SINU

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Sociedades de Obreros y Artesanos de Montería: Identidad y acción

colectiva de la población rural en el valle del Sinú, 1870 - 1925

Autor: JUAN CAMILO DÍAZ MOYA

Trabajo de grado para optar por el título de: MAGISTER EN HISTORA

Director: RIGOBERTO RUEDA SANTOS

Pontificia Universidad Javeriana


Facultad de Ciencias Sociales
Departamento de Historia
Bogotá
2019
Tabla de contenido

Introducción ................................................................................................................. 3

La cuestión agraria y el influjo de la historia económica y social. ..................................6

Economía moral y acción política colectiva ....................................................................18

1. La consolidación de la hacienda como espacio social y económico en el valle


del Sinú (1870 – 1925) .................................................................................................... 22

1.1. La consolidación de la hacienda en el valle del Sinú: mecanismos coloniales y


enclaves extranjeros................................................................................................................24

1.2. Berastegui y Marta Magdalena, dos modelos de hacienda en el valle del Sinú
(1870 – 1925). ...........................................................................................................................28

1.3. El patronazgo: relaciones sociales y laborales impuestas por la hacienda en el


valle del Sinú 1870 – 1920. .....................................................................................................36

2. Agravios: concentración de la tierra, código de policía y sistema de avances . 42

2.1. Concentración de la tierra en el valle del Sinú 1870 - 1925 ...............................43

2.2. Dispositivos legales de control: Código de Policía del Departamento de


Bolívar. 49

2.3. El avance como sistema de pago ..........................................................................55

3. Sociedades y Baluartes Campesinos: Acción política colectiva de la población


rural en el valle del Sinú 1918 – 1925............................................................................ 62

3.1. Las Sociedades de Obreros y Artesanos: Dignificación y ciudadanía ..............63

3.2. La Sociedad Comercial de Lomagrande: El derecho a la tierra.......................71

3.3. La construcción de un lenguaje político ..............................................................75

4. Conclusiones ....................................................................................................... 88

5. Fuentes y bibliografía ......................................................................................... 91

2
Abreviaturas

CDOFB Centro de Documentación Orlando Fals Borda


FAES Fondo Antioqueño de Estudios Sociales
SAS Sociedad Agrícola del Sinú
GEM Guillermo Echevarria Misas

3
Introducción

Planteamiento del problema

“La tierra es pa’l que la trabaja” fue el lema que durante los años veinte y setenta
representó de forma activa y simbólica las luchas campesinas. De acuerdo con el informe
“La Tierra en Disputa: Memorias del despojo y resistencias campesinas en la Costa
Caribe 1960-2010)”, la memoria cumple un soporte político esencial en los procesos que
dieron lugar a la lucha por la tierra1 y con la emergencia de la Asociación Nacional de
Usuarios Campesinos (ANUC), en la década del setenta, se recobró el papel activo de los
campesinos sus formas de organización y la acción política colectiva.

En el retorno a la organización y movilización social por parte de los campesinos del


Caribe colombiano se destacó el ejercicio de memoria que realizó la ANUC con el
objetivo de retomar la dinámica organizativa y social que lograron los campesinos del
valle del Sinú a comienzos del siglo XX. En efecto, a través de una serie de historias
locales que fueron plasmadas en cartillas o panfletos (Imagen 1), las acciones colectivas
de actores como Juana Julia Guzmán y Vicente Adamo fueron traídas nuevamente como
un ejemplo de organización y mutualismo. El hecho de que estos elementos, que desde el
imaginario colectivo funcionaron como dispositivo de cohesión política y social, no hayan
sido tomados únicamente como acontecimientos anecdóticos, destaca la importancia de
lo que a comienzos del siglo XX lograron los movimientos campesinos en la región.

1
CNMH, La Tierra en Disputa: Memorias del despojo y resistencias campesinas en la Costa Caribe 1960-
2010, (Bogotá: Ediciones Semana, 2010) 207-208.

4
La lucha campesina iniciada por los pobladores rurales del valle del Sinú, entre 1870 y
1925 fue un referente para los procesos de acción colectiva, organización y lenguaje
político que llevo a cabo la Asociación Nacional de Usuarios Campesinos. La importancia
que de estos acontecimientos fue retomada por distintos sectores sociales, políticos y
académicos. Esta situación me conduce a pensar sobre la importancia de estas luchas
campesinas, los factores sociales y económicos que dieron lugar a los procesos de
movilización social por parte de los campesinos del valle del Sinú durante las dos primeras
décadas del siglo XX. ¿Qué situaciones pusieron en riesgo el derecho a la tierra de los
campesinos y las clases populares del valle del Sinú?, ¿cuáles fueron sus nociones de
justicia e injusticia?, y ¿cómo se configuraron las acciones políticas colectivas de la
población rural? La siguiente investigación pretende dar respuesta a estos interrogantes a
través de los siguientes objetivos y metodología.

Imagen 1 Historia gráfica de la lucha por la tierra en


la Costa Atlántica

5
Objetivo general

a. Comprender las dinámicas sociales y económicas que dieron inicio a la acción


colectiva de la población rural del valle del Sinú entre 1870 y 1925, la
naturaleza de estas acciones, sus actores y las formas de injusticia que las
motivaron.

Objetivos específicos

a. Analizar la consolidación de la hacienda ganadera en el valle del Sinú, entre


1870 y 1825, como una unidad social y económica de poder basada en el
patronazgo.

b. Describir las diferentes relaciones sociales y económicas que a través del


patronazgo propiciaron injusticias tales como: la concentración de la tierra y el
establecimiento de contratos laborales que fomentaban la adquisición de una
serie de deudas mediante el sistema de avances y la matrícula.

c. Analizar a través de los discursos pronunciados por los integrantes de la


Sociedad de Obreros y Artesanos de Montería, las dinámicas y repertorios de
acción colectiva que llevaron a cabo los campesinos y colonos del valle del Sinú
entre 1870 y 1925, sus marcos de referencia, repertorios de acción y lenguaje
político.

La cuestión agraria y el influjo de la historia económica y social.

La importancia simbólica que se le ha otorgado a los movimientos campesinos de los


años veinte en el valle del Sinú resulta provocativa para cualquier tipo de investigación
histórica. La presencia de actores sociales como Vicente Adamo, socialista italiano; junto

6
con Juana Julia Guzmán, representante activa de las mujeres de la época; además de las
tomas de tierra por parte de los campesinos y la configuración de Sociedades y Baluartes;
conducen a pensar en procesos de acción colectiva lo suficientemente organizados o por
el contrario espontáneos.

El recorrido por la historiografía de la cuestión agraria en Colombia nos permite


abordar diferentes análisis al conjunto de los acontecimientos, sin embargo, la mayoría de
estos estudios hacen énfasis en la conformación de la hacienda ganadera como una
estructura agraria con características capitalistas que introdujo nuevas formas de relación
social y económica. En este sentido, los textos que abordan las protestas sociales y
campesinas en el Caribe colombiano durante el siglo XX abordan el problema de las
luchas campesinas, su resistencia, su cultura y su organización como un efecto de la
aparición de la hacienda ganadera en la región. Como lo afirma Jesús Antonio Bejarano,
en su texto “Campesinado, luchas agrarias e historia social: notas para un balance
historiográfico”, el interés de comprender los grupos sociales y los conflictos que se
presentan alrededor de la tierra, problemas que eran examinados hasta entonces “(…) a
partir de las instituciones coloniales o de su disolución.” radica ahora en el análisis de “la
estructura productiva, la formación de las haciendas, las características de las formas de
trabajo, la diferenciación social, en fin, todo lo que se desarrollaba por fuera de las
instituciones coloniales.”2

Un grupo de las obras publicadas en este periodo de tiempo, son las del sociólogo
Orlando Fals Borda, pionero de la Investigación-Acción-Participación (I.A.P). Las obras
de Fals en torno a la cuestión agraria abarcan un periodo de tiempo que va desde el año
1976, con su texto Capitalismo, hacienda y poblamiento: su desarrollo en la Costa

2
Teniendo en cuenta las precisiones metodológicas de Bejarano, una de las primeras obras que ofrece
elementos para el análisis y estudio de la formación de la relación entre campesinado y movilización
social es la obra del sindicalista y socialista antioqueño Ignacio Torres Giraldo: Los Inconformes,
Historia de la rebeldía de las masas en Colombia (Bogotá: Latina, 1978), que aparece publicada en el
año de 1978. Giraldo, que participó de manera activa en la formación y organización del socialismo
colombiano, nos presenta en este texto de cinco tomos, un recorrido sobre la historia de todos los
movimientos de rebeldía popular contra el orden social de la Colonia y la Republica en Colombia.

7
Atlántica3, hasta el año 1984, cuando se publican por primera vez los cuatro tomos de su
Historia doble de la Costa. 4 En sus textos, el autor profundiza tres temas: primero, el
origen del latifundio en Colombia; segundo, la formación del campesinado y, por último,
la proletarización del campesino en Colombia desde la Conquista hasta la época
republicana. El desarrollo de estos temas se fundamenta en el análisis no sólo de los modos
de producción, sino a su vez, de fuentes primarias y secundarias que son abordadas a
través de la metodología de Investigación-Acción-Participación IAP.

Tal vez la obra del sociólogo barranquillero que más llama la atención para la presente
investigación es la Historia doble de la Costa. Un estudio sobre las clases subalternas
(Campesinos, colonos, artesanos y trabajadores) y la relación de éstas con sus costumbres
o tradiciones. Allí se aborda la división que existe entre estas clases y las élites regionales.
El texto ofrece al tema de la cuestión agraria un acervo de referencias documentales que
se encuentran compiladas en el Centro de Documentación Orlando Fals Borda de la
ciudad de Montería: entrevistas, mapas, fotografías y registros notariales que, en palabras
del autor, son un insumo para nuevas investigaciones y, por supuesto, para preservar la
memoria de los movimientos campesinos de la región y sus actores. Desde el punto de
vista metodológico la obra es un análisis sociológico e histórico que se fundamenta en el
concepto marxista de “los modos de producción”, retomando algunas tesis que ya habían
sido expuestas en obras anteriores del autor, pero que ahora son contrastadas con los
testimonios y la memoria de sus actores.

A pesar de su metodología y de los elementos que brinda para analizar la formación


del campesinado en el valle del Sinú a comienzos del siglo XX, sus prácticas, costumbres
y relaciones sociales; la Historia doble de la Costa deja abierta las dicotomías entre clases
sociales y plantea la existencia o el posterior establecimiento de una sociedad campesina
con características comunitarias y utópicas. El retorno a la tierra es a la vez el retorno a

3
Orlando Fals Borda, Capitalismo, hacienda y poblamiento: su desarrollo en la Costa Atlántica,
(Bogotá: Punta de Lanza, 1976)
4
Orlando Fals Borda, Historia doble de la Costa: El Retorno a la tierra, (Bogotá: Carlos Valencia
Editores, 2002)

8
un modo de vida cargado de romanticismo. Las tesis expuestas por Fals Borda generan
polémica y abren la puerta a discusiones en torno a la cultura popular, la ideología y la
relación entre élites y clases subalternas.

Frente a lo anterior, un grupo de autores como Salomon Kalmanovitz y Eduardo Posada


Carbó establecen una relación más simbiótica entre campesinos y terratenientes. Si bien,
“Economía y Nación, una breve historia de Colombia” 5 (1985) es una obra que en su
primera edición analiza las relaciones sociales y económicas de la sociedad colombiana a
través del modelo materialista de los modos de producción, en ediciones posteriores,
debido al interés del autor por el enfoque institucionalista, se centra en observar cómo la
población colombiana logra obtener nuevas libertades gracias a los cambios en las
instituciones, las movilizaciones sociales y el fortalecimiento del liberalismo económico
como modelo social. El análisis que el autor realiza sobre la agricultura y artesanía desde
el período colonial pretende evidenciar el desarrollo de formas locales de producción y
los cambios que se presentan en el uso de la tierra: el paso de la agricultura a la ganadería,
en especial en Caribe colombiano y los factores que dieron paso a nuevas relaciones
laborales: el peonaje y el arrendamiento.

Para el caso de la hacienda ganadera y su expansión en el Caribe colombiano, el autor


elabora un argumento que surge de la diferenciación social de la región, la escasa
existencia de un campesinado y la acumulación de tierras por parte de unos pocos
individuos. En este sentido, afirma Kalmanovitz, lo que prevalece en las relaciones de
trabajo es una aparcería especial, denominada “pasto por tierra”, en la cual el campesino
tumba cierta porción de “montaña” durante un tiempo determinado y luego se la entrega
sembrada en pastos al terrateniente, en unos casos; mientras que, en otros, se implanta “la
matrícula” como forma de explotación.

5
Salomón Kalmanovitz, Economía y Nación. Una breve historia de Colombia, (Bogotá: Tercer Mundo
Editores, 1994).

9
En esta misma línea el texto del abogado e historiador barranquillero Eduardo Posada
Carbó: El Caribe Colombiano: una historia regional (1870-1950) 6, publicado en el año
de 1998 aborda el desarrollo económico y social del caribe colombiano durante la segunda
mitad siglo XIX (auge de la economía agroexportadora) hasta la primera mitad del siglo
XX (desarrollo del capitalismo), bajo esa perspectiva, aborda dos procesos productivos:
la agricultura y la ganadería. Lo anterior con el objetivo de argumentar que el hecho de
“caracterizar a la costa como una región dominada por el latifundio tradicional, (…), no
parece ser un punto de partida muy esclarecedor”. Según el autor, el mercado de tierras
en la región fue demasiado fragmentado y tomar como ejemplo, la Hacienda Berastegui
para comprender las relaciones de producción tampoco parece ser un argumento fuerte.
Por el contrario, considera que mientras hubiese tierras disponibles, siempre había
posibilidades para los colonos, los cuales desde su punto de vista ya hacían parte de un
mercado laboral remunerado. En este sentido la obra es interesante, porque, de acuerdo
con Posada Carbó, el hecho de poseer ganado no implicaba la posesión de grandes
extensiones de tierra, los empresarios ganaderos configuraron en la región una cadena
productiva, en la cual,

“…el ganado usualmente era criado por ganaderos pequeños que vendían
sus novillos a una edad temprana –uno y medio a dos años- debido a su falta
de capital. Ganaderos más grandes levantaban entonces los animales hasta la
edad de unos cuatro años, antes de venderlos a otro ganadero que cebaba los
hatos en cercanías de los centros consumidores. En estas tres etapas de la
producción ganadera, el negociante jugaba un papel importante, como el
vínculo entra la cría, el levante y la ceba para llevar el producto a su destino
final”. 7

La inserción de la ganadería, si bien dio paso a la emergencia de la hacienda como


modelo económico y social, también sirvió como vehículo para la creación de nuevas
relaciones de producción capitalista entre el campesinado y los empresarios ganaderos. El
ganadero no fue simplemente un acaparador de tierras, también hizo uso de otros
mecanismos como el arriendo de parcelas o pastos para alimentar sus cabezas de ganado,

6
Eduardo Posada Carbó, El caribe colombiano: una historia regional (1870-1950). (Bogotá: El Ancora
Editores, 1998).
7
Posada Carbó…, p.155

10
de ahí la importancia de comenzar a cercar con alambre de púas los terrenos. Además, la
colonización y el uso de baldíos, sirvió también como medio para fortalecer su negocio.
Lo anterior es importante, porque tal como lo afirma Posada Carbó, no se está intentando
sugerir que la “…industria ganadera se desarrolló en un sentido democrático, menos aún
negar que su crecimiento supuso en algunos casos la acumulación de tierras y de hatos” 8,
pero su expansión implico un amplio conjunto de relaciones sociales en las cuales se
presentaron alianzas entre trabajadores, empresarios y hacendados.

El influjo de las investigaciones que realizó en la región Fals Borda permitió el


surgimiento de una serie de obras de índole local, en las cuales, a partir del interés de la
IAP como método, se analizaron los principales acontecimientos que contribuyeron en las
dinámicas de los movimientos sociales y campesinos a comienzos del siglo XX en el Valle
del Sinú. Las dos obras fueron publicadas por la Fundación del Sinú, institución que en
palabras de José Galeano y Víctor Negrete se interesó en la “búsqueda de nuevos caminos
tanto en la educación como en la comunicación popular tomando como punto de partida
la cultura campesina…”, este influjo por lo popular se hace evidente tanto en la forma y
el desarrollo del texto de Víctor Negrete Origen de las luchas agrarias en Córdoba
9
(1981), como en la reconstrucción histórica que realiza José Galeano de El Cerrito: el
pueblo que se quedó sin ciénaga10 (1982) ambos textos parten recogen las voces de los
sectores populares que confluyen en los hechos, rescatando sus saberes y prácticas en
torno al uso y apropiación del territorio, son textos que han sido construidos desde lo
participativo y se convierten en referente de memoria de los procesos y dinámicas de las
luchas campesinas en la región. Por su parte el texto de Negrete profundiza en el análisis
de elementos que dan cuenta del origen de las luchas agrarias, la obra aborda los
acontecimientos que tuvieron lugar a comienzos de siglo XX en la región a través de
fuentes orales, escritas y de documentos de historiadores locales.

8
Eduardo Posada Carbó, Empresarios y ganaderos en la Costa Atlántica (1850-1950), Empresas y
empresarios en la Historia de Colombia. Siglos XIX-XX. Tomo I (Bogotá: Editorial Norma, 2003), p. 71
9
Víctor Negrete Barrera, Origen de las luchas agrarias en Córdoba, (Montería: Fundación del Caribe,
1981)
10
José Galeano, El Cerrito: el pueblo que se quedó sin ciénaga, (Montería: Fundación del Sinú, 1982)

11
En la misma línea de la historia económica y social, se destaca la obra: “Grandes
empresarios agrícolas y ganaderos”11 de Hermes Tovar Pinzón, publicada en 1980. El
texto analiza el proceso de transformación de las sociedades agrarias en la Costa Atlántica;
transformación que es impulsada, por una serie de “empresarios”, es decir, sujetos que
cuentan con la capacidad y los modos de producción adecuados para llegar a constituir en
grandes propiedades empresas dedicadas a la ganadería. Descontando algunos intentos
por constituir haciendas dedicadas al cultivo de la caña de azúcar, estas propiedades, de
acuerdo al autor, se fueron conformando desde la época de la colonia y gracias a
mecanismos tales como: la encomienda, los tributos, las mercedes y las composiciones;
de esta manera fue floreciendo la hacienda ganadera, un ejemplo es el caso de la familia
Madariaga, allí se pueden ver las diversas formas de apropiación de la tierra y las luchas
constantes entre diversas familias de la región.

Para el historiador, la formación de estas grandes empresas agrícolas y ganaderas se


dio gracias a los siguientes momentos: primero, su establecimiento estuvo ligado a las
clases dominantes y a aquellos sujetos que contaban con una formación política y militar.
Segundo, la finalidad de la inversión fue controlar la mano de obra indígena y esclava en
un solo lugar, para esto las haciendas se vincularon a un sistema mercantil e industrial que
les aseguraba la comercialización de su producción agrícola y ganadera. Por último, el
control de los modos de producción y de la mano de obra, conllevó a la población indígena
y esclava a desplazarse hacia otros territorios, o en la gran mayoría de los casos, a quedar
adscrita a la hacienda como agregados, jornaleros o arrendatarios. De esta forma, Tovar
Pinzón demuestra que la hacienda ganadera en la Costa Atlántica se transformó en un
factor fundamental de la perturbación social. 12

11
Hermes Tovar Pinzón, Grandes empresas agrícolas y ganaderas, (Bogotá: Ediciones CIEC, 1980)
12
En su artículo “Los baldíos y el problema agrario en la Costa Caribe de Colombia (1830 – 1900)”,
Hermes Tovar Pinzón analiza los rasgos sociales y económicos que como consecuencia de la entrega y
adjudicación de baldíos trajo la movilización antioqueña en la Costa Caribe Colombiana, a través del
Fondo de Baldíos del Archivo General de la Nación se rastrean el número de hectáreas de tierras baldías
que fueron adjudicadas en cada una de las provincias de la Costa Caribe a partir del año de 1850 y se
concluye como a partir de esta figura se estaba constituyendo la configuración de grandes propiedades en

12
Frente a estas dos visiones, la investigación de la profesora Catherine LeGrand:
Colonización y protesta campesina en Colombia: 1850 – 195013 es importante para
comprender el proceso de colonización de tierras baldía en el país; el papel del Estado, los
conflictos que se generaron y las zonas con mayor número de concesiones y tierras baldías.
Para la investigadora este proceso se presentó mediante dos enfoques contradictorios. El
primero consistió en entregar títulos de propiedad a todos aquellos cultivadores que
estuvieran en capacidad de trabajar la tierra de forma productiva, lo que suponía un
beneficio para los campesinos, sin importar su origen y sus recursos económicos. Y el
segundo, giró en torno a la precaria situación económica del país, frente a dicha situación
los baldíos se convirtieron en fuente de ingreso para el Estado, venta que se hacía siempre
al mejor postor, situación fue generando de forma simultánea el establecimiento de
cacicazgos regionales que contaban con el apoyo del gobierno, según su afiliación política.

