto me irrita bastante. Creí que Noé estaba
pasando por otra etapa hormonal, pero se trataba de que me
vio sospechoso y no pudo saber lo que estaba haciendo.

- Considero que deberías acudir de inmediato con ella y


explicarle. Me temo que la sorpresa deberá esperar.

David entra apresuradamente en la sala, preguntando por Noé, y la


observa a través de la gran ventana en el jardín, sola mientras sus
hermanos juegan y cuidan a los gemelos. Se acerca lentamente a ella
y toma asiento a su lado.

Ella lanza un resoplido, era evidente que estaba muy molesta. Él


necesitaba una forma muy sutil de tocar el tema.

- Hoy me di cuenta de que ha aparecido un nuevo poder, yo no


lo había notado, ahora me doy cuenta de que estuvo
molestándote mucho. He estado afuera con Fausto,
estábamos planeando una fiesta sorpresa para ti, tu
cumpleaños está a la vuelta y deseaba festejar contigo.
Mírame bien, notarás lo que te digo.

Noé lo miró con una mueca molesta. Quizás había estado tan molesta
que no lo había notado, había una delgada banda girando a la altura
de su frente, era de color metálico. David intentó alejarlo y logró
hacerlo desaparecer. Entonces ella pudo acceder a sus pensamientos
y supo que lo que decía era verdad.

Su expresión cambió radicalmente cuando vio que realmente estuvo


con Fausto y que planeaban la fiesta, tenía incluso reservado un gran
bar en el centro de la ciudad y la gran banda casi contratada.

262
Era una de las pocas veces en su vida que se sentía torpe, por haberse
equivocado.

263
Capítulo 43.

Noé pasó varios días sin bajar a la sala, todos comenzaban a pensar
que estaría enferma, era su vanidad la que estaba herida, no era fácil
para ella admitir que se había equivocado, el fracaso en cualquiera de
sus versiones era algo que no sabía manejar. De igual manera le había
pedido a David que le diera un poco de espacio, mirarlo después de
todo lo que se había imaginado le producía ganas de llorar.

Después del cuarto día, ella por sí sola bajó a la sala y la convivencia
continuó como siempre. Llevaba casi un mes desde el nacimiento de
los gemelos y ella se estaba recuperando maravillosamente. Le pidió
a David que fueran de cita a algún café en el centro de la ciudad, él
accedió con una sonrisa enorme.

Ambos se prepararon para salir, eran las cuatro y media de la tarde y


ambos estaban ansiosos por irse. David la llevó al auto deportivo, la
ayudó a sentarse y a ponerse el cinturón, ella disfrutaba mucho de sus
atenciones, era evidente todo el cariño que se tenían.

Dejaron el auto en un estacionamiento y fueron caminando por las


concurridas calles del centro histórico, para no ser fin de semana
estaba bastante lleno de gente. Pero esta vez ella no permitió que su
miedo a las grandes concentraciones de personas les arruinara el
momento que estaban construyendo.

Llegaron a un bonito y romántico café, dentro parecía no estar


demasiado ocupado, así que el resto fue demasiado tranquilo. Se
escuchaba una suave melodía de bossa-nova y suaves pláticas de la
poca gente que ocupaba las mesas.

Les acercaron un menú e hicieron su pedido.

- Estos días recluida en la habitación, ¿te has sentido bien?

264
- Si, lamento asustarlos, necesitaba pensar muchas cosas y
asimilar otras. En general me ayuda mucho permanecer sola
para mis procesos.

- Ya lo veo, aún estamos aprendiendo de nosotros, no temas


decir lo que sientes, no me permitiré reaccionar como crees.
Sólo deseo que seas feliz, yo lo soy y mucho, tenerte a mi lado
ha sido por mucho una de las mejores cosas que me han
pasado, ahora te tengo y a los gemelos, créeme nunca haría
nada que pusiera en peligro lo que tenemos.

- Lo sé, créeme que me reprendí muchísimo por pensar eso de


ti, me volví muy insegura y tengo que superar esos males, sólo
creí que podía hacerlo por mi cuenta.

Las bebidas fueron puestas en la mesita, así como una cesta con piezas
de pan en miniatura. Continuaron charlando y dejándose relajar. Un
violinista entró al lugar y pasaba por las mesas tocando una melodía
suave y triste, logrando que el ambiente se volviera más silencioso.

David tenía su mano tomada y no la soltaría, la miraba intensamente,


él amaba a sus hijos pero desde hacía varios meses no había podido
estar a solas con ella ni tener un momento íntimo. Él había preparado
una lujosa habitación en un hotel en la avenida principal de la ciudad,
esta se encontraba en el último piso alquilable, tendría la mejor vista
de la ciudad.

Noé aceptó que fueran y durmieran solos ahí, llegaron y fueron


recibidos con una elegante copa de flauta con champaña y llevados
por un elevador hasta el último piso, entraron en una enorme
habitación con la vista más increíble a la ciudad aún activa.

David solicitó algunos bocadillos y una botella de champaña que


estaban bebiendo, mientras miraban juntos por la enorme ventana.

265
Noé se acercó a David y se recostó en su pecho, él pasaba un brazo
por sus hombros y justo en ese momento el botones del hotel llegó
con su pedido.

Fue despachado y se le solicitó que nadie los molestara.

Quedaron nuevamente solos y comenzaron a disfrutar de su pequeño


banquete.

Noé iba por la tercera copa del vino, cuando lo miró celosamente.

- Esta ocasión no pretendas que nuevamente yo tome la


iniciativa, si no lo haces tú, yo no moveré un solo dedo.

David la miró con una expresión fingida de sorpresa, lo que la hizo reír
pero mantuvo su postura. Él sabía lo que ella insinuaba, entendía lo
que ella deseaba y había estado preparado para ello.

Él permitió que la situación fuera más y más liviana a causa del


champaña, para comenzar a llevar a cabo su plan.

Él se acercó a la enorme ventana y se aseguró de que entrará


suficiente luz de afuera, la cual por la altura no era demasiada, apenas
suficiente para vislumbrar dentro. Luego se adentra en el baño y
comenzó a llenar de agua cálida la enorme tina, la cual tenía justo
enfrente otra enorme ventana para disfrutar de la vista, dentro
encontró una caja con varias velas aromáticas, las tomó y encendió,
colocándolas por la habitación.

Él regresó y la encontró justo como se había quedado, sonriendo


ampliamente ya con las burbujas del vino demasiado evidentes.

Tomó su asiento junto a ella y terminaron de ingerir la costosa botella.


Noé estaba notablemente ebria, sonreía y le jugaba bromas, él la llevó

266
casi en vilo hasta el baño, el cual estaba lleno del vapor y la luz de las
velas.

Él la ayuda a quitarse la ropa para introducirse en la cálida agua.


Seguida por él, quien la sujetaba desde atrás y le mojaba
tranquilamente el cabello. Noé sonreía, ahora más despabilada, se
permitía disfrutar de sus atenciones.

David disfrutaba por su parte de los suaves sonidos que ella emitía
conforme le dejaba caer pequeños chorros de agua sobre el cabello.
Él nota a su lado derecho una serie de botellitas, todas acomodadas
de manera ordenada, estas contenían distintos activos para la tina,
desde burbujas y sales, hasta fluidos para elevar la libido, él toma la
de burbujas y la derrama lentamente, activándose casi de inmediato.

Él optó por elevar un poco la apuesta, no sentía que lo necesitara,


pues estaba demasiado hambriento por ella, pero sabía que podría
suceder algo interesante, así que tomó la última botella y al abrirla un
profundo aroma a vainilla lo asaltó, dejándole una extraña sensación.

Él derrama suavemente el líquido, llenando la habitación del íntimo


olor.

A los pocos segundos el agua tenía una consistencia más ligera y un


poco viscosa, lo cual hacía que el tacto con la piel fuera demasiado
suave y dejara las terminaciones nerviosas muy sensibles.

Sus manos fueron al cuerpo de ella, las pasaba perezosamente por


entre su espalda, piernas, estómago y, finalmente, sus pechos.

Sus respiraciones se hacían cada vez más rápidas y cortas, Noé


comenzaba a removerse un poco, parecía estar bajo los efectos de esa
botella, lo cual hizo que él estuviera más ansioso por ella.

Hasta que no pudo soportarlo más.

267
Sus labios fueron a besar su cuello y morder suavemente el espacio
entre su cuello y su oreja, aquello hizo que ella respirara más
pesadamente.

Él salió de la tina y la llevó a la cama, apenas soportó que ella insistiera


en secarse el agua, la miraba pasar la toalla por su cuerpo y estaba a
punto de quitársela para secarla usando su lengua. Aquel
pensamiento lo sorprendió, él jamás se permitiría perder el control,
pero justo ahora ese autocontrol pendía de un delgado hilo.

Noé terminó y caminó de espaldas a la cama, él acudía a ella como un


bobo, la vio sentarse y arrastrarse hasta el centro, donde se recostó y
simplemente esperó.

Él caminaba lentamente, notando su mirada recorrer su cuerpo.


Finalmente llegó hasta ella y ese delgado hilo se rompió.

Eran cerca de las cinco de la mañana cuando apenas se habían


quedado dormidos. Los dos estaban tan hambrientos que hicieron el
amor incontables veces, Noé había comenzado un tratamiento
anticonceptivo previamente, al inicio era para estabilizar sus niveles
hormonales, lo cual los salvó apenas de un nuevo embarazo.

Ella despertó lentamente y descubrió a David mirándola dormir,


comenzó a recordar la noche y un agresivo rubor subió por su cara,
marcando desde su frente hasta sus hombros, David encontró aquello
tan encantador que sonrió abiertamente mientras ella ocultaba su
rostro.

En ese momento tocaron a la puerta, ella no había notado que él


estaba vestido, así que él se incorporó y le arrojó un cobertor encima,
fue a la puerta y recibió el abundante desayuno que solicitó.

Ella esperó a que se cerrara de nuevo la puerta para asomarse y saber,


primero, la hora que era, después averiguar si era desayuno o comida.

268
David llevó el carrito hasta donde estaba ella y, cuando ella se asomó,
vislumbra todo un festín, había desde postres hasta un enorme pollo
relleno asado, verduras horneadas, huevos preparados y bebidas.

Ella saltó sin importar que siguiera desnuda y comenzó a llenar un


plato con todo lo que veía. Se sentó con las piernas cruzadas y
comenzó a devorar todo lo que había servido.

David seguía sin entender cómo todo lo que ella hacía le parecía tan
encantador y tierno.

Ambos terminaron casi con todo en el carrito, quedando llenos tirados


sobre la cama, se frotaba la barriga llena.

Luego de darse una rápida y necesaria ducha, juntos, ambos salieron


del hotel, eran casi las tres de la tarde.

Antes de tomar rumbo a la casa, David pasa por un autoservicio de


una cafetería, pide cafés fríos y una caja de galletas, luego pasea con
ella por las principales avenidas, yendo despacio y con los vidrios
abajo.

Era demasiado obvio cuando, al pasar, la mayoría de la gente miraba


su auto, se trataba de un BMW z4 rojo cereza.

Noé amaba el auto simplemente por el color, ella se veía alegre y sexy
en el auto.

Pensó seriamente en comprar el descapotable, ella sin duda lucirá


increíble en él.

Pasaron unas horas más paseando, cuando llegaron a una zona donde
varias tiendas se alineaban a los lado, donde se vendían productos
como los que ella tenía en el piso, bajaron para adentrarse y averiguar
cómo era la experiencia de compra que la gente buscaba. Sin duda
todo era de buen gusto pero sobrio, el piso de Noé estaba lleno con
productos categorizados y muebles donde los compradores podían

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sentarse a disfrutar de una bebida, misma que se ofrecía dependiendo
del monto de su compra y era gratis.

Noé salió de esas tiendas con nuevas ideas, sobre todo de los
productos más vendidos.

270
Capítulo 44.

Al llegar a casa fueron asaltados por los hermanos de Noé, quienes


prácticamente arrojaron a los gemelos a los brazos de sus padres,
estaban exhaustos, no pudieron evitar soltar risas burlonas ya que
habían estado tan entusiasmados por cuidar a sus sobrinos, que
creyeron que sería como siempre, pero olvidaban que el agotamiento
de Noé no se debía a la recuperación, sino a una sutil suma de todo.
Ambos regresaron frescos y satisfechos, por lo que cuidar de sus
pequeños fue tan maravilloso como en un inicio, ahora entendían que
debían tomar turnos para que alguno descansara.

Noé llevaba al pequeño mientras tomaba su teléfono y llamaba al


taller del laboratorio para hacerles saber su pequeña investigación de
mercado. David paseaba por el jardín con la pequeña mientras
recordaba y fijaba en su mente las maravillosas horas que pasó con su
esposa, no notó cuando la niña se quedó dormida, entonces volvió
adentro y subió a la alcoba, puso a la bebé en su enorme cuna y
observó por la ventana mientras esperaba un tiempo a solas. Examinó
el escudo que Noé colocó en los pequeños y se encontraba intacto,
eso significaba que todo había estado tranquilo.

Luego él se quedó dormido, con el cuerpo apoyado en la cuna.

Noé subió y encontró la escena tan encantadora que sacó una foto
con su teléfono, acomodó al pequeño junto a su hermana y ayudó a
David a acostarse en la cama, él también parecía cansado. Al voltear a
la cuna presenció algo que le dejaría sin aliento, los gemelos dormían
tomados de la mano, sus pequeños puños estaban firmemente
sujetos. También tomó una bellísima foto.

Ella permaneció en su pequeño escritorio anotando cosas en sus


agendas mientras escribía en un chat con los químicos del taller, todo
parecía que funcionaba magníficamente.

271
De pronto sintió unas fuertes manos sobre su cuello y espalda, ella
disfrutaba mucho ser masajeada de aquella forma, todo el estrés
acumulado en sus músculos se esfumaba, ella voltea en su pequeña
silla sin respaldo y lo observa sonreír, con marcas de la cama aún en
un lado del rostro.

- Quería decirte algo.

Él asiente, esperando aún problema más, ella sonríe con coquetería.

- Las cosas que me hiciste anoche, no sabía que podías


hacerlas, digo fue maravilloso, pero también fue muy
malévolo.

Él dejó salir una risa avergonzada, él también podía sonrojarse, ella


anotaría eso para las próximas veces que quisiera hacerlo enrojecer.

- Bueno, no eres la única que sabe leer los pensamientos, no


exactamente igual pero también sé averiguar lo que quieres.

David comenzó a pasar sus manos y pulgares de forma sensual por sus
brazos, cuello y poco a poco iban bajando. Noé se levanta de pronto y
lo interrumpe.

- ¡Ahora no! Podrían escucharnos.

272
- Descuida, tus hermanos deben haberse ido a dormir, y tu
madre, ella debe estar ocupada con Víctor, no la vi al llegar.

Él comenzaba a poner esa mirada que anunciaba un desenfreno igual


al de anoche, mientras sonreía de lado.

Noé volteó el resto de su cuerpo, para verlo completamente. Él apoyó


sus brazos en el escritorio detrás de ella, dejándola atrapada,
comenzó a olisquear su cuello y su cabello, ella cerró los ojos y echó
la cabeza hacia atrás.

En ese momento los gemelos se despertaron y comenzaron a llorar.


David dejó caer la cabeza y se lamentó profundamente, entonces
sonrió y caminó hacia la cuna, Noé lo miraba con una risa irónica y
también fue a la cuna, los dos pequeños estaban ansiosos por
atención, ya que era obvio que no tenían hambre.

Bajaron a la sala y los pusieron en la cuna, mientras David ponía


música para bebés en la enorme televisión y jugaba con ellos, Noé iba
a la cocina por bocadillos y bebidas. Los bebés aún eran pequeños
para cualquier alimento que no fuera leche materna.

- Entonces, ¿cómo va mi sorpresa de cumpleaños? –


preguntaba mientras comía un palito de queso y sonreía a
David.

- Bueno, debido a que tuve que decirte dejó de ser sorpresa,


pero el plan va bien, ya tengo reservado el lugar y a la banda
que va a tocar. ¿Te gustaría agregar algo?

- Sí, quiero que se sirvan sólo mojitos.

- Muy bien, mojitos serán.

273
Permanecieron charlando y haciendo reír a los bebés, cuando en la
puerta aparece Ana y les toma varias fotos mientras los observa. Entra
sonriendo también.

- Tendrán demasiados buenos recuerdos, ojalá se puedan


conservar. ¿Cómo la pasaron anoche?

- Fue bastante bueno.

Ambos se encontraban demasiado nerviosos por agregar algo más, sin


duda fue una de sus mejores noches.

- No sientan pena, es normal y comprensible que sientan eso


que sienten ahora, me alegra mucho que ustedes tengan esta
vida, muchas mujeres en general no la tenemos.

- Lo sé mamá, créeme que la vida nos obsequia momentos y


personas valiosas desde hace mucho, sólo resta disfrutar y
agradecer.

- Ana, tu hija tiene razón, es momento de olvidar lo malo y lo


que costó dejarlo, ahora disfrutemos de nuestros obsequios.
Míralos, ¿te imaginaste tener estos dos nietos gorditos?

- Lo sé, son preciosos, no cambiaría nada de la vida si eso


significaba llegar hasta aquí, salvo un detalle solamente.
Alguien que merecía toda la vida que tenía por delante.

- Ella lo eligió, lo sé bien, ella se convirtió en un guardián de la


familia, ella nos cuida a todos, tomó su camino y lo que mejor
sabía hacer. Ahora se encuentra justo a tu lado.

274
Ana se queda sin habla, parecía no haber visto a su hija en años,
parecía haber olvidado que su hija podía percibirlo todo. Esa hija
ahora le daba un vistazo de lo que era capaz de ver.

Noé la miraba con los ojos anegados en lágrimas, Flor estaba con su
delgada mano sobre el hombro de su madre, la miró directamente y
le dio una suave señal, era hora de hablar con su madre.

Bastó un solo pensamiento de Noé y una burbuja salió de su mano


para cubrir a Flor y hacerla corpórea. Ana la miró fijamente antes de
lamentarse fuertemente.

Flor pasó su pequeña mano por su rostro, limpiando sus lágrimas, ella
sonreía beatíficamente, ayudando a su madre a obtener fuerza y
tranquilidad.

- ¡Mi niña, mi pequeña niña! No sabes cuánto siento no haber


sido fuerte por ti, por todos ustedes, tuviste que salvarnos a
todos.

- Mami no te sientas así, Noé y yo siempre hemos podido ver lo


que nos hacían, yo decidí usar mi vida como escudo, Noé tenía
que pelear una batalla más larga, era lo que me tocaba hacer.

Ana apenas se sostenía, cayó al piso de rodillas y Noé fue a abrazarla,


David había desaparecido escaleras arriba con los bebés.

Las tres permanecieron juntas y hablaban, las horas pasaban, cuando


los demás hermanos aparecieron y vieron todo. Ninguno sabía hasta
el momento nada del asunto, casi se desmayan.

Ana pasó las siguientes horas explicándoles lo que sucedía. Dando


tantos detalles como pudo. Luego fue el turno de Noé, quien se
acompañó de sus habilidades para demostrar. Al final, Flor les dio su

275
versión. Todos lloraban y se lamentaban también, pero era algo
inevitable, tenía que suceder de ese modo.

Luego, cuando todos se tranquilizaron, Noé contó la versión que


correspondía a David, Fausto y Sofía, quienes tampoco eran simples.
Cuando terminó, David iba bajando las escaleras con sus dos
pequeños, Ana tomó al niño y Noé a la niña, él se quedó de pie,
mirando a sus cuñados, quienes parecían apenas haberlo conocido.
Luis se acercó primero a él y lo abrazó, admitiendo por primera vez a
alguien que cruzó un mar de tiempo para estar con su hermana.

Luego la miró a ella, a su hermana pequeña, quien tomó esas


increíbles decisiones y permitió que le sucedieran esas cosas horribles,
para convertirse en la mujer que salvaría a la humanidad de su propia
autodestrucción.

La miró largo rato, luego tomó su mano, la que usualmente pinchaba


con ése viejo alfiler. Suaves lágrimas salieron de su atormentada y
dura mirada, luego, lentamente se acercó y la acogió entre sus brazos,
como si nunca en la vida la hubiera visto.

Noé no sabía que obtendría esta reacción de su hermano, el que


siempre la cuidaba, creyendo que era demasiado frágil, pero ahora
estaba viendo a su tierno hermano, el que jamás tuvo la oportunidad
de aprender a dejar salir sus emociones, el que más había sufrido en
manos de su padre. El que más lo necesitaba, pero sabiendo que el
hombre era inútil en temas de paternidad.

Noé lo abrazó, sabiendo y teniendo presente esa diferencia, ella creció


aprendiendo de alguien más la fuerza, fortaleza y herramientas para
salir de ese caparazón, pero él no, tendría que intentar mostrarle.

Algo dentro de ella comenzó a brillar, se rompió como un vasito de


cristal que deja salir su contenido por fin, esa luz brillante y cálida
despertó por la necesidad de Luis, y ahora respondía a él.

276
Todos vieron ese destello incendiar el cuerpo de Noé y luego pasar al
de Luis, quien de pronto sintió que las fuertes cadenas que lo ataban
de pronto caían al piso y se hacían añicos.

- Ese brillo es la luz de nuestros ancestros, ha sido encendida


para sanarlos a todos. – La aniñada voz de Flor se hizo
escuchar por todos.

Tenía sentido, pues Luis sentía que algo demasiado pesado había sido
quitado de encima suyo. Noé le hizo señas a Luz y ella se acercó, un
poco recelosa y escéptica. Pero al ser abrazada por su hermana, sintió
desaparecer una voz insistente que le dictaba cosas horribles al oído.
Noé, David y Flor vieron cómo se desintegraba la criatura negra sobre
su hombro.

Los hermanos menores fueron juntos y fue un abrazo en grupo, aún


tenían algo que los afectaba, una apretada venda que les dejaba
ciegos ante lo que sucedía, esto era obra de la bisabuela María, al ser
los más pequeños, podían tener fuertes impresiones si eran testigos
de todo lo que sucedió, lo que ella les hizo los salvó de eso.

Al final se acercó Ana, sujetó firmemente sus manos, mientras


intentaba decir algo, pero Noé la abrazó primero, arrebatando aquello
clavado en su corazón y cuerpo, que constantemente la lastimaba. El
dolor fue terrible, pero al término sintió como su cuerpo y alma
descansaban del eterno dolor que la acompañaba.

277
Capítulo 45.

Varios días más tarde, recibieron la confirmación para la fiesta no


sorpresa de cumpleaños, todos estaban ansiosos por asistir. Todos
deseaban algo qué festejar.

El nuevo dilema era quién cuidaría a los gemelos. Aún eran muy
pequeños para asistir a ese tipo de eventos, así que tampoco se
arriesgaría. Al final Ana decidió quedarse a cuidarlos y le pidieron a
Sofía hacerle compañía.

El tan esperado día llegó. La mañana del 28 de diciembre comenzó con


música demasiado alegre en la casa, un gran desayuno para todos los
esperaba en el jardín, David había contratado un servicio de comida
casera que a todos encantó.

El resto del día lo pasaron como si una gran fiesta tuviera lugar ahí.
Para cuando cayó la tarde, Noé fue llevada a la habitación principal,
donde sus hermanas se encargaron de su ropa y maquillaje para la
fiesta nocturna.

Ellas le eligieron un atuendo sencillo y cómodo, pantalones ajustados


de mezclilla negros, blusa de tirantes de espagueti negra y, sobre esta,
una gran camisa semitransparente con motivos de cruces góticas.
Unas botas de piel con hebillas y estoperoles. Con su larga cabellera,
optaron por el alaciado con plancha de cabello, quedó larga y
voluminosa. Su maquillaje era sencillo también, delineado felino,
labios rojos y tez pálida.

En la sala, David la esperaba, él llevaba un atuendo complementario


al de ella, pantalones negros y camisa negra.

Al verla bajar las escaleras, sonrió ante su apariencia, con cualquier


prenda se veía encantadora. Al llegar hasta él, se sonrieron y salieron,
deseando una tranquila noche a Ana y a Sofía.

278
Las hermanas de Noé hacía rato que se habían ido, ella había
permanecido frente al tocador mirándose, se sentía extraño llevar esa
ropa. Como si perteneciera a otra persona y a quien miraba en el
espejo no fuera ella.

David la subió a un auto deportivo igual al BMW, pero este era


descapotable, él le mostró las llaves, tenían un colgante con la enorme
letra N, eso significaba que era suyo. Él la miraba expectante, mientras
ella no podía parar de observar el llavero.

Lo miró sorprendida.

- ¿No debería conducir una van familiar en lugar de un


deportivo?

- Por supuesto, pero éste es para tu uso personal. La van llega


mañana.

Él le guiña un ojo y enciende el motor, recordó en el último instante


que ella no sabía conducir, así que mientras iban en camino le dio
información básica.

Muchos invitados esperaban afuera del bar, viendo a lo lejos cuando


llegaría la festejada. Fuerte fue el asombro cuando vieron acercarse el
auto rojo burdeos que llegó, con Noé al volante.

Ambos bajaron del deportivo de la forma más elegante que pudieron,


parecían estrellas de rock. Noé le entregó las llaves a un trabajador
del bar y fue impactada por los flashes de los teléfonos al tomar fotos.

Todos entraron casi atropellando, había una gran cantidad de


invitados dentro. Con la barra libre, había ya, de forma temprana,
algunos ebrios. Afortunadamente, para cuando todo terminase habría
un ejército de taxis que llevarían a todos a salvo a sus casas.

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La música estaba alta y las luces de tonos rojos, azules y morados
parpadeaban y cambiaban, sin duda la fiesta estaba empezando.
Había una enorme mesa frente al escenario, la mesa principal, se
dirigieron hasta ahí y tomaron asiento. Los hermanos de Noé
estuvieron junto a ellos casi en el acto.

La música poco a poco bajó de volumen y anunciaron a un famoso


comediante. Todos aplaudían y se divertían solo de escuchar el
nombre. Lanzaron una gran nube de humo y él apareció.

La fiesta inició de forma excelente, todos disfrutaron del espectáculo,


bebían y festejaban. Cada media hora, en los altavoces sonaba un
brindis por el feliz cumpleaños.

A la medianoche la banda por fin llegó. Todos miraron con asombro


cómo los músicos internacionales llegaban y comenzaban a beber en
la barra mientras el equipo conectaba los instrumentos. Noé miró
impresionada a David, pues los músicos iban caminando directamente
a ella. La enorme mesa principal fue puesta a un lado, para dejar
espacio a la banda.

- Queremos desearte un feliz cumpleaños, esto sí que es una


fiesta.

Noé escuchó las palabras, aún no lo podía creer, esto se había


convertido en una fiesta exclusiva. Minutos más tarde comenzaron a
tocar. Durante una hora ellos escucharon sus canciones favoritas, los
hermanos de Noé eran grandes fans de ellos, todos bailaban y
saltaban, mientras más y más bebidas se servían. Aquello parecía una
gran fiesta pagana, sólo les faltaba incendiar una gran hoguera.

Terminando la música en vivo, los altavoces nuevamente se


escucharon, los músicos se quedaron al resto de la fiesta. Ella no sabía

280
si se debía a las bebidas, pero llegó un momento en que veía a las
criaturas negras mezcladas entre la gente, le faltaba seguridad debido
a que siempre los veía por el rabillo del ojo, nunca de frente. Comenzó
a buscar entre todos y de pronto desaparecen. Ella ya no pudo seguir
disfrutando la fiesta.

Horas y muchos nervios más tarde, todos comenzaron a despedirse,


Noé había bebido tanto que tuvo que ser llevada sobre el hombro de
David. Se aseguró de que fuera cómoda y segura en el auto y
regresaron a casa.

Ana y Sofía se habían ido a dormir a la habitación que compartían con


los gemelos, así que David llevó a Noé a su alcoba y la preparó para
dormir, sentía sus oídos zumbar por el gran estruendo de la música, la
casa estaba tranquila y silenciosa, dejó todo en orden y se acostó. Él
se quedó mirando a su esposa mientras el sueño llegaba lentamente.

Ella despertó y lo vio dormir tranquilamente a su lado, era el hombre


más maravilloso que había conocido, y constantemente la llenaba de
presentes. Eso encendía poco a poco una pequeña llama de duda,
sobre si ella podía conservar todo lo que él le daba, incluyendo los
objetos materiales. Pero, en todo caso, ¿de dónde venía el
interminable capital económico que él poseía? Pues parecía no
preocuparse que éste se terminara, y Noé sabía que lo que él
compraba no era para nada barato. Decidió dejar el tema para
después, ella se levantó de la cama, tomó una relajante ducha y se
vistió, se aseguró de que David siguiera durmiendo cuando bajó a la
cocina, no había rastro de nadie más en la casa, eso la motivó y
comenzó a reunir ingredientes para el desayuno que tenía en mente:
chilaquiles del pueblo. A Noé particularmente le gustaban mucho, y
su hermano Luis enloquecía cada vez que podía comerlos. Estaba tan
concentrada preparando los alimentos, que no notó a un travieso y
recién despertado esposo que comenzó a grabar el proceso con su
teléfono celular. Ella sonreía y disfrutaba los aromas que se iban

281
formando y mezclando, sobre todo amaba el olor de la cebolla
caramelizada.

De no ser porque de pronto la invadió la alerta de ser observada, lo


que la hizo mirarlo directamente, ella habría continuado el proceso sin
percatarse de nadie. Se sonrieron y coquetearon un poco, antes de
que los demás comenzarán a aparecer.

Luis fue el primero en llegar y se mantuvo mirándola cocinar, lleno de


expectación y visiblemente hambriento y antojado.

Los demás estaban antojados, pero se entretuvieron jugando con los


gemelos mientras esperaban. Ana quiso participar en la preparación,
pero Noé la envío a sentarse, era muy bello verla cocinar, todos
sonreían ante su buen humor, hasta que comenzaron las bromas
sobre su adolescencia y juventud, cuando siempre aparentaba estar
de malas, entonces ella les enviaba miradas molestas y les advertía
que no comerían los chilaquiles.

Todos guardaban silencio y sonreían disimuladamente.

Finalmente ella anunció que estaban listos y todos corrieron a tomar


el plato más grande que encontraron, verlos era tan divertido, que al
ver a Luis en el primer lugar de la fila, y con las manos vacías, fue
inolvidable.

- ¿Por qué no tienes plato?

- Porque me comeré la cazuela completa.

Todos estallaron en risas, Noé me tuvo que prometer dejarle una


porción enorme para que fuera por uno, y así lo hizo.

Todos disfrutaban su desayuno, mientras le contaban a Ana su


experiencia en la fiesta.
282
El día transcurrió tranquilo, todos dedicaban las horas a descansar y
recuperarse. Sacaron unas enormes colchonetas al jardín y retozaban
a la sombra de los jacarandos.

Comenzaron a planear el festejo de año nuevo, todos aportaron ideas


y David se limitaba a gritar de vez en cuando que él pagaría esto o
aquello. Noé lo llamó entonces, para subir a la alcoba, era el momento
justo para tratar el tema.

Sus hermanos les aullaron que no pelearan mucho o destrozarían la


casa.

Ambos tomaron asiento en la enorme cama, que seguía sin ser


arreglada.

- He estado pensando en la maravillosa vida que llevamos, pero


algo no deja de molestarme. Siempre que se necesita algo
eres el primero en lanzar al aire su tarjeta de crédito, me
llenas de regalos y pagas por todo, sólo me pregunto de
dónde sale todo ese dinero. Me preocupa que despilfarres y
de pronto no tengamos más.

- Entiendo, no te he explicado eso. Cuando mi nombre era


Íñigo, tanto mi madre como mi tío tenían acciones invertidas
en los comienzos de la banca en México, al morir sin más
herederos todo eso pasó a ser mío. En ese tiempo me sentía
tan sólo y deprimido, que simplemente firmé la posesión y no
me preocupé jamás por eso. Resulta que las ganancias crecían
sin yo darme cuenta, mucha gente en la hacienda donde viví
sabía mi condición y todos me protegían, por así decirlo, entre
ellos los abogados de mi abuelo y mis parientes, no sé
explicarlo, ellos se encargaron prácticamente de todo, hasta
que el mundo fue lo suficientemente moderno, aún lo hacen
y esas acciones básicamente son lo que sostiene la economía
del país entero, tengo infinidad de recursos, ni siquiera sé el
283
tope de lo que poseo, sólo lo saben los abogados y los
contadores, entre otras personas, quienes son los que
manejan todo.

- ¿No temes que te intenten robar o despojarte de todo eso?

- No, ellos saben lo que soy y que no existe lugar en el mundo


para esconderse de mí, además de que sus ancestros dejaron
documentos muy específicos que me protegen y están tan
bien pagados que no les entra la menor avaricia.

Noé apenas lo podía creer, aquello era asombroso, él se convirtió en


una persona tan importante que el país entero desconocía su
existencia, por algo las conspiraciones sospechaban que algo movía
los hilos por debajo de la mesa. Salvo que era más cierto de lo que
creían.

Ellos bajaron a la sala y miraron a todos acomodados en la sala viendo


de nuevo esa película animada favorita de Miguel.

284
Capítulo 46.

Cada día que pasaba era más bullicioso que el anterior, afuera todos
celebraban las festividades religiosas, mientras que ellos lo hacían por
pura tradición. Tanto Ana como Noé aprendieron más temprano que
tarde que todo fácilmente era una farsa, no creada por alguna deidad
celosa, sino por hombres que deseaban usar su religión para encubrir
sus propias ambiciones. Era demasiada casualidad que toda la fe en el
país estaba basada en el sometimiento, pues mientras más humillante
sea la plegaria más escuchada sería.

Ana aparentaba haber superado esa parte, pues su hija pertenecía


estaba en medio de una profecía que desacreditaban fácilmente los
mismos cimientos de aquella religión, ella vivía cada día sabiendo lo
que estaba debajo de todo aquello, siendo aplastado por las bases de
una enorme catedral construida con sus restos.

Aquello, sin embargo, no preocupaba lo más mínimo a los dioses,


dado que ellos no estaban limitados por la fe de sus acólitos, ellos
existían por voluntad propia. Y actuaban en consecuencia.

Era realmente difícil trazar una línea donde terminaba una cosa y
comenzaba la otra, pues los hermanos menores de Noé aún
disfrutaban de las celebraciones, que les decían que simplemente
creyendo en una entidad todos sus miedos y peligros, desaparecerían.
Noé sabía que aquello era una mentira.

A pesar de pasar los días tranquilamente, ella notaba cuando las


criaturas intentaban apropiarse del suculento alimento que tenían en
las personas, así tuvieran los mejores sentimientos, aquello parecía no
importar, ellos se atraían igualmente.

Ella se esforzaba enormemente por mantenerlos a raya, aún no


descubre la forma de que se alejaran permanentemente. Todo se

285
limitaba a un escudo que más pronto la dejaba exhausta, pero que
fijaba en su familia apenas sentía que estaba a punto de caer dormida.

Ana notaba todo aquello, pero le era demasiado difícil romper con
costumbres tan arraigadas en su mente y comportamiento, como
simplemente soltar una plegaria cada vez que le costaba trabajo
levantarse.

Aún con todo, se mantenían unidos. Hasta que llegó el tiempo de que
Ana y los hermanos regresen a Michoacán.

Noé aún sentía un pinchazo cada vez que David autorizaba un nuevo
cargo a la tarjeta de crédito. Pero él le sonreía y le guiñaba un ojo,
demasiado coqueto. En esta ocasión, los enviaría en un avión privado
que los dejaría en la ciudad de Guadalajara, ya que llevaban
demasiadas cosas, de nuevo. Ellos de ahí serían trasladados en un
enorme camión.

Sé despidieron como la última vez, con un enorme abrazo grupal, en


el que incluyeron a David. Llevaban fotos impresas para mostrarle a
toda la familia a los gemelos, así como regalos del nacimiento.

Luis llevaba cargando un estuche de guitarra eléctrica bastante


extraño, al notarlo David le explica:

- Los de la banda se llevaron tan bien con tu hermano, que le


regalaron una costosa guitarra, así como otras cosas que ya
van empacados en el contenedor del avión, él estaba tan
entusiasmado, que casi se desmaya.

Noé sonríe ante la perspectiva, sin embargo su familia se veía feliz y


complacida.

286
- Luz consiguió el teléfono personal de cada uno de ellos, estoy
seguro de que escucharás de ella demasiado como para
ignorarlo.

Su hermana era coqueta y extrovertida, pero tranquila en su carácter,


así que confiaba en que no se metería en problemas.

Se despiden finalmente, mientras suben el avión. Llevaban entre el


personal de servicio un excelente médico, por si alguno se enfermaba
en el viaje, que duraría apenas una hora como mucho.

Antes de volver a casa, deciden pasar por la alameda central, el lugar


era fresco y ese día estaba particularmente tranquilo, llevaban cada
uno un carrito de bebé. Caminaban tranquilos y disfrutando del
exterior.

Pasaron la tarde tomando algunas fotos, comiendo lo que veían en los


puestos callejeros, así como helados. Deambularon hasta casi llegar al
edificio, esas calles estaban casi repletas de locales comerciales,
donde se vendían todo tipo de cosas. Cuando los gemelos se quedaron
dormidos, decidieron que era tiempo de volver a casa, caminaron el
trayecto de regreso al auto y acomodaron bien a los bebés, luego
partieron de ahí. Cuando llegaron a la casa, los pequeños ya se habían
despertado, en unos días sería la revisión de rutina con el pediatra,
ambos estaban muy complacidos de que los niños estuvieran sanos y
crecieran tan seguros.

El día de la consulta, algo perturbó al médico, los exámenes


sanguíneos mostraban que el niño tenía sangre tipo positivo y la niña
tipo negativo, aquello era una anomalía, ya que ambos habían nacido
del mismo saco. Tanto Noé como David no entendían el problema,
ambos eran saludables y se estaban desarrollando dentro de los
parámetros normales. Salvo por este detalle.

287
El médico les pidió hacerse el examen de sangre y notó lo que quizás
era la explicación, David era del grupo positivo y Noé del negativo.

Después de una larguísima charla sobre el tema, ambos salieron del


consultorio mareados con tanta información.

Llegaron a casa y se encontraron en la puerta con nada más y nada


menos que cinco patrullas de policía y a un envalentonado Mauricio
mirando hacia adentro.

David se bajó del auto y se acercó a los policías, luego de algunas


palabras regresó y le pidió a Noé acompañarlo, ambos tomaron a sus
niños y se aproximaron.

Mauricio no podía esconder la cara de rabia cuando vio a los bebés,


intentó acercarse a ellos, pero un oficial se lo impidió.

- En resumen del comandante, aquí presente, parece que


nuestro queridísimo conocido Mauricio, alega que yo te
secuestré y que de algún modo te mantengo conmigo, contra
tu voluntad. - Expresó David a Noé. - Oficial, nosotros tenemos
casi un año de casados, lo cumpliremos pronto, y como
pueden observar tenemos una bonita familia. El sujeto en
cuestión ha pasado varios intentos de secuestro de mi esposa,
siendo testigo mi cuñado, cuando se le pidió amablemente
que desistiera. Logrando una vez llevarla a un
estacionamiento para intentar coaccionarla de forma
violenta, de no ser por un dispositivo en forma de llavero que
ella llevaba, no podríamos haberla encontrado a tiempo. No
se le denunció porque supusimos que se trataba de los celos
enfermizos de un pobre diablo.

- Señor, esa no es la información que usted nos dio.

288
Todos los oficiales lo miraban ahora, como el mal perdedor que era.
Adicionalmente a esto, David le mostró al comandante una pequeña
tarjeta negra, en forma ovalada, esta tenía un simple número de dos
dígitos. El comandante palideció y de inmediato ordenó la retirada de
las unidades. Se disculpó profundamente y se fueron. Dejándolos a
solas.

- No sé qué tendré que hacer para que nos dejes tranquilos,


sobre todo a Noé, ¿no te bastó humillar la y maltratarla?

- Ella sigue siendo mi mujer, ustedes me hicieron algo, lo sé, no


me quedaré tranquilo hasta saber lo que me hicieron.

- Yo te diré lo que te hicieron, mejor aún te lo mostraré.

Noé se aproximó a él y solo con chasquear sus dedos, el remolino de


recuerdos despertaron en su mente, haciendo que todo su cuerpo
temblara incontrolablemente.

- Yo hice que olvidaras todo, un hombre como tú no soportaría


recordar lo que te hicieron, pero ya que insistes, ahí lo tienes.
Espero que tu proeza por saberlo haga que valga la pena.

Dicho esto, ambos regresaron al auto y entraron en la casa, no


supieron qué fue de Mauricio después de eso.

A las horas, las alarmas de entrada sonaron, David apareció en la


puerta y los familiares de Mauricio estaban ahí.

Él los hizo pasar, al parecer era grave lo que venía a tratar.

289
Noé los recibió en la sala, donde alimentaba a la niña, el otro gemelo
estaba ya plácidamente dormido. David los llevó a la habitación,
dejándole a solas con ellos.

- ¿Qué le hiciste a mi hijo? Está como loco, dice que eres una
bruja y que tu esposo le hizo algo. Pero no nos dice qué,
tuvimos que llevarlo a una clínica psiquiátrica. Lo tienen
sedado.

- ¿Qué le hace pensar que yo le hice algo? Después de todo,


ustedes ni saben lo que él me hacía a mí, aunque comienzo a
pensar que preferían no verlo, él para ustedes siempre fue
una especie de héroe, aun no entiendo cómo pueden no ver
lo que su hijo es.

- De eso no tienes pruebas, tú nada más te fuiste de ramera con


el tipo con el que vives.

- Le exijo respeto señora, está en mi casa, y aquí sí quiero,


puedo hacerlos arrestar, ¿solo vino a preguntarme eso? Su
hijo enloqueció cuando vio a mis hijos, quizás el hijo que
tendría con su amante no fue suficiente para él.

- ¿Cuál amante? Nada más hablas cosas en su contra, porque


estás resentida.

- Señora, ¿acaso no ha visto mi casa? ¿Cree que estaría


resentida por alguien que ni siquiera pagaba una renta de
cinco mil pesos? Pero que si tenía dinero para irse semanas
enteras con otra mujer, me decía que estaba con ustedes.

- ¡Mientes! Mi hijo es una buena persona, él jamás haría eso.

- No estaba tan segura señora, muchas personas los veían, ni


siquiera se esforzaba en ocultarlo. A mí me decía eso
simplemente para saborear la mentira.

290
Se quedaron en silencio, el padre de Mauricio se removió incómodo.

- Miren, yo con ustedes jamás tendría algo que reclamar,


fueron excelentes conmigo, pero ya pasé demasiado con su
hijo, sólo pido que me dejen vivir tranquila, ustedes pudieron
llorar a la nieta que no nació, yo ni eso pude hacer, creo que
merezco la vida que tengo. ¿Me lo van a negar, igual que lo
hace él?

El padre de Mauricio se levantó ante sus palabras, Noé se preparó


para más palabras en su contra, lo que hizo fue estrechar su mano y
luego salir de la casa. La señora, sin embargo, sólo la miraba, sus ojos
llenos de lágrimas, parecía que en el fondo ellos la apreciaron mucho,
la decepción se podía leer en su expresión.

Ella sabía que de haber sido de otro modo, habrían sido una de esas
familias que se visitan cada semana y que cuentan anécdotas de gente
tan atrás en la generación, de forma entrañable y nostálgica.

Sin embargo nada en su vida actual estaba dispuesta a cambiar, así


como sabía que su sangre era roja, ella estaba convencida de que
estaba en su lugar, en su momento y rodeada de la mejor gente que
podía existir.

291
Capítulo 47.

Noé pasó una mala noche.

Recordaba y repasaba la conversación de la noche anterior. Estaba tan


agotada en la mañana, que simplemente abrir los ojos era una tarea
titánica. Sus sueños tan turbios la mantenían yendo y viniendo a la
deriva, las sensaciones que dejaban en su cuerpo eran aterradoras.

Ella realmente no quería lastimar a esas personas, sin embargo en sus


sueños se veía gritándoles todo tipo de argumentos, todo su dolor
salía y exploraba contra ellos, de no haber sido por sus permisiones
ese hombre ciertamente sería buena persona, como su madre decía.
Le lastimó escuchar lo que Noé les decía, era negatividad pura lo que
ella había expresado.

Al mirar la hora, Noé saltó de la cama y casi terminó en el piso al bajar


corriendo las escaleras. Lo que vio la hizo casi orinarse de la impresión:
David tenía a los pequeños en una pequeña alberca inflable llena de
muñecos de peluche, los bebés reían y miraban los colores y formas,
ella se acercó despacio, mirando casi con indignación.

- Tranquila, los mandé lavar y desinfectar cuando los compré,


esta mañana.

La risa parecía querer salirse por los ojos, la expresión de ella debía
haber sido poesía, para que él reaccionará así.

Noé a menudo se reprendió mentalmente por sobre exagerar algunas


situaciones respecto a los gemelos, necesitaba constantemente
recordar que debía relajarse y disfrutar más, pues los niños crecían

292
rápido, y cuando menos lo espere ya no podrá volver atrás a
disfrutarlos.

Ella sonríe a la risa que David intentaba, y fracasaba, en ocultar.


Ambos salen y juegan un rato con los bebés, pasaban horas increíbles
y se divertían muchísimo. No necesitaban recordarse que el tiempo
estaba pasando y ya faltaba menos de un año para el ritual. Lo tenían
presente casa momento que pasaban con sus amados hijos.

