Tema 1
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1. Orígenes de la prosa
El nacimiento de la prosa literaria en lengua romance (vulgar) va a ser posterior en el territorio peninsular con
respecto a las primeras manifestaciones en verso, independientemente de la modalidad (lírico, épico, Mester
de Clerecía). La prosa literaria no se va a afianzar hasta esa labor cultural que emprende durante su reinado
Alfonso X el Sabio (1252-1284). Antes hablamos del periodo de orígenes de la prosa literaria. Estamos ya en
ámbito cortesano, definitorio para la labor de Alfonso X. Este ámbito condiciona la creación de obras como el
Sendebar, donde además tiene lugar su historia (“ Avía un rey en Judea que avía nonbre Alcos [...] ”). El Sendebar
es una colección de cuentos que podemos englobar bajo la prosa ejemplificadora, por su intencionalidad
didáctica y ejemplar. Dentro del género prosístico y la prosa de ficción, la prosa ejemplificadora es uno de los
más cultivados.
Don Juan Manuel hereda toda esa diversificación del género prosístico que se desarrolla durante el reinado de
Alfonso X hasta tal punto que su primera etapa se conoce como alfonsí. En la segunda etapa ya encontramos
a un don Juan Manuel con plena conciencia artística de su obra. Produce El Conde Lucanor o Libro de los
estados, una colección de cuentos también representativa de la prosa ejemplificadora. Es un conjunto muy
heterogéneo que, de hecho, está integrado por cinco libros de los cuales solo el I es una colección de cuentos
que entronca con la prosa ejemplificadora. Los libros II, III y IV son representativos de otra tradición prosística
distinta: la prosa sapiencial. Aquí ya no encontramos cuentos o ejemplos, sino sentencias o proverbios.
- Antes de llegar al afianzamiento de la prosa literaria durante el reinado de Alfonso X es necesario todo un
periodo de ensayos de naturaleza distinta. En el periodo de orígenes la prosa debe ir adquiriendo una
serie de recursos que le confieran esa calidad artística que la permita diferenciarse del habla común.
- El género literario de prestigio es el verso. De hecho, la materia importante (heroica, doctrinal, etc.) se
escribe en verso. Por tanto, la prosa debe abrirse camino frente al verso.
- Hasta el momento la lengua de prestigio literario era el latín o el árabe. De hecho, el Sendebar es una
traducción del árabe. El castellano debe abrirse camino.
En este periodo de orígenes, vamos a referirnos muy brevemente a los impulsos que provocan la producción
de textos en prosa en lengua vulgar:
- El primer impulso tiene que ver con la economía. Estamos asistiendo a mediados del siglo XIII al cambio de
sociedad. Esto ya lo veíamos reflejado en el Cantar del Mio Cid, donde el protagonista conseguía el ascenso
social gracias al enriquecimiento. Nos encontramos una sociedad cada vez más urbana, con una economía de
cambio que necesita documentos notariales que sean comprensibles por todos. Además, con todo el proceso
tan largo de reconquista, va a ser necesaria la escritura de toda una serie de documentos que contengan
fueros (códigos legales) que rijan los territorios ocupados. Esto origina la prosa legislativa.
- Otro impulso es el religioso. Nos encontramos en este periodo de orígenes con otra corriente que
denominamos la prosa religiosa o doctrinal, que tiene un principio didáctico, compartido con los relatos
ficcionales de la prosa ejemplificadora. Es decir, tienen una misma intención, el didactismo, pero proyectado
sobre distintos aspectos. En el siglo XIII, nos encontramos con una obra, La Fazienda de Ultramar, que narra
un viaje a Tierra Santa e incluye descripciones geográficas de paisajes vistos en las que se intercalan pasajes
bíblicos que se traducen directamente del hebreo al castellano. La traducción es clave para el afianzamiento
de la prosa en castellano.
En el caso de la prosa ficcional propiamente también va a ser la traducción la que explique su nacimiento en
castellano. En este caso no hablamos ya de necesidades prácticas (económicas y legales) o intencionalidad
didáctica, sino de otro impulso: la atracción que la cultura exótica de Al-Ándalus tuvo sobre la península. En el
siglo XIII aparecen los primeros textos de prosa ficcional que, en el caso de la literatura en castellano, van a
traducirse directamente del árabe, sin pasar por el latín. Es de gran importancia la Escuela de Traductores de
Toledo, donde se traducen colecciones de cuentos o sentencias que tienen un origen oriental
extraordinariamente amplio. Hablamos no solo de Al-Ándalus, sino de unas ramificaciones que nos llevan al
ámbito persa, griego, hindú, etc. El acercamiento a esa cultura es el que lleva a iniciar ese proceso de
traducciones, como por ejemplo el Sendebar. La intencionalidad al igual que sucede con la prosa religiosa es
didáctica, pero la materia es distinta y tiene que ver con el comportamiento de los hombres, sus actitudes, su
conducta ante distintos problemas, etc. La intención didáctica se proyecta sobre contenidos éticos, morales.
Dentro de la prosa literaria hablamos de dos géneros: la prosa ejemplificadora (cuentos o ejemplos) y la prosa
sapiencial (sentencias o proverbios). El denominador común viene dado por una misma intencionalidad
didáctica que en primera instancia conecta con lo ético, con las implicaciones morales que conciernen al
comportamiento, actitudes, decisiones de los hombres. Se trata de una intencionalidad que aúna al mismo
tiempo la enseñanza y el deleite. Ambos géneros cumplirían con esa doble intencionalidad que ya planteaba
Horacio: enseñar deleitando (docere y delectare). El deleite es necesario porque la memoria del hombre es
resbaladiza y todo aquello que se enseña de una forma que deleita al mismo tiempo aprovecha más.
La diferencia radicaría en cómo se consigue deleitar en estos dos géneros distintos: la prosa ejemplificadora
deleita a través del relato de una historia, mientras que el deleite de la prosa sapiencial proviene de la
condensación. En los cuentos o ejemplos esa enseñanza está construida en un soporte narrativo argumental
con unos personajes donde se plantean distintos conflictos narrativos que se acaban resolviendo dando un
ejemplo. Las sentencias o los proverbios, a diferencia de los ejemplos, prescinden del soporte narrativo y la
enseñanza épica y moral se da en una estructura muy breve. La diferencia es que el cuento deleita mediante
el desarrollo de un entramado narrativo y el proverbio deleita gracias a la máxima condensación, lo cual
supone un mayor esfuerzo del intelecto.
Las primeras colecciones de cuentos (prosa ejemplificadora) en castellano entran en la península a través del
mundo oriental y comparten el denominador común de tratarse de traducciones. La primera que puede
señalarse es Calila e Dimna, encargada por Alfonso X el Sabio en torno a 1251. El Sendebar es también una
traducción encargada por el infante don Fadrique (ámbito cortesano) en 1253. En ambas colecciones hay
doble propósito: enseñar deleitando cuestiones morales. En ambos casos se trata de traducciones que se
sitúan en el periodo de orígenes de prosa de ficción en castellano que pertenecen al género de la prosa
ejemplificadora, lo cual no quiere decir que alguno de sus personajes no nos dicte algún proverbio. Ambas
colecciones se integran en la tradición de “espejo de príncipes y gobernantes”, de contenido didáctico
proyectado sobre aspectos éticos y morales en donde se ejemplifican aspectos que van dirigidos a
gobernantes, personas destinadas a regir el orden social. Esto prueba la importancia del ámbito cortesano en
lo que concierne a la producción de las obras, encargadas por la realeza; además, los destinatarios inmediatos
y la acción narrativa de la obra se sitúa en este ámbito también. Los cuentos recogidos en esas traducciones
tienen que ser aplicables a la vida dentro de ese ámbito cortesano. De las decisiones de los protagonistas
depende todo el destino de la colectividad.
2.1. El Sendebar
El Sendebar se ha conservado en un manuscrito del siglo XV. La traducción la encarga don Fadrique en el siglo
XIII y no aparece escrito hasta dos siglos después. En este manuscrito encontramos también una parte de El
Conde Lucanor. En estos dos contextos (de traducción y copia) el denominador común viene dado porque en
ambos casos nos encontramos en ámbito cortesano.
Hay una relación entre los conceptos de “saber” y “cortesía nobiliaria”. Esta asociación nos sitúa en el proceso
de secularización de la cultura. Además, refleja el interés por la prosa ejemplificadora y sapiencial y la
tradición de espejos de príncipes y gobernantes. Junto a este denominador común, de relación con el ámbito
cortesano, le añadimos la tendencia misógina.
