Misal Solemnidad de Santa Lucia

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MISAL ROMANO

Solemnidad de Santa Lucía, v. m.

“Lucía, si en la conquista del cielo tuviste gozo.


Alcanzad de vuestro esposo, nos quiera
guardar la vista”

PARROQUIA ECLESIÁSTICA CATÓLICA DE SANTA LUCÍA,


MARACAIBO, EDO. ZULIA
MONICIÓN DE ENTRADA

MONITOR1 Gracia y paz de parte de Dios nuestro Padre y de Jesucristo


el Señor.
MONITOR2 Nos hemos congregado, hermanos, para celebrar como
comunidad parroquial el día de nuestra amada patrona,
Santa Lucía, quien no vaciló para entregar su vida por amor
a Cristo, su esposo fiel.
MONITOR1 Nuestra parroquia se llena de alegría y gozo para celebrarla
y le da gloria a Dios por el testimonio de fe y de pureza que
nos deja esta joven mujer de los primeros siglos de la
cristiandad. Pidámosle a ella que interceda para que nos
alcance de su esposo la luz para nuestros ojos.
MONITOR 2 Ahora, con un corazón bien dispuesto para adorar a Dios en
espíritu y verdad en esta solemne acción de gracias, como
lo es la Eucaristía, recibamos a quien preside esta
celebración, N. y los demás ministros que le acompañan.

RITOS INICIALES
Invocación
En el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo.
El pueblo responde:
Amén.
SALUDO
El sacerdote, extendiendo las manos, saluda al pueblo, diciendo:
La gracia de nuestro Señor Jesucristo,
el amor del Padre
y la comunión del Espíritu Santo
estén con todos ustedes.
El pueblo responde:
Y con tu espíritu.

O bien, el obispo
La Paz esté con ustedes.
El pueblo responde:
Y con tu espíritu.
ACTO PENITENCIAL
El sacerdote invita a los fieles al arrepentimiento:
Hermanos:
Antes de participar dignamente en estos sagrados misterios,
reconozcamos sinceramente nuestros pecados.
Se hace una breve pausa en silencio. Después hacen todos en común la confesión de sus pecados.

Yo confieso, ante Dios Todopoderoso


y antes ustedes hermanos,
que he pecado mucho
de pensamiento, palabra, obra y omisión.
Golpeándose en el pecho, dicen:
Por mi culpa, por mi culpa, por mi gran culpa.
Luego prosiguen:
Por eso ruego a Santa María siempre Virgen,
a los ángeles, a los santos
y a ustedes hermanos,
que intercedan por mí ante Dios, nuestro Señor.
El sacerdote concluye con la siguiente plegaria:
Dios todopoderoso
tenga misericordia de nosotros,
perdone nuestros pecados
y nos lleva a la vida eterna.
El pueblo responde:
Amén.
Luego se dice o se canta la siguiente invocación:

V/ Señor, ten piedad. R/ Señor, ten piedad.


V/ Cristo, ten piedad. R/ Cristo, ten piedad.
V/ Señor, ten piedad. R/ Señor, ten piedad.
A continuación, se canta o se dice el himno
Gloria a Dios en el Cielo
y en la tierra paz a los hombres
que ama el Señor.
Por tu inmensa gloria,
te alabamos, te bendecimos,
te adoramos, te glorificamos,
te damos gracias
Señor Dios, Rey Celestial,
Dios Padre Todopoderoso.
Señor Hijo Único, Jesucristo.
Señor Dios, Cordero de Dios,
Hijo del Padre,
tú que quitas el pecado del mundo,
ten piedad de nosotros;
tú que quitas el pecado del mundo,
atiende nuestra súplica;
tú que estas sentado a la derecha del Padre,
ten piedad de nosotros;
porque sólo tú eres Santo,
sólo tú Señor,
sólo tú Altísimo Jesucristo,
con el Espíritu Santo
en la gloria de Dios Padre.
Amén.
Acabado el himno, el sacerdote, con las manos juntas, dice: Oremos
Y todos oran en silencio durante unos momentos. Después el sacerdote, con las manos extendidas, dice la
oración colecta:

ORACIÓN COLECTA

Te pedimos, Señor,
que la gloriosa intercesión de santa Lucía, virgen y mártir,
sea nuestro apoyo
para celebrar ahora su nacimiento en el cielo
y contemplar, con nuestros propios ojos, las realidades eternas.
Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la
unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos.
El pueblo responde:
Amén.
LITURGIA DE LA PALABRA

PRIMERA LECTURA
Me defendiste con tu gran misericordia.

