Althusser - Ideología. en La Filosofia Como Arma de La Revolucion

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siglo veintiuno editores, s.a. de c.v.

CERRO DEL AGUA 248, DELEGACIÓN COYOACAN, 04310, MEXICO. D.F.

siglo veintiuno de españa editores, s.a.


PfiiNC»>E DE VERGAAA 71 2" DCHA. MAOAIO. ESPAÑA

primera l!dición. 1968


sc~'tll edición.
com:gida y aumentada.. 1974
vig~simoquinta .:dición. 2005
~ siglo xxi <!ditores. S.3 . de c.v.
isbn 968-23- 1547-6

derechos reservados ~onli>rme u In ley


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PRÁCTICA TEÓIUCA Y LUCHA IDEOLÓGICA 1(1

LA IDEOLOGfA

Para poder extraer de la manera más rigurosa posible las


consecuencias prácticas de lo que acaba de ser dicho so­
bre la teoría científica marxista, es necesario ahora poner
en su lugar y definir un nuevo término importante: la
ideología.
Ya vimos que lo que distinguía las organizaciones mar­
xistas de la clase obrera residía en que éstas fundaban sus
objetivos socialistas, sus medios de acción y sus formas
de organización, su estrategia y tácticas revolucionarias
sobre los principios de una teoría científica, la de Marx, y
no sobre tal o cual teoría ideológica, anarquista, utópica,
reformista u otra. Con esto hemos puesto en evidencia una
posición y una distinción cruciales entre la ciencia por
una parte y la ideología por otra.
Pero también con esto hemos puesto en evidencia una
realidad de hecho, tanto a propósito de la ruptura que
Marx debió efectuar con las teorías ideológicas de la
his­toria para fundar sus descubrimientos científicos,
como a propósito de Ja lucha planteada contra la
ideología que amenaza toda ciencia: se trata de que no
solamente la ideología precede a toda ciencia, sino que se
perpetúa lue­go de la constitución de la ciencia, y a
pesar de su exis­tencia.

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48 PRÁCTICA TEÓR.ICA Y LUCHA IDEOLÓGICA

Aun más, hemos podido comprobar que la ideología ma-


nifestaba su existencia y sus efectos no sólo en el terreno
de sus relaciones con la ciencia, sino también en uno in-
finitamente más vasto: el de la sociedad entera. Cuando
hemos hablado de la "ideología de la clase obrera", para
decir que la ideología de la clase obrera, que era "espon-
táneamente" anarquista o utópica en sus inicios antes de
convertirse generalmente y en seguida en reformista, fue
poco a poco transformada por la influencia y la acción
de la teoría marxista en una nueva ideología; cuando de-
cimos que hoy la ideología de amplias capas de la clase
obrera se ha convertido en una ideología de carácter mar-
xista leninista; cuando decimos que debemos llevar a cabo
en las grandes masas no solamente la lucha económica
(por medio de los sindicatos) y la lucha política (por
medio del partido), sino también la lucha ideológica, es
claro que proponemos, bajo el ténnino de ideología, una
noción que cuestiona realidades sociales que, aun tenien-
do que ver con una cierta reprcsentaci6n (con un cierto
"conocimiento", por consiguiente) de lo real, desbordan
muy ampliamente, sin embargo, la simple cuestión del co-
nocimiento, para poner en juego una realidad y una fun-
ción propiamente sociales.
Tenemos pues conciencia, en la utilización práctica que
hacemos de esta noción, de que la ideologia implica una
doble relación: con el conocimiento por una parte, con
la sociedad por otra. La naturaleza de esta doble relación
no es simple. y requiere un esfuerzo definitorio. Este es-
fuerzo es indispensable si es verdad, por una parte, como
hemos visto, que interesa en primer lugar al marxismo
definirse sin lugar a equivocación como una ciencia, es
decir, como una realidad absolutamente distinta de la ideo-
logía; y si es verdad, por otra parte, que la acción de ]as
organizaciones revolucionarias fundadas sobre la teoria
científica del marxismo debe desarrollarse en la sociedad
en la que a cada paso y a cada instante de su lucha y aun
en la conciencia de la ciase obrera, chocan con la existen-
cia social de la ideología.
Para ver bien daro en esta cuestión capital, aunque di-
fícil, es indispensable retroceder algo y remontarse a los
principios de la teorfa marxista de la ideologia, que forma
parte de la teorfa marxista de la sociedad.
Marx ha mostrado que toda formación social constituye