La privatización de terrenos baldíos condujo al despojo de la propiedad rural que tenían


campesinos y colonos. A pesar de la amplía cantidad de tierras públicas que poseía el
estado colombiano, los empresarios no estaban interesados en acceder a propiedades
vírgenes, su interés se enfocó en los territorios que ya eran aptos para la producción: “Tal
conducta estaba basada en un claro razonamiento económico. El territorio elegido por los
colonos era por lo general fértil, con acceso a los mercados…las tierras de los colonos
estaban ya desmontadas y listas para la producción.”14 De esta manera, se argumenta en
el texto la forma como se fueron configurando diversos actores sociales: colonos,
empresarios agrícolas y latifundistas que dieron paso a nuevas formas de relación y
conflicto social en torno a la tierra: haciendas, latifundios, protestas y lógicas de trabajo
que despojaban al campesino de sus tierras.

especial en el Estado de Bolívar. Ver: Hermes Tovar Pinzón, “Los baldíos y el problema agrario en la
Costa Caribe de Colombia (1830 – 1900)”, (Revista Fronteras, No. 1, Vol 1, 1997), pp. 35 – 55.
13
Catherine LeGrand, Colonización y protesta campesina en Colombia (1850-1950), (Bogotá: Editorial
Universidad Nacional, 1988)
14
LeGrand, Colonización…, p. 66.

13
La región como unidad de análisis: etnografía, poder y memoria

El análisis de la región va a ser importante para comprender los procesos de


poblamiento y colonización que se presentaron en el valle del Sinú. Un factor clave en la
instauración y consolidación de la hacienda ganadera fue el proceso de colonización
antioqueña. Uno de los primeros autores que realizó un acercamiento histórico a este
proceso y a la participación e incidencia que tuvieron las familias Ospina y Echavarría,
fue Joaquín Berrocal Hoyos, con su texto, La colonización antioqueña en el
departamento de Córdoba, publicado en 1980. En la obra se lleva a cabo un análisis de la
cultura y el entorno físico del valle del Sinú, se destacan los argumentos que utilizó el
autor para llevar a cabo una comparación entre los procesos de colonización que se
llevaron a cabo en el occidente colombiano y en la Costa Atlántica por parte de los
antioqueños. Concluyendo que en el caso de la costa se presentaron cuatro tipos de
prácticas: la primera, el antioqueño propietario de las grandes haciendas que vivió en la
ciudad (Medellín); la segunda, el antioqueño que hizo parte de la fuerza laboral de las
haciendas; la tercera, los dueños de bares, pequeños comercios y cacharreros; por último,
los granjeros pobres que venían colonizando zonas desde Ituango. A pesar de esto, el autor
no ahonda en la forma cómo estas prácticas modificaron las relaciones sociales de los
habitantes y campesinos del valle del Sinú entre 1870 y 1925.

El movimiento colonizador y la entrega de baldíos genero nuevas relaciones sociales y


de poder como el latifundio, mecanismo de apropiación control de la tierra y la mano de
obra campesina. Este fenómeno es abordado por el sociólogo Alejandro Reyes Posada en
su obra: Latifundio y poder político15, publicada en el año de 1978. Su obra además de
abordar desde lo regional las relaciones sociales y de producción del latifundio ganadero
ofrece al tema una faceta más para su análisis: los vínculos de las instituciones políticas y

15
Alejandro Reyes Posada, Latifundio y Poder Político: La Hacienda ganadera en Sucre, (Bogotá:
CINEP, 1978).

14
la manera como desde allí se generan mecanismos de poder que son capaces de conservar
las relaciones de producción existentes en el campo.

Reyes Posada, ofrece en la primera parte del libro un análisis social e histórico de la
encomienda y de las relaciones capitalistas que se configuran a principios de siglo en la
región de Sucre, lo cual, conlleva a la descomposición del campesinado y a su posterior
politización y organización en lo que se denominó Asociación Nacional de Usuarios
Campesinos (ANUC). Cuatro elementos se relacionan en torno a este proceso: las formas
de vinculación de la mano de obra; la tecnología de tumba y quema; la ampliación del
mercado y las formas de apropiación de la tierra. A partir de esto, el sociólogo introduce
una de sus tesis principales: la relación entre latifundismo y poder político, entendiendo
este comportamiento como una formación político-cultural que fortalece el surgimiento
de gamonales locales. En especial frente al análisis político que el texto realiza en torno a
la estructura clientelista definiendo mecanismos, formas de manipulación y de
negociación entre individuos y gamonales que le permiten a un sector político tener el
control electoral y económico de la región.

El influjo de este tipo de análisis conduce a la aparición de una serie de obras que
abordan la región como una unidad de análisis y con ella espacios más pequeños como la
hacienda o la familia. Estudios como el Gloria Isabel Ocampo se enfocan en comprender
el funcionamiento de una hacienda administrada por empresarios antioqueños, las
relaciones sociales que se crean y el efecto cultural que tiene este proceso en el Valle del
Sinú. Las investigaciones de la etnóloga acerca de la ganadería en la región, tuvieron como
resultado un informe preliminar: Ensayos sobre cultura e historia regional en el Valle del
Sinú16 (1993) y la posterior publicación de la obra: La instauración de la ganadería en el
Valle del Sinú17 (2007), haciendo uso principalmente de los archivos de la Fundación
Antioqueña para los Estudios Sociales (FAES), en especial del Fondo Documental de la

16
Gloria Isabel Ocampo, Ensayos sobre cultura e historia regional en el Valle del Sinú. Siglos XIX y
XX. (Medellin: UdeA, 1993)
17
Gloria Isabel Ocampo, La instauración de la ganadería en el valle del Sinú: la hacienda Marta
Magdalena 1881-1956. (Medellin: UdeA, 2007)

15
Sociedad Agrícola del Sinú, la autora aborda en ambos textos la cotidianidad y las
relaciones sociales entre campesinos y terratenientes desde elementos diferentes a los
económicos, con el objetivo de rastrear la mentalidad de los actores sociales que confluían
en un espacio como lo fue la Hacienda Marta Magdalena en el valle del Sinú entre 1881
y 1956.

Sin ser muy lejanos, la obra avanza en su interés por comprender las formas de
relacionamiento entre dos mentalidades18: la antioqueña y la sinuana. Aquí, de manera
más comprensiva, el acervo de entrevistas y fuentes documentales pasa a ser parte de una
síntesis argumental en la que se privilegian los siguientes elementos: primero, la aparición
de la hacienda en el Caribe Colombiano; segundo, las relaciones del modelo de la hacienda
con otras formas de producción y; tercero, la influencia que ejerció la hacienda en la
cultura local y los procesos políticos y sociales. Frente a este último aspecto, el texto:
“Poderes regionales, clientelismo y Estado: Etnografías del poder y la política en
Córdoba, Colombia”19, analiza la relación entre el régimen hacendario del valle del Sinú
y la conformación de élites de poder local que Ocampo comprende como formas de
clientelismo y patronazgo. Este aspecto es importante no sólo para la historiografía de la
cuestión agraria de la región, sino también, para los fines propios de la presente
investigación. La comprensión y el análisis de la categoría de patronazgo que realiza la
autora representan una oportunidad para comprender las relaciones sociales y económicas
que se configuraron alrededor de la hacienda ganadera y que contribuyeron a que ésta se
transformara en una unidad económica y social,

En la región se estableció, pues, un régimen de poder basado material y


conceptualmente en la hacienda, la cual había subordinado la producción
campesina junto con las relaciones sociales y los modos de vida que le estaban
asociados, y llego a definir el régimen de propiedad, el tipo de explotación
económica y la estructura social.20

18
Ocampo, La instauración de la ganadería en el valle del Sinú: la hacienda Marta Magdalena 1881-
1956…, Introducción
19
Gloria Isabel Ocampo, “Poderes regionales, clientelismo y Estado: Etnografías del poder y la política
en Córdoba, Colombia”. (Bogotá: Odecofi-Cinep, 2014)
20
Ocampo, Poderes…, p.51.

16
Sin embargo, es importante resaltar que en las obras expuestas no se aborda el proceso
de conformación de los movimientos sociales, a excepción de los textos de Fals Borda,
estudios como el Gloria Isabel Ocampo se enfocan en comprender el funcionamiento de
una hacienda administrada por empresarios antioqueños, las relaciones sociales que se
crean y el efecto cultural que tiene este proceso en el Valle del Sinú. De igual manera,
retomando la importancia del entorno y el medio ambiente como variables de larga
duración, el estudio del problema de la tierra se convierte también en un problema
ambiental, dejando de ser una cuestión que sólo puede ser abordada social y
económicamente, para convertirse en un tema de historia ambiental, cultural y política. La
memoria juega acá un papel importante y parece ser que la historiografía actual de la
región y del problema en cuestión se ha dedicado a recordar para no olvidar, sin embargo,
tal como lo han exigido las víctimas este proceso requiere también del reconocimiento y
de la re significación de la lucha por la tierra como algo positivo en el que se abarque
nuevos conceptos que surgen desde los estudios de género, las ciencias políticas, la
sociología y la antropología.

Aunque desde la historiografía nacional se han realizado varios análisis al conjunto de


los sucesos, haciendo énfasis en la conformación de una estructura agraria con elementos
capitalistas, los estudios que han abordado el problema de las luchas campesinas, su
resistencia, su cultura y su organización han sido realizados como un efecto de la aparición
del capitalismo en la región. En este sentido, considero necesario dar un paso adelante y
enfocarme en la naturaleza y característica de la identidad y acción colectiva de los
campesinos y pobladores rurales de la región, lo anterior con el objetivo de abordar
mediante nuevos elementos y enfoques conceptuales los hechos y las fuentes disponibles
que existen sobre los mismos. Este análisis me permitirá obtener nuevas conclusiones
sobre el acontecimiento, pero a su vez, representa un avance frente a las investigaciones
que hasta el momento se han realizado, toda vez que el análisis histórico me permite
abordar nuevas fuentes como libros contables de las haciendas y una revisión de la prensa
de la época, situando la acción política colectiva de los campesinos más allá de una simple

17
respuesta espasmódica al proceso de conformación de la hacienda ganadera como
estructura capitalista.

Economía moral y acción política colectiva

La presente investigación tiene como objetivo comprender el problema desde otras


variables, si bien es importante resaltar el influjo de la historia económica y social, además
de los aportes de la obra de Fals Borda, también es necesario abordar el problema desde
el análisis de otras fuentes y categorías de investigación. La apuesta es comprender la
acción política colectiva de campesinos, artesanos y pobladores rurales a través de su
reivindicación moral, característica que les permitió auto-crearse como sujetos, configurar
un repertorio de acciones colectivas y apropiar un lenguaje político. Para ello, como lo
exprese anteriormente, el análisis se realiza desde las categorías de economía moral de
Thompson, mutualismo de David Sowell y acción colectiva de Tarrow.

Este análisis toma como punto de partida el concepto de “economía moral” acuñado
por el historiador británico marxista Edward Palmer Thompson21 y enriquecido por el
antropólogo norteamericano James C. Scott22 en sus estudios sobre los campesinos del
sudeste asiático. El concepto define una serie de comportamientos propios de los
campesinos, mediante los cuales, se defiende una visión tradicional o una serie de
relaciones sociales y laborales que contrastan con aquellas que se imponen a tráves de la
hacienda ganadera. La economía moral de la multitud demuestra que las clases populares
no se movilizan mecánicamente, sino que lo hacen como una respuesta a las injusticias.
Respuesta que, en muchos casos, esta cargada de significados culturales y les permite
autocrearse como colectivo. Además, a través de Sidney G. Tarrow23 se analizan los

21
Edward Palmer Thompson, “La economía moral de la multitud en la Inglaterra del siglo XVIII”, en
Costumbres en común, (Barcelona: Editorial Crítica, 2000). 213-293
22
James C. Scott, The Moral Economy of the Peasant, (Connecticut: Yale University Press, 1977)
23
Sidney G. Tarrow., El poder en movimiento: Los movimientos sociales, la acción colectiva y la política,
(Madrid: Alianza Editorial, 2016, 3ra. Edición).

18
marcos de referencia24 para la acción colectiva que crearon los campesinos de la región:
sus repertorios de acción, la cohesión de sus acciones y sus marcos culturales.

El trabajo de investigación esta sustentado en la búsqueda y el análisis de fuentes


escritas y de prensa, para esto, se consultaron los siguientes fondos documentales: Centro
de Documentación Fals Borda, allí se conservan los archivos utilizados por el sociologo
barranquillero en su investigación de la Historia Doble, sin embargo para los fines de la
investigación sólo se utilizaron y analizaron aquellos que tenían una relación directa con
el acontecimiento: Escrituras, Bocetos biográficos y registros notariales acerca de la
presencia del italiano Vicente Adamo en la región. Una importante búsqueda de archivos
se realizó en el Fondo Antioqueño de Estudios Sociales ubicado en la Universidad EAFIT
de Medellín. Allí se conservan los libros contables y la correspondencia de las Familias
Ospina Vásquez y Echevarria Misas, el análisis de los archivos permitió indagar sobre las
formas de contratación y los salarios que recibían los campesinos y jornaleros que
trabajaron en las haciendas Marta Magdalena y Mundo Nuevo, de igual forma, la
correspondencia entre los administradores y el gerente de la Sociedad Agrícola del Sinú
permitió identificar los principales conflictos por la tierra y las relaciones sociales que se
crearon entre colonos cultivadores y administradores de las haciendas.

El Fondo de Libros Raros y Manuscritos de la Biblioteca Luis Ángel Arango y la


Hemeróteca de la Biblioteca Nacional fueron fundamentales para indagar por las
injusticias y el lenguaje político. En el primero se encuentra el Código de Polícia del
Departamenteo de Bolívar, ley fundamental para conocer los castigos y las normas que
regulaban los contratos y la tenencia de la tierra entre 1870 y 1925 en el valle del Sinú.

24
“La coordinación de la acción colectiva depende d ela confianza y cooperación que se generan entre los
participantes merced a los presupuestos e identidades compartidos o, por emplear una categoría más amplia,
de los marcos de acción colectiva que justificacn, dignifican y animan la acción colectiva. (…) La creación
de marcos no sólo hace referencia a la generalización de los agravios, sino que define al nosotros y al ellos
dentre de la estructura de conflictos y alianzas de un movimiento. Al utilizar las identidades colectivas
heredadas y dar forma a otras nuevas, los protagonistas del desafío establecen los límites de sus futuras
bases de apoyo y definen a sus enemigos adjudicándoles atributos y maldades reales o imaginadas.” Ver:
Tarrow, El poder en movimiento… pp. 71 – 72.

19
Por su parte los artículos de prensa recolectados en la Hemeroteca de la Biblioteca
Nacional me acercaron al lenguaje político de los campesinos y colonos que conformaron
las Sociedades de Obreros y Artesanos de la ciudad de Montería entre 1870 y 1925.

En la primera parte del trabajo se dialoga con la historiografía nacional, en especial con
aquella que aborda la cuestión agraria y el surgimiento de la hacienda ganadera. Lo
anterior, con el fin de analizar la consolidación de la hacienda en el valle del Sinú entre
1870 y 1925, teniendo en cuenta las relaciones laborales y de dominio territorial impuestas
durante la época de la Colonia, el sistema de concesiones y enclaves extranjeros que tenían
presencia en la región y, la configuración en la región un patronazgo que tenía como
objetivo controlar a la población rural y establecer redes de poder local entre diferentes
hacendados y políticos.

En la segunda parte se describe cómo a través del patronazgo y las leyes vigentes se
propicio la concentración de la tierra, el establecimiento de contratos justificados por el
Código de Policía del Departamento de Bolívar25 y la adquisición de una serie de deudas
mediante el sistema de avances. Situaciones que darán paso a la acción política colectiva
de los trabajadores de la región y a la conformación de un lenguaje político y una serie de
principios de reivindicación moral.

Por último, en la tercera parte, se estudian las dinámicas y repertorios de acción


colectiva que llevaron a cabo los campesinos y colonos del valle del Sinú. Se lleva a cabo
un análisis de lenguaje y el simbolismo que tuvo acción política colectiva de campesinos,
colonos y cultivadores en el valle del Sinú, algunos poemas, cartas de apoyo y columnas
de opinión ofrecen, en conjunto, un panorama de la cultura e identidad de este grupo de
individuos. Siguiendo a Thompson, es necesario indagar por esa serie de influencias
externas que enmarcadas en unas relaciones de poder hacen que los rituales y valores sean

25
Manuel Dávila Flórez, Código de Policía del Departamento de Bolívar, (Tipografía Araujo, Cartagena:
1903), Biblioteca Luis Ángel Arango: Fondo de Libros Raros y Manuscritos.

20
una forma de expresar su oposición frente a unas clases dominantes que ponen en duda su
existencia.

“…no deberíamos olvidar que ‹‹cultura›› es un término agrupador, término


que, al juntar tantas actividades y tantos atributos en un solo conjunto, de
hecho puede confundir u ocultar distinciones que se deberían hacer entre tales
actividades y atributos. Necesitamos deshacer ese conjunto y examinar sus
componentes con más cuidado: los ritos, las formas simbólicas, los atributos
culturales de la hegemonía, la transmisión intergeneracional de la costumbre
y la evolución de la costumbre dentro de las formas históricas especificas de
las relaciones de trabajo y sociales.”26

El lenguaje político y las prácticas organizativas que usaron los integrantes de la


sociedad ofrecen un panorama en el que se articulan elementos o conceptos prestados y,
otros, propios de su cultura. Sus acciones cotidianas, conversaciones y discursos entran
en un juego conflictivo de relaciones, pero a su vez, ayudan a construir su identidad y la
acción política colectiva.

26
Edward Palmer, Thompson., Costumbres en Común, (Editorial Crítica, Barcelona: 1991), p. 17.

21
1. La consolidación de la hacienda como espacio social y económico
en el valle del Sinú (1870 – 1925)

El siguiente capítulo analiza la consolidación de la hacienda en el valle del Sinú entre


1870 y 1925 como espacio de relaciones económicas y sociales, para esto, en la primera
parte se examinan las dinámicas que permitieron su fortalecimiento a través de dos
fenómenos; el primero, la herencia de relaciones laborales y de dominio territorial
impuestas durante la época de la Colonia y, el segundo aborda, los efectos que tuvo el
establecimiento de un conjunto de empresas extranjeras (enclaves) con vocación
extractiva en la región. Para comprender cómo estos elementos aportaron a la
consolidación de la hacienda, en la segunda parte del capítulo se describen dos modelos
de hacienda en el valle del Sinú: La hacienda Berastegui con características heredadas de
la colonia y la Hacienda Marta Magdalena, esta última, conformada mediante el sistema
de concesiones y en articulación con las empresas extranjeras que tenían presencia en la
región.

Por último, la tercera parte del capítulo aborda las relaciones sociales y laborales que
se configuraron entre 1870 y 1925, en efecto, la consolidación de la hacienda como
espacio de relaciones económicas y sociales creo en la región un patronazgo que tuvo
como objetivo controlar a la población rural y establecer redes de poder local, para ello,
no sólo mantuvieron modalidades de trabajo con características coloniales como la
mayordomía, el concierto y la matricula, sino que también fortalecieron aquellas que
representaban el pago de un salario como el jornaleo, los avances y el arrendamiento de
potreros. Además, conservaron la creación de vecindarios o pueblos anexos a las
haciendas con la finalidad de establecer vínculos de familiaridad y relaciones laborales
perdurables, estos dos elementos consolidaron a la hacienda como un espacio social y
económico en el valle del Sinú.

22
Mapa 1: Estado de Bolívar 1870 - 1925, Zonas de Frontera Agrícola. Fuente: Elaboración propia.

23
1.1.La consolidación de la hacienda en el valle del Sinú: mecanismos coloniales y
enclaves extranjeros

A finales del siglo XIX el Caribe colombiano fue una de las zonas de frontera agrícola
más importante para el país, en especial, aquellos territorios que se encontraban ubicados
en el sur del Estado de Bolívar (Ver Mapa 1). La importancia geográfica, económica y
social de esta región radicó en su cercanía con los ríos Sinú y San Jorge; característica que
le permitió tener un acceso a las vías fluviales y marítimas más importantes del país, como
el río Magdalena y el Mar Caribe. Asimismo, la tenencia de la tierra en el valle del Sinú
fue otro factor importante para el dominio y control de la población, proceso que estuvo
impulsado por sujetos que contaban con la capacidad y los recursos necesarios para
conformar grandes estancias y hatos dedicados en su gran mayoría al pastoreo de
ganado.27

Mecanismos coloniales como la encomienda, los tributos, las mercedes y las


composiciones permitieron que se configuraran espacios de control territorial y
demográfico. Mediante la conformación de hatos y estancias ganaderas la mano de obra
indígena y esclava quedó adscrita a estos lugares bajo la modalidad de la matrícula o el
concierto.28 Pero, además, el proceso de control territorial y demográfico tuvo como
efecto la creación de vecindarios, es decir centros poblacionales conformados por grupos
de familias que terminaban siendo anexados a los hatos y estancias ganaderas. Los dos
fenómenos serán importantes para comprender tres procesos sociales y económicos que

27
Ver: Hermes Tovar Pinzón, Grandes empresas agrícolas y ganaderas, (Bogotá: Ediciones CIEC,
1980) p.94
28
Ver: Hermes Tovar Pinzón.. empresarios, Sobre estas dinámicas es posible consultar la obra de
Fernando Guillen Mártinez, El poder político en Colombia…p.122, allí el autor bajo la mirada analítica
de la conformación de élites regionales de poder analiza la importancia de la hacienda ganadera a partir
del siglo XVI y de los mecanismos de control establecidos.