Lectura del Libro del Eclesiástico (Sirácide)


51, 1-12

Quiero darte gracias, Señor y Rey,


y alabarte, Dios, mi salvador.
Voy a dar a conocer tu nombre, porque has sido mi ayuda y
protección
y me has salvado de la muerte;
me has puesto a salvo de las lenguas insidiosas
y de los labios que dicen mentiras contra mí.

Estuviste conmigo frente a mis adversarios;


me defendiste con tu gran misericordia
de aquellos que estaban listos para devorarme,
del poder de los que me perseguían a muerte,
de todos los peligros que me rodeaban.
Me salvaste de las llamas voraces que me cercaban,
de en medio de un fuego que no había yo encendido,
me libraste de las profundas entrañas del abismo,
de los labios maldicientes y mentirosos,
de las flechas de una lengua traidora.
Estuve a punto de morir
y casi al borde del abismo;
me asediaban por todas partes y no había quien me ayudara,
buscaba un protector y no lo había.

Entonces, Señor, me acordé de tu misericordia


y de tu bondad, que son eternas;
que tú salvas a los que en ti confían
y los libras del poder de los malvados.
Palabra de Dios.

SALMO RESPONSORIAL
Del salmo 26

R. El Señor es mi luz y mi salvación.

El Señor es mi luz y mi salvación,


¿a quién voy a tenerle miedo?
El Señor es la defensa de mi vida,
¿Quién podrá hacerme temblar?  R.

Lo único que pido, lo único que busco


es vivir en la casa del Señor toda mi vida,
para disfrutar las bondades del Señor
y estar continuamente en su presencia. R.

Oye, Señor, mi voz y mis clamores


y tenme compasión.
Te estoy buscando, Señor;
no rechaces con cólera a tu siervo.  R.

La bondad del Señor espero ver


en esta misma vida.
Ármate de valor y fortaleza
y en el Señor confía. R.
SEGUNDA LECTURA
Los he desposado con un solo marido y los he entregado a Cristo, como si
ustedes fueran una virgen pura.

Lectura de la segunda carta del apóstol san Pablo a los corintios


10, 17-11, 2

H ermanos: Si alguno quiere enorgullecerse, que se


enorgullezca en el Señor, porque el hombre digno de
aprobación no es aquel que se alaba a sí mismo, sino aquel
a quien el Señor alaba.

Ojalá soportaran ustedes que les dijera unas cuantas cosas sin
sentido. Sopórtenmelas, pues estoy celoso de ustedes con celos de
Dios, ya que los he desposado con un solo marido y los he entregado
a Cristo como si fueran ustedes una virgen pura.
Palabra de Dios.

ACLAMACION ANTES DEL EVANGELIO

R. Aleluya, aleluya.
Esta es la virgen previsora,
a quien el Señor encontró en vela,
y que, al llegar el Señor,
entró con él a la boda.
R. Aleluya.
EVANGELIO
¡Ya viene el esposo! ¡Salgan a su encuentro!

╬ Lectura del Santo Evangelio según san Mateo


25, 1-13

E n aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos esta parábola: “El


reino de los cielos es semejante a diez jóvenes, que tomando
sus lámparas, salieron al encuentro del esposo. Cinco de ellas
eras descuidadas y cinco, previsoras. Las descuidadas llevaron sus
lámparas, pero no llevaron aceite para llenarlas de nuevo; las
previsoras, en cambio, llevaron cada una un frasco de aceite junto
con su lampara. Como el esposo tardaba, les entró sueño a todas y se
durmieron.

A media noche se oyó un grito: `¡Ya viene el esposo! ¡Salgan a su


encuentro!` Se levantaron entonces todas aquellas jóvenes y se
pusieron a preparar sus lámparas, y las descuidadas dijeron a las
previsoras: `Dennos un poco de su aceite, porque nuestras lámparas
se están apagando`. Las previsoras les contestaron: `No, porque no
va a alcanzar para ustedes y para nosotras. Vayan mejor a donde lo
venden y cómprenlo.

Mientras aquellas iban a comprarlo, llego el esposo, y las que


estaban listas entraron con el al banquete de bodas y se cerró la
puerta. Mas tarde llegaron las otras jóvenes y dijeron: `Señor, señor,
ábrenos`. Pero el les respondió: `Yo les aseguro que nos la conozco`.

Por eso, estén preparados, porque no saben el día ni la hora”.


