Secrets & Lies - Brooke Blaine & Ella Frank
Secrets & Lies - Brooke Blaine & Ella Frank
Secrets & Lies - Brooke Blaine & Ella Frank
1
2
Dedicado a todos los que esperan caer en la lista de los más
traviesos este año. Escribimos este libro porque nos apetecía un
#dirtygoodtime1, y esperamos que lo disfruten de esta pareja
prohibida tanto como nosotros.
1
Buen momento sucio.
Se suponía que no debía desearlo. El dios bronceado
tumbado junto a mi piscina con unos pantalones cortos ajustados
que dejaban poco a la imaginación. Pero sólo era humano, y con la
tentación constantemente al alcance de la mano, era sólo cuestión
de tiempo que no pudiera resistirme.
4
ENTRÉ en el taller de arte del South Oceanside Rec Center y vi una
sala repleta de conversaciones, con gente de todas las edades
deambulando alrededor de la treintena de caballetes colocados en
círculo frente al instructor en el centro.
—¿Debo disculparme?
Ash asintió. —Puedo entenderlo. Pero hay que decir que hay
que dejarse llevar cuando se trata de arte. A veces, cuando lo
piensas demasiado, puede opacar o silenciar la verdadera emoción
o las intenciones que hay detrás.
Ash se rio. —Está bien, así que has elegido lo mío esta noche.
Estoy seguro de que la próxima semana elegirás algo que se me
da fatal.
—¿Color?
12
BUENO, ESTO ERA UNA novedad.
—Así que dime —dijo Ryder una vez que el silencio se hizo
demasiado—. ¿Qué le sugerirías a alguien nuevo en la ciudad?
¿Algo que deba poner en mi lista?
15
—Bueno, tú encontraste este lugar, así que hay uno que
puedes eliminar.
—Cierto... ¿Qué hay de un buen lugar de café?
—¿Ahora? —pregunté.
—¿Lo hice?
—Lo dudo. Pero podría querer saber qué has estado haciendo
con tu tiempo.
—¿No es eso?
—Ex-artista.
—Nunca había visto un perro con una sola oreja —dijo otro
miembro veterano, Susannah, ladeando la cabeza como si
necesitara un ángulo diferente para verlo.
22
SEGUÍ A ASH en el aire templado de la tarde, aprovechando la
oportunidad para dejar que mis ojos vagaran por donde quisieran
mientras él no miraba. La parte trasera de él era tan impresionante
como la delantera, con su cuerpo largo y delgado llenando un par
de vaqueros de una manera que mantenía mi mirada en su trasero.
—Sí, ¿qué?
—¿Sí?
Cómo sabría...
Cómo se vería sin su camisa y sus jeans...
—¿Ryder?
—Eso no es lo mismo.
—Es cierto.
30
JODER, DIOS MÍO ¿qué estaba haciendo aquí y por qué no podía
apartar la mirada?
Oh, mierda.
Maldito problema.
—¿Debo disculparme?
—¿Si...?
Yo, en cambio...
—¿Realmente te importa?
—Buen punto. —Le guiñó un ojo—. Pero soy nuevo aquí,
¿recuerdas? Así que vas a tener que mostrarme el camino.
Bien. Lo sabía.
37
ESTE MOMENTO ESTABA sacado de una fantasía. Un callejón vacío,
la espalda de Ash contra la pared y su mirada devorándome. El
hecho de que pudiera decir que estaba excitado por lo que veía
sólo me hizo desearlo más. Cuando cerré la brecha entre nosotros,
su erección rozó mi cadera.
—Sé específico.
43
MALDITA SEA, ¿habían salido esas palabras de mi boca antes, o
era la influencia de Ryder la que me hacía sentir tan desinhibido?
Un puto infierno.
—Exactamente.
50
EL ESTACIONAMIENTO se llenó rápidamente cuando llegué a la
mañana siguiente, pero me las arreglé para encontrar un lugar
cerca de la entrada principal del extenso edificio de dos pisos. Eran
poco más de las siete de la mañana, lo que significaba que aún
tenía un par de minutos para matar antes de tener que entrar. No
era tiempo suficiente para una siesta, que necesitaba
desesperadamente después de mi noche, pero cada segundo había
valido más que el agotamiento que sentía hoy.
—Yo…
—Ash...
59
MI CORAZÓN latía con tanta fuerza que apenas podía oír nada por
encima del torrente de sangre en mis oídos. Esto no podía estar
pasando. Yo era un ser humano decente. Pagaba una cantidad
ridícula de impuestos, me mantenía fuera de la cárcel y la droga
más dura que consumía era un trago ocasional después de un largo
día.
—Adelante, Tara.
Ella asintió.
—Ya está bien —dije con fuerza. Yo era el profesor con el que
podían bromear sin cumplir un día de castigo. Si no estuviera tan
metido en mi cabeza, habría dejado pasar el comentario. Sin
embargo, en este momento, dije: —Tienes el resto de la clase para
dar una idea, así que les sugiero que empieces.
67
JODIDAMENTE INCREÍBLEMENTE. Esas eran la única palabra que
podía usar para describir las últimas horas.
Los estudiantes pasaron junto a mí, todos con prisa por llegar
a su siguiente clase, pero me alivió que ninguno se dirigiera en esa
dirección. Parecía que Ash tenía un período libre después de todo.
Cuando la misma carcajada volvió a llegar a mis oídos, la molestia
que había logrado aplacar durante el resto de la mañana salió a la
superficie.
69
¿Quién estaba en la habitación con él? ¿Quién lo hacía reír
así? Aquí todavía estaba furioso por nuestra interacción esta
mañana porque Ash había estado tan escandalizado por lo que
habíamos hecho, y ahora se estaba riendo con Dios sabía quién,
como si no le importara nada en el mundo. Pero a menos que
quisiera asomar la cabeza y echar un vistazo, parecía que el quién
de mi pregunta seguiría siendo un misterio por ahora, ya que no
quería parecer exactamente como un enredador desesperado.
—Mejor que Dave, que hoy luce una cara más fea de lo
habitual. Hombre, va a tener el peor moratón.
—Sí, papá.
73
DESPUÉS DE LA CENA, renuncié a una cerveza helada en favor de
algo más fuerte, y mientras el Dirty Martini3 -mi segundo- se abría
paso en mi garganta, estiré las piernas en la tumbona y cerré los
ojos. La noche era tranquila, algunos dirían que pacífica, pero eso
era lo último que sentía en estos momentos.
Eran de Ryder.
Sabía que debía terminar con esto ahora; ese último mensaje
era un camino directo hacia un lugar al que ninguno de los dos 77
podía ir. Pero en lugar de apagar el teléfono y dejarlo así, respondí:
—Te dije que es mejor que nos olvidemos de esas cosas.
Los tres puntos aparecieron, luego desaparecieron varias
veces, y cuando llegó el siguiente mensaje, se me atascó la
respiración en el fondo de la garganta.
Ryder: ¿Y si no puedo?
No.
78
Ryder: Mentiroso.
Sí, lo era. Pero no iba a decírselo. Es hora de que sigas
adelante, Ryder. No va a pasar nada más entre nosotros, y
te agradecería que mantuvieras todo esto en secreto.
Dios, eso había estado cerca. ¿En qué demonios había estado
pensando al enviarle mensajes de texto a Ryder en casa? Estaba
en el mismo grado que mi hijo, por el amor de Dios. Eso debería
poner las cosas en perspectiva.
—Cállate, listillo.
—Déjalas encendidas.
79
—Entendido. —Sam desapareció de nuevo en el interior, y
dejé escapar un suspiro de alivio mientras buscaba el teléfono que
había metido bajo la pierna. Miré por encima de mi hombro, la
culpa royendo mi estómago mientras comprobaba que no había
moros en la costa. Me pregunté cuánto estrés podía soportar una
persona antes de sufrir un ataque al corazón. El mío latía muy
fuerte.
80
PARA MI SORPRESA, no me encontré con Ash al día siguiente de
nuestros mensajes por la noche, pero hoy no tendría tanta suerte.
Tenía que ir a su clase en unos minutos y, aunque me había
calmado un poco desde el lunes, no me apetecía nada el alter ego
de profesor severo que ponía. Bueno, severo conmigo, porque
parecía ser más bien el hombre divertido y desenfadado que había
conocido en el taller de arte con el resto de los alumnos, y eso era
molesto de ver.
Sí, podía ver eso. No es que haya sido así conmigo. A no ser
que contara el hombre que me había dicho lo importante que era
dejarse llevar y no silenciar mis emociones cuando creaba,
entonces podía ver por qué sus alumnos le querían. Diablos, en un
momento de ese taller incluso deseé que fuera él quien enseñara
al grupo. Cuidado con lo que deseas.
—Ah, ya lo tengo. Bueno, tal vez hoy vea ese lado de él.
—Entonces, mm...
Aquí viene. 82
86
RYDER ELLIS iba a ser mi muerte.
88
4
Jean Philippe Arthur Dubuffet fue un pintor y escultor francés de los más famosos de la segunda
mitad del siglo XX
Si se tratara de cualquier otro alumno nuevo, me habría
acercado para asegurarme de que estaba familiarizado con el
artista de hoy, pero si alguien podía arreglárselas solo, era Ryder.
Volví con Aaron y pasé un rato repasando ideas con él, como
habíamos hecho antes de que nos interrumpieran tan
bruscamente, y una vez que pareció más seguro de su proyecto,
me dirigí a mi escritorio.
Uf.
95
ESTABA TRABAJANDO en mi escritorio al final de la jornada escolar
cuando un golpe en mi puerta me hizo levantar la vista.
Ryder estaba apoyado en el marco de la puerta, con su
mochila colgada al hombro y una sonrisa arrogante en su atractivo
rostro. Ya debería haberse ido junto con el resto de sus
compañeros de clase, todos menos los que tenían que ir a entrenar.
No podía ver a Ryder uniéndose a uno de esos grupos, lo que
significaba que no debería estar aquí.
—¿Necesitas algo, Ryder?
—Sí, señor.
Antes de que pudiera preguntar qué, entró y cerró la puerta
tras de sí. Tragué saliva. —Tienes que mantenerla abierta.
—¿Por qué?
—Porque no es apropiado.
—¿No? ¿Pero qué pasa si necesito tener una conversación...
privada contigo? —Mientras se apoyaba en la puerta, le vi echar la
cerradura y bajar la mosquitera de la ventana.
Me aparté de mi escritorio y me puse de pie. —Tienes que
irte.
—Esa no es forma de hablar con tu alumno favorito.
—Ryder, lo digo en serio. Te dije que no estoy jugando
contigo.
—He oído lo que has dicho. Y estoy seguro de que crees que
lo dices en serio, pero no es así. No realmente. —Dejó que su bolsa 96
101
ASÍ QUE AQUÍ es donde va todo el mundo un viernes por la noche,
pensé mientras me dirigía a las gradas donde Casey me estaba
guardando un asiento. Nunca me había molestado en ir a los
partidos, y mucho menos a los de béisbol, en ninguna de mis otras
escuelas, así que el hecho de que las gradas estuvieran repletas de
aficionados animando me sorprendió.
Se escuchó una estridente ovación, la gente se puso en pie
de un salto cuando alguien de nuestro equipo corrió desde la
tercera base hacia el home5, y yo moví la cabeza y me reí ante el
salvaje entusiasmo. No era el béisbol lo que me había hecho salir
esta noche y, en realidad, tampoco era Casey, aunque parecía un
buen tipo. Sólo esperaba que Ash se enterara de alguna manera y
lo volviera jodidamente loco, como lo había hecho conmigo su falta
de atención durante la clase de esta mañana.
Estaba a medio camino de las gradas cuando me fijé en el
chico alto y rubio que animaba al jugador que acababa de marcar
para nuestro equipo, e hice una doble toma.
Espera. ¿Ash estaba aquí? ¿Por qué?
Vestido de manera informal con unos vaqueros oscuros y una
camisa ligera de manga larga, parecía muy atractivo y no era para
nada el profesor tenso que era cuando yo estaba cerca. Supongo
que yo tenía ese efecto en él, ¿no? No era el que yo quería, pero
teniendo en cuenta que hoy no había dicho ni una sola palabra ni
siquiera me había mirado, tuve que asumir que era todo lo que iba
a conseguir.
102
5
Es el lugar en el que se centra la mayor parte de la emoción del beisbol, donde se anota la carrera del triunfo o en
donde se consigue el out con un ponche. Se deja la palabra en inglés porque en el beisbol en español no se traduce.
Ash se llevó las manos a la boca y gritó: —¡Así se hace, Sam!
—y me di cuenta de que el chico que acababa de llegar a home era
su hijo.
Ahhh, así que eso era lo que estaba haciendo aquí. Desearía
haber sabido esa información antes de esta noche, pero no habría
hecho mucha diferencia de todos modos.
—Ryder, por aquí. —Casey me saludó desde el lado opuesto
de las gradas, unas cuantas filas delante de Ash, que movió la
cabeza en mi dirección.
Podría jurar que sus ojos se abrieron de par en par cuando
me vio, pero tal vez fue una ilusión, porque volvió a centrar su
atención en el campo con la misma rapidez. Ni una sonrisa, ni un
saludo, ni un gesto de reconocimiento.
Estaba empezando a enojarme de verdad.
Me acerqué a Casey y le di un refresco mientras tomaba
asiento.
—Gracias —dijo, con una amplia sonrisa en su rostro—. ¿Has
visto que acabamos de marcar?
—Sí, lo vi. Ese era el hijo del Sr. Delaney, ¿verdad?
—Sí. Es uno de los mejores del equipo. He oído que ya tiene
algunas ofertas de becas.
Parecía que el hijo no se parecía al padre más que en su
aspecto, ¿eh? No veía a Ash como un gran deportista, pero al
menos lo apoyaba.
Miré por encima de mi hombro, tratando por una vez de no
hacer tan obvio que lo estaba buscando. Desde donde estaba
sentado, tenía una buena vista de mí y de Casey si miraba un poco
a la derecha, y la idea de que pudiera observarme sin que yo lo 103
supiera alivió un poco mi fastidio. Pero sólo un poco. Porque,
aunque parecía estar allí solo, estaba rodeado de lo que parecían
unas cuantas mujeres interesadas y quizás un par de chicos. No
paraban de darse la vuelta o de inclinarse para hablar con él
mientras miraba el partido, y aunque no podía culparles, sentí la
irritación por su parte. Bueno, él no parecía irritado, así que tal vez
era yo quien lo proyectaba.
Como si sintiera que yo estaba lanzando dagas a los que le
rodeaban, Ash miró hacia mí y, cuando cruzamos miradas, lo sentí:
esa inyección de lujuria que me revolvía el estómago y me hacía
palpitar el corazón, y que siempre se producía cuando su atención
se centraba en mí.
—Así que, Casey —dije, manteniendo mis ojos en los de Ash
mientras alzaba la mano para jugar con las puntas del cabello
oscuro de Casey. Si tenía que sentarme aquí mientras las madres
de todos coqueteaban con Ash, ¿por qué no podía pasar lo mismo
conmigo?— ¿he mencionado lo contento que estoy de que me
hayas invitado esta noche? No tenía ni idea de que aquí estarían
todos.
Ash volvió a mirar hacia el campo, aparentemente sin
afectarse, o eso quería hacerme creer. Era imposible que no le
importara. Si no, no sería capaz de sacarle las castañas del fuego
como lo hacía.
—Oh, eh... —Casey se mordió el labio, y yo quité mi mano
de su cuello y encendí una sonrisa deslumbrante—. Yo sólo... ya
sabes. Pensé que podría gustarte.
—Sí me gusta —dije, desviando mi mirada rápidamente
hacia Ash, que aún no miraba hacia mí—. Realmente me gusta.
De repente, Casey se levantó de un salto junto con todos los
demás, y me puse de pie de mala gana para ver de qué se trataba
la conmoción. Alguien había golpeado la pelota, bla, bla, bla,
estaban rodeando las bases, el otro equipo se tambaleaba tratando
de atraparlos, bla, bla, bla. 104
6
Las banshees forman parte del folclore irlandés desde el siglo VIII. Son espíritus femeninos que, 105
según la leyenda, se aparecen a una persona para anunciar con sus llantos o gritos la muerte de un
pariente cercano. Son consideradas verdes hadas y mensajeras del otro mundo.
Joder, tenía que estar bromeando. A este ritmo, no saldría
de aquí hasta la medianoche.
—Genial. —Le dediqué una sonrisa apretada, pero recordé
que Ash podía estar mirando y forcé una versión más
deslumbrante. Entonces me incliné más cerca, a sólo unos
centímetros de la boca de Casey, y dije: —Todo esto es un...
subidón. Me excita mucho. ¿Y a ti?
—Eh... claro. —Casey claramente no estaba captando mis
intentos de falsa seducción, y eso significaba que o bien no podía
soportarlo, o no sabía qué hacer al respecto.
Volví a mirar a Ash por encima de su hombro y, al ver que
no miraba hacia mí, suspiré y me di la vuelta, para darme cuenta
de que uno de los alumnos de mi clase de arte estaba sentado unas
filas más abajo. Tenía un cuaderno de dibujo en el regazo y estaba
inclinado sobre él mientras trabajaba diligentemente, y me dio un
poco de envidia.
¿Por qué no se me había ocurrido?
—Oye, ¿cómo se llama ese tipo?
Casey consiguió apartar los ojos del juego durante dos
segundos. —Oh, ese es Aaron. Está en nuestra clase de arte.
—Lo recuerdo. Sólo que no podía recordar su nombre.
—Sí, es un poco callado. Pero de nuevo, esto no es realmente
lo suyo.
Bueno, mira eso, los dos teníamos algo en común.
Probablemente más de lo que tenía con Casey.
—Se mantiene en sí mismo en su mayor parte, pero su
hermana Cami sale con el receptor, por lo que está atrapado en
llevarla a casa. 106
—¿Ella es más joven, entonces?
Casey asintió, y volví a mirar al chico callado del frente. Era
de complexión delgada, de aspecto algo torpe, y tenía unas gafas
del tamaño de un plato de comida. Me pregunté si sería descortés
por mi parte dejar a Casey, que me había invitado a venir, para ir
a hablar de arte con un odioso de los deportes como yo.
Justo cuando estaba a punto de poner a prueba mi teoría -o
al menos de pasar una entrada allí abajo, lejos de toda
conversación sobre bates y pelotas- vi a un grupo de chicos que se
abría paso entre los asientos de las gradas hacia Aaron.
Con su cabeza todavía inclinada sobre su trabajo, pude ver
que no se daba cuenta de ellos, pero al verlos acercarse a él,
reconocí la aproximación como lo que era: una emboscada. Eran
cuatro, todos ellos algo fornidos -el tipo de tipos que tienen más
músculos que cerebro- y, a medida que se acercaban al
desprevenido Aaron, empezaron a señalar y a reírse, chocando los
cinco por lo que fuera su estúpido plan.
Observé con una sensación de inquietud mientras se
acercaban, y las campanas de alarma se dispararon en mi cabeza
cuando el que estaba al frente del grupo alcanzó a Aaron y agarró
su cuaderno de dibujo. Aaron levantó la cabeza, su columna
vertebral se puso rígida mientras miraba al grupo de chicos que lo
rodeaban, e incluso desde mi lugar, pude ver que estaba pidiendo
que se lo devolvieran.
El que lo retenía -el Rey Capullo, supongo- se rio, negó con
la cabeza y hojeó el cuaderno de dibujo como si le perteneciera.
Algo en el hecho de que estuviera invadiendo la privacidad de
Aaron me cabreó de verdad.
Antes de saber lo que estaba haciendo, me puse de pie y
estaba a punto de bajar cuando sentí que una mano se apoderaba
de la mía. Oh, mierda, claro, Casey.
107
Me miraba con el ceño fruncido, con la confusión reflejada en
su rostro, y fue entonces cuando me di cuenta de que ni siquiera
se había dado cuenta de que los otros chicos estaban caminando
hacia Aaron. No había prestado atención al chico bobo al que ahora
molestaban varias filas más abajo, y me pregunté si eso se debía
a que era algo tan común con Aaron que nadie reaccionaba o a que
Casey simplemente no prestaba atención.
—¿Te vas?
Me hubiera gustado. Negué con la cabeza y señalé la primera
fila. —Pensé en ir a salvar a un compañero artista.
Los ojos de Casey se desviaron hacia Aaron, que ahora
estaba de pie, intentando recuperar su cuarderno. Pero se lo
estaban pasando entre los chicos y se reían de él. Malditos
imbéciles.
—¿Seguro que quieres hacer eso? Mike no es exactamente
el tipo de persona que quieres, ya sabes, interrumpir.
¿Interrumpir? No planeaba interrumpir. Planeaba terminar
este espectáculo de mierda que estaba jugando con sus imbéciles
amigos.
—Sí, estoy seguro. Pero si va por mi cara, tendremos
problemas. Sería difícil encontrar a alguien que me hiciera ver así
de bonito otra vez. —Le guiñé un ojo a Casey, que se rio, y se
dirigió hacia la parte delantera de las gradas.
—Devuélvemelo, Mike. Ya te has divertido. —La voz de Aaron
era tímida, apenas más que un susurro, mientras alcanzaba el
cuaderno de nuevo y casi se caía sobre la grada que tenía delante.
—Sí, no sé nada de eso. —Mike hojeó un par de páginas—.
¿Qué se supone que es esto? —Lo miró desde otro ángulo,
mostrando al imbécil uno a su izquierda, y luego le dio la vuelta—
. Una gran y fea...
—Tu madre es lo que pensé cuando Aaron y yo estábamos 108
hablando en clase.
Mike -a quien aún no había tenido el placer de conocer- me
miró desde donde estaba en la grada detrás de Aaron.
—¿Quién demonios te ha preguntado? —dijo Mike,
evaluándome como si tratara de decidir en su pequeño cerebro de
guisante si podía enfrentarse a mí. No podía.
—Nadie, pero ¿quién demonios te ha pedido que opines
sobre su trabajo?
Aaron se giró para mirarme, y sus ojos estaban aún más
abiertos que de costumbre detrás de esas gruesas gafas. Entonces,
el imbécil 2 se subió a mi grada y decidió probar suerte.
Por desgracia para ellos, no me intimido fácilmente. —
¿Tienes algún problema? Bueno, ya sabes, aparte de tu cara.
El tipo me frunció el ceño, y eso no ayudó para nada con ese
tema.
—Mira, ¿por qué no le devuelves a Aaron su bloc de dibujo y
sigues tu camino? Estoy seguro de que hay un cachorro que
podrías patear de camino a casa para hacerte sentir mejor.
—Oye, vete a la mierda, que te follen quienquiera que seas.
—Ese era Mike. No estaba seguro de si el imbécil 3 podía realmente
hablar o si sólo estaba aquí para igualar los números.
—Gracias, pero no eres realmente mi tipo. En realidad —
dije, dando un paso hacia abajo para ponerse al lado de Aaron,
directamente en frente de Mike— no dejaría que me follaras ni
aunque fueras la última persona del planeta. Y eso es mucho decir,
porque siempre estoy jodidamente cachondo.
Mike se quedó con la boca abierta y yo estiré la mano y le
arrebaté el cuaderno de dibujo.
—No hace falta que te pongas tan triste. Estoy seguro de que 109
uno de estos imbéciles ocuparía mi lugar con mucho gusto.
La conmoción y el enfado hicieron que la expresión de Mike
pasara de superior a incrédula en cuestión de segundos.
—¿A qué esperas? ¿Apuntadores? —pregunté.
—Vamos, Mike, salgamos de aquí.
—Oh sí, ahí lo tienes. El imbécil 2 está definitivamente
preparado para el desafío.
Mientras el amigo de Mike lo empujaba con más fuerza en el
hombro para que siguiera avanzando, observé con gran deleite
cómo los imbéciles abandonaban finalmente las gradas. Cuando
por fin se perdieron de vista, me volví hacia Aaron, que me miraba
con una mezcla de asombro y admiración.
Sonreí y le tendí el cuaderno de dibujo. —Aquí tienes.
—Gracias. —Lo cogió y se lo metió bajo el brazo—. No tenías
que hacer eso. Mike puede ser un verdadero...
—¿Idiota?
Aaron se rio, pero fue un poco tenso. —Sí, pero ahora va a
ir a por ti.
Miré en la dirección en la que Mike y los imbéciles se habían
ido -hey, ese podría ser el nombre de una banda- y me encogí de
hombros. —No, no me preocupan. Pero avísame si te vuelven a
molestar, ¿de acuerdo?
Asintió. —De acuerdo. Gracias de nuevo. Ya es bastante malo
que tenga que enseñarlas en clase. Mike se mete conmigo porque
sabe que soy pésimo.
Fruncí el ceño. —Estoy seguro de que no apestas.
—No. Lo hago. Incluso el Sr. Delaney lo sabe.
Mmm, hablando del Sr. Delaney... 110
Me giré para mirar hacia las gradas, y sabes qué, Ash estaba
de pie, su atención en nosotros dos. Pero había algo diferente en
la forma en que nos miraba. No era con el ceño fruncido de
irritación que tenía siempre que nos miraba a Casey y a mí, no.
Había una mirada de... aprecio en sus ojos.
—Estoy seguro de que el Sr. Delaney no cree que sea una
mierda. —Me obligué a apartar la mirada de esa expresión más
suave antes de hacer algo estúpido, como olvidar lo capullo que
había sido últimamente. Volví a mirar a mi nuevo amigo—. Quizá
el arte no sea lo tuyo.
Aaron resopló. —Créeme, no lo es.
—Bueno, ¿quizás pueda ayudarte? Estamos en la misma
clase, y no tengo problemas con un lápiz y un pincel. —No estaba
seguro de por qué, pero realmente quería que dijera que sí. Me
gustaba Aaron y quería ayudarlo.
—De acuerdo, no es que vaya a decir que no. Eres Ryder,
¿verdad?
Por supuesto que sabía mi nombre. Ash -nuestro profesor-
me había amonestado bastante delante de todos durante mi
primera semana. —Lo soy. Y creo que voy a ir a comer algo.
Aaron sonrió y fue a retomar su asiento, pero luego añadió:
—Será mejor que te des prisa, la siguiente entrada está a punto de
empezar.
Ooh, no puedo esperar, pensé, y caminé mucho más
despacio de lo que debería hacia los puestos de comida,
preguntándome cuánto tiempo podría quedarme aquí.
111
CUANDO RYDER SE DIRIGIÓ a la salida de las gradas después de
su intercambio con varios de los alborotadores de su clase, sentí
una puñalada de alarma por el hecho de que se dirigiera a algún
lugar para terminar el trabajo sin que lo vieran.
No podía negar que había sido admirable la forma en que
defendió a Aaron, llegando hasta allí antes que yo y encargándose
de las cosas sin siquiera lanzar un puñetazo.
Mierda, eso no era lo que iba a hacer ahora, ¿verdad?
Me debatí durante unos dos segundos antes de encontrarme
corriendo por las escaleras tras él. No podía dejar que le hicieran
daño, no bajo mi mirada.
Cuando rodeé las gradas, miré a mi alrededor, esperando
que estuviera enfrentándose al grupo de chicos, o al menos
esperándolos.
En cambio, lo encontré esperando en la corta fila del puesto
de venta, con los brazos cruzados y una expresión de total
despreocupación. Esa expresión cambió cuando me vio, una de sus
cejas se levantó al darse cuenta de que había bajado aquí después
de él.
Mierda. Ahora parecía algo distinto a lo que era, y me maldije
interiormente por pensar que había sido una buena idea. Por
supuesto, Ryder pensaría que había venido aquí para hablar con
él, no para intervenir en un altercado que, después de todo, no
estaba ocurriendo.
—¿Perdido, Sr. Delaney? —dijo. Un par de cabezas se giraron 112
al oír mi nombre, pero no reconocí a nadie de ninguna de mis
clases. Sin embargo, no importaba. Si sabían quién era yo, no
necesitaban escuchar lo que tenía que decirle a Ryder.
Dirigí la cabeza hacia un lugar alejado de cualquiera que
pudiera escuchar, y Ryder me siguió.
—¿Persiguiéndome en los terrenos de la escuela? Tsk, tsk.
—Vi lo que hiciste por Aaron. Gracias.
Sus cejas se juntaron mientras su sonrisa caía. —¿Eso es lo
que viniste a decir? ¿Para agradecerme que haya abierto la boca?
Creo que ya sabes que es una de las cosas que se me dan bien.
No pude evitar esbozar una sonrisa. —Sí, lo es. Por eso pensé
que habías venido para la segunda ronda.
—Ohhh. Estabas preocupado por mí. ¿No es un giro
interesante de los acontecimientos?
—No, soy un profesor aquí. No puedo dejar que mis
estudiantes salgan corriendo en busca de problemas. —Qué
manera de justificarlo. Estaba claro que Ryder vio a través de mí,
porque se burló.
—No te veo vigilando a Mike y a sus imbéciles. —Dio un paso
hacia mí—. ¿No son también tus alumnos?
Joder, conocía esa mirada en su cara. Era la misma que me
había puesto en el sueño, en el que intentaba no pensar ahora
mismo. Hoy ni siquiera había podido mirar a Ryder en clase, no
después de experimentar algo tan vívido... e inapropiado.
—¿Cuatro contra uno? Las probabilidades no estaban
precisamente a tu favor, Ryder.
—Sin embargo, me manejé lo suficientemente bien, ¿no
crees?
Lo hizo. No había razón para que se involucrara, pero había
defendido a Aaron como si fuera una ofensa personal, y mentiría si
dijera que eso no hacía a Ryder más atractivo a mis ojos. Diablos, 113
como si necesitara otra razón. Había hecho todo lo posible para no
notar lo jodidamente atractivo que era. Sabía cómo se sentía su
cuerpo bajo mis manos. El sabor de esos labios carnosos y bocazas
sabían….
Dios mío. Detente ya.
—Creo que podrías haberte metido en una situación difícil si
esos cuatro hubieran decidido esperarte aquí abajo.
Ryder se encogió de hombros y metió las manos en los
bolsillos de sus vaqueros. —Puedo arreglármelas por mí mismo, y
si arriesgar mi cuello hizo que me siguieras hasta aquí y que
realmente me hablaras como si no me odiaras, tal vez valió la
pena.
Dejé escapar un suspiro. —Ryder...
Miró por encima de su hombro y luego del mío y sonrió. —
Sé que usas mi nombre como una especie de reprimenda, un
recordatorio de quién eres y quién soy yo para ti. Pero tengo que
decirte que cada vez que lo oigo, lo único que se me ocurre es la
forma en que sonaste al gritar…
—Basta.
Ryder se mordió el labio inferior y dio otro paso hacia mí. —
¿Y si no quiero?
—Entonces me aseguraré de que lo hagas.
Ryder ladeó la cabeza, con los ojos brillando. —¿Pero de
verdad lo harías?
—Sí. Joder. —Miré rápidamente detrás de mí, con el pulso
acelerado por la ansiedad—. Estás jugando a un juego muy
peligroso. No puedes hablarme así.
—¿Por qué no? Lo hice el domingo pasado. De hecho, dije
cosas mucho peores.
114
Que Dios me ayude, Ryder me iba a mandar a la puta tumba
antes de tiempo. Necesitaba alejarlo de cualquier transeúnte.
Necesitaba explicarle lo mal que podía acabar todo esto.
Le agarré el codo y le dirigí hacia el almacén bajo las gradas.
—Entra ahí.
Ryder no discutió y, por supuesto, eso me hizo recordar lo
bien que se le daba escuchar las indicaciones. Especialmente
cuando se trataba de conseguir lo que quería. Pero eso no iba a
suceder aquí. Íbamos a hablar, iba a dejar las cosas claras de una
vez por todas, y luego iba a alejarme de él.