24
dieron paso a la consolidación de la hacienda ganadera en la Provincia del Sinú, sur del
departamento de Bolívar. El primero de ellos fue el papel que jugaron estos espacios de
dominio y control en las relaciones sociales y económicas de la región; el segundo, la
manera como propietarios, empresarios y terratenientes fueron beneficiados con bonos
territoriales por parte del Estado colombiano configurando la figura del señor o el patrón
gracias al poder político y económico que tenían en las regiones y, por último, la forma
como se fundaron pueblos y ciudades en el Caribe colombiano. Sin embargo, teniendo en
cuenta los objetivos de la investigación, analizaremos únicamente los dos primeros.

A finales del siglo XIX la expansión agrícola estuvo motivada por la consolidación de
la ganadería como una actividad económica, situación que transformo el uso de la tierra y
las relaciones laborales.29 Oficios como el desmonte, la tala de bosques para el cultivo y
la introducción gradual del alambre de púas con el objetivo de proteger los potreros,
sumado a las largas épocas de invierno o verano que generaban una trashumancia de la
población, característica específica de las economías ganaderas, tuvieron como
consecuencia la transformación ecológica y social de la región, pero a su vez la
consolidación de haciendas dedicadas a la ganadería, en especial, en el valle del Sinú.30

Por otra parte, la aparición de las primeras compañías de capital extranjero, en especial
de origen francés31 y el establecimiento de enclaves en el valle del Sinú fueron dos
elementos fundamentales en el proceso de consolidación de la hacienda ganadera. De la
mano de Louis Striffler y Victor Dujardin se funda en 1844 la Compañía Francesa con el
objetivo de innovar en la extracción del oro; aunque los efectos del negocio y la
explotación no fueron positivos, la importancia de estos enclaves y de la presencia de estos
empresarios fue primordial en el establecimiento de nuevas normas, acuerdos y
costumbres, o por lo menos, así lo sintió una parte de la población de la Provincia del
Sinú,

29
Eduardo Posada Carbó, El caribe colombiano: una historia regional (1870-1950). (Bogotá: El
Ancora Editores, 1998), p.147
30
Posada, El caribe colombiano… p. 148
31
Fals Borda, Capitalismo, hacienda y poblamiento en la Costa Atlántica… p. 51.

25
“Los franceses han sido los primeros verdaderos colonos que llegaron aquí,
con sus conocimientos, con su exquisita cultura social y con su amor a la
libertad. Muchas honorables familias sinuanas descienden de aquellos
intrépidos cruzados de la civilización, que fundaron sus hogares en medio de
estos pueblos lejanos (…)”32

Además de Dujardin y Striffler, atraído por los recursos naturales y proveniente de


Francia llegó Don Antonio Lacharme, quien en compañía de la sociedad norteamericana
Geo D. Emery (1883 – 1929) se dedicó a la extracción de maderas exportando anualmente:
3.000 toneladas de caoba y cedro33. De acuerdo con Parsons, los negocios de la Casa Geo
D. Emery en la región fueron fundamentales para el desarrollo del comercio de Montería,
Canalete, San Juan y el Urabá.34 No menos importante fue el intento de explotación de
petróleo llevado a cabo por la Standard Oil Company (1914), quienes después de gastar
un gran capital se retiraron del negocio debido a los fuertes impuestos que se aplicaron
para la explotación de recursos naturales. Entre 1892 y 1908 la sociedad norteamericana
Colombia Company, propiedad de E.B Hopkins se dedicó a la explotación de caucho, la
cría y ceba de ganado. (Ver Mapa 2)

El influjo de los enclaves extranjeros en la región fue bastante amplio y aunque la


permanencia de éstos no fue muy larga, este tipo de economía extractiva se abrió paso en
el territorio dejando amplias llanuras que luego fueron aptas para la ganadería. Además,
la presencia del capital extranjero en la región fue motivadora; en 1914, el periódico “El
Sinú: semanario de Intereses Generales” publicó la siguiente columna: “Situación
económica del Sinú”, en ella se afirmaba que,

“El Sinú cuenta con un sinnúmero de riquezas naturales que, sin duda,
llamaran la atención de los capitalistas extranjeros, tan pronto como el Canal

32
Ayres De Nascimiento, Guía Ilustrada del Sinú, (Montería: Tipografía El Esfuerzo, 1916), p. 35.
33
Datos tomados de: Ayres De Nascimiento, Guía Ilustrada del Sinú, (Montería: Tipografía El Esfuerzo,
1916)
34
Parsons, Parsons, James J., The Settlement of the Sinu Valley of Colombia, DOI: 10.2307/211252,
Recuperado de: https://www.jstor.org/stable/211252

26
de Panamá quede abierto al tráfico mundial y por lo cercana a él, reciba esta
región los primeros inmigrantes que vengan a Colombia.

Contamos en este privilegiado país con los requisitos primarios de la


producción que son: tierra y trabajo; pero nos falta el capital, que, aunque en
economía política es requisito secundario, viene a constituir aquí una base
indispensable, por las excepcionales condiciones del medio en que vivimos”.35

Imagen 2 Colonos explotando Madera en el valle del Sinú

Esta reflexión es una muestra de los intereses que tenían algunos sectores sociales de
la región, los cuales, comenzaron a solicitar la entrada de capital para el trabajo agrícola
y la explotación de los recursos naturales en el valle del Sinú. Junto con la entrada de
empresarios extranjeros, también aparecieron nuevos empresarios nacionales, en su gran
mayoría provenientes de Antioquía, quienes dieron inicio a la creación del mercado de
ganado, a lo anterior se suma la introducción de nuevas variables tecnológicas: La tumba
y quema, proceso que era aplicable en zonas pequeñas con el fin de sembrar pastos; la
siembra de pastos artificiales traídos de India o África como el Guinea, o el Pará

35
El Sinú: Semanario de Intereses Generales, (Montería: octubre 1914) Año 1, No.16

27
proveniente de Curazao. Y, por último, con el objetivo de proteger los pastos y la
inversión, la introducción de la cerca y el alambre de púas; técnicas que ayudaron a la
configuración de linderos, la apropiación de terrenos y la consolidación de la hacienda
como unidad económica y social dedicada a la actividad ganadera,36 pero a su vez, como
un espacio en el cual se comenzaron a definir las relaciones laborales entre propietarios,
campesinos y colonos cultivadores de la región. A continuación, veremos cómo se dio
este proceso a través de dos modelos de tenencia de la tierra en la región: La hacienda
Berastegui y la Hacienda Marta Magdalena.

1.2.Berastegui y Marta Magdalena, dos modelos de hacienda en el valle del Sinú


(1870 – 1925).

El modelo colonial del señorío y la aparición de empresarios extranjeros fue dando


paso a la consolidación de la hacienda ganadera como unidad económica y social en el
valle del Sinú (Ver Mapa 3). Para ilustrar un poco más las características de este proceso,
analizaré la forma como se consolidaron dos haciendas de la región; la primera de ellas es
un ejemplo de la transición entre el modelo colonial de señorío y la hacienda con
características mercantilistas enfocadas en la ganadería y la producción de caña; mientras
que la segunda, se consolido gracias al modelo del enclave extranjero y a la entrada de
nuevos empresarios en la región interesados en el comercio de ganado.

36
Alejandro Reyes Posada, Latifundio y Poder Político: La Hacienda ganadera en Sucre, (Bogotá:
CINEP, 1978), pp. 58-68

28
Mapa 2 Principales enclaves extranjeros en el Valle del Sinú (1870 - 1925) Fuente:
Fals Borda, Capitalismo..., (Elaboración propia).

29
La Hacienda Berastegui funcionó entre 1854 y 1930, fue propiedad de la familia
Burgos y se constituyó como el modelo de hacienda propio del valle del Sinú, no sólo por
la cantidad de tierras que alcanzó a poseer, sino también por sus actividades productivas
y las relaciones sociales y culturales que creó con campesinos y sectores políticos del
Estado de Bolívar. Se formó gracias a los oficios del cura José María Berastegui, quién,
ejerció como párroco de Ciénaga de Oro37, alternando el cuidado de sus feligreses con la
administración de las tierras heredadas por su madre en dicho pueblo. Una “finca rural”
conformada casi por 8000 hectáreas de tierra otorgadas por la Corona Española en el año
de 1734 a las familias Berastegui, Gómez y Barragán. Un señorío que sirvió para los
procesos de congregación, educación y evangelización de la población nativa de la región,
“en las faldas de un cerro de la hacienda, que en esa época se inundaba en su mayor parte,
a orillas del caño de Martínez, construyeron una iglesia, donde concurrían los comarcarnos
a empaparse de las enseñanzas de Cristo”.38

En 1861, tras la muerte del cura, las tierras y su administración fueron otorgadas a sus
hijos, quienes conformaron la Sociedad Comercial M. Burgos & Company, administrada
por Manuel Burgos, quién dio el tránsito definitivo hacia un modelo de explotación
agrícola y empresarial: “desarrolló plantaciones de yuca, ñame, maíz, arroz, cacao, plátano
y cocoteros”, pero su mayor apuesta fue la de consolidar un cultivo de caña dedicado a la
producción de azúcar. Introdujo en 1872 nuevas tecnologías para la centrifugación y la
destilación de aguardiente (ron burguero). Empleó la mano de obra de campesinos y
colonos de la región para ir sembrando pastos en los terrenos que iba adquiriendo poco a
poco. “Algunas adquisiciones fueron a manera de permuta, los vendedores convenían en
recibir parte del precio en pastoraje de sus ganados por cierto tiempo y a razón de equis
pesos por res al mes; parte en ron y parte en manteca de corozo”39, de esta forma la
hacienda Berastegui logró tener casi 12000 hectáreas de tierra, dedicadas unas a la
ganadería y otras a la producción de masiva de caña.

37
Remberto Burgos Puche, El general Burgos, (Cartagena: Gobernación de Bolívar, 2000). p. 33
38
Burgos, El general Burgos…, p.33
39
Burgos, El general Burgos…, p.79

30
El espíritu capitalista de Don Manuel Burgos y sus relaciones políticas lo llevaron a
convertir a la hacienda Berastegui en un icono de la producción de caña en la región. Sin
embargo, las plagas de langosta y las guerras de finales del siglo XIX la fueron
conduciendo hacia el estancamiento económico. En el año de 1905, un informe enviado
al gobierno nacional con el objetivo de solicitar un préstamo describe las actividades y
relaciones productivas de la hacienda:

“En la Provincia del Sinú existe la hacienda Berastegui, considerada bajo


todos sus conceptos como la mejor del Departamento de Bolívar y de
propiedad exclusiva de M.Burgos & Co. La extensión territorial de dicha
hacienda es de 125 kilómetros cuadrados, se halla ubicada en la parte central,
(…). Sus dehesas de hierba del Para, reputadas como las mejores del país, son
capaces, incluyendo los gastos naturales, de hermosas ciénagas, ricas en peces,
para apacentar 10.000 reses de ceba y hasta 12.000 de cría. El pescado que en
toda época se coge en la hacienda, ayuda considerablemente a la manutención
de 300 y tantos peones (…). Los cañaverales de la hacienda Berastegui son los
más grandes de dicho departamento. (…) Anualmente se hacen en la hacienda
grandes siembras de tabaco que se exporta a los mercados de Bremen y
Hamburgo. Otra industria importante de la hacienda es la cacaotera. (…) I
finalmente, se explota en la hacienda, la extracción de aceite de corozo, por
medio de molinos de madera, movidos por fuerza animal.”40

La riqueza natural y productiva de la Hacienda Berastegui configuró asociaciones y


articulaciones que tenían como objetivo la búsqueda de nuevos mercados, la conformación
de empresas dedicadas a la exploración y explotación de recursos como el petróleo y la
creación del primer Packing House41 en Colombia. Estos proyectos, ligados al poder
político que tenía la familia en la región, fueron fundamentales en la conformación de un
nuevo tipo de actor social y económico: el patrón, el cual, mediante la tenencia de la tierra
y el control de las relaciones de trabajo fue consolidando no solo un modelo de economía
mercantil en la región, sino también una serie de redes y clientelas políticas.42 Don Manuel
Burgos no sólo conto con el poder económico que le otorgaba la propiedad de la tierra,

40
Burgos, El general Burgos…, p.145
41
Ver: Roberto Cunnighame, Cartagena y las riberas del Sinú, Trad. de Remberto Burgos Puche,
(Montería: Imprenta Departamentas, 1968)
42
Ver, Ocampo, Poderes regionales…, pp. 50 - 55

31
sus relaciones políticas a nivel nacional y departamental fueron, como veremos más
adelante, claves en la creación de leyes y políticas favorables a sus intereses y los de los
hacendados y empresarios de la región.

Por otra parte, el caso de la hacienda Marta Magdalena es diferente en varios aspectos
al anterior. En primer lugar, su conformación43 se dio gracias al proceso de concesión de
tierras baldías que tuvo lugar en la segunda mitad del siglo XIX. 5.440 hectáreas ubicadas
al margen izquierdo del río Sinú fueron entregadas a la Sociedad Civil Anónima
Cacaotales de Marta Magdalena que contaba con capital extranjero para llevar a cabo
procesos agrícolas enfocados en el cultivo de cacao. Desde ese año y hasta 1913 los
terrenos baldíos fueron explotados a través de actividades agrícolas y extractivas, en
especial, aquellas dedicadas a la tala de maderas finas. Sin embargo, en 1912 debido a las
condiciones adversas para llevar a cabo sus actividades, la compañía toma la decisión de
vender sus tierras e irse del país. En sus años de funcionamiento, pasaron por allí,
empresarios como Victor Dujardin, Louis Striffler, Octavio León Dereix y Geo. D. Emery,
quienes fueron sus accionistas y administradores.

Sorprendido por el éxito de la hacienda Berastegui, pero a su vez, atraído por la idea
de conectar, mediante una línea férrea, a Antioquia con el mar Caribe. En el año de 1900,
el General Pedro Nel Ospina comenzó a adquirir títulos de propiedad en el valle del Sinú,
lo acompañó en esta tarea, el también empresario antioqueño, Gabriel Echevarría Misas.
Así pues, ante la salida de los empresarios extranjeros, Ospina adquiere, en julio de 1913,
la hacienda Marta Magdalena mediante la figura de un grupo de inversionistas
antioqueños constituidos bajo el nombre de Sociedad Agrícola del Sinú (SAS). De acuerdo
con el Acta No 1, la SAS se constituyó con un capital limitado, enfocado principalmente a
la explotación de la finca denominada “Marta Magdalena” y las demás que adquiriera la
SAS: “explotación que comprende siembra de yerba, compra y venta de ganados,
exportación de maderas y, en general, el beneficio de todos aquellos elementos que se

43
Ver, Ocampo, La instauración de la ganadería..., p. 22 - 41

32
encuentren en la propiedad…”44 La ampliación del mercado ganadero requirió de un
proceso de desmonte, siembra de pastos, cercamiento, arrendamiento de potreros y puesta
en marcha de nuevas modalidades de negocios, el enfoque productivo de los antioqueños
fue en palabras de Parsons45, la fuerza capitalizadora y de desarrollo de la región.

Contrario a Berastegui, el caso de la hacienda Marta Magdalena, su conformación y


consolidación tiene otros matices. Si bien, cuenta con el apoyo de una parentela con poder
político: La familia Ospina Vásquez. Su establecimiento como sociedad, la diferenció de
muchas de las haciendas de la región, las cuáles estaban conformadas únicamente por
vínculos de tradición familiar.46 Por otra parte, el enfoque y los objetivos de los
empresarios antioqueños para establecer hatos inmensos47 promoviendo el desarrollo y la
acumulación de capital, fue valorado por una parte de la población. En un artículo titulado
“En la hora presente”, publicado en el año de 1916, se afirmaba lo siguiente:

“El Sinú que es la porción más rica de la Costa, tiene muchas tierras que
ofrecerle a ese abejar de energías que va desde Antioquia –por ejemplo- hasta
el mismo corazón del Cauca, y descuaja montes y funda ciudades y crea
riqueza y da vigor. A ese Antioquia, que es nuestro vecino, se le debería decir:
Aquí tenéis nuestras tierras baldías, podéis colonizarlas: ellas os pertenecen
tanto como nosotros.” 48

Bajo esta motivación, la entrada del capital antioqueño no sólo fue clave para adquirir
las tierras de Marta Magdalena, sino también, todas aquellas que eran adyacentes y que
fueron parte de los enclaves de extracción de maderas de la Sociedad Francesa del Sinú.
En carta enviada por el administrador de la SAS, Luis M. Escobar, se dejaba constancia de
la compra de “Marta Magdalena”, “El Mosquito” y la “Risa” por un precio de 200.000
francos, precio que incluía todos los ganados y bestias que se encontraran en las fincas
(Ver Mapa).49

44
Sociedad Agrícola del Sinú, Acta No 1, FAES, SAS Co 1 (1913-1948). Folio 1.
45
James J. Parsons, The Settlement…, pp. 67-86
46
Cf. Ocampo, La instauración de la ganadería..., p.47.
47
Catherine Legrand, Colonización…, p. 76
48
Ayres De Nascimiento, Guía Ilustrada del Sinú, (Montería: Tipografía El Esfuerzo, 1916) p.11
49
Sociedad Agrícola del Sinú, Correspondencia recibida Salazar Marco A., Administrador, FAES, SAS
C-137, (Oct. 1912 – Ene. 1920), folio 4.

33
Estos procesos de venta y compra consolidarón la hacienda como entorno para la cría,
levante y ceba de ganado. Pero, además, generó en el valle del Sinú transformaciones de
índole físico, demográfico y cultural que modificaron las relaciones sociales y laborales
entre propietarios y pobladores rurales de la región. En ese contexto me interesa analizar
la manera cómo estas relaciones fueron impuestas o negociadas, asimismo, la forma cómo
se fueron creando patronazgos y redes de poder local en la región. Lo anterior con el
objetivo de comprender las razones que dieron inicio a la acción política colectiva de la
población rural y a la aparición de Sociedades Obreras de Artesanos y Campesinos bajo
el influjo de figuras como Vicente Adamo y Juana Julia Guzmán, situación que analizare
en el tercer capítulo de este texto, por ahora describiré cuáles fueron estas relaciones
sociales y laborales, sus características y las del patronazgo como mecanismo social y
económico de subordinación que encontró en la hacienda un espacio de unidad y control
de campesinos, colonos y cultivadores.

34
Mapa 3 Relación Haciendas - Enclaves Extranjeros en el Valle del Sinú (1870 - 1925) Fuente: Elaboración propia.

35
1.3. El patronazgo: relaciones sociales y laborales impuestas por la hacienda en
el valle del Sinú 1870 – 1920.

El objetivo de expansión territorial que tenían los empresarios, propietarios y clases


acomodadas condujo a la formación y establecimiento de la hacienda como un espacio
social y económico que fomento nuevas relaciones sociales y laborales entre los
propietarios de las haciendas, empresarios, campesinos y colonos de la región. Estas
relaciones tenían como finalidad establecer vínculos de familiaridad y formas de trabajo
perdurables que beneficiaron a las haciendas. En este sentido, las acciones llevadas a cabo
por los propietarios se enfocaron en convertir a campesinos y a colonos cultivadores, que
ya se encontraban instalados en sus terrenos, en aliados fieles y buenos servidores. Si lo
anterior no era posible, la hacienda establecía acuerdos legales, basados en el
arrendamiento de tierras para la siembra de pastos y el mantenimiento de los potreros50 o
compraba los terrenos a los colonos.

Muchos de estos acuerdos tuvieron su origen en dinámicas y relaciones laborales


establecidos por señoríos y hatos ganaderos durante la Colonia, además de otros que
fueron creados por los enclaves extranjeros con vocación extractiva a finales del siglo XIX
en el valle del Sinú51. Durante la Colonia el sistema de encomiendas, mercedes y señoríos
configuró formas de trabajo precapitalistas que persistirían durante la época republicana52
Como un síntoma de lo anterior, las haciendas del valle del Sinú mantuvieron entre 1870
y 1925 relaciones laborales que se caracterizaron por la subordinación de vecindarios
conformados por indígenas y colonos a través de la mayordomía, el concierto y la
matrícula.

