Tesi Elías Parada Andalón Definitiva
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FACOLTÀ DI FILOSOFIA
Roma 2016
INTRODUCCIÓN
1
Isabel de Bohemia y la fragilidad de su salud le llevan a conocer a Descartes a
través de su amigo Pollot quien le invita a encontrarse con la Princesa, la historia
personal de Isabel estará marcada por la separación temprana de su Padre cuando tenía
dos años y su inclinación a la depresión.
2
A Elizabeth, 3 de noviembre de 1645, B529, en G. BELGIOIOSO, «Premessa», 31
(traducción mía).
6 LA GENEROSIDAD EN LAS PASIONES DEL ALMA
Pero, viendo que a tal fin harían falta grandes gastos, a los que una vida privada cuál
yo soy no podría hacer frente si no fuera ayudado por el público, y no viendo que yo
tenga que esperarme esta ayuda, creo de ahora en adelante deber conformarme con
estudiar para mi personal instrucción: la posteridad me justificará si ya no trabajara
más por ella» (AT IX-2 17)7.
3
Cfr. G. MORI, Cartesio, 245.
4
Cfr. G. BELGIOIOSO., «Premessa», en OB, 31.
5
Cfr. S. OBINU, «Saggio Introduttivo», en PA, 18.
6
J. A. MARTÍNEZ, «Estudio Preliminar» en PAM, 28.
7
R. DESCARTES., «Lettera prefazione ai Principi della filosofia» en OP, 2233
(traducción mia).
CAP. I: LA OBRA QUE CONCLUYE LA PRODUCCION DE RENÉ DESCARTES 7
8
R. DESCARTES., «Lettera prefazione ai Principi della filosofia» en OP, 2231.
9
R. DESCARTES, Las pasiones del alma, 49-50.
10
R. DESCARTES., «Lettera prefazione ai Principi della filosofia» en OP, 2231.
8 LA GENEROSIDAD EN LAS PASIONES DEL ALMA
Aristóteles indicaba ya que el ser pasivo no es un modo simple de ser, pues a veces
significa una corrupción por un contrario, y a veces la preservación de algo que está
en potencia por lo que está en acto. En todos estos casos la pasión no significa
necesariamente una “perturbación”; en suma, “alteración” y “perturbación” no son
necesariamente sinónimas16.
11
Cfr. G. MORI, Cartesio, 248-249.
12
S. D’AGOSTINO, «La sfera patemica secondo Aristotele. Dalle qualità affettive
alla strategia catartica», en P. GILBERT, ed., Passione, Assisi 2007, 10 (traducción mía).
13
Cfr. S. D’AGOSTINO, «La sfera patemica secondo Aristotele», 11.
14
J. FERRATER MORA, «Pasión», en DF, 2508.
15
Cfr. S. D’AGOSTINO, «La sfera patemica secondo Aristotele», 11.
16
J. FERRATER MORA, «Pasión», en DF, 2508.
CAP. I: LA OBRA QUE CONCLUYE LA PRODUCCION DE RENÉ DESCARTES 9
Agustín afronta por lo tanto el tema de las pasiones en la óptica cristiana, según la
cual éstas deberían estar sometidas a Dios. Sólo de este modo la pasión sirve la
razón: así, por ejemplo, la misericordia entendida como aquella simpatía hacia el otro
17
Cfr. G. STANCATO, «Quis vivit sine affectionibus? Passioni e modelli culturali e
politici nel Medioevo» en P. GILBERT, ed., Passione, Assisi 2007, 41.
18
Cfr. E. ELORDUY, El Estoicismo, II, Madrid 1972, 127.
19
R. RADICE, ed., Stoici antichi raccolti da Hans Von Arnim, Milano 1998, 1153
(traducción mia).
20
Cfr. G. REALE ̶ D. ANTISERI, ed., Historia del pensamiento fiilosófico y
científico, I, Barcelona 19912, 236.
21
G. REALE ̶ D. ANTISERI, ed., Historia del pensamiento fiilosófico y científico,
236.
22
Cfr. G. STANCATO, «Quis vivit sine affectionibus?», 41.
23
Cfr. C. WILSON, «Descartes and Augustine», en J. BROUGHTON – J. CARREIRO,
edd, A Companion to Descartes, Malden 2008, 33.
10 LA GENEROSIDAD EN LAS PASIONES DEL ALMA
que empuja a querer aliviar sus dificultades se muestra como una benevolencia que
no compromete la justicia24.
24
G. STANCATO, «Quis vivit sine affectionibus?», 41 (traducción mía).
25
Cfr. G. STANCATO, «Quis vivit sine affectionibus?», 47.
26
G. STANCATO, «Quis vivit sine affectionibus?», 48.
27
Cfr. G. STANCATO, «Quis vivit sine affectionibus?», 48.
28
G. STANCATO, «Quis vivit sine affectionibus?», 50.
29
Cfr. G. STANCATO, «Quis vivit sine affectionibus?», 57.
30
Cfr. G. STANCATO, «Quis vivit sine affectionibus?», 58.
31
Cfr. Sth I-II, q. 22, a. 1.
CAP. I: LA OBRA QUE CONCLUYE LA PRODUCCION DE RENÉ DESCARTES 11
39
R. DESCARTES, Las pasiones del alma, 91-92.
40
S. BIANCHINI, «Cartesio Tempo (lento) di passione» en P. GILBERT, ed.,
Passione, Assisi 2007, 72.
41
R. DESCARTES, Las pasiones del alma, 219-220.
42
Cfr. P. HOFFMAN, Essays on Descartes, 231.
43
Cfr. D. J. BROWN, Descartes and the Passionate Mind, 162.
44
Cfr. G. MORI, Cartesio, 249.
45
D. J. BROWN, Descartes and the Passionate Mind, 162 (traducción mía).
46
R. DESCARTES, Las pasiones del alma, 115.
CAP. I: LA OBRA QUE CONCLUYE LA PRODUCCION DE RENÉ DESCARTES 13
47
D. J. BROWN, Descartes and the Passionate Mind, 73 (traducción mía).
48
R. DESCARTES, Las pasiones del alma, 204.
49
Cfr. A. SCHMITTER, How to Engineer a Human Being: Passions and Functional
Explanation in Descartes, 431.