Cerré la puerta detrás de nosotros, y cuando nos
sumergimos en la oscuridad, Ryder se rio.
—Si todo lo que necesitabas era una habitación oscura para
olvidar quién era, ¿por qué no me lo dijiste? Estoy como a siete
minutos en el cielo.
—Maldita sea, Ryder, esto no es gracioso.
—Estoy de acuerdo. Esto está jodidamente caliente
Estiré la mano hacia un lado, tratando de encontrar el
interruptor de la luz, y cuando mi mano rozó la piel caliente, la
retiré como si me hubiera quemado.
—No te preocupes —Ryder se rio—. Sólo era mi... brazo.
Cerré los ojos, rezando por tener paciencia o, no sé, una
lobotomía, para que no me pareciera atractivo este alumno de
dieciocho años. Pero cuando el susurro de los pasos encontró mis
oídos, lo único que pude pensar fue Por favor, que se acerque.
No.
—Escucha —logré pronunciar, esperando contra toda
esperanza que pudiera decir lo necesario para poder irme— hay
reglas sobre este tipo de cosas.
—¿Qué tipo de cosas?
115
Me mordí las muelas con tanta fuerza que me sorprendió que
no se rompieran. —Este tipo de cosas.
—¿Estar en un almacén con mi sexi profesor?
—Mira, no puedes hablarme como lo haces. O mirarme como
lo haces. Es... es una regla. —Sí, eso sonó realmente convincente.
Dios, ¿por qué había pensado que era una buena idea?
—Bueno, es una regla de mierda.
Puede que lo sea, pero era la única forma que se me ocurría
para evitar que no hiciera lo que yo tanto deseaba. —Bueno, yo no
la hice. Sólo vivo según ella.
—No todo el tiempo, no lo haces. —La voz de Ryder sonaba
mucho más cercana ahora, y antes de que me diera cuenta, una
cálida palma de la mano subió y pasó por mi pecho.
Inmediatamente agarré la muñeca de Ryder, apreté los
dedos y lo detuve. —¿Qué demonios crees que estás haciendo? —
Dios, ¿no había dicho algo parecido en mi sueño? Necesitaba
terminar esta mierda ahora.
—Estoy haciendo lo que ambos queremos, pero estás
demasiado asustado para admitirlo.
—No tengo miedo, Ryder. Estoy siendo inteligente.
—Mmm —dijo, y el sonido se dirigió directamente a mi polla
palpitante—. Dilo otra vez...
Podía sentir su pulso palpitante bajo las yemas de mis dedos
mientras estábamos allí en la oscuridad, y mientras todo dentro de
mi cerebro gritaba que me fuera a la mierda, mi cuerpo tenía otras
ideas. Así que, por primera vez desde el domingo por la noche,
dejé a un lado todo el sentido común, todo el sentido de la
propiedad, y lo acerqué todo lo que pude. —Vas a ser mi muerte,
Ryder Ellis.
Sus labios se curvaron. —Espero que no. 116
Entonces me rodeó la nuca con un brazo y estaba acabado.
NO LO DUDÉ, ni siquiera por un segundo, porque en cualquier
momento Ash podía cambiar de opinión, y yo quería todo lo que
pudiera conseguir durante todo el tiempo que pudiera.
Mientras lo acercaba aún más, sentí que uno de sus brazos
me rodeaba la cintura, abrazándome tan fuerte que apenas podía
respirar.
¿Esto estaba sucediendo realmente? Después de todas las
protestas, los mensajes, los empujones, aquí estaba él,
besándome en los terrenos de la escuela donde cualquiera podía
caminar y vernos.
Que lo hagan, pensé. No me importa.
Mis labios se separaron, mi lengua lo invitó a entrar para
tomar lo que yo sabía que él quería. Se había estado conteniendo
ante mí, y ahora las compuertas se habían abierto, su hambre
anulando la lógica.
Qué bieeen. Prácticamente ronroneé contra él, amando la
sensación de tenerlo finalmente entre mis brazos, donde debía
estar. Incluso sin poder verlo bien, mis sentidos se vieron
abrumados por su sabor, su tacto y su olor. La increíble colonia
que llevaba se mezclaba con la química de su cuerpo, proyectando
feromonas que me tenían listo y dispuesto a arrancarle la ropa aquí
y ahora.
Pero seguía teniendo una de sus manos agarrando con fuerza
mi muñeca, acercándola a su pecho para que pudiera sentir cómo
latía su corazón. Tal vez pensó que mantenerme agarrado
significaría menos formas de tocarlo, pero si los gemidos que salían 117
de él eran una indicación, ya se estaba rindiendo.
—Joder, sí —dije contra sus labios antes de volver a
sumergirme para conseguir más. Abrió su boca para la mía,
inclinándose de tal manera que pudo profundizar más, robando
más de mí.
Tómalo. Tómame. Toma lo que quieras.
Su agarre en mi muñeca se relajó, y cuando pude liberarme,
me acerqué para agarrar su delicioso culo justo cuando el sonido
de los vítores estalló en las gradas sobre nosotros.
La cabeza de Ash se movió hacia atrás mientras respiraba,
pero no le dejé escapar. Volví a atraerlo, sabiendo que la única
manera de hacer que dejara de pensar en lo que estábamos era
hacer que se perdiera en mí.
Lo hizo de buena gana, chupando mi lengua y apretando mi
cintura hasta el punto de que prácticamente me levantaba contra
su cuerpo. Podía sentir su polla contra la mía, larga, gruesa y
dura... y pidiendo mi boca.
—Quiero esto —dije contra sus labios, moviendo mi mano
entre nosotros para poder sentir su erección—. Te deseo. Sueño
con ello.
Cuando Ash se quedó quieto, era obvio que había tocado un
nervio.
—Ahhh, ¿es por eso que no me mirabas hoy? —le dije—.
¿También has estado soñando conmigo?
No esperaba que respondiera, no cuando su cuerpo me decía
la respuesta sin palabras. Pero entonces Ash dejó caer su cabeza
sobre mi hombro y dijo, con su voz baja y torturada: —No debería.
Oh, Dios. Lo hacía. Eso me hizo sentir que podía volar,
carajo.
118
Giré la cabeza y luego pasé los dedos por su cabello y le di
un beso en el cuello. Comenzó otra estridente oleada de gritos y,
junto con ella, el sonido de cientos de pies golpeando el aluminio
mientras la multitud se ponía en pie.
Ash se puso rígido de nuevo, pero continué besando su cuello
y acariciando su polla a través de los pantalones hasta que levantó
la cabeza y gimió suavemente.
—Dilo —le dije—. Dime que me deseas tanto como yo a ti.
—No.
Volví a acercar mis labios a los suyos, abriéndolos con la
punta de mi lengua y mordiendo suavemente su labio inferior. —
Es verdad, lo quieras admitir o no. ¿Crees que no puedo sentir
esto? ¿Lo que nos hacemos el uno al otro?
—Joder. —Apretó mis caderas tan fuerte que supe que habría
marcas mañana—. Yo... no quiero quererte.
Me alegré de que estuviera oscuro para que no pudiera ver
mi amplia sonrisa.
Este hombre hermoso, sexy y talentoso me deseaba, y no
había una maldita cosa que pudiera hacer para ocultarlo.
El ruido de fondo de los vítores y los pisotones se desvaneció
mientras las palabras de Ash resonaban en mis oídos. Le
desabroché los pantalones y le dije: —No te preocupes, Ash. No lo
diré.
Pasé las yemas de mis dedos por la piel apretada y cálida de
su abdomen y, cuando no apartó mi mano, la acaricié un poco más
abajo. Deslicé mis dedos bajo el elástico de sus calzoncillos, mi
objetivo ahora era tan claro que ya podía imaginar lo caliente y
dura que sería su polla en mi mano. Pero cuando mi pulgar rozó la
cabeza de su polla, Ash liberó su boca y dijo la única palabra que
había estado temiendo: —Para.
119
Mi mano se congeló donde estaba, mis dedos dentro de sus
calzoncillos a pocos centímetros de lo que más deseaba. —Vamos,
Ash. Nadie lo va a saber.
—Oh, Dios —murmuró, soltando mis caderas y alcanzando
mi brazo, tirando de él—. ¿Qué he hecho?
—No has hecho nada —dije, y presioné mi palma sobre mi
propia polla. Me había dicho que dejara de tocarlo. No dijo una
mierda sobre que me tocara a mí mismo—. Finalmente estábamos
volviendo a la misma página.
—No hay página —dijo Ash, mucho más duro de lo que
esperaba, y di un paso atrás. ¿Así que volvíamos a la parte en la
que él iba a reclamar la negación y ser un idiota? Ya lo tengo.
—Seguro que hay una página, y si pudieras entrar en ella y
permanecer en ella, sería realmente genial.
El almacén estaba tan oscuro que era difícil distinguir la
expresión de Ash, pero tenía la sensación de que no estaba
sonriendo. Dio un paso hacia mí, y luego otro, hasta que estuve
retrocediendo por la habitación.
Pude distinguir la alta silueta de Ash mientras se alzaba
sobre mí, y dulce madre de Dios, tenía que haber algo mal en mí,
porque en lugar de sentirme intimidado, todo lo que quería era que
me tomara... de la manera que quisiera.
—Lo que quieres —dijo Ash entre dientes apretados— es
imposible.
—¿Lo que yo quiero? —levanté la barbilla, no estaba
dispuesto a retroceder. Aquí no había nadie más que nosotros dos,
y no iba a ser tratada más que como una igual. Por una vez podía
decir por fin todo lo que quería—. Tú también lo quieres, Ash. Tanto
como yo. ¿Cuándo vas a dejar de actuar como si no lo hicieras?
—Estoy bastante seguro de que acabo de hacerlo, y ese es
el problema. Te acercas a mí y me olvido de mi maldita cabeza.
—¿Y se supone que eso hará que quiera parar? 120
121
IBA A IR al infierno.
Después de lo que había dejado pasar esta noche, el infierno
era lo mínimo que me merecía.
Ni siquiera me había quedado para el resto del partido de
Sam, incapaz de enfrentarme a ver a Ryder en las gradas y
arriesgarme a otro encuentro. Le había dicho a Sam que no me
sentía bien, era la primera vez que le mentía, y eso me hacía sentir
como una mierda de ser humano.
¿Qué tenía Ryder Ellis que me hacía ser tan imprudente?
Me quité las sábanas de encima, sintiéndome asfixiado
mientras estaba acostado en mi cama. Mi mente no se calmaba lo
suficiente como para permitirme conciliar el sueño, así que me
encontré dando vueltas en la cama y deseando poder rehacer los
acontecimientos de horas antes.
Pero... ¿era esa la verdad? ¿Realmente quería recuperar los
momentos prohibidos con Ryder cuando era evidente que mi
cuerpo no se saciaba de él?
Era mi culpa que hubiera sucedido. En primer lugar, no
debería haberle arrastrado a ese almacén, aunque el objetivo
hubiera sido cerrarle la boca.
Diablos, lo había hecho demasiado bien.
Y fue ese recuerdo el que se repitió en mi cabeza, aunque
intenté apartarlo. La emoción de la excitación que me produce al
acercarme a él, al tocarlo, al sentir su boca en la mía. No debería
desearlo, lo sabía, pero Dios, sólo la forma en que mi polla 122
reaccionaba recordando cómo se sentía estar dentro de su
cuerpo...
Detente. Para de una puta vez.
No era suficiente con haberle dejado claro físicamente esta
noche lo mucho que le deseaba. También se lo había dicho. Aunque
le había dicho que parara antes de irme, sabía que podía ver a
través de mí.
Por eso no me sorprendió que mi móvil vibrara en la mesita
de noche un minuto después. Ni siquiera tuve que mirar la pantalla
para saber quién me enviaba un mensaje de texto tan tarde.
Ignóralo. No contestes y dejará de hacerlo.
Sólo que no paró. Y mi autocontrol cuando se trataba de
Ryder ya era una mierda.
Ryder: No puedo dejar de pensar en ti. En lo de esta
noche.
Ryder: Ash, sé que estás despierto.
Ryder: Tú también no puedes dejar de pensar en mí.
Admítelo.
La frustración me enfureció cuando respondí, ya he
admitido más que suficiente esta noche. Necesitas detener
esto.
Ryder: No quieres que me detenga. ¿Recuerdas?
Maldito sea. Su persistencia, combinada con la pérdida de
control que sentía, significaba que cortar las cosas no sería tan
sencillo como había esperado.
Mentira. No quieres que se detenga. Y tampoco quieres que
encuentre a otra persona.
Me pasé una mano por la cara, como si pudiera borrar de mi
cerebro el haber conocido a Ryder. Pero ese pensamiento sólo me
123
hizo sentir vacío. Era como si algo dentro de mí cobrara vida la
noche que nos conocimos...
Pero estaba mal. Esto está mal.
Ryder: ¿Duermes desnudo?
Jesús, ¿por qué me preguntaba eso?
Ryder: Sólo me preguntaba cómo debería imaginarte.
Joder. —Vete a la cama, Ryder.
Ryder: Estoy en la cama. Y solo llevo calzoncillos. Pero
puedo quitármelos si quieres...
Cerré los ojos con fuerza, como si eso me ayudara a no
imaginarme a Ryder exactamente como lo estaba describiendo,
pero solo empeoró las cosas. Detente. Este es el último
mensaje que envío.
Ryder: ¿Significa eso que prefieres hablar?
Ignoré eso, así como el resto de sus mensajes a medida que
iban llegando:
Ryder: Podríamos hacer FaceTime...
Ryder: Puedes ver exactamente dónde está mi mano...
Ryder: O podría ir... a tu casa. ~guiño~
Ese último mensaje me hizo sentarme. Realmente no vendría
aquí. No haría eso. Espera, no sabía mi dirección. Oh, gracias,
joder.
Mi corazón seguía acelerado cuando me acosté de nuevo. Mi
teléfono volvió a encenderse, pero no era un mensaje de Ryder,
sino una llamada.
Lo envié al buzón de voz. Dos segundos después, volvió a
llamar.
No. No estaba haciendo esto. 124
Ryder: Contesta el teléfono, Ash. Tenemos que hablar
de esto.
Me quedé mirando el techo, preguntándome cuánto tiempo
seguiría así. Ja, mala elección de palabras. No era como si pudiera
apagar mi teléfono. Si Sam me necesitaba por alguna razón, tenía
que poder localizarme, así que mi mejor opción era ignorar a
Ryder.
Cogí el teléfono y me di la vuelta, a punto de meterlo en la
mesita de noche y acabar con el maldito aparato. Pero cuando abrí
el cajón, empezó a sonar de nuevo. Maldita sea. Parecía que la
única manera de librarme de este problema era ocuparme de él.
Incluso mientras maldecía mi mala decisión, seguí adelante
y tomé otra: Contesté el maldito teléfono. —Deja de llamarme.
—Me alegro de que por fin hayas contestado. Estaba a punto
de enviar a la policía a ver cómo estabas.
—Lo cual sería irónico, ya que probablemente me arrestarían
por hablar contigo.
Ryder se rio, con un sonido perezoso y relajado, el polo
opuesto a lo que yo sentía.
—A nadie le arrestan sólo por hablar, Ash. No te preocupes
tanto.
—¿Qué no me preocupe? ¿Sabes lo ridículo que suena eso?
Acabas de enviarme un mensaje de texto -a tu profesor- diciendo
que sólo llevabas puestos tus... tus...
—¿Calzoncillos? Lo sé. Quiero decir, al menos estoy usando
algo. Y si vamos a lanzar acusaciones, esta noche me llevaste -a
tu estudiante- a un almacén y casi me follas.
—Ryder. Jesús.
—¿Qué? Es verdad. No actúes como si no lo fuera.
Ciertamente no me estoy quejando. 125
No, no lo hacía. ¿Por qué decidí responder a este teléfono de
nuevo?
Cerré los ojos y respiré profundamente, esperando que si
permanecía en silencio se aburriera y colgara. Pero incluso yo sabía
que las probabilidades de eso eran escasas.
—Entonnnces —dijo Ryder segundos después— nunca
respondiste a mi pregunta.
Permanecí obstinadamente callado, pero no había forma de
detenerlo. Eso era algo que probablemente haría mejor en tener
en cuenta la próxima vez que pensara que podía ganar la mano
con él.
—¿Duermes desnudo?
Negue con la cabeza. —No. Llevo calzoncillos largos,
calcetines y un gorro de dormir.
Ryder se rio. —Suena caliente... literalmente.
Mis labios se movieron a pesar de mí mismo. Maldito sea por
ser un cabrón tan encantador. ¿Cómo era que la primera persona
en años que captaba y mantenía mi interés era alguien tan
increíblemente equivocado para mí?
—Me hace sentir seguro cuando duermo.
—¿Ahora quién está siendo ridículo?
—¿Qué, eso no te atrae? ¿Qué no encaja con tu fantasía?
—Mientras seas tú quien los lleve, puedo hacer que cualquier
cosa encaje en mi fantasía. Especialmente si se amoldan a tus
largas piernas y a tu dura polla. Porque, Ash, sé que la tienes dura.
Me puse de espaldas y miré hacia abajo, donde mi erección
hacía todo lo posible por rasgar la suave tela de mis calzoncillos
negros. —Eso no lo sabes.
—Sí que lo sé. Se te pone dura siempre que hablamos así.
126
Oh, Dios mío. Su voz era una peligrosa burla a la que cada
vez me resultaba más difícil resistirme. Imaginé que sus ojos
bajaban hacia mí, hacia el bulto entre mis muslos. —¿Cómo esto?
—Mmm. Cuando te olvidas de todas las razones por las que
no deberías quererme desnudo en esa cama a tu lado, y en su lugar
me hablas como si fuera el hombre al que no pudiste penetrar lo
suficientemente rápido el domingo pasado.
Dios. Necesitaba acabar con esto. Necesitaba acabar con él.
—Quiero sentir eso de nuevo. A ti, deslizándote dentro de
mí. Dime que tú también lo quieres.
No había manera en el infierno de que le dijera eso. Aunque
mi polla frustrada me lo pidiera. Me moví un poco más en la cama
y traté de convencerme de que si no hablaba, no estaba haciendo
nada malo. Pero no estaba seguro de que eso se sostuviera si me
interrogaban más tarde sobre mi relación con Ryder.
Especialmente si me pillaban con la mano envuelta en la polla, y
ahí era exactamente donde acabaría si no colgaba el teléfono en
estos momentos.
—¿Ash?
Me aclaré la garganta y miré el reloj de mi mesita de noche.
Joder, ¿por qué no podía Sam caminar ya por la puerta principal y
salvarme de mí mismo? —¿Por qué no dejas pasar esto?
—Porque eso significa dejarte ir, y no quiero hacer eso.
—¿Por qué? Podrías encontrar a cualquiera, salir con
cualquiera. —Pero incluso mientras decía las palabras la idea de
eso hizo que mi mano se apretara donde descansaba en mi muslo.
—Realmente no quieres eso. Lo dices porque crees que es lo
correcto, pero Ash, yo estaba allí esta noche. Te vi observandome
con Casey, y sé que no quieres verme con otro tipo. No cuando 127
eres tú el que se muere por estar conmigo.
Dejé escapar un suspiro, y Ryder tarareó en mi oído.
—Es verdad, ¿no? Ahora mismo estás acostado en tu cama,
deseando que mis manos estén sobre ti, deslizándose por tu piel.
Apuesto a que estas caliente, caliente al tacto bajo esos calzoncillos
largos.
Se me escapó una carcajada a pesar de mi determinación de
permanecer inmune, y aunque esperaba que Ryder la hubiera
pasado por alto, sabía que no lo había hecho.
—¿Esos calzoncillos térmicos tuyos tienen botones sexys en
el frente? ¿O hay, como, un panel de fácil acceso para dejarme
entrar?
Puse los ojos en blanco. —Guau, realmente puedes hacer que
cualquier cosa sea sexual, ¿no?
—Te lo dije, si los llevas puestos, son material de fantasía.
Voy a ir con los botones.
—Oh, ¿así que esto es un “haz tu propia fantasía” ahora?
Un crujido llegó a través del teléfono. —No me dices la
verdadera, así que sí, me estoy inventando la mía. Me lo debes,
¿recuerdas? Por acariciar mi polla con fuerza y luego huir.
—No me escapé.
—Había una nube de polvo tan espesa a tu paso que apenas
podía verte.
Mierda de sabelotodo. —Necesitaba algo de distancia.
—¿De mí?
—De ti, de nosotros, de lo que estábamos haciendo...
—¿Por qué? —La voz de Ryder era un poco más grave ahora,
un poco tensa.
Intenté ponerme más cómodo, pero mi polla palpitante no 128
tenía nada que hacer. Estaba enfadada, frustrada, y quería
participar en la acción. Necesitaba una liberación, pero no estaba
dispuesto a quedarme aquí y correrme con Ryder.
—Ya sabes por qué —dije.
Estaba a punto de taparme con la sabana y eliminar la
tentación de una liberación rápida cuando Ryder dijo: —Porque
querías follar.
Mi mano se congeló sobre mi polla y mi aliento se quedó
atrapado en la parte posterior de mi garganta.
—Yo también lo hice. Allí mismo, en ese almacén, con todo
el mundo fuera.
Sabía que se había masturbado hasta eyacular. Si fuera a
terminar con esto, lo habría hecho hace cinco minutos; bueno, en
el momento en que vi su nombre parpadeando en mi teléfono. Pero
en lugar de eso, cerré los ojos en un esfuerzo por desterrar la
realidad por un momento -este momento- para poder vivir en esta
pequeña fantasía por un poco más de tiempo.
—Estaba dispuesto a que me desabrocharas los vaqueros,
me dieras la vuelta y me tomaras como hiciste aquella noche
después del taller. No puedo decirte cuántas veces me he excitado
con eso. Tus manos clavándose en mis caderas, tu aliento caliente
en mi cuello... Joder, Ash, si me dices que no te estás tocando
ahora mismo, voy a tener que llamarte mentiroso.
Y tendría razón. En algún momento de esa pequeña
recapitulación, había deslizado mis dedos bajo el elástico de mis
calzoncillos y me había tomado con la mano.
—¿Quieres saber lo que estoy haciendo en este instante?
No. Sí. Silencio...
—Estoy en la cama con el portátil abierto a mi lado, y me 129
estoy bajando la foto de mi nuevo profesor de arte en la web de
mi instituto. Está jodidamente bueno.
Mi mano se tensó. Pero en lugar de hacer que mi cerebro
volviera a conectarse y el sentido común regresara, la naturaleza
tabú de lo que acababa de admitir hizo que mis caderas se
levantaran de la cama.
—Tiene un grueso cabello rubio arenoso que me hace querer
agarrarlo cada vez que me besa. ¿He mencionado que besa muy
bien? Me mete la lengua hasta el fondo para que pueda chuparla
como si fuera su polla, pero todavía no me ha dejado hacerlo.
Apuesto a que lo haría ahora mismo...
Miré mi polla. La había sacado de mis calzoncillos y la estaba
trabajando al ritmo del pequeño cuento de Ryder.
—Además, tiene una cara que me vuelve estúpido. Tan sexy.
Esta mandíbula fuerte, con suficiente rastrojo que dejaría marcas
en todos los lugares correctos. Ya sabes, como mi cara, mi cuello...
—La respiración de Ryder se entrecortó, haciendo que los dedos de
mis pies se enroscaran—. Mi culo y mis muslos. Joder. Me
encantaría sentirlo todo sobre mí ahí abajo. Dejando su marca por
toda mi piel.
Me mordí el labio para contener mi gruñido. Mi polla era
ahora un lío pegajoso mientras Ryder relataba con gran detalle una
fantasía que claramente había pensado muchas veces.
Su respiración era ahora más rápida, los sonidos erráticos y
amortiguados a través del teléfono mientras mi mente se volvía
loca, imaginándolo estirado de lado con su polla en la mano
mientras se masturbaba con una foto mía. Una foto mía de la
facultad.
Estaba mal. Oh, muy mal. Pero era tan jodidamente
excitante que mi cerebro pasó por alto todas las razones por las
que no debía hacerlo.
130
—Ash... joder... Oh Dios.
Las palabras sucias que salieron de su boca no deberían ser
pronunciadas en ningún lugar cerca de un profesor suyo. Pero la
charla sucia sólo hizo esto más caliente. Podía sentir que mi clímax
amenazaba mientras me lo imaginaba retorciéndose en su cama,
me imaginaba tomándolo así, entonces gritó mi nombre, y eso fue
todo lo que necesité.
Me corrí en un torrente caliente y cegador que me hizo ver
estrellas sobre mi cabeza y mis pulmones lucharon por aspirar aire.
¿Qué demonios acababa de hacer?
Miré hacia abajo para ver mi polla gastada en la mano y me
pregunté cómo sería capaz de volver a caminar. Temí que nunca
lo haría.
—La próxima vez... —Ryder seguía respirando con dificultad
mientras bajaba de su subidón—. La próxima vez, Ash... Eso
pasará conmigo.
131
BIEN, BIEN, BIEN, mira quién ha decidido aparecer después de
todo.
Una parte de mí se había preguntado si Ash aparecería en el
taller de arte del domingo. Cuando aparqué junto a su todoterreno
y corté el contacto, tuve que admitir que me sorprendió
gratamente ver que había aparecido.
No había respondido a mi mensaje anterior preguntando si
estaría aquí, así que había asumido erróneamente que eso
significaba que no. Me imaginé que intentaría evitarme después de
la noche del viernes, que intentaría decirse a sí mismo que esto no
era lo que quería y que no podía ir más allá.
Pero... estaba aquí. Eso tenía que significar algo, ¿no?
Una ráfaga de esperanza me hizo caminar más rápido hacia
el centro recreativo, aunque fue la cafetería que estaba al lado la
que llamó mi atención. Bueno, más bien el callejón fuera del café.
Maldita sea, lo que daría por revivir aquella noche.
La semana pasada no sabía que me había metido en un
mundo de buenos problemas en cuanto puse los ojos en Ash
Delaney. Aunque las cosas se habían ido a la mierda al día
siguiente, no me arrepentí. No podía, no cuando aún planeaba
conquistarlo.
Al entrar, respiré el olor familiar de los materiales de arte.
Normalmente era algo que me tranquilizaba, pero esta noche
estaba excitado, y todo tenía que ver con el hombre que estaba en
su lugar habitual al otro lado de la habitación. 132
—Ryder —dijo Maggie, con una amplia sonrisa en la cara
mientras me ponía una mano amistosa en el brazo—. Me alegro
mucho de verte de vuelta. He preparado algo especial para
vosotros esta noche.
—No me lo perdería.
Ella me lanzó un guiño y caminó para saludar al resto de los
miembros, y yo volví a mirar a Ash. No parecía haberse dado
cuenta de mi presencia, o se hacía el desentendido, pero eso no
fue lo que me hizo fruncir el ceño.
Las sillas a ambos lados de él estaban ocupadas.
Consideré brevemente la posibilidad de acercarme y pedirle
dulcemente a uno de ellos que se cambiara, pero Ash me miró y
sonrió disimuladamente.
Oh, ese bastardo. Lo había hecho a propósito.
Puse los ojos en blanco y, con un gruñido, tomé el asiento
libre frente a mí, a una habitación entera de distancia de Ash. Lo
positivo era que me permitía verlo, así que no podía quejarme
demasiado. No era lo mismo que estar a una distancia de contacto,
pero al menos podía atraparlo cuando me mirara. Porque
definitivamente estaría mirando. Me aseguraría de ello.
—Buenas noches a todos —dijo Maggie, calmando la
habitación—. ¿Estáis listos para divertirse esta noche? Porque
tengo un invitad muy especial que no puede esperar a que
empiecen las cosas.
Como si se tratara de una señal, entró un atractivo chico de
unos veinticinco años, que no llevaba más que una bata y unas
zapatillas. Se detuvo en medio del círculo, y fue entonces cuando
me di cuenta de que la mesa de Maggie no estaba allí.
Oh, mierda. ¿Estaba a punto de...?
Un rápido movimiento y la bata desapareció, dejando al tipo 133
cien por cien desnudo.
Demoooonios. No supe si aplaudir junto con algunos otros o
escandalizarme. Una mirada al rubor que subía por el cuello de Ash
me dijo a qué categoría pertenecía, y sentí una puñalada de celos.
Si tenía que mirar un cuerpo desnudo durante una hora, prefería
que fuera el mío.
—Todos, conozcan a Dante —dijo Maggie—. Ha accedido
amablemente a ser nuestro modelo para esta noche, así que vamos
a asegurarnos de hacer lo mejor posible para capturar su
espectacular físico en el papel, ¿sí?
Bueno, mierda, si no podíamos ser ni Ash ni yo, suponía que
este tipo no estaba mal para contemplar un rato. Estaba
increíblemente construido, con una fuerte definición que realmente
resaltaría cuando lo dibujara. Cuando se giró en círculo para darnos
a todos una vista completa, mis ojos se abrieron de par en par ante
el considerable paquete de un tipo varios centímetros más bajo que
yo.
Me aseguraría de representarlo bien en mi dibujo.
Cuando Dante se acomodó en su postura, me encontré
mirando de nuevo a Ash, sintiendo una sacudida al ver que me
miraba fijamente. No podía leer la expresión de su rostro... era casi
como si estuviera frunciendo el ceño, pero eso no podía ser cierto,
porque yo no había hecho nada para justificar esa mirada.
Saqué el móvil del bolsillo y le envié un mensaje.
Esto debería ser divertido. Pero prefiero dibujarte a TI.
Vi cómo Ash leía el mensaje, con los labios curvados. Me miró
y negó con la cabeza divertido, y yo le guiñé un ojo.
Ya está. La tensión se relajó.
O eso pensé.
134
Mientras el modelo ocupaba su lugar en el taburete y posaba,
me tomé un par de minutos para mirarlo realmente, para averiguar
cómo quería enfocar el dibujo. Si fuera Ash el que estuviera
sentado allí, no estaba seguro de cómo podría apartar los ojos el
tiempo suficiente para plasmarlo en el papel. Y aunque este tipo
estaba caliente -y desnudo- no me hacía arder el cuerpo como lo
hacía Ash con una mirada. O con un sonido. No había olvidado la
forma en que no pudo contener su gemido cuando se corrió
conmigo por teléfono. Podía intentar negarlo todo lo que quisiera,
pero yo había oído cómo se aceleraba su respiración, igual que
cuando me folló en el callejón.
Maldita sea, aquí estaba yo poniéndome nervioso de nuevo,
cuando necesitaba concentrarme en la polla de otra persona.
Empecé con un esquema, asegurándome de conseguir las
proporciones del cuerpo de Dante antes de entrar en más detalles.
Si Ash estuviera sentado a mi lado, no me cabía duda de que me
echaría la bronca por las veces que borraba y repasaba, pero era
mi proceso, maldita sea.
Una vez que estuve contento, empecé por el cuello de Dante
y fui bajando, dejando la cabeza sobre los hombros para el final
para poder concentrarme en la otra. Una polla tan grande merecía
una atención extra.
Cada pocos minutos miraba a Ash, y sabía exactamente
cuándo empezaba a trabajar en la zona de debajo de las caderas
de Dante. Aunque era un consumado profesional, Ash se sonrojó
un poco al tener que mirar la polla de un desconocido. Esperaba
que fuera más por vergüenza que por deseo, porque a la mierda.
Ash ni siquiera me había visto desnudo, ¿y tenía que mirar
primero los bienes de este tipo? Esto era una mierda. Tuve la
intención de quitarme la ropa y empujar al tipo.