50
Sociedad Agrícola del Sinú, Correspondencia recibida Villa, Ramón E. y Mejia, Vicente.
Administradores, FAES, SAS C134, folio 34.
51
Sociedad Agrícola del Sinú, FAES, Correspondencia recibida Villa, Ramón E. y Mejia, Vicente.
Administradores, FAES, SAS C134, folio 34.
52
Fals Borda, Capitalismo, hacienda…, p. 15

36
El 12 de agosto de 1916 mediante un informe de gastos y cuentas de la hacienda Marta
Magdalena, uno de los administradores, el señor Cesar Salazar, solicita a la gerencia de la
Sociedad Agrícola del Sinú (SAS) permiso para realizar y mantener vínculos laborales y
comerciales con un grupo de campesinos y colonos que se encontraban viviendo dentro
de los terrenos de la hacienda. Un lugar que los pobladores rurales de la región llamaron
el “Pueblo” y en el cual habitan aproximadamente treinta familias y un total de ciento
cincuenta individuos con los cuáles, consideraba el administrador, era importante entablar
una serie de diálogos y articular acciones que beneficiaran a la hacienda. De esta manera
los habitantes del pueblo no sólo tenían la obligación de realizar una serie de oficios y
trabajos, su vínculo con la hacienda no fue solamente contractual, por el contrario, se
fijaron una serie de acciones que tenían como objetivo crear una familiaridad y un marco
de confianza entre los propietarios, administradores y pobladores rurales de la región,
situación que se conoció con el nombre de vecindario53. Esta forma de control territorial
y poblacional daría paso mas adelante a relaciones de patronazgo y a la creación de
clientelas de poder político. 54 La creación de este vecindario permitió a las haciendas
ofrecer a sus habitantes raciones de comida y utensilios de uso diario para el aseo y
vestido, de esta forma, crearon pequeños comercios o “tiendecitas” que permitieron a los
pobladores rurales acceder a una serie de víveres de uso cotidiano como el arroz, la panela
y el azúcar, evitando que se acercaran otro tipo de comerciantes a sus propiedades. Como
podemos ver, este tipo de relación social basada en la creación de vínculos tenía como
objetivo insertar características de familiaridad y cercanía con los patrones, proceso que
dio pie a la conformación de patronazgos y redes de poder local.

El origen del fenómeno del patronazgo puede ser rastreado a través de diversas
relaciones laborales heredadas del modelo colonial, tal es el caso de la mayordomía. En
este tipo de relación el mayordomo tenía la función de verificar y controlar las tareas
realizadas por los indígenas, estos oficios fueron: tumba de monte, extracción de materias

53
Ver, Fals Borda, Influencia del vecindario pobre colonial en las relaciones de producción de la Costa
Atlántica colombiana”, en: El agro en el desarrollo histórico colombiano.
54
Ver, Gloria Isabel Ocampo., Poderes regionales, clientelismo y Estado. Etnografías del poder y la
política en Córdoba, Colombia, (Odecofi-Cinep, Bogotá: 2014)

37
primas para la fabricación de esteras, monteo (caza) de icoteas, cacería del manatí para la
extracción de manteca, hilada de algodón y boga de embarcaciones de los ríos.55 Este
primer momento, surgido en la esfera de la sociedad colonial, se mantuvo con la
instauración de los enclaves y la consolidación de la hacienda como unidad de poder social
y económico. Durante las primeras décadas del siglo XX y debido a la ausencia de los
dueños de las haciendas, la figura del mayordomo cambia a la de administrador, actor
fundamental para el mantenimiento de la hacienda, la resolución de conflictos, el
establecimiento de contratos y el control de diversas formas de trabajo como el
arrendamiento, jornaleo y avance.

Con la aparición de una serie de tareas nuevas: monte y desmonte, siembra de pastos,
establecimiento de cercas, sostenimiento doméstico de las haciendas, cuidado y transporte
de ganado se dio paso a la creación de nuevas relaciones laborales: jornaleo, servidumbres
y concierto.56 En el año de 1925 la Casa Geo D. Emery y Co. dedicada a la extracción de
maderas, publicaba el siguiente anuncio:

“Solicita trabajadores de hacha y machete para sus empresas. Condiciones:


Para el Campamento de San Juan ANTICIPO, Dos mil pesos papel moneda.
SALARIO, Cuarenta pesos diarios, y la alimentación. TEMPORADA,
Sesenta días.”57

De esa forma la mano de obra de la población rural comenzó a ser remunerada y quedo
adscrita a una compañía o hacienda, es decir, se subordino a los trabajadores locales,
quienes se vieron obligados a aceptar las condiciones laborales impuestas por los
empresarios y los grandes propietarios. Pero, a pesar de la inserción de un salario, se
mantuvieron formas de trabajo como el concierto y la matrícula, por un lado, se le otorgaba
un pago al trabajador, pero por el otro, con ayuda de la legislación y el poder político se
estableció la duración, compromiso, deudas y castigos que campesinos y colonos

55
Fals Borda, Influencia del vecindario…, p. 137.
56
Negrete, Origen de las luchas agrarias en Córdoba…, p.28
57
Semanario Eco Sinuano., Anuncio, Año1, No. 5, febrero 1915.

38
recibieron mediante contratos, características y dinámicas que abordaremos en el segundo
capítulo, generando formas de injusticia y agravios.

Este tipo de relaciones sociales y laborales giró en torno al cuidado y mantenimiento


de cercas y potreros, con lo cual la hacienda logro establecer un mejor control sobre sus
terrenos y trabajadores. De acuerdo con los testimonios de los administradores de la
hacienda Marta Magdalena, estos contratos permitieron al colono permanecer en su lugar,
tener una vivienda y cuidar un número de máximo diez vacas. Por otra parte, el colono se
comprometía a iniciar la abertura de los terrenos, tumbar los árboles, realizar las quemas
y adecuar los potreros, de esta manera, la hacienda iba ampliando sus terrenos, pero a su
vez, cooptaba la fuerza laboral de los colonos sin generar gastos de dinero.

El cuidado de terrenos y la permanencia de los colonos en éstos, estuvo sujeta a


contratos, así lo evidencian los libros contables de la Sociedad Agrícola del Sinú y la
correspondencia enviada a su Gerente, Luis María Escobar, entre el año de 1913 y 1914,

“Septiembre de 1913: Contratos: En estos días logró hacerse uno con


Manuel Narciso Díaz quien vendrá el 1 de octubre con 30 hombres a tumbar
en Tres Bocas”

“Octubre de 1913: Contratistas: En esta semana […] deben llegar 60


hombres. Narciso Díaz el de Tres Bocas todavía no se ha presentado a
tumbar.”58

Veremos más adelante, cómo este tipo de contratos generó todo un sistema de deudas
entre colonos, campesinos y propietarios de las haciendas, pero, a pesar de las deudas, los
propietarios estaban en la obligación de pagarle al colono los trabajos y las mejoras
realizadas durante su tiempo de permanencia, asimismo otorgarles permiso para seguir
ocupando la casa y disfrutar de los cultivos de plátano, yuca y ñame. Todo esto era
conocido en la región con el nombre de “respaldo” y fue la forma que la población rural

58
Sociedad Agrícola del Sinú, Correspondencia Duque. Administrador, FAES, SAS C-49, (1913 –
1914), fol.9.

39
consideró que los contratos estaban basados en principios de justicia, dignidad y respeto,59
garantizando su propia subsistencia, la propiedad de un terreno y la configuración de un
vínculo familiar con los propietarios de las haciendas.

Igualmente, al estar adscritos laboralmente a una hacienda, los pobladores rurales de la


región recibían además de su salario elementos básicos para su subsistencia, tal es el caso
del arroz60. Era una costumbre dar el arroz a los contratistas o trabajadores durante toda
la semana, para lo cual se estableció que en los días de trabajo se entregarían raciones de
dos libras, mientras que los fines de semana de una libra y media. Este dato no es menor,
teniendo en cuenta que cuando los precios del arroz y el maíz subían los trabajadores
escaseaban y se negaban a realizar las tareas de la hacienda.61 A pesar del afán y la
necesidad que existió por imponer ciertas reglas y normas laborales, los propietarios de
las haciendas fueron creando relaciones de patronazgo, o como lo expresa el autor de la
siguiente columna, la configuración de un gamonalismo62 regional que tenía como
objetivo dominar la población rural de la región:

El aldeano que vive sometido por miedo y por apego estúpido a la


naturaleza, es el pasto predilecto de esa fiera que se llama el político regional;
(…) Porque en rigor de verdad, hay mucha semejanza entre el señor feudal
que era el dueño de cosas y personas; y este tipo de gamonal o político
regional, que es el mismo y que no es otro que el supremo disponedor de vidas
y haciendas. Y en efecto sucede que una parte del producto de su afanoso
trabajo lo dedica el labriego para regalar al gamonal. Pero la razón del regalo
no es el cariño ni el agradecimiento como pudiera creerse, sino la razón triste
de un temor pueril, que se tiene al que ha logrado sembrar el terror con sus
maldades.63

59
Fassin Didier, “Les économies morales revisitées”, Annales. Histoire, Sciences Sociales 2009/6 (64e
année), p. 1237-1266.
60
Sociedad Agrícola del Sinú, Correspondencia recibida Villa, Ramón E. y Mejia, Vicente.
Administradores, FAES, SAS C134, folio 97.
61
Sociedad Agrícola del Sinú, Correspondencia recibida Salazar. Administrador, FAES, SAS C108,
folio 71.
62
Ver, Fernando Guillen Martínez, El poder político en Colombia, (Planeta Editorial, Bogotá:1996).
En este texto el autor expone la manera como la hacienda se configuro en un modelo de unidad social que
buscaba el control de la población y generaba redes de intereses políticos y económicos.
63
El Día, Bisemanario Político, Comercial y de Variedades, Concordia, Paz y Trabajo. (Cartagena:
Febrero 8 de 1906, Serie I, No. 5)

40
Como podemos ver, la configuración de la figura del patrón estuvo mediada por el
control que éste tuvo de la tierra y de las relaciones laborales que se crearon con los
campesinos y colonos. Los vínculos de familiaridad impuestos por los dueños de las
haciendas no tenían como objetivo fomentar el cariño y el agradecimiento, detrás de este
proceso se ocultaba un mecanismo de subordinación y de terror que fue configurando una
dialéctica entre patrón y trabajador. Lo anterior creó formas de injusticia, el avance de
nuevos capitales hizo que muchos hacendados modificaran las relaciones laborales con el
fin de mejorar sus finanzas y el sostenimiento de las haciendas, para ello hicieron uso de
todos los mecanismos que tenían a su alcance, lograron modificar las leyes y establecer
nuevas formas de contratación rompiendo de esta manera normas, derechos y formas de
mutualidad que simbolizaban acuerdos implícitos entre propietarios y población rural.

41
2. Agravios: concentración de la tierra, código de policía y sistema de
avances

El contraste de las relaciones sociales y de poder entre los propietarios en el valle del
Sinú y la inestabilidad social y económica de la población rural, generó una serie de
injusticias y agravios en torno a las relaciones laborales y sociales. Con la aparición, a
comienzos del siglo XX, de haciendas y sociedades comerciales destinadas a la
explotación ganadera y de maderas como lo fueron la Hacienda Berastegui, Hacienda
Mundo Nuevo y la Sociedad Agrícola del Sinú, los campesinos y colonos cultivadores
vieron cómo a través del patronazgo y las leyes vigentes se propicio la concentración de
la tierra, el establecimiento de contratos justificados por el Código de Policía del
Departamento de Bolívar64 y la adquisición de una serie de deudas mediante el sistema de
avances.

En el siguiente capítulo se describe y analiza la manera cómo se dio este proceso de


acumulación de tierras por parte de terratenientes y la relación de este fenómeno con la
puesta en marcha de la ley de baldíos, la entrega de títulos de propiedad y los acuerdos
que promovieron los propietarios para controlar la mano de obra campesina y ampliar sus
territorios. En este sentido, en la segunda parte se establecen las principales disposiciones
que tuvo el Código de Policía del Departamento de Bolívar, formas de contratación,
obligaciones de la población rural y castigos recibidos, lo anterior, tuvo como
consecuencia la conformación de un sistema de avances y deudas que obligo a los
campesinos y colonos a quedar adscritos a las haciendas, fortaleciendo así las parentelas
locales y el patronazgo como forma de dominación y control territorial. Estas formas de
injusticia darán paso a la acción política colectiva de los trabajadores de la región,
mediante formas de organización que tenían como objetivo la reivindicación moral, el

64
Manuel Dávila Flórez, Código de Policía del Departamento de Bolívar, (Tipografía Araujo,
Cartagena: 1903), Biblioteca Luis Ángel Arango: Fondo de Libros Raros y Manuscritos.

42
derecho a la tierra y el uso de un lenguaje político en la que se mezclaron repertorios
ideológicos provenientes de diversas corrientes de pensamiento social.

2.1. Concentración de la tierra en el valle del Sinú 1870 - 1925

En el año de 1882 y mediante la Ley 48 de tierras baldías que declaró la titulación de


baldíos por cultivos, cualquiera que fuera su extensión65, se inició un proceso de
incentivos sobre el acceso a la propiedad rural, generando la expedición de títulos de
propiedad y la perdida del derecho a la tierra que poseían colonos y cultivadores. En
efecto, a pesar de la amplitud de las tierras públicas que poseía el estado colombiano, los
nuevos empresarios agrícolas no estuvieron interesados en acceder a propiedades
vírgenes, su interés se enfocó en los territorios que ya eran aptos para la producción.66 Lo
anterior, despojó de su independencia económica a los pobladores rurales y los insertó en
relaciones laborales, tales como: el arrendamiento, jornaleo y avance. Aunque en algunos
casos los títulos de propiedad fueron legales, en muchas ocasiones los empresarios
agrícolas aprovecharon sus relaciones políticas y la debilidad del Estado en las regiones
para modificar linderos, escrituras y documentos notariales.

Tal y como lo vimos en el capítulo anterior, este proceso tuvo como consecuencia la
expansión de latifundios y de haciendas dedicadas al mercado de productos como la caña
de azúcar y la ganadería. Además de la creación de formas de relación social y laboral
como el vecindario y el patronazgo que, como lo exprese anteriormente, tenían el objetivo
de ejercer un control sobre la mano de obra de los colonos que se encontraban instalados
en terrenos baldíos, logrando de esta forma que éstos perdieran su derecho
consuetudinario con la tierra y se vieran sometidos al abandono de esta o al sometimiento
de un contrato laboral. Así lo expresan los campesinos y colonos cultivadores que
conformaron en el año de 1925 la Sociedad Comercial de Lomagrande, quienes al solicitar

65
Cf. Catherine Legrand, Colonización y protesta campesina en Colombia… p. 37
66
Catherine Legrand, Colonización y protesta campesina en Colombia…p. 66

43
los terrenos que aparecen en la escritura, afirman que Lomagrande es el sitio en donde han
ejercido sus labores, además, han construidos sus viviendas y relaciones de apoyo mutuo
sin que, hasta el momento, hayan sido perturbados o “inquietados en el goce de su
posesión”.67

Sin embargo, a comienzos del siglo XX el sector agrícola en el valle del Sinú vivió una
expansión sin igual, la siembra de nuevos tipos de pasto, el cercamiento de tierras que los
colonos ya habían desmontado y la aparición de nuevos capitales nacionales y extranjeros
dio lugar a la concentración de la tierra y a conflictos sociales.68 Administrativamente, en
el año de 1905, el Departamento de Bolívar tenía una población de 206.983 habitantes
divididos judicialmente en siete provincias. De este número, 30.078 se encontraban en la
Provincia del Sinú, la cual estuvo conformada por los Municipios de Lorica, Cereté,
Ciénaga de Oro, Chimá, Montería, Purísima y San Pelayo69, la población, en su gran
mayoría, se dedicaba a tareas relacionadas con la ganadería, agricultura y explotación de
madera. Ahora bien, gran parte de las tierras de la Provincia fueron tipificadas como
terrenos baldíos y adjudicadas entre 1870 y 1925 mediante la modalidad de concesión, en
este periodo de tiempo se entregaron 73 concesiones que en total sumaban 123.104
hectáreas70. Lo anterior generó un proceso de concentración de la tierra, cada concesión
suponía la entrega de más de mil hectáreas a individuos o grupos de empresarios agrícolas,
sumado a lo anterior, la organización social y política de la nación, permitió que este
proceso de concentración de la tierra quedará articulado a parentelas locales con poder
político.

67
Escritura de la Sociedad Comercial Lomagrande, Banco de la República, Centro de Documentación
Orlando Fals Borda (CDOFB), Fondo Lomagrande, Folios 5555 - 5560
68
Catherine Legrand, Colonización y protesta campesina en Colombia...p. 92 “La visión de los
empresarios era la de una economía rural constituida por grandes propiedades trabajadas por una serie de
arrendatarios y aparceros con el complemento adicional de algunos jornaleros. Así su lógica económica
exigía que el sistema latifundista se implantara en regiones nuevas.”
69
DANE, Estadística Anual de la República de Colombia 1905, Recuperado de:
http://biblioteca.dane.gov.co/biblioteca/categories/16/
70
Catherine Legrand., Colonización y protesta campesina en Colombia, (Centro Editorial UNAL,
Bogotá: 1988), pp. 248 – 249.

44
En el año de 1912, el Censo Nacional tipifico a los habitantes rurales bajo la categoría
de industria agrícola, definiéndolos como todos aquellos sembradores o cosechadores,
que, por su propia cuenta, producen toda clase de frutos y pastos71. De acuerdo con los
datos arrojados, en la Provincia del Sinú se contaba un total de 909 propietarios rurales,
si tenemos en cuenta este dato y lo contrastamos con el número de concesiones que se
entregaron en el periodo de tiempo que va desde 1870 hasta 1925; 73 concesiones de
baldíos que sumaban 123.104 hectáreas; podemos concluir que aproximadamente cada
habitante tipificado en la categoría: industria agrícola72, tenía derecho a casi 2.000
hectáreas de tierra. Sin embargo, como la entrega no se hizo de manera equitativa, es
posible encontrar concesiones de tierra que alcanzaban una extensión de casi 5.000
hectáreas y que eran entregadas a un solo propietario o sociedad. Generando de esta
manera una serie de conflictos sociales y laborales (Ver Tabla 2), el resto de los habitantes
o eran dueños de pequeñas propiedades que se encontraban ubicadas en las riberas del
Sinú, o bien, estaban establecidos en alguno de los terrenos baldíos como colonos.

La desigualdad en los procesos de entrega de baldíos y la concentración de la tierra por


parte de grupos de empresarios y familias en la región, fue generando, como ya lo vimos
en el primer capítulo formas de desigualdad en las relaciones laborales y sociales, dando
paso a la aparición del patrón como sujeto social y político capaz de controlar las normas
y las reglas de juego, como veremos más adelante, el Código de Policía del Departamento
de Bolívar, instrumento de control de la población, favoreció los intereses de la industria
agrícola, en especial, de los propietarios de las haciendas.

71
DANE, Censo General de la República de Colombia 1912, Recuperado de:
http://biblioteca.dane.gov.co/media/libros/LD_771_1912_V_1_P_1.PDF
72
Se tipificaron en esta categoría: Los agricultores propiamente dichos, sembradores o cosechadores, por
su propia cuenta, de toda clase de frutos o de pastos naturales o artificiales : ramio, gramas, carretón,
guinea, saboyá, pará, india, etc., y también los apicultores, arboricultores, sericicultores, horticultores,
jardineros ; seda, vainilla, viticultores.

45
Municipio Población Propietarios No. Concesiones Total, Conflictos
1905 rurales 1912 1870 - 1918 Hectáreas
Lorica 8582 s/d 27 9836 2
Ciénaga de Oro 5666 s/d 1 4986
Cereté s/d s/d 4 8074
Montería 4542 s/d 48 104.303 2
San Pelayo 2114 s/d 15 7980
Total Provincia Sinú 20904 909 95 135.179 has. 4
habitantes
Tabla 1 Relación entre habitantes y número de hectáreas entregadas por concesión de baldíos 1870 -1920, Fuente:
Anuario Estadístico DANE (1905 – 1912) y Catherine Legrand: Colonización y protesta campesina en Colombia.

La concentración de tierra no se dio únicamente a raíz de la entrega de concesiones de


baldíos, el objetivo de expansión territorial que tuvieron las familias de la región, los
empresarios antioqueños y un grupo de inmigrantes: Sociedad Agrícola del Sinú
(Hacienda Marta Magdalena), Familia Burgos (Hacienda Berastegui), Empresas
Industriales de Don Antonio Lacharme (Hacienda Misiguay), Guillermo Echevarria
Misas (Ganaderia Mundo Nuevo)73 (Ver Mapa 4); los condujo a crear diversos
mecanismos de persuasión para apartar a los colonos de sus tierras o convertirlos en
posibles aliados. Estos colonos, campesinos y cultivadores fueron descritos como los
“ocupantes de la montaña”74, lo anterior, debido a que sus tierras se encontraban ubicadas
en zonas lejanas a la casa principal de las haciendas o en terrenos que aún no eran aptos
para la ganadería, como, por ejemplo, potreros sin desmontar o zonas boscosas.
Asimismo, representaban un eje de presión social, algunos campesinos y cultivadores que
habitaban en estas zonas eran vistos como sujetos conflictivos con los cuáles no era
posible establecer ningún tipo de acuerdo, razón por la cual, en la mayoría de los casos
los dueños de las haciendas recurrieron a mecanismos legales para acceder a los títulos de
propiedad de la tierra. En otras ocasiones, se acudió al cercamiento con alambre de púas

73
Para una descripción más detallada de estas empresas, ver: Ayres Nascimiento, Guía Ilustrada del
Sinú, (Tipografía El Esfuerzo, Montería (1916).
74
Sociedad Agrícola del Sinú, Correspondencia Duque 1913 – 1914, FAES – SAS C49, , folios 9 - 17

46
y al establecimiento de nuevos límites, generando pugnas entre administradores de las
haciendas y ocupantes. Estos últimos, afirmaban que los linderos no eran claros y que por
lo tanto no era posible asegurar que los terrenos que ellos ocupaban les pertenecieran a las
haciendas; aún así, el objetivo de los empresarios agrícolas fue hacerles la guerra a los
colonos, obligarlos a llegar a algún acuerdo mediante el diálogo o a través de mecanismos
de persuasión, tales como: aumento de la seguridad y establecimiento de cercas.75

Cuando las alianzas y negociaciones no prosperaban, los propietarios se vieron


obligados a negociar con sumas de dinero para obtener los terrenos. En efecto, al no poder
establecer ningún tipo de relación con los pobladores rurales y tener que compartir parte
de los linderos con ellos, las haciendas emprendieron un proceso de compra de todas las
propiedades adyacentes, es así como a través de diferentes sumas de dinero fueron
adquiriendo los terrenos que por título de derecho concedido les pertenecía a las familias
de colonos que allí vivían. Algunos propietarios pagaban de acuerdo con las mejoras que
tuviera el terreno, mientras que otros establecieron valores que en muchos casos no
superaban la suma de tres jornales diarios por hectárea. (Ver Tabla 2).