Palabra del Señor.
Luego de la homilía se hace la profesión de fe:

Creo en Dios, Padre Todopoderoso,


creador del cielo y de la tierra.
Creo en Jesucristo
su único Hijo Nuestro Señor,
que fue concebido por obra y gracia
del Espíritu Santo.
Nació de Santa María Virgen,
padeció bajo el poder de Poncio Pilato,
fue crucificado, muerto y sepultado,
descendió a los infiernos,
al tercer día resucitó
de entre los muertos,
subió a los cielos
y está sentado a la derecha
de Dios Padre, todopoderoso.
Desde allí va a venir a juzgar
a vivos y muertos.
Creo en el Espíritu Santo,
en la Santa Iglesia católica
en la comunión de los santos,
en el perdón de los pecados,
en la resurrección de la carne
y en la vida eterna.
Amén.

Terminada la Profesión de fe, siguen las Preces.


LITURGIA EUCARÍSTICA
Acabada la Liturgia de la Palabra, los ministros colocan en el altar el corporal, el purificador, el cáliz y el
misal; mientras tanto puede ejecutarse un canto adecuado.
Conviene que los fieles expresen su participación en la ofrenda, bien sea llevando el pan y el vino para la
celebración de la eucaristía, bien aportando otros dones para las necesidades de la Iglesia o de los pobres.
El sacerdote se acerca al altar, toma la patena con el pan y, manteniéndola un poco elevada sobre el altar, dice
en secreto:
Bendito seas, Señor, Dios del universo, por este pan, fruto de la
tierra y del trabajo del hombre, que recibimos de tu generosidad y
ahora te presentamos; él será para nosotros pan de vida.
Después deja la patena con el pan sobre el corporal.
Si no se canta durante la presentación de las ofrendas, el sacerdote puede decir en voz alta estas palabras; al
final el pueblo puede aclamar:
Bendito seas por siempre, Señor.

El diácono, o el sacerdote, hecha vino y un poco de agua en el cáliz, diciendo en secreto:


El agua unida al vino sea signo de nuestra participación en la vida divina
de quien ha querido compartir nuestra condición humana.
Después el obispo toma el cáliz y, manteniéndolo un poco elevado sobre el altar, dice en secreto:
Bendito seas, Señor, Dios del universo, por este vino, fruto de la vid
y del trabajo del hombre, que recibimos de tu generosidad y ahora te
presentamos; él será para nosotros bebida de salvación.
Después deja el cáliz sobre el corporal.
Si no se canta durante la presentación de las ofrendas, el sacerdote puede decir en voz alta estas palabras; al
final el pueblo puede aclamar:
Bendito seas por siempre, Señor.

A continuación, el sacerdote, inclinado, dice en secreto:


Acepta, Señor, nuestro corazón contrito
y nuestro espíritu humilde;
que éste sea hoy nuestro sacrificio
y que sea agradable en tu presencia,
Señor, Dios nuestro.
Y, si se juzga oportuno, inciensa las ofrendas y el altar. A continuación, el diácono o un ministro inciensa al
sacerdote y al pueblo.
Luego el sacerdote, de pie a un lado del altar, se lava las manos, diciendo en secreto:
Lava del todo mi delito, Señor,
limpia mi pecado.
Después, de pie en el centro del altar y de cara al pueblo, extendiendo y juntando las
manos, dice:
En el momento de ofrecer
el sacrificio de toda la Iglesia,
oremos a Dios, Padre todopoderoso.
El pueblo responde:
El Señor reciba de tus manos este sacrificio,
para alabanza y gloria de su nombre,
para nuestro bien
y el de toda su santa Iglesia.
Luego el Sacerdote, con las manos extendidas, dice la oración sobre las ofrendas.

ORACIÓN SOBRE LAS OFRENDAS.

Señor, Padre nuestro,


que los dones que te presentamos
en la fiesta de santa Lucía
sean agradables a tu bondad
como lo fue para ti el combate de su martirio.
Por Jesucristo, nuestro Senor.
El pueblo responde:
Amén.
PREFACIO I DE LOS SANTOS MÁRTIRES
SIGNIFICADO Y EJEMPLARIDAD DEL MARTIRIO

Este prefacio se puede decir en las solemnidades y fiestas de los santos mártires, se puede decir también en las
memorias de los mismos.
V/ El Señor esté con ustedes. R/ Y con tu espíritu.
V/ Levantemos el corazón. R/ Lo tenemos levantados hacia el Señor.
V/ Demos gracias al Señor, nuestro Dios. R/ Es justo y necesario.

En verdad es justo y necesario,


es nuestro deber y salvación
darte gracias siempre y en todo lugar,
Señor Padre Santo, Dios todopoderoso y eterno.

Porque la sangre de la gloriosa mártir santa Lucía,


derramada como la de Cristo,
para confesar tu nombre,
manifiesta las maravillas de tu poder;
pues en su martirio, Señor,
has sacado fuerza de lo débil,
haciendo de la fragilidad
tu propio testimonio;
por Cristo, Señor nuestro.

