El Despachante de Aduana - Importancia de Su Actividad Profesional - DR Basaldua
El Despachante de Aduana - Importancia de Su Actividad Profesional - DR Basaldua
El Despachante de Aduana - Importancia de Su Actividad Profesional - DR Basaldua
cto_id=14226
Tipo: ARTÍCULOS
Nº: 207 Año:2012 Organismo:Doctrina
PUBLICADOS
Estado:Sin Estado Publicado en B.O.:
El Despachante de Aduana: Importancia de su actividad profesional en el
comercio internacional y en relación con las funciones asignadas a las
aduanas.
El Despachante de Aduana: Importancia de su actividad profesional en el comercio internacional y en relación con
las funciones asignadas a las aduanas. Por Ricardo Xavier Basaldúa. Publicado en "Guía Práctica de Comercio
Exterior y Anticipos del Nomenclador Arancelario Aduanero". Número 207 del día 15 de Febrero de 2012, pág. 3.
El Despachante de Aduana: Importancia de su actividad profesional en el comercio internacional y en relación con
las funciones asignadas a las aduanas.
Por Ricardo Xavier Basaldúa
I. CONCEPTO Y ROL DEL DESPACHANTE DE ADUANA
Hemos de desentrañar el rol o papel que cumple el denominado despachante de aduana (1) y que, por ende, lo caracteriza como
tal.
La expresión “despachante de aduana” para designar a esta actividad, que se realiza en relación con la Aduana y el comercio
exterior, tiene abolengo (2).
A diferencia de otras designaciones como la de “agente de aduana” (3), de cuya etimología no puede inferirse su significado o
contenido, la voz “despachante” nos presta gran ayuda para conocer su rol, actividad o función.
En efecto, la palabra “despacho” está vinculada a “desempacho” y ésta a “empacho” (4).
Así, vemos que el término “empachar” procede del francés antiguo (occitano) “empeechier”, que alude a “impedir”, “estorbar” (hoy
en francés “empêcher”). El “empeechier” está vinculado con el término semiculto del latín tardío “impedicare”, “trabar”, derivado de
“pedica”, “traba”, “lazo”, “cadena”.
De donde surge claro que la actividad del despachante de aduana está dirigida a “desempachar” o “destrabar” las mercaderías que
están “trabadas” o “empachadas” en poder de las aduanas. Ello es así, porque las aduanas, para ejercer el control que les está
encomendado sobre el tráfico internacional de mercaderías, deben someter a su poder las mercaderías que pretenden ingresar o
salir del territorio, para lo cual han de impedir o trabar su paso hasta tanto no se cumplan las formalidades y los requisitos
aduaneros. De ahí que las aduanas en las fronteras “traben” el paso de esas mercaderías y luego las “destraben” o “libren a plaza”
una vez cumplidas las condiciones exigidas por la legislación aduanera.
En cambio, cuando se hace referencia a este profesional como “agente aduanero” (Costa Rica), “agente de aduana” (Ecuador, Chile,
Perú, Venezuela), “agencia de aduana” (Colombia), “agente aduanal” (México), o con designaciones similares que recurran a la
palabra “agente”, ninguna precisión podrá inferirse de su etimología, dada su gran amplitud y vaguedad.
En efecto, el término “agente” procede del latín “agere”, que alude a actuar, a producir un efecto, realizar una actividad (5). De tal
forma, no se precisa el contenido ni la finalidad de tal acción y por eso es usada para referirse a las más diversas actividades
(agente de policía, agente de tránsito, agente de transporte, agente marítimo, agente de comercio, agente de bolsa, agente
inmobiliario, etc.). Incluso en el ámbito aduanero genera confusiones, porque las expresiones “agente aduanero” o “agentes de
aduana” pueden entenderse referidas tanto al funcionario aduanero como al profesional que denominamos despachante de aduana.
II. COMPARACIÓN DE LA ACTIVIDAD DEL DESPACHANTE DE ADUANA CON LA DEL AGENTE DE TRANSPORTE ADUANERO
A los fines de precisar las funciones del despachante de aduana, resulta ilustrativo comparar su actividad profesional con la que
desempeña ante la aduana el denominado “agente de transporte aduanero”, también designado “transportador internacional” (en
Bolivia, LGA, arts. 53 a 59 y 68, y Glosario), “transportista aduanero” (en Costa Rica, LGA, art. 40), “agente de carga internacional”
(en Colombia, Estatuto Aduanero, art. 3º).
Ambos profesionales tienen domicilio en el país en el que se relacionan con la Aduana.
Los agentes de transporte de aduanero deben presentar el medio de transporte y el cargamento a la Aduana, que se identifica en el
manifiesto de la carga. Actúan por cuenta y en nombre de los transportistas.
Los despachantes de aduana gestionan el despacho o libramiento a plaza de mercaderías determinadas, que figuran individualizadas
en los respectivos conocimientos de embarque o documento equivalente (v. gr., carta de porte). Actúan por cuenta y, según la
mayoría de las legislaciones, también en nombre de los importadores y exportadores.
En el caso de los agentes de transporte aduaneros, lo fundamental para la Aduana es su solvencia, ya que en razón de ella se
permite partir al medio de transporte aunque su representado no hubiera finiquitado sus cuestiones pendientes con la Aduana (v.
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gr., deudas por tributos originados en faltantes de mercadería a la descarga o multas por infracciones cometidas por el
transportista).
En el supuesto de los despachantes de aduana, lo que le interesa básicamente a las aduanas son sus conocimientos de la materia
aduanera (tanto su legislación en general, como en los temas relativos a la clasificación y valoración de las mercaderías), a fin de
asegurar y facilitar el buen desarrollo de las operaciones de importación y de exportación.
Tales condiciones de actuación determinan que, mientras el agente de transporte aduanero pueda ser tanto una persona de
existencia física como ideal, los conocimientos exigidos al despachante impongan naturalmente su calidad de persona física.
III. FORMA DE ACTUACIÓN ANTE LAS ADUANAS
Veamos ahora cuál es la forma de actuación del despachante de aduana ante el servicio aduanero.
El despachante de aduana actúa ante las aduanas en interés del importador o del exportador, que le encomienda que obtenga de la
aduana el despacho de las mercaderías.
Este cometido se instrumenta en un contrato de mandato, es decir en un acto jurídico bilateral por el cual el despachante de
aduana se obliga a realizar por cuenta de su cliente una actividad tendiente al despacho de las mercaderías. En consecuencia, el
despachante de aduana realiza una actividad profesional por cuenta de otra persona (6).
Ahora bien, esta actividad realizada en interés de otro, puede efectuarse de dos maneras o modalidades: actuando en nombre
propio o en nombre o representación del importador o del exportador (7).
La primera modalidad es la que, por ejemplo, prevé la legislación aduanera boliviana. Así, la Ley General de Aduanas nº 1990 de
Bolivia, en el artículo 42 dispone que el despachante de aduana “Será autorizado por la Aduana Nacional....para efectuar despachos
aduaneros inherentes a operaciones del comercio exterior, por cuenta de terceros”. En el artículo 45, al precisar las funciones y
atribuciones de este profesional, menciona en su inciso b) “efectuar despachos aduaneros por cuenta de terceros, debiendo
suscribir personalmente las declaraciones incluyendo su número de licencia”. En igual sentido que el citado artículo 42, se lo define
en el Glosario de Términos Aduaneros y de Comercio Exterior que obra en Anexo a dicha ley.
