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Una Pasión por la Palabra de Dios

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La Autoridad de la
Palabra de Dios
Para que podamos experimentar todo el impacto de la Biblia en nuestras vidas,
necesitamos aceptar la autoridad que tiene sobre nuestra vida. El reconocimiento
de la completa autoridad de
la Biblia como la Palabra Tú y la Biblia
de Dios para ti, es una Una Anatomía de la Biblia
línea divisoria en tu vida. Un Resumen de la Biblia
A partir de este punto, la EI Tapiz de la Biblia
Biblia no es simplemente


La Autoridad de la Palabra de Dios
un libro, más la voz de
Dios impresa en sus El Propósito de la Palabra de Dios
páginas. No es ya más LIegando a Ser un Estudiante de la Palabra de Dios
sobre otras personas, sino Excavando tras el Tesoro Escondido
que se relaciona direc- Principios de Estudio Bíblico
tamente contigo.
Estableciendo una Cosmovisión Bíblico
Una vez que la autoridad
de la Palabra de Dios es establecida sobre tu vida, el estudio de la Biblia cambia desde
un ejercicio académico a un proceso de descubrir los pensamientos de Dios, viendo el
mundo como es, desde su perspectiva.
Esta autoridad es abrazada por ti en dos niveles:
! Reconociendo la autoridad de la Palabra de Dios
! Sometiéndote a la autoridad de la Palabra de Dios
Vamos a estudiar estos dos niveles en detalle.

Reconociendo la Autoridad de la Palabra de Dios


Lee 1 Tesalonicenses 2:13
El reconocer la autoridad de la Palabra de Dios significa aceptarla “...según es en

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verdad, la palabra de Dios, la cual actúa en vosotros los creyentes.” El conocer los
orígenes de las palabras en la Biblia es vitalmente importante, porque la identidad
del autor establece la autoridad de sus palabras.
Toma como ejemplo una niña que ve a su hermano robar un pastel de la despensa.
Ella va a él y le dice: “¡Devuelve ese pastel!” Puedes imaginar la reacción del
hermano. Sus palabras no tienen ninguna autoridad para él, y las puede ignorar
sabiendo que no tendrán ninguna consecuencia para él. Pero supón que ella corre
y habla con su padre y el padre le dice, “¡ Anda y habla con tu hermano que yo digo,
devuelve ese pastel”. Ahora la historia es diferente. Cuando hable con el hermano,
dirá, “¡Papá dice, devuelve el pastel!”. Ya no son más las “palabras de la hermana”, pero
las “palabras de su padre”. Su hermano desobedece ahora para su propio perjuicio.
De la misma manera, en la proporción que reconozcamos que Dios es el autor de la
Biblia, ésta va a reflejar su autoridad para desafiar nuestro pensamiento y
comportamiento. Si es meramente palabras de hombres, entonces difícilmente
tendrá consecuencias en ti, debido a que tu vida está separada de sus autores por
muchos siglos. Si la Biblia es solamente humana en sus orígenes, entonces sus
palabras son históricamente distantes, culturalmente distantes y de acuerdo a los
estándares de hoy en día, filosóficamente distantes.
Pero si aceptamos que la Biblia es la Palabra de Dios, esto pone a la Biblia en una
posición completamente diferente. Su autor nos rodea “detrás y delante...” (Salmo
139:1-5) y debemos rendir cunetas de nuestra vida a El (Hebreos 4:13). La Biblia
por tanto lleva el peso completo de la autoridad de Dios mismo.
La autoridad del Antiguo Testamento
Lee 2 Pedro 1:20-21
Pedro declara cuatro cosas sobre la Escritura del Antiguo Testamento:
! No fue escrita a partir de las propias interpretaciones de los profetas.
! No tiene sus orígenes en la voluntad humana.
! Sus autores hablaron por Dios
! Sus autores “hablaron siendo inspirados por el Espíritu Santo”
Por tanto Pedro establece que el Antiguo Testamento es la Palabra de Dios, el
cual tiene sus orígenes bien anclados en la voluntad de Dios. Jesucristo también
observó que el Antiguo Testamento en su totalidad es la Palabra de Dios. El citó
muchas veces el Antiguo Testamento (Mateo 21:42). El consideró el Antiguo Tes-
tamento infalible (Juan 10:35) y señaló personajes y eventos claves del Antiguo
Testamento como hechos históricos. El habló, entre otros de:
! Adán y Eva (Mateo 19:4-5)
! Abel (Mateo 23:35)
! Abraham, Isaac y Jacob (Mateo 8:11)
! Moisés (Marcos 12:26)
! David (Mateo 12:3-4)