14 LA GENEROSIDAD EN LAS PASIONES DEL ALMA
pero también aclara las diferencias50: «No hay que confundir las palabras
con los movimientos naturales que testimonian las pasiones y que pueden
ser imitados por las máquinas, así como por los animales»51. El filósofo
francés afirmó el automatismo de los animales y decía que pensar que los
animales hablaban era un prejuicio de la infancia52. Así dice el artículo 50:
Puede observarse lo mismo en los animales; porque, aunque no tengan razón, ni tal
vez tampoco ningún pensamiento, todos los movimientos de los espíritus y de la
glándula que excitan en nosotros las pasiones no dejan de estar en ellos y de servirles
para mantener y fortalecer, no como en nosotros las pasiones, sino los movimientos
de los nervios y los músculos que suelen acompañarlas (Art. L, AT XI 369)53.
50
Cfr. R. DESCARTES, Il Discorso sul metodo, in G. BELGIOIOSO, ed., René
Descartes. Opere 1637-1649, Milano 2012, 92.
51
R. DESCARTES, Il Discorso sul metodo, 94.
52
Cfr. «El alma de los brutos», en DF, 110.
53
R. DESCARTES, Las pasiones del alma, 128-129.
54
Cfr. «El alma de los brutos», en DF, 111.
55
M. COLPO, «Animale», en EF, 476 (traducción mía).
56
Cfr. J. COTTINGHAM, A Descartes Dictionary, Cambridge 1993, 15.
57
Cfr. G. HATFIELD, «Animals», en J. BROUGHTON – J. CARREIRO ed., A
Companion to Descartes, 422.
58
Cfr. G. HATFIELD, «Animals», 424.
CAP. I: LA OBRA QUE CONCLUYE LA PRODUCCION DE RENÉ DESCARTES 15
59
Cfr. G. HATFIELD, «Animals», 421.
60
Cfr. G. MORI, Cartesio, 246-247.
61
Cfr. R. RADICE, ed., Stoici antichi raccolti da Hans Von Arnim, 1159.
62
R. RADICE, ed., Stoici antichi raccolti da Hans Von Arnim, 1167.
63
R. RADICE, ed., Stoici antichi raccolti da Hans Von Arnim, 1179.
16 LA GENEROSIDAD EN LAS PASIONES DEL ALMA
64
S Th, I-II, q. 23, a. 4, 230.
65
R. DESCARTES, Las pasiones del alma, 132.
66
R. DESCARTES, Las pasiones del alma, 132.
67
Cfr. D. J. BROWN, Descartes and the Passionate Mind, 50-51.
68
R. DESCARTES, Las pasiones del alma, 143.
CAP. I: LA OBRA QUE CONCLUYE LA PRODUCCION DE RENÉ DESCARTES 17
69
Cfr. D. J. BROWN, Descartes and the Passionate Mind, 52.
70
R. DESCARTES, Las pasiones del alma, 143.
71
R. DESCARTES, Las pasiones del alma, 132.
72
Cfr. G. MORI, Cartesio, 255.
73
Cfr. P. HOFFMAN, Essays on Descartes, 183.
18 LA GENEROSIDAD EN LAS PASIONES DEL ALMA
cuando esta pasión deja de cumplir con su función más bien se convierte en
un fastidio74:
74
Cfr. D. KAMBOUCHNER, L’homme des passions: commentaires sur Descartes. I.
Analytique, París 1995, 368-369.
75
G. MORI, Cartesio, 255 (traducción mía)
76
P. HOFFMAN, Essays on Descartes, 191.
77
Cfr. E. ELORDUY, El Estoicismo, 126-127.
78
Cfr. D.J BROWN, Descartes and the Passionate Mind, 30-31.
CAP. I: LA OBRA QUE CONCLUYE LA PRODUCCION DE RENÉ DESCARTES 19
Por lo demás, el alma puede tener sus placeres aparte; pero los que le son comunes
con el cuerpo dependen completamente de las pasiones, de suerte que los hombres a
los que más pueden conmover son los más capaces de gozar en esta vida. Es cierto
que pueden también hallar más amargura, cuando no las saben emplear bien y la
fortuna les da la espalda. Pero la sabiduría resulta útil especialmente en ese caso,
porque enseña a hacerse tan dueño de ellas y a manejarlas con tanta destreza que los
males que causan se soportan muy bien, e incluso se saca gozo de todos80 (Art.
CCXII, AT XI 488).
Parece que ustedes argüís, del hecho que he estudiado las pasiones, que no debo
tener ninguna, pero les diré que todo lo contrario, en el examinarlas, las he
encontrado casi todas buenas, y tan útiles a esta vida, que nuestra alma no tendría
motivo de querer permanecer unida a su cuerpo un solo momento, si ya no pudiera
sentirle82 (AT IV 602-603).
79
R. DESCARTES, Las pasiones del alma, 275.
80
R. DESCARTES, Las pasiones del alma, 278-279.
81
Cfr. J. COTTINGHAM, Philosophy and the Good Life, Cambridge 1998, 9.
82
R. DESCARTES, Lettera a Chanut, 1 Novembre 1646, en ID., Tutte le Lettere
1637-1649, a cura di G. BELGIOIOSO, Milano 2005, 2325 (traducción mía).
20 LA GENEROSIDAD EN LAS PASIONES DEL ALMA
habría que tener cuidado, por ello propone para el dominio de ellas y la
consecución de la felicidad que el hombre haga uso de la razón 83. «las
pasiones cuando fortalecen pensamientos perjudiciales y en los que no
conviene detenerse, fácilmente podrían desviar la resolución de continuar
firme en todo lo que la razón ha decidido como lo mejor». 84 La generosidad
será la virtud-pasión que logrará alcanzar ésta regulación tan necesaria para
el control de las pasiones abriendo la puerta a la adquisición de las demás
virtudes y obteniendo como fruto la sabiduría85. Esta visión positiva y
original de René Descartes sobre las pasiones ha favorecido grandemente el
estudio no solo en el plano psicológico-terapéutico del ser humano como
ser afectivo, sino también en la misma filosofía actual que profundiza la
relación entre pasiones, virtud y acción moral, temas analizados por este
filósofo de una manera cuidadosa y coherente con su pensamiento y
método en ésta obra. Es el hombre mismo el que puede a través de su
voluntad y libertad ir creciendo en la armonización de su vida y en la toma
de decisiones, utilizando y encauzando las pasiones de una manera correcta
y provechosa.
83
Cfr. A. FRANCO, Descartes’Theory of Passions, Pittsburgh 2006, 17.
84
L. ROCHA HERRERA, Antropología y moral en René Descartes, Madrid 2005,
132.
85
Cfr. L. SHAPIRO, «Descartes’s Ethics», en J. BROUGHTON – J. CARRIERO, (edd.),
A Companion to Descartes, Malden 2008, 449.