El problema es que el manuscrito en el que se han transmitido el Sendebar y El Conde Lucanor se conservan
en muy mal estado y puede plantear problemas en la lectura. Por ejemplo, en el caso de los cuentos narrados
por la mujer, a veces no queda claro a qué propósitos se están ajustando o parece que no están igual de bien
elaborados. Esta colección de cuentos tiene una muy sobresaliente extensión en el lejano Oriente (árabe,
hebreo, griego, etc.) y ninguna de esas versiones se corresponde con la que a nosotros nos ha llegado en
castellano a través del canal de la traducción.
- ¿Qué es el Sendebar? Una traducción del árabe al castellano sin el paso por el latín.
- ¿Quién lo encarga? El infante don Fadrique, hermano de Alfonso X el Sabio.
- ¿Fecha? La traducción se hace en 1253. La colección de cuentos original se debió producir y transmitir de
forma oral.
- ¿En qué contexto? En el ámbito cortesano, ya que quien encarga la traducción es el infante don Fadrique,
hijo del rey Fernando y la reina Beatriz y hermano de Alfonso X. Al inicio del prólogo encontramos sus
orígenes linajísticos.
- ¿Cuáles son los motivos del encargo?
El primero de los motivos que le impulsa a encargar esta traducción es conseguir la perdurabilidad de su
nombre y pasar a la fama. Se vincula a una empresa que tiene que ver con lo cultural y con el saber. Este
encargo le va a servir al infante don Fadrique para el engrandecimiento de su propio nombre en una
empresa que se asocia ya no a lo bélico, sino al saber.
Indirectamente, a través de una metáfora náutica, nos encontramos con que ese deseo de atravesar la
vida terrena para alcanzar la vida de la fama adquiere también una dimensión religiosa. La vida terrena se
está comparando a una travesía por ese mar que siempre entraña peligros. Si el tránsito por la vida
terrena es adecuado se puede alcanzar la perdurabilidad del nombre, la vida de la fama, pero ello
adquiere también una dimensión religiosa ya que, desde la vida de la fama, se puede acceder a la vida
eterna. Esta empresa del infante don Fadrique no deja de ser un camino de perfeccionamiento espiritual
que le garantiza el paso de la vida terrena hacia la vida de la fama y, más allá y en última instancia, hacia la
vida eterna.
Junto a ello nos encontramos implícitamente con la siguiente reflexión: “E el omne, porque es de poca
vida e la çiençia es fuerte e luenga, […].” Frente a la brevedad de la vida se señala la perdurabilidad de la
ciencia o el saber. Se trata de un aforismo: “ars longa, vita brevis”, es decir, el arte o el saber es largo y la
vida es breve. El infante don Fadrique ha muerto, pero su nombre ha pasado a la vida de la fama y su
trabajo vinculado a esta empresa cultural, entendido como un camino de perfeccionamiento interior, le
ha garantizado su acceso a la vida eterna. Además, en esa asociación de la cortesía y el saber nos vamos a
encontrar en su base la creencia absoluta en ese aforismo: el arte, el saber, siempre va a permanecer.
- ¿Qué intención tiene el texto? “[…]para aperçebir a los engañados e los asayamientos de las mugeres.”
- ¿Título? Sendebar o Libro de los Engaños. La etimología de la palabra Sendenbar es incierta. Algunos
apuntan a una evolución del nombre Çendubete, sabio de gran importancia en la historia.
¿Qué podríamos decir del título Libro de los Engaños? “Plogo e tovo por bien que aqueste libro fuese
trasladado de arávigo en castellano para aperçebir a los engañados e los asayamientos de las mugeres.”
La intencionalidad eminentemente didáctica ya está expresada en el prólogo. También se expresa sobre
qué se proyecta el didactismo. Se trata de un didactismo que se proyecta en una doble vertiente: en
primera instancia se trata de advertir a los engañados (los hombres) y, en segunda instancia, se trata de
advertir de la capacidad de engaño de las mujeres. Este título, propuesto por José Amador de los Ríos,
presenta una ligera modificación si consideramos lo que textualmente se nos dice en este prólogo
(advertir a los engañados), prestando más atención a la segunda vertiente del didactismo (advertir de los
engaños de las mujeres).
Estructura
Utilizando términos procedentes de la narratología, hay algo que denominamos historia marco o marco
estructural, que de forma muy básica se correspondería con el hilo argumental. Esta historia marco se resume
fácilmente: Alcos, el rey de Judea, tiene problemas para tener descendencia hasta que, finalmente, su hijo
nace. El rey procura darle una formación necesaria puesto que va a ser el heredero al trono. El infante tiene
que afrontar toda una serie de problemas que ponen en riesgo su vida. Se denomina marco estructural
porque otorga unidad a todo el conjunto de la narración. Es una estructura narrativa superior a la que quedan
supeditados todos y cada uno de los elementos que integran esta colección: las coordenadas espacio-
temporales, los personajes y los ejemplos (y sus narradores, contenidos y secuencia) dependen de la historia
marco. En definitiva, la gran enseñanza de la cuentística oriental para la prosa ejemplificadora en castellano
viene dada porque se aprende a integrar unidades narrativas menores (cuentos) en una unidad narrativa
superior denominada historia marco o marco estructural, de la que depende toda la unidad del conjunto.
1 2 3 4 5 6 7 8
Narrador Contenido
Mujer -- 3 6 8 11 14 Historia
marco
7 sabios Evitar la ira 1 4 7 9 12 15 17
del rey
Advertir de
los 2 5 - 10 13 16 18
engaños
de las
mujeres
Historia
Infante Demostrar marco
su saber 19-23
Esos cuentos que se insertan en la historia marco necesitan de un narrador: cada día, uno de los 7 sabios
narra dos cuentos y luego aparece la mujer y narra uno. Así durante 7 días hasta que el infante puede hablar y
narra 5 cuentos seguidos. Por tanto, los personajes de la historia marco se convierten en narradores de esos
cuentos. La alternancia de narradores es absolutamente estricta. La estructura de la obra es cartesiana. Es de
gran importancia el orden de los cuentos, ya que si se altera se pierde el hilo argumental y la vida de un
personaje depende de ello. Debido a la mala conservación del manuscrito, algunos de los cuentos se han
perdido.
Ciertos personajes, por diferentes motivos, se convierten en narradores: la mujer intenta engañar al rey, los
privados intentan salvar al infante y finalmente, el infante se convierte en narrador también. Estamos ante
una colección de cuentos en la que hay 9 narradores distintos. La disposición de esos cuentos tiene que ver
con las coordenadas temporales. Uno de los conflictos que se plantea en la historia marco viene dado por el
hecho de que el infante acaba corriendo peligro de muerte. Antes de separarse, Çendubete le dice que
guarde silencio durante 7 días, pero el infante habla con la mujer de su padre. A partir de aquí el problema ya
se ha desencadenado. El infante pasa 7 días callado. 7 días de silencio – 7 privados que narran los
cuentos
El primer día aparece el primero de los siete sabios y narra dos cuentos. Como contrapartida, la mujer narra
otro (con una intención distinta). El segundo día, otro sabio narra dos cuentos más y la mujer narra uno. La
secuencia 2 cuentos narrados por los privados + 1 cuento narrado por la mujer se repite. El séptimo día
aparece la mujer y no narra ningún cuento, ya que siente que la presión del tiempo es cada vez mayor y lo que
hace es amenazar al rey con suicidarse. Se presenta a la mujer cada vez más nerviosa, con una quinésica que
demuestra una intranquilidad cada vez más acusada (por ejemplo, se araña la cara). Por eso, sus cuentos son
más breves y muchas veces no se terminan de entender. Esto contrasta con la calma que transmiten los
sabios, que tienen tiempo incluso para narrar dos historias. El octavo día volvemos a la historia marco: el
infante ya puede hablar y narra cinco cuentos seguidos, convirtiéndose en el personaje que cuantitativamente
narra más cuentos en total.
El rey es víctima de un ataque de ira desencadenado por el engaño de una mujer. Por eso, el primer cuento
que narra cada privado muestra el peligro de tomar una decisión cuando el conocimiento está cegado por la
ira. Mientras que el segundo cuento siempre muestra los engaños de las mujeres. Estos dos principios
mueven a los privados y determinan el contenido y la ordenación de los cuentos que narran.
El contenido de los cuentos narrados por la mujer varía: en el primero, muestra la necesidad de castigar a los
hijos y en el resto, intenta advertir al rey de los peligros de los consejos de los malos privados. En algunos, el
contenido didáctico está diverso o no se encuentra. Esto se debe a incapacidad de la mujer para narrar un
contenido ejemplar ya que las mujeres no están hechas para el saber.