En cambio, en el Código Aduanero argentino se contempla la otra modalidad. Así, en el artículo 36, apartado 1, se determina que
“Son despachantes de aduana las personas de existencia visible que, en las condiciones previstas en este Código, realizan en
nombre de otros ante el servicio aduanero trámites y diligencias relativas a la importación, la exportación y demás operaciones
aduaneras” (8).
Vale decir que la legislación aduanera argentina parte del supuesto que el actuar natural de despachante de aduana es el de un
mandatario con representación (9). En tal sentido, se considera que el despachante de aduana actúa como tal cuando lo hace en
representación del importador o del exportador.
Si bien las dos modalidades descriptas, sobre la forma de actuar del despachante de aduana no inciden en su concepto, sí tienen
consecuencias jurídicas en lo que hace a la responsabilidad que se asume en uno u otro caso.
En efecto, en el caso de la legislación aduanera boliviana, al actuar por interés ajeno, pero a nombre propio, se está actuando como
comisionista, y como tal queda obligado ante la aduana por los actos que realiza en esa condición.
En el supuesto de la legislación argentina, al actuar en interés y en nombre ajeno se presenta ante la aduana como un
representante y, por consiguiente, el efecto de sus actos realizados como representante recae exclusivamente en cabeza del
representado.
IV. EJERCICIO PERSONAL
Dadas las características de su actividad ante las aduanas, para la cual se requiere conocimientos sobre la legislación y operativa
aduanera, que se adquieren por personas físicas mediante la realización de cursos y rendición de exámenes y otras formas de
acreditarlos, resulta natural que lleven a cabo un desempeño personal (10).
Ello determina en la Argentina, que el Código Aduanero imponga en su artículo 36 que se trate de personas de existencia física los
que puedan resultar habilitadas para actuar ante las aduanas como tales profesionales.
En Bolivia, coincidentemente, la Ley General de Aduanas en su artículo 42 caracteriza al despachante de aduana como “persona
natural”.
Por supuesto que tal requisito no impide que los despachantes se asocien, ya que asociarse con fines útiles constituye un derecho
garantizado por las distintas constituciones políticas. Por eso es necesario distinguir entre este derecho indiscutible, en virtud del
cual los despachantes pueden asociarse para defender sus intereses profesionales (11), con la exigencia de una actuación personal
ante las aduanas cuando se trate de cumplir los roles esenciales de la profesión y asumir las consiguientes responsabilidades que su
accionar les depara.
V. CARÁCTER DE SU INTERVENCIÓN EN LA TRAMITACIÓN DE LOS DESPACHOS ADUANEROS: VOLUNTARIA O IMPUESTA POR LA
LEY (Y, EN ESTE CASO, ALCANCE DE LA OBLIGATORIEDAD).
El carácter obligatorio o no de la intervención del despachante en las operaciones aduaneras constituye un tema de particular
interés, dados los principios e intereses involucrados.
Con el fin de facilitar el análisis, la cuestión puede plantearse en los siguientes términos: a) si el interesado v. gr., el importador o
el exportador puede por sí mismo gestionar el despacho de las mercaderías; b) si el interesado, en el supuesto de preferir designar
a otra persona para que efectúe el despacho en su nombre, puede investir a cualquier persona con su representación o, en tal caso,
está obligado a recurrir a un despachante aduanero.
Como adelantamos, están en juego diversos principios e intereses. Primero, el derecho de ejercer el comercio, lo que implica
desarrollar dicha actividad en el ámbito internacional. Por otra parte, el interés de la aduana de canalizar las operaciones aduaneras
a través de profesionales en la materia; y, eventualmente, exigir su intervención como una forma de asegurarse de la percepción de
los tributos adeudados.
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Algunos países, en la regulación de su comercio exterior establecen en forma excluyente la intervención de los despachantes de
aduana. Así, la Ley Aduanera de México dispone, como regla general, que los “agentes aduanales” tendrán la representación legal
de los importadores y exportadores (12).
En Bolivia, la Ley General de Aduanas prevé en su artículo 47 que “Los despachos aduaneros de importación que se tramiten ante
administraciones aduaneras debidamente autorizadas al efecto, deberán efectuarse por intermedio de despachantes de aduana con
licencia y debidamente afianzados” (primer párrafo).
En otros países como la Argentina, existe hoy en día un sistema más flexible. Según resulta de la reforma introducida por la ley
25.063 de 1998 al art. 37 del Código Aduanero (13), se prevé que “1. Las personas de existencia visible sólo podrán gestionar ante
las aduanas el despacho y la destinación de mercaderías, con la intervención del despachante de aduana, con excepción de las
funciones que este código prevé para los agentes de transporte aduanero y de aquellas facultades inherentes a la calidad de capitán
de buque, comandante de aeronave o, en general, conductor de los demás medios de transporte. 2. No obstante lo dispuesto en el
apartado 1, podrá prescindirse de la intervención del despachante de aduana cuando se realizare la gestión ante la aduana en
forma personal por el importador o exportador. 3. Las personas de existencia ideal podrán gestionar el despacho y la destinación de
la mercadería, por sí o a través de persona autorizada, en las condiciones y requisitos que fije la reglamentación”.
Esta solución, que no es la prevista por quienes redactaron el código (14) , ha merecido críticas. En especial, con relación al
apartado 3 transcripto, hemos señalado junto con otros especialistas en la materia que “...contraría el principio de profesionalidad
del representante voluntario, sobre todo en materia del 'despacho en confianza', que se impone en una aduana moderna,
fundamentalmente con la introducción del sistema informático y los cambios que éste trajo aparejados en la responsabilidad del
declarante respecto de temas tan especializados como la clasificación arancelaria y la valoración, que se intensificó con las
modificaciones introducidas con la ley 25.986, a partir de cuya vigencia se requiere mayor profesionalidad por parte de los
operadores ante la aduana” (15).
Todo ello aconseja que, como lo preveía el Código Aduanero en su redacción original, debe quedar claramente establecido que,
salvo casos excepcionales, cuando no se realizara el trámite personalmente en el caso de las personas físicas, y, en general, cuando
se tratare de una persona de existencia ideal, si se pretende investir a un tercero de un poder para realizar los trámites ante la
aduana, esta representación habrá de recaer necesariamente en un profesional que revista la calidad de despachante de aduana
(16).
Es la actuación de este profesional la que, debido a sus conocimientos acreditados de la materia aduanera, mejor garantiza el ágil
desarrollo de las operaciones aduaneras y el mejor aliado del servicio aduanero para que el trámite administrativo y la operativa
respectiva se realice de conformidad a lo previsto por la legislación aduanera. En este sentido, sus conocimientos constituyen una
garantía tanto para los importadores y exportadores como para la propia aduana.
En algunos países, la obligatoriedad de recurrir al despachante de aduana surge del hecho de considerarlo solidariamente
responsable del pago de los tributos con el importador o el exportador. Ello implica, por lo general, que al importador o al
exportador, que son los que realizan el hecho gravado por los derechos aduaneros, y que, por lo tanto, son los deudores por deuda
propia, se les agrega, por disposición de la ley (ministerio legis) otro deudor (el despachante interviniente), que queda obligado por
deuda ajena.