Los días pasaban, de nuevo en un torbellino, pero éste parecía uno de


risas y travesuras, uno donde cada vez descubrían algo nuevo y
fascinante en sus pequeños, algo que les recordaba las explosiones
chiquitas que daba la vida de vez en cuando.

Con ello, llegaron los primeros pasitos de los bebés, sus primeras
enfermedades, sus primeras caídas, sus primeras palabras y, por fin,
sus primeras noches de sueño completas.

David insistió durante días que contrataran ayuda para cuidarlos, pero
sólo luego de expresarlo, él mismo se arrepentía, pues sería difícil
confiar en alguien para la tarea, ninguno estaba dispuesto a
arriesgarse y poner a prueba la teoría de que las personas ajenas a su
reducido círculo los buscarían para hacerles daño.

Fue a inicios del mes de agosto, cuando Fausto y Sofía regresaron a


visitarlos casi todos los días, ambos estaban ya listos para llevar a cabo
el ritual, se familiarizaron con los bebés y se pusieron al corriente con
los detalles de la vida de cada uno. A veces se les hacía tan tarde para
regresar, que invariablemente se les invitaba a quedarse a dormir en
la casa.

Ambos estaban tan maravillados con la casa, que no recordaban para


nada el pent-house. Sobre todo Sofía, quien era la que faltaba en
conocerla. Ella argumentaba que haber ido a la casa en el día de la
boda no contaba, pues se pasó casi todo el tiempo ebria,
particularmente disfrutó de los efectos de ingerir alcohol.

293
Todos sonreían ante sus comentarios.

Casi terminaba el mes y Sofía comenzaba a presionarlos para


comenzar el ritual, pero Noé les tenía una noticia, tendrían que viajar.

Decidieron planificar unas "vacaciones de fin de año" a comienzos de


octubre, argumentando que las fechas en el estado de Michoacán
eran fabulosas. Todos accedieron.

Se pusieron en contacto con Ana, para buscar una casa amueblada


para rentar, no querían llegar e invadir la casa de Ana, ella les aseguró
que había encontrado una enorme y fabulosa casa, incluso que sería
prestada. Noé ya sospechaba, David estaba emocionado y el resto ni
se imaginaba cómo sería.

El mes estaba por terminar y todos ya tenían preparado lo que


llevarían. El equipaje era muchísimo, pero el personal del avión
privado no tuvo problemas en acomodarlo todo. Con la noticia de que
no tendrían que dejar varios días para la renta de la casa, decidieron
irse antes, todos abordaron y fueron acomodados en su asiento
respectivamente, Fausto y David pidieron brandy para beber y las
mujeres solicitaron mimosas. No fue necesario solicitar comida,
puesto que el viaje duraba menos de una hora.

Desde la ciudad de Guadalajara, abordaron un enorme camión y


partieron hacia el pueblo.

Jiquilpan los recibió con un cielo tan azul que era imposible para ellos,
el color era profundo y les hacía lagrimear los ojos, así como
muchísima vegetación silvestre y doméstica, las lluvias aún se sentían
en la humedad del aire. Con suerte ese día verían llover.

Llegaron a una enorme casa de tres pisos, el camión había subido una
cuesta en dirección occidente, tenían una vista del pueblo y el valle
detrás que era igual de impresionante. El cerro de San Francisco al sur
era enorme y se podían ver pequeños asentamientos conforme subían
la vista.

294
Para cuando terminaron de mirar todo a su alrededor, toda la familia
de Noé salió a recibirlos, Luis dio indicaciones de dónde poner el
equipaje que llevaban, mientras las hermanas de Noé le arrebataban
prácticamente los bebés de los brazos.

Ana sonreía tanto que parecía que se iba a lastimar el rostro, Noé le
lanzaba miradas de ya saber sus planes cuando dijo que la casa sería
prestada, ella la ignoró. Estaba más allá de la felicidad por tenerlo ahí.
Gracias al apoyo, tanto de Víctor como de David podían llevar la vida
que tenían.

Por la tarde, los hermanos en conjunto salieron con los bebés a pasear
por el pueblo, Sofía y Fausto los acompañaron, estaban encantados
con lo que los rodeaba. Así que decidieron poner las últimas noticias
al corriente.

- Noé, ¿recuerdas que desde antes de que te fueras, tú papá


había emigrado a los Estados Unidos?

- Si, recuerdo que se fue resentido y nos maldijo a todos.

- Bueno, hace un mes él regresó. Pidió hablar con tus


hermanos, se puso a llorar cuando le dijeron que estabas en
la ciudad y que estabas casada, no mencionaron a los
gemelos, le dijeron eso como pretexto para que no te buscara.
Ahora te cuidan mucho.

- Diles que no necesitan hacerlo, incluso yo puedo ponerle un


alto, así como le puse uno a Mauricio.

- ¡No me habías dicho eso!

295
Noé le contó todo lo que sucedió con él, desde el engaño y las
humillaciones, hasta el secuestro y el susto con su magia. Ana sonreía
triunfal de saber que había recibido su merecido.

- Mira, te dije lo de tu papá, porque sé que nada cambia ese


hecho, y si tú quieres ir a verlo, te anuncio que no iras sola,
Luis va a vigilar el encuentro y obviamente David no se
quedará lejos, él también debe conocerlo, claro al final tú
decidirás eso. Sé que vinieron por una razón muy fuerte, y no
te diré que no lo hagas, pero distraerte con la presencia de tu
papá puede ser malo para ti, yo te sugiero que lo veas y cierres
ese pasado, tus hermanos ya lo hicieron y están más en paz.
Con ellos y con él.

- Lo tomaré en cuenta, intentaré no pensar demasiado en ello,


lo que necesitamos hacer es de vital importancia.

- Toma el tiempo que necesites, vamos a la cocina, estaba


terminando de preparar tú comida favorita...
¡MANCHAMANTEL!

Ambas disfrutaban por igual de cocinar y ver a todos comer,


terminaron la comida entre risas y chistes subidos de tono, David
había ido a su habitación a dormir un rato, mientras los demás
regresaban, así que no fue testigo de su ritual familiar más
pecaminoso.

Alrededor de las dos de la tarde, todos llegaron, demasiado contentos


y relajados, a cada conocido que se encontraron, les mostraron a sus
sobrinos, todos estaban maravillados, pues los bebés habían
mantenido un extraordinario cabello rubio y rizado, mientras sus ojos
color avellana los hacían parecer tiernos querubines. Más tarde
cuando los niños estaban caminando y tropezando con todo en la

296
casa, ya no parecían angelitos, sino diablillos. Habían olvidado que
demandaban mucho tiempo y ahora que caminaban no podían
despegarles la mirada de encima.

Todos estaban disfrutando de la comida, la cocina era enorme, de esas


que tenían arcos que daban a un enorme patio, el cual Ana mantenía
repleto de plantas, todas acomodadas y puestas sobre bases y
paredes bajas, aquello parecía un jardín botánico.

Para la noche, acudieron a la plaza del pueblo, salieron todos y


pasearon en medio de la frescura y las luces que adornaban el recién
nombrado Pueblo Mágico.

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Capítulo 48. (1er Especial) Un negocio muy lucrativo.

Durante el resto del día, Noé no pudo sacarse de la cabeza el tema de


su papá, le preocupaba sobre todo decirle algo que se guardaba
celosamente, nunca le importó demasiado haber salido lastimada por
su maltrato y su desquite, sino por las secuelas que su madre y
hermanos aún cargaban.

Esa noche, ella se fue a dormir con esa preocupación llenando sus
pensamientos. Lo que soñó fue extraordinario.

Ella veía la escena como si no estuviera ahí, pero sus ojos de niña no
podían mirar a otro lado.

Su padre tomaba posición y descargaba su mano contra el rostro


asustado de su madre, ella cayó con todo su peso en la cama y el
hombre, ebrio quizás, se abalanzó sobre ella y se preparaba para
violarla.

La niña vio en el bolsillo trasero del pantalón de su padre, un objeto


que a menudo usaba para afilar sus cuchillos. Se acercó lentamente,
para no ser vista y lo tomó, luego aprovechó que él tenía la cara
mirando a otro lado y perforó su cabeza con el afilador. El grito
aterrador y horrorizado de su madre le hizo vibrar los huesos, al verse
cubierta por la sangre.

Por aquella época, vivían en un pequeño departamento construido en


casa de sus abuelos maternos, hacía ya dos años que la abuela había
fallecido, pero su letrina con fosa séptica seguía en el enorme corral
trasero, así que rápidamente le pidió a su mamá ayudarle a llevarlo
ahí, mientras les ponía a sus hermanitos un canal de caricaturas en la
televisión.

298
Quizás por la emoción inicial del acto en sí, comenzó a recordar sus
hazañas de más pequeña, y en un intento por minimizar la situación le
comentó con voz temblorosa a su madre:

- ¿Te acuerdas de Rodrigo? El chiquillo del kínder al que yo le


gustaba.

Su madre levantó la cabeza y le lanzó una mirada extraña, creo que


demasiadas preguntas le cruzaron por la cabeza, pero no sabía cuál
hacerle primero. El temblor se apoderó de su voz y el miedo se filtraba
por sus ojos, de pronto llenos de lágrimas.

- Si me acuerdo Mimí, ese niño estaba muy enamorado de ti,


pero a ti no te gustaba por morenito, decías que se ponía
crema de lodo. - Soltó un graznido nervioso a manera de risa,
todo a su alrededor parecía el escenario de un sueño
terrorífico, de esos donde intentas correr pero tropiezas y caes
una y otra vez.

Le pidió contarle esas anécdotas, que ya jamás sucederían de nuevo,


algo completamente nuevo y diferente se había instalado en su mente
y en su corazón. Ella comenzó por contar que desde su nacimiento, era
muy poco posible admirar su belleza debido a su fuerte y mal carácter,
algo que le provocaba innumerables risas pero en el fondo la hacía
avergonzarse. Desde las veces que intentó castigarla con baños de
agua fría, cosa nada opresora debido a que el pueblo donde vivían
siempre había sido muy caluroso, pasaron por las veces en las que
puso en su lugar a adultos que intentaron meterse en sus juegos, hasta

299
las veces en las que dejó una marca imborrable en los corazones de
cuantos la conocían.

Lentamente se acercaban a la viejísima letrina de la abuela, abrieron


la chirriante puerta y ambas miraron durante algunos agobiantes
minutos la fosa abandonada. Ella miró atentamente el ligero temblor
en el cuerpo de su madre, se quitó el desgastado chal de algodón
estampado con las chicas súper poderosas y con él le limpió la cara,
que aún mostraba algunas manchas de sangre.

- Mami, de veras lamento mucho todo esto, pero él te estaba


lastimando, el otro día escuché cuando mi abuelito le dijo que
podía hacerte lo que él quisiera, solo yo podía hacer algo.

Su mamá comenzó a sollozar suavemente y ella sólo pudo abrazarla.


Ese día dejó de ser niña y dejó los juegos.

Noé despierta de golpe, con una sensación desagradable en la lengua,


parecía estar entumida.

Ella mira el reloj, pasaban las diez de la mañana, David no se


encontraba en la habitación, se viste rápidamente y baja a la cocina.
Ahí encuentra a Ana, quien limpiaba con sus manos una bolsa de frijol,
dejando a un lado las pequeñas piedras que salían.

Noé se sienta a su lado y piensa en cómo contarle lo que soñó.

- Parece que tu papá ha estado bebiendo, lo encontraron hoy


temprano tirado cerca de donde ordeñan vacas, estaba
ahogado de borracho. Tu hermano ha estado durmiendo muy
poco, de la preocupación.
300
- Sabes, hoy me desperté con una idea extraña en la cabeza: si
nos hubiéramos deshecho de mi papá hace años, nos
habríamos ahorrado muchísimas cosas, maltratos,
preocupaciones y nervios. Pude haber comenzado una
lucrativa carrera: se matan maridos a domicilio. Ya me
imagino, pasando el resto de mis días en una prisión de
máxima seguridad abandonada, completamente sola.

Ana dejó lo que estaba haciendo y la miró con los ojos tan abiertos
como platos.

- No me mires así, él hacía cosas peores, estoy segura de que


eso no me convierte en mala, simplemente hay personas que
por más oportunidades que tengan, no cambian y mucho
menos aprenden. Creo que le habría hecho un gran favor al
mundo.

Ana seguía mirándola como si le hubiera salido un cuerno en medio


de la frente.

Noé notó su mirada y comenzó a reírse a carcajadas. Luego procedió


a contarle su extraño sueño.

Las dos terminaron riendo tanto que les dolía la barriga.

- Sin duda habrías tenido un negocio muy lucrativo.

301
Capítulo 49.

Noé decidió que visitaría a su padre, si bien era cierto que necesitaba
terminar de sanar su relación con él, ella sabía que para ello debía
verlo frente a frente. La noche anterior había propuesto el tema con
su hermano, quien se oponía enérgicamente. Ella le aseguró muchas
veces que estaría bien, además de que el encuentro era necesario, al
final accedió a llevarlos, a ella y a David.

Después del desayuno, a las ocho de la mañana, partieron en la Blazer


de Luis, los tres permanecían en silencio, pasaron por innumerables
lugares en los que ella estuvo antes de mudarse lejos, los recuerdos
fueron dulces algunos, otros eran tristes y un resto eran divertidos.

Tardaron casi media hora en llegar, la casa era pequeña y estaba en


obra negra*, tenía aún menos cosas de lo necesario, pero eso no
parecía tener problemas con ello, pues pasaba el tiempo bebiendo
alcohol. Por los residuos en el piso, se notaba que tenía un compañero
de bebida.

Lo vieron salir del sanitario, donde ya comenzaba a vomitar sangre,


pero al hombre no le importaba nada más.

Luis tuvo que disimular que se distraía con algo afuera, él no


soportaba verlo en ese estado, aún sentía que era su deber cuidarlo.

- Papá, ¿cómo te está yendo?

El hedor a alcohol era tan fuerte, que cubría completamente el olor


que debía tener, pues parecía llevar meses sin tomar un baño.

Él intentó responderle, pero se inclinó hacia un lado y, David y Luis


tuvieron que sostenerlo, estaba cayendo de forma literal de borracho
302
Noé no se permitió sentir pena por él, ya llevaba demasiadas charlas
con sus hermanos y no estaba comprendiendo su propia situación, ni
siquiera viviendo de aquella forma. Aquello era como ver la
representación de una pintura medieval, y el olor sí que era del
medioevo.

El hombre apenas se podía mantener en pie, estaba acomodando su


ropa y algunas cosas, aparentemente entraría voluntariamente a un
centro de rehabilitación, recomendado por su hermano.

Era una buena noticia. Luis lo miraba con el ceño fruncido todo el
tiempo, parecía tener el impulso de querer salir corriendo de ahí. Se
mantuvo mirándolo bastante rato, su padre parecía no notar que ella
tenía demasiados años sin verla, pensó que no procesaba aún que
estuviera viéndolo. A ese grado era su intoxicación.

El tío de Noé llamó a una persona, que rápidamente le respondió y


acordaron el lugar de encuentro, el director de ese centro vendría al
domicilio por él.

Noé esperaba otro tipo de encuentro, muy a pesar de las


circunstancias, ella asumía que mínimo le daría un poco de gusto
verla, pero el pobre hombre apenas la reconoció.

Todo resultó tal y como, quizás, debiera, abordaron la van roja que
vino a recogerlo y partieron.

Regresaron a casa rápidamente y en silencio, David apretaba su mano,


en mudo apoyo.

Tomaron una cena ligera, Ana les había conseguido tamales y atole
para cuando llegaran. Luis fue directamente a su habitación y no
regresó a cenar.

Las hermanas de Noé estaban dormidas con los gemelos, en sus


respectivas habitaciones. Noé estaba ansiosa y no quería dormir aún,
le sugirió a David salir a caminar.

303
Subieron el resto de la cuesta, hasta llegar a la cima del cerro. Miraron
todo el valle, apreciaron todos los pueblos y rancherías que se veían a
esa hora, pequeñas luces parpadeaban hasta donde les alcanzaba la
vista.

Noé se dejó caer en el suelo de tierra y piedritas, miró atentamente


todo, recordando e identificando lo que veía, las lágrimas salieron de
forma silenciosa y sin pausas.

Por la mañana ambos salieron temprano con Ana al mercado, el sol


quemaba su piel, había olvidado cómo era recibir las mañanas en su
pueblo, de seguro terminaría las vacaciones llena de nuevas pecas y
lunares.

Visitaron muchos puestos, de verduras, de carne, de abarrotes, de


dulces regionales, así como todas las amistades de Ana. Parecía
disfrutar particularmente mostrarse con su hija y su yerno. Tomaron
helado en la plaza colonial, y no había juguete para niños que Ana no
hubiera comprado para los gemelos.

Regresaron a casa, cargados con enormes bolsas repletas de


comestibles y artículos variados, entre ellos una pequeña alberca
inflable, sin duda Ana pensaba darles su primera mojada al aire libre,
el clima era perfecto para aquello.

Hubo un gran revuelo respecto a quién lo haría. Cuando se pusieron


de acuerdo, David y Fausto ya la estaban llenando con agua tibia.

Pasaron la tarde viendo a los bebés disfrutar del agua y los juegos. Noé
decide irse a dormir unas horas, realmente pasaba demasiado tiempo
durmiendo, parecía su especialidad.

Subió hasta la habitación que Ana les proporcionó y sonrió al notar


que hasta ahí se escuchaba el ruido que hacían en el patio.

Tomó un rápido baño para relajarse y salió secándose el cabello,


sentía sus ojos cerrarse solos por el cansancio, sin embargo tenía una

304
insistente voz en la cabeza que no paraba de intentar recordarle algo,
pero justo cuando estaba a punto de saberlo, esa voz se callaba. A
decir verdad estaba acostumbrada a aquello, pues nunca tuvo buena
capacidad para recordar cosas.

Seca suavemente su cabello, el cual quedó demasiado esponjado, y se


acostó a dormir.

Ella vagaba lentamente por una enorme casa sin muebles, estaba
completamente vacía, pero en excelente estado. Parecía recién
pintada, las paredes blancas estaban impecables.

Se acercó a una parte donde había huecos cuadrados en el piso,


estaban llenos de agua. Al principio sintió unas enormes ganas de
sumergirse, como casi siempre en su niñez.

Se asomó para mirar dentro del agua, su atención estaba captada:


debajo se veían más habitaciones, así como los muebles y demás
mobiliario que debería llenar la casa. Sin pensarlo más se lanzó.

Ella recorrió casi todos los rincones, vio más personas nadando ahí, la
miraban extrañados y la señalaban, ella lo dejaba pasar y seguía
nadando.

Ahí abajo había de todo tipo de cosas: comida, plantas, animales,


árboles. Aquello dejó de ser una casa, para convertirse en una especie
de comunidad.

De pronto tuvo la alarmante sensación de ser observada por alguien


con malas intenciones, ella comenzó a nadar rápido, escondiéndose y
huyendo. Aún no sabía de dónde venía esa sensación, pero no bajó la
guardia.

Se encontraba yendo hacia otra habitación, cuando recordó que había


pasado demasiado tiempo ahí, entonces salió por el hoyo cuadrado y

305
dio una enorme bocanada de aire, algo en su mente le dijo que su
cuerpo dormido también había recordado apenas que debía respirar.

Ella miró hacia la pequeña piscina y encontró que el agua estaba de


pronto podrida, como agua estancada con liquen, moho y
podredumbre. Repentinamente sintió pánico de acercarse a esa agua.
Rápidamente se fue del sitio, saliendo por donde entró, miró hacia
atrás y la casa dejó de estar reluciente, ahora estaba ruinosa y
descuidada.

Noé despierta lentamente, demasiado lentamente, la cabeza le


palpitaba con un dolor agudo y que le daba náuseas. Fue a la cocina,
buscando algún analgésico, encontró aspirinas y tomó agua para
ingerirlas. Desde la puerta, David la miraba, preocupado, él sabía que
algo había sucedido.

- Cariño, ¿está todo bien?

- No lo sé, me dormí y soñé extraño, desperté con dolor de


cabeza.

David le pidió que le contase lo que soñó, él sabía que era un tema
serio, así que luego de escucharla decidió que no la volvería a dejar
sola, aún en un sitio tan seguro y rodeado de gente cercana.

Noé también supo que, aunque sonara como una dependencia, no


podría estar a solas tanto tiempo, debería estar con alguien más, para
hacerla volver de un sueño tan peligroso, de nuevo.

306
Capítulo 50.

Fue difícil acostumbrarse a aquello, día y noche había alguien


acompañándola, David se oponía enérgicamente a dejarla a solas
demasiado tiempo, así que se organizó con Fausto y Sofía para hacerla
de guardianes.

La idea comenzaba a parecerle ridícula, hacía tres días que no volvía a


suceder, sin embargo su pequeño gato no dejaba de mirarla,
siguiéndola a todas partes, se sentaba sobre sus patas traseras y no
despegaba la mirada de ella.

- ¡Duvalin, vete a dormir, me has seguido por tres días enteros,


ve a tomar el sol, anda!

El minino simplemente bostezaba y la miraba, parecía entender la


situación, aunque Noé se sintiera como alguien atrapado.

Cuando fue el turno de Fausto, salieron a caminar, fueron hacia un


sitio casi abandonado, subirían una gran cuesta y tomarían un
descanso en un abierto mirador. Sus piernas temblaban y dolían por
la subida, para cuando llegaron ambos se dejaron caer en una
superficie plana para descansar.

Fausto llevaba una mochila, de donde sacó unas bebidas, llevaba


frituras y refrescos, además de un par de cervezas.

Ambos bebieron mientras devoraban una gran bolsa de papas. Él aún


no superaba su fascinación, aquellos paisajes le recordaban
levemente su estado natal, Monterrey.

Permanecieron un par de horas, luego decidieron descender, los


árboles estaban sin hojas y el suelo estaba libre de maleza, todo
307
estaba seco, lo que daba al lugar un aspecto lúgubre y solitario, había
momentos en que no se escuchaba ruido, ni siquiera del viento.

Ambos caminaban un poco torpes, pues su condición física no era


adecuada, pero disfrutaban caminar, a lo lejos se podían vislumbrar
personas que vivían cerca de aquella zona del bosque, pero luego
desaparecían de la vista, haciéndoles parecer espejismos.

Noé recordó otra parte de ése bosque que tenía una vieja casita de
piedra, famosa por ser un lugar de descanso y marcado por la historia
por ser una de las propiedades que un ilustre personaje histórico
dejaría para el deleite del pueblo. Lo llevó casi corriendo, antes de que
olvidara el sitio y la ruta para llegar a él.

En un tiempo, la comunidad había intentado convertirlo en un


zoológico de especies nativas, pero no había funcionado. La pequeña
casa a veces era abierta al público para que entrasen a verla, ese día
estaba cerrada. Noé imaginaba innumerables historias que podrían
haber ocurrido ahí, todas por supuesto tan fantasiosas como
improbables.

Regresaron tranquilamente, caminaban lento y sin pausas,


disfrutaban el aire fresco y el sol cálido, que esta vez no quemaba la
piel. Recordaban situaciones particulares de cuando trabajaban en el
restaurante y reían bastante mientras tanto.

Al llegar a casa, todos estaban ya sentados comiendo, Ana ese día


consiguió birria estilo Jalisco del pueblo de al lado, el olor era fuerte y
especiado, todos disfrutaban y el resto se sorprendían de probar algo
nuevo.

Estaban a medio mes de Octubre, la fecha destinada se acercaba y aún


no tenían noticias de los ancianos, ni de Tata Juriata, eso los mantenía
en suave alerta, aunque ninguno tenía que decirlo en voz alta, los
nervios de los cuatro estaban en el mismo estado.

308
La estación pronto comenzó a enfriar los días, pero para David esto
era apenas la entrada de la temporada, recuerda con viveza otra
época en la que vivió en un lugar aún más frío.

A una semana de terminar el mes, cuando las escuelas locales


comenzaban a organizarse para las celebraciones de la estación,
recibieron la señal que estaban esperando.

Ese día todo estaba particularmente más silencioso, no se escuchaban


ruidos de afuera, ni de gente ni de niños. Aquello les pareció
demasiado extraño, pero fue a media tarde cuando escucharon las
flautas sonando desde ningún lugar. Afortunadamente todos se
encontraban reunidos en la casa, la familia de Noé había salido a
pasear por el parque jardín, donde ya se llevaba a cabo parte de la
celebración, los bebés fueron llevados con ellos.

Se reunieron en la gran sala, todos hicieron el rito con la sangre de


Noé y acudieron al llamado.

Estaban despertando a orillas del extraño río, las piedras eran cálidas
contra su piel, Noé los miraba desde el suelo, ella siempre despertaba
al final, no sabía el motivo.

Las miraron sonreírles desde la entrada a la caverna, todos se


acercaron despacio hasta ellas, David llevaba a Noé tomada
firmemente de la mano, ella aún se sorprendía del lugar.

Llegaron hasta donde se encontraban los tronos de los antiguos y


esperaron, esta vez sólo apareció el anciano que conocían, los demás
no llegaron, en su lugar el recinto se llenó con la presencia del dios,
quien gesticuló con su mano y seis de los tronos desaparecieron, en
realidad se derritieron y formaron entre todos uno solo, junto al del
anciano, que seguía siendo una silla de madera, demasiado
rudimentaria. Tomaron asiento y les pidieron acercarse.

309
- Me alegra de verlos a los cuatro en excelente estado y
presentación. - El dios les sonrío.

Entonces notaron que todos llevaban una extraña ropa, mientras


Fausto y David usaban sus armaduras, creadas con sus habilidades
despiertas, Noé y Sofía llevaban nada, su cuerpo estaba sin prendas,
pero su piel había cambiado a la de su propia magia, ambas brillaban
en esos extraordinarios colores.

El dios les da un asentimiento, dando a entender que ese sería su


atuendo de batalla. David luchaba contra el impulso de mirar
fijamente a su esposa, era increíble verla así, jamás se acostumbraría.

- Los demás ancianos no vendrán, ellos fueron castigados por


sus delitos de traición y arrogancia. Usaron mis palabras para
su beneficio propio, por tanto sus poderes fueron retirados y
enviados a ustedes. Cada habilidad que despertó en ustedes
cuatro, pertenecían a ellos, lo que conlleva también a
una pequeña porción de inmortalidad. Si bien ustedes podrán
morir, jamás será por causas naturales, a menos que lo
decidan su vida les ha sido regalada en su totalidad, decidirán
hasta cuándo terminará.

Los cuatro se miraron sorprendidos, las dos mujeres los miraron con
sus miradas llenas de aprobación.

- Ahora, el tema del ritual, será llevado a cabo el día dos de


Noviembre en el lago de Pátzcuaro, esa ha sido siempre mi

310
apelación, los cuatro deberán estar ahí para entonces. Noé,
¿recuerdas cuando fuiste e intentaste hacerlo? El rito consiste
en lo mismo, pero mientras tú lo realizas los demás aportaran
su sangre alrededor tuyo, ellos representarán los tres tipos de
entes existentes: vivos, muertos y deidades, siendo tú el canal
que nos unirá a todos.

Todos escuchaban con atención y sin interrumpir, comprendían en un


nivel muy profundo lo que aquello significaba, el riesgo que aquello
conllevaba y las consecuencias de que no se llevara a cabo de la forma
que debía.

- Lo demás que deben saber es, quizás cómo sucedió todo,


¿alguno desea saberlo?

Los cuatro asintieron, las dos mujeres sólo los miraron, con sonrisas
orgullosas por aquellos valientes que se lanzaban al más grande
sacrificio hecho en nombre de todos. El dios prosiguió.

- Bien, como ustedes lo desean saber, al momento de regresar,


van a presenciar lo que yo vi y lo que yo sentí, que me llevara
a arriesgarme y crear esta profecía, les pido que resistan y
confíen, todo lo que verán será a través mío, sentirán lo mismo
que yo, pero nada de eso podrá lastimarlos, mi cuerpo lo
resistirá. Ustedes son mis valientes predicciones.

Recibieron las instrucciones detalladas y fueron saliendo del recinto,


ninguno sabía por qué el dios de pronto necesitaba que ellos supieran

311
todo, no lo necesitaban, confiaban totalmente en su palabra. Noé mira
detrás y lo observa con una expresión de pesadez y tristeza profunda,
él sufría por el destino que tuvo que darles, al final de cuentas ellos
fueron su creación especial y se aprovecharon de ello.

Ella salió despacio preocupada por la situación, sabía que él debía


estar pasándola muy mal.

Todos llegaron a orillas del extraño río y se tumbaron en el piso, debían


permanecer ahí para que se les mostrase lo que había sucedido. En
cuanto cerraron los ojos, fueron llevados por una marea extraña y
demasiado fuerte, vagaban en la oscuridad, sin saber a dónde ni hasta
cuándo. De pronto todo se detuvo y sintieron que su cuerpo era ajeno,
éste se movía ágilmente, destacando enemigos en un campo de
batalla sangriento y feroz.

Sintieron su gran poder e inteligencia, un ser tan elevado que se


convirtió en el dios del sol de una raza que aún ni siquiera existía. Se
sentía de otro mundo, de otra dimensión.

Él soltaba golpes certeros y defendía lo que fuera que había detrás, los
demás, sus compañeros, advirtieron que se debía proteger a toda
costa, se trataba de una especie de sustancia que era capaz de dar
vida, cada uno había nacido con el conocimiento para usarla, pero en
conjunto sólo algunos se adjudicaron el derecho de hacerlo. Él no tenía
aspiraciones tan altas como los demás, él sabía que si eran capaces de
crear y dar vida, debería ser sin ataduras a ellos.

Tenía demasiado presente esa premisa, sus creaciones debían ser


libres, pero sus compañeros tenían otros planes, deseaban alimentar
su inmortalidad y su poder con los sacrificios de esos mismos seres.
Sabía que tenía qué hacer algo, justo ahora se encontraba
defendiendo el frente. Concentró su poder y fuerza y lo expulsó de su
cuerpo, formando una sombra de sí mismo que podía pelear como él.

Rápidamente se escabulló a una caverna, demasiado cerca de la pelea,


tomó la pequeña porción de masilla primordial y comenzó a darle
312
forma con sus manos, la sustancia estaba comenzando a consumir su
piel y su carne, aquel efecto los demás no lo tendrían, pues contaban
con las herramientas, él simplemente robó una pequeña porción. En
voz baja exclamaba su propia profecía, le regalaba a su propia raza las
habilidades de defensa y poder para no ser utilizados como los demás
que fueran hechos, ellos debían dar a conocer la verdad de las cosas y
actuar en contra de los tiránicos dioses que sólo deseaban más poder.
Él estaba teniendo visiones, en esas visiones se mostraban
innumerables atrocidades, traiciones, exterminios y opresión, llevada
a cabo por los seres que ahora nacían en el centro de la batalla.

Creó a siete seres, quienes serían los guías de su deseo, en sus manos
restaba una porción de masilla tan pequeña que no alcanzaba para
otro ser, lo hizo migas muy pequeñas y las arrojó sobre los creados por
sus compañeros, ahí algunas fueron absorbidas y pudo sentir el calor
de su propio deseo crecer y echar raíces en algunos pocos, aquello fue
suficiente para sentirse satisfecho.

En el centro, hubo un fuerte estruendo, ellos habían notado que parte


de la masilla faltaba, pues sus cálculos eran exactos, habían notado
que les faltaba material primordial. Llegaron hasta él, lo rodearon y,
aprovechando que su poder seguía peleando en el frente, lo atacaron,
antes de desaparecer y quedar atrapado dentro del maíz, alcanzó a
vislumbrar unos seres repugnantes sobre el hombro de sus
compañeros, aquellos seres lo miraban con odio profundo y se reían
burlonamente de su castigo.

Luego todo estaba oscuro. Él permanecía dentro de una jaula, la jaula


era gigantesca, los espacios entre barrotes eran suficientes para que
pudiera salir, pero detrás de esos barrotes, había de esas criaturas
negras, todas chillaban y reían, le arrojaban objetos que, al no tener
su poder, lo lastimaban, sólo su inmortalidad lo mantenían con vida, y
sus heridas cerraban. Pero aquellos bichos seguían arrojando cosas,
disfrutando de verlo ser lastimado, sin poder hacer nada, salvo recibir
los golpes.

313
Todos fueron llevados de nuevo por la corriente, eran agitados y
sacudidos en todas direcciones, hasta que despertaron en la casa.
Todos menos Noé.

Ella despertó a orillas del río, tosió un poco, aún sentía cada golpe,
cada momento que estuvo ahí viendo se resistía a abandonar su piel.
Tata Juriata estaba a su lado, sentado en cuclillas, la miraba y
acariciaba suavemente su cabeza, reconfortando lo que acababa de
presenciar. Ella era su más preciada petición, la que lanzó
desesperadamente para terminar con lo que apenas comenzaba en el
mundo de los mortales.

314
Capítulo 51.

Ella lo miraba, con sus ojos llenos de lágrimas, si bien todos


comprendían la traición, ella había sido dotada con algo más, una
pequeña chispa que le permita ver más allá, ella podía ver el daño y
las consecuencias, tan vívidamente que sólo faltaba poseer sus
cicatrices de la batalla.

Todo aquel daño estaba siendo absorbido por su cuerpo tan creado
particularmente, ella recibía todo el dolor del dios, parecía tan joven,
se veía tan vulnerable, que ella simplemente lo recibió todo. Su cuerpo
comenzaba a liberar pequeñas motas de luz, que se adherían al cuerpo
de él, no podía rechazarla, él había implorando al destino que ella
existiera tal y como era, recibía su regalo en paz y agradecido, aquella
mujer, nacida sin Karma y sin destino fijo, estaba actuando sin un
precepto establecido por nadie. Ella quizás, sólo quizás, podría formar
parte de los nuevos dioses, aquellos que él vislumbró, la parte que se
guardó para sí mismo, la nueva generación de deidades, más justa y
más benévola. Sonrió ante aquello y la expresión de Noé cambió, ella
estaba sorprendida por algo, parecía darse cuenta de un detalle que
nadie más veía.

- ¿Los cuatro seremos eso?

El dios no sabía a qué se refería, antes de preguntar siquiera, ella


continuó:

- Lo he visto, eso que acaba de pasar por tu mente, también lo


vi en la batalla, vi eso que parecía el reflejo en un estanque,
¿éramos nosotros?

315
Él la miraba extrañado, ella usaba su poder naturalmente, ella jamás
había siquiera intentado entrar en su mente, todo fue a ella, la
información acudió a ella y se le entregó. Aquello era fascinante.

Le sonrió cálidamente y asintió sin evitar su mirada, cada vez más


sorprendida, no tenía más motivos para evitarlo, sabía que a ella no
podría mentirle.

Noé parecía darse cuenta de que los demás aún no podrían saberlo,
quizás con su aportación y sacrificio aquello sería un paso más en su
elevación. Prefería pensar en aquello, ella aún luchaba con el
pensamiento de merecer algo o no.

El dios le dio una mirada severa, había seguido el hilo de sus


pensamientos, aquello que ella creía de sí misma no le gustaba, ella
había sido creada así, no tenía que "merecer" nada, él,
contrariamente, creía que había recibido muy poco de su parte.

Con un movimiento muy fluido, se pone de pie y la ayuda a levantarse.


Sin soltar su mano, la lleva a otra caverna, una diferente. En ella se
encontraba una enorme urna, no tenía nada en particular que le
hiciera querer recordarla, simplemente ahí estaba, dentro de esa urna
había una especie de gelatina, estaba brillando con un suave color
beige, como el color de la avena, se veía viscoso y parecía moverse.
Era la masilla primordial. Él se acercó a la urna y elevó su musculoso
brazo para meterlo dentro. Ella lo sujetó, intentando alejarlo,
recordaba lo que aquella sustancia le hacía a su piel.

- Descuida, descubrí algo mientras anduve por aquí, luego de


que me ayudaste a escapar.

316
Ella lo libera de su agarre y él toca suavemente la superficie lisa y
viscosa, aquello no lo lastimaba. Se acercó y él le pidió tocarla
también. Estaba fría y húmeda, era como pasar la mano sobre la pulpa
de la sábila.

Sin entender aquello, él le explica:

- Descubrí que mis compañeros habían contaminado la masilla


primordial, y que ésa que usamos no era la única que existía,
en estas cuevas hay muchísimos depósitos donde una urna
como ésta permanece esperando, todas lucen así. Me temo
que ustedes también están manchados con esa
contaminación, pero por alguna razón no los afectó como a
los demás, incluso al anciano que aún me acompaña, no sé si
se deba a mi plegaria desesperada o a que ustedes atendieron
al llamado de forma literal, o que el destino y el universo me
escucharon y los enviaron a ustedes, yo fui creado con esta
tierra, no puedo morir hasta que ella muera, mis compañeros
todos fueron absorbidos por ella, sus cuerpos y poder fueron
reclamados. Al principio pensé que se debía al mal que
crearon, que finalmente los había encontrado y les puso fin,
pero fue la madre de todos quien los reclamó.

- Entonces, ¿estás solo ahora?

- Mi pequeña, siempre preocupada. Siempre he estado solo, mis


compañeros eran, bueno yo era diferente a ellos.

Noé lo miraba atentamente, aquello era increíble, él siempre


respondía a sus dudas, aquello era extraño.

317
- Sé lo que te preguntas, yo me cuestiono lo mismo, eres una
igual a mí en varios aspectos, tus compañeros también pero
aún les falta descubrirlo.

Aquello era algo inesperado, pero infinitamente más increíble.

Noé es enviada de regreso, había sido encomendada a averiguar por


qué estaba sucediendo esto, a dónde los llevaría.

Ella despierta lentamente, estaba rodeada por los demás, sus dos
manos estaban siendo sujetadas muy fuerte, mientras David la tenía
recostada en su regazo. Parecían haber terminado una discusión, ella
sospechaba que se trataba de hacerla volver.

Vio cómo todos se incorporan de pronto y la miraban atentamente.

- ¿Qué les pasa? Parece que ven un fantasma.

Noé sonrió ante su pequeña broma, los tres tenían una expresión
asustada, sus ojos estaban tan abiertos, que la risa se le murió de
pronto.

- Cariño, estabas sin respirar y sin pulso. Creímos que algo te


había pasado. No podíamos sentirte.

- Mi vida tan inocente, cuando hacemos este viaje, así descansa


nuestro cuerpo. Olvidé mencionarlo, lamento mucho
preocuparnos, es un proceso natural, nuestra alma sale y
viaja, el cuerpo se queda vacío. Por eso siempre debe haber

318
alguien cuidando, afortunadamente he descubierto algo.
¿Notaron que yo siempre despierto después?

Los tres asienten lentamente, aún estaban confundidos.

- Pues se debe a que siempre, de manera inconsciente, lanzó


una burbuja que nos proteja, y mi alma no avanza hasta que
queda todo blindado. Eso, y descubrí más cosas cuando
ustedes volvieron.

El ambiente se volvió tenso, el dios no había dicho que no podría


anunciarles lo que hablaron y vio, sin embargo sabía que debía tratar
el tema con delicadeza.

Después de ponerlos al tanto, el silencio era sepulcral, ninguno se


atrevía a decir algo, cada quien ya estaba formulando su propio plan
para averiguar más.

Mientras Fausto hacía llamadas larguísimas con sus colegas de la


hermandad, y Sofía había desaparecido, Noé y David intentaban pasar
tiempo con sus hijos, pero los hermanos de Noé de pronto parecían
demasiado protectores, al grado que ni siquiera a ellos les permitían
tenerlos. Aquello era un problema, David intentaba ver aquello de
forma objetiva, y prefirió ocuparse del pronto viaje al lago,
necesitaban el remolque. Noé, en cambio, se acercó a Ana, está
situación le molestaba demasiado.

- Mamá, ¿qué sucede con mis hermanos? Ni siquiera nos dejan


acercarnos a mis hijos, me miran y parece que me quieren
morder.

319
- Ellos sienten el peligro de forma instintiva, ya que ahora saben
lo que ustedes son, los perciben como algo peligroso, sé que
son los padres, pero debes intentar comprender los un poco.

- ¿Comprenderlos? Mamá, nosotros arriesgamos nuestras


vidas por el bien, no sólo de nosotros como familia, sino de
todo el mundo, nadie ni siquiera lo sabe. No tienen idea de
con qué peleamos nosotros, ¿de pronto somos el peligro?

- Noé, no te pongas así, son tus hermanos, en mejores manos


no pueden estar tus hijos.

- Comienzo a pensar muy seriamente en eso.

Noé se alejó demasiado molesta, no quería tener que justificarse con


su familia, quizás a un desconocido si fuera necesario hacerlo, pero no
con quienes creció.

Se detuvo lo suficientemente cerca de sus hermanos para verlos, algo


le decía que aquello no era correcto, algo sucedía sin duda. Tenía que
averiguarlo.

Los observó por apenas un minuto, cuando lo vio.

El escudo de sus pequeños estaba comenzando a desaparecer, tenía


marcas largas e irregulares, como si unas uñas larguísimas arañaran
tela.

Todo su cuerpo se tensó al instante, sus hermanos, los cuatro miraban


fijamente a los niños, mientras los dejaban jugar solitos en una gran
colchoneta. Los gemelos la vieron, sostuvieron su mirada como lo
haría una persona adulta, parecían decirle algo. Ella lanzó su hilo
mental a sus hijos.

En una lengua puramente infantil, le hicieron saber lo que sucedió:

320
Los llevaban en el carrito de bebés, iban pasando entre los árboles del
centro del pueblo, estaba extraño, había muy poca gente, y todos
miraban alrededor con temor, mientras se escondían en negocios y sus
casas.

Los hermanos de Noé sintieron escalofríos y, habían decidido volver a


casa cuando, de una pequeña calle, demasiado solitaria, apareció un
extraño sujeto, todo vestido de negro, sostenía un bastón de raíz
retorcido, se acercó a ellos a paso lento y firme.

Los saludó con una inclinación de cabeza, los bebés activaron por
instinto el escudo, era la primera vez que lo hacían, intentando
protegerlos a todos, pero el tipo fue más rápido y lanzó unas pequeñas
agujas a los demás, con eso quedaron contagiados de una oscuridad
maligna, la cual les hacía intentar romper el escudo y llegar a ellos.

Sin embargo, había lapsos en los que los hermanos de Noé derrotaban
esa oscuridad lo suficiente para esconderla y revisar a los bebés, se
aseguraban de que estuvieran bien. El resto del tiempo, ellos lanzaban
esas mismas agujas oscuras, que arañaran su protección.

Noé soltó el agarre de sus bebés, ella sabía que los pequeños sabían
de una forma muy instintiva lo que sucedía, lo que les hacía no llorar
ni llamar la atención sobre ellos.

Ella lanzó un rápido soplido desde su boca, lo cual hizo que todos los
hermanos miraran en otra dirección, distraídos. Aprovechó esa
distracción y corrigió el daño en su escudo. Luego se fue de ahí tan
rápido, que estaba segura de que no notaron su presencia. Tenía que
hablarlo con David, aquello no era una buena señal, debían estar tras
sus hijos para evitar el gran rito.

Corrió a su habitación y cerró con seguro, tomó su aguja y ceniza y


envió su alma al recinto de las cavernas.

321
Noé apenas despertó, se levantó y corrió por las cuevas, llegó hasta
donde se encontraba el trono. Ahí estaba él.

Tropezó y cayó cerca de sus pies, lejos del firme control de su cuerpo,
ahora la desesperación atormentaba su espíritu.

El dios escuchó todo lo que sabía y su rostro se endureció. Aquello era


parte de una planeada distracción, estaba a una semana de terminar
con todo.

- Descuida pequeña, me haré cargo, tomaré tu cuerpo un rato,


yo mismo los voy a liberar. ¿Deseas ir o esperas aquí?

- Iré y ayudaré si es necesario, son mis hijos.

- Bien, vamos, estarás observando todo, como la última vez.

Noé se preparó y salió tras él.

Ambos despertaron en su cuerpo, ella miraba todo, desde dentro de


una pequeña apertura en su propia mente, él caminaba firme y sin
prisas, llegó hasta ellos.

Todos miraron en su dirección e hicieron un gesto de pánico,


mostraron sus dientes, era como verlos en estado salvaje. Trataron de
tomar a los bebés, pero ellas se anclaron a dónde se encontraban, el
escudo ahora más fuerte y reparado no les permitió llegar a ellos.

En lugar de irse, se colocaron detrás de los gemelos, el dios


simplemente los miró, no dijo una sola palabra, parecía no necesitarla,
ellos sabían quién se encontraba frente a ellos.

322
Elevó una mano con la palma hacia arriba y silbó entre sus dientes,
aquellas agujas reunieron su oscuridad y salieron disparadas hacia él,
se detuvieron sobre su mano y las estrujó.

Aquello no sería todo, el dios conjuró un nuevo escudo sobre los


bebés, esta vez incluyó a los hermanos de Noé, él sabía que los
necesitaban, los gemelos no podrían ser llevados con ellos, debían
permanecer en un sitio seguro.

Estaba a punto de darse la vuelta, cuando la mirada clara y fija de la


niña lo detuvo. Algo dentro de él encajó y sintió un zumbido dentro
de sí mismo, aquello era nuevo y extraño, la imagen de la mujer más
hermosa que había visto jamás se filtró a su mente, ella poseía la
marca de la media luna en la parte interna de su muñeca derecha, sus
ojos viajaron a la mano de la niña.

Ahí apenas visible, había una ligera sombra de un lunar formándose.


Su ser completo se estremeció. Noé pudo sentirlo.

323
Capítulo 52.

David apenas llegó y se enteró de todo, le pidió a su esposa enviarlo a


ver al dios, él solo. Noé sabía que era necesario hacerlo, así que
accedió mientras ella tranquilizaba a todos en casa, Ana casi sufre un
infarto al saberlo.