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PR.(criCA TEÓRICA Y LUCHA IDEOLÓGICA 49

una "totalidad orgánica", que comprende tres "niveles"


esenciales: la economía, la política y la ideología o /armJlS
de la conciencia social. El "nivel'' ideológico representa
pues una realidad objetiva, indispensable a la existencia
de una formación social; realidad objetiva, es decir, in-
dependiente de la subjetividad de los individuos que le
están sometidos -siempre en lo que se refiere a los indi·
viduos mismos- y por lo cual Marx emplea la expresión
"fonnas de la conciencia social". ¿Cómo representarse la
realidad objetiva y la función social de la ideología?
En una sociedad dada los hombres participan en la pro·
ducción económica, cuyos mecanismos y efectos son de·
terminados por la estructura de las relaciones de produc-
ción; los hombres participan en la actividad política, cuyos
mecanismos y efectos son regulados por la estructura de
las relaciones de clase (la lucha de clases, el derecho y
el estado). Los mismos hombres participan en otras acti-
vidades, actividad religiosa, moral, filosófica, etc., sea de
una manera activa, por medio de prácticas conscientes,
sea de una manera pasiva y mecánica, por reflejos, juicios,
actitudes, etc. Estas últimas actividades constituyen la ac-
tividad ideológica, y son sostenidas por una adhesión y<;
luntaria o involuntaria, consciente o inconsciente, a un
conjunto de representaciones y creencias religiosas, mora-
les, jurídicas, políticas, estéticas, filosóficas, etc., que for-
man lo que se llama el nivel de la ideología.
Las representaciones de la ideología se refieren al mun·
do mismo en el cual viven los hombres, la naturaleza y
la sociedad, y a la vida de los hombres, a sus relaciones
con la naturaleza, con la sociedad, con el orden social, con
los otros hombres y con sus propias actividades, incluso
a la práctica económica y la práctica política. Sin embar-
go, estas representaciones no son conocimientos verdade·
ros del mundo que representan. Pueden contener elemen-
tos de conocimientos, pero siempre integrados y sometidos
al sistema de conjunto de estas representaciones, que es,
en principio, un sistema orientado y falseado, un sistema
regido por una falsa concepción del mundo, o del dominio
de los objetos considerados. En su práctica real, sea la
práctica económica o Ja práctica política, los hombres son
efectivamente determinados por estructuras objetivas (re-
lacion~s de producción, relaciones políticas de clases): su
práctica los convence de la existencia de la realidad, les

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50 PRA.CTICA TE6RICA Y LUCHA IDEOLÓGICA