Por tanto: 1 cuento narrado por la mujer que advierte sobre el peligro de los malos privados + 2 cuentos
narrados por un privado (el primero para contener la ira del rey y el segundo para advertir de los engaños de
las mujeres). Hay una armonía: el primer cuento de cada privado calma la ira del rey provocada por el cuento
narrado por la mujer
La coordenada temporal del octavo día es importante porque el infante puede volver a hablar. Después de
ese retorno a la historia marco, el infante inserta como narrador esa secuencia consecutiva de 5 cuentos
distintos. De la misma manera, con contenidos argumentales, personajes y desarrollo muy distintos, su
intención inmediata es mostrar su saber, que el aprendizaje que Çendubete le ha transmitido es suficiente
para convertirse en heredero del reino. Con el desenlace el rey Alcos ha tomado una decisión “acertada”,
castigando a la mujer por sus engaños, quemándola viva. El último cuento del sabio y el último del infante
transmiten la idea de que los engaños de las mujeres son infinitos.
Conflictos narrativos
- (II) Falsa educación – (III) Educación cumplida (el saber se asocia al linaje) (concepto del saber como un
sistema cerrado – metaforización)
Personajes
El rey Alcos y el infante se asocian a la cortesía nobiliaria: el rey Alcos ocupa y el infante está destinado a
ocupar un lugar especialmente significativo para regir toda la ordenación social. El infante no ha aprendido
nada en 15 años, pero llega Çendubete que se compromete a transmitirle al infante sus conocimientos en 6
meses. Se nos presenta el saber como algo cerrado, hermético, que puede ser instruido y recibido como algo
completo (pintado en las paredes de todo un palacio). Estamos dentro de la tradición de espejo de príncipes y
gobernantes. Además, se puede extraer que todo proceso de aprendizaje necesita ser continuado y sostenido.
- (I) La buena mujer (buen consejo) – (IV) La mala mujer (mal consejo)
Aparecen dos mujeres. El narrador del relato las describe de manera igual, sin embargo, la diferenciación del
carácter de estas mujeres lo vemos gracias a cómo se relacionan con el rey y qué tipos de consejos le dan. En
la Edad Media los personajes importan por su función, no por su caracterización psicológica. Por tanto, la
primera mujer es buena porque da un buen consejo y la otra es mala porque intenta engañar al rey. El primer
conflicto del rey tiene que ver con la imposibilidad de tener un hijo y lo soluciona gracias al buen consejo de la
buena mujer, sin embargo, el segundo conflicto se da por el mal consejo de la mala mujer, que pone en
peligro la vida del infante.
- (II) Los siete privados (transmiten saberes al rey) – (III) Çendubete (transmite saberes al Infante)
Estos personajes se relacionan con el saber. Los siete privados narran ejemplos al rey para que tome la
decisión acertada, mientras que Çendubete se ha encargado de transmitir el saber al infante en seis meses.
Narradores
Resulta llamativo el hecho de que en el Sendebar nos encontramos un total de 9 narradores (7 privados +
mala mujer + infante) de los cuentos que se insertan en la historia marco. Junto a estos narradores, también
encontramos un narrador en la historia marco. Esa voz narradora la encontramos desde el inicio de la historia
(“Avía un rey en Judea que avía nonbre Alcos”). Es un narrador en 3ª persona omnisciente, es decir, conoce
toda la historia desde todos los puntos de vista, conoce lo que dijeron, sintieron y pensaron los distintos
personajes y nos lo va presentando. No participa como personaje en la historia marco, por lo que se trata de
un narrador extradiegético. Nos conduce por la historia marco o lo que podríamos considerar un primer plano
ficcional.
Estos otros nueve narradores en principio son personajes de la historia marco que van apareciendo de la
mano del narrador extradiegético. En un determinado momento, sin dejar de ser personajes, se convierten en
narradores en 3ª persona omniscientes. Al ser personajes que proceden de la historia marco y se convierten
en narradores en esta, los denominamos narradores intradiegéticos. En el momento en que alguno de estos
personajes se convierte en narrador se abre un segundo plano ficcional, que viene dado por el relato de cada
uno de los cuentos narrados. Por su parte, tenemos un único destinatario inmediato al que denominamos
narratario, es decir, aquel personaje de la historia marco al que se dirigen los nueve narradores
intradiegéticos, que es el rey Alcos.
Si hablamos de distintos tipos de narradores (extradiegético e intradiegéticos), cada vez que se abre un plano
ficcional distinto debe cerrarse. Hay unas marcas que señalan la salida del marco estructural para situarnos en
el segundo plano de ficción, en el relato de cada cuento, y el retorno al marco estructural.
Ejemplo:
Este privado primero fuese para el Rey e fincó los inojos ante él, e dixo:
-Señor, non deve fazer ninguna cosa el omne fasta que sea çierto d'ella, e si lo ante fizieres, errallo as mal e dezirte
he un enxenplo de un rey e de una su muger.
E el Rey dixo:
El privado dixo: → Dentro de la historia marco, el narrador extradiegético da entrada al narrador intradiegético.
-Oí dezir que un rey que amava mucho las mugeres, e non avía otra mala manera sinon esta. → Narrador
intradiegético. Segundo plano ficcional
[...]
-Señor, oí dezir que un omne que era çeloso de su muger, e conpró un papagayo e metiólo en una jabla e púsolo en
su casa, e mandóle que le dixiese todo quanto viese fazer a su muger → Sigue el narrador intradiegético en el
segundo plano ficcional
- E yo, señor, non te di este enxenplo sinon por que sepas el engaño de las mugeres, que son muy fuertes sus artes
e son muchos, que non an cabo nin fin. → El primer privado queda convertido solo en personaje, ya no narrador.
Retorno a la historia marco
E mandó el Rey que non matasen su fijo. → Vuelve a aparecer el narrador extradiegético y nos da un desenlace
todavía no definitivo
Es importante el reconocimiento de estas distintas voces que se convierten en narradores porque nos dan
acceso o bien a la historia marco como primer nivel ficcional o bien a los cuentos que se insertan en este.
Caracterización de los personajes
No podemos considerar a los distintos personajes desde una perspectiva psicológica, porque en la literatura
de la Edad Media los personajes se caracterizan sobre todo por la función que cumplen en el relato.
En el caso de los privados debemos preguntarnos lo siguiente: ¿Cuál es la caracterización del primer privado?
¿Su caracterización se diferencia en algo respecto a la del segundo, tercer o cuarto privado? El primer privado
es idéntico al resto en tanto que se caracterizan por lo que hacen, que es contar cuentos al rey Alcos con un
doble propósito (que no tome una decisión incorrecta dejándose llevar por la ira o por el engaño de una
mujer). Su función es contar para asesorar al rey y que así tome una decisión ajustada a la verdad. También la
función de la mujer es contar, pero no cumple tan bien con su función como los sabios, ya que en algunos
cuentos en didactismo se nos escapa, y desde luego, no lo hace con la misma intención que los sabios. El
infante también se caracteriza por narrar. Es el personaje que narra un mayor número de cuentos y lo hace,
además, de forma continuada.
¿Qué caracterización recibe el rey Alcos? Como arquetipo, un rey debe ser justo, sabio y prudente. A lo largo
de la historia, el rey toma decisiones tras escuchar. Ello implica que, ante todo, cree en el poder persuasivo de
la palabra. Escucha a todos y cada uno de los personajes y finalmente, toma una decisión justa y sabia. El rey
Alcos se acerca al arquetipo de rey justo y sabio cuando consigue acceder a la verdad y ordena que maten a la
mujer en vez de al infante. A lo largo de los ocho días ya se había mostrado prudente porque tomaba las
decisiones, a veces acertadas y a veces equivocadas, después de escuchar. Los sabios saben que necesita
tiempo para que se le pase la ira que ha obnubilado su mente y que le lleva a tomar decisiones precipitadas
que no se ajustan a la verdad de los hechos. A lo largo de los ocho días en los que no deja de escuchar a
ninguno de los narradores, recupera sus características como arquetipo y lo hace porque acaba por tomar una
decisión justa y sabia. Estamos ante un caso especial, porque al principio de la historia marco, se aleja del
arquetipo de rey dejándose llevar por la ira y el engaño de la mujer y tomando una decisión equivocada, pero
cuando se cierra la historia marco, gracias al poder persuasivo de la palabra toma una decisión ajustada a la
verdad, recuperando aquellos rasgos que lo caracterizan como arquetipo. Para ello ha sido necesario la
intervención de los distintos personajes cumpliendo con la función de narrar, aconsejar al rey, con una
intención u otra.
¿Por qué cuentan los narradores intradiegéticos? ¿Cuáles son sus razones para contar y cómo determinan el
contenido didáctico de sus cuentos?
¿Por qué narran los privados? “Después que vieron qu' el Rey mandava matar su fijo, a menos de su consejo,
entendieron que lo fazía con saña porque creyera su muger. Dixieron los unos a los otros: -Si a su fijo mata,
mucho le pesará e después non se tornará sinon a nos todos, pues que tenemos alguna razón atal por que
este infante non muera.” Es decir, los privados se dan cuenta de que si el rey manda matar a su hijo, cuando
se le haya pasado este periodo de saña en que su intelecto está obnubilado, se va a dar cuenta de su
equivocación y se volverá contra los encargados de aconsejarle. Por tanto, los privados cuentan para salvar su
propia vida.