Mmm. Tal vez le quite una pulgada de mi dibujo sólo para
servirle bien.
135
—Deberiáis ir terminando —dijo Maggie desde su propio
caballete, donde tenía una vista privilegiada del trasero de Dante.
Empecé a rellenar los detalles de su cara, que siempre era lo
último que hacía, y cuando Maggie gritó tiempo, fruncí el ceño, no
completamente satisfecho con la forma de su nariz.
¿Quién se fijaba en su nariz?
Debido a la naturaleza sensible de los dibujos, Maggie
despidió a Dante antes de que compartiéramos nuestro trabajo.
Sin que yo estuviera allí para distraerlo, Ash lo había dibujado muy
bien, quizá demasiado bien. Esperaba que no pensara llevarse ese
boceto a casa para después, porque podría perderse
accidentalmente.
—¿Ryder? ¿Quieres compartirlo?
Sonreí a Maggie y me levanté, dando la vuelta a mi bloc de
dibujo. —Ta-da —dije, provocando algunas risas.
—¿Qué te parece tu trabajo? —preguntó ella.
—Me habría gustado tener más tiempo para trabajar en su
nariz y perfeccionar un par de cosas más, pero estoy bastante
contento con él. Me gusta especialmente el tamaño de sus...
músculos.
Miré a Ash y él negó con la cabeza, moviendo los labios como
si estuviera tratando de contener una risa.
—Sí —coincidió Maggie—. Dante tiene unos músculos...
impresionantes. —Ella avanzó por la fila, y mientras yo tomaba
asiento, escondí mi teléfono en mi regazo y le envié otro mensaje
a Ash.
¿Tienes sed? He oído que hay una buena cafetería al
lado.
Cuando no respondió, miré para verlo susurrando algo a la
mujer que estaba a su lado. Pero incluso después de que todo el 136
mundo terminara de mostrar, contar y empezara a recoger, seguía
sin comprobar su maldito teléfono.
Como no soy de los que se dejan vencer, no perdí de vista a
Ash mientras guardaba rápidamente mi libreta y mis lápices en la
mochila. Me aseguré de quedarme un poco en la silla mientras él
se ponía en pie y se colgaba la bolsa de mensajería sobre el hombro
y el pecho, y no pude evitar pensar en la diferencia que podía
suponer una semana. Cómo una pieza de información podía
realmente joderlo todo.
Sí, era una gran información, pero eso no hacía que apestara
menos.
—Lo hiciste bien hoy, Ryder. Estoy impresionado.
Me volví hacia Maggie y dirigí una sonrisa en su dirección. —
Gracias. He disfrutado mucho de las dos clases. Me están ayudando
a perfeccionar mi habilidad.
—Bueno, tu habilidad está en un nivel en el que no muchos
se encuentran tan jóvenes. Si sigues trabajando duro, puedo ver
que llegarás muy lejos.
Sus elogios significaron mucho para mí, teniendo en cuenta
que ésta era mi pasión. Cuando miraba a mi futuro, el arte era lo
que me veía haciendo. Sólo tenía que decidir en qué dirección
quería llevarlo. Algo en lo que esperaba que mi otro profesor
pudiera ayudarme.
Con Ash de nuevo en mi cabeza, me di cuenta de que lo había
perdido de vista, y mientras me despedía de Maggie, casi corrí
hacia la puerta. Pero cuando salí, me sentí aliviado al ver que Ash
estaba terminando una conversación con varios de los otros
miembros de nuestro grupo.
Sin querer parecer obvio, comencé a avanzar lentamente por
el pasillo hacia las puertas, y justo cuando estaba a punto de
empujar una de ellas para abrirla, oí: —Tu dibujo no ha sido preciso
137
esta noche.
Miré por encima de mi hombro para ver a Ash directamente
detrás de mí.
—Puedes hacerlo mejor.
Salimos al aire templado de la noche y, una vez libres de la
puerta, me volví hacia él. —Me tomé algunas libertades creativas.
Maggie no dijo que tenía que ser una representación exacta.
—Le has quitado un par de centímetros, Lorena Bobbitt7.
Una sonora carcajada me abandonó antes de que pudiera
reprimirla. —Mirando de cerca, ¿verdad?
—Era bastante difícil no verlo.
—Bueno, si realmente crees que podría hacerlo mejor, tal
vez podría practicar contigo.
Ash agarró la correa de su bolsa y negó con la cabeza. —No
lo creo.
—¿No? ¿Qué tal si caminamos por el carril de los recuerdos,
entonces? —dije, mirando hacia la cafetería.
Ash no dijo nada y empezó a caminar por el oscuro terreno.
Caminaba a gran velocidad, sin duda tratando de huir de mí, pero
yo troté para mantenerme a su lado. Cuando llegamos a nuestros
autos, abrió las cerraduras y se dirigió al lado del conductor, así
que yo hice lo mismo.
—¿No recibiste mi mensaje allá atrás?
Ash me miró por encima del techo del auto y sonrió. —Sí lo
recibí.
Así que prefirió no contestar. Lo tengo. —Entonces, ¿no
tienes sed?
138
7
El 23 de junio de 1993. Lorena Bobbitt cortó el pene de John Bobbitt (esposo) con un cuchillo mientras este dormía.
Sus ojos se entrecerraron un poco, y la ligereza de hacia
unos segundos desapareció, sustituida por una intensidad que hizo
que todo mi cuerpo se pusiera en alerta.
—Estoy jodidamente sediento, por eso me voy. Buenas
noches, Ryder. —Mientras subía a su auto y se adentraba en la
noche, me apoyé en el mío y lo vi partir.
Seguía tratando de luchar, ¿verdad? Me pregunté cuánto
tiempo planeaba mantener este juego hasta que finalmente se
rindiera.
139
ME QUEDÉ MIRANDO las opciones de la cafetería que había delante
de mí y me encogí. En algún momento recordaría que la comida de
la escuela aquí dejaba mucho que desear y que debería llevar mi
propia comida, pero como no había traído ninguna y estaba
hambriento, tenía que elegir el menor de los males.
—¿Qué va a ser? —preguntó la mujer de la redecilla, deseosa
de apresurarme.
—Eso depende. ¿Qué es lo menos probable que me haga
saltar la próxima regla porque tengo la cabeza en el retrete?
Los ojos de la mujer se entrecerraron, pero una carcajada de
alguien que caminaba a mi lado me hizo agradecer que alguien
aquí entendiera la tragedia de la comida de la cafetería.
—Ve a por los nuggets. Están precocinados antes de llegar
aquí, así que lo peor que puede pasar es que se quemen. Lo siento,
señora Lowry —le dijo el tipo a la mujer antes de sonreír hacia mí.
Cuando lo vi bien, sentí un destello de reconocimiento.
Demonios, de cerca, no podía creer que no lo hubiera visto de
inmediato. Pero ahora estaba claro como el día que el tipo que
estaba a mi lado era Sam, el hijo de Ash.
Ahora, no era tan conveniente.
—Una evaluación honesta. Qué refrescante. —Me volví hacia
la Sra. Lowry—. Quiero los nuggets, por favor.
—Lo mismo para mí, pero uno doble —dijo Sam.
Me di cuenta de que ella estaba tratando de no poner los ojos
140
en blanco mientras me entregaba el plato, junto con otro apilado
para Sam, y mientras avanzábamos por la fila y esperábamos a
que la gente delante de nosotros siguiera adelante, dije: —Gracias
por la ayuda. Hoy no quería coger salmonela.
—No hay problema. Eres nuevo aquí, ¿verdad?
—Sí. Acabo de empezar la semana pasada.
—Entonces es nuestro trabajo mostrarte los caminos. —Sam
me tendió la mano para que la estrechara—. Sam Delaney.
—Ryder Ellis. —El que tu padre se folló en el callejón.
Encantado de conocerte—. Oye, estuviste jugando la otra noche,
¿verdad? ¿Anotaste un par de carreras?
—Ese fui yo. ¿Eres un fanático del béisbol?
No, claro que no. —Eh, no sé mucho sobre eso, para ser
honesto. Pero pareció que lo hiciste genial.
Sam se rio, y noté lo diferente que sonaba a la de Ash. Más
alegre, de alguna manera... ¿quizás la influencia de su madre?
Lo que me hizo preguntarme cómo había llegado Sam,
teniendo en cuenta que Ash no era precisamente heterosexual.
Tendría que preguntarle... sí dejaba de huir.
Después de coger una bebida, pagué, pero antes de que
pudiera irme, Sam dijo: —Oye, deberías unirte a nosotros.
¿Unirse al hijo de Ash en el almuerzo? No parecía la mejor
idea. Pero Sam parecía un tipo genuinamente amistoso, y no había
muchos de esos que me enseñaban las cuerdas por aquí. Un
almuerzo no podía hacer daño.
—Claro —dije, y le seguí hasta una mesa en el centro de la
sala, porque por supuesto era allí donde se sentaba. A juzgar por
los otros que estaban sentados cerca, ésta debía ser la sección de
los deportistas, con algunas chicas guapas entre ellos. Una de ellas
saludó a Sam con un beso cuando se sentó a su lado y me indicó 141
con la cabeza que tomara el asiento de enfrente.
—Chicos, este es Ryder —dijo Sam—. Se acaba de mudar
aquí desde... Perdón, ¿de dónde dijiste que eras?
—De todas partes. Mi padre está en el ejército, así que lo que
sea, he estado allí.
—Oye, eso es genial. Sólo he vivido aquí.
Sí, lo sabía. Era extraño saber cosas sobre alguien que nunca
había conocido, y que sólo había oído de su padre.
Su padre, seriamente caliente y demasiado follable.
—Considérate afortunado —dije—. No es tan bueno ser el
chico nuevo constantemente. Y la comida es una mierda vayas
donde vayas.
—Te entiendo. Pero una vez que pruebes uno de los
camiones de comida del centro, te cambiará la vida, lo juro.
—Gracias, tendré que comprobarlo. —Probé uno de los
nuggets, y aunque no era lo peor que me había metido en la boca,
necesitaba desesperadamente ser mojado en una cuba de salsa.
—Oh, hey, lo tengo. —Sam buscó en su mochila y arrojó un
puñado de paquetes de salsa ranchera y barbacoa en la mesa entre
nosotros.
—Hombre, eres un salvavidas —dije, abriendo uno y
mojando uno de los nuggets en la salsa. Maldita sea, eso estaba
mucho mejor. Era una pena que Sam y Ash fueran parientes,
porque no me importaría tener a un tipo como él cerca, pero nada
de ese escenario acabaría bien. Así que era mejor no pensar en
ello.
—¿Cómo te estás adaptando a tus clases? Tiene que ser una
mierda llegar justo al final del último año.
Me terminé mi nugget y asentí. —Sí, no es lo mejor. Pero no 142
es que haya tenido muchas opciones. Tengo la mayoría de las
clases que buscaba. Pero lo peor es la asignatura de Pre-Cal, que
es un infierno para los que intentan ponerse al día.
Sam gimió. —Mierda. Precálculo ya es bastante malo cuando
no tienes que ponerte al día. Los números no son lo mío, y digamos
que mi padre no ayuda cuando se trata de los deberes de
matemáticas.
—Eso no sería justo de todos modos.
Levanté la vista para ver que la chica que había saludado a
Sam con un beso volvía y tomaba asiento a su lado.
—Ya que tu padre trabaja aquí.
Sam se burló mientras se acercaba y le robaba uno de sus
nuggets. —Difícilmente. Es el profesor de arte. Las matemáticas
son lo más alejado de su campo de acción.
Ella sonrió y mordió el bocado robado. —No importa... él
todavía tiene una relación con la Sra. Babington.
—Lo que sea. Sabes que eso no es cierto, o no habría sacado
un C el semestre pasado. —Hizo una mueca cuando su chica se
giró para mirarme.
—Soy Andrea —dijo, y me tendió la mano al otro lado de la
mesa.
—Ryder. —La estreché y decidí que probablemente era mejor
que volviera a comer mis nuggets. No era necesario involucrarse
en una discusión sobre cierto profesor de arte.
—¿Qué terminaste eligiendo como optativa? —preguntó
Andrea con tono de conversación.
Sabiendo el camino que me llevaría esa pregunta, me tomé
un segundo para pensar mi respuesta. Eso no pareció molestarla
en absoluto, porque siguió adelante. 143
145
—SAM. ¿SAM? PROTECTOR SOLAR. No quiero ninguna quemadura
de segundo grado en mi guardia. —Le lancé la botella mientras
salía por la puerta trasera, y me saludó antes de cerrarla tras de
sí.
El patio trasero ya estaba lleno de sus compañeros de clase,
con la música a todo volumen, y en momentos como este agradecí
que las casas a ambos lados fueran familias con adolescentes que
no presentarían una queja por ruido.
No parecía que hubiera pasado tanto tiempo antes de que yo
organizara mi propia fiesta de fin de curso, y ahora estaba aquí,
algo así como un adulto responsable con un hijo propio a punto de
graduarse. No se sentía bien en absoluto. El tiempo había pasado
demasiado deprisa y, con sólo treinta y seis años, me convertiría
en un nido vacío en un par de meses.
Sentí una punzada de tristeza al ver cómo Sam sacaba un
brazo lleno de flotadores de la piscina y los dejaba caer en el patio
para que sus amigos los cogieran. No sabía cómo lo había
conseguido, pero había criado a un puto niño realmente bueno,
mejor de lo que probablemente merecía. Era inteligente, buen
estudiante, un talentoso jugador de béisbol, un ser humano
decente que era amable con los demás. Podía aprender un par de
cosas de él, sobre todo en lo que respecta al bien y al mal.
Y en ese sentido, mi móvil vibró en el bolsillo del pantalón y
lo saqué para ver “a quién más” a ese testarudo, persistente y
magnífico grano en el culo.
Ryder: ¿Planes para hoy? 146
Sonreí y respondí: No contigo.
Ryder: Puedo remediarlo. Sólo tienes que decirlo.
Sin duda estaría aquí en cinco minutos si le diera alguna
señal de ánimo, pero eso no iba a ocurrir. Me las había arreglado
para alejarlo toda la semana, desde que le dejé plantado en el
estacionamiento del centro de recreo. Aparte de sus intentos de
sacarme una respuesta por teléfono o de hablar con doble sentido
en clase, Ryder no me había acorralado en una habitación vacía o
en un callejón, y la falta de tentación me había aliviado... además
de otra cosa en la que intentaba no pensar.
Estoy intentando ser un padre responsable hoy, escribí.
Quizá deberías pensar en salir con gente de tu edad.
Ryder: Es curioso que digas eso. Estaba pensando que
podría ser una buena idea.
Guau. ¿Ryder estaba escuchando para variar? ¿Siguiendo mi
consejo? ¿No me pedía que me escabullera para una cita?
¿Se había congelado el infierno?
Diviértete. Después de enviar el mensaje, volví a meter el
teléfono en el bolsillo y estaba a punto de coger unas toallas para
llevarlas fuera cuando sonó el timbre.
Por lo general, todos los amigos de Sam sabían que debían
entrar por la puerta trasera, pero tal vez alguien la había cerrado
por accidente.
—Ya voy —grité mientras me dirigía a la casa. Desbloqueé el
cerrojo y abrí la puerta de un tirón, y cuando vi a la persona que
estaba de pie en mi puerta, me quedé completamente sin palabras.
—Buenas tardes, Sr. Delaney. —Para cualquier otra persona,
la sonrisa de Ryder parecería dulce. Pero yo sabía la picardía que
se escondía detrás de ella—. ¿Vienes, dijiste? Ciertamente espero
que no. Al menos, todavía no.
Oh, mi dulce Jesús, pensé mientras me pasaba una mano 147
por la cara, intentando pensar en una razón lógica por la que Ryder
estuviera aquí, que no fuera para atormentarme.
—¿Qué demonios estás haciendo aquí, Ryder?
Fingió sorpresa y se puso una mano en el corazón. —¿Así es
como me saludas? ¿De verdad?
Miré detrás de mí y, cuando me aseguré de que no había
nadie a distancia de oír, bajé la voz y dije: —No sé cómo has
encontrado mi dirección, pero tienes que irte.
—Lo siento, Ash. No es posible. Me han invitado.
—Yo no te invité.
Ryder frunció los labios y los golpeó con el dedo. —No, no lo
hiciste, ¿verdad? Y aunque no puedo decirte cuánto me decepciona
eso, el hecho es que estoy aquí ahora. ¿No me vas a dejar entrar?
¿Hablaba en serio? ¿Quería estar con mi hijo y docenas de
sus amigos en el patio trasero? La determinación era una cosa,
pero estaba llevando este enamoramiento demasiado lejos al
presentarse en mi casa.
Había abierto la boca para decirle precisamente eso cuando
oí a Sam detrás de mí.
—¿Ryder? Hola, has llegado. —Sam abrió más la puerta y le
indicó a Ryder que entrara. Sólo pude quedarme de pie mientras
Ryder cruzaba el umbral—. Papá, conoces a Ryder, ¿verdad? Está
en una de tus clases.
Básicamente me atraganté con la lengua, porque ¿cómo
coño conocía Sam a Ryder y viceversa? Claro, estaban en el mismo
año, pero no tenían nada en común. Bueno, excepto yo.
Mierda. Esto no era bueno. Oh Dios, esto no era bueno en
absoluto.
Traté de tragar, traté de sacar palabras, y logré: —Sí, hola.
148
Ryder no se altero en lo más mínimo mientras yo intentaba
que no me diera un maldito ataque.
—Gracias por invitarme, Sr. Delaney —dijo.
—Vamos, salgamos a la parte de atrás. Todos están ya en la
piscina, así que puedes ayudarme a sacar las toallas.
—De acuerdo. —Mientras Ryder seguía a Sam, me miró por
encima del hombro y me hizo un guiño descarado.
Joder. Mi. Vida.
¿Cómo podía estar pasando esto? ¿Cómo podía mi hijo llevar
a Ryder por mi casa como si fuera algo cotidiano? Como un hombre
en trance, me acerqué a la puerta y la cerré lentamente, y luego
me quedé varios segundos mirando la mirilla, preguntándome por
qué demonios no se me había ocurrido comprobar la maldita cosa
antes de abrir la puerta. Al menos así habría estado algo preparado
para ver... ¿a quién, a mi maldito amante del instituto?
Joder, eso sonaba mal. No, no sonaba mal, era malo. Yo era
malo. El más malo de todos.
Respiré hondo y traté de calmar mis nervios. Pero cuando oí
la familiar risa de Ryder recorrer mi pasillo, mi estúpida polla
reaccionó automáticamente y decidí quedarme allí un poco más. El
lado positivo era que el resto de los chicos estaban fuera, así que
ninguno de ellos se preguntaría por qué demonios estaba de
repente tan interesado en la pintura crema de mi puerta principal.
Conté desde treinta y decidí que me dirigiría directamente a
la cocina y me quedaría allí el resto del día. Sam podría encargarse
de la barbacoa; incluso podría tener que ir a la tienda para comprar
más comida. No quería que pasaran hambre.
Pero por mucho que intentara convencerme de que había
una forma de evitar lo que estaba resultando ser mi mayor
pesadilla, nada me preparó para el impacto de caminar hasta mi
cocina y ver a Ryder de pie frente a la ventana de mi patio. 149
Tranquilízate, Ash. Nadie lo va a saber. ¿Cómo van a saberlo?
Ryder sonrió ante algo que dijo una de las chicas que estaban
a su lado, y luego miró detrás de él hacia la ventana. Sus ojos se
fijaron en los míos y me aparté rápidamente.
Lo van a saber si no puedes mirar o hablar con el chico sin
que se te ponga dura, así es como lo sabrán.
Me dirigí al refrigerador y tiré de la puerta para abrirla con
un poco más de fuerza de la necesaria, y cuando los frascos de
condimentos del lateral amenazaron con caerse, extendí
rápidamente una mano. Eso era lo único que me faltaba, un lío
pegajoso por todo el maldito suelo. Negué con la cabeza, cogí una
Corona, le quité la tapa y di un largo trago.
Suspiré y dejé caer la cabeza hacia atrás mientras me
quedaba de pie frente al refrigerador, y recé en ese momento para
poder arrastrarme dentro de la maldita cosa.
—¿Necesitas refrescarte?
Mis hombros se enderezaron y agarré el asa del refrigerador.
Pero cuando no llegó nada más, pensé que tal vez había imaginado
la voz de Ryder. No pondría nada en mi contra cuando se tratara
de él.
A punto de dejarlo de lado como un jodido producto de mi
imaginación, fui a dar otro trago a mi cerveza.
—No te apetece darme uno de esos, ¿verdad?
Está bien, definitivamente no era mi imaginación, porque si
lo fuera, Ryder no me estaría pidiendo una cerveza. No, me estaría
pidiendo mucho más.
Cerré lentamente la puerta y me giré para ver que había
entrado en la cocina. —No, no lo haría. Pero buen intento.
—Oye —Ryder se encogió de hombros y cruzó los brazos 150
sobre ese pecho impresionante—. No vas a conseguir nada si no
preguntas.
—Creo que deberías volver a salir con el resto de los chicos.
Ryder arqueó la ceja y luego miró detrás de él. —Eso no
funcionará. Esta vez no.
Entrecerré los ojos mientras él se apoyaba en mi mostrador.
—Lo de los chicos. Fue efectivo la primera vez, pero ya no.
No después del almacen...
—Está bien, lo entiendo.
—¿Lo entiendes?
Mis dedos se apretaron alrededor del cuello de la botella con
tanta fuerza que me sorprendió que no se hiciera añicos. Pero no
iba a jugar a este juego con él en este momento. Era demasiado
peligroso, y yo era demasiado débil.
—¿Qué haces aquí? Todos los demás están afuera.
—Oh, Sam me dijo que podía poner mi ropa aquí —Ryder se
apartó del mostrador y alcanzó el dobladillo de su camisa, y antes
de que pudiera decirle que se dejara la maldita cosa puesta, se la
había puesto por encima de la cabeza, revelando uno de los físicos
más espectaculares que jamás había visto.
—Vuelve a ponértela.
Ryder sonrió y miró el material. —¿Mi camisa?
—Sí, tu maldita camisa. Vuelve a ponértela.
Frunció el ceño y la tiró en el mostrador detrás de él. Intenté
mirar a todas partes menos a la piel tensa y tonificada que se
extendía por sus pectorales perfectamente construidos.
—¿No crees que la gente podría pensar que es un poco raro?
¿Si voy a nadar completamente vestido?
151
Mis ojos se dirigieron automáticamente a sus pantalones
cortos, al igual que sus manos, y no estaba seguro de si me
preocupaba más que estuviera a punto de quitárselos... o que no
lo hiciera.
—Ryder...
Abrió el botón superior, y yo bajé mi botella de cerveza y la
otra mano para que descansaran delante de mis pantalones cortos.
—¿Sí, señor?
Oh, diablos. Como si necesitara que echará más leña al fuego
lanzando esa palabra.
—Es el Sr. Delaney en esta casa, no señor.
Sonrió como un puto demonio mientras se bajaba
lentamente la cremallera de los pantalones. —Lo siento... Sr.
Delaney.
—Que me jodan —murmuré, y miré hacia la ventana al
exterior, donde Sam y sus compañeros estaban todos riendo y
jugando en la piscina, completamente ajenos a lo que ocurría
dentro de la casa a sólo unos metros de ellos.
—Nadie nos presta atención.
—No hay un nosotros. —Giré la cabeza para mirarlo, y fue
un error. En el tiempo que había mirado hacia fuera, Ryder se había
desabrochado completamente los pantalones cortos y los había
bajado ligeramente por las caderas.
—¿De verdad? ¿Así que no estás empalmado como el infierno
en este momento por verme desnudarme? ¿No quieres venir aquí
y terminar el trabajo?
Ordené a mis pies que se quedaran quietos, aunque todo lo
que podía pensar era en marchar hacia allí para poder doblar a ese
bocazas de mierda sobre la isla de mi cocina. En lugar de eso,
apreté la mandíbula y permanecí en silencio. 152
153
Mientras me recuperaba de la inmersión y me limpiaba el agua de
los ojos, oí a Sam silbar y decir: —No te voy a mentir, hombre, si
yo llevara un Speedo como ese, estoy bastante seguro de que mi
padre me repudiaría.
Casi resoplé cuando me giré para ver a Sam descansando en
su flotador de piscina con forma de barra de helado. Sin duda a
Ash no le impresionaría que su hijo llevara algo tan escandaloso,
pero había visto la mirada que me había echado, y definitivamente
habían sido una buena idea hoy.
—No parece gran cosa comparado con los cordones que
llevan las chicas.
Sam asintió, bajándose las gafas de sol cuando Andrea pasó.
—Mmm, un beneficio definitivo de estas fiestas en la piscina.
Cuando Andrea tomó asiento en una de las tumbonas y se
estiró, dejó escapar un suave gemido, y luego se giró para
mirarme.
—¿Y tú? ¿Alguna de las chicas te llama la atención?
Y aquí vamos. Este era el momento que siempre resultaba
un poco complicado en un colegio nuevo. Me sentía más que
cómodo con mi sexualidad, pero nunca sabía cómo se lo tomarían
los demás. Pero como no era tímido a la hora de exponerme, me
encogí de hombros.
—Puedo apreciar la falta de ropa, pero no es lo que me
anima.
Sin perder el tiempo, Sam asintió. —Me lo imaginaba. 154
161
Hacía tiempo que había caído la noche cuando por fin salí a
la calle, donde la fiesta estaba terminando. Normalmente no me
mantenía alejado cuando Sam traía amigos, pero como entre esos
amigos estaba la única persona del mundo con la que no podía
controlarme, me había mantenido alejado.
Bueno, al menos después de lo ocurrido en el garaje.
Joder. Una mirada a Ryder en ese trozo húmedo de casi nada
y prácticamente había caído de rodillas para poder meter la boca
en él. Nunca había visto un cuerpo tan bello, tan ansioso, listo y
dispuesto para mí en cualquier momento y en cualquier lugar. Era
un jodido perdedor.
Incluso sin quitarle esos diminutos calzoncillos, mis labios
seguían recordando lo dura y palpitante que estaba su polla cuando
la había chupado a través del fino material y me pedía más.
—Gran fiesta. Gracias, Sr. Delaney.
Me sacó del recuerdo cuando varios de los compañeros de
béisbol de Sam se despidieron desde la puerta trasera, tragué y
esbocé una sonrisa.
—Gracias por venir —dije, pero rápidamente me di cuenta de
que no era lo correcto, teniendo en cuenta lo que había estado
pensando.
Especialmente cuando Ryder dejó escapar una risa baja
detrás de mí y dijo: —Pero yo todavía no lo he hecho.
Mierda. Me giré para decirle que lo dejara, pero ya estaba
caminando hacia donde Sam y Andrea estaban recogiendo el resto 162
de los flotadores. Se unió a ellos, siguiéndolos hasta el cobertizo
de almacenamiento, y con las manos ocupadas, me miró por
encima del hombro y me guiñó un ojo.
Ya era bastante malo que no llevara más ropa; sus palabras:
Me lo debes, seguían resonando en mi cerebro y me estaba
volviendo loco.
Al menos se iba a ir pronto. Así mi polla podría por fin
calmarse.
Cerré la puerta trasera y, tras comprobar que la parrilla
estaba apagada, me dirigí a la casa para coger la cerveza que me
había apetecido durante todo el día. Después de la que me bebí
antes, había decidido que probablemente no era inteligente beber
cerca de los estudiantes, lo cual era irónico, teniendo en cuenta
que no tenía muchos reparos en chupársela a uno de ellos.
Joder. Me tomé la mitad de la Corona de un largo trago, justo
cuando Sam, Andrea y Ryder se amontonaban en la casa, riéndose.
—Oye, papá, le dije a Ryder que podía quedarse aquí esta
noche, ya que su padre está trabajando. ¿Te parece bien?
Casi me atraganté con mi cerveza. Ryder estaba conteniendo
una sonrisa mientras Sam hacía inocentemente la pregunta
cargada a la que me di cuenta de que no podía responder. No sin
delatarme.
¿Ryder? ¿En mi casa? ¿Toda la noche? Dios, eso era
peligroso, pero ¿cómo podía decir que no ahora? Siempre dejaba
que Sam se quedara a dormir, así que sería una señal de alarma
si no permitía a Ryder.
Quería maldecir y golpear mi cabeza contra la puerta del
refrigerador cientos de veces en lugar de responder a mi hijo. Todo
esto era culpa mía. Lo sabía. Y no tenía una buena excusa para
librarme de ella. 163
—¿Papá? —Sam señaló con la cabeza hacia Ryder—. ¿Está
bien?
Con una palabra estaría firmando mi sentencia de muerte,
pero asentí de todos modos. —Claro.
—Genial. Andrea también se va a quedar un rato, así que
vamos a ver todos una película en el salón, si quieres unirte.
—Eh, gracias, ir vosotros tres. Tengo que ocuparme de
algunas cosas. —Como saltar de un acantilado o ahogarme en la
piscina.
Un destello de decepción cruzó la cara de Ryder mientras los
seguía al salón, pero ¿qué esperaba que hiciera? ¿Coger un bol de
palomitas y unirme a ellos para poder echarnos los ojos desde el
otro lado de la habitación?
Cuando oí que se encendía la televisión, extendí las manos
sobre la encimera y bajé la cabeza, obligándome a respirar
profundamente. Nunca había imaginado que mi mente y mi cuerpo
se enfrentaran entre sí, y no sabía qué hacer aquí. Cada vez que
veía a Ryder sólo cavaba una tumba más profunda, y aunque sabía
que debía parar, ya había empezado. Y esa era la batalla a la que
me enfrentaba cada vez que estábamos juntos.
Guardé las bolsas de patatas que quedaban y tiré los vasos
de plástico vacíos a la basura. Una vez que la cocina estuvo
despejada, terminé mi cerveza y cogí otra del refrigerador.
Pero antes, como buen anfitrión y padre, asomé la cabeza al
salón para ver a Sam y Andrea compartiendo una bolsa de
Twizzlers en el sofá mientras Ryder masticaba uno desde el sillón
reclinable.
—Me voy a la cama —dije, manteniendo mi atención en
Sam—. Avísame si necesitas algo, y asegúrate de enseñarle a
Ryder dónde está el dormitorio de invitados si no terminara
durmiendo aquí abajo.
164
—Entendido. —Sam me hizo un simulacro de saludo—.
Buenas noches, papá.
—Buenas noches —dijo Andrea.
—Sí, buenas noches, Sr. Delaney. Gracias por dejar que me
quede.
Me sorprendió lo inocente que sonaba Ryder delante de los
demás, sobre todo cuando yo lo sabía mejor.
—No hay problema —dije—. Buenas noches.
Por favor, Dios, que me escuche y no intente nada. Tomé un
trago de mi bebida mientras subía las escaleras, y después de un
día de estar tan excitado, el efecto relajante que el alcohol tenía
en mi cuerpo era bienvenido. Una ducha caliente también podría
serlo. Olvídate de eso: una helada.
Me dirigí a mi habitación y cerré la puerta tras de mí, luego
seguí mi rutina habitual de cerrar las persianas y las cortinas y
encender la luz de la cabecera. Pero esta noche nada era habitual.
Puse la cerveza en la mesilla de noche, con los graves de los
altavoces de sonido envolvente amortiguados por el suelo bajo mis
pies, mientras se sucedían las escenas de acción de la película que
se proyectaba abajo. Esperaba que se desmayaran allí abajo y que
yo estuviera a salvo durante la noche aquí arriba, pero con los
estruendosos estruendos que prácticamente sacudían la casa, no
creía que nadie fuera a dormirse pronto.