Entre las legislaciones aduaneras que en materia tributaria prevén la responsabilidad solidaria del despachante de aduana con el
importador o el exportador, puede mencionarse: la Ley General de Aduanas de 1999 de Bolivia, cuyo artículo 47, párr. 5 dispone:
“El despachante y la Agencia Despachante de Aduana responderán solidariamente con su comitente, consignatario o dueño de las
mercancías en las importaciones y con el consignante en las exportaciones, por el pago total de los tributos aduaneros, de las
actualizaciones e intereses correspondientes y de las sanciones pecuniarias emergentes del incumplimiento de las normas jurídicas
pertinentes”; la Ley General de Aduanas de 1995 de Costa Rica, que en su artículo. 36 prevé: “Los agentes aduaneros serán
solidariamente responsables por el pago de las obligaciones tributarias aduaneras derivadas de las operaciones aduaneras en las
que intervengan y por el pago de las diferencias, intereses, multas y demás recargos correspondientes”; las Ordenanzas de Aduanas
de Chile disponen en su artículo 199 que “El Agente de Aduana, hasta el monto de su caución, más la provisión de fondos, junto
con su comitente, quedarán solidariamente obligados al pago de todos los gravámenes, cualesquiera sean su naturaleza y finalidad,
cuya aplicación y fiscalización correspondan al Servicio de Aduanas”; la Ley Orgánica de Aduanas de 2003 de Ecuador, que en su
artículo 120, párr. 3, establece: “EL agente de aduana que interviene en el despacho de las mercancías es responsable solidario de
la obligación tributaria aduanera, sin perjuicio de la responsabilidad penal que legalmente corresponda”; Ley Aduanera de 1999 de
México, en su artículo 53 precisa: “Son responsables solidarios del pago de los impuestos al comercio exterior y de las demás
contribuciones, así como de las cuotas compensatorias que se causen con motivo de la introducción de mercancías al territorio
nacional o de su extracción del mismo, sin perjuicio de lo establecido por el Código Fiscal de la Federación:...II. Los agentes
aduanales y sus mandatarios autorizados por los que se originen con motivo de las importaciones o exportaciones en cuyo despacho
intervengan personalmente o por conducto de sus empleados autorizados”; la Ley General de Aduanas (Texto único ordenado en
2004), de Perú, cuyo artículo 11, párr. 3, determina: “Los Agentes de Aduanas son responsables solidarios con su comitente por los
adeudos que se formulen como consecuencia de los actos aduaneros en que hayan participado”; el Texto Único de las disposiciones
legislativas en materia aduanera de Italia, en su artículo 41 lo contempla así (17).
En cambio, en el Código Aduanero argentino no se consagra la responsabilidad solidaria del despachante con el importador o
exportador en materia de tributos (18).
En consecuencia, en la medida en que el despachante actúe ante la aduana en representación del importador o del exportador no
puede constituirse en deudor de los tributos aduaneros. En cambio, cuando actúa a nombre propio debe asumir personalmente las
obligaciones tributarias emergentes de la importación o la exportación para consumo. Por eso, el artículo 779 establece que “El
despachante de aduana que realizare un hecho gravado (19) sin acreditar su condición de representante en alguna de las formas
previstas en el artículo 38 responde personalmente de los tributos pertinentes” (20).
Atento a que el despachante de aduana se vale por lo general de dependientes para el ejercicio de su profesión (apoderados
generales y dependientes; v. gr., Código Aduanero argentino, art. 75), debe tenerse presente que en el artículo 781 del Código
Aduanero argentino se establece que “La persona que por su actividad o profesión tuviere relación con el servicio aduanero y cuyos
dependientes realizaren un hecho gravado en ejercicio o con ocasión de sus funciones responde solidariamente con éstos por las
correspondientes obligaciones tributarias”.
VI. LOS DESPACHANTES DE ADUANA Y LAS FUNCIONES DE CLASIFICACIÓN Y VALORACIÓN EN ADUANA DE LAS MERCADERÍAS
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Cabe aquí plantearse la función de los despachantes de aduana frente a la clasificación y la valoración de las mercaderías en las
aduanas a la luz de la irrupción de la informática en los procedimientos aduaneros.
Desde siempre, estas funciones caracterizaron a todas las aduanas del mundo. En efecto, se trata de una función que les
corresponde a los Estados con relación a la entrada y la salida de las mercaderías y que estos ejercen en las fronteras a través del
organismo especializado en la materia aduanera, es decir la aduana.
Resulta claro que compete a las aduanas clasificar las mercaderías en la Nomenclatura del Sistema Armonizado y valorarlas de
conformidad al Acuerdo para la aplicación del artículo VII del GATT. Nótese que estas obligaciones vienen impuestas a los Estados
que son miembros de la Organización Mundial de Aduanas y de la Organización Mundial del Comercio en virtud de los tratados que
han suscripto.
Se trata de restricciones a la soberanía de los Estados, los cuales en aras de un beneficio mutuo, resultante de contar con reglas
uniformes y previsibles en la regulación del comercio internacional, han aceptado esas normas obligatorias a la hora de proceder a
clasificar las mercaderías y a valorarlas mediante el cumplimiento de las pautas que surgen de tales disciplinas internacionales.
Ahora bien, hemos visto que, como consecuencia de los cambios operados en las administraciones aduaneras con la introducción de
la informática, las formas de declarar las mercaderías ante las aduanas han variado y las posibilidades de los administrados de
efectuar descripciones de la mercadería que se declara y otras precisiones o aclaraciones, se ha visto reducida.
En razón de la aplicación de estas nuevas modalidades, se ha llegado a decir que ahora compete a los particulares la clasificación y
valoración de las mercaderías. Ello es manifiestamente inexacto.
Las funciones de clasificación y valoración de las mercaderías continúan constituyendo funciones esenciales e indelegables de las
aduanas. Son ellas las que, en definitiva, deben ubicar las mercaderías en la Nomenclatura del Sistema Armonizado y las que deben
fijarles un valor en aduana.
Lo que ocurre es que ahora se pone en cabeza de los importadores y exportadores la iniciativa de ubicar las mercaderías en la
Nomenclatura y atribuirles un valor en aduana, todo ello en base a los antecedentes y documentos que obren en poder de ellos
relativos a la operación de que se trate.
Lo que sí cabe afirmar es que el ámbito de responsabilidad de los importadores y exportadores, así como el de sus mandatarios los
despachantes de aduana, y las tareas a su cargo, se han visto ampliadas y que sus deberes son mayores. Pero ello no debe llevar a
confusión. No se trata, de ninguna manera, que se hayan invertido o trastocado los roles.
Reiteramos, la clasificación y la valoración son funciones esenciales y propias de las aduanas. Son ellas las que tienen la última
palabra al respecto, las que, al aprobar o aceptar como correcta la declaración del importador o exportador, “clasifican” y “valoran”
en aduana las mercaderías, sin perjuicio de una eventual revisión de su actuar administrativo en las instancias superiores previstas
en cada legislación o en el ámbito internacional.