¿Por qué narra la mujer? “Después que esto ovo dicho, entendió ella que sería en peligro de muerte e dio
bozes e garpiós' e començó de mesar sus cabellos.” La mujer es consciente de que está en peligro de muerte.
Por eso empieza a contar también, para salvar su propia vida.
¿Y el infante? También narra para salvar su propia vida. Además, el infante debe demostrar que su formación
se ha completado porque con esta se convierte en el digno heredero al trono. De este modo, está legitimando
la figura del sabio que lo ha formado, Çendubete. Este desaparece de escena porque sabe que el rey Alcos
necesita tiempo para que la palabra ejerza su poder de persuasión y lo saque de su estado de enajenación al
que lo lleva la ira. Cuando regresa Çendubete le dice al rey Alcos: “Tanto te dio Dios de merçed, e de
entendimiento, e de enseñamiento, por que tú deves fazer la cosa quando sopieres la verdat, más que más
los reyes señaladamente por derecho devés seer seguros de la verdat, e más que los otros”. Es decir, el rey
debe ser más justo y prudente que cualquier otro hombre. Por tanto, debe tomar su decisión cuando haya
accedido a la verdad.
Estos 9 personajes presentan una razón que se convierte en denominador común: todos narran para salvar su
vida. Se trata de una colección de cuentos en la que contar parece equivalente a vivir. Es importante el poder
de la palabra.
Ya hemos visto que el infante tiene una razón muy importante para narrar, que es salvar su vida, ya que su
padre aún no ha tomado una decisión. Al mismo tiempo debe legitimar la figura de Çendubete, su maestro.
Finalmente, debe demostrar que su formación está cumplida. Debe demostrar su saber y sus limitaciones.
Esta serie de razones convierten al infante en el narrador intradiegético que más razones tiene para narrar.
Por eso, narra más ejemplos y de forma consecutiva.
El primero de los cuentos conecta con la historia marco. Es un ejemplo sobre el debate de la culpa: ¿de quién
sería la culpa si el rey Alcos mandase matar a su hijo? En el ejemplo se dan una serie de muertes sin culpable.
Por tanto, se puede extrapolar que no sería culpa de nadie, sino que sería por la Divina Providencia, que está
por encima de cualquier designio humano. El infante a partir del primero de sus relatos demuestra que todo
el que se considere sabio debe reconocer las limitaciones de su conocimiento.
El segundo, tercer y cuarto cuento narrados por el infante son una muestra de saberes. En teoría, la niñez es
un periodo de inocencia y, por tanto, de desconocimiento de los engaños del mundo. Sin embargo, en el
segundo y tercer ejemplo aparecen unos niños de 4 y 5 años respectivamente sabios.
El cuarto cuento, uno de los mejor elaborados, es una metaforización del mundo y sus falsedades. Para
solucionar los problemas sucesivos que se le plantean al mercader confiado va a aparecer una mujer vieja que
se convierte en su consejera, encargada de advertirle de las falsedades y aconsejarle cómo afrontarlas. En
este mismo cuento nos encontramos a un viejo ciego muy sabio.
El último cuento enlazar con la vertiente temática de los segundos relatos narrados por cada uno de los
privados. Se trata de poner en evidencia la capacidad de engaño de las mujeres. Finaliza con una imagen
hiperbólica que representa la capacidad de engaño de la mujer: «aunque se tornase la tierra papel, e la mar
tinta e los peçes d'ella péndolas, que non podrían escrevir las maldades de las mugeres'.»
Cada cuento funciona como una unidad narrativa en sí, pero no deja de haber una vinculación con la historia
marco, que viene dada por el didactismo (prosa ejemplificadora). Para que esta relación se establezca
encontramos relaciones de analogía o semejanza entre los elementos del ejemplo y la historia marco. Esa
relación puede venir por los personajes, el entramado argumental y/o la resolución ejemplar con implicación
moral.
Cuento 1: Leo
Rey Alcos – Marido. Toman decisiones precipitadas y, por tanto, equivocadas. No esperan a conocer la verdad
antes de tomar una decisión.
7 sabios – Rey. Ayudan a tomar la decisión correcta porque muestran la verdad al rey Alcos y al marido,
respectivamente. Además, ambos lo hacen a través de un ejemplo. Cada sabio narra dos cuentos al rey Alcos
y el rey de este ejemplo relata un enigma al marido para darle a entender que no hubo ningún adulterio y que
ha tomado la decisión equivocada, por lo que tiene que enmendarla.
Infante – Mujer. Son víctimas de alguien que toma una decisión equivocada. Los dos intentan ganar tiempo:
para que al rey Alcos se le pase la ira en el caso del infante y para no yacer con el rey en el caso de la mujer.
Finalmente, en ambos casos, son las palabras con carácter didáctico las que hacen que cambien de opinión. El
rey del cuento decide no yacer con la mujer cuando encuentra y lee el libro que habla sobre los castigos a las
mujeres por el adulterio. Se marcha, pero se deja los arcorcoles en el lecho.
Los arcorcoles del rey representan las falsas apariencias: el marido y el rey Alcos se dejan llevar por las
apariencias y toman una decisión equivocada. Por tanto, la enseñanza sería no dejarse llevar por esas
apariencias ni por la ira, para así tomar una buena decisión.
El didactismo es mayor cuanto más tupida es la red de analogías. Encontrarlas en los cuentos narrados por la
mujer es muy difícil (a veces no existen estas relaciones de semejanza), por eso el poder ejemplar del cuento
se diluye.
El Sendebar iguala contar a vivir. Muestra el poder persuasivo de la palabra y la importancia de decir y
escuchar y entender como razón de vida: “quel mayor saber que en el mundo ay es decir”. En esta sentencia,
Çendubete recoge la confianza en la palabra. Esta conclusión sapiencial que nos ofrece el sabio se pone como
broche a una pregunta que se plantea en la historia marco: ¿de quién sería la culpa si el rey Alcos hubiese
ordenado matar al infante? Cada sabio dice una cosa distinta. Esto nos lleva a una conclusión: la verdad y el
saber son siempre relativos. Por eso, es preciso escuchar la palabra e intentar entender lo dicho por el otro.
Respecto al contenido misógino, hay algunas mujeres que tienen un tratamiento negativo. Realmente la
crítica del Sendebar es a los hombres engañados por las mujeres. En este sentido, es especialmente
interesante el cuento 18 porque hay una mujer que engaña para paradójicamente desengañar. El objeto de
crítica en el Sendebar no son las mujeres, solo recoge la visión de la época. La crítica atenta sobre los hombres
que teniendo que ser conscientes de la capacidad de engaño de las mujeres se dejan engañar.
Don Juan Manuel logra un afianzamiento decisivo en la prosa literaria en castellano. También es una de las
figuras políticas más relevantes del momento. Debemos señalar sus orígenes linajísticos: es nieto de Fernando
III, hijo del infante don Manuel, sobrino de Alfonso X el Sabio, primo de Sancho IV, tío de Fernando IV, tutor
de Alfonso XI, padre de doña Constanza (a punto de convertirse en reina de Castilla). Estos orígenes
linajísticos nos llevan no solo a tomar constancia de la importancia política de don Juan Manuel, de la
relevancia de su personalidad desde un punto de vista histórico, sino a considerarle como “par de reyes”. Esto
quiere decir que se considera alguien al mismo nivel que los reyes, por sus orígenes y por su posición
preminente en el contexto histórico-político. Ello implica un condicionante a tener en cuenta para lo que
concierne a su producción literaria.
De nuevo nos vamos a situar dentro de distintos géneros literarios que ya conocemos: la prosa
ejemplificadora y sapiencial y un tratado doctrinal. En cualquier caso, esas tradiciones prosísticas literarias tan
distintas se insertan dentro de la tradición de espejo de príncipes y de gobernantes. De estos orígenes
linajísticos ya podemos establecer una vinculación entre el saber y el linaje. Toda la producción de don Juan
Manuel es una consecuencia directa de estas relaciones familiares y la relevancia política que estas implican.
La concepción cultural que, en términos generales, tiene don Juan Manuel va a proceder de los ámbitos
culturales que ha propiciado Alfonso X el Sabio. En este sentido, don Juan Manuel hereda los modelos
prosísticos que se han ido afianzando durante la empresa cultural llevada a cabo por Alfonso X. Es decir, las
distintas formas con que el discurso prosístico se van a desarrollar a lo largo de mediados del siglo XIII van a
encontrar un destinatario óptimo en la figura de don Juan Manuel. Su labor se desarrolla en el siglo XIV, pero
va a modelar su pensamiento y afirmar sus técnicas en los contextos cortesanos de mediados del siglo XIII.