Colono Comprador Extensión Valor


pagado
76
Jerónimo Martínez Marta Magdalena 1 fanega $1000
Manuel Peregrino Marta Magdalena - $550
Esteban Cárdenas Marta Magdalena - $250
Telesforo González Ganadería Mundo Nuevo77 60 has. $200
Ismael Trespalacios Ganadería Mundo Nuevo - $60
Carlos Mora Ganadería Mundo Nuevo 5 cabuyas $7.50
Justo Trespalacios Ganadería Mundo Nuevo - $20
Tabla 2 Relación de pagos realizados a los colonos por sus terrenos entre 1912 – 1925.

75
Sociedad Agrícola del Sinú, Correspondencia entre Ramón Villa – Vicente Mejía y el gerente de la
SAS Luís María Escobar, 1913 – 1921, FAES, SAS – C134.
76
Sociedad Agrícola del Sinú, Correspondencia recibida Salazar, Cesar. Administrador, 1914, FAES,
SAS C-109, folio 6.
77
Ganadería Mundo Nuevo, Documentos Notariales 1914 - 1927, FAES, GEM (Guillermo Echevarria
Misas) 37, folios 39 - 40

47
La adquisición de terrenos mediante dinero, aunque fue una forma común de
expansión, fue también una forma de injusticia que generó conflictos entre propietarios y
campesinos. Como se puede apreciar en la Tabla 2, muchos de los pagos que se hacían
eran bastante bajos, además, tenían como objetivo apoderarse de tierras que los
campesinos y colonos ya habían adecuado para la siembra de pastos o cultivos de pan
coger. En el caso de la Hacienda Mundo Nuevo, propiedad de la familia Echevarria Misas,
el proceso de concentración y compra de tierras desvinculo a núcleos familiares y
parentelas que vivían y compartían de forma comunitaria sus terrenos. De acuerdo con los
documentos notariales del Distrito de Ayapel, dentro de las 2849 hectáreas que le serían
entregadas a los Echevarría, solo recibieron por ley 2500, los 349 restantes estaban
habitadas por diez familias de colonos cultivadores,78 terrenos que como consta en los
documentos fueron adquiriendo con el objetivo de delimitar la propiedad y evitar la
presencia de estas familias en su hacienda.

La titulación de baldíos condujo a la descomposición de las comunidades campesinas, y


por supuesto, de sus unidades familiares y económicas. Esta situación obligo a que las
relaciones sociales en el campo se desarrollaran de acuerdo con los intereses y deseos de
las clases dominantes79. Pero a pesar que los empresarios territoriales intentaron imponer
nuevos tipos de relaciones laborales, la heterogeneidad y la persistencia de los campesinos
colonizadores, indígenas y afros fomento un tipo de relaciones más fluidas y variables, si
bien, el latifundismo tenía como finalidad constituir una economía rural basada en el
jornal, el arrendamiento y la aparcería, dichos modos de producción fueron combatidos a
través de una economía campesina que se mostraba activa en algunas zonas de
colonización, pero que además, sirvió como eje de acción política colectiva para la defensa

78
Ganadería Mundo Nuevo, Documentos Notariales 1914 - 1927, FAES, GEM 37, folios 39 – 40.
79
Como bien lo explica la historiadora Catherine Legrand, el proceso de colonización en el país tuvo dos
enfoques contradictorios entre sí. El primero, consistió en entregar títulos de propiedad a todos aquellos
cultivadores que estuvieran en capacidad de trabajar la tierra de forma productiva, lo que suponía un
beneficio para los colonos sin importar su origen y recursos económicos. Mientras que el segundo, giró en
torno a la precaria situación económica del país, frente a dicha situación los territorios baldíos se
transformaron en una fuente de ingreso para el Estado, quien vendía siempre las tierras al mejor postor

48
que los campesinos hicieron de sus derechos a partir de 1918. Por ahora, veremos cómo
la concentración de tierra estuvo articulada a dispositivos legales que controlaban la
población y las relaciones laborales.

2.2.Dispositivos legales de control: Código de Policía del Departamento de


Bolívar.

Además de la concentración de la tierra, los campesinos y cultivadores del valle del


Sinú se vieron expuestos a nuevas normatividades y disposiciones legales que contralaban
sus relaciones laborales con las haciendas. En el año de 1913 la Sociedad Agrícola del
Sinú (SAS) se comprometía a lo siguiente: primero, pagar por las mejoras que señalaban
los peritos en sus visitas, es decir, por aquellos trabajos que en el tiempo de ocupación
hubieran hecho a las tierras los colonos, tales como desmonte, quema y siembra de
potreros. Segundo, se otorgó a los colonos un plazo de máximo un año para desocupar los
terrenos, en este tiempo los ocupantes podían hacer uso de las pajas, pero se comprometían
a mantener limpios los potreros y las cercas. Tercero, el dinero de las tierras se les daba
cuando desocupaban el terreno y reconocían que la propiedad de éste era de la Sociedad
Agrícola del Sinú (SAS), lo anterior, de acuerdo con los planos y escrituras que ésta
proporcionaba; por último, se estableció el compromiso de no perturbar la tranquilidad de
la hacienda.80

Este tipo de acuerdos laborales fueron justificados a través de los estatutos y normas
que estipulaba el Código de Policía del Departamento de Bolívar publicado mediante la
Ordenanza 54 el 6 de marzo de 1893 y vigente durante las dos primeras décadas del siglo
XX. El uso de este tipo de dispositivos de control de la población fue común en el siglo

80
Sociedad Agrícola del Sinú, FAES., Correspondencia Duque 1913 – 1914, FAES, SAS – C49, folios
53 - 54

49
XIX, los Códigos Civiles y de Policía departamentales fueron claves para el
establecimiento de relaciones laborales y sociales, lo anterior, teniendo en cuenta que las

Mapa 4 Conflictos por concentración de la tierra en el valle del Sinú 1870 -1925

normas que se definían en estos documentos fueron debatidas y aprobadas por las
Asambleas Generales de cada Departamento, en el caso de Bolívar, esta estuvo

50
conformada en su mayoría por parentelas con poder económico dedicadas a la ganadería.81
A través de este tipo de mecanismos legales se le otorgaba poderes plenos al Jefe de
Policía para establecer y configurar el orden en todo lo referente al control social de la
población,

“La Policía extiende su acción protectora, tanto sobre los intereses


individuales, como sobre los colectivos. No reconoce extranjeros; protege y
obliga de la misma manera a todos los que habitan el territorio (…) Art. 37.
La Policía tiene como objetos principales la conservación de la tranquilidad
social, de la moralidad, de las buenas costumbres, la de proteger las personas,
sus intereses individuales y colectivos”. 82

¿De qué manera se dio cumplimiento a este objeto? ¿Cómo se vieron afectadas las
relaciones sociales y laborales en la Provincia del Sinú? El análisis del articulado del
Código permite concluir que las tareas del jefe de Policía no fueron únicamentee
garantizar la presencia y el cumplimiento de los contratos, sino también, el tipo de
relaciones laborales que configuraron los hacendados en la región y que estaban
relacionadas con la industria agropecuaria: jornaleros, concertados, criados domésticos y
arrendatarios en las haciendas de la región, tal como lo tipifica el Art. 211:

Los jefes de Policía protegerán decidida y eficazmente a las personas que


se dediquen a algún ramo de agricultura o industria pecuaria y que en uso de
sus derechos reclamen su apoyo para la efectividad de los contratos que se
celebren con los jornaleros, con los concertados o con los que trabajen a
destajo o de cualquier otro modo en sus trabajos. También prestaran protección
al arrendamiento de criados domésticos contra el abandono del trabajo y los
abusos de industriales y patronos.83

Teniendo en cuenta esto, las haciendas del valle del Sinú establecieron un sistema de
contratación y de control de las relaciones laborales, mediante el cual llevaban a cabo
diversos contratos de acuerdo con la población y el tipo de colonos, campesinos y

81
Ver. Sergio Paolo Solano, “Mano de obra, ocupaciones y mecanismos de control social en el Caribe
Colombiano, 1850 – 1900, en Revista Amauta, (Universidad del Atlántico, No. 16, Barranquilla: JUL –
DIC 2010) pp. 126 - 152
82
Dávila Flórez., ..., pp. 16 - 24
83
Dávila Flórez., ..., pp. 82 - 83

51
cultivadores que se encontraban en los vecindarios y los límites de sus propiedades. (Ver
Tabla 3: Oficios). Sin embargo, esta situación no fue favorable para la población rural,
entre los veintidós artículos que sobre el tema de contratos tiene el Código84 en su Capítulo
II: Protección a la industria agrícola y pecuaria y el arrendamiento de criados
domésticos; solo dos, tratan acerca de los derechos que tienen los trabajadores, los demás,
describen las obligaciones que debían cumplir mayordomos, nodrizas, jornaleros,
arrendatarios y concertados.

¿Cuáles fueron estas obligaciones?, primero, si bien el contrato no podía firmarse por
más de un año, existía la posibilidad de establecer un acuerdo para que el trabajador se
viera obligado a permanecer por más de cinco años en la hacienda mediante la modalidad
del concierto, retomando así relaciones laborales de características coloniales. Por otra
parte, el Código establecía un sistema de mayordomía y concierto, mediante el cual los
trabajadores que accedían a este tipo de contratos debían cuidar las cabezas de ganado, lo
cual implicó el mantenimiento de los pastos y potreros para el pastoreo.85

Oficios Tipo de relación laboral


Tumba y desmonte Cuadrilla de contratistas: avance
Siembra de pastos Jornaleo, arrendamiento
Cuidado de ganado Arrendamiento
Oficios domésticos Mayordomía, concierto
Transporte de ganado Cuadrilla de contratistas: avance
Tabla 3 Principales oficios y tipo de relación laboral Fuente: Jornales y trabajos SAS 91, Elaboración propia

Las nuevas prácticas y obligaciones contractuales, aunque legitimadas por el Código


del Departamento de Bolívar, fueron poco favorables para los trabajadores de las
haciendas, los cuáles al no cumplir con sus obligaciones se veían expuestos a una serie de

84
Cf. Dávila Flórez., ..., pp. 82 - 87
85
Cf. Dávila Flórez., ..., pp. 82 - 87

52
castigos tipificados en dinero y cárcel. Las multas podían oscilar entre los $10 y los $200
pesos86, mientras que las penas en prisión se tipificaban de acuerdo con el comportamiento
de los trabajadores y al número de quejas recibidas por parte de sus empleadores. De
acuerdo al Código cada trabajador debía al final del contrato obtener una carta de buena
conducta, además de un paz y salvo que señalará que no se tenía ninguna deuda con el
patrón y que se habían cumplido todas las obligaciones.

Otro aspecto importante es el lenguaje que utiliza el Código, a través de éste, no se


reconocía a los pobladores rurales como ciudadanos y colonos cultivadores, por el
contrario, lo que se configura e institucionaliza en el conjunto de artículos es una relación
entre amo y criado: “ni el criado puede separarse del amo, ni el amo despedirlo”87, de esta
manera se comienzan a construir una subordinación, o, como ya lo anote en el capítulo
anterior, la configuración de un patronazgo. De hecho, entre las causales de terminación
anticipada del contrato aparece la infidelidad o insubordinación; en otras palabras, el
criado debía trabajar de forma exclusiva para la hacienda y cumplir con todas las ordenes
que el dueño de ésta dispusiera.

En este aspecto es importante resaltar que una de las causas por las cuales el trabajador
podía solicitar la terminación del contrato, además de los malos tratamientos del amo,
tenía que ver con la seducción y el acoso para llevar a cabo actos inmorales. Lo anterior
generó conflictos directos entre amos y criados, aunque documentado en crónicas e
historias locales, uno de los casos más representativos es el que se presentó en la Hacienda
Misigüay, propiedad de las Empresas Industriales de Don Antonio Lacharme.

86
Dávila Flórez., Código..., Art. 225, p.85
87
Dávila Flórez., Código..., Art. 227, p.86

53
Imagen 3 Vista de la Hacienda Misiguay y el Río Sinú

De acuerdo con los cronistas de la época88, en la hacienda trabajaba Manuel


Hernández89, alias el Boche, un campesino que en algunos documentos aparece descrito
como un negro fuerte y alto, mientras que en otros se refieren a él como un hombre
diminuto de raza india; aún así, todas las crónicas concuerdan en describir la belleza de
su mujer, una india de tez trigueña que atrajo a Don Antonio Lacharme. El acoso a la
mujer no fue tolerado por Hernández, quien armado con un machete se dirigió a la casa
principal de la hacienda y de un solo golpe cortó la cabeza de su patrón; si bien, el
acontecimiento es confuso y aparece relatado de diversas maneras, señalo su importancia
aquí porque entre los hechos menos tolerables por los pobladores rurales de la región

88
Antolín Díaz., Pasión y vida del trópico, (Editorial Santa Fe de Bogotá, Bogotá: 1935), pp. 62 – 66.
89
Aunque no existen fuentes sobre la vida de Manuel Hernández, en los archivos y la correspondencia
enviada por los administradores de la Hacienda Marta Magdalena se hace referencia a un habitante del
pueblo vecino a la Hacienda Marta Magdalena que tiene el mismo nombre, pero que además es el jefe de
una de las 150 familias que habitan en dicho lugar. Teniendo en cuenta que Marta Magdalena colindó con
la Hacienda Misiguay, es posible que el sujeto sea el mismo, razón por la cual me parece importante hacer
referencia al documento y a la similitud del nombre y cercanía con el lugar donde se presentaron los
hechos. “…cerca de la casa hay un lugar llamado EL PUEBLO, donde viven 30 familias, que hacen un
número de 150 personas y cuyos jefes principales son: Higinio Olivares, Encarnación Hernández, Miguel
Salcedo, Pedro A. Cogollo, Santos Mejía, Alberto Galarcio, Joaquín Díaz, Julián Hernández, Manuel
Hernández, Pedro López, Miguel Petro…” FAES, SAS, C-107, folio 2.

54
estaba el maltrato que se le daba a sus mujeres, de allí que la presencia de éstas en la
conformación de las Sociedades de Obreros y Artesanos sea tan notoria, muchas de ellas
trabajaban en las casas como nodrizas y estaban obligadas a permanecer por tiempo
completo en la hacienda, lavar la ropa y atender todas las solicitudes domésticas del
patrón.

Así las cosas, el establecimiento del Código de Policía como dispositivo de control de
la población rural fue clave para alcanzar los objetivos de concentración de la tierra y
configurar injusticias que darían pie a la acción colectiva de estos sujetos. El contrato,
como mecanismo de relación laboral generaba garantías legales, pero a su vez, tipificaba
una serie de acciones que fueron vistas como injustas por campesinos y colonos del valle
del Sinú. En este sentido, lo que estuvo en juego no fue solamente la propiedad de la
tierra; para la población rural fue más significativa la pugna por la perdida del
reconocimiento de sus valores, derechos y costumbres tradicionales que habían
configurado su identidad, sus vínculos y sus relaciones laborales. El poder político y
económico de los nuevos grupos sociales hizo uso de las leyes a su manera, estableciendo
mecanismos y acuerdos favorables a sus objetivos de expansión territorial y consolidando
a la hacienda como un espacio de relación económico y social en donde se formaron redes
de poder.

2.3. El avance como sistema de pago

Los contratos laborales y las modalidades de trabajo descritas en el Código de Policía


del Departamento de Bolivar: concierto, mayordomía, arrendamiento, jornaleo y criados
domésticos estaban determinados por un sistema de pago conocido como el avance.
Mediante este sistema se le garantizaba el pago de sus oficios al trabajador de manera
anticipada, logrando así recibir no sólo su salario, sino también las raciones diarias que le
correspondían. Sin embargo, a pesar de que los campesinos y colonos recibían casi la
mitad del pago correspondiente, esta situación conllevó a el aumento de deudas el
incremento de conflictos y la fluctuación de los salarios. En el año de 1921, los

55
administradores de la hacienda Marta Magdalena se quejaban de la forma de contratación
de la región, en especial del sistema de avances. De acuerdo con la correspondencia
escrita, se solicitaba no seguir avanzando a los trabajadores afrontando las consecuencias
que esto pudiera traer, pero además, se pedía al gerente de la Sociedad Agrícola del Sinú
permiso para aumentar los salarios de los trabajadores que decidieran llevar a cabo sus
labores al contado, es decir, al terminar sus tareas, en 0.10 centavos; lo anterior con el
objetivo de evitar las deudas y la fuga de trabajadores, las cuales sumaban alrededor de
1.500 pesos. De igual manera, consideraron que era necesario llevar a cabo todos los
trámites legales para abolir esta pésima costumbre, creando mejores relaciones laborales
y contractuales en especial para las haciendas.90

Como vemos este tipo de contratos generó no sólo deudas para las haciendas, sino
también, inconformidades en la manera como se llevaban a cabo las relaciones laborales;
para el mes de julio del año de 1913, en la Hacienda Marta Magdalena se contaba con un
total 28 trabajadores, los cuales representaban en conjunto 706 días de trabajo que le
costaban a la administración de la Sociedad Agrícola del Sinú $12.023 pesos. En promedio
un trabajador recibía entre $15 y $20 pesos por jornal trabajado. Un contratista, por su
parte, recibía en total $1.200 pesos por concepto de pago de la tarea asignada: desmonte,
suma que tenía que repartir entre el total de trabajadores que hacían parte de su cuadrilla
(Ver Tabla 3).

Sin embargo, de acuerdo con los libros de contabilidad de la hacienda, las deudas de
los trabajadores ascendían a los $80.631 pesos, lo anterior debido al sistema de avances,
así pues, este sistema laboral, antes de mejorar las relaciones, colocaba a la población rural
de la región en una situación incomoda. Sí al cumplirse el tiempo del contrato, la tarea
asignada no había sido terminada, el avance recibido en dinero se iba tipificando como
deuda y ésta sólo podía ser pagada por el campesino a través de más trabajo. 91 Mediante

90
Sociedad Agrícola del Sinú, Correspondencia recibida Villa, Ramón E. Mejía, Vicente.
Administradores 1913 – 1921, FAES, SAS C134, folio 112.
91
“Los adelantos de dinero se hacían, pues, individualmente, a trabajadores que residían en la hacienda o
en sus cercanías, o a grupos de trabajadores que, por lo general, eran reclutados por intermediarios

56
esta forma de enganche o anticipo casi del setenta por ciento de su salario, el trabajador
se veía en la obligación de cumplir cualquier tarea impuesta, de acuerdo con el Art. 216
del Código de Policía del Departamento de Bolívar:

“El individuo que hiciere algún contrato para cualquier trabajo de campo y
hubiere recibido dinero por cuenta de dicho contrato, no podrá suspender ni
abandonar el trabajo sino por alguna de las causales siguientes: enfermedad
grave, propia o de los padres, mujer o hijos, de incendio, inundación o robo y
cualquier calamidad doméstica, como muerte de sus padres, hijos, mujer o
hermanos. En caso de que el abandono tenga otras causales, se le condenará a
pagar una multa de $50.00 o arresto por igual número de días. Por los daños y
perjuicios que se ocasionen por el abandono, se puede exigir en forma legal.
Si no hubiere recibido dinero, sólo perderá el trabajo que hubiere hecho, pero
el contrato quedará subsistente”.92

A pesar de lo anterior, los incumplimientos en los contratos por parte de los


trabajadores no estaban motivados en todos los casos por falta de responsabilidad o
compromiso con el empleador, en ocasiones, las condiciones climáticas no permitían que
el trabajador avanzara en sus tareas, los largos veranos e inviernos creaban condiciones
no aptas para la quema, desmonte y siembra de potreros93, aún así, los administradores de
las haciendas agregaban este tipo de incumplimientos a la columna de deudas. Allí se
anotaban los montos totales que debía el trabajador y los abonos que éste realizaba al
entregar una tarea finalizada, abonos que estaban tipificados en dinero o trabajo. En este
sentido y de acuerdo con los registros de contabilidad de la hacienda (Ver Tabla 4), los
trabajadores tenían dos opciones, abonar en dinero para disminuir la deuda o abonar en
fuerza de trabajo, siendo esta última opción la más común, toda vez que la población rural
no contaba con recursos económicos, capital o mercados que le permitieran pagar. Para el
año de 1914 un trabajador que recibía por jornal en promedio $20 pesos y tenía una deuda
de $9.026 pesos estaba en la obligación de trabajar 451 días si quería saldarla.

residentes en los lugares donde se efectuaba el engache, lo que les permitía controlar el cumplimiento de
los contratos mediante sus nexos con la policía local.” Ver: Ocampo, La instauración…, p.241
92
Negrete, Origen de las luchas agrarias en Córdoba…, p. 30
93
Sociedad Agrícola del Sinú, Cuadro jornales trabajadores 1914, FAES, SAS C-82, folio 44.

