Ministracion

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Ministrar

Ministrar es cuidar de los demás a la manera de Cristo; está motivado por nuestro deseo
de cumplir el mandamiento de amar a nuestro prójimo e incluye el servicio a las personas,
fruto de nuestra preocupación por su bienestar espiritual y temporal.

El Salvador ejemplificó la ministración durante Su vida. Él “sonrió, habló, caminó,


escuchó, dedicó tiempo, animó, enseñó, alimentó y perdonó”

El Salvador nos pide que sigamos Su ejemplo de amarnos.

En (Juan 13:34). Nos dice: un mandamiento nuevo hos doy, que os ameis unos a otros;
como yo os he amado.

Hermanos, Ministramos de manera natural a nuestra familia, a las personas que amamos
y a quienes nos rodean.

Además, en nuestra rama recibimos asignaciones como hermanos y hermanas


ministrantes para cuidar de los miembros de manera organizada. Nos aseguramos de que
todos estén atendidos y de que nadie quede olvidado.

Bajo la dirección de la presidencia de la rama, y trabajando en unión, las presidencias del


cuórum de élderes y de la Sociedad de Socorro supervisan las labores de ministración.
Por lo general, cada hermana adulta tiene dos hermanas ministrantes que están
asignadas a cuidar de ella, y cada hogar tiene dos hermanos ministrantes asignados a
cuidar de los miembros de la familia. En ocasiones se puede asignar a matrimonios en
calidad de compañeros ministrantes a fin de satisfacer mejor las necesidades de los
miembros. A partir del mes de enero del año en que cumplen 14 años, se puede asignar a
los hombres y a las mujeres jóvenes a servir como compañeros ministrantes de personas
adultas.
En calidad de hermanos y hermanas ministrantes, participamos en entrevistas trimestrales
de ministración, en las que hablamos con nuestros líderes acerca de nuestra labor, así
como de los puntos fuertes y las necesidades específicas de las personas a las que
ministramos.

Las labores de ministración pueden adoptar muchas formas. Donde sea posible, los
hermanos y las hermanas ministrantes visitan a los miembros en sus hogares. También
puede haber interacciones en los centros de reuniones o en la comunidad. Los métodos a
seguir pueden variar: desde cualquier tipo de servicio hasta una visita, una llamada
telefónica, un mensaje de correo electrónico o un mensaje de texto. Cada persona es
única y la ministración eficaz es individualizada y guiada por el Espíritu. Por medio de la
oración y la inspiración seremos bendecidos para saber cómo ministrar como lo hizo el
Salvador.

(PLATICAR CUANDO YO FUI MINISTRADO)

Cuando ministramos, representamos a Jesucristo al velar, edificar y fortalecer a las


personas que nos rodean. También los invitamos a venir a Cristo y a progresar por la
senda de los convenios. El élder Jeffrey R. Holland nos invitó a trabajar “hombro a hombro
con el Señor de la viña, dando al Dios y Padre de todos nosotros una mano de ayuda con
Su asombrosa tarea de contestar oraciones, dar consuelo, secar lágrimas y fortalecer las
rodillas débiles”.

En la conferencia general de abril del 2018, el presidente Rusell M. Nelson nos dijo,
Ministremos en Su Nombre, con Su Poder y autoridad y con su amorosa Bondad.
Una característica distintiva de la Iglesia verdadera y viviente del Señor será siempre un
esfuerzo organizado y dirigido a ministrar a los hijos de Dios individualmente y a sus
familias. Puesto que esta es Su iglesia, nosotros, como Sus siervos, hemos de ministrar a
la persona en particular, tal como Él lo hizo. Ministraremos en Su nombre, con Su poder y
autoridad, y con Su amorosa bondad.

Hermanos poseedores del sacerdocio y hermanas que de igual manera trabajan bajo la
autoridad del sacerdocio, hay puertas que podemos abrir, bendiciones del sacerdocio que
podemos dar, corazones que podemos sanar, cargas que podemos aligerar, testimonios
que podemos fortalecer, vidas que podemos salvar, y gozo que podemos llevar a los
hogares de los Santos de los Últimos Días; todo ello porque poseemos el sacerdocio de
Dios. Somos los hombres que han sido “llamados y preparados desde la fundación del
mundo de acuerdo con la presciencia de Dios, por causa de [nuestra] fe excepcional” para
hacer esta obra.

HACER LA INVITACIÓN A MINISTRAR

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