Por eso,
con las virtudes del cielo
te aclamamos continuamente en la tierra,
alabando tu gloria sin cesar:

Santo, Santo, Santo es el Señor...


PLEGARIA EUCARÍSTICA I
o «Canon Romano»

El Sacerdote con las manos extendidas dice:

CP Padre misericordioso
te pedimos humildemente
por Jesucristo, tu
Hijo, nuestro Señor,
Junta las manos y dice:
que aceptes y bendigas
Traza, una sola vez, el signo de la cruz sobre el pan y el vino conjuntamente, diciendo:
estos + dones,
este sacrificio santo y puro que te ofrecemos,
Con las manos extendidas, prosigue:
ante todo por tu Iglesia santa y católica,
para que le concedas la paz, la protejas,
la congregues en la unidad
y la gobiernes en el mundo entero,
con tu servidor el Papa N.,
con nuestro Obispo N.,

  El Obispo, cuando celebra en su diócesis, dice:


    conmigo, indigno siervo tuyo,
  Cuando celebra un Obispo que no es el Ordinario diocesano, dice:
    con mi hermano N., Obispo de esta Iglesia de N., conmigo,
indigno siervo tuyo,
y todos los demás Obispos que, fieles a la verdad,
promueven la fe católica y apostólica.

CONMEMORACION DE LOS VIVOS

C1 Acuérdate Señor, de tus hijos


Puede decir los nombres de aquellos por quienes tiene intención de orar y ofrecer la Santa Misa.
y de todos los aquí reunidos,
cuya fe y entrega bien conoces;
por ellos y todos los suyos, por el perdón de sus pecados
y la salvación que esperan,
te ofrecemos, y ellos mismos te ofrecen,
este sacrificio de alabanza
a ti, eterno Dios, vivo y verdadero.

CONMEMORACION DE LOS SANTOS

C2 Reunidos en comunión con toda la Iglesia,


para celebrar el domingo,
día en que Cristo ha vencido la muerte
y nos ha hecho partícipes de su vida inmortal,
veneramos la memoria,
ante todo, de la gloriosa siempre Virgen María,
Madre de Jesucristo, nuestro Dios y Señor;
la de su esposo, San José,
la de los santos apóstoles y mártires
Pedro y Pablo, Andrés,
[Santiago y Juan,
Tomás, Santiago, Felipe,
Bartolomé, Mateo, Simón y Tadeo;
Lino, Cleto Clemente,
Sixto, Cornelio, Cipriano,
Lorenzo, Crisógono,
Juan y Pablo,
Cosme y Damián,]
y la de todos los santos;
por sus méritos y oraciones
concédenos en todo tu protección.
El Sacerdote, con las manos extendidas dice:
CP Acepta, Señor, en tu bondad,
esta ofrenda de tus siervos
y de toda tu familia santa;
ordena en tu paz nuestros días,
líbranos de la condenación eterna
y cuéntanos entre tus elegidos.
Junta las manos.

Extendiendo las manos sobre las ofrendas, dice:


CP/ CC Bendice y santifica, oh Padre, esta ofrenda,
haciéndola perfecta, espiritual y digna de ti,
de manera que sea para nosotros
Cuerpo y Sangre de tu Hijo amado,
Jesucristo, nuestro Señor.
Junta las manos.
El cual, la víspera de su Pasión,
Toma el pan y, sosteniéndolo un poco elevado sobre el altar, prosigue:
tomó pan en sus santas y venerables manos,
Eleva los ojos.
y, elevando los ojos al cielo,
hacia ti, Dios, Padre suyo todopoderoso,
dando gracias te bendijo,
lo partió,
y lo dio a sus discípulos, diciendo:
Se inclina un poco.

TOMEN Y COMAN TODOS DE ÉL,


PORQUE ESTO ES MI CUERPO,
QUE SERÁ ENTREGADO POR USTEDES.
Muestra el pan consagrado al pueblo, lo deposita luego sobre la patena y lo adora haciendo genuflexión.
Después prosigue:
Del mismo modo, acabada la cena,
Toma el cáliz y, sosteniéndolo un poco elevado sobre el altar, prosigue:
tomó este cáliz glorioso
en sus santas y venerables manos,
dando gracias te bendijo,
y lo dio a sus discípulos diciendo:
Se inclina un poco.

TOMEN Y BEBAN TODOS DE ÉL,


PORQUE ÉSTE ES EL CÁLIZ DE MI SANGRE,
SANGRE DE LA ALIANZA NUEVA Y ETERNA,
QUE SERÁ DERRAMADA
POR USTEDES Y POR MUCHOS
PARA EL PERDÓN DE LOS PECADOS.

HAGAN ESTO EN CONMEMORACIÓN MÍA.


