Ceres, el planeta enano recientemente clasificado como tal, es considerado el nuevo regente del signo de Virgo en astrología. Ceres, antiguamente la diosa romana de la agricultura y equivalente a la diosa griega Deméter, se relaciona con el trabajo, la integración y la capacidad humana de vincularse de manera útil a la comunidad. Su elevación a planeta provee ahora doce regentes, uno para cada signo, dándole mayor coherencia al sistema astrológico.
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Ceres, el planeta enano recientemente clasificado como tal, es considerado el nuevo regente del signo de Virgo en astrología. Ceres, antiguamente la diosa romana de la agricultura y equivalente a la diosa griega Deméter, se relaciona con el trabajo, la integración y la capacidad humana de vincularse de manera útil a la comunidad. Su elevación a planeta provee ahora doce regentes, uno para cada signo, dándole mayor coherencia al sistema astrológico.
Ceres, el planeta enano recientemente clasificado como tal, es considerado el nuevo regente del signo de Virgo en astrología. Ceres, antiguamente la diosa romana de la agricultura y equivalente a la diosa griega Deméter, se relaciona con el trabajo, la integración y la capacidad humana de vincularse de manera útil a la comunidad. Su elevación a planeta provee ahora doce regentes, uno para cada signo, dándole mayor coherencia al sistema astrológico.
Ceres, el planeta enano recientemente clasificado como tal, es considerado el nuevo regente del signo de Virgo en astrología. Ceres, antiguamente la diosa romana de la agricultura y equivalente a la diosa griega Deméter, se relaciona con el trabajo, la integración y la capacidad humana de vincularse de manera útil a la comunidad. Su elevación a planeta provee ahora doce regentes, uno para cada signo, dándole mayor coherencia al sistema astrológico.
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Ceres, regente de Virgo
Ceres, el esperado regente de Virgo
Por Jorge Bosia, mientras el Sol recorre Capricornio en 2012 Durante el mes de Agosto de este año 2006, los diarios e Internet se hicieron eco de una discusión protagonizada por la “crema” de los astrónomos de todo el mundo acerca de qué debe considerarse como Planeta y qué no debe considerarse así. No entraremos aquí en los detalles de esa discusión porque no es de nuestra incumbencia. Sin embargo, sí tomaremos en cuenta la resolución final de ese Congreso de la Unión Internacional de Astrónomos reunido en Praga en 2006 que resolvió en definitiva distinguir entre Planetas propiamente dichos y Planetas “enanos”, lo cual, si bien “degradó” a Plutón a esta última categoría, permitió admitir dos nuevos Planetas: Ceres y el recién descubierto Xena. Demás está decir que Plutón, para los Astrólogos, sigue funcionando como el que era, lo que ha cambiado es la forma en que lo consideran los astrónomos. Pero mucho más importante que la astronómica “degradación” de Plutón, es el “ascenso” a la categoría de “Planetas” (bien que, también enanos) de Ceres y de Xena. Esta decisión para nosotros es fundamental porque, como astrólogos, esta nueva imagen del Sistema Solar tiene una extraordinaria significación. En efecto, sabido es que los Signos son doce, mientras que con los planetas considerados hasta 2005 la Astrología, por más que incluyese al Sol y la Luna, contaba solamente con diez astros. Esto determinaba que dos planetas tenían “trabajo doble”, por decir así, pues, regían o representaban a dos Signos cada uno: Venus, que era regente de Tauro y de Libra, y Mercurio, que era regente de Géminis y de Virgo. Pero ahora esta situación de incompletud ha terminado. ¡La Astrología ha logrado su máxima coherencia interna! Pues resulta que los dos nuevos planetas (para nosotros el calificativo de “enanos” es intrascendente): Ceres y Xena, calzan como anillo al dedo como regentes de Virgo y de Libra respectivamente. Alguien, por supuesto, va a argumentar que en poco tiempo más se irán sumando a la lista otros muchos planetas enanos. Sin embargo, para nosotros estos doce han sido “elegidos” por el destino mismo como los primeros. Los demás que aparezcan deberán quedar excluidos del grupo; al