Misal Solemnidad de Santa Lucia
Misal Solemnidad de Santa Lucia
Misal Solemnidad de Santa Lucia
RITOS INICIALES
Invocación
En el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo.
El pueblo responde:
Amén.
SALUDO
El sacerdote, extendiendo las manos, saluda al pueblo, diciendo:
La gracia de nuestro Señor Jesucristo,
el amor del Padre
y la comunión del Espíritu Santo
estén con todos ustedes.
El pueblo responde:
Y con tu espíritu.
O bien, el obispo
La Paz esté con ustedes.
El pueblo responde:
Y con tu espíritu.
ACTO PENITENCIAL
El sacerdote invita a los fieles al arrepentimiento:
Hermanos:
Antes de participar dignamente en estos sagrados misterios,
reconozcamos sinceramente nuestros pecados.
Se hace una breve pausa en silencio. Después hacen todos en común la confesión de sus pecados.
ORACIÓN COLECTA
Te pedimos, Señor,
que la gloriosa intercesión de santa Lucía, virgen y mártir,
sea nuestro apoyo
para celebrar ahora su nacimiento en el cielo
y contemplar, con nuestros propios ojos, las realidades eternas.
Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la
unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos.
El pueblo responde:
Amén.
LITURGIA DE LA PALABRA
PRIMERA LECTURA
Me defendiste con tu gran misericordia.
SALMO RESPONSORIAL
Del salmo 26
Ojalá soportaran ustedes que les dijera unas cuantas cosas sin
sentido. Sopórtenmelas, pues estoy celoso de ustedes con celos de
Dios, ya que los he desposado con un solo marido y los he entregado
a Cristo como si fueran ustedes una virgen pura.
Palabra de Dios.
R. Aleluya, aleluya.
Esta es la virgen previsora,
a quien el Señor encontró en vela,
y que, al llegar el Señor,
entró con él a la boda.
R. Aleluya.
EVANGELIO
¡Ya viene el esposo! ¡Salgan a su encuentro!
Este prefacio se puede decir en las solemnidades y fiestas de los santos mártires, se puede decir también en las
memorias de los mismos.
V/ El Señor esté con ustedes. R/ Y con tu espíritu.
V/ Levantemos el corazón. R/ Lo tenemos levantados hacia el Señor.
V/ Demos gracias al Señor, nuestro Dios. R/ Es justo y necesario.
Por eso,
con las virtudes del cielo
te aclamamos continuamente en la tierra,
alabando tu gloria sin cesar:
CP Padre misericordioso
te pedimos humildemente
por Jesucristo, tu
Hijo, nuestro Señor,
Junta las manos y dice:
que aceptes y bendigas
Traza, una sola vez, el signo de la cruz sobre el pan y el vino conjuntamente, diciendo:
estos + dones,
este sacrificio santo y puro que te ofrecemos,
Con las manos extendidas, prosigue:
ante todo por tu Iglesia santa y católica,
para que le concedas la paz, la protejas,
la congregues en la unidad
y la gobiernes en el mundo entero,
con tu servidor el Papa N.,
con nuestro Obispo N.,
En las fórmulas que siguen, las palabras del Señor han de pronunciarse con claridad, como lo requiere la
naturaleza de éstas.
Porque él mismo,
la noche en que iba a ser entregado,
Toma el pan y, sosteniéndolo un poco elevado sobre el altar, prosigue:
tomó pan,
y dando gracias te bendijo,
lo partió
y lo dio a sus discípulos, diciendo:
Se inclina un poco.
TOMEN Y COMAN TODOS DE ÉL,
PORQUE ESTO ES MI CUERPO,
QUE SERÁ ENTREGADO POR USTEDES.
Muestra el pan consagrado al pueblo, lo deposita luego sobre la patena y lo adora haciendo genuflexión.
Después prosigue.
Del mismo modo, acabada la cena,
Toma el cáliz y, sosteniéndolo un poco elevado sobre el altar, prosigue:
tomó el cáliz,
dando gracias te bendijo,
y lo pasó a sus discípulos, diciendo:
Se inclina un poco.
C2 Te pedimos, Padre,
que esta Víctima de reconciliación
traiga la paz y la salvación al mundo entero.
Confirma en la fe y en la caridad
a tu Iglesia, peregrina en la tierra:
a tu servidor, el Papa N.
a nuestro Obispo N.,
al Orden episcopal,
a los presbíteros y a los diáconos;
y a todo el pueblo redimido por ti.