Eso significaba que tenía que meterme en la ducha y salir de
ella antes de que alguien se aventurara por aquí. Lo último que
necesitaba era estar desnudo cerca de Ryder.
Normalmente no me ponía mucha ropa para ir a la cama,
pero esta noche iba a vestirme como si hubiera una tormenta ártica
atravesando mi ventana. Cogí un pijama y me dirigí al baño, donde
me desnudé y me di la ducha más rápida que se conoce.
Dios sabía dónde o cuándo aparecería Ryder; no era que 165
fuera tímido a la hora de escabullirse. Si a eso le añadimos que
Sam estaba distraído con Andrea sentada en su regazo, cuanto
antes saliera y me vistiera, mejor.
Me pasé una mano por el cabello para apartarlo de la cara y,
al mirarme en el espejo, me di cuenta de que los rasguños en los
nudillos se habían curado por completo. Los miré y pasé el pulgar
por la piel lisa.
Era casi como si nunca hubiera ocurrido. Lástima que mis
recuerdos no se borraran tan fácilmente. Apagué la luz y me dirigí
de nuevo a mi dormitorio, pero cuando caminaba hacia mi lado de
la cama, la puerta se abrió de golpe y Ryder se coló dentro.
Mis pies se congelaron y mi corazón empezó a martillear, y
mi mente me dijo que estaba imaginando cosas. Era imposible que
Ryder estuviera dentro de la puerta de mi habitación. Era imposible
que se hubiera escabullido de la película que aún podía oír en el
piso de abajo.
Pero cuando la cerradura de la puerta de mi habitación hizo
clic en su lugar, supe que no me lo estaba imaginando.
Ryder Ellis estaba de pie en mi dormitorio con una puerta
cerrada entre nosotros y el mundo exterior, y de alguna manera
no me sorprendió en absoluto.
No, sorpresa no era la palabra para describir lo que sentía en
ese momento.
Estaba jodido.
166
ME APOYÉ EN LA PUERTA CERRADA de la habitación de Ash y
contemplé la escena que tenía ante mí. Las persianas cerradas, las
lámparas encendidas y Ash de pie junto a su cama completamente
vestido con un pijama que, de alguna manera, sabía que llevaba
puesto para mi beneficio. Un hombre como él no dormía con mucha
ropa, así que el hecho de que pensara que unas cuantas prendas
de más serían suficientes para disuadirme era risible.
Sólo más incentivo para quitársela.
Con el sonido de la película prácticamente sacudiendo los
suelos, sabía que no había manera de que Sam o Andrea me
oyeran aquí arriba, y, a decir verdad, probablemente se alegraron
de que me fuera tan temprano.
Empecé a acercarme a Ash, que se pasaba la mano por el
cabello mojado mientras me observaba con ojos atormentados.
—Aquí no —dijo—. Ahora no.
—¿Por qué?
—Sam está abajo...
—Completamente ocupado. —Me detuve frente a él y alcancé
a tocar su camiseta del pijama—. Además, cree que estoy
desmayado en la habitación de invitados.
—Donde deberías estar.
—Donde estaré... más tarde.
Ash cubrió mi mano con la suya y cerró los ojos. Era tan
increíblemente bello que no podía saber qué era lo que más me 167
atraía de él. ¿Era la fuerte mandíbula y los labios carnosos que
quería tener permanentemente en los míos, o tal vez la forma en
que sabía que nuestros cuerpos encajaban perfectamente? No
había nada en él que no me excitara, ni siquiera el mechón de pelo
que le caía sobre la frente. Me acerqué y se lo aparté, y Ash respiró
profundamente.
Con los ojos aún cerrados, me incliné y rocé mis labios contra
los suyos, incapaz de resistirme, pero totalmente preparado para
el empuje que sabía que iba a producirse.
Cuando no se apartó, pero tampoco me animó, me arriesgué
de nuevo. Todavía tenía una mano en su pecho, pero con sus labios
ocupados, llevé mi otra mano a la parte trasera de sus pantalones
de pijama y deslicé mis dedos por debajo de la cintura. Agarré su
culo, cálido y suave en mi palma, y apreté, y los ojos de Ash se
abrieron de golpe.
Me apartó, fuera de la distancia de contacto, y mientras
permanecíamos frente a frente, negué con la cabeza.
—Me lo debes —dije—. ¿Recuerdas?
—No podemos hacer esto, Ryder. Eres mi alumno.
—Tengo dieciocho años y soy un adulto, así que sí, seguro
que podemos. —Di un paso hacia él, pero cuando me tendió la
mano, me detuve—. Te preocupas demasiado.
—Uno de nosotros tiene que hacerlo.
—¿Quién lo va a decir? —Me llevé la mano al dobladillo de la
camiseta, me la subí por encima de la cabeza y la tiré al suelo.
Sentí el calor de la mirada de Ash como si me estuviera tocando—
. Me deseas. Sé que lo haces. Y yo te deseo con toda seguridad. —
Di otro paso—. De hecho, podría morir si no vuelvo a tener tu boca
sobre mí.
Toda la noche había estado pensando en Ash de rodillas, con
mi polla en el cálido calor de su boca mientras me chupaba a través 168
de mi traje de baño. Dios, incluso ahora mi polla palpitaba en
previsión de que volviera a suceder.
Cuando Ash gimió como si estuviera recordando lo mismo,
dije: —Chúpame, Ash. Por favor, chúpame, joder.
Apenas había pronunciado las palabras cuando la presa
estalló, Ash me agarró de los brazos y me empujó hacia atrás para
que cayera sobre su cama. Mi corazón se aceleró mientras lo veía
despojarse de su camisa. Su cuerpo era casi impecable, si no
contábamos la cicatriz dentada de su caja torácica derecha, pero
de alguna manera incluso eso era sexy. Había una historia ahí, una
que tendría que preguntarle. Pero eso tendría que ocurrir más
tarde, porque en este momento me resultaba difícil formar una
frase.
Con una mano en la cintura de sus pantalones, Ash se
detuvo, miró hacia la puerta y luego hacia mí.
—Está cerrada —dije, ya con la respiración agitada—. Te lo
juro.
Eso parecía ser lo que quería oír, porque Ash cambió de
marcha y me desabrochó los pantalones. Sus dedos se enroscaron
bajo el diminuto traje de baño que aún llevaba debajo de los
pantalones cortos, y de un largo tirón me los quitó de las caderas,
los bajó por los muslos y los dejó en el suelo.
Santo cielo. Era la primera vez que me exponía por completo
delante de él, y Ash pareció darse cuenta al mismo tiempo, porque
una oleada de deseo cruzó su rostro mientras me miraba. Su
mirada recorrió todo mi cuerpo y lo asimiló antes de que una
palabra saliera de los labios de Ash: —Maldita sea.
Sin que mi polla estuviera retenida por los calzoncillos,
sobresalía, larga y orgullosa, lista para lo que Ash quisiera. Moví
las caderas bajo su mirada abrasadora, pero cuando fui a buscar
mi erección, me apartó la mano y bajó a la cama.
169
Entre mis muslos abiertos y con su boca rondando mi polla,
Ash era la imagen misma del sexo, incluso sin estar completamente
desnudo, todavía. Esperaba tener el honor de desvestirlo más
tarde, pero ahora mismo lo único en lo que podía concentrarme era
en la forma en que bajaba su boca hacia mi polla.
Cuando su lengua hizo un largo recorrido por la cabeza, mis
caderas se sacudieron por sí solas.
Mierda, ¿esto realmente estaba sucediendo? Había venido
aquí por una razón, obviamente, pero con Ash, nunca sabía qué
esperar.
Por favor, no dejes que esto sea un sueño.
Sentí que las manos de Ash subían por los costados de mis
muslos mientras me lamía de nuevo, e incluso por encima del ruido
que llegaba del piso de abajo, pude oír su suave gemido cuando
sus labios finalmente envolvieron la cabeza de mi polla.
—Oh, Dios —dije, agarrando la parte posterior de su cabeza
con una mano, mientras con la otra empujaba el edredón—. Ash,
eso se siente...
Las palabras y los pensamientos me abandonaron cuando me
chupó profundamente en su boca y luego se retiró, y cuando miró
hacia mi cuerpo y guiñó un ojo, casi me muero.
Parecía que hacía una eternidad que no veía al hombre
coqueto de aquel primer taller de arte. Pero el brillo de sus ojos
me recordó que todavía estaba ahí, y parecía que esta noche iba a
salir a jugar.
—¿Es eso lo que quieres?
—Joder, sí —dije, retorciendo mis dedos en su cabello y
empujando mis caderas hacia arriba—. Pero has parado demasiado
pronto.
Los dedos de Ash se flexionaron alrededor de la base de mi
polla, luego inclinó mi erección hacia su boca y pasó su lengua por 170
la pegajosa cabeza.
—No he parado. Sólo me estoy tomando un momento para...
disfrutar de ti.
Acarició su mano a lo largo de mi polla y, cuando llegó a la
cima, agachó la cabeza y cerró sus labios alrededor de mí,
siguiendo su camino hacia abajo. Mis caderas se desprendieron de
la cama mientras hacía un túnel entre sus labios como si estuviera
buscando oro.
Gemí mientras entraba y salía de sus deliciosos labios,
utilizando su boca de la misma manera que él había utilizado mi
cuerpo aquella primera noche, persiguiendo implacablemente el
subidón que sabía que sólo él podía darme. Ash tenía la nariz
metida en el vello recortado que rodeaba mi polla -así de profundo
estaba- y finalmente liberó sus labios y se apartó de la cama.
Los ojos de Ash estaban oscuros por el deseo mientras
levantaba el pulgar para limpiar un poco de mi precum de la
comisura de sus labios y lo chupaba en su boca. Estaba muy
caliente. Bajé los ojos a los pantalones de salón que colgaban de
sus caderas y vi su gruesa polla atravesando el material.
—Si me dices que me vaya ahora, voy a pensar que eres uno
de los mayores provocadores de pollas que existen. —Me agaché y
empecé a trabajar.
—Ya terminé de decirte que te vayas.
Cuando tiró del cordón de sus pantalones y estos cayeron al
suelo, revelando su grande y hermosa polla, mi mano se congeló
y todo pensamiento que no fuera el de volver a meterla dentro de
mí abandonó mi cabeza.
—¿Todavía quieres quedarte?
—¿El Papa es católico?
Los labios de Ash se movieron mientras alcanzaba lo que yo 171
quería tocar más que nada en este mundo.
—Esa no es una respuesta, Ryder.
Un fuerte BOOM vino de abajo, haciéndonos mirar al suelo.
Cuando la película continuó haciendo temblar el suelo por los
efectos sonoros, sonreí y me desplacé hacia la cama.
Apoyé los pies en el colchón y abrí las piernas. —No voy a ir
a ninguna parte. No hasta que pongas eso en su sitio.
Ash caminó alrededor de la cama hasta su mesita de noche
y abrió el cajón lateral. Cuando sacó un frasco de lubricante, mi
polla se sacudió, luego sacó un condón y abrió el paquete.
—Uno de estos días vamos a ir despacio, no a follar y correr
como si nuestra vida dependiera de ello. —Luego se lo puso y miró
mi cuerpo más que preparado—. Hoy no es ese día.
172
RYDER ERA ENDEMONIADAMENTE sexy para su propio bien. Por
no hablar del mío. Desde el momento en que entró en mi
dormitorio y cerró la puerta con llave, supe que no iba a dejarle
salir hasta que lo hubiera tocado de alguna manera. Pero mientras
yacía desnudo en mi cama, estirado para que lo tomara, supe que
estaba a punto de tocarlo de todas las maneras.
Había intentado resistirme a él. Al menos, eso era lo que diría
cuando me despidieran del trabajo. Pero hasta entonces, había
terminado de resistirme, de vivir en la negación, y si hubiera
conocido a Ryder dentro de unos meses, nada de esto sería un
problema.
Eso era lo que me decía a mí mismo mientras me echaba un
poco de lubricante en la mano y luego me subía a la cama,
colocándome entre sus muslos abiertos.
—Mmm, por fin —dijo mientras enrollaba sus piernas
alrededor de la parte posterior de mis muslos—. Piel con piel. No
puedo decirte cuántas veces he soñado con correrme sobre ti así.
—Maldita sea, Ryder. —Bajé la cabeza hasta el pliegue de su
hombro y presioné mis labios contra la cálida piel—. Lo que sale de
tu boca...
—Te pone muy caliente. —Bajó sus manos hasta mi culo y
agarró un puñado de cada nalga—. Puedo sentir la prueba, así que
no intentes negarlo.
Puse una mano en el lado de su cabeza y me levanté para
mirar su impresionante rostro. Sus ojos azules estaban llenos de
lujuria reprimida y una buena dosis de picardía, y la combinación 173
era francamente irresistible.
—No iba a negarlo. —Balanceé mi cuerpo sobre el suyo y
presioné un beso en su barbilla puntiaguda—. Iba a decir que te
hace difícil resistirte.
—¿Quién te lo pide?
Nadie, pensé mientras me acostaba para encajar
perfectamente contra él. Absolutamente nadie.
Pasé mis dedos por la parte exterior de su muslo hasta detrás
de su rodilla, y mientras besaba mi camino a lo largo de la línea de
su mandíbula, empecé a moler hacia abajo sobre él, frotando mi
polla resbaladiza contra la suya.
Maldita sea, su cuerpo se sentía fenomenal, tenso y apretado
en todos los lugares adecuados, mientras se retorcía debajo de mí,
buscando el ritmo perfecto.
—Ash —dijo mientras parpadeaba hacia mí—. Dame tu boca.
Bajé la cabeza y rocé suavemente mis labios sobre los suyos,
burlándome un poco de él.
—Más —exigió, y alargó la mano para agarrarme la nuca—.
Dame más de tu boca.
Sonreí. —Tenemos que trabajar en tus modales.
—Podemos trabajar en eso más tarde... señor.
Mi polla se sacudió en el momento en que la palabra salió de
sus labios.
—Ohhh. —Ryder pasó su lengua por la esquina de mi boca—
. Te gusta que te llame así, ¿eh?
Joder. El hecho de que supiera eso no traería más que
problemas.
—Es bueno saberlo. —No, era muy malo que lo supiera—. 174
Ahora, ¿puedes por favor darme tu puta boca?
Cualquier cosa con tal de callarlo a estas alturas. Aplasté mis
labios sobre los suyos, agarré la parte posterior de su rodilla y
comencé a impulsar mis caderas contra las suyas.
Ryder me agarraba el brazo con una mano mientras se
aferraba a mi nuca con la otra, devorando mi boca como si fuera
su comida favorita. Tenía una pierna alrededor de la parte posterior
de mi muslo mientras la otra rodeaba mi cintura.
—Jesús, te sientes tan bien debajo de mí —dije al liberar mis
labios.
Ryder apoyó la cabeza en la almohada. —¿Qué tan bien?
Sonreí y comencé a besar su cuello y su pecho hasta que me
arrodillé entre sus muslos abiertos. —Demasiado bueno. Así que si
quieres que esto —agarré mi polla tiesa y le di un rápido tirón—
acabe en ti esta noche, tengo que prepararte.
Ryder inclinó sus caderas hacia mí. Negué con la cabeza
mientras cogía la pierna que me rodeaba la cintura y la subía
lentamente por encima del hombro.
Los ojos de Ryder se abrieron de par en par, y se agachó
para acariciar su polla. —Oh, joder.
Pasé lentamente mis dedos por el interior de su muslo y
cuando llegué a sus pelotas y apreté suavemente, los ojos de Ryder
se cerraron de golpe. Me sentí satisfecho de haberle empujado por
fin a un lugar en el que tenía que concentrarse o arriesgarse a
terminar esto antes de llegar a lo que más quería. Cuando acaricié
mis dedos resbaladizos hasta su apretado agujerito, gimió
suavemente.
Su pierna temblaba donde descansaba junto a mi nalga, y
mientras presionaba mi dedo contra su entrada, me giré y deposité
un beso en su tobillo. 175
Los ojos de Ryder se abrieron de golpe al tiempo que
levantaba las caderas, y yo deslicé el dedo por el primer anillo de
músculo y dejé escapar un gruñido bajo.
Joder. Quería entrar ahí. Una vez no había sido suficiente, y
ahora que lo tenía aquí delante, era todo lo que podía hacer para
mostrar un poco de paciencia. Mientras entraba y salía lentamente
de él, primero con un dedo y luego con dos, la forma descarada en
que me miraba era tan caliente que era increíble que no me
corriera sobre él de inmediato.
Se veía deslumbrante contra las sábanas blancas de mi
cama, su piel dorada, penetrantes ojos azules y rasgos oscuros que
hacían difícil mirar a cualquier otro lugar que no fuera a él. Agregue
la forma indómita que había perseguido lo que quería -a mí- y él
era sin duda la persona más sexy que había conocido en mi vida.
¿Cómo era posible?
—Estoy listo —prácticamente jadeó Ryder, y cuando levanté
una ceja, añadió: —Confía en mí.
No tuvo que decírmelo dos veces, porque mi polla se moría
por entrar en él. Retiré mis dedos y bajé su pierna de mi hombro.
—De rodillas.
Quería su sexy culo en el aire. Ryder se movió para colocarse
a cuatro patas, y la vista no decepcionó. Una mirada a sus suaves
curvas y me subí de nuevo a la cama detrás de él y separé sus
nalgas para alinear mi polla con su entrada.
Quería tomarme mi tiempo con él, hacer que esto durara más
que nuestro rápido polvo en el callejón, pero el tiempo era un lujo
que no teníamos. No esta noche. Así que con la cuenta atrás del
reloj, empujé dentro de su apretado y caliente culo, saboreando la
forma en que cada centímetro de él me succionaba con avidez.
176
—Joder. —Cuando me introduje hasta el fondo, me detuve y
mi cabeza cayó sobre su espalda mientras me tambaleaba por su
increíble sensación. Todavía no entendía cómo era posible encajar
tan bien con alguien con quien no tenía nada que hacer.
Pero no pensaba en eso, no cuando mis sentidos estaban
ocupados al cien por cien por el culo de Ryder apretando mi polla.
Cuando por fin pude volver a moverme, levanté la cabeza y me
agarré a sus caderas, y entonces me lo follé con el abandono
temerario de alguien que había estado privado de lo que anhelaba
durante demasiado tiempo.
Cada minuto, cada hora desde que conocí a Ryder no había
sido más que una tentación, y mi cuerpo estaba recuperando el
tiempo perdido.
Cuando tiré de mis caderas hacia atrás, Ryder me persiguió,
empujándose de nuevo sobre mi polla como el cabrón codicioso
que era, y solté una retahíla de maldiciones.
—Más —Ryder me miró por encima del hombro, con las
pupilas dilatadas y las manos apretando la colcha—. Fóllame como
si me echaras de menos, Ash. O como si quisieras castigarme...
bueno, no me importa. Sólo fóllame.
Maldita sea su boca. Mis dedos se clavaban en sus caderas
mientras me movía dentro de él a un ritmo frenético, pero cuando
la cabecera de la cama empezó a golpear contra la pared, me
quedé helado.
Por favor, dime que no han oído eso abajo. Tenía el corazón
en la garganta mientras escuchaba atentamente cualquier
movimiento, pero una mezcla de sirenas y explosiones fue todo lo
que pude oír.
Mierda, estaba fuera de mí, sobre todo cuando empecé a
moverme de nuevo, esta vez permaneciendo dentro de él y
bombeando a un ritmo más rápido que no hiciera que mi cama se
177
golpeara contra la pared. Pero, al parecer, eso era exactamente lo
que le estaba gustando a Ryder, porque su respiración era más
rápida y sus movimientos más bruscos y descontrolados.
Su cuerpo me estaba estimulando tanto como cada una de
las palabras sucias que había dicho, y no podía aguantar mucho
más.
Como si sintiera mi inminente orgasmo, Ryder apretó el culo
a mi alrededor y volvió a mirar por encima del hombro. —Hágalo.
Córrase dentro de mí, señor.
Eso fue todo. Me moví profundamente dentro de él y exploté.
Esa era la única forma de describir la feroz ola de placer que me
invadió mientras me corría largo y tendido y veía las putas
estrellas. Habría jurado que me desmayé durante un minuto si no
hubiera sentido el calor del orgasmo de Ryder cubriendo mis dedos,
su polla palpitando en mi mano.
Le oí vagamente decir mi nombre, pero mis oídos seguían
zumbando por la sangre que corría por mi cabeza, y pasó mucho
tiempo antes de que me encontrara capaz de salir lentamente de
él. Sin que yo estuviera detrás de él, Ryder se dio la vuelta y se
desplomó sobre su espalda, con su magnífico cuerpo brillando de
sudor. Era una imagen perfecta tumbado en mi cama, una que
quería guardar en la memoria.
—Ha sido increíble —Ryder se apoyó sobre los codos, con
una luz perversa en los ojos—. Me temo que he ensuciado tu cama.
En efecto, lo había hecho, pero eso me importaba un carajo
ahora mismo. Cuando seguí mirándolo y no dije nada, Ryder
suspiró y se sentó.
—Sé lo que estás pensando. No te preocupes, me voy.
—No es eso lo que estaba pensando.
Ladeó la cabeza, pero me di la vuelta, tirando el condón a la
papelera del baño y luego mojando una toallita. Cuando volví a
caminar por la habitación, Ryder seguía sentado en el borde de la 178
cama. Le entregué la toallita y sonrió.
—¿Seguro que no quieres hacer los honores? —dijo.
—Creo que has visto lo que pasa cuando te toco. No puedo
controlarme.
—No me quejo.
—No, pero ya hemos tentado bastante nuestra suerte esta
noche.
Ryder asintió y se levantó, haciendo un rápido trabajo de
limpieza, e incluso eso era sexy como el infierno.
Dios, estaba en muchos problemas con él.
Los dos volvimos a vestirnos rápidamente, sólo que esta vez
no me molesté en ponerme la camiseta, sino que opté por ponerme
los pantalones del pijama. Era una pena que el cuerpo de Ryder se
cubriera con cualquier tipo de ropa, incluso la que le quedaba como
una segunda piel. Pero tenía que irse, por mucho que deseara que
se quedara.
Maldita sea. Realmente deseaba que se quedara en mi cama.
Que no pensara en Ryder como un simple polvo me
sorprendió, al igual que el persistente beso que me plantó en los
labios antes de irse.
Esos ojos azules de bebé ardían de deseo saciado. —
Entonces, ¿te veo mañana por la noche? —preguntó.
¿Mañana por la noche? Me vería por la mañana, a no ser que
se fuera antes de que me despertara.
La confusión debió aparecer en mi cara, porque sonrió. —En
el taller. Es domingo.
Ah, claro. Ya lo sabía. Y aunque lo sabía mejor, ya había
hecho mi cama y me lo había follado en ella, por lo que dije: —Sí.
Estaré allí.
179
ERA EXTRAÑO que mi estómago estuviera lleno de mariposas
mientras conducía hacia el centro recreativo el domingo por la
noche. No eran los nervios lo que me tenía tan nervioso por volver
a ver a Ash, sino la emoción. No podía dejar de pensar en lo que
había sucedido en su cama hacía apenas unas horas, y eso me
hacía pisar el acelerador para llegar más rápido.
Está bien, quizás estaba mintiendo. Quizá una pequeña parte
de mí se preguntaba si volvería a tratarme como si sólo fuera su
alumna, que no me quería y que no tenía interés en llevar las cosas
más allá... otra vez.
Pero algo había cambiado anoche, ¿no?
Entré en el estacionamiento, mirando los autos en busca del
todoterreno de Ash. Cuando me detuve en el espacio frente a él,
me sorprendió ver que estaba allí, apoyado en él con los brazos
cruzados como si estuviera esperando a alguien. Esperándome a
mí.
Apagué el motor y cogí mi bolso. Cuando salí del auto, la
mirada de Ash se dirigió a mí, lo que me indicó que su mente seguía
en la misma línea que la noche anterior.
—Si sigues mirándome así, no creo que consigamos entrar
—dije, golpeando las cerraduras mientras caminaba en su
dirección.
Maldita sea. Bajo las luces de la calle, sus ojos estaban
ensombrecidos, emitiendo una mirada hambrienta que hizo que mi
polla saltara a la vista.
180
—De hecho, estaba pensando que podríamos hacer algo un
poco diferente esta noche.
—¿Ah sí?
—Sí. ¿Te apuntas?
Con un resoplido, miré mis caderas. —Creo que eso es
bastante obvio a tu alrededor.
Negó con la cabeza, empujó el capó y se dirigió al lado del
conductor. —Sube.
No tuvo que decírmelo dos veces. Salté al asiento del copiloto
y metí mi bolso en la parte trasera. El auto ronroneó y Ash nos
sacó del estacionamiento.
—Faltar a clase. Qué estudiante tan travieso es usted, Sr.
Delaney.
Me clavó una mirada. —No me llames así aquí.
—Ahhh. Esta noche es Ash. Me gusta eso. —Cuando no
respondió, me giré en mi asiento para mirarlo. Era un milagro que
pudiera quitarle los ojos de encima—. Entonces, ¿a dónde vamos?
—Afuera.
—¿Salir a dónde?
—A cenar. —Me miró, con una sonrisa en los labios. —Espero
que tengas hambre.
—Tengo dieciocho años. Siempre tengo hambre. —Entonces
un pensamiento cruzó mi mente—. Entonces... ¿esto es una cita?
—Pensé que probablemente deberíamos hablar.
—Claro, hablar. ¿En una cita?
Se rio. —Eres ciertamente persistente, ¿no?
—Lo cual es una de las muchas razones por las que te gusto.
Y quieres llevarme a una cita. 181
Su risa sexy estaba definitivamente en mi larga lista de lo
que encontraba caliente de Ash. —Si así es como quieres llamarlo.
Ajá. Por mucho que no quisiera reconocer lo que estaba
ocurriendo, me estaba ganando a Ash Delaney, y mis habilidades
en el dormitorio eran sólo la mitad del motivo. De lo contrario,
estaríamos en un hotel o en su cama, pero aquí estaba él,
llevándome a cenar... para hablar.
Entonces se me ocurrió otro pensamiento, uno que no quería
sacar a relucir exactamente.
—¿Qué tienes en mente? —preguntó Ash.
—No has sido exactamente abierto sobre esto, nosotros, así
que ¿no te preocupa que alguien nos vea?
—Sí. —Cambió de carril para ir a la autopista—. Por eso
vamos a un pueblo más allá.
Santa mierda. Hablaba en serio. Ash me iba a llevar, en
público, a una cita. —Tan escandaloso.
—Estoy bastante seguro de que comer juntos es la cosa
menos escandalosa que hemos hecho.
—Entonces, ¿por qué ocultarlo?
—Porque parece que no puedo mantener las cosas tan
simples como comer una comida cuando estoy cerca de ti.
Me tomé un momento para estudiar realmente su perfil
mientras se concentraba en los autos de delante. En las sombras
del vehículo, su mandíbula masculina y su clásica nariz romana
formaban uno de los rostros más atractivos que había visto nunca.
No había mentido cuando pensé que era un milagro que pudiera
apartar los ojos de él. Ash Delaney era una obra de arte.
Tal vez podría usar eso a mí favor. Tenía que hacer un
proyecto bastante importante en la clase de cierta persona, y el
tema no podía ser más perfecto. ¿Qué nos había dicho Ash? 182
Encontrar algo bello que nos inspire, que nos haga querer crear, y
no había nada que me hiciera sentir más vivo ahora mismo que él.
—Te has quedado muy callado —dijo Ash al salir de la
autopista—. ¿En qué estás pensando?
—A veces puedo estar callado.
—¿De verdad? No me había dado cuenta.
Sonreí y me giré para mirarle. —Es cierto. Quizá quería que
te fijaras en mí.
Cuando nos detuvimos en un semáforo en rojo, Ash miró en
mi dirección y mi piel se calentó bajo su abrasadora mirada.
—Misión cumplida.
Me moví en mi asiento, mi cuerpo reaccionó a su mirada
como lo había hecho la noche anterior cuando sus manos estaban
sobre mí. Así que tal vez fue lo mejor que Ash nos haya llevado
fuera de la ciudad. No podía hacerme responsable de lo que hiciera
cuando ya no había una consola entre nosotros ni un cinturón de
seguridad que me retuviera.
—Pero para responder a tu pregunta, estaba pensando en mi
proyecto artístico. —La ceja de Ash se arqueó y yo me reí—. No te
preocupes, no es porque esté sentado aquí con mi... bueno,
contigo. En realidad, eso no es cierto, es por ti, pero de una manera
totalmente no escolástica.
—¿Acaso quiero saberlo?
—Eh... Oh, mira, el semáforo está en verde.
Ash se giró y puso el pie en el acelerador. —¿Por qué tengo
la sensación de que la suerte es algo que suele estar de tu lado?
—¿Conmigo? ¿Suerte? No lo creo. ¿Has olvidado que una
noche conocí al hombre de mis sueños en un taller de arte y que
al día siguiente caminé a la escuela para verlo de pie en la entrada
de mi clase? —Hice una pausa y ladeé la cabeza—. En realidad, ya 183
que estás sentado aquí ahora mismo, puede que tengas razón.
Tengo suerte. Quizá debería jugar a la lotería. —Cuando Ash me
miró, moví las cejas—. Soy lo suficientemente mayor como para
hacer eso, sabes.
—Cielos —murmuró Ash mientras salía de la carretera
principal y entraba en un estacionamiento. Cuando apagó el motor,
se quedó un minuto mirando por el parabrisas el restaurante que
teníamos delante. Tuve la sensación de que se debatía entre entrar
o abrir la puerta y empujarme antes de volver a casa.
—¿Te lo estás pensando? —Le pregunté.
—Y la tercera y la cuarta y la quinta.
Me incliné sobre la consola y deslicé una palma sobre su
muslo. —¿Sobre qué?
—Tú, yo, esto. Es una locura. Yo no hago cosas así.
Asentí y deslicé mi mano un poco más arriba de su pierna.
—Pero quieres hacerlo, ¿no?
—Sí, que Dios me ayude, quiero. Pero tenemos que hablar,
y si mueves esa mano más arriba, el único lugar al que vamos a ir
es el asiento trasero de mi auto.
Miré por encima de mi hombro, y Ash se rio.
—No.
—¿Estás seguro? Sólo haría falta...
—No. —Quitó mi mano de su pierna—. Sal del auto, Ryder.
Dejé escapar un suspiro de sufrimiento mientras empujaba
la puerta para abrirla. —Bien. Pero sólo porque quiero nuestra
segunda cita.
—¿Segunda?
—Sí. La cafetería fue nuestra primera, y empezamos con una
184
explosión. Así que, vamos. Veamos cómo es tu juego de
seguimiento.
HOJEÉ EL menú de platos pequeños y pizzas gourmet, algo que
supuse que era una opción segura para la cena, ya que aún no
conocía los gustos de Ryder... bueno, excepto los míos. Estábamos
lo suficientemente lejos de la ciudad como para esperar que no nos
encontráramos con nadie conocido, o lo que fuera que fuera esto
entre nosotros terminaría más rápido de lo que yo quería.
Y sí, estaba empezando a darme cuenta de que no estaba
haciendo un gran trabajo para mantenerme alejado de la tentación
que era Ryder Ellis. Más aún, no estaba seguro de querer hacerlo.
Desde el otro lado de la mesa, sentí la mirada de Ryder y
sólo pude negar con la cabeza. —Se supone que tú deberías estar
mirando el menú, no yo.
—Ya sé lo que quiero.
Levanté la vista y Ryder tenía la barbilla sobre las manos,
observándome atentamente. —Eres increíblemente sexy —dijo—.