Todos estaban asustados, necesitaban una explicación.

Noé los encuentra a todos reunidos en la sala, los bebés estaban en


un corralito para niños, parecían no querer acercarse a ellos, pero
tampoco la habían buscado para entregarlos. Aquello no pintaba bien.

Un gran debate estaba a punto de comenzar.

- Quisiera que antes de que me echen de la casa, escuchen por


favor.

Todos parecían estar a punto de irse, ella sentía las emociones de


todos, miedo, enojo, traición.

- Ese ser que los atacó, quería llegar hasta Tata Juriata, y sabía
que haciendo daño a mis hijos podría hacerlo aparecer. Me
gustaría que comprendieran mi situación.
- Eso no nos corresponde, nos pides demasiado, comenzamos
a creer que ni siquiera eres nuestra hermana. Estuvimos en
peligro por tu culpa. Esos niños no son normales.

Noé sentía las palabras de Luis como cuchillos atravesando su piel.


Helado acero que dejaba marcas detrás de sí.
324
Ana intentaba intervenir, pero la interrumpen, todos comenzaron a
hablar al mismo tiempo.

Noé no soportaba más, mientras aún hablaban y lanzaban toda clase


de comentarios hirientes contra ella, se limpió las lágrimas y se
levantó del sillón. Se acercó a sus bebés y los tomó a ambos. Luego
subió las escaleras hacia la habitación.

En la enorme alcoba, ella comenzó a ordenar todo. La mañana


siguiente el vehículo que David había solicitado, llegaría. Quizás
deberían alquilar una casa en el pueblo de Pátzcuaro.

David aún no volvía de ver al dios, estaba aún acostado en la enorme


cama.

Suaves pasos se acercaron a ella, los gemelos permanecían en silencio,


miraron a su abuela acercarse, llevaba una taza caliente en sus manos.
Se sentó en la enorme cama y la observó empacar sus cosas.

- Están asustados, lo sabes.

- Si, sé que están asustados, pero, ¿era necesario decirme todo


aquello?

- Ellos no saben lidiar con sus emociones, ellos no saben lo que


es luchar como tú.

- Ése, madre, francamente no es mi problema, ellos no pueden


esforzarse en entenderme, ¿pero yo a ellos sí?

- No es lo mismo.

- ¡Claro que no es lo mismo! Ellos crecieron mimados y


normales, mientras yo estaba siendo preparada para
sacrificarme por ellos. Obviamente no es lo mismo.

325
El silencio inundó la habitación. Ana sabía que una sola palabra suya
haría que todos entraran en razón, pero le pesaba demasiado el
remordimiento de obligarlos a hacer algo, ella sabía que eso era
terrible. Pero, en el fondo, enterrado muy bien, también sabía que
para nada era lo mismo y que Noé tenía razón. Ahora, su hija estaba
haciéndose a un lado para respetar el bienestar de su familia, cargaría
con aquello sin importar.

- Mamá, por favor déjame sola, no quiero justificarme contigo


ni con nadie. Debo descansar también, mañana nos vamos
temprano.

Ana la miró, su hija era demasiado fuerte, cuando era necesario ponía
un impenetrable muro a su alrededor, incluso para ella. Se levantó y
dejó la taza con un aromático té en la mesa junto a la puerta, luego
salió en silencio, cerrando la puerta detrás de ella.

Noé se dejó caer sobre la alfombra, y dejó sus lágrimas salir


libremente.

Sintió un suave roce sobre su cabello, era cálido y familiar. Miró hacia
arriba, para mirar a su esposo, pero él continuaba sobre la cama, en
el espacio sobre ella había un ligero vapor rosado, nunca lo había
visto.

Siguió una ligera estela, que comenzaba a desaparecer. Aquella tenue


nubecita provenía de sus dos bebés quienes, tomados de sus manitas,
la miraban desde su cuna. La miraban atentamente, siendo tan
pequeños, parecían notar lo que sucedía a su alrededor.

Noé comenzó a desear que fueran mayores, odiaba la idea de dejarlos


solos, pues no sabía cuánto tiempo estarían ocupados con el ritual. Al
momento, los bebés parpadearon muy lentamente e inclinaron

326
suavemente sus cabezas, el tiempo parecía ralentizarse, ella se sintió
mareada y sus ojos amenazaban con cerrarse.

Unas fuertes manos la levantaron y la llevaron a la enorme cama.

David había despertado cuando ella miraba a sus dos pequeños,


quienes se sostenían de los barrotes de la cuna, ahora que tenía el
conocimiento que fue a buscar, miraba a sus hijos desde otra
perspectiva.

Luego de llevar a su esposa a la cama, se acercó a los bebés y revisó


sus manitas, su sorpresa casi lo hace caer de espaldas, ambos tenían
la marca de la media luna en el mismo lugar.

Con un ligero temblor, sacó su teléfono y envió un mensaje de texto a


Fausto, les pedía a él y a Sofía que fueran a la habitación.

Ellos llegaron rápidamente, entraron y fueron puestos al tanto,


ninguno sabía qué significaba todo aquello, ni siquiera el guardián.

David vio de pronto el equipaje, estaba a medio terminar, el resto de


las cosas yacían sobre la cama.

Salió lentamente de la habitación, dejando la puerta medio abierta.


Encontró a Ana en la sala, estaba sentada en silencio, mirando hacia
su jardín. Él se acercó y la notó a punto de llorar.

Permaneció en silencio, necesitaba respuestas y su esposa parecía tan


afectada, que preguntarle quizás fuera un acto insensible.

Hablaron durante un rato, Ana le dijo todo lo que había sucedido


desde que él estuvo fuera. David comprendía las dos posiciones, sin
embargo no podía intervenir, aquello era algo que debían superar
como familia, no obstante no necesitaba expresar de qué lado se
encontraba su apoyo.

327
Noé estaba siendo llevada por la marea de nuevo, era sacudida sin
parar, sus extremidades se contrajeron, apretando su cuerpo,
protegiéndose de lo que fuera que pudiera impactarse contra ella.
Todo de pronto se detuvo.

Estaba sobre un costado y aún se sujetaba las rodillas contra el pecho.


Unas manos la sujetaron del hombro, demasiado suave. Abrió los ojos,
al mismo tiempo que su cuerpo comenzaba a temblar.

- Aquí estás a salvo, no temas.

Ella lo miró sobre su brazo, él debía saber lo que sucedía, su expresión


era atormentada, tal como su corazón se sentía.

La ayudó a levantarse, incluso la apoyó para caminar, su fuerza


parecía estar siendo drenada, a pesar de que ella siempre había sido
firme, ahora parecía una niña débil. Incluso con eso, el dios estaba
convencido de que aquello la había lastimado más que cualquier otra
cosa.

Llegaron a un recinto diferente, aquí había un enorme espejo de


obsidiana, demasiado pulido, tenía un marco de relieves exquisito
mostrando gran maestría al representar innumerables criaturas
esqueléticas, desde perros y animales domesticados, hasta criaturas
mitológicas, recogidas de diferentes eras y culturas, aquello era más
impresionante al verlas mezclarse y aun así ser perfectamente visibles,
incluso con su diminuto tamaño.

Su voz le llegó a través de un acuoso filtro, que a duras penas le


permitía entender lo que él le decía.

328
- Aquí puedo verlo todo, este espejo me permite ver todo lo que
yo desee, incluso percibir la honestidad y el corazón de las
personas. Tu madre sufre, y tus hermanos también. Esa magia
usada en ellos les hicieron ver cosas pequeña, cosas que tú ya
conoces y que ellos no debían ver. Ellos son completamente
mortales y ahora cargan algo que nunca debieron. Me temo
que han sido marcados.

Noé continuaba sin decir nada, escuchaba y comprendía todo, no


podía evitarlo, sabía que sus hermanos tenían razón y derecho de
asustarse de ése modo. Pero su corazón se apretaba cada vez que el
pensamiento de no ser comprendida por ellos le atravesaba. Incluso
justificó que la echaran de la casa, se preguntaba quién querría
permanecer cerca de ella…

- ¡Esto no tiene nada qué ver contigo! ¿Por qué te aferras a


menospreciarte tú misma?

Él ladró las palabras apenas terminó ella de pensar aquello. Odiaba


que ella pensara aquellas cosas de sí misma, cuando él siendo un dios
la necesitaba tanto. La imagen de la mujer que vio antes, pasó como
un rayo a través de él, apenas alcanzó a procesar la imagen: ella lo
miraba con sus ojos avellanas llenos de lágrimas. Mostraba una
expresión triste y conmovedora igual a la de su madre.

Noe también pudo verlo y sus ojos volaron hacia el dios, incluso a pesar
de que quizás él no pudiera ver tan lejos, ella lo enfrentó.

- Si su futuro eres tú y la lastimas de cualquier forma, te las


verás conmigo. De nada me sirve tanto sacrificio por el bien

329
común, si ellos no están a salvo. Aquí y ahora te pregunto, ¿es
ella tu compañera?

Tata Juriata no sabía qué responder, pues su futuro de aquella manera


le estaba velado. Él no podría saberlo.

- Eso parece Noe, yo no puedo llegar tan lejos en mi visión,


quizás ella sí lo sepa.

- ¿Cómo puede ella saberlo? ¡Es un bebé apenas! ¡Dímelo!

Él pudo sentir cómo las emociones de Noe estaban siendo echadas


fuera de sí misma, estaba expulsando lo que la estaba ahogando. Se
acercó, arriesgando que ella incluso lo atacara.

- ¿Qué si es un bebé? Si ella es mi compañera, ni tú podrás hacer


nada al respecto, ella se encargará de tomar esa decisión.
Tampoco podrás mantenerme a mí lejos de ella.

Estaba tomando un enorme riesgo al provocarla, pero sabía que ella


necesitaba gastar todas esas emociones que la llenaban. Noe comenzó
a brillar en su particular luz azulada, su ropa desaparece y su cuerpo
de cristal quedó a la vista. Oleadas salían de su piel, latiendo y
chocando contra él. Pero al ser compatibles en un aspecto demasiado
rudimentario, aquello estaba lejos de lastimarlo.

Ella no respondió, sabía que sus palabras eran ciertas, así como sabía
lo que él hacía, nada de sus pensamientos e intenciones estaba velado
a su audaz poder.

330
El dios se le acercó lentamente, demostrando que podía tener la
libertad de soltar sus emociones, ya que no podía dañarlo.

Noe dio rienda suelta a su corazón, lanzando un estridente grito. Las


paredes de la caverna temblaron y el espejo vibró, pequeñas rocas
sueltas salieron disparadas e impactaron contra las paredes y el fondo
de la cueva. El atavío de él se sacudió con el suave susurro de su poder
estrellándose contra su cuerpo.

Al finalizar todo, ella cayó de rodillas y su figura entera se sacudió con


fuertes sollozos, sus manos cubrieron su rostro y, mientras sus
lamentos raspaban cada cueva, él se arrodilló frente a ella y la sostuvo.
Ajustó su altura para llegar a ella.

David regresaba a la habitación, cuando la tierra se sacudió y la casa


entera gimió. Él se sujetó a la pared y cambió su postura para evitar
caer al piso. Todos comenzaron a salir corriendo, gritaban y lloraban
por miedo. Fausto y Sofía llevaban a los gemelos, salieron juntos y se
reunieron con el resto. Los hermanos de Noe corrieron y les
arrebataron a los bebés. Los abrazaban con tal terror, que parecían su
más preciada posesión. David entendía que ellos actuaban por miedo
y no por juicio, en realidad no deseaban que se marcharan, sólo
luchaban con la comprensión de lo que su hermana era y tenía que
hacer.

Ana lo miró con la mezcla de pensamientos que estaba teniendo: por


un lado la comprensión de que tenía razón en su corazonada y, por el
otro lado de que un obstáculo acababa de ser enfrentado por sus
hijos.

Tan pronto como comenzó, el terremoto se detuvo. Aquel sismo tenía


las emociones de su esposa grabadas en cada detalle, David sabía que
era ella expresando su dolor. Su madre vio el entendimiento en la
expresión de su yerno, sin embargo guardó silencio a sus hijos sobre
aquello.
331
Noe despertó en su cama, había pasado de estar en los brazos del dios,
después de haber descargado todo contra él, a estar en su cama, en
la casa de su madre. Todo estaba silencioso, afuera se escuchaban
gritos de miedo, algunas cosas de la habitación estaban en el suelo,
algunas paredes tenían grietas y sus bebés no estaban en su cuna.
Salió corriendo del cuarto y luego de la casa, se tropezó varias veces,
lastimando sus rodillas y manos, se golpeó con varios muebles y se
estrelló contra la puerta.

Al salir encontró a todos fuera de la casa, hablaban con vecinos y entre


ellos, los gemelos fueron los primeros en verla y ella corrió a ellos. Sus
hermanos la miraron, dándose cuenta que no había estado con ellos
cuando salieron, le entregaron los bebés a regañadientes, estaba
histérica.

Los demás se acercaron a ella, la miraban preocupados, no por el


sismo, sino por haber sido ella quien lo hizo.

David la abrazó con fuerza, cuidando de no aplastar a los bebés, pero


ella se negaba a soltarlos.

Ella ya no temblaba, únicamente su expresión era de preocupación,


parecía haber creído que pudo lastimarlos, ni siquiera imaginaba que
sus bebés no sólo no estaban asustados, sino que ellos la buscaron
todo el tiempo, esperando a que saliera por la puerta.

332
Capítulo 53.

Esa noche, Noe y David no pudieron dormir, permanecieron


observando a sus bebés, quienes dormían plácidamente en su enorme
cuna.

Hablaron un tiempo tan largo, que la madrugada los sorprendió,


ambos sentados en el piso al pie de la cama.

Noe seguía viendo el rostro de aquella mujer, tan parecida a ella y con
sus gestos tan similares a los suyos. Sin duda se trataba de Alejandra,
su hija.

Se acercó a ella y sostuvo su regordeta manita, era tan pequeña y tan


indefensa. El destino estaba siendo irónico con ellos, modificando sus
vidas a cada paso y decisión que tomaban.

David llegó hasta ella, un consuelo silencioso ante una situación que
ambos padecían. Noe se alejó, terminando de empacar sus
pertenencias. La noche fue larga y tormentosa, estaba segura de que
en esa casa, subiendo la colina, nadie había podido dormir.

David comenzó a llevar las cosas a la camioneta que, al final, decidió


comprar, Fausto apareció en la puerta y terminó por ayudarle a llevar
el resto, Sofía fue a ayudar a Noe con los gemelos, que aún dormían.

Al bajar a la sala, se encontraron con toda la familia en una fila


demasiado formal para la ocasión, todos miraban el rostro de Noe,
aún aturdidos por las últimas horas, apenas siendo capaces de
entender cómo pueden tantas cosas suceder en tan poco tiempo, ella
apenas podía procesarlo. No los culpaba. Al final, ella comprendió que
estaban atravesando algo irreal para sus demasiado normales vidas.

333
Se detuvo frente a ellos, los miró a todos y les sonrió, intentando
esconder por todos los medios el ligero temblor en su estómago, por
sentirse expulsada de su propia familia.

Ana se acercó a ella, su rostro está enrojecido por haber llorado


durante horas, sus hermanas se veían exactamente iguales a ella,
mientras que Luis luchaba aún con el llanto que aún estaba atorado
en su garganta, Miguel se aproximó también, tomando la mano de su
madre, miró a Noe, y con una voz demasiado firme, le indicó:

- Noe, no te vayas, los hermanos y yo sólo estamos asustados,


pero no de ti, tenemos miedo de que veas esas cosas todo el
tiempo - si pobre voz se volvió infantil por la emoción, su ritmo
pausado para hablar no le impedía jamás expresarse mejor
que todos ahí. - No sabemos cómo haces para soportar eso,
yo me sentí demasiado asustado cuando lo vi, pero cuando
viniste y nos salvaste de esas cosas, yo sentí que podrías
ayudarme a ser fuerte, como tú. Pero no te niego que tuve
mucho miedo, mamá hoy me explicó lo que esas cosas son, y
que tú puedes destruirlos, si hay algo que pueda hacer para
ayudarte, hazme saber, no quiero que estés sola.

Noe sentía su propia garganta cerrarse fuertemente ante las palabras


de su hermano, ella había estado segura de que él sería el más
afectado de todos, pues le parecía demasiado difícil que pudiera
comprenderlo. Nuevamente él los sorprendía, Anda le hizo una señal
y él se acercó y la abrazó con fuerza. Las hermanas soltaron gemidos
de llanto y corrieron a abrazarla también, cuando la soltaron, todas
mostraban un rostro muy enrojecido. Luis se acercó a ella, la tomó por
los hombros y apoyó su frente en la suya.

Ella pudo sentir cómo él también se estremecía por la emoción


contenida. Ella sabía que él difícilmente daría el primer paso, sin
334
embargo la señal estaba ahí, así que fue a abrazarlo primero, y Luis la
sujetó tan fuerte sus huesos crujieron sonoramente.

Todos sonrieron un poco, incluyendo ellos.

- Noe, no es necesario que se vayan, esta casa te pertenece


tanto como a todos aquí.

- Mamá, aunque me quede, hoy es día de irme, debemos estar


en el lago, el gran rito es el lunes, no deseo molestarlos más,
por eso me llevo a los gemelos...

- Ni siquiera pienses en hacerlo, - Luz la interrumpió - los bebés


se quedan con nosotros, no tendrás alternativa, ellos estarán
mejor aquí con nosotros. Sabemos que harás algo demasiado
importante, no debes preocuparte de que se queden solos.

Noe asintió suavemente y les pidió a David y Fausto traer el equipaje


de los bebés.

La despedida fue demasiado emotiva, todos les dieron a los cuatro


abrazos y palabras de aliento, sin saber que sus expresiones se
convertían en amuletos que reforzaban su propia magia, usando sus
palabras y voluntad para forjar hechizos simples de protección.

Noe sospechaba que la protección puesta por Tata Juriata era algo
más que simplemente eso. Una nueva tarea aparecía ante ella,
enseñarles a no desperdiciar ese invaluable poder.

Todos partieron, tomando rumbo al lago de Pátzcuaro.

La vista por la ventana era increíble, las pasadas lluvias y la baja


temperatura, lograban un paisaje que nada tenía que envidiar a las
colinas europeas.

335
Cada kilómetro más cercano, era cada vez más frío, hasta que tuvieron
que encender la calefacción de la camioneta.

Noe comenzaba a imaginarse corretear por esa vegetación,


tropezando y cayendo, corriendo de nuevo y cayendo cada vez. Con la
ropa mojada y helada, el cabello erizado por la humedad y los huesos
adoloridos por el frío.

Cuando el lago estuvo a la vista, todos suspiraron sorprendidos:


estaba cubierto por niebla, completamente.

El clima, al parecer, era algo extraordinario, lo cual les daba una


ventaja, ya que no tendrían personas husmeando y poniéndose en
peligro al acercarse demasiado.

David los llevó y dejó estacionada la camioneta en un lugar despejado,


cerca del viejo sauce, que ahora parecía un pobre tronco podrido,
había caído y con la humedad simplemente se deterioró.

El rápido pensamiento de él y ella siendo liberados de su propia


maldición, los cruzó a todos.

Entonces, aquella neblina no se debía a Yarelhi, sino a algo más.

Se dirigieron al lago, necesitaban saber a qué se debía aquello. Justo


al llegar al lugar, encontraron una vieja canoa, como permanecía
suelta estaba siendo balanceada con la marea. Tenían la espesa niebla
cubriéndolos por completo, no se veía el cielo, ni las rocas próximas,
no se veía nada más allá de dos metros.

Los cuatro subieron a la canoa y, como esperando una señal, ésta se


movió, llevándolos aguas adentro.

No había sonidos, ni del agua ni de aves, nada se escuchaba. Ni


siquiera sus respiraciones.

Los cuatro se miraron entre sí, notando que ninguno respiraba,


notando que ninguno tenía latidos de corazón, al moverse, todo

336
parecía lento y perezoso, intentaron hablar, pero ningún sonido salía
de ellos.

Antes de poder entrar en pánico, llegaron a un círculo donde la niebla


estaba apartada, era de algunos cuatro metros de diámetro, en el
centro, parecía haber una lisa plataforma hecha de piedra del pago,
ahí, en esa plataforma estaban un precioso juego de tres agujas
negras, brillaban como el espejo de obsidiana, junto a ellas, un
precioso cuchillo ceremonial, no tenía aspecto rudimentario, estaba
perfectamente cortado y pulido, era liso, delgado y del mango
colgarían unas plumas blancas impecables.

La balsa se detuvo junto a la plataforma de roca, Noe se acercó y bajó


sobre ella. Las agujas se elevaron suavemente, para ir a colocarse
sobre las manos de los demás, quedando únicamente el cuchillo.

Al momento de que cada uno tomó el alfiler entre sus dedos, sus
cuerpos mágicos despertaron y la aguja se incrustó profundamente en
la palma izquierda de cada uno. La sangre que goteaba iba
directamente a una mano de Noe. Comprendiendo, ahuecó su mano
rápido, evitando que cayera la sangre, luego lentamente la balsa
volvió a moverse, llevándolos y dejándola sola ahí.

Ninguno comprendía cómo estaban ahí, si aún faltaban dos días para
realizar el rito, quizás terminando sabrían la razón de aquello. Ella
tenía una fuerte sensación de que algo sucedía mientras ellos
permanecían ahí, pero conforme lo pensaba la idea se volvió extraña,
confusa y evasiva.

Los demás fueron dejados uno a uno en plataformas similares a la


primera, quedando todos alrededor de Noe, formaban un triángulo
perfecto.

Al momento en que estuvieron todos ahí, un gran escudo salió


disparado de ella, protegiendo un gran perímetro sobre ellos. La
niebla comenzó a agitarse, girando justo afuera del escudo, dentro de

337
él, todos quedaron de pronto a la vista, la niebla estaba siendo
absorbida por el agua del lago.

Un gran estruendo se escuchó y, justo más allá de la barrera azul, se


formaron decenas de criaturas negras, todas mostrando sus dientes,
tan negros como su piel. Parecían vestir un cuero chicloso que se
ajustaba con cada movimiento que hacían. Sus diminutos ojos, apenas
una rendija rasgada en ese cuero, mostraba un haz de luz, dentro no
tenían nada, sólo eran unos caparazones que se alimentaban de los
miedos y emociones dañinas de los seres humanos.

Detrás de ellos, como salido de una oscura profundidad, una criatura


increíblemente alta, apareció, se veía igual a los oscuros, salvo que su
piel estirada era blanca. Las rendijas de sus ojos dejaban salir
oscuridad, una humeante sombra que se desvanecía apenas salía de
esas rasgaduras.

Los tres del exterior, invocaron sus armas, preparándose para una
dura batalla.

Pero, detrás de Noe, apareció él, vestido con un heroico atavío de


piedras preciosas y plumas, su tamaño era comparable al del ser del
otro lado, enorme y colosal. El corazón de los cuatro di un salto de
orgullo y valor sólo con verlo, ahí estaba, el sol de los Purépechas listo
para la pelea.

A una señal, todas esas criaturas negras, salieron volando y


aterrizaron sobre el escudo de Noe, usaban sus garras y dientes para
roerlo, inicialmente este no sufrió ningún daño, pero conforme se
concentraron en un sólo sitio, comenzó a romperse.

El dios la envolvió en un duro capullo, como cristal negro, ella lo


reforzó por dentro, con otro suyo. Ella debía esperar a que fuera la
media noche, para comenzar el rito, este se llevaría a cabo desde el
momento de más negrura y hasta el primer rayo de sol, apenas estaba
anocheciendo. Mientras tanto, debía permanecer encerrada ahí,

338
viendo a los demás pelear y, sobre todo, evitar que la preciosa sangre
de sus compañeros permaneciera caliente en su mano.

El escudo de Noe se rompe finalmente, todas esas criaturas, tal como


un enjambre, se lanzaron contra ellos, la iridiscente piel de Sofía los
atraía como bichos a la luz, decidieron mantener una formación,
donde ella se mantendría en medio mientras David y Fausto daban
golpes a sus lados. Ella usaba sus propios recursos para asestar golpes,
pero sobre todo, a cubrirlos a ellos.

Todos dejaron de luchar por un breve segundo, cuando notaron en


medio del lago, la lucha entre los dos colosos, ninguno portaba armas,
se golpeaban con sus brazos, piernas y puños, de forma limpia y
pareja. Aquello era un espectáculo grotesco y fascinante. Su tamaño
en nada los ralentizaba, sin embargo ambos expulsaban un gran poder
con cada golpe.

La batalla se extendió por horas, Noe estaba más nerviosa por el


tiempo que llevaban luchando, que por el daño que hacían, pues
donde moría una criatura negra, otras tres tomaban su lugar. Sus
compañeros n mostraban signos de cansancio ni de daño, lo cual era
un alivio. El tiempo pasaba, Noe miraba atentamente el cielo, ella
sabría el momento adecuado para llevar a cabo el ritual.

Nadie notó que debajo del agua, una criatura se aventuraba a intentar
llegar hasta ella. Hasta que escuchó un sonido como de galletas siendo
mordidas, el escudo del dios le impedía notar fuera de él lo que
sucedía, a menos que lo pudiera ver directamente.

Demasiado tarde, algo la golpea por detrás, haciendo que la sangre


sobre su mano casi cayera al agua. Se sostuvo sobre sus rodillas,
mientras convocaba su propia magia para defender.

Otros monstruos negros miraron en su dirección, algunos se lanzaron


ferozmente, mientras el resto se abalanzaba sobre los demás,
impidiendo que fueran a ayudarla.

339
Los colosos peleaban, mientras el blanco comenzaba a sonreír
maliciosamente, el dios notó, demasiado tarde, cómo atacaban por
todos lados el escudo sobre Noe.

Su rabia fue tal, que concentró demasiado poder en un golpe, fue


suficiente para enviar a dormir al blanco. Rápidamente, encogió su
tamaño y fue a protegerla.

Estaba atrapada debajo de los restos del escudo, mientras intentaba


desesperadamente proteger su mano con la sangre, al final, tuvo que
envolverse con sus piernas, lo que hizo que una gran cantidad de
sangre cayera al agua. En ese momento, el dios cayó sobre ellos,
haciendo polvo a esas desagradables criaturas. Ella lo miró y sacó su
mano, mostrando apenas una mancha de la sangre de los demás.

El dios suspiró, decidiendo al final, darle su sangre, para ayudarlos.

Tomó el cuchillo negro y brillante, se arrodilló frente a ella, y con un


ágil movimiento, cortó su propia mano.

Noe vio cómo su sangre, roja como la suya, caía sobre su mano,
llenándola, el olor, sin embargo, era como el copal, fresco y maderoso.

El coloso blanco despertó y apareció de nuevo, mirando alrededor y


encontrando a su oponente, su rostro se contrajo en furia cuando vio
la sangre divina de él sobre la mano de la humana.

- Muy bien, Noe, me temo que no podemos esperar la señal, es


ahora o nunca. Contamos contigo.

Dicho eso, se lanzó de nuevo contra el blanco. Ella lo miró tomar de


nuevo su enorme tamaño y continuar la batalla. Esta vez, no hubo
escudo, estaba desprotegida.

340
Un gran rugido de batalla se escuchó, David estaba desesperado por
llegar hasta ella, liberó su destructivo poder y pulverizó a todos los
que los rodeaban.

Una vez libres, los tres se acercaron a ella, y dejaron caer rápidamente
su sangre sobre ella. Su pobre mano desbordaba sangre, pero la
mantuvo lo más firma que pudo. Mirando al cielo, supo que el
momento había llegado.

Tomó el cuchillo ceremonial, los miró a los tres y sonrió. Luego hizo un
profundo corte en su brazo, mientras sangraba, lo levantó e hizo que
la sangre en su mano se derramara sobre su corte, dejándola caer
sobre la piedra en la que estaba parada.

Un estridente sonido de flauta sonó alrededor de ellos, la niebla de


pronto se espesó y los tragó a todos.

Un fuerte grito doloroso se escuchó, luego de nuevo el silencio que los


recibió.

- ¡Chicos! ¿Dónde están?

Nadie respondía, estaba segura de que su voz se escuchaba, ella se


escuchó a sí misma, miraba en todas direcciones, ni una sombra se
veía a través.

Luego el suave susurro del agua, dio varias vueltas sobre sí, buscando
el origen de aquel ruido, hasta que la canoa se antes apareció, pero
estaba vacía. Ella la miró largo rato, intentando convencerse de que
no había sucedido nada malo, ellos hicieron el ritual.

Luego de un rato, su cuerpo reaccionó y se abalanzó sobre la balsa.


Ésta se movió lentamente, llevándola en una dirección que no
reconocía.

341
Al llegar a la orilla, ella saltó y corrió en varias direcciones. No se veía
a nadie.

Llegó incluso hasta donde estaba la camioneta, pero estaba vacío, no


había nada, sólo el árbol, que ahora lucia alto, lleno de follaje y
demasiado verde, vivo.

A los pies del árbol, un pequeño sahumerio con copal encendido


lanzaba un hilillo de humo, se acercó y se dejó caer.

No recordaba haberse quedado dormida, hasta que despertó de


golpe, su corazón galopaba salvajemente. El suave sonido de pasos se
escuchó en varias direcciones. Noe se levantó y, para evitar caerse de
bruces, se quedó sentada sobre sus piernas.

Tres siluetas se dibujaron en las distintas direcciones, conforme se


acercaban, el familiar sonido de sus respiraciones la golpeó y el alivio
fue tal que casi se desmaya de nuevo.

Soltó un gemido doloroso cuando los tres estuvieron visibles ante ella,
David corrió y se dejó caer junto a ella, su abrazo estaba tan lleno de
añoranza, parecía a punto de quebrarle los huesos.

- ¿Dónde estuviste? Pasamos dos días buscándote.

Ella los miró, estaba desconcertada, pasaron dos días, pasó dos días
dormida. Los demás la vieron y, aunque aún trataban de entender lo
que pasó, dejaron para después el resto de lo sucedido.

La llevaron a la camioneta, que los esperaba cerca de la carretera.

342
Capítulo 54.

Se acercaron a la camioneta, no recordaban haberla dejado tan lejos,


pensaron que probablemente se movió por la fuerza del viento
mientras sucedía todo. Más grande fue su sorpresa cuando llegaron
hasta ella, parecía una gran pila de chatarra. Sus pertenencias no se
encontraban dentro, parecía un auto abandonado y dañado por el sol
y los elementos durante años.

Inspeccionaron dentro y estaba despojada de todo, no había asientos,


no tenía las llantas, los aparatos electrónicos, ni siquiera la pintura
estaba en la superficie.

Había restos de óxido en todo el esqueleto de hierro.

Se miraron sin poder encontrar explicación a semejante escena.


Entonces miraron hacia atrás, hacia el camino por el que llegaron, el
lago estaba seco.

Ni siquiera la ciénaga que queda al ser drenado de su agua, estaba


todo seco, agrietado y polvoriento.

Los sembradíos que habían dependido del agua y la humedad, ya no


existían.

Experimentaron un escalofrío de miedo. Aquello no era ni por asomo


lo último que habían visto de aquel paisaje lleno de vida.

Escucharon un camión acercarse, los cuatro echaron a correr hacia la


carretera y le hicieron señas al conductor.

Se trataba de un hombre de aspecto desaliñado y avejentado por la


exposición al clima, parecía ser un agricultor.

343
- Señor, ¿podría llevarnos al pueblo más cercano? Estamos
perdidos aquí.

El hombre los miró detenidamente, demorándose en Noe y Sofía,


sonrió casualmente y les hizo señas de subir en la parte trasera. Los
cuatro se acomodaron y partieron al pueblo.

El sol era similar a una bestia desalmada, intentaban cubrirse con lo


que podían, pero aun así su piel se chamuscó con la intensidad de los
rayos solares.

Llegaron a lo que parecía un rancho, demasiado solitario para


llamarse pueblo.

A lo lejos se veían escombros y paredes a medio terminar, así como


una iglesia desbaratada.

- Bienvenidos a Pátzcuaro.

Los cuatro estaban atónitos, esto no era el pueblo, era apenas una
casa en ruinas y una iglesia cayéndose.

- No no, señor, necesitamos ir al pueblo, para tomar un camión,


venimos de Jiquilpan, nuestra familia nos espera.

- ¿Camión? No ha habido de esos en años, esto es lo que queda


del pueblo. Hace años que quedó así.

- Eso es imposible, ayer apenas estuvimos en el lago, estaba


lleno, acababa de comenzar la temporada de lluvias.

344
- No joven, hace cincuenta años que el lago amaneció seco, de
un día para otro. Yo lo vi, toda la noche hubo truenos y luces
que salían del lago, parecía el mismísimo infierno desatándose
sobre nosotros. En la mañana ya no había agua. Y de ahí,
terremotos por todos lados, en todo el país hubo terremotos.
Las ciudades grandes también quedaron así, muchísima gente
murió.

- ¿Cómo fue posible que sucediera eso?

- El castigo de dios, niña, todo por andar creyendo tonterías. Yo


estoy seguro de que dios nos mandó el castigo.

- ¿Existe algún modo de salir del pueblo?

- Si, caminando, las grandes carreteras fueron destruidas, los


daños causaron la pérdida de muchísima gente y dinero, el
gobierno se retiró, como el inútil que es. Nos dejaron solos,
nosotros no pudimos hacer nada. Por ahí, entre ése árbol se
ve un camino, caminen unos diez kilómetros y salen los
letreros que la gente puso. Estoy seguro de que en unos cuatro
días llegan.

Noe comenzó a sentir que su estómago se retorcía. Los cuatro


comenzaron a caminar hacia el sendero.

- ¡Oiga joven! ¿No me van a pagar el favor que les hice? Aparte
les di las indicaciones, y la información. Soy un hombre solo,
sus dos amigas se ven muy macizas.

El hombre le sonreía maliciosamente a David, él miró en dirección de


su esposa y su amiga, luego lo encaró, cubriendo la dirección en la que

345
estaban, Fausto las guiaba delante, mientras él permaneció detrás, el
hombre continuaba riendo, aquella mueca le provocó náuseas a David,
quien simplemente gruñó y una pizca de poder iluminó sus ojos,
haciendo que el hombre gimiera de terror. Le dio la espalda y caminó
tras ellos.

Decidió no comentarles el resto, no valía la pena sobre saltarlos por un


pobre diablo.

Caminaron casi cinco horas, hasta que encontraron una especie de


bifurcación, con diferentes rutas, entre ellas marcaba el pueblo de
Jiquilpan, seguido de Sahuayo. Eran muchos kilómetros, pero al menos
tenían una dirección. Descansaron un rato, luego continuaron
caminando.

El paisaje desolado les quitaba las razones para conversar entre ellos,
al parecer el cataclismo fue tan grande que ni siquiera las ruinas
estaban bandalizadas.

Todo estaba abandonado, y cada cierta distancia se encontraba un


claro despejado de hierba, donde había incontables cruces clavadas en
la tierra, todas con nombres y fechas.

Nadie entendía cómo había sucedido aquello, el ritual se había


realizado.

- Saben, estoy cansada de caminar, tenemos habilidades que


nos ayudan, deberíamos llegar más pronto.

Los demás se miraron perplejos, habían estado tan sorprendidos que


lo olvidaron. Noe lanzó una gran burbuja alrededor de los cuatro y
Sofía la hizo moverse, al ser de un color similar a las nubes y el cielo,
sería difícil que los vieran. Simplemente debían confiar en sus
capacidades de orientación.

346
El viaje demoró sólo unas horas. Pudieron notar que el daño estaba a
todo su alrededor, no había principio ni fin a aquello.

Llegaron a dónde recordaban la casa de Ana, igual que el resto, estaba


destruida. Revisaron entre los escombros y no había rastros de los
demás, ni una señal de lo que les sucedió.

No había pistas ni rastros, Noe se decía una y otra vez. Algo no


cuadraba en todo aquello. Intento hablarles y contarles sus dudas,
pero sintió que el mundo comenzaba a girar y su lengua se entumió.
El paisaje y todo lo que había no paraba de dar vueltas.

Ella cerró con fuerza los ojos, evitando gritar.

Su mano tocó el suelo y sintió una superficie lisa ondulante y agua fría.
Abrió de golpe los ojos, estaba mirando la piedra en medio del lago,
los demás luchaban afuera del escudo azul, a su derecha el dios
peleaba contra el coloso, las criaturas miraban detrás de ella,
creyendo que nadie las descubriría. Noe miró hacia su espalda y ahí lo
vio, al monstruo que hizo la diferencia en la pelea y los envalentonó a
romper su burbuja. Le lanzó un golpe de su poder, deshaciéndose de
él. Luego miró en dirección al dios, en su mirada había una chispa de
comprensión y un suave asentimiento.

Noe se lanzó por el cuchillo negro y, antes de pensarlo dos veces, cortó
su mano, dejando caer la sangre de sus amigos y la suya al agua.

Cuando las gotas de sangre tocaron la superficie, los sonidos de la


pelea cesaron. Unas suaves manos la tocaron por los hombros, ella se
giró y ahí estaban sus tres compañeros, ninguno tenía daños ni golpes,
detrás llegó el dios, caminaba tranquilo y llegó hasta ellos. Había
tomado la estatura de ellos, los miró y les hizo una suave reverencia.

347
- Gracias a todos ustedes por acceder a participar en esto, sin
su ayuda no habría encontrado la manera de detenerlos. Noe
comparte con ellos la visión que tuviste.

Noe les contó todo, los detalles desolados y aterradores los dejaron
asustados y algo más.

- Ése futuro se habría cumplido si no se llevaba a cabo todo


como debía ser. Mi sangre en el ritual no era apropiada. Debía
ser la suya únicamente. Las personas que viste, no eran
personas, no quedaba nadie más, sólo ustedes. Pequeña tu
determinación era lo único que faltaba, dudaste porque
pensabas que no hacías nada, sin embargo tú fuiste la elegida,
mi elegida, solo tú y nadie más podía hacerlo.

Noe comenzó a derramar lágrimas, sintiendo el peso de aquello, como


si fuera la primera vez.

- Los poderes que tienen, les pertenecen, podrán usarlo, confío


plenamente que les darán un uso adecuado, sé que elegí a los
mejores. Vayamos a su casa, quiero conocer al resto de la
familia.

Juntos, fueron a la camioneta, que se encontraba donde la habían


dejado, gracias a los dioses. Tata Juriata viajó con ellos, con un cuerpo
humano y sin rastro de su imponente presencia.

Juntos miraban las eternas colinas, los perfectos y simétricos


sembradíos, nunca antes habían disfrutado aquella vista como lo
hacían ahora, se permitieron perder la vista a lo lejos, con las ventanas

348
abiertas el aire les refrescaba y alborotaba el cabello. Tenían una
sensación de plenitud que ninguno había experimentado.

- Habemos muchas clases de dioses, ustedes acaban de


convertirse en una de esas clases. Si se lo preguntan, no, no
tienen vida eterna, son mortales, pero con el tipo de magia
que nosotros usamos. Noe y David, les espera na sorpresa más
al llegar.

El dios les sonreía juguetonamente, mientras les guiñaba un ojo.


Ambos se miraron con temor, ¿qué otra aventura les tendría
planeada?

Noe dejó de preguntarse cuando un dolor de cabeza de cocinaba


lentamente. Ella mentalmente estaba disfrutando de un baño en tina
caliente, con olores y pétalos.

David disfrutaba de las expresiones de su esposa, cuando la miraba


furtivamente mientras conducía, notó que con las diferentes
emociones que ella iba teniendo, un suave olor se hacía presente,
flores silvestres, frutas exóticas y un aroma efervescente que no
lograba ubicar.

Juntos llegaron al tranquilo pueblo, el dios particularmente disfrutaba


mirar a las personas, veía a los niños jugando y corriendo con una
sonrisa dulce en su rostro. Decidieron dejar la camioneta en un punto
y caminar el resto, comieron algunas golosinas y rieron con personas
que los reconocieron.

Finalmente llegaron a la casa.

Ana salió a recibirlos con su calidez y viveza de costumbre, los


hermanos de Noe salieron y les dieron la bienvenida. Hasta que lo

349
notaron, todos lo miraban completamente pasmados, Ana se le
acercó y casi cayó de rodillas ahí mismo.

David y Luis la ayudaron a mantenerse de pie.

- ¡Eres tú, eres tú!

Todos estaban desconcertados, fueron rápidamente adentro, para


evitar que la gente de afuera se congregara en la entrada.

Ana continuaba mirándolo con esa expresión beatifica. Todos se


sentaron y comenzaron a hacerle preguntas, pero no los escuchaba,
su atención completa estaba en él.

- Ana, tus hijos se asustan con tu actitud, explícales por favor.

- Sí, mi señor...

Todos alzaron las cejas y se miraron aún más desconcertados. Él


simplemente se sonrojó y miró a otro lado, intentando disimular.

- Desde niña, yo tuve sueños donde él se me aparecía y me


consolaba, me decía que todo estaría bien y que tuviera fe,
como no había más siempre creí que se trataba de Jesús, para
mí no podía ser nadie más, sólo él. Ahora que lo veo, sé que
siempre fue él.

Rápidamente se levanta y va a arrodillarse frente al dios, tomando su


mano y llorando suavemente.
350
- Gracias por esos años de consuelo, yo siempre fui una niña
infeliz, luego una mujer infeliz, después una esposa infeliz.
Ahora soy una madre completamente feliz. Me mostraste un
camino, lo seguí lo mejor que pude.

Noe se acerca a ella, junto a sus hermanos la ayudan a levantarse,


todos durante años sintieron impotencia ante el pasado de su madre,
porque sabían que era un daño que ellos no podían reparar, era
pasado y sólo le correspondía a ella soltarlo y no mirarlo más.

En esos momentos, ella estaba segura de que hacerlo era posible,


pero que sería aló tan doloroso de soltar, que tendrían que ayudarla.

Ana comenzó a mostrarse tan cansada, que la ayudaron a subir a su


alcoba para dormir unas horas. Le tuvieron que prometer que el dios
estaría ahí cuando despertara. Sin duda sería la siesta más reparadora
de su vida.

- ¿Con que Jesús? - Noe aguijoneó al dios, haciéndolo reír y


ponerse aún más rojo de s rostro.

- Es una historia muy larga, me metí en problemas, era joven y


tenía mucha energía.

Todos rieron ante eso, luego trajeron a la sala a los gemelos. Los dos
padres se derretían cada vez que los veían, eran una familia feliz y
entregada, esos pequeños eran tan listos que disfrutaban demasiado
de esas atenciones.

Luego de jugar un rato con ellos, el dios se les acercó y dijo algo que
les heló la sangre.
351
- Vamos, es suficiente, despierten bien. Nada más pierden el
tiempo.

Caminó unos pasos y una fuerte luz salió de cualquier lugar, para luego
revelar a un hombre y una mujer donde antes estuvieron los bebés.
Dentro de la cuna de viaje.

Salieron de ahí y se presentaron.

- Madre, padre, yo soy Alejandra.

- Y yo soy Giovhany, lamentamos esto, sabemos que es


extraño, nacimos de ustedes y la magia, hemos fingido ser
bebés desde hace mucho.

Noe y David cayeron sobre sus traseros en la alfombra, debían tener


apenas unos meses de vida, no existía explicación.

- Papás, no se pongan mal, hemos sido así desde unos días de


nacidos, pero aún no podíamos mostrarnos.

Efectivamente eran gemelos, hermanos y adultos. Incluso en su


mente ambos tartamudeaban, no estaban en condiciones de hablar,
ni siquiera lo intentaron, pero esos geniecillos que tenían por hijos,
sabían exactamente lo que pensaban.

352
- No sientan pena, hemos disfrutado mucho el trato de bebés,
sobre todo Gio, que como todo hombre adulto desea usar
pañales y ser alimentado como un crío.

Alejandra lo señaló con un elegante dedo, y todos rieron ante sus


palabras, estaban poco a poco superando el choque inicial.

Habría tiempo suficiente para ponerse al corriente, mientras tanto


sabían que debían permanecer juntos.

Por ahora...

353
Capítulo 55.

Los días pasaban incómodos, ninguno se acostumbraba a la idea de


ver a los gemelos como adultos y no como bebés, sin embargo el
gordo minino sí que disfrutaba la atención y los mimos.

Sus hijos modificaban constantemente algunos elementos de su


entorno, mientras ellos se preocupaban por las consecuencias de
aquello, mismas que nunca llegaban, y ellos cambiaban casi todo lo
que no les agradaba.

Seguía preguntándose cómo había sucedido aquello, pero al pasar el


tiempo estaba convencida de que no se arreglaría el pasado, como
sucedió con el rito.

Nuevamente el mes de diciembre los alcanzó, está vez en la tierra


natal de Noe, juntos disfrutaban las fiestas, las ferias y la compañía de
la cálida familia, que se había vuelto demasiado abierta y cariñosa,
luego del percance de hacía menos de un mes.

Nuevamente el cumpleaños de Noe, esta vez sin dos bebés de los qué
preocuparse, se organizó una gran fiesta en la casa de Ana, David otra
vez pasaba horas al teléfono, organizando y comprando más cosas.

No fue nada sorprendente notar que, junto a Luis, Ana y Fausto, salían
furtivamente algunas horas al día, para volver todos con expresión
inocente e ignorante.

Lejos de molestarse, la risa le salía por los ojos.

Pero, antes de pensarlo por completo, se preguntó dónde se había


metido el llamativo dios. Le preocupaba sobre todo que la gente del
pueblo lo notara demasiado, pues esto podría llegar demasiado lejos.
Sobre todo para las pocas personas que quizás encontrarán una
semejanza con cierto salvador religioso.