CAPÍTULO II
Así, aunque no haya virtud, a la que parece que la buena estirpe contribuye tanto
como también a aquélla que hace que uno se estime sólo según su justo valor, y,
aunque sea fácil creer que todas las almas que Dios infunde en los cuerpos no son
igualmente nobles y fuertes (lo que hace que yo haya llamado a esta virtud
generosidad, siguiendo el uso de nuestra lengua, antes que magnanimidad, siguiendo
el uso de la Escuela, donde no es muy conocida) (Art. CLXI, AT XI 453)2.
De este modo creo que la verdadera generosidad, que hace que un hombre se estime
hasta el más alto grado en que puede legítimamente estimarse, consiste únicamente,
por un lado, en que conoce que nada le pertenece de verdad, salvo esa libre
disposición de sus voliciones, y que nada hay por lo que deba ser alabado o
censurado, salvo porque la utilice bien o mal; y, por otro lado, en que siente en sí
mismo una resolución firme y constante de utilizarla bien, es decir, de no carecer
jamás de la voluntad de emprender o ejecutar todas las cosas que juzgará mejores. Lo
cual es seguir perfectamente la virtud. (Art. CLIII, AT XI 446)7.
14
R. DESCARTES, Las pasiones del alma, 225.
15
Cfr. D. KAMBOUCHNER, L’homme des passions, II, 204.
16
R. DESCARTES, Las pasiones del alma, 225.
17
Cfr. D. KAMBOUCHNER, L’homme des passions, II, 204.
18
Cfr. D. KAMBOUCHNER, L’homme des passions, II, 205.
CAP. II: LA GENEROSIDAD EN LA VISIÓN CARTESIANA 25
19
R. DESCARTES, Las pasiones del alma, 224.
20
Cfr. R. DESCARTES, Las pasiones del alma, 95-96.
21
N. BRANDEN, Los seis pilares de la autoestima, Paidós, Barcelona 1995, 36.
22
R. DESCARTES, Las pasiones del alma, 225.
26 LA GENEROSIDAD EN LAS PASIONES DEL ALMA
Y del mismo modo que no se creen muy inferiores a quienes tienen más bienes,
honores o, incluso, más ingenio, más conocimientos, más belleza o, en general, a
quienes les sobrepasan en alguna otra perfección, tampoco creen estar muy por
encima de aquellos a los que sobrepasan, porque les parecen muy poco dignas de
estima, comparadas con la buena voluntad, por la que únicamente se estiman, y que
suponen existir también, o al menos poder existir, en cada uno de los demás hombres
(Art. CLIV, AT XI 446-447)26.
23
N. BRANDEN, Los seis pilares de la autoestima, 63.
24
R. DESCARTES, Las pasiones del alma, 227.
25
N. BRANDEN, Los seis pilares de la autoestima, 71.
26
R. DESCARTES, Las pasiones del alma, 228.
CAP. II: LA GENEROSIDAD EN LA VISIÓN CARTESIANA 27
Así los más generosos tienen costumbre de ser los más humildes; y la humildad
virtuosa consiste simplemente en que la reflexión que hacemos sobre la imperfección
de nuestra naturaleza y sobre las faltas que podemos haber cometido en otro
momento, o que somos capaces de cometer, que no son menores que las que otros
pueden cometer, es la causa de que no nos prefiramos a nadie y pensemos que los
demás, teniendo su libre albedrío tan bien como nosotros, pueden utilizarlo
igualmente bien. (Art. CLV, AT XI 447)27.
Todos los que se forman una buena opinión de sí mismos por alguna otra causa,
cualquiera que sea, no tienen una verdadera generosidad, sino solamente un orgullo,
que es siempre muy vicioso, aunque lo sea tanto más cuanto más injusta es la causa
por la que uno se estima. Y la más injusta de todas es cuando alguien está orgulloso
sin ningún motivo, es decir, sin pensar que tenga algún mérito por el cual se le deba
apreciar (Art. CLV, AT XI 447)28.
27
R. DESCARTES, Las pasiones del alma, 228.
28
R. DESCARTES, Las pasiones del alma, 230-231.
29
Cfr. N. BRANDEN, El poder dela autoestima, Paidós, Barcelona 2011, 56.
28 LA GENEROSIDAD EN LAS PASIONES DEL ALMA
Imitaba en esto a los viajeros que, extraviados en algún bosque, no deben vagar,
dando vueltas por una y otra parte, ni mucho menos detenerse en un lugar, sino
caminar siempre lo más derecho que puedan, hacia un sitio fijo, sin cambiar de
dirección por leves razones, aun cuando en un principio, haya sido sólo el azar el que
haya determinado ese rumbo, pues de este modo, si no llegan precisamente donde
quieren ir, por lo menos acabarán por llegar a alguna parte en que probablemente
estarán mejor que en medio del bosque (AT VI 24-25)36.
41
S. BOECIO, La consolación de la filosofía, Porrúa, México 2004, 120.
42
Cfr. P. FOULQUIÉ, Diccionario del lenguaje filosófico, Barcelona 2004, 831.
43
Cfr. S. BOECIO, La consolación de la filosofía, 150.
44
STh., I, q. 22, a. 4. c.
45
R. DESCARTES, Las pasiones del alma, 215-216.
46
Cfr. D. KAMBOUCHNER, L’homme des passions, II, 123.
32 LA GENEROSIDAD EN LAS PASIONES DEL ALMA
Esta opinión se fundamenta solamente en que no conocemos todas las causas que
contribuyen a cada efecto. Pues, cuando una cosa que hemos creído que depende de
la fortuna no acontece, queda probado que alguna de las causas que eran necesarias
para producirla ha faltado, y, por consiguiente, que era absolutamente imposible y
que no ha sucedido nunca nada semejante (Art. CXLVI, AT XI 439)51.
47
R. DESCARTES, Las pasiones del alma, 217.
48
Cfr. D. J. BROWN, Descartes and the Passionate Mind, 170.
49
Cfr. M. DELLA ROCCA, «Causation Without Intelligibility and Causation
Without God in Descartes», en J. BROUGHTON – J. CARREIRO (edd.), A Companion to
Descartes, Malden 2008, 245.
50
Cfr. D. KAMBOUCHNER, L’homme des passions: commentaires sur Descartes.
II., Analityque, 123.
51
R. DESCARTES, Las pasiones del alma, 217.
CAP. II: LA GENEROSIDAD EN LA VISIÓN CARTESIANA 33
52
Cfr. G.REALE–D. ANTISERI, Il pensiero occidentale dalle origini ad oggi II, a
cura di J.A. IGLESIAS, Barcelona 1992, 171-174.