menos, hasta alguna reforma que lleve más a fondo en los detalles el sistema de la Astrología. Digamos, antes de explicar qué significan estos planetas, que la Astrología toma de la Astronomía algunos datos, sobre todo referidos a la imagen que tiene del Cosmos; pero da a estos datos un tratamiento exclusivamente simbólico. Esto hace que Astronomía y Astrología sean dos disciplinas totalmente diferentes. La Astrología es una ciencia humana, su tema son las vidas de los sujetos humanos y su “mundo”. No tenemos, como astrólogos, nada que ver con causas, influencias sutiles, sucesos físicos, mediciones, distancias, y con ningún otro aspecto cuantitativo del Cosmos, que son los que les quitan el sueño a los astrónomos. La Astrología es una disciplina que no trata en absoluto con nada cuantitativo, es una disciplina de la cualidad. Esto la diferencia esencialmente de la Astronomía, de la Física y de todas las llamadas oficialmente “ciencias”. No debemos olvidar tampoco que el legítimo punto de vista en el que se coloca la Astrología es geocéntrico. Lo cual quiere decir, simplemente, que miramos el Cosmos desde la Tierra y lo consideramos tal como éste se ve desde aquí. Por supuesto que tal cosa es completamente lícita: en el Cosmos no hay puntos privilegiados y uno puede adoptar cualquiera como punto de observación, para pensar desde donde más convenga a sus fines. Veamos ahora qué nos dicen nuestros planetas recién estrenados. Vamos a tratar en este primer artículo la figura de Ceres. En uno posterior, hablaremos sobre Xena. Ceres como regente de Virgo Ceres era considerado hasta 2005 como un “asteroide”. Fue descubierto el 1º de Enero de 1801 por Giussepe Piazzi en Palermo, Italia, y como dijimos, elevado ahora a la categoría de “planeta enano”, junto con Caronte (el satélite de Plutón) y el recientemente descubierto Xena, que nosotros atribuimos como regente a Libra. Respecto de Ceres, nuestra tesis es que constituye el esperado planeta regente de Virgo. ¿Tenemos algún indicio para afirmarlo? En principio, no deja de ser significativo que el lugar de su descubrimiento (Palermo, Sicilia), haya sido el hogar de la Diosa romana que le da nombre. En efecto, como en todos los casos de los planetas mayores, Ceres es una diosa romana, análoga a la griega Deméter. Para nuestros fines, podemos asimilar perfectamente a ambas figuras mitológicas. Un poco de etimología Estudiemos primero los nombres de ambas diosas. ‘Ceres’ es un nombre que está conectado con los verbos latinos cresco y creo. El primero significa: “brotar”; “desarrollar, aumentar”. El segundo significa: “producir”; “expandir”. El mismo origen tiene nuestra palabra “cereal”. ‘Deméter’, por su parte, significa “madre- tierra” (una diosa muy parecida, sin duda, a nuestra divinidad americana Pacha-mama). Pero Deméter no se refiere a la Tierra como un objeto físico que surca el espacio, tal como estamos habituados nosotros a considerar a nuestro planeta, sino a la faceta alimentadora de la madre tierra, en especial, a la tierra en tanto trabajada y, por tanto, remite a la agricultura. Ceres y Deméter, que fueron asimiladas ya en la Antigüedad, nos conectan pues, con el trabajo de la tierra y, por extensión, con el trabajo en general. Estas diosas, junto con otras semejantes que podemos encontrar en todo Oriente cercano y el Mediterráneo, confluyen en la figura cristiana de la Virgen María, de donde saca su nombre el Signo de Virgo (= La Virgen), la cual, por tanto, no es un caso aislado o novedoso, sino un caso más, quizá una síntesis o refundación, de las varias diosas vírgenes pre-existentes. Trabajo Deméter es hija de Crono y Rhea. Su lugar predilecto es Sicilia, aunque existían santuarios de ella en toda la Magna Grecia y luego en todos los lugares del Imperio Romano en que se cultivaba especialmente el trigo y la vid. Como ya adelantamos, Deméter alude a la Tierra como alimentadora a partir de nuestro trabajo, representando en nosotros la capacidad que, unida a la fertilidad de la tierra, nos alimenta y, en tal sentido, es también madre. En la palabra ‘agricultura’ podemos distinguir por un lado el término ‘agri’ que se refiere a cierta extensión de campo -de allí palabras de tanto uso como ‘agronomía’, ‘agrimensor’, ‘agrotécnico’, ‘agrario’, ‘agropecuario’, etc.