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! Salomón (Mateo 6:29; 12:42)
! Daniel (Mateo 24:15)
! Jonás (Mateo 12:39-41)
Jesús también se sometió a la autoridad de la Palabra de Dios en la confrontación
con Satanás en el Monte de la Tentación. El usó la Escritura como su única autoridad
cuando confrontó la tentación del diablo.
Lee Mateo 4:1-11
Y por otro lado, es muy interesante el hecho que aún otro escritor del Antiguo
Testamento se refiere a otras porciones del Antiguo Testamento como Escritura.
Lee Daniel 9:2
Justo setenta años después que Jeremías hubiera dictado su libro a su secretario,
Baruc, sus palabras fueron señaladas como Escritura por Daniel.
Los escritores del Antiguo Testamento fueron muy conscientes que no estaban
hablando o escribiendo sus propias palabras, sino las Palabras del mismo Dios.
Lee Exodo 4:11-12
Lee 2 Samuel 23:2
Lee Jeremías 1:9
También los escritores del Nuevo Testamento sostuvieron que el Antiguo Testa-
mento es la perfecta Palabra de Dios.
Lee 2 Timoteo 3:15-16
Fue a la Escritura del Antiguo Testamento que Pablo se estaba refiriendo cuando le
dijo a Timoteo que había sabido desde la infancia las sagradas Escrituras. Estas
Escrituras, dice Pablo, son “inspiradas por Dios”. No hay nada anticuado en la inspiración
de Dios. De la misma manera que ha inspirado palabras de vida para Pablo y Timoteo,
él continúa vivificando e inspirando palabras de vida para nosotros en la actualidad.
La autoridad del Nuevo Testamento
Los escritores del Nuevo Testamento eran muy conscientes que estaban
escribiendo bajo la directa inspiración del Espíritu Santo y bajo la completa
autoridad del mismo Señor Jesús.
Lee 1 Tesalonicenses 4:1-8
En las cartas del Nuevo Testamento a las iglesias del primer siglo, Pablo y otros
dan instrucciones explícitas en “como nos conviene conducirnos y agradar a Dios”
y en este pasaje, Pablo urge a los cristianos de Tesalónica, a abundar más y más
en lo que agrada a Dios. Pero nota la autoridad a la que Pablo apela para darles
estas instrucciones:
! “Por lo demás, hermanos, os rogamos y exhortamos en el Señor Jesús,”
! “Por que ya sabéis que instrucciones os dimos por(por la autoridad de) el
Señor Jesús,”
! “Así que, el que desecha esto, no deshecha a hombre, sino a Dios,”