57
En la Tabla 4 podemos encontrar la relación de deudas durante el año 1913 y el número
de días que debía emplear un trabajador si quería pagar dicha deuda, como vemos, las
relaciones sociales y económicas de los colonos, cultivadores y campesinos de la región
quedaron articuladas a las formas de relación laboral que configuraron las haciendas. La
tabla también nos permite ver el número de familias vinculadas a las haciendas, se pueden
contar siete núcleos familiares, algunos de ellos, pertenecientes al llamado “Pueblo”
descrito en la primera parte de esta investigación, justificando a su vez, la presencia de
vecindarios, el rompimiento de economías familiares y la configuración del patronazgo
como relación de poder.

De esta manera, la hacienda controló a la población rural y estableció las condiciones


laborales de los trabajadores, los negocios y acuerdos establecidos mediante la modalidad

Trabajador Precio del No. de días Monto Deuda Días de trabajo


jornal trabajados avanzado para pagar la
promedio deuda
Celso Arrieta $17 24 $408 $1.745 102 días
Atilano Benites $18 24 $432 $1.663 92 días
Francisco Benites $15 17 $255 $1017 67 días
Manuel Benites $1200 31 $1200 $11277 -----
Manuel Castro $1200 31 $1200 $16561 -----
Adriano Charasquiel $20 23 $460 $165 8 días
José Charasquiel $15 27 $405 $1881 125 días
Eusebio Díaz $15 30 $450 $580 38 días
Ignacio Díaz $15 28 $420 $117 7 días
Sebastián Durango $12 31 $372 $4534 377 días
Joaquín Díaz $15 31 $465 $1559 103 días
Francisco Gamarra $800 10 $258 $2212 ------
Gumercindo Gonzales $12 27 $324 $1704 142 días
José Hernández $15 21 $315 $1810 120 días
Encarnación Hernández $15 31 $465 $1019 67 días
Ignacio López $15 23 $345 $1987 132 días

58
Pedro López $15 24 $360 $2826 188 días
Santos Mejía $15 25 $365 $2608 173 días
Hijinio Olivares $12 23 $276 $494 41 días
Benero Pena $15 24 $360 $2069 137 días
Emilio Pereira $12 24 $288 $9112 759 días
Moisés Ramos $15 22 $330 $8256 550 días
Bartolo Salcedo $15 24 $465 $1020 68 días
Miguel Salcedo $15 31 $465 $2402 160 días
Nazario Tordevilla $15 24 $360 $1508 100 días
Manuel Velásquez $20 24 $480 $445 22 días
Manuel Álvarez $25 14 $350 -
Carmen Solar $150 31 $150 -
TOTALES
Tabla 4 Relación de deudas adquiridas por trabajadores de la Hacienda Marta Magdalena, 1913. Elaboración propia.
Fuente: Sociedad Agrícola del Sinú, Cuadro de Jornales Trabajadores, FAES, SAS C82, folios 2 – 3.

del avance. Aunque las condiciones, incluían en ocasiones la venta de terrenos por parte
de los propietarios a los campesinos y colonos ubicados en sus tierras, la deuda debía ser
pagada a través del mantenimiento de potreros, lo anterior con el objetivo de evitar
conflictos y generar una relación de cercanía,

En los terrenos de los campamentos hay 26 colonos, con casas de


habitación, árboles frutales, plataneras, yerba, los que me parece que darán
bastante trabajo para sacarlos y además costarán dinero, porque están todos
convenidos en hacer frente, siempre que no se les venda la parte que ocupan:
ofrecieron pagar en yerba, donde se les exija, el valor de lo que tengan siempre
que se les venda.94

De esta manera establecieron acuerdos favorables para la hacienda, por su parte los
colonos debían pagar el valor de la tierra mediante el mantenimiento de pastos y el cuidado
del ganado. En el caso de la Hacienda Marta Magdalena, este tipo de acuerdos sirvió para
establecer campamentos de trabajadores que tenían las siguientes características:
habitaciones en los potreros, donde vivía un vaquero que se dedicaba a cuidar el ganado

94
Sociedad Agrícola del Sinú, Correspondencia recibida Salazar, Cesar. Administrador 1916, FAES,
SAS, C-107, folio 90.

59
y rendía cuentas a la hacienda sobre su mantenimiento, la reparación de cercas y la siembra
de potreros.95 Como vemos, las haciendas buscaron diversos mecanismos para mantener
adscrita a la población rural, el establecimiento de campamentos, la venta de tierras por
trabajo y el sistema de avances tenía como objetivo crear y mantener una relación de poder
sobre el trabajador, pero ésta relación no estaba determinada por acciones de control
violentas, por el contrario, busco crear una familiaridad y un escenario de confianza en el
cual se vieran beneficiadas las haciendas. Era tal el vínculo que habían logrado que en
ocasiones la relación contractual no necesito de la vigilancia y el control del Jefe de
Policía. Teniendo en cuenta que el sistema de avances requería de la matrícula y papel
sellado por parte del municipio de Montería, los administradores establecieron un sistema
de recibos en los cuales anotaban el monto avanzado y la deuda de cada uno de los
trabajadores, sin necesidad de legalizar los pagos y deudas.96

Otro aspecto importante del sistema de avances y deudas consistió en que la


adquisición de éstas no sólo afectaba al trabajador, sino también a sus familias. En caso
de muerte del trabajador, la hacienda podía cobrar el dinero avanzado a sus familiares,97
quienes pasaban a ser deudos y debían ver la forma más adecuada de pagar la suma
recibida por su familiar.

Como podemos ver la concentración de la tierra, el Código de Policía del Departamento


de Bolívar y el sistema de avances y deudas funcionaron de manera articulada y
configuraron formas de injusticia entre los campesinos y colonos cultivadores de la región
del valle del Sinú. Lo anterior, conllevo a la sujeción de gran parte de la mano de obra de
colonos, campesinos y demás pobladores de la región, los cuales, mediante un sistema de
avances por jornal fueron adquiriendo deudas hasta quedar adscritos a las haciendas. De
esta manera se generó una serie de acontecimientos y acciones colectivas directas por

95
Sociedad Agrícola del Sinú, Correspondencia recibida Mejia Vicente, A. Administrador 1921, FAES,
SAS, C-78, folio 9.
96
Sociedad Agrícola del Sinú, Correspondencia recibida Mejia Vicente, A. Administrador 1921, FAES,
SAS, C-78, folio 27.
97
Sociedad Agrícola del Sinú, Correspondencia recibida Mejia Vicente y Salazar, Cesar.
Administradores, 192º, FAES, SAS, C-77, folio 32.

60
parte de los pobladores rurales, que mezclaron prácticas organizativas y repertorios de
acción colectiva con elementos propio de su cultura y con la apropiación de un lenguaje
político diverso.

61
3. Sociedades y Baluartes Campesinos: Acción política colectiva de
la población rural en el valle del Sinú 1918 – 1925

Las injusticias generadas a través de la concentración de la tierra, el Código de Policía


del Departamento de Bolívar y el sistema de deudas, motivaron la acción política colectiva
de la población rural. Para comprender la manera como se inició este proceso es necesario
analizar las dinámicas y repertorios de acción que llevaron a cabo los campesinos y
colonos cultivadores del valle del Sinú. Este repertorio de acciones colectivas;
consistentes en reuniones, constitución de una “Sociedad de Obreros” y elaboración de
discursos estuvieron ancladas a elementos culturales de la población rural. Aún así, a pesar
de que tomaron elementos heredados de diversas corrientes de pensamiento social y
político, su acción política colectiva respondió únicamente a motivaciones segmentadas y
particulares.

Con el objetivo de comprender lo anterior, el siguiente capítulo analiza tres momentos,


en el primero se abordan las formas de reivindicación moral que crearon los campesinos
a través de significados compartidos que les permitieron establecer formas de mutualismo
y cooperación entre ellos. En la segunda parte, se describe la respuesta que dieron a los
hacendados a través de la creación de las sociedades, sus características y objetivos. Por
último, se lleva a cabo un análisis de lenguaje y el simbolismo que tuvo la acción política
colectiva de campesinos, colonos y cultivadores en el valle del Sinú. En el transcurso del
capítulo aparecen dos actores claves: Juana Julia Guzmán y Vicente Adamo quienes a
partir de su liderazgo adaptaron formas de acción colectiva, descubrieron las
vulnerabilidades de los grandes propietarios y terratenientes de la región y encontraron en
las injusticias una oportunidad para reivindicar los derechos de campesinos, colonos
cultivadores, mujeres y trabajadores del valle del Sinú a comienzos del siglo XX.

62
3.1. Las Sociedades de Obreros y Artesanos: Dignificación y ciudadanía

Entre 1870 y 1925 la consolidación de la hacienda ganadera como espacio de unidad


social y productiva fomentó en el valle del Sinú la creación de patronazgos y nuevas
relaciones sociales y laborales. Aunque no es posible hablar de la formación de un
movimiento social conformado por campesinos y colonos cultivadores; los agravios e
injusticias recibidos por parte de grandes propietarios y administradores de las haciendas
suscitaron la formación de un comportamiento colectivo común por parte de los
campesinos, colonos, cultivadores, mujeres y trabajadores de la Provincia del Sinú. Estos
individuos compartieron una serie de valores y experiencias, tales como: su relación
directa con la tierra, la comprensión de la propiedad como un derecho colectivo, el
establecimiento de vínculos de parentela y familiaridad, la ocupación de terrenos baldíos
y las tareas tumba y desmonte con el objetivo de adecuar los terrenos para la siembra de
pastos y cultivos de pan coger98.

Es necesario destacar cómo, mediante la interpretación del Código Fiscal de


Colombia99, los pobladores rurales de la región se auto-representaron bajo la figura de
“colonos cultivadores” generando un marco cultural y social de referencia que les permitió
estar cohesionados y establecer dinámicas de coordinación colectiva, tales como: la
creación de Sociedades de Obreros y Artesanos, la búsqueda de una reivindicación moral
y el reconocimiento como ciudadanos. Asimismo, sus relaciones económicas no
estuvieron basadas en la explotación y la configuración de relaciones laborales
dominantes, por el contrario, definieron pautas y relaciones sociales que tenían
características comunitarias y de auto sostenibilidad.

Se caracterizaron también por tener una estrecha relación con el pasado, es decir con
aquellas tradiciones o costumbres que les permitían compartir su derecho a la tierra y

98
Ganadería Mundo Nuevo, Documentos Notariales 1914 – 1927, FAES, GEM-37, folios 34 – 37.
99
Ley 110 de 1912. Código Fiscal de Colombia

63
establecer relaciones económicas y sociales comunitarias.100 En efecto, frente al sistema
de concentración de la tierra, los avances y las deudas; la población rural conservó sus
lazos comunitarios y de auto sostenibilidad, pero, articularon éstos a las dinámicas propias
de una economía de mercado, formando una identidad compartida en función del progreso
y la dignificación de su papel como ciudadanos a través de principios de comportamiento
que tenían como característica la moralidad y la educación. Este tipo de características se
fortalecieron gracias al influjo y la presencia del socialista italiano Vicente Adamo, tal
como lo indican los discursos de aniversario de la Sociedad de Obreros y Artesanos de
Montería, la población rural actuó bajo un marco cultural de referencia que le permitió,
como veremos más adelante, generar procesos locales de organización. 101

En este proceso, la fundación, en el año de 1918, de la Sociedad de Obreros y Artesanos


de Montería y de La Sociedad Redención de la Mujer de Montería se convierte en un hito
de organización social y acción colectiva. Uno de los pioneros de la organización de estas
sociedades fue el inmigrante italiano Vicente Adamo, quien llego el 4 de febrero de 1905,
a la ciudad de Cartagena y luego de ocuparse del negocio de compra y venta de carbón se
trasladó al municipio de Montería en la Provincia del Sinú, allí trabajo durante varios
meses como encargado del aseo en el Mercado Público y el Matadero del municipio de
Montería.102 Fue en este empleo que le vino la idea de fundar y organizar la “Sociedad de
Obreros y Artesanos de Montería”. Además de Vicente Adamo, entre los fundadores de
la Sociedad de Obreros y Artesanos figuran los señores Francisco A. Buelvas, Pedro G.

100
Eric J. Hobsbawm., Los Campesinos y la Política, (Editorial Anagrama, Barcelona: 1976).
101
Siguiendo a Thompson, es necesario indagar por esa serie de influencias externas que enmarcadas en
unas relaciones de poder hacen que los rituales y valores sean una forma de expresar su oposición frente a
unas clases dominantes que ponen en duda su existencia.“…no deberíamos olvidar que ‹‹cultura›› es un
término agrupador, término que, al juntar tantas actividades y tantos atributos en un solo conjunto, de
hecho puede confundir u ocultar distinciones que se deberían hacer entre tales actividades y atributos.
Necesitamos deshacer ese conjunto y examinar sus componentes con más cuidado: los ritos, las formas
simbólicas, los atributos culturales de la hegemonía, la transmisión intergeneracional de la costumbre y
la evolución de la costumbre dentro de las formas históricas especificas de las relaciones de trabajo y
sociales.” Edward Palmer, Thompson., Costumbres en Común, (Editorial Crítica, Barcelona: 1991), p.
17
102
Boceto biográfico sobre la historia del señor Vicente Adamo. Presidente de la Sociedad de Obreros y
Artesanos de Montería, Tipografía Mendoza, Montería: 1920. En CDOFB, Lomagrande, folios 5665 –
5566.

64
Castillo, Joaquín Rodríguez, Francisco Amaranto Hoyos, Fortunato García, Pedro
Oviedo, Andrés Causil y las ciudadanas Ana Joaquina Lara, Susana Díaz y Juana Julia
Guzmán, campesina y fundadora de la Sociedad Redención de la Mujer de Montería en el
año de 1918.103

La Sociedad de Obreros y Artesanos de Montería fue un espacio de ayuda mutua que


funcionó de manera solidaria bajo un sistema de aportes, mediante el cual se depositaban
sesenta centavos mensuales, de los cuales cincuenta centavos correspondían a la
mensualidad y diez pasaban a ser parte de un ahorro. Los aportes en dinero constituían la
base para su mantenimiento, sin embargo, algunos de éstos fueron realizados en especie o
en trabajo de acuerdo con los recursos económicos de sus integrantes. A través del modelo
de ayuda mutua104 la Sociedad brindó a sus miembros una serie de beneficios sociales y
culturales, configurando principios de solidaridad y protección frente a la aparición y
consolidación de factores económicos y sociales que poco a poco fueron transformando
las relaciones laborales en las haciendas ganaderas.

El 22 de abril de 1919, los socios fundadores (Francisco A. Buelvas, Pedro G. Castillo,


Joaquín Rodríguez, Francisco Amaranto Hoyos, Fortunato García, Pedro Oviedo, Andrés
Causil y las ciudadanas Ana Joaquina Lara, Susana Díaz y Juana Julia Guzmán) de la
Sociedad de Obreros y Artesanos de Montería confirman mediante acta105 a Vicente
Adamo como su presidente y realizan una serie de llamados a la reivindicación moral de
los trabajadores rurales, su organización y el reconocimiento de éstos como ciudadanos y
actores para el progreso de la región. La coordinación colectiva de las personas que
conformaron la sociedad se enmarcó en los lazos de confianza y cooperación que

103
Acta de la sesión del 22 de abril de 1919 de la Sociedad de Obreros y Artesanos de Montería, para
nombrar nueva directiva. En El Esfuerzo: Organo de la Juventud, (Tipografía Mendoza: Año 1, No.18,
1919) pp. 3-4.
104
David Sowell, Artesanos y política en Bogotá, Traducción de Isidro Vanegas. (Ediciones Pensamiento
Crítico, Bogotá: 2006) p.182
105
Acta de la sesión del 22 de abril de 1919 de la Sociedad de Obreros y Artesanos de Montería, para
nombrar nueva directiva…pp. 3-4.

65
compartían106, su acción colectiva fue una respuesta a las injusticias recibidas y una
oportunidad para organizarse y crear alianzas entre un grupo de trabajadores que, si bien
no compartían el mismo espacio de trabajo, estaban dominados por las relaciones
económicas y laborales que impuso la hacienda en la región del valle del Sinú a finales
del siglo XIX y comienzos del siglo XX.107

En las palabras pronunciadas por Francisco Amaranto Hoyos108 se revelan estos


significados compartidos y los propósitos de la Sociedad de Obreros y Artesanos de
Montería. Inicialmente es importante resaltar que los objetivos de quienes conformaban
las sociedades apuntaron hacia la defensa desinteresada de los valores y la moral de la
población rural. Asimismo, sus acciones colectivas estaban enmarcadas en su auto
reconocimiento como ciudadanos; no querían ser vistos como una masa ignorante o como
los conflictivos “ocupantes de la montaña”. Por el contrario, su papel y reconocimiento
como ciudadanos permitió fortalecer los principios de la democracia, es decir, la
participación, la organización, la justicia y el bien común. Sin embargo, para alcanzar lo
anterior, Hoyos invitaba a los socios a llevar a cabo un cambio de conductas y de
comportamientos que antes de contribuir a la organización y la participación, alejaba a
campesinos, colonos y trabajadores rurales del proceso organizativo.

Queridos compañeros: os hablaré muy distinto a lo primero, pero es muy


necesario: Ese licor que os bebéis, os hace victima del sufrimiento más atroz;
no gastéis el salario mal gastado, pensad en vuestros hijos, la comodidad de la
familia y la puntualidad con la Sociedad (Se refiere a la asistencia a las
reuniones de la Sociedad de Obreros y Artesanos).

(…) Así pues que ningún socio de poca comprensión puede escaparse de
esta verdadera lección, que mañana según el entusiasmo, la educación y el

106
Ver. Sidney G. Tarrow, El poder en movimiento: Los movimientos sociales, la acción colectiva y la
política, Traducción de Francisco Muñoz de Bustillo. (Alianza Editorial, Madrid, 2012, 3ra edición) p. 61.
107
Acta de la sesión del 22 de abril de 1919 de la Sociedad de Obreros y Artesanos de Montería, para
nombrar nueva directiva…pp. 3-4.
108
Acta de la sesión del 22 de abril de 1919 de la Sociedad de Obreros y Artesanos de Montería, para
nombrar nueva directiva… pp. 3-4

66
cumplimiento tiene que ser la humillación para el adversario y honores y
garantías para los pobres luchadores del trabajo. 109

Las palabras pronunciadas por Francisco Amaranto Hoyos están enfocadas en la


necesidad de construir una identidad y representarse ante sus adversarios como un
conjunto de personas educadas y entusiastas. Para ellos La Sociedad de Obreros y
Artesanos de Montería representaba el símbolo del progreso, el templo del trabajo y el
árbol de la libertad del socialismo110.

Para lograr lo anterior, llevaron a cabo una lucha contra el juego y el consumo de
alcohol, situación que fue valorada por otras personas e instituciones, tales como el
presidente Marco Fidel Suárez, La Confederación Obrera Panamericana111 y las
Sociedades de Obreros que se estaban fundando en otras partes del país. En carta de apoyo
enviada por el presidente Marco Fidel Suárez112 se valoraban los fines elevados de la
sociedad y los objetivos altruistas que ésta tenía, en este sentido, los integrantes de la
Sociedad de Obreros y Artesanos de Montería y la Sociedad Redención de la Mujer
simbolizaron a través de su lenguaje y sus acciones una identidad basada en su auto
reconocimiento como personas honradas, que aspiran a la educación como un bien moral
y que tienen como objetivo mejorar las condiciones de aquellos que no poseen nada o que

109
Acta de la sesión del 22 de abril de 1919 de la Sociedad de Obreros y Artesanos de Montería, para
nombrar nueva directiva…pp. 3-4.
110
Discurso ante la tumba de la compañera Susana Díaz, primera vocal de la Sociedad Redención de la
Mujer de Montería. En El Esfuerzo: Órgano de la Juventud, (Tipografía Mendoza: Año 1, No.6, 1919)
p.3 / veremos más adelante a que tipo de socialismo se referían con su lenguaje los integrantes de las
sociedades, por ahora me interesa comprender su funcionamiento como organización y sus principios de
reivindicación moral.
111
El apoyo de la Conferencia Panamericana Obrera a las Sociedades de Obreros y Artesanos se dio
gracias a la participación de un representante del movimiento obrero colombiano en la Conferencia
Internacional de Laredo – Texas, noviembre de 1918. Ver. El Obrero Pan-Americano (The Pan-American
Labor Press). Ver también, Patricio Herrera González, Vicente Lombardo Toledano y el Congreso Obrero
Latinoamericano (1935-1938), Recuperado de:
http://www.scielo.org.mx/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S0185-39292014000200005
“La Confederación Obrera Panamericana (COPA), fundada en 1919 con el apoyo de la American
Federation of Labor (AFL) y la Confederación Regional Obrera Mexicana (CROM), tuvo entre sus
afiliados un número reducido de organizaciones sindicales de países de Centroamérica y el Caribe.”
112
Campaña contra el juego. En El Esfuerzo: Órgano de la Juventud, (Tipografía Mendoza: Año 1,
No.10, 1919) pp. 1-2

67
han perdido lo que tienen a causa de la concentración de la tierra, las deudas, los vicios y
la legislación injusta a la que se encuentran sometidos como trabajadores.