-, y por otro lado, cultivo o cultura. Esta segunda parte de la palabra está directamente conectada con el trabajo humano. Pero podemos tomar en forma amplia esta referencia: en efecto, “el trabajo de la tierra” puede entenderse como aquel trabajo que estamos haciendo aquí en la Tierra, como seres corporales (terráqueos), integrados a un contexto físico, pero también humano. Integración Esta interpretación transforma a Deméter en la diosa que preside la integración de las personas al contexto en que habitan. El concepto de integración es decisivo para el destino de un ente que, como nosotros, tiene la posibilidad de llegar a ser verdaderamente humano. Hay dos modos complementarios de pensar la integración: 1. como integración de los componentes o partes de nuestra personalidad, y 2. como integración de cada persona a los diversos contextos en los que participa. Ambas formas de integración están íntimamente relacionadas. En la medida en que estamos interiormente integrados, estaremos también integrados exteriormente a los diversos contextos. La integración interior consiste en la articulación de las cuatro facetas de la personalidad individual: lo materno, lo paterno, lo filial y lo fraterno –o madre, padre, hijo y hermano interiores-. La integración exterior puede ser muy variada y remite a todos los contextos o sistemas en los que tomamos parte. El trabajo es probablemente el vehículo de integración más claro y efectivo. Pero el trabajo debe ser entendido como aquello que nos permite sentirnos útiles al contexto. La utilidad es el nexo que une las partes en el nivel de Ceres y de Virgo, la utilidad es lo que define que nuestro trabajo sea un servicio, es decir, que sirva a los otros participantes del contexto, y el modo en que podemos medir la utilidad de lo que hacemos y el servicio que prestamos es la contraprestación que obtenemos, es decir, lo que los servicios que los demás nos dan. La integración que se elabora mediante Ceres, es la que nos ubica en contextos extrafamiliares, comunitarios. La integración hacia adentro ha hace de los roles familiares el interior de la personalidad, lo que nos habilita a salir al mundo extra-familiar. En éste ya no se trata de la madre, el padre, el hermano y el hijo reales, sino de nuestras instancias interiores equivalentes, con las que salimos a vérnosla con los otros integrantes de la comunidad. Ceres trabaja en ese umbral que mira hacia adentro y hacia afuera y su función consiste en hacer interior la familia a fin de hacernos exteriores a ella e interiores al contexto comunitario. Ceres representa esta determinante función de nuestro ser. La consecuencia de este trabajo es la elaboración del mundo propiamente humano. Ceres es el cincel con que se modela lo humano individual como parte de un mundo humano. Sin Ceres estaríamos confinados al mundo mamífero, jamás lograríamos parirnos como humanos propiamente dichos. Ceres nos “inicia” como el humano que estamos llamados a ser. La integración es un proceso complejo que tiene facetas económicas, culturales, laborales, educativas. Atributos de Deméter Los atributos de Deméter –y Ceres- son: la espiga, la antorcha, la serpiente, el narciso y la adormidera. La espiga Los griegos distinguían los pueblos “comedores de pan de trigo” de aquellos que no lo eran, y consideraban con más respeto a los primeros. El cultivo del trigo era visto como un símbolo de despliegue del plano humano. El trigo es símbolo del crecimiento y la riqueza por medio del trabajo. Pero la espiga de trigo tiene un simbolismo más profundo si lo llevamos al nivel de la posibilidad de ser humanos. En efecto, a través de este símbolo el mito hace referencia al número tres (tri- go), clave de la integración de la personalidad individual, tanto hacia adentro como, por supuesto, referida al contexto social-comunitario. Consideremos en este sentido, que el glifo de Virgo contiene el tres, en la ‘m’ que lo forma. El tres o la tríada es el número que soporta la integración, imposible para el dos o la díada, que se queda paralizado en la mera polaridad. El tercer término