Volvemos a mencionar el hecho de que toda la producción prosística de don Juan Manuel tiene que ver con el
concepto de cortesía nobiliaria, asociada al saber. Pero, se trata, además, de una empresa cultural que está
puesta al servicio de toda una ideología política.
Habitualmente, la obra de don Juan Manuel suele estudiarse en dos etapas: una primera que se denomina
época alfonsí de 1320 a 1325, y una segunda etapa entre 1327 y 1335, donde hablaríamos de una plena
madurez artística en la producción manuelina, es en esta etapa donde se sitúa la producción de El conde
Lucanor.
La crítica habla de la primera etapa (1320 – 1325) como la época alfonsí porque las obras que nos
encontramos en esta época se amoldan a los géneros prosísticos que han tenido un desarrollo durante el
reinado de Alfonso X el Sabio. En primer lugar, el de la historia, porque en esta encuentra modelos que le
ofrece el pasado para explicar su presente y justificar sus intervenciones políticas. Pueden mencionarse
ejemplos como la Crónica abreviada o la Crónica complida, una suerte de remedo de la Crónica general de
España. Otro cauce sería el de las disposiciones jurídicas, al que se ajusta un libro que se conoce como el Libro
del cavallero et del escudero, que tiene muchos puntos en común con El conde Lucanor. Se trata de un
caballero que intenta adiestrar a un escudero, alguien que después de ese adiestramiento va a ser llamado a
su vez en caballero él mismo. En El conde Lucanor asistimos también a un proceso de adiestramiento y
aprendizaje. El Libro de la caballería también puede situarse en este ámbito de las disposiciones jurídicas. A
don Juan Manuel le interesan las disposiciones jurídicas, pero en lo que concierne al estado social al que él
mismo pertenece, la nobleza. Por último, esa otra vertiente, donde está situada una obra que se conoce como
Libro de la caza, que tiene que ver con la cinegética. Esta prosa tiene que ver con lo lúdico, pero no una
actividad lúdica cualquiera, sino aquella que tiene que ver con el estrato social el que pertenece don Juan
Manuel, a la nobleza. Estos son modelos prosísticos que se van fijando durante el reinado de Alfonso X el
Sabio, y que determinan los primeros intereses dentro de la producción de don Juan Manuel.
El saber
“La mejor cosa que omne puede aver es el saber. Ca por el saber conosçen los omnes lo que se puede
alcançar de Dios et de las cosas que son en El; ca por el saber es el omne apartado de todas las
animalias, et por el saber se salvan las almas, et por el saber se onran e se apoderan e se ensennorean
los unos omnes de los otros, et por el saber se acrescientan las buenas venturas et por el saber se
contrallan las fuertes ocasiones. ¿Quién podría dezir quanto bien a en el saber? … Et muchos dubdan
qual es el mejor, el saber o el aver; e ciertamente esto es ligero de judgar; ca cierto es que el saber
puede guardar el aver, e el aver non guardar el saber. Et aun a el saber otra mejoría, que beemos
muchas vezes que si un omne que a grant saber le ayuda la ventura, tanto suba con el su saber, que
aunque la ventura se buelva, que siempre fincara el muy bien andante; et aunque la ventura sea
contraria con el su saber se sabra mantener fasta que la ventura se mude. Et el que non ha el saber que
le cumple, aunque haya buena ventura, non se sabra della aprovechar quanto podría”.
Es un fragmento extraído del Libro infinido en el que el autor nos explica ciertas consideraciones precisamente
en torno a su forma de entender el saber. Son consideraciones que van a ser determinantes para su
producción prosística. Hay una afirmación taxativa, que no ofrece lugar a ningún género de dudas: la mejor
cosa que puede haber en el mundo es el saber. A partir de ahí don Juan Manuel explica las razones por las que
el entienda esa afirmación tan taxativa.
Tiene un punto en común con la concepción del saber que se planteaba en el prólogo del Sendebar: el saber
se entiende como un camino de perfeccionamiento interior que permite conocer a Dios y permite llegar a la
salvación de las almas. En el sentido de que se trata de un camino de perfeccionamiento interior el saber nos
separa de los animales. Los animales no tienen saber y no tienen la posibilidad de ese camino de
perfeccionamiento que los lleva a la salvación de su alma. Ahora ya no estamos en ese más allá que permite la
salvación del alma, estamos en el mundo y el paso del hombre en este mundo.
Se alude a un término que es la ventura o la fortuna, que empieza a consolidarse en el siglo XIV, y que va a
desembocar con muchísima fuerza en la literatura del XV. Ese concepto clave de la fortuna, formulado por
don Juan Manuel, es el que se está planteando en este texto. Es decir, la fuerza mutable de la fortuna, que tan
pronto puede situar al hombre en lo más alto como en lo más bajo, puede contrarrestarse si el hombre posee
saber. Por tanto, cuanto más saber posea más podrá contrarrestar los efectos adversos de la fortuna.
No solo se trata aquí del saber como un proceso de perfeccionamiento que nos permita acceder a la salvación
del alma o vida eterna, o un concepto que permita contrarrestar la fortuna. Hay una asociación entre el saber
y el haber. Hasta este momento las producciones literarias que hemos leído siempre hablaban de despreciar
los bienes materiales porque lo que importa es la salvación del alma. Aquí es tan importante lo uno como lo
otro. Nos sitúa en esta disyuntiva novedosa. Se trata de conjugar la posibilidad de la salvación del alma, pero
tratando de, mediante la posesión del saber, un mayor aprovechamiento de los bienes terrenales. Esto
apunta ya hacia el Humanismo. Tan importante es la salvación del alma como el mantenimiento o el
incremento de las posesiones mediante el saber. En este breve texto donde don Juan Manuel vierte algunas
de sus reflexiones en torno al saber nos está hablando del ideal humanista del caballero cristiano.
No a todo individuo le cumple tener el mismo grado de saber. Don Juan Manuel se refiere al saber que le
corresponde a cada cual, según su estado. El saber que le cumple a un noble siempre tiene que ser mucho
más alto que el de alguien perteneciente al pueblo llano. No en vano es la obra que, junto a El conde Lucanor,
situamos en el periodo de madurez creadora de don Juan Manuel: Libro de los estados. Se nos está hablando
del saber como una herramienta de dominio social, como un resorte inmovilizador de la organización
jerárquica de la sociedad.
Todo esto tiene una resolución en la obra Libro del cavallero et del escudero. Asistimos a una defensa de la
ética estamental. Tiene una estructura basada en el diálogo que sirve para el didactismo: hay un personaje
que transmite el saber y otro que lo recibe. El caballero más capacitado instruye al joven escudero que con el
tiempo será llamado a ser caballero. Estas distintas perspectivas de los personajes sirven para representar
cómo se transmite y se recibe el conocimiento y como el intelecto debe ir oficiándose con una mayor solidez.
Se trata de intentar comprender cómo funciona la vida social de un noble siempre desde la defensa de la ética
estamental que se afianza en esa pirámide feudal que se considera obra de la Divina Providencia y, por tanto,
es inamovible.
La etapa de madurez artística de don Juan Manuel nos sitúa en pleno siglo XIV (1327 - 1335). Tenemos dos
obras claves: Libro de los estados y El conde Lucanor. Estas dos obras son las que mejor representan el
pensamiento político y artístico de don Juan Manuel.
El Libro de los estados es un manual inserto en la tradición de espejo de príncipes y gobernantes, por tanto, el
didactismo está en la base de esa obra. Otra característica compartida con El conde Lucanor es esa concepción
del saber. Conecta con esa concepción religiosa: se trata de hacer compatibles los bienes terrenales con la
salvación del alma. Tan importante es el perfeccionamiento interior como salvaguardar y, si es posible
aumentar, los bienes terrenales. Se da la ordenación estamental como obra de la Divina providencia y, como
ya exponía en el Libro infinido, vemos el saber que a cada cual le cumple según su estado.
Tenemos un indicio respecto a su fecha de composición. Al final de la obra encontramos el colofón: “Et
acabólo don Johan en Salmerón, lunes, XII días de junio, era de mil et CCC et LXX et tres años.” Se redacta el
12 de junio del 1335. No sabemos si un libro de carácter tan heterogéneo como este se compone en tan solo
este año o si, más probablemente, se empieza años antes y en 1335 es cuando se da por cerrada la
composición. Respecto a la conservación de la obra, tenemos cinco manuscritos (cuatro del siglo XV y otro del
XVI). Es cierto que son muy distintos entre sí. Además, solo dos de esos son completos, ya que en los otros
tres faltan casualmente los libros de los proverbios, indicio claro de que a los copistas les interesaban más los
ejemplos. Cinco manuscritos son muchos para la conservación de una obra en la Edad Media. Esto apunta el
éxito que tuvo al menos alguna de las partes del libro. Hay un interés por la prosa ejemplificadora. Esto
explica también el hecho de que en uno de estos manuscritos está el Sendebar.
