La Asamblea de Accionistas
La Asamblea de Accionistas
La Asamblea de Accionistas
Contenido
RESUMEN ................................................................................................................................... 2
NORMATIVA............................................................................................................................... 2
Asambleas de Accionistas ................................................................................................ 2
DOCTRINA.................................................................................................................................. 7
La Asamblea de Accionistas de la Sociedad Anónima .............................................. 7
JURISPRUDENCIA ................................................................................................................... 7
1. Enumeración y Funciones de los Órganos de la Sociedad Anónima y
Relación de la Asamblea de Accionistas y el Presidente de la Sociedad ............ 7
2. Impugnación de los Acuerdos de la Asamblea de Accionistas .................... 12
3. Diferencias entre la Junta Directiva y la Asamblea de Accionistas de la
Sociedad Anónima ............................................................................................................. 13
4. El Nombramiento de Mandatarios y las Facultades de la Asamblea de
Socios.................................................................................................................................... 15
5. Algunas Funciones de la Asamblea de Socios .................................................. 16
6. Nulidad de las Determinaciones Tomadas por la Asamblea de Socios
Fuera de la Agenda de Convocatoria............................................................................ 21
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7. Facultades de la Asamblea de Accionistas con Respecto de la Acción de
Responsabilidad de los Administradores de la Sociedad ...................................... 22
8. Convocatoria de la Asamblea General de Accionistas .................................... 26
9. Actividad Judicial No Contenciosa y la Oposición a la Convocatoria de
Asamblea de Accionistas................................................................................................. 27
10. La Protocolización del Acta de la Asamblea de Socios ............................... 29
RESUMEN
NORMATIVA
Asambleas de Accionistas
[Código de Comercio]i
Las facultades que la ley o la escritura social no atribuyan a otro órgano de la sociedad,
serán de la competencia de la asamblea.
Artículo 153. Las asambleas de accionistas son generales y especiales. Las generales
podrán estar integradas por la totalidad de los socios; las especiales, sólo por socios
que tengan derechos particulares; las generales son ordinarias o extraordinarias.
Artículo 154. Son asambleas ordinarias las que se reúnan para tratar de cualquier
asunto que no sea de los enumerados en el artículo 156.
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Artículo 155. Se celebrará una asamblea ordinaria por lo menos una vez al año, dentro
de los tres meses siguientes a la clausura del ejercicio económico, la cual deberá
ocuparse, además de los asuntos incluidos en el orden del día, de los siguientes:
Artículo 160. La petición a que se refiere el artículo anterior podrá ser hecha por el
titular de una sola acción, en los casos siguientes:
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Artículo 161. En los casos de los dos artículos anteriores, si los administradores
rehusaren hacer la convocatoria, o no la hicieren dentro de los quince días siguientes a
aquél en que hayan recibido la solicitud, ésta se formulará ante un juez competente
para que haga la convocatoria, previo traslado de la petición a los administradores y
siguiendo los trámites establecidos para los actos de jurisdicción voluntaria.
Artículo 162. Las asambleas podrán celebrarse dentro o fuera del país, en el lugar que
determine la escritura social y en su defecto en el domicilio de la sociedad.
Artículo 163. El orden del día deberá contener la relación de los asuntos que serán
sometidos a la discusión y aprobación de la asamblea, y será redactado por quien haga
la convocatoria.
Artículo 164. La convocatoria para asamblea se hará con la anticipación que fije la
escritura social, o en su defecto quince días antes de la fecha señalada para la reunión,
salvo lo dicho en los artículos 159 y 161.
Artículo 166. En una misma asamblea se podrán tratar asuntos de carácter ordinario y
extraordinario, si la convocatoria así lo expresare.
Artículo 167. Los accionistas podrán acordar la continuación de la asamblea en los días
inmediatos siguientes, hasta la conclusión del orden del día.
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Artículo 169. Para que una asamblea ordinaria se considere legalmente reunida en
primera convocatoria, deberá estar representada en ella, por lo menos la mitad de las
acciones con derecho a voto; y las resoluciones sólo serán válidas cuando se tomen por
más de la mitad de los votos presentes.
Artículo 170. Salvo que en la escritura social se fije una mayoría más elevada, en las
asambleas extraordinarias deberán estar representadas, para que se consideren
legalmente reunidas en primera convocatoria, por lo menos las tres cuartas partes de
las acciones con derecho a voto; y las resoluciones se tomarán válidamente por el voto
de las que representen más de la mitad de la totalidad de ellas.
Artículo 172. A solicitud de quienes reúnan el veinticinco por ciento de las acciones
representadas en una asamblea, se aplazará, por un plazo no mayor de tres días y sin
necesidad de nueva convocatoria, la votación de cualquier asunto respecto del cual no
se consideren suficientemente informados. Este derecho podrá ejercitarse sólo una
vez para el mismo asunto.
La persona a quien se le haya denegado información, podrá pedir que tanto su petición
como los motivos aducidos para denegarla figuren en el acta.
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justifiquen la legalidad de las convocatorias y aquéllos en que se hubieren hecho
constar las representaciones acreditadas.
Artículo 175. Las resoluciones legalmente adoptadas por las asambleas de accionistas
serán obligatorias aun para los ausentes o disidentes, salvo los derechos de oposición
que señala este Código.
Artículo 177. La acción de nulidad a que da derecho el artículo anterior se regirá por las
disposiciones del derecho común, y prescribirá en un año, contado desde la fecha en
que se adoptó el acuerdo o de su inscripción en el Registro Mercantil, si esta
inscripción fuere necesaria.
Artículo 178. Los socios podrán también pedir la nulidad de los acuerdos no
comprendidos en el artículo 176, llenando los siguientes requisitos:
Artículo 179. Para resolver sobre las acciones de nulidad de los acuerdos, será
competente el Juez del domicilio de la sociedad.
Artículo 180. Los accionistas, de cualquier clase que sean, tendrán los mismos
derechos para los efectos del ejercicio de las acciones de nulidad.