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La Iglesia del Nuevo Testamento no veía las palabras de Pablo simplemente como
las instrucciones de un líder Cristiano a su gente. Sus palabras eran consideradas
como las instrucciones del mismo Señor Jesús. De la misma manera como Pedro
había declarado que “que ninguna profecía de la Escritura es de interpretación
privada” (2 Pedro 1:20), así ahora los escritos del Nuevo Testamento eran
también vistos como lo describe Pedro en el siguiente versículo “sino que los santos
hombres de Dios hablaron siendo inspirados por el Espíritu Santo.” (2 Pedro 1:21)
Como lo describe Arthur Pink:
“Pablo y otros escritores eran conscientes del hecho que expresaban la mente
de Cristo, bajo la guía de su Espíritu. Por lo tanto, sus cartas están llenas de
enseñanza, impartida a los primeros lectores bajo autoridad apostólica, que
retienen su validez hasta el día de hoy, y han sido preservadas por la divina
providencia para nuestra instrucción.”1
Para la iglesia del primer siglo, la autoridad de ambas, las cartas apostólicas y los
relatos de los evangelios, eran vistas como teniendo la misma autoridad que el
Antiguo Testamento. En varios casos, citas del Antiguo Testamento son juntamente
entrelazadas en las citas de Jesús y de los apóstoles.
Lee 1 Timoteo 5:18
Aquí de un tirón, Pablo cita tanto del Antiguo Testamento (Deuteronomio 25:4)
y de las palabras de Jesús (Lucas 10:7) y se refiere a ambas como Escritura.
Algunos escritores del Nuevo Testamento también citan de otras partes del Nuevo
Testamento - por ejemplo Judas (Judas 17-18) cita de Pedro (2 Pedro 3:3), y
Pedro mismo se refiere al “...mandamiento del Señor y Salvador dado por vuestros
apóstoles” (2 Pedro 3:1-2).
Lee 2 Pedro 3:15-16
Aquí, Pedro se refiere a los escritos de Pablo, colocándolos al mismo nivel de “las
otras Escrituras”. Sus escritos, junto con el resto de la Biblia, tanto el Antiguo y
Nuevo Testamento, son declarados como investidos de la autoridad de la voz de
Dios. De esta manera, estas declaraciones se hacían con la confianza de que la
Biblia misma es en su totalidad la Palabra de Dios.
Lee 1 Pedro 1:10-12
Nota como Pedro iguala la revelación del Evangelio encontrada en el Antiguo Testa-
mento (versículos 10-11) con el Evangelio predicado por los apóstoles en el Nuevo
Testamento (versículo 12) – que “ahora os son anunciadas por los que os han predicado
el evangelio por el Espíritu Santo...” La Palabra de Dios tiene autoridad porque es la
expresión pura de los pensamientos de Dios, sus requerimientos y sus planes.
Lee el Salmo 12:6
Lee el Salmo 19:7
Lee el Salmo 119:160
Y porque la Palabra de Dios es pura, también produce vida en el corazón que está
abierto para recibir la Palabra. A raíz de que el autor de la Palabra de Dios es

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llamado el autor de la vida (Hechos 3:15), la Palabra de Dios lleva una autoridad
que genera vida.
Lee Juan 6:63,68

Sometiéndonos a la Autoridad de la Palabra de Dios


Establecer la autoridad de la Palabra de Dios no es meramente un interesante
ejercicio teológico. Lleva un impacto directo en tu vida. Esto es porque la Biblia no
solamente demanda tu acuerdo intelectual con su autoridad, sino que demanda
también tu obediencia.
George Barna, en su libro The Second Coming of the Church, dice:
“Muchos Cristianos tienen mucha exposición a las verdades y exhortaciones
de Dios, pero pocos son transformados por la verdades, principios y el
significado de la fe Cristiana.”2
La Biblia es clara al decir que no es suficiente con solo dar un asentimiento verbal
a la autoridad de la Palabra de Dios. ¿Tú crees que la Biblia es la Palabra de Dios?
¡Excelente! También lo hace el diablo. El la citó en el Jardín del Edén (Génesis
3:1). El también la citó en el Monte de la Tentación (Lucas 4:9-11). Y la continúa
citando en cada doctrina de demonios (1 Timoteo 4:11) que produce, torciendo la
autoridad de la Palabra de Dios para sus propios intereses.
Lo importante a tener en cuenta en tu relación con la Palabra de Dios es que
reconocer solo la autoridad de la Biblia no es suficiente. Debes someterte a la
autoridad de la Palabra de Dios.
Lee Santiago 1:21-25
En el versículo 22, encontramos la famosa amonestación de Santiago: “Pero sed
hacedores de la palabras, y no tan solamente oidores, engañandoos a vosotros
mismos”. Como la Nueva Versión Internacional lo dice: “No se contenten sólo con
escuchar la palabra, pues así se engañan ustedes mismos. Llévenla a la práctica”.
Nota que si reconocemos la autoridad de la Palabra de Dios, y no nos sometemos
a esa Palabra, estamos entrando a un peligroso juego de autoengaño. El autoengaño
es este: pensar que nuestras vidas están OK simplemente porque hemos estado
expuestos a la verdad de la Palabra de Dios, y esto nos hace diferentes a los demás
que no la han leído o oído. Esta es la trampa sutil de la religión, el engaño sutil de
creer que porque pertenecemos al camino de la verdad esto significa que
caminamos en el camino de la verdad.
Lee Romanos 2:1,13,17-24
Aquí Pablo habla de judíos que veían la observancia de la ley como una inoculación
contra el juicio de Dios. No, Pablo dice, no es el oidor de la ley al que se le declara
justo, sino al hacedor de la ley. Aunque, nosotros como Cristianos, no estamos ya
más bajo el pacto de la ley, el mismo principio de “oír – hacer” se aplica a nosotros.
Jesús también nos advirtió en cuanto a caer en la trampa de un asentimiento a la
autoridad de la Palabra de Dios sin la obediencia a esa Palabra.
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Lee Lucas 6:46-49
El reconocer verbalmente la autoridad del señorío de Jesús no significa nada, si no
lo obedecemos. De la misma manera, la prueba de nuestro reconocimiento de la
autoridad de la Biblia no es a través de nuestras palabras sino de nuestras acciones.
Es en el hacer y no en el oír.
Tu estudio de la Palabra de Dios puede seguir uno de dos caminos. Como estudiante
de la Palabra de Dios tu puedes ser un estudioso o un estudiante. El estudioso es
simplemente el que estudia la Biblia para adquirir más información. Un estudiante
genuino es aquél que desea parecerse a su maestro (Lucas 6:40). Por tanto, el
estudio genuino de la Biblia es un proceso de transformación y no simplemente un
proceso educativo.
Lee de nuevo Santiago 1:21
Nota que Santiago te desafía a “recibid con mansedumbre la palabra implantada...”
El permitir que la Palabra de Dios eche raíces en nuestro corazón es de lo que se trata
el estudio de la Biblia. ¡No sería una vergüenza completar un curso de estudio bíblico
y no ser cualitativamente diferente al final! No, si tienes un corazón sincero para seguir
a Jesús, no puedes estudiar su Palabra sin ser transformado en el proceso por ella.
Por tanto, el someterse a este proceso de transformación a través de la Palabra de
Dios es el resultado natural de tu reconocimiento de la autoridad de esa Palabra.