Simplemente por razones cuantitativa cabria la pena plantear la pregunta: ¿por qué tantos prólogos para este
libro? Don Juan Manuel, una voz en tercera persona que no podemos identificar ni con el autor ni con el
copista o la voz que se corresponde con el personaje ficcional de Patronio está sistemáticamente
reflexionando acerca de las razones que llevan al autor en última instancia a elegir un determinado género y
estilo. En ocasiones en esos prólogos se van a hacer reflexiones que tiene que ver con cuestiones de una
determinada selección lingüística. Don Juan Manuel puede elegir en que lengua escribir por su formación
cultural muy profunda, pero decide hacerlo en romance. La mejor respuesta a la cantidad de prólogos tiene
que ver con la conciencia artística de don Juan Manuel, algo sumamente importante porque hasta el
momento hemos estudiado obras literarias donde los autores se consideraban auctoritas (autoridad que
posee una determinada formación latino-eclesiástica cuyo trabajo consiste en transmitir ese conocimiento al
vulgo iletrado con un propósito eminentemente didáctico). Ahora hablamos de algo más: un autor con clara
conciencia artística que se apropia de fuentes y las reelabora sin aludir a ellas, como sucede con el ejemplo de
doña Truhana.
El conjunto de El conde Lucanor es absolutamente heterogéneo. La parte más conocida es la primera, el Libro
de los enxiemplos. Se trata de un conjunto con partes muy diferenciadas que nos obliga a estudiarlo como un
conjunto en el que se superponen distintas estructuras. Por un lado, la estructura general de la obra donde
veremos dispuesto el pensamiento ideológico, intelectual y artístico de don Juan Manuel, así como su
pensamiento religioso. Debemos analizar también la estructura de cada libro:
En el Libro I, don Juan Manuel se identifica con el conde Lucanor. Podríamos considerar a este personaje
como un alter ego del autor. En el prólogo del Libro de los proverbios don Juan Manuel dice que va a adoptar
un estilo más oscuro por petición del rey Jaime señor de Xérica. También Patronio adopta un estilo más
oscuro por petición del conde Lucanor. Por tanto, en este momento don Juan Manuel se identifica con
Patronio.
Cada una de las unidades (ejemplos, sentencias y argumentos) dependen de la historia marco, es decir, el
diálogo entre el conde Lucanor y su consejero Patronio.
Tenemos un prólogo general a la obra completa de don Juan Manuel en el que este muestra su temor de que
su obra pueda ser transmitida mal por los copistas. Inserta en este prólogo el ejemplo del caballero de
Perpiñán y el zapatero, en el que un caballero rompe los zapatos de un zapatero después de que este haya
destrozado su canción.
En El conde Lucanor hay un anteprólogo a los 5 libros que lo componen, al liber generalis. Además, hay un
prólogo para cada uno de los Libri partiales, en el que se justifica la tradición prosística y el estilo de cada
libro. Estos prólogos funcionan a modo de variato programatica. La variación retórica de cada libro es un
auténtico programa artístico. A partir de esa justificación empieza a llevarse a la practica la composición y
organización del conjunto:
Libro I – Libro de los enxiemplos. Está compuesto por 50-51 ejemplos (la autoría del último es discutida por la
crítica). Este libro se inserta en la tradición de la prosa ejemplificadora, cuya unidad es el ejemplo. En cuanto
al estilo, dice que pretende “fablar en las cosas muy llana et declaradamente”.
Libro II, III, IV – Libro de proverbios. Se deja atrás la tradición de la prosa ejemplificadora y don Juan Manuel
se decide por la tradición de la prosa sapiencial o gnómica. La unidad genérica que se corresponde con esta
tradición son las sentencias o proverbios. Algunos contienen una dosis de saber condensada y otras tienen
una noción practica que nos dice qué hacer o cómo hacer. La diferencia entre estos tres libros es en principio
cuantitativa. Se da una reducción progresiva en el número de proverbios (98>49>29). Además, el estilo se va
oscureciendo
El libro V es el libro de la doctrina. Don Juan Manuel se acoge a una tradición prosística distinta, la prosa
doctrinal, cuyo genero principal es el tratado.
Hay una diversificación retorica que se nos justifica en los distintos prólogos. El denominador común es la
intención eminentemente didáctica. Otra cosa distinta será considerar cómo tiene que cumplir efecto ese
didactismo.
El estilo depende en última instancia del destinatario o destinatarios. El destinatario inmediato es el conde
Lucanor, pero existe la posibilidad de que haya otro receptor más amplio: un destinatario que se define como
“los que no fuesen muy letrados [nin muy sabidores]”, es decir, un destinatario sin ningún tipo de erudición.
Luego encontramos otro destinatario, se trata de un destinatario caracterizado por tener “buen
entendimiento et tan sotil”. Por tanto, se pasa a un estilo más oscuro, puesto que el llano aburre al
destinatario de buen entendimiento.
En el prólogo general tenemos una voz en primera persona que se corresponde con la del autor. Este prologo
funciona como un accesus medieval. Todo accesus medieval tiene dos partes:
La primera es la intentio, en la que se declara la intención del autor. Tiene que ver con una intencionalidad
que directamente se proyecta sobre su conciencia artística de autor. Por esta razón, se incluye un ejemplo
que tiene una función analógica con respecto a esa función de autoría: “una cosa que acaeció a un cavallero
en Perpiñán”. Don Juan Manuel teme que su obra pueda ser transmitida mal por los copistas al igual que es
mal transmitida la canción por el zapatero, lo que provoca el enfado del caballero. Esa es la intención que
explícitamente se declara en este primer prologo: tratar de evitar que en esa cadena de transmisión el texto
se vea alterado. Don Juan Manuel muestra su preocupación por la fijación de la obra tal cual la ha producido
para que no se trastoque “toda la intención et toda sentencia”.
La segunda es la materia. “Et por guardar esto cuando yo pudiere, fiz fazer este volumen en que están scriptos
todos los libros que yo fasta aquí he fechos, et son doce”. Se da aquí una relación de los títulos del autor.
Todavía no incluye El conde Lucanor.
El anteprólogo es el prólogo al conjunto de El conde Lucanor, al liber generalis. Desde el principio, está escrito
en 3ª persona, cosa que ha llevado a la controversia de si el prólogo es obra de don Juan Manuel o de un
copista encargado de la transmisión de la obra. Hay un denominador común con respeto al prólogo general
que tiene que ver con la conciencia artística que ya tiene don Juan Manuel: se nos explica que él sabe que los
copistas cometen errores al transcribir y esto hace que las cosas pierdan el sentido y se le echa la culpa al
autor. Es por esto que intenta preservar el texto como él lo ha producido, sin que haya posibilidad de que un
copista pueda cambiar una letra con otra porque se parecen y que, por tanto, cambie el sentido. En este caso
no nos encontramos con ningún cuento analógico como si hacíamos en el prólogo anterior.
Funciona a forma de introducción, como un accesus, que tiene dos partes esenciales: la declaración de la
intentio y la materia.
Respecto a la intentio, dice: “Este lirbo fizo don Johán […] deseando que los omnes fiziessen en este mundo
tales obras que les fuessen aprovechosas de las onras et de las faziendas et de sus estados, et fuessen más
allegados a la carrera por que pudiessen salvar las almas”. Queda claro que es importante la conservación de
los bienes terrenales, como también lo es la carrera que lleva a la salvación del alma. Esta intención va a
encontrarse en los prólogos sucesivos que vamos a analizar. Esta doble intencionalidad es una gran novedad
respecto a las obras medievales que hemos estudiado hasta ahora. Estamos en un ámbito cortesano, en el
que el saber está ligado al linaje. Ya no se desprecian los bienes terrenales, sino que se intenta promover esa
doble carrera que hemos mencionado. Vamos hacia un sentido humanístico: unidad de los ideales
caballerescos y la moral cristiana.
En cuanto a la materia, dice: “Et puso en él enxiemplos más provechosos que él sopo de las cosas que
acaescieron, por que los omnes puedan fazer esto que dicho es. Et sería maravilla si de cualquier cosa que
acaezca a cualquier omne, non fallare en este libro su semejança que acaesció a otro”.
Conclusiones: Don Juan Manuel ya no se considera un auctoritas, sino como un autor, encargado de elaborar
y transmitir un conjunto de saberes cuyas fuentes no siente la necesidad de transmitir. La colección de
ejemplos es un compendio de saber que se presenta como cerrado y susceptible de ser transmitidos
íntegramente. Respeto a las semejanzas que se citan en el anteprólogo, tiene que ver con la intencionalidad
de estos ejemplos: todas las tradiciones que sigue la obra tienen como intención el didactismo. En caso de los
ejemplos pasara lo mismo que con el Sendebar: se pone una relación entre la historia marco y los cuentos
para que el didactismo pueda cumplirse.
