SILVA A., Cristología Comparadas
SILVA A., Cristología Comparadas
SILVA A., Cristología Comparadas
Mariana Soler”
Licenciatura- 2007
Contexto: Encuentro de las nueve CEBs que integran la comunidad Parroquial de San
Lorenzo. Se trata de un público de creyentes, algunos con una trayectoria de 21 años de
fe compartida en comunidad de base, y otros con uno o dos años.
Motivo del encuentro es: Formación e intercambiar experiencias.
1. Saludo y bienvenida: coordinadora del Área CEBs.
a. Canto: “Somos gente nueva”.
2. Presentación del objetivo del encuentro: H. Adriana ¿Qué novedad tiene Jesús
hoy para mi, como integrante de una CEBs?
3. Trabajo en Grupo, durante 15 minutos, con la siguiente pauta: ¿De que tenemos
hambre hoy?
4. Puesta en Común: Cada grupo coloca en el pizarrón los pápelografos con la
sintesis.
a. De corrección fraterna, de diálogos sencillos, claros y francos que nos
ayuden a crecer. De que vivamos sin dobleces. De escucha, de
solidaridad. Hambre de relaciones humanas transparentes, calidas y
auténticas.
b. De formación, de conocimiento sobre Jesús, sobre la Iglesia, para
misionar, para evangelizar más y mejor. De profundizar más en la fe. De
saber que estoy en lo correcto. Hambre de conocimiento y de éxito.
Hambre de Infinito.
c. De conversión. De coherencia entre lo que decimos y lo que hacemos.
d. De integrarme, de compartir y pertenecer a un grupo.Hambre de
compañía. De participar y comprometerme más en la comunidad. De que
no abandonen la catequesis por el fútbol (un niño). De comprensión y
unidad familiar. Necesidad de pertenecer y sentirse parte de un grupo
humano.
e. De evangelizar en aquellos lugares que necesitan, de servir a las personas
y de misionar en nuestro barrio, y de llegar a los jóvenes. De no ver a
tantos jóvenes arruinados por la Pasta Base. Hambre de sentirme útil, de
ser actor protagonista y transformador de la realidad; hambre de hacer el
bien compartiendo la fe.
f. De que mi sueldo cubra las necesidades de mi familia. De no tener que
trabajar casi las veinticuatro horas, para poder vivir con lo necesario.
Hambre de bien estar.
g. De tiempo para realizar tareas relacionadas con lo personal y eclesial.
“Sentimos que el tiempo es tirano”. Nos sentimos apremiados por muchas
obligaciones. Necesidad de descanso y de recreación.
h. De que no haya tanta violencia. De sentirme segura en mi barrio, en la
calle y en mí casa. Necesidad de Paz, de armonía, seguridad.
5. Los invito a invocar al Espíritu a través del canto: “Espíritu Santo Ven” para
que el nos ayude a descubrir la novedad que Jesús nos ofrece hoy. Luego de la
invocación vamos a leer la Lectura de la carta a los colosenses, pues constituye
una hermosa síntesis de la comprensión que San Pablo tenía de la identidad de
Jesucristo.
7. Conversación y exposición2
Ante todo lo trabajado hoy nos preguntamos ¿Que tiene que ver el acontecimiento
Jesucristo con nuestras hambres? ¿Qué novedad tiene la vida de Jesús de Nazareth?
Comenzaremos por recordar: ¿Quién es Jesús?, y luego nos detendremos en la novedad
que nos aporta.
En el intento por responder debemos afirmar primeramente que en Jesucristo existe
simultáneamente el ser humano Jesús de Nazareth, y el Hijo de Dios con todos sus
atributos divinos. En él esta doble realidad se da en una sola persona, y se da sin
confusión, sin mezcla, sin separación alguna, en total armonía. Ambas naturalezas
pueden ser y dejar ser a la otra en plenitud. Cristo es verdaderamente hombre y
verdaderamente Dios. En tanto ser humano, Jesús revela el hombre al mismo hombre; y
en tanto Dios, muestra el verdadero rostro divino 3. Desde la encarnación no hay nada
humano que no este preñado de divinidad así como tampoco hay nada divino que no esté
teñido de humanidad. Porque todo fue hecho por él y para él… y en él habitara toda la
plenitud, para que por medio suyo y de la sangre de su cruz todo se reconciliara con Dios. En la
persona de Jesucristo se da la plena reconciliación y unidad de lo humano y lo divino, y
en él descubrimos y reafirmamos que la vida humana tiene una estructura que nunca se
satisface, que es en definitiva insaciable. Por eso en cada uno de nosotros, seres
humanos concretos está presente esta realidad trascendente, que sale a luz a través de
nuestras “hambres” e insatisfacciones. Ellas son reflejo de nuestra sed de infinito, de
nuestra búsqueda de absoluto, de nuestra realidad intrínsecamente abierta a la
trascendencia. Una trascendencia que se concreta en lo humano, y una humanidad que
se lanza a horizontes nunca explorados por las posibilidades meramente inmanentes.