¿Lo sabes?
Con una burla, elegí mi plato principal y dejé el menú
laminado a un lado. —¿Crees que soy increíblemente sexy leyendo
un menú? Me preocupa un poco que hayas puesto el listón
demasiado bajo.
—Creo que eres increíblemente sexy haciendo cualquier
cosa. Pintando un perro de una oreja, bebiendo un café, dando una
clase de arte, y sí, leyendo un menú. Es todo lo que puedo hacer
para permanecer en este lado de la mesa.
—Por lo que estoy muy agradecido por... 185
—Porque tú también me encuentras increíblemente sexy.
Una y otra vez lo había negado, había tratado de alejarlo sin
éxito, así que ahora que iba por un camino que no terminaba en
ningún lugar bueno, por lo que podía ver, bien podría ir hasta el
final.
—Tienes razón. Tan sexy que me encuentro haciendo cosas
que nunca hubiera imaginado hacer en el pasado.
—¿Cómo besarme en un almacén?
Mis labios se movieron a pesar de mí. —Como besarte en un
almacén.
—Mmm. —Se inclinó sobre la mesa y bajó la voz—. Para que
conste, eso es otra cosa que te hace súper jodidamente sexy.
—¿Qué no tengo moral?
—Que no puedes quitarme las manos de encima.
—Estoy haciendo un buen trabajo ahora mismo, ¿no?
Antes de que pudiera responder, llegó nuestro camarero, que
rápidamente tomó nuestros pedidos. Cuando volvimos a estar
solos, dije: —Dejo que elijas una pizza llamada El Sabio…
Ryder fingió sorpresa y se puso la mano sobre el pecho. —
¿Qué intentas decir exactamente, Ash?
—Que eres un listillo.
—Mejor que ser un tonto.
Me reí. Todo lo que salía de su boca era inesperado, y eso
era lo que me emocionaba y aterraba al mismo tiempo. Nunca
sabía hasta dónde llegaría cuando había otros cerca, y habíamos
estado haciendo cosas bastante arriesgadas en las últimas dos
semanas. Esa era una de las razones por las que necesitábamos
hablar.
186
—Eh no —dijo Ryder—. Tienes esa mirada seria en tu cara
de nuevo. No me has traído hasta aquí para decirme que ya no
puedes hacer esto, ¿verdad?
Hice rodar mi vaso de refresco entre las manos, deliberando
por dónde empezar. —Debería decírtelo.
—¿Pero...?
—Pero si te soy sincero... no puedo. No quiero hacerlo.
Una sonrisa cruzó lentamente el rostro de Ryder, su alivio
era evidente. En ese momento deseé que estuviéramos sentados
más cerca, para poder pasar mi dedo por los profundos hoyuelos
que se le formaban cuando sonreía.
—Me alegro de que hayas llegado a esa conclusión —dijo—.
Es agotador tener que perseguirte.
—Supongo que puedes quitarte las zapatillas de correr.
—¿Y mi ropa? ¿Significa eso que nos vamos?
Me reí, pasándome la mano por la mandíbula ronca. —¿Te
han dicho alguna vez que eres incorregible?
—Probablemente lo harían si supieran lo que significa.
El camarero dejó una cesta de bolas de masa rellenas de
queso y ajo y rellenó nuestros vasos. Una vez que salió del alcance
de sus oídos, tomé un sorbo de mi refresco y me puse manos a la
obra.
—Ryder, si hacemos esto -lo que sea- tenemos que discutir
los límites.
Arrugó la nariz, y maldita sea si eso no era lindo. —No creo
que me guste esa palabra.
—O me aceptas con unos parámetros o no me aceptas. Es tu 187
decisión.
—Ajá. —Dio un mordisco a una de las bolas y masticó
lentamente—. Es una decisión fácil, Ash. Ahora dime qué tengo que
hacer para conseguirte.
Joder, ¿en serio? Era imposible no sentirse atraído por
alguien tan singularmente centrado. Hacía tanto tiempo que nadie
se esforzaba por estar conmigo que había olvidado lo que se sentía
al ser deseado. Realmente deseado, de la forma en que Ryder no
sólo me lo decía, sino que me lo demostraba en todos los sentidos.
—Todavía tienes un par de meses aquí hasta que te gradúes.
No podemos arriesgarnos a que nadie se entere de esto, lo que
significa que el coqueteo, las burlas, el...
—¿El almacén?
—Sí, eso también. No puede pasar. ¿De acuerdo? Cualquier
cosa en el campus está fuera de los límites.
—Fuera de los límites. —Parecía estar probando esas
palabras en su lengua, como si fueran extrañas para él.
Probablemente lo eran—. Tal vez podría suavizar las cosas un poco
si supiera que voy a verte más tarde.
—Si haces todo eso, puedes hacer mucho más que verme
después.
—Trato —inmediatamente metió la mano en la mesa y me
reí.
—¿De verdad? —Alcancé su mano y enrosqué mis dedos
alrededor de los suyos—. ¿Todo lo que tuve que hacer para que te
comportaras fue ofrecerte mi cuerpo?
—Creí que lo había dejado bastante claro.
Mientras estábamos sentados, cogidos de la mano, me di
cuenta de que no quería dejarlo marchar. Al igual que aquella 188
noche en la cafetería, me encontré con que quería estar lo más
cerca posible de él, así que le tiré de los dedos y le señalé el sitio
en la mesa, a mi lado.
Ryder se apartó de su lado y desplazó su plato y su vaso por
la mesa. Tomé un sorbo de mi bebida para no agarrarlo
automáticamente, pero estaba claramente dispuesto a continuar
donde lo había dejado en el todoterreno, y su mano bajó hasta
apoyarse en mi muslo.
Me tensé, haciendo que se riera.
—Relájate, Ash. No hay nadie aquí, sólo tú y yo y cero
límites.
Me aclaré la garganta. —¿Se supone que eso hace que me
relaje?
—No, se supone que eso te hace saber que, aunque estaba
ocupado mirando tu boca y recordando cómo se sentía entre mis
piernas anoche, seguía escuchando y procesando todo lo que
decías.
—Mierda. —Me reí mientras tomaba un sorbo de mi
refresco—. No tienes un botón de apagado, ¿verdad?
—¿Contigo? No. Siempre estoy encendido.
Puse los ojos en blanco y él me guiñó un ojo antes de volver
a mojar la bola de masa en la salsa para mojar.
—Bueno, mientras tu boca está ocupada de otra manera y
puedo hablar sin que lo conviertas todo en material clasificado,
tengo una... estipulación más antes de que continuemos, —dije.
Ryder retiró su mano. —Creía que en la escuela no se podía
tocar. Eso es lo que hemos sacudido.
—Lo sé, y esta debería ser de sentido común. Pero como
parece que nos falta eso cada vez que nos acercamos, creo que es
mejor que lo verbalice antes de seguir adelante. Y esto no es
negociable. 189
—De acuerdo... —Ryder cogió una servilleta y se limpió la
boca—. Ahora me estás poniendo algo nervioso.
Respiré profundamente y entonces dije la única palabra que
debería haberme hecho replantearme todo esto desde el principio:
—Sam.
Pero de nuevo, aquella noche en que Ryder entró en mi taller
de arte del domingo por la noche, todo el sentido común había
salido.
—¿Qué pasa con Sam?
—No podemos hacer nada de esto -hice un gesto entre
nosotros- cuando él está cerca. Ni siquiera en la misma casa. Así
que eso significa...
—Nada de escabullirse de una película para meterse en tu
cama.
—Exactamente.
—Un poco... el carro delante del caballo8, ¿no?
—Soy consciente —dije, y me pasé las manos por la cara—.
Y no estoy precisamente orgulloso de cómo salió todo eso anoche.
—Deberías estarlo. Lo hiciste como un profesional. —Cuando
me quité las manos de la cara y Ryder vio mi expresión, hizo una
mueca—. ¿No es el momento adecuado?
Negué con la cabeza, y justo cuando estaba a punto de
decirle que debíamos ser discretos, apareció el camarero con
nuestras pizzas. Una vez que se hubo ido, Ryder empezó a sacudir
el parmesano de la suya hasta que apenas se podía ver nada de
los ingredientes por debajo.
—¿Quieres una pizza con ese queso?
Su mano se congeló y luego me ofreció el rallador. —Oye, al
menos no lo he usado todo.
190
Sonreí. —Está bien, no necesito nada.
8
Es una analogía para hacer las cosas en el orden incorrecto.
Ryder se encogió de hombros. —Si tú lo dices.
—La pizza es suficiente para que tenga que trabajar sin
añadir todo ese queso.
Ryder acercó la enorme porción y le dio un enorme mordisco.
—¿Haces ejercicio? Me gustaría ver eso.
No tenía ninguna duda. —Qué tal si no. Ya es bastante difícil
hacer ejercicio, y antes de que lo digas, sí, sólo lo harías más difícil.
—Ja, mira cómo te relajas en el coqueteo. Lo echaba de
menos. Me gusta mucho más que cuando me gruñes.
No estaba precisamente orgulloso de la forma en que había
tratado a Ryder en las últimas dos semanas, porque, aunque
estaba lidiando con el hecho de que había cruzado todas las líneas
importantes que un profesor puede y quería volver a hacerlo cada
vez que lo veía, eso no significaba que fuera su culpa, y
probablemente podría haber encontrado una mejor forma de tratar
con él que no fuera la de ser hosco.
Me senté de nuevo en la cabina. —Lamento la forma en que
te traté. Sobre todo, el primer día. Fue por instinto y, en cierto
modo, por supervivencia. Pero mirando hacia atrás,
definitivamente puedo ver que fui...
—¿Un idiota?
Me reí. —Sí, eso suena bien.
—Todo está bien. Sabía que estabas flipando, yo también lo
estaba. Eras la última persona que esperaba ver cuando caminé
hacia la clase esa mañana.
—Eso sí que es un eufemismo. Todavía tenía moratones
tuyos, por el amor de Dios.
Los ojos de Ryder se dirigieron a mi cuello. —Me acuerdo. 191
199
EL SOL por fin había salido de detrás de las nubes para calentar las
cosas, y mientras me tumbaba en una tumbona junto a la piscina
al lado de Ryder, le oí suspirar felizmente.
—Esto es lo que yo llamo un día perfecto.
Yo tarareé mi acuerdo, con los ojos cerrados detrás de mis
gafas de sol. Era agradable estar sin la sensación de urgencia que
normalmente nos acompañaba. Podíamos ir a nuestro ritmo,
tomarnos nuestro tiempo, llegar a conocernos.
—¿Te llevas bien con tu padre? —pregunté. Con lo unidos
que estábamos Sam y yo, no podía imaginarme no tener ese tipo
de relación.
—Sí, es genial. Es un poco estricto, lo cual es de esperar por
estar en el ejército, pero se preocupa, lo cual es más de lo que
muchos padres pueden decir. Ahora mismo tenemos horarios
opuestos, pero no me quejo, ya que eso significa que no se da
cuenta cuando ceno comida basura en lugar del pollo y el brócoli
que él pone.
Negué con la cabeza mientras recorría con la mirada el
impecable cuerpo de Ryder. Maldito metabolismo de dieciocho
años. —¿Y tu madre?
—No tengo ninguna. —Se encogió de hombros—. Ella se fue
cuando yo nací. No la conozco. No me interesa.
—¿De verdad? —Me puse de lado, apoyándome en el codo.
—¿Por qué querría perder mi tiempo con alguien que no me
quiere? Ella se lo pierde, no yo. 200
206
—Me alegro de haber comprado más huevos. Nunca he visto a
nadie comer más que Sam.
Me metí en la boca otro tenedor de revuelto y tomé un trago
de leche fría del vaso. —Te sorprendería lo que puedo meterme en
la boca cuando me dan la oportunidad.
Ash puso los ojos en blanco y cogió el cartón casi vacío. —Si
quieres una cuarta ración, habla ahora.
—No. Entre tú antes y esto, creo que he devorado todo lo
que puedo por ahora.
—Esa boca —murmuró mientras se ponía en pie y devolvía
los huevos al refrigerador.
—No te he oído quejarte de ella esta mañana.
—Oh, ahora no me quejo. De hecho, lo disfruto demasiado.
—Se inclinó sobre la isla de la cocina, y yo me senté en mi silla y
me encontré con él a mitad de camino para darle un beso. Fue una
locura la forma en que mi cuerpo se aceleró con sólo el contacto
de sus labios, pero antes de que pudiera hundirme en él, Ash se
apartó.
—¿Dónde estás en tu proyecto?
—Maldita sea. —Me dejé caer de nuevo en mi silla y fingí un
mohín—. ¿En eso pensabas cuando me besabas? ¿En mi proyecto?
Estoy perdiendo mi toque.
La sonrisa malvada de Ash respondió a esa pregunta. —En
absoluto. Sólo pensé en ofrecerte mi estudio si querías trabajar en
207
algo mientras estás aquí.
¿Su estudio? Mis oídos se agudizaron al oír eso, y de repente
pensé que mi proyecto sonaba como una muy buena idea. —¿Estás
diciendo que me permitirías usar el estudio de Ash Delaney? ¿Al
pequeño e insignificante yo?
—Ryder, no hay nada pequeño en ti. Ni tu apetito, ni tu polla,
y ciertamente no tu ego.
Eso hizo que una enorme sonrisa se extendiera por mi cara,
porque no se equivocaba en ninguno de esos aspectos. —Me alegro
de que tú más que nadie te hayas dado cuenta. Entonces, ¿puedo
verlo ahora?
Señaló con la cabeza mi plato. —¿Has terminado?
—Oh. —Me metí el resto en la boca rápidamente y luego me
dirigí al fregadero, donde él trató de quitarme el plato antes de que
le diera un codazo para apartarlo—. Sé cómo lavar los platos.
Ash retrocedió, cruzando los brazos mientras me miraba
limpiar.
—¿Qué? —Dije—. ¿Crees que mi padre me habría dejado
salir con un fregadero lleno de platos?
—También hiciste mi cama.
—Todo el mundo debe hacer su cama por la mañana. Esa es
la regla.
Cuando terminé de secar todo, me giré para ver a Ash
sonriendo. Pero entonces me tendió la mano, unió nuestros dedos
y nos dirigimos al patio trasero. Más allá de la piscina y del pequeño
almacén donde guardaban los flotadores y los suministros, había
un pequeño edificio que podría haber servido de habitación de
invitados, pero que se había convertido en un espacio para que Ash
trabajara.
208
Le dio la vuelta a los números del candado y tiró de la puerta,
y yo entré.
—Guau. —Al encender las luces, docenas y docenas de
cuadros salieron a la vista, colgados de las paredes, apoyados en
ellas, un par todavía en caballetes. Caminé lentamente, engullendo
con avidez cada una de las obras de arte. Todas eran tan
diferentes, pero mantenían una vitalidad que era toda de Ash, y al
igual que el propio hombre, no podía apartar los ojos de ellas.
—No puedo creer que no estén colgadas en galerías o en la
casa de alguien. Son demasiado buenos para estar encerrados
aquí, Ash.
Bajó la mirada, obviamente complacido. —Gracias.
—Lo digo en serio. Eres un gran maestro, pero me gustaría
que no hubieras dejado de sacarlas al mundo. Son increíbles.
Tracé con mis dedos las líneas de uno que había hecho y que
parecía una tarjeta de Navidad. Él y Sam estaban sentados frente
a una chimenea, junto a una mujer con el cabello tan rubio como
el de ellos, todos con gorros de Papá Noel y sonriendo como si
estuvieran mirando a una cámara.
Eso era lo que quería. Crear una obra de arte que mostrara
lo hermoso que era Ash. Me di la vuelta para mirarlo, con una idea
que había tenido días atrás completamente formada en mi mente,
y así supe cuál sería mi proyecto.
—¿No te importa que me sirva algo de aquí? —Dije.
—Todo lo que quieras.
—¿Eso te incluye a ti?
Sus cejas se juntaron. —¿A mí? ¿Qué quieres decir?
—Bueno... tengo una idea y me vendría bien tu ayuda.
—Si te refieres a la ayuda con tu proyecto, me temo que la
respuesta es no. Sería un conflicto de intereses. 209
214
TAN PRONTO COMO ASH TERMINÓ de preparar el picnic que
habíamos preparado para ir a la playa a última hora de la tarde,
me dirigí al agua, donde me había desafiado a ir.
No estaba loco, sabía lo fría que estaba su piscina, pero
tampoco esperaba meter los dedos de los pies en un baño de hielo.
—Ash, eso está jodidamente helado —grité, apartándome del
camino de las olas. Había unos cuantos nadadores a poca distancia
de nosotros, y lo único que podía pensar era que estaban locos. O
masoquistas. No había manera de que me metiera en el agua a
menos que alguien me pagara al menos seis cifras.
Ash sonrió mientras se levantaba, quitándose la arena de las
manos mientras se reunía conmigo a mitad de camino. —No seas
un bebé. Ni siquiera te has mojado los tobillos.
—Eh, no, porque no quiero morir de hipotermia. No hay
manera de nadar en eso.
—Yo lo hago. Bueno, lo hice. Solía hacer surf, también. —Se
levantó la camisa para mostrar la cicatriz dentada que le cruzaba
las costillas—. Así es como me hice esto. Solía tener ganas de
morir.
Pasé mis dedos ligeramente por la cicatriz. —¿Esto es por el
surf? ¿Qué pasó, un tiburón intentó comerse tus costillas?
—No podría culparlo. Aparentemente soy sabroso. —Ash
movió las cejas y me agarró la mano para que se bajara la
camiseta—. No, tuve un desagradable encuentro con un montón
de rocas en un día de viento. No he salido mucho desde entonces. 215
—Bueno, podrías tener otro encontronazo y perder una
mano, y eso sería jodidamente trágico. Nunca tendríamos otro
retrato de Ash Delaney de un perro con una sola oreja.
—El mundo podría ser mejor por eso.
Con nuestras manos enlazadas, me llevó de nuevo a nuestra
gran manta, y me quité la arena de mis pies antes de tumbarme
en ella. En algún momento de la semana debí mencionar la playa
y ver una puesta de sol, y dejé que Ash lo hiciera. Sólo nos
quedaban un par de días antes de que nuestro tiempo a solas se
acabara y Sam volviera, y no íbamos a desperdiciar ni un minuto.
¿Habíamos hablado de lo que pasaría una vez que
tuviéramos que volver a la realidad? No. Pero no me preocupaba.
De alguna manera me mantendría dentro de los parámetros que
habíamos establecido, por muy difícil que fuera ahora que estaba
acostumbrado a tocarlo siempre que quisiera. Incluso ahora,
mientras sacaba las cosas de la bolsa, seguía teniendo mi mano en
su muslo, porque me parecía mal estar tan cerca y no tener mis
manos sobre él.
Me dio un sándwich de ensalada de pollo y me acerqué a él
para que nuestras piernas se tocaran mientras mis manos estaban
ocupadas. Comimos en silencio, viendo cómo las olas se
estrellaban en la orilla, cómo el cielo se volvía de todos los tonos
de rosa, amarillo y naranja a medida que el sol empezaba a
ponerse. Hay algo en estar aquí, en estar con Ash, en todo ello...
Me sentía como en casa. Nunca había sabido lo que era eso de
mudarme por todo el país y no parar nunca lo suficiente para hacer
una vida, pero por primera vez, podía decir con total certeza que
este era mi lugar.
Aquí, con Ash, un hombre que me hacía sentir vivo de una
forma que había estado deseando. Con él, me sentía sexy y
216
deseable, seguro y cuidado, y tan feliz que creía que iba a reventar
mi puto cuerpo.
Había caído. Tan fuerte. Y no pude evitar pensar en la suerte
que tenía de que Ash no me hubiera echado después de todo.
—¿Tienes algo en mente?
Perceptivo como siempre, como si pudiera ver las ruedas
girando, Ash envolvió los últimos bocados de su sándwich y lo puso
frente a mí para cuando terminara el segundo.
—Estaba pensando en lo horrible que sería si no hubieras
cambiado de opinión. En lugar de estar aquí contigo,
probablemente estaría solo en casa, redibujando mi proyecto para
tu clase por millonésima vez y odiando cada uno de ellos.
Probablemente también te estaría maldiciendo a ti, por ignorar algo
que podría resultar genial.
Ash asintió, mirando al horizonte. —Probablemente estaría
haciendo lo mismo. Pensando en ti y odiándome por todo ello.
Olvidado el sándwich, tomé su mano entre las mías. —
Gracias.
—¿Por qué?
—Por dejarme volver a entrar. Por arriesgarte por nosotros.
Ash negó con la cabeza, con su cabello rubio ondeando
alborotado por el viento. No podía apartar los ojos de él. —No tuve
elección —dijo finalmente.
—¿Qué quieres decir?
—Si te hubiera conocido al revés, ni hablar. Podría haber
dicho que no y haberlo hecho en serio. Pero conocerte de la forma
en que lo hice, y la conexión que tuvimos... No había vuelta atrás.
No se puede olvidar. Después de esa primera noche, eso fue todo,
por mucho que intentara luchar contra ello.
Miré nuestras manos y giré las suyas para poder trazar las 217
líneas de su palma con la yema del dedo. —Algunas cosas están
destinadas a suceder. Es mejor no cuestionarlo.
—No estoy seguro de que eso sea lo más sabio en este caso,
pero...
Contuve la respiración mientras él extendía la mano y
acunaba mi mejilla con su mano libre.
—Me cansé de tratar de negar esto. Me cansé de tratar de
negarte.
Me incliné y le di un suave beso en los labios. Pude ver la
lucha en sus ojos, el tormento que claramente aún sentía por
sentirse atraído por alguien de quien sabía que debía alejarse. Pero
en el momento en que nuestras bocas se encontraron, la tensión y
la indecisión se desvanecieron, y cualquier recelo se desvaneció en
las emociones que nos envolvieron.
Sabía cómo reaccionaría la gente si supiera lo que pasaba
entre nosotros. No era estúpido, ni ingenuo ante el hecho de que,
aunque tenía dieciocho años y todavía era su alumno, la gente
tendría opiniones muy firmes sobre por qué no podíamos estar
juntos. Pero si todo esto hubiera ocurrido dentro de un par de
meses, esto ni siquiera sería un problema, y yo iba a luchar por lo
que quería.
—Oye —dije mientras me retiraba—. Sabes que nunca haría
nada que pusiera en peligro tu trabajo, ¿verdad? No seguirás
preocupado por si te meto en problemas, ¿verdad?
Ash entrelazó nuestros dedos y los apretó ligeramente. —No.
Sé que no harías eso. ¿Pero todo esto de andar a escondidas? ¿Los
secretos y las mentiras? Estará bien cuando por fin podamos
dejarlo atrás.
—Ya falta poco. —Sonreí—. Sólo un par de meses. Creo que
podemos comportarnos hasta entonces.
—Sé que yo puedo —dijo Ash con una sonrisa—. Tú, en 218
cambio...
Me incliné para chocar los hombros con él. —Yo también
puedo. De hecho, voy a hacer un trato contigo. Cada vez que
camine a tu clase, tendré mi teléfono apagado para resistir toda
tentación de enviarte un mensaje de texto sobre el buen culo que
tienes, y me limitaré a pensarlo en silencio en el fondo del aula.
Ash dejó escapar una sonora carcajada. —Oh, bueno, eso
facilitará las cosas.
—¿De verdad? —Fruncí los labios y bajé los ojos a su
regazo—. Y yo que esperaba que hicieras las cosas más difíciles.
—Eso no parece ser nunca un problema contigo.
—Por lo que estoy eternamente agradecido. Pero en serio,
Ash, no quiero que te preocupes. Eres un profesor increíble, y
tienes mucho talento y conocimientos que impartir a tus alumnos,
incluido yo mismo. Nunca haría nada que pusiera en riesgo eso.
—Bueno, gracias. Eso me hace sentir mejor.
Entrecerré los ojos. —¿De verdad? ¿O sólo lo dices por decir?
—No, de verdad. Lo que ha pasado entre nosotros es algo
que nunca hubiera previsto, y aunque todo en mi cerebro me dice
que no deberías ser tú por quien siento esto, no puedo fingir más.
Quiero más de esto. Más de ti. Sé que eres joven y que aún estás
descubriendo cosas...
—No es que no lo sea. —Llevé nuestras manos a mis labios
y besé los nudillos de Ash—. Puede que todavía esté intentando
averiguar qué demonios hacer conmigo mismo después de la
escuela, pero sé con quién quiero hacerlo. Y no, por una vez en mi
vida, no lo dije de manera sucia. Estabas destinado a ser mío, Ash.
Ambos lo supimos desde el momento en que entré en ese taller.
No voy a dejarte ir ahora.
Se inclinó hacia mí, con sus labios acariciando y saboreando 219
los míos, mientras el sonido de las olas rompiendo en la orilla
llenaba mi cabeza. La brisa alborotó su cabello y pude sentir las
sedosas hebras rozando mi piel.
Ash acarició sus pulgares sobre mis hoyuelos. —¿Oyes eso?
Si se refería a los latidos de mi corazón, entonces sí,
definitivamente podía oírlo. Me sentí como si estuviera flotando de
lo feliz que era.
—Es música. —Ash miró por encima de su hombro, y yo
también lo hice, tratando de ver lo que estaba mirando—. ¿No oyes
eso?
Escuché un poco más por encima de las olas, de mi corazón
y del pulso que latía en mis oídos y que parecía no poder calmar.
—¿Música? Mm.…
Entonces lo oí. El débil sonido del jazz en la distancia.
—La oigo.
Una brillante sonrisa iluminó la cara de Ash mientras se ponía
en pie de un salto y extendía la mano. —Vamos —le cogí la mano
y me susurró: —Vamos a bailar.
220
CON EL SOL comenzando a ponerse en tonos de lo que Sam
siempre llamaba algodón de azúcar, las luces del muelle se
encendieron, iluminando a la banda instalada en un escenario
improvisado al final. No me había dado cuenta de que aquí se
hacían este tipo de cosas, aunque estábamos un poco alejados de
uno de mis lugares habituales de playa. Sin embargo, no podíamos
dejar de ser demasiado cuidadosos, no hasta que Ryder se
graduara.
Dios, sólo pensar en esa frase era tan jodido, pero entonces
lo miré, y vi a alguien más maduro para sus años que yo, y yo
había sido padre a su edad. Era salvaje pensarlo, pero todo había
salido bien. Esto también lo haría.
Eso esperaba.
Ryder me cogió de la mano mientras subíamos las escaleras
hacia el muelle. Había unas cuantas parejas bailando al ritmo del
jazz lento y, mientras caminábamos para unirnos a ellas, me
apretó la mano.
—¿Es el momento equivocado para decirte que no sé cómo
hacer esto?
—¿Esto? ¿Te refieres a bailar? —Cuando asintió, enarqué una
ceja—. ¿Así que te estoy dando una primera vez?
—Mmmm. —Ryder sonrió cuando lo llevé frente a mí, tirando
de él por la cintura y metiendo nuestras manos unidas entre
nosotros.
—Me has dado muchas primeras veces —dijo—. Pero sí, este 221
no es uno de mis puntos fuertes, así que lo siento de antemano si
te pisoteo.
—No hay nada que hacer. ¿Ves? Ya estás bailando.
—Eh, no, esto es básicamente balancearse hacia adelante y
hacia atrás.
—No te das suficiente crédito. Estás siguiendo mis
movimientos.
—¿Lo estoy haciendo?
—Sí. Lo haces.
Ryder miró hacia abajo, donde nuestros pies hacían
pequeños círculos, y luego apoyó su mejilla contra la mía. Cerré
los ojos, permitiéndome estar realmente en este momento sin la
preocupación de lo que habíamos hecho, lo que estábamos
haciendo, o lo que iba a venir. Todo lo que importaba era el aquí y
el ahora, y la sensación de Ryder en mis brazos.
—Puede que te lo haya dicho alguna vez, pero eres un gran
maestro —dijo, y yo gemí—. ¿Qué? ¿Demasiado pronto?
—Sí. Listillo. —Lo empujé hacia atrás, manteniendo nuestras
manos enlazadas, y luego lo llevé a un giro. Le pilló desprevenido,
exactamente como pretendía, y me incliné hacia él y le di un rápido
beso antes de volver a levantarlo.
Me señaló con un dedo el pecho. —Eso no fue un movimiento
de novato, fanfarrón.
Me reí y le acerqué de nuevo, notando que habíamos llamado
la atención de algunos de los que bailaban cerca. —No te
preocupes. No dejaré que te caigas de culo a menos que te lo
merezcas.
—¿Merecerlo? —Se quedó con la boca abierta mientras se
inclinaba hacia atrás para mirarme. Intentó mantener la falsa
rabia, pero sus labios se separaron en una amplia sonrisa y se 222
encogió de hombros—. En realidad, probablemente me lo merezca,
pero teniendo en cuenta que necesitas mi culo en plena forma,
quizá no sea buena idea romperlo.
Me reí, porque, aunque era ridículo, era cierto. Me había
aficionado a su culo. Era regordete y firme y siempre estaba listo
y deseoso de complacer.
—Tienes razón —dije—. Tal vez cubrirlo con papel de
burbujas cuando no se use sea una buena idea.
—De acuerdo, señor.
Le di un firme golpe en el culo, que sólo pareció animarle.
—Por favor, señor, ¿puede darme otro?
—¿Otro? Te he tenido encerrado en mi cama durante días.
Pensé que tu culo necesitaba un descanso y que te vendría bien un
poco de aire fresco.
—Esas son dos cosas que estoy descubriendo que están muy
sobrevaloradas. Pero... esto es agradable.
—¿Agradable?
—Increíble. El mejor día de mi vida.
Puse los ojos en blanco. —Ahora te estás haciendo el
gracioso.
Ryder se calmó en mis brazos, sus ojos se fijaron en los míos.
—No, no lo hago. Durante años he ido rebotando de un sitio a otro,
y como mi padre casi siempre estaba fuera, tenía que hacerlo casi
todo yo solo. Desde la escuela, hasta las cosas fuera de ella,
siempre fui un niño solitario, por lo que en cierto modo caí en mi
arte. Pero encontrarte, poder compartir esa parte de mí, ha sido la
mejor experiencia de mi vida. Y cada día que paso contigo, es
mejor y mejor.
Dios. Hacía mucho tiempo que no me dejaba llevar, si es que
alguna vez lo había hecho, pero las palabras de Ryder hicieron que
mi corazón palpitara con fuerza mientras me miraba con ojos llenos 223
de esperanza, llenos de promesas del mañana.
—¿He dicho demasiado?
Rodeé su cintura con mis brazos y me incliné para susurrarle
al oído: —Lo que dijiste fue perfecto. Tú eres perfecto... para mí.
Tanto, que me asusta un poco.
Ryder pasó sus brazos por detrás de mí cuello mientras me
miraba, y las luces del muelle brillaban en sus hermosos ojos. —
¿Te asusta?
—Sí. Esta última semana ha sido como un soplo de aire
fresco, cuando ni siquiera sabía que lo necesitaba. Hacía mucho
tiempo que no me permitía abrirme a otro de la forma en que lo
he hecho contigo, y estoy luchando por mantener todas mis
emociones a raya.
—¿Quién te lo pidió?
—Nadie. Pero a pesar de lo rápido que me metí en todo esto,
suelo ser mucho más sensato. Yo por lo general trato de ser más
cauteloso.
—¿Por Sam?
—Esa es una de las razones.
—¿Y la otra?
Sonreí. —Las relaciones son difíciles.
Ryder se mordió el labio inferior, y pude ver las ruedas
girando detrás de su mirada pensativa. —¿Y es eso lo que quieres
conmigo?