hace percibir ciertos efectos objetivos de la acción de esas


estructuras, pero les disimula la esencia de éstas. No pue·
den llegar, por su simple práctica, al conocimiento verda-
dero de esas estructuras ni, por consiguiente, de la reali-
dad objetiva ni de la realidad poHtica, en el mecanismo
de las cuales desempeñan sin embargo un papel definido.
Este conocimiento del mecanismo de las estructuras eco-
nómica y política no puede ser sino el resultado de otra
prdctioa distinta de la práctica económica o política in-
mediata: la prdctica científica. De la misma manera el
conocimiento de las leyes de la naturaleza no puede ser
el producto de la simple práctica técnica y de la percep-
ción, que no proporcionan más que observaciones empí-
ricas y recetas técnicas, sino que es al contrario el pro-
dUcto de prácticas específicas distintas de estas prácticas
inmediatas: las prdcticas científicas. Sin embargo, los hom-
bres que no tienen el conocimiento de las realidades po-
líticas, económicas y sociales en las que deben cumplir
las tareas que les asigna la división del trabajo, no pueden
vivir sin guiarse por una cierta representación de su mun-
do y de sus relaciones con él. Esta representación ellos
se la encuentran primero dada al nacer, existiendo en la
sociedad misma, de igual manera que encuentran exis-
tentes antes que ellos las relaciones de producción y las
relaciones políticas en que deberán vivir. Al igual que na-
cen como "animales económicos" y "animales políticos" se
puede decir que los hombres nacen "animales ideológicos".
Todo sucede como si para existir como seres sociales y
activos en la sociedad que condiciona toda su existencia
necesitaran disponer de cierta representación de su mun-
do, la cual puede permanecer en gran parte inconsciente
y mecánica, o al contrario ser consciente y reflexiva más
o menos ampliamente. La ideología aparece así como una
cierta representación del mundo, que Jiga a los hombres
con sus condiciones de existencia v a los hombres entre
sf en la división de sus tareas, y la igualdad o desigualdad
de su suerte. Desde las sociedades primitivas, en las que
las clases no existían, se comprueba ya la existencia de
este lazo, y no es por azar que podemos ver en la primera
forma general de la ideología, la religión, la realidad de
ese lazo (ésta es una de las etimologías posibles de la pa-
labra religión). En una sociedad de clases, la ideología
sirve a los hombres no solamente para vivir sus propias

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PRÁCTICA TEÓRICA Y LUCHA IDEOLÓGICA 51
condiciones de existencia, para ejecutar las tareas que les
son asignadas, sino también para "soportar" su estado, ya
consista éste en la miseria de la explotación de que son
víctimas, o en el privilegio exorbitante del poder y de la
riqueza de que son beneficiarios.
Las representaciones de la ideología acompañan pues
consciente o inconscientemente, como tantas señales y
vectores cargados de prohibiciones, de permisos, de obli-
gaciones, de resignaciones y de esperanzas, todos los actos
de los individuos, toda su actividad, todas sus relaciones.
Si nos representamos la sociedad según la metáfora clá-
sica de Marx, como un edificio, una construcción o una
superestructura juridico-política, elevada sobre la infra-
estructura de la base, sobre fundamentos económicos, de-
bemos dar a la ideología un lugar muy particular: para
comprender su eficacia, es necesario situarla en la super-
estructura, y darle una relativa autonomía con respecto
al derecho y al estado. Pero al mismo tiempo, para com-
prender su forma de presencia más general hay que con-
siderar que la ideología se introduce en todas las partes
del edificio y que constituye ese cemento de naturaleza
particular que asegura el ajuste y la cohesión de los hom·
bres en sus roles, sus funciones y sus relaciones sociales.
De hecho la ideología impregna todas las actividades
del hombre, incluso su práctica económica y su práctica
política; está presente en las actitudes hacia el trabajo,
hacia los agentes de la producción, hacia las restricciones
de la producción, en la idea que se hace el trabajador del
mecanismo de la producción; está presente en las actitu-
des y los juicios políticos, el cinismo, la buena conciencia,
la resignación o la revuelta, etc.; gobierna las conductas
familiares de Jos individuos y sus comportamientos hacia
los otros hombres, su actitud hacia la naturaleza, su jui-
cio sobre el "sentido de la vida" en general, sus diferen-
tes cultos (Dios, el príncipe, el estado, etc.). La ideología
está presente en todos los actos y gestos de los individuos
hasta el punto de que es indiscernible a partir de su "ex-
periencia vivida", y que todo análisis inmediato de lo "vi-
vido" está profundamente marcado por los temas de la
vivencia ideológica. Cuando el individuo (y el filósofo em~
pirlsta) cree tener que ver con la percepción pura y des-
nuda de la realidad misma o con una práctica pura, con
lo que tiene que ver en realidad es con una percepción y