354
Recordando la charla donde él explicó todo sobre ese suceso histórico,
aún le provocaba sonrisas, quién imaginaría que una travesura de
juventud terminaría de aquella manera.

Sin embargo, había algo que no encajaba en todo aquello, desde que
los días eran irreales, demasiado sol, demasiada claridad, demasiado
cálidos para ser invierno. Las personas eran demasiado amigables, no
se escuchaba demasiado ruido del exterior. Todo parecía perfecto.

Constantemente le parecía escuchar un vago ruido, un grito


demasiado lejano para poder prestarle atención, un eco suave, como
un susurro.

Más pronto terminaba por olvidarlo, hasta que notó las miradas que
le lanzaba el dios, para luego sonreírle como todos los demás.

Noe miraba a sus hijos, aun siendo incapaz cómo aquello podría ser
real, cómo aquello podía ser posible. De una forma primitiva de
angustia, deseaba que todo aquello terminara y volviera a ser como
antes, no podía explicarlo, extrañaba los desacuerdos, necesitaba esa
pizca de caos que siempre sombreó hábilmente su vida.

Los días pasaban, en un borrón aburrido, le parecía vivir cada vez lo


mismo: un bullicioso desayuno lleno de sonrisas, después paseos al
centro del pueblo comiendo golosinas, una bulliciosa comida,
nuevamente paseos al centro del pueblo y una cena igual de bulliciosa.

Haciendo un recuento, todo parecía dictado por una voluntad


caprichosa que no admitía objeciones de ningún tipo.

Aquello terminó por liberar una oposición a su realidad, que hacia


demasiado tiempo no vivía, recordaba amargamente cómo había
llegado a ese punto, cuando mirando a la gente pelear
desesperadamente por pasar demasiado tiempo riendo, esa felicidad
falsa ahora era una especie de maldición, quizás por pensar
demasiado en el tema, tal vez ella era quien se equivocaba ya que
sabía que no tenía lugar en todo aquello, ella siempre fue ajena a

355
pertenecer a una vida demasiado feliz. Había comenzado a pensarlo
cuando David apareció, pero aún con eso había situaciones en las que
ellos diferían y eso le bastaba para darle el equilibrio entre perder su
tiempo sonriendo de más y apreciar los momentos en los que de
verdad era feliz con él.

Ella notaba cómo todos hacían un verdadero esfuerzo por arrancarle


risas y carcajadas, cuando todo aquello dejó de tener gracia y ya no
pudo sonreír más, ella se disculpaba y salía de ahí, buscaba
constantemente la soledad que tanto tiempo fue su enemiga, ahora
ella le abría los brazos y le permitía perderse de la vista. Nadie, sin
embargo, fue a buscarla, ni siquiera el hombre que tanto luchó por
ella, parecían incluso disfrutar entre ellos, era como ver una escena
utópica demasiado enferma, nadie hacia muecas ni siquiera cuando
se volvían blanco de los chistes.

Demasiado tiempo dedicó a meditar el asunto, su única opción era


irse lejos en el campo, donde no hubiera más gente que la empalagara
con sus sonrisas. Un odio profundo se cocinaba al presenciar
demasiado esa felicidad, se sentía como ver muñecas de plástico con
su eterna expresión.

Esa noche, ella se escabulló a su habitación, todos dormían


finalmente, había esperado demasiado tiempo a que nadie estuviera
despierto, le había perdido la pista al dios, pero no le importaba.

Observó a su esposo dormir, incluso ahí, en medio de sus sueños él


mantenía una sonrisa fija en su sitio, comenzaba a sentirse enferma.
Se acomodó para dormir, pero nuevamente las lágrimas de soportar
aquello brotaron sin piedad. Cayó profundamente dormida entre
suaves sollozos.

Estaba cayendo abajo y más abajo. No tenía fin. El aire la golpeaba y


enfriaba su piel, se sentía expuesta. Miró levemente su cuerpo, estaba
convertida, su piel azul resplandecía pero se sentía ser acuchillada por
el aire.

356
A su alrededor todo era oscuridad, infinita y cruel oscuridad.

Entre el ensordecedor ruido del aire, le pareció escuchar un lejano


grito, está vez distinguió su nombre: ¡Noe!

Buscó por todas direcciones, esperando percibir de dónde venía aquél


grito, pero la oscuridad era inmensa. Expulsó con fuerza su poder y una
gran parte se iluminó. En diferentes direcciones parecieron encenderse
otras tres luces, demasiado lejanas de ella, pero que pudo reconocer.
Eran sus compañeros.

Todos caían, ellos habían estado llamándola, pero, ¿cómo un sueño


podía llamarla estando despierta?

Rápidamente, conjuró burbujas alrededor de los cuatro y los atrajo


para formar una sola.

David la estrechó con fuerza entre sus brazos. Se veía cansado y


agobiado, su voz estaba áspera y raspaba al hablar. Se había dañado
la garganta gritando, el sueño era demasiado real, sus amigos y su
esposo la miraban de una forma demasiado real. Quería preguntarles
qué pasaba, pero notó que los tres estaban exhaustos. Cayeron sobre
sus traseros y descansaron pesadamente. Noe miró a David, él se veía
tan demacrado, su corazón latía dolorosamente sólo de verlo. Aquél
se parecía más a su esposo.

- Mi preciosa esposa, estamos atrapados, parece que algo salió


mal.

Ella no supo de qué hablaba. Habían terminado el ritual, todo había


terminado, pero antes de poder decirle nada, sintió un tirón que
amenazaba con sacarla de su sueño. Ella se aferró a David mientras
miraba cómo su cuero comenzaba a desaparecer.

357
- ¿Noe? No te vayas, no te duermas, nada ahí es real, debes
luchar, no permitas que te absorban...

Ella despertó de golpe, con una fuerte sacudida, el extraño David la


miraba con una suave sonrisa, demasiado empalagosa e irreal, sintió
náuseas y salió corriendo al baño, cerró con seguro y se mantuvo ahí
dentro, ese hombre no era su esposo, estaba segura de ello.

Esperó a que todos salieran en su caminata al pueblo, para


escabullirse al campo, tomó una mochila y la llenó con frutas y agua,
así como una enorme chamarra térmica.

Salió rápidamente y se encaminó hacia una parte del gran cerro de


San Francisco, caminó por alrededor de tres horas, hasta que llegó al
lugar que buscaba, encontró el enorme árbol que visitara alguna vez
con su amigo Mario, hacía muchos años. Se acomodó entre más raíces
y se dispuso a entrar de nuevo en trance para saber lo que sucedió.

Había olvidado el alfiler y la ceniza, pero recordó que a veces el trance


llegaba al dormir profundamente. Su amigo, sin embargo, la llevó ahí
porque él buscaba hongos alucinógenos, ella siempre tuvo un temor
por aquello, así que tomó valor y se levantó a buscarlos. Los hongos
eran diminutos, pero recordaba demasiado bien cómo deberían lucir.
Afortunadamente su memoria no le falló, encontró tres pequeños
hongos y regresó al árbol.

Volvió a acomodarse y comió un hongo, dejaría el resto para después,


primero debía asegurarse de que funcionaba.

Al no haber comido nada aún, el efecto del hongo fue casi inmediato…

358
Despertó dentro de la burbuja, los demás dormían, mientras David
esperaba impacientemente a que ella volviera.

Al verla, él saltó de su posición y, nuevamente, la estrujó contra su


pecho.

Los demás despertaron con dificultad, parecían apenas estar


descansando.

- Sólo porque no creo ni por asomo que, los que veo día a día,
no son ustedes, ni mi familia, necesito saber qué pasó.

Los tres se miraron fijamente.

- ¿Noe, hace cuánto tiempo que estás ahí?

- Casi un mes... - su voz se rompió, y cubrió su rostro.

- Me temo cariño, que las cosas son distintas, gracias al reloj de


cuarzo, sabemos que hemos estado aquí unas horas, pero el
ritual no alcanzó a suceder, fuiste golpeada por una criatura
oscura, ellos te arrojaron al lago, luego se lanzaron contra el
dios, mientras él nos empujaba detrás de ti.

- ¿Entonces de qué modo se repara esto?

- Creemos que debes realizar el ritual tú sola, debes volver a ese


mundo, cualquiera que sea y viajar al lago. Nosotros no hemos
podido salir de aquí, sólo tú puedes hacerlo.

Noe analizó profundamente lo que decían, era comprensible que ella


tuviera qué hacerlo.

359
- Está bien, lo haré, pero mis poderes pueden no ser suficientes
para pelear si soy atrapada.

- También hemos pensado en eso. Y debido a que aún tienes


nuestra sangre mezclada con la tuya, puedes acceder a ellos,
creemos que puedes hacer eso.

- De acuerdo, haré algunos intentos.

Noe comenzó a pensar en cada uno de ellos y, sintió una gran fuerza
acudir a ella, esa fuerza se sentía como cada uno de ellos. Al momento,
los tres experimentaron una fuerte conexión con ella, y en ese breve
momento, pudieron verse a través de sus ojos.

El plan definitivamente tendría que funcionar.

Antes de volver, Noe los miró, intentó expresar cuánto los amaba,
sobre todo que sus sonrisas fueran reales y dolorosas. Se acercó a
David y lo besó, como creyó que jamás podría hacerlo, aquél hombre
le devolvía la fuerza que estaba esfumándose.

Noe se despidió de los tres mientras les sonreía con el mismo cariño.

Despertó en donde se quedó, hacía demasiado calor, la noche estaba


a unas horas de caer, pensó que seguramente la estarían buscando.
Se puso la enorme chamarra y se cargó la mochila, guardó en un trozo
de servilleta los dos hongos restantes y se los puso en el bolsillo.
Caminó de regreso, tardó menos de dos horas en llegar a casa, antes
de entrar una sensación de nerviosismo se asentó en su estómago,
contra todo deseaba no entrar, deseaba con todo su ser no tener que
entrar.

360
Sin embargo tuvo que hacerlo, tenía que, sus pertenencias estaban
dentro, las necesitaba para poder irse.

Lentamente se asomó por la ventana, no se veía nadie, entró


suavemente cerrando despacio la puerta, no se escuchaba ningún
sonido, miró la hora y se sorprendió al notar que aún era la hora del
paseo antes de la cena.

Subió de prisa a su habitación, buscó entre sus cosas hasta que la


encontró, su suerte era demasiada, su billetera estaba intacta, la
revisó y tenía suficiente efectivo para poder irse. Pero, cuando salía,
ellos iban entrando a la casa, que de pronto se llenó con el ruido de
sus risas y pasos.

Noe esperó a que todos fueran a la cocina, se escondía contra las


paredes, intentando no ser escuchada, cuando el ruido que hacían fue
apagado por las puertas del comedor al cerrarse, ella salí disparada
hacia la entrada, abrió rápido la puerta y se lanzó a la oscuridad de la
noche.

Su fortuna era demasiada, pues nadie la seguía, ella miró hacia atrás,
a las luces encendidas, suspiró con pesar pero segura de que ellos no
eran su familia verdadera. Tenía que darse prisa y terminar con todo.

Llegó finalmente a la terminal de autobuses, pidió su boleto, salvo que


debía esperar varias horas, decidió permanecer ahí sin importar el
tiempo.

Pasadas las horas, el autobús llegó, ella abordó sin problemas y fue a
acomodarse en su asiento. Deseaba tanto terminar con todo, que no
se dio cuenta de que el dios la miraba desde una esquina, oculto a la
vista, mientras el autobús iniciaba la marcha.

Llegarían a la terminal del pueblo de Pátzcuaro en la madrugada, de


ahí ella tendría que caminar varios kilómetros, quizás si se daba prisa
todo terminaría antes de que despuntara el alba.

361
Aún estaba demasiado oscuro cuando bajó del camión, su estómago
protestó por la falta de comida, pero todo en el pueblo estaba
silencioso y oscuro, no se veía nada puesto para vender. Las pocas
personas habían llegado con ella en el viaje.

Decidió olvidar a su estómago y tomó rumbo al lago.

Aquí el clima era ligeramente más fresco, pero seguía siendo


demasiado cálido para la época y para la zona geográfica. Ella nunca
había caminado aquella tierra, estaba lleno de piedras, musgo y
humedad, resbaló demasiadas veces, sus piernas dolían, ya debían
estar llenas de moretones.

Estaba por llegar al lugar, cuando sintió una presencia oscura y


maligna, miró en esa dirección y ahí estaba. El falso dios que le sonreía
demasiado.

362
Capítulo 56.

Él mantenía esa sonrisa fría y falsa, la miraba fijamente, parecía


haberla estado esperando mucho tiempo, ¿cómo supo que vendría?

Noe estuvo alerta en segundos, él parecía saber lo que en su mente


sucedía, ¿él también supo cuánto le dolía aquella realidad?

Comenzó a acercarse a ella, los músculos de sus piernas saltaron


intentando corres y sacarla de ahí. Lo más pronto que pudieran correr.

Él sonrió aún más, aquella mueca volviéndose perturbadora de


muchas formas, pero ella mantuvo el control, él no podía saber aún
que ella sabía que todo era falso.

- Ése sueño nunca debiste tenerlo, todo fue preparado para ti,
¿no te gusta? Tu familia ya no sufre más, ya no tendrás que
preocuparte por tus hijos, ahora son adultos y saben cuidarse.
Son capaces de cambiar lo que no les gusta, así serán más
felices. Nadie sufrirá más...

Al decir lo último, su voz se volvió tenebrosa. Noe supo que era el


momento de escapar. Sus piernas se movieron rápidamente, mientras
él, quien quiera que fuera, la seguía de cerca.

Ella imaginó unas manos y unos pies convertidos en garras, dándole


caza por todo el lugar. El miedo en ese momento le impedía convocar
su magia, tenía que mantenerse en movimiento, o lo que eso fuera la
alcanzaría.

Rodeó unas enormes piedras y, a no más de cincuenta metros, se


encontraba el árbol de sauce, lloró al verlo, estaba intacto y se

363
encontraba rodeado por una burbuja de magia, ahora recordaba que
lo había visto dañado, mientras ahora ahí estaba, firme y eterno.

Noe corrió hacia él, entrando en esa burbuja protectora, que hizo al
ser detenerse y comenzar a bufar, similar a como hacen los gatos.
Estaba molesto, pero aquello era una oportunidad valiosa para
conectar con su magia.

Se sentó sobre las raíces apenas perceptibles del árbol, y comenzó su


meditación, tomó de su bolsillo un hongo y lo comió.

Nuevamente estuvo con ellos, los tres la miraron sorprendidos, ella


ciertamente no había perdido el tiempo.

David la miró de cerca, se veía cansada y un poco apagada.

- No preguntes, no he podido comer en varios días, odio tanto


lo que veo allá, que siento náuseas todo el tiempo, he estado
comiendo un hongo alucinógeno para venir a verlos, el falso
dios que está allá me siguió, estoy ahora bajo el sauce, que de
un modo extraño mantiene un escudo como el mío, ese falso
dios no puede acercarse.

- Ésa es una buena noticia, debes descansar, para que puedas


llevar a cabo el ritual y no sufras demasiado.

- Eso no me importa, lo que quiero es hacer esto de una buena


vez, está es la segunda ocasión que me engañan y,
sinceramente no sé cuál es peor.

Noe estaba a punto de derramar más lágrimas, David la estrecha


nuevamente, él sabía mejor que nadie cómo ella se esforzaba
demasiado.
364
- Sé que lo harás bien, aunque no podamos ayudarte en éste
momento, estaremos contigo cuando nos puedas liberar, y
después de eso te llevaré a un lugar lejano y tranquilo para
descansar. Nadie más irá, sólo tú y yo. Sé fuerte un poco más,
mi valiente mujer.

Antes de dejarse llevar por sus palabras y su propio deseo, ella se


despide.

Habían pasado apenas unos minutos, el extraño ser que la miraba


desde afuera, ya no se parecía en nada al dios, ahora era una criatura
oscura y rolliza, con esa piel extraña y fibrosa.

Noe recordó las frutas en la mochila y saca algunas para comer,


rápidamente traza un plan para salir y llegar hasta el lago, necesitaba
distraerlo con algo.

Ella sabía que esos seres se alimentaban de emociones, al grado de


tener favoritos, ella comenzó a expulsar sus propios miedos y dolor,
se deshizo de ellos, como vaciar una cubeta de agua. Rápidamente
formó una figura humanoide sin rasgos, la lanzó hacia afuera y la dejó
ir. Se sintió como quedar vacía en gran parte, notando que había
vivido casi llena a tope de negatividad y tristeza, deseaba en adelante
cultivar sentimientos positivos para ella y los que la rodeaban.

Miró a la criatura debatirse entre permanecer ahí o ir detrás del


manjar que ahora se alejaba, llamando su atención y apetito.

Se decidió por lo último, la tierra se levantó con sus patas al


perseguirlo.

365
Noe aprovechó lo más que pudo la oportunidad, se vistió con su piel
azul y salió corriendo hacia el lago, recordando a medio camino que
no tenía consigo el cuchillo de obsidiana, casi regresa, de no haber vito
al ser negro venir a ella, rápido como sus patas lo eran.

Ella aceleró su paso, casi tropezando con el fango del lago, sus rodillas
se llenaron de lodo y se rasparon, pero ella siguió corriendo. Para
meterse tanto como el agua cubriendo hasta su cintura, estaba
helada.

Dentro podía percibir la presencia de sus compañeros y de su esposo.


Se volvió para mirar a la criatura, mientras uno de sus dedos se
convertía en una afilada punta, con la que, furiosamente, cortó su
brazo derecho, logrando que su sangre cayera en un gran torrente y
tocara el lago.

Todo a su alrededor se volvió una gran masa licuado, girando en torno


a ella, salió despedía por el fuerte viento, haciéndola volar con todo.

De pronto estuvo de rodillas, mirando su sangre tocar el agua, sobre


la plataforma preparada para ella, mientras afuera del escudo todos
continuaban luchando.

Hubo un gran estruendo en el cielo, mientras la sangre de los cuatro


se mezclaba con el agua y el sol asomaba por el horizonte.

Se hizo un silencio ensordecedor, mientas miraban a las criaturas


desaparecer en fino polvo, que bajaba hasta el lago, el gran coloso
blanco se derritió en una viscosa leche que cayó y se perdió en las
oscuras aguas.

La espesa niebla se condensó hasta formar una silueta de mujer, que


caminaba sobre el lago hasta que llegó a ella. Era la viva imagen de
Yarelhi. A su derecha, caminando igual sobre el agua, un musculoso y
alto guerrero, con atavío de batalla, caminaba y llegó hasta ellas, puso
suavemente una rodilla hinchada y agradeció haber sido liberado, Noe

366
miró más allá y, a lo lejos, se alzaba un frondoso sauce, tan verde y
vivo, como debía ser.

Los demás llegaron y se despidieron de las dos almas, que


desaparecieron, caminando en dirección al sol.

Noe los miró a los tres, mientras el dios se acercaba, pero no alcanzó
a distinguir nada, su visión se nubló y luego oscuridad.

La debilidad de su cuerpo había pasado factura, pero lo más grave en


ella, era que su brazo no había dejado de sangrar, pero nadie lo supo
hasta que lo vieron. Ella no había dicho nada al respecto.

El dios llegó rápidamente, intentando contener el fluido continuar


saliendo por el corte, supieron que ella necesitaba ser llevada a un
hospital, aquello no era algo que ellos pudieran curar. Los cuatro
corrieron con ella, llegando al pueblo y al rudimentario centro de
salud.

Noe fue llevada por los médicos. Estaba siendo tratada como una
suicida, por las características del corte. Todos tuvieron que mentir en
cuanto al origen del corte, no podían decirles a los médicos de qué iba
todo realmente.

La estabilizaron lo suficiente para pedir la sangre que fuera compatible


con ella, tardarían un día o quizás más.

Sólo a David se le permitió verla, pues se encontraba grave y débil. Al


parecer, ella mostraba signos de desnutrición, depresión y la pérdida
de sangre. Suficiente para declararla suicida.

Él la miraba ahí en tal estado, por sus breves charlas supo lo que ella
había padecido en esa extraña realidad y, sumando a la anterior a
aquella, era predecible que estuviera luchando por su vida, de nuevo.

El simple hecho de saberlo, lo atormentaba al grado de sentirse


enloquecer. Él le había prometido que jamás estaría así de nuevo,
había prometido que la cuidaría. Sería incapaz de continuar de nuevo

367
su ella no volvía con él, esperar de nuevo a que ella volviera, no podría
soportarlo.

Su desesperación era casi palpable, nadie se atrevía a pedirle que


fuera a algún sitio a descansar, aún mostraba cortes y golpes, que no
se molestó en ocultar ni en curar. Fausto y Sofía lo miraban, estaba
demacrado y angustiado, no se apartaba de ella ni para comer, ni
siquiera había mirado en otra dirección. Cada vez que un doctor o
enfermera se acercaban a revisarla, él saltaba y monitoreaba todo con
atención, ellos se mostraban nerviosos, al grado de hacerlo todo
demasiado lento, y él se desesperaba más.

Sentía la necesidad de ir a dónde su mente se encontraba, rogarle lo


más patéticamente posible y traerla de vuelta.

Horas más tarde, la familia de Noe llegó al hospital, habían recibido la


llamada de Fausto, y de inmediato todos salieron en la camioneta de
Víctor.

Ana estaba desesperada, entró a la habitación y vio como David


estaba de angustiado, se acercó lentamente, su hija estaba delgada,
pálida y sus manos se sentían frías.

Se comenzó a culpar al nunca haber entablado lazos más estrechos


con los parientes paternos, pues en ellos habían algunos miembros
con sangre tipo negativo, que era la que ella necesitaba, al ser muy
escasa era probable que no encontraran a tiempo.

Un suave olor a flores de Jazmín llenó la habitación. Ella los miró


débilmente, apenas podía entre abrir sus párpados, les sonrió
intentando verse más estable, pero ellos comenzaron a sospechar que
ella no soportaría más tiempo.

El corre en su brazo se volvió a abrir, cuando ella intentó moverlo,


significaba que no estaba sanando y, rápidamente llamaron a la
enfermera.

368
Estaban temiendo lo peor, ella no dejaba de sonreírles, las oscuras
ojeras debajo de sus ojos se hacían más azules y sus labios estaban sin
color.

Ambos fueron expulsados del cuarto, necesitaban estabilizarla de


nuevo. Desde la ventana, por fuera, ambos vieron cómo intentaban
parar la sangre, que seguía saliendo. Luego, todas las enfermeras
miraron en su dirección, el medidor de latidos había dejado de
marcarlos, ella ya no tenía pulso. El caos se desató dentro de la
habitación, pero no pudieron hacer nada más.

Noe había dejado de soportar, se había ido.

369
Capítulo 57.

Él experimentó el mismo silencio y lejano zumbido que aquella vez,


cuando Jacinta dejó de vivir en sus brazos.

Su mente rugió, su cuerpo temblaba, su voz lo abandonó.

Salió disparado del pequeño hospital, más parecido a una clínica


demasiado pequeña.

Corrió y corrió, hasta que nuevamente llegó a dónde se encontraba el


sauce. Cayó de rodillas y, tal como sucedió en el pasado, rugió su furia
al cielo. Las nubes de tormenta de acercaban veloces y cargadas, los
truenos retumbaban en sus huesos y en las rocas a su alrededor.

Sus puños conectaron con el suelo, dejando enormes hoyos en su


lugar, su poder salió de él con toda su rabia, dejando estelas de calor
que salían como raíces.

Sentía su cuerpo convertirse en polvo, sentía su alma y su corazón ser


liberados al aire, pero no pasaba nada, continuaba entero en la misma
posición. En la misma tierra que testificó su primer y segunda pérdida.

Rugió tantas veces, que su garganta de nuevo estaba destrozada. La


lluvia comenzó a caer sobre él, empapando su piel y enfriando casi por
completo su ira.

Cerca de él, apareció Tata Juriata, lo observaba sentado debajo del


sauce, que ahora lleno de ramas lo cubría de su vista.

Hasta que sintió su presencia, su cuerpo se cubrió con la reluciente


armadura y alcanzó a trote al dios. Ni siquiera invocó su espada,
comentó a lanzarle sus puños desnudos contra él, quien no hizo nada
por cubrirse o esquivar sus golpes. Sabía que no podría lastimarlo, más
allá de apaciguar la furia que lo ahogaba.

370
Él sabía a qué se debía el rencor del hombre, salvo que había venido a
dos cosas, debía dejarlo expulsar toda esa rabia, así podría recibir la
otra noticia.

David continuaba conectando golpes y patadas al dios, aquello podría


haber sido la escena de una batalla épica, de no ser que el dios no
hacía nada.

Cuando agotó su energía y su coraje, el dios lo miró fijamente,


sujetando sus manos frente a él, sin esfuerzo sometiéndolo.

David estaba destrozado, sabía que en primera instancia no lo creería,


creyéndose de nuevo maldito por una pausa en el tiempo. No
obstante, tenía que saberlo.

- David, escúchame atentamente, ella no ha muerto, su latido


es demasiado lento y bajo, sabía que necesitaba ir dentro de
ella para comenzar el proceso de sanación. Debes llevarla a
casa, o los médicos aquí le harán algo a su cuerpo que
definitivamente la va a dañar.

- ¡Estás mintiendo, ella se ha ido!

- Si no me crees, toma mi sangre y ve a verla...

El dios no le dio tiempo de responder, ni siquiera para pensarlo un


momento, se hizo un corte con una larga y afilada uña, para ponerle
directamente la sangre en la boca. Lo obligó a ir.

David era arrastrado por una corriente muy familiar, el avanzaba


hacia la caverna, rápidamente y sin contemplar. Su estómago se
contrajo con un nudo de miedo visceral, deseaba verla y creer que era

371
cierto. Se decía una y otra vez que, de haber sabido desde el inicio que
aquello sería tan peligroso, jamás la habría dejado hacer aquello.

De pronto se detuvo y salió a la superficie, él había experimentado


todas las veces aquel viaje con sus sentidos despiertos, por lo que
recordaba perfectamente que debía salir del río.

Ella siempre había llegado hasta ahí, profundamente dormida, como


si aquello fuera algo insoportable o demasiado relajante.

Al mirar adelante, hacia las cuevas, una de ellas tenía un suave brillo
de luz azul, el color de ella, lo miraba completamente pasmado. Luego,
sus brazos y piernas parecían sobrarle, puesto que le hicieron tropezar
varias veces, él corría hacia aquella cueva. Cayó de lleno en la entrada
y se quedó congelado ahí mismo, sin importar qué sus manos estaban
maltratadas, algunos dedos estaban rotos y sangraban.

Ahí estaba, sentada y con los ojos cerrados, su burbuja azul cristalino
la rodeaba en un halo efervescente que era absorbido por ella,
mientras esté emitía pulsaciones, similares a su ritmo cardíaco.

Ella lo miró de pronto, sus ojos fijos y brillantes, como debería ser en
aquel infernal mundo. Su expresión era de genuina curiosidad, lo vio
atormentado y grave. Aquello hizo que ella se levantara y se acercara
a él.

David de nuevo resbaló con sus pies, era ella, la estaba mirando y
parecía no creerlo.

- Cariño, ¿qué sucede? ¿Por qué estás en ese estado?

- Estás muerta, pero estás aquí...

- ¿Quién te dijo que morí? Ni siquiera entendiste lo que te dije,


¿cierto?

- ¿Acaso dijiste algo? Sólo sonreíste y luego moriste.


372
- No mi amor, te dije por enlace mental que tendrían que venir
aquí a recuperarme. Estaba muy débil y dañada. No tenía otra
alternativa.

- Debo haber parecido un loco, que salió corriendo del hospital.


No sabes el alivio que siento, créeme pequeña, no podría
soportar perderte. Sería capaz de destruir el pueblo yo solo,
quizás algo más.

David sentía tal alivio, que su cuerpo se sintió flojo de pronto, incluso
en un lugar como aquel, él cerró sus ojos y cayó dormido.

Pasaron apenas unas horas, ella lo había subido a la pequeña cama de


roca en la que estuvo sentada, mientras cuidaba de él, hasta que
despertó. Ella había terminado de absorber la magia que la curaría,
así que simplemente esperó a que él se recuperara, para ver juntos.

Salieron de la cueva, tomados de la mano, él no apartaba la mirada de


ella. Al lado del río, se detuvo, sostuvo su cabeza y, por primera vez en
la caverna, él la besó, la besó como creyó que nunca tendría que hacer.
Sin apartarse, saltaron al agua.

Ambos viajaron el regreso, aún conectados, sin evitar beber un poco


de aquella agua extraña.

David despertó, él estaba tirado frente al sauce, con el dios mirando


el valle más allá de él, su expresión seria y solemne.

Lo miró de pronto, dándose cuenta de que había regresado, David se


puso de pie y se inclinó, disculpándose por el acto de antes. Tata
Juriata simplemente se rió de él, había esperado algo más violento
que eso, pero se aseguró de mostrarle que no había dañado nada en
él.

Luego de eso, David simplemente volvió al hospital, entró de prisa y


con ansia.

373
Encontró a los demás dentro de la habitación, llorando aún,
desconsolados.

Noe no estaba por ningún lado.

- ¿Dónde está ella?

Ana se le acercó, aún lloraba.

- Se la llevaron para prepararla.

Aquello no era bueno, David intentó hablar, pero las palabras no


salían, estaba trabado en aquella frase. Cuando se comenzaron a
escuchar gritos y enfermeras junto a doctores salían corriendo.

Ana lo miró de cerca.

- David, ¿hay algo que debamos saber?

- En efecto, hay algo que deben saber. Noe, ella está...

En ese momento, Noe apareció caminando, llevaba esas incómodas


batas de pellón, casi papel, que dejaban su parte trasera descubierta.
Detrás de ella, el doctor y las enfermeras la miraban con los rostros
desencajados.

- Espero que jamás en la vida me vuelvan a traer a un hospital,


¡a ninguno!

374
David quería reír, pero las expresiones de todos eran algo aterrador.

Ella caminaba tranquilamente, sacudiéndose de los brazos parte de la


sangre seca, luego de quitarse los vendajes, que aún estaba adherida
a su piel. Aparentaba estar molesta, pero sus ojos brillaban.

- Estaban por abrirme el torso con su bisturí mientras me


recuperaba de tanto padecimiento, su máquina para contar
los latidos sin dudas está descompuesta, sepan de una vez que
pondré una queja.

Miraba a los médicos y el personal mientras les daba un regaño, David


la encontraba encantadora.

Su familia no cabía en sí de la impresión, aún seguían sin decir nada,


mientras ella caminaba lentamente y aun fingiendo molestia. Los miró
a todos con una sonrisa que jamás le habían visto, parecía una madre
anciana mirando a sus hijos.

- Vamos a casa, todo está bien, les explicaré todo.

Los llevó a la salida, aun llevando su bata de hospital, no le preocupó,


pues un hilillo de su magia la cerraba bien.

David habló con el médico y el demás personal, tratando de explicar


la situación de una manera convincente, por supuesto no podía
decirles lo que realmente había pasado. Por lo que tuvo que inventar
una extraordinaria historia.

375
Se encontró con el resto de ellos en la camioneta, saldrían justo ahora
para Jiquilpan, en el regreso tendrían suficiente tiempo para aclarar
las cosas.

Las casi cinco horas que tardaron en llegar al pueblo, fueron apenas
suficientes para convencerlos de que todo estaba correctamente, aún
estaban temerosos de las capacidades otorgadas a Noe, pero
comprendían que quizás no existía un límite.

Ahora que todo había terminado y habían cumplido su destino, eran


libres de realizar cualquier cosa que desearan, las consecuencias
estaban eliminadas de su Karma y su descendencia viviría con una
gran fortuna.

376
Capítulo 58.

Los días siguieron como debían ser, el invierno estaba por entrar, cada
vez el frío era más y ella no podía estar más feliz por aquello. Por la
ventanilla de la camioneta, podía ver la organización para la festividad
de los muertos en el pueblo, la calle principal ya había sido cerrada al
tránsito local, mientras las casas eran adornadas para la ocasión.

Se respiraba en el aire el acre olor de las flores y el aromático copal


aún sin ser encendido, el aserrín de madera y los palos de ocote.

La frescura estival era lo que a ella más le gustaba, disfrutaba el aire y


los aromas, aunado a las silenciosas tormentas y la luz grisácea.

Ella cerró los ojos, disfrutando de lo que la rodeaba ahora, los ruidos,
la gente que gritaba y murmuraba. Apenas podía creer que los sonidos
de las personas comunes le causaría tanta añoranza, escuchar
improperios le había causado risas anteriormente, pero después de
pasar varios días con sólo sonrisas y formalidades, definitivamente
extrañaba aquello.

Notó, además, que incluso sin las criaturas negras alimentándose de


emociones negativas, las personas continuaban con sus actividades
cotidianas, había quienes se mantenían en actividades negativas.
Suspiró tranquila, pues no había rastro de esos seres desagradables.
Concluyó en tan poco tiempo que de aquello se trataba el libre
albedrío, aunque suponía que era algo más profundo para su limitado
estudio.

Las personas ciertamente le parecían un enigma infinito, pues siempre


estaban expuestas al cambio, incluso a aquel que no tenían
contemplado, para ellos era fácil adaptarse. Y ella se había asegurado
de que aquella libertad continuaba inalterable.

377
Llegaron por fin a la casa, se veía más grande de lo que recordaba,
menos brillante y más cálida. Por nada del universo sería capaz de
cambiar aquello.

Hacia demasiado tiempo ella había decidido que incluso el dolor se


debe disfrutar, pues nada era eterno, eso incluía a la felicidad y al
dolor.

Ana los envío a los cuatro a descansar, los hermanos de Noe la


miraban con cierta ternura, le daban ganas de llorar, estuvo tan cerca
de perderlos, y ahora verlos ahí, cuidando de ella y de sus bebés, la
conmovía hasta las entrañas.

David la tomó de la mano, suavemente la llevó a la habitación. Se


quedaron de pie, mirándose fijamente. Él dejó salir de su mano una
burbuja igual a la suya, pero de un suave color beige, similar al trigo
los envolvió con ella, cubriendo toda la habitación.

En el siguiente latido, ambos flotaban en una nebulosa, los colores de


ambos se mezclaban sin perderse, para aparecer de nuevo. Pequeñas
estrellas iluminaban el pequeño espacio, que de pronto les pareció
infinito.

Ella hizo sus ropas desaparecer, ambos vestían solo su piel, ella era
brillante azul y él lustroso dorado.

Avanzaron firmes y decididos, chocaron piel contra piel en una suave


batalla que no tendría fin, habían estado demasiado cerca de
perderse, cada caricia y cada beso los marcaba intensamente, dejando
una rugiente estela donde ambos lucían los colores mezclados, hasta
que se pertenecieron a los dos y ninguno.

Afuera el cielo de pronto estuvo oscuro lanzando rayos y luces, la


gente corría asustada mientras presenciaba la tormenta, sin
comprender que para aquella tierra la lluvia era siempre una
bendición. Ni siquiera el dios los culpaba por su falta de apertura a las
fuerzas naturales, que regían tanto a los vivos como a los inmortales,

378
él sabía que ese conocimiento les había sido arrebatado, mientras que
sufría por no poder recuperarlo, puesto que tendría que someterlos
de nuevo a un casi exterminio.

Ellos debían mantener el curso que llevaban. Incluso sabiendo que él


probablemente era el último de su estirpe, probablemente no
quedaría nadie más que él.

La tormenta se volvía cada minuto más agresiva, obligando a los


habitantes a refugiarse donde pudieran. El viento y las enormes gotas
de lluvia formaban proyectiles que dejaban marcas en los que las
recibieron. Algunas propiedades resultarían dañadas, y sin duda los
festejos del día de los santos muertos tendrían que cancelarse.

Las calles rápidamente se comenzaron a inundar, alcanzando más de


un metro en algunas colonias.

Había decidido pasar algunos días mezclado entre las personas,


extrañaba el contacto con su gente, desafortunadamente para él ya
no podría ser abiertamente, como antaño fue. En esta era moderna y
con una religión prácticamente gobernando, él representaría un vivo
peligro. Era preferible dejarlos tal como estaban.

Él caminó durante unas horas, había permitido que sus pies dirigieran
el rumbo, no tenían prisa ni preocupaciones, cuando se detuvo,
estaba casi en la cima del gran cerro de San Francisco.

Miró el valle debajo, los pequeños pueblos lejanos, los cerrillos a


ambos lados, el lago de Chapala. Aquella era su tierra, era su gente.

Notó, no muy lejos, el origen de la tormenta, se trataba de un enorme


cono de nubes, saliendo de la casa de Ana. Quizás algo interesante
estaba ocurriendo, ya que en las cercanías a la propiedad los rayos
caían contra el piso y algunos árboles. Decidió permanecer en el cerro,
se dejó caer en una gran piedra roja y se limitó a observar y observar.
La tranquilidad que sentía le había vuelto menos cauto, pues no notó
que una oscura criatura lo observaba, sus cuatro patas estaba

379
cansadas de correr tras ellos, pero el olor familiar del dios lo hizo
seguirlo directamente. Se echó sobre su panza y esperó.

Noe y David sentían nuevamente aquél desenfreno que


experimentaron la primera vez que estuvieron juntos, simplemente
no tenían suficiente uno del otro, y ahora con poderes equiparables a
los dioses, no sentían esa energía detenerse, el descanso era algo que,
en aquellos momentos, no necesitaban.

La necesidad de pertenecer el uno al otro los hacía comenzar


nuevamente apenas terminaban. Desde luego, en el resto de la casa,
nadie se daba cuenta de lo que sucedía, todos creían firmemente que
estaban durmiendo, así que se aseguraban, incluso, de evitar los
ruidos.

Los hermanos de Noe, permanecían en la habitación de Ana y Víctor,


habían decidido ver películas para niños, mientras la lluvia se calmaba.

Pasaron algunas horas hasta que la tormenta comenzaba a


tranquilizarse y aún era lo suficiente temprano por la tarde/noche
para reanudar el festival.

Las personas que habitaban en la calle principal, comenzaron a salir


conforme la lluvia pasaba, continuando con los arreglos y reparando
los daños que sufrieron, por suerte todo estaba hecho de manera que
la mayoría de los detalles se reutilizarían el próximo año. El olor del
copal encendido llenó rápidamente el ambiente, logrando atraer a los
espectadores a pasear por entre cada una de las ofrendas,
normalmente iniciando en el parque comunitario llamado Jardín Lucía
de la Paz, para tomar de largo la calle principal, que era adornada con
una alfombra de aserrín pintado y las diferentes ofrendas en cada
casa, el recorrido terminaba en el estadio municipal 18 de Marzo.
Donde se llevaban a cabo diferentes presentaciones, desde música
regional, hasta concursos a nivel municipal, venta de platillos típicos y
bebidas en una gran y variada Kermesse, y amenidades.

380
Está noche, todas las luces de la calle principal, serían apagadas,
permitiendo únicamente la luz de las ofrendas, miles de velas y
lámparas de aceite viejas serían las únicas iluminando, creando un
ambiente místico y prehispánico, en esta temporada era común ver
las raíces de este país con cierto orgullo. Era na lástima que ese orgullo
nacional durará sólo un par de días, pues el resto del año las fiestas
creadas para los santos religiosos dominaban en gran medida.

En la casa, todos comenzaron a correr de un lado a otro, preparándose


para salir y apreciar el silencioso rito a los muertos.

Ana tocó a su puerta, esperando de alguna forma que ambos durmiera


aún, pero pronto la puerta se abrió lentamente, revelando un rostro
demasiado resplandeciente, debido más que nada a la luz mezclada
azul y dorada. Las pequeñas pecas en su cara se iluminaban de una
forma sutil e infantil, Noe le sonrió lentamente.

- Ya sentimos el olor del copal, eso nos despertó hace poco,


estamos preparándonos para salir con ustedes. Diles a mis
hermanos que son muy ruidosos.

Ana solamente sonrió ante aquello, definitivamente no habían


dormido, así que le guiñó un ojo y regresó a la sala, donde ya estaban
casi listos, Luz y Pina estaban peinando a los gemelos y les limpiaban
el rostro con toallitas húmedas.

Tanto Fausto como Sofía, permanecían ansiosos, cerca de la entrada,


habían esperado demasiado por ver la celebración en éste pueblo,
tenían expectativas contradictorias, pues no sabían realmente qué
esperar.

Algunos minutos después, aparecieron en las escaleras, ambos vestían


jeans de mezclilla del mismo color, gruesos suéteres beige claro y tenis

381
deportivos, ella llevaba un gorrito de crochet en tonos café, verde y
negro.

Cada uno tomó en brazos un bebé y salieron todos, de pronto


llevándose consigo el alboroto por salir finalmente después de la
lluvia.

Sólo tenían que bajar unas cuadras hacia el parque e iniciar el


recorrido. El olor de la comida y bebidas se mezclaba ahora con el olor
del copal y de las flores, creando la atmósfera perfecta para ellos.

Miraron las ofrendas puestas por escuelas, instituciones y negocios


sobresalientes, cada uno en diferentes secciones del parque, creando
su propio concurso interno.

Desde que llegaron comenzaron a degustar los diferentes bocadillos,


desde buñuelos de aire, atoles, tamales, chongos y café de olla.

Comenzaron a recorrer la calle, en casi cada una de las casas se


escuchaba música ranchera y canciones inspiradas en la mitología
prehispánica, así como personas representando el duelo que se vivía
durante el rito funerario. En medio de la calle figuras, frases y símbolos
fueron dibujados con el aserrín. Fausto había aprovechado la
situación, así que de ante mano, había traído con él su fiel cámara
profesional, iba emocionado tomando capturas específicas,
inmortalizando los detalles que más llamaban su atención, Sofía lo
seguía de cerca, admirando su gran capacidad para detectar esos
detalles.

David y Noe caminaban tranquilos, cada uno llevando en cangurera a


los bebés, que miraban todo con curiosidad, pero quizás sin
comprender del todo. Noe ya conocía muy bien aquella tradición, pero
aún había detalles que la seguían sorprendiendo y otros nuevos que
descubría.

De pronto, a lo lejos vieron un ajetreo extraño, las personas parecían


no notarlo, por lo que supieron que era algo que sólo ellos podrían

382
presenciar. Se trataba del dios correteando con una especie de perro.
Al principio parecían estar peleando, por lo que los cuatro se pusieron
alertas, pero al acercarse más vieron que estaban jugando.

El dios le lanzaba bolas luminosas, mismas que eran alcanzadas por el


can, que luego volvía a él para que lanzara de nuevo la esfera.

Continuaron correteándose entre la multitud, siempre sin ser vistos


por ellos, en ocasiones atravesaban a las personas que se interponían
en su camino.

Los cuatro observaban la escena con sonrisas a medio esconder. Hasta


que llegaron hasta donde se encontraban, ambos se detuvieron y los
miraron sorprendidos.

El dios respiraba agitado, mientras el enorme perro resoplaba sentado


sobre sus patas traseras.

- Vaya señor, no sabíamos que le gustaran los juegos de esta


manera.

Noe sonreía ante la expresión tímida del dios, que se limitó a reír
suavemente. Creando en el perro una reacción conmovedora, pues
parecía sonreír también.

Los demás no se percataron del asunto, continuaban caminando más


adelante, quizás creyeran que se habían detenido a admirar algo, por
lo que les permitieron llevar su propio ritmo.

- Cuando estuve dentro de aquel sello en el maíz, este pequeño


me miraba asustado desde un rincón, parecía haber sido
capturado también, en los breves momentos en los que se
aburrían de mí y salían a atormentar a algún ser humano, este
383
pequeño se me acercaba, nos consolábamos en esos
momentos, yo le rascaba la cabeza y el cuello, mientras que él
se echaba a dormir sobre mis piernas, él me mantenía
caliente. Por lo que desarrollamos cierta afinidad.

Los cinco miraban al extraño ser, que los miraba con esos ojos
bonachones que algunos perros grandes mostraban en su adultez.

Noe se inclinó y acercó su mano, para rascarlo suavemente. El enorme


perro se incorporó de inmediato, haciendo que su mano quedara
completa sobre su gran cabeza.

384
Capítulo 59.

David miraba atentamente al perro, si bien su aspecto era similar al


de los seres parásitos, había algo en su morfología que no encajaba
con aquellos, simplemente parecía un enorme perro completamente
negro, con el pelaje demasiado pegado al cuerpo, pues era un pelo
demasiado largo, lo que no encajaba con la delgada silueta en
contraste, parecía haber sido peinado y fijado con cera para cabello.

Al ver la reacción del ser cuando Noe fue a acariciarlo, su corazón dio
un suave vuelco, listo para reaccionar ante una reacción agresiva por
su parte. Pero cuando su mano estuvo sobre la cabeza de este, y se
quedó completamente quieto, recibiendo el suave tacto de ella, su
postura se relajó.

Alejandra, que colgaba del arnés de Noe, también elevó una pequeña
mano, intentando tocarlo también, al ver lo que su mamá hacía,
entonces vio con un nudo en el estómago cómo Noe se ponía en
cuclillas y dejaba a la pequeña tocarlo.

El enorme ser emitió un suave ronroneo gutural, similar a un enorme


gato, todos se sorprendieron de aquel sonido, parecía gustarle el tacto
de la niña, por lo que David se inclinó también y lo miró de cerca,
notando su expresión demasiado inteligente, pues parecía diferenciar
cuando los bebés lo tocaban, también parecía comprender qué eran
ellos.