RITO DE LA COMUNIÓN
Una vez que ha dejado el cáliz y la patena, el Sacerdote, con las manos juntas, dice:
El amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones
con el Espíritu Santo que se nos ha dado;
digamos con fe y esperanza:
Extiende las manos y, junto con el pueblo, dicen:
Padre nuestro, que estás en el cielo,
santificado sea tu Nombre;
venga a nosotros tu reino;
hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo.
Danos hoy nuestro pan de cada día,
perdona nuestras ofensas,
como también nosotros perdonamos
a los que nos ofenden;
no nos dejes caer en la tentación,
y líbranos del mal.
El Sacerdote, con las manos extendidas, prosigue él solo:
Líbranos de todos los males, Señor,
y concédenos la paz en nuestros días,
para que, ayudados por tu misericordia,
vivamos siempre libres de pecado
y protegidos de toda perturbación,
mientras esperamos la gloriosa venida
de nuestro Salvador Jesucristo.
Junta las manos. El pueblo concluye la oración aclamando:
Tuyo es el reino,
tuyo el poder y la gloria por siempre, Señor.
Después el Sacerdote, con las manos extendidas, dice en voz alta:
Señor Jesucristo,
que dijiste a tus apóstoles:
“La paz les dejo, mi paz les doy”,
no tengas en cuenta nuestros pecados,
sino la fe de tu Iglesia
y, conforme a tu palabra,
concédele la paz y la unidad.
Junta las manos
Tú que vives y reinas
por los siglos de los siglos.
El pueblo responde:
Amén.
Luego, extendiendo y juntado las manos, dice:
La paz del Señor esté siempre con ustedes.
El pueblo responde:
Y con tu espíritu.
Luego el diácono o, en su defecto, el Sacerdote añade:
Como hijos de Dios, intercambien ahora
un signo de comunión fraterna.
Y todos, según la costumbre del lugar, se dan la paz.
Toma el pan consagrado, lo parte sobre la patena, y deja caer una parte del mismo en el cáliz. Mientras tanto
dice en secreto:
El cuerpo y la sangre de nuestro señor Jesucristo,
unidos en este cáliz sea nuestro alimento para la vida eterna.
Mientras tanto se canta o se dice:
Cordero de Dios que quitas el pecado del mundo,
ten piedad de nosotros Señor.
Cordero de Dios que quitas el pecado del mundo,
ten piedad de nosotros Señor.
Cordero de Dios que quitas el pecado del mundo,
danos la paz.
A continuación el sacerdote, con las manos juntas, dice en secreto la siguiente oración:
Señor Jesucristo hijo de Dios vivo,
que por voluntad del Padre,
cooperando el Espíritu Santo,
diste con tu muerte la vida al mundo,
líbrame, por la recepción de tu cuerpo y de tu sangre,
de todas mis culpas y de todo mal.
Concédeme cumplir siempre tus mandamientos
y jamás permitas que me separe de ti.
Hace una genuflexión y luego toma el pan fraccionado y lo muestra a la asamblea, diciendo:
Este es el Cordero de Dios,
que quita el pecado del mundo.
Dichosos los invitados a la cena del Señor.
Y, juntamente con el pueblo, añade:
Señor, no soy digno
de que entres en mi casa,
pero una palabra tuya
bastará para sanarme.
El Sacerdote comulga el cuerpo y la sangre del Señor, luego distribuye la comunión a los ministros y a los
fieles, lo pueden ayudar algunos ministros en caso de ser necesario. Todos oran en silencio, mientras tanto, se
puede entonar algún canto apropiado.
Terminada la comunión, el sacerdote, de pie en la sede o en el altar, invita a los fieles a orar, diciendo:
Oremos.
Todos se colocan de pie.
Oh Dios,
que coronaste a la bienaventurada Lucía entre los santos
con el doble triunfo de la virginidad y el martirio,
concédenos, te rogamos, en virtud de este sacramento,
vencer con fortaleza toda maldad
y alcanzar la gloria del cielo.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
El pueblo aclama:
Amén.
RITO DE CONCLUSIÓN
Ahora tiene lugar la bendición final sobre el pueblo. Todos inclinan su cabeza y a cada invocación responden:
amén.
Monitor 2 Se impartirá ahora la bendición solemne. A cada invocación
responderemos: Amén.
Y, seguidamente, el sacerdote, con las manos extendidas sobre los fieles, pronuncia la bendición.
Cristo, el Señor,
que ha manifestado en santa Lucía,
la fuerza renovadora del misterio pascual,
los haga auténticos testigos de su Evangelio.
R. Amén.
El Espíritu Santo,
que en santa Lucía, nos ha ofrecido un ejemplo de caridad
evangélica,
les conceda la gracia de acrecentar en la Iglesia
la verdadera comunión de fe y amor.
R. Amén.