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52 PR.(cnCA TEÓRICA Y LUCHA IDEOLÓGICA

una práctica impuras, marcadas por las invisibles estruc-


turas de la ideología; como no percibe la ideología, toma
su percepción de las cosas y del mundo por la percepción
de las "cosas mismas", sin ver que esta percepción no le
es dada sino bajo el velo de las formas insospechadas de
la ideología, sin ver que está de hecho recubierta por la
invisible percepción de las formas de la ideología.
Es aquí en efecto donde reside el primer carácter esen-
cial de la ideología: como todas las realidades sociales,
sólo es inteligible a través de su estructura. La ideolOgía
comporta representaciones, imágenes, señales, etc., pero
esos elementos considerados cada uno aisladamente no
hacen la ideología: es su sistema, su modo de disponerse
y combinarse los que le dan su sentido, es su estructura
la que los determina en su sentido y función. En la misma
medida en que la estructura de las relaciones de produc-
ción y los mecanismos de la vida económica producidos
por los agentes de la producción no son inmediatamente
visibles para ellos, la estructura y los mecanismos de la
ideología no lo son para Jo"s hombres que les están some-
tidos; no perciben la ideología de su representación del
mundo como ideologla, no conocen ni su estructura ni sus
mecanismos; practican su ideología (como se dice de un
creyente que practica su religión), no la conocen. A causa
de estar determinada por su estructura, la ideología supe-
ra como realidad todas las formas en las que es vivida
subjetivamente por tal o cual individuo; es por esta razón
que no se reduce a las fonnas individuales en las que es
vivida, es por lo que puede ser el ob¡eto de un estudio
obietivo. Es por esta razón de principio que podemos ha-
blar de la naturaleza y función de la ideología y estu-
diarla.
Ahora bien, su estudio nos revela caracteres notables:

l. Comprobamos primero que el término ideología abar-


ca una realidad que, aun estando difundida por todo el
cuerpo social, es divisible en dominios distintos, en regio-
nes particulares, centradas sobre varios temas diferentes.
E.s asf como el dominio de la ideología en general puede
ser, en nuestras sociedades, dividido en regiones relativa-
mente autónomas en el seno mismo de la ideología: la
ideología religiosa, la ideología moral, la ideología jurí-
dica, la ideología política, la ideología estética, la ideología

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PRÁCTICA TEÓRICA Y LUCHA lllEOLÓGlCA 53

filosófica. Estas regiones no existen siempre en la historia


bajo estas fonnas distintas, las que aparecieron paulati·
namente. Se debe prever que ciertas regiones desapare--
cerán o se confundirán con otras en el curso de la historia
del socialismo o del comunismo, y que distintas modifi-
caciones intervendrán en las reparticiones interiores que
tengan en el dominio general de la ideología. Hay que
señalar igualmente que según los períodos de la historia
(es decir, según los modos de producción) y en el interior
de los mismos modos de producción, según las diferentes
formaciones sociales existentes y de la misma manera,
como veremos, según las diferentes clases sociales, es esta
u otra región de la ideología la que domina a las otras en
el dominio general de la ideología. Así se explican por
ejemplo las observaciones de Marx y Engels sobre la in·
fluencia dominante de la ideología religiosa en todos los
movimientos de revuelta campesina del siglo XIV al siglo
XVIII y aun en ciertas formas primitivas del movimiento
obrero; o incluso la observación hecha por Marx, que no
es ciertamente humorística, al afirmar que los franceses
tienen cabeza política, los ingleses económica, los alema-
nes filosófica. Esta es una observación de gran impor-
tancia para comprender ciertos problemas propios .de las
tradiciones obreras en esos países. Se puede hacer anota-
ciones del mismo orden sobre la importancia de la reli·
gión en algunos movimientos de liberación de los ·antiguos
países coloniales o en la resistencia de los negros al ra-
cismo blanco de Estados Unidos. El conocimiento de las
diferentes regiones existentes en la ideología, el conoci·
miento de la región ideológica dominante (sea religiosa,
política, jurídica, moral, etc.) es de primera importan-
cia política para la estrategia y la táctica de la lucha ideo-
lógica.