Debemos hablar del destinatario colectivo (“cualquier omne”). El público es amplio, incluyendo desde las
clases más iletradas a las más elevadas. Lo hizo con la intención de que también se pudieran nutrir “las gentes
que no fuessen muy letrados nin muy sabidores”. Es decir, el destinatario puede tener cualquier tipo de
formación, no tiene por qué ser letrado. Es por esto por lo que hizo el libro en romance, en lugar de en la
lengua culta (latín), que él podría usar pues tiene formación en ella. Pero es debido al destinatario que hace
esa selección lingüística. Hace una captatio benevolentiae, para acercarse a ese destinatario no sabidor.
Para justificar esa selección usa una metáfora: si se pretende tratar el hígado con una medicina con amargor,
lo que se hace es que se cubre con algo dulce para que el hígado lo acoja bien y se cure. Lo mismo ocurre con
el enseñar deleitando. Encontramos pues esa primera justificación retórica en cuanto a las elecciones del
autor. En conclusión, se trata de enseñar deleitando en romance (para que lo entienda cualquier hombre)
mediante ejemplos, que estén revestidos de palabras apuestas. Ese destinatario es el que condiciona las
elecciones de don Juan Manuel. Esas enseñanzas deben ser provechosas (prodesse) y deben tener una
aplicación práctica, deben poder llevarse a la acción (movere).
“E pues el prologo es acabado, de aquí adelante començare la manera del libro, en manera de un grand señor
que fablava con su consegero. E dizían al señor, conde Lucanor, e al consegero, Patronio.” Es la llave, nos
introduce en el plano ficcional. Se nos presentan los personajes de la historia marco y su calidad (un gran
señor y su consejero). Los personajes importan por la función que cumplen o por lo que representan. Luego se
nos dice sus nombres. El conde Lucanor representa el linaje que está en este ámbito cortesano relacionado al
saber. Se presenta la ficción narrativa, lo que será la historia marco o el marco estructural: es el diálogo entre
estos personajes, que se mantiene como un continuo durante todo el conjunto del libro. Patronio transmite
un conjunto de saberes y es el conde Lucanor el que lo requiere y lo recibe. Ese diálogo está íntimamente
relacionado con la estructura didáctica de la obra. Leyendo el prólogo, estamos situados en un plano de
realidad (don Juan Manuel explica la intención del libro, quienes son los personajes…), pero ya se nos da
acceso a los ejemplos, por lo que pasamos al plano ficcional.
- El narrador de la historia marco (3ª persona singular, omnisciente y extradiegético) introduce una
coordenada temporal imprecisa y el diálogo en estilo directo.
- El conde Lucanor expone un problema que concierne a su estado social y pide un consejo.
- El narrador da paso a la intervención de Patronio, que responde de manera indirecta con el relato de un
ejemplo para aconsejar al conde, convirtiéndose en un narrador en 3ª persona singular, omnisciente e
intradiegético. Ese ejemplo narrado por Patronio es otro elemento estructural. Como se trata de una
narración dentro de otra, se trata de un segundo nivel ficcional.
- Se vuelve a la historia marco. De esta manera, Patronio pasa de narrador y personaje a únicamente
personaje. Patronio establece una relación entre el contenido ejemplar y el problema del conde Lucanor
(relación de semejanza de manera explícita), retomando el estilo directo: “E vos, Conde Lucanor, …”
- Vuelve el narrador extradiegético. Se señala la validez del consejo (contenido didáctico: prodesse) y el
conde Lucanor decide ponerlo en práctica (movere).
- El narrador extradiegético incluye a don Juan Manuel, que es un destinatario que ha estado escuchando a
Patronio. Volvemos al plano de realidad. Es novedoso que el autor se introduzca como destinatario. Este
sintetiza el consejo en unos versos (estructura rítmica): “Et entendiendo don Johan que estos exiemplos
eran muy buenos, fízolos escribir en este libro, et fizo estos viesos en que se pone la sentençia de los
exiemplos”. Tendríamos una imagen para ilustrar el contenido didáctico.
Se trata de un proceso de aprendizaje basado en la reiteración variando la forma. El contenido didáctico está
repetido:
- Prólogo realidad
- Marco estructural primer nivel ficcional
- Ejemplo segundo nivel ficcional inserto en la historia marco
- Don Juan Manuel, destinatario del ejemplo + composición versos plano de realidad
- Imagen plano de realidad
Se trata de una especie de juego de espejos en el que encontramos un mismo contenido en distintos planos
que nos llevan entre la realidad y la ficción. Por ello también debemos hablar de la proyección doble de don
Juan Manuel como creador de versos (≃Patronio) y destinatario al final (≃conde Lucanor). Juan Manuel es
alter ego del conde en tanto que es receptor al igual que de las enseñanzas de Patronio y es el alter ego de
Patronio por ser capaz de sintetizar el conocimiento en unos versos.
Prólogo al Libro II
Don Jaime señor de Xérica es un noble dentro del plano de la realidad que se relaciona con el conde Lucanor.
El primero le exige a don Juan Manuel un sistema de saberes mediante un proceso cada vez más oscurecido
del mismo modo que se lo exige el conde Lucanor a Patronio.
En primer lugar, don Juan Manuel hace alusión al Libro I que acaba de finalizar: “Ove acabado este libro del
conde Lucanor et de Patronio que fabla de enxienplos, et […] fizlo en la manera que entendí que sería más
ligero de entender. Es esto fiz porque non só muy letrado et queriendo que no dexassen de se aprovechar del
lo que no fuesen muy letrados, asi como yo, fiz las razones et enxienplos que en el libro continene assaz llanas
et declaradas”. El género de los ejemplos y el estilo (llano y declarado) se eligen por el destinatario.
En cambio, en la justificación del Libro II: “Et porque don Jaime, señor de Xérica, […] me dixo que querría que
los mis libros hablasen más oscuro. Et so cierto que esto me dixo porque él es tan sotil et tan de buen
entendimiento, que tiene por mengua de sabiduría hablar en las cosas muy llana et declaradamente”.
Tenemos que el destinatario ya no es cualquier hombre, sino que debe tener un entendimiento sutil, por lo
que se escogen las sentencias y un estilo más oscuro. Al hablar de otro género (sentencias) nos estamos
refiriendo a otra tradición prosística: la sapiencial.
Después, Patronio habla al conde en un retorno a la historia marco, con el diálogo en estilo directo. Se da
también la proyección especular entre la realidad y la ficción: Patronio justifica en la historia marco las
mismas variaciones retóricas que don Juan Manuel en el prólogo al Libro II. En esta misma historia marco se
desarrollan 98 sentencias. El conde Lucanor escucha un nuevo proceso de adiestramiento más sutil y
dificultoso para el entendimiento.
Prólogo al Libro III. Ahora, Patronio retorna a la historia marco. En un diálogo en estilo directo el conde le pide
a Patronio un saber más oscurecido y Patronio satisface su petición con 49 sentencias más oscuras.
Prólogo al Libro IV. Tenemos lo mismo que en el anterior, pero con 29 sentencias. Con esta progresión de
brevedad y oscuridad se crea un balance de la variación retórica al servicio de la reiteración didáctica. Se
busca encontrar el deleite en aquello que tenga un mayor grado de exigencia para el entendimiento.
El Libro de los proverbios es la segunda estructura que se superpone en el conjunto de El conde Lucanor. Esta
se va a convertir en la demostración necesaria del proceso de conocimiento que Patronio le transmite al
conde Lucanor. La progresión en los asuntos tratados que vemos en el Libro de los ejemplos nos avisa del
recorrido que vamos a realizar por el Libro de los proverbios y por el Tratado doctrinal. En el Libro de los
proverbios encontramos sentencias que sirven desde un punto de vista ético y moral para ayudar al hombre
en su carrera por el mundo para alcanzar la salvación del alma. De modo que el conde Lucanor una vez que de
progresivamente satisfechos los intereses relativos a los bienes terrenales (honra, facienda y estado) desea, y
así se lo requiere a Patronio en los distintos prólogos en que la realidad se desliza hacia la ficción, ir
avanzando progresivamente en su formación personal.
Patronio abre la primera parte del Libro de los proverbios con la simple indicación de que va a continuar
transmitiéndole al conde Lucanor la misma materia pero cambiando el estilo, que ya no será tan declarado
como en los ejemplos, sino que manteniendo el didactismo nos vamos a encontrar una colección de
proverbios directamente relaciones con el fondo de la literatura sapiencial que se traduce a finales del siglo
XIII y que don Juan Manuel conoce. Estas sentencias no dejan de ser un eco de los versos finales que compone
don Juan Manuel como cierre de cada ejemplo. La diferencia es la carencia rítmica de las sentencias. No se
trata de apoyarse ya en procedimiento analógicos o mnemotécnicos, es decir, de ver un contenido didáctico
plantado en un ejemplo y reproducido en unos versos contenido en una imagen, sino que se trata de desvelar
los verdaderos ámbitos de saber.