53
Cfr. D. J. BROWN, Descartes and the Passionate Mind, 170.
54
Cfr. N. GRIMALDI, Six Études sur la volonté et la liberté chez Descartes, 149-
152.
34 LA GENEROSIDAD EN LAS PASIONES DEL ALMA
pasión al menos bajo dos puntos de vista55: En primer lugar afirma que
algunas personas pueden vencer las pasiones con mayor facilidad por su
propia naturaleza, ya que hay una diferencia de temperamentos y
caracteres:
Pues bien, cada cual puede conocer la fuerza o debilidad de su alma por el desenlace
de esos combates. Porque aquellos en quienes normalmente la voluntad puede vencer
con mayor facilidad las pasiones y detener los movimientos del cuerpo que las
acompañan tienen sin duda las almas más fuertes. Pero hay quienes no pueden
comprobar su fuerza, porque nunca hacen combatir a la voluntad con sus propias
armas, sino solamente con las que le proporcionan algunas pasiones para resistir a
otras (Art. XLVIII, AT XI 367)56.
Así algunas almas son más fuertes en su ánimo que otras, o lo que es lo
mismo son más generosas que otras, y esto es algo involuntario ya que se
recibe propiamente de la naturaleza «todas las almas que Dios infunde en
los cuerpos no son igualmente nobles y fuertes» (Art. CLXI, AT XI 453)57.
En cierto sentido podemos apuntar que no depende de nosotros ser
generosos o no y por eso la generosidad es una pasión. Y en segundo lugar
la generosidad es una pasión desde el punto de vista físico, porque se puede
tener dominio de una pasión efectuando en la glándula pineal un
movimiento más fuerte con respecto a la pasión que está afectando al
alma58.
Ahora bien, se pueden distinguir dos clases de movimientos, provocados por los
espíritus en la glándula: unos representan al alma los objetos que estimulan a los
sentidos, o las impresiones que se encuentran en el cerebro, y no presionan a la
voluntad; los otros hacen alguna presión sobre ella, a saber, los que causan las
pasiones o los movimientos del cuerpo que las acompañan. Y en cuanto a los
primeros, aunque impiden a menudo las acciones del alma, o aunque sean impedidos
por ellas, sin embargo, dado que no son directamente contrarios, no se observa en
ellos combate alguno. Se observa solamente entre los últimos y las voliciones que los
contradicen: por ejemplo, entre la presión con que los espíritus empujan la glándula
para causar en el alma el deseo de algo, y aquella con que el alma la rechaza por la
voluntad que tiene de huir de la misma cosa (Art. XLVII, AT XI 365)59.
55
Cfr. S. BIANCHINI, «Cartesio: tempo (lento) di passione», 83.
56
R. DESCARTES, Las pasiones del alma, 125.
57
R. DESCARTES, Las pasiones del alma, 236.
58
Cfr. S. BIANCHINI, «Cartesio: tempo (lento) di passione», 84.
59
R. DESCARTES, Las pasiones del alma, 123-124.
CAP. II: LA GENEROSIDAD EN LA VISIÓN CARTESIANA 35
La buena educación sirve en buena medida para corregir los defectos del nacimiento;
y que, si uno se preocupa a menudo de considerar lo que es el libre albedrío y cuán
grandes son las ventajas que provienen de que se tenga una resolución firme de usar
bien de él, como también, por otro lado, cuán vanos e inútiles son todos los desvelos
que atormentan a los ambiciosos, puede excitarse en uno mismo la pasión, y, en
consecuencia, adquirirse la virtud de la generosidad, la cual, al ser como la llave de
todas las otras virtudes y un remedio general contra todos los desórdenes de las
pasiones, me parece que esta consideración bien merece señalarse (Art. CLXI, AT XI
454)62.
causa del mal que le aqueja sino de su enfermedad misma 63. «La panacea
de la naturaleza está en hacer ver que todas las desgracias son soportables:
lo que Crisipo aconseja es el no intervenir en los tumores del alma cuando
son recientes, es decir, poco maduros»64. También Descartes siguiendo un
poco la tradición estoica procura en esta obra explicar el dinamismo
afectivo de las pasiones desde el punto de vista fisiológico, y no tanto de
acentuar las causas de la aflicción o depresión de su interlocutora la
princesa Isabel.
El segundo remedio que proponen los estoicos contra los afectos
viciosos de las pasiones es la pobreza, que no se trata de la miseria y el
hambre, sino de una pobreza que conduce a la libertad sin temores
humanos65: «No está el remedio en echar las riquezas por la borda, sino en
dominar los propios afectos. Por eso es recomendable ejercitarse en vivir
pobremente»66.
Descartes señala como un remedio para el control de las pasiones el
reflexionar sobre la Providencia Divina, ya que al hacerlo se comprueba
que no conocemos todas las causas que contribuyen a cada efecto. ¿Cuáles
son las cosas que están en mi poder realizar? Y ¿Cuáles son las cosas que
no están en mi poder llevar a cabo? En conexión con la máxima estoica por
excelencia que proponían para el control de las pasiones, Descartes
propone la meditación como un “darse cuenta” que todo lo gobierna la
Divina Providencia.
En cuanto a las cosas que de ningún modo dependen de nosotros, por buenas que
puedan ser, nunca deben desearse con pasión, no solamente porque pueden no
ocurrir, y afligirnos así tanto más cuanto más las hayamos deseado, sino
principalmente porque, al tener ocupado en ellas nuestro pensamiento, nos apartan de
llevar nuestro afecto a otras cosas cuya adquisición depende de nosotros (Art.
CXLV, AT XI 437)67.
68
R. DESCARTES, Las pasiones del alma, 215.
69
Cfr. D.J. BROWN, Descartes and the Passionate Mind, 188.
70
Cfr. A. SCHMITTER, «How to Engineer a Human Being: Passions and
Functional Explanation in Descartes», 440.
71
Cfr. D.J BROWN, Descartes and the Passionate Mind, 188.
72
Cfr. A. SCHMITTER, «How to Engineer a Human Being: Passions and
Functional Explanation in Descartes», 440.
73
A. SCHMITTER, «How to Engineer a Human Being: Passions and Functional
Explanation in Descartes», 441 (traducción mía).
38 LA GENEROSIDAD EN LAS PASIONES DEL ALMA
Para Amy Schmitter la generosidad parece bastar como remedio para las
pasiones: porque como virtud, expresa nuestra libertad y nuestra resolución
para utilizar bien aquella libertad, y como pasión utiliza los recursos del
cuerpo para fortalecer y mantener dicha resolución. Por otro lado, la
generosidad muestra el valor de desarrollar nuestra libertad y autonomía,
trabajando a través de nuestros cuerpos en un proceso de auto-
configuración; esta auto-mejora, que utiliza todos los recursos a nuestra
disposición, tal vez es el mayor bien para nosotros como seres
encarnados74.