11. Podemos comprobar igualmente otra caracterlstica


esencial de la ideología. En cada una de estas regiones la
ideología, que posee siempre una estructura detenninada,
puede existir bajo formas mds o menos difusas, mds o me-
nos irreflexivas o al contrario bajo formas más o metros
conscientes, reflexivas y explícitamente sistematizadas de
las fonnas teóricas. Se sabe que puede existir una ideolo-
gía religiosa que posea sus reglas, sus ritos, etc., aunque
sin una teología sistemática: el advenimiento de una teo-

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54 PRÁCTICA TEÓRICA Y LUCHA IDEOLóGICA

logía representa un grado de sistematización teórica de


la ideología religiosa. Sucede lo .mismo con la ideología
moral, política o estética: pueden existir bajo una forma
no teorizada, no sistematizada, bajo la forma de costum-
bres, de tendencias, de gustos; o al contrario, bajo una
forma sistematizada y reflexiva: teoría ideológica moral,
teoría ideológica política, etc. La forma superior de la teo-
rización de la ideología es la filosofía, cuya gran impor-
tancia radica en que constituye el laboratorio de la abs-
tracción teórica proveniente de la ideología, pero tratada
por ella misma como teoría. Es como laboratorio de la
teoría que la ideología filosófica ha desempeñado y de-
sempeña aún un flapel de gran importancia en el naci-
miento de las ciencias y en su desarrollo. Hemos visto que
Marx no suprimió la filosofía: por medio de una revolu-
ción en ella transfonnó la naturaleza de esta ciencia, la
desembarazó de la herencia ideológica que la trababa e
hizo de la filosofía una disciplina científica; así le propor-
cionó medios incomparables para desempeñar su papel
de teoría de la práctica científica real. De todos modos
debemos saber que a excepción de la filosofía en sentido
estricto, en cada uno de sus diferentes dominios la ideo-
logía no se reduce a su expresión teórica, la cual no es
generalmente accesible más que a un pequeño número de
hombres, sino que existe en las grandes masas bajo una
fonna no reflexionada teóricamente, que la extiende mu-
cho más allá de su forma teorizada.

111. Una vez ubicada la ideología en su conjunto, una vez


señaladas sus diferentes regiones, identificada la que do-
mina a las otras, y conocidas las diferentes fonnas (no
teorizadas, teorizadas) bajo las cuales existen, queda un
paso decisivo a dar para comprender el sentido último
de la ideología: el sentido de su función social. e.ste no
puede ser puesto en evidencia más que concibiendo la
ideología, con Marx, como un elemento de la superestruc-
tura de la sociedad, y concibiendo la esencia de este ele-
mento de la superestructura en su relación con la estruc-
tura de conjunto de la sociedad. De este modo nos damos
cuenta de que la función de la ideología no es inteligi-
ble, en las sociedades de clases, más que sobre la base
de la existencia de las clases sociales. En una sociedad
sin clases al igual que en una sociedad de clases, la ideo~

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PRÁCTICA TEÓRICA Y LUCHA IDEOLÓGICA