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DOCTRINA
También puede ejercer ese derecho de convocatoria el dueño de una sola acción, si se
dan las circunstancias señaladas por el CODIGO DE COMERCIO, en su artículo 160, el
cual dice textualmente: "...La petición a que se refiere el artículo anterior podrá ser
hecha por el titular de una sola acción, en los casos siguientes:
JURISPRUDENCIA
[Sala Primera]iii
Voto de mayoría:
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conclusiones. Desde una perspectiva literal, contrario a lo afirmado por la recurrente,
dicho canon resulta ambiguo. El uso por parte del legislador del signo de puntuación
denominado “coma” para separar las tres oraciones que contempla, así como del
pronombre “quienes”, permitirían, al menos, dos interpretaciones: 1) que las dos
primeras oraciones están íntimamente ligadas entre sí, por consiguiente, la última –“...
quienes tendrán las facultades que allí se les asignen.”- se refiere tanto al Presidente,
cuanto a los otros consejeros; y, 2) que el referido pronombre, al estar en plural,
únicamente alude a la segunda oración, es decir, a los consejeros. El legislador, en la
primera oración, de manera clara y sin limitación alguna, le otorga la representación
judicial y extrajudicial de la sociedad al Presidente del consejo de administración; ergo,
no sería racional que, en la última frase se desdijera, otorgándole a los socios la
posibilidad de limitársela. La “ratio legis” del artículo en comentario, es que siempre
exista un representante de la sociedad anónima que actúe frente a terceros con
poderes ilimitados. Evidentemente, esto va en beneficio de ellos, no tener que acudir al
Registro Público a verificar si tiene o no poder para realizar determinado acto. Basta
con que sea el Presidente de la empresa. Lo correcto, por consiguiente, es la segunda
tesis: interpretar que la primera frase es independiente de las otras dos, y que, por
ende, el pronombre “quienes” únicamente se refiere a los consejeros. II. Por otro lado,
el término “representación” utilizado en la primera frase, podría hacer pensar que el
legislador costarricense plasmó, en la norma en comentario, la “teoría de la
representación”, lo cual, según se analizará de seguido, es equívoco. No resulta de
interés abarcar en esta resolución toda la problemática que sobre el tema se ha dado,
sobre todo a nivel doctrinal. Sin embargo, sí es oportuno tener presente lo siguiente. De
conformidad con la doctrina, la verdadera y propia representación es la denominada
directa, es decir, cuando una persona actúa en nombre y en el interés de otra,
manteniéndose dentro de límites del poder conferido (la representación indirecta o
interposición gestora, consiste en actuar sólo por cuenta de otro, pero en nombre
propio). De tal manera que los efectos del acto se producen directa y exclusivamente en
la esfera jurídica del representado. Al representante se le considera como una ayuda
ocasional o temporal del representado. En consecuencia, éste puede actuar
directamente sin aquél. No se puede hablar de representación, según afirma la
doctrina, si no es posible identificar a los sujetos (ambos) de la relación. Esto es
aplicable a las personas físicas, mas no a las jurídicas. Éstas, como es sabido, no
pueden actuar por sí solas. Diversas han sido las teorías esbozadas para explicar su
naturaleza y funcionamiento. La doctrina ius privatista contemporánea, casi de manera
unánime, adopta la teoría del órgano, recogida del Derecho Público. De conformidad
con esta posición, la persona jurídica, está compuesta por órganos a través de los
cuales actúa y se expresa. Se entienden por tales a las personas, o grupos de personas
físicas que, por disposición de la ley o del pacto social en ausencia de ésta, están
autorizados a manifestar su voluntad y desarrollar la actividad del ente para la
consecución de sus fines. De tal manera que, en sus relaciones externas, quien obra es
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la persona jurídica. III. Como es sabido, el Código de Comercio de Costa Rica, en lo que
atañe a la materia de sociedades anónimas, se fundamenta en las disposiciones del
hondureño de 1951. En lo de interés, en la exposición de motivos de este cuerpo
normativo, se indica lo siguiente: “SECCIÓN QUINTA De la Asamblea Por ser la
asamblea general el órgano democrático de expresión de la voluntad social, era
necesario establecer un régimen completo que viniese a suplir las muchas lagunas que
se hallan en la regulación establecida por los artículos 347 y siguientes del Código de
Comercio de Honduras. Las principales innovaciones que en esta materia se introducen
podríamos enumerarlas en la forma siguiente:
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luz de la doctrina, tanto en la legislación hondureña, cuanto en la costarricense,
pueden identificarse tres órganos sociales para las sociedades anónimas: 1) órgano
deliberativo (asamblea de accionistas, artículos 165 al 200 del Código de Comercio de
Honduras; 152 al 180 del Código de Comercio costarricense); 2) órgano gestor (bajo la
denominación “De la administración y de la representación de la sociedad, artículos
201 al 230 del Código de Comercio de Honduras; 181 al 192, del costarricense; y 3)
órgano contralor o de vigilancia (fiscal o fiscales –o comisarios según la legislación
hondureña- , artículos 231 al 239 del Código de Comercio de Honduras; 193 a 200 del
costarricense). No obstante lo anterior, en materia de representación, como se indicó
en el Considerando I de este fallo, el artículo 182 del Código de Comercio de Costa Rica
dispone que “La representación judicial y extrajudicial de la sociedad corresponderá al
Presidente del consejo de administración ...”. De conformidad con su tenor literal, se
concluye que el legislador invistió como órgano representativo de la sociedad anónima
al Presidente del consejo de administración. Consecuentemente, son cuatro, y no tres,
los órganos sociales, a saber: 1) órgano deliberativo (asamblea de accionistas), 2)
órgano gestor (consejo de administración o junta directiva), 3) órgano representativo
(el Presidente de la sociedad) y, 4) órgano contralor o de vigilancia (fiscal o fiscales).
Cada uno tiene competencias propias establecidas en la ley. Ninguno puede realizar
actividades propias de otro, cuando sean legalmente estatuidos en la eventualidad de
que la ley no asigne determinada función, de conformidad con el artículo 152 párrafo
segundo ibídem, el competente para llevarla a cabo es la Asamblea de Accionistas,
como órgano supremo. Corolario de lo anterior es que el único órgano que puede
representar válidamente a la sociedad tanto judicial, cuanto extrajudicialmente, es el
Presidente de la Junta Directiva. Cuando la persona física actúa en su carácter de
Presidente, por lo tanto, debe entenderse que quien lo hace es la sociedad. Por ello, el
tercero que contrata con él, o el que lo llama a juicio, o solicita su confesión, no está
obligado a, de previo, verificar si se le han otorgado poderes suficientes para actuar. El
legislador costarricense le otorgó poderes amplísimos, omnímodos, por ello, no es
posible que los socios, en el pacto social, le limiten esas facultades. Entenderlo de esta
forma conculca los principios rectores del Derecho Mercantil de seguridad y celeridad
en las transacciones comerciales. En conclusión: el legislador quiso que el órgano
representativo tuviera los suficientes poderes para hacer actuar a la persona jurídica
que representa. Ergo, cualquier limitación establecida en el pacto social debe tenerse
por no puesta. Ahora bien, el numeral 182 del Código de Comercio, en su segunda
oración, prevé la posibilidad de que los socios designen en el pacto social, además del
Presidente, a otros representantes, a quienes sí se les puede imponer limitaciones.”