Siguiendo los mismos objetivos de la Sociedad de Obreros y Artesanos de Montería,


el 7 de agosto de 1918 Juana Julia Guzmán, Agustina Medrano, Pacha Ferias y otras
campesinas de la región fundan en la ciudad de Montería La Sociedad Redención de la
Mujer de Montería con el objetivo de defender los intereses de las mujeres, promover su
instrucción, destacar sus virtudes y reivindicar su papel en la economía del hogar:

“…apenas comienza ahora a ocupar el puesto que en la vida le corresponde,


no solo como compañera del hombre en el camino incierto de la vida, sino de
ayudarlo física y moralmente, velando por el porvenir y entrando en talleres,
casas de comercio y otros centros intelectuales donde se ha hecho proclamar
como irremplazable. (…) Igualad a aquellos centros de mayor cultura, donde
la mujer obrera se ha hecho sentir y salvaréis, no sólo nuestra familia, sino lo
es más, a nuestra amada Patria que necesita tanta redención.”

El papel de la mujer dentro de la organización y la dignificación va a ser determinante,


tal como lo anuncia el discurso, apenas comienza ahora su camino, la mujer se
autoproclama como obrera y salvadora de la Patria. Podemos ver como las sociedades
fueron un medio para la dignificación de la población rural y su auto-reconocimiento
como:

…gentes honradas y trabajadoras de esta región, que sólo aspiran a


educarse para el bien, que únicamente buscan el mejoramiento de los
desheredados de la fortuna y del saber, víctimas por largos años de una
esclavitud tolerada por las leyes y exagerada cruelmente por un gamonalismo
implacable y brutal.113

La organización y la acción política colectiva de los campesinos y trabajadores rurales


tenía como objetivo fortalecer los principios de mutualidad, solidaridad y moralidad con
el fin de combatir estos agravios: la concentración de la tierra, la matrícula y el avance. El

113
Nuestra protesta, En El Esfuerzo: Órgano de la Juventud, (Tipografía Mendoza: Año 1, No.16,
1919)

68
liderazgo de Vicente Adamo y de Juana Julia Guzmán, campesina apodada por los
terratenientes de la región como la “robatierras”, quien había nacido en Corozal en el seno
de una familia dedicada a la recolección de tabaco y que llegó también, como Adamo, al
municipio de Montería para trabajar en el campo y comenzar un proceso organizativo en
el que se reivindicara el papel de las mujeres de la región, fueron claves para imaginar,
inventar y adaptar las acciones colectivas de la población rural.

Pero, para comprender este proceso de organización y la manera como hicieron frente
al patronazgo y la concentración de la tierra, necesitamos también analizar sus acciones y
objetivos frente al derecho que tenían los trabajadores rurales sobre la propiedad de la
tierra. La manera como accedieron a ésta y, por ultimo, el lenguaje que mezclaron en sus
discursos. Lo anterior nos ofrece un panorama de su cultura y de los elementos que
utilizaron para consolidar su identidad y ser reconocidos como ciudadanos capaces de
aportar en el progreso económico y social de la región del valle del Sinú a comienzos del
siglo XX.

69
Mapa 5 Baluartes Campesinos 1870 - 1925

70
3.2. La Sociedad Comercial de Lomagrande: El derecho a la tierra

La dignificación y la reivindicación como ciudadanos no fueron los únicos objetivos


de la acción colectiva que llevaron a cabo los pobladores rurales, sumado a esto, la
conformación de la Sociedad de Obreros y Artesanos de Montería y la Sociedad
Redención de la Mujer de Montería, tenía como meta recuperar el derecho
consuetudinario a la tierra que poseían los campesinos, colonos y cultivadores de la
región. Como lo exprese en el capítulo anterior, los campesinos de la región del valle del
Sinú defendieron los derechos que fueron adquiriendo a través de la ocupación de terrenos
baldíos, dinámica que se fue rompiendo como efecto de la consolidación de la hacienda y
el establecimiento de relaciones sociales basadas en el patronazgo y la subordinación.

En ese contexto, el 14 de marzo de 1925 en el municipio de Montería, Provincia del


Sinú, Departamento de Bolívar; cuarenta y dos hombres y siete mujeres, entre los cuales
se destaca la presencia de Vicente Adamo, Damaso Orta, Ana Francisca Ferias y Agustina
Medrano, campesinos y trabajadores que eran socios e integrantes fundadores de las
Sociedades de Obreros y Artesanos de Montería y de la Sociedad de Obreras y Artesanas
Redención de la Mujer crearon mediante registro público la Sociedad Anónima Comercial
de Lomagrande.114 De acuerdo con sus estatutos, los pobladores y trabajadores rurales se
auto reconocieron como “colonos cultivadores”, de esta forma generaron una identidad
que les permitió legitimar su presencia y la propiedad de los terrenos en los cuales se
encontraban establecidos.

La forma como llegaron a la construcción de esta identidad se encuentra articulada a la


participación que tuvieron algunos campesinos y trabajadores en la construcción de un
proceso organizativo que les permitió configurar un repertorio de acciones colectivas:115
Toma de tierras, asambleas, reuniones y creación de aldeas comunitaria. Estas acciones,

114
Escritura de la Sociedad Anónima Comercial de Lomagrande, 1925. En CDOFB, Fondo Lomagrande,
Folios 5555 - 5560
115
Sidney G. Tarrow, El poder en movimiento..., p. 84 – 88.

71
que fueron llevadas a cabo por los integrantes de ambas sociedades: Sociedad de Obreros
y Artesanos de Montería y la Sociedad de Obreras y Artesanas Redención de la Mujer, se
encontraban articuladas a su cultura y a las relaciones económicas y sociales que había
creado la hacienda en la región. En este sentido el repertorio tenía como característica ser
local, directo e inherente, es decir no apuntaba a solucionar problemas más amplios que
trascendieran su cultura o necesidades.

Un ejemplo son las características y vínculos de familiaridad que tenían los pobladores
rurales que se organizaron para defender y solicitar su derecho a la tierra. Entre el grupo
de personas que constituyeron la Sociedad Anónima Comercial de Lomagrande se pueden
identificar cuatro matrimonios, por los cuales, iba como representante el esposo; y, de
acuerdo con los apellidos de los socios, un total de dieciséis grupos familiares. Al
momento de la constitución de la Sociedad Anónima Comercial de Lomagrande se
encontraban ausentes ciento diecisiete miembros, entre los que se destaca, Juana Julia
Guzmán, fundadora de la Sociedad de Obreras y Artesanas. En total, la Sociedad Anónima
Comercial de Lomagrande estuvo compuesta por 175 miembros, de los cuales, cincuenta
y seis fueron mujeres.

Allí podemos ver cómo la población rural conservó sus vínculos de parentela y
familiaridad. La ocupación de terrenos baldíos se realizó en su gran mayoría por la
avanzada de grupos familiares, los cuáles se dedicaban a la tumba y desmonte con el
objetivo de adecuar los terrenos para la siembra de pastos y cultivos de pan coger116. Ahora
bien, según los estatutos de la Sociedad Comercial de Lomagrande, los campesinos de la
región se auto-reconocieron como “colonos cultivadores”. Lo anterior es importante
porque de esta forma generaron una identidad que les permitió legitimar nuevas formas
para el uso y el acceso a la propiedad de la tierra. A partir de 1918 y amparados en el
Artículo 65 del Código Fiscal de Colombia que estableció la “propiedad de baldíos por

116
Ganadería Mundo Nuevo, Documentos Notariales 1914 – 1927, FAES, GEM-37, folios 34 – 37.

72
cultivo u ocupación”117, los colonos cultivadores constituyeron sociedades de “hecho” y
fueron estableciendo sus viviendas, cultivos y potreros en diferentes terrenos.

Además, en la escritura de constitución de la Sociedad Comercial de Lomagrande


firmada por sus fundadores en el año de 1925, se relata como los campesinos y colonos
cultivadores de la región ocuparon tierras con el objetivo de construir viviendas y ejercer
labores agrícolas basadas en la mutualidad y la posesión comunitaria de la tierra. Según
los fundadores de la Sociedad Comercial de Lomagrande, desde 1895 ejercieron sus
labores y construyeron relaciones de apoyo mutuo sin que, hasta ese momento, fueran
perturbados o “inquietados en el goce de su posesión”118. En este sentido, la organización
y la creación de una sociedad anónima y comercial representó sus principios de
solidaridad y protección frente a la aparición y consolidación de las relaciones laborales y
sociales que fueron impuestas por la hacienda en el valle del Sinú y que, mediante el
patronazgo como vínculo social, los despojó de sus tierras, derechos y normas
comunitarias.

La creación de la Sociedad Anónima y Comercial de Lomagrande fue también una


estrategia que le permitió a la población rural del valle del Sinú acercarse a las dinámicas
y necesidades propias del mercado. Creada para defender la tierra como un derecho
colectivo, los pobladores rurales de la región también establecieron a través de ella
objetivos de índole comercial; sus actividades productivas quedaron definidas en la
Escritura Pública de la siguiente manera: extracción de madera, potreros, labranzas
agrícolas y adquisición de fincas adyacentes. En este sentido, los campesinos de la región
conocían muy bien los fines productivos que tenían otro tipo de sociedades
empresariales119 que se habían instalado en la región.

117
Ley 110 de 1912. Código Fiscal de Colombia
118
Escritura de la Sociedad Anónima Comercial de Lomagrande, 1925. En CDOFB, Fondo Lomagrande,
Folios 5555 - 5560
119
Las actividades productivas concuerdan con las actividades de Sociedad Agrícola del Sinú, la cual fue
fundada en 1913 por la familia Ospina Vásquez y otros empresarios antioqueños. Ver: Sociedad Agrícola
del Sinú, Acta No 1, FAES, SAS Co 1 (1913-1948). Folio 1.

73
La configuración de las sociedades de obreros y artesanos simbolizó también una forma
de protección mutua entre sus integrantes; la búsqueda de un bienestar colectivo que no
era posible encontrar en las políticas económicas del Estado y menos en las relaciones
sociales impuestas por la consolidación de la hacienda. La recolección de fondos, su
repartición de manera equitativa y colectiva, fueron un mecanismo común para fortalecer
la organización mutua, la identidad y el carácter moral de campesinos, colonos y
trabajadores rurales,120 situación que les permitió desarrollar alianzas con otros sectores,
de allí que las tres sociedades no estuvieran conformadas únicamente por campesinos y
colonos, sino también por trabajadores del Mercado Público y del Matadero del municipio
de Montería.

Sin embargo, con la conformación de la Sociedad Anónima y Comercial de


Lomagrande se llevó a cabo también una contienda simbólica, el nombre usado por los
campesinos en la escritura pública, distaba en mucho del nombre que ellos mismo usaban
para referirse a los terrenos en los cuales se habían establecido y llevaban a cabo sus tareas
diarias. Para la población rural la propiedad de la tierra y la obtención de los derechos
sobre esta representaba un “Baluarte”, es decir, una fortificación defensiva que en forma
de muralla o terraplen protegía un territorio. Los Baluartes de Canalete, Callejas y el de
Lomagrande, lugar donde se encontraba ubicada la Sociedad Anónima y Comercial de
Lomagrande, fueron la forma de representar un significado compartido de la acción
política colectiva de los campesinos y colonos del valle del Sinú. Represento la conquista
una identidad compartida, la definición de un nosotros, el establecimiento de lazos de
confianza y cooperación, además de su derecho a la tierra.

120
Semejanza que compartieron con las sociedades de artesanos del siglo XIX, Ver: Sowell, Artesanos y
política en Bogotá… pp. 179 – 182.

74
3.3. La construcción de un lenguaje político

La construcción de una identidad estuvo articulada con la enunciación de un lenguaje


político.121 Los estatutos de conformación de la Sociedad Anónima Comercial de
Lomagrande, las cartas de apoyo y columnas de agradecimiento que aparecieron entre
1919 y 1925 en algunos diarios de la Provincia del Sinú ofrecen indicios sobre los
principales elementos del lenguaje político que, como vimos en la sección anterior,
alimentaron las peticiones y el universo simbólico de los miembros que conformaron
dichas sociedades. Teniendo en cuenta que los colonos cultivadores, campesinos y
trabajadores rurales de la región se movieron en un espacio local, es importante analizar
qué tanto de este lenguaje era inherente a su cultura, o, qué tipo de lenguaje tomaron
prestado con el fin de lograr la cohesión de la acción política colectiva que llevaron a
cabo.122

Compañeras y compañeros.

Ya que el señor presidente me ha elegido para tomar la palabra, tengo el


gusto y el placer de manifestarles que el día 22 de abril de 1918 fue que nació
esta altruista “Sociedad de Obreros y Artesanos de Montería”

(…) Compañeros: Luchando es con las lenguas adversarias, pero va


Montería tomando parte activa en el progreso colombiano; tiene gratas
impresiones y una estela de vivificante y ardorosa decisión en los que aquí
presentes convencidos de la causa demócrata, salvación del proletario y
orgullo de nuestra querida Patria en no lejano día.123

De esta manera comienza el primer discurso, dado en la ciudad de Montería el 22 de


abril de 1919. Mediante un lenguaje metafórico y colmado de símiles, los integrantes de
la Sociedad de Obreros y Artesanos de Montería a través de las palabras de su vocal,

121
Los discursos aparecieron de manera periódica en dos números de el Semanario El Esfuerzo: Órgano
de la Juventud. (Tipografía Mendoza: Año 1, No.2 – No.3, 1919) En los tres discursos pronunciados por
Francisco Amaranto Hoyos con ocasión de la celebración del aniversario de la Sociedad de Obreros y
Artesanos de Montería, se puede evidenciar el lenguaje político y algunas de las influencias que tuvieron
los campesinos y colonos cultivadores de la región en la conformación de las Sociedades.
122
George Rude, Revuelta Popular y Concienca de Clase, (Barcelona: Editorial Crítica, 1981) pp. 33 - 48
123
Acta de la sesión del 22 de abril de 1919 de la Sociedad de Obreros y Artesanos de Montería, para
nombrar nueva directiva…pp. 3-4.

75
Francisco Amaranto Hoyos, afirman que su decisión de organizarse y constituirse como
Sociedad responde a las circunstancias de la época y el convencimiento que tienen de la
causa demócrata, la cual ha sido salvada por los proletarios. ¿De qué manera llegaron a la
construcción del concepto de democracia? y ¿por qué articulan su lucha a la de la clase
proletaria?

Los campesinos y colonos de la región encuadraron sus principios de organización en


dos marcos de significado, uno propio o inherente, anclado a sus prácticas. Y otro que se
derivo de formas de pensamiento externas, las cuales pueden ser interpretadas como
consecuencia de la presencia y el influjo de Vicente Adamo en la región y del apoyo que
recibieron de organismos internacionales como la Confederación Obrera Pan-
americana124. Frente al primer aspecto, tal como lo indican en sus discursos, muchas de
las ideas políticas que adoptaron partieron del influjo que tuvo entre ellos la figura de
Adamo, un inmigrante italiano que se representaba como anarquista y socialista. Luego
de haber prestado su servicio militar como soldado de infantería en Italia, Adamo salió el
29 de abril de 1897 de la ciudad de Nápoles con destino a Méjico en calidad de emigrante.
Arribó a Veracruz y trabajo en la ciudad de Tierra Blanca durante seis meses en la
Compañía del Ferrocarril Central de la República Mejicana, luego retornó a Veracruz y
de ahí pasó a la ciudad de Mérida en la Provincia de Yucatán lugar donde trabajo, por
unos pocos días, en la fábrica Industrial de Hilados de henequén y manila. Según el
certificado del gerente de la fábrica, expedido el 16 de diciembre de 1900, Adamo se retiró
por voluntad propia debido a su interés de viajar a la Isla de Cuba. Llegó a la ciudad de la
Habana (Cuba) en el mes de diciembre del mismo año, allí tuvo varios trabajos como
obrero en la Cantera de Santa Clara, La Compañía del Ferrocarril Central de la Isla y Los
Ingenios Azucareros de Santa Ana y San Luis. Luego viajó a la ciudad de Santiago de

124
Acta de la sesión del 22 de abril de 1919 de la Sociedad de Obreros y Artesanos de Montería, para
nombrar nueva directiva…pp. 3-4.

76
Cuba donde renovó su pasaporte y se dirigió a Kingston (Jamaica) con el objetivo de
trasladarse desde allí hasta Puerto Limón (Costa Rica).125

Sin embargo, y según su pasaporte, Adamo cambió el rumbo y llegó en 1903 a Puerto
Colombia (actualmente departamento del Atlántico – Colombia) de allí se dirigió hacía la
ciudad de Barranquilla en donde trabajo como empleado del Casino Americano, según
certificado expedido el 27 de enero de 1904 por los gerentes del lugar. De Barranquilla se
trasladó hacia el Istmo de Panamá, lugar donde trabajo en la zona del canal, para después
regresar a la Provincia de Cartagena en el Departamento de Bolívar (Colombia), lugar
donde fomentó los primeros aires de organización de los obreros, artesanos y campesinos
del Caribe colombiano.

…trabajador incansable que ha luchado y luchará como iniciador y


fundador de esta respetuosa Sociedad; persona como él que, bajo los tormentos
se a hecho sentir, para dar impulso a su labor y cambiar a Montería, la Perla
del Sinú, en un pueblo de progreso y de aspirantes ciudadanos.126

Y continua en el segundo discurso:

El honorable e ilustre ciudadano señor Vicente Adamo, trabajador


incansable, hijo de la Democracia Italiana, que bajo la dura lucha ha tenido
siempre la más buena voluntad en traer la esplendorosa luz de la civilización
a esta región sinuana, y hacerle una manifestación educativa al que todavía es
inocente.

En estos dos párrafos podemos notar la influencia que tuvo Adamo frente a la
construcción del lenguaje político que usaron los campesinos, colonos y trabajadores que
conformaron la Sociedad de Obreros y Artesanos de Montería y la Sociedad Redención
de la Mujer de Montería. Aunque las ideas de democracia y proletariado se manifiestan
de forma escueta, el uso simbólico que hacen de éstas los integrantes de las Sociedades

125
Boceto biográfico sobre la historia del señor Vicente Adamo. Presidente de la Sociedad de Obreros y
Artesanos de Montería, Tipografía Mendoza, Montería: 1920. En CDOFB, Lomagrande, folios 5665 –
5566.
126
Acta de la sesión del 22 de abril de 1919 de la Sociedad de Obreros y Artesanos de Montería, para
nombrar nueva directiva…pp. 3-4.

77
tuvo un gran efecto en su acción política colectiva y en la construcción de una identidad
sin importar la exactitud teórica o conceptual que hacían de las mismas.127

La democracia y el proletariado aparecen representadas como los motores de la


equidad, la ciudadanía y el progreso, pero también, como una causa que enarbolan los
trabajadores para promover el establecimiento de relaciones sociales y laborales más
justas, el acceso a la tierra como derecho y el reconocimiento de colonos, campesinos y
trabajadores rurales como ciudadanos capaces de aportar al progreso social de la Provincia
del Sinú. Detrás de sus peticiones no hay una lucha por el poder y, tampoco, un afán por
el desconocimiento a la propiedad privada, por el contrario, lo que se busca es obtener los
mismos derechos y recursos que tienen terratenientes y empresarios.