Sus redondos ojos le devolvían la mirada, pudo sentir salir de él una


intención clara y honesta.

Se levantó y continuó su tranquilo examen visual de la interacción


entre su hija y él.

En eso, el dios nuevamente hizo aparecer una esfera y la lanzó lejos,


entre los árboles del parque, que se encontraba un poco retirado, se

385
despidió con un asentimiento y salió corriendo detrás del perro. Los
perdieron de vista y decidieron continuar el recorrido.

Ana y los demás los esperaban en una esquina más adelante, todos
comían garbanzos asados en pequeñas bolsitas, por lo que Noe se
adelantó y les compró a los cuatro una bolsita para que comieran
también. Era inevitable para este recorrido salir de ahí sin haber
comido algo diferente cada cuadra, ciertamente ese día nadie cenaría
en casa.

A pesar de haber anochecido hacía ya un rato y estaba oscuro, los


conocidos que se fueron encontrando se detenían fascinados a
saludarlos y a admirar a los bellísimo gemelos, así como algunas de las
mujeres, si no es que la mayoría, no podían evitar lanzar miradas a
David, pero cada vez que él notaba el sutil coqueteo, llamaba
intencionalmente la atención de Noe y señalaba algún detalle
sobresaliente, logrando que todas ellas vieran que estaba
acompañado. Si había algo que él cuidaría con desesperación, era su
posición al lado de su esposa, odiaba la idea de que ella se molestara
por algo tan trivial, como llamar demasiado la atención por su físico.

Cosa con la que nunca tuvo problemas, él sabía perfectamente lo que


tenía con Noe, y no era simplemente un matrimonio que se podía
romper por alguien o algo más. Su relación era algo que había
trascendido años, distancias e incluso superado el peligro de la
muerte.

Ella también lo sabía, por lo que sin duda notaba lo que David hacía
cuando sentía que lo miraban demasiado, se conmovía hasta el
tuétano con el esfuerzo que él ponía al marcar esa línea, por lo mismo
nunca revelaba que conocía ese secreto, ella simplemente le seguía el
juego. Aunque debía admitir que esa atención y cuidado la complacían
demasiado.

Sin embargo, David se sentía de alguna forma igual que ella, para él
ella siempre sería la mejor de todas: era hermosa y era amorosa,

386
incluso era sensual e insaciable, la misma necesidad que él sentía ella
le profesaba. A veces sentía que él había hecho trampa al haberla
conocido hacia cientos de años, al haber vislumbrado quién sería su
pareja eterna, su compañera, y había pasado esos cientos de años de
diferencia esperándola, aprendiendo y convirtiéndose en el hombre
que ahora era, sólo así sintió que podía merecerla, pues para él, el
pasado que tuvo, por tormentoso o solitario que fue, no era
suficiente.

Noe nunca lo había escuchado decir aquello, pero lo notaba en todos


sus detalles y despilfarros, como ella llamaba a sus excesivos gastos,
él sin duda le pondría el mundo en sus manos si aquello la hacía
sonreír.

Ella miraba maravillada cómo él disfrutaba todo lo que estaban


apreciando. Ella vio, no muy lejos de donde se encontraban, a un
grupo de jóvenes con guitarras acústicas tocando y cantando a los
transeúntes, se acercó a ellos y les pidió interpretar una canción
especial para él.

Los músicos se acercaron entonando "Cien años" al hombre que


llevaba cargando al gemelo más adulado de la calle. Sin duda era el
orgulloso hijo de su padre, ya que ambos niños mostraban en su
mayoría rasgos faciales de él, herencia genética que en el niño llamaba
muchísimo la atención.

David se enfrentó a la improvisada serenata, con un ligero rubor y el


cariño exudando por cada poro de la piel, nunca se había esperado un
detalle como aquel, jamás se imaginó recibir algo como aquello.

Al finalizar la canción, se acercó a su esposa y la besó frente a toda la


gente que se detuvo a admirar la muestra de afecto, mientras todos
aplaudían. Noe comenzó a sentir la cara roja y muy cálida, no estaba
acostumbrada a ser el centro de atención, siempre le había hecho
sentir nervios la mirada de demasiada gente, en esta ocasión disfrutó

387
saber que eran testigos de la reacción de su esposo a un obsequio de
ella.

Ana los miraba disfrutar de su relación de aquella manera, Víctor la


sostenía entre sus brazos mientras observaban la escena. Cada día
que pasaba desde que David entró en sus vidas, Ana agradecía
infinitamente que fuera el hombre que era, miraba a su hija
convertirse en una mujer contenta y sobre todo tranquila.

Por la mañana, todos se levantaron ligeramente cansados, pero


contentos, habían superado una gran prueba y se habían ganado la
fortuna con que el futuro los recibiría. Fausto y Sofía decidieron volver
a su casa ésa tarde, no sin antes recibir, tanto de Ana como de David,
varias enormes cajas con obsequios: desde golosinas y frutas, hasta
ropa y adornos. Ambos iban a ser enviados desde Guadalajara en el
avión en el que llegaron, así David se aseguraba de que sus regalos
llegaban en buen estado.

Pero antes, disfrutaron nuevamente de salir a caminar por el pueblo,


llevando ya demasiadas fotos, videos y recuerdos del lugar. Noe no
recordaba mucho sobre los sitios de interés, pero se las ingenió para
que algún conocido les diera el paseo turístico.

Se despidieron por el momento, David y Noe aún se quedarían para


pasar las celebraciones de diciembre en compañía de la familia, quizás
hasta enero volverían a la ciudad, por lo pronto tanto Fausto como
Sofía debían volver y ocuparse de sus propias vidas. Algo en el fondo,
no tan profundo, le decía a Noe que esos dos estaban juntos, aunque
era demasiado pronto para molestarlos con eso, ya llegaría el tiempo
en que no podrían ocultarlo más.

Nuevamente el tiempo se pasó tan rápido, que ambos tenían la


sensación de haber vivido toda una vida en un fin de semana, se
dieron a la tarea de volverse un poco perezosos, disfrutar
simplemente de ver pasar el tiempo, de aburrirse un poco. Así se

388
aseguraban que la próxima aventura los tomaba con energía
suficiente para realmente aprovecharla.

Hasta que Ana les propuso una idea.

- Estuvimos pensando Víctor y yo, ¿qué les parece si nos vamos


a la playa? Al ser temporada baja, habrá poca gente allá, y el
sol no nos quemará tanto la piel, porque el frío del invierno
no nos tendrá demasiado tiempo bajo el sol directo.

Todos en conjunto estuvieron encantados con la idea, nuevamente


David pasó varias horas hablando por teléfono, evidentemente
ocupándose de los detalles. Esta vez, reservó en un cómodo hotel en
Puerto Vallarta, estaba tan ansioso que pagó por adelantado dos
meses de hospedaje.

Noe escupió su bebida al enterarse, la reservación incluía las comidas


y bebidas de todos, así como el consumo de servicio al cuarto,
entretenimiento y barra de alcohol para los que desearan. Incluso se
aseguró de que el hotel recibiera en las vacaciones al mimado gato,
pues no había manera de que lo dejaran.

En menos de un día todo estuvo listo, Noe se sorprendió de no


hubieran salido ése mismo día. En cambio, partieron al día siguiente,
David le argumentó que deseaba descansar antes de que se fueran,
pues el haber hecho tantas llamadas le habían dejado agotado. Ella
obviamente no le creyó, pero le permitió tomar su descanso.

Al día siguiente, todos estuvieron listos antes de las ocho de la


mañana, minutos más tarde ya estaban de camino en la camioneta de
Víctor, quien insistió en hacer el viaje en ella.

389
Mientras los hombres de las casas estaban al volante y charlaban
entre ellos, las mujeres comenzaban a trazar un plan para
sorprenderlos.

Luz había que estado un poco nerviosa, revisaba constantemente su


teléfono, hasta que tomó valor y le confesó a su hermana.

- Noe, conocí a un chico, en la universidad, nos llevamos muy


bien y nos hicimos pareja, lo estoy invitando al viaje, porque
quiere conocer a la familia, ¿crees que David se moleste?

- Para nada, si quiere venir es bienvenido, pero me surge una


duda. - Noe le sonríe con malicia.

- Él quería quedarse conmigo, pero eso no puede ser, le dije


que tendría una habitación separada. No hay tema con eso.

- Bien, si no es problema, no creo que incomode a David, yo


misma haré los arreglos llegando al hotel.

Ambas sonríen en acuerdo, mientras cuchichean sobre el


pretendiente. Al parecer era uno de los profesores y profesaba un
gran cariño y respeto por Luz, mientras el hombre no demostrara
intenciones malas, sería bienvenido.

Ana no estuvo muy satisfecha, pues sentía que al ser soltera, debía
solicitarle permiso de invitarlo, así que ambas hablaron largan y
seriamente con ella. Hasta que quedó tranquila con la situación. Él
llegaría al día siguiente.

David no se molestó en absoluto sobre invitarlo, sin embargo mostró


una actitud protectora a la par que Luis, pues apenas ambos se
enteraban del asunto.

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Durante el resto del camino, todos miraban en silencio por las
ventanillas, el aire se había tornado húmedo y caliente hacía media
hora, mientras se acercaban más y más.

391
Capítulo 60.

David le dio instrucciones a Víctor, indicando la dirección del lugar


donde hizo la reservación, pasaron varios sitios que les parecían a
todos adecuados, incluyendo a Noe. En cambio quedaron
estupefactos cuando les dieron la bienvenida al Sheraton.

El sitio era enorme.

Con seis edificios de doce pisos, todos mirando de frente a la playa, la


enorme piscina por lo general se encontraba vacía, ya que los
huéspedes preferían permanecer dentro de las enormes habitaciones,
desde las cuales se podía observar todo lo ancho del mar.

David se acercó a registrarlos a todos, quienes aún no cabían en sí de


la magnitud del lugar. Fueron escoltados al elevador y llevados al
último piso del edificio 3, cada uno disfrutaría de una suite individual,
excepto Ana y Víctor y Noe y David.

La vista desde el enorme balcón conectado entre habitaciones era


increíble, se alcanzaban a notar las diferentes tonalidades del azul del
cielo y del mar. Cada uno recibió diferentes obsequios puestos por el
hotel, todos de acuerdo a las necesidades y gustos de cada uno. Noe
aún no sabía cómo él se las arreglaba para pensar en esos detalles, a
ella aún se le escapaban y la hacía sentir una mujer distraída.

Él simplemente le guiñaba el ojo y le sonreía.

Muy pronto, todos se reunieron en el balcón, Ana mostraba una


expresión calmada y satisfecha, aquello era mucho más de lo que
había esperado, aún luchaba con su baja y dañada autoestima, a pesar
de tener la tranquilidad merecida le costaba un poco acostumbrarse
a la idea de dejar todo el pasado en su sitio, incluso sufría por sus hijos,
deseaba que lo que ahora gozaban como familia fuera suficiente para

392
hacerlos superar el mismo pasado que ella se esforzaba por no
enfrentar.

Era apenas pasado el mediodía, por lo que todos estuvieron listos para
acercarse a la enorme piscina en cuestión de minutos, sólo el gordo
gato se quedaría en la habitación, pues temían que se perdiera.

Todos se reunieron en las mesitas con sombrilla cerca de la piscina,


llevaban la pequeña alberca inflable de los gemelos y los dejaron jugar
en una pequeña porción de agua, que el hotel les proporcionó.
Mientras el resto se lanzaba a la cristalina agua, se quedaron afuera
Noe y Luz, quienes esperaban la llegada del joven.

Mismo que no se hizo esperar demasiado, pues al cabo de varios


minutos apareció acercándose a ellos.

Noe y Luz se adelantaron a darle la bienvenida y de paso registrarlo


en el hotel, él tendría una habitación sencilla frente al corredor donde
ellos estaban, con vista hacia la ciudad.

En cuanto lo notaron, David, Víctor y Luis, salieron de la alberca y los


acecharon, todos poniendo de inmediato su peor gesto para darle la
bienvenida al estilo de los hombres de familia.

El pobre no sabía lo que debía o no hacer, los tres ciertamente se veían


intimidantes. Luego de algunos minutos, David comenzó a reír a
carcajadas, sintió que el pobre estaba a punto de llorar.

Todos lo miraron, incluyendo el nuevo integrante, Noe le picó las


costillas para reprenderlo, pero solo lo hizo reír más fuerte, llamando
la atención de los trabajadores y demás huéspedes.

Para cuando terminó de reír, incluso Noe lo miraba molesta, no había


sido una reacción muy cortés de su parte, y para castigarle por
portarse tan inmaduro, lo arrojó al agua.

David había notado demasiado bien la reacción de su esposa, por lo


que estuvo preparado para algún tipo de castigo, así que cuando ella

393
lo empujó al agua, él la sujetó por la cintura, pegando su cuerpo al
suyo, y ambos cayeron.

Noe no había estado lista para meterse a la piscina, había decidido


aclimatarse y entrar hasta pasada la tarde, aprovechando que entraría
más en calor.

Ella alcanzó a llenarse los pulmones con aire, por lo que permaneció
bajo el agua más tiempo que él, logrando sacarle un buen susto.

Se sumergió demasiado asustado, creyendo que había sido


demasiado para ella, sólo para ser atrapado en una burbuja azul,
impidiéndole salir. Noe lo golpeó una vez contra el hombro,
regañándolo por su falta de consideración. Él vio lista una oportunidad
y la sujetó contra el piso de la alberca, atrapándola con sus marcados
brazos y su pecho sólido como un bloque de granito, ella estuvo lista
para él en segundos, pero se encontraban en un área común, debían
mantener cierta compostura o armarían un escándalo.

Así que simplemente se besaron apasionadamente, luego Noe


deshizo la burbuja, con ambos saliendo del agua.

Todos los miraron sin atreverse a reaccionar, hasta que Luis se lanzó
de nuevo, salpicando a todos.

El novio de Luz, Octavio, permaneció sentado aun sintiéndose tímido,


así que llamaron a un camarero para pedirle bebidas.

Ana sin rechistar pidió una margarita, le encantaba esa bebida, podía
tomarlas sin parar y sin darse cuenta cuando el alcohol le hiciera
efectos, mientras que Víctor prefería los mojitos. Luz y Octavio
pidieron cerveza clara preparada en una bebida llamada michelada.
Miguel y Pina pidieron frappés de frutas, y Luis, David y Noe pidieron
ron con hielo y agua mineral. Ella consideraba que sería una excelente
forma de romper el hielo con Octavio, mientras que David y Luis
hablaban entre ellos de una nueva banda de rock recién descubierta.

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Pasadas las dos de la tarde, pidieron nuevamente al camarero algunos
menús para pedir comida. El mesero les ofreció acercarse al
restaurante del hotel y disfrutar del bufet, que en esos momentos aún
estaba disponible. Todos saltaron de sus sillas y se apresuraron al
hotel para elegir cada quien sus alimentos.

El bufet era larguísimo, la mesa de ensaladas era una obra


impresionante, con enormes cuencos llenos de todo tipo de
preparados, habían verduras y hojas que incluso nunca habían visto.
Pero incluso la selva comestible que era no se comparaba en nada con
la gran variedad de carnes, pescados y mariscos.

Cada uno se acercaba a esa mesa con su plato en las manos y sin saber
por dónde comenzar. Había tantas opciones que simplemente
estaban indecisos.

Noe y David se decidieron por ensalada de Kale con frutas y nueces,


aderezo miel y mostaza, filete salteado de salmón y verduras asadas a
la parrilla.

Los demás fueron por mariscos, mientras que Luis prefirió un enorme
corte de carne en término bien cocido con puré de papas y cebollas
asadas.

A los gemelos les ordenaron purés de frutas y verduras con pollo y


jugos de frutas sin azúcar. El hotel les proporcionó un par de niñeras
temporales, para ayudarles a alimentarlos, así nadie se perdería de su
comida.

Todos comieron tranquilos y repitieron platillo hasta llenarse. Incluso


Luis y Víctor recalcaron que los bañadores no lucirán igual después de
haber devorado toda esa comida, lo que les hizo acreedores a miradas
molestas y comentarios amenazantes por parte de las mujeres.

Salieron de ahí rumbo a la mesita con sombrilla donde estuvieran


antes, sorprendidos de que la pequeña alberca inflable siguiera en su

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lugar, tal parecía que el personal se tomaba muy en serio la tarea de
cuidar de sus huéspedes.

Permanecieron ahí un rato más, hasta que cada uno comenzó a


experimentar un cansancio relajante y poco a poco se retiraron a sus
habitaciones. Hasta que sólo Noe y David se quedaron, Ana y Víctor se
habían llevado consigo a los gemelos, dándole a la pareja un tiempo a
solas, parecían notar que lo necesitaban.

Caminaron juntos por la playa, llevaban sus sandalias en las manos,


mientras disfrutaban de la arena en los pies. La playa tenía una
luminosa arena beige claro, que por la mañana se veía casi blanca,
cerca de las olas enormes piedras pulidas formaban pequeños riscos
y plataformas irregulares, donde fácilmente podían sentarse y
contemplar el anochecer.

Se mantuvieron ahí, simplemente observando la estampa y


disfrutando de su silenciosa compañía.

Más tarde, de regreso a la habitación, ambos no desaprovecharon


cada oportunidad en la que estuvieron completamente solos en los
pasillos y el elevador, para seducirse mutuamente.

Apenas llegaron a la suite, cerraron bien la puerta y se aseguraron de


cerrar también la terraza/balcón, así no serían molestados.

Lo siguiente que hicieron fue arrancarse la ropa y arrojarla lejos, su


plan era permanecer despiertos toda la noche.

Sin embargo, luego de satisfacerse una vez, cayeron dormidos.

Despertaron con la luz entrando por las enormes ventanas y un gran


estruendo de sus estómagos, por perderse la cena. La gran cama
tamaño king, era tan suave como una vaporosa nube, ambos
durmieron bien y bastante. David toma comunicador y solicita del
menú al cuarto un desayuno completo para dos.

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Mientras lo esperan, ambos toman una rápida ducha y se visten para
salir después. Ambos suponían que los demás estarían ya en el
restaurante o quizás en la playa.

Noe le envía un mensaje de texto a Luz, para saber qué planes tenían
para ese día. Sin embargo, Luz no respondía. Decidió preguntarle a
Luis y él le contestó que estaban discutiendo algo con su madre,
parecía ser un tema delicado. Por lo que le pedía reunirse con ellos en
la suite de Ana y Víctor, David también debía presentarse.

El desayuno llegó y se apuraron a comerlo, luego salieron


rápidamente a la habitación contigua.

Parecía que el debate estaba llegando a un punto álgido, pues Luis


hablaba casi gritando.

- ¡Cálmate Luis! Tus gritos se oyen hasta el pasillo, ¿de qué se


trata tu mal humor?

- Tu hermana pasó la noche con su novio, ¡eso pasa!

- ¿No crees que exageras un poco? Luz ya tiene 29 años, creo


que sabe lo que hace, déjalo pasar. Así estarás tú también
cuando tengas pareja.

Luis estaba a punto de regresar el comentario, cuando David


intervino.

- Realmente, ¿cuál es el problema? No creo que esto sea tan


simple como haber dormido con su novio.

Luz los miró sin decir nada, mostraba una expresión de


arrepentimiento que los hizo dudar de sus argumentos, o quizás el

397
regaño de Luis había sido demasiado. Tenía la cara roja y se notaba
que el cuerpo le temblaba ligeramente, Noe sabía que eran sus
emociones luchando por salir y expresarse, pero también se notaba
su falta de control sobre éstas.

398
Capítulo 61.

El revuelo iniciado por simplemente haber dormido juntos, poco a


poco se calmó, generando una sensación de vacío, pues las diferentes
emociones que iban saliendo se expresaban caóticamente.

Todos permanecieron en las habitaciones ese día, nadie tuvo el ánimo


para salir, Ana permanecía sin separarse de sus nietos, que en
aquellos momentos levantaban su ánimo con esas miradas inocentes
que le lanzaban y, sobre todo, con sus gestos divertidos.

Noe y David fueron al servicio de spa del lugar, pasaron una tarde
maravillosa con los masajistas y después en un baño individual de
vapor. Ambos tomaron nota de algún día visitar un temazcal.

Cada quien pedía desde su habitación lo que deseaba comer, los


empleados iban y volvían con carritos cargados de comida, bebidas y
botanas. Por lo que volvieron a la recepción y solicitaron informes
sobre los barcos y veleros en el puerto, al parecer había un servicio
turístico, donde los podías rentar y pasear mar adentro.

Juntos fueron hasta el lugar que mencionaron, encontrando a un


dueño tomando un descanso al lado de su bote, no era lujoso, pero se
veía cómodo y confiable.

Hicieron rápidamente un trato para usarlo al día siguiente, decidieron


que pasarían la mayor parte del día sobre las olas. Esperaban que esto
los relajara lo suficiente para calmar los ánimos.

De regreso, decidieron ir a la ciudad para comprar los accesorios que


el señor les pediría, así como medicamentos para el mareo y los
víveres que llevarían.

Ambos iban cargados con bolsas y cajas, parecía que se mudaban.

399
Una vez en su habitación, dejaron todo a un lado y se dispusieron a
ordenarlo, pues había accesorios que debían armar.

Nadie en la familia de Noe había subido a un bote, así que se aseguró


de conseguir todo lo que el señor les pidió, incluso llevando accesorios
de más, ella sabía que en su familia lo más inestable eran los nervios,
por lo que deseaba evitar un accidente.

El resto de la tarde lo dedicaron a ver películas y pedir más servicio al


cuarto.

Él había sacrificado todo en su vida, pero seguía olvidando los detalles


que le parecían importantes, era como ver reflejos en un espejo que
tenía una tela semi transparente encima. Cuando descubrió que
estaban aquí, supo que de alguna manera esta sería su última
oportunidad. A pesar de haberle causado tanto dolor y humillación,
aún pensaba que ella era suya.

Había pasado casi un año realizando conexiones y generando favores


con personas muy peligrosas, sacó su teléfono y, simplemente
llamando a una persona, se aseguró de que le pagaran hasta el más
pequeño.

Media hora más tarde, un ejército de delincuentes y mafiosos estaban


bajo su mando temporal, todos armados y peligrosos.

Incluyendo el dueño del bote recibió la indicación por parte del cartel,
desafortunadamente todo en su vida se los debía a ellos, por lo tanto
no podía negarse. Sintió un ligero pánico al saber que las personas de
las que debían encargarse se parecían demasiado a los que hoy habían
ido a solicitar el servicio de su bote.

Intentó pensar en diferentes formas de evadirlo, pero al final sabía


que con su ayuda o sin ella darían con ellos. Se decidió no buscarse
problemas con él y regresó el mensaje de texto con la información.

400
Él sonrió para sí mismo, cuando leyó lo que uno de sus hombres le
estaba informando, sabía perfectamente que se trataba de ellos, y
data vez estaba preparado para dejar en claro un par de cosas.

Se habían quedado dormidos cuando estaban a media película, Noe


había elegido un drama de época que incluso a ella le pareció
aburrida, fue la primera en quedarse dormida. David despertó cuando
ya estaba todo oscuro, revisó la hora, eran las dos de la mañana.

Apagó el televisor y llevó a Noe a la cama, se aseguró de taparla bien


y que estuviera cómoda.

Fue al baño y se aseo para regresar a descansar. Esa noche, justo antes
de quedarse dormido, la terrible sensación de que algo peligroso se
acercaba se instaló pesadamente en su estómago, era una sensación
alarmante, que si bien no le impidió dormir, sí le produjo pesadillas.

Eran las siete de la mañana cuando las alarmas de sus teléfonos


comenzaron a sonar, los dos despertaron de un salto y corrieron a
prepararse. Mientras David acercaba todo lo que llevarían, Noe salió
y comenzó a tocar las puertas de los demás, generando demasiado
ruido y bullicio en el pasillo, todos fueron despertados para dárseles
la indicación de prepararse.

En media hora todos estaban afuera de sus cuartos, listos y con su


respectivo equipo, salieron todos en fila, como una escena mal
actuada de película de acción.

La recepcionista los vio salir, por los accesorios que cada uno llevaba,
era obvio que habían encontrado el servicio de paseo en bote que
habían estado buscando, se despidió cortésmente y les deseo
diversión en familia.

Todos se subieron a la camioneta y partieron al puerto, donde el


dueño ya los esperaba.

401
Ambos notaron que el sujeto ya no se veía tan tranquilo como el día
anterior, ahora lucía nervioso y asustado. David se dijo a sí mismo que
quizás no le agradaba despertar tan temprano, pero de nuevo no
encajaba, porque él mismo les dio ése horario. Decidió ignorarlo.

Todos recibieron indicaciones de cómo usar correctamente el equipo


y fueron ayudados a ponérselo, seguido de esto uno a uno subieron al
bote y quedaron instalados.

En menos de media hora, estaban alejándose del puerto.

El hombre tenía una pequeña grabadora, donde sonaba música


ranchera vieja. David reconoció al artista y el año en que esas
canciones se volvieron populares, así como la época en ése entonces.

Sin embargo pudo notar que el tipo miraba demasiado en una


dirección, parecía esperar algo. Esa mañana, al despertar, la sensación
pesada de peligro se había intensificado, ahora le preocupaba un poco
más.

El señor notó que lo miraba, esperaba que no se diera cuenta de su


cautela, los demás llegarían en lanchas de motor rápido, así como en
moto lanchas.

David notó también, que la actitud del hombre cambiaba a cada


segundo. Definitivamente algo no estaba bien.

Miró a Noe, que estaba distraída mirando lo que podía y haciendo


señas a sus hermanos para que miraran en esta o aquella dirección.

Le envió un solo y tajante pensamiento, lo último que debían hacer


era alarmar a los demás, ella se tensó ligeramente y evitó reaccionar
demasiado, lo miró fijamente y le asintió con suavidad. Se aseguró de
que tanto los gemelos como el resto de su familia aún tuvieran
aquellas protecciones que el dios les había otorgado, en caso de
emergencia ella sabía que permanecería con su familia,
protegiéndolos.

402
No hizo falta esperar demasiado, apenas minutos después un ejército
de lanchas y motos acuáticas aparecieron desde el puerto y se dirigían
hacia ellos, el dueño del bote apagó el motor y, acto seguido, se lanzó
al agua, dejándolos varados.

Aquello lo hacía más sencillo, pues ninguno de preocuparía por el


hombre. Había mostrado su bando.

Todos se alarmaron inmediatamente, al ver al conductor escaparse,


luego notaron que los perseguían.

Los cuatro hombres se levantaron, intentando encontrar un modo de


tomar acción, pero David hizo retroceder a los demás con el resto.

- Quiero que permanezcan con aquí, sólo en caso de necesitar


ayuda les haré saber, de otro modo dejen que yo me
encargue.

Estaban a punto de oponerse, cuando David transformó su ropa en


una reluciente armadura dorada, si bien nunca lo habían visto y
estaban al tanto de lo que ellos hacían, verlo tan cerca los impresionó
bastante. Una vez que David los envió detrás de él Noe lanzó su
burbuja azul, dejándolos a todos dentro.

David encaró directamente a los que se acercaban, entre ellos había


un pequeño bote de motor que parecía ir a la cabeza, su sorpresa fue
infinita cuando vio a Mauricio ahí, bramando indicaciones a los que le
seguían.

Miró a su esposa, no pudiendo evitar recordar cómo la intentaba


manipular, así como el daño que deseaba e intentaba hacerle cada
tanto. Definitivamente la obsesión que ese hombre tenía por Noe era
enfermiza.

403
Luis también notó de quien se trataba y las miradas que David le daba
a su hermana, se levantó e intentó llegar a su lado, pero el escudo le
impidió llegar a dónde David esperaba.

Pronto estuvieron rodeados, pudieron notar que eran demasiados y


todos iban armados, quienes se miraron un poco sorprendidos, ya que
no esperaban ver a un tipo en armadura, Mauricio no los preparó para
eso, pero aún con eso ni siquiera evitaron pensar en aquello como una
ridiculez y las burlas no se hicieron esperar. Incluyendo a Mauricio,
quien aún estaba convencido de que había sido su imaginación, la que
le jugó una mala pasada, cuando fue atacado por él y por Fausto, en
lugar de algo muy real.

Con un gesto soberbio, les da indicación de dispararle, a lo que todos


reaccionan sacando sus armas, apuntando a David y disparando al
unísono.

A pesar de que todas las balas impactaron contra David y ninguna le


hizo daño, no pudieron evitar lanzar gritos de miedo y sorpresa. Noe
nuevamente tiene esa extraña sensación de deber hacer más por la
situación, otra vez estaba dentro de su escudo simplemente viendo.
Tomó valor y fijó su escudo, luego salió a ponerse al lado de su esposo,
su piel ya relucía cristalina y reflejaba la luz del día en ella.

David intentó enviarla al escudo, pero un gran proyectil lanzado desde


la retaguardia de ellos, fue lanzado.

Impactando contra el bote y dañando severamente la estructura, Noe


envía un hilillo de magia y hace al bote entero comenzar a avanzar,
alejándose de ellos y tomando el rumbo hacia el puerto.

Algunos de esos matones intentaron seguirlos, pero ella se puso


frente a ellos, impidiendo que avanzaran.

Entonces una lucha bastante dispareja comenzó, a pesar de llevarles


la ventaja, ambos dañaban sin agraviarlos demasiado, pues seguían
siendo personas, que fueron atraídas hacia algo que desconocían.

404
Los dos fueron rodeados por maleantes y luchaban con demasiada
cautela, en un momento uno de ellos logra herir a Noe con un extraño
cuchillo, al parecer el sujeto tenía creencias en deidades
prehispánicas, la hoja de su navaja era de obsidiana, motivo por el cual
logró herirla.

David se distrajo mirando en su dirección, bajando la guardia sin saber


e intentando llegar hasta ella. En ese momento, Mauricio se une a la
competencia de dianas de sus hombres, apuntando con su propia
arma hacia el pecho de David.

Disparó...

Todo se volvió lento y mudo.

Noe miró hacia ese sonido, resaltado entre los demás, aquel sonido
que se grabó en su mente. Y mientras volteaba, el disparo dio de lleno
en el pecho de David, la enorme bala entró y luego se expandió.

Ella pudo presenciar cada segundo de aquello, viendo horrorizada


como el torso de su esposo explotaba y él caía al agua.

Intentó enviar pensamientos y recibir algo de él, lo que fuera que le


indicara que estaba bien. Pero nada sucedió.

Entonces algo dentro de ella explotó, dejando a la vista de todos una


copia exacta de la armadura de David sobre su piel desnuda y azul.

Recordó cómo se sentía tener control sobre los poderes de los demás,
salvo que ésta vez éstos respondían como propios. Comenzó a perder
el control, miró fijamente a Mauricio, quien sonreía triunfal ante su
situación, ella saltó sobre el aire, se elevó sobre todos ellos y llegó
hasta donde él estaba, la veía sorprendido pero aun sintiéndose
ganador.

Ella lentamente le mostró sus dientes, en una expresión de siseo,


luego en su mente tuvo la imagen de cientos de criaturas negras
hechas polvo.

405
Lo único que debía hacer era expulsar a través de su cuerpo la furia
que se cocinaba en su interior. No dudó ni por un segundo. Ella
explotó con toda su ira.

Una bruma roja y horrible se extendió a su alrededor, hasta donde


estuvo el último de esos criminales, dejando únicamente a Noe y un
trozo de lancha, donde Mauricio se esforzaba por no caer al agua,
inevitablemente cayó de lleno.

Ella se acercó aún más a él, no necesitaba decir nada, simplemente se


metió en su cabeza, dándole nuevamente un susto de muerte, ahí le
lanzó todo tipo de ataques mentales que se le ocurrían en el
momento, finalizando con un golpe que lo dejó flácido sobre el agua.

Jamás se volvería a mover, jamás volvería a intentar dañar a alguien.

Miró hacia el agua que se mecía perezosamente, sentía su burla al


tragarse completamente a su amado esposo.

Sin pensarlo siquiera, se sumergió en las frías aguas. Bajó y bajo


buscándolo, le era casi imposible por la falta de luz, en el momento en
que notó su ceguera, la armadura desapareció y su piel azul brilló
intensamente. Curiosamente ningún animal marino se le acercó.

Comenzaba a sentirse desesperada, había perdido la cuenta del


tiempo que permaneció ahí, también olvidó por completo si se
cansaba o no. Simplemente continuó.

Hasta que en el fondo pudo verlo, su pecho se hallaba intacto, pero


no emitía ninguna señal de vida. Lo sujetó y se lo llevó.

No hacía falta tener suficiente fuerza, pues su cuerpo hecho de ese


cristal azul le permitía llevarlo. En la costa, encontró a toda su familia,
quienes no dejaban de ver en su dirección, hasta que la vieron y, tanto
Luis como Víctor y Octavio, corrieron a ayudarla.

Ella les permitió llevarlo hasta la arena blanca, una vez puesto
suavemente lo revisaron cuanto les permitía su estabilidad emocional.

406
Noe permanecía mirando, sin siquiera parpadear, su cuerpo había
vuelto a ser de carne y hueso.

Apenas podía creer lo que había pasado. Ni siquiera habían estado en


ese bote una hora, ni siquiera era medio día, y tenía que enfrentar la
falta de él.

Cayó de rodillas sobre la arena, respiraba con dificultad mientras


desgarradores lamentos salían de su garganta. Ni siquiera escuchaba
lo que sus hermanas intentaban decirle, Ana había desaparecido,
quizás se fue lejos para mantener a los gemelos fuera de todo aquello.

No podía pensar, no podía escuchar. Todas sus emociones se


agolpaban como una estampida de animales salvajes intentando
entrar por una puertita, sentía su pecho expandirse, listo para
explotar de nuevo, todo su cuerpo temblaba, toda su sangre hervía.
Miró levemente sus manos, estaban rojas y brillaban, su piel se había
vuelto roja como lava hirviendo, algo muy malo sucedería.

En ese momento, el dios apareció de algún lugar cayendo del cielo, la


tomó en sus brazos y dio un salto a las pequeñas nubes que pasaban
calmadamente.

Subieron hasta que el aire dejó de ser respirable, ambos podrían


sobrevivir ahí arriba, mientras su cuerpo continúa a una especie de
conteo regresivo.

Llegaron a un punto donde la luz no alcanzaba su rebote y comenzó a


volverse oscuro.

El dios simplemente la apretó contra su cuerpo, mientras su grito


desgarró el espacio y todo dentro de ella salía en una explosión que
fácilmente pudo destruir la ciudad entera.

Cuando todo se calmó, él la encontró inconsciente en sus brazos, le


puso un encanto para mantenerla sin despertar.

407
Bajó lentamente a la tierra, encontró a todos donde se habían
quedado. David seguía sin moverse, pero curiosamente él podía
sentirlo vivo, los demás no podrían saber la diferencia entre estar
realmente muerto y estar en la caverna.

La dejó suavemente donde sus hermanas la recibieron. Los miró a


ambos, aquello los había superado, ciertamente un simple humano no
debería haber podido lastimarlos.

Desafortunadamente Noe se deshizo del culpable, de lo contrario


habría podido saber qué causó esa diferencia en posibilidades.

Todos se lamentaban profundamente.

- Descuiden, ambos estarán bien, llévenlos a dónde puedan


estar a salvo. En el momento adecuado ambos responderán y
estarán bien.

Dicho aquello, él simplemente se desvaneció.

408
Capítulo 62.

Noe se sintió despierta, pero se negaba a abrir los ojos. Él no estaría


más con ella, nada importaba ahora.

Sin él, simplemente no podría seguir.

Sintió unas manos suaves en su rostro, se sentían como las de él, eso
la hizo apretar los ojos, no los abriría nunca más.

- Pequeña, mírame por favor.

Era su voz, ¿qué broma desalmada le jugaba la vida, que le hacía


escucharlo?

Esas manos eran pasadas delicadamente por su cara, quitando el


cabello pegado a ella, así como acariciando sus atributos. Noe dejó
salir abundantes lágrimas, definitivamente se sentían como las de él.

- Por favor pequeña, mírame.

Ella abrió los ojos de pronto, jugándose su estabilidad mental.

Entonces vio la imagen más hermosa de su vida: era él. Era él.

Su garganta se desgarro con un gemido doloroso, mientras se lanzaba


a su cuello y lo estrujaba. Las cuevas hicieron un eco ensordecedor de
sus sollozos.

Él también experimentaba fuertes temblores. Cuando se vio dentro de


la caverna llegó a creer que había muerto y su primer preocupación

409
voló hacia su amada esposa, entonces supo que aún podría volver a su
cuerpo físico, el cual se encontraría muy dañado, lo que explicaba que
se encontrará ahí sin poder regresar. Durante unos minutos estuvo
sentado meditando sobre su cuerpo físico, sabía que había
permanecido en el agua y afortunadamente estaba sanando a un
ritmo elevado, debido a la salinidad del agua, en un proceso que no le
importó, lo único que necesitaba saber era que volvería con ella. En
aquellos momentos de conocimiento, ella había llegado y él la recibió.

En esos terribles momentos en los que ambos lo creyeron muerto,


jamás había conocido un terror más grande, que no poder estar a su
lado. Ella lloraba descontrolada en sus brazos, aún no sabía cómo,
pero se aseguraría de que jamás volviera a suceder aquello. Así tuviera
que empeñar su alma, lograría que no fueran separados.

Lentamente Noe comenzaba a calmarse, parecía que cada segundo


que pasaba se convencía de que era real. Tan real como podía sentirlo
y olerlo.

Hasta aquellos momentos, se dio cuenta que adoraba su aroma, era


reconfortante porque era de él. Conforme se calmaba, parecía que el
sueño la iba venciendo, había luchado demasiado, él estaba decidido
a terminar con todo eso.

Desde la antecámara que daba a la sala de los tronos, apareció Tata


Juriata, se veía cansado y triste, parecía haberse esforzado demasiado
para llegar ahí, aunque David podía ver rastros del daño que ocultó a
la explosión de Noe.

No se trataba de un daño físico, sino de uno mágico, parecía haberlo


contenido con su propio poder, evitando así una catástrofe mayor a lo
que parecía.

David sintió una punzada de orgullo, su mujer no sólo era capaz de


manejar su magia y la de los demás, sino que podía causar un daño
inmenso, si llegase a tener otro enemigo que quisiera lastimarla,
detendrá un gran reto, porque él sabía que ella se tomaba demasiado
410
tiempo para molestarse realmente. Ella tenía una paciencia impecable
a la hora de mostrar sus emociones.

Lo que la hacía especialmente hábil para controlar la magia, suya y del


resto de ellos. El dios llegó hasta él, caminaba arrastrando los pies, y
con los hombros caídos.

- Parece que tuviste una pelea con un gato, te ves muy


lastimado.

- No es para menos, atravesé el inframundo, encontré a ese


maldito y destruí su alma, esto que vez no es más que las
consecuencias de eso, fue como romper una brizna de pasto.

David estuvo impresionado, suponía que sería más difícil de hacer


aquello, admitiendo que lo había pensado alguna vez, cuando tuvo
suficiente tiempo como para morir de aburrimiento miles de veces.

El dios acaricio el cabello revuelto de Noe, nadie en el universo entero


lastimaba a su elegida y se salía con la suya, él sabía que era una
actitud sobre protectora, pero era necesario que se supiera que ella no
necesitaba pedir nada, siempre contaría con su apoyo.

Quizás se debiera a su soledad, pero estaba aferrado a la idea de


convertirlos en una nueva generación de deidades protectoras, él
sabía que la tarea la llevarían a cabo de forma espléndida, pues tenían
un excelente temperamento y sobre todo imparcialidad. Además de
una falta total de dudas al momento de impartir justicia.

Se levantó y le indicó a David que la llevara a la caverna, ella


necesitaría descansar, tanto su cuerpo físico como el mágico estaban
agotados. Ambos habían caído en la inconsciencia.

411
Permanecieron en silencio mirándola, ambos hicieron una promesa y
cada uno la haría realidad a su manera.

Pasadas varias horas dentro de la caverna, Noe se despierta de golpe,


no recordaba haberse quedado dormida, ni haber llegado a la caverna
del dios. Pero si recordaba haber soñado con él, con su compañero. Se
estremeció completamente, las lágrimas comenzaban a caer
nuevamente, se llevó una mano temblorosa a los labios, parecía una
eternidad desde la última vez que lo había besado y aún llevaba su
sabor a licor en la lengua. Sus entrañas se contrajeron, tenía la horrible
sensación de que toda su vida con él había sido un sueño y estaba
desesperada por volver.

Un sonido de suaves pasos la saca de su pesadilla, mira atentamente


la entrada a esa habitación de piedra. La tenue sombra que se
acercaba se movía dolorosamente lento, hasta detenerse en el umbral
y ella no lo miró, permaneció observando la sombra, deseando que
todo terminara de una vez y se le permitiera morir para reunirse con
él.

- Despertaste por fin...

Esa voz de nuevo, de no ser que estaba sentada sobre la cama, se


habría desplomado sobre sus rodillas, su mirada vaciló y comenzó un
viaje a través de su figura: estaba entero, sin heridas, sosteniendo un
plato con agua mientras la miraba con atención, esa mirada, sus ojos...

Noe saltó de la cama y corrió había él, el alivio fue tan inmenso, que
sus emociones expulsaron parte de su magia y la caverna entera se
estremeció con ella.

Él notó su expresión completa, pudo ver hasta el más mínimo detalle


a su reacción, lo que ella expresó le rompió el corazón muy

412
profundamente. Ella había crecido tan aislada de los demás, debido a
las criaturas que veía, además de sus conocimientos tan tempranos
sobre su responsabilidad al ser elegida, que el saber que estaba en ese
estado por él... Decidió no continuar por ese camino, él estaba con ella
y eso importaba en su totalidad.

Sujetaba su temblorosa figura y, mientras pasaba s mano por el


cabello de su esposa, se dio cuenta de dos cosas: ella ahora tenía un
olor diferente, a duraznos y toronja, algo dulce y ligeramente cítrico,
además de que algunos cabellos de ella estaban sin color, no eran
demasiados pero sí los suficientes para notarse.

Aquello probablemente la alegraría, pues le gustaban los estilos de


mujeres con canas. Su piel, por otro lado, tenía un tacto demasiado
suave, era como pasar sus dedos por pétalos florales. Un cambio
importante sucedió en ella, estaba seguro de que pronto lo sabrían con
certeza.

Una vez pasada la conmoción, permanecieron simplemente abrazados


y mirándose, él estaba tan conmovido que la dejó hacer y ser lo que
deseara, pero el tiempo pasaba y debían volver. El dios apareció en la
pequeña habitación y les anunció que el cuerpo de David estaba
regenerado y podían irse. Noe se levantó y fue hasta él, aunque podía
ver el daño que tenía, no lo mencionó, sin embargo lo miró con
disculpa, ella creía que se debía a su explosión. Se inclinó solicitando
su perdón, pero él la sujetó y la estrechó cálidamente.

- No debes preocuparte, el daño recibido fue merecido y


gustosamente lo pagó, él fue demasiado lejos al siempre
intentar hacerte daño, esta vez lo pudo lograr y yo me ocupé
de él.

413
Noe no sabía realmente a qué se refería, pero antes de preguntarle al
respecto, él la empujó suavemente hacia el río para volver con David.

Ambos regresaron en silencio, se sujetaron firmemente de las manos,


está vez Noe pudo presenciar todo el trayecto, estaba tan apegada a
su esposo en esos momentos, que finalmente pudo ver cómo era:

Conforme avanzaban en la marea, ambos fueron sacudidos de un lado


a otro, pero nada como se imaginaba, se trataba de una marea que
los mecía con suavidad entre las corrientes, hasta legar a una especie
de nacimiento de agua en el fondo de un abismo, donde al final se
encontraba una rendija, de ella manaba una luz cegadora, a través de
la cual fueron absorbidos. Ambos se soltaron las manos, cada uno
aparecía en su propia oscuridad, y como tal, al abrir sus ojos estaban
cada uno en su propio cuerpo.

Por fin había despertado, Ana la sujetaba delicadamente de su mano


derecha y la miraba con amor maternal, la ayudó a sentarse y,
mientras registraba todo a su alrededor, en la salita de la suite que
ocupaba junto a David, se escuchó una fuerte conmoción, todos
hablaban y hacían preguntas, que se escuchaban cada vez más cerca,
hasta que él apareció en la entrada al cuarto.

Se miraron fijamente, ya no hubo lágrimas, ya no hubo llanto, ella fue


hacia él y lo inspeccionó de cerca, tocando el lugar donde vio su pecho
abrirse, estaba sin rastro de desgarre.

Soltó un ligero suspiro.

- Noe, sabemos que probablemente no haya explicación


alguna, pero nos gustaría saber qué pasó.

- Si mamá, les explicaremos.

414
Todos fueron a los sillones y esperaron a la respuesta. Incluso Octavio
se encontraba entre ellos, parecía que en medio de la calamidad había
sido aceptado en la familia.

- Bueno, una de las ventajas de contar con el favor de Tata


Juriata, es que tenemos acceso a un lugar en medio, entre la
vida y la muerte, es una caverna hecha de roca pulida y negra,
el lugar es increíble. Una vez llegamos ahí, pareciera que
hemos muerto, pero los signos vitales se reducen a un mínimo
y de forma drástica. Bueno, los cuatro podemos acceder a ese
lugar a voluntad, mientras que la gente común llega ahí luego
de seguir la famosa luz al final del túnel, pero ellos olvidan lo
que ven ahí, porque quizás no es el momento y para cuando
regresan sus cuerpos se han sanado, es lo que sucede con
nosotros. David fue enviado ahí, para restaurar su cuerpo, él
recibió una bala expansiva en pleno pecho y cayó al agua. Debí
notar la diferencia cuando bajé al agua por él y vi que su
herida había desaparecido. Pero yo estaba en pleno choque,
no podía razonar. Luego fui enviada ahí, para sanar mis
emociones, ahí lo encontré.