Muestra el cáliz al pueblo, lo deposita luego sobre el corporal y lo adora haciendo genuflexión.

Éste es el Sacramento de nuestra fe.


Y el pueblo prosigue, aclamando:
Anunciamos tu muerte,
proclamamos tu resurrección.
¡Ven, Señor Jesús!

El Sacerdote, con las manos extendidas, dice:


CP/ CC Por eso, Padre,
nosotros, tus siervos, y todo tu pueblo santo,
al celebrar este memorial de la muerte gloriosa
de Jesucristo, tu Hijo, nuestro Señor;
de su santa resurrección del lugar de los muertos
y de su admirable ascensión a los cielos,
te ofrecemos, Dios de gloria y majestad,
de los mismos bienes que nos has dado,
el sacrificio puro, inmaculado y santo:
pan de vida eterna
y cáliz de eterna salvación.
Y prosigue:
Mira con ojos de bondad esta ofrenda
y acéptala,
como aceptaste los dones del justo Abel,
el sacrificio de Abrahán, nuestro padre en la fe,
y la oblación pura
de tu sumo sacerdote Melquisedec.
Inclinado, con las manos juntas, prosigue:
Te pedimos humildemente,
Dios todopoderoso,
que esta ofrenda sea llevada a tu presencia,
hasta el altar del cielo,
por manos de tu ángel,
para que cuantos recibimos
el Cuerpo y la Sangre de tu Hijo,
al participar aquí de este altar,
Se endereza y se signa, diciendo:
seamos colmados
de gracia y bendición.

CONMEMORACIÓN DE LOS DIFUNTOS

C3 Acuérdate también, Señor, de tus hijos,


Puede decir los nombres de los difuntos por quienes se quiere orar:
que nos han precedido con el signo de la fe
y duermen ya el sueño de la paz.
Junta las manos y ora unos momentos por los difuntos por quienes tiene intención de orar.
Después con las manos extendidas prosigue:
A ellos, Señor, y a cuantos descansan en Cristo,
concédeles el lugar del consuelo,
de la luz y de la paz.
Junta las manos.

Con la mano derecha se golpea el pecho, diciendo:


C4 Y a nosotros, pecadores, siervos tuyos,
Con las manos extendidas prosigue:
que confiamos en tu infinita misericordia,
admítenos en la asamblea
de los santos apóstoles y mártires
Juan el Bautista, Esteban,
Matías y Bernabé,
[Ignacio, Alejandro,
Marcelino y Pedro,
Felicidad y Perpetua,
Águeda, Lucía,
Inés, Cecilia, Anastasia,]
y de todos los santos;
y acéptanos en su compañía,
no por nuestros méritos,
sino conforme a tu bondad.
Junta las manos y prosigue el celebrante:

CP Por Cristo, Señor nuestro,


por quien sigues creando todos los bienes,
los santificas, los llenas de vida,
los bendices y los repartes entre nosotros.
El sacerdote toma la patena con el pan consagrado y el cáliz y, sosteniéndolos un poco elevados sobre el altar,
dice:
CP/ CC Por Cristo, con él y en él,
a ti, Dios Padre omnipotente,
en la unidad del Espíritu Santo,
todo honor y toda gloria,
por los siglos de los siglos.
El pueblo aclama:
Amén.
PLEGARIA EUCARÍSTICA II

 El sacerdote, con las manos extendidas, dice:


CP Santo eres en verdad, Señor, fuente de toda santidad;
 
Junta las manos y, manteniéndolas extendidas sobre las ofrendas, dice:
CC por eso te pedimos que santifiques estos dones
con la efusión de tu Espíritu,
 
Junta las manos y traza el signo de la cruz sobre el pan y el cáliz conjuntamente, diciendo:
de manera que se conviertan para nosotros
en el Cuerpo + y la Sangre
de Jesucristo, nuestro Señor.
 Junta las manos.
 
En las fórmulas que siguen, las palabras del Señor han de pronunciarse claramente y con precisión, como lo
requiere la naturaleza de las mismas palabras.
Él mismo,
cuando iba a ser entregado a su pasión,
voluntariamente aceptada,
 
Toma el pan y, sosteniéndolo un poco elevado sobre el altar, prosigue:
tomó pan, dándote gracias, lo partió
y lo dio a sus discípulos, diciendo:
 
Se inclina un poco.
 
TOMEN Y COMAN TODOS DE ÉL,
PORQUE ESTO ES MI CUERPO,
QUE SERÁ ENTREGADO POR USTEDES.
 
Muestra el pan consagrado al pueblo, lo deposita luego sobre la patena y lo adora, haciendo genuflexión.
 