El Significado de la Sumisión
La palabra “sumisión” es muchas veces mal entendida en círculos Cristianos. En el
griego original, tenía el significado literal de “ un (voluntariamente) ponerse bajo”
algún otro. Más que ser un subyugación forzada, indicaba un deseo de ponerse
bajo la autoridad de otro, de ajustar nuestro modo de vida a otros. En las palabras
de A.W. Tozer:
“Nosotros podemos sostener un punto de vista correcto de la verdad solo cuando
nos atrevemos a creer todo lo que Dios ha dicho sobre si mismo...Mucha de nuestra
dificultad como Cristianos que buscan, radica en nuestra resistencia en tomar a
Dios como lo que realmente es, y ajustar nuestra vida de acuerdo a esa verdad de
Dios. Insistimos en modificarlo a El y traerlo muy cerca de nuestra propia imagen.”3
Someterse a la autoridad de la Palabra de Dios es ponernos bajo esa Palabra,
siendo dóciles a su declaración en cuanto a Dios y a sus preceptos para la vida
humana. En la medida que tu pensamiento concuerde con la Biblia, los puntos de
vista de Dios vendrán a ser tus puntos de vista. Sus asuntos vendrán a ser tus
asuntos. Sus metas vendrán a ser tus metas. De esta manera, tu pensar estará
“sometido” a la autoridad de la Palabra de Dios.
En el momento que te sometes a la autoridad de la Palabra de Dios, la haces per-
sonal para ti. Hasta que no llegues a este punto la Biblia es solo un libro, y por más
que digas que es la Palabra de Dios, habrá una distancia entre tu y la Biblia. Pero
cuando cedes a sus preceptos, inmediatamente la abrazas y la haces tuya. No es
ya más solo la “Palabra de Dios” como un concepto, sino la Palabra de Dios para ti.
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El Estándar Absoluto
Lee 2 Corintios 10:12
Vivimos en un mundo de valores relativos y de moralidad subjetiva. Nos
comparamos entre nosotros y establecemos un orden jerárquico en base a la
riqueza, belleza y bondad. Aún tratamos de hacer esto con Dios. Una de las más
comunes excusas que las personas dan de porque no necesitan a Jesús es: “Soy
tan bueno como los demás”.
Pero aún como Cristianos, podemos caer en la misma trampa. Un Cristiano legalista
(uno que cae en la trampa del esfuerzo propio) es un cristiano que se compara a si
mismo con otros. Pero necesitamos entender que hay una sola vara de medida
por la cual Dios nos mide, su propia gloria y bondad (lee Romanos 3:23). Ésta es
la clase de comparación que la Biblia hace, no una comparación entre tú y otros,
sino una comparación entre tú y Dios (mira Isaías 64:6).
Lee Mateo 24:35
Lee 1 Pedro 1.23-25
Existe una cualidad “permanente” y “eterna” en la Palabra de Dios. Es eternamente
relevante y eternamente autoritativa. La Biblia es una vara de medida que
compara nuestra justicia con la justicia de Dios. En un mundo de valores subjetivos,
la Biblia permanece como un patrón eterno, definiendo nuestra vida desde la
perspectiva de Dios, siendo un punto de referencia absoluto que pone nuestra
vida bajo responsabilidad ante Dios. Esto no es algo confortable pero sí es vital.
Como Poncio Pilatos, muchos hoy en día preguntan ¿Qué es la verdad?(Juan 18:38).
Muchos dicen que la verdad solo es relativa a la cultura de la persona y a las circunstancias
personales. Pero la Biblia declara que existe algo llamado verdad absoluta.
Lee Juan 16:13
Si no hay verdad absoluta, luego ¿como puede ser distorsionada (Hechos 20:30)
o rechazada (Romanos 2:8)? De hecho, la Biblia dice, que el juicio de Dios viene
contra aquellos que “detienen con injusticia la verdad” (Romanos 1:18) y “por
cuanto no recibieron el amor de la verdad para ser salvos” (2 Tesalonicenses
2:10-12). Por tanto, sin verdad absoluta no puede haber ningún pecado, ni juicio,
ni arrepentimiento o salvación.
George Barna hace esta observación:
“Sin un estándar objetivo de lo que está bien o mal, las leyes y regulaciones
viene a ser recomendaciones más que mandatos. Los derechos no son más
que un conjunto de preferencias. No puede haber ninguna cosa como el fraude,
solo distintos puntos de vista... Sin una verdad moral absoluta, no puede haber
bueno y malo. Sin bueno y malo, no hay tal cosa como pecado. Sin pecado, no
puede haber tal cosa como juicio, ni tal cosa como condenación. Si no hay