Así, por ejemplo, no debemos olvidarnos que cuando se suscita a nivel internacional un problema de clasificación de las mercaderías
en la Nomenclatura del Sistema Armonizado, a nivel de sus Capítulos, Partidas y Subpartidas, es decir con relación a los primeros
seis dígitos de la Nomenclatura, el organismo que tiene atribuida la competencia para decir la última palabra en las divergencias
entre los Estados miembros es la Organización Mundial de Aduanas, a través del Comité de la Nomenclatura, donde están
representados todos los países miembros de dicho organismo internacional especializado en la materia aduanera. En estas
divergencias, son los Estados los que deben someter la cuestión que perjudica a sus exportadores al organismo internacional para
que se pronuncie en forma definitiva.
Por consiguiente, no deben deducirse de las nuevas modalidades operativas derivadas de la introducción de la informática
consecuencias incorrectas sobre quien tiene asignada la competencia para clasificar y valorar las mercaderías en aduana.
Ello es muy importante al tiempo de determinar el alcance de las responsabilidades de los importadores y exportadores y, en su
caso, de los despachantes de aduana, frente a clasificaciones y valoraciones que no resulten aprobadas por el servicio aduanero.
VII. LA PROPUESTA DE LA UNIÓN EUROPEA PRESENTADA ANTE LA ORGANIZACIÓN MUNDIAL DEL COMERCIO RELATIVA A LA
INTERVENCIÓN DEL DESPACHANTE ANTE LAS ADUANAS
La Organización Mundial del Comercio, en la Cuarta Conferencia Ministerial, que se llevó a cabo en la ciudad de Doha, Emirato de
Qatar, del 9 al 14 de noviembre de 2001, el último día aprobó la Declaración Ministerial de Doha.
Por ella se encomendó, en el párrafo 27, al Consejo del Comercio de Mercancías examinar y, según proceda, aclarar y mejorar los
aspectos pertinentes de los arts. V, VIII y X del GATT de 1994, con el propósito explicitado de “facilitar el comercio”. Cabe recordar
que este es uno de los temas denominados de “Singapur”, por haber sido agendados en el Programa de Trabajo de la primera
Conferencia Ministerial de la OMC, celebrada en 1996.
En lo que aquí nos interesa, el art. VIII, bajo el título Derechos y formalidades referentes a la importación y a la exportación,
establece en los párrafos 1 y 4 que: “1... c) Las partes contratantes reconocen también la necesidad de reducir al mínimo los
efectos y la complejidad de las formalidades de importación y de exportación y de reducir y simplificar los requisitos relativos a los
documentos exigidos para la importación y la exportación” (....) “4. Las disposiciones de este artículo se harán extensivas a los
derechos, cargas, formalidades y prescripciones impuestos por las autoridades gubernamentales o administrativas, en relación con
la importación y la exportación y con inclusión de los referentes a: a) las formalidades consulares, tales como facturas y certificados
consulares; b) las restricciones cuantitativas; c) las licencias; d) el control de los cambios; e) los servicios de estadística; f) los
documentos que han de presentarse, la documentación y la expedición de certificados; g) los análisis y la inspección; h) la
cuarentena, la inspección sanitaria y la desinfección”.
En cumplimiento del Programa de Doha para el Desarrollo (PDD) –párrafo 27, se creó el 12 de octubre de 2004 un Grupo de
Negociación de la Facilitación del Comercio, que se encuentra abocado desde entonces a esa tarea, habiendo celebrado su primera
reunión el 15 de noviembre 2004, elaborándose a tal fin un plan de trabajo y un calendario de reuniones.
En ese recinto, las Comunidades Europeas presentaron en junio de 2006 una propuesta consistente en que “los Miembros no
exigirán el recurso a los agentes de aduana”, previendo un plazo de gracia para los países en desarrollo y los menos adelantados
(21).
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Por consiguiente, las Comunidades Europeas consideran que la intervención de los despachantes de aduana constituye una
restricción al comercio de mercaderías. Se trataría a su entender de una “restricción cuantitativa” al comercio, que con tal
calificación podría encuadrarse en el marco del artículo VIII del GATT.
Se cuestiona de tal forma la finalidad y la importancia del rol del los despachantes de aduana. Al respecto, en una obra sobre la
OMC (22), con relación a la actividad de los despachantes de aduana, señalamos que “Es de advertir que en este tema no sólo se
hallan en juego los intereses del comercio, sino que la regulación aduanera debe asegurar el adecuado servicio que deben prestar
las aduanas y el resguardo del interés fiscal. El servicio aduanero se resentiría si los importadores y exportadores pudieran investir
con su representación para actuar ante las aduanas en ocasión del despacho de la mercadería a cualquier persona sin
conocimientos en materia del comercio exterior (regímenes aduaneros, clasificación, valoración en aduana y origen de la
mercadería, etc.). Ello provocaría demoras y originaría situaciones de riesgo para las administraciones aduaneras. Todo el sistema
aduanero está hoy en día basado en el 'despacho en confianza', lo que permite un desaduanamiento acelerado. La actuación de los
despachantes está subordinada al cumplimiento de una serie de requisitos tendientes a garantizar su idoneidad (conocimientos
específicos, régimen de incompatibilidades, solvencia, etc.) y sujeta a un régimen disciplinario por parte de la Aduana. Por tal razón,
son muchas las legislaciones aduaneras en las cuales la participación del despachante de aduana es impuesta en forma más o
menos obligatoria, contemplándose excepciones puntuales”.
Entendemos que frente a esta propuesta de la Unión Europea deben tenerse presente varias cuestiones.
Comencemos por analizar las relaciones que se entablan entre los despachantes de aduana y el servicio aduanero.
a) En primer lugar, hemos de recordar las propias funciones asignadas a las aduanas con relación al tráfico internacional de
mercaderías.
Las aduanas en todos los países del mundo deben ejercer el control sobre el tráfico internacional de mercaderías y aplicar las
restricciones económicas y no económicas a la importación y a la exportación de mercaderías (23).
La aplicación de las restricciones económicas se expresa a través del arancel aduanero, así como de las prohibiciones relativas o
absolutas a la importación y a la exportación (cupos, contingentes, licencias de importación, monopolios), las que, por lo general,
tienden a proteger a la industria nacional.
La aplicación de las restricciones no económicas, que se manifiestan en prohibiciones relativas o absolutas a la importación y a la
exportación, procuran proteger el orden y la seguridad públicas, la defensa nacional, la salud pública, la sanidad animal y vegetal, la
preservación del medio ambiente, etc.
Las restricciones no económicas siguen siendo resorte exclusivo de los Estados soberanos y exceden la competencia de la OMC, que
se ocupa de las medidas de naturaleza económica que afecten al comercio internacional (conf. GATT, arts. XX y XXI).
Los despachantes de aduana colaboran con el servicio aduanero tanto en la aplicación de las restricciones económicas como de las
no económicas.
En este sentido, en numerosas legislaciones aduaneras se destaca esta función de colaboración, calificando a estos profesionales
como “auxiliares del servicio aduanero” (Argentina, Paraguay), como “auxiliares de la función pública aduanera” (Bolivia, Colombia,
Chile, Perú), como “auxiliares de la gestión pública aduanera” (Panamá) o como “agentes privados de interés público” (Uruguay).
Para cumplir adecuadamente con esta tarea, los que pretenden dedicarse a esta actividad profesional, deben hallarse habilitados
por las respectivas aduanas nacionales y para ello deben acreditar acabados conocimientos sobre la normativa y los procedimientos
aduaneros.