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son fijadas de manera directa –e inmodificable- por la ley. La voluntad soberana del
colectivo agrupado en la persona jurídica se manifiesta a través de la escogencia de un
sujeto apto para el desempeño de tales funciones, pero no puede limitar –frente a
terceros- su estatus de órgano representativo. El interés de esta disposición tiene un
doble efecto. En primer lugar, contribuye al tráfico jurídico con estas –y entre estas-
personas jurídicas, de forma célere y expedita, pues quienes se vinculan con ellas, tan
solo deberán verificar la vigencia del nombramiento del Presidente. Esto está
íntimamente ligado con el principio de buena fe (artículo 22 del Código Civil) que debe
inspirar los negocios, amén de que proporciona seguridad jurídica, en tanto existe
certeza de haberse vinculado con la sociedad, a través del órgano que reúne las
condiciones para ello. En segundo término, limita la posibilidad de que la sociedad
evada su –eventual- responsabilidad civil a través del mecanismo de nombrar
Presidentes con poderes muy limitados o escasos, arguyendo falta de capacidad de su
representante. La sociedad debe contar permanentemente con un sujeto que goce de
las capacidades necesarias para representarla en todos los ámbitos. Por ello, la
voluntad social no puede imponer condiciones o límites que afecten a terceros.
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fe, sin perjuicio de la responsabilidad de los consejeros ante la sociedad”). Lo dicho
integra tres elementos; el carácter de representante del Presidente mandado por el
Ordenamiento que no puede ser limitado en perjuicio de terceros (artículo 182 del
Código de Comercio), la garantía de responsabilidad –en este caso societaria- evitando
el fraude de ley a través de la limitación de las facultades del órgano de representación
(numerales 981 y 20 del Código Civil) y la voluntad soberana de la Asamblea de
Accionistas en establecer, a lo interno, la forma de gobierno –y en consecuencia los
controles y limitaciones- que desee dentro de las materias de su competencia
(cardinales 152, 154 y 156 del Código de Comercio). En síntesis, la sociedad podrá
imponer límites a la actuación del Presidente, sin embargo, sólo tienen eficacia relativa
(inter-partes) pero no surtirán ningún efecto respecto de terceros, pues frente a ellos,
el presidente ejerce la representación judicial y extrajudicial de la sociedad anónima.
Al amparo de lo señalado, en un caso como el del presente debate, el Presidente
estaba capacitado y habilitado legalmente para comprometer a la sociedad, en virtud
de su estatus de órgano de representación. Así las cosas, por todas las razones
expresadas, no se observa el quebranto legal acusado.”
[Sala Primera]iv
Voto de mayoría
“VI. La razón de ser de los mecanismos impugnatorios, se encuentra en que pese a ser
las asambleas de accionistas de las sociedades anónimas órganos soberanos, las
mismas deben respetar lo previsto en la ley, los estatutos y las bases esenciales de la
sociedad, de manera que el quebranto de esos límites da lugar al establecimiento de
un régimen de impugnación para restaurar tales limitaciones. Se trata en realidad de
un único mecanismo, la impugnación judicial, pues solo a través de ella se puede lograr
la nulidad de los acuerdos sociales. Mientras no se objeten y los mismos no sean
judicialmente declarados nulos, han de tenerse por válidos y eficaces. El Código de
Comercio, en sus artículos 176 a 180, disciplina el régimen de invalidez de los acuerdos
societarios. Los ordinales 176 y 178 establecen los supuestos de impugnación, sin
embargo, si bien ambos regulan la nulidad, se puede decir, en virtud de la causa que
motiva la ineficacia o invalidez, que el primero se refiere a nulos y el segundo a
anulables, clasificación que constituye una transposición al acuerdo social de la
doctrina general de la ineficacia del negocio jurídico, categoría a la cual pertenece
según esta Sala lo ha dicho: “En la doctrina y en la legislación positiva se considera que
el acuerdo tomado por las asambleas de accionistas implica una declaración de
voluntad que participa de la categoría de los negocios jurídicos, que trata de producir
efectos jurídicos y que regula intereses privados (v. arts 152 y 155 del Código de
Comercio) (...) Lo anterior significa como antes se dijo que lo referente a la validez de
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los acuerdos de esas asambleas tiene relación con la teoría de la validez de los
negocios jurídicos.- El principio general es que las decisiones tomadas dentro de los
límites quee (sic) establecen la ley y los estatutos son válidas y eficaces (Tulio Ascarelli,
Derecho Comercial Capítulo V. Número 5, página 150)” (Nº 33, de las 14 horas 30
minutos del 1º de julio de 1983). Así, los acuerdos de asambleas son nulos, conforme
al artículo 176 del Código de Comercio: “a) Cuando la sociedad no tuviere capacidad
legal para adoptarlos; b) Cuando se tomaren con infracción de lo dispuesto en este
capítulo; y c) Cuando fueren incompatibles con la naturaleza de la sociedad anónima, o
violaren disposiciones dictadas para la protección de los acreedores de la sociedad o en
atención al interés público”. Se trata de supuestos distintos e independientes, no de
requisitos en su conjunto que deba llenar el acuerdo impugnado para que sea
declarado nulo, como afirma la casacionista. La redacción de la norma no da pie para
interpretarla de la manera que esta propone. Basta, entonces, estar ante alguno de los
supuestos contenidos en los distintos incisos del numeral, para que resulte aplicable al
caso. El numeral 178, señala: “Los socios podrán también pedir la nulidad de los
acuerdos no comprendidos en el artículo 176, llenando los siguientes requisitos: a) Que
la demanda señale la cláusula de la escritura social o el precepto legal infringido y en
qué consiste la violación; b) Que el socio o los socios demandantes no hayan concurrido
a la asamblea o hayan dado su voto en contra de la resolución; y c) Que la demandada
se presente dentro del mes siguiente a la fecha de clausura de la asamblea”. En
consecuencia, solo se puede acudir a éste si se está ante un acuerdo que infrinja la ley
o los estatutos, cuando no quepa respecto de ellos la acción de nulidad. Cabe agregar,
que para formular válidamente una pretensión, el inciso b) de este artículo exige la
concurrencia de un doble requisito legitimatorio: la calidad de accionista, por un lado
y, por el otro, que éste no haya concurrido a la asamblea o haya dado su voto en
contra de la resolución. Además debe presentarse la acción dentro del mes siguiente a
la fecha de la clausura de la asamblea.”
[Sala Primera]v
Voto de mayoría
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para reunirse válidamente. Mientras la junta directiva, es un órgano permanente, pero
con jerarquía inferior, además es por excelencia el ejecutor de los acuerdos de la
asamblea general que realiza los negocios sociales, aparece regulada en los ordinales
181 y siguientes del Código de cita. Ahora bien, la forma de convocatoria para la
asamblea de accionistas es la estipulada en la escritura social; pero a falta de
disposición expresa lo es como lo regula el Código de Comercio, por aviso publicado en
La Gaceta (artículo 158 ibídem). Referente a la junta directiva, necesariamente deberá
el pacto constitutivo disponer el modo de convocatoria, el lugar de reunión, la forma
en que se llevarán las actas y otros detalles del funcionamiento (numeral 184
penúltimo párrafo), aspecto que es vital aclarar al ser el fundamento del Tribunal para
revocar la sentencia de primera instancia.