Sabía que la pregunta iba a llegar, por supuesto. Habíamos
pasado de puntillas todo el día y la noche, toda la semana en
realidad, pero eso no hacía más fácil la respuesta. ¿Quería una
relación con Ryder? Sí, podía verme a mí mismo enamorado del
hermoso y joven artista que me perseguía sin descanso. Pero no
quería adelantarme. Todavía teníamos que pasar unos meses antes 224
de que las cosas se volvieran... más fáciles.
—Sí, lo sé. Pero ahora mismo tenemos que tomarnos un día…
—¿Y la noche?
—…y la noche a la vez.
Ryder me mordió el labio. —De acuerdo, supongo que puedo
lidiar con eso.
—Supones, ¿eh?
—Bueno, no es como si realmente tuviera una opción. Pero
mientras sepas que en el momento en que cruce el escenario para
la graduación iré por ti, puedo lidiar con ello.
Se me aceleró el pulso, pero decidiendo volver a poner las
cosas en su sitio, dije: —Personalmente, espero que vengas a
buscarme antes de esa fecha. Pero eso es sólo cosa mía.
Ryder se quedó con la boca abierta. —Sr. Delaney, qué
escandaloso.
Realmente lo era, y aunque normalmente me reñía con el
uso de mi apellido en privado como éste, la luz traviesa de sus ojos
hacía difícil pensar en otra cosa.
—Si crees que es escandaloso, espera a que te lleve a casa.
—Mmm. —Ryder movió las cejas—. ¿Vas a darme otra
lección?
Me reí. —¿Cuántas frases de profesor tienes?
—Unos cuantas.
—Eso es lo que me temía. —Le pasé una mano por el culo—
. Creo que ya es hora de un poco de educación en casa, ¿qué te
parece?
Ryder se lamió los labios. —Creo que me gusta a dónde va
con esto, señor. Yo siempre me apunto a una clase suya.
225
Cuando Ryder rompió a reír, me uní a él. Era incorregible y
no me cansaba de él. Fuimos a recoger nuestra cesta y nuestra
manta, y me lo llevé a casa con toda la intención de darle una
lección... o dos.
226
En cuanto entramos en la casa de Ash y la puerta se cerró de golpe,
fue una carrera para ver quién subía primero las escaleras y llegaba
a su habitación. Las risas resonaron en el pasillo mientras nos
soltabamos las camisas, y a mitad de camino hacia su habitación
lo atraje hacia mí, tomando su boca en un beso fuerte.
Los toques casuales, la cena en la playa, los besos robados
y el baile en el muelle... todo el día había conducido a este
momento, y ahora que por fin lo tenía en algún lugar a solas, quería
acercarme a él lo más posible.
Le mordí y chupé el labio inferior, deslizando mis manos por
debajo de su camisa. —Sabes salado, como el océano.
Ash gimió y me hizo caminar hacia atrás hasta que me topé
con la pared. —¿Estás seguro? Tal vez deberías probar otra vez.
Sólo para estar seguro.
La presión de su muslo contra mi polla era tan deliciosa como
frustrante. Volví a besarle y aparté rápidamente su camiseta de mi
camino.
Ash se rio cuando sus manos encontraron el botón de mis
pantalones cortos y lo abrieron de un tirón. —El dormitorio está
justo ahí, sabes.
—Eso es demasiado lejos —dije, y empujé mi erección hacia
la mano que acababa de deslizar dentro de mis pantalones cortos.
—Tan impaciente. ¿No has oído la frase 'las cosas buenas
llegan a los que esperan’? —Ash acarició con sus dedos la cabeza
hinchada de mi polla, y luego los arrastró por la parte inferior de 227
mi eje para poder agarrarla bien.
—No quiero cosas buenas. —Mi cabeza cayó contra la
pared—. Quiero que hagas todas las cosas muy, muy malas para
que me corra.
—Joder —gruñó Ash, acariciando bajo mi oreja—. ¿Qué
quieres primero? ¿Mis manos? ¿O mi boca?
—Sí —dije, y la risa de Ash fue baja y ronca.
—Eso no es una respuesta, Ryder.
—Las dos. Quiero las dos. Todo sobre mí. Todo el tiempo.
—Codicioso.
No había forma de que pudiera negar eso, no cuando la
prueba de mi excitación palpitaba en su mano. —Cuando se trata
de ti, siempre.
Ash sonrió y me soltó. Gemí cuando retiró su mano de mis
calzoncillos, pero cuando liberó su propio botón y bajó la
cremallera, fue todo lo que pude hacer para mantenerme erguido.
Ash desnudo era algo sacado de todos los sueños que había
tenido de él. Pero que Ash se desnudara para mí allí mismo, en su
vestíbulo, me hizo pensar que podría haber muerto e ir al cielo.
—¿Piensas sostener mi pared durante el resto de la noche?
¿O vas a venir aquí?
Me encantaba cuando se ponía así de autoritario. Dejé caer
mis ojos hacia su gruesa polla y me pasé la lengua por el labio
inferior.
—Sólo me tomo un momento para —me metí la mano en los
calzoncillos y me di una buena y lenta caricia— disfrutar de la vista.
Ash miró con atención mi mano y luego se quitó los
calzoncillos de una patada. —Bueno, ya que estás en ello,
228
asegúrate de disfrutar de esto también.
Me quedé boquiabierto cuando Ash se dio la vuelta y se
dirigió al pasillo, porque, joder, su culo era un espectáculo para la
vista. Por no hablar de sus largas piernas espolvoreadas con un
fino vello dorado, y ese torso delgado rematado con un hermoso y
amplio conjunto de hombros. Era una obra de arte, una que había
tenido la suerte de sentarme a dibujar, pero no me iba a quedar
sin poner las manos en la masa esta noche. Cualquier lección que
planeara iba a ser práctica.
Mientras él desaparecía dentro de su habitación, me deshice
de la ropa que me quedaba y corrí por el pasillo. Cuando entré, el
sonido del chorro de la ducha llenó el aire, y cuando vi el resplandor
de la puerta del baño, se me aceleró el pulso.
Por supuesto que sí. Lo único mejor que un Ash desnudo era
un Ash elegante, húmedo y desnudo.
Empujé lentamente la puerta del baño. Cuando entré en el
cuarto de baño, salió vapor y, cuando la espesa bruma empezó a
disiparse, la imagen que apareció casi me hizo caer de rodillas.
Allí, de pie bajo una ducha de lluvia, estaba el hombre más
magnífico que jamás había visto. Ash tenía las manos apoyadas en
la pared y la cabeza inclinada hacia delante, y mientras me
quedaba allí intentando que no se me saliera la lengua de la boca,
vi cómo el agua caliente se deslizaba por encima de sus omóplatos
y seguía un camino directo entre sus apretadas nalgas.
Joder. Quería seguir ese camino con mi lengua. Quería
adorar cada centímetro de ese cuerpo con mi boca.
Como si sintiera mis ojos sobre él, Ash giró la cabeza y se
centró en mí.
Con las pestañas brillando por el agua, Ash se apartó de la
pared de azulejos y me dirigió un dedo. La expresión pecaminosa
229
y seductora de sus ojos me decía que esta noche no iba a dejarse
apresurar, y eso me parecía bien.
Me acerqué a la ducha y entré, y antes de que pudiera decir
una palabra, los labios de Ash estaban sobre los míos. Cálidos y
húmedos, se apoderaron de mí en un instante, y deslizó su lengua
a lo largo de mi labio inferior, burlándose de mí y probándome
como si fuera un buen vino que no quería terminar de un solo
trago.
Me acerqué a su cintura, atrayéndolo hacia mí, y deslicé mis
manos hacia su delicioso trasero. Mis dedos coquetearon con la
sombría hendidura entre la que el agua había desaparecido antes,
y cuando abulté y separé las nalgas de Ash, él gimió.
—Lo siento —dije, sin sentirlo en lo más mínimo—. Sólo me
aseguro de que nos deshacemos de toda la arena. Se mete en las
grietas más estrechas, ¿no crees?
—Alborotador —Ash me pellizcó el labio inferior.
—Y tienes un gran culo. Por Dios, Ash, en serio. Es... —Lo
apreté de nuevo, y me hizo caminar hacia atrás un par de pasos
hasta que estuve contra la pared de azulejos de su ducha y él
contra mi frente.
—¿Es qué?
Parpadeé, y todos los pensamientos que no fueran lo
malditamente sexy que era abandonaron mi cabeza. —¿Eh?
Ash cogió el jabón y me lo dio. —Quizá te venga bien
mientras me dejas bien limpio.
Miré el jabón en mi mano y luego volví a él. —O tal vez me
corra mientras te limpio bien.
Ash se rio mientras empezaba a enjabonarlo. —Cualquiera
de los dos modos me viene bien, pero ve con calma: esta es solo
la primera parada de esta noche.
230
Arqueé una ceja. —Soy un joven de dieciocho años que no
ha pensado en nada más que en ti dentro de mí durante semanas.
No hace falta que te muevas, créeme.
La boca de Ash se separó como si estuviera a punto de
responder, pero por si acaso estaba a punto de decirme lo malo
que era querer a alguien de mi edad, rodeé su polla con mi mano
resbaladiza y le recordé que eso ya no era un punto de discusión.
—Mierda —murmuró, y apoyó una mano junto a mi cabeza.
Le unté la deliciosa polla y las pelotas, esos abdominales marcados
y su vientre plano, y luego me dirigí hacia su pecho y sus hombros
hasta que le rodeé el cuello con las manos y dejé caer el jabón al
suelo.
—¡Ay! —Miré el suelo de baldosas—. ¿Debo recogerlo?
—Si recoges eso, vas a tener mucho más que arena para
preocuparte en tus lugares estrechos.
Me reí mientras empezaba a retorcerme contra el cuerpo
empapado de Ash. —¿Lo prometes?
—Oh, puedes apostar dinero en ello.
—En ese caso... —Fui a dar un paso alrededor de él y a
recogerlo, pero Ash me cogió del brazo y me volvió a tirar contra
él. Cuando su polla se encajó en la raja de mi culo, gemí y me
incliné hacia él.
El chorro de la ducha golpeaba ahora la parte delantera de
mi cuerpo excesivamente sensibilizado. Ash me rodeó la cintura
con el brazo y me agarró la polla dolorida, y yo me arqueé ante su
contacto, ávida de ella.
—Oh, Dios —dije, mientras él movía sus labios hacia la curva
de mi cuello y mi hombro—. Eso se siente tan bien.
—Tú te sientes tan bien —dijo Ash mientras empezaba a
besar y chupar mi piel cubierta de rocío, y luego comenzó a
acariciarme mientras el agua llovía sobre mi pecho y su mano
ocupada. 231
232
NO PUDE APARTAR los ojos del hermoso hombre que se estaba
secando en mi cuarto de baño. Colgué la toalla en un gancho y
contemplé su impecable reflejo en el espejo.
No estaba seguro de cómo había podido evitar follarlo ahora
mismo. Pero, por algún milagro, había sido capaz de contenerme
y permitirle a él disfrutar primero. Con sus ojos clavados en los
míos y su erección entrando y saliendo de mi mano, ver cómo su
cuerpo se tensaba y apretaba antes de explotar era una de las
cosas más espectaculares que había visto nunca.
Me moría de ganas de verlo deshacerse así otra vez, pero
esta vez conmigo dentro de él.
—Estás mirando —dijo.
—Lo sé. Tomé su mano, atrayéndolo hacia mí, y luego le di
un ligero beso en los labios—. No es frecuente que pueda mirarte
como quiero, así que me aprovecho.
—Oh... —Ryder dio un paso atrás y extendió su brazo libre,
mostrándose completamente—. Entonces, por supuesto,
aprovecha al máximo.
Me reí, lo empujé contra mí y le di una palmada en el culo.
—Prefiero aprovecharme de ti en mi cama.
—Este día se pone cada vez mejor.
Lo conduje fuera del baño a mi habitación, que ahora que el
sol se había puesto, estaba inundada de sombras y siluetas. Esta
noche había luna llena, así que el rayo de plata que se asomaba a
través de las cortinas añadía el brillo suficiente para que 233
pudiéramos distinguirnos. Pero mientras que nuestra visión podía
estar ligeramente obstaculizada, todos nuestros otros sentidos se
habían agudizado.
Cuando nos detuvimos junto a la cama, Ryder se acercó,
rozando con los dedos de los pies los míos mientras colocaba sus
manos en mi pecho. Podía sentir mi corazón palpitando bajo su
palma y me preguntaba si podía oírlo.
—En serio —dijo, y luego me dio un suave beso en los
labios— antes de que se me olvide, gracias por lo de hoy. Ha sido
la mejor cita de mi vida.
Sonreí. —De nada. Pero aún no ha terminado.
—¿No?
Recorrí con mis dedos su columna vertebral, haciéndole
temblar, y luego tomé su culo con la mano y lo subí por mi cuerpo.
Ryder jadeó y enrolló sus piernas alrededor de mis muslos, y
cuando bajó la mirada hacia mí, negué con la cabeza y susurré: —
No.
Me giré, apoyé una rodilla en el colchón y lo tumbé sobre él.
Se estiró por encima de la cabeza, se agarró al otro lado de la cama
y se tiró hacia el centro, y se me cortó la respiración al verlo.
Desnudo y cubierto por la luz de la luna, Ryder era una imagen de
pura perfección. Tenía las piernas ligeramente abiertas, su polla
sobresalía gruesa y orgullosa junto a su cadera, y aquel cuerpo
pecaminoso estaba moteado de plata.
—Eres tan increíblemente hermoso —susurré, bebiendo cada
parte de él que podía ver—. No sé qué he hecho para merecerte.
Ryder se lamió sus exuberantes labios y levantó sus caderas
del colchón. —¿Ash?
—¿Mmm?
234
—Ven aquí.
Sabiendo que una vez que empezara no iba a parar, abrí un
condón y lo enfundé, y luego arrojé un frasco de lubricante sobre
la cama. Cuando finalmente bajé la cabeza para besar el interior
de su pierna, Ryder gimió.
Saqué la lengua y empecé a dibujar una línea por el interior
de su pantorrilla. Cuando llegué a su rodilla, levanté la vista para
ver a Ryder apoyado en sus codos mirándome. Una sonrisa se
extendió lentamente por mis labios mientras volvía a trabajar, y
mientras seguía besando el interior de sus muslos, Ryder levantó
sus caderas de la cama y soltó un fuerte grito. Tracé un lento
camino desde la raíz de su polla hasta la misma punta, y luego la
chupé entre mis labios.
—Oh, Dios mío —dijo mientras se dejaba caer en la cama,
abriendo aún más las piernas.
Me coloqué entre ellas, tomándome mi tiempo para disfrutar
del sabor salado de su precum en mi lengua. Cuando mi polla
empezó a impacientarse, miré el cuerpo de Ryder. Sus ojos
estaban en el techo mientras seguía empujando sus caderas fuera
de la cama, y sonreí, amando que estuviera fuera de sí por la
necesidad.
Agarré el frasco junto a su cadera y vertí un poco de
lubricante en mi mano. Ryder enganchó una pierna sobre mi
hombro y arqueó su cuerpo como una ofrenda.
—¿He mencionado antes lo de ‘goloso’?
Ryder inclinó la cabeza para mirarme, y sus ojos eran casi
abrasadores cuando se clavaron en los míos. —Tan goloso. Te
quiero dentro de mí, Ash. Ahora.
Tanteé suavemente el agujerito en el que no podía esperar
a volver a entrar, y cuando la punta de mi dedo se deslizó por el
235
primer anillo de músculo, Ryder clavó su talón en mi espalda y
apretó con fuerza. Se deslizó bien y profundamente, y cuando lo
saqué y añadí un segundo, repitió el movimiento, haciendo que mi
polla se pusiera celosa.
Era tan sexy que debería ser un crimen. Por la forma en que
se movía, sonaba y parecía, era un milagro que no estuviera ya
dentro de él. Pero cuando volvió a empujar sus caderas hacia arriba
y sus pelotas estaban en mi cara, no pude resistirme a bajar la
cabeza para probarlas. Chupé una y añadí un tercer dedo a la
mezcla. Cuando Ryder maldijo mi nombre y me penetró tanto en
la mano como en la cara, estuve a punto de correrme.
Como no sabía cuánto podía durar, retiré los dedos y le di
una última chupada antes de arrastrarme sobre él, colocar una
mano junto a su cabeza y enganchar la otra bajo su rodilla.
—No puedo esperar más —dije mientras empujaba
suavemente su pierna contra su pecho—. Te necesito.
Ryder me rodeó el cuello con sus brazos. —Entonces
tómame. Soy todo tuyo.
Se me cortó la respiración por la sinceridad de sus ojos, pero
antes de que pudiera responder, se levantó y me besó con fuerza,
lo que hizo que mis caderas se movieran hacia delante y mi polla
se hundiera en lo más profundo.
Cuando toqué fondo, Ryder liberó su boca y gritó mi nombre.
—Maldita sea. Me llenas tan bien, Ash. Nada me hace sentir como
tú, y créeme, he probado muchas cosas... diferentes.
Las palabras me trajeron a la mente imágenes de Ryder a
solas, haciendo cosas en las que pensaría mucho después de este
momento.
—Te gusta eso, ¿verdad? —Me mordió la barbilla mientras
levantaba sus caderas y apretaba su culo alrededor de mi dolorosa
longitud—. Que me corra mientras pienso en ti. 236
—Si —dije, mientras me deslizaba lentamente fuera de él—.
Pero me gusta mucho más hacer que te corras conmigo.
Cuando volví a entrar en él, Ryder me besó con fuerza y
luego me rodeó la cintura con las dos piernas y empezó a moverse
conmigo. Era un ritmo frenético, nacido de la lujuria y la pasión, y
mientras miraba los brillantes ojos azules de Ryder, me sentí caer.
Durante mucho tiempo había dejado de lado esta parte de
mí, negándome cualquier tipo de placer personal. Pero desde el
momento en que Ryder entró en mi vida, ya no pude negarlo. No
estaba seguro de cuánto duraría esto, o incluso si podría, pero por
este momento me permitiría soñar.
Pasé mis dedos por el pómulo de Ryder, y las emociones que
se arremolinaban en sus ojos hicieron que me doliera el corazón.
Esto se sentía diferente. Algo en este momento, en esta
noche, se sentía más íntimo. A medida que nuestro ritmo se
convertía en un baile sin prisas y totalmente diferente, el frenético
roce de hace unos segundos fue sustituido por un matiz sensual y
atemporal para el que ninguno de los dos estaba preparado.
Cuando empecé a moverme lenta y metódicamente dentro y
fuera de Ryder, sus ojos brillaron y sus piernas se tensaron como
si no quisiera soltarse nunca, y conocí la sensación.
¿Quién sabía lo que pasaría después de esto? ¿Quién sabía
lo que nos depararía el mañana? Pero mientras subíamos a la cima
más alta, nos aferramos el uno al otro mientras temblábamos.
Entonces nos detuvimos en el borde, nos miramos y dimos un salto
de fe: saltamos.
Ryder se tensó en mis brazos mientras caía, su grito de
éxtasis nunca lo olvidaría, y cuando por fin cedí y me deshice, me
di cuenta de que había caído: estaba perdidamente enamorado del
único hombre que...
237
—MMM, HUELE BIEN —Ryder me rodeó la cintura con sus brazos
por detrás mientras echaba los posos del café fresco en el filtro.
—¿Yo o el café? —pregunté.
—Ambos. —Se acurrucó más cerca, presionando un beso
justo debajo de mi oreja, y no pude evitar el modo en que me
estremecí ante su contacto. Esta rutina matutina se estaba
volviendo familiar, y tuve que recordarme a mí mismo que era la
última vez que sería así, al menos por un tiempo. Sam volvería a
casa mañana y nuestra semana juntos terminaría. No era el final
ni mucho menos, pero odiaba la idea de tener que andar a
escondidas y guardar un secreto, sobre todo a la persona que más
me importaba en este mundo.
—¿A qué hora vuelve a casa? —preguntó Ryder, adivinando
correctamente los pensamientos que pesaban en mi mente.
—En algún momento antes del mediodía, creo.
Suspiró contra mi hombro. —No puedo creer que ya haya
pasado una semana. Ha pasado demasiado rápido.
—Lo sé.
—¿Qué voy a hacer sin tus locas habilidades con el café?
Tendré que volver al café en cápsulas. Será terrible.
Me reí y le di a preparar. —¿Es lo que más vas a echar de
menos?
—Por supuesto que no. —Esperaba que dijera algo dulce,
como si yo fuera lo que más echaría de menos, pero Ryder me
238
dedicó una sonrisa descarada y dijo: —También echaré de menos
tu... tocino.
Gemí. —Por favor, dime que eso es un eufemismo.
—No. Sólo tocino. El bueno ahumado en nogal, no el de pavo.
—Entonces supongo que será mejor que lo saques del
refrigerador. —Le di una palmada en el culo y se puso a ello,
cogiendo el paquete mientras yo cogía la bandeja de horno del
armario.
Colocamos las tiras a lo largo de la lámina una al lado de la
otra, nuestras caderas prácticamente conectadas, sin que ninguna
parte de nuestros cuerpos dejara de buscar a la otra. Sabíamos
que el tiempo corría, y yo aún no había descubierto cómo hacer
que esto funcionara. Obviamente lo vería en clase, y eso estaba
prohibido, y luego estaban los talleres de arte de los domingos por
la noche. Tal vez cenar en algún lugar fuera de la ciudad podría ser
una opción, pero con nuestras dos casas fuera de los límites, no
dejaba muchas alternativas.
Dios, si el yo de hace unas semanas supiera lo que estaba
pensando ahora...
Me sacudí el pensamiento de la cabeza. Había tomado mis
decisiones. Ya no había vuelta atrás, aunque quisiera. Pero
después de esta semana, después de todo este tiempo con Ryder
y de conocerlo, ¿cómo iba a querer? Él no era sólo hermoso. No
era sólo talentoso. Encajaba tan perfectamente en mi vida, que
daba miedo.
Todo excepto por un detalle importante.
Un pellizco en mi trasero me hizo girar. Ryder me enjauló,
con sus manos a cada lado de la isla mientras me mordía el labio
inferior.
—No te preocupes tanto —dijo entre besos por mi mandíbula.
—No lo estaba haciendo. 239
—Sí lo estabas. Tus pensamientos eran tan fuertes que
prácticamente podía oírlos. —Se inclinó hacia atrás, con esos
azules de bebé brillando.
Le agarré por el culo y le acerqué para que su cuerpo sin
camiseta quedara pegado al mío. —¿Qué te gustaría tener hoy?
—A ti.
—Ah, ¿sí? ¿Y cómo me quieres?
—De cualquier manera, que pueda tenerte. —Ryder besó la
comisura de mis labios—. Junto a la piscina... —Un beso al otro
lado—. En el sofá... —Un beso en los labios—. Aquí mismo, en esta
isla.
—Aquí mismo, ¿eh?
—Claro que sí.
Su deseo fue mi orden. Nos hice girar para que su espalda
estuviera contra la isla, y él siguió mi ejemplo y saltó para sentarse
en el mostrador. Le separé las piernas, deseando que no se hubiera
molestado en llevar pantalones cortos, ya que era otra cosa que
debía quitar.
Pero teníamos tiempo. Podía quitárselos lentamente. Le solté
el botón de los pantalones y lo miré por debajo de las pestañas,
haciéndole saber que no me apresuraría esta mañana. Por mí, el
tocino podía quemarse; de todos modos, estaría devorando algo
mejor.
Ryder me rodeó la cintura con las piernas, atrayéndome
hacia él, y luego me buscó la cara. —Eres un provocador de pollas,
Ash Delaney. Por suerte, me gusta eso de ti.
En cuanto sus labios tocaron los míos, sentí que empezaba a
deshacerse, y eso fue todo. No iba a parar pronto. 240
Hasta que escuché una voz que me heló la sangre.
—¿Papá?
Me congelé, mi corazón se detuvo y el tiempo se detuvo.
Me giré y vi a Sam mirándonos con los ojos muy abiertos y
horrorizados, pero sabía que tenía que estar soñando. Esto no era
real. Era una pesadilla. Ni siquiera llegaba a casa hasta mañana.
Pero no me desperté.
—¿Qué es esto? —La voz de Sam tembló un poco, y su ceño
se frunció al darse cuenta de entre qué piernas estaba yo—.
¿Ryder? ¡Ay! Dios mío. ¿Qué estás...?
Mientras trataba de encontrar las palabras, Ryder se deslizó
hacia abajo del mostrador, obligándome a retroceder, y fue
entonces cuando la sacudida de adrenalina finalmente me sacó de
mi estupor.
—Sam —dije, dando un paso hacia él, acercándome como si
fuera un animal salvaje—. Mierda. Lo siento, no sabía que ya
estabas en casa...
—No jodas. —Soltó, algo que nunca le había oído decir antes,
y sentí como si me hubieran abofeteado.
—Cuida tu lenguaje...
—¿Hablas en serio? Me estás sermoneando mientras estás
con... con... Dios, no puedo ni decirlo. ¿Qué demonios estás
haciendo?
Negó con la cabeza y su bolsa se cayó del hombro. Salió de
la habitación y empecé a perseguirlo antes de darme cuenta de
que Ryder seguía de pie detrás de mí.
Me giré para mirarlo, y la mezcla de culpa y conmoción en
los ojos de Ryder tuvo que coincidir con los míos. Sabía sin palabras
que él entendía lo que tenía que pasar ahora, pero seguía doliendo
mucho que todo hubiera implosionado de la forma en que lo había 241
hecho.
—Me iré —dijo en voz baja.
—Creo que es una buena idea.
Se alejó, apagando el fuego de la cocina antes de tomar sus
llaves y su teléfono. Ni siquiera se molestó en subir por su bolso,
sino que se escabulló por la puerta trasera como un fantasma.
Mierda. Mierda, mierda, maldita mierda. Apreté los ojos y me
pasé las manos por la cara. ¿Cómo iba a explicarle esto a Sam?
¿Acaso me hablaría ahora?
Respiré hondo y me dirigí en la dirección en la que se había
ido. —¿Sam? Tenemos que hablar.
Estaba a punto de empezar a subir las escaleras cuando
capté movimiento por el rabillo del ojo y me giré para verlo sentado
en el sofá, con la cabeza entre las manos. Lo observé por un
momento, sin respirar. Ni siquiera cuando levantó la vista, con el
cabello rubio revuelto de tanto pasarlo por los dedos.
—¿Ryder? —dijo—. ¿Por qué? Está en mi clase... está en tu
clase. ¿Cómo has podido...? —Se interrumpió, bajando la cabeza
de nuevo.
La vergüenza me golpeó fuerte y rápido, cada una de las
razones que había tratado de justificar para mí mismo sobre por
qué esto estaba bien, de repente se me escapó de las manos.
Esta era la realidad. La fría y fea verdad. Me había
involucrado con un estudiante. Con dieciocho años o no, no estaba
bien, y lo sabía. Lo sabía. Pero hasta que no vi la decepción en los
ojos de Sam, fue fácil apartarla y no verla.
—Lo siento —dije, tomando asiento junto a él en el sofá—.
Lo siento mucho, mucho. Nunca quise que esto sucediera o...
—¿Qué yo me enterara?
—Eso también. 242
—Pero ¿cómo? ¿Cómo pudiste dejar que esto sucediera? Es
un estudiante.
—No lo era cuando lo conocí.
Sam levantó la vista. —¿De qué estás hablando?
—Lo conocí antes de saber que era un estudiante. Estaba en
el taller de arte.
—¿Cómo? Eso es para adultos.
—Dieciocho años es técnicamente un adulto.
Sam abrió la boca para responder y luego la cerró de golpe,
mirando sus manos.
—Te juro que si hubiera sabido quién era Ryder, no me
habría involucrado. Sinceramente, pensé que era mayor.
—Pero cuando lo descubriste, papá, ¿no pensaste que tal vez
era una mala idea?
—Oh, lo hice. Es un mierdecilla persistente.
—¿Y? Tú eres el adulto aquí. ¿Qué pasa si la gente se entera?
Podrían despedirte o meterte en serios problemas. —Sam se frotó
la frente—. Es que no lo entiendo. Este no eres tú.
—Tienes razón. Tienes toda la razón, y la he cagado. Pero...
—¿Hay un 'pero'?
No sabía qué decir ni cómo explicar lo que creía sentir.
¿Cómo iba a tener sentido para mi hijo? Sólo había tenido
relaciones con chicos de mi edad, e incluso entonces Sam nunca
nos había visto medio desnudos y besándonos en la puta cocina.
Ryder era diferente. Lo sabía; lo sentía. Tenía una mierda de
sentido, y ni siquiera yo lo entendía, así que ¿cómo iba a
explicárselo a alguien más?
—Tú no... —Sam se detuvo, como si estuviera pensando en
243
cómo decirlo—. Esto fue sólo un accidente, ¿verdad? En realidad...
no te preocupas por él. ¿No es así?
Sus ojos se encontraron con los míos, buscando la verdad
que yo no podía decir.
—Esto no puede estar pasando. ¿Quién más lo sabe?
—Nadie.
—¿Cómo lo sabes? Podrían pillarte. Ryder podría decírselo a
alguien. ¿Cómo sabes que no lo ha hecho ya?
—No lo ha hecho.
—¿Por qué, porque supuestamente también se preocupa por
ti? —Sam se burló—. Si realmente se preocupara por ti, no haría
algo que te metiera en problemas.
—Lo mismo podría decirse de mí.
—Sí, es cierto. —Se sentó de nuevo contra los cojines,
retorciendo sus dedos. Era la primera vez que me sentía
completamente impotente. No había nada que pudiera decir para
arreglar esta situación, nada que pudiera hacer para retroceder el
tiempo. Me merecía cualquier repercusión de mis acciones, y eso
incluía la ira de Sam.
Sin embargo, la ira no fue lo que obtuve.
—Quiero que seas feliz —dijo—. Lo quiero. No se trata de
eso. Pero esto no está bien, no así. No en estos momentos. Si
realmente os preocupáis el uno por el otro, deberíais esperar. No
vale la pena para mí sí es algo que puede meterte en problemas.
Eres mi padre, y sé que no eres alguien que se escabulle y miente.
Asentí, las lágrimas picando mis ojos.
—Exactamente. Así que no lo hagas. Si te quiere, lo
entenderá.
—Lo sé. Tienes razón. La tienes. —Puse mi mano sobre la
244
suya y la apreté, luego lo atraje hacia mis brazos. Besé la parte
superior de su cabeza, respirándolo—. ¿Cómo te volviste tan
inteligente, eh?
—Debe ser por parte de mamá.
Me reí, y él se unió, luego lo apreté más fuerte antes de
soltarlo. —¿Puedes perdonarme?
Sam arrugó la nariz. —Puedo si te pones una camisa. ¿Es
eso... café y tocino lo que huelo?
—Ve a guardar las bolsas y te prepararé un plato. —Cuando
levantó una ceja, añadí: —Quiero decir dos platos. Potencialmente
incluso tres.
—Ahora sí. —Empezó a dirigirse hacia donde había dejado
sus bolsas, pero luego se detuvo—. Sabes lo que tienes que hacer,
¿verdad, papá?
—Sí. Voy a tener esto bajo control. No te preocupes.
Mientras lo veía irse, sentí que se me caía la cara de
vergüenza y remordimiento. Sabía exactamente lo que tenía que
hacer, y no sería fácil. Pero era necesario. No sólo por Sam o por
mí, sino por Ryder.