Muy probablemente el “Padre de la filosofía moderna” debió haber
tenido algunas dudas sobre si la generosidad bastaba como único remedio
para dominar los excesos de las pasiones y alcanzar así la felicidad
humana. Por este motivo al final de cada parte de la obra propone tres
remedios para el control de las pasiones75:
79
R. DESCARTES, Las pasiones del alma, 219.
80
G. MORI, Cartesio, 264 (traducción mía).
81
R. DESCARTES, Las pasiones del alma, 277.
82
Cfr. A. SCHMITTER, «How to Engineer a Human Being», 441.
83
Cfr. G. MORI, Cartesio, 264.
CAPÍTULO III
1
R. DESCARTES, Las pasiones del alma, 220.
42 LA GENEROSIDAD EN LAS PASIONES DEL ALMA
Parecería que las pasiones deberían ser canceladas para vivir sin
sobresaltos, pero la solución que da Cartesio apunta más bien a dejarse
tocar por ellas y experimentar su dinamismo en nosotros mismos «Por lo
demás, el alma puede tener sus placeres aparte; pero los que le son
comunes con el cuerpo dependen completamente de las pasiones, de suerte
que los hombres a los que más pueden conmover son los más capaces de
gozar en esta vida» (Art. CCXII, AT XI 488)2.
La alegría y el gozo en esta vida para Descartes en buena medida
depende del disfrute de las pasiones; el sabio es aquel que sabe “orquestar”
las pasiones y por lo tanto no debe ser insensible a estas, como pensaban
los estoicos, el sabio aprende a vivir, sentir y coexistir con las pasiones que
experimenta: «la sabiduría resulta útil especialmente en ese caso, porque
enseña a hacerse tan dueño de ellas y a manejarlas con tanta destreza que
los males que causan se soportan muy bien, e incluso se saca gozo de
todos» (Art. CCXII, AT XI 488)3. Y esto presupone un contacto con el
mundo afectivo, una capacidad para identificar y trascender las emociones
y sentimientos; para Descartes la obtención de la virtud y de la generosidad
nos hace plenamente felices y es el mayor bien para el hombre. Ahora bien,
la satisfacción propia o la felicidad también consisten en la posesión del
soberano bien (que es Dios). Esta felicidad y soberano bien se resumen en
el ejercicio mismo de la virtud; para Descartes la virtud depende de nuestro
libre albedrío y consiste sólo en la firmeza y la constancia de nuestra
resolución, que es la generosidad misma4; Para Descartes Dios y el hombre
son semejantes en su voluntad infinita, este aspecto no tiene porqué
ponernos en rivalidad con Dios, porque basar en el libre albedrío la
moralidad nos puede convertir en dignos de alabanza pero también en
dignos de culpa5. La autosatisfacción entonces, viene a ser esa
consecuencia natural de vivir en la generosidad, en la virtud y en la
capacidad de distinguir entre el bien y el mal. Esta satisfacción es un hábito
bueno del alma y que también es una pasión que se desencadena cuando se
ha realizado un acto bueno:
2
R. DESCARTES, Las pasiones del alma, 278.
3
R. DESCARTES, Las pasiones del alma, 279.
4
Cfr. N. GRIMALDI, L’expérience de la pensé dans la philosophie de Descartes,
213.
5
Cfr. G. RODIS-LEWIS, La morale de Descartes, 85.
CAP. III: DIMENSIÓN MORAL DE LA GENEROSIDAD 43
buena, es una pasión, a saber, una especie de gozo, que pienso que es el más dulce de
todos, porque su causa depende únicamente de nosotros mismos (Art. CXC, AT XI
471)6.
cuando esa causa no es justa, es decir, cuando las acciones de las que se obtiene
mucha satisfacción no son de gran importancia, o incluso cuando son viciosas, es
ridícula y sólo sirve para producir un orgullo y una arrogancia impertinentes. Lo cual
puede observarse particularmente en quienes, creyéndose devotos, sólo son beatos y
supersticiosos, es decir, que, so pretexto de que van a menudo a la iglesia, recitan
muchas plegarias, llevan el pelo corto, ayunan, dan limosna, se creen completamente
perfectos y se imaginan que son tan grandes amigos de Dios que no podrían hacer
nada que le desagradase, y que todo lo que les dicta su pasión es un celo justo;
aunque les dicte algunas veces los mayores crímenes que pueden ser cometidos por
los hombres, como traicionar ciudades, matar príncipes, exterminar pueblos, enteros,
simplemente porque no siguen sus opiniones (Art. CXC, AT XI 472)7.
6
R. DESCARTES, Las pasiones del alma, 258.
7
R. DESCARTES, Las pasiones del alma, 258-259.
8
R. DESCARTES, Las pasiones del alma, 279.
44 LA GENEROSIDAD EN LAS PASIONES DEL ALMA
9
Cfr. A. FRANCO, Descartes’Theory of Passions, Pittsburgh 2006, 17.
10
Cfr. A. SCHMITTER, «How to Engineer a Human Being», 442.
11
Cfr. N. GRIMALDI, L’expérience de la pensé dans la philosophie de Descartes,
214-215.
12
Cfr. A. MACINTYRE, Dopo la virtù, Roma 2007, 99.
CAP. III: DIMENSIÓN MORAL DE LA GENEROSIDAD 45
Ahora bien, aunque digo que es una especie de temor, puede ocurrir que uno
permanezca incierto e irresoluto cuando tiene que elegir entre muchas cosas cuya
bondad parece muy semejante, sin que por ello se tenga ningún temor. Porque esta
clase de irresolución proviene solamente del asunto que se presenta y no de una
emoción de los espíritus; por eso no es una pasión; a menos que el miedo que se tiene
a fallar en la elección aumente la incertidumbre (Art. CLXX, AT XI 459)15.