En la mayoría de los países de Latinoamérica, esas exigencias superan el nivel de los estudios secundarios, pues se requieren
estudios terciarios o específicos y exámenes de capacitación ante la Aduana (Argentina, Bolivia, México, Paraguay, Uruguay,) o
también ciertos títulos habilitantes (v. gr., licenciatura sobre comercio exterior: Costa Rica, Panamá, Venezuela).
Por consiguiente, hoy en día los despachantes de aduana constituyen verdaderos profesionales del comercio exterior, que en tal
carácter colaboran eficazmente con los respectivos servicios aduaneros.
Es que la propia administración aduanera tiene interés en que las presentaciones efectuadas ante ella sean formuladas por personas
que conozcan la normativa y la práctica aduaneras. La necesidad de tramitar cada vez más aceleradamente los despachos hace más
evidente la ventaja de poder entenderse con un profesional idóneo y responsable.
Por otra parte, debe tenerse presente que como ya lo señalamos, en numerosas legislaciones aduaneras, se prevé la
responsabilidad solidaria o subsidiaria del despachante de aduana con el importador o el exportador por los tributos que éstos
adeudaren (24). Vale decir, la ley establece una responsabilidad indirecta o refleja y el despachante se constituirá, en su caso, en
un deudor por deuda ajena.
En los Estados que así lo han dispuesto por ley, se consideró necesario, para asegurar la percepción de los tributos aduaneros,
agregar a la responsabilidad primaria de los importadores y exportadores (deudores por deuda propia), la responsabilidad solidaria o
subsidiaria de los despachantes de aduana (deudores por deuda ajena). En consecuencia, en tales legislaciones la actuación de los
despachantes de aduana constituye una garantía para la percepción de los tributos aduaneros, lo que explica su intervención con
carácter obligatorio.
Esta responsabilidad refleja puede justificarse especialmente en aquellos países en los cuales las legislaciones aduaneras no han
logrado instaurar un régimen adecuado con relación a la responsabilidad de los importadores y exportadores, vale decir donde éstos
pueden actuar frente a la aduana sin haber garantizado adecuadamente el pago de los tributos (25).
De cualquier forma, resulta claro que se trata de una decisión soberana que los Estados están perfectamente autorizados a adoptar
si con ello entienden asegurar la percepción de la renta. Tal requisito por sí mismo de ninguna manera puede ser considerado una
restricción al tráfico de mercaderías, que es el ámbito del Acuerdo General sobre Aranceles Aduaneros y Comercio (GATT) y, por lo
tanto, el de su artículo VIII, que se examina en el ámbito de la “Facilitación de comercio”. Vale decir, en estos casos, la
obligatoriedad de la intervención del despachante viene impuesta por los Estados para el cobro de los tributos que están autorizados
a percibir en el marco de las negociaciones multilaterales en las respectivas rondas y no procede invocar medidas de facilitación de
comercio para intentar eliminar la intervención que les atribuya cada Estado Miembro.
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Por otra parte, es de advertir que los despachantes de aduana, en el ejercicio de su actividad fundamental, contraen obligaciones de
hacer, tanto con sus clientes como con la aduana. Vale decir, prestan servicios y no suministran o proveen mercaderías, por lo que
el ámbito de competencia para estos asuntos corresponde ser analizado en su caso en el marco del Acuerdo General de Servicios y
no en el del GATT. Por ende, tampoco cabe su consideración en el Grupo de Facilitación del Comercio relativo al tráfico de
mercaderías.
Debe advertirse, también, que, a diferencia de lo que supone la propuesta de la Unión Europea, un cuerpo de despachantes de
aduana idóneo constituye un buen complemento para los servicios aduaneros. Por consiguiente, la presencia de despachantes con
dominio de la normativa y operativa aduaneras, brinda, entonces, una mayor seguridad jurídica y certeza al comercio exterior de los
países.
Todas estas razones permiten concluir que los despachantes de aduana contribuyen a facilitar la tarea de las aduanas, así como a
agilizar el desarrollo del tráfico internacional. Constituyen así, un eslabón valioso y necesario en la cadena de seguridad del comercio
internacional.
b) Por otra parte, los despachantes de aduana entablan una relación útil para los protagonistas del comercio internacional.
Los propios importadores y exportadores se benefician con la actividad profesional de los despachantes de aduana. Por ello, en
algunas legislaciones, se destaca el hecho de ser “auxiliares del comercio” (Argentina, Paraguay).
La declaración de las mercaderías ante las aduanas a través de medios informáticos, que exige informaciones precisas en orden a la
clasificación y la valoración de las mercaderías, a la aplicación de las reglas de origen, a la elección de las destinaciones aduaneras,
etc., impone conocimientos acabados de la materia aduanera.
Frente a tales necesidades, la actuación de personas que carezcan conocimientos necesarios, que no dominen las disciplinas de las
distintas operaciones aduaneras, no sólo retrasa y entorpece las operaciones del comercio exterior, sino que aumenta las
posibilidades de que los importadores y los exportadores incurran en infracciones y resulten pasibles de sanciones aduaneras.
Se advierte, entonces, que los despachantes de aduana con su actividad profesional permiten acelerar las operaciones aduaneras y,
de tal modo, contribuyen a un desarrollo más fluido del comercio internacional.
c) La competencia de la Organización Mundial de Aduanas
El Consejo de Cooperación Aduanera creado en 1950 hoy oficiosamente denominado Organización Mundial de Aduanas tiene por
misión asegurar a los regímenes aduaneros de los países el más alto grado de armonización y uniformidad, y estudiar los problemas
inherentes al desarrollo y al progreso de la técnica aduanera y legislación con ella relacionada.
A tal fin, ha creado diversos comités (Comité Técnico Permanente, Comité Técnico de Valoración en Aduana, Comité del Sistema
Armonizado, Comité de la Lucha contra el Fraude), que se ocupan de los diversos problemas que plantean a las aduanas las
importaciones y las exportaciones de mercaderías en el marco del comercio internacional.
La OMA debe velar, entonces, por el mantenimiento de un adecuado equilibrio entre las necesidades de las aduanas, derivadas de
las funciones que les están encomendadas por las distintas legislaciones aduaneras nacionales, y las necesidades del comercio
internacional.
En consecuencia, la OMA no puede renunciar a los requerimientos impuestos por un adecuado control del tráfico internacional y un
eficaz funcionamiento de los servicios aduaneros, así como por la debida percepción de los tributos aduaneros, en aras de la
facilitación del comercio. En la materia, están en juego intereses de los Estados que no se limitan a los de orden comercial.
Por tal razón, consideramos que una medida como la propuesta por las Comunidades Europeas en el ámbito de la OMC, implica un
debate y consideraciones que exceden a los asuntos meramente comerciales, expresados en la “facilitación del comercio”, pues en
la actividad de los despachantes de aduana está ínsita la colaboración que brindan a las aduanas, la debida aplicación de la
legislación aduanera que incluye restricciones a la importación y a la exportación de naturaleza no económica y la adecuada y
oportuna percepción de los tributos aduaneros por parte de los Estados.