es, precisamente, la integración de los otros y su superación creativa, no dialéctica. El tres es la síntesis de dos positividades que generan una tercera por creación. El narciso y la antorcha Nos recuerda que lo que se “trabaja” verdaderamente en Virgo es la individualidad siempre en peligro de desbordarse de Leo, y se la trabaja, precisamente, para que se adapte a las necesidades que plantea nuestra existencia como seres corporales y sociales. En tal sentido, la antorcha representa el fuego de Leo, es decir, nuestro fuego personal, combustible de la expresión propia que, por supuesto, no debe quedar extinguido al contacto con el mundo extrafamiliar, sino adecuarse a las necesidades de la vida interpersonal y social. La antorcha es símbolo del brillo de un pensamiento que ha superado la polarización típica de la mente lógica binaria, propia de nuestro subsuelo mamífero. La serpiente Remite a la metamorfosis que se realiza en Virgo o por obra de Ceres: se parte del capricho de una individualidad sin límites y de un pensamiento binario excluyente; para llegar a una mente trinaria, integrada en sí misma, capaz de servir al contexto del que se alimenta en todo sentido. Asimismo, se parte de un modo individualista de ser, para integrarse a conjuntos en los que se cumple una función útil, subordinada a la lógica de tales conjuntos. La adormidera Por último, la adormidera era utilizada en los rituales debido a sus efectos narcóticos, ya que sus cápsulas contienen morfina, y de su zumo, que es blanco y lechoso, se obtiene el opio. ¿Qué significado tiene esto? La adormidera permite bajar las defensas del yo, volviendo al sujeto permeable y receptivo. Es el necesario puente a Neptuno, planeta opuesto- complementario de Ceres. Sin esta posibilidad de ir y venir por ese puente jamás emergeríamos del nivel mamífero. La aventura con Yasión Uno de los episodios más interesantes de Deméter-Ceres es el que la relaciona con Yasión. El nombre ‘Yasión’ o ‘Yasio’ está relacionado con ‘iasis’, que significa “curación, tratamiento”. Como la curación y el tratamiento consisten en una serie de trabajos que responden al hecho de que nuestra existencia está ligada a lo corporal y, por tanto, envejece y enferma, podemos ampliar nuestro concepto de “trabajo” también en el sentido de las tareas que requiere el cuidado de la salud, la reparación de la misma, la dieta, etc. Pluto, riqueza y cultura La unión sexual de la diosa con Yasión se produce en un campo tres veces labrado, es decir muy trabajado, y en una zona de tierras muy fértiles. De esa unión nace Pluto, la riqueza (no confundir con el dios del mundo subterráneo Plutón). Entonces podemos abrir un nuevo nivel de interpretación y preguntarnos: ¿el mito habla sólo de las tareas de la agricultura y de la riqueza que generan? ¿O quizá puede estar diciendo algo más? Sin duda el mito habla de algo más, la metáfora del cultivo remite inequívocamente a la cultura. Y cultura debe ser entendida, pensamos, como aquella tarea de integrarnos articulando todos nuestros componentes interiores, nuestros diferentes “personajes” internos, a fin de lograr una personalidad individual entera, verdaderamente “rica”, como ya desarrollamos arriba. Se trata, con Deméter-Ceres, de desarrollar una conciencia capaz de trabajarse a sí misma, de labrar su propio campo agreste, para volverse, no sólo expresiva –logro del Sol- sino también autónoma – logro de Ceres-. Esto equivale a un desarrollo del genuino ser humano, de las posibilidades humanas que todos tenemos en potencia. De modo que Deméter-Ceres está indicando detalles preciosos acerca de la construcción del plano humano en cada uno de nosotros. Obsérvese que en la indicación del “campo tres veces labrado” hay una nueva mención al tres, a la tríada. Esta es otra valiosa sugerencia que nos está diciendo que la construcción del plano humano no es viable desde una mente binaria apoyada en el principio de exclusión, sino desde una mente que pueda extraer lo más valioso y lo más deleznable de una dicotomía y pueda de esa manera superarla. El entendimiento excluyente tiende a pensar las dualidades como negaciones: A y no-A. Pero de ese modo caemos en la exclusión. El