1
REINA VALERA 1995 Edición de Estudio, Sociedades Bíblicas Unidas, USA 1998.
2
Cfr. BOFF, LEONARDO., “Teología del cautiverio y de la liberación”, Paulinas 3 Madrid 1978,
3
Cfr. Col 15-20.
4
Cfr. Jn 14,20; 2 Cor 4,4
La Vida historia de Jesús nos dice que la estructura humana solo es
verdaderamente humana si se abre a la comunión, si se entrega, muriendo para sí misma
y realizándose en el otro. Solo puede salvarse y salvar en un dinamismo de entrega y
sacrificio de si. Como lo dice el mismo Jesús en el evangelio de San Juan: “El que ama
su vida, la pierde; el que la da, la guardará para la vida eterna 5”. Esta apertura sacrificial
del ser humano es una exigencia ontológica en cuanto que sólo puede vivir y subsistir
humanamente entregándose al Otro y despojándose de sí mismo para poder llenarse de
la gracia divina. En este sentido Cristo fue el sacrificio por excelencia, ya que fue un ser-
para-los-demás hasta el extremo, desde el comienzo hasta el fin. La vida, la sangre y la
muerte de Cristo son signos visibles del sacrificio interior como proyecto de vida en total
disponibilidad a Dios y de entrega sin reserva al designio del Absoluto que se concreta. El
sacrificio de Cristo realiza de este modo la completa hominización (la divinidad se hace
humanidad) y la salvación plena del hombre en la plena “divinización”, en tanto
participación en lo divino. Jesucristo ya realizó esta obra, ya abrió el camino como
primogénito de toda criatura, como el primero en todo, y ahora nos invita, a nosotros,
con quién el se hizo solidario, a asumir nuestro lugar en este “acto”. Ahora es nuestro
momento, es tú momento; porque tienes en tus hambres y necesidades la posibilidad de
abrirte al infinito: entregándote y sacrificándote no por satisfacerte a ti mismo y a tus
propias “hambres”, sino en el servicio a los otros y al Otro. Es tu momento de decir aquí
estoy y todo lo que tengo te lo doy. Ahora es el tiempo propicio par que vos pongas en
Jesús tus cargas y preocupaciones, y te dispongas a cargar con las hambres y
preocupaciones de tus compañeros de camino. La salvación es la completa
hominización, que no es otra cosa que “el poder desbordarse totalmente de sí y
abandonarse radicalmente en Dios hasta el punto de ser uno con él” 6. Este es el
momento de preguntarnos ¿en que consiste la salvación humana? ¿En qué consiste la
satisfacción de nuestras infinitas hambres? La respuesta es: en ser nosotros mismos en
tanto nuestra identidad real es la apertura inagotable e infinita al Otro, a la manera de
Jesús de Nazareth, y el pecado es un mantenerse cerrado sobre sí mismo, que nos lleva
a vivir en una condición humana muy chata y horizontal; y hasta podríamos decir en un
lento proceso de decadencia. Tomar el yugo de Jesús es asumir su manera de ser
hombre, y su “modo” de ser Dios; es asumir que la completa autorrealización se da en la
completa autotrascendencia, dónde se actualiza el Misterio de la encarnación. En esta
medida lo realizado por Cristo es asumido por nosotros, no como un berniz externo que
no toca, ni cambia la profundidad de lo que somos, sino que lo vivido y realizado por él se
hace memorial presente y actuante en cada existencia humana que se abre a su manera
de ser y vivir como un ser-para-los-demás.
5
Jn 12,24-25.
6
BOFF, LEONARDO., “Teología del cautiverio y de la liberación”, Paulinas 3 Madrid 1978, 193.