Las almas son débiles para Descartes porque hay un vacío entre sus
juicios ciertos y decididos que miran al bien y al mal, y las voliciones que
13
R. DESCARTES, Las pasiones del alma, 243.
14
R. DESCARTES, Discurso del método, 113.
15
R. DESCARTES, Las pasiones del alma, 243-244.
46 LA GENEROSIDAD EN LAS PASIONES DEL ALMA
este temor es tan ordinario y fuerte en algunos que a menudo, aunque no tengan que
elegir y vean una sola cosa que coger o dejar, les retiene y hace que se detengan
inútilmente en buscar otras. Y entonces es un exceso de irresolución, que proviene de
un gran deseo de hacer bien las cosas y de una debilidad del entendimiento, el cual,
al no tener nociones claras y distintas, únicamente tiene muchas confusas. Por eso el
remedio contra este exceso es acostumbrarse a formar juicios ciertos y determinados
respecto a todas las cosas que se presentan y a creer que uno cumple siempre con su
deber, cuando hace lo que juzga ser lo mejor, aunque quizá juzgue muy mal (Art.
CLXX, AT XI 460)17.
Los individuos que tienen las almas más débiles y que no se resuelven a
seguir juicios determinados y ciertos en buena medida parecen ser
responsables de su falta de libertad y generosidad; estos pueden ser
descritos más propiamente como flojos y no tanto como débiles, pues dice
Descartes que «aquellos en quienes normalmente la voluntad puede vencer
con mayor facilidad las pasiones y detener los movimientos del cuerpo que
las acompañan tienen sin duda las almas más fuertes» (Art. XLVIII, AT XI
366)18. Descartes, era muy optimista acerca de la efectividad del uso de las
técnicas de modificación de conducta para manipular las conexiones en las
secuencias causales que producen las pasiones. Con esto quería dar a
entender que las almas más débiles también podían llegar a tener un control
absoluto sobre las pasiones que experimentaban19.
Porque ya que podemos, con un poco de maña, cambiar los movimientos del cerebro
en los animales desprovistos de razón, es evidente que podemos hacerlo aún mejor
en los hombres; y que incluso quienes tienen el alma más débil podrían adquirir un
dominio completamente absoluto sobre todas sus pasiones, si emplearan suficiente
habilidad al formarlas y guiarlas (Art. L, AT XI 370)20.
16
Cfr. P. HOFFMAN, Essays on Descartes, 207.
17
R. DESCARTES, Las pasiones del alma, 244-245.
18
R. DESCARTES, Las pasiones del alma, 125.
19
Cfr. P. HOFFMAN, Essays on Descartes, 234.
20
R. DESCARTES, Las pasiones del alma, 130.
CAP. III: DIMENSIÓN MORAL DE LA GENEROSIDAD 47
21
R. DESCARTES, Las pasiones del alma, 125.
22
Cfr. H. KRUSCHE, La rana sobre la mantequilla: fundamentos de la
programación neurolingüística, Sirio, Barcelona 2006, 24.
23
H. KRUSCHE, La rana sobre la mantequilla, 44.
24
Cfr. G. RODIS-LEWIS, La morale de Descartes, 85.
25
Cfr. G. RODIS-LEWIS, La morale de Descartes, 90.
26
Cfr. S. BIANCHINI, «Cartesio: tempo (lento) di passione», 83.
48 LA GENEROSIDAD EN LAS PASIONES DEL ALMA
La gratitud también es una especie de amor, provocado en nosotros por una acción de
aquél por quien lo tenemos y por la cual creemos que nos ha hecho algún bien, o al
menos que ha tenido esa intención. Así, contiene lo mismo que la estima, y, además,
se funda sobre una acción que nos afecta y de la que tenemos deseo de desquitarnos.
Por eso tiene mucha más fuerza, principalmente en las almas un tanto nobles y
generosas. (Art. CXCIII, AT XI 473-474)28.
Los que, son generosos de esta manera se ven llevados naturalmente a hacer grandes
cosas y, sin embargo, a no emprender nada de lo que no se sienten capaces. Y, como
nada estiman más que el hacer el bien a los otros hombres y menospreciar su propio
interés por este motivo, siempre son perfectamente corteses, afables y serviciales con
los demás (Art. CLVI, AT XI 447-448)30.
En este mismo artículo surge otro significado del término y que quizá es
de los más conocidos entre nosotros y en nuestros días, aquel que revela
que una persona generosa es la que tiene el hábito de dar o compartir con
los demás (también conocida como caridad). Esta significación de la
generosidad es descrita tal y como la describe San Pablo en la Carta a los
Corintios; generosidad que es paciente, benévola, privada de envidia,
orgullo, preparada para excusar31. El fundamento no es el mismo, porque la
caridad es una virtud sobrenatural, que tiene su fuente en el amor de Dios y
se extiende a todos los hombres. A pesar de esto, la moral humanista de
Descartes, sin abordar el problema de la gracia, afirma, que podemos
verdaderamente querer a Dios por la sola fuerza de nuestra naturaleza. Y
precisamente es el tamaño de la libertad lo que nos enlaza más
profundamente a Dios32. Parece coherente afirmar que el que se estima a sí
mismo también está en grado de estimar a Dios y a los demás: siendo
humilde, amable, considerado, accesible, pronto para escuchar y atender las
necesidades del otro, etc. Todo esto acontece porque se es capaz de
reconocer la igualdad en la dignidad de los demás.
Y del mismo modo que no se creen muy inferiores a quienes tienen más bienes,
honores o, incluso, más ingenio, más conocimientos, más belleza o, en general, a
quienes les sobrepasan en alguna otra perfección, tampoco creen estar muy por
30
R. DESCARTES, Las pasiones del alma, 225.
31
Cfr. G. RODIS-LEWIS, La morale de Descartes, 99-100.
32
Cfr. G. RODIS-LEWIS, La morale de Descartes, 100.
50 LA GENEROSIDAD EN LAS PASIONES DEL ALMA
encima de aquellos a los que sobrepasan, porque les parecen muy poco dignas de
estima, comparadas con la buena voluntad, por la que únicamente se estiman, y que
suponen existir también, o al menos poder existir, en cada uno de los demás hombres
(Art. CLIV, AT XI 446-447)33.
Desde luego la ética racionalista que nos muestran las pasiones del alma
nos aleja del prejuicio de pensarla como cerrada (no es así), pero también
sería comprometedor afirmar que la perspectiva cartesiana no es
subjetivista, pues el centro de la reflexión antropológica-moral de
Descartes sigue siendo el yo y la auto-estima es la evidente y clara alusión
a esta postura. Ahora bien, si al alma la tomamos primero metafísicamente
como un mí aislado, es pues sólo una etapa, pues la moral cartesiana no es
un individualismo34. Decir individualista no es lo mismo que decir
subjetivista, porque subjetivista significa que el centro de atención es el
sujeto personal e individualista significa no situarse en la comunidad ni en
el bien de todos, cosa que queda por demás descartada en esta moral
humanista. Por otro lado, decir que la atención al sujeto en el pensamiento
Cartesiano es un contributo a la filosofía es acertado, porque ofrece una
visión nueva e interesante no solo desde el punto de vista epistemológico,
sino también bajo el punto de vista ético y psicológico. A pesar de que no
hay un desarrollo muy amplio de la dimensión política y social en la moral
cartesiana, si existe un soporte subjetivo para establecer la alteridad y las
relaciones humanas en marcos de respeto y dignidad personal.