pensar trinario toma las dualidades como la expresión genuina de dos entidades autónomas y libres, que tienen el mismo derecho de expresar su ser. De tal modo, no se trata de A o no-A, sino de A, B, C, D, etc. La síntesis, entonces es un acuerdo que hay que lograr entre posiciones positivas, lo que conduce naturalmente a Libra, superando la parálisis y el estancamiento del entendimiento binario excluyente. Ceres y la ecología Y hay, por último, un significado más en Deméter-Ceres: es la diosa que más tiene que ver con lo que hoy llamamos “cuidado del ambiente”, “ecología”, “desarrollo sustentable”, etc. Esto está explícitamente dicho en el episodio que la diosa tiene con un tal Erisictón, personaje brutal y desmedido que, desoyendo las advertencias de Deméter, tala un bosque sagrado para construir con la madera una sala de banquetes. La respuesta de la diosa no se hará esperar: Erisictón será presa de un hambre insaciable que lo llevará primero a la ruina económica, a prostituir a su hija, a comerse a sus familiares y, finalmente, a autofagocitarse. Una verdadera advertencia acerca de la suicida tendencia consumista que va aceleradamente ganando a los actuales “erisictones”. La importancia de la sustitución de Mercurio por Ceres como regente de Virgo Debemos reflexionar también acerca del fundamental cambio que implica que Ceres asuma como regente de Virgo en lugar de Mercurio. Mientras Mercurio sea el regente aceptado de Virgo, viviremos bajo el imperio del comercio. Virgo será reducido así al “mercado” y toda la estructura conexa que depende éste: la ciencia, la lógica, la informática, los sistemas. Todo al servicio del inefable “mercado”. La justicia social, la variedad de las especies, la salud de la tierra y sus habitantes, son sacrificadas al mercado. El mercado es la instancia suprema que justifica todas las aberraciones, injusticias, guerras, y arbitrariedades. La doctrina vigente en casi todo el mundo, conocida como “neo-liberalismo”, es la forma teórica de la regencia de Mercurio sobre Virgo. Por tanto, el cambio de regencia por Ceres permite abrigar la esperanza de un cambio. Ceres, ante todo, es una diosa, una figura femenina y cercana a la Pachamama, respetuosa del equilibrio ecológico. No tiene mucho que ver con el “mercado”, sino con la curación, la salud, la integración de nuestra especie como parte de la Tierra. Que Ceres se haya elevado a planeta y que podamos instalarlo en su lugar: Virgo, relevando a Mercurio, es una señal promisoria para la especie. ‘economía’: “las reglas para llevarse bien con nuestra Los astrólogos tenemos un papel central en esto, empujando la consciencia humana hacia un habitar la Tierra y no meramente consumir sus recursos, para ir de la economía a la ecología, o simplemente, para recuperar el verdadero sentido del término casa”, y no esa supuesta “ciencia” que olvida la dimensión humana y terrestre en aras de la codicia ilimitada. Síntesis de los significados astrológicos de Ceres Luego de este primer análisis –que suponemos se irá afinando con el correr del tiempo y el aporte de muchos otros colegas- hecho sobre el significado de Ceres, podemos resumir los resultados provisoriamente en los siguientes: Ceres, como regente de Virgo, nos da indicios invalorables sobre: El proceso de integración personal. Y esto en sus distintos aspectos complementarios: • Como proceso interno, psicológico, de las facetas de la personalidad individual. • Como proceso de participación en el contexto social a través del trabajo y la cultura. • Como indicador de enfermedades o síntomas que aquejan a una persona y a la comunidad, y de las formas adecuadas de superación de las mismas. Es decir: como indicador de los desajustes referidos a la salud, así como de las dietas, cuidados, terapias, etc. que se realicen para volver a armonizar el organismo y la conducta en sí mismo y en relación con el contexto en que participa. • Como proceso de cuidado, reparación y preservación de los sistemas vivos que constituyen la Tierra. Publicado Yesterday por Jorge Bosia
Jorge Bosia, astrología argentina
Mi mirada sobre la astrología, la filosofía y la vida
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