245
CUANDO LLEGÓ EL DOMINGO POR LA NOCHE y todavía no tenía
noticias de Ash, supe que las cosas iban mal. Pero cuando no se
presentó al taller de arte, me sentí mal del estómago.
Después de escabullirme de su casa el sábado por la
mañana, me dirigí a mi auto como si los sabuesos del infierno me
persiguieran, con la culpa y la vergüenza carcomiéndome al pensar
en el desastre al que le había dejado enfrentarse solo.
¿Pero qué otra opción tenía? No podía sentarme con él y
explicarle a su hijo -mi compañero de clase- que me había
enamorado de su padre la primera noche que nos conocimos.
Sin embargo, huir había hecho que toda la situación
pareciera más nefasta de lo que era.
Sí, Ash era mi profesor, y definitivamente se habían roto las
reglas. Pero ambos éramos adultos, y salir a escondidas de allí
había hecho que una de las mejores semanas de mi vida se sintiera
sucia y equivocada.
Se me revolvió el estómago mientras Maggie caminaba por
la habitación. Mi boceto de las flores en el centro del grupo esta
noche no estaba ni cerca de mis estándares habituales. Pero como
el taller de una hora de duración estaba llegando a su fin, no se
me escapó que ella no dejaba de mirar a la silla vacía de mi
izquierda, como si yo supiera de alguna manera por qué uno de
sus habituales no se había presentado esta noche.
Lo sabía, por supuesto, hasta cierto punto, pero era
imposible que ella lo supiera.
246
—Muy bien, —dijo mientras miraba el reloj— esto es todo lo
que tenemos de momento. La semana que viene trabajaremos la
profundidad y el sombreado.
Eso sería muy beneficioso con la tarea final que estaba
haciendo en la clase de Ash, pero en este instante, eso era lo último
en lo que pensaba. Recogí mi bolsa, metí rápidamente mi cuaderno
de dibujo en ella y me puse en pie, sacando mi móvil del bolsillo
de mis vaqueros. Pulsé la pantalla, esperando ver una llamada
perdida o un mensaje de texto, pero no había nada. Mi estómago
se hundió, esa sensación de náuseas volvió a multiplicarse por diez
mientras el continuo silencio de Ash pesaba sobre mí como una
nube ominosa.
—Ryder, ¿va todo bien?
Levanté la vista para ver a Maggie mirándome con el ceño
fruncido entre las cejas.
—Oh, sí, lo siento. —Volví a meter el teléfono en el bolsillo y
me pasé la correa del bolso por el brazo—. Con tu permiso, me
voy.
Maggie se acercó a mí. —No es por eso por lo que he
preguntado. Pareces un poco distraído esta noche, y no pude evitar
notar -sus ojos se dirigieron a la silla vacía- que nos faltaba un
miembro esta noche. Espero que todo esté bien.
Estaba claro que sabía que pasaba algo entre Ash y yo, pero
no quería indagar demasiado. Ella simplemente quería saber si Ash
estaba bien, y en cuanto a la salud, al menos podía dar fe de ello.
Aunque no podía asegurar que no se hubiera desmayado o hubiera
tenido un ataque al corazón en las últimas veinticuatro horas.
—Sí, eh, todo está bien. Estoy seguro de que todos volverán
la semana que viene. —Puse la sonrisa más alegre que pude y me
despedí con un movimiento de mano. Cuanto antes saliera de allí,
mejor. No estaba seguro de cuánto tiempo podría mantener una
conversación trivial en estos momentos, especialmente si giraba
en torno a Ash. 247
252
HABÍA PASADO UN MES. Le había dado a Ryder todo el espacio
que podía, dadas nuestras circunstancias, llegando incluso a
renunciar a los talleres de arte de los domingos para no tener la
oportunidad de caer en la tentación o la distracción.
Tras el primer taller al que falté después de separarnos,
Ryder me envió un mensaje preguntando por qué. Ese mensaje
abrió la puerta a más mensajes, y sabía que, si seguía en esa
dirección, sería demasiado fácil dejarle volver a mi vida.
Así que cambié mi número.
Me hacía sentir como una idiota, y débil, pero sabía que no
sería capaz de resistir a Ryder a menos que cortáramos todos los
lazos.
No fue jodidamente fácil. Era de lejos lo más difícil que había
hecho, pero no rompería mi promesa a Sam. No lo defraudaría. Y
la verdad es que Ryder se merecía salir, vivir su vida, y disfrutar
de estar con alguien que no le obligara a andar a escondidas.
Diablos, eso era lo que yo debería querer también. Me decía
a mí mismo que todo esto era lo mejor, y a veces incluso lo creía.
Pero sobre todo...
Miré hacia donde Ryder estaba ayudando a colgar las luces
a lo largo de la entrada del gimnasio. El baile de graduación era
este fin de semana, y todas las clases se habían reunido para
terminar la decoración, incluidos los profesores. A mí me habían
encargado pintar el elaborado telón de fondo para las fotos, y había
elegido a algunos de mis mejores alumnos para que me
acompañaran. En realidad, eso debería haber incluido a Ryder, 253
pero ya no era la misma persona persistente que había sido hacia
un par de meses. Se mantenía alejado, respetando los límites que
yo había establecido, especialmente cuando Sam estaba cerca.
Como ahora.
—Se ve muy bien, Sr. Delaney. —Sam sonrió y me dio una
palmada en el hombro mientras observaba el dibujo con temática
de hielo y fuego—. Me recuerda un poco a Andrea y a mí. Todo ese
cabello rojo y un temperamento ardiente.
—Quizá no quieras decirle eso a Andrea.
—¿Por qué no?
—No es que tenga mucha experiencia con las mujeres, pero
lo último que he oído es que no quieren que se piense que tienen
un temperamento ardiente.
—Bueno, si no fuera cierto, no lo diría. —Sam se encogió de
hombros—. Estará bien.
Moví la cabeza, conteniendo una sonrisa. Mi hijo todavía
tenía mucho que aprender en las relaciones, pero oye, al menos
era honesto. Eso no se podía decir de mí en este momento.
Mientras Sam se alejaba para ayudar a traer las mesas para
los aperitivos y las bebidas, me encontré buscando a Ryder, como
siempre hacía cuando sabía que estaba cerca. Por lo general, era
capaz de detenerme y abstenerme, pero ahora me parecía un
hábito tan natural que a veces no me daba cuenta de que lo estaba
haciendo.
No hasta que Ryder levantó la vista y se encontró con mi
mirada, y la mirada que pasó por su rostro me hizo desear poder
leer su mente. No estaba sonriendo. No parecía enfadado. O triste.
No sabía lo que sentía, pero si era la mitad de lo que yo sentía,
estaba sufriendo. Y no había una maldita cosa que cualquiera de
nosotros pudiera hacer al respecto.
—Sr. Delaney, ¿cree que deberíamos extender el fuego un 254
poco más aquí? —preguntó Tara, señalando el lugar con su pincel.
—Claro —dije—. Sigue tus instintos.
Ella sonrió para sí misma de forma autocomplaciente y volvió
a trabajar mientras me alejaba y echaba un vistazo a lo que
habíamos creado.
Nada mal. No está mal del todo. No era un perro de una sola
oreja, pero funcionaría bastante bien.
Me sorprendí a mí mismo riendo y me di cuenta de que no
había nadie cerca con quien compartir la broma. Bueno, al menos
no con la única persona que realmente entendería el chiste, y eso
me hizo recuperar la sobriedad rápidamente.
¿Estaría Ryder haciéndose una foto delante de este mismo
telón de fondo? ¿Habría alguien de su brazo? ¿Casey, quizás? ¿O
alguien más? Un jugador de fútbol, o quizás alguien más metido
en las artes, como él.
No tenía sentido sentir la punzada de celos que me golpeó,
porque necesitaba seguir adelante. Necesitaba tener a alguien con
quien ir al baile, con quien disfrutar las últimas semanas del último
año. No quería que se sintiera privado de nada, no por mí.
Sin embargo. La idea de que Ryder estuviera con alguien que
no fuera yo me hacía sentir un gran peso en la boca del estómago.
Miré mi reloj y luego me llevé las manos a la boca para que
mi voz se oyera en todo el gimnasio. —Campana en dos minutos.
Preparadlo para que entre el siguiente grupo.
Un coro de gemidos resonó en la sala, algunos procedentes
de mis alumnos todavía con sus batas de pintor.
—Lo siento, chicos. Yo no hago las reglas —dije.
—Sí, pero podrías ajustarlas —dijo Tara mientras terminaba
de alargar la llama.
¿Ajustarlas? Podría prenderles fuego, y ya lo había hecho. No 255
era necesario tentar al destino de nuevo.
Por el rabillo del ojo, vi a Ryder dirigirse a las gradas para
coger su bolsa de libros, y me aseguré de no girar en esa dirección
para evitar el riesgo de verle marchar.
Por eso no me di cuenta de quién me estaba tocando el
hombro cuando sonó el timbre.
—¿Sr. Delaney? —Esas palabras sonaban tan extrañas de la
boca de Ryder, y mal. Apenas habíamos hablado en clase,
manteniendo las cosas por encima de la mesa y con rapidez, así
que el hecho de que se acercara a mí ahora estaba fuera de nuestra
nueva norma.
Cuando me di la vuelta, Ryder tenía la misma mirada ilegible,
pero seguía siendo tan atractivo como siempre. Incluso con sus
hoyuelos ocultos a la vista y la chispa que no iluminaba sus ojos.
Mierda. Rápidamente, miré la habitación detrás de él,
buscando a Sam para asegurarle que no estaba rompiendo ninguna
regla, pero Ryder suspiró y levantó un papel, bloqueando mi vista.
—La señora Babington dijo que estaba bien si ayudaba aquí
durante su clase siempre que tuviera tu firma.
Oh. No había venido a preguntar nada personal. Por
supuesto que no lo había hecho. Hacía semanas que no
abordábamos nada remotamente personal, así que ¿por qué iba a
empezar ahora?
No lo hizo. Sólo quería la firma de un profesor. Joder, qué
estúpido era.
—Bien. —Cogí el papel y el bolígrafo que me tendía y firmé
en el lugar indicado, pero cuando se lo devolví, no lo solté de
inmediato.
Me miró, con las cejas fruncidas por la confusión, y tragué
saliva. 256
9
Chaperon.
—No —dijo finalmente—. No, no voy a ir con nadie.
—¿Por qué?
—¿Por qué? ¿En serio? —Ryder soltó un suspiro y murmuró:
—Eres increíble.
—Sólo se puede ir al baile de fin de curso una vez, Ryder. Si
encuentras a alguien con quien quieres ir, deberías hacerlo. No
dejes... —Casi dije yo y luego recordé dónde coño estaba. Suspiré
y empecé de nuevo—. No dejes que nadie te detenga.
—¿Sí? Eso es generoso de tu parte. ¿Y en cuántas citas has
estado en el último mes?
En ninguna. Pero él no necesitaba saber eso.
—Exactamente —espetó. Mientras un mar de voces
empezaba a resonar en el gimnasio al filtrarse la nueva clase,
Ryder se mordió el labio, con los ojos en el suelo como si tratara
de controlarse—. Gracias por la firma, señor Delaney.
—Que tengas un buen baile, Ryder.
Se dio la vuelta, dirigiéndose al otro lado del gimnasio para
volver al trabajo.
Mierda, ¿por qué había hecho eso? ¿Por qué había hecho
preguntas que no tenía por qué saber? No había ayudado a ninguno
de los dos, pero seguro que me hizo bien saber que Ryder no había
superado lo que yo esperaba que hiciera a estas alturas.
Con lo joven y hermoso que era, debería haber seguido
adelante. Podría tener a cualquiera. Había tanto de Ryder para
amar, y ya era demasiado egoísta querer guardarlo para mí. No
podía hacer esto de nuevo. Hablar con él, darle alguna razón para
esperar que las cosas cambiaran. Eventualmente, una vez que se
graduara, yo estaría fuera de la vista, fuera de su mente. Él 258
seguiría adelante, iría a la universidad o a la escuela de arte o
conseguiría un trabajo, conocería gente nueva, se enamoraría. Ese
era el ciclo de la vida, y así debía ser. Un día miraría atrás y yo
sería un punto en el radar, un error que había cometido durante su
juventud.
Así era como tenía que ser.
Sólo que no había esperado que me doliera tanto.
259
ERA INCREÍBLE la lentitud con la que pasaba el tiempo. Pero así
era como parecía transcurrir mi vida estos días, un lento tictac de
un segundero alrededor de un reloj interminable, y a medida que
cada día iba y venía, me sentía como si estuviera caminando por
él en una especie de trance.
Despertarme. Ir al trabajo. Volver a casa. Repetir.
Esa era ahora mi vida, y aunque sabía que esta rutina segura
y cotidiana era lo mejor, era imposible borrar los recuerdos de
aquellas semanas de marzo. Los que me habían hecho darme
cuenta de lo mucho que me faltaba.
Siempre me había considerado contento, feliz, realizado en
mi día a día. Pero con Sam a punto de graduarse y salir al mundo
como un joven adulto brillante, me di cuenta de que, aparte de él
y de mi trabajo, no tenía nada.
Podría volver a pintar. Intentar vender algunas piezas de
nuevo. Tal vez incluso podría empezar durante el verano y alejar
mi mente de todo lo que había sucedido en los últimos meses. Pero
la idea de volver a poner un pie en mi estudio después de la última
vez que había estado allí me hacía doler el corazón, y no estaba
seguro de poder volver a concentrarme en algo allí dentro, que no
fuera el magnífico joven para el que había posado desnudo.
Cuando sonó el timbre y mis alumnos empezaron a entrar en
la sala, me di cuenta de que varios de ellos llevaban grandes
carpetas de arte y algunos se ayudaban a llevar sus trabajos a la
mesa de exposición.
Hoy era el gran día, la revelación de su trabajo final de clase, 260
y había mucho en juego. Este proyecto constituía una parte
importante de su nota final y podía ayudarles a conseguir una plaza
en la escuela a la que planeaban asistir después de la graduación.
Me puse de pie y empujé mi silla bajo el escritorio mientras
todos empezaban a charlar entre sí, y fue entonces cuando un
movimiento junto a la puerta me llamó la atención. Me giré para
ver a Aaron caminando hacia la clase de espaldas, dirigiendo un
pequeño carro que tenía algo cubierto por una sábana en equilibrio
en la parte superior. Al otro lado, sosteniendo la pieza con firmeza
y controlando la velocidad del carrito, estaba Ryder. Sus ojos
estaban fijos en la obra de arte que estaba maniobrando
cuidadosamente hacia el interior del aula, y cuando las ruedas
traseras del carrito chocaron con la unión entre el pasillo y la
puerta, se quedó helado.
—Mierda. —Ryder hizo una mueca y Aaron se detuvo en su
sitio, y antes de saber lo que estaba haciendo, cruce la habitación
hacia ellos.
—¿Necesitáis ayuda?
Ryder levantó la mirada desde donde tenía la mano apoyada
en la hoja que estabilizaba la pieza, y la feroz concentración en sus
ojos me hizo sentir una ola de simpatía. Era obvio que estaba
estresado porque su trabajo podía haber terminado en el suelo en
un millón de pedazos, y al percibir el pánico subyacente, miré a
Aaron y sonreí.
—¿Por qué no vas a sentarte? Tu padre dejó tu obra esta
mañana; ya está en la mesa de exposición. Yo ayudaré a Ryder
con esto.
Aaron dejó escapar un suspiro y asintió, claramente aliviado
de no ser ya responsable de que Ryder llevara su proyecto artístico
final a la sala. Me puse en el lugar que él había dejado libre y, de
espaldas a la clase, miré por encima del carrito para ver los ojos 261
de Ryder clavados en mí.
Dios, era hermoso, no había dos maneras de decirlo, y ya
que tenía la oportunidad de mirar sin público, me permití este
momento. Llevaba el cabello recién cortado, más corto de lo
habitual, pero eso no hacía más que resaltar sus pómulos y su
mandíbula angulosa. Sus labios carnosos estaban tensos por la
preocupación por su arte, y esos ojos azules de bebé me devolvían
la mirada con una expresión de gratitud.
—Gracias —dijo, antes de dejar de prestar atención al carro—
. Por un momento pensé que estaba perdido y casi pierdo el
desayuno.
Me reí. —Sé lo que quieres decir —dije mientras daba un
paso atrás y tiraba suavemente del asa del carro—. Incluso algo
tan aparentemente sencillo como mover una lona puede ser
suficiente para que se te caiga el cabello.
Los ojos de Ryder se dirigieron hacia el cabello que me había
retirado de la cara, el mismo cabello que había tenido en sus manos
mientras me besaba sin sentido una y otra vez. Me dedicó una
media sonrisa. —Parece que el tuyo ha vuelto a crecer.
Asentí mientras empujaba su extremo del carro sobre la
unión entre el pasillo y la habitación. —Ves, así que no hay
necesidad de preocuparse.
Hicimos una pausa por un segundo para que Ryder pudiera
mover la mano que tenía asegurando lo que fuera que estaba bajo
la sábana a un lugar diferente. —No me preocupaba tanto.
Miré su cabello corto. —Claro, supongo que no lo estarías.
—No, me preocupaba más que no pudieras ver esto. —
Señaló la pieza que había entre nosotros y luego bajó la voz: —Y
realmente quiero que veas esto.
Fue entonces cuando me di cuenta de que lo que había 262
debajo de esta sábana en ese momento, lo que estaba ayudando
a Ryder a rodar en la última clase que le enseñaría, había estado
trabajando ese día en mi estudio. El que se grabó en mi cerebro
para siempre.
¿Cómo demonios he podido olvidarlo? No lo que había
pasado, sino por qué.
Esa sonrisa rompecorazones que Ryder solía esbozar tan a
menudo apareció por primera vez desde que nos separamos. —No
me digas que lo has olvidado.
Mierda. Tragué saliva y de repente quise decirle que llevara
esta maldita cosa de vuelta al vestíbulo para poder ver los secretos
que se escondían debajo. Pero antes de que pudiera pronunciar
una palabra, Ryder estaba moviéndose de nuevo, empujando
suavemente el carro hacia delante.
—Ya lo tengo. Gracias —dijo como si no hubiera hecho saltar
las alarmas en mi cabeza. Pero, a menos que quisiera causar un
revuelo, iba a tener que confiar en él. Tenía que calmarme.
Ryder no haría nada que me pusiera en peligro a mí o a mi
carrera; eso ya lo sabía. Así que, si mi cerebro podía transmitir eso
a mí errático corazón para que no me diera un ataque, sería
fantástico.
Cuando por fin pude controlar mi mente, me giré para ver
que Ryder había aparcado el carro junto a la mesa de exposición y
se dirigía a su mesa. Tenía que admitir que mi curiosidad se
apoderaba de mí. ¿Qué demonios había bajo esa sábana?
Sólo había una forma de averiguarlo.
Me di la vuelta para mirar a mis alumnos cotillas y di una
palmada para llamar su atención. —Bien, todos, ¿si pudieran
calmarse, por favor? Sé que todos estáis amargamente
decepcionados porque ésta es nuestra última clase juntos y estáis
ocupados consolándoos unos a otros, pero tenemos que empezar. 263
Hubo un coro de vítores y gemidos mientras todos se movían
para tomar sus asientos y yo me apoyé en el borde de mi escritorio.
—Tenemos muchas presentaciones que hacer hoy, así que
vamos a empezar de inmediato, y aunque acepto preguntas para
los artistas y críticas sinceras una vez que se presente cada obra,
espero que todos los presentes sean corteses y respetuosos con
sus opiniones. La visión de cada uno no siempre es la propia. Esa
es la belleza del arte, y todos estamos aquí para aprender y crecer.
Recorrí la sala para ver que todos asentían, pero me aseguré
de mantener la mirada en la esquina del fondo. Ya sabía que Ryder
entendía cómo era una crítica de arte en grupo. No necesitaba
mirarlo para confirmarlo.
—Bien, empecemos con Tara. Sube y muéstranos lo que te
inspira. Lo que la belleza es para ti.
Uno por uno, cada uno de los estudiantes recuperó su pieza
de la mesa de exposición y la trajo, junto con su carpeta de
proyectos, al frente de la clase. Había una gran variedad de medios
e ideas expuestas, y siempre era muy interesante ver de dónde
sacaba su inspiración cada estudiante.
Tara había optado por una pintura al óleo del famoso molino
de viento del Moulin Rouge en lugar de su idea original de la Torre
Eiffel, Casey una escultura de metal de las rosas de su madre, pero
fue Aaron el que más me sorprendió. Había hecho una serie de tres
bocetos a carboncillo de sus padres, cada uno de los cuales
representaba un momento sin guion entre los dos, que llevaban
casados casi treinta años.
Había pedido belleza, y esos momentos privados entre los
dos eran impresionantes, pero también lo era su desarrollo como
artista. Cuando uno de sus compañeros le preguntó cómo había
elevado sus bocetos desde el primer esbozo básico hasta el final,
su respuesta casi me hizo caer del asiento.
—Pasé mucho tiempo practicando con Ryder, en realidad. Es 264
muy bueno y asistió a un taller en el que aprendió algunas técnicas
muy interesantes. Así que sí, me ayudó a aprender a hacerlas.
Miré hacia el fondo de la habitación, donde Ryder levantó la
barbilla. Sabía que había salvado el pellejo de este chico, y que
Dios me ayude, eso me hizo respetarlo aún más. A menudo me
había preguntado cómo había pasado el tiempo durante los meses
que habíamos dejado de vernos, y saber que había estado
ayudando a Aaron hizo que mi corazón se hinchara de orgullo.
—Estos son hermosos, Aaron. ¿Los han visto ya tus padres?
Aaron agachó la cabeza, sonrojado. —No, se acerca su
aniversario de bodas y pensé que podría enmarcarlas para ellos.
Asentí, me puse de pie y le apreté el hombro. —Creo que les
encantaría, y si necesitas algún consejo sobre el montaje y el
enmarcado, dímelo.
Unas cuantas risas ahogadas resonaron en la sala, el término
“montaje” era claramente un éxito entre mis alumnos. Me giré para
mirarlos a todos. —Qué maduro.
Eso les hizo reír de nuevo mientras miraba a la única persona
que quedaba por presentar. Ryder tenía una amplia sonrisa en su
rostro, su mente obviamente en la cuneta con el resto de ellos
mientras yo enviaba una rápida oración para que lo que fuera a
revelar no fuera nada que me hiciera a) ser despedido o b) ser
encarcelado.
—Bien, Ryder —dije—. Te toca.
En cuanto esas dos palabras se deslizaron por mis labios,
quise darme una bofetada en la nuca, pero por suerte él estaba
concentrado en llevar su trabajo desde la mesa de exposición hasta
el frente. Llevó el carro hasta el centro de la sala -sin necesidad de
ayuda esta vez- y se giró para mirar a todos.
Me quedé mirando la sábana salpicada de pintura, con la
sangre retumbando en mis oídos mientras mi corazón latía a un 265
millón de millas por minuto. Dios mío, debería haber comprobado
qué iba a presentar hoy.
—Así que, para mi proyecto, no sólo elegí algo que era
hermoso para mí y.… me inspiró, sino que también elegí algo que
amo.
Mientras intentaba procesar lo que acababa de decir, Ryder
cogió la sábana y la liberó.
La habitación se llenó de jadeos cuando se descubrió un
busto de arcilla bellamente esculpido, que mostraba el físico
desnudo de un hombre desde la barbilla hasta justo por encima de
la región pélvica.
Era impactante, tentador y tan increíblemente íntimo que no
cabía duda de que el artista lo había creado con cariño para rendir
homenaje a un recuerdo que no quería olvidar.
Un recuerdo que estaba en el corazón mismo.
Porque el hombre que Ryder había reproducido con tanta
minuciosidad -y amado- era yo.
266
ALGO QUE AMO... Más bien alguien a quien amaba. Los ojos de
Ash se encontraron con los míos. La sorpresa ante mis palabras
era evidente, pero no podía entretenerme, no cuando estaba
presentando delante de todos.
Saqué la hoja de mi escultura y pude escuchar la respuesta
de mis compañeros al ver bien lo que había hecho. Había dudado
sobre la forma que quería que adoptara Ash, pero después de lo
que había sucedido entre nosotros, me encontré con que quería
darle vida de la forma más real posible. Era la única forma en que
podía tenerlo ahora, por muy patético que sonara, pero había
hecho más fácil enfrentarme a Ash en la vida real cuando supe que
podía volver a casa con la escultura.
Ash seguía mirando el busto, el que había pasado tantas
noches perfeccionando, pero ahora que estaba de pie junto a él,
me di cuenta de que aún no había sido capaz de capturar
completamente su perfección. Era imposible, lo sabía, pero maldita
sea si no estaba cerca.
Había visto la preocupación en sus ojos cuando recordó que
lo que estaba presentando era algo para lo que él había posado,
pero no tenía que preocuparse de que revelara nuestro secreto. No
tenía intención de hacerlo, nunca, y definitivamente no delante de
mis compañeros.
Sólo él vería las líneas de la escultura y las reconocería como
suyas, hasta la cicatriz de las costillas. No dijo nada durante un
buen rato, limitándose a mirar mi creación, así que decidí seguir el
ejemplo de otros antes que yo y explicar lo que había hecho.
267
—Empecé con unos cuantos bocetos, y no estaba seguro de
qué medio quería hacer hasta hace unas semanas. Me gusta mucho
trabajar con la arcilla, y aunque me costó mucho ensayo y error,
estoy muy contento con el resultado.
Di un paso adelante, señalando la pintura de bronce metálico
que había utilizado mientras continuaba con mi repaso de cómo
había surgido todo, junto con las diferentes técnicas para hacerlo
resaltar. No me atreví a mirar a Ash mientras lo explicaba, y no fue
hasta que terminé y retrocedí que le dirigí una mirada.
Movió ligeramente la cabeza, pero sus ojos brillaban. —
Esto... esto es exquisito, Ryder. De verdad. Deberías estar
orgulloso.
Ni siquiera me había dado cuenta de que había estado
conteniendo la respiración hasta que todo salió de golpe.
A Ash le gustó. Me atrevo a decir que le gustó más que eso.
Tenía que saber que había puesto todo lo que tenía en mí, y no
había ninguna desaprobación en su cara. No es que eso me diera
algún tipo de esperanza, pero tal vez una sensación de gratificación
a pesar de toda la agitación entre nosotros.
—Gracias, señor.
Ash me sostuvo la mirada por un momento más, luego se
aclaró la garganta y miró a la clase. —Muy bien. ¿Tenemos alguna
pregunta o crítica para Ryder y su escultura?
Varias manos se alzaron y me pasé el resto de la clase
respondiendo hasta que sonó el timbre. Cuando todos salieron, me
di cuenta de que no tenía mucha prisa por llegar a mi siguiente
clase. Había algo que quería hacer, y era ahora o nunca.
Caminé hacia el frente de la clase mientras los últimos
estudiantes se dirigían a la salida. —¿Sr. Delaney?
Ash levantó la cabeza, y justo cuando iba a hablar, sus ojos
se desplazaron más allá de mi hombro y me hizo un rápido saludo. 268
—Nos vemos en la graduación, Tara.
Giré la cabeza para ver que Tara nos sonreía, y cuando salió
al pasillo y la puerta se cerró tras ella, me di cuenta de que por fin
estábamos solos.
Me volví lentamente para ver que la atención de Ash había
vuelto a la escultura. Cuando pasó el dedo por la barbilla inclinada
hacia un lado, tal y como había sido su cara aquella tarde en el
estudio, se me cortó la respiración en la garganta.
—Este soy yo —dijo en voz tan baja que apenas lo entendí—
. Tu proyecto final es un busto desnudo de...
—Algo hermoso —dije—. De algo -o alguien- que me inspira.
Los ojos de Ash se suavizaron. Deslizó lentamente sus dedos
por la larga línea del cuello de la escultura y por encima de la nuez
de Adán, y luego sacudió la cabeza.
—Ryder, el detalle en esto es... —Como Ash parecía tener
problemas para encontrar las palabras, decidí ayudarlo.
—¿Meticulosamente preciso? —Debería serlo. Pasé cada
minuto libre que tuve en él.
Los dedos de Ash bajaron pasando por el pecho y sobre las
crestas y surcos de los apretados abdominales que yo había
sombreado cuidadosamente con tonos oscuros del spray metálico.
Cuando llegó a la cicatriz de las costillas, sus ojos volvieron a
encontrar los míos.
—¿Fue esta tu idea original? ¿O lo decidiste... después?
No había necesidad de preguntar qué quería decir con eso.
Ambos sabíamos que se refería a después de esa semana, después
de ese día en el estudio, después de todas las horas que habíamos
pasado desnudos y enredados el uno con el otro. Así que en lugar
de confirmar lo que él ya sabía, busqué en mi bolso y saqué mi
carpeta con la evolución del proyecto. La pieza final se decidió 269
después, pero la idea se había formado mucho antes. Mientras
todos los demás habían mostrado la suya durante la presentación,
sus preguntas me hicieron hablar hasta que sonó el timbre.
Eso había jugado a mi favor, ya que ahora podía ver la
reacción de Ash en privado. —¿Por qué no echas un vistazo y me
dices?
Ash cogió la carpeta negra que le tendía, y yo me agarré a
la correa de mi mochila para hacer algo con las manos que no fuera
tirar de él hacia mí.
Hojeó lentamente las páginas y, a medida que iba viendo
cada boceto, mi corazón empezó a acelerarse un poco. ¿Qué estaba
pensando? ¿Qué estaba sintiendo? ¿Le gustaban? La verdad es que
no podía decirlo.
Finalmente, volvió a la portada del libro y lo giró para
mirarme. —Esto me resulta familiar.
Miré el boceto de un hombre sentado en un taburete detrás
de un caballete, con la pierna vistiendo vaqueros apoyada en el
peldaño, la bolsa de mensajería a sus pies y en la mano un pincel
de madera salpicado de pintura. Su rostro estaba oculto por el
lienzo en el que trabajaba, pero ambos sabíamos exactamente a
quién había capturado.
—Sí, creo que pienso llamar a ese boceto el Sucio Mentiroso.
Ash resopló y pasó a la siguiente página, donde un hombre
estaba sentado en una mesa con un café delante. Las imágenes se
sucedían una tras otra, momentos que habíamos compartido,
momentos que sólo nosotros conoceríamos. Pero no fue hasta
después que las imágenes se volvieron específicas.
Había contornos básicos, más reales y más abstractos. Había
versiones con diferentes sombras y matices, ideas de textura y
Polaroids de algunos medios diferentes. Pero al final descubrí que 270
no se podía jugar con la perfección. Había decidido representarlo
tal y como lo recordaba, de la forma más realista posible, y el
producto final era algo de lo que estaría siempre orgulloso.
—Eres un artista con mucho talento, Ryder. —La admiración
en el tono de Ash hizo que mi pecho se hinchara de orgullo—.
Incluso si el tema es un poco... tabú.
—Es arte, Sr. Delaney. ¿No es eso lo que los artistas siempre
tratamos de hacer? ¿Algo un poco arriesgado? ¿Algo que cause una
reacción y evoque emociones? Usted nos dijo que eligiéramos algo
que nos inspirara. Desde un punto de vista puramente personal, la
forma desnuda de mi musa me llamó.
Ash se pasó la lengua por el labio inferior y asintió
lentamente. —Sí, ya lo veo. Y a pesar del tema, es una pieza
increíble. Bien pensada y brillantemente ejecutada. Algo que
esperaría de un graduado de la escuela de arte.
Me quedé con la boca abierta, con los ojos muy abiertos. —
¿De verdad?
