El Círcul El Círcul: Óscar Cerruto Óscar Cerruto
El Círcul El Círcul: Óscar Cerruto Óscar Cerruto
El Círcul El Círcul: Óscar Cerruto Óscar Cerruto
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Óscar Cerruto
(1912-1981)
L
una historia que pertenece a la
tradición de distintos pueblos;
tiene un parecido con “En me-
a calle estaba oscura y fría. Un aire viejo, difícil de respirar moria de Paulina” de Adolfo Bioy
y como endurecido en su quietud, lo golpeó en la cara. Sus Casares y con el argumento de
pasos resonaron en la noche estancada del pasaje. Vicente
Vicente se levantó una película japonesa que él vio,
lo cual confiere carácter universal
el cuello del abrigo, tiritó involuntariamente. Parecía
Parecía que todo el
al asunto.
frío de la ciudad se hubiese concentrado en esa cortada angosta, de piso
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Se detuvo ante una puerta. Sí, ésa era la casa. Miró la ventana, antes de
llamar,, la única ventana por la que se ltraban débiles hilos de luz. En el pequeño
llamar
espacio de tiempo que medió entre el ademán de alzar la mano y tocar la puerta,
cruzó por su cerebro el recuerdo entero de la mujer a qquien
uien venía a buscar, su
vida con ella, su felicidad, truncada brutalmente por la partida sin anuncio. Se
había conducido como un miserable, lo reconocía. Su partida fue casi una fuga.
¿Pero pudo proceder de otro modo? Un huésped desconocido batía ya entonces
entre los dos su ala sombría, y ese huésped era la demencia amorosa. Hincada la
garra en la entraña de Elvira, torturábala con desvaríos de sangre. Muchas veces
él vio brillar determinaciones terribles en sus ojos, y los labios, dulces para el
beso, despedían llamas y pronunciaban palabras de muerte, detrás de las cuales
percibíase la resolución que no
n o engaña. Cualquier demora suya, cualquier breve
ausencia sin aviso, obligado por sus deberes, por el reclamo inexcusable de sus
amigos, provocaba explosiones de celos. La encontraba desgarrada, temblando en
su nerviosidad, pálida. Ni sus preguntas obtenían respuesta ni sus explicaciones
lograban romper el mutismo duro, impregnado de rencor, en que Elvira mordía
su violencia.
cólera Y deresentimientos.
y amargos pronto estallaba en injurias y gritos, la cabellera al aire, loca de
Llegó a pesarle ese amor como una esclavitud. Pero eran cadenas que su
voluntad no iba a romper. La turbulencia es un opio,
opi o, a veces, que paraliza el ánimo
y lo encoge. Y la amaba, además. ¿Cómo soportar
soportar,, si no como una enfermedad del
ser querido, ese agelo que corroía su dicha, ese concubinato con la desventur
desventura?
a? La
vida se encargaría de curarla, el tiempo, que trae todas las soluciones.
Fue la vida la que cortó de un tajo imprevisto los lazos aictivos. Un día
recibió orden de partir. Pensó
Pensó en la explicación y la despedida, y su valor aqueó.
Engañándose a sí mismo, se prometió un retorno próximo, se prometió escribirle.
Y habían transcurrido dos años. Casi consiguió olvidarla, ¿pero la había olvidado?
Regresó a la ciudad con el espíritu ligero, conoció otras mujeres en su ausencia, se
creía liberado. Y,
Y, apenas había dejado su valija, estaba aquí, llamando a la puerta de
Elvira, como antes.
La puerta se abrió sin ruido, empujada por una mano cautelosa, y una voz —la
voz de Elvira— preguntó:
—¿Eres tú, Vicente?
—¡Elvira! —susurró él, apenas, ahogada el habla por la emoción y la sorpresa.
—¿Cómo sabías que era yo? ¿Pudiste verme, acaso en la oscuridad, a través de las
cortinas?
—Te esperaba.
Lo atrajo hacia adentro y cerró.
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—¡Es que no puede ser. Tuve el tiempo escaso para dejar mi equipaje y venir
volando hasta acá! ¿Cómo podías saberlo? No lo sabía nadie.
Ella callaba, grave, parsimoniosa. Estaba pálida, más pálida que nunca,
n unca, pensó
Vicente. Lumbres de ebre encendían sus ojos arrasados por el desconsuelo. Como él
había imaginado, con lacerante lástima, cada vez que pensaba en ella.
—La soledad enseña tantas cosas —dijo—. Siéntate.
Él ya se había sentado, con el abrigo puesto.