Después prosigue:
Del mismo modo, acabada la cena,
 
Toma el cáliz y, sosteniéndolo un poco elevado sobre el altar, prosigue:
tomó el cáliz,
y, dándote gracias de nuevo,
lo pasó a sus discípulos, diciendo:
 
Se inclina un poco.
 
TOMEN Y BEBAN TODOS DE ÉL,
PORQUE ÉSTE ES EL CÁLIZ DE MI SANGRE,
SANGRE DE LA ALIANZA NUEVA Y ETERNA,
QUE SERÁ DERRAMADA
POR USTEDES Y POR MUCHOS
PARA EL PERDÓN DE LOS PECADOS.
 
HAGAN ESTO EN CONMEMORACIÓN MÍA.
 
Muestra el cáliz al pueblo, lo deposita luego sobre el corporal y lo adora, haciendo genuflexión.
 
Luego dice:
CP Éste es el Sacramento de nuestra fe.
 
Y el pueblo prosigue, aclamando:
Anunciamos tu muerte,
proclamamos tu resurrección.
¡Ven, Señor Jesús!
 
Después el sacerdote, con las manos extendidas, dice:
CC Así, pues, Padre,
al celebrar ahora
el memorial de la muerte y resurrección de tu Hijo,
te ofrecemos el Pan de Vida y el Cáliz de Salvación,
y te damos gracias
porque nos haces dignos de servirte en tu presencia.
 
Te pedimos humildemente
que el Espíritu Santo congregue en la unidad
a cuantos participamos del Cuerpo y Sangre de Cristo.
 
C1 Acuérdate, Señor,
de tu Iglesia extendida por toda la tierra;
y con el Papa N.,
con nuestro Obispo N.

  El Obispo, cuando celebra en su diócesis, dice:


    conmigo, indigno siervo tuyo,
  Cuando celebra un Obispo que no es el Ordinario diocesano, dice:
    con mi hermano N., Obispo de esta Iglesia de N., conmigo,
indigno siervo tuyo,

y todos los pastores que cuidan de tu pueblo,


llévala a su perfección por la caridad.

C2 Acuérdate también de nuestros hermanos


que se durmieron en la esperanza de la resurrección,
y de todos los que han muerto en tu misericordia;
admítelos a contemplar la luz de tu rostro.
Ten misericordia de todos nosotros,
y así, con María, la Virgen Madre de Dios,
los apóstoles y cuantos vivieron en tu amistad
a través de los tiempos,
merezcamos, por tu Hijo Jesucristo,
compartir la vida eterna y cantar tus alabanzas.
 Junta las manos.
 

Toma la patena con el pan consagrado y el cáliz y, elevándolos, dice:


CP/CC Por Cristo, con él y en él,
a ti, Dios Padre omnipotente,
en la unidad del Espíritu Santo,
todo honor y toda gloria
por los siglos de los siglos.
 
El pueblo aclama:
Amén.

PLEGARIA EUCARÍSTICA III


El Sacerdote, con las manos extendidas, dice:

CP Santo eres en verdad, Padre,


y con razón te alaban todas tus criaturas,
ya que por Jesucristo, tu Hijo, Señor nuestro,
con la fuerza del Espíritu Santo,
das vida y santificas todo,
y congregas a tu pueblo sin cesar,
para que ofrezca en tu honor
un sacrificio sin mancha
desde donde sale el sol hasta el ocaso.

Junta las manos y, manteniéndolas extendidas sobre las ofrendas, dice:


Por eso, Padre, te suplicamos
que santifiques por el mismo Espíritu
estos dones que hemos separado para ti,
Junta las manos y traza el signo de la cruz sobre el pan y el cáliz conjuntamente, diciendo:
de manera que sean
Cuerpo + y Sangre de Jesucristo,
Hijo tuyo y Señor nuestro,
Junta las manos.
que nos mandó celebrar estos misterios.

En las fórmulas que siguen, las palabras del Señor han de pronunciarse con claridad, como lo requiere la
naturaleza de éstas.
Porque él mismo,
la noche en que iba a ser entregado,
Toma el pan y, sosteniéndolo un poco elevado sobre el altar, prosigue:
tomó pan,
y dando gracias te bendijo,
lo partió
y lo dio a sus discípulos, diciendo:

Se inclina un poco.
TOMEN Y COMAN TODOS DE ÉL,
PORQUE ESTO ES MI CUERPO,
QUE SERÁ ENTREGADO POR USTEDES.

Muestra el pan consagrado al pueblo, lo deposita luego sobre la patena y lo adora haciendo genuflexión.
Después prosigue.
Del mismo modo, acabada la cena,
Toma el cáliz y, sosteniéndolo un poco elevado sobre el altar, prosigue:
tomó el cáliz,
dando gracias te bendijo,
y lo pasó a sus discípulos, diciendo:
Se inclina un poco.

