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UNIVERSIDAD NACIONAL DANIEL ALCIDES CARRION

APELLIDOS Y NOMBRES: CARBAJAL MANDUJANO JANETH YADIRA


PROFESOR: MINAYA LOVATON, Javier
SEMESRTRE: II Semestre

LOS TRES CERDITOS


Había una vez tres cerditos que eran hermano y se
fueron por el mundo a conseguir fortuna. El más grande les dijo a
sus hermanos que sería bueno que se pusieran a construir
sus propias casas para estar protegidos. A los otros dos les
pareció una buena idea, y se pusieron manos a la obra, cada
uno construyó su casita. La mía será de paja dijo el más
pequeño la paja en blanda y se puede sujetar con facilidad.
Terminaré muy pronto y podré ir a jugar. El hermano mediano
decidió que su casa sería de madera, Puedo encontrar un
montón de madera por los alrededores explicaron a sus
hermanos Construiré mi casa en un santiamén con todos estos
troncos y me iré también a jugar. Cuando las tres casitas
estuvieron terminadas. Los cerditos cantaban y bailaban en la
puerta, Felices por haber acabado con el problema:
¡Quién teme al lobo feroz, alLobo, al Lobo!
¡Quién teme al Lobo feroz, al lobo feroz!
Detrás de un árbol grande apareció el lobo, rugiendo de hambre y
gritando:
Cerditos, ¡me los voy a comer! Cada uno se escondió en su casa,
pensando que estaban a salvo, pero el Lobo Feroz se encaminó a
la casita de paja del hermano pequeño y en la puerta aulló: ¡Cerdito,
ábreme la puerta! No, no, no, no te voy a abrir. Pues si no me
abres... ¡Soplaré y soplaré y la casita derribaré! Y sopló con todas
sus fuerzas, sopló y sopló y la casita de paja se vino abajo. El
cerdito pequeño corrió lo más rápido que pudo y entró en la casa de
madera del hermano mediano. ¡Quién teme al Lobo Feroz, al Lobo,
al Lobo! ¡Quién teme al Lobo Feroz, al Lobo Feroz! cantaban desde
dentro los cerditos. De nuevo el Lobo, más enfurecido que antes al
sentirse engañado, se colocó delante de la puerta y comenzó a
soplar y soplar gruñendo: ¡Cerditos, abridme la puerta! No, no, no,
no te vamos a abrir. Pues si no me abrís... ¡Soplaré y soplaré y la
casita derribaré! La madera crujió, y las paredes cayeron y los dos
cerditos corrieron a refugiarse en la casa de ladrillo de su hermano
mayor. ¡Quién teme al Lobo Feroz, al Lobo, al Lobo! ¡Quién teme al
Lobo Feroz, al Lobo Feroz! cantaban desde dentro los cerditos. El
lobo estaba realmente enfadado y hambriento, y ahora deseaba
comerse a los Tres Cerditos más que nunca, y frente a la puerta
dijo: ¡Cerditos, abridme la puerta! No, no, no, no te vamos a abrir.
Pues si no me abrís ¡Soplaré y soplaré y la casita derribaré! Y se
puso a soplar tan fuerte como el viento de invierno. Sopló y sopló,
pero la casita de ladrillos era muy resistente y no conseguía
derribarla. Decidió trepar por la pared y entrar por la chimenea. Se
deslizó hacia abajo Y cayó en el caldero donde el cerdito mayor
estaba hirviendo sopa de nabos. Escaldado y con el estómago
vacío salió huyendo hacia el lago. Los cerditos no lo volvieron a ver.
El mayor de ellos regañó a los otros dos por haber sido tan
perezosos y poner en peligro sus propias vidas, y si algún día vais
por el bosque y veis tres cerdos, sabréis que son los Tres Cerditos
porque les gusta cantar: ¡Quién teme al Lobo Feroz, al Lobo, al
Lobo! ¡Quién teme al Lobo Feroz, al Lobo Feroz!
FIN

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