Si ello es así, es decir si consideramos que la actividad que cumplen los despachantes de aduana interesa a los servicios aduaneros
de los distintos países, resulta claro que el marco de la discusión de la propuesta de las Comunidades Europeas sobre los
despachantes de aduana y la ponderación y repercusión de las limitaciones que pretende imponerse a través de dicha propuesta a
los Estados en la regulación de su comercio exterior, debe darse naturalmente en el seno de la Organización Mundial de Aduanas
donde están representadas las aduanas de los distintos países miembros y no en la Organización Mundial de Comercio, dada su
limitada competencia a los asuntos comerciales.
d) Conclusión relativa a la propuesta de la Unión Europea
Habida cuenta de ello, la propuesta de las Comunidades Europeas presentada en el ámbito de la OMC, en el plano de la facilitación
del comercio, excede la competencia de este organismo internacional, y no parece prudente ni atinada, pues no contempla los
distintos intereses legítimos en juego, y no respeta el ámbito propio de los Estados Miembros. En efecto, una gran cantidad de sus
Estados Miembros, en ejercicio de su soberanía, le atribuyen funciones como auxiliares del servicio aduanero y responsables de la
percepción de los tributos que gravan el comercio exterior.
VIII. CONCLUSIONES GENERALES
De todo lo expuesto, estimamos que ha quedado demostrada la importante función que los despachantes de aduana cumplen tanto
con relación a las administraciones aduaneras de los distintos países, como con relación a los protagonistas del comercio
internacional.
Resulta claro que se hallan necesariamente insertos en la denominada “cadena logística del comercio internacional” que pretende
establecerse por los Estados y que las figuras como la de los operadores económicos confiables o autorizados no pueden prescindir
de su consideración.
En este sentido, es pertinente recordar que en el Preámbulo de la Convención internacional de asistencia mutua administrativa en
materia aduanera, aprobada en Bruselas el 27 de junio de 2003, se reconocen “las preocupaciones crecientes en materia de
seguridad y de la facilitación de la cadena logística internacional, así como la Resolución del Consejo de Cooperación Aduanera de
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junio de 2002 a este fin”. También se reconoce que es necesario “establecer un equilibrio entre la facilitación y el control para
asegurar la libre circulación del comercio lícito y satisfacer las necesidades de los gobiernos para la protección de la sociedad y de
sus recursos”.
(1) Sobre el despachante de aduana, puede verse: Abecia López, Valentín, Historia del despachante de aduanas, 2 vols., Cámara
Nacional de Despachantes de Aduanas de Bolivia, La Paz, 2009; Alsina, Mario A., Barreira, Enrique C., Basaldúa, Ricardo Xavier,
Cotter Moine, Juan Patricio, y Vidal Albarracín, Héctor G., Código Aduanero Comentado, t. I (arts. 1º a 465), AbeledoPerrot, Buenos
Aires, 2011, obra completada y actualizada por Barreira, Enrique, C., Basaldúa, Ricardo Xavier, Vidal Albarracín, Héctor G., Cotter,
Juan P., Sumcheski, Ana L., y Vidal Albarracín, Guillermo (h), ps. 127 a 187; Andrada Nogués, Luis M., Código Aduanero y
Reglamento comentados, Tiempo Nuevo, Asunción, 2009, ps. 109 a 150; Araújo Segovia, Ramiro, “Las obligaciones aduaneras”, en
El derecho aduanero en el siglo XXI (director académico Germán Pardo Carrero), Universidad del Rosario y Legis, 2009, ps. 155 a
157; Barducci, Mario (“spedizionieri doganale”), Elementi di diritto e tecnica doganale, Pirola, Editore, Milán, 1984, ps. 19 y 52 a 56;
Basaldúa, Ricardo Xavier, Derecho Aduanero, Parte General. Sujetos, AbeledoPerrot, Buenos Aires, 1992, ps. 455 a 478,
Despachantes de aduana. Concepto y naturaleza de sus funciones a la luz de su nuevo estatuto legal, revista ED, del 4/5/1983 (t.
103, ps. 932 a 940), La OMC y los despachantes de aduana, Guía Práctica de Comercio Exterior, nº 147, Buenos Aires, 14/8/2009,
ps. 3 a 7, y Tributos al comercio exterior, AbeledoPerrot, Buenos Aires, 2011, ps. 212 a 219 y nota 228, y ps. 232 y 233, y notas
247 y 248; Basaldúa, Ismael, Legislación penal aduanera, ed. Vaska Ekin, Buenos Aires, 2ª ed., 1948, ps. 87 a 90; Berr, Claude J., y
Trémeau, Henri, Le droit douanier communautaire et national, 7ª ed., Economica, París, 2006, ps. 184, 185, 443, 468 y 469, nros.
315, 316, 811 y 869; Camargo, Juan Manuel, Derecho aduanero colombiano, Legis, Bogotá, 2009, ps. 117 a 187; Carvajal
Contreras, Máximo, Derecho Aduanero, Porrúa, 12ª ed., México D.F., 2004, ps. 402 a 416; Cutrera, Achille, Principii di diritto e
política doganale, Cedam, 2ª ed., Padova, 1941 ps. 71 a 75, nº 32; Dattola, Santo, Istituzioni di Diritto e Técnica Doganale, Giuffrè,
Milano, 1983, ps. 65 a 69; Di Lorenzo, Mario, Corso di Diritto Doganale, Giuffrè, Milano, 1947, vol. I, ps. 110 a 117; Giannini, Achille
Donato, Instituciones de Derecho Tributario, Editorial de Derecho Financiero, Madrid, 1957 (traducción de Sáinz de Bujanda,
Fernando) ps. 105 y 106, nº 39; Lascano, Julio C., Los derechos de aduana, Osmar D. Buyati Librería editorial, Buenos Aires, 2007,
ps. 371 a 375; Moliérac, J., Traité de législation douanière, Librarie du Recueil Sirey, París, 1930, ps. 131 y 132, nº 115; Muñoz
García, Fernando, “Los sujetos en el derecho aduanero”, en la obra colectiva Estudios aduaneros, Instituto de Estudios Fiscales,
Madrid, 1974, ps. 127 a 130; Prahl, Hasso, Douanes et accises, Guide Fiscal Permanent, Bruselas, 1999, ps. 293 a 295, nros. 3630 a
3660; Ramos Valverde, Oscar, “El papel facilitador del agente de aduana”, en su obra Pasión por la aduana, editor Carlos R.
Valenciano Jiménez, San José de Costa Rica, 2003, ps. 11 y 12; Rohde Ponce, Andrés, Derecho aduanero mexicano, Ediciones
Fiscales, ISEF, México D.F., 2002, vol. I, ps. 111 a 170; Rosier, Raymond, Manuel Pratique de législation douanière, L.G.D.J., París,
1954, p. 64, nº 74; Vidal Albarracín, Héctor G., Vidal Albarracín, Guillermo, y Sluman, Juan, Responsabilidad del despachante de
aduana, Guía Práctica – Ediciones Iara S.A., Buenos Aires, 2009; Witker, Jorge, Derecho tributario aduanero, Universidad Nacional
Autónoma de México, México, 1999, ps. 85 y 307 a 327. En el Glosario de la O.M.A. se define al despachante, que denomina
“agente en aduana” (“agent en douane” ”customs clearing agent”), como “La persona cuya actividad profesional consiste en
ocuparse del desaduanamiento de las mercaderías y que, actuando por cuenta de otra persona, trata directamente con la aduana”.
En nota se precisa que: “1. Los agentes en aduana pueden igualmente ser denominados comisionistas en aduana, transitarios, etc.