No obstante, los que son más generosos y de espíritu más fuerte, de suerte que no
temen ningún mal y se mantienen más allá del poder de la fortuna, no están exentos
de compasión, cuando ven la debilidad de los otros hombres y oyen sus quejas.
Porque tener buena voluntad hacia los demás es una parte de la generosidad (Art.
CLXXXVII, AT XI 469-470)35.
33
R. DESCARTES, Las pasiones del alma, 228.
34
Cfr. G. RODIS-LEWIS, La morale de Descartes, 101.
35
R. DESCARTES, Las pasiones del alma, 256.
CAP. III: DIMENSIÓN MORAL DE LA GENEROSIDAD 51
la tristeza de esa piedad no es amarga y, como la que causan las acciones funestas que
vemos representar en un teatro, está más en el exterior y en los sentidos que en el interior
del alma, la cual tiene, sin embargo, la satisfacción de pensar que cumple con su deber al
compadecerse con los afligidos. Y en esto existe la diferencia de que, mientras el vulgo
tiene compasión de los que se quejan, pues piensa que los males que sufren son muy
fastidiosos, el principal objeto de la piedad de los hombres más grandes es la
pusilanimidad de los que ven quejarse, porque no creen que ningún accidente que pueda
ocurrir sea un mal tan grande como es la cobardía de quienes no pueden sufrirlo con
constancia (Art. CLXXXVII, AT XI 470)36.
Pero sólo son insensibles a la piedad las personas malignas y envidiosas, que odian
naturalmente a todos los hombres, o los que son tan brutales y están tan cegados por
la buena fortuna o desesperados por la mala que piensan que ningún mal les puede
ocurrir (Art. CLXXXVIII, AT XI 470-471)38.
36
R. DESCARTES, Las pasiones del alma, 256-257.
37
Cfr. P. GILBERT, «Ragione, realtà, compassione», en P. GILBERT, ed., Passione,
Assisi 2007, 173.
38
R. DESCARTES, Las pasiones del alma, 257.
52 LA GENEROSIDAD EN LAS PASIONES DEL ALMA
39
Cfr. P. GILBERT, «Ragione, realtà, compassione», 173.
40
Cfr. G. RODIS-LEWIS, La morale de Descartes, 94.
41
Cfr. P. GILBERT, «Ragione, realtà, compassione», 178-179.
42
Cfr. N. GRIMALDI, L’expérience de la pensé dans la philosophie de Descartes,
224.
CAP. III: DIMENSIÓN MORAL DE LA GENEROSIDAD 53
Por lo demás, con la expresión “a voluntad” no pretendo aquí hablar del deseo, que
es una pasión aparte y se refiere al porvenir, sino del consentimiento por el cual nos
consideramos desde el presente como unidos con lo que amamos; de suerte que se
imagina un todo, del cual uno piensa ser sólo una parte y la cosa amada otra. Como,
al contrario, en el odio uno solo se considera como un todo, enteramente separado de
la cosa por la cual se tiene aversión (Art. LXXX, AT XI 387)49.
48
D. J. BROWN, Descartes and the Passionate Mind, 161.
49
R. DESCARTES, Las pasiones del alma, 152.
50
R. DESCARTES, Las pasiones del alma, 159.
51
Cfr. P. HOFFMAN, Essays on Descartes, 231.
CAP. III: DIMENSIÓN MORAL DE LA GENEROSIDAD 55
René Descartes parece no estar muy de acuerdo con la distinción del amor
de concupiscencia y de benevolencia que hacen Tomás de Aquino y San
Francisco de Sales, pues dice que solo contempla los efectos del amor y no
su esencia:
Ahora bien, se distinguen comúnmente dos clases de amor, una de las cuales se llama
amor de benevolencia, es decir, que incita a querer el bien para lo que se ama; la otra
se llama amor de concupiscencia, es decir, que hace desear la cosa que se ama. Pero
me parece que esta distinción contempla sólo los efectos del amor y no su esencia.
Pues tan pronto como nos hemos unido a voluntad a algún objeto, de la naturaleza
que sea, tenemos por él benevolencia, es decir, unimos también a él a voluntad las
cosas que creemos que le convienen; lo cual es uno de los principales efectos del
amor. Y si se juzga que es un bien poseerlo o estar asociado con él de manera distinta
que a voluntad, se lo desea; lo que es también uno de los efectos más habituales del
amor (Art. LXXXI, AT XI 388)52.
Después de analizar esta pasión-virtud del amor podemos decir que ésta
es la principal causa que nos une a los otros (objetos o personas) y es la
representación fantasiosa de unión con el objeto ya considerado como
bueno o bello53. Nuestro conocimiento y consciencia de nosotros mismos
como seres de alma y cuerpo es dependiente de las funciones de la
imaginación en conexión con nuestras evaluaciones de nosotros mismos y
de los demás. Deborah J. Brown opina que este modo de pensar no es el de
un híper-racionalista, sino más bien de alguien sensible al hecho de que
nuestra forma de realización es importante para nuestra identidad, como
individuos pero también como personas socialmente relacionadas54.
Decíamos que para Descartes hay muchas pasiones muy diferentes
entre sí que participan del amor, pues este se une con otras pasiones dando
lugar a diferentes matices de pasiones particulares y de las cuales se habla
en esta obra. Sin embargo, quiero resaltar como la paternidad para
Descartes ocupa un lugar muy importante, siendo la incondicionalidad de
la misma, una de las características más sublimes dentro del ámbito de las
relaciones de familia. Es aquí donde el amor aparece como algo más que
una emoción o un sentimiento, y se asemeja al amor de Dios que es más
perfecto que otros tipos de amor, pues se identifica con la libertad, el
sacrificio y la donación:
52
R. DESCARTES, Las pasiones del alma, 153-154.
53
Cfr. D. J. BROWN, Descartes and the Passionate Mind, 162.
54
Cfr. D. J. BROWN, Descartes and the Passionate Mind, 164.