TOMEN Y BEBAN TODOS DE ÉL,


PORQUE ÉSTE ES EL CÁLIZ DE MI SANGRE,
SANGRE DE LA ALIANZA NUEVA Y ETERNA,
QUE SERÁ DERRAMADA
POR USTEDES Y POR MUCHOS
PARA EL PERDÓN DE LOS PECADOS.
HAGAN ESTO EN CONMEMORACIÓN MÍA.
Muestra el cáliz al pueblo, lo deposita luego sobre el corporal y lo adora haciendo genuflexión.
Luego dice la siguiente fórmula:

Este es el sacramento de nuestra fe.


Y el pueblo prosigue, aclamando:
Anunciamos tu muerte,
proclamamos tu resurrección,
¡Ven Señor Jesús!

Después el sacerdote, con las manos extendidas, dice:


CP/CC Así, pues, Padre,
al celebrar ahora el memorial
de la pasión salvadora de tu Hijo,
de su admirable resurrección y ascensión al cielo,
mientras esperamos su venida gloriosa,
te ofrecemos, en esta acción de gracias,
el sacrificio vivo y santo.

Dirige tu mirada sobre la ofrenda de tu Iglesia,


y reconoce en ella la Víctima
por cuya inmolación
quisiste devolvernos tu amistad,
para que, fortalecidos
con el Cuerpo y la Sangre de tu Hijo
y llenos de su Espíritu Santo,
formemos en Cristo
un solo cuerpo y un solo espíritu.

C1 Que él nos transforme en ofrenda permanente,


para que gocemos de tu heredad
junto con tus elegidos:
con María, la Virgen Madre de Dios,
los apóstoles y los mártires,
y todos los santos, por cuya
Intercesión confiamos obtener siempre tu ayuda.

C2 Te pedimos, Padre,
que esta Víctima de reconciliación
traiga la paz y la salvación al mundo entero.
Confirma en la fe y en la caridad
a tu Iglesia, peregrina en la tierra:
a tu servidor, el Papa N.
a nuestro Obispo N.,

  El Obispo, cuando celebra en su diócesis, dice:


    conmigo, indigno siervo tuyo,
  Cuando celebra un Obispo que no es el Ordinario diocesano, dice:
    con mi hermano N., Obispo de esta Iglesia de N., conmigo,
indigno siervo tuyo,

al Orden episcopal,
a los presbíteros y a los diáconos;
y a todo el pueblo redimido por ti.

Atiende los deseos y súplicas de esta familia


que has congregado en tu presencia.
Reúne en torno a ti, Padre misericordioso,
a todos tus hijos dispersos por el mundo.

C3 A nuestros hermanos difuntos


Se puede hacer mención de los difuntos.
y a cuantos murieron en tu amistad
recíbelos en tu reino,
donde esperamos gozar todos juntos
de la plenitud eterna de tu gloria.
Junta las manos.
Por Cristo, Señor nuestro,
por quien concedes al mundo todos los bienes.
Toma la patena con el pan consagrado y el cáliz y, sosteniéndolos elevados, dice:
CP Por Cristo, con él y en él,
a ti, Dios Padre omnipotente,
en la unidad del Espíritu Santo,
todo honor y toda gloria,
por los siglos de los siglos.
El pueblo aclama:
Amén.

RITO DE LA COMUNIÓN

Una vez que ha dejado el cáliz y la patena, el Sacerdote, con las manos juntas, dice:
El amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones
con el Espíritu Santo que se nos ha dado;
digamos con fe y esperanza:
Extiende las manos y, junto con el pueblo, dicen:
Padre nuestro, que estás en el cielo,
santificado sea tu Nombre;
venga a nosotros tu reino;
hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo.
Danos hoy nuestro pan de cada día,
perdona nuestras ofensas,
como también nosotros perdonamos
a los que nos ofenden;
no nos dejes caer en la tentación,
y líbranos del mal.
El Sacerdote, con las manos extendidas, prosigue él solo:
Líbranos de todos los males, Señor,
y concédenos la paz en nuestros días,
para que, ayudados por tu misericordia,
vivamos siempre libres de pecado
y protegidos de toda perturbación,
mientras esperamos la gloriosa venida
de nuestro Salvador Jesucristo.
Junta las manos. El pueblo concluye la oración aclamando:
Tuyo es el reino,
tuyo el poder y la gloria por siempre, Señor.
Después el Sacerdote, con las manos extendidas, dice en voz alta:
Señor Jesucristo,
que dijiste a tus apóstoles:
“La paz les dejo, mi paz les doy”,
no tengas en cuenta nuestros pecados,
sino la fe de tu Iglesia
y, conforme a tu palabra,
concédele la paz y la unidad.
Junta las manos
Tú que vives y reinas
por los siglos de los siglos.
El pueblo responde:
Amén.
Luego, extendiendo y juntado las manos, dice:
La paz del Señor esté siempre con ustedes.
El pueblo responde:
Y con tu espíritu.
Luego el diácono o, en su defecto, el Sacerdote añade:
Como hijos de Dios, intercambien ahora
un signo de comunión fraterna.
Y todos, según la costumbre del lugar, se dan la paz.