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condenación, no hay necesidad de un Salvador. Esta progresión le quita el
significado histórico, eterno y único a la muerte y resurrección de Jesucristo.”4
Una vez que reconocemos la autoridad de la Biblia, somos capaces de declararle a
Dios, como lo hizo Jesús: “Tu palabra es verdad”(Juan 17:17). Solo después la
declaración de Jesús viene a ser verdad: “ Y conoceréis la verdad y la verdad os
hará libres” (Juan 8:32).

Ejerciendo la Autoridad de la Palabra de Dios


Lee Lucas 7:2-8
Este centurión romano sabía que para tener autoridad, debemos estar bajo
autoridad. Cuando nos ponemos bajo la autoridad de la Palabra de Dios, recibimos
el derecho para ejercer la autoridad de esa Palabra. Jesús estaba sometido a la
autoridad de la Palabra de Dios, y cuando fue tentado, el usó la autoridad de la
Palabra de Dios contra Satanás.
La Palabra de Dios se describe como una espada de doble filo (Efesios 6:17;
Hebreos 4:12). Cuando sometemos nuestra vida a la autoridad de la Palabra de
Dios, podemos decir con Isaías: “Y puso mi boca como espada aguda...”(Isaías
49:2). Cuando nuestro corazón y mente se ponen en línea con la verdad de la
Palabra de Dios, tus palabras llevan la autoridad de la Palabra de Dios.
Lee Juan 15:7

1
Arthur Pink, The Divine Inspiration of the Bible (La Divina Inspiración de la Biblia)(Grand Rapids: Baker Books, 1976)
pag. 65.
2
George Barna, The Second Coming of the Church (La Segunda Venida de la Iglesia) (Nashville, Word Publishing, 1988),
p.121.
3
Draper’s Quotation for the Christian World, excerpted from Compton’s Interactive Bible NIV.
4
George Barna, The Second Coming of the Church (La Segunda Venida de la Iglesia) (Nashville, Word Publishing, 1988),
p. 62
t

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