Comenzó a removerse, inquieto, y de pronto se encontró haciendo lo que menos
había querido, lo que se había prometido no hacer: ensarzado en una explicación
minuciosa de su conducta, de las razones de su marcha subrepticia, disculpándose
como un niño. A medida que hablaba, comprendía la inutilidad de ese mea culpa
y el humillante renuncio. Mas no interrumpía su discurso, y sólo cuando advirtió que
sus palabras sonaban a hueco, calló en medio de una frase, y su voz se ahogó en un
tartamudeo.
Con la cabeza baja, sentía pasar el tiempo como una agua turbia.
—De modo —dijo ella, al cabo— que estuviste de viaje.
La miró Vicente,
Vicente, absorto, no sabiendo si se burlaba de él. ¡Cómo! ¿Iba a decirle
ahora que lo ignoraba; que en dos años no se había enterado siquiera del curso de su
existencia? ¿Qué juego era ése?
—Sí, estuve ausente algún tiempo.
Sólo después de una pausa Elvira comentó enigmática:
—Qué importa. Para mí ya no existe el tiempo.
—Precisamente —dijo él extrayendo de su bolsillo un menudo reloj con
incrustaciones de brillantes—, te he traído esto. Nos recuerda que el tiempo es una
realidad.
Consideró Elvira la joya unos instantes. Sin ajustar el broche, puso el reloj en su
muñeca.
—Muy bonito —elogió—. No sé si podré usarlo.
—¿Por qué no?
—Déjalo ahí, en la mesita.
Estalló un trueno, lejos, en las profundidades de la noche. La lluvia gemía en los
vidrios de la ventana. Un viento desasosegado arrastraba su caudal de rencor por las
calles, sobre los techos.
—Bésame —le pidió ella.
La besó largamente, estrechándola en sus brazos. El viejo amor renacía en un
nuevo imperio, y era como tocar la raíz del recuerdo, como recuperar el racimo de
días ya caídos. Refugiada en su abrazo, parecía la hija del metálico invierno, un trozo
desprendido de la noche.
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***
Vicente atraviesa
atraviesa calles y plazas. Hay un ser que se desplaza de él y lo
aventaja, apresurado, con largas zancadas varoniles, ganoso del encuentro.
Mientras otro, en él, se resiste, retardando su marcha, moroso y renuente. Él
mismo va siguiendo al primero, contra su voluntad. ¿Pero ¿Pero sabe siquiera cuál es su
voluntad? ¿Lo supo nunca? Creyó, un momento, que era el saberse libre. Ya libre,
su libertad le pesaba como un inútil fardo. ¿Qué había logrado, si su pensamiento
era Elvira, si su reiteración, sus vigilias se llamaban Elvira?
La secreta corriente lo lleva por ese trayecto tantas veces recorrido. Vicente
Vicente se
deja llevar.
llevar. Discurre los antiguos lugares, los saluda, aho
ahora,
ra, a la luz del sol; entra
en laVuelve
callejaafamiliar,
llamar yluego
esperadeelhaber dejado
eco del atrás, a medio
campanillazo. Nadacumplir, sus afanes.
oye; el timbre, sin
duda, no funciona. Toca entonces con los nudillos, en seguida más fuerte. Ninguna
respuesta. Elvira ha debido salir. Retrocede hasta el centro de la calzada para
mirar el frente del edicio. Observa que las celosías están corridas, los vidrios sin
limpieza. Se diría una casa abandonada. ¡Qué raro era todo esto!
Una vecina se había asomado. Lo examinaba desde la puerta de su casa, la
escoba en la mano. Vicente soportó el escrutinio sin darse por enterado. “Bruja
curiosa”, gruñó. La vieja avanzó por la acera.
—¿Busca a alguien, señor? —preguntó.
—Sí, señora —respondió de mala gana—. Busco a la señorita Elvira Evangelio.
La mujer tornó a examinarlo, acuciosa.
—¿No sabe usted que ha muerto hace tres meses, señor? La casa está vacía.
Vicente se encaró con la entremetida. Esbozó una sonrisa.
s onrisa.
—Por suerte —dijo—, la persona a quien busco vive, y vive aquí.
—¿No pregunta usted, acaso, por la señorita Evangelio?
—Así es, señora.
—Pues la señorita Evangelio ha muerto y fuefu e enterrada cristianamente. La casa
ha sido cerrada por el juez, ya que la difunta no parecía tener parientes.
¿Estaría en sus cabales esa anciana? Vicente la midió con desconanza. En
cualquier caso, era una chiada inofensiva; seguiría probando.
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***
Por la nocheenlalacasa
profundamente estaba
calma toda oscura.
nocturna. Llamógolpes
Sus propios en vano. Sus golpes
lo pusieron resonaban
nervioso.
Comenzó a traspirar, advirtió que tenía la frente humedecida. Un tanto alarmado
ya, corriendo sin reparo por las calles silenciosas, hasta encontrar un vehículo,
acudió a interrogar a algunos amigos. Todos le conrmaron que Elvira había
muerto. No se aventuró a referirles su extraña experiencia; temía que lo tomaran
a risa. Peor aún: temía que le creyeran.