56 LA GENEROSIDAD EN LAS PASIONES DEL ALMA
el amor que un buen padre siente por sus hijos es tan puro que no desea tener nada de
ellos y no quiere poseerlos de otro modo que como lo hace, ni estar unido a ellos más
estrechamente de lo que ya está; sino que, considerándolos semejantes a él mismo,
busca el bien de ellos como el suyo propio, o incluso con más cuidado, porque,
representándose que él y ellos son un todo, del que él no es la mejor parte, prefiere a
menudo los intereses de ellos a los suyos y no teme perderse para salvarlos (Art.
LXXXII, AT XI 389)55.
Se puede, me parece, con mejor razón distinguir el amor por la estima que se tiene de
lo que se ama en comparación consigo mismo. Pues, cuando se estima el objeto del
amor menos que a uno mismo, sólo se tiene por él un simple afecto; cuando se le
estima igual que a uno mismo, eso se llama amistad; y, cuando se le estima más, la
pasión que se tiene puede llamarse devoción (Art. LXXXIII, AT XI 390)56.
55
R. DESCARTES, Las pasiones del alma, 154-155.
56
R. DESCARTES, Las pasiones del alma, 155.
57
Cfr. S. BIANCHINI, «Cartesio: tempo (lento) di passione», 91-92.
58
Cfr. G. RODIS-LEWIS, La morale de Descartes, 93.
CAP. III: DIMENSIÓN MORAL DE LA GENEROSIDAD 57
Así se puede tener afecto por una flor, un pájaro, un caballo; pero, a menos que se
tenga el espíritu muy trastornado, no se puede tener amistad más que por los
hombres. Y son objeto de esta pasión de tal modo que no hay hombre tan imperfecto
que no se pueda tener con él una amistad muy perfecta, cuando se piensa que se es
amado por él y se tiene el alma verdaderamente noble y generosa (Art. LXXXIII, AT
XI 390)59.
59
R. DESCARTES, Las pasiones del alma, 155-157.
60
R. DESCARTES, Las pasiones del alma, 155-157.
61
Cfr. G. RODIS-LEWIS, La morale de Descartes, 100-101.
62
R. DESCARTES, Discurso del método, 111-112.
58 LA GENEROSIDAD EN LAS PASIONES DEL ALMA
63
R. DESCARTES, Las pasiones del alma, 157.
64
Cfr. G. RODIS-LEWIS, La morale de Descartes, 97-98.
CAP. III: DIMENSIÓN MORAL DE LA GENEROSIDAD 59
Todos los combates que acostumbramos a imaginar entre la parte inferior del alma,
que llamamos sensitiva, y la superior, que es razonable, o bien entre los apetitos
naturales y la voluntad, consisten simplemente en la oposición que existe entre los
movimientos que el cuerpo por sus espíritus y el alma por su voluntad tienden a
provocar al mismo tiempo en la glándula. Pues sólo hay un alma en nosotros, y ese
alma no tiene en sí diversas partes» (Art. XLVII, AT XI 364)67.
65
R. DESCARTES., «Lettera prefazione ai Principi della filosofia» en OP, 2231.
66
Cfr. G. MORI, Cartesio, Carocci, Roma 2010, 249.
67
R. DESCARTES, Las pasiones del alma, 122.
68
Cfr. L. SHAPIRO, «Descartes’s Ethics», 449.
69
Cfr. L. SHAPIRO, «Descartes’s Ethics», 459.
60 LA GENEROSIDAD EN LAS PASIONES DEL ALMA
77
Cfr. G. RODIS-LEWIS, La morale de Descartes, 109.
78
Cfr. G. MORI, Cartesio, Carocci, Roma 2010, 259.
79
Cfr. A. SCHMITTER, «How to Engineer a Human Being», 452-453.
CONCLUSIÓN
moral, pero también nos permiten disfrutar lícitamente del Bien y del
placer que nos produce el mismo. Por lo tanto, no deben ser canceladas o
suprimidas, sino conocidas, aceptadas y vividas como posibilidad de
desarrollo personal y moral.
La felicidad y la buena vida no son exclusivas del alma, sino del ser
humano completo, en su unidad de alma y cuerpo, toda vez que el cuerpo
simultáneamente participa de los gozos del alma desde su disposición
propia. La resolución animará nuestra conducta y nos permitirá ir hacia
adelante, a pesar de los errores que podamos cometer. Esta visión positiva
y original sobre el mundo afectivo ha favorecido grandemente a la Filosofía
actual, que busca explicar la relación entre pasión, virtud y acción moral.
La generosidad, como auto-estima, instala, en el sujeto personal, el punto
de partida para consolidar una Ética racional. Su correlación con la
Psicología contemporánea es evidente, pues sitúa en el hombre mismo, y en
su voluntad, la habilidad primordial para hacer buen uso de la libertad y
orientar las pasiones. La voluntad, entonces, se convertirá en el eje en torno
al cual se desarrollará la vida moral. La aceptación de sí mismo juega un
papel fundamental en el crecimiento afectivo y en la humildad del
generoso, que se convierte en aquella persona que posee una adecuada
percepción de sí misma y de los demás.
Obviamente, concluyo que la Providencia Divina no excluye la libertad
humana; más bien la incluye, sin que por ello el hombre deje de ser libre;
esto significa que, para Descartes, Dios lo hace todo en cada momento y es
la causa eficiente y total, como también la causa universal de todo. Por lo
tanto, Él crea cada instante nuestra voluntad y en un mismo acto da origen
a la espontaneidad de nuestra voluntad y a la libertad misma. Con esto,
quiero decir que en cada acción puntual y precisa del hombre, ambas
(Providencia y libertad) están ahí.
Por otro lado, al afirmar Descartes que la generosidad es pasión y virtud,
descubro una solución al dominio de las pasiones proporcionando una
respuesta que no se encuentra solamente en la razón (como querían hacerlo
ver los estoicos); el argumento tiene fuerza porque la generosidad toca y
une el cuerpo (res extensa) con el alma (res cogitans), dando lugar al
compuesto hombre, y afirmando, a su vez, la independencia del espíritu
con respecto del cuerpo.
Descartes es elegante y coherente con su sistema y método. Aun así, la
crítica posterior le hará ver fallas en su explicación teórica de la sangre
(equivocada desde el punto de vista médico) y el punto de unión del alma y
el cuerpo, que al hallarse en la glándula pineal, encuentra paradójicamente
su sede en un órgano material. No hay una varita mágica para dominar las
CONCLUSIÓN 65
SIGLAS Y ABREVIATURAS
INTRODUCCIÓN .................................................................................................. 3
CONCLUSIÓN .................................................................................................... 63
SIGLAS Y ABREVIATURAS ............................................................................ 67
BIBLIOGRAFÍA .................................................................................................. 69
ÍNDICE ................................................................................................................. 73