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tono con la cláusula octava del pacto social. De esta forma, la codemandada cumplió
con lo establecido en el artículo 158 citado y realizó en forma correcta la convocatoria,
siguiendo las formalidades establecidas en la ley, por medio de edicto publicado en la
Gaceta N° 130 del 9 de julio de 1993 indicándose la fecha de celebración a las 14 horas
del 21 de agosto del mismo año, en domicilio social en ese momento, en playa
Junquillal de Santa Cruz Guanacaste, en primera convocatoria; y una hora después, en
segunda convocatoria con los accionistas presentes; señalándose el orden del día:
aumento del capital, reforma del domicilio, de las convocatorias a las asambleas,
representación de la sociedad, sustitución de miembros de la junta directiva, el fiscal,
agente residente y asuntos varios. Por lo anterior lleva razón la recurrente, ya que el
Tribunal violó el artículo 158 del Código de Comercio, el cual regula la convocatoria de
accionistas en ausencia de regulación estatutaria."
III. En efecto, de la certificación visible a folio 875, consta que el plazo social de la
sociedad actora, es de cincuenta años a partir del trece de diciembre de mil
novecientos setenta y ocho, y que Carlos Solís Rodríguez y Marco Sassoli de Bianchi,
fueron nombrados por un plazo de veinte años a partir de esa misma fecha, por su
orden como Presidente y Secretario de esa entidad, quienes tuvieron su
representación judicial y extrajudicial con las facultades de apoderados generalísimos
sin limitación de suma, actuando conjunta o separadamente.
IV. Esa circunstancia, de vencimiento del plazo para el cual se designó a los miembros
de la junta directiva, es reconocida por el Lic. Carlos Solís Rodríguez, quien a su vez
argumenta en el libelo de folios 870 a 872, que la asamblea general de accionistas, con
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base en las facultades que le otorga el numeral 152 del Código de Comercio, le confirió
poder especial judicial dentro de este proceso, con las facultades que establecen los
artículos "289 y 290" del Código Civil, que hay que entender correctamente como
"1289 y 1290" de ese cuerpo normativo, situación que se comprueba con la escritura
otorgada ante el notario Christian Díaz Barcia, que consta a folio 845. Fue con base en
esa escritura que el juzgado de instancia, denegó el recurso de revocatoria que
concomitantemente se interpuso con el de apelación, pues en su criterio, con esa
actuación se demuestra que la personería de tal empresa está vigente.
[Sala Primera]vii
Voto de mayoría
"I. La empresa "S. J. I. C., S. A." fue constituida con un capital social de doscientos mil
colones, representado por dos mil acciones de cien colones cada una. Las acciones
representativas del capital, íntegramente suscritas, de conformidad con el pacto social
son nominativas, pero, además, la sociedad tendrá la facultad "para autorizar y emitir
una o más clases de acciones y títulos valores con las designaciones, preferencias,
privilegios, restricciones, limitaciones y otras modalidades que acuerden los socios que
podrán referirse a los beneficios, al activo social, determinados negocios de la
sociedad, a las utilidades, al voto o cualquier otro aspecto de la actividad social"
(Cláusula quinta del pacto social, folio 3). Las asambleas, y todos los demás aspectos
no previstos, se regirán por las disposiciones de la Ley Nº 3284 de 30 de abril de 1964.
De esas acciones, la número 1003 fue adquirida por "Agencia Bolaños S.A."., emitida el
17 de abril de 1975. Más tarde, el 5 de setiembre de 1978, se otorgó un "Certificado de
Privilegio", bajo el número 270, para facultar al poseedor de la acción número 1033 a
"una exención de pago de cuotas mensuales de mantenimiento durante diez años
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consecutivos a partir de abril 30, 1976". La sociedad tiene dentro de sus activos el
complejo social "S.J.I.C.", cuyo disfrute exige ser accionista de la sociedad, la obligación
del pago de una cuota de mantenimiento, así como de las demás contribuciones
reglamentarias que se establezcan en la respectiva Asamblea de socios. Bajo este
último tipo de contribución se fijaron en asambleas generales las cuotas
extraordinarias o de compensación para todos los accionistas sin distingo de
categorías. En esta forma los socios normalmente deben pagar como cuotas
mensuales tanto las de mantenimiento como las extraordinarias o de compensación.
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especiales, representa una parte del capital, el titular tiene derechos societarios para
fijar la organización, percibir dividendos y recibir, en caso de liquidación, la cuota-parte
social. La acción privilegiada, aparte de las características propias de la ordinaria, tiene
respecto de ésta ciertas prioridades, otorgando al titular distintos derechos de mayor
beneficio, mayores ventajas, en cualesquiera de los aspectos definidos por los socios.
Existen también las acciones por prestación accesoria, como cuando el titular se obliga
respecto de la sociedad a cumplir distintos tipos de obligaciones.
IV. La sentencia de esta Sala número 27 de las 15 horas del 20 de junio de 1986, en un
caso muy similar al presente, expresó: "Conviene recordar que a la luz de los convenios
sociales de las normas aplicables y de la doctrina relativa a la clase de sociedades de
que se conoce en este caso, existen relaciones patrimoniales recíprocas entre el socio
y la sociedad y entre la sociedad y el socio. Frente al socio deudor de la sociedad, ésta
se encuentra como acreedora. A ese grupo de relaciones pertenecen las relativas a
contribuciosnes extraordinarias que se acuerden, en las que el socio se constituye en
deudor sy debe responder con su patrimonio a la sociedad. El pago de todas las
aportaciones sociales acordadas, debe necesariamente efectuarse, porque sólo con la
suma de ellas es posible que la sociedad pueda realizar sus fines. Las aportaciones son
los medios para realizar los objetivos propuestos en el contrato social, por lo que su
cobro es un derecho de la entidad colectiva y un deber del miembro de ella. Puesto
que al constituir una sociedad de esta clase se persigue un fin común, en principio y
como cuestión general, todos los socios deben contribuir en lo necesario, -por partes
iguales o proporcionales-, a la consecución de ese objetivo. Y cuando para poder
lograrlo se requiere un aporte extraordinario para cubrir eventuales prestaciones que
no fueron previstas, los socios pueden consentir en contraer compromisos adicionales
a favor de la sociedad, con lo que una vez acordados resultan obligados a prestaciones
accesorias. El cobro de ellas tiene que ser hecho obviamente por los representantes
administradores, y no puede responsabilizarse a quien cumple con esa obligación. El
poder de administrar es esencial, porque no podrá plasmarse el ejercicio social que se
deriva del contrato si no es a base de la acción del administrador designado. El