logia tiene por función asegurar la ligazón de los hom-


bres entre sí en el conjunto de las formas de su existen-
cia, la relación de los individuos con las tareas que les fija
la estructura social. En una sociedad de clases, esta fun-
ción es dominada por la forma que toma la división del
trabajo en la diferenciación de los hombres en clases an-
tagónicas. Nos damos cuenta entonces que la ideología
está destinada a asegurar la cohesión de las relaciones de
los hombres entre sí y de los hombres con sus tareas en
la estructura general de explotación de clase, que las ex-
tiende entonces a todas las otras relaciones. La ideología
está pues destinada ante todo a asegurar la dominación
de una clase sobre las otras y la explotación económica
que le asegura su preeminencia, haciendo a los explota-
dos aceptar como fundada en la voluntad de Dios, en la
"naturaleza" o en el "deber" moral, etc., su propia con-
dición de explotados. Pero la ideología no es solamente
un "bello engaño" inventado por los explotadores para
mantener a raya a los explotados y engañarlos: es útil
también a los individuos de la clase dominante, para acep-
tar como "deseada por Dios", como fijada por la "natura-
leza" o incluso como asignada por un "deber" moral la
dominación que ellos ejercen sobre los explotados; les es
útil pues, al mismo tiempo y a ellos también, este lazo de
cohesión social, para comportarse como miembros de una
clase, la clase de los explotadores. El "bello engaño" de
la ideología tiene pues un doble uso: se ejerce sobre la
conciencia de los explotados para hacerles aceptar como
"natural" su condición de tales; actúa también sobre la
conciencia de los miembros de la clase dominante para
pennitirles ejercer como "natural" su explotación y su do-
minación.
IV_ Arribamos aquí al punto decisivo, el cual está, en las
sociedades de clases, en el origen de !a falsedad de la re-
presentación ideológica. En las sociedades de clases, la
ideología es una representación de lo real, pero necesaria-
mente falseada, dado que es necesariamente orientada y
tendenciosa; y es tendenciosa porque su fin no es el de
dar a los hombres el conocimiento objetivo del sistema
social en que viven, sino por el contrario ofrecerles una
representación mistificada de este sistema social, para
mantenerlos en su lugar en el sistema de explotación de

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56 PRÁCI'IC\ TEÓRICA Y LUCHA IDEOLÓGICA

clase. Seria necesario, naturalmente, plantear también el


problema de la función de la ideología en una sociedad
sin clases, y deberíamos resolverlo entonces mostrando
que la deformación de la ideología es socialmente necesa-
ria en función misma de la naturaleza del todo social, muy
precisamente en función de su determinación por su es-
tructura, a la que hace, como todo social, opaca para los
individuos que ocupan en él un lugar determinado por
esta estructura. La opacidad de la estructura social hace
necesariamente mitica la representación del mundo in-
dispensable a la cohesión social. En las sociedades de cla-
ses esta primera función de la ideología subsiste, pero está
dominada por la nueva función social impuesta por la exis-
tencia de la división en clases, que la extiende amplia-
mente a la función precedente. Si queremos ser exhausti-
vos, si queremos tener en cuenta estos dos principios de
deformación necesaria, debemos decir que la ideología es,
en una sociedad de clases, necesariamente defonnante y
mistificadora porque es producida a la vez como defor-
mante por la opacidad de la determinación de la sociedad
por la estructura y por la existencia de la división en
clases. Es justamente aquf que hay que retroceder para
comprender por qué, como representación del mundo y
de la sociedad, la ideología es necesariamente una repre-
sentación deformante y mistificadora de la realidad en
que deben vivir los hombres, una representación destinada
a hacerles aceptar en su conciencia y en su comportamien-
to inmediatos, el lugar y el papel que les impone la es-
tructura de esta sociedad. Se comprende con esto que la
representación que la ideología da de la realidad sea una
cierta "representación", que la ideología en cierto modo
haga alusión a lo real, pero que al mismo tiempo lo que
ofrezca de lo real no sea más que una ilusión. Se com-
prende también que la ideología dé a los hombres un
cierto "conocimiento" de su mundo --o mejor, al permi·
tirles "reconocerse" en su mundo, les proporcione un cierto
''reconocimiento"- pero al mismo tiempo no los introduz-
ca sino a su desconocimiento. Alusión-ilusión o reconoci-
mient~desconocimiento: tal es pues, desde el punto de
vista de su relación con lo real, la ideología.
Se comprende también entonces que toda ciencia tenga
que romper, cuando nace, con la representación mistifi·
cada-mistificadora de la ideología; que la ideología, en su

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PRÁCTICA TEÓII.lCA Y LUCHA IDEOLÓGICA SI

función alusiva-ilusoria, pueda sobrevivir a la ciencia, dado


que su objeto no es el conocimiento, sino un dcsconoci·
miento social y objetivo de lo real.
Se comprende también que la ciencia no pueda, en su
función social, remplazar la ideología, como lo creían los
filósofos de la Ilustración, quienes no veían en la ideología
más que la ilusión (o error) sin ver en ella la alusión a
lo real, sin ver en ella la función social de esta unión -a
primera vista desconcertante, pero esencialmente la ilu-
sión y de la alusión. del reconocimiento y del descono-
cimiento.