2. Ciertos países pueden exigir que los agentes en aduana sean habilitados por la aduana. 3. Ver igualmente la definición del
término 'tercero'. (*) Definición basada en la del Anexo G.2 de la Convención de Kyoto de 1974”. El Código Aduanero del Mercosur
(Decisión CMC nº 27/2010) en su art. 17 define al “Despachante de aduana” como “la persona que, en nombre de otra, realiza
trámites y diligencias relativos a los destinos y las operaciones aduaneros ante la Administración Aduanera”.
(2) En Argentina, ya la ley del 8 de mayo de 1853 se refería a este profesional con el nombre de despachante. También con esta
denominación se los consideraba en las leyes 9 del 9 de diciembre de 1853 y 27 del 17 de julio de 1855. Siempre en el siglo pasado,
mantenían esta designación las leyes 488, 571, 652, 699 y 7591. En cambio, las leyes 329 y 418 se referían a ellos como “agentes”
de los propietarios o consignatarios. En Bolivia, se lo denominó durante muchos años “agente aduanero” o “agente de aduanas” y
recién con la Ley de Aduanas de 1999 (arts. 42 a 52 y definición en el Glosario que obra en Anexo) se lo designa como despachante
de aduana (conf. Abecia López, Valentín, ob. cit., t. I, p. 65). En Paraguay (Código Aduanero, art. 22) y en Uruguay (Código
Aduanero, art. 82) también se los denomina despachantes de aduana. Asimismo, en el Código Aduanero del Mercosur (Decisión nº
27/2010, art. 17).
(3) Entre las legislaciones aduaneras que recurren a la palabra “agente” o directamente lo denominan “agente de aduana” o en
forma similar, puede mencionarse: Decreto 2883/2008 de Colombia (agencias de aduana); Ley General de Aduanas de 1995 de
Costa Rica, art. 33 (agente aduanero); Ordenanzas de Aduanas de Chile, art. 191 (agentes de aduana); Ley General de Aduanas de
Ecuador, art. 120 (agente de aduana); Ley Aduanera de México (agente aduanal); Decreto Ley nº 1 de 2008 de Panamá (agentes
corredores de aduanas); Ley General de Aduanas de 2004 de Perú, arts. 11 y 97 (agente de aduana); Ley Orgánica de Aduanas de
1999 de Venezuela, art. 35 (agente de aduanas).
(4) Al respecto, puede verse: Corominas, Joan, Diccionario Crítico Etimológico de la Lengua Castellana, vol. I, Gredos, Madrid,
1976, voz “empachar”; Diccionario de la Lengua Española de la Real Academia Española, 1980, vol. I, voz “despachar”.
(5) Al respecto, puede verse: Corominas, Joan, ob. cit., vol. I, voz “agente”; y el Diccionario de la Real Academia Española, cit., vol.
I, voz “agente”.
(6) En sentido concordante, cabe recordar aquí la definición que obra en el Glosario de la OMA, que hemos transcripto en la
precedente nota 1, y que expresa que se trata de “La persona cuya actividad profesional consiste en ocuparse del desaduanamiento
de las mercaderías y que, actuando por cuenta de otra persona, trata directamente con la aduana”.
(7) Claude J. Berr y Henri Trémeau con relación a este profesional, denominado en la legislación francesa comisionista en aduana
(“commissionnaire en douane”), señalan que el reglamento del 22 de diciembre de 1998 precisa que éste “...redacta la declaración,
liquida provisoriamente los derechos y tributos y presenta el mismo las mercaderías para su verificación. Si actúa en nombre propio,
lo hace en calidad de declarante en aduana. Si actúa, por el contrario, en nombre y por cuenta de la persona habilitada a declarar
en aduana, su calidad de mandatario debe aparecer en la declaración en aduana. De la prueba de este mandato dependerá,
entonces, su exoneración de la deuda aduanera, pues solo la persona representada tendrá la calidad de declarante, obligada en tal
calidad a pagar la deuda aduanera” (ob. cit., nº 315, p. 184).
(8) Este es el criterio que recepta el Código Aduanero del Mercosur, aprobado por Decisión CMC nº 27/2010, como puede verse en
la precedente nota 1. Claude J. Berr y Henri Trémeau dan cuenta que “La elección del modo de representación (directa o indirecta)
es libre para el operador económico, pero el texto comunitario permite a los Estados miembros reservar a los comisionistas en
aduana el ejercicio de uno de ellos. La Francia, por su parte, contrariamente a otros Estados miembros y sin que ello corresponda
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necesariamente al espíritu del texto comunitario, decidió conferir a esta categoría de intermediarios la exclusividad de la
representación directa” (ob. cit., nº 313, p. 184).
(9) En el artículo 39 del Código Aduanero argentino se prevé que “Los despachantes de aduana que gestionaren ante las aduanas
el despacho y la destinación de mercaderías, de la que tuvieren su disponibilidad jurídica, sin acreditar su condición de
representantes, en alguna de las formas previstas en el ap. 1 del art. 38, serán considerados importadores o exportadores,
quedando sujetos a los requisitos y obligaciones determinados para ellos”. En consecuencia, cuando el despachante de aduana
actúa como si fuera el interesado mismo, es decir sin invocar representación alguna (art. 39, Cód. Aduanero) procede como
comisionista (art. 222, párr. 2do., Código de Comercio). Como se señaló, para el sistema del código aduanero argentino, esta
actuación a nombre propio implica que el despachante de aduana no se desempeña como tal ante la aduana, sino que asume ante
la misma la calidad de importador o exportador (conf. art. 779).
(10) El Código de Aduanas de Francia precisa en su art. 89, ap. 1, que “La habilitación (agrément) del comisionista en aduana es
otorgada a título personal. Cuando se trata de una persona moral, debe ser obtenida por la persona moral y por cualquier otra
persona física habilitada para representarla”. La Ley Aduanera de México prevé que la patente del agente aduanal es personal e
intransferible (art. 159). Señala Andrés Rohde Ponce que la patente se expide a favor del solicitante que cumpla determinados
requisitos relacionados con su conducta y antecedentes personales y compruebe sus actitudes en materia aduanera, en razón de
sus estudios superiores y su experiencia en el ramo (ob. cit., vol. I, p. 115).
(11) Expresión de tal defensa de intereses es el Centro de Despachantes de Aduana de la República Argentina, creado en 1912 y
que cuenta hoy en día con alrededor de 3200 asociados. Asimismo, en Bolivia, cabe mencionar a la Cámara Nacional de
Despachantes de Aduana de Bolivia creada en 1977, precedida por la Cámara de Despachantes de Aduanas de la ciudad de La Paz
en 1961, la Cámara de Despachantes de Cochabamba en 1964 y la Cámara de Despachantes de Santa Cruz en 1969. Sin olvidarnos,
que en ese año se creó también la Asociación de Agentes Profesionales de Aduana de las Américas (ASAPRA). Recientemente, la
institucionalización de la Organización Mundial de Agentes Aduaneros (OMAA).