patrimonio está destinado a la realización de los fines de la sociedad pues las
obligaciones que se contraen deben ser satisfechas con sus bienes. Los socios están
obligados a las prestaciones prometidas en el contrato, como también a las otras
aportaciones convenidas. La medida de las aportaciones está establecida por el
contrato socials, pero cuando ésta no disponga nada sobre algunas de ellas, los socios
pueden convenir en aportar, cuando eso es necesario para la realización del objeto
social. El acuerdo tomado en asamblea general en el sentido de ordenar esa
contribución voluntaria, que no ha sido objetada ni impugnada, puede presumirse
obligatorio y dar fundamento para que, con el propósito de lograr su pago, la sociedad
amenace con prohibir los beneficios sociales a los socios morosos. Esta obligación, si
no fue expresamente convenida en el contrato social podría no estar dentro de las
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aportaciones prometidas, no obstante, si fue acordada por la mayoría de socios ante
necesidades imprevistas que la justifican y no fue impugnada por los interesados, pudo
dar fundamento a que se acuerde su percepción y a que se sancione al socio que no
cumple con el no uso de las instalaciones. La medida se justificaría si la contribución
fue convenida, porque no hubo objeciones, o porque se apoya en situaciones que
pueden calificarse como eventos extraordinarios acaecidos, que no fueron previstos, y
que obedecen a cambio de circunstancias o a motivos de fuerza mayor. Ante esa
perspectiva, o se incumplen las obligaciones, o se reduce el patrimonio social, que de
continuar disminuyendo produciría la liquidación de la sociedad. Considérese que una
situación extraordinaria obliga a tomar medidas de ese mismo carácter porque de lo
contrario todo el objetivo propuesto para la sociedad fracasa. Frente a ese cuadro de
circunstancias la obligación de colaboración acordada por la mayoría de socios para
mantener el regular funcionamiento de la sociedad, debe entenderse que priva y
domina por sobre quienes se niegan a hacerlo, porque si un número de personas se ha
concertado para lograr objetivos comunes, éstos deben procurar obtenerse aún contra
quienes se niegan a cooperar a ese bien común, pues no es aceptable que como socio
se actué contra los fines de la sociedad (...). Se ha reconocido y admitido que el
privilegio de exención de cuotas mensuales de mantenimiento durante diez años
consecutivos está concedido, pero que ese beneficio a su vez, no eximía de la
obligación de pagar las cuotas o contribuciones de carácter extraordinario, pues éstas
son cosa diferente. La distinción entre ambas que se tuvo por cierta, permitió que se
reconociera que las extraordinarias fueron acordadas en diferentes asambleas -como
extraordinarias-, y debían ser spagados por todos los socios, que su no pago hacía
incurrir en mora, y que era obligatorio satisfacerlo bajo pena de prohibir el ingreso a
las instalaciones del club a quienes no lo hicieran (...). Dentro de las facultades de una
sociedad está la de regirse por medio de acuerdos tomados en Asambleas Generales
de sus miembros, los cuales, son obligatorios y pueden ejecutarse. Ahora bien, si
contra el acuerdo tomado no se recurre ni se hace oposición, ni se alega nulidad, la
sociedad no incurre en responsabilidad al ejecutarlo. Por consiguiente, si se cumple
con este deber, eso no significa que se han desconocido los derechos de los
accionistas, y en consecuencia no se pueden considerar violados los textos legales que
los tutelan".
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tenedor de la acción del pago de los costos mensuales de mantenimiento durante un
período de 10 años, esto es, quien ostentaba este privilegio, a diferencia del resto de
los socios, no estaba en la obligación de pagar por ese concepto mientras todos los
demás sí debían cumplir con ese pago. Pero esa prerrogativa, sobre la cual ni la
demanda ni las sentencias de instancia han pretendido vulnerar, no puede ser, ni
mucho menos interpretarse, como un privilegio que consienta en mutar la naturaleza
jurídica de la acción originalmente suscrita. Esto es así porque la acción número 1003
fue emitida desde un inicio como acción ordinaria, común y nominativa, y el certificado
de privilegio lo fue única y exclusivamente para eximir de los pagos referidos al
mantenimiento mensual del complejo social que es patrimonio de la sociedad, cuyo
uso requiere, entre otros requisitos, al haber suscrito una acción de la sociedad
propietaria. En este sentido no existe el pretendido error de hecho en cuanto a la
apreciación del documento de comentario, pues los jueces de instancia al apreciarlo
no han incurrido en equivocaciones materiales o de concepto, desantendiendo su
contenido material o negándole elementos de convicción que pudieren derivar de su
contenido, pues los jueces han leído e interpretado correctamente el mismo sin
extraer de él un concepto distinto del expresado. Siendo así, y no tratándose de una
acción privilegiada, no pudo haber violación del artículo 121 del Código de Comercio
por falta de aplicación ni tampoco violación de los artículos 153 y 147 del mismo
cuerpo de leyes, por lo que no es de recibo la argumentación de la necesidad de una
asamblea especial constituida por accionistas privilegiados encargados de definir su
propia situación respecto de la sociedad en función del privilegio derivado de sus
acciones. Tratándose, como se trata, de una acción ordinaria, el recurrente si bien tuvo
el privilegio de estar exento en cuanto al pago de los costos mensuales de
mantenimiento, no lo estaba respecto de aquellos otros fijados en asamblea general
extraordinaria, los cuales fueron acordados para compensar la situación económica del
Club. Si el recurrente no concurrió a dichas asambleas, o si asistiendo su tesis no tuvo
éxito, ello en nada altera la situación jurídica suya, pues como parte de la sociedad, los
acuerdos a los cuales se llegue por mayoría le son aplicables de pleno derecho, y en
ese sentido los reproches planteados según los cuales se le ha impedido incluso el
ingreso al Club, ello ha de entenderse en el sentido expresado de que las acciones no
solo derivan derechos para quienes las han suscrito sino también obligaciones, y por
tal resulta atendible la exigencia de la Administración de impedir el ingreso a quienes
no cumplan con todas las obligaciones impuestas para poder disfrutar de dichas
instalaciones.
20
6. Nulidad de las Determinaciones Tomadas por la Asamblea de Socios
Fuera de la Agenda de Convocatoria
[Sala Primera]viii
Voto de mayoría
21
7. Facultades de la Asamblea de Accionistas con Respecto de la Acción de
Responsabilidad de los Administradores de la Sociedad
[Sala Primera]ix
Voto de mayoría:
II. El apoderado especial judicial de los codemandados André Tinoco y Ulrich Hamers,
en lo personal, interponen recurso de casación, aduciendo violación directa de ley.