—De verdad. Esta obra ha consolidado definitivamente tu
talento. No es que se pueda discutir. Pero estaré más que feliz de
escribir una recomendación para ti, para cualquier escuela a la que
planees asistir.
Oh, Dios mío. ¿Podría estar pasando esto realmente?
Se me nublaron los ojos al mirar a Ash, y toda la angustia y
la soledad de los últimos dos meses parecieron desvanecerse
mientras sus palabras resonaban en mi cabeza. Todo lo que había
querido era entrar en un curso de arte después de la escuela
secundaria, para seguir una carrera en un campo que amaba, y
parecía que el destino había puesto de alguna manera este
increíble hombre en mi camino para mostrarme el camino.
—Muchas gracias. No sabes lo que significa para mí, lo que 271
ha hecho por mí estar con… ser enseñado por ti. —Me mordí el
labio inferior mientras Ash me devolvía la cartera—. Me has
ayudado a encontrarme a mí mismo. Nunca me he sentido más
vivo que a tu lado.
Fui a cogerle el libro, pero Ash no lo soltó. En su lugar,
caminó alrededor del carro hasta que estuvimos cara a cara, y tuve
que levantar la cabeza para mirarlo. Sus ojos brillaban mientras
miraba fijamente los míos.
—Creo que lo tienes al revés. —Cuando fruncí el ceño, los
labios de Ash se curvaron en una suave sonrisa—. Me hiciste
revivir, Ryder. Hiciste que me diera cuenta de todo lo que me
faltaba.
Quería decirle que ahora podíamos estar juntos. Se acercaba
la graduación, y después de eso, no había nada que se interpusiera
en nuestro camino, pero antes de que pudiera sacar las palabras,
él dijo: —Deberías irte ahora. Tienes un futuro brillante por
delante. Ha sido un placer conocerte.
272
EL VERANO LLEGÓ Y se fue muy rápido, y antes de que me diera
cuenta, estaba entrando en el estacionamiento del aeropuerto para
despedir a Sam camino de la universidad.
Sabía que era el momento, que estaba listo para su próxima
aventura, pero no podía imaginarme volver a casa vacía. Sobre
todo, después de un verano lleno de fiestas en la piscina y de
amigos en casa, aprovechando al máximo el tiempo que le
quedaba. Por suerte, aún había sacado tiempo para su viejo, y
había apreciado cada película de deportes que habíamos visto,
cada paseo por la playa y cada vez que nos habíamos quedado
despiertos hasta tarde y nos habíamos desmayado en los sillones
reclinables.
Era justo que ahora pasara el mismo tiempo con su madre,
pero qué no daría por un mes o un año más. Diablos, lo haría todo
de nuevo si pudiera. Tal vez entonces sería un poco más sabio...
Pero quizás no.
Levanté su bolsa más grande del maletero, gruñendo por el
esfuerzo al dejarla caer al suelo. —Es imposible que eso pese
quince kilos, Sam. ¿La pesaste antes de salir?
—Claro, claro. Estará bien.
—Te cobran un montón de dinero si te pasas del límite.
—Paaa —Sam puso los ojos en blanco y cogió la bolsa,
usando las dos manos para levantarla—. ¿Ves? Totalmente bien.
—Cuando alcancé otra bolsa, extendió la mano para detenerme—.
Epa, epa, epa. Tranquilo, viejo, yo puedo con esto. 273
—¿Viejo? Maldita sea, chico. Eso duele. —Cogí la bolsa de
todos modos, dejándola al lado de la otra mientras él se echaba el
equipaje de mano al hombro—. ¿Es todo lo que no enviamos?
—Creo que sí.
—¿Eso crees? ¿Y tú billete? ¿La cartera? ¿IDENTIFICACIÓN?
¿Teléfono?
Sam levantó su móvil. —El billete está en mi teléfono, la
cartera y el DNI en mi bolsillo, junto con tus tarjetas de crédito.
—¿Mi qué?
Me dedicó una sonrisa descarada. —Es una broma. Tengo
todo listo, papá. De verdad.
Ugh, mierda. El corazón se me partía en dos y luchaba por
contener las lágrimas. Lo vería en un par de meses, y pasaría tan
rápido como el verano. Eso esperaba.
Cada uno de nosotros cogió una bolsa y la llevó a través del
estacionamiento hasta la entrada de la terminal. Ese fue el punto
acordado para dejarlo, aunque lo habría caminado hasta su puerta
de embarque si el personal de seguridad me lo hubiera permitido.
—¿Estás listo para esto? —Esperaba que no se diera cuenta
de que mi voz temblaba ligeramente mientras intentaba sonreír.
—Sí, lo estoy. —Debió ver más allá de mi fachada, porque
me acercó para darme un abrazo—. Papá, no llores. Piensa que, si
no me hubieras criado mejor, seguiría en casa contigo,
gorroneando tus compras y sin pagar el alquiler durante los
próximos veinte años. Esto es mejor, lo juro.
Le apreté más fuerte. —No me importaría que gorroneases.
—Sí, te importaría. Sobre todo, cuando vuelvas a salir con
alguien. No está tan bien cuando tu hijo te bloquea la polla al 274
requisar la sala de estar.
Los dos nos reímos cuando finalmente me solté, sacudiendo
la cabeza. —Eso es lo último que tengo en mente, créeme. Pero
aprecio el sentimiento de todos modos.
—Oye, ahora eres un hombre libre. Sal y diviértete, ¿verdad?
Eso es lo que me dijiste que hiciera.
—No, te dije que salieras, obtuvieras una buena educación
que te llevara a un trabajo bien pagado y satisfactorio, y luego te
divirtieras.
—Oh, claro. Supongo que me perdí esa parte. —Sam sonrió,
burlándose como siempre.
No importaba lo que dijera, sabía que no tenía que
preocuparme -mucho- de que se mantuviera en la línea. Bueno,
tanto como cualquier estudiante universitario, en cualquier caso, y
al menos su madre estaba cerca, y sabía de hecho que ella era
mucho más estricta que yo. Había pasado un tiempo, y Sam
probablemente había olvidado esa información, pero me dio un
poco de alegría interior pensar en ello.
—Bueno. Supongo que será mejor que me vaya.
—¿Por qué no te ayudo a llevar esto a la entrega de equipaje?
—Dije. Estaba estirando las cosas, pero no podía evitarlo.
—Puedo llevarlos. No quiero que los de seguridad te arresten
por allanamiento.
Puse los ojos en blanco, pero entonces Sam me puso la mano
en el hombro, con la cara más seria que he visto nunca.
—Sé que todo lo que has querido es que sea feliz. Me lo has
dicho muchas veces, pero creo que nunca te lo he contestado. Por
eso te lo digo ahora y en serio. Quiero que seas feliz, papá. Sé lo
mucho que te has sacrificado por mí, y ahora es el momento de
que salgas y vivas tu vida como nunca pudiste hacerlo. 275
Dejó caer su mano mientras yo miraba asombrado cómo
parecía que mi hijo se había convertido en un hombre de la noche
a la mañana. ¿Cuándo había ocurrido eso?
Sentí que el aguijón caliente de las lágrimas empezaba a
pincharme de nuevo, pero Sam no había terminado.
—Sé que has pasado los últimos meses castigándote por lo
que pasó, pero quiero que sepas que no eres el chico malo que
crees que eres. De hecho, eres la mejor persona que conozco. Lo
digo en serio, y sabes que no lo diría sin más. Y sí, las locuras
suceden, pero... así es la vida, ¿no? Y sólo tienes una.
—Oh Dios. —Me pasé la mano por la cara y sorbí—. ¿Eso es
todo?
Sam ladeó la cabeza y luego asintió. —Sí, eso es
prácticamente todo lo que tengo que decir. Pero lo digo en serio.
No puedes quedarte solo en casa deprimido.
—Nada de deprimirse, entendido.
—O estar solo.
Suspiré. —No puedo prometer eso, Sam, pero aprecio lo que
has dicho. Gracias.
—De nada. Ahora puedo ir a coger mi vuelo.
Lo acerqué para darle otro abrazo y sus brazos me rodearon
por última vez. Luego le di un beso en el cabello, le dije lo mucho
que lo quería y lo dejé ir.
Se agarró a las asas de las dos bolsas, me dedicó una última
sonrisa y, cuando pensé que iba a caminar, dijo: —Te he dejado
un regalo en el auto. Espero que te encante.
Qué astuto.
276
Le observé mientras se alejaba, hasta que desapareció en lo
más profundo de la fila de seguridad, fuera de la vista. Sentí que
se había llevado mi corazón con él, y ahora que se había ido, no
estaba seguro de qué hacer conmigo mismo.
Pero caminar de vuelta a mi auto me pareció un buen
comienzo. Era un milagro que incluso recordara a qué
estacionamiento ir, me sentía como un zombi. Pero, de alguna
manera, mis piernas o algo en el fondo de mi cerebro lo recordaron,
y cuando mi auto apareció, también lo hizo la persona que estaba
de pie junto a él.
Con unos pantalones cortos azul marino y una camiseta
blanca, y con el cabello oscuro un poco largo, Ryder parecía alguien
salido de un sueño, y no me creí del todo que fuera realmente él
el que estaba allí de pie hasta que me detuve. No lo había visto
desde el día en que se graduó, pero Dios, había pensado en él todo
el tiempo. Hasta el punto de que me alegraba de haber borrado su
número, porque había tantas veces que habría cedido.
¿Pero qué estaba haciendo aquí? ¿En el estacionamiento de
un aeropuerto?
Sonrió y señaló el lazo rojo de su camisa que, por alguna
razón, había pasado por alto durante mi revisión. —Soy tu regalo.
—¿Mi.… regalo? ¿Qué es lo que...? —Fue entonces cuando
me di cuenta, las últimas palabras de Sam antes de irse: Te he
dejado un regalo en el auto. Espero que te encante.
No. No era posible que quisiera...
—Sam me envió un mensaje y me dijo dónde habías
estacionado. Pensamos que podría sorprenderte.
Parpadeé como si tratara de decidir si era real, pero cuando
sus labios se curvaron y esos descarados hoyuelos se me
aparecieron, supe que no me lo estaba imaginando.
—¿Estás bien ahí? —Ryder dio un paso más hacia donde yo 277
seguía congelado en el lugar. Luego extendió la mano para tomar
una de las mías—. No te vas a desmayar, ¿verdad?
—Estoy... Espera un segundo. —Miré hacia abajo, donde sus
dedos estaban ahora entrelazados con los míos. Entonces me
atrajo y colocó su otra mano sobre mi corazón.
—Me cansé de esperar —susurró—. Intenté darte espacio.
Intenté dejarte. Pero no puedo. Todos estos meses después, y
todavía no puedo olvidarte, y no quiero hacerlo.
Subí mi mano libre para cubrir la que él tenía en mi pecho.
—Ryder...
—No quiero escuchar nada de tu boca que no sea que me
digas que tú también quieres estar conmigo. Porque yo quiero
estar contigo. —Los ojos de Ryder brillaban, acuosos por las
lágrimas que aún no habían caído—. Te amo, Ash. Y ha valido la
pena todo para estar aquí contigo ahora.
Mi mente seguía tambaleándose, tanto con la partida de Sam
como ahora con la aparición de su “regalo” sin mencionar el hecho
de que había sido idea de mi hijo.
—¿Sam hizo esto? —Dije, todavía incrédulo.
Ryder asintió. —Nos encontramos hace un par de semanas y
tuvimos una larga charla. Le debía una disculpa de todos modos, y
la conversación se desvió, supongo. Obviamente, él pudo ver que
todavía me preocupaba por ti. Y por su forma de hablar, pensé que
tal vez... bueno, tal vez tú también te preocupabas por mí.
Froté mi pulgar sobre su mano, tratando de procesar lo que
me estaba diciendo. Pero había perdido la esperanza de que
hubiera algún día para Ryder y para mí. Después de cómo
empezamos, y con todo lo que le quedaba por conseguir, y siendo
aún tan joven... ¿cómo iba a tener yo algún papel en su vida?
—Pero aún tienes que ir a la escuela, tienes que salir y dejar
tu huella en el mundo… 278
—¿Y crees que no puedo hacer eso contigo? —La sonrisa de
Ryder se profundizó—. Tú eres él que me empuja a ser mejor. Todo
artista necesita una musa, Ash. Tú eres la mía.
Dios, la forma en que sus palabras atravesaron mi corazón.
Era todo lo que siempre había querido escuchar, e incluso después
de todo este tiempo, sentí que mi determinación se desmoronaba.
—Pero...
Me tapó la boca. —No más peros. La única manera de que
me vaya ahora es que me digas que no me quieres. Y si me lo
dices, no te creeré, porque eres un sucio mentiroso.
Una carcajada me salió de la nada. —No es la primera vez
que me llaman así.
—¿No? Alguien inteligente debe haberlo dicho.
—O loco. —Busqué en sus ojos, sólo viendo la verdad de sus
palabras y todos los sentimientos que sentía reflejados en ellos—.
¿Qué pasa con la escuela, Ryder?
—Oh, ¿no mencioné que conseguí una beca en la Academia
de Arte del Sur de California? ¿La que está a veinte minutos de tu
casa? Será súper conveniente y tengo que pasar por allí todos los
días, lo quieras o no, hasta que te rindas. Porque lo haré. Puedo
ser un dolor de cabeza persistente cuando quiero.
Mi corazón se estrujó. Tenía tantas ganas de aceptar todo lo
que me ofrecía, pero todo parecía demasiado bueno para ser
verdad. ¿Tener la bendición de Sam incluso después de lo que
había pasado? Que Ryder tuviera una beca cerca. Era más de lo
que creía posible, ¿y él quería estar conmigo? ¿Él me amaba?
Mierda. Me amaba. En realidad, nunca me había dicho esas
palabras, aunque había presentado su escultura como alguien a
quien amaba. Había pensado en eso a menudo, más de lo que me 279
importaba admitir, y no sabía cómo apartarme de nuevo cuando
todo lo que quería era estar con él.
—No lo hagas —dijo Ryder—. No seas un sucio mentiroso.
No me hagas rogar.
—Eso suena tentador. —Le dediqué una pequeña sonrisa,
pero la dejé de lado cuando me di cuenta de la seriedad de lo que
me estaba pidiendo—. ¿Esto es lo que quieres? ¿Estás seguro?
—Tan seguro como lo estaba de que iba a robar el asiento
junto a ti y tu corazón la primera vez que te vi.
—Tan seguro. —Uní nuestros dedos, y me sentí tan bien al
tocarlo de nuevo, al estar unidos, aunque fuera de esta manera,
que supe en ese momento, sin ninguna duda, que era tan mío
como yo era suyo.
Ryder levantó la barbilla para que su nariz rozara la mía. —
Siempre. Entonces, ¿qué dice, Sr. Delaney? ¿Romperá el corazón
de su exalumno y enviará un triste mensaje a Sam, o aceptará
enseñarme?
—Mmm. —Dejé caer mis manos a su cintura—. ¿Qué tal si
considero una sesión de tutoría personal siempre y cuando no
vuelvas a llamarme así?
Ryder rompió en una amplia sonrisa que tenía sus hoyuelos
en plena exhibición, y era tan hermoso que no podía creer que
quisiera ser mío. —Trato hecho. Ash. —Inclinó su cabeza hacia la
mía, pero justo cuando nuestros labios se rozaron, se apartó—.
¿Significa eso que los juegos de rol están descartados? Porque
siempre tuve la fantasía de que me inclinabas sobre tu escritorio
y...
—Ni siquiera lo digas. Aunque... estoy bastante seguro de
que una vez soñé con eso.
Ryder se quedó con la boca abierta. —Nunca me contaste
eso. Quiero escuchar cada detalle explícito... 280
—¿Ryder?
—¿Señor?
—Cállate y bésame.
281
—¿CUÁNTO TIEMPO MÁS tengo que llevar esta cosa? —Levanté la
mano para tirar de la venda que Ryder me había atado alrededor
de los ojos hacía al menos una hora, pero antes de que pudiera
quitármela, me agarró la mano y la colocó en su regazo.
—Nunca he sabido que fueras tan impaciente. Siempre te ha
gustado una buena provocación.
—No, la única provocación que he amado eres tú, e incluso
tú estás en la cuerda floja a veces. Como en estos momentos.
La risa de Ryder vibró en el interior de la limusina. —Ahora,
Ash, ya no puedes llamarme así. Dejé de ser una provocación hace
una semana cuando finalmente me pusiste un anillo, ¿recuerdas?
—Levantó nuestras manos unidas y depositó un beso sobre la
banda de platino de mi mano izquierda, la que hacía juego con la
suya.
Maldita sea, ¿sólo había pasado una semana desde que nos
pusimos delante de nuestros amigos y familiares en una bodega
con vistas a los viñedos y finalmente nos dimos el sí quiero? Pasó
tan rápido que deseé que hubiéramos acordado al menos una
escapada de dos semanas. Pero no, Ryder tenía alguna sorpresa
bajo la manga, y nunca pude decirle que no. No pude hace seis
años, y seguro que no podría ahora. Él era tan parte de mí como
mi próximo aliento.
Sin embargo...
—No puedo imaginar qué es tan importante para que
282
tengamos que interrumpir nuestra luna de miel. —Sí, seguía
haciendo pucheros, aunque eso no me llevaría a ninguna parte.
—No vamos a acortarla. Esto es una parte, lo prometo. Pero
si necesitas sentirte un poco más relajado... —La mano de Ryder
en el botón de mis pantalones hizo que mi respiración se agitara,
especialmente cuando se inclinó, con su aliento cálido en mi
cuello—. Definitivamente podría hacer un poco de magia con mis
manos. O con mi boca. Tú eliges.
Joder, eso es lo que más me gusta. Ensanché las piernas en
señal de invitación, moviendo las caderas hacia arriba para recibir
la promesa de su mano abriendo mis pantalones y bajando...
Todos estos años y nunca tenía suficiente. Si hubiera sabido
entonces lo vital que sería Ryder para mí, para nuestra vida juntos,
tal vez no me habría resistido tanto.
Pensándolo bien, las cosas podrían haber resultado mucho
peor si no hubiéramos parado las cosas cuando lo hicimos. Así que
no me arrepiento. Todo funcionó exactamente como se suponía.
—Oh, maldición, ¿quieres ver eso? Estamos aquí —dijo
Ryder, volviendo a su asiento cuando la limusina se detuvo. Parecía
que ya no tendría sus manos ni su boca.
Gruñí. —¿Significa eso que puedo quitarme esto ahora?
—Haré los honores si no le importa, señor.
Esa palabra no estaba haciendo nada para ayudar a que mi
erección se calmara. Suspiré y eché la cabeza hacia atrás, tratando
de pensar en algo que me ayudara a controlar las cosas antes de
tener que salir del coche. Dejar que Ryder me ponga nervioso sin
tener ningún sitio al que ir, no era buena idea. Una vez se es un
provocador, siempre se es un provocador, casado o no.
—Bien, voy a ayudarte, así que mantén la venda en los ojos.
—Oí cómo se abría la puerta y, unos segundos después, Ryder me
cogió las manos y me ayudó a salir. Podía oír el sonido de las olas 283
rompiendo y el graznido de las aves, junto con una carretera muy
transitada, y todo me resultaba súper familiar.
Ryder empezó a desatar la venda de los ojos, pero antes de
soltarla, dijo: —Recuerda que he hecho esto porque te amo.
Oh, mierda. No podía ni empezar a imaginar lo que había
hecho, y justo cuando el pánico empezaba a inundarme, me quitó
la venda y levanté la vista para ver...
—¿Nuestra galería? —La confusión me hizo ver la tienda que
habíamos abierto hacía unos meses. Había sido un trabajo de amor
y de mucho tiempo, pero después de que Ryder se graduara en la
escuela de arte, pensamos que qué mejor manera de hacer lo que
nos gustaba que abrir una galería de arte para mostrar no sólo su
trabajo, sino también a otros nuevos artistas. Era la ubicación
perfecta, frente a la playa en una zona muy concurrida y no
demasiado lejos de casa, y yo había pasado fácilmente de la
enseñanza a la supervisión de las colecciones que traíamos. Bam,
nuestra tienda nació, y fue algo que Ryder y yo hicimos juntos, al
cincuenta por ciento.
Entonces, ¿por qué estábamos aquí?
Mirando a Ryder, sin embargo, habrías pensado que era la
mejor sorpresa de la historia. Estaba radiante y prácticamente
saltando mientras entrelazaba sus dedos con los míos.
—Eh. —Miré a la tienda y luego de nuevo a mi esposo—.
¿Quieres trabajar el último día de nuestra luna de miel? ¿Es eso?
—Nooo. ¿No lo ves? —Seguí su mirada mientras entornaba
los ojos hacia el edificio, y entonces puso los ojos en blanco—.
Maldita sea, sabía que ese cartel era demasiado pequeño. Vamos.
Me arrastró, y aunque me encantaba nuestra galería y lo que
habíamos creado, una gran parte de mí hubiera preferido terminar
lo que habíamos empezado en la limusina.
—¡Ta, ta, ratataaan! —dijo cuando nos detuvimos frente a la 284
puerta. No me había dado cuenta desde la calle, pero ahora pude
ver claramente el cartel que mencionó, y se me abrió la mandíbula
hasta el suelo.
La Galería de Arte Ellis-Delaney presenta con orgullo
la obra de Ash Ellis-Delaney
Un retrato profesional y uno de mis paisajes estaban debajo
de esas palabras, y la hora y la fecha decían... justo en ese
momento.
—No te enfades —dijo Ryder—. Ven a ver antes de salir
corriendo.
Abrió la puerta, haciéndome pasar primero, y cuando entré,
cientos de personas volvieron sus ojos en nuestra dirección...
Y entonces empezaron a aplaudir.
Un sonoro aplauso llenó el espacio que se había
transformado en una galería digna de un rey, y lo más salvaje de
todo era que todas y cada una de las piezas presentadas eran mías.
—Mierda —dije en voz baja, y aunque no fue lo más
elocuente que podría haber dicho, al parecer era exactamente lo
que Ryder quería oír. Me apretó la mano, y pude ver la genuina
emoción, junto con el orgullo, que brotaba de él.
—Esto es para ti —dijo—. Y no hay nadie que lo merezca
más. Siempre has sido mi mayor defensor, el que me ha ayudado
a perseguir mis sueños y a triunfar, pero ahora es tu turno, Ash.
Dejaste de lado tu primer amor y canalizaste esa pasión en tu hijo
y en la enseñanza, y ahora hay cientos de nosotros que somos
mejores personas, mejores artistas gracias a ti. Así que cuando
digo que aprendimos del mejor, no estoy siendo parcial. Estoy
siendo honesto. Y la verdad es que la gente merece amar el trabajo
que has hecho tanto como el hombre que hay detrás.
El pequeño discurso de Ryder fue escuchado por los que 285
estaban cerca, y cuando todos empezaron a vitorear y a gritar
mensajes de apoyo, llevé nuestras manos unidas entre nosotros y
besé los nudillos de Ryder.
La emoción me abrumó, pero me las arreglé para decir las
dos palabras más importantes que se me ocurrieron mientras
parpadeaba las lágrimas: — Muchas gracias.
Los ojos azules de Ryder brillaron mientras su sonrisa se
intensificaba. —Cualquier cosa por ti. —Se inclinó hacia mí y me
besó, provocando que todo el mundo volviera a aplaudir, y cuando
se apartó, hizo un gesto hacia mí y gritó: —Ash Ellis-Delaney.
Me pasé la mano por el cabello, nervioso, mientras me
obligaba a mirar las obras que Ryder había elegido para exponer.
Había cuadros de hacia un par de meses hasta cuando Sam era
sólo un bebé, y pude sentir el calor subiendo por mi cuello al darme
cuenta de que todos iban a verlos. Hacía tanto tiempo que no
mostraba mi trabajo a nadie en público que me sentía un poco
como si estuviera desnudo y de pie en medio de una habitación
para que todos la juzgaran y criticaran.
Por suerte, un rubio alto se abrió paso entre la multitud
entonces, con una copa de champán en una mano y la mano de su
nueva novia en la otra.
—¿Sam? —Tiré de mi hijo para darle un abrazo—. ¿Qué estás
haciendo aquí? Pensé que tenías que volver a Nueva York después
de la boda.
—Ryder nos avisó hace tiempo de lo que estaba planeando,
así que decidimos pasar unos días en Las Vegas mientras
esperábamos a que volvieran los tortolitos.
Levanté una ceja y miré la mano izquierda que había unido
con la de Ava. —Las Vegas, ¿eh? ¿Ocurrió algo especialmente
monumental mientras estuvieron allí?
286
Sam resopló mientras él y Ryder intercambiaban una mirada.
—Creerme, cuando esté listo para casarme, vosotros dos pagareis
la cuenta.
—¿Nosotros dos? —dijo Ryder, pasando un brazo alrededor
de mi cintura—. Espera, ahora que lo pienso, huir a Las Vegas
suena como una gran idea.
—Eh no. Te casaste con esta familia; ahora tienes que vivir
con las consecuencias. —Sam le lanzó un guiño, y tuve que reírme.
Podría haber sido extraño que se unieran después de como habían
empezado las cosas, pero naturalmente lo habían retomado donde
lo habían dejado, llevándose como dos buenos amigos y no, bueno,
como la relación de padrastros que era en realidad. Sí, eso todavía
era raro de pensar.
—Ya hemos echado un vistazo, y es todo tan impresionante
—dijo Ava—. ¿Es cierto que tenías todo esto guardado en un
almacén?
—Bueno, en mi estudio, sí…
—Que se quedó tan apretado con los cuadros que ya no podía
trabajar allí, así que tuvimos que alquilar un almacén —terminó
Ryder.
—Quizá se quedó tan estrecho allí porque tus esculturas
ocupaban la mitad del espacio.
—Eso no puede ser cierto. Las vendía tan rápido como las
hacía.
Sonreí y le besé la punta de la nariz. —Fanfarrón.
La verdad es que estaba increíblemente orgulloso de que
hubiera salido de la escuela de arte firmemente establecido como
un escultor de primera categoría, con su obra ya expuesta en el
Museo de Arte del Condado de Los Ángeles, por ejemplo. Y aunque 287
de vez en cuando me planteaba la idea de volver a dedicarme al
arte a tiempo completo, nunca me había convencido de dar el salto.
Pensaba que el hecho de tener la galería sería suficiente para
satisfacer esa parte de mí que había dejado de lado
profesionalmente hace tantos años, pero ¿esto? ¿Ver las piezas que
había creado con tanto cariño colgadas para que las viera todo el
mundo? No había ningún sentimiento como este. Ryder había
sabido lo que necesitaba más que yo, y lo apreté con fuerza.
Volvió a rozar sus labios con los míos. —¿No quieres echar
un vistazo? ¿Saludar a tus adorables fans?
Puse los ojos en blanco ante lo que supuse que era una
broma, pero Ryder hablaba muy en serio.
—Sí, continuar —dijo Sam—. Os alcanzaremos más tarde.
Ryder no perdió tiempo en guiarme a través de la multitud,
y nos dio copas de champán cuando empezamos con la primera
sección de cuadros, que él había llamado “Los viajes de Ash”.
Aunque muchos de los lugares presentados estaban en California,
también había algunos de nuestros viajes para ver a Sam en Nueva
York. A medida que avanzábamos por la fila, me di cuenta de la
cantidad de cuadros con etiquetas que decían vendido. Casi todos
hasta ahora, pero eso no podía ser cierto.
—¿Compraste todos estos? —pregunté.
—Por supuesto que no. Estoy tratando de despejar nuestro
espacio, no de aumentarlo. —Cuando notó mi confusión, sonrió—.
Oh. No crees que nadie fuera de la familia vaya a comprar tu
trabajo. ¿Es eso? —Negó con la cabeza—. Oh, Ash. ¿Cuándo vas a
ver el maldito talento que tienes?
—¿Quieres decir que... la gente realmente los compra?
—Eh, sí. ¿Has olvidado para qué sirve una galería de arte? —
Ese sabelotodo burlón volvió a salir a jugar mientras tomaba un
rápido trago de champán y señalaba alrededor de la habitación—. 288
Verás, lo que pasa es que la gente no sólo viene aquí a mirar todas
las cosas bonitas; a veces incluso las compran. Imagínate.
Si hubiéramos estado solos, le habría dado una palmada en
el culo, pero teniendo en cuenta que se trataba de un espectáculo
en el que todo giraba en torno mío, quizá mantener la
profesionalidad era la mejor idea.
Ryder se inclinó y dijo en voz baja: —Parece que deberíamos
haber subido los precios si se venden tan rápido. Lección
aprendida.
Antes de que pudiera responder, estábamos avanzando, y
con cada sección expuesta, no podía creer la gran cantidad que
había creado a lo largo de los años. Y si estaba siendo objetivo,
podía admitir... que eran jodidamente buenos.
Nos detuvimos por el camino, respondiendo a las preguntas
de los reunidos sobre de dónde había sacado la inspiración, en qué
estaba trabajando ahora, dónde podían conseguir un cuadro como
el que se había vendido. No tenía mucho ego, a no ser que fuera
Ryder quien lo acariciara, pero maldita sea, me sentía bien cuando
llegamos a la última sección, la más grande.
—Pensé en llamar a ésta 'Una oda a mi sexy esposo, Ryder',
pero luego me di cuenta de que no abarcaba las que habías
dibujado de Sam, así que pensé que 'Retratos de familia' encajaba
mejor.
Me reí ante el razonamiento de Ryder y miré la pared de
cuadros. Era como ver pasar los años. Empezaba con Sam de bebé
y luego pasaba a la adolescencia, y maldita sea, no podía creer que
hubiera sido tan pequeño. Hacer fotos era una cosa, pero plasmar
los recuerdos en un lienzo me unía a ellos de una manera aún más
emotiva.
A medida que Sam crecía a través de las pinturas, llegó
Ryder, y era obvio cuánta inspiración me habían dado los dos a lo
largo de los años, de diferentes maneras. Incluso las paletas de 289
colores que había elegido para cada uno de ellos seguían siendo
coherentes con sus personalidades. Sam siempre fue una suave
mezcla de azules y verdes, una mezcla reconfortante y cariñosa
que hablaba de su buena naturaleza.
Y luego estaba Ryder.
Explotó en el papel de una manera audaz, esa pasión y
persistencia tomando la delantera en cómo lo veía. Rojos y
morados vivos, y una especie de urgencia que provenía de creer
que estábamos en tiempo prestado. Y aunque los colores no se
desvanecían a medida que avanzaban, se notaba que había
empezado a inclinarse más hacia ellos, tomándome mi tiempo de
la misma manera que lo habíamos hecho una vez que decidimos
que estábamos todos dentro.
Deslicé mi brazo alrededor de la cintura de Ryder, tirando de
él hacia mí incluso mientras mis ojos permanecían en las
numerosas pinturas de él. —¿He mencionado lo jodidamente
hermoso que eres?
—Todo el tiempo. Pero si no me lo creí cuando lo dijiste, es
imposible que no lo vea en tu obra.
Aparté los ojos y miré a Ryder que me sonreía, y no pude
evitar robarle otro beso. Sus labios nunca dejaban de despertar
esos sentimientos familiares de amor y lujuria, y tuve que evitar
llevar las cosas demasiado lejos. Aunque pudiera besarlo para
siempre, no sería suficiente.
—Gracias —dijo, ligeramente sin aliento, cuando me separé.
—¿Por el beso?
—Bueno, eso, y también por pintarme tan jodidamente
caliente. —Señaló hacia la pared—. Quiero decir, mírame. Una
mierda caliente justo ahí.
—Mmm, tienes razón. No estoy seguro de que pueda dejar
que alguien compre alguno de estos. 290
293