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    El texto describe la tendencia de los españoles a holgazanear y disfrutar de la vida en lugar de trabajar arduamente. Los españoles celebran muchos días festivos y fines de semana largos, y prefieren dejar que otros trabajen mientras ellos descansan.

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    Los españoles no ganamos para sustos y quizá por eso es hora que podamos
    reponernos de tanto y tanto sobresalto; en España tenemos tantas y tantas fiestas y
    rendimos culto al "dolce far niente" con verdadera delectación.
    El nuestro es un país que propende a la holganza. La piel de toro sobre la que
    late y vive España es una benemérita parcela del mundo en la que el gozo, la ira y el
    dolor se expresan holgando, y de ahí los fines de semana y los puentes de semana y
    media, las huelgas salvajes o amaestradas y los cartelitos de "Cerrado por defunción"
    que se ponen en la puerta de las tiendas cuando se muere el dueño o alguien de la
    familia del dueño. En España se celebra la Fiesta del Trabajo dejando de trabajar y
    Madrid, la capital de España, tiene como patrono a San Isidro, que era tan vago que la
    tierra se la tenían que arar los ángeles. ¡Los hay con suerte! [...]
    Los españoles no tenemos demasiado amor al trabajo y hasta disimulamos
    nuestro quehacer mirando al tendido, como Manolete. Los españoles suelen decir con
    harta frecuencia que trabajen otros, que nadie se hizo rico jamás trabajando y que el
    trabajo es cosa de tontos, y que sueñan con la jubilación anticipada para dejar de
    trabajar; eso de que el trabajo es una maldición divina es algo que los españoles han
    tomado demasiado al pie de la letra. Gloria Fuertes, una de las más luminosas voces
    poéticas españolas, nos cuenta que trabajaba en una oficina como si fuera tonta, pero
    que Dios y el botones sabían que no lo era.
    Quienes trabajamos todos los días sin dejar uno solo porque nos gusta hacer lo
    que hacemos somos un escalafón a extinguir y nuestra tranquilidad de conciencia no
    despierta excesivas simpatías. Freud dice que la falta de amor al trabajo es una
    circunstancia ampliamente extendida entre los hombres; yo creo que más que
    circunstancia, es sustancia, y que la falta de amor al trabajo, o a lo que fuere, implica
    una actitud, incluso involuntaria, que funciona por omisión, mientras que el amor al
    ocio, o a lo que se terciare, supone un deliberado empeño por comisión. Es más fácil
    inhibirse que pronunciarse.

    C.J. Cela inhibiciones y pronunciamientos, ABC

    1.-Resume con tus palabras el texto (sin parafrasearlo), destacando las ideas
    principales. 1 punto.
    2. Señala las principales funciones lingüísticas que aparecen en el texto, en relación
    con su tipología y la intención comunicativa del emisor, ilustrándolas con dos o tres
    ejemplos. 1,5 puntos.
    3.- Analiza y describe sintéticamente la estructura del texto, identificando los
    elementos lingüísticos más relevantes (semánticos, léxicos, conectores y marcadores,
    recursos gramaticales...) que le dan coherencia y cohesión. 1,5 puntos.
    4.- Desarrolla un comentario personal sobre el tema del texto, esmerándote en la
    expresión. (Entre 10 y 15 líneas). 1 punto.

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