Acusa infringidos los numerales 2, 155 inciso a), 159, 160, 173 y 192 del Código de
Comercio, y 1218 del Código Civil. Se trata de un único motivo. Inicia su argumentación
con una explicación del fundamento del fallo recurrido. El Tribunal, dice, consideró que
no se estaba ante un proceso de responsabilidad sino de un asunto relacionado con el
derecho de información de los accionistas, razón por la que, estimó, debió aplicarse en
forma supletoria al caso el artículo 1218 del Código Civil, en vez del 192 supra citado,
según autoriza el artículo 2 antes señalado. Éste último, expone, fue interpretado de
forma errónea y aplicado indebidamente. De conformidad con dicho ordinal, arguye,
22
sólo en el supuesto de que no exista en el Código de Comercio ni en otras leyes
mercantiles, disposición concreta que regule determinada materia o caso, debe
acudirse, en forma supletoria, al Código Civil. La rendición de cuentas, afirma, se
encuentra normada en la Sección V del Capítulo VII del Código de Comercio, en
concreto, en los numerales 155 inciso a), 160 y 173, y la acción de responsabilidad
contra los administradores de la sociedad, que es lo que se ha planteado en este caso,
de ahí el cobro de $100.000,00 por concepto de daños y perjuicios, en el ordinal 192
ibidem. Existiendo reglas concretas en el Código de Comercio, que rigen el caso
sometido a su conocimiento, sostiene, no debió el Ad quem acudir al artículo 1218 del
Código Civil para resolverlo. Al actuar así, asevera, quebrantó este precepto, toda vez
que lo aplicó de manera indebida, dejando de lado con ello el 155 inciso a), 160, 173 y
192 del Código de Comercio, que sí debieron serlo, todo por una errónea
interpretación y aplicación del ordinal 2 de ese mismo cuerpo legal. Luego, explica lo
que regula cada uno de los numerales dejados de aplicar. Reitera su criterio en cuanto
a que éstos regulan las acciones emprendidas por el actor, rendición de cuentas y
responsabilidad de los administradores y, por lo tanto, debieron aplicarse en la
especie. Si lo hubiera hecho el Tribunal, alega, habría podido concluir que el derecho
de información que ostenta todo socio, con independencia de su porcentaje de
participación en la sociedad, no le fue negado al actor, como desafortunadamente
concluyó. Las normas inaplicadas, discute, le dan al socio titular de una sola acción, la
posibilidad de pedir por escrito a los administradores, en cualquier momento, la
convocatoria de una asamblea de accionistas, para conocer de los asuntos que se
señalen en su solicitud, pudiendo discutir y aprobar además el informe sobre
resultados del ejercicio anual que presenten los administradores, así como pedir
durante la celebración de la asamblea, todos los informes y aclaraciones que estime
necesarios acerca de los asuntos comprendidos en el orden del día. Esto, afirma, no es
ni más ni menos que una rendición de cuentas, de ahí, que el Tribunal los transgredió
al no aplicarlos. Insiste, en que no existió violación alguna al derecho de información
del actor, pues la normativa referida disciplina claramente ese derecho del accionista,
sea minoritario o mayoritario, así como todas las posibilidades y formas que tiene para
ejercerlo. Cita doctrina española en respaldo de su dicho. El ordinal 192 referido,
agrega, contrario al criterio del Ad quem, debió aplicarse, pues en este proceso,
además de la rendición de cuentas, se conoce de una acción de responsabilidad contra
los administradores, que se concretó en la petición de condena a la sociedad
demandada al pago de $100.000,00, en concepto de daños y perjuicios. De acuerdo
con ese precepto, manifiesta, dicha acción está reservada a la sociedad, previo
acuerdo de la asamblea general de accionistas. De tal forma, asegura, al no acreditar el
actor, que él fuera designado por el órgano soberano de la sociedad para ejercer la
acción de responsabilidad contra los codemandados André y Hamers, se concluye que
existe una falta de legitimación activa y pasiva.
23
III. El punto en discusión en este asunto, a saber, la errónea interpretación, aplicación
indebida e inaplicación de las normas cuya infracción se acusa, ya ha sido zanjado por
esta Sala, tal y como estableció el Tribunal en la sentencia recurrida. Al respecto ha
dicho:
“X.… Por ello, al figurar en el sub-júdice como co-actor, de conformidad con el artículo
1218 del Código Civil, aplicable a la especie de conformidad con lo establecido por el
numeral 2 del Código de Comercio, en donde se establece que, como socio de la
empresa (hecho probado identificado con el número 4), está legitimado para exigir la
rendición de cuentas al administrador de la sociedad, resulta necesario determinar si le
es oponible la indicada excepción…
“IV.…De todas formas, la ley busca por medio del proceso de rendición de cuentas, que
toda persona por el hecho de administrar bienes o gestione negocios, total o
parcialmente ajenos, aunque sean comunes de quien administra con otra persona, se
vea en la obligación de presentar las cuentas de su administración, a menos que la ley
o el que tenga derecho a pedirlas así lo eximan expresa o tácitamente. Valga decir
igualmente, los apoderados de las sociedades, por la ejecución del mandato conferido y
aceptado, y en su condición personal, están sujetos a la responsabilidad derivada de las
obligaciones que la ley o los contratos celebrados les impone, y por los delitos
eventuales que cometieren (artículos 191, 192 del Código de Comercio, 693 y
siguientes, 702 y siguientes, 1023, 1261 y 1269 del Código Civil), sea que se considere
como una relación derivada de la representación orgánica o como una forma de
mandato. Se hayan obligados también a cumplir con los deberes impuestos por las
leyes y por el acto de constitución de la sociedad, ante los acreedores sociales, ante los
socios y ante terceros. Respecto de la sociedad, por la violación de las obligaciones
inherentes al cargo, fijadas por la ley o por el acto constitutivo. Ante los acreedores
sociales por la responsabilidad derivada de la inobservancia de las obligaciones que
afectan el mantenimiento de la integridad del patrimonio social, y ante los socios y
ante terceros, cuando éstos hayan sufrido un daño individual por el acto doloso o
culposo de alguno de los administradores. En el caso en estudio, el actor como uno de
los accionistas de una sociedad anónima (no importando el número de acciones de que
es tenedor), solicita a su presidente en su condición personal y como representante de
ésta, ya que ostenta facultades de apoderado generalísimo sin límite de suma, la
24
rendición de cuentas en la administración de la sociedad. La obligación de rendir
cuentas se puede decir es resultado de un principio de razón natural, ya que sólo quien
tiene derecho exclusivo sobre un bien puede usar de él libremente, sin tener que rendir
cuentas a nadie de su conducta. Aquel que no se encuentre en tal situación y
administre bienes total o parcialmente ajenos, está en la obligación de rendir cuentas.
