3.2. NUEVO - La Novela y El Ensayo Novecentistas. Características y Autores Más Representativos. 22-23
3.2. NUEVO - La Novela y El Ensayo Novecentistas. Características y Autores Más Representativos. 22-23
3.2. NUEVO - La Novela y El Ensayo Novecentistas. Características y Autores Más Representativos. 22-23
EL ENSAYO.
El carácter intelectual, su tendencia a la reflexión y el hecho de que muchos sean críticos, filósofos,
profesores, etc. hace que los escritores novecentistas escribieran ensayos para divulgar sus ideas hasta
llegar a ser su género preferido. Algunos como Ortega, D’ors o Azaña alcanzaron verdadera notoriedad
y fama. Solo citaremos a los más relevantes de una larga nómina.
Ortega y Gasset ejerció una enorme influencia en la literatura española durante la segunda y tercera
décadas del siglo XX. En sus libros filosóficos (Meditaciones del Quijote, 1914, El tema de nuestro
tiempo, 1923) formuló sus doctrina del raciovitalismo, en la que intenta superar dos actitudes que
considera erróneas: el vitalismo irracionalista y el racionalismo puro, para llegar al concepto de razón
vital, síntesis de dos realidades antagónicas que para él son inseparables ya que la razón es una
función de la vida y la vida no tiene sentido sin la razón.
El análisis sociológico del país es abordado en España invertebrada (1921) y La rebelión de
las masas (1930). En ellas busca las causas de las tensiones sociales del país debido al auge del
movimiento obrero y el despertar de los nacionalismos. La causa está en el particularismo y la
invertebración que ha sumido en la decadencia a la sociedad española que ha producido la aristofobia u
odio a los mejores, algo consustancial a nuestra historia. La carencia de minorías rectoras que dirija a
las masas es lo que genera la insubordinación de las masas que se niegan a seguir las directrices de
los más inteligentes y capaces. En el fondo, Ortega se afilia a un liberalismo radical hasta el punto de
que la libertad individual estará amenazada no solo por toda forma de tiranía, sino también por la
democracia ya que ve el peligro de que la mayoría pueda imponer sus preferencias por encima del
individuo. Se observa la contradicción entre su deseo de elevar el nivel cultural y el temor al
igualitarismo, por eso siempre defenderá a una minoría selecta que fije el destino del país y guíe a las
masas.
Esta ideología también está presente en sus teoría estéticas, especialmente en La
deshumanización del arte donde analiza el arte de vanguardia. La nueva estética es hermética, sólo
accesible a minorías escogidas, intelectual, antirromántico y antirrealista: un arte puro alejado de la
psicología, la sociología, la vida y las experiencias personales. Defiende un arte deshumanizado,
alejado de la tradición cuyo principal recurso es la metáfora pues supone una desrealización. Al alejarse
de la realidad, el arte nuevo es un juego que no busca la trascendencia sino el placer por sí mismo. En
Ideas sobre la novela reflexiona sobre este género que, según él, está agotado porque la reiteración y
las exigencias de los lectores entendidos. La novela moderna tiene que interesar más por el ambiente
que por la acción y prescindir de definir a los personajes. Ya no importa tanto la trama sino el juego
intelectual, la estructura, el estilo y busca la colaboración del lector inteligente: una novela
deshumanizada, intrascendente, difícil y minoritaria.
Eugenio D’Ors (1882-1954) gran animador de la cultura catalana, fue quien creó el término
Noucentisme que luego se adaptó al castellano. Además de publicar una novela La ben plantá (1911)
fue crítico de arte de prestigio internacional; a esta faceta debemos el excelente libro Tres horas en el
Museo del Prado (1923) o Lo barroco (1935). En la Guerra Civil se adhiere a los golpistas y se afilia a
Falange Española, llegando a ser uno de los intelectuales más destacados del franquismo.
Manuel Azaña (1880-1940) fue un intelectual y político de primera fila (director de las revistas La pluma
y España, presidente del Ateneo, fundador del Acción Republicana, luego Izquierda Republicana,
presidente del gobierno y de la República). Sagaz y de profunda cultura, publicá varios ensayos sobre
autores como Valera, Ganivet o el Quijote. Sus Diarios son un documento muy interesante para conocer
la España de su tiempo. Publicó novelas, entre las que destaca El jardín de los frailes (1927), relato de
sus recuerdos escolares. Durante la guerra civil escribió una obra dialogada, La velada de Benicarló
donde varios personajes reflexionan sobre la trágica situación que vive el país.