Hay una zona de la conciencia que se toca con el sueño, o con mundos
parecidos al sueño. Creía estar pisando esa zona, esa linde a la que los vapores
azules del alcohol nos aproximan. Y con la misma dicultad del ebrio o del
delirante, su espíritu luchaba por discernir la realidad.
Cuando el juez, accediendo a su demanda, abrió la casa de la muerta,
Vicente descubrió, sobre la mesita de la sala, el pequeño reloj con incrustaciones
de brillantes, en el estuche abierto.
Óscar Cerruto, “El Circulo” (frag.), en 16 Cuentos latinoamericanos. México: CIDCLI, 1994, pp. 47-54.
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flagelo
discernir parsimoniosa
T G J NO F N V
R I N R E C S I D X
A C U S I O S A H K
P R E L I B R U A R I O
far fullar E S DC I S F UB T A E I D lacerante
O C E H E O D E R X P N N T
A V T I D L A D E F E I I K
I Z N S A N O T P A NG T D
E R A NOH E S T S DM U C
acuciosa P A R S I M O N I O S A R P subrepticia
R D E X W P E D C A Q T C E
D O C Y K E S O I N S I S R
F A R F U L L A RMC E
L O T A HO T MC A
escrutinio I F L A G E L O enigmática
celosías
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¿De qué se
trató? 1. Realicen lo que se solicita.
Escriban y comenten todos los detalles que les parezcan que no pueden darse en la realidad.
El que Elvira se le presentara y hablara con él estando fallecida.
Un aire viejo, difícil de respirar y como endurecido.
Traten de explicar todo el suceso desde un punto de vista
vista real o bien como algo sobrenatural
sobrenatural pero
en uno u otro caso ¿por qué se dio el encuentro?
El amor que sentía por ella era demasiado fuerte que, aunque quiera huir de Elvira, siempre
intentaría volver a ella, por esa razón su reencuentro.
2. Escriban un breve texto en el que contesten la pregunta: ¿de qué se trató la lectura “El círculo”
círculo”?? Y
Y,, se-
gún consideren, recomienden o no su lectura
lec tura a otros compañeros de la escuela. recorten este espacio
y péguenlo afuera de las paredes de su aula.
En esta lectura que se desarrolla a mediados del siglo XX encontramos a Vicente que un hombre
esclavizado por el amor de su novia Elvira, por lo que decide dejarla, pero luego de dos años de
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Lenguaje figurado:
figurado: un
un frío de tumba, compacto.
que: se
Significa que: sentía mucho frío
f río,, una tempera
temperatura
tura mucho más baja de la normal.
Lenguaje figurado: la
figurado: la única ventana por la que se filtraban débiles hilos de luz.
que: Esa persona acostumbraba a estar por las sombras de su casa y solo a veces
Significa que:
unos pequeños rayos de luz entraban por su ventana.
Lenguaje figurado: Muchas
figurado: Muchas veces él vio brillar determinaciones terribles en sus ojos, y los labios, dulces para el
beso, despedían llamas.
que: A pesar de su mirada escalofriante se notaba que estaba a la espera de un
Significa que:
beso.
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figurado: Llegó
Lenguaje figurado: Llegó a pesarle ese amor.
que: La relación que tenía con Elvira le hacía daño emocional.
Significa que:
Lenguaje figurado:
figurado: Pero
Pero eran cadenas que su voluntad no iba a romper.
romper.
que: Eran promesas que, si las rompen y te maldice.
Significa que:
figurado: La
Lenguaje figurado: La turbulencia es un opio, a veces, que paraliza el ánimo y lo encoge.
que: Hay personas que no pueden salir de una relación toxica por más que así lo deseen.
Significa que:
Lenguaje figurado:
figurado: Regresó
Regresó a la ciudad con el espíritu ligero.
l igero.
que: Regreso mucho más tranquilo.
Significa que:
Lenguaje figurado:
figurado: La La lluvia gemía en los vidrios de la ventana. Un viento desasosegado arrastraba su caudal de
rencor por las calles, sobre los techos.
La lluvia estaba fuerte y ruidosa.
Significa que:
que:
Lenguaje figurado:
figurado: Refugiada en su abrazo, parecía la hija del metálico invierno, un trozo desprendido de
la noche.
Significa que:
que: El abrazo románticamente en una noche fría.
1. Colóquense en el lugar de los periodistas y elijan el tipo de escrito periodístico que deseen redactar. Pre-
viamente investiguen qué es una noticia, qué es una entrevista, cuáles son las características de cada
género.
2. Trabajen en su cuaderno.
3. Compartan sus textos con sus compañeros de grupo, profesor y familiares.
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