Lectura 1 - Mitos Clasificados 2 Teogonía
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Clasificados 2
Gea, la Tierra, comenzó por parir un ser de igual extensión De Gea y Urano nacieron aún tres hijos, grandes y fuertes,
que ella, Urano, el Cielo Estrellado, para que la contuviera por cuyos nombres no deben pronunciarse: Cotto, Briareo y Gías.
todas partes, y fuera una morada segura y eterna para los biena Cada uno de ellos tenía cien brazos invencibles, que se agitaban
venturados dioses. También puso en el mundo las Altas Monta desde sus hombros y, por encima de esos miembros, les habían
ñas, deliciosas moradas de las Ninfas, que viven en los montes crecido cincuenta cabezas a cada uno. Temible era la poderosa
boscosos. Dio también a luz al estéril mar de hinchadas olas, el fuerza que emergía de sus cuerpos monstruosos.
Ponto. Estos fueron sus primeros hijos: Urano, las Altas Monta
ñas y el Ponto. A todos dio a luz Gea, sola, sin mediar ninguna (Los oyentes escuchaban estos nombres con un estremecimiento.
clase de unión amorosa. Los dioses infernales, ¡la fuerza más temible que habita el Universo!).
armado con la prodigiosa hoz, y segó los genitales de su padre. Los hijos de la Noche
Luego los arrojó a la ventura, por detrás.
La Noche parió a la odiosa Suerte y a Tánato, espíritu de la
Las gotas de sangre que entonces se derramaron, todas, las re
Muerte. Alumbró también a Hipnos y engendró a la tribu de los
cibió Gea. Al completarse un año, Gea dio a luz a las poderosas
Sueños. Luego, además, la oscura Noche dio a luz, sin acostarse
Erinias –que persiguen a los parricidas–, a los enormes Gigantes
con nadie, a Momo, el Sarcasmo, y a las Hespérides, que tienen
–que vestían lustrosas armaduras y manejaban inmensas lanzas–
a su cuidado las hermosas manzanas de oro y los árboles que las
y a las Melias o Ninfas de los árboles. Todos ellos nacieron de la
producen más allá del Océano.
sangre de Urano.
También engendró a las Moiras y las Ceres, inexorables en la
En cuanto a los genitales, desde el preciso instante en que
venganza. Persiguen a los culpables, sean hombres o dioses, y su
el acero los cercenó, Crono los arrojó lejos, en el tempestuoso
cólera no se templa hasta que logran imponer una pena cruel a
Océano. Largo tiempo fueron llevados de aquí a allá en la in
quien haya cometido graves faltas.
mensa llanura de las olas. A su alrededor, surgía una blanca es
La perniciosa Noche parió asimismo a Némesis, azote de los
puma y, en medio de ella, nació una doncella. Afrodita la llaman
hombres, pues ejecuta la venganza divina ante cualquier huma
dioses y hombres, porque nació en medio de la espuma. Cuando
na desmesura. Después, la Noche tuvo al Engaño, la Ternura, la
la bella diosa salió del mar y pisó la tierra, bajo sus delicados pies
maldecida Vejez y, por último, a Eris, la Discordia.
crecía la hierba.
La aborrecible Eris alumbró, a su vez, a la dolorosa Fatiga, al
Olvido, el Hambre, los Dolores que causan llanto, las Peleas, los
(De todos los misterios transmitidos por Hesíodo, el nacimiento
Combates, los Asesinatos, las Matanzas, las Discusiones, las Pa
de Afrodita era el que más cautivaba a los oyentes. ¡Del semen de
labras falaces, al Desorden y la Destrucción, compañeros insepa
Urano y la espuma del mar, estaba hecho el cuerpo de la diosa del
rables, y a Horco, el Juramento, el que más daña a los terrestres
amor! Solo el poder de las Musas podía volver comprensible una
mortales cuando perjuran voluntariamente.
verdad tan oscura).
Poco después de nacer, Afrodita se presentó por primera vez (Hesíodo recitaba lentamente los nombres de los hijos de la No
ante el concilio de los dioses. La acompañaban Eros y el her che. Ante cada nombre detestado, los hombres recordaban su con
moso Hímero, el Deseo. Y desde un principio, son sus privile dición de mortales expuestos al sufrimiento, al dolor, al llanto y a
gios entre los hombres y los inmortales: las intimidades con las la vejez. ¿Por qué la Ternura acompañaba a seres tan perniciosos?
doncellas, las sonrisas, los engaños, el dulce placer, el amor y la Hesíodo cantaba lo que las Musas le habían transmitido, pero solo
dulzura. ellas comprendían el misterio profundo de aquellas genealogías. Los
hijos de la Discordia eran, en cambio, dignos hijos de su madre. Si
los hombres comprendieran cuántos males se evitarían impidiendo
que la Discordia se entrometiera en sus vidas…).