A este respecto su obligación es la de presentar las cuentas respectivas, por medio de
una relación pormenorizada y completa del activo y el pasivo, en este caso de las
cantidades que la sociedad ha percibido y del destino dado a ellas. Por tanto, no existe
violación del artículo 155 del Código de Comercio. Sí se hubiere efectuado la asamblea
general ordinaria en la cual se hubieran rendido las cuentas de la administración de la
compañía, correspondía a la parte demandada haberlo demostrado en juicio, no
habiendo sido así, se ve impelida a rendir las cuentas correspondientes. La parte
accionada debe rendir cuentas al abrigo de la normativa procesal civil, que es la vía
adecuada. Los medios establecidos en el Código de Comercio para pedir cuentas a las
sociedades, no excluyen al instituido en el campo civil. Los artículos 159, 160 y 161
ibídem establecen la potestad que tienen los socios de una empresa para convocar a
asamblea de accionistas para conocer los asuntos de su interés, pero en ninguna forma
están proveyendo del mecanismo para solicitar la rendición de cuentas en detrimento
del procedimiento que establece el Código Procesal Civil, por lo que no se da la
violación acusada” (no. 968-F-2002, de las 15 horas 50 minutos del 11 de diciembre del
2002). De las anteriores citas se desprende, con toda claridad, que bien hizo el Ad
quem en acudir al ordinal 1218 del Código Civil, de aplicación supletoria en virtud del
ordinal 2 del Código de Comercio, para atender la solicitud de rendición de cuentas
pedida. Queda claro también, que el procedimiento de rendición de cuentas que
establece el artículo 173, en relación con los numerales 155 y 160, todos del Código de
Comercio, no excluye el derecho del accionista, en virtud del derecho de información
que como socio le asiste, de pretender la rendición de cuentas de los administradores
en la vía judicial, como ocurre en este caso. Por otro lado, el precepto 192 del Código
de Comercio, cuya trasgresión también se imputa al fallo recurrido, establece la
llamada acción social de responsabilidad, que tiene como finalidad la reintegración al
patrimonio de la sociedad del daño causado por los administradores. La legitimación
para su ejercicio, según dispone el propio artículo, corresponde a la sociedad que ha
sufrido el daño, de ahí que, siendo que en la especie la acción de responsabilidad la
emprendió el actor en su carácter de socio, no estando autorizado por la asamblea
general de accionistas para ello, no procedía el reconocimiento de los daños y
perjuicios pretendidos. Así lo entendieron los juzgadores de ambas instancias, razón
por la cual desestimaron el reclamo. No habiéndole causado el Tribunal un perjuicio a
la recurrente, al confirmar el rechazo de la pretensión indemnizatoria, por el contrario
le resultó favorable, carece el casacionista de legitimación para establecer el recurso
de casación respecto de la eventual falta de aplicación de la citada norma, acorde con
el ordinal 598 del Código Procesal Civil. En consecuencia, deberá rechazarse el recurso.
25
IV. En mérito de lo expuesto, procede declarar sin lugar el presente recurso de
casación con sus costas a cargo del recurrente (artículo 611 del Código Procesal Civil).”
[Sala Primera]x
Voto de mayoría
26
aceptar las vagas referencias “1.Todo lo relacionado con el artículo 155 del Código de
Comercio. 2. Modificación del pacto social,” ya que no revelan a los socios las
cuestiones puntuales a conocerse en la asamblea; y autorizaría la inclusión en la
agenda de cualquier cambio al pacto social, impidiéndoles la posibilidad de instruirse
sobre aquellos aspectos que resulten de su interés, perdiendo el sentido del aviso de
convocatoria cuando refiere a los puntos a tratar en la asamblea. Debe indicarse que
contrario a su dicho, no se indicó en esa invitación que se iba a discutir, proponer o
acordar estrategias y acciones para reactivar económicamente la sociedad, para
cumplir su fin turístico. Evidentemente, el actor encuentra perjuicio en los cambios
introducidos al pacto social, por lo que debió ser enterado de tal intención, para que
decidiera, de acuerdo a sus intereses, el asistir o no. Así las cosas, bien se ha resuelto al
decretar la nulidad de ese acuerdo de conformidad a lo dispuesto en el artículo 176
inciso b) del Código de Comercio."
II. En el auto apelado el Juzgado aquo decreta la terminación del proceso y remite a las
partes a la vía procesal contenciosa. Se sustenta para ello en lo dispuesto por el
numeral 821 del Código Procesal Civil, en cuanto dice que tratándose de procesos de
actividad judicial no contenciosa, en caso de existir oposición debe remitirse a las
partes a uno de los procesos contenciosos. La solución dada por el aquo, no la
comparte este Tribunal. El artículo 161 del Código de Comercio dispone: “En los casos
de los dos artículos anteriores, si los administradores rehusaren hacer la convocatoria,
o no la hicieren dentro de los quince días siguientes a aquél en que hayan recibido la
solicitud, ésta se formulará ante un juez competente para que haga la convocatoria,
27
previo traslado de la petición a los administradores y siguiendo los trámites
establecidos para los actos de jurisdicción voluntaria.” Hay que destacar que el Código
de Comercio rige a partir del 1 de junio de 1964. Desde esa perspectiva, no cabe duda
que la remisión que hace a la “jurisdicción voluntaria”, lo es a la normativa del Código
de Procedimientos Civiles que estuvo vigente hasta el 3 de mayo de 1990. El artículo
708 del Código de Procedimientos Civiles decía: “Si a la solicitud se hiciere oposición
por alguno que tenga interés en el asunto, se hará contencioso el expediente, sin
alterar la situación que tuvieren los interesados al tiempo de ser incoado y lo que fuere
objeto de él, y se sujetará a los trámites establecidos para el juicio que corresponda
según la cuantía….”. No cabe duda que durante la vigencia de esa legislación, hoy
derogada, las disposiciones sobre jurisdicción voluntaria (Artículos 702 y siguientes del
Código de Procedimientos Civiles), tenían como característica que estaban previstas
para dilucidar el conflicto y resolver la controversia en el mismo proceso. A esa
conclusión se llega si se toma en cuenta que dicho artículo (708) es copia casi exacta
del numeral 1817 de la Ley de Enjuiciamiento Civil española de 1881, respecto de la
cual decía la doctrina: “…en caso de oposición declara contencioso el expediente y lo
transforma, con la misma situación personal, en el juicio o proceso que corresponda…”.
(Guap, Jaime, Derecho Procesal Civil, 4ª Ed., Tomo II, Editorial Civiltas, Madrid, 1998,
pág. 740). A partir de mayo de 1990, con la promulgación del Código Procesal Civil,
desapareció la jurisdicción voluntaria y surgió lo que hoy se denomina actividad judicial
no contenciosa. A partir de ese momento el artículo 821 dice: “Si a la solicitud se
opusiere alguien con derecho para hacerlo, se dará por terminado el proceso, y las
partes deberán discutir sus pretensiones en la vía que corresponda. Esta norma no es
aplicable al proceso sucesorio ni al divorcio o separación por mutuo consentimiento.”
Surge la interrogante: ¿cuál fue la intención del legislador del Código de Comercio al
remitir al proceso de jurisdicción voluntaria? Lo que pretendió fue que la solicitud de
convocatoria a asamblea se tramitara y resolviera en el mismo proceso de jurisdicción
voluntaria, aunque para ello fuera necesario aplicar normas de los procesos
contenciosos en caso de oposición. Esa fue la intención, porque ese era el sentido que
tenía la norma procesal civil en ese momento. ¿De acuerdo a lo que dice hoy el
numeral 821 del Código Procesal Civil, es posible resolver sobre la procedencia o no de
la convocatoria a asamblea de socios en el mismo expediente de actividad judicial no
contenciosa? La respuesta debe ser positiva; el principio de acceso a la jurisdicción
exige interpretar de esa forma. No se desconoce la doctrina procesal sobre la
naturaleza y la razón de la actividad judicial no contenciosa; no obstante, el legislador
costarricense no se ajustó en forma estricta a esa doctrina. En nuestra legislación, en
algunos supuestos es posible el contradictorio y una resolución de fondo sobre la
controversia, aunque se trate de un proceso de actividad judicial no contenciosa. Así lo
establece la norma general contenida en el artículo 820 del Código Procesal Civil que
establece el procedimiento, en el cual se prevé la práctica de pruebas. El mismo
artículo 821 ibídem, excluye la terminación del proceso por motivo de oposición en el
28
caso del proceso sucesorio (el proceso de actividad judicial no contenciosa más
contencioso que existe) y del divorcio o separación por mutuo consentimiento.
