En El Comienzo de Todo

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En el comienzo de todo...

En el comienzo de todo no había tierra ni cielo ni mar ni animales.  Y luego Dios habló en
la oscuridad: “¡que se haga la luz!” e inmediatamente la luz se hizo, dispersando la
oscuridad y mostrando el espacio infinito.  “¡Es bueno!” dijo Dios.  “De ahora en adelante,
cuando haya oscuridad será la “noche” y cuando haya luz será el ‘día’.”

El ocaso llegó y pasó la noche y luego la luz volvió.  Era el primer día.

El segundo día, Dios hizo la tierra y sobre ella colgó cuidadosamente un amplio cielo azul. 
Se apartó y admiró Su creación.  “¡También es buena!” dijo Dios y era el final del segundo
día.

La mañana siguiente, Dios miró a su alrededor y pensó: “la tierra necesita estar un poco
mas organizada.” Entonces, Él puso toda el agua en un lugar y toda la tierra seca en otro. 
Cuando había terminado de hacerlo, Dios hizo las plantas para cubrir la tierra.  Aparecieron
dientes de león y narcisos.  Comenzaron a crecer toda clase de árboles y pastos.  “Se ven
maravillosos”, dijo Dios y era el final del tercer día.

El cuarto día, Dios miró alrededor y pensó, “la luz del día aún necesita más trabajo y la
noche es demasiado oscura.”  Entonces, hizo el sol para alumbrar el cielo durante el día y la
luna y las estrellas para agregar un poco de brillo a la noche.  Los colgó en el cielo y se
apartó para admirar su trabajo.  “Está resultando muy bien,” dijo Dios.

El día siguiente, Dios puso su atención en el agua que había recogido en los océanos. 
“¡Quiero que en estas aguas abunde la vida!” y tan pronto lo dijo, así fue.  Inmediatamente,
había millones de pequeños peces nadando rápidamente en la superficie del agua y grandes
peces nadando en el océano.  Dios también hizo a las aves.  Las envió a volar surcando el
aire.  “¡Ah, esto SI es bueno!,” dijo Dios.  El anochecer cayó sobre las aguas y el cielo se
oscureció y fue el final del quinto día.

El sexto día, Dios agregó las criaturas de la tierra.  Hizo a los leones y a los tigres y a los
osos.  Hizo a los conejos, y las ovejas y a las vacas.  Agregó toda clase de animales, desde
hormigas hasta cebras a la tierra.  Pero aún sentía que algo faltaba.  Así que Dios agregó al
hombre para que disfrutara y cuidara de todo lo que Él había creado.  Dios miró a su
alrededor y estuvo muy feliz con todo lo que Él había hecho.

Después de seis días, todo el universo estaba completo.  El séptimo día Dios se tomó un
largo y agradable descanso y disfrutó observando todo lo que Él había creado.

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