Toma el pan consagrado, lo parte sobre la patena, y deja caer una parte del mismo en el cáliz. Mientras tanto
dice en secreto:
El cuerpo y la sangre de nuestro señor Jesucristo,
unidos en este cáliz sea nuestro alimento para la vida eterna.
Mientras tanto se canta o se dice:
Cordero de Dios que quitas el pecado del mundo,
ten piedad de nosotros Señor.
Cordero de Dios que quitas el pecado del mundo,
ten piedad de nosotros Señor.
Cordero de Dios que quitas el pecado del mundo,
danos la paz.
A continuación el sacerdote, con las manos juntas, dice en secreto la siguiente oración:
Señor Jesucristo hijo de Dios vivo,
que por voluntad del Padre,
cooperando el Espíritu Santo,
diste con tu muerte la vida al mundo,
líbrame, por la recepción de tu cuerpo y de tu sangre,
de todas mis culpas y de todo mal.
Concédeme cumplir siempre tus mandamientos
y jamás permitas que me separe de ti.

Hace una genuflexión y luego toma el pan fraccionado y lo muestra a la asamblea, diciendo:
Este es el Cordero de Dios,
que quita el pecado del mundo.
Dichosos los invitados a la cena del Señor.
Y, juntamente con el pueblo, añade:
Señor, no soy digno
de que entres en mi casa,
pero una palabra tuya
bastará para sanarme.
El Sacerdote comulga el cuerpo y la sangre del Señor, luego distribuye la comunión a los ministros y a los
fieles, lo pueden ayudar algunos ministros en caso de ser necesario. Todos oran en silencio, mientras tanto, se
puede entonar algún canto apropiado.

Hermanos: ha llegado el momento culmen de esta sagrada


celebración: la comunión del Pan de ángeles.
Acerquémonos, pues, al Banquete del Reino en estado de
MONITOR 1 gracia, es decir, sin pecado y hagámonos uno con Cristo que
se ha donado por entero para salvarnos de la muerte eterna.
Los que no se pueden acercar, les invitamos a estar en
posición de oración y recogimiento.

Terminada la comunión, el sacerdote, de pie en la sede o en el altar, invita a los fieles a orar, diciendo:
Oremos.
Todos se colocan de pie.

ORACIÓN DESPUÉS DE LA COMUNIÓN.

Oh Dios,
que coronaste a la bienaventurada Lucía entre los santos
con el doble triunfo de la virginidad y el martirio,
concédenos, te rogamos, en virtud de este sacramento,
vencer con fortaleza toda maldad
y alcanzar la gloria del cielo.
Por Jesucristo, nuestro Señor.

El pueblo aclama:
Amén.
RITO DE CONCLUSIÓN
Ahora tiene lugar la bendición final sobre el pueblo. Todos inclinan su cabeza y a cada invocación responden:
amén.
Monitor 2 Se impartirá ahora la bendición solemne. A cada invocación
responderemos: Amén.

Y, seguidamente, el sacerdote, con las manos extendidas sobre los fieles, pronuncia la bendición.

Dios, nuestro Padre,


que nos ha congregado para celebrar hoy la solemnidad de santa
Lucía, virgen y mártir,
patrona de nuestra comunidad parroquial,
los bendiga, proteja y confirme en su paz.
R. Amén.

Cristo, el Señor,
que ha manifestado en santa Lucía,
la fuerza renovadora del misterio pascual,
los haga auténticos testigos de su Evangelio.
R. Amén.

El Espíritu Santo,
que en santa Lucía, nos ha ofrecido un ejemplo de caridad
evangélica,
les conceda la gracia de acrecentar en la Iglesia
la verdadera comunión de fe y amor.
R. Amén.

Y la bendición de Dios todopoderoso,


Padre, Hijo + y Espíritu Santo,
descienda sobre ustedes y permanezca para siempre.
R. Amén.
El diácono, o en su defecto el sacerdote, despide al pueblo, diciendo:
La alegría del Señor sea nuestra fuerza. Pueden ir en paz.
El pueblo responde:
Demos gracias a Dios.

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