Legislativamente se reconoció lo que la doctrina procesal también acepta: que existen
solicitudes de esta naturaleza en que la oposición se presupone y que la remisión al
proceso contencioso no es conveniente en los supuestos de oposición implícita. (Véase
al respecto, Montero Aroca, Juan y otros, Derecho Jurisdiccional II (Proceso Civil.
Conforme a la nueva Ley de Enjuiciamiento Civil), 9ª ed., Valencia, Edit. Tirant lo
blanch, 2000, págs. 895 a 910). En todo caso es un principio de nuestra legislación, que
las normas deben interpretarse según el sentido propio de sus palabras, en relación
con el contexto, los antecedentes históricos y legislativos y la realidad social del
tiempo en que han de ser aplicadas, atendiendo fundamentalmente al espíritu y
finalidad de ellas (Artículo 10 del Código Civil). Es cierto que el artículo 821 del Código
Procesal Civil no excluye la aplicación de esa disposición a un supuesto como el que
aquí nos ocupa, sin embargo hay razones lógicas e históricas para entender que así
debe ser. La razón lógica es que, presumiblemente, en toda gestión de esta naturaleza,
alguna persona se manifestará en contra. La oposición se presume. Si en un caso como
el presente concluyeramos como lo hace el aquo la normativa carecería de sentido,
pues bastaría la mínima oposición para enervar el derecho a pedir la convocatoria.
Como consecuencia de lo que se viene diciendo, se impone anular la resolución
impugnada, para que la autoridad competente, atendiendo a lo que consta en el
expediente, determine si procede lo solicitado.”
[Sala Primera]xii
Voto de mayoría
29
requisitos apuntados en el considerando precedente, sin soporte probatorio de
ninguna especie, valga decir, sin que el ocursante aportara prueba al respecto. En
relación, precisa señalar que la falta de los referidos requisitos se deriva y consta del
propio testimonio de escritura por él emitido. En efecto, la lectura de ese documento
pone de manifiesto que los defectos señalados por el Registro en realidad existen. El
testimonio de escritura no indica la fecha de realización de la asamblea cuya acta de se
protocolizó; asimismo no se da fe ahí de la firma de las personas obligadas a plasmarla,
ni de la consignación de aquélla en el libro de actas correspondiente, a todo lo cual se
encontraba obligado el Notario por el artículo 174 ya citado del Código de Comercio,
según el cual las asambleas de accionistas deben asentarse en el libro respectivo y ser
firmadas por el presidente y secretario de la asamblea. Por otro lado, el ordinal 79 de
la Ley Orgánica de Notariado, prescribe, respecto a la protocolización de actas, que "la
introducción consistirá en la constancia del Notario de que en virtud de comisión, se le
ha ordenado, encargado o solicitado la inserción en el protocolo, de aquella
documentación que copiará fiel y literalmente." Al relacionar pues dichas disposiciones
legales, derívase la obligación del cartulario de dar fe notarial de que el acta sujeta a
protocolización, se halla asentada en el libro de actas, y de copiar "fiel y literalmente"
la documentación deseada, todo lo cual implica consignar la hora y fecha de
celebración de la asamblea y la indicación de firmas de las personas que debieron
rubricarla. Por consiguiente, la omisión de tales requisitos de fe pública notarial, dada
su naturaleza, basta, por sí sola, para el rechazo de la inscripción, sin que para ello sea
menester demostrar, como se alega, el incumplimiento de otros hechos relacionados
con el acto profesional en cuestión."
30
i
ASAMBLEA LEGISLATIVA. Ley 3284 del treinta de abril de 1964. Código de Comercio. Vigente
desde 27/05/1964. Versión de la norma 13 de 13 del 10/09/2012. Publicada en: Gaceta No 119
del 27/05/1964. Alcance: 27.
ii
RODRÍGUEZ ACEVEDO, Arturo y ROJAS CALDERÓN, José Joaquín. (1996). Lo que Usted debe
saber de las Sociedades Anónimas Laborales. ¿Cómo Funcionan?. Banco Popular y de
Desarrollo Comunal. San José, Costa Rica. P 22.
iii
SALA PRIMERA DE LA CORTE SUPREMA DE JUSTICIA. Sentencia 732 de las once horas con
veinte minutos del treinta y uno de octubre de dos mil ocho. Expediente: 04-000683-0504-CI.
iv
SALA PRIMERA DE LA CORTE SUPREMA DE JUSTICIA. Sentencia 1011 de las quince horas con
cincuenta y cinco minutos del veintiuno de diciembre de dos mil cinco. Expediente: 02-000973-
0184-CI.
v
SALA PRIMERA DE LA CORTE SUPREMA DE JUSTICIA. Sentencia 521 de las once horas con
treinta y cinco minutos del veintiocho de agosto de dos mil tres. Expediente: 95-101176-0336-
CI.
vi
TRIBUNAL SEGUNDO CIVIL SECCIÓN PRIMERA. Sentencia 457 de las nueve horas del veintidós
de diciembre de dos mil. Expediente: 00-000321-0010-CI.
vii
SALA PRIMERA DE LA CORTE SUPREMA DE JUSTICIA. Sentencia 293 de las quince horas con
veinte minutos del tres de octubre de mil novecientos noventa. Expediente: 90-000293-0004-
CI.
viii
SALA PRIMERA DE LA CORTE SUPREMA DE JUSTICIA. Sentencia 328 de las catorce horas con
cuarenta y cinco minutos del once de junio de dos mil tres. Expediente: 00-002204-0180-CI.
ix
SALA PRIMERA DE LA CORTE SUPREMA DE JUSTICIA. Sentencia 879 de las ocho horas con
veinte minutos del catorce de diciembre de dos mil siete. Expediente: 02-100192-0386-CI.
x
SALA PRIMERA DE LA CORTE SUPREMA DE JUSTICIA. Sentencia 682 de las diez horas con
cuarenta y cinco minutos del veinte de septiembre de dos mil seis. Expediente: 96-100410-
0290-CI.
xi
TRIBUNAL PRIMERO CIVIL. Sentencia 443 de las ocho horas con veinticinco minutos del
veintiséis de mayo de dos mil diez. Expediente: 09-000198-0184-CI.
xii
SALA PRIMERA DE LA CORTE SUPREMA DE JUSTICIA. Sentencia 1 de las catorce horas con
treinta minutos del tres de enero de mil novecientos noventa y dos. Expediente: 92-000001-
0004-NO.
31