Gregorio Marañón (1887-1960) fue un eminente médico y humanista que cultivó el género biográfico y
el ensayo apoyándose en sus conocimientos de biología y endocrinología. Fueron objeto de interés
personajes históricos (Tiberio, Enrique IV, el conde-duque de Olivares) o personajes literarios (Don
Juan).
Otros destacados ensayista son Ramón Menéndez Pidal, Salvador de Madariaga, Américo Castro,
Claudio Sánchez Albornoz o el propio Santiago Ramón y Cajal.
LA NOVELA
La diversidad novelística durante la época es notable (realismo de corte tradicional en Concha Espina;
la tendencia realista humorístico irónico, escéptico y desengañado de W. Fernández Flórez; novela
galante o erótica de Rafael López de Haro, Alberto Insúa, Joaquín Belda, etc. o los llamados
epígonos del 98: J. López Pinillos, Eugenio Noel o Manuel Ciges Aparicio), pero los autores
propiamente novecentistas serán Gabriel Miró con su novela lírica, y la novela intelectual de Ramón
Pérez de Ayala.
GABRIEL MIRÓ (1879-1930)
En sus relatos el paisaje levantino es un elemento central y los hechos narrados se diluyen y
fragmentan. En su trabajada prosa abundan minuciosas descripciones de sensaciones, especialmente
olfativas, por lo que es habitual el empleo de sinestesias.
En una primera etapa predominan los elementos modernistas (ambientes enfermizos y
decadentes, personajes abúlicos e inadaptados, atmósfera sensual con algo del erotismo, tono
melancólico). La más notable de sus novelas de esta primera época es Las cerezas del cementerio
(1910). Se centra en la vida sentimental de un joven extremadamente sensible y desarrolla un tema
típicamente mironiano: la lucha trágica entre el ser humano y la realidad hostil que lo rodea.
En su segunda etapa, Miró encuentra su estilo personal con una prosa elaboradísima, que
busca la perfección formal, y en la que lo importante son las prolijas descripciones de sensaciones y
ambientes, con una acción mínima. Su novela intensificación de los elementos de la prosa modernista y
sus narradores son observadores distantes que no rehuye ni la actitud crítica, ni los episodios crueles
(aspecto este muy peculiar en su literatura), ni la ironía, que en ocasiones roza la caricatura. Todo ello
puede comprobarse en sus dos novelas más ambiciosas: Nuestro Padre San Daniel (1921) y El
obispo leproso (1926). Constituyen una sola novela centrada en la vida de Oleza, lugar imaginario que
simboliza a Orihuela. El tema fundamental es el paso del tiempo y la lucha entre la sensualidad la
austeridad. Los personajes se dividen en dos bandos: los que aman la vida y los que no. La crueldad,
consecuencia de la falta de amor, domina el relato.
Etapa de madurez. escribe las grandes novelas intelectuales, en las que la influencia de
Cervantes es más que visible. Como Cervantes en El Quijote, en su novela más conocida,
Belarmino y Apolonio (1923), intenta que el lector entienda el mundo como una suma de varias
perspectivas. Recordando un poco a los diálogos humanistas del siglo XVI, la novela, con un
argumento inverosímil, está centrada en el contraste entre dos zapateros vecinos, auténticos
filósofos de excepcional sensibilidad, pero de ideas y comportamiento opuestos, que dialogan
sobre los más diversos temas.
En las novelas Luna de miel, luna de hiel y su continuación, Los trabajos de Urbano y
Simona (1923), de título tan cervantino, trata con gran modernidad el problema de la ausencia
de educación sexual en España, con los consiguientes prejuicios y conflictos generados en los
jóvenes matrimonios.
En Tigre Juan y El curandero de su honra, de títulos tan paródicos, trata con espíritu crítico y
humor el mito de Don Juan y el tema del honor, que aún coleaba desde el Siglo de Oro y que
tanto interesó a los miembros de esta generación y de la anterior.
Los rasgos más destacados de su novela intelectual: a) pierde importancia el elemento narrativo, por
el predominio del componente reflexivo sobre los temas más diversos (filosofía, psicología, estética,
política, moral…), de esta forma la novela sea acerca al ensayo.
b) la importancia del humor (el autor hace uso de la ironía, la sátira o la deformación grotesca de los
personajes);
c) el empleo de un narrador omnisciente que interviene en el relato a través de sus juicios,
comentarios o reflexiones filosóficas;
y d) la utilización de la técnica del perspectivismo, que permite al autor mostrar el carácter complejo de
la realidad desde distintos puntos de vista, una actitud muy cervantina, perspectivista , que muestra
cómo la realidad es múltiple y tiene distintas posibilidades de aprehensión.