Se enaltece el trabajo y la identidad de los artesanos y obreros, actores que son capaces
de construir y manejar los aparatos, que invierten su tiempo en trabajar y no se meten en
problemas o causan problemas a otros. ¿Estaban los integrantes de la Sociedad, buscando
en esa idea construir un lenguaje que les permitiera tener un marco de referencia común?
Junto con los discursos pronunciados y publicados por el diario El Esfuerzo: Órgano de
la Juventud, aparecieron cartas, mensajes de apoyo, editoriales y poemas que sembraban
el espíritu de lucha de las sociedades de obreros y artesanos. Uno de los poemas, titulado:
El Obrero y escrito por el ecuatoriano Leonidas Pallares Arteta128, resalta los oficios y la
vida cotidiana del obrero en su taller:

El Obrero

Para la Sociedad de Obreros y Artesanos de Montería

Del siglo del trabajo rudo atleta,


Es el mundo su enorme campamento;
De la ciencia el oráculo interpreta
Y es brazo ejecutor del pensamiento

127
Mario Aguilera Peña y Renan Vega Cantor, Ideal Democrático y Revuelta Popular, p.34
128
Semanario El Esfuerzo: Órgano de la Juventud. (Tipografía Mendoza: Año 1, No.2, 1919)

78
Ya cayeron las vallas seculares,
Que del orgullo alzo la pertinacia,
Y al trabajo y la ley levanta altares
La joven y robusta Democracia.
(…)
Con las potentes armas del trabajo
La ciencia un trono fabricó en la cima;
Ya están el ocio y la opresión abajo
Ya están el genio y la virtud encima.
(…)
Sólo el trabajo y la virtud elevan
Al cenit de su gloria a las naciones,
Porque en su seno fecundante llevan
La luz del genio y la paz los dones.

Te respeto y te admiro, obrero rudo


De atlético vigor, de alma sencilla
Y en nombre del progreso te saludo
Inclinando a tu paso la rodilla.

Atrás magnates, cuyo orgullo necio


Tiene por base la ruindad o el crimen,
Y que miraís con cinico desprecio
A los humildes que en silencio gimen:

Vuestro imperio acabo; ceded el paso


Del porvenir al labrador valiente:
Vosotros sois la sombra del ocaso
Y es el obrero heraldo del Oriente

Metafóricamente el obrero es representado como el atleta que con su vigor y alma


sencilla alcanza la meta, ¿cuál meta?, la del porvenir, la democracia y el fin de la opresión.
Con su trabajo, el mundo aparece representado como el taller del obrero, allí trabaja e
interpreta la ciencia, ejecuta las ideas del pensamiento y las hace realidad. Es gracias a su
trabajo que se levanta la joven democracia, ésta no es el fruto de los gobernantes, es el
resultado del esfuerzo de los obreros. Representado como un hombre vigoroso y rudo, el
obrero es el mensajero que anuncia con su presencia nuevos tiempos, el fin de la opresión
y la desigualdad, la gloria de las naciones y el comienzo de la paz. El comienzo de la
democracia, fruto del pueblo y de sus oficios cotidianos que se convierten en el himno de

79
esta joven robusta que canta al ritmo de la tierra que es sembrada, los golpes del martillo
y el sonido de la sierra.

El uso de un lenguaje con referencias a la ciudadanía, el progreso, la democracia y la


figura del obrero dota a los campesinos, colonos y trabajadores rurales de la región del
valle del Sinú de un nuevo marco de referencia que les permitió hacer frente a las
injusticias recibidas, pero a su vez, configurar la construcción de una identidad, un
nosotros que puede ser visto en los discursos y el lenguaje de las proclamas, los poemas
y las peticiones de otras organizaciones. En este sentido los trabajadores rurales de la
región estaban buscando ser parte de una organización más amplia, de esta forma,
lograrían visibilizar sus peticiones y probarían que no estaban solos en su lucha, o mejor
aún, que no eran los únicos obreros129. En una de las columnas que aparecen en el diario
El Esfuerzo: Órgano de la Juventud se evidencia lo anterior a través de la publicación de
una petición realizada por parte de la Confederación Obrera Pan-americana (Ver Imagen
3), en ella se le solicita a todos los Centros Obreros de América Latina unirse con el
objetivo de responder al avance del capitalismo. Aunque la carta no esta dirigida a la
Sociedad de Obreros y Artesanos de Montería es publicada con el objetivo de demostrar
que no están solos y que hacen parte de un movimiento social más grande que se esta
construyendo en el mundo. Así lo evidencia el pie de página del artículo:

En efecto, cuando el objetivo de los integrantes de las Sociedades fue el de


representarse frente a un movimiento más amplio que abarcaba luchas nacionales o
globales, sus fundadores y principales figuras, identificaron sus organizaciones como
Centros Obreros y no como Sociedades de Obreros y artesanos. Aún así, los fines de la
Sociedad estaban enmarcados en el desarrollo de las facultades y capacidades de sus
integrantes, no sólo para la movilización, sino también para el engrandecimiento del
espíritu y del obrerismo en Colombia. En sus objetivos, tienen una finalidad política: la

129
Ver, Thompson, E.P., Economía moral de la multitud. La creación de una identidad les permitió
compartir una serie de cualidades y repertorios para su movilización, no actuaban de forma espasmódica,
por el contrario, sus peticiones y reclamos eran legitimas toda vez que alteraban costumbres y producían
injusticias.

80
organización y la acción colectiva, características que se alejan de esa identidad pre-
política a la que han sido vinculados. El discurso de Hoyos finaliza llamando a la
constancia y el entusiasmo, tres vivas alientan este proyecto, el obrerismo, el progreso y

(Tomado de la Causa Social, por cuenta del Centro Obrero de esta ciudad,
para probar que ellos solos no son obreros).130

Imagen 4 La configuración de un nosotros: "No estamos sólos" Confederación Obrera Pan-americana

el primer aniversario de la Sociedad de Obreros y Artesanos de Montería. Además, en


función del progreso, reivindican su papel como ciudadanos y obreros, relatando de
manera simbólica sus principios de organización y los valores que están agenciando: la
ciudadanía y el progreso.

130
Semanario El Esfuerzo: Órgano de la Juventud. (Tipografía Mendoza: Año 1, No.12, 1919)

81
Ahora bien, no es que hayan tomado un marco de referencia y lo adoptaran tal cual
como se les presentaba. Por el contrario, la riqueza del lenguaje político que llevaron a
cabo las Sociedades de Obreros y Artesanos de Montería radica en la mezcla que hicieron
de marcos de referencias derivados de otras organizaciones con aquellas ideas que eran
inherentes a su propia cultura y que representaban sus peticiones o derechos, en especial,
aquellas que estaban relacionadas con su derecho a la propiedad de la tierra y la
construcción de formas comunitarias de relación social.

El lenguaje político utilizado tenía como objetivo convocar a los socios de las
Sociedades a la disciplina y el saber. Reavivando los sentimientos de lucha y la necesidad
de engrandecerse y expandirse física y moralmente como un nosotros. Solo de esta manera
y a través de la acción política colectiva podrían hacer frente a las mentiras y las cargas
miserables que les habían impuesto los hacendados. El obrero aparece aquí no como el
trabajador de las fábricas, sino como el símbolo de la democracia, representa la unión de
un conjunto de trabajadores, incluidos aquellos trabajadores rurales, que comparten
valores y cotidianidades, como la de no poseer nada, pero tener un derecho natural sobre
la tierra.

Otra característica del lenguaje político que utilizaron fue el uso de símbolos con un
alto contenido romántico y libertario131, con el objetivo de destacar la rebeldía,
independencia, trabajo, injusticias y triunfos de las comunidades rurales de la región. El
ideal de justicia aparece aquí como un símbolo movilizador de las protestas y de los hechos
ocurridos en los terrenos de Lomagrande durante la segunda década del siglo XX. En la
proclama se hace una alusión al poeta alemán Schiller y se dice que los versos de éste eran
entonados por los colonos y cultivadores que dieron inicio al proceso de movilización y

131
Escritura de la Sociedad Anónima Comercial de Lomagrande, 1925. En CDOFB, Fondo Lomagrande,
Folios 5555 - 5560, la cual viene acompañada de un prologo con el título de “Obreros de todos los países
uníos: Justicia”.

82
colonización de los terrenos de Lomagrande, estos versos, son identificados como un
símbolo de su espíritu libertario.

-Obreros de todos los países uníos-

JUSTICIA

He aquí la palabra que surge a nuestra mente al querer escribir uno como
prologo a la Escritura que este folleto contiene…

Cual ósculo amoroso y libertario llega este folleto a las desoladas cabañas
de los perseguidos obreros que desde allá de los altos y atrevidos picachos de
“Loma Grande”, han lanzado a los cuatro vientos su himno de rebeldía e
independencia y de trabajo.

(Cuantas veces las frescas brisas de allende la montaña nos han traido, cual
arrullos libertarios, los vibrantes versos de Schiller, valientemente cantados
por los indómitos lomagranderos: “Soy ciudadano del mundo… mi Patria no
tiene nombre”)132

No es clara de donde proviene la alusión a Schiller, sin embargo, teniendo en cuenta


que uno de los objetivos de la Sociedad de Obreros y Artesanos de Montería fue la
educación y la instrucción moral, es posible que a través de la conformación de una
biblioteca en las Sociedades133, los campesinos tuvieran acceso a diversas fuentes de
saber. Es posible que la alusión provenga de allí y haya sido tomada como un argumento
clave para simbolizar el espíritu libertario de sus luchas. Por otra parte, el lenguaje que
utilizan en la proclama, el tono romántico, conduce a pensar en una sociedad utópica, un
entorno en el cual conviven los campesinos y colonos entre sus cultivos, cantando los
versos del poeta alemán. Aunque esto no era así, aquí se evidencia la mezcla de los dos
marcos de significado, el inherente y el derivado, por una parte, la población rural había

132
Escritura de la Sociedad Anónima Comercial de Lomagrande, 1925. En CDOFB, Fondo Lomagrande,
Folios 5555 - 5560, la cual viene acompañada de un prologo con el título de “Obreros de todos los países
uníos: Justicia”.
133
Acta de la sesión del 22 de abril de 1919 de la Sociedad de Obreros y Artesanos de Montería, para
nombrar nueva directiva…pp. 3-4.

83
construido formas de relación comunitaria con la tierra, aldeas lineales al margen del río
que les permitía compartir sus alimentos y establecer relaciones laborales horizontales. El
llamado a Schiller es una forma de simbolizar aquello que han perdido, mediante el
lenguaje romántico del poeta se auto proclaman ciudadanos y apelan a la idea de una Patria
sin nombre y sin dueño, un lugar común para todos, una utopía.

(…) A “Loma Grande” no se le ha perdonado jamás el haber lanzado el


grito de rebelión y mucho menos el haber enarbolado en lo más alto de sus
casas, altaneramente el estándarte rojo de la Revolución Social.

LOMA GRANDE, vasto escenario que fue de uno de los crímenes más
bien urididos y mejor ejecutado de nuestra época; teatro de un asesinato que
arrojó a un grupo de honrados labriegos a los inmundos calabozos de San
Diego y Santa Teresa, a otro puñado de obreros juntamente con un policial
muy cuidadoso de su unidad a escrutar los misterios insondables de la NADA
y, por último, a los verdaderos asesinos a pasear tranquilamente su impunidad
por los más populosos centros de nuestra República y más allá de sus
fronteras…

Lomagrande fue el teatro en él cual se llevaron a cabo las peticiones de justicia y a su


vez los agravios que dieron inicio a la inconformidad y la rebelión. Allí se llevó a cabo un
asesinato que fue planeado y que condujo a la cárcel a un grupo de labriegos y colonos
honrados. Mediante una narración que representa los hechos allí ocurridos, el lenguaje
utilizado en el prefacio entrelaza las peticiones de los campesinos, sus gestas y el terror
infundido durante el período que fueron desalojados de Lomagrande. Palabras como
“tétrica” y “Cueva del crimen” son claves aquí para simbolizar sus sentimientos, ideas y
cultura de la población rural, las cuáles se entremezclan con las proclamas de Justicia,
rebelión, revolución social y los versos románticos de Schiller “Soy ciudadano del
mundo… Mi Patria no tiene nombre”134

134
Escritura de la Sociedad Anónima Comercial de Lomagrande, 1925. En CDOFB, Fondo Lomagrande,
Folios 5555 - 5560, la cual viene acompañada de un prologo con el título de “Obreros de todos los países
uníos: Justicia”.

84
A partir de los hechos relatados en la Escritura de la Sociedad Anónima Comercial de
Lomagrande argumentan la tenencia de estos terrenos y demuestran cómo mediante
múltiples esfuerzos y dedicación conquistaron estos terrenos y establecieron su “Baluarte
Rojo”. Su triunfo es simbolizado a través de la Diosa Astrea, la diosa virgen estrellada,
quién llevaba en sus brazos los rayos de Zeus, esos rayos que en el prefacio simbolizan la
legitimidad y la recuperación de los terrenos que le pertenecen a los colonos y
cultivadores, son los rayos de la Justicia, la gloria de los obreros monterianos quienes, con
sudor, lagrimas y sangre han defendido sus derechos. El relato reivindica de manera
simbólica su identidad, sus valores y ciudadanía. La Escritura, por su parte, como
instrumento público los reafirma y es la prueba que les da la razón en sus luchas por la
tierra y les otorga Justicia: Lomagrande: catálogo de maldades, asesinatos e injusticias,
pero a su vez Baluarte del progreso, la ciudadanía y la organización. Este tipo de imágenes
del obrero que han sido utilizadas hasta aquí reflejan la mezcla entre un universo simbólico
inherente y otro derivado que permite que los pobladores rurales del valle del Sinú
construyan sus propios conceptos de justicia, progreso y ciudadanía. Además de la
reciprocidad y la dialéctica social que fueron configurando con otros sectores: prensa,
mujeres, artesanos, lavanderas y trabajadores del mercado para crear una identidad
enmarcada en la semejanza de valores, costumbres y derechos.

Las reivindicaciones expuestas por los integrantes de las sociedades de obreros y


artesanos no sólo fueron representadas mediante un lenguaje discursivo. Aunque no es
muy notorio el uso de imágenes, quisiera detenerme en un grabado (Imagen 5)135 que esta
dividido en dos secciones. En la parte inferior se simboliza al pueblo, una multitud que
levanta los brazos. Por encima de ellos, aparecen cinco hombres reunidos con cabeza de
asno reunidos, cruzados de brazos conversando y vestidos con saco, corbata y zapatos. La
imagen aparece acompañada de un pequeño texto que dice lo siguiente: “La vida de los
pueblos. Los de arriba son los legítimos representantes de esas pobres victimas que abajo
se retuercen de hambre.”

135
Diario El Esfuerzo: Órgano de la Juventud en el año de 1919.

85
Imagen 5 Los de arriba y los de abajo. Tomada de: El Esfuerzo: Órgano de la Juventud, 1919

Nuevamente los marcos de significado compartidos se hacen evidentes en este tipo de


lenguajes, el asno, animal utilizado para el trabajo cotidiano. Es tomado aquí para
representar a las personas ignorantes, símbolo del desinterés, el desconocimiento y la
ignorancia de los gobernantes. Esos mismos que crean las leyes, que se reúnen en

86
asambleas y configuran las injusticias a las cuales se ven sometidos los pueblos. En la
imagen, además adquiere corporalidad el pueblo, la masa se configura y se identifica con
aquellos sujetos que contrario a los de arriba visten ropas sencillas y sombreros, en este
sentido, de nuevo se esta representando un nosotros, un grupo de personas diversas en
donde confluyen trabajadores, artesanos, campesinos y colonos, un pueblo que clama por
el reconocimiento de sus derechos.

Tres elementos conformaron la acción política colectiva de la población rural del valle
del Sinú: el fomento de la moralidad, la reivindicación del derecho a la propiedad de la
tierra y el uso de un lenguaje político. Estos tres elementos, sirvieron también como ejes
para la configuración de una identidad compartida. No es posible pensar en una acción
política colectiva si no existen mecanismos de mutualidad y solidaridad que definan un
nosotros. En este sentido, el análisis hecho a los discursos, poemas, cartas de apoyo e
imágenes nos permiten concluir que a través de estos elementos se fue auto creando un
colectivo de personas que compartían derechos, normas y costumbres en común. Un
nosotros denominado Sociedades de Obreros y Artesanos.

87
4. Conclusiones

La configuración de la acción política colectiva de los campesinos y colonos


cultivadores del valle del Sinú entre 1870 y 1925 fue la respuesta a tres factores sociales
y económicos: Primero, la creación de patronazgos a través de la hacienda ganadera como
unidad social y económica de la región; segundo, el establecimiento de una serie de leyes
que fomentaron la injusticia de las relaciones laborales y, por último, creación, por parte
de colonos y campesinos de una identidad.

Frente al primer factor, el patronazgo, es importante concluir que la configuración de


este modelo de control y dominio de la población surgió como un efecto de la instauración
de la hacienda ganadera en la región, pero tuvo también sus orígenes en la figura del
empresario extranjero, quien a través de la entrada de capitales fomento el establecimiento
de nuevas relaciones laborales, pero a su vez, se hizo al control del territorio a partir del
aprovechamiento de tierras baldías bajo la modalidad de la concesión. En este sentido, es
significativo concluir que la figura del patrón tenía como objetivo generar vínculos con la
población rural de la región, para, a partir de allí tener el control político y legislativo de
las leyes que definían los usos de la tierra y el establecimiento de los contratos laborales.
Sin embargo, a pesar de los intentos por establecer vínculos de familiaridad con los
campesinos y colonos cultivadores de la región; el patronazgo estableció un ejercicio de
dominio y control a través de leyes que en la mayoría de los casos generaron injusticias y
agravios para la población rural. De esta forma, los acuerdos legales a los que llegaban
campesinos y hacendados, mediante la modalidad del contrato y el avance, no permitieron
que los primeros encontraran nuevas formas de acceso a la tierra, por el contrario, el
trabajo en las haciendas y el sistema de deudas los fue alejando de este derecho y los fue
sometiendo a relaciones laborales injustas.

Lo anterior dio paso a el segundo factor, el establecimiento de una serie de leyes que
fomentaron la injusticia, situación fue rastreada a través del análisis de los libros contables
de las Haciendas Marta Magdalena, Mundo Nuevo y de los artículos del Código de Policía

88
del Departamento de Bolívar. En estos documentos se describe la manera cómo se
consolidó la figura del patronazgo, pero también la implementación de una serie de
agravios e injusticias que derivaron en la organización y la acción política colectiva de los
campesinos del valle del Sinú. Los dueños de las haciendas, mediante la figura del
administrador, buscaron desvincular los núcleos familiares y las parentelas de su derecho
a la tierra, pero también diluir sus lazos comunitarios. A través de acuerdos, normas y
formas de contratación injustas, el Código de Policía se encargo, como instrumento de
control, de fortalecer la subordinación de la población rural y su sujeción mediante un
sistema de contratos que promovía la adquisición de deudas.

Estos elementos dan origen al tercer factor, la configuración la acción política colectiva
de los campesinos y colonos cultivadores y creación de una identidad a partir de un
lenguaje político que tomaba elementos propios y ajenos. Desde allí, afirmo que la
conformación de Sociedades de Obreros y Artesanos no fue un efecto espasmódico a la
aparición de relaciones laborales con características capitalistas, ni tampoco a la
consolidación de la hacienda como modelo de estructura agraria. Fue más bien un efecto
producido por el cambio de reglas, normas y, por supuesto, por la disolución de la
identidad y de los núcleos comunitarios y familiares de la población rural. El proceso de
consolidación de la hacienda ganadera en el valle del Sinú conllevó a la conformación de
una serie de patronazgos locales que tenían como objetivo controlar la población, expandir
sus tierras y adquirir un poder político. Para ello, hicieron uso de todas las estrategias
posibles: legislación, uso de cercas, documentos notariales, concesiones, etc., tipificando
de esta manera al campesino y colono cultivador como un trabajador más de la hacienda
que recibía un sueldo, pero que no tenía el derecho a la tierra.

Lo que estuvo en juego fue la consolidación de una identidad de la de la población rural


de región, un nosotros que fuera reconocido por sus prácticas y representaciones. Un
colectivo capaz de reivindicar su posición moral frente al poder político y a los
empresarios que fueron instaurando la hacienda ganadera como unidad económica y
social. De esta manera, el análisis realizado en la presente investigación permite abordar

89
el problema de una manera diferente: Discursos, Actas, Poemas, Cartas y demás fuentes
utilizadas aquí me acercaron al lenguaje político de estos actores sin necesidad de
establecer una dicotomía entre lo popular y las élites. Por el contrario, el examen de las
fuentes y el estudio de la historiografía de la región describen el marco histórico en el que
la población rural: Colonos cultivadores, campesinos y trabajadores conformaron una
identidad y llevaron a cabo acciones políticas colectivas, caracterizadas por un repertorio:
reuniones, tomas de tierras, discursos, cartas y poemas. Por otra parte, la investigación me
conduce a afirmar que la población rural del valle del Sinú no tenía como objetivo
conformar sociedades utópicas y románticas enmarcadas en el romanticismo y la vida
comunitaria, por el contrario, su objetivo fue el de dignificar su papel como ciudadanos
garantes del progreso económico y social de la región.

90
5. Fuentes y bibliografía

5.1. Archivos

Centro de Documentación Orlando Fals Borda (CDOFB), Fondo Lomagrande.

Fondo Antioqueño de Estudios Sociales (FAES), Fondo Sociedad Agrícola del Sinú
(SAS) y Guillermo Echevarría Misas (GEM)

5.2.Prensa

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El Sinú: Semanario de Intereses Generales, año 1, (Montería: julio – diciembre


1914)

Semanario Eco Sinuano, Año1, No. 5, (Montería: febrero 1915)

El Esfuerzo: Órgano de la Juventud, Serie Primera a cuarta, (Montería 1919 – 1920)

5.3.Códigos

91
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5.4.Censos

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