V. Hay que añadir aún otra observación, que se refiere a


las sociedades de clases. Si la ideología expresa en su con-
junto una representación de lo real destinada a consagrar
una explotación y una dominación de clase, puede tam-
bién dar lugar, en ciertas circunstancias, a la expresión
de protesta de las clases explotadas contra su propia ex-
plotación. Por esto debemos ahora precisar que la ideo-
logía no está dividida únicamente en regiones, sino tam-
bién en tendencias, en el interior de su propia existencia
social. Marx ha mostrado que "las ideas dominantes son
las ideas de la clase dominante". Esta simple frase nos
permite comprender que, al igual que en una sociedad de
clases hay una (o varias clases) dominante y clases do-
minadas, existe también una ideología dominante e ideo-
logías dominadas. En el interior de la ideología en general
se observa, pues, la existencia de tendencias ideológicas
diferentes, que expresan las "representaciones" de las di·
ferentes clases sociales. Es en este sentido que hablamos
de ideología burguesa, ideología pequeñoburguesa o de
ideología proletaria. Pero no debemos perder de vista que
en el caso del modo de producción capitalista, estas ideo-
logías pequcñoburguesa y proletaria son ideologías subor-
dinadas, y que en ellas son siempre, aun en la protesta
de los explotados, las ideas de la clase dominante (o ideo-
logia burguesa) las que prevalecen. Esta verdad científica
es de primerísima importancia para comprender la histo-
ria del movimiento obrero y la práctica de los comunistas.
¡Qué queremos decir al afirmar con Marx que la ideología
burguesa domina las otras ideologías, y en particular la
ideología obrera? Queremos decir que la protesta obrera
contra la explotación se expresa en el interior mismo de

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58 PR,(CTICA, TEÓRICA Y LUCHA mEOLÓGICA

la estructura, y por consi guiente del sistema y en gran


parte de las representaciones y nociones de referencia
de Ja ideología burguesa dominante: por ejemplo, que la
ideología de protesta obrera se expresa "naturalmente" en
la forma de la moral o del derecho burgués. Toda la his­
toria del socialismo utópico, toda la historia del reformis­
mo tradeunionista puede atestiguarlo. La presión de la
ideología burguesa es tal, y es ella en tal medida la única
que proporciona la materia prima ideológica, los cuadros
de pensamiento, los sistemas de referencia, que la clase
obrera misma no puede, por sus propios recursos, liberar­
se radicalmente de la ideología burguesa. Puede en todo
caso expresar su protesta y sus esperanzas utilizando cier­
tos elementos de ideología burguesa, pero permanece pri­
sionera de ésta, presa en su estructura dominante. Para
que la ideología obrera "espontánea" llegue a transfor•
marse hasta el punto de liberarse de la ideología burgue­
sa, es necesario que reciba de afuera el socorro de la cien­
cia, y que se transforme bajo la influencia de un nuevo
demento, radicalmente distinto de la ideología: la ciencia
precisamente. La fundamental tesis leninista de la "impor•
tación" en el movimiento obrero de la ciencia marxista
no es pues una tesis arbitraria o la descripción de un "ac­
cidente" de la historia: está fundada en la necesidad mis­
ma, en la naturaleza de la ideología misma y en los límites
absolutos de desarrollo natural de la ideología "espontá­
nea" de la clase obrera.
Tales son, muy esquemáticamente resu midas, las carac­
terísticas propias de la ideología.

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