El estilo se va a ir anunciando cada más oscuro y alambicado en los sucesivos prólogos. Esa oscuridad viene
forzada porque los asuntos que se tratan son cada vez más complejos y porque el conde Lucanor tiene un
entendimiento más reforzado. La dificultad progresiva a la que asistimos impone un mayor esfuerzo
intelectivo. La consecuencia inmediata es que a mayor esfuerzo, mayor provecho didáctico.
La mayor dificultad del Libro II a su paso al Libro III es un estilo más oscuro y abreviado cuantitativamente.
Habíamos hablado también de determinados procedimientos que contribuyen a ese estilo más oscuro.
Encontramos un predominio de lo que podemos denominar ornatus facilis que en términos muy laxos serían
“juegos de palabras”. Lo que hace en el libro III don Juan Manuel es establecer un juego con la ambigüedad
semántica y conceptual de unos mismos significantes. Eso es lo que le exige al destinatario inmediato (el
conde Lucanor) o universal, primero tratar de saber qué significado tienen significantes idénticos en cada
caso.
Ya habíamos visto que el uso de este procedimiento no es continuo: por cada sentencia dada en estilo oscuro,
nos encontramos cuatro sentencias en estilo más declarado. Cada cuatro sentencias encontramos un
proverbio que juega con el ornatus facilis, con la ambigüedad semántica y conceptual. Por ejemplo, la
sentencia XIII del Libro III: “Por onra recibe onra qui faz onra. La onra dévese fazer onra guarndándola”. Se
està utilizando el mismo significante (onra). Se trata de que el receptor sepa a qué se refiere en cada caso ese
mismo significante que tiene distinto significado. Lo podríamos entender así: En señal de respeto recibe una
distinción quien actúa honorablemente. El poder debe respetarse guardándolo.
En el caso del paso del Libro III al Libro IV el estilo es más abreviado y oscuro. De nuevo es fácil de ver
cuantitativamente: 98 > 49 > 29 sentencias. Por supuesto estamos ya sin el andamiaje de un entramado
argumental, lo cual demuestra también el estilo abreviado. El procedimiento para conseguir un estilo más
oscuro es el ornatus dificilior, es decir, un tipo de ornamentación más dificultosa. En estas sentencias se van a
forzar los hipérbatos. Nos encontramos en esta nueva colección de sentencias con la figura que en las
retóricas medievales denominados perversio. Para entender el significado de la sentencia se debe resolver la
reorganización sintáctica en que viene dado el proverbio. Si no los ordenamos es imposible que lleguemos al
significado de la sentencia. Hay otra cuestión que también contribuye al oscurecimiento del estilo.
Encontraremos una sentencia oscura y una aclarada. En este libro, todas las sentencias impares nos van a
exigir esa reorganización sintáctica, para a partir de ahí, acceder al significado:
I. “En el presente muchas cosas grandes son un tiempo grandes et non parescen, et omne nada en el
passado las tiene.” No resulta fácil entenderla porque los elementos están desordenados
II. “Todos los omnes se engañan en sus fijos et en su apostura et en sus vondades et en su canto.”
Ordenación lógica. No hay hipérbaton.
III. “De mengua seso es muy grande por los agenos grandes tener los yerros pequeños por los suyos.”
Tenemos que organitzar sintácticamente los elementos de la sentencia: “Muy grande mengua de seso
es tener por grandes los yerros agenos et por pequeños los suyos”. Es muy poco inteligente pensar
que los defectos de los demás son muy grandes y los propios muy pequeños.
Lo que se busca es despertar la capacidad de razonamiento lógico, una disciplina mental que vaya
enriqueciendo, de forma progresiva, la naturaleza intelectiva del discípulo. Lo que trata de hacer Patronio con
el conde Lucanor, y don Juan Manuel con el destinatario, es ir construyendo una personalidad más
inteligente, cada vez más afianzada en el entendimiento y la razón. Se trata de construir una personalidad que
pueda ir abandonando las realidades temporales de este mundo y acceder a la salvación del alma.
Prólogo al Libro V (Libro de la doctrina)
“Señor conde Lucanor -dixo Patronio-, ya desuso vos dixe muchas vezes que tantos enxiemplos et proverbios,
dellos muy declarados et dellos ya cuanto más oscuros, vos avía puesto en este libro, que tenía que vos
cumplía assaz, et por afincamiento que me feziestes ove de poner en estos postremeros treinta proverbios
algunos tan oscuramente que será marabilla si bien los pudierdes entender” . Patronio dentro del primer nivel
ficcional hace la función prologuista. Sigue dialogando con el conde Lucanor y empieza por hacer balance de
esa variación retórica de la que ha sido objeto el conjunto de saberes que le ha transmitido al conde. También
se nos dice que la razón es el gran afincamiento que le ha hecho el conde Lucanor, es decir, su insistencia.
“Et pues tantas cosas son escriptas en este libro sotiles et oscuras et abreviadas, por talante que don Johan ovo de
complir talante de don Jaime, dígovos que non quiero fablar ya en este libro de enxiemplos, nin de proverbios, mas
fablar he un poco en otra cosa que es muy más aprovechosa”. Hay una nueva proyección de espejos que nos lleva de la
ficción a la realidad. Patronio ha hecho por el conde Lucanor lo mismo que don Juan Manuel por su amigo don Jaime. A
partir de ahí, tenemos una nueva declaración de intenciones. Se dejan al margen la tradición ejemplificadora y sapiencial
con el género de los ejemplos y los proverbios respectivamente y se anuncia otra cosa. Cambiamos de tradición y género
y asistimos a un libro de la doctrina en el que se reflexiona en torno a cómo conseguir la salvación del alma.
Encontramos la amplificación de una materia que va a ser desarrollada mediante argumenta. Ahora
encontramos una unidad textual orgánica, no fragmentada. Algo muy importante, porque los libros I, II, III, IV,
independientemente de la tradición prosística y el género, vienen dados del denominador común del
fragmentarismo. Ahora tenemos una unidad textual que se desarrolla mediante argumentos. Ya no estamos
abreviando el estilo, ahora los estamos desarrollando, estamos ante una amplificación de esa materia. Nos
encontramos con un tratado doctrinal sobre qué es lo que se debe hacer para ganar la gloria del paraíso.
Patronio va a ir elaborando argumentos en torno a varias cuestiones: la primera es sobre qué cosa es “el
omne en si” y la segunda qué es el mundo. En la segunda cuestión establece una división tripartita: primero
habla de qué cosa es el mundo, después de cómo atraviesan los hombres el paso por este mundo, que ya
sabemos que es perecedero, y, finalmente, qué galardón les de lo que por él hacen. Según cómo sea el paso
del hombre por este mundo, recibirán un galardón u otro. Se trata de poder acceder a la salvación del alma.
El Libro de la doctrina es un tratado doctrinal. Nos situamos ante una tradición prosística distinta: el
tratadismo, que va a tener un gran desarrollo durante el siglo XV. Se trata de la culminación del sistema de
aprendizaje que se ha ido exponiendo en las secciones anteriores. Patronio ha ido marcando una serie de
pautas de actuación para que el prota pueda ajustar su existencia siempre de acuerdo con el estado al que
pertenece para conciliar la carrera del mundo con la carrera de Dios. ¿Como sabemos que el conde Lucanor
ha ido asimilando ese sistema de conocimientos? Porque es él mismo el que le pide que repita la misma
materia de forma más oscura, señal de que su intelecto se va reforzando.
Frente a los libros I, II, III y IV que se caracterizan por el fragmentarismo, en el Libro V se instaura un nuevo
orden, un discurso unitario, armónico, punto de convergencia de los libros anteriores. Este nuevo orden
representa el abandono por parte del conde Lucanor de un mundo caótico fragmentario frente a la
posibilidad de ingreso en ese todo unitario y armónico que representa la posibilidad de salvación del alma, de
acceso al Paraíso.
Se recupera el estilo declarado, pero se oscurece la materia tratada (la más importante por ser el punto
culminante). Los libros anteriores funcionan como una progresión para ascender en ese proceso de
perfeccionamiento interior. Por lo demás este proceso de ascensión se corresponde con el concepto
aristotélico escolástico del hombre, que entiende que el hombre tiene tres porciones: alma vegetativa,
sensitiva y intelectiva. A medida que escalamos en esa escala natural que propone Aristóteles alcanzando un
mayor grado de alma intelectiva acabamos por conseguir el acceso al Paraíso. El intelecto del conde está lo
suficientemente reforzado para acceder a este discurso unitario, lo cual conecta con el ideal de caballero en el
que se da una conciliación de lo terreno con lo cristiano.