Todos escuchaban atentos, solamente Octavio parecía no entender


mucho, pero Luz lo puso al corriente mientras escuchaban y él
preguntaba en voz baja.

- Siento que debo sentirme honrado de formar parte de su


familia, el acto que tuvieron ustedes es sencillamente
increíble y una lástima que el mundo no lo sepa.

- Gracias Octavio, pero el mundo sufre su fin desde que inició,


ahora somos nosotros, en el pasado fueron otros lo que
lucharon por salvarlo, se trata de una posición que muchos
deben asumir, cuando nosotros nos vayamos, a mi parecer, el
415
lugar será tomado por los gemelos. Ambos tienen también
habilidades que desde hace poco ya manifiestan.

Todos se sorprendieron ante aquello, pues para su familia, los bebés


eran comunes, pero saber que también pondrían sus vidas en aquel
riesgo, alertó demasiado a Ana.

- Tranquila mamá, nosotros les enseñaremos, no estarán


indefensos, recuerda que nos tendrán por mucho tiempo. Si
mis sospechas son ciertas, nosotros gozamos de algo similar a
la inmortalidad, pues podemos acceder a ese lugar para
restaurar nuestros cuerpos, así que estaremos con ellos
incluso después de morir.

Noe miró a David, había algo más que debía compartirles. Él asintió,
dando su acuerdo.

- Sin embargo, hay un motivo detrás de eso, no hay más dioses,


sólo queda Tata Juriata, me parece que esa fuerza universal
que lo rige todo, nos ha destinado a ser parte de ellos, por eso
la magia, el poder y las habilidades para usarlos, todo en
nuestra vida ha sido una prueba, para demostrar las
condiciones en que usaremos estos dones.

El silencio fue total, sólo se escuchaba la suave respiración de los


bebés dormidos.

Esperaban una reacción similar, la suya fue equiparable, pero aún


mostraban dudas, ninguno de los cuatro parecía estar convencido de
416
que fuera una decisión acertada, mostrando el largo camino que aún
les faltaba.

Con esa actitud se ganaron todos el respeto y aprobación del dios,


quien se aseguraba de mantener esas intenciones en ellos, de esa
manera podían actuar de acuerdo a una premisa justa e imparcial. Él
había elegido bien a sus discípulos. Ésta idea plasmó directamente la
imagen del pasado travieso del dios, al haber elegido doce discípulos
en su aventura, parecía que ese lineamiento le agradaba bastante,
salvo que al ser tantas personas se le había salido todo de las manos,
entonces necesitó utilizarlos para dar fin a todo aquello.

Durante algunas horas, respondieron a las dudas y preguntas de


todos, hasta que el estómago de Noe rigió tan fuerte que provocó la
misma reacción en los demás, todos morían de hambre.

David sonrió y los invitó a todos al restaurante, mencionando que en


esos momentos las barras del bufet nocturno estaban siendo puestas.
Nadie refutó la idea, todos se prepararon rápidamente y bajaron para
poder, por fin, satisfacer una necesidad tan mundana, que Octavio se
maravilló de verlos disfrutarla sin medida.

417
Capítulo 63.

Conforme pasaban los días, la diversión en la playa fue en ascenso,


cada vez todos se relajaban más, al punto de comportarse más osados.
Avanzaban desde paseo en velero rápido hasta ser lanzados desde una
avioneta con paracaídas. Noe jamás se imaginó disfrutar de
emociones fuertes, ella siempre creyó que vivir de forma tranquila y
oscura sería su destino, pero ahora se encontraba descubriendo las
más altas capacidades que la adrenalina podía ofrecerle, de inicio. Ya
comenzaba a planear vivir experiencias cada vez más extremas.

David la miraba disfrutar y divertirse, amaba profundamente sus


reacciones a las diferentes experiencias, se sentía fascinado y
conmovido. Encontró que a su esposa muy pocas cosas le causaban
temor como para evitarlas, sólo le había hecho falta la confianza para
atreverse y no había actividad que tuviera lo más mínimo para
detenerla.

Aquello parecía un reto tras otro.

Sospechó que tendría que idear formas de hacerla agotar esa energía
que de pronto la llenaba.

Con los días, el cabello de Noe cambiaba cada vez más, un día ya no
estaba tan rizado al otro se veía más claro, hasta que llegó el momento
en que estuvo tan diferente que todos creyeron que ella poco a poco
lo había modificado sin decirles, sólo David había notado cómo había
ido cambiando. Ni siquiera ella se había dado cuenta, hasta que los
demás le dijeron.

Su sorpresa fue equiparable a su emoción, incluso el tinte negro que


había elegido hacía un tiempo había sido reemplazado. Comenzó
entonces a buscar la respuesta a aquello, comenzó por haber notado
en un inicio, cuando se transformó su cuerpo en esa materia cristalina
azul, toda su piel hormigueaba cuando volvía a su imagen usual. Fue

418
entonces que notó que su piel se sentía diferente también, era suave
pero con una sensación hidrofóbica, pues sus aditamentos de belleza
tardaban demasiado en integrarse en su piel, como la crema
humectante, incluso al mojarse notaba que su piel no se humedecida.
Definitivamente algo extraño sucedía.

David parecía no sufrir ningún cambio, entonces decidió comentarle.

- Cariño, he notado un montón de cambios en mí, pero tú no


pareces tener ninguno.

David comprendió sus dudas, era momento de compartir con ella otra
parte de su historia oculta.

- No dejes que esto te quite la confianza y la tranquilidad


cariño, cuando me fue otorgada la capacidad de no envejecer,
también tuve el mismo cambio que tú, salvo que yo no lo
noté, por lo que no puedo decirte cuándo ni cómo sucedió,
sólo te puedo decir que mucha de mi apariencia es igual a
como originalmente era. Por ejemplo, mis ojos eran menos
verdes, ahora se asemejan demasiado a una hoja viva, antes
eran más pálidos y grises, mi cabello era más oscuro, ahora es
demasiado rubio. Mi piel era delgada y sensible, me quemaba
y lastimaba muy fácilmente. ¿Comprendes lo que te digo?
Aunque seguramente tu cambio será diferente.

- Comprendo...

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Noe lo observó demasiado, tratando de imaginarse cómo sería antes.
Recuerda haberlo visto en sueños, pero la imagen suya era exacta a
como era ahora, así que para ella no había diferencia.

Ella simplemente disfrutó al máximo del cambio que estaba


experimentando, pasaba largos ratos arreglando y cuidando su piel y
cabello.

Entonces su mirada se posó en sus ojos, al principio creyó estar


sufriendo algún tipo de infección, dudando de la higiene del hotel
incluso. Sus ojos estaban tomando un tono cobrizo, tan imperceptible
para ella que siempre tuvo ojos cafés. David sonreía cada vez que la
miraba descubrir algo diferente, parecía presenciar a una niña
pequeña descubriendo el mundo.

Más días siguieron pasando, cada vez que otro cambio era notado, ella
deslumbraba. Incluso el día en que su piel pareció verse más clara, en
lugar de bronceada por el sol. El personal del hotel llegó a preguntarle
si usaba algún bloqueador especial y cuál era la marca, pues era
demasiado notorio.

Tuvieron que planear una mentira verdadera, pero que seguía siendo
mentira, les dijeron que se trataba de la aplicación de un tónico hecho
con agua oxigenada y otro de peróxido solo, y que debido al uso de
ambos se lograba ese proceso. Incluso en el cabello, pues cada día se
veía más claro, pero comenzó a clarear desde el rojo, ahora se veía
anaranjado.

Una noche, decidieron ir en parejas a un antro de baile en la ciudad,


Noe estaba nerviosa en esta ocasión, pues tendría que bailar y habría
demasiada gente mirándola, le parecía un poco patética su reacción,
pero aun así lo haría. Pasó casi tres horas con su hermana Luz mientras
elegían la ropa, se maquillaban y peinaban. Ambas habían elegido los
ojos con ahumado en negro con un toque de rojo, así como delineado
felino y labios rojos. La ropa era un sencillo vestido negro, demasiado
sobrio por el frente, pero con un gran escote de espalda, pero como

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ninguna usaba frecuentemente tacos altos, usaron unas botas de piel
con estoperoles y cadenas. Noe había comprado pares a juego para
ella y sus dos hermanas, ambas hechas a medida y sobre pedido a una
marca de motocicletas chopper.

Como la ciudad no era muy grande, fueron caminando a hasta el


antro, habían solicitado referencias en las redes sociales, incluso al
personal del hotel, aparentemente el sitio era muy famoso.

Desafortunadamente, ese día estaba cerrado, así que decidieron


dirigirse a un bar tranquilo.

Ese día en el bar al que llegaron, contarían con la presentación en vivo


de un solista que cantaba un amplio repertorio de música.
Rápidamente le enviaron mensajes a Luis para que acudiera al lugar y
se divirtiera con ellos.

Varios minutos después, Luis llegaría al bar, todos ya tomaban de


enormes tarros de un litro, habían solicitado una cerveza artesanal
hecha a partir de semilla de Cacao.

Luis directamente solicitó una botella de su whisky favorito, conocido


como Jack Danield's.

Más tarde, el músico contratado por el lugar comenzó cantando


baladas, el bar parecía muy tranquilo, así que aprovecharon para
charlar tranquilamente.

En una mesa cercana, había un grupo pequeño de personas, parecían


mirar demasiado en su dirección, Noe y Luz vieron que las mujeres
que había en esa mesa criticaban negativamente su aspecto y ropa, ya
que era demasiado llamativo para el sitio, sin embargo no se dejarían
menospreciar por unas desconocidas. Ambas decidieron visitar el
baño, que quedaba justamente en dirección a donde ellos se
encontraban. Las mujeres, que no debían tener más de treinta años,
las miraron pasar con desdén y soberbia, hasta que vieron las botas.

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Efectivamente, sólo alguien con un poder adquisitivo alto podría
identificarlas y costearlas, dado que ellas las reconocieron parecía que
sabían diferenciar de artículos de lujo de los de alta confección. Eso
por sí mismo le dijo a Noe que tenían razones para considerarse
demasiado buenas o influyentes, pero la mirada de incomodidad y
envidia le dijo otro tanto sobre su límite al respecto.

Cuando iban de regreso, las mismas mujeres las miraron con más
interés aún, una de ellas casi escupe su bebida por la nariz cuando vio
el collar de serpiente en el cuello de Noe deslumbrando con las luces.
Se trataba del collar de serpiente Bvlgari, Noe no tenía ni idea,
simplemente se puso esa pieza por ser llamativa y porque le gustaba
demasiado.

Lo único de lo cual ella sabía el costo aproximado, era de su reloj


Cartier, pero consideraba que a nadie le llamaría la atención aquello.
Las dos miraron en su dirección y la pobre mujer parecía estarse
atragantando, sus amigos la auxiliaban mientras ella señalaba el
collar, los demás no se dieron por enterados.

David estuvo al pendiente de lo que sucedía, él sabía perfectamente


que ese collar causaría conmoción a los conocedores, pero para él no
representaba un gasto significativo, era como comprar joyería de
Swarovski.

Las dos se sentaron a la mesa, al parecer seguían sin comprender muy


bien la situación. Así que David les dio algo para regodearse.

- ¿Qué le pasa a la mujer de ésa mesa?

- No lo sabemos, parecían burlarse de nosotras, pero de


repente una de ellas se atragantó con su bebida. Lo extraño
es que señalaba mi collar, debe haberle gustado.

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David sonreía con placer al momento de decirle.

- Quizás se deba a que es un collar demasiado costoso y ella lo


reconoció.

- ¿A qué te refieres con "demasiado costoso"?

- A que esta pieza está valuada en treinta millones de pesos.

A Noe se le desencajó la mandíbula, aquello era demasiado, era casi


el costo total del edificio en ciudad de México.

- ¿Y por qué me dejas salir a la calle con esto encima? ¡Podrían


matarme sólo por tenerlo!

- Cariño cálmate, olvidas que nadie podría lastimarte, tienes


demasiados recursos a tu disposición para cuidarte. Además,
si lo llegas a perder, simplemente te compro otro y ya, eso no
es un asunto importante.

- ¡Vaya! ¿Olvidaste que hace una semana casi mueres? Y con


una vil bala.

Noe se estaba alterando, hacía demasiado tiempo que no discutían,


David estaba emocionado, así que la siguió provocando.

- Nunca estuve en peligro, sabía que mi dulce mujer se haría


cargo de la situación. Te he dicho muchas veces ya que no
debes preocuparte, el dinero simplemente seguirá llegando
mientras haya quién lo reciba, en estos momentos tú recibes

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la mitad que te corresponde, se nota que no has revisado tu
cuenta bancaria.

Él sonreía como un gato, Noe estaba cada vez más irritada, no


entendía por qué él no tomaba las cosas más en serio.

Para elevar aún más su temperamento, apostó por algo más.

- Es más, mañana mismo te consigo una de las joyas de la


corona inglesa, sólo tardaré unos días en hacerlo.

Estaba guiñando un ojo con diversión, cuando Noe sintió su piel arder
de la misma forma que en la playa.

Todos la miraron asustados, incluyendo David, quien la tomó en sus


brazos y la llevó afuera del establecimiento, corrió tan rápido como
pudo, llegando en tiempo récord a la playa, los llevó a ambos al agua
y nadó hasta lo más profundo que pudo. El agua fría calmó en gran
parte su enojo, pero aun así logró explotar.

No fue tan grave como la primera vez, en esta ocasión ella no perdió
el sentido, estuvieron bajo el agua hasta que finalmente se tranquilizó.

Al salir ella estaba incluso sonriendo, mientras David encontraba


excitante ese lado nuevo. El dios le había contado un poco de esta
nueva habilidad, pero no se comparaba nada escucharla que verla.

Sus ojos ardían en deseo conforme iban de regreso. Para cuando


llegaron al bar, estaban secos y relajados. Los demás seguían aún ahí,
Luz y Luis saltaron hacia Noe, preocupados por lo que pudiera haber
sucedido. Al ver que todo había resultado bien, continuaron con su
noche de tragos. Al terminarse las cervezas, todos solicitaron vasos
para beber el whisky de Luis, quien mantenía una expresión de ultraje,
424
argumentando que era su botella y debían pedirle permiso para tomar
de ella.

Las personas en la otra mesa ya se habían retirado, al parecer la


conmoción se incrementó cuando les dijo por qué se había
atragantado, y eligieron sabiamente retirarse del lugar.

La noche terminó y volvieron a su hotel, caminaban tranquilamente,


Noe sujetaba con fuerza y cariño la mano de su esposo, quien a su vez,
dejó que los demás los dejaran atrás. Ambos disfrutaban cuando
estaban a solas y en silencio, a él le parecía un momento de claridad
entre ellos, pues al no tener nada qué decir los demás sentidos se
encargaban de expresarse, y se llenaba de una calidez diferente.

A pesar de que era entrada la madrugada no eran los únicos en la calle,


había personas paseando aparte de ellos, algunas mujeres miraban
con descaro a David ganándose una mirada dura por parte de ella.

Una vez que los demás estuvieron muy adelantados, David llevó a su
esposa a un oscuro rincón que recién descubrió, se encontraba
demasiado necesitado de ella como para esperar a que llegaran al
hotel. La condujo por un pasillo entre dos construcciones, parecía un
callejón detrás de varias casas.

Sus manos fueron directamente a la apertura de espalda de su


vestido, la apoyó contra una pared y, mientras la besaba con fiereza
ella levantaba su camisa. Mantuvieron un ritmo elevado e intenso, al
parecer ambos se hallaban igual de excitados.

Ni siquiera necesitaron desnudarte, aquello sucedió de un modo


furtivo tan intenso, que llegaron a la cima con demasiada facilidad.
David ya planeaba la forma en que la tomaría al regresar a la suite.

Ana los esperaba en la entrada a la habitación, parecía cansada,


llevaba a los gemelos dormidos en el cochecito, se los entregó y
regresó a dormir. Los bebés estaban despiertos, habían descubierto el

425
modo de mantener la atención de todos y aprovechaban cada
oportunidad de salirse con la suya.

Una vez dentro, Noe los miraba intensamente y con rigidez, ambos
comenzaron a poner a prueba sus habilidades recientes, pero nada
funcionó, su madre los reprendió en lugar de darles lo que querían.
Más tarde, ya aburridos, se quedaron dormidos.

Ella se aseguró de que estuvieran aislados de los sonidos con una


burbuja de magia, justo en eso David la comenzó a seducir sin pudor
ni consideración.

Ambos mantenían el estímulo que fue hacer el amor en un rincón


oscuro en la vía pública. David le hizo señas de que hiciera silencio y la
llevó a la terraza, tomaron una de las sillas reclinables y él le pidió
tomar posición sobre su regazo.

Ambos mantuvieron dentro de sus gargantas los sonidos naturales,


sólo permitiéndose respiraciones difíciles y provocativas cerca del
oído del otro.

Llegaron al éxtasis de aquel modo, siendo participes y testigos de una


unión que ambos esperaron por mucho tiempo.

Por la mañana todos ya habían bajado al restaurante a tomar el


desayuno, ellos nuevamente aprovecharon el espacio de soledad para
tomarse en la ducha. Para cuando terminaron, los gemelos apenas
iban despertando. Se habían despertado muy temprano, cuando
justamente amanecía y, sin poder evitar el desenfreno, volvieron a
dejarse llevar por el deseo. La ducha fue más un pretexto para
continuar.

Bajaron tranquilamente, dejando un reguero de mimos y cariño por


donde pasaban.

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Los demás se veían tranquilos, pero un poco aburridos. Aún les
quedaba una semana más de vacaciones, pero si estaban deseosos de
volver antes no tenían ningún problema para ello.

Noe sirvió dos enormes platos con chilaquiles verdes y queso fresco,
así como café americano y un par den rebanadas de pan tostado con
queso Cottage.

Desayunaron viendo preocupados a los demás.

- ¿Ya se aburrieron de estar aquí? Si quieren volver antes a casa


solo díganlo.

Ana la miró un momento y negó suavemente con la cabeza. Todos


mantenían ese silencio incómodo, hasta que vieron salir al mesero con
un enorme pastel de cumpleaños en un carrito de alimentos.

Una multitud de empleados y personal administrativo lo acompañaba.


Llegaron hasta su mesa, todos coreando la canción de feliz
cumpleaños y se detuvieron junto a ella.

Noe estaba genuinamente sorprendida, aún faltaban dos semanas


para su cumpleaños. Todos los presentes cantaban y festejaban, el
gerente personalmente le entregó un presente en nombre del hotel,
una tarjeta con un crédito especial para usar en la cadena de hoteles,
esta le permitiría solicitar todo cargado a una cuenta interna y generar
así un historial que le acreditada ciertos beneficios y premios por su
uso.

El pastel era enorme, los empleados habían recibido la sugerencia por


parte de Ana, quien les pidió especial atención a los postres que ella
comía, todos estuvieron de acuerdo en que consumía más flan que
pasteles, por lo que optaron por una torta rellena de flan, con pan
semi húmedo en licor de naranja, con poco betún.

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Todos en el restaurante recibieron una rebanada y fueron integrados
en la celebración.

Era una excelente manera de terminar el viaje, aunque aún faltaban


unos días, sabían que ese tiempo faltan te se iría como volando a
través de la ventana.

428
Capítulo 64.

Toda esa semana estaría llena de presentes para la festejada, David se


las ingenió para hacer que el hotel se prestara a todas sus solicitudes.
Desde comidas especiales sustituyendo al bufet, todas gratuitas para
el personal y los huéspedes, hasta mensajes especiales con avionetas
en el cielo despejado de la playa, una gran fiesta en varios bares,
antros y tabernas en la ciudad.

Noe estaba más allá del cansancio, si bien hacía unos días había estado
ansiosa por explorar nuevas cosas, ahora deseaba dormir por tres días
seguidos. Sin contar que los gemelos cada vez reclamaban más
atención.

A veces Noe no cabía del terror cuando los veía expresarse de una
forma demasiado madura y clara, aún sin usar palabras, pues el
recuerdo de esa realidad utópica le venía de pronto, cosa bastante
desagradable si pensaba demasiado en ello. Pero justo después,
volvían a ser unos absolutos bebés.

Las vacaciones por fin estaban terminando y no cabían en sí de la


felicidad, habían agotado sus ganas y emoción por vacacionar, al
punto definitivo de permanecer perezosamente en la piscina el último
día.

Los empleados y el personal administrativo les dieron una despedida


muy emotiva, a pesar de parecer un poco exigentes ellos aseguraban
que se trataba de los mejores huéspedes que habían atendido.
Seguramente David había proporcionado una muy jugosa propina por
el servicio prestado. Y no era para menos.

Cuando todo el equipaje estuvo listo sobre la camioneta partieron


hacia Jiquilpan, todos iban llenos de gusto, pues estaban a unos días
de celebrar el día de los santos Reyes Magos. Ana ya comenzaba a
planear todas sus compras, desde niña le hacía ilusión esa fecha, ya

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deseaba poder ir a la feria de juguetes y ver las novedades. David
como siempre ya estaba volando por las diferentes páginas de venta
en línea desde su teléfono móvil, Noe lo miraba sorprendida, él nunca
perdía la oportunidad de gastar dinero, lo dejaba pasar porque al final
era su dinero.

Este año incluso el gordo minino tendría obsequios, Pina había estado
haciendo tratos con una amiga suya y adoptaría a un pequeño de color
blanco y pelo largo, se imaginaba pasando un cepillo suave por su
pelaje, mientras lo dejaba dormir sobre sus piernas. Esperaba que la
gatita se llevara bien con el gordo consentido.

Para cuando llegaron a la casa todos mostraban un profundo


cansancio, si bien la mayoría iban con la piel bronceada, David y Noe
eran la excepción, sentían como si de algún modo ellos no hubieran
participado en esas vacaciones, de no ser por todos los recuerdos que
traían de las mismas.

Viéndolos de cerca, los gemelos tampoco mostraban signos de haber


estado expuestos al sol. Sino todo lo contrario, Noe recuerda haberlos
visto con los rostros ligeramente enrojecidos, y haberles puesto
abundante crema protectora. Quizás era un producto bastante
efectivo.

Todos fueron directamente a sus habitaciones, Ana les prometió pedir


comida al domicilio, ella también deseaba pasar unas cuantas horas
descansando.

Noe y David aprovecharon la ausencia de todos para ver algo en la


televisión, había una serie de moda que querían ver.

Pasados los primeros quince minutos de la serie, se quedaron


dormidos en la sala.

Los gemelos se aseguraron de que estuvieran dormidos, habían


pasado los últimos días sin poder estar fuera de la vista. Alejandra creó
una ilusión mágica, donde el resto de ellos pensaría que puede ver a

430
los bebés en la cuna de viaje, mientras que estaba vacía y ambos
salían.

Una vez puesta la ilusión, se transformaron en esos dos jóvenes que


Noe vio en su sueño utópico, salieron de la cuna y se fueron por la
puerta de entrada.

Habían sabido que podían hacer aquello hacía unos días, cuando Ana
se quedaba dormida mientras los cuidaba, en esa ocasión
simplemente se vieron de pronto en esos cuerpos y habían salido a
pasear, como nadie los reconocía estuvieron a punto de meterse en
problemas, así que esa aventura duró muy poco.

Ahora iban aprovechando la misma situación, pues la gente los miraba


como a unos extranjeros que nadie recordaba haber visto.

Caminaban en silencio, gracias a su conexión de gemelos no


necesitaban hablar, todo era dicho a través de un enlace mental que
tenían desde siempre.

Desafortunadamente, seguían siendo infantes en su mente, cada cosa


que les agradaba la tomaban, lo que ocasionó que los comenzaran a
perseguir hasta llegar a la casa de Ana, donde simplemente entraron
y tomaron de nuevo el lugar en el cunero.

Había varias personas tocando furiosamente el timbre y aporreando


la puerta, lo que ocasionó que David y Noe despertaran. Al salir y ver
ahí la multitud, intentaron calmarlos para hablar del problema.

- Los vimos meterse aquí, no los escondan, deben pagarnos lo


que se llevaron.
- Bueno, no sabemos de quienes hablan, nadie ha entrado a la
casa, estuvimos en la sala todo el tiempo.

- Entonces déjanos entrar y te ayudamos a buscarlos,


claramente los vimos entrar por esa puerta.

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David no podía entender de lo que hablaban, por lo que accedió a
dejarlos entrar, él asumiría el cargo si ocurrían daños. Buscaron por
casi media hora, hasta que una señora que iba en la comitiva vio las
cosas robadas en la cuna, rodeando a los bebés.

- ¡Ahí están las cosas!

Señalaba furiosamente hacia los pequeños, todos se asomaron y,


efectivamente, ahí se encontraba todo.

David de inmediato se puso alerta, alguien había entrado a la casa sin


que lo notaran y había dejado su evidencia en la cuna de los niños. Ya
estaba a punto de empezar a buscar de nuevo, cuando Noe lo detiene.

- Señor, ¿puede decirme cómo eran esos jóvenes?

- Si, eran güeros se parecían mucho ellos dos, parecían


hermanos, pero como que no hablaban español, porque no
decían nada.

Noe lo supo de inmediato, los recordaba.

- Cariño, paga las cosas al señor, ya veremos después quienes


entraron a la casa.

Habló sin dejar de mirar a los niños, quienes jugaban inocentemente


con sus nuevos juguetes, que no se acercaban a la denominación
432
juguete ni por asomo. David entregó el dinero a las persona y los llevó
a la entrada. Ella se agachó en cuclillas mientras seguía mirándolos.

Él volvió sobre sus pasos, hasta donde ella estaba observando a los
niños.

- Noe, no pensarás que los gemelos fueron, ¿o sí?

Noe levantó su mano, para hacerlo callar y luego pasó su palma por
encima de los bebés, una suave burbuja color salmón onduló y luego
desapareció, dejando en evidencia a dos jóvenes de unos dieciocho
años, sentados y apenas dentro de la cuna, sus miradas seguían siendo
las de unos bebés, pero el resto de ellos era completamente maduro.

Noe imitó el sonido de un silbato de barro, aún desconocía cómo haría


para llamar al travieso dios, así que se inventó un llamado con silbato,
como el de los dioses aztecas, aquello seguramente lo ofendería lo
suficiente para hacerlo aparecer.

Unos segundos más tarde, Tata Juriata apareció en medio de la sala,


parecía despertarse de una siesta.

- ¿Qué sucede? Pude escuchar esa blasfemia hasta el fin del


universo...

Sus palabras murieron cuando vio a los gemelos y la mirada fría de


Noe, detuvo sus palabras diseñadas para quejarse de forma
juguetona.

- Queremos saber qué diablos significa esto.


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Incluso él estaba sorprendido, ya que era un suceso que no tenía
precedentes, aunque sabía que de esta pareja podía esperarse casi
cualquier cosa, por imposible que fuera.

- Me parece que estos niños nacieron con demasiada magia -


se acercó a examinarlos, mirando de cerca y haciendo sus ojos
brillar -. A mi parecer, su propia magia los hizo adelantarse,
por seguridad. Aún no sé cómo o la razón, pero la magia en un
estado infantil, como en ellos, es capaz de razonar por su
huésped, buscando efectivamente el resguardo y bienestar de
él y de sí mismo. No esperen obtener todas las respuestas de
mí, soy demasiado joven para saberlo todo.

- Vaya, a otro perro con ese hueso Tata, sabemos por ti mismo
que eres bastante viejo, quizás eras demasiado desastroso
como para poner atención y aprender de los demás.

David y Noe se rieron ante la idea, pero todo lo que él mencionó tenía
sentido. Luego de escuchar a la gente irse, y la orden de Noe, todos
en sus habitaciones salieron a ver qué sucedía. Se detuvieron al notar
lo que pasaba, vieron a los gemelos ahí metidos y demasiado grandes
para caber y al dios siendo burlado y regañado por Noe, aquello era
algo digno de verse.

Todos sonrieron y corrieron a saludarlo, le habían cogido cariño y


confianza.

Habían alcanzado a escuchar una parte de lo que explicó el dios y


comenzaron a calmarse, se trataba de los nietos y sólo eso necesitaba
saber. Sentían que ya nada les sorprendía. Hasta que...

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- Mamá, sólo queríamos divertirnos como ustedes hacen, es
bastante bochornoso que nos lleven a todos lados como
bebés.

Las miradas y expresiones de todos cambiaron a unas


verdaderamente perturbadas. Alejandra había expresado aquello con
tanta soltura, que inicialmente creyeron que era alguien afuera de la
casa.

El dios se acercó a mirarlos de nuevo, notando ahora que al haberlos


visto interactuando habían tenido acceso a su propia lengua sin
restricciones.

- ¡Fascinante! Con sólo unos minutos viéndonos hablar,


aprendieron por sí mismos.
- Pues claro, somos hijos mágicos, diseñados por tus superiores
después de que vieron tu profecía, ellos sabían que
necesitarías ayuda. Pero con el trabajo hecho por mamá y
papá, no fuimos de ayuda, creemos que fuimos más bien una
preocupación para ellos, y habíamos decidido no salir así
debido a eso, pero nos aburrimos, tal como dice alaaa.

Todos sonrieron ante el nombre que le dio a su hermana, él notó eso


y se explicó.

- Alaaa es como llamó a Alejandra, era más fácil de decir en ese


estado.

- Si, y el de él es...

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Gio rápidamente le cubrió la boca y casi toda la cara, aquello debía ser
demasiado tierno como para avergonzarle.

- Suelta a tu hermana Gio, estás siendo cruel con ella. Ahora


que lo pienso, nosotros y ustedes dos no pudimos broncear
nuestra piel en las vacaciones, creo que se debe a la magia.

Noe miró de nuevo su aspecto y su cabello se veía casi amarillo,


demasiado claro y desteñido, se veía realmente mal, lo que le hizo
comenzar a trenzarlo, así no se vería tan desaliñado. Alejandra se
acercó y le ayudó con la última parte por detrás. Sus manos se
movieron magistralmente solo con verla iniciar el proceso.

- Creo que tendré que donar todos los regalos de los bebés, ya
gasté demasiado en obsequios para ellos, pero no creo que la
ropita les quede.

Ana se lamentaba en la cocina, mientras bebía de una copa con vino


tinto, necesitaba relajarse y asimilar las cosas. Todos sonrieron al
imaginarlo, a lo que miraron a los dos gemelos y notaron que llevaban
la ropa de bebé pero modificada para sus cuerpos adultos.

- Un momento, si llevan la ropa de bebé que traían puesta,


¿también usan el pañal?

Noe se volcó con carcajadas al darse cuenta, David lo había


mencionado por mera curiosidad, pero su expresión era sería, nunca

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lo habría mencionado si aquello causaba que se sintieran
avergonzados de nuevo. Pero Noe no podía controlar su risa, se
escucharía hasta la calle si no paraba, lejos de calmarse con su
expresión severa, ella reía aún más, logrando contagiarlos a todos,
incluidos los gemelos. David no tuvo más alternativa que reír también.

Una vez pasada la conmoción y superado el chiste, ellos aseguraron


que no los llevaban puestos, ya que debían ser más grandes para que
les quedaran.

Noe volvió a reírse en voz alta.

- Bueno pequeños, esta vez ustedes tienen la decisión final,


¿nos quedamos más tiempo aquí o volvemos a casa?

Ana de inmediato salió de la cocina, tropezando en el proceso por el


alcohol del vino, que ya se hacía presente. Los demás miraban con
diferentes emociones pasando por sus caras, mientras los gemelos se
emocionaban visiblemente y hablaban entre ellos con su enlace.

Noe lo notó y pudo interceptarlo, era una sensación de vibración que


ya antes había sentido, pero jamás lo había relacionado con los
gemelos. El lenguaje con que se expresaban era como escuchar una
máquina imprimiendo, eran silbidos y rasgaduras, le daban cosquillas
en las plantas de los pies, así como en las palmas de ambas manos.
Pero se mantuvo aprendiendo lo que se decían.

Desafortunadamente, no pudo aprender mucho, era un lenguaje


aprendido en el útero, demasiado esencial.

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- Bueno, nos gustaría ir a casa. Pensamos que podríamos
remodelar el edificio, para hacerlo más grande y clásico, como
un departamento enorme para los cuatro.

El resto de la familia se desanimó por la decisión de los gemelos,


habían esperado tenerlos ahí por más tiempo.

- Pero ustedes pueden ir a quedarse a la casa de la abuela


Margarita, ahí caben todos.

Noe dejó de escucharlos a todos, ¿cómo era que estaban al tanto de


todo? Los miraba incluso más sorprendida, era fascinante, como Tata
había exclamado.

Noe sentía que estaba por caerse por la impresión, sin embargo para
cuando David se dio por enterado, Gio ya la había ayudado a sentarse
en la sala, él había estado discutiendo detalles con los demás y no
pudo darse cuenta de su esposa. Estaba pálida y respiraba con
dificultad. Ella sostuvo la cara de Gio y lo miró con profundidad.

Una imagen fue lanzada a su cabeza, no desde él, sino de otro sitio, el
cual impartía de alguna forma el destino de sus hijos. Sus ojos se
cerraron y estuvo rodeada de oscuridad...

Gio y Alejandra peleaban contra seres colosales, ambos manejaban


con maestría las armas salidas de un poder similar al de David, pero
con aspecto de ella y portando la armadura, lanzaban estocadas y
explosiones de poder, intercalados con cubrirse y golpear.

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Ninguno presentaba daños. Detrás de ambos, Tata aparece, portando
sus propias armas y defendiendo el flanco libre de ella, dejándola en
medio de los dos.

Una mirada intensa se desviaba de vez en cuando entre ella y el dios,


quien la cubría algunas veces de golpes que ella podía fácilmente
bloquear. Parecía preocuparse mucho por ella.

La mirada de ambos, de pronto, fue hasta ella, los tres la vieron y


reconocieron, luego siguieron peleando...

Noe despertó y los encontró aun discutiendo, sólo Gio, Alejandra y el


dios la miraban fijamente, igual que en la visión que tuvo. Alejandra y
el dios, visiblemente estaban ruborizados, en ella era perceptible,
pero en Tata no tanto, él carraspeo un poco y se fue. Dejándola con
sus preguntas si hacer.

Decidió dejarlo, pues en esos momentos todos se dispersaron para


hacer de nuevo el equipaje.

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Capítulo 65.

Víctor insistió en que el nuevo viaje lo hicieran en su camioneta,


estaba ansioso y amaba las carreteras, aprovechando que demasiadas
cosas no valían la pena para llevar, ya que eran de bebés, iban
cómodos y un poco más ligeros.

Noe daba vueltas en esa visión que tuvo, algo que tenía una seria
similitud con aquella ilusión utópica era que al parecer Alejandra
tendría un acercamiento con el dios. Cosa que no le gustaba
demasiado.

No sentía desaprobación contra el dios, simplemente había algo más


grande detrás de todo eso.

Estaba dispuesta a averiguar de qué se trataba esto, de nuevo.


Tardaron aproximadamente ocho horas en llegar, la camioneta iba
conducida despacio para que todos pudieran ver el trayecto y
disfrutarán del paseo. Fueron llevados por David hasta la casa en
Coyoacán, donde rápidamente comenzó a hacer llamadas para
movilizar a una constructora y comenzar las remodelaciones del pent
house.

Comenzó a ausentarse por varias horas casi todos los días, él le decía
a Noe que se trataba de los planos, él estaba inmerso en la planeación
junto al ingeniero, pues deseaba que todo quedara perfecto y al gusto
de todos.

Mientras, ellos salían y paseaban por la ciudad, iban constantemente


de compras ya que los gemelos necesitarían ropa, calzado y
accesorios, entre otras cosas. Noe encontró la experiencia tan
conmovedora, Alejandra amaba ir al spa y al salón de belleza, una vez
que entró ahí quiso volver cada día.

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Se sentía como una princesa al ser mimada con tantas cosas y detalles,
ella era tan atractiva que se robaba las miradas de todos en las tiendas
y plazas comerciales. Gio las acompañaba en calidad de protector, al
igual que Luis y Víctor, todos habían descubierto un nuevo y más
intenso celo en cuanto a Alejandra.

Varias marcas la habían comenzado a contactar a su nuevo teléfono


móvil para que accediera a ser modelo de sus productos. Pero ella no
entendía a qué se referían. Hasta que Noe le puso videos de otras
chicas que hacían eso para esas marcas.

Ella estaba encantada con la idea, de pronto la llamaban para


demasiadas citas y pruebas, lo peor del caso era que acudía a todas. A
veces los demás quedaban tan cansados que tomaba el auto de Noe
y salía a cumplir con sus citas, descubriendo a Luis en el asiento del
piloto ya esperándola. En otras ocasiones era Gio el que la llevaba.

Era increíble también su capacidad de aprendizaje, solo con verlos una


o dos veces aprendían todo para realizar las actividades.

La cuenta bancaria personal de Alejandra estaba recibiendo enormes


ganancias por sus participaciones, lo que tenía en un estado de
encantamiento total a los managers.

Todos aprendieron a tratarla con respeto y tacto una ocasión que una
chica quiso humillarla y dejarla atrás, esa joven cita deseaba salir
primero en las fotos, pero un comentario sarcástico y cargado de
sentido la dejó en su sitio. Así como algunos productores que querían
engañarla para ceder con ellos y dejarlos, por lo tanto, aprovecharse
de ella. Todos salían aullando de dolor ante sus "caricias".

Mientras ella se dedicaba por completo a una carrera profesional


como modelo e imagen de marca, a Noe le preocupaba que ninguno
tenía estudios, no había modo de justificar que supieran y aprendieran
tanto. Comenzó a buscar profesores particulares que fueran a la casa
a enseñarles lo básico, además de la cantidad enorme de cursos que
Alejandra debía tomar.
441
Noe parecía estar molesta con él y entendía perfectamente que
tuviera sospechas. La constructora envió a una mujer ingeniero a
llevar su proyecto, en un inicio ella se comportaba tímida y retraída,
pero de un par de días hacía la fecha ella estaba actuando más
engreída y atrevida, lanzando comentarios demasiado directos había
él, así como le hacía ofertas de pasar tiempo con ella.

David notó, además, que hablaba demasiado con las mujeres en la


tienda de Noe, una de ellas era la químico que trabajaba formulando
los productos, esa mujer le daba mala espina desde que Noe la
contrató, pero había decidido no meterse en su negocio, era algo de
ella y le había hecho mucha ilusión haberlo montado. Pero ahora que
las veía platicar demasiado juntas, algo no le dejaba de molestar.

Él siempre se preocupaba de que las cosas salieran como las pedía,


desafortunadamente había gente que siempre buscaba el modo de
aprovecharse de los demás, así que no podía confiar ciegamente en
que el proyecto saliera como quería dejándola sola, necesitaba
asegurarse de que se cumplían sus demandas. Y para eso tenía que
estar presente en el lugar.

Verónica estaba demasiado interesada en él, sabía de primera mano


que el hombre tenía una fortuna infinita, además de ser demasiado
atractivo, ya había decidido que si encontraba la más mínima
posibilidad, se quedaría con él, se aseguraría de aprovechar al máximo
la más mínima oportunidad.

Como si el hecho de ser educado y de buenas maneras fuera una


debilidad. David estaba preparado para cualquier asalto de parte de
ella, pero sin duda no vio venir su plan en marcha.

Noe había llegado de imprevisto a revisar detalles con él,


presentándose en el edificio y llevando consigo alguna golosina para
él. Ese día Verónica supo quién era la esposa de David, con su corazón
lleno de soberbia, se dijo a sí misma que ella era más atractiva y

442
talentosa, así que se dio el último ánimo para poner en marcha su
plan.

El proyecto ya llevaba varias semanas, David se había asegurado de


comprar todo lo necesario en tiempo y sin excusas, para que fuera
terminado lo más rápido posible, por lo que en poco más de un mes,
estuvo listo.

En el día en que el arquitecto entregaría finalizado el nuevo


departamento, toda la familia acudiría al sitio y festejarían. Él ya había
conseguido unas botellas de champagne francés muy especiales.

Él debía llegar antes para preparar las cosas y la familia llegaría con
Noe más tarde. Todos estaban emocionados, deseaban ver qué tipo
de acabados tendría y los colores que tendrían de fondo para la
decoración y los muebles. Todo sería nuevo.

David recién estaba terminando de poner a enfriar el vino, cuando ella


apareció en el ascensor. Llevaba un diminuto y ajustado vestido,
luciendo una feminidad diferente a la de Noe, pero que no dejaba de
ser desagradable para él.

Se le acercó con dos vasos en las manos, estaban a la mitad de un licor


amarillo, parecía whisky. Por no sentir que tiraba sus modales por la
ventana, él tomó el que le ofrecía.

- Brindemos por un excelente proyecto y una gran amistad.

- Usted y yo no somos amigos arquitecto. Yo la contraté para


hacerle un regalo a mi esposa y a mis... - se detuvo la instante,
se suponía que sus hijos eran bebés, si ella los veía llegar en
su estado adulto, podría suceder algo desagradable.

Ella sonrió ante su negativa a terminar la frase.

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- Si, sé que ustedes tienen dos bonitos gemelos, pero he
pensado en ese término y creo que lo cambiaré por el de... -
ella sonríe maliciosamente, mostrando sus blancos y
perfectos dientes a través de sus labios rojos - compañeros.

Estaba demasiado cerca de él, enviaba demasiadas señales físicas de


esperar un contacto con él, lo que le hizo retirarse cada vez de ella. No
se atrevía a empujarla, pues expondría sus manos, sabía que sería un
error y no podría quitársela de encima, literal.

David estaba muy concentrado evitándola y no se dio cuenta de que


ella lo llevaba directo a una de las habitaciones. Hasta que lo tuvo
dentro, él estaba visiblemente incómodo.

- Vamos, estoy jugando, pero no te dejaré salir de aquí sin que


brindes conmigo.

Ella levantó su propio vaso y le sonrió, esperando que él bebiera del


suyo. Sin sospechar que esa bebida tenía una fuerte toxina que
dormiría todos sus reflejos, nervios y finalmente sus sentidos. El
químico del taller le había advertido que no debía usar demasiado, ya
que podría causar la muerte eventualmente, no le creyó y vertió todo
el frasco en el vaso de David.

Él chocó el recipiente con el de ella y bebió todo el contenido. Al


instante, Verónica cerró la puerta con un movimiento del pie, hasta el
momento él se percató de que no llevaba zapatos ni medias, sólo
usaba el diminuto vestido, de cerca se veía casi transparente.

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La toxina comenzó a hacer efecto, haciendo que él cayera de espalda
en toda su longitud, no esperaba que una droga corriente pudiera
hacerle efectos, quizás se pasaría rápido. Él sinceramente esperaba
que no tuviera efectos después de despertar. Poco a poco, el mundo
perdió la luz, sentía cómo sus ojos se cerraban y, muy vagamente, la
escuchó caminar hasta llegar a él. Luego no supo más.

La familia por fin había llegado, Noe esperaba que la clave del
ascensor no hubiera sido cambiada aún, pues la arquitecto lo había a
estado usando, subieron todos en el compartimento y subieron. Iban
cargados con golosinas y frituras, Luis y Víctor habían comprado
botellas de licor, incluso el tímido de Octavio estaba emocionado.

Llegaron a la cima y comenzaron a ver el cambio, estaban cerca de


festejar el 14 de febrero y David había puesto diferentes mensajes de
agradecimiento y cariño para todos, pero él no se veía por ningún
lado. Comenzaron una búsqueda del tesoro, porque ahí se
encontraban sus pertenencias, pero él no aparecía.

Se separaron para seguir buscando, algunos bajaron a los pisos del


edificio.

Noe encontró una habitación cerrada y fue a abrirla.

Se quedó petrificada en la entrada, Alejandra y Gio fueron a ver con


ella y fueron testigos.

Dentro, estaba David. Estaba desnudo y con una mujer sentada sobre
él.

Ella los miró descaradamente y sonrió con placer.

Noe no podía ni respirar, cuando sintió que sus rodillas iban a colapsar,
se dio la vuelta y se fue.

Los gemelos vieron a la tipa y entraron el resto del camino, entonces


un olor peculiar les llegó desde el suelo, donde había un vaso roto y

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con restos de una bebida. Gio se agachó y olfateó un trozo de cristal.
Sus ojos eran despiadados cuando la miró de nuevo.

- ¿Qué le diste a mi padre?

Su voz tan baja, casi un susurro, alertó a Alejandra, que


inmediatamente cambió su actitud asustada a una depredadora, igual
a su hermano.

- Alaaa, sal de aquí y cierra la puerta, no dejes que nadie venga


acá, luego ve a buscar a mamá. Yo me encargo aquí.

Alejandra compuso su postura y expresión e hizo lo que su hermano


le pidió.

Todos estaban confundidos, parecían incluso molestos.

- Alaaa bonita, no hemos encontrado a tu papá, pero Noe se


salió justo ahora. ¿Pasó algo grave?

- No abue, todo está bajo control, creo que tendremos que


festejar después, ¿Por qué no se adelantan a la casa? Iré a
buscar a mamá. Váyanse tranquilos, ¿sí?

Notaron que algo extraño sin duda pasaba, pero quizás no era el
momento de hacer preguntas, salieron todos con lo que llevaban aún
en las manos, Alejandra bajó con ellos y vio que Noe estaba parada
cerca de su auto, parecía no saber qué hacer.