(12) En México, la Ley Aduanera de 1995 (según modificación de 1996, 1998 y 2005) dispone en su art. 40 que “Únicamente los
agentes aduanales que actúen como consignatarios o mandatarios de un determinado importador o exportador, así como los
apoderados aduanales, podrán llevar a cabo los trámites relacionados con el despacho de las mercancías de dicho importador o
exportador. No será necesaria la intervención de agentes o apoderados aduanales en los casos que esta ley lo señale
expresamente”. El art. 41 establece que “Los agentes y apoderados aduanales serán representantes legales de los importadores y
exportadores, en los siguientes casos: I. Tratándose de las actuaciones que deriven del despacho aduanero de las mercancías,
siempre que se celebren dentro del recinto fiscal. II. Tratándose de las notificaciones que deriven del despacho aduanero de las
mercancías...”. Andrés Rodhe Ponce expresa que “Dada la certeza y seguridad que los agentes aduanales brindan a sus clientes y al
fisco federal; a la economía en la recaudación de las contribuciones federales y la valía de la asesoría que otorgan a los
importadores y exportadores en el cumplimiento de leyes cada vez más complicadas, la ley establece, como regla general, la
representación legal obligatoria del agente aduanal, no permitiendo la participación directa de los interesados en el despacho
aduanero” (ob. cit., vol. 1, ps. 114 y 115). Asimismo, puede verse a Carvajal Contreras, Máximo, Derecho Aduanero, Porrúa, México
D.C., 2011, 16ª ed., ps. 379 y 380.
(13) El Código Aduanero en el artículo 37 en su versión original preveía: “1. Sólo podrán gestionar ante las aduanas el despacho y
la destinación de la mercadería quienes revistieren la calidad de despachantes de aduana., con excepción de las funciones que este
código prevé para los agentes de transporte aduanero y de aquellas facultades inherentes a la calidad de capitán de buque,
comandante de aeronave o, en general, conductor de los demás medios de transporte. 2. No obstante lo dispuesto en el apartado
1, podrá prescindirse de la intervención del despachante de aduana cuando el importador o el exportador fuere una persona de
existencia visible y realizare la gestión ante la aduana en forma personal. Si el importador o exportador fuere una persona de
existencia ideal, podrá autorizarse excepcionalmente la gestión sin intervención del despachante de aduana cuando mediaren
razones justificadas, en las condiciones y con los requisitos que determinare la reglamentación”. Seguimos considerando que esta
solución es mejor que la que introdujo la ley 25.063
(14) Integraron la comisión redactora del Código Aduanero argentino, Mario A. Alsina, Enrique C. Barreira, Ricardo Xavier Basaldúa,
Rodolfo H. Cambra, Juan Patricio Cotter Moine, Laureano Fernández, Francisco M. García y Héctor G. Vidal Albarracín.
(15) Conf. Alsina, Mario A., Barreira, Enrique C., Basaldúa, Ricardo Xavier, Cotter Moine, Juan Patricio, y Vidal Albarracín, Héctor G.,
Código Aduanero Comentado, t. I (arts. 1º a 465), AbeledoPerrot, Buenos Aires, 2011, obra completada y actualizada por Barreira,
Enrique C., Basaldúa, Ricardo Xavier, Vidal Albarracín, Héctor G., Cotter, Juan P., Sumcheski, Ana L., y Vidal Albarracín, Guillermo
(h), p. 134.
(16) Vidal Albarracín, Héctor G., Vidal Albarracín, Guillermo, y Sluman, Juan, expresan al respecto: “Estimamos que la intervención
del despachante debe ser obligatoria, con las únicas excepciones de simples despachos que no se realicen en ocasión del comercio
internacional” (ob. cit., p. 225).
(17) Con relación a esta norma italiana, Barducci, Mario, señala que “El art. 41, segunda parte, del vigente Texto Único, afirma el
principio de la responsabilidad subsidiaria, y precisó que tal responsabilidad debe entenderse referida al pago de los mayores
derechos debidos como consecuencia de la rectificación de la determinación o de la revisión de la liquidación, previa excusión del
propietario de la mercadería como deudor principal y siempre que el requerimiento sea notificado dentro de los cinco años de la
boleta aduanera” (ob. cit., p. 53). Por su parte, Dattola, Santo, advierte que el alcance de la responsabilidad subsidiaria prevista en
esa legislación es muy discutida (ob. cit., p. 66 ).
(18) La legislación francesa, como hemos visto, consagra la misma solución.
(19) En el sistema del Código Aduanero argentino son hechos gravados con derechos aduaneros, la importación para consumo (art.
635) y la exportación para consumo (art. 724), fueren estas regulares o irregulares (conf. arts. 9, 637 y 638).
(20) Se trata de una consecuencia de lo previsto por el Código Aduanero argentino en el art. 777: “La persona que realizare un
hecho gravado con tributos establecidos en la legislación aduanera es deudora de éstos”.
(21) Comunicaciones de las Comunidades Europeas, Mongolia, Suiza y el Territorio aduanero distinto de Taiwán, Penghu, Kinmen y
Matsu (TN/TF/W/88 del 4IV2006, TN/TF/W/110 del 6VI2006, TN/TF/W/110/Rev.1 de 11VII2008, y TN/TF/W/110/Rev.2 de 5
102009).
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(22) Basaldúa, Ricardo Xavier, La Organización Mundial del Comercio y la regulación del comercio internacional, LexisNexis, Buenos
Aires, 2007, p. 371. Asimismo, puede verse del autor, La OMC y los despachantes de aduana, trabajo citado en la precedente nota
1.
(23) Sobre las funciones de las aduanas, puede verse del autor Tributos al comercio exterior, cit., ps. 387 a 417.
(24) Sobre la responsabilidad solidaria del despachante de aduana con el importador o el exportador, puede recordarse las
legislaciones citadas en el precedente punto V.
(25) Por nuestra parte, consideramos que las legislaciones aduaneras deben poner el énfasis en la solvencia de las personas que se
dedican a importar o exportar. En la medida en que exista un régimen jurídico en el que los importadores y exportadores actúen
luego de acreditar solvencia o, eventualmente, otorguen suficiente garantía, no se justifica establecer la responsabilidad solidaria o
subsidiaria de los despachantes de aduana por las deudas de los importadores y los exportadores. En Argentina, ya en 1891, la ley
2870 disponía que “Los comerciantes introductores que no tengan casa establecida (...) prestarán al inscribirse fianza pecuniaria o
de persona a favor del administrador por las operaciones que hagan” (art. 7) El Código Aduanero exigió en el art. 94 a los
importadores y exportadores acreditar la solvencia necesaria y otorgar a favor de la Aduana una garantía, en seguridad del fiel
cumplimiento de sus obligaciones. En dicho código, en cambio como ya lo hemos visto, no se prevé que el despachante de aduana
sea deudor por deuda ajena, es decir, en el sistema del código al despachante no se le impone una responsabilidad solidaria con los
importadores y los exportadores por los tributos que éstos adeudaren. En su art. 779 se establece que “El despachante de aduana
que realizare un hecho gravado sin acreditar su condición de representante en alguna de las formas previstas en el artículo 38
responde personalmente por los tributos pertinentes”. Por consiguiente, en el Código Aduanero argentino no se hace responsable al
despachante de aduana por deuda ajena, sino únicamente por deuda propia, cuando actuare sin representación, es decir cuando
actuare como importador o exportador en la operación aduanera de que se trate (conf. arts. 36, 38 y 779). Conferencia
pronunciada el día 18 de octubre de 2011 en el Seminario sobre “El rol del despachante de aduanas”, celebrado en la ciudad de
Santa Cruz de la Sierra, organizado por el Tribunal de Honor Nacional de la Cámara Nacional de Despachantes de Aduanas de
Bolivia (CNDA).
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