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- Mamá, Gio me pidió llevarte arriba, parece que todo esto
tiene una explicación, papá se veía extraño, vamos por favor.

Noe se dejó llevar, pero parecía que estaba carente de voluntad y


sentido.

Ambas subieron de nuevo, su hija la llevaba despacio y sujetándola


con suavidad. Entraron de nuevo a esa habitación.

Gio parecía haber orquestado una carnicería, sin duda usó la fuerza
física de una forma moderada, la mujer yacía en una esquina golpeada
y goteando sangre de la nariz y la boca. David hacia aún sin reaccionar,
pero ya estaba vestido con sus ropas. Gio sin duda había tenido esa
consideración con él.

- Dime de nuevo lo que le hiciste a mi papá, responderás a todo


en presencia de mi madre. ¿Entendiste zorra o te explico de
nuevo?

Gio sin duda era un hombre despiadado, pero noble, esa situación
había despertado su sentido de justicia, había entendido demasiado
bien y pronto que su padre jamás haría algo que pusiera en riesgo la
relación con Noe, lo veía en sus miradas a ella, en la forma de tocarla
y en que no podía alejar sus manos de ella. En la forma en que se
preocupaba por ella.

Ambos habían visto eso y fue de las primeras cosas que


comprendieron, incluso siendo bebés.

La mujer miró en dirección a Noe y chilló con fuerza al ver la expresión


de Gio, quien le exigía una explicación.
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- Quería aprovecharme de él para robártelo, yo merezco un
hombre como él, tu no.

Un fuerte grito salió cuando Alejandra se lanzó encima de la mujer, la


golpeaba con tanta saña, que nuevamente escupió sangre y manchó
el piso.

Noe vio el piso, era una loseta preciosa de láminas de mármol con
vetas de algún raro metal, el contraste que hacían era increíble. Se
volvió y miró las paredes, tenían un tono azul tan claro y pálido que
casi no se notaba, aquello se veía tan iluminado y sobrio, sin duda se
había esmerado en cada detalle. El cielo raso tenía acabados en pasta
blanca, se veía como si una espumosa nube los cubriera, las lámparas
del techo tenían focos opacos de luz blanca. Ése increíble hombre
había puesto su amor y dedicación en cada detalle.

Noe ignoró lo que sucedía entre sus hijos y la mujer, se acercó a David,
apoyó u frente en la suya, notando su piel fría y pegajosa, estaba
sufriendo.

Lo besó tiernamente sobre los labios, pálidos y resecos. Una solitaria


lágrima cayó sobre el rostro de su esposo, lo envolvió en su cálido
poder de burbuja y lo sacó de ahí, lo llevaba como si fuera un niño
pequeño en sus brazos.

Sus hijos la miraron salir, con sus rostros expresando el dolor de verla
irse.

Una vez que ella entró en el ascensor y sus puertas se cerraron,


volvieron su atención en una mujer que ya nada tenía en similitud con
el arquitecto que había comenzado aquel proyecto.

Se aseguraron de que no muriera ni tuviera daños irreparables, pero


también le pusieron un encantamiento que les diría dónde se

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encontraba, ya que si el daño a su padre era profundo, la encontrarían
y entonces la matarían.

Noe bajó hasta su auto, condujo lentamente y llegó hasta aquél hotel
en la Avenida Reforma, donde una vez pasaran aquella increíble
noche.

Lo mantuvo invisible al resto, mientras alquilaba la misma habitación,


subía y lo dejaba en la enorme cama con vista de la ciudad.

Ella se mantuvo sentada, con una de las botellas de champagne que


él había comprado. El día siguiente sería día de San Valentín, se
aseguraría de que estuviera despierto para entonces.

Puso la botella sobre el buró y comenzó a sanarlo, pasó suavemente


sus manos sobre él, a una distancia de treinta centímetros mirando
con su poder dónde se encontraba el daño.

Pronto vio que la toxina que usaron estaba en todo su sistema. Se


trataba de una sustancia alucinógena que debía haberle hecho creer
que esa mujer era su esposa, pudo notar, además, que él podía
escucharlo todo, esa droga lo mantenía lúcido, escuchando al resto.

Noe estaba llorando amargamente, quizás él siempre estuvo


consciente de lo que estaban haciendo.

Fue a llenar la enorme tina de baño, le puso sales depurativas, fue a la


cama y le quitó la ropa, hubo una ligera reacción por parte de él,
parecía recordar ése momento particular, en el que ella le despojó de
la ropa. Con el nudo en la garganta, lo llevó hasta la tina, sentándose
en la esquina y sosteniendo su cuerpo por detrás.

Pasó vario rato echando agua a su cabello y pasando una toallita


mojada sobre su rostro. El vapor y el calor le harían sudar esa toxina.

Un par de horas más tarde, el agua comenzó a enfriarse, ella abrió un


poco el desagüe y puso la llave de agua a la temperatura indicada,

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para que se sustituyera. Necesitaba mantenerlo así un rato más,
mínimo hasta que él respondiera.

450
Capítulo 66.

Noe miraba por la ventana, mientras sin notarlo su mano seguía


acariciando su cabello y lo mantenía caliente y mojado, estaba
distraída y recordando momentos tristes, en aquellas situaciones no
podía evitar pensar en las cosas malas.

Una mano grande y caliente le tomó su mano ya fría y húmeda,


bajándola al agua cálida. Noe salió de su ensoñación, lo giró un poco
para mirarlo bien, él mantenía sus ojos cerrados, los apretaba un
poco.

- Déjame mirarte, estuviste muy delicado hace unos minutos,


necesito asegurarme de que estas bien.

Su voz sonaba ronca y llorosa.

- Siento que he perdido el derecho a que me mires, no soy


digno de ti ni de tus cuidados.

- No digas estupideces o me verás realmente cabreada. ¿Crees


que algo tan tonto como el plan de esa estúpida me hará
arrojarte como basura? No subestimes tanto lo que siento por
ti, no eres el único que pondría el cuello por el otro, yo
también soy capaz de entregar mi existencia a cambio de tu
bienestar.

David comenzó a derramar lágrimas, sujetó con fuerza las pequeñas y


delgadas manos de su esposa, sollozaba suavemente. Quizás se

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debiera a que por una vez él estuvo más vulnerable y no pudo
responder de la forma en que ella necesitaba. Había caído en un juego
demasiado superficial pero efectivo.

Nuevamente sabiendo que no era invulnerable, incluso ante una


persona común.

- Sé lo que estás pensando, no hace falta indagar, te sientes


vulnerable, pero eso no significa que sea algo malo, sólo que
debes permitir que yo también te salve y esté ahí para
responder. Somos un equipo, somos compañeros, nos hace
una entidad de alguna forma, actuemos como tal.

Él se presionó contra el regazo de ella, ganando un tierno abrazo,


mientras ella lo rodeaba con sus delgados brazos.

Noe le señaló la botella que contenía el fluido que estimulaba sus


nervios, y dejó caer todo el contenido en la bañera.

Pronto se mezcló y formó una débil espuma donde el agua caía. Él


tomó las burbujas y también las derramó en el agua.

Pasaron varias horas jugando con las burbujas, hasta que el


estimulante hizo su efecto. Entonces la habitación les quedó pequeña
para el desenfreno. El agua de la bañera se derramó y salpicó casi toda
la habitación. Las primeras cinco rondas las tuvieron en esa tina.

Luego pasaron por los burós, mesitas, sillas, sillones, alfombras,


paredes y frente a la enorme ventana.

Cada área en la que estuvieron fue disminuyendo la intensidad de su


entrega, al inicio era salvaje e intensa, al final era tierna y paciente.

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Permanecieron sobre la alfombra, como aquella vez, mirando por la
ventana hacia las luces de la ciudad, aún no anochecía, pero era lo
suficiente tarde para ya comenzar a ver algunas luces encendidas.

- Desde que te vi en esa armadura dorada, brillando como un


dios griego, no paro de pensar en hacerte mío con ella puesta.

David la miro con las cejas levantadas, él pensaba lo mismo cada vez
que la veía con su piel azul y cristalina brillando.

Antes de que él respondiera, ella ya se había transformado.

- Algo que olvidé mencionarte, desde ese día en la playa, es que


cada vez que estoy así, tengo una armadura igual a la tuya.

Él la miraba completamente hechizado. Se puso de pie y la ayudó a


levantarse. Le dio varios giros tomando su mano, mirando cómo las
protecciones se pegaban a sus piernas, brazos, torso, espalda y
caderas. Resaltaba su delgada figura y sus llamativos atributos de
mujer.

Él hizo aparecer la suya, combinaban de una forma tan armoniosa, él


con sus colores dorados y brillo deslumbrante, ella con su azul puro y
llamativo.

Así de rápido estuvieron uno contra el otro.

Más tarde, cuando ya había anochecido, un empleado toca


suavemente la puerta, David se envuelve una de las sábanas y sale a
abrir.

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- Buenas noches estimado huésped, lamento molestarlo, pero
en su auto estaban sus teléfonos móviles y no paran de sonar
desde hace rato, pensamos que los olvidaron así que los traje.
Si desea que le sirva algo puede hacerlo ahora o esperar más
tarde y llamar al menú que aparece junto al teléfono. Pase
buena noche.

El chico entregó los teléfonos y se retiró rápidamente. David volvió a


la cama, mientras revisaba las llamadas, había por lo menos veinte
llamadas de cada uno en cada teléfono.

Él marca de regreso al número de Luis, quien contestó al primer


timbre.

- ¿Dónde están? Estamos preocupados.

- Descuida Luis, estamos bien, salimos a arreglar un asunto,


estaremos en la casa mañana temprano, descuiden, avisa a
todos que estamos en perfecto estado.

- Cualquier cosa, avisen por favor.

- Descuida, no volverá a suceder.

Ambos colgaron y David se abrazó de su esposa, para dormir un rato,


aún había varias ideas que le rondaban la cabeza para estar con su
esposa. Ella estaba mental y físicamente cansada, sabía que ella tenía
razón, tenía que permitir que ella mostrara su fuerza y determinación,
pero pensar en esa fascinante mujer expuesta por salvarlo le dejaba
molesto y ansioso.

Eran alrededor de las cuatro de la mañana, cuando ella despertó


sintiendo cosquillas traviesas en la parte baja de la espalda, se dio
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cuenta de que no se trataba de simples cosquillas, David usaba su
boca para besarle esa parte.

Ella se giró para verlo, un error que pagaría caro, él simplemente se


apoderó de sus piernas y la sometió sin piedad.

Pasaron casi cuatro horas más así, gozando y disfrutando.

Eran pasadas las ocho de la mañana, cuando notaron que no habían


comido nada, sin embargo su resistencia no vaciló. Aún con eso, David
tomó el teléfono y llamó para pedir el desayuno.

En esta ocasión, les trajeron huevos revueltos con tocino frito,


chilaquiles verdes con pollo, pan de bolillo, café con leche y una
rebanada de pastel con flan. Todo estaba perfectamente cocinado y
la presentación estaba excelente.

Para el medio día decidieron regresar, les pidieron a los demás


reunirse en el edificio, aún faltaba celebrar la remodelación y el día de
San Valentín, esa fecha tendría que ser especial.

Noe le pidió llevarla antes para limpiar y que nadie viera el desastre
que hicieron los gemelos, salvo que al llegar encontraron el lugar
limpio.

Entonces dedicaron el tiempo a esperar y pedir comida a domicilio.

Todos miraban fascinados los acabados del nuevo departamento, sin


duda David tenía un excelente gusto. Felicitaron a la familia que viviría
en la propiedad. Vieron y bebieron hasta el anochecer.

Todos regresaron a la casa de Coyoacán, pues aún no estaba habitable


el sitio. La mayoría fueron directamente a la cama, quién diría que
tanto festejar y viajar sería tan agotador.

Noe y David permanecieron en el jardín, de habían acostado en el


suave pasto, mientras miraban al cielo. Ratos como esos se

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encargaban de disfrutarlos al máximo, pues en general sus vidas eran
ruidosas y llenas de gente que los rodeaba.

En esos momentos, aparecieron Fausto y Sofía en la entrada, se veían


preocupados, aún debían ponerse al corriente con los sucesos.

Al terminar de contarles todo, simplemente estaban sorprendidos,


habían corrido hasta ahí cuando supieron que habían llegado. Lo cual
fue unas horas atrás.

Ellos se habían dado cuenta de que sucedían cosas, gracias a la


pequeña conexión que mantenían con Noe, pero nunca fue algo
seguro, ya que ese enlace reaccionaba directamente a las emociones
de ella, así que dudaban mucho. Ahora sabían que debían tomarlo
más en serio.

Ambos se lamentaron al no haber estado presentes en sus momentos


difíciles, pues eran un equipo y como tal se apoyaban.

Permanecieron con ellos el resto de la noche, simplemente se


quedaron en el jardín, cuando la noche se refrescó demasiado,
entraron a la sala, donde continuaron charlando y riendo de las
situaciones graciosas.

Se quedaron dormidos en los sillones, que afortunadamente eran


enormes y cálidos.

Por la mañana todos visitaron varias tiendas de muebles y decoración,


se trató de un día agitado pero rindió sus frutos, aun les faltaban
demasiadas cosas, pero afortunadamente serían mínimas. En una
semana ya se había entregado todo lo adquirido.

Alejandra había elegido una habitación en tonos beige con rosa pastel,
una combinación tierna y femenina, mientras que Giro eligió tonos
grises con azul naval.

Para la habitación principal, David había elegido para ellos una mezcla
de sus colores, dorados y azul cian.

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Los muebles se eligieron de madera de roble y cerezo, Noe sentía
temor de dañarlos tan solo con tocarlos. Se quedó de una sola pieza
cuando vio la enorme cama con dosel, se veía antigua pero en
excelente estado.

- Esto no recuerdo haberla comprado, se ve vieja, ¿de dónde la


sacaste?

- De un enorme depósito donde están guardadas muchas


cosas, esta cama es la que tenía en la hacienda en Pátzcuaro.
Pensé que te gustaría.

- ¿Bromeas? Es increíble, se ve perfecta y en muy buen estado.

Sin embargo, algo está por ocurrir y que cambiará absolutamente


todo.

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Capítulo 67.

Se encontraban admirando detenidamente los detalles de su nuevo


hogar.

Noe tenía la sensación persistente de que no duraría demasiado


tiempo en ese lugar, parecía dedicarse por completo a alguien más,
no a ella.

Apenas habían terminado de instalarse, Alejandra y Gio gozaban como


niños de sus alcobas, tan grandes que podría meter una cocina y sala
completa ahí dentro.

Momentos antes de que apareciera, los gemelos salieron corriendo


desde sus habitaciones, casi cayendo con las alfombras.

Tata Juriata apareció en medio de la sala, se veía preocupado y


demasiado pensativo, pues no se dio cuenta de que todos estaban ahí,
viéndolo. Al cabo de un rato incómodo de silencio, el ascensor se abrió
y reveló a Fausto y Sofía. Entraron rápido y casi tropezando también,
aquello alertó a David y Noe.

- ¿Qué sucede? Ustedes se ven apurados.

- Me temo que son noticias poco alentadoras.

- Dinos de qué se trata.

- Al eliminar a los seres parásitos y al coloso que los


comandaba, se suponía que hubiera un despertar espiritual,
está anunciado en casi todas las religiones, obra mía por
supuesto, pero no ha pasado nada, percibo la misma energía
apática por parte de los seres humanos.

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- ¿A qué se debe eso? Supongo que hay una razón. - Noe
comenzaba a sospechar de algo.

- Siempre hay una razón, pero no logro descubrirla, ustedes


deben permanecer juntos mientras el encuentro, no quiero
correr riesgos, me gustaría pedirles que permanezcan juntos
por ahora.

- Cuenta con ello. - David de inmediato confirmó.

- ¿Será que se debe a mis dudas al momento de realizar el


ritual? Si es así pagaré las consecuencias.

- No pequeña, no se debe a eso, se debe a la falta de


espiritualidad de las personas, es decir, ellos creen y
depositan su fe en objetivos o santos, pero hasta ahí llegan,
no viven con una verdadera base de lo que es su
espiritualidad. Eso en parte es mi culpa, por esa travesura de
los discípulos, por eso estoy averiguando cómo corregirlo.

- En ese caso, sabes que te servimos y somos tus guerreros.


Dinos cuando tengas solucionado ese tema y nos pondremos
en marcha.

El dios se alegró de poder contar con su equipo, tan fieles como


siempre.

Incluso los gemelos mostraban una expresión decidida, dispuestos a


ayudar también.

En lugar de más palabras, el dios les dio una reverencia a los seis, luego
se fue como había llegado.

Se quedaron largo rato aportando opiniones y analizando las que


tenían, pero siempre llegaban al mismo punto, el dios debía

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confirmarles las razones correctas, no podían arriesgarse a hacer un
cálculo equivocado.

Se acercaba el primer solsticio, el de primavera, había innumerables


anuncios en redes sociales y televisión sobre el magno evento que se
realizaba en las ruinas de Teotihuacán, aún a pesar de que seguían
excavando y descubriendo más y más objetos y edificios, la zona
estaba abierta al público.

La zona arqueológica recibía turistas de todas partes del mundo,


aquello estaría atestado de personas.

Se encontraban mirando las noticias en la enorme pantalla de 180


pulgadas de la sala, cuando el dios regresó de pronto, su mirada
estaba encendida, parecía haber encontrado la razón.

- Chicos, me temo que las fechas eran más importantes de lo


que había considerado. El gran ritual debía llevarse a cabo en
este equinoccio, necesitamos reunirnos para llevarlo a cabo
de nuevo. Esta vez será en esas ruinas, las personas que los
construyeron sabían lo que hacían, se encuentran en el punto
perfecto para hacerlo.

- Dinos cómo lo haremos esta vez. - Noe ya se estaba


preparando para hacerlo.

La última vez que estuvieron en Michoacán, había comprado una


cantidad enorme de resina de copal, la tenía celosamente guardada.
Así como una astilla del cuchillo de obsidiana que se había roto y
preparó como su nueva aguja ceremonial.

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- Nos reuniremos el día del equinoccio a la media noche aquí,
yo los llevaré hasta allá. Preparen sus armas y escudos, espero
que no aparezca nada que los ataque, como la última vez,
pero esta ocasión será más fuerte para Noe, de nuevo
necesito que conecten su magia a ella, para que pueda
manejarla. Si mi cálculo es correcto será suficiente.

Los seis escuchaban con atención, sintiendo de nuevo la importancia


de su participación.

- Espero encontrarlos listos, la fecha exacta es el 20 de marzo,


pero los veré antes de la medianoche del 19, así estaremos
ahí cuando el día comience correctamente. Me temo que
algunos grupos paganos y de costumbres antiguas también
estarán ahí, no se preocupen por ellos, estarán recibiendo el
equinoccio a su manera y no nos molestaran.

Después de repasar algunos detalles, el dios los dejó solos mientras


ponían en perspectiva lo que se acercaba.

Noe estaba cada día con la misma sensación rondando, no podía


detenerlo, estaba casi enloqueciendo. David y los demás pasaban los
días tratando de hacerla calmarse, pero era inútil.

Estaban a unos días de la fecha marcada, para entonces incluso


Alejandra había pausado sus actividades, para ella lo que sus padres y
amigos hacían era más importante, así que sin dudas contarían con su
presencia y participación.

Finalmente el día llegó, esa mañana acordaron hacer ejercicios de


meditación, para ayudar a Noe con la ansiedad y para ejercitar sus
poderes.

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El dios aparece a las once y media de la noche, todos se encontraban
listos. El dios les pidió tomarse de las manos en círculo, sintió una
descarga cuando la mano de Alejandra lo tomó sin darse cuenta a su
izquierda. Ella no reaccionó pero sintió lo mismo al tocarlo.

En un pensamiento estuvieron todos a un lado de la enorme pirámide


del sol.

El ritual consistiría en la misma formación, pero el círculo se cerraría


con Alejandra y Gio detrás de Noe, logrando cerrar una estrella de
cinco puntas alrededor de ella. Con la magia de todos ella haría la
misma acción con la sangre de los demás y al final de la suya. En el
centro de la pirámide se encontraba una pieza metálica que todo el
mundo tocaba, tomándola como una leyenda espiritual, la sangre
debería caer sobre ese trozo metálico, luego la sangre recorrería un
largo camino hasta las profundidades del edificio, llegando por fin a
un gran lago de mercurio, que representaba un paisaje mitológico.

Los seis activarán sus cuerpos de magia, haciendo reaccionar su


sangre y, mientras el equinoccio llegaba el mundo entero recibiría su
despertar por fin.

No parecía una tarea especialmente difícil, salvo por que las heridas
de todos no cerrarían hasta que todo hubiera terminado, cada uno
sangrará hasta finalizar el rito.

Todos fueron pasando con Noe, quien llevaba una pequeña vasija de
barro, con capacidad para aproximadamente medio litro, les ayudó a
realizar el corte y a derramar la sangre en el pequeño cuenco, sintió
un tirón de pesar cuando se acercaron sus hijos, ambos la miraron
esperando a que ella les hiciera su corte. Noe sentía sus rodillas
doblarse, no se sentía capaz de hacerlo. David se acercó y los ayudó,
también mostraba una expresión dolorosa, pero sus manos no
temblaron cuando les pasó la filosa pieza de obsidiana, sabiendo
profundamente que era necesario y que estaban ahí cooperando con
la causa con toda su honestidad.

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Noe miraba caer la sangre de sus hijos, que ya no eran bebés, sino
adultos y debía afrontar esa realidad.

La vasija estuvo casi a la mitad de su capacidad, todos tomaron


posición. Noe puso un sahumerio con copal, el ambiente se
aromatizaba poco a poco. El suave humo se elevaba en delgados
zarcillos, Noe se dejó caer sobre sus rodillas, esperaba el momento
oportuno.

Hubo una suave señal en las nubes lejanas, ella tomó la astilla de
obsidiana y cortó su brazo. El corte era largo y profundo, la sangre
manó y cayó sobre el cuenco, casi llenando el resto del espacio vacío.

El cielo retumbó fuerte y profundamente, como un rugido furioso de


una bestia elemental despertando.

Todos, al unísono, activaron un firme escudo sobre ella, dejándola


dentro encerrada herméticamente. Siguieron sus transformaciones,
todos emitían un brillo heroico conforme todo su poder aparecía y se
manifestaba.

Los gemelos eran un par de gemas en el cielo, similares a un cristal


formado por dos componentes diferentes que nunca se mezclaron
completamente, llenos de vetas y remolinos de colores llamativos, ella
era color dorado con vetas azules y él era azul con vetas amarillas.

Noe no detuvo ni contuvo las lágrimas que salieron al contemplar a


sus pequeños, siendo adultos y manteniéndose firmes para
defenderla.

El cielo estaba inusualmente activo, se podían ver ondas de


movimiento que se agitaba cada vez más.

Todos invocaron sus armas, listas para atacar lo que fuera que se
acercaba.

463
Capítulo 68.

Se asemejaba a una furiosa tormenta, comenzaron a aparecer


relámpagos a su alrededor, primero lejanos, luego más cercanos,
hasta que esos rayos aterrizaban peligrosamente cerca de ellos, las
nubes estaban extrañamente oscuras, parecía humo negro, aquello
no era normal.

Tata se elevó para intentar saber qué lo provocaba, pero uno de esos
rayos fue directamente hacia él, tan rápido que no tuvo tiempo de
evitar el impacto.

Él cayó estrepitosamente contra la tierra, levantando una gran nube


de polvo. Los demás activaron sus escudos, creando una pequeña
esfera alrededor de ellos.

Noe miraba atónita, el dios no se levantaba.

Finalmente la hora llegó, ella tomó la vasija y comenzó a derramar la


sangre de los seis en el punto metálico. Al contacto la nube se retorció,
reaccionando agresivamente a lo que Noe hizo.

Los rayos comenzaron a ser lanzados contra el escudo que la protegía,


los demás no sabían cómo combatir aquello, por lo que se pusieron
en el espacio entre Noe y esa nube, intentando así tomar el daño que
era lanzado contra ella.

En respuesta, los rayos cayeron más abundantes y furiosos, logrando


acabarlos uno a uno. Hasta que todos cayeron.

Noe estaba sola, recibiendo el impacto de toda esa ira, su escudo, por
alguna razón, era más resistente, por lo que resistió.

Al terminar de vaciar la sangre, Noe se pone de pie, invocando más


magia y lanzándola al escudo, haciendo que este se expandiera, poco
a poco se hacía más grande y cubría más terreno, hasta que pasó a sus

464
compañeros y así, continuó. Ella pudo sentir cuando ese pequeño y
aparentemente frágil protección, cubría al planeta entero, también se
percató de que esa nube se encontraba replicada en diferentes
puntos, ya que recibía daño en cada uno de esas zonas.

La sangre estaba por fin cayendo, era posible percibirla goteando


sobre el lago de mercurio, lo que impulsó positivamente su magia,
haciendo su escudo más fuerte frente a los ataques.

Los demás se despertaron, pero el dios no aparecía, todos se


acercaron a ella, se veían lastimados seriamente, estaban fuera de
combate.

Noe sintió entonces el impulso de darlo todo por ellos, quienes


siempre la protegían y respaldaban, era su turno.

Sintió el poder de todos responder ante ella, se elevó hasta atravesar


el escudo y se quedó frente a frente con la enorme masa oscura que
los rodeaba. Una mueca grotesca se formó para mofarse de ella.

- Pero si es una criaturita la que intenta impedirme el paso.

- Así muera aquí hoy, no entrarás.

La voz gutural y burlona río alto y fuerte.

Noe elevó sus dos manos, expulsando su golpe más fuerte. Fallando
en golpearlo.

Ella sentía la furia crecer más y más, a la par que crecía su miedo. Le
bastó una sola mirada a sus amigos, para descubrir la manera de
deshacerse de aquello.

Les sonrió cariñosamente y, lanzando un beso de despedida, se deja


tragar por la I mensa masa negra.

465
Una vez dentro, deja reunir todo su odio, se dejó llenar de las más
oscuras emociones que podía permitirse, su piel se encendió como
lava, un momento azul brillante, luego roja e incandescente.

Se dejó atrapar por una extremidad viscosa y negra, que la llevó al


origen de toda aquel humo negro, se trataba de un ser que manaba
odio y parecía intentar alimentarse de su energía, parecía querer
absorber esas emociones que le daban el poder destructivo.

- ¡Vaya! Pero si se trata de un bocadillo, gracias por


alimentarme, con tu ayuda podré lograr acabar con el resto
de ustedes.

El ser viscoso se adhirió a ella, como una lapa llena de tentáculos, Noe
sonrió con malicia, un último pensamiento de sus compañeros y una
solitaria lágrima cayó por su rostro.

Luego dio rienda suelta a lo que se cocinaba dentro de ella, primero


su risa, el monstruo con una expresión de puro terror y una explosión
incandescente encendió el cielo.

Por un momento eterno el cielo se iluminó, revelando el fin de la


oscura masa que cubría el planeta, un segundo estaba lanzando rayos
y al otro se desvanecía como vapor de agua.

Los cinco miraban al cielo, esperando a que ella regresara, pero no


aparecía, no había rastros de Noe.

Ella despertó con dificultad, se encontraba en la caverna. Se puso de


pie y comenzó a vagar, no sabía cómo había llegado ahí.

Tata se encontraba sentado en su silla, con el antiguo a su lado, ambos


la miraban, parecían haberla estado esperando.
466
- Pequeña, lamento mucho haberte dejado, mi cuerpo físico
sufrió un inmenso daño, desapareció. Ya no tengo cuerpo
físico.

Noe comprendía lo que aquello significaba. Pero una idea rápida le


pasó.

- ¿Eso significa que el mío también...?

Ambos la miraron con pesar, al parecer estaba en lo correcto.

- Al salvar al mundo y nuestra creación, te has ganado tu sitio a


mi lado, los demás vendrán a su propio ritmo y nos
acompañaran. Así debía ser en un inicio, sin nosotros vagando
por el mundo y abriendo la puerta a esos seres repulsivos. Esas
criaturas se crearon de la envidia de algunos humanos hacia
nuestras capacidades, sumado a las artes mágicas y oscuras,
a las que siempre tuvieron acceso.

Noe comenzó a llorar, deseaba con todo su ser volver, no se imaginaba


estar separada de David y sus hijos, no podía.

El dios y el anciano vieron claramente lo que sentía, ella estaba


sufriendo.

- ¿No existe un modo de volver?

467
Su voz estaba rota y raspaba, ninguno de ellos tenía la respuesta, ni
siquiera sabían si existía una.

David se lanzó al cielo, buscando sin descanso a su esposa, los demás


rondaban en diferentes direcciones, pero parecía haber desaparecido.

Alejandra y Gio podían sentir su presencia, una pequeña llama de ella


los rodeaba, fueron hasta las capas exteriores de la atmósfera, el
escudo de Noe estaba ahí, rodeándolos y, justo más allá, su cuerpo
flotaba en el espacio, ambos cruzaron el escudo y la llevaron dentro,
quizás las condiciones del espacio, demasiado lejos del planeta, era lo
que impedían que ella volviera.

Bajaron a la pirámide con ella, su cuerpo estaba seriamente dañado.


El resto se acercó a ellos, incluido un derrotado David, que la miraba
intensamente.

Se arrodilló y examinó el daño. Era irreparable.

Él expuso toda su frustración, debía haber una forma de hacerla


volver, regresarle la vida que le arrebataron.

De pronto, él cayó inconsciente.

David despertó en la caverna, ella debía estar ahí, se levantó y corrió


por los pasillos, hasta llegar a la cámara principal. Ahí estaba ella, con
una apariencia extraña, parecía una representación de todos los
atributos que él siempre veía en ella, pero esta vez resaltan de un
modo divino.

Él cayó sobre sus rodillas, haciendo que todos lo miraran, ella lloraba
y abrió mucho los ojos al verlo. Corrió a él y se arrodilló abrazándolo
con fuerza.

Ella sollozaba con fuerza.


468
- ¡No quiero quedarme aquí sin ti!

David comenzó a temblar de miedo, ella realmente había muerto, al


lado de Tata había un trono nuevo, recién creado, era de ella.

Se puso de pie, poniéndose frente a Noe, mirando al dios con


resolución. Antes de que expresará lo que tenía en mente, el dios lo
interrumpe.

- Antes de que digas algo, sólo existe un modo en que ella


vuelva, es quedándose alguien en su sitio. Todos ustedes en
algún punto vendrán aquí, para ustedes ya no existe el
inframundo, sería como meter un tigre en una bolsa de papel,
eventualmente uno de los dos estará aquí, con su compañero.
Elijan bien.

Noe temblaba ante la alternativa, sólo uno podía volver. David la miró
y acarició su cabello despeinado y su rostro. Le sonrió con amor y, sin
dejar de mirarla, dijo.

- Yo me quedaré aquí, ella tiene mucha vida por delante y unos


hijos que la necesitan, esta vez esperaré aquí, donde
podremos vivir infinitamente.

Noe sentía sus piernas fallarle, sabía en el fondo que era la mejor
solución, sin embargo estar lejos de él la dejaba adolorida y
necesitada.

469
- Con la capacidad de Noe de venir aquí cuando lo desee, esto
no tiene que ser una despedida definitiva, no necesitan
despedirse de esta manera.

Tata de nuevo poniendo la salud emocional de ellos por delante,


ayudándolos siempre a mantenerse juntos y en unidad.

- Entonces hazlo, yo tomo su lugar aquí, ella debe volver, los


gemelos encontraron su cuerpo, aunque está dañado, está
completo. Envíala de vuelta.

Se besaron con furia y, apoyando sus frentes, memorizaron su aroma


y tacto, así como sus rostros.

Al siguiente momento, Noe fue arrojada y lanzada fuera de la cueva,


cayendo al río y siendo enviada de regreso.

Ella despertó cuando ya amanecía, los gemelos la miraban desde


donde se hallaban sentados, Fausto y Sofía se paseaban bajo la
pirámide, parecían analizar su siguiente paso.

Miró a su lado, al cuerpo inerte de su esposo, sus labios ya se habían


puesto azules, mostrando una genuina muerte.

Un desgarrador grito salió de ella, pero no lo pudo escuchar, un


silencio ensordecedor se apoderó de su cabeza, no podía ni siquiera
escuchar a los que la rodeaban, sus pensamientos también habían
desaparecido.

Estaba sola de nuevo.

470
Noe se desmayó por el choque emocional, la llevaron al edificio, junto
al cuerpo de David. Debían celebrar un funeral para él, una vez en
casa, dejaron a Noe en la enorme habitación, mientras los gemelos
buscaban los documentos importantes, Gio llamaba a los abogados
mientras Alejandra hacía los arreglos.

El resto de la familia apareció un rato después.

Ana fue a abrazar a sus dos nietos. Mientras esperaban a las personas
a las que llamaron, tenían que presentarse en el departamento.

El papeleo con los abogados era sencillo, sólo necesitaban que Noe
despertara para firmarlos, llevaban un balance general de las
posesiones, la fortuna era increíble, además de las propiedades y las
acciones.

Les pidieron presentarse al día siguiente, ya que estuviera todo


preparado y Noe despierta.

471
Capítulo 69.

Noe navegaba entre el sueño y la vigilia, realmente no ocurría nada


malo en ella, simplemente se dejaba llevar por los diferentes estados,
él no estaría ahí cuando despertara, entonces ¿qué más daba si
permanecía ahí?

No sabía cuánto tiempo pasaba, ni desde cuándo estaba ahí. Sólo le


importaba que en ese lugar abandonado no sentía pena ni dolor.

¡Mamá!

Escuchaba a lo lejos unas voces que la llamaban, esas voces eran su


amor personificado y la clara imagen de ella y él combinadas
perfectamente.

Sus amados hijos esperaban por ella, pero sabía que ellos llegarían
muy lejos sin su ayuda, no la necesitaban. Un sabor amargo
permanecía en su lengua constantemente, recordándole que ya nada
sería dulce en el mundo sin él.

Sentía unas suaves y pequeñas manos sobre su cara, le arreglaban el


cabello pegado con sudor. Luego unas más grandes y fuertes, la
sostenían para darle agua.

Eran ellos, se preocupaban demasiado, ¿cómo hacerles entender que


no hacía falta que lo hicieran? Era inevitable. Ellos la amaban y lo
sabía.

Un vago recuerdo le hizo entender que él la esperaba en unas cuevas,


recordaba esas cuevas, sabía que podía visitarlas cuando quisiera.

472
El sabor amargo se iba lentamente y el mareo por el estado de
ensueño desaparecía poco a poco.

Los gemelos miraban como su madre se negaba a despertar, ellos


sabían lo que podría ser perder el vínculo que compartían con un ser
amado, ellos poseían uno, no se imaginaban su reacción si fueran
despojados de él.

La dejaban vagar en ese estado, sabían también que ella lo provocaba,


por lo que se mantenían esperando a que ella saliera.

Hacía ya una semana que se mantenía de esa forma, y cada día los
abogados acudían al domicilio, no podían no ir.

No esperaron más tiempo.

Estaban siendo atendidos en la sala por los dos hermanos, trataron lo


mejor que podían de lidiar con aquel desastre. Noe apareció en el
pasillo, caminaba con lentitud y pausa, parecía estar recordando cómo
usar sus extremidades, los gemelos corrieron hacia ella y la ayudaron
a andar hasta el sillón. Los abogados la miraron con esperanzas, había
despertado por fin.

No recordó claramente lo que dijeron, cada uno expuso un largo


monólogo que abarcaba todas las posesiones y derechos, ella
simplemente tendría que firmar.

Lo que sí recordó fue que el 50% de todos los bienes eran suyos,
mientras que el resto se dividía por mitad a los dos hijos. Eso fue lo
que David estipuló en la actualización de su testamento, tiempo
después de nacidos sus hijos.

Noe reaccionaba dolorosamente cada vez que mencionan su nombre,


parecía tratarse de un tormento escucharlo. Los preparativos
estuvieron listos en menos de una hora.

473
Ella ni siquiera sabía qué pasó con su cuerpo. Recordarlo la obligó a
despertar y lanzarse a la habitación donde debía estar. Entró y lo vio
vacío.

- ¿Dónde está él?

Los gemelos iban detrás de ella, la sujetaron suavemente de sus


brazos.

- Papá no podía permanecer más tiempo aquí, lo llevamos a


sepultar, hay un mausoleo familiar, parece que hacia
demasiados años que él lo había comprado. Él siempre
pensaba en todo. Te podemos llevar mañana, hoy ya es tarde
para ir. No creo que nos dejen pasar.

Noe temblaba visiblemente, él se había ido, su mente repetía una y


otra vez, torturando su mente y espíritu. Asintió y se dirigió a su
habitación, cerró suavemente la puerta y puso el seguro.

Los gemelos permanecieron en la sala, atentos a cualquier sonido.


Durmieron a ratos, esperando a que ella no hiciera ruidos alarmantes.

Noe se recostó en su cama, era enorme, con él ese nunca fue un


problema, a veces dormían abrazados y otras veces cada uno tomaba
su lugar en las orillas, pero sin dejar de mirarse ni olvidar que estaban
juntos.

Las sábanas tenían su olor, sentía que se volvería loca solo por olerlo.
Lo extrañaba tanto, le dolía todo el cuerpo, el alma. Lloró hasta que
quedó vacía, luego volvió a llorar más.

474
Se quedó dormida en su mar de llanto, por fortuna ese estado en
medio de la vigilia y la inconsciencia no volvió más.

Por la mañana, ella se levantó, entumecida por su postura, se fue al


baño y se duchó. Largo rato permitió al agua caliente limpiar y relajar
su cuerpo. Salió al enorme vestidor de madera con alfombrado azul
marino, tomó un vestido tejido de manga larga negro, él amaba ese
vestido y si por ella fuera, jamás se lo volvería a quitar, peinó su
cabello y lo dejó secarse naturalmente. Se puso unos pendientes de
perla negros, y cubrió sus ojeras con maquillaje, era su esposa y no
dejaría que la vieran devastada.

Se quedó sentada en la sala esperando a sus hijos, eran casi las 7am.
Si lo pensaba detenidamente se sentiría enferma por esperar desde
tan temprano, pero era una necesidad que tenía, no podía ignorarla
sólo por la imagen que podría estar dando. Él era su compañero, su
esposo, su verdadero amor, no se permitiría ser paciente.

Los gemelos aparecieron listos un rato después, ella estaba elegante


y sobria, como su carácter en la mayoría de los casos. Ellos la conocían
demasiado bien, sabían que no permitiría que nadie criticara su falta
de sentido y saldría con sus pedazos a la vista. No, los trozos de su
corazón estaban unidos y sellados, nadie en el mundo descubriría qué
tan profundo era su dolor.

Obligó a ese silencio ensordecedor a mantenerse en su cabeza,


mientras el auto deportivo paseaba por las calles, su hijo estaba al
volante y conducía con precaución. La ciudad entera estaba de un luto
inconsciente, pues bancos, empresas e institutos se declararon en
duelo obligatorio, aunque solo los más elevados en rango conocían de
quién se trataba.

Los bancos ofrendaban con gran poesía y arte el duelo por la figura
perdida. Todos y cada uno de ellos, desde el más longevo y poderoso,
hasta el recién acuñado y de apoyo popular.

475
Sus hijos le informaron que durante dos horas aproximadamente,
después de enterarse del deceso, toda la economía del país se
paralizó, hasta que los abogados declararon a los herederos y a la
esposa viuda.

Nadie se imaginaba el alcance que una sola persona podría infringir


en la estabilidad de todo un país, hasta que lo vieron.

Inclusive hubo una fuerte disputa sobre el lugar donde sus restos
descansaban, pues hasta las personas más influyentes conocidas
públicamente peleaban darle el sitio más excéntrico y costoso.

476
Capítulo 70.

Para Noe todo aquello era una ridiculez, estaba casi segura de que
ninguna de esas personas que ahora peleaban por un poco de su
atención conocía siquiera el aspecto de David, le provocaba enfado y
asco aquellas actitudes.

Llegaron al mausoleo familiar en el cementerio libanés, uno de los más


antiguos de la ciudad, donde descansaban los restos de la familia.

Se encontraron mirando una vasta pared llena de urnas con restos


incinerados. Noe vio sorprendida todos los personajes que él había
necesitado interpretar a lo largo de los más de trescientos años que
vivió. Siendo una lápida de mármol blanco puro, sin vetas ni
imperfecciones, lo único que llenaba el espacio vacío del mausoleo.

Noe gritaba internamente la injusticia, preguntándose por qué tenía


que morir uno de ellos forzosamente, después de todo las batallas
libradas en pro de la humanidad entera pasaron desapercibidas por el
resto del mundo.

Estaba equivocada, se encontraba a punto de entrar a una guerra


diferente, una de la que le será imposible salir.

Regresaron al edificio en silencio, los gemelos mantenían un estado


de alerta alrededor de su madre, sabían que debían protegerla, pues
ellos sabían muy profundamente cómo el silencio se apoderaba de su
existencia y el resto dejaba de importarle.

Llegaron al edificio mientras miraban atónitos cómo una multitud


impedía por completo el acceso a la entrada principal, por suerte
contaban con el acceso informal en la calle paralela a la entrada,
donde tenían permitido estacionar el auto y entrar cómodamente.

477
Dentro, subieron el ascensor, mientras recibían llamadas insistentes
de Fausto y Sofía. Parecía ser importante, cada uno respondí su móvil,
atendiendo a ambos.

Hablaron en voces bajas, intentando mantener a su madre tranquila y


fuera del escándalo, les advirtieron de forma ala ante que miraran una
liga de Internet, ambos miraron llenos de admiración una grabación
de bastante calidad, se trataba del ritual llevado a cabo en el lago unos
meses atrás, casi había pasado un año de aquello. En el video se podía
observar claramente lo que Noe hacía con la sangre cayendo por sus
brazos y los demás peleando con unas sombras, luego el dios yendo a
batallar con el coloso. Parecía sacado de una película.

Se podía detectar cada detalle y sonido.

Abrieron la segunda liga y miraron horrorizados la pelea en las


pirámides, en aquella fatídica noche en que Noe falleció y David
reemplazó.

Aparentemente sí hubo quienes estuvieron mirando lo que sucedía y


sabían quiénes eran ellos.

Noe se mantenía dentro de sus pensamientos, a veces parecía ni


siquiera parpadear, ella peleaba su propia guerra con sus emociones.

Al salir del ascensor, encontraron a la familia completa en la sala,


todos se encontraban preocupados, Noe apenas los vio, caminó
directa a su habitación, Ana y Luz fueron tras de ella. Los demás
comenzaron una acalorada discusión sobre esos videos, parecía que
eran muy populares y ya había un gran número de seguidores, así
como personas que se adjudicaban el título de expertos y aseguraban
que era un montaje, al poco rato, apareció uno de los abogados, el
más cercano a David, quien aparentemente tenía conocimiento de
algunos detalles, aunque no de todos.

Él hombre aseguró que sería muy complicado salir de este asunto,


pues independientemente de que se asegurara que fueran

478
verdaderos o falsos, conocían las identidades de los cuatro, excepto
del dios.

Lo cual pintaba como una enorme ventaja, pues causaría menos


impacto en caso de que alguien encontrara la manera de confirmarlo
como auténtico.

Mientras ellos decidían de qué forma solucionarlo sin que aquello


molestara el duelo de Noe, ella se encontraba sentada frente a su
peinador, mientras Ana cepillaba dulcemente su cabello. Luz
intentaba no parecer demasiado miserable frente a ella, sus
emociones eran tan dispersas que había pasado casi todo el tiempo
llorando, parecía desear llevarse el dolor de su hermana y pagarlo con
sus propias lágrimas.

Mientras Noe se mantenía en su mutismo.

- Quisiera dormir un poco, gracias por estar a mi lado.

Ana dejó el cepillo en la mesita, miró fijamente a su hija y la abrazó lo


más fuerte que pudo. Luz comenzó a llorar de nuevo.

- Me gustaría acompañarte, no es bueno que estés sola tanto


tiempo, déjame quedarme.

Noe la miró, reaccionando por primera vez en días, una solitaria


lágrima le cayó al regazo, emitió un gemido doloroso, y comenzó a
lamentarse. Luz corrió a su lado y también la abrazó.

Todos en la sala se callaron al momento de escucharla, se miraron con


pena, mientras los gemelos acudían con prisa a la habitación de su

479
madre. Gio cerró la puerta suavemente, mientras miraba con dolor
como su hermana, su tía y abuela se aferraban a su madre, quien por
primera vez perdía un poco de ese férreo control que mantenía
siempre.

Se acercó hasta quedar frente a ella y se arrodilló para mirarla, ella ni


siquiera podía mirar a quienes la sujetaban, así que él la sostuvo por
la cintura y se apretó contra ella.

Noe sintió a su hijo sostenerla, como un gran muro deteniendo la


marea fuera de control que eran sus emociones, se dejó mantener por
él, tan parecido en carácter y facciones a su padre, realmente podía
sentir esa parte suya a través de su hijo.

Se comenzó a calmar, ya no hacía sonidos desgarradores, sus


extremidades se comenzaban a relajar y su respiración era más
tranquila.

- Quiero ir a verlo, déjenme ir a verlo.

Lloriqueaba como una niña, los cuatro sabían a qué se refería así que
decidieron darle su espacio, Alejandra se comprometió a quedarse
con ella, para vigilar su regreso. Los demás salieron.

Noe permitió a su hija aplicarle la ceniza de copal, era tiempo de que


aprendiera ciertas cosas, pues al parecer ella tendría su propia batalla
en un futuro no muy lejano.

Noe descendió mientras miraba el precioso rostro de su hija, tan


parecido al suyo y al de su padre, ella se mantenía tranquila en el flujo
del río que ahora transportaba su alma, directo hacía él, el amor de su
vida. El simple hecho de saber que iba a verlo, le produjo una sonrisa,

480
parecía que aquel trayecto se llevaba la pena y la angustia de saber
que él ya no viviría con ella.

Apenas pudo distinguir la orilla de la caverna, ella saltó y corrió,


olvidando que debía esperar a que el agua regresara a su origen,
dejando charcos por donde iba. Las aguas parecían una masa
gelatinosa al reagruparse y volver al cauce.

Lo encontró sentado en la cama improvisada en la piedra, parecía


afectado por la situación, al igual que ella, quizás esperaba paciente a
que ella lo visitara.

No hubo palabras, solo esa mirada hambrienta e impaciente. De


pronto sus cuerpos chocaron, haciendo vibrar las paredes de piedra,
así como temblar las pequeñas rocas sueltas. Era una batalla entre
ambos, una batalla que librarían en adelante en cada encuentro.

Noe intentaba hablar, habían tantas cosas que deseaba decirle con
desesperación, pero él la callaba besándola o chistando, no estaba
dispuesto a desperdiciar esos valiosos momentos con palabras que
después quedarían reverberando en las paredes, enloqueciéndolo en
el proceso.

Entre cada arremetida de sus cuerpos insaciables, ambos derramaban


lágrimas amargas, era de la única manera en que podrían sobrellevar
aquello.

Noe se durmió entre sus brazos, parecía descansar apenas, sus ojos
estaban oscuros debajo, sus mejillas se veían hundidas y algunos
huesos se marcaban entre su piel, apenas habían pasado unos días y
ella estaba tan decaída. Necesitaba convencerla de no dejarse afectar
de aquella manera, pues él seguía existiendo y ella podía ir y venir a su
antojo.

481
Capítulo 71.

Desafortunadamente, Noe despertó en su cama, al lado de Alejandra,


quien la miraba aún con los ojos muy abiertos y preocupados.

- ¿Qué sucede mi niña?

La gemela menor estaba al borde de las lágrimas, la miraba como si se


tratara de una niña pequeña a punto de llorar. Noe de inmediato se
incorporó y la abrazó como si se tratara de esa pequeña niña,
Alejandra no pudo aguantar más, lloraba abierta y
desconsoladamente, en ese instante Gio entró con gran estrépito al
cuarto y la miró casi con terror. Él pensaba que su hermana realmente
se mostraba fuerte emocionalmente porque lo era, ahora presenciaba
que no era así, que su hermana sería propensa a estallar sus
sentimientos. Se acercó por detrás de su gemela y también la abrazó,
Alejandra temblaba y se sacudía por el llanto, Noe y Gio hacían lo que
podían por calmarla. Era momento de que la pequeña dejara salir su
propio dolor, su propia pena. Se desmayó de tanto llorar, Gio la llevó
a su habitación, dejándola en su cama cobijada y en compañía de Pina,
a quien le gustaba mucho estar con su sobrina.

Regresó a la sala y encontró a su madre hablando con los demás,


estaba enterándose del escándalo de los videos. Se veía más despierta
y calmada, él sabía que el encuentro con su padre había ido de la
mejor forma. Llegaron al tema de las personas reunidas afuera del
edificio, y de cómo hicieron para ingresar al pent house. Noe levanta
ambas cejas, en un gesto de desafío, se levanta y camina a la terraza
principal, que daba a la calle del frente, se asoma levemente y observa
a la multitud ahí reunida. Una vez que hubo confirmado que seguían
ahí, regresó sus pasos y subió al ascensor, dejando a los demás

482
atónitos ante su expresión furiosa. Todos en estampida comenzaron
a correr tras ella, unos esperaron a que el ascensor regresara,
mientras que otros bajaron precipitadamente por la escalera.

Noe salió por las enormes puertas corredizas, que estaban


aseguradas, abrió una de forma manual y esperó a que todos se
agolparan frente a ella. Todos apuntaban con cámaras y teléfonos
celulares, mientras le gritaban todo tipo de preguntas. Ella se limitó a
sonreír de forma terrorífica.

- Todo lo que aparece en esos videos es real, ¿quieren probar?

Todos y cada uno se quedaron en silencio, sintiendo la amenaza de


sus palabras, luego comenzaron de nuevo a gritar todo tipo de frases
escépticas y ofensivas.

Noe seguía sonriendo tenebrosamente y, con un elegante


movimiento de su muñeca derecha, todos salieron volando hasta la
acera del edificio del frente, otros tirados por la calle y algunos con
sus cámaras rotas.

- Sólo diré esto una vez: respeten mi casa y mí espacio,


considero que todos ustedes alcanzan a dimensionar lo que
hacíamos en esos videos, así que agradezcan que algunos nos
preocupamos de que ustedes lleven a cabo sus miserables y
vacías existencias en paz, nos deben mucho y yo sola puedo
quitarles ese regalo. No me obliguen a tener que sacarlos de
aquí, o sabrán realmente lo que puedo hacer solamente yo.

483
Se dio la vuelta y entró al lobby, encontrando a los demás llegando
apenas a la planta baja. Noe miraba al frente, con su tétrico y elegante
andar, estaba tan delgada que el vestido de kashmir ondeaba con sus
pasos. Gio miraba a la gente en la puerta, algunos se marchaban con
prisa mientras que otros ni siquiera se atrevían a moverse, estos
últimos orinados encima.

Noe entró al ascensor, esperó unos segundos a que los demás


entraran y subieron. Ella podía sentir cómo los que quedaban en la
calle recogían sus cosas y salían corriendo.

Su sonrisa se borró de golpe, dando paso a una expresión demacrada,


incluso pálida y cansada.

Llegaron al pent house y todos caminaron en silencio a la sala, Noe


sacó del refrigerador un yogur bebible que le gustaba mucho, pero
que ahora no le sabía a nada. Lo bebió porque lo necesitaba.

- Noe, ¿realmente era necesario hacer eso?

Ana cuestionaba la forma en que los había intimidado, sin tomar en


cuenta las emociones de su hija. Antes de responderle, Fausto les
llamó de nuevo, anunciando un nuevo video y de paso que estaba de
camino al edificio, junto con Sofía.

Todos sintonizaron el video en la enorme pantalla de la sala. Se


trataba de la escena que minutos atrás se viera en la entrada del
edificio, donde aparecía Noe mirándolos a todos con esa sonrisa
siniestra. Ella apenas podía reconocerse, una punzada de culpa se
instaló en sus entrañas, si bien sólo buscaba asustarlos y ahuyentarlos,
sabía que podían usar aquello en su contra.

Sin embargo ignoró por completo sus propios instintos y terminó su


yogur.

484
Se dirigió a su habitación y los dejó a todos exponiendo sus diferentes
opiniones, ella recordaba las palabras del dios acerca de tener vía libre
de hacer lo que les diera placer sin consecuencias, pero una parte de
su mente le decía que había estado a punto de cruzar la línea.

En aquellos momentos no se le ocurría ninguna forma para compensar


su comportamiento, así que sacó de su cajón junto a la cama el
pequeño saquito de ceniza y se lanzó con prisa a las cavernas.

Alejandra sabía perfectamente lo que su madre estaría haciendo en


aquellos momentos, no la culpaba pues entendía muy bien lo que
pasaba por su mente, ella había heredado ese extraño don de Noe
para saber lo que los demás pensaban y en su afán por ayudar a su
madre a sobrellevar aquella situación, mantenía esa atención especial
en sus pensamientos.

Desafortunadamente el período que se le otorgó en la agencia por los


funerales de su padre, estaba por terminar, sólo dos días más y tendría
que volver a trabajar.

En aquellos momentos Fausto estaba llegando al edificio. Él podía


notar la gran furia con que Noe se expresó en las puertas, sin embargo
también pudo sentir el férreo control que ejerció sobre sí misma,
aquello simplemente dejó escapar el vapor de una olla de presión.

Pasaron varias horas hablando y planificando la mejor manera de


resolver aquello, pues si bien hasta el momento habían estado fuera
del foco público, los recientes eventos habían colocado a la familia
entera frente a los reflectores. Todas las personas con acceso a
Internet y un mínimo de interés querían recabar la mayor información
que pudieran, convirtiendo aquello en una especie de cacería de
brujas. No pudieron llegar a ningún arreglo, acordaron continuar cada
quien formulando posibles salidas de aquel embrollo, aunque estaban
todos de acuerdo en que podría ser imposible.

485
El último día de descanso para Alejandra transcurrió de la misma
forma, todos discutiendo mientras Noe permanecía ajena a todo
aquello, aunque se percibía más tranquila.

El día cero llegó y Gio acompañó a su hermana a la agencia, ambos


habían acordado previamente que uno mantendría un ojo
permanentemente sobre su madre, para evitar otra tragedia familiar.
Así que él la llevó a la compañía y se retiró.

Ése día en particular, todas las compañeras de Alejandra la trataban


con especial cuidado, parecían haber pasado de odiarla por
convertirse en la favorita, a amarla como unas verdaderas fanáticas,
hasta que una cometió el terrible error de solicitarle información
sobre su hermano. Ahí conoció unos increíbles celos y repudio por
aquellas mujeres.

Antes de poder escupirles todo lo que su cabeza comenzaba a


generar, uno de los productores apareció y le entregó una nota que la
citaba en la cima del edificio, nadie jamás había estado en las oficinas
principales. El revuelo realmente comenzó cuando todos, incluidos los
directores, se sorprendieron y confesaron ni siquiera conocer el rostro
del verdadero dueño de la agencia. Al parecer un prometedor soltero
de alrededor de 35 años. Ella no se dejó sorprender, todo lo contrario,
ella sintió pesar, esa era la edad que su padre aparentaba, aún a pesar
de haber dejado de envejecer a los 20 años, él poseía una madurez y
una belleza que nadie en el mundo tendría a ojos de ella.

Todos la celebraban, pues sería la primera en ver cara a cara al dueño,


lo que generó innumerables emociones y reacciones.

Alejandra apenas había llegado, ni siquiera se había cambiado de


ropa, sentía que de todos modos debía por lo menos presentarse con
aquel misterioso hombre de forma adecuada. En el ascensor se
arregló un poco el cabello, rubio como su padre y dio un retoque a su
maquillaje.

486
Las puertas se abrieron a su espalda, mostrando una parte del edificio
que fácilmente nadie jamás había pisado.

La oficina ocupaba todo el piso, los cristales a su alrededor mostraban


una gran vista de prácticamente toda la ciudad. No le impresionó
demasiado, conocía a detalle la cifra exacta de la herencia de su padre,
sin dudas ella podría mandar construir un edificio más alto que en el
que se encontraba. Aquel pensamiento la sorprendió, pues no estaba
al tanto de que podía ser una persona tan superficial. Aquel mundo
estaba modificando demasiado su manera de ver la vida. Quizás debía
dedicarse a otra cosa.

Estaba inmersa en aquel hilo de ideas, mira do distraídamente la


ciudad a sus pies, hasta que vio una silueta a su derecha, él también
miraba la ciudad, curiosamente en dirección a su casa.

El momento había llegado, ella comienza a caminar en su dirección.


Casi se tropieza al ver de quien se trataba.

487
Capítulo 72.

Alejandra había heredado el desorden rizado que era el cabello de


Noe, salvo por el tierno color trigo más claro de David, lo que lo hacía
lucir espumoso y ligero, pareciendo flotar cuando ella caminaba. Todo
lo contrario a la pesada y viscosa melena negra que le caía hasta casi
media espalda, lustroso y en una eterna apariencia de haber sido
cepillado recién, de un café tan oscuro que parecía un negro puro que
atrapaba la luz y la devolvía en un reflejo casi cristalino. Los rasgos
finos y orgullosos de una élite marcada por las diferencias raciales en
el mundo, aspecto que en nada desmerecía frente a los soberbios
caucásicos.

Aquella piel color bronce tan lisa y perfecta, no hacía sino darle un aire
aún más superior al traje italiano con costuras externas, demostrando
haber sido hecho a mano por el sastre, en una muestra aireada y sutil.

Su perfil era impresionante, midiendo casi los dos metros de estatura,


el hombre frente a ella seguía dejándola con un temblor de rodillas.
Sus músculos apenas contenidos en la fina tela, le producían un estado
de ensoñación, recordando haberlo visto en su hábito del dios
olvidado del pueblo Purépecha.

No podía, ni quería, evitar mirarlo con tal descaro, ni siquiera estaba


segura de que él fuera un hombre, ni le importaba. Sólo sabía que
nadie en el mundo podía pararse a su lado y hacerse notar.

Él tragó visiblemente, la había mandado llamar para sacarla del ojo


público, apenas podía soportar saber que el mundo entero la mirara,
sentía su sangre hervir de ira y celos. Su frente se arrugó en un ceño
desconcertado, había pasado meses enteros pensando en la mejor
forma de lidiar con sus sentimientos, cosa que ningún otro dios había
tenido qué hacer, pues se sabían una raza divina, no había emoción
terrenal que los pusiera en semejante estado. Por lo que no tenía un
antecedente del cual echar mano y resolverlo.
488
Tenía que lidiar con aquello de la forma más solitaria que existía.
Decidió hacerse cargo de una forma humana: compró la compañía.

Él sonrió para sus adentros, David no era el único que supo cómo
arreglárselas para convertirse en alguien casi indispensable para el
mundo humano de las finanzas.

Él supo el momento en que ella subió al ascensor y subió, abrió la


puerta y entró a su piso, él mismo pasaba horas mirando la ciudad, tan
diferente de como en un inicio los creadores habían imaginado que
sería aquello. Suspiró y la sintió acercarse.

También pudo sentir el cambio en ella cuando lo vio, la forma en que


lo escaneaba le hacía quemar cada centímetro de piel, sus manos
comenzaron a sudar y su corazón comenzó a latir alocadamente.

- Señor, de haber sabido que se trataría de usted, quizás me


habría dado un poco de tiempo para venir más presentable,
veo su vestimenta y no puedo más que avergonzarme. Pero
estaba a punto de vestirme para las fotos...

Ella se detuvo justo en el momento en que él se giró y la miró a la cara.

Sus rasgos aún infantiles manchados de pequeñas y translúcidas


pecas, más tenues que las de su madre, su alborotada cabellera... Él
estaba muriendo lentamente por aquella hadita que se veía tan frágil.
Pero sabía que el poder heredado de sus padres la hacían una criatura
formidable, aunque aún no supiera la profundidad de su arsenal.

- Me recuerdas a un gatito recién bañado, más preocupado por


su pelo mojado que por la imagen que da de ternura al
lamerse todo el cuerpo, en un intento por secarse. - Él sonrió
muy bajo, haciendo su garganta ronronear, Alejandra sintió
las vibraciones de esa risa y casi cae de rodillas. - Si te quisiera

489
por tu aspecto, hace un tiempo me habría ganado una paliza
por parte de Noe y David, aunque tu padre se habría sentado
cómodamente a ver cómo tu madre me rompe la cara.

Alejandra sintió su rostro calentarse y algo dentro de sus entrañas se


agitó con aquellas palabras, se volteó ocultando su reacción.

Él sabía que no debía postergar demasiado aquello, pues estaba más


dispuesto a tirar por un precipicio su orgullo y dignidad, si aquello le
daba una oportunidad con ella. Estaba cansado de mirar el afecto que
se tenían Noe y David, sin haber tenido jamás el más mínimo
sentimiento por alguien en su infinita existencia. Hasta que está
mujercita apareció.

- No iré por las ramas, mis orgullos son diferentes a los de los
hombres, sin embargo te diré que seré infeliz si tú me
rechazas. Sé, sin ánimos de ofenderte de ninguna manera,
que tú también pudiste sentir el vínculo que se estableció el
día que tú y tu hermano se hicieron adultos. Tu magia te hizo
madurar así de rápido como un mecanismo más de defensa,
nadie más que tú misma pudiste avanzar de esa forma, ni
siquiera los dioses pasamos por una metamorfosis tan
avanzada. Si tu quisieras, ahora mismo podrías matarme, sin
esfuerzo alguno, así de grande es tu poder.

Alejandra escuchaba mientras le daba la espalda, su aroma a agua de


manantial y a telas de algodón secadas al sol la distraían al punto de
no poder pensar correctamente en lo que le decía. Hasta que sintió su
calor acariciarla por la espalda, él estaba demasiado cerca, aquello
hizo trizas la poca resistencia que su pudor le otorgaba. Giró sobre sus

490
pies y lo que sus ojos miraban en su pequeña estatura era su torso
agitado a centímetros de distancia.

- No quiero rebajarme a un humano demasiado atrevido y


hechizado por tus reacciones, así que te voy a pedir con todas
mis pocas fuerzas de voluntad que pares lo que sea que estés
haciendo, el cuerpo que poseo en estos momentos es tan
receptivo que puedo prácticamente oler todo lo que pasa por
tu pequeña y esponjosa cabeza.

Alejandra comenzó a dar pequeños y temblorosos pasos hacia atrás,


sus mejillas estaban tan sonrojadas que parecían brillar, su pulso pasó
de acelerado a latir demasiado rápido y comenzó a hiperventilar.

Intentó apoyarse en algo, pero nada llegó a su alcance, cayendo sobre


sus piernas y sujetándose el cuello de su suéter gris Oxford, él
inmediatamente presionó un botón en un pequeño control de su
bolsillo, llamando a un médico a la oficina.

Mientras la ayudó a levantarse e intentó llevarla a un amplio sofá


otomano para recostarla, pero ella seguía tropezando con sus pies, así
que la levantó en sus brazos y la llevó en apenas algunas zancadas. Ella
tenía un ligero olor a frutas de otoño que hizo despertar sus instintos
más básicos.

El médico entró apresurado, acompañado de una enfermera, la


revisaron y dedujeron que simplemente estaba cansada y estresada.
Él les contó brevemente que su padre había fallecido hacia algunos
días y aún no estaba recuperada para volver al trabajo.

Él se hizo responsable de llevarla a su casa, el médico le pidió


comprarle unos medicamentos para el estrés y una revisión
nuevamente en una semana, además de reposo durante ese tiempo.

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El médico y la enfermera salieron, dejándolos a solas, de nuevo.

- Antes de que se sienta culpable, déjeme decirle que fueron


mis propias emociones lo que causaron esto, usted...

- Juri, aquí me llamo Juri, no necesitas formalidades conmigo.


Por favor.

Ella sintió otra punzada en sus entrañas, él estaba planeando


demasiado bien aquello o simplemente era tan encantador sin
intentarlo. Sus mejillas volvieron a encenderse.

- Te juro que cada reacción que tienes, como esta, me hacen


querer caer de rodillas y suplicarte miles de cosas. Si no
quieres que terminemos en malos términos, por favor, acaba
con mi tortura y dime que me aceptas.

Alejandra abrió demasiado ambos ojos, la sorpresa grabada en toda


su cara, el verde vivo de sus globos oculares casi brillando como un
foco. En un arrebato, él sujeta sus manos, que estaban olvidadas y
temblorosas en su regazo, las apretó y reafirmó su petición mirándola
con la misma intensidad.

Jamás, en sus más febriles sueños se imaginó aquello, había pasado


los últimos meses deseando en secreto que aquel ser divino la mirase
como la mujer que ahora era. Lo arriesgó todo y, en lugar de darle una
respuesta, le dio un demasiado rápido beso en los labios y,
aprovechando su perplejidad, se dio a la fuga.

Cada paso sentía que sus piernas se doblaban y terminaría azotando


el suelo con toda su longitud. Pero apenas llegó al ascensor y oprimió
492
el botón para su apertura, un duro y musculoso cuerpo la atrapó y la
contuvo de un impacto contra la pared, notando apenas el giro que el
mundo dio a su alrededor.

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Capítulo 73.

Noe despertó en su habitación, había pasado varias horas discutiendo


con David, decidiendo al final ofrecer una disculpa pública y responder
algunas preguntas. Salió de la habitación y encontró a todos aún
reunidos, excepto a Alejandra.

De inmediato recibió la particular señal del dios cerca del edificio,


parecía que estaba esperando a que ella volviera para hacerle saber
que estaba ahí.

Se tranquilizó y fue a la cocina para cocinarse un almuerzo se sentía


famélica, además de que sabía que necesitaba alimentarse mejor.

De pronto recordó lo que David le comentó sobre Tata Juriata viviendo


en el mundo para mantenerse cerca de alguien en particular, optó por
comer un sándwich hecho con prisas y una botella de yogur bebible.

Se acercó con prisa a Gio y le solicitó las llaves del auto, ya que él
estaba en posesión de las diferentes llaves de los autos, se había
vuelto fanático de ellos.

Una vez tuvo las de su auto deportivo, salió casi corriendo, subió y
condujo con dirección a la agencia donde Alejandra trabajaba.

Las modelos y demás personal la vieron llegar y entrar. Le pidió a la


recepcionista indicarle dónde estaba actualmente Alejandra, siendo
indicada la oficina del dueño, en el último piso.

Noe sonrió, era típico de alguien que deseaba admirar todo desde un
punto estratégico y sin que nadie sospechara. Se dirigió al elevador y
picó el botón del último piso, le comenzaron a intentar detener, pues
nadie sin autorización podía subir, ella golpeó con ligereza una de las
paredes, mientras todos miraban como caía hecha pedazos y
escombros. Nuevamente entró al elevador, esta vez sin nadie
impidiéndole el paso.

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Mientras subía los casi 20 pisos, iba recordando cada situación donde
él y su hija estuvieron presentes, dándose cuenta del vínculo que
había entre ellos.

Noe irrumpe con furia en el piso, chocando los trozos de la puerta


contra un duro cuerpo, de pronto frente a ella dándole la espalda. Los
trozos de su ropa le colgaban de los hombros mientras protegían algo
entre sus brazos.

Nos miró aterrada que él cubrió con su cuerpo a Alejandra. Una


alarma comenzó a sonar, alertando a todo el edificio del destrozo. Él
sacó el pequeño control de su bolsillo y simplemente presionó un
botón, deteniendo el ruido y haciendo sonar una grabación dando
indicaciones de un simulacro.

Ella se acercó a su hija y la revisó de pies a cabeza, se veía asustada


pero sin heridas. Luego miró amenazadoramente al dios, que la
observaba tranquilamente y esperando el regaño.

- Quiero que sepas que no me puedo oponer a esto, pero debes


considerar por lo menos preguntarme y hacerme saber
cuándo y de qué forma estarás con ella, sigo siendo su madre
y soy más responsable que tú de su seguridad, si ella derrama
una sola lágrima por ti, no encontrarás un lugar en todo el
maldito universo donde te puedas esconder de mí.

- Mamá, por favor cálmate, yo quiero esto con él, pero no sé


aún cómo manejarlo.

Ambos la miraron con la boca abierta, era una estampa que recordaría
por siempre, comenzó a reír de forma estridente, quizás por sus
mismos nervios que estaban comenzando a desvanecerse. Noe tenía

495
una expresión atónita, mientras que él tenía un brillo complacido en
su mirada. Intentó tranquilizarse para explicar la situación.

- Mamá, él acaba de hacerme una declaración, y yo estoy


dispuesta a aceptarlo. Me sentiría muy feliz si en lugar de
oponerte nos apoyas y alientas mi decisión. Yo también veo
con punzadas de envidia lo que hay entre papá y tú y quiero
experimentarlo.

Con cada palabra que salía de ella, él se sonrojaba más, pues las
habilidades mentales de Noe funcionaban incluso en él, ella debía
estar viendo todo en la mente de Alejandra.

Sus miedos se esfumaron cuando ella lo miró y dejó salir un suspiro,


parecía haberse relajado y resignado. La hija sin duda había sacado
esa seguridad y capacidad de conseguir lo que se proponía.

- Antes de que digas algo Noe, quiero confesarte que mandé


llamar aquí a Alejandra para ofrecerle trabajar lejos de las
cámaras, esto la pondrá lejos del ojo de huracán que viven
ahora. Además de que me molesta mucho que otros más la
miren demasiado.

Noe sonrió conmovida, recordaba ese espíritu protector de David,


quien últimamente le pedía vestirse con menos estilo, pues odiaba
que los demás la miraran si él no estaba a su lado para ahuyentarlos.

- De acuerdo, pero deberás pedirme permisos para verla y


cuando le quieras obsequiar algo. Ella sigue siendo un bebé
496
para el resto del mundo, nadie conoce su identidad. Deberás
tener extremo cuidado con eso. Quisiera aprovechar que
estoy aquí para grabar un video disculpándome, ¿puedes
hacerlo posible?

- ¿Yo? Pero si tú puedes hacerlo con simplemente chasquear


los dedos.

Tanto Alejandra como el dios se divertían imitando la señal,


haciéndola parecer omnipotente. Noe intentaba reprimir su risa,
mientras los miraba y apoyaba sus manos en las caderas en un fallido
regaño. Aprovechó que se burlaban de ella, para chasquear los dedos
y limpiar su desastre en el piso. Ambos estallaron en risas.

Los tres bajaron por el ascensor, aun riendo y retando a Noe a seguir
usando esa increíble capacidad. El resto del personal los vio salir del
elevador y dirigirse al área de prensa. Mientras se diseñaba y lanzaba
un anuncio oficial a nivel nacional, Alejandra llevó a Noe a los
maquillistas y encargados de vestuario para un cambio radical de
imagen.

Todos se asombraban del increíble cabello que poseía. Lo cual los hizo
tardar más tiempo para arreglarlo, pues todos deseaban tocarlo y
peinarlo.

Tenía un color casi amarillo, en un tono pálido que los dejaba


impresionados, creían que estaba teñido o tratado con algún tinte,
pero al manipularlo notaban que no era el caso.

Los maquillistas tuvieron el mismo problema con la piel de su rostro,


pues las pecas que tenía le decoraban de un modo tan salvaje y
natural, que tomaban y dejaban las bases de maquillaje sólo mirarla
contra la brocha. Todo el equipo terminó por simplemente resaltar
esos rasgos que les gritaban naturalidad, inocencia y belleza salvaje.

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Sus cabellos fueron alzados en voluminosas capas que daban un fondo
feroz y amenazador, mientras que los iluminadores bronces y dorados
le daban a su piel un resalto etéreo y húmedo, suavizando la energía
primordial que expresaban su mirada y postura.

Alejandra miraba con diversión cómo los estilistas se estresaban y


tiraban de su cabello en protesta de la confusión que provocaba su
madre, ella sabía que su encanto era muy diferente del suyo, que
podía moldearse a casi cualquier gusto, estilo y época, mientras que
Noe resaltaba muy por encima de todos.

Mientras los especialistas daban vueltas y correteaban alrededor de


la madre de Alejandra, las modelos y asistentes suspiraban mirando al
joven dueño que nadie conocía. Mientras el dios observaba con
diversión el caos generado sólo minutos antes, y que no parecía tener
fin.

Se había improvisado una pequeña sala de prensa, donde habrían


cámaras y los pocos periodistas que estaban cerca del sitio, para el
mensaje que Noe debía dar al país, pero luego de unos minutos de
mensajes y llamadas entre ellos, la sala estaba llena, con un cupo no
mayor a las 50 personas, se las ingeniaron para entrar casi 200
periodistas, todos ansiosos y con preguntas de todo tipo.

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Capítulo 74.

Noe estaba de pie ante alrededor de 200 personas, todas mirándola y


apuntando sus cámaras y micrófonos, sus miradas llenas de interés y
atención. Sus manos comenzaron a sudar, su corazón latía desbocado
y sus rodillas temblaban. Al fondo se veían Alejandra y Juri, con sus
ojos llenos de confianza puestos en ella. Eso la armó de valor.

- Yo tenía alrededor de 4 años cuando comencé a tener sueños,


se trataba de batallas épicas entre dioses, de quienes
desconocía sus nombres y que me miraban extrañados, como
si mi presencia ahí fuera algo prohibido. Los dioses peleaban
contra criaturas de sombra, eran todos negros y de formas
grotescas, chillaban y aullaban hacia mí, entonces esas peleas
se convertían en una lucha por protegerme, en especial de un
dios, que se mantenía a mi lado todo el tiempo, cubriéndome
con extraños escudos, parecían burbujas de jabón.

Los reporteros escuchaban sin hacer ruido, se les dijo que las
preguntas debían esperar a que ella terminara su relato. Ellos
obedecían sin dudarlo.

- Luego, comencé a ver esas criaturas en la vida normal, ellos


permanecían sentados sobre el hombro de las personas en la
calle, me miraban y siseaban como serpientes, algunos
gruñían hacia mí. Nunca me pregunté qué eran ni porqué me
odiaban, sólo sabía que debía mantenerme alejada de las
personas con esas criaturas. Al término de mis 8 años, mi
hermanita menor me dijo que ella también los podía ver, pero

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que a ella le temían, y a ella le daban miedo. Curiosamente
toda mi familia cercana nadie tenía un bicho de esos, excepto
mi padre, él mantenía uno que se burlaba abiertamente de
nosotros y especialmente de mi madre, era horrible verlo.

La voz de Noe temblaba, era notorio el efecto que aquello tenía en


ella, recordaba trozos de su vida que cualquier niño olvidaría en
protección de su inocencia.

- El nuevo milenio se acercaba, y con ello llegó la peor tragedia


que podíamos recibir. Mi hermanita, Flor, enfermó
gravemente, los médicos diagnosticaron diabetes, pero fue
repentino, para ellos la niña siempre estuvo enferma, pero
para el resto todo fue de un día para otro. La noche de su
funeral, yo pude verla y despedirme de ella, esa noche
aprendí un ritual antiquísimo para desprender mi alma y ver y
viajar a donde deseara, y la vi a ella siendo llevada por una
mujer anciana que sonreía con gran amor. Mi hermanita
llevaba su tierna alma lastimada, era como verle toda la
espalda llena de quemaduras, me dijo que alcanzó a
detenerlos de atacar a mis hermanos, a mi madre y, por
supuesto, a mí.

Noe liberaba suaves y ligeras lágrimas, con su voz grave y firme,


demostrando que todo lo que vivió y aún faltaba por contar se trataba
siempre de un bien mayor, que incluso personas valiosas y llenas de
cariño se habían ido.

500
- Después de la partida de ella, experimenté un silencio mental
que, fácilmente me podría haber llevado a la locura, pero
continuar viendo a esos seres burlarse y lanzar ofensas contra
mí y mi familia, me hacían rabiar. Sabía que algo estaba en mi
destino para acabarlos. Tiempo después, la mujer que se llevó
a mi hermana comenzó a venir a mí en sueños de noche,
hablaba largamente conmigo, contándome historias y las
raíces de todo aquello. Esos bichos fueron creados del odio y
envidia que Europa trajo con la conquista, el odio a una
sociedad establecida y con mejores sistemas que la suya y
envidia de la riqueza que esto les había dado, el paraíso que
se les puso enfrente y que en un tiempo tan corto ellos
mismos arruinaron. Pero el daño estaba hecho, esos seres
habitaban en casi cada persona del mundo y parte de mi
deber era acabarlos a todos.

Noe dejó su suave llanto a un lado y comenzaba a mostrar el coraje


que llenaba sus venas, ese poder que latía bajo su piel, haciendo su
piel más pálida y con un tinte verdoso de pronto.

- Algunos años después, yo vivía aquí, en esta enorme ciudad,


comprendía muchas cosas más, como que cada pueblo en su
geografía poseía su propio origen y sus propias deidades, pero
esos dioses al verse debilitados por el daño causado a las
nuevas religiones, todos perecieron ante esos seres y en las
batallas peleadas por ellos, todos se fueron salvo uno, sólo
quedó uno para hacer frente a todo. Ese dios solitario ideó un
plan. Cuando llegaron los europeos él lanzó gran parte de su
inmortalidad, arriesgando todo su ser, para profetizar una
manera para acabar con todo, él hizo una fuerte apuesta. -
Noe se descubrió el hombro para mostrar su marca. - " Desde
la llegada de los españoles, comenzaría a nacer en cada
501
generación una niña con esta marca, esta niña verá la
injusticia y hará sacrificios de sangre en un conocido lago, que
ayudarán a terminar con todo." Pero como en todo, siempre
habrá quien quiera sacar el mayor provecho de las cosas, los
sacerdotes encargados de llevar a cabo sus rituales
desobedecieron, intentaron asesinar a la primera niña nacida
con la marca, logrando otra injusticia qué resolver. Durante
muchísimo tiempo no hubo niña con la marca, hasta mi última
predecesora, una niña indígena en las riveras de ese lago,
apareció en las puertas de una extraña hacienda sin iglesia.
Sin embargo, esa niña fue traicionada por esos sacerdotes
corruptos, la obligaron a elegir entre algo puramente libre y
su deber como elegida. Ella también se perdió en el proceso.

Noe hizo una pausa, mientras una de las asistentes de la agencia le


acercaba un vaso con agua y una servilleta para secarse el sudor.

- Esa niña se había enamorado del dueño de esa hacienda, tan


profundamente que su deber en la profecía se dividió entre
ambos, ahora ella debía proceder con él a su lado, pero esa
trampa impuesta la hizo lanzarse sola a enfrentar por su
cuenta la maldición que vivían. Ella murió en los brazos de ése
hombre. Por cientos de años, nadie más vio nacer a la niña de
la profecía, hasta que yo vine al mundo, entonces él, el
hombre de la hacienda supo de mí y me buscó. Él no era un
anciano ni una deidad, era un hombre común que había
adquirido habilidades para esperarme aquí, vivo y juntos
acabar con todo, pero ese dios decidió que dos éramos aún
pocos para enfrentarlo, así que nombró otras dos personas
como elegidas para terminar con todo. El 2 de noviembre del
año 2012 nos reunimos en ese lago y peleamos, el dios
apareció en toda su longitud, tardamos y sufrimos, pero
502
desde ese día, alrededor de las 12 am, todas las criaturas del
mundo murieron, con la sangre de los 4.

Los periodistas escuchaban en silencio, todos parecían haber dejado


de respirar, la sala estaba tensa y sólo dos pares de ojos la miraban
con la misma admiración y cariño de siempre, el resto parecían luchar
contra la veracidad de sus palabras.

- Ése hombre se convirtió en mi esposo y compañero, el padre


de mis gemelos y en la barricada que siempre me protegía de
todo, su identidad se volvió un misterio en el mundo entero,
pero el día en que murió el planeta entero se paralizó, desde
el mundo de las finanzas hasta el de las religiones. Haberlos
salvado del desastre no hizo que nos dejaran permanecer
tranquilos, todos se aglomeraron en las puertas de mi casa
nada más enterarse de esos videos, mi familia y yo
guardábamos luto y jamás nos alejamos de nuestro deber con
el mundo, como para convertirnos en bravucones. El día del
ataque, yo estaba luchando contra la indignación y el dolor de
mi pérdida, toda esa ira acumulada salió a través de cada poro
de mi piel, por lo tanto ofrezco una sincera disculpa a los
afectados. Nosotros sólo deseamos vivir en paz y lejos de todo
esto.

Dejó pasar unos segundos, mirando a tantos como podía, cuando el


primero se levantó, apagó su cámara y micrófono y salió en silencio
de la sala.

El resto de ellos, poco a poco vaciaron el lugar. Noe los miraba con
una increíble sensación de alivio e indignación, pues al parecer no
entendían el trasfondo de todo. Alejandra estaba a punto de

503
protestar, pero Juri la detuvo del brazo, señalando a Noe, que parecía
aguantar las ganas de reír. Ella estaba profundamente preocupada por
lo que su madre podría hacer en un estado desquiciado, ambos
corrieron hacia ella para intentar saber qué le ocurría. Estaban por
comenzar a hablar, cuando vieron a un solitario periodista, que
mantenía un ojo en cada movimiento que hacían. Se levantó y se
acercó demasiado despacio y cauteloso. Los tres lo miraron,
esperando sus palabras, quizás de burla.

- Oigan, esto lo podría escribir y vender la idea para una película


o un cómic, es demasiado fantasioso.

Noe encendió de inmediato su piel, lanzando por el aire las sillas y los
demás objetos a su alcance, estaba a punto de golpearlo con un puño
encendido, cuando en el cuello del hombre un dije comenzó a vibrar,
tenía la forma de un felino demasiado rudimentario para saber qué
era exactamente, todos sintieron a esa figura cobrar vida, junto a un
ligero movimiento del piso.

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Capítulo 75.

Los tres miraron sorprendidos al dije, que vibraba cada vez más alto y
fuerte, mientras que la tierra comenzaba a sacudirse violentamente,
las alarmas sísmicas de la ciudad comenzaron a sonar por cada calle y
colonia, comenzando así un nuevo caos.

Juri tragó visiblemente, presintiendo un gran evento en puerta. Noe


no sabía realmente qué sucedía, pero a juzgar por la reacción del dios,
no podía ser algo bueno. A lo lejos se escuchaba el rugido de una
enorme entidad, disfrazado por las alarmas y por el crujido de la tierra.
Edificios enteros comenzaron colapsar, así como construcciones
pequeñas.

Él desapareció de inmediato, estando casi seguro de lo que estaba


pasando, pero necesitando confirmarlo. Noe y Alejandra
permanecieron juntas, los gritos de las personas corriendo por todos
lados era impresionante, jamás imaginaron presenciar un caos como
aquel.

El dios regresó para confirmarles que un ser colosal había despertado


y estaba manifestándose, intentando salir de las cuevas donde David
se encontraba. Noe sintió cómo el piso se tragaba su única esperanza
para tener lo más cerca a su esposo, si esa criatura lograba destruir
ese santuario no habría lugar al cual regresar ni donde él pudiera
esperarla.

Fueron llevadas por el dios hacia las cuevas, donde efectivamente un


jaguar colosal violentaba las paredes que lo mantenían, provocando
grietas y derrumbes por todo el lugar. Noe comenzaba a intuir lo que
necesitarían hacer para calmar a la bestia. A lo lejos se escuchaban
unos suaves pasos trotando, ella volteó a tiempo para ver a David
aparecer cerca de ellos, con la respiración acelerada y la expresión
pesada y decidida.

505
Alejandra comenzó a llorar fuerte y con pesar, pues no había vuelto a
ver a su padre, se lanzó a sus brazos mientras sollozaba con fuerza.
David acunó a su hija con cariño y cuidado, era tan delicado que Noe
sentía sus lágrimas rodar por su rostro.

- Me temo que no tenemos opción, tendremos que sepultarlo


con las cuevas. Lamento muchísimo arrebatarles el lugar, este
sitio también era para mí un refugio, pero tendremos que
afrontarlo. Noe necesito que hagas un último esfuerzo,
prometo que después de esto no volveré a pedirte nada más.

Noe miraba a la bestia, que azotaba las paredes de piedra


deslumbrantes, así como los escombros caer y destruirse en el suelo
liso. David llegó hasta ella, en sus ojos no había otra cosa más que
pesar, profundo y lastimero, Alejandra aun lloraba tranquilamente.
Ambos sabían lo que sucedería si este lugar se destruía, pero aun así
estaban dispuestos a apostar una última vez.

Noe sonrío a su hija y al dios, se adelantó unos pasos y expuso las


palmas de sus manos, enviando ondas de su poder para derribar las
cavernas sobre la bestia, que gruñía y rascaba furioso. Las cavernas se
comenzaron a colapsar, cayendo de lleno sobre el enorme jaguar.

Antes de asegurarse de que el trabajo estuviera hecho, Juri los llevó a


todos al pent-house. Noe alcanzó a ver cómo el enorme animal
quedaba sepultado.

Llegaron a la terraza, donde todos miraban espantados cómo


muchísimos edificios aún estaban cayendo y las alarmas seguían
anunciando los movimientos sísmicos. David parecía una aparición,
demasiado tenue para ser visto por completo, mientras se desvanecía
cada vez más.

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Noe no podía hacer nada esta vez, sólo mirarlo desaparecer frente a
ella. Él le sonrió mientras se despedía, sentía sus entrañas desgarrarse
nuevamente, pues en definitiva jamás volvería a verlo, a menos que
muriera.

Mientras lo veía desaparecer, la idea hizo eco en su raída mente,


mientras el mundo parecía caer en un caos apocalíptico, ella
encontraba su propia solución. Corrió a su habitación, cambiando su
ropa y sujetando su cabello, miró con pesar y cariño el estuche donde
guardó sus anillos de matrimonio, los sostuvo unos segundos antes de
calzarlos en su dedo anular izquierdo. David había diseñado esos
anillos y personalmente había supervisado la manufactura de los
mismos.

A lo lejos se escuchó un nuevo estruendo, que para el oído común


sonaría como un edificio enorme cayendo, pero para ella era el rugido
furioso de una colosal bestia, por fin siendo liberada. Ella tenía que
darse prisa, el plan no había funcionado. Salió a donde estaban los
demás, Juri había desaparecido y los demás se miraban con temor. La
tierra se sacudió violentamente y las paredes de su edificio crujieron.
El dios regresó con una expresión preocupada y dolorida. La bestia
había logrado salir de entre los escombros.

Noe dejó salir unas lágrimas rápidas, miró a su familia y a sus hijos,
quienes se agruparon en un rincón, se acercó a ellos y les sonrió.

- Quiero que me escuchen bien, no se preocupen demasiado,


solucionaremos esto y todos estarán bien, les voy a pedir que
permanezcan unidos pase lo que pase, siempre he sabido que
aunque somos una familia pequeña y quizás lastimada, hemos
sabido siempre estar juntos, esta vez no debe ser una
excepción. Es muy probable que yo no pueda volver, por el
esfuerzo que esto va a demandar de mí, pero esto lo haré por

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ustedes, porque quiero que todos vivan felices y longevos.
Algún día encontraré el modo de verlos, les prometo esto.

Todos estaban demasiado asustados y las palabras de Noe desataron


las emociones que habían permanecido latentes debido al miedo. Las
hermanas y la madre de Noe comenzaron a llorar abiertamente, la
abrazaron fuerte y con temblores, los hermanos también se
despidieron de ella, ambos con suaves expresiones dolidas. Los
gemelos estaban preparándose para acompañarla y, antes de que ella
les mandara a quedarse, ambos protestaron.

- Madre, ni siquiera intentes dejarnos aquí, ni Alaa ni yo nos


quedaremos viendo solamente, te vamos a acompañar, si
esto es tu fin, estaremos a tu lado hasta el final, no te
dejaremos irte sola.

Noe sabía que esa terquedad salió de ella misma, así que no les
impidió ir con ella. Miró una última vez a su familia y los protegió con
una fuerte y blindada burbuja azul con destellos dorados, el poder de
David aún permanecía en ella, lo que la hizo de cierta forma muy feliz.

Juri los llevó hasta donde la bestia se arrojaba contra unas firmes
paredes que el dios alzó a su alrededor, pero era notorio que su poder
no podría aguantar demasiado, él se estaba quedando con poco
poder, Noe se preguntó a dónde había ido su magia, pues él había sido
demasiado poderoso como para aniquilar sólo la bestia. Quizás había
elegido hacerlo así, a menos que se tratara de otro problema.

Se miraron un momento, antes de que ella se acercara a la criatura


para evaluarla, se trataba de un ser elemental de tierra, que se
expresaba con terremotos y movimientos de las profundidades,

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estaba furioso pero no había manera de razonar con él, sólo podía
detenerlo destruyéndolo.

Noe se elevó por el aire para quedar a su altura, le gruñó al verla y


comenzó a lanzarle zarpadas y mordiscos. Ella le sonrió con tristeza,
pues era un animal muy hermoso, las franjas amarillas de su pelaje
brillaban en destellos dorados, mientras que sus ojos tenían un ligero
brillo verde brillante. Desató su poder, tiñendo su piel de ese color
azul tan particular, con rayas doradas, muestra de la magia dada a ella
por su esposo, la bestia parecía calmarse al verla, pero no era
suficiente. Noe alzó su mano enviando ondas de poder para dormir a
la bestia, pero ésta se enfureció más, regresando ese poder en un
poderoso golpe que casi la envía volando a sus espaldas.

Sabía que ya no había más maneras de tratar con ella, tenía que
destruirla. Era momento de dejar de jugar y actuar de forma directa.
Expuso sus dos manos enviando ahora las ondas destructivas de
David, cada vez más fuertes al ver que la bestia se agazapaba, pero se
resistía. Noe extraía cada vez más magia, haciendo que su cuerpo
cambiara drásticamente, su cabello perdió todo el color que le
quedaba, mientras su piel se cristalizaba en una roca brillante y
transparente, que expulsaba calor a través de la piel misma, su ropa
cayó hecha retazos quemados y los anillos que momentos antes
pondría en su dedo se derretían, cayendo en gotas del metal.

Ella miraba con horror sus más entrañables posesiones caer de aquella
forma, un breve vistazo a sus dedos confirmó que habían
desaparecido. El mismo calor eliminó las últimas lágrimas que debían
derramar sus ojos, no había más agua en su cuerpo, ahora estaba
totalmente hecho de cristal.

Con un último gruñido, expulsó el resto de su poder, logrando


convertir a la colosal bestia en diminutas partículas que volaron por el
aire y siendo disueltas por el viento. Ella sentía su cuerpo ligero y
desocupado, mientras también era dispersado por el aire. Eran las
cinco de la tarde cuando ella dio una última mirada a sus gemelos, que
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la miraban desde el suelo desaparecer. Les envió una suave bendición
junto con el resto del poder que la mantenía consciente hasta que
toda ella fue unas brillantes esporas que volaron y se posaron en ellos.

Las marcas de la media luna, quemaron al contacto de esas partículas,


mientras cambiaban del oscuro marrón común en los lunares para
volverse del mismo color y textura que el cuerpo mágico de su madre
y padre. Se